Comisión Especial de Violentología

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2013
Comisión Especial de
Violentología
Informe Final
Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.
República Argentina
SEGUNDA PARTE
HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Diputados: Franco Caviglia, Ramiro
Viviana Nocito, Abel Buil, Marcelo Feliú
Secretaria Relatora: Paola Rodríguez
Gutiérrez,
Alejandra
Martínez,
6/15/2013
Comisión Especial de Violentología 2013
HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Presidente
HORACIO GONZALEZ
COMISION ESPECIAL DE VIOLENTOLOGÍA
Presidente: Dip. Franco Caviglia
Vice- presidente: Dip. Viviana Nocito
Secretaria: Dip. Liliana Denot
Vocales: Dip. Ramiro Gutiérrez
Dip. Abel Buil
Dip. Marcelo Feliú
Secretaria relatora: Gina Paola Rodríguez
La Plata, Provincia de Buenos Aires, Junio de 2013
2
Comisión Especial de Violentología 2013
Comisión Especial de Violentología
Informe de Actividades 2012- 2013
Foro Consultivo
Diputados Comisionistas
Inés Izaguirre
Abel Buil
Enrique Del Percio
Franco Caviglia
Jose Luis Macchi
Liliana Denot
Lidia Tundinor
Marcelo Feliú
Norberto Liwsky
Ramiro Gutiérrez
Viviana Nocito
Marcos Guillén
Sol Macchi
Diego Gorgal
Equipo de asesores
Celina Bustamante
Mirta Denot
Gerardo González
Silvia Ons
María Inés Bringiotti
María Josefina Martínez
Daniel Pedro Miguez
Miguel Santagada
Carla Jacquier
Miguel Luna
Marta Marelli
Patricia Paggi
© Honorable Cámara de Diputados de la
Provincia de Buenos Aires
Daniel Roggero
Presidente Horacio González
Paola Ventura
Calle 53 entre 7 y 8
La Plata, Provincia de Buenos Aires
Coordinación Académica y edición
ISBN
Gina Paola Rodríguez
E- mail: [email protected]
3
Comisión Especial de Violentología 2013
CONTENIDO
Presentación
Objetivos y metodología de Comisión Especial de Violentología
PRIMERA PARTE
MARCO CONCEPTUAL
I.
Violentología: Una aproximación integral e in-disciplinaria a la violencia.
1.
El inconformismo del pensar
2.
Aforismos a la espera de la Violentología
3.
Pensar la violencia desde la Violentología
4.
Aforismos después de la Violentología
II.
La violencia: entre naturaleza y cultura.
Introducción
1. ¿Un impulso innato?
2. El hombre nace bueno pero…
3. Pasión por la destrucción
4. Ni innata ni biológica: La violencia es un producto de la cultura
5. La violencia como mímesis
Reflexión final: La violencia en el ocaso de lo sagrado
III.
Poder y/o Violencia.
Introducción
1.
La violencia en las sociedades primitivas
2.
De la violencia constitutiva a la violencia constituyente
3.
La conjura de la violencia en la modernidad
4.
La conjura política: el surgimiento del Estado
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Comisión Especial de Violentología 2013
5.
La conjura económica: intercambiando con el hostis
6.
La conjura ética: Disciplinamiento y Gobierno de si
Reflexión final: ¿Es posible el poder sin violencia?
SEGUNDA PARTE
FORO CONSULTIVO DE LA COMISION ESPECIAL DE VIOLENTOLOGÍA
IV.
¿Qué es la Violencia?
Inés Izaguirre. Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires
V.
Violencia, conflicto y sociedad.
Enrique Del Percio. Facultad de Derecho Universidad de Buenos Aires
VI.
La violencia en la experiencia judicial.
Jose Luis Macchi. Ex Juez Tribunal Criminal Nº 1
VII.
Violencia familiar y de género.
Lidia Tundinor. Programa Provincial de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de
Género Ministerio de Salud.
VIII.
Violencia contra los adolescentes y las mujeres.
Norberto Liwsky, Marcos Guillén y Sol Macchi. Observatorio Social Legislativo HCD
Provincia de Bs As.
IX.
Violencia delictual y políticas públicas.
Diego Gorgal. Ex Viceministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires
X.
Violencia y consumismo.
Silvia Ons. Centro de Investigaciones Instituto Clínico de Buenos Aires CICBA
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Comisión Especial de Violentología 2013
XI.
Violencia institucional.
María Josefina Martínez. Centro de Estudios Legales y Sociales CELS
XII.
Violencia contra niños y adolescentes.
María Inés Bringiotti. Facultad de Filosofía Universidad de Buenos Aires
XIII.
Determinantes sociales de la violencia.
Daniel Pedro Miguez. U. Nacional del Centro Provincia de Bs As- CONICET
XIV. Violencia y medios de comunicación.
Miguel Santagada. UBA- U. Nacional del Centro Provincia de Bs As.
TERCERA PARTE
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Introducción
1. ¿De qué hablamos cuando decimos violencia?
2. Las cifras de la violencia en Argentina
3. Estadísticas de Violencia en la Provincia de Buenos Aires
3.1
Violencia interpersonal
3.2
Violencia familiar y de género
3.3
Violencia en el ámbito escolar
3.4
Violencia institucional
4. Recomendaciones y Propuestas
4.1. Diagnóstico provincial integral con enfoque de género
4.2. Esquema provincial de gobernanza para la prevención y atención de la violencia
4.3. Formación de operadores especializados
4.4.Creación del Instituto Provincial para el estudio y prevención de la violencia
4.5.Extensión del periodo de funcionamiento de la Comisión Especial de Violentología
4.6.Promoción de una Cultura de la Convivencia
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Comisión Especial de Violentología 2013
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
ÍNDICE DE RELATORÍAS COMISIÓN ESPECIAL DE VIOLENTOLOGÍA
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24 de abril 2013
17 de abril 2013
10 de abril 2013
31 de octubre de 2012
24 de octubre de 2012
10 de octubre de 2012
3 de octubre de 2012
26 de septiembre de 2012
12 de septiembre de 2012
de septiembre de 2012
29 de agosto de 2012
22 de agosto de 2012
15 de agosto de 2012
8 de agosto de 2012
11 de julio de 2012
de julio de 2012
27 de junio de 2012
6 de junio de 2012
23 de mayo de 2012
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Comisión Especial de Violentología 2013
De izquierda a derecha los Diputados Provinciales Ramíro Gutiérrez, María Alejandra
Martínez, Viviana Nocito y Franco Caviglia.
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Comisión Especial de Violentología 2013
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Comisión Especial de Violentología 2013
Presentación General
Según el Informe sobre violencia y salud de la Organización Mundial de la Salud (2003),
cada año más de 1,6 millones de personas en el mundo pierden la vida violentamente. La
violencia es una de las principales causas de muerte entre la población entre 15 y 44 años y es
la responsable del fallecimiento del 14% de los varones y del 7% de mujeres. Además de las
personas que pierden la vida, muchas otras sufren heridas físicas y psicológicas y padecen la
pérdida de sus bienes materiales. Esta violencia objetiva, se acompaña con la reproducción
de imágenes televisivas, radiales e informáticas, en las que se afirma y extiende la idea de que
la "violencia nutre la vida diaria en nuestras calles". En efecto, la violencia forma parte de
nuestra historia. Ocupa un lugar central para comprender la experiencia presente, con su
naturaleza extrema, su dimensión imprevista y fragmentaria, en un tiempo marcado por la
falta de significantes.
La violencia en sus múltiples formas está incorporada al campo de lo social, que se filtra por
las brechas de una modernidad en crisis. Pero, ¿qué es la violencia?, ¿cuánto sabemos de
ella?, ¿cómo la percibe la sociedad?, ¿cómo pensamos que la sociedad percibe la violencia?,
¿por qué la violencia se ubica más allá de las razas, los lugares, los tiempos y los grupos
sociales?, ¿cuáles son las causas de su permanencia?, ¿qué explicación podemos ensayar?
Interrogantes como éstos nos conducen a una multiplicidad de conjeturas que compiten por
comprender un fenómeno sin paradigma, sin centro, con fronteras difusas y oscuras. Un
campo que pondera la ramificación vivencial de la existencia y nos conduce al
quebrantamiento, alejándonos de la ansiada unidad de su comprensión.
La violencia amerita la atención no solo de los ciudadanos en sus experiencias y
conversaciones cotidianas sino, fundamentalmente, de los académicos en sus agendas de
investigación y de los gobiernos en la formulación de políticas públicas. Los cientistas
sociales de Argentina y del mundo se han orientado a la investigación, descripción y
comprensión de la violencia en sus distintas manifestaciones y magnitudes en la gran
variedad de contextos sociales (micro y macro) proveyendo una inmensa producción
bibliográfica al respecto, pero una reflexión omnicomprensiva del fenómeno de la violencia
se halla aún en mora de realizarse.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Las preguntas mencionadas anteriormente, y otras referidas a las concepciones,
manifestaciones y formas de mitigación de la violencia,
orientan el quehacer de la
Violentología, una disciplina en ciernes que aspira a un saber integral e in-disciplinario de la
violencia. Esta inquietud ha sido la excusa para el desarrollo de tres grandes Jornadas
Nacionales. La “Primera Jornada Argentina sobre Violentología” tuvo lugar el 22 de
septiembre de 2010 en el Salón Auditorio Principal de la Honorable Cámara de Diputados de
la Provincia de Buenos Aires; una segunda Jornada se desarrolló el 15 de noviembre de 2011
en el mismo escenario; y una tercera el 5 de diciembre de 2012. Las tres contaron con la
participación de legisladores de la Provincia de Buenos Aires y renombrados académicos
nacionales e internacionales, y contaron con la asistencia masiva de ciudadanos interesados
en la temática de la violencia.
La acogida obtenida en las dos primeras Jornadas señaló la necesidad de crear un foro
permanente de estudio de la violencia en el órgano legislativo. Por ello, el 10 de marzo de
2011 se creó la “Comisión Especial para el Análisis, Estudio y Desarrollo de la Violentología
como Campo Multidisciplinario Integral de la Problemática de la Violencia”, (Expediente D3622/10-11-0 aprobado por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos
Aires). Dicha Comisión se integró por seis diputados provinciales, con sus respectivos
equipos de trabajo y contó con la participación de académicos, especialistas, funcionarios,
representantes de ONG´s y líderes de organizaciones sociales preocupados por el tema de la
violencia. En sesión del 23 de mayo de 2012, se definió la conformación de la Comisión de
la siguiente manera: Presidente: Dip. Franco Caviglia, Vice- presidente: Dip. Viviana Nocito,
Secretaria: Dip. Liliana Denot, Vocal 1: Dip. Ramiro Gutiérrez, Vocal 2: Dip. Abel Buil,
Vocal 3: Dip. Marcelo Feliú. Así mismo, se designó como Secretaria relatora a la politóloga
Gina Paola Rodríguez.
Desde entonces, la Comisión Especial de Violentología (CEV) ha adelantado un trabajo
arduo y sostenido de investigación y discusión. El Informe que se presenta a continuación
compendia el fruto del esfuerzo colectivo de los diputados comisionistas, sus equipos
asesores y el Consejo Consultivo conformado por especialistas provenientes de diferentes
instituciones y áreas disciplinarias. En la Primera Parte, se consignan las discusiones teóricoconceptuales que interesaron a la Comisión en su primer abordaje de la violencia. En un
comienzo, aquellas referidas al tipo de saber que entraña la Violentología, sus alcances y
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Comisión Especial de Violentología 2013
límites en la construcción de un saber crítico e integral sobre la violencia. En segunda
instancia, las discusiones abiertas a propósito del lugar intersticial que ocupa la violencia
entre nuestra condición social y nuestra situación biológica, y que ha originado debates aún
no saldados en torno a su carácter innato o adquirido. En tercer lugar, y ya ubicados en una
noción relacional de la violencia, los análisis acerca de su vínculo con las relaciones de
poder, y las implicaciones de pensar en un poder como no- dominación como alternativa
superadora.
La Segunda Parte del Informe, recoge los aportes de los especialistas del Foro Consultivo de
la CEV, instancia caracterizada por la diversidad de voces convocada: académicos,
funcionarios, jueces, dirigentes sociales y miembros de ONG´s. Esta polifonía es la mejor
herencia que la Comisión Especial de Violentología puede legar a todos aquellos interesados
en hacer una cartografía de la violencia en nuestra Provincia, pues permite identificar los
problemas más acuciantes y los retos que debería asumir una política pública de tratamiento
integral. Deseamos agradecer especialmente a todos los intervinientes por su generosidad y
agudeza, por sus recomendaciones y su invaluable aporte en pos de una labor legislativa
informada y responsable.
En la Tercera Parte se exponen las conclusiones y recomendaciones de la Comisión. Se da
cuenta, por un lado, de las coordenadas que orientaron el trabajo de los diputados y asesores;
aquellos lineamientos conceptuales generales, pero en todo caso provisorios, acerca de lo que
entendieron por violencia y su definición como un fenómeno social total que hace imperativo
su tratamiento integral y multidimensional. Por otra parte, se exponen diferentes iniciativas
con las cuales la Cámara de Diputados espera aportar a la tarea de prevención y mitigación de
la violencia en la Provincia: la elaboración de un diagnóstico provincial que permita conocer
las reales dimensiones de la problemática; la formación de operadores que entiendan en la
materia y estén capacitados para atender a víctimas y victimarios; el diseño de una ingeniería
interinstitucional e intersectorial que permita la articulación y armonización de los esfuerzos
provinciales en materia de prevención, mitigación y atención a las víctimas que se hallan
actualmente dispersos; y la promoción de una cultura de la convivencia en la Provincia, entre
otras.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Confiamos en que este Informe denote el enorme interés de los legisladores en comprender
las dinámicas de la violencia en la Provincia de Buenos Aires, la preocupación por el estado
de las mediciones y estadísticas existentes, y por los planes y programas desplegados para su
mitigación desde una perspectiva crítica y propositiva. Todo en el entendido de que es
necesario conocer aquello acerca de lo cual se legisla para superar los inmediatismos de las
ordenanzas de urgencia y avanzar hacia una actividad legislativa responsable y con visión de
futuro.
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Comisión Especial de Violentología 2013
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Comisión Especial de Violentología 2013
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Comisión Especial de Violentología 2013
Objetivos y metodología de Comisión Especial de Violentología
En Expediente D-3622/10-11-0 aprobado por la Honorable Cámara de Diputados de la
Provincia de Buenos Aires, se definió el estatuto de funcionamiento de la “Comisión Especial
Comisión Especial para el Análisis, Estudio y Desarrollo de la Violentología como Campo
Multidisciplinario Integral de la Problemática de la Violencia” de la siguiente forma:
El presidente de la Cámara procederá a designar, a propuesta de los respectivos bloques, a los
diputados que compondrán la Comisión Especial. La Presidencia de la H. Cámara designará
al señor diputado que la presidirá. La Comisión Especial, sin perjuicio de otras invitaciones
que pudiere cursar, creará un Foro Asesor denominado “Consejo Consultivo de estudio sobre
la violencia”, que estará compuesto por: a.- representantes gubernamentales, b.- académicos,
c.- universitarios, d.- profesionales, e.- religiosos, f.- ONG, g.- foros de seguridad.
Estará constituido por una nómina presentada por el presidente de la Comisión Especial y
será aprobado por mayoría simple de votos. Dicho Consejo Consultivo será presidido por un
coordinador general designado por el Presidente de la Comisión Especial. La Comisión
Especial deberá dictaminar sobre los rubros propios propuestos por sus mismos integrantes y
otros que considere pertinentes, sugiriendo las adecuaciones normativas y acciones que
estime corresponder, ya sea a organismos nacionales, provinciales y/o municipales.
Dimensión Cuantitativa: 1-Establecimiento, mantenimiento y actualización permanente de
una base de datos informática bajo un sistema único de información sensible, integrado y
uniforme, de la violencia y de delito y demás datos relevantes. 2-Coordinación
interinstitucional con las áreas gubernamentales y de la sociedad civil que constituyan fuentes
de información sensible. 3-Establecimiento de una Comisión de Datos y de Vigilancia del
Delito y la Violencia, y de los Comités Técnicos Especializados que se requieran. 4Recopilación, en forma sistemática y permanente de datos específicos sobre los fenómenos
identificados como de interés para la vigilancia del delito y la violencia. 5-Fijación y
actualización de indicadores de vigilancia del delito y la violencia. 6-Consolidación y análisis
de la información obtenida. 7-Planificación, desarrollo y conducción de estudios e
investigaciones. 8.- Establecimiento de un sistema de medición y evaluación de los servicios
de seguridad pública y de seguridad privada. 9.- Promoción y realización de encuestas de
victimización y de percepción de la inseguridad. 10.- Evaluación y medición de la efectividad
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Comisión Especial de Violentología 2013
de las estrategias y programas. 11.- Promoción y realización de encuestas de victimización y
de percepción de la inseguridad. 12.- Evaluación y medición de la efectividad de las
estrategias y programas de prevención en diferentes niveles de intervención.13.Mantenimiento de estadísticas sobre la información sensible recopilada. 14.- Evaluación de
potenciales usos de los productos generados para la prevención de la violencia y el delito.
15.- Asistencia y asesoramiento en lo relativo a prevención la violencia y del delito,
seguridad ciudadana y política criminal, diseñando planes, programas y proyectos. 16.Producción de informes periódicos y anuales de carácter analítico y estadístico, destinados a
la divulgación de resultados de estudios, investigaciones, encuestas y demás productos. 17.Desarrollo e implementación de una estrategia de comunicación basada en informes y
publicaciones periódicas, recursos web, y demás instrumentos y medios, que brinde a los
ciudadanos información sobre las distintas manifestaciones sobre violencia y delincuencia, y
que asista necesidades específicas de las distintas áreas de Gobierno y Municipios. 18.Desarrollo de programas de capacitación, de asistencia técnica y de fortalecimiento
institucional necesarios para el mantenimiento del Sistema Unificado de Información y
Análisis del Delito y la Violencia.19.- Promoción de la conformación de observatorios de la
violencia y el delito a nivel provincial y local. 20.- Conclusiones de la dimensión cuantitativa.
Dimensión Cualitativa: Aspectos epistemológicos de la violencia. Aspectos míticos. Aspectos
históricos. Aspectos biológicos. Aspectos antropológicos. Aspectos psicológicos. Aspectos
sociológicos. Aspectos filosóficos. Aspectos religiosos.
Conclusión de la dimensión cualitativa: La Comisión Especial tendrá un plazo de dos años
desde su conformación, para emitir dictamen, autorizando al Sr. Presidente de la H. Cámara a
prorrogar por una única vez y hasta por igual plazo su vigencia. La Comisión Especial tendrá
las siguientes autoridades: un presidente designado conforme lo prevé el artículo 3 del
presente reglamento, un vicepresidente elegido por mayoría simple y un secretario elegido
del mismo modo. Se reunirá durante los períodos de sesiones y fuera de ellos cuando el
residente lo estime conveniente.
Serán funciones del presidente: a.- determinar los asuntos que formarán el Orden del Día; b.emitir despacho sobre cualquier informe, oficio o requisitoria relacionados con las funciones
propias de la Comisión Especial; c.- promover medidas prácticas para la agilización de los
debates y el mejor desenvolvimiento de las tareas de la Comisión Especial. Deberá
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Comisión Especial de Violentología 2013
dictaminar sobre los asuntos cuyo estudio les fue encargado y funcionará con la presencia de
la mayoría de sus miembros en los días y horas que ellos mismos determinen, no sesión de la
Cámara, salvo que ésta, por razones de urgencia, así lo disponga. Cuando un asunto entrado
para su estudio fuese a propuesta del Consejo Consultivo, el presidente de la misma deberá
citar al coordinador general de dicho Consejo a fin de que concurra a la reunión donde será
tratado el asunto, para que exponga sus opiniones y fundamentos. La citación deberá
realizarse con una antelación mínima de 48 horas a la reunión de la Comisión.
La Comisión Especial deberá reunirse una vez por semana por lo menos y labrará acta de los
asuntos tratados en cada una de sus sesiones. Se constituirá válidamente con la presencia de
la mitad más uno de sus miembros. Si a pesar de las citaciones pertinentes, la Comisión
Especial no celebrara sesión, el presidente de la misma, o en su defecto, cualquiera de sus
miembros, lo pondrá en conocimiento de la Cámara para que ésta adopte la resolución que
estime conveniente. La Comisión Especial, después de considerar un asunto y convenir en los
puntos de su dictamen, acordará el informe escrito y designará el miembro o miembros que
deban informar el despacho y sostener la discusión. Si las opiniones de los miembros de la
Comisión Especial se encontrasen divididas, la minoría tendrá el derecho de presentar a la
Cámara su despacho escrito y sostenerlo en la discusión. Los asuntos despachados
definitivamente por la Comisión Especial serán elevados por conducto de la Mesa de
Entradas a la Presidencia de la Cámara, la que, en la primera sesión que se realice, dará
cuenta de ellos a la Cámara y los destinará al Orden del Día. Los despachos de la Comisión
Especial de que se haya dado cuenta a la Cámara en las sesiones ordinarias, de prórroga o
extraordinarias, se mantendrán en el Orden del Día hasta que fueren tratados.
Si fenecido el período la Cámara no los hubiere considerado, volverán a la Comisión, salvo el
caso de haberse producido su caducidad. El proyecto despachado por la Comisión Especial y
el informe escrito de ésta serán entregados por Secretaría a los representantes de los diarios
que lo soliciten para su publicación, después de que se hubiere dado cuenta de él a la Cámara.
Los miembros de la Comisión Especial, por intermedio de su presidente, quedan autorizados
a requerir todos los datos que estimen necesarios de las oficinas públicas, por intermedio de
los jefes de departamento de la Administración Especial, deberán ser elevadas a su
presidente, quien dará cuenta de ellas a la Cámara en la primera oportunidad, para que ésta
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Comisión Especial de Violentología 2013
las resuelva. Todo proyecto despachado por la Comisión Especial y el informe escrito de ésta
serán impresos y distribuidos por la Honorable Cámara de Diputados.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Introducción
La violencia se ha constituido en uno de los tópicos más discutidos y a la vez menos
definidos en los discursos políticos y en las ciencias sociales. Se la ha empleado para referir
hechos muy diversos con la engañosa creencia en su generalidad y univocidad. Cada teórico,
como cada ciudadano, pretende saber qué es la violencia asignándole el estatus de una cosa,
de un fenómeno social entre otros. La violencia existe desde la experiencia subjetiva de cada
uno, y esta positividad adquiere nuevos contornos dependiendo de quién la enuncie, quién la
evalúe o quien la interprete. De esta manera, la violencia emerge como categoría conceptual
“en el cruce de diferentes discursos antagonistas que se disputan una interpretación
definitiva”, haciendo de ella una noción tan inabarcable como polisémica (Michaud, 1989:
10)
Proponer una reflexión sobre la violencia nos enfrenta con una ventaja que es a la vez un gran
inconveniente: la existencia de múltiples y diferentes enfoques teóricos. Este puede ser un
hecho ventajoso si asumimos que las reflexiones precedentes –que van desde la etología y el
psicoanálisis hasta la antropología, la filosofía, la sociología y el derecho– de algún modo han
abierto el camino para una discusión actual; pero deviene una dificultad cuando revela la
imposibilidad de definir la violencia como un conjunto de hechos semejantes y fácilmente
identificables.
Más allá de los diversos enfoques que han querido encorsetar un fenómeno en sí mismo
inasible, lo cierto es que la preocupación por definir, describir, explicar y controlar la
violencia se corresponde con una particular visión de lo social. Aunque hechos como la
guerra, el asesinato o la tortura hayan existido desde siempre, son unas determinadas
condiciones de producción del saber y unas particulares representaciones de la vida en
comunidad, las que hacen de la violencia un tema relevante para políticos, científicos y
ciudadanos. Estos saberes y representaciones son los que convergen en la formación del
orden epistémico moderno delimitado por las nociones de orden, normalidad y ley, y sus
contrapartes: el caos, lo patológico y la transgresión.
Conscientes del carácter situado de la pregunta por la violencia, sus causas y manifestaciones,
los miembros de la Comisión quisimos empezar familiarizándonos con los debates y
trayectorias teórico- conceptuales más relevantes que se han producido alrededor de esta
21
Comisión Especial de Violentología 2013
temática en los tiempos que corren. En esta Primera Parte del Informe se reconstruyen
algunos de los que nutrieron la discusión a lo largo de las reuniones. En el capítulo uno, el
Diputado Franco Caviglia nos pone en contacto con el concepto de Violentología, una
aproximación integral e in-disciplinaria a la violencia que, comprendiéndola como un
fenómeno multiforme, impreciso y con escaso consenso científico, se traza como objetivo
confrontar los paradigmas admitidos, disipar los rostros familiares, re-interrogar las certezas
y volver a problematizar los problemas. En el capítulo dos, el Diputado Ramiro Gutiérrez
indaga en los contornos de este nuevo abordaje de la violencia, mostrando su relación con los
saberes existentes, en particular con el derecho y la criminología, y recalcando la novedad y
necesidad de un saber violentológico en tiempos de la transformación y crisis del sistema de
penas y castigos. El capítulo tres revisita la pregunta por el origen de la violencia
reconstruyendo los debates que disciplinas como la etología, el psicoanálisis, la sociología y
la antropología articularon en torno a su carácter innato o adquirido, situando a la violencia
en el debate naturaleza- cultura. Tomando distancia de las posturas innatistas y biologicistas,
el capítulo cuatro se articula en torno a la relación histórica entre violencia y poder, que ha
suscitado un sinnúmero de reflexiones en la filosofía, el derecho, la sociología y la ciencia
política, haciendo notar la cifra común de estos enfoques: la vinculación de la violencia con
la fundación, conservación o emancipación del poder político, sea como su medio específico
o como su negación.
Tras el recorrido por estas cuatro grandes discusiones, la Comisión acordó unos presupuestos
conceptuales mínimos para avanzar desde allí al tratamiento in situ de la violencia. En primer
lugar, la consideración de la violencia como un fenómeno social total, esto es, un hecho de la
vida social que no solo implica acciones sino que articula en forma simultánea e indisoluble
elementos pertenecientes a todas las esferas y a todos los niveles de la realidad social:
jurídicos, económicos, políticos, religiosos, biológicos, psicológicos y simbólicos (Mauss
1979; Gurvitch, 1979). En segunda instancia, la definición de la violencia no como una
sustancia o cosa a ser descubierta, ni como una impronta psíquica o biológica innata, sino
como modo específico de relación en la que una de las partes realiza su poder acumulado.
Esto los lleva a la tercera característica de la violencia: su relación inexorable con el poder,
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Comisión Especial de Violentología 2013
tal y como este ha sido concebido en las sociedades logo-falo-céntricas1, esto es, como
resultante de una situación inicial de violencia, o de amenaza de su uso potencial. La
violencia es el producto de relaciones de poder asimétricas en las que una de las partes niega
a la otra y la lleva a su destrucción parcial o total en el esfuerzo por obtener su obediencia o
sometimiento (Maturana, 1992). En cuarto lugar, la violencia tiene un carácter
multidimensional: puede ser directa o indirecta y sus efectos van más allá de la mera fuerza
física para adquirir manifestaciones culturales, estructurales y simbólicas. Finalmente, en lo
que hace al desenvolvimiento histórico de la violencia, hay que decir que, si bien el proceso
de la civilización ha implicado un suavizamiento de las costumbres, éste no da señas tanto el
desarraigo de la violencia como de su refinamiento y redistribución. En este sentido, la
violencia lejos de ser extirpada del todo social como un atavismo o una reliquia de los
tiempos arcaicos, está siempre redefiniendo sus actores, dispositivos y teatros de operaciones.
El concepto de falogocentrismo es empleado por Derrida en su texto La farmacia de Platón, para referirse a la
unión de los términos logocentrismo (poder del conocimiento) y falocentrismo (poder del hombre). Ambos se
solidarizan estratatégicamente para estructurar y garantizar el fundamento hegemónico de la razón patriarcal,
imponiéndose como el único referente de conocimiento, especialmente en el campo político y cultural. Según
Derrida, “el falogocentrismo muestra la estrecha solidaridad que existe entre la erección del logos paterno (el
discurso, el nombre propio dinástico, rey, ley, voz, yo, velo del yo-la-verdad-hablo, etc.) y del falo como
significante privilegiado” (De Peretti, 1989: 101-106).
1
23
Comisión Especial de Violentología 2013
Capítulo I
Violentología: Una aproximación integral e in-disciplinaria a la violencia2
1.
El inconformismo del pensar
Violencia, palabra que fascina, excita y a su vez genera angustia y miedo, tal vez porque
convivimos con lo que mata, con lo que somos y dejamos de ser. Paradoja que nos
comprende como seres humanos. Pensar la violencia y más aún, pensarnos en la violencia,
nos coloca frente a preguntas pendientes que abren muchos interrogantes sin responder. ¿Por
qué hay preguntas que nadie se atreve a plantear?, ¿tal vez le tememos al ridículo por carecer
de una respuesta adecuada?, ¿por qué suponemos que todo el mundo sabe, en líneas
generales, a que nos referimos?, ¿por qué la noción es demasiado imprecisa como para llegar
a convertirse en objeto de un saber determinado?, ¿por qué creemos que estamos
definitivamente liberados de ellas? o ¿por qué nos remite a una realidad que se resiste a toda
verificación o invalidación?
Entonces, ¿qué es la violencia?, ¿cuánto sabemos sobre ella?, ¿cómo la percibe la sociedad?,
¿cómo pensamos que la sociedad la percibe?, ¿por qué se ubica más allá de las razas, los
lugares, los tiempos y los grupos sociales?, ¿cuáles son las causas de su permanencia?, ¿qué
explicación podemos ensayar?. En fin: ¿cómo definirla, cuáles son sus causas, su función, su
finalidad y cuáles los factores que predisponen a que ocurra o no ocurra; cuáles son los
diferentes niveles de análisis espacio - temporales en los que se manifiesta; qué alcance tiene;
cuáles son sus consecuencias visibles y no visibles? Tales interrogantes nos conducen a una
multiplicidad de perspectivas que no nos permiten tener un concepto claro de lo que es3. Un
Capítulo preparado por el Diputado Franco Caviglia
Elsa Blair Trujillo (2009), al procurar construir un concepto más satisfactorio de la violencia que le permitiera
abarcar un mejor panorama para cimentar conceptos más desarrollados teóricamente, señala que no lo logró
pero que tal resultado no fue sólo suyo a juzgar por esfuerzos similares de otros académicos que, transitando
por diferentes recorridos, se enfrentaban a la misma dificultad. A su vez nos dice que “desde las aproximaciones
a la violencia asociada a la política y al poder, trabajada por politólogos y polemólogos, a la violencia como
“mito” del origen, trabajada por antropólogos en las fuentes de la antropología política, pasando por corrientes
psicológicas sobre las teorías de la agresión y por la criminología e incluso por teorías psicoanalíticas, y hasta
por la agresión animal, los autores no llegaban a dar una definición precisa o a ponerse de acuerdo sobre el
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fenómeno sin centro, con fronteras difusas y oscuras, que potencia la transformación viva de
nuestra existencia y, a su vez, nos conduce a la transgresión, alejándonos de la deseada
unidad de su comprensión.
La diversidad de sus manifestaciones y funciones sociales es indicativa de su carácter
multidimensional que a su vez, dificulta su teorización4. Además, su ambigüedad le otorga a
priori un significado multívoco (González Valenzuela: 1985) y su comprensión deviene en
asunto complejo. No sólo cada situación puede ser interpretada desde diferentes perspectivas
y enfoques - de hecho así funciona - sino que además, los factores que contribuyen a su
existencia se combinan necesariamente entre sí. Su concepto es trabajoso, no lineal,
productivo, destructivo y a su vez reproductivo. Es además, mimética, contagiosa, casi
homeopática. Lo que la violencia ha hecho, siempre puede volver a hacerlo. Está presente
desde el origen de la cultura; es impredecible, arrolladora y caótica, pero también ordenadora,
pues cohesiona su energía devastadora. Por eso, nunca puede ser entendida solamente en su
forma mecánica sino también en lo que representa. Enfocarse sólo en los aspectos materiales
de la violencia es un veredicto que la transforma en un ejercicio clínico o literario que corre
el riesgo de degenerar en teatralidad u obscenidad de su sentido. Desafía todo tipo de
categorías conocidas; puede ser todo y nada, legítima o ilegítima, necesaria o inútil, sin
sentido y gratuita, o completamente racional y estratégica. Interpretaciones tan contrapuestas
de un mismo concepto generan una enorme dificultad en definir la violencia en cuanto tal.
Sobre la necesidad de (in) disciplinar: Tenemos
el signo, pero se desconfía de las
definiciones. Se busca su atributo, su comprensión, la narración de historias no contadas y el
cuento de historias falseadas. Disuelve el precepto, el saber, el orden, pero también lo crea. A
veces parece que la razón nos abandona. Nos cansamos, pero volvemos a empezar; tal vez
ese es el misterio, volver a empezar vale la pena. Apela a la memoria y a los olvidos para
situarse en la agitación creadora, que también es destructora. Se explica y desconfía de lo
concepto. Quizá porque - como lo señaló Jacques Sémelin - no existe una teoría capaz de explicar todas las
formas de violencia. Ella tiene numerosas caras, fruto de procesos distintos. Termina concluyendo que no cree
que sea posible “establecer un concepto de violencia que sea unívoco”.
4
Eduardo González Calleja, señala: “el carácter fragmentario y omnipresente de la violencia hace delicada su
teorización. Su multidimensionalidad es indicativa de la pluralidad de sus valores anejos y de sus diversas
funciones sociales, de ahí que no se pueda ni se deba estudiar como un fenómeno unívoco. La violencia presenta
algunas dificultades importantes de partida para su estudio, y la primera de ellas es la apariencia difusa y
anárquica de alguna de sus manifestaciones más llamativas, que no se dejan atrapar fácilmente por un análisis
convencional de orden etiológico y tipológico”.
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Comisión Especial de Violentología 2013
dicho. Nos impulsa a desconfiar de lo que creemos y de lo que el otro tenga para enseñarnos.
Tal vez, como nos dice el pensador español Santiago Villaveces (1996), “la
conceptualización de la violencia borra en sí misma el hecho violento”, su lado humano.
Hace un par de años escribí un libro (Caviglia: 2009). Pensé que estaba muerto pero cobró
vida por sí solo. Nunca tuve la intención de que reviviera. Refiere a cuestiones sobre el
origen, la cultura y la violencia. No es un texto científico, pero su campo tampoco lo es,
inconveniente que nos facilitó comprender que hay otras profundidades que es difícil
disciplinar o expresar. Es subjetivo, pero no me pertenece, tiene que ver con vivencias,
especulaciones y refiere a relaciones, tensiones y la evolución de la cultura. Tiene algo de
inasible. Una figura indeleble que no se puede domesticar, ya que su mansedumbre nos puede
conducir a una multiplicidad de enfoques o al peligro del reduccionismo.
Analizar la
violencia desde una sola variable, una sola dimensión o una sola disciplina nos conduce a una
mirada sesgada y parcial de la realidad. La unilateralidad explicativa, puede ser una omisión
inconsciente, un problema epistémico producto de utilizar un marco teórico acotado, el
resultado de una distorsión ideológica, o tal vez, pretenda esconder intereses nada altruistas.
Como fenómeno multiforme, impreciso y con escaso consenso científico, deviene necesario
confrontar los paradigmas admitidos, disipar los rostros familiares, reinterrogar las certezas,
volver a problematizar los problemas, lo que se cree que es y tal vez no lo es. Ver el
acaecimiento, el escenario, el contexto, el discurso en la que se crea, para interpretar el
cambiante potencial de un sedimento cultural que permanece. Quizás entonces, la violencia
ya no tenga el mismo sentido, pero sigue teniendo sentido su enunciado. La misma palabra y
distintos hechos para idéntica justificación. Para alguien que priorizó la corazonada, y
cuestionó la razón y la ciencia como única forma de conocimiento, es tiempo de encuadrarse
y comenzar a hablar.
Como todo signo, la violencia forma parte de nuestra historia. No deberíamos olvidarlo, sobre
todo ahora, que es un territorio estratégico para los discursos de la actualidad. Ocupa un lugar
central para comprender la experiencia presente, con su naturaleza extrema, fragmentaria y su
dimensión imprevista en un tiempo marcado por la falta de significantes. Una violencia que
se filtra por las brechas de una modernidad en crisis. Tal vez por eso, estamos en un territorio
sembrado de equívocos donde nada nos garantiza que nuestra reflexión no sea otra cosa que
su propia duplicación.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Donde lo obvio esconde nuestros límites interpretativos y la urgencia del presente oscurece
nuestra búsqueda de claridad, la visibilidad global de la violencia exige una explicación y los
“responsables” de esa explicación se ven en la obligación de “luchar” para su prevención o
bien erradicarla. La búsqueda apremiante de soluciones surte sus efectos. Veámoslo en un
caso demostrativo por la entidad del dicente. La Organización Mundial de la Salud en su
Informe mundial sobre la violencia y la salud de 2002, contribuye a la perplejidad de lo que
por sí ya es impreciso. En el subtitulado “Definición de la violencia” nos empieza aclarando
que: a.- falta una definición clara del problema; b.- es un fenómeno sumamente difuso; c.- es
complejo; d.- es una cuestión de apreciación; e.- puede definirse de muchas maneras; f.- su
diversidad se debe a quién lo haga y con qué propósito. Sin embargo, luego de tamaño
análisis, unos párrafos más abajo remata con su propia definición, que al citarla, nos remite a
un documento inédito. Sin embargo, sus intenciones son más ambiciosas si tenemos en
cuenta que “divide a la violencia en tres grandes categorías”, cuando antes había afirmado
tajantemente que debemos: a.- contrarrestar la fragmentación; b.- superar las propuestas
segmentadas en áreas especializadas de investigación y actuación; c.- prestar especial
atención a los rasgos comunes y d.- dar paso a una perspectiva holística de la prevención.
No olvida decir que tales clasificaciones “son escasas” y “ninguna es integral ni goza de
aceptación general” (OMS: 2002)5. Entonces, ¿cómo se entiende lo dicho?, ¿cómo se
comprende este discurso? Parece que en el campo de la violencia todo tiene explicación si
razones académicas, institucionales, de poder o ideológicas, al menos, así lo requieren.
Cumplida está la necesidad del orden explicativo de las cosas.
En este contexto, el hombre moderno sufre un bombardeo de información mañana, tarde y
noche6. Al escuchar las noticias se interna en un mundo donde la diversidad, la abundancia y
5
Constituye el primer estudio exhaustivo del problema de la violencia a escala mundial; en él se analiza
en qué consiste, a quién afecta y qué cabe hacer al respecto.
6
Imbert señala la transformación del hacer en el ver, generado por los mass medias de la que resulta una
hipervisibilización de la violencia. “La representación moderna ha llegado a un grado tal de hiperrepresentación
que la violencia (y hasta la muerte) se ha trivializado y, de tanta repetición, serialización, saturación, ya no
produce efectos reales”. “El exceso de visibilización en la representación de la violencia, de la muerte, del
sadismo acaba produciendo insensibilización en el sujeto; y de la trivialización de las imágenes y su integración
a relatos y prácticas de corte lúdico se llega a una aseptización de la violencia, a su aceptación como hecho
natural, con sus derivas lúdicas o estéticas. La utilización de escenas de violencia real o simulada en reality
shows, docudramas y “programas de realidad” (tipo “Real TV” en Estados Unidos, “Impacto TV” en España),
facilitan esta confusión. La violencia erigida en código (en el cine de Tarantino, por ejemplo) contribuye a
imponerla como referente, a volverla no sólo aceptable, sino fuente de placer, dentro de un juego voyeurista.”
Hemos alcanzado un grado tal de saturación que la violencia ha entrado a formar parte del universo de
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la reproducción de los episodios más variados, más ajenos o más cercanos a su vida
cotidiana, penetran bruscamente en su esfera mental. Esta repetición incesante de mensajes
modifica su visión del mundo, reconstruye su percepción, su opinión, sus sentimientos.
Súbitamente, su comprensión del universo se efectúa únicamente a través de estas
construcciones sociales que le pertenecen al otro, donde se confunde la violencia
representada con la representación de la violencia.
Quizás, una de las ideas más repetidas que se entrega al público, con la reproducción de
imágenes televisivas, radiales e informáticas, es la "violencia que invade la vida diaria de
nuestras calles". Acompañan y refuerzan estas imágenes, los discursos dirigidos a señalar
una mayor intensidad de la "violencia", estimando estos sucesos como circunstancias
insólitas en épocas pasadas - lo cual es evidentemente falso -, que se han convertido en algo
común de nuestro presente, en el que abundantes foros, artículos editoriales y conferencias
dan crédito de esta nueva realidad y de la pérdida de valores en el mundo actual - lo cual es
dudoso-7. Es que, en el gran juego de la información, si se quiere que el mensaje llegue a
destino, tiene que pasar antes por varias pruebas: selección, descontextualización, reducción,
maniqueísmo y exageración. Hoy la violencia es inmutable a todas estas pruebas. Pero la
actualidad es ambigua, y si se quiere dominar esta ambigüedad, el ser humano debe darse
tiempo para el análisis y la reflexión desde una perspectiva histórica que le permita
contemplar la historia inmediata en su relación con la historia a largo plazo.
representaciones como algo natural, ineludible, “que consagra una forma de violencia en la representación
misma de violencia”. Para una aproximación teórica al concepto de hipervisibilidad y su aplicación al campo de
la comunicación audiovisual, remito a Imbert, Gérard (1986).
7
Sucede que ahora conocemos mejor la violencia. Tal vez la preocupación y la angustia que la sociedad
tiene por el “aumento de la violencia”, se deba a que la violencia se nos metió en nuestra casa, en el trabajo, en
la familia, entre los amigos, en nuestra cotidianeidad. La violencia es más visible como consecuencia de la
rápida evolución que ha tenido la tecnología de las comunicaciones y esa mayor visibilidad genera
intranquilidad y ansiedad dentro de una cultura que se adapta a un ritmo más lento a los nuevos modelos y
procesos sociales, institucionales y económicos. La velocidad del desarrollo tecnológico no se ve correspondida
por un acomodamiento social, cultural e institucional en un mundo globalizado donde los hechos son cada vez
más públicos. Si queremos comprender la violencia debemos empezar por aceptar los profundos cambios
irreversibles que acompañan a la sociedad moderna, y desde ese entendimiento enfrentar la realidad que nos
toca vivir de manera crítica reconociendo que ahora sabemos con rapidez de “lo bueno y de lo malo” que sucede
a nuestro alrededor. Un alrededor que es cada vez más amplio que aquel al que estábamos acostumbrados.
Ahora sabemos mejor qué hacemos los humanos, que en su esencia no es muy diferente de lo que siempre
hemos hecho, sólo que ahora lo tenemos presente todos los días y en casi todas partes. Debemos partir de
reconocernos como en realidad somos y desde esa aceptación asumir la responsabilidad de lo que queremos
hacer.
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Pero es el signo quien nos domina con una amplia y variada bibliografía, información y
pluralidad de discursos, que es acompañado y duplicado, desde los enfoques específicos de
distintas disciplinas sociales que induce a la dispersión, pues contiene y responde a factores
sociales, culturales, políticos, éticos, históricos y psicológicos, cuanto menos. De ahí, que
muchas disciplinas tengan algo o mucho que decir sobre la violencia. Por ese motivo, se nos
habla de violencia estructural o simbólica, física o psicológica, política, social o institucional;
el resultado de que la mayor extensión del término debilita su valor descriptivo e
interpretativo, así como también su contexto de explicación y justificación, donde la
“verdad” solo encuentra sentido en el marco teórico a la que está incorporada.
Ninguna de las concepciones sobre la violencia, que desarrollan las distintas disciplinas - sin
perjuicio de lo riguroso de las definiciones, conceptos y categorías que utilizan - satisfacen
enteramente la necesidad de una concepción que sea omnicomprensiva y con límites claros al
mismo tiempo. Es decir, que presente una extensión y una frontera que fije los límites a la
violencia. Las precisiones son importantes cuando se trata del complejo trabajo de establecer
qué es violencia y qué no es, o no alcanza a serlo. En el tratamiento riguroso de esta realidad,
tan ligada a las más diversas formas del comportamiento humano, fijar el campo y el marco
preciso de lo que entendemos por ella, constituye un elemento decisivo para el éxito de su
comprensión. El acuerdo previo en términos y conceptos aparece aquí como un umbral
necesario para su iniciación8.
Silencio y paradojas: En tal sentido, deviene necesario delimitar qué se entiende por
violencia. ¿A qué clase de conocimiento se refiere la violencia? ¿En qué difiere el
conocimiento de la violencia “per se” del conocimiento que tenemos sobre la violencia
política, cultural, estructural, interpersonal o de género? ¿Es la violencia una disciplina
científica, una rama de otra disciplina o un nuevo campo de estudio? ¿Es preponderantemente
empírica, intuitiva o deductiva, o bien es una combinación de las tres? ¿Sólo es posible hablar
de “violencias” que por su particularidad deberán ser abordadas como “violencia política”,
8
Thomas Platt (1992) nos dice que la aplicación cada vez más extensa del término "violencia" puede
surtir el efecto de deformar o ampliar su significado, complicar distinciones significativas, con lo que
conseguimos confundir a los demás y a nosotros mismos y aumentar las probabilidades de incurrir en errores de
razonamiento. Violencia interpersonal, social y política, “violencia abierta” y “violencia encubierta”, como
forma silenciosa de “violencia”, no han hecho más que expandir el significado de la palabra violencia, pues al
no implicar necesariamente un ataque o una agresión como sería el caso de una medida disciplinaria de un
maestro aplicada en el marco de un sistema educativo, se estaría estableciendo la categoría de “violencia
tranquila”, con lo cual se pregunta “si el próximo descubrimiento será el de la violencia no violenta”.
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“violencia organizada”, “violencia estructural”, “violencia simbólica”, “violencia
interpersonal”, “violencia de género”, “violencia en la niñez” e incluso “violencia del
lenguaje”, entre tantas otras? ¿Es la violencia un concepto subjetivo, relativista e ideológico,
a tal punto que resulta imposible arribar a una conclusión sobre sus atributos? En tanto que
una situación violenta como una revolución, una guerra, o actos violentos, así como también
su “castigo”, pueden considerarse como tolerables, aceptables, convenientes, hasta justos y
legales, o por el contrario, intolerables, inaceptables, reprochables, injustos y condenables.
¿Esto nos conduce inexorablemente a una paradoja axiológica? Si bien siempre que hay
violencia hay víctimas, su carga valorativa adquiere una connotación ambivalente. Dependerá
en gran medida del universo de valores de la comunidad, de sus mecanismos simbólicos, de
sus mitos, ritos, códigos o leyes. De tal manera que estaremos frente a un homicidio, un
castigo injusto, un mecanismo de control social, un delito, una forma de ordenar el caos, un
sacrificio o tal vez un chivo expiatorio.
Además, ¿estamos frente a una paradoja semántica en cuanto a si la ablación de clítoris, el
castigo corporal, el aborto, o la eutanasia remiten a actos de violencia o no? ¿Su carácter
fragmentario y multidimensional, es indicativo de una pluralidad de valores y de sus diversas
funciones sociales, de ahí que no se la pueda y tal vez ni se la deba estudiar como un
fenómeno univoco? ¿Tenemos una violencia, es decir, “la violencia” que es el marco de
referencia común a las diferentes expresiones de la violencia, o “violencias” que como tal
solo pueden ser abordadas desde el contenido epistemológico de las distintas disciplinas
existentes? ¿Cómo podríamos hacerlo sin categorías de análisis, sin conceptos, sin campo de
estudio propio; en fin, sin un marco teórico común que comprenda todo lo que decimos
cuando decimos violencia? ¿Es acaso la palabra violencia una palabra muda, en tanto no
podemos construir un discurso alrededor de ella?
Lo mismo ocurre en materia metodológica. ¿Cómo se pone a prueba una teoría sobre la
violencia para que sea considerada una ciencia?, ¿de qué tipo son las hipótesis y qué
funciones desempeñan?, ¿en qué se diferencia una explicación de una descripción sobre la
violencia?, ¿en qué difiere una explicación de una predicción de la violencia?, ¿cómo se
elaboran y utilizan los indicadores de la violencia?, ¿es verdad que los datos de la realidad
son su laboratorio experimental?
30
Comisión Especial de Violentología 2013
Desde el punto de vista ontológico. ¿Qué es la violencia: una acción, una situación, una
interrelación, un ente, un estado o un proceso? En particular, ¿qué es la violencia
interpersonal, política, institucional o estructural?, ¿cuánto tiene de verdad la violencia
simbólica?, ¿cuáles son los elementos más frecuentes de la no - violencia? Por otro lado, ¿es
la paz un bien supremo?, ¿la paz es la no - violencia o es otra cosa?, ¿es la normalidad social
siempre preferible al no orden?, ¿cómo se relacionan fines y medios en la violencia? ¿Cómo
está relacionada la violencia con la no - violencia?
¿Debemos resignarnos a la imposibilidad de construir un campo de estudio autónomo sobre
la violencia? En tal caso, ¿quién lo dice, desde dónde lo dice y porqué lo dice?, ¿las distintas
disciplinas que abordan parcialmente la violencia desde su campo de estudio?, ¿lo dicen
desde la imposibilidad o desde la comodidad?,
¿hubo propuestas que fracasaron
definitivamente en el intento? o ¿acaso la creación de un espacio para el estudio de la
violencia nos conducirá hacia un reduccionismo que nos impedirá abordar científicamente
una problemática sumamente compleja? Se pueden hacer conjeturas y especulaciones, pero
en verdad todavía no lo sabemos.
Del sentido y el significado: El sentido de la violencia se encuentra en estado de abandono y
esa situación nos causa angustia. Entonces aparecen los demandantes de sentido para
tranquilizar, para que nos de abrigo sin importar que lo que significamos como sentido solo
cobre actualidad con su significado. Entonces cuando se proclama que vamos a “erradicar la
violencia” no entiendo bien si se quiere erradicar la palabra o bien decir, todavía estamos
aquí, vivos, conviviendo con la violencia. Tal vez se atrapen a las palabras como si fueran
cosas, donde el sentido es el significado y vuelta a empezar.
¿Es la violencia un atributo humano? Expresado en estos términos se la podría emparentar
incorrectamente con ciertas teorías biologicistas. En verdad se trata de un atributo que cobra
sentido en el “mundo de lo humano”. No se la puede aceptar o rechazar voluntariamente en
cuanto no es buscada, querida o no querida, sino que existe y pertenece al espacio relacional
de la convivencia humana.
Es una compañera (no) querida de la condición humana? Si bien su praxis adopta la forma de
una actividad destructora - creadora, su omnipresencia pertenece a lo que acaece en el mundo
- social - total. No es la atmosfera agobiante de nuestra existencia, ni el telón de fondo de
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Comisión Especial de Violentología 2013
nuestras acciones. Solo se trata de reconocer que es y en cuanto que es, existe. Encontrar un
sentido importa desentrañar la complejidad multiforme con la que se manifiesta, las distintas
máscaras con la que se presenta y el arrastre teórico que da lugar a una pluralidad de
significados.
En tanto que el sentido es anterior a toda significación, previene todas las significaciones.
Como decíamos, el sentido es y en cuanto que es, existe, mientras que el significado es una
construcción social humana posterior al sentido. Identificar sentido y significado es propio de
un pensamiento totalitario.
Debemos a las ciencias sociales el conocimiento de los distintos significados que adquiere la
violencia. Ahora llego el momento de poner en escena su sentido en tanto acontecimiento
originario fundante de la violencia. Las disciplinas sociales tradicionales nos afirman su
absoluto silencio. No cabe duda de que el ciclo está cerrado. Las ciencias sociales nos
muestran su disciplina y ausencia. Peor aún es que al carecer “de sentido” la violencia se
pretende que sus múltiples significados sean sus hijos adoptivos.
El principal atolladero en el que se encuentran los significados es que no pueden salir del
dilema dualista que presentan las disciplinas sociales: estructura vs función, individuo vs
sociedad o materia vs idea. Tal vez esté expresado en términos un tanto “ásperos”, pero esa es
la imagen que quiero proyectar para que quede claro que el debate dualista nos conduce a un
punto muerto.
Para salir de esta encerrona debemos pensar en términos relacionales donde el espacio
relacional que se da entre las personas no es independiente, anterior o posterior a la misma
sino que forma parte de ese proceso social todo, en el cual la violencia cobra sentido.
Debemos destacar que esta forma de entender la violencia constituye una reconfiguración de
sus conceptos y categorías centrales. En tal dirección la violencia no puede ser vista como
una acción, un hecho o una situación propia de los agentes que forman parte del
acontecimiento, sino desde una perspectiva que rechace la primacía de categorías y conceptos
sustantivos atributivos de sentido. Por el contrario, el imperativo que atribuye sentido a la
violencia está dado por el proceso social de relación interhumana que se da entre las personas
Luego viene otra etapa, que no guarda relación con la anterior, donde las distintas disciplinas
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Comisión Especial de Violentología 2013
sociales decretan el significado de la violencia dentro del marco teórico y con los limites
propios de la disciplina social de que se trate.
Lo dicho pone de manifiesto un quiebre absoluto entre el sentido de la violencia y el
significado que le dan las distintas disciplinas científicas. Significado que se construye
socialmente y no guarda ninguna relación con su sentido como fundamento último de la
violencia.
En búsqueda de la Violentología: Esta búsqueda de precisión nos revela algo más, la
necesidad de una nueva lectura de la violencia. Desde un lugar no dogmático, que suponga el
manejo de conocimientos de otras áreas científicas y busque nuevas referencias teóricas, para
comprender sus múltiples caras. Indagar nuevos límites, bucear en otras profundidades,
abriendo las fronteras del conocimiento a otros espacios del saber. Volver al pasado, a las
viejas tensiones, para iluminar el presente, recuperando protagonistas y experiencias
olvidadas. Un presente que aparece como una caldera, donde todo está a punto de explotar,
pero que nunca explota del todo. No hay certezas, pero tampoco hay responsables. ¿Entonces
qué? La posibilidad no pasa por la destrucción de todo lo anterior, ni tampoco por la
repetición. Pasa por comprender, por buscar lo esencial, lo arcaico, la particularidad de su
expresión y su totalidad óntica. Dar visibilidad a lo oculto, a lo amordazado y estar atentos
para apartarnos de su origen y al mismo tiempo tomarlo.
Lo que antecede es sólo un breve repaso de problemas a investigar. Si bien es cierto que ellos
ya han sido tratados en profundidad por varios autores, también lo es el hecho de que han
sido abordados a partir del marco teórico de su propia disciplina o con la ayuda de las
herramientas de que disponen otras disciplinas, lo que no es incorrecto si no fuera por sus
resultados. Pero no sigamos lamentando la situación actual y comencemos a transitar el
camino del viejo consejo chino: Más vale encender una vela que deplorar la oscuridad.
Aportemos nuestro grano de arena al estudio de la violencia, emprendiendo el análisis de sus
problemas, su comprensión y su campo de investigación.
Existe un fuerte consenso científico en torno a quienes sostienen que no es posible referirse a
un concepto unívoco de violencia (y tampoco sería conveniente)9, sino a las diferentes formas
9
Ver citas n 1 y 2.
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Comisión Especial de Violentología 2013
que las violencias adoptan en la realidad. Esta hipótesis lleva a negar que se puedan agrupar
todas las violencias en un concepto único, que comprenda todo el conjunto de violencias que
existen en la actualidad. Pero tenerle miedo a las ideas generales equivale a tenerle miedo a la
posibilidad de aproximarnos a una teoría pura de la violencia, siempre que no las
reifiquemos.
De no ser así, se podría decir que lo que vale para los conceptos particulares o específicos de
las violencias, vale también para el concepto general de violencia a secas. Si no aceptáramos
como posible un concepto general de violencia no tendría sentido proponer un campo
autónomo de estudio de la violencia, y en tal caso, no se alcanza a comprender como sería
posible definir las violencias particulares, en las disciplinas que utilizan dicha palabra.
Pero una cosa es aceptar la necesidad del término violencia y otra es definirlo10. Si bien es
cierto que se puede caracterizar con suficiente precisión y certidumbre razonable lo que es un
homicidio, una violación o la guerra, también es cierto que no se posee ningún concepto
general, claro y adecuado de violencia. Tampoco se dispone de un concepto de no-violencia o
de paz. Si supiéramos cuales son las condiciones necesarias y suficientes para que no haya
violencia, la tarea de definir la violencia sería un ejercicio trivial de lógica. En efecto,
diríamos que una sociedad o persona es violenta si y sólo si no es no-violenta. En síntesis,
podríamos decir que la violencia es igual a la no “no-violencia”. Pero desgraciadamente, lo
que ahora no está claro es si se trata de un razonamiento lógico o de un mero juego de
palabras.
Es posible que no se logren forjar conceptos generales, claros y adecuados de violencia y de
no-violencia hasta tanto los investigadores no se decidan a dar un fuerte impulso al estudio de
la violencia como campo propio. Al menos, esto es lo que sugiere la historia de la cultura, en
10
Tenemos el término pero no su explicación. Al examinar este término, se observa que han sido
diversos los discursos que se han construido en torno de sus múltiples aristas, dando lugar a variadas tipologías
en concordancia con los cambios espaciales y temporales. La violencia es un término ambiguo cuyo significado
es establecido a través de procesos políticos. Los tipos de hechos que se clasifican varían de acuerdo a quién
suministra la definición y quién tiene mayores recursos para difundir y hacer que se aplique su decisión. En
otras palabras, el concepto de violencia en sí mismo es un concepto multívoco, lo cual explica las dificultades al
intentar definirlo con precisión. A su vez, en la práctica el fenómeno de la violencia cruza múltiples campos
interdisciplinarios y áreas de investigación, razón por la cual los estudios tienden a ser fragmentados y solo
responden a la disciplina científica que lo estudia, lo que ha impedido el desarrollo de una teoría general de la
violencia. Así, se puede observar como la palabra violencia se emplea para referirse a un conjunto de acciones,
hechos y situaciones tan heterogéneos que parecieran no tener ninguna conexión entre sí, mientras se mantiene
constante la poca preocupación por diseñar sus postulados básicos.
34
Comisión Especial de Violentología 2013
la cual todas las ideas generales han permanecido en la sombra mientras no se fundaron
teorías generales que las explicaran. Además, nos interesa destacar que no nos referimos a
una mera sumatoria o agrupamiento de conceptos, categorías o ideas, sino a un campo
autónomo de estudio donde converjan todas las disciplinas.
Por otra parte, va de suyo que no proponemos un conocimiento de la violencia como una
meta definitiva. Se debe aspirar a incrementar su calidad, sin aumentar el volumen de la
producción académica. En otras palabras, lograr un desarrollo científico ininterrumpido hasta
alcanzar el nivel de madurez y a partir de ahí impulsar un progreso científico que no
involucre necesariamente un aumento de su volumen productivo.
Esto no implica que no debamos incorporar la “masa crítica” desarrollada hasta el presente
desde la diversidad de disciplinas que la han estudiado. De tal forma que el conjunto
“violencia” estaría formado por la convergencia y encuentro de los subconjuntos que han
aportado los estudios de la “sociología de la violencia”, “antropología de la violencia”,
“violencia política”, “violencia psicológica” y demás subconjuntos que hayan contribuido al
estudio de la violencia desde una perspectiva que le es propia. De esta amplia gama de
definiciones, análisis, trabajos de campo, descripciones históricas, criterios normativos y
valores, tenemos el desafío de buscar un mínimo de consenso científico para determinar los
presupuestos epistemológicos y metodológicos que nos permitan crear un campo de estudio
autónomo de la violencia. Si a priori parece una tarea imposible, recordemos que tal
imposibilidad se ve mitigada por la ausencia de propuesta alguna que la demostrara.
Sin duda habrá dificultades, pero nunca imposibilidad. Todo lo que nosotros sabemos y
hacemos depende de nuestro saber y también de nuestro saber hacer. No obstante este saber y
saber hacer tropieza con límites. En primer lugar, los limites que imponen las propias
disciplinas y que son traspasados cuando se generan nuevas hipótesis que tienen significado
en el mundo científico de dicha disciplina. El segundo límite es de otra característica y
consiste en que toda ciencia, todo saber disciplinario, está determinado por su ámbito de
nuestro saber en el mundo. El mundo no es objeto de investigación, sino que para conocer “el
mundo”, debemos “romperlo en pedazos” y nuestro saber disciplinario se corresponde con
un pedazo de ese mundo.
35
Comisión Especial de Violentología 2013
Vamos a decir algo obvio, pero a veces hasta lo obvio necesita decirse. Nuestro saber en el
mundo no se agota con lo que sabemos en este instante. Es posible que exista algo no
descubierto. No sólo es posible, es hasta muy posible. Por eso el interrogarse. Por eso me he
referido a una serie de preguntas, con la intención de que a esas preguntas le siga un
despertar.
Tampoco venimos a empezar algo nuevo. En verdad no sabemos cuándo ha empezado. Solo
intentamos penetrar a través del velo que nos conduzca al conocimiento de la violencia. Hoy,
al igual que antes o más adelante, es necesario conocer el “mundo de la violencia”. Incluso
hoy es más necesario que antes, pues a consecuencia de nuestro saber y de la crítica de
nuestro saber, se vuelve más claro lo que quizás en tiempos anteriores era menos claro. Tal
vez este tampoco sea el tiempo, pero nunca sabremos cual es el tiempo si no lo buscamos.
¿Qué es la violencia? Esta pregunta va unida a la inseparable búsqueda de lo que somos. Por
eso es incómoda, tal vez por eso nunca es el tiempo, porque no queremos saber lo que
somos11. ¿Y por qué la pregunta? Porque es posible que nos permita salir de los lugares
comunes y pegar un salto en nuestro lento reflexionar. Y para eso no hay que ser
complicados, solo hace falta una pregunta, una simple pregunta para pegar un salto hacia el
despertar. También es posible que no queramos despertarnos por el temor de que ese
despertar nos genere una angustia insoportable12. Bendita comodidad de lo conocido.
Sin embargo, es impostergable conocer el camino que nos conduzca a saber qué es la
violencia. Se nos podría decir que ya sabemos qué es la violencia, pues “todo el mundo sabe
qué es la violencia”. Pero resulta que sabemos tanto, que hasta es sospechoso saber tanto, que
es como saber poco más que nada. Es lo que justifica dar el salto y salirse del común de los
saberes. Solo emprende este camino quien percibe los límites y no se contenta en convivir
dentro de los límites de lo establecido, en la cárcel de la armonía de las convenciones
11
La violencia es nuestra sombra. Quien ha visto la cara de la violencia sabe que es como tocar fondo en
las profundidades de lo humano. Sabe que significa hundirse en algo oscuro, amenazante, destructivo que nos
espanta. Pero lo más espantoso es tener que aceptarla como algo humano, que nos pertenece. La violencia,
cualquiera sea la externalidad en que se revele y sin importar de donde venga nunca dejara igual nuestra imagen
de lo humano como arquitectura superior del cosmos que nos pertenece.
12
En general, nos resulta sencillo y cotidiano escuchar que otros hablen de violencia, pero somos
renuentes a pensarnos a nosotros mismos pensando la violencia, pues ante el horror de la palabra el sentido no
tiene soporte y nos refugiamos en fachadas egoístas que no desconocemos, proponiendo recetas que prometen
soluciones y hacen nuestra existencia menos desgarradora.
36
Comisión Especial de Violentología 2013
convenientes. Tal vez debamos recorrer un largo camino, tal vez no tan largo o más largo
aún, pero como todos sabemos, el comienzo es el primer paso. Es el desafío de romper con
las convenciones y la aventura de penetrar más allá de lo conocido, sabiendo que nos
liberamos de las certezas pero somos esclavos de lo desconocido. “Esclavos” de un
pensamiento libre.
Nuestra tarea para el futuro próximo consistirá en tratar de establecer las bases teóricas y
metodológicas que nos permitan explicar qué es la violencia. No resulta sencillo, pero a partir
de un enfoque (in) disciplinario tendremos en la mano un amplio espectro de perspectivas
teóricas y metodológicas, que no compitan entre sí, sino que converjan en su extensión y
límites para entender mejor este fenómeno que hoy en día tiene una presencia significativa en
la vida cotidiana, en el discurso público y en los ámbitos académicos. Esta realidad nos
obliga a responsabilizarnos en la discusión para comprender lo mejor posible la violencia y a
partir de esa mejor comprensión orientar medidas para reducir y mitigar su presencia. Si bien
es una problemática oscura, aún en las profundidades, cuando la conectividad es posible, el
desafío es obligación.
2. Aforismos en espera de la Violentología
Es momento de contrastar el tema de la ubicua violencia con el interrogarse que lo precede.
Por abducción hipotetizamos que la Violentología es el campo adecuado para cazar
epistemológicamente a la violencia. Observémoslo a través de las afirmaciones que le siguen:
i. Pensar la violencia nos coloca frente a preguntas pendientes que abren muchos
interrogantes sin responder.
ii. Tales interrogantes nos conducen a una multiplicidad de perspectivas y sus diversas
manifestaciones sociales son indicativas de su carácter multidimensional.
iii. Tenemos la sensación de saber más sobre las raíces, causas, motivaciones y consecuencias
de la violencia; pero no avanzamos en su comprensión.
iv. Es un término de extensión casi infinita y de comprensión poco más que nula.
v. Se nos presenta como un fenómeno ambiguo, con significado multívoco, cuya
comprensión deviene en un asunto complejo.
37
Comisión Especial de Violentología 2013
vi. Un balance de las investigaciones realizadas nos conduce a la conclusión de que falta
precisión conceptual en el término.
vii. Esta falta de precisión conceptual conduce a que la violencia no pueda explicarse desde
un enfoque teórico unívoco.
viii. Ante la ausencia de una definición común, la violencia es explicada por diversas
disciplinas científicas a partir de los marcos teóricos que le sirven de base.
ix. Las disciplinas que más frecuentemente se ocupan del tema son la sociología, la ciencia
política, la historia, el derecho y la psicología, y en menor medida la antropología, la
etnología, la economía, la lingüística y el psicoanálisis.
x. Los enfoques específicos de las distintas disciplinas sociales inducen la dispersión de su
estudio y consolidan una tendencia a la fragmentación.
xi. Carecemos de un marco de referencia común a las diferentes expresiones de la violencia y
en su lugar tenemos “violencias” que como tales sólo pueden ser abordadas desde el
contenido epistemológico de distintas disciplinas científicas.
xii. Ninguna de las concepciones sobre la violencia, que desarrollan las distintas disciplinas,
sin perjuicio de lo riguroso de las definiciones, conceptos y categorías que utilizan, satisfacen
enteramente la necesidad de una concepción que sea omnicomprensiva y con límites claros al
mismo tiempo.
xiii. Los límites en el alcance explicativo son el resultado de que los enfoques disciplinarios
solo nos pueden dar una visión parcial del tema.
xiv. Ante la ausencia de definiciones comunes, las concepciones disciplinarias se inclinan por
indagar los hechos, causas y consecuencias de la violencia, sin precisar conceptualmente el
término.
xv. Se insinúan enfoques desde el pensamiento complejo orientados desde la inter, multi y
transdisciplina, resaltando su carácter integral y holístico pero sin mayores desarrollos
teóricos.
xvi. Se advierte la falta de un marco teórico para explicar la violencia.
38
Comisión Especial de Violentología 2013
xvii. Debemos evitar los análisis que nos conduzcan a una multiplicidad de enfoques o al
peligro del reduccionismo.
xviii. Existe un fuerte consenso científico en torno a quienes sostienen que no es posible
referirse a un concepto unívoco de violencia y que tampoco sería conveniente lograrlo.
xix. Es necesario disponer de nuevas herramientas conceptuales que nos permita interactuar
con las distintas disciplinas que se ocupan de la violencia.
xx. Debemos disponer de la “masa crítica” desarrollada hasta el presente por las diversas
disciplinas que la han estudiado.
xxi. Es necesario pensar la violencia desde un lugar distinto a los paradigmas vigentes,
abriendo la posibilidad de otros desarrollos posibles.
xxii. Es indispensable avanzar en la construcción de un consenso amplio en la comunidad
científica sobre el concepto de violencia.
xxiii. Tenemos el desafío de determinar los presupuestos epistemológicos y metodológicos
para el estudio de la violencia.
xxiv. Para ello debemos proponer conceptos generales claros y adecuados.
xxv. Nuestra propuesta consiste en establecer las bases teóricas y metodológicas que nos
permitan explicar que es la violencia desde un campo de estudio autónomo.
Sin ser lo mismo en lo que a nuestra propuesta se refiere, el reconocido Manifiesto de
Valencia sobre la Violencia, acordado en el mes de septiembre de 1996, importa un avance
en el camino que estamos recorriendo - por ser el resultado de un consenso académico
internacional y consecuencia del fundacional Primer Encuentro Internacional sobre
Violencia - al haber establecido en su punto tercero: “Dada la multiplicidad de formas bajo
las que aparece la violencia y dado la diversidad de saberes que se ocupan de su estudio, es
necesario confeccionar un vocabulario común de tipo descriptivo que facilite la investigación
y comunicación interdisciplinaria”13.
13
Si bien nuestra perspectiva de estudio apunta al nivel óntico, que es mucho más que el nivel semántico
del fenómeno de la violencia, incorporamos el texto por dos motivos, por lo qué dicen y quién lo dice. En primer
lugar porque reconoce la complejidad del fenómeno que es abordado por una diversidad de saberes que
oscurecen su comprensión, motivo por el cual deviene necesario, cuanto menos, confeccionar un vocabulario
39
Comisión Especial de Violentología 2013
Si acordamos que los actuales paradigmas ya están en crisis, es el momento de iniciar el
tránsito hacia uno nuevo. Debemos apuntar al seguimiento epistemológico y captura
metodológica de la violencia misma, mediante la creación de un instrumento idóneo y
autónomo: la Violentología.
3. Pensar la violencia desde la Violentología
La idea de analizar la violencia constituye una invitación a compartir un riesgo intelectual,
que no trata de hacer una síntesis de los enfoques disponibles, sino que propone una hipótesis
que no transite por trillados lugares comunes y sugiera, en cambio, una imprescindible nueva
forma de reflexionar y pensar.
Como señalamos antes, se toma como punto de partida el interrogarse sobre ¿qué es la
violencia?, término de extensión infinita y de comprensión casi nula o múltiple, problemática
que intentaremos abordar desde la Violentología como campo autónomo de estudio de la
violencia.
Abordamos la Violentología en el grado cero del lenguaje. Un signo. Pero un signo “vacío”.
Vacío como estructura ausente de significado en cuanto imagen conceptual. Vaciado, no por
carecer de significante como imagen acústica de la palabra dicha, sino por desconocer,
provisoriamente, su referente, la cosa significada. Entonces, la Violentología queda a priori
absolutamente huérfana de contenido.
Requiere al menos el interrogarse en tres niveles de análisis. A nivel lingüístico: ¿Qué
decimos cuando decimos la palabra violencia? A nivel conceptual: ¿Cómo se describe,
analiza e interpreta a la violencia desde las diferentes disciplinas que se ocupan de ella? A
nivel óntico: ¿La violencia, como término propio, sin adjetivación, está genéricamente
determinada? En el aspecto epistemológico de la Violentología contamos con el aparato
teórico de pensadores como René Girard, Humberto Maturana, Norbert Elías, Pierre
Bourdieu, Georges Bataille, Gianni Vattimo, Jean-Claude Chesnais, Gregory Bateson,
Marcel Mauss, Martin Buber y Enrique Del Percio, entre muchos otros. Pensadores que
común que facilite su investigación y comunicación y en segundo término, porque dicha afirmación es producto
de un consenso a nivel global expresado en el I Encuentro Internacional sobre Violencia.
40
Comisión Especial de Violentología 2013
mucho han dicho, pero fueron poco escuchados, cuando abordaron la problemática de la
violencia.
Lo que sigue tiene el propósito de sistematizar el aporte epistemológico del núcleo básico que
conforma la Violentología como propuesta:
i. Una forma del convivir humano: La violencia se nos presenta -colocándolo en epojé (en
un entre paréntesis) - como una forma del vivir humano, y en tanto el otro como existente
frente a mi propio vivir, es también un modo de convivir, un fenómeno relacional; donde el
ser humano no es sólo una mera corporalidad ni sólo un modo de vivir, sino una dinámica del
“ser en si” y en cuanto a “su relación con el otro”. Aparecemos como dasein (arrojados en
el mundo) y nos enfrentamos (damos la cara) ante el mundo, no como un conjunto de cosas
en el ámbito espacial, sino en tanto vínculos inescindibles con lo que no soy como ente
aislado. Si Husserl propugnaba la fenomenología - más intelectualista - y Heidegger el
existencialismo - más ontologista -, Sartre sintetizará a ambos, y en cuanto a la violencia dirá
en su obra teatral Huis Clos que “el-infierno-son-los-otros”.
Se trata de recordar que la misma sociedad es contradictoria14, es racional e irracional a un
mismo tiempo, es un sistema y a la vez ruptura, es un espacio donde nos reconocemos y
donde nos peleamos, es un lugar donde la violencia permanece. Así como nos reconocemos
en la relación intersubjetiva, esa misma relación en diversas ocasiones está mediada por la
violencia. Debemos hacernos cargo de esta realidad, porque nos pertenece, porque nos es
propia, porque convivimos con ella, porque si permitimos que se disuelva en la coherencia
teórica de la Razón, nos estaremos olvidando de nosotros mismos. Si no nos reconocemos en
la violencia, dejamos de reconocernos en tanto seres humanos sociales y en consecuencia
dejamos de reconocernos a nosotros mismos.
14
Tanto Jean-Claude Chesnais como René Girard proponen estudiar la violencia a partir de sus estadios
fundacionales como las evocaciones civiles, militares y religiosas que han hecho del crimen originario, el
sacrificio libertador, la cacería y exterminio del “otro” - sea este un extranjero, una bruja, el portador de una
peste o el hijo del diablo, en fin un “chivo expiatorio” - un acto de celebración ritual que se festeja cumpliendo
una función integradora y fundadora de la violencia en las sociedades primitivas y modernas. Es en esta
dimensión paradójica del orden social contemporáneo en la que se ubica J. C. Chesnais al plantear la actitud
contradictoria de nuestras sociedades con respecto a la violencia: “intentan excluirla, erradicarla de los
comportamientos humanos; refuerzan su negatividad presente, a la par que celebran periódicamente su
positividad pasada. ¿Qué son esas grandes conmemoraciones nacionales sino el recuerdo de masacres, la
exaltación de actos liberadores?” (Imbert, 1992: 20).
41
Comisión Especial de Violentología 2013
ii. Mimetización de la violencia: Mucho nos aporta René Girard
para comprender la
violencia, aún sin ser concluyente sobre si la violencia es propiamente natural o connatural al
ser humano, cuestión que en verdad todavía no lo sabemos.
Lo que sí sabemos y es evidente, es que la violencia “aparece” cuando entramos en relación
con otro ser humano. Conocemos el modelo triangular de Girard respecto de dos o más
personas que entran en conflicto porque desean el mismo modelo, donde ese modelo se
convierte en objeto de deseo que desata un efecto mimético15 entre las personas. Se desea el
deseo del otro, no en tanto deseo sino en tanto otro. Lo confirma en cierto modo, la
antropología con el ensayo sobre la reciprocidad del don en Marcel Mauss16, la psicología
15
La palabra mimesis ha perdurado a través del tiempo aunque no necesariamente en el mismo sentido.
Se trata de una palabra que la encontramos tanto en Platón y Aristóteles, como en las diversas teorías educativas
y estéticas. Sobre el mimetismo se basa lo que llamamos aprendizaje, educación, iniciación. El concepto de
mimesis corriente, descrito en la Poética de Aristóteles, y derivado de Platón, excluye dos tipos de conducta que
también son sujetos de imitación por parte del hombre: el deseo y la apropiación. Para Girard, el deseo humano
es esencialmente mimesis o imitación, es decir, nuestros deseos se configuran gracias a los deseos de los demás
(en esto difiere de Freud). En esta mimesis de deseo, los objetos se eligen gracias a la mediación de un modelo.
Por otra parte, si un individuo imita a otro cuando este último se apropia de un objeto entonces nos encontramos
con la mimesis de apropiación de la cual puede surgir la rivalidad o el conflicto, porque el objeto entra en
disputa. En definitiva, el objeto puede caer en el olvido por parte de los antagonistas, entonces se pasa de la
mimesis de apropiación a la mimesis de antagonista ya que el deseo mimético del objeto se transforma en
obsesión recíproca de los rivales, y una vez que aumenta el número de rivales, los antagonistas tienden a escoger
el antagonista del otro. La mimesis ha sido considerada tradicionalmente como algo enteramente positivo, tal es
el caso de la mimesis estética y educacional. Esta visión mutilada de la imitación se ha visto extendida a
diversos campos como la filosofía, psicología, sociología y crítica literaria. La mimesis de la que trata Girard, y
que es apenas percibida en Platón, pone énfasis en una mimesis potencialmente divisiva y provocadora de crisis,
que se manifiesta en la propagación de la rivalidad mimética. Si bien el deseo mimético es potencialmente
provocador de crisis, esto no significa que en sí mismo sea malo, a pesar de ser el responsable de que surja la
violencia. Girard afirma que, si nuestros deseos no fueran miméticos, se encontrarían fijados permanentemente
en objetos predeterminados, en definitiva constituirían una especie de instintos, de tal manera que no podríamos
cambiar de deseo nunca. De lo anterior podemos ver que la primera hipótesis que maneja Girard en su
pensamiento es que el deseo elige sus objetos gracias a la mediación de un modelo. Posteriormente desarrollará
una segunda hipótesis más antropológica y globalizante que se remonta incluso a las sociedades primitivas al
afirmar que, cuando las comunidades arcaicas entraban en crisis se volvían violentas, expulsando (eliminando)
así al supuesto causante del desorden. Sin embargo, dicho culpable frecuentemente era acusado injustamente, es
decir venía a ser un chivo expiatorio. Girard llega a la comprensión de la génesis de lo humano a través de la
crisis resuelta por el mecanismo de la víctima propiciatoria. Tanto el recuerdo de la violencia generada, como el
fin de la misma, quedarían conservados aunque velados bajo los ritos, los mitos y las prohibiciones. En estadios
posteriores, estos nichos de las culturas se desplazan a nuevas construcciones culturales que intentan ocultar sus
orígenes violentos. Por otra parte, dicha expulsión que ejercieron las comunidades primitivas, se seguiría
efectuando a lo largo de la historia, incluso en la actualidad, pero con matices y formas de presentarse distintas
(Girard, 1972).
16
El ensayo de Marcel Mauss trata la manera en que el intercambio de objetos entre los grupos articula y
construye las relaciones entre ellos. Sostiene que donar o dar un objeto (don) hace grande al donante y crea una
obligación inherente en el receptor por la que tiene que devolver el regalo. “Reciprocidad”, “don”,
“intercambio”, son formas, que pueden estar presentes en diferentes situaciones sociales, sean “igualitarias”,
sean “tributarias” o “redistributivas”. Muestra cómo un objeto es investido por un rol que depende de funciones
sociales específicas, no meramente de su corporalidad de manta, cobre, oro. El intercambio de dones sólo
42
Comisión Especial de Violentología 2013
con el tema de la empatía en Carl Rogers17, la teoría de los memes de Richard Dawkins18 y
más recientemente, la neurobiología con el descubrimiento de las neuronas espejo19. En igual
“pacifica” y “cohesiona” cuando satisface el deseo de reciprocidad mediante la equivalencia. Es el origen de las
dos emociones más básicas que surgen de la falta de equivalencia en el espacio vital intervincular: 1) Orgullo
(dar de más) y 2) Vergüenza (recibir de menos). ¿Cómo se relaciona con la violencia? El imponer el dar de más
es violencia. El buscar por mano propia lo que recibió de menos es violencia. (Mauss, 2009).
17
Sus teorías abarcan no sólo las interacciones entre el terapeuta y el cliente, sino que también se aplican
a todas las interrelaciones humanas. La terapia rogeriana contrasta con las perspectivas psicológicas freudianas y
las sociales de Alfred Adler y de Albert Bandura, por el uso preferente de la empatía para lograr el proceso de
comunicación entre el cliente y el terapeuta o, por extensión, entre un ser humano y otro. Según Carl Rogers,
para crear el espacio vital intervincular requiere que entre ego y alter se den recíprocamente tres actitudes
básicas: 1. Autenticidad también llamada "congruencia": consiste en "ser el que uno es" en la relación, sin
construirse máscaras o fachadas. 2. Aceptación incondicional o "consideración positiva incondicional": implica
aceptar a la persona tal cual es, con sus sentimientos y experiencias. 3. Empatía o "escucha empática": es la
capacidad de comprender la experiencia única de la otra persona; dicho coloquialmente: "meterse en su pellejo"
y comunicar algo de esta comprensión. (Rogers, 1980: 95).
18
Hizo una contribución original a la ciencia evolutiva con la teoría del fenotipo extendido, que afirma
que los efectos fenotípicos no están limitados al cuerpo de un organismo, sino que pueden extenderse en el
ambiente, incluyendo los cuerpos de otros organismos. Dawkins extrapoló las características del proceso de la
evolución biológica a las de la evolución cultural. Las unidades que codifican la información biológica son los
genes, que la transmiten mediante la replicación y la reproducción. Asimismo introdujo la idea de que existen
unidades análogas para codificar la información de la cultura, a las que denominó con el término “memes” y
propuso que el mecanismo transmisor debía ser la imitación En definitiva, conforme a esta teoría, un individuo
es, a la vez, el producto de la evolución biológica y de la evolución cultural efectuada en interacción con otros
individuos. Tenemos una herencia de genes que constituye nuestra biología básica, pero tenemos también una
herencia de memes que constituye nuestra cultura. La teoría memética realiza un aporte significativo a la
explicación de cómo la información cultural se transmite de un individuo a otro o de una mente a otra, incluso
de una generación a la siguiente, siempre que se la considere como una estructura abierta, nunca cerrada, pues si
fuera así, no se podría explicar la historia en su carácter creativo e innovativo. (Dawkins, 1994).
19
Se denomina neuronas espejo a una cierta clase de neuronas que se activan cuando una persona
desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo. Las neuronas del individuo
imitan como "reflejando" la acción de otro: así, el observador está él mismo realizando la acción del observado,
de allí su nombre de "espejo". Tales neuronas habían sido observadas primeramente en primates, y luego se
encontraron en humanos. En el ser humano se las encuentra en el área de Broca y en la corteza parietal. En las
neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas
ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí
que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las
neurociencias en la última década. Descubiertas por Giacomo Rizzolatti, estas neuronas detectan las emociones,
el movimiento e incluso las intenciones de la persona con quien hablamos, y reeditan en nuestro propio cerebro
el estado detectado, activando en nuestro cerebro las mismas áreas activas en el cerebro de nuestro interlocutor,
creando un "contagio emocional", o sea, el que una persona adopte los sentimientos de otra (Iacoboni, 2009).
Es decir, la cultura va cincelando nuestro cerebro. Nuestros cerebros promueven cultura y la cultura se
internaliza en nuestros cerebros. Hay una asociación dialéctica entre las estructuras socioculturales y la
estructura neurobiológica. El contexto cultural y la sociedad “transforman” nuestro cerebro que a su vez es una
estructura generadora de cultura. El cerebro es un órgano complejo y dinámico de permanente interacción con la
cultura y esta es un proceso que interacciona con nuestro cerebro. El “diseño” del cerebro determina nuestro
comportamiento social y nuestra impronta moral, lo que influye en la sociedad que creamos. En sentido inverso
las estructuras socioculturales intervienen en el desarrollo de nuestros cerebros. Los circuitos neuronales dejan
huellas y se internalizan dialécticamente en los “circuitos culturales”, fenómeno que también se produce a la
inversa.
43
Comisión Especial de Violentología 2013
línea, Hegel con la dialéctica amo/esclavo20 y el psicoanálisis de Jacques Lacan. En
definitiva, me refiero a la irreductible heterogeneidad del ser.
Sobre esta base, parto de la hipótesis de que no solo se mimetiza el deseo, sino que además se
mimetizan los miedos y los conflictos y en la medida en que la sociedad no cuente con
efectivos mecanismos de clausura, como en las culturas arcaicas lo eran “los chivos
expiatorios” y sus “rituales recordatorios”, se puede desatar un estado de violencia que
también se mimetiza y se reproduce progresivamente.
iii. Espacio vital de íntervinculación entre el alter y el ego con el otro incluido: Si la
angustia vital frente a lo absoluto de la realidad no está suficientemente cubierta y mediada
por ningún imaginario simbólico-cultural de clausura, el conflicto y la potencial violencia no
se acallan. Lo peligroso de esta situación es que siendo el conflicto y la violencia
mimetizables en extremo, más pronto que tarde, se pondrá en marcha el motor de la imitación
y el mismo crecerá progresivamente en un sentido negativo para la cohesión social e
institucional. Lo mismo ocurre con el dictado de leyes que tipifican y sancionan actos
violentos, que elevan las penas y utilizan mecanismos preventivos y represivos en nombre del
“garantismo” o la “mano dura”, como se los denomina actualmente. Idéntica situación se da
con cualquiera de los dispositivos institucionales de seguridad o de no-violencia conocidos
habitualmente como “políticas para prevenir, combatir y erradicar la violencia”. Queda
claro que los sistemas simbólicos - culturales para “luchar” contra la violencia, se focalizan
20
El hombre sólo desea ser reconocido como hombre, para poder ser hombre. Entonces su deseo es que
su deseo sea objeto de deseo de otro deseo, lo cual implicaría ser reconocido como hombre. Dicho de otro
modo, si sólo desea ser reconocido como hombre, y esto sólo puede realizarse a través de otro hombre, su deseo
necesita: 1) la presencia de un deseo humano, porque es el deseo humano el que se dirige a otros humanos y no
a cosas, y 2) necesita que ese deseo humano se dirija a él pues si se dirige a él, es porque lo considera humano.
Pero, 3) ese otro se dirige al hombre (al que desea ser reconocido) en tanto que deseo, puesto que él también
para saberse hombre necesita de un deseo que lo reconozca como tal. Entonces, el deseo del hombre es el deseo
del otro. Además señala que el hecho de estar sometido al poder – de los jefes, autoridades, superiores – no
convierte necesariamente al esclavo en una buena persona que sólo sufre y despierta nuestra compasión y
simpatía, sino que el individuo o el grupo dominado - la antítesis de la tesis representada por el individuo o el
grupo dominante - trata de encontrar la manera de hacerse a su vez con el poder, con el látigo, no sólo por un
comprensible deseo de venganza o revancha, sino por exigirlo así la dialéctica de los acontecimientos, que no
está en manos de los amos ni de los esclavos, sino que es una consecuencia inevitable de la dialéctica del
espíritu absoluto que se piensa a sí mismo a través de ellos. Esta superposición del esclavo sobre el amo, se
logra debido a que el esclavo trabaja, y al trabajar logra su realización; mientras que el amo cae en una
dependencia absoluta de su subyugado (Kojéve, 1982).
44
Comisión Especial de Violentología 2013
y direccionan hacia las personas y las cosas, cuando lo correcto sería hacerlo sobre el espacio
intersubjetivo común entre ellos21.
iv. Hacia el tercero incluido que trasciende la lógica bipolar: Es necesario revisar las
lecturas dicotómicas de la violencia que la reducen a una lógica bipolar; una lógica envuelta
por ideologías o estructuras de poder que disuelven la violencia entendida como necesario
proceso social en un reduccionismo distorsivo, que la diferencia y estructura como
componente binario, funcional a los intereses que representa. Esta construcción artificial nos
conduce a la contraposición de una “violencia buena” y una “violencia mala”. Es una lógica
que no escapa a nuestra forma dualista de explicar y justificar la realidad social. Paz o
violencia, conflicto o armonía, orden o desorden, como desencuentro estereotipado de la vida
social. A nadie le escapa que la violencia está trazada por límites morales y legales, pero no
es posible comprender la violencia a partir de esta delimitación de lo social. Aquí deviene
necesario el postulado del tercero incluido. Por el tercero relacional que los vincula e incluye
dentro del mismo espacio relacional donde se da al proceso social: Alter es, para ego, alter; y
ego es, para alter, ego.
Es necesario comenzar cuanto antes a pensar de otro modo la violencia, pues este
reduccionismo binario que responde a ideologías, utopías y estructuras de poder es un
laberinto en la que está entrampada la sociedad toda - con políticas de seguridad ciudadana
que proponen recetas “garantistas” o de “tolerancia cero”, de “represión” o de
“prevención”- generando una desconexión absoluta entre la realidad y el marco teórico con
el que se le pretende dar respuesta. Insistimos en la necesidad de “penetrar” la violencia y
evitar la “caída” en ideologicismos que pueden (in) justificarla o explicarla, pero nunca
comprenderla.
v. El Otro incluido en la no dualidad: Hay una tendencia muy arraigada en occidente
22
de
reducir violentamente “el Otro” a lo “mismo” o bien pensar “el Otro” como un otro absoluto,
Entre “ego” y “alter” hay “algo”. Ese “algo” se da en el espacio (distancia que marca una diferencia,
una distinción, por eso ego es ego y alter es alter; sino serían ambos lo mismo) vital (hace referencia a la vida, a
la existencia, a la dinámica propia de la existencia, que solo se conoce y capta viviéndolo) de íntervinculación
(ego y alter no está cada uno por su lado sino su identidad es por el otro, es una relación que los mantienen
originalmente religados), Por ejemplo, decir “grande” se intervincula necesariamente con “pequeño”, uno no se
entiende sin el otro, se necesitan. En cuanto al tercero incluido, esa relación produce algo que es más que ellos
mismo. Se genera algo que ya no es ni alter ni ego, sino un espacio vital de íntervinculación que es un “tercero”
(no es ni el uno de ego, ni el segundo de alter). Incluido porque está dentro, no se puede negar ni separar.
21
45
Comisión Especial de Violentología 2013
en el sentido de que no pueda relacionar a ese otro con lo que soy. En tanto que el “Otro
absoluto” es ininteligible, mientras que “el Otro” reducido a lo “mismo” elimina la
posibilidad de relacionarme, ambas posiciones nos conducen a un mismo lugar. En cualquier
situación no me comprendo ni me reconozco en relación con “el Otro”.
Por eso proponemos una estructura relacional entre el alter y el ego que resista la tentación de
asimilar la alteridad de “el Otro” a “lo mismo”, como claramente lo vio Lévinas 23 o pensar al
22
La problemática del otro ha sido tratado por diversos autores, en particular a partir del siglo XX en
contraposición al solipsismo del cogito cartesiano para criticar la existencia de un sujeto cerrado en sí mismo y
aislado del mundo, independiente y autónomo de los demás, que a partir de la certeza de su propia existencia,
deduce por analogía la existencia de los otros sujetos y las otras cosas. El cogito se revela como un sujeto
“compacto” que a partir de su propia consciencia constituye su mundo exterior. Se puede decir que el problema
de la alteridad ya está presente en Descartes donde la pregunta por el otro pasa por la posibilidad de deducir, a
partir del yo pensante, la existencia de ese otro. Edmund Husserl retoma el punto de vista de Descartes para
fundamentar su fenomenología trascendental al señalar que si el otro se presenta ante mí también como cuerpo,
deduce, por analogía, que ese cuerpo que veo tiene también una consciencia, igual a la mía, capaz de decir yo.
Siendo el cuerpo ajeno semejante al mío, le atribuyo por analogía, el sentido de un cuerpo vivo que reduzco en
su subjetividad, igual que a los demás objetos, a un contenido de mí propia consciencia, eliminando toda
posibilidad de alteridad. Si bien el sujeto y el otro son entidades separadas, el sujeto solo tiene acceso al otro a
partir de su propio ego y por lo tanto conciben la existencia y la subjetividad ajena, por analogía, a partir de la
propia, reduciendo el ego ajeno al mío. Reseñamos brevemente a Husserl por ser uno de los más importantes
pensadores contemporáneos que influyó directamente sobre las concepciones filosóficas de Lévinas, Buber y
Ricoeur, que nos interesan sobremanera en nuestro análisis. Si bien se separaron de Husserl por no haber
conseguido resolver de manera satisfactoria el problema del sujeto y de la alteridad presentando tesis bastante
distintas, el eje de la problemática sigue siendo la relación entre el sujeto y el otro. De manera general podemos
adelantar que el problema aparece como un conflicto entre un yo y un tú, subrayando la primacía del yo en
relación al tu, o invirtiendo dicha lógica colocando al tú en una posición privilegiada en la relación con el yo,
como lo presenta Lévinas.
23
La filosofía occidental ha sido, según Lévinas, una ontología reductora del Otro a lo Mismo, mediante
la neutralidad de la "comprensión" del ser. La totalidad en tanto que ontología, identifica el ser y el existente, el
yo con el Otro, pero dando primacía al primero sobre el segundo La ontología es, así, una teoría que ejerce
violencia sobre el Otro, neutralizándolo y reduciéndolo al Mismo. La filosofía de la modernidad a partir de
Descartes presupone una ontología de la totalidad, cerrándose a una meta-física de la alteridad. Y el camino
histórico recorrido para ello ha partido de la negación del Otro Absoluto, de modo que el sujeto se queda solo
con su propio ego. Pero, además, no sólo se ha quedado solo consigo mismo, sino que ha convertido esa
soledad suya en totalidad. Conocer significa, en este sentido, aprehender el ser despojándole de su propia
alteridad. Aquí el otro es despojado de su persona al reducirlo a un objeto. Se neutraliza al ser para
comprenderlo, esto es, para apresarlo en el interior de lo Mismo. No es una relación con el Otro como otro, sino
un reduccionismo del Otro a lo Mismo. De esta forma la misma tematización de la ética y de la libertad
humana será un correlato lógico de esta ontología. El otro no es solo ni principalmente ente-objeto-decomprensión. Si comprendemos al otro hombre solo desde nuestra apertura al ser y en su ser, entonces
comprender es tomar posesión de él por el conocimiento; es reducirlo a un objeto de conocimiento. El objeto
conocido pierde su independencia: es capturado como objeto. El conocimiento aparece entonces como una
violencia, como una posesión y la posesión es el modo en que un ente deja de existir, resulta parcialmente
negado. Para Lévinas comprender es captar al otro en la apertura del ser en general, como un elemento del
mundo en el que me enfrento como objeto y lo percibo en el horizonte de todo lo que es. Entonces la conciencia
moral (que se inicia con el reconocimiento de este límite) es la condición del verdadero pensamiento humano, o
sea, moral. El Otro toma el primer lugar. Es a partir del Otro que mi mundo comienza a ser racional y comienza
a ser universal, esto es, más extenso que yo mismo. La contribución de Lévinas acerca de la alteridad es haber
invertido la lógica de la relación cruzando del yo como fundamento del tú al tú como fundamento del yo, es
decir, que el otro es el que tiene la iniciativa de la relación interhumana. Propone un ser desinteresado, pasivo,
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otro como un absoluto en el cual no me reconozco, como lo advierte Ricoeur 24 y postular la
existencia de una relación reciproca que vincula a los seres humanos sin que ello signifique
reducirlo a “lo mismo” o aislarlo como un “otro absoluto” con el cual no me reconozco (
superando así la noción de violencia entendida en la dualidad victima-victimario donde el
violento siempre es “el Otro”).
De esta forma evitamos dos grandes peligros al momento de dar sentido a la violencia. Por un
lado, exagerar las diferencias hasta el punto de negar la posibilidad de comunicarme con “el
Otro” y por lo tanto eliminarlo por vía negativa, o bien, negar toda diferencia y reducir “el
Otro” a “lo mismo”, con lo cual lo estamos eliminando por vía positiva.
Por lo dicho hasta ahora, entendemos que deberíamos profundizar el conocimiento de las
raíces dualistas y conceptos vigentes de las disciplinas sociales que estudian la violencia. No
estamos rechazando de plano el racionalismo discursivo y el aparato conceptual y analítico a
donde ese des-inter-ese es lo que cimienta la responsabilidad por el otro. Contrapone la totalidad y el infinito. La
totalidad representa el intento de la consciencia y de la razón de abarcar al mundo en la consagración de una
síntesis universal, mientras que el infinito es la relación cara a cara entre los hombres que representa lo desigual
y que no puede ser sintetizada pues es irreductible. Es el momento de encontrarse con el otro, no como
contrapartida del yo, sino como absolutamente otro, que me transmite con su rostro no una identificación o una
identidad, sino un sentido, “la de ni siquiera darse cuenta del color de sus ojos” (Lévinas, 1991). En este punto
es donde más se manifiesta la inversión de la lógica cartesiana, donde el otro ocupa un lugar dominante,
mientras que el yo se convierte en un ser pasivo siendo convocado, por el otro, a la responsabilidad. La sumisión
del yo ante el otro expresa la estructura esencial de la subjetividad, que es la responsabilidad para con el otro.
Donde la relación interhumana es asimétrica y la responsabilidad no es reciproca. Soy responsable por el otro
aunque él no lo sea por mí, “aunque ello me cueste la vida” (ibíd.,: 82). El mismo Lévinas, cuestionado acerca
de la diferencia entre "Totalidad" e "Infinito", considera que en la misma asociación de estos dos vocablos hay
una referencia a toda la historia de la filosofía occidental, e indica que la " historia puede ser interpretada como
una tentativa de síntesis universal, una reducción de toda la experiencia, de todo lo que tiene sentido, a una
totalidad en donde la conciencia abarca al mundo, no deja ninguna otra cosa fuera de ella, y así llega a ser
pensamiento absoluto. La conciencia de sí es al mismo tiempo la conciencia del todo. Contra esta totalización
ha habido en la historia.de la filosofía pocas protestas. En lo que a mí me concierne, donde por primera vez he
encontrado una crítica radical de la totalidad ha sido en la filosofía de Franz Rosenzweig, que esencialmente es
una discusión de Hegel" (ibíd.,: 69-70).
24
Paul Ricoeur ubica su modelo de relación interpersonal entre los extremos descritos por Husserl y
Lévinas, es decir entre el yo aislado que por analogía constituye el otro y el otro absoluto que destituye el yo.
Plantea pensar dialécticamente la relación entre el sí mismo y la alteridad. Nos dice que no es posible hablar de
un yo como una supuesta conciencia que tiene acceso directo a sí misma, sino que el sujeto es reflexivo y en la
reflexividad, el otro ocupa un lugar esencial para la constitución del propio sujeto. A su vez plantea una ética
dialogal entre el sí mismo y el otro, contraponiéndose a los esquemas de ética que dan primacía al otro, como es
el caso de Lévinas que desplaza toda iniciativa de la relación intersubjetiva al otro generando una alteridad
asimétrica. En contraposición a esa asimetría, Ricoeur propone el concepto de reciprocidad que revela la
posibilidad del cambio de posiciones entre las personas permitiendo el dialogo en la alteridad. Si no hay
reciprocidad, ni posibilidad de encuentro, el dialogo no es posible. Nos dice Ricoeur que el modelo de relación
propuesto por Lévinas es, en realidad, de irrelación y la asimetría en ningún momento posibilita el encuentro
entre las personas. La relación interhumana simétrica es una relación dialógica que posibilita el encuentro entre
la distancia del sí mismo con el Otro.
47
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nuestra disposición, sino que se trata de no considerarlo como un horizonte último e
integrarlo dentro de un campo más amplio que supere la objetivación del conocimiento y el
dualismo dominante.
Urge hacerlo. En la medida que no comprendamos la violencia como un fenómeno relacional,
seguiremos atrapados en una forma dualista de comprender el mundo, que nos proporcionara
un aparato conceptual que objetiva la violencia como aquel mal radical que debemos
erradicar. Tal experiencia antes que mitigar cualquier plus de violencia, desatara un efecto
mimético que se multiplicara con consecuencias inciertas25. No debemos quedarnos
estancados en el orden conceptual vigente pensando que es el último peldaño del
conocimiento, pues, por su naturaleza dualista (sujeto-objeto) nos impide acceder al
fundamento originario de la violencia, como estructura relacional donde la dualidad no se
expresa.
