“VISIÓN INTEGRADORA Y CONJUNTA DE DIVERSOS MECANISMOS CLIMÁTICOS” El clima La primera noción de clima surgió probablemente cuando el hombre empezó a emprender viajes con desplazamientos tan amplios como para alcanzar regiones con características meteorológicas distintas de las del lugar de origen, es decir, con diferencias más bien estables en cuanto a los valores y la evolución anual de la temperatura, las precipitaciones, la humedad del aire, la insolación, los vientos, etc. Las más elementales observaciones sobre las que se fundaba esta primera noción bastan para poner en evidencia algunas características del clima, que se asocia al lugar. Para determinarlo se requiere un período de observación bastante largo, años; se hace evidente sobre todo por comparación con otros climas y en referencia a otros aspectos de la experiencia, por ejemplo, las características de la vegetación y las influencias sobre el cuerpo humano; se considera como hecho medio ambiental de una gran importancia, decisivo a veces para la vida, las actividades individuales y colectivas, la productividad agrícola, los transportes, la pesca, etc. Posteriormente, con la introducción de los instrumentos adecuados para medir las magnitudes meteorológicas, la determinación del clima no solo se ha hecho objetiva, puesto que se puede expresar en tablas numéricas y gráficos representativos, sino que se enriquece progresivamente con nuevos elementos aportados por el aumento de los conocimientos sobre la atmósfera y por la aparición de aspectos siempre nuevos de la actividad humana. Además, estos progresos han mostrado, entre otras, dos características del clima que antes se habían pasado por alto; al menos respecto a nuestras posibilidades de conocimiento, su naturaleza es mutable y siempre indeterminada. La realidad del clima es de naturaleza estadística, no solo porque se expresa únicamente mediante parámetros estadísticos con un relativo grado de indeterminación y variabilidad, sino también porque esta intrínsecamente constituida por una serie de valores de los elementos meteorológicos ocurridos a intervalos indefinidos de tiempo, con la posibilidad de que entretanto la matriz de esos distintos valores vaya variando (cambios climáticos), tal como sucede en la dinámica y la naturaleza de las poblaciones de seres vivos. La otra característica del clima, que hace de él un concepto relativo y revisable, se deriva de su poliedricidad objetiva y de la multiplicación de las exigencias de estudio, motivo por el que siempre se impone una selección entre los elementos y parámetros adecuados para expresarlo, lo que se debe efectuar según criterios externos al propio clima y teniendo en cuenta el uso que se quiere hacer de ellos. El concepto de clima es, pues, complejo y en algunos aspectos siempre huidizo; por el contrario, las exigencias de estudio y prácticas requieren una más o menos drástica simplificación. La primera exigencia es la de la presentación de los climas de forma general, es decir, de la representación de los principales fenómenos climáticos mediante clasificaciones, índices empíricos, gráficos y tablas, y descripciones. Se trata de la climatología general, válida en todo caso como fuente de datos e información y como premisa de cualquier posterior profundización. Inmediatamente después viene la exigencia de racionalizar el conocimiento de los hechos climáticos, encuadrándolos en un sistema coherente y cuantitativo de causas, efectos e interdependencias, es decir, en leyes y modelos físicos cada vez más perfeccionados y más amplios. Es la climatología física, que luego amplía su examen del macroclima (situación climática general del planeta) a los mesoclimas regionales y a los microclimas locales. Con posterioridad a estas primera aproximaciones, una descriptivo – estadística y la otra física, aparece la necesidad de una especificación de los objetivos del estudio, que puede implicar la elección entre dos maneras distintas de concebir el clima. Una es una concepción objetiva, que considera la atmósfera como realidad a estudiar en así mismo, prescindiendo de sus influencias sobre otro sujeto (la biosfera, el hombre, etc.); la otra por el contrario, es una concepción medioambiental, según la cual el clima debe examinarse y estudiarse como componente primario del entorno, es decir, en sus relaciones con otros sujetos y con sus múltiples exigencias. En la concepción objetiva, el interés se centra sobre todo en los aspectos de la variabilidad climática, mientras que en la concepción medioambiental intervienen los distintos sectores de la climatología aplicada: agraria o, en general, vegetal y forestal, biosanitaria, urbanística, industrial, etc. Por último, un aspecto por la concepción medioambiental del clima que está recibiendo un gran impulso es el impacto climático, tanto por lo que se refiere a la influencia del clima sobre el tejido socioeconómico actual y futuro, como a las posibles modificaciones del clima debidas a la actividad humana. Una posible definición de clima, válida y expresiva, por otra parte, como cualquiera otra que se proponga, sólo si se tienen presentes las consideraciones antes indicadas, puede ser la siguiente. “el clima de una localidad es el conjunto de los estados atmosféricos, incluidos tanto la frecuencia y variabilidad estadística de los elementos que los componen como sus modos de suceder y evolucionar, que en un periodo suficientemente largo acaban por producirse en esa localidad”. Si a esta definición, suficiente en la concepción que se ha llamado objetiva, se le quiere dar validez también en la concepción medioambiental, bastará con añadir, por ejemplo, “considerando en sus relaciones con las progresivas exigencias del hombre y de sus instrumentos de actividad y producción”. CLIMATOLOGÍA GENERAL En lo expuesto se ha asimilado el clima a una matriz que genera los datos obtenidos en las estaciones meteorológicas, a la que es posible remitirse mediante el análisis estadístico de los datos recogidos durante un número suficiente de años. La organización meteorológica mundial (OMM) sugiere utilizar periodos de treinta años. En efecto, un período más corto no permitiría deducciones suficientemente fiables, sobre todo para fenómenos poco frecuentes aunque muy importantes, tales como las temperaturas mínimas o máximas absolutas, las precipitaciones de máxima intensidad o duración, la sequía prolongada, los valores máximos del viento, etc. Por otra parte, un período más prolongado correría el riesgo de representar una realidad climática híbrida, que no respondería plenamente al clima actual, dada la posibilidad de que a lo largo del tiempo la matriz haya sufrido alguna mutación, que se puede poner de manifiesto, por ejemplo, mediante la comparación entre los sucesivos períodos de treinta años. Es más, en este orden de ideas se ha propuesto considerar el bloque de los valores relativos a un trentenio (o a otro período convenientemente definido) como un estado climático, de modo que el clima de una localidad (una región, un continente, o todo el globo) pueda ser visto, en la perspectiva de los siglos y milenios, como la sucesión de los estados climáticos que se han ido sucediendo. Obviamente, desde el punto de vista práctico, cuando no se dispone de los datos de un período de 30 años es preciso ceñirse a períodos más cortos siempre que no sean inferiores a 10 años. La climatología instrumental, es decir, basada en los datos obtenidos directamente, pueden utilizar sólo los últimos 100 – 120 años, salvo algunas estaciones para las que se poseen series más largas, hasta de 200 años o más. Estas series, por otra parte, tienen gran importancia porque permiten estudiar las mutaciones climáticas a más corto plazo que afectan a la realidad presente. La climatología general consta sustancialmente de tres partes, a veces relacionadas entre sí: Una parte numérica consiste en tablas estadísticas de medias y frecuencias relativas a distintas localidades o agrupamientos regionales, acompañadas a veces de gráficos, Una parte sistemática que comprende la representación coordinada de la distribución del clima en regiones y continentes, y Una parte discursiva que completa orgánicamente las dos anteriores mediante observaciones, comparaciones, descripciones de características climáticas, que van más allá del frio lenguaje de las tablas. TABLAS ESTADÍSTICAS Y GRÁFICOS. La determinación de los valores climáticos de una localidad para usos generales se realiza teniendo en cuenta cada uno de los elementos obtenidos por las estaciones convencionales: temperatura, precipitaciones (lluvia, nieve, granizo), humedad del aire, velocidad, y dirección del viento, visibilidad y nieblas, nubosidad, cuando es posible heliofanía (horas del sol). Generalmente se prescinde de la presión atmosférica, elemento fundamental para la meteorología sinóptica, pero casi carente de interés para la climatología, salvo casos particulares como las exigencias sanitarias. De cada elemento se proporcionan, según los casos, los siguientes parámetros estadísticos: las medias o los totales mensuales y anuales, los valores máximos y mínimos mensuales y anuales, el número de días por mes y por año correspondientes a determinados valores límite (con precipitación mayor de 1mm, 10 mm y así sucesivamente; temperatura por debajo de 0°C y por encima o por debajo de otros niveles críticos, sin viento o con viento dentro de ciertos grados de velocidad, subdivididos por dirección de procedencia, etc.). En la climatología aplicada el análisis va mucho más a fondo, ya que es necesario obtener otros datos y procesamientos más complejos. No obstante, es preciso advertir que la misma climatología general ha ido precedida históricamente por un prólogo, que aún conserva un gran interés y que se podría denominar climatología clásica, basadas en dos únicos elementos: las medias de temperatura y de precipitaciones. La razón histórica reside en el hecho de que las primeras estaciones diseminadas con suficiente densidad eran sencillamente termo pluviométricas. El interés actual de esta climatología básica se debe además a la circulación de que la reconstrucción de los climas de épocas pasadas se basa en datos indirectos o noticias proporcionadas por algunos indicadores, de los cuales se hablará a continuación, que generalmente no permiten ir más allá de las medias anuales de estos dos elementos. CLASIFICACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LOS CLIMAS Los estudiosos del clima, cuando se estableció la posibilidad de razonar sobre datos suficientemente objetivos que abarcasen la mayor parte de la superficie terrestre, pudieron constatar dos hechos principales. Primero, las diferencias del clima de los distintos lugares suponen una organización de conjunto de la que se pueden individualizar los rasgos más característicos, asociados a la latitud, la altura, las relaciones océano- continente, mar-tierra, monte-valle, etc. Segundo, los climas presentan su expresión más inmediata y sensible en las características de la vegetación natural, así mismo vinculada al lugar y a los largos intervalos de tiempo. Así han surgido muchos índices termopluviométricos (de continentalidad, aridez, estiaje, etc.) y muchas clasificaciones climáticas, que tienen por objeto traducir en esquemas y fórmulas empíricas las diferencias entre los climas, a menudo basándose en los tipos predominantes de vegetación o sus necesidades fisiológicas fundamentales de calor y de agua, expresadas en términos de temperatura y cantidad de precipitaciones mediante las respectivas medias mensuales y anuales. Aquí sólo se producen algunos elementos de las dos clasificaciones más conocidas y que han gozado de mayor difusión, la formulada por el meteorólogo y geofísico de origen ruso WLADIMIR KÖPPEN (1864-1940) y la del climatólogo estadounidense C.W. THORNTHWAITE (1899-1963), más elaborada y flexible la primera, con una definición más precisa la segunda. Pero conviene subrayar el carácter empírico- descriptivo de tales clasificaciones, que las hace inadecuadas para desarrollos conceptuales, y el valor didáctico que aún conservan, valor que no se agota en el ámbito escolar; son incontables, en la historia pasada y reciente, los errores grandes y pequeños, a veces trágicos, cometidos por los sectores técnicos, políticos y económicos por el desconocimiento de datos elementales referentes a fenómenos climatológicos que la simple inspección de un mapa climático habría podido evitar. Wladimir Köppen Biografía (San Petersburgo, 1846-Graz, 1940) Climatólogo alemán de origen ruso. Director del Observatorio Marítimo de Hamburgo, publicó un Manual de climatología (1930 y años sucesivos). Elaboró mapas de las regiones climáticas de la Tierra y una completa y acreditada clasificación de los climas que, con algunas modificaciones, se sigue empleando en la actualidad. Su padre, Peter von Köppen (1793-1864), trabajó en la Academia de San Petersburgo como geógrafo, estadístico e historiador; en gratitud por sus servicios a la cultura rusa, el zar Alejandro II lo hizo académico y le concedió una hacienda en la costa meridional de Crimea, donde el hijo encontró el escenario para sus primeras exploraciones botánicas. La riqueza de la flora y la variedad climática de Crimea despertaron el interés de Köppen por el mundo de las plantas y sus relaciones con el clima. En 1864 inició sus estudios en la Universidad de San Petersburgo, especializándose en botánica. En 1870 se graduó en la Universidad de Heidelberg con su disertación doctoral sobre la relación del crecimiento de las plantas con la temperatura. En 1874 se trasladó a Hamburgo para dirigir la división de telegrafía atmosférica y meteorología marina en el Observatorio Marítimo Alemán. En 1884 trazó los cinturones de temperatura del mundo de acuerdo con el promedio de temperaturas mensuales. En 1900 introdujo su sistema matemático de clasificación de climas basándose en la cantidad de precipitaciones y en la temperatura. Köppen se retiró de su puesto en el Observatorio de Hamburgo en 1919 y se fue a Graz (Austria), en 1924, donde viviría el resto de sus días. En 1930 coeditó, con Rudolph Geiger una obra de climatología en cinco tomos: Manual de climatología. Clasificación de los climas de la Tierra Köppen revisó en 1918 su primer esquema climático, que había publicado en 1900, aunque nunca dejaría de mejorarlo. Tras su muerte otros geógrafos y climatólogos, como el estadounidense Trewartha, adaptaron y mejoraron su clasificación climática, lo que permite que, en la actualidad, siga siendo la más utilizada. Es una clasificación empírica, es decir, agrupa los climas de acuerdo con sus efectos sobre algún elemento o fenómeno dependiente del clima, que en su caso fue la vegetación natural. En su clasificación, Köppen combina precipitaciones y temperaturas (valores fijos anuales y mensuales, sin tener en cuenta las causas) y caracteriza cada zona climática por la formación vegetal resultante. Cada tipo climático viene definido por un grupo de letras que, a modo de fórmula, nos dan los rasgos generales de ese clima. Los cinco grandes tipos iniciales estaban representados por las letras mayúsculas A (climas lluviosos tropicales), B (climas secos), C (climas templados y húmedos), D (climas boreales o de nieve y bosque) y E (climas polares o de nieve), que aumentarían tras las revisiones posteriores, de él mismo y de otros científicos (F y H ). Cada uno de estos tipos de clima está definido por criterios de temperaturas, excepto el B, que está basado en las precipitaciones. La clasificación del clima de Köppen divide los climas en cinco familias que se distinguen por las primeras letras del alfabeto en el orden en que, a grandes rasgos, se encuentran del ecuador hacia los polos. En estas familias se agrupan once tipos principales, subdivididos a su vez en un gran número de tipos secundarios y subtipos. De las cinco familias dos corresponden a condiciones adversas al desarrollo de la vegetación, una por deficiencia térmica y la otra por deficiencia hídrica. la primera, llamada de los climas polares y de alta montaña, representada por la sigla E, se da cuando la temperatura media del mes mas cálido del año no supera los 10° C; comprende el tipo ET, llamado de las tundras, y el tipo EF, de las nieves perpetuas, en el cual está ausente toda forma de vegetación, ya que incluso en el mes más cálido la media no supera los 0° C. la otra familia, llamada de los climas secos, y representada por la sigla B, se basa en el límite de las precipitaciones anuales. Si la cantidad anual de lluvia expresada en milímetros es inferior a 20 t + 140 siendo t la temperatura media anual, se tiene clima semiárido de las estepas, ósea BS. Si es inferior a la mitad del mismo valor se tiene el clima árido del desierto absoluto, BW. Las otras tres familias, por tanto, comprenden los climas de los árboles. La familia A está constituida por los climas tropicales, en los dos tipos de tropical de las grandes florestas fluviales. Las familias C y D comprenden los climas lluviosos templados. En la primera (C) figuran los climas templados cálidos, distinguibles entre sí según que, respectivamente, no exista estación seca, o bien la estación seca coincida con el verano (tipo regiones europeas mediterráneas) o con el invierno (tipo continental). En la segunda agrupa los climas templados fríos, llamados de los bosques níveos, también distinguibles según que no exista estación seca, o que exista, en cuyo caso se trata del invierno. La distribución geográfica de los climas muestra varias propiedades características que, salvo algunas modificaciones, se encuentran en todos los continentes, como, por citar uno de los tantos ejemplos, el gradual desplazamiento hacia mayores latitudes de las zonas áridas a medida que se avanza del borde occidental del continente hacia el oriental. La clasificación del clima de Thornthwaire, se basa en los conceptos de: eficacia de las precipitaciones, y se expresa por la relación entre precipitaciones efectivas y evaporación (esta última deducida en función de la temperatura), y de eficiencia de la temperatura, obtenida de las temperaturas medias mensuales. Se