2013 Comisión Especial de Violentología Informe Final Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. República Argentina SEGUNDA PARTE HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Diputados: Franco Caviglia, Ramiro Viviana Nocito, Abel Buil, Marcelo Feliú Secretaria Relatora: Paola Rodríguez Gutiérrez, Alejandra Martínez, 6/15/2013 Comisión Especial de Violentología 2013 HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS PROVINCIA DE BUENOS AIRES Presidente HORACIO GONZALEZ COMISION ESPECIAL DE VIOLENTOLOGÍA Presidente: Dip. Franco Caviglia Vice- presidente: Dip. Viviana Nocito Secretaria: Dip. Liliana Denot Vocales: Dip. Ramiro Gutiérrez Dip. Abel Buil Dip. Marcelo Feliú Secretaria relatora: Gina Paola Rodríguez La Plata, Provincia de Buenos Aires, Junio de 2013 2 Comisión Especial de Violentología 2013 Comisión Especial de Violentología Informe de Actividades 2012- 2013 Foro Consultivo Diputados Comisionistas Inés Izaguirre Abel Buil Enrique Del Percio Franco Caviglia Jose Luis Macchi Liliana Denot Lidia Tundinor Marcelo Feliú Norberto Liwsky Ramiro Gutiérrez Viviana Nocito Marcos Guillén Sol Macchi Diego Gorgal Equipo de asesores Celina Bustamante Mirta Denot Gerardo González Silvia Ons María Inés Bringiotti María Josefina Martínez Daniel Pedro Miguez Miguel Santagada Carla Jacquier Miguel Luna Marta Marelli Patricia Paggi © Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires Daniel Roggero Presidente Horacio González Paola Ventura Calle 53 entre 7 y 8 La Plata, Provincia de Buenos Aires Coordinación Académica y edición ISBN Gina Paola Rodríguez E- mail: [email protected] 3 Comisión Especial de Violentología 2013 CONTENIDO Presentación Objetivos y metodología de Comisión Especial de Violentología PRIMERA PARTE MARCO CONCEPTUAL I. Violentología: Una aproximación integral e in-disciplinaria a la violencia. 1. El inconformismo del pensar 2. Aforismos a la espera de la Violentología 3. Pensar la violencia desde la Violentología 4. Aforismos después de la Violentología II. La violencia: entre naturaleza y cultura. Introducción 1. ¿Un impulso innato? 2. El hombre nace bueno pero… 3. Pasión por la destrucción 4. Ni innata ni biológica: La violencia es un producto de la cultura 5. La violencia como mímesis Reflexión final: La violencia en el ocaso de lo sagrado III. Poder y/o Violencia. Introducción 1. La violencia en las sociedades primitivas 2. De la violencia constitutiva a la violencia constituyente 3. La conjura de la violencia en la modernidad 4. La conjura política: el surgimiento del Estado 4 Comisión Especial de Violentología 2013 5. La conjura económica: intercambiando con el hostis 6. La conjura ética: Disciplinamiento y Gobierno de si Reflexión final: ¿Es posible el poder sin violencia? SEGUNDA PARTE FORO CONSULTIVO DE LA COMISION ESPECIAL DE VIOLENTOLOGÍA IV. ¿Qué es la Violencia? Inés Izaguirre. Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires V. Violencia, conflicto y sociedad. Enrique Del Percio. Facultad de Derecho Universidad de Buenos Aires VI. La violencia en la experiencia judicial. Jose Luis Macchi. Ex Juez Tribunal Criminal Nº 1 VII. Violencia familiar y de género. Lidia Tundinor. Programa Provincial de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género Ministerio de Salud. VIII. Violencia contra los adolescentes y las mujeres. Norberto Liwsky, Marcos Guillén y Sol Macchi. Observatorio Social Legislativo HCD Provincia de Bs As. IX. Violencia delictual y políticas públicas. Diego Gorgal. Ex Viceministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires X. Violencia y consumismo. Silvia Ons. Centro de Investigaciones Instituto Clínico de Buenos Aires CICBA 5 Comisión Especial de Violentología 2013 XI. Violencia institucional. María Josefina Martínez. Centro de Estudios Legales y Sociales CELS XII. Violencia contra niños y adolescentes. María Inés Bringiotti. Facultad de Filosofía Universidad de Buenos Aires XIII. Determinantes sociales de la violencia. Daniel Pedro Miguez. U. Nacional del Centro Provincia de Bs As- CONICET XIV. Violencia y medios de comunicación. Miguel Santagada. UBA- U. Nacional del Centro Provincia de Bs As. TERCERA PARTE CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Introducción 1. ¿De qué hablamos cuando decimos violencia? 2. Las cifras de la violencia en Argentina 3. Estadísticas de Violencia en la Provincia de Buenos Aires 3.1 Violencia interpersonal 3.2 Violencia familiar y de género 3.3 Violencia en el ámbito escolar 3.4 Violencia institucional 4. Recomendaciones y Propuestas 4.1. Diagnóstico provincial integral con enfoque de género 4.2. Esquema provincial de gobernanza para la prevención y atención de la violencia 4.3. Formación de operadores especializados 4.4.Creación del Instituto Provincial para el estudio y prevención de la violencia 4.5.Extensión del periodo de funcionamiento de la Comisión Especial de Violentología 4.6.Promoción de una Cultura de la Convivencia 6 Comisión Especial de Violentología 2013 BIBLIOGRAFÍA GENERAL ÍNDICE DE RELATORÍAS COMISIÓN ESPECIAL DE VIOLENTOLOGÍA 24 de abril 2013 17 de abril 2013 10 de abril 2013 31 de octubre de 2012 24 de octubre de 2012 10 de octubre de 2012 3 de octubre de 2012 26 de septiembre de 2012 12 de septiembre de 2012 de septiembre de 2012 29 de agosto de 2012 22 de agosto de 2012 15 de agosto de 2012 8 de agosto de 2012 11 de julio de 2012 de julio de 2012 27 de junio de 2012 6 de junio de 2012 23 de mayo de 2012 7 Comisión Especial de Violentología 2013 De izquierda a derecha los Diputados Provinciales Ramíro Gutiérrez, María Alejandra Martínez, Viviana Nocito y Franco Caviglia. 8 Comisión Especial de Violentología 2013 9 Comisión Especial de Violentología 2013 Presentación General Según el Informe sobre violencia y salud de la Organización Mundial de la Salud (2003), cada año más de 1,6 millones de personas en el mundo pierden la vida violentamente. La violencia es una de las principales causas de muerte entre la población entre 15 y 44 años y es la responsable del fallecimiento del 14% de los varones y del 7% de mujeres. Además de las personas que pierden la vida, muchas otras sufren heridas físicas y psicológicas y padecen la pérdida de sus bienes materiales. Esta violencia objetiva, se acompaña con la reproducción de imágenes televisivas, radiales e informáticas, en las que se afirma y extiende la idea de que la "violencia nutre la vida diaria en nuestras calles". En efecto, la violencia forma parte de nuestra historia. Ocupa un lugar central para comprender la experiencia presente, con su naturaleza extrema, su dimensión imprevista y fragmentaria, en un tiempo marcado por la falta de significantes. La violencia en sus múltiples formas está incorporada al campo de lo social, que se filtra por las brechas de una modernidad en crisis. Pero, ¿qué es la violencia?, ¿cuánto sabemos de ella?, ¿cómo la percibe la sociedad?, ¿cómo pensamos que la sociedad percibe la violencia?, ¿por qué la violencia se ubica más allá de las razas, los lugares, los tiempos y los grupos sociales?, ¿cuáles son las causas de su permanencia?, ¿qué explicación podemos ensayar? Interrogantes como éstos nos conducen a una multiplicidad de conjeturas que compiten por comprender un fenómeno sin paradigma, sin centro, con fronteras difusas y oscuras. Un campo que pondera la ramificación vivencial de la existencia y nos conduce al quebrantamiento, alejándonos de la ansiada unidad de su comprensión. La violencia amerita la atención no solo de los ciudadanos en sus experiencias y conversaciones cotidianas sino, fundamentalmente, de los académicos en sus agendas de investigación y de los gobiernos en la formulación de políticas públicas. Los cientistas sociales de Argentina y del mundo se han orientado a la investigación, descripción y comprensión de la violencia en sus distintas manifestaciones y magnitudes en la gran variedad de contextos sociales (micro y macro) proveyendo una inmensa producción bibliográfica al respecto, pero una reflexión omnicomprensiva del fenómeno de la violencia se halla aún en mora de realizarse. 10 Comisión Especial de Violentología 2013 Las preguntas mencionadas anteriormente, y otras referidas a las concepciones, manifestaciones y formas de mitigación de la violencia, orientan el quehacer de la Violentología, una disciplina en ciernes que aspira a un saber integral e in-disciplinario de la violencia. Esta inquietud ha sido la excusa para el desarrollo de tres grandes Jornadas Nacionales. La “Primera Jornada Argentina sobre Violentología” tuvo lugar el 22 de septiembre de 2010 en el Salón Auditorio Principal de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires; una segunda Jornada se desarrolló el 15 de noviembre de 2011 en el mismo escenario; y una tercera el 5 de diciembre de 2012. Las tres contaron con la participación de legisladores de la Provincia de Buenos Aires y renombrados académicos nacionales e internacionales, y contaron con la asistencia masiva de ciudadanos interesados en la temática de la violencia. La acogida obtenida en las dos primeras Jornadas señaló la necesidad de crear un foro permanente de estudio de la violencia en el órgano legislativo. Por ello, el 10 de marzo de 2011 se creó la “Comisión Especial para el Análisis, Estudio y Desarrollo de la Violentología como Campo Multidisciplinario Integral de la Problemática de la Violencia”, (Expediente D3622/10-11-0 aprobado por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires). Dicha Comisión se integró por seis diputados provinciales, con sus respectivos equipos de trabajo y contó con la participación de académicos, especialistas, funcionarios, representantes de ONG´s y líderes de organizaciones sociales preocupados por el tema de la violencia. En sesión del 23 de mayo de 2012, se definió la conformación de la Comisión de la siguiente manera: Presidente: Dip. Franco Caviglia, Vice- presidente: Dip. Viviana Nocito, Secretaria: Dip. Liliana Denot, Vocal 1: Dip. Ramiro Gutiérrez, Vocal 2: Dip. Abel Buil, Vocal 3: Dip. Marcelo Feliú. Así mismo, se designó como Secretaria relatora a la politóloga Gina Paola Rodríguez. Desde entonces, la Comisión Especial de Violentología (CEV) ha adelantado un trabajo arduo y sostenido de investigación y discusión. El Informe que se presenta a continuación compendia el fruto del esfuerzo colectivo de los diputados comisionistas, sus equipos asesores y el Consejo Consultivo conformado por especialistas provenientes de diferentes instituciones y áreas disciplinarias. En la Primera Parte, se consignan las discusiones teóricoconceptuales que interesaron a la Comisión en su primer abordaje de la violencia. En un comienzo, aquellas referidas al tipo de saber que entraña la Violentología, sus alcances y 11 Comisión Especial de Violentología 2013 límites en la construcción de un saber crítico e integral sobre la violencia. En segunda instancia, las discusiones abiertas a propósito del lugar intersticial que ocupa la violencia entre nuestra condición social y nuestra situación biológica, y que ha originado debates aún no saldados en torno a su carácter innato o adquirido. En tercer lugar, y ya ubicados en una noción relacional de la violencia, los análisis acerca de su vínculo con las relaciones de poder, y las implicaciones de pensar en un poder como no- dominación como alternativa superadora. La Segunda Parte del Informe, recoge los aportes de los especialistas del Foro Consultivo de la CEV, instancia caracterizada por la diversidad de voces convocada: académicos, funcionarios, jueces, dirigentes sociales y miembros de ONG´s. Esta polifonía es la mejor herencia que la Comisión Especial de Violentología puede legar a todos aquellos interesados en hacer una cartografía de la violencia en nuestra Provincia, pues permite identificar los problemas más acuciantes y los retos que debería asumir una política pública de tratamiento integral. Deseamos agradecer especialmente a todos los intervinientes por su generosidad y agudeza, por sus recomendaciones y su invaluable aporte en pos de una labor legislativa informada y responsable. En la Tercera Parte se exponen las conclusiones y recomendaciones de la Comisión. Se da cuenta, por un lado, de las coordenadas que orientaron el trabajo de los diputados y asesores; aquellos lineamientos conceptuales generales, pero en todo caso provisorios, acerca de lo que entendieron por violencia y su definición como un fenómeno social total que hace imperativo su tratamiento integral y multidimensional. Por otra parte, se exponen diferentes iniciativas con las cuales la Cámara de Diputados espera aportar a la tarea de prevención y mitigación de la violencia en la Provincia: la elaboración de un diagnóstico provincial que permita conocer las reales dimensiones de la problemática; la formación de operadores que entiendan en la materia y estén capacitados para atender a víctimas y victimarios; el diseño de una ingeniería interinstitucional e intersectorial que permita la articulación y armonización de los esfuerzos provinciales en materia de prevención, mitigación y atención a las víctimas que se hallan actualmente dispersos; y la promoción de una cultura de la convivencia en la Provincia, entre otras. 12 Comisión Especial de Violentología 2013 Confiamos en que este Informe denote el enorme interés de los legisladores en comprender las dinámicas de la violencia en la Provincia de Buenos Aires, la preocupación por el estado de las mediciones y estadísticas existentes, y por los planes y programas desplegados para su mitigación desde una perspectiva crítica y propositiva. Todo en el entendido de que es necesario conocer aquello acerca de lo cual se legisla para superar los inmediatismos de las ordenanzas de urgencia y avanzar hacia una actividad legislativa responsable y con visión de futuro. 13 Comisión Especial de Violentología 2013 14 Comisión Especial de Violentología 2013 15 Comisión Especial de Violentología 2013 Objetivos y metodología de Comisión Especial de Violentología En Expediente D-3622/10-11-0 aprobado por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, se definió el estatuto de funcionamiento de la “Comisión Especial Comisión Especial para el Análisis, Estudio y Desarrollo de la Violentología como Campo Multidisciplinario Integral de la Problemática de la Violencia” de la siguiente forma: El presidente de la Cámara procederá a designar, a propuesta de los respectivos bloques, a los diputados que compondrán la Comisión Especial. La Presidencia de la H. Cámara designará al señor diputado que la presidirá. La Comisión Especial, sin perjuicio de otras invitaciones que pudiere cursar, creará un Foro Asesor denominado “Consejo Consultivo de estudio sobre la violencia”, que estará compuesto por: a.- representantes gubernamentales, b.- académicos, c.- universitarios, d.- profesionales, e.- religiosos, f.- ONG, g.- foros de seguridad. Estará constituido por una nómina presentada por el presidente de la Comisión Especial y será aprobado por mayoría simple de votos. Dicho Consejo Consultivo será presidido por un coordinador general designado por el Presidente de la Comisión Especial. La Comisión Especial deberá dictaminar sobre los rubros propios propuestos por sus mismos integrantes y otros que considere pertinentes, sugiriendo las adecuaciones normativas y acciones que estime corresponder, ya sea a organismos nacionales, provinciales y/o municipales. Dimensión Cuantitativa: 1-Establecimiento, mantenimiento y actualización permanente de una base de datos informática bajo un sistema único de información sensible, integrado y uniforme, de la violencia y de delito y demás datos relevantes. 2-Coordinación interinstitucional con las áreas gubernamentales y de la sociedad civil que constituyan fuentes de información sensible. 3-Establecimiento de una Comisión de Datos y de Vigilancia del Delito y la Violencia, y de los Comités Técnicos Especializados que se requieran. 4Recopilación, en forma sistemática y permanente de datos específicos sobre los fenómenos identificados como de interés para la vigilancia del delito y la violencia. 5-Fijación y actualización de indicadores de vigilancia del delito y la violencia. 6-Consolidación y análisis de la información obtenida. 7-Planificación, desarrollo y conducción de estudios e investigaciones. 8.- Establecimiento de un sistema de medición y evaluación de los servicios de seguridad pública y de seguridad privada. 9.- Promoción y realización de encuestas de victimización y de percepción de la inseguridad. 10.- Evaluación y medición de la efectividad 16 Comisión Especial de Violentología 2013 de las estrategias y programas. 11.- Promoción y realización de encuestas de victimización y de percepción de la inseguridad. 12.- Evaluación y medición de la efectividad de las estrategias y programas de prevención en diferentes niveles de intervención.13.Mantenimiento de estadísticas sobre la información sensible recopilada. 14.- Evaluación de potenciales usos de los productos generados para la prevención de la violencia y el delito. 15.- Asistencia y asesoramiento en lo relativo a prevención la violencia y del delito, seguridad ciudadana y política criminal, diseñando planes, programas y proyectos. 16.Producción de informes periódicos y anuales de carácter analítico y estadístico, destinados a la divulgación de resultados de estudios, investigaciones, encuestas y demás productos. 17.Desarrollo e implementación de una estrategia de comunicación basada en informes y publicaciones periódicas, recursos web, y demás instrumentos y medios, que brinde a los ciudadanos información sobre las distintas manifestaciones sobre violencia y delincuencia, y que asista necesidades específicas de las distintas áreas de Gobierno y Municipios. 18.Desarrollo de programas de capacitación, de asistencia técnica y de fortalecimiento institucional necesarios para el mantenimiento del Sistema Unificado de Información y Análisis del Delito y la Violencia.19.- Promoción de la conformación de observatorios de la violencia y el delito a nivel provincial y local. 20.- Conclusiones de la dimensión cuantitativa. Dimensión Cualitativa: Aspectos epistemológicos de la violencia. Aspectos míticos. Aspectos históricos. Aspectos biológicos. Aspectos antropológicos. Aspectos psicológicos. Aspectos sociológicos. Aspectos filosóficos. Aspectos religiosos. Conclusión de la dimensión cualitativa: La Comisión Especial tendrá un plazo de dos años desde su conformación, para emitir dictamen, autorizando al Sr. Presidente de la H. Cámara a prorrogar por una única vez y hasta por igual plazo su vigencia. La Comisión Especial tendrá las siguientes autoridades: un presidente designado conforme lo prevé el artículo 3 del presente reglamento, un vicepresidente elegido por mayoría simple y un secretario elegido del mismo modo. Se reunirá durante los períodos de sesiones y fuera de ellos cuando el residente lo estime conveniente. Serán funciones del presidente: a.- determinar los asuntos que formarán el Orden del Día; b.emitir despacho sobre cualquier informe, oficio o requisitoria relacionados con las funciones propias de la Comisión Especial; c.- promover medidas prácticas para la agilización de los debates y el mejor desenvolvimiento de las tareas de la Comisión Especial. Deberá 17 Comisión Especial de Violentología 2013 dictaminar sobre los asuntos cuyo estudio les fue encargado y funcionará con la presencia de la mayoría de sus miembros en los días y horas que ellos mismos determinen, no sesión de la Cámara, salvo que ésta, por razones de urgencia, así lo disponga. Cuando un asunto entrado para su estudio fuese a propuesta del Consejo Consultivo, el presidente de la misma deberá citar al coordinador general de dicho Consejo a fin de que concurra a la reunión donde será tratado el asunto, para que exponga sus opiniones y fundamentos. La citación deberá realizarse con una antelación mínima de 48 horas a la reunión de la Comisión. La Comisión Especial deberá reunirse una vez por semana por lo menos y labrará acta de los asuntos tratados en cada una de sus sesiones. Se constituirá válidamente con la presencia de la mitad más uno de sus miembros. Si a pesar de las citaciones pertinentes, la Comisión Especial no celebrara sesión, el presidente de la misma, o en su defecto, cualquiera de sus miembros, lo pondrá en conocimiento de la Cámara para que ésta adopte la resolución que estime conveniente. La Comisión Especial, después de considerar un asunto y convenir en los puntos de su dictamen, acordará el informe escrito y designará el miembro o miembros que deban informar el despacho y sostener la discusión. Si las opiniones de los miembros de la Comisión Especial se encontrasen divididas, la minoría tendrá el derecho de presentar a la Cámara su despacho escrito y sostenerlo en la discusión. Los asuntos despachados definitivamente por la Comisión Especial serán elevados por conducto de la Mesa de Entradas a la Presidencia de la Cámara, la que, en la primera sesión que se realice, dará cuenta de ellos a la Cámara y los destinará al Orden del Día. Los despachos de la Comisión Especial de que se haya dado cuenta a la Cámara en las sesiones ordinarias, de prórroga o extraordinarias, se mantendrán en el Orden del Día hasta que fueren tratados. Si fenecido el período la Cámara no los hubiere considerado, volverán a la Comisión, salvo el caso de haberse producido su caducidad. El proyecto despachado por la Comisión Especial y el informe escrito de ésta serán entregados por Secretaría a los representantes de los diarios que lo soliciten para su publicación, después de que se hubiere dado cuenta de él a la Cámara. Los miembros de la Comisión Especial, por intermedio de su presidente, quedan autorizados a requerir todos los datos que estimen necesarios de las oficinas públicas, por intermedio de los jefes de departamento de la Administración Especial, deberán ser elevadas a su presidente, quien dará cuenta de ellas a la Cámara en la primera oportunidad, para que ésta 18 Comisión Especial de Violentología 2013 las resuelva. Todo proyecto despachado por la Comisión Especial y el informe escrito de ésta serán impresos y distribuidos por la Honorable Cámara de Diputados. 19 Comisión Especial de Violentología 2013 20 Comisión Especial de Violentología 2013 Introducción La violencia se ha constituido en uno de los tópicos más discutidos y a la vez menos definidos en los discursos políticos y en las ciencias sociales. Se la ha empleado para referir hechos muy diversos con la engañosa creencia en su generalidad y univocidad. Cada teórico, como cada ciudadano, pretende saber qué es la violencia asignándole el estatus de una cosa, de un fenómeno social entre otros. La violencia existe desde la experiencia subjetiva de cada uno, y esta positividad adquiere nuevos contornos dependiendo de quién la enuncie, quién la evalúe o quien la interprete. De esta manera, la violencia emerge como categoría conceptual “en el cruce de diferentes discursos antagonistas que se disputan una interpretación definitiva”, haciendo de ella una noción tan inabarcable como polisémica (Michaud, 1989: 10) Proponer una reflexión sobre la violencia nos enfrenta con una ventaja que es a la vez un gran inconveniente: la existencia de múltiples y diferentes enfoques teóricos. Este puede ser un hecho ventajoso si asumimos que las reflexiones precedentes –que van desde la etología y el psicoanálisis hasta la antropología, la filosofía, la sociología y el derecho– de algún modo han abierto el camino para una discusión actual; pero deviene una dificultad cuando revela la imposibilidad de definir la violencia como un conjunto de hechos semejantes y fácilmente identificables. Más allá de los diversos enfoques que han querido encorsetar un fenómeno en sí mismo inasible, lo cierto es que la preocupación por definir, describir, explicar y controlar la violencia se corresponde con una particular visión de lo social. Aunque hechos como la guerra, el asesinato o la tortura hayan existido desde siempre, son unas determinadas condiciones de producción del saber y unas particulares representaciones de la vida en comunidad, las que hacen de la violencia un tema relevante para políticos, científicos y ciudadanos. Estos saberes y representaciones son los que convergen en la formación del orden epistémico moderno delimitado por las nociones de orden, normalidad y ley, y sus contrapartes: el caos, lo patológico y la transgresión. Conscientes del carácter situado de la pregunta por la violencia, sus causas y manifestaciones, los miembros de la Comisión quisimos empezar familiarizándonos con los debates y trayectorias teórico- conceptuales más relevantes que se han producido alrededor de esta 21 Comisión Especial de Violentología 2013 temática en los tiempos que corren. En esta Primera Parte del Informe se reconstruyen algunos de los que nutrieron la discusión a lo largo de las reuniones. En el capítulo uno, el Diputado Franco Caviglia nos pone en contacto con el concepto de Violentología, una aproximación integral e in-disciplinaria a la violencia que, comprendiéndola como un fenómeno multiforme, impreciso y con escaso consenso científico, se traza como objetivo confrontar los paradigmas admitidos, disipar los rostros familiares, re-interrogar las certezas y volver a problematizar los problemas. En el capítulo dos, el Diputado Ramiro Gutiérrez indaga en los contornos de este nuevo abordaje de la violencia, mostrando su relación con los saberes existentes, en particular con el derecho y la criminología, y recalcando la novedad y necesidad de un saber violentológico en tiempos de la transformación y crisis del sistema de penas y castigos. El capítulo tres revisita la pregunta por el origen de la violencia reconstruyendo los debates que disciplinas como la etología, el psicoanálisis, la sociología y la antropología articularon en torno a su carácter innato o adquirido, situando a la violencia en el debate naturaleza- cultura. Tomando distancia de las posturas innatistas y biologicistas, el capítulo cuatro se articula en torno a la relación histórica entre violencia y poder, que ha suscitado un sinnúmero de reflexiones en la filosofía, el derecho, la sociología y la ciencia política, haciendo notar la cifra común de estos enfoques: la vinculación de la violencia con la fundación, conservación o emancipación del poder político, sea como su medio específico o como su negación. Tras el recorrido por estas cuatro grandes discusiones, la Comisión acordó unos presupuestos conceptuales mínimos para avanzar desde allí al tratamiento in situ de la violencia. En primer lugar, la consideración de la violencia como un fenómeno social total, esto es, un hecho de la vida social que no solo implica acciones sino que articula en forma simultánea e indisoluble elementos pertenecientes a todas las esferas y a todos los niveles de la realidad social: jurídicos, económicos, políticos, religiosos, biológicos, psicológicos y simbólicos (Mauss 1979; Gurvitch, 1979). En segunda instancia, la definición de la violencia no como una sustancia o cosa a ser descubierta, ni como una impronta psíquica o biológica innata, sino como modo específico de relación en la que una de las partes realiza su poder acumulado. Esto los lleva a la tercera característica de la violencia: su relación inexorable con el poder, 22 Comisión Especial de Violentología 2013 tal y como este ha sido concebido en las sociedades logo-falo-céntricas1, esto es, como resultante de una situación inicial de violencia, o de amenaza de su uso potencial. La violencia es el producto de relaciones de poder asimétricas en las que una de las partes niega a la otra y la lleva a su destrucción parcial o total en el esfuerzo por obtener su obediencia o sometimiento (Maturana, 1992). En cuarto lugar, la violencia tiene un carácter multidimensional: puede ser directa o indirecta y sus efectos van más allá de la mera fuerza física para adquirir manifestaciones culturales, estructurales y simbólicas. Finalmente, en lo que hace al desenvolvimiento histórico de la violencia, hay que decir que, si bien el proceso de la civilización ha implicado un suavizamiento de las costumbres, éste no da señas tanto el desarraigo de la violencia como de su refinamiento y redistribución. En este sentido, la violencia lejos de ser extirpada del todo social como un atavismo o una reliquia de los tiempos arcaicos, está siempre redefiniendo sus actores, dispositivos y teatros de operaciones. El concepto de falogocentrismo es empleado por Derrida en su texto La farmacia de Platón, para referirse a la unión de los términos logocentrismo (poder del conocimiento) y falocentrismo (poder del hombre). Ambos se solidarizan estratatégicamente para estructurar y garantizar el fundamento hegemónico de la razón patriarcal, imponiéndose como el único referente de conocimiento, especialmente en el campo político y cultural. Según Derrida, “el falogocentrismo muestra la estrecha solidaridad que existe entre la erección del logos paterno (el discurso, el nombre propio dinástico, rey, ley, voz, yo, velo del yo-la-verdad-hablo, etc.) y del falo como significante privilegiado” (De Peretti, 1989: 101-106). 1 23 Comisión Especial de Violentología 2013 Capítulo I Violentología: Una aproximación integral e in-disciplinaria a la violencia2 1. El inconformismo del pensar Violencia, palabra que fascina, excita y a su vez genera angustia y miedo, tal vez porque convivimos con lo que mata, con lo que somos y dejamos de ser. Paradoja que nos comprende como seres humanos. Pensar la violencia y más aún, pensarnos en la violencia, nos coloca frente a preguntas pendientes que abren muchos interrogantes sin responder. ¿Por qué hay preguntas que nadie se atreve a plantear?, ¿tal vez le tememos al ridículo por carecer de una respuesta adecuada?, ¿por qué suponemos que todo el mundo sabe, en líneas generales, a que nos referimos?, ¿por qué la noción es demasiado imprecisa como para llegar a convertirse en objeto de un saber determinado?, ¿por qué creemos que estamos definitivamente liberados de ellas? o ¿por qué nos remite a una realidad que se resiste a toda verificación o invalidación? Entonces, ¿qué es la violencia?, ¿cuánto sabemos sobre ella?, ¿cómo la percibe la sociedad?, ¿cómo pensamos que la sociedad la percibe?, ¿por qué se ubica más allá de las razas, los lugares, los tiempos y los grupos sociales?, ¿cuáles son las causas de su permanencia?, ¿qué explicación podemos ensayar?. En fin: ¿cómo definirla, cuáles son sus causas, su función, su finalidad y cuáles los factores que predisponen a que ocurra o no ocurra; cuáles son los diferentes niveles de análisis espacio - temporales en los que se manifiesta; qué alcance tiene; cuáles son sus consecuencias visibles y no visibles? Tales interrogantes nos conducen a una multiplicidad de perspectivas que no nos permiten tener un concepto claro de lo que es3. Un Capítulo preparado por el Diputado Franco Caviglia Elsa Blair Trujillo (2009), al procurar construir un concepto más satisfactorio de la violencia que le permitiera abarcar un mejor panorama para cimentar conceptos más desarrollados teóricamente, señala que no lo logró pero que tal resultado no fue sólo suyo a juzgar por esfuerzos similares de otros académicos que, transitando por diferentes recorridos, se enfrentaban a la misma dificultad. A su vez nos dice que “desde las aproximaciones a la violencia asociada a la política y al poder, trabajada por politólogos y polemólogos, a la violencia como “mito” del origen, trabajada por antropólogos en las fuentes de la antropología política, pasando por corrientes psicológicas sobre las teorías de la agresión y por la criminología e incluso por teorías psicoanalíticas, y hasta por la agresión animal, los autores no llegaban a dar una definición precisa o a ponerse de acuerdo sobre el 2 3 24 Comisión Especial de Violentología 2013 fenómeno sin centro, con fronteras difusas y oscuras, que potencia la transformación viva de nuestra existencia y, a su vez, nos conduce a la transgresión, alejándonos de la deseada unidad de su comprensión. La diversidad de sus manifestaciones y funciones sociales es indicativa de su carácter multidimensional que a su vez, dificulta su teorización4. Además, su ambigüedad le otorga a priori un significado multívoco (González Valenzuela: 1985) y su comprensión deviene en asunto complejo. No sólo cada situación puede ser interpretada desde diferentes perspectivas y enfoques - de hecho así funciona - sino que además, los factores que contribuyen a su existencia se combinan necesariamente entre sí. Su concepto es trabajoso, no lineal, productivo, destructivo y a su vez reproductivo. Es además, mimética, contagiosa, casi homeopática. Lo que la violencia ha hecho, siempre puede volver a hacerlo. Está presente desde el origen de la cultura; es impredecible, arrolladora y caótica, pero también ordenadora, pues cohesiona su energía devastadora. Por eso, nunca puede ser entendida solamente en su forma mecánica sino también en lo que representa. Enfocarse sólo en los aspectos materiales de la violencia es un veredicto que la transforma en un ejercicio clínico o literario que corre el riesgo de degenerar en teatralidad u obscenidad de su sentido. Desafía todo tipo de categorías conocidas; puede ser todo y nada, legítima o ilegítima, necesaria o inútil, sin sentido y gratuita, o completamente racional y estratégica. Interpretaciones tan contrapuestas de un mismo concepto generan una enorme dificultad en definir la violencia en cuanto tal. Sobre la necesidad de (in) disciplinar: Tenemos el signo, pero se desconfía de las definiciones. Se busca su atributo, su comprensión, la narración de historias no contadas y el cuento de historias falseadas. Disuelve el precepto, el saber, el orden, pero también lo crea. A veces parece que la razón nos abandona. Nos cansamos, pero volvemos a empezar; tal vez ese es el misterio, volver a empezar vale la pena. Apela a la memoria y a los olvidos para situarse en la agitación creadora, que también es destructora. Se explica y desconfía de lo concepto. Quizá porque - como lo señaló Jacques Sémelin - no existe una teoría capaz de explicar todas las formas de violencia. Ella tiene numerosas caras, fruto de procesos distintos. Termina concluyendo que no cree que sea posible “establecer un concepto de violencia que sea unívoco”. 4 Eduardo González Calleja, señala: “el carácter fragmentario y omnipresente de la violencia hace delicada su teorización. Su multidimensionalidad es indicativa de la pluralidad de sus valores anejos y de sus diversas funciones sociales, de ahí que no se pueda ni se deba estudiar como un fenómeno unívoco. La violencia presenta algunas dificultades importantes de partida para su estudio, y la primera de ellas es la apariencia difusa y anárquica de alguna de sus manifestaciones más llamativas, que no se dejan atrapar fácilmente por un análisis convencional de orden etiológico y tipológico”. 25 Comisión Especial de Violentología 2013 dicho. Nos impulsa a desconfiar de lo que creemos y de lo que el otro tenga para enseñarnos. Tal vez, como nos dice el pensador español Santiago Villaveces (1996), “la conceptualización de la violencia borra en sí misma el hecho violento”, su lado humano. Hace un par de años escribí un libro (Caviglia: 2009). Pensé que estaba muerto pero cobró vida por sí solo. Nunca tuve la intención de que reviviera. Refiere a cuestiones sobre el origen, la cultura y la violencia. No es un texto científico, pero su campo tampoco lo es, inconveniente que nos facilitó comprender que hay otras profundidades que es difícil disciplinar o expresar. Es subjetivo, pero no me pertenece, tiene que ver con vivencias, especulaciones y refiere a relaciones, tensiones y la evolución de la cultura. Tiene algo de inasible. Una figura indeleble que no se puede domesticar, ya que su mansedumbre nos puede conducir a una multiplicidad de enfoques o al peligro del reduccionismo. Analizar la violencia desde una sola variable, una sola dimensión o una sola disciplina nos conduce a una mirada sesgada y parcial de la realidad. La unilateralidad explicativa, puede ser una omisión inconsciente, un problema epistémico producto de utilizar un marco teórico acotado, el resultado de una distorsión ideológica, o tal vez, pretenda esconder intereses nada altruistas. Como fenómeno multiforme, impreciso y con escaso consenso científico, deviene necesario confrontar los paradigmas admitidos, disipar los rostros familiares, reinterrogar las certezas, volver a problematizar los problemas, lo que se cree que es y tal vez no lo es. Ver el acaecimiento, el escenario, el contexto, el discurso en la que se crea, para interpretar el cambiante potencial de un sedimento cultural que permanece. Quizás entonces, la violencia ya no tenga el mismo sentido, pero sigue teniendo sentido su enunciado. La misma palabra y distintos hechos para idéntica justificación. Para alguien que priorizó la corazonada, y cuestionó la razón y la ciencia como única forma de conocimiento, es tiempo de encuadrarse y comenzar a hablar. Como todo signo, la violencia forma parte de nuestra historia. No deberíamos olvidarlo, sobre todo ahora, que es un territorio estratégico para los discursos de la actualidad. Ocupa un lugar central para comprender la experiencia presente, con su naturaleza extrema, fragmentaria y su dimensión imprevista en un tiempo marcado por la falta de significantes. Una violencia que se filtra por las brechas de una modernidad en crisis. Tal vez por eso, estamos en un territorio sembrado de equívocos donde nada nos garantiza que nuestra reflexión no sea otra cosa que su propia duplicación. 26 Comisión Especial de Violentología 2013 Donde lo obvio esconde nuestros límites interpretativos y la urgencia del presente oscurece nuestra búsqueda de claridad, la visibilidad global de la violencia exige una explicación y los “responsables” de esa explicación se ven en la obligación de “luchar” para su prevención o bien erradicarla. La búsqueda apremiante de soluciones surte sus efectos. Veámoslo en un caso demostrativo por la entidad del dicente. La Organización Mundial de la Salud en su Informe mundial sobre la violencia y la salud de 2002, contribuye a la perplejidad de lo que por sí ya es impreciso. En el subtitulado “Definición de la violencia” nos empieza aclarando que: a.- falta una definición clara del problema; b.- es un fenómeno sumamente difuso; c.- es complejo; d.- es una cuestión de apreciación; e.- puede definirse de muchas maneras; f.- su diversidad se debe a quién lo haga y con qué propósito. Sin embargo, luego de tamaño análisis, unos párrafos más abajo remata con su propia definición, que al citarla, nos remite a un documento inédito. Sin embargo, sus intenciones son más ambiciosas si tenemos en cuenta que “divide a la violencia en tres grandes categorías”, cuando antes había afirmado tajantemente que debemos: a.- contrarrestar la fragmentación; b.- superar las propuestas segmentadas en áreas especializadas de investigación y actuación; c.- prestar especial atención a los rasgos comunes y d.- dar paso a una perspectiva holística de la prevención. No olvida decir que tales clasificaciones “son escasas” y “ninguna es integral ni goza de aceptación general” (OMS: 2002)5. Entonces, ¿cómo se entiende lo dicho?, ¿cómo se comprende este discurso? Parece que en el campo de la violencia todo tiene explicación si razones académicas, institucionales, de poder o ideológicas, al menos, así lo requieren. Cumplida está la necesidad del orden explicativo de las cosas. En este contexto, el hombre moderno sufre un bombardeo de información mañana, tarde y noche6. Al escuchar las noticias se interna en un mundo donde la diversidad, la abundancia y 5 Constituye el primer estudio exhaustivo del problema de la violencia a escala mundial; en él se analiza en qué consiste, a quién afecta y qué cabe hacer al respecto. 6 Imbert señala la transformación del hacer en el ver, generado por los mass medias de la que resulta una hipervisibilización de la violencia. “La representación moderna ha llegado a un grado tal de hiperrepresentación que la violencia (y hasta la muerte) se ha trivializado y, de tanta repetición, serialización, saturación, ya no produce efectos reales”. “El exceso de visibilización en la representación de la violencia, de la muerte, del sadismo acaba produciendo insensibilización en el sujeto; y de la trivialización de las imágenes y su integración a relatos y prácticas de corte lúdico se llega a una aseptización de la violencia, a su aceptación como hecho natural, con sus derivas lúdicas o estéticas. La utilización de escenas de violencia real o simulada en reality shows, docudramas y “programas de realidad” (tipo “Real TV” en Estados Unidos, “Impacto TV” en España), facilitan esta confusión. La violencia erigida en código (en el cine de Tarantino, por ejemplo) contribuye a imponerla como referente, a volverla no sólo aceptable, sino fuente de placer, dentro de un juego voyeurista.” Hemos alcanzado un grado tal de saturación que la violencia ha entrado a formar parte del universo de 27 Comisión Especial de Violentología 2013 la reproducción de los episodios más variados, más ajenos o más cercanos a su vida cotidiana, penetran bruscamente en su esfera mental. Esta repetición incesante de mensajes modifica su visión del mundo, reconstruye su percepción, su opinión, sus sentimientos. Súbitamente, su comprensión del universo se efectúa únicamente a través de estas construcciones sociales que le pertenecen al otro, donde se confunde la violencia representada con la representación de la violencia. Quizás, una de las ideas más repetidas que se entrega al público, con la reproducción de imágenes televisivas, radiales e informáticas, es la "violencia que invade la vida diaria de nuestras calles". Acompañan y refuerzan estas imágenes, los discursos dirigidos a señalar una mayor intensidad de la "violencia", estimando estos sucesos como circunstancias insólitas en épocas pasadas - lo cual es evidentemente falso -, que se han convertido en algo común de nuestro presente, en el que abundantes foros, artículos editoriales y conferencias dan crédito de esta nueva realidad y de la pérdida de valores en el mundo actual - lo cual es dudoso-7. Es que, en el gran juego de la información, si se quiere que el mensaje llegue a destino, tiene que pasar antes por varias pruebas: selección, descontextualización, reducción, maniqueísmo y exageración. Hoy la violencia es inmutable a todas estas pruebas. Pero la actualidad es ambigua, y si se quiere dominar esta ambigüedad, el ser humano debe darse tiempo para el análisis y la reflexión desde una perspectiva histórica que le permita contemplar la historia inmediata en su relación con la historia a largo plazo. representaciones como algo natural, ineludible, “que consagra una forma de violencia en la representación misma de violencia”. Para una aproximación teórica al concepto de hipervisibilidad y su aplicación al campo de la comunicación audiovisual, remito a Imbert, Gérard (1986). 7 Sucede que ahora conocemos mejor la violencia. Tal vez la preocupación y la angustia que la sociedad tiene por el “aumento de la violencia”, se deba a que la violencia se nos metió en nuestra casa, en el trabajo, en la familia, entre los amigos, en nuestra cotidianeidad. La violencia es más visible como consecuencia de la rápida evolución que ha tenido la tecnología de las comunicaciones y esa mayor visibilidad genera intranquilidad y ansiedad dentro de una cultura que se adapta a un ritmo más lento a los nuevos modelos y procesos sociales, institucionales y económicos. La velocidad del desarrollo tecnológico no se ve correspondida por un acomodamiento social, cultural e institucional en un mundo globalizado donde los hechos son cada vez más públicos. Si queremos comprender la violencia debemos empezar por aceptar los profundos cambios irreversibles que acompañan a la sociedad moderna, y desde ese entendimiento enfrentar la realidad que nos toca vivir de manera crítica reconociendo que ahora sabemos con rapidez de “lo bueno y de lo malo” que sucede a nuestro alrededor. Un alrededor que es cada vez más amplio que aquel al que estábamos acostumbrados. Ahora sabemos mejor qué hacemos los humanos, que en su esencia no es muy diferente de lo que siempre hemos hecho, sólo que ahora lo tenemos presente todos los días y en casi todas partes. Debemos partir de reconocernos como en realidad somos y desde esa aceptación asumir la responsabilidad de lo que queremos hacer. 28 Comisión Especial de Violentología 2013 Pero es el signo quien nos domina con una amplia y variada bibliografía, información y pluralidad de discursos, que es acompañado y duplicado, desde los enfoques específicos de distintas disciplinas sociales que induce a la dispersión, pues contiene y responde a factores sociales, culturales, políticos, éticos, históricos y psicológicos, cuanto menos. De ahí, que muchas disciplinas tengan algo o mucho que decir sobre la violencia. Por ese motivo, se nos habla de violencia estructural o simbólica, física o psicológica, política, social o institucional; el resultado de que la mayor extensión del término debilita su valor descriptivo e interpretativo, así como también su contexto de explicación y justificación, donde la “verdad” solo encuentra sentido en el marco teórico a la que está incorporada. Ninguna de las concepciones sobre la violencia, que desarrollan las distintas disciplinas - sin perjuicio de lo riguroso de las definiciones, conceptos y categorías que utilizan - satisfacen enteramente la necesidad de una concepción que sea omnicomprensiva y con límites claros al mismo tiempo. Es decir, que presente una extensión y una frontera que fije los límites a la violencia. Las precisiones son importantes cuando se trata del complejo trabajo de establecer qué es violencia y qué no es, o no alcanza a serlo. En el tratamiento riguroso de esta realidad, tan ligada a las más diversas formas del comportamiento humano, fijar el campo y el marco preciso de lo que entendemos por ella, constituye un elemento decisivo para el éxito de su comprensión. El acuerdo previo en términos y conceptos aparece aquí como un umbral necesario para su iniciación8. Silencio y paradojas: En tal sentido, deviene necesario delimitar qué se entiende por violencia. ¿A qué clase de conocimiento se refiere la violencia? ¿En qué difiere el conocimiento de la violencia “per se” del conocimiento que tenemos sobre la violencia política, cultural, estructural, interpersonal o de género? ¿Es la violencia una disciplina científica, una rama de otra disciplina o un nuevo campo de estudio? ¿Es preponderantemente empírica, intuitiva o deductiva, o bien es una combinación de las tres? ¿Sólo es posible hablar de “violencias” que por su particularidad deberán ser abordadas como “violencia política”, 8 Thomas Platt (1992) nos dice que la aplicación cada vez más extensa del término "violencia" puede surtir el efecto de deformar o ampliar su significado, complicar distinciones significativas, con lo que conseguimos confundir a los demás y a nosotros mismos y aumentar las probabilidades de incurrir en errores de razonamiento. Violencia interpersonal, social y política, “violencia abierta” y “violencia encubierta”, como forma silenciosa de “violencia”, no han hecho más que expandir el significado de la palabra violencia, pues al no implicar necesariamente un ataque o una agresión como sería el caso de una medida disciplinaria de un maestro aplicada en el marco de un sistema educativo, se estaría estableciendo la categoría de “violencia tranquila”, con lo cual se pregunta “si el próximo descubrimiento será el de la violencia no violenta”. 29 Comisión Especial de Violentología 2013 “violencia organizada”, “violencia estructural”, “violencia simbólica”, “violencia interpersonal”, “violencia de género”, “violencia en la niñez” e incluso “violencia del lenguaje”, entre tantas otras? ¿Es la violencia un concepto subjetivo, relativista e ideológico, a tal punto que resulta imposible arribar a una conclusión sobre sus atributos? En tanto que una situación violenta como una revolución, una guerra, o actos violentos, así como también su “castigo”, pueden considerarse como tolerables, aceptables, convenientes, hasta justos y legales, o por el contrario, intolerables, inaceptables, reprochables, injustos y condenables. ¿Esto nos conduce inexorablemente a una paradoja axiológica? Si bien siempre que hay violencia hay víctimas, su carga valorativa adquiere una connotación ambivalente. Dependerá en gran medida del universo de valores de la comunidad, de sus mecanismos simbólicos, de sus mitos, ritos, códigos o leyes. De tal manera que estaremos frente a un homicidio, un castigo injusto, un mecanismo de control social, un delito, una forma de ordenar el caos, un sacrificio o tal vez un chivo expiatorio. Además, ¿estamos frente a una paradoja semántica en cuanto a si la ablación de clítoris, el castigo corporal, el aborto, o la eutanasia remiten a actos de violencia o no? ¿Su carácter fragmentario y multidimensional, es indicativo de una pluralidad de valores y de sus diversas funciones sociales, de ahí que no se la pueda y tal vez ni se la deba estudiar como un fenómeno univoco? ¿Tenemos una violencia, es decir, “la violencia” que es el marco de referencia común a las diferentes expresiones de la violencia, o “violencias” que como tal solo pueden ser abordadas desde el contenido epistemológico de las distintas disciplinas existentes? ¿Cómo podríamos hacerlo sin categorías de análisis, sin conceptos, sin campo de estudio propio; en fin, sin un marco teórico común que comprenda todo lo que decimos cuando decimos violencia? ¿Es acaso la palabra violencia una palabra muda, en tanto no podemos construir un discurso alrededor de ella? Lo mismo ocurre en materia metodológica. ¿Cómo se pone a prueba una teoría sobre la violencia para que sea considerada una ciencia?, ¿de qué tipo son las hipótesis y qué funciones desempeñan?, ¿en qué se diferencia una explicación de una descripción sobre la violencia?, ¿en qué difiere una explicación de una predicción de la violencia?, ¿cómo se elaboran y utilizan los indicadores de la violencia?, ¿es verdad que los datos de la realidad son su laboratorio experimental? 30 Comisión Especial de Violentología 2013 Desde el punto de vista ontológico. ¿Qué es la violencia: una acción, una situación, una interrelación, un ente, un estado o un proceso? En particular, ¿qué es la violencia interpersonal, política, institucional o estructural?, ¿cuánto tiene de verdad la violencia simbólica?, ¿cuáles son los elementos más frecuentes de la no - violencia? Por otro lado, ¿es la paz un bien supremo?, ¿la paz es la no - violencia o es otra cosa?, ¿es la normalidad social siempre preferible al no orden?, ¿cómo se relacionan fines y medios en la violencia? ¿Cómo está relacionada la violencia con la no - violencia? ¿Debemos resignarnos a la imposibilidad de construir un campo de estudio autónomo sobre la violencia? En tal caso, ¿quién lo dice, desde dónde lo dice y porqué lo dice?, ¿las distintas disciplinas que abordan parcialmente la violencia desde su campo de estudio?, ¿lo dicen desde la imposibilidad o desde la comodidad?, ¿hubo propuestas que fracasaron definitivamente en el intento? o ¿acaso la creación de un espacio para el estudio de la violencia nos conducirá hacia un reduccionismo que nos impedirá abordar científicamente una problemática sumamente compleja? Se pueden hacer conjeturas y especulaciones, pero en verdad todavía no lo sabemos. Del sentido y el significado: El sentido de la violencia se encuentra en estado de abandono y esa situación nos causa angustia. Entonces aparecen los demandantes de sentido para tranquilizar, para que nos de abrigo sin importar que lo que significamos como sentido solo cobre actualidad con su significado. Entonces cuando se proclama que vamos a “erradicar la violencia” no entiendo bien si se quiere erradicar la palabra o bien decir, todavía estamos aquí, vivos, conviviendo con la violencia. Tal vez se atrapen a las palabras como si fueran cosas, donde el sentido es el significado y vuelta a empezar. ¿Es la violencia un atributo humano? Expresado en estos términos se la podría emparentar incorrectamente con ciertas teorías biologicistas. En verdad se trata de un atributo que cobra sentido en el “mundo de lo humano”. No se la puede aceptar o rechazar voluntariamente en cuanto no es buscada, querida o no querida, sino que existe y pertenece al espacio relacional de la convivencia humana. Es una compañera (no) querida de la condición humana? Si bien su praxis adopta la forma de una actividad destructora - creadora, su omnipresencia pertenece a lo que acaece en el mundo - social - total. No es la atmosfera agobiante de nuestra existencia, ni el telón de fondo de 31 Comisión Especial de Violentología 2013 nuestras acciones. Solo se trata de reconocer que es y en cuanto que es, existe. Encontrar un sentido importa desentrañar la complejidad multiforme con la que se manifiesta, las distintas máscaras con la que se presenta y el arrastre teórico que da lugar a una pluralidad de significados. En tanto que el sentido es anterior a toda significación, previene todas las significaciones. Como decíamos, el sentido es y en cuanto que es, existe, mientras que el significado es una construcción social humana posterior al sentido. Identificar sentido y significado es propio de un pensamiento totalitario. Debemos a las ciencias sociales el conocimiento de los distintos significados que adquiere la violencia. Ahora llego el momento de poner en escena su sentido en tanto acontecimiento originario fundante de la violencia. Las disciplinas sociales tradicionales nos afirman su absoluto silencio. No cabe duda de que el ciclo está cerrado. Las ciencias sociales nos muestran su disciplina y ausencia. Peor aún es que al carecer “de sentido” la violencia se pretende que sus múltiples significados sean sus hijos adoptivos. El principal atolladero en el que se encuentran los significados es que no pueden salir del dilema dualista que presentan las disciplinas sociales: estructura vs función, individuo vs sociedad o materia vs idea. Tal vez esté expresado en términos un tanto “ásperos”, pero esa es la imagen que quiero proyectar para que quede claro que el debate dualista nos conduce a un punto muerto. Para salir de esta encerrona debemos pensar en términos relacionales donde el espacio relacional que se da entre las personas no es independiente, anterior o posterior a la misma sino que forma parte de ese proceso social todo, en el cual la violencia cobra sentido. Debemos destacar que esta forma de entender la violencia constituye una reconfiguración de sus conceptos y categorías centrales. En tal dirección la violencia no puede ser vista como una acción, un hecho o una situación propia de los agentes que forman parte del acontecimiento, sino desde una perspectiva que rechace la primacía de categorías y conceptos sustantivos atributivos de sentido. Por el contrario, el imperativo que atribuye sentido a la violencia está dado por el proceso social de relación interhumana que se da entre las personas Luego viene otra etapa, que no guarda relación con la anterior, donde las distintas disciplinas 32 Comisión Especial de Violentología 2013 sociales decretan el significado de la violencia dentro del marco teórico y con los limites propios de la disciplina social de que se trate. Lo dicho pone de manifiesto un quiebre absoluto entre el sentido de la violencia y el significado que le dan las distintas disciplinas científicas. Significado que se construye socialmente y no guarda ninguna relación con su sentido como fundamento último de la violencia. En búsqueda de la Violentología: Esta búsqueda de precisión nos revela algo más, la necesidad de una nueva lectura de la violencia. Desde un lugar no dogmático, que suponga el manejo de conocimientos de otras áreas científicas y busque nuevas referencias teóricas, para comprender sus múltiples caras. Indagar nuevos límites, bucear en otras profundidades, abriendo las fronteras del conocimiento a otros espacios del saber. Volver al pasado, a las viejas tensiones, para iluminar el presente, recuperando protagonistas y experiencias olvidadas. Un presente que aparece como una caldera, donde todo está a punto de explotar, pero que nunca explota del todo. No hay certezas, pero tampoco hay responsables. ¿Entonces qué? La posibilidad no pasa por la destrucción de todo lo anterior, ni tampoco por la repetición. Pasa por comprender, por buscar lo esencial, lo arcaico, la particularidad de su expresión y su totalidad óntica. Dar visibilidad a lo oculto, a lo amordazado y estar atentos para apartarnos de su origen y al mismo tiempo tomarlo. Lo que antecede es sólo un breve repaso de problemas a investigar. Si bien es cierto que ellos ya han sido tratados en profundidad por varios autores, también lo es el hecho de que han sido abordados a partir del marco teórico de su propia disciplina o con la ayuda de las herramientas de que disponen otras disciplinas, lo que no es incorrecto si no fuera por sus resultados. Pero no sigamos lamentando la situación actual y comencemos a transitar el camino del viejo consejo chino: Más vale encender una vela que deplorar la oscuridad. Aportemos nuestro grano de arena al estudio de la violencia, emprendiendo el análisis de sus problemas, su comprensión y su campo de investigación. Existe un fuerte consenso científico en torno a quienes sostienen que no es posible referirse a un concepto unívoco de violencia (y tampoco sería conveniente)9, sino a las diferentes formas 9 Ver citas n 1 y 2. 