Corresponde comprender que existimos en una estructura relacional26 mediada por un espacio
que nos comprende y nos pertenece, en el cual se expresan todos los procesos humanos que
25
No se nos escapa que la experiencia dualista es accesible a todo el mundo, mientras que nuestra
propuesta es contraintuitiva, lo cual requiere, para su comprensión, un desapego de las epistemologías vigentes,
que no muchos estarán dispuestos a aceptar.
26
En este aspecto, Martin Buber es considerado, con razón, uno de los primeros pensadores del
dialoguismo, que considera la relación interpersonal como fundamento del ser, es decir, que piensa el ser como
ser-en-relación. La relación es comprendida entre personas individuales entre las que hay una influencia
dialéctica y reciproca. El diálogo es comprender al Otro. La misma existencia humana se fundamenta en la
relación del hombre con el otro hombre. El dialogo es un entre que no está ni en el Yo, ni en el Tú, sino que es
una relación tensión dialéctica entre la mismidad y la otredad. Para Buber el hombre es un ser de relaciones: Él
es en esas relaciones. “En el comienzo es la relación” (Buber, 1967: 24) Las relaciones primordiales son dos:
ante todo, la relación Yo-Tú. La otra relación primordial es Yo-Ello, donde el Ello (neutro) representa a las
cosas, pero a veces puede ser remplazado por Él o Ella. Esas relaciones no son meros conceptos, sino que
indican el ser, hasta tal punto que no hay yo sin tú o sin ello y viceversa. La relación Yo-Tú es primordial; es
fundante de la vida humana. De la relación Yo-Tú no hay experiencia sino encuentro: “Aquí está la cuna de la
verdadera vida” (íbid.,:16). El hombre no existe fuera de la relación, así como no existe el yo aislado que es lo
mismo que una mera abstracción, una anulación de lo que el hombre es. El ser entero se establece en el mundo
de la relación de la palabra primordial Yo-Tú. “La relación con el tú es directa. Entre el Yo y el Tú no se
interpone ningún sistema de ideas, ningún esquema y ninguna imagen previa…Entre el Yo y el Tú no se
interponen ni fines, ni placeres, ni anticipación” (íbid.,:14). Una característica importante de la relación es que
Buber, a diferencia de Lévinas, la concibe como reciprocidad, al igual que Ricoeur. Una reciprocidad que hace
referencia a una relación de encuentro donde no hay ningún medio, nada que sea obstáculo entre el yo y el tú.
Buber nos propone una nueva manera de comprender al hombre, criticando los esquemas solipsistas, y además
sienta las bases para fundar una nueva teoría del conocimiento, reviendo los ideales pragmáticos y objetivistas
defendidos por la ciencia moderna. El dialoguismo viene a cuestionar el privilegio dado a la razón y al
conocimiento como “técnica”, donde el hombre es objetivado y cosificado. En este sentido Buber viene a
defender un modelo más relacional y humano. En este aspecto, hay una importante aproximación entre las ideas
de Buber, Lévinas y Ricoeur.
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van desde la convivencia a la in-convivencia extrema. Entonces la violencia no se puede
definir en términos dualistas, como lo contrario a la paz o la no-violencia.
La violencia no es algo externo a nosotros que sufrimos como espectadores, sino que la
habitamos y somos parte de la obra en la cual se desarrolla. Entonces ya no podemos
pretender ser espectadores ajenos y fuera del escenario de lo que nos pasa, pues somos parte
integrante de un sistema relacional que nos comprende. No se trata de presencias objetuales,
sino del “entre” donde la violencia cobra sentido.
Uno de los errores más frecuentes entre las disciplinas que estudian la violencia es
considerarla como si se tratara de una entidad abstracta y universal, como una identidad
completa, cuando en realidad forma parte de una estructura relacional interhumana que se
inserta en el territorio del “entre” en el cual la descubro a partir de la mirada del otro.
Tampoco es una entidad encerrada en un objeto, sino que debemos aprenderla en un campo
de relaciones abierta y dinámica, donde una multiplicidad de pequeños procesos de diferencia
nos permita coligar los extremos, en uno de los cuales se encuentra la violencia.
vi. La crisis performativa de la definición institucional. Resulta imperioso reconocerla27. Tal
vez su persistencia radique en su opacidad que dificulta admitirla como problemática. Debe
27
Los enunciados performativos son uno de los tipos posibles de enunciados que no se limita a describir
un hecho sino que por el mismo hecho de ser expresado realiza el hecho. En este sentido se utiliza la expresión:
La crisis performativa de la definición institucional. Recordemos que el orden social es un orden del decir, que
está regulado por dictados e interdicciones. Lo “performativo” es el hacer con el decir. Ejemplo: Un Juez dice
en su sentencia “culpable” y hace –transforma- una persona en preso. Un Profesor dice “aprobado” y transforma
un alumno en profesional. Una Institución también define realidades mediante palabras: Ejemplo: El Poder
Ejecutivo con un papel escrito - Boletín Oficial - la hace “ley” y “obligatoria”. Hoy se pone en crisis ese hacer
mediante el decir (performatividad). Los enunciados performativos son uno de los tipos posibles de enunciados
descritos por Austin, en su obra Cómo hacer cosas con palabras, en la que se recogía su teoría de los actos de
habla. Austin llama enunciado performativo al que no se limita a describir un hecho sino que por el mismo
hecho de ser expresado realiza el hecho. (Austin, 1991). La pregunta sería si estamos en un periodo de mayor
valoración, estabilidad o repliegue de la intensidad y sentido que el hombre común le asigna a las instituciones,
sean estas el Estado, las leyes, la monarquía o la Iglesia, entre otras. Aún teniendo en cuenta la multiplicidad de
aspectos provisorios, parece que una respuesta relativamente simple se impone. La intensidad de la valoración
institucional ha decrecido. Las instituciones han perdido, en buena medida, el poder de convicción que otrora
“imponía” al hombre. Podemos constatar una decadencia de lo sagrado en las instituciones religiosas, de la
autoridad en las monarquías, el Estado ya no es lo que describió Weber y la democracia se alejó del ideal de
Tocqueville. Pero no solo se quiere constatar cierto número de decadencias, sino concluir que se decrecen con
intensidad en el conjunto social. En esta situación de baja consideración de las instituciones, la violencia se ha
banalizado y perdido el sentido de lo sagrado, armonizador y expiatorio que tuvo en sociedades anteriores. La
crisis performativa de las instituciones impacta negativamente sobre el orden y administración de la violencia.
Hoy vivimos en una época en que las responsabilidades parecen excluidas del ámbito institucional, sin que esto
implique sacar conclusiones morales o éticas al respecto. Las barreras se han debilitado, el campo está más libre,
lo sagrado nos resulta más ajeno y la violencia parece haberse salido de control, expresión que aterra al hombre
contemporáneo. Que participa de un crecimiento de su individualidad al mismo tiempo que se separa del
49
Comisión Especial de Violentología 2013
ponerse a la luz. Esta exigencia de claridad nos obliga a recordar que el orden social es
fundamentalmente un orden del decir, y que por lo tanto está regulado por dictados e
interdicciones. Esta regulación, normatividad u ordenamiento prevé dos momentos distintos
pero complementarios: obligaciones y prohibiciones. En ambos casos uno y otro se realizan
socialmente por medio de sus respectivas expresiones: dictados e interdicciones. Y
justamente por tratarse de manifestaciones “expresivas” requieren necesariamente del
lenguaje para que adquieran sentido material. Es la lengua - con sus potencialmente múltiples
significados y significantes - la estructura necesaria del sistema institucional. Si al decir de
Heidegger la palabra es la morada del ser, entonces también el lenguaje será la casa propia
desde donde las instituciones obligan y prohíben. Pero no cualquier lenguaje, sino aquel que
lo es en función performativa. Nos referimos al “how to do things with words” (cómo hacer
cosas con las palabras) previsto por John L. Austin y su pensamiento analítico. Ocurre que
hoy las palabras pierden su significado originario. Hoy se han desencantado las palabras. Y
esto resiente las instituciones. Es que las palabras hacen cada vez menos cosas. Se vuelven
así performativamente ineficaces. Es que la balanza se inclinó desde las palabras hacia el
platillo de las cosas (o de los hechos). Las efectividades conducentes, el grito o el golpe por
ejemplo, se tornan más eficaces cuanto menos lo son las palabras que debieran definirlos. Un
ejemplo por antonomasia sería el apelativo de “no criminalizar la protesta social” que pasó
del discurso político - donde demuestra validez - directamente al ámbito judicial
-
deslegitimando la ley misma -, sin el paso intermedio del lenguaje o palabra adecuados, para el caso el cambio de la legislación penal -.
Transitando más allá, la justicia y los mecanismos alternativos de resolución de conflictos, en
verdad, no resuelven ya conflictos y por lo tanto la violencia, en cuanto tal, permanece
presente como posibilidad. No se puede definir. Y con ello tampoco se pueden finiquitar. No
encuentran su “fin” en el doble sentido del término: sea como término; pero tampoco como
sentido final. Es por ello que la “verdad” de una resolución judicial funcionará, más o menos
bien, hacia el interior de su sistema simbólico, pero este imaginario institucional no se
traslada y acopla a la realidad social. Sus decisiones no tienen el efecto de clausura que
conjunto social y las instituciones ya no son lo que dicen ser. No se trata de una posición reaccionaria o una
apología del pasado, pues solo describimos el déficit institucional en el cual existe la violencia. Tampoco
significa que ella haya aumentado, sino que su función ya no se corresponde con su existencia.
50
Comisión Especial de Violentología 2013
supone un proceso ritual eficaz, sino que, en el mejor de los casos, los aplaza o cambia su
carácter en el ámbito de la convivencia humana. En términos técnicos, la crisis performativa
de la definición institucional deviene en una criptotautología. Algo que se cierra en sí mismo,
y sólo ahí dentro obtiene una explicación plausible. Se vuelve así meramente autorreferencial
y por ende ineficaz para incidir en el proceso de la expresión de la violencia. Lo institucional
“habla” con sus propias palabras, ajenas a la “escucha” de la violencia.
vii. Interdependencia del espacio relacional: Desde Humberto Maturana28 se comprende
mejor que la violencia debe ser conocida en el espacio de relación entre el alter y el ego. Es
en ese espacio de relación intersubjetivo donde se genera y reproduce la violencia, que
necesariamente requiere del otro, pues sin “el otro”, la violencia sería incomprensible.
Maturana afirma que el tema de la violencia pertenece al espacio de lo biológico, porque lo
biológico comprende el espacio relacional entre los seres vivos. Queda claro que no ubica la
violencia en “el hombre en sí”, sino en el espacio de relación intersubjetivo con el otro.
No son los aspectos biológicos los que determinan la violencia, aunque seamos
biológicamente capaces de vivir y cultivar la violencia; ya que es en el espacio relacional, es
decir el espacio conformado por las interacciones entre los seres humanos, donde ésta nace,
se reconoce culturalmente y se nos hace evidente en sus consecuencias. Existir es coexistir.
Alter y ego coexisten. La violencia no “está” ni en el uno ni en el otro, aisladamente
considerados. Necesitarán inexorablemente vincularse, para que recién entonces “aparezca”
la violencia. No hay violencia posible en la soledad solipsista e insular de Robinson Crusoe.
Por lo tanto el generador, motivador y disparador de la violencia posible lo encontraremos en
el espacio relacional. La violencia se da en un “entre”. La violencia es “con” los otros;
Humberto Maturana (1995: 71- 91) llama a “este espacio relacional, en que todo ser vivo vive de
hecho: espacio psíquico, el espacio relacional donde se constituye el modo de vivir que hace a cada clase
particular de ser vivo el tipo de ser vivo que es”. En cuanto a la violencia señala que “es un modo de convivir,
un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de conversaciones que hace posible y conserva el
emocionar que la constituye, y en la que las conductas violentas se viven como algo natural que no se ve”. A su
vez nos dice que “no son aspectos biológicos del vivir cotidiano humano fundamental. Los seres humanos no
pertenecemos a la biología de la violencia y la agresión, aunque seamos biológicamente capaces de vivir y
cultivar la violencia”. En este sentido nos propone cambiar nuestro modo de convivir diciéndonos: “si nos
preocupa la violencia tenemos que atender a la configuración del espacio psíquico de violencia que viven
nuestros niños y que nosotros continuamente generamos y conservamos como adultos al configurar el mundo
consciente e inconsciente que vivimos. Más aún, si de hecho nos preocupa la violencia, y no dudo que es así, y
si queremos hacer algo para que ésta deje de ser un modo naturalmente aceptable de convivencia porque
queremos convivir de otra manera, tenemos que cambiar nuestro vivir”.
28
51
Comisión Especial de Violentología 2013
como el amor, deviene imposible sin ese espacio relacional que la hace posible y tal vez
necesaria.
viii. Estructura relacional que nos comprende “entre”: La violencia se ha planteado
siempre como una pregunta trágica en la existencia humana, al igual que el mal o la guerra.
La violencia existe, así como existe la víctima y el victimario, el Estado, los gobiernos,
disposiciones legales, costumbres sociales, normas morales, mitos y creencias religiosas que
se originaron en la violencia y se mantienen por medio de ella. La diferencia radica en que
además de existir como construcción social, la violencia como tal es y ha sido siempre desde
el origen fundacional de las relaciones interhumanas. De lo anterior se deduce que nuestra
intervención sobre la “realidad violenta”, como construcción social humana siempre está
mediada por lo que es.29
Si en el origen fundacional de las relaciones interhumanas la violencia es, eso que es, se ubica
entre las relaciones. No pertenece al ser ni está fuera del mismo, sino entre ellos. En el entre
debe ser observado, interpretado y es el lugar donde adquiere su propio sentido. No está en el
interior ni en el exterior de lo humano sino entre los humanos y por tal motivo los rasgos que
le son propios no deben buscarse fuera del ser, ni como un atributo del mismo, sino como
resultado de la relación interhumana que se da entre ellos.
Si nos remontamos a las razones últimas, al origen del fundamento de la violencia nos
encontramos con que la violencia “es entre” el espacio relacional interhumano en el que
convivimos. Ahora si reflexionamos sobre las causas, las distintas formas en que se
manifiesta, sus consecuencias, sus características, valoraciones o (in) justificaciones, estamos
analizando las razones penúltimas de su existencia. En este nivel abundan los desacuerdos
que van desde las razones de su nacimiento hasta el tratamiento “terapéutico” de cómo debe
ser abordada. Las distintas disciplinas científicas y las múltiples teorías dan cuenta de ello.
Entonces la violencia es un proceso que ocurre entre los hombres en el mundo de lo humano
y es en la dinámica de ese proceso de relación donde se manifiesta. Si el mundo de lo natural
permaneciera inmutable e idéntico a sí mismo, la violencia como tal sería imposible. Por eso
la dinámica requiere tensión, cambio, transformación, donde la violencia siempre es. En
cuanto es, existe, por lo tanto no es necesaria o evitable, buena o mala, así como tampoco
puede erradicarse como si se tratara de un objeto exterior a los hombres. Precisamente,
29
Por tanto es incorrecto pensar y actuar sobre su erradicación o “como si” se fuera a erradicar.
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Comisión Especial de Violentología 2013
abordarla desde afuera como si se tratara de un objeto es el principal error que cometen las
disciplinas sociales en la actualidad.
En tanto “hombre-en-el-mundo” su trato está mediado por un espacio relacional que los
vincula y es en ese espacio entre los hombres el lugar donde ocurre la violencia. Por lo tanto,
en el origen no se trata de saber si es necesaria o no, si es condenable o justificada, sino que
simplemente es en cuanto existe. Solo en una etapa posterior será pasible de atribución de
significado, luego de “suponer” que aparece como un fenómeno exterior a quien se le
atribuye. A partir de ese momento se “ubica” la violencia en los otros. Los violentos siempre
son los otros, salvo que se la admita como un mal necesario para defender principios que se
tienen por puros, éticos y universales (que en muchos casos ocultan intereses nada éticos, ni
universales).
Ahora bien, si toda explicación de la violencia está vinculada a ideologías, utopías, intereses
o la posición que asumo en el mundo, no resulta posible pensar la violencia como fenómeno
de conocimiento propio, sino que siempre será una variable instrumental para interpretar
otros fenómenos - que quiero (in) justificar - que van desde la lucha de clases al femicidio30.
Una vez olvidado el origen fundante de la violencia queda despejado el camino para explicar,
justificar o condenar las situaciones más contradictorias que se presenten en lo humano y lo
social. Centramos nuestra atención en las manifestaciones externas de la violencia y
buscamos sus raíces objetivas, su fundamento último, en la necesidad de sostener “mi visión
del mundo”. Se pierde de vista que esa violencia que aparece claramente en la superficie, es
la expresión de una violencia más profunda que tiene una raíz óntica. Tampoco es una
entidad metafísica y suprahistórica; por el contrario existe desde el origen propio del ser
humano y está trazada por coordenadas espacio - tiempo de los hombres concretos.
La afirmación fundamental para comprender la violentología puede enunciarse de la siguiente
forma: “la violencia es entre los seres humanos”. Es decir, la violencia está situada en el
espacio inmaterial entre lo interhumano. Esta realidad existente entre los seres humanos es el
lugar desde el cual se inicia la compresión de la violencia. Por lo tanto no debe pensarse
como constitutiva del hombre, ni como acción, sino como relación que ocurre entre los
humanos. En este sentido, esta posición es superadora del pensamiento individualista donde
el fenómeno de la violencia es considerado como emergente de acciones individuales y de
30
Tal vez sea el momento de preguntarnos por qué no existe una ciencia de la violencia y por qué no es
posible lograr un mínimo consenso científico como para sentar sus bases epistemológicas.
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Comisión Especial de Violentología 2013
las teorías holísticas donde los fenómenos sociales se consideran mecanismos que operan
prescindiendo de la persona humana.
La intención de la violentología es encontrar una alternativa epistemológica frente a los
pensamientos individualistas y colectivistas en sus distintas variantes. No se nos escapa que
el concepto “relación social” está muy trabajado en las ciencias humanas y sociales en
particular por Simmel, Mead, Bateson, Buber y Maturana, por citar solo a quienes tuvieron
más influencia en el desarrollo de nuestra investigación sobre la violencia. Lo que queremos
poner de manifiesto es que su introducción en el estudio del fenómeno de la violencia no
tuvo el éxito que era dable esperar. Por eso lo introducimos - o reintroducimos - en el debate
sobre el análisis crítico de las distintas teorías sobre la violencia.
No deja de ser una empresa teórica estimulante allí donde la mayoría de la teorías fracasaron
y comienzan a escucharse voces que ponen en tela de juicio los paradigmas culturales
dominantes. Este repensar lo pensado o pensar de otra forma es beneficioso aunque su marco
teórico sea una tarea a construir, sobre todo cuando lo construido no ofrece buenas
explicaciones para comprender la violencia31.
La violencia no escapa a las generales de la ley y nunca “es” con independencia de la forma
en “cómo” se la piensa. Creemos que llego la hora - o pasó la hora - para que empecemos a
pensarla de otra manera, La descripción, comprensión y explicación de la violencia demanda
el desarrollo de un nuevo trabajo teórico y conceptual, que más allá de la inmediatez de lo
cotidiano requiere de un programa de investigación que alcance el “fundamento de su
origen”.
Sabemos de la dificultad de consolidar una nueva mirada sobre la violencia en un terreno
hegemonizado por la política, el saber jurídico y criminológico, la psicología y la psiquiatría
y además cercado por el aplastante sentido común. Donde se necesitan respuestas urgentes,
ya y ahora, saberes prácticos que den certidumbres concretas o debamos “enfrentar”
contextos de estudios avanzados, elaborados por los vanguardistas de siempre. Frente a tantas
opciones, sabemos que nos inclinamos por un camino poco seductor, pero es momento de
saber por qué hacemos lo que hacemos y en tal caso, si se puede hacer de otro modo.
31
No olvidemos que la Astronomía es una ciencia y aún no sabemos (aproximadamente) la cantidad de
estrellas que hay en el universo, al igual que la Paleontología que desconoce el color de los dinosaurios..
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Cabría formularnos otra pregunta sobre la base de lo que nos ofrecen hoy las ciencias sociales
sobre la violencia, ¿nos entendemos realmente cuando debatimos sobre el fenómeno de la
violencia? La más de las veces, pareciera que “acomodamos” la violencia a la visión del
mundo que tenemos o bien se filtra como una “variable” que responde a una construcción
social necesitada de dar respuesta al sentimiento colectivo de inseguridad. La urgencia, al
igual que los dogmatismos y las utopías no son una buena compañía. En particular cuando los
diagnósticos abundan, las opiniones no requieren responsabilidad y el fenómeno de la
violencia se sigue imponiendo con autoridad. Tal vez solo estamos pidiendo que se la trate
con respeto, aunque a escondidas se nos pueda acusar de predicar un pensamiento inútil. En
tal caso, en la inutilidad está nuestra fortaleza.
ix. La (no) violencia como diferencia intersubjetiva: Si afirmamos que la violencia es creada
en interacción humana, decimos también que se realiza y se reproduce en la intersubjetividad
social. Es decir, que la misma se inscribe en la existencia de espacios sociales intersubjetivos
y se materializa en representaciones y acciones colectivas, constitutivas de ese espacio
relacional. Es un emergente del vínculo, del encuentro entre alter y ego. Decimos “espacio”
porque se trata de abrir el “lugar” idóneo donde se “encuentra” la violencia. Y decimos
“relación” porque cabe la mirada que nos elimina, impide o deniega la subjetividad para
convertirnos en entes cosificados. Yo dejo de ser un tú subjetivo para el otro, el otro deja de
ser un yo subjetivo; nos transformamos en “cosas” objetos, pasibles de la apropiación. Las
cosas se “tienen” y cuando algo o alguien lo impide - puede incluso ser el otro que se resiste
a ser mirado como objeto de deseo cosificado -, esa actitud generará violencia. Cuando en ese
mismo espacio relacional no soy cosa sino persona para el otro, mi espacio
vital, mi
posibilidad de decir sí, se enriquece y potencia con el sí del otro. Entendemos que el otro es
cosa cuando es un medio. El otro será persona cuando es un fin en sí mismo. La diferencia
entre ambos, será el espacio potencial de la (no) violencia. Lo vio y lo describió de modo
clarísimo el filósofo Martin Buber. Y no olvidemos, ni nos sorprendamos, que el otro del
otro, soy yo. Aún más, yo-soy-el-otro; al decir del poeta francés Arthur Rimbaud.
x. Es un proceso que se construye socialmente: Pensar la violencia como objeto de estudio,
nos trae aparejado al menos dos problemas: en primer lugar, no tenemos disciplina que se
ocupe de ella, pues no existe un marco teórico general que nos explique el fenómeno como
tal, y los distintos enfoques disciplinarios, inter o multidisciplinarios no aportan mayor
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claridad sobre el tema; por otro lado, como fenómeno dinámico que ocurre en la sociedad, su
campo de conocimiento comprende todo lo social, donde se reconoce y redefine, en el cual se
van conformando los límites de lo que es violencia y lo que no lo es.
Debemos evitar incurrir en la tarea propia de Sísifo: levantar la roca hasta la cima del error
epistemológico para que vuelva a caer por la ladera opuesta. Tratar de objetivar, reificar o
hipostasiar la violencia como “cosa” cuando acabamos de señalar que no es cosa, sino que es
relación. Una relación posible “dentro” del espacio relacional. Ergo, es difícil que pueda
constituirse en “objeto” de estudio, ya que no es cosa reducible a la ecuación del espacio tiempo.
Más que definir la metodología, el contenido, el continente y el límite epistemológico de la
investigación de la violencia, debemos contextualizar su debate como un proceso social, no
solo por el espacio donde se manifiesta sino además porque el proceso del conocer, construir,
deconstruir o transformar de la violencia procede de lo social, lo social entendido como
relación.
En cierta forma, esta idea es tributaria del pensamiento de Norbert Elías32, al señalar una
perspectiva relacional que permita trascender la falsa dicotomía individuo - sociedad y de
Señala Norbert Elías (1988): “La interdependencia es fundamental y determina la manera en que los
'objetos', actúan sobre los 'sujetos', los 'sujetos' sobre los 'objetos', los fenómenos naturales no humanos sobre las
personas, y las personas sobre la naturaleza no humana. Como quiera que se le quiera llamar, se trata de una
interdependencia ontológica, existencial. El dualismo ontológico, la concepción de un mundo dividido en
'sujetos' y 'objetos' conduce al error. Crea la impresión de que los 'sujetos' pueden vivir sin los 'objetos'. Induce
al ser humano a preguntarse cuál de los dos es la causa y cuál el efecto. Cuando consideramos unidades que se
encuentran ontológicamente en una interrelación funcional mutua - como, por ejemplo, el estomago y el
cerebro, las instituciones económicas y las políticas, o incluso el ser humano y la naturaleza no humana-, nos
topamos con relaciones de un tipo que ya no puede ser abarcado completamente por un modelo mecánico de
relaciones causa/efecto”. Probablemente sea el pensador que más interés ha puesto en esta cuestión del proceso
cultural de las civilizaciones. En su opinión, conviene distinguir dos escenarios sociales bien distintos. En
primer lugar la sociedad medieval premoderna en la que no hay unidad política ni Estado, sino nobles que
rivalizan entre sí violentamente. Al no haber monopolio de la violencia, esta se manifestaba con bastante
habitualidad en una sociedad donde las disputas, altercados y muertes eran formas frecuentes para resolver
conflictos. De esto se sigue que la inseguridad y el miedo eran sentimientos muy habituales con los que uno
tenía que saber convivir. Asimismo, se trata de una cultura que no censura la violencia de la manera que hoy la
entendemos. Más aún el guerrero era un personaje admirado, las contiendas eran usuales y en las fiestas los
frenos inhibitorios no se manifestaban con bastante espontaneidad. En segundo lugar con la aparición del Estado
monopolizando la violencia se creará una paz social en donde la violencia social e interpersonal serán
progresivamente acotadas. Sólo el Estado tendrá derecho a usar la violencia. Los individuos se verán obligados
a vivir en esta paz tutelada por el Estado y la experiencia de la violencia les será expropiada. Ahora, los
guerreros se verán obligados a recluirse en la corte y a civilizar sus costumbres. Estamos en la época de la
sociedad cortesana de los siglos XVI y XVII. En ella aparecerán los buenos modales, la corrección y todas
aquellas conductas que hoy consideramos amables y civilizadas. De modo que la represión de la violencia y el
autocontrol individual encontrarán su correspondencia en una mayor civilización de las costumbres. En este
32
56
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cuenta de los procesos de interdependencia que los comprenden, donde la violencia no es un
sin sentido, lo externo irracional, la negación del contrato social o una maldición que hay que
erradicar - como nos aconseja el pensamiento racional -, sino que forma parte de lo social,
acaece en la sociedad, se produce y reproduce, se construye y deconstruye en el espacio de lo
social como experiencia histórica compartida. Para comprender la violencia debemos partir
de reconocer que convivimos con la violencia. No creo que la razón esté impedida de conocer
que la violencia late en la sociedad, pero lo que sí parece evidente es que nuestro
pensamiento racional expulsa la violencia hacia fuera de lo social, como si se tratara de algo
extraño, algo contra natura, espantoso, terrible, que no nos pertenece y de esa forma poder
vivir la inocencia de la paz perpetua que tranquiliza como un sedante nuestro espíritu
intranquilo.
Por mucho que lo lamentemos, la violencia está entre nosotros y solo podremos
comprenderla si la aceptamos como un proceso social, que se da dentro de la sociedad y no
como una sinrazón ajena que pertenecería a un supuesto “otro mundo”, que tiene la mala
intención de “invadirnos” desde el más allá, frente a lo cual solo nos queda declararle la
guerra para erradicarla. Pensar y actuar con responsabilidad implica no dejarnos engañar por
la Razón que esconde nuestros deseos y miedos, que se niega a desnudar la sociedad en que
vive por temor a ver que la violencia está entre nosotros, entre todos nosotros y no es un
agente patógeno inhumano que ataca a la “gente de bien”. Solo si comprendemos la
violencia como un proceso social, podremos iniciar su estudio allí donde suele concluirse: la
violencia como fenómeno brutal, inhumano, una sinrazón resultante de “fuerza oscuras” que
ataca bestialmente al ser humano.
tránsito hacia esta nueva sociedad deberán adaptarse las subjetividades, dominando y sublimando la violencia.
Lo harán con el deporte, compitiendo en los mercados, desplegando competencias meritocráticas (sociales,
políticas, económicas, etc.) y en múltiples escenarios específicamente contemporáneos. No obstante, a pesar de
los cambios favorables provocados en las subjetividades por la monopolización de la violencia, también ha
habido consecuencias no tan positivas con un individuo cada vez menos capaz de saber hacer frente a la
violencia. A pesar de que las tasas de crímenes y delitos violentos han disminuido de un modo progresivo desde
el siglo pasado, el miedo a los ocasionales incidentes de violencia es cada vez más penetrante y el ciudadano
medio se ve más expuesto a una violencia que permea todo nuestro entorno a través de las nuevas tecnologías y
los medios de comunicación masivos. Estamos ante una mayor visibilidad de la violencia.
57
Comisión Especial de Violentología 2013
xi. Fatal ocultamiento: La violencia siempre acompañó al hombre a lo largo de la historia,
pero recién desde los inicios de la modernidad ha ido tomando cuerpo teórico 33. Si desde
entonces tenemos la impresión de que la situación es más grave, es posible que tal cambio de
actitud esté relacionado con los avances técnicos de principios de siglo XX que se orientan al
dominio del hombre sobre la naturaleza (también sobre la naturaleza de lo humano)
“perturbando” el orden natural de las cosas (para bien o para mal). El hombre “descubre” la
terrible y brutal violencia que lo angustia y espanta, pero ahora puede controlarla, dominarla
y eliminarla, pues pasa a ser una “fuerza extraña” al orden natural. Se produce una total
ruptura de la unidad hombre - mundo - (y Dios), y comienza el movimiento emancipador para ocultar la violencia - que pone de manifiesto la ausencia de medios idóneos para
destruir algo que “pertenece al mundo”, salvo destrucción del mundo mediante (situación
que no debería extrañarnos).
La violencia ha sido “expropiada” del orden natural al que pertenece. Ahora no sabemos
muy bien qué hacer con tal expropiación, sobre todo si tenemos en cuenta que ignoramos el
ámbito que le es propio, su modo de ser como medio y fundamento de todo pensamiento. Lo
colocamos en el “laboratorio de las ideas”, pero desconocemos sus propiedades, lo aislamos
como objeto de estudio pero no conocemos sus atributos. Lo que permanece visible en cuanto
término (violencia), pero se mantiene oculto en cuanto a sus fundamentos y atributos, jamás
podrá ser comprendido. La violencia deja de ser una “cuestión - del - mundo” para ser
33
A partir de estudios de pensadores como Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes, Baruch Spinoza y
John Locke, entre otros, que investigaron la racionalidad del poder y de la violencia. Este proceso se fue
consolidando durante los Siglos XVIII y XIX con nuevas reflexiones de filósofos como Jean Jacques Rousseau,
Immanuel Kant, Friedrich Hegel, Carlos Marx y Friedrich Engels. Recién el Siglo XX fue testigo de una
importante expansión de desarrollos teóricos desde los más variados enfoques y perspectivas, a punto tal que
algunos autores sostiene que tal vez se recuerde esta etapa de la humanidad como la “Era de la violencia”
(Drapkin, Israel, 1976:469). Asimismo, esta mayor visibilidad trajo aparejado su condena universal por el
absurdo de sus consecuencias deshumanizadoras. El cambio de actitud del hombre frente a la violencia es
evidente, aunque no lo es tanto el motivo de ese cambio. Sin embargo, podemos decir, que antes de su abordaje
teórico se la concebía, por lo general, como una cuestión del saber practico. Si bien se percibía la violencia
como un fenómeno dentro del mundo de lo humano no fue materia de estudio “per se” y menos aún tema de
estudios teóricos para prevenirla o erradicarla. Formaba parte del orden de lo natural y por lo tanto podía ser
motivo de orgullo y hazaña, como también de sufrimiento y dolor. Se la aceptaba como una condición humana
permanente con la que se convivía. Relatos que se remontan al siglo XIV a.c. - donde Tutmès III describe sus
hazañas al dios Amón referidas al “aplastamiento” de todos los pueblos con los cuales lucho (en las
inscripciones de la Estela de Karnak) - y que en la sucesión de la historia nos recuerda la destrucción del
Imperio Romano, la invasión de Europa por hordas primitivas bárbaras, las Cruzadas y la Santa Inquisición que
cometieron atrocidades en nombre de dios durante más de siete siglos, nos están narrando una relación hombremundo - (y Dios).
58
Comisión Especial de Violentología 2013
“elevada” como objeto de estudio tematizado, con el resultado de reducirla hasta ignorar su
propia naturaleza y convertirla en un imposible cosificado (para definirla, clasificarla,
medirla y solucionarla), escindida de su real naturaleza. Los efectos fatales de tal
ocultamiento los tenemos a la vista; no hemos podido definirla, clasificarla, medirla, ni
solucionarla. Solo nos queda una actitud inteligente: devolverla al orden social - histórico total de la naturaleza de la que forma parte.
Por otro lado, la noción de complejidad, inter, o multidisciplinariedad - entre otros
tantos enfoques en el orden de las ciencias - implica la idea de unidad - en el orden de lo
natural -, pues sin previa unidad ontológica, no es factible la diferencia como posibilidad.
Para decirlo brevemente: la violencia es una unidad sustantiva y lógica. La “diferencia”
aparece como alteridad en los discursos que fragmentariamente expresan las diferentes
disciplinas. Pero si sabemos dónde queremos ir, no deberíamos olvidar que la diferencia en
cuanto posibilidad, existe en la unidad de la violencia.
xii. Conocer mediante la indisciplina: No es razonable pensar que las distintas disciplinas
que estudian la violencia le otorguen un monopolio tan generoso o un espacio tan exclusivo y
excluyente a la violentología. Las demás ciencias “reivindicarán su derecho” a decir algo
sobre la violencia, porque la realidad nos indica que son muchas las disciplinas que tienen
que decir algo al respecto.
En este sentido, se puede señalar que en la actualidad los investigadores en varios escenarios
del mundo abordan su estudio para comprender la violencia más como un campo de
conocimiento interdisciplinario y transdiciplinario, que como una disciplina. Un campo en
permanente construcción que se va legitimando y afianzando con sus propios abordajes
teóricos y metodológicos en el proceso de creación de nuevos conocimientos. La violencia,
como tal, no tiene ni ha tenido una disciplina propia, pero si puede conformar un campo de
estudio autónomo. Este campo debe salir de la encrucijada inter y transdiciplinario para pasar
a ser un espacio de conocimiento indisciplinario.
Entendemos la violencia desde una propuesta indisciplinaria en formación que tiene la
vocación de articular fenómenos que promueven la existencia de objetos, sujetos, conceptos,
discursos y acciones, donde al interior de ese universo, cada categoría involucrada se
constituye en una relación de tensión con las demás. No se trata con ello de desarrollar una
59
Comisión Especial de Violentología 2013
nueva disciplina, sino buscar abrir las fronteras para articular fenómenos que proceden de la
convergencia entre diferentes disciplinas y de conjugar la tensión fundamental que existe
entre ellas en un proyecto indisciplinario en formación. En tal sentido, debemos reafirmar el
papel de las preguntas en torno a las relaciones y procesos que ocurren en el campo
indisciplinario de la violencia. El campo de la violencia afecta y es afectado por nuevos
interrogantes sin respuestas, que se producen en la zona de frontera de las disciplinas que la
atraviesan y que pueden ser capturadas con mayor plenitud desde un espacio indisciplinario.
Es necesario introducir en el debate de la violencia la posibilidad de conocerla a partir un
campo indisciplinario desde el cual se la pueda comprender, interpretar e intervenir en los
múltiples procesos de interacción y diversidad de perspectivas sociales, políticas, culturales y
éticas, entre otras. Un debate que si bien ya ha comenzado, está en los estadios preliminares y
lejos de amesetarse.
En este punto, apelamos a Enrique Del Percio que nos
proporciona el concepto de
indisciplina34 en un triple sentido: primero, “partir de una disciplina y adentrarse en otra a
fin de comprender mejor el campo de estudio de la disciplina de la cual se parte”; luego
“incorporar” conocimientos, categorías y conceptos de otra disciplina en aquella de la cual
se partió; y por último, la negación de los paradigmas establecidos, cuando ello resultare
indispensable.
xiii. Requiere de un campo de estudio que aún no tenemos: El fenómeno de la violencia,
aún en los estudios más sistemáticos, se presenta con mucha ambigüedad y falta de precisión.
No obstante, las intervenciones siguen fluyendo sobre un marco de exigencia social, que
impone la necesidad de purgar la violencia.
Por motivos que ya mencionamos y que diremos ahora, para el estudio y comprensión de la
violencia utilizaremos el concepto de campo35. Antes de entrar a considerar sus
34
Mientras un objeto de estudio puede ser satisfactoriamente abordado por una sola disciplina, se lo
puede analizar bajo un cierto y único aspecto, en cambio el campo solamente puede ser estudiado desde
múltiples perspectivas simultáneamente. Es decir: sólo puede ser estudiado indisciplinariamente. Es que la mera
interdisciplina no da mayores resultados. Tampoco pasa nada con la multidisciplina. Los equipos
multidisciplinarios producen informes que suelen constituir una sumatoria más o menos inconexa de los
distintos documentos generados por los expertos en cada disciplina específica (Del Percio, 2010).
35
El sociólogo Pierre Bourdieu, uno de los pioneros en la materia, define el concepto de campo como
“un espacio social estructurado, un campo de fuerzas que es también un campo de luchas para transformar o
60
Comisión Especial de Violentología 2013
características, merecen explicarse el motivo de tal decisión. Uno de ellos está dado por
razones prácticas. Ya conocemos la dificultad que trae aparejada considerar la violencia
como objeto de estudio y la necesidad de “ubicar” una disciplina que se ocupe de ella. Si
creemos que en realidad no hay solo violencia, sino violencias, tendremos rápidamente
resuelta la cuestión, pues son varias las disciplinas que nos dirán qué es la violencia para esa
disciplina. Si decimos que sólo cambia la forma en que se manifiesta, no son pocas las
disciplinas científicas en el ámbito de lo humano y lo social que nos brindan una explicación,
en forma abundante cuando entramos en la órbita de la inter y multidisciplina, donde la
sobre-explicación la más de las veces oscurece antes de aclarar.
Ahora, si entendemos que “las violencias” tienen una matriz que les es común y por lo tanto
estamos en condiciones de definir qué es la violencia, resolvemos el tema en un sentido
inverso. Ante la inexistencia de un marco teórico general que se ocupe de la violencia y la
falta de una disciplina que nos brinde un concepto de lo que significa, caemos en la paradoja
de tener que reconocer que no sabemos qué es la violencia per se, sin dejar de reconocer que
existe en la realidad.
El otro motivo es para evitar el contra sentido común entre la realidad y su explicación
teórica. La violencia necesita ser comprendida y explicada con mayor precisión y
profundidad que la que nos brindan las distintas disciplinas, que solo pueden realizar un
abordaje parcial, propio del límite que les impone su marco teórico. En tal sentido, la noción
de campo las comprende, no en su sumatoria, sino en su convergencia y su divergencia, sus
encuentros o desencuentros, en su tensión, su ambigüedad, sus límites y más allá de sus
límites, pero siempre dentro del campo que participa de las características que les son
propias. Ahora, ¿cuáles son esas características? Es el campo quien delimita tales
características, de ahí que su extensión sea dinámica. Es lícito sostener lo contrario. Que para
delimitar su campo, primero debemos señalar cuáles son sus características esenciales. Sin
embargo lo mismo ocurre con muchas cosas con las cuales interactuamos en la vida diaria,
conservar este campo de fuerzas”. Para Bourdieu poseen dos características que se involucran, por un lado,
apuesta a la construcción de sentido (que tiene una profunda connotación ideológica) y por otro lado, es el
espacio donde se relacionan los sujetos, objetos, conceptos y acciones (como espacio de reacción y tensión entre
las categorías que pertenecen al campo). Es en este segundo sentido que nos interesa, como un concepto útil y
adaptable a nuestra propuesta (Bourdieu, 1997) Además George Bataille ha intentado “representar la sociedad
como un campo de fuerzas….que es animada por un movimiento de conjunto distinto de la suma de
movimientos de cada parte, (donde) el único estudio consistente de la sociedad es aquel que tiene en cuenta
esencialmente su movimiento de conjunto” (2007: 23- 17)
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Comisión Especial de Violentología 2013
como el dinero, el engaño, la moda o la crueldad y miles de cosas disimiles con las cuales
estamos en relación cotidiana, sin que cada una tenga un marco teórico que las explique, no
obstante pertenecer a un campo propio que las contenga.
Considerar que la violencia debe tener su propio campo36 de conocimiento supone modificar
su carácter como objeto de estudio, su extensión, sus límites, así como su relación con otros
objetos que interactúan en el campo de la violencia. En suma, se trata de un concepto que
permite una nueva consideración de cómo se comprende la realidad a partir de las
herramientas conceptuales que se encuentran en esta nueva propuesta teórica. Cambia la
perspectiva respecto del clásico concepto de objeto de estudio en cuanto a su solidez, certeza
y permanencia, pues ahora, todos los conceptos que forman parte del campo de estudio de la
violencia se extienden y distribuyen en un espacio delimitado por todo aquello que tenga
propiedades comunes a la creación del nuevo campo. Si bien, se extienden sus límites y sus
conceptos pueden ser más elásticos, la dispersión y tensión que los relaciona es más intensa,
pues todos participan de los rasgos comunes propios de este nuevo campo. Su propiedad
común es el marco de referencia compuesto por todo lo que se encuentre dentro del campo.
Esta propuesta sustituye el carácter sustancial y sólido de la violencia como objeto de estudio
de las distintas disciplinas que se ocupan de ella, para adquirir una perspectiva de carácter
relacional y tensional que resulte operativa a una dimensión más amplia del estudio de la
violencia que el que hoy ofrecen las distintas disciplinas.
En este campo se distribuyen, relacionan, tensan, dispersan o disuelven todos los conceptos y
teorías que tienen como propiedad común el estar referenciados con el fenómeno de la
violencia, que a su vez, los agrupa y delimita. La violencia está atravesada y atraviesa todos
36
El término campo desarrollado por Enrique Del Percio denota mejor lo que queremos abordar en
nuestro estudio. “En efecto, la noción de campo se opone a la de jardín (del francés garder, guardar) como lo
abierto, con límites difusos e indeterminados a lo cerrado y delimitado. Asimismo, según Varrón, campus
proviene de capere: capturar, pues es el lugar en dónde se capturaban tanto los animales como los frutos.
Entonces, al hablar de la sociedad como campo de estudio hay una referencia a cierta indeterminación, al
esfuerzo por la supervivencia, a la vida misma. Pero hay más: uno de los usos más antiguos registrados para el
término es el de Campo de Marte, el campo aledaño a Roma en el que entrenaban los soldados. En general, en el
medioevo la palabra se usó con un sentido más bien bélico: batalla campal, campeón, el alemán kampf (lucha,
combate), etcétera. Así como el objeto, decíamos, está frente a nosotros, en cambio en el campo (con sus límites
difusos y su carácter conflictivo) estamos inmersos, tal como nos acontece cuando pretendemos estudiar la
sociedad. Tanto en la agricultura como en el combate, el hombre hace al campo pero también es hecho por el
campo” (Del Percio, 2010).
62
Comisión Especial de Violentología 2013
los objetos conceptuales que conforman su campo. Es el límite de la dispersión y la
consolidación del espacio dentro del cual se relacionan los conceptos, que pueden converger
y encontrarse o bien entrar en tensión y desencontrarse, generando nuevas diferencias que nos
permitirán profundizar su conocimiento. En la diferencia surgirán nuevos conceptos, se
transformarán otros y es posible que alguno quede eliminado.
Pero el aspecto más importante de un campo son las relaciones, tensiones y oposiciones entre
los conceptos. Es un espacio privilegiado para pensar y comprender a partir de la diferencia
de los elementos que lo componen. La tensión no significa ruptura sino interdependencia,
conceptos que conviven (dis) asociados a una referencia que les es común, la violencia. La
introducción de la noción de campo implica la incorporación de un nuevo lenguaje para
considerar los objetos conceptuales que lo componen, donde cambia el acento a lo que puede
considerarse “sustancial” y cobran fuerza las nociones de relación, tensión, riesgo,
ambigüedad, posibilidad, diferencia y flexibilidad como rasgos del campo. Luego de entrar
al campo, ningún objeto es tan sólido como lo era37.
Construir la apología de la tensión y la diferencia, equivale a pensar sistemáticamente en una
nueva singularidad, donde lo individual exige un nuevo estatuto de la particularidad. Lo
particular se identifica con el modo en que las diferencias se articulan. Esa articulación en la
cual se reconocen y se transforman, le confiere un valor especial a lo intermedio. Al estar
compuesto de relaciones, tensiones y diferencias, el núcleo esencial de su estructura es
siempre lo intermedio.
La Violentología le otorga un valor especial a lo intermedio38, que no es fácil de considerar,
pues las disciplinas clásicas le han conferido escaso valor y no debería ser así, pues la
37
Se debe asumir el riesgo del error y la posibilidad de ruptura, aceptar el valor de la diferencia y la
dispersión, construir la alteridad que rechaza la uniformidad y la falsa igualdad. De nada sirve cubrirse con el
ropaje de la cotidianeidad, que nos conduce a lo común y lo rutinario, para huir de los ámbitos de la diferencia.
A partir de que cada objeto es lo que es, en virtud de las diferencias que la constituyen y las relaciones que es
capaz de establecer, es posible recuperar un nuevo orden de conocimiento.
38
Pensemos, en términos generales, cómo la gente piensa y reacciona frente a la violencia. No estamos
lejos de la realidad si dijéramos que representa una discrepancia entre la sociedad real - ser- (en la que
convivimos) y la sociedad deseada - deber ser - (a donde deberíamos ir). Se trata de un tránsito entre lo que es a
lo que debería ser como posibilidad. La “realidad violenta” nos agobia, nos resulta insoportable y por eso nos
sublevamos contra ella, simplemente porque no la soportamos más. Es indispensable resolver esta “calamidad
que nos angustia”, ya sea previniéndola o erradicándola, pero en todo caso, hay consenso casi unánime en que
debemos luchar contra ella. ¿Quiénes estarán a cargo de tan magna tarea? En principio los especialistas de
distintas disciplinas científicas, que con el apoyo del poder político, son los que tienen más fortalecido el
63
Comisión Especial de Violentología 2013
violencia está mediada por ese espacio relacional entre personas, grupos de personas o la
sociedad misma. También es un espacio de múltiples posibilidades, donde no hay clausura
definitiva, pues toda clausura es el tránsito a una repetición o a otra posibilidad. Es un espacio
abierto que permite la novedad y el azar. La violencia tiene una inagotable capacidad de
variación creadora y destructora.
Esta nueva forma de entender la violencia supone modificar las perspectivas tradicionales del
concepto de violencia. Nos facilita comprender el por qué, si tanto se lucha contra ella, si se
tiene la pretensión de erradicarla, convive con nosotros, como paradoja eterna, desde hace
tantos siglos. ¿Por qué, si es tan mala para la sociedad, es tan duradera? Ha durado porque se
la pretende eliminar con decálogos y mandamientos de corto alcance y nunca se la pensó
intelecto para llevar adelante esta tarea con la ayuda de esa herramienta que nos distingue como seres
“superiores”, la razón. Especialistas, intelectualmente dotados y con los dictados de la razón como guía parecen
constituir un plus frente a la cual la naturaleza toda (incluidos los humanos) solo le queda esperar la inevitable
derrota. Si bien la faena aparece compleja de principio, basta encontrar las causas, elaborar un diagnostico y
proponer las acciones correctoras para eliminar la violencia y de esa manera, fundir en una misma unidad
sociedad real - igual - sociedad deseada. Por supuesto que se podrá decir que estoy reduciendo al absurdo una
problemática demasiado importante y compleja, y por lo tanto, tan simple reflexión carece de valor científico.
Es verdad que estoy reduciendo, que la problemática es compleja, pero no es cierto que pueda considerarse
absurda, irracional, incoherente o falsa. En términos generales, representa la matriz de cómo pensamos la
violencia y como pensamos resolver el “problema” de la violencia. Cuando la gente enfurecida les pide a gritos
a los políticos “que hagan algo”, está pidiendo esto, independientemente que en la práctica se materialice
endureciendo los castigos, incrementando el número de efectivos policiales o alguna otra medida aunque pueda
vulnerar derechos o garantías constitucionales. Lo especialistas en materia de seguridad y académicos de
distintas disciplinas científicas enfrentan un dilema primordial: cómo abordar esta problemática que luego
quedará plasmada en todo su desarrollo teórico. Concebir las propuestas de “luchar” contra la violencia como
un catalogo conformado por sustancias o por procesos, por objetos o por relaciones. La gran mayoría de los
académicos dentro de las ciencias sociales y especialistas en seguridad ciudadana se inclinan por el primer punto
de vista. Los modelos basados en el entendimiento de que las entidades son más importantes que las relaciones
- la teoría de elección racional, los fundados en la norma, diversos holismos y estructuralismos - predominan en
los estudios sobre la violencia y sus posibles soluciones. Esto lo observó claramente Norbert Elías, al señalar
que el pensamiento sustancialista está muy asociado a patrones gramaticales profundamente arraigados en
lenguas occidentales. A modo de ejemplo ilustra que cuando decimos “está soplando el viento” lo hacemos
como si el viento fuera realmente una cosa quieta que, en determinado momento, comienza a moverse y a
soplar. Es decir, que hablamos como si pudiera existir una clase de viento que no soplara. Entendemos que es
imperioso buscar alternativas y enfoques que cambien substancialmente estas hipótesis y que se describa y
analice la realidad social en términos de relaciones y procesos que se dan en un espacio y tiempo determinado.
Pensar en términos relacionales implica rechazar la noción de que se pueden proponer entidades anticipadas
tales como los individuos o la sociedad como los principales puntos de partida para el análisis de lo social. Lo
vemos en Karl Marx al plantear que “la sociedad no consiste de individuos, sino que expresa la suma de
interrelaciones, dentro de las cuales se encuentran los individuos” (Marx, 1973:247). También lo sugiere Niklas
Luhmann (2008) cuando nos dice que no hay elementos sin conexiones de relación o relaciones sin elementos.
Con lo dicho queremos indicar que los conceptos centrales para el análisis de la violencia están abiertos a una
amplia reformulación a partir del pensamiento relacional.
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Comisión Especial de Violentología 2013
como posibilidad y variación en los espacios relacionales en los que se producía. Esta noción
nos permite ver nuestra historia y la historia de la humanidad desde otro lugar.
Entonces, la Violentología aparece como propuesta y desafío de pensar la violencia desde la
violencia como dispositivo central. Se manifiesta como una indisciplina donde su campo de
estudio lo constituye la violencia per se, en tanto fenómeno que se da en un espacio vital
intersubjetivo.
No podemos colocarnos como observadores externos y considerar la violencia como objeto
de estudio, conforme categorías y conceptos disciplinariamente preestablecidos y desde ese
lugar describir, analizar y comprender la violencia. Es necesario realizar un giro fundamental
sobre el origen de nuestras teorías explicativas. Debemos recuperar la palabra, el contenido y
el sentido de la violencia y desde ahí conocerla a partir de un nuevo campo de estudio.
xiv. La no violencia entre las personas como posibilidad: violencia, paz, no - violencia,
seguridad, inseguridad (términos que nos interesan en este trabajo) son conceptos
indisolublemente unidos entre sí, tanto en lo social, cultural y político, así como también en
lo ontológico. Veamos:
a.- Campo de (in)estabilidad tensional: La violencia es un concepto de difícil fijación en una
realidad concreta, donde el signo depende de su configuración. Entonces, puede ser un delito
si constituye una infracción a una ley, el origen de un orden social producto de una violencia
fundadora (René Girard); la “fundación de una cultura” si resulta del asesinato del padre por
la horda primitiva como la imaginaba Freud en “Tótem y tabú”. Con el surgimiento del
Estado se les expropia la violencia a los individuos, al administrar y controlar su monopolio
para “poder definir” la legalidad o ilegalidad de la misma. Ahora, la ley pasa a ser una forma
de violencia en si misma, que no castiga la violencia sino la manera en que se externaliza: su
ejercicio fuera de la ley (Walter Benjamín).
Puede ser el nacimiento de un orden de convivencia o una energía devastadora, un sistema de
administración racional o la subversión de un orden constituido. Por ese motivo el núcleo de
su definición es un campo de (in) inestabilidad tensional.
La violencia es una tensión que fuerza o perturba un equilibrio, que puede estar orientada a
organizar el miedo y la conservación de la vida o bien ser un cuerpo extraño que contagia y
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destruye. Puede ser el “pharmakon”, o sea el veneno que se inyecta para curar el veneno
inyectado o la destrucción del edificio base de todo orden social. La violencia se manifiesta
de tantas formas como exceso y control de ese exceso podamos imaginar. Nuevamente, tal
experiencia perturbadora u ordenadora es la configuración que determina su signo. A su vez
no solo se le teme, sino que también se la desea, a tal punto de que puede ser parte de la
euforia colectiva (las guerras dan cuenta de ello). Pero así como la violencia está en el origen
del lenguaje, su discurso encuentra un límite en lo representable en tanto humano para pasar a
ser expresión de una locura que no se puede justificar, aunque no se aparte del lenguaje en su
misma racionalidad a través de la cual se expresa. Desde que se constituye lo humano, en
todo su terreno -desde lo ontológico hasta su lenguaje -, forma parte de nuestra convivencia.
La violencia es un espacio - de relación - tensional entre contrarios, es decir, es parte de un
nexo primordial entre opuestos. El solo pensar la existencia de la violencia requiere
indispensablemente de su opuesto (la no-violencia), pero no como algo extraño, sino como un
fenómeno que surge de la propia vida. Las ventajas de comprender la violencia de esta
manera son enormes. Posee la fuerza de hacernos pensar en lugares (al menos dos) y no en el
lugar (violencia o no - violencia). Su “estructura” es siempre relacional, donde no importan
tanto los elementos concretos que la constituyen sino la relación que se establece entre ellos.
Hablar de paz o de violencia implica hablar de miles y miles de micro-relaciones entre
extremos que podrían ir desde el amor (como convivencia extrema) hasta la guerra (como in
convivencia o violencia extrema). No puede resultarnos extraño, aunque tal vez paradójico,
porque se da en todo el orden de la naturaleza; como en los sentimientos (amor - odio), en los
valores (bien - mal), en la naturaleza física (atracción - repulsión). Este orden natural no debe
ser teóricamente aislado. La naturaleza siempre se nos presenta así, conectada, y el hecho de
intentar aislar en forma arbitraria y artificial ambos contrarios, es lo que durante tanto tiempo
nos dificulto la posibilidad de discernirlas.
b.- Son términos que están indisolublemente unidos entre sí: No puede pensarse el uno sin
el otro, de forma tal que la violencia no puede superarse en un tránsito hacia la paz o la no violencia, como estadios necesarios en procura de seguridad. Su estructura y acción tienen el
mismo origen, sentido y finalidad que forma parte de una unidad ontológica en la cual es
difícil pensar posibilidades superadoras de la violencia que nos coloque en un estadio distinto
de la misma como fenómeno constante en la historia y la cultura (al menos en occidente).
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El intento de asumir el control por la fuerza, de dividir la realidad para crear claridad y
eliminar la ambivalencia nos proyecta a un horizonte donde el fundamento último de la no
violencia y la violencia se confunden en un terreno fértil donde cualquier planteo de totalidad
se hace imposible, salvo la contradicción evidente o la autonegación.
Si bien se han desarrollado distintas “teorías críticas de la violencia”, lo han hecho a partir de
concepciones ideológicas, éticas o utópicas que no trascienden la dialéctica de la que forman
parte. Tales ideas están entrampadas en la crítica de la crítica, en una dialéctica infinita. La
imposibilidad de superación es el resultado de no poder contar con un concepto nuevo que
“derribe” la historia contada. Desde esta lógica enfrentamos la paradoja de construir un
concepto de no - violencia como violencia contada de otra forma.
Este entrampamiento ha ido generando un debilitamiento de las concepciones que pretenden
tener la explicación para luchar contra la violencia, así como también sobre su posible
erradicación. Las concepciones fuertes y absolutas39 que tienen la pretensión de una
seguridad permanente o una paz perpetua están perdiendo terreno, no solo desde el concepto
y el discurso, sino también por sus resultados. Los proyectos impregnados de dogmatismos
están perdiendo uniformidad y consenso, tanto en lo académico como en la práctica política,
aunque no dejan de tener vigencia como utopía deseable.
Tal vez, por este último motivo, la necesidad de certeza y respuesta a las razones últimas más
allá de las cuales no es posible ir, es un imperativo para los proyectos de seguridad total,
seguridad que no admite vacíos, dudas, incertidumbre, donde toda la realidad aparece bajo
control. Principios que nos permiten reducir toda diversidad de tal forma que no hay espacio
39
Gianni Vattimo, entiende al Pensamiento Débil como una fuerte teoría de la debilitación que se
esfuerza en situarse al interior de un proceso que se sabe que no ha finalizado. Señala que los que hablan de
“verdad verdadera”, siempre imaginan el proceso como una aproximación progresiva a un objeto que está “allá”
lo cual es peligroso porque si hay una aproximación progresiva, hay “verdades obligatorias” para todos. En su
lugar propone la disolución de los absolutos metafísicos que implica también el fin de las autoridades
indiscutibles. Si no al triunfo de la razón, que no llega nunca a certezas definitivas, asistimos por lo menos al
triunfo de las razones, o sea de la exposición, de tanto en tanto, de los motivos y los argumentos que hacen
recomendable una elección más que otras. Donde “lo verdadero no posee una naturaleza metafísica o lógica,
sino retórica” y “el ser experimenta profundamente su declive, vive hasta el final el sentimiento de su
debilidad”. Los rasgos constitutivos del ser y la verdad son concebidos en términos de una ontología débil en la
que “el pensamiento no podrá reivindicar ya esa posición de soberanía que la metafísica le había atribuido...”
con lo cual se trata de “un pensamiento desprovisto de razones para reclamar a la superioridad que el saber
metafísico exigía en relación a la praxis”. (Vattimo, Gianni (1995) “El Pensamiento Débil”, Cátedra, pp. 3840).
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para la inseguridad. La razón todo lo puede: calcular y crear soluciones frente al peligro con
la promesa de un proyecto de seguridad integral en el que nada queda librado al azar.
Sin embargo, la promesa de seguridad total no parece corresponderse con los resultados que
delata la realidad. Más aún, diríamos que las promesas siempre están un paso por detrás de
los problemas que pretende “solucionar”, de forma tal que la brecha entre ambos se ensancha
a una aceleración creciente. Por más esfuerzo que se haga, el progreso de la sociedad
moderna nos somete cotidianamente a nuevos espacios de incertidumbre y peligros difíciles
de acallar con más seguridad.
La seguridad no puede ser pensada como un proyecto estable y final, como totalidad evidente
(concepto hoy dominante en las ciencias sociales) donde el deseo de control sobre lo social y
humano se impone como destino último de la historia, como utopía o ideología de salvación.
De lo que estamos seguros es que tales visiones están en crisis, no solo en tanto concepto sino
además en cuanto posibilidad.
xv. Convivir con la violencia de la mejor manera no-violenta posible: Es necesario pensar la
violencia y la no-violencia o la no-violencia y la violencia como posibilidad, no como “ente”
o “sustancia”, sino en cuanto fenómeno que ocurre en la sociedad entre las personas. Como
un fenómeno dinámico que nunca “es” absolutamente sino que “está siendo”
permanentemente frente a la imposibilidad de construcciones definitivas. Pensar de esta
forma implica la posibilidad de convivir de manera no-violenta, sin tener que forzar la
imposible empresa de luchar contra la violencia o pretender erradicarla. No será necesario
“crear” verdades universales que sirvan de fundamento a la construcción de una seguridad
integral y total. La razón humana no tendrá la enorme tarea de diseñar proyectos para evitar
la violencia.
Es indispensable buscar un entendimiento sobre la noción de (no) violencia que acepte la
experiencia de la inseguridad, para lo cual debemos comprender y aceptar la conectividad
interior entre ambos conceptos. Nietzsche señaló que la experiencia de inseguridad no debe
entenderse como un funcionamiento imperfecto de la sociedad, sino que por el contrario es
derivación de su éxito40. Antes que eliminarse, ambos conceptos se corresponden, pues para
“Durante la mayor parte del pasado el hombre ha crecido en el miedo, y toda existencia soportable ha
comenzado con la sensación de ´seguridad´; todo esto sigue actuando ahora en los pensadores. Pero apenas
40
68
Comisión Especial de Violentología 2013
la eliminación de cualquiera de ellos se requiere de violencia. En este sentido manifestamos
que para promover la seguridad es necesario dar un valor positivo a la inseguridad y de esa
forma convivir de la mejor manera posible con ella. En el mismo sentido Jean-Claude
Chesnais señala que toda disminución en el nivel de violencia va acompañada de una
sensibilidad mayor frente a la violencia, y luego de un sentimiento de inseguridad. El
malestar que siente la sociedad ante la inseguridad expresa un anhelo de horizontes sociales y
subjetivos más seguros, lo cual es valioso si no fuera porque las teorías clásicas se lo
atribuyen a un incremento de la violencia (y el delito). Sin embargo, no debemos perder de
vista la violencia como fenómeno de lo humano, porque en la debilidad de ese
reconocimiento se encuentra nuestra fortaleza. Debemos vivir la inseguridad con
tranquilidad, no con la resignación de quienes se refugian en la violencia de los
fundamentalismos con el pretexto de luchar contra la inseguridad para eliminar la violencia,
tentación frívola de los chicharacheros.
No se ofrece ninguna propuesta utópica de eliminar la violencia, pues todas estas propuestas
están condenadas al fracaso. Debemos partir del mundo de lo humano y proponer acciones
dentro de la vida normal y cotidiana de las personas en las comunidades donde viven. Es
momento de colocar a la violencia en su lugar y terminar con los mega - emprendimientos
que nos prometen una seguridad que no nos tranquiliza, una asepsia generalizada que genera
mayores incertidumbres que las propias de nuestra existencia. Es necesario reconocer la
necesidad de un equilibrio entre la violencia y la convivencia, la libertad y la seguridad como
atributos propios de la condición humana. La violencia se debe tratar de evitar, pero también
admitir que la mayoría de las personas vive pacíficamente la mayoría del tiempo.
Somos conscientes de que no podemos terminar el trabajo con una conclusión definitiva.
Trataremos de ser más claro: posee carácter conclusivo, pero no final. No tiene final en el
sentido convencional con el que usamos el término. Además no puede tener fin una teoría de
la violencia que no tiene inicio, ni final determinados, con intermedios tan variados como las
notas de una sinfonía. Si no fuera así, ¿cuál es el descanso tranquilizador de la meta
alcanzada? No pocas veces los puntos suspensivos son menos violentos que el punto final.
disminuye la ´peligrosidad´ exterior de la existencia, nace también un deseo de inseguridad, de horizontes
indeterminados” (Citado Vattimo, 1998: 105).
69
Comisión Especial de Violentología 2013
Cultivar esta manera de pensar requiere cuanto menos cinco atributos que están implicados
entre sí: a.- la necesidad de encuentros; b.- la defensa de la imperfección; c.- la exigencia de
diálogo; d.- admitir la diferencia y e.- el respeto como mandato. En primer lugar es necesario
promover el cruce de realidades iguales o diferentes, posibilitar la mezcla de lo diverso y de
esa manera permitir que aflore una nueva realidad más rica por el proceso de encuentro de las
distintas realidades. El entrecruzar diferentes pensamientos, conceptos o enfoques de ver la
violencia nos permitirá arribar a una nueva realidad que puede ser el punto de partida de
nuevos encuentros. Además, mal que nos pese, esta entrega exige la defensa de la
imperfección. Asumir el riesgo de la imperfección como posibilidad y como compromiso de
convivir con la incertidumbre. Pero también ser firmes al momento de cruzarnos con historias
y proyectos que plantean la perfección de lo dicho como punto final de la búsqueda. Se
eliminan referencias puras y sólidas, lo que supone un riesgo adicional que debemos correr,
frente a las verdades cegadoras donde todo está dicho. Si alguien alega santidad, la debe
compartir con la abrumadora realidad de la imperfección.
Los atributos mencionados implican la exigencia del diálogo como parte importante de la
propuesta. Un diálogo constructivo debe partir de una actitud de tolerancia que solo se puede
abrir con quienes permitan discutir principios absolutos y eviten la tentación de imponerse
desde posiciones de poder. Un diálogo sincero en el que no se admita la posición del otro por
comodidad, sino que a partir de la incomodidad de la diferencia encontremos el espacio
común para nuevas preguntas y respuestas. Un diálogo que admita la diferencia, porque solo
en la diferencia es posible el diálogo. Asimismo importa un nuevo compromiso: el de tener
que reconocer la variedad, la multiplicidad y en cierto sentido, también la dispersión. Solo
desde este lugar es posible construir distintas respuestas a una misma pregunta y formular
preguntas que derrumben falsas uniformidades. Es momento de asomarse al mundo de las
diferencias y reconocerlas como tal, donde no alcanza el reconocimiento formal, sino que
requiere hacerlo realidad, pues solo en la diferencia podremos comprender la diferencia.
Entonces, aunque pueda resultar difícil, debemos reconocernos en la diferencia con respeto.
El respeto que se construye en la distancia entre lo diferente, pues cuanto más distinto piense
de mí, mayor actitud de respeto se debe tener. No solo requiere buenos modales, sino
fundamentalmente aprender con dolor a escuchar lo que no quiero oír. Solo desde el respeto
70
Comisión Especial de Violentología 2013
podremos progresar en la comprensión de la violencia, no como arribo a una generalidad
uniforme, sino como posibilidad de clarificar nuestras propias diferencias.
Sin embargo es posible que alguien piense que lo dicho no sirve para nada, cálculo que
habíamos tenido en cuenta antes de empezar a escribir. No hay juicio final; nadie a quien
condenar, nadie a quien absolver; solo planteos, dudas e interpretaciones. Vuelvo a remarcar,
por si no quedo claro, en la debilidad está la fortaleza. Hoy estamos lejos de proponer grandes
soluciones a la legítima demanda de seguridad por la que clama la gente, y es por eso que
frente al esfuerzo de presentar proyectos integrales que pretenden cerrar la discusión más que
el problema, la intención es abrir discursos, provocar respuestas, analizar contradicciones,
generar dudas, hipotetizar soluciones, para que la preocupación se convierta en esperanza y
no en un catálogo de frases hechas. Debemos explorar otros lugares, hacernos otras
preguntas, escuchar otras cosas y ver algo que probablemente estuvo siempre frente a
nuestros ojos. A partir de ese momento se abrirán nuevas posibilidades. He aquí la intención
de nuestro trabajo, la contribución con nuestro grano de arena (aunque habrá quienes digan
que plantamos nuestro grano de arena en el desierto), la fuerza de la propuesta. Poner la
violencia en cuestión no solo es posible, también es necesario. Si algo se ha perdido, no
hemos perdido gran cosa cuando se proponen herramientas para facilitar la investigación, se
presentan nuevas alternativas por fuera de las tradicionales, se construyen puentes hacia otras
áreas del conocimiento, y se posibilita el diálogo para reinterpretar lo conocido y recorrer el
camino que nos falta por conocer.
xvi. Hacia una nueva postura epistemológica: Las imágenes del espectáculo social se nos
imponen con tanta fuerza y frecuencia que nuestra mirada se ha vuelto ordinaria y la pereza
se apropia de nuestra mente. Aun lo que pueda ser novedoso no modifica nuestra actitud
natural a la inercia. Todo lo que pasa y nos pasa en nuestro cuadro perceptivo ocurre sin que
nos preguntemos por qué acaecen. En esta pérdida de toda postura vital nos está permitido
totalizar aquello que se nos presenta a la vista y convertirlo en un objeto de estudio porque
nuestra conciencia está volcada hacia los objetos. El poder es del gobierno, a la monarquía la
expresa un rey y a la democracia el pueblo. Ahora, son los conceptos los que objetivan la
visión del mundo. También la violencia tiene su lugar en el mundo de los conceptos
objetivados.
71
Comisión Especial de Violentología 2013
Nuestra visión difiere de este mundo cosificado. La violencia no emerge como un objeto a
secas sino que la vemos como una relación que se da en los espacios que existen entre los
seres humanos. Se pude argumentar que ese espacio en relación es la nada y que ante la
ausencia de objeto solo queda un espacio vacío. Por el contrario, desde nuestra mirada al
descosificar la violencia, es ese espacio de relación entre los humanos el que le otorga
sentido a la violencia. Cuando se olvida que en el espacio entre las cosas hay, la visión del
mundo se satisface con lo que ve y lo visto se cosifica en un objeto. Pensar y ver la violencia
como objeto es un error que deforma nuestra mirada que solo ve la máscara de la realidad
pero desconoce lo que ocurre hacia su interior. Menos aún lo es de modo abstracto,
atemporal y substancialista, sino que por el contrario nos debe comprometer
existencialmente en nuestra relación con el otro que trasciende la mera forma de objeto.
Sabemos que es difícil instalar novedades en medio de explicaciones y comprensiones
teóricas que han encantado el saber científico y en particular las ciencias sociales. Existimos
en un mundo donde la realidad tiene una máscara a medida impuesta por la razón univoca.
Vemos a un ser humano sin tiempo y lugar, ahistórico y culturalmente uniforme. Nuestra
sociedad no escapa a este velo encubridor de instituciones que se fundan en la igualdad y el
primado de una razón justa. Postulado teorético que nos invita a una fiesta con la promesa de
vivir en un mundo mejor con pretensiones omnicomprensivas de la verdad. Prontamente esta
promesa comienza a hacer estragos en los procesos de subjetividad de las personas al
intentar totalizarlo en una realidad exterior que nos remite a lo observado donde el ente es
una cosa y el objeto su estudio; se recurre a un pensamiento formal y causal que se nos
presenta como totalidad. Nos remite a un tiempo universal que reduce en etapas y disciplinas
científicas que nos dicen que la realidad es lo que ellas nos dicen que es.
La violentología nace con la esperanza de desenmascarar la violencia como si se tratara de
un objeto externo desde donde se la pretende explicar, controlar y legislar. También decimos
que la realidad no forma parte de cánones prediseñados, ni está contenida en paquetes de
conocimiento prolijamente escritos que solo pueden interpretar y explicar los especialistas y
expertos.
Se pretende abrir la caja negra de la violencia, no para que nuestra mirada se vuelva extraña
sino para no repetir lo dicho que pasa de mano en mano configurando un anonimato que nos
aleja de toda responsabilidad, donde, despersonalizamos lo que queremos conocer para
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Comisión Especial de Violentología 2013
empezarlo a ver a través del reflejo teórico de lo que se nos dice, sin preguntarnos si lo que
se nos dice tiene alguna relación con el fenómeno de la violencia en cuanto tal. Sabemos que
cuesta pensar que existe un más allá de la rigurosidad formal, universal y objetivada con que
las disciplinas científicas argumentan sobre la violencia. Se nos puede preguntar cómo
pensar más allá sin un soporte epistemológico que sostenga el pensamiento, cómo salir a la
intemperie de las obras que nos explican las causas y terapias de la violencia para
encontrarnos con nuestra propia singularidad y a partir de ahí dar una explicación razonable.
Ello implica la búsqueda de otras respuestas como posibilidad, ser actores y constructores de
una historia que rompe con el universalismo substancialista. Rencontrarnos con quienes
avizoraron puntos de fuga como posibles alternativas frente a la dicotomía sujeto - objeto,
fijarnos como la violencia se constituye en la trayectoria de la relación entre nosotros.
Romper la vasija que atrapa al Otro, lo cosifica como un objeto externo y luego construye el
marco teórico para explicarlo.
La violentología contiene más de lo que son capaces de contener las distintas teorías que
explican la violencia, no porque sea la suma de todas las teorías conocidas sino porque
pretende ser un pensamiento constituyente cuya experiencia pasa por comprender el espacio
de relación que se da entre los seres humanos donde la violencia ocurre como posibilidad y
ya no como objeto de estudio anónimo unido a una razón universal y externa que debe ser
conocida. De lo que se trata es de romper con la hegemonía totalizadora de la violencia como
objeto de conocimiento cargado de teorías que la explican para pasar a adoptar una nueva
postura epistemológica que asuma la compleja infinitud del ser humano como algo que no se
agota en categorías fijas, únicas y definitivas, sino que por el contrario, se centre en el
espacio relacional entre las personas como el lugar desde el cual se debe analizar la
violencia.
xvii. Cultura de la convivencia comunicativa: En el mundo de lo eterno humano la violencia
siempre parece estar presente. Constituye una de las principales causas del malestar de la
sociedad y simultáneamente su condena es casi unánime en todas partes del mundo.
Paralelamente, su desaprobación no se ve correspondida por una reducción de la misma.
Distintos autores hablan de propiciar una cultura de la paz41 , “salida de” y critican la
41
En 1997 la Asamblea General de la Naciones Unidas declaró el año 2000 como Año Internacional de
la Cultura de la Paz. La UNESCO define la cultura de la paz como “un conjunto de valores, actitudes y
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subcultura de la violencia42, “entrada a”, asunto éste en el que se encuentran encajados los
teóricos. Aunque nos duela admitirlo, como fenómeno de la sociedad toda, la vida en cuanto
tal, no puede ser no violenta, porque su existencia depende de la muerte. Lo que
ontológicamente depende de la vida obedece a la muerte. No hay entrada o salida cuando la
convivencia se nos impone como dialéctica de la violencia que compre a los humanos. Se la
recuerda, se la condena, pero siempre está con nosotros. Progreso moral de la historia por
medio, la violencia nunca será de los otros (¿qué otros?).
Lo preocupante de las distintas teorías de la violencia es que no nos permiten reconocernos
en la violencia como espacio en el que interactuamos y nos relacionamos. El concebirla como
algo esencialmente antinatural y extraño a nuestro convivir y reprimir su existencia porque es
nuestra sombra mortal, puede ser una estrategia eficaz para aliviar nuestra existencia, pero no
para comprenderla en nuestra existencia. Creer que la mera condena teórica de toda violencia
puede eliminar la violencia, es una utopía emancipadora tan peligrosa como la propia
violencia, pues en la realidad equivale a dejarla acampar tranquilamente en la vida cotidiana
(con el agravante de creer que se la está debilitando). Resulta imperioso superar el error y la
falsedad de la ingenua condena teórica de la violencia como primer paso para comprenderla.
El motivo es obvio: el comprender nos prepara mejor para saber lo que debemos hacer. Si la
intención es erradicar el plus de violencia que flagela la vida social, no podemos adoptar
como punto de partida el deseo utópico de que la violencia pueda ser totalmente eliminada de
la vida humana (argumento igualmente valido para el caso de actuar “como si” pudiéramos).
En nuestro camino hacia una aproximación pura a la violencia, para verla mejor, debemos
comenzar por a sacarle las distintas mascaras (contaminación teórica) que la ocultan. Es
momento de abandonar la repetición insustancial de estribillos cuyo único cometido es
aplazar el diálogo y eliminar el encuentro como posibilidad.
conductas, que plasman y suscitan a la vez interacciones e intercambios sociales basados en principios de
libertad, justicia, democracia, tolerancia y solidaridad; que rechazan la violencia y procuran prevenir los
conflictos tratando de atacar sus causas; que solucionan los problemas mediante el diálogo y la negociación; y
que no sólo garantizan a todas las personas el pleno ejercicio de todos los derechos sino que también les
proporcionan los medios para participar plenamente en el desarrollo endógeno de sus sociedades”(AmadouMahtar M'Bow, 1986: 4).
42
Wolfgang y Ferracuti establecen que "la subcultura de la violencia sugiere la existencia de un común y
potente elemento de violencia en el conjunto de valores que constituye la esencia del sistema de vida, del
proceso de socialización y de las relaciones interpersonales de individuos que viven en condiciones similares"
(1971: 140)
74
Comisión Especial de Violentología 2013
Es momento de comenzar a proponer una cultura de la convivencia comunicativa, pues la
violencia se desata cuando no hay espacio ni lenguaje común y las rivalidades chocan sin
mediación alguna. Cuando no hay comunicación, cuando el lenguaje común desaparece,
retorna la violencia. Es momento de colocar la violencia en su lugar y tratarla con respeto.
4. Aforismos después de la Violentología
Teorema: Desde la violencia hacia la cultura de la convivencia comunicativa por la
Violentología.
Aforismos
1.- La violencia se presenta como una forma posible en-el-convivir- humano.
2.- Adquiere un efecto mimético.
3.- Incrementa la mimetización en ausencia de efectivos mecanismos de clausura.
4.- Comprenderla implica apartarla del reduccionismo distorsivo de la lógica binaria es/no
es.
5.- Cabe reintegrarla al orden natural de donde resultó “expropiada” so pretexto de objetivar
su estudio.
6.- Aparece fenomenológicamente en el espacio/tiempo de relación interhumano común
entre ellos.
7.- Es un proceso social interhumano relacional
no susceptible de ser observado
objetivamente.
8.- Proponemos su conocimiento, comprensión y reflexión a partir de la Violentología como
campo (in)disciplinario de (in)estabilidad tensional constituido a nivel lingüístico,
conceptual y óntico.
9.- Es la propuesta y el desafío de pensar la violencia desde la violencia como dispositivo
central.
10.- Se manifiesta como una (in)disciplina donde se estudia la violencia “per se”.
75
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11.- Promueve la hipótesis del adaptarse a un convivir con la violencia de la mejor manera
no-violenta posible.
12.- La violencia se va haciendo más violenta (deshumanizando) en tanto se pretenda su
erradicación.
13.- Se va haciendo menos violenta (humanizando) en tanto se reconozca la experiencia de la
violencia y pueda desplazarse en la mimetización.
14.- Es una variable independiente de su percepción. La heurística de la disponibilidad
explica que el riesgo real de la violencia es asintótico al riesgo percibido: una disminución en
el nivel de violencia (objetiva) puede ir acompañada por una mayor sensación de inseguridad
(subjetiva).
15.- La Violentología expresa una aproximación pura a la violencia al colocar entre
paréntesis la repetición insustancial de la violencia en abstracto.
Corolario: La Violentología propone una cultura de la convivencia comunicativa, logrando
una auténtica síntesis resultante, en el triple sentido del término:
Afirmando que la violencia es “in-humana”, ya que pertenece al interior del espacio/tiempo
de la relación propia del convivir interhumano.
Negando que la violencia sea “anti-humana”, ya que no pertenece al mundo exterior ajeno al
hombre.
Superando la violencia haciéndola “humana”, ya que le da sentido al permitir reconocernos
en la violencia, en una cultura de la convivencia comunicativa.
76
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La Diputada María Alejandra Martínez junto al equipo de asesores de la Comisión de
Violentología.
Capítulo II
La violencia: entre naturaleza y cultura43
43
Capítulo preparado por Gina Paola Rodríguez
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Comisión Especial de Violentología 2013
Por una parte, el hombre es semejante a muchas especies de animales en que
pelea contra su propia especie. Pero por otra parte, entre los millares de especies
que pelean, es la única en que la lucha es destructora. El hombre es la única
especie que asesina en masa, el único que no se adapta a su propia sociedad.
N. Tinbergen
Nosotros somos el eslabón perdido, tanto tiempo buscado, entre el animal y el
hombre auténticamente humano
Konrad Lorenz
Introducción
El binomio naturaleza- cultura atravesó los razonamientos de muchos investigadores a largo
del Siglo XX que interesados en comprender el fenómeno de la violencia, se preguntaron si
ésta se encontraba asociada a nuestra situación biológica, perteneciendo por tanto al ámbito
permanente e inmutable de lo natural, o si por el contrario, era un producto de la cultura
susceptible de modificación y control. Así, las teorías esbozadas por algunos científicos
provenientes de la etología, la neurofisiología, la psicología y la antropología se disputaron la
búsqueda de una fuente básica de la violencia, llegando a resultados encontrados en uno y
otro sentido: desde la consideración de la violencia como un impulso innato esperando a ser
liberado, o como un hecho social en nada vinculado con cuestiones biológicas. Una tercera
postura aglutinó a quienes consideraron estos dos ámbitos como elementos situados en un
continuum.
Aunque pueda parecer hoy una polémica bizantina y superada, nos interesó volver sobre los
debates acerca del origen innato o adquirido de la violencia, para remarcar la necesidad de
comprenderla como un fenómeno social total. Nuestra hipótesis es que los debates suscitados
desde la etología hasta la antropología, denotan una concepción de la violencia como una
especie de eslabón perdido entre nuestra realidad zoológica y nuestra condición humana,
como si se tratara de ámbitos escindidos. La percepción de la violencia como un fenómeno
social total que involucra tanto cuestiones fisiológicas como psicológicas y sociales, nos
parece más adecuado, «ya que es imposible – como señalaba Merleau Ponty- superponer en
el hombre una primera capa de comportamientos que se denominarían "naturales" y un
mundo cultural o espiritual fabricado. Todo está fabricado y todo es natural en el hombre, en
el sentido de que no hay una palabra, ni una conducta que no deba cualquier cosa al ser
simplemente biológico, y que al mismo tiempo no se sustraiga a la simplicidad de la vida
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Comisión Especial de Violentología 2013
animal, no desvíe de su sentido a las conductas vitales, por una suerte de escape y por un
genio de lo equívoco que podrían servir para definir al hombre» (Merleau- Ponty, 1975:206).
Concordamos así con los postulados del Manifiesto de Sevilla (UNESCO, 1989) y de autores
como Humberto Maturana (1995) y Steven Pinker (2012) para quienes los seres humanos no
somos buenos ni malos de manera innata, mostrando que, así como albergamos un potencial
destructor, estamos provistos de impulsos que pueden alejarnos de la violencia y orientarnos
hacia la cooperación y el altruismo. Veamos más detenidamente cómo llegamos a esta
conclusión.
A través de la idea de razón instrumental, el proyecto ilustrado moderno escindió los ámbitos
de la naturaleza y la cultura haciéndolos aparecer como independientes y antitéticos. Con la
ruptura entre hombre y naturaleza, ésta perdió todo estatus ontológico, deviniendo un objeto a
explotar, a utilizar, o a conocer, al tiempo que se erigió como una especie de umbral entre
civilización y barbarie. Desde entonces, el hombre civilizado tuvo que salir de la naturaleza e
ingresar a la historia a través de la cultura.
Bajo esta grilla conceptual, la naturaleza se presenta como una realidad caracterizada por la
permanencia, la estabilidad y la regularidad. Las estaciones climáticas, la constancia de las
formas biológicas, hacen de la naturaleza el testimonio de la sustancialidad del ser. La
naturaleza encubriría así una suerte de verdad que habría de descubrirse, y la ciencia moderna
sería la llamada a indagar en los atributos de esta sustancia subyacente. La cultura, por su
parte, es definida como una institución estrictamente humana que, como tal, incluye todas
aquellas cosas que el hombre agrega a la naturaleza, las invenciones, costumbres y valores
que son el producto de su interacción social. La cultura se correspondería además con el
ejercicio de una voluntad racional, o, al menos, con un conjunto de intenciones de sentido
que son relativas al accionar humano, y en esta medida, devendrían inconstantes, cambiantes
e impredecibles. De esta suerte, aquellos rasgos que caracterizarían a la cultura y la
distinguirían de la naturaleza serían el artificio y la convención.
Naturaleza y cultura también han sido diferenciadas desde el punto de vista de la libertad de
la acción. Lo natural es, ante todo, el ámbito de lo espontáneo, lo instintivo, lo irreflexivo, un
espacio carente de pensamiento deliberativo y de juicios de valor, en contraposición al
despliegue de la acción libre y voluntaria de la cultura. Mientras el ser natural se comporta en
función y bajo la dependencia de causas que le son exteriores y que se aplican a él, de tal
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suerte que no puede escapar a ellas o le dejan poco espacio para reaccionar, la cultura se
caracteriza por ser el terreno de la autonomía en el cual el ser humano tiene poder para
escapar a las reglas que se ha dado a sí mismo, rechazarlas, o inventar unas nuevas.
Haciendo eco de la división naturaleza-cultura, la teoría política moderna empleó el concepto
de naturaleza como recurso metodológico para crear la mistificación del poder burgués,
ocultando las disputas del poder y la violencia que implican su vigencia, e inventando una
metáfora que sirvió como línea divisoria entre un antes y un después del advenimiento de la
burguesía. El “estado de naturaleza” es el umbral entre el nacimiento de la política moderna y
la sociedad pre-moderna que articula el relato burgués según el cual los seres humanos
abandonan el estado natural, en el que supuestamente son libres e iguales pero no racionales,
por un contrato social, en el que crean una instancia superior como racionalización de los
intereses privados: el Estado. Esta racionalización conllevará a la generación del contrato
social como garante de la racionalidad de los individuos y de la comunidad política. Atrás
quedaría el estado pre-político, como un pasado no moderno, no contractual, y por tanto, no
racional. El estado de naturaleza, se esgrime así como una categoría con un doble propósito
heurístico y político: la justificación del estado burgués y su poder económico.
1. ¿Un impulso innato?
A diferencia de las teorías sociológicas, que consideran que el antagonismo es irreductible a
los conflictos individuales, y que éstos se deben más bien a las características particulares de
la estructura social; las teorías de la violencia provenientes de la etología y la psicología
parten de la base individual, suscribiendo una concepción de la sociedad como un agregado
de individuos física y mentalmente semejantes. Los estudios que intentan explicar el origen
de la violencia en el individuo se dividen en dos corrientes que podríamos relacionar con las
teorías del origen de la sociedad propuestas respectivamente por Thomas Hobbes (2005) y
Jean Jacques Rousseau (1991): las corrientes instintivistas y las corrientes ambientalistas.
Sigmund Freud fue uno de los pioneros de las teorías que explican la violencia en la
existencia de un impulso innato. El psicólogo vienés había dedicado relativamente poca
atención al fenómeno de la violencia mientras consideró que la sexualidad (libido) y la
conservación del individuo eran las dos fuerzas que predominaban en el hombre. Esto cambió
hacia 1923, cuando en su obra El yo y el ello postuló una nueva dicotomía: la de instinto(s) de
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vida (Eros) e instinto(s) de muerte (tánatos); intuición que fue reconfirmada en la década del
30 en El Malestar de la cultura: «Partiendo de las especulaciones acerca del comienzo de la
vida y de paralelos biológicos – escribió Freud- llegué a la conclusión de que además del
instinto de conservar la sustancia viva debía haber otro instinto contrario que trataría de
disolver esas unidades y hacerlas volver a su estado primitivo, inorgánico. Es decir, así como
un Eros, había un instinto de muerte» (Freud, 1996:84)
El instinto de muerte se dirige contra el mismo organismo, y es por ello una pulsión
autodestructora, o bien se dirige hacia fuera y entonces tiende a destruir a los demás y no a sí
mismo. Cuando se mezcla con la sexualidad, el instinto de muerte se transforma en impulsos
menos dañinos, que se manifiestan por el sadismo o el masoquismo. Aunque Freud sugirió en
diversas ocasiones que podía reducirse el poder del instinto de muerte, mantuvo en pie una
idea fundamental: que el hombre estaba sometido al influjo de un impulso de destrucción de
sí mismo o de los demás y esta situación era, por si misma, inmodificable. La agresión no era
una reacción a los estímulos del ambiente, sino un impulso que manaba constantemente
hundiendo raíces en la constitución del organismo humano.
¿Nos encontramos con Freud en una sin salida a la violencia? No del todo. Aunque en
principio la inclinación agresiva es una disposición pulsional autónoma, originaria del ser
humano, «ésta encuentra en la cultura su obstáculo más poderoso» (Ibíd.: 87). El instinto
violento puede ser controlado a partir de mecanismos de la cultura como la educación y la
socialización, dando prevalencia a la pulsión de vida. De allí que «el desarrollo cultural
pued[a] caracterizarse sucintamente como la lucha por la vida de la especie humana» (Ibíd.:
88).
Ahora bien, la emergencia de la cultura desplegada en los tabúes y las prohibiciones, no
implica tanto la desaparición definitiva de la violencia, como su represión en el mundo
inconsciente, con lo cual solo permanece agazapada esperando a manifestarse en cualquier
momento. Este parece ser el caso de la guerra donde, a pesar del fortalecimiento del intelecto
que empieza a gobernar a la vida pulsional, la violencia se actualiza y reaviva
«contradiciendo de la manera más flagrante las actitudes psíquicas que impone el proceso
cultural» (Freud, 1981: 56).
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El razonamiento de Freud nos deja entonces en una situación ambivalente. Por un lado, todo
individuo posee un núcleo constitutivo permanente, regido por el imperativo de la realización
inmediata de los deseos – sexuales y destructivos – que lo habitan indefectiblemente. Este
imperativo es contrario a los demás individuos y, en el límite, se opone a la preservación del
individuo mismo. Por otra parte, el incesante empuje de esos deseos tiene mucha más fuerza
que el interés racional por preservar el lazo comunitario. Al no haber una aversión natural a
la violencia en los hombres, la posibilidad del orden social y subjetivo descansa en la
introyección de las prohibiciones sociales (Tonkonoff, 2009). La cultura debe domeñar a la
naturaleza. Pero, ¿qué pasa cuando la cultura fracasa en su función reguladora? ¿Acaso queda
el hombre a merced de sus instintos zoológicos?
Veamos ahora un planteo instintivista que no parte de la cultura sino de la conducta animal.
Para el etólogo austriaco Konrad Lorenz (1971), la agresividad humana es un instinto
alimentado por una fuente de energía inagotable y no necesariamente el resultado de una
reacción a estímulos externos. La energía específica para un acto instintivo se acumula
constantemente en los centros nerviosos relacionados con esa pauta de comportamiento, y si
se acumula energía suficiente es probable que se produzca una explosión aun sin presencia de
estímulo. La agresión, en este orden de ideas, es definida como «el instinto que lleva al
hombre tanto como al animal, a combatir contra los miembros de su propia especie. Es un
instinto como cualquier otro, y en condiciones naturales, es totalmente apto para la
conservación de la vida y la especie» (Lorenz, 1971:3).
En el hombre, empero, el instinto agresivo puede llegar a límites destructivos, no
relacionados con la competencia necesaria para sobrevivir. Según Lorenz. «la manifestación
dañina del instinto de agresión que los hombres llevamos, fue producto de un proceso de
selección intra-específica que actuó sobre nuestros ascendientes a lo largo de varios milenios;
concretamente a lo largo de todo el Paleolítico» (Ibíd.: 269-270). En el momento en que los
hombres alcanzaron un nivel de desarrollo de sus armas, sus ropas y su organización social
que les permitió mantener a raya los peligros exteriores del hambre, el frío y los grandes
animales - que dejaron de ser factores básicos del proceso selectivo- entró en acción una
selección dañina, intra-específica. A partir de entonces, el factor que promovió la selección
entre los hombres fue la guerra contra hordas vecinas y rivales. Este factor, señala Lorenz,
«debió provocar el culto y cultivo de todas esas “virtudes guerreras” que, por desgracia, aún
83
Comisión Especial de Violentología 2013
hoy siguen siendo para muchas personas ideal digno de nuestros mejores esfuerzos»
(Ibíd.:270).
En las sociedades modernas, el comportamiento patológicamente agresivo se
produce
cuando las condiciones restrictivas y multitudinarias de la vida cotidiana saturan las vías
naturales de expresión de la irritabilidad. El impulso de agresión se acumula entonces
peligrosamente, y estalla eventualmente en forma de violencia (o autoviolencia) desviada. La
violencia sería así el fruto de la represión/acumulación de la agresividad. En palabras de
Lorenz:
… el hombre civilizado actual padece de su propia cultura. Añádase a esto que los
síntomas patológicos de que hablamos, solamente se aprecian en una incapacidad de
reacción en sus impulsos agresivos. Es más que probable que los efectos nocivos de
los impulsos de agresión del hombre, que Freud explicaba postulando un impulso
tanático especial, se deban sencillamente a que la selección intra-específica hizo
aparecer por evolución en el hombre en épocas primigenias cierta cantidad de
pulsiones agresivas para las cuales no hay válvula de seguridad en la sociedad tal y
como hoy estoy organizada. (Íbíd.:270).
Dos cuestiones nos interesan de la explicación de Lorenz. En primer lugar, hacer notar la
relación entre violencia y reconocimiento. La agresión propiamente dicha involucra a
individuos de la propia especie cuando son reconocidos como tales: es intra-específica. Esto
pone de presente un elemento fundamental: que los factores desencadenantes de la agresión
son, por lo general, los mismos que intervienen en el reconocimiento. De esta suerte, la
agresión intra-específica está asociada al establecimiento de vínculos sociales. Ahora bien,
¿cómo se produce el paso de la agresividad necesaria para la supervivencia a la violencia? El
mismo Lorenz admite que el potencial destructor de la agresividad intra- específica, que es
mínimo en los animales, alcanza en los humanos niveles muy perjudiciales: «El instinto que
servía para la supervivencia del animal -dice Lorenz- se ha "exagerado grotescamente" en el
hombre y se ha “vuelto loco". Así la agresión se ha hecho una amenaza más que una ayuda
para la supervivencia» (Ibíd.: 271). Pero, ¿es la violencia un cúmulo de agresividad represado
o se trata de un fenómeno diferente?
He aquí el segundo aspecto que nos interesa problematizar: la urgencia de diferenciar la
violencia del comportamiento agresivo. En general, la conducta agresiva en la naturaleza (y
entre los humanos) es una forma de resolver conflictos sobre la posesión de recursos (refugio,
pareja, alimento) en situaciones de lucha por la supervivencia. Es una conducta defensiva y
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Comisión Especial de Violentología 2013
direccional positiva, restauradora del equilibrio interno del sujeto, orientada a reaccionar ante
el peligro. La violencia en cambio, es una forma de destructividad que trasciende el ámbito
de la supervivencia y que no economiza en el daño ajeno, llegando a la crueldad y la
aberración. Se trata de una manifestación sólo presente en la especie humana.
Lorenz reconoce que el hombre tiene, como los animales, dispositivos de ritualización,
comportamientos de sumisión y de inhibición de la agresión de tipo preventivo como la
sonrisa y los gestos, así como comportamientos de amenaza simbólica como levantar los
brazos. Pero estos son insuficientes para mantener al hombre a salvo de sus congéneres. Si
los mecanismos de ritualización y disuasión fallan, ¿queda el hombre inerme frente a sus
impulsos destructivos?
Muchos de los colegas de Lorenz reaccionaron enérgicamente frente a sus planteamientos.44
Entre otras críticas, señalaron que al hablar de “instintos” en los humanos, el etólogo
austriaco estaba recurriendo a una noción desde hacía mucho tiempo descartada por inútil;
que su punto de vista de que había “patrones de comportamiento social evolucionados
filogenéticamente” en los humanos contradecía los datos de la antropología y la historia; que
de ningún modo se infería que lo aplicable a los otros animales debía aplicarse a los
humanos; y que el comportamiento que describía como agresivo no se aplicaba a todos los
animales; que incluso en aquellos a los que sí se aplicaba no siempre estaba claro que pudiera
ser no aprendido. Algunos fueron lo bastante crueles como para recordarle que ya una vez
había malinterpretado los hechos cuando en tiempo de los nazis publicó un artículo en que
defendía la eugenesia y “la idea racista como base del estado”. Sobre el problema clave de si
el comportamiento agresivo en los humanos se disparaba en respuesta a factores externos o,
como afirmaba Lorenz, en respuesta a alguna “pulsión” interna que tenía que ser
“descargada”, la opinión fue unánime. No había ningún “instinto de lucha” ni “pulsión de
agresión” en los humanos; el comportamiento agresivo en los humanos lo disparaban causas
externas. Siendo así, la situación no era tan peligrosa como Lorenz imaginaba porque, como
él mismo admitía, esto significaba que estos factores externos que desencadenaban la
agresión se podían eliminar “con alguna esperanza de éxito”. Para los críticos de Lorenz, algo
44
Ver al respecto el libro colectivo editado por Montagu (1968), en particular los artículos de
Leonardo Bercowitz, León Eisenberg y del propio Ashley Montagu.
85
Comisión Especial de Violentología 2013
que faltaría en su planteamiento es el papel complejo y fundamental de la cultura en la
creación y el encauzamiento de la violencia. Al escoger como punto de partida la conducta
animal y no la conducta humana, el etólogo alemán habría desconocido que aún cuando los
humanos posemos en forma congénita la capacidad de responder a situaciones de conflicto en
forma agresiva, no tenemos ninguna necesidad biológica de ejercitar la violencia.
Para responder a sus críticos, Lorenz se apoyó en las teorías de su coterráneo Arnold Gehlen
(1987), para quien el hombre es ciertamente, un ser natural, pero que, a diferencia de otros
animales, no está adaptado ni para la lucha por la vida ni para la supervivencia de la especie,
por lo que la cultura (lenguaje, instituciones sociales, técnicas...) constituye un medio de
readaptación, lo que hace del hombre “un ser cultural”; ya que los programas filogenéticos de
su comportamiento estaban ya dispuestos para amoldarse a la presencia de una civilización.
(Serrano Ruiz- Calderón, 1986:234). La combinación instinto innato-cultura es retomada de
esta forma por Lorenz para refutar las acusaciones de reduccionismo y de exaltación de la
agresividad esgrimidas por sus contemporáneos norteamericanos. Así escribió:
no sólo no sobre-estimo la parte del animal que está en el hombre, sino que diría,
incluso, que son los adversarios de la etología quienes subestiman la diferencia que
hay entre el hombre y los animales. A fines de la era terciaria se produjo una
verdadera revolución cuando nuestros antepasados llegaron a descubrir el
pensamiento conceptual. En esa etapa de la evolución, unas facultades que
anteriormente no existían sino aisladas en los animales, se vieron combinadas dentro
de un sistema totalmente nuevo, el cual desarrolló unas propiedades sistemáticas
hasta entonces desconocidas. La percepción de las formas y la facultad de
representar el espacio al combinarse con las facultades de exploración de los jóvenes
antropoides, dieron como resultado una actividad enteramente nueva: la actividad
conceptual (Lorenz, 1983: 107- 108).
Vistos en perspectiva, tanto Freud como Lorenz convienen que la represión de los instintos es
perjudicial para los hombres. Freud postuló que la represión de la sexualidad podía conducir
a enfermedades mentales y aplicó el mismo principio al instinto de muerte, enseñando que la
represión de la agresión dirigida hacia fuera es insana y puede volverse contra el mismo
hombre. Lorenz por su parte, declaró que el hombre civilizado actual padece de una descarga
insuficiente de su impulso agresivo. Ambos llegan por diferentes caminos al diagnóstico de
un individuo que continuamente está produciendo energía agresiva y destructiva que a la
larga no consigue domeñar. La principal consecuencia de asociar la violencia a un instinto o a
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Comisión Especial de Violentología 2013
una pulsión innata es precisamente la condena del ser humano a estar inmerso en ella, no por
las relaciones que entabla, sino por su propia situación biológica. Se trata de un diagnóstico
que no sabemos si es profundamente desesperanzador o temiblemente condescendiente. ¿Qué
mayor tranquilidad para un mundo con tendencia a la violencia que la salvaguarda en un
instinto biológico irreductible?
Partimos de las teorías de Freud y Lorenz para iniciar las discusiones de la Comisión de
Violentología pero sabemos de la necesidad de superarlas y avanzar en explicaciones que
vayan más allá de la indomable naturaleza del individuo para tomar en consideración el
entorno que lo rodea. Por ello pasaremos rápidamente por un par de planteamientos herederos
de la teoría de Lorenz, para dirigirnos después a los enfoques ambientalistas, que buscan la
violencia ya no en la naturaleza humana, sino en sus relaciones. Cabe advertir que si bien
avanzan un paso respecto de las teorías innatistas, los enfoques ambientalistas, y en particular
ciertas manifestaciones de la psicología conductista, continúan presas de un determinismo
mono-causal que mantiene encubiertas las verdaderas dimensiones de la violencia.