considera, además, la distribución estacional de las precipitaciones. Se determinan así cinco “provincias” de humedad, seis de temperatura y cuatro tipos de distribución estacional, que definen en total treinta y dos tipos climáticos distribuidos en la superficie terrestre. Entre las numerosas representaciones esquemáticas de las relaciones entre clima y vegetación, se produce un reciente gráfico que define las condiciones termopluviométricas características para el desarrollo de los principales biotipos vegetales, de manera menos sistemática que las de kÖppen y Thornthwaite, ya que no hace una clasificación de climas, sino que se limita a indicar la vegetación predominante. Fuente: Ciencias de la Naturaleza (TOMO 12) Junto con las clasificaciones tradicionales de las que se han vistos algunos ejemplos, posteriormente se han introducido otras que responde a conceptos totalmente distintos, llamadas clasificaciones dinámicas. Estas clasificaciones no parten de los valores de los distintos elementos climáticos, sino de las situaciones meteorológicas esquematizadas en tipos de tiempo, para definir el comportamiento de estos mismos elementos en relación con el establecimiento y evolución de cada tipo. En una clasificación de dos niveles, muy representativa y fecunda, formulada por el meteorólogo italiano Adriano Gazzola en 1969, los tipos de tiempo se definen por la situación bárica en Europa a nivel del suelo y a unos 5.500 metros de altura. CLIMATOLOGÍA DESCRIPTIVA Los tratados clásicos de climatología abundaban en descripciones de climas y de sus características, con datos geográficos, particularidades locales, referencias históricas y populares que servían para subrayar los aspectos más notables, como, por ejemplo, la dirección cambiante de los vientos. Posteriormente los contenidos se han ido haciendo menos discursivos, apoyándose más en cifras, a medida que el interés técnico ha ido prevaleciendo sobre el inicial del conocimiento de la naturaleza que nos rodea. Por último, actualmente el mayor espacio corresponde a los datos utilizados con fines científicos, es decir, la mayor atención se ha transferido a los problemas y a las indicaciones de la climatología aplicada, mientras que el afán de conocimiento se ha centrado en la historia climática del planeta, a su reconstrucción sobre bases físicas y a su posible evolución futura. Solo se hará mención a estos momentos de la investigación climatológica para decir que carecía de sentido querer extraer de ellos un juicio de valor. La contemplación de la naturaleza, el ordenamiento científico de los conocimientos adquiridos, la intencionalidad utilitaria son actitudes relacionadas con las aspiraciones y las exigencias del hombre, y entre ellas no hay una jerarquía objetiva. CLIMATOLOGÍA FÍSICA Ya se ha advertido que el clima puede considerarse como una sucesión de estados climáticos, cada uno de los cuales está constituido por el conjunto de los estados atmosféricos ocurridos en un determinado intervalo de años. Es evidente que los estados atmosféricos y su evolución obedecen a un conjunto de leyes físicas, que la meteorología dinámica tiene el deber de descubrir y encuadrar en modelos cada vez más detallados e idóneos para la extrapolación, es decir, para la previsión del tiempo para las horas y los días sucesivos. Análogamente ocurre para los estados climáticos, ninguno de los cuales se puede determinar sin tener en cuenta las causas físicas que actúan desde el exterior sobre la atmosfera y la interdependencia entre sus parámetros internos. Sin embargo, la traducción de estos conceptos evidentes en relaciones cuantitativas (sistemas de ecuaciones), se ha revelado más difícil en el caso del clima, y solo recientemente se han podido obtener algunos resultados. La causa reside en la complejidad del sistema climático y en la concurrencia de muchos factores que aunque están muy diferenciados entre sí, ya que van de las dimensiones astronómicas a las más locales, tienen, por el contrario, consecuencias del mismo orden de magnitud; por ejemplo, la vertiente de una colina expuesta al N tiene una diferencia climática respecto de la vertiente meridional comparable con la que podría ser producida por la interposición de una nube cósmica entre la Tierra y el Sol o por la disminución de la energía emitida por éste. Una de las características del sistema es que las causas agentes, externas e internas, deben ser constantes o variables lentamente, respecto del intervalo de tiempo necesario para definir un estado climático. Por ejemplo, entre estas causas no pueden contarse las posibles oscilaciones de la atmosfera, incluso como efecto de resonancia, dado que no suelen evolucionar más allá del período de un bienio (entre los dos hemisferios) y, por tanto, quedan incluidas en el estado climático. Otro ejemplo, es la posibilidad de fenómenos imprevistos capaces de inducir variaciones bruscas en el ordenamiento climático, tales como una gigantesca erupción volcánica que introduzca en la atmósfera una cantidad tal de polvo que reduzca sensiblemente y durante muchos años la energía solar que llega al suelo, con todas las consecuencias que de ello se derivan, como ocurrió con la erupción del volcán Pinatubo, en las islas Filipinas, en junio de 1991. Pero este “incidente climático” aunque es de tales dimensiones que influyen sobre una determinada situación, podría considerarse como una simple desviación casual en la serie de los estados en que se inserta, y, por tanto, seria excluido del cálculo de las evoluciones normales y de las causas fundamentales, aunque luego se vuelva a estudiar de nuevo cuando sea posible una mayor profundización. Algunas de estas causas fundamentales, consideradas constantes en la primera aproximación al problema, pueden individualizarse sin equívocos. A nivel global se podría citar la traslación anual de la Tierra alrededor del Sol con una órbita ligeramente elíptica; la rotación diaria de la Tierra sobre si misma alrededor de un eje inclinado sobre el plano orbital; la distribución de los océanos y los continentes; la dislocación de las grandes cadenas y macizos montañosos, y la extensión de los hielos polares. A nivel regional interviene la presencia de los mares y de las mayores masas de agua interiores; las cadenas montañosas menores; los altiplanos y las mesetas, y los glaciares, hasta llegar a las características concretas de la orografía local, tales como pendiente y exposición del terreno, valles y colinas, lagos y ríos menores, aglomeraciones urbanas, grandes complejos agrarios e industriales. A todo ello deben añadirse, obviamente, las características físicas de la atmosfera, en particular la transparencia y dispersión de las radiaciones solares y terrestres, junto con la emisión y el comportamiento del vapor de agua, y del agua líquida y sólida presente (nubes). Pero también entran en juego las influencias de las características físicas de la superficie terrestre, como su estado (terreno sólido, extensión liquida o helada), su reflectividad respecto de los rayos solares, su contenido en humedad, la cobertura vegetal, etc. Las consecuencias de todas estas causas son bastantes fáciles de determinar, si se consideran una a una y suponiendo que las demás no varían; pero si luego se intenta reconstruir la realidad como suma de las influencias así individualizadas se ve la imposibilidad de hacerlo o se llega a conclusiones totalmente inaceptables. Se ha intentado reunir causas y efectos en dos o tres grupos principales, cada uno de ellos con una cierta homogeneidad interna y una relativa independencia de los otros, basándose en criterios de separación que pudieran permitir reconstruir el clima como suma, al menos lógica, de los conjuntos así determinados. El criterio que parece más viable es el de la dimensión geográfica de los sistemas tomados en consideración. En este sentido se están desarrollando, con expectativas que razonablemente se puede esperar que no se verán decepcionadas, los modelos climáticos globales, que dan cuenta de la circulación general de la atmosfera y de las características climáticas a gran escala de la superficie terrestre (macroclimas), además de sus posibles evoluciones hacia otros ordenamientos climáticos. En el otro extremo, se ha confirmado la fecundidad del planteamiento físico del estudio de los microclimas, cuyas leyes valen de manera independiente del microclima en el que participan la localidad, en el sentido de que este proporciona el marco o nivel de referencia sin ulteriores interferencias (en una primera aproximación). Los modelos climáticos globales se construyen seguimiento dos planteamientos. El primero, tradicional, más conceptual que cuantitativo, cuenta progresivamente los factores fundamentales, es decir, la irradiación solar, los dos movimientos (de rotación y de traslación) de la Tierra, la relación océano – continente, el ciclo del agua en la atmosfera y las leyes dinámicas y termodinámicas que presiden los movimientos de la atmosfera y la distribución en ella de la temperatura y de la presión. La situación de la cara iluminada en el momento (en el curso del año dicha cara da la vuelta completa) se produce una diferencia de temperatura en superficie, con el polo del calor en la zona expuesta perpendicularmente a los rayos solares y el frío extendido a todo el hemisferio en sombras. El grado de calentamiento de esta zona depende de las características del suelo, tales como la reflectividad de la radiación incidente, la capacidad térmica y la capacidad de transmisión del calor hacia el interior. El suelo calienta a su vez el aire que está encima produciendo un movimiento de conjunto hacia arriba y poniendo en marca una circulación general de la atmósfera muy sencilla. En el suelo el aire confluye desde la periferia hacia el centro como viento frío de velocidad creciente; en altura, por el contrario, se produce viento cálido que fluye del centro hacia todas las direcciones con velocidad decreciente transformándose luego en un lento movimiento descendente y difuso alejado de la zona sobrecalentada central. Con respecto a la rotación de la Tierra sobre sí misma, recordando que una vuelta se realiza mientras la traslación alrededor del Sol ha avanzado sólo un grado aproximadamente, lo que confiere una perfecta simetría “zonal” a todos los fenómenos, clima incluido, es decir, todos los puntos de un mismo paralelo reciben en las 24 horas una igual irradiación solar y se comportan del mismo modo. Las consecuencias de la rotación son de dos órdenes independientes entre sí. La circulación de la atmósfera, a causa de la desviación de los vientos (hacia la derecha en el hemisferio septentrional, hacia la izquierda meridional), sufre un cambio radical. La otra consecuencia se deriva del hecho de que el eje de rotación siempre paralelo así mismo, está inclinado respecto del plano de la eclíptica; lo que determina las cuatro estaciones, marcadas por los equinoccios y los solsticios; las franjas geográficas delimitadas por los trópicos y los círculos polares, y por último, la oscilación anual de las franjas térmicas al desplazarse el Sol entre los trópicos. El tercer factor tomando en consideración en esta reconstrucción tradicional del clima terrestre es la asimetría introducida por la presencia de los continentes. El continente se calienta en verano y se enfría en invierno sensiblemente más que los océanos circundantes, y esto introduce en la circulación planetaria el régimen de los monzones. Por último, la presencia del agua (de otro modo no habría océanos) se manifiesta con un ciclo de evaporaciones del mar y del suelo húmedo, condensaciones en forma de nubes y precipitaciones en forma de lluvia, nieve o granizo, que no sólo constituyen el otro elemento fundamental del clima (aparte de la temperatura), sino que interfieren en el juego de las energías dinámicas y radiantes, modificando el ordenamiento global. Inicialmente parecía que el sistema climático podía limitarse al cuerpo que directamente lo define, es decir, la atmósfera, y que el resto podía clasificarse como causas externas o, si se quiere, “condiciones del contorno”. Pero ya se ha visto que incluso en el primer paso no es posible prescindir de las interacciones entre las características físicas del suelo y el ordenamiento de la atmósfera, incluso por lo que respecta a la energía solar incidente; es más, el nivel energético total depende esencialmente de los intercambios tierra – atmósfera. De manera análoga, el intercambio térmico y el ciclo hídrico involucran hasta tal punto a las aguas superficiales, en particular a los océanos, que es imposible asignar a estos últimos el papel de causas agentes desde el exterior, puesto que más bien están directamente interesados. Las interacciones entre atmósfera y océano no sólo inciden en gran manera sobre el estado climático, sino que ponen en evidencia, una circunstancia de particular interés; mientras que la atmósfera en sí misma, como ya se ha advertido, no tiene oscilaciones propias de período largo, el sistema atmósfera-océano gracias a la gran inercia también térmica de este último y a su circulación interna, tiene periodos propios de intercambio del orden de muchos centenares de años, es decir, tales como para determinar una sucesión cíclica de estados climáticos. Para representar cuantitativamente el sistema climático se emplean modelos matemáticos en los cuales se introducen las oportunas hipótesis simplificadoras, las leyes que intervienen y los vínculos entre los parámetros fundamentales. Estos modelos son adimensionales, o sea de una o varias dimensiones, y subdividen la atmósfera en un determinado número de estratos, es decir considerando la distribución de las variables características (temperatura, presión, vientos) en un cierto número de niveles, que, en general, no son altitudes sino superficies isobáricas elegidas adecuadamente. Una característica común a todos los modelos es poder llegar a las soluciones a través de un procedimiento, confiado a los ordenadores, que puede compararse al de las aproximaciones sucesivas. Los modelos climáticos permiten dar respuesta a algunos interrogantes de gran interés: ¿Hay soluciones estables que den lugar a estados climáticos permanentes? ¿O bien el conjunto de los estímulos, aunque permanentes, da lugar a soluciones de tipo oscilatorio, y con qué posibles periodos? ¿En qué condiciones se puede detectar la intervención de estímulos de carácter periódico, o casi periódico, evolutivo o impulsivo por los cambios climáticos registrados en la larga historia del planeta? ¿Y cómo sería posible remontarse a su naturaleza, es decir a la individualización del factor especifico que ha variado la propia intervención? En particular, suponiendo que la actividad humana, conscientemente o no, acabe por introducir una variación artificial en algunos parámetros a los que está asociado el ordenamiento climático (calentamiento global, la contaminación química y térmica, la destrucción sistemática de los bosques, la desertización, etc.), ¿Cuánto y en qué sentido variaría dicho ordenamiento, y cuáles serían las consecuencias para la colectividad humana? Es muy importante, desde el punto científico y práctico, tener en cuenta que actualmente este tipo de preguntas puede plantearse positivamente; las respuestas podrían abrir nuevos horizontes de investigación, pero también podrían indicar nuevos peligros o bien abrir la perspectiva de cambios beneficiosos del clima. VARIABILIDAD CLIMÁTICA El concepto de variabilidad climática tiene dos aspectos bien distintos. Uno concierne a la característica propia del clima, entendido como un determinado estado climático, de comprender una variedad de situaciones meteorológicas y de valores de los distintos elementos. La temperatura media no significa ciertamente que el termómetro permanezca constante en ese valor, así como la precipitación media de enero no significa que cada mes de enero caiga esa determinada cantidad de lluvia. Dos climas pueden presentar los mismos valores medios y, sin embargo, ser sensiblemente distintos, si uno se muestra muy constante y el otro decididamente variable. De ahí la necesidad, hasta ahora demasiado poco realizada en las recogidas climáticas habituales, de hacer seguir a las medias al menos un índice de variabilidad, como la divergencia cuadrática media de los valores diarios y de las medias mensuales. Esta variabilidad del clima tiene una gran importancia práctica para resolver los problemas concretos de la climatología orientada. El otro aspecto de la variabilidad, conceptualmente más interesante, es el que remite a una definición del clima como sucesión de los estados anteriores. Esta variabilidad del clima se trata expresamente aquí, especialmente de los hechos y de cómo se llega a conocerlo. Como ya se ha observado, sólo existen datos medidos instrumentalmente y de manera sistemática a escala planetaria desde hace cerca de un siglo, con picos de hasta poco más de dos siglos. Este periodo es totalmente irrelevante respecto de los millones y miles de millones de años de existencia de la Tierra; sin embargo, es suficiente para mostrar la relativa inestabilidad climática no sólo de las distintas localidades o regiones, sino también de los dos hemisferios en su conjunto. En efecto, en los últimos cien años el hemisferio norte ha sufrido un calentamiento gradual hacia la mitad de este siglo, más pronunciado en las regiones árticas, al que ha seguido un pequeño enfriamiento. Se trata de décimas de grado, en las medias generales niveladas, pero sin embargo suficientes para producir variaciones evidentes, por ejemplos, en la extensión de los glaciares y el nivel de los lagos. Para los siglos y milenios anteriores existe materiales históricos y arqueológico, proporcionado por la abundancia de algunos indicadores naturales tales como la sucesión de los anillos de los arboles (dendroclimatología), de los estratos de sedimentos orgánicos en el fondo de los lagos o del polen; de los estratos de nieve comprendida en los glaciares, etc. Obviamente, cuando más se retrocede menos concretas y pormenorizadas son las informaciones de tales indicadores, que asimismo