33 Comisión Especial de Violentología 2013 que las violencias adoptan en la realidad. Esta hipótesis lleva a negar que se puedan agrupar todas las violencias en un concepto único, que comprenda todo el conjunto de violencias que existen en la actualidad. Pero tenerle miedo a las ideas generales equivale a tenerle miedo a la posibilidad de aproximarnos a una teoría pura de la violencia, siempre que no las reifiquemos. De no ser así, se podría decir que lo que vale para los conceptos particulares o específicos de las violencias, vale también para el concepto general de violencia a secas. Si no aceptáramos como posible un concepto general de violencia no tendría sentido proponer un campo autónomo de estudio de la violencia, y en tal caso, no se alcanza a comprender como sería posible definir las violencias particulares, en las disciplinas que utilizan dicha palabra. Pero una cosa es aceptar la necesidad del término violencia y otra es definirlo10. Si bien es cierto que se puede caracterizar con suficiente precisión y certidumbre razonable lo que es un homicidio, una violación o la guerra, también es cierto que no se posee ningún concepto general, claro y adecuado de violencia. Tampoco se dispone de un concepto de no-violencia o de paz. Si supiéramos cuales son las condiciones necesarias y suficientes para que no haya violencia, la tarea de definir la violencia sería un ejercicio trivial de lógica. En efecto, diríamos que una sociedad o persona es violenta si y sólo si no es no-violenta. En síntesis, podríamos decir que la violencia es igual a la no “no-violencia”. Pero desgraciadamente, lo que ahora no está claro es si se trata de un razonamiento lógico o de un mero juego de palabras. Es posible que no se logren forjar conceptos generales, claros y adecuados de violencia y de no-violencia hasta tanto los investigadores no se decidan a dar un fuerte impulso al estudio de la violencia como campo propio. Al menos, esto es lo que sugiere la historia de la cultura, en 10 Tenemos el término pero no su explicación. Al examinar este término, se observa que han sido diversos los discursos que se han construido en torno de sus múltiples aristas, dando lugar a variadas tipologías en concordancia con los cambios espaciales y temporales. La violencia es un término ambiguo cuyo significado es establecido a través de procesos políticos. Los tipos de hechos que se clasifican varían de acuerdo a quién suministra la definición y quién tiene mayores recursos para difundir y hacer que se aplique su decisión. En otras palabras, el concepto de violencia en sí mismo es un concepto multívoco, lo cual explica las dificultades al intentar definirlo con precisión. A su vez, en la práctica el fenómeno de la violencia cruza múltiples campos interdisciplinarios y áreas de investigación, razón por la cual los estudios tienden a ser fragmentados y solo responden a la disciplina científica que lo estudia, lo que ha impedido el desarrollo de una teoría general de la violencia. Así, se puede observar como la palabra violencia se emplea para referirse a un conjunto de acciones, hechos y situaciones tan heterogéneos que parecieran no tener ninguna conexión entre sí, mientras se mantiene constante la poca preocupación por diseñar sus postulados básicos. 34 Comisión Especial de Violentología 2013 la cual todas las ideas generales han permanecido en la sombra mientras no se fundaron teorías generales que las explicaran. Además, nos interesa destacar que no nos referimos a una mera sumatoria o agrupamiento de conceptos, categorías o ideas, sino a un campo autónomo de estudio donde converjan todas las disciplinas. Por otra parte, va de suyo que no proponemos un conocimiento de la violencia como una meta definitiva. Se debe aspirar a incrementar su calidad, sin aumentar el volumen de la producción académica. En otras palabras, lograr un desarrollo científico ininterrumpido hasta alcanzar el nivel de madurez y a partir de ahí impulsar un progreso científico que no involucre necesariamente un aumento de su volumen productivo. Esto no implica que no debamos incorporar la “masa crítica” desarrollada hasta el presente desde la diversidad de disciplinas que la han estudiado. De tal forma que el conjunto “violencia” estaría formado por la convergencia y encuentro de los subconjuntos que han aportado los estudios de la “sociología de la violencia”, “antropología de la violencia”, “violencia política”, “violencia psicológica” y demás subconjuntos que hayan contribuido al estudio de la violencia desde una perspectiva que le es propia. De esta amplia gama de definiciones, análisis, trabajos de campo, descripciones históricas, criterios normativos y valores, tenemos el desafío de buscar un mínimo de consenso científico para determinar los presupuestos epistemológicos y metodológicos que nos permitan crear un campo de estudio autónomo de la violencia. Si a priori parece una tarea imposible, recordemos que tal imposibilidad se ve mitigada por la ausencia de propuesta alguna que la demostrara. Sin duda habrá dificultades, pero nunca imposibilidad. Todo lo que nosotros sabemos y hacemos depende de nuestro saber y también de nuestro saber hacer. No obstante este saber y saber hacer tropieza con límites. En primer lugar, los limites que imponen las propias disciplinas y que son traspasados cuando se generan nuevas hipótesis que tienen significado en el mundo científico de dicha disciplina. El segundo límite es de otra característica y consiste en que toda ciencia, todo saber disciplinario, está determinado por su ámbito de nuestro saber en el mundo. El mundo no es objeto de investigación, sino que para conocer “el mundo”, debemos “romperlo en pedazos” y nuestro saber disciplinario se corresponde con un pedazo de ese mundo. 35 Comisión Especial de Violentología 2013 Vamos a decir algo obvio, pero a veces hasta lo obvio necesita decirse. Nuestro saber en el mundo no se agota con lo que sabemos en este instante. Es posible que exista algo no descubierto. No sólo es posible, es hasta muy posible. Por eso el interrogarse. Por eso me he referido a una serie de preguntas, con la intención de que a esas preguntas le siga un despertar. Tampoco venimos a empezar algo nuevo. En verdad no sabemos cuándo ha empezado. Solo intentamos penetrar a través del velo que nos conduzca al conocimiento de la violencia. Hoy, al igual que antes o más adelante, es necesario conocer el “mundo de la violencia”. Incluso hoy es más necesario que antes, pues a consecuencia de nuestro saber y de la crítica de nuestro saber, se vuelve más claro lo que quizás en tiempos anteriores era menos claro. Tal vez este tampoco sea el tiempo, pero nunca sabremos cual es el tiempo si no lo buscamos. ¿Qué es la violencia? Esta pregunta va unida a la inseparable búsqueda de lo que somos. Por eso es incómoda, tal vez por eso nunca es el tiempo, porque no queremos saber lo que somos11. ¿Y por qué la pregunta? Porque es posible que nos permita salir de los lugares comunes y pegar un salto en nuestro lento reflexionar. Y para eso no hay que ser complicados, solo hace falta una pregunta, una simple pregunta para pegar un salto hacia el despertar. También es posible que no queramos despertarnos por el temor de que ese despertar nos genere una angustia insoportable12. Bendita comodidad de lo conocido. Sin embargo, es impostergable conocer el camino que nos conduzca a saber qué es la violencia. Se nos podría decir que ya sabemos qué es la violencia, pues “todo el mundo sabe qué es la violencia”. Pero resulta que sabemos tanto, que hasta es sospechoso saber tanto, que es como saber poco más que nada. Es lo que justifica dar el salto y salirse del común de los saberes. Solo emprende este camino quien percibe los límites y no se contenta en convivir dentro de los límites de lo establecido, en la cárcel de la armonía de las convenciones 11 La violencia es nuestra sombra. Quien ha visto la cara de la violencia sabe que es como tocar fondo en las profundidades de lo humano. Sabe que significa hundirse en algo oscuro, amenazante, destructivo que nos espanta. Pero lo más espantoso es tener que aceptarla como algo humano, que nos pertenece. La violencia, cualquiera sea la externalidad en que se revele y sin importar de donde venga nunca dejara igual nuestra imagen de lo humano como arquitectura superior del cosmos que nos pertenece. 12 En general, nos resulta sencillo y cotidiano escuchar que otros hablen de violencia, pero somos renuentes a pensarnos a nosotros mismos pensando la violencia, pues ante el horror de la palabra el sentido no tiene soporte y nos refugiamos en fachadas egoístas que no desconocemos, proponiendo recetas que prometen soluciones y hacen nuestra existencia menos desgarradora. 36 Comisión Especial de Violentología 2013 convenientes. Tal vez debamos recorrer un largo camino, tal vez no tan largo o más largo aún, pero como todos sabemos, el comienzo es el primer paso. Es el desafío de romper con las convenciones y la aventura de penetrar más allá de lo conocido, sabiendo que nos liberamos de las certezas pero somos esclavos de lo desconocido. “Esclavos” de un pensamiento libre. Nuestra tarea para el futuro próximo consistirá en tratar de establecer las bases teóricas y metodológicas que nos permitan explicar qué es la violencia. No resulta sencillo, pero a partir de un enfoque (in) disciplinario tendremos en la mano un amplio espectro de perspectivas teóricas y metodológicas, que no compitan entre sí, sino que converjan en su extensión y límites para entender mejor este fenómeno que hoy en día tiene una presencia significativa en la vida cotidiana, en el discurso público y en los ámbitos académicos. Esta realidad nos obliga a responsabilizarnos en la discusión para comprender lo mejor posible la violencia y a partir de esa mejor comprensión orientar medidas para reducir y mitigar su presencia. Si bien es una problemática oscura, aún en las profundidades, cuando la conectividad es posible, el desafío es obligación. 2. Aforismos en espera de la Violentología Es momento de contrastar el tema de la ubicua violencia con el interrogarse que lo precede. Por abducción hipotetizamos que la Violentología es el campo adecuado para cazar epistemológicamente a la violencia. Observémoslo a través de las afirmaciones que le siguen: i. Pensar la violencia nos coloca frente a preguntas pendientes que abren muchos interrogantes sin responder. ii. Tales interrogantes nos conducen a una multiplicidad de perspectivas y sus diversas manifestaciones sociales son indicativas de su carácter multidimensional. iii. Tenemos la sensación de saber más sobre las raíces, causas, motivaciones y consecuencias de la violencia; pero no avanzamos en su comprensión. iv. Es un término de extensión casi infinita y de comprensión poco más que nula. v. Se nos presenta como un fenómeno ambiguo, con significado multívoco, cuya comprensión deviene en un asunto complejo. 37 Comisión Especial de Violentología 2013 vi. Un balance de las investigaciones realizadas nos conduce a la conclusión de que falta precisión conceptual en el término. vii. Esta falta de precisión conceptual conduce a que la violencia no pueda explicarse desde un enfoque teórico unívoco. viii. Ante la ausencia de una definición común, la violencia es explicada por diversas disciplinas científicas a partir de los marcos teóricos que le sirven de base. ix. Las disciplinas que más frecuentemente se ocupan del tema son la sociología, la ciencia política, la historia, el derecho y la psicología, y en menor medida la antropología, la etnología, la economía, la lingüística y el psicoanálisis. x. Los enfoques específicos de las distintas disciplinas sociales inducen la dispersión de su estudio y consolidan una tendencia a la fragmentación. xi. Carecemos de un marco de referencia común a las diferentes expresiones de la violencia y en su lugar tenemos “violencias” que como tales sólo pueden ser abordadas desde el contenido epistemológico de distintas disciplinas científicas. xii. Ninguna de las concepciones sobre la violencia, que desarrollan las distintas disciplinas, sin perjuicio de lo riguroso de las definiciones, conceptos y categorías que utilizan, satisfacen enteramente la necesidad de una concepción que sea omnicomprensiva y con límites claros al mismo tiempo. xiii. Los límites en el alcance explicativo son el resultado de que los enfoques disciplinarios solo nos pueden dar una visión parcial del tema. xiv. Ante la ausencia de definiciones comunes, las concepciones disciplinarias se inclinan por indagar los hechos, causas y consecuencias de la violencia, sin precisar conceptualmente el término. xv. Se insinúan enfoques desde el pensamiento complejo orientados desde la inter, multi y transdisciplina, resaltando su carácter integral y holístico pero sin mayores desarrollos teóricos. xvi. Se advierte la falta de un marco teórico para explicar la violencia. 38 Comisión Especial de Violentología 2013 xvii. Debemos evitar los análisis que nos conduzcan a una multiplicidad de enfoques o al peligro del reduccionismo. xviii. Existe un fuerte consenso científico en torno a quienes sostienen que no es posible referirse a un concepto unívoco de violencia y que tampoco sería conveniente lograrlo. xix. Es necesario disponer de nuevas herramientas conceptuales que nos permita interactuar con las distintas disciplinas que se ocupan de la violencia. xx. Debemos disponer de la “masa crítica” desarrollada hasta el presente por las diversas disciplinas que la han estudiado. xxi. Es necesario pensar la violencia desde un lugar distinto a los paradigmas vigentes, abriendo la posibilidad de otros desarrollos posibles. xxii. Es indispensable avanzar en la construcción de un consenso amplio en la comunidad científica sobre el concepto de violencia. xxiii. Tenemos el desafío de determinar los presupuestos epistemológicos y metodológicos para el estudio de la violencia. xxiv. Para ello debemos proponer conceptos generales claros y adecuados. xxv. Nuestra propuesta consiste en establecer las bases teóricas y metodológicas que nos permitan explicar que es la violencia desde un campo de estudio autónomo. Sin ser lo mismo en lo que a nuestra propuesta se refiere, el reconocido Manifiesto de Valencia sobre la Violencia, acordado en el mes de septiembre de 1996, importa un avance en el camino que estamos recorriendo - por ser el resultado de un consenso académico internacional y consecuencia del fundacional Primer Encuentro Internacional sobre Violencia - al haber establecido en su punto tercero: “Dada la multiplicidad de formas bajo las que aparece la violencia y dado la diversidad de saberes que se ocupan de su estudio, es necesario confeccionar un vocabulario común de tipo descriptivo que facilite la investigación y comunicación interdisciplinaria”13. 13 Si bien nuestra perspectiva de estudio apunta al nivel óntico, que es mucho más que el nivel semántico del fenómeno de la violencia, incorporamos el texto por dos motivos, por lo qué dicen y quién lo dice. En primer lugar porque reconoce la complejidad del fenómeno que es abordado por una diversidad de saberes que oscurecen su comprensión, motivo por el cual deviene necesario, cuanto menos, confeccionar un vocabulario 39 Comisión Especial de Violentología 2013 Si acordamos que los actuales paradigmas ya están en crisis, es el momento de iniciar el tránsito hacia uno nuevo. Debemos apuntar al seguimiento epistemológico y captura metodológica de la violencia misma, mediante la creación de un instrumento idóneo y autónomo: la Violentología. 3. Pensar la violencia desde la Violentología La idea de analizar la violencia constituye una invitación a compartir un riesgo intelectual, que no trata de hacer una síntesis de los enfoques disponibles, sino que propone una hipótesis que no transite por trillados lugares comunes y sugiera, en cambio, una imprescindible nueva forma de reflexionar y pensar. Como señalamos antes, se toma como punto de partida el interrogarse sobre ¿qué es la violencia?, término de extensión infinita y de comprensión casi nula o múltiple, problemática que intentaremos abordar desde la Violentología como campo autónomo de estudio de la violencia. Abordamos la Violentología en el grado cero del lenguaje. Un signo. Pero un signo “vacío”. Vacío como estructura ausente de significado en cuanto imagen conceptual. Vaciado, no por carecer de significante como imagen acústica de la palabra dicha, sino por desconocer, provisoriamente, su referente, la cosa significada. Entonces, la Violentología queda a priori absolutamente huérfana de contenido. Requiere al menos el interrogarse en tres niveles de análisis. A nivel lingüístico: ¿Qué decimos cuando decimos la palabra violencia? A nivel conceptual: ¿Cómo se describe, analiza e interpreta a la violencia desde las diferentes disciplinas que se ocupan de ella? A nivel óntico: ¿La violencia, como término propio, sin adjetivación, está genéricamente determinada? En el aspecto epistemológico de la Violentología contamos con el aparato teórico de pensadores como René Girard, Humberto Maturana, Norbert Elías, Pierre Bourdieu, Georges Bataille, Gianni Vattimo, Jean-Claude Chesnais, Gregory Bateson, Marcel Mauss, Martin Buber y Enrique Del Percio, entre muchos otros. Pensadores que común que facilite su investigación y comunicación y en segundo término, porque dicha afirmación es producto de un consenso a nivel global expresado en el I Encuentro Internacional sobre Violencia. 40 Comisión Especial de Violentología 2013 mucho han dicho, pero fueron poco escuchados, cuando abordaron la problemática de la violencia. Lo que sigue tiene el propósito de sistematizar el aporte epistemológico del núcleo básico que conforma la Violentología como propuesta: i. Una forma del convivir humano: La violencia se nos presenta -colocándolo en epojé (en un entre paréntesis) - como una forma del vivir humano, y en tanto el otro como existente frente a mi propio vivir, es también un modo de convivir, un fenómeno relacional; donde el ser humano no es sólo una mera corporalidad ni sólo un modo de vivir, sino una dinámica del “ser en si” y en cuanto a “su relación con el otro”. Aparecemos como dasein (arrojados en el mundo) y nos enfrentamos (damos la cara) ante el mundo, no como un conjunto de cosas en el ámbito espacial, sino en tanto vínculos inescindibles con lo que no soy como ente aislado. Si Husserl propugnaba la fenomenología - más intelectualista - y Heidegger el existencialismo - más ontologista -, Sartre sintetizará a ambos, y en cuanto a la violencia dirá en su obra teatral Huis Clos que “el-infierno-son-los-otros”. Se trata de recordar que la misma sociedad es contradictoria14, es racional e irracional a un mismo tiempo, es un sistema y a la vez ruptura, es un espacio donde nos reconocemos y donde nos peleamos, es un lugar donde la violencia permanece. Así como nos reconocemos en la relación intersubjetiva, esa misma relación en diversas ocasiones está mediada por la violencia. Debemos hacernos cargo de esta realidad, porque nos pertenece, porque nos es propia, porque convivimos con ella, porque si permitimos que se disuelva en la coherencia teórica de la Razón, nos estaremos olvidando de nosotros mismos. Si no nos reconocemos en la violencia, dejamos de reconocernos en tanto seres humanos sociales y en consecuencia dejamos de reconocernos a nosotros mismos. 14 Tanto Jean-Claude Chesnais como René Girard proponen estudiar la violencia a partir de sus estadios fundacionales como las evocaciones civiles, militares y religiosas que han hecho del crimen originario, el sacrificio libertador, la cacería y exterminio del “otro” - sea este un extranjero, una bruja, el portador de una peste o el hijo del diablo, en fin un “chivo expiatorio” - un acto de celebración ritual que se festeja cumpliendo una función integradora y fundadora de la violencia en las sociedades primitivas y modernas. Es en esta dimensión paradójica del orden social contemporáneo en la que se ubica J. C. Chesnais al plantear la actitud contradictoria de nuestras sociedades con respecto a la violencia: “intentan excluirla, erradicarla de los comportamientos humanos; refuerzan su negatividad presente, a la par que celebran periódicamente su positividad pasada. ¿Qué son esas grandes conmemoraciones nacionales sino el recuerdo de masacres, la exaltación de actos liberadores?” (Imbert, 1992: 20). 41 Comisión Especial de Violentología 2013 ii. Mimetización de la violencia: Mucho nos aporta René Girard para comprender la violencia, aún sin ser concluyente sobre si la violencia es propiamente natural o connatural al ser humano, cuestión que en verdad todavía no lo sabemos. Lo que sí sabemos y es evidente, es que la violencia “aparece” cuando entramos en relación con otro ser humano. Conocemos el modelo triangular de Girard respecto de dos o más personas que entran en conflicto porque desean el mismo modelo, donde ese modelo se convierte en objeto de deseo que desata un efecto mimético15 entre las personas. Se desea el deseo del otro, no en tanto deseo sino en tanto otro. Lo confirma en cierto modo, la antropología con el ensayo sobre la reciprocidad del don en Marcel Mauss16, la psicología 15 La palabra mimesis ha perdurado a través del tiempo aunque no necesariamente en el mismo sentido. Se trata de una palabra que la encontramos tanto en Platón y Aristóteles, como en las diversas teorías educativas y estéticas. Sobre el mimetismo se basa lo que llamamos aprendizaje, educación, iniciación. El concepto de mimesis corriente, descrito en la Poética de Aristóteles, y derivado de Platón, excluye dos tipos de conducta que también son sujetos de imitación por parte del hombre: el deseo y la apropiación. Para Girard, el deseo humano es esencialmente mimesis o imitación, es decir, nuestros deseos se configuran gracias a los deseos de los demás (en esto difiere de Freud). En esta mimesis de deseo, los objetos se eligen gracias a la mediación de un modelo. Por otra parte, si un individuo imita a otro cuando este último se apropia de un objeto entonces nos encontramos con la mimesis de apropiación de la cual puede surgir la rivalidad o el conflicto, porque el objeto entra en disputa. En definitiva, el objeto puede caer en el olvido por parte de los antagonistas, entonces se pasa de la mimesis de apropiación a la mimesis de antagonista ya que el deseo mimético del objeto se transforma en obsesión recíproca de los rivales, y una vez que aumenta el número de rivales, los antagonistas tienden a escoger el antagonista del otro. La mimesis ha sido considerada tradicionalmente como algo enteramente positivo, tal es el caso de la mimesis estética y educacional. Esta visión mutilada de la imitación se ha visto extendida a diversos campos como la filosofía, psicología, sociología y crítica literaria. La mimesis de la que trata Girard, y que es apenas percibida en Platón, pone énfasis en una mimesis potencialmente divisiva y provocadora de crisis, que se manifiesta en la propagación de la rivalidad mimética. Si bien el deseo mimético es potencialmente provocador de crisis, esto no significa que en sí mismo sea malo, a pesar de ser el responsable de que surja la violencia. Girard afirma que, si nuestros deseos no fueran miméticos, se encontrarían fijados permanentemente en objetos predeterminados, en definitiva constituirían una especie de instintos, de tal manera que no podríamos cambiar de deseo nunca. De lo anterior podemos ver que la primera hipótesis que maneja Girard en su pensamiento es que el deseo elige sus objetos gracias a la mediación de un modelo. Posteriormente desarrollará una segunda hipótesis más antropológica y globalizante que se remonta incluso a las sociedades primitivas al afirmar que, cuando las comunidades arcaicas entraban en crisis se volvían violentas, expulsando (eliminando) así al supuesto causante del desorden. Sin embargo, dicho culpable frecuentemente era acusado injustamente, es decir venía a ser un chivo expiatorio. Girard llega a la comprensión de la génesis de lo humano a través de la crisis resuelta por el mecanismo de la víctima propiciatoria. Tanto el recuerdo de la violencia generada, como el fin de la misma, quedarían conservados aunque velados bajo los ritos, los mitos y las prohibiciones. En estadios posteriores, estos nichos de las culturas se desplazan a nuevas construcciones culturales que intentan ocultar sus orígenes violentos. Por otra parte, dicha expulsión que ejercieron las comunidades primitivas, se seguiría efectuando a lo largo de la historia, incluso en la actualidad, pero con matices y formas de presentarse distintas (Girard, 1972). 16 El ensayo de Marcel Mauss trata la manera en que el intercambio de objetos entre los grupos articula y construye las relaciones entre ellos. Sostiene que donar o dar un objeto (don) hace grande al donante y crea una obligación inherente en el receptor por la que tiene que devolver el regalo. “Reciprocidad”, “don”, “intercambio”, son formas, que pueden estar presentes en diferentes situaciones sociales, sean “igualitarias”, sean “tributarias” o “redistributivas”. Muestra cómo un objeto es investido por un rol que depende de funciones sociales específicas, no meramente de su corporalidad de manta, cobre, oro. El intercambio de dones sólo 42 Comisión Especial de Violentología 2013 con el tema de la empatía en Carl Rogers17, la teoría de los memes de Richard Dawkins18 y más recientemente, la neurobiología con el descubrimiento de las neuronas espejo19. En igual “pacifica” y “cohesiona” cuando satisface el deseo de reciprocidad mediante la equivalencia. Es el origen de las dos emociones más básicas que surgen de la falta de equivalencia en el espacio vital intervincular: 1) Orgullo (dar de más) y 2) Vergüenza (recibir de menos). ¿Cómo se relaciona con la violencia? El imponer el dar de más es violencia. El buscar por mano propia lo que recibió de menos es violencia. (Mauss, 2009). 17 Sus teorías abarcan no sólo las interacciones entre el terapeuta y el cliente, sino que también se aplican a todas las interrelaciones humanas. La terapia rogeriana contrasta con las perspectivas psicológicas freudianas y las sociales de Alfred Adler y de Albert Bandura, por el uso preferente de la empatía para lograr el proceso de comunicación entre el cliente y el terapeuta o, por extensión, entre un ser humano y otro. Según Carl Rogers, para crear el espacio vital intervincular requiere que entre ego y alter se den recíprocamente tres actitudes básicas: 1. Autenticidad también llamada "congruencia": consiste en "ser el que uno es" en la relación, sin construirse máscaras o fachadas. 2. Aceptación incondicional o "consideración positiva incondicional": implica aceptar a la persona tal cual es, con sus sentimientos y experiencias. 3. Empatía o "escucha empática": es la capacidad de comprender la experiencia única de la otra persona; dicho coloquialmente: "meterse en su pellejo" y comunicar algo de esta comprensión. (Rogers, 1980: 95). 18 Hizo una contribución original a la ciencia evolutiva con la teoría del fenotipo extendido, que afirma que los efectos fenotípicos no están limitados al cuerpo de un organismo, sino que pueden extenderse en el ambiente, incluyendo los cuerpos de otros organismos. Dawkins extrapoló las características del proceso de la evolución biológica a las de la evolución cultural. Las unidades que codifican la información biológica son los genes, que la transmiten mediante la replicación y la reproducción. Asimismo introdujo la idea de que existen unidades análogas para codificar la información de la cultura, a las que denominó con el término “memes” y propuso que el mecanismo transmisor debía ser la imitación En definitiva, conforme a esta teoría, un individuo es, a la vez, el producto de la evolución biológica y de la evolución cultural efectuada en interacción con otros individuos. Tenemos una herencia de genes que constituye nuestra biología básica, pero tenemos también una herencia de memes que constituye nuestra cultura. La teoría memética realiza un aporte significativo a la explicación de cómo la información cultural se transmite de un individuo a otro o de una mente a otra, incluso de una generación a la siguiente, siempre que se la considere como una estructura abierta, nunca cerrada, pues si fuera así, no se podría explicar la historia en su carácter creativo e innovativo. (Dawkins, 1994). 19 Se denomina neuronas espejo a una cierta clase de neuronas que se activan cuando una persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo. Las neuronas del individuo imitan como "reflejando" la acción de otro: así, el observador está él mismo realizando la acción del observado, de allí su nombre de "espejo". Tales neuronas habían sido observadas primeramente en primates, y luego se encontraron en humanos. En el ser humano se las encuentra en el área de Broca y en la corteza parietal. En las neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias en la última década. Descubiertas por Giacomo Rizzolatti, estas neuronas detectan las emociones, el movimiento e incluso las intenciones de la persona con quien hablamos, y reeditan en nuestro propio cerebro el estado detectado, activando en nuestro cerebro las mismas áreas activas en el cerebro de nuestro interlocutor, creando un "contagio emocional", o sea, el que una persona adopte los sentimientos de otra (Iacoboni, 2009). Es decir, la cultura va cincelando nuestro cerebro. Nuestros cerebros promueven cultura y la cultura se internaliza en nuestros cerebros. Hay una asociación dialéctica entre las estructuras socioculturales y la estructura neurobiológica. El contexto cultural y la sociedad “transforman” nuestro cerebro que a su vez es una estructura generadora de cultura. El cerebro es un órgano complejo y dinámico de permanente interacción con la cultura y esta es un proceso que interacciona con nuestro cerebro. El “diseño” del cerebro determina nuestro comportamiento social y nuestra impronta moral, lo que influye en la sociedad que creamos. En sentido inverso las estructuras socioculturales intervienen en el desarrollo de nuestros cerebros. Los circuitos neuronales dejan huellas y se internalizan dialécticamente en los “circuitos culturales”, fenómeno que también se produce a la inversa. 43 Comisión Especial de Violentología 2013 línea, Hegel con la dialéctica amo/esclavo20 y el psicoanálisis de Jacques Lacan. En definitiva, me refiero a la irreductible heterogeneidad del ser. Sobre esta base, parto de la hipótesis de que no solo se mimetiza el deseo, sino que además se mimetizan los miedos y los conflictos y en la medida en que la sociedad no cuente con efectivos mecanismos de clausura, como en las culturas arcaicas lo eran “los chivos expiatorios” y sus “rituales recordatorios”, se puede desatar un estado de violencia que también se mimetiza y se reproduce progresivamente. iii. Espacio vital de íntervinculación entre el alter y el ego con el otro incluido: Si la angustia vital frente a lo absoluto de la realidad no está suficientemente cubierta y mediada por ningún imaginario simbólico-cultural de clausura, el conflicto y la potencial violencia no se acallan. Lo peligroso de esta situación es que siendo el conflicto y la violencia mimetizables en extremo, más pronto que tarde, se pondrá en marcha el motor de la imitación y el mismo crecerá progresivamente en un sentido negativo para la cohesión social e institucional. Lo mismo ocurre con el dictado de leyes que tipifican y sancionan actos violentos, que elevan las penas y utilizan mecanismos preventivos y represivos en nombre del “garantismo” o la “mano dura”, como se los denomina actualmente. Idéntica situación se da con cualquiera de los dispositivos institucionales de seguridad o de no-violencia conocidos habitualmente como “políticas para prevenir, combatir y erradicar la violencia”. Queda claro que los sistemas simbólicos - culturales para “luchar” contra la violencia, se focalizan 20 El hombre sólo desea ser reconocido como hombre, para poder ser hombre. Entonces su deseo es que su deseo sea objeto de deseo de otro deseo, lo cual implicaría ser reconocido como hombre. Dicho de otro modo, si sólo desea ser reconocido como hombre, y esto sólo puede realizarse a través de otro hombre, su deseo necesita: 1) la presencia de un deseo humano, porque es el deseo humano el que se dirige a otros humanos y no a cosas, y 2) necesita que ese deseo humano se dirija a él pues si se dirige a él, es porque lo considera humano. Pero, 3) ese otro se dirige al hombre (al que desea ser reconocido) en tanto que deseo, puesto que él también para saberse hombre necesita de un deseo que lo reconozca como tal. Entonces, el deseo del hombre es el deseo del otro. Además señala que el hecho de estar sometido al poder – de los jefes, autoridades, superiores – no convierte necesariamente al esclavo en una buena persona que sólo sufre y despierta nuestra compasión y simpatía, sino que el individuo o el grupo dominado - la antítesis de la tesis representada por el individuo o el grupo dominante - trata de encontrar la manera de hacerse a su vez con el poder, con el látigo, no sólo por un comprensible deseo de venganza o revancha, sino por exigirlo así la dialéctica de los acontecimientos, que no está en manos de los amos ni de los esclavos, sino que es una consecuencia inevitable de la dialéctica del espíritu absoluto que se piensa a sí mismo a través de ellos. Esta superposición del esclavo sobre el amo, se logra debido a que el esclavo trabaja, y al trabajar logra su realización; mientras que el amo cae en una dependencia absoluta de su subyugado (Kojéve, 1982). 44 Comisión Especial de Violentología 2013 y direccionan hacia las personas y las cosas, cuando lo correcto sería hacerlo sobre el espacio intersubjetivo común entre ellos21. iv. Hacia el tercero incluido que trasciende la lógica bipolar: Es necesario revisar las lecturas dicotómicas de la violencia que la reducen a una lógica bipolar; una lógica envuelta por ideologías o estructuras de poder que disuelven la violencia entendida como necesario proceso social en un reduccionismo distorsivo, que la diferencia y estructura como componente binario, funcional a los intereses que representa. Esta construcción artificial nos conduce a la contraposición de una “violencia buena” y una “violencia mala”. Es una lógica que no escapa a nuestra forma dualista de explicar y justificar la realidad social. Paz o violencia, conflicto o armonía, orden o desorden, como desencuentro estereotipado de la vida social. A nadie le escapa que la violencia está trazada por límites morales y legales, pero no es posible comprender la violencia a partir de esta delimitación de lo social. Aquí deviene necesario el postulado del tercero incluido. Por el tercero relacional que los vincula e incluye dentro del mismo espacio relacional donde se da al proceso social: Alter es, para ego, alter; y ego es, para alter, ego. Es necesario comenzar cuanto antes a pensar de otro modo la violencia, pues este reduccionismo binario que responde a ideologías, utopías y estructuras de poder es un laberinto en la que está entrampada la sociedad toda - con políticas de seguridad ciudadana que proponen recetas “garantistas” o de “tolerancia cero”, de “represión” o de “prevención”- generando una desconexión absoluta entre la realidad y el marco teórico con el que se le pretende dar respuesta. Insistimos en la necesidad de “penetrar” la violencia y evitar la “caída” en ideologicismos que pueden (in) justificarla o explicarla, pero nunca comprenderla. v. El Otro incluido en la no dualidad: Hay una tendencia muy arraigada en occidente 22 de reducir violentamente “el Otro” a lo “mismo” o bien pensar “el Otro” como un otro absoluto, Entre “ego” y “alter” hay “algo”. Ese “algo” se da en el espacio (distancia que marca una diferencia, una distinción, por eso ego es ego y alter es alter; sino serían ambos lo mismo) vital (hace referencia a la vida, a la existencia, a la dinámica propia de la existencia, que solo se conoce y capta viviéndolo) de íntervinculación (ego y alter no está cada uno por su lado sino su identidad es por el otro, es una relación que los mantienen originalmente religados), Por ejemplo, decir “grande” se intervincula necesariamente con “pequeño”, uno no se entiende sin el otro, se necesitan. En cuanto al tercero incluido, esa relación produce algo que es más que ellos mismo. Se genera algo que ya no es ni alter ni ego, sino un espacio vital de íntervinculación que es un “tercero” (no es ni el uno de ego, ni el segundo de alter). Incluido porque está dentro, no se puede negar ni separar. 21 45 Comisión Especial de Violentología 2013 en el sentido de que no pueda relacionar a ese otro con lo que soy. En tanto que el “Otro absoluto” es ininteligible, mientras que “el Otro” reducido a lo “mismo” elimina la posibilidad de relacionarme, ambas posiciones nos conducen a un mismo lugar. En cualquier situación no me comprendo ni me reconozco en relación con “el Otro”. Por eso proponemos una estructura relacional entre el alter y el ego que resista la tentación de asimilar la alteridad de “el Otro” a “lo mismo”, como claramente lo vio Lévinas 23 o pensar al 22 La problemática del otro ha sido tratado por diversos autores, en particular a partir del siglo XX en contraposición al solipsismo del cogito cartesiano para criticar la existencia de un sujeto cerrado en sí mismo y aislado del mundo, independiente y autónomo de los demás, que a partir de la certeza de su propia existencia, deduce por analogía la existencia de los otros sujetos y las otras cosas. El cogito se revela como un sujeto “compacto” que a partir de su propia consciencia constituye su mundo exterior. Se puede decir que el problema de la alteridad ya está presente en Descartes donde la pregunta por el otro pasa por la posibilidad de deducir, a partir del yo pensante, la existencia de ese otro. Edmund Husserl retoma el punto de vista de Descartes para fundamentar su fenomenología trascendental al señalar que si el otro se presenta ante mí también como cuerpo, deduce, por analogía, que ese cuerpo que veo tiene también una consciencia, igual a la mía, capaz de decir yo. Siendo el cuerpo ajeno semejante al mío, le atribuyo por analogía, el sentido de un cuerpo vivo que reduzco en su subjetividad, igual que a los demás objetos, a un contenido de mí propia consciencia, eliminando toda posibilidad de alteridad. Si bien el sujeto y el otro son entidades separadas, el sujeto solo tiene acceso al otro a partir de su propio ego y por lo tanto conciben la existencia y la subjetividad ajena, por analogía, a partir de la propia, reduciendo el ego ajeno al mío. Reseñamos brevemente a Husserl por ser uno de los más importantes pensadores contemporáneos que influyó directamente sobre las concepciones filosóficas de Lévinas, Buber y Ricoeur, que nos interesan sobremanera en nuestro análisis. Si bien se separaron de Husserl por no haber conseguido resolver de manera satisfactoria el problema del sujeto y de la alteridad presentando tesis bastante distintas, el eje de la problemática sigue siendo la relación entre el sujeto y el otro. De manera general podemos adelantar que el problema aparece como un conflicto entre un yo y un tú, subrayando la primacía del yo en relación al tu, o invirtiendo dicha lógica colocando al tú en una posición privilegiada en la relación con el yo, como lo presenta Lévinas. 23 La filosofía occidental ha sido, según Lévinas, una ontología reductora del Otro a lo Mismo, mediante la neutralidad de la "comprensión" del ser. La totalidad en tanto que ontología, identifica el ser y el existente, el yo con el Otro, pero dando primacía al primero sobre el segundo La ontología es, así, una teoría que ejerce violencia sobre el Otro, neutralizándolo y reduciéndolo al Mismo. La filosofía de la modernidad a partir de Descartes presupone una ontología de la totalidad, cerrándose a una meta-física de la alteridad. Y el camino histórico recorrido para ello ha partido de la negación del Otro Absoluto, de modo que el sujeto se queda solo con su propio ego. Pero, además, no sólo se ha quedado solo consigo mismo, sino que ha convertido esa soledad suya en totalidad. Conocer significa, en este sentido, aprehender el ser despojándole de su propia alteridad. Aquí el otro es despojado de su persona al reducirlo a un objeto. Se neutraliza al ser para comprenderlo, esto es, para apresarlo en el interior de lo Mismo. No es una relación con el Otro como otro, sino un reduccionismo del Otro a lo Mismo. De esta forma la misma tematización de la ética y de la libertad humana será un correlato lógico de esta ontología. El otro no es solo ni principalmente ente-objeto-decomprensión. Si comprendemos al otro hombre solo desde nuestra apertura al ser y en su ser, entonces comprender es tomar posesión de él por el conocimiento; es reducirlo a un objeto de conocimiento. El objeto conocido pierde su independencia: es capturado como objeto. El conocimiento aparece entonces como una violencia, como una posesión y la posesión es el modo en que un ente deja de existir, resulta parcialmente negado. Para Lévinas comprender es captar al otro en la apertura del ser en general, como un elemento del mundo en el que me enfrento como objeto y lo percibo en el horizonte de todo lo que es. Entonces la conciencia moral (que se inicia con el reconocimiento de este límite) es la condición del verdadero pensamiento humano, o sea, moral. El Otro toma el primer lugar. Es a partir del Otro que mi mundo comienza a ser racional y comienza a ser universal, esto es, más extenso que yo mismo. La contribución de Lévinas acerca de la alteridad es haber invertido la lógica de la relación cruzando del yo como fundamento del tú al tú como fundamento del yo, es decir, que el otro es el que tiene la iniciativa de la relación interhumana. Propone un ser desinteresado, pasivo, 46 Comisión Especial de Violentología 2013 otro como un absoluto en el cual no me reconozco, como lo advierte Ricoeur 24 y postular la existencia de una relación reciproca que vincula a los seres humanos sin que ello signifique reducirlo a “lo mismo” o aislarlo como un “otro absoluto” con el cual no me reconozco ( superando así la noción de violencia entendida en la dualidad victima-victimario donde el violento siempre es “el Otro”). De esta forma evitamos dos grandes peligros al momento de dar sentido a la violencia. Por un lado, exagerar las diferencias hasta el punto de negar la posibilidad de comunicarme con “el Otro” y por lo tanto eliminarlo por vía negativa, o bien, negar toda diferencia y reducir “el Otro” a “lo mismo”, con lo cual lo estamos eliminando por vía positiva. Por lo dicho hasta ahora, entendemos que deberíamos profundizar el conocimiento de las raíces dualistas y conceptos vigentes de las disciplinas sociales que estudian la violencia. No estamos rechazando de plano el racionalismo discursivo y el aparato conceptual y analítico a donde ese des-inter-ese es lo que cimienta la responsabilidad por el otro. Contrapone la totalidad y el infinito. La totalidad representa el intento de la consciencia y de la razón de abarcar al mundo en la consagración de una síntesis universal, mientras que el infinito es la relación cara a cara entre los hombres que representa lo desigual y que no puede ser sintetizada pues es irreductible. Es el momento de encontrarse con el otro, no como contrapartida del yo, sino como absolutamente otro, que me transmite con su rostro no una identificación o una identidad, sino un sentido, “la de ni siquiera darse cuenta del color de sus ojos” (Lévinas, 1991). En este punto es donde más se manifiesta la inversión de la lógica cartesiana, donde el otro ocupa un lugar dominante, mientras que el yo se convierte en un ser pasivo siendo convocado, por el otro, a la responsabilidad. La sumisión del yo ante el otro expresa la estructura esencial de la subjetividad, que es la responsabilidad para con el otro. Donde la relación interhumana es asimétrica y la responsabilidad no es reciproca. Soy responsable por el otro aunque él no lo sea por mí, “aunque ello me cueste la vida” (ibíd.,: 82). El mismo Lévinas, cuestionado acerca de la diferencia entre "Totalidad" e "Infinito", considera que en la misma asociación de estos dos vocablos hay una referencia a toda la historia de la filosofía occidental, e indica que la " historia puede ser interpretada como una tentativa de síntesis universal, una reducción de toda la experiencia, de todo lo que tiene sentido, a una totalidad en donde la conciencia abarca al mundo, no deja ninguna otra cosa fuera de ella, y así llega a ser pensamiento absoluto. La conciencia de sí es al mismo tiempo la conciencia del todo. Contra esta totalización ha habido en la historia.de la filosofía pocas protestas. En lo que a mí me concierne, donde por primera vez he encontrado una crítica radical de la totalidad ha sido en la filosofía de Franz Rosenzweig, que esencialmente es una discusión de Hegel" (ibíd.,: 69-70). 24 Paul Ricoeur ubica su modelo de relación interpersonal entre los extremos descritos por Husserl y Lévinas, es decir entre el yo aislado que por analogía constituye el otro y el otro absoluto que destituye el yo. Plantea pensar dialécticamente la relación entre el sí mismo y la alteridad. Nos dice que no es posible hablar de un yo como una supuesta conciencia que tiene acceso directo a sí misma, sino que el sujeto es reflexivo y en la reflexividad, el otro ocupa un lugar esencial para la constitución del propio sujeto. A su vez plantea una ética dialogal entre el sí mismo y el otro, contraponiéndose a los esquemas de ética que dan primacía al otro, como es el caso de Lévinas que desplaza toda iniciativa de la relación intersubjetiva al otro generando una alteridad asimétrica. En contraposición a esa asimetría, Ricoeur propone el concepto de reciprocidad que revela la posibilidad del cambio de posiciones entre las personas permitiendo el dialogo en la alteridad. Si no hay reciprocidad, ni posibilidad de encuentro, el dialogo no es posible. Nos dice Ricoeur que el modelo de relación propuesto por Lévinas es, en realidad, de irrelación y la asimetría en ningún momento posibilita el encuentro entre las personas. La relación interhumana simétrica es una relación dialógica que posibilita el encuentro entre la distancia del sí mismo con el Otro. 47 Comisión Especial de Violentología 2013 nuestra disposición, sino que se trata de no considerarlo como un horizonte último e integrarlo dentro de un campo más amplio que supere la objetivación del conocimiento y el dualismo dominante. Urge hacerlo. En la medida que no comprendamos la violencia como un fenómeno relacional, seguiremos atrapados en una forma dualista de comprender el mundo, que nos proporcionara un aparato conceptual que objetiva la violencia como aquel mal radical que debemos erradicar. Tal experiencia antes que mitigar cualquier plus de violencia, desatara un efecto mimético que se multiplicara con consecuencias inciertas25. No debemos quedarnos estancados en el orden conceptual vigente pensando que es el último peldaño del conocimiento, pues, por su naturaleza dualista (sujeto-objeto) nos impide acceder al fundamento originario de la violencia, como estructura relacional donde la dualidad no se expresa. Corresponde comprender que existimos en una estructura relacional26 mediada por un espacio que nos comprende y nos pertenece, en el cual se expresan todos los procesos humanos que 25 No se nos escapa que la experiencia dualista es accesible a todo el mundo, mientras que nuestra propuesta es contraintuitiva, lo cual requiere, para su comprensión, un desapego de las epistemologías vigentes, que no muchos estarán dispuestos a aceptar. 26 En este aspecto, Martin Buber es considerado, con razón, uno de los primeros pensadores del dialoguismo, que considera la relación interpersonal como fundamento del ser, es decir, que piensa el ser como ser-en-relación. La relación es comprendida entre personas individuales entre las que hay una influencia dialéctica y reciproca. El diálogo es comprender al Otro. La misma existencia humana se fundamenta en la relación del hombre con el otro hombre. El dialogo es un entre que no está ni en el Yo, ni en el Tú, sino que es una relación tensión dialéctica entre la mismidad y la otredad. Para Buber el hombre es un ser de relaciones: Él es en esas relaciones. “En el comienzo es la relación” (Buber, 1967: 24) Las relaciones primordiales son dos: ante todo, la relación Yo-Tú. La otra relación primordial es Yo-Ello, donde el Ello (neutro) representa a las cosas, pero a veces puede ser remplazado por Él o Ella. Esas relaciones no son meros conceptos, sino que indican el ser, hasta tal punto que no hay yo sin tú o sin ello y viceversa. La relación Yo-Tú es primordial; es fundante de la vida humana. De la relación Yo-Tú no hay experiencia sino encuentro: “Aquí está la cuna de la verdadera vida” (íbid.,:16). El hombre no existe fuera de la relación, así como no existe el yo aislado que es lo mismo que una mera abstracción, una anulación de lo que el hombre es. El ser entero se establece en el mundo de la relación de la palabra primordial Yo-Tú. “La relación con el tú es directa. Entre el Yo y el Tú no se interpone ningún sistema de ideas, ningún esquema y ninguna imagen previa…Entre el Yo y el Tú no se interponen ni fines, ni placeres, ni anticipación” (íbid.,:14). Una característica importante de la relación es que Buber, a diferencia de Lévinas, la concibe como reciprocidad, al igual que Ricoeur. Una reciprocidad que hace referencia a una relación de encuentro donde no hay ningún medio, nada que sea obstáculo entre el yo y el tú. Buber nos propone una nueva manera de comprender al hombre, criticando los esquemas solipsistas, y además sienta las bases para fundar una nueva teoría del conocimiento, reviendo los ideales pragmáticos y objetivistas defendidos por la ciencia moderna. El dialoguismo viene a cuestionar el privilegio dado a la razón y al conocimiento como “técnica”, donde el hombre es objetivado y cosificado. En este sentido Buber viene a defender un modelo más relacional y humano. En este aspecto, hay una importante aproximación entre las ideas de Buber, Lévinas y Ricoeur. 48 Comisión Especial de Violentología 2013 van desde la convivencia a la in-convivencia extrema. Entonces la violencia no se puede definir en términos dualistas, como lo contrario a la paz o la no-violencia. La violencia no es algo externo a nosotros que sufrimos como espectadores, sino que la habitamos y somos parte de la obra en la cual se desarrolla. Entonces ya no podemos pretender ser espectadores ajenos y fuera del escenario de lo que nos pasa, pues somos parte integrante de un sistema relacional que nos comprende. No se trata de presencias objetuales, sino del “entre” donde la violencia cobra sentido. Uno de los errores más frecuentes entre las disciplinas que estudian la violencia es considerarla como si se tratara de una entidad abstracta y universal, como una identidad completa, cuando en realidad forma parte de una estructura relacional interhumana que se inserta en el territorio del “entre” en el cual la descubro a partir de la mirada del otro. Tampoco es una entidad encerrada en un objeto, sino que debemos aprenderla en un campo de relaciones abierta y dinámica, donde una multiplicidad de pequeños procesos de diferencia nos permita coligar los extremos, en uno de los cuales se encuentra la violencia. vi. La crisis performativa de la definición institucional. Resulta imperioso reconocerla27. Tal vez su persistencia radique en su opacidad que dificulta admitirla como problemática. Debe 27 Los enunciados performativos son uno de los tipos posibles de enunciados que no se limita a describir un hecho sino que por el mismo hecho de ser expresado realiza el hecho. En este sentido se utiliza la expresión: La crisis performativa de la definición institucional. Recordemos que el orden social es un orden del decir, que está regulado por dictados e interdicciones. Lo “performativo” es el hacer con el decir. Ejemplo: Un Juez dice en su sentencia “culpable” y hace –transforma- una persona en preso. Un Profesor dice “aprobado” y transforma un alumno en profesional. Una Institución también define realidades mediante palabras: Ejemplo: El Poder Ejecutivo con un papel escrito - Boletín Oficial - la hace “ley” y “obligatoria”. Hoy se pone en crisis ese hacer mediante el decir (performatividad). Los enunciados performativos son uno de los tipos posibles de enunciados descritos por Austin, en su obra Cómo hacer cosas con palabras, en la que se recogía su teoría de los actos de habla. Austin llama enunciado performativo al que no se limita a describir un hecho sino que por el mismo hecho de ser expresado realiza el hecho. (Austin, 1991). La pregunta sería si estamos en un periodo de mayor valoración, estabilidad o repliegue de la intensidad y sentido que el hombre común le asigna a las instituciones, sean estas el Estado, las leyes, la monarquía o la Iglesia, entre otras. Aún teniendo en cuenta la multiplicidad de aspectos provisorios, parece que una respuesta relativamente simple se impone. La intensidad de la valoración institucional ha decrecido. Las instituciones han perdido, en buena medida, el poder de convicción que otrora “imponía” al hombre. Podemos constatar una decadencia de lo sagrado en las instituciones religiosas, de la autoridad en las monarquías, el Estado ya no es lo que describió Weber y la democracia se alejó del ideal de Tocqueville. Pero no solo se quiere constatar cierto número de decadencias, sino concluir que se decrecen con intensidad en el conjunto social. En esta situación de baja consideración de las instituciones, la violencia se ha banalizado y perdido el sentido de lo sagrado, armonizador y expiatorio que tuvo en sociedades anteriores. La crisis performativa de las instituciones impacta negativamente sobre el orden y administración de la violencia. Hoy vivimos en una época en que las responsabilidades parecen excluidas del ámbito institucional, sin que esto implique sacar conclusiones morales o éticas al respecto. Las barreras se han debilitado, el campo está más libre, lo sagrado nos resulta más ajeno y la violencia parece haberse salido de control, expresión que aterra al hombre contemporáneo. Que participa de un crecimiento de su individualidad al mismo tiempo que se separa del 49 Comisión Especial de Violentología 2013 ponerse a la luz. Esta exigencia de claridad nos obliga a recordar que el orden social es fundamentalmente un orden del decir, y que por lo tanto está regulado por dictados e interdicciones. Esta regulación, normatividad u ordenamiento prevé dos momentos distintos pero complementarios: obligaciones y prohibiciones. En ambos casos uno y otro se realizan socialmente por medio de sus respectivas expresiones: dictados e interdicciones. Y justamente por tratarse de manifestaciones “expresivas” requieren necesariamente del lenguaje para que adquieran sentido material. Es la lengua - con sus potencialmente múltiples significados y significantes - la estructura necesaria del sistema institucional. Si al decir de Heidegger la palabra es la morada del ser, entonces también el lenguaje será la casa propia desde donde las instituciones obligan y prohíben. Pero no cualquier lenguaje, sino aquel que lo es en función performativa. Nos referimos al “how to do things with words” (cómo hacer cosas con las palabras) previsto por John L. Austin y su pensamiento analítico. Ocurre que hoy las palabras pierden su significado originario. Hoy se han desencantado las palabras. Y esto resiente las instituciones. Es que las palabras hacen cada vez menos cosas. Se vuelven así performativamente ineficaces. Es que la balanza se inclinó desde las palabras hacia el platillo de las cosas (o de los hechos). Las efectividades conducentes, el grito o el golpe por ejemplo, se tornan más eficaces cuanto menos lo son las palabras que debieran definirlos. Un ejemplo por antonomasia sería el apelativo de “no criminalizar la protesta social” que pasó del discurso político - donde demuestra validez - directamente al ámbito judicial - deslegitimando la ley misma -, sin el paso intermedio del lenguaje o palabra adecuados, para el caso el cambio de la legislación penal -. Transitando más allá, la justicia y los mecanismos alternativos de resolución de conflictos, en verdad, no resuelven ya conflictos y por lo tanto la violencia, en cuanto tal, permanece presente como posibilidad. No se puede definir. Y con ello tampoco se pueden finiquitar. No encuentran su “fin” en el doble sentido del término: sea como término; pero tampoco como sentido final. Es por ello que la “verdad” de una resolución judicial funcionará, más o menos bien, hacia el interior de su sistema simbólico, pero este imaginario institucional no se traslada y acopla a la realidad social. Sus decisiones no tienen el efecto de clausura que conjunto social y las instituciones ya no son lo que dicen ser. No se trata de una posición reaccionaria o una apología del pasado, pues solo describimos el déficit institucional en el cual existe la violencia. Tampoco significa que ella haya aumentado, sino que su función ya no se corresponde con su existencia. 