Un heredero de Lorenz, el norteamericano Robert Ardrey (1979), desplazó el locus de la
violencia del instinto biológico al “imperativo territorial”, un impulso que llevaría a todo ser
viviente a conquistar y defender su propiedad contra eventuales violaciones de otros
miembros de su especie. Según Ardrey, el territorio satisface la necesidad de identificación
que todos los seres biológicos experimentan. Cada grupo de una especie, y cada individuo
dentro de ese grupo, tienden a identificarse con una parcela territorial mayor que ellos y en
donde su presencia sea más duradera. En este orden de ideas, los seres humanos seríamos
“animales territoriales”, que, impulsados por el instinto de supervivencia, tenderíamos a
“poseer” un territorio (hogar, Nación, espacio físico vacío en torno nuestro al movernos) que
pudiéramos considerar inequívocamente como “nuestro”. Nuestro rasgo principal, sería así la
necesidad de
poseer en propiedad un hogar que consideremos como un territorio
específicamente propio, y al interior del cual tengamos zonas en las que nos sentimos más
cómodos y objetos que nos desagrada ver utilizados por otros.
Los planteamientos de Ardrey generan varios interrogantes y muchas perplejidades. En
primer lugar, vale aclarar la perspectiva desde la cual escribe el autor. Autoproclamado
expresamente como antisocialista, Ardrey subtituló su libro “Indagación personal de los
orígenes animales de la propiedad y las naciones”, con lo cual sus postulados hacen eco de
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Comisión Especial de Violentología 2013
las necesidades explicativas del capitalismo, naturalizando artificios de la cultura como la
propiedad privada y la división del mundo en estados competitivos. Por otra parte, su
metodología - consistente en dar por cierto que lo que podía ser válido para los animales
observados era también cierto también para los humanos- termina siendo errada, habida
cuenta de que el factor distintivo de los humanos es precisamente el carácter adquirido de los
comportamientos. De esta suerte, si bien bajo determinadas circunstancias, los humanos
pueden conducirse de manera posesiva, territorial o agresiva, tal forma es correlativa a las
condiciones en las que viven y a los valores prescritos por su cultura. En una sociedad
diferente, con una cultura diferente, los humanos pueden conducirse - y de hecho lo hacende modos no posesivos, ni territoriales ni agresivos. Con esto, el egoísmo natural prescrito
por Ardrey y por tantos otros defensores del darwinismo social, poco y nada dice acerca de
conductas igualmente frecuentes entre los humanos como la cooperación, el trabajo en equipo
y el amor.
A los libros de Lorenz y Ardrey siguieron los de otros estudiosos del comportamiento
humano como El mono desnudo (1972) de Desmond Morris y Amor y odio (1972) de
Eibesfeldt. Años más tarde, Richard Dawkins en El Gen Egoísta (1976), examinó la biología
del altruismo y del egoísmo, queriendo demostrar que el factor importante en la evolución no
es el bien de la especie o grupo, como tradicionalmente se entiende, sino el bien del individuo
o gen. Según Dawkins, el comportamiento está regido por el egoísmo de los genes de cada
organismo, y no por el altruismo de cada individuo con respecto a los demás miembros de su
especie. En esta perspectiva, los individuos son máquinas creadas por los genes para su
supervivencia. En cuanto al hombre, Dawkins afirma que se trata del único organismo capaz
de hacer frente y llevar la contraria a los dictados de los genes egoístas, gracias a su
consciencia: sólo el hombre puede revelarse contra la tiranía de los replicadores egoístas. La
mayoría de las características que resultan inusitadas en el hombre se deben a la cultura, que
Dawkins también pretende tratar como una unidad de transmisión, aunque con unos
mecanismos particulares.
Los intentos de Dawkins y sus antecesores son retomados por Anthony Storr, en su libro La
Agresividad Humana (1981). El escritor y psiquiatra inglés, estudia las diversas teorías que
han tratado de descubrir las raíces de la agresividad humana y analiza las formas que ésta
adopta durante los sucesivos períodos de desarrollo humano y en los comportamientos
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Comisión Especial de Violentología 2013
neuróticos y psicóticos. A juicio de Storr, la agresividad del hombre es un instinto cuyos
efectos pueden ser controlados y encauzados, pero en ningún caso suprimidos. Aunque los
actos de crueldad humana suelen ser atribuidos a instintos atávicos procedentes de anteriores
etapas de la evolución biológica, lo cierto es que nuestra especie es la más despiadada de
cuantas habitan el planeta: dentro del reino animal, sólo el hombre ha llegado a extremos de
conducta que llevan aparejada la destrucción sistemática de miembros de su propia
colectividad.
Todas estas obras contienen en lo fundamental la misma tesis: el comportamiento agresivo
del hombre, manifestado en la guerra, el crimen, los choques personales y todo género de
conductas destructivas y sádicas obedece a un instinto innato, programado filogenéticamente,
que busca su descarga y espera la ocasión apropiada para manifestarse.
2. El hombre nace bueno pero…
En un extremo diametralmente opuesto a los enfoques instintivistas, se encuentran las
corrientes ambientalistas de la violencia. Como postulado común, estas teorías sostendrán
que el comportamiento del hombre está modelado exclusivamente por la influencia del medio
ambiente, o sea por los factores sociales y culturales, y no por los biológicos. En su forma
más radical, esta perspectiva ya había sido formulada por los filósofos de la Ilustración como
Rousseau (1991), quien suponía que el hombre había nacido "bueno" y racional y que debido
a las malas instituciones, la mala educación y el mal ejemplo se habían formado en él
tendencias malas.
Orientado en esta dirección, el conductismo fundado por J. B. Watson (1969) excluyó de la
psicología todas las nociones "subjetivas" que no pudieran observarse directamente, como
"sensación, percepción, imagen, deseo, pensamiento y emoción”, centrando la atención de la
disciplina en el comportamiento y las actividades observables en el ser humano. «La
psicología, tal como la ve el conductista, - escribe Watson- es una rama puramente objetiva y
experimental de la ciencia natural. Su meta es la teórica es la predicción y control de la
conducta. La introspección no constituye una parte esencial de sus métodos, y el valor
científico de sus datos no depende de que se presten a una interpretación fácil en términos de
conciencia. En sus esfuerzos por obtener un esquema unitario de la conducta animal, el
conductista no reconoce ninguna línea divisoria entre el hombre y el bruto» (1969: 158).
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Comisión Especial de Violentología 2013
Las mayores críticas a los trabajos instintivistas de Lorenz, Ardrey y sus discípulos,
provienen justamente de los psicólogos conductistas que consideran que nociones como la de
instinto agresivo o pulsión de muerte, nada agregan al estudio de las fuerzas que impulsan al
hombre a obrar de determinado modo. Para avanzar en el estudio de la agresividad humana,
el conductismo se enfoca en modo en que los hombres se comportan, los condicionamientos
sociales que configuran su manera de actuar, y el papel del aprendizaje como factor
determinante de sus conductas. M.F. Ashley Montagu (1990), sostuvo que el hombre nace
con un comportamiento muy poco estructurado, y que el entorno y la educación forjan la
mayor parte de su acervo de actitudes. En consecuencia, la agresividad -y agregaríamos
nosotros la violencia- no es innata, sino una forma de comportamiento aprendido. Sostener
que se trata de un instinto o pulsión de tal carácter equivale, para los conductistas, a centrar la
atención exclusivamente sobre el estímulo, el encauzamiento y la transformación de los
impulsos internos de quienes participan en una lucha. Esto pasaría por alto la función
cumplida por las constricciones sociales, y otros factores no biológicos involucrados en la
competencia, los cuales son de raigambre político, social, económico y cultural. Para el
conductismo, los conflictos colectivos, y la violencia, como máximo grado de conflictividad,
se deben a circunstancias externas de carácter complejo.
Para los psicólogos conductistas, la agresividad no es una potencialidad innata, sino el
resultado de tempranas frustraciones y de conflictos intrapersonales que degeneran en
complejos o en deseos de agresión y de venganza contra todo aquello que amenace el ego
narcisista del individuo. Bajo este supuesto, psicólogos experimentales como Dollard y
Miller (1939) pusieron la mira en los rasgos estructurales de la sociedad que fomentan la
socialización del descontento, y elaboraron la “teoría de la frustración=agresión". Según este
marco explicativo, toda conducta agresiva supone la existencia previa de una frustración,
definida como el estado de un sujeto a quien se le prohíben las respuestas adecuadas a los
estímulos recibidos. La frustración conduciría siempre a alguna forma de agresión, cuya
intensidad variaría en proporción directa a la arbitrariedad del abuso, a la importancia del
desengaño, a la intensidad de instigación a la respuesta frustrada, a su grado de interferencia
con otras aspiraciones del individuo, etc.
Investigaciones desarrolladas posteriormente, mostraron que la agresión es solo una de las
respuestas posibles a la frustración, y que la amplitud de la violencia colectiva estaba ligada
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Comisión Especial de Violentología 2013
tanto al grado y la duración de esa frustración como a otras circunstancias del entorno
ecológico y político (Millner, 1941; Tanter y Midlarsky: 1967) Puede haber frustración sin
violencia y viceversa. Incluso aunque se dieran frustración e ira, la probabilidad de que una
persona ejerza una agresión a otra depende de circunstancias externas como un contexto
favorable, etc.
3.
Pasión por la destrucción
Para Erich Fromm la alternativa entre instintivismo y conductismo no es favorable al
progreso teórico acerca de la tendencia destructiva del hombre. «Ambas posiciones- diceson "monoexplicativas", dependen de preconcepciones dogmáticas, y se requiere de los
investigadores que hagan encajar los datos dentro de una u otra explicación» (1986: 2-4). Por
ello, su planteamiento socio-biológico busca distinguir dos tipos de agresión enteramente
diferentes en el hombre. El primero, que comparte con todos los animales, es un impulso
filogenéticamente programado para atacar (o huir) cuando están amenazados intereses vitales.
Esta agresión "benigna", defensiva, está al servicio de la supervivencia del individuo y de la
especie, es biológicamente adaptativa y cesa cuando cesa la amenaza. El otro tipo, la agresión
"maligna", o sea la crueldad y destructividad, es específico de la especie humana y se halla
virtualmente ausente en la mayoría de los mamíferos; no está programada filogenéticamente
y no es biológicamente adaptativa; no tiene ninguna finalidad y su satisfacción es placentera.
Buena parte de la discusión anterior acerca de este asunto estaba viciada por el hecho de no
distinguir entre estos dos géneros de agresión, cada uno de los cuales tiene diferente origen y
diferentes propiedades. La agresión defensiva es, ciertamente, parte de la naturaleza humana,
aunque no sea un instinto "innato". El hombre difiere del animal por el hecho de ser el único
primate que mata y tortura a miembros de su propia especie sin razón ninguna, biológica ni
económica, y siente satisfacción al hacerlo. Es esta agresión "maligna", biológicamente no
adaptativa y no programada filogenéticamente, la que constituye el verdadero problema y el
peligro para la existencia del hombre como especie.
La distinción entre agresión benigna defensiva y agresión maligna destructiva requiere una
distinción ulterior, más fundamental, entre instinto y carácter, o dicho con más precisión,
entre los impulsos arraigados en las necesidades fisiológicas (impulsos orgánicos) y las
pasiones específicamente humanas arraigadas en su carácter ("pasiones radicadas en el
91
Comisión Especial de Violentología 2013
carácter o humanas"). Para Fromm, el carácter es la segunda naturaleza o índole segunda del
hombre, que remplaza a sus instintos, poco desarrollados; y las pasiones humanas (como el
anhelo de amor, ternura y libertad, así como el placer de destruir, el sadismo, el masoquismo,
el ansia de poder y poseer) son respuestas a las "necesidades existenciales", radicadas a su
vez en las condiciones mismas de la existencia humana. Resumiendo, los instintos son
soluciones a las necesidades fisiológicas del hombre, y las pasiones condicionadas por el
carácter, soluciones a sus necesidades existenciales, son específicamente humanas. Estas
necesidades existenciales son las mismas para todos los hombres, pero los hombres difieren
en lo relativo a sus pasiones dominantes.
El que la pasión dominante del hombre sea el amor o la destructividad depende en gran parte
de las circunstancias sociales; pero estas circunstancias operan en relación con la situación
existencial biológicamente dada y las necesidades que en ella tienen su origen, y no con una
psique indiferenciada, infinitamente maleable, como supone la teoría ambientalista. Hacemos
pasar así el principio de explicación humana del principio fisiológico de Freud a un principio
histórico socio- biológico. El punto de vista desde el cual serán tratados estos problemas aquí
es socio- biológico. Puesto que la especie homo sapiens puede definirse en términos
anatómicos, neurológicos y fisiológicos, debemos también poderla definir como especie en
términos psíquicos.
4. Ni innata ni biológica: La violencia es un producto de la cultura
El Manifiesto de Sevilla, difundido por decisión de la Conferencia general de la UNESCO en
su vigesimoquinta sesión realizada en París el 16 de noviembre de 1989, se expidió de
manera definitiva sobre la cuestión del carácter innato o adquirido de la violencia. El texto
está firmado por universitarios y científicos originarios de muchos países, del Norte y del Sur,
del Este y del Oeste y ha sido adoptado y publicado por numerosas organizaciones científicas
de todo el mundo. En él, luego de cinco proposiciones correlativas a cinco mitos, en las que
se desmiente la idea de la inevitabilidad de la guerra y todo tipo de violencias presuntamente
inscritas en la naturaleza humana, sostenida y justificada por algunas tesis científicas a modo
de paradigmas, o por los usos equivocados de las teorías, los firmantes del Manifiesto
concluyen
que la guerra es finalmente, una invención humana, contextualizable en la
historia y la cultura de las sociedades y que, como tal, puede dar lugar a la invención de su
contrario, es decir, de una paz duradera.
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Comisión Especial de Violentología 2013
MANIFIESTO DE SEVILLA
Convencidos de que es responsabilidad nuestra como investigadores en diversas disciplinas
llamar la atención sobre las actividades más peligrosas y más destructivas de nuestra
especie, a saber la violencia y la guerra; reconociendo que la ciencia es un producto de la
cultura que no puede tener carácter definitivo o abarcar todas las actividades humanas;
agradecidos por el apoyo que hemos recibido de las autoridades de Sevilla y de los
representantes españoles de la UNESCO; nosotros, los universitarios abajo firmantes,
originarios del mundo entero y representantes de las disciplinas pertinentes, nos hemos
reunido y hemos logrado el siguiente manifiesto sobre la violencia. En este manifiesto,
impugnamos cierto número de presuntos descubrimientos biológicos que han sido utilizados
por personas, incluso en nuestros respectivos ámbitos, pasa justificar la violencia y la
guerra. Puesto que la utilización de estos "descubrimientos" ha creado un clima de
pesimismo en nuestras sociedades, proclamamos que la denuncia pública y reflexionada de
tales manipulaciones constituye una contribución importante al Año Internacional de la Paz.
El mal uso de hechos y teorías científicos con el fin de legitimar la violencia y la guerra, sin
ser un fenómeno nuevo, está estrechamente asociado al advenimiento de la ciencia
moderna. Por ejemplo, la teoría de la evolución ha sido "utilizada" para justificar no sólo la
guerra, sino también el genocidio, el colonialismo y la eliminación del más débil.
Explicamos nuestro punto de vista en forma de cinco proposiciones. Somos perfectamente
conscientes de que, en el marco de nuestras disciplinas, se podría hablar de muchas otras
cuestiones que también atañen a la violencia y la guerra, pero nos ceñiremos
voluntariamente a lo que consideramos una primera etapa esencial.
PRIMERA PROPOSICION
CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que hemos heredado de nuestros
antepasados los animales una propensión a hacer la guerra. Aunque el combate sea un
fenómeno muy expandido en las especies animales, en las especies vivas sólo se conocen
algunos casos de luchas destructoras intra-especies entre grupos organizados. Y en ningún
caso implican el recurso a utensilios usados como armas. El comportamiento predador que
se ejerce con respecto a otras especies, comportamiento normal, no puede ser considerado
como equivalente a la violencia intra-especies. La guerra es un fenómeno específicamente
humano que no se encuentra en los demás animales.
El hecho de que la guerra haya cambiado de manera tan radical a lo largo de los tiempos
prueba claramente que se trata de un producto de la cultura. La filiación biológica de la
guerra se establece, principalmente, a través del lenguaje que hace posibles la coordinación
entre los grupos, la transmisión de la tecnología y el uso de utensilios. Desde un punto de
vista biológico, la guerra es posible pero no tiene carácter ineluctable como lo demuestran
las variaciones de lugar y de naturaleza que ha sufrido en el tiempo y en el espacio. Existen
culturas que desde hace siglos no han hecho la guerra y otras que en ciertos periodos la han
hecho con frecuencia y luego han vivido en paz durante mucho tiempo.
SEGUNDA PROPOSICION
CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra o cualquier otra forma de
comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana. Aunque
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Comisión Especial de Violentología 2013
los genes están implicados a todos los niveles del funcionamiento del sistema nervioso, son
la base de un potencial de desarrollo que sólo se realiza en el marco del entorno social y
ecológico. Aunque indiscutiblemente varía la predisposición de los individuos a sufrir la
huella de su experiencia, no obstante, sus personalidades son determinadas por la
interacción entre su dotación genética y las condiciones de su educación. Con excepción de
algunos raros estados patológicos, los genes no producen individuos necesariamente
predispuestos a la violencia. Pero el caso contrario también es cierto. Aunque los genes
estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo
totalmente.
TERCERA PROPOSICION
CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que a lo largo de la evolución humana se
haya operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos. En
todas las especies bien estudiadas, la capacidad para cooperar y cumplir funciones sociales
adaptadas a la estructura de un grupo determina la posición social de sus miembros. El
fenómeno de "dominación" implica lazos sociales y filiaciones; no resulta sólo de la
posesión y la utilización de una fuerza física superior, aunque pone en juego
comportamientos agresivos. Cuando, por la selección genética, se han creado artificialmente
tales comportamientos en los animales, se ha constatado la aparición rápida de individuos
no hiperagresivos; ésto permite pensar que en condiciones naturales la presión en favor de
la agresividad no había alcanzado naturalmente su nivel máximo. Cuando tales animales
hiperagresivos están presentes en un grupo, o destruyen la estructura social, o son
eliminados de ella. La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en
nuestros genes.
CUARTA PROPOSICION
CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que los hombres tienen "un cerebro
violento"; aunque nuestro aparato neurológico nos permite actuar con violencia, no se activa
de manera automática por estímulos internos o externos. Como en los primates superiores y
contrariamente a los demás animales, las funciones superiores neurológicas filtran estos
estímulos antes de responder. Nuestros comportamientos están modelados por nuestros
tipos de condicionamiento y nuestros modos de socialización. No hay nada en la fisiología
neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente.
QUINTA PROPOSICION
CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra es un fenómeno instintivo o
que responde a un único móvil. El surgimiento de la guerra moderna es el punto final de un
recorrido que, comenzando por factores emocionales, a veces cualidades instintivas, ha
desembocado en estos factores cognoscitivos. La guerra moderna pone en juego la
utilización institucionalizada de una parte de las características personales tales como la
obediencia ciega o el idealismo, y por otra aptitudes sociales tales como el lenguaje;
finalmente implica planteamientos racionales tales como la evaluación de los coses, la
planificación y el tratamiento de la información. Las tecnologías de la guerra moderna han
acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los
combatientes o en la preparación psicológica a la guerra (le la población. Debido a esa
ampliación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias.
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Comisión Especial de Violentología 2013
CONCLUSION
Como conclusión proclamamos que la biología no condena a la humanidad a la guerra, al
contrario, que la humanidad puede liberarse de una visión pesimista traída por la biología y,
una vez recuperada su confianza, emprender, en este Año Internacional de la Paz y en los
años venideros, las transformaciones necesarias de nuestras sociedades. Aunque esta
aplicación depende principalmente de la responsabilidad colectiva, debe basarse también en
la conciencia de individuos, cuyo optimismo o pesimismo son factores esenciales. Así como
"las guerras empiezan en el alma de los hombres", la paz también encuentra su origen en
nuestra alma. La misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la
paz. La responsabilidad incumbe a cada uno de nosotros.
En la orilla contraria a los planteamientos de la etología y la psicología innatista y
coincidiendo con el Manifiesto de Sevilla, se hallan todos aquellos científicos que entienden
la violencia como un fenómeno estrictamente cultural, sea que su emergencia se deba al
aprendizaje o al acondicionamiento social. Entre ellos podemos destacar al norteamericano
Ted Robert Gurr, quien retoma las teorías psicológicas de la frustración=agresión para darle
un alcance sociológico en sus análisis sobre violencia política. En su clásico libro El por qué
de las rebeliones, Gurr manifiesta que «la violencia no es ni una manifestación ineluctable de
la naturaleza humana, ni una consecuencia fatal de la existencia de las comunidades políticas.
Es una clase específica de reacción a determinadas circunstancias sociales» (1974:221).
La propensión a la violencia colectiva depende para Gurr «del modo en que una sociedad
regule los medios y fines de la acción humana. Esa disposición o descontento se puede
templar por medio de normas sociales que reprueben la violencia provocada y enfocada sobre
un sistema político por doctrinas y hechos históricos que la encuentran justificada y útil. La
violencia civil puede desencadenarse en cualquier comunidad política, especialmente en
aquellas que recurren a la coerción para preservar el orden, en vez de ofrecer medios
adecuados para satisfacer las aspiraciones humanas» (Ibíd.). En el caso contrario, esto es,
cuando las personas disponen de medios de medios constructivos para alcanzar las metas
sociales o políticas que se han fijado, pocos individuos recurren a la violencia.
Lo interesante del aporte de Gurr es la combinación de variables de tipo psicológico como la
frustración con factores exógenos determinantes de la acción colectiva. Su modelo de la
privación relativa, establece una relación entre las aspiraciones colectivas de los grupos
sociales y la satisfacción posible de esas aspiraciones percibidas como legítimas. La violencia
se produce con mayor frecuencia cuando la brecha entre lo posible y lo cumplido se
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incrementa. Por ello, uno de los grandes movilizadores de la violencia colectiva es la
discriminación económica. Pero es sólo hasta que éstos descontentos son vehiculados por
doctrinas ideológicas que la acción colectiva se convierte en acción política.
Smelser (1962) y Tilly (1978; 1993), avanzaron un poco más en el estudio de la violencia
colectiva mostrando que ésta no es el resultado de impulsos imprevisibles y espontáneos que
se activan por imitación y que no puede ser explicada unívocamente por causas ambientales.
En su lugar, los autores suponen que en todo acto de violencia multitudinaria existe cierta
racionalidad. Aunque las muchedumbres, agregados, turbas o colectivos carezcan de
organización podemos suponer que su comportamiento está motivado y tiene una finalidad.
La acción espontánea de la masa puede ser el resultado de una situación colectiva de
privación (pobreza, explotación, etc.) como sugería Gurr pero hace falta una excusa para que
ésta estalle. que hace que la violencia “estalle” ante cualquier excusa. De este modo se
emparentarían «violencia social» y «violencia colectiva». Neil Smelser (1962) propuso su
famosa teoría sobre el «valor añadido» vinculando la espontaneidad de la violencia colectiva
con la racionalidad de la acción política. Charles Tilly (2003) fue más allá en el análisis
racional de los comportamientos de las multitudes interpretando los disturbios protagonizados
por las masas como una forma de acción política racional. Ambas teorías adjudicaban una
serie de elementos explicativos a la violencia colectiva, tales como la presencia de
condiciones estructurales (pobreza, falta de libertades, desarrollo institucional, nivel de
urbanismo y estado de las comunicaciones); la existencia de lazos de identificación entre los
protagonistas; la lógica nosotros-ellos, la presencia de elementos ideológicos que da sentido
al malestar general; un hecho precipitador de referencia y la extensión y multiplicación de
los primeros incidente. Las muestras espontáneas de violencia colectiva suelen localizarse en
el tiempo y el espacio. Que ese estallido tenga una repercusión mayor depende de las
variaciones ocurridas en los elementos anteriormente identificados y su vinculación con la
acción política.
Otro que toma en consideración el contexto en que se desenvuelven las relaciones de
violencia es el biólogo chileno Humberto Maturana (1995), para quien la violencia no hace
parte de una impronta biológica o psíquica innata, sino que es el resultado de un determinado
modo de vivir. «Todo ser vivo –afirma- requiere de un espacio relacional donde vivir y
definirse y en los seres humanos, este espacio es la cultura. Allí se entrelazan emoción y el
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lenguaje para configurar redes de conversaciones, coordinaciones conductuales consensuadas
y de estilos de vivir en lo cotidiano. Si la vida humana se da en un espacio relacional, la
violencia es un modo de vivir en ese espacio que tendría lugar en “aquella situación en la
que alguien se mueve con relación a otro en el extremo de la exigencia de obediencia y
sometimiento, cualquiera que sea la forma como esto ocurre en términos de suavidad o
brusquedad y el espacio relacional en que tenga lugar. La violencia es la negación del otro
que lleva a su destrucción en el esfuerzo por obtener su obediencia o sometimiento. Ahora
bien, no todas las situaciones de desequilibrio de poder son situaciones de violencia. Es la
emoción bajo la cual se vive esa relación, lo que le da el carácter de violenta o no»
(Maturana, 1995: s/p).
Y continúa: «Para vivir en la violencia se requiere estar inmerso en una cierta red de
relaciones que definen un espacio social en el que un arma, un golpe o una agresión verbal
devienen medios válidos para la consecución de fines. La violencia es un modo de convivir,
un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de discursos que la hacen posible,
que conservan el entramado de emociones que la constituyen, y en el que la negación del
otro se vive como algo tan natural que no se ve. Es la cultura en la que se vive aquella que
regulariza la violencia como un fenómeno inminente e inexpurgable, son las redes de
conversaciones y las emociones que en ella circulan las que instalan a la violencia como una
conducta legítima” (Ibíd., cursivas nuestras).
Ahora bien, no hace falta adentrarse en las subculturas del sicariato o del narcotráfico para
desentrañar la poiesis de nuestra violencia. Los mecanismos por los cuales ésta se ha
convertido en moneda corriente de las relaciones sociales se hayan inscritos en el núcleo
mismo de nuestra cultura hegemónica y sustentados en los valores de la juridicidad estatal, la
racionalidad instrumental y la dominación patriarcal. En una cultura de la violencia, las
conductas violentas y el espacio psíquico en que surgen como conductas legítimas son
invisibles para sus miembros. En el espacio psíquico de una cultura solo surgen reflexiones
propias de esa cultura y, por lo tanto, se generan desde él solo explicaciones que la justifican.
Estas son ideologías de la violencia. Para que los miembros de una cultura reflexionen sobre
sus conductas en ella, se requiere un conflicto en el emocionar que genere conductas
contradictorias suficientemente intensas como para que éstos suelten su natural certidumbre
sobre la legitimidad de sus acciones.
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Comisión Especial de Violentología 2013
La crueldad y la violencia surgen como modos culturales de vivir en el espacio de relaciones
propio de una cultura que valida la negación del otro frente a cualquier desacuerdo sea desde
la autoridad, la razón o la fuerza. Nuestra cultura logo- falo- céntrica se halla centrada en la
dominación y el sometimiento, en las jerarquías, en la desconfianza y el control, en la lucha y
en la competencia, es pues, una cultura generadora de violencia porque vive en un espacio
relacional inconsciente de negación del otro.
5. La violencia como mímesis
Hasta aquí hemos visto cómo las teorías ambientalistas, en sus distintas versiones, se
preocuparon por encontrar las condiciones sociales de emergencia de los enfrentamientos de
unos hombres contra otros. De ahí su interés en las combinaciones variables de factores
situacionales tales como los grados de privación relativa de los sujetos, sus ideologías,
creencias, identidades y su descontento con las instituciones políticas y sociales. Los rasgos
distintivos de cada grupo, el acceso diferencial a los recursos y el déficit entre las
expectativas trazadas y los logros alcanzados, entre otros, serían factores explicativos de la
disputa entre sectores irreconciliables. Ahora bien, ¿qué ocurre si pensamos que no es en sus
diferencias sino en todo aquello que los hombres tienen en común donde subyacen las causas
de la violencia?
Controvirtiendo nuestras intuiciones más comunes, la teoría mimética de René Girad sostiene
que los seres humanos combatimos a muerte no porque seamos demasiado diferentes sino
justamente por lo iguales que somos, poniendo de presente el carácter violento de lo que es
común. No es de extrañar que la más terrible de las violencias sea aquella que se produce
entre hermanos: Caín mata a Abel no por exceso, sino por defecto de diferencia. Según el
relato bíblico, estos hermanos presentaron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares; al
verlos, Dios prefirió el sacrificio de Abel (de los primogénitos de sus ovejas) que el de Caín
(del fruto de la tierra), y este enloqueció de celos y mató a su hermano, yéndose, después de
esto, a sus cultivos. Al ser interrogado por Yahvé acerca del paradero de su hermano, Caín
responde « ¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?»
Este esquema se replica en el estado de naturaleza hobbesiano. El temor recíproco proviene
del hecho de cada uno tenga, al menos en potencia, la misma capacidad de matar y de ser
muerto por cualquier otro: «el más débil tiene bastante fuerza para matar al más fuerte, ya sea
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mediante secretas maquinaciones o confederándose con otro que se halle en el mismo lugar
en que él se encuentra (…) Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en
modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al
fin (…) tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a otro» (Hobbes, 2005:100-101).
Analizando las sociedades primitivas, Girard se concentró en las crisis miméticas: aquellos
estadios de indiferenciación intra- comunitaria en los que pulula el juego de espejos, esto es
el caos de lo idéntico. En dichas coyunturas, lo que produce miedo a los primitivos no es la
distancia que los separa sino la igualdad que los reúne en una misma condición. La ausencia
de jerarquías, de límites entre lo propio y lo ajeno aproximan peligrosamente a los hombres
poniendo a unos a merced de otros y hacen de lo común un espacio de lo inefable.
Para detener el caos indiferenciado del “todos contra todos” es menester enfocar la violencia
de “todos contra uno”. En plena ebullición de la violencia mimética, surge un punto de
convergencia en el que la comunidad decide señalar a un miembro de la comunidad como
causa del desorden. Este chivo expiatorio, no es más culpable de lo que puede serlo otro
cualquiera, pero la comunidad entera está convencida de lo contrario y para que el
mecanismo sea eficaz es necesario que incluso el perseguido asuma su culpabilidad
(Rodríguez, 2011b). Cualquiera puede ser objeto de la violencia unánime, basta un comienzo
de convergencia motivado accidentalmente por algún signo victimario que le haga diferente
del resto, un rasgo cultural, religioso, ideológico o físico. El sacrificio del chivo expiatorio
protege a la comunidad entera de su propia violencia, al desviar el asesinato hacia una
víctima exterior. Como nadie cobrará venganza tras la muerte del sacrificado, la espiral de
violencia se detiene, los enemigos desaparecen, el enfrentamiento es desterrado de la
comunidad y ésta se re-ordena, unifica y cohesiona. El asesinato pone punto final a la crisis
de indiferenciación por el hecho mismo de ser unánime. El odio entre los rivales da paso a la
reconciliación de la comunidad a través del sacrificio de la víctima propiciatoria en torno a la
cual todos se coligaron. La mímesis rivalizadora y conflictiva se transforma, espontánea y
automáticamente en mímesis de reconciliación. La comunidad salvada se vuelve sobre la
víctima a la que ahora, divinizada, presentan como responsable de la resolución de la crisis.
Tras el sacrificio, la violencia continua amenazando la estabilidad alcanzada por lo que es
necesario que la comunidad, a fin de no recaer en nuevos antagonismos miméticos, se
estructure mediante prohibiciones que afecten a las mujeres, a los alimentos y en general a
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todos los objetos que sean susceptibles de engendrar rivalidades. La superación de la crisis
sacrificial pasa así por la instalación de un orden de diferencias, por la creación de leyes,
tabúes e interdicciones que devuelvan a la comunidad la capacidad de establecer distancia
entre sus miembros. Cuando la crisis vuelve a amenazar a la comunidad se emula la violencia
original. Se reproduce la crisis y se elige una víctima sustitutoria. Esta es la invención del
rito, acto religioso o ceremonial repetido invariablemente. Paralelamente surge la
rememoración de todo este proceso fundador en el mito, relato en el que la víctima aparece
siempre como culpable reafirmando la perspectiva comunitaria.
Obsérvese cómo para Girard, la violencia sacrificial comporta una doble una doble función
en las comunidades tradicionales: es al mismo tiempo destructiva y creadora, siembra el caos
y genera el orden. Sin embargo, el orden generado por la violencia tiene un carácter precario
e inestable que necesita ser periódicamente confirmado por el rito y el mito. La violencia se
asocia al campo de lo sagrado para configurar el núcleo del sistema social y las instituciones
en el mundo arcaico. El orden nace del desorden.
Reflexión final: La violencia en el ocaso de lo sagrado
En las sociedades arcaicas el sacrificio tiene la función de apaciguar las violencias intestinas
e impedir que estallen los conflictos. Al ser una violencia sin riesgo de venganza, el sacrificio
dirige la pulsión comunitaria hacia una víctima que puede ser asesinada sin temor a
represalias. En ausencia de una instancia de arbitraje, y frente a la amenaza de la violencia
fratricida, el sacrificio y el rito desempeñan un papel esencial en el domesticamiento,
regulación y canalización de la violencia en una atmósfera general de apaciguamiento.
Pero, ¿qué ocurre en las sociedades donde se ha roto el lazo entre la violencia y o sagrado,
una vez que se revela la injusticia y arbitrariedad del mecanismo del chivo expiatorio?
¿Acaso ante la pérdida de una parte fundamental de sus posibilidades de ritualización, la
violencia se hace incontrolable e inexpurgable en las sociedades modernas?
Para Girard, «[e]n los tiempos modernos en general y en el periodo actual en especial hay
signos de una nueva crisis sacrificial cuyo curso, bajo muchos aspectos, es análogo al de las
crisis anteriores. Pero sin embargo esta crisis no es la misma. Después de haber escapado de
lo sagrado más ampliamente que las demás sociedades, hasta el punto de “olvidar” la
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violencia fundadora, de perderla por completo de vista, nos disponemos a reencontrarla; la
violencia esencial regresa a nosotros de manera espectacular no solo en el plano de la
historia, sino en el plano del saber. Este es el motivo de que esta crisis nos invite, por primera
vez, a violar el tabú que ni Heraclito ni Eurípides, a fin de cuentas, han violado, a dejar por
completo de manifiesto, bajo una luz perfectamente racional, el papel de la violencia en las
sociedades humanas» (1984: 334)
Si bien tienen menos éxito en la resolución de sus crisis sacrificiales, las sociedades que han
prescindido del sacrificio y demás formas rituales han encontrado en el sistema judicial un
mecanismo para limitar la violencia mimética y encauzar el deseo de venganza. Aunque este
no suprima el deseo de vendetta “lo limita efectivamente a una represalia única, cuyo
ejercicio queda confiado a una autoridad soberana y especializada en esa materia” (íbid.:23).
El Estado sería aquel organismo independiente y soberano con capacidad para reemplazar a
la parte lesionada y reservarle la venganza, evadiendo el peligro de una escalada
interminable. Partiendo del monopolio de la violencia, alcanzaría el monopolio de la
venganza debiendo sofocarla en lugar de exasperarla, extenderla o multiplicarla. El sistema
judicial y el sacrificio cumplirían así la misma función, con la salvedad de que el primero es
infinitamente más eficaz. Ahora bien, no hay que perder de vista las consecuencias subjetivas
de esta nueva situación histórico-política: quien ostente el monopolio de la violencia será el
mismo que confeccione y difunda modelos de comportamiento; esto es, quien agencie y
movilice a las fuerzas miméticas.
No es gratuito que en la era del Estado-nación la mayor expresión de la violencia mimética
sea la guerra exterior. Otro factor que amenaza con disolver la comunidad es el
debilitamiento del universo tradicional que fundamentaba el antiguo sistema de diferencias y
el consecuente desdibujamiento de los roles como factor propiciador de crisis proxémicas.
Los fenómenos asociados al deseo mimético tienden a tomar un carácter colectivo en la
modernidad conforme disminuye la distancia social entre mediador y sujeto deseante.
“Condenado”, como dijera Esposito, “a ser libre, sin Dios, ni rey, ni Señor que, desde fuera,
desde arriba, desde la distancia, le indique lo que debe hacer, lo que ha de desear”, el hombre
aparece rodeado solo por rivales. Con la extinción del modelo trascendente, la imitación se
aplica a unos modelos mucho más cercanos y la mediación interna domina las relaciones.
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Comisión Especial de Violentología 2013
El tránsito de las estructuras tradicionales a una sociedad en vías de democratización
promovió hondos procesos de indiferenciación. Al cuestionar y abolir los privilegios de la
aristocracia, los ciudadanos comunes lograron la generalización de su criterio comparativo y
el abanico de modelos entre los que se podían elegir sufrió una ampliación sin precedentes.
Aunque existan entre los seres humanos, grandes diferencias de poder adquisitivo, las
diferencias de casta o de clase social en sentido tradicional tienden a desaparecer, y con ellas,
toda mediación externa. En la actual sociedad de consumo, las personas que pertenecen al
nivel social más bajo desean lo mismo que tienen las que están en un nivel más alto. La
publicidad infunde la idea de que deberían poseer las mismas cosas, mientras que en el
pasado la igualdad en cuanto al deseo, en cuanto a los deseos concretos, era algo
inconcebible. En aquel entonces, el acceso a ciertos bienes y mercancías se hallaba muy
limitado, estando estrictamente codificado y controlado por unas diferencias sociales y
económicas extremadamente rígidas (Girard, 2004: 56-57).
En el largo e imbricado tránsito del mundo arcaico al moderno, pasamos de un universo
jerarquizado, cerrado, de fuerte cohesión interna sancionada por un sistema de rituales, a una
sociedad secularizada tributaria de las ideas modernas de igualdad, que ha abierto las
perspectivas de un sujeto autónomo capaz definir su propia historia. La pérdida de lo sagrado
comporta una curiosa paradoja para las sociedades modernas: mientras por un lado, buscan
liberarse de todas las ataduras confesionales en una expulsión racionalista de lo religioso, por
otro, hacen cada vez más patentes las profundas raíces cristianas de su cultura. No obstante su
centralidad y lo reiterado de su sacrificio, la víctima moderna carece de contenido sacro y es
incapaz de servir a la extinción del mal comunitario. La violencia ejercida sobre la víctima
deja de ser sagrada para devenir prosaica. La escalada mimética se hace infinita en una sed de
venganza que nunca termina de saciarse. Por ello, la única manera de controlar la violencia
será redistribuyéndola a determinados agentes que buscarán monopolizarla. En adelante, la
violencia se verá envuelta en discursos legitimistas que pretenden justificarla para
determinados fines. Se abre así un segundo repertorio de teorías de la violencia, aquellas que
buscan asociarla inextricablemente a las relaciones de poder. A estas dedicaremos el
siguiente capítulo.
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Sesión de la Comisión de Violentología con la participación de líderes sociales y
organizaciones de Derechos Humanos del municipio de Almirante Brown.
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Capítulo III
Violencia y Poder45
Una vez establecida la relación opresora; está instaurada la violencia.
De ahí que, en la historia esta jamás haya sido iniciada por los oprimidos.
¡Cómo podrían los oprimidos iniciar la violencia si ellos son el resultado
de una violencia!¿Cómo podrían ser los promotores de algo que, al
instaurarse objetivamente, los constituye?
No existirían los oprimidos si no existiera una relación de violencia que los conforme
como violentados, en una situación objetiva de opresión
(Paulo Freire 2005: 56).
Introducción
Comprender que la violencia es un hecho relativo cuya definición atañe al conjunto de
valores y representaciones de cada sociedad en un momento histórico, y a la experiencia
subjetiva de víctimas y victimarios, es imperativo para avanzar en la discusión acerca de la
especificidad significante que ésta adquiere en la actualidad. Dado que la violencia no
implica lo mismo para todos ni en cualquier circunstancia, entender la manera en que se
configuran las relaciones de una sociedad (o de parte de ella) con la violencia, los
mecanismos por medio de los cuales se producen sujetos violentos o dóciles, y las retóricas
que habilitan la emergencia sujetos resistentes o sumisos a la violencia resulta fundamental.
Por ello, antes de lanzarnos al análisis de las violencias actuales, nos preguntamos qué
grandes cambios se han operado en la manera de percibir, ejercer y conjurar la violencia en el
tránsito de las sociedades tradicionales a las modernas entendiendo que, si bien ésta
constituye un factor inherente a toda existencia colectiva, y se plantea a ambos tipos de
sociedad de manera constante, su percepción como una amenaza mortal y como un problema
social es un evento más bien reciente.
Nuestro interés en el presente capítulo consiste en rastrear algunas de las transformaciones a
partir de las cuales se constituye la percepción moderna de la violencia como un campo de
fuerzas caótico que exige su domesticación a través de la fundación de un orden. Tres serán
los medios empleados para tal emplazamiento: la política, a través de la ficción del contrato
social y el monopolio estatal de la violencia; la economía, por medio de la división social del
45
Capítulo preparado por Gina Paola Rodríguez
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trabajo y la regulación mercantil de los intercambios; y el disciplinamiento, o gobierno de las
conductas encaminado a la formación de sujetos dóciles, vale decir, no violentos.
Estado, mercado y disciplinamiento configuran el triple dispositivo a través del cual se ha
buscado conjurar la violencia en la modernidad con la falsa esperanza en su encuadramiento
y eliminación. Entendido en su doble acepción, el acto de conjurar implica tanto un deseo de
impedir, evitar o alejar como una invocación, un llamado. En este sentido, los dispositivos de
conjura de la violencia adquieren un carácter paradójico: creados para impedir, evitar o alejar
la violencia hacen uso de ella demandándola y ejerciéndola. Así, la superación de la guerra de
todos contra todos se logra con la transferencia de la violencia de cada uno al Estado, una
violencia mayor capaz de imponerse a la comunidad en su conjunto. Del mismo modo, la
violencia asociada a la escasez ha pretendido resolverse por medio de los beneficios de la
división del trabajo, en una disposición del cuerpo social que lo fragmenta verticalmente
entre explotadores y explotados. Finalmente, el Disciplinamiento, la producción de cuerpos
útiles y dóciles inherente al proceso de individualización (Foucault, 1989b) ha devenido en la
creación de sujetos ensimismados y angustiados, incapaces de relacionarse con otros de
maneras que no sean la competencia o la enemistad. A estos sujetos escindidos de sus medios
de socialización, privados de lazos afectivos o comunitarios solo les queda ejercer la
violencia contra sí mismos o contra otros, su condición solipsista los arroja al
desconocimiento y desmentida de la alteridad.
Lo que observamos entonces es que, lejos de su domesticación, la violencia ha adoptado en la
modernidad formas cada vez más refinadas y novedosas pese - o mejor gracias a- los mismos
controles que han querido imponérsele. El monopolio estatal de la violencia ha tenido como
contraparte la guerra civil y como forma paroxística el totalitarismo, así como la explotación
ha sido la contracara de la “humanitaria” división capitalista del trabajo; y el sujeto criminal
y el terrorista, los productos de un modo de subjetivación que aspira a poner en la periferia
social una violencia que en realidad le es inherente. Se revela así el sino trágico de este triple
afán de control: a cada violencia que pretende exorcizarse sobreviene otra que no es más que
el retorno de aquella forcluida. La eliminación definitiva de la violencia deviene una
posibilidad imposible que, no obstante su consabido fracaso, continúa como horizonte
utópico de nuestras sociedades.
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1.
La violencia en las sociedades primitivas
Toda reflexión sobre las mal llamadas “sociedades primitivas” suele estar atravesada por un
mea culpa habida cuenta de la carga evolucionista que el término conlleva. Hasta bien
avanzado el siglo XX, etnólogos y antropólogos imbuidos en el etnocentrismo, se refirieron
de tal forma a las sociedades pretéritas, por considerarlas “inferiores”, “infantiles”, o
“subdesarrolladas” en relación con una supuesta superioridad de la sociedad occidental
“moderna”. Tal movimiento no hacía más que revelar el espíritu de una época en la que
civilización de occidente se autoproclamaba como el último estadío en la cabalgata hacia el
progreso, y las ciencias sociales hacían las veces de herramientas justificadoras del avance
imperialista.
Un punto de inflexión respecto de estas consideraciones es marcado por Pierre Clastres en su
ya clásico trabajo La sociedad contra el Estado (2008 [1974]). Allí, a contramano de la
tradición antropológica hegemónica, desiste de definir a las sociedades primitivas como
menos desarrolladas o embrionarias, para comprenderlas en su especial singularidad. Bajo el
rótulo de sociedades sin Estado, Clastres va a clasificar aquellas comunidades arcaicas cuyo
principal objetivo es garantizar su autonomía e indivisión, evitando a toda costa la
emergencia de un órgano de poder político independiente, que la fragmente entre gobernantes
y gobernados. Con este objetivo, las sociedades sin Estado desplegarán todo un espectro de
actividades de las cuales la más destacada será la guerra.
Esta definición no convirtió al antropólogo francés en un primitivista nostálgico de las
sociedades arcaicas, sino más bien un preocupado por entender
la estructura y el
pensamiento de dichas sociedades por fuera de los estereotipos de la comunidad salvaje
pacífica e igualitaria que predominaban en la etnología de su tiempo. En efecto, hasta bien
avanzada década del setenta, el estado de los estudios sobre la guerra en las sociedades
primitivas era más bien pobre y las investigaciones realizadas veían en la práctica guerrera un
elemento marginal de la estructura ritual de estas sociedades con escaso o nulo poder
explicativo (Gayubas, 2010). Algunos, como Levi Strauss (1943) subordinaron la guerra a
las prácticas de intercambio, interpretándola como el resultado de intercambios fallidos. De
allí lo fundamental de recentrar el papel de la guerra en las sociedades primitivas como un
elemento estructural y autónomo (Clastres, 2004: 33). Con la idea de construir una nueva
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antropología política desprovista de cualquier intención etnocéntrica y evolucionista, Clastres
desarrolló su teoría de la guerra en las sociedades primitivas46.
La guerra es una estructura fundamental de las sociedades primitivas que no solo marca la
separación de la comunidad respecto a Otros (enemigos- extranjeros), sino que compone y
fortalece la identidad del Nosotros manteniendo la unidad y autonomía comunitarias
(Gayubas, 2010). La guerra separa a unas sociedades de otras y propicia su dispersión a fin
de evitar su concentración en unidades mayores como el Estado. A esto se refería Clastres al
definirlas como sociedades contra el Estado, opuestas a éste en tanto encarnación del Uno. La
disposición de las sociedades primitivas para la violencia es pues una condición ontológica,
«su ser social es un ser-para-la-guerra» (Clastres, 2004:10).
Casi ninguna sociedad primitiva escapa a la violencia; ninguna de ellas, sin importar su modo
de producción, su sistema tecno- económico o su entorno ecológico, ignora ni rechaza el
despliegue en forma de guerra para una violencia que involucra el ser mismo de cada
comunidad implicada en el conflicto armado (ibíd.: 14). El discurso sobre la guerra no es uno
más al interior de las sociedades primitivas, antes bien, es aquel que las dota de sentido: la
idea de sociedad solo es pensable gracias a y a través de la idea de guerra. Recordemos que
no es la unidad sino la multiplicidad, el orden sino la dispersión el principio rector de las
comunidades primitivas. La comunidad quiere mantener su ser indiviso impidiendo a toda
costa que una instancia unificadora (el Uno) se separe del cuerpo social e instale una relación
mando- obediencia sobre el colectivo. La comunidad desea preservarse en su propia ley,
rechazando cualquier forma de heteronomía, como la del enemigo que vence en la guerra y la
esclaviza. Para articularse como un nosotros, las comunidades deben ser indivisas a su
interior e independientes hacia fuera: de ahí la importancia radical del Otro, del enemigo,
como garantía de alteridad.
46
Así sintetiza Grüner sus postulados centrales: « 1) La “sociedad primitiva”, esto es, la sociedad sin Estado,
no es una sociedad de la escasez, sino una sociedad de la abundancia; no es improductiva, sino que está contra la
producción. 2) La “sociedad primitiva” no es una sociedad sin Estado, es una sociedad contra el Estado. No es
que en ella no existan el poder y la política, sino que poder y política son usados por toda la sociedad para
evitar la emergencia de la dominación del Uno y mantener la igualdad. 3) La sociedad primitiva no es una
sociedad del intercambio pacífico sino de la guerra constitutiva: no es que se hace la guerra cuando falla el
intercambio, sino que se intercambia entre los aliados para afianzar el “frente común” contra el enemigo al cual
debe hacérsele la guerra para mantener la propia libertad y la propia igualdad» (2007: 12).
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Lo que nos resulta más interesante del análisis de Clastres, es que muestra cómo la violencia,
lejos de ser un mal social, es una condición ontológica de las sociedades primitivas, un
elemento necesario para su supervivencia como unidades autónomas. En este sentido, dista
de adquirir un carácter instrumental con fines de dominación. No se hace la guerra con fines
de conquista, se la adelanta como parte de la dinámica centrífuga requerida para vivir con
independencia.
Años antes de Clastres, el filósofo Georges Bataille remarcaba la particularidad de la guerra y
los sacrificios humanos en las sociedades aztecas como un gasto catastrófico de la energía
excedente: los hombres y las guerras fueron creados «para que hubiera gente de la cual se
obtuviera el corazón y la sangre para que el sol pudiera comer» (Bataille: 2009:65). Y
describía así el acto sacrificial:
Los sacerdotes mataban a sus víctimas en lo alto de las pirámides. Los extendían
sobre un altar de piedra y les clavaban un cuchillo de obsidiana en el pecho. Les
arrancaban el corazón y, mientras latía, lo elevaban hacia el sol. La mayoría de las
víctimas eran prisioneros de guerra, esto justificaba la idea de la necesidad de las
guerras para la vida del sol: las guerras tenían el sentido del consumo, no de la
conquista. Los mejicanos pensaban que, si las guerras cesaban, el sol dejaría de
brillar (Ibíd.: 66)
El valor de la guerra en la sociedad mejicana era religioso y no militar. Los guerreros
desplegaban la violencia pura sin cálculos, así como formas ostentosas de combate, lo cual
muestra que su actividad no estaba guiada por una organización racional de la guerra y de la
conquista.
«Una sociedad verdaderamente militar – dice Bataille- es una sociedad de
empresa, por la cual la guerra tiene el sentido de un desarrollo del poder, de un avance
ordenado del imperio. Se trata de una sociedad relativamente dócil, pues introduce en las
costumbres los principios razonables de la empresa: su fin está dado en el porvenir y excluye
la locura del sacrificio. Nada más opuesto a la organización militar que las dilapidaciones de
riqueza representadas por las hecatombes de esclavos » (ibíd.: 72, subrayado del autor).
Para Clastres, el beneficio de la guerra radica en que impide la instalación de un poder que
trascienda a la comunidad y la gobierne desde fuera, siendo en este sentido, una violencia
anti-política. En el corazón de su interpretación se halla un duro cuestionamiento a la
ecuación fundamental de la política moderna que homologa poder, autoridad y violencia,
concluyendo que «coerción y subordinación [no] constituyen la esencia del poder político
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siempre y en todas partes» (ibíd., 12, subrayado del autor). Esta intuición va a ser
fundamental en nuestro objetivo de evaluar las bases sobre las cuales se ha erigido el poder
en Occidente como contracara de la violencia abriéndonos así a la siguiente disyuntiva
identificada por Clastres: «o bien el concepto clásico de poder es adecuado a la realidad por
él pensada, en cuyo caso debe dar cuenta igualmente de la realidad del no- poder en aquellas
partes en aquellas partes en que se le constate; o bien es inadecuado y es necesario entonces
abandonarlo para transformarlo. Pero es conveniente antes que nada interrogarse sobre la
actitud mental que permite elaborar tal concepción» (ibíd.: 12)
Las críticas al etnocentrismo y al evolucionismo de la antropología europea permitieron a
Clastres cuestionar las bases cuasi- inamovibles del poder político tal y como lo conocemos.
Ello no implica que el etnólogo francés asumiera que las sociedades primitivas fueran prepolíticas o a- políticas. Más bien sugiere que el poder político como coerción (o como
relación de orden- obediencia) no es el modelo de poder verdadero, sino simplemente un caso
particular, una realización concreta del poder político en ciertas culturas, occidente entre
ellas. De esta suerte, «el poder político puede o no estar asociado a la violencia, y lo que
evidencia el estudio de las sociedades primitivas, es que el poder puede existir aún
totalmente separado de la coerción, aún exterior a toda jerarquía, en definitiva, que una
sociedad puede ser política aunque no sea violenta. Y esto es así porque, aquello que no
puede negarse a ninguna existencia comunitaria es justamente su carácter político. Así,
mientras que lo político puede pensarse sin violencia, lo social no puede pensarse sin
política, pues “no hay sociedad sin poder» (ibíd.: 21, subrayado del autor).
Hemos escogido la obra de Clastres -una obra que en su momento tuvo un bajo perfil, y que
por años fue ingratamente ignorada- a sabiendas de su potencial crítico y de las posibilidades
que ofrece como una teoría alternativa del poder. Consciente de sus alcances, Gilles
Lipovestky recuperaría los planteamientos de Clastres una década después de su
fallecimiento, para hacer un diagnóstico comparado del poder en las sociedades primitivas y
modernas, que se halla consignado en su libro La Era del Vacío (2003). Contra el sentido
común, y en la línea argumental inaugurada por Norbert Elías (1988), Lipovetsky se pregunta
« ¿Cómo las sociedades de sangre han podido dejar paso a sociedades suaves donde la
violencia interindividual no es más que un comportamiento anómalo y degradante, y la
crueldad un estado patológico?» (2003:1). Su idea es situar la pregunta por la violencia en su
109
Comisión Especial de Violentología 2013
relación sistemática con el Estado, la economía y la estructura social. Este punto de partida es
central. Para Lipovetsky no se trata de estudiar la violencia desde una perspectiva mecanicista
(política, económica o psicológica) sino de entenderla “como un comportamiento dotado de
un sentido articulado con el todo social” (2003:174, subrayado nuestro). La violencia no es
un accidente, un efecto indeseado, una consecuencia imprevista, o un problema social más,
sino que es un factor constitutivo de lo social, y por tanto revelador del contenido simbólico
de toda comunidad. Ahora bien, aún cuando la violencia ha ocupado un lugar central en las
comunidades primitivas tanto como en las modernas, el conjunto de valores al que se la
asocia, así como las formas de su tratamiento y conjura varían enormemente en unas y otras.
Así, mientras en las sociedades modernas la violencia responde a intereses utilitarios,
ideológicos o económicos; en las sociedades primitivas ésta conforma un modo de regulación
social a través de los códigos del honor y la venganza.
Lipovetsky define a la sociedad primitiva por su carácter holístico. Esto quiere decir que no
es posible comprenderla
a través de una analítica de sus partes, sino que se la debe
considerar y aprender en conjunto, en su totalidad. Se opone por tanto a lo que conocemos
como sociedad individualista. En la sociedad holista, los individuos se encuentran
subordinados al orden colectivo, de manera que el individuo, por si mismo, no es una fuente
de valor. Por otro lado, las relaciones que traban los hombres entre si son más relevantes y
valoradas que las establecen con las cosas. De aquí se derivan dos hechos centrales: que el
individualismo no es una pauta orientadora de la acción, y que la economía no constituye un
dominio autónomo.
Si ni el individuo ni la actividad económica han logrado instituirse como valores rectores,
¿cuáles son entonces los principios a partir de los cuales se tramita el reconocimiento en las
sociedades primitivas? En la lectura de Lipovetsky, este lugar será ocupado por el honor y
venganza: el prestigio, la estima social y el honor colectivo serán los valores ordenadores de
la sociedad primitiva. Cualquier vulneración de la cadena de alianzas y generaciones,
cualquier acto de irrespeto a los muertos o al linaje, cualquier acto de agresión contra un
miembro de la comunidad, desata una venganza violenta de parte del sector agraviado con la
que se espera restablecer el equilibrio perdido y defender la dignidad comunitaria. Hay un
código de honor en función del cual la afirmación de los hombres, el reconocimiento a ojos
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Comisión Especial de Violentología 2013
de sus pares pasa necesariamente por la fuerza, por la lucha a muerte para la obtención del
respeto.
En el universo primitivo, dirá Lipovetsky, «la honra es lo que ordena la violencia, so pena de
humillación nadie debe soportar una afrenta o un insulto; querellas, injurias, odios y celos,
tienen un final sangriento, mucho más que en las sociedades modernas. Lejos de manifestar
una impulsividad descontrolada, la belicosidad primitiva es una lógica social, un modo de
socialización consustancial al código del honor (…) Se es violento por prestigio o por
venganza» (Ibíd.:175). La violencia no es, entonces, el resultado de un intercambio mal
logrado, sino aquello que permite que el régimen de intercambios continúe en el tiempo. Al
mantener a la comunidad en una relación dinámica con sus Otros, la guerra evita la
solidificación de las relaciones que podría traer la realización de alianzas eternas e
inamovibles. La violencia preserva la autonomía de las sociedades primitivas evitando que el
compromiso de unas amistades duraderas generen lazos permanentes que suelden de manera
indisoluble a la comunidad con alguno de sus vecinos, perdiendo así su autonomía
(ibíd.:182).
Obsérvese aquí como la guerra no sólo no es evitada sino que es requerida para la existencia
de las sociedades primitivas. Esta visión de Lipovetsky, contrasta con los planteamientos de
René Girard (1984) para quien el sacrificio obedece al fin último de recobrar la paz
intracomunitaria, de tal suerte que la violencia no es vivida cotidianamente como parte del
engranaje social -como ocurriera en los pueblos guerreros referidos por Clastres y Bataillesino que es asumida como una violencia indiferenciada y siempre amenazante que es preciso
domesticar y diferir ritualmente. De no llegar a alcanzarse una regulación o control
institucional del "instinto" de violencia – a través del sacrificio del chivo expiatorio- se
volvería imposible estabilizar el conjunto de las diferencias culturales que mantienen
cohesionada a una comunidad. Irónicamente, aquel control o diferimiento de la violencia
sólo puede conseguirse a través de la violencia, pero de una violencia ahora "legitimada" y
controlada por la sustitución sacrificial.
De esta manera, Lipovetsky parte aguas con Girard en lo que hace a la función asignada al
sacrificio del chivo expiatorio. En su opinión, no es el sacrificio el que regula, sustituye y
controla la venganza, sino que es la venganza el motor de la realidad comunitaria. «En
realidad –afirma- la venganza es un imperativo social que no depende del individuo y que
111
Comisión Especial de Violentología 2013
representa el contrapeso de las cosas, de ahí que no pueda ser controlada y, sobre todo,
detenida como afirmara Girard. La sustitución de la venganza por el sacrificio es producto de
un pensamiento que considera a la venganza como un fenómeno intrínsecamente negativo;
una especie de comportamiento anómalo que debe ser controlado al máximo dadas sus
consecuencias catastróficas» (ibíd.:183). Para Lipovetsky, tanto el honor como la venganza
son códigos inevitables, y por lo tanto, necesarios para la sociedad holista e igualitaria que
representan los primitivos. Se trata de un valor tan fundamental como el de la generosidad,
pues permite la simetría y el restablecimiento de un equilibrio entre las sociedades y entre los
vivos y los muertos. La violencia no solo no puede ser extinguida de la comunidad primitiva,
sino que le es consustancial: detener la violencia equivale a suspender la posibilidad de
regular los intercambios al interior de la comunidad.
Las preguntas que nos planteamos a esta altura entonces son ¿Si en el hombre primitivo la
guerra y la violencia son elementos constitutivos de su ser social, qué es lo que ocurre para
que en la modernidad la violencia sea percibida con horror como un signo de la disolución
comunitaria? ¿Cuáles son los factores que modifican la actitud del hombre ante la guerra y la
violencia, para empezar a percibirlas como un mal social? Y por otro lado, ¿cuáles son los
medios a través de los cuáles se busca conjurar este mal ya sea evadiéndolo o
administrándolo? En el siguiente apartado propondremos algunas líneas de análisis.
2.
De la violencia constitutiva a la violencia constituyente
¿Es factible pensar que en el tránsito de las sociedades primitivas (o sin Estado) a las
sociedades con Estado, la violencia pase de ser un elemento constitutivo (ontológico) para
adquirir un carácter constituyente (político)? Cuando hablamos de violencia constitutiva,
queremos indicar que ésta no es un accidente o una contingencia cualquiera de las
comunidades primitivas, sino un elemento que hace a su ontología, que posibilita su
existencia a partir de la diferenciación radical que instala con respecto a las otras
comunidades. Como vimos con Clastres, la violencia primitiva actúa como una fuerza
centrífuga que garantiza la dispersión de las comunidades entre sí, su autonomía y condición
igualitaria; al tiempo que, venganza mediante, opera como un mecanismo de cohesión
interna. La guerra no es de naturaleza política en tanto se ejecuta en un sentido defensivo y
ritual y no con miras a la sujeción de otros. Tampoco la venganza y el sacrificio discurren
112
Comisión Especial de Violentología 2013
con una impronta dominadora en tanto no aspiran a otro rédito que el restablecimiento del
equilibrio perdido.47
La violencia primitiva es una violencia afirmativa y no impositiva (Gruner, 2007). Por medio
de la guerra, cada comunidad busca conservar su autonomía impidiendo que un tercero (el
Uno) se superponga y la domine. En este sentido, la violencia no es una variable más en la
ecuación del poder político en las sociedades sin Estado. El poder primitivo no es
intrínsecamente un poder violento, sino un poder del lenguaje y de la paz, que pertenece a la
comunidad como un todo y es detentado colectivamente y no a título personal:
El poder normal, civil, basado en el consensus ómnium y no en la coerción, es de
naturaleza profundamente pacífica; su función es igualmente “pacificante”: el jefe
tiene a su cargo mantener la paz y armonía en el grupo. Por eso, debe apaciguar las
peleas y resolver los diferendos, sin hacer uso de la fuerza que desde luego no posee
ni será admitida, fiándose únicamente en las virtudes de su prestigio, de su equidad y
de su palabra. Más que un juez que sanciona, es un árbitro que busca reconciliar
(Clastres, 2008: 27).
La mirada de Clastres puede parecer ingenua e incluso, correr el riesgo de inscribirse en las
arqueologías pacifistas tan en boga en la segunda posguerra48. Pero nada se halla más lejos de
la intención del etnógrafo francés que la re- edición del buen salvaje rousseauniano habitando
en un mundo sin conflictos. Su idea no es emitir un juicio axiológico favorable a los
primitivos que los exculpe de sus violencias ni ensalzar parcialmente sus virtudes, sino
reivindicar su lógica social al tiempo que describe sus más desgarradoras y horrorosas
prácticas.
Desligada del poder político, la violencia salvaje no es un mal a eliminar, sino una parte
constitutiva de lo social que no solo cumple funciones autárquicas o rituales -como en el caso
del sacrificio de chivo expiatorio descrito por Girard-
sino que hace a la condición
ontológica de la comunidad primitiva. Por medio de una muerte violenta se detiene la espiral
incesante de venganzas y se retorna a la paz comunitaria (Girard). Pero también esta espiral,
Según Bataille, “[e]l sacrificio restituye al mundo sagrado lo que el uso servil degradó y profanó. El uso
servil hizo una cosa (un objeto) de aquello que, profundamente, es de la misma naturaleza que el sujeto, que se
encuentra con el sujeto en una relación de íntima participación (…) El rito tiene la virtud de reencontrar la
participación íntima del sacrificante con la víctima, a la cual le había dado una finalidad, un uso servil (2009:73,
subrayado del autor).
48 Recordemos que en aquel momento surgió toda una ola de investigaciones tendientes a construir un pasado
pacífico en el que la guerra era extraña a la psicología humana o cuando mucho un fenómeno excepcional y
siempre ritualizado, dando la idea de un hombre primitivo poco violento y nunca sanguinario (Keely, 1996).
47
113
Comisión Especial de Violentología 2013
antes de ser conjurada, tiene utilidad a los fines de la unión comunitaria: el derramamiento de
sangre es una exigencia en la defensa del honor colectivo (Lipovetsky). La violencia se
subordina al cuidado de unir y conservar la cosa común. «Los individuos se desenfrenan,
pero éste desenfreno, que los mezcla y los funde infinitamente con sus semejantes, contribuye
a encadenarlos en las obras del tiempo profano» (Bataille, 2009: 76). La guerra tiene en
tiempos primitivos un carácter sagrado.
El viraje que experimenta la violencia en las sociedades con Estado es correlativo al cambio
operado en la concepción del poder político. La violencia deviene un problema, un mal a
erradicar cuando su función no es la defensa de la comunidad sino la dominación de unos
hombres sobre otros, esto es, cuando ingresa como una variable dependiente en la ecuación
del poder. En los tiempos en los que la generosidad, el don de la palabra y el arbitraje
definían las cualidades del liderazgo, la violencia no era percibida como un medio para el
prestigio y el ascenso social. Es necesario transitar hacia una noción de poder identificada
con relaciones jerarquizadas y autoritarias de mando y obediencia para que la violencia
devenga instrumental y cambie su signo comunitario. Escindida de lo sagrado, la violencia se
hace en Occidente un medio específico del poder que consagra la división social entre
dominantes y dominados. Así lo describe Clastres:
Cuando lo económico en la sociedad primitiva se deja señalar como campo
autónomo y definido, cuando la actividad de producción se vuelve trabajo alienado,
contabilizado e impuesto por quienes van a gozar de su producto, esta sociedad ya no
es primitiva, se ha vuelto una sociedad dividida en dominantes y dominados, en amos
y esclavos, ha dejado de exorcizar lo que está destinado a matarla: el poder y el
respeto al poder. La mayor división social, la que funda todas las demás, incluida sin
duda la división del trabajo, es la nueva disposición vertical entre la base y la
cúspide, es la gran ruptura política entre poseedores de la fuerza, sea bélica o
religiosa, y sometidos a esa fuerza”. (Ibíd.: 168-169).
Observando las sociedades con Estado desde el punto de vista de la sociedad primitiva,49
advertimos que sus mejores cualidades son la contrapartida a la sumisión al poder del Estado,
y todo aquello que lo sustenta: las clases dominantes, el trabajo alienado, la razón
instrumental, etc. Lo que permite ver Clastres es la necesidad de interpelar esta idea
fosilizada del Uno, del poder como exterioridad, como trascendencia, vale decir, el
imperativo de poner entre paréntesis esa idea del poder como coacción, como relación
49
Lo cual no implica que exista continuidad entre ambas en una especie de línea evolutiva
114
Comisión Especial de Violentología 2013
mando- obediencia de la cual somos participes en Occidente. A esto se dirige la segunda
parte de nuestra pregunta inicial cuando decimos que en las sociedades con Estado, la
violencia deviene constituyente. Convertida en variable dependiente del poder, la violencia es
fundadora de la práctica política y de la juridicidad estatal moderna. La violencia es creadora
del orden, fundadora y conservadora del derecho, última ratio del poder. De Maquiavelo a
Weber e incluso en Marx y Engels, la violencia adquiere una función organizadora del
ámbito social, y esta será, con excepción de Arendt, la cifra que conserve en tiempos
modernos.
No obstante su centralidad fáctica en la ecuación del poder político, la violencia ha sido
“expulsada” de los límites teóricos de la modernidad occidental. La disyunción entre
socialidad y violencia, o civilización y barbarie, es una característica común al grueso de las
teorías ilustradas que ven en la guerra y los conflictos una especie de retorno a la
premodernidad, a un estado de naturaleza e incivilización que debe ser superado por las luces
de la razón. Esta socialidad sin violencia tiene su raíz en el mito del progreso que presentó a
la modernidad como una era fundamentalmente pacífica y civilista en la que la violencia
como forma de tratamiento de las contradicciones perdió asidero en el sistema social.
Numerosos autores (Benjamin, Adorno, entre muchos) han mostrado el carácter ficcional de
este ocultamiento revelando cómo en las sociedades modernas la violencia es la potencia
expansiva que funda y conserva el orden. No solo como fundadora y conservadora de la
juridicidad estatal, sino, fundamentalmente, como límite que señala un adentro y un afuera de
lo social, definiendo permanentemente sus márgenes.50 Lo político- social, como instalación
del orden y la diferenciación, es el producto de la violencia y no se halla, como sostiene el
pensamiento ilustrado, en condición de exterioridad o extrañamiento con respecto a ella.
50
El deslinde entre violencia mítica y violencia pura permite a Walter Benjamin mostrar el nexo que aparece
como solución de continuidad entre violencia y derecho. En Para una crítica de la violencia, instala la distinción
entre violencia fundadora y la violencia conservadora de derecho, mostrando a su vez, tres ejemplos en que la
violencia aparece como un excedente del derecho: el gran “delincuente”, la “pena de muerte” y la “huelga
general”. Con estos quiere ilustrar la violencia presente en el derecho mismo, pero como tal, operando fuera de
éste: el derecho –como el lenguaje- requiere su propio “afuera” para confirmarse. Y señala: “(...) todos los fines
naturales de personas singulares chocan necesariamente con los fines jurídicos no bien son perseguidos con
mayor o menor violencia (...).” (Benjamin, 1967: 112). Para el derecho, los “fines naturales” constituyen –como
en Hobbes- una violencia exterior al derecho, y por ende una amenaza fundamental. Por ello, éste ha de
monopolizar la violencia no para salvaguardar sus “fines jurídicos” (la Justicia), sino sobre todo para
salvaguardar el “derecho mismo”. Así, la violencia, cuando no se halla “(...) en posesión del derecho a la sazón
existente, represente para éste una amenaza, no a causa de los fines que la violencia persigue, sino por su simple
existencia fuera del derecho” Así, la violencia “fuera” del derecho constituye en sí misma, una amenaza para
éste, pero sin embargo, su más elevada confirmación (ibíd., 112 subrayado nuestro).
115
Comisión Especial de Violentología 2013
Retomando a Grüner, «es porque hay un acto de violencia en el origen, que la Ley es posible.
La violencia es la condición fundacional de la Ley y persiste más allá de esta fundación, al
punto de incorporarse a la Ley misma haciendo del Estado el único ámbito de su aplicación
legítima» (1997: 31-32). La violencia se halla en la base de cada uno de los conceptos que
constituyen la arquitectura del imaginario político moderno. La génesis y conformación del
Estado-nación, la separación de poderes, el reconocimiento de los derechos fundamentales y
sociales, y el derecho de autodeterminación de los pueblos son impensables sin la Guerra de
Treinta años, las Revoluciones Inglesa, Francesa y Americana, las convulsiones sociales del
siglo XIX, las dos Guerras Mundiales y las luchas por la descolonización.
La noción de orden, tanto en un sentido metafísico, como en sus efectos fenoménicos, nos
lanza al terreno de la confrontación. Decidir qué lugar corresponde a cada cosa, quién lo
determina, quiénes se favorecen o no del ordenamiento y qué transgresiones son permitidas,
implica la fabricación de un relato fundacional que legitime la violencia de lo constituido. Al
fundar, el orden oculta todo más allá de sí mismo y se instala arbitrariamente como locus de
verdad y de poder. No hay, pues, orden sin violencia, ni violencia cuyo primer efecto no sea
emplazar en un orden (o desorden) determinado. Es en este sentido que afirmamos que la
violencia adquiere una función constituyente en la civilización occidental
En el paso a lo constituido, la violencia se identifica con la transgresión de la Ley
establecida. La violencia del orden, que en la jerga del poder adopta el eufemismo de
“coerción legítima”, nombra a sus competidoras como las “verdaderas” violencias. La
violencia transgresora empieza a ser identificada con el desenfreno, la convulsión y el caos.
Hay así una falsa separación de las aguas: por un lado, la violencia legítima, predecible,
conceptualizable, ordenadora y disciplinadora y por otro, la violencia transgresora,
impredecible, caótica, enemiga de lo social o encarnación de lo social sin regla, engendro del
desorden. La función de las violencias transgresoras, además de interpelar y des-cubrir las
formas de maniobra de la violencia fundadora/ conservadora, es operar corrimientos de
fronteras en el orden existente habilitando la inclusión/exclusión de nuevos actores, prácticas
y problemáticas. Ubicada en los márgenes de lo simbólico, la violencia transgresora irrumpe,
quiebra, vulnera la grilla interpretativa de este orden y los fundamentos de la economía
libidinal que produce, obligando a un reacomodamiento del todo social.
Vista así, la
violencia puede ser entendida como un límite de sentido, un acontecimiento paradojal que
116
Comisión Especial de Violentología 2013
atenta contra la sociedad como orden simbólico y la amenaza como totalidad de sentido, pero
que a la vez la funda y señala sus fronteras, marcando, cada tanto, un nuevo adentro- afuera
de lo social.
La tradición realista que va de Maquiavelo a Weber, hizo del vínculo entre violencia y poder
un hecho irrefutable de la constitución del Estado y lo político. Como bien señala Izaguirre
(1998), la violencia aparece aquí como una forma de relación social por la cual uno de los
términos realiza su poder acumulado. La relación de poder es una resultante de una situación
inicial de violencia, o de amenaza del uso de la violencia. Desde esta perspectiva, todo poder
requiere para existir de la destrucción de las relaciones sociales que mantenían en pie a un
orden previo, y de la instalación, por medio de la violencia51, de nuevos lazos de heteronomía
y obediencia
3. La conjura de la violencia en la modernidad
Son incontables los hechos, actitudes e ideas que circulan alrededor de aquello que llamamos
modernidad. No obstante, un peligroso esquematismo acecha en el momento de reducir tal
diversidad a un conjunto finito de rasgos y hechos históricos, en apariencia opuestos a lo
acaecido en periodos anteriores. Así, el mundo pre- moderno suele caracterizarse como
enmarcado en la religión, la comunidad, el orden jerárquico-trascendente y la estabilidad;
mientras la modernidad es identificada con
la secularidad, la disolución de los lazos
comunales, la reivindicación del individuo y el cambio permanente. Como corolario de este
esquema, ideas como progreso, razón y futuro se nos presentan como los principios que dan
sentido y unidad al concepto de modernidad. De esta manera, la modernidad ha devenido
«un concepto totalizante que obtura la mirada» (Murillo, 2012:24). Para evitar los peligros de
esta mirada unitaria, conviene preguntarse qué hay detrás del concepto de modernidad
haciendo una breve digresión acerca de los alcances del vocablo. A eso dedicaremos el
presente apartado.
En Una Modernidad Singular, Fredric Jameson (2005) arroja tres máximas que
problematizan e interpelan los sentidos comunes solidificados sobre la modernidad. En
primer lugar, el filósofo estadounidense se refiere a las dificultades de la periodización. Son
abundantes y hasta contradictorios los momentos históricos que se han sugerido como hitos
51
Esta violencia puede ser directa -el empleo de la fuerza física-, o indirecta -potencial, simbólica y estructural
117
Comisión Especial de Violentología 2013
fundadores de la modernidad. Desde la Reforma Protestante hasta la Conquista de América,
todos aquellos que se han referido a ella parten de una diferente – por no decir arbitrariaperiodización. ¿Cómo es posible – dirá Jameson- adoptar un punto de vista sobre los
acontecimientos individuales en el cual se abarque, al mismo tiempo, una diversidad de
elementos cuya interrelación no resulta para nada evidente? Y agregamos nosotros, ¿cómo
presentar como diacrónica, unitaria y unívoca a esta gran dispersión de hechos, sujetos e
ideas? A primera vista, la recomendación podría ser que evitemos las periodizaciones, pero
Jameson insiste más bien en lo contrario: "No podemos no periodizar (…) esta máxima nos
posibilita abrir la puerta a una exhaustiva relativización de los relatos históricos” (ibíd.:12).
En segunda instancia, Jameson nos indica que “la modernidad no es un concepto ni
filosófico, ni de ningún otro tipo, sino una categoría narrativa” (ibíd.:44). La vastedad de los
usos y abusos del término, muestran que la modernidad habilita una multitud de “opciones
narrativas y posibilidades de relatos alternativos” (ibíd.:38). Por tanto, “la modernidad debe
considerarse “como un tipo único de efecto retórico [...] como un tropo autorreferencial si no
performativo, pues su aparición implica la aparición de un nuevo tipo de figura” (ibíd.: 39)
Cuando se buscan características para definir lo moderno lo que se ansía es, en realidad,
encontrar un pretexto “para la operación de reescritura y la generación del efecto de asombro
y convicción apropiado para el registro de un cambio de paradigma” (ibíd.: 43)
Finalmente, tercera máxima: “El relato de la modernidad no puede organizarse en torno a las
categorías de la subjetividad [pues estas] son irrepresentables, solo pueden contarse las
situaciones de la modernidad (ibíd.:31-56). Queriendo articular sus discursos sobre la
modernidad, algunos autores han querido ligarla a la conciencia y sus atributos: la libertad, la
individualidad y la autoconciencia. Pero se trata de esfuerzos estériles en la medida en que
intentan representar algo que por principio es irrepresentable: la subjetividad.
La ausencia de puntos fijos desde los cuales referirnos a la modernidad no implica que no
podamos hablar de ella. Las advertencias de Jameson se encaminan más bien a escapar a las
lecturas homogeneizantes de la modernidad para narrar más bien situaciones de la
modernidad. Consideramos fundamental hacer esta aclaración antes de lanzarnos a la
problematización de la(s) violencia (s) en la modernidad, evitando que se nos juzgue como
obturadores de la mirada o – en todo caso- como sostenedores de una modernidad monolítica
y sin fisuras. Lo que narraremos a continuación, atendiendo las advertencias de Jameson, son
118
Comisión Especial de Violentología 2013
situaciones de la modernidad, experiencias diversas y sincrónicas de modernidad que no
pretenden ser exhaustivas ni definitivas. Con el mismo espíritu, trataremos de ver cómo en
cada una de estas se despliega un dispositivo de conjura de la violencia
Aunque hoy pueda parecernos un dato natural, el nexo entre violencia y poder es el producto
de una serie de transformaciones históricas, sociales y subjetivas que convergieron en la
fundación de un discurso sobre la autoridad al margen de las consideraciones cosmogónicas o
míticas. En este discurso, el poder adquiere un carácter trascendente sustentado en las
relaciones jerárquicas de mando - obediencia, diferenciándose del liderazgo primitivo, que
era en lo esencial, un poder sin autoridad. Para las comunidades primitivas la trascendencia
del poder implicaba una amenaza ontológica. El principio de una autoridad exterior, creadora
de su propia legalidad ponía en riesgo de extinción la cultura comunitaria. Por ello buscaron
evitarla a toda costa para ser
ellas mismas el fundamento de todo poder. En estos
conglomerados “sin fe, sin rey y sin ley”, no había una fuente legítima del orden: el “jefe” no
era un jefe de Estado, carecía de cualquier autoridad o poder de coerción que le permitiera
dar una orden. Tampoco era un comandante, pues la gente de la tribu no tenía para con él
ningún deber de obediencia. Poder y liderazgo se hallaban así escindidos: el jefe estaba tan
ajeno del poder como de la violencia. Así lo observa Clastres:
¿En qué estima la tribu que un hombre es digno de ser jefe? Sólo en su competencia
“técnica”, al fin de cuentas: dones oratorios, pericia como cazador, capacidad de
coordinar las actividades guerreras ofensivas o defensivas. Y de ningún modo deja la
sociedad al jefe pasar más allá de ese límite técnico, nunca deja convertirse una
superioridad técnica en una superioridad política. El jefe está al servicio de la
sociedad, es la sociedad misma –verdadero lugar del poder- que ejerce como tal su
autoridad sobre el jefe. Es por esto que es imposible para el jefe invertir esa relación
para su provecho, poner a la sociedad a su propio servicio, ejercer sobre la tribu lo
que se llama el poder; jamás la sociedad primitiva tolerará que su jefe se transforme
en un déspota. (Clastres, 2008: 176)
Del poder primitivo no puede deducirse entonces el poder estatal, éste no es una derivación o
versión evolucionada de aquel. Lo que vemos entre ambos es más bien una discontinuidad
radical. Entre las comunidades primitivas y las sociedades con Estado hay una ruptura cuyo
signo principal es el establecimiento de una relación de exclusión que sitúa el poder político
por fuera de la comunidad. Este es el momento en que el poder se hace trascendente
ubicándose por fuera -más allá y por encima- de la sociedad. Una vez autonomizado, el
poder se ejerce sobre la comunidad y la domina,
haciendo de la violencia su medio
119
Comisión Especial de Violentología 2013
específico. Es pues, a propósito de una autoridad trascendente que la violencia ingresa a la
política como su principal instrumento.
Pero, ¿cómo tiene lugar éste ingreso?, ¿qué ideas o procesos confluyen en la emergencia de
un poder trascendente? Sin duda, un primer elemento a rastrear, es la separación del
individuo respecto de la comunidad, su emancipación de las constricciones impuestas por el
colectivo para constituirse como una entidad plena y autónoma. Este proceso de
individuación tiene sus primeros destellos en el pensamiento griego clásico, se relanza
doblemente en el cristianismo de los Padres de la Iglesia y en los teóricos protestantes, y
encuentra una nueva formulación en el pensamiento de Descartes. Con esto no afirmamos
que se trate de una idea que evoluciona de un estado primitivo hacia uno terminal de manera
sostenida y diacrónica, más bien queremos señalar lo remotos que se hallan en el tiempo
algunos de los restos de este proceso de subjetivación.
Queriendo explicar los orígenes del individualismo, Louis Dumont (1987: 37- 40) se
pregunta cómo a partir de las sociedades holistas, pudo desarrollarse un nuevo tipo de
sociedad que contradice en todo la idea de lo común. Su hipótesis es que en Occidente, el
individualismo apareció en la sociedad de tipo tradicional, holista, como oposición a dicha
sociedad y como una especie de suplemento en relación a ella, es decir, en forma de
individuo-fuera-del-mundo.52Esta última idea está presente dentro del Cristianismo y en torno
a él a comienzos de nuestra era.
Un primer antecedente de la noción de individuo puede encontrarse en las escuelas del
periodo helenístico. Este individuo es planteado como un hecho o como un ideal tanto por
epicúreos como por cínicos y estoicos. Recordemos que la filosofía helenística supone un
apartamiento del mundo social, marcando un parte aguas con el pensamiento político de
Platón y Aristóteles. La renuncia al mundo es condición para convertirse en sabio. El hombre
común que vive en el mundo está imposibilitado para alcanzar la sabiduría, sólo el sabio sabe
lo que es bueno; las acciones mundanas, incluidas las del sabio, no pueden ser buenas, sino
Dumont parte de la experiencia del renunciante de la India –este sujeto que decide apartarse del mundo,
evadiendo las constricciones sociales para alcanzar la plena independencia- como un “individuo- fuera- delmundo”. El renunciante dimite de la vida social y sus normas para encontrar su destino, se basta a sí mismo y no
se preocupa más que de su persona. En apariencia, podría ser asimilado a un sujeto individualista moderno. Sin
embargo, se diferenciará diametralmente por una razón: el moderno es un individuo-en- el mundo. Lo
interesante de esta distinción, radica en los fines para los que es esbozada: responder la pregunta por el origen
del individualismo
52
120
Comisión Especial de Violentología 2013
solamente preferibles a otras. La identificación de este individualismo filosófico recusa las
hipótesis que quieren ver el origen del individualismo como un efecto de la caída de la polis
griega y la convivencia de bárbaros y polites bajo el Imperio de Alejandro. Pero la mera
historia – dice Dumont- no da cuenta de un hecho tan complejo como la emergencia del
individuo como valor. Son los filósofos helenistas los que, al definir como un ideal superior
al sabio distanciado de la vida social, contribuyen en esta tarea, que será en todo caso
coadyuvada e impulsada por los cambios agenciados por el nuevo Imperio.
Un segundo momento en esta genealogía del individuo puede localizarse en las ideas del
cristianismo primitivo. “De las enseñanzas de Cristo y de San Pablo –se desprende que el
cristiano es un individuo-en-relación-a-Dios. El alma individual adquiere valor eterno a
través de su relación filial a Dios, y en esta relación se basa asimismo la fraternidad humana:
los cristianos se reúnen en Cristo, del que son miembros” (ibíd.: 42). El cristianismo se
caracteriza entonces por “la emancipación del individuo a través de una trascendencia
personal y la unión de individuos-fuera-del-mundo en una comunidad que tiene los pies en la
tierra pero el corazón en el cielo” (ibíd.,:43). A partir de aquí, y con mayor potencia en la
obra de Agustín de Hipona, se dibujan una serie de dicotomías que jerarquizan el orden
mundano en relación con el orden divino: cuerpo -alma, Estado- Iglesia, Antiguo y Nuevo
Testamento, etc. El mundo queda subordinado y relativizado con respecto al orden divino,
pero al mismo tiempo, el individualismo extra-mundano exige el reconocimiento y
obediencia a los poderes de este mundo.53
Dumont afirma que las ideas de los Padres de la Iglesia acerca del mundo y sus
problemáticas: el Estado, el Príncipe, la esclavitud, la propiedad privada, etc.- deben ser
interpretadas desde la perspectiva extra-mundana que imperaba en la época. Es desde el
53
En el discurso teológico de San Agustín se esbozan las relaciones entre violencia y obediencia como modo de
gobernar la civitas terrena. La espada de hierro del Emperador es el instrumento de inculcación del amor entre
los ciudadanos, cuando por otros medios éste no es logrado, a diferencia de la ciudad dei, donde el amor de
Dios es el que rige todo orden. La espada de hierro que comanda en una no es más que la forma terrena de la
espada amorosa que regula la otra, y la forma para ambas es única: ordo est amoris. Si bien las ideas sobre la
naturaleza del poder político no están plenamente desarrolladas en la construcción de San Agustín, sí
encontramos una clara exposición de la idea de Derecho. San Agustín expone la idea de un orden jerárquico del
Derecho que se funda en la ley de Dios. La Ley de Dios es la razón divina, la voluntad que ordenó la naturaleza.
En el segundo peldaño, la ley natural. Esta ley natural deriva de la ley divina es aquella impresión que el hombre
puede captar de la voluntad inaprensible de Dios. Finalmente encontramos la ley temporal. Es la ley humana. Se
trata de una ordenación mutable de acuerdo a las condiciones del hombre pero no podría considerarse, en ningún
momento como una ley autónoma. Nunca podría contrariar los principios de la ley eterna (San Agustín, 2009:
XIV – 28)
121
Comisión Especial de Violentología 2013
punto de vista de la relación del hombre con Dios y de su fraternidad con la Iglesia, que
podemos comprender que la vida en el mundo no es negada o rechazada directamente por el
hombre medieval, sino relativizada y jerarquizada en relación con la unión con Dios y la
comunidad cristiana en el más allá. Cada cosa mundana adquiere su sentido en relación con
el fin trascendente de la salvación. En esta vía es que San Agustín restringe el campo de
aplicación de la Ley de Naturaleza54 propuesto por los estoicos y amplia el de la Providencia,
el de la voluntad divina, introduciendo un cambio radical en relación con sus predecesores: la
subordinación total del Estado a la Iglesia. Antes de la Ciudad de Dios, los cristianos habían
concebido al Estado y al mundo en general, como congénitamente opuesto e independiente
con respecto a la Iglesia y al dominio de la relación del hombre con Dios. Lo que hace
Agustín es reclamar que el Estado sea juzgado desde el punto de vista trascendente, el mundo
de la relación del hombre con Dios, que es el de la Iglesia. Hay en ello una pretensión
teocrática, un paso adelante en la aplicación de los valores supra-mundanos a las
circunstancias de este mundo. Esto representa una
nueva forma de pensamiento que
corresponde a la inmanencia-trascendencia de Dios.
Al situar la fe –la experiencia de Dios- en la base del pensamiento racional, Agustín marcó un
importante antecedente del proceso de individuación. Su obra describe en buena parte lo que
ocurrirá a posteriori: el valor supremo ejercerá una presión sobre el elemento mundano
antitético que encierra. La vida mundana será así colonizada por etapas, por el elemento extra
mundano hasta que finalmente, la heterogeneidad del mundo desparezca completamente.
Entonces, el campo será unificado, el holismo desaparecerá de la representación, se concebirá
la vida en el mundo como algo que puede acomodarse enteramente al valor supremo y el
individuo- fuera- del- mundo se habrá convertido en individuo –en- el- mundo (ibíd., 44).
A partir del siglo VIII, con la ruptura del lazo papal con Bizancio, la Iglesia ingresará
definitivamente en la cuestión mundana
arrogándose el poder temporal supremo en
54
Los estoicos adoptaron la Ley de Naturaleza como un instrumento racional para la adaptación a la ética
mundana de los valores extra-mundanos. Al respecto, la siguiente definición de Troeltsch es clarificadora: “La
idea directriz es la idea de Dios como ley de naturaleza universal, espiritual y física, que reina uniformemente
sobre todas las cosas y, como ley universal del mundo, ordena la naturaleza, conforma las diferentes posiciones
del individuo dentro de ésta y de la sociedad y se convierte, en el hombre, en ley de la razón, la cual reconoce a
Dios y se hace de esta manera una con él (…) La Ley de Naturaleza ordena así, de una parte, la sumisión al
curso armonioso de la naturaleza y al papel asignado a cada uno dentro del sistema social, y de otra, la elevación
interior por encima de todo eso, la libertad ético religiosa y la dignidad de la razón que, al ser una con Dios, no
podría ser alterada por ningún suceso exterior o sensible” (en Dumont, 1987: 45)
122
Comisión Especial de Violentología 2013
occidente. Hasta bien avanzado el siglo XV, la Iglesia pretenderá reinar directa o
indirectamente sobre el mundo, sumiendo definitivamente al individuo en la vida terrenal.
Así, aunque suene paradójico, la más efectiva humanización del mundo surgió a la larga de
una religión que lo subordinaba de la manera más estricta a un valor trascendente.
En el discurso de la modernidad, los procesos de secularización y racionalización de la vida
buscaron desligar la vida en el mundo de todo valor divino o supremo. Las ciencias y las
teorías del Estado empezaron a erigirse como respuestas ante el derrumbamiento del orden
teocrático y la transformación de las concepciones del tiempo, el espacio y el hombre como
efecto de su re- inscripción en un orden inmanente. Del tiempo “verdadero”, primordial y
finito provisto por la eternidad de Dios, se pasó a un tiempo terrenal, secular e infinito, que
fue desde entonces el horizonte ilimitado de toda generación. El universo dejó de ser un
cosmos concéntrico creado por Dios para convertirse en una extensión espacial ilimitada, y la
naturaleza no fue más vista como animada sino que empezó a ser comprendida como una
máquina cuyo funcionamiento regular podía ser conocido por la razón. La destrucción del
cosmos y la geometrización del espacio operaron un cambio fundamental en la conexión
reflexiva entre el ser y el mundo: el nuevo estado del hombre fue el de este horizonte
ilimitado y su misión, en el ocaso de la divinidad, consistió en tomar las riendas de un mundo
que entonces parecía anárquico y desconocido. Es en el marco de este horizonte ilimitado de
control humano sobre la naturaleza y los otros hombres que el discurso sobre el poder
adquiere sentido y no antes, cuando el único poder era la providencia divina.
La secularización alcanzó también los modos de relación transformando los lazos sociales.
En tiempos medievales, las relaciones eran personales, directas e inmediatas y la acción
social se inspiraba en el sentimiento subjetivo (afectivo o tradicional) de los partícipes de
constituir un todo, si bien esto no excluía la explotación y la sujeción inherentes a toda
sociedad jerárquica. En el tránsito al capitalismo, las sociedades feudales ven erosionado este
ethos comunitario y disueltos los modos de relación concomitantes, para dar paso a las
relaciones “libres” de capital- trabajo. A partir de entonces, la noción de sociedad emerge
como un locus abstracto en el que las relaciones sociales “se inspiran en una compensación
de intereses racionales” (Weber, 2002:33). La Ilustración y las Revoluciones burguesas
desatadas un siglo después, harán eco de ésta tendencia instalando al sujeto autónomo, libre,
123
Comisión Especial de Violentología 2013
y emancipado de los lazos feudales y las cargas tradicionales que lo sujetaban, como el nuevo
protagonista de la historia.55
Tanto en su programa filosófico como en su doctrina económica, el liberalismo definió un
tipo de subjetividad anclado en la búsqueda del interés privado haciendo que aspiraciones
como la propiedad, la acumulación, la intimidad, el bienestar y la seguridad desplazasen los
antiguos códigos de honor y de sangre. De ahí su insistente rechazo a que cualquier tipo de
autoridad (ancestral, divina o monárquica) recaiga sobre el individuo inhibiendo su voluntad
personal, ahora erigida como
única ley fundamental. El tránsito de la comunidad a la
sociedad, tan mentado por sociólogos como Weber y Tönnies, no es otra cosa que la
disyuntiva del sujeto entre mantenerse atado a lazos de sujeción pero conservar su sentido en
relación con un orden que lo trasciende, o liberarse
vivir solo para sí mismo. En esta
inversión de la relación del hombre con la comunidad, autores como Lipovetsky encuentran
la clave de la pacificación de los comportamientos. A su entender, “cuando la prioridad del
conjunto social se diluye en provecho de los intereses y las voluntades de las partes
individuales, los códigos sociales que ligaban al hombre a las solidaridades de grupo ya no
pueden subsistir: cada vez más independiente en relación a las sujeciones colectivas, el
individuo ya no reconoce como deber sagrado la venganza de sangre, que durante milenios ha
permitido unir el hombre a su linaje. No sólo por la ley y el orden público consiguió
el Estado eliminar el código de la venganza, sino que de una manera igualmente radical fue el
proceso individualista el que, poco a poco, socavó la solidaridad vengativa” (Ibíd.: 193).
Veamos esto último de manera más detenida.
55
La entrada en la Era de la Razón auspiciada por las ideas de Descartes, Bacon y los Enciclopedistas,
contribuyó en la conformación de una razón y un método científicos que aspiraron a ahuyentar el oscurantismo
medieval. Galileo y Newton dirigieron su arsenal al conocimiento y dominio de la naturaleza, mientras que
Hobbes, Locke y Rousseau hicieron lo propio con la sociedad. Este impulso ilustrado fue solo una de las
múltiples visiones del hombre, la historia y la razón que se dieron cita en la modernidad. La lectura positivista y
liberal, que ha querido entronizarse como la moderna por antonomasia, ha sido desmontada y revelada en sus
intenciones por quienes como Marx, Nietzsche y Freud, encontraron “que ni la historia era lineal y determinista,
ni el hombre absolutamente racional, ni la ciencia un instrumento necesario de liberación”. (Murillo, 2012: 23).
Así, y aún contra la Ilustración, una actitud típicamente moderna es aquella que niega la existencia de una
esencia humana que se desarrolla galopante a lo largo de una historia universal, para asumir que somos seres
finitos de existencia compleja y contingente. Algunos llamaran a esto actitud posmoderna, nosotros preferimos
no entrar en ese debate.
124
Comisión Especial de Violentología 2013
4.
La conjura política: la emergencia del Estado
Una vez derruido el poder teológico, la base de legitimidad socio-política debió sentarse en
las ficciones de la voluntad individual y el Estado racional-burocrático, un modo de
reproducción de la sociedad basado en la dimensión política e institucional de los
mecanismos de regulación, por oposición a la tradición, en la que el modo de reproducción
del conjunto y el sentido de las acciones que se cumplen era regulado por dimensiones
culturales y simbólicas particulares. La modernidad implicó un cambio ontológico en el
modo de regulación de la reproducción social como efecto del trastrocamiento del sentido
temporal de la legitimidad, esto es, del desplazamiento del pasado por el porvenir como
criterio orientador de la acción humana.
Desligado de todo fundamento ulterior, el poder del hombre moderno56 seguirá dos
coordenadas: el dominio de la naturaleza, a través de la ciencia; y el dominio del propio ser
humano, a través de la política y el derecho. En ambos casos, poder no deja de significar
principalmente dominar algo que permanentemente se escapa y se vuelve incierto. No es
casualidad que el discurso de la física conciba a la naturaleza como un inmenso campo de
fuerzas cuyos movimientos tratará de conocer y regular mediante leyes, como tampoco es
azar que, en esta nueva visión, el hombre aparezca como un campo atravesado por el choque
violento de dos fuerzas primordiales: la razón y las pasiones. Como resultado de la caída del
paradigma divino y su legitimidad trascendente, hombre y naturaleza empezaran a ser
comprendidos como campos de fuerzas antagónicas. Pero mientras el campo de la naturaleza,
al presentarse bajo ciertas regularidades, tendrá posibilidades de ser dominado por medio de
las matemáticas y la física, el campo humano brillará por su plena incertidumbre, por la total
ausencia de leyes previas. De allí que exija la invención y construcción de su propia
legalidad. A falta de un Dios que prescriba reglas o designios, la política definirá las
56
¿A qué llaman poder los modernos? Según Mayz-Vallenilla (1982: 22-23), en su acepción etimológica inicial,
la del latín vulgar potėre, poder significa “ser capaz, tener fuerza para algo, ser potente para lograr el desarrollo
de algún tipo de actividad. Usado de esta manera, el verbo se identifica con el vocablo potestas que traduce
“potestad, potencia, poderío”, y es sinónimo de facultas que significa “posibilidad, capacidad, virtud, talento”.
Existen sin embargo tres significados más que explican en mejor medida la noción de poder que ha perdurado
hasta nuestros días: “el dominio o posesión de un objeto físico o concreto”, “tener más fuerza que alguien,
vencerle luchando cuerpo a cuerpo y ser capaz de vencerle”, o “hacer que algo sea posible”. A la luz de estas
últimas acepciones, el poder no sólo se encontraría ligado a las ideas de potestas o facultas, sino también a las
de dominium (dominio), imperium (el mando supremo de la autoridad), y auctoritas (autoridad o influencia
moral que emanaba de su virtud
125
Comisión Especial de Violentología 2013
relaciones humanas a través de un nuevo amo pseudo- trascendente: El Estado. Así lo
describe Engels:
… el Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera a la sociedad;
tampoco es “la realidad de la idea moral”, “ni la imagen y la realidad de la razón
(…). Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo
determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable
contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que
es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con
intereses económicos en pugna, no se devoren a si mismos y no consuman a la
sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por
encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites
del “orden”. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella
y se divorcia de ella más y más, es el Estado (1986:290 subrayado nuestro)
En efecto, a partir del siglo XVI, se inicia un proceso de concentración de las funciones
económico- fiscal, político- militar y de seguridad interior en un mismo organismo que aspiró
a superar la fragmentación de la guerra civil para imponerse sobre el cuerpo social. El estado
de guerra permanente fue invocado por el discurso contractualista como la situación
propiciatoria de un pacto social que justificó el nacimiento de la institución estatal. Así, el
Estado se presentó como un ente abstracto, independiente de gobernantes y gobernados, y en
esta medida diferenciado de la sociedad civil, dando lugar a separaciones ulteriores como
público- privado, individuo- colectivo, etc. Creado con el objetivo de diluir la guerra de todos
contra todos, el Estado continuó la actividad bélica pero ahora monopolizada y disociada del
valor de la venganza. La del Estado es por tanto una violencia instrumental conquistadora57
que adquiere sentido por los servicios que reporta a la obtención y mantenimiento del poder,
aun cuando se la quiera presentar en forma aséptica denominándola legítima. Se trata además
de una violencia
exclusiva, pues deja de ser ejercida por todos los hombres para ser
privilegio de la organización militar, siendo cada vez menos los entendidos en tácticas
guerreras.
La violencia no desaparece con el Estado: se concentra, monopoliza y sofistica, pero siempre
queda un exceso inabsorbible: la violencia interindividual. Esta sigue su propio curso, el
honor y la venganza no terminan de disiparse entre los integrantes de una población, pero
dejan de estar ligados o circunscritos al intercambio entre los vivos y los muertos. La
57
La consolidación de los Estado europeos coincide con la era de la expansión colonial. La guerra hace tanto a
la definición de sus fronteras como la adquisición de recursos en las metrópolis. A esto nos referimos cuando
hablamos de violencia conquistadora.