pueden variar. En la paleo climatología se utilizan los resultados de la paleo biología terrestre y marina, los hallazgos geomorfológico hallados en los despojos de la acción de antiguos fenómenos climáticos, los cambios de nivel de mares y lagos, etc. Se puede, por lo tanto, individualizar con mucha certeza la llamada “pequeñas glaciaciones” que, empezada bruscamente en el medioevo tardío, tuvo su apogeo a finales del siglo XVII (globalmente para Europa aproximadamente un grado y medio por debajo de la temperatura actual) y se agotó con el siglo XIX; se escapan, de todos modos, otros episodios similares que se supone que hayan podido ocurrir en los milenios precedentes. La información recogida, cada vez más numerosas, y los métodos de datación (métodos radiométricos, estratigrafía de la polaridad magnética de las rocas, etc.) permite conocer a grandes rasgos las vicisitudes climáticas de conjunto hasta casi tres millones de años atrás. Durante este largo periodo el clima de la Tierra ha sido mucho más cálido que el actual, pero con enfriamientos bastantes bruscos y periódicos, las bien conocidas glaciaciones, de duración generalmente breve en relación a la escala de los tiempos, y a los periodos interglaciares relativos. Las glaciaciones se presentan muy diversificadas entre sí en cuanto a intensidad, extensión y localización geográfica. Para distinguirlas se puede esbozar una clasificación de conjunto. En la historia climática de la Tierra han existido algunas glaciaciones mayores, siete u ocho en total, con enfriamientos generalizados de 10° a 20° C, muchas grandes glaciaciones; muchísimas pequeñas glaciaciones, como la europea antes citada, y por último, una innumerable cantidad de oscilaciones climáticas bastantes más tenues y/o circunscritas. En cuanto a las glaciaciones mayores, es interesante notar que la última terminó hace apenas un millón de años, hasta el punto que de que los estudiosos consideran la época actual aún inmersa en el borde posterior de un gran período glaciar. La penúltima glaciación mayor tuvo lugar hace unos 270 millones de años, marcando una momentánea interrupción (un momento de algunos millones de años) del período de máximo calor de la Tierra, caracterizado por la aparición de una vegetación muy abundante y de animales de grandes proporciones. Dicho sea el paso, la atmosfera sufrió un cambio radical de composición hace unos 600 millones de años, cuando entraron a formar parte de ella el oxígeno y el anhídrido carbónico (de modo que la vida pudo salir de los mares y establecerse en tierra firme), pero la cantidad total de agua ha permanecido constante; por tanto, los enfriamientos coinciden con las expansiones de las superficies cubiertas de hielos, de donde vienen el nombre de glaciaciones. Las fuentes de información indirecta, datos por documentación, presentan un cuadro de las ondulaciones climáticas ocurridas en el último millón de años que se caracteriza por la presencia de episodios glaciales de gran magnitud cada 100.000 años, aproximadamente. “EL CLIMA: RECORRIDO DESDE SU CONFORMACIÓN HASTA SU ABORDAJE” INTRODUCCIÓN HISTÓRICA Los primeros en interesarse por la Meteorología fueron los chinos, quienes por dedicarse fundamentalmente al cultivo de arroz precisan de abundantes lluvias; así el filósofo Lao-tzucita que si sopla un viento fuerte durante toda la mañana habrá lluvia durante más de 24 horas. La navegación a vela de los fenicios y griegos por todo el Mediterráneo obligaba a fijarse en la frecuencia y velocidad de los vientos. Un filósofo griego escribía que la lluvia y la nieve eran originadas por los vientos del Sur. Sin embargo, en Grecia se mezclaba la ciencia con la superstición hasta tal punto que el escultor Andronicus Cyrrestes (200 años antes de Jesucristo) construyó la "torre de los vientos", que aún se conserva. La torre tiene ocho fachadas correspondientes a los ocho vientos entonces conocidos. En cada una aparece la figura de una divinidad griega responsable del tiempo atmosférico que se origina. Durante las conquistas de Alejandro Magno, los griegos conocieron que los vientos que proceden del mar (monzón de verano) traían lluvias copiosas en Arabia y costas del Golfo Pérsico, mientras que los que llegaban de tierra eran fríos y secos (monzón de invierno). Estas observaciones tenían gran importancia a la hora de emprender nuevas conquistas. Ya en el año 400 a C. Aristóteles escribió un tratado llamado Meteorológica, donde abordaba el " estudio de las cosas que han sido elevadas"; un tercio del tratado está dedicado a los fenómenos atmosféricos y el término meteorología deriva de su título. A lo largo de la historia, gran parte de los progresos realizados en el descubrimiento de las leyes físicas y químicas se vio estimulado por la curiosidad que despertaban los fenómenos atmosféricos. La predicción del tiempo ha desafiado al hombre desde los tiempos más remotos, y buena parte de la sabiduría acerca del mundo exhibida por los diferentes pueblos se ha identificado con la previsión del tiempo y los almanaques climatológicos. No obstante no se avanzó demasiado hasta el siglo XIX, cuando el desarrollo en los campos de la termodinámica y la aerodinámica suministraron una base teórica a la meteorología. Las mediciones exactas de las condiciones atmosféricas son también de la mayor importancia en el terreno de la meteorología, y los adelantos científicos se han visto potenciados por la invención de instrumentos apropiados de observación y por la organización de redes de observatorios meteorológicos para recoger datos. Uno de los hitos más significativos en el desarrollo de la ciencia moderna de la meteorología se produjo en tiempos de la I Guerra Mundial, cuando un grupo de meteorólogos noruegos encabezados por Vilhelm Bjerknes realizó estudios intensivos sobre la naturaleza de los frentes y descubrió que la interacción entre masas de aire genera los ciclones, tormentas típicas del hemisferio norte. Los posteriores trabajos en el campo de la meteorología se vieron auxiliados por la invención de aparatos como el radiosonda, que hizo posible la investigación de las condiciones atmosféricas a altitudes muy elevadas. Después de la I Guerra Mundial, un matemático británico, Lewis Fry Richardson, realizó el primer intento significativo de obtener soluciones numéricas a las ecuaciones matemáticas para predecir elementos meteorológicos. Aunque sus intentos no tuvieron éxito en su época, contribuyeron a un progreso explosivo en la predicción meteorológica numérica de nuestros días. La mejora en las observaciones de los vientos a gran altitud durante y después de la II Guerra Mundial suministró la base para la elaboración de nuevas teorías sobre la predicción del tiempo y reveló la necesidad de cambiar viejos conceptos generales sobre la circulación atmosférica. Durante este período las principales contribuciones a la ciencia meteorológica son del sueco Carl- Gustav Rossby y sus colaboradores de Estados Unidos. Descubrieron la llamada corriente en chorro, una corriente de aire de alta velocidad que rodea al planeta a gran altitud. En 1950, gracias a las primeras computadoras, fue posible aplicar las teorías fundamentales de la termodinámica al problema de la predicción climatológica, y en nuestros días las grandes computadoras sirven para generar previsiones en beneficio de la agricultura, la industria y los ciudadanos en general. Uno de los nuevos métodos de mayor éxito para la observación general de la atmósfera ha sido el empleo de satélites artificiales. Los satélites que fotografían de forma automática la Tierra desde órbitas polares, suministran las imágenes de los patrones nubosos y las tormentas, una vez al día, a cualquier estación meteorológica equipada para recibir sus transmisiones. Casi todos los servicios meteorológicos importantes del mundo están equipados para recibir estas imágenes. Los sensores de infrarrojos permiten determinar la temperatura de la parte superior de las nubes, y de esta forma hacen posible estimar la altitud aproximada de los sistemas nubosos de la atmósfera. Hoy se fotografían de modo continuo los patrones climáticos de más de la mitad de la Tierra desde satélites situados en órbitas geoestacionarias sobre puntos predeterminados del ecuador a una altitud de unos 35.400 kilómetros. CONCEPTO DE CLIMA El clima hace referencia al estado de las condiciones de la atmósfera que influyen sobre una determinada zona. El uso cotidiano del término, por lo general, se vincula a la temperatura y al registro o no de precipitaciones (lluvia, nieve, etc.). Aunque, en ocasiones, clima se utilice como sinónimo de tiempo, dichos conceptos no tienen el mismo significado. El tiempo: se refiere a la situación de los factores atmosféricos que actúan en un momento específico y en una región determinada. Por ejemplo: “El tiempo en Buenos Aires es cálido, con un temperatura, en estos momentos, de 27º. El clima: en cambio, supone una información enfocada a un período de tiempo más extenso, de unas tres décadas como mínimo. ELEMENTOS DEL CLIMA En meteorología, se define como elementos del clima al conjunto de componentes que caracterizan el tiempo atmosférico y que interactúan entre sí en las capas inferiores de la atmósfera, llamada tropósfera. Estos componentes o elementos son el producto de las relaciones que se producen entre distintos fenómenos físicos que les dan origen que a su vez se relacionan con otros elementos y resultan modificados por los factores climáticos. Aunque son elementos obtenidos en el campo de la meteorología, su estudio a largo plazo, 30 años o más, es fundamental para las bases científicas de la climatología y de ahí la estrecha relación entre la meteorología y climatología. Los principales elementos del clima, y también los más conocidos, son: Temperatura La temperatura atmosférica es el indicador de la cantidad de energía calorífica acumulada en el aire. Aunque existen otras escalas para otros usos, la temperatura del aire se suele medir en grados centígrados (º C) y, para ello, se usa un instrumento llamado "termómetro". La temperatura depende de diversos factores, por ejemplo, la inclinación de los rayos solares. También depende del tipo de sustratos (la roca absorbe energía, el hielo la refleja), la dirección y fuerza del viento, la latitud, la altura sobre el nivel del mar, la proximidad de masas de agua, etc. Sin embargo, hay que distinguir entre temperatura y sensación térmica. Aunque el termómetro marque la misma temperatura, la sensación que percibimos depende de factores como la humedad del aire y la fuerza del viento. Por ejemplo, se puede estar a 15º en manga corta en un lugar soleado y sin viento. Sin embargo, a esta misma temperatura a la sombra o con un viento de 80 km/h, sentimos una sensación de frío intenso. Precipitaciones Agua que cae sobre la superficie terrestre, puede ser en forma líquida o sólida. Con el calor el agua de los ríos, los lagos y mares se evapora y se eleva a la atmósfera donde se forman las nubes. Cuando la zona de la atmósfera donde se encuentran las nubes se enfría, esta agua vuelve a caer a la tierra, unas veces en forma de lluvia, otras en forma de nieve y otras en forma de granizo. Cuando las nubes están pegadas al suelo se llaman nieblas. No suele llover igual en todos los puntos de la Tierra. Cuanto más cerca se está del Ecuador mayores son las lluvias. También suele llover más en las zonas que están junto al mar que en las del interior de los continentes. En las zonas de alta montaña casi siempre el agua cae en forma de nieve. Las precipitaciones se miden con el pluviómetro. Los tipos de precipitaciones son el resultado de las características de las ascendencias y, secundariamente, de la temperatura del aire debajo de las nubes. Las fuertes ascendencias bajo los cúmulos de varios km de altura engendran violentos chaparrones con gotas muy grandes y hasta granos de pedrisco si la cima del cúmulo se rebasa. Las ascendencias lentas y oblicuas dan sólo lluvias finas como la llovizna, ya que la sustentación del aire es muy débil. La abundancia de la precipitación depende pues considerablemente de la inestabilidad del aire, y, como sea que esta es siempre mayor en el aire con intensa humedad absoluta, que únicamente puede ser en sí mismo un aire muy cálido, se comprenderá porque llueve mucho más en los países tropicales que en los templados, y el motivo de que las precipitaciones sean casi siempre inferiores a 300mm anuales en los climas polares y de que en estos jamás se registren chubascos violentos. Humedad La humedad indica la cantidad de vapor de agua presente en el aire. Depende, en parte, de la temperatura, ya que el aire caliente contiene más humedad que el frío. La humedad relativa se expresa en forma de tanto por ciento (%) de agua en el aire. La humedad absoluta se refiere a la cantidad de vapor de agua presente en una unidad de volumen de aire y se expresa en gramos por centímetro cúbico. La saturación es el punto a partir del cual una cantidad de vapor de agua no puede seguir creciendo y mantenerse en estado gaseoso, sino que se convierte en líquido y se precipita. Para medir la humedad se utiliza un instrumento llamado "higrómetro". Viento Es el movimiento del aire en la atmósfera. La dirección del viento se determina por 8 ó 16 sectores de la “rosa de los vientos”. Los signos convencionales normalizados tienen que ser conocidos y respetados: N, NE, E, SE, S, S, W, etc., todos ellos sin puntos ni trazos de unión. La velocidad del viento, impropiamente llamada “fuerza del viento”, se expresa en metros por segundo (m/s), kilómetros por hora (km/h) o también en millas por hora (m/h). Por ejemplo: la Torre Eiffel oscila frecuentemente bajo ráfagas de más de 120 km/ h. Presión atmosférica Es el peso que ejerce una masa de aire sobre la superficie terrestre. Por este motivo, la presión suele ser mayor a nivel del mar que en las cumbres de las montañas, aunque no depende únicamente de la altitud. Las grandes diferencias de presión se pueden percibir con cierta facilidad. Con una presión alta nos sentimos más cansados, por ejemplo, en un bochornoso día de verano. Barómetro Con una presión demasiado baja (por ejemplo, por encima de los 3.000 metros) nos sentimos más ligeros, pero también respiramos con mayor dificultad. La presión "normal" a nivel del mar es de unos 1.013 milibares y disminuye progresivamente a medida que se asciende. Para medir la presión utilizamos el "barómetro". Las diferencias de presión atmosférica entre distintos puntos de la corteza terrestre hacen que el aire se desplace de un lugar a otro, originando los vientos. En los mapas del tiempo, los distintos puntos con presiones similares se unen formando unas líneas que llamamos "isobaras". Evaporación Es un proceso físico que consiste en el paso lento y gradual de un estado líquido hacia un estado gaseoso. Nubosidad Es la cantidad de nubes en la atmósfera. Aquí se aprecia la proporción de la bóveda celeste cubierta por las nubes. En el interior de la niebla (que no es más que una nube a ras de suelo), la visibilidad se mide en hm o en km. DISTRIBUCIÓN DE LA TEMPERATURA El reparto horizontal de las temperaturas sobre el globo terrestre, viene determinado principalmente por la latitud y por la configuración o reparto de las tierras y de los océanos. La latitud determina la insolación terrestre. La zona intertropical es la que recibe mayor insolación por unidad de superficie, al incidir perpendicularmente sobre ella los rayos solares. Por otro lado, los días tienen casi la misma duración que las noches, por lo que las variaciones térmicas estacionales son muy suaves. Al mismo tiempo las amplitudes térmicas se ven también moderadas por la existencia de gran cantidad de vapor en la atmósfera. A medida que nos alejamos del Ecuador y nos aproximamos a los Trópicos, si bien las temperaturas medias se mantienen altas, las amplitudes térmicas, tanto diurna como anual diferencia entre la temperatura media del mes más cálido y la del mes más frío- se van marcando cada vez más. Ya comienza a diferenciarse la desigualdad térmica entre los días y las noches. Ello supone que el régimen térmico de estas zonas es menos regular que el ecuatorial. Ya en las latitudes medias, los rayos solares inciden con mayor oblicuidad sobre la superficie terrestre, lo que determina temperaturas medias paulatinamente más bajas. Al mismo tiempo por la inclinación del eje de la Tierra, la diferenciación es neta, al menos en dos estaciones, una de verano -con una duración mayor de los días respecto de las noches y, por tanto, con un balance positivo de radiación- y otro de invierno -con las noches más largas que los días y, por ello un balance térmico negativo-. Ello conlleva un régimen térmico con importantes variaciones periódicas y amplitudes térmicas, anuales y diurnas, bastante marcadas. La mayor amplitud térmica y el déficit de radiación solar llegan a su límite en las zonas polares donde se unen tres factores: la transparencia de una atmósfera con bajo contenido en vapor de agua, la reducida cantidad de radiación recibida al incidir los rayos solares muy oblicuamente sobre la superficie, hasta el punto de que durante el invierno la insolación es nula, y el alto albedo de los hielos polares. Según lo descrito, la zona ecuatorial debería ser la más cálida y las zonas polares las más frías. Pero si bien es cierto que el descenso latitudinal de la temperatura es una realidad, también lo es que se produce con grandes irregularidades, debidas a las distorsiones producidas por la distribución de los continentes y los océanos. La mayor inercia térmica del agua determina que los océanos se calienten y enfríen dos veces más lentamente que los continentes. Esto explica el efecto termorregulador de los océanos en los climas costeros, nunca tan extremados como los continentales, al suavizar el mar las temperaturas tanto frías como cálidas, disminuyendo así los contrastes térmicos. Por otro lado la amplitud aumentará con la continentalidad. Otra variación importante en relación con la temperatura se da en las distintas fachadas marítimas de los continentes debido a la acción de las corrientes marinas. En