50 Comisión Especial de Violentología 2013 supone un proceso ritual eficaz, sino que, en el mejor de los casos, los aplaza o cambia su carácter en el ámbito de la convivencia humana. En términos técnicos, la crisis performativa de la definición institucional deviene en una criptotautología. Algo que se cierra en sí mismo, y sólo ahí dentro obtiene una explicación plausible. Se vuelve así meramente autorreferencial y por ende ineficaz para incidir en el proceso de la expresión de la violencia. Lo institucional “habla” con sus propias palabras, ajenas a la “escucha” de la violencia. vii. Interdependencia del espacio relacional: Desde Humberto Maturana28 se comprende mejor que la violencia debe ser conocida en el espacio de relación entre el alter y el ego. Es en ese espacio de relación intersubjetivo donde se genera y reproduce la violencia, que necesariamente requiere del otro, pues sin “el otro”, la violencia sería incomprensible. Maturana afirma que el tema de la violencia pertenece al espacio de lo biológico, porque lo biológico comprende el espacio relacional entre los seres vivos. Queda claro que no ubica la violencia en “el hombre en sí”, sino en el espacio de relación intersubjetivo con el otro. No son los aspectos biológicos los que determinan la violencia, aunque seamos biológicamente capaces de vivir y cultivar la violencia; ya que es en el espacio relacional, es decir el espacio conformado por las interacciones entre los seres humanos, donde ésta nace, se reconoce culturalmente y se nos hace evidente en sus consecuencias. Existir es coexistir. Alter y ego coexisten. La violencia no “está” ni en el uno ni en el otro, aisladamente considerados. Necesitarán inexorablemente vincularse, para que recién entonces “aparezca” la violencia. No hay violencia posible en la soledad solipsista e insular de Robinson Crusoe. Por lo tanto el generador, motivador y disparador de la violencia posible lo encontraremos en el espacio relacional. La violencia se da en un “entre”. La violencia es “con” los otros; Humberto Maturana (1995: 71- 91) llama a “este espacio relacional, en que todo ser vivo vive de hecho: espacio psíquico, el espacio relacional donde se constituye el modo de vivir que hace a cada clase particular de ser vivo el tipo de ser vivo que es”. En cuanto a la violencia señala que “es un modo de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de conversaciones que hace posible y conserva el emocionar que la constituye, y en la que las conductas violentas se viven como algo natural que no se ve”. A su vez nos dice que “no son aspectos biológicos del vivir cotidiano humano fundamental. Los seres humanos no pertenecemos a la biología de la violencia y la agresión, aunque seamos biológicamente capaces de vivir y cultivar la violencia”. En este sentido nos propone cambiar nuestro modo de convivir diciéndonos: “si nos preocupa la violencia tenemos que atender a la configuración del espacio psíquico de violencia que viven nuestros niños y que nosotros continuamente generamos y conservamos como adultos al configurar el mundo consciente e inconsciente que vivimos. Más aún, si de hecho nos preocupa la violencia, y no dudo que es así, y si queremos hacer algo para que ésta deje de ser un modo naturalmente aceptable de convivencia porque queremos convivir de otra manera, tenemos que cambiar nuestro vivir”. 28 51 Comisión Especial de Violentología 2013 como el amor, deviene imposible sin ese espacio relacional que la hace posible y tal vez necesaria. viii. Estructura relacional que nos comprende “entre”: La violencia se ha planteado siempre como una pregunta trágica en la existencia humana, al igual que el mal o la guerra. La violencia existe, así como existe la víctima y el victimario, el Estado, los gobiernos, disposiciones legales, costumbres sociales, normas morales, mitos y creencias religiosas que se originaron en la violencia y se mantienen por medio de ella. La diferencia radica en que además de existir como construcción social, la violencia como tal es y ha sido siempre desde el origen fundacional de las relaciones interhumanas. De lo anterior se deduce que nuestra intervención sobre la “realidad violenta”, como construcción social humana siempre está mediada por lo que es.29 Si en el origen fundacional de las relaciones interhumanas la violencia es, eso que es, se ubica entre las relaciones. No pertenece al ser ni está fuera del mismo, sino entre ellos. En el entre debe ser observado, interpretado y es el lugar donde adquiere su propio sentido. No está en el interior ni en el exterior de lo humano sino entre los humanos y por tal motivo los rasgos que le son propios no deben buscarse fuera del ser, ni como un atributo del mismo, sino como resultado de la relación interhumana que se da entre ellos. Si nos remontamos a las razones últimas, al origen del fundamento de la violencia nos encontramos con que la violencia “es entre” el espacio relacional interhumano en el que convivimos. Ahora si reflexionamos sobre las causas, las distintas formas en que se manifiesta, sus consecuencias, sus características, valoraciones o (in) justificaciones, estamos analizando las razones penúltimas de su existencia. En este nivel abundan los desacuerdos que van desde las razones de su nacimiento hasta el tratamiento “terapéutico” de cómo debe ser abordada. Las distintas disciplinas científicas y las múltiples teorías dan cuenta de ello. Entonces la violencia es un proceso que ocurre entre los hombres en el mundo de lo humano y es en la dinámica de ese proceso de relación donde se manifiesta. Si el mundo de lo natural permaneciera inmutable e idéntico a sí mismo, la violencia como tal sería imposible. Por eso la dinámica requiere tensión, cambio, transformación, donde la violencia siempre es. En cuanto es, existe, por lo tanto no es necesaria o evitable, buena o mala, así como tampoco puede erradicarse como si se tratara de un objeto exterior a los hombres. Precisamente, 29 Por tanto es incorrecto pensar y actuar sobre su erradicación o “como si” se fuera a erradicar. 52 Comisión Especial de Violentología 2013 abordarla desde afuera como si se tratara de un objeto es el principal error que cometen las disciplinas sociales en la actualidad. En tanto “hombre-en-el-mundo” su trato está mediado por un espacio relacional que los vincula y es en ese espacio entre los hombres el lugar donde ocurre la violencia. Por lo tanto, en el origen no se trata de saber si es necesaria o no, si es condenable o justificada, sino que simplemente es en cuanto existe. Solo en una etapa posterior será pasible de atribución de significado, luego de “suponer” que aparece como un fenómeno exterior a quien se le atribuye. A partir de ese momento se “ubica” la violencia en los otros. Los violentos siempre son los otros, salvo que se la admita como un mal necesario para defender principios que se tienen por puros, éticos y universales (que en muchos casos ocultan intereses nada éticos, ni universales). Ahora bien, si toda explicación de la violencia está vinculada a ideologías, utopías, intereses o la posición que asumo en el mundo, no resulta posible pensar la violencia como fenómeno de conocimiento propio, sino que siempre será una variable instrumental para interpretar otros fenómenos - que quiero (in) justificar - que van desde la lucha de clases al femicidio30. Una vez olvidado el origen fundante de la violencia queda despejado el camino para explicar, justificar o condenar las situaciones más contradictorias que se presenten en lo humano y lo social. Centramos nuestra atención en las manifestaciones externas de la violencia y buscamos sus raíces objetivas, su fundamento último, en la necesidad de sostener “mi visión del mundo”. Se pierde de vista que esa violencia que aparece claramente en la superficie, es la expresión de una violencia más profunda que tiene una raíz óntica. Tampoco es una entidad metafísica y suprahistórica; por el contrario existe desde el origen propio del ser humano y está trazada por coordenadas espacio - tiempo de los hombres concretos. La afirmación fundamental para comprender la violentología puede enunciarse de la siguiente forma: “la violencia es entre los seres humanos”. Es decir, la violencia está situada en el espacio inmaterial entre lo interhumano. Esta realidad existente entre los seres humanos es el lugar desde el cual se inicia la compresión de la violencia. Por lo tanto no debe pensarse como constitutiva del hombre, ni como acción, sino como relación que ocurre entre los humanos. En este sentido, esta posición es superadora del pensamiento individualista donde el fenómeno de la violencia es considerado como emergente de acciones individuales y de 30 Tal vez sea el momento de preguntarnos por qué no existe una ciencia de la violencia y por qué no es posible lograr un mínimo consenso científico como para sentar sus bases epistemológicas. 53 Comisión Especial de Violentología 2013 las teorías holísticas donde los fenómenos sociales se consideran mecanismos que operan prescindiendo de la persona humana. La intención de la violentología es encontrar una alternativa epistemológica frente a los pensamientos individualistas y colectivistas en sus distintas variantes. No se nos escapa que el concepto “relación social” está muy trabajado en las ciencias humanas y sociales en particular por Simmel, Mead, Bateson, Buber y Maturana, por citar solo a quienes tuvieron más influencia en el desarrollo de nuestra investigación sobre la violencia. Lo que queremos poner de manifiesto es que su introducción en el estudio del fenómeno de la violencia no tuvo el éxito que era dable esperar. Por eso lo introducimos - o reintroducimos - en el debate sobre el análisis crítico de las distintas teorías sobre la violencia. No deja de ser una empresa teórica estimulante allí donde la mayoría de la teorías fracasaron y comienzan a escucharse voces que ponen en tela de juicio los paradigmas culturales dominantes. Este repensar lo pensado o pensar de otra forma es beneficioso aunque su marco teórico sea una tarea a construir, sobre todo cuando lo construido no ofrece buenas explicaciones para comprender la violencia31. La violencia no escapa a las generales de la ley y nunca “es” con independencia de la forma en “cómo” se la piensa. Creemos que llego la hora - o pasó la hora - para que empecemos a pensarla de otra manera, La descripción, comprensión y explicación de la violencia demanda el desarrollo de un nuevo trabajo teórico y conceptual, que más allá de la inmediatez de lo cotidiano requiere de un programa de investigación que alcance el “fundamento de su origen”. Sabemos de la dificultad de consolidar una nueva mirada sobre la violencia en un terreno hegemonizado por la política, el saber jurídico y criminológico, la psicología y la psiquiatría y además cercado por el aplastante sentido común. Donde se necesitan respuestas urgentes, ya y ahora, saberes prácticos que den certidumbres concretas o debamos “enfrentar” contextos de estudios avanzados, elaborados por los vanguardistas de siempre. Frente a tantas opciones, sabemos que nos inclinamos por un camino poco seductor, pero es momento de saber por qué hacemos lo que hacemos y en tal caso, si se puede hacer de otro modo. 31 No olvidemos que la Astronomía es una ciencia y aún no sabemos (aproximadamente) la cantidad de estrellas que hay en el universo, al igual que la Paleontología que desconoce el color de los dinosaurios.. 54 Comisión Especial de Violentología 2013 Cabría formularnos otra pregunta sobre la base de lo que nos ofrecen hoy las ciencias sociales sobre la violencia, ¿nos entendemos realmente cuando debatimos sobre el fenómeno de la violencia? La más de las veces, pareciera que “acomodamos” la violencia a la visión del mundo que tenemos o bien se filtra como una “variable” que responde a una construcción social necesitada de dar respuesta al sentimiento colectivo de inseguridad. La urgencia, al igual que los dogmatismos y las utopías no son una buena compañía. En particular cuando los diagnósticos abundan, las opiniones no requieren responsabilidad y el fenómeno de la violencia se sigue imponiendo con autoridad. Tal vez solo estamos pidiendo que se la trate con respeto, aunque a escondidas se nos pueda acusar de predicar un pensamiento inútil. En tal caso, en la inutilidad está nuestra fortaleza. ix. La (no) violencia como diferencia intersubjetiva: Si afirmamos que la violencia es creada en interacción humana, decimos también que se realiza y se reproduce en la intersubjetividad social. Es decir, que la misma se inscribe en la existencia de espacios sociales intersubjetivos y se materializa en representaciones y acciones colectivas, constitutivas de ese espacio relacional. Es un emergente del vínculo, del encuentro entre alter y ego. Decimos “espacio” porque se trata de abrir el “lugar” idóneo donde se “encuentra” la violencia. Y decimos “relación” porque cabe la mirada que nos elimina, impide o deniega la subjetividad para convertirnos en entes cosificados. Yo dejo de ser un tú subjetivo para el otro, el otro deja de ser un yo subjetivo; nos transformamos en “cosas” objetos, pasibles de la apropiación. Las cosas se “tienen” y cuando algo o alguien lo impide - puede incluso ser el otro que se resiste a ser mirado como objeto de deseo cosificado -, esa actitud generará violencia. Cuando en ese mismo espacio relacional no soy cosa sino persona para el otro, mi espacio vital, mi posibilidad de decir sí, se enriquece y potencia con el sí del otro. Entendemos que el otro es cosa cuando es un medio. El otro será persona cuando es un fin en sí mismo. La diferencia entre ambos, será el espacio potencial de la (no) violencia. Lo vio y lo describió de modo clarísimo el filósofo Martin Buber. Y no olvidemos, ni nos sorprendamos, que el otro del otro, soy yo. Aún más, yo-soy-el-otro; al decir del poeta francés Arthur Rimbaud. x. Es un proceso que se construye socialmente: Pensar la violencia como objeto de estudio, nos trae aparejado al menos dos problemas: en primer lugar, no tenemos disciplina que se ocupe de ella, pues no existe un marco teórico general que nos explique el fenómeno como tal, y los distintos enfoques disciplinarios, inter o multidisciplinarios no aportan mayor 55 Comisión Especial de Violentología 2013 claridad sobre el tema; por otro lado, como fenómeno dinámico que ocurre en la sociedad, su campo de conocimiento comprende todo lo social, donde se reconoce y redefine, en el cual se van conformando los límites de lo que es violencia y lo que no lo es. Debemos evitar incurrir en la tarea propia de Sísifo: levantar la roca hasta la cima del error epistemológico para que vuelva a caer por la ladera opuesta. Tratar de objetivar, reificar o hipostasiar la violencia como “cosa” cuando acabamos de señalar que no es cosa, sino que es relación. Una relación posible “dentro” del espacio relacional. Ergo, es difícil que pueda constituirse en “objeto” de estudio, ya que no es cosa reducible a la ecuación del espacio tiempo. Más que definir la metodología, el contenido, el continente y el límite epistemológico de la investigación de la violencia, debemos contextualizar su debate como un proceso social, no solo por el espacio donde se manifiesta sino además porque el proceso del conocer, construir, deconstruir o transformar de la violencia procede de lo social, lo social entendido como relación. En cierta forma, esta idea es tributaria del pensamiento de Norbert Elías32, al señalar una perspectiva relacional que permita trascender la falsa dicotomía individuo - sociedad y de Señala Norbert Elías (1988): “La interdependencia es fundamental y determina la manera en que los 'objetos', actúan sobre los 'sujetos', los 'sujetos' sobre los 'objetos', los fenómenos naturales no humanos sobre las personas, y las personas sobre la naturaleza no humana. Como quiera que se le quiera llamar, se trata de una interdependencia ontológica, existencial. El dualismo ontológico, la concepción de un mundo dividido en 'sujetos' y 'objetos' conduce al error. Crea la impresión de que los 'sujetos' pueden vivir sin los 'objetos'. Induce al ser humano a preguntarse cuál de los dos es la causa y cuál el efecto. Cuando consideramos unidades que se encuentran ontológicamente en una interrelación funcional mutua - como, por ejemplo, el estomago y el cerebro, las instituciones económicas y las políticas, o incluso el ser humano y la naturaleza no humana-, nos topamos con relaciones de un tipo que ya no puede ser abarcado completamente por un modelo mecánico de relaciones causa/efecto”. Probablemente sea el pensador que más interés ha puesto en esta cuestión del proceso cultural de las civilizaciones. En su opinión, conviene distinguir dos escenarios sociales bien distintos. En primer lugar la sociedad medieval premoderna en la que no hay unidad política ni Estado, sino nobles que rivalizan entre sí violentamente. Al no haber monopolio de la violencia, esta se manifestaba con bastante habitualidad en una sociedad donde las disputas, altercados y muertes eran formas frecuentes para resolver conflictos. De esto se sigue que la inseguridad y el miedo eran sentimientos muy habituales con los que uno tenía que saber convivir. Asimismo, se trata de una cultura que no censura la violencia de la manera que hoy la entendemos. Más aún el guerrero era un personaje admirado, las contiendas eran usuales y en las fiestas los frenos inhibitorios no se manifestaban con bastante espontaneidad. En segundo lugar con la aparición del Estado monopolizando la violencia se creará una paz social en donde la violencia social e interpersonal serán progresivamente acotadas. Sólo el Estado tendrá derecho a usar la violencia. Los individuos se verán obligados a vivir en esta paz tutelada por el Estado y la experiencia de la violencia les será expropiada. Ahora, los guerreros se verán obligados a recluirse en la corte y a civilizar sus costumbres. Estamos en la época de la sociedad cortesana de los siglos XVI y XVII. En ella aparecerán los buenos modales, la corrección y todas aquellas conductas que hoy consideramos amables y civilizadas. De modo que la represión de la violencia y el autocontrol individual encontrarán su correspondencia en una mayor civilización de las costumbres. En este 32 56 Comisión Especial de Violentología 2013 cuenta de los procesos de interdependencia que los comprenden, donde la violencia no es un sin sentido, lo externo irracional, la negación del contrato social o una maldición que hay que erradicar - como nos aconseja el pensamiento racional -, sino que forma parte de lo social, acaece en la sociedad, se produce y reproduce, se construye y deconstruye en el espacio de lo social como experiencia histórica compartida. Para comprender la violencia debemos partir de reconocer que convivimos con la violencia. No creo que la razón esté impedida de conocer que la violencia late en la sociedad, pero lo que sí parece evidente es que nuestro pensamiento racional expulsa la violencia hacia fuera de lo social, como si se tratara de algo extraño, algo contra natura, espantoso, terrible, que no nos pertenece y de esa forma poder vivir la inocencia de la paz perpetua que tranquiliza como un sedante nuestro espíritu intranquilo. Por mucho que lo lamentemos, la violencia está entre nosotros y solo podremos comprenderla si la aceptamos como un proceso social, que se da dentro de la sociedad y no como una sinrazón ajena que pertenecería a un supuesto “otro mundo”, que tiene la mala intención de “invadirnos” desde el más allá, frente a lo cual solo nos queda declararle la guerra para erradicarla. Pensar y actuar con responsabilidad implica no dejarnos engañar por la Razón que esconde nuestros deseos y miedos, que se niega a desnudar la sociedad en que vive por temor a ver que la violencia está entre nosotros, entre todos nosotros y no es un agente patógeno inhumano que ataca a la “gente de bien”. Solo si comprendemos la violencia como un proceso social, podremos iniciar su estudio allí donde suele concluirse: la violencia como fenómeno brutal, inhumano, una sinrazón resultante de “fuerza oscuras” que ataca bestialmente al ser humano. tránsito hacia esta nueva sociedad deberán adaptarse las subjetividades, dominando y sublimando la violencia. Lo harán con el deporte, compitiendo en los mercados, desplegando competencias meritocráticas (sociales, políticas, económicas, etc.) y en múltiples escenarios específicamente contemporáneos. No obstante, a pesar de los cambios favorables provocados en las subjetividades por la monopolización de la violencia, también ha habido consecuencias no tan positivas con un individuo cada vez menos capaz de saber hacer frente a la violencia. A pesar de que las tasas de crímenes y delitos violentos han disminuido de un modo progresivo desde el siglo pasado, el miedo a los ocasionales incidentes de violencia es cada vez más penetrante y el ciudadano medio se ve más expuesto a una violencia que permea todo nuestro entorno a través de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación masivos. Estamos ante una mayor visibilidad de la violencia. 57 Comisión Especial de Violentología 2013 xi. Fatal ocultamiento: La violencia siempre acompañó al hombre a lo largo de la historia, pero recién desde los inicios de la modernidad ha ido tomando cuerpo teórico 33. Si desde entonces tenemos la impresión de que la situación es más grave, es posible que tal cambio de actitud esté relacionado con los avances técnicos de principios de siglo XX que se orientan al dominio del hombre sobre la naturaleza (también sobre la naturaleza de lo humano) “perturbando” el orden natural de las cosas (para bien o para mal). El hombre “descubre” la terrible y brutal violencia que lo angustia y espanta, pero ahora puede controlarla, dominarla y eliminarla, pues pasa a ser una “fuerza extraña” al orden natural. Se produce una total ruptura de la unidad hombre - mundo - (y Dios), y comienza el movimiento emancipador para ocultar la violencia - que pone de manifiesto la ausencia de medios idóneos para destruir algo que “pertenece al mundo”, salvo destrucción del mundo mediante (situación que no debería extrañarnos). La violencia ha sido “expropiada” del orden natural al que pertenece. Ahora no sabemos muy bien qué hacer con tal expropiación, sobre todo si tenemos en cuenta que ignoramos el ámbito que le es propio, su modo de ser como medio y fundamento de todo pensamiento. Lo colocamos en el “laboratorio de las ideas”, pero desconocemos sus propiedades, lo aislamos como objeto de estudio pero no conocemos sus atributos. Lo que permanece visible en cuanto término (violencia), pero se mantiene oculto en cuanto a sus fundamentos y atributos, jamás podrá ser comprendido. La violencia deja de ser una “cuestión - del - mundo” para ser 33 A partir de estudios de pensadores como Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes, Baruch Spinoza y John Locke, entre otros, que investigaron la racionalidad del poder y de la violencia. Este proceso se fue consolidando durante los Siglos XVIII y XIX con nuevas reflexiones de filósofos como Jean Jacques Rousseau, Immanuel Kant, Friedrich Hegel, Carlos Marx y Friedrich Engels. Recién el Siglo XX fue testigo de una importante expansión de desarrollos teóricos desde los más variados enfoques y perspectivas, a punto tal que algunos autores sostiene que tal vez se recuerde esta etapa de la humanidad como la “Era de la violencia” (Drapkin, Israel, 1976:469). Asimismo, esta mayor visibilidad trajo aparejado su condena universal por el absurdo de sus consecuencias deshumanizadoras. El cambio de actitud del hombre frente a la violencia es evidente, aunque no lo es tanto el motivo de ese cambio. Sin embargo, podemos decir, que antes de su abordaje teórico se la concebía, por lo general, como una cuestión del saber practico. Si bien se percibía la violencia como un fenómeno dentro del mundo de lo humano no fue materia de estudio “per se” y menos aún tema de estudios teóricos para prevenirla o erradicarla. Formaba parte del orden de lo natural y por lo tanto podía ser motivo de orgullo y hazaña, como también de sufrimiento y dolor. Se la aceptaba como una condición humana permanente con la que se convivía. Relatos que se remontan al siglo XIV a.c. - donde Tutmès III describe sus hazañas al dios Amón referidas al “aplastamiento” de todos los pueblos con los cuales lucho (en las inscripciones de la Estela de Karnak) - y que en la sucesión de la historia nos recuerda la destrucción del Imperio Romano, la invasión de Europa por hordas primitivas bárbaras, las Cruzadas y la Santa Inquisición que cometieron atrocidades en nombre de dios durante más de siete siglos, nos están narrando una relación hombremundo - (y Dios). 58 Comisión Especial de Violentología 2013 “elevada” como objeto de estudio tematizado, con el resultado de reducirla hasta ignorar su propia naturaleza y convertirla en un imposible cosificado (para definirla, clasificarla, medirla y solucionarla), escindida de su real naturaleza. Los efectos fatales de tal ocultamiento los tenemos a la vista; no hemos podido definirla, clasificarla, medirla, ni solucionarla. Solo nos queda una actitud inteligente: devolverla al orden social - histórico total de la naturaleza de la que forma parte. Por otro lado, la noción de complejidad, inter, o multidisciplinariedad - entre otros tantos enfoques en el orden de las ciencias - implica la idea de unidad - en el orden de lo natural -, pues sin previa unidad ontológica, no es factible la diferencia como posibilidad. Para decirlo brevemente: la violencia es una unidad sustantiva y lógica. La “diferencia” aparece como alteridad en los discursos que fragmentariamente expresan las diferentes disciplinas. Pero si sabemos dónde queremos ir, no deberíamos olvidar que la diferencia en cuanto posibilidad, existe en la unidad de la violencia. xii. Conocer mediante la indisciplina: No es razonable pensar que las distintas disciplinas que estudian la violencia le otorguen un monopolio tan generoso o un espacio tan exclusivo y excluyente a la violentología. Las demás ciencias “reivindicarán su derecho” a decir algo sobre la violencia, porque la realidad nos indica que son muchas las disciplinas que tienen que decir algo al respecto. En este sentido, se puede señalar que en la actualidad los investigadores en varios escenarios del mundo abordan su estudio para comprender la violencia más como un campo de conocimiento interdisciplinario y transdiciplinario, que como una disciplina. Un campo en permanente construcción que se va legitimando y afianzando con sus propios abordajes teóricos y metodológicos en el proceso de creación de nuevos conocimientos. La violencia, como tal, no tiene ni ha tenido una disciplina propia, pero si puede conformar un campo de estudio autónomo. Este campo debe salir de la encrucijada inter y transdiciplinario para pasar a ser un espacio de conocimiento indisciplinario. Entendemos la violencia desde una propuesta indisciplinaria en formación que tiene la vocación de articular fenómenos que promueven la existencia de objetos, sujetos, conceptos, discursos y acciones, donde al interior de ese universo, cada categoría involucrada se constituye en una relación de tensión con las demás. No se trata con ello de desarrollar una 59 Comisión Especial de Violentología 2013 nueva disciplina, sino buscar abrir las fronteras para articular fenómenos que proceden de la convergencia entre diferentes disciplinas y de conjugar la tensión fundamental que existe entre ellas en un proyecto indisciplinario en formación. En tal sentido, debemos reafirmar el papel de las preguntas en torno a las relaciones y procesos que ocurren en el campo indisciplinario de la violencia. El campo de la violencia afecta y es afectado por nuevos interrogantes sin respuestas, que se producen en la zona de frontera de las disciplinas que la atraviesan y que pueden ser capturadas con mayor plenitud desde un espacio indisciplinario. Es necesario introducir en el debate de la violencia la posibilidad de conocerla a partir un campo indisciplinario desde el cual se la pueda comprender, interpretar e intervenir en los múltiples procesos de interacción y diversidad de perspectivas sociales, políticas, culturales y éticas, entre otras. Un debate que si bien ya ha comenzado, está en los estadios preliminares y lejos de amesetarse. En este punto, apelamos a Enrique Del Percio que nos proporciona el concepto de indisciplina34 en un triple sentido: primero, “partir de una disciplina y adentrarse en otra a fin de comprender mejor el campo de estudio de la disciplina de la cual se parte”; luego “incorporar” conocimientos, categorías y conceptos de otra disciplina en aquella de la cual se partió; y por último, la negación de los paradigmas establecidos, cuando ello resultare indispensable. xiii. Requiere de un campo de estudio que aún no tenemos: El fenómeno de la violencia, aún en los estudios más sistemáticos, se presenta con mucha ambigüedad y falta de precisión. No obstante, las intervenciones siguen fluyendo sobre un marco de exigencia social, que impone la necesidad de purgar la violencia. Por motivos que ya mencionamos y que diremos ahora, para el estudio y comprensión de la violencia utilizaremos el concepto de campo35. Antes de entrar a considerar sus 34 Mientras un objeto de estudio puede ser satisfactoriamente abordado por una sola disciplina, se lo puede analizar bajo un cierto y único aspecto, en cambio el campo solamente puede ser estudiado desde múltiples perspectivas simultáneamente. Es decir: sólo puede ser estudiado indisciplinariamente. Es que la mera interdisciplina no da mayores resultados. Tampoco pasa nada con la multidisciplina. Los equipos multidisciplinarios producen informes que suelen constituir una sumatoria más o menos inconexa de los distintos documentos generados por los expertos en cada disciplina específica (Del Percio, 2010). 35 El sociólogo Pierre Bourdieu, uno de los pioneros en la materia, define el concepto de campo como “un espacio social estructurado, un campo de fuerzas que es también un campo de luchas para transformar o 60 Comisión Especial de Violentología 2013 características, merecen explicarse el motivo de tal decisión. Uno de ellos está dado por razones prácticas. Ya conocemos la dificultad que trae aparejada considerar la violencia como objeto de estudio y la necesidad de “ubicar” una disciplina que se ocupe de ella. Si creemos que en realidad no hay solo violencia, sino violencias, tendremos rápidamente resuelta la cuestión, pues son varias las disciplinas que nos dirán qué es la violencia para esa disciplina. Si decimos que sólo cambia la forma en que se manifiesta, no son pocas las disciplinas científicas en el ámbito de lo humano y lo social que nos brindan una explicación, en forma abundante cuando entramos en la órbita de la inter y multidisciplina, donde la sobre-explicación la más de las veces oscurece antes de aclarar. Ahora, si entendemos que “las violencias” tienen una matriz que les es común y por lo tanto estamos en condiciones de definir qué es la violencia, resolvemos el tema en un sentido inverso. Ante la inexistencia de un marco teórico general que se ocupe de la violencia y la falta de una disciplina que nos brinde un concepto de lo que significa, caemos en la paradoja de tener que reconocer que no sabemos qué es la violencia per se, sin dejar de reconocer que existe en la realidad. El otro motivo es para evitar el contra sentido común entre la realidad y su explicación teórica. La violencia necesita ser comprendida y explicada con mayor precisión y profundidad que la que nos brindan las distintas disciplinas, que solo pueden realizar un abordaje parcial, propio del límite que les impone su marco teórico. En tal sentido, la noción de campo las comprende, no en su sumatoria, sino en su convergencia y su divergencia, sus encuentros o desencuentros, en su tensión, su ambigüedad, sus límites y más allá de sus límites, pero siempre dentro del campo que participa de las características que les son propias. Ahora, ¿cuáles son esas características? Es el campo quien delimita tales características, de ahí que su extensión sea dinámica. Es lícito sostener lo contrario. Que para delimitar su campo, primero debemos señalar cuáles son sus características esenciales. Sin embargo lo mismo ocurre con muchas cosas con las cuales interactuamos en la vida diaria, conservar este campo de fuerzas”. Para Bourdieu poseen dos características que se involucran, por un lado, apuesta a la construcción de sentido (que tiene una profunda connotación ideológica) y por otro lado, es el espacio donde se relacionan los sujetos, objetos, conceptos y acciones (como espacio de reacción y tensión entre las categorías que pertenecen al campo). Es en este segundo sentido que nos interesa, como un concepto útil y adaptable a nuestra propuesta (Bourdieu, 1997) Además George Bataille ha intentado “representar la sociedad como un campo de fuerzas….que es animada por un movimiento de conjunto distinto de la suma de movimientos de cada parte, (donde) el único estudio consistente de la sociedad es aquel que tiene en cuenta esencialmente su movimiento de conjunto” (2007: 23- 17) 61 Comisión Especial de Violentología 2013 como el dinero, el engaño, la moda o la crueldad y miles de cosas disimiles con las cuales estamos en relación cotidiana, sin que cada una tenga un marco teórico que las explique, no obstante pertenecer a un campo propio que las contenga. Considerar que la violencia debe tener su propio campo36 de conocimiento supone modificar su carácter como objeto de estudio, su extensión, sus límites, así como su relación con otros objetos que interactúan en el campo de la violencia. En suma, se trata de un concepto que permite una nueva consideración de cómo se comprende la realidad a partir de las herramientas conceptuales que se encuentran en esta nueva propuesta teórica. Cambia la perspectiva respecto del clásico concepto de objeto de estudio en cuanto a su solidez, certeza y permanencia, pues ahora, todos los conceptos que forman parte del campo de estudio de la violencia se extienden y distribuyen en un espacio delimitado por todo aquello que tenga propiedades comunes a la creación del nuevo campo. Si bien, se extienden sus límites y sus conceptos pueden ser más elásticos, la dispersión y tensión que los relaciona es más intensa, pues todos participan de los rasgos comunes propios de este nuevo campo. Su propiedad común es el marco de referencia compuesto por todo lo que se encuentre dentro del campo. Esta propuesta sustituye el carácter sustancial y sólido de la violencia como objeto de estudio de las distintas disciplinas que se ocupan de ella, para adquirir una perspectiva de carácter relacional y tensional que resulte operativa a una dimensión más amplia del estudio de la violencia que el que hoy ofrecen las distintas disciplinas. En este campo se distribuyen, relacionan, tensan, dispersan o disuelven todos los conceptos y teorías que tienen como propiedad común el estar referenciados con el fenómeno de la violencia, que a su vez, los agrupa y delimita. La violencia está atravesada y atraviesa todos 36 El término campo desarrollado por Enrique Del Percio denota mejor lo que queremos abordar en nuestro estudio. “En efecto, la noción de campo se opone a la de jardín (del francés garder, guardar) como lo abierto, con límites difusos e indeterminados a lo cerrado y delimitado. Asimismo, según Varrón, campus proviene de capere: capturar, pues es el lugar en dónde se capturaban tanto los animales como los frutos. Entonces, al hablar de la sociedad como campo de estudio hay una referencia a cierta indeterminación, al esfuerzo por la supervivencia, a la vida misma. Pero hay más: uno de los usos más antiguos registrados para el término es el de Campo de Marte, el campo aledaño a Roma en el que entrenaban los soldados. En general, en el medioevo la palabra se usó con un sentido más bien bélico: batalla campal, campeón, el alemán kampf (lucha, combate), etcétera. Así como el objeto, decíamos, está frente a nosotros, en cambio en el campo (con sus límites difusos y su carácter conflictivo) estamos inmersos, tal como nos acontece cuando pretendemos estudiar la sociedad. Tanto en la agricultura como en el combate, el hombre hace al campo pero también es hecho por el campo” (Del Percio, 2010). 62 Comisión Especial de Violentología 2013 los objetos conceptuales que conforman su campo. Es el límite de la dispersión y la consolidación del espacio dentro del cual se relacionan los conceptos, que pueden converger y encontrarse o bien entrar en tensión y desencontrarse, generando nuevas diferencias que nos permitirán profundizar su conocimiento. En la diferencia surgirán nuevos conceptos, se transformarán otros y es posible que alguno quede eliminado. Pero el aspecto más importante de un campo son las relaciones, tensiones y oposiciones entre los conceptos. Es un espacio privilegiado para pensar y comprender a partir de la diferencia de los elementos que lo componen. La tensión no significa ruptura sino interdependencia, conceptos que conviven (dis) asociados a una referencia que les es común, la violencia. La introducción de la noción de campo implica la incorporación de un nuevo lenguaje para considerar los objetos conceptuales que lo componen, donde cambia el acento a lo que puede considerarse “sustancial” y cobran fuerza las nociones de relación, tensión, riesgo, ambigüedad, posibilidad, diferencia y flexibilidad como rasgos del campo. Luego de entrar al campo, ningún objeto es tan sólido como lo era37. Construir la apología de la tensión y la diferencia, equivale a pensar sistemáticamente en una nueva singularidad, donde lo individual exige un nuevo estatuto de la particularidad. Lo particular se identifica con el modo en que las diferencias se articulan. Esa articulación en la cual se reconocen y se transforman, le confiere un valor especial a lo intermedio. Al estar compuesto de relaciones, tensiones y diferencias, el núcleo esencial de su estructura es siempre lo intermedio. La Violentología le otorga un valor especial a lo intermedio38, que no es fácil de considerar, pues las disciplinas clásicas le han conferido escaso valor y no debería ser así, pues la 37 Se debe asumir el riesgo del error y la posibilidad de ruptura, aceptar el valor de la diferencia y la dispersión, construir la alteridad que rechaza la uniformidad y la falsa igualdad. De nada sirve cubrirse con el ropaje de la cotidianeidad, que nos conduce a lo común y lo rutinario, para huir de los ámbitos de la diferencia. A partir de que cada objeto es lo que es, en virtud de las diferencias que la constituyen y las relaciones que es capaz de establecer, es posible recuperar un nuevo orden de conocimiento. 38 Pensemos, en términos generales, cómo la gente piensa y reacciona frente a la violencia. No estamos lejos de la realidad si dijéramos que representa una discrepancia entre la sociedad real - ser- (en la que convivimos) y la sociedad deseada - deber ser - (a donde deberíamos ir). Se trata de un tránsito entre lo que es a lo que debería ser como posibilidad. La “realidad violenta” nos agobia, nos resulta insoportable y por eso nos sublevamos contra ella, simplemente porque no la soportamos más. Es indispensable resolver esta “calamidad que nos angustia”, ya sea previniéndola o erradicándola, pero en todo caso, hay consenso casi unánime en que debemos luchar contra ella. ¿Quiénes estarán a cargo de tan magna tarea? En principio los especialistas de distintas disciplinas científicas, que con el apoyo del poder político, son los que tienen más fortalecido el 63 Comisión Especial de Violentología 2013 violencia está mediada por ese espacio relacional entre personas, grupos de personas o la sociedad misma. También es un espacio de múltiples posibilidades, donde no hay clausura definitiva, pues toda clausura es el tránsito a una repetición o a otra posibilidad. Es un espacio abierto que permite la novedad y el azar. La violencia tiene una inagotable capacidad de variación creadora y destructora. Esta nueva forma de entender la violencia supone modificar las perspectivas tradicionales del concepto de violencia. Nos facilita comprender el por qué, si tanto se lucha contra ella, si se tiene la pretensión de erradicarla, convive con nosotros, como paradoja eterna, desde hace tantos siglos. ¿Por qué, si es tan mala para la sociedad, es tan duradera? Ha durado porque se la pretende eliminar con decálogos y mandamientos de corto alcance y nunca se la pensó intelecto para llevar adelante esta tarea con la ayuda de esa herramienta que nos distingue como seres “superiores”, la razón. Especialistas, intelectualmente dotados y con los dictados de la razón como guía parecen constituir un plus frente a la cual la naturaleza toda (incluidos los humanos) solo le queda esperar la inevitable derrota. Si bien la faena aparece compleja de principio, basta encontrar las causas, elaborar un diagnostico y proponer las acciones correctoras para eliminar la violencia y de esa manera, fundir en una misma unidad sociedad real - igual - sociedad deseada. Por supuesto que se podrá decir que estoy reduciendo al absurdo una problemática demasiado importante y compleja, y por lo tanto, tan simple reflexión carece de valor científico. Es verdad que estoy reduciendo, que la problemática es compleja, pero no es cierto que pueda considerarse absurda, irracional, incoherente o falsa. En términos generales, representa la matriz de cómo pensamos la violencia y como pensamos resolver el “problema” de la violencia. Cuando la gente enfurecida les pide a gritos a los políticos “que hagan algo”, está pidiendo esto, independientemente que en la práctica se materialice endureciendo los castigos, incrementando el número de efectivos policiales o alguna otra medida aunque pueda vulnerar derechos o garantías constitucionales. Lo especialistas en materia de seguridad y académicos de distintas disciplinas científicas enfrentan un dilema primordial: cómo abordar esta problemática que luego quedará plasmada en todo su desarrollo teórico. Concebir las propuestas de “luchar” contra la violencia como un catalogo conformado por sustancias o por procesos, por objetos o por relaciones. La gran mayoría de los académicos dentro de las ciencias sociales y especialistas en seguridad ciudadana se inclinan por el primer punto de vista. Los modelos basados en el entendimiento de que las entidades son más importantes que las relaciones - la teoría de elección racional, los fundados en la norma, diversos holismos y estructuralismos - predominan en los estudios sobre la violencia y sus posibles soluciones. Esto lo observó claramente Norbert Elías, al señalar que el pensamiento sustancialista está muy asociado a patrones gramaticales profundamente arraigados en lenguas occidentales. A modo de ejemplo ilustra que cuando decimos “está soplando el viento” lo hacemos como si el viento fuera realmente una cosa quieta que, en determinado momento, comienza a moverse y a soplar. Es decir, que hablamos como si pudiera existir una clase de viento que no soplara. Entendemos que es imperioso buscar alternativas y enfoques que cambien substancialmente estas hipótesis y que se describa y analice la realidad social en términos de relaciones y procesos que se dan en un espacio y tiempo determinado. Pensar en términos relacionales implica rechazar la noción de que se pueden proponer entidades anticipadas tales como los individuos o la sociedad como los principales puntos de partida para el análisis de lo social. Lo vemos en Karl Marx al plantear que “la sociedad no consiste de individuos, sino que expresa la suma de interrelaciones, dentro de las cuales se encuentran los individuos” (Marx, 1973:247). También lo sugiere Niklas Luhmann (2008) cuando nos dice que no hay elementos sin conexiones de relación o relaciones sin elementos. Con lo dicho queremos indicar que los conceptos centrales para el análisis de la violencia están abiertos a una amplia reformulación a partir del pensamiento relacional. 64 Comisión Especial de Violentología 2013 como posibilidad y variación en los espacios relacionales en los que se producía. Esta noción nos permite ver nuestra historia y la historia de la humanidad desde otro lugar. Entonces, la Violentología aparece como propuesta y desafío de pensar la violencia desde la violencia como dispositivo central. Se manifiesta como una indisciplina donde su campo de estudio lo constituye la violencia per se, en tanto fenómeno que se da en un espacio vital intersubjetivo. No podemos colocarnos como observadores externos y considerar la violencia como objeto de estudio, conforme categorías y conceptos disciplinariamente preestablecidos y desde ese lugar describir, analizar y comprender la violencia. Es necesario realizar un giro fundamental sobre el origen de nuestras teorías explicativas. Debemos recuperar la palabra, el contenido y el sentido de la violencia y desde ahí conocerla a partir de un nuevo campo de estudio. xiv. La no violencia entre las personas como posibilidad: violencia, paz, no - violencia, seguridad, inseguridad (términos que nos interesan en este trabajo) son conceptos indisolublemente unidos entre sí, tanto en lo social, cultural y político, así como también en lo ontológico. Veamos: a.- Campo de (in)estabilidad tensional: La violencia es un concepto de difícil fijación en una realidad concreta, donde el signo depende de su configuración. Entonces, puede ser un delito si constituye una infracción a una ley, el origen de un orden social producto de una violencia fundadora (René Girard); la “fundación de una cultura” si resulta del asesinato del padre por la horda primitiva como la imaginaba Freud en “Tótem y tabú”. Con el surgimiento del Estado se les expropia la violencia a los individuos, al administrar y controlar su monopolio para “poder definir” la legalidad o ilegalidad de la misma. Ahora, la ley pasa a ser una forma de violencia en si misma, que no castiga la violencia sino la manera en que se externaliza: su ejercicio fuera de la ley (Walter Benjamín). Puede ser el nacimiento de un orden de convivencia o una energía devastadora, un sistema de administración racional o la subversión de un orden constituido. Por ese motivo el núcleo de su definición es un campo de (in) inestabilidad tensional. La violencia es una tensión que fuerza o perturba un equilibrio, que puede estar orientada a organizar el miedo y la conservación de la vida o bien ser un cuerpo extraño que contagia y 65 Comisión Especial de Violentología 2013 destruye. Puede ser el “pharmakon”, o sea el veneno que se inyecta para curar el veneno inyectado o la destrucción del edificio base de todo orden social. La violencia se manifiesta de tantas formas como exceso y control de ese exceso podamos imaginar. Nuevamente, tal experiencia perturbadora u ordenadora es la configuración que determina su signo. A su vez no solo se le teme, sino que también se la desea, a tal punto de que puede ser parte de la euforia colectiva (las guerras dan cuenta de ello). Pero así como la violencia está en el origen del lenguaje, su discurso encuentra un límite en lo representable en tanto humano para pasar a ser expresión de una locura que no se puede justificar, aunque no se aparte del lenguaje en su misma racionalidad a través de la cual se expresa. Desde que se constituye lo humano, en todo su terreno -desde lo ontológico hasta su lenguaje -, forma parte de nuestra convivencia. La violencia es un espacio - de relación - tensional entre contrarios, es decir, es parte de un nexo primordial entre opuestos. El solo pensar la existencia de la violencia requiere indispensablemente de su opuesto (la no-violencia), pero no como algo extraño, sino como un fenómeno que surge de la propia vida. Las ventajas de comprender la violencia de esta manera son enormes. Posee la fuerza de hacernos pensar en lugares (al menos dos) y no en el lugar (violencia o no - violencia). Su “estructura” es siempre relacional, donde no importan tanto los elementos concretos que la constituyen sino la relación que se establece entre ellos. Hablar de paz o de violencia implica hablar de miles y miles de micro-relaciones entre extremos que podrían ir desde el amor (como convivencia extrema) hasta la guerra (como in convivencia o violencia extrema). No puede resultarnos extraño, aunque tal vez paradójico, porque se da en todo el orden de la naturaleza; como en los sentimientos (amor - odio), en los valores (bien - mal), en la naturaleza física (atracción - repulsión). Este orden natural no debe ser teóricamente aislado. La naturaleza siempre se nos presenta así, conectada, y el hecho de intentar aislar en forma arbitraria y artificial ambos contrarios, es lo que durante tanto tiempo nos dificulto la posibilidad de discernirlas. b.- Son términos que están indisolublemente unidos entre sí: No puede pensarse el uno sin el otro, de forma tal que la violencia no puede superarse en un tránsito hacia la paz o la no violencia, como estadios necesarios en procura de seguridad. Su estructura y acción tienen el mismo origen, sentido y finalidad que forma parte de una unidad ontológica en la cual es difícil pensar posibilidades superadoras de la violencia que nos coloque en un estadio distinto de la misma como fenómeno constante en la historia y la cultura (al menos en occidente). 66 Comisión Especial de Violentología 2013 El intento de asumir el control por la fuerza, de dividir la realidad para crear claridad y eliminar la ambivalencia nos proyecta a un horizonte donde el fundamento último de la no violencia y la violencia se confunden en un terreno fértil donde cualquier planteo de totalidad se hace imposible, salvo la contradicción evidente o la autonegación. Si bien se han desarrollado distintas “teorías críticas de la violencia”, lo han hecho a partir de concepciones ideológicas, éticas o utópicas que no trascienden la dialéctica de la que forman parte. Tales ideas están entrampadas en la crítica de la crítica, en una dialéctica infinita. La imposibilidad de superación es el resultado de no poder contar con un concepto nuevo que “derribe” la historia contada. Desde esta lógica enfrentamos la paradoja de construir un concepto de no - violencia como violencia contada de otra forma. Este entrampamiento ha ido generando un debilitamiento de las concepciones que pretenden tener la explicación para luchar contra la violencia, así como también sobre su posible erradicación. Las concepciones fuertes y absolutas39 que tienen la pretensión de una seguridad permanente o una paz perpetua están perdiendo terreno, no solo desde el concepto y el discurso, sino también por sus resultados. Los proyectos impregnados de dogmatismos están perdiendo uniformidad y consenso, tanto en lo académico como en la práctica política, aunque no dejan de tener vigencia como utopía deseable. Tal vez, por este último motivo, la necesidad de certeza y respuesta a las razones últimas más allá de las cuales no es posible ir, es un imperativo para los proyectos de seguridad total, seguridad que no admite vacíos, dudas, incertidumbre, donde toda la realidad aparece bajo control. Principios que nos permiten reducir toda diversidad de tal forma que no hay espacio 39 Gianni Vattimo, entiende al Pensamiento Débil como una fuerte teoría de la debilitación que se esfuerza en situarse al interior de un proceso que se sabe que no ha finalizado. Señala que los que hablan de “verdad verdadera”, siempre imaginan el proceso como una aproximación progresiva a un objeto que está “allá” lo cual es peligroso porque si hay una aproximación progresiva, hay “verdades obligatorias” para todos. En su lugar propone la disolución de los absolutos metafísicos que implica también el fin de las autoridades indiscutibles. Si no al triunfo de la razón, que no llega nunca a certezas definitivas, asistimos por lo menos al triunfo de las razones, o sea de la exposición, de tanto en tanto, de los motivos y los argumentos que hacen recomendable una elección más que otras. Donde “lo verdadero no posee una naturaleza metafísica o lógica, sino retórica” y “el ser experimenta profundamente su declive, vive hasta el final el sentimiento de su debilidad”. Los rasgos constitutivos del ser y la verdad son concebidos en términos de una ontología débil en la que “el pensamiento no podrá reivindicar ya esa posición de soberanía que la metafísica le había atribuido...” con lo cual se trata de “un pensamiento desprovisto de razones para reclamar a la superioridad que el saber metafísico exigía en relación a la praxis”. (Vattimo, Gianni (1995) “El Pensamiento Débil”, Cátedra, pp. 3840). 