126
Comisión Especial de Violentología 2013
crueldad ya no está amparada por el ritual ni por lo sagrado, se es cruel por gusto o por
interés sin mayores mediaciones simbólicas. De Maquiavelo a Hobbes y de éstos a Weber, la
política moderna estará dedicada a crear y re-crear los repertorios de legitimación de la
violencia estatal: la guerra, el control de las masas, la pena de muerte y la apropiación en
manos privadas serán defendidas como parte del proceso de integración social, al tiempo que
los disturbios, la rebelión, el asesinato, el robo y el fraude terminarán asociados con el caos y
el desorden. Hay muerte y destrucción de parte del Estado tanto como de la sociedad civil,
pero solo una será considerada violencia legítima.
Hombre y naturaleza no fueron los únicos en re- inscribirse a un orden inmanente, también el
mal adquirió carnadura y existencia mundanas. Los tiempos en los que era un mero defecto, o
una desviación dentro del horizonte de lo permitido por el Creador pasaron para dar lugar a la
versión de un mal original, constitutivo, y de una violencia inherente y consubstancial a los
individuos. El egoísmo y la violencia aparecerán junto con las demás pasiones humanas
irrumpiendo como fuerzas destructoras e incontrolables.
La primera expresión secular de la violencia como medio de la política puede encontrarse en
la obra de Nicolás Maquiavelo. En El Príncipe, dibujará la oposición entre “fortuna” y
“virtud” como
una especie de sino trágico de la vida política. Pero, ¿qué connota
exactamente la virtud, acaso un conjunto de cualidades morales que sirvan de pauta y
orientación de la conducta de los hombres? Ciertamente no. De hecho,
el conflicto
irreconciliable entre los valores propios de la acción política y los valores morales
convencionales es uno de los aspectos que más polémica ha generado en
la obra de
Maquiavelo. En su opinión, yerra quien supone que un príncipe deba practicar siempre y sin
excepción “todas las virtudes que dan crédito de buenos a los hombres” (1988:103), ya que,
muy al contrario, este debe actuar en numerosas ocasiones en contra del conjunto de valores
morales suscrito por el común de los hombres: la caridad, la fe, la justicia, la clemencia.
Lo que señala Maquiavelo es la inconmensurabilidad entre la moral política y la moral
cristiana, toda vez que la salud de la República exige que muchos de los valores de ésta
última deban ser violados. El príncipe debe estar siempre preparado para la acción y como
parte de su arsenal pueden/deben estar la avaricia, la crueldad, el fraude y muchas otras
estrategias que a los ojos del buen cristiano no son más que vicios. Esto no implica, como
bien aclara Rinesi, “una identificación de la virtud política con la ausencia de valores
127
Comisión Especial de Violentología 2013
morales y con la disposición a hacer gratuitamente el mal” (2005:38), sino más bien, la
necesaria flexibilidad que debe mantener el príncipe respecto de la moral convencional en
caso de que sea necesario controvertirla58.
La importancia de Maquiavelo para nuestro análisis radica en su comprensión de la violencia
como un recurso fundamental para la obtención y conservación del poder político. Una vez
que el príncipe ha conseguido el gobierno de un nuevo principado, debe preocuparse de su
conservación. De ahí la importancia que adquieren los ejércitos como expresión del poder del
príncipe, la fuerza del león y la astucia de la zorra, como sus cualidades principales.
La obra de Maquiavelo se asienta en un cierto pesimismo antropológico que es en todo caso
necesario a los fines de que la política no sea vista como un asunto superfluo. Esta
concepción pesimista se proyectará igualmente sobre el Estado, caracterizado como una
entidad abocada al conflicto externo e interno.59 El resultado que arroja este realismo es una
concepción de la política en términos de relaciones de poder y de lucha, en cuyo marco las
formas jurídicas, morales e ideológicas son cruciales pero secundarias respecto de la fuerza.
Llegamos así a una de las expresiones fundamentales del principio de la eficacia: el carácter
estratégico de la fuerza como fundamento último del poder político. La cuestión de la forza se
manifiesta como esencial en los casos extraordinarios, es decir, allí donde la legalidad no
existe, donde es ineficaz y no se puede defender a sí misma, o donde se pretende que sea
radicalmente transformada (reformas, revoluciones). Además, la fuerza es obviamente la
clave para entender las relaciones internacionales entre Estados. Más allá de su validez
Así lo ejemplifica el caso de César Borgia: «… digo que todo príncipe desea ser tenido por compasivo y no
por cruel; sin embargo, ha de estar atento a no hacer mal uso de su compasión. César Borgia tenía fama de cruel,
pero su crueldad dio a la Romaña unidad, paz y buen gobierno; de modo que, pensándolo bien, resulta César
Borgia mucho más clemente que el pueblo florentino, cuando, por no aparecer cruel, dejó destruir a Pistoya.
Debe pues, el príncipe no cuidarse mucho de la reputación de cruel cuando le sea preciso imponer la obediencia
y la fidelidad a sus súbditos, pues ordenando algunos poquísimos castigos ejemplares resultará más humano que
los que, demasiado clementes, dejan propagar el desorden, causantes de numerosas muertes» (Maquiavelo,
1988:97).
58
59
Hacia afuera, el Estado considerará como enemigo a cualquier otro Estado con fuerza suficiente para actuar
contra él impunemente. Y al interior, el Estado Maquiavelo identificará los «graves y naturales antagonismos
que existen entre los hombres populares y los nobles». Este antagonismo había sido conectado con la ambición
de los poderosos y con el deseo de «no-dominación» del pueblo. Sin embargo, esta idea de la natural enemistad
entre «ricos» y «pobres», o entre «quienes mandan» y «quienes son mandados», tiene, en realidad, poco de
natural; es decir, no es un elemento propio de ningún «estado de naturaleza», sino un elemento intrínseco a la
vida en sociedad, un elemento, si se quiere, estructural de cualquier sociedad históricamente dada.
128
Comisión Especial de Violentología 2013
histórica o antropológica, las construcciones de Maquiavelo, permiten observar en un plano
simbólico el vínculo indisociable entre violencia y poder remarcando no solo que la violencia
es la condición fundacional de la Ley y que persiste más allá de su fundación, sino también
que la violencia se incorpora a la Ley haciendo de ésta el único ámbito para su aplicación
legítima.
El Estado moderno supone la dotación de un derecho formal positivizado (estable y
previsible), la profesionalización y especialización de la administración (burocratización), la
separación entre los medios de administración y los administradores, y, en fin, toda una serie
de fenómenos subsidiarios o concomitantes — ejércitos permanentes y, por tanto, presión
fiscal, control demográfico y censo preciso, desarrollo de la burguesía y la economía
capitalista, etc.— cuya discusión nos apartaría de nuestra materia. Pero el Estado moderno
nos remite también a la verticalidad del Estado, a la escisión entre gobernantes y gobernados,
a la necesidad de conjugar derechos y legitimidad (basada en el consentimiento popular y en
el aparente respeto de la legalidad y la norma), y a la razón de listado, la excepción, la lucha
por el poder.
Para conjugar todos estos elementos y bajo el objetivo básico de la conservación, el Estado
moderno se piensa a partir de un fundamento normativo que no es otro que el concepto de
soberanía asistido, a su vez, por elementos como el «estado de naturaleza» o el «contrato» , lo
que permitía un sustrato identitario y soldaba la brecha entre gobernantes, gobierno y
administración. Se trata de un dispositivo conceptual que verá la luz en la obra de Thomas
Hobbes (2005) [1651]. Para el autor de Leviatán la causa del enfrentamiento entre los
hombres reside en su propia naturaleza egoísta. La competencia, la desconfianza y la gloria
son los motivos de disenso que conducen a una guerra de todos contra todos en la cual las
nociones de legal o ilegal, moral o inmoral, justo o injusto están fuera de lugar una vez que la
fuerza y el fraude se imponen como virtudes cardinales. Esta violencia intestina amenaza la
vida de todos mientras no exista un poder que los someta. Por el temor a la muerte que cada
uno puede causar a los demás y como producto de un cálculo racional, los hombres aceptan
entrar en sociedad y formar un Estado delegando en un soberano individual o colectivo el
deber de protegerlos ya sea por la ley o por la espada.
Para ahondar en la cuestión general de la esencia y el significado de la violencia en relación
con el poder también nos resulta muy útil la sociología política de Max Weber. El poder es
129
Comisión Especial de Violentología 2013
definido por el autor como «la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una
relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa
probabilidad» (Weber, 1996:43). Así entendido, el poder constituye una relación social
asimétrica sustentada en el control de los recursos de dominación (cualidades, posesiones y
situaciones que permiten a un hombre o grupo de hombres dominar a otros), pero es además
un concepto "sociológicamente amorfo" en tanto que puede presentarse en una gran
multiplicidad de relaciones sociales.
El concepto de poder entonces, debe especificarse en una suerte de caracterización correlativa
a través de la noción de dominación. Por dominación, escribe Weber, «debe entenderse la
probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contendido entre
personas dadas» (ibíd.). De esta manera, la dominación restringe el campo de análisis del
fenómeno del poder a su ejercicio efectivo, en la medida en que la capacidad de mando se
expresa mediante el acatamiento concreto de quienes obedecen o están dispuestos a obedecer
determinadas órdenes. Como lo subraya Aron «la dominación supone un cierto grado de
institucionalización (sin la cual el dominante no se atrevería a mandar) pero el término
dominación evoca la relación directa entre el amo y el servidor más que la relación entre el
gobernante y los gobernados» (1967:48). El propio Weber anuncia que si bien la situación de
dominación está unida a la presencia actual de alguien mandando a otro, ésta no se encuentra
unida incondicionalmente ni a la existencia de un cuadro administrativo ni a la de una
asociación; pero sí lo está ciertamente a una de ambas. Llamamos entonces asociación de
dominación a aquella cuyos miembros están sometidos a relaciones de dominación en virtud
del orden vigente.
De las múltiples formas que puede adquirir una relación de dominación, Weber distingue dos
tipos fundamentales: la dominación por constelación de intereses y la dominación por
autoridad. La primera se sustenta en el tráfico formalmente libre de los dominados, quienes
inspirados en su propio interés y en la satisfacción de sus necesidades actúan bajo su propia
lógica, esto es, sin reconocer vínculos fraternales, sentimentales o tradicionales con otros
individuos. Por su parte, la dominación por autoridad, fundada en el poder de mando y en el
deber de obediencia, se caracteriza por recurrir a la exigencia de obediencia con
independencia de los motivos e intereses de los individuos, apelando a la autoridad otorgada
al dominador ya sea por la tradición, la legalidad o los lazos afectivos. Con estos dos tipos de
130
Comisión Especial de Violentología 2013
dominación Weber pretende explicar la diferencia entre el sistema económico y el sistema
político. A la economía correspondería una forma de dominación por constelación de
intereses que encuentra su legitimación en el propio funcionamiento, ya que la creencia en su
validez depende de que en ella cada individuo persiga sus propios objetivos. Mientras, a la
política, correspondería la dominación por autoridad, cuya legitimación requiere un proceso
en el que se justifique la asimetría de la relación entre dominador y dominados en virtud de
algún fin superior.60
La dominación por autoridad distingue al sistema político de otros sistemas como el
económico. Ahora bien, esto no implica que tal tipo de autoridad resida exclusivamente en
éste. Así, la dominación por autoridad está presente en diferentes esferas de la vida social
tales como la familia, las asociaciones civiles, las empresas, etc. Por tanto, para definir el
campo específico de la dominación política, debe identificarse el medio particular que la
caracteriza: la violencia física legítima:
Desde el cuidado de los abastecimientos hasta la protección del arte, no ha
existido ningún fin que ocasionalmente no haya sido perseguido por las
asociaciones políticas, y no ha habido ninguno comprendido entre la protección
de la seguridad personal y la declaración judicial del derecho que todas esas
asociaciones hayan perseguido". Por tanto, "solo se puede definir el carácter
político de una asociación por el medio- elevado en ciertas circunstancias al fin
en sí- que sin serle exclusivo es ciertamente específico y para su esencia
indispensable: la coacción física (1996: 44)
De lo anterior se desprende que una asociación de dominación devenga asociación política
«cuando y en la medida que su existencia y la validez de sus ordenaciones, dentro de un
ámbito geográfico determinado, estén garantizados de un modo continuo por la amenaza y la
aplicación de la fuerza física por parte de su cuadro administrativo» (ibíd.: 43 subrayado
nuestro). Esto no implica que la política no recurra a otros medios de acción, ni que la
60
En este punto, Weber ofrece una tipología de las formas de dominación por autoridad, erigidas en razón del
tipo de fundamentos que sustentan la creencia en la validez del orden. Como apunta Serrano (1994), la tesis que
subyace a la teoría de los tipos ideales de dominación legítima consiste en que la diferencia entre ellos no solo
se refiere a las distintas ideas o creencias sobre su legitimidad, sino que esas ideas remiten a estructuras y
formas diferentes de ejercer la dominación. Encontramos así tres tipos ideales: tradicional, carismática y legal racional. La dominación tradicional, nos dice Weber, "descansa en la santidad de ordenaciones y poderes de
mando heredados de tiempos lejanos, desde tiempo inmemorial, creyéndose en ella en méritos de esa santidad"
(1996:80). Mientras, la dominación carismática descansa en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o
ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas 60. Finalmente, la dominación legal
- racional descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los
llamados por esas ordenaciones a ejercer esa autoridad
131
Comisión Especial de Violentología 2013
violencia, aquí entendida como coacción física, sea su medio normal. Simplemente se hace
referencia a que el uso de la violencia constituye el medio específico de la acción política.
En la actualidad, la única fuente del "derecho a la violencia" es el Estado: «aquella
comunidad humana que en el ámbito de determinado territorio reclama, con éxito, como
propio, el monopolio de la violencia física legítima» (Weber, 1989: 9). El monopolio de la
violencia es aquello que otorga al instituto estatal su particularidad frente a otras
instituciones, pero además, aquello que le permite acceder a otros medios (administrativos,
económicos, informativos) para cumplir con sus fines y mantener la coacción física en un
estado potencial, que solo se actualiza en caso de resistencia o transgresión del orden. A
partir de aquí, el significado de la política se establece en «la aspiración a participar en el
poder o la aspiración a influir en el reparto del poder entre los diversos estados, o en el
interior de un mismo Estado, entre los diversos grupos de individuos que lo constituyen»
(ibíd.), o lo que es lo mismo, en la lucha por el monopolio de la violencia física legítima.
Llegados a este punto, dos preguntas se hacen necesarias: ¿qué pasa con la violencia ejercida
por asociaciones y /o actores diferentes al Estado? y, ¿qué hace que la violencia de estos no
sea legítima respecto a la de aquel? Para Weber la diferencia se encuentra en el control
permanente del territorio y en el proceso de legitimación de las acciones y ordenaciones de
tales asociaciones en el sistema político, que le dan un carácter de validez entre los individuos
que habitan tal territorio. Así pues, «un grupo armado puede apoderarse del poder político,
pero su permanencia y constitución como Estado depende de que apoye su poder en un orden
legítimo» (Serrano, 1994:44). Y tal legitimación supone un largo proceso de centralización y
diferenciación del poder político, conducente al monopolio de la violencia legítima.
El análisis de Weber sobre la aparición y el significado del Estado Moderno en Europa,
ilustra claramente su tesis sobre la progresiva legitimación del poder. El reclamo, por parte
del Estado, del monopolio de la violencia legítima remite al proceso histórico mediante el
cual algunas ciudades- estado italianas, durante el Renacimiento, fueron instituyendo un
ordenamiento legal obligatorio para los ciudadanos en el marco de sus fronteras territoriales,
un solo ejército capaz de garantizar la seguridad de la ciudadanía mediante el uso o la
amenaza de fuerza física y un cuerpo burocrático estable para garantizar la prestación de los
servicios del naciente estado- nacional. Este proceso de centralización se inicia con la
expropiación de los depositarios independientes y privados del poder administrativo y
132
Comisión Especial de Violentología 2013
finaliza cuando el estado controla todos los medios de organización política en la cabeza de
un solo gobernante. La organización del Estado Moderno, como fenómeno constitutivo del
proceso de racionalización occidental, se caracteriza entonces por la institucionalización de
un aparato racional que sobre la base de un sistema de control centralizado y estable dispone
de un poder permanente y centralizado, monopoliza la creación del derecho y el empleo
legítimo de la fuerza, y organiza la administración burocráticamente, esto es, en forma de una
dominación de funcionarios especializados. Pero el Estado no será el único medio de conjura
de la violencia. Un segundo dispositivo le acompañara en dicha tarea.
5.
La conjura económica: intercambiando con el hostis
La segunda situación de modernidad sobre la que nos interesa trabajar con miras a detectar
los dispositivos de conjura de la violencia, remite a los cambios en la vida material propios
del tránsito de las sociedades feudales a las capitalistas. En las primeras, regidas por la
economía natural, los artículos no se producían para el cambio, sino para el consumo propio
dentro de un grupo económico cerrado; en oposición a la economía mercantil, donde los
productos del trabajo se destinan a la venta en el mercado. En la economía natural, por otra
parte, la sociedad se componía de una gran variedad de unidades económicas homogéneas
con una escasa división del trabajo. Cuatro procesos favorecieron el paso de las economías
naturales a las economías mercantiles: i. el desarrollo de las fuerzas productivas; el proceso
de concentración de los medios de producción y los frutos del trabajo en manos privadas; iii.
el crecimiento de las relaciones monetario-mercantiles y, iv. el desarrollo de la división social
del trabajo. La economía mercantil se hace dominante en el capitalismo. Si bien en los modos
de producción esclavista y feudal se hallaba presente, ésta era de extensión limitada, pues casi
todo lo que se producía se destinaba a satisfacer las necesidades de los propios productores y
de las clases explotadoras sin que asumiera la forma de mercancía.
Un giro fundamental se produce con el advenimiento del Estado moderno y su correlato
económico: el capitalismo. Recordemos que el origen de la autoridad estatal requirió de un
grado muy elevado de organización monopolista. Se arrebató a los individuos aislados la libre
disposición sobre los medios militares, que ahora se reservó al poder central, y la propiedad y
parte de los ingresos de los individuos pasaron a manos del poder central por medio de la
tributación. Los medios financieros que afluyen así a este poder central, sostienen el
monopolio de la violencia; y el monopolio de la violencia sostiene el monopolio fiscal.
133
Comisión Especial de Violentología 2013
Ambos son simultáneos, el monopolio financiero no es previo al militar y el militar no es
previo al financiero, sino que se trata de dos caras de la misma organización monopolista.
Cuando desaparece el uno, desparece automáticamente el otro, si bien es cierto que, a veces,
uno de los lados del monopolio político puede ser más débil que el otro.
Con el capitalismo, la producción de artículos no será para el propio consumo, sino para el
cambio en el mercado por medio de la compra-venta de mercancías. Además, la división
social del trabajo, el trabajo asalariado y la existencia de productores dueños de los medios de
producción serán requisitos sine qua non. Esta condición se generalizará cuando los artículos
de consumo, los medios de producción y la misma fuerza de trabajo devengan mercancías.
Pero a la producción mercantil basada en la propiedad privada sobre los medios de
producción le es inherente la contradicción entre el carácter social de la producción y la
forma capitalista privada de apropiación de los frutos del trabajo, o lo que es lo mismo, la
lucha entre capital y trabajo (Marx, 1971). De ahí la importancia de volver la vista sobre la
violencia producida en un ámbito presentado ficcionalmente como neutral: el mercado.
A medida que las tierras se compran y se venden, que los bienes raíces se convierten en una
realidad social ampliamente extendida, que se desarrollan los intercambios mercantiles, el
salariado, la industrialización y los desplazamientos de la población, se produce un cambio en
las relaciones del hombre con la comunidad, una mutación que puede resumirse en una
palabra: individualismo, que corre paralela con una aspiración sin precedentes por el dinero,
la intimidad, el bienestar, la propiedad, la seguridad que indiscutiblemente invierte la
organización social tradicional. Con el Estado centralizado y el mercado, aparece el individuo
moderno, que se absorbe en la dimensión privada, que rechaza someterse a reglas ancestrales
exteriores a su voluntad íntima, y que sólo reconoce como ley fundamental su supervivencia
e interés personal.
Como bien lo ha planteado Rosanvallon (2006), «la "sociedad de mercado" remite a la
perspectiva de una sociedad civil autoregulada, suponiendo que la confrontación de intereses
lleva a una armonía que ni la política ni la moral sabían concretar. Se opone así a las teorías
del contrato social, que implican una organización voluntarista del lazo social. De allí la
noción de capitalismo utópico». Una tentación y una ilusión: «Sustituir el cara a cara de los
individuos y el debate de los ciudadanos por el reino de los procedimientos anónimos e
impersonales».
134
Comisión Especial de Violentología 2013
La economía fue concebida por los liberales como Adam Smith como el ámbito de
realización de la política y la filosofía, eclipsando los planteos contractualistas. A su
entender, la sociedad «puede subsistir entre los hombres, como subsiste entre los mercaderes,
por medio del sentimiento de utilidad, sin ningún lazo de afecto, aunque entonces ningún
hombre esté ligado a otro por los deberes o por los lazos de gratitud, la sociedad puede aún
sostenerse con la ayuda del intercambio interesado en los servicios mutuos, a los que ha
asignado un valor convenido» (citado por Rosanvallon, 2006:46)
Con esta idea, el mercado se instaló no solo cómo un lugar para el intercambio de mercancías
sino como el terreno para la realización práctica de la armonía social. La institución y
regulación de lo social son ahora resolubles desde la ideología del intercambio. La guerra y la
paz entre las naciones, así como el fundamento de la obligación del pacto social empezarán a
ser explicados desde la lógica económica: «el mercado constituye así una ley reguladora del
orden social sin legislador. La ley del valor regula las relaciones de intercambio entre las
mercancías, y las relaciones entre las personas que están comprendidas como relaciones entre
mercancías, sin ninguna intervención exterior» (Íbid,:52).
Pero la utopía capitalista pronto mostraría sus alcances. El mercado, segundo dispositivo de
conjura de la violencia,
revelaría su impronta violenta, delatándose en su naturaleza
paradójica y contradictoria. Ya añejo el espíritu ilustrado, ya declarada la guerra entre capital
y trabajo, Marx identificaría cuatro momentos o manifestaciones de la violencia en la
sociedad capitalista, todos inscritos en la dialéctica opresión- liberación. La violencia
opresora tendría como expresión inicial el proceso de alienación económica que supone la
separación, por la fuerza, entre los trabajadores y los medios de producción. Esta a su vez
requeriría un segundo tipo de violencia, la del aparato jurídico-político (Estado), que tiene
como funciones fundamentales el control por vía coactiva de los posibles desbordes de las
clases subordinadas, o la represión violenta si se hacen efectivos. Por su parte, la violencia
liberadora o revolucionaria operaría como el medio mediante el cual las clases
subordinadas, podrían revertir la situación de despojo económico y dominación ideológica en
dos sentidos: desplazando del control del Estado a la clase dominante y, una vez conquistado
el poder, dando inicio a la recuperación de sus condiciones de producción. Finalmente, toda
forma de violencia llegaría a su fin una vez que los vestigios de las formas de dominación
económica del viejo orden burgués sean erradicados totalmente; es decir, cuando se instaure
135
Comisión Especial de Violentología 2013
la sociedad comunista. El conjunto de estos aspectos resume el planteamiento de Marx sobre
la violencia, veamos cada uno con mayor detenimiento.
La alienación económica puede identificarse con lo que las discusiones sociológicas
contemporáneas denominan violencia estructural.61 Se trata de un tipo de violencia que
hunde sus raíces en la estructura económica de la sociedad y que consiste en la disociación
entre los productores y los medios de producción. Este despojo se inscribe en un proceso
histórico de más largo aliento: la acumulación originaria de capital 62, el cual comienza con la
separación violenta del trabajador con respecto a la tierra, sus productos y el capital, y
constituye un paso obligado para el surgimiento de mano de obra libre, ie., dispuesta a
venderse a cambio del salario ofrecido por los empleadores capitalistas. La violencia juega
así un papel importante al afectar a bienes y personas a partir del cambio en relaciones de
propiedad. Ahora bien, esta violencia estructural no se agota en el mero proceso de
emergencia del régimen capitalista, antes bien, se mantiene y perpetúa como condición sine
qua non de la existencia del capital:
No basta con que las condiciones de trabajo cristalicen en uno de los polos
como capital y en el polo contrario como hombres que no tienen nada que
vender más que su fuerza de trabajo. Ni basta tampoco con obligar a estos a
venderse voluntariamente. En el transcurso de la producción capitalista, se va
formando una clase obrera que, a fuerza de educación, de tradición, de
costumbre, se somete a las exigencias de este régimen de producción como a
las más lógicas leyes naturales. La organización del proceso capitalista de
producción ya desarrollado vence todas las resistencias; la existencia constante
de una superpoblación relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de
trabajo a tono con las necesidades de explotación del capital, y la presión sorda
de las condiciones económicas sella el poder de mando del capitalista sobre el
obrero. Todavía se emplea, de vez en cuando, la violencia directa,
extraeconómica; pero solo en casos excepcionales”.(íbid.:167)
61
La violencia estructural se suele definir a partir de la desagregación de sus términos, entendiendo por
violencia el uso de la fuerza para forzar o mediatizar las conductas humanas, y por estructural en la medida que
forma parte del orden constituido (mecanismos de control social) de una sociedad. La violencia estructural se
suele asociar a la serie de conductas propias de un sistema social que ofrece oportunidades desiguales a sus
miembros. Ver al respecto: González, Luis Armando y Villacorta Carmen Elena. Aproximación teórica a la
violencia. Disponible en: http://www.uca.edu.sv/publica/eca/599art4.html. Fecha de consulta 02/06/2007
Al respecto dice Marx: “El recuerdo de esta cruzada de expropiación ha quedado inscrito en los anales de la
historia con trazos indelebles de sangre y fuego”. Karl Marx. El Capital. Volumen I. Fondo de Cultura
Económica. México, 1971, p. 608- 609.
62
136
Comisión Especial de Violentología 2013
El estado capitalista cumple un rol central dentro del proceso de escisión mencionado a partir
de la utilización de mecanismos de coerción como la policía y los tribunales. Una vez
operada la separación medios de producción-fuerzas productivas, tales mecanismos cumplen
la función de vigilar el orden establecido, y asumen un papel abiertamente represivo frente a
las clases subalternas que pretendan perturbarlo. En este sentido, el Estado deviene un
instrumento de dominación de la clase burguesa sobre las demás, una “máquina para
mantener el dominio de una clase sobre otra” como “la forma bajo la que los individuos de
una clase dominante hacen valer sus intereses comunes y en la que se condensa toda la
sociedad civil de una época” (Marx y Engels: 2005). Del Estado emerge así una violencia
política, que se ejerce sobre todos aquellos que turban el orden establecido.
Frente a la violencia estatal, el proletariado no tiene más remedio que responder con una
dosis igual o superior de violencia. Se trata de una violencia revolucionaria, cuyo sentido
último estriba en trastocar radicalmente el orden burgués establecido, reemplazándolo por un
orden distinto: “El proletariado se ve obligado a organizarse como clase para luchar contra la
burguesía; la revolución le convierte en clase dominante, destruya por la fuerza las relaciones
vigentes de producción, con estas hará desaparecer las condiciones que determinan el
antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto su propia dominación como clase”
(Marx, 1992: 270).
Si el Estado es el aparato de dominio de la burguesía, resulta imperativo enfrentarlo, y para
ello, es necesario contar con una organización (el partido comunista) capaz de orientar la
lucha proletaria contra el Estado burgués. Así pues, a la violencia organizada de la clase
dominante, el proletariado tiene que oponer la violencia organizada de su clase, la cual
atraviesa por dos fases: una primera, en la que la organización proletaria desarticula los
organismos represivos del Estado (ejército, policía, tribunales) en una especie de guerra civil;
y una segunda, en la que el proletariado utiliza el aparato estatal para desaparecer los
cimientos del orden burgués (en la economía, la sociedad y la política) y crear las condiciones
para la configuración de una sociedad sin Estado y sin clases.
Entre el fin de la sociedad capitalista y el comienzo de la sociedad comunista tiene lugar una
situación intermedia conocida como la dictadura revolucionaria del proletariado. Tal estadio
contempla un ejercicio de violencia política cuyo objetivo preciso es erradicar los vestigios
137
Comisión Especial de Violentología 2013
del antiguo régimen. La violencia en este punto tiene un carácter estrictamente transitorio por
lo que habrá de desaparecer una vez que su objetivo haya sido cumplido. Llegado este
momento desaparecerán todas las formas de violencia existentes: la violencia política, pues
no existirán las clases; la violencia económica, pues habrá desaparecido la alienación
económica cuando los trabajadores recuperen los medios de producción.
Hasta este punto parece hacer carrera la idea según la cual Marx ha de pasar a los anales de la
historia de las ideas como una suerte de apologeta de la violencia. A este respecto vale la
pena hacer un matiz dados los peligros a los que tan liviana conclusión suele conducir.
Dentro de la exégesis de Marx pueden encontrarse dos posiciones encontradas sobre el
particular: una primera según la cual “Marx tuvo la originalidad de poner a la violencia en el
corazón del proceso revolucionario viendo en ella el instrumento exclusivo de la
transformación”; y un segundo planteo a la luz del cual la violencia juega un papel
secundario en el esquema conceptual del autor. Veamos a continuación los argumentos
esgrimidos por cada polo.
Nada de conciliación ni de prédicas persuasivas, nada de alianzas entre las clases. La
violencia desencadenada debía transformarse en la estrategia de la lucha revolucionaria. El
proletariado tendría que dirigir contra el opresor la misma violencia que durante siglos había
soportado sobre sus espaldas y prepararse para una guerra sangrienta o nada.” (Massuh,
1976:14). Desde esta lente, se nos presenta un Marx convencido de la necesidad de la
violencia como condición del cambio revolucionario, que advierte la magnitud del cambio
social ya no desde las partes sino de la sociedad en su totalidad. La revolución proletaria
suprime todo el contexto, elimina para siempre toda forma de opresión, procura liberar al
mismo tiempo y para siempre a la sociedad entera de la explotación, de la opresión y de la
lucha de clases: “Los comunistas no tienen por qué disimular sus ideas e intenciones.
Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia
todo orden social existente. ¡Tiemblen las clases gobernantes ante la perspectiva de una
revolución comunista! Los proletarios, con ella no tienen nada que perder que no sean sus
cadenas. Tienen en cambio, un mundo entero por ganar “ (ibíd., 285).
El recurso a la violencia es inminente y necesario para la redención del hombre y su
liberación definitiva. La violencia “no sólo viene a ser el instrumento de una destrucción
138
Comisión Especial de Violentología 2013
completa sino de una creación completa también. La violencia de Marx es apocalíptica
porque arrasa un mundo viejo y barre con él, es redentora porque libera al hombre de sus
alienaciones y lo rehumaniza, y es creadora puesto que engendra un orden nuevo”. “Lucha o
muerte; guerra sangrienta o nada. Así está la cuestión impecablemente planteada”. No
obstante lo dicho hasta aquí, el estigma de apologeta de la violencia puede matizarse en
Marx si se tiene en cuenta que su consideración de la misma tiene apenas un carácter
instrumental. En este sentido, vale aclarar que no es la violencia per- se el núcleo de su
pensamiento, sino la liberación de los trabajadores de su condición de explotación. Hannah
Arendt ha argumentado con mucha fuerza el papel secundario que la violencia juega en el
esquema conceptual de Marx. Según ella, “Si se voltea (en Marx) el concepto ‘idealista’ de
pensamiento se llega al concepto ‘materialista’ de trabajo; nunca se llega a la noción de
violencia” (Arendt, 1973: 43).
En este orden de ideas, el esfuerzo teórico de Marx está en caracterizar la relación social
capitalista como una relación de explotación que no está compuesta únicamente por la
violencia y por lo tanto, no es idéntica a ella. Con esto, el concepto central en la construcción
teórica de Marx es el de explotación y no el de violencia. Este último fenómeno adquiere
sentido solo en torno a procesos que tienen, fundamentalmente, una significación económica,
como es el caso de la acumulación originaria del capital. Sin embargo, Marx tiene la lucidez
de destacar que la relación social capitalista supone el desarrollo de unas clases sociales cuyo
conflicto se expresa también por fuera de la esfera económica de la sociedad, en el campo de
la dominación política.
Por otro lado, si bien para Marx la violencia es también una forma que puede asumir el
conflicto político de las clases sociales, no es la única. La lucha política de clases no
descansa en la lucha violenta como tal, sino en el dominio del Estado por las clases sociales.
De forma similar a como acontece con la consolidación de la relación social en el campo de
la producción, el conflicto político y la lucha por y desde el Estado, no se pueden concebir
exclusivamente como fundados en la violencia. Esta aparece fundamentalmente en los
momentos de transición de las formas de dominación, en los períodos revolucionarios, o
cuando estas se encuentran cuestionadas en aspectos centrales de su ordenamiento. La
violencia es una opción de la acción política concentrada sobre el poder del Estado; depende
139
Comisión Especial de Violentología 2013
entonces de la situación de poder o de dominio y no exclusivamente del ejercicio de la
violencia.
6.
La conjura ética: Disciplinamiento y gobierno de si
Hemos visto hasta aquí cómo Estado y mercado han discurrido históricamente como intentos
deevidencias del carácter indomable de la violencia: a cada intento de control y
administración, sobreviene una violencia nueva que da lugar a una larga espiral que en
apariencia no cesa. Por ello, se hizo necesario un dispositivo más sutil y productivo que
permitiera el control de los individuos, ya no desde una imposición heterónoma de la fuerza
sino desde un autogobierno de las conductas. A este dispositivo lo denominamos
disciplinamiento.
Michel Foucault empleó en sus trabajos dos usos de la palabra disciplina: uno referido al
orden del saber y otro al del poder. Nos interesa principalmente este último, entendido como
«el conjunto de técnicas en virtud de las cuales, los sistemas de poder tienen por objetivo y
por resultado la singularización de los individuos» (Foucault, 1994: 516). Se trata de una
forma de ejercicio del poder que tiene por objeto los cuerpos y por objetivo su normalización.
La disciplina como técnica política empezó a gestarse en el momento en que el ejercicio
monárquico del poder se hizo costoso e ineficaz, sin embargo, su historia se extiende hasta la
antigüedad. Supone una anatomía política del cuerpo cuya finalidad es «producir cuerpos
útiles y dóciles o, más específicamente, útiles en la medida de su docilidad». La disciplina
aumenta la fuerza económica del cuerpo al tiempo que reduce su fuerza política. No es azar
por tanto que la mayor explosión de las disciplinas coincida con la emergencia del Estado
moderno y el capitalismo.
Paralela a la producción de estos cuerpos dóciles, se produjo en Occidente una reducción del
gusto por la sangre y la crueldad para dar paso a una suavización de las costumbres. Como
bien ha marcado Norbert Elías (1988), a partir del siglo XVIII viene produciéndose un
rechazo paulatino de las conductas violentas, al menos en sus manifestaciones más salvajes,
como el infanticidio, los homicidios, las penas de muerte y los duelos. El individuo tiende
cada vez más a criminalizar la violencia convirtiéndola en un problema que hay que erradicar
por completo. Por eso, cuando la gran mayoría de la población considera que existe
140
Comisión Especial de Violentología 2013
inseguridad y violencia, lo que pone de manifiesto es el desarrollo de una intolerancia ante
ciertas expresiones de violentas: aquellas más inmediatas y salvajes.
A lo largo de su investigación sobre los procesos históricos que han conducido a que
particularmente Occidente se identifique como "civilizado", Elías se remonta hacia el siglo
XVI, y aun a la Edad Media, para poner en evidencia un complejo movimiento de pautas de
comportamiento que se extenderá hasta los siglos XVIII y XIX. Este movimiento de
restricción y transformación de los comportamientos estimuló el cambio de los grupos
aristocráticos caballerescos hacia los de la aristocracia cortesana. En general, se trató de
regulaciones estrictas a la conducta de los caballeros, para lograr diferenciarse de los grupos
inferiores de la sociedad campesina y responder a sus nuevas funciones en los cuerpos
estatales de las cortes que se unificaban bajo la aparición de estados centralizados. La
literatura, los "libros de consejos" y los manuales de "courtoisie", refieren una diversidad de
códigos y de reglas para la configuración y el condicionamiento de las "buenas costumbres".
Esta literatura que manifiesta un complejo proceso de modelación de los comportamientos
hacia costumbres menos rudas y más finas, era perceptible en un amplio abanico de códigos
sociales que más adelante serán detallados: la compostura en la mesa, la realización de
necesidades fisiológicas, el modo de sonarse la nariz y de escupir, el comportamiento en el
dormitorio, el trato entre los sexos y el manejo mismo de la agresividad.
En este punto el trabajo de Elías se sitúa en el orden de las transformaciones
"psicogenéticas", es decir, en los cambios graduales que suceden en la conducta, en el
carácter psicológico de las personas en Occidente. Así, "El proceso de la civilización" es una
historia de las costumbres que han posibilitado el hecho sociológico de ser "civilizado. Elías
no considera el nacimiento de los Estados modernos como un simple fenómeno político más.
Por el contrario, encuentra que la formación de los estados repercutió considerablemente en
la organización social, propiciando una modelación de las interdependencias de los
individuos, que al mismo tiempo incidió en la centralización política mediante la "previsión"
y la "racionalización" del comportamiento. Así, pues, las coacciones externas que imponían
los entes estatales sobre los individuos y feudos, estimularon la formación de auto-coacciones
y controles autónomos e interiores, que garantizaron la estabilidad del sistema social por
entero. Al respecto, dice Elías: «La estabilidad del aparato de auto-coacción psíquica, que
aparece como un rasgo decisivo en el hábito de todo individuo "civilizado", se encuentra en
141
Comisión Especial de Violentología 2013
íntima relación con la constitución de institutos de monopolio de la violencia física y con la
estabilidad creciente de los órganos sociales centrales. Solamente con la constitución de tales
institutos monopólicos estables se crea un aparato formativo que sirve para inculcar al
individuo desde pequeño, la costumbre permanente de dominarse; sólo gracias a dicho
instituto se constituye en el individuo un aparato de autocontrol más estable que, en gran
medida, funciona de modo automático» (1988: 453-454).
El Estado como proyecto de organización social, permitió en su evolución la constitución de
un "super-yo" que hace autónomo el dominio sobre el individuo. Desde este punto de vista,
civilización es el proceso en que la ausencia relativa de controles camina hacia modos de
control externos, que se generalizaron con la centralización del poder estatal, y que en las
sociedades contemporáneas han implicado formas de autocontrol entre las personas. Ello
supone procesos históricos de largo plazo, mediante los cuales las compulsiones externas son
substituidas por las propias; la auto-constricción es la base del proceso civilizador. Acá, las
transformaciones psicogenéticas que implican un cambio cualitativo en la estructura de
comportamiento de los individuos se articulan con las transformaciones sociogenéticas, es
decir las que se suceden en las macroestructura de la organización social.
Una de las transformaciones más importantes que ha traído consigo el proceso civilizatorio,
compromete la agresividad de los hombres occidentales. En ésta, confluyen nuevamente
lógicas piscognéticas y sociogenéticas, cambios en la estructura psíquica de los individuos y
en las estructuras de organización política de la sociedad, como la centralización y monopolio
de la violencia por parte del estado. Al respecto, el proceso civilizatorio muestra un
movimiento de largos y amplios períodos en la manera como las coacciones que surgían de
modo espontáneo e inmediato con "las armas, con la fuerza corporal y guerrera", van
reduciéndose paulatinamente, al tiempo que se fortalecen las formas de dependencia y la
vinculación entre los individuos, que conducen a una regulación o administración de la vida
afectiva bajo la forma de la autoeducación, del "self control", en un sola palabra bajo la forma
de autocoacción. Esta transformación, aunque involucra avances y retrocesos, es observable
en individuos integrantes de las clases dominantes, los caballeros inicialmente, luego los
cortesanos y finalmente los burgueses profesionales. Ello no significa que la agresividad y la
capacidad de los hombres para la violencia y las explosiones emotivas haya desaparecido,
sino que éstas, además de que se han restringido, acabando por convertirse en una serie de
142
Comisión Especial de Violentología 2013
reglas y coacciones, se han refinado, se han transformado y "civilizado" como todas las
demás formas de placer y de emotividad y únicamente manifiestan algo de su fuerza
inmediata e irreprimible en sueños, en explosiones aisladas, en espacios de la vida privada, y
habría que agregar que también en las simulaciones y experiencias simbólicas de violencia
como las de los medios y espectáculos extremos, entre otras experiencias de la sociedad
actual.
La tesis de Elías sobre la humanización de las conductas es ya célebre: de sociedades en las
que la belicosidad, la violencia hacia el otro se desplegaban libremente, se ha pasado a
sociedades en que las impulsiones agresivas son rechazadas, refrenadas por ser
incompatibles, por una parte, con la «diferenciación» cada vez más acentuada de las
funciones sociales, y por otra, con la monopolización de la sujeción física por el Estado
moderno. Cuando no existe ningún monopolio militar y policial y cuando, en consecuencia,
la inseguridad es constante, la violencia individual, la agresividad es una necesidad vital. En
cambio, a medida que se desarrolla la división de las funciones sociales y a medida que, bajo
la acción de los órganos centrales que monopolizan la fuerza física, se instituye una amplia
seguridad cotidiana, el empleo de la violencia individual resulta excepcional, al no ser «ni
necesaria, ni útil, ni tan solo posible». La impulsividad extrema y desenfrenada de los
hombres, correlativa de las sociedades que precedieron al Absolutismo, ha sido substituida
por una regulación de los comportamientos, un «autocontrol» del individuo, en una palabra,
por el proceso de civilización que acompaña la pacificación del territorio realizada por el
Estado moderno.
No cabe duda de que el fenómeno de la suavización de las costumbres es inseparable de la
centralización estatal; pero no por ello se puede considerar este fenómeno como el efecto
directo y mecánico de la pacificación política. No es aceptable decir que los hombres
«reprimen» sus pulsiones agresivas por el hecho de que la paz civil está asegurada y las redes
de interdependencia no cesan de amplificarse, como si la violencia no fuese más que un
instrumento útil para la conservación de la vida, un medio vacío de sentido, como si los
hombres renunciasen «racionalmente» al uso de la violencia desde el momento en que es
instaurada su seguridad. Eso sería olvidar que la violencia ha sido desde siempre un
imperativo producido por la organización holista de la sociedad, un comportamiento de honor
y desafío, no de utilidad. Mientras las normas comunitarias tengan prioridad sobre las
143
Comisión Especial de Violentología 2013
voluntades particulares, mientras el honor y la venganza sigan prevaleciendo, el desarrollo
del aparato policial, el perfeccionamiento de las técnicas de vigilancia y la intensificación de
la justicia, aunque sensibles, sólo tendrán un efecto limitado sobre las violencias privadas.
El desarrollo represivo del aparato de Estado sólo pudo desempeñar su papel de pacificación
social en la medida en que, paralelamente, se instauraba una nueva economía de la relación
interindividual y en consecuencia un nuevo significado de la violencia. El proceso de
civilización no puede entenderse ni como un rechazo, ni como una adaptación mecánica de
las pulsiones al estado de paz civil: esa visión objetivista, funcional y utilitarista, debe
sustituirse por una problemática que reconoce, en el declive de las violencias privadas, el
advenimiento de una nueva lógica social, de encaramiento cargado de un sentido
radicalmente inédito en la historia.
7.
¿Es posible una política sin violencia?
Usamos el término violencia para condenar el hecho de que alguien haya
disminuido o destruido en todo o en parte la capacidad de una persona para la
acción y para la interacción, tanto en relación a la integridad física como para el
proceso de adopción de decisiones. El elemento central de la violencia consiste
en la negación de la capacidad de la persona. La violencia niega esa capacidad
en forma tan fundamental, que los efectos se extienden en muchas direcciones y
durante mucho tiempo. La violencia puede disminuir sistemáticamente las
perspectivas del ser humano en todos los sentidos imaginables. Lo deplorable de
la violencia es que con ella debilitamos el hilo mismo con el que formamos la
trama de lo que somos como individuos, como comunidades y como culturas
(Litke, 164)
Hasta este punto nuestro abordaje de la violencia se había caracterizado por dos aspectos. En
primer lugar, por su tratamiento como un fenómeno ya dado, y en este sentido, por la
ausencia de una definición de la violencia. Si bien con Michaud se puso de manifiesto la
imposibilidad de asumir un punto de vista objetivo frente a ésta, no habíamos llegado aún a
una definición que nos permitiera identificar su carácter así como su diferencia respecto de
otras categorías con las que comúnmente se le asocia. En segundo lugar, fuera a partir de la
violencia legítima del Estado, de la violencia revolucionaria o del terror, la política había sido
relacionada directamente con la violencia a través de una serie de razonamientos que hacían
impensable a la primera sin la segunda.
144
Comisión Especial de Violentología 2013
La obra de Hannah Arendt rompe con estas dos formas de tratar la relación entre política y
violencia. En el primer caso, consciente de la necesidad de examinar y cuestionar algo que
parece obvio para todo el mundo, Arendt se preocupa por ofrecer una definición de la
violencia que permita esclarecer la tradicional confusión entre poder y dominio. En el
segundo caso, presenta una tesis sobre el poder en la que éste es disociado de la violencia y
del dominio, para identificarse con el consenso y la comunicación. En el presente apartado
abordaremos esta doble ruptura, y las consecuencias que de esta se derivan, atendiendo a los
presupuestos de la noción arendtiana de poder.
La concepción del poder en Arendt debe verse a la luz de dos tensiones que han estimulado la
producción de la filosofía política a lo largo de la historia: la tensión anarquía - orden y la
tensión opresión- libertad. Desde este punto de vista, podemos ubicar la preocupación
fundamental del pensamiento de la autora en la segunda antítesis y explicar desde allí su
crítica a quienes tratan poder y violencia como términos equivalentes. Con esto no se quiere
decir que Arendt esté en contra del orden, sino más bien que desde su perspectiva, lo que en
la historia de la humanidad ha determinado “la propia existencia de la política es la causa de
la libertad contra la tiranía” (Arendt, 1998:11). La libertad es pues, el puntal del pensamiento
político de Arendt y se encuentra directamente relacionada con la idea de acción, con lo más
elevado del hombre, aquello que llega a dar sentido a su existencia.
Partiendo de la idea de libertad, Arendt despliega su teoría hacia una concepción del poder
como comunicación y consenso; y en la misma línea, hacia la denuncia del totalitarismo
como un terror arbitrario que extrae su potencia y su fuerza de dicha arbitrariedad. Frente al
poder, el totalitarismo es una negación, en la medida en que elimina la comunicación entre
los hombres así como su posibilidad de acción. Si no es sinónimo de dominación, ¿qué es
entonces el poder para Arendt?
La concepción arendtiana del poder proviene de una crítica a las teorías de naturalización de
la violencia. No es posible continuar en el esquema teórico de Arendt con la idea según la
cual la violencia es algo inherente a la vida humana y un medio para salvaguardarla. La idea
de entender el poder y la violencia en términos biológicos sostenida por la tradición del
pensamiento orgánico resulta altamente peligrosa al conducir a
la consideración de la
destrucción y la creación como dos caras de un proceso natural. La violencia aquí no solo es
justificada sino que también es exaltada como condición indispensable para la vida humana.
145
Comisión Especial de Violentología 2013
En su lugar, la teoría del poder como consentimiento de Arendt se remonta a las ideas de
isonomía en la polis griega, civitas, en el contexto romano y república, en el caso de las
Revoluciones Francesa y norteamericana. En los tres casos el poder esta referido al apoyo de
los ciudadanos a las instituciones, como continuación del común acuerdo que permitió en un
principio la promulgación de leyes. Así, para Arendt “todas las instituciones políticas son
manifestaciones del poder; se petrifican y decaen en el momento en que el pueblo deja de
respaldarlas" (1970:39). La riqueza del poder proviene del consenso y de la capacidad de
acción común de los ciudadanos. Con esto, la política se sitúa en el centro de las relaciones
entre los hombres, en la vida en común de éstos fundada en la comunicación y la acción
conjunta, y se aleja y distingue de la violencia que no necesita más que de instrumentos para
ser ejercida. Desde aquí, la separación entre poder y violencia se hace explícita: el poder
corresponde a la capacidad humana de actuar en concierto, mientras la violencia es un mero
instrumento para aumentar la fuerza natural de una entidad individual. El poder es superior a
la violencia y a la vez su contrario, de allí que "la pérdida del poder se convierta en una
tentación para reemplazar el poder por la violencia", pero incluso en este caso la violencia
misma resulta impotente.
Lo que caracteriza al poder además es que es un fin en sí mismo que no necesita justificación.
No se trata pues, de buscar el consenso con miras a alcanzar un objetivo predeterminado. Lo
que sí requiere el poder es legitimidad, y ésta se deriva, según Arendt " de la reunión oficial
en la que la gente se une y actúa en concierto". Frente a cualquier impugnación el poder se
legitimará apelando al pasado. En sentido contrario, la violencia funciona en el esquema
medios- fin por lo que requiere ser justificada constantemente, pero no puede conseguir más
que esto: justificación. De esta suerte, nunca podrá ser legítima ya que solo puede ser
explicada en función de un fin futuro y no de un acuerdo inicial.
Conclusiones
Empezamos el capítulo examinando el papel que asume la violencia en las sociedades
primitivas como factor de cohesión comunitaria. Bajo la forma de guerra exterior, de
enfrentamiento con otras comunidades, o de defensa del honor, la violencia “materializa el
contraste con los Otros (no-parientes, extranjeros, enemigos), define y refuerza la identidad
del Nosotros (parientes) en tanto sociedad autónoma e indivisa” (Gayubas, 2010). Al mismo
tiempo, mantiene a las sociedades primitivas en la dispersión, evitando su concentración en
146
Comisión Especial de Violentología 2013
un órgano de poder centralizado. Por ello, siguiendo a Clastres, nos referiremos a las
sociedades primitivas como sociedades sin Estado y más aún, contra el Estado, esto es, contra
el dominio de Uno que las trascienda y subyugue.
La pregunta por el origen de la ecuación poder= violencia orientó la segunda parte del
capítulo. Vimos cómo poder y violencia se encuentran disociados en la cosmovisión
primitiva, la una no es subsidiaria del otro y, de hecho, la política se construye en contra de
cualquier intento de dominación. Esta evidencia nos permitió interpelar la concepción que
vincula el poder a las relaciones jerárquicas de mando y obediencia; una visión típicamente
occidental, en la cual toda forma real o posible de poder termina por asociarse actual o
potencialmente a la violencia. La importancia de posar la vista en las sociedades primitivas
radicó entonces en su utilidad para desarmar, o al menos cuestionar, una asociación que nos
parece hoy tan natural como inmediata, y pensar desde allí las posibilidades de un poder no
coercitivo. A lo largo del apartado atendimos a las particularidades que asume la violencia en
y durante el proceso de secularización que tuvo como momento culmen la instauración de un
régimen trascendente de autoridad: el Estado.
Con respecto al segundo elemento del dispositivo de conjura de la violencia, la división
social del trabajo y la regulación mercantil de los intercambios, partimos de las críticas de
Clastres a las etnologías evolucionistas -que ven en las sociedades primitivas economías
miserables en estado de subdesarrollo técnico-, para abrirnos desde allí a la pregunta por el
origen del trabajo alienado. Indagamos en las circunstancias en que se produce el tránsito de
sociedades igualitarias - en las que los hombres eran dueños de su actividad y de la
circulación de sus productos- a sociedades jerarquizadas -en las que el trabajo tiene fines
heterónomos (atender a las necesidades de otros) y de acumulación-. El surgimiento de la
economía como una esfera autónoma nos reenvió a la pregunta por el momento en el que las
sociedades del ocio y la subsistencia devinieron sociedades del trabajo y la explotación. Más
allá del hecho socio- histórico de la división del trabajo, nos interesó ahondar en el discurso
filosófico que subyace a la representación de la sociedad civil como mercado, un discurso
que - como bien nota Rosanvallon (2006)-, no es de talante exclusivamente económico, sino
que intenta responder a los problemas no resueltos del contrato social adquiriendo un carácter
político y moral. En el relato liberal, el mercado ocupa un lugar que va más allá de los
intercambios pacíficos para adentrarse en la regulación de la sociedad. Buscando mostrar el
147
Comisión Especial de Violentología 2013
carácter paradójico del dispositivo mercantil, retomamos los aportes de Marx y Engels para
analizar el signo encubierto de la economía capitalista: ámbito morigerador de la violencia
por la vía de la competencia, que es a su vez generador de la violencia entre explotadores y
explotados. Vimos que la competencia mercantil no sólo no es una alternativa al
enfrentamiento bélico, como afirman los liberales, sino que instala una forma de relación
social que potencia las hostilidades. Con el afán de lucro, el conflicto ya no se limita a la
guerra entre estados sino que se extiende en el interior de la comunidad nacional teniendo
como protagonistas a las clases sociales. Esto explica por qué gran parte de los hechos de
violencia registrados en las sociedades capitalistas están más vinculados con los delitos sobre
los bienes y la propiedad que con la comisión de crímenes de sangre.
Finalmente, el estudio de los procesos de disciplinamiento nos condujo a analizar el
despliegue histórico de toda una serie de mecanismos orientados a la autorregulación de los
individuos. Los estudios de Norbert Elías y Michel Foucault, nos orientaron en el estudio del
proceso de civilización de las costumbres que viene adelantándose desde el siglo XVIII, y
que ha redundado en una reducción de la crueldad y los crímenes de sangre y en la
desaparición de prácticas como el duelo, el infanticidio, los suplicios corporales y las
ejecuciones capitales, entre otros. Vimos cómo a esta disminución de la crueldad, se ha
sumado una mayor visibilización de otras formas de violencia en espacios en los que antes se
hallaba naturalizada como la familia y la escuela. Lo que revela este nuevo protagonismo no
es tanto una disminución global de la violencia – hecho que, por cierto, no estamos en
condiciones de medir- como un refinamiento en la manera de ejercerla y controlarla. Por ello,
antes de afirmar la tesis de la eliminación paulatina de la violencia, preferimos registrar los
cambios en sus figuras y manifestaciones, entendiendo que su extinción es tarea imposible,
por no decir, indeseable.
148
Comisión Especial de Violentología 2013
De izquierda a derecha los Diputados Franco Caviglia y Ramíro Gutiérrez junto al Dr.
Francisco Hanovitz, director del Instituto de Estudios Judiciales y al Dr. Luis Augusto Raffo,
Presidente del Colegio de Magistrados y Abogados del Departamento Judicial de Dolores.
149
Comisión Especial de Violentología 2013
¿QUÉ ES LA VIOLENCIA?
Inés Izaguirre63
He titulado la charla "¿Qué es la violencia? Me pareció apropiado, en la medida que es una
Comisión a la que intenta profundizar los problemas -cosa que me parece muy pertinente en
una Cámara de Legisladores. Yo les agradezco la invitación. Me hacía preguntas acerca de
los problemas que les interesan porque en realidad, ustedes tienen muchos problemas. En la
Provincia de Buenos Aires, que representa el 40 por ciento de la población del país, hay
muchos problemas. Conozco este país porque mi función en la Asamblea Permanente es la de
encargada de las delegaciones del interior. Yo
le explicaba al Diputado Franco Caviglia que
desde
que
viajo
al
interior
me
llega
correspondencia todos los días reclamando o
haciendo preguntas, etcétera. De manera que
tengo bastante claro cómo es este país, sobre
todo cómo ha quedado.
Esta es una cosa que empiezo a preguntarme
ahora. A veces, la gente de Derechos
Humanos, cuando se reúne, se da manija en el
sentido de que se pone muy contenta al verse,
y yo les digo: "Miren, somos minoría". Este
país se ha fascistizado mucho y eso lo veo
todo el tiempo. Lo veo en el hecho de que las
63
Profesora de Filosofía y Sociología UBA. Dicta materias de grado y de postgrado en el área de Teoría
Sociológica, ha sido investigadora del CONICET y actualmente es investigadora del Instituto de Investigaciones
Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es autora de varios
libros, como por ejemplo: "Los desaparecidos: Recuperación de una identidad expropiada", "Violencia social y
derechos humanos", "Lucha de clases, guerra civil y genocidio en Argentina 1973-1983". Ha sido Directora del
Instituto y de la carrera de Sociología y ex copresidente electa de la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos.
150
Comisión Especial de Violentología 2013
poblaciones siguen votando a mucha gente, gobernadores, intendentes, que realmente habría
que desechar o sustituir. Entonces, no se trata de echarlos a patadas, se trata de votar otra
cosa; se trata de mejorar. Pero hay gente que no lo entiende y creo que eso tiene que ver con
que hay una mentalidad que ha cambiado. Yo diría que nos faltan los 30 mil, que esa debiera
ser la generación de sustitución de gobierno que tendría la Argentina. Y nos faltan.
Esto trae consecuencias que vemos recién ahora. Uno se pregunta qué cambios ha habido en
la subjetividad de la gente, porque cuando yo digo que hay un proceso de fascistización, ¿qué
estoy diciendo? Que la gente tiene soluciones "opinables" sobre los problemas, por ejemplo:
"vamos a tener más mano dura". Yo veo las consecuencias que ha tenido en la provincia de
Buenos Aires con la aplicación de la mano dura, cuando durante la gobernación de Ruckauf,
en las cárceles la gente se duplicaba, ¿con qué beneficio?
Me preguntaba qué tipo de violencia les preocupaba más, ¿la violencia policial? es un
problema en todo el país. Es cierto que la Bonaerense se ha hecho fama de la nada, pero es en
todo el país. ¿Violencia doméstica? ¿Violencia de género? ¿Violencia carcelaria? Todas esas
violencias las tenemos, si bien están acentuadas en la provincia de Buenos Aires, pero es un
problema de todos, es un problema de la Argentina.
Teniendo en cuenta este panorama -como es imposible profundizar en todos los problemas al
mismo tiempo-, vamos a empezar por un panorama teórico general y después entrar en
algunos de los problemas que yo veo más acuciantes.
El sometimiento del otro
Me parece importante comenzar por un planteo general para acordar de qué hablamos cuando
hablamos de violencia. Tal como ocurre con todos los conceptos en ciencia, aún con aquellos
cuyo uso cotidiano nos parece que sintetizan hechos "de evidencia directa", desde una
concepción no positivista tampoco para la violencia existen observables directos. Uno de los
descubrimientos de la epistemología genética que hace tan sólo treinta años era ignorado por la
mayor parte de los científicos, consiste en señalar esta creencia como una de las formas en que
se expresa el realismo en la historia de la ciencia. ¿Qué queremos decir con esto? En el caso de
los niños, el realismo es la etapa – que se supera a partir aproximadamente de los 11 años – en
que se identifica el pensamiento con la palabra y las palabras con las cosas.
151
Comisión Especial de Violentología 2013
Y lo real son las cosas, las que se ven y se tocan. Al respecto Piaget (1984) señala que “el niño,
como el hombre inculto, parece exclusivamente vuelto hacia las cosas”. O sea que, en el caso de
la violencia, hasta hace muy pocos años, la creencia generalizada era que podíamos observarla
directamente. Hoy sabemos que un simple registro perceptivo está siempre subordinado a un
esquema de acción que supone un conjunto de relaciones. Un hecho es siempre el producto de
una composición de una parte provista por los objetos y otra construida por el sujeto (Piaget&
Garcia, 1984) y la intervención de este último es tan importante que puede llegar hasta una
deformación, represión o rechazo de los observables, o sea que el pensamiento puede llegar a
desnaturalizar el hecho en función de la interpretación. Se reconoce así, en la constitución
misma de su conocimiento, la posibilidad de existencia de formas reales de violencia no
directamente visibles que, sin embargo operan sobre lo que es esencial al vínculo violento: el
sometimiento de una de las partes.
Antes de entrar al análisis de la violencia en sus formas sociales y políticas quiero señalar que
existe una perspectiva de la violencia individual que remite al ámbito de las pulsiones, que
llamamos agresión,
que se objetiva en una conducta defensiva y direccional positiva,
restauradora del equilibrio interno del sujeto, orientada a "devolver el golpe" sobre quien
interpreta que lo ha dañado. Pero sabemos que el ejercicio de la agresión no se da en el vacío
sino que puede ser culturalmente favorecido o desalentado.
Aguiar (1998) ha trabajado este problema, cuyo origen está en Freud (1992), el creador del
psicoanálisis. La diferencia de significados ya está planteada en la etimología, que nos habla de
la historia de las palabras: agresión, de origen griego, significa en su raíz "agreste", salvaje,
grosero, y de allí propio del "agro", no urbano, no civilizado. Violencia en cambio ya es palabra
latina, cuya raíz "vis" o "vir" significa fuerza. Ya en su origen, "vis" forma parte de palabras con
significados aparentemente contrapuestos, como "violación", y como "virtud", que nos habla de
la fuerza de ánimo, del valor, de la fuerza moral. Tal como lo ha señalado Eva Giberti, esta
doble significación también se encuentra en la cultura griega clásica.64
Decimos que sólo aparentemente se trata de significados contrapuestos porque lo que esa
historia del concepto descubre es la escisión que nuestra cultura, en sus vertientes grecolatina y
judeocristiana introduce en la noción del cuerpo del hombre: entre un cuerpo (material) y un
64
Estas observaciones ya figuran en la Introducción de mi autoría al volumen colectivo "Violencia social y
Derechos Humanos".
152
Comisión Especial de Violentología 2013
alma o una psique (no material), entre el yo y el cuerpo, como si uno fuera concebible sin el
otro. En ambas instancias es posible y se verifica la presencia de fuerza, de fuerza material.
Poder y violencia
Siempre que se habla de violencia las imágenes dominantes remiten al ejercicio de la fuerza
material: los golpes, las armas, los " hechos de sangre", en suma, el "estallido", el combate. De
algún modo, estas imágenes suponen la existencia de dos fuerzas que se enfrentan y se miden,
que de algún modo, realizan una confrontación que aparenta ser "entre iguales". Pero la mayor
parte de las confrontaciones violentas no tienen esta apariencia obvia. En cambio sí suponen una
relación desigual entre las partes, una relación de poder que, o bien existe ahora o bien se quiere
que exista, y éste sería un segundo rasgo esencial del vínculo violento.
Las imágenes donde vemos la aplicación de la fuerza material encubren la existencia y el
funcionamiento de las relaciones violentas más frecuentes y cotidianas en nuestra sociedad,
donde no se ve el ejercicio de la fuerza material, y que por ello han sido naturalizadas,
normalizadas, porque en ellas uno de los términos está situado en el lugar del poder y la
autoridad, a quien el "otro" le debe respeto y obediencia. O sea que la fuerza material se aplicó
mucho antes, en el proceso de construcción de la relación.
¿Qué es entonces violencia? La violencia es un vínculo, una forma de relación social por la cual
uno de los términos realiza su poder acumulado.
La respuesta habitual del sometido es la obediencia a la autoridad; el acatamiento a un orden
social y jurídico que comparte ideológicamente con quien ejerce el poder y que es similar a la
aceptación del orden familiar por parte de los niños pequeños, para quienes las autoridades son
figuras queridas: padres y maestros.
Pero la experiencia en nuestras sociedades capitalistas es que hay una alianza de clases entre
quienes detentan el poder – las clases dominantes- y una porción importante de la sociedad, que
en cada caso hay que estudiar y detectar, y que esta alianza suele ejercer poder y violencia sobre
grupos o sectores subordinados diferentes – porque son más pobres, más incultos, más débiles,
más vulnerables, o que arrastran una subordinación histórica, como las mujeres y los niños,
considerados propiedad por el dominante - o que son disidentes, porque no aceptan en su
totalidad el orden establecido, o luchan por cambiarlo, y se les niega ese derecho. Este núcleo
153
Comisión Especial de Violentología 2013
de las relaciones de poder y violencia constituye a su vez el núcleo del fascismo, cuando esa
negación alcanza a los cuerpos portadores de las diferencias, y está en el origen del genocidio.
El investigador norteamericano Stanley Milgram (1980), preocupado como muchos
investigadores en la segunda mitad del siglo XX, por los hechos producidos durante el
genocidio nazi durante la Segunda guerra Mundial, se propuso realizar un experimento con una
muestra de sujetos, a quienes convocó a su laboratorio de Psicología de la Universidad de Yale
en 1960, mediante un aviso en el diario y un pago de 4 dólares por una hora de trabajo y 0,50 de
gastos de traslado. La consigna era colaborar en un “experimento de memoria”. El aprendiz
recibiría un castigo si se equivocaba en la correcta memorización de pares de palabras.
Describir el experimento: el instructor- el aprendiz- una consola con 30 generadores de descarga
de 15 v de electricidad cada uno, dispuestos horizontalmente, o sea un total de 450v. Este
experimento se replicó en la película francesa I… como Icaro, I… comme Icare de Henri
Verneuil, estrenada en 1979, con el actor francés Ives Montand.
El resultado fue que la enorme mayoría de los participantes (63%), comprometidos por el
investigador para colaborar en la realización de un experimento científico, eran capaces de
ejercer una violencia creciente contra otro ser humano, sin más presión que la del ayudante del
laboratorio, que, ante las dudas del instructor, le señalaba que debía seguir, siguiendo pautas
preestablecidas.
El experimento fue hecho en varias etapas en las que llegó a examinar en diversas situaciones a
alrededor de 1000 sujetos y recién en 1971 y 1972 Milgram obtuvo una beca Guggenheim para
irse a París y escribir su libro. El experimento fue replicado en distintos países, a veces
sustituyendo a los sujetos humanos por pequeños animales, y siempre con resultados similares.
Tal como señala Marx en el siglo XIX, y tal como hoy se hace más que nunca visible, las
condiciones materiales y sociales de existencia de los cuerpos humanos no son homogéneas para
el conjunto de la especie, escindida entre la clase de los apropiadores, que lo son no sólo del
trabajo excedente sino de la fuerza potenciada que produce la cooperación entre los otros
cuerpos, los cuerpos productores de valor, tratados como cosas y despojados por tanto de su
poder.
154
Comisión Especial de Violentología 2013
El proceso de "cosificación" de los cuerpos productivos se intensifica con el desarrollo
capitalista, al punto que muchos de estos cuerpos productivos son hoy solamente "cuerpos
sobrantes", a los que el sistema no da cabida. El capital fue desde el inicio el gran "nivelador"
que transfirió a la máquina en primer término las cualidades más específicamente humanas de
los cuerpos productivos: las "operaciones inteligentes" (Marx, K. El Capital, tomo I, cap. XIII),
antes que los movimientos que ahorraban fuerza muscular, proceso que objetiva la expropiación
creciente del poder de una parte de la especie humana por otra.
Este lento proceso expropiatorio no se produjo de un día para otro: se trataba de la construcción
de un sistema de relaciones, y se aceleró a partir de la Segunda Guerra mundial, con el siguiente
resultado, que puede apreciarse en el gráfico siguiente, y corresponde a los primeros años de
la década inicial del siglo XXI:
Gráfico 1. La Distribución Mundial del Ingreso a comienzos del tercer milenio
20 % mas rico: 87 % de la riqueza
RIQUEWriqueza
9%
1,8%
9%
20 % mas pobre:
0,9 % de la riqueza
1,8 %
1,3%
155
Comisión Especial de Violentología 2013
Este gráfico, conocido como “la copa de champagne”, muestra las grandes contradicciones
del capitalismo en su etapa actual: Dividiendo la población mundial en quintiles, donde el
20% más rico ocupa el quintil superior, y el 20% más pobre el quintil inferior, encontramos
que el quintil superior acumula el 87% de las riquezas producidas en el mundo, que aumentan
año tras año o sea que el 80% de la población del mundo vive y disfruta sólo del 13% de las
riquezas totales. Dentro de este 80 % - unos 5.000 millones de personas - el 20 % más pobre,
unos 1250 millones, viven con sólo el 0,9% del total de las riquezas producidas. Estas
disparidades se vuelven aún más alarmantes cuando tomamos conocimiento de las siguientes
cifras dadas por las Naciones Unidas: Las fortunas combinadas de las 250 familias más ricas
del planeta, equivalen a las riquezas disponibles de los ¡2500 millones de personas más
pobres! Este gráfico muestra el desarrollo contemporáneo de una de las leyes económicosociales descubiertas por Marx, que funciona como un reloj, un siglo y medio después de
formulada La ley general de la acumulación capitalista que reproduce permanentemente
máxima riqueza en la cúpula y máxima pobreza en la base. Es cierto que muchas apropiaciones
se consiguen con guerras, pero este gráfico sólo muestra la producción de valor y los cuerpos
humanos que lo producen. Sin trabajo vivo - sin cuerpos - no hay plus valor, ni valor, ni poder.
Todavía no ha logrado objetivarse con la misma claridad cuáles son los atributos del poder, que
es la contracara del valor.
El poder es fuerza, fuerza material, y por lo tanto es una dimensión de todas las relaciones
sociales, como nos lo ha mostrado Foucault. Sólo localizamos ciertas cosas, la primera es el
Estado, que identifica la concentración del poder político y social. Max Weber (1996) ha
señalado de modo preciso que una de las dos principales instituciones constitutivas de la
organización social a la que llamamos "Estado" es el monopolio del ejercicio físico de la
violencia en un territorio dado. La otra es el cuadro administrativo, o sea la burocracia. La
segunda instancia a la que se atribuye poder son las armas, reificadas por un pensamiento
"militarista" simplificador de origen burgués pero también de uso en el campo revolucionario, en
un ejemplo casi puro de fetichismo de un objeto al que se le atribuye "poder" 65 .
65
Y que podemos reconocer en una frase a menudo enunciada en el campo de la lucha armada anticapitalista: "El
poder nace de la boca del fusil”, que sintetiza un nivel de confianza ingenua, de raíz positivista, en que el que tiene
más fuerza es el que tiene más armas. La guerra de Vietnam es quizás el mejor ejemplo de la falsedad de ese
enunciado.
156
Comisión Especial de Violentología 2013
Nuestras clases dominantes, no sólo en nuestro país, sino en todo el Cono Sur construyeron
antes que en el mundo central desarrollado las pautas más firmes – con el nombre de ajuste, que
hoy se aplican en Europa y en USA- para expropiar los “beneficios” que parecían extenderse a
la clase trabajadora, en un tímido “estado de bienestar” que se había producido en la inmediata
posguerra
de la 2ª. Guerra mundial.
Dos décadas después, en los 90,
se lo llamó
neoliberalismo. Se produjo antes que en los países desarrollados. En realidad, como ha sido
mostrado por diversos investigadores, se trataba de detener el desarrollo de otra ley económica
que se anticipaba en El Capital de Marx: La tendencia decreciente de la tasa de ganancia.
La 2ª Guerra tuvo un eje ideológico claro: destruir al socialismo real, que por primera vez, en
los finales de la 1ª. Guerra mundial, se producía en un territorio alejado de Europa. La política
de propaganda anticomunista y antimarxista en el mundo se complementó con la embestida
del macartismo en el interior de Estados Unidos y su política de delación, con el frustrado
intento de invasión a Cuba, y con la vigilancia ideológica contra el marxismo y el socialismo
al interior de nuestros países durante toda la llamada Guerra Fría
66
por medio de bien
entrenadas dictaduras militares, apoyadas y conducidas - en el caso de Argentina -por el
poder económico concentrado y aceptadas, toleradas y, hoy sabemos, ayudadas, por buena
parte de la dirigencia política, por la iglesia católica y también por el poder judicial.
Cuarenta años tardaría el nuevo imperio norteamericano desplazar al viejo imperio británico
y conseguir la implosión del socialismo real. Lo logró por medio de 146 guerras en distintos
lugares del planeta entre 1945 y 1990, en las que hubo alrededor de 35 millones de muertos,
de los cuales el 75% era población civil (Bonavena&Nievas, 2011). Con esas guerras lograba
no solamente producir y vender armamento pesado, sino avanzar en el conocimiento estratégico
de los pueblos que se enfrentaban y aprender de sus predecesores británicos y franceses que era
necesario ganar mentes y corazones, por medio de lo que hoy llamaríamos políticas sociales.
También debilitar y derrotar a quienes apoyaban a los países socialistas, y desarrollar un
extraordinario aparato de inteligencia.
66
El presidente Truman ya en 1947 había proclamado ante el Congreso de Estados Unidos la doctrina que lleva
su nombre, que afirmaba el supuesto “derecho norteamericano de intervenir en los asuntos internos de otros
países, cuando considerara amenazada su seguridad nacional”. Desde entonces, el comandante supremo de la
OTAN en Europa es siempre un general norteamericano.
157
Comisión Especial de Violentología 2013
La segunda gran crisis mundial del siglo XX, aunque no tuvo la envergadura de la crisis de
1929- 30, se produjo en el año 1973 hasta 1974 y fue llamada crisis del petróleo. Tuvo que
ver con el aumento del precio del crudo decidido en forma unilateral por el grupo de países
exportadores de petróleo -árabes y del medio Oriente- (Arabia Saudita, Irán, Irak, Emiratos
árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Argelia, Egipto y Libia) del que Estados Unidos era el
principal consumidor,67 y al embargo que decretaron a partir de la guerra de Yom Kipur, por
la que querían obligar a Israel a devolver los territorios ocupados en la guerra de los 6 días
de 1967. El embargo duró hasta marzo de 1974, en que lo levantaron, con excepción de Libia,
pues ya afectaba a países amigos, como Holanda, Portugal, Rhodesia y Sudáfrica. El
resultado de los acuerdos fue un drástico aumento del precio del crudo, que enriqueció a los
países de la OPEP y provocó restricciones en la economía norteamericana. Los países
exportadores de petróleo invirtieron rápidamente en países de la periferia necesitada de
dólares, y coincidió, en nuestros países, con las dictaduras militares. Fue el origen de nuestras
grandes deudas externas.
Todos estos procesos hicieron que se acelerara la tendencia decreciente de la tasa de ganancia
capitalista en los países más desarrollados (Dumenil&Levy, 2000) y que avanzaran en la década
del 70 primero en nuestros países periféricos y en la del 80 en el capitalismo central (con
M.Thatcher en el Reino Unido y R.Reagan en EEUU) con las medidas de política económica
que a partir de entonces se conocieron como neoliberalismo. El eje ideológico que acompañó
el desarrollo de esta supuesta guerra fría – la lucha contra el marxismo y el socialismo- fue
sufriendo transformaciones, porque era previsible que en poco tiempo la economía de la
URSS entraría en colapso.
Reagan pone en marcha en los 80 el “Proyecto sobre Guerra de Baja Intensidad” que se
tradujo en un escrito de dos volúmenes editados en 1986 con el fin de poder aplicar los
conocimientos logrados en América Latina. Esta doctrina
le atribuye a los conflictos
signados por la baja intensidad algunas características básicas, que innovan en lo que se
considera la teoría clásica de la guerra. A diferencia de la alternancia – política-guerrapolítica- que plantean tanto Clausewitz como Foucault, su carácter es tanto político como
militar; las operaciones armonizan acciones clandestinas y abiertas; y no tienen límites
territoriales o frentes de combate claros.
Sus fronteras son “imprecisas” (Bonavena &
67
Debido a la extensión territorial y a la estructura urbana y suburbana del país, el consumo de combustible
para los grandes automóviles era el mayor del mundo.
158
Comisión Especial de Violentología 2013
Nievas, 2011: Nota 11). (Recordemos a Agustín Lanusse, Gral. argentino que llevó hasta
1973 la primera dictadura militar de la segunda mitad del siglo XX en Argentina, que habla
de “fronteras ideológicas”). Esto no equivale a reconocer el control político sobre lo militar,
sobre lo que ya hablaba Clausewitz, sino a que se debe intervenir simultáneamente de las dos
maneras. Dicho en otros términos, más que una guerra, se trata de una política explícitamente
armada (ibíd.: nota 14).
En los últimos años se abrió una nueva etapa del desarrollo de la doctrina contrainsurgente.
Los Estados Unidos promueven un nuevo salto cualitativo doctrinario, que a partir de Bush se
llamará guerra contra el terrorismo que busca, entre otras implicancias, apuntalar las
invasiones militares fuera de su territorio. La perspectiva esgrimida desde el 2002 – fundada
en el atentado del 11 S del 2001- transforma la soberanía de los demás Estados en una
soberanía condicionada al respeto de unos determinados valores que se declaran como
universales (libertad, la democracia y la libre empresa) y de un modelo concreto de Estado
basado en la primacía del Derecho, la separación de poderes, la igualdad social y de género,
la tolerancia étnica y religiosa y el respeto a la propiedad privada. La traducción de esta
definición en términos políticos concretos es la siguiente:
El único Estado soberano es el de los Estados Unidos que, a su vez, tiene vía libre para
avasallar la soberanía en cualquier lugar del mundo, cuando se quebrantan los valores que
ellos mismos definen. (García y Rodrigo, 2008: 181).
Esta postura es el correlato de asumir que los Estados Unidos se encuentran en guerra
dondequiera que haya sospechosos de terrorismo, independientemente de si existe un peligro
real y antes que se forme una amenaza concreta. Como el terrorismo que se persigue es un
método, y no una persona o un grupo de personas, toda la población de un país se convierte
de pronto en objetivo militar. Esto ha llevado la llamada Doctrina Truman a su máxima
expresión. Con la finalidad de ejercer ese control, Estados Unidos ya tiene más de 1000 bases
en el mundo, sumadas a las numerosas bases de la OTAN y a los comandos regionales (algo
así como estados mayores). Este es el mundo en que vivimos hoy. La mundialización
contemporánea asociada al capitalismo es por naturaleza cada vez más polarizante. Con esto
quiero decir que la propia lógica de la expansión mundial del capitalismo produce una
desigualdad creciente entre quienes participan del sistema.
159
Comisión Especial de Violentología 2013
El genocidio en Argentina y el Cono Sur
Nuestras clases dominantes y sus diversas dirigencias – económicas, políticas, eclesiásticas,
militares y del aparato judicial – subordinadas por identidad de clase y de intereses a los
grupos concentrados nacionales y trasnacionalizados, se convencieron de que había que
eliminar todos los obstáculos que se opusieran a su dominación hegemónica, y que corría el
riesgo de perderse ante el avance – desde comienzos de los años 60, con el derrocamiento de
Frondizi ante el triunfo electoral peronista - de la clase obrera radicalizada en alianza con el
movimiento estudiantil. Estos sectores populares fueron estimulados a luchar contra la
política de policías bravas de Onganía, quien centró la represión en la persecución de
universitarios y científicos en las principales Universidades, y de obreros industriales en
Córdoba y Rosario, además de generar una fuerte desocupación con el cierre de 11 ingenios
tucumanos, para mantener el precio competitivo del azúcar en el mercado internacional.
O sea, eliminar a todos los grupos contestatarios que lucharan por una sociedad más justa.
No vacilaron en preparar el terreno – y las listas- para perpetrar un genocidio, después de
derrotarlos en una confrontación armada, de clase.
Las fuerzas armadas estatales de nuestros países ya estaban preparadas en los años 60 para
desarrollar una guerra contrainsurgente. Desde fines de los años 50 venían asesores franceses
a impartir clase a nuestros militares, y que luego impartieron a los norteamericanos en la
Escuela de Panamá. Sobre todo clases de tortura, al igual que hoy sigue haciendo Estados
Unidos en bases propias, aviones, barcos, etc.
Retomando el eje ideológico de la Guerra Fría y de la fuerza social contrarrevolucionaria en
Argentina, una vez derrocado Cámpora del gobierno luego del combate de Ezeiza, la
atribución de marxismo fue equivalente a la de subversión, y posteriormente a la de
terrorismo particularmente durante la última dictadura cívica militar, hasta su conclusión. O
sea razón suficiente para que, luego de la derrota de la fuerza popular revolucionaria, que se
produce a mi juicio hacia fines de 1975, le siguieran la persecución política, el apresamiento,
el asesinato y la desaparición forzada de miles de personas por parte de las fuerzas estatales y
para-estatales, o sea el genocidio.
160
Comisión Especial de Violentología 2013
Pocos días después de le ejecución de José Ignacio Rucci el 25 -9-73, tan sólo dos días
después de ganada la elección por Perón, para lo que sería su última presidencia, el Consejo
Superior Peronista presenta ante los gobernadores y delegados justicialistas de las provincias
un Documento reservado en el que se planteaba con toda nitidez que debía procederse a una
depuración ideológica del Movimiento Nacional Justicialista de todo rastro de “marxismo”.
Tal como registra el diario La Opinión del 2 de octubre de 1973, luego de hacer referencia a
la muerte de Rucci, el documento plantea que:
Este estado de guerra que se nos impone no puede ser eludido y nos obliga no
solamente a asumir nuestra defensa, sino también a atacar al enemigo (los grupos
marxistas y terroristas y subversivos) en todos los frentes... Los grupos que en cada
lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al Gral. Perón, deberán definirse
públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha
(Sadi, 2004: 44)68
Que hubo continuidad en esa persecución lo prueban los datos de mi investigación sobre El
genocidio en Argentina, ya que el 16,5% del total de muertos y desaparecidos de los que se
conoce la fecha de la baja, es anterior al 24 de marzo del 76, de los cuales la gran mayoría es
posterior a la muerte de Perón, el 1º de julio de 1974. Hay casi un 10% de los que se ignora la
fecha y un 74% producido después del 24 de marzo del 76.
También se prueba que la fuerza social revolucionaria, estuvo constituida por sectores
populares, sobre los que se operó el aniquilamiento: Mientras el 68,6 % son asalariados (36,7
con condiciones de vida obrera y 31,9 con condiciones de vida de pequeña burguesía), la
pequeña burguesía independiente alcanza al 30,2%, o sea que entre las 3 fracciones sociales
cubren el 99% de la fuerza aniquilada. La pérdida del valor de la vida humana, al igual que la
del resto de las mercancías, alcanza su plenitud en el siglo XX, en la etapa imperialista, con
un desarrollo históricamente inédito de las fuerzas productivas y de las desigualdades sociales
para instalar la práctica - desde el lugar del poder - de la matanza de humanos en gran escala.
La política imperial en el mundo nos muestra esto.
68
Como relata Sadi (2004) ese documento es analizado por las diversas agrupaciones juveniles y de izquierda
del peronismo, y en ellas se van delineando las diferencias con el Partido, del que abstraían a Perón. En el seno
de la JUP se lo llamaba risueñamente “el mamotreto”, sin conciencia de las consecuencias amenazantes que
implicaba.
161
Comisión Especial de Violentología 2013
Violencia penitenciaria en la Provincia de Buenos Aires
Quisiera ahora mostrarles algunos datos de otras formas de violencia que existen hoy, sobre
todo en la Provincia de Buenos Aires, y contra la cual todos – y sobre todo Uds.- debemos
luchar. Me refiero a la violencia carcelaria. El Dr. Roberto Cipriano, que preside el Comité
contra la tortura en la Comisión Provincial por la Memoria, un organismo cuya labor es
extraordinaria, con el que cuentan también Uds. nos decía en un trabajo que expuso en las
Jornadas de nuestra Revista de Conflicto Social en noviembre de 2011:
“Argentina tiene hoy más o menos 65 mil personas encerradas en todo el sistema
penitenciario, provincial y federal, de los cuales cerca de 30 mil están detenidos en la
provincia de Buenos Aires, son 30 mil personas detenidas en 57 cárceles y 1900
aproximadamente en 300 comisarías. En 14 institutos de menores que tiene hoy la provincia
hay 480 pibes en conflicto con la ley penal. Pibes de entre 16 y 18 años padeciendo todas
estas situaciones de vulneración de derechos. Un problema muy serio es que el 72% de los
presos en la provincia de Bs. As. Están en prisión preventiva. Es decir, todavía la justicia no
dijo que eran culpables del delito que se les imputa. La misma proporción es para los pibes
detenidos en los institutos de menores, es decir, el 72% está en prisión preventiva.
Y otro grave problema que tiene la provincia de Bs. As. Es que cuando llegan a juicio
después de estar en prisión preventiva un promedio de tres años, 1 de cada 4 personas son
absueltas. Hoy en la provincia, hay 6 mil personas detenidas que van a ser absueltas por el
sistema, después de estar 3 años detenidos padeciendo todas estas cosas … La Provincia de
Buenos Aires tiene uno de los índices de prisionización más altos de la región, son 194
personas cada 100 mil habitantes. Y cuando hablamos de tortura como práctica sistemática,
cosa que nos hemos ocupado de relevar, hablamos de distintas formas y metodologías.
Nosotros las hemos documentado, el Comité contra la tortura lleva publicados ya 6 informes
anuales69, con análisis cuantitativos y cualitativos, en la página de la Comisión por la
Memoria los pueden encontrar. También hemos avanzado en un convenio con el GESPyDH70
y con la Procuración Penitenciaria en la creación de un Registro Nacional de casos de
Tortura, algo que los organismos internacionales le vienen reclamando al estado nacional y
69
70
El 14 de agosto de 2012 presentó el 7º informe anual, correspondiente al año 2011.
Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos, del Instituto Gino Germani.
162
Comisión Especial de Violentología 2013
que este no ha cumplido. Estos tres organismos públicos nos hemos puesto de acuerdo para
llevarlo adelante. Los primeros datos del registro nacional están recién procesándose ahora
porque llevamos un año en la implementación.
Pero los informes están y solo hay que querer mirarlos. El último informe de la Procuración
Penitenciaria Federal dio cuenta de un importante incremento de las torturas entre el año
2010 y el 2009. Está publicado también en la página de la procuración. Un estudio realizado
en 2007, que se hizo también con el equipo del Germani concluyó que más del 60% de las
personas detenidas entrevistadas padeció malos tratos y torturas. Las encuestas que hacemos
son muy extensas, rigurosamente elaboradas, con preguntas, repreguntas, la verdad que es un
trabajo importante. En 2007, el 63% de las personas detenidas entrevistadas padeció malos
tratos y torturas por parte del personal penitenciario en tanto que en 2010 fueron el 76% es
decir, un incremento del 20 %, una diferencia de 13 puntos porcentual en los casos
registrados. Golpizas, aislamientos, requisas vejatorias, traslados constantes de detenidos,
inclusive métodos de tortura que se reproducen desde la dictadura hasta acá, porque en
definitiva la gran deuda es que no hemos democratizado las fuerzas de seguridad. Los
mismos patrones autoritarios de la tortura se reproducen desde la dictadura hasta acá como si
nada hubiera pasado en el medio. Estos patrones estructurales son como dije la persistencia y
la generalidad de estas prácticas. Nosotros el año pasado denunciamos la tortura en el 75% de
las unidades carcelarias. Son prácticas que se vienen desplegando desde hace por lo menos
siete años, el tiempo en que lo venimos relevando y denunciando.” (Cipriano, 109)71
71
Revista de Conflicto Social, www.webiigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/revista, nº 6, Paneles, Roberto
Cipriano, pág. 109.
163
Comisión Especial de Violentología 2013
VIOLENCIA, CONFLICTO Y SOCIEDAD
Enrique Del Percio72
Si bien la Violentología busca dar cuenta de lo que puede denominarse una Teoría General de
la Violencia, en esta ocasión nos vamos a ceñir a un aspecto particular de la violencia:
aquella que se vincula con el conflicto social. A los fines expositivos, vamos a esquematizar
la cuestión en tres concepciones de la sociedad y en cuatro tipos de conflicto social.
Concepciones de la sociedad e ideologías políticas
72
Doctor en Filosofía Jurídica, especialista en Sociología de las Instituciones y abogado. Actualmente es
Profesor de Sociología Jurídica en la Universidad de Buenos Aires. Sus áreas de investigación giran en torno
a la estructura de dominación contemporánea, tema sobre el que dicta habitualmente cursos y conferencias
en distintas universidades de América y Europa. Autor de Política o Destino, y compilador de Prejuicio,
Crimen y Castigo. Ha publicado numerosos artículos de revistas y capítulos de libro.
164
Comisión Especial de Violentología 2013
Preeminencia del individuo sobre la sociedad. En líneas generales, aquellos que tienden a
privilegiar la libertad por sobre la igualdad suelen entender a la sociedad como una mera
yuxtaposición de individuos: lo que importa es cada individuo y cada familia, pero la
sociedad como tal no existe. Así lo han sostenido políticos como Margaret Thatcher o Ronald
Reagan y teóricos como Frederick Hayek o Robert Nozick así como muchos dirigentes,
académicos y comunicadores sociales de nuestra América. Si la sociedad no existe, tampoco
puede existir algo así como la justicia social. Como no hay sociedad, la justicia social es una
fata morgana, fuegos artificiales usados por los políticos pícaros para engañar a los votantes,
o argumentos de gente bien intencionada pero que nada entiende de las leyes de la economía.
Nadie tiene derecho a meter la mano en nuestro bolsillo para pagar cosas tales como salud,
educación o transportes para los que menos tienen. Uno puede donar por compasión o
caridad, pero no es justo que se le quite dinero compulsivamente para esos fines. Sin
embargo, eso no implica que no deba haber Estado. Este debe existir porque si absolutamente
todas las actividades quedaran en manos de los particulares, también la gestión de la
seguridad sería cuestión de los individuos, y desde Hobbes sabemos lo que acontece en esos
casos. Por eso, es necesario que haya una agencia encargada de velar por la seguridad de
nuestros bienes y nuestras vidas, una agencia que tenga el monopolio de la aplicación
legítima de la fuerza. Claro que el director de esa agencia tendría tanto poder que nadie
estaría seguro en la comunidad por él custodiada. Entonces, se requiere ponerle límites: su
mandato será por un período determinado, será elegido por los mismos a quienes debe
brindar seguridad, no actuará por su propia voluntad sino ejecutando las indicaciones de una
asamblea, y se creará un cuerpo especialmente capacitado para dirimir los conflictos entre los
individuos. Siempre se ha de tener presente que el único cometido de toda esta organización
es garantizar la seguridad, no meterse con otros temas. O sea: el llamado "Estado mínimo"
moderno con su división de poderes.
Preeminencia de la sociedad sobre el individuo
Acá convergen desde platónicos, durkheimianos y marxistas de manual, hasta líderes como
Hitler (con la unidad de Volk, Reich y Führer) o Stalin y su apelación a la "Santa Madre
Rusia" durante la Segunda Guerra. Es el punto de contacto entre el extremo de los cultores de
una sociedad fuertemente jerarquizada y estratificada con los partidarios de un
hiperintervencionismo estatal en toda la economía para garantizar la plena igualdad de todos
165
Comisión Especial de Violentología 2013
C
O
N
CONTRADICCIÓN
F
CANALIZABLE
ARTICULABLE
L
I
C
LITIGIO
ANTAGONISMO
T
DIFERENDO
O
los ciudadanos. En ambos casos, se piensa en una sociedad perfecta, libre de antagonismos a
la que se llegará cuando se haya vencido a los enemigos. Como explica Zizek: "la fantasía
ideológico-social es construir una imagen de la sociedad que (...) no esté escindida por una
división antagónica, una sociedad en la que la relación entre sus partes sea orgánica,
complementaria. El caso más claro es, por supuesto, la perspectiva corporativista de la
Sociedad como un Todo Orgánico, un Cuerpo Social en el que las diferentes clases son como
extremidades, miembros, cada una de las cuales contribuye al Todo de acuerdo son su
función -podríamos decir que la 'Sociedad como Cuerpo corporativo' es la fantasía ideológica
fundamental. ¿Cómo tenemos en cuenta entonces la distancia entre este punto de vista
corporativista y la sociedad de hecho escindida por luchas antagónicas? La respuesta es, claro
está, el judío: un elemento externo, un cuerpo extraño que introduce la corrupción en el
incólume tejido social. En suma, 'judío' es un fetiche que simultáneamente niega y encarna la
imposibilidad estructural de 'Sociedad' (Zizek, 2009:173). Esto vale para el corporativismo
fascista pero vale también para el régimen soviético de cuño igualitarista, sólo que el judío
estaba encarnado en el capitalista, en el burgués o en el traidor a la clase.
Sociedad e individuo como relación
Sobre esta concepción se basa la idea de erigir a la fraternidad como eje de una reflexión
filosófico política. Las dos posturas anteriores parten de una visión esencialista: o la esencia
está del lado del individuo y la sociedad es una mera agrupación de tales esencias o la
esencia está del lado de la sociedad y el individuo es tan solo un componente de la misma.
Pero si pensamos que la relación no es una categoría de "segundo nivel" frente a la esencia
166
Comisión Especial de Violentología 2013
sino que, por el contrario, como bien entiende por ejemplo la filosofía andina o la teología
trinitaria tomista, la relación es una categoría fundante de la realidad, entonces podemos
pensar que el individuo existe en tanto que es en relación con los demás y con el cosmos, y
que, por ende, también la sociedad existe en tanto que es la articulación de esas relaciones.
Relaciones que por cierto no son necesarias ni naturalmente armónicas. A partir de esta
concepción, podemos entonces analizar el conflicto como constitutivo de la sociedad y
elaborar la siguiente tipología.
167
Comisión Especial de Violentología 2013
Tipología del conflicto
Retomando el tríptico de la Revolución Francesa, con la libertad o la igualdad solas es
posible imaginar un escenario social no conflictivo, lo que en principio, no sería más que un
error o un caso de tantos de desacople entre alguna teoría y la realidad. El problema es que
muchas veces al intentar llevar estas ideas a la práctica, acontece que por negar el conflicto se
termine negando al otro. Para decirlo de un modo muy simplificado: los ultra liberales
individualistas que privilegian la libertad sobre todas las cosas creen que buena parte de los
problemas más acuciantes que enfrenta la humanidad se van a resolver por el libre juego del
mercado; si esto genera pobreza, exclusión y condena al hambre a millones, es un mero
efecto colateral producto de la falta de cultura y de iniciativa de los mismos pobres a los que,
si molestan mucho, no quedará más remedio que reprimir mientras gracias a una buena
educación todos aprendan a adaptarse a las reglas. Los que privilegian la igualdad por sobre
todas las cosas, por el contrario, en lugar de asumir el conflicto como un elemento
constitutivo e inherente a la vida social, entienden a la sociedad como una lucha a muerte de
los explotados contra los explotadores, pero cuando esta dialéctica se resuelva por el triunfo
de aquellos desaparecerá "la madre de todos los conflictos" y por lo tanto viviremos en una
sociedad donde seguirá habiendo conflictos y antagonismos, pero de otro calibre y tenor.
Más al introducir la fraternidad, aparece el conflicto como constitutivo de la política. En lugar
de detenerme a analizar las distintas definiciones de conflicto, prefiero tomar como base
algunas de las principales reflexiones en torno al mismo y elaborar una tipología que nos será
de utilidad para seguir avanzando:
Hablaremos de conflicto como contradicción cuando las partes pueden llegar a algún tipo de
acuerdo. Esa contradicción es canalizable cuando el acuerdo se da en pos de un objetivo
común. Este es, por ejemplo, el sentido que le da Dahrendorf (19879) al término, cuando a
fines de la década del 50 plantea como ejemplo el conflicto entre patronos y obreros en la
Europa del Estado de Bienestar, cuya adecuada canalización posibilitó que los trabajadores
ganaran el salario más alto posible trabajando el menor tiempo posible y de tal suerte se
imprimió a la economía el saludable efecto que hoy conocemos como "los treinta años de
oro". No sólo encontramos estas ideas en Dahrendorf. Más aún: en buena parte de las
168
Comisión Especial de Violentología 2013
tradiciones teóricas liberales y socialistas esto está presente y sería indudablemente injusto
adjudicar al liberalismo o al socialismo como tales ese reduccionismo al que me referí dos
párrafos atrás. Pero en muchas prácticas políticas derivadas de esas ideologías (pensemos en
los regímenes neoliberales latinoamericanos de los noventa, en Reagan, Tatcher y en teóricos
con gran influencia sobre esos regímenes como Fukuyama por un lado, o en los "socialismos
realmente existentes" como la Unión Soviética) se actuó como si fuera posible eliminar la
raíz del conflicto social.
Entiendo por contradicción articulable la situación que se da entre sectores subalternizados
que articulan sus demandas frente a un enemigo común. Por ejemplo a mediados del siglo
XIX Flora Tristán advierte que hay una analogía entre la situación de las mujeres, los
trabajadores europeos, los negros esclavos y los indígenas del Perú, pero entre unos y otros
aparecen contradicciones que dificultan la necesaria articulación de sus demandas de justicia.
La relación entre estos sectores es conflictiva: los trabajadores varones sometían a la mujer,
despreciaban a los negros e ignoraban a los indígenas (algo parecido va a plantear un siglo
más tarde el negro de la Martinique, Aimé Cesaire, al renunciar a ser parte del Partido
Comunista Francés) y muy pocos pudieron entender cabalmente las propuestas de Flora. Sin
embargo, la propuesta de emancipación universal que la increíble heroína proponía no era
nada absurdo: entre todos ellos había algo en común, algo analógico; el analogado principal
estaba dado por la situación de injusticia. La analogía no excluye la dialéctica interna (por eso
hablo de relación anadialéctica) pero permite pensar en una suerte de "traducción" (De Sousa
Santos, 2009: 135) tanto de las demandas como de las experiencias de unos y otros, lo que
genera una fraternidad transicional frente a la estructura de dominación que basa en esa
injusticia su propio poder. Los autores de la llamada "izquierda lacaniana" como Jorge
Alemán, Chantal Mouffe o Ernesto Laclau aportan -desde una perspectiva distinta pero
convergente- análisis riquísimos para seguir pensando esta articulación.
Cuando hay antagonismo el acuerdo no es posible. Este desacuerdo puede darse como litigio
en el caso en que un sector imputa a otro una falta y el otro puede defenderse pues existe un
lenguaje común. Es el caso de las luchas entre obreros y empresarios cuando no hay una
intervención estatal que las canalice o el de las luchas por la independencia en América
Latina entre las elites criollas y las ibéricas. El litigio no excluye la lucha armada, mas esta
169
Comisión Especial de Violentología 2013
debe darse además con una legitimación argumentativa que implica una discusión y un
reconocimiento del otro aún como enemigo. Pero no siempre el antagonismo se presenta de
ese modo. En ocasiones, los subalternizados (los negros, los indígenas y otras víctimas)
directamente no son escuchados; no es que no tengan voz, sino que además de invisibilizados
son "inaudibilizados". Los negros esclavos lucharon desde el inicio mismo de la esclavitud
para liberarse, sin embargo ni siquiera conocemos esa parte de la historia. Recién cuando los
abolicionistas blancos comenzaron a criticar la esclavitud el tema pasó a ser objeto de debate:
estamos frente a lo que Lyotard llamaría el diferendo. Es el caso en que las reglas y el idioma
del conflicto lo pone una sola de las partes y la otra no tiene la fuerza suficiente como para
cambiar las reglas o adaptarse a ese lenguaje, al punto que el daño sufrido por la víctima
carece de significación para el victimario. En palabras de Manuel Reyes Mate, "como las
significaciones son establecidas por la parte dominante con pretensiones de validez universal,
pudiera parecer que lo que la parte dominante establezca como justo o injusto es entendido
por todos. Pero no hay que confundir la mudez de las víctimas con la hegemonía de sentido
que le dan los dominantes o del sentido dominante. (...) Entre la experiencia del esclavo y las
prácticas abolicionistas hay un abismo, un 'diferendo', porque tienen lenguajes
incomunicados debido a que el único que vale es el del abolicionista que, en cuanto lenguaje,
es el mismo de los partidarios de la trata de esclavos" (Reyes Mate, 2011: 18).
Una concepción fraterna de la política exige que aquellos que pueden ser escuchados oficien
de traductores de los que tienen voz pero no se los escucha. No es una exigencia ética (o no
es sólo una exigencia ética) sino que es una exigencia política: si no se los escucha, los de
abajo terminan haciendo crujir toda la estructura. Y si los de abajo llegan arriba, toman el
mismo lugar de sus antiguos amos sentando las bases de un nuevo conflicto futuro generando
una espiral de violencia de muy difícil solución.