latitudes altas y medias; las corrientes marinas frías originan un descenso en las temperaturas en las zonas costeras orientales del Hemisferio Norte: En latitudes tropicales, por el contrario, las corrientes marinas frías inciden sobre las costas occidentales, refrescándolas. De ello resulta una doble disimetría térmica entre las regiones costeras de los continentes, lo que influye en la distribución de la población en dichas zonas. Ejemplo claro de esto nos lo proporciona la fachada Este de América del Norte y la Oeste de Europa. Entre los paralelos 45º N y 60º N, en Europa se encuentran ciudades tan importantes como Burdeos, Londres, Dublín, Glasgow, Oslo, mientras que en América sólo encontramos dos relativamente importantes, Halifax. La razón estriba en que la fachada occidental europea se ve afectada por la corriente cálida del Golfo, mientras que la costa americana lo está por la corriente fría del Labrador. Observa el dibujo siguiente. Toda la zona que se encuentra en el Ecuador es la más calurosa y la más fría se encuentra en los polos (el Polo Norte y el Polo Sur). - Una zona cálida (la situada en la parte central, a lo largo del Ecuador). - Dos zonas frías, una en cada polo. - Dos zonas templadas situadas entre los polos y la zona del Ecuador. Nosotros vivimos en una de estas zonas templadas. La temperatura varía según la altura y con la proximidad o lejanía del mar. A mayor altura más frío; a mayor proximidad del mar las temperaturas son más suaves. DISTRIBUCIÓN DE LAS PRECIPITACIONES Las precipitaciones son otro de los elementos que debemos tener en cuenta para clasificar los climas. Tres factores determinan básicamente la distribución de la precipitación total anual en la Tierra: latitud, continentalidad y relieve. El factor latitud se aprecia al observar el mapa en el que se representa la distribución de las precipitaciones anuales. Las isoyetas, líneas que unen puntos que reciben igual cantidad de precipitación, delimitan los grandes "cinturones de lluvia" de clara disposición latitudinal. La zona ecuatorial, bajo el dominio de la "zona de convergencia intertropical", recibe abundantes y continuas lluvias durante todo el año, más de 2.000 mm. En las zonas tropicales húmedas oscilan entre 2.000 y 500 mm. de precipitación, disminuyendo a medida que se avanza en latitud, ya que debido al vaivén de la convergencia intertropical parte del año están bajo su influencia y parte bajo la influencia de los anticiclones tropicales. En las zonas tropicales secas las precipitaciones descienden progresivamente hasta ser inferiores a 250 mm anuales en los desiertos subtropicales. La cantidad de precipitación aumenta progresivamente en latitudes medias, donde llega a superar los 1.000 mm. Estas precipitaciones van siempre asociadas a las borrascas del frente polar. Finalmente, en las zonas polares, las precipitaciones descienden de nuevo hasta menos de 250 mm, debido a las masas de aire con bajo contenido en vapor de agua. La continuidad de los cinturones de lluvia de disposición latitudinal se rompe por efecto de la distribución de mares y continentes. De forma muy general puede decirse que el litoral recibe mayor cantidad de precipitaciones que el interior de los continentes, aunque son notables las diferencias entre unas costas y otras. En latitudes bajas -zona ecuatorial y tropical-, las fachadas orientales de los continentes reciben mayor cantidad de lluvia que las occidentales por influencia del alisios marítimo, de los monzones y de las corrientes cálidas marinas. En latitudes medias, la fachada occidental es la que recibe mayores precipitaciones, como consecuencia del dominio general de vientos del Oeste y del influjo de las corrientes marinas cálidas. Por el contrario, las costas orientales, afectadas por corrientes frías y por un viento del Oeste que se ha desecado al atravesar el continente, son mucho más secas. La altitud, al menos hasta cierto nivel, acrecienta las precipitaciones, por lo que la presencia de cadenas montañosas distorsiona aún más la disposición latitudinal de las lluvias. En general puede establecerse que la montaña es una isla más húmeda que su entorno, aunque presenta diferencias claras, entre una y otra de sus vertientes, según cuál sea la expuesta a los vientos dominantes. Las áreas situadas al pie de la vertiente de barlovento y la propia vertiente son mucho más húmedas que las zonas situadas a sotavento. Por estas características, a las que se debe sumar la peculiaridad de su régimen térmico y el descenso de la presión al aumentar la altitud, la montaña constituye un enclave meteorológica y climáticamente diferenciado de las características regionales o zonales que le corresponderían. EL CLIMOGRAMA Un climograma es la representación gráfica de los datos correspondientes al clima de una zona. Los datos que contiene son las temperaturas medias mensuales y las precipitaciones totales de cada mes (l/m2). La meteorología Es la ciencia que se ocupa de los fenómenos que ocurren a corto plazo en las capas bajas de la atmósfera, o sea, donde se desarrolla la vida de plantas y animales. La meteorología estudia los cambios atmosféricos que se producen a cada momento, utilizando parámetros como la temperatura del aire, su humedad, la presión atmosférica, el viento o las precipitaciones. El objetivo de la meteorología es predecir el tiempo que va a hacer en 24 o 48 horas y, en menor medida, elaborar un pronóstico del tiempo a medio plazo. La meteorología (del griego μετέωρον [metéoron]: ‘alto en el cielo’, ‘meteoro’; y λόγος [logos]: ‘conocimiento’, ‘tratado’) es la ciencia interdisciplinaria, de la física de la atmósfera, que estudia el estado de tiempo, el medio atmosférico, los fenómenos producidos y las leyes que lo rigen. METEOROLOGÍA Y CLIMATOLOGÍA Hay que recordar que la Tierra está constituida por tres partes fundamentales: una parte sólida llamada litosfera, recubierta en buena proporción por agua (llamada hidrosfera) y ambas envueltas por una tercera capa gaseosa, la atmósfera. Éstas se relacionan entre sí produciendo modificaciones profundas en sus características. La ciencia que estudia estas características, las propiedades y los movimientos de las tres capas fundamentales de la Tierra, es la Geofísica. En ese sentido, la meteorología es una rama de la geofísica que tiene por objeto el estudio detallado de la envoltura gaseosa de la Tierra y sus fenómenos. Se debe distinguir entre las condiciones actuales y su evolución llamado tiempo atmosférico, y las condiciones medias durante un largo periodo que se conoce como clima del lugar o región. En este sentido, la meteorología es una ciencia auxiliar de la climatología ya que los datos atmosféricos obtenidos en múltiples estaciones meteorológicas durante largo tiempo se usan para definir el clima, predecir el tiempo, comprender la interacción de la atmósfera con otros subsistemas, etc. El conocimiento de las variaciones meteorológicas y el impacto de las mismas sobre el clima ha sido siempre de suma importancia para el desarrollo de la agricultura, la navegación, las operaciones militares y la vida en general. La climatología es la ciencia que estudia el clima y sus variaciones a lo largo del tiempo. Aunque utiliza los mismos parámetros que la meteorología, su objetivo es distinto, ya que no pretende hacer previsiones inmediatas, sino estudiar las características climáticas a largo plazo. De allí, que el clima es el conjunto de fenómenos meteorológicos que caracterizan las condiciones habituales o más probables de un punto determinado de la superficie terrestre. Es, por tanto, una serie de valores estadísticos. Por ejemplo, aunque en un desierto se pueda producir, eventualmente, una tormenta con precipitación abundante, su clima sigue siendo desértico, ya que la probabilidad de que esto ocurra es muy baja. HISTORIA DE LA METEOROLOGÍA Desde la más remota antigüedad se tiene constancia de la observación de los cambios en la atmósfera y de otros componentes asociados con el movimiento de los astros, con las estaciones del año y con fenómenos relacionados. Los antiguos egipcios asociaban los ciclos de crecida del Nilo con los movimientos de las estrellas explicados por los movimientos de los dioses, mientras que los babilonios predecían el tiempo guiándose por el aspecto del cielo. Pero el término «meteorología» proviene de Meteorológica, título del libro escrito alrededor del año 340 a. C. por Aristóteles, quien presenta observaciones mixtas y especulaciones sobre el origen de los fenómenos atmosféricos y celestes. Una obra similar, titulada Libro de las señas, fue publicada por Teofrasto, un alumno de Aristóteles; se centraba en la observación misma de los fenómenos más que en la previsión del tiempo. Los progresos posteriores en el campo meteorológico se centraron en que nuevos instrumentos, más precisos, se desarrollaran y pusieran a disposición. Galileo construyó un termómetro en 1607, seguido de la invención del barómetro por parte de Evangelista Torricelli en 1643. El primer descubrimiento de la dependencia de la presión atmosférica con relación a la altitud fue realizado por Blaise Pascal y René Descartes; la idea fue profundizada luego por Edmund Halley. El anemómetro, que mide la velocidad del viento, fue construido en 1667 por Robert Hooke, mientras que Horace de Saussure completa el elenco del desarrollo de los más importantes instrumentos meteorológicos en 1780 con el higrómetro a cabello, que mide la humedad del aire. Otros progresos tecnológicos, que son conocidos principalmente como parte del progreso de la física, fueron la investigación de la dependencia del volumen del gas sobre la presión, que conduce a la termodinámica, y el experimento de Benjamin Franklin con la cometa y el rayo. Franklin fue asimismo el primero en registrar de modo preciso y detallado las condiciones del tiempo en base diaria, así como en efectuar previsiones del tiempo sobre esa base. El primero en definir de modo correcto la circulación atmosférica global fue George Hadley, con un estudio sobre los alisios efectuado en 1735. En los inicios, ésta fue una comprensión parcial de cómo la rotación terrestre influye en la cinemática de los flujos de aire. Más tarde (en el siglo XIX), fue comprendida la plena extensión de la interacción a larga escala tras la fuerza del gradiente de presión y la deflexión causada por el efecto de Coriolis, que en forma conjunta dan origen al complejo movimiento tridimensional del viento. La fuerza de deflexión debe este nombre en los primeros años del siglo XIX, con referencia a una publicación de Gaspard-Gustave Coriolis en 1835, que describía los resultados de un estudio sobre la energía producida por la máquina con partes en rotación, como la ruta del agua de los molinos. En 1856, William Ferrel hipotetizó la existencia de una «célula de circulación» a latitudes intermedias, en las cuales el aire se deflecta por la fuerza de Coriolis creando los principales vientos occidentales. La observación sinóptica del tiempo atmosférico era aún compleja por la dificultad de clasificar ciertas características climáticas como las nubes y los vientos. Este problema fue resuelto cuando Luke Howard y Francis Beaufort introdujeron un sistema de clasificación de las nubes (1802) y de la fuerza del viento (1806), respectivamente. El verdadero punto de cambio fue la invención del telégrafo en 1843 que permitía intercambiar información sobre el clima a velocidades inigualables. La primera imagen televisiva de la Tierra vista desde el espacio, tomada desde el satélite TIROS-1. A inicios del siglo XX, los progresos en la comprensión de la dinámica atmosférica llevaron a la creación de la moderna previsión del tiempo calculada en base matemática. En 1922, Lewis Fry Richardson publicó Weather prediction by numerical process, que describía cómo eliminar las variantes menos importantes de las ecuaciones de la dinámica de fluidos que regulaban los fluidos atmosféricos para permitir encontrar fácilmente soluciones numéricas, pero el número de los cálculos necesarios era muy grande. En el mismo periodo, un grupo de meteorólogos noruegos conducido por Vilhelm Bjerknes desarrolló un modelo para explicar la generación, la intensificación y la disolución de los ciclones a media altura, introduciendo la idea del frente meteorológico y de las subdivisiones de las masas de aire. El grupo incluía a Carl-Gustaf Rossby (que fue el primero en explicar el flujo atmosférico a gran escala en términos de fluidodinámica), Tor Bergeron (el primero en comprender el mecanismo de formación de la lluvia) y Jacob Bjerknes. En los años 1950, los experimentos de cálculo numérico con computador mostraron ser factibles. La primera previsión del tiempo realizada con este método usaba modelos baroscópicos (es decir, con un único nivel vertical) y podía prever con éxito los movimientos a gran escala de las ondas de Rossby, o sea, de las zonas de baja presión a alta presión. En los años 1960, la naturaleza caótica de la atmósfera fue comprendida por Edward Lorenz, fundador del campo de la teoría del caos. Los avances matemáticos obtenidos en este campo fueron retomados por la meteorología y contribuyeron a estabilizar el límite de predictibilidad del modelo atmosférico. LA ATMÓSFERA, ESCENARIO DE LOS FENÓMENOS METEOROLÓGICOS Los distintos fenómenos meteorológicos que componen el "tiempo" tienen como escenario la atmósfera, masa gaseosa que constituye la capa externa y envolvente de la Tierra. Con un espesor que se aproxima a los dos mil kilómetros, hace posible la vida en nuestro planeta. Y ello por dos de sus características: por los gases que la forman (especialmente el oxígeno), y por actuar a modo de termostato, al regular el calor de y sobre la superficie terrestre. La atmósfera no es uniforme, pero su estructura permite considerar capas o estratos en la misma. Estas capas pueden establecerse o diferenciarse en relación a diversas características, una de ellas el estado o comportamiento térmico. Según este criterio, se observa que , comenzando a nivel de superficie, la temperatura desciende a razón constante de 6,4º C. por kilómetro en promedio, y ello hasta una altura que varía de 8 a 10 kilómetros sobre los Polos y de 15 a 18º C. sobre el Ecuador. La capa que presenta esa variación térmica constante se denomina Troposfera. A partir de la troposfera aparece una capa en la que la temperatura aumenta, primero lentamente hasta una altura de treinta kilómetros, luego rápidamente hasta los 50 kilómetros. Esta capa se denomina estratosfera, muy rica en ozono. Más allá se extienden la mesosfera, termosfera y por último la exosfera, formada por moléculas sueltas cuya concentración va disminuyendo progresivamente hasta los dos mil kilómetros de altitud, límite en el que suele fijar la barrera entre la atmósfera y el espacio interestelar. La atmósfera actúa como un filtro que impide que lleguen todos los rayos del sol a la Tierra. Algunos de los rayos más perjudiciales, como los rayos X y los ultravioleta son totalmente absorbidos en las capas altas de la atmósfera. Los rayos ultravioleta son totalmente absorbidos en la capa de ozono, situada entre los 25 y los 40 Km de altura. En la capa inferior de la atmósfera, llamada troposfera (bajo el nivel de la Tropopausa), tienen lugar los fenómenos atmosféricos. Es la más importante para la vida. En ella se encuentra el aire, que está compuesto de oxígeno (21%), nitrógeno (78%) y otros gases. Entre la atmósfera y la superficie terrestre se produce un intercambio permanente de calor a través de los movimientos constantes del aire, la evaporación y la condensación del vapor de agua. Cualquier alteración en la atmósfera provocaría grandes trastornos en las formas de vida de la superficie terrestre. Pequeñas variaciones de la temperatura media del planeta pueden producir cambios en el clima de todo el mundo. Se ampliarían zonas de sequía y aumentaría la erosión de los suelos. La falta de agua y el aumento de los incendios provocarían la desaparición de bosques. EL TIEMPO METEOROLÓGICO Analiza la atmósfera, sus cambios y variaciones para un momento y lugar preciso, registra las evoluciones que se van produciendo en ella y prevé qué condiciones se van a dar en la superficie terrestre en cuanto a temperaturas máximas y mínimas, precipitaciones, dónde se producirán, las características de éstas: chubascos, lloviznas, aguaceros, agua o nieve etc. Diariamente hablamos del tiempo, hacemos referencia a bueno o malo, frío o calor, soleado o nuboso, seco o lluvioso... son conceptos con los cuales describimos situaciones reales y sensaciones corporales. Diariamente también visualizamos y escuchamos informes del tiempo y se nos habla de borrascas, frentes, ciclones, anticiclones... Con estos términos se definen las situaciones concretas de la atmósfera para un lugar y un tiempo determinado. Otras instalaciones meteorológicas menos comunes disponen de instrumental de sondeo remoto como radar meteorológico para medir la turbulencia atmosférica y la actividad de tormentas. ORGANIZACIÓN METEOROLÓGICA MUNDIAL ¿QUÉ ES UNA ESTACIÓN METEOROLÓGICA? Una estación meteorológica es un lugar escogido adecuadamente para colocar los diferentes instrumentos que permiten medir las distintas variables que afectan al estado de la atmósfera. Es decir, es un lugar que nos permite la observación de los fenómenos atmosféricos y donde hay aparatos que miden las variables atmosféricas. Muchos de estos han de estar al aire libre, pero otros, aunque también han de estar al aire libre, deben estar protegidos de las radiaciones solares para que estas no les alteren los datos, el aire debe circular por dicho interior. Los que han de estar protegidos de las inclemencias del tiempo, se encuentran dentro de una garita meteorológica. Una garita meteorológica es una casilla donde se instalan los aparatos del observatorio meteorológico que se deben proteger. Ha de ser una especie de casilla elevada un metro y medio del suelo (como mínimo elevada 120 cm) y con paredes en forma de persiana; éstas han de estar colocadas de manera que priven la entrada de los rayos solares en el interior para que no se altere la temperatura