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2 GALLEGO FECHA 23/08/09
UN AÑO DE APARENTE CAMBIO: PROGRESO A COSTA DE TODO
Por Carlos Eduardo Gallego Hernández
Los sucesos más influyentes para la humanidad son aquellos que son recordados para
siempre, son historia. Las guerras, al tener repercusiones en todos los ámbitos, son las
más impactantes para la sociedad y por ende las más evocadas; sin embargo, no son los
únicos acontecimientos que marcan nuestra memoria, además de ellas están todos
aquellos que subsanan las consecuencias: los “actos humanos”.
El siglo XX se caracterizó, como es bien sabido por todos, por contener las mayores
guerras, crisis y reformas que han sucedido en la historia; catástrofes sociales,
económicas y políticas eran directamente proporcionales y constantes. La época que
comprende los años 1914 hasta 1991 es denominada “siglo XX corto” por contener los
hechos mencionados: empieza desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta el
derrumbe de la Unión Soviética (Hobsbawm, 1997).
A partir del año 1992, todos los países, aparentemente, empezaron a recuperar su
sistema de producción y orden social; no obstante, faltaba un pequeño detalle: la guerra
en los Balcanes.
El 28 de junio de 1992, el presidente francés François Mitterrand se desplazó
súbitamente, sin previo aviso y sin que nadie lo esperara, a Sarajevo, escenario central
de la guerra en los Balcanes que en lo quedaba de año se cobraría quizás 150.000 vidas.
Su objetivo era hacer patente a la opinión mundial la gravedad de la crisis de Bosnia
(Hobsbawm, 1997). La fecha y el viaje a Sarajevo, además de despertar los medios,
tenía un propósito más subjetivo: el 28 de junio era el aniversario del asesinato en
Sarajevo, en 1914, del archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría, que
desencadenó, pocas semanas después el estallido de la primera guerra mundial.
Mitterrand, con la elección de esa fecha simbólica, quería resaltar las posibles
consecuencias de la guerra de Bosnia.
En otra parte del mundo, Barcelona, la emoción era constante, ya que se celebrarían los
Juegos Olímpicos, que darían inicio el 25 de julio. Ese escenario deportivo opacaba la
atención sobre lo la guerra en los Balcanes, es decir, no hubo control ni mediación;
como consecuencia del desinterés mundial, la guerra, que comenzó el 15 de abril de
1992, terminaría tres años después, el 14 de diciembre de 1995.
Mientras en Bosnia y Herzegovina, 1992 no era de tranquilidad, Japón, Alemania,
China, Francia, India y Reino Unido luchaban por ser potencias mundiales a costa de
ignorar los sucesos internacionales. Australia, reactivó su comercio interoceánico para
abrirle paso a la economía. Globalización por sobre todo.
Eso, en cuanto a Europa, Asia y Oceanía. En América, las reformas constitucionales,
políticas y económicas se abrían paso para dar luz a la crisis. Por ejemplo, el 28 de junio
de 1992, Chile llevó a cabo las primeras elecciones municipales después de retornar a
ser una República Democrática; Colombia, bajo el mandato de César Gaviria estaba
adaptada a su horario debido a la crisis de energía, “la hora Gaviria”. Eso y el alza
paramilitar en el Urabá antioqueño eran hechos contundentes. En África, parecía que
sólo Egipto podía superar la crisis, la incomunicación y mala repartición de riquezas los
llevó hasta el punto del que no han salido hoy.
Al final, los Juegos Olímpicos terminaron el 13 de agosto de 1992. Las potencias, se
hicieron potencias. La globalización y el capitalismo eran contundentes. Pero el aviso de
Mitterrand en 1992 no hizo que una guerra catastrófica de tres años no fuera eludida, ya
que eludir se convirtió en una costumbre agazapada que ha evolucionado hasta nuestros
días.
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