Nunca me gustó eso de ser "la voz de los que no tienen voz" y entiendo los argumentos de
autores como Gayatri Spivak (2011) acerca de la imposibilidad de que el subalterno pueda
hablar, pero al mismo tiempo, suelo sentir que es útil e importante aprovechar mi condición
de docente universitario y mi posibilidad de publicar y ser leído en distintos ámbitos, para
hacerle llegar a muchos la noticia de serias y graves injusticias que pasan desapercibidas
cuando son denunciadas por los que las padecen. Ellos tienen voz y dicen cosas. ¡Vaya si las
170
Comisión Especial de Violentología 2013
dicen! Pero no sólo no son escuchados, sino que muchas veces ni siquiera son oídos. Creo
que en esas ocasiones uno juega el papel de traductor. Se sabe: traduttore traditore. Por más
que uno quiera ser fiel al texto traducido, siempre se lo traiciona. Lo mismo pasa cuando se
traduce el reclamo de aquellos que no pueden litigar: uno procura transformar el diferendo en
litigio, aún sabiendo que es imposible que esto se dé en plenitud. Pero a diferencia del que se
considera "la voz de los que no tienen voz", el traductor no se pone en un lugar de mayor
relevancia que el traducido, sino al contrario: el traducido figura en la portada y el traductor
en los créditos.
Así, el primer paso de una política fraterna consistiría en transformar el diferendo en litigio al
modo en que lo hicieron los españoles Bartolomé de las Casas o Fray Antonio de Montesinos
traduciendo el reclamo de los hombres y mujeres que ya poblaban estas tierras antes de la
invasión ibérica, o el indígena Guamán Poma de Ayala que tradujo literalmente del quechua
textos y reclamos, además de escribir la impresionante "Primera Nueva Crónica y Buen
Gobierno" empleando en su argumentación las mismas categorías cristianas del conquistador,
o Harriet Beecher Stowe en "La cabaña del Tío Tom" haciendo visible y audible la injusticia
a que eran sometidos los negros esclavos en el Norte de nuestro continente.
El segundo paso consistiría en pasar del litigio a la contradicción. El litigio en general es un
juego en el que todos pierden, aún los supuestos vencedores. Pierden en términos materiales
pero también en términos de reconocimiento y auto realización, como explica Hegel en la
dialéctica del amo y del esclavo. Claro que no es cosa sencilla dar este segundo paso. En
efecto, cabría pensar que si cada uno defiende inteligentemente sus propios intereses,
entonces sería posible armonizarlos pues todos advertirían que en el litigio o bien todos
pierden o, en el mejor de los casos se trataría de un juego de suma cero, donde lo que unos
ganan es lo que otros pierden, mientras que si se canaliza el conflicto todos pueden salir
ganando en una sociedad justa. Esto es correcto como principio de filosofa política, salvo por
el hecho de que es muy difícil encontrar a alguien que defienda con inteligencia su propio
interés, y esto por diversas razones:
Unas de carácter sociológico: Los poderosos siempre tienden a creer que el orden social está
estructurado correctamente, siendo "natural" que ellos estén arriba. Como enseñó Pareto, la
171
Comisión Especial de Violentología 2013
historia es el cementerio de las aristocracias, pues éstas son incapaces de advertir los cambios
y la presión que pueden llegar a hacer los de abajo para transformar la situación. En otros
términos: todos pueden recuperarse de un fracaso, pero muy pocos pueden recuperarse de un
éxito. Una vez que una elite tuvo éxito en llegar a ocupar el vértice de la pirámide social, pasa
a considerar que ese es el lugar que le corresponde, se instala allí cómodamente y no mira
para abajo más que para ordenar reprimir a los descontentos que están moviendo la base de la
pirámide.
Otras de carácter antropológico y psicológico: El deseo capitalista es un deseo ilimitado de
bienes materiales. Es la secularización del deseo cristiano: qué le puede importar al santo la
tierra y cuanto ella contenga, si lo que desea es algo mucho más alto. Es algo que está más
allá del todo y de la nada, como en la poesía de San Juan de la Cruz. El capitalista también lo
quiere todo, también para él es insuficiente la tierra y cuanto ella contiene. Pero el todo del
deseo capitalista no es ese Amado al que todos pueden acceder, sino que es el universo
material que está ahí para ser consumido, y una vez consumido sólo queda la autofagia. La
cuestión ambiental es un claro ejemplo de cómo el tipo humano capitalista puede ir contra sus
propios intereses vitales con plena consciencia. No se trata de decir "perdónalos, pues no
saben lo que hacen". Lo saben, y aún así lo hacen.
La cosa no es monopolio de los poderosos. Tampoco los del medio o los de abajo actuamos
siempre conforme a lo que la defensa de nuestros intereses nos aconsejaría. Le pido prestado
un ejemplo a Zizek: un empleado de comercio está ahorrando para comprar su primer auto y
aparece un genio que le dice: "te regalo el auto que estás queriendo adquirir a condición de
que le digas a tu cuñado que le voy a regalar una Ferarri testa rossa." Y el empleado prefiere
quedarse sin su auto...
Es decir, es verdadero el principio de que si cada uno defendiera con inteligencia su propio
interés sería posible construir una sociedad justa canalizando los conflictos de tal modo que
los mismos no devengan antagonismos. Pero el ser humano (al menos en los últimos miles de
años) no ha dado muestras de actuar siempre conforme los dictados de su razón, entiéndase
esta palabra en el sentido que fuere.
172
Comisión Especial de Violentología 2013
Dada esa dificultad de canalizar el litigio, lo más probable es que el tercer paso consista en
traducir las demandas de cada colectivo víctima de una injusticia para poder articular
eficazmente sus luchas. Para profundizar en esta línea, poca ayuda nos dan los teóricos de la
justicia al estilo de Rawls, Habermas o Rorty los que, más allá de las diferencias sustanciales
que tienen entre ellos, están unidos por un común olvido de la memoria como categoría
fundamental para pensar la injusticia. En cambio, sí resultan insoslayables los filósofos judíos
al estilo de Benjamín o Rosenzweig o los contemporáneos Metz, Scannone o, sobre todo,
Reyes Mate. Si no tomamos en serio a la memoria activa terminamos ignorando el despojo
secular que pesa sobre nuestros pueblos originarios, la subordinación cultural de la mujer, la
expoliación de los trabajadores o el rigor de la ley aplicado contra los esclavos y, entonces,
exigimos que todos ellos se comporten en un pie de igualdad con los vencedores de la historia
en el terreno de la comunidad argumentativa. Memoria que no puede limitarse al propio
sufrimiento del grupo de pertenencia pues esa memoria limitada sólo engendra odio y
resentimiento y con eso nada puede ser construido.
Es preciso que el ejercicio de traducción amplíe la memoria al sufrimiento del otro e, incluso,
del tercero. La memoria del propio sufrimiento genera en cada colectivo una fraternidad
vertical fuerte, a la que es necesario agregar una fraternidad horizontal o provisional producto
de ese ejercicio de traducción/articulación. Para aportar a las estrategias de construcción de
este tipo de fraternidad nos resulta de suma utilidad la teorización efectuada por la corriente
ya citada de la izquierda lacaniana. Un análisis detallado de esos aportes exceden
holgadamente el propósito de esta exposición, pero baste señalar que esa fraternidad
horizontal es apta para constituirse en la base de una nueva hegemonía capaz de quebrar las
resistencias del viejo hegemón para canalizar así el conflicto social en un cauce que permita
el beneficio colectivo.
173
Comisión Especial de Violentología 2013
LA VIOLENCIA EN LA EXPERIENCIA JUDICIAL
Jose Luis Macchi73
Buenos días y muchas gracias por el recibimiento. Agradezco a los doctores Franco Caviglia
y Ramiro Gutiérrez el exceso en las palabras saludatorias que, evidentemente, no merezco.
Esto no es por un falso orgullo, sino por una triste realidad. Todos aquellos conceptos que
pusieron sobre mi persona, ambos presentadores, son desmesuradamente elogiosos y estoy
seguro que no me corresponden.
Se me ha convocado imprevistamente para hablar sobre el tema de la violencia. Esta palabra,
este concepto, a mí me ha desbordado cuando empecé un interrogatorio sobre qué es la
violencia, cuál es la definición y cuáles son sus consecuencias. Pero el poeta dice: "caminante
73
Abogado de la Universidad Nacional de La Plata, realizó estudios de postgrado en las universidades de
Minnesota y Florida, en Estados Unidos. Fue Secretario de Gobierno y Hacienda de la Municipalidad de
Dolores, Fiscal en lo Civil, Comercial y Laboral del Departamento Judicial de Dolores. Luego fue juez en lo
Criminal y Correccional, culminando su carrera judicial como Juez del Tribunal Criminal Nº 1 del mismo
Departamento Judicial. Es profesor titular de cátedra en la Universidad Atlántida Argentina en las materias
Derecho Penal, Derecho Procesal Penal y Práctica Procesal Penal.
174
Comisión Especial de Violentología 2013
no hay camino, se hace camino al andar". La primera parte -"caminante no hay camino"- me
permite buscar el refugio que necesito para ocultar mi ignorancia. La segunda parte me
permite (…) sobre la necesidad de abordar este interrogante que nos ha preocupado, nos
preocupa y nos preocupará eternamente, que es el problema de la violencia.
Nuestros ancestros deambularon por los mares, por los ríos y por los lagos. Navegando como
eximidos de responsabilidades se hicieron navegantes, y aunque no conocían las leyes de la
navegación dominaban perfectamente sus embarcaciones así, sin tener ningún conocimiento
científico, simplemente acudiendo a la empírea y a los conocimientos prácticos.
Esto lo venimos hablando con Ramiro, porque no debemos apartarnos de la realidad de
empírea de la tierra y gozando de las decisiones teóricas que muchas veces nos conducen, o
no, a un buen puerto.
Creo que la teoría, la práctica, el ideal y la realidad deben -en lo posible- conjugarse, estas
dos hermanas -que como hermanas que son siempre se pelean- deben encontrar un punto de
reunión, que es fácil decirlo hoy, pero deben encontrarse ellas mismas.
¿Qué es la vida?, qué pregunta. Si ese interrogante me lo plantean en este momento yo no lo
puedo responder, lo que sí puedo responder, es que la violencia ha existido, existe y existirá
según mi concepto.
La violencia está ínsita en el ser humano, está incorporada a su ADN. Estoy hablando de
violencia humana -que así se llama esta tautología-, dejando de lado la violencia natural, que
no deja de ser violencia y que interactúan entre sí.
Partiendo de la base de esa separación provisional, para tener una tipología, un camino, un
método de estudio; es decir, ir desarrollando lo que es la violencia y dejamos de lado lo que
es la violencia natural
La violencia humana que ha querido ser defendida, que ha querido ser caracterizada, se la ha
querido aprehender y se la ha querido tipificar, creo que es inaccesible a un concierto. Es tan
excesiva e inconmensurablemente abarcativa, que escapa a cualquier definición. Es decir,
escapa a la definición tradicional que nos habla que la violencia es conducta - vaya novedadsi todo lo humano es conducta, es una acción intersubjetiva.
175
Comisión Especial de Violentología 2013
Por supuesto, la violencia tiene males: el actor, el agente activo y el agente pasivo, no puede
ser de otra manera. La violencia explicita, psíquica y psicológica, y podemos seguir
enumerando. Son diferentes indisciplinas, de saber, de conocimientos, pero siempre es
cambiante, mutante, es decir, con sus distintas caras, vestimentas.
Los distintos grados son las máscaras que se ponen, es la realidad, distintos son los pliegos,
las geografías, los conceptos, los valores, al compás de todo esto y mucho más camina la
violencia, y no va a dejar de caminar.
Acaso en el concepto bíblico, esa manzana, ¿no fue el germen de la violencia? Acaso la
primera piedra arrojada sobre el hermano, ¿no fue del principio del delito del mal?; acaso ¿no
venimos al mundo por un acto que es esencialmente violento? -dejando de lado las distantes
connotaciones como el nacimiento-; y ¿no dejamos a este mundo con la violencia más
extrema -si se la puede calificar así-, que es la muerte?
Entonces, si toda nuestra vida discurre desde el comienzo hasta el final en la violencia, eso no
nos convoca a preguntarnos por la naturaleza del hombre. Si el hombre es, por definición,
perfectible, imperfecto y siempre lo será así, para aquellos que profesan algún culto podrían
decir que el único perfecto es el Dios, cualquiera sea el nombre de su maestro; pero nosotros,
seres humanos de carne y hueso, de materia y de barro. ¿Nos podemos permitir el lujo de
despreciar esa parte mala?, y en resumidas cuentas, sí, lamentablemente. Ha existido, está
ínsito, ha venido al mundo con el hombre y va a morir junto con el último ser humano. La
violencia, de cierta manera, tiene un particular enfoque. Por ejemplo, si hablamos de
violencia legalizada, acaso el ordenamiento jurídico de cualquier país del mundo, ¿no ha sido,
es y será basado en la violencia? Acaso, y vaya la verdad de Perogrullo -para nosotrossiguiendo el finísimo Kelsen, la sociedad no se organiza sino a través de normas, en este
caso, jurídicas; y el cumplimiento de toda norma, ¿no trae como consecuencia -como lo
enseñara aquel insigne austríaco- la sanción?; ¿y la sanción, qué es? ¿Es violencia?, ¿es
sufrimiento?, ¿es daño, o tentativa de daño?, pero, en definitiva, es un mal.
Acaso, todo el ordenamiento jurídico de nuestro país, ¿no está basado en la fuerza? ¿No está
basado, en última instancia, en la violencia? Que ya, siguiendo con el ejemplo, está en las
palabras del escudo de la República de Chile por la razón o por la fuerza.
176
Comisión Especial de Violentología 2013
El Código Penal, nuestro digesto, punitivo, castigativo, represivo, es violencia desde la
definición de cada acto humano tipificado como derecho y el que matare o el que violare,
son acciones violentas en mayor o menor grado, y violentan el alma, el cuerpo, el espíritu, la
materia, pero en definitiva el ordenamiento jurídico penal. Acaso esa violencia, ¿no trae esas
sanciones? Lean la parte judicial del Código Penal: "cada uno de los infractores será
reprimido, será sancionado, será castigado", el que provocó la violencia; violencia que se
revierte y que se vuelve en su contra en un círculo que no tiene solución de continuidad.
Acaso la sociedad, yo me pregunto ¿no se guía, en definitiva, por premios y castigos? Acaso,
si las leyes o las normas jurídicas, para ser más abarcativas, religiosas, morales, sociales, de
costumbres, ¿no son todos preceptos ordenativos bajo una admonición de quien no los
cumpla, cualquiera sea la ideología política que se tenga o que se adopte, bajo esa
admonición, esa "espada de Damocles", de que vas a ser castigado si te apartas de lo
establecido, si infringís o violás lo que está prohibido? Acaso, la sociedad, ¿no está fundada
para bien o para mal, en la violencia, la violencia legítima o la ilegítima? Ese es el
cuestionamiento si hablamos desde el punto de vista jurídico.
Pero la violencia, cuya definición, como verán, solamente la esbocé sin estar muy seguro,
¿podrá ser morigerada?, ¿podrá ser disminuida?, ¿podrá ser, como dije, endilgada? Yo no sé
hasta qué punto, porque como dije hoy, lo mutante, lo cambiante de la violencia es como un
ideal para ir a la contradicción. Cuando uno trata de atraparlo, se le escapó de las manos.
Cuando volvemos a tratar de atraparla, se nos aleja un poco más y ahí -creo- la imposibilidad
de, primero, conceptualizarla; segundo, de escribirla. Si escribiéramos la violencia, como dije
hoy, si escribiera el mundo, el mismo ser humano. El hombre con su parte buena, con su
parte mala, con su ángel bueno, con su ángel caído, pero, estrictamente, en el campo penal.
La violencia que hoy nos ocupa, porque no estamos haciendo elucubraciones y esa es una de
las preocupaciones mías. Yo, por lo menos, no pretendo hoy adentrarme en esas
disquisiciones, sino que me sirvan, pero para tratar de cambiar la realidad, o frenar lo que
está pasando, este fenómeno de la violencia que no es solamente estrictamente argentino, sino
que es mundial, En todo el mundo hay un incremento de la violencia. Acaso, la historia
última ¿no nos demuestra que el siglo XX fue uno de los siglos más violentos de la historia
de la humanidad, y que el siglo XXI pareciera seguir sus pasos? Y así sucesivamente. Una
realidad de todos los días.
177
Comisión Especial de Violentología 2013
Yo me pregunto, nos preguntamos, se preguntarán: ¿esa violencia, esa maldad, acaso, no nos
acecha diariamente? ¿Acaso no la sufrimos?, ¿acaso, no ansiamos, de alguna manera,
seguridad como un valor opuesto y que nos cobije ante el ataque de ese mal?
No toda la reflexión, ocurro y recurro a lo que ven ustedes todos los días, y yo me
preguntaría, quién de ustedes no ha sido víctima de un delito o de un atentado contra la
persona, o contra su patrimonio. Desde el pequeño acto ilícito, y no hablemos de moral
porque ya sería más extensivo, no se ha tocado alguna vez: ¿Quién puede tocar madera en
esta mesa y puede decir, yo estoy exento de que la violencia arribó a mi cuerpo, a mi casa,
arribó a mi sentimiento, a mi alma? En definitiva, si bien somos de carne y hueso, yo creo
que también somos de esa alma que nos anima.
Ese castigo, en reacción violenta al violento, me trae el recuerdo de Dostoievsky cuando
escribió Crimen y castigo, primero la tituló "Crimen y expiación", porque el castigo era
necesario para llegar a la redención del hombre, a través del castigo, recuerden toda la
jurisprudencia sobre el fin de la pena, era posible la expiación del pecado. Pero ese castigo es
violencia. ¿Cómo podemos concebir o parar con la violencia, en la realidad de nuestros días?
Yo encuentro, sin hacer un análisis muy meticuloso y profundo en la prevención, en la
educación y algunas veces, por qué no decirlo, me causa indignación, cuando se habla de que
la violencia obedece a la pobreza y que por ello habría que estrechar o achicar la brecha entre
los pobres y los ricos, brindar mayor seguridad, mayores posibilidades, mayor poder
adquisitivo, mayor salud, mayor bienestar, y se piensa que con eso se va a atenuar en un
grado bastante significativo la violencia. Lo han escuchado y leído, y yo me pregunto: ¿y
mientras tanto, qué? Porque esas medidas son muy buenas en el largo plazo, pero ¿cuántos
años nos va a llevar alcanzarlas, si las alcanzamos? En estos treinta años la violencia
instaurada en la República Argentina, ¿seguirá su camino, su curso, in crescendo? Ese lapso,
ese tiempo, esa brecha, esos años ¿seguirán costando vidas, pérdida de la libertad y seguirán
conculcándose los valores más sagrados de esta sociedad, la vida, el honor, la integridad
sexual? Entonces, yo me respondo, no. No podemos esperar a veinte o treinta años para
lograr una hipotética salida; debemos actuar ahora.
Yo creo que el camino para los legisladores, para el Poder Ejecutivo y para los jueces, es
transitar el camino de la prevención de la violencia. Yo no quiero que a mi hijo lo asalten a
178
Comisión Especial de Violentología 2013
mano armada, que a mi nieta la violen, que a mi nuera la maten, que a mi sobrina le
sustraigan la bicicleta, o le sustraigan la vida. Yo no quiero que me digan dentro de treinta
años, dentro de treinta años yo no voy a existir, simplemente ellas, y ya serán grandes.
Cuando digo solución ya, me estoy adhiriendo, me estoy pegando a lo que quiere el pueblo, a
lo que quiere el ciudadano de a pié, al que transita las calles de día, porque ya de noche no se
puede transitar, al que vive encerrado atrás de sus rejas siendo un ciudadano honorable y los
que no lo son viven en libertad transitando por todas las calles y los espacios públicos y
privados. Pareciera que hay una revolución copernicana, lo bueno se está viendo como malo,
y lo malo como bueno. Yo me pregunto, ¿estamos todos locos?
La Violentología, se me ocurre a mí por lo que vengo diciendo, es una cara de una moneda,
cuy revés es la victimología y, como toda moneda, no puede verse al mismo tiempo las dos
caras, primero se ve una y después la otra, dándola vuelta. Entre ese concurso de los
opuestos, violentología por un lado, y victimología por el otro, vamos a ir alumbrándonos en
este larguísimo camino de saber que la violencia que provoca cualquier ser humano al llegar
a la conclusión y a la verdad.
He vivido, como dijo el diputado Ramiro Gutiérrez la violencia diaria, permanente de la
función judicial. Ustedes se imaginan todos los días, en términos rutinarios, levantarse y ya
estar pensando ¿qué hecho me toca hoy? ¿Voy a juzgar alguna violación, homicidio, qué
delito me va a tocar y qué delincuentes me van a tocar, qué tipo de personas me voy a
encontrar. Yo veo gente en el expediente pero no tiene cara. ¿Con quién debo tratar? ¿Con
ese delincuente que está sentado en frente mío o con la víctima que tengo a mi derecha?
Porque cuando en un tribunal colocamos al imputado o al procesado a ser juzgado, se ve él,
pero para equilibrar la balanza habría que presentarlos a él y al cadáver de la víctima y ahí va
a estar equilibrada la balanza o el pensamiento de los jueces, de las personas que están
involucradas, porque la víctima. No se puede comprender este factor, esta causa y este
concepto que nos convoca a esta mesa sin conocer lo otro. Si nos olvidamos de lo otro, no
podremos entrar en plenitud de conocer.
Les decía -cuando uno se levantaba- cuántas veces en el Derecho Penal, no el Código, el
derecho penal práctico, los funcionarios judiciales no nos dábamos una ducha para
limpiarnos. Era una ducha para limpiarnos el alma que estaba impregnada, ella -que junto con
sus ropas en el cuerpo, y un olor a putrefacción, a cadáver, a violación, a muerte, a dolor y a
179
Comisión Especial de Violentología 2013
lágrima-, pero eso -esa repetición desgraciada y continua- no nos ha impedido -por lo menos
en mi caso- que se haya formado una callosidad sentimental en mi persona; porque si no
hubiera sido trágico para mi vida la despersonalización. La violencia persigue la
despersonalización, la cosificación y el despojo de lo que es la prioridad del ser humano.
Los gobiernos represores persiguen, a través de la violencia con sus múltiples instrumentos;
es decir, el miedo, la coacción, cosificar, masificar, ordenar y cerrar la crítica a toda persona.
No en vano, los regímenes dictatoriales recurren a la violencia para lograr sus fines.
Yo podría seguir hablando, pero no quiero agotarlos. Entonces, quiero que mis compañeros
formulen las observaciones que crean correspondientes y, sobre todo, ustedes, nos formulen
las preguntas y los interrogantes que se hayan planteado. Al principio de esta charla me sentía
impotente, ya que había que abordar este tema con determinación, encuadrarlo, enmarcarlo y
precisarlo. Como digo, esos objetivos se me van de las manos, se me van de la mente, es tan
abstracta, pero a su vez tan real y cruel, que no lo podemos evitar.
Simplemente, vuelvo a reiterar, la violencia como tal ha nacido con el hombre y,
seguramente, va a morir con el hombre. Suprimirla, creo que es una utopía, no creo, estoy
firmemente convencido de eso. Pero lo que sí podemos hacer -según mis conceptos- es
prevenir mayores consecuencias, mayor gravedad y crecimiento. Por ahora, -en ese mientras
tanto del cual hablaba hoy- ¿cuál es el camino que vislumbro? La prevención, como modo o
método de acotar la violencia que vivimos nosotros, todos los días, en la República
Argentina, y no me quiero referir al resto del mundo, que es más violento todavía.
Les agradezco enormemente a todos ustedes que me hayan escuchado con atención no
merecida. A quienes me presentaron, por esas palabras también no merecidas sobre mi
persona. Y con la intención de que esto no sea óbice sino un acicate para que estas reuniones
se realicen, en primer lugar, con oradores más calificados que yo, y, en segundo lugar, para
que se realicen regularmente, porque "la vida no es un llegar, sino es un caminar"; es la
búsqueda de la verdad, es la búsqueda de ese ideal y como la violencia, se nos aleja cada día
que tratamos de verla.
A ustedes, particularmente, muchísimas gracias y, en general, mis mayores beneplácitos.
180
Comisión Especial de Violentología 2013
VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO
Lidia Tundinor 74
Hola a todas y a todos, señor Presidente de la Comisión Franco Caviglia, diputados presentes,
miembros de la Comisión. Me sorprendió muchísimo la invitación para poder trabajar juntos
y tener un ratito de encuentro. Me siento muy honrada, gracias por querer escuchar algunas
cuestiones de los que estamos en el mundo de la gestión de la política pública. Realmente me
sorprendió y me sentí muy responsable en el sentido de poder traerles algunas cuestiones que
les sirva al efecto de dar cumplimiento a estos objetivos, que se han fijado como Comisión.
Nos falta mucho estudio en la gestión acerca la sistematización de los estudios sobre
nuestras realidades. En la gestión no
tenemos espacios suficientes para la
investigación y el estudio. Es un déficit
importante que estamos tratando de saldar
con
acuerdos
y
vínculos
con
las
universidades nacionales con asiento en la
Provincia, con distintas
estrategias, a
veces hasta rogando algún programa de
extensión
a
alguna
universidad
solicitándole
información
investigador,
como
así
a
o
algún
también,
promoviendo un vínculo con investigadoras e investigadores que están tomando la temática
desde diferentes ópticas.
Hay algunos nuevos estudios de las universidades que están haciendo la maestría en salud y,
como el tema de la violencia familiar y la violencia contra las mujeres han sido puestas en
agenda sanitaria, encontramos ahora algunos cientistas sociales, algunos miembros de la
comunidad de la salud pública de las distintas profesiones, que se están interesando por hacer
estudios de género, por hacer estudios, específicamente, sobre la violencia.
74
Profesora en Ciencias de la Educación, con título de postgrado en Planificación y Gestión de Políticas
Públicas; Salud Pública y Estudios de Género. Coordinadora del Programa Provincial de Prevención y Atención
de la Violencia Familiar y de Género del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Entonces, es nuestro modo de sentirnos reasegurados para poder decir que estamos
trabajando no desde una mirada de ensayo y de error, que es una manera muy pobre de
aprendizaje para nosotros, las humanas y los humanos, sino desde un lugar mucho más sólido
y también construido con diversas miradas, desde distintos puntos de vista, con
intersectorialidad, con interdisciplina, escuchando a la víctimas. Hay mucho para aprender
escuchando a las víctimas. Esto nos ha enseñado mucho.
Respecto de esto, insisto mucho en hacer algunas reflexiones. Yo había traído algún material
para que ustedes lo puedan ver en un power, pero se los puedo enviar, inclusive, les voy a
dejar el proyecto, el plan operativo de este año, que está incluido en el plan quinquenal del
Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. O sea, lo que corresponde no solo al
plan operativo de este año sino a todo el plan quinquenal.
Les quiero contar quién soy, qué hago y qué es este programa provincial. Me llamo Lidia
Tundidor. Mi primer amor fue la educación, siempre lo he mantenido, tengo alguna actividad
referida a la capacitación de equipos técnicos o con la comunidad permanentemente y ahora
me doy el gusto haciéndolo desde el trabajo al frente del programa. A veces cosas raras en la
vida te ponen en lugares en los que no habías planificado estar, por ejemplo en el ámbito de
la salud pública siendo muy joven, entonces me vi obligada a estudiar Salud Pública y eso me
llevó también al tema de la planificación de la gestión de las políticas públicas en general.
Debo confesar que mi interés por los estudios de género y, específicamente, en relación a las
violencias contra las mujeres, están más vinculados a mi militancia política.
Finalizando los años 80 muchas compañeras -soy militante especialista, para nosotros hoy es
un día de enorme recuerdo y compromiso porque sentimos que no tenemos que renunciar a la
lucha- nos empezamos a preguntar cómo se hacía para quebrar el famoso "techo de cristal",
por dónde se empezaba. Eso nos fue llevando a estudios sobre la temática y a promover una
acción política específica en relación al protagonismo político de las mujeres -acuérdense que
después viene toda la movida de la ley de cupo y muchas otras cuestiones. Desde este lugar
fue que empecé a interesarme por continuar estudios de género y empezar a investigar y
trabajar las situaciones de violencias sobre nosotras, las mujeres. Esto lo comento porque si
no pareciera que vengo del mundo de la Academia por un interés de participación en
organizaciones de mujeres, por ejemplo, que hubiese sido absolutamente importante si lo
hubiera hecho así, si hubiera militado desde ese espacio, pero quiero compartir con ustedes
182
Comisión Especial de Violentología 2013
porque el lugar desde donde uno habla hace, profundamente, de qué está hablando y por qué,
con qué sentidos está construyendo.
Les cuento que hace mucho que trabajo en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos
Aires ocupando distintas actividades o responsabilidades, y el año pasado, finalizando el año,
el señor Ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, el doctor Alejandro Collia -quien
me ha pedido que les transmita sus saludos, también me sorprendió la convocatoria al señor
Viceministro, al subsecretario Sergio Alejandre- hizo un gesto en relación al tema de salud y
género; conformó un área de Políticas de Género en el Ministerio de Salud de la provincia de
Buenos Aires para iniciar acciones específicas a favor de la salud de las mujeres, para poder
llevar la perspectiva de género y derecho a la política sanitaria en forma transversal y dar
espacio a dos programas específicamente para que sean como los mascarones de proa, no
porque estos sean los únicos problemas que las mujeres bonaerenses sufrimos, o que el
Estado provincial, a través del sector salud, debe enfrentar, pero son dos programas
distintivos, que tienen mucha connotación.
Uno de ellos es el Programa Provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable, lo
coordina una querida amiga, la licenciada Marisa Matía. Este programa no es nuevo, desde
que fueron formulados la Ley Nacional y el Programa Nacional, y luego la Ley Provincial de
Salud Sexual y Procreación Responsable, existe el Programa con ración de insumos, con
"aseguramiento" de insumos. Lo importante es que el Ministro lo sacó del ámbito de lo
materno infantil, que estaba demasiado circunscrito y le faltaba perspectiva de género.
La otra cuestión es que este Programa, que yo coordino y que tiene origen en 2007,
básicamente porque en ese momento hubo una serie de sucesos que tuvieron mucha prensa en
la provincia y las organizaciones de mujeres hicieron un enorme lobby para que quienes
fueron en ese momento el Gobernador y el Ministro de Salud tomaran en la agenda sanitaria
la temática, específicamente el tema de violación, de violencia sexual, que hubiese protocolos
de atención como recomiendan los organismos internacionales, como nos hemos
comprometido a través de la firma de convenios y tratados internacionales, como la provincia
estaba trabajando en ese sentido. Desde 2007 este Programa se inicia y empieza a desarrollar
y construir una serie de protocolos en relación a las mujeres maltratadas, al maltrato y abuso
infantil, a la atención en relación a la violencia sexual, en relación al aborto no punible -aquí
quisiera hacer después un desagregado. Todos los protocolos cuentan con resolución del
183
Comisión Especial de Violentología 2013
Ministro que, en ese momento, estaba en ejercicio de la cartera. El año pasado el Ministro
Collia firmó la resolución del protocolo de atención del tema de trata -un protocolo muy
complejo- y este año hemos adecuado el protocolo de aborto no punible a lo estipulado, a la
visión que está señalada en el fallo de marzo de este año de la Suprema Corte de Justicia.
Ustedes lo saben porque la resolución se firmó en el recinto de la Cámara, el doctor Faundes
estuvo haciendo una interesantísima alocución. Ya estamos capacitando y trabajando sobre
este protocolo específicamente. Este Programa se ha dedicado mucho a la elaboración de
protocolos y siempre ha participado en las relaciones interministeriales; a través de la
difusión de sus protocolos, trata de instalar la atención en el sistema de salud de las víctimas
de violencia familiar, de violencia de género. Cuando, el 1° de febrero, tomé la coordinación
del Programa le solicité al señor Ministro que cambiáramos el nombre -era como la tercera o
cuarta vez que se le cambiaba el nombre. En lo que sería la estructura ministerial tuvo
distintos momentos, estuvo encuadrado en relación directa con el señor Ministro, con el
Subsecretario de Coordinación, con un área, con la otra según fuera la mirada de gestión de
quien estuviese conduciendo en ese momento el destino del Ministerio. El Ministro rescata
estos dos programas y los pone como programas insignias de esta área que, por supuesto,
tiene inclusive otros desarrollos, otras miradas, otras visiones que desea desarrollar. No nos
resulta fácil, por las cuestiones que usted mencionaba, los temas de recursos, competencias de
capacidades, tiempos, no nos dejan ir a la velocidad de nuestros anhelos, pero vamos
trabajando. Cuando asumí el Programa yo le pedí al Ministro que cambiáramos el nombre, el
último nombre que tenía -lo tengo que leer para poder decirlo- era muy largo, era el Programa
Provincial de Salud para la Prevención de la Violencia Familiar y Sexual y la Asistencia a las
Víctimas y a mí me preocupaba que estaba solamente señalado el tema de la violencia
familiar y sexual, cuando estamos trabajando fuertemente, o sea tenemos responsabilidad por
la Ley Provincial, tenemos incumbencias al sector Salud; pero no podíamos hablar solamente
de la violencia sexual, ha sido sancionada la Ley Nacional que tiene que ver con las
relaciones interpersonales de las mujeres hace dos años, fue casi reglamentada el año pasado,
falta reglamentar muchísimo, es una ley de orden público pero está "flojita de papeles" perdón por lo poco académico del comentario-, tiene cuestiones interesantísimas para
profundizar pero no nos da un cómo. También creo que la provincia ha tenido siempre una
actitud bastante a la vanguardia de los temas legislativos en relación a los temas de violencia,
que los tenemos que revisar porque la dinámica social es tan vertiginosa y nuestra capacidad
184
Comisión Especial de Violentología 2013
de comprensión cabal sobre la temática viene como lenta, pero también tenemos que
reconocer que tenemos ley, fuimos una de las primeras provincias en tener una ley específica
referida a la violencia familiar y esa ley tiene algunos componentes importantísimos de
perspectiva de género y de derechos, lo cual dio lugar a un sistema integrado, después sería
cuestión de evaluar la capacidad que han tenido los diferentes ejecutivos y aquellos que
tenemos que asumir una responsabilidad, si hemos estado a la altura de las circunstancias
para llevar adelante los proyectos, los programas, los planes. Yo creo que siempre es
perfectible y que hay unas cuantas cosas para mejorar y me voy a ceñir estrictamente a decir
qué es lo que tenemos que mejorar en la salud pública.
Tenemos deuda, esto es lo primero que conversamos con el señor Ministro, y lo
reconocemos. Tenemos deuda de atención, de prevención, de promoción. Los distintos
poderes y los distintos organismos del Ejecutivo específicamente, pero también la sociedad
en su conjunto, cuando una mujer entra a la guardia de un hospital lastimada, violentada y
que no siente la fuerza para hablar se pregunta por qué no recibe cuidado, en su interior se
pregunta por qué no la cuidamos, y a veces la revictimizamos.
Tenemos setenta y siete, no todos ellos podrían estar en condiciones de hacer este tipo de
trabajo de atención, hay alrededor de cincuenta hospitales de agudos que tienen por guardia o
por consultorios externos la posibilidad de hacer tarea de promoción, prevención y atención
de la violencia familiar y de género. Entonces, uno siente la mirada de los otros diciendo:
"bueno ustedes bajo la misma casita, el mismo edificio, tienen una cantidad de profesionales
de distintas especialidades: la toco ginecología, la pediatría, la clínica, la emergentología,
gente de la salud mental, la psiquiatría, la psicología, licenciados en Trabajo Social, abogados
-no especializados en género, pero muy orientados a la administración hospitalaria".
Tenemos profesionales, todos sabemos que se necesita una mirada interdisciplinaria, entonces
la mirada es por qué no aumentamos la capacidad de desarrollar estrategias concretas de
promoción, prevención -como la entiende el sistema: primaria, secundaria y terciaria, en los
distintos momentos de los ciclos de la violencia y de las circunstancias de vida que sufren las
personas violentadas- y, sobre todo, de atención de manera integral e interdisciplinaria. Lo
que pasa es que nuestros profesionales no han sido formados en sus especialidades, ni en sus
estudios de grado, ni en sus estudios de postgrado para aumentar sus competencias y sus
posibilidades de actuación en el campo de la salud pública, se ha incluido la formación en la
185
Comisión Especial de Violentología 2013
atención de las situaciones de violencia familiar y de género. Entonces sí, es cierto, tenemos
esta capacidad de interdisciplina y los tenemos bajo un mismo techo, las organizaciones
hospitalarias son sumamente complejas -creo que todos ustedes pueden comprendernos en las
dificultades que atravesamos-, pero hay que aumentar la posibilidad de capacitación de estos
profesionales y las estrategias de gestión en red.
Estas son las líneas que hemos definido dentro del plan quinquenal. Mejorar el modelo de
atención, nosotros en el sistema de salud hablamos de tres esferas para comprender cómo
funciona el sistema, tres dimensiones importantes del sistema son: el modelo de atención, lo
que en otras ciencias se dice el abordaje, la intervención; el modelo de gestión del sector y el
modelo de financiamiento. La interrelación de estas tres esferas, que es muy compleja, nos
permite desarrollar proyectos y programas más integrales del sector; siguiendo estas líneas
nos hemos propuesto avanzar en el fortalecimiento del modelo de atención, de un modelo de
abordaje. ¿Qué es atender desde la interdisciplina a una familia, a una mujer, a una niña, niño
o adolescente, a un adulto mayor, a una persona con discapacidad víctimas de violencia?
¿Cómo se hace esto? ¿Cómo se atiende desde la mirada de las diferentes disciplinas con una
perspectiva de género? ¿Cómo se hace prevención?
La otra cuestión fundamental es cómo gestionamos nuestro propio sistema, cómo
gestionamos la organización hospitalaria en su interior para que esté capacitada para tomar la
situación y cómo la ponemos de cara al conjunto de los otros actores que intervienen en estos
escenarios, tanto en el mismo sector como en el resto de los poderes que intervienen, en las
jurisdicciones que intervienen. Nos hemos decidido, definitivamente, por un modelo de
gestión en red, de articulación.
Y la tercera pata -porque acá, para poner esta mesa y que no temblequee lo que pongamos
encima necesitamos, por lo menos, tres patas- es profundizar la participación y organización
de la comunidad. A quien creemos que sabe mucho sobre el tema, cuando estudiamos
necesitamos consultarles a nuestra gente, a nuestras mujeres, a nuestros varones qué es lo que
pasa; saben mucho sobre estrategias "para", de estrategias de asistencia a la víctima, de
contención de la víctima, y hemos desarrollado algunas cuestiones, tales como la formación
de promotores de salud.
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Comisión Especial de Violentología 2013
En todas estas líneas estratégicas de trabajo, durante este año hemos aumentado nuestra
capacidad de hacer. Sería una mentirosa si les dijera que tengo claro cuánto hemos
impactado; no es que no tengamos estrategias para monitorear, pero aún en 6 meses de haber
asumido esta tarea no tengo una certeza de impactos.
Para empezar a ver algunos detalles de acciones concretas, porque yo preferiría no ocuparles
mucho tiempo y que ustedes me digan sobre qué quisieran saber más.Para el modelo de
atención. Antes de introducirnos en este tema, quisiera hablarles de un tema que está súper
vinculado de la gestión y de la atención, que son los sistemas de registro. ¿Cómo pensamos el
abordaje de la intervención, cómo gestionamos? Esto tiene que ver con la estrecha relación
sobre qué tipo de información clara, pertinente, profunda, tenemos acerca de las
circunstancias, las situaciones de violencia que las personas viven, tanto en lo cuantitativo
como en los modos, los sentidos en que se producen las situaciones.
Ya todos escuchamos acerca de las 119 víctimas del femicidio en el primer semestre. En
relación al primer semestre del año pasado, es un poquitito menor y no es para alegrarse de
que sea un poquitito menor. Esa información, de bueno, no tiene nada.
Ahora qué sabemos nosotros de esas muertes. Sabemos si pasaron por el sistema de salud
golpeadas, no solicitando ayuda, solicitándola, qué recorrido hicieron, qué circuito siguieron.
Hemos encarado un proyecto de trabajo con dos profesionales y tres constituimos al
programa como centro de prácticas de la Facultad de Trabajo Social y, entonces, trabajamos
con tres alumnas avanzadas de cuarto año de Trabajo Social que todo este año están haciendo
su pasantía con nosotros y que es un trabajo en el que hay que asegurarles, además, el
proceso de aprendizaje. Les explico esto para que vean con qué recursos trabajamos y no
tenga que explicar mucho que tenemos pocos recursos.
Estamos haciendo un estudio, así como estudiamos la mortalidad materna infantil, con la
misma metodología y a través de nuestros datos del sistema integrado de información que
tiene la Dirección de Información Sistematizada del Ministerio de Salud. El Ministerio de
Salud produce muchos y buenos datos, pero hay que aprender a leerlos y a veces bien un
poco retrasados. Por ejemplo, respecto a la mortalidad materna infantil poder lograr todos los
certificados de óbito, inclusive de los niños y niñas menores de 1 año muertos en CABA,
187
Comisión Especial de Violentología 2013
todo eso lleva un año. No se puede creer que suceda en estas épocas, con la velocidad de la
información y la comunicación, pero lleva un año obtener todos los registros.
Yendo de hoy para atrás, estamos trabajando en investigar cada situación, cada muerte, no
para contarla solamente, porque sí nos importa saber cuántos, pero también nos importa saber
dónde, qué le pasó a esa víctima, por lo menos dentro de nuestro sistema. Y si tenemos
alguna otra información de qué le pasó en su ruta crítica, también.
Lamento que esto sea publicado, pero lo voy a decir igual: una de las cosas que sentimos en
relación a la enorme deuda de capacidad de atención, donde sentimos que la situación está, el
problema está delante nuestro, o sea nosotros estamos por detrás del problema y lejos del
problema; no hemos logrado acercar profundamente.
Entonces, esta cuestión de que el señor Ministro haya creado un área específica, le esté dando
recursos, haya puesto en la agenda sanitaria, haya firmado este protocolo en la Cámara de
Diputados, esté acompañándonos para poder llegar a cada director de hospital, a cada jefe de
servicio, a cada coordinador o director ejecutivo de región sanitaria, a cada secretario de
salud municipal, ya que para poder ponerlo entre todos en la agenda esta voluntad política es
imprescindible para poder empezar a saldar la deuda. También es importante entender que
tenemos que ponernos en encuentros, en diálogos, el profundizar las acciones de capacitación
y de gestión.
Ahora, retomo el hilo: cuando estamos haciendo estos estudios en nuestras percepciones,
porque quiero decir que estamos en este nivel de complejo método de investigación y, en este
momento, les puedo transmitir algunas percepciones, inclusive unas primeras hipótesis que
estamos construyendo.
Encontramos muchas mujeres que habían pasado por el sistema, que en algún momento había
un brazo quebrado, un ojo, una consulta, un reclamo, y que muchas de estas mujeres tenían
denuncias en el Poder Judicial. Y aquí surge esto -que me voy a animar a decir-: proyecta
tanta sombra la dificultad de acceso a la justicia no nos deja ver esa deuda de otro poder;
proyecta tanta sombra que, entonces, nos oculta un poquito los déficit que tenemos los que
estamos en este lugar, que es el de la gestión de las políticas públicas.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Y el acceso a justicia es un imperativo. No es fácil trabajar con los equipos de salud que están
comprometidos y están avanzando en modelos profundos de atención, de abordaje, de
intervención de la violencia familiar y de género que son defraudados permanentemente
porque no se da respuesta al derecho de acceso a justicia de las familias y las mujeres, en los
diferentes tipos y modalidades en que las violencias se ven en sus vidas cotidianas.
Entonces, obviamente para la víctima es peor y además está la sensación de impunidad para
la sociedad toda. No nos permite avanzar en una situación que nosotros queremos
profundizar, que es la corresponsabilidad social.
Desgraciadamente, el tema de femicidio nos permite poner blanco sobre negro, porque es tan
tremendo que es un modo de poder alertar, parece que uno puede tocar la campana o el
timbre más fuerte.
Esta mujer que fue asesinada por la sola razón de ser mujer, en manos de su pareja, su
esposo, novio, conviviente o no, ex pareja, no vivía sola en la cumbre de una montaña. Y
estos procesos, si bien tenemos algunas cuestiones que queríamos comentarles, se dan en el
tiempo. Alguien vio, alguien escuchó; el agresor corta los vínculos, opera sobre su víctima de
modo de construcción de su subjetividad, de su auto estima, que la deprecia y la deja
absolutamente sin voz. Pero, los demás, nosotros, los hermanos, hermanas, vecinas, las
amigas de ellas, vemos estos procesos, los vemos y a veces no tomamos la debida
consideración de los riesgos.
Y tampoco lo hace el sistema de salud, de la situación de riesgo en que las mujeres y familias
se encuentran, aún cuando es propio de ella medir el riesgo, medir el daño y trabajar para
cuidar, atender, re habilitar, inclusive para consolar; es propio de la atención de la salud el
restablecimiento de la completa salud psíquica, física, social de estas víctimas.
Estamos haciendo este proyecto, hemos incluido la atención de la violencia en un sistema
único de registro para el primer nivel de atención, sistema Sur, que nos permite saber en el
primer nivel, en los municipios, en los territorios, a través de las unidades sanitarias que están
en la gestión de nuestras municipalidades, más de 2 mil en la provincia de Buenos Aires, y lo
vamos a incorporar ahora en NACER. Como el NACER se amplía y llega hasta mujeres de
64 años nos va a dar más información, porque tiene un buen sistema de registro, tiene
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Comisión Especial de Violentología 2013
contemplada esta posibilidad y vamos a empezar ahora con algunos cruces. A fin del año
pasado, se implementó una planilla de registro de la atención de los hospitales provinciales.
Finalizando el año se hizo una presentación, donde había unos trescientos casos notificados
de la atención. No tengo nada que agregar. Sí puedo decir que sostuve el sistema. No me
parece que cada uno que llega a la gestión barre con lo anterior y, como es tan lúcido, tan
inteligente, vivaracho y sabe mucho más que el otro, cambia para mostrar que sabe. Con la
misma planilla, que no es una mala planilla, lo que hemos hecho a través de las regiones
sanitarias, es poner mucho énfasis en el registro. Hemos aumentado en el primer semestre el
100 por ciento de registro, pero 100 por ciento del bajo registro que teníamos. No les quiero
vender nada, tengo para darles toda la información, puedo dejárselas, por ejemplo, donde
hemos hecho una comparación del primer-segundo semestre.
Hemos cambiado también mucho. Quiero hacer énfasis en algunas cuestiones para liberarlos
y que ustedes me pregunten, para lo que les dejo algún material a su disposición. Hemos
cambiado el modelo de capacitación de nuestros profesionales. Creemos que los protocolos
son imprescindibles, es decir, hay un aspecto prescriptivo y normativo que está en el
protocolo, que es necesario en nuestro sistema, pero la realidad tiene la muy mala costumbre
de no querer adecuarse a esto, no entra.
Entonces, pensamos que debemos ir hacia la capacitación con guías de internación y
promoviendo estas capacitaciones como construcción colectiva de conocimiento desde la
interdisciplina y unificando, al mismo tiempo, la mirada de abordaje y con la mirada de
gestión.
En eso estamos en las doce regiones sanitarias. En lo que pasó del año, ha sido bastante
intensa la posibilidad de trabajar. Hay doce referentes regionales de este programa en cada
una de las regiones sanitarias hay un referente regional, que trabaja de cara al hospital
provincial y al esquema del sector salud municipalmente. Pero no es solamente eso, sino que
hemos replicado nuestro accionar en la macro gestión de salud.
Nosotros pertenecemos a todas las comisiones y mesas que existen en la Provincia referidas
al tema. Primero, la que está señalada en la ley provincial: la mesa intersectorial de atención.
Después, en la Comisión Interministerial de Niñez y Adolescencia, también en la comisión
referida a situaciones de trata, que ustedes saben que el órgano de aplicación es el Ministerio
190
Comisión Especial de Violentología 2013
de Desarrollo Social, entonces la coordina Desarrollo Social, la Secretaria de Niñez y
Adolescencia coordina la Comisión Interministerial de Niños y Adolescencia. En la
Secretaría, la subsecretaria del Ministerio de Seguridad y Justicia, Silvia, coordina la
comisión referida a trata; trabajamos con Copete, con el Ministerio de Trabajo y con Niñez,
en el tema de trabajo infantil. Trabajamos también con la Comisión Tripartita de Igualdad de
Oportunidades para varones y mujeres en el mundo laboral (CTIO), y nosotros tenemos la
comisión de Diversidad y Salud. Hemos ampliado mucho el tema de educación de derechos
en lo que significa identidad de género y diversidad sexual y estamos haciendo capacitación.
El año pasado el señor ministro firmó una resolución ministerial que impone el respeto a la
identidad de género auto percibida en la atención de los grupos profesionales, los equipos de
salud y el personal de contacto tiene la obligación de respetar la identidad auto percibida por
el usuario, o la usuaria.
Hemos avanzado con algunas cuestiones referidas a subatención de salud integral y, muy
específicamente, en lo referido a salud sexual; también la violencia es otro tema que estamos
trabajando. Hay otros, por supuesto, como el tema de fertilización asistida, y algunos cuantos
más que no hacen a la temática.
El hecho de participar con el resto de ministerios, es importante, porque se han producido
algunos interesantes cambios este año en estas mesas y comisiones como, por ejemplo, se ha
mejorado la metodología de articulación. Yo creo que si no le ponemos metodología a los
procesos de gestión, de las políticas públicas, aunque hacemos una serie de reuniones
inacabables, pocas prosperarán en la posibilidad de contactarnos en el territorio con la
realidad y asegurar la llegada de los recursos, dispositivos, servicios que disponemos de
manera articulada, digo como Poder Ejecutivo.
Esto lo hemos replicado en nuestro sistema, hemos puesto al sistema de salud de cada
territorio con los modelos formales en informales de gestión en red, donde hay una mesa
local y si hay un hospital provincial participa y si no lo hay, se acerca igual. Algún tipo de
formación de redes con las organizaciones de mujeres, con las ONG, con otras instancias
provinciales que están en el territorio, como la comisaría de la mujer, DDI, Atención de las
Víctimas, la Secretaría de Derechos Humanos, de los servicios locales y zonales de la
Secretaría de la Niñez y con la Dirección General de Escuelas.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Es fundamental que, a nivel provincial, podamos ir directamente de cara con la estructura
municipal a los vecinos y las vecinas, porque pensamos que esto es simultáneo, paralelo y se
atraviesa, por decirlo de algún modo. El modelo de abordaje y de gestión tiene volumen; debe
complejizarse para abordar una trama tan compleja, y la trama que nosotros le pongamos
también debe tener capacidad de complejidad sin llegar a ser un obstáculo. Digo complejidad
porque aumenta la solidez, pero no debe alejarse más de la gente y se debe contar con más
dispositivo que hace poco accesible la llegada. En ese sentido, estamos trabajando.
Tenemos la posibilidad de contar con una ley de regionalización, que va a ser un dispositivo
propio del sistema que nos permitirá trabajar de cara a la realidad local.
Todo esto que estoy diciendo es para el desarrollo y la profundización, aplicando una fuerte
mirada crítica. Habrá que pulirle algunos detalles, pero que no lo son, porque le falta primero
pulir lo grueso luego el fino, y después, al final, poder darle la blanqueada a la pared. Y, si
después, alguno quiere, llamamos a un diseñador y la pone bonita. Con esto quiero decir en
qué lugar de la construcción estamos; y que no es fácil construir en este tema.
También quiero que sepan que hay muchas personas comprometidas en el sistema de salud,
no es un sistema poco comprometido. Las personas que trabajan en salud se conmueven ante
el dolor humano. A veces pareciera que el permanente contacto con el dolor, con la
enfermedad y con el sufrimiento los encallece, pero no es así, hay mucha gente trabajando
muy bien.
El tema es dispar, es decir, necesitamos mejorar nuestras estrategias y profundizar la acción;
este es el compromiso que realizamos. Yo les dejo aquí algún material acerca de los objetivos
del programa. Tiene el viejo nombre porque cuando se lo tuve que presentar al señor Ministro
para que esté dentro del quinquenal, todavía no teníamos el cambio de denominación. Pero
ahora nos llamamos Programa de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de
Género, porque la idea era poner “las violencias contra las mujeres” y caía en la misma cosa
de tener un título enorme. Al programa le sacamos “de salud” porque somos, obviamente, un
programa de salud. Esta es información que nos permitiría que ustedes, inclusive, nos
monitoreen, porque incluye todas nuestras líneas de acción y nuestras metas indicadoras es el
sistema de monitoreo.
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Comisión Especial de Violentología 2013
También tengo para mostrarles otro material que fue impreso el año pasado, y como me
encontré con mucho material, este año estoy trabajando con él. Mucho de ello no tiene mi
nombre, pues uno, en el Estado, no se puede hacer el tonto en relación a los recursos tan
escasos de los que disponemos, y por eso no lo vamos a volver a imprimir.
Hay un modelo tipo de folletería y, en ese sentido, aclaro que tengo una crítica, esto del
negro, violeta, moretón no creo que se corresponda con el modo de comunicación social de
política de género que debiéramos abordar, pero tengo miles, por eso estoy bajando en este
material y esta es la folletería que les entrego.
También les dejo uno de los protocolos. Es mi opinión, después de haberlo revisado, que
muchos de ellos necesitan ser actualizados, porque no es que sean malos, pero hay que tener
una mirada de actualización permanente porque la dinámica de la problemática cambia.
Yo les prometí darles algunas percepciones que tenemos: por ejemplo, ¿dónde están por
grupo etario, la masa crítica de las mujeres violentadas? 14 a 35 años, y 14 a 24 es el pico.
Nosotros veíamos hasta hace unos años, a la violencia descripta como los libros, como el
círculo, el proceso, desde el inicio de la situación de violencia desde la violencia psicológica
hasta la escalada de la violencia en el círculo que cada vez se desaceleraba más, esto que
todos ustedes ya saben, pero digamos terminar en esta forma.
Este tránsito de aceleramiento, del círculo de la violencia dado en el tiempo, ha sido así en
algunas situaciones y, como lo están grabando, estoy haciendo con mis manos un gesto que
es de acá, hoy arriba, diez días de convivencia.
Tengo registrado esta situación desde el principio, diez días de convivencia. Ellos se habían
separado, ella tenía una nena de cinco años, tenían juntos un bebé de ocho meses, se habían
separado y habían empezado su vínculo, se separaron durante su embarazo; la familia estaba
muy contenta cuando empezaron a vivir juntos nuevamente. Ella es una de las víctimas que
cuenta, entre estas 119. Estuvo aquí en nuestro Policlínico de la ciudad de La Plata, que tiene
el Servicio del Quemado, pero lo único que pudo hacer Salud fue el coma farmacológico,
porque tenía más del 70 por ciento de quemaduras, entonces el único paliativo es que la
persona no sufra el enorme dolor de estar quemada, ya que es una de las situaciones físicas
más dolorosas. Nunca había hecho una denuncia, su familia estaba contenta de que habían
vuelto a convivir.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Una estrategia que nos estamos dando es, cuando aparece un dato por donde sea, la
comunicación entre los medios de prensa, la comunicación que tenemos entre ministerios,
desde nuestras regiones o desde el trabajo del territorio con los promotores. Lo investigamos,
por ejemplo en este caso fue muy importante intervenir, porque el bebé estaba con él, y a la
nenita que era hija de ella -había una circunstancia ahí-, su hermana estaba muy atemorizada,
ella era la única que sabía, él la traía y la llevaba, aquí a La Plata, en el San Martín. Pudimos
lograr dar pronto aviso la Secretaria de Niñez y Adolescencia y regularizar la situación de
cuidado de esta familia, de estos niños. En la situación de agonía de su mamá, pudimos hacer
una intervención rápida sobre la familia y también desencadenar los procesos de denuncia
correspondientes referidos al agresor.
Estamos tratando de crear un curso de 50 horas, con evaluación final, que es un proyecto de
intervención en las doce regiones. El IPAP nos ha comprometido ayuda financiera para la
capacitación. Hoy me dan la noticia de que vamos a poder hacer seis cursos; lo hemos
articulado de una modalidad de pareja pedagógica, dos personas muy capacitadas en el tema,
pero por región sanitaria regionalizando bien, tratando de adecuar a la diversa realidad
provincial. No es mucha cantidad de horas, sin embargo, cuesta mucho conseguirlas. Después
les cuento qué suerte tuve al respecto, pero la idea original de lo que hemos venido charlando
es que puedan financiarnos seis cursos este semestre, y seis el próximo. Nosotros estamos
haciendo nuestro esfuerzo de capacitación de asistencia técnica desde el Programa, desde el
Área de Políticas de Género con toda la temática que traté de exponerles rápido sobre la
mesa.
Han sido muy atentos en escuchar. Gracias a todos y a todas.
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Comisión Especial de Violentología 2013
VIOLENCIA CONTRA LOS ADOLESCENTES Y LAS MUJERES
Norberto Liwsky, Marco Guillén y Sol Macchi75
Norberto Liwsky: Buenas tardes a todas y a todos. Es un gusto para el equipo del
Observatorio tener esta posibilidad de encuentros, dentro del espacio de trabajo de las
comisiones. En particular, esta Comisión tan singular desde el punto de vista del enfoque del
tema y de su instancia actual de desarrollo.
Nos pareció que el Observatorio Social Legislativo debía acompañar esta primera etapa de
trabajo de la Comisión y, por eso, nuestros integrantes del equipo han acompañado casi todas
las convocatorias que se han venido realizando. En ese contexto, nos parecía que era
oportuno, -y así se lo hicimos saber al diputado Caviglia-, el momento para interactuar entre
algunos capítulos de trabajo del Observatorio y el desarrollo de la Comisión. Sin la
pretensión de introducir alguna valoración diferente a la que vienen construyendo, pero sí,
siendo el ámbito legislativo el que contiene a este Instituto -relativamente ya instalado- que es
Equipo investigador del Observatorio Social Legislativo de la Honorable Cámara de Diputados de la
Provincia de Buenos Aires.
75
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Comisión Especial de Violentología 2013
el Observatorio dentro de la Cámara de Diputados. Compartir su producción con las
comisiones y con ésta en particular -habiendo temas en común- parecía muy lógico y un acto
de institucionalidad necesario.
El desarrollo del Observatorio ha fijado algunas prioridades temáticas, algunos las conocen
tal vez por experiencia más que otros. Ramiro nos ha acompañado desde el principio y hemos
intentado generar comisiones de seguimiento en la aplicación de alguna de las normas; como
también, favorecer con estudios, investigaciones, recuperación de datos a los anteproyectos
que se estiman que el Observatorio puede contribuir.
El foco de atención está puesto desde hace tres años. Por un lado, en el universo de leyes que
contiene la niñez, la adolescencia y la juventud, básicamente, las Leyes de Promoción y
Protección; la Ley de Educación, y la Ley de Justicia Penal del Niño. En el último período,
hemos abarcado aquellas que hacen al conjunto de leyes que relacionan los derechos de las
mujeres y, en particular, hemos tomado prioritariamente lo que hace a la violencia doméstica.
En ambos espacios fue bastante necesario introducir la subdivisión de temas o dimensiones
de análisis; es decir, aquellos que vinculan la violencia tanto con el sector de niñez,
adolescencia y la violencia de género.
El MIDEN es -en todo caso- el instrumento que hemos elegido para el desarrollo de estas
investigaciones, y que significa medición, indicadores, derecho, desarrollo y educación para
el caso adolescencia; y que a su vez, cuando lo traducimos a las mujeres, MIDEN; en realidad
-ustedes lo tienen allí adelante en la carpeta- también son mediciones, necesidades, inclusión
y derechos.
El MIDEN completo lo van a encontrar -creo que ya lo tienen los diputados en sus
despachos- a mano en el CD que está en la solapa de esta carpeta.
Los dos son productos 2012 y trabajamos sobre indicadores que nos han permitido generar
una perspectiva de la problemática, a través de reunir datos con la mayor fidelidad posible.
La intención es que en pocos minutos podamos presentar los aspectos principales de estos dos
documentos -el documento de la adolescencia MIDEN y las mujeres MIDEN-, ambos
referidos a violencia. Por supuesto, más allá del espacio que permite este momento en la
Comisión, está abierta la posibilidad para que los integrantes, individualmente, sus asesores,
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Comisión Especial de Violentología 2013
puedan realizar todo tipo de consulta que surja de aquí, y toda propuesta que surja para
mejorar, revisar y corregir metodologías de trabajo o criterios de enfoques. Desde ya al ser
del Instituto de la Cámara de Diputados, son los diputados y diputadas quienes tienen la
palabra más indicada para orientar la tarea del Observatorio.
Si les parece oportuno le paso la palabra: en primer lugar al Licenciado Marco Guillen,
Sociólogo integrante del equipo; y en segundo lugar, a la licenciada Sol María Macchi, quien
es a su vez, licenciada en Ciencias Políticas. Cada uno de ellos podrá presentar los aspectos
principales y la dimensión sobre violencia.
Licenciado Marcos Guillén: Muchas gracias a la Comisión por recibirnos.
Como decía Norberto, la parte que me toca a mí es presentar los aspectos vinculados con la
adolescencia; es decir, el seguimiento de estas tres leyes que se han mencionado.
Este es un trabajo que venimos produciendo desde el año 2009 con distintos niveles de
desagregación. Empezamos con datos a nivel provincial y pudimos avanzar a partir del año
2010 con datos sobre la influencia o la discriminación propia de los municipios y de las
secciones electorales, porque entendíamos que era una manera de facilitar lo que tiene que
ver con la democratización de la información que se produce.
En este mismo camino que hemos hecho desde el año 2009 para acá, y que ustedes tienen
algunos apartados incluidos en sus carpetas -y la totalidad del trabajo incluida en el CD- es
identificar una serie de dimensiones en distintas áreas de conocimiento con respecto a los
adolescentes; las cuales, han ido variando a partir de la información que teníamos y de las
posibilidades de considerarlas para que en el formato actual, tengamos un esquema de lo que
se presenta en siete dimensiones.
Una de las dimensiones tienen que ver con población y desarrollo; otra, con salud y
adolescencia; otra, con educación y adolescencia; una con violencia contra niños, niñas y
adolescentes; otra de participación juvenil, y la última vinculada al sistema de justicia penal
juvenil.
En estas dimensiones, hay distintos tipos de información o indicadores que darían cuenta de
esta dimensión, no con una idea de exhaustividad total, sino, con ideas de los que trabajamos
con esta información; ya que sabemos las dificultades que se presentan en general en la
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Comisión Especial de Violentología 2013
Argentina con respecto al acceso de la información, el procesamiento de la misma y poder
compartirla.
En lo referido a violencia, nosotros trabajamos con indicadores; es decir, el tema de violencia
vinculada a causas externas -a causas externas de muerte-, que este era un indicador que,
originalmente, teníamos en salud y luego lo pasamos a violencia. Otro que tiene que ver con
situaciones evidénciales en ámbitos escolares; o sea, violencia en las escuelas y finalmente,
datos de violencia institucional y de persistencia en situaciones de tortura en la provincia de
Buenos Aires.
La fuente de información es variada. Nosotros tendemos, generalmente, a utilizar fuentes
oficiales de datos. En el caso de los que mencioné, está utilizado el Ministerio de Salud de la
provincia de Buenos Aires, está también utilizada la Defensoría de Casación de la
procuración de la Suprema Corte, que tiene una base de datos respecto a casos de tortura
ocurridos en la Provincia, para mayores y para menores. Finalmente, complementamos con
un informe producido por UNICEF y FLACSO, respecto de las situaciones de convivencia en
las escuelas.
Como yo les decía, ustedes tienen ahí determinada información respecto de esto. Lo que sí es
llamativo en lo que tiene que ver con las causas externas de mortalidad -en el fin de semanasi no me equivoco, salió un artículo en un diario respecto a esto, se mencionaba parte de la
misma fuente desde el Ministerio de Salud, donde podemos ver que hay una persistencia y
prevalencia de causas externas de muerte por sobre las causas internas.
A este indicador lo ubicamos dentro de violencia, porque la característica de las causas
externas es, precisamente, que son causas violentas y que son causas evitables. Alrededor del
60 por ciento de las muertes que se producen en poblaciones adolescentes tienen que ver con
este tipo de causas; es decir, podríamos pensar que mediante el desarrollo de políticas
públicas, de concientización y de acción, se podrían llegar a prevenir.
Hacia el interior de las causas, cuando uno mira un discriminado llama la atención -y el
artículo lo mencionaba-, el tema de los homicidios: el 18 por ciento de las muertes tiene que
ver con chicos que mueren por motivos de homicidios y a su vez, el tema de suicidios, donde
el 14 por ciento de las muertes son por este tipo de causas.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Al mismo tiempo, incorporando la discriminación por género nos llama la atención, como
para poder identificar algún tipo de variaciones al momento de planificar algún tipo de
política pública, vemos que hay más propensión, en el caso de las mujeres, a ser víctimas de
accidentes de transporte y de accidentes mortales.
El 37 por ciento de las adolescentes que mueren por causas externas están vinculadas con este
tipo de accidentes, mientras que en el caso de los varones, las principales causas van a ser, el
ser víctimas de homicidios en una relación, aproximadamente, de tres a uno; cada tres
varones hay una mujer que muere por motivo de ser víctima de un accidente.
En el informe que mencionaba UNICEF y FLACSO, respecto a situaciones en las escuelas, sí
se da cuenta de una serie de situaciones que se dan en ámbitos escolares. En un estudio que se
desarrolló tanto en el ámbito de la sociedad como en la provincia de Buenos Aires, a través
de grupos locales, entrevistas a directores o a los propios chicos, donde se identifica que más
del 70 por ciento de los chicos vivieron o presenciaron actos de violencias en ámbitos
escolares; que pueden pasar por riñas o por distintos tipos de situaciones que se desarrollaban
en ámbitos escolares. También hablan de humillaciones, como una forma de violencia, y en
este caso, más del 65 por ciento.
En lo que tiene que ver con tortura, desde hace un tiempo la provincia de Buenos Aires, a
través de la Ley 14211, tiene un registro de los casos de tortura que ocurren, esto recae en la
Defensoría de Casación de la Provincia que agrupa estos casos y nos va dando, de manera
trimestral, la información actualizada respecto de la ocurrencia de estas situaciones, tanto
para mayores como para menores. Actualmente, ellos hacen una especie de compilado de
datos y hablan de 320 casos de tortura para los chicos del pueblo de la Defensoría Penal
Juvenil desde el año 2001 al 2010, pero, por supuesto, hay muchas discrepancias respecto de
cómo fueron registrados. Si uno toma información trimestral que se han dado de manera
periódica pueden ver que puede variar un poco, pero entre 46 y 60 casos de tortura contra
menores de 18 años se denuncian o se constatan en términos del registro que ellos tienen.
Al mismo tiempo, nosotros producimos información con respecto a los datos que nos
proporcionaron, respecto de cómo se distribuyen geográficamente y podemos ver que, cerca
del 50 por ciento de los casos, se producen en el ámbito del conurbano.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Al mismo tiempo, hay una situación que es que en este registro de datos se toman también
aquellos casos que están denunciados formalmente por las víctimas de las torturas y aquellos
que no y, también, se da una proporción, lamentablemente, mayor del caso sin denuncia
formal, es decir, sin iniciar un trámite que atente a sancionar a quienes fueron los
responsables, sino que una denuncia informal de un hecho fortuito que supera a los casos de
denuncia.
En la otra dimensión que queríamos compartir, porque nos parecía que tenía que ver con la
temática que viene trabajando la comisión, que es la que tiene que ver con justicia penal. En
ese caso la fuente de información es el sistema informático del Ministerio Público, la
Procuración provincial es la que nos provee, mayormente, los datos y también se incluyen allí
una serie de investigaciones que, desde hace tres años, el propio Observatorio, a través de sus
recursos, viene desarrollando estableciendo la relación entre adolescentes y medios y
representaciones sociales de adolescentes.
En el caso de la información que provee la Procuración, también ha tenido algo de difusión.
Lo que se puede ver es el peso que tiene en el universo de investigaciones penales
preparatorias que es como se inician los procedimientos de justicia administrativos para
identificar situaciones de violación de la Ley, el 4,3 por ciento solamente son investigaciones
penales preparatorias que corresponden a la población de 18 a 16 años y, al mismo tiempo,
cuando se ve en el desagregado, qué tipos de delitos son los que se imputan, vemos que
solamente el 1,07 por ciento, estamos hablando de homicidios dolosos.
De manera sucinta, esta era la idea de poder presentar estas dos dimensiones con la idea,
como dice Norberto, de que ustedes puedan no solo realizar preguntar, sino realizar aportes
que nos ayuden a complementar la información que estamos presentando.
Muchas gracias.
Licencia Sol Macchi: Buenas tardes a todos y a todas. Estoy contenta de encontrarnos otra
vez. Mi parte es el trabajo que se ha realizado a partir de este año en el Observatorio con
respecto a la violencia de género, lo cual es un tema de alto interés, de alto impacto, de
creciente incidencia y que el Observatorio, con gran abordaje técnico e intención de
profundizar en el tema, se ha ocupado este año y me ha invitado a participar.
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Comisión Especial de Violentología 2013
A modo general, les voy a explicar un poco las dimensiones de análisis, así como cuál es el
abordaje legislativo que hemos utilizado en esta parte y que sepan a nivel práctico, cómo
hemos dividido temáticamente el trabajo. Después, los voy a invitar a que miremos el
documento y veamos algunos indicadores concretos que, quizás, puedan resultar de interés,
pero mi idea no es influir demasiado en el criterio analítico para que ustedes cuando lo vean
puedan sacar sus propias conclusiones y encontrar cosas ricas en el trabajo, que creo que eso
es lo más importante de este documento.
En cuanto a las dimensiones de análisis, las primeras cuatro en las que hemos trabajado este
año son las mujeres y los objetos socio-demográficos en los que van a tener una introducción
-esto lo tienen todo en el CD- desde la pirámide poblacional, los índices quinquenales de
edad, la población analfabeta, toda la desagregación siempre es con enfoque de género, esto
es importante.
La producción no siempre ha venido desagregada por género desde la fuente original, pero
estamos logrando, a través de este trabajo, que todas las fuentes de información oficiales
también entren en este proceso de replantearse la importancia de recaudar estadísticamente
los datos con este enfoque.
Volviendo a los aspectos socio demográficos, tienen también poblaciones limítrofes
desagregadas por sexo, tienen población analfabeta; son cuatro o cinco indicadores y en todos
ellos tomamos como fuente el último censo del INDEC del 2010.
La segunda dimensión es la violencia familiar, en la que voy a meterme con más profundidad
luego, pero les adelanto que, lógicamente, utilizamos como marco legislativo de referencia
principal, la Ley 12569. Como saben, es una Ley que ya tiene 12 años de sanción y que es la
que utilizamos. También, con respecto a la cuestión de construcción política utilizamos la ley
de grupo femenino, solo con respecto al poder legislativo y hay otra dimensión que es la parte
de justicia.
En todas estas, las fuentes son también oficiales, al igual que se realiza con el trabajo en
adolescencia y hemos tenido informes específicamente preparados para esto. Hemos recibido
informes del ABM, de la Secretaría de Derechos Humanos, un programa muy importante que
se viene implementando desde el año 2008.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Hemos tenido también un importante aporte de las comisarías de la mujer, la órbita del
Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia, que nos han proporcionado un informe
con alto grado de desagregación en el cual ustedes luego lo van a poder observar.
También hemos tenido al aporte de la defensoría del pueblo, la Defensoría de Casación y en
la parte de construcción política hemos accedido a algunos documentos, específicamente,
más técnicos y, también, nos metimos en fuentes oficiales de la cámara de nuestro propio
Cuerpo, la Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores.
Hemos trabajado mucho en los tres poderes, pero en el documento van a encontrar un mayor
nivel de desagregación en el plano del poder legislativo y ahí van a poder sacar conclusiones
con respecto a la representatividad de las mujeres.
Ahora sí, metiéndome un poco más, los invito a que miremos el documento. Van a
encontrarse en la primer parte, en la portada, que la distribución temática de todos los
indicadores que les vamos a proporcionar se dividen en tres títulos.
Tenemos, en primer lugar, el registro de denuncias con una diversidad de fuentes; en segundo
lugar, modalidades de violencia; y, en tercer lugar, femicidios en la Argentina y en la
provincia de Buenos Aires.
En la parte derecha de la páginas, van a tener el marco referencial legislativo de alta
importancia. Todo el tiempo, en el Observatorio, cuando estamos presentando indicadores, el
marco legislativo de referencia para hacer la conexión con la realidad, es fundamental. Así
que siempre van a encontrar el marco legislativo a la derecha o abajo quizás.
Metiéndonos en el primer título, dentro de esta dimensión de violencia familiar, que es el
registro de denuncias, tenemos como fuente el programa ABM. Allí van a ver un gráfico en
donde encuentran la cantidad total de consultas telefónicas por violencia familiar que se
recepcionan en este programa, que son de dos años, con los cuales contamos información en
este momento, 2008 y 2009. Allí pueden observan la cantidad de consultas y a su derecha la
cantidad de víctimas.
Vemos, prácticamente, que hay casi una variedad entre la cantidad de consultas y la cantidad
de víctimas.
202
Comisión Especial de Violentología 2013
Otro cuadro que, quizás, les pueda resultar de interés en este programa está en la página
siguiente. Es lo que siempre nos cuestionamos o nos podemos llegar a preguntar, el quién
pide ayuda, quién realiza la llamada, quiénes son las personas que en esta red de relaciones se
involucran en la temática.
Aquí podemos observar, contrariamente a lo que creemos, aunque esto represente un corte
solamente de un año, que las personas que más consultan o están pidiendo ayuda son las
víctimas. Muchas veces creemos que no, pero en este caso, la información que revela este
programa es innegable. El 85,2 por ciento de los llamados fue realizado por la víctima de
violencia.
A su vez, algo que a mí me llamó mucho la atención, es que el más bajo porcentaje de
personas que realizaron las llamadas sean los referentes institucionales. También puede llegar
a llevarnos a un replanteo de la importancia que es el involucramiento de todos los sectores
de la sociedad, no solamente del pariente de la víctima o de las personas que pueden estar en
contacto con ellos, sino la importancia de esta interacción que tiene que haber entre el Estado
y la sociedad civil, que es fundamental. Es un problema con el cual no solo se va a salir con
buenas políticas públicas, sino con alta incidencia y participación por parte de la sociedad.
Ahora los invito a que pasen al gráfico número 9 y vamos a cambiar de fuente con la
Comisaría de la Mujer y la Familia. Como saben, estos dispositivos son unidades policiales
especializadas en la atención de las problemáticas de violencia familiar y de género.
Si bien se observa en el primer gráfico de denuncias una evolución ascendente desde el año
2008 al año 2011, esta perspectiva ascendente se debe, no solo al incremento a la cantidad de
denuncias y a todo este proceso de sensibilización que se ha producido en este último tiempo
con respecto al reconocimiento de derechos, sino también que responde a la creación de
nuevas comisarías.
En el año 2006 cuando se empiezan a crear, era un número reducido de distritos el que
contaba con estos dispositivos, y con el paso del tiempo a lo largo de seis años, contamos en
la Provincia aproximadamente con cincuenta dispositivos, con lo cual todo este proceso
ascendente de incremento se debe, lamentablemente, a la cantidad de dispositivos, de
comisarías que hay en la Provincia.
203
Comisión Especial de Violentología 2013
A la derecha, también, pueden observar para ir un poco más adentro de esta cantidad de
denuncias, es la distribución mensual a lo largo del año. El año que tenemos acá es el 2011,
es el gráfico número 10. Es llamativo el pico que se produce a partir de noviembre-diciembre,
el cual es muy alto. Observen que los meses centrales de junio-julio es mucho más bajo; hay
diferencias de 2 mil o 3 mil casos con respecto a fin de año.
Algo interesante acá, en cuanto a la distribución geográfica, hemos hablado de distribución
mensual, de cantidad total, nos podemos meter un poco más en la distribución geográfica de
las denuncias y podemos observar la alta incidencia que existe en el gran Buenos Aires.
Se observa en el gráfico número 11, que en el gran Buenos Aires tenemos el 79 por ciento de
las denuncias realizadas y el restante, el 21 por ciento, es del interior.
También a la derecha de la tabla número 5, pueden observar por distritos y localidades.
Pueden mirar con lupa y ver los distritos de mayor incidencia y, además, recordando -vuelvo
al tema-, de que quizás observen que hay localidades y distritos que no están contemplados
acá en esta tabla desagregada, pero quiere decir que esos distritos no cuentan con dispositivos
de registro de denuncias; es decir, si no existen comisarías no quiere decir que no existan
casos, o que tal vez, los distritos que no poseen comisarías recurren a distritos lindantes.
En cuanto a la persona denunciada, vemos que el 76 por ciento es de sexo masculino, está
desagregado por género también; del otro lado, del lado de la víctima, vemos la mayoría
femenina.
Si agrupamos podemos hacer una diferenciación por edad, mayores y menores de 18 años,
pero podemos ver que las más afectadas son las mujeres mayores con el 70 por ciento y si les
sumamos las femeninas menores con el 4 por ciento, tenemos que el 74 por ciento de las
víctimas son mujeres, mayores y menores. Si a esto le agregamos las víctimas masculinas
menores, tenemos el panorama específico del ámbito familiar.
Fundamentalmente, las víctimas son mujeres y niños en el ámbito de la familia.
También podemos observar la existencia de nuevas lesiones y amenazas. Esto no quiere decir
que siempre existan o no existan. En este caso, lo que nos proporciona el Ministerio de
Seguridad y Justicia es que el 24 por ciento denunció, formalmente, la existencia de lesiones.
204
Comisión Especial de Violentología 2013
Hay muchas víctimas que, lógicamente, no las quieran denunciar por miedo o por otros
factores existentes.
Ahora, pasamos al segundo título, modalidad de violencia. Aquí, también hemos tomado
como fuente al Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia de Buenos Aires.
Fundamentalmente, la modalidad de violencia que abordamos es de violaciones y de otros
delitos contra la integridad sexual,
En este caso, tenemos un despliegue interanual, desde el 2009 hasta el 2011. Podemos ver la
evolución, conocer el sexo de las víctimas más afectadas, que son las mujeres en un 86 por
ciento.
También, podemos ver que siempre existe una relación entre el imputado y la víctima. Si
observan el gráfico número18, pueden encontrarse con que del total de violaciones, el 73 por
ciento tiene algún tipo de relación con la víctima.
Luego tenemos unos cuadros, que son los más interesantes, que es una desagregación de
grupos etarios y por ámbito de ocurrencia, con el cual ustedes leyéndolos en profundidad van
a poder observar y llegar a sus conclusiones de qué edades son las más afectadas en estas
violaciones y en qué ámbitos de ocurrencia.
Aquí tienen, por ejemplo, el gráfico número 19, fíjense el color naranja -se los ubicó con
color para que sea más fácil- es el grupo etario de 11 a 15 años y fíjense la incidencia que
tienen las violaciones en este grupo. Solo ese grupo es el 38 por ciento de las personas
afectadas.
También tenemos estos cuadros de grupos que son magníficos en cuanto a desagregación y
en cuanto a ámbito. Pueden observar específicamente en el ámbito familiar, si el agresor es
desconocido también según la edad de la víctima y, en otros delitos contra la integridad
sexual, la violentología de desagregación es, básicamente, la misma. Se trata, inclusive, de
utilizar la misma secuencia de colores para ubicar al lector, porque son tantos los grupos
etarios, tantos los ámbitos y tantos gráficos que lo importante es llegar a entenderlos y asociar
la secuencia.
205
Comisión Especial de Violentología 2013
Finalmente, para no extenderme más, les comento brevemente que también tomamos en este
punto el Centro de Protección de los Derechos de la Víctima que es un organismo que
pertenece al Ministerio de Seguridad y Justicia, quien nos han proporcionado un informe muy
rico desde la dirección de la defensa de los derechos de la víctima y en este caso, ellos
realizaron un corte en base a las intervenciones del año 2011. Tomaron como universo 178
intervenciones y desde ahí nos explicitaron qué casos correspondían a violencia de género y
agregaron otros tipos de violencia, con lo cual ustedes pueden observar en la tabla número 6
en el gráfico que está debajo, cuáles son los tipos de violencia más frecuentes, cuál es la
cantidad de casos, y su representatividad porcentual. Este caso, se observa que los casos de
violencia contra la mujer, representa el 43 por ciento del total de intervenciones que tomaron
ese año, lo cual es altísimo.
A su vez, dentro de este fenómeno de violencia de género, el tipo de violencia que más
incidencia tiene es la trata de personas con fines de explotación sexual, con un 44,7 por
ciento; luego, de violencia familiar con un 26,3 por ciento.
Esto, obviamente, lo van a ver después con profundidad. Yo lo que estoy tratando de hacer es
darles alguna mínima opinión para que después ustedes saquen sus propias conclusiones.
Por último, les cuento un poco de la parte de femicidio que es el último título de nuestra
dimensión. En este caso, el documento intentó tener un abordaje teórico e introductorio para
meternos un poco en el tema. Saber qué es el femicidio, donde tomamos como fuente
principal el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, un informe regional sobre un
estudio que realizaron en el año 2006 en Centroamérica.
Además, van a ver, además del enfoque a nivel legislativo de la Convención como la
Convención Internacional marco, en cuestión de violencia, que se complementa con la
CEDAO Convención por la Eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer,
que es de Naciones Unidas. Estas son las dos convenciones
y el marco legislativo
internacional más importante que tenemos incorporado con rango institucional en nuestro
país.
En cuanto a los indicadores, en el gráfico número 26, tenemos cuál es la cantidad total de
femicidios en la República Argentina y en la provincia de Buenos Aires. Estos datos son de
2009 y 2011.
206
Comisión Especial de Violentología 2013
Vemos que tenemos una Provincia en la que ocurren más del 30 por ciento de los femicidios
del país, lo cual es preocupante y habla a las claras de las cosas que escuchamos todos los
días. Al tener los datos, nos da certeza de un montón de situaciones que pueden suponerse o
no, pero la existencia de estos datos es irrevocable.
En el gráfico que sigue, pueden observar la desagregación a nivel nacional y provincial de los
tres años, para que vean qué pasó en 2009, respecto de los femicidios que hubo en el país y
en la Provincia y, además, en 2010 y 2011. Como ven, siempre supera el 30 por ciento.
Además, si quieren hilar más fino tenemos un trabajo que ha realizado el Instituto de Estudios
Sociales y Jurídicos de la Mujer, que es una organización sin fines de lucro que lleva
realizando desde hace años un estudio de investigación y cuantificación en cuanto a estos
casos, y van a ver, efectivamente, cuántos casos hay por municipio.
Finalmente, la última referencia que realizo es la incorporación del femicidio como tipo
figura en el Código Penal Argentino. Lo que nos pareció interesante era no omitir un tema de
tanta importancia, que ya ha sido objeto de debate legislativo en abril del presente año.
Este proyecto que tienen, que está tal cual al que se presentó en la Cámara de Diputados de la
Nación, es el que se aprobó con algunas modificaciones introducidas, y ahora está esperando
su efectivo tratamiento en la Cámara de Senadores. Si lo quieren leer, es muy interesante.
Estamos abiertos al debate y responder a las preguntas que nos quieras realizar. Espero haber
sido breve y dejarlos que tengan su propio criterio de análisis. Muchas gracias.
207
Comisión Especial de Violentología 2013
LA NUEVA CONFLICTIVIDAD Y LOS DESAFÍOS DE LAS POLÍTICAS
PÚBLICAS DE SEGURIDAD
Diego Gorgal76
Celebro que sea en este marco institucional donde se discutan a fondo los problemas que
aquejan a la sociedad argentina y no en un set de televisión donde no hay lugar para un
debate serio en intervenciones de medio minuto. Así que agradezco la invitación. Yo voy a
compartir solo algunas ideas y después quiero iniciar un intercambio con ustedes. Dentro del
marco general de esta Comisión voy a ocuparme de un sector de ese gran campo que es la
violencia y es el que atañe a la violencia relacionada con la criminalidad. La seguridad es una
76
Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales. Realizó estudios de
postgrado en Control y Gestión de Políticas Públicas en FLACSO y en Economía Urbana en la Universidad Di
Tella. En el sector público se ha desempeñado como asesor en la Secretaría de Seguridad Interior de la Nación,
en el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, y en el Congreso de la Nación.
También ha sido Viceministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y Subsecretario de Seguridad
Urbana de la Ciudad de Buenos Aires.
208
Comisión Especial de Violentología 2013
consecuencia de ese problema. Mi exposición, va a analizar los hechos violentos delictuales
desde la perspectiva del Estado, esto es, desde las políticas públicas.
Empecemos señalando que la conflictividad moderna puede ser estudiada desde diferentes
disciplinas. Sin embargo, va a ser Julien Freund (1995), quien nos remita a una disciplina
autónoma, la polemología, a fin de estudiar los grados, tipos y raíces de los conflictos. Desde
nuestra perspectiva, el conflicto puede ser definido como una actividad humana especifica
que resulta del deseo subjetivo de personas, grupos o conflictividades que tratan de romper la
resistencia que el otro opone a su voluntad.
En las sociedades latinoamericanas y en Argentina en particular, el conflicto contemporáneo
que más parece aquejar a los ciudadanos es el de la criminalidad. Sin embargo, el panorama
con que nos encontramos es el de una delincuencia organizada enfrentada a un Estado
desorganizado para combatirla. Un Estado cuyas instituciones están desarticuladas y no
tienen ningún diálogo entre sí. Esta vinculación es necesaria para ver que existen conexiones
entre diferentes tipos de violencia, por ejemplo, entre la violencia doméstica (el maltrato
infantil) y la delincuencia en menores. Un niño víctima de la violencia tiene mayor
propensión a incurrir en el delito juvenil en el futuro. Esto evidencia la necesidad de que
contemos con una anteojera teórica que nos permita ver la violencia de manera integral, pero
también por razones prácticas relacionadas con la acción del Estado sobre el territorio.
Un primer interrogante a plantear es ¿Por qué hoy hablamos del delito como un problema
público y esto no era así hace 30 años? ¿Por qué este era antes un tema eminentemente
policial y ahora no lo es? La aparición de la seguridad dentro de la agenda pública está
relacionada con toda una serie de transformaciones sociales, económicas, institucionales y
culturales, ocurridas a nivel mundial. En América latina, la mayoría de los países comenzó a
soportar una ola creciente de delitos y violencia que se proyecta hasta la actualidad y
amenaza sistemáticamente la vida, propiedad y libertad de los ciudadanos que habitan en
ellos, atentan contra la paz y tranquilidad pública y erosionan los lazos sociales y valores
comunes. Pero hay un hecho novedoso en esta coyuntura: la aparición de la víctima como un
nuevo protagonista del problema. Mientras que en años anteriores, el hecho delictivo aparecía
en la sección de policiales y tenía como protagonista al delincuente, ahora la noticia se
localiza en la sección de seguridad o en los mismos titulares y tiene como protagonista a la
víctima. Esta transformación hace que la criminalidad y el delito sean puestos en el centro de
209
Comisión Especial de Violentología 2013
las preocupaciones ciudadanas y que la seguridad empiece a ser un patrón de evaluación de la
política.
Ahora bien ¿Cómo abordar la cuestión de la seguridad? A partir de dos dimensiones: la
criminalidad objetiva, que remite al conjunto de hechos delictivos; y la criminalidad subjetiva
que tiene que ver con las ideas, creencias, percepciones y valores que tienen los grupos
sociales acerca de la cuestión criminal. Vale decir que las dos dimensiones tienen la misma
importancia en el momento de formular políticas públicas. La sensación de inseguridad,
como expresión de la dimensión subjetiva, no es un problema menor ya que tiene efectos
sobre nuestro comportamiento cotidiano y nuestras expectativas como ciudadanos. Actuamos
en función de nuestras creencias, valores y percepciones aún si estas no se relacionan
directamente con la realidad de los hechos. De allí que una política de seguridad deba atender
las dos dimensiones.
Vamos a referirnos en primer lugar a la criminalidad objetiva. En efecto, Argentina ha sufrido
un incremento sostenido en el nivel de delito entre 1971 y 2008 (Ver grafico en ppt anexo).
Se observan picos de criminalidad después de cada crisis socio-económica, y cada crisis
genera un nuevo piso, cada vez más alto. Si observamos la tasa general de victimización en la
CABA vemos que en 2006, una de cada cuatro personas había sido víctima de un delito, y
que se registraban unos 24 mil casos. Recoleta era la comuna con un menor nivel de
victimización 13,5%, y Lugano la que tenía niveles mayores con 33,7%. La tasa de
homicidios total del país disminuyó en el periodo 1971-2007. Vale aclarar que contamos con
datos hasta el 2007 porque a partir de entonces no se han hecho nuevas encuestas. En general,
Argentina tiene dificultades dada la ausencia de mediciones. Esto tiene efectos enormes sobre
la política de seguridad que termina emulando la conducta de un médico que hace recetas por
teléfono sin ver al paciente. ¿Cómo formular una política de seguridad si no se sabe el
diagnóstico de la criminalidad?
Otro factor que interesa respecto a la criminalidad objetiva es la complejización del delito. El
delito no solo es más frecuente en el país sino que además es más complejo e imbricado, de
ahí que las respuestas deban ser también complejas. La participación de menores en la
comisión de delitos también ha aumentado, el grueso de las sentencias condenatorias se
concentra en la población entre 28 y 25 años.
210
Comisión Especial de Violentología 2013
Veamos ahora el panorama de la criminalidad subjetiva. Aquí debemos considerar tres
categorías: i. La preocupación por el problema, ii. La percepción de riesgo; y iii. El temor al
delito. Por otro lado, debemos considerar los factores asociados en el surgimiento del
sentimiento de inseguridad. Estos son tanto objetivos como subjetivos y tienen que ver con: i.
La aleatoriedad del peligro de ser víctima de un delito, debido tanto a la deslocalización del
delito como a la desidentificación del mismo.
La sensación de inseguridad tiene además los siguientes atributos: i. Es dinámica; ii. No es
socialmente homogénea; iii. Tiene una fuerte dimensión comparativa; iv. Tiene una
autonomía relativa respecto de la criminalidad objetiva (que se reduzca el delito no implica
que se reduzca la sensación de inseguridad); v. Tiene una autonomía relativa respecto de las
probabilidades objetivas de riesgo; vi. Sufre un impacto relativo de los medios de
comunicación.
Con respecto a la sensación de inseguridad, la encuesta de victimización de la CABA (2006)
arroja datos como los siguientes: Un aumento general en la percepción de ocurrencia de
delitos y robos: superior al 50%; los tipos de delitos que mayor preocupan a la población son
el consumo de drogas y alcohol 82,9%, el robo de autos 60,2% y el robo de casas 56, 4%.
Otro dato importante a considerar, pues da cuenta del impacto asimétrico de la violencia a lo
largo del territorio nacional es la tasa de homicidios por provincias. En el año 2009, Salta,
Catamarca y La Pampa fueron las provincias con menor tasa (menos de 1 homicidio por cada
100 mil habitantes); mientras que Santafé, Chubut y el conurbano bonaerense se ubicaron en
los lugares más altos, con tasas superiores a 8 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Vistos los datos anteriores, la pregunta es ¿qué hacer? ¿Cómo debe atender el Estado el
problema de la violencia y la inseguridad? Es hora de hablar de una Doctrina Integral de
atención del delito y la violencia. Tal integralidad viene dada por la consideración de tres
factores de riesgo:
i. Socio- económicos: ciclo económico, empleo, distribución de la riqueza
ii. Socio- demográficos y culturales: educación, inclusión y equidad. Estos últimos son
factores centrales, pues está comprobado que son las sociedades más desiguales y no las más
pobres aquellas con mayor tendencia a la violencia y el delito.
211
Comisión Especial de Violentología 2013
iii. Institucionales: la familia, la escuela y la comunidad como barreras que contengan el
ingreso a la actividad criminal. El Estado como morigerador del conflicto
El Estado tiene como función la administración del conflicto para que este circule por niveles
socialmente aceptables. Para ello debe desplegar una serie de instrumentos de política
pública. Actualmente, el Estado argentino tiene serias deficiencias para tratar la cuestión
criminal ya que no logra disuadir el delito y tampoco prevenirlo. La disuasión vendría dada
por cuatro factores: - Probabilidad de arresto (Policía), Probabilidad de sentencia (Mrio
Público), Probabilidad de condena (Justicia), y una baja Tasa de reincidencia (Sistema
Penitenciario).
Del lado de la prevención, la función del Estado debe encaminarse a actuar sobre el medio
que condiciona la criminalidad reduciendo los incentivos de delinquir, aumentando los costos
y riesgos de incurrir en un delito, fortaleciendo las barreras sociales e institucionales de
contención para la comisión de delitos y haciendo más difícil el acceso a drogas y armas.
Estos serían los elementos de una política pública integral de seguridad. Se trata de lograr un
conjunto de intervenciones múltiples e integradas que vayan más allá de la prevención
policial e involucren:
Prevención situacional
Prevención social: comunidad y agencias sociales
Prevención policial: policía
Represión del delito: Ministerio Público
Investigación criminal: Justicia penal
Sanción penal: Justicia de ejecución penal
Reclusión y tratamiento criminológico: sistema penitenciario
Prevención post- penitenciaria: Patronato de liberados
Como se observa, se trata de una cadena progresiva que exige la comunicación y la acción
coordinada en todos los niveles institucionales involucrados. El problema que existe en
Argentina es que el Estado recibe información pero no la sistematiza ni coordina para una
212
Comisión Especial de Violentología 2013
acción conjunta. La pregunta en este punto es ¿qué tipo de formación policial requerimos si
queremos que interactúe con otros organismos del Estado?
Antes de terminar quisiera detenerme en dos casos que pueden ejemplificar una planeación
integral en materia de disuasión policial y disuasión penal: El Plan cuadrantes de seguridad
preventiva de los carabineros de Chile y el Monitoreo electrónico. El primero es importante
porque permite ver cómo puede planearse de manera ordenada la oferta y la demanda de
servicios policiales a partir de la medición de las variables en cada una de las comunas de una
ciudad a partir de la zonificación o división del territorio en cuadrantes y el cálculo a través
de una fórmula matemática. En el segundo caso, el monitoreo electrónico pone de presente
que hay alternativas intermedias a la reclusión o la impunidad, y que es un método que
reduce las tasas de reincidencia. Quería mencionar estos dos casos como ejemplo, pero quiero
concluir diciendo lo siguiente:
No hay seguridad sprayette
Es necesario un liderazgo sinfónico en materia de seguridad
Es importante planear en el largo plazo (variables socio- económicas) pero es indispensable
ver resultados en el corto plazo (victorias tempranas)
Deben evitarse las revoluciones caligráficas (leyes con dientes)
Es necesario conectar la macro reforma con la micro gestión
Deben realizarse pactos de Responsabilidad social corporativa
Debe propenderse por un servicio civil profesional para la prevención (enfoque pandémico)
Hay que institucionalizar la relación Nación- provincia- municipio en temas de seguridad
213
Comisión Especial de Violentología 2013
VIOLENCIA Y CONSUMISMO
Silvia Ons77
Mi libro se llama "Violencia/s" en tanto el plural indica su diversidad. Pienso que no habría
que ubicar a la violencia como un ente, lo hablamos con el diputado Caviglia recién, sino que
hay que poder situar la diversidad de la violencia en nuestros días. La violencia existió
siempre, incluso en otras épocas de manera hasta más cruda, pero yo creo que habría que
ubicar la particularidad que tiene la violencia de nuestros días; porque es una violencia que
tiene un carácter ubicuo, que a veces aparece de manera latente y a veces se expresa, se
explicita. A diferencia del siglo pasado, que sabemos que la violencia no era tan mal vista, si
pensamos en la década del '70, la violencia, a veces, era vista como redentora, o sea que
también podemos pensar que la violencia de nuestros días ha tenido algunos padres.
Ha cambiado mucho la visión de la violencia. Marx la consideraba la partera de la historia.
Sin embargo, yo ubico en el libro muchos pensadores que veían con simpatía a la violencia, o
77
Licenciada en Psicología en la Universidad del Salvador, es miembro de la escuela -todo esto para que quede
constancia y registro para el informe- de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis,
responsable del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía del CICBA; coordinadora de la Sesión de Filosofía
del CICBA; integrante del Comité Integral de la revista "Dispar" de la que fue directora y creadora. Fue
Profesora Titular de la cátedra de Psicología Profunda, de la Facultad de Psicología de la Universidad del
Salvador, también fue profesora titular de la Maestría de Psicoanálisis de la Universidad Kennedy; también fue
Profesora Asociada de la cátedra de Psicopatología de la Facultad de Psicopedagogía de la Universidad del
Salvador; escribió numerosos trabajos -tanto en el país como en el extranjero- y varios libros, entre ellos: "Una
mujer como síntoma del hombre", "Placer y bien en Platón, Aristóteles y Freud", y el libro "Violencia/s"
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Comisión Especial de Violentología 2013
sea, estaba vinculada con una ideología y tenía un carácter instrumental, estaba acotada, tenía
una finalidad, mientras que ahora la vemos expandirse por doquier y, a veces, sin finalidad,
no en los casos de la gente que no robó pero mató; es una violencia que, generalmente, se
dice una violencia sin sentido, que nos subleva, que da lugar a un dicho corriente que es "la
violencia por la violencia misma", sin un fin, sin una estrategia.
Primeramente, tenemos que considerar, en esta condición, el tema del contrato social creado
por Hobbes, que también ha sido tomado por Freud en textos capitales como "El malestar en
la cultura", considera que el hombre liberado a sí mismo es el lobo del hombre, a diferencia
de la idea de Rousseau, quien decía que es la sociedad la que corrompe al hombre. Hobbes
más bien planteaba que no, que es el hombre el lobo para el hombre. Yo creo que hay que
sopesar estas dos afirmaciones, que tal vez no se trate de una cosa ni de la otra. Yo cuando
veo a mi nieta jugar en la plaza y que, de pronto, alguien le saca algo y ella se queda con una
perplejidad, digo: "No, me parece que no hay algo tan innato en la violencia, me parece que
hay algo que viene de afuera". Thomas Hobbes considera que el hombre liberado a sí mismo
es el lobo del hombre, y es necesario refrenar esa impulsividad mediante el contrato social.
Entonces, si pensamos que la violencia existió siempre, creo que hay que considerar la
especificidad de la violencia en nuestros días, y también me parece que sería interesante
poder cuestionar las cosas que se dicen y que se escriben sobre la violencia, porque no todas
tienen igual valor. El gran número de aportes periodísticos no supera lo previsible y rutinario,
iluminando pobremente un fenómeno que nos conmueve significativamente, e inclusive, yo
creo que los medios hablan de la violencia y la promueven. Hay una promoción de la
violencia cuando se habla todo el tiempo de ella. Es una cuestión bastante interesante que
lleva al tema de la sugestión.