y la humedad. La puerta de la garita ha de estar orientada al norte y la teja debe estar ligeramente inclinada. En su interior están los instrumentos que han de estar protegidos como he dicho antes por aparatos registradores. ¿CÓMO FUNCIONA? La mayor parte de la estación meteorológica están automatizadas (E.M.A) requiriendo un mantenimiento ocasional. Existen observatorios meteorológicos sinópticos, que cuentan con personal (observadores), de forma que además de los datos anteriormente señalados se pueden recoger aquellos relativos a nubes, visibilidad y tiempo presente y pasado. La recogida de estos datos se denomina observaciones sinópticas. Para la medida de variables en mares y océanos se utilizan sistemas dispuestos en boyas meteorológicas. Organización Meteorológica Mundial Bandera de la Organización Meteorológica Mundial. Tipo Agencia especializada de la ONU Fundación 1950 Sede central Ginebra, Suiza Secretario General Michel Jarraud Presidente David Grimes La Organización Meteorológica Mundial (OMM), o en inglés, World Meteorological Organization (WMO) es una organización internacional creada en 1950 en el seno de la ONU cuyo objetivo es asegurar y facilitar la cooperación entre los servicios meteorológicos nacionales, promover y unificar los instrumentos de medida y los métodos de observación. En la actualidad cuenta con 191 Estados Miembros y Territorios. La OMM es la heredera de la antigua Organización Meteorológica Internacional (International Meteorological Organization - IMO), fundada en Viena, Austria en 1873. La OMM tiene su sede central en Ginebra, Suiza. En el Decimocuarto Congreso, celebrado en Ginebra en mayo de 2003 fueron elegidos Secretario General y Presidente el francés Michel Jarraud y el canadiense David Grimes, respectivamente. Los objetivos de la organización son: Facilitar la cooperación mundial para crear redes de estaciones que efectúen observaciones meteorológicas, así como hidrológicas y otras observaciones geofísicas relacionadas con la meteorología, y favorecer la creación y el mantenimiento de centros encargados de prestar servicios meteorológicos y otros servicios conexos; Fomentar la creación y mantenimiento de sistemas para el intercambio rápido de información meteorológica y conexa; Fomentar la normalización de las observaciones meteorológicas y conexas y asegurar la publicación uniforme de observaciones y estadísticas; Intensificar la aplicación de la meteorología a la aviación, la navegación marítima, los problemas del agua, la agricultura y otras actividades humanas; Fomentar las actividades en materia de hidrología operativa y proseguir una estrecha colaboración entre los Servicios Meteorológicos y los Hidrológicos; Fomentar la investigación y enseñanza de la meteorología y, cuando proceda, de materias conexas, y cooperar en la coordinación de los aspectos internacionales de tales actividades. EL PROGRESO DE LA METEOROLOGÍA EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS (SIGLO XXI) El desarrollo tecnológico obtenido en el perfeccionamiento de instrumentos y aparatos de detección y procesamiento de datos ha revolucionado la ciencia de la meteorología, especialmente en lo que respecta al empleo de los satélites meteorológicos, aviones de los denominados caza huracanes, drones con fines también meteorológicos, satélites que recogen información sobre las corrientes marinas, temperatura superficial de mares y océanos y, sobre todo la recopilación, procesamiento de datos y proyección y pronósticos meteorológicos. Desde luego, todos estos avances se iniciaron en las últimas décadas del siglo XX (recordemos lo que significó el lanzamiento del satélite artificial TIROS I (Televisión Infra-Red Observation Satélite) en 1960 pero ello no fue sino el punto de partida de una nueva era, que ha dejado muy atrás el estado de la ciencia (en este caso de la meteorología) que sigue difundiéndose en las escuelas y en la bibliografía especializada. Y no sólo nos vamos quedando atrás en el campo de la formación científica y técnica, sino también en los programas de investigación y desarrollo, aunque en esto último exista una gran diversidad de situaciones a escala mundial OBJETOS DE ESTUDIO Los concernientes a la climatología y la previsión del tiempo. Su campo de estudios abarca, por ejemplo, las repercusiones en la Tierra de los rayos solares, la radiación de energía calorífica por el suelo terrestre, los fenómenos eléctricos que se producen en la ionosfera, los de índole física, química y termodinámica que afectan a la atmósfera, los efectos del tiempo sobre el organismo humano, etc. Los temas de la meteorología teórica se fundan, en primer lugar, sobre un conocimiento preciso de las distintas capas de la atmósfera y de los Algunos símbolos utilizados en meteorología. efectos que producen en ella los rayos solares. En particular, los meteorólogos establecen el balance energético que compara la energía solar absorbida por la Tierra con la energía irradiada por ésta y disipada en el espacio interestelar. Todo estudio ulterior implica, por lo demás, un conocimiento de las repercusiones que tienen los movimientos de la Tierra sobre el tiempo, los climas, la sucesión de las estaciones. También dan lugar a profundos estudios teóricos los dos parámetros principales relativos al aire atmosférico: la presión y la temperatura, cuyos gradientes y variaciones han de ser conocidos con la mayor precisión. En lo concerniente a la evolución del tiempo, tiene especial importancia el estudio del agua atmosférica en sus tres formas: (gaseosa, líquida y sólida), así como las condiciones y circunstancias que rigen sus cambios de estado (calor latente de evaporación, de fusión, etc.), de la estabilidad e inestabilidad del aire húmedo, de las nubes y las precipitaciones. Otra rama fundamental se esfuerza en determinar las leyes que rigen la circulación general de la atmósfera, la formación y los movimientos de las masas de aire, el viento y las corrientes en general, la turbulencia del aire, las condiciones en que se forman y mueven los frentes, anticiclones, ciclones y otras perturbaciones, así como los procesos que dan lugar a los meteoros. EQUIPOS E INSTRUMENTOS METEOROLÓGICOS En general, cada ciencia tiene su propio equipamiento e instrumental de laboratorio. Sin embargo, la meteorología es una disciplina corta en equipos de laboratorio y amplia en los equipos de observación en campo. En algunos aspectos esto puede parecer bueno, pero en realidad puede hacer que simples observaciones se desvíen hacia una afirmación errónea. En la atmósfera, hay muchos objetos o cualidades que pueden ser medidos. La lluvia, por ejemplo, ha sido observada en cualquier lugar y desde siempre, siendo uno de los primeros fenómenos en ser medidos históricamente. ESTACIONES METEOROLÓGICAS Una estación meteorológica es una instalación destinada a medir y registrar regularmente diversas variables meteorológicas. Estos datos se utilizan tanto para la elaboración de predicciones meteorológicas a partir de modelos numéricos como para estudios climáticos. Está equipada con los principales instrumentos de medición, entre los que se encuentran los siguientes: Anemómetro (mide la velocidad del viento) Veleta (señala la dirección del viento) Barómetro (mide la presión atmosférica) Heliógrafo (mide la insolación recibida en la superficie terrestre) Higrómetro (mide la humedad) Piranómetro (mide la radiación solar). Pluviómetro (mide el agua caída) Termómetro (mide la temperatura) Estos instrumentos se encuentran protegidos en una casilla ventilada, denominada abrigo meteorológico o pantalla de Stevenson, la cual mantiene la luz solar directa lejos del termómetro y al viento lejos del higrómetro, de modo que no se alteren las mediciones de éstos. Cuanto más numerosas sean las estaciones meteorológicas, más detallada y exactamente se conoce la situación. Hoy en día, gran cantidad de ellas cuentan con personal especializado, aunque también hay un número de estaciones automáticas ubicadas en lugares inaccesibles o remotos, como regiones polares, islotes deshabitados o cordilleras. Además existen fragatas meteorológicas, barcos que contienen a bordo una estación meteorológica muy completa y a los cuales se asigna una posición determinada en pleno océano. Sin embargo, es necesario recalcar que, con el gran crecimiento de la población urbana desde fines del siglo XIX, la mayor parte de las estaciones meteorológicas están actualmente situadas en zonas urbanas, bien porque se ubican en ciudades nuevas o bien porque se encuentran en poblaciones rurales absorbidas por los grandes núcleos urbanos en su proceso de expansión, con lo que existe un sesgo introducido por los microclimas urbanos que dan pie para corroborar, de manera errónea, el aumento de las temperaturas a escala mundial (lo que sería una prueba del calentamiento global), lo cual está muy lejos de ser un hecho comprobado sin lugar a dudas. SATÉLITES METEOROLÓGICOS Los satélites meteorológicos son un tipo de satélite artificial utilizados para supervisar el tiempo atmosférico y el clima de la Tierra, aunque también son capaces de ver las luces de la ciudad, incendios forestales, contaminación, auroras, tormentas de arena y polvo, corrientes del océano, etc. Otros satélites pueden detectar cambios en la vegetación de la Tierra, el estado del mar, el color del océano y las zonas nevadas. El fenómeno de El Niño y sus efectos son registrados diariamente en imágenes satelitales. El agujero de ozono de la Antártida es dibujado a partir de los datos obtenidos por los satélites meteorológicos. De forma agrupada, los satélites meteorológicos de China, Estados Unidos, Europa, Canadá, India, Japón y Rusia proporcionan una observación casi continua del estado global de la atmósfera, aunque a una escala muy detallada en la que pueden identificarse los patrones nubosos y la circulación de los vientos, así como los flujos de energía que generan los fenómenos meteorológicos. LA PREVISIÓN DEL TIEMPO Mapa sinóptico de Estados Unidos para el 21 de octubre de 2006. Varias veces por día, a horas fijas, los datos procedentes de cada estación meteorológica, de los barcos y de los satélites llegan a los servicios regionales encargados de centralizarlos, analizarlos y explotarlos, tanto para hacer progresar a la meteorología como para establecer previsiones sobre el tiempo clave que hará en los días venideros. Como las observaciones se repiten cada 3 horas (según el horario sinóptico mundial), la sucesión de los mapas y diagramas permite apreciar la evolución sinóptica: se ve cómo las perturbaciones se forman o se resuelven, si están subiendo o bajando la presión y la temperatura, si aumenta o disminuye la fuerza del viento o si cambia éste de dirección, si las masas de aire que se dirigen hacia tal región son húmedas o secas, frías o cálidas, etc. Parece así bastante fácil prever la trayectoria que seguirán las perturbaciones y saber el tiempo que hará en determinado lugar al cabo de uno o varios días. En realidad, la atmósfera es una gigantesca masa gaseosa tridimensional, turbulenta y en cuya evolución influyen tantos factores que uno de éstos puede ejercer de modo imprevisible una acción preponderante que trastorne la evolución prevista en toda una región. Así, la previsión del tiempo es tanto menos insegura cuando menor es la anticipación y más reducido el espacio a que se refiere. Por ello la previsión es calificada de micrometeorológica, mesometeorológica o macrometeorológica, según se trate, respectivamente, de un espacio de 15 km, 15 a 200 km o más de 200 km. Las previsiones son formuladas en forma de boletines, algunos de los cuales se destinan a la ciudadanía en general y otros a determinados ramos de la actividad humana y navegación aérea y marítima, agricultura, construcción, turismo, deportes, regulación de los cursos de agua, ciertas industrias, prevención de desastres naturales, etc. La meteorología y la climatología estudian la atmósfera desde varias perspectivas. Por un lado, describen las condiciones generales del tiempo atmosférico en una zona y época concretas. Por otro, investigan el comportamiento de las grandes masas de aire con el fin de establecer leyes generales respecto a su influencia sobre otros factores. Finalmente, analizan cada uno de estos factores particulares (temperatura, presión, humedad,...) con el fin de descubrir las leyes que los gobiernan y poder hacer una previsión del tiempo acertada. La meteorología tiene diversas aplicaciones prácticas, además de las evidentes. Por ejemplo, la meteorología aeronáutica se especializa en todo lo que afecta al tráfico aéreo; la meteorología agraria pretende predecir las condiciones adecuadas para las distintas labores agrícolas; la meteorología médica estudia la influencia de los factores atmosféricos sobre la salud humana. “IMPORTANTE VARIEDAD CLIMÁTICA EN ARGENTINA” REPÚBLICA ARGENTINA UBICACIÓN La República Argentina está situada en América del sur, en los hemisferios sur y occidental, al sur de la línea del ecuador y al oeste del meridiano de Greenwich. La Argentina se encuentra ubicada en el extremo meridional de América del sur. LÍMITES La Argentina limita: AL ESTE: Con el Océano Atlántico, la República Oriental del Uruguay y la República Federativa del Brasil. AL NORTE: Con la República del Paraguay y el estado plurinacional de Bolivia. AL OESTE: Con la República de Chile. AL SUR: Con este último país y el Océano Atlántico. PUNTOS EXTREMOS NORTE: Cerro Branqui, al este del hito de confluencia de los Ríos Grande de San Juan y Mojinete (Jujuy); Latitud sur: 21° 46´, Longitud Oeste: 66° 13´. SUR: Cabo San Pio (Tierra del Fuego); Latitud Sur: 55° 03´, Longitud Oeste: 66° 31´. ESTE: Al noreste de la localidad de Bernardo de Irigoyen (Misiones); Latitud sur: 26° 15´, Longitud oeste: 53° 38´. OESTE: En el Parque Nacional los Glaciares (Santa Cruz); Latitud sur: 50° 01´, Longitud oeste: 73° 34´. MAPA DE LA REPUBLICA ARGENTINA CLIMA DE ARGENTINA En general, el clima de Argentina predominante es el templado muy apto para la vida humana, aunque se extiende a un clima tropical en la zona de Yungas en el extremo norte y del Litoral, pasando por una región de: clima semitropical en la zona pampeana y en el extremo noreste del país, y un subpolar predominante en la Patagonia, con clima nival en la parte suroeste andina de la Patagonia (zona de los campos de hielo) y teniendo en cuenta las reclamaciones argentinas en los sectores subantárticos y antárticos, especialmente en la Antártida Argentina un clima oceánico subpolar (desde el sur de Tierra del Fuego, pasando por todas las Antartillas septentrionales) y un neto, clima polar en el Sector Antártico Argentino. Es decir, al tener (como pocos países) un extenso territorio prolongado de norte a sur, Argentina incluye y supera como pocos países varias zonas geoastronómicas. El conjunto de climas de Argentina es "monitoreado" o mejor dicho estudiado por el SMN desde hace más de un siglo. Mapa de climas de Argentina. Así, el clima de Argentina se caracteriza por su diversidad (por su gran variedad de climas), donde distintos factores geográficos inciden en forma directa, determinando las características climáticas de las diferentes regiones, estas causada por su amplitud longitudinal y latitudinal como así también por el desarrollo altitudinal en su sector occidental o sus proximidades a los océanos y sus corrientes ya sean frías provenientes de la Antártida o ya sean cálidas provenientes de zonas ecuatoriales. FACTORES GEOGRÁFICOS Y SU INCIDENCIA Latitud Uno de estos factores es la latitud, la República Argentina se caracteriza por un gran desarrollo de la misma, desde los 21º 46′ hasta los 55º 58′ S. Básicamente, esto es lo que origina la variedad climática del país. Relieve Por otra parte, las cadenas montañosas que se extienden de norte a sur en el oeste argentino, constituyen un factor de relieve que facilita la circulación de masas de aire en el este del país y que Mapa de Argentina indicando Latitud determina diferentes tipos de vientos. . Además, el relieve incide en las temperaturas en tanto que, a medida que el primero presenta mayor altura las segundas bajan. Influencia del Mar La presencia del mar, que, en el caso del territorio Argentino, conforma una frontera natural al este, ejerce una acción moderadora, disminuyendo la amplitud térmica. Mar Argentino. Costa Atlántica . FENÓMENOS METEOROLÓGICOS QUE INFLUYEN EN EL CLIMA Vientos Diferentes factores meteorológicos se producen en el territorio argentino, algunos de ellos son locales, otros en cambio, hallan su origen más allá de las fronteras argentinas, tal es el caso de los vientos cálidos y húmedos que proceden del anticiclón atlántico y que afectan a las regiones ubicadas al norte de la Patagonia, o los vientos del oeste que provienen del anticiclón del océano Pacífico, así como también los vientos fríos del anticiclón de la Antártida. Además de los vientos mencionados que afectan el clima argentino en forma permanente, también actúan tres vientos locales, entre los cuales se cuentan: Mapa de Vientos locales de Argentina. El Zonda: que es cálido y seco y sopla generalmente entre mayo y octubre y se origina al este de la precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza. La Sudestada: que se origina en el litoral pampeano y se caracteriza por su alto contenido de humedad. El Pampero: proviene del suroeste y es frío y seco, ocurre mayormente en verano, después de varios días de aumento constante de la temperatura y la humedad. De estos influjos de corrientes y frentes eólicos; por ejemplo en el invierno de Argentina -que es el invierno del Hemisferio Sur- pueden soplar algunas veces los helados vientos procedentes del cuadrante suroeste, que incluso llegan hasta San Pablo, Brasil. En cambio, en el estío meridional predominan los frentes de vientos cálidos con olas de calor procedentes de zonas ecuatoriales. La interacción de esos "frentes fríos" y esos "frentes cálidos" entre otras cosas provocan la diagonal del pampero que es una línea bastante que se extiende desde aproximadamente la ciudad de Rosario al sureste hasta la ciudad de San Miguel de Tucumán en