67 Comisión Especial de Violentología 2013 para la inseguridad. La razón todo lo puede: calcular y crear soluciones frente al peligro con la promesa de un proyecto de seguridad integral en el que nada queda librado al azar. Sin embargo, la promesa de seguridad total no parece corresponderse con los resultados que delata la realidad. Más aún, diríamos que las promesas siempre están un paso por detrás de los problemas que pretende “solucionar”, de forma tal que la brecha entre ambos se ensancha a una aceleración creciente. Por más esfuerzo que se haga, el progreso de la sociedad moderna nos somete cotidianamente a nuevos espacios de incertidumbre y peligros difíciles de acallar con más seguridad. La seguridad no puede ser pensada como un proyecto estable y final, como totalidad evidente (concepto hoy dominante en las ciencias sociales) donde el deseo de control sobre lo social y humano se impone como destino último de la historia, como utopía o ideología de salvación. De lo que estamos seguros es que tales visiones están en crisis, no solo en tanto concepto sino además en cuanto posibilidad. xv. Convivir con la violencia de la mejor manera no-violenta posible: Es necesario pensar la violencia y la no-violencia o la no-violencia y la violencia como posibilidad, no como “ente” o “sustancia”, sino en cuanto fenómeno que ocurre en la sociedad entre las personas. Como un fenómeno dinámico que nunca “es” absolutamente sino que “está siendo” permanentemente frente a la imposibilidad de construcciones definitivas. Pensar de esta forma implica la posibilidad de convivir de manera no-violenta, sin tener que forzar la imposible empresa de luchar contra la violencia o pretender erradicarla. No será necesario “crear” verdades universales que sirvan de fundamento a la construcción de una seguridad integral y total. La razón humana no tendrá la enorme tarea de diseñar proyectos para evitar la violencia. Es indispensable buscar un entendimiento sobre la noción de (no) violencia que acepte la experiencia de la inseguridad, para lo cual debemos comprender y aceptar la conectividad interior entre ambos conceptos. Nietzsche señaló que la experiencia de inseguridad no debe entenderse como un funcionamiento imperfecto de la sociedad, sino que por el contrario es derivación de su éxito40. Antes que eliminarse, ambos conceptos se corresponden, pues para “Durante la mayor parte del pasado el hombre ha crecido en el miedo, y toda existencia soportable ha comenzado con la sensación de ´seguridad´; todo esto sigue actuando ahora en los pensadores. Pero apenas 40 68 Comisión Especial de Violentología 2013 la eliminación de cualquiera de ellos se requiere de violencia. En este sentido manifestamos que para promover la seguridad es necesario dar un valor positivo a la inseguridad y de esa forma convivir de la mejor manera posible con ella. En el mismo sentido Jean-Claude Chesnais señala que toda disminución en el nivel de violencia va acompañada de una sensibilidad mayor frente a la violencia, y luego de un sentimiento de inseguridad. El malestar que siente la sociedad ante la inseguridad expresa un anhelo de horizontes sociales y subjetivos más seguros, lo cual es valioso si no fuera porque las teorías clásicas se lo atribuyen a un incremento de la violencia (y el delito). Sin embargo, no debemos perder de vista la violencia como fenómeno de lo humano, porque en la debilidad de ese reconocimiento se encuentra nuestra fortaleza. Debemos vivir la inseguridad con tranquilidad, no con la resignación de quienes se refugian en la violencia de los fundamentalismos con el pretexto de luchar contra la inseguridad para eliminar la violencia, tentación frívola de los chicharacheros. No se ofrece ninguna propuesta utópica de eliminar la violencia, pues todas estas propuestas están condenadas al fracaso. Debemos partir del mundo de lo humano y proponer acciones dentro de la vida normal y cotidiana de las personas en las comunidades donde viven. Es momento de colocar a la violencia en su lugar y terminar con los mega - emprendimientos que nos prometen una seguridad que no nos tranquiliza, una asepsia generalizada que genera mayores incertidumbres que las propias de nuestra existencia. Es necesario reconocer la necesidad de un equilibrio entre la violencia y la convivencia, la libertad y la seguridad como atributos propios de la condición humana. La violencia se debe tratar de evitar, pero también admitir que la mayoría de las personas vive pacíficamente la mayoría del tiempo. Somos conscientes de que no podemos terminar el trabajo con una conclusión definitiva. Trataremos de ser más claro: posee carácter conclusivo, pero no final. No tiene final en el sentido convencional con el que usamos el término. Además no puede tener fin una teoría de la violencia que no tiene inicio, ni final determinados, con intermedios tan variados como las notas de una sinfonía. Si no fuera así, ¿cuál es el descanso tranquilizador de la meta alcanzada? No pocas veces los puntos suspensivos son menos violentos que el punto final. disminuye la ´peligrosidad´ exterior de la existencia, nace también un deseo de inseguridad, de horizontes indeterminados” (Citado Vattimo, 1998: 105). 69 Comisión Especial de Violentología 2013 Cultivar esta manera de pensar requiere cuanto menos cinco atributos que están implicados entre sí: a.- la necesidad de encuentros; b.- la defensa de la imperfección; c.- la exigencia de diálogo; d.- admitir la diferencia y e.- el respeto como mandato. En primer lugar es necesario promover el cruce de realidades iguales o diferentes, posibilitar la mezcla de lo diverso y de esa manera permitir que aflore una nueva realidad más rica por el proceso de encuentro de las distintas realidades. El entrecruzar diferentes pensamientos, conceptos o enfoques de ver la violencia nos permitirá arribar a una nueva realidad que puede ser el punto de partida de nuevos encuentros. Además, mal que nos pese, esta entrega exige la defensa de la imperfección. Asumir el riesgo de la imperfección como posibilidad y como compromiso de convivir con la incertidumbre. Pero también ser firmes al momento de cruzarnos con historias y proyectos que plantean la perfección de lo dicho como punto final de la búsqueda. Se eliminan referencias puras y sólidas, lo que supone un riesgo adicional que debemos correr, frente a las verdades cegadoras donde todo está dicho. Si alguien alega santidad, la debe compartir con la abrumadora realidad de la imperfección. Los atributos mencionados implican la exigencia del diálogo como parte importante de la propuesta. Un diálogo constructivo debe partir de una actitud de tolerancia que solo se puede abrir con quienes permitan discutir principios absolutos y eviten la tentación de imponerse desde posiciones de poder. Un diálogo sincero en el que no se admita la posición del otro por comodidad, sino que a partir de la incomodidad de la diferencia encontremos el espacio común para nuevas preguntas y respuestas. Un diálogo que admita la diferencia, porque solo en la diferencia es posible el diálogo. Asimismo importa un nuevo compromiso: el de tener que reconocer la variedad, la multiplicidad y en cierto sentido, también la dispersión. Solo desde este lugar es posible construir distintas respuestas a una misma pregunta y formular preguntas que derrumben falsas uniformidades. Es momento de asomarse al mundo de las diferencias y reconocerlas como tal, donde no alcanza el reconocimiento formal, sino que requiere hacerlo realidad, pues solo en la diferencia podremos comprender la diferencia. Entonces, aunque pueda resultar difícil, debemos reconocernos en la diferencia con respeto. El respeto que se construye en la distancia entre lo diferente, pues cuanto más distinto piense de mí, mayor actitud de respeto se debe tener. No solo requiere buenos modales, sino fundamentalmente aprender con dolor a escuchar lo que no quiero oír. Solo desde el respeto 70 Comisión Especial de Violentología 2013 podremos progresar en la comprensión de la violencia, no como arribo a una generalidad uniforme, sino como posibilidad de clarificar nuestras propias diferencias. Sin embargo es posible que alguien piense que lo dicho no sirve para nada, cálculo que habíamos tenido en cuenta antes de empezar a escribir. No hay juicio final; nadie a quien condenar, nadie a quien absolver; solo planteos, dudas e interpretaciones. Vuelvo a remarcar, por si no quedo claro, en la debilidad está la fortaleza. Hoy estamos lejos de proponer grandes soluciones a la legítima demanda de seguridad por la que clama la gente, y es por eso que frente al esfuerzo de presentar proyectos integrales que pretenden cerrar la discusión más que el problema, la intención es abrir discursos, provocar respuestas, analizar contradicciones, generar dudas, hipotetizar soluciones, para que la preocupación se convierta en esperanza y no en un catálogo de frases hechas. Debemos explorar otros lugares, hacernos otras preguntas, escuchar otras cosas y ver algo que probablemente estuvo siempre frente a nuestros ojos. A partir de ese momento se abrirán nuevas posibilidades. He aquí la intención de nuestro trabajo, la contribución con nuestro grano de arena (aunque habrá quienes digan que plantamos nuestro grano de arena en el desierto), la fuerza de la propuesta. Poner la violencia en cuestión no solo es posible, también es necesario. Si algo se ha perdido, no hemos perdido gran cosa cuando se proponen herramientas para facilitar la investigación, se presentan nuevas alternativas por fuera de las tradicionales, se construyen puentes hacia otras áreas del conocimiento, y se posibilita el diálogo para reinterpretar lo conocido y recorrer el camino que nos falta por conocer. xvi. Hacia una nueva postura epistemológica: Las imágenes del espectáculo social se nos imponen con tanta fuerza y frecuencia que nuestra mirada se ha vuelto ordinaria y la pereza se apropia de nuestra mente. Aun lo que pueda ser novedoso no modifica nuestra actitud natural a la inercia. Todo lo que pasa y nos pasa en nuestro cuadro perceptivo ocurre sin que nos preguntemos por qué acaecen. En esta pérdida de toda postura vital nos está permitido totalizar aquello que se nos presenta a la vista y convertirlo en un objeto de estudio porque nuestra conciencia está volcada hacia los objetos. El poder es del gobierno, a la monarquía la expresa un rey y a la democracia el pueblo. Ahora, son los conceptos los que objetivan la visión del mundo. También la violencia tiene su lugar en el mundo de los conceptos objetivados. 71 Comisión Especial de Violentología 2013 Nuestra visión difiere de este mundo cosificado. La violencia no emerge como un objeto a secas sino que la vemos como una relación que se da en los espacios que existen entre los seres humanos. Se pude argumentar que ese espacio en relación es la nada y que ante la ausencia de objeto solo queda un espacio vacío. Por el contrario, desde nuestra mirada al descosificar la violencia, es ese espacio de relación entre los humanos el que le otorga sentido a la violencia. Cuando se olvida que en el espacio entre las cosas hay, la visión del mundo se satisface con lo que ve y lo visto se cosifica en un objeto. Pensar y ver la violencia como objeto es un error que deforma nuestra mirada que solo ve la máscara de la realidad pero desconoce lo que ocurre hacia su interior. Menos aún lo es de modo abstracto, atemporal y substancialista, sino que por el contrario nos debe comprometer existencialmente en nuestra relación con el otro que trasciende la mera forma de objeto. Sabemos que es difícil instalar novedades en medio de explicaciones y comprensiones teóricas que han encantado el saber científico y en particular las ciencias sociales. Existimos en un mundo donde la realidad tiene una máscara a medida impuesta por la razón univoca. Vemos a un ser humano sin tiempo y lugar, ahistórico y culturalmente uniforme. Nuestra sociedad no escapa a este velo encubridor de instituciones que se fundan en la igualdad y el primado de una razón justa. Postulado teorético que nos invita a una fiesta con la promesa de vivir en un mundo mejor con pretensiones omnicomprensivas de la verdad. Prontamente esta promesa comienza a hacer estragos en los procesos de subjetividad de las personas al intentar totalizarlo en una realidad exterior que nos remite a lo observado donde el ente es una cosa y el objeto su estudio; se recurre a un pensamiento formal y causal que se nos presenta como totalidad. Nos remite a un tiempo universal que reduce en etapas y disciplinas científicas que nos dicen que la realidad es lo que ellas nos dicen que es. La violentología nace con la esperanza de desenmascarar la violencia como si se tratara de un objeto externo desde donde se la pretende explicar, controlar y legislar. También decimos que la realidad no forma parte de cánones prediseñados, ni está contenida en paquetes de conocimiento prolijamente escritos que solo pueden interpretar y explicar los especialistas y expertos. Se pretende abrir la caja negra de la violencia, no para que nuestra mirada se vuelva extraña sino para no repetir lo dicho que pasa de mano en mano configurando un anonimato que nos aleja de toda responsabilidad, donde, despersonalizamos lo que queremos conocer para 72 Comisión Especial de Violentología 2013 empezarlo a ver a través del reflejo teórico de lo que se nos dice, sin preguntarnos si lo que se nos dice tiene alguna relación con el fenómeno de la violencia en cuanto tal. Sabemos que cuesta pensar que existe un más allá de la rigurosidad formal, universal y objetivada con que las disciplinas científicas argumentan sobre la violencia. Se nos puede preguntar cómo pensar más allá sin un soporte epistemológico que sostenga el pensamiento, cómo salir a la intemperie de las obras que nos explican las causas y terapias de la violencia para encontrarnos con nuestra propia singularidad y a partir de ahí dar una explicación razonable. Ello implica la búsqueda de otras respuestas como posibilidad, ser actores y constructores de una historia que rompe con el universalismo substancialista. Rencontrarnos con quienes avizoraron puntos de fuga como posibles alternativas frente a la dicotomía sujeto - objeto, fijarnos como la violencia se constituye en la trayectoria de la relación entre nosotros. Romper la vasija que atrapa al Otro, lo cosifica como un objeto externo y luego construye el marco teórico para explicarlo. La violentología contiene más de lo que son capaces de contener las distintas teorías que explican la violencia, no porque sea la suma de todas las teorías conocidas sino porque pretende ser un pensamiento constituyente cuya experiencia pasa por comprender el espacio de relación que se da entre los seres humanos donde la violencia ocurre como posibilidad y ya no como objeto de estudio anónimo unido a una razón universal y externa que debe ser conocida. De lo que se trata es de romper con la hegemonía totalizadora de la violencia como objeto de conocimiento cargado de teorías que la explican para pasar a adoptar una nueva postura epistemológica que asuma la compleja infinitud del ser humano como algo que no se agota en categorías fijas, únicas y definitivas, sino que por el contrario, se centre en el espacio relacional entre las personas como el lugar desde el cual se debe analizar la violencia. xvii. Cultura de la convivencia comunicativa: En el mundo de lo eterno humano la violencia siempre parece estar presente. Constituye una de las principales causas del malestar de la sociedad y simultáneamente su condena es casi unánime en todas partes del mundo. Paralelamente, su desaprobación no se ve correspondida por una reducción de la misma. Distintos autores hablan de propiciar una cultura de la paz41 , “salida de” y critican la 41 En 1997 la Asamblea General de la Naciones Unidas declaró el año 2000 como Año Internacional de la Cultura de la Paz. La UNESCO define la cultura de la paz como “un conjunto de valores, actitudes y 73 Comisión Especial de Violentología 2013 subcultura de la violencia42, “entrada a”, asunto éste en el que se encuentran encajados los teóricos. Aunque nos duela admitirlo, como fenómeno de la sociedad toda, la vida en cuanto tal, no puede ser no violenta, porque su existencia depende de la muerte. Lo que ontológicamente depende de la vida obedece a la muerte. No hay entrada o salida cuando la convivencia se nos impone como dialéctica de la violencia que compre a los humanos. Se la recuerda, se la condena, pero siempre está con nosotros. Progreso moral de la historia por medio, la violencia nunca será de los otros (¿qué otros?). Lo preocupante de las distintas teorías de la violencia es que no nos permiten reconocernos en la violencia como espacio en el que interactuamos y nos relacionamos. El concebirla como algo esencialmente antinatural y extraño a nuestro convivir y reprimir su existencia porque es nuestra sombra mortal, puede ser una estrategia eficaz para aliviar nuestra existencia, pero no para comprenderla en nuestra existencia. Creer que la mera condena teórica de toda violencia puede eliminar la violencia, es una utopía emancipadora tan peligrosa como la propia violencia, pues en la realidad equivale a dejarla acampar tranquilamente en la vida cotidiana (con el agravante de creer que se la está debilitando). Resulta imperioso superar el error y la falsedad de la ingenua condena teórica de la violencia como primer paso para comprenderla. El motivo es obvio: el comprender nos prepara mejor para saber lo que debemos hacer. Si la intención es erradicar el plus de violencia que flagela la vida social, no podemos adoptar como punto de partida el deseo utópico de que la violencia pueda ser totalmente eliminada de la vida humana (argumento igualmente valido para el caso de actuar “como si” pudiéramos). En nuestro camino hacia una aproximación pura a la violencia, para verla mejor, debemos comenzar por a sacarle las distintas mascaras (contaminación teórica) que la ocultan. Es momento de abandonar la repetición insustancial de estribillos cuyo único cometido es aplazar el diálogo y eliminar el encuentro como posibilidad. conductas, que plasman y suscitan a la vez interacciones e intercambios sociales basados en principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia y solidaridad; que rechazan la violencia y procuran prevenir los conflictos tratando de atacar sus causas; que solucionan los problemas mediante el diálogo y la negociación; y que no sólo garantizan a todas las personas el pleno ejercicio de todos los derechos sino que también les proporcionan los medios para participar plenamente en el desarrollo endógeno de sus sociedades”(AmadouMahtar M'Bow, 1986: 4). 42 Wolfgang y Ferracuti establecen que "la subcultura de la violencia sugiere la existencia de un común y potente elemento de violencia en el conjunto de valores que constituye la esencia del sistema de vida, del proceso de socialización y de las relaciones interpersonales de individuos que viven en condiciones similares" (1971: 140) 74 Comisión Especial de Violentología 2013 Es momento de comenzar a proponer una cultura de la convivencia comunicativa, pues la violencia se desata cuando no hay espacio ni lenguaje común y las rivalidades chocan sin mediación alguna. Cuando no hay comunicación, cuando el lenguaje común desaparece, retorna la violencia. Es momento de colocar la violencia en su lugar y tratarla con respeto. 4. Aforismos después de la Violentología Teorema: Desde la violencia hacia la cultura de la convivencia comunicativa por la Violentología. Aforismos 1.- La violencia se presenta como una forma posible en-el-convivir- humano. 2.- Adquiere un efecto mimético. 3.- Incrementa la mimetización en ausencia de efectivos mecanismos de clausura. 4.- Comprenderla implica apartarla del reduccionismo distorsivo de la lógica binaria es/no es. 5.- Cabe reintegrarla al orden natural de donde resultó “expropiada” so pretexto de objetivar su estudio. 6.- Aparece fenomenológicamente en el espacio/tiempo de relación interhumano común entre ellos. 7.- Es un proceso social interhumano relacional no susceptible de ser observado objetivamente. 8.- Proponemos su conocimiento, comprensión y reflexión a partir de la Violentología como campo (in)disciplinario de (in)estabilidad tensional constituido a nivel lingüístico, conceptual y óntico. 9.- Es la propuesta y el desafío de pensar la violencia desde la violencia como dispositivo central. 10.- Se manifiesta como una (in)disciplina donde se estudia la violencia “per se”. 75 Comisión Especial de Violentología 2013 11.- Promueve la hipótesis del adaptarse a un convivir con la violencia de la mejor manera no-violenta posible. 12.- La violencia se va haciendo más violenta (deshumanizando) en tanto se pretenda su erradicación. 13.- Se va haciendo menos violenta (humanizando) en tanto se reconozca la experiencia de la violencia y pueda desplazarse en la mimetización. 14.- Es una variable independiente de su percepción. La heurística de la disponibilidad explica que el riesgo real de la violencia es asintótico al riesgo percibido: una disminución en el nivel de violencia (objetiva) puede ir acompañada por una mayor sensación de inseguridad (subjetiva). 15.- La Violentología expresa una aproximación pura a la violencia al colocar entre paréntesis la repetición insustancial de la violencia en abstracto. Corolario: La Violentología propone una cultura de la convivencia comunicativa, logrando una auténtica síntesis resultante, en el triple sentido del término: Afirmando que la violencia es “in-humana”, ya que pertenece al interior del espacio/tiempo de la relación propia del convivir interhumano. Negando que la violencia sea “anti-humana”, ya que no pertenece al mundo exterior ajeno al hombre. Superando la violencia haciéndola “humana”, ya que le da sentido al permitir reconocernos en la violencia, en una cultura de la convivencia comunicativa. 76 Comisión Especial de Violentología 2013 77 Comisión Especial de Violentología 2013 La Diputada María Alejandra Martínez junto al equipo de asesores de la Comisión de Violentología. Capítulo II La violencia: entre naturaleza y cultura43 43 Capítulo preparado por Gina Paola Rodríguez 78 Comisión Especial de Violentología 2013 Por una parte, el hombre es semejante a muchas especies de animales en que pelea contra su propia especie. Pero por otra parte, entre los millares de especies que pelean, es la única en que la lucha es destructora. El hombre es la única especie que asesina en masa, el único que no se adapta a su propia sociedad. N. Tinbergen Nosotros somos el eslabón perdido, tanto tiempo buscado, entre el animal y el hombre auténticamente humano Konrad Lorenz Introducción El binomio naturaleza- cultura atravesó los razonamientos de muchos investigadores a largo del Siglo XX que interesados en comprender el fenómeno de la violencia, se preguntaron si ésta se encontraba asociada a nuestra situación biológica, perteneciendo por tanto al ámbito permanente e inmutable de lo natural, o si por el contrario, era un producto de la cultura susceptible de modificación y control. Así, las teorías esbozadas por algunos científicos provenientes de la etología, la neurofisiología, la psicología y la antropología se disputaron la búsqueda de una fuente básica de la violencia, llegando a resultados encontrados en uno y otro sentido: desde la consideración de la violencia como un impulso innato esperando a ser liberado, o como un hecho social en nada vinculado con cuestiones biológicas. Una tercera postura aglutinó a quienes consideraron estos dos ámbitos como elementos situados en un continuum. Aunque pueda parecer hoy una polémica bizantina y superada, nos interesó volver sobre los debates acerca del origen innato o adquirido de la violencia, para remarcar la necesidad de comprenderla como un fenómeno social total. Nuestra hipótesis es que los debates suscitados desde la etología hasta la antropología, denotan una concepción de la violencia como una especie de eslabón perdido entre nuestra realidad zoológica y nuestra condición humana, como si se tratara de ámbitos escindidos. La percepción de la violencia como un fenómeno social total que involucra tanto cuestiones fisiológicas como psicológicas y sociales, nos parece más adecuado, «ya que es imposible – como señalaba Merleau Ponty- superponer en el hombre una primera capa de comportamientos que se denominarían "naturales" y un mundo cultural o espiritual fabricado. Todo está fabricado y todo es natural en el hombre, en el sentido de que no hay una palabra, ni una conducta que no deba cualquier cosa al ser simplemente biológico, y que al mismo tiempo no se sustraiga a la simplicidad de la vida 79 Comisión Especial de Violentología 2013 animal, no desvíe de su sentido a las conductas vitales, por una suerte de escape y por un genio de lo equívoco que podrían servir para definir al hombre» (Merleau- Ponty, 1975:206). Concordamos así con los postulados del Manifiesto de Sevilla (UNESCO, 1989) y de autores como Humberto Maturana (1995) y Steven Pinker (2012) para quienes los seres humanos no somos buenos ni malos de manera innata, mostrando que, así como albergamos un potencial destructor, estamos provistos de impulsos que pueden alejarnos de la violencia y orientarnos hacia la cooperación y el altruismo. Veamos más detenidamente cómo llegamos a esta conclusión. A través de la idea de razón instrumental, el proyecto ilustrado moderno escindió los ámbitos de la naturaleza y la cultura haciéndolos aparecer como independientes y antitéticos. Con la ruptura entre hombre y naturaleza, ésta perdió todo estatus ontológico, deviniendo un objeto a explotar, a utilizar, o a conocer, al tiempo que se erigió como una especie de umbral entre civilización y barbarie. Desde entonces, el hombre civilizado tuvo que salir de la naturaleza e ingresar a la historia a través de la cultura. Bajo esta grilla conceptual, la naturaleza se presenta como una realidad caracterizada por la permanencia, la estabilidad y la regularidad. Las estaciones climáticas, la constancia de las formas biológicas, hacen de la naturaleza el testimonio de la sustancialidad del ser. La naturaleza encubriría así una suerte de verdad que habría de descubrirse, y la ciencia moderna sería la llamada a indagar en los atributos de esta sustancia subyacente. La cultura, por su parte, es definida como una institución estrictamente humana que, como tal, incluye todas aquellas cosas que el hombre agrega a la naturaleza, las invenciones, costumbres y valores que son el producto de su interacción social. La cultura se correspondería además con el ejercicio de una voluntad racional, o, al menos, con un conjunto de intenciones de sentido que son relativas al accionar humano, y en esta medida, devendrían inconstantes, cambiantes e impredecibles. De esta suerte, aquellos rasgos que caracterizarían a la cultura y la distinguirían de la naturaleza serían el artificio y la convención. Naturaleza y cultura también han sido diferenciadas desde el punto de vista de la libertad de la acción. Lo natural es, ante todo, el ámbito de lo espontáneo, lo instintivo, lo irreflexivo, un espacio carente de pensamiento deliberativo y de juicios de valor, en contraposición al despliegue de la acción libre y voluntaria de la cultura. Mientras el ser natural se comporta en función y bajo la dependencia de causas que le son exteriores y que se aplican a él, de tal 80 Comisión Especial de Violentología 2013 suerte que no puede escapar a ellas o le dejan poco espacio para reaccionar, la cultura se caracteriza por ser el terreno de la autonomía en el cual el ser humano tiene poder para escapar a las reglas que se ha dado a sí mismo, rechazarlas, o inventar unas nuevas. Haciendo eco de la división naturaleza-cultura, la teoría política moderna empleó el concepto de naturaleza como recurso metodológico para crear la mistificación del poder burgués, ocultando las disputas del poder y la violencia que implican su vigencia, e inventando una metáfora que sirvió como línea divisoria entre un antes y un después del advenimiento de la burguesía. El “estado de naturaleza” es el umbral entre el nacimiento de la política moderna y la sociedad pre-moderna que articula el relato burgués según el cual los seres humanos abandonan el estado natural, en el que supuestamente son libres e iguales pero no racionales, por un contrato social, en el que crean una instancia superior como racionalización de los intereses privados: el Estado. Esta racionalización conllevará a la generación del contrato social como garante de la racionalidad de los individuos y de la comunidad política. Atrás quedaría el estado pre-político, como un pasado no moderno, no contractual, y por tanto, no racional. El estado de naturaleza, se esgrime así como una categoría con un doble propósito heurístico y político: la justificación del estado burgués y su poder económico. 1. ¿Un impulso innato? A diferencia de las teorías sociológicas, que consideran que el antagonismo es irreductible a los conflictos individuales, y que éstos se deben más bien a las características particulares de la estructura social; las teorías de la violencia provenientes de la etología y la psicología parten de la base individual, suscribiendo una concepción de la sociedad como un agregado de individuos física y mentalmente semejantes. Los estudios que intentan explicar el origen de la violencia en el individuo se dividen en dos corrientes que podríamos relacionar con las teorías del origen de la sociedad propuestas respectivamente por Thomas Hobbes (2005) y Jean Jacques Rousseau (1991): las corrientes instintivistas y las corrientes ambientalistas. Sigmund Freud fue uno de los pioneros de las teorías que explican la violencia en la existencia de un impulso innato. El psicólogo vienés había dedicado relativamente poca atención al fenómeno de la violencia mientras consideró que la sexualidad (libido) y la conservación del individuo eran las dos fuerzas que predominaban en el hombre. Esto cambió hacia 1923, cuando en su obra El yo y el ello postuló una nueva dicotomía: la de instinto(s) de 81 Comisión Especial de Violentología 2013 vida (Eros) e instinto(s) de muerte (tánatos); intuición que fue reconfirmada en la década del 30 en El Malestar de la cultura: «Partiendo de las especulaciones acerca del comienzo de la vida y de paralelos biológicos – escribió Freud- llegué a la conclusión de que además del instinto de conservar la sustancia viva debía haber otro instinto contrario que trataría de disolver esas unidades y hacerlas volver a su estado primitivo, inorgánico. Es decir, así como un Eros, había un instinto de muerte» (Freud, 1996:84) El instinto de muerte se dirige contra el mismo organismo, y es por ello una pulsión autodestructora, o bien se dirige hacia fuera y entonces tiende a destruir a los demás y no a sí mismo. Cuando se mezcla con la sexualidad, el instinto de muerte se transforma en impulsos menos dañinos, que se manifiestan por el sadismo o el masoquismo. Aunque Freud sugirió en diversas ocasiones que podía reducirse el poder del instinto de muerte, mantuvo en pie una idea fundamental: que el hombre estaba sometido al influjo de un impulso de destrucción de sí mismo o de los demás y esta situación era, por si misma, inmodificable. La agresión no era una reacción a los estímulos del ambiente, sino un impulso que manaba constantemente hundiendo raíces en la constitución del organismo humano. ¿Nos encontramos con Freud en una sin salida a la violencia? No del todo. Aunque en principio la inclinación agresiva es una disposición pulsional autónoma, originaria del ser humano, «ésta encuentra en la cultura su obstáculo más poderoso» (Ibíd.: 87). El instinto violento puede ser controlado a partir de mecanismos de la cultura como la educación y la socialización, dando prevalencia a la pulsión de vida. De allí que «el desarrollo cultural pued[a] caracterizarse sucintamente como la lucha por la vida de la especie humana» (Ibíd.: 88). Ahora bien, la emergencia de la cultura desplegada en los tabúes y las prohibiciones, no implica tanto la desaparición definitiva de la violencia, como su represión en el mundo inconsciente, con lo cual solo permanece agazapada esperando a manifestarse en cualquier momento. Este parece ser el caso de la guerra donde, a pesar del fortalecimiento del intelecto que empieza a gobernar a la vida pulsional, la violencia se actualiza y reaviva «contradiciendo de la manera más flagrante las actitudes psíquicas que impone el proceso cultural» (Freud, 1981: 56). 82 Comisión Especial de Violentología 2013 El razonamiento de Freud nos deja entonces en una situación ambivalente. Por un lado, todo individuo posee un núcleo constitutivo permanente, regido por el imperativo de la realización inmediata de los deseos – sexuales y destructivos – que lo habitan indefectiblemente. Este imperativo es contrario a los demás individuos y, en el límite, se opone a la preservación del individuo mismo. Por otra parte, el incesante empuje de esos deseos tiene mucha más fuerza que el interés racional por preservar el lazo comunitario. Al no haber una aversión natural a la violencia en los hombres, la posibilidad del orden social y subjetivo descansa en la introyección de las prohibiciones sociales (Tonkonoff, 2009). La cultura debe domeñar a la naturaleza. Pero, ¿qué pasa cuando la cultura fracasa en su función reguladora? ¿Acaso queda el hombre a merced de sus instintos zoológicos? Veamos ahora un planteo instintivista que no parte de la cultura sino de la conducta animal. Para el etólogo austriaco Konrad Lorenz (1971), la agresividad humana es un instinto alimentado por una fuente de energía inagotable y no necesariamente el resultado de una reacción a estímulos externos. La energía específica para un acto instintivo se acumula constantemente en los centros nerviosos relacionados con esa pauta de comportamiento, y si se acumula energía suficiente es probable que se produzca una explosión aun sin presencia de estímulo. La agresión, en este orden de ideas, es definida como «el instinto que lleva al hombre tanto como al animal, a combatir contra los miembros de su propia especie. Es un instinto como cualquier otro, y en condiciones naturales, es totalmente apto para la conservación de la vida y la especie» (Lorenz, 1971:3). En el hombre, empero, el instinto agresivo puede llegar a límites destructivos, no relacionados con la competencia necesaria para sobrevivir. Según Lorenz. «la manifestación dañina del instinto de agresión que los hombres llevamos, fue producto de un proceso de selección intra-específica que actuó sobre nuestros ascendientes a lo largo de varios milenios; concretamente a lo largo de todo el Paleolítico» (Ibíd.: 269-270). En el momento en que los hombres alcanzaron un nivel de desarrollo de sus armas, sus ropas y su organización social que les permitió mantener a raya los peligros exteriores del hambre, el frío y los grandes animales - que dejaron de ser factores básicos del proceso selectivo- entró en acción una selección dañina, intra-específica. A partir de entonces, el factor que promovió la selección entre los hombres fue la guerra contra hordas vecinas y rivales. Este factor, señala Lorenz, «debió provocar el culto y cultivo de todas esas “virtudes guerreras” que, por desgracia, aún 83 Comisión Especial de Violentología 2013 hoy siguen siendo para muchas personas ideal digno de nuestros mejores esfuerzos» (Ibíd.:270). En las sociedades modernas, el comportamiento patológicamente agresivo se produce cuando las condiciones restrictivas y multitudinarias de la vida cotidiana saturan las vías naturales de expresión de la irritabilidad. El impulso de agresión se acumula entonces peligrosamente, y estalla eventualmente en forma de violencia (o autoviolencia) desviada. La violencia sería así el fruto de la represión/acumulación de la agresividad. En palabras de Lorenz: … el hombre civilizado actual padece de su propia cultura. Añádase a esto que los síntomas patológicos de que hablamos, solamente se aprecian en una incapacidad de reacción en sus impulsos agresivos. Es más que probable que los efectos nocivos de los impulsos de agresión del hombre, que Freud explicaba postulando un impulso tanático especial, se deban sencillamente a que la selección intra-específica hizo aparecer por evolución en el hombre en épocas primigenias cierta cantidad de pulsiones agresivas para las cuales no hay válvula de seguridad en la sociedad tal y como hoy estoy organizada. (Íbíd.:270). Dos cuestiones nos interesan de la explicación de Lorenz. En primer lugar, hacer notar la relación entre violencia y reconocimiento. La agresión propiamente dicha involucra a individuos de la propia especie cuando son reconocidos como tales: es intra-específica. Esto pone de presente un elemento fundamental: que los factores desencadenantes de la agresión son, por lo general, los mismos que intervienen en el reconocimiento. De esta suerte, la agresión intra-específica está asociada al establecimiento de vínculos sociales. Ahora bien, ¿cómo se produce el paso de la agresividad necesaria para la supervivencia a la violencia? El mismo Lorenz admite que el potencial destructor de la agresividad intra- específica, que es mínimo en los animales, alcanza en los humanos niveles muy perjudiciales: «El instinto que servía para la supervivencia del animal -dice Lorenz- se ha "exagerado grotescamente" en el hombre y se ha “vuelto loco". Así la agresión se ha hecho una amenaza más que una ayuda para la supervivencia» (Ibíd.: 271). Pero, ¿es la violencia un cúmulo de agresividad represado o se trata de un fenómeno diferente? He aquí el segundo aspecto que nos interesa problematizar: la urgencia de diferenciar la violencia del comportamiento agresivo. En general, la conducta agresiva en la naturaleza (y entre los humanos) es una forma de resolver conflictos sobre la posesión de recursos (refugio, pareja, alimento) en situaciones de lucha por la supervivencia. Es una conducta defensiva y 84 Comisión Especial de Violentología 2013 direccional positiva, restauradora del equilibrio interno del sujeto, orientada a reaccionar ante el peligro. La violencia en cambio, es una forma de destructividad que trasciende el ámbito de la supervivencia y que no economiza en el daño ajeno, llegando a la crueldad y la aberración. Se trata de una manifestación sólo presente en la especie humana. Lorenz reconoce que el hombre tiene, como los animales, dispositivos de ritualización, comportamientos de sumisión y de inhibición de la agresión de tipo preventivo como la sonrisa y los gestos, así como comportamientos de amenaza simbólica como levantar los brazos. Pero estos son insuficientes para mantener al hombre a salvo de sus congéneres. Si los mecanismos de ritualización y disuasión fallan, ¿queda el hombre inerme frente a sus impulsos destructivos? Muchos de los colegas de Lorenz reaccionaron enérgicamente frente a sus planteamientos.44 Entre otras críticas, señalaron que al hablar de “instintos” en los humanos, el etólogo austriaco estaba recurriendo a una noción desde hacía mucho tiempo descartada por inútil; que su punto de vista de que había “patrones de comportamiento social evolucionados filogenéticamente” en los humanos contradecía los datos de la antropología y la historia; que de ningún modo se infería que lo aplicable a los otros animales debía aplicarse a los humanos; y que el comportamiento que describía como agresivo no se aplicaba a todos los animales; que incluso en aquellos a los que sí se aplicaba no siempre estaba claro que pudiera ser no aprendido. Algunos fueron lo bastante crueles como para recordarle que ya una vez había malinterpretado los hechos cuando en tiempo de los nazis publicó un artículo en que defendía la eugenesia y “la idea racista como base del estado”. Sobre el problema clave de si el comportamiento agresivo en los humanos se disparaba en respuesta a factores externos o, como afirmaba Lorenz, en respuesta a alguna “pulsión” interna que tenía que ser “descargada”, la opinión fue unánime. No había ningún “instinto de lucha” ni “pulsión de agresión” en los humanos; el comportamiento agresivo en los humanos lo disparaban causas externas. Siendo así, la situación no era tan peligrosa como Lorenz imaginaba porque, como él mismo admitía, esto significaba que estos factores externos que desencadenaban la agresión se podían eliminar “con alguna esperanza de éxito”. Para los críticos de Lorenz, algo 44 Ver al respecto el libro colectivo editado por Montagu (1968), en particular los artículos de Leonardo Bercowitz, León Eisenberg y del propio Ashley Montagu. 85 Comisión Especial de Violentología 2013 que faltaría en su planteamiento es el papel complejo y fundamental de la cultura en la creación y el encauzamiento de la violencia. Al escoger como punto de partida la conducta animal y no la conducta humana, el etólogo alemán habría desconocido que aún cuando los humanos posemos en forma congénita la capacidad de responder a situaciones de conflicto en forma agresiva, no tenemos ninguna necesidad biológica de ejercitar la violencia. Para responder a sus críticos, Lorenz se apoyó en las teorías de su coterráneo Arnold Gehlen (1987), para quien el hombre es ciertamente, un ser natural, pero que, a diferencia de otros animales, no está adaptado ni para la lucha por la vida ni para la supervivencia de la especie, por lo que la cultura (lenguaje, instituciones sociales, técnicas...) constituye un medio de readaptación, lo que hace del hombre “un ser cultural”; ya que los programas filogenéticos de su comportamiento estaban ya dispuestos para amoldarse a la presencia de una civilización. (Serrano Ruiz- Calderón, 1986:234). La combinación instinto innato-cultura es retomada de esta forma por Lorenz para refutar las acusaciones de reduccionismo y de exaltación de la agresividad esgrimidas por sus contemporáneos norteamericanos. Así escribió: no sólo no sobre-estimo la parte del animal que está en el hombre, sino que diría, incluso, que son los adversarios de la etología quienes subestiman la diferencia que hay entre el hombre y los animales. A fines de la era terciaria se produjo una verdadera revolución cuando nuestros antepasados llegaron a descubrir el pensamiento conceptual. En esa etapa de la evolución, unas facultades que anteriormente no existían sino aisladas en los animales, se vieron combinadas dentro de un sistema totalmente nuevo, el cual desarrolló unas propiedades sistemáticas hasta entonces desconocidas. La percepción de las formas y la facultad de representar el espacio al combinarse con las facultades de exploración de los jóvenes antropoides, dieron como resultado una actividad enteramente nueva: la actividad conceptual (Lorenz, 1983: 107- 108). Vistos en perspectiva, tanto Freud como Lorenz convienen que la represión de los instintos es perjudicial para los hombres. Freud postuló que la represión de la sexualidad podía conducir a enfermedades mentales y aplicó el mismo principio al instinto de muerte, enseñando que la represión de la agresión dirigida hacia fuera es insana y puede volverse contra el mismo hombre. Lorenz por su parte, declaró que el hombre civilizado actual padece de una descarga insuficiente de su impulso agresivo. Ambos llegan por diferentes caminos al diagnóstico de un individuo que continuamente está produciendo energía agresiva y destructiva que a la larga no consigue domeñar. La principal consecuencia de asociar la violencia a un instinto o a 86 Comisión Especial de Violentología 2013 una pulsión innata es precisamente la condena del ser humano a estar inmerso en ella, no por las relaciones que entabla, sino por su propia situación biológica. Se trata de un diagnóstico que no sabemos si es profundamente desesperanzador o temiblemente condescendiente. ¿Qué mayor tranquilidad para un mundo con tendencia a la violencia que la salvaguarda en un instinto biológico irreductible? Partimos de las teorías de Freud y Lorenz para iniciar las discusiones de la Comisión de Violentología pero sabemos de la necesidad de superarlas y avanzar en explicaciones que vayan más allá de la indomable naturaleza del individuo para tomar en consideración el entorno que lo rodea. Por ello pasaremos rápidamente por un par de planteamientos herederos de la teoría de Lorenz, para dirigirnos después a los enfoques ambientalistas, que buscan la violencia ya no en la naturaleza humana, sino en sus relaciones. Cabe advertir que si bien avanzan un paso respecto de las teorías innatistas, los enfoques ambientalistas, y en particular ciertas manifestaciones de la psicología conductista, continúan presas de un determinismo mono-causal que mantiene encubiertas las verdaderas dimensiones de la violencia. Un heredero de Lorenz, el norteamericano Robert Ardrey (1979), desplazó el locus de la violencia del instinto biológico al “imperativo territorial”, un impulso que llevaría a todo ser viviente a conquistar y defender su propiedad contra eventuales violaciones de otros miembros de su especie. Según Ardrey, el territorio satisface la necesidad de identificación que todos los seres biológicos experimentan. Cada grupo de una especie, y cada individuo dentro de ese grupo, tienden a identificarse con una parcela territorial mayor que ellos y en donde su presencia sea más duradera. En este orden de ideas, los seres humanos seríamos “animales territoriales”, que, impulsados por el instinto de supervivencia, tenderíamos a “poseer” un territorio (hogar, Nación, espacio físico vacío en torno nuestro al movernos) que pudiéramos considerar inequívocamente como “nuestro”. Nuestro rasgo principal, sería así la necesidad de poseer en propiedad un hogar que consideremos como un territorio específicamente propio, y al interior del cual tengamos zonas en las que nos sentimos más cómodos y objetos que nos desagrada ver utilizados por otros. Los planteamientos de Ardrey generan varios interrogantes y muchas perplejidades. En primer lugar, vale aclarar la perspectiva desde la cual escribe el autor. Autoproclamado expresamente como antisocialista, Ardrey subtituló su libro “Indagación personal de los orígenes animales de la propiedad y las naciones”, con lo cual sus postulados hacen eco de 87 Comisión Especial de Violentología 2013 las necesidades explicativas del capitalismo, naturalizando artificios de la cultura como la propiedad privada y la división del mundo en estados competitivos. Por otra parte, su metodología - consistente en dar por cierto que lo que podía ser válido para los animales observados era también cierto también para los humanos- termina siendo errada, habida cuenta de que el factor distintivo de los humanos es precisamente el carácter adquirido de los comportamientos. De esta suerte, si bien bajo determinadas circunstancias, los humanos pueden conducirse de manera posesiva, territorial o agresiva, tal forma es correlativa a las condiciones en las que viven y a los valores prescritos por su cultura. En una sociedad diferente, con una cultura diferente, los humanos pueden conducirse - y de hecho lo hacende modos no posesivos, ni territoriales ni agresivos. Con esto, el egoísmo natural prescrito por Ardrey y por tantos otros defensores del darwinismo social, poco y nada dice acerca de conductas igualmente frecuentes entre los humanos como la cooperación, el trabajo en equipo y el amor. A los libros de Lorenz y Ardrey siguieron los de otros estudiosos del comportamiento humano como El mono desnudo (1972) de Desmond Morris y Amor y odio (1972) de Eibesfeldt. Años más tarde, Richard Dawkins en El Gen Egoísta (1976), examinó la biología del altruismo y del egoísmo, queriendo demostrar que el factor importante en la evolución no es el bien de la especie o grupo, como tradicionalmente se entiende, sino el bien del individuo o gen. Según Dawkins, el comportamiento está regido por el egoísmo de los genes de cada organismo, y no por el altruismo de cada individuo con respecto a los demás miembros de su especie. En esta perspectiva, los individuos son máquinas creadas por los genes para su supervivencia. En cuanto al hombre, Dawkins afirma que se trata del único organismo capaz de hacer frente y llevar la contraria a los dictados de los genes egoístas, gracias a su consciencia: sólo el hombre puede revelarse contra la tiranía de los replicadores egoístas. La mayoría de las características que resultan inusitadas en el hombre se deben a la cultura, que Dawkins también pretende tratar como una unidad de transmisión, aunque con unos mecanismos particulares. Los intentos de Dawkins y sus antecesores son retomados por Anthony Storr, en su libro La Agresividad Humana (1981). El escritor y psiquiatra inglés, estudia las diversas teorías que han tratado de descubrir las raíces de la agresividad humana y analiza las formas que ésta adopta durante los sucesivos períodos de desarrollo humano y en los comportamientos 88 Comisión Especial de Violentología 2013 neuróticos y psicóticos. A juicio de Storr, la agresividad del hombre es un instinto cuyos efectos pueden ser controlados y encauzados, pero en ningún caso suprimidos. Aunque los actos de crueldad humana suelen ser atribuidos a instintos atávicos procedentes de anteriores etapas de la evolución biológica, lo cierto es que nuestra especie es la más despiadada de cuantas habitan el planeta: dentro del reino animal, sólo el hombre ha llegado a extremos de conducta que llevan aparejada la destrucción sistemática de miembros de su propia colectividad. Todas estas obras contienen en lo fundamental la misma tesis: el comportamiento agresivo del hombre, manifestado en la guerra, el crimen, los choques personales y todo género de conductas destructivas y sádicas obedece a un instinto innato, programado filogenéticamente, que busca su descarga y espera la ocasión apropiada para manifestarse. 2. El hombre nace bueno pero… En un extremo diametralmente opuesto a los enfoques instintivistas, se encuentran las corrientes ambientalistas de la violencia. Como postulado común, estas teorías sostendrán que el comportamiento del hombre está modelado exclusivamente por la influencia del medio ambiente, o sea por los factores sociales y culturales, y no por los biológicos. En su forma más radical, esta perspectiva ya había sido formulada por los filósofos de la Ilustración como Rousseau (1991), quien suponía que el hombre había nacido "bueno" y racional y que debido a las malas instituciones, la mala educación y el mal ejemplo se habían formado en él tendencias malas. Orientado en esta dirección, el conductismo fundado por J. B. Watson (1969) excluyó de la psicología todas las nociones "subjetivas" que no pudieran observarse directamente, como "sensación, percepción, imagen, deseo, pensamiento y emoción”, centrando la atención de la disciplina en el comportamiento y las actividades observables en el ser humano. «La psicología, tal como la ve el conductista, - escribe Watson- es una rama puramente objetiva y experimental de la ciencia natural. Su meta es la teórica es la predicción y control de la conducta. La introspección no constituye una parte esencial de sus métodos, y el valor científico de sus datos no depende de que se presten a una interpretación fácil en términos de conciencia. En sus esfuerzos por obtener un esquema unitario de la conducta animal, el conductista no reconoce ninguna línea divisoria entre el hombre y el bruto» (1969: 158). 89 Comisión Especial de Violentología 2013 Las mayores críticas a los trabajos instintivistas de Lorenz, Ardrey y sus discípulos, provienen justamente de los psicólogos conductistas que consideran que nociones como la de instinto agresivo o pulsión de muerte, nada agregan al estudio de las fuerzas que impulsan al hombre a obrar de determinado modo. Para avanzar en el estudio de la agresividad humana, el conductismo se enfoca en modo en que los hombres se comportan, los condicionamientos sociales que configuran su manera de actuar, y el papel del aprendizaje como factor determinante de sus conductas. M.F. Ashley Montagu (1990), sostuvo que el hombre nace con un comportamiento muy poco estructurado, y que el entorno y la educación forjan la mayor parte de su acervo de actitudes. En consecuencia, la agresividad -y agregaríamos nosotros la violencia- no es innata, sino una forma de comportamiento aprendido. Sostener que se trata de un instinto o pulsión de tal carácter equivale, para los conductistas, a centrar la atención exclusivamente sobre el estímulo, el encauzamiento y la transformación de los impulsos internos de quienes participan en una lucha. Esto pasaría por alto la función cumplida por las constricciones sociales, y otros factores no biológicos involucrados en la competencia, los cuales son de raigambre político, social, económico y cultural. Para el conductismo, los conflictos colectivos, y la violencia, como máximo grado de conflictividad, se deben a circunstancias externas de carácter complejo. Para los psicólogos conductistas, la agresividad no es una potencialidad innata, sino el resultado de tempranas frustraciones y de conflictos intrapersonales que degeneran en complejos o en deseos de agresión y de venganza contra todo aquello que amenace el ego narcisista del individuo. Bajo este supuesto, psicólogos experimentales como Dollard y Miller (1939) pusieron la mira en los rasgos estructurales de la sociedad que fomentan la socialización del descontento, y elaboraron la “teoría de la frustración=agresión". Según este marco explicativo, toda conducta agresiva supone la existencia previa de una frustración, definida como el estado de un sujeto a quien se le prohíben las respuestas adecuadas a los estímulos recibidos. La frustración conduciría siempre a alguna forma de agresión, cuya intensidad variaría en proporción directa a la arbitrariedad del abuso, a la importancia del desengaño, a la intensidad de instigación a la respuesta frustrada, a su grado de interferencia con otras aspiraciones del individuo, etc. Investigaciones desarrolladas posteriormente, mostraron que la agresión es solo una de las respuestas posibles a la frustración, y que la amplitud de la violencia colectiva estaba ligada 90 Comisión Especial de Violentología 2013 tanto al grado y la duración de esa frustración como a otras circunstancias del entorno ecológico y político (Millner, 1941; Tanter y Midlarsky: 1967) Puede haber frustración sin violencia y viceversa. Incluso aunque se dieran frustración e ira, la probabilidad de que una persona ejerza una agresión a otra depende de circunstancias externas como un contexto favorable, etc. 3. Pasión por la destrucción Para Erich Fromm la alternativa entre instintivismo y conductismo no es favorable al progreso teórico acerca de la tendencia destructiva del hombre. «Ambas posiciones- diceson "monoexplicativas", dependen de preconcepciones dogmáticas, y se requiere de los investigadores que hagan encajar los datos dentro de una u otra explicación» (1986: 2-4). Por ello, su planteamiento socio-biológico busca distinguir dos tipos de agresión enteramente diferentes en el hombre. El primero, que comparte con todos los animales, es un impulso filogenéticamente programado para atacar (o huir) cuando están amenazados intereses vitales. Esta agresión "benigna", defensiva, está al servicio de la supervivencia del individuo y de la especie, es biológicamente adaptativa y cesa cuando cesa la amenaza. El otro tipo, la agresión "maligna", o sea la crueldad y destructividad, es específico de la especie humana y se halla virtualmente ausente en la mayoría de los mamíferos; no está programada filogenéticamente y no es biológicamente adaptativa; no tiene ninguna finalidad y su satisfacción es placentera. Buena parte de la discusión anterior acerca de este asunto estaba viciada por el hecho de no distinguir entre estos dos géneros de agresión, cada uno de los cuales tiene diferente origen y diferentes propiedades. La agresión defensiva es, ciertamente, parte de la naturaleza humana, aunque no sea un instinto "innato". El hombre difiere del animal por el hecho de ser el único primate que mata y tortura a miembros de su propia especie sin razón ninguna, biológica ni económica, y siente satisfacción al hacerlo. Es esta agresión "maligna", biológicamente no adaptativa y no programada filogenéticamente, la que constituye el verdadero problema y el peligro para la existencia del hombre como especie. La distinción entre agresión benigna defensiva y agresión maligna destructiva requiere una distinción ulterior, más fundamental, entre instinto y carácter, o dicho con más precisión, entre los impulsos arraigados en las necesidades fisiológicas (impulsos orgánicos) y las pasiones específicamente humanas arraigadas en su carácter ("pasiones radicadas en el 91 Comisión Especial de Violentología 2013 carácter o humanas"). Para Fromm, el carácter es la segunda naturaleza o índole segunda del hombre, que remplaza a sus instintos, poco desarrollados; y las pasiones humanas (como el anhelo de amor, ternura y libertad, así como el placer de destruir, el sadismo, el masoquismo, el ansia de poder y poseer) son respuestas a las "necesidades existenciales", radicadas a su vez en las condiciones mismas de la existencia humana. Resumiendo, los instintos son soluciones a las necesidades fisiológicas del hombre, y las pasiones condicionadas por el carácter, soluciones a sus necesidades existenciales, son específicamente humanas. Estas necesidades existenciales son las mismas para todos los hombres, pero los hombres difieren en lo relativo a sus pasiones dominantes. El que la pasión dominante del hombre sea el amor o la destructividad depende en gran parte de las circunstancias sociales; pero estas circunstancias operan en relación con la situación existencial biológicamente dada y las necesidades que en ella tienen su origen, y no con una psique indiferenciada, infinitamente maleable, como supone la teoría ambientalista. Hacemos pasar así el principio de explicación humana del principio fisiológico de Freud a un principio histórico socio- biológico. El punto de vista desde el cual serán tratados estos problemas aquí es socio- biológico. Puesto que la especie homo sapiens puede definirse en términos anatómicos, neurológicos y fisiológicos, debemos también poderla definir como especie en términos psíquicos. 4. Ni innata ni biológica: La violencia es un producto de la cultura El Manifiesto de Sevilla, difundido por decisión de la Conferencia general de la UNESCO en su vigesimoquinta sesión realizada en París el 16 de noviembre de 1989, se expidió de manera definitiva sobre la cuestión del carácter innato o adquirido de la violencia. El texto está firmado por universitarios y científicos originarios de muchos países, del Norte y del Sur, del Este y del Oeste y ha sido adoptado y publicado por numerosas organizaciones científicas de todo el mundo. En él, luego de cinco proposiciones correlativas a cinco mitos, en las que se desmiente la idea de la inevitabilidad de la guerra y todo tipo de violencias presuntamente inscritas en la naturaleza humana, sostenida y justificada por algunas tesis científicas a modo de paradigmas, o por los usos equivocados de las teorías, los firmantes del Manifiesto concluyen que la guerra es finalmente, una invención humana, contextualizable en la historia y la cultura de las sociedades y que, como tal, puede dar lugar a la invención de su contrario, es decir, de una paz duradera. 