Si la violencia es ancestral, en nuestra contemporaneidad, ella se acrecienta día a día y se
hace presente como una sombra que amenaza lo cotidiano. Esta sombra genera lo que uno
podría denominar un estado paranoico que, lejos de preservar a los sujetos de la violencia, es
un estado que llama a la violencia. Por ejemplo, en el edificio donde vivo había un problema
con la administración, entonces yo le dije a uno de los propietarios que, cuando yo vivía con
mis padres, mi padre era el que se encargaba de la administración porque siendo un vecino
era más confiable y no existían los problemas que existen con las administraciones
actualmente, y esta persona me dijo: "Eso sería imposible en esta época, porque el vecino ya
215
Comisión Especial de Violentología 2013
no es vecino". A veces, tomando afirmaciones que se dicen así, uno puede extraer muchas
consecuencias, por lo menos yo las extraigo no solamente de los pacientes, sino de lo que voy
escuchando. O sea que el vecino ya no es un amigo, que el vecino puede ser un enemigo, y
esto está presente. Muchas desgracias son provocadas no solo por la violencia del otro sino
por haber creído que el otro era violento. Creo que la película "Crash" lo ilustra
perfectamente en esa escena en donde alguien mata al otro creyendo que, en sus manos, tenía
un revólver cuando, en realidad, tenía una Virgencita. Esa película es impresionante con
respecto a eso. También hay otras películas que muestran claramente lo que es la violencia en
las escuelas y que lleva a cómo se entienden las palabras, actualmente, cómo se entienden las
palabras de manera violenta. Hay una película muy interesante que se llama "Entre muros",
que muestra la violencia en una escuela de los suburbios de Francia, en la cual el profesor
trata de implementar todos los recursos en relación a estos alumnos conflictivos; lleva
adelante una tarea no solo como docente sino que también trata de comprenderlos, trata de
meterse en la historia de cada uno, en fin, es un docente piola. De pronto hay una escena
donde el docente está con los alumnos en una reunión de Consejo, y dos de las delegadas
empiezan a hacer mucho lío, comen, hablan entre ellas, se ríen, se burlan de los demás y el
profesor se saca. Luego en la clases les dice: "Ustedes se comportaron como "petás" -que es
una palabra que se utiliza sobre todo en Canadá y también en Francia para hablar de chicas
zorras, de adolescentes ligeras, inclusive que pueden caer en la prostitución fácilmente-, por
supuesto que el tipo se sacó; pero el profesor dijo: "Ustedes se comportaron como "petás", e
inmediatamente fue denunciado por las alumnas, o sea, que ellas no tuvieron en cuenta el
contexto -que ellas se habían comportado muy mal- y tampoco tuvieron en cuenta la actitud
de este profesor, un profesor querido, un profesor democrático. Es interesante, porque creo
que esto también es clave en relación al fenómeno de la violencia.
No se escucha. La palabra del otro es siempre interpretada de manera violenta, es una palabra
que inmediatamente lleva a la denuncia y en esta película creo que es interesante porque,
justamente, se trataba de alguien que era todo lo contrario a una personaje violento, se había
sacado, que estaba muy mal; pero creo que hay una decadencia también de los discursos.
Mi hijo, que es delegado gremial, le gusta mucho el tema de los discursos, el otro día me
comentaba que él hizo un discurso basándose en el tema de Internet que no permite matices.
Los discursos permiten matices mientras que cuando la palabra se la toma fuera del contexto
216
Comisión Especial de Violentología 2013
y fuera del discurso es una palabra que no permite matices, que en Internet es "me gusta" o
"no me gusta". Esto tiene que ver con la violencia, porque habla de un impulso que no es
mediatizado por las palabras.
Desde el psicoanálisis, lo que se puede decir que es que allí donde la palabra declina, el
impulso tiene cada vez más fuerza, porque no es canalizado por las palabras, por los
discursos, las maneras. Por lo tanto, pienso que en relación al tema de la violencia, habría que
incidir en relación a la educación. Ahora voy en otro punto. La educación me parece
fundamental.
Creo que hay otra película maravillosa, que ofrece un tratamiento posible de la violencia, que
es "Los coristas". Esa película creo que es una maravilla, porque el profesor encuentra en
cada alumno un rasgo en particular, aún en el más violento. No le termina de funcionar en el
más violento, pero el intento es maravilloso, porque entonces vos ves esa diversidad, como
decía Leibniz: "La máxima diversidad en la máxima unidad", ubica a la diversidad en
relación al talento de cada uno para que ellos puedan ingresar a un coro, tomando la
particularidad de cada uno, y creo que tomar la particularidad de cada persona, es un gran
antídoto para el tema de la violencia y les voy a decir por qué.
Me voy a basar, en este momento, en un ítem que me parece importante y que no está en este
libro, que es "Violencia y consumismo". Ya dije las características que pensaba que tiene en
este siglo la violencia, que ya no tiene un papel redentor, un papel purificador, como lo
planteaba Sorel, sino que es una violencia, tal vez, posrevolucionaria, o sea, la violencia en el
siglo pasado estaba muy ligada a la revolución, es una violencia ubicua, polimorfa, ilimitada.
Sin embargo, voy a tomar una característica que es el tema del consumo, porque me parece
muy importante, inclusive en detalles que parecen menores.
Me parece a mí, por ejemplo, un programa de televisión, como el programa de Tinelli, es un
programa que llama a la violencia, necesariamente, en tanto se la pasa exhibiendo cómo el
otro consume, exhibe personas que no tienen ningún valor artístico y habla de los zapatos y
las cosas que compró. Creo que esas cuestiones llaman a la violencia.
Llaman a la violencia por qué. Porque creo que cuando uno piensa al psicoanálisis tiene que
pensar Freud-Lacan-Miller. Miller, que es la persona con la que yo me he analizado, toma
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Comisión Especial de Violentología 2013
cuestiones de Lacan, quien hizo un aporte fundamental a la violencia, donde él dice que hay
una característica -en la que él pensaba a fines del siglo pasado-, que tiene que ver con
nuestra contemporaneidad donde el objeto del consumo ocupa el lugar que antes ocupaba el
ideal. Ahora el ideal es tener el buen auto, el buen celular, ya no es el ideal de antaño.
Muchos han hablado, por ejemplo, Lyotard en "La caída de los grandes relatos", han hablado
de la declinación de los ideales que, afortunadamente, no se da en todas las personas. Pero
asistimos a un momento de declinación cuando, por ejemplo, uno escucha que alguien dice:
"Gané tal dinero, me salvé". Si antes, la salvación podía estar vinculada con una idea de
cumplir con un determinado ideal o, inclusive, pensar la salvación en términos religiosos,
ahora la salvación es tener.
Yo diría con Guy Debord, quien escribió un libro muy interesante llamado "La sociedad del
espectáculo", que ya no es solamente tener. Marx planteaba los dos valores, el tener y el ser,
mientras que Guy Debord plantea otra cuestión que es la de aparecer. Entonces, también,
como el valor es aparecer, es bueno lo que aparece, aunque sea efímero. Ustedes saben que él
se suicida, en fin, anticipo una cosa muy apocalíptica, pero uno ve cómo el valor es aparecer,
e inclusive hay actos de violencia que se cometen para aparecer en los medios. Me parece que
uno tiene que reflexionar sobre la sociedad en la que vive para poder explicar este fenómeno
ubicuo que se desparrama. Es por eso que el tema del consumo es importantísimo.
Lacan vaticinaba que el lugar que ocupaba tal ideal iba a ser ocupado por los objetos que
están en los escaparates y que hacen, en definitiva, que uno nunca pueda ser el propietario,
porque se desechan de tal manera que el mismo sujeto tiene también la sensación de ser
desechado tan rápidamente como esos objetos, que valen cuando aparecen, pero que, cuando
ya no aparecen, no valen absolutamente nada. Este fenómeno es una cosa increíble.
Hay un libro interesante de Bauman, a pesar de que a mí me parece que se repite bastante con
esto de lo "líquido" y que no es honesto con sus referencias, porque cuando habla de la
modernidad líquida, en realidad, tiene que ver con lo que planteaba Nietzsche sobre el
nihilismo y hay textos que no toma, pero no por eso hay que tacharlo. Ahora hay una cosa
que es la de "critico un punto, entonces hay que tacharlo", pero no debería ser así, sino que
uno tendría que darle una lectura no ingenua. Es un libro que se llama "Vida de consumo" y
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Comisión Especial de Violentología 2013
es interesante en relación a lo que plantea en los distintos momentos del consumo, porque ya
no se trataría del consumo, sino del consumismo.
Los productos del consumo invaden los escaparates ofreciéndose como plus de goce. Por
ejemplo, si una mujer se separa, hay un vacío en relación al goce, y el mercado le dice cómo
llenar ese vacío: "Me hago las lolas". Los objetos que ofrece el mercado vienen a "llenar",
relativamente, eso que parece faltarnos y nos ofrecen algo permanente, los cirujanos plásticos
lo saben muy bien: Cuando una mujer empieza, no termina más.
También uno, hoy en día, puede hablar de los estados violentos, que son los estados muy
vinculados con el desasosiego. No hay que pensar solo en la violencia que viene de afuera,
sino la violencia interna que uno experimenta día a día. Por ejemplo, cuando tengo que llegar
al consultorio, pienso en el auto y demás, y siento, muchas veces, un estado de desasosiego
que trato inmediatamente de parar, pero cualquier cosa que dice el otro, irrita,
inmediatamente, por el estado psíquico en el que uno está.
Uno tiene que tratar de tomar distancia, que es lo que yo trato de hacer, cuando puedo, como
decía Lacan: "Poder tomar distancia" o, como decía Espinosa, que es una cosa tan
maravillosa lo que plantea en la ética: "No anular los impulsos y las pasiones, sino tomar
distancia, para poder transformarnos", porque los impulsos que generan violencia no se
eliminan. Por eso, la violencia es ancestral y lo más importante es cómo se canaliza, se
trabaja y lo que se hace con eso.
Entonces, creo que tanto como el mercado ofrece todo el tiempo objetos, estos pasan a valer
más que la vida misma y, esto llama, necesariamente, a la violencia, sobre todo, cuando no se
ha podido canalizar el impulso de otra manera. Cómo uno canaliza los impulsos mediante una
vocación, cuando uno siente que el trabajo salió bien, esa satisfacción es incomparable. Las
cartas que le envió Freud a Einstein fueron maravillosas, porque Einstein le pregunta cómo se
podía prevenir la violencia, y Freud decía: "Que todo lo que incremente el desarrollo cultural
es de eso de lo que se trata". Esto es bastante relativo, porque hay culturas que también
llaman a la violencia, pero Freud se refería a esa cultura donde se trabaja con el espíritu y con
la vocación. Una persona que encuentra satisfacción en su trabajo, en lo que hace, no siente
que tiene que arrebatar el objeto a costa de la vida del otro, no siente que de la única manera
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Comisión Especial de Violentología 2013
que existe es teniendo el objeto. Es por eso que creo que el estado actual del consumismo
llama, necesariamente, a la violencia.
¿Es el imperativo del consumo quien propicia la violencia? Sí, hay un imperativo. Nosotros
vivimos en una época que está plagada de imperativos: El imperativo en relación a la
juventud permanente, al cuidado del cuerpo, a tener el objeto. El imperativo del consumo,
considero, que propicia la violencia. Si tener el objeto es tener el ser, no queda otro camino
que el de arrebatarlo a costa de todo.
La violencia nunca puede limitarse al análisis de la pobreza, o sea, no estoy diciendo que
haya que eliminarla, sino que no hay que limitar el análisis de la violencia a la pobreza. Con
esto quiero decir que, a diferencia de lo que en la sociedad capitalista tardía, la pobreza
transciende, largamente, el enfoque económico. A diferencia de lo que sucede en otras formas
de organización social, en nuestras sociedades actuales, el pobre no encuentra lugar ni
identidad, puesto que la única realidad que ellas ofrecen es la participación en el mercado.
Me parece que hay otras tentativas, ¿no? Por lo menos, mi hijo me está hablando de algunas
cosas interesantes en ese sentido, pero tenemos que pensar que, sin embargo, el esclavo -es
espantoso el tema de la esclavitud-, pertenecía a un orden social definido. Nuestros pobres no
conocen otra cosa que la marginalidad y la exclusión, con los consiguientes efectos
despersonalizantes. Creo que el tema es fundamental: La despersonalización.
En el relato marxista, el pobre tenía un lugar, en relación a la historia. Con la caída del Muro
de Berlín, con la consiguiente desaparición del relato marxista, esto implica que el pobre ya
no tenga inscripción en un discurso.
Es decir, lo que estoy enfatizando con esto es inscripción en un discurso: Cultura, vocación.
Todo eso frena, necesariamente, el impulso violento vinculado con arrebatar para tener el ser:
Inscripción.
Entonces, la tiranía del mercado introduce la siguiente disyunción: Estar allí o no existir. Los
objetos de consumo pasan a ocupar el lugar que tenían los antiguos ideales, tomando su
relevo. ¿Qué exacerba el mercado? El mercado exacerba el deseo, el deseo, siempre,
insatisfecho.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Entonces, ¿no es el mismo imperativo de consumo quien propicia la violencia? Si tener el
objeto es tener el ser, no queda otro camino que el de arrebatarlo. Podemos decir que hay
violencia, ligada al ideal como las guerras vinculadas con la Nación, las religiosas e, incluso,
las fundamentalistas vigentes hoy en día. Pero, hay otro tipo de violencia generada solo por el
objeto que toma el relevo del ideal.
Por supuesto, creo que habría que releer el tercer manuscrito de Marx consagrado al dinero,
que es la prehistoria del capital. No sé si respecto a la idea que él tenía acerca de la historia,
pero me parece que el análisis que él hace es insuperable; cuando él habla del dinero como
bien supremo. Es maravilloso todo lo que dice: "Soy feo, pero puedo comprar a la mujer más
bella si tengo el dinero". Es decir, que el dinero hace desaparecer el ser. Después, me parece
que habría que agregar el tema del aparecer, porque hay algunos crímenes que se cometen
para aparecer.
Creo que no hay que limitar el análisis de la violencia en la cuestión de la pobreza. Sí, creo
que de la exclusión, me gusta pensar en términos de la exclusión más que de pobreza. La
exclusión es distinta a la pobreza, porque el pobre puede estar incluido en un discurso; en
cambio, el excluido es el desecho.
El término lacaniano es muy interesante, porque él dice que lo que se rechaza -el utiliza el
término (defoclusión) que lo aplica para la psicosis, pero que es muy válida para esto-,
retorna desde lo real y, yo diría, retorna como violencia.
Por ejemplo, si pensamos y por qué no se limita esto solo al tema de la exclusión si pensamos
en la violencia de esos chicos que iban con las cuatro por cuatro pegándole a otros, esos ricos
que se divertían lastimando a los otros y cosas así.
Creo que ese tipo de violencia hay que pensarla en relación al nihilismo pero, también, en
relación a la caída de los ideales, que es no tener otra que hacer, no tener destino. Me parece
que hay algo de eso. Tal vez, hay un común denominador que podría ser no tener destino. Me
parece que es así.
Luego, quedaría mucho para tomar. También estaría el tema de la violencia de género que creo- tiene otras coordenadas. La violencia de género, la pienso en relación a escribir un
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Comisión Especial de Violentología 2013
trabajo específico, pero es bastante complejo, y me parece que tiene que ver con la caída de la
virilidad.
Uno puede decir que decaen los discursos en la violencia, y que cuando decae la virilidad,
bien entendida, aparece, justamente, el hombre violento que quiere ejercer su virilidad, por un
lado, y que, justamente, no lo hace viril. Me parece que tiene mucho que ver con esas
coordenadas.
También, hay que pensar el lugar de la mujer en ese punto, no solamente el lugar del hombre.
Tengo pacientes que trabajan con este tipo de situaciones y hay que pensarlo, también, con la
prevención en relación a la mujer que quiere existir a partir de tener un amo y, en general, se
trata de señores que las van aislando progresivamente, pero también hay que pensar qué pasa
del lado de estas mujeres, de por qué eligen la figura de la víctima, pero creo que todos estos
fenómenos, se ligan a no tener destino en la vida, en la historia.
Estuve viendo las diferencias bibliográficas, que son muy interesantes y quería tomar algo
que tiene que ver con Vattimo. Mi hija que es, actualmente, directora del Fondo Nacional de
Artes, antes trabajó como periodista y le hizo un reportaje a Vattimo. Ella le hizo una
pregunta que a mí me inspiró. Vattimo habla de la secularización, de que vivimos en un
mundo, quizás, menos violento que el de antaño, lo cual es cierto, también, lo que estuvimos
hablando antes con el Diputado Caviglia.
Vattimo es un filósofo cristiano, y él dice que el cristianismo lleva a diferencia en el antiguo
testamento a un Dios menos violento y que con la modernidad, también, uno puedo pensar en
un cristianismo aún más secularizado, menos violento. Incluso, él habla de nihilismo desde el
punto de vista, quizás, positivo, en el sentido de que el nihilismo él lo liga con no ser
fundamentalista. Entonces, ella le preguntó si esto es así, por qué la violencia hoy.
Entonces, eso me llevó a pensar que hay una violencia, también, nihilista, que es lo que yo
desarrollé antes, que tiene que ver con el vacío y creo que esta violencia está muy bien
tomada por un escritor -que quise mucho en mi juventud-, que es Dostoievski. Es muy bueno
lo que él plantea en algunos textos donde habla también de esos dos adolescentes; el habla de
nihilismo ruso. El nihilismo en esos dos adolescentes, que están aburridos y que para
divertirse, van a ver cómo otros se suicidan.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Es decir, que el vacío existencial lleva a estas cuestiones. A veces, esto aparece en pacientes
psicóticos. Bueno, vivimos en un mundo que tiene algo que ver con la psicosis. Cuidado, esto
a veces no viene tan mal, porque así como hablamos de los excluidos, yo, por ejemplo, tengo
una paciente -estamos en otro tema, pero lo digo para pensar, porque es muy interesante- que
se corta, pero, de una manera terrible; es una chica preciosa y exhibe sus cortes. Es decir,
tiene todo: Se empastilla, vomita, se corta. Entonces, un día me relata que venía en subte al
consultorio y alguien que estaba en el subte, un joven le dice: "¿Dónde te hiciste esos
cortes?". Claro, lo transformó en un look, y también pensé que, en otra época, esa chica
estaría internada. Es decir, hay una diversidad en esta época -como hablamos de la parte más
jorobada-, que también es una época que aloja a lo que antes podría haber sido considerado
un look; o sea, mucha locura, pero es preferible esto al tema de los vicios, ¿no?
También hay otra locura, que no tiene que ver con la psicosis, y yo diría que es el tema de la
paranoia social, que no me parece nada bueno. Me parece muy mal, porque está muy
vinculado con la desvalorización de la palabra, es decir, cuando escuchando a alguien que
dice, por ejemplo, "dice esto porque pertenece a determinado grupo", "dice esto porque tiene
tal intención", "dice esto porque está acomodado"; con lo cual, en definitiva, a veces, no se
puede hacer nada porque todo es interpretado de acuerdo a las intenciones. Yo lo veo en la
institución donde estoy, que es una institución psicoanalítica donde se esperaría alguna altura
con respecto a esto, pero no sucede. Por ejemplo, estoy en una comisión de garantía, donde
tengo que proponer a los que considero mejores; si uno propone a determinada persona,
inmediatamente, interpretan que debe tener algún arreglo. Entonces, me parece que eso
dificulta mucho el diálogo y hace que decaigan los discursos, que esté desvalorizada la
verdad y que, en definitiva, la palabra del otro se interprete de manera violenta, porque la
violencia no es solamente la que se expresa, está ligada con suponer que hay malas
intenciones, por eso, el estado es vio
223
Comisión Especial de Violentología 2013
VIOLENCIA INSTITUCIONAL
María Josefina Martínez78
Quiero agradecer profundamente la invitación a compartir esta actividad, porque para los que
trabajamos en ese amplio y difuso mundo de la investigación, entre académica y en relación
con las ONGS, siempre es muy rica la posibilidad de intercambiar ideas y datos en ámbitos
que no son por los que transitamos sino en interacción con distintos actores que están
involucrados en producción de políticas públicas, como es este ámbito legislativo. Y ese
intercambio creo que es muy rico, porque desde los dos espacios estamos permanentemente
interesados en ampliar nuestros conocimientos sobre las temáticas -en este caso sobre las
temáticas de la violencia- pero, sobre todo, porque en estos diálogos es donde aparecen más
78
Antropóloga, docente del Departamento de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Buenos Aires. Josefina es socia activa del Centro de Estudios Legales y Sociales y es
asesora permanente del Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial de La Memoria, con sede en La
Plata, en materia de Sistematización y Análisis de Datos sobre violencia institucional en la provincia de Buenos
Aires y ha realizado consultorías y asesorías sobre temas de Justicia Penal, Violencia Institucional y reforma de
la Justicia en la Argentina, Venezuela, Guatemala y Haití.
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Comisión Especial de Violentología 2013
claramente la confrontación de visiones, tensiones y discusiones que, muchas veces, en el
propio discurso de los mundos cerrados no son tan fáciles de ver y de plantear.
Quiero decir que la Antropología tiene un discurso propio, lo mismo que la Antropología
política tiene su discurso sobre la violencia y tiene investigaciones científicas. Pero solamente
cuando tiene que confrontar en el mejor sentido, de exponer sus ideas y ofrecerlas al
intercambio y a la discusión es donde realmente esas ideas y esos estudios empíricos cobran
cierto sentido, porque la verdad es que para elaborar papers académicos y para publicar en
revistas, no son muy útiles, aunque los de estudios sobre Grecia clásica tienen algún sentido
poético, pero los estudios sobre la violencia, tienen un destino bastante pobre y mezquino que
quedan solo encerrados en discusiones académicas del propio discurso. Por eso es que
agradezco estos espacios y posibilidades, porque son muy enriquecedores, por lo menos, para
mí.
Desde hace varios años, como presentó recién el diputado Caviglia participo en
investigaciones sobre lo que genéricamente llamamos violencia institucional, investigaciones
que, por otra parte, en mi situación particular nunca desarrollé dentro de eso que se llama "la
torre de marfil" de la investigación académica pero que, de alguna manera, han sido hechas en
fuerte articulación con instituciones como el Centro de Estudios Legales y Sociales o como el
Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por La Memoria y eso le ha dado a estas
investigaciones como una articulación fundante del trabajo de las ideas con situaciones
concretas de discusión sobre la violencia institucional.
En lo personal, la posibilidad de articular la investigación empírica con estos espacios, desde
el comienzo de la investigación, me ha permitido comprender los fenómenos de la violencia
institucional y también me ha permitido darme cuenta tempranamente de la complejidad que
encierra la cuestión de la violencia institucional y no reducirla a una mera fórmula de
denuncia o una mera fórmula de política pública estructural; si no, por lo menos, desde la
Antropología, tratar de entrar a estos problemas por el lado de su inmensa complejidad teórica
y metodológica.
En base a esto, mi presentación estará centrada en cuestiones de violencia institucional.
Ahora, con una salvedad inicial: eso que nosotros llamamos violencia institucional es un
concepto que viene cargado de sentidos históricos y de contextos muy particulares en los que
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Comisión Especial de Violentología 2013
surgió. Nosotros hablamos de violencia institucional en un contexto del mundo de los
derechos humanos, de las organizaciones defensoras de derechos humanos, de la sociedad
civil tal, desde el '84. Tal vez empieza a surgir desde la dictadura militar y no antes. En ese
sentido, es una categoría analítica nueva.
Antes se hablaba de violencia política y de violencia social que encerraba, tal vez, muchos de
los elementos o connotaciones que nosotros le dábamos hoy a la violencia institucional. Esto
lo marco porque la categoría de violencia institucional está cargada de una serie de sentidos
que, seguramente, muchos de nosotros compartimos y que no necesitamos explicitar cuando
hablamos. Esto no se repite en los distintos mundos sociales que coexisten y que conviven.
En otros espacios la categoría de violencia institucional no tiene los significados que nosotros
le damos y tiene otros o, directamente, no es utilizada como una categoría descriptiva de la
realidad. A esto me voy a referir ahora en la presentación. Me parece que es una precaución
conceptual y metodológica teniendo en cuenta que cuando uno utiliza categorías tan cargadas
de sentido, también tiene que tomar un poco de distancia y pensar que no todo el mundo está
entendiendo lo mismo cuando hace referencia a eso.
La presentación la he dividido en dos partes de 20 minutos. La primera parte tiene que ver
con un muy rápido repaso sobre algunos tópicos referidos a la problemática de la violencia,
sobre todo pensando en estas cuestiones de la polisemia de la categoría violencia y de algunas
cuestiones teóricas y metodológicas que pueden ser herramientas útiles pensando siempre en
el estudio de la violencia institucional. La segunda parte me centraré más específicamente en
una reflexión acerca de los estudios empíricos sobre la violencia institucional, que es lo único
de lo que yo puedo hablar con seriedad. Pero antes repasemos esto de la polisemia de la
categoría violencia.
El problema de la violencia en la sociedad -y esto lo hablábamos hace un rato con Franco- es
algo que nos preocupa a todos -entre comillas-, es una preocupación social y hay un
sentimiento muy enraizado en el imaginario social que la violencia es algo, hoy en día,
negativo. Todos o casi todos, salvo grupos muy específicos de defensa, estamos en contra de
la violencia. Esto no siempre fue así y tampoco me voy a extender en una historia de larga
duración, pero hay un clásico de Norbert Elías, llamado "El Proceso de la Civilización", que
los sociólogos lo leen obligatoriamente, que hace un análisis de los distintos significados
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Comisión Especial de Violentología 2013
históricos de la violencia, desde el absolutismo hasta el Estado moderno, desde la Edad
Media hasta el Estado moderno.
La violencia no fue siempre una categoría con connotaciones negativas, tuvo un papel en la
historia. Marx viene a condensar esa idea del lugar de la violencia del Estado moderno con la
idea de partera de la historia. Es una categoría de muy larga duración y muy compleja en las
Ciencias Sociales.
Uno cuando utiliza esa categoría -no digo que tiene que ser un experto en la definición- pero
por lo menos yo siempre tengo en cuenta que la categoría que estoy utilizando es tributaria de
esa historia, porque si ahora la consideramos algo negativo, es precisamente porque en algún
momento tuvo un papel determinado en la historia, del cual nosotros, como una visión crítica
del Estado moderno, estamos revisando su papel en la historia.
Hecha la salvedad de la larga duración, en este contexto más coyuntural nuestro, está muy
incorporado al sentido común social.
En general, suelo abusar de la palabra social para diferenciarme de los psicólogos, porque
creo que todos los fenómenos, aun los más interpersonales y privados tienen que ser
analizados en el contexto de las tramas sociales que lo sostienen, para poder entender y
analizar lo fenómenos sociales de la vida cotidiana.
En nuestro sentido común cotidiano, la categoría de violencia está muy incorporada y
solemos usarlo como algo perfectamente distinguible en el mundo de las actitudes e
interacciones sociales. Es decir, que se usa no en un sentido problematizado sino taxativo:
qué cosas son violencia y qué cosas no.
Sin embargo, cuando uno lo aborda desde los análisis antropológicos o sociológicos, nada
más lejos de la realidad que eso, la categoría violencia aún en esa coyuntura, es altamente
polisémica y ni todos los grupos sociales ni todos los sujetos entienden lo mismo cuando
dicen violencia.
En algunos ámbitos y circunstancias se la usa de una manera tan amplia, que la violencia
puede abarcar fenómenos o casuísticas que habría que ver -acá el ejemplo que daba Franco-.
Hoy en día el tema de la trata de personas con fines de explotación sexual o laboral -sobre
todo de explotación sexual- está concebido, pensado por muchos grupos sociales, ni que decir
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Comisión Especial de Violentología 2013
por las organizaciones de mujeres y los grupos feministas, como un epígono, como una
manifestación clara de la violencia de género.
Sin embargo hay organizaciones sindicales de las propias trabajadoras sexuales, que dicen:
"Cuidado, la prostitución también es un trabajo y yo tengo derecho a ejercer mi trabajo.
Entonces, si me van a prohibir la actividad en nombre de la violencia de género me están
quitando a mí una fuente de trabajo. Esto es una discusión muy profunda, muy compleja en la
discusión sindical de las trabajadoras sexuales.
Diputada Nocito- Perdón ¿puedo interrumpir?
Maria Josefina Martínez.- Sí, por supuesto.
Diputada Nocito- Y en algunos casos con una mirada puesta no solamente en lo interno como
consideración de su trabajo sino en una mirada puesta en lo social. Yo tuve la oportunidad de
reunirme con una Asociación de Meretrices, AMA (Asociación de Meretrices Argentina); lo
que ellas planteaban era la mirada social de trabajar el tema de VIH, de promoción y
prevención de la salud, de ellas y de sus usuarios. Es tal cual lo estás describiendo.
Dra. MARTINEZ.- Tiene otro elemento sociológico interesante que ellas plantean, que es
cierto que el "cafishio", es un agente potencial de violencia de género. Pero si ellas no logran
la posibilidad de sindicalizarse y de ejercer libremente su trabajo, criminalizando la actividad
no se está bajando el nivel de violencia, es eso lo que ellas plantean. Es un tema
complejísimo.
Lo que quiero marcar es que en esa discusión muchas veces el concepto de violencia, la
categoría "violencia", se utiliza en una forma amplia, utilización que a mí me parece
perfectamente legítima en términos políticos. Uno puede usar una categoría en términos
políticos para lograr determinado objetivo y ahí es un ejemplo claro de cómo se usa.
Contrariamente a esto hay otros ámbitos, acá vamos más a mi tema, por ejemplo, en el de las
burocracias penales, en donde el concepto de violencia se usa de una manera tan restringida,
que casi nada es violencia. Así como en el trámite judicial concreto para probar la violencia
institucional. Ahí hay un ejemplo del otro extremo.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Ya esos dos ejemplos nos dan el panorama de la complejidad de la categoría de la violencia,
de las diferencias y de la diversidad de usos que se le puede dar. En esos márgenes nos
movemos, la aclaración es casi metodológica.
Lo que quiero plantear, a partir de esto, es que para pensar en el tema de la violencia y para
llegar a mi tema específico, podemos partir de una clasificación que, como toda clasificación
es arbitraria, sirve para ubicarnos en un mapa de lo que en este momento, en este contexto
social, pensamos como problemas de violencia.
Siento que en la actualidad, o las preocupaciones de la agenda pública, acerca de las
temáticas de la violencia específicamente, se pueden dividir en tres grandes campos. Son muy
arbitrarios y, seguramente, tenemos mil ejemplos más, pero para ordenar el mapa se hace esta
división.
De un lado, está toda la problemática de violencia de género, la violencia contra los niños, la
violencia en los niños, la violencia en las escuelas, la violencia entre jóvenes y, como decía
hoy, hasta el ejemplo de la trata de personas. Se trata de violencias que, en general, son
enfocadas o emergen de conflictos interpersonales, violencia que está en las interacciones
sociales y forma parte de la trama de relaciones sociales. Los abordajes sobre estas violencias
son complejos, tanto en las luchas sociales de los movimientos sociales o de las ONG, como
las políticas públicas en los últimos años, me refiero a los últimos veinte años o treinta.
En este tiempo, estas luchas sociales y estas políticas públicas, si algo hay que reconocer, es
que se ha avanzado muchísimo en la visualización de este tipo de violencias. La violencia
contra los niños y la violencia contra las mujeres, no era un problema hace treinta años, no
existía como categoría. Eso no quiere decir que no hubiera violencia de género o que no se les
pegara a los chicos, tal vez se les pegaba más que ahora -cuando digo esto suelo tener
respuestas de feministas enardecidas-, pero nadie tiene datos viables, no sabemos si había más
o menos.
Esto de decir: "¡Cómo ha crecido la violencia de género!", a mí nunca me convenció. Ahora
es más visible, se puede denunciar, hay espacios preparados para escuchar los casos y para
recibir las denuncias, pero hace treinta años no los había, o eran mínimos; no me voy a meter
en esa discusión, a lo mejor hay más, pero la realidad es que nadie lo puede saber. Lo que sí
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Comisión Especial de Violentología 2013
me parece interesante es que ahora es un problema socialmente tematizado, políticamente
construido y técnicamente abordado, cuando hace treinta años no lo era.
A veces, en la dimensión macro no nos damos cuenta de cómo se modificó en los últimos
veinte años este panorama. Un ejemplo, es cuando a fines de los años `90 me tocó coordinar
un trabajo de campo regional para una consultoría para el PNUD, sobre acceso a la Justicia.
Tomamos ciudades intermedias de once países que incluían desde Perú a Guyana, sistemas de
acceso a la Justicia, en ciudades intermedias, desde 50 mil habitantes a 80 mil. Localizamos
ONG y organizamos un pequeño trabajo de campo.
El resultado fue que en esos lugares, el 99,9 por ciento de las denuncias que servían como
acceso gratuito a la Justicia, era por violencia de género, violencia doméstica o violencia
contra los niños, y nos costó muchísimo encontrar en esos once países -insisto, Perú, Bolivia,
Paraguay- algún caso de reclamo por tierras o de violencia institucional.
El ejemplo muestra dos cosas. Por un lado, el crecimiento enorme de los dispositivos de
acceso a la Justicia para el tema de la violencia de género y para las mujeres, lo cual me
parece excelente. Otra lectura posible, un poco más negativa, es la invisibilización absoluta de
la violencia institucional y de los conflictos de tierras en países en donde esos son los motivos
más grandes de violencia, como por ejemplo, en el interior del Paraguay. ¿Cómo puede ser
que no haya ningún caso de reclamo?
Estos dispositivos han sido orientados y fuertemente pensados para abordar el tema de la
violencia doméstica y la violencia contra la mujer y no están pensados para la abordar este
otro tipo de violencia. Son muy contadas las ONG o los espacios pensados para abordar el
tema de la violencia institucional.
Este primer campo, que en los últimos años ha ganado muchísima visibilidad, como muestra
este estudio y como seguramente ustedes deben saber, muestra que este tipo de violencia ha
sido y es abordado, ante todo, desde la perspectiva de lo social. Se han ampliado muchísimo
los recursos de acceso a la denuncia y a la visibilización del tema y, sin embargo, todavía esta es una lectura muy personal- no está tan claro que los efectos concretos de esos
dispositivos se noten en una disminución efectiva de la violencia, es decir, que haya una
proporcionalidad.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Hay muchísima capacidad de denuncia. No sé si hay la misma incidencia de políticas
públicas en la capacidad de bajar ese tipo de violencia; no lo sé y es por eso que lo planteo
como pregunta. Tal vez sí, pero no tenemos datos muy confiables.
Como decía anteriormente, antes no era un problema, pero sí lo es ahora. No sé si creció o no,
pero hay mucho trabajo por hacer en términos de institucionalidad, de determinadas formas
de intervención que son muy informales todavía en términos de este tipo de violencia
interpersonal. Es un campo amplísimo y, por ello, me detengo acá.
En segundo lugar, y esta es la más mediática, aunque la violencia de género también lo sea,
es la agenda de la preocupación por la violencia criminal. No me voy a extender en la
descripción de esto, porque al ser la preocupación social muy grande, la forma de
construcción mediática está bastamente discutida en un montón de trabajos. Hay una forma
discursiva de presentación de la violencia criminal que se ha vuelto casi canónica en los
últimos años y, sobre eso, hay mucha reflexión interesante.
Esta es una violencia que, fundamentalmente, es abordada desde la perspectiva criminalística
y penal, pero, sobre todo, es una violencia que sigue siendo mirada como una violencia
interpersonal o como una violencia emergente de una situación de conflicto particular.
Aún no se ha avanzado mucho en la problematización más sociológica y antropológica de ese
tipo de tramas de relaciones sociales complejas, en donde la violencia ocupa un lugar de
obtención de lugar de jerarquía, de construcción de micro poder, de poderes locales, lo cual,
en general, en las presentaciones de los discursos públicos, suele aparecer muy poco visible.
Diputada Nocito.- Cómo está puesto el eje en la víctima y cómo la violencia que recibe el
victimario en el sistema penitenciario, no es violencia, es parte del castigo.
Dra. MARTINEZ.- Nunca se vincula con el hecho, cuando son dos cuestiones, la violencia
criminal y la violencia institucional, que están articuladas en estos dispositivos y, sin
embargo,…
Diputada Nocito.- Lo traigo porque para mí es un tema de preocupación, ya que trabajo, en
este momento, en el tema de la salud en el sistema penitenciario. Por ello me interesa mucho
poder después conversarlo con vos.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Dra. MARTINEZ.- En este momento, este campo, es el de mayor visibilidad. Hay buenos
trabajos empíricos y de reflexión. Gabriel Kessler es un sociólogo muy interesante, que está
trabajando en estos temas y, aunque no es mi tema, lo ubico en el mapa como otro gran
campo de problematización social de la violencia. Sin duda, estos dos campos, el de la
violencia interpersonal y el de la violencia criminal, ocupan casi toda la agenda pública.
El tercer campo, que es el que a mí, particularmente, me interesa, tiene mucho menor espacio
en la agenda pública y es el tema de la violencia institucional. Es decir, la preocupación por la
violencia ejercida desde el Estado, por los agentes estatales pertenecientes, por ejemplo, a
policías, a fuerzas de seguridad o al servicio penitenciario.
¿Por qué me parece que ocupa un lugar mucho más chico? Primero, porque los otros dos
problemas tienen un fuerte involucramiento social, ya que afecta cercanamente,
emocionalmente e impacta, porque son los relatos de la víctima que están en el centro del
discurso, en el caso de la violencia institucional, no se ha instalado en la discusión pública
como un tema de discusión de los límites del ejercicio de la violencia del Estado, sino como
un problema de seguridad y mantenimiento del orden público.
Si social y políticamente es construido como un problema de seguridad y mantenimiento del
orden público, entonces, las víctimas de la violencia institucional no van a aparecen en esos
relatos como víctimas, sino, en todo caso, aparecen como elementos disruptivos de un orden,
de un deber ser, que está pensado en otra clave.
Es esta cuestión la que yo he estudiado y la que a mí me interesa presentar acá, así que no
pierdo más tiempo.
Este dato acerca del lugar que ocupa en la agenda pública la violencia institucional no es
menor, porque también nos habla de las posibilidades de consenso y de construcción de
políticas que conlleva.
La forma en que se plantea la cuestión de la violencia institucional como problema social y
político, también limita o amplía las posibilidades de consenso. Creo que ahí hay mucho por
trabajar y por discutir. El tema de la violencia institucional, como decía, es un tema
relativamente nuevo que tiene visibilidad solo en el pico de la crisis.
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Comisión Especial de Violentología 2013
El tema de la violencia institucional, si nosotros hacemos un gráfico desde el 84 para acá,
alcanza visibilidad solo en los momentos de crisis, por ejemplo, cuando Walter Bulacio
muere en una comisaría, cuando matan a José Luis Cabezas, cuando desaparece Luciano
Arruga. En los momentos de crisis aparece el debate de la violencia institucional, muy
vinculada a la coyuntura política y a la necesidad de dar un golpe de timón.
Esto no pasa con el tema de la violencia de género y sí pasa, pero en menor medida, con el
tema de la violencia criminal. En esto está muy marcada la forma en que la preocupación por
el uso de la violencia del Estado acompaña estos procesos y estas coyunturas políticas, lo cual
se observa bastante en la provincia de Buenos Aires. Es muy interesante pensar este campo de
reflexión a partir de la forma en que se construyen los datos y los argumentos, alrededor de la
violencia institucional.
Desde mi punto de vista, la violencia institucional, aunque creo que la precaución vale para
los otros dos campos también, no puede ser estudiada ni como una desviación, ni como una
perversión, ni como una serie de hechos aislados cometidos por funcionarios malos o
violentos, sino que para abordar el estudio de la violencia institucional hay que entenderla
como un elemento más de los dispositivos represivos de los estados modernos, que debe ser
analizada no como un fenómeno externo, sino dentro del contexto de funcionamiento real y
cotidiano de las burocracias.
Pretender estudiar la violencia, sacándola, extrayéndola del contexto político - burocrático en
el cual se produce, discúlpenme la metáfora arqueológica, es sacar a la pieza del yacimiento,
es perder toda la información más rica del contexto de la trama de relaciones jerárquicas,
sociales y políticas en las cuales ese hecho se produjo.
Para mí estudiar la violencia institucional es estudiar el funcionamiento de las burocracias y
la violencia que se pone en juego en ese trámite, es decir, en esa forma de operar.
En su carácter de cuestión política socialmente tematizada, en este sentido, la violencia ocupa
un lugar en las agendas públicas de los estados modernos y se vincula, desde mi punto de
vista, volviendo a la mención que hice de Norbert Elías, estrechamente con ciertos niveles de
tolerancia y sensibilidades que tienen mucho que ver con los contextos históricos y políticos
particulares.
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Comisión Especial de Violentología 2013
No es lo mismo la percepción de la violencia institucional y la idea de violencia que había en
la década del '70, de la que había durante la dictadura, de la que se instaló durante los '80,
donde había un fuerte registro del riesgo político que podía significar la violencia
institucional, a la década de los '90 en donde el tema pasó a ser la seguridad, y la violencia
institucional dejó de ser un problema político hasta que el caso Cabezas volvió a poner arriba
de todo la preocupación de la gobernabilidad.
La violencia institucional, para mí, tiene que ser analizada en relación a eso. Por un lado, en
relación al funcionamiento real de las burocracias y, por otro lado, a las percepciones y a los
niveles de tolerancia, a las sensibilidades burocráticas y jurídicas, dicen algunos autores, con
respecto al ejercicio de la violencia del Estado.
Es en este contexto, teniendo en cuenta esa definición o ese encuadre de la violencia
institucional, donde juega un papel importante la pregunta acerca de qué se entiende como
violencia institucional, no como pregunta abstracta o filosófica, sino como pregunta situada,
contextuada, en los contextos institucionales donde se producen esos casos de violencia
institucional que a nosotros nos preocupa.
El análisis no es sencillo, porque eso que nosotros llamamos violencia institucional, y en lo
que seguramente estamos todos de acuerdo, porque todos entendemos de qué estamos
hablando cuando decimos violencia institucional, pasa que para desgracia de los
investigadores y de los que hacemos los estudios empíricos, se desgrana en una infinita
casuística cuando vamos a estudiar los casos concretos. Algo de esto hablábamos con Paola.
¿Cómo se hace para hacer una etnografía de la violencia institucional en la cárcel? ¿Qué
condiciones materiales de posibilidad hay de observar la violencia institucional? Yo diría que
bastante poca, si no ninguna, en términos de la visión clásica de la observación o la
observación participante.
Eso no quiere decir, sin embargo, que metodológicamente no se pueda estudiar la violencia,
pero como vamos a ver ahora, hay algunas entradas metodológicas que nos facilitan el poder
acercarnos a la información de ese ejercicio micro físico de la violencia institucional que se
produce en algunas instituciones, particularmente en la cárcel, como son los casos que yo voy
a plantear.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Como herramienta analítica, la violencia institucional nos sirve para pensar los efectos del
ejercicio de la fuerza por parte de los agentes del Estado. Pero además, como categoría
analítica, este concepto de violencia institucional nos sirve, metodológicamente, para poder
tener una herramienta para hacer observaciones empíricas o buscar datos en las fuentes
documentales, que nos sirvan para llenar de contenido a eso que llamamos violencia
institucional. No solamente quedarnos con la idea general de qué es violencia institucional,
sino el poder extraer de las fuentes escritas y de la observación empírica a qué nos referimos
cuando hablamos de violencia institucional.
Es aquí donde quiero presentar dos casos que me sirven para ilustrar de qué manera los
hechos de violencia institucional ocurren, pero, sobre todo, de qué manera esos hechos de
violencia institucional son registrados, son analizados y son tramitados por las burocracias y
por las organizaciones de la sociedad civil. En lo que a mí respecta, a través de estas
investigaciones, me parece mucho más fructífero preguntar o avanzar en la respuesta del
cómo se produce la violencia que del por qué.
La pregunta del por qué se produce la violencia es, desde mi punto de vista o, por lo menos,
desde mis competencias disciplinarias, imposible de responder. Podemos tener distintas
opiniones, pero lo que el estudio empírico a mí me permite, y esto sí ahora lo vamos a
recorrer rápidamente, conocer mucho más cómo se produce esa violencia. Creo que esa
información es importante para pensar el tema en clave de políticas públicas.
¿Y por qué hago tanto hincapié en lo empírico? Debido a dos cuestiones y, al respecto, voy a
contar dos anécdotas, pero seré muy breve.
Una de esas anécdotas, tiene que ver con que después de recibirme de antropóloga, empecé a
estudiar Derecho. Desde el primer año, cursé Derecho Penal y nos llevaron de visita a la
cárcel de Devoto, que fue una experiencia muy interesante en el '91. Yo tenía como profesor
adjunto, en ese momento, a un actual juez federal, de quien no voy a dar su nombre.
Entonces, después de esa visita, yo recibida de antropóloga, y que venía de leer Foucault en
los años '90, mi reflexión fue que lo que a mí me había impresionado había sido la violencia,
ya que nunca había vivido una situación donde la violencia fuera tan
gráfica y tan
concentrada. De manera que yo ejemplifiqué esa violencia, cuando los guardias cárceles nos
llevaron en un recorrido turístico, por supuesto, a lo que ellos llamaban "las leoneras" y nos
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mostraron a los presos de la leonera cual si fuera un zoológico. Algunos se acercaron, otros
no, era lógico.
Desde la antropología, nosotros lo asimilamos permanentemente a la idea de cómo viven los
pueblos originarios. Entonces, lo que yo planteé fue eso: Me había impresionado esta
distribución arquitectónica, muy foucaulteano, y el profesor se quedó mirándome y me dijo:
"¿Violencia?, ¿Dónde viste violencia?" Él lo estaba pensando con mentalidad judicial, es
decir, de algún hecho de violencia que habría que haber denunciado. Entonces, fue ahí donde
me empecé a interesar seriamente, aunque ya estaba en estas investigaciones, por las
manifestaciones concretas de la violencia institucional, porque me di cuenta de que en el
mundo jurídico judicial había una forma de clasificación muy rígida, muy fuerte y muy
restringida, acerca de lo que era violencia.
El segundo hecho se produce en el marco del trabajo de campo y fue a fines del '98, cuando
se aprueba el nuevo Código Procesal Penal de la provincia de Buenos Aires. En el marco de
la reforma, Lugones era el interventor y se crea un instituto donde estaba Arslanian, si mal no
recuerdo, era el Instituto de Investigaciones Penales.
En ese marco, hice una serie de entrevistas a los fiscales generales y uno de los fiscales más
comprometidos por la reforma, en el contexto de la entrevista, analizando las ventajas que iba
a tener la reforma procesal penal en el contexto del sistema penal de la provincia de Buenos
Aires, me dijo que uno de los primeros efectos era que no había más tortura en la provincia
de Buenos Aires, que no podía haber más torturas, porque ya no tiene sentido que le peguen a
un detenido si la confesión en sede policial no tiene validez.
Esta afirmación, que me quedó, además de en mi cuadernos, muy grabada, habla de una
forma de concebir la violencia institucional muy abstracta, en donde la materialidad del
ejercicio de la violencia del Estado desaparece, es una visión. No es el único. En el Poder
Judicial es muy frecuente que la visión, la percepción, la sensibilidad jurídica sobre el
ejercicio de la violencia o la sensibilidad sobre el ejercicio de la violencia, esté atravesada
por esta idea jurídica de que si se produce es por la desviación de algún agente penitenciario
violento, y no como una consecuencia de una forma de operar de las instituciones del Estado.
A raíz de estas experiencias y anécdotas personales, que tienen que ver con la forma en que
fui avanzando en el tema, una de las líneas de trabajo que se me abrió a partir de constatar
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eso, es que para avanzar en la forma del conocimiento del ejercicio concreto de la violencia
de Estado, es imprescindible conocer directamente las formas burocráticas en que se procesan
esos hechos de violencia institucional, tanto en el interior de las burocracias judiciales, como
en el campo de la denuncia, de las ONGs, del Comité contra la Tortura o de las distintas
instancias de denuncia de la violencia institucional, que son dos puntos que están articulados,
que yo no analizo por separado.
Creo que la burocracia judicial, en términos de tratamiento de los casos de violencia
institucional, está articulada de una forma muy compleja y, a veces, muy en tensión con lo
que son todos los dispositivos de denuncia. Por lo tanto, me parece que conocer cómo se
producen ahí, tanto en los trámites de los casos de violencia, como la producción de datos
sobre la violencia, son elementos importantes para conocer más sobre el ejercicio de la
violencia institucional.
Por eso, estudiar la violencia institucional en este contexto, nos abre a dos tipos de
cuestiones.
Vuelvo al tema de la relación de la burocracia con el mundo de la denuncia. ¿Por qué me
parece que esa relación es compleja y que están íntimamente relacionadas? Porque,
precisamente, estos procesos de reconstrucción de narración y de re significación de los casos
de violencia institucional no podrían darse sin tener en cuenta los dos elementos.
Estos procesos de los hechos de violencia que se transforman en casos son procesos
complejos. No todos los hechos de violencia institucional se transforman en casos. La
mayoría de los hechos de violencia institucional son invisibles y pasan desapercibidos, solo
unos pocos se transforman en casos.
¿Por qué se transforman esos hechos en casos? Por esta articulación entre el mundo de la
denuncia o las organizaciones de la denuncia y las burocracias judiciales, porque en ese
diálogo hay algunos casos, que rompen la naturalidad, rompen la rutina, salen de lo común,
ya sea por la clase social a la que pertenece la víctima, por los grupos sociales que hay detrás
o por determinada capacidad de movilización política, es decir, por un montón de factores, en
los que no voy a abundar, pero la verdad es que una ínfima minoría de los hechos de violencia
se transforman en casos y, al transformarse en casos, son los que producen estos impactos en
la coyuntura del tratamiento político de la violencia institucional.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Abro un mínimo paréntesis. Cuando yo llegué, en un intercambio, a la Escuela de Altos
Estudios en Ciencias Sociales en París, uno de los cursos que hice, que me llamó muchísimo
la atención, fue el de la violencia institucional en Roma. Los franceses son así, ellos tienen
una historia larga y la estudian en clave moderna.
El caso que analizamos durante todo el semestre, fue el caso de Los Mártires de Lyon. Los
Mártires de Lyon es un grupo de cristianos, que para ellos eso forma parte del relato de la
escuela primaria, que son condenados a muerte en la ciudad de Lyon por los romanos.
Entonces, todo el semestre nos dedicamos a estudiar en una traducción del griego al francés,
con una profundidad filológica a la que yo no pude llegar, seguramente, pero lo que sí me
quedó claro es que este hecho de violencia institucional de Los Mártires de Lyon, había
marcado un hito en la historia francesa, en términos de la forma en que se daba este diálogo
entre las víctimas y el Estado. Lo analizábamos todos, pero en verdad lo que hay en ese caso
es un hábeas corpus, hay un pedido de que no se los echen a los leones y terminan
matándolos, porque en el procedimiento el hábeas corpus no llega a tiempo; no se llamaba
hábeas corpus, pero, en definitiva, era eso.
La cuestión es que lo que a mí me impresionó de que este caso formara parte de la historia,
fue la profundidad de la memoria de la violencia institucional. Formaba parte de la
construcción de la república, esta idea de que todo condenado a muerte o todo preso tiene
derecho a reclamar y a no ser abusado por la violencia institucional.
Hoy, en la Argentina, también tengo la sensación de que, sobre todo en las provincias, los
casos de juicios por crímenes de lesa humanidad empiezan a dejar una marca parecida. Esto
se refiere a casos históricos, que empiezan a funcionar como una alerta muy fuerte en la
memoria de lo que no debe volver a repetirse, que es un uso de la violencia del terrorismo de
Estado con las características que todos conocemos. Vengo de Jujuy y lo vi muy claramente
en los juicios de allá. Acá en Buenos Aires, el impacto es muy fuerte, pero me asombró verlo
en Jujuy.
Diputada Nocito- El hábeas corpus vos lo definías recién como que es un hito que está
instalado en la escuela primaria. A nosotros todavía nos cuesta pensar estos temas.
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Le decía recién a Patricia, que nosotros tendríamos que estudiar Margarita Belén, por decir un
caso y, sin embargo, tiene una connotación para algunos de nosotros, no para toda la
sociedad.
Dra. MARTÍNEZ.- El tema es que cuando nos referimos a su historia, estamos hablando de
mil cuatrocientos años, mientras que acá estamos hablando de solo unas décadas. Pero hay
una construcción de memoria de ciertos hechos de violencia que no deben volver a repetirse.
Hago este paréntesis, porque me sirve para señalar que estos procesos de reconocimiento de
la violencia institucional y la búsqueda de los límites son, además, de larga duración. Es
mucho más difícil, creo, tal vez influida por la investigación más directa, pensarlos en la
coyuntura, es decir, es mucho más difícil percibir el grado de violencia institucional que se
está produciendo en las instituciones actuales, que en las que están al lado nuestro.
Es por eso que decía, que hay muchos y constantes casos de violencia institucional que no
llegan a ser visibles, pero que en su anonimato e invisibilidad, si uno los estudia directamente
son muy ilustrativos del trámite burocrático de la violencia institucional, lo cual nos sirve
para explicar, precisamente, debido a qué factores cruzados es tan difícil que se vuelvan casos
visibles.
Para esto, brevísimamente, me voy a referir a dos casos concretos, de los cuales les hice
circular el artículo. Por un lado, el caso de la Unidad 29 en Melchor Romero en 2001. Para
mí, ese es un caso muy ilustrativo, ese hábeas corpus que lleva adelante el juez Borrino,
porque nos relata -y los detalles están en el texto- una situación de ejercicio de la violencia
institucional rutinaria, masiva, microfísica, durante dos años. Lo que me muestra el
expediente es que hubo cientos de presentaciones y denuncias, las cuales llegaron muchas
veces al poder judicial y, sin embargo, nadie lo tomó como caso, porque eran presos
denunciando, al fin y al cabo, una situación rutinaria, habitual de violencia institucional. Solo
en la medida en que una mirada desde el Poder Judicial lo reúne y lo construye como caso, y
solo en ese momento se transforma en un caso judicial sobre el que hay que intervenir.
Lo que me preguntaba cuando recorría todos los hábeas corpus, es por qué no intervino el
Poder Judicial. No intervinieron la mayoría de esos funcionarios, porque formaban parte
también de su rutina y porque la violencia institucional no solo está engarzada en la rutina del
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servicio penitenciario, sino también en la rutina del Poder Judicial de recibir hábeas corpus.
Esto es durísimo, pero es así.
Es por eso que antes decía que no me niego a analizar la violencia en términos de desviación
o de actitud violenta de un agente penitenciario o de un jefe penitenciario, me resisto a ello,
ya que eso no les quita ninguna responsabilidad y es gravísimo criminalmente admitir o
ejercer esa violencia, pero no son los únicos que están en contacto con esa violencia. Hay
muchos mecanismos de control que no están funcionando, y el mecanismo del hábeas corpus
y de la denuncia es uno de ellos.
¿Por qué tomo este caso? Porque a mí me parece que este caso de la Unidad 29, nos muestra
este aspecto de la violencia institucional microfísica y rutinaria que no llega a convertirse en
un caso judicial, precisamente, porque no hay ningún elemento que logre romper ese carácter
rutinario.
Entonces, ahí, me parece que hay todo un campo de discusión -y no lo estoy desmereciendopero creo que el foco no es tanto el tema de la capacitación del servicio penitenciario, sino el
de la lógica de funcionamiento del sistema. Se puede capacitar al servicio penitenciario todo
lo que queramos, pero si la lógica del sistema frente a la denuncia sigue siendo la
invisibilización y la negación, difícilmente esa lógica del maltrato permanente se vaya a
modificar, por más formación que se les dé.
Diputada Nocito - Siguiendo tu artículo, si la lógica judicial sigue siendo la de la sospecha de
la mentira por parte de las víctimas, hacemos la combinación ideal.
Dra. MARTÍNEZ.- Claro, entonces, en términos de estudio empírico de la violencia, acá hay
un gran trabajo por hacer, y también en términos de políticas públicas, es decir, cómo
intervenir, desarmar o modificar esas lógicas.
Por el otro lado, lo que me interesa resaltar es que junto con este mundo de las burocracias
penales también existe, del cual formo parte y me hago cargo, porque estoy inmersa en el
sistema, un amplio y muy fuerte sistema de denuncia, el cual tampoco existía hace unos años.
Ahora lo tenemos como naturalizado, pero que exista el Comité contra la Tortura, que haga
inspecciones a las cárceles, que reciba información específica hacia los hechos de violencia,
es una cosa muy nueva y muy novedosa, pero todavía no sé si estamos utilizando y
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Comisión Especial de Violentología 2013
aprovechando esa fuerza de la producción de datos que ofrecen esos espacios para pensar las
políticas públicas.
Me detengo para contar la experiencia del Comité contra la Tortura, porque eso no lo pasé
por escrito. Mi trabajo con el Comité contra la Tortura empieza a partir de un hecho político
burocrático muy interesante, que es que a partir de ese trabajo, que venía haciendo a fines de
2006, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires saca una acordada, en
donde ordena al Presidente de Cámara de todos los departamentos judiciales, informar los
hechos de violencia ocurridos en las cárceles, hechos de violencia que al sistema judicial
llegan, porque se obliga al sistema penitenciario enviar un parte por cada hecho de violencia
que ocurra en las cárceles.
Si bien mandaban esos partes, no dieron resultado, porque tanto el servicio penitenciario
como la justicia son burocracias penales. Si la Suprema Corte da la orden de que hay que
informar, se informa y se hace con una lógica de informe escrito. Entonces, por cada hecho de
violencia o, por ejemplo, algunos ocurridos en un día, se empezó a elaborar un parte en cada
unidad penitenciaria y esos partes empezaron a llegar a los presidentes de Cámara del
Departamento Judicial y estos los empezaron a mandar a la Corte con copia al Comité contra
la Tortura. Entonces, tres meses después, el Comité contra la Tortura tenía tres biblioratos con
800 partes con hechos de violencia, con los que no sabía qué hacer, porque pedir una
información y no crear un formato para procesar esa información es lo mismo que nada en
cualquier campo; pedir información y no hacer nada con eso, es peor que no pedirla, porque
la verdad es que ahí hay una información riquísima, pero solo se había pensado en términos
de verticalidad jerárquica: "Tienen que informar". Nadie había pensado qué hacer con eso.
Es a partir de eso que con el Comité contra la Tortura empezamos un trabajo de elaboración
conjunta de algunas bases de datos que nos permitieran volcar esos hechos de violencia y
sacar de ahí alguna información.
Diputado Gutiérrez- El que empezó, en realidad, fue el Defensor de Casación Mario
Coriolano, y eso obliga a la Corte en lo que respecta al mecanismo. Él hace dentro de su
Casación, el tema de torturas de las unidades penitenciarias…
Dra. MARTÍNEZ.- Y con los chicos también. Empieza con el registro de violencia sobre los
jóvenes detenidos, estaba ese antecedente.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Diputado Gutiérrez- Y eso obliga a reaccionar a la Corte, lo mismo que la Subsecretaria de
Derechos Humanos que tiene la Corte. Es a partir de este aparato colectivo que presenta por
presos y detenidos.
Dra. MARTÍNEZ.- Por la misma época es este mismo proceso del hábeas corpus de los
presos y detenidos en comisarías.
Diputado Gutiérrez- Exactamente, es un hábeas corpus colectivo. Al principio, se dijo que
tenía que venir cada preso, y lo dijo hablando de la burocracia judicial. En realidad expresó:
¿Cada preso va a presentar un hábeas corpus? Entonces, dijo que no podía venir cada preso,
porque era agotar la información. En definitiva, demasiada información y tantos hábeas
corpus te paralizan.
Entonces, aparece la figura del hábeas corpus que recepta la Corte Nacional, y que pone la
Corte de la Provincia a generar esta Subsecretaría para ver el funcionamiento de las cárceles.
Dra. MARTÍNEZ.- A raíz de este proceso, creo que el hábeas corpus empieza a utilizarse
como una herramienta distinta. El hábeas corpus de Borrino, fue un fracaso, porque la Corte
dijo que había que volver todo a los jueces, y es por eso como que fue como un camino
abortado. Y después, el hábeas corpus colectivo por los presos de las comisarías abre el
camino, cosa que es muy interesante para analizar en términos de lógica judicial y de
funcionamiento concreto.
Diputado Gutiérrez- Cuando hablamos de Poder Judicial hablamos de Estado, porque es uno
de los integrantes del Estado, con lo cual, en definitiva, son las políticas de Estado las que
fallan en todos sus poderes, en todo caso el Poder Judicial, es decir, la responsabilidad
internacional del Estado, a partir de los poderes, tanto Nacional como Internacional, que es en
todo caso el Poder Judicial. Yo pertenezco al Poder Judicial y pareciera que cuando hablamos
de él estamos hablando de algo distinto, pero, en realidad, estamos hablando del Estado.
Dra. MARTÍNEZ.- Claro. Dentro del Estado, a mí me parece que también hay una categoría
muy interesante. Cuando uso la palabra burocracia, me olvido siempre de aclararlo al
principio, lo uso en el sentido positivo; yo amo las burocracias, porque las creo
fundamentales y formo parte de la burocracia universitaria.
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Quiero decir, también hay un sentido común que achaca todos estos problemas, por eso tomo
tu aporte, y se suele culpar de esto a la burocracia, como si no fuera un poder del Estado y
fuera un mal, una cosa abstracta cuando, en verdad, es un funcionamiento que también
permite un montón de cosas que de otra forma no serían posibles.
Valoro mucho el funcionamiento burocrático, pero creo que lo que hay que hacer es
mejorarlo, no crearlo como un monstruo que es el que frena la posibilidad de realización de
los derechos. Creo que las burocracias son la vía para la realización de los derechos.
Lo que ocurre es que si no se estudia concretamente el funcionamiento real de las
burocracias, si se termina pidiendo cosas que no pueden hacer, porque, a veces, hay discursos
de sentido común, que pretenden que la justicia resuelva cosas que nunca va a poder hacer,
porque no tiene nada que ver con su función, como cualquier otra burocracia.
Entonces, me parece que también hay, en el tema de la gestión pública y del funcionamiento
real del Estado, como una posificación y una generalización del funcionamiento de las
burocracias y, en realidad, lo interesante es ver el funcionamiento concreto, como en este
caso, el que hace la burocracia judicial con un caso concreto.
A veces, de un trámite termina desarmándose un hábeas corpus colectivo como en el caso de
la Unidad 29, y otras veces, como en el hábeas corpus colectivo de los presos en comisarías,
termina de una manera mucho más productiva en sus defectos reales sobre el sistema.
Diputado Gutiérrez- Existe la burocracia racional de Max Weber, que es la burocracia
positiva, esa burocracia mecánica donde el burócrata no piensa, sino que cumple la forma de
la cual está atado y le da su seguridad, porque vive dentro de la forma, no es positiva.
Vos empezaste diciendo que, más allá de la teoría, te gustaba tener los pies sobre la realidad,
pero la Corte cuando manda a pedir el parte se olvidó de la realidad, porque también la Corte
está muy alejada, es decir que tiene sus pies lejos de la realidad.
Entonces, hay lógicas de cada uno de estos sistemas que son lógicas de supervivencia. El
empapelar es una lógica de supervivencia del sistema de la Policía de la provincia de Buenos
Aires, en la cual sabe que no es así.
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Cuando sale la Ley 11922, en el `98, la Policía reaccionó empapelando. Todos los nuevos
fiscales, quienes se llenaron de denuncias cuando antes en la discreción de un sumario
policial, no pasaba o con un comisario mediador, tampoco. La reacción de la bonaerense al
quitarle el poder fue empapelarla.
Yo tenía un profesor de la facultad, que decía: "Si a usted lo investigan por un hecho de
defraudación, lo van a allanar en su empresa. Entonces, mándele cinco camiones de
documentación al juzgado, nunca en su vida los va a terminar de analizar, porque no tiene
capacidad operativa y esa causa va a morir por prescripción", y eso es lo que le pasó a la
Corte por no tener los pies sobre la tierra para dimensionar el problema y qué hacer con él.
Dra. MARTÍNEZ.- Para cerrar, voy a plantear el vaso medio lleno.
En el Comité contra la Tortura, y en otros lugares también, la base de Coriolano, no sé cómo
siguió actualizándose, porque creo que no usaron estos partes porque eran muy generales, y
no iban a lo específico.
Diputado Gutiérrez- Hubo un problema de competencias internas con el Procurador de la
Corte, por una cuestión de política interna.
Dra. MARTÍNEZ.- En la parte que me toca, cuando vi esos cuatro biblioratos, me produjo
una felicidad inmensa, porque con esa información tenía que hacer algo.
Entonces, lo que iniciamos -y con esto cierro- es un proceso en el Comité contra la Tortura de
armado de una base de datos de hechos de violencia. Ahí, uno de los ejes de discusión y de
las vetas reflexivas más interesantes fue la intensa discusión que surgió entre todos nosotros yo armando la base de datos, y todos los abogados que estaban empapados de este tema de los
casos de violencia institucional-, acerca de qué era violencia institucional y qué no. Porque en
un parte de hechos de violencia, el relato de los hechos venía todo mezclado, pero de ahí, por
eso el título, había que hacer una clasificación de hechos para que a mí me sirviera como
dato, por lo que yo insistía en que teníamos que hacer una clasificación.
Por lo tanto, lo primero que hicimos fue plancharlo en un Excel, tomando parte por parte y
cargando en determinadas columnas los datos que venían. Ahí se produjeron cosas muy
interesantes y graciosas que nos sirvieron mucho para la reflexión, que es la forma en que se
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extraía la información del parte y se la pasaba. En general, lo que tendían a hacer los
abogados era copiar todo, mientras que yo a lo que quería llegar era a marcar con una cruz.
Para mí, una base de datos de hechos de violencia no podía ser descriptiva y ellos no querían
resignar ninguna información; entonces, era como un mapa de Borges, porque ellos lo que
querían era que la base de datos reflejara toda la descripción del Servicio Penitenciario, pero
yo les decía que estaba en el parte y que lo que yo quería era sacar cuántos hechos había, es
decir, tener una clasificación que me sirviera.
Eso me dio un trabajo a mí y un esfuerzo de reflexión que, volviendo al principio, nos puso
en frente de la complejidad de la categoría "violencia institucional". En un grupo formado por
abogados y por mí, que veníamos de trabajar hacia años en el tema, no es que no sabíamos
qué era la violencia institucional, sino que empíricamente, casuísticamente, se nos transformó
en un problema, el cual no habíamos abordado desde esa perspectiva; era poder clasificar los
hechos de forma que indicaran alguna especie de regularidad en esa rutina de ejercicio de la
violencia.
A partir de ahí, aparecen dos ejes muy interesantes que surgieron al sistematizar esa
información.
El primero, fue el tema de las peleas entre presos. Todos los hechos de violencia que ocurren
en las cárceles, para el Servicio Penitenciario, son hechos de violencia entre los presos. Esto
es muy interesante, porque es una forma de interpretar la violencia en la cárcel, la cual no
entra dentro de la definición que nosotros tenemos de violencia institucional, pero es la legal
del Servicio Penitenciario sobre qué es violencia; esto por un lado.
Por el otro -y este fue el dato más revelador de la violencia institucional-, nos encontramos
que en esos partes se mencionaba que se había usado balas de goma para dispersar o desarmar
peleas de presos, lo cual estaba escrito.
Así, pudimos contar cuántos hechos hubieron y, por ejemplo, en la provincia de Buenos
Aires, notamos que entre los años 2007-2008 -que fueron los primeros años que
sistematizamos- hubo cinco episodios donde hubo intervención con balas de goma por día en
los distintos establecimientos penitenciarios; o sea, que había establecimientos penitenciarios
que tenían, sacando promedio, dos episodios para dispersar presos por semana.
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Había un grado muy alto del uso de la violencia institucional que no estaba registrado por el
Servicio Penitenciario como uso de la violencia, sino como una herramienta de intervención
para evitar o para desarmar las peleas entre presos.
A mi me parece que estos dos ejemplos son muy ilustrativos y útiles para poner en tensión y
para desarmar nuestro propio sentido común de qué es violencia institucional.
La violencia institucional no es una categoría que se autodefina, sino que es una categoría
muy compleja y muy relacionada con una discusión histórica y política de los últimos treinta
años en donde, sin duda, el hecho de terrorismo de estado está muy presente y también, que
incluye todas estas dimensiones de las distintas visiones institucionales de qué cosa es
violencia institucional y qué no.
Entonces, nos puede servir como argumento político seguir hablando de violencia
institucional, pero en término de investigación empírica de la violencia institucional, me
parece que como categoría, es necesario, no solo descomponerla y desarmarla en sus distintas
manifestaciones, sino también prestar atención a qué se interpreta en el mundo judicial, qué
se interpreta en el mundo del Servicio Penitenciario, y qué se interpreta en el mundo de los
organismos de denuncias, qué cosa es violencia institucional porque, si no, es como un
diálogo de sordos. Y presentar 25 mil habeas corpus, tampoco es la solución.
Si uno no entiende bien cómo funciona esa idea de violencia institucional en el Poder
Judicial, presentar habeas corpus no basta; si bien cumple una función, pero como política
pública o institucional tiene serias limitaciones.
Diputado Caviglia- Te agradecemos mucho Josefina.
Ahora, como es costumbre, comenzamos con las preguntas y reflexiones.
Sr.
.- Agradezco mucho la invitación que me ha hecho públicamente el señor
diputado Gutiérrez y la verdad me siento enriquecido con su participación.
Vengo de una rama distinta, que es la rama jurídica y me gustó mucho la diferencia entre
hecho y caso. Porque, en realidad, nosotros vemos casos, los hechos por ahí no se denuncian.
Me parece un dato importante, desde el punto de vista jurídico, el caso razonable que tenemos
en la burocracia judicial, para resolver esos casos, y ese es el inconveniente.
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Me parece que no solamente la transformación del hecho en caso, sino en qué tiempo
resuelve el Poder Judicial los hechos, mejor dicho los casos, que debe resolver para no caer
en una noción peyorativa de la burocracia como gobierno de los escritorios y, en definitiva,
tener esa misión.
La pregunta es, también está garantía convencional y constitucional del plazo razonable para
que el caso sea resuelto por el organismo que corresponde. Esa es la primera.
La segunda, es una reflexión. Quería saber si usted considera que hay violencia institucional
por omisión, porque en todos los casos que nosotros hemos referenciado a lo largo de la
charla es la violencia institucional por acción de algún organismo del Estado. Pero cuando el
Estado deja de hacer, por ejemplo, al no brindar seguridad al testigo en una causa de derechos
humanos que, después implica la desaparición de ese testigo clave, o el hecho de permitir que
los dirimidos tengan enfrentamientos físicos -como usted lo decía antes- tal vez no lo ven
como violencia, porque los agentes no pertenecen a esta institución, no entraría dentro de esta
categorización de violencia institucional por omisión, es decir, no por hacer, sino por dejar
hacer.
Dra. MARTÍNEZ.- Voy a empezar con respecto al plazo razonable.
A mí, ese tema me parece fascinante, porque una cosa que encontré en el estudio de este
habeas corpus colectivo enorme de San Isidro, de Borrino, de la Unidad 29, es una asombrosa
heterogeneidad de lógicas burocráticas con respecto al uso del tiempo.
Estudié derecho y trabajé diez años en tribunales. Sin embargo, me salgo de eso y lo miro
como antropóloga, y es increíble la heterogeneidad de situaciones que se pueden dar para
construir o para modificar la categoría tiempo o la categoría plazo.
El ejemplo más bizarro que encontré en ese habeas corpus fue que, uno de los habeas corpus
fue denunciado -no es que estoy anonimizando, sino que no me acuerdo los departamentos
judiciales, pero era del Norte-, y presentado en tal lugar. Allí dijeron que no era competente y,
entonces, tenía que ir a otro departamento judicial. Fue al segundo departamento judicial,
pero faltaban las fotocopias y, entonces, lo devolvió al departamento original. Estábamos
hablando de una denuncia en la que le habían sacado la piel de las plantas de los pies a un
preso. Esto es un uso.
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Desde el punto de vista del análisis sociológico y antropológico, en general, trato de no entrar
al análisis de eso por el lado de la psicología individual. No creo que ese funcionario lo haya
hecho a propósito -me resisto a pensarlo-, porque no me parece una vía de indagación
productiva; a lo mejor lo hizo, no lo sé, pero en términos de análisis sociológico, me interesa
mucho más la lógica burocrática que hay detrás.
Además, conozco cómo funciona el sistema judicial: hay delegación de funciones, entonces
eso pudo haber sido un error de un meritorio, pudo ser un reflejo automático o pudo ser que
nadie haya leído ese expediente.
A mí me asombra mucho, pero muchas veces, uno se da cuenta viendo las resoluciones, que
nadie leyó lo que dice el expediente, porque si una persona -en el caso de las causas armadas
esto es clarísimo- lo hubiera leído con un mínimo interés, esas cosas no pueden avanzar. Sin
embargo, avanzan, pero no creo que sea una perversión, ni siquiera creo que sea, por lo
menos desde el punto de vista del análisis sociológico, una cuestión de responsabilidad
personal.
Me parece que ahí hay un problema más grande, que es esta cuestión de las lógicas, de las
tramas de relaciones sociales y jerárquicas, y de las lógicas burocráticas que hay detrás de ese
funcionamiento judicial. Hay algo que está produciendo, por ejemplo, que los expedientes se
puedan tramitar sin leerlos, ya sea por la carga de trabajo o por la misma forma en que se
organiza el trabajo.
Creo que hay más una responsabilidad en términos de organización del trabajo, que una
responsabilidad directa sobre eso.
Ahora, el tema del uso del tiempo judicial -Sofia Tiscornia tiene algo escrito sobre eso-, es un
tema interesantísimo, porque el tiempo judicial no es el tiempo del común de los mortales; es
un tiempo especial -no lo digo con ironía, lo digo como con genuino interés-, porque es una
construcción del tiempo, y esto hasta está muy estudiado.
No todos los grupos sociales usan el tiempo ni conceptualizan el tiempo de la misma manera.
Nosotros creemos que el tiempo es algo igual para todos, pero no lo es; las clases sociales,
por ejemplo, tienen distintos usos del tiempo.
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Creo que las burocracias tienen un uso del tiempo muy particular que produce estos efectos,
pero, en realidad, hay que atender más es a la lógica que a los efectos, porque los efectos son
el dato.
La cuestión de violencia por omisión se vincula con esto. En realidad, el mismo concepto de
omisión es una categoría muy centrada en un sujeto racional e incluso en el Servicio
Penitenciario -e insisto-, sin eximir de ninguna responsabilidad criminal a los que están a
cargo de eso, muchas veces no es una decisión expresa la de no intervenir o una cuestión
racional en el sentido en el que nosotros lo estamos interpretando desde afuera, sino una
rutina burocrática. Es decir, es la única forma de intervenir.
Esto, en las entrevistas con los agentes del Servicio Penitenciario -algunos que se han ido del
mismo- esto aparece muy claro. Lo mismo ocurre con la Policía y los empleados judiciales,
¿cómo se aprende el oficio? El oficio se aprende acompañando e imitando lo que hace el otro.
Hay toda una lógica de no intervención o de intervención jerarquizada en la que, por ejemplo,
la que entra a pegar es solo la brigada que está para pegar, mientras que los demás no pueden
hacer nada, porque si hacen algo quiebran el equilibrio interno del Servicio Penitenciario, y
en eso -insisto- lo más interesante es la lógica burocrática.
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VIOLENCIA CONTRA NIÑOS Y ADOLESCENTES
María Inés Bringiotti79
En general, me voy a referir a lo que hago habitualmente, que es violencia familiar e
institucional, que en realidad, es todo un trayecto que históricamente he recorrido. Hoy uno
está invadido por las situaciones de violencia, pero si estudiamos los inicios de la
civilización: cómo se conformaba la familia y cómo se educaba a los niños, podemos ver que
el tema de la violencia existía desde los comienzos de la antigüedad. Muy lentamente, fueron
apareciendo el tema de la defensa de los Derechos del Niño, la pedagogía infantil, la
Pediatría y todo el apoyo legal que tiene que ver con la Defensa del Niño; todo eso fue
apareciendo tardíamente. Mencioné estos temas porque han venido trabajando, a lo largo de
79
Licenciada en Sociología, Doctora en Filosofía y Letras de la Facultad de Filosofía y Letras; Directora del
programa de Investigaciones de la Infancia Maltratada; Coordinadora del programa de Actualización y Abordaje
Interdisciplinario del Maltrato Infantil de la Violencia Familiar e Institucional, todos de la UBA. Docente de la
Facultad de Filosofía y Letras y de la Facultad de Psicología. Dictó conferencias en numerosas universidades
extranjeras como: la Universidad de la República, en Montevideo, la Universidad de San Pablo, la Universidad
Federal Santa Catalina, la Universidad de Sevilla y la Universidad Católica de Chile. Tiene muchos libros
publicados que hacen a la temática. Nos interesan las múltiples violencias en “La violencia en la escuela” y
“Palabras y espejos, aportes para la prevención del legado familiar de la violencia”. Miembro de la Asociación
Argentina para la Prevención del Maltrato Infantojuvenil ASAPMI
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la historia, en cómo se fue constituyendo la familia, en qué momento aparece la familia
moderna tal como la entendemos hoy en día: la familia se constituye a través del afecto como
elección, mientras que antes las familias eran convenios arreglados, por los cual no estaba la
idea de conformar una familia, los hijos no eran el producto del amor sino de necesidades o
conveniencias.
Es muy interesante que en algún momento aparezca este concepto de la vida privada, porque
hasta ese momento se hablaba únicamente de la vida pública, o sea, de lo que la gente hacía
puertas para afuera.
Entonces, toda esta bibliografía aparece recién en la década de los ‘80 -hace muy poco
tiempo que aparecen estos autores-, y ahí empiezan a darse cuenta de lo que ocurría en las
familias puertas adentro: ¿Cuál era el papel de la mujer?, ¿cuál era el papel del hombre?,
¿cómo funcionaba la pareja? y, sobre todo, la no visibilización del niño o de la infancia como
tal. Estos autores dicen que el niño se definía como un adulto en miniatura.
Se necesitó mucho tiempo para que se empezara a pensar en cuáles eran las necesidades
concretas que tenía un niño y, a partir de ahí, se comenzara a ver cómo abordar la
problemática.
Los que estudian familia hoy en día la gran pregunta que se hacen es: ¿A qué nos referimos
cuando hablamos de familia? Porque hasta hace unos años, cuando uno se refería a la familia,
hablaba de la familia unida al matrimonio legal con dos hijos, sobre todo un varón y una
nena, y estaba todo bárbaro para la demografía, o sea, era la familia tipo: mamá, papá y los
dos hijos.
Ustedes saben mejor que yo que en este momento la familia tipo es uno de los tipos de
familia que uno puede encontrar y, lamentablemente o no, tampoco es lo más común.
Aparecen un montón de nuevas formas que va adoptando la familia.
Una de las cosas que se han ido observando en las últimas décadas es el aumento de la pareja
consensuada por sobre el matrimonio civil, y esto ha llevado a modificaciones legales, como
el reconocimiento de la convivencia, para la obra social, por el nacimiento de los hijos; desde
el punto de vista legal, se equiparó a los hijos de un matrimonio legal y de un matrimonio
consensuado. Acá se ha producido un avance muy grande.
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En términos sociales y demográficos, lo que se viene observando a partir de la década de los
’90 es un aumento sostenido de familias mono parentales, y esto aparece en casi todo el
mundo, no es una atribución solamente nuestra. Cada vez que hay crisis profundas en un
país, en vez de producir una unión, aumentan las separaciones; han aumentado los hogares
mono parentales, se estancan y vuelven a aumentar.
El porcentaje en este momento para nuestro país es muy alto. Esto significa que tenemos
muchos casos de una persona sola criando los hijos. Muchas veces hay padres que pasan la
cuota, los vienen a buscar y asumen un rol activo, pero yo les diría que en más del 50 por
ciento no pasa esto.
La persona que está a cargo de sus hijos -que mayormente es la mujer, pero tenemos casos de
hombres solos también- está sobrecargada en todo sentido: tener que trabajar, sostenerlo
económica y afectivamente; entonces, esto nos trae una situación difícil para la persona, y nos
estamos manejando con un nuevo tipo de familia, que es la mono parental.
Todos estos cambios han llevado también a otra manera de considerar los géneros; el
femenino, el masculino y todas las demás formas que hoy en día están incluidas dentro de la
palabra género. Tenemos que hacer una distinción entre el sexo, que es lo biológico, y el
género, que es una construcción cultural. Hoy en día, los estudiosos de género hablan de una
cantidad impresionante de formas de género, que también implica empezar a ver cuáles están
en la familia y cuáles no; o sea, significa un trabajo constante de estar repensando las cosas
que sabíamos esta ahora.
Varía el número de hijos. Digo esto porque hay ciertos sectores sociales, en nuestro país y en
todo el mundo, que tienen la posibilidad de elegir cuándo quieren, o no, tener un hijo; otros
no. Esto ha traído un problema demográfico bastante importante, que es la baja de la tasa de
nacimientos. Eso, sumado al aumento de la expectativa de vida, porque duramos más. La
famosa pirámide de la población donde hay pocos viejos y nacen muchos chicos para
ocuparse de los viejos, en este momento es más o menos un prisma. O sea, tenemos la misma
cantidad de gente que sobrevive que de nacimientos, y en algunos países la pirámide está
invertida. O sea, hay más gente grande que dura y menos tasa de nacimientos. Todo esto nos
va a traer problemas en el abordaje de las familias.
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Hay separaciones y hay nuevas uniones; por lo tanto, tenemos estas nuevas figuras, que son
las familias ensambladas. Algunos de los dos tiene hijos de un matrimonio anterior, uno sí,
otro no; o tienen los dos. Tienen hijos en común, y aparece esto de la familia ampliada. Por lo
tanto, los hijos –los chicos- involucrados pueden ser hijos de ella, de él, de la pareja, de
parejas anteriores, adoptados; o sea, la manera en que llega un chico a la familia puede ser
muy diversa.
Luego tenemos otros puntos que son sumamente conflictivos, no solo para lo legal sino para
todas las profesiones que están en el tapete, en un análisis bastante profundo en este
momento, que son: El debate acerca de las nuevas formas de fertilización asistida, que hay
formas muy exóticas que realmente necesitan una jurisprudencia para cubrir estas
situaciones; y la posibilidad o conveniencia de que parejas homosexuales críen chicos.
Todo esto muestra que la familia ha cambiado la forma. Lo que quiero decir con todo esto es
que de esto que en un momento llamamos “familia” y todos entendíamos qué era, hoy hay
que preguntar un poquito más: ¿Qué forma tiene la familia? Sin embargo, seguimos hablando
de familia, porque el criterio que predomina hoy es que, más allá de la forma que tenga esta
familia, va a ser considerada familia, en el caso que cumpla con las funciones de la familia.
¿Qué queremos decir con esto? Que, si en un accidente muere el papá y la mamá de un chico,
y lo van a criar los tíos o los abuelos, y cumplen con la función de protección del niño y
cuidado; esa es la familia del niño, que es lo mismo que uno les exige a los padres adoptantes.
Esa va a ser la familia del niño en tanto cumpla esa función.
En este momento en Ciencias Sociales y Demografía se considera familia a aquel grupo de
personas que está a cargo y satisface las necesidades de los niños, independientemente de la
forma que adopte. Este es un punto importante, porque desde el punto de vista legal, tener
esto claro les sirve para operar. Es decir, si uno va a estar esperando que llegue el papá o la
mamá y no llegan, ¿no hay familia? No, no es así.
Otro punto importante que trajo a consideración está nueva revisión es que también nos
ayuda a pensar si realmente es familia, aquella “familia” en la cual está el papá, la mamá y
los hijos, pero por ejemplo, el papá es un abusador de los hijos. Uno ahí ve que la forma de
familia: papá, mamá y los hijos. Hoy en día se dice que este señor es el padre biológico,
punto; no se lo considera, desde el punto de vista que realmente haya un padre protector.
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Entonces, ahí entramos a discutir: cuando se habla de defender la familia, ¿qué queremos
defender?, ¿una familia donde hay un abusador?
Otras de las cuestiones que se plantea mucho, y está el tapete en este momento, en el tema de
los casos de abusos, por ejemplo, de maltrato severo, es que hay que re vincular, porque es el
padre, y la discusión es que es el padre biológico, no cumplió la función de padre, no lo
protege y lo abusa. ¿Qué queremos re vincular? Porque la palabra re vinculación dice “volver
a vincular”. Nosotros no queremos vincular en la situación anterior, donde se produce el
abuso; o sea que en ese caso, si uno va a tratar de que esa familia pueda seguir junta, tiene
que pasar por un montón de evaluaciones y tamices, y este señor debe tener algún tipo de
recuperación; de lo contrario, uno no puede mandar, por decreto, a re vincular, como está
pasando en la Capital Federal, y supongo que acá también.
Me llega la orden al Elizalde de que hay que re vincular en 30 días, en función de que es la
familia del niño, o muchas veces se dice: “¿dónde va a estar mejor que con la familia?”.
Reiteramos: ¿es una familia aquella en la cual el padre abusa sexualmente y la madre mira
para otro lado, o está tan deteriorada que no puede defender al chico? Son preguntas para
hacernos.
Violencia familiar. Hablo desde ahí porque es el campo que venimos trabajando desde hace
muchos años y en el cual yo hago investigación, que es la violencia familiar en todas sus
formas y el maltrato infantil .Lo que proponemos es el tema de no hacer divisiones que,
realmente, no conducen a nada. ¿Ustedes creen que es factible abordar o investigar la
violencia familiar aislada del resto de las cuestiones, o hablar de la violencia social y no
fijarse en ninguna otra? Hace bastante tiempo que el planteo teórico es que, cuando uno habla
de alguno de estos enfoques, tiene que tener una mirada integral, articulada. Eso quiere decir
que vamos a tomar en cuenta tanto a la violencia individual que producen los sujetos, como a
la violencia familiar, a la institucional y a la social. Si uno toma un marco integrativo, uno
puede llegar a entender mejor el problema. Con esto quiero referirme a lo siguiente.
En la escuela aparece un chico con problemas de aprendizaje y de conducta; hace unos años
se decía “tiene algún problema de aprendizaje, lo mandamos a la psicopedagoga”, y la
psicopedagoga trataba de desarrollar algunas técnicas pedagógicas para ver cómo podía
mejorar la cuestión, pero hoy día, la psicopedagoga que está capacitada en estos temas sabe
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que una de las razones o factores de riesgo de los problemas del chico pueden tener que ver
con situaciones de violencia familiar en la casa, e indaga esto. Entonces, el método
pedagógico es cubrir un parche; el tema es ver qué está pasando con esta familia para que se
vea, luego, la mejoría en el rendimiento del chico en la escuela.
Hay violencia en la familia; ¿puedo quedarme solamente con la mamá que viene a contar lo
que pasa o el papá que es violento? O sea, si yo no tomo en cuenta cuál es la historia que
tiene cada uno de esos sujetos que lo llevan a ser violentos, víctimas o victimarios; si no tomo
en cuenta el papel que juegan las instituciones, porque a lo mejor la persona fue veinte veces
a decir que el marido le pega, como el caso que está saliendo por televisión todos los días
sobre esta mujer que está filmando todo, y no se hace nada, por lo cual ¿qué estamos
esperando, que realmente la mate y nos demos cuenta que tenía razón cuando decía eso? La
responsabilidad institucional tiene que estar involucrada, y de ninguna manera podemos dejar
afuera lo que tiene que ver con el contexto sociocultural.
Si una sociedad avala la violencia, es factible que los sujetos que están dentro de esa sociedad
sean violentos. Yo no tomo decisiones solo por mí y por mi historia personal, sino también
por mi modelo de crianza, los valores que tengo, las instituciones que me rodearon, las crisis
sociales que atravesamos; todo esto es lo que me va a llevar a actuar de una manera A o B.
Si uno piensa en crisis, concretamente en nuestro país, por ejemplo, uno hablaría de los ’90 o
una importante –cuando cae Alfonsín, y la inflación era de cuatro o cinco veces en un día-, el
corralito del 2001 fue otra crisis importante, el proceso militar también. Estas son las que uno
llama crisis estructurales, que son las crisis que sacuden todas las estructuras sociales y hay
que volver a reacomodar, que sería diferente a las crisis coyunturales, que son aquellas que
uno tiene a cada rato.
Cuando hay crisis estructurales, todos los factores de riesgo que están dando vueltas, se
potencian porque la persona se quedó sin trabajo, sin obra social, la mujer le exige que
sostenga la casa, tuvo que sacar al chico del colegio porque no lo puede pagar. Entonces, todo
este conjunto, que son factores de riesgo porque no son causa, ponen a la familia en una
situación de mayor vulnerabilidad, con lo cual cuando uno aborda el tema de la violencia en
la familia, en las instituciones, también tiene que tener muy claro qué es lo que está pasando
alrededor para entender por qué pasa eso.
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Una de las cosas que uno escucha muchas veces es que le empezó a pegar a la mujer o a los
chicos. ¡Claro!, lo que pasa es que se quedó sin trabajo y el hombre se brotó. ¿Qué le vas a
hacer? Bueno. No todos los que se quedan sin trabajo se transforman en violentos. Algunos
se mueren de un infarto, otros de depresión, otros se suicidan, otros se escapan de la casa y
los deja a todos en banda y otros se transforman en violentos. O sea que si la causa de ser
violentos fuera el quedarse sin trabajo, todos los que se quedan sin trabajo deberían ser
violentos. En realidad, para esa persona que se quedó sin trabajo, quedarse sin trabajo fue la
gota que rebalsó el vaso, a predisposición a la violencia que tenía el sujeto, frente a modelos
violentos en la infancia, frente a un montón de situaciones, hacen que su respuesta sea
violenta.
Cuando uno tiene entrevistas con personas que ejercen la violencia, y empieza a tratar de
juntar todo lo que tiene que ver con su historia familiar, social, institucional y demás,
empieza a ver un camino lógico en esa respuesta, no son cosas mágicas o explosivas que
aparecen así, mágicamente. Esto lo traje para que haya una puesta al día de las formas que
están tipificadas a la fecha como formas de violencia familiar. Esto va cambiando con el
tiempo. Si uno pensara en la década de los ’80, acá se empezó a hablar de la violencia
familiar y empiezan a abrir los primeros servicios de atención. En los ’90 está como más
claro. Pero si uno hace un recuento histórico, se va a dar cuenta que cuando se empezó a
trabajar en lo que se llamaba violencia familiar en nuestro país, se limitaba a trabajar sobre
violencia hacia la mujer y violencia hacia los niños. Punto. ¿Por qué? Porque todos los
grupos en defensa de las mujeres, feministas, la peleaban, la peleaban y lograban que se
empezaran a ocupar de las mujeres y otro tanto pasó con los niños. Y ahí terminaba la
violencia familiar.
Había formas que no se veían y formas que han ido apareciendo. ¿Qué quiero decir? La
violencia hacia las mujeres es histórica, desde los comienzos de la civilización, pero también
estamos viendo que hay violencia hacia los hombres. O sea que tapar esto sería ingenuo y,
por supuesto, si bien no alcanza el volumen que alcanza la violencia hacia la mujer, porque
siempre la mujer frente a un hombre, por una cuestión de fuerza, poder y demás, pierde, pero
la realidad es que hay bastantes casos de violencia ejercida hacia el hombre que es más desde
el punto de vista de la violencia verbal o psicológica.
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El caso de violencia física se da más en matrimonios desparejos o sea hombres muy grandes
mayores con mujeres más jóvenes que, de repente, puede abordar la violencia física. Si no, en
general, es violencia psicológica, verbal pero que es terrible, porque a mayor nivel educativo
que tenemos, somos cada vez más hábiles para hacer bolsa al otro solamente con la palabra.
No necesito levantar un dedo, es suficiente. Muchas veces, los que sufren de violencia dicen
que preferían que les dieran una cachetada a que le dijera todo lo que le dijo. Entonces
tenemos violencia hacia las mujeres y violencia hacia los hombres.
Ha ido apareciendo más lo que podríamos llamar violencia cruzada en la pareja. ¿Por qué?
Porque las mujeres empiezan a tomar conciencia de esta situación de sometimiento y de
violencia, se empiezan a defender, hasta ahí todo bien, porque si una mujer que sufre de
violencia se defiende, le da con una silla al señor sale corriendo, está todo bien, pero eso
debería ser un mecanismo de defensa y punto, para luego pasar a otra instancia, que es
romper con esa relación violenta. Lo que se ha observado es que muchas parejas cambian la
violencia hacia ella o hacia él por una violencia cruzada que se instala en la pareja y sigue.
Entonces, es peor el remedio que la enfermedad, porque ya no le pega ella sola, no le pegan a
él solo y dicen: a mí si me pegan, yo me defiendo. Tenemos una violencia cruzada que se
instala como una nueva modalidad relacional.
Ahí tenemos un problema grave, que es la presencia de los hijos. Los hijos viendo esas
formas de violencia, ya sea hacia la mujer o hacia el hombre y cruzada, van incorporando
modelos de relación violentos. Son un caldo de cultivo, porque los chicos aprenden lo que
ven. Justamente por eso hoy en día se habla de la categoría de maltrato infantil, niños testigos
de violencia, que antes no se tenían en cuenta. Antes se decía son víctimas secundarias,
porque como el papá no le pega a los chicos, no les pega, son víctimas secundarias. Aquí
están tipificadas como víctimas primarias por las secuelas que trae esta situación.
Violencia hacia los niños, maltrato infantil también se observan desde los comienzos de la
historia, como naturalizado y hoy en día uno de los puntos más fuertes desde abordaje es
hacia la mujer y hacia los niños.
También está muy descuidado el tema de la violencia en la tercera edad y aquí sí ha habido
un cambio histórico importante. Cuando uno hace un relevamiento histórico ve que los
ancianos, en la mayoría de las culturas, eran muy respetados, muy escuchados y eran los que
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sabían por experiencia. A medida que ha avanzado la civilización, es tan rápido el avance que
los ancianos y los que vamos camino ha, nos quedamos desactualizados. O sea que podemos
decir lo que sabemos de nuestra experiencia pero muchas experiencias nuestras ya tampoco
sirven por cómo cambió todo alrededor. Realmente hay como una actitud de que acá hay que
tratar bien a los abuelitos, pobrecitos, pero en realidad, los abuelitos ya están como ‘Down’, y
mucho no pueden aportar, cuidan a sus nietos y demás.
Hay un registro en Capital y un teléfono de denuncias para la violencia hacia los ancianos y
hay un aumento impresionante de los hijos que, por problemas económicos, pierden la
vivienda y se va a vivir con los padres o con el papá o la mamá viudos, que terminan usando
la pensión o la jubilación de los abuelos, porque no les alcanza, que empiezan a apropiarse de
la vivienda y los van corriendo hacia el fondo y también el registro de violencia física, verbal,
emocional y todo lo que ustedes quieran.
El tema es que acá ocurre algo similar a lo que pasa cuando hay violencia en la pareja: o sea
los chicos están metidos en ese ambiente, en el cual ven que a los ancianos no se los valora,
se los descalifica, se los trata mal y ese es el modelo de aprendizaje que tienen después: los
viejos no valen nada.
Y esas dos formas que están abajo son modalidades que quizás estaban dando vueltas, porque
nada aparece por generación espontánea, sin embargo, se han extendido en estos últimos
años. Se ha producido un aumento de la violencia de los hijos adolescentes, púberes o pre
púber hacia los padres, violencia física severa, violencia emocional, mucho más de lo que
podría haber aparecido esporádicamente en otros momentos.
También se ha podido ver algo que antes estaba pero que no se veía pero, por otro lado, dicen
que hay una mayor magnitud en estos momentos y es que la mayoría de las situaciones de
violencia hacia la mujer –en la pareja o en el matrimonio- no aparecen a partir de que la
pareja se casa. Que estas situaciones aparecen en el noviazgo y que si se pudiera trabajar
desde el noviazgo, probablemente se modificaría algo o no o la pareja, de repente, no se casa.
Lo que se observa en este momento con las personas que están trabajando en escuelas
secundarias, es el aumento desmedido en lo que uno podría llamar violencia en el noviazgo.
¿A qué me refiero con esto? Desde empujones, golpes suavecitos –que a veces se le va la
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mano- contra la pared, insultos, encontrón desmedido las 24 horas del día a través del celular:
¿dónde estás?, ¿dónde venís?, ¿cómo llegaste?, ¿qué te pusiste? La ropa, ¿dónde vas?
El problema es complicado trabajar en escuelas secundarias, pero hay que hacerlo, porque los
varones tienen internalizado como un modelo posesión, ejercicio de poder, de que es mi
novia, de que no puede hacer esto y aquello, y cuando uno intenta trabajar con las chicas,
muchas de ellas decodifican esta actitud de la pareja como: ‘está loco por mí’, ‘no puede vivir
sin mí, por eso me tiene que llamar a cada rato’. Esto es porque está loco y, entonces, está
todo bien, y uno le puede decir: ‘mirá, es demasiado control’ y ella contesta: ‘a mí me
encanta’.
Otro mito que aparece mucho en las adolescentes y en gente grande, es la idea de que más
que el amor lo que importa es la pasión arrolladora, tipo película de los ’40. La pasión
arrolladora implica violencia, y ahí viene la confusión. Si hay mucha pasión, eso implica que
en algún momento un tortazo va a volar.
Acuérdense la poco feliz frase de Alain Delón cuando Monzón mató a la mujer, que quería
venir a la Argentina, para apoyar al amigo y dijo: ‘para qué vamos a exagerar, quién de
nosotros no le pegó una cachetada alguna vez a su mujer’. Ídolo de las mujeres era Alain
Delón. O sea, esto está en la base de las creencias de todo el mundo.
Ahí tenemos también todas las formas de maltrato infantil que han sido tipificadas a través de
la (IBSCAM) que es la Sociedad Internacional Materno Infantil que tiene sede en Chicago y
a la cual están asociados, diría, todos los países del mundo, países del primero y tercer
mundo. Nosotros estamos asociados desde (ASAPVI), no como filial, sino que se conforma
como una federación y cada país tiene la posibilidad de informar las nuevas formar de
maltrato que detecta, las nuevas problemáticas en cada contexto para que ellos puedan juntar
la información.
Para que se entienda, por ejemplo, la (IBSCAM) cuando actualizó la forma de malos tratos,
en el año 1986, a través de un trabajo que hizo David Finkelhor, que es un sociólogo
americano que se especializa en abuso sexual infantil, pero acá había hecho el trabajo sobre
las nuevas modalidades de maltrato infantil, que consideraron adecuado introducir, secuestro
y sustitución de identidad, tomando la base de lo que había pasado en Argentina y
Guatemala.
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Permanentemente se están aggiornando las nuevas formas, no solo las nuevas formas sino las
modalidades que asumen. Algo desagradable pero que ejemplifica, dentro de las formas de
maltrato físico, hace unos meses salió un artículo para alertar a los profesionales, sobre todo a
los pediatras y a los médicos, acerca de formas nuevas de maltrato físico, una de las cuales
ellos denominan ‘oreja en coliflor’ porque es un golpe muy brutal que hace que reviente la
oreja y quede como si fuera un coliflor, con pérdida de audición y demás.
Otra forma de la que también alertaron a los médicos es que han empezado a aparecer
quemaduras con microondas en bebés. Todo el mundo se pregunta cómo hacer si el
microondas no funciona si no está cerrado, bueno, parece ser que hay un mecanismo que lo
traba o lo que fuera y han aparecido casos de quemaduras por microondas. Si no se alerta esto
a los especialistas que trabajan en quemaduras, porque lo que me explicaron es que la
quemadura de microondas es exactamente al revés que la quemadura común, es decir, que la
quemadura común va de afuera para adentro y la de microondas va de adentro para afuera.
Esta es la función que tienen estas organizaciones.
Si uno está trabajando desde el punto de vista de formas de maltrato infantil es probable que
muchas de estas formas esté tipificadas o sean posibles de abordar desde el punto de vista
legal, pero a veces hay cosas que se le escapan.
La idea es que, si el chico está sufriendo varias de estas formas, en un solo escrito se ponga
todo lo que encontró, porque le resulta más fácil, entre comillas, a la Justicia, decidir cuando
tiene un planteo de todo lo que le pasa al chico que si alguien le dice: ‘y sí, le pegan cada
tanto’. ‘Le pegan cada tanto’ parece no ser tan grave. Ahora si hay maltrato severo, maltrato
emocional, lo mandan a la calle a pedir y demás tenemos un conglomerado de formas de
maltrato.