el noroeste, esta línea diagonal isotermal suele ocurrir con temperaturas bastante semejantes pese a las distancias latitudinales por cientos de kilómetros. Luego, al norte de la ciudad de San Miguel de Tucumán las isotermas se estrechan de modo que ya en Salta aunque la misma ciudad de Salta se encuentra en una zona mesotérmica merced a su altitud, debido a los abruptos escalonados cambios de altitud ascendiendo hacia la Puna de Atacama en pleno verano y en una misma jornada se pueden tener temperaturas bajo el 0°C y a relativamente pocos kilómetros al este temperaturas de más de 40°C. A este panorama se suman las alternancias globales de los efectos de El Niño y de La Niña que en gran parte del planeta provocan en unas regiones sequías (llamadas popularmente en Argentina "secas") y en otras zonas tormentas con abundantes lluvias. Los Tornados Consisten en una masa de aire en forma de embudo vertical que alcanza un movimiento rotativo de hasta 500 km/h, se originan entre octubre y marzo en la cuenca del Plata. Nevadas Debido al predominio de clima templado en la mayor parte del territorio y a la brevedad del invierno las nevadas son escasas en la mayor parte del territorio. Se concentran por intensidad y frecuencia en el sector andino. Heladas y Granizo Las heladas se registran sólo en coincidencia con el avance de vientos fríos del Pacífico Sur o en zonas de altas montañas y las mesetas patagónicas. Las zonas con más de 30 días de helada por año coinciden con las altas montañas y la estepa patagónica. El granizo, se produce cuando una masa de aire se enfría con rapidez. Este fenómeno meteorológico puede darse en todo el territorio, mayormente entre septiembre y diciembre. RÉGIMEN ESTACIONAL Pese a que el clima norte del país argentino suele ser simplificado como "cálido", el centro como "templado" y el sur como "frío", en prácticamente toda Argentina se dan las cuatro estaciones, obviamente que con mayores temperaturas promedio en el norte (zona del trópico de Capricornio por ejemplo) y con mucho menores temperaturas promedio en el sur ( zona de influjo del círculo polar antártico), y ante estas diferencias latitudinales la singularidad del enfriamiento altitudinal en toda la región elevada de Argentina, especialmente notable al oeste de las Sierras Pampeanas y muy notoria en las grandes altitudes de la gran cordillera de los Andes. Sin embargo aún las más altas regiones cordilleranas ocasionalmente pueden presentar calentamientos por adiabasis (Efecto Föhn) como las del viento zonda, mientras que la zona de gran influjo oceánico en torno a Mar del Plata presenta casi todo el año un clima templado oceánico. LAS ESTACIONES EN ARGENTINA (CARACTERÍSTICAS GENERALES) Debe tenerse muy en cuenta que al estar todo el territorio de Argentina en el Hemisferio Sur el régimen cíclico de las estaciones es simétricamente inverso y complementario al de las estaciones del Hemisferio Norte, es decir (por ejemplo) cuando en Argentina comienza el verano en Europa, Estados Unidos, China, Japón etc. comienza el invierno y, viceversa, cuando en el Hemisferio Norte comienza el invierno en casi toda Sudamérica, parte de África, en Oceanía, y en toda la Antártida, netamente comienza el verano. Del mismo modo las solanas en Argentina suelen darse en las fachadas cordilleranas que "miran" al norte y las umbrías en las fachadas o faldeos cordilleranos que "miran" al sur. El anterior fenómeno cíclico planetario le da un especial relieve a las producciones agrícolas argentinas (lo que resalta su posición en cuanto «granero del mundo») ya que cuando, por ejemplo, en Europa y Estados Unidos deja de producirse trigo en Argentina comienza la gran cosecha de trigo (y otras mieses) que son requeridas para alimentar a toda la población del planeta Tierra. Por otra parte se ha de tener muy en cuenta que Argentina, junto a Chile, todo Uruguay y la región al Sur de Brasil, el sur de Australia y toda Nueva Zelanda son los únicos territorios continentales e insulares del Hemisferio Sur con las cuatro estaciones bien diferenciadas (de un modo similar al que ocurre en Europa y Estados Unidos). El verano (desde aproximadamente el 21 diciembre o más exactamente desde la hora en que astronómicamente se señala el solsticio de verano austral) es bastante cálido con muchas veces abruptos aguaceros que si son de poca duración son denominados chaparrones y también se dan tormentas fuertes a severas (por eso es frecuente el dicho «duró lo que una lluvia de verano» para significar a algo de importante magnitud pero fugaz), ya en el mes de marzo -cuando comienza a finalizar el verano- gran parte de Argentina (y del Cono Sur) tiene importantes fluctuaciones térmicas (días cálidos, noches frescas) y encuentros de frentes eólicos cálidos procedentes del norte con frentes eólicos fríos procedentes del sur lo que provoca en tal época del año frecuentes lluvias y, en las zonas más australes o en las zonas más elevadas, el inicio de las nevadas a fines del verano, aunque están bien documentadas las nevadas pocos días antes de que inicie el verano especialmente en Tierra del Fuego. El otoño (que se inicia aproximadamente el 21 de marzo, o más exactamente en el equinoccio de otoño austral) es una estación generalmente fresca, ventosa e inicialmente muy lluviosa con temperaturas que van disminuyendo a lo largo de esta estación desde aproximadamente los 25°C hasta menos de 10°C en el sur de la Argentina Continental americana, aunque en el sur de la misma Argentina continental americana (por ejemplo en el sur de la Patagonia argentina) ya a inicios de otoño se registran nevadas; como en Europa y otras regiones del hemisferio norte el otoño en Argentina se caracteriza (exceptuando las zonas más norteñas tropicales) por la caída del follaje que se hace notoria en los árboles (excepto en los perennifolios y sempervirentes ), a lo largo del otoño, especialmente en el norte argentino y de todo el norte especialmente en el Noroeste argentino las precipitaciones disminuyen notoriamente. Durante el invierno austral (aproximadamente desde el 21 de junio o más exactamente en el solsticio de invierno austral) gran parte del país argentino entra en un periodo de pocas precipitaciones y bajas temperaturas por las cuales se producen importantes nevadas en el sur y centro-oeste, y nevadas y aguanieves invernales que pueden darse muy ocasionalmente incluso en las zonas más cálidas (las septentrionales de bajas altitudes) de Argentina. Pese a que en una parte del país todo el invierno suele ser frío, hay que decir que en la región pampeana, en el norte y en el litoral el invierno es bastante suave, corto e irregular: durante esta estación se observan tanto días fríos, como frescos, templados, y hasta cálidos. Es muy común que durante los meses invernales haya buena cantidad de días en donde la tempetatura máxima supera los 20 grados. En tanto, a fines del invierno puede producirse la tormenta de Santa Rosa, unos diez días antes del 30 de agosto y veinte primeros días de septiembre debido a las fluctuaciones provocadas por la interacción de frentes eólicos cálidos desde el norte ante los frentes fríos del Sur, la tormenta de Santa Rosa suele durar varios días y oscilar en ser una mera llovizna o ser una tormenta eléctrica con granizo. El invierno austral en el año 2014 fue casi excepcional, ya que hasta por lo menos el 20 de julio de 2014 tras unos pocos días muy fríos en el centro de la Argentina Continental americana se han sucedido días relativamente muy cálidos, con temperaturas de más de 25°C al mediodía en la ciudad de Buenos Aires. Del mismo modo el invierno austral del año 2015 fue en cuanto a temperaturas bastante moderado en el centro y norte de Argentina aunque (véase más adelante) en la primera semana de agosto se caracterizó, debido a la instalación de una zona de baja presión atmosférica, por copiosas precipitaciones especialmente en el NE de la Provincia de Buenos Aires, en el Sur de la Provincia de Santa Fe (con epicentro en Sanford inundándose más de 300 mil hectáreas en el sur santafesino), gran parte de la Provincia de Entre Ríos y asimismo en gran parte de la República Oriental del Uruguay; luego en la segunda semana de dicho mes el clima se caracterizó por intensos vientos en la Patagonia austral. La última semana de agosto, fue más bien templada en el centro y cálida en el norte del país, con temperaturas superiores a los 24 grados. La primavera, que en el Hemisferio Sur fuera de las zonas tropicales transcurre desde aproximadamente el 21 de septiembre ( o más exactamente desde el equinoccio de primavera austral) hasta el 21 de diciembre, tiene temperaturas gratas (por ejemplo en el centro de Argentina rondan los 15° a 25°C) e importantes lluvias tormentas intensas (octubre suele ser considerado un mes lluvioso), e incluso nevadas en las zonas más meridionales. Como en Europa y otras zonas del hemisferio norte, la primavera en Argentina se caracteriza por el florecer y reverdecer de las plantas. Empero en el año 2014 ; los efectos del calentamiento global originado mayoritariamente en países del Hemisferio Norte se hacen notar: al mismo tiempo que en el sur de Europa y de Estados Unidos se registraban calores con temperaturas similares; el lunes 27 de octubre (horario argentino) de 2014, se registró una temperatura de 35,6 °C (hasta entonces las temperaturas rondaban los agradables 25°C) en la ciudad de Buenos Aires a la tarde poco después del mediodía fue el mes de octubre más cálido registrado en tal ciudad y en zonas del norte del País las temperaturas llegaron a superar los 40°C prácticamente en la misma fecha, luego se produjo una brusca baja de temperaturas que superó los 20° C de diferencia en amplitud térmica, tal brusca baja de temperatura fue acompañada por ventarrones procedentes del sur y, en muchos casos con fuertes lluvias denominadas aguaceros. REGIONES Norte Las altitudes bajas del norte del país, desde el norte hasta aproximadamente los 30° S (en el caso de la Mesopotamia argentina existe un verdadero talweg eólico y térmico que lleva las temperaturas promedio tropicales anuales aún más al sureste hasta aproximadamente el Delta del Paraná), se caracterizan generalmente por veranos cálidos y húmedos con inviernos suaves y secos, estando sujetas a sequías periódicas. Notable es el caso del Altiplano argentino, una meseta de altura muy fría y seca, con temperaturas mínimas extremas que pueden alcanzar en algunas zonas hasta los −25 °C e incluso menos. Esta región geográfica se sitúa en la parte occidental de las provincias de Jujuy, Salta, y Tucumán. Las temperaturas medias oscilan entre los 24°C y 29°C en enero y los 9°C a 16°C en julio y precipitaciones excesivas en Misiones con 3000 mm que descienden hacia el oeste a 700 mm en el Chaco Seco; súbitamente las precipitaciones ascienden hasta superar los 3000 mm anuales al llegar a las sierras Subandinas, formándose así la llamada selva tucumano-oranense o yunga, la cual es un tipo de selva, subdividida según la altitud, en el que se desarrolla una notable biodiversidad, siendo la segunda ecoregión más biodiversa del país (superada solamente por la selva misionera). Aquí hay una estación seca durante el invierno, en la cual la falta de precipitaciones es atenuada gracias a la elevada humedad ambiental presente todo el año. . Climograma de la ciudad de Posadas, Tropical sin estación seca . Climograma de la ciudad de San Miguel de Tucumán, con estación seca en invierno CENTRO La región central del país, que muy esquemáticamente puede ser ubicada entre los paralelos 30°S y 40°S, aunque existen intrusiones cálidas como la del ya citado talweg térmico que llega al Delta del Paraná y zonas próximas; y zonas continentales con microclimas muy fríos en las zonas elevadas andinas y del Comahue tiene veranos cálidos con abundantes precipitaciones y tormentas de variedad intensidad, e inviernos frescos a fríos donde las tormentas tienden a ser menos frecuentes por lo que predomina el clima templado húmedo. Las elevaciones más altas en todas las latitudes son las que experimentan condiciones más frías, con un clima árido y nival montano. Con cierta frecuencia precipita en forma de nieve, sobre todo en las localidades del oeste. Se presenta un clima templado llamado Llanura Pampeana al norte de la provincia de Buenos Aires. genéricamente clima pampeano, en la región pampeana con una temperatura media de 15 °C y precipitaciones que van de los 1000 mm al este hasta los 600 mm al oeste. En el caso de la zona del Río de la Plata (por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires) es proverbial que aunque existan marcadamente las cuatro estaciones (verano, otoño, invierno y primavera) el clima puede cambiar en muy pocas horas según el cuadrante desde el cual predomine el viento (si es desde el sur o suroeste puede hacer mucho frío, en cambio si es desde el sector norte puede hacer mucho calor sobre todo si se presentan olas de calor como la de la segunda mitad de diciembre de 2013 -en pleno verano meridional-, ola de calor debida a un frente de corriente de aire cálido procedente de Brasil, o como las invernales de 2009 y de 2013). Región de la Patagonia dominada por las nevadas y el frio. En la región del litoral argentino, en la que se encuentran grandes ciudades como Rosario o Santa Fe, el clima es húmedo y templado en la mayor parte del año. Se lo clasifica como clima templado pampeano, es decir que las cuatro estaciones están medianamente definidas, aunque sus inviernos son bastante suaves, cortos e irregulares: durante esta estación se observan tanto días fríos, como frescos, templados, y hasta cálidos. Es muy común que durante los meses invernales haya buena cantidad de días en donde la temperatura máxima supera los 20 grados. Tal como ocurre en Buenos Aires, es proverbial que aunque existan marcadamente las cuatro estaciones (verano, otoño, invierno y primavera) el clima pueda cambiar en muy pocas horas según el cuadrante desde el cual predomine el viento (si es desde el sur o suroeste puede hacer mucho frío, en cambio si es desde el sector norte puede hacer mucho calor sobre todo si se presentan olas de calor como la de la segunda mitad de diciembre de 2013 -en pleno verano meridional-, ola de calor debida a un frente de corriente de aire cálido procedente de Brasil, o como las invernales de 2009 y de 2013). Los veranos son cálidos, y la elevada humedad puede volver en ocasiones sofocante al tiempo. Hay una temporada calurosa desde octubre a abril (de 18 °C a 36 °C) y una fresca y variable entre principios de junio y la primera mitad de agosto (con mínimas en promedio de 5 °C y máximas promedio de 16 °C), oscilando las temperaturas promedio anuales entre los 11 °C (mínima), y los 24 °C (máxima). Llueve más en verano que en invierno, con un volumen de precipitaciones total de entre 800 y 1300 mm al año. De entre los muchos factores que producen la variedad climática en la región central, se ha de tener en cuenta el régimen anual de precipitaciones que disminuye de Este a Oeste de modo que en el tercio occidental de la Provincia de la Pampa se encuentra la isohieta de los 500 mm de precipitaciones/año; tal isohieta señala un límite entre las áreas normalmente templadas y normalmente húmedas al Este (es decir la Pampa Húmeda) y las zonas semiáridas y de clima continental (que incluyen al Comahue) al Oeste de la isohieta de los 500 mm/año, la misma isohieta retrocedió entre 50 a 100 km hacia el Este debido a la deforestación masiva de los bosques llamados caldenales, aún así naturalmente el ecotono del caldenal permite naturalmente un clima con la suficiente humedad sin riego artificial para un fértil suelo pese a la sequedad atmosférica hasta el valle del río llamado de norte a sur Desaguadero-ChadileoCuracó. Las llamadas Sierras Pampeanas debido a la alternancia de fríos glaciares altitudinales como los que se observan puntualmente en el Cerro General Belgrano llamado "El Nevado" precísamente nevado por estar siempre cubierto por hielos eternos debido a su gran altitud y zonas de calentamiento adiabáticos presentan muchos microclimas de los cuales los más conocidos son los de las Sierras de Córdoba. En las bajas altitudes, las Sierras de Córdoba tienen un clima templado continental (Köppen Cwa), con veranos cálidos y húmedos, con frecuentes tormentas e inviernos secos y frescos y se parece mucho al clima del altiplano mexicano, tal clima tiene un sistema de lluvias diametralmente opuesto al del clima mediterráneo europeo pero el período seco y el húmedo explica la existencia de paisajes bastante parecidos a los de gran parte de España o gran parte de Italia y de hecho crece muy bien el olivo y otras plantas mediterráneas (como el cedro y el ciprés) alrededor de esta zona. El promedio anual de lluvias de la ciudad de Córdoba capital es de 715 mm, pero el régimen pluviométrico es sumamente variable. En la parte este de las Sierras, puede llover más de 1200 mm/año, pero disminuye mucho yendo al oeste con menos de 400 mm/año. A fines del invierno meridional de 2014 (primera y segunda semana de septiembre de dicho año), tras la tormenta de Santa Rosa se han producido intensas lluvias e incluso granizadas que sugieren un influjo climático de El Niño. Las temperaturas a las bajas elevaciones son templadas, con promedio de 33 °C en verano (enero) y de 15 °C en invierno, ascendiendo a 2000 msnm, el promedio térmico anual es 14 °C, fresco. Sin embargo, debido a los inviernos relativamente secos, cae menos nieve de lo que las temperaturas invernales pueden dar a suponer; y no hay evidencia de formatos de glaciares o periglaciar es en el Pleistoceno. PATAGONIA La Patagonia argentina se subdivide climáticamente (sin contar los microclimas) en dos grandes regiones: la Patagonia occidental andina en torno a la cordillera de los Andes y al oeste de la cordillera de los Patagónides y el tercio sur de la isla de Tierra del Fuego, en tal zona de clima frío y perhúmedo (en Puerto Blest se registran precipitaciones continuas anuales pluvionivales de aproximadamente 2000 mm) permite que prospere una densa vegetación arbórea de coníferas y caducifolias (o