DIARIO DE CAMPO PARA LA SALIDA A MONSERRATE Me levante a las 6:30 am, pero mi familia con algarabías empezó cinco minutos antes. La sensación de despertarse temprano un domingo es muy particular, pues solo suele ocurrir de vez en cuando, plan de deporte con amigos, etc, aun así asumí bastante bien el hecho. El baño, el desayuno y la despedida fueron breves. Me dirigí a la casa de un compañero, con el cual ya habíamos quedado de acuerdo para ir a la salida de campo, con el compromiso de que yo le ayudara después con un trabajo que él tenía que hacer para la universidad. Las calles solas, el sol prometedor de un maravilloso domingo y el olor del roció más presente que nunca, así que fueron motivos para sonreír y recibir el día con buena disposición. Aunque en un principio pensé que el tiempo no iba a estar a mi favor, nos dirigimos a la parada del alimentador que nos llevaría al portal del dorado y de ahí montarnos en un biarticulado que nos llevara a la Jiménez, puesto que los buses que se dirigen a universidades y aguas, empiezan su funcionamiento a partir de las 8 de la mañana. Al llegar a la estación de la Jiménez (costado caracas) pasamos el túnel y nos dirigimos al punto de encuentro con el profesor (al frente de las escaleras del cerro de Monserrate), cuando llegamos salude al profesor y me dispuse a anotarme en la lista de asistencia, pero con la sorpresa de que mi compañero de trabajo ya nos había anotado y dispuse a subir, pero me encontré con él antes de los 5 primeros escalones, presente a mis compañeros mutuamente y empezamos la subida al santuario. La subida fue amena, el tiempo nos favoreció, fue un recorrido dedicado a la observación, al dialogo, a la escucha y al pensamiento, pues eran muchos los temas de conversación en torno a la salida, y a medida de que escalábamos más el cerro empinado, se iba entendiendo el sentido de la actividad. Los fotógrafos más extraños e impertinentes eran los universitarios a cargo de un profesor (Carlos López), pues pretendían captar imágenes muy particulares, rondaban por todo el lugar. Tomamos la mayoría de fotos en la cima del cerro, y nos reunimos como habíamos acordado con mi compañero, justo al lado de la algarabía en las escaleras, aplaudiendo y alabando al señor debajo del sol de las 12 del mediodía. Era increíble creer lo imposible que era ocupar un silla dentro del templo a esa hora, era increíble de creer la cantidad tan grande de dinero que se movía en el cerro, era increíble de creer la cantidad de extranjeros orientales que habían rondado por el lugar y más aún era increíble de creer como no había un punto de contacto entre el cerro de Monserrate y su vecino el cerro de Guadalupe. Como también era increíble de creer lo inmensa que estaba la ciudad, era increíble de creer la cantidad de verde que se podía apreciar del otro lado del cerro y más aún era increíble de creer, que viejos con bastones y en muletas subieran con tanto fervor. Después de admirar tanta belleza empezamos los 3 a dirigirnos hacia la parte del comercio que queda detrás de la iglesia, al estar halla los 3 decidimos volver a desayunar, puesto que la caminata aunque agradable y amena fue agotadora. La bajada por alguna razón, se me hizo más divertida que la subida, puesto que bajamos la gran mayoría del salón hablando y molestando por todo, al llegar al final de la bajada nos terminamos de reunir todos a esperar a un compañero el cual no bajo con nosotros pero bajo en teleférico y en cuestión de minutos estuvo abajo. Después de esperar a que recogieran a una compañera me despedí de todos y con mi compañero (el del barrio) nos dirigimos hacia universidades para coger transporte, el cual nos llevaría al portal y de hay una alimentador para nuestra casa y ayudarle con el trabajo tal y como había quedado el “trato” entre él y yo. Fin