92 Comisión Especial de Violentología 2013 MANIFIESTO DE SEVILLA Convencidos de que es responsabilidad nuestra como investigadores en diversas disciplinas llamar la atención sobre las actividades más peligrosas y más destructivas de nuestra especie, a saber la violencia y la guerra; reconociendo que la ciencia es un producto de la cultura que no puede tener carácter definitivo o abarcar todas las actividades humanas; agradecidos por el apoyo que hemos recibido de las autoridades de Sevilla y de los representantes españoles de la UNESCO; nosotros, los universitarios abajo firmantes, originarios del mundo entero y representantes de las disciplinas pertinentes, nos hemos reunido y hemos logrado el siguiente manifiesto sobre la violencia. En este manifiesto, impugnamos cierto número de presuntos descubrimientos biológicos que han sido utilizados por personas, incluso en nuestros respectivos ámbitos, pasa justificar la violencia y la guerra. Puesto que la utilización de estos "descubrimientos" ha creado un clima de pesimismo en nuestras sociedades, proclamamos que la denuncia pública y reflexionada de tales manipulaciones constituye una contribución importante al Año Internacional de la Paz. El mal uso de hechos y teorías científicos con el fin de legitimar la violencia y la guerra, sin ser un fenómeno nuevo, está estrechamente asociado al advenimiento de la ciencia moderna. Por ejemplo, la teoría de la evolución ha sido "utilizada" para justificar no sólo la guerra, sino también el genocidio, el colonialismo y la eliminación del más débil. Explicamos nuestro punto de vista en forma de cinco proposiciones. Somos perfectamente conscientes de que, en el marco de nuestras disciplinas, se podría hablar de muchas otras cuestiones que también atañen a la violencia y la guerra, pero nos ceñiremos voluntariamente a lo que consideramos una primera etapa esencial. PRIMERA PROPOSICION CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que hemos heredado de nuestros antepasados los animales una propensión a hacer la guerra. Aunque el combate sea un fenómeno muy expandido en las especies animales, en las especies vivas sólo se conocen algunos casos de luchas destructoras intra-especies entre grupos organizados. Y en ningún caso implican el recurso a utensilios usados como armas. El comportamiento predador que se ejerce con respecto a otras especies, comportamiento normal, no puede ser considerado como equivalente a la violencia intra-especies. La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales. El hecho de que la guerra haya cambiado de manera tan radical a lo largo de los tiempos prueba claramente que se trata de un producto de la cultura. La filiación biológica de la guerra se establece, principalmente, a través del lenguaje que hace posibles la coordinación entre los grupos, la transmisión de la tecnología y el uso de utensilios. Desde un punto de vista biológico, la guerra es posible pero no tiene carácter ineluctable como lo demuestran las variaciones de lugar y de naturaleza que ha sufrido en el tiempo y en el espacio. Existen culturas que desde hace siglos no han hecho la guerra y otras que en ciertos periodos la han hecho con frecuencia y luego han vivido en paz durante mucho tiempo. SEGUNDA PROPOSICION CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra o cualquier otra forma de comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana. Aunque 93 Comisión Especial de Violentología 2013 los genes están implicados a todos los niveles del funcionamiento del sistema nervioso, son la base de un potencial de desarrollo que sólo se realiza en el marco del entorno social y ecológico. Aunque indiscutiblemente varía la predisposición de los individuos a sufrir la huella de su experiencia, no obstante, sus personalidades son determinadas por la interacción entre su dotación genética y las condiciones de su educación. Con excepción de algunos raros estados patológicos, los genes no producen individuos necesariamente predispuestos a la violencia. Pero el caso contrario también es cierto. Aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo totalmente. TERCERA PROPOSICION CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que a lo largo de la evolución humana se haya operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos. En todas las especies bien estudiadas, la capacidad para cooperar y cumplir funciones sociales adaptadas a la estructura de un grupo determina la posición social de sus miembros. El fenómeno de "dominación" implica lazos sociales y filiaciones; no resulta sólo de la posesión y la utilización de una fuerza física superior, aunque pone en juego comportamientos agresivos. Cuando, por la selección genética, se han creado artificialmente tales comportamientos en los animales, se ha constatado la aparición rápida de individuos no hiperagresivos; ésto permite pensar que en condiciones naturales la presión en favor de la agresividad no había alcanzado naturalmente su nivel máximo. Cuando tales animales hiperagresivos están presentes en un grupo, o destruyen la estructura social, o son eliminados de ella. La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes. CUARTA PROPOSICION CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que los hombres tienen "un cerebro violento"; aunque nuestro aparato neurológico nos permite actuar con violencia, no se activa de manera automática por estímulos internos o externos. Como en los primates superiores y contrariamente a los demás animales, las funciones superiores neurológicas filtran estos estímulos antes de responder. Nuestros comportamientos están modelados por nuestros tipos de condicionamiento y nuestros modos de socialización. No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente. QUINTA PROPOSICION CIENTIFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil. El surgimiento de la guerra moderna es el punto final de un recorrido que, comenzando por factores emocionales, a veces cualidades instintivas, ha desembocado en estos factores cognoscitivos. La guerra moderna pone en juego la utilización institucionalizada de una parte de las características personales tales como la obediencia ciega o el idealismo, y por otra aptitudes sociales tales como el lenguaje; finalmente implica planteamientos racionales tales como la evaluación de los coses, la planificación y el tratamiento de la información. Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica a la guerra (le la población. Debido a esa ampliación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias. 94 Comisión Especial de Violentología 2013 CONCLUSION Como conclusión proclamamos que la biología no condena a la humanidad a la guerra, al contrario, que la humanidad puede liberarse de una visión pesimista traída por la biología y, una vez recuperada su confianza, emprender, en este Año Internacional de la Paz y en los años venideros, las transformaciones necesarias de nuestras sociedades. Aunque esta aplicación depende principalmente de la responsabilidad colectiva, debe basarse también en la conciencia de individuos, cuyo optimismo o pesimismo son factores esenciales. Así como "las guerras empiezan en el alma de los hombres", la paz también encuentra su origen en nuestra alma. La misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz. La responsabilidad incumbe a cada uno de nosotros. En la orilla contraria a los planteamientos de la etología y la psicología innatista y coincidiendo con el Manifiesto de Sevilla, se hallan todos aquellos científicos que entienden la violencia como un fenómeno estrictamente cultural, sea que su emergencia se deba al aprendizaje o al acondicionamiento social. Entre ellos podemos destacar al norteamericano Ted Robert Gurr, quien retoma las teorías psicológicas de la frustración=agresión para darle un alcance sociológico en sus análisis sobre violencia política. En su clásico libro El por qué de las rebeliones, Gurr manifiesta que «la violencia no es ni una manifestación ineluctable de la naturaleza humana, ni una consecuencia fatal de la existencia de las comunidades políticas. Es una clase específica de reacción a determinadas circunstancias sociales» (1974:221). La propensión a la violencia colectiva depende para Gurr «del modo en que una sociedad regule los medios y fines de la acción humana. Esa disposición o descontento se puede templar por medio de normas sociales que reprueben la violencia provocada y enfocada sobre un sistema político por doctrinas y hechos históricos que la encuentran justificada y útil. La violencia civil puede desencadenarse en cualquier comunidad política, especialmente en aquellas que recurren a la coerción para preservar el orden, en vez de ofrecer medios adecuados para satisfacer las aspiraciones humanas» (Ibíd.). En el caso contrario, esto es, cuando las personas disponen de medios de medios constructivos para alcanzar las metas sociales o políticas que se han fijado, pocos individuos recurren a la violencia. Lo interesante del aporte de Gurr es la combinación de variables de tipo psicológico como la frustración con factores exógenos determinantes de la acción colectiva. Su modelo de la privación relativa, establece una relación entre las aspiraciones colectivas de los grupos sociales y la satisfacción posible de esas aspiraciones percibidas como legítimas. La violencia se produce con mayor frecuencia cuando la brecha entre lo posible y lo cumplido se 95 Comisión Especial de Violentología 2013 incrementa. Por ello, uno de los grandes movilizadores de la violencia colectiva es la discriminación económica. Pero es sólo hasta que éstos descontentos son vehiculados por doctrinas ideológicas que la acción colectiva se convierte en acción política. Smelser (1962) y Tilly (1978; 1993), avanzaron un poco más en el estudio de la violencia colectiva mostrando que ésta no es el resultado de impulsos imprevisibles y espontáneos que se activan por imitación y que no puede ser explicada unívocamente por causas ambientales. En su lugar, los autores suponen que en todo acto de violencia multitudinaria existe cierta racionalidad. Aunque las muchedumbres, agregados, turbas o colectivos carezcan de organización podemos suponer que su comportamiento está motivado y tiene una finalidad. La acción espontánea de la masa puede ser el resultado de una situación colectiva de privación (pobreza, explotación, etc.) como sugería Gurr pero hace falta una excusa para que ésta estalle. que hace que la violencia “estalle” ante cualquier excusa. De este modo se emparentarían «violencia social» y «violencia colectiva». Neil Smelser (1962) propuso su famosa teoría sobre el «valor añadido» vinculando la espontaneidad de la violencia colectiva con la racionalidad de la acción política. Charles Tilly (2003) fue más allá en el análisis racional de los comportamientos de las multitudes interpretando los disturbios protagonizados por las masas como una forma de acción política racional. Ambas teorías adjudicaban una serie de elementos explicativos a la violencia colectiva, tales como la presencia de condiciones estructurales (pobreza, falta de libertades, desarrollo institucional, nivel de urbanismo y estado de las comunicaciones); la existencia de lazos de identificación entre los protagonistas; la lógica nosotros-ellos, la presencia de elementos ideológicos que da sentido al malestar general; un hecho precipitador de referencia y la extensión y multiplicación de los primeros incidente. Las muestras espontáneas de violencia colectiva suelen localizarse en el tiempo y el espacio. Que ese estallido tenga una repercusión mayor depende de las variaciones ocurridas en los elementos anteriormente identificados y su vinculación con la acción política. Otro que toma en consideración el contexto en que se desenvuelven las relaciones de violencia es el biólogo chileno Humberto Maturana (1995), para quien la violencia no hace parte de una impronta biológica o psíquica innata, sino que es el resultado de un determinado modo de vivir. «Todo ser vivo –afirma- requiere de un espacio relacional donde vivir y definirse y en los seres humanos, este espacio es la cultura. Allí se entrelazan emoción y el 96 Comisión Especial de Violentología 2013 lenguaje para configurar redes de conversaciones, coordinaciones conductuales consensuadas y de estilos de vivir en lo cotidiano. Si la vida humana se da en un espacio relacional, la violencia es un modo de vivir en ese espacio que tendría lugar en “aquella situación en la que alguien se mueve con relación a otro en el extremo de la exigencia de obediencia y sometimiento, cualquiera que sea la forma como esto ocurre en términos de suavidad o brusquedad y el espacio relacional en que tenga lugar. La violencia es la negación del otro que lleva a su destrucción en el esfuerzo por obtener su obediencia o sometimiento. Ahora bien, no todas las situaciones de desequilibrio de poder son situaciones de violencia. Es la emoción bajo la cual se vive esa relación, lo que le da el carácter de violenta o no» (Maturana, 1995: s/p). Y continúa: «Para vivir en la violencia se requiere estar inmerso en una cierta red de relaciones que definen un espacio social en el que un arma, un golpe o una agresión verbal devienen medios válidos para la consecución de fines. La violencia es un modo de convivir, un estilo relacional que surge y se estabiliza en una red de discursos que la hacen posible, que conservan el entramado de emociones que la constituyen, y en el que la negación del otro se vive como algo tan natural que no se ve. Es la cultura en la que se vive aquella que regulariza la violencia como un fenómeno inminente e inexpurgable, son las redes de conversaciones y las emociones que en ella circulan las que instalan a la violencia como una conducta legítima” (Ibíd., cursivas nuestras). Ahora bien, no hace falta adentrarse en las subculturas del sicariato o del narcotráfico para desentrañar la poiesis de nuestra violencia. Los mecanismos por los cuales ésta se ha convertido en moneda corriente de las relaciones sociales se hayan inscritos en el núcleo mismo de nuestra cultura hegemónica y sustentados en los valores de la juridicidad estatal, la racionalidad instrumental y la dominación patriarcal. En una cultura de la violencia, las conductas violentas y el espacio psíquico en que surgen como conductas legítimas son invisibles para sus miembros. En el espacio psíquico de una cultura solo surgen reflexiones propias de esa cultura y, por lo tanto, se generan desde él solo explicaciones que la justifican. Estas son ideologías de la violencia. Para que los miembros de una cultura reflexionen sobre sus conductas en ella, se requiere un conflicto en el emocionar que genere conductas contradictorias suficientemente intensas como para que éstos suelten su natural certidumbre sobre la legitimidad de sus acciones. 97 Comisión Especial de Violentología 2013 La crueldad y la violencia surgen como modos culturales de vivir en el espacio de relaciones propio de una cultura que valida la negación del otro frente a cualquier desacuerdo sea desde la autoridad, la razón o la fuerza. Nuestra cultura logo- falo- céntrica se halla centrada en la dominación y el sometimiento, en las jerarquías, en la desconfianza y el control, en la lucha y en la competencia, es pues, una cultura generadora de violencia porque vive en un espacio relacional inconsciente de negación del otro. 5. La violencia como mímesis Hasta aquí hemos visto cómo las teorías ambientalistas, en sus distintas versiones, se preocuparon por encontrar las condiciones sociales de emergencia de los enfrentamientos de unos hombres contra otros. De ahí su interés en las combinaciones variables de factores situacionales tales como los grados de privación relativa de los sujetos, sus ideologías, creencias, identidades y su descontento con las instituciones políticas y sociales. Los rasgos distintivos de cada grupo, el acceso diferencial a los recursos y el déficit entre las expectativas trazadas y los logros alcanzados, entre otros, serían factores explicativos de la disputa entre sectores irreconciliables. Ahora bien, ¿qué ocurre si pensamos que no es en sus diferencias sino en todo aquello que los hombres tienen en común donde subyacen las causas de la violencia? Controvirtiendo nuestras intuiciones más comunes, la teoría mimética de René Girad sostiene que los seres humanos combatimos a muerte no porque seamos demasiado diferentes sino justamente por lo iguales que somos, poniendo de presente el carácter violento de lo que es común. No es de extrañar que la más terrible de las violencias sea aquella que se produce entre hermanos: Caín mata a Abel no por exceso, sino por defecto de diferencia. Según el relato bíblico, estos hermanos presentaron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares; al verlos, Dios prefirió el sacrificio de Abel (de los primogénitos de sus ovejas) que el de Caín (del fruto de la tierra), y este enloqueció de celos y mató a su hermano, yéndose, después de esto, a sus cultivos. Al ser interrogado por Yahvé acerca del paradero de su hermano, Caín responde « ¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?» Este esquema se replica en el estado de naturaleza hobbesiano. El temor recíproco proviene del hecho de cada uno tenga, al menos en potencia, la misma capacidad de matar y de ser muerto por cualquier otro: «el más débil tiene bastante fuerza para matar al más fuerte, ya sea 98 Comisión Especial de Violentología 2013 mediante secretas maquinaciones o confederándose con otro que se halle en el mismo lugar en que él se encuentra (…) Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin (…) tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a otro» (Hobbes, 2005:100-101). Analizando las sociedades primitivas, Girard se concentró en las crisis miméticas: aquellos estadios de indiferenciación intra- comunitaria en los que pulula el juego de espejos, esto es el caos de lo idéntico. En dichas coyunturas, lo que produce miedo a los primitivos no es la distancia que los separa sino la igualdad que los reúne en una misma condición. La ausencia de jerarquías, de límites entre lo propio y lo ajeno aproximan peligrosamente a los hombres poniendo a unos a merced de otros y hacen de lo común un espacio de lo inefable. Para detener el caos indiferenciado del “todos contra todos” es menester enfocar la violencia de “todos contra uno”. En plena ebullición de la violencia mimética, surge un punto de convergencia en el que la comunidad decide señalar a un miembro de la comunidad como causa del desorden. Este chivo expiatorio, no es más culpable de lo que puede serlo otro cualquiera, pero la comunidad entera está convencida de lo contrario y para que el mecanismo sea eficaz es necesario que incluso el perseguido asuma su culpabilidad (Rodríguez, 2011b). Cualquiera puede ser objeto de la violencia unánime, basta un comienzo de convergencia motivado accidentalmente por algún signo victimario que le haga diferente del resto, un rasgo cultural, religioso, ideológico o físico. El sacrificio del chivo expiatorio protege a la comunidad entera de su propia violencia, al desviar el asesinato hacia una víctima exterior. Como nadie cobrará venganza tras la muerte del sacrificado, la espiral de violencia se detiene, los enemigos desaparecen, el enfrentamiento es desterrado de la comunidad y ésta se re-ordena, unifica y cohesiona. El asesinato pone punto final a la crisis de indiferenciación por el hecho mismo de ser unánime. El odio entre los rivales da paso a la reconciliación de la comunidad a través del sacrificio de la víctima propiciatoria en torno a la cual todos se coligaron. La mímesis rivalizadora y conflictiva se transforma, espontánea y automáticamente en mímesis de reconciliación. La comunidad salvada se vuelve sobre la víctima a la que ahora, divinizada, presentan como responsable de la resolución de la crisis. Tras el sacrificio, la violencia continua amenazando la estabilidad alcanzada por lo que es necesario que la comunidad, a fin de no recaer en nuevos antagonismos miméticos, se estructure mediante prohibiciones que afecten a las mujeres, a los alimentos y en general a 99 Comisión Especial de Violentología 2013 todos los objetos que sean susceptibles de engendrar rivalidades. La superación de la crisis sacrificial pasa así por la instalación de un orden de diferencias, por la creación de leyes, tabúes e interdicciones que devuelvan a la comunidad la capacidad de establecer distancia entre sus miembros. Cuando la crisis vuelve a amenazar a la comunidad se emula la violencia original. Se reproduce la crisis y se elige una víctima sustitutoria. Esta es la invención del rito, acto religioso o ceremonial repetido invariablemente. Paralelamente surge la rememoración de todo este proceso fundador en el mito, relato en el que la víctima aparece siempre como culpable reafirmando la perspectiva comunitaria. Obsérvese cómo para Girard, la violencia sacrificial comporta una doble una doble función en las comunidades tradicionales: es al mismo tiempo destructiva y creadora, siembra el caos y genera el orden. Sin embargo, el orden generado por la violencia tiene un carácter precario e inestable que necesita ser periódicamente confirmado por el rito y el mito. La violencia se asocia al campo de lo sagrado para configurar el núcleo del sistema social y las instituciones en el mundo arcaico. El orden nace del desorden. Reflexión final: La violencia en el ocaso de lo sagrado En las sociedades arcaicas el sacrificio tiene la función de apaciguar las violencias intestinas e impedir que estallen los conflictos. Al ser una violencia sin riesgo de venganza, el sacrificio dirige la pulsión comunitaria hacia una víctima que puede ser asesinada sin temor a represalias. En ausencia de una instancia de arbitraje, y frente a la amenaza de la violencia fratricida, el sacrificio y el rito desempeñan un papel esencial en el domesticamiento, regulación y canalización de la violencia en una atmósfera general de apaciguamiento. Pero, ¿qué ocurre en las sociedades donde se ha roto el lazo entre la violencia y o sagrado, una vez que se revela la injusticia y arbitrariedad del mecanismo del chivo expiatorio? ¿Acaso ante la pérdida de una parte fundamental de sus posibilidades de ritualización, la violencia se hace incontrolable e inexpurgable en las sociedades modernas? Para Girard, «[e]n los tiempos modernos en general y en el periodo actual en especial hay signos de una nueva crisis sacrificial cuyo curso, bajo muchos aspectos, es análogo al de las crisis anteriores. Pero sin embargo esta crisis no es la misma. Después de haber escapado de lo sagrado más ampliamente que las demás sociedades, hasta el punto de “olvidar” la 100 Comisión Especial de Violentología 2013 violencia fundadora, de perderla por completo de vista, nos disponemos a reencontrarla; la violencia esencial regresa a nosotros de manera espectacular no solo en el plano de la historia, sino en el plano del saber. Este es el motivo de que esta crisis nos invite, por primera vez, a violar el tabú que ni Heraclito ni Eurípides, a fin de cuentas, han violado, a dejar por completo de manifiesto, bajo una luz perfectamente racional, el papel de la violencia en las sociedades humanas» (1984: 334) Si bien tienen menos éxito en la resolución de sus crisis sacrificiales, las sociedades que han prescindido del sacrificio y demás formas rituales han encontrado en el sistema judicial un mecanismo para limitar la violencia mimética y encauzar el deseo de venganza. Aunque este no suprima el deseo de vendetta “lo limita efectivamente a una represalia única, cuyo ejercicio queda confiado a una autoridad soberana y especializada en esa materia” (íbid.:23). El Estado sería aquel organismo independiente y soberano con capacidad para reemplazar a la parte lesionada y reservarle la venganza, evadiendo el peligro de una escalada interminable. Partiendo del monopolio de la violencia, alcanzaría el monopolio de la venganza debiendo sofocarla en lugar de exasperarla, extenderla o multiplicarla. El sistema judicial y el sacrificio cumplirían así la misma función, con la salvedad de que el primero es infinitamente más eficaz. Ahora bien, no hay que perder de vista las consecuencias subjetivas de esta nueva situación histórico-política: quien ostente el monopolio de la violencia será el mismo que confeccione y difunda modelos de comportamiento; esto es, quien agencie y movilice a las fuerzas miméticas. No es gratuito que en la era del Estado-nación la mayor expresión de la violencia mimética sea la guerra exterior. Otro factor que amenaza con disolver la comunidad es el debilitamiento del universo tradicional que fundamentaba el antiguo sistema de diferencias y el consecuente desdibujamiento de los roles como factor propiciador de crisis proxémicas. Los fenómenos asociados al deseo mimético tienden a tomar un carácter colectivo en la modernidad conforme disminuye la distancia social entre mediador y sujeto deseante. “Condenado”, como dijera Esposito, “a ser libre, sin Dios, ni rey, ni Señor que, desde fuera, desde arriba, desde la distancia, le indique lo que debe hacer, lo que ha de desear”, el hombre aparece rodeado solo por rivales. Con la extinción del modelo trascendente, la imitación se aplica a unos modelos mucho más cercanos y la mediación interna domina las relaciones. 101 Comisión Especial de Violentología 2013 El tránsito de las estructuras tradicionales a una sociedad en vías de democratización promovió hondos procesos de indiferenciación. Al cuestionar y abolir los privilegios de la aristocracia, los ciudadanos comunes lograron la generalización de su criterio comparativo y el abanico de modelos entre los que se podían elegir sufrió una ampliación sin precedentes. Aunque existan entre los seres humanos, grandes diferencias de poder adquisitivo, las diferencias de casta o de clase social en sentido tradicional tienden a desaparecer, y con ellas, toda mediación externa. En la actual sociedad de consumo, las personas que pertenecen al nivel social más bajo desean lo mismo que tienen las que están en un nivel más alto. La publicidad infunde la idea de que deberían poseer las mismas cosas, mientras que en el pasado la igualdad en cuanto al deseo, en cuanto a los deseos concretos, era algo inconcebible. En aquel entonces, el acceso a ciertos bienes y mercancías se hallaba muy limitado, estando estrictamente codificado y controlado por unas diferencias sociales y económicas extremadamente rígidas (Girard, 2004: 56-57). En el largo e imbricado tránsito del mundo arcaico al moderno, pasamos de un universo jerarquizado, cerrado, de fuerte cohesión interna sancionada por un sistema de rituales, a una sociedad secularizada tributaria de las ideas modernas de igualdad, que ha abierto las perspectivas de un sujeto autónomo capaz definir su propia historia. La pérdida de lo sagrado comporta una curiosa paradoja para las sociedades modernas: mientras por un lado, buscan liberarse de todas las ataduras confesionales en una expulsión racionalista de lo religioso, por otro, hacen cada vez más patentes las profundas raíces cristianas de su cultura. No obstante su centralidad y lo reiterado de su sacrificio, la víctima moderna carece de contenido sacro y es incapaz de servir a la extinción del mal comunitario. La violencia ejercida sobre la víctima deja de ser sagrada para devenir prosaica. La escalada mimética se hace infinita en una sed de venganza que nunca termina de saciarse. Por ello, la única manera de controlar la violencia será redistribuyéndola a determinados agentes que buscarán monopolizarla. En adelante, la violencia se verá envuelta en discursos legitimistas que pretenden justificarla para determinados fines. Se abre así un segundo repertorio de teorías de la violencia, aquellas que buscan asociarla inextricablemente a las relaciones de poder. A estas dedicaremos el siguiente capítulo. 102 Comisión Especial de Violentología 2013 Sesión de la Comisión de Violentología con la participación de líderes sociales y organizaciones de Derechos Humanos del municipio de Almirante Brown. 103 Comisión Especial de Violentología 2013 Capítulo III Violencia y Poder45 Una vez establecida la relación opresora; está instaurada la violencia. De ahí que, en la historia esta jamás haya sido iniciada por los oprimidos. ¡Cómo podrían los oprimidos iniciar la violencia si ellos son el resultado de una violencia!¿Cómo podrían ser los promotores de algo que, al instaurarse objetivamente, los constituye? No existirían los oprimidos si no existiera una relación de violencia que los conforme como violentados, en una situación objetiva de opresión (Paulo Freire 2005: 56). Introducción Comprender que la violencia es un hecho relativo cuya definición atañe al conjunto de valores y representaciones de cada sociedad en un momento histórico, y a la experiencia subjetiva de víctimas y victimarios, es imperativo para avanzar en la discusión acerca de la especificidad significante que ésta adquiere en la actualidad. Dado que la violencia no implica lo mismo para todos ni en cualquier circunstancia, entender la manera en que se configuran las relaciones de una sociedad (o de parte de ella) con la violencia, los mecanismos por medio de los cuales se producen sujetos violentos o dóciles, y las retóricas que habilitan la emergencia sujetos resistentes o sumisos a la violencia resulta fundamental. Por ello, antes de lanzarnos al análisis de las violencias actuales, nos preguntamos qué grandes cambios se han operado en la manera de percibir, ejercer y conjurar la violencia en el tránsito de las sociedades tradicionales a las modernas entendiendo que, si bien ésta constituye un factor inherente a toda existencia colectiva, y se plantea a ambos tipos de sociedad de manera constante, su percepción como una amenaza mortal y como un problema social es un evento más bien reciente. Nuestro interés en el presente capítulo consiste en rastrear algunas de las transformaciones a partir de las cuales se constituye la percepción moderna de la violencia como un campo de fuerzas caótico que exige su domesticación a través de la fundación de un orden. Tres serán los medios empleados para tal emplazamiento: la política, a través de la ficción del contrato social y el monopolio estatal de la violencia; la economía, por medio de la división social del 45 Capítulo preparado por Gina Paola Rodríguez 104 Comisión Especial de Violentología 2013 trabajo y la regulación mercantil de los intercambios; y el disciplinamiento, o gobierno de las conductas encaminado a la formación de sujetos dóciles, vale decir, no violentos. Estado, mercado y disciplinamiento configuran el triple dispositivo a través del cual se ha buscado conjurar la violencia en la modernidad con la falsa esperanza en su encuadramiento y eliminación. Entendido en su doble acepción, el acto de conjurar implica tanto un deseo de impedir, evitar o alejar como una invocación, un llamado. En este sentido, los dispositivos de conjura de la violencia adquieren un carácter paradójico: creados para impedir, evitar o alejar la violencia hacen uso de ella demandándola y ejerciéndola. Así, la superación de la guerra de todos contra todos se logra con la transferencia de la violencia de cada uno al Estado, una violencia mayor capaz de imponerse a la comunidad en su conjunto. Del mismo modo, la violencia asociada a la escasez ha pretendido resolverse por medio de los beneficios de la división del trabajo, en una disposición del cuerpo social que lo fragmenta verticalmente entre explotadores y explotados. Finalmente, el Disciplinamiento, la producción de cuerpos útiles y dóciles inherente al proceso de individualización (Foucault, 1989b) ha devenido en la creación de sujetos ensimismados y angustiados, incapaces de relacionarse con otros de maneras que no sean la competencia o la enemistad. A estos sujetos escindidos de sus medios de socialización, privados de lazos afectivos o comunitarios solo les queda ejercer la violencia contra sí mismos o contra otros, su condición solipsista los arroja al desconocimiento y desmentida de la alteridad. Lo que observamos entonces es que, lejos de su domesticación, la violencia ha adoptado en la modernidad formas cada vez más refinadas y novedosas pese - o mejor gracias a- los mismos controles que han querido imponérsele. El monopolio estatal de la violencia ha tenido como contraparte la guerra civil y como forma paroxística el totalitarismo, así como la explotación ha sido la contracara de la “humanitaria” división capitalista del trabajo; y el sujeto criminal y el terrorista, los productos de un modo de subjetivación que aspira a poner en la periferia social una violencia que en realidad le es inherente. Se revela así el sino trágico de este triple afán de control: a cada violencia que pretende exorcizarse sobreviene otra que no es más que el retorno de aquella forcluida. La eliminación definitiva de la violencia deviene una posibilidad imposible que, no obstante su consabido fracaso, continúa como horizonte utópico de nuestras sociedades. 105 Comisión Especial de Violentología 2013 1. La violencia en las sociedades primitivas Toda reflexión sobre las mal llamadas “sociedades primitivas” suele estar atravesada por un mea culpa habida cuenta de la carga evolucionista que el término conlleva. Hasta bien avanzado el siglo XX, etnólogos y antropólogos imbuidos en el etnocentrismo, se refirieron de tal forma a las sociedades pretéritas, por considerarlas “inferiores”, “infantiles”, o “subdesarrolladas” en relación con una supuesta superioridad de la sociedad occidental “moderna”. Tal movimiento no hacía más que revelar el espíritu de una época en la que civilización de occidente se autoproclamaba como el último estadío en la cabalgata hacia el progreso, y las ciencias sociales hacían las veces de herramientas justificadoras del avance imperialista. Un punto de inflexión respecto de estas consideraciones es marcado por Pierre Clastres en su ya clásico trabajo La sociedad contra el Estado (2008 [1974]). Allí, a contramano de la tradición antropológica hegemónica, desiste de definir a las sociedades primitivas como menos desarrolladas o embrionarias, para comprenderlas en su especial singularidad. Bajo el rótulo de sociedades sin Estado, Clastres va a clasificar aquellas comunidades arcaicas cuyo principal objetivo es garantizar su autonomía e indivisión, evitando a toda costa la emergencia de un órgano de poder político independiente, que la fragmente entre gobernantes y gobernados. Con este objetivo, las sociedades sin Estado desplegarán todo un espectro de actividades de las cuales la más destacada será la guerra. Esta definición no convirtió al antropólogo francés en un primitivista nostálgico de las sociedades arcaicas, sino más bien un preocupado por entender la estructura y el pensamiento de dichas sociedades por fuera de los estereotipos de la comunidad salvaje pacífica e igualitaria que predominaban en la etnología de su tiempo. En efecto, hasta bien avanzada década del setenta, el estado de los estudios sobre la guerra en las sociedades primitivas era más bien pobre y las investigaciones realizadas veían en la práctica guerrera un elemento marginal de la estructura ritual de estas sociedades con escaso o nulo poder explicativo (Gayubas, 2010). Algunos, como Levi Strauss (1943) subordinaron la guerra a las prácticas de intercambio, interpretándola como el resultado de intercambios fallidos. De allí lo fundamental de recentrar el papel de la guerra en las sociedades primitivas como un elemento estructural y autónomo (Clastres, 2004: 33). Con la idea de construir una nueva 106 Comisión Especial de Violentología 2013 antropología política desprovista de cualquier intención etnocéntrica y evolucionista, Clastres desarrolló su teoría de la guerra en las sociedades primitivas46. La guerra es una estructura fundamental de las sociedades primitivas que no solo marca la separación de la comunidad respecto a Otros (enemigos- extranjeros), sino que compone y fortalece la identidad del Nosotros manteniendo la unidad y autonomía comunitarias (Gayubas, 2010). La guerra separa a unas sociedades de otras y propicia su dispersión a fin de evitar su concentración en unidades mayores como el Estado. A esto se refería Clastres al definirlas como sociedades contra el Estado, opuestas a éste en tanto encarnación del Uno. La disposición de las sociedades primitivas para la violencia es pues una condición ontológica, «su ser social es un ser-para-la-guerra» (Clastres, 2004:10). Casi ninguna sociedad primitiva escapa a la violencia; ninguna de ellas, sin importar su modo de producción, su sistema tecno- económico o su entorno ecológico, ignora ni rechaza el despliegue en forma de guerra para una violencia que involucra el ser mismo de cada comunidad implicada en el conflicto armado (ibíd.: 14). El discurso sobre la guerra no es uno más al interior de las sociedades primitivas, antes bien, es aquel que las dota de sentido: la idea de sociedad solo es pensable gracias a y a través de la idea de guerra. Recordemos que no es la unidad sino la multiplicidad, el orden sino la dispersión el principio rector de las comunidades primitivas. La comunidad quiere mantener su ser indiviso impidiendo a toda costa que una instancia unificadora (el Uno) se separe del cuerpo social e instale una relación mando- obediencia sobre el colectivo. La comunidad desea preservarse en su propia ley, rechazando cualquier forma de heteronomía, como la del enemigo que vence en la guerra y la esclaviza. Para articularse como un nosotros, las comunidades deben ser indivisas a su interior e independientes hacia fuera: de ahí la importancia radical del Otro, del enemigo, como garantía de alteridad. 46 Así sintetiza Grüner sus postulados centrales: « 1) La “sociedad primitiva”, esto es, la sociedad sin Estado, no es una sociedad de la escasez, sino una sociedad de la abundancia; no es improductiva, sino que está contra la producción. 2) La “sociedad primitiva” no es una sociedad sin Estado, es una sociedad contra el Estado. No es que en ella no existan el poder y la política, sino que poder y política son usados por toda la sociedad para evitar la emergencia de la dominación del Uno y mantener la igualdad. 3) La sociedad primitiva no es una sociedad del intercambio pacífico sino de la guerra constitutiva: no es que se hace la guerra cuando falla el intercambio, sino que se intercambia entre los aliados para afianzar el “frente común” contra el enemigo al cual debe hacérsele la guerra para mantener la propia libertad y la propia igualdad» (2007: 12). 107 Comisión Especial de Violentología 2013 Lo que nos resulta más interesante del análisis de Clastres, es que muestra cómo la violencia, lejos de ser un mal social, es una condición ontológica de las sociedades primitivas, un elemento necesario para su supervivencia como unidades autónomas. En este sentido, dista de adquirir un carácter instrumental con fines de dominación. No se hace la guerra con fines de conquista, se la adelanta como parte de la dinámica centrífuga requerida para vivir con independencia. Años antes de Clastres, el filósofo Georges Bataille remarcaba la particularidad de la guerra y los sacrificios humanos en las sociedades aztecas como un gasto catastrófico de la energía excedente: los hombres y las guerras fueron creados «para que hubiera gente de la cual se obtuviera el corazón y la sangre para que el sol pudiera comer» (Bataille: 2009:65). Y describía así el acto sacrificial: Los sacerdotes mataban a sus víctimas en lo alto de las pirámides. Los extendían sobre un altar de piedra y les clavaban un cuchillo de obsidiana en el pecho. Les arrancaban el corazón y, mientras latía, lo elevaban hacia el sol. La mayoría de las víctimas eran prisioneros de guerra, esto justificaba la idea de la necesidad de las guerras para la vida del sol: las guerras tenían el sentido del consumo, no de la conquista. Los mejicanos pensaban que, si las guerras cesaban, el sol dejaría de brillar (Ibíd.: 66) El valor de la guerra en la sociedad mejicana era religioso y no militar. Los guerreros desplegaban la violencia pura sin cálculos, así como formas ostentosas de combate, lo cual muestra que su actividad no estaba guiada por una organización racional de la guerra y de la conquista. «Una sociedad verdaderamente militar – dice Bataille- es una sociedad de empresa, por la cual la guerra tiene el sentido de un desarrollo del poder, de un avance ordenado del imperio. Se trata de una sociedad relativamente dócil, pues introduce en las costumbres los principios razonables de la empresa: su fin está dado en el porvenir y excluye la locura del sacrificio. Nada más opuesto a la organización militar que las dilapidaciones de riqueza representadas por las hecatombes de esclavos » (ibíd.: 72, subrayado del autor). Para Clastres, el beneficio de la guerra radica en que impide la instalación de un poder que trascienda a la comunidad y la gobierne desde fuera, siendo en este sentido, una violencia anti-política. En el corazón de su interpretación se halla un duro cuestionamiento a la ecuación fundamental de la política moderna que homologa poder, autoridad y violencia, concluyendo que «coerción y subordinación [no] constituyen la esencia del poder político 108 Comisión Especial de Violentología 2013 siempre y en todas partes» (ibíd., 12, subrayado del autor). Esta intuición va a ser fundamental en nuestro objetivo de evaluar las bases sobre las cuales se ha erigido el poder en Occidente como contracara de la violencia abriéndonos así a la siguiente disyuntiva identificada por Clastres: «o bien el concepto clásico de poder es adecuado a la realidad por él pensada, en cuyo caso debe dar cuenta igualmente de la realidad del no- poder en aquellas partes en aquellas partes en que se le constate; o bien es inadecuado y es necesario entonces abandonarlo para transformarlo. Pero es conveniente antes que nada interrogarse sobre la actitud mental que permite elaborar tal concepción» (ibíd.: 12) Las críticas al etnocentrismo y al evolucionismo de la antropología europea permitieron a Clastres cuestionar las bases cuasi- inamovibles del poder político tal y como lo conocemos. Ello no implica que el etnólogo francés asumiera que las sociedades primitivas fueran prepolíticas o a- políticas. Más bien sugiere que el poder político como coerción (o como relación de orden- obediencia) no es el modelo de poder verdadero, sino simplemente un caso particular, una realización concreta del poder político en ciertas culturas, occidente entre ellas. De esta suerte, «el poder político puede o no estar asociado a la violencia, y lo que evidencia el estudio de las sociedades primitivas, es que el poder puede existir aún totalmente separado de la coerción, aún exterior a toda jerarquía, en definitiva, que una sociedad puede ser política aunque no sea violenta. Y esto es así porque, aquello que no puede negarse a ninguna existencia comunitaria es justamente su carácter político. Así, mientras que lo político puede pensarse sin violencia, lo social no puede pensarse sin política, pues “no hay sociedad sin poder» (ibíd.: 21, subrayado del autor). Hemos escogido la obra de Clastres -una obra que en su momento tuvo un bajo perfil, y que por años fue ingratamente ignorada- a sabiendas de su potencial crítico y de las posibilidades que ofrece como una teoría alternativa del poder. Consciente de sus alcances, Gilles Lipovestky recuperaría los planteamientos de Clastres una década después de su fallecimiento, para hacer un diagnóstico comparado del poder en las sociedades primitivas y modernas, que se halla consignado en su libro La Era del Vacío (2003). Contra el sentido común, y en la línea argumental inaugurada por Norbert Elías (1988), Lipovetsky se pregunta « ¿Cómo las sociedades de sangre han podido dejar paso a sociedades suaves donde la violencia interindividual no es más que un comportamiento anómalo y degradante, y la crueldad un estado patológico?» (2003:1). Su idea es situar la pregunta por la violencia en su 109 Comisión Especial de Violentología 2013 relación sistemática con el Estado, la economía y la estructura social. Este punto de partida es central. Para Lipovetsky no se trata de estudiar la violencia desde una perspectiva mecanicista (política, económica o psicológica) sino de entenderla “como un comportamiento dotado de un sentido articulado con el todo social” (2003:174, subrayado nuestro). La violencia no es un accidente, un efecto indeseado, una consecuencia imprevista, o un problema social más, sino que es un factor constitutivo de lo social, y por tanto revelador del contenido simbólico de toda comunidad. Ahora bien, aún cuando la violencia ha ocupado un lugar central en las comunidades primitivas tanto como en las modernas, el conjunto de valores al que se la asocia, así como las formas de su tratamiento y conjura varían enormemente en unas y otras. Así, mientras en las sociedades modernas la violencia responde a intereses utilitarios, ideológicos o económicos; en las sociedades primitivas ésta conforma un modo de regulación social a través de los códigos del honor y la venganza. Lipovetsky define a la sociedad primitiva por su carácter holístico. Esto quiere decir que no es posible comprenderla a través de una analítica de sus partes, sino que se la debe considerar y aprender en conjunto, en su totalidad. Se opone por tanto a lo que conocemos como sociedad individualista. En la sociedad holista, los individuos se encuentran subordinados al orden colectivo, de manera que el individuo, por si mismo, no es una fuente de valor. Por otro lado, las relaciones que traban los hombres entre si son más relevantes y valoradas que las establecen con las cosas. De aquí se derivan dos hechos centrales: que el individualismo no es una pauta orientadora de la acción, y que la economía no constituye un dominio autónomo. Si ni el individuo ni la actividad económica han logrado instituirse como valores rectores, ¿cuáles son entonces los principios a partir de los cuales se tramita el reconocimiento en las sociedades primitivas? En la lectura de Lipovetsky, este lugar será ocupado por el honor y venganza: el prestigio, la estima social y el honor colectivo serán los valores ordenadores de la sociedad primitiva. Cualquier vulneración de la cadena de alianzas y generaciones, cualquier acto de irrespeto a los muertos o al linaje, cualquier acto de agresión contra un miembro de la comunidad, desata una venganza violenta de parte del sector agraviado con la que se espera restablecer el equilibrio perdido y defender la dignidad comunitaria. Hay un código de honor en función del cual la afirmación de los hombres, el reconocimiento a ojos 110 Comisión Especial de Violentología 2013 de sus pares pasa necesariamente por la fuerza, por la lucha a muerte para la obtención del respeto. En el universo primitivo, dirá Lipovetsky, «la honra es lo que ordena la violencia, so pena de humillación nadie debe soportar una afrenta o un insulto; querellas, injurias, odios y celos, tienen un final sangriento, mucho más que en las sociedades modernas. Lejos de manifestar una impulsividad descontrolada, la belicosidad primitiva es una lógica social, un modo de socialización consustancial al código del honor (…) Se es violento por prestigio o por venganza» (Ibíd.:175). La violencia no es, entonces, el resultado de un intercambio mal logrado, sino aquello que permite que el régimen de intercambios continúe en el tiempo. Al mantener a la comunidad en una relación dinámica con sus Otros, la guerra evita la solidificación de las relaciones que podría traer la realización de alianzas eternas e inamovibles. La violencia preserva la autonomía de las sociedades primitivas evitando que el compromiso de unas amistades duraderas generen lazos permanentes que suelden de manera indisoluble a la comunidad con alguno de sus vecinos, perdiendo así su autonomía (ibíd.:182). Obsérvese aquí como la guerra no sólo no es evitada sino que es requerida para la existencia de las sociedades primitivas. Esta visión de Lipovetsky, contrasta con los planteamientos de René Girard (1984) para quien el sacrificio obedece al fin último de recobrar la paz intracomunitaria, de tal suerte que la violencia no es vivida cotidianamente como parte del engranaje social -como ocurriera en los pueblos guerreros referidos por Clastres y Bataillesino que es asumida como una violencia indiferenciada y siempre amenazante que es preciso domesticar y diferir ritualmente. De no llegar a alcanzarse una regulación o control institucional del "instinto" de violencia – a través del sacrificio del chivo expiatorio- se volvería imposible estabilizar el conjunto de las diferencias culturales que mantienen cohesionada a una comunidad. Irónicamente, aquel control o diferimiento de la violencia sólo puede conseguirse a través de la violencia, pero de una violencia ahora "legitimada" y controlada por la sustitución sacrificial. De esta manera, Lipovetsky parte aguas con Girard en lo que hace a la función asignada al sacrificio del chivo expiatorio. En su opinión, no es el sacrificio el que regula, sustituye y controla la venganza, sino que es la venganza el motor de la realidad comunitaria. «En realidad –afirma- la venganza es un imperativo social que no depende del individuo y que 111 Comisión Especial de Violentología 2013 representa el contrapeso de las cosas, de ahí que no pueda ser controlada y, sobre todo, detenida como afirmara Girard. La sustitución de la venganza por el sacrificio es producto de un pensamiento que considera a la venganza como un fenómeno intrínsecamente negativo; una especie de comportamiento anómalo que debe ser controlado al máximo dadas sus consecuencias catastróficas» (ibíd.:183). Para Lipovetsky, tanto el honor como la venganza son códigos inevitables, y por lo tanto, necesarios para la sociedad holista e igualitaria que representan los primitivos. Se trata de un valor tan fundamental como el de la generosidad, pues permite la simetría y el restablecimiento de un equilibrio entre las sociedades y entre los vivos y los muertos. La violencia no solo no puede ser extinguida de la comunidad primitiva, sino que le es consustancial: detener la violencia equivale a suspender la posibilidad de regular los intercambios al interior de la comunidad. Las preguntas que nos planteamos a esta altura entonces son ¿Si en el hombre primitivo la guerra y la violencia son elementos constitutivos de su ser social, qué es lo que ocurre para que en la modernidad la violencia sea percibida con horror como un signo de la disolución comunitaria? ¿Cuáles son los factores que modifican la actitud del hombre ante la guerra y la violencia, para empezar a percibirlas como un mal social? Y por otro lado, ¿cuáles son los medios a través de los cuáles se busca conjurar este mal ya sea evadiéndolo o administrándolo? En el siguiente apartado propondremos algunas líneas de análisis. 2. De la violencia constitutiva a la violencia constituyente ¿Es factible pensar que en el tránsito de las sociedades primitivas (o sin Estado) a las sociedades con Estado, la violencia pase de ser un elemento constitutivo (ontológico) para adquirir un carácter constituyente (político)? Cuando hablamos de violencia constitutiva, queremos indicar que ésta no es un accidente o una contingencia cualquiera de las comunidades primitivas, sino un elemento que hace a su ontología, que posibilita su existencia a partir de la diferenciación radical que instala con respecto a las otras comunidades. Como vimos con Clastres, la violencia primitiva actúa como una fuerza centrífuga que garantiza la dispersión de las comunidades entre sí, su autonomía y condición igualitaria; al tiempo que, venganza mediante, opera como un mecanismo de cohesión interna. La guerra no es de naturaleza política en tanto se ejecuta en un sentido defensivo y ritual y no con miras a la sujeción de otros. Tampoco la venganza y el sacrificio discurren 112 Comisión Especial de Violentología 2013 con una impronta dominadora en tanto no aspiran a otro rédito que el restablecimiento del equilibrio perdido.47 La violencia primitiva es una violencia afirmativa y no impositiva (Gruner, 2007). Por medio de la guerra, cada comunidad busca conservar su autonomía impidiendo que un tercero (el Uno) se superponga y la domine. En este sentido, la violencia no es una variable más en la ecuación del poder político en las sociedades sin Estado. El poder primitivo no es intrínsecamente un poder violento, sino un poder del lenguaje y de la paz, que pertenece a la comunidad como un todo y es detentado colectivamente y no a título personal: El poder normal, civil, basado en el consensus ómnium y no en la coerción, es de naturaleza profundamente pacífica; su función es igualmente “pacificante”: el jefe tiene a su cargo mantener la paz y armonía en el grupo. Por eso, debe apaciguar las peleas y resolver los diferendos, sin hacer uso de la fuerza que desde luego no posee ni será admitida, fiándose únicamente en las virtudes de su prestigio, de su equidad y de su palabra. Más que un juez que sanciona, es un árbitro que busca reconciliar (Clastres, 2008: 27). La mirada de Clastres puede parecer ingenua e incluso, correr el riesgo de inscribirse en las arqueologías pacifistas tan en boga en la segunda posguerra48. Pero nada se halla más lejos de la intención del etnógrafo francés que la re- edición del buen salvaje rousseauniano habitando en un mundo sin conflictos. Su idea no es emitir un juicio axiológico favorable a los primitivos que los exculpe de sus violencias ni ensalzar parcialmente sus virtudes, sino reivindicar su lógica social al tiempo que describe sus más desgarradoras y horrorosas prácticas. Desligada del poder político, la violencia salvaje no es un mal a eliminar, sino una parte constitutiva de lo social que no solo cumple funciones autárquicas o rituales -como en el caso del sacrificio de chivo expiatorio descrito por Girard- sino que hace a la condición ontológica de la comunidad primitiva. Por medio de una muerte violenta se detiene la espiral incesante de venganzas y se retorna a la paz comunitaria (Girard). Pero también esta espiral, Según Bataille, “[e]l sacrificio restituye al mundo sagrado lo que el uso servil degradó y profanó. El uso servil hizo una cosa (un objeto) de aquello que, profundamente, es de la misma naturaleza que el sujeto, que se encuentra con el sujeto en una relación de íntima participación (…) El rito tiene la virtud de reencontrar la participación íntima del sacrificante con la víctima, a la cual le había dado una finalidad, un uso servil (2009:73, subrayado del autor). 48 Recordemos que en aquel momento surgió toda una ola de investigaciones tendientes a construir un pasado pacífico en el que la guerra era extraña a la psicología humana o cuando mucho un fenómeno excepcional y siempre ritualizado, dando la idea de un hombre primitivo poco violento y nunca sanguinario (Keely, 1996). 