decicuas) antiboreales, pero unos 50 km hacia el punto cardinal Este el gradiente de precipitaciones disminuye abruptamente a menos de 500 mm/año debido al efecto biombo que ejerce la cordillera de los Andes, ya que gran parte de la humedad llevada por los vientos que soplan desde el cuadrante suroeste se condensa y precipita en forma de nieve (especialmente desde abril hasta inicios de octubre) y luego en forma de lluvias en las zonas cordilleranas andinopatagónicas, por lo que el clima de la Patagonia oriental extraandina suele se semiárido y en algunas zonas desertificadas por el sobrepastoreo y la pésima gestión antrópica de los recursos de agua dulce o en zonas muy continentales o es directamente árido aunque con gran amplitud térmica e inviernos gélidos que en el invierno austral pueden provocar intensas precipitaciones nivales con temperaturas que promedian los - 40 º C. En el clima árido de estepa, al norte de la Patagonia, se aprecian temperaturas medias anuales menores a 15 °C, heladas muy frecuentes y escasas precipitaciones (400 mm al año). No obstante, las precipitaciones aumentan en el extremo noroeste de la cordillera patagónica, siendo más abundantes durante el invierno. En el sur de la Patagonia el clima es muy frío, la temperatura media es inferior a los 5 °C y las precipitaciones, de 300 mm y en las costas patagónicas hasta la zona del golfo San Jorge durante ciertos veranos se pueden tener temperaturas elevadas que muy ocasionalmente (según existan olas de calor como la ocurrida en diciembre de 2013, y hasta pueden llegar a producir zonas de altas temperaturas veraniegas en la usualmente muy fría Tierra del Fuego y temperaturas superiores al 0°C en el norte de la península Antártica (particularmente en la zona de microclima de la Base Marambio). Los climas fríos húmedos abarcan la mitad del sur de los Andes, las islas australes y la Antártida y se caracterizan por presentar una temperatura media de alrededor de los 7 °C o inferior, aunque varía con la altura. Las precipitaciones son de alrededor de 2000 mm y hasta 4000 mm en el límite con Chile y bajan bruscamente hacia el Este, hasta los 200 mm y las nevadas invernales son frecuentes. Climograma de la ciudad de Neuquén, frío Seco. Climograma de la ciudad de Bariloche, con estación seca en verano. TIPOS Y VARIEDADES CLIMÁTICAS INTERACCIONES FLORIFAUNÍSTICAS CON LOS CLIMAS DE ARGENTINA Prácticamente todas las macro y microregiones de flora de Argentina son congruentes fenológicamente con los climas en las que se encuentran las regiones de flora, existiendo casi siempre una retroalimentación natural: por ejemplo la gran región chaqueña antes de ser "chaqueada" o "desmontada" es decir deforestada a lo largo de todo el siglo XX y de un modo ya exhaustivo en la primera década del presente siglo XXI, permitía con sus densos bosques y selvas, por efecto esponja principalmente merced a la sombra orográfica que hace que en las vertientes orientales de las cordilleras ha permitido mantener en tierra gran parte de la humedad y esto permitía regular las temperaturas y atenuar el efecto denotativo de las grandes lluvias veraniegas, sin contar el beneficio de la biodiversidad así como evitaba literalmente "de raíz" las catastróficas inundaciones. La fauna argentina (incluyendo a la ya, tras medio milenio, fauna criolla) antes de ser masivamente exterminada bajo el pretexto de ser declarada "plaga", por su parte, regulaba el crecimiento de la flora natural y, como se ha explicado, la flora mantenía por retroalimentación una homeostasis que morigeraba a gran escala (y aún en las zonas en que pervive) los rigores del clima. En efecto, ya gran parte de Argentina está desertificada debido a la tala masiva de árboles, el sobrepastoreo y los monocultivos artificiales, aunque tal panorama catastrófico parece ser revertido si se toman urgentes medidas ambientalistas, entre estas medidas es menester una racional-masiva reforestación. EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO GLOBAL EN ARGENTINA El cambio climático global como su nombre lo indica, está afectando notoriamente a todo lugar del planeta Tierra de un modo muy perceptible desde fines del pasado siglo XX, algunos de los principales factores químicos de tal catástrofe global serían los gases con efecto invernadero y su consecuente calentamiento global debidos en gran medida a la masiva e irracional emisión de gases como el monóxido de carbono en los países más industrializados del hemisferio norte (por ejemplo la decamillonaria cantidad de automotores propulsados con motores de combustión interna, la masiva deforestación de casi Registro de las temperaturas de la ola de calor del 22 al 18 de todo el planeta Tierra, la emisión masiva diciembre de 2013. de compuestos clorofluorocarbonados (CFC) gases artificialmente y masivamente provocados en los países superpoblados e industrializados del hemisferio norte que provocan el agujero de ozono y con ello, especialmente con los gases de efecto invernadero, un efecto en cadena que, por ejemplo hace soltar en la atmósfera los hasta hace pocos años naturalmente congelados gases de hidrato de metano), Argentina es uno de los países menos afectados y empero hasta en Argentina se notan bruscos cambios climáticos con importantes sequías, grandes olas de calor veraniegas, intensos fríos invernales, inundaciones y fuertes tormentas casi como las que ocurren en Estados Unidos. En diciembre de 2013 se registró la ola de calor más prolongada registrada en Argentina desde que se comenzaron las mediciones en 1906, afectando por lo menos 52 ciudades de todo el país. Por primera vez desde la creación del sistema de alarma por calor, rigió una alerta en nivel rojo. El invierno austral en el año 2014 fue casi excepcional, ya que hasta por lo menos el 20 de julio de 2014 tras unos pocos días muy fríos en el centro de la Argentina Continental americana se han sucedido días relativamente muy cálidos debidos al calentamiento global que afecta a toda la Tierra con temperaturas de más de 20°C al mediodía en la ciudad de Buenos Aires aunque se esperó una ola de frío en toda Argentina hacia la última semana de julio con abundantes nevadas en toda la Patagonia Argentina, el sur de la provincia de Buenos Aires, zonas de Cuyo, Sierras de Córdoba. Esto superaría al aire polar que en Argentina se caracteriza por la baja de las temperaturas a temperaturas cercanas o inferiores a la del congelamiento del agua, es decir cercanas o inferiores al 0°C durante uno a tres días, sino que se trataría de una ola polar con temperaturas heladas por más de tres días. Del mismo modo el invierno austral del año 2015 fue en cuanto a temperaturas bastante moderado en el centro y norte de Argentina aunque (véase más adelante) en la primera semana de agosto se caracterizó, debido a la instalación de una zona de baja presión atmosférica, por copiosas precipitaciones especialmente en el NE de la Provincia de Buenos Aires, en el Sur de la Provincia de Santa Fe (con epicentro en Sanford inundándose más de 300 mil hectáreas en el sur santafesino), gran parte de la Provincia de Entre Ríos y asimismo en gran parte de la República Oriental del Uruguay; luego en el invierno de 2015 en la segunda semana de dicho mes de agosto el clima se caracterizó por intensos vientos acompañados en ciertos lugares por fuertes nevadas en la Patagonia austral (Se suele denominar Patagonia austral al territorio patagónico que va, de norte a sur, desde la Provincia de Chubut hasta el archipiélago de Tierra del Fuego inclusive). “IDENTIDAD CONTEXTUALIZADA AL CLIMA RIOJANO” PROVINCIA DE LA RIOJA UBICACIÓN GEOGRÁFICA La Provincia de La Rioja se halla ubicada en el Noroeste del territorio argentino. El área montañosa cubre el 48 % de la superficie de la provincia, en tanto los Llanos, Valles y Bolsones, el 52 %. SUPERFICIE 89.680 km. (ocupa el 3,2 % del área territorial Argentina). LÍMITES NORTE: Provincia de Catamarca SUR: Prov. de San Juan, San Luis y Córdoba. ESTE: Prov. de Córdoba y Catamarca. OESTE: Prov. de San Juan y República de Chile POBLACIÓN DE LA PROVINCIA: 331.847 Habitantes, (Censo 2010) POBLACIÓN DE LA CAPITAL: 180.995 Habitantes. POBLACION TOTAL DEL VALLE DEL BERMEJO: 14. 113 habitantes. MAPA DE LA PROVINCIA DE LA RIOJA CLIMA Y RELIEVE EN LA PROVINCIA DE LA RIOJA Emplazada al pie de la sierra de Velasco, La Rioja es la capital de la provincia homónima. Fundada con el nombre de Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, en recuerdo de la comarca española, presenta una imponente belleza de valles, montañas, ríos y quebradas. El clima de la ciudad de La Rioja es seco y caluroso con temperaturas que oscilan entre los 21º y 35º C en verano y los 5º y 20º C en invierno. Parque nacional Talampaya. Sierras de Famatina vistas desde Chilecito. Otra vista del Parque nacional Talampaya. Sierra de Velasco. . también conocido como el Nevado de Famatina, es con 6250 msnm (20.500 pies), la cumbre extra andina más elevada del mundo fuera de Asia Desde el Alto, cerca de Plazoleta de la Misericordia, en Olta, La Rioja, Argentina. Se encuentra situada en el noroeste del país. El oeste de la provincia se encuentra dentro de la región andina y la mayor parte dentro de la región geográfica denominada Sierras Pampeanas. En la parte norte de la provincia, la misma se encuentra atravesada por varias sierras como las Sierra de Velasco y las Sierras de Famatina cuya cumbre es el alto Cerro General Belgrano (el cual con una altitud de 6250 msnm, es la cumbre extraandina más elevada del mundo fuera de Asia), que la recorren de norte a sur y entre las mismas forman amplios valles. El sur cuenta con varias sierras aisladas por llanuras. Su territorio ocupa una superficie de 89 680 km², por lo que su extensión puede compararse con la de Portugal. Presenta básicamente tres áreas que van desde el sur hasta el norte: El sur presenta un relieve bajo, dominado por la Sierra de los Llanos y otras sierras adyacentes, como las de las Minas y de Malanzán, rodeadas todas de planicies semidesérticas. Algo alejada de las sierras principales, en dirección al sur, se encuentra la Sierra de Chepes. La zona también cuenta con el dique más grande de la provincia, el dique de Anzulón. Entre estas sierras se encuentran pueblos como Chamical, Chepes, Olta, Malanzán y Ulapes. El sudeste de la provincia es la zona más baja y allí se encuentra la penillanura llamada Los Llanos de La Rioja y en los límites la depresión del desierto de las Salinas Grandes. Torre de Olta El centro de la provincia cuenta con dos formaciones importantes, la Sierra de Velasco y la Sierra de Famatina. En la ladera este de la Sierra de Velasco se emplaza la capital de la provincia. La Sierra de Velasco se bifurca en dos, formando un valle que es conocido como «La Costa» o «La Costa de Arauco», donde se encuentran pueblos relativamente importantes, como Aimogasta, Anillaco y Aminga. En su extremo noroeste, la sierra deja lugar a un estrecho valle, ocupado por una serie de pequeños pueblos, el más importante de los cuales es Salicas. Al este de la Sierra de Velasco se encuentra una amplia llanura semidesértica, casi deshabitada, apenas interrumpida por la Sierra Brava. En esta amplia llanura desembocan la mayor parte de los ríos de la provincia, perdiéndose en desagües inundables y salinos. Al oeste de la Sierra de Velasco se encuentra un amplio valle, el Valle de Famatina o de Antinaco, cuyo centro ocupa la ciudad de Chilecito. En torno al año 2000, el valle ha visto muy aumentada su producción agrícola, con el aporte de irrigación con aguas subterráneas. En este valle se encuentran, además, los pueblos de Famatina, Campanas, Pituil,Nonogasta, Vichigasta, Anguinán, Sañogasta y Los Sarmientos. En la Sierra de Famatina se encuentra el cerro General Belgrano, con una altura de 6250 msnm, al pie del cual se encuentra la ciudad de Chilecito. La sierra de Famatina linda además con otras sierras conocidas como Sierra de Paganzo y la Sierra de Sañogasta, al sudoeste de la cual se encuentra el Parque Nacional Talampaya. La sierra de Sañogasta en su término norte da comienzo a la Sierra de Famatina; entre las mismas forman un estrecho que es conocido como la Cuesta de Miranda. El sector occidental de la provincia está formado, de este a oeste, por: el ancho valle del Río Vinchina, ocupado por poblaciones como Guandacol, Villa Unión y Villa San José de Vinchina. la precordillera, que incluye algunas sierras como de Umango y Del Toro Muerto; una meseta, ocupada en parte por la Reserva Provincial Laguna Brava; y la Andes, que marca el límite con Chile. En esta zona se encuentran las más altas cumbres de la provincia, como el Cerro Bonete, de 6.759 msnm, el Cerro Veladero, de 6.471 msnm, y el Monte Pissis, que se hallan entre los picos más altos de la Argentina. El único paso esporádicamente habilitado para acceder a Chile desde La Rioja es el paso internacional Pircas Negras: La Rioja es la única provincia argentina limítrofe con Chile que aún carece (2012) de un paso internacional permanente hacia ese país. Fuente: Wikipedia. Ojo del lagarto, Olta CLIMA Y VEGETACIÓN Viñedo en Chilecito. Ojo del lagarto, Olta El clima en la mayor parte del territorio es semiárido continental y árido de montaña, con escasa humedad, Ojo del lagarto, Olta debido a que los vientos húmedos provienen del anticiclón del atlántico sur y cuando llegan a esta provincia lo hacen con poca humedad y fuerte radiación solar (heliofania). En las zonas bajas los veranos son muy calurosos y los inviernos son cortos, con moderadas temperaturas. Las precipitaciones no superan los 400 mm anuales, con excepción de algunos parajes montañosos, donde son algo más importantes. La vegetación natural dominante es xerófila, arbustiva achaparrada, con escasas formaciones arbóreas, donde crecen distintas especies de algarrobos (Prosopis sp.), el aguaribay y el Ziziphus mistol. Palo borracho del norte en Olta. Ojo del lagarto, Olta La Rioja presenta características propias de un clima continental. Los inviernos son suaves y secos, con temperaturas medias por encima de los 10 °C y escasas lluvias, así como una alta oscilación diaria. Los veranos son lluviosos y extremadamente cálidos con temperaturas máximas promedio de 35,3 °C [y mínimas promedio de 25 °C], y máximas absolutas en torno a los 43 °C, una de las más altas de Argentina. Durante el periodo comprendido entre diciembre de 2012 y febrero de 2013, la provincia registró la temperatura media diaria (promedio entre máxima y mínima diaria registrada) más alta de La Argentina, elevándose a 30,27 °C (Fuente: The Weather Channel, Web). Respecto del periodo antes indicado (90 días), 14 días registraron temperaturas máximas iguales o superiores a 40 °C, y 5 días registraron temperaturas mínimas iguales o superiores a 30°C (cabe hacer notar que, frecuentemente, la temperatura máxima diaria se registra entre las 17:00 y 19:00 horas; y la temperatura mínima diaria entre las 4:00 y 6:00 horas). Es además frecuente encontrar periodos de dos o tres días consecutivos con temperaturas máximas diarias en el rango de 38 a 40 grados Celsius, con un fuerte componente de humedad atmosférica (50% a 60%). Como dato estadístico del periodo antes indicado, se señalará que la temperatura máxima absoluta se registró el día 24 de diciembre de 2012, alcanzando los 44 °C a la sombra. Hamacas con zonda Ojo del lagarto, Olta Fuente: Palo Wikipedia. borracho del norte en Olta. EL Lic. Horacio Rosa CLIMA PROVINCIAL Ojo del lagarto, Ojo del Olta lagarto, Olta La Región árida de La Rioja se caracteriza en general por una fuerte continentalidad, una débil humedad, una fuerte insolación diaria, limpidez atmosférica, lluvias estacionales (violentas y torrenciales) y una fuerte evaporación así como vientos cálidos y secos. La influencia de la radiación solar es muy grande pues actúa en el ciclo térmico energético y en la fotosíntesis. La posición geográfica relativa de La Rioja respecto de los límites de las regiones tropicales es favorable (a 4 ó 5º) si consideramos la marcha anual del sol. La información sobre la radiación solar es escasa en La Rioja. Se deben usar cartas internacionales de precisión dudosa pero no desdeñable. La radiación solar media expresada en Kg/cal/cm2 por año, alcanza a 180 cifra comparable al Kalahari (África), Arizona (USA) y Atacama (Chile) que tienen guarismos un tanto apenas superiores. PRECIPITACIONES El clima se caracteriza por extremos. La lluvia es esporádica, debido a tormentas de convección; el examen de las precipitaciones anuales a lo largo de decenios muestra la alternancia de períodos secos y húmedos. En las áreas marginales las lluvias son muy irregulares y de difícil previsión con una fuerte tendencia a caer bajo la forma de fuertes aguaceros. Los ciclos secos a su vez son muy severos. La evaporación y transpiración de la vegetación aceleran la pérdida de la humedad del suelo, fenómeno acentuado por la presencia de vientos desecantes y una cubierta de vegetación poco densa por momentos. Entonces, la pérdida de humedad por evaporación es acentuada por las altas temperaturas diurnas, el débil manto vegetal que cubre un suelo fuertemente permeable, así como las arenas y limos sueltos que forman los lechos de los torrentes aluvionales fuertemente erosivos que se producen con este singular régimen de lluvias. Fuente: www.google.com.ar Es verdad que hay una fuerte permeabilidad de los suelos pero la humedad se evapora rápidamente, fenómeno que tiende a acentuar la fuerte evapotranspiración de plantas de gran adaptación a este clima. Toda la región es xérica. Las lluvias de verano son de corta duración aunque la proporción respecto del año es fuerte (70% del total anual cae en verano) y aunque la porosidad del terreno puede favorecer como dijimos arriba la infiltración, sólo una débil proporción del total caído se mantiene en el terreno formando una capa de humedad que puede permitir la formación de suelos, pues el drenaje y el escurrimiento son fuertes. Sólo en las alturas, sobre "pampas" interiores, sobre vegas y planicies sobre las sierras, gracias a una mayor precipitación, neblinas, brumas y nieve se forman lugares de mayor humedad