Las formas son las que figuran ahí: maltrato físico, abandono físico, maltrato emocional,
abandono emocional, abuso sexual, explotación laboral, mendicidad, corrupción, síndrome de
Munchausen, incapacidad parental, es decir, cuando los padres no saben cómo educar a los
hijos, que no hay una intencionalidad de daño sino que simplemente no saben, por ejemplo
padres adolescentes; niño testigo de violencia, maltrato prenatal, adopción mal hecha y
secuestro y sustitución de identidad.
260
Comisión Especial de Violentología 2013
Hoy todo esto es lo que está dentro de la categoría de maltrato infantil. Ahí ustedes van a ver
que hay una división entre abandono físico, familiar y social, explotación laboral, familiar y
social y mendicidad familiar y social. ¿Por qué esta distinción? Porque, digamos, en países
muy desarrollados donde, ante cualquier problema que tenga la familia, los planes están a la
orden del día y la familia tiene cubierta las necesidades, la familia que tiene descuidados a
sus hijos es porque realmente es negligente, porque sabe que yendo a pedir tiene lo que
necesita para su hijo. Entonces, esa sería la auténticamente negligente.
Otra situación es cuando uno está viviendo en un país donde no se puede satisfacer la
problemática de todos, entonces, hay muchos chicos que pueden estar en situación de
pseudoabandono porque la familia no puede hacer más de lo que hace y el Estado no está
cumpliendo la función. Entonces ahí surgió esta distinción en que puede ser social o familiar.
Porque si no le echamos la culpa de todo a la familia, o le echamos la culpa de todo al Estado,
y a veces hay diferencia entre una cosa y otra.
No les quiero dar teoría porque se van a volver locos y no es el objetivo de la reunión.
Simplemente quiero que puedan ver una evolución en estos temas o en la investigación de los
mismos.
El concepto de maltrato infantil fue aceptado, aprobado en el año 1964, piensen que hace
muy poco. Kempe y Silverman, que eran dos pediatras, venían año tras año tratando de
presentarlo en los congresos y decir que había una forma, que podíamos llamar maltrato, que
era la familia la que cometía este daño en el niño, le decían que no, que la familia no podía
hacer esto, que la familia no podía ser y, mientras tanto, se seguían juntando las
investigaciones de los médicos forenses, donde había un montón de casos a los que le ponían
un signo de interrogación porque decían que no eran accidentes. No existía el concepto de
maltrato infantil, entonces quedaba como muerte dudosa. Cuando comienzan a estudiar un
poco más detectan un montón de situaciones en las cuales la causa de este daño o muerte era
una acción de los padres, pero recién logra que se acepte este concepto en 1964.
Ustedes se imaginan que si uno no hablaba de maltrato infantil, no hablaba de violencia
familiar, no hablaba de violencia en ese momento, hay que empezar de cero.En ese primer
momento, en la década del ’70, de lo que se empieza a hablar es de los factores de riesgo. Se
empieza a decir que hay características psicológicas de los padres por un lado, que hay
261
Comisión Especial de Violentología 2013
problemáticas sociales por el otro, que depende del niño, y todo desarticulado. Entonces,
según donde cayera el caso, si lo agarraba un psiquiatra iba a buscar los elementos
psiquiátricos del padre o de la madre, si lo agarraba un sociólogo o una trabajadora social iba
a empezar a hablar de los problemas económicos y si lo tomaba un pediatra iba a decir que el
chico tenía una discapacidad y era difícil de criar. Esto era medio disparatado porque en la
realidad las cosas no se dan todas desparramadas, se dan articuladas.
Entonces, un gran cambio fue el aporte en los ’80 de Belsky que introduce un modelo, que
llama ecológico porque significa la articulación, ecológico eco sistémico, donde es el primero
en decir algo que suena de Perogrullo diría, pero fue el primero que lo dijo: que no podemos
trabajar con cada uno de estos factores aislados sino que está todo articulado.
Cuando tenemos un niño que sufre maltrato acá, tenemos que empezar a mirar alrededor,
pegadito al niño e ir abriendo la mirada, abriendo, abriendo, abriendo, porque en el niño
podemos encontrar un niño normal, un niño con discapacidad o un niño con una enfermedad,
pero después tenemos un papá y una mamá, o un papá que no existe, o un papá violento, o
una mamá que fue violentada en la infancia, una familia de origen complicado. La familia
puede no tener trabajo, o ser inmigrante, puede tener un nivel educativo bajo, alto o lo que
fuera, las instituciones ven o no ven, y seguimos ampliando hasta el nivel más amplio, valga
la redundancia, que es qué nivel de violencia tiene esa sociedad, o qué tolerancia tiene a la
violencia.
En realidad uno, a partir de ese hecho concreto de este chico maltratado, de esta mujer
golpeada, la violencia en la escuela, el famoso bullying, la pelea entre los chicos, uno ahí
empieza a mirar y ve infinidad de factores dando vuelta, que deben tomarse solo como
factores de riesgo, como dije con el trabajo, no como causa.
Nadie me puede venir a decir que porque le pegaron en la infancia al padre, por eso, se
transformó en violento con los hijos y la mujer. No todos los que sufrieron violencia son
violentos. Esto solo tiene que guiarnos como factores a tomar en cuenta. Si una persona tiene
muchos factores de riesgo presentes está en una situación de mayor vulnerabilidad, aún así no
podemos asegurar que tenga una respuesta violenta. Puede tener una ideología determinada,
puede tener valores, puede tener ejemplos diferentes de otro lado y la persona no ejerce la
violencia ¿sí?
262
Comisión Especial de Violentología 2013
Aparte de tomar los factores de riesgo, estos otros autores lo que hicieron fue incorporar lo
que uno llamaría factores de compensación. O sea que un terapeuta, un pediatra, un equipo de
salud o educación, cuando está frente a un caso, no solo va a anotar todos los factores de
riesgo presentes, para poder trabajar, sino que también tiene que detectar –de hecho lo hacecuáles son los puntos fuertes que tiene esa familia para trabajar.
Supongamos que tengo una red social ampliada, supongamos que haya abuelos
comprometidos en la crianza y conscientes de la situación de violencia, ahí tienen de dónde
agarrarse. En cada familia uno tiene que ver los pro y los contra, acá no valen las recetas, en
que a mí me dan un protocolo de actuación y yo se lo aplico a cada sujeto que me llega y me
quedo tranquila.
Digo esto porque hace unos años atrás se usaban este tipo de protocolos en Casa Cuna de La
Plata, en el Noel Sbarra, en el Sor María Ludovica, en el Elizalde, tenían una hoja con
veinticinco factores de riesgo, entonces llegaba la familia y tildaban, luego sumaban y
decían: ‘tiene cinco factores de riesgo, bueno, es de bajo riesgo’, o ‘tiene entre cinco y
dieciocho, mediano riesgo’, ‘tiene más de dieciocho, altísimo riesgo’.
Si yo no tomo para cada uno de esos casos qué factores de compensación hay puedo meter la
pata de una manera impresionante, porque esta familia puede tener muchos factores de riesgo
pero también tiene muchos de compensación; y en otro caso puede tener pocos de riesgo y no
tener ninguno de compensación. Entonces, acá es donde hay que tener cuidado y considerar
que cada familia es un caso único a la hora de intervenir.
El último avance que hay es ya en la década de los ’90, esto lo cuento por arriba, donde se
avanza mucho más sobre los factores de riesgo y de compensación y se intenta explicar un
poquito más por qué actúan estos factores de riesgo y de compensación en el sujeto para que
sea alguien violento. Esto se apoya mucho en la psicología cognitiva que dice que la persona
violenta tiene incorporado, no les puedo decir en qué lugar exacto, en sus cogniciones todo lo
que tiene que ver con la violencia.
Cuando uno trabaja con grupo de hombres violento frente a grupos de hombres no violentos,
los violentos tienen frases estereotipadas que repiten: “a los chicos hay que enderezarlos
desde chiquititos”, “la letra con sangre entra”, “a la mujer cada tanto, como el refrán árabe
que dice: cuando llegues a tu casa pégale a tu mujer, tu no sabrás por qué pero ella sí”.
263
Comisión Especial de Violentología 2013
Hay frases, como se dice por ahí, “las mujeres son brujas, malas, putas y cosas por el estilo”,
“a los niños hay que enderezarlos porque tienen el mal innato”, o sea, cuando uno trabaja con
hombres violentos no tiene desperdicio la manera en que expresan sus ideologías profundas
que los llevan a justificar la conducta violenta. Uno compara esto con quienes no ejercen
violencia y tienen un discurso diferente. Estas cogniciones que tenemos adentro de la cabecita
se fueron gestando a lo largo de nuestra vida, por eso todos los tratamientos que se hacen con
hombres violentos, con padres violentos con los hijos, son tratamientos largos.
Se suele trabajar mucho con grupos de padres, o con grupos de mujeres golpeadas, grupos de
hombres violentos, son trabajos que no pueden tomar menos de un año. ¿Qué se busca en este
trabajo sistemático? Que cambien el contenido de sus cogniciones, es como borrar y escribir
de nuevo, o como reemplazar ciertas ideas por otras.
Si no se produce este cambio, por más que lo ponga preso, lo rete o haga lo que sea, se
controlará pero la idea que tiene adentro es la misma: a la mujer hay que pegarle y a los
chicos hay que pegarles. Esto nos pasa a todos, tal vez no con la violencia, pero nos pasa con
nuestras cosas.
Lo que me pidieron fue que contara lo que pasaba en las escuelas. El tema que venimos
hablando se ve reflejado en un montón de lugares, la escuela es uno, porque todos los chicos
van a la escuela, ya sea en situaciones de crisis, como por ejemplo, con el tema de la comida.
La escuela es la que más se queja de la violencia que hay. Acá se utiliza este concepto, a
veces, alegremente.
Uno va a la escuela y le preguntan a uno cuándo va a ir a trabajar el equipo por la violencia,
si pueden ir a hacer una charla o un trabajo grupal con los docentes. Nosotros siempre
empezamos con una especie de taller y nos miran, porque siempre buscan una respuesta
rápida para solucionar el tema. Nosotros, entonces, le decimos que primero vamos a hacer un
ejercicio; cada uno agarra un papelito y le decimos, sin mucha explicación, que escriban
alguna situación de violencia que ellos consideran que hay que mejorar, sin hablar entre ellos.
Cuando uno recoge los papelitos, se da cuenta que es una bola de nieve. Nada tiene que ver
con nada, porque bajo el rótulo de violencia, meten de todo. Uno te habla de la violencia,
porque la mamá de Pedrito la semana pasada le gritó y la empujó; otro te habla de la
violencia de los chicos en el trato; otra te habla de las peleas de los grupos; otros te hablan de
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Comisión Especial de Violentología 2013
la violencia que ejerce la directora sobre los mismos docentes; otra te dicen la supervisora;
otro te habla de los docentes entre sí, y otro te puede hablar de lo difícil que es enseñar en el
contexto de una escuela destruida y, entonces, dice que un agujero en el techo es violencia.
¿Ustedes se dan cuenta que, frente a tal diversidad de situaciones, es casi imposible
desarrollar un programa o acción que englobe todo esto? En general, nosotros tratamos de
trabajar sobre la base de lo que la escuela puede observar o detectar, porque son lugares de
relevamiento. Voy a comentar un poco por arriba por un tema de tiempo, pero para mostrar la
magnitud que tienen, la cantidad de casos que ocurren de la escuela.
Antecedentes de esta investigación ya se habían hecho en los '90 con el partido de
Avellaneda, después se hizo en capital federal, después se estudiaron los factores de riesgo y
se volvió a re aplicar esta investigación, diez años después, con la idea de ver qué había
pasado después de una década. Voy a comentar algunas cosas de los últimos datos, no de los
viejos.
Hago una aclaración: esto es un relevamiento hecho en capital, sin embargo, se aplica
perfectamente acá. En capital tenemos 21 distritos escolares, de escuelas públicas. Se
tomaron como muestra ocho distritos escolares, con lo cual se relevó casi un 40 por ciento. Es
una súper muestra, porque si está bien hecha con un 15 por ciento, 20 por ciento como
mucho, con esta tenemos información muy confiable.
Solamente en la muestra se detectaron: en el nivel inicial 265 chicos sufriendo una forma de
maltrato y 1325 en el nivel primario. Si pensamos que esto aparece en un 40 por ciento de los
distritos, no digo que podamos decir en el 100 por ciento son exactamente tantos, porque
sería muy apresurado, pero si en menos de la mitad de los distritos tenemos casi 1800 chicos,
piensen que estamos hablando de cifras que pueden rondar muy bien por los 4000 casos;
estos casos tenemos que suponer que muchas veces hubo una protección, porque habían
docentes que no querían hablar del tema o directivos que no dejaban que docentes cuenten lo
que pasaba en la escuela. El 66 por ciento dice que tiene evidencia, es decir, que está seguro
de que ocurre maltrato, y 33 por ciento dice que tiene elementos para sospechar.
Ahí tienen ustedes los tipos de malos tratos que sufren los chicos en el nivel inicial.
Pensemos que el nivel inicial, si tiene guardería incluida, pueden haber bebés, chicos de un
año o dos, en el jardín son tres, cuatro y cinco años, es decir, estamos hablando de menores
265
Comisión Especial de Violentología 2013
de seis años. Aparece, en primer lugar, el abandono físico familiar, el abandono emocional, la
falta de control parental, el maltrato físico y el maltrato emocional. Fíjense que este es otro
problema que está apareciendo cada vez más: en el nivel inicial un 6 por ciento de violencia
entre grupos, que uno antes hablaba de eso en chicos de diez, doce o trece años. No
solamente se ponen a pelear dos chiquitos, que uno a los tres años podría decir que es normal
que estén peleando por el autito, porque uno tira de un lado y el otro tira del otro, pero que un
chico de preescolar o que dos chicos se pongan de acuerdo para pegarle a otro, por ejemplo a
los cinco años, está hablando de otro tipo de problema.
La violencia institucional es interesante que haya salido, porque quiere decir que la
institución misma está ejerciendo algún tipo de violencia, abuso sexual, acciones delictivas, o
sea, docentes que saben que los chicos son usados para acciones delictivas. Si es más grande,
por ejemplo, para llevarme una cartera robada, transportar drogas o lo que sea, en estos
chiquitos.
Ustedes vieron que cada tanto aparece algún asalto de una mujer o varón con un bebé encima,
que puede funcionar de escudo, de protección, pero está colocando al chico en una situación
de riesgo, o y pedir con el chico a cuesta, porque genera más lástima o, en tal caso, alquilarlo;
las personas alquilan un chico a una persona del barrio y le dan algo de lo que sacaron.
Acá vienen las formas de maltrato detectadas en una escuela primaria. Fíjense que el 36 por
ciento rompe todas las cifras: la violencia entre padres. No hay escuela en la que uno entre en
este momento y la escuela no empiece a decir ¿qué hacemos con el bullying? Hay escuelas
que no es que lo favorezcan, pero, si no hay control en los recreos, en los baños y los chicos
hacen lo que quieren, eso favorece el bullying. Hay escuelas que sí controlan el baño, que
controlan el patio, sin embargo, se les va de las manos, porque, de repente no ocurre en mi
escuela, o ocurre poco, entonces vigilan la salida del colegio, se paran en las esquinas y los
chicos salen abrazados, tranquilos, todos amigos, pero se van a la vuelta de la escuela, o dos
cuadras, y ahí se arma la batalla campal.
Los que estudian este tema, fíjense que ha aumentado. A nosotros nos ha llegado los últimos
años, pero los primeros trabajos de bullying, que son de Inglaterra, son de los '60, es decir,
esto ya estaba instalado.
266
Comisión Especial de Violentología 2013
Se nos ocurrió hacer obraje con abuso sexual, porque es una flor de tema. Fíjense que
"evidencia un tipo", significa que la maestra detectó solo el abuso, mientras que "evidencia
más de un tipo" es cuando detectó abuso de otras cosas. Tenemos 18, 8, 12 y 7, que son todos
casos de abuso sexual en niños menores de doce años.
Un poco lo que nos tiene que quedar es esto: si uno toma la cantidad de formas de maltrato
que sufre el chico, está sufriendo más que una forma de maltrato. Esto ocurre en los casos en
los que se informaba solo sobre maltrato físico, negligencia o maltrato emocional. En general,
lo que se decía era maltrato físico, maltrato emocional, o mandar a pedir a los chicos, es
decir, varios maltratos en el mismo chico. Es por eso que la media es de 1,6 tipos de malos
tratos por chico, lo cual es mucho. En el nivel inicial hay un poco menos, pero en el nivel
primario hay casi dos tipos de maltrato por chico. Fíjense que en 27 escuelas de nivel inicial y
33 de nivel primario, se detectaron 1590 chicos sufriendo alguna forma de maltrato con 2563
ocurrencias, que quiere decir que hay más de un maltrato por chico.
Si uno toma en cuenta que estamos hablando de 60 escuelas en total, y en capital federal
tenemos 400 escuelas primarias y 280 jardines de infantes, estamos hablando de casi 800
instituciones y nosotros relevamos solo un 10 por ciento; digo esto para que uno piense en la
magnitud que esto puede llegar a abarcar.
En el relevamiento que habíamos hechos en los '90, que ya está viejo, en Avellaneda las
cifras eran alarmantes, pero no lo volvimos a aplicar.
Lo que se observa en las escuelas es que ellos hablan de un 25 por ciento de problemas de
atraso y repetición en estos chicos. De nuevo, no podemos decir que porque están
maltratados, están atrasados y repiten, porque hay muchos factores, hay chicos que no están
atrasados por causas de maltrato, mientras que otros sí. La idea es que justamente, los chicos
que sufren maltratos, abandono o estas cuestiones, el porcentaje de atraso o repetición es casi
el doble que en los chicos que no tienen estos tipos de problemas.
Otro tema preocupante es que en los casos detectados solo pueden dar cuenta que el 55 por
ciento reciben algún tipo de abordaje o de atención.
Esto dejó de lado la violencia familiar, para tomar la problemática específicamente de la
escuela y fíjense que se detectaron casi 500 casos de violencia entre niños, de bullying, baja
267
Comisión Especial de Violentología 2013
la proporción a la violencia entre grupos, porque los grupos implican toda una serie de
organización de los grupos y violencia institucional aparece en un 40 por ciento de los casos.
Lo que nos preocupó es esto. Cuando replicamos la investigación diez, doce años después, se
detectó un 36 por ciento más de casos, mayor detección puede ser que los docentes están más
capacitados para ver los casos. No obstante, por un lado hay mayor detección y por otro lado,
hay realmente un aumento en la escuela.
Para nivel inicial, lo revisamos dos veces porque se nos duplicó, es decir, 110 por ciento más,
y el nivel primario 27 por ciento más. Por cuestiones de tiempo y cuestiones presupuestarias
nosotros relevamos menos de escuelas que en el estudio anterior y, sin embargo, tenemos un
36 por ciento más de casos a pesar de ser menos instituciones.
Si quieren puedo hablarles brevemente acerca de las escuelas especiales, que son todo un
tema. O sea, una cosa es el maltrato en los chicos normales entre comillas. En los chicos con
algún tipo de discapacidad, a nivel mundial tienen una proporción mucho más alta de sufrir
alguna forma de maltrato intrafamiliar, institucional y social.
Según el grado de avance que tenga un país respecto a la aceptación de la diversidad, de la
diferencia, de la discapacidad, el porcentaje va a bajar. Cuanto más atrasado sea un país, el
porcentaje sube. Los países más avanzados tienen una proporción, por ejemplo, de uno a dos,
o de uno a dos y medio, quiere decir que con un chico normal maltratado, tienen dos chicos o
dos chicos y medio maltratados.
Si uno va a países como la India, tenemos que hay una proporción casi de ocho o nueve sobre
diez y, además, están las prácticas lamentables de cortarles una mano o producirles alguna
lesión permanente, que le sirva para pedir. Hay una película al respecto y un video, que
pasaron por Internet, de la Sociedad Argentina de Pediatría, que tiene un nombre pero no lo
recuerdo y tiene que ver con que a un determinado hijo de la familia, un golpe específico en
la columna, que ya lo deja con esa parte rota, doblado, en una posición, que es para estar en el
piso y pidiendo. Entonces, ahí, hay un abuso de la discapacidad, que es una forma terrible de
maltrato..
Les cuento rápido que dentro de las escuelas especiales, las categorías que hay, por ejemplo,
son las escuelas domiciliarias, cuando el docente va a la casa, porque el chico fue operado,
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Comisión Especial de Violentología 2013
está enfermo o no puede ir a la escuela. Los centros de estimulación temprana; las
hospitalarias, o sea los tres hospitales de niños tienen su escuela. Las escuelas de
recuperación, para esos chicos que necesitan una atención específica por un cierto atraso en
el aprendizaje y las escuelas de educación especial, a la que asisten chicos con problemas
visuales, sordera, problemas neurológicos, motores y demás.
En esta filmina, podemos observar que el 72 por ciento tiene evidencias de las formas de
maltrato que detectó, y las que siguen, que es muy grave, porque ustedes piensen que estamos
hablando de chicos y de chicas con discapacidad, tenemos un 36,5 por ciento, donde los
docentes registran maltrato emocional por parte de los padres, o que no están preparados para
manejar el tema de la discapacidad, o porque les gritan, los insultan o por lo que fuere.
Con respecto al abandono físico se registra un 32 por ciento. En las escuelas especiales a mí
me han dicho que por ciertos problemas motores, se requiere que al chico lo tengas en la
mano, lo laves y lo limpies y demás, dado que los chicos suelen venir como en una situación
de mucho abandono o negligencia. Después tenemos maltrato físico, falta de control parental,
abuso sexual y trabajo del menor. Correlativicemos esto en chicos con discapacidad.
El riesgo, por ejemplo, del abuso sexual en chicos con discapacidad es muchísimo más alto,
sobre todo, cuando tienen problemas neurológicos, motores, de manera que los tenés que
levantar, trasladarlos y la posibilidad de trasmitir lo que le está pasando es mucho más difícil.
Continuando con el tema del abuso, podemos decir que acá pasó lo mismo, porque con diez
años de diferencia, detectamos menos instituciones, dado que el presupuesto para esta
investigación fue mucho más chico, y, sin embargo, se detectaron muchos más casos. No sé
si ya dije, pero hay un 35 por ciento más de…
Y ya que estamos, les voy a decir unas cositas más. Otra problemática que es realmente
difícil de abordar y de registrar es el tema del abuso sexual, que puede ser intrafamiliar o no.
No lo traje porque es muy largo, pero les comento que el anteaño hicimos un estudio de
prevalencia en Capital Federal con una población grande, con 2.300 estudiantes
universitarios. Hicimos muestras representativas, se hizo el estadístico de todas las
universidades, que existen en Capital Federal, públicas y privadas, y se detecta un 14 por
ciento de abuso sexual en la infancia. Estamos hablando de estudiantes universitarios, no
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Comisión Especial de Violentología 2013
porque sean mejores o peores, pero digamos que son familias, cuyos hijos pudieron llegar a la
universidad.
Cuando pasamos a la población normal, a la población general, el número sube un 15 o un 16
por ciento y sabemos que está subdetectado, o sea, que la situación es mucho más frecuente
de lo que uno supone, con el agravante de que todas las investigaciones que se han hecho a
nivel mundial, más los relevamientos que pudimos hacer en nuestro contexto, habla de un 70
por ciento de abuso por parte de la familia o allegados como, por ejemplo, el cura, el docente,
el maestro de educación física, el vecino que entra todos los días a la casa, porque es de
confianza. O sea, el abuso en la calle, en lugares oscuros, en horarios exóticos por parte de
un extraño no llega al 30 por ciento, por lo cual hace mucho más difícil el abordaje y la
prevención. Porque ¿qué les vas a hacer? ¿Un video en las escuelas diciéndole: "Ojo con el
abuelito"? No podés. O sea, que hay que abordarlo muy directamente para que el chico sepa
que hay ciertas cosas que no están bien. Sí le podés decir que tenga cuidado con extraños,
pero digamos que estas cifras también nos alertan acerca de un problema grave.
Bueno, con esto ya terminé, no sé si alguien quiere decir algo o hacer alguna aclaración.
270
Comisión Especial de Violentología 2013
DETERMINANTES SOCIALES DE LA VIOLENCIA
Daniel Pedro Miguez80
Como suponía que me convocaban acá como resultado de los trabajos que venía haciendo,
entonces traje dos cuestiones básicas para plantear, que son los dos núcleos más centrales de
mi trabajo hasta ahora y pensándolos, fundamentalmente, como disparadores para que
después podamos conversar sobre esas cuestiones.
Lo primero que me interesaba mostrar, más que otra cosa, es cómo se relacionan las
condiciones sociales con la evolución de las distintas formas de violencia. Por lo menos en el
campo de las Ciencias Sociales, hay una larguísima discusión acerca de si hay relación entre
las condiciones sociales y la evolución de distintas formas de violencia, y en caso de que
existiera esa relación, de qué tipo es.
80
Licenciado en Sociología y profesor de enseñanza media, normal y especial, en Sociología de la Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA, doctor en Antropología Social de la Facultad de Ciencias Socioculturales
Universidad Libre de Ámsterdam, profesor adjunto ordinario a cargo de las materias Introducción a la
Sociología e Introducción a la Antropología de la Facultad de Ciencias Humanas, docente del curso de
postgrado en Antropología Social y Política de FLACSO, docente de la materia de Ciencias Sociales de la
Facultad de Ciencias Humanas y es, también, investigador en el CONICET.
271
Comisión Especial de Violentología 2013
Esa discusión en las Ciencias Sociales -y supongo que también fuera de ellas- tiene una
complicación, que se relaciona, además, muy directamente con cuestiones de índole ética y
cuestiones, incluso, de índole política. Es decir, hay un cierto temor de que, si uno vincula las
condiciones sociales al delito o a la violencia, entonces existe la posibilidad de que se
estigmatice a los sectores más pobres como más violentos, etcétera; eso produce cierta
inhibición para hablar de esa relación. Mi posición -discutible, pero es mi posición- es que
conviene mejor conocer exactamente cómo son los vínculos entre esas cosas y, en todo caso,
después dependerá de cómo uno quiera abordar ese problema, la posición ética o política que
va a asumir. No son a priori, es decir, negar la existencia de una relación no es un buen inicio
para poder resolver un problema, si es que efectivamente uno lo tiene.
Mi primera intención es, más que ponernos a teorizar sobre ese vínculo o a asumir una
posición valorativa previa acerca de ese vínculo, conocerlo, saber lo más exactamente posible
cómo es esa relación. En la primera parte intento ver, o voy a intentar mostrar, relaciones más
generales, lo que los sociólogos llamamos el nivel más agregado de la relación, sin precisar
vínculos muy específicos, sino ver -para decirlo en lenguaje más cotidiano- una visión
general, o especie de paraguas, de cómo se relacionan las condiciones sociales con los niveles
de violencia en la sociedad y cómo ha ocurrido eso en Argentina en los últimos quince o
veinte años.
La segunda cuestión sobre la que voy a mostrar algunos datos es, más específicamente, qué
factores inciden en la probabilidad de que alguien sea víctima de violencia, en qué tipo de
condición social están las personas más expuestas a sufrir violencia. Una cosa importante es
que, en realidad, la violencia debe ser pensada en plural; cuando uno piensa en el delito como
algo violento, incluso la violencia delictiva debe ser pensada en plural.
Hay violencia de muchos tipos, y la importancia de eso no radica meramente en una
distinción conceptual, sino que hay un problema más importante, sobre todo cuando uno tiene
que hacer políticas respecto de eso, y es que los distintos tipos de violencia afectan a distintos
tipos de población y tienen causas diferentes entre sí. Entonces, no es solamente una
distinción analítica, sino que también son fenómenos un poco diferentes; insisto: eso quiere
decir que responden a causas distintas y afectan a personas diferentes. Eso tiene que ser algo
a tener en cuenta.
272
Comisión Especial de Violentología 2013
Esos son los dos problemas sobre los que voy a trabajar en este rato.
El primer dato que quería mostrar hoy es cómo han evolucionado en los últimos diecisiete
años -del '90 al 2007-, que es hasta donde conseguí información más o menos confiable, son
datos del Sistema Nacional de Información Criminal para el anterior Ministerio de Justicia.
30,00
25,00
20,00
15,00
10,00
5,00
19
90
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07
0,00
Homicidios (c/100.000 x año)
Personas (c/100.000 x año)
Propiedad (c/10.000 x año)
La línea roja es la evolución de los delitos contra la propiedad, la línea azul es la evolución
de los homicidios y la línea verde es la evolución de los delitos contra las personas que,
básicamente, tiene un componente de lesiones y amenazas. Lesiones dolosas y amenazas es
uno de los componentes principales de esa línea verde.
Dos datos que son interesantes -a mi juicio-; por un lado, hay claramente un crecimiento en
los delitos contra la propiedad entre el '91 y el 2002-2003, hay un pico muy obvio durante la
crisis del 2001-2002 hasta 2003, y después hay un proceso de decrecimiento muy acentuado
hasta 2006, la pendiente de la curva es muy pronunciada y después sigue decreciendo a un
ritmo mucho menor. Eso muestra que hay una fuerte asociación con los niveles de pobreza,
desempleo, etcétera.
Hay otra curva, por eso yo les decía que hay que tener cuidado con que hay muchos tipos de
violencia diferentes. La curva verde son los delitos contra las personas, y no está tan asociada
a los delitos contra la propiedad; sigue creciendo, es casi una constante que, cuando empieza
273
Comisión Especial de Violentología 2013
a descender, esta no avanza. Podemos pensar a priori que no hay una fuerte o muy obvia
vinculación entre un tipo de delito y el otro; tampoco diría que no hay ninguna, pero no
funcionan exactamente igual.
Los homicidios sí parecen, sobre todo esta parte, pero no ocurre lo mismo si miran desde este
punto de inflexión del 2002 hacia atrás; acá hay un crecimiento sostenido y acá no se verifica;
entonces, hay que tener cuidado con eso, porque cuando uno mira los homicidios, que crezca
o disminuya la tasa de homicidios, no quiere decir necesariamente que la tasa de los delitos
contra la propiedad aumentó o disminuyó, ni tampoco que los delitos contra las personas,
esencialmente las lesiones, aumentaron o disminuyeron. Esas tres cosas, a veces -como
pareciera ocurrir acá-, evolucionan juntas, pero a veces no. No se puede suponer que
funcionan de la misma manera.
60,00
50,00
40,00
30,00
20,00
10,00
Linea Pobreza
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
1990
0,00
Desempleo 15-64
Lo que vemos acá son otras dos curvas del mismo período -1990 a 2007. La línea roja es la
línea de pobreza, todos conocen este indicador, simplemente mide si los ingresos de una
familia son suficientes para cubrir las necesidades de alimentación, y las suplementarias de la
alimentación: educación, vivienda, mantenimiento de la vivienda, de la población. Esto se
empezó a medir en Argentina en el año '88 sistemáticamente, yo tomé los datos a partir del
'90. Esta disminución obedece a la post-crisis inflacionaria o hiperinflacionaria del '89, por
eso disminuye el nivel de pobreza en esta parte de la curva y luego tiene un crecimiento
274
Comisión Especial de Violentología 2013
sostenido hasta la crisis de 2001-2002, que afecta a más del 50 por ciento de la población;
después otra vez decrece bastante rápido.
La curva de desempleo tiene una evolución más o menos parecida, lo interesante es que, si
comparan las dos curvas, un dato que surge instintivamente es que hay personas que están
empleadas, pero que son pobres de todas maneras; lo que está indicando esto es que la
cantidad de desempleados es menor a la cantidad de pobres. La conclusión obvia es que hay
personas empleadas que, de todas maneras, son pobres, si no, deberían…
Subocupación o salarios que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Es un fenómeno
para la sociedad argentina que empieza en los años '80, en los '70 o mediados de los '70. Si
una persona tenía empleo, estaba normalmente por encima de la línea de pobreza, porque los
salarios siempre eran suficientes para cubrir las necesidades básicas; esta situación empezó a
modificarse ya desde mediados de los años '70 y durante los '80.
Condiciones Sociales y Delito (1990-2007)
Delitos
contra
Desempleo
Línea de pobreza
L.P. (corrección período
1993-2002)
Delitos
la
contra
Homicidios
las
propiedad
personas
.708
.480
.305
(p=.010)
(p=.044)
(p=.219)
.625
.165
.405
(p=.006)
(p=504)
(p=.081)
.884
.865
.673
(p=.001)
(p=.000)
(p=.033)
Esta es una medida que usamos los sociólogos; ahora la voy a explicar, no es nada
complicada, son correlaciones. Muestran el nivel de asociación entre dos factores, cómo se
275
Comisión Especial de Violentología 2013
vinculan o no. Es un coeficiente que oscila entre cero y uno; cuando está cerca de uno, quiere
decir que la vinculación es muy fuerte; cuando está más cerca de cero, quiere decir que la
vinculación es débil. Normalmente, en las Ciencias Sociales, si uno tiene una correlación
superior a 0.5, quiere decir que es fuerte.
Las medidas estadísticas se hicieron en relación al mundo físico natural, entonces funcionan
de una manera un poco distinta en las ciencias físico naturales que en las sociales. En las
Ciencias Sociales, cuando la correlación es mayor a 0.5, ya estamos bastante contentos y,
cuando es 0.4, todavía no se está diciendo que la relación es fuerte.
Esa P que está abajo simplemente está indicando si la correlación que hemos encontrado es
una correlación sólida, si uno puede suponer que la va a encontrar más o menos siempre así o
si podría darse que, por casualidad, uno encontró una relación, pero no puede suponer que ese
vínculo va a ser muy estable o muy sólido.
Lo que podemos ver, si tomamos la incidencia del desempleo, es que los delitos contra la
propiedad tienen una relación bastante fuerte con respecto al desempleo -0.708-, se muestra
un vínculo bastante pronunciado entre los niveles de desempleo y los delitos contra la
propiedad. Los delitos contra las personas también están asociados, pero mucho menos y con
una validez mucho menor; y los homicidios parecerían no tener ninguna vinculación. El
coeficiente es 0.3, lo cual muestra una relación débil, pero además la famosa P es 2 y pico, o
sea que la validez de eso es muy relativa, no podemos confiar en que esa relación la vamos a
encontrar siempre, no es una razón muy estable en la que los sociólogos confiemos
demasiado.
Acá podemos llegar a otra conclusión. Se acuerdan que yo les dije que hay distintos tipos de
violencia, no todas funcionan de la misma manera, y ya habíamos visto en el gráfico anterior
cómo los homicidios a veces evolucionan junto a los delitos contra la propiedad, pero a veces
no; cómo pasaba lo mismo respecto de los delitos contra las personas; en general, en la curva
que nosotros vimos no evolucionaban muy relacionados a los delitos contra la propiedad y
acá, cuando vemos estos coeficientes, también nos damos cuenta, por ejemplo, que el
desempleo y la pobreza tienen un vínculo fuerte respecto de los delitos contra la propiedad,
pero los delitos contra las personas y los homicidios tienen un vínculo mucho más débil.
276
Comisión Especial de Violentología 2013
Un antropólogo llamado Boas decía que no siempre las mismas causas producen los mismos
efectos, ni los mismos efectos provienen de las mismas causas. Hay que ser cuidadosos para
discernir cuáles son las causas de un efecto específico. En este caso sabemos que desempleo
y pobreza inciden fuertemente en los delitos contra la propiedad; que el desempleo incide
bastante en los delitos contra la personas, pero no parece tener una influencia tan significativa
respecto de los otros factores. Otra cosa interesante que muestran estos datos es que esas
relaciones, entre delito, desempleo, violencia, pobreza, etcétera, tampoco son constantes en el
tiempo. A veces puede haber una relación y, otras veces, esa relación puede ser más débil.
Vemos acá que la línea de pobreza, particularmente, tiene una oscilación muy volátil, cambia
mucho en poco tiempo, sobre todo en los extremos; acá tiene una caída muy abrupta y allá
una subida muy abrupta, y luego otra caída muy abrupta. Eso tiene que ver con que la línea
de pobreza está muy fuertemente asociada al nivel de ingresos. Entonces, en los períodos
inflacionarios tiende a haber una incidencia muy fuerte de la pobreza, porque los costos de
vida suben mucho y los salarios no acompañan necesariamente ese incremento abrupto del
costo de vida. Nosotros lo experimentamos en el '89 y, también, en el 2001.
Normalmente, ningún fenómeno social tiene variaciones tan pronunciadas o tan
significativas, las cosas en la sociedad no cambian tan rápido como puede cambiar el valor de
los productos en el mercado. O sea, los vínculos entre las personas o las cosas que las
personas hacen no se modifican tan abruptamente, son más procesales.
Esto explica por qué, cuando medíamos si había relación entre los homicidios o los delitos
contra las personas en la línea de pobreza, esa relación no era muy fuerte, porque, que
aumente el costo de vida, no quiere decir que, mecánicamente, la gente salga a matar a los
demás; ni que las personas se desinhiban y empiecen a agredir a todos los que las rodean. Si
esas condiciones desfavorables se mantienen, es probable que las relaciones vayan
evolucionando y cambiando, y entonces termine en vínculos más conflictivos y mayor nivel
de violencia interpersonal. No es algo que ocurra de la noche a la mañana, por eso podíamos
ver que esas relaciones no eran tan fuertes.
Cuando volvamos al gráfico anterior, veremos qué pasa si a esta curva le sacamos estos picos
tan extremos. Miren cómo cambian las correlaciones: pasamos de 0,6 a 0,8; de 1,65 a 0,86 y
de 4 a 6,70 y pico. O sea, si nosotros eliminamos esos extremos que producían cambios tan
277
Comisión Especial de Violentología 2013
abruptos y nos quedamos con el proceso más gradual del crecimiento de la pobreza, sí
encontramos una relación muy fuerte con los niveles de violencia.
Con esta manera de estudiar las cosas hay un problema que debe ser tenido en cuenta: esto
nos muestra cómo se asocian dos procesos a nivel muy agregado. Estamos hablando de miles
de personas, sin discriminar las trayectorias particulares de ninguna.
Hay una cosa que se conoce en Estadística como la falacia ecológica. Yo no puedo suponer el
comportamiento de nadie específico o puntual a partir de mirar estos datos. Que el desempleo
se asocie al incremento de la violencia delictiva, no quiere decir que sean, justamente, los
desempleados los que cometan mayores hechos de violencia.
Que la pobreza crezca y eso se asocie un incremento de los niveles de violencia, no quiere
decir, necesariamente, que sean los pobres los que estén involucrados en ese tipo de
episodios. Suponer eso sería incurrir en lo que se llama la falacia ecológica: suponer el
comportamiento de individuos particulares a partir de dar un dato agregado que no me dice
nada respecto de eso.
De hecho, quienes han profundizado en cómo se suelen vincular este tipo de factores,
muestran que, en realidad, lo que ocurre es una especie de degradación -en este tipo de
condiciones de pobreza y desempleo- en los vínculos en general, no solamente para aquellos
que sufren el desempleo o la pobreza. Hay una degradación de los consensos que regulan las
relaciones entre personas.
Nosotros interactuamos a partir de expectativas, tenemos una expectativa acerca de cómo van
a reaccionar los demás. Estas expectativas están sostenidas en que creemos determinadas
cosas acerca de qué está bien, qué está mal, cómo va a ser nuestra vida a futuro; es decir,
cierta capacidad de predecir.
Para nosotros, la expectativa es que los chicos vayan a la escuela, ¿por qué? porque
suponemos que eso los va a poner en una posición mejor para insertarse en el mercado
laboral y tener una vida más satisfactoria. Si no tuviéramos esa expectativa, tal vez no los
mandaríamos o no estaríamos tan preocupados en mandarlos.
278
Comisión Especial de Violentología 2013
Esto hace que sea predictible el comportamiento del otro. Nosotros mandamos a los chicos a
la escuela por esas motivaciones, y los demás hacen lo mismo; entonces, podemos suponer
qué es lo que van a hacer los otros, con quiénes se van a encontrar nuestros hijos, etcétera.
Cuando ese sistema de expectativas decae, el comportamiento de los otros se hace más difícil
de predecir, porque hay menos parámetros para organizar la vida social. Ese clima es lo que
hace que se asocien condiciones sociales desfavorables y mayor conflictividad en los
vínculos entre las personas.
Eso afecta no solamente a los directamente involucrados, como los desempleados y los
pobres, sino también a un conjunto muy heterogéneo de personas. Entonces, hay que tener
mucho cuidado cuando uno piensa en esas relaciones.
Esto nos enseña que, si en una sociedad se deterioran las condiciones sociales, probablemente
vamos a tener mayor nivel de violencia. No nos dice exactamente cómo son esos vínculos,
nos da una imagen agregada, ni nos dice qué factores, cómo o de qué manera, esas cosas se
están relacionando.
Terminar de entender esas relaciones es una cosa que las organizaciones todavía no lograron.
Si estuviera todo resuelto, no habría necesidad de investigar, pero algunas cosas podemos
empezar a saber.
Hay una larga tradición de investigación en la Sociología en general, aunque nuestro país
tiene una tradición más breve, son temas sobre los que se ha empezado a investigar más
sistemáticamente. Es decir, ha habido trabajos previos, obviamente, pero son temas en los
que se ha empezado a investigar más sistemáticamente en los últimos entre 15 a 20 años. Hay
países que tienen una tradición de más de un siglo de investigación sobre estos temas;
nosotros estamos empezando a entender cómo funciona este tipo de vinculación.
Particularmente, traje aquí los resultados de una investigación -yo vi que ustedes algún
adelanto tienen, había un libro dando vueltas por ahí- sobre un avance adicional de esos
mismos datos, es un trabajo que trata de profundizar sobre esos resultados iniciales.
¿Qué es lo que intentamos analizar con nuestros colegas en ese trabajo? Una cosa que
mencioné hace un rato: ¿cuáles son las condiciones que incrementan la probabilidad de que
alguien sea víctima
de violencia?, ¿qué tipo de condiciones estudiamos? Podríamos
279
Comisión Especial de Violentología 2013
considerar un número casi indefinido de condiciones que hacen que esa persona esté más o
menos expuesta, su tamaño, miles de factores. Consideramos algunos que la investigación en
Sociología muestra que son particularmente relevantes, algunos factores que tienen que ver
con la condición que los sociólogos llamamos socio demográficas, es decir, características
personales como la edad, el género, la composición de la familia, la nacionalidad y otra cosa
más específica, que son las redes de sociabilidad territorial.
A nosotros nos interesaba saber si el tipo de vínculos que las personas tienen con sus vecinos
inciden o no en la probabilidad de que sean víctimas de algún tipo de delito. Hay una
larguísima tradición de estudios sobre el tema, particularmente desarrollada de la manera en
que está estudiada acá, que es con método cuantitativo, es decir, con una encuesta
particularmente desarrollada en Estados Unidos e Inglaterra, y ahora he visto en Brasil
algunos trabajos muy serios sobre el tema.
En la Argentina ha habido una tradición más breve, como mencionaba recién, son estudios de
índole cualitativa. Es decir, nos muestran casos, no nos muestran tanto un panorama en
general. En este caso vamos a tratar de ver un panorama general.
La encuesta trabajó sobre seis ciudades de la Argentina, con un total de 5 mil casos y pico,
una encuesta bastante grande. Tomamos, entonces, respecto de las redes de sociabilidad
territorial, cómo se mide la vinculación que tiene un vecino con su entorno. ¿Cómo lo
medimos? Partimos de una encuesta que tiene que aplicar un cuestionario, con un tiempo
relativamente corto, media hora -más de eso la gente no tolera-, para medir cómo son sus
relaciones con los vecinos.
Tomamos algunas medidas, por ejemplo: reciprocidad positiva. Le preguntamos a los vecinos
con cuántas personas que viven en un radio de 5 o 6 cuadras de su casa, intercambian favores,
es decir, comparten cumpleaños, se visitan, se prestan cosas, se ayudan; o sea, todo ese tipo
de situaciones; además, cuántos parientes tenían en el entorno de su vivienda y si con esos
parientes intercambiaban favores o compartían celebraciones; porque uno puede tener
parientes y no darles "bolilla" -no sería tan inusual. Por eso preguntamos esas cosas; esas son
reglas positivas o de cooperación.
280
Comisión Especial de Violentología 2013
Ahora, quienes han investigado eso partieron del supuesto que, donde había ese tipo de redes
de vínculos, iba a haber menos victimización, es decir, que quienes participaban de esas redes
estaban más protegidos e iban a sufrir menos la violencia.
Las primeras investigaciones que se hicieron tendían a confirmar eso, pero después se
complicó, porque empezaron a descubrir que no necesariamente era así, que a veces esas
redes no movilizaban recursos que previnieran la victimización. Que uno comparta con un
vecino un cumpleaños, no quiere decir que eso sea efectivo para prevenir que ese vecino le
robe o le pegue, puede que sí o puede que no, no se sabe; eso depende un poco de cómo opere
esa red, de cuánto se movilice, de cuan activa sea, etcétera.
Puede ser que las personas se conozcan entre sí, pero que tengan vínculos que rápidamente
fluctúen hacia un conflicto. Uno puede tener una persona con la que va a participar en su
cumpleaños, o participa en el cumpleaños de un familiar, pero resulta que en ese cumpleaños
terminan peleándose; tampoco es una cosa tan infrecuente. Entonces, no necesariamente que
haya un vínculo supone que ese vínculo sea pacificador, prevenga la victimización; puede
generar conflicto.
Entonces, medimos la segunda variable. Es la reciprocidad negativa, es decir, cuando los
vínculos, en lugar de ser de cooperación, son de conflicto.
Descubrimos una cosa, que por cuestiones de tiempo no la vamos a detallar, pero es
interesante: el 30 por ciento de los vínculos conflictivos, antes habían sido vínculos de
cooperación, o sea, había habido una fluctuación de personas que tenían vínculos de
cooperación hacia el conflicto. Me adelanto y vamos a ver que este es el factor que más
incide en la violencia. Después vamos a ver algunas medidas que son interesantes de estudiar,
pero ya les adelanto -para que sepan el final de la película- que ese es el factor territorial que
más explica y que más incidencia tiene en conflictos entre vecinos; tiene muy alta
probabilidad de que ahí haya violencia.
Otro factor importante es el capital social. ¿A qué se refiere el capital social? A las
organizaciones y a liderazgos respetados, que existen en el entorno vecinal. Si hay líderes o
personas que consideran respetables, o si hay organizaciones vecinales en que las personas
participan o con las que se sienten conformes, eso se llama capital social; formas de
organización -si ustedes quieren- dentro del barrio.
281
Comisión Especial de Violentología 2013
Otro factor muy discutido, al cual se lo popularizó como la tesis de la ventana rota, es el
desorden ambiental; es decir, si hay factores que muestren que los vínculos entre vecinos son
conflictivos, por ejemplo, autos abandonados o viviendas abandonadas o basura; si hay
factores que muestren que donde hay ese tipo de elementos hay mayores signos de violencia.
Ahí hay una discusión entre los sociólogos, ya que es un factor que se lo puede considerar
causal de la violencia. En realidad, es un factor que es co-ocurrente, es decir, las mismas
causas que hacen que haya violencia, hacen que haya ese tipo de entorno. Pero eso no causa
por sí misma la violencia; es decir, ocurre a la misma vez, pero no es un elemento causante.
Después, está el nivel de vivienda, si el entorno habitacional tiene que ver o no con los
niveles de violencia que hay. Nosotros medimos mediante variables, que se usan en
Sociología para medir sectores sociales, el nivel de vivienda que, básicamente, discrimina si
las personas viven en villas de emergencias, en barrios de clases trabajadoras, barrios de clase
media, etcétera. Entonces, se discrimina por tipo de vivienda, la calidad de la construcción, lo
que llaman los amenities, es decir, si tienen cierto confort en la vivienda, el tipo de confort
que tienen, por ejemplo, un departamento que tiene pileta con ubicación central, obviamente,
no es lo mismo que una construcción mucho más precaria como los monoblock. Este
indicador está construido en base a ese factor.
Nosotros, en análisis previos, descubrimos que la condición social que más se vincula a la
violencia es el nivel de vivienda. Medimos educación, ingresos y muchas cosas más para
tratar de establecer el nivel de ocupación, o para tratar de establecer qué factores sociales
incidían más en la probabilidad de que alguien sea víctima de la violencia, y descubrimos que
el nivel de vivienda es el que más se asocia, mientras que el nivel de educación no tanto. Lo
que está mostrando esta variable es que el entorno ambiental es un factor clave para entender
por qué hay o no violencia.
Más tarde vamos a profundizar sobre eso, pero les adelanto un resultado más reciente de la
investigación, la cual todavía no terminé de trabajar, que es que no es, en realidad, el factor
ambiental en sí el problema, sino que lo que explica el por qué en esos lugares hay mayores
niveles de violencia, es que hay una sobre representación de cierto tipo de factores.
Quiero decir, en esos lugares se concentran elementos que sí se asocian a la violencia. El
lugar per sé no produce la violencia, sino que, por ejemplo, en los niveles de vivienda más
282
Comisión Especial de Violentología 2013
bajos hay mayor nivel de conflictividad. No es el lugar por sí mismo, sino que en esos lugares
hay mayor conflicto. A mayor cantidad de hogares no parentales, que vamos a ver que es un
factor que se asocia, hay mayor cantidad de jóvenes, el cual es otro factor que se asocia.
No es el entorno en sí mismo, entonces, sino la concentración de características que se dan en
ese entorno. Eso es importante, porque si uno quiere hacer una política social para prevenir la
violencia, lo que tiene que darse cuenta no es, solamente, que en esos lugares hay más
factores o más niveles de violencia, sino que hay ciertos factores específicos que se pueden
atacar.
Además, la otra cuestión que es muy importante es que esos factores no afectan en la misma
medida a toda la población de ese ámbito. Todas las personas que viven en una villa no están
expuestas a la violencia en el mismo grado, son las que, además de vivir en las villas, tienen
ciertas características, por ejemplo, tienen conflictos con los vecinos, son mujeres y, sobre
todo, si son mujeres que viven solas con sus hijos. Ese es el segmento de la población, ahora
en los sectores más precarios, que más expuesto está. Ahora se va a ver en los datos. Lo que
muestra la investigación es eso. Se trata de lograr precisión.
Acá vemos los resultados de la encuesta. Lo que ven acá arriba son los tipos de delitos que
nosotros medimos, y el peaje es cuando piden de forma amenazante plata en la calle. En otro
trabajo anterior, un trabajo etnográfico, fuimos a vivir a las villas para ver cómo eran las
dinámicas y después diseñamos las encuestas. Una de las cosas que uno ve es que hay mucho
gregarismo, el espacio territorial se hace gregar. Esto ocurre, sobre todo, en los casos de los
jóvenes de un sector de la población que, cuando transitan por otro, corren ciertos riesgos,
generando estos sistemas de reciprocidad negativa. Es decir, si uno pasa por un lugar y es
amenazado o agredido por otros, eso genera una reciprocidad negativa, la cual produce que
los amigos o los miembros de ese otro lugar estén esperando para tomar venganza,
produciendo un ciclo de reciprocidad negativa, o sea, de conflictividad entre vecinos. Ese
factor aparecía mucho en nuestra investigación, sobre todo en las zonas más pobres y
segregadas territorialmente.
Entonces, una forma fácil de interpretar los datos es tomar como porcentaje lo que está a la
derecha de la coma. Las mujeres están expuestas un 70 por ciento más que los varones a ser
283
Comisión Especial de Violentología 2013
víctimas de lesiones y amenazas, mientras que los varones están expuestos a ser
amedrentados en la calle un 40 por ciento más que las mujeres.
Las mujeres están más expuestas a las lesiones y los varones más expuestos al peaje.
Acá vemos que el género no incide mucho en el robo de la vivienda. Uno puede decir un 19
por ciento, pero esto no es válido estadísticamente, no sabemos si este número se dio por
casualidad o si realmente está representando algo y, como es muy bajo, todo sugiere que no
sabemos y es una relación indeterminada.
Ser joven menor de 30 años. En esta parte, en realidad, hubiera sido mejor poder discriminar
por menos grupos de edad, pero la muestra tendría que haber sido enorme, tendríamos que
tener 15 mil casos para poder hilar fino, entonces, separamos entre más y menos de treinta;
obviamente, si cortáramos más etariamente encontraríamos cosas más interesantes. Lo que
vemos es que los menores de treinta años están siempre más expuestos a la violencia.
El robo a la vivienda es un factor que representa un 36 por ciento más, por lo que podría
decirse que es poco, pero esto nos está indicando que no es una relación muy confiable. Acá
da 0,05 y uno podría decir que está en el límite de lo que uno puede considerar que es una
relación estadística válida y que podamos confiar que así se da. Pero 0,59 está un poco arriba
de lo ideal, entonces no estamos muy seguros de qué pasa acá.
Con respecto a los extranjeros, medimos migración externa y vemos que, otra vez, parecería
tener incidencia, pero esto nos está diciendo que no podemos confiar mucho en que sea
genuina, pero el peaje es enorme; es muy fuerte, casi dos veces más. Este 000 no es James
Bond, sino que nos está diciendo que es muy alta la probabilidad que este dato sea genuino.
Acá otra vez muestra que no tiene ninguna influencia.
El último que es pertenecer a un hogar matrifocal, o sea, mujer jefa del hogar con sus hijos,
muestra que expone el doble la probabilidad de ser víctima de lesiones y amenazas, no
expone más al peaje y podríamos escuchar que alguna incidencia tiene en la probabilidad que
le roben dentro del hogar. Tampoco es muy confiable la relación, pero la incidencia es muy
fuerte, casi un 50 por ciento, y esto no está tan lejos del nivel de significación, con lo cual
uno podría decir que es muy probable que haya alguna relación ahí y los hogares matrifocales
estén más desprotegidos respecto de la probabilidad que les roben.
284
Comisión Especial de Violentología 2013
Si nosotros tenemos que compensar lo que acabamos de encontrar, la primera cuestión es que
hay bastante diferencia entre los robos en vivienda con los demás tipos de factores. Lo que
explican la presencia de amenaza o el peaje, no es lo mismo que lo que explica la exposición
al robo. Son, en ese sentido, dos dinámicas un poco diferentes que afectan a distintos sectores
de la población.
Lo otro que podemos concluir es que, en términos generales, el ser joven, vivir en hogares
matrifocales y ser mujer son factores que exponen un poco más a ser víctimas de la violencia.
Acá venimos a lo que yo les contaba: los liderazgos, lo que llamamos capital social lo
medimos como liderazgos en el vecindario. Tenemos liderazgos locales, que son más del tipo
informal, con vecinos que organizan comedores o que participan en las sociedades de
fomento; a lo que llamamos liderazgos locales es cuando son de tipos de actividad o
iniciativas en el barrio, por ejemplo si los maestros tienen algún liderazgo en el barrio o no; si
la policía es respetada como un elemento mediador dentro de la dinámica vecinal; las redes
sociales positivas, o sea, la reciprocidad positiva.
Separamos entre los que tenían redes de tres o más personas y los que tenían dos o menos,
consideramos que los que tenían dos conocidos en el barrio no constituían una verdadera red,
porque los contactos eran pocos para considerarlos como una red, y tres o más, sí. Lo mismo
pasó con los conflictos vecinales, un conflicto con dos vecinos no lo consideramos un factor
muy incidente, mientras que conflictos con tres o más vecinos, sí. Desorden ambiental, es
decir, la posibilidad que existieran elementos de degradación territorial. Viviendas precarias
y segregadas básicamente discrimina entre quienes viven en villas y quienes viven en otras
condiciones sociales.
Acá podemos ver que hay algunos factores que tienen una incidencia muy importante. Me
voy a detener en los más importantes y dejamos el análisis de los demás para otra ocasión.
Como les decía, los conflictos vecinales es lo que más incide en todos los tipos de violencia:
es casi tres veces más la probabilidad de sufrir un robo si uno tiene conflictos con sus
vecinos; dos veces y media más es la probabilidad de ser extorsionado en la calle si uno tiene
conflictos con sus vecinos; tres veces más la probabilidad de sufrir lesiones y amenazas si
uno está en conflicto con los vecinos. Ese factor es el factor clave en esta investigación.
285
Comisión Especial de Violentología 2013
El desorden ambiental no incide demasiado, tampoco inciden demasiado las redes vecinales,
ya que las redes vecinales positivas parecen funcionar como un elemento protector. Vimos
después en otras partes de la investigación que todavía no terminamos de resolver y por eso
no las traje que, en general, no inciden, pero si uno toma robo de vivienda dentro de los
sectores más precarios de la población que viven en condiciones ambientales más
desfavorables, ahí sí inciden o, traducido, en las villas incide, fuera de las villas, no. Por eso
todavía no estamos seguros.
La respetabilidad de la policía sí tiene una incidencia muy importante. Ahí hay una relación
que es que la dirección de la causa y efecto es muy difícil de establecer. Podría ser que,
efectivamente, donde la policía es más respetada, la gente acuda con más facilidad y esté más
protegida. También puede ser que las personas que fueron víctimas respeten menos la policía
y se sienta menos protegida por ella. Sabemos que hay una asociación entre el nivel de
respetabilidad de la policía y la victimización, pero no sabemos la dirección de ese vínculo.
Es probable que las víctimas desconfíen de la policía o que quienes desconfían de la policía
están más expuestos, pero probablemente sea parte de las dos cosas.
Hago una última acotación del resultado que todavía está en estudio y que todavía no
tenemos conclusiones definitivas respecto a esto. Nosotros consideramos, además de estos
factores, otros factores como el cómo influían los liderazgos políticos, cómo influían la
percepción de distintos actores del Estado, los gobiernos municipales y ese tipo de cosas y, en
general, lo que vimos es que no tienen una relación directa, no tienen influencia muy fuerte,
pero sí indirecta.
El factor que más incide son los conflictos ambientales, donde más conflictos hay entre
vecinos, más probabilidad hay de que sean víctimas de violencia, para sintetizar lo que se ve
en el cuadro, prácticamente se triplican en cualquier forma de violencia que se considere.
Entonces, donde hay mayor nivel de conflictividad es donde menos respetables son los
liderazgos políticos, los actores del Estado, como el municipio o los concejales. No inciden
de manera directa, pero sí indirecta. Inciden sobre el conflicto y el conflicto sobre la
violencia. En ese tipo de liderazgos disminuye el nivel de conflictividad y eso disminuye la
probabilidad que las personas sean víctimas de violencia. Es esa la relación que todavía no
286
Comisión Especial de Violentología 2013
terminamos de descifrar, pero los resultados preliminares que tenemos sugieren que ahí hay
un vínculo muy importante.
Hay una técnica que tenemos que usar que se llama “ecuaciones estructurales” -que todavía
no resolvimos- las cuales permiten medir esa influencia indirecta, es decir, cómo A influye
sobre B y viceversa, aunque cuando una mide la transición entre A y C, no se ve. Es decir,
hay una relación medial. Eso estadísticamente no es tan fácil de hacer, lo empezamos a hacer
y los resultados parecerían sugerir que hay un vínculo, pero todavía no estamos seguros.
287
Comisión Especial de Violentología 2013
EL CONFLICTO NO RESUELTO DE LAS ESCENAS VIOLENTAS
Miguel Santagada81
Las escenas de violencia registradas en soporte audiovisual (el cine y la televisión, más
recientemente los juegos de video e internet) han promovido recurrentemente inquietudes
acerca de los efectos más o menos permanentes que podrían manifestarse en la conducta de
los espectadores y consumidores infantiles. A medida que las tecnologías audiovisuales y el
diseño de escenarios y personajes se vuelven más sofisticados, el entorno mediático al que
acceden fácilmente los niños de clase media plantea las sospechas acerca de la perniciosa
influencia que reciben de los envíos mediáticos cada vez que hechos criminales –de ficción o
no- tiñen de sangre las pantallas domésticas.
81
Docente de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y de la Facultad de Ciencias
Sociales, UBA. Director. del proyecto de investigación UBACYT Las representaciones audiovisuales de la
violencia: conflicto, necesidades insatisfechas y violencia estructural. Autor de Paternalismos Huérfanos.
Comunicación, democracia, globalización. Buenos Aires, Eudeba, 2004. Compilador de Ensayos sobre arte,
comunicación y políticas culturales / - 1a ed. - Tandil: Universidad Nacional del Centro de la Provincia de
Buenos Aires, 2012 así como de numerosos artículos académicos
288
Comisión Especial de Violentología 2013
A lo largo de varias décadas de debates sobre los potenciales perjuicios de las escenas
violentas en las conductas de los telespectadores se han entrelazado los intereses
contrapuestos de empresarios, moralistas, políticos y educadores con la labor de
investigadores de diferentes campos académicos. Si al cabo de casi medio siglo de
confrontaciones es posible extraer una conclusión al respecto, seguramente será ambigua y en
cierto sentido decepcionante. Los debates han mejorado las objeciones que cada postura lanza
contra sus oponentes, pero no han convertido en incuestionables los argumentos propios, por
lo que las decisiones tomadas para censurar la proliferación de escenas de violencia en los
medios de comunicación en muchos casos han sido cuestionadas como prejuiciosas y
débilmente fundamentadas en evidencias científicas. De este modo, las escenas violentas
llegaron a desatar un conflicto epistémico, con ribetes políticos, mercantiles y artísticos. A
pesar de su prolongación en el tiempo, el conflicto aún no ha perdido interés ni ha sido
resuelto convincentemente.
En este trabajo discutiremos algunas de las concepciones que contribuyeron a consolidar las
posturas en conflicto. Para ello, partiremos de un cuestionamiento a las modalidades
dominantes en que los medios de comunicación aportan a la comprensión de los fenómenos
contemporáneos vinculados con la convivencia, la discriminación, la seguridad, etc. Salvo
excepciones, estos asuntos son típicamente expuestos en los medios cuando la conmoción de
un hecho sensacional reclama la atención de políticos y académicos. La gravedad de los
acontecimientos, el dolor de las víctimas y la imposibilidad de recuperar lo que se ha perdido
tienden a opacar en el reporte mediático, electrizante y vivaz, la intervención –reflexiva y
didáctica- de los especialistas convocados para cada ocasión. En esas circunstancias, parece
difícil que dichas intervenciones sobrepasen los límites del entretenimiento pasatista.
Por otro lado, revisaremos una parte de la larga serie de estudios con los que se construyó un
área de indagaciones inspiradas en métodos de la psicología y la sociología empírica. Este
panorama se completa con algunas reflexiones de carácter estético, que facilitarán la tarea de
precisar algunas consideraciones acerca de la ubicuidad de las escenas violentas en la
producción audiovisual contemporánea. Como marco general de nuestros comentarios,
volveremos a discutir las modalidades dominantes en el tratamiento y oferta de escenas
violentas, a fin de señalar los límites en que se mueve la “explicación mediática” acerca de
los homicidios en masa. Como casos emblemáticos de las textualidades audiovisuales
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producidas en los noticieros televisivos, tales matanzas perpetradas
por agresores
descontrolados en espacios desprotegidos como escuelas o salas de cine, aportan elementos
para zanjar el conflicto no resuelto de las escenas violentas (Bowers, et al 2010). En una
variedad de reportes se indican como posibles antecedentes las preferencias que esos
homicidas conservan en materia de series o películas de acción y juegos de video híper
violentos. Dado que las formas de exponer estos penosos episodios a las que en general
recurre la prensa audiovisual no se apartan del tinte sensacionalista que impregna las
crónicas, discutiremos si tales explicaciones promueven o no un concepto de violencia social
reclamado por la gravedad de los hechos y por el sufrimiento de las víctimas. Pretendemos,
por lo tanto, que el aporte de este trabajo enfoque la discusión en torno a la creatividad y al
dinamismo de las artes audiovisuales más allá de las tendencias a la espectacularidad y el
sensacionalismo que suelen atribuírseles desde otras perspectivas. La producción y el
consumo de imágenes violentas no merecen ser dejadas al margen de la discusión en torno a
las violencias sociales.
Tres versiones sobre la violencia en la producción audiovisual
En un documento de 2003 (Kriegel, 2003), la comisión reunida por el Ministerio Francés de
Cultura y Comunicación para expedirse sobre la situación del cine y la televisión concluye
que la producción audiovisual de los noventa ofrecía en términos generales un mundo donde
el mal siempre es victorioso, por lo que sería inconcebible pretender luchar contra él. Según
una afirmación audaz de esa comisión, el cine y la televisión adhieren a una especie de tesis
gnóstica, para la que el mundo está hecho defectuosamente a propósito y no tiene remedio
alguno. Sostiene esta apreciación un ingrediente habitual de ciertos relatos audiovisuales: la
adjudicación de inoperancia o de corrupción generalizada e incurable a la policía o a las
autoridades judiciales. Los productos audiovisuales que dicha comisión tenía entre manos
estaban mezclados con sangre real: un asesino serial que por aquella época operó en los
suburbios parisinos confesó que la fuente inspiradora de su campaña homicida había sido
Asesinos por naturaleza (Nature born killers), la película de Oliver Stone.
Como documento surgido de las presiones que suelen ejercer grupos moralistas (ligas de
madres y madres, confesiones religiosas, pediatras, psicólogos, etc.) se entiende que el
dictamen busque su apoyo en indagaciones académicas que en buena medida pavimentan el
camino entre el prejuicio y la prohibición. Más allá de estas contingencias de la política, el
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Comisión Especial de Violentología 2013
documento se expone a críticas de carácter metodológico que conviene analizar con cautela.
El procedimiento de la comisión consistió en mirar las escenas violentas en las producciones
audiovisuales como si estas se presentaran sólo desquiciadamente, sin conflictos ni razones, y
como si los espectadores infantiles, denominados “sectores vulnerables”, las adoptaran
automáticamente como modelo de conducta, y sin que pudieran actuar como filtros
atenuantes otras condiciones familiares o socioeconómicas.
Sin duda, esta forma de abordar el fenómeno de las escenas violentas y otras ideas en que se
fundamenta el estudio de la Comisión francesa podrían mejorarse con algo de esfuerzo. La
primera etapa para ello consistiría en revisar el trayecto de al menos cincuenta años (Von
Post, 1995) en los que se produjeron varios centenares de estudios empíricos aplicados a la
detección de efectos de las escenas violentas en los niños. Por supuesto que la variedad de
tales indagaciones no permitiría aceptar sin más una generalización, pero sí podemos replicar
a esa tradición de estudios señalando otras opciones, y proponiendo un marco de
consideración diferente (Rafter, 2000). Revisaremos sintéticamente dichas tradiciones con el
objetivo de avanzar más tarde en la consideración de las formas dominantes de presentar
escenas violentas en los medios contemporáneos.
Ante todo, señalemos que con el tiempo las investigaciones se han diferenciado de modo
significativo en torno a objetivos y supuestos que podrían corresponder al menos con tres
enfoques. Para abreviar los llamaremos los culpabilizadores, los exculpadores y los estéticos.
Mientras que los dos primeros aportan a la idea de que la producción audiovisual puede
analizarse como si fuera ajena a los procesos sociales, razón por la cual la violencia sólo es
concebida como “representada con o sin excesos”, la versión estética indaga entre las
tendencias y estilos dominantes para arribar a una descripción en la cual se conjugan las
conclusiones de las otras posturas sin aportar nada original a ambas.
Consecuentemente, pese a la divergencia entre estas tradiciones, una serie de conceptos e
ideas comunes las vincula de un modo sutil. Se trata de concepciones básicas, compartidas
sin discusión por líneas de indagación suficientemente consolidadas en el área de los estudios
de comunicación. Esta circunstancia permite reconocer conclusiones claramente opuestas,
pero cierta coincidencia elemental en lo que respecta a tres puntos significativos, que podrían
sintetizarse, quizá algo esquemáticamente, de este modo:
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(a) Exterioridad de las violencias. La violencia en las pantallas es invariablemente analizada
según el supuesto de que las ficciones exageran en sus referencias a un mundo sin reglas y sin
orden, el cual ciertamente no es ni se parece al mundo real (de los países centrales), cuyas
tasas de crímenes violentos es declinante desde 1991.1
(b) Reducción del problema a la violencia criminal. Las escenas de violencia referidas por
los estudios son típica y exclusivamente las que se relacionan con el accionar de gánsteres y
hampones, con el empleo de armas y con la agresión personal. En menor medida, los estudios
se refieren a abuso sexual, acoso laboral, escaramuzas bélicas, a la denuncia de segregación
racial, de superexplotación de trabajadores, etc.
(c) Concepción simplista de la recepción de textualidades audiovisuales. Se adjudica a los
consumidores – espectadores
de escenas violentas la incapacidad
de interpretar con
moderación o razonabilidad los significados de los textos audiovisuales.
a) Los culpabilizadores
Esta postura respecto de las escenas violentas suele ser la más consultada por los gobiernos y
las organizaciones que defienden la necesidad de regular la oferta de textualidades
audiovisuales o el acceso de los niños a dichas escenas. Aunque en los últimos años el
discurso de los que pretenden regular las imágenes audiovisuales prefiere evitar las
prohibiciones y las censuras, no faltan las sugerencias para que se limiten los créditos
estatales o las ayudas financieras a realizadores que presenten proyectos no encuadrados en
las definiciones de “contenido de interés público”. Tales definiciones no siempre son
formuladas en debates multitudinarios y pluralistas. Más bien, suelen emanar de estas
formaciones discursivas que recriminan a la producción audiovisual in toto por los malos
comportamientos de los niños y jóvenes (Gormley, 2005)
Un criterio adicional también suele ser la adopción de medidas proactivas que atemperen lo
que se considera “efectos nocivos” de ciertas películas y programas de televisión. Entre otras
medidas, se insiste en que padres y educadores deben orientar a los niños para que se busquen
entretenimientos menos perniciosos, a las productoras para que adviertan a sus consumidores
acerca de la calidad del material que exponen, y a las cadenas de televisión para que no se
aparten de las pautas de horarios de restricción establecidas.
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Aunque las denominamos con un rótulo que las engloba, es preciso advertir que al interior de
este grupo se observa cierta falta de consenso entre los investigadores, en torno a la
metodología adoptada para sustentar las hipótesis. Las hipótesis en sí mismas no despiertan
controversia, pues se refieren a cualquier forma de influencia de las escenas de violencia
sobre los espectadores. En cambio, hay desacuerdos con respecto a si la influencia de los
contenidos audiovisuales afecta las conductas o las actitudes en plazos relativamente cortos o
largos, etc. Otra fuente de desacuerdos radica en el estilo más o menos realista de las escenas
violentas. Por ejemplo, George Gerbner (1996), uno de los autores más citados, considera que
contiene violencia aquella escena en la que un personaje amenaza con lastimar o matar a otro,
independientemente del método utilizado o del contexto en que se encuentra. Gerbner incluye
en su concepto las escenas de animación, pero Guy Paquette y Jacques de Guise (2004)
argumentan que la violencia de los dibujos animados no puede tomarse en serio, puesto que
su presentación suele ser no realista y más bien de carácter humorístico. Concentrados en las
ofertas mediáticas a la población infantil, estos autores no se refieren a ciertos programas
sensacionalistas de la televisión, en los que se dedica mucho tiempo a escenas de persecución
y aprehensión de delincuentes por parte de agentes de policía.
Otro asunto controversial se refiere a la conexión entre escenas audiovisuales de violencia y
conducta agresiva. Algunos autores creen que el mecanismo agresivo procede con
independencia parcial de las escenas a que uno está expuesto, y derivaría de situaciones
traumáticas del entorno familiar, mientras otros creen que basta la mera exposición no para
ser agresivo, sino para aprender de a poco una especie de script o guión cognitivo que a la
larga terminará orientando la conducta de los espectadores. Si alguien consume
preferentemente, por ejemplo, series de acción y películas violentas, es probable que llegue a
internalizar por imitación las acciones de los héroes audiovisuales, quienes por regla general
dirimen sus conflictos a los tiros o a las trompadas. Hay todavía un tercer sector de
culpabilizadores que adjudican a las escenas violentas la activación de efectos fisiológicos
que explican la conducta agresiva inmediatamente posterior al consumo de imágenes.
Diversas observaciones han llevado a concluir que el consumo de imágenes violentas acelera
el ritmo cardíaco y la respiración y aumenta la presión arterial. Específicamente, las
observaciones se han concentrado en torno a imágenes de persecuciones y tiroteos, que en
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opinión de algunos autores predisponen a las personas a actuar agresivamente en la vida
cotidiana.
Otro desacuerdo no resuelto consiste en determinar si las imágenes violentas canalizan o
confirman pensamientos y sentimientos agresivos ya instalados en los niños. Algunos
investigadores han reunido evidencia que permitiría sostener que el entorno familiar y otras
variables del entorno doméstico interactúan con el consumo de escenas de violencia, y por
tanto la influencia de las imágenes violentas sería aún mayor en aquellos que presentan
tendencias más afines con dichas imágenes.
En términos generales, pues, los culpabilizadores sostienen que existe una relación positiva,
aunque en cierto modo débil, entre la exposición o el consumo de imágenes de violencia
audiovisual y la conducta agresiva. Si bien es verdad que esa relación no puede ser
confirmada en términos sistemáticos, se introduce el argumento de que sería ilógico sostener
que no hay ninguna relación simplemente porque en algunas ocasiones no es posible
verificarla del todo, o sólo porque se puede verificar en ciertas circunstancias.
De esta manera en países como Canadá, Estados Unidos y Francia con la regulación estatal
de la oferta audiovisual se ha procurado proteger a los sectores más vulnerables. Ahora bien,
es instructivo analizar a qué vulnerabilidad y a qué violencias se menciona en estas
legislaciones. La vulnerabilidad depende de un supuesto a cuya credibilidad la literatura
“culpabilizadora” no ha dejado de contribuir en los últimos cincuenta años, y como se ve en
la síntesis presentada, son escasas y marginales las referencias a los entornos domésticos y a
las particularidades familiares de los consumidores de imágenes violentas. Lo llamativo en
casi todos los documentos es la falta de una definición cuidadosa de las violencias, donde
quede explicitado que las causas primarias de las conductas agresivas se encuentran en el
entorno familiar, los grupos de pares y especialmente en las condiciones sociales y
económicas en los cuales se desarrollan los niños (Groebel y Hinde, 1991)..
Para volver a la experiencia de la comisión reunida por el gobierno Francés en 2002, el
criterio de evaluación de espectáculos violentos que allí se propone deriva de un concepto
según el cual en la violencia estarían implicadas dos propiedades centrales: la utilización de
la fuerza excesiva orientada a causar daños a la integridad física o psíquica y el objetivo de
dominación o de destrucción del otro o de los otros.
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Comisión Especial de Violentología 2013
El autor que ha aportado esta idea fue Jacques Billard (cfr. Kiegel, op. cit.), un especialista de
origen francés que ante todo admite que la violencia es fácil de reconocer pero difícil de
definir; también argumenta que la identificación de la violencia con el empleo de la fuerza
física procede del hecho básico de que hay violencia allí donde hay coacción que entraña
sufrimiento. Claro que es posible que haya formas de coacción y de uso de la fuerza que no
provoquen sufrimientos, pero lo central en la definición no es la idea del sufrimiento causado,
sino la intención de destruir o someter a los otros que provoca el uso de la fuerza física.
A poco que se analice esta definición, se revelará que las intenciones son tan opacas como
evidente es el hecho de que alguien sufra como consecuencia de la acción de otro, no importa
cuán desmedida o no sea la fuerza utilizada. Un dentista, por ejemplo, puede hacernos sufrir y
sin embargo no puede ser acusado de emplear la fuerza para alcanzar objetivos de
dominación o de destrucción. Se supone que el dentista tampoco obra por coacción, dado que
nos sometemos mansamente a las manos de un odontólogo para evitar un daño ya instalado.
En todo caso, señala Billard, hay que reconocer que la violencia tiene rasgos cambiantes
según las épocas y la tolerancia de las personas. Pero entonces la violencia no estaría en los
hechos en sí mismos sino que sería como una etiqueta que pegamos a los hechos una vez que
estos son interpretados según nuestros prejuicios o creencias. Alguna vez se interpretó que los
castigos físicos propinados a las mascotas o a los chicos desobedientes no eran hechos
violentos, sino adecuados a los objetivos de encauzamiento y educación. No hace falta decir
qué repudiable es para muchos de nosotros el castigo físico, en cualquiera de sus formas y
bajo las más variadas circunstancias.
b) Los exculpadores
Esta versión de los estudios de violencia audiovisual se ha desarrollado en las últimas
décadas en buena medida como reacción a un sector de los culpabilizadores liderados por los
psicólogos Leonard Eron y Rowell Huesmann (Eron y Huesmann, 1972).
Ambos
investigadores habían tergiversado los datos de un estudio longitudinal donde se intentaba
demostrar cierta correlación positiva entre el consumo individual de escenas violentas
durante la infancia y la tendencia a la conducta agresiva durante la edad adulta. Quien
descubrió el fraude fue Jib Fowles, autor de The Case for Television Violence, un minucioso
análisis de alrededor de 2500 estudios empíricos y de laboratorio que han aportado a lo que
Richard Rhodes (2003) llama “el mito de la violencia mediática”. Además de denunciar a
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Comisión Especial de Violentología 2013
Eron y Huesmann, Fowles refuta la llamada teoría del cultivo de Gerbner, por la que se
pretende explicar la conexión de largo plazo entre escenas violentas y conducta agresiva. Con
razón, Fowles también refuta una gran variedad de estudios de laboratorio, cuyas
conclusiones no son asimilables a la experiencia cotidiana de los espectadores infantiles.
Para caracterizar a quienes más afecta esta preocupación por la violencia audiovisual, desde
la corriente de los exculpadores se suele citar a Howard Becker, un influyente sociólogo de la
desviación. De esta manera, en lugar de refutar los estudios empíricos o su metodología,
embisten con argumentos “ad hominem” contra los culpabilizadores académicos Dave
Grossman, Brandon Centerwall, entre otros, y de funcionarios republicanos como Dan
Quayle y Howard Becker, respectivamente vicepresidente y Secretario de Educación durante
la primera presidencia de G. W. Bush. Los exculpadores sugieren que los resultados de las
investigaciones están en consonancia con el pánico de los conservadores a perder
definitivamente la hegemonía cultural en manos de una producción audiovisual que se
propone más dinámica, más atractiva y más satisfactoria para todas las edades. Es más,
Rodhes recuerda a Backer también en su idea de comienzos de los sesenta respecto de la
pérdida del liderazgo moral de las tradiciones religiosas. Así, indica que a medida que los
medios de comunicación se fueron consolidando en el rol de entretenimiento como nuevas
autoridades culturales, también han suplido a las religiones en el papel de satisfacer ciertas
necesidades sociales individuales, tales como proporcionar marcos comunes de referencia e
identidad comunitaria, con los cuales los individuos obtenían confianza, seguridad y otras
experiencias “saludables” desde el punto de vista emocional. Los medios audiovisuales serían
como una nueva institución social, y el temor de los conservadores se refiere a una influencia
ya irremediablemente perdida de las instituciones tradicionales de la religión y la familia.
Frente al declinar manifiesto de estas instituciones, los medios ocupan cada día más y más
tiempo de los jóvenes, y no siendo posible controlar los contenidos, entonces fue preciso
instalar desde hace décadas el pánico moral entre padres y educadores. No debería
sorprender, entonces, que los conservadores —guardianes de la tradición— hayan
subvencionado formas abiertas de censura y reiterados ataques contra la producción
audiovisual.
También desde esta corriente se han realizado estudios experimentales (Feshbach y Singer,
1971) con el propósito de replicar algunos de los estudios más citados de la versión
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culpabilizadora. Por ejemplo, a principios de los años setenta se ha desarrollado en Boston
un estudio longitudinal durante seis semanas. Los sujetos de la muestra incluían unos
cuatrocientos estudiantes, procedentes de tres escuelas privadas y de cuatro hogares públicos
infantiles. La indagación preveía controlar el consumo de imágenes audiovisuales entre dos
conjuntos de igual número de chicos, a uno de los cuales se les proyectarían escenas violentas
y a los otros programas no agresivos. Por otra parte, observadores entrenados debían juzgar
los niveles de agresión de los chicos en estudio antes y después del período de proyección.
Las conclusiones que informa Feshbach (op. cit.), el director de la investigación, sugieren que
no ha habido diferencias observables en las conductas de los chicos de las escuelas privadas,
pero entre los chicos de los orfanatos que habían sido sometidos al experimento de las
escenas violentas, muchos de ellos jóvenes abandonados y con antecedentes policiales, sí se
advirtió una diferencia interesante en los dos grupos. Manifestaron una conducta más
apaciguada con respecto al otro grupo aquellos que fueron expuestos a contenidos violentos.
Feshbach considera que aparentemente el consumo de escenas de agresividad reduce o
controla la agresión en jóvenes de sectores socioeconómicos relativamente bajos. Esta certeza
lleva a creer que las fantasías de la televisión y el cine complementan la propia imaginación
de los espectadores, y los ayudan a descargar la agresión que acumulan en su experiencia
personal,
del mismo modo que pueden hacerlo los sueños y otros productos de la
imaginación.
En investigaciones más recientes, Steven Messner (2004) intentó establecer si es verdad una
de las más contundentes afirmaciones culpabilizadoras, según la cual los espectadores más
tenaces en el consumo de escenas violentas tienen mayores probabilidades de convertirse en
criminales. En su indagación, que resultó meramente descriptiva, Messner tomó la lista de
programas de televisión con escenas “violentas” que confecciona año a año la National
Coalition on Television Violence (NCTV), una organización no gubernamental con sede en
Estados Unidos que ha desarrollado un método para medir la cantidad de escenas violentas
emitidas por hora en los programas de ficción y de no ficción de la televisión norteamericana.
Luego Messner cruzó esos datos con los índices de audiencia correspondientes a cinco
ciudades metropolitanas de Estados Unidos. En tercer lugar, consultó informes del FBI sobre
tasas de homicidios, secuestros extorsivos, robos, asaltos a mano armada, etc., que se
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registran en las áreas metropolitanas analizadas. Por último, cotejó las tasas del FBI contra
los programas violentos de mayor audiencia.
Contrariamente a lo que esperarían los culpabilizadores, Messner observó que las ciudades
que exhibían menores tasas de criminalidad eran aquellas en las que se concentraban los
mayores índices de audiencia para programas violentos, lo que sugiere que o bien la
correlación entre escenas violentas y conducta criminal debería descartarse, o bien los
delincuentes marchan a otras ciudades para cometer sus fechorías. Messner explica sus datos
con algo de sorna: cuando la gente está en casa viendo televisión no puede estar por ahí
cometiendo crímenes. Y, de paso, como los televidentes están en sus casas, los forajidos
tampoco tienen ocasión de asaltarlos en las calles o de ingresar por la fuerza a las casas
temporalmente sin moradores.
Otros autores ha contribuido a esta perspectiva indulgente con la denominada “teoría del
beneficio sustituto”, que han suscripto autores de la corriente de los Usos y Gratificaciones
(cfr. McQuail et al, 1972). Según esa teoría, ciertos sectores de la población que viven
experiencias difíciles, tales como los enfermos, algunos ancianos, los chicos sin hogar, etc.,
encuentran en el mundo audiovisual una influencia benéfica, más allá de los contenidos o del
significado de las imágenes. Este poder de bálsamo electrónico encuentra sus fundamentos
teóricos en la formulación de Gerhard Wiebe (1969), cuya hipótesis sugiere que el mundo
audiovisual cumple la función de evitar a los espectadores el esfuerzo de adaptarse a un
mundo crecientemente más complejo. Esta función equivale a la protesta juvenil y a la
resistencia a la autoridad que aparece en forma espontánea como una reacción frente a la
estructuras de orden y organización de la vida social. Las imágenes realistas sobre crímenes,
violencia física, desacato a la autoridad, ganancia fácil de dinero, intimidad sexual, etc.,
pintan un panorama libre de restricciones sociales en general inaccesible para la gran mayoría
de los televidentes, quienes acuden a esas imágenes audiovisuales en procura de un antídoto
contra los valores exigidos por la socialización adulta. Serían una evidencia favorable a esa
tesis de Wiebe el rock, el rap, y películas como Natural Born Killers o Pulp Fiction.
Debido a esta función de ventana a un mundo libre, el consumidor de imágenes audiovisuales
toma venganza contra el establishment, que al censurar la protesta y la violencia audiovisual
simplemente provoca que los espectadores busquen con más animosidad válvulas de escape.
De acuerdo con estas reflexiones, algunos autores llegaron a hablar del procedimiento de
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Comisión Especial de Violentología 2013
“higiene y redención mental” que las imágenes audiovisuales permiten realizar. Como alguna
vez sostuvo Norbert Elías, el gran esfuerzo sistemático de la civilización occidental durante el
último milenio consistió en reducir la violencia privada para propiciar formas más efectivas
de interacción social en una sociedad crecientemente más compleja e interdependiente. El
aprendizaje individual consistió en internalizar la prohibición social contra la violencia, hasta
límites que llegan al aborrecimiento de los actos violentos, luego de haber reprimido con todo
ímpetu el sentimiento placentero que provocaban las agresiones, los castigos físicos, las
batallas, etc. Sin embargo, un resto de aquel placer se mantuvo ya no en la práctica, que fue
gradualmente perseguida y penada por las leyes, sino en la experiencia permitida de
contemplarla, ya sea en ejecuciones públicas, riñas de gallos, corridas de toros y matchs de
boxeo. En ese sentido, el placer de presenciar escenas de violencia es como un ancestro de
nuestra actual experiencia frente a las imágenes audiovisuales. Acaso la violencia audiovisual
sirva como satisfactor de necesidades humanas elementales que quedaron sepultadas en el
proceso de la civilización y que como experiencia vicaria sea uno de los pocos apoyos
placenteros que encuentran algunas personas en la vida cotidiana.
c) Los estéticos
Autores como Carole Desbarat (1995) y Olivier Mongin (1998) prefieren considerar la
violencia audiovisual desde una crítica inmanente de las funciones que cumplen las obras
artísticas en la sociedad contemporánea. ¿Sólo se ratifica el compromiso frente a los valores
de la democracia y la civilización
eliminando toda connotación de violencia en las
producciones audiovisuales? ¿No es mejor crear despreocupadamente y dejar que los
espectadores saquen sus propias conclusiones? Después de todo, no hay por qué exigir
responsabilidad ética a los realizadores, y eximir a los consumidores del uso de la
selectividad, la inteligencia y el sentido autónomo. Basta, pues, de paternalismos y
demagogias. Disfrutemos del mundo que la producción audiovisual nos regala
cotidianamente, mientras se verifica una situación paradojal: aumenta sin cesar la violencia
en la producción audiovisual, mientras la sociedad es cada vez más sensible a la violencia
real. El abrumador repudio que merecen las muestras de fuerza de las barras de fútbol, y la
expandida concientización acerca de la violencia doméstica y escolar serían un aleccionador
ejemplo de tal sensibilidad creciente.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Esta perspectiva abandona, por tanto, la mirada moralizante de las escenas violentas, pero no
avanza en el cuestionamiento de las tres convicciones que ha inspirado el conflicto de las
escenas violentas, a saber: la exterioridad de la violencia audiovisual, la concentración en
torno a la violencia criminal y la despreocupación por los procesos reales de consumo de
textos audiovisuales.
La opción de estos autores no otorga prioridad a los efectos mediáticos sobre los sectores
vulnerables, ni dispensa la atención exclusivamente a las escenas violentas más escabrosas en
tanto tales. Tampoco prefieren leer en el cine contemporáneo una prolongación
necesariamente realista de la crueldad agudizada en la primera década del siglo actual. De
hecho, convalidan la idea de que la violencia social se halla en retirada porque en la época en
que ellos escriben disminuyen los índices de delitos callejeros en los países centrales de
Europa. Recordemos que el recrudecimiento de la violencia no solo se verifica en acciones
que implican delitos contra la propiedad o la integridad física, sino también en situaciones
estructurales más o menos recurrentes: abandono de personas, miseria extrema, destrato a los
inmigrantes, etc. Sin embargo, en respuesta a la instalación del tema que han propuesto los
culpabilizadores, estos autores concentran su lectura en torno a algunas ficciones que ofrecen
semblanzas de la violencia criminal en asentamientos suburbanos. Para Besbarat y Mongin,
entre otros, el propósito de incluir escenas violentas en los relatos audiovisuales está tan
alejado del escándalo como de la crítica social; simplemente se limita a estetizar sin
implicaciones políticas ciertos fenómenos sociales. Desde luego, ¿no es una forma de
implicarse en la política decidir abstenerse del juego?
Para esta perspectiva, la producción audiovisual contemporánea no se propone una llamada
de alerta acerca de la crisis de los valores evidenciada en la intensificación de esquemas
violentos de conducta personal o de legislaciones represivas y discriminatorias. La ubicuidad
de la violencia y la dinámica de la aceptación social frente al uso injustificado de la fuerza
física institucional o psicológica sugieren la dificultad que se presenta al plantear el
problema. En cambio, la operación estetizante persigue como fin atraer espectadores, pues la
violencia audiovisual es nada más que un recurso narrativo que se ofrece a los consumidores
de entretenimiento despreocupado para el regodeo de sus ansiedades superficiales. Salvo
excepciones, como probablemente Teniente corrupto de Abel Ferrara (1998), Batalla en el
cielo de Carlos Reygadas (2005), Leonera de Pablo Trapero (2007) y sin duda muchas más –
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Comisión Especial de Violentología 2013
que no son las dominantes-, las escenas violentas confirman aquella tesis gnóstica que hace
de la violencia una fatalidad inexorable.
Al presentar las carnicerías como algo natural y sin lugar para la distancia crítica, es como si
la producción audiovisual dominante pretendiera ratificar otra hipótesis curiosa: que la
realidad excede lo que las pantallas pueden llegar a mostrar. Como la realidad es peor que la
ficción, entonces nada de lo más cruel y brutal de las escenas violentas es un exceso, sino
una recreación suficientemente atemperada por el régimen de producción de sentido en que
se inscriben los distintos realizadores. Entre muchos otros cineastas, Quentin Tarantino y
John Woo utilizan la irrisión o la burla para señalar que han resuelto no comprometerse con
ninguna convicción ética. Dicho exceso, por otra parte, arrastra otra consecuencia de la
operación estetizante en la representación de la violencia: percibir la violencia como una
experiencia desquiciada, un fenómeno social que en última instancia sólo remite a cierta
incapacidad de los individuos para escoger y emplear los medios adecuados a la resolución de
sus conflictos por vías no violentas.
El conflicto exacerbado por las escenas violentas
Las tres posturas comentadas enfatizan matices heterogéneos de la problemática, pero la
distinción obvia que mantienen entre ellas no impide percibir que sus hipótesis de base son
bastante próximas. Estas incumben a una forma de teorizar sobre las violencias sociales
apropiada solo para asentar una posición en el conflicto de las escenas violentas. Ya hemos
presentado estas coincidencias bajo los rótulos respectivos de
(a) exterioridad de las
violencias, (b) reducción de la consideración a la violencia criminal y (c) concepción
simplista de la recepción de textualidades audiovisuales. Acaso la corriente que identificamos
como los “estéticos” ofrezca la mayor franqueza en su afirmación acerca de la exterioridad de
la violencia audiovisual. Para esta perspectiva la violencia funciona como un recurso
expresivo, tal como la sexualidad en los relatos eróticos, o las locaciones siniestramente
sugestivas en los relatos de terror. Las dos posturas identificadas respectivamente como
“culpabilizadores” y “exculpadores”, en cambio, circunscriben sus debates en torno a los
efectos de las escenas violentas sin precisar sus concepciones acerca de las violencias
sociales que ocurren más allá de las pantallas. En otras palabras, para la primera de esas
posturas las múltiples circunstancias en que se provocan agresiones y conductas violentas
serían una consecuencia de la representación mediática de donde los espectadores infantiles
301
Comisión Especial de Violentología 2013
obtendrían orientaciones para escoger conductas reprochables. La postura antagónica rechaza
tal afirmación por desmesurada y carente de evidencias. La violencia real, sostienen en
términos generales los exculpadores, es independiente de su representación audiovisual. La
imagen de un perro no muerde, suelen recordar. Por ende, los conflictos que obstaculizan la
convivencia tienen sus motivos o razones fuera de las escenas violentas, las cuales pueden
eventualmente
ayudar
a
canalizar
propensiones
agresivas
de
los
individuos
independientemente de ser sus espectadores. Sin embargo, subsisten cuestiones que esta
perspectiva soslaya: ¿cómo comprender que la producción y el consumo de imágenes y
juegos violentos vengan intensificándose sostenidamente en los últimos treinta años? ¿Acaso
no deriva del consumo mediático la tendencia entre los niños americanos y europeos a indicar
como sus modelos favoritos los héroes de acción de las series y de las películas? (cfr.
Groebel,1999)
El conflicto de las escenas violentas, pues, resulta de una compartimentación rígida entre las
textualidades audiovisuales y las violencias sociales que impide la comprensión cabal de las
múltiples interacciones que las vinculan. Esto explica por qué al cabo de los debates cada
postura sólo contribuye a defender prejuicios moralizantes o intereses corporativos. Dicha
suerte de diferenciación obstaculiza la percepción de las violencias reales, que según se
supone preocupa a todos los participantes del debate. Casos extremadamente dramáticos
como las matanzas que tienen lugar en espacios públicos o muy concurridos (colegios, salas
de cine y supermercados) son utilizados frecuentemente como recurso para alentar una de las
posturas en el conflicto de las escenas violentas, pero sin abordar la cuestión de fondo, que en
cada caso se revela compleja e intrincada. No obstante, participan del debate quienes
exculpan a los medios e insisten en la necesidad de controlar el mercado de las armas de
fuego, para evitar el acceso a personas con tendencias agresivas o “desórdenes psicológicos”.
Los culpabilizadores, por su parte, insisten en que la cultura contemporánea ha llegado a
límites de decadencia difíciles de contrarrestar. ¿Quiénes si no los medios han generado esa
sensación equívoca de que con las armas se consigue el respeto y la consideración que los
demás nos niegan? A este respecto, Jack Carney ha acusado al modelo cultural predominante
por fomentar el miedo entre la gente, especialmente generando estereotipos del
“otro
amenazante” y presentando como respuesta eficaz la del ataque preventivo. Recuerda Carney
que la venta de armas aumentó considerablemente en julio de 2012, poco tiempo después de
302
Comisión Especial de Violentología 2013
producida la matanza de Aurora en una sala de cine de Denver durante la velada de estreno
de la última película de Batman. En el contexto de esta discusión5, John Sides, un exculpador
que interpreta con imaginación ciertos guarismos estadísticos, afirma que en los últimos
treinta años se ha reducido la violencia social en los Estados Unidos. Las evidencias que
esgrime Sides son indirectas: mientras que a principios de los ochenta cerca de la mitad de los
norteamericanos respondía a la General Social Survey (GSS) que tenían miedo “de caminar
solos durante la noche en sus vecindarios”, encuestas recientes indican que dicha cifra se ha
reducido a un tercio. Contradiciendo la impresión de Carney, Sides afirma que la tenencia de
armas de fuego también se redujo en la sociedad norteamericana: según un sondeo de 1973,
en el que la GSS exploraba la cantidad de hogares donde había armas, cerca de la mitad había
respondido afirmativamente; las cifras actuales indican que esa proporción ha descendido
hasta un tercio de los hogares. Otras fuentes demoscópicas, como Gallup, también describen
una declinación en la posesión hogareña de armas de fuego, aunque no tan significativa como
la registrada por la GSS. Lo cierto es que la encuesta que Gallup presentó en octubre de 2011
estaba referida no a la posesión de armas en el hogar sino “en algún sitio”, con lo que el
guarismo de 47% de individuos que poseen armas no es análogo al de la observación
presentada por la GSS.
A esta operación que consiste en reducir la violencia a indicadores de posesión de armas o
tasas de homicidios por habitante corresponde la segunda coincidencia básica que ha dado
marco al conflicto por las escenas violentas. Veámosla con cierto detalle. De las múltiples
formas de violencias, la violencia criminal es la más frecuentada por la producción
audiovisual dominante. Coincidentemente, gran parte de los debates académicos toman como
eje escenas violentas donde el secuestro de personas indefensas, las persecuciones por las
calles, homicidios, tiroteos y asaltos parecen abarcar todas las formas de violencia social.
Desde luego, el elemento que habilita a esta generalización es el uso irrestricto de armas de
fuego. Una vez más, las perspectivas analizadas parecen concentradas en torno a aspectos
parciales en desmedro de los procesos de alcance estructural, concernientes a los conflictos
sociales que provocaron el empleo de la fuerza. Como sucede con otras prácticas artísticas de
la cultura mediática, los textos audiovisuales siguen costumbres profesionales que tienden a
homogenizar las expectativas de los espectadores en torno a estilos de edición y presentación
de los hechos. Pero como rige el imperativo de la atracción a cualquier precio, la
303
Comisión Especial de Violentología 2013
espectacularidad de las escenas violentas es un recurso muy frecuente también en las crónicas
periodísticas. Se trata de explotar lo horroroso e irritante de lo real, y si es posible, con
insistencia en el carácter bestial de las agresiones, tanto como en las aflicciones de quienes
sufrieron las peores pérdidas.
Patrick Brunet (2004) se refiere a esta cuestión con el rótulo de espectacularización de la
noticia. Observa este autor que la producción cinematográfica o televisiva proponen modelos
que son injertados al formato informativo para acrecentar el atractivo en sus audiencias. El
énfasis que se adjudica a lo espectacular del suceso sangriento conforma el núcleo de las
crónicas de la prensa televisiva. Por razones diversas, en dichas crónicas casi siempre se
omiten aspectos que permitan comprender el sentido de las escenas violentas más allá de su
impacto emocional o su función de espectáculo trivial. Una vez más, el caso emblemático de
estas crónicas se encuentra en la cobertura de los denominados tiroteos masivos (mass
shootings), donde los rasgos estilísticos del cine de acción se conjugan con los reportes para
conformar la narrativa dominante acerca de la violencia: énfasis en la acción individual de un
“monstruo”, explicación de la conducta homicida en términos de fracasos personales o
traumas que arrastra desde su infancia, presentación consternada de políticos o autoridades
gubernamentales y celebración del funeral con una abierta exposición de la comprensible
congoja de los deudos.
De este modo, la conmoción ocupa el espacio de la reflexión. El asesino de inocentes es
estigmatizado y convertido en antihéroe. Si alguna cámara de seguridad registró parte de los
hechos, las escenas crudas son exhibidas una y otra vez. La matanza vuelve a ocurrir tan
pronto como el telenoticiero lo dispone para enmarcar la crónica. Las víctimas que lograron
escapar son sometidas a la penosa tarea de describir los hechos en entrevistas exclusivas.
Muchos entrevistados narran la escena refiriéndose al cine: “parecía una película”. También
son convocados especialistas en psiquiatría, para que den una estimación de los hechos: como
todo diagnóstico que se formula una vez conocidos los resultados más apabullantes, la
opinión de los especialistas no agrega profundidad a las crónicas, solo enfatiza el carácter
trágico de la matanza.
Por
último,
exculpadores,
estéticos
y
culpabilizadores
manifiestan
una
notoria
despreocupación por los procesos reales de consumo de textos audiovisuales. Dado que la
disputa parece reducida a evitar o a proponer restricciones a la producción o a la circulación,
304
Comisión Especial de Violentología 2013
en todos los casos se asume alguna disposición específica de los espectadores que encaja
favorablemente en la postura a defender: los estéticos asumen que los espectadores poseen
cierto refinamiento necesario para distinguir entre los recursos estilísticos y la apología de la
violencia. Los culpabilizadores pretenden un sujeto pasivo, indefenso y aislado frente a la
manipulación de que son capaces las escenas violentas. Por su parte, los exculpadores
sostienen que las escenas violentas no influyen en las conductas agresivas, sino que estas se
explican por tendencias que los individuos desarrollan en su entorno doméstico, y no como
consecuencia de su consumo de contenidos o imágenes. Los espectadores hacen su elección
por determinadas ficciones o asuntos, ellos consumen lo que desean y no es verdad que
deseen escenas violentas simplemente porque se les ofrecen en una gama generosa de
formatos y soportes.
Según los culpabilizadores, en las textualidades audiovisuales dominantes la violencia suele
ser presentada como si se pretendiera o bien recompensar la agresión, o bien evitar la
promoción de formas no agresivas para enfrentar los conflictos. Sin embargo, estas
afirmaciones no son respaldadas por estudios de recepción al menos convincentes para zanjar
el debate. Por ejemplo, tales estudios deberían asegurar que cierta abundante exposición de
los niños a escenas violentas en la televisión es el factor central para que la agresión sea
interpretada como un medio válido para resolver problemas en una diversidad de situaciones.
En cambio, el hecho de que los estudios empíricos sean cuestionables por razones tan
diversas, resulta una oportunidad para los exculpadores, quienes insisten en la inocuidad de
las escenas violentas respecto de las conductas agresivas. Para esta perspectiva, la agresividad
está instalada como tendencia comportamental con independencia de los contenidos
audiovisuales que puedan consumir los espectadores de cine o televisión.
Para volver al caso de las matanzas masivas, entre culpabilizadores y exculpadores no
escasean quienes sacan partido de estas concepciones vagas acerca del trabajo interpretativo
del espectador. En un caso, se adjudica a los medios una responsabilidad central por estas
tragedias. En otros casos, el acceso facilitado a las armas de fuego, la carencia de controles
sanitarios para personas con problemas de depresión, etc., son los factores invocados
primordialmente. Tras el reciente episodio de Newton, donde murieron por efecto de los
disparos veinte niños y seis adultos, incluido el joven agresor de veinte años, Adam Lanza, el
director ejecutivo de la NRA7 (Asociación Nacional del Rifle)
atribuyó a los juegos
305
Comisión Especial de Violentología 2013
violentos de video y a las películas de acción “la capacidad de engendrar monstruos que un
día salen a matar a gente inocente sin contemplaciones ni motivos evidentes”. Los
testimonios recogidos entre vecinos y conocidos de Lanza, indican que además de ser retraído
e introvertido era particularmente adicto a video juegos particularmente violentos, y que
vestía con ropas de tipo castrense, como los comandos estereotipados de películas de acción,
estilo Rambo.
Otras opiniones que se nutren del discurso culpabilizador denuncian que la difusión tanto de
las matanzas como de detalles biográficos de los agresores pueda inspirar a potenciales
homicidas
para que intenten el reconocimiento social que sus existencias mediocres y
taciturnas no les permitieron obtener. Consecuentemente, los medios serían doblemente
responsables por las matanzas masivas: con la ficción, estableciendo en general patrones de
conducta decadentes, un script que ampara sin límites el empleo de la fuerza;
en la
exposición sensacionalista de noticias, difundiendo modelos de acción para personas con
desórdenes mentales, que intentan alcanzar prestigio a costos siderales.
Por más extemporánea que pueda parecer, esta idea fue defendida por Clayton Cramer
mediante un análisis laborioso en su confección, pero muy simple en su concepción
fundamental: cuanto más se difunden a través de los medios acciones reprochables de ciertos
personajes, así sea para vilipendiarlas, criticarlas o burlarse de ellas, sencillamente aumenta la
probabilidad de que individuos aleccionados no convenientemente las imiten como una forma
efectiva de lograr ser reconocidos. El caso sobre el que funda su denuncia Cramer fue la
matanza perpetrada el 14 de septiembre de 1989 en Lousville, Kentucky. El asesino, Joseph
Wesbecker, ingresó armado al taller de imprenta de donde había sido despedido, y disparó a
mansalva contra los empleados, antes de suicidarse. Pericias posteriores al artículo de Cramer
revelaron que Wesbecker, una persona con trastornos mentales diagnosticados, había estado
ingiriendo el anti depresivo Prozac, cuyos efectos secundarios -en discusión por aquella
época- revelaron ser de alto riesgo. Los familiares de las víctimas demandaron al laboratorio
responsable del Prozac, por considerar que su medicamento pudo tener relación con el
comportamiento del asesino. Sin embargo, el “culpabilizador” Cramer ofrece otro tipo de
evidencia: el centimetraje dispensado por las revistas Time y Newsweek en sus ediciones de
febrero de ese año a una matanza masiva acaecida el 17 de enero en la escuela primaria
Cleveland en Stockton, California. En esa ocasión, el asesino, de apellido Purdy, ingresó al
306
Comisión Especial de Violentología 2013
patio de la escuela abriendo fuego a discreción con un rifle AK-47 sobre un grupo de
personas desarmadas y luego se disparó con un arma más pequeña.
Wesbecker había
utilizado el mismo procedimiento y el mismo tipo de armas. Además, entre las pertenencias
Wesbecker se encontraron recortes de la crónica de la matanza de Purdy en California,
publicada por la revista Time el 6 de febrero. En su análisis culpabilizador, Cramer también
incluye algunas versiones recogidas por agencias de noticias donde se indica que en el
periodo de febrero a mayo de 1989 habían aumentado las ventas de armas en los Estados
Unidos y que, curiosamente, ni Time ni Newsweek habían difundido. Los testimonios
sostenían que Wesbecker no era un coleccionista de armas, y que acudió a comprar el rifle
con que más tarde ejecutaría a varios de sus ex compañeros con el recorte de la citada nota de
Time sobre la matanza de California. Con estos elementos, Cramer presenta su pregunta
retórica, que implica una afirmación contrafáctica: “sin la crónica del Time del 6 de febrero,
¿hubiera elegido Wesbecker este particular método de llamar la atención?
El objetivo, según Cramer, de los asesinos masivos es obtener la fama a la que no podrían
acceder por sus méritos. El camino que dista entre los propósitos y la celebridad es
extremadamente largo. Ahora bien, ¿de dónde si no de los medios se obtendría
satisfactoriamente la idea de que existe un atajo? Por ello, la calidad sensacionalista y
abundante en detalles de la notas Time y de Newsweek (probablemente –sostiene- de otros
medios, pero su análisis comprende sólo las dos revistas citadas) parece inculcar a las
personas desequilibradas, que buscan una fama duradera, a copiar los crímenes más
difundidos. Por otra parte, Cramer señala que las notas sobre muertes masivas producidas por
un malhechor alucinado son resueltamente más atractivas para el formato pasatista, que invita
a lectores ávidos de hechos con final impactante. También son lamentables y dolorosas las
muertes masivas, que por ejemplo afectan a miles de niños por desnutrición o abandono, pero
como son permanentes y no admiten con facilidad el formato pasatista, son sencillamente
ignoradas por los noticieros dominantes. En virtud de estas consideraciones, Cramer concluye
que la opinión pública recibe (y se forma) una versión distorsionada en número, calidad y
relevancia de la violencia social. Aunque es cierto que los medios de comunicación y las
nuevas tecnologías ocupan gran parte de la actividad desarrollada en el ámbito del hogar,
parece razonable no perder de vista la variedad de fuentes e interpretaciones a que los
telespectadores pueden acceder. Como sostienen algunos exculpadores que la conducta
307
Comisión Especial de Violentología 2013
agresiva de los niños pueden ser primordialmente reflejo de lo que ellos experimentan en su
entorno real: frustración, agresión, circunstancias problemáticas de carácter social, educativo,
familiar, etc. La violencia no es un hecho exterior a las sociedades, y los patrones de
conducta no tienen por qué ser internalizado sin mediaciones por los sujetos. En todo caso,
para dirimir el conflicto de las escenas violentas es necesario recurrir a un modelo de
comprensión para atender a las violencias sociales, en su especificidad y dinámica antes de
interrogarnos si las textualidades audiovisuales canalizan o fomentan cierta predisposición a
la agresividad ya existente. La ubicuidad
de la violencia en los medios contribuye al
desarrollo de una cultura global agresiva, pero los medios no operan desde el espacio
exterior.
Conclusiones
Las tres perspectivas desde las que se ha reflexionado sobre la violencia audiovisual sugieren
que la preocupación por los efectos provocados por escenas violentas fue inconducente en al
menos dos sentidos. No fue convincente acerca de lo perniciosa o no que es la violencia en
las pantallas, y provocó que la discusión quedara reducida a los aspectos escabrosos de la
violencia criminal. Limitados los debates a escenas sangrientas, casi siempre de intervención
policial, se perdió de vista el hecho de que más allá del entretenimiento, la producción
audiovisual propone una mirada sobre la sociedad que en el caso de ciertos realizadores no
puede ser interpretada en términos de golpes bajos, sensacionalismo espectacular o referencia
directa.
A este respecto, es instructiva la versión de los estéticos cuando indican la condición de
recurso expresivo que revisten las escenas violentas. De acuerdo con esa indicación, no sólo
convendría distinguir entre diferentes usos de la violencia, sino entre los diferentes tipos de
violencia que componen los relatos audiovisuales contemporáneos. De esta manera, no se
provocaría la reacción defensiva y paternalista hacia los sectores más vulnerables de las
audiencias. Quedaría claro que, en tanto recurso, la escena violenta no es el propósito de un
relato, sino una forma de dotarlo de significación artística. En el extremo de estas
producciones estarían los video-juegos más violentos, por ejemplo, que aunque no tengan el
propósito de narrar una historia, ofrecen entretenimiento intentando cautivar a sus usuarios
con escenarios muy estereotipados. En ese casos, la violencia sería una representación
estilizada, que no juega, probablemente, a simular hechos reales, sino, como sostendrían los
308
Comisión Especial de Violentología 2013
exculpadores, a canalizar la aversión por una existencia mediocre y gris. Intentar la
prohibición o la regulación de estos productos sólo aumentaría la ansiedad en los
espectadores menores de quince años y sentaría un precedente indigesto de censura a la
creatividad y al entretenimiento. Después de todo, el problema de la violencia no es su
representación sino su ejercicio y su dinámica, y para ello es preciso volver a discutir un
concepto comprensivo.
El autor de origen noruego Johan Galtung (1995) propone una salida al laberinto donde han
quedado encerradas las discusiones académicas revisadas. La definición de violencia que
ofrece Galtung aporta elementos para abordar la cuestión sin perder de vista su enorme
complejidad. En pocas palabras, al adoptar la perspectiva de Galtung, el análisis de las
escenas audiovisuales violentas no prioriza la magnitud de la fuerza física representada, sino
los términos del conflicto al que recurre el relato audiovisual para exponer agresiones,
insultos, homicidios, etc. Por más devastadores y repudiables que sean, el uso de la fuerza o
el ejercicio de la autoridad no constituyen más que momentos parciales de la violencia; el
detonar de un arma o la paliza con que agentes de la policía pretenden desarmar una
manifestación callejera, por ejemplo, no son interrupciones injustificables a un proceso
pacífico y agradable para todos. Precisamente, la detonación o la protesta indican que algún
conflicto ya estaba planteado antes de esos episodios. La violencia está presente cuando
alguien se encuentra afectado o presionado de tal manera que sus realizaciones efectivas,
somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales, de modo que
“cuando lo potencial es mayor que lo efectivo, y ello es evitable, existiría violencia”.
Con este esquema comprensivo de la violencia a la consideración de las escenas violentas no
queda limitada a la agresión criminal o al abuso de las fuerza. Se incorpora también una
imaginería que incluye el deseo o la necesidad básica, el fracaso, el conflicto y la
potencialidad de acción de los individuos. Cuando una necesidad básica no logra satisfacerse,
entonces se produce un fracaso desde el punto de vista del agente que lo intenta y se plantea
un conflicto entre dicho agente y la estructura o los otros agentes que lo han impedido. De
acuerdo con Galtung, la violencia no arranca mágicamente cuando un individuo o un grupo
toman las armas o arremeten un espacio público: más bien hay que buscar qué estructuras han
impedido la satisfacción de las necesidades del individuo o grupo que ha desencadenado las
agresiones. El concepto de necesidades básicas hace referencia a cuatro clases de
309
Comisión Especial de Violentología 2013
necesidades, además de las relativas a la mera subsistencia; se trata de bienestar, identidad y
libertad. Esto equivale a decir que la violencia no quedaría limitada a la cuestión de los
homicidios, las peleas de puños y los delitos de propiedad, objeto recurrente de la
preocupación de los estudios sobre violencia audiovisual.
Una perspectiva más amplia, que como la de Galtung no se limita al momento en que se
ejerce la fuerza bruta, evita la injustificada restricción a los gánsteres y al delito, y encamina
el análisis sociológico cultural hacia una forma de relacionar los textos audiovisuales y la
construcción crítica de escenas violentas donde queden visibilizados los procesos
subterráneos de la violencia estructural y de la violencia simbólica. El comportamiento
violento como tal sería, entonces, un emergente de conflictos y fracasos provocados por
situaciones que si bien no justifican del todo la adopción de medidas de fuerza en “la vida
real”, en la racionalidad y economía del relato audiovisual producen sentido y dan cohesión a
los textos. Asumimos la hipótesis de que, más allá de las excepciones que puedan señalarse,
la producción audiovisual contemporánea no deja de plantear relatos donde importa el
planteamiento de los conflictos y los fracasos personales y sociales y no su resolución brutal,
por más que se insista en la espectacularidad y las salpicaduras de sangre. Un ejemplo
reciente de esta tendencia puede observarse en Django Unchained, la película de Quentin
Tarantino estrenada en 2012.
310
Comisión Especial de Violentología 2013
Sesión de la Comisión de Violentología en el Colegio de Abogados de la ciudad de Dolores.
Provincia de Buenos Aires.
311
Comisión Especial de Violentología 2013
Capítulo III
Conclusiones y Recomendaciones
Introducción
Tras casi dos años de sesiones, más de quince especialistas invitados al Foro Consultivo, tres
Jornadas de Violentología y horas de enriquecedoras discusiones en el ámbito de la
Comisión, obliga reconocer que es aún mucho el camino por recorrer y que lo logrado son
apenas unos primeros visos de claridad, muy lejanos aún de constituirse en conclusiones
definitivas o soluciones mágicas a la problemática de la violencia.
En este sentido, el capítulo que presentamos a continuación busca dejar sentadas algunas
conclusiones provisorias, producto del primer periodo de funcionamiento de la Comisión, en
torno a lo que se entendió por violencia, sus principales manifestaciones y el imperativo de
situarla siempre en su devenir histórico. Además, expone algunas de las dificultades que
encontró la Comisión para la elaboración de un diagnóstico de la situación provincial tales
como la falta de información confiable, la dispersión y discontinuidad de las cifras existentes
y la escasa coordinación institucional entre las agencias públicas y sociales que atienden la
problemática en el territorio. Finalmente, esboza algunas recomendaciones y líneas de acción
que esperan ser promovidas desde el ámbito de la Honorable Cámara de Diputados a la
espera de su acogida en los demás sectores públicos, entendiendo que una política integral de
estudio y prevención de la violencia exige el trabajo mancomunado entre todos los poderes
del Estado y la sociedad civil.
1.
¿De qué hablamos cuando decimos violencia?
El recorrido trazado en los capítulos 1 al 4, así como el conjunto de intervenciones del Foro
Consultivo, permitieron a la Comisión de Violentología acordar unos presupuestos
conceptuales mínimos para avanzar desde allí al tratamiento in situ de la violencia en la
Provincia de Buenos Aires.
En primer lugar, la consideración de la violencia como un fenómeno social total, esto es,
como un hecho de la vida social que no solo implica acciones sino que articula en forma
simultánea e indisoluble elementos pertenecientes a todas las esferas y a todos los niveles de
312
Comisión Especial de Violentología 2013
la realidad social: jurídicos, económicos, políticos, religiosos, biológicos, psicológicos y
simbólicos (Mauss 1979; Gurvitch, 1979).
En segunda instancia, la definición de la violencia no como una sustancia o cosa a ser
descubierta, ni como una impronta psíquica o biológica innata, sino como modo específico de
relación en la que una de las partes realiza su poder acumulado. Siguiendo al biólogo chileno
Humberto Maturana (1992), la violencia es un modo de vivir en el espacio humano donde se
entrelazan la emoción y el lenguaje para configurar redes de conversaciones, coordinaciones
conductuales coordinadas y estilos de vivir en lo cotidiano.
Esto los lleva a la tercera característica de la violencia: su relación inexorable con el poder,
tal y como este ha sido concebido en las sociedades logo-falo-céntricas82 en tanto resultado
de una situación inicial de violencia, o de amenaza de su uso potencial. La violencia es el
producto de relaciones de poder asimétricas donde una de las partes niega a la otra y la lleva
a su destrucción parcial o total en el esfuerzo por obtener su obediencia o sometimiento
(Maturana, 1992).
En cuarto lugar, la violencia tiene un carácter multidimensional: puede ser directa o indirecta
y sus efectos van más allá de la mera fuerza física para adquirir manifestaciones culturales,
estructurales y simbólicas. De allí la necesidad de observarla más allá de sus expresiones
físicas inmediatas para comprender los mecanismos de su reproducción simbólica y
cristalización institucional.
Finalmente, y más como una hipótesis que como una conclusión, la Comisión observó que, si
bien el proceso de la civilización ha implicado un suavizamiento de las costumbres, éste no
da señas tanto el desarraigo de la violencia como de su refinamiento y redistribución. En este
sentido, la violencia lejos de ser extirpada del todo social como un atavismo o una reliquia de
los tiempos arcaicos, está siempre redefiniendo sus actores, dispositivos y teatros de
operaciones.
El concepto de falogocentrismo es empleado por Derrida en su texto La farmacia de Platón, para referirse a la
unión de los términos logocentrismo (poder del conocimiento) y falocentrismo (poder del hombre). Ambos se
solidarizan estratatégicamente para estructurar y garantizar el fundamento hegemónico de la razón patriarcal,
imponiéndose como el único referente de conocimiento, especialmente en el campo político y cultural. Según
Derrida, “el falogocentrismo muestra la estrecha solidaridad que existe entre la erección del logos paterno (el
discurso, el nombre propio dinástico, rey, ley, voz, yo, velo del yo-la-verdad-hablo, etc.) y del falo como
significante privilegiado” (De Peretti, 1989: 101-106).
82
313
Comisión Especial de Violentología 2013
La Organización Mundial de la Salud define la violencia como “el uso intencional de la
fuerza o el poder físico, de hecho o como una amenaza, contra uno mismo, otra persona o un
grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte,
daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003:5). Tres aspectos se
destacan en esta definición: la asociación de la violencia a un acto intencional, con
independencia de los resultados efectivos que dicha acción provoque; la incorporación de la
palabra poder, que permite extender los hechos de violencia más allá del empleo de la fuerza
física e incluir actos de omisión o descuido en el ejercicio del poder que dejen a otros en
situación de desamparo; y la consideración de los daños psicológicos, los trastornos del
desarrollo y las privaciones dentro de los efectos posibles de la violencia, que permiten
comprenderla más allá de la inmediatez de la muerte y las lesiones físicas.
La OMS clasifica la violencia en tres tipos: violencia autoinfligida, violencia interpersonal y
violencia colectiva. Dentro del primer tipo se incluyen el comportamiento suicida y las
autolesiones; en el segundo, la violencia familiar o de pareja (y contra niños y ancianos) y la
violencia comunitaria (entre personas que no guardan parentesco); y en el tercero, la
violencia social, política y económica. Esta taxonomía, que fue definida en 1996, introduce
un cambio muy importante al incluir la responsabilidad de los Estados, los grupos
económicos y los sectores sociales dominantes que, llevados por sus intereses, o por el afán
de lucro trastornan la actividad económica, niegan el acceso a servicios esenciales o crean
división y fragmentación en la sociedad. En apariencia, se trata de llevar la violencia a sus
manifestaciones estructurales en lugar de circunscribirla a sus efectos más inmediatos. Sin
embargo, una vez que este concepto ampliado de violencia es llevado al campo de las
mediciones, termina reducido a los hechos de fuerza física con daño grave o mortal, esto es,
confinado al acotado ámbito de la violencia directa. Poco dice el Informe de la OMS acerca
de las acciones de Estados, grupos económicos o sectores dominantes en las condiciones de
violencia de los distintos países. No se aportan en el informe datos sobre violencia
institucional, laboral o económica ni las estrategias culturales de su reproducción y
mantenimiento a través de políticas públicas y representaciones sociales que fomentan la
desigualdad.
En este sentido, la Comisión de Violentología enfatiza en la necesidad de abordar
integralmente la violencia advirtiendo sus manifestaciones estructurales y simbólicas. Nos
314
Comisión Especial de Violentología 2013
servimos por tanto de los aportes de Johan Galtung (1990, 2003) para quien la violencia será
la suma e interacción de violencia directa, violencia cultural y violencia estructural. La
violencia directa es el tipo de violencia más obvio y con el que estamos más familiarizados,
incluye la violencia intrapersonal (suicidio) e interpersonal (criminalidad, asesinatos,
agresiones y abusos) y suele identificarse con los casos de muertos, heridos, violencia sexual
y tortura; refugiados y desplazados; daños materiales y destrucción de servicios básicos;
colapso institucional, ausencia de orden público, carencia de gobierno; minas sin estallar;
desapariciones forzadas, despojo de bienes, entre otros.
En segunda instancia tenemos la violencia estructural, más difícil de reconocer e identificar.
Se trata de la violencia inherente a los sistemas sociales, políticos y económicos que
gobiernan las sociedades, los estados y el mundo. Galtung la define como “aquello que
provoca que las realizaciones efectivas, somáticas y mentales de los seres humanos estén por
debajo de sus realizaciones potenciales” (2003). El término violencia estructural es aplicable
en aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades
humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los
procesos de estratificación social y que no se manifiesta a través de violencia directa. De esta
manera, nos remite a la existencia de un conflicto entre dos o más grupos sociales
(normalmente caracterizados en términos de género, etnia, clase nacionalidad, edad u otros)
en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente
a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de
estratificación social.
La violencia estructural sería un tipo de violencia indirecta, pues las acciones que provocan el
daño no están diseñadas y realizadas directamente con ese fin, sino que son derivaciones
indirectas de una política general o del sistema económico. Como consecuencia, las causas
que producen la violencia estructural no son visibles inmediatamente y requieren de un
análisis más poco profundo. La violencia estructural puede ser interna o externa. En el primer
caso, la violencia emana de la estructura de la personalidad de cada individuo, mientras que
en el segundo proviene de la estructura social, siendo sus principales manifestaciones la
represión y la explotación. La violencia estructural también puede ser vertical como en el
caso de la represión política, la explotación económica o la alienación cultural, que violan las
necesidades de libertad, bienestar e identidad, respectivamente; u horizontal, cuando se
315
Comisión Especial de Violentología 2013
separa a la gente que quiere vivir junta, o se junta a la gente que quiere vivir separada,
violando el derecho a la identidad (pensemos en Apartheid).
Finalmente, la violencia cultural, crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en
actitudes. Galtung la define como “aquellos aspectos de la cultura, en el ámbito simbólico de
nuestra experiencia (materializado en la religión e ideología, lengua y arte, ciencias empíricas
y ciencias formales – lógica, matemáticas – símbolos: cruces, medallas, medias lunas,
banderas, himnos, desfiles militares, etc.), que puede utilizarse para justificar o legitimar la
violencia directa o estructural. Sería la suma total de todos los mitos, de gloria y trauma y
demás, que sirven para justificar la violencia directa” (Galtung, 1998:8).
De esta suerte, el concepto de violencia cultural de Galtung puede vincularse con el de
violencia simbólica propuesto por Pierre Bourdieu: “aquella situación de adhesión que el
dominado se siente obligado a conceder al dominador (por consiguiente a la dominación)
cuando no dispone, para imaginarla o imaginarse sí mismo, o mejor dicho, para imaginar la
relación que tiene con él, de otro instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el
dominador y que, al no ser más que la forma asimilada de la relación de dominación, hacen
que esa relación parezca natural; o, en otras palabras, cuando los esquemas que pone en
práctica para percibirse y apreciarse, o para percibir y apreciar a los dominadores (alto/bajo,
masculino/femenino, blanco/negro, niño/adulto) son el producto de la asimilación de las
clasificaciones, de ese modo naturalizadas, de las que su ser social es producto”
(Bordieu,2000:51).
Víctima, pero a la vez creador de la violencia que la constriñe, el dominado (a) (pobre,
mujer, inmigrante, etc.) no sólo no cuestiona las jerarquías que operan dentro de la
organización social que lo somete, sino que acepta y ejerce el rol que le ha sido asignado. Es
incapaz de concebirse a si mismo y a sus congéneres por fuera del estereotipo que le ha sido
asignado mantiene inalterados los arreglos de poder imperantes.
Inmersos en la grilla de relaciones de dominación que los atraviesan, los actos de
conocimiento de los subalternos, son en realidad unos actos de reconocimiento práctico, de
adhesión dóxica, a los principios que rigen la dominación. En este sentido, sus principios
pertenecen más al ámbito de la creencia, que de la episteme, pues no tienen que pensarse ni
afirmarse como tal, sino solo reproducirse. Estos actos de reconocimiento “re-crean” de
316
Comisión Especial de Violentología 2013
algún modo la violencia simbólica que ellos sufren” (Bourdieu, 2000:49). Es relevante
destacar en este punto que la adscripción rígida a esas creencias ha sido construida en la
subjetividad de los sujetos por siglos de socialización al punto que llegan a formar parte de
sus construcciones personales de "ser en el mundo" y que violarlas o cambiarlas puede ser
percibido, tanto por los propios sujetos como por los otros, significativos o no, como un
corrimiento del estereotipo aceptado socialmente, reprochable o censurable, siendo imperioso
considerar estas cuestiones, tanto para evaluar estos comportamientos individuales como para
formular políticas de atención y prevención.
Deseamos terminar este apartado recalcando que las causas de la violencia directa están
relacionadas con situaciones de violencia estructural y/o justificadas por la violencia cultural
y simbólica. Muchas situaciones de violencia directa son consecuencia de un abuso de poder
que recae sobre un grupo oprimido, o de una situación de injusticia social (de un reparto de
recursos insuficiente, de una gran desigualdad en la renta de las personas, dificultad de acceso
a los servicios sociales y a la red sanitaria, etc.), que es reforzada y sostenida por discursos
justificatorios.
En este sentido, toda política pública que aspire a la prevención y mitigación de la violencia
debe atender necesariamente tanto sus manifestaciones directas (el hecho violento), como sus
causas estructurales y combatir su arraigo en la cultura. Nuestra intención al referir a la
violencia como un fenómeno social total se dirige en la misma perspectiva. Un tratamiento de
la violencia en estos términos no implica, parafraseando a Levi Strauss (1979: 24), una
simple reintegración de aspectos discontinuos como son el familiar, el técnico, el económico,
el jurídico o el religioso, ya que podría caerse en la tentación de considerarlo en su totalidad
sólo desde uno de estos aspectos. Es necesario, además, que quede encarnado en una
experiencia individual y esto desde dos puntos de vista diferentes: primeramente dentro de
una historia individual que permita «observar el comportamiento de los seres en su totalidad
y no divididos en sus diversas facultades», y a continuación, dentro de lo que nos gustaría
denominar una antropología, es decir, un sistema de interpretación que de cuenta simultánea
de los aspectos físicos, fisiológicos psíquicos y sociológicos de la conducta violenta. Al
tratar la violencia como un fenómeno social total, deseamos remarcar la preocupación por
poner en relación lo social con lo individual y lo físico con lo psíquico.
317
Comisión Especial de Violentología 2013
2. Las cifras de la violencia en Argentina
Uno de los objetivos que se trazó la Comisión de Violentología al momento de su creación
fue avanzar en el conocimiento de la situación provincial en materia de violencia. En esta
perspectiva inició un trabajo de búsqueda inductiva que, yendo de las estadísticas
internacionales a las nacionales permitiera construir un panorama de lo que ocurre en
Argentina en comparación con otros países de la región y el mundo para posteriormente
analizar la dinámica provincial.
La primera estadística consultada fue el Informe sobre violencia y salud de la OMS (2003), el
cual proporciona datos de la tasa de mortalidad causada por homicidio discriminada por sexo
y grupo etáreo, tomando como corte el año 1996. Llama la atención cómo siendo un informe
sobre violencia, el único dato aportado es el de tasas de homicidios, dejando en la opacidad la
violencia sufrida por víctimas no mortales. A favor del organismo internacional vale decir
que el punto de partida de sus informes es la información reportada por los diferentes
gobiernos, con lo cual es esperable que esté subvalorada o, como en el caso de la violencia no
homicida, invisibilizada.
En el citado informe, la OMS advierte que “la calidad de la información puede ser
inadecuada para fines de investigación y para llevar a cabo tareas de prevención. Dado que
los organismos y las instituciones llevan registros para sus propios fines, ciñéndose a sus
propias normas para tal efecto, sus datos pueden estar incompletos o carecer de la
información necesaria para comprender debidamente la violencia” (OMS, 2003: 10). Esta
salvedad es extensible al conjunto de estadísticas que se emplean a lo largo del presente
capítulo dada la dispersión y discontinuidad que se detectó entre las distintas fuentes
consultadas. En este sentido, la Comisión de Violentología advierte que las cifras que se
presentan tienen apenas un sentido heurístico que no dio lugar a interpretaciones, juicios
valorativos o líneas de acción específicas por parte de los legisladores. Con esto se quiere
mostrar a los ciudadanos, que las cifras están y existen, pero que ante las discordancias y
vacíos que deja su lectura, es urgente que los organismos nacionales y provinciales
responsables de su elaboración afinen sus instrumentos y coordinen sus acciones con miras a
ofrecer estadísticas consistentes, confiables, útiles y de público acceso.
318
Comisión Especial de Violentología 2013
Volviendo al Informe de la Organización Mundial de la Salud, se reporta para el año 1996 un
total de 1611 homicidios a nivel nacional, para una tasa de 11,4 homicidios por cada 100 mil
habitantes, con un impacto muy superior en varones - 1347 homicidios y un tasa de 8,1- que
en mujeres -264 homicidios y una tasa de 1,5-. En ambos sexos la población más afectada son
los jóvenes de entre 15 y 29 años -11,5 en varones y 2,0 en mujeres- seguida de los adultos
de entre 30 y 44 años -11, 3 en varones y 1, 9 en mujeres-. Llama poderosamente la atención
lo desactualizado de la fecha de corte, que tiene siete años de rezago respecto a la publicación
del Informe. Sin embargo, comparado con la fecha de reporte de países como Uruguay
(1990), Argentina se encuentra en la media.
Para darnos una idea del lugar que ocupa Argentina a nivel mundial, veamos la siguiente
tabla comparativa:
País
Año
Total Homicidios
Tasa hom/100 mil hab.
Argentina
1996
3980
11,4
Brasil
1995
43866
27,7
Colombia
1995
24728
11,1
Chile
1994
1226
9,0
Estados Unidos
1998
49586
17,4
Francia
1998
10997
15,6
Inglaterra
1999
4615
6,9
México
1997
17153
19,8
Uruguay
1990
457
14,0
Fuente: OMS. Informe sobre violencia y salud, 2003
Según la OMS, Argentina posee para mediados de los 90 una tasa de homicidios
relativamente baja, comparada con otros países latinoamericanos como Colombia y Brasil e
incluso cotejándola con Francia y Estados Unidos. Sin embargo, si se considera
diacrónicamente, la tasa de mediados de los noventa es muy superior que la presentada a
finales de los 2000, tal como veremos a continuación.
Una estadística posterior en materia de homicidios, fue publicada en el informe de la Oficina
de Naciones Unidas para la Drogas y el Crimen (UNODC) titulado Primer Estudio Global
sobre el Homicidio (2011). Allí se afirma que Argentina logró bajar la tasa de homicidios a
319
Comisión Especial de Violentología 2013
5,5 homicidios cada 100 mil habitantes en el año 2009, después del pico más alto -9,2
hom/100 mil hab- alcanzado en el año 2002.
Según la UNODC, la evolución de la tasa de homicidios entre 1995 y 2009 es la siguiente.
AÑO
1996
1997
1998
1999
2000
2001
MinJusticia 7,8
8,5
9,1
7,2
7,3
7,2
8,2
OPS
4,7
4,8
4,7
5,3
5,8
7,0
AÑO
1995
4,2
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
MinJusticia83 9,2
7,6
5,9
5,5
5,3
5,3
5,8
OPS84
7,6
7,3
5,8
5,2
5,0
4,5
4,4
AÑO
2009
2010
MinJusticia 5,5
sd85
OPS
sd
sd
Fuente: UNODC. Global Study on Homicide, 2011
En torno al cuadro de situación en América del Sur, el estudio destaca que Argentina presenta
una tasa de homicidios de 5,5 cada 100 mil habitantes, no sólo más baja que la mayoría de los
países de la región (sólo Chile tiene cifras menores, con un 3,7), sino que está por debajo de
la media mundial, que es de 6,9 cada 100 mil habitantes. Tras el deterioro económico y social
que significó para el país la década del 90, y la consecuente crisis en 2001, Argentina alcanzó
una tasa de 9,2 en el año 2002, tras lo cual ese índice fue bajando: 7,6 en 2003, 5,9 en 2004,
5,5 en 2005, 5,3 en 2006, 5,3 en 2007, 5,8 en 2008 y finalmente 5,5 en 2009, cuando los
homicidios intencionales fueron 2.215.
Para comprender estos datos, es clave comparar las cifras argentinas con la situación en el
resto de los países sudamericanos. Por ejemplo, en Brasil se reportaron 43.909 homicidios, a
una tasa de 22,7 cada 100 mil habitantes; en Colombia los crímenes fueron 15.459, con una
83
Según información reportada por del Ministerio de Seguridad de la República Argentina
Según información reportada por el sistema de Salud y compendiada por la Organización Panamericana de la
Salud. Core Health Data System
85
Sin datos
84
320
Comisión Especial de Violentología 2013
tasa de 33,4; en Ecuador se registraron 2.638 hechos, con una tasa de 18,2%; en Uruguay los
homicidios fueron 205 y la tasa de 6,1; y en Paraguay ocurrieron 741 homicidios a una tasa
de 11,5.
Ahora bien, un asunto que llama la atención es la diferencia en la tasa de homicidios
correspondiente al año 1996 en los dos Informes vistos hasta aquí: 11,4 cada 100 mil
habitantes según la OMS y 8,5 cada 100 mil habitantes según la UNOCD. Ignoramos a qué
puede deberse tal desfase, y no es tarea de esta Comisión evaluar los instrumentos
estadísticos empleados por cada organismo. Lo que si resulta relevante señalar es la enorme
dificultad que experimentamos los miembros de la Comisión al momento de determinar
estadísticamente la situación de violencia en el país y más aún en la Provincia de Buenos
Aires, como veremos enseguida.
3. Las Estadísticas de Violencia en la Provincia de Buenos Aires
Antes de exponer parcialmente algunas de las fuentes consultadas por la Comisión conviene
en primer lugar precisar algunas definiciones sobre la violencia interpersonal. Esta se divide
en dos subcategorías:
Violencia comunitaria: es la que se produce entre personas que no guardan parentesco y que
pueden conocerse o no, y sucede por lo general fuera del hogar. Abarca la violencia juvenil,
los actos fortuitos de violencia, la violación o ataque sexual por parte de extraños y la
violencia en establecimientos como escuelas, lugares de trabajo, prisiones, y hogares de
ancianos.
La violencia familiar o de pareja: es la violencia que se produce sobre todo entre los
miembros de la familia o de la pareja, y que por lo general, aunque no siempre, sucede en el
hogar. Incluye formas de violencia como el maltrato de los menores, la violencia contra la
pareja y el maltrato de las personas mayores.
La violencia de pareja es aquel acto de poder u omisión único o repetitivo e intencional,
dirigido a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicológica, emocional o
sexualmente, a cualquier miembro de la familia dentro o fuera del domicilio que tenga alguna
relación de parentesco por consanguinidad, tengan o lo hayan tenido por afinidad, civil:
321
Comisión Especial de Violentología 2013
matrimonio, o mantengan una relación de hecho; y que tiene por efecto causar daño
independientemente de que produzca lesiones. Se considera también que puede ejercer actos
de violencia intrafamiliar, aquel(la) que habite en el domicilio del agredido(a) exista o no
relación de tutela, custodia, educación con dicha persona.
Teniendo en cuenta las anteriores definiciones vale la pena aclarar que gran parte de los datos
encontrados remiten a hechos enmarcados dentro de conductas delictuales que han sido de
conocimiento del Poder Judicial (Procuración General) o del Ministerio de Justicia y
Seguridad (SiRPAD, C.O.P y 911) y que por tanto no reflejan las violencias que no fueron
denunciadas o procesadas (cifra negra). Esta aclaración es central para comprender que las
estadísticas de criminalidad y de violencia no son análogas, siendo las primeras apenas un
sub- registro de las segundas.
Por otro lado, se consultaron estadísticas elaboradas por el Ministerio de Salud siendo notoria
la diferencia de resultados con los otros Ministerios, tanto por el tipo de población atendida
como por el indicador empleado (causas judiciales vs decesos). Para relevar la situación de
violencia en ámbitos escolares se utilizaron informes realizados por UNICEF y FLACSO.
Finalmente sumamos algunas investigaciones adelantadas por ONG’s y universidades
interesadas en algunas formas específicas de violencia: de género, contra niños y
adolescentes, en instituciones penitenciarias, etc. Exponemos las cifras con el simple objetivo
de mostrar su existencia pero nos resistimos a emitir cualquier juicio de valor o a sugerir
políticas de acción hasta tanto no tengamos un conocimiento cierto de la adecuación de los
instrumentos empleados para su obtención.
3.1. Violencia interpersonal
Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Estadística criminal
2011.
Realizada con base en los datos aportados por la base SIMP de la Procuración General de la
Suprema Corte de Justicia confrontados con los emanados en las bases de datos del
Ministerio de Seguridad (SiRPAD, C.O.P, 911). Los informes más actualizados datan de los
años 2010 y 2011 y allí se reportan:
322
Comisión Especial de Violentología 2013
-
Delitos vinculados a la seguridad ciudadana (homicidios, violaciones, otros delitos
contra la integridad sexual, robos y hurtos y secuestros extorsivos)
-
Lucha contra el narcotráfico
-
Violencia familiar (cantidad de denuncias y pedidos de intervención según datos de la
Dirección General de Políticas de Género)
-
Delitos de menor cuantía (amenazas y lesiones graves)
-
Total de procesos iniciados durante el año
Citamos las cifras del último reporte, correspondiente al año 2011, las cuales indican:
a) Un nuevo descenso de los delitos vinculados a la seguridad ciudadana, los cuales
habían descendido un 7,7% en 2010 respecto de los registrados en el 2009. En el
2011, se volvió a registrar un descenso del 4,8%, lo que produce una reducción
acumulada del 12,13% entre 2009 y 2011, con un total de 30.781 delitos menos. El
total de hechos vinculados a la seguridad ciudadana fue de 253.776 en el año 2009,
234.235 en 2010 y de 222.995 en 2011.
b) Tendencia descendente de la tasa de homicidios dolosos (2009: 1.348; 2010: 1.239;
2011: 1.206). El 50% de los homicidios se produjeron con motivo de conflictos entre
personas previamente conocidas (problemas familiares, vecinales, laborales, violencia
de género, etc.). En casi el 60% de los casos el medio empleado fue el arma de fuego
y la mayor parte de las víctimas corresponde a la franja etaria de entre 19 y 40 años.
c) Descenso en los robos, hurtos y violaciones en un 10% entre 2009 y 2011.
d) Tendencia decreciente en materia de delitos vinculados a la seguridad, que ha ido
acompañada durante el año 2011 de un incremento de la cantidad de investigaciones
penales iniciadas por narcotráfico.
e) Incremento de la tasa de judicialización de conflictos interpersonales así como de
hechos no vinculados directamente a la seguridad ciudadana (v. gr., amenazas,
lesiones leves, lesiones culposas, estafas, daños, hallazgos, extravíos, etc.), situación
que se explica, en buena parte, por la mayor accesibilidad a la justicia generada por el
proceso de descentralización de fiscalías, defensorías oficiales y juzgados de
garantías.
f) Mayor victimización masculina: En todas las clasificaciones vinculadas a los motivos
o el contexto del homicidio, la cantidad de víctimas varones es superior al 80%, lo
323
Comisión Especial de Violentología 2013
que coloca a este género en una situación potencial de mayor riesgo en relación a las
mujeres.
g) Violencia de género: El 60% de los homicidios contra mujeres responde a situaciones
de violencia intrafamiliar o de género, lo que contrasta también manifiestamente con
los motivos de victimización de los varones, respecto de los cuales, si bien hay un alto
índice de víctimas fallecidas a raíz de conflictos interpersonales, la proporción de
hechos vinculados a cuestiones familiares y pasionales es muy menor (solo un 12%),
predominando en cambio las muertes ocurridas en contextos de peleas, conflictos
barriales, otros conflictos interpersonales así como también en ajustes de cuentas y
supuestos de legítima defensa (58%). Llama la atención la notoria prevalencia de
parejas o ex parejas entre los victimarios. En el 25 % de los casos de mujeres
fallecidas a manos de su pareja, ex pareja o similar, el homicidio fue seguido por el
suicidio o intento de suicidio por parte del autor del hecho.
h) Violaciones: En este rubro también se ha registrado un fuerte descenso en los últimos
tres años, alcanzando una baja acumulada del 19,2% entre los años 2009 y 2011. Las
mujeres, con el 85,66%, son las más afectadas. La mayor parte de los hechos de
violación denunciados han sucedido en el ámbito intrafamiliar (aproximadamente un
49%). A su vez, si se profundiza el análisis, se observa que en 73 de cada 100 hechos
de violación existía relación o conocimiento previo entre víctima e imputado (v.gr.
familiar, amigo, vecino), quedando subsumidas en esta instancia los supuestos
ocurridos en contextos intrafamiliar e intrainstitucional. Respecto de la edad de las
víctimas, surge que la franja etaria que va de los 6 a 15 años resulta ser la más
vulnerable, con un 46% sobre el total de hechos, siguiéndole la franja de 16 a 18 años
con un 16%, y la de 22 a 30 años con un 13%, mientras que el grupo que va de 0 a 5
años registra un 4% de los casos.
Ministerio de Salud de la Provincia. Estadísticas vitales año 2008
El Departamento de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos
Aires lleva a cabo el procesamiento y resguardo de la documentación originada en las
Delegaciones del Registro Provincial de las Personas distribuidas en todo el ámbito de la
Provincia de donde se obtienen los índices demográficos correspondientes a nacimientos,
defunciones generales, infantiles y fetales y matrimonios.
324
Comisión Especial de Violentología 2013
En el Informe 2008 se hace un análisis de la estructura de la mortalidad para distintos
agrupamientos geográficos, etáreos y diagnósticos producto del procesamiento de los datos
registrados en los Certificados de Defunción inscriptos en la Provincia de Buenos Aires
durante y de residentes de la provincia en Capital durante el año 2008.
La población utilizada como denominador es la proyección del Censo Nacional de Población
y Vivienda -2001, elaborada por la Dirección Provincial de Estadística al 30 de junio del año
en cuestión. En cuanto a las estimaciones de las poblaciones de los Cordones del
Conurbano86 y de las Regiones Sanitarias, fueron consolidadas a partir de los datos de los
partidos que los componen.
La causa de muerte es codificada según los códigos de la Clasificación Internacional de
Enfermedades, la cual se comenzó a aplicar a partir de los datos correspondientes a 1997; se
determina respetando las reglas de selección y asociación de la Organización Mundial de la
Salud.
El dato que empleamos para efectos de nuestro diagnóstico de la situación de violencia en la
provincia es el provisto por el número de muertes por causas externas. Dentro de este rubro
se incluyen: accidentes de transporte, ahogamiento y sumersión accidentales, accidentes no
especificados, otras causas externas de traumatismos accidentales, suicidios, agresiones,
eventos de intención no determinada y complicaciones de la atención médica y quirúrgica.
Según información disponible en la página web del Ministerio de Salud de la Provincia,
tenemos que:
a) El grupo de Causas Externas ha mostrado un aumento respecto a años anteriores y
también un cambio cualitativo en las causas de muerte.
En el año 2008 los
accidentes se han incrementado, correspondiendo el mayor peso a los accidentes de
transporte.
86
Primer Cordón: Avellaneda, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, Lanús, Morón, San Isidro, Tres de
Febrero y Vicente López. Segundo Cordón: Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza,
Florencio Varela, José C. Paz, La Matanza, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, Pte.Perón,
Quilmes, San Fernando, San Miguel, Tigre.
325
Comisión Especial de Violentología 2013
b) Los suicidios y homicidios fluctúan en el tiempo, y esto está ligado a que en la
composición de las causas externas existe un volumen considerable y muy variable
(23 % en 2008) que corresponde a defunciones debidas a eventos de intención no
determinada, cabe aclarar que esto incluye a todas las defunciones violentas en las que
la certificación médica con intervención policial, no especifica la naturaleza del hecho
ni el tipo del mismo.
c) Defunciones por causas externas según circunstancias:
-
Homicidios 11%
-
Suicidios 14%
-
Accidentes de transporte: 18%
-
Eventos de intención no determinada 23%
-
Otros accidentes 30%
-
Las demás causas externas: 4%
d) Los homicidios alcanzan un máximo entre los 30 y 34 años, con un suave descenso
en las siguientes edades, volviendo a elevarse en los 50 años. Con respecto a las
agresiones se ha observado un desplazamiento de los grupos etáreos con un
incremento en edades avanzadas.
e) Los suicidios, crecen entre los 15 y 24 años de manera notoria, descienden hasta los
50, continúan en forma oscilante y se elevan abruptamente a partir de los 70 a 75
años. Este comportamiento se ha estabilizado en los últimos años, después de un pico
alcanzado en 2003.
Departamento Judicial de La Plata. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Instituto de
Investigaciones. Homicidios Dolosos 2011
Este Informe arroja datos parciales correspondientes a los catorce partidos de la provincia de
Buenos Aires que conforman el Distrito Judicial de La Plata, donde habitan 1.160.614
habitantes, de los cuales 654.324 (más del 50%) están en La Plata.
Citamos algunos de las cifras reportadas:
a) La tasa de homicidios en la región es de 5,34 por 100.000 habitantes, es decir de 62
víctimas en la totalidad de la jurisdicción. La tasa de homicidios en el partido de La
Plata -el de mayor densidad poblacional- se eleva a 6,11 por 100.000 habitantes (40
326
Comisión Especial de Violentología 2013
víctimas) mientras que en el resto de los partidos la tasa de homicidios es de 4, 34 por
100.000 habitantes (22 víctimas), siendo Presidente Perón el partido con la más alta
tasa de homicidios: 11,09 por 100.000 habitantes (9 víctimas).
b) El partido de La Plata representa el 64% de los homicidios cometidos en este
Departamento Judicial, mientras que el partido de Presidente Perón registra 14%, lo
que muestra que el 78% de los homicidios dolosos cometidos en este Departamento
Judicial se concentran en dos partidos.
c) De los homicidios cometidos en el partido de La Plata, 22% corresponden a la ciudad
de La Plata; 20% a Villa Elvira; 10% a Melchor Romero y 10% a Ringuelet.
d) En cuanto a las víctimas, se destaca que en el 85% de los casos se trata de hombres,
mientras que un 15% corresponde a mujeres; en tanto, entre los victimarios hay un
95% de hombres y un 5% de mujeres. Los datos revelan un "notorio protagonismo
masculino en el universo de los homicidios dolosos", según se sostiene en el informe.
e) Respecto del móvil, el 48% de los homicidios cometidos en el Departamento Judicial
corresponde a situaciones de riña, ajuste de cuentas o venganza; un 15% responde a
contextos de violencia intrafamiliar, mientras que el robo y la legítima defensa
representan tan sólo 10%, respectivamente.
f) Los homicidios con móvil de robo, cuya relevancia es permanentemente amplificada
por los medios de comunicación masivos, tienen en la realidad estadística una
significación mucho menor que aquellos motivados en riñas, discusiones, ajustes de
cuentas, venganzas y violencia intrafamiliar. Por cada homicidio cometido con móvil
de robo, se cometieron 6,3 originados en riñas, discusiones, ajustes de cuentas,
venganzas y violencia intrafamiliar.
g) En el partido de La Plata, 47% de los casos corresponde a motivos vinculados a
violencia producto de discusión, riña y ajuste de cuentas, 12% a violencia
intrafamiliar, 10 % a legítima defensa y 5% a robo. Ciertos casos presentan
particularidades específicas, desconociéndose el móvil del crimen en 18%. En 8% se
identifican otras causas de diversa naturaleza.
h) El 15% de los homicidios es cometido por menores de edad, segmento etario que
resulta víctima de ese mismo delito en el 10 % de los casos. Los menores victimarios
no imputables alcanzan el 4,84% del total de crímenes cometidos, en tanto que los
imputables representan un 10,16%.
327
Comisión Especial de Violentología 2013
i) La riña o discusión es el móvil de la muerte de la mitad de los menores víctimas de
homicidio, mientras que 16% de esos menores son muertos en casos considerados a
priori como de legítima defensa.
j) Los menores victimarios tienen identificado como móvil principal la discusión, riña,
ajuste de cuentas o venganza en el 58% de los casos; con móvil de robo en un 17% , y
8% en casos de violencia intrafamiliar
Observatorio de Seguridad Ciudadana para los municipios de la Provincia de Buenos
Aires. Homicidios dolosos Provincia de Buenos Aires año 2010.
Este informe toma como fuente de datos principal la base de víctimas de homicidios dolosos
enviada por la Subsecretaría de Política Criminal e Investigaciones Judiciales del Ministerio
de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires, por otro lado, y dice haber
complementado esa información con los datos aportados por el Sistema de Información del
Ministerio Público (SIMP) dependiente de la Procuración General de la Corte Suprema de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires, al igual que con los reportes estadísticos publicados
por el Ministerio de Justicia y Seguridad provincial. Algunos de los resultados que presenta
son:
a) Un total de 1.090 víctimas efectivas de homicidios dolosos para el total de la
provincia durante el año 2.010 en noventa (90) de los ciento treinta y cuatro (134)
partidos provinciales (67 % de los partidos de la provincia han tenido por lo menos
una víctima de homicidio doloso). Recordemos que en el Informe del Ministerio de
Seguridad y Justicia del mismo año el reporte es de 1239 víctimas. Ignoramos las
causas de esta diferencia en las cifras.
b) Una tasa de homicidios dolosos de la provincia de Buenos Aires en el año 2.010 fue
de entre 6,5 y 7,6 homicidios cada 100.000 habitantes, empleando los datos de la
SPCeIJ. Mientras que empleando los datos del SIMP la tasa fue de entre 7,4 y 8,6
homicidios cada 100.000 habitantes. Observese la diferencia entre las dos fuentes.
c) La tasa de homicidios de varones (aquí solamente se pueden emplear los datos de la
SPCeIJ para realizar la estimación) fue de entre 11,5 y 13,6 homicidios cada 100.000
varones, y la de mujeres de entre 1,4 y 2,1 homicidios cada 100.000 mujeres.
328
Comisión Especial de Violentología 2013
Al no contar con datos de la estructura de edades de la población provincial, el ObserBA
calcula la tasa de homicidios por grupos quinquenales utilizando las estimaciones de la
Dirección Provincial de Estadística de la Provincia de Buenos Aires para la población por
grupos de edad y sexo al año 2.010 para la provincia escalada con los datos provisorios
antedichos.
El informe concluye que:
a) La tasa de homicidios de varones es significativamente más alta que la de mujeres.
b) A nivel total el grupo de riesgo predominante es el comprendido entre los 30 a 34 años de
edad, con una tasa de entre 12,2 y 17,7 homicidios c/100.000 habitantes (estimación puntual
de 14,7).
c) Inmediatamente detrás, el siguiente grupo de riesgo es el comprendido entre los 20 a 24
años de edad, con una tasa de entre 12,0 y 17,6 homicidios c/100.000 habitantes (estimación
puntual de 14,6).
d) A nivel varones, el primer grupo de riesgo es el comprendido entre los 30 a 34 años de
edad, con una tasa de entre 21,6 y 32,0 homicidios c/100.000 varones (estimación puntual de
26,5).
e) Inmediatamente detrás, el siguiente grupo de riesgo es el comprendido entre los 20 a 24
años de edad, con una tasa de entre 20,0 y 30,3 homicidios c/100.000 varones (estimación
puntual de 24,8).
f) En cuanto a las mujeres, el primer grupo de riesgo es el comprendido entre los 20 a 24
años de edad, con una tasa de entre 2,3 y 6,6 homicidios c/100.000 mujeres (estimación
puntual de 4,1).
g) El siguiente grupo de riesgo en las mujeres es el comprendido entre los 40 a 44 años de
edad, con una tasa de riesgo de entre 1,4 y 5,5 homicidios c/100.000 mujeres (estimación
puntual de 2,9).
Observatorio de Seguridad Ciudadana para los Municipios de la Provincia de Bs As.
Encuesta de percepción de la seguridad para funcionarios de gobiernos locales (Junio
2011).
329
Comisión Especial de Violentología 2013
Si bien las estadísticas de homicidios y lesiones pueden informarnos sobre situaciones límites
de violencia física, eventualmente, nuestro diagnóstico puede verse complementado por
encuestas de percepción ciudadana. Con esta expectativa nos dirigimos a la mencionada
encuesta, aunque como se verá, fue poco lo que logramos extraer de ella. Se trata de un
estudio hecho a partir de 230 encuestas de percepción aplicadas a funcionarios en cuatro
encuentros de Fortalecimiento de Actores locales en la Gestión de la Seguridad ciudadana.
Abarca los 34 municipios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y un cuarto que
se destinó a los municipios del interior provincial. Los primeros en la sede Bonaerense de la
Federación Argentina de Municipios (FAM) y último en el Teatro Argentino de La Plata.
Esta encuesta se hizo con base en el Convenio FAM-Ministerio de Gobierno para la
transferencia de datos cuantitativos de delitos registrados por la agencia policial. Según el
Informe de Resultados de esta encuesta “se confirmó la hipótesis de que la mayoría de los
funcionarios sostenían poseer una fluida relación con la agencia policial, de la cual no
recibían, aún pidiéndolo, información estadística que ésta poseía” (FAM, 2011:3, el
subrayado es nuestro). Esta conclusión llamó especialmente la atención de la Comisión de
Violentología y la citamos con fines ilustrativos de la situación de desarticulación
institucional que hemos venido identificando.
Derghougassian
Khatchik y Fleitas Diego M. (2005). Universidad de San Andrés,
Asociación para la Políticas Públicas, Buenos Aires. Violencia y uso de armas de fuego en
la Provincia de Buenos Aires.
Investigación basada en datos de mortalidad del Ministerio de Salud de la Nación, ofrece
información georeferenciada a nivel municipal sobre muertes producidas con armas de fuego
y distribución geográfica de homicidios y suicidios, en el periodo comprendido entre 1997 y
2005. Entre los hallazgos más destacados de este estudio se encuentran:
a) Un leve descenso de los homicidios en el año 2005 respecto 1997 (luego de un
pico en el año 2002); el aumento de los suicidios en un 53,6% durante el mismo
periodo; en el caso de los jóvenes de 15 a 19 años dicho incremento en los
suicidios fue del 156%; la gran mayoría de las víctimas de homicidios y suicidios
son hombres – un 87,9% y 79,5% respectivamente- y los jóvenes son el grupo
etáreo con mayor cantidad de víctimas tanto en homicidios como en suicidios.
330
Comisión Especial de Violentología 2013
b) El total de muertes causadas por armas de fuego en la Provincia fue de 16356
casos entre 1997 y 2005, distribuida así: 12790 homicidios, 3448 suicidios y 118
accidentes.
c) Estos porcentajes son mayores que los de la Argentina sin la Provincia lo cual
podría estar vinculado a la mayor presencia de armas de fuego en la Provincia
respecto al promedio del país.
d) Respecto a los Municipios de la Provincia de Buenos Aires, se resalta que las
tasas de homicidios y porcentajes de uso de armas de fuego son notablemente más
altas en los municipios de mayor población y del conurbano que en los municipios
más pequeños y del interior. En estos últimos las tasas de suicidios son mayores
e) Se identificó una fuerte relación entre la cantidad de homicidios y los niveles de
desocupación y de necesidades básicas insatisfechas. Es decir, que tiende a haber
mayor cantidad de homicidios en los municipios con mayor desempleo y pobreza.
3.2.Violencia Familiar y de género
Según
datos proporcionados por la Estadística Criminal del Ministerio de Justicia y
Seguridad (2011), “el 60% de los homicidios contra mujeres responde a situaciones de
violencia intrafamiliar o de género, lo que contrasta manifiestamente con los motivos de
victimización de los varones, respecto de los cuales, si bien hay un alto índice de víctimas
fallecidas a raíz de conflictos interpersonales, la proporción de hechos vinculados a
cuestiones familiares y pasionales es muy menor (solo un 12%), predominando en cambio las
muertes ocurridas en contextos de peleas, conflictos barriales, otros conflictos interpersonales
así como también en ajustes de cuentas y supuestos de legítima defensa (58%). Además llama
la atención la notoria prevalencia de parejas o ex parejas entre los victimarios. En el 25 % de
los casos de mujeres fallecidas a manos de su pareja, ex pareja o similar, el homicidio fue
seguido por el suicidio o intento de suicidio por parte del autor del hecho.
El Ministerio de Salud también aporta cifras en torno a este tipo de violencia, como se ve a
continuación.
Programa Provincial de Prevención y asistencia de la violencia de género y familiar
Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Violencia Familiar y de género.
Período Enero-Junio 2011-2012.
331
Comisión Especial de Violentología 2013
Con base en las consultas atendidas en los hospitales entre 2011 y 2012, el informe surge de
las nuevas estadísticas, los datos comparados y del análisis epidemiológico sobre el período
que va de enero de 2011 a diciembre de 2012 y fueron provistos por el Sistema de
Información del Programa Provincial de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de
Género. Algunos de los datos arrojados son:
a) En total se contabilizaron 895 casos en las 12 Regiones Sanitarias en que se divide la
Provincia: 729 corresponden a mujeres víctimas de violencia, es decir el 81,5 por
ciento.
b) Tanto en el período 2011 como en el 2012 la violencia física es la que registra la
mayor cantidad de casos seguida de la violencia verbal y/o psicológica; la sexual es el
tercer tipo de violencia registrado.
c) El 50% de los casos de violencia física se produce entre población de los 15 a 24
años para el período 2012; en tanto que en el 2011 el 50% de casos abarca una mayor
amplitud de edad que va desde los 15 a 44 años de edad (15 a 24 32%; 25 a 29 16%;
30 a 34 12% y 35 a 44 17%). A pesar de esto en el 2012 en función del aumento de
registros los casos se distribuyen en la mayoría de los rangos de edad
d) En el 2011 el 50% de casos registrados por violencia sexual se concentraban entre los
10 a 14 años y en segundo lugar un 28% de casos entre los 5 a 9 años. Durante el
2012, la distribución demuestra mayor amplitud ya que abarca otros grupos de edad, y
en este período a diferencia del anterior la mayor concentración estará en un 26%
entre el año y los 4 años de edad, seguida con el 25% de los casos entre los 10 a 14 y
en tercer lugar entre los 15 a 24 años con un 22%.
Conviene señalar que no existen estadísticas de las mujeres muertas en ocasión de episodio
violento con sus parejas, antes del año 2010, lo cual según conteos de diversas ONG’s podría
adquirir una enorme significación en los datos estadísticos si se incluyeran considerando el
contexto de la muerte: por parte de desconocidos, por parte de conocidos o de su red afectiva.
Asociación para Políticas Públicas (APP). Mapa de la violencia de género en Argentina.
Estudio auspiciado por el Gobierno de Noruega y con base en recolección estadística
realizada por la Universidad de San Andrés. Se dan los siguientes datos sobre la violencia en
332
Comisión Especial de Violentología 2013
la Provincia de Buenos Aires, con base en los datos de mortalidad del Ministerio de Salud
entre 1997 y 2010:
a) Tasa total de homicidios al 07/09: 8,3 por cada 100 mil habitantes. Está dentro de
las más altas, aunque por debajo de Chubut 10,9, Santa Fe 8,7, Neuquén 8,7. La
más baja del país es Catamarca con 1,4.
b) La tasa de homicidios de mujeres en la Provincia es de 2,0, menor en relación con
las Provincias del Norte, Formosa 2,9, Jujuy 2,8 y Misiones 2,8; pero superior a
las demás provincias.
Comisarías de la Mujer y la Familia. Informes Estadísticos 2010 y 2011 sobre cantidad de
denuncias por violencia familiar.
El total de denuncias de violencia familiar recibidas por las Comisarías de la Mujer y la
Familia durante 2011 fue de 8521. En promedio, se reciben 242 denuncias diarias de
violencia familiar. Esta cifra representa un aumento del 14, 7% respecto del 2010,
manteniendo la tendencia que se observa desde el año 2005 de incremento sostenido de las
denuncias. Este aumento responde, entre otras cosas, a la creación de nuevas Comisarías de la
Mujer y la Familia (se pasó de 37 a 45), y a la mayor visibilización de esta problemática a
través de las campañas de sensibilización.
Si bien el reporte de la cantidad de denuncias es importante, no encontramos datos acerca del
seguimiento dado a cada denuncia, ni sobre las instancias recorridas por las víctimas a lo
largo de las agencias estatales. Uno de los hechos que más impresionó a la Comisión de
Violentología fue corroborar con autoridades del Ministerio de Salud que muchas de las
mujeres que han fallecido por causas violentas, habían sido denunciantes en reiteradas
ocasiones y habían transitado tanto por las instancias policiales como por los organismos de
Salud. Otra señal de alerta para el trabajo inter-sectorial.
3.3 Violencia en ámbitos escolares
UNICEF – FLACSO. Clima, conflictos y violencia en la Escuela (2011).
Señala Mara Brawer en el prólogo a esta investigación que “la violencia en las escuelas hace
referencia a aquellos episodios que no son originados por vínculos o prácticas propias de la
escuela, sino que tienen a la institución educativa como escenario. En otras palabras, son
333
Comisión Especial de Violentología 2013
aquellos episodios que suceden en la escuela, pero que podrían haber sucedido en otros
contextos en los cuales niños y jóvenes se reúnen. En estos casos, la escuela actúa como caja
de resonancia del contexto en la que está inserta. Por su parte, la violencia escolar es aquella
que se produce en el marco de los vínculos propios de la comunidad educativa y en el
ejercicio de los roles de quienes la conforman: padres, alumnos, docentes, directivos. Son el
producto de mecanismos institucionales que constituyen prácticas violentas y/o acentúan
situaciones de violencia social. La distinción entre violencia escolar y violencia en las
escuelas es fundamental para poder discriminar, diagnosticar y tratar esta problemática en
sus diversas aristas y formas de manifestación, considerando tanto los factores institucionales
como contextuales” (UNICEF-FLACSO, 2011:9)
Hasta hace poco el país no disponía de información estadística oficial sobre el tema. Es a
partir del año 2005 que el Ministerio de Educación de la Nación y la Universidad Nacional de
San Martín inician una serie de trabajos de investigación acerca de las percepciones que
tienen los jóvenes sobre la violencia en sus escuelas, cuyos resultados han sido publicados en
distintos materiales. El estudio de UNICEF y FLACSO que citamos se realizó en escuelas
secundarias de gestión pública y privada del área Metropolitana de Buenos Aires, arrojando
resultados como los siguientes:
a) En los últimos tres años de la Escuela Secundaria en la Provincia de Buenos Aires y la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 71% de los estudiantes presenció peleas de
puño entre compañeros, el 66% de los chicos fue testigo de humillaciones entre ellos
mismos, al tiempo que el 25% afirmó que un compañero llevó un arma blanca a la
escuela, y un 6% vio que otro alumno tenía un arma de fuego.
b) Se encontró la siguiente contradicción: cuando se consultó a los entrevistados sobre la
percepción de violencia en las escuelas (en cualquier
escuela) el 52% de los
consultados considera a la violencia en el ámbito escolar como un problema muy
grave o grave. Sin embargo, al ser consultados sobre este fenómeno en sus propias
escuelas, el problema tiende a ser percibido como mucho menos grave: el porcentaje
de los entrevistados que calificaron al mismo como muy grave o grave se reduce a un
19,2%. Se ve entonces que hay una percepción de alta conflictividad con relación a
las escuelas en general, pero en lo que respecta a la propia experiencia educativa, esta
334
Comisión Especial de Violentología 2013
percepción baja considerablemente. Para los investigadores, esto puede deberse a que
otros discursos, principalmente el de los medios de comunicación masiva, podrían
estar contribuyendo a magnificar el fenómeno de la violencia en las escuelas y esto
tendría una incidencia considerable en la percepción de los actores respecto de su
gravedad.
3.4 Violencia institucional
Comisión Provincial de la Memoria CPM. Informe 2012 El sistema de crueldad. Datos
sobre violencia en unidades penitenciarias.
Tal como lo menciona en su informe, la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) encuadra
los problemas del sistema penitenciario bonaerense (SPB) en un sistema mayor al que
denomina el sistema de la crueldad, concepto que explica su raíz estructural y las relaciones
interpoderes que lo hacen posible. Dicho sistema tiene cuatro núcleos fundamentales:
-la tortura como práctica sistemática,
-la sobrepoblación en la totalidad del sistema con nichos de hacinamiento crítico,
-condiciones inhumanas de detención violatorias de toda la normativa vigente
-la corrupción estructural en la administración penitenciaria.
Según la CPM, en la trama que sostiene al sistema está la responsabilidad de la mayoría del
Poder Judicial que no investiga los hechos y consagra la impunidad. Para el año 2011, el
Informe reporta los siguientes datos:
a) Muertes en unidades carcelarias: En el año 2011 se produjeron 126 muertes en 39 de
las 54 unidades del servicio penitenciario bonaerense, lo que representa un promedio
de diez personas cada mes. El SPB clasificó 47 de ellas como muertes traumáticas y
75 como no traumáticas. De estas últimas, 18 fueron por VIH-Sida, 4 no especifican
causal y en 25 casos sólo se consignó paro no traumático sin especificar las causales
de base y las mediatas.
b) Torturas: En el año 2011 la CPM realizó -a través del equipo CCT- 2.371
presentaciones judiciales entre habeas corpus, informes urgentes y denuncias penales
que incluyeron la denuncia de un total de 7.089 hechos de distintas violaciones de
derechos humanos, que constituyen torturas o maltratos. Los principales tipos fueron:
falta de atención médica, afectación del vínculo familiar, aislamiento, condiciones
335
Comisión Especial de Violentología 2013
materiales de infraestructura, problemas de alimentación y golpes. Concentraron el
47% de las denuncias las unidades penales 2, 1, 9, 30, 17, 28 y 15.
c) Hechos violentos: En 2011 se registraron 10.458 hechos violentos informados por el
servicio penitenciario (un promedio de 28,6 hechos por día), lo que representa un
incremento del 31% respecto de 2010. La clasificación de hechos que realiza el SPB
no contempla la violencia de los agentes penitenciarios sobre las personas detenidas.
Por esta razón no se informan agresiones o amenazas padecidas por los detenidos. En
8 de cada 10 casos (5.164 personas) de estos hechos se lesiona el cuerpo de los
detenidos. Las lesiones graves y las muertes registran incrementos en 2011, siendo
que la mortalidad en el marco de hechos violentos creció el 30% en el último periodo
interanual.
d) Una de las herramientas utilizadas para el diagnóstico que se presenta es el Registro
Nacional de Casos de Tortura y/o Malos Tratos, que se implementa junto a la
Procuración Penitenciaria de la Nación y el Grupo de Estudios en Sistema Penal y
Derechos Humanos del Instituto Gino Germani de la UBA. Durante su primer año de
implementación, 2011, se recogieron testimonios de 235 víctimas que habían sufrido
en promedio casi 6 tipos de tortura cada una, en los últimos dos meses. Fueron
registrados, entre otros, los testimonios de: 124 víctimas de agresiones físicas; 196
víctimas de aislamiento; 85 víctimas de traslados constantes; 207 víctimas de
gravosas condiciones materiales de detención; 171 víctimas de falta o deficiente
alimentación; 60 víctimas de robo de pertenencias.
e) El Ministerio Público remitió información sobre 2.635 causas contra funcionarios
públicos iniciadas en el año 2011 en el ámbito de la provincia de Buenos Aires. Ello
representa un promedio de casi 220 denuncias por mes, es decir, más de 7 denuncias
diarias. Siguiendo la tendencia histórica, los delitos imputados con mayor frecuencia
en este tipo de causas son apremios ilegales, severidades y vejaciones, con una
participación de casi el 80% en los registros del Ministerio Público. Preocupa la baja
proporción de causas caratuladas como tortura, delito imputado en 12 causas (0,5%).
f) Hacinamiento: Más del 45 % de la población encarcelada en Argentina se aloja en las
60 cárceles y alcaidías penitenciarias de la PBA. Al 29 de diciembre de 2011, 27.991
detenidos se alojaban en las 18.640 plazas con que contaba el sistema provincial de
336
Comisión Especial de Violentología 2013
encierro. Más allá de las diferencias entre unidades, en ningún caso se respetan los
estándares internacionales que prevén 7 m2 por cada detenido.
g) Violencia de género: El SPB aloja 1.205 mujeres en un sistema carcelario diseñado,
pensado, desarrollado y controlado por y para hombres. De estas mujeres detenidas,
17 estaban embarazadas, 74 estaban detenidas con sus hijos/as, y 91 chicos/as se
encontraban detenidos/as con sus madres. A la violencia inherente a las instituciones
penitenciarias, se le suma la violencia de género como una forma de la tortura
específica, ejercida tanto por personal femenino como masculino. Durante el año
2011 se incrementaron los hechos de violencia informados por el SPB: de 254
registrados en 2010 a 419 en 2011.Las personas trans que adoptaron una identidad de
género femenina son las más vulnerables dentro de las unidades penales. No hay
espacios de detención pensados para alojarlas, por lo que son obligadas a permanecer
en unidades penales masculinas. Los únicos pabellones destinados para el alojamiento
de personas trans son los denominados de “homosexuales”, donde conviven con
homosexuales y personas con causas vinculadas a delitos contra la integridad sexual,
primando el criterio de desviaciones sexuales. Esta población es constantemente
discriminada por tener una construcción identitaria diferente a la heteronormatividad.
Las anteriores son solo algunas de las múltiples estadísticas de violencia que se encuentran
disponibles actualmente. Como se ve, el panorama está marcado por una profunda dispersión
y discontinuidad. La vinculación de los datos obtenidos de fuentes dispares que actúan
independientemente unas de otras, fue el principal obstáculo que encontró la Comisión de
Violentología para trazar una cartografía de la violencia en la Provincia. Así por ejemplo, los
datos entregados por el Ministerio de Salud de la Nación no pueden ser cotejados con los
entregados por la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Seguridad y Justicia y
viceversa. Esta disyuntiva fue motivo de un desencuentro en junio de 2012 cuando el jefe de
la cartera nacional de salud Juan Manzur advirtiera en el Boletín N°5 de Vigilancia de
Enfermedades no Transmisibles y Factores de Riesgo que “dado que el porcentaje de muertes
por causa externa de intención indeterminada es elevado, especialmente en algunas
provincias, es de esperar que los datos estén subestimando las reales tasas de homicidios”
(MinSalud, 2012:5).
337
Comisión Especial de Violentología 2013
Todo deceso es informado al Estado. No puede evitarse su conocimiento, como sí ocurre con
robos en los que el damnificado no concreta la denuncia. El Ministerio de Salud lleva el
registro de fallecimientos y los distribuye de acuerdos con las causas, con el fin de obtener
parámetros que permitan mejorar la atención sanitaria. Una vez separados los casos de
muertes por enfermedades, quedan los factores externos, que a su vez se dividen en
accidentales y no accidentales. En este último subgrupo aparecen los homicidios, los
suicidios y la intención no determinada. Esos datos son entregados por la Dirección de
Política Criminal, que se alimenta con la información de las fuerzas policiales y del
Ministerio Público. En algún punto de la cadena, un homicidio pasa a tratarse como una
muerte por agresión de la que no se tienen datos. En consecuencia, sale de la estadística de
asesinatos.
En el Ministerio de Justicia, Seguridad y DDHH de la Nación no se publican datos de
estadísticas criminales desde 2009 y, de manera preocupante, los datos aportados hasta
entonces no consignan los homicidios en la Provincia de Buenos Aires. En el reporte 2009 se
advierte que “de todos modos, el cálculo de tasas se realiza sin computar la población de esa
provincia”. Por otra parte, en el informe del Ministerio de Salud de la Nación se analizó lo
ocurrido en 2009 y se determinó que en ese año "la ciudad de Buenos Aires fue la
jurisdicción con mayor proporción de muertes de intención indeterminada (30% del total de
muertes por causa externa) seguida de la provincia de Buenos Aires (22,5%), Santiago del
Estero (21%) y Santa Fe (19%)".
El problema de las estadísticas de violencia y criminalidad ha sido también señalado por
académicos y ONG´s. Investigadoras del CELS han remarcado que, pese a la sanción en el
año 2000 de la Ley 25.266 (Ley Ciaffardini) que implicó la centralización de las estadísticas
de criminalidad en la Dirección de Política criminal del Ministerio de Justicia por fuera de la
órbita de las Fuerzas de Seguridad, “las resistencias a esta iniciativa hoy se expresan en
términos de competencia (…) y habla también de las relaciones de las policías provinciales
con los gobiernos locales y del gobierno nacional con los gobiernos provinciales, y de las
autonomías de las policías” (Bazzano y Pol, 2011:1). En el mismo documento se plantea que
“es necesario que se reconozca la necesidad de producir estadísticas fiables de criminalidad y
violencia como insumo para la formulación de un diagnóstico certero de la problemática”
(ibid.,)
338
Comisión Especial de Violentología 2013
Según las autoras, “si se toman en cuenta los lineamientos planteados por el Departamento de
Estudios Económicos y Sociales de la ONU, que publicó en el año 2004 el Manual para la
Elaboración de un Sistema de Estadísticas Sobre Justicia Penal, se evidencia que la posición
oficial en los últimos años ha presentado algunas deficiencias en varias de las etapas del
proceso de elaboración de las estadísticas en esta área: desatendiendo los programas de
capacitación a los operadores provinciales, no ha tenido una política de utilización de las
estadísticas producidas para la elaboración de políticas diferenciadas para las percepciones de
inseguridad y para la disminución del delito, y ha hecho retrocesos importantísimos en la
difusión y publicación de las mismas” (íbid.,)
Fueron numerosas las oportunidades en las que la Comisión se encontró con la insuficiencia e
incluso inconsistencia de las cifras sobre violencia y delito. Así lo refirieron en sus
intervenciones Lidia Tundidor, Diego Gorgal, María Inés Bringiotti y Daniel Miguez, entre
otros. No sólo en lo referido a violencia delictual (homicidios y delitos) sino también a otros
tipo de violencia (escolar, familiar, de género, institucional, laboral), la percepción
generalizada de la Comisión fue de insuficiencia en materia de medición (cifra negra) y de
poca confiabilidad en los datos existentes. Con dos consecuencias problemáticas: 1) la
imposibilidad de hallar un banco de estadísticas centralizado que
le permita
a los
legisladores trabajar con datos ciertos y actualizados de la situación provincial y 2) la
arbitrariedad que implica escoger entre las mediciones existentes que se disputan la veracidad
del dato tomado como se vio en la polémica entre las carteras de Justicia y Salud.
En el marco descripto, caben también algunas consideraciones respecto a la escasa o nula
inclusión de una perspectiva de género en la elaboración de las metodologías estadísticas y
en consecuencia sobre la ausencia de registros diferenciales sobre el ejercicio de violencia,
delitos violentos, consultas en salud, etc. En consecuencia la “cifra negra” mencionada parte
no solo de la falta de registro, sino de la falta de utilización de criterios estadísticos que no
sean apriorísticos sino verdaderamente indagatorios.
Coincidiendo con esta percepción, la Dirección de Coordinación de Políticas de Género del
Ministerio de Justicia y Seguridad publicó en octubre del 2012 el documento Sistemas de
Registro e información sobre Violencia familiar contra mujeres, niños, niñas y adolescentes.
Aportes desde la perspectiva de género, con el objetivo de “sensibilizar sobre la importancia
de los sistemas de información y de registro con enfoque de género en la implementación de
339
Comisión Especial de Violentología 2013
las políticas públicas orientadas a la prevención y atención de la violencia familiar en la
Provincia de Buenos Aires”. Se trata de un documento de formación dirigido a “los y las
distintos/as actores/as institucionales para que puedan encontrar en ella elementos
conceptuales y metodológicos que sirvan de soporte para la producción de nuevas
alternativas” (ibíd., 12). La Dirección enfatiza la significación e importancia del registro de
los casos de violencia como una práctica que ofrece diversas posibilidades: propiciar
estrategias de trabajo con quienes sufren situaciones de violencia, repensar los abordajes
institucionales, el trabajo en red, y producir estadísticas que permitan conocer la problemática
y redefinir las políticas públicas. Confiamos en que su implementación en la recolección de
información y en la elaboración de estadísticas esté ya rindiendo sus frutos.
4. Recomendaciones y propuestas
Partiendo de las consideraciones expuestas en los numerales 1, 2 y 3, la Comisión Especial de
Violentología se permite hacer las siguientes recomendaciones:
4.1 Diagnóstico provincial integral con enfoque de género
La adopción de políticas públicas para afrontar la problemática de las violencias requiere un
diagnóstico claro, preciso y actualizado, que además permita el monitoreo permanente y la
definición de acciones coherentes, articuladas y sin sesgos de género, pertenencia social,
etnia o edad, es decir incluyendo los factores de vulnerabilidad para cada una de estas u otras
categorías que se identifiquen, en pos de aportar los insumos necesarios tanto para la
elaboración de legislación como para la ejecución de acciones, elaboración de protocolos de
actuación específicos por área y definición de mecanismos preventivos, tanto de la
victimización como de la revictimización institucional. Esto requiere consensuar enfoques,
actualizar y adecuar otros y corregir criterios cuando éstos no incluyen factores de
vulnerabilidad diferenciales.
En el rastreo mencionado con anterioridad se observa que todas las formas de “medir” la
violencia se han generado desde una lógica institucional, como una forma de cuantificar las
acciones y algunas tipologías, en lugar de responder a cualificar y construir las posibles rutas
críticas de víctimas y perpetradores y sin hacer foco en las respuestas y sus efectos y mucho
menos en sus actores y el derecho a una vida libre de violencia, que el estado debe promover.
340
Comisión Especial de Violentología 2013
En consecuencia, sabemos y parcialmente, cuántas muertes violentas registra una
dependencia ministerial, que curiosamente no coincide con los datos de otra que registra
aparentemente el mismo dato, pero poco sabemos de registros previos, no delictuales, pero
anticipatorios, que son fundamentales a la hora de la prevención, de la indagación de los
mecanismos de producción para el diseño de dispositivos posibles.
Se conocen varias metodologías posibles para avanzar en este sentido, generalmente
diseñadas por los “observatorios” y que se aplican en forma paralela permitiendo evaluar
condiciones de victimización por un lado y cualificar la violencia, su impacto en la salud,
cómo y dónde se ventilan sus efectos. Por otra parte, con la intención de diseñar políticas
preventivas resulta imprescindible indagar sobre los factores de riesgo para su ocurrencia, los
condicionantes culturales y su impacto en los comportamientos de la población y la
valoración que los sujetos realizan sobre la violencia (masculinidad, modelos de crianza,
ideales de constitución familiar, entre otros)
Como forma introductoria al conocimiento de estas cuestiones se puede proponer
la
aplicación de una encuesta de victimización, tomando como modelos para su elaboración las
desarrolladas en la CABA y la provincia de Santa Fe87 . Para el desarrollo de esta estrategia,
que aspira a obtener una mirada amplia, bastaría con definir una serie de criterios que
permitan conocer: por género, edad, nivel socioeconómico y etnia, con criterio estadístico de
administración: hechos violentos, su tipificación, su ámbito de ocurrencia, sus actores, su
visibilización.
.- ¿Sufre o ha sufrido violencia?;
.- ¿De qué tipo?;
.- ¿Por parte de quién o quiénes?
.- ¿En qué tipo de relación? (familiar, institucional, laboral, social, etc),
.- ¿A quién o quiénes recurrió? (personas o instituciones)
.- ¿Qué comportamientos preventivos adoptó para no volver a padecerla?
87
Al respecto ver: http://www.unosantafe.com.ar/policiales/Haran-una-encuesta-de-victimizacion-en-laprovincia-20130315-920020.html
341
Comisión Especial de Violentología 2013
Por supuesto, este tipo de encuestas nos brindarán tan solo una aproximación, que debe ser,
luego de su análisis, complementada con
metodologías de diagnóstico que permitan
focalizar, pero sobre todo compatibilizar datos que satisfagan el objetivo de indagar sobre la
problemática, más allá de las necesidades institucionales, e incluyan a las propias
dependencias en la indagación.
Para alcanzar este objetivo es necesario profundizar en el mejoramiento de los mecanismos
de articulación entre los diferentes niveles del estado que se consideren actores clave en la
visibilización, atención y prevención de la problemática, tema que se desarrolla en otro
apartado del documento.
Superado el obstáculo del funcionamiento en compartimientos estancos que se ha detectado
en la aproximación que esta comisión ha intentado durante el año 2012, se hace necesario
definir por área de incumbencia metodologías de registro estadístico compatibles, que
permitan el entrecruzamiento de datos y sean comparables además con las llevadas adelante
por organismos nacionales, municipales y judiciales.
Es decir que, si tal como lo definen muchos especialistas que hemos tenido el gusto de
escuchar, la violencia es una verdadera “epidemia”, será necesario en principio crear un
registro epidemiológico que permita acciones globales y eficaces.
En ese sentido se deberían definir los indicadores, diseñados desde la experticia de
especialistas no solo en estadística sino en la temática, para cada ámbito de aplicación que
resulten relevantes, es decir: qué preguntar desde el sector salud, qué desde educación, qué
desde justicia para que al incorporar esa información a una gran base de registro se cumpla el
objetivo de seguimiento de las violencias en su ruta crítica y no solo los estándares de
asignación presupuestaria de las instituciones.
Referido a esa ruta crítica, que aún debemos construir para nuestra provincia, conocerla nos
permitiría fortalecer las áreas que reciben las consultas de manera rutinaria, capacitar de
manera específica por niveles de intervención y definir alcances y objetivos para cada una de
las dependencias que intervienen de manera realista y eficiente, evitando la superposición de
acciones y conocimientos que terminan dañando y atomizando los procesos de atención,
relegando las acciones de prevención a un incierto futuro y sobre todo revictimizando a las
personas que se acercan buscando respuestas.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Para prevenir y atender la violencia hay que tener un mapa pormenorizado de la realidad
provincial. La encuesta de victimización es un primer paso en esta perspectiva con el que se
aspira a:
-
Establecer los tipos de violencias que afectan a los hogares, los niveles de incidencia
en el delito y la llamada "cifra negra" que comprende al conjunto de violencias
ocurrido, independientemente de que hayan sido denunciadas.
-
Recabar información sobre las características de las violencias, el contexto de la
victimización y el social de las mismas.
-
Conformar una base de información que permita el análisis de las violencias en su
evolución temporal y distribución geográfica.
-
Diseñar un mecanismo de medición de la percepción social de la violencia y su
vinculación con los hechos efectivamente acontecidos.
-
Explicitar los éxitos y falencias de los organismos estatales en su calidad de ejecutora
de las políticas de prevención y atención de la violencia.
-
Elaborar datos sobre la percepción de los ciudadanos respecto del desempeño de las
instituciones responsables de atender casos de violencia.
-
Generar información que posibilite el diseño de políticas de prevención del delito y la
asignación adecuada de los recursos estatales. y a la que contribuya al diagnóstico del
problema de la violencia.
Para desarrollar un sistema de información estadística confiable es necesario además unificar
los criterios y procedimientos de registro de víctimas de violencia en todos los sectores
(Salud, educación, Seguridad y Justicia) y niveles (barrio, municipio, Partido) de atención. Se
debe crear una planilla universal y capacitar a todos los operadores responsables a fin de
lograr un registro cierto y pormenorizado.
4.2 Esquema provincial de gobernanza para la prevención y atención de la violencia
La inconsistencia y dispersión de las cifras no implica que no existan numerosos esfuerzos
por atender el problema de la violencia (en sus múltiples manifestaciones) a lo largo de la
Provincia. Lo que se observa es que éstos esfuerzos, que son muchos, se hallan desarticulados
y que se carece que una ingeniería institucional que permita a los diferentes agentes
conocerse entre si y entrar en diálogo.
343
Comisión Especial de Violentología 2013
Un avance importante en este sentido fue la creación en el año 2007 del Sistema Integrado
Provincial para la prevención y atención de la violencia familiar, de acuerdo a lo dispuesto
en la Ley Provincial de Violencia Familiar N° 12.569 y el Decreto Reglamentario N°
2785/06. Dicho Sistema se pensó con miras a la generación de políticas integrales, articuladas
interinstitucionalmente y fortalecidas en el marco de la Red de instituciones dedicadas a la
materia. El Sistema Integrado Provincial está compuesto por la Mesa Intersectorial, ONG´s'
con
trayectoria en la atención de la violencia familiar, Colegios y Asociaciones
Profesionales,
Universidades Públicas, Mesas Locales y Regionales de prevención y
atención de la violencia familiar, y las Redes locales y regionales de instituciones.
La Mesa Intersectorial está integrada por las áreas provinciales con competencias en la
materia y es la responsable político institucional del Programa de Violencia familiar de la
Provincia, en el marco de lo establecido en la ley 12.569, y cuenta con la participación de:
• Consejo Provincial de las Mujeres: asume la responsabilidad de orientación y articulación
del Sistema.
• Secretaría de Derechos Humanos: es responsable de programas referidos a la promoción y
protección de los derechos de la mujer y del programa de atención telefónica como
derivación del 911 - AVM. Organiza y ejecuta acciones de formación en la materia.
• Ministerio de Desarrollo Humano: es la autoridad de aplicación de la Ley provincial de
Violencia Familiar. Por Resolución Nº 835/04 aprueba el Programa de Violencia Familiar.
Asimismo, a través de diferentes programas sociales, articula la respuesta a las posibles
demandas con los servicios locales para atender casos concretos de violencia.
• Ministerio de Seguridad: tiene a su cargo las Comisarías de la Mujer y la Familia,
comisarías en general, foros de seguridad, atención de emergencias a través del 911, entre
otras competencias.
• Ministerio de Salud: por Resolución ministerial Nº 304/07, aprueba el Programa de
prevención y atención de la violencia en salud (hospitales y otros efectores de salud) y los
protocolos de actuación.
• Dirección General de Cultura y Educación: organismo de actuación a través de los servicios
escolares, del diseño curricular y la formación docente, de la Dirección de Psicología
Comunitaria, etc.
344
Comisión Especial de Violentología 2013
• Ministerio de Justicia: actúa el Centro de Protección de los Derechos de las Víctimas.
• Procuración de la Corte: actúa a través de la Secretaría de Estrategia Institucional y Gestión.
También se consideran componentes del Sistema las Mesas Locales y Regionales de
prevención y atención de la violencia familiar, y las Redes locales y regionales de
instituciones.
Un principio fundamental del Sistema Integrado es la idea de “que toda víctima de violencia
pertenece a una red formal e informal de relaciones personales y sociales que se desarrollan
en un determinado territorio. Por tal motivo, tanto la Mesa Intersectorial como el Sistema
Integrado y la Red, deberán contar con sus figuras locales: la Mesa Local de prevención y
atención de la violencia familiar, el Sistema integrado local, y la Red local de instituciones”
(Mesa Intersectorial, 2007).
Sin duda, el Sistema Integrado es un instrumento de gran utilidad en la perspectiva de lograr
un esquema de gobernanza en prevención y atención de la violencia en la Provincia. Al
menos de iure, describe los principios de integralidad, interinstitucionalidad y articulación en
red necesarios para dicha tarea. Sin embargo, su puesta en marcha se ha encontrado con
serias dificultades. Así lo constata el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia en su
documento Reflexiones desde las prácticas (2009) donde advierte que “[hay un esfuerzo
enorme puesto en cómo mejorar las intervenciones, cómo articular y cómo vincularse con
distintas instancias para generar respuestas más efectivas”, pero persisten obstáculos para el
desarrollo de una política integral contra la violencia desde una perspectiva de género e
infancia como los siguientes:
-
Re-victimización de las mujeres ejercida desde las mismas instituciones encargadas
de darles contención
-
Dificultades institucionales para que las estrategias ante la violencia se asuman con
criterios de co-responsabilidad.
-
Focalización y parcialización de la respuesta en algunas pocas instituciones.
-
Omisión y des-responsabilidad institucional manifiesta en “derivar” la situación a la
dependencia supuestamente especializada.
345
Comisión Especial de Violentología 2013
-
Prácticas de quienes tienen una responsabilidad no directa como médicos y maestros
que resuelven la urgencia del episodio violento pero dejan intacto el problema de
fondo.
-
Distancia geográfica entre las dependencias involucradas.
-
Distintas experiencias con las Comisarías de la Mujer: comportamientos violentos
tanto de policías varones como de mujeres policía en las comisarías cuando la mujer
acude a hacer la denuncia.
-
Falta de refugios, casas de medio camino o espacios alternativos de contención.
-
Fuerte necesidad de mayor capacitación.
-
Diferencias entre los municipios para enunciar la violencia de género como parte de la
política pública.
-
Ausencia de direccionalidad en la integración de programas, articulaciones,
asociaciones. (Correa, 2009: 23- 26).
Los problemas de la implementación del Sistema Integrado son visibles. Al estar dispersos
los recursos se reduce la capacidad de acción de la política pública, se replican esfuerzos, se
desatienden poblaciones, se dificulta la atención pronta y efectiva de otras, y la Provincia
aparece fragmentada en pequeños feudos como resultado de la falta de diálogo y coresponsabilidad de los gestores locales que se “derivan” entre sí la responsabilidad de atender
a las víctimas.
La situación detectada en el caso de la violencia familiar y de género bien puede extenderse a
otras formas de violencia cuyo tratamiento termina reducido al trabajo de un solo organismo
(el poder judicial en el caso de la violencia entre varones, por ejemplo) o desatendido por el
Estado para entrar a ser atendido por ONG´s (como en el caso de la violencia institucional).
En vista de estas deficiencias, la Comisión Especial de Violentología, se ve obligada a insistir
en el imperativo de diseñar e implementar un Esquema Provincial de Gobernanza para la
prevención y atención de las Violencias, que permita a los actores intervinientes coordinar
acciones y crear sinergias de cara a un trabajo inter- sectorial e inter- institucional que
posibilite el diálogo municipio- provincia- nación- ONG´s.
Cuando se considera a las administraciones como simples herramientas -teóricamente
neutras- de aplicación de las voluntades políticas, se está dejando de lado una reflexión en
profundidad sobre el funcionamiento mismo de las instituciones. Entendámonos bien: hay
346
Comisión Especial de Violentología 2013
incontables análisis del fenómeno burocrático, pero por lo general percibidos bajo un punto
de vista negativo, como resistencias opuestas a la voluntad política. Lo que falta es un
enfoque positivo de la ingeniería institucional. Es tiempo de emprender ese esfuerzo.
La ingeniería institucional es el arte de concebir instituciones cuya “lógica profunda” vaya en
el mismo sentido que los objetivos perseguidos. Esa es la condición para poder salir de la
fractura inherente a unos dispositivos de gobierno que espontáneamente llevan a lo contrario
de las prácticas para las que fueron creados.
Desde los maestros hasta los policías, desde los agentes de los gobiernos locales hasta los
médicos, desde los gestores del territorio hasta los jueces, es necesario extender criterios
comunes sobre la gobernanza para la prevención y atención de todas las formas de violencia.
Por lo general, las administraciones están organizadas en filiales sectoriales, verticales, con
cadenas jerárquicas relativamente largas. Cada estructura trabaja por su lado en función de
una delimitación de los problemas y de las competencias que le corresponden. Por suerte, en
ocasiones, el funcionamiento real es más inteligente que los organigramas y se establecen
múltiples contactos entre funcionarios en lo concreto. Así parece ocurrir en algunas instancias
de atención de la violencia familiar en la Provincia donde el nivel de articulación personal
entre los gestores involucrados es lo que ha permitido que los Programas sigan en
funcionamiento. Cuando los operadores se conocen no necesitan atravesar los pasos
administrativos, sino que se llaman por teléfono y resuelven expeditivamente los casos.
Construir un Esquema de Gobernanza en Prevención y Atención de la violencia no significa
necesariamente gastar muchos recursos. Más bien, implica articular y optimizar aquellos
existentes, estableciendo funciones claras y precisas y aunando criterios que permitan a cada
funcionario saber en qué condiciones, cuándo dónde y cómo se deriva un caso, o cuándo y
cómo debe darle tratamiento directo.
Pero la filosofía general sigue siendo la verticalidad. Esto ocurre incluso dentro de
administraciones locales y está relacionado con la naturaleza y la organización del poder
político. Cada ministro, cada intendente, cada comisario trata de tener “sus” servicios bajo
“sus” órdenes. En consecuencia, la coordinación siempre se concibe en la cúspide más que en
la base, puesto que en la base le haría sombra a los poderes jerarquizados que se ejercen en lo
alto de las estructuras sectoriales.
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Comisión Especial de Violentología 2013
Para crear estructuras y culturas capaces de manejar las relaciones en un esquema de
gobernanza, no necesariamente hay que romper las estructuras. Hay que invertir en cambio la
manera de funcionar. En una palabra, introducir un funcionamiento matricial que fortalezca
resueltamente la relación horizontal en detrimento de la relación vertical. Esta última debería
jugar un papel esencialmente funcional: centro de recursos especializados y de verificación
de la implementación de los principios rectores.
En este sentido, el funcionamiento administrativo de la Provincia debe partir del principio de
co- responsabilidad activa. Aplicado a la gobernanza misma, éste lleva a definir los principios
rectores de la organización territorial con vistas a que se asuman los desafíos de una
prevención y atención de la violencia de manera conjunta y con una clara especificidad
acerca del papel que debe cumplir cada sector en cada nivel. El primer paso en la
construcción de este esquema es la realización de una cartografía institucional de agencias y
actores intervinientes en materia de violencia lo más exhaustiva
posible que permita
identificar aspectos relevantes para el diseño de dispositivos integrales e integrados. Este
rastreo permitirá identificar los recursos disponibles, capacitados, con experiencia y que han
aplicado sus propias estrategias, de manera descentralizada y con un amplio conocimiento de
las particularidades territoriales, incluyendo dispositivos locales, posibilidades de acceso a la
justicia en distintos fueros, concepciones sociales imperantes, obstáculos. En este proceso de
co-construcción se deberá dar lugar a la diversidad de experiencias de abordaje y atender las
observaciones y obstáculos identificados en la tarea por todos los actores, como forma de
establecer consensos, conocer necesidades de capacitación y definir las mejores formas de
articulación.
4.3. Formación de Operadores especializados
No se puede llevar a cabo una revolución conceptual, cultural e intelectual sin poner a los
actores en el centro de la estrategia de cambio. Por eso, el primer paso en el camino de un
esquema de gobernanza para la prevención y atención de la violencia en la Provincia consiste
en adaptar al personal existente a un cambio en los enfoques y convertirlo en la punta de
lanza de dicha transformación. Luego, para construir una política de formación inicial y
permanente de los futuros funcionarios. Como en todas las organizaciones que tienen que
combinar saberes entre sí y enfrentarse a la complejidad, la calidad de los operadores es
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Comisión Especial de Violentología 2013
decisiva. Su importancia aumenta con la responsabilidad personal confiada a cada uno de los
miembros de la función pública.
La primera etapa consistiría en crear, tal como ya hemos dicho, un vasto taller de reflexión
transversal en los diferentes tipos de administración para buscar juntos las soluciones
concretas de aplicación de los nuevos principios. Todos los niveles de la función pública
provincial y territorial tendrían que instaurarse contenidos comunes de formación inicial.
La experiencia de las tres Jornadas de Violentología, la notable recepción entre los
ciudadanos de la Escuela de violentología de Almirante Brown, y la visita de la Comisión de
Violentología al Departamento Judicial de Dolores, mostraron la necesidad de extender el
ámbito de impacto de la violentología, sacándola del recinto legislativo y articulándola con
los operadores públicos y privados encargados de atender a víctimas de la violencia y/o
formular políticas de prevención y mitigación.
Por ello, una de las propuesta de la Comisión es la creación de un Programa de Formación
en Violentología con miras a establecer un campo in-disciplinario integral que articule los
diferentes discursos científicos sobre la violencia con las necesidades de los operadores de
políticas públicas de prevención, atención y control de la violencia, ofreciendo elementos
para un abordaje complejo y multisectorial del fenómeno, y aportando soluciones para
morigerar las relaciones violentas desde la perspectiva de una Cultura de la Convivencia. El
Programa estaría destinado a todos aquellos profesionales, funcionarios, docentes y
ciudadanos, sin importar su área de formación, interesados en conocer y profundizar en la
problemática de la violencia, a partir de un enfoque in-disciplinario e integral.
Algunos objetivos del programa serían:
-
Situar a los participantes en los debates sobre la violencia producidos en el ámbito de
las ciencias sociales y humanas, con miras a su comprensión como un fenómeno
complejo y poliforme.
-
Homologar criterios de identificación y tratamiento de las diferentes formas de
violencia.
-
Familiarizar a los cursantes con la legislación existente y con las políticas públicas
destacadas de prevención, atención y control de la violencia a nivel municipal,
provincial y nacional.
349
Comisión Especial de Violentología 2013
-
Promover que los cursantes sean replicadores de la violentología en sus municipios,
que sean formadores de otros posibles operarios, facilitando la unificación de criterios
de atención y el desarrollo de protocolos entre los actores intervinientes en temas de
violencia.
4.4. Creación del Instituto Provincial para el estudio y prevención de la violencia
Frente a los tratamientos parciales de la problemática, se hace necesaria la creación de un
organismo científico destinado a estudiar la violencia integralmente en sus distintas
manifestaciones con el objetivo de desarrollar estrategias de prevención y atención. Por ello
la Comisión de Violentología propone la creación del Instituto Provincial para el Estudio y
Prevención de la Violencia, entidad autónoma y de carácter técnico, que tendrá a su cargo el
seguimiento de las estadísticas e información cualitativa sobre violencia y la elaboración de
planes, proyectos y programas tendientes a establecer políticas interinstitucionales en la
materia.
Se espera que el Instituto sea un espacio plural de participación y articulación entre el Estado,
en sus diferentes órdenes, las organizaciones no gubernamentales (ONG’s), las universidades
provinciales y la ciudadanía. Dentro de sus funciones estarían:
-
Elaborar estudios y análisis de la situación de violencia y delito en la provincia y
temáticas análogas tendientes a desarrollar estrategias de prevención.
-
Diseñar un sistema de estadística e información en materia de violencia de utilidad
para el cumplimiento de sus funciones o la de otros organismos públicos o privados.
-
Asistir y colaborar con los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en la
implementación de medidas referidas a la atención y prevención de la violencia y el
delito.
-
Actuar como órgano de consulta en materia de su incumbencia
-
Realizar actividades académicas y de capacitación técnica a los operadores que
entienden en temas de violencia en los diferentes sectores.
-
Editar publicaciones periódicas y especiales, material de información, capacitación y
difusión de los temas de su incumbencia y emitir propuestas.
-
Publicar anualmente un informe conteniendo los protocolos y resultados de sus
investigaciones y las conclusiones de las distintas tareas desarrolladas.
350
Comisión Especial de Violentología 2013
-
Adelantar labores de coordinación intersectorial de las agencias estatales involucradas
en la prevención y atención de la violencia.
4.5 Promoción de una Cultura de la Convivencia en la Provincia
4.6 Extensión del periodo de funcionamiento de la Comisión Especial de Violentología
Como se señaló al comienzo de este capítulo, la magnitud de la tarea encomendada a la
Comisión excede los recursos y tiempo pautados originalmente. Con miras al cumplimiento
de los objetivos por las que fue creada, y frente a la complejidad que implica la coordinación
de un Plan Provincial de Prevención y Atención de la violencia de carácter integral, y la
puesta en marcha de las recomendaciones propuestas en el presente documento, se
recomienda prorrogar el periodo de funcionamiento de la Comisión Especial de Violentología
de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia por dos años más a partir de la fecha de
su finalización de sesiones en noviembre de 2013.
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