47 113 Comisión Especial de Violentología 2013 antes de ser conjurada, tiene utilidad a los fines de la unión comunitaria: el derramamiento de sangre es una exigencia en la defensa del honor colectivo (Lipovetsky). La violencia se subordina al cuidado de unir y conservar la cosa común. «Los individuos se desenfrenan, pero éste desenfreno, que los mezcla y los funde infinitamente con sus semejantes, contribuye a encadenarlos en las obras del tiempo profano» (Bataille, 2009: 76). La guerra tiene en tiempos primitivos un carácter sagrado. El viraje que experimenta la violencia en las sociedades con Estado es correlativo al cambio operado en la concepción del poder político. La violencia deviene un problema, un mal a erradicar cuando su función no es la defensa de la comunidad sino la dominación de unos hombres sobre otros, esto es, cuando ingresa como una variable dependiente en la ecuación del poder. En los tiempos en los que la generosidad, el don de la palabra y el arbitraje definían las cualidades del liderazgo, la violencia no era percibida como un medio para el prestigio y el ascenso social. Es necesario transitar hacia una noción de poder identificada con relaciones jerarquizadas y autoritarias de mando y obediencia para que la violencia devenga instrumental y cambie su signo comunitario. Escindida de lo sagrado, la violencia se hace en Occidente un medio específico del poder que consagra la división social entre dominantes y dominados. Así lo describe Clastres: Cuando lo económico en la sociedad primitiva se deja señalar como campo autónomo y definido, cuando la actividad de producción se vuelve trabajo alienado, contabilizado e impuesto por quienes van a gozar de su producto, esta sociedad ya no es primitiva, se ha vuelto una sociedad dividida en dominantes y dominados, en amos y esclavos, ha dejado de exorcizar lo que está destinado a matarla: el poder y el respeto al poder. La mayor división social, la que funda todas las demás, incluida sin duda la división del trabajo, es la nueva disposición vertical entre la base y la cúspide, es la gran ruptura política entre poseedores de la fuerza, sea bélica o religiosa, y sometidos a esa fuerza”. (Ibíd.: 168-169). Observando las sociedades con Estado desde el punto de vista de la sociedad primitiva,49 advertimos que sus mejores cualidades son la contrapartida a la sumisión al poder del Estado, y todo aquello que lo sustenta: las clases dominantes, el trabajo alienado, la razón instrumental, etc. Lo que permite ver Clastres es la necesidad de interpelar esta idea fosilizada del Uno, del poder como exterioridad, como trascendencia, vale decir, el imperativo de poner entre paréntesis esa idea del poder como coacción, como relación 49 Lo cual no implica que exista continuidad entre ambas en una especie de línea evolutiva 114 Comisión Especial de Violentología 2013 mando- obediencia de la cual somos participes en Occidente. A esto se dirige la segunda parte de nuestra pregunta inicial cuando decimos que en las sociedades con Estado, la violencia deviene constituyente. Convertida en variable dependiente del poder, la violencia es fundadora de la práctica política y de la juridicidad estatal moderna. La violencia es creadora del orden, fundadora y conservadora del derecho, última ratio del poder. De Maquiavelo a Weber e incluso en Marx y Engels, la violencia adquiere una función organizadora del ámbito social, y esta será, con excepción de Arendt, la cifra que conserve en tiempos modernos. No obstante su centralidad fáctica en la ecuación del poder político, la violencia ha sido “expulsada” de los límites teóricos de la modernidad occidental. La disyunción entre socialidad y violencia, o civilización y barbarie, es una característica común al grueso de las teorías ilustradas que ven en la guerra y los conflictos una especie de retorno a la premodernidad, a un estado de naturaleza e incivilización que debe ser superado por las luces de la razón. Esta socialidad sin violencia tiene su raíz en el mito del progreso que presentó a la modernidad como una era fundamentalmente pacífica y civilista en la que la violencia como forma de tratamiento de las contradicciones perdió asidero en el sistema social. Numerosos autores (Benjamin, Adorno, entre muchos) han mostrado el carácter ficcional de este ocultamiento revelando cómo en las sociedades modernas la violencia es la potencia expansiva que funda y conserva el orden. No solo como fundadora y conservadora de la juridicidad estatal, sino, fundamentalmente, como límite que señala un adentro y un afuera de lo social, definiendo permanentemente sus márgenes.50 Lo político- social, como instalación del orden y la diferenciación, es el producto de la violencia y no se halla, como sostiene el pensamiento ilustrado, en condición de exterioridad o extrañamiento con respecto a ella. 50 El deslinde entre violencia mítica y violencia pura permite a Walter Benjamin mostrar el nexo que aparece como solución de continuidad entre violencia y derecho. En Para una crítica de la violencia, instala la distinción entre violencia fundadora y la violencia conservadora de derecho, mostrando a su vez, tres ejemplos en que la violencia aparece como un excedente del derecho: el gran “delincuente”, la “pena de muerte” y la “huelga general”. Con estos quiere ilustrar la violencia presente en el derecho mismo, pero como tal, operando fuera de éste: el derecho –como el lenguaje- requiere su propio “afuera” para confirmarse. Y señala: “(...) todos los fines naturales de personas singulares chocan necesariamente con los fines jurídicos no bien son perseguidos con mayor o menor violencia (...).” (Benjamin, 1967: 112). Para el derecho, los “fines naturales” constituyen –como en Hobbes- una violencia exterior al derecho, y por ende una amenaza fundamental. Por ello, éste ha de monopolizar la violencia no para salvaguardar sus “fines jurídicos” (la Justicia), sino sobre todo para salvaguardar el “derecho mismo”. Así, la violencia, cuando no se halla “(...) en posesión del derecho a la sazón existente, represente para éste una amenaza, no a causa de los fines que la violencia persigue, sino por su simple existencia fuera del derecho” Así, la violencia “fuera” del derecho constituye en sí misma, una amenaza para éste, pero sin embargo, su más elevada confirmación (ibíd., 112 subrayado nuestro). 115 Comisión Especial de Violentología 2013 Retomando a Grüner, «es porque hay un acto de violencia en el origen, que la Ley es posible. La violencia es la condición fundacional de la Ley y persiste más allá de esta fundación, al punto de incorporarse a la Ley misma haciendo del Estado el único ámbito de su aplicación legítima» (1997: 31-32). La violencia se halla en la base de cada uno de los conceptos que constituyen la arquitectura del imaginario político moderno. La génesis y conformación del Estado-nación, la separación de poderes, el reconocimiento de los derechos fundamentales y sociales, y el derecho de autodeterminación de los pueblos son impensables sin la Guerra de Treinta años, las Revoluciones Inglesa, Francesa y Americana, las convulsiones sociales del siglo XIX, las dos Guerras Mundiales y las luchas por la descolonización. La noción de orden, tanto en un sentido metafísico, como en sus efectos fenoménicos, nos lanza al terreno de la confrontación. Decidir qué lugar corresponde a cada cosa, quién lo determina, quiénes se favorecen o no del ordenamiento y qué transgresiones son permitidas, implica la fabricación de un relato fundacional que legitime la violencia de lo constituido. Al fundar, el orden oculta todo más allá de sí mismo y se instala arbitrariamente como locus de verdad y de poder. No hay, pues, orden sin violencia, ni violencia cuyo primer efecto no sea emplazar en un orden (o desorden) determinado. Es en este sentido que afirmamos que la violencia adquiere una función constituyente en la civilización occidental En el paso a lo constituido, la violencia se identifica con la transgresión de la Ley establecida. La violencia del orden, que en la jerga del poder adopta el eufemismo de “coerción legítima”, nombra a sus competidoras como las “verdaderas” violencias. La violencia transgresora empieza a ser identificada con el desenfreno, la convulsión y el caos. Hay así una falsa separación de las aguas: por un lado, la violencia legítima, predecible, conceptualizable, ordenadora y disciplinadora y por otro, la violencia transgresora, impredecible, caótica, enemiga de lo social o encarnación de lo social sin regla, engendro del desorden. La función de las violencias transgresoras, además de interpelar y des-cubrir las formas de maniobra de la violencia fundadora/ conservadora, es operar corrimientos de fronteras en el orden existente habilitando la inclusión/exclusión de nuevos actores, prácticas y problemáticas. Ubicada en los márgenes de lo simbólico, la violencia transgresora irrumpe, quiebra, vulnera la grilla interpretativa de este orden y los fundamentos de la economía libidinal que produce, obligando a un reacomodamiento del todo social. Vista así, la violencia puede ser entendida como un límite de sentido, un acontecimiento paradojal que 116 Comisión Especial de Violentología 2013 atenta contra la sociedad como orden simbólico y la amenaza como totalidad de sentido, pero que a la vez la funda y señala sus fronteras, marcando, cada tanto, un nuevo adentro- afuera de lo social. La tradición realista que va de Maquiavelo a Weber, hizo del vínculo entre violencia y poder un hecho irrefutable de la constitución del Estado y lo político. Como bien señala Izaguirre (1998), la violencia aparece aquí como una forma de relación social por la cual uno de los términos realiza su poder acumulado. La relación de poder es una resultante de una situación inicial de violencia, o de amenaza del uso de la violencia. Desde esta perspectiva, todo poder requiere para existir de la destrucción de las relaciones sociales que mantenían en pie a un orden previo, y de la instalación, por medio de la violencia51, de nuevos lazos de heteronomía y obediencia 3. La conjura de la violencia en la modernidad Son incontables los hechos, actitudes e ideas que circulan alrededor de aquello que llamamos modernidad. No obstante, un peligroso esquematismo acecha en el momento de reducir tal diversidad a un conjunto finito de rasgos y hechos históricos, en apariencia opuestos a lo acaecido en periodos anteriores. Así, el mundo pre- moderno suele caracterizarse como enmarcado en la religión, la comunidad, el orden jerárquico-trascendente y la estabilidad; mientras la modernidad es identificada con la secularidad, la disolución de los lazos comunales, la reivindicación del individuo y el cambio permanente. Como corolario de este esquema, ideas como progreso, razón y futuro se nos presentan como los principios que dan sentido y unidad al concepto de modernidad. De esta manera, la modernidad ha devenido «un concepto totalizante que obtura la mirada» (Murillo, 2012:24). Para evitar los peligros de esta mirada unitaria, conviene preguntarse qué hay detrás del concepto de modernidad haciendo una breve digresión acerca de los alcances del vocablo. A eso dedicaremos el presente apartado. En Una Modernidad Singular, Fredric Jameson (2005) arroja tres máximas que problematizan e interpelan los sentidos comunes solidificados sobre la modernidad. En primer lugar, el filósofo estadounidense se refiere a las dificultades de la periodización. Son abundantes y hasta contradictorios los momentos históricos que se han sugerido como hitos 51 Esta violencia puede ser directa -el empleo de la fuerza física-, o indirecta -potencial, simbólica y estructural 117 Comisión Especial de Violentología 2013 fundadores de la modernidad. Desde la Reforma Protestante hasta la Conquista de América, todos aquellos que se han referido a ella parten de una diferente – por no decir arbitrariaperiodización. ¿Cómo es posible – dirá Jameson- adoptar un punto de vista sobre los acontecimientos individuales en el cual se abarque, al mismo tiempo, una diversidad de elementos cuya interrelación no resulta para nada evidente? Y agregamos nosotros, ¿cómo presentar como diacrónica, unitaria y unívoca a esta gran dispersión de hechos, sujetos e ideas? A primera vista, la recomendación podría ser que evitemos las periodizaciones, pero Jameson insiste más bien en lo contrario: "No podemos no periodizar (…) esta máxima nos posibilita abrir la puerta a una exhaustiva relativización de los relatos históricos” (ibíd.:12). En segunda instancia, Jameson nos indica que “la modernidad no es un concepto ni filosófico, ni de ningún otro tipo, sino una categoría narrativa” (ibíd.:44). La vastedad de los usos y abusos del término, muestran que la modernidad habilita una multitud de “opciones narrativas y posibilidades de relatos alternativos” (ibíd.:38). Por tanto, “la modernidad debe considerarse “como un tipo único de efecto retórico [...] como un tropo autorreferencial si no performativo, pues su aparición implica la aparición de un nuevo tipo de figura” (ibíd.: 39) Cuando se buscan características para definir lo moderno lo que se ansía es, en realidad, encontrar un pretexto “para la operación de reescritura y la generación del efecto de asombro y convicción apropiado para el registro de un cambio de paradigma” (ibíd.: 43) Finalmente, tercera máxima: “El relato de la modernidad no puede organizarse en torno a las categorías de la subjetividad [pues estas] son irrepresentables, solo pueden contarse las situaciones de la modernidad (ibíd.:31-56). Queriendo articular sus discursos sobre la modernidad, algunos autores han querido ligarla a la conciencia y sus atributos: la libertad, la individualidad y la autoconciencia. Pero se trata de esfuerzos estériles en la medida en que intentan representar algo que por principio es irrepresentable: la subjetividad. La ausencia de puntos fijos desde los cuales referirnos a la modernidad no implica que no podamos hablar de ella. Las advertencias de Jameson se encaminan más bien a escapar a las lecturas homogeneizantes de la modernidad para narrar más bien situaciones de la modernidad. Consideramos fundamental hacer esta aclaración antes de lanzarnos a la problematización de la(s) violencia (s) en la modernidad, evitando que se nos juzgue como obturadores de la mirada o – en todo caso- como sostenedores de una modernidad monolítica y sin fisuras. Lo que narraremos a continuación, atendiendo las advertencias de Jameson, son 118 Comisión Especial de Violentología 2013 situaciones de la modernidad, experiencias diversas y sincrónicas de modernidad que no pretenden ser exhaustivas ni definitivas. Con el mismo espíritu, trataremos de ver cómo en cada una de estas se despliega un dispositivo de conjura de la violencia Aunque hoy pueda parecernos un dato natural, el nexo entre violencia y poder es el producto de una serie de transformaciones históricas, sociales y subjetivas que convergieron en la fundación de un discurso sobre la autoridad al margen de las consideraciones cosmogónicas o míticas. En este discurso, el poder adquiere un carácter trascendente sustentado en las relaciones jerárquicas de mando - obediencia, diferenciándose del liderazgo primitivo, que era en lo esencial, un poder sin autoridad. Para las comunidades primitivas la trascendencia del poder implicaba una amenaza ontológica. El principio de una autoridad exterior, creadora de su propia legalidad ponía en riesgo de extinción la cultura comunitaria. Por ello buscaron evitarla a toda costa para ser ellas mismas el fundamento de todo poder. En estos conglomerados “sin fe, sin rey y sin ley”, no había una fuente legítima del orden: el “jefe” no era un jefe de Estado, carecía de cualquier autoridad o poder de coerción que le permitiera dar una orden. Tampoco era un comandante, pues la gente de la tribu no tenía para con él ningún deber de obediencia. Poder y liderazgo se hallaban así escindidos: el jefe estaba tan ajeno del poder como de la violencia. Así lo observa Clastres: ¿En qué estima la tribu que un hombre es digno de ser jefe? Sólo en su competencia “técnica”, al fin de cuentas: dones oratorios, pericia como cazador, capacidad de coordinar las actividades guerreras ofensivas o defensivas. Y de ningún modo deja la sociedad al jefe pasar más allá de ese límite técnico, nunca deja convertirse una superioridad técnica en una superioridad política. El jefe está al servicio de la sociedad, es la sociedad misma –verdadero lugar del poder- que ejerce como tal su autoridad sobre el jefe. Es por esto que es imposible para el jefe invertir esa relación para su provecho, poner a la sociedad a su propio servicio, ejercer sobre la tribu lo que se llama el poder; jamás la sociedad primitiva tolerará que su jefe se transforme en un déspota. (Clastres, 2008: 176) Del poder primitivo no puede deducirse entonces el poder estatal, éste no es una derivación o versión evolucionada de aquel. Lo que vemos entre ambos es más bien una discontinuidad radical. Entre las comunidades primitivas y las sociedades con Estado hay una ruptura cuyo signo principal es el establecimiento de una relación de exclusión que sitúa el poder político por fuera de la comunidad. Este es el momento en que el poder se hace trascendente ubicándose por fuera -más allá y por encima- de la sociedad. Una vez autonomizado, el poder se ejerce sobre la comunidad y la domina, haciendo de la violencia su medio 119 Comisión Especial de Violentología 2013 específico. Es pues, a propósito de una autoridad trascendente que la violencia ingresa a la política como su principal instrumento. Pero, ¿cómo tiene lugar éste ingreso?, ¿qué ideas o procesos confluyen en la emergencia de un poder trascendente? Sin duda, un primer elemento a rastrear, es la separación del individuo respecto de la comunidad, su emancipación de las constricciones impuestas por el colectivo para constituirse como una entidad plena y autónoma. Este proceso de individuación tiene sus primeros destellos en el pensamiento griego clásico, se relanza doblemente en el cristianismo de los Padres de la Iglesia y en los teóricos protestantes, y encuentra una nueva formulación en el pensamiento de Descartes. Con esto no afirmamos que se trate de una idea que evoluciona de un estado primitivo hacia uno terminal de manera sostenida y diacrónica, más bien queremos señalar lo remotos que se hallan en el tiempo algunos de los restos de este proceso de subjetivación. Queriendo explicar los orígenes del individualismo, Louis Dumont (1987: 37- 40) se pregunta cómo a partir de las sociedades holistas, pudo desarrollarse un nuevo tipo de sociedad que contradice en todo la idea de lo común. Su hipótesis es que en Occidente, el individualismo apareció en la sociedad de tipo tradicional, holista, como oposición a dicha sociedad y como una especie de suplemento en relación a ella, es decir, en forma de individuo-fuera-del-mundo.52Esta última idea está presente dentro del Cristianismo y en torno a él a comienzos de nuestra era. Un primer antecedente de la noción de individuo puede encontrarse en las escuelas del periodo helenístico. Este individuo es planteado como un hecho o como un ideal tanto por epicúreos como por cínicos y estoicos. Recordemos que la filosofía helenística supone un apartamiento del mundo social, marcando un parte aguas con el pensamiento político de Platón y Aristóteles. La renuncia al mundo es condición para convertirse en sabio. El hombre común que vive en el mundo está imposibilitado para alcanzar la sabiduría, sólo el sabio sabe lo que es bueno; las acciones mundanas, incluidas las del sabio, no pueden ser buenas, sino Dumont parte de la experiencia del renunciante de la India –este sujeto que decide apartarse del mundo, evadiendo las constricciones sociales para alcanzar la plena independencia- como un “individuo- fuera- delmundo”. El renunciante dimite de la vida social y sus normas para encontrar su destino, se basta a sí mismo y no se preocupa más que de su persona. En apariencia, podría ser asimilado a un sujeto individualista moderno. Sin embargo, se diferenciará diametralmente por una razón: el moderno es un individuo-en- el mundo. Lo interesante de esta distinción, radica en los fines para los que es esbozada: responder la pregunta por el origen del individualismo 52 120 Comisión Especial de Violentología 2013 solamente preferibles a otras. La identificación de este individualismo filosófico recusa las hipótesis que quieren ver el origen del individualismo como un efecto de la caída de la polis griega y la convivencia de bárbaros y polites bajo el Imperio de Alejandro. Pero la mera historia – dice Dumont- no da cuenta de un hecho tan complejo como la emergencia del individuo como valor. Son los filósofos helenistas los que, al definir como un ideal superior al sabio distanciado de la vida social, contribuyen en esta tarea, que será en todo caso coadyuvada e impulsada por los cambios agenciados por el nuevo Imperio. Un segundo momento en esta genealogía del individuo puede localizarse en las ideas del cristianismo primitivo. “De las enseñanzas de Cristo y de San Pablo –se desprende que el cristiano es un individuo-en-relación-a-Dios. El alma individual adquiere valor eterno a través de su relación filial a Dios, y en esta relación se basa asimismo la fraternidad humana: los cristianos se reúnen en Cristo, del que son miembros” (ibíd.: 42). El cristianismo se caracteriza entonces por “la emancipación del individuo a través de una trascendencia personal y la unión de individuos-fuera-del-mundo en una comunidad que tiene los pies en la tierra pero el corazón en el cielo” (ibíd.,:43). A partir de aquí, y con mayor potencia en la obra de Agustín de Hipona, se dibujan una serie de dicotomías que jerarquizan el orden mundano en relación con el orden divino: cuerpo -alma, Estado- Iglesia, Antiguo y Nuevo Testamento, etc. El mundo queda subordinado y relativizado con respecto al orden divino, pero al mismo tiempo, el individualismo extra-mundano exige el reconocimiento y obediencia a los poderes de este mundo.53 Dumont afirma que las ideas de los Padres de la Iglesia acerca del mundo y sus problemáticas: el Estado, el Príncipe, la esclavitud, la propiedad privada, etc.- deben ser interpretadas desde la perspectiva extra-mundana que imperaba en la época. Es desde el 53 En el discurso teológico de San Agustín se esbozan las relaciones entre violencia y obediencia como modo de gobernar la civitas terrena. La espada de hierro del Emperador es el instrumento de inculcación del amor entre los ciudadanos, cuando por otros medios éste no es logrado, a diferencia de la ciudad dei, donde el amor de Dios es el que rige todo orden. La espada de hierro que comanda en una no es más que la forma terrena de la espada amorosa que regula la otra, y la forma para ambas es única: ordo est amoris. Si bien las ideas sobre la naturaleza del poder político no están plenamente desarrolladas en la construcción de San Agustín, sí encontramos una clara exposición de la idea de Derecho. San Agustín expone la idea de un orden jerárquico del Derecho que se funda en la ley de Dios. La Ley de Dios es la razón divina, la voluntad que ordenó la naturaleza. En el segundo peldaño, la ley natural. Esta ley natural deriva de la ley divina es aquella impresión que el hombre puede captar de la voluntad inaprensible de Dios. Finalmente encontramos la ley temporal. Es la ley humana. Se trata de una ordenación mutable de acuerdo a las condiciones del hombre pero no podría considerarse, en ningún momento como una ley autónoma. Nunca podría contrariar los principios de la ley eterna (San Agustín, 2009: XIV – 28) 121 Comisión Especial de Violentología 2013 punto de vista de la relación del hombre con Dios y de su fraternidad con la Iglesia, que podemos comprender que la vida en el mundo no es negada o rechazada directamente por el hombre medieval, sino relativizada y jerarquizada en relación con la unión con Dios y la comunidad cristiana en el más allá. Cada cosa mundana adquiere su sentido en relación con el fin trascendente de la salvación. En esta vía es que San Agustín restringe el campo de aplicación de la Ley de Naturaleza54 propuesto por los estoicos y amplia el de la Providencia, el de la voluntad divina, introduciendo un cambio radical en relación con sus predecesores: la subordinación total del Estado a la Iglesia. Antes de la Ciudad de Dios, los cristianos habían concebido al Estado y al mundo en general, como congénitamente opuesto e independiente con respecto a la Iglesia y al dominio de la relación del hombre con Dios. Lo que hace Agustín es reclamar que el Estado sea juzgado desde el punto de vista trascendente, el mundo de la relación del hombre con Dios, que es el de la Iglesia. Hay en ello una pretensión teocrática, un paso adelante en la aplicación de los valores supra-mundanos a las circunstancias de este mundo. Esto representa una nueva forma de pensamiento que corresponde a la inmanencia-trascendencia de Dios. Al situar la fe –la experiencia de Dios- en la base del pensamiento racional, Agustín marcó un importante antecedente del proceso de individuación. Su obra describe en buena parte lo que ocurrirá a posteriori: el valor supremo ejercerá una presión sobre el elemento mundano antitético que encierra. La vida mundana será así colonizada por etapas, por el elemento extra mundano hasta que finalmente, la heterogeneidad del mundo desparezca completamente. Entonces, el campo será unificado, el holismo desaparecerá de la representación, se concebirá la vida en el mundo como algo que puede acomodarse enteramente al valor supremo y el individuo- fuera- del- mundo se habrá convertido en individuo –en- el- mundo (ibíd., 44). A partir del siglo VIII, con la ruptura del lazo papal con Bizancio, la Iglesia ingresará definitivamente en la cuestión mundana arrogándose el poder temporal supremo en 54 Los estoicos adoptaron la Ley de Naturaleza como un instrumento racional para la adaptación a la ética mundana de los valores extra-mundanos. Al respecto, la siguiente definición de Troeltsch es clarificadora: “La idea directriz es la idea de Dios como ley de naturaleza universal, espiritual y física, que reina uniformemente sobre todas las cosas y, como ley universal del mundo, ordena la naturaleza, conforma las diferentes posiciones del individuo dentro de ésta y de la sociedad y se convierte, en el hombre, en ley de la razón, la cual reconoce a Dios y se hace de esta manera una con él (…) La Ley de Naturaleza ordena así, de una parte, la sumisión al curso armonioso de la naturaleza y al papel asignado a cada uno dentro del sistema social, y de otra, la elevación interior por encima de todo eso, la libertad ético religiosa y la dignidad de la razón que, al ser una con Dios, no podría ser alterada por ningún suceso exterior o sensible” (en Dumont, 1987: 45) 122 Comisión Especial de Violentología 2013 occidente. Hasta bien avanzado el siglo XV, la Iglesia pretenderá reinar directa o indirectamente sobre el mundo, sumiendo definitivamente al individuo en la vida terrenal. Así, aunque suene paradójico, la más efectiva humanización del mundo surgió a la larga de una religión que lo subordinaba de la manera más estricta a un valor trascendente. En el discurso de la modernidad, los procesos de secularización y racionalización de la vida buscaron desligar la vida en el mundo de todo valor divino o supremo. Las ciencias y las teorías del Estado empezaron a erigirse como respuestas ante el derrumbamiento del orden teocrático y la transformación de las concepciones del tiempo, el espacio y el hombre como efecto de su re- inscripción en un orden inmanente. Del tiempo “verdadero”, primordial y finito provisto por la eternidad de Dios, se pasó a un tiempo terrenal, secular e infinito, que fue desde entonces el horizonte ilimitado de toda generación. El universo dejó de ser un cosmos concéntrico creado por Dios para convertirse en una extensión espacial ilimitada, y la naturaleza no fue más vista como animada sino que empezó a ser comprendida como una máquina cuyo funcionamiento regular podía ser conocido por la razón. La destrucción del cosmos y la geometrización del espacio operaron un cambio fundamental en la conexión reflexiva entre el ser y el mundo: el nuevo estado del hombre fue el de este horizonte ilimitado y su misión, en el ocaso de la divinidad, consistió en tomar las riendas de un mundo que entonces parecía anárquico y desconocido. Es en el marco de este horizonte ilimitado de control humano sobre la naturaleza y los otros hombres que el discurso sobre el poder adquiere sentido y no antes, cuando el único poder era la providencia divina. La secularización alcanzó también los modos de relación transformando los lazos sociales. En tiempos medievales, las relaciones eran personales, directas e inmediatas y la acción social se inspiraba en el sentimiento subjetivo (afectivo o tradicional) de los partícipes de constituir un todo, si bien esto no excluía la explotación y la sujeción inherentes a toda sociedad jerárquica. En el tránsito al capitalismo, las sociedades feudales ven erosionado este ethos comunitario y disueltos los modos de relación concomitantes, para dar paso a las relaciones “libres” de capital- trabajo. A partir de entonces, la noción de sociedad emerge como un locus abstracto en el que las relaciones sociales “se inspiran en una compensación de intereses racionales” (Weber, 2002:33). La Ilustración y las Revoluciones burguesas desatadas un siglo después, harán eco de ésta tendencia instalando al sujeto autónomo, libre, 123 Comisión Especial de Violentología 2013 y emancipado de los lazos feudales y las cargas tradicionales que lo sujetaban, como el nuevo protagonista de la historia.55 Tanto en su programa filosófico como en su doctrina económica, el liberalismo definió un tipo de subjetividad anclado en la búsqueda del interés privado haciendo que aspiraciones como la propiedad, la acumulación, la intimidad, el bienestar y la seguridad desplazasen los antiguos códigos de honor y de sangre. De ahí su insistente rechazo a que cualquier tipo de autoridad (ancestral, divina o monárquica) recaiga sobre el individuo inhibiendo su voluntad personal, ahora erigida como única ley fundamental. El tránsito de la comunidad a la sociedad, tan mentado por sociólogos como Weber y Tönnies, no es otra cosa que la disyuntiva del sujeto entre mantenerse atado a lazos de sujeción pero conservar su sentido en relación con un orden que lo trasciende, o liberarse vivir solo para sí mismo. En esta inversión de la relación del hombre con la comunidad, autores como Lipovetsky encuentran la clave de la pacificación de los comportamientos. A su entender, “cuando la prioridad del conjunto social se diluye en provecho de los intereses y las voluntades de las partes individuales, los códigos sociales que ligaban al hombre a las solidaridades de grupo ya no pueden subsistir: cada vez más independiente en relación a las sujeciones colectivas, el individuo ya no reconoce como deber sagrado la venganza de sangre, que durante milenios ha permitido unir el hombre a su linaje. No sólo por la ley y el orden público consiguió el Estado eliminar el código de la venganza, sino que de una manera igualmente radical fue el proceso individualista el que, poco a poco, socavó la solidaridad vengativa” (Ibíd.: 193). Veamos esto último de manera más detenida. 55 La entrada en la Era de la Razón auspiciada por las ideas de Descartes, Bacon y los Enciclopedistas, contribuyó en la conformación de una razón y un método científicos que aspiraron a ahuyentar el oscurantismo medieval. Galileo y Newton dirigieron su arsenal al conocimiento y dominio de la naturaleza, mientras que Hobbes, Locke y Rousseau hicieron lo propio con la sociedad. Este impulso ilustrado fue solo una de las múltiples visiones del hombre, la historia y la razón que se dieron cita en la modernidad. La lectura positivista y liberal, que ha querido entronizarse como la moderna por antonomasia, ha sido desmontada y revelada en sus intenciones por quienes como Marx, Nietzsche y Freud, encontraron “que ni la historia era lineal y determinista, ni el hombre absolutamente racional, ni la ciencia un instrumento necesario de liberación”. (Murillo, 2012: 23). Así, y aún contra la Ilustración, una actitud típicamente moderna es aquella que niega la existencia de una esencia humana que se desarrolla galopante a lo largo de una historia universal, para asumir que somos seres finitos de existencia compleja y contingente. Algunos llamaran a esto actitud posmoderna, nosotros preferimos no entrar en ese debate. 124 Comisión Especial de Violentología 2013 4. La conjura política: la emergencia del Estado Una vez derruido el poder teológico, la base de legitimidad socio-política debió sentarse en las ficciones de la voluntad individual y el Estado racional-burocrático, un modo de reproducción de la sociedad basado en la dimensión política e institucional de los mecanismos de regulación, por oposición a la tradición, en la que el modo de reproducción del conjunto y el sentido de las acciones que se cumplen era regulado por dimensiones culturales y simbólicas particulares. La modernidad implicó un cambio ontológico en el modo de regulación de la reproducción social como efecto del trastrocamiento del sentido temporal de la legitimidad, esto es, del desplazamiento del pasado por el porvenir como criterio orientador de la acción humana. Desligado de todo fundamento ulterior, el poder del hombre moderno56 seguirá dos coordenadas: el dominio de la naturaleza, a través de la ciencia; y el dominio del propio ser humano, a través de la política y el derecho. En ambos casos, poder no deja de significar principalmente dominar algo que permanentemente se escapa y se vuelve incierto. No es casualidad que el discurso de la física conciba a la naturaleza como un inmenso campo de fuerzas cuyos movimientos tratará de conocer y regular mediante leyes, como tampoco es azar que, en esta nueva visión, el hombre aparezca como un campo atravesado por el choque violento de dos fuerzas primordiales: la razón y las pasiones. Como resultado de la caída del paradigma divino y su legitimidad trascendente, hombre y naturaleza empezaran a ser comprendidos como campos de fuerzas antagónicas. Pero mientras el campo de la naturaleza, al presentarse bajo ciertas regularidades, tendrá posibilidades de ser dominado por medio de las matemáticas y la física, el campo humano brillará por su plena incertidumbre, por la total ausencia de leyes previas. De allí que exija la invención y construcción de su propia legalidad. A falta de un Dios que prescriba reglas o designios, la política definirá las 56 ¿A qué llaman poder los modernos? Según Mayz-Vallenilla (1982: 22-23), en su acepción etimológica inicial, la del latín vulgar potėre, poder significa “ser capaz, tener fuerza para algo, ser potente para lograr el desarrollo de algún tipo de actividad. Usado de esta manera, el verbo se identifica con el vocablo potestas que traduce “potestad, potencia, poderío”, y es sinónimo de facultas que significa “posibilidad, capacidad, virtud, talento”. Existen sin embargo tres significados más que explican en mejor medida la noción de poder que ha perdurado hasta nuestros días: “el dominio o posesión de un objeto físico o concreto”, “tener más fuerza que alguien, vencerle luchando cuerpo a cuerpo y ser capaz de vencerle”, o “hacer que algo sea posible”. A la luz de estas últimas acepciones, el poder no sólo se encontraría ligado a las ideas de potestas o facultas, sino también a las de dominium (dominio), imperium (el mando supremo de la autoridad), y auctoritas (autoridad o influencia moral que emanaba de su virtud 125 Comisión Especial de Violentología 2013 relaciones humanas a través de un nuevo amo pseudo- trascendente: El Estado. Así lo describe Engels: … el Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera a la sociedad; tampoco es “la realidad de la idea moral”, “ni la imagen y la realidad de la razón (…). Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a si mismos y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del “orden”. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado (1986:290 subrayado nuestro) En efecto, a partir del siglo XVI, se inicia un proceso de concentración de las funciones económico- fiscal, político- militar y de seguridad interior en un mismo organismo que aspiró a superar la fragmentación de la guerra civil para imponerse sobre el cuerpo social. El estado de guerra permanente fue invocado por el discurso contractualista como la situación propiciatoria de un pacto social que justificó el nacimiento de la institución estatal. Así, el Estado se presentó como un ente abstracto, independiente de gobernantes y gobernados, y en esta medida diferenciado de la sociedad civil, dando lugar a separaciones ulteriores como público- privado, individuo- colectivo, etc. Creado con el objetivo de diluir la guerra de todos contra todos, el Estado continuó la actividad bélica pero ahora monopolizada y disociada del valor de la venganza. La del Estado es por tanto una violencia instrumental conquistadora57 que adquiere sentido por los servicios que reporta a la obtención y mantenimiento del poder, aun cuando se la quiera presentar en forma aséptica denominándola legítima. Se trata además de una violencia exclusiva, pues deja de ser ejercida por todos los hombres para ser privilegio de la organización militar, siendo cada vez menos los entendidos en tácticas guerreras. La violencia no desaparece con el Estado: se concentra, monopoliza y sofistica, pero siempre queda un exceso inabsorbible: la violencia interindividual. Esta sigue su propio curso, el honor y la venganza no terminan de disiparse entre los integrantes de una población, pero dejan de estar ligados o circunscritos al intercambio entre los vivos y los muertos. La 57 La consolidación de los Estado europeos coincide con la era de la expansión colonial. La guerra hace tanto a la definición de sus fronteras como la adquisición de recursos en las metrópolis. A esto nos referimos cuando hablamos de violencia conquistadora. 126 Comisión Especial de Violentología 2013 crueldad ya no está amparada por el ritual ni por lo sagrado, se es cruel por gusto o por interés sin mayores mediaciones simbólicas. De Maquiavelo a Hobbes y de éstos a Weber, la política moderna estará dedicada a crear y re-crear los repertorios de legitimación de la violencia estatal: la guerra, el control de las masas, la pena de muerte y la apropiación en manos privadas serán defendidas como parte del proceso de integración social, al tiempo que los disturbios, la rebelión, el asesinato, el robo y el fraude terminarán asociados con el caos y el desorden. Hay muerte y destrucción de parte del Estado tanto como de la sociedad civil, pero solo una será considerada violencia legítima. Hombre y naturaleza no fueron los únicos en re- inscribirse a un orden inmanente, también el mal adquirió carnadura y existencia mundanas. Los tiempos en los que era un mero defecto, o una desviación dentro del horizonte de lo permitido por el Creador pasaron para dar lugar a la versión de un mal original, constitutivo, y de una violencia inherente y consubstancial a los individuos. El egoísmo y la violencia aparecerán junto con las demás pasiones humanas irrumpiendo como fuerzas destructoras e incontrolables. La primera expresión secular de la violencia como medio de la política puede encontrarse en la obra de Nicolás Maquiavelo. En El Príncipe, dibujará la oposición entre “fortuna” y “virtud” como una especie de sino trágico de la vida política. Pero, ¿qué connota exactamente la virtud, acaso un conjunto de cualidades morales que sirvan de pauta y orientación de la conducta de los hombres? Ciertamente no. De hecho, el conflicto irreconciliable entre los valores propios de la acción política y los valores morales convencionales es uno de los aspectos que más polémica ha generado en la obra de Maquiavelo. En su opinión, yerra quien supone que un príncipe deba practicar siempre y sin excepción “todas las virtudes que dan crédito de buenos a los hombres” (1988:103), ya que, muy al contrario, este debe actuar en numerosas ocasiones en contra del conjunto de valores morales suscrito por el común de los hombres: la caridad, la fe, la justicia, la clemencia. Lo que señala Maquiavelo es la inconmensurabilidad entre la moral política y la moral cristiana, toda vez que la salud de la República exige que muchos de los valores de ésta última deban ser violados. El príncipe debe estar siempre preparado para la acción y como parte de su arsenal pueden/deben estar la avaricia, la crueldad, el fraude y muchas otras estrategias que a los ojos del buen cristiano no son más que vicios. Esto no implica, como bien aclara Rinesi, “una identificación de la virtud política con la ausencia de valores 127 Comisión Especial de Violentología 2013 morales y con la disposición a hacer gratuitamente el mal” (2005:38), sino más bien, la necesaria flexibilidad que debe mantener el príncipe respecto de la moral convencional en caso de que sea necesario controvertirla58. La importancia de Maquiavelo para nuestro análisis radica en su comprensión de la violencia como un recurso fundamental para la obtención y conservación del poder político. Una vez que el príncipe ha conseguido el gobierno de un nuevo principado, debe preocuparse de su conservación. De ahí la importancia que adquieren los ejércitos como expresión del poder del príncipe, la fuerza del león y la astucia de la zorra, como sus cualidades principales. La obra de Maquiavelo se asienta en un cierto pesimismo antropológico que es en todo caso necesario a los fines de que la política no sea vista como un asunto superfluo. Esta concepción pesimista se proyectará igualmente sobre el Estado, caracterizado como una entidad abocada al conflicto externo e interno.59 El resultado que arroja este realismo es una concepción de la política en términos de relaciones de poder y de lucha, en cuyo marco las formas jurídicas, morales e ideológicas son cruciales pero secundarias respecto de la fuerza. Llegamos así a una de las expresiones fundamentales del principio de la eficacia: el carácter estratégico de la fuerza como fundamento último del poder político. La cuestión de la forza se manifiesta como esencial en los casos extraordinarios, es decir, allí donde la legalidad no existe, donde es ineficaz y no se puede defender a sí misma, o donde se pretende que sea radicalmente transformada (reformas, revoluciones). Además, la fuerza es obviamente la clave para entender las relaciones internacionales entre Estados. Más allá de su validez Así lo ejemplifica el caso de César Borgia: «… digo que todo príncipe desea ser tenido por compasivo y no por cruel; sin embargo, ha de estar atento a no hacer mal uso de su compasión. César Borgia tenía fama de cruel, pero su crueldad dio a la Romaña unidad, paz y buen gobierno; de modo que, pensándolo bien, resulta César Borgia mucho más clemente que el pueblo florentino, cuando, por no aparecer cruel, dejó destruir a Pistoya. Debe pues, el príncipe no cuidarse mucho de la reputación de cruel cuando le sea preciso imponer la obediencia y la fidelidad a sus súbditos, pues ordenando algunos poquísimos castigos ejemplares resultará más humano que los que, demasiado clementes, dejan propagar el desorden, causantes de numerosas muertes» (Maquiavelo, 1988:97). 58 59 Hacia afuera, el Estado considerará como enemigo a cualquier otro Estado con fuerza suficiente para actuar contra él impunemente. Y al interior, el Estado Maquiavelo identificará los «graves y naturales antagonismos que existen entre los hombres populares y los nobles». Este antagonismo había sido conectado con la ambición de los poderosos y con el deseo de «no-dominación» del pueblo. Sin embargo, esta idea de la natural enemistad entre «ricos» y «pobres», o entre «quienes mandan» y «quienes son mandados», tiene, en realidad, poco de natural; es decir, no es un elemento propio de ningún «estado de naturaleza», sino un elemento intrínseco a la vida en sociedad, un elemento, si se quiere, estructural de cualquier sociedad históricamente dada. 128 Comisión Especial de Violentología 2013 histórica o antropológica, las construcciones de Maquiavelo, permiten observar en un plano simbólico el vínculo indisociable entre violencia y poder remarcando no solo que la violencia es la condición fundacional de la Ley y que persiste más allá de su fundación, sino también que la violencia se incorpora a la Ley haciendo de ésta el único ámbito para su aplicación legítima. El Estado moderno supone la dotación de un derecho formal positivizado (estable y previsible), la profesionalización y especialización de la administración (burocratización), la separación entre los medios de administración y los administradores, y, en fin, toda una serie de fenómenos subsidiarios o concomitantes — ejércitos permanentes y, por tanto, presión fiscal, control demográfico y censo preciso, desarrollo de la burguesía y la economía capitalista, etc.— cuya discusión nos apartaría de nuestra materia. Pero el Estado moderno nos remite también a la verticalidad del Estado, a la escisión entre gobernantes y gobernados, a la necesidad de conjugar derechos y legitimidad (basada en el consentimiento popular y en el aparente respeto de la legalidad y la norma), y a la razón de listado, la excepción, la lucha por el poder. Para conjugar todos estos elementos y bajo el objetivo básico de la conservación, el Estado moderno se piensa a partir de un fundamento normativo que no es otro que el concepto de soberanía asistido, a su vez, por elementos como el «estado de naturaleza» o el «contrato» , lo que permitía un sustrato identitario y soldaba la brecha entre gobernantes, gobierno y administración. Se trata de un dispositivo conceptual que verá la luz en la obra de Thomas Hobbes (2005) [1651]. Para el autor de Leviatán la causa del enfrentamiento entre los hombres reside en su propia naturaleza egoísta. La competencia, la desconfianza y la gloria son los motivos de disenso que conducen a una guerra de todos contra todos en la cual las nociones de legal o ilegal, moral o inmoral, justo o injusto están fuera de lugar una vez que la fuerza y el fraude se imponen como virtudes cardinales. Esta violencia intestina amenaza la vida de todos mientras no exista un poder que los someta. Por el temor a la muerte que cada uno puede causar a los demás y como producto de un cálculo racional, los hombres aceptan entrar en sociedad y formar un Estado delegando en un soberano individual o colectivo el deber de protegerlos ya sea por la ley o por la espada. Para ahondar en la cuestión general de la esencia y el significado de la violencia en relación con el poder también nos resulta muy útil la sociología política de Max Weber. El poder es 129 Comisión Especial de Violentología 2013 definido por el autor como «la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad» (Weber, 1996:43). Así entendido, el poder constituye una relación social asimétrica sustentada en el control de los recursos de dominación (cualidades, posesiones y situaciones que permiten a un hombre o grupo de hombres dominar a otros), pero es además un concepto "sociológicamente amorfo" en tanto que puede presentarse en una gran multiplicidad de relaciones sociales. El concepto de poder entonces, debe especificarse en una suerte de caracterización correlativa a través de la noción de dominación. Por dominación, escribe Weber, «debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contendido entre personas dadas» (ibíd.). De esta manera, la dominación restringe el campo de análisis del fenómeno del poder a su ejercicio efectivo, en la medida en que la capacidad de mando se expresa mediante el acatamiento concreto de quienes obedecen o están dispuestos a obedecer determinadas órdenes. Como lo subraya Aron «la dominación supone un cierto grado de institucionalización (sin la cual el dominante no se atrevería a mandar) pero el término dominación evoca la relación directa entre el amo y el servidor más que la relación entre el gobernante y los gobernados» (1967:48). El propio Weber anuncia que si bien la situación de dominación está unida a la presencia actual de alguien mandando a otro, ésta no se encuentra unida incondicionalmente ni a la existencia de un cuadro administrativo ni a la de una asociación; pero sí lo está ciertamente a una de ambas. Llamamos entonces asociación de dominación a aquella cuyos miembros están sometidos a relaciones de dominación en virtud del orden vigente. De las múltiples formas que puede adquirir una relación de dominación, Weber distingue dos tipos fundamentales: la dominación por constelación de intereses y la dominación por autoridad. La primera se sustenta en el tráfico formalmente libre de los dominados, quienes inspirados en su propio interés y en la satisfacción de sus necesidades actúan bajo su propia lógica, esto es, sin reconocer vínculos fraternales, sentimentales o tradicionales con otros individuos. Por su parte, la dominación por autoridad, fundada en el poder de mando y en el deber de obediencia, se caracteriza por recurrir a la exigencia de obediencia con independencia de los motivos e intereses de los individuos, apelando a la autoridad otorgada al dominador ya sea por la tradición, la legalidad o los lazos afectivos. Con estos dos tipos de 130 Comisión Especial de Violentología 2013 dominación Weber pretende explicar la diferencia entre el sistema económico y el sistema político. A la economía correspondería una forma de dominación por constelación de intereses que encuentra su legitimación en el propio funcionamiento, ya que la creencia en su validez depende de que en ella cada individuo persiga sus propios objetivos. Mientras, a la política, correspondería la dominación por autoridad, cuya legitimación requiere un proceso en el que se justifique la asimetría de la relación entre dominador y dominados en virtud de algún fin superior.60 La dominación por autoridad distingue al sistema político de otros sistemas como el económico. Ahora bien, esto no implica que tal tipo de autoridad resida exclusivamente en éste. Así, la dominación por autoridad está presente en diferentes esferas de la vida social tales como la familia, las asociaciones civiles, las empresas, etc. Por tanto, para definir el campo específico de la dominación política, debe identificarse el medio particular que la caracteriza: la violencia física legítima: Desde el cuidado de los abastecimientos hasta la protección del arte, no ha existido ningún fin que ocasionalmente no haya sido perseguido por las asociaciones políticas, y no ha habido ninguno comprendido entre la protección de la seguridad personal y la declaración judicial del derecho que todas esas asociaciones hayan perseguido". Por tanto, "solo se puede definir el carácter político de una asociación por el medio- elevado en ciertas circunstancias al fin en sí- que sin serle exclusivo es ciertamente específico y para su esencia indispensable: la coacción física (1996: 44) De lo anterior se desprende que una asociación de dominación devenga asociación política «cuando y en la medida que su existencia y la validez de sus ordenaciones, dentro de un ámbito geográfico determinado, estén garantizados de un modo continuo por la amenaza y la aplicación de la fuerza física por parte de su cuadro administrativo» (ibíd.: 43 subrayado nuestro). Esto no implica que la política no recurra a otros medios de acción, ni que la 60 En este punto, Weber ofrece una tipología de las formas de dominación por autoridad, erigidas en razón del tipo de fundamentos que sustentan la creencia en la validez del orden. Como apunta Serrano (1994), la tesis que subyace a la teoría de los tipos ideales de dominación legítima consiste en que la diferencia entre ellos no solo se refiere a las distintas ideas o creencias sobre su legitimidad, sino que esas ideas remiten a estructuras y formas diferentes de ejercer la dominación. Encontramos así tres tipos ideales: tradicional, carismática y legal racional. La dominación tradicional, nos dice Weber, "descansa en la santidad de ordenaciones y poderes de mando heredados de tiempos lejanos, desde tiempo inmemorial, creyéndose en ella en méritos de esa santidad" (1996:80). Mientras, la dominación carismática descansa en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas 60. Finalmente, la dominación legal - racional descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer esa autoridad 131 Comisión Especial de Violentología 2013 violencia, aquí entendida como coacción física, sea su medio normal. Simplemente se hace referencia a que el uso de la violencia constituye el medio específico de la acción política. En la actualidad, la única fuente del "derecho a la violencia" es el Estado: «aquella comunidad humana que en el ámbito de determinado territorio reclama, con éxito, como propio, el monopolio de la violencia física legítima» (Weber, 1989: 9). El monopolio de la violencia es aquello que otorga al instituto estatal su particularidad frente a otras instituciones, pero además, aquello que le permite acceder a otros medios (administrativos, económicos, informativos) para cumplir con sus fines y mantener la coacción física en un estado potencial, que solo se actualiza en caso de resistencia o transgresión del orden. A partir de aquí, el significado de la política se establece en «la aspiración a participar en el poder o la aspiración a influir en el reparto del poder entre los diversos estados, o en el interior de un mismo Estado, entre los diversos grupos de individuos que lo constituyen» (ibíd.), o lo que es lo mismo, en la lucha por el monopolio de la violencia física legítima. Llegados a este punto, dos preguntas se hacen necesarias: ¿qué pasa con la violencia ejercida por asociaciones y /o actores diferentes al Estado? y, ¿qué hace que la violencia de estos no sea legítima respecto a la de aquel? Para Weber la diferencia se encuentra en el control permanente del territorio y en el proceso de legitimación de las acciones y ordenaciones de tales asociaciones en el sistema político, que le dan un carácter de validez entre los individuos que habitan tal territorio. Así pues, «un grupo armado puede apoderarse del poder político, pero su permanencia y constitución como Estado depende de que apoye su poder en un orden legítimo» (Serrano, 1994:44). Y tal legitimación supone un largo proceso de centralización y diferenciación del poder político, conducente al monopolio de la violencia legítima. El análisis de Weber sobre la aparición y el significado del Estado Moderno en Europa, ilustra claramente su tesis sobre la progresiva legitimación del poder. El reclamo, por parte del Estado, del monopolio de la violencia legítima remite al proceso histórico mediante el cual algunas ciudades- estado italianas, durante el Renacimiento, fueron instituyendo un ordenamiento legal obligatorio para los ciudadanos en el marco de sus fronteras territoriales, un solo ejército capaz de garantizar la seguridad de la ciudadanía mediante el uso o la amenaza de fuerza física y un cuerpo burocrático estable para garantizar la prestación de los servicios del naciente estado- nacional. Este proceso de centralización se inicia con la expropiación de los depositarios independientes y privados del poder administrativo y 132 Comisión Especial de Violentología 2013 finaliza cuando el estado controla todos los medios de organización política en la cabeza de un solo gobernante. La organización del Estado Moderno, como fenómeno constitutivo del proceso de racionalización occidental, se caracteriza entonces por la institucionalización de un aparato racional que sobre la base de un sistema de control centralizado y estable dispone de un poder permanente y centralizado, monopoliza la creación del derecho y el empleo legítimo de la fuerza, y organiza la administración burocráticamente, esto es, en forma de una dominación de funcionarios especializados. Pero el Estado no será el único medio de conjura de la violencia. Un segundo dispositivo le acompañara en dicha tarea. 5. La conjura económica: intercambiando con el hostis La segunda situación de modernidad sobre la que nos interesa trabajar con miras a detectar los dispositivos de conjura de la violencia, remite a los cambios en la vida material propios del tránsito de las sociedades feudales a las capitalistas. En las primeras, regidas por la economía natural, los artículos no se producían para el cambio, sino para el consumo propio dentro de un grupo económico cerrado; en oposición a la economía mercantil, donde los productos del trabajo se destinan a la venta en el mercado. En la economía natural, por otra parte, la sociedad se componía de una gran variedad de unidades económicas homogéneas con una escasa división del trabajo. Cuatro procesos favorecieron el paso de las economías naturales a las economías mercantiles: i. el desarrollo de las fuerzas productivas; el proceso de concentración de los medios de producción y los frutos del trabajo en manos privadas; iii. el crecimiento de las relaciones monetario-mercantiles y, iv. el desarrollo de la división social del trabajo. La economía mercantil se hace dominante en el capitalismo. Si bien en los modos de producción esclavista y feudal se hallaba presente, ésta era de extensión limitada, pues casi todo lo que se producía se destinaba a satisfacer las necesidades de los propios productores y de las clases explotadoras sin que asumiera la forma de mercancía. Un giro fundamental se produce con el advenimiento del Estado moderno y su correlato económico: el capitalismo. Recordemos que el origen de la autoridad estatal requirió de un grado muy elevado de organización monopolista. Se arrebató a los individuos aislados la libre disposición sobre los medios militares, que ahora se reservó al poder central, y la propiedad y parte de los ingresos de los individuos pasaron a manos del poder central por medio de la tributación. Los medios financieros que afluyen así a este poder central, sostienen el monopolio de la violencia; y el monopolio de la violencia sostiene el monopolio fiscal. 133 Comisión Especial de Violentología 2013 Ambos son simultáneos, el monopolio financiero no es previo al militar y el militar no es previo al financiero, sino que se trata de dos caras de la misma organización monopolista. Cuando desaparece el uno, desparece automáticamente el otro, si bien es cierto que, a veces, uno de los lados del monopolio político puede ser más débil que el otro. Con el capitalismo, la producción de artículos no será para el propio consumo, sino para el cambio en el mercado por medio de la compra-venta de mercancías. Además, la división social del trabajo, el trabajo asalariado y la existencia de productores dueños de los medios de producción serán requisitos sine qua non. Esta condición se generalizará cuando los artículos de consumo, los medios de producción y la misma fuerza de trabajo devengan mercancías. Pero a la producción mercantil basada en la propiedad privada sobre los medios de producción le es inherente la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación de los frutos del trabajo, o lo que es lo mismo, la lucha entre capital y trabajo (Marx, 1971). De ahí la importancia de volver la vista sobre la violencia producida en un ámbito presentado ficcionalmente como neutral: el mercado. A medida que las tierras se compran y se venden, que los bienes raíces se convierten en una realidad social ampliamente extendida, que se desarrollan los intercambios mercantiles, el salariado, la industrialización y los desplazamientos de la población, se produce un cambio en las relaciones del hombre con la comunidad, una mutación que puede resumirse en una palabra: individualismo, que corre paralela con una aspiración sin precedentes por el dinero, la intimidad, el bienestar, la propiedad, la seguridad que indiscutiblemente invierte la organización social tradicional. Con el Estado centralizado y el mercado, aparece el individuo moderno, que se absorbe en la dimensión privada, que rechaza someterse a reglas ancestrales exteriores a su voluntad íntima, y que sólo reconoce como ley fundamental su supervivencia e interés personal. Como bien lo ha planteado Rosanvallon (2006), «la "sociedad de mercado" remite a la perspectiva de una sociedad civil autoregulada, suponiendo que la confrontación de intereses lleva a una armonía que ni la política ni la moral sabían concretar. Se opone así a las teorías del contrato social, que implican una organización voluntarista del lazo social. De allí la noción de capitalismo utópico». Una tentación y una ilusión: «Sustituir el cara a cara de los individuos y el debate de los ciudadanos por el reino de los procedimientos anónimos e impersonales». 134 Comisión Especial de Violentología 2013 La economía fue concebida por los liberales como Adam Smith como el ámbito de realización de la política y la filosofía, eclipsando los planteos contractualistas. A su entender, la sociedad «puede subsistir entre los hombres, como subsiste entre los mercaderes, por medio del sentimiento de utilidad, sin ningún lazo de afecto, aunque entonces ningún hombre esté ligado a otro por los deberes o por los lazos de gratitud, la sociedad puede aún sostenerse con la ayuda del intercambio interesado en los servicios mutuos, a los que ha asignado un valor convenido» (citado por Rosanvallon, 2006:46) Con esta idea, el mercado se instaló no solo cómo un lugar para el intercambio de mercancías sino como el terreno para la realización práctica de la armonía social. La institución y regulación de lo social son ahora resolubles desde la ideología del intercambio. La guerra y la paz entre las naciones, así como el fundamento de la obligación del pacto social empezarán a ser explicados desde la lógica económica: «el mercado constituye así una ley reguladora del orden social sin legislador. La ley del valor regula las relaciones de intercambio entre las mercancías, y las relaciones entre las personas que están comprendidas como relaciones entre mercancías, sin ninguna intervención exterior» (Íbid,:52). Pero la utopía capitalista pronto mostraría sus alcances. El mercado, segundo dispositivo de conjura de la violencia, revelaría su impronta violenta, delatándose en su naturaleza paradójica y contradictoria. Ya añejo el espíritu ilustrado, ya declarada la guerra entre capital y trabajo, Marx identificaría cuatro momentos o manifestaciones de la violencia en la sociedad capitalista, todos inscritos en la dialéctica opresión- liberación. La violencia opresora tendría como expresión inicial el proceso de alienación económica que supone la separación, por la fuerza, entre los trabajadores y los medios de producción. Esta a su vez requeriría un segundo tipo de violencia, la del aparato jurídico-político (Estado), que tiene como funciones fundamentales el control por vía coactiva de los posibles desbordes de las clases subordinadas, o la represión violenta si se hacen efectivos. Por su parte, la violencia liberadora o revolucionaria operaría como el medio mediante el cual las clases subordinadas, podrían revertir la situación de despojo económico y dominación ideológica en dos sentidos: desplazando del control del Estado a la clase dominante y, una vez conquistado el poder, dando inicio a la recuperación de sus condiciones de producción. Finalmente, toda forma de violencia llegaría a su fin una vez que los vestigios de las formas de dominación económica del viejo orden burgués sean erradicados totalmente; es decir, cuando se instaure 135 Comisión Especial de Violentología 2013 la sociedad comunista. El conjunto de estos aspectos resume el planteamiento de Marx sobre la violencia, veamos cada uno con mayor detenimiento. La alienación económica puede identificarse con lo que las discusiones sociológicas contemporáneas denominan violencia estructural.61 Se trata de un tipo de violencia que hunde sus raíces en la estructura económica de la sociedad y que consiste en la disociación entre los productores y los medios de producción. Este despojo se inscribe en un proceso histórico de más largo aliento: la acumulación originaria de capital 62, el cual comienza con la separación violenta del trabajador con respecto a la tierra, sus productos y el capital, y constituye un paso obligado para el surgimiento de mano de obra libre, ie., dispuesta a venderse a cambio del salario ofrecido por los empleadores capitalistas. La violencia juega así un papel importante al afectar a bienes y personas a partir del cambio en relaciones de propiedad. Ahora bien, esta violencia estructural no se agota en el mero proceso de emergencia del régimen capitalista, antes bien, se mantiene y perpetúa como condición sine qua non de la existencia del capital: No basta con que las condiciones de trabajo cristalicen en uno de los polos como capital y en el polo contrario como hombres que no tienen nada que vender más que su fuerza de trabajo. Ni basta tampoco con obligar a estos a venderse voluntariamente. En el transcurso de la producción capitalista, se va formando una clase obrera que, a fuerza de educación, de tradición, de costumbre, se somete a las exigencias de este régimen de producción como a las más lógicas leyes naturales. La organización del proceso capitalista de producción ya desarrollado vence todas las resistencias; la existencia constante de una superpoblación relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de trabajo a tono con las necesidades de explotación del capital, y la presión sorda de las condiciones económicas sella el poder de mando del capitalista sobre el obrero. Todavía se emplea, de vez en cuando, la violencia directa, extraeconómica; pero solo en casos excepcionales”.(íbid.:167) 61 La violencia estructural se suele definir a partir de la desagregación de sus términos, entendiendo por violencia el uso de la fuerza para forzar o mediatizar las conductas humanas, y por estructural en la medida que forma parte del orden constituido (mecanismos de control social) de una sociedad. La violencia estructural se suele asociar a la serie de conductas propias de un sistema social que ofrece oportunidades desiguales a sus miembros. Ver al respecto: González, Luis Armando y Villacorta Carmen Elena. Aproximación teórica a la violencia. Disponible en: http://www.uca.edu.sv/publica/eca/599art4.html. Fecha de consulta 02/06/2007 Al respecto dice Marx: “El recuerdo de esta cruzada de expropiación ha quedado inscrito en los anales de la historia con trazos indelebles de sangre y fuego”. Karl Marx. El Capital. Volumen I. Fondo de Cultura Económica. México, 1971, p. 608- 609. 62 136 Comisión Especial de Violentología 2013 El estado capitalista cumple un rol central dentro del proceso de escisión mencionado a partir de la utilización de mecanismos de coerción como la policía y los tribunales. Una vez operada la separación medios de producción-fuerzas productivas, tales mecanismos cumplen la función de vigilar el orden establecido, y asumen un papel abiertamente represivo frente a las clases subalternas que pretendan perturbarlo. En este sentido, el Estado deviene un instrumento de dominación de la clase burguesa sobre las demás, una “máquina para mantener el dominio de una clase sobre otra” como “la forma bajo la que los individuos de una clase dominante hacen valer sus intereses comunes y en la que se condensa toda la sociedad civil de una época” (Marx y Engels: 2005). Del Estado emerge así una violencia política, que se ejerce sobre todos aquellos que turban el orden establecido. Frente a la violencia estatal, el proletariado no tiene más remedio que responder con una dosis igual o superior de violencia. Se trata de una violencia revolucionaria, cuyo sentido último estriba en trastocar radicalmente el orden burgués establecido, reemplazándolo por un orden distinto: “El proletariado se ve obligado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le convierte en clase dominante, destruya por la fuerza las relaciones vigentes de producción, con estas hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto su propia dominación como clase” (Marx, 1992: 270). Si el Estado es el aparato de dominio de la burguesía, resulta imperativo enfrentarlo, y para ello, es necesario contar con una organización (el partido comunista) capaz de orientar la lucha proletaria contra el Estado burgués. Así pues, a la violencia organizada de la clase dominante, el proletariado tiene que oponer la violencia organizada de su clase, la cual atraviesa por dos fases: una primera, en la que la organización proletaria desarticula los organismos represivos del Estado (ejército, policía, tribunales) en una especie de guerra civil; y una segunda, en la que el proletariado utiliza el aparato estatal para desaparecer los cimientos del orden burgués (en la economía, la sociedad y la política) y crear las condiciones para la configuración de una sociedad sin Estado y sin clases. Entre el fin de la sociedad capitalista y el comienzo de la sociedad comunista tiene lugar una situación intermedia conocida como la dictadura revolucionaria del proletariado. Tal estadio contempla un ejercicio de violencia política cuyo objetivo preciso es erradicar los vestigios 137 Comisión Especial de Violentología 2013 del antiguo régimen. La violencia en este punto tiene un carácter estrictamente transitorio por lo que habrá de desaparecer una vez que su objetivo haya sido cumplido. Llegado este momento desaparecerán todas las formas de violencia existentes: la violencia política, pues no existirán las clases; la violencia económica, pues habrá desaparecido la alienación económica cuando los trabajadores recuperen los medios de producción. Hasta este punto parece hacer carrera la idea según la cual Marx ha de pasar a los anales de la historia de las ideas como una suerte de apologeta de la violencia. A este respecto vale la pena hacer un matiz dados los peligros a los que tan liviana conclusión suele conducir. Dentro de la exégesis de Marx pueden encontrarse dos posiciones encontradas sobre el particular: una primera según la cual “Marx tuvo la originalidad de poner a la violencia en el corazón del proceso revolucionario viendo en ella el instrumento exclusivo de la transformación”; y un segundo planteo a la luz del cual la violencia juega un papel secundario en el esquema conceptual del autor. Veamos a continuación los argumentos esgrimidos por cada polo. Nada de conciliación ni de prédicas persuasivas, nada de alianzas entre las clases. La violencia desencadenada debía transformarse en la estrategia de la lucha revolucionaria. El proletariado tendría que dirigir contra el opresor la misma violencia que durante siglos había soportado sobre sus espaldas y prepararse para una guerra sangrienta o nada.” (Massuh, 1976:14). Desde esta lente, se nos presenta un Marx convencido de la necesidad de la violencia como condición del cambio revolucionario, que advierte la magnitud del cambio social ya no desde las partes sino de la sociedad en su totalidad. La revolución proletaria suprime todo el contexto, elimina para siempre toda forma de opresión, procura liberar al mismo tiempo y para siempre a la sociedad entera de la explotación, de la opresión y de la lucha de clases: “Los comunistas no tienen por qué disimular sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo orden social existente. ¡Tiemblen las clases gobernantes ante la perspectiva de una revolución comunista! Los proletarios, con ella no tienen nada que perder que no sean sus cadenas. Tienen en cambio, un mundo entero por ganar “ (ibíd., 285). El recurso a la violencia es inminente y necesario para la redención del hombre y su liberación definitiva. La violencia “no sólo viene a ser el instrumento de una destrucción 138 Comisión Especial de Violentología 2013 completa sino de una creación completa también. La violencia de Marx es apocalíptica porque arrasa un mundo viejo y barre con él, es redentora porque libera al hombre de sus alienaciones y lo rehumaniza, y es creadora puesto que engendra un orden nuevo”. “Lucha o muerte; guerra sangrienta o nada. Así está la cuestión impecablemente planteada”. No obstante lo dicho hasta aquí, el estigma de apologeta de la violencia puede matizarse en Marx si se tiene en cuenta que su consideración de la misma tiene apenas un carácter instrumental. En este sentido, vale aclarar que no es la violencia per- se el núcleo de su pensamiento, sino la liberación de los trabajadores de su condición de explotación. Hannah Arendt ha argumentado con mucha fuerza el papel secundario que la violencia juega en el esquema conceptual de Marx. Según ella, “Si se voltea (en Marx) el concepto ‘idealista’ de pensamiento se llega al concepto ‘materialista’ de trabajo; nunca se llega a la noción de violencia” (Arendt, 1973: 43). En este orden de ideas, el esfuerzo teórico de Marx está en caracterizar la relación social capitalista como una relación de explotación que no está compuesta únicamente por la violencia y por lo tanto, no es idéntica a ella. Con esto, el concepto central en la construcción teórica de Marx es el de explotación y no el de violencia. Este último fenómeno adquiere sentido solo en torno a procesos que tienen, fundamentalmente, una significación económica, como es el caso de la acumulación originaria del capital. Sin embargo, Marx tiene la lucidez de destacar que la relación social capitalista supone el desarrollo de unas clases sociales cuyo conflicto se expresa también por fuera de la esfera económica de la sociedad, en el campo de la dominación política. Por otro lado, si bien para Marx la violencia es también una forma que puede asumir el conflicto político de las clases sociales, no es la única. La lucha política de clases no descansa en la lucha violenta como tal, sino en el dominio del Estado por las clases sociales. De forma similar a como acontece con la consolidación de la relación social en el campo de la producción, el conflicto político y la lucha por y desde el Estado, no se pueden concebir exclusivamente como fundados en la violencia. Esta aparece fundamentalmente en los momentos de transición de las formas de dominación, en los períodos revolucionarios, o cuando estas se encuentran cuestionadas en aspectos centrales de su ordenamiento. La violencia es una opción de la acción política concentrada sobre el poder del Estado; depende 139 Comisión Especial de Violentología 2013 entonces de la situación de poder o de dominio y no exclusivamente del ejercicio de la violencia. 6. La conjura ética: Disciplinamiento y gobierno de si Hemos visto hasta aquí cómo Estado y mercado han discurrido históricamente como intentos deevidencias del carácter indomable de la violencia: a cada intento de control y administración, sobreviene una violencia nueva que da lugar a una larga espiral que en apariencia no cesa. Por ello, se hizo necesario un dispositivo más sutil y productivo que permitiera el control de los individuos, ya no desde una imposición heterónoma de la fuerza sino desde un autogobierno de las conductas. A este dispositivo lo denominamos disciplinamiento. Michel Foucault empleó en sus trabajos dos usos de la palabra disciplina: uno referido al orden del saber y otro al del poder. Nos interesa principalmente este último, entendido como «el conjunto de técnicas en virtud de las cuales, los sistemas de poder tienen por objetivo y por resultado la singularización de los individuos» (Foucault, 1994: 516). Se trata de una forma de ejercicio del poder que tiene por objeto los cuerpos y por objetivo su normalización. La disciplina como técnica política empezó a gestarse en el momento en que el ejercicio monárquico del poder se hizo costoso e ineficaz, sin embargo, su historia se extiende hasta la antigüedad. Supone una anatomía política del cuerpo cuya finalidad es «producir cuerpos útiles y dóciles o, más específicamente, útiles en la medida de su docilidad». La disciplina aumenta la fuerza económica del cuerpo al tiempo que reduce su fuerza política. No es azar por tanto que la mayor explosión de las disciplinas coincida con la emergencia del Estado moderno y el capitalismo. Paralela a la producción de estos cuerpos dóciles, se produjo en Occidente una reducción del gusto por la sangre y la crueldad para dar paso a una suavización de las costumbres. Como bien ha marcado Norbert Elías (1988), a partir del siglo XVIII viene produciéndose un rechazo paulatino de las conductas violentas, al menos en sus manifestaciones más salvajes, como el infanticidio, los homicidios, las penas de muerte y los duelos. El individuo tiende cada vez más a criminalizar la violencia convirtiéndola en un problema que hay que erradicar por completo. Por eso, cuando la gran mayoría de la población considera que existe 140 Comisión Especial de Violentología 2013 inseguridad y violencia, lo que pone de manifiesto es el desarrollo de una intolerancia ante ciertas expresiones de violentas: aquellas más inmediatas y salvajes. A lo largo de su investigación sobre los procesos históricos que han conducido a que particularmente Occidente se identifique como "civilizado", Elías se remonta hacia el siglo XVI, y aun a la Edad Media, para poner en evidencia un complejo movimiento de pautas de comportamiento que se extenderá hasta los siglos XVIII y XIX. Este movimiento de restricción y transformación de los comportamientos estimuló el cambio de los grupos aristocráticos caballerescos hacia los de la aristocracia cortesana. En general, se trató de regulaciones estrictas a la conducta de los caballeros, para lograr diferenciarse de los grupos inferiores de la sociedad campesina y responder a sus nuevas funciones en los cuerpos estatales de las cortes que se unificaban bajo la aparición de estados centralizados. La literatura, los "libros de consejos" y los manuales de "courtoisie", refieren una diversidad de códigos y de reglas para la configuración y el condicionamiento de las "buenas costumbres". Esta literatura que manifiesta un complejo proceso de modelación de los comportamientos hacia costumbres menos rudas y más finas, era perceptible en un amplio abanico de códigos sociales que más adelante serán detallados: la compostura en la mesa, la realización de necesidades fisiológicas, el modo de sonarse la nariz y de escupir, el comportamiento en el dormitorio, el trato entre los sexos y el manejo mismo de la agresividad. En este punto el trabajo de Elías se sitúa en el orden de las transformaciones "psicogenéticas", es decir, en los cambios graduales que suceden en la conducta, en el carácter psicológico de las personas en Occidente. Así, "El proceso de la civilización" es una historia de las costumbres que han posibilitado el hecho sociológico de ser "civilizado. Elías no considera el nacimiento de los Estados modernos como un simple fenómeno político más. Por el contrario, encuentra que la formación de los estados repercutió considerablemente en la organización social, propiciando una modelación de las interdependencias de los individuos, que al mismo tiempo incidió en la centralización política mediante la "previsión" y la "racionalización" del comportamiento. Así, pues, las coacciones externas que imponían los entes estatales sobre los individuos y feudos, estimularon la formación de auto-coacciones y controles autónomos e interiores, que garantizaron la estabilidad del sistema social por entero. Al respecto, dice Elías: «La estabilidad del aparato de auto-coacción psíquica, que aparece como un rasgo decisivo en el hábito de todo individuo "civilizado", se encuentra en 141 Comisión Especial de Violentología 2013 íntima relación con la constitución de institutos de monopolio de la violencia física y con la estabilidad creciente de los órganos sociales centrales. Solamente con la constitución de tales institutos monopólicos estables se crea un aparato formativo que sirve para inculcar al individuo desde pequeño, la costumbre permanente de dominarse; sólo gracias a dicho instituto se constituye en el individuo un aparato de autocontrol más estable que, en gran medida, funciona de modo automático» (1988: 453-454). El Estado como proyecto de organización social, permitió en su evolución la constitución de un "super-yo" que hace autónomo el dominio sobre el individuo. Desde este punto de vista, civilización es el proceso en que la ausencia relativa de controles camina hacia modos de control externos, que se generalizaron con la centralización del poder estatal, y que en las sociedades contemporáneas han implicado formas de autocontrol entre las personas. Ello supone procesos históricos de largo plazo, mediante los cuales las compulsiones externas son substituidas por las propias; la auto-constricción es la base del proceso civilizador. Acá, las transformaciones psicogenéticas que implican un cambio cualitativo en la estructura de comportamiento de los individuos se articulan con las transformaciones sociogenéticas, es decir las que se suceden en las macroestructura de la organización social. Una de las transformaciones más importantes que ha traído consigo el proceso civilizatorio, compromete la agresividad de los hombres occidentales. En ésta, confluyen nuevamente lógicas piscognéticas y sociogenéticas, cambios en la estructura psíquica de los individuos y en las estructuras de organización política de la sociedad, como la centralización y monopolio de la violencia por parte del estado. Al respecto, el proceso civilizatorio muestra un movimiento de largos y amplios períodos en la manera como las coacciones que surgían de modo espontáneo e inmediato con "las armas, con la fuerza corporal y guerrera", van reduciéndose paulatinamente, al tiempo que se fortalecen las formas de dependencia y la vinculación entre los individuos, que conducen a una regulación o administración de la vida afectiva bajo la forma de la autoeducación, del "self control", en un sola palabra bajo la forma de autocoacción. Esta transformación, aunque involucra avances y retrocesos, es observable en individuos integrantes de las clases dominantes, los caballeros inicialmente, luego los cortesanos y finalmente los burgueses profesionales. Ello no significa que la agresividad y la capacidad de los hombres para la violencia y las explosiones emotivas haya desaparecido, sino que éstas, además de que se han restringido, acabando por convertirse en una serie de 142 Comisión Especial de Violentología 2013 reglas y coacciones, se han refinado, se han transformado y "civilizado" como todas las demás formas de placer y de emotividad y únicamente manifiestan algo de su fuerza inmediata e irreprimible en sueños, en explosiones aisladas, en espacios de la vida privada, y habría que agregar que también en las simulaciones y experiencias simbólicas de violencia como las de los medios y espectáculos extremos, entre otras experiencias de la sociedad actual. La tesis de Elías sobre la humanización de las conductas es ya célebre: de sociedades en las que la belicosidad, la violencia hacia el otro se desplegaban libremente, se ha pasado a sociedades en que las impulsiones agresivas son rechazadas, refrenadas por ser incompatibles, por una parte, con la «diferenciación» cada vez más acentuada de las funciones sociales, y por otra, con la monopolización de la sujeción física por el Estado moderno. Cuando no existe ningún monopolio militar y policial y cuando, en consecuencia, la inseguridad es constante, la violencia individual, la agresividad es una necesidad vital. En cambio, a medida que se desarrolla la división de las funciones sociales y a medida que, bajo la acción de los órganos centrales que monopolizan la fuerza física, se instituye una amplia seguridad cotidiana, el empleo de la violencia individual resulta excepcional, al no ser «ni necesaria, ni útil, ni tan solo posible». La impulsividad extrema y desenfrenada de los hombres, correlativa de las sociedades que precedieron al Absolutismo, ha sido substituida por una regulación de los comportamientos, un «autocontrol» del individuo, en una palabra, por el proceso de civilización que acompaña la pacificación del territorio realizada por el Estado moderno. No cabe duda de que el fenómeno de la suavización de las costumbres es inseparable de la centralización estatal; pero no por ello se puede considerar este fenómeno como el efecto directo y mecánico de la pacificación política. No es aceptable decir que los hombres «reprimen» sus pulsiones agresivas por el hecho de que la paz civil está asegurada y las redes de interdependencia no cesan de amplificarse, como si la violencia no fuese más que un instrumento útil para la conservación de la vida, un medio vacío de sentido, como si los hombres renunciasen «racionalmente» al uso de la violencia desde el momento en que es instaurada su seguridad. Eso sería olvidar que la violencia ha sido desde siempre un imperativo producido por la organización holista de la sociedad, un comportamiento de honor y desafío, no de utilidad. Mientras las normas comunitarias tengan prioridad sobre las 143 Comisión Especial de Violentología 2013 voluntades particulares, mientras el honor y la venganza sigan prevaleciendo, el desarrollo del aparato policial, el perfeccionamiento de las técnicas de vigilancia y la intensificación de la justicia, aunque sensibles, sólo tendrán un efecto limitado sobre las violencias privadas. El desarrollo represivo del aparato de Estado sólo pudo desempeñar su papel de pacificación social en la medida en que, paralelamente, se instauraba una nueva economía de la relación interindividual y en consecuencia un nuevo significado de la violencia. El proceso de civilización no puede entenderse ni como un rechazo, ni como una adaptación mecánica de las pulsiones al estado de paz civil: esa visión objetivista, funcional y utilitarista, debe sustituirse por una problemática que reconoce, en el declive de las violencias privadas, el advenimiento de una nueva lógica social, de encaramiento cargado de un sentido radicalmente inédito en la historia. 7. ¿Es posible una política sin violencia? Usamos el término violencia para condenar el hecho de que alguien haya disminuido o destruido en todo o en parte la capacidad de una persona para la acción y para la interacción, tanto en relación a la integridad física como para el proceso de adopción de decisiones. El elemento central de la violencia consiste en la negación de la capacidad de la persona. La violencia niega esa capacidad en forma tan fundamental, que los efectos se extienden en muchas direcciones y durante mucho tiempo. La violencia puede disminuir sistemáticamente las perspectivas del ser humano en todos los sentidos imaginables. Lo deplorable de la violencia es que con ella debilitamos el hilo mismo con el que formamos la trama de lo que somos como individuos, como comunidades y como culturas (Litke, 164) Hasta este punto nuestro abordaje de la violencia se había caracterizado por dos aspectos. En primer lugar, por su tratamiento como un fenómeno ya dado, y en este sentido, por la ausencia de una definición de la violencia. Si bien con Michaud se puso de manifiesto la imposibilidad de asumir un punto de vista objetivo frente a ésta, no habíamos llegado aún a una definición que nos permitiera identificar su carácter así como su diferencia respecto de otras categorías con las que comúnmente se le asocia. En segundo lugar, fuera a partir de la violencia legítima del Estado, de la violencia revolucionaria o del terror, la política había sido relacionada directamente con la violencia a través de una serie de razonamientos que hacían impensable a la primera sin la segunda. 144 Comisión Especial de Violentología 2013 La obra de Hannah Arendt rompe con estas dos formas de tratar la relación entre política y violencia. En el primer caso, consciente de la necesidad de examinar y cuestionar algo que parece obvio para todo el mundo, Arendt se preocupa por ofrecer una definición de la violencia que permita esclarecer la tradicional confusión entre poder y dominio. En el segundo caso, presenta una tesis sobre el poder en la que éste es disociado de la violencia y del dominio, para identificarse con el consenso y la comunicación. En el presente apartado abordaremos esta doble ruptura, y las consecuencias que de esta se derivan, atendiendo a los presupuestos de la noción arendtiana de poder. La concepción del poder en Arendt debe verse a la luz de dos tensiones que han estimulado la producción de la filosofía política a lo largo de la historia: la tensión anarquía - orden y la tensión opresión- libertad. Desde este punto de vista, podemos ubicar la preocupación fundamental del pensamiento de la autora en la segunda antítesis y explicar desde allí su crítica a quienes tratan poder y violencia como términos equivalentes. Con esto no se quiere decir que Arendt esté en contra del orden, sino más bien que desde su perspectiva, lo que en la historia de la humanidad ha determinado “la propia existencia de la política es la causa de la libertad contra la tiranía” (Arendt, 1998:11). La libertad es pues, el puntal del pensamiento político de Arendt y se encuentra directamente relacionada con la idea de acción, con lo más elevado del hombre, aquello que llega a dar sentido a su existencia. Partiendo de la idea de libertad, Arendt despliega su teoría hacia una concepción del poder como comunicación y consenso; y en la misma línea, hacia la denuncia del totalitarismo como un terror arbitrario que extrae su potencia y su fuerza de dicha arbitrariedad. Frente al poder, el totalitarismo es una negación, en la medida en que elimina la comunicación entre los hombres así como su posibilidad de acción. Si no es sinónimo de dominación, ¿qué es entonces el poder para Arendt? La concepción arendtiana del poder proviene de una crítica a las teorías de naturalización de la violencia. No es posible continuar en el esquema teórico de Arendt con la idea según la cual la violencia es algo inherente a la vida humana y un medio para salvaguardarla. La idea de entender el poder y la violencia en términos biológicos sostenida por la tradición del pensamiento orgánico resulta altamente peligrosa al conducir a la consideración de la destrucción y la creación como dos caras de un proceso natural. La violencia aquí no solo es justificada sino que también es exaltada como condición indispensable para la vida humana. 145 Comisión Especial de Violentología 2013 En su lugar, la teoría del poder como consentimiento de Arendt se remonta a las ideas de isonomía en la polis griega, civitas, en el contexto romano y república, en el caso de las Revoluciones Francesa y norteamericana. En los tres casos el poder esta referido al apoyo de los ciudadanos a las instituciones, como continuación del común acuerdo que permitió en un principio la promulgación de leyes. Así, para Arendt “todas las instituciones políticas son manifestaciones del poder; se petrifican y decaen en el momento en que el pueblo deja de respaldarlas" (1970:39). La riqueza del poder proviene del consenso y de la capacidad de acción común de los ciudadanos. Con esto, la política se sitúa en el centro de las relaciones entre los hombres, en la vida en común de éstos fundada en la comunicación y la acción conjunta, y se aleja y distingue de la violencia que no necesita más que de instrumentos para ser ejercida. Desde aquí, la separación entre poder y violencia se hace explícita: el poder corresponde a la capacidad humana de actuar en concierto, mientras la violencia es un mero instrumento para aumentar la fuerza natural de una entidad individual. El poder es superior a la violencia y a la vez su contrario, de allí que "la pérdida del poder se convierta en una tentación para reemplazar el poder por la violencia", pero incluso en este caso la violencia misma resulta impotente. Lo que caracteriza al poder además es que es un fin en sí mismo que no necesita justificación. No se trata pues, de buscar el consenso con miras a alcanzar un objetivo predeterminado. Lo que sí requiere el poder es legitimidad, y ésta se deriva, según Arendt " de la reunión oficial en la que la gente se une y actúa en concierto". Frente a cualquier impugnación el poder se legitimará apelando al pasado. En sentido contrario, la violencia funciona en el esquema medios- fin por lo que requiere ser justificada constantemente, pero no puede conseguir más que esto: justificación. De esta suerte, nunca podrá ser legítima ya que solo puede ser explicada en función de un fin futuro y no de un acuerdo inicial. Conclusiones Empezamos el capítulo examinando el papel que asume la violencia en las sociedades primitivas como factor de cohesión comunitaria. Bajo la forma de guerra exterior, de enfrentamiento con otras comunidades, o de defensa del honor, la violencia “materializa el contraste con los Otros (no-parientes, extranjeros, enemigos), define y refuerza la identidad del Nosotros (parientes) en tanto sociedad autónoma e indivisa” (Gayubas, 2010). Al mismo tiempo, mantiene a las sociedades primitivas en la dispersión, evitando su concentración en 146 Comisión Especial de Violentología 2013 un órgano de poder centralizado. Por ello, siguiendo a Clastres, nos referiremos a las sociedades primitivas como sociedades sin Estado y más aún, contra el Estado, esto es, contra el dominio de Uno que las trascienda y subyugue. La pregunta por el origen de la ecuación poder= violencia orientó la segunda parte del capítulo. Vimos cómo poder y violencia se encuentran disociados en la cosmovisión primitiva, la una no es subsidiaria del otro y, de hecho, la política se construye en contra de cualquier intento de dominación. Esta evidencia nos permitió interpelar la concepción que vincula el poder a las relaciones jerárquicas de mando y obediencia; una visión típicamente occidental, en la cual toda forma real o posible de poder termina por asociarse actual o potencialmente a la violencia. La importancia de posar la vista en las sociedades primitivas radicó entonces en su utilidad para desarmar, o al menos cuestionar, una asociación que nos parece hoy tan natural como inmediata, y pensar desde allí las posibilidades de un poder no coercitivo. A lo largo del apartado atendimos a las particularidades que asume la violencia en y durante el proceso de secularización que tuvo como momento culmen la instauración de un régimen trascendente de autoridad: el Estado. Con respecto al segundo elemento del dispositivo de conjura de la violencia, la división social del trabajo y la regulación mercantil de los intercambios, partimos de las críticas de Clastres a las etnologías evolucionistas -que ven en las sociedades primitivas economías miserables en estado de subdesarrollo técnico-, para abrirnos desde allí a la pregunta por el origen del trabajo alienado. Indagamos en las circunstancias en que se produce el tránsito de sociedades igualitarias - en las que los hombres eran dueños de su actividad y de la circulación de sus productos- a sociedades jerarquizadas -en las que el trabajo tiene fines heterónomos (atender a las necesidades de otros) y de acumulación-. El surgimiento de la economía como una esfera autónoma nos reenvió a la pregunta por el momento en el que las sociedades del ocio y la subsistencia devinieron sociedades del trabajo y la explotación. Más allá del hecho socio- histórico de la división del trabajo, nos interesó ahondar en el discurso filosófico que subyace a la representación de la sociedad civil como mercado, un discurso que - como bien nota Rosanvallon (2006)-, no es de talante exclusivamente económico, sino que intenta responder a los problemas no resueltos del contrato social adquiriendo un carácter político y moral. En el relato liberal, el mercado ocupa un lugar que va más allá de los intercambios pacíficos para adentrarse en la regulación de la sociedad. Buscando mostrar el 147 Comisión Especial de Violentología 2013 carácter paradójico del dispositivo mercantil, retomamos los aportes de Marx y Engels para analizar el signo encubierto de la economía capitalista: ámbito morigerador de la violencia por la vía de la competencia, que es a su vez generador de la violencia entre explotadores y explotados. Vimos que la competencia mercantil no sólo no es una alternativa al enfrentamiento bélico, como afirman los liberales, sino que instala una forma de relación social que potencia las hostilidades. Con el afán de lucro, el conflicto ya no se limita a la guerra entre estados sino que se extiende en el interior de la comunidad nacional teniendo como protagonistas a las clases sociales. Esto explica por qué gran parte de los hechos de violencia registrados en las sociedades capitalistas están más vinculados con los delitos sobre los bienes y la propiedad que con la comisión de crímenes de sangre. Finalmente, el estudio de los procesos de disciplinamiento nos condujo a analizar el despliegue histórico de toda una serie de mecanismos orientados a la autorregulación de los individuos. Los estudios de Norbert Elías y Michel Foucault, nos orientaron en el estudio del proceso de civilización de las costumbres que viene adelantándose desde el siglo XVIII, y que ha redundado en una reducción de la crueldad y los crímenes de sangre y en la desaparición de prácticas como el duelo, el infanticidio, los suplicios corporales y las ejecuciones capitales, entre otros. Vimos cómo a esta disminución de la crueldad, se ha sumado una mayor visibilización de otras formas de violencia en espacios en los que antes se hallaba naturalizada como la familia y la escuela. Lo que revela este nuevo protagonismo no es tanto una disminución global de la violencia – hecho que, por cierto, no estamos en condiciones de medir- como un refinamiento en la manera de ejercerla y controlarla. Por ello, antes de afirmar la tesis de la eliminación paulatina de la violencia, preferimos registrar los cambios en sus figuras y manifestaciones, entendiendo que su extinción es tarea imposible, por no decir, indeseable. 148 Comisión Especial de Violentología 2013 De izquierda a derecha los Diputados Franco Caviglia y Ramíro Gutiérrez junto al Dr. Francisco Hanovitz, director del Instituto de Estudios Judiciales y al Dr. Luis Augusto Raffo, Presidente del Colegio de Magistrados y Abogados del Departamento Judicial de Dolores. 149 Comisión Especial de Violentología 2013 ¿QUÉ ES LA VIOLENCIA? Inés Izaguirre63 He titulado la charla "¿Qué es la violencia? Me pareció apropiado, en la medida que es una Comisión a la que intenta profundizar los problemas -cosa que me parece muy pertinente en una Cámara de Legisladores. Yo les agradezco la invitación. Me hacía preguntas acerca de los problemas que les interesan porque en realidad, ustedes tienen muchos problemas. En la Provincia de Buenos Aires, que representa el 40 por ciento de la población del país, hay muchos problemas. Conozco este país porque mi función en la Asamblea Permanente es la de encargada de las delegaciones del interior. Yo le explicaba al Diputado Franco Caviglia que desde que viajo al interior me llega correspondencia todos los días reclamando o haciendo preguntas, etcétera. De manera que tengo bastante claro cómo es este país, sobre todo cómo ha quedado. Esta es una cosa que empiezo a preguntarme ahora. A veces, la gente de Derechos Humanos, cuando se reúne, se da manija en el sentido de que se pone muy contenta al verse, y yo les digo: "Miren, somos minoría". Este país se ha fascistizado mucho y eso lo veo todo el tiempo. Lo veo en el hecho de que las 63 Profesora de Filosofía y Sociología UBA. Dicta materias de grado y de postgrado en el área de Teoría Sociológica, ha sido investigadora del CONICET y actualmente es investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es autora de varios libros, como por ejemplo: "Los desaparecidos: Recuperación de una identidad expropiada", "Violencia social y derechos humanos", "Lucha de clases, guerra civil y genocidio en Argentina 1973-1983". Ha sido Directora del Instituto y de la carrera de Sociología y ex copresidente electa de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. 150 Comisión Especial de Violentología 2013 poblaciones siguen votando a mucha gente, gobernadores, intendentes, que realmente habría que desechar o sustituir. Entonces, no se trata de echarlos a patadas, se trata de votar otra cosa; se trata de mejorar. Pero hay gente que no lo entiende y creo que eso tiene que ver con que hay una mentalidad que ha cambiado. Yo diría que nos faltan los 30 mil, que esa debiera ser la generación de sustitución de gobierno que tendría la Argentina. Y nos faltan. Esto trae consecuencias que vemos recién ahora. Uno se pregunta qué cambios ha habido en la subjetividad de la gente, porque cuando yo digo que hay un proceso de fascistización, ¿qué estoy diciendo? Que la gente tiene soluciones "opinables" sobre los problemas, por ejemplo: "vamos a tener más mano dura". Yo veo las consecuencias que ha tenido en la provincia de Buenos Aires con la aplicación de la mano dura, cuando durante la gobernación de Ruckauf, en las cárceles la gente se duplicaba, ¿con qué beneficio? Me preguntaba qué tipo de violencia les preocupaba más, ¿la violencia policial? es un problema en todo el país. Es cierto que la Bonaerense se ha hecho fama de la nada, pero es en todo el país. ¿Violencia doméstica? ¿Violencia de género? ¿Violencia carcelaria? Todas esas violencias las tenemos, si bien están acentuadas en la provincia de Buenos Aires, pero es un problema de todos, es un problema de la Argentina. Teniendo en cuenta este panorama -como es imposible profundizar en todos los problemas al mismo tiempo-, vamos a empezar por un panorama teórico general y después entrar en algunos de los problemas que yo veo más acuciantes. El sometimiento del otro Me parece importante comenzar por un planteo general para acordar de qué hablamos cuando hablamos de violencia. Tal como ocurre con todos los conceptos en ciencia, aún con aquellos cuyo uso cotidiano nos parece que sintetizan hechos "de evidencia directa", desde una concepción no positivista tampoco para la violencia existen observables directos. Uno de los descubrimientos de la epistemología genética que hace tan sólo treinta años era ignorado por la mayor parte de los científicos, consiste en señalar esta creencia como una de las formas en que se expresa el realismo en la historia de la ciencia. ¿Qué queremos decir con esto? En el caso de los niños, el realismo es la etapa – que se supera a partir aproximadamente de los 11 años – en que se identifica el pensamiento con la palabra y las palabras con las cosas. 151 Comisión Especial de Violentología 2013 Y lo real son las cosas, las que se ven y se tocan. Al respecto Piaget (1984) señala que “el niño, como el hombre inculto, parece exclusivamente vuelto hacia las cosas”. O sea que, en el caso de la violencia, hasta hace muy pocos años, la creencia generalizada era que podíamos observarla directamente. Hoy sabemos que un simple registro perceptivo está siempre subordinado a un esquema de acción que supone un conjunto de relaciones. Un hecho es siempre el producto de una composición de una parte provista por los objetos y otra construida por el sujeto (Piaget& Garcia, 1984) y la intervención de este último es tan importante que puede llegar hasta una deformación, represión o rechazo de los observables, o sea que el pensamiento puede llegar a desnaturalizar el hecho en función de la interpretación. Se reconoce así, en la constitución misma de su conocimiento, la posibilidad de existencia de formas reales de violencia no directamente visibles que, sin embargo operan sobre lo que es esencial al vínculo violento: el sometimiento de una de las partes. Antes de entrar al análisis de la violencia en sus formas sociales y políticas quiero señalar que existe una perspectiva de la violencia individual que remite al ámbito de las pulsiones, que llamamos agresión, que se objetiva en una conducta defensiva y direccional positiva, restauradora del equilibrio interno del sujeto, orientada a "devolver el golpe" sobre quien interpreta que lo ha dañado. Pero sabemos que el ejercicio de la agresión no se da en el vacío sino que puede ser culturalmente favorecido o desalentado. Aguiar (1998) ha trabajado este problema, cuyo origen está en Freud (1992), el creador del psicoanálisis. La diferencia de significados ya está planteada en la etimología, que nos habla de la historia de las palabras: agresión, de origen griego, significa en su raíz "agreste", salvaje, grosero, y de allí propio del "agro", no urbano, no civilizado. Violencia en cambio ya es palabra latina, cuya raíz "vis" o "vir" significa fuerza. Ya en su origen, "vis" forma parte de palabras con significados aparentemente contrapuestos, como "violación", y como "virtud", que nos habla de la fuerza de ánimo, del valor, de la fuerza moral. Tal como lo ha señalado Eva Giberti, esta doble significación también se encuentra en la cultura griega clásica.64 Decimos que sólo aparentemente se trata de significados contrapuestos porque lo que esa historia del concepto descubre es la escisión que nuestra cultura, en sus vertientes grecolatina y judeocristiana introduce en la noción del cuerpo del hombre: entre un cuerpo (material) y un 64 Estas observaciones ya figuran en la Introducción de mi autoría al volumen colectivo "Violencia social y Derechos Humanos". 152 Comisión Especial de Violentología 2013 alma o una psique (no material), entre el yo y el cuerpo, como si uno fuera concebible sin el otro. En ambas instancias es posible y se verifica la presencia de fuerza, de fuerza material. Poder y violencia Siempre que se habla de violencia las imágenes dominantes remiten al ejercicio de la fuerza material: los golpes, las armas, los " hechos de sangre", en suma, el "estallido", el combate. De algún modo, estas imágenes suponen la existencia de dos fuerzas que se enfrentan y se miden, que de algún modo, realizan una confrontación que aparenta ser "entre iguales". Pero la mayor parte de las confrontaciones violentas no tienen esta apariencia obvia. En cambio sí suponen una relación desigual entre las partes, una relación de poder que, o bien existe ahora o bien se quiere que exista, y éste sería un segundo rasgo esencial del vínculo violento. Las imágenes donde vemos la aplicación de la fuerza material encubren la existencia y el funcionamiento de las relaciones violentas más frecuentes y cotidianas en nuestra sociedad, donde no se ve el ejercicio de la fuerza material, y que por ello han sido naturalizadas, normalizadas, porque en ellas uno de los términos está situado en el lugar del poder y la autoridad, a quien el "otro" le debe respeto y obediencia. O sea que la fuerza material se aplicó mucho antes, en el proceso de construcción de la relación. ¿Qué es entonces violencia? La violencia es un vínculo, una forma de relación social por la cual uno de los términos realiza su poder acumulado. La respuesta habitual del sometido es la obediencia a la autoridad; el acatamiento a un orden social y jurídico que comparte ideológicamente con quien ejerce el poder y que es similar a la aceptación del orden familiar por parte de los niños pequeños, para quienes las autoridades son figuras queridas: padres y maestros. Pero la experiencia en nuestras sociedades capitalistas es que hay una alianza de clases entre quienes detentan el poder – las clases dominantes- y una porción importante de la sociedad, que en cada caso hay que estudiar y detectar, y que esta alianza suele ejercer poder y violencia sobre grupos o sectores subordinados diferentes – porque son más pobres, más incultos, más débiles, más vulnerables, o que arrastran una subordinación histórica, como las mujeres y los niños, considerados propiedad por el dominante - o que son disidentes, porque no aceptan en su totalidad el orden establecido, o luchan por cambiarlo, y se les niega ese derecho. Este núcleo 153 Comisión Especial de Violentología 2013 de las relaciones de poder y violencia constituye a su vez el núcleo del fascismo, cuando esa negación alcanza a los cuerpos portadores de las diferencias, y está en el origen del genocidio. El investigador norteamericano Stanley Milgram (1980), preocupado como muchos investigadores en la segunda mitad del siglo XX, por los hechos producidos durante el genocidio nazi durante la Segunda guerra Mundial, se propuso realizar un experimento con una muestra de sujetos, a quienes convocó a su laboratorio de Psicología de la Universidad de Yale en 1960, mediante un aviso en el diario y un pago de 4 dólares por una hora de trabajo y 0,50 de gastos de traslado. La consigna era colaborar en un “experimento de memoria”. El aprendiz recibiría un castigo si se equivocaba en la correcta memorización de pares de palabras. Describir el experimento: el instructor- el aprendiz- una consola con 30 generadores de descarga de 15 v de electricidad cada uno, dispuestos horizontalmente, o sea un total de 450v. Este experimento se replicó en la película francesa I… como Icaro, I… comme Icare de Henri Verneuil, estrenada en 1979, con el actor francés Ives Montand. El resultado fue que la enorme mayoría de los participantes (63%), comprometidos por el investigador para colaborar en la realización de un experimento científico, eran capaces de ejercer una violencia creciente contra otro ser humano, sin más presión que la del ayudante del laboratorio, que, ante las dudas del instructor, le señalaba que debía seguir, siguiendo pautas preestablecidas. El experimento fue hecho en varias etapas en las que llegó a examinar en diversas situaciones a alrededor de 1000 sujetos y recién en 1971 y 1972 Milgram obtuvo una beca Guggenheim para irse a París y escribir su libro. El experimento fue replicado en distintos países, a veces sustituyendo a los sujetos humanos por pequeños animales, y siempre con resultados similares. Tal como señala Marx en el siglo XIX, y tal como hoy se hace más que nunca visible, las condiciones materiales y sociales de existencia de los cuerpos humanos no son homogéneas para el conjunto de la especie, escindida entre la clase de los apropiadores, que lo son no sólo del trabajo excedente sino de la fuerza potenciada que produce la cooperación entre los otros cuerpos, los cuerpos productores de valor, tratados como cosas y despojados por tanto de su poder. 154 Comisión Especial de Violentología 2013 El proceso de "cosificación" de los cuerpos productivos se intensifica con el desarrollo capitalista, al punto que muchos de estos cuerpos productivos son hoy solamente "cuerpos sobrantes", a los que el sistema no da cabida. El capital fue desde el inicio el gran "nivelador" que transfirió a la máquina en primer término las cualidades más específicamente humanas de los cuerpos productivos: las "operaciones inteligentes" (Marx, K. El Capital, tomo I, cap. XIII), antes que los movimientos que ahorraban fuerza muscular, proceso que objetiva la expropiación creciente del poder de una parte de la especie humana por otra. Este lento proceso expropiatorio no se produjo de un día para otro: se trataba de la construcción de un sistema de relaciones, y se aceleró a partir de la Segunda Guerra mundial, con el siguiente resultado, que puede apreciarse en el gráfico siguiente, y corresponde a los primeros años de la década inicial del siglo XXI: Gráfico 1. La Distribución Mundial del Ingreso a comienzos del tercer milenio 20 % mas rico: 87 % de la riqueza RIQUEWriqueza 9% 1,8% 9% 20 % mas pobre: 0,9 % de la riqueza 1,8 % 1,3% 155 Comisión Especial de Violentología 2013 Este gráfico, conocido como “la copa de champagne”, muestra las grandes contradicciones del capitalismo en su etapa actual: Dividiendo la población mundial en quintiles, donde el 20% más rico ocupa el quintil superior, y el 20% más pobre el quintil inferior, encontramos que el quintil superior acumula el 87% de las riquezas producidas en el mundo, que aumentan año tras año o sea que el 80% de la población del mundo vive y disfruta sólo del 13% de las riquezas totales. Dentro de este 80 % - unos 5.000 millones de personas - el 20 % más pobre, unos 1250 millones, viven con sólo el 0,9% del total de las riquezas producidas. Estas disparidades se vuelven aún más alarmantes cuando tomamos conocimiento de las siguientes cifras dadas por las Naciones Unidas: Las fortunas combinadas de las 250 familias más ricas del planeta, equivalen a las riquezas disponibles de los ¡2500 millones de personas más pobres! Este gráfico muestra el desarrollo contemporáneo de una de las leyes económicosociales descubiertas por Marx, que funciona como un reloj, un siglo y medio después de formulada La ley general de la acumulación capitalista que reproduce permanentemente máxima riqueza en la cúpula y máxima pobreza en la base. Es cierto que muchas apropiaciones se consiguen con guerras, pero este gráfico sólo muestra la producción de valor y los cuerpos humanos que lo producen. Sin trabajo vivo - sin cuerpos - no hay plus valor, ni valor, ni poder. Todavía no ha logrado objetivarse con la misma claridad cuáles son los atributos del poder, que es la contracara del valor. El poder es fuerza, fuerza material, y por lo tanto es una dimensión de todas las relaciones sociales, como nos lo ha mostrado Foucault. Sólo localizamos ciertas cosas, la primera es el Estado, que identifica la concentración del poder político y social. Max Weber (1996) ha señalado de modo preciso que una de las dos principales instituciones constitutivas de la organización social a la que llamamos "Estado" es el monopolio del ejercicio físico de la violencia en un territorio dado. La otra es el cuadro administrativo, o sea la burocracia. La segunda instancia a la que se atribuye poder son las armas, reificadas por un pensamiento "militarista" simplificador de origen burgués pero también de uso en el campo revolucionario, en un ejemplo casi puro de fetichismo de un objeto al que se le atribuye "poder" 65 . 65 Y que podemos reconocer en una frase a menudo enunciada en el campo de la lucha armada anticapitalista: "El poder nace de la boca del fusil”, que sintetiza un nivel de confianza ingenua, de raíz positivista, en que el que tiene más fuerza es el que tiene más armas. La guerra de Vietnam es quizás el mejor ejemplo de la falsedad de ese enunciado. 156 Comisión Especial de Violentología 2013 Nuestras clases dominantes, no sólo en nuestro país, sino en todo el Cono Sur construyeron antes que en el mundo central desarrollado las pautas más firmes – con el nombre de ajuste, que hoy se aplican en Europa y en USA- para expropiar los “beneficios” que parecían extenderse a la clase trabajadora, en un tímido “estado de bienestar” que se había producido en la inmediata posguerra de la 2ª. Guerra mundial. Dos décadas después, en los 90, se lo llamó neoliberalismo. Se produjo antes que en los países desarrollados. En realidad, como ha sido mostrado por diversos investigadores, se trataba de detener el desarrollo de otra ley económica que se anticipaba en El Capital de Marx: La tendencia decreciente de la tasa de ganancia. La 2ª Guerra tuvo un eje ideológico claro: destruir al socialismo real, que por primera vez, en los finales de la 1ª. Guerra mundial, se producía en un territorio alejado de Europa. La política de propaganda anticomunista y antimarxista en el mundo se complementó con la embestida del macartismo en el interior de Estados Unidos y su política de delación, con el frustrado intento de invasión a Cuba, y con la vigilancia ideológica contra el marxismo y el socialismo al interior de nuestros países durante toda la llamada Guerra Fría 66 por medio de bien entrenadas dictaduras militares, apoyadas y conducidas - en el caso de Argentina -por el poder económico concentrado y aceptadas, toleradas y, hoy sabemos, ayudadas, por buena parte de la dirigencia política, por la iglesia católica y también por el poder judicial. Cuarenta años tardaría el nuevo imperio norteamericano desplazar al viejo imperio británico y conseguir la implosión del socialismo real. Lo logró por medio de 146 guerras en distintos lugares del planeta entre 1945 y 1990, en las que hubo alrededor de 35 millones de muertos, de los cuales el 75% era población civil (Bonavena&Nievas, 2011). Con esas guerras lograba no solamente producir y vender armamento pesado, sino avanzar en el conocimiento estratégico de los pueblos que se enfrentaban y aprender de sus predecesores británicos y franceses que era necesario ganar mentes y corazones, por medio de lo que hoy llamaríamos políticas sociales. También debilitar y derrotar a quienes apoyaban a los países socialistas, y desarrollar un extraordinario aparato de inteligencia. 66 El presidente Truman ya en 1947 había proclamado ante el Congreso de Estados Unidos la doctrina que lleva su nombre, que afirmaba el supuesto “derecho norteamericano de intervenir en los asuntos internos de otros países, cuando considerara amenazada su seguridad nacional”. Desde entonces, el comandante supremo de la OTAN en Europa es siempre un general norteamericano. 157 Comisión Especial de Violentología 2013 La segunda gran crisis mundial del siglo XX, aunque no tuvo la envergadura de la crisis de 1929- 30, se produjo en el año 1973 hasta 1974 y fue llamada crisis del petróleo. Tuvo que ver con el aumento del precio del crudo decidido en forma unilateral por el grupo de países exportadores de petróleo -árabes y del medio Oriente- (Arabia Saudita, Irán, Irak, Emiratos árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Argelia, Egipto y Libia) del que Estados Unidos era el principal consumidor,67 y al embargo que decretaron a partir de la guerra de Yom Kipur, por la que querían obligar a Israel a devolver los territorios ocupados en la guerra de los 6 días de 1967. El embargo duró hasta marzo de 1974, en que lo levantaron, con excepción de Libia, pues ya afectaba a países amigos, como Holanda, Portugal, Rhodesia y Sudáfrica. El resultado de los acuerdos fue un drástico aumento del precio del crudo, que enriqueció a los países de la OPEP y provocó restricciones en la economía norteamericana. Los países exportadores de petróleo invirtieron rápidamente en países de la periferia necesitada de dólares, y coincidió, en nuestros países, con las dictaduras militares. Fue el origen de nuestras grandes deudas externas. Todos estos procesos hicieron que se acelerara la tendencia decreciente de la tasa de ganancia capitalista en los países más desarrollados (Dumenil&Levy, 2000) y que avanzaran en la década del 70 primero en nuestros países periféricos y en la del 80 en el capitalismo central (con M.Thatcher en el Reino Unido y R.Reagan en EEUU) con las medidas de política económica que a partir de entonces se conocieron como neoliberalismo. El eje ideológico que acompañó el desarrollo de esta supuesta guerra fría – la lucha contra el marxismo y el socialismo- fue sufriendo transformaciones, porque era previsible que en poco tiempo la economía de la URSS entraría en colapso. Reagan pone en marcha en los 80 el “Proyecto sobre Guerra de Baja Intensidad” que se tradujo en un escrito de dos volúmenes editados en 1986 con el fin de poder aplicar los conocimientos logrados en América Latina. Esta doctrina le atribuye a los conflictos signados por la baja intensidad algunas características básicas, que innovan en lo que se considera la teoría clásica de la guerra. A diferencia de la alternancia – política-guerrapolítica- que plantean tanto Clausewitz como Foucault, su carácter es tanto político como militar; las operaciones armonizan acciones clandestinas y abiertas; y no tienen límites territoriales o frentes de combate claros. Sus fronteras son “imprecisas” (Bonavena & 67 Debido a la extensión territorial y a la estructura urbana y suburbana del país, el consumo de combustible para los grandes automóviles era el mayor del mundo. 158 Comisión Especial de Violentología 2013 Nievas, 2011: Nota 11). (Recordemos a Agustín Lanusse, Gral. argentino que llevó hasta 1973 la primera dictadura militar de la segunda mitad del siglo XX en Argentina, que habla de “fronteras ideológicas”). Esto no equivale a reconocer el control político sobre lo militar, sobre lo que ya hablaba Clausewitz, sino a que se debe intervenir simultáneamente de las dos maneras. Dicho en otros términos, más que una guerra, se trata de una política explícitamente armada (ibíd.: nota 14). En los últimos años se abrió una nueva etapa del desarrollo de la doctrina contrainsurgente. Los Estados Unidos promueven un nuevo salto cualitativo doctrinario, que a partir de Bush se llamará guerra contra el terrorismo que busca, entre otras implicancias, apuntalar las invasiones militares fuera de su territorio. La perspectiva esgrimida desde el 2002 – fundada en el atentado del 11 S del 2001- transforma la soberanía de los demás Estados en una soberanía condicionada al respeto de unos determinados valores que se declaran como universales (libertad, la democracia y la libre empresa) y de un modelo concreto de Estado basado en la primacía del Derecho, la separación de poderes, la igualdad social y de género, la tolerancia étnica y religiosa y el respeto a la propiedad privada. La traducción de esta definición en términos políticos concretos es la siguiente: El único Estado soberano es el de los Estados Unidos que, a su vez, tiene vía libre para avasallar la soberanía en cualquier lugar del mundo, cuando se quebrantan los valores que ellos mismos definen. (García y Rodrigo, 2008: 181). Esta postura es el correlato de asumir que los Estados Unidos se encuentran en guerra dondequiera que haya sospechosos de terrorismo, independientemente de si existe un peligro real y antes que se forme una amenaza concreta. Como el terrorismo que se persigue es un método, y no una persona o un grupo de personas, toda la población de un país se convierte de pronto en objetivo militar. Esto ha llevado la llamada Doctrina Truman a su máxima expresión. Con la finalidad de ejercer ese control, Estados Unidos ya tiene más de 1000 bases en el mundo, sumadas a las numerosas bases de la OTAN y a los comandos regionales (algo así como estados mayores). Este es el mundo en que vivimos hoy. La mundialización contemporánea asociada al capitalismo es por naturaleza cada vez más polarizante. Con esto quiero decir que la propia lógica de la expansión mundial del capitalismo produce una desigualdad creciente entre quienes participan del sistema. 159 Comisión Especial de Violentología 2013 El genocidio en Argentina y el Cono Sur Nuestras clases dominantes y sus diversas dirigencias – económicas, políticas, eclesiásticas, militares y del aparato judicial – subordinadas por identidad de clase y de intereses a los grupos concentrados nacionales y trasnacionalizados, se convencieron de que había que eliminar todos los obstáculos que se opusieran a su dominación hegemónica, y que corría el riesgo de perderse ante el avance – desde comienzos de los años 60, con el derrocamiento de Frondizi ante el triunfo electoral peronista - de la clase obrera radicalizada en alianza con el movimiento estudiantil. Estos sectores populares fueron estimulados a luchar contra la política de policías bravas de Onganía, quien centró la represión en la persecución de universitarios y científicos en las principales Universidades, y de obreros industriales en Córdoba y Rosario, además de generar una fuerte desocupación con el cierre de 11 ingenios tucumanos, para mantener el precio competitivo del azúcar en el mercado internacional. O sea, eliminar a todos los grupos contestatarios que lucharan por una sociedad más justa. No vacilaron en preparar el terreno – y las listas- para perpetrar un genocidio, después de derrotarlos en una confrontación armada, de clase. Las fuerzas armadas estatales de nuestros países ya estaban preparadas en los años 60 para desarrollar una guerra contrainsurgente. Desde fines de los años 50 venían asesores franceses a impartir clase a nuestros militares, y que luego impartieron a los norteamericanos en la Escuela de Panamá. Sobre todo clases de tortura, al igual que hoy sigue haciendo Estados Unidos en bases propias, aviones, barcos, etc. Retomando el eje ideológico de la Guerra Fría y de la fuerza social contrarrevolucionaria en Argentina, una vez derrocado Cámpora del gobierno luego del combate de Ezeiza, la atribución de marxismo fue equivalente a la de subversión, y posteriormente a la de terrorismo particularmente durante la última dictadura cívica militar, hasta su conclusión. O sea razón suficiente para que, luego de la derrota de la fuerza popular revolucionaria, que se produce a mi juicio hacia fines de 1975, le siguieran la persecución política, el apresamiento, el asesinato y la desaparición forzada de miles de personas por parte de las fuerzas estatales y para-estatales, o sea el genocidio. 160 Comisión Especial de Violentología 2013 Pocos días después de le ejecución de José Ignacio Rucci el 25 -9-73, tan sólo dos días después de ganada la elección por Perón, para lo que sería su última presidencia, el Consejo Superior Peronista presenta ante los gobernadores y delegados justicialistas de las provincias un Documento reservado en el que se planteaba con toda nitidez que debía procederse a una depuración ideológica del Movimiento Nacional Justicialista de todo rastro de “marxismo”. Tal como registra el diario La Opinión del 2 de octubre de 1973, luego de hacer referencia a la muerte de Rucci, el documento plantea que: Este estado de guerra que se nos impone no puede ser eludido y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino también a atacar al enemigo (los grupos marxistas y terroristas y subversivos) en todos los frentes... Los grupos que en cada lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al Gral. Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha (Sadi, 2004: 44)68 Que hubo continuidad en esa persecución lo prueban los datos de mi investigación sobre El genocidio en Argentina, ya que el 16,5% del total de muertos y desaparecidos de los que se conoce la fecha de la baja, es anterior al 24 de marzo del 76, de los cuales la gran mayoría es posterior a la muerte de Perón, el 1º de julio de 1974. Hay casi un 10% de los que se ignora la fecha y un 74% producido después del 24 de marzo del 76. También se prueba que la fuerza social revolucionaria, estuvo constituida por sectores populares, sobre los que se operó el aniquilamiento: Mientras el 68,6 % son asalariados (36,7 con condiciones de vida obrera y 31,9 con condiciones de vida de pequeña burguesía), la pequeña burguesía independiente alcanza al 30,2%, o sea que entre las 3 fracciones sociales cubren el 99% de la fuerza aniquilada. La pérdida del valor de la vida humana, al igual que la del resto de las mercancías, alcanza su plenitud en el siglo XX, en la etapa imperialista, con un desarrollo históricamente inédito de las fuerzas productivas y de las desigualdades sociales para instalar la práctica - desde el lugar del poder - de la matanza de humanos en gran escala. La política imperial en el mundo nos muestra esto. 68 Como relata Sadi (2004) ese documento es analizado por las diversas agrupaciones juveniles y de izquierda del peronismo, y en ellas se van delineando las diferencias con el Partido, del que abstraían a Perón. En el seno de la JUP se lo llamaba risueñamente “el mamotreto”, sin conciencia de las consecuencias amenazantes que implicaba. 161 Comisión Especial de Violentología 2013 Violencia penitenciaria en la Provincia de Buenos Aires Quisiera ahora mostrarles algunos datos de otras formas de violencia que existen hoy, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, y contra la cual todos – y sobre todo Uds.- debemos luchar. Me refiero a la violencia carcelaria. El Dr. Roberto Cipriano, que preside el Comité contra la tortura en la Comisión Provincial por la Memoria, un organismo cuya labor es extraordinaria, con el que cuentan también Uds. nos decía en un trabajo que expuso en las Jornadas de nuestra Revista de Conflicto Social en noviembre de 2011: “Argentina tiene hoy más o menos 65 mil personas encerradas en todo el sistema penitenciario, provincial y federal, de los cuales cerca de 30 mil están detenidos en la provincia de Buenos Aires, son 30 mil personas detenidas en 57 cárceles y 1900 aproximadamente en 300 comisarías. En 14 institutos de menores que tiene hoy la provincia hay 480 pibes en conflicto con la ley penal. Pibes de entre 16 y 18 años padeciendo todas estas situaciones de vulneración de derechos. Un problema muy serio es que el 72% de los presos en la provincia de Bs. As. Están en prisión preventiva. Es decir, todavía la justicia no dijo que eran culpables del delito que se les imputa. La misma proporción es para los pibes detenidos en los institutos de menores, es decir, el 72% está en prisión preventiva. Y otro grave problema que tiene la provincia de Bs. As. Es que cuando llegan a juicio después de estar en prisión preventiva un promedio de tres años, 1 de cada 4 personas son absueltas. Hoy en la provincia, hay 6 mil personas detenidas que van a ser absueltas por el sistema, después de estar 3 años detenidos padeciendo todas estas cosas … La Provincia de Buenos Aires tiene uno de los índices de prisionización más altos de la región, son 194 personas cada 100 mil habitantes. Y cuando hablamos de tortura como práctica sistemática, cosa que nos hemos ocupado de relevar, hablamos de distintas formas y metodologías. Nosotros las hemos documentado, el Comité contra la tortura lleva publicados ya 6 informes anuales69, con análisis cuantitativos y cualitativos, en la página de la Comisión por la Memoria los pueden encontrar. También hemos avanzado en un convenio con el GESPyDH70 y con la Procuración Penitenciaria en la creación de un Registro Nacional de casos de Tortura, algo que los organismos internacionales le vienen reclamando al estado nacional y 69 70 El 14 de agosto de 2012 presentó el 7º informe anual, correspondiente al año 2011. Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos, del Instituto Gino Germani. 162 Comisión Especial de Violentología 2013 que este no ha cumplido. Estos tres organismos públicos nos hemos puesto de acuerdo para llevarlo adelante. Los primeros datos del registro nacional están recién procesándose ahora porque llevamos un año en la implementación. Pero los informes están y solo hay que querer mirarlos. El último informe de la Procuración Penitenciaria Federal dio cuenta de un importante incremento de las torturas entre el año 2010 y el 2009. Está publicado también en la página de la procuración. Un estudio realizado en 2007, que se hizo también con el equipo del Germani concluyó que más del 60% de las personas detenidas entrevistadas padeció malos tratos y torturas. Las encuestas que hacemos son muy extensas, rigurosamente elaboradas, con preguntas, repreguntas, la verdad que es un trabajo importante. En 2007, el 63% de las personas detenidas entrevistadas padeció malos tratos y torturas por parte del personal penitenciario en tanto que en 2010 fueron el 76% es decir, un incremento del 20 %, una diferencia de 13 puntos porcentual en los casos registrados. Golpizas, aislamientos, requisas vejatorias, traslados constantes de detenidos, inclusive métodos de tortura que se reproducen desde la dictadura hasta acá, porque en definitiva la gran deuda es que no hemos democratizado las fuerzas de seguridad. Los mismos patrones autoritarios de la tortura se reproducen desde la dictadura hasta acá como si nada hubiera pasado en el medio. Estos patrones estructurales son como dije la persistencia y la generalidad de estas prácticas. Nosotros el año pasado denunciamos la tortura en el 75% de las unidades carcelarias. Son prácticas que se vienen desplegando desde hace por lo menos siete años, el tiempo en que lo venimos relevando y denunciando.” (Cipriano, 109)71 71 Revista de Conflicto Social, www.webiigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/revista, nº 6, Paneles, Roberto Cipriano, pág. 109. 163 Comisión Especial de Violentología 2013 VIOLENCIA, CONFLICTO Y SOCIEDAD Enrique Del Percio72 Si bien la Violentología busca dar cuenta de lo que puede denominarse una Teoría General de la Violencia, en esta ocasión nos vamos a ceñir a un aspecto particular de la violencia: aquella que se vincula con el conflicto social. A los fines expositivos, vamos a esquematizar la cuestión en tres concepciones de la sociedad y en cuatro tipos de conflicto social. Concepciones de la sociedad e ideologías políticas 72 Doctor en Filosofía Jurídica, especialista en Sociología de las Instituciones y abogado. Actualmente es Profesor de Sociología Jurídica en la Universidad de Buenos Aires. Sus áreas de investigación giran en torno a la estructura de dominación contemporánea, tema sobre el que dicta habitualmente cursos y conferencias en distintas universidades de América y Europa. Autor de Política o Destino, y compilador de Prejuicio, Crimen y Castigo. Ha publicado numerosos artículos de revistas y capítulos de libro. 164 Comisión Especial de Violentología 2013 Preeminencia del individuo sobre la sociedad. En líneas generales, aquellos que tienden a privilegiar la libertad por sobre la igualdad suelen entender a la sociedad como una mera yuxtaposición de individuos: lo que importa es cada individuo y cada familia, pero la sociedad como tal no existe. Así lo han sostenido políticos como Margaret Thatcher o Ronald Reagan y teóricos como Frederick Hayek o Robert Nozick así como muchos dirigentes, académicos y comunicadores sociales de nuestra América. Si la sociedad no existe, tampoco puede existir algo así como la justicia social. Como no hay sociedad, la justicia social es una fata morgana, fuegos artificiales usados por los políticos pícaros para engañar a los votantes, o argumentos de gente bien intencionada pero que nada entiende de las leyes de la economía. Nadie tiene derecho a meter la mano en nuestro bolsillo para pagar cosas tales como salud, educación o transportes para los que menos tienen. Uno puede donar por compasión o caridad, pero no es justo que se le quite dinero compulsivamente para esos fines. Sin embargo, eso no implica que no deba haber Estado. Este debe existir porque si absolutamente todas las actividades quedaran en manos de los particulares, también la gestión de la seguridad sería cuestión de los individuos, y desde Hobbes sabemos lo que acontece en esos casos. Por eso, es necesario que haya una agencia encargada de velar por la seguridad de nuestros bienes y nuestras vidas, una agencia que tenga el monopolio de la aplicación legítima de la fuerza. Claro que el director de esa agencia tendría tanto poder que nadie estaría seguro en la comunidad por él custodiada. Entonces, se requiere ponerle límites: su mandato será por un período determinado, será elegido por los mismos a quienes debe brindar seguridad, no actuará por su propia voluntad sino ejecutando las indicaciones de una asamblea, y se creará un cuerpo especialmente capacitado para dirimir los conflictos entre los individuos. Siempre se ha de tener presente que el único cometido de toda esta organización es garantizar la seguridad, no meterse con otros temas. O sea: el llamado "Estado mínimo" moderno con su división de poderes. Preeminencia de la sociedad sobre el individuo Acá convergen desde platónicos, durkheimianos y marxistas de manual, hasta líderes como Hitler (con la unidad de Volk, Reich y Führer) o Stalin y su apelación a la "Santa Madre Rusia" durante la Segunda Guerra. Es el punto de contacto entre el extremo de los cultores de una sociedad fuertemente jerarquizada y estratificada con los partidarios de un hiperintervencionismo estatal en toda la economía para garantizar la plena igualdad de todos 165 Comisión Especial de Violentología 2013 C O N CONTRADICCIÓN F CANALIZABLE ARTICULABLE L I C LITIGIO ANTAGONISMO T DIFERENDO O los ciudadanos. En ambos casos, se piensa en una sociedad perfecta, libre de antagonismos a la que se llegará cuando se haya vencido a los enemigos. Como explica Zizek: "la fantasía ideológico-social es construir una imagen de la sociedad que (...) no esté escindida por una división antagónica, una sociedad en la que la relación entre sus partes sea orgánica, complementaria. El caso más claro es, por supuesto, la perspectiva corporativista de la Sociedad como un Todo Orgánico, un Cuerpo Social en el que las diferentes clases son como extremidades, miembros, cada una de las cuales contribuye al Todo de acuerdo son su función -podríamos decir que la 'Sociedad como Cuerpo corporativo' es la fantasía ideológica fundamental. ¿Cómo tenemos en cuenta entonces la distancia entre este punto de vista corporativista y la sociedad de hecho escindida por luchas antagónicas? La respuesta es, claro está, el judío: un elemento externo, un cuerpo extraño que introduce la corrupción en el incólume tejido social. En suma, 'judío' es un fetiche que simultáneamente niega y encarna la imposibilidad estructural de 'Sociedad' (Zizek, 2009:173). Esto vale para el corporativismo fascista pero vale también para el régimen soviético de cuño igualitarista, sólo que el judío estaba encarnado en el capitalista, en el burgués o en el traidor a la clase. Sociedad e individuo como relación Sobre esta concepción se basa la idea de erigir a la fraternidad como eje de una reflexión filosófico política. Las dos posturas anteriores parten de una visión esencialista: o la esencia está del lado del individuo y la sociedad es una mera agrupación de tales esencias o la esencia está del lado de la sociedad y el individuo es tan solo un componente de la misma. Pero si pensamos que la relación no es una categoría de "segundo nivel" frente a la esencia 166 Comisión Especial de Violentología 2013 sino que, por el contrario, como bien entiende por ejemplo la filosofía andina o la teología trinitaria tomista, la relación es una categoría fundante de la realidad, entonces podemos pensar que el individuo existe en tanto que es en relación con los demás y con el cosmos, y que, por ende, también la sociedad existe en tanto que es la articulación de esas relaciones. Relaciones que por cierto no son necesarias ni naturalmente armónicas. A partir de esta concepción, podemos entonces analizar el conflicto como constitutivo de la sociedad y elaborar la siguiente tipología. 167 Comisión Especial de Violentología 2013 Tipología del conflicto Retomando el tríptico de la Revolución Francesa, con la libertad o la igualdad solas es posible imaginar un escenario social no conflictivo, lo que en principio, no sería más que un error o un caso de tantos de desacople entre alguna teoría y la realidad. El problema es que muchas veces al intentar llevar estas ideas a la práctica, acontece que por negar el conflicto se termine negando al otro. Para decirlo de un modo muy simplificado: los ultra liberales individualistas que privilegian la libertad sobre todas las cosas creen que buena parte de los problemas más acuciantes que enfrenta la humanidad se van a resolver por el libre juego del mercado; si esto genera pobreza, exclusión y condena al hambre a millones, es un mero efecto colateral producto de la falta de cultura y de iniciativa de los mismos pobres a los que, si molestan mucho, no quedará más remedio que reprimir mientras gracias a una buena educación todos aprendan a adaptarse a las reglas. Los que privilegian la igualdad por sobre todas las cosas, por el contrario, en lugar de asumir el conflicto como un elemento constitutivo e inherente a la vida social, entienden a la sociedad como una lucha a muerte de los explotados contra los explotadores, pero cuando esta dialéctica se resuelva por el triunfo de aquellos desaparecerá "la madre de todos los conflictos" y por lo tanto viviremos en una sociedad donde seguirá habiendo conflictos y antagonismos, pero de otro calibre y tenor. Más al introducir la fraternidad, aparece el conflicto como constitutivo de la política. En lugar de detenerme a analizar las distintas definiciones de conflicto, prefiero tomar como base algunas de las principales reflexiones en torno al mismo y elaborar una tipología que nos será de utilidad para seguir avanzando: Hablaremos de conflicto como contradicción cuando las partes pueden llegar a algún tipo de acuerdo. Esa contradicción es canalizable cuando el acuerdo se da en pos de un objetivo común. Este es, por ejemplo, el sentido que le da Dahrendorf (19879) al término, cuando a fines de la década del 50 plantea como ejemplo el conflicto entre patronos y obreros en la Europa del Estado de Bienestar, cuya adecuada canalización posibilitó que los trabajadores ganaran el salario más alto posible trabajando el menor tiempo posible y de tal suerte se imprimió a la economía el saludable efecto que hoy conocemos como "los treinta años de oro". No sólo encontramos estas ideas en Dahrendorf. Más aún: en buena parte de las 168 Comisión Especial de Violentología 2013 tradiciones teóricas liberales y socialistas esto está presente y sería indudablemente injusto adjudicar al liberalismo o al socialismo como tales ese reduccionismo al que me referí dos párrafos atrás. Pero en muchas prácticas políticas derivadas de esas ideologías (pensemos en los regímenes neoliberales latinoamericanos de los noventa, en Reagan, Tatcher y en teóricos con gran influencia sobre esos regímenes como Fukuyama por un lado, o en los "socialismos realmente existentes" como la Unión Soviética) se actuó como si fuera posible eliminar la raíz del conflicto social. Entiendo por contradicción articulable la situación que se da entre sectores subalternizados que articulan sus demandas frente a un enemigo común. Por ejemplo a mediados del siglo XIX Flora Tristán advierte que hay una analogía entre la situación de las mujeres, los trabajadores europeos, los negros esclavos y los indígenas del Perú, pero entre unos y otros aparecen contradicciones que dificultan la necesaria articulación de sus demandas de justicia. La relación entre estos sectores es conflictiva: los trabajadores varones sometían a la mujer, despreciaban a los negros e ignoraban a los indígenas (algo parecido va a plantear un siglo más tarde el negro de la Martinique, Aimé Cesaire, al renunciar a ser parte del Partido Comunista Francés) y muy pocos pudieron entender cabalmente las propuestas de Flora. Sin embargo, la propuesta de emancipación universal que la increíble heroína proponía no era nada absurdo: entre todos ellos había algo en común, algo analógico; el analogado principal estaba dado por la situación de injusticia. La analogía no excluye la dialéctica interna (por eso hablo de relación anadialéctica) pero permite pensar en una suerte de "traducción" (De Sousa Santos, 2009: 135) tanto de las demandas como de las experiencias de unos y otros, lo que genera una fraternidad transicional frente a la estructura de dominación que basa en esa injusticia su propio poder. Los autores de la llamada "izquierda lacaniana" como Jorge Alemán, Chantal Mouffe o Ernesto Laclau aportan -desde una perspectiva distinta pero convergente- análisis riquísimos para seguir pensando esta articulación. Cuando hay antagonismo el acuerdo no es posible. Este desacuerdo puede darse como litigio en el caso en que un sector imputa a otro una falta y el otro puede defenderse pues existe un lenguaje común. Es el caso de las luchas entre obreros y empresarios cuando no hay una intervención estatal que las canalice o el de las luchas por la independencia en América Latina entre las elites criollas y las ibéricas. El litigio no excluye la lucha armada, mas esta 169 Comisión Especial de Violentología 2013 debe darse además con una legitimación argumentativa que implica una discusión y un reconocimiento del otro aún como enemigo. Pero no siempre el antagonismo se presenta de ese modo. En ocasiones, los subalternizados (los negros, los indígenas y otras víctimas) directamente no son escuchados; no es que no tengan voz, sino que además de invisibilizados son "inaudibilizados". Los negros esclavos lucharon desde el inicio mismo de la esclavitud para liberarse, sin embargo ni siquiera conocemos esa parte de la historia. Recién cuando los abolicionistas blancos comenzaron a criticar la esclavitud el tema pasó a ser objeto de debate: estamos frente a lo que Lyotard llamaría el diferendo. Es el caso en que las reglas y el idioma del conflicto lo pone una sola de las partes y la otra no tiene la fuerza suficiente como para cambiar las reglas o adaptarse a ese lenguaje, al punto que el daño sufrido por la víctima carece de significación para el victimario. En palabras de Manuel Reyes Mate, "como las significaciones son establecidas por la parte dominante con pretensiones de validez universal, pudiera parecer que lo que la parte dominante establezca como justo o injusto es entendido por todos. Pero no hay que confundir la mudez de las víctimas con la hegemonía de sentido que le dan los dominantes o del sentido dominante. (...) Entre la experiencia del esclavo y las prácticas abolicionistas hay un abismo, un 'diferendo', porque tienen lenguajes incomunicados debido a que el único que vale es el del abolicionista que, en cuanto lenguaje, es el mismo de los partidarios de la trata de esclavos" (Reyes Mate, 2011: 18). Una concepción fraterna de la política exige que aquellos que pueden ser escuchados oficien de traductores de los que tienen voz pero no se los escucha. No es una exigencia ética (o no es sólo una exigencia ética) sino que es una exigencia política: si no se los escucha, los de abajo terminan haciendo crujir toda la estructura. Y si los de abajo llegan arriba, toman el mismo lugar de sus antiguos amos sentando las bases de un nuevo conflicto futuro generando una espiral de violencia de muy difícil solución. Nunca me gustó eso de ser "la voz de los que no tienen voz" y entiendo los argumentos de autores como Gayatri Spivak (2011) acerca de la imposibilidad de que el subalterno pueda hablar, pero al mismo tiempo, suelo sentir que es útil e importante aprovechar mi condición de docente universitario y mi posibilidad de publicar y ser leído en distintos ámbitos, para hacerle llegar a muchos la noticia de serias y graves injusticias que pasan desapercibidas cuando son denunciadas por los que las padecen. Ellos tienen voz y dicen cosas. ¡Vaya si las 170 Comisión Especial de Violentología 2013 dicen! Pero no sólo no son escuchados, sino que muchas veces ni siquiera son oídos. Creo que en esas ocasiones uno juega el papel de traductor. Se sabe: traduttore traditore. Por más que uno quiera ser fiel al texto traducido, siempre se lo traiciona. Lo mismo pasa cuando se traduce el reclamo de aquellos que no pueden litigar: uno procura transformar el diferendo en litigio, aún sabiendo que es imposible que esto se dé en plenitud. Pero a diferencia del que se considera "la voz de los que no tienen voz", el traductor no se pone en un lugar de mayor relevancia que el traducido, sino al contrario: el traducido figura en la portada y el traductor en los créditos. Así, el primer paso de una política fraterna consistiría en transformar el diferendo en litigio al modo en que lo hicieron los españoles Bartolomé de las Casas o Fray Antonio de Montesinos traduciendo el reclamo de los hombres y mujeres que ya poblaban estas tierras antes de la invasión ibérica, o el indígena Guamán Poma de Ayala que tradujo literalmente del quechua textos y reclamos, además de escribir la impresionante "Primera Nueva Crónica y Buen Gobierno" empleando en su argumentación las mismas categorías cristianas del conquistador, o Harriet Beecher Stowe en "La cabaña del Tío Tom" haciendo visible y audible la injusticia a que eran sometidos los negros esclavos en el Norte de nuestro continente. El segundo paso consistiría en pasar del litigio a la contradicción. El litigio en general es un juego en el que todos pierden, aún los supuestos vencedores. Pierden en términos materiales pero también en términos de reconocimiento y auto realización, como explica Hegel en la dialéctica del amo y del esclavo. Claro que no es cosa sencilla dar este segundo paso. En efecto, cabría pensar que si cada uno defiende inteligentemente sus propios intereses, entonces sería posible armonizarlos pues todos advertirían que en el litigio o bien todos pierden o, en el mejor de los casos se trataría de un juego de suma cero, donde lo que unos ganan es lo que otros pierden, mientras que si se canaliza el conflicto todos pueden salir ganando en una sociedad justa. Esto es correcto como principio de filosofa política, salvo por el hecho de que es muy difícil encontrar a alguien que defienda con inteligencia su propio interés, y esto por diversas razones: Unas de carácter sociológico: Los poderosos siempre tienden a creer que el orden social está estructurado correctamente, siendo "natural" que ellos estén arriba. Como enseñó Pareto, la 171 Comisión Especial de Violentología 2013 historia es el cementerio de las aristocracias, pues éstas son incapaces de advertir los cambios y la presión que pueden llegar a hacer los de abajo para transformar la situación. En otros términos: todos pueden recuperarse de un fracaso, pero muy pocos pueden recuperarse de un éxito. Una vez que una elite tuvo éxito en llegar a ocupar el vértice de la pirámide social, pasa a considerar que ese es el lugar que le corresponde, se instala allí cómodamente y no mira para abajo más que para ordenar reprimir a los descontentos que están moviendo la base de la pirámide. Otras de carácter antropológico y psicológico: El deseo capitalista es un deseo ilimitado de bienes materiales. Es la secularización del deseo cristiano: qué le puede importar al santo la tierra y cuanto ella contenga, si lo que desea es algo mucho más alto. Es algo que está más allá del todo y de la nada, como en la poesía de San Juan de la Cruz. El capitalista también lo quiere todo, también para él es insuficiente la tierra y cuanto ella contiene. Pero el todo del deseo capitalista no es ese Amado al que todos pueden acceder, sino que es el universo material que está ahí para ser consumido, y una vez consumido sólo queda la autofagia. La cuestión ambiental es un claro ejemplo de cómo el tipo humano capitalista puede ir contra sus propios intereses vitales con plena consciencia. No se trata de decir "perdónalos, pues no saben lo que hacen". Lo saben, y aún así lo hacen. La cosa no es monopolio de los poderosos. Tampoco los del medio o los de abajo actuamos siempre conforme a lo que la defensa de nuestros intereses nos aconsejaría. Le pido prestado un ejemplo a Zizek: un empleado de comercio está ahorrando para comprar su primer auto y aparece un genio que le dice: "te regalo el auto que estás queriendo adquirir a condición de que le digas a tu cuñado que le voy a regalar una Ferarri testa rossa." Y el empleado prefiere quedarse sin su auto... Es decir, es verdadero el principio de que si cada uno defendiera con inteligencia su propio interés sería posible construir una sociedad justa canalizando los conflictos de tal modo que los mismos no devengan antagonismos. Pero el ser humano (al menos en los últimos miles de años) no ha dado muestras de actuar siempre conforme los dictados de su razón, entiéndase esta palabra en el sentido que fuere. 172 Comisión Especial de Violentología 2013 Dada esa dificultad de canalizar el litigio, lo más probable es que el tercer paso consista en traducir las demandas de cada colectivo víctima de una injusticia para poder articular eficazmente sus luchas. Para profundizar en esta línea, poca ayuda nos dan los teóricos de la justicia al estilo de Rawls, Habermas o Rorty los que, más allá de las diferencias sustanciales que tienen entre ellos, están unidos por un común olvido de la memoria como categoría fundamental para pensar la injusticia. En cambio, sí resultan insoslayables los filósofos judíos al estilo de Benjamín o Rosenzweig o los contemporáneos Metz, Scannone o, sobre todo, Reyes Mate. Si no tomamos en serio a la memoria activa terminamos ignorando el despojo secular que pesa sobre nuestros pueblos originarios, la subordinación cultural de la mujer, la expoliación de los trabajadores o el rigor de la ley aplicado contra los esclavos y, entonces, exigimos que todos ellos se comporten en un pie de igualdad con los vencedores de la historia en el terreno de la comunidad argumentativa. Memoria que no puede limitarse al propio sufrimiento del grupo de pertenencia pues esa memoria limitada sólo engendra odio y resentimiento y con eso nada puede ser construido. Es preciso que el ejercicio de traducción amplíe la memoria al sufrimiento del otro e, incluso, del tercero. La memoria del propio sufrimiento genera en cada colectivo una fraternidad vertical fuerte, a la que es necesario agregar una fraternidad horizontal o provisional producto de ese ejercicio de traducción/articulación. Para aportar a las estrategias de construcción de este tipo de fraternidad nos resulta de suma utilidad la teorización efectuada por la corriente ya citada de la izquierda lacaniana. Un análisis detallado de esos aportes exceden holgadamente el propósito de esta exposición, pero baste señalar que esa fraternidad horizontal es apta para constituirse en la base de una nueva hegemonía capaz de quebrar las resistencias del viejo hegemón para canalizar así el conflicto social en un cauce que permita el beneficio colectivo. 173 Comisión Especial de Violentología 2013 LA VIOLENCIA EN LA EXPERIENCIA JUDICIAL Jose Luis Macchi73 Buenos días y muchas gracias por el recibimiento. Agradezco a los doctores Franco Caviglia y Ramiro Gutiérrez el exceso en las palabras saludatorias que, evidentemente, no merezco. Esto no es por un falso orgullo, sino por una triste realidad. Todos aquellos conceptos que pusieron sobre mi persona, ambos presentadores, son desmesuradamente elogiosos y estoy seguro que no me corresponden. Se me ha convocado imprevistamente para hablar sobre el tema de la violencia. Esta palabra, este concepto, a mí me ha desbordado cuando empecé un interrogatorio sobre qué es la violencia, cuál es la definición y cuáles son sus consecuencias. Pero el poeta dice: "caminante 73 Abogado de la Universidad Nacional de La Plata, realizó estudios de postgrado en las universidades de Minnesota y Florida, en Estados Unidos. Fue Secretario de Gobierno y Hacienda de la Municipalidad de Dolores, Fiscal en lo Civil, Comercial y Laboral del Departamento Judicial de Dolores. Luego fue juez en lo Criminal y Correccional, culminando su carrera judicial como Juez del Tribunal Criminal Nº 1 del mismo Departamento Judicial. Es profesor titular de cátedra en la Universidad Atlántida Argentina en las materias Derecho Penal, Derecho Procesal Penal y Práctica Procesal Penal. 174 Comisión Especial de Violentología 2013 no hay camino, se hace camino al andar". La primera parte -"caminante no hay camino"- me permite buscar el refugio que necesito para ocultar mi ignorancia. La segunda parte me permite (…) sobre la necesidad de abordar este interrogante que nos ha preocupado, nos preocupa y nos preocupará eternamente, que es el problema de la violencia. Nuestros ancestros deambularon por los mares, por los ríos y por los lagos. Navegando como eximidos de responsabilidades se hicieron navegantes, y aunque no conocían las leyes de la navegación dominaban perfectamente sus embarcaciones así, sin tener ningún conocimiento científico, simplemente acudiendo a la empírea y a los conocimientos prácticos. Esto lo venimos hablando con Ramiro, porque no debemos apartarnos de la realidad de empírea de la tierra y gozando de las decisiones teóricas que muchas veces nos conducen, o no, a un buen puerto. Creo que la teoría, la práctica, el ideal y la realidad deben -en lo posible- conjugarse, estas dos hermanas -que como hermanas que son siempre se pelean- deben encontrar un punto de reunión, que es fácil decirlo hoy, pero deben encontrarse ellas mismas. ¿Qué es la vida?, qué pregunta. Si ese interrogante me lo plantean en este momento yo no lo puedo responder, lo que sí puedo responder, es que la violencia ha existido, existe y existirá según mi concepto. La violencia está ínsita en el ser humano, está incorporada a su ADN. Estoy hablando de violencia humana -que así se llama esta tautología-, dejando de lado la violencia natural, que no deja de ser violencia y que interactúan entre sí. Partiendo de la base de esa separación provisional, para tener una tipología, un camino, un método de estudio; es decir, ir desarrollando lo que es la violencia y dejamos de lado lo que es la violencia natural La violencia humana que ha querido ser defendida, que ha querido ser caracterizada, se la ha querido aprehender y se la ha querido tipificar, creo que es inaccesible a un concierto. Es tan excesiva e inconmensurablemente abarcativa, que escapa a cualquier definición. Es decir, escapa a la definición tradicional que nos habla que la violencia es conducta - vaya novedadsi todo lo humano es conducta, es una acción intersubjetiva. 175 Comisión Especial de Violentología 2013 Por supuesto, la violencia tiene males: el actor, el agente activo y el agente pasivo, no puede ser de otra manera. La violencia explicita, psíquica y psicológica, y podemos seguir enumerando. Son diferentes indisciplinas, de saber, de conocimientos, pero siempre es cambiante, mutante, es decir, con sus distintas caras, vestimentas. Los distintos grados son las máscaras que se ponen, es la realidad, distintos son los pliegos, las geografías, los conceptos, los valores, al compás de todo esto y mucho más camina la violencia, y no va a dejar de caminar. Acaso en el concepto bíblico, esa manzana, ¿no fue el germen de la violencia? Acaso la primera piedra arrojada sobre el hermano, ¿no fue del principio del delito del mal?; acaso ¿no venimos al mundo por un acto que es esencialmente violento? -dejando de lado las distantes connotaciones como el nacimiento-; y ¿no dejamos a este mundo con la violencia más extrema -si se la puede calificar así-, que es la muerte? Entonces, si toda nuestra vida discurre desde el comienzo hasta el final en la violencia, eso no nos convoca a preguntarnos por la naturaleza del hombre. Si el hombre es, por definición, perfectible, imperfecto y siempre lo será así, para aquellos que profesan algún culto podrían decir que el único perfecto es el Dios, cualquiera sea el nombre de su maestro; pero nosotros, seres humanos de carne y hueso, de materia y de barro. ¿Nos podemos permitir el lujo de despreciar esa parte mala?, y en resumidas cuentas, sí, lamentablemente. Ha existido, está ínsito, ha venido al mundo con el hombre y va a morir junto con el último ser humano. La violencia, de cierta manera, tiene un particular enfoque. Por ejemplo, si hablamos de violencia legalizada, acaso el ordenamiento jurídico de cualquier país del mundo, ¿no ha sido, es y será basado en la violencia? Acaso, y vaya la verdad de Perogrullo -para nosotrossiguiendo el finísimo Kelsen, la sociedad no se organiza sino a través de normas, en este caso, jurídicas; y el cumplimiento de toda norma, ¿no trae como consecuencia -como lo enseñara aquel insigne austríaco- la sanción?; ¿y la sanción, qué es? ¿Es violencia?, ¿es sufrimiento?, ¿es daño, o tentativa de daño?, pero, en definitiva, es un mal. Acaso, todo el ordenamiento jurídico de nuestro país, ¿no está basado en la fuerza? ¿No está basado, en última instancia, en la violencia? Que ya, siguiendo con el ejemplo, está en las palabras del escudo de la República de Chile por la razón o por la fuerza. 176 Comisión Especial de Violentología 2013 El Código Penal, nuestro digesto, punitivo, castigativo, represivo, es violencia desde la definición de cada acto humano tipificado como derecho y el que matare o el que violare, son acciones violentas en mayor o menor grado, y violentan el alma, el cuerpo, el espíritu, la materia, pero en definitiva el ordenamiento jurídico penal. Acaso esa violencia, ¿no trae esas sanciones? Lean la parte judicial del Código Penal: "cada uno de los infractores será reprimido, será sancionado, será castigado", el que provocó la violencia; violencia que se revierte y que se vuelve en su contra en un círculo que no tiene solución de continuidad. Acaso la sociedad, yo me pregunto ¿no se guía, en definitiva, por premios y castigos? Acaso, si las leyes o las normas jurídicas, para ser más abarcativas, religiosas, morales, sociales, de costumbres, ¿no son todos preceptos ordenativos bajo una admonición de quien no los cumpla, cualquiera sea la ideología política que se tenga o que se adopte, bajo esa admonición, esa "espada de Damocles", de que vas a ser castigado si te apartas de lo establecido, si infringís o violás lo que está prohibido? Acaso, la sociedad, ¿no está fundada para bien o para mal, en la violencia, la violencia legítima o la ilegítima? Ese es el cuestionamiento si hablamos desde el punto de vista jurídico. Pero la violencia, cuya definición, como verán, solamente la esbocé sin estar muy seguro, ¿podrá ser morigerada?, ¿podrá ser disminuida?, ¿podrá ser, como dije, endilgada? Yo no sé hasta qué punto, porque como dije hoy, lo mutante, lo cambiante de la violencia es como un ideal para ir a la contradicción. Cuando uno trata de atraparlo, se le escapó de las manos. Cuando volvemos a tratar de atraparla, se nos aleja un poco más y ahí -creo- la imposibilidad de, primero, conceptualizarla; segundo, de escribirla. Si escribiéramos la violencia, como dije hoy, si escribiera el mundo, el mismo ser humano. El hombre con su parte buena, con su parte mala, con su ángel bueno, con su ángel caído, pero, estrictamente, en el campo penal. La violencia que hoy nos ocupa, porque no estamos haciendo elucubraciones y esa es una de las preocupaciones mías. Yo, por lo menos, no pretendo hoy adentrarme en esas disquisiciones, sino que me sirvan, pero para tratar de cambiar la realidad, o frenar lo que está pasando, este fenómeno de la violencia que no es solamente estrictamente argentino, sino que es mundial, En todo el mundo hay un incremento de la violencia. Acaso, la historia última ¿no nos demuestra que el siglo XX fue uno de los siglos más violentos de la historia de la humanidad, y que el siglo XXI pareciera seguir sus pasos? Y así sucesivamente. Una realidad de todos los días. 177 Comisión Especial de Violentología 2013 Yo me pregunto, nos preguntamos, se preguntarán: ¿esa violencia, esa maldad, acaso, no nos acecha diariamente? ¿Acaso no la sufrimos?, ¿acaso, no ansiamos, de alguna manera, seguridad como un valor opuesto y que nos cobije ante el ataque de ese mal? No toda la reflexión, ocurro y recurro a lo que ven ustedes todos los días, y yo me preguntaría, quién de ustedes no ha sido víctima de un delito o de un atentado contra la persona, o contra su patrimonio. Desde el pequeño acto ilícito, y no hablemos de moral porque ya sería más extensivo, no se ha tocado alguna vez: ¿Quién puede tocar madera en esta mesa y puede decir, yo estoy exento de que la violencia arribó a mi cuerpo, a mi casa, arribó a mi sentimiento, a mi alma? En definitiva, si bien somos de carne y hueso, yo creo que también somos de esa alma que nos anima. Ese castigo, en reacción violenta al violento, me trae el recuerdo de Dostoievsky cuando escribió Crimen y castigo, primero la tituló "Crimen y expiación", porque el castigo era necesario para llegar a la redención del hombre, a través del castigo, recuerden toda la jurisprudencia sobre el fin de la pena, era posible la expiación del pecado. Pero ese castigo es violencia. ¿Cómo podemos concebir o parar con la violencia, en la realidad de nuestros días? Yo encuentro, sin hacer un análisis muy meticuloso y profundo en la prevención, en la educación y algunas veces, por qué no decirlo, me causa indignación, cuando se habla de que la violencia obedece a la pobreza y que por ello habría que estrechar o achicar la brecha entre los pobres y los ricos, brindar mayor seguridad, mayores posibilidades, mayor poder adquisitivo, mayor salud, mayor bienestar, y se piensa que con eso se va a atenuar en un grado bastante significativo la violencia. Lo han escuchado y leído, y yo me pregunto: ¿y mientras tanto, qué? Porque esas medidas son muy buenas en el largo plazo, pero ¿cuántos años nos va a llevar alcanzarlas, si las alcanzamos? En estos treinta años la violencia instaurada en la República Argentina, ¿seguirá su camino, su curso, in crescendo? Ese lapso, ese tiempo, esa brecha, esos años ¿seguirán costando vidas, pérdida de la libertad y seguirán conculcándose los valores más sagrados de esta sociedad, la vida, el honor, la integridad sexual? Entonces, yo me respondo, no. No podemos esperar a veinte o treinta años para lograr una hipotética salida; debemos actuar ahora. Yo creo que el camino para los legisladores, para el Poder Ejecutivo y para los jueces, es transitar el camino de la prevención de la violencia. Yo no quiero que a mi hijo lo asalten a 178 Comisión Especial de Violentología 2013 mano armada, que a mi nieta la violen, que a mi nuera la maten, que a mi sobrina le sustraigan la bicicleta, o le sustraigan la vida. Yo no quiero que me digan dentro de treinta años, dentro de treinta años yo no voy a existir, simplemente ellas, y ya serán grandes. Cuando digo solución ya, me estoy adhiriendo, me estoy pegando a lo que quiere el pueblo, a lo que quiere el ciudadano de a pié, al que transita las calles de día, porque ya de noche no se puede transitar, al que vive encerrado atrás de sus rejas siendo un ciudadano honorable y los que no lo son viven en libertad transitando por todas las calles y los espacios públicos y privados. Pareciera que hay una revolución copernicana, lo bueno se está viendo como malo, y lo malo como bueno. Yo me pregunto, ¿estamos todos locos? La Violentología, se me ocurre a mí por lo que vengo diciendo, es una cara de una moneda, cuy revés es la victimología y, como toda moneda, no puede verse al mismo tiempo las dos caras, primero se ve una y después la otra, dándola vuelta. Entre ese concurso de los opuestos, violentología por un lado, y victimología por el otro, vamos a ir alumbrándonos en este larguísimo camino de saber que la violencia que provoca cualquier ser humano al llegar a la conclusión y a la verdad. He vivido, como dijo el diputado Ramiro Gutiérrez la violencia diaria, permanente de la función judicial. Ustedes se imaginan todos los días, en términos rutinarios, levantarse y ya estar pensando ¿qué hecho me toca hoy? ¿Voy a juzgar alguna violación, homicidio, qué delito me va a tocar y qué delincuentes me van a tocar, qué tipo de personas me voy a encontrar. Yo veo gente en el expediente pero no tiene cara. ¿Con quién debo tratar? ¿Con ese delincuente que está sentado en frente mío o con la víctima que tengo a mi derecha? Porque cuando en un tribunal colocamos al imputado o al procesado a ser juzgado, se ve él, pero para equilibrar la balanza habría que presentarlos a él y al cadáver de la víctima y ahí va a estar equilibrada la balanza o el pensamiento de los jueces, de las personas que están involucradas, porque la víctima. No se puede comprender este factor, esta causa y este concepto que nos convoca a esta mesa sin conocer lo otro. Si nos olvidamos de lo otro, no podremos entrar en plenitud de conocer. Les decía -cuando uno se levantaba- cuántas veces en el Derecho Penal, no el Código, el derecho penal práctico, los funcionarios judiciales no nos dábamos una ducha para limpiarnos. Era una ducha para limpiarnos el alma que estaba impregnada, ella -que junto con sus ropas en el cuerpo, y un olor a putrefacción, a cadáver, a violación, a muerte, a dolor y a 179 Comisión Especial de Violentología 2013 lágrima-, pero eso -esa repetición desgraciada y continua- no nos ha impedido -por lo menos en mi caso- que se haya formado una callosidad sentimental en mi persona; porque si no hubiera sido trágico para mi vida la despersonalización. La violencia persigue la despersonalización, la cosificación y el despojo de lo que es la prioridad del ser humano. Los gobiernos represores persiguen, a través de la violencia con sus múltiples instrumentos; es decir, el miedo, la coacción, cosificar, masificar, ordenar y cerrar la crítica a toda persona. No en vano, los regímenes dictatoriales recurren a la violencia para lograr sus fines. Yo podría seguir hablando, pero no quiero agotarlos. Entonces, quiero que mis compañeros formulen las observaciones que crean correspondientes y, sobre todo, ustedes, nos formulen las preguntas y los interrogantes que se hayan planteado. Al principio de esta charla me sentía impotente, ya que había que abordar este tema con determinación, encuadrarlo, enmarcarlo y precisarlo. Como digo, esos objetivos se me van de las manos, se me van de la mente, es tan abstracta, pero a su vez tan real y cruel, que no lo podemos evitar. Simplemente, vuelvo a reiterar, la violencia como tal ha nacido con el hombre y, seguramente, va a morir con el hombre. Suprimirla, creo que es una utopía, no creo, estoy firmemente convencido de eso. Pero lo que sí podemos hacer -según mis conceptos- es prevenir mayores consecuencias, mayor gravedad y crecimiento. Por ahora, -en ese mientras tanto del cual hablaba hoy- ¿cuál es el camino que vislumbro? La prevención, como modo o método de acotar la violencia que vivimos nosotros, todos los días, en la República Argentina, y no me quiero referir al resto del mundo, que es más violento todavía. Les agradezco enormemente a todos ustedes que me hayan escuchado con atención no merecida. A quienes me presentaron, por esas palabras también no merecidas sobre mi persona. Y con la intención de que esto no sea óbice sino un acicate para que estas reuniones se realicen, en primer lugar, con oradores más calificados que yo, y, en segundo lugar, para que se realicen regularmente, porque "la vida no es un llegar, sino es un caminar"; es la búsqueda de la verdad, es la búsqueda de ese ideal y como la violencia, se nos aleja cada día que tratamos de verla. A ustedes, particularmente, muchísimas gracias y, en general, mis mayores beneplácitos. 180 Comisión Especial de Violentología 2013 VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO Lidia Tundinor 74 Hola a todas y a todos, señor Presidente de la Comisión Franco Caviglia, diputados presentes, miembros de la Comisión. Me sorprendió muchísimo la invitación para poder trabajar juntos y tener un ratito de encuentro. Me siento muy honrada, gracias por querer escuchar algunas cuestiones de los que estamos en el mundo de la gestión de la política pública. Realmente me sorprendió y me sentí muy responsable en el sentido de poder traerles algunas cuestiones que les sirva al efecto de dar cumplimiento a estos objetivos, que se han fijado como Comisión. Nos falta mucho estudio en la gestión acerca la sistematización de los estudios sobre nuestras realidades. En la gestión no tenemos espacios suficientes para la investigación y el estudio. Es un déficit importante que estamos tratando de saldar con acuerdos y vínculos con las universidades nacionales con asiento en la Provincia, con distintas estrategias, a veces hasta rogando algún programa de extensión a alguna universidad solicitándole información investigador, como así a o algún también, promoviendo un vínculo con investigadoras e investigadores que están tomando la temática desde diferentes ópticas. Hay algunos nuevos estudios de las universidades que están haciendo la maestría en salud y, como el tema de la violencia familiar y la violencia