relativa, se favorece el desarrollo de pastizales de altura que aseguran, junto a las aguadas, segura provisión para la fauna silvestre de las alturas. La dirección general meridiana de las montañas del NW argentino y su altura relativa acentuada determinan la captura como precipitación, de la alta humedad proveniente de las masas de aire tropical que nacen en el anticiclón atlántico y giran por las húmedas regiones brasileñas hacia estas regiones desde diciembre hasta marzo. Las laderas orientales de todo el conjunto de "Sierras", expuestas al NE, tienen así una oportunidad de recibir precipitaciones. El rol de los cordones montañosos es muy importante en la distribución regional de las lluvias. Por una parte hay que considerar que las lluvias caen principalmente en verano, siendo enero el mes más lluvioso, en tanto que el invierno es muy seco. Por otra parte las precipitaciones disminuyen en sus totales de E a W, de 300 mm en la zona de contacto con Córdoba y Catamarca, hasta 100 mm al pie de la Cordillera de Los Andes. Sólo las laderas orientales de las montañas constituyen "islas" de humedad. La Cordillera de Los Andes a su vez, es una importante interferencia topográfica, pues interrumpe la posibilidad de transporte de humedad desde el Pacífico. Los Andes constituyen, entonces, por su altura y posición una imponente barrera biogeográfica y humana. Además a sotavento el viento descendente acentúa la sequedad y la aridez de una vasta región de fuerte continentalidad que se extiende aproximadamente entre los 22º y 50º Lat S de nuestro país. El total del balance hídrico es deficitario. En La Rioja puede haber variaciones importantes en la temperatura, además de las precipitaciones. Pero si la variabilidad mensual de las precipitaciones es débil no lo es de un año a otro en muchos casos. TEMPERATURAS La Rioja se halla sometida a la acción prolongada de los calores fuertes y durables del verano. En los sectores urbanos el calor aumenta especialmente por la irradiación IR del pavimento, de los muros de los edificios y del propio vapor de agua contenido en la atmósfera. Además la alta tensión de vapor aumenta la sensación térmica sofocante. El calor es pues un problema bioclimatológico que influye sobre el medio y los hombres. Bajo ciertas condiciones superficiales en medios específicos, como médanos, pueden proliferar especies como langostas y saltamontes. La lejanía del Atlántico y el aislamiento relativo del Pacífico debido a la presencia de Los Andes acentúa en gran parte el régimen térmico con veranos muy cálidos e inviernos bastante suaves. Las temperaturas diurnas son en general, moderadas en invierno gracias a la fuerte insolación en cielos comúnmente despejados. El carácter continental sin embargo, hace que las noches sean frías con heladas en junio y julio. Este mismo hecho favorece en cierto micro-ambiente el aumento de la humedad gracias al rocío matinal. En general el régimen térmico es propio de un clima continental seco y cálido. Sólo en las montañas la temperatura desciende por la altura y la exposición, más aún siempre y cuando haya vientos favorables. La temperatura puede tener incidencia sobre la naturaleza y ciertos fenómenos ecológicos. Si las temperaturas son altas el nivel de materia orgánica del suelo es bajo y se reducirán la vida microbiana de los suelos limitada a períodos de humedad ambiental con niveles aceptables. Las variaciones de temperatura pueden también contribuir a procesos tales como la exfoliación de las rocas. La meteorización mecánica o bien el termoclastismo son fenómenos habituales muy importantes en la formación de materiales regeneradores del suelo y en el desarrollo del paisaje riojano. La tala de árboles y arbustos disminuye la protección del suelo. Los incendios producidos para deforestar áreas cubiertas por especies leñosas con el fin de preparar quizás algún cultivo de secano, o bien para permitir la actividad pastoril renovando las pasturas, producen serios efectos sobre la tierra carente de protección vegetal, eliminando el débil contenido orgánico disponible y exponiendo el suelo y rocas a los efectos de los cambios cotidianos de la temperatura que son generalmente muy amplios. La latitud y la altitud producen matices en los valores de temperaturas. Por una parte las amplitudes medias anuales crecen de N a S. Por otra parte los contrastes térmicos también se producen con la altura tanto diaria como anual. La nubosidad, mayor en las sierras que en valles y planicies puede incidir en las oscilaciones diarias o estacionales de la temperatura. Esa nubosidad no supera el 15 ó 18% de los días del año. Aunque puede haber días semicubiertos, los días lluviosos y con fuerte insolación son abundantes. HUMEDAD La tensión media de vapor y la humedad media relativa baja, con cifras mayores ambas en enero y mínimas en agosto, son factores que pueden tener incidencia sobre las condiciones generales en las masas de aire y por consiguiente sobre las precipitaciones que imperan desde finales de la primavera hasta el fin del verano. El régimen térmico, el tipo de lluvias y la débil humedad atmosférica caracterizan la aridez de La Rioja. El balance hídrico es negativo y estimulado por la fuerte evaporación. Ojo del lagarto, Olta LOS TIPOS DE CLIMA Ramón José Díaz1 EL CLIMA, FACTOR DECISIVO EN LA ACTIVIDAD DEL HOMBRE Significado biológico El clima real es el que impacta en la vida animal y vegetal, en el hombre y sus actividades, sus costumbres, vivienda, esparcimiento y aun en las relaciones sociales y culturales. Es el que conocen e interpretan nuestros agricultores y ganaderos tradicionales. La experiencia heredada y las viviendas les permiten formular pronósticos por el comportamiento de los animales, de los vegetales, el color de la atmósfera o del viento. 1 Autor de GEOECONOMIA RIOJANA Y LA RIOJA, ENCRUCIJADA DE ARIDEZ Y ESPERANZA. Características zonales Los factores latitud y distancia al mar conspiran para que La Rioja tenga un clima caluroso y seco. Afortunadamente, el restante factor - altitud -, presente con un relieve muy variado que nos lleva desde pocos más de 200 msnm a casi 7.000, atenúa en parte los efectos de los dos primeros. Características regionales Las características climáticas regionales se deben en alto grado al ciclón del noroeste argentino, que abarca la mayor parte de nuestra provincia. Este centro se produce en verano; es de temperaturas elevadas, bajas presión atmosférica, relativamente calmo, de escasa nubosidad y poca humedad. Como lo señala el Dr. Capitanelli, “favorece la producción de intensos empujes polares que llegan hasta el NO” y de vientos procedentes del anticiclón del Atlántico sur. Por no menos presión atmosférica que el área ciclónica amazónica, contribuye a la entrada a la entrada de aire tropical cargado de humedad, que origina lluvias que llegan hasta los 32° de latitud sur, es decir, a la altura del límite con San Luis. El centro ciclónico del NO, en síntesis, es el que posibilita las lluvias de verano, que significan aproximadamente el 80% del monto pluviométrico provincial. E invierno se traslada todo el sistema dinámico al norte, permitiendo que el anticiclón del Pacífico sur pase a ser el principal proveedor de vientos. Es oportuno señalar que el aire procedente del Atlántico se desprende del borde septentrional del anticiclón, siendo por lo tanto más cálido y húmedo que el del anticiclón del pacífico que viene desde su extremo sur, y por ende, más fríos y seco. De estas masas de aire se compone el viento Zonda. Antes de ingresar a nuestro territorio condensan su poca humedad en las cumbres cordilleranas y ganan temperatura adiabáticamente. Cuando descienden por las laderas de las montañas se cargan de polvo, siguiendo la dirección de los valles y quebradas. Este viento bochornoso reúne las características del europeo, sopla con fuertes ráfagas y se hace sentir en toda la provincia, especialmente en el oeste. Dura varios días. Provoca bruscos cambios de tiempo. Primero hace ascender rápidamente la temperatura y disminuir hasta un mínimo la humedad relativa, ocasionando una fuerte depresión atmosférica que atrae luego a masas de aire frío y más húmedo. También existe el Zonda de altura, cuyas ráfagas no afectan la superficie, pero son causante de malestar en la salud de las personas. Es un viento temido por los pobladores. De mayo a octubre es frecuente, pero arrecia notablemente en agosto. Alternas las masas de aire frío de origen subpolar que consiguen avanzar hasta esta zona por no existir barreras orográficas que se interpongan en su recorrido. Como síntesis, diremos que las lluvias estivales se deben a la acción conjunta del anticiclón del Atlántico sur y el área ciclónica del noroeste. En cambio la sequía invernal tiene su origen en los vientos secos procedentes del anticiclón del pacífico meridional. Las lluvias estivales son tormentas de corta duración y con frecuencia puntuales, es decir, pocas veces abarcando el territorio provincial. Hay oportunidades en que lugares ubicados a pocos kilómetros se quedan sin el beneficio de estos aguaceros. A esto se le suma la gran variabilidad interanual. Hay años en que se supera ampliamente la media anual y otros en los cuales apenas cae el 50%, trayendo drama al hombre de campo, especialmente al llanista. De allí, la explicación de por qué se construyen diques, represas y perforaciones. Se trata de superar la sequía estacional a la que se suma algunas veces la interanual. Con respecto a la temperatura, las máximas absolutas en veranos llegan en los Llanos a 45° C (en diciembre de 1971 en la ciudad de La Rioja hubo 46°C) y en punta del agua a 31°C, favoreciendo la evapotranspiración excesiva. Efectuando el balance hídrico, se comprueba que arroja saldo negativo en todos los lugares habitables de la provincia. Ello significa que el agricultor tendrá que recurrir, como lo hace, al riego artificial para asegurar sus cultivos y que los a secano están restringidos a plantas estacionales coincidentes con el período de lluvias. Aun en el caso, son frecuentes los fracasos por falta de un aguacero oportuno. En la parte occidental – precordillera, Puna y cordillera frontal – el relieve netamente montañoso aporta cumbres de más 4.000 msnm, a la vez que mesetas y valles de altura. Por lógica, las temperaturas son bajas, las nevadas frecuentes y aun en verano caen heladas, y las amplitudes térmicas muy grandes. Se carece de registros meteorológicos de este sector territorial. En su conjunto La Rioja pertenece a la diagonal árida de América del Sud, con un clima que Ramón Díaz (quien más ha estudiado los problemas regionales de La Rioja) ha calificado de templado y árido, con veranos muy prologados y un déficit hídrico permanente. El clima fue clasificado por el Dr Ricardo Capitanelli, quien reconoce dos: EL ÁRIDO CÁLIDO TEMPLADO: con lluvias estivales, grandes amplitudes térmicas diarias y estacionales, veranos muy prolongados e inviernos moderados, con heladas y déficit hídrico durante todo el año. Abarca el centro y el este de la provincia. EL ÁRIDO DE ALTA MONTAÑA: correspondiente a las cumbres y mesetas de altura, carente de importancia para la actividad humana por no poseer población. Se encuentra en el oeste montañoso. Características locales En el área comprendida por el clima árido cálido – templado, de los factores latitud y altitud determinan cambios que hacen factible diferenciar dos climas locales. Ellos son: De los Llanos, que cubre la región limitada por San Luis, Catamarca, Córdoba y el faldeo oriental de las sierras de Velasco. En un relieve casi plano, el clima es bastante homogéneo, salvo en las en las sierras insertas en este espacio. La altura de la planicie oscila entre 300 y 600 msnm. Durante 5 o 6 meses la temperatura media es superior a 20° C. La media anual es de aproximadamente 10° C. Es el espacio más caluroso de la provincia. La ciudad de La Rioja es un lugar llamativamente calmo. Los períodos sin vientos representaron en 1971 1980 el 632 por mil, lo que constituye una excepción dentro del territorio provincial (Chamical y Chepes tienen solamente el 196 y 124 por mil, respectivamente). Esta particularidad acentúa los efectos de las altas temperaturas del verano. En cambio, hace más confortable el invierno. Predominan los vientos del S y SO. La existencia de grandes campos con médanos y la deficiencia hídrica contribuyen para que la atmósfera se cargue de polvo con facilidad. La carencia de microclimas en la planicie llanista hace que la población esté dispersa, con muy baja densidad. Climas de valles y bolsones, conocido también como “tipo Chilecito” (R. Capitanelli) abarca los valles del Velasco, los ubicados a ambos lados de las sierras de Famatina y también incluiremos los valles de las sierras de los Llanos, aunque se carece de suficientes datos meteorológicos para confirmar lo propuesto. Estos espacios generalmente están por encima de los 800 msnm. Esto influye en las temperaturas. La disposición norte – sur de los cordones orográficos tiene incidencia en las horas de insolación, en la dirección de los vientos, en la condensación de la humedad, en la presencia de nevadas, en la cantidad de heladas, en la vegetación y ésta en el albedo. El piedemonte y las quebradas morigeran las condiciones generales, haciendo que la población los busque para radicarse. Acá hay más heterogeneidad y, recorriendo pocos kilómetros, podemos pasar de desierto a una quebrada boscosa y fresca. Las precipitaciones merman de este a oeste. Los valles y bolsones son más secos que las laderas orientales de las montañas que los rodean. El granizo es un fenómeno frecuente. Se particulariza por caer abarcando franjas limitadas. Cuando coinciden con los cultivos, los daños pueden ser totales. Es uno de los graves problemas. En invierno, las nevadas que cubren las montañas suelen alcanzar en menor grado a los valles. El Zonda corre con intensidad en invierno y avanzada la primavera. Sus ráfagas pueden superar los 80 km por hora. Es temido por los agricultores, especialmente cuando los viñedos están brotando. En general, impera una gran variabilidad interanual con años con hasta un cincuenta por ciento más de lluvias y otros en los cuales se reduce a la mitad del promedio. Asimismo, son muy puntuales, es decir, no cubren toda la provincia, sino espacios más o menos reducidos, por lo que las estadísticas no llegan a reflejar la realidad imperante. Llueve más en las laderas orientales de la montaña y sus aportes contribuyen a la existencia de oasis, que por lo general se encuentran entre los 500 y 1.800 msnm. Arriba de ese nivel la actividad agrícola es muy reducida. Esta se efectúa en los valles, entre los que se destaca Chilecito. Las nevadas son escasas, las sierras de Velasco se ven solamente tres veces a lo sumo con el manto blanco. El granizo se hace presente en toda la provincia. Es mayor su frecuencia en las cumbres de los cerros, pero allí no existe actividad humana y, paradójicamente, es beneficioso porque alimenta los acuíferos que luego se explotan en los valles. La irregularidad en las lluvias hace menester la construcción de diques, represas, etc. Y una correcta red de distribución del agua. No es posible que continúen los recorridos que hace este líquido por cauces arenosos donde se infiltra la mayor parte. Además, lo ideal es optimizar al máximo los sistemas de riego y no abusar del uso del agua subterránea por cuanto no se conoce la capacidad de recarga de los acuíferos2. Se encuentra a 15 Kms. Al oeste de la Ciudad de La Rioja, donde se bifurcan las sierras de Velazco. Se aplica para riego y consumo humano. Esta a 884m.n.n.m. Su capacidad inicial fue muy superior al de nuestros días. Se ha reducido en sus 2/3 partes. Ojo del lagarto, Olta Existen en Los Llanos de La Rioja más de 2.000 represas que almacenan agua de las lluvias de verano. Solo por excepción superan las sequias invernal. 2/3 partes. 2 Acuíferos: Que contiene agua. Ojo del lagarto, Olta GLOSARIO HUIDIZO: Que huye a menudo para evitar el trato por timidez o recelo. DRÁSTICA: Que es radical, riguroso o severo, o que se produce de esa forma. MATRIZ: adj. Principal o más importante: lengua matriz. HÍBRIDO: El término híbrido hace referencia a todo aquello que sea el resultado de la mezcla de dos o más elementos de diferente naturaleza o tipo. El híbrido es entendido entonces como algo que no es puramente ninguno de las partes que lo compuso si no que toma elementos de todas ellas para convertirse en algo nuevo. MUTACIÓN: Cambio o modificación de algo. ESTIAJE: Nivel más bajo o caudal mínimo que en ciertas épocas del año tienen las aguas de un río u otra corriente como consecuencia de la sequía. Tiempo que dura esta disminución de caudal. EMPIRICA: Que está basado en la experiencia y en la observación de los hechos. Que es un resultado inmediato de la experiencia, que solo se funda en la observación de los hechos. Relativo al empirismo BIOTIPO: Animal o planta que, por la perfección de sus caracteres, puede ser considerado como tipo representativo de su especie, variedad o raza. BÁRICA,CO: Perteneciente o relativo a la presión atmosférica. Perteneciente o relativo al peso. ANÁLOGAMENTE: De manera análoga, paralela o igual que otra cosa. RESONANCIA: se refiere a un conjunto de fenómenos relacionados con los movimientos periódicos o casi periódicos en que se produce reforzamiento de una oscilación al someter el sistema a oscilaciones de una frecuencia determinada. BIENIO: periodo de tiempo equivalente a 2 años. EXTRAPOLACION: método que consiste en suponer que el curso de los acontecimientos continuará en el futuro, convirtiéndose en las reglas que utilizan para llegar a una nueva conclusión. REFLECTIVIDAD: es la fracción de radiación incidente reflejada por una superficie. En general debe tratársela como una propiedad direccional, en función de la dirección reflejada, de la dirección incidente, y de la longitud de onda incidente. Sin embargo comúnmente es también promediada sobre el hemisferio reflejado para dar la reflectividad espectral hemisférica. ULTERIOR: Que se dice, se hace o sucede después de otra cosa. Que está de la parte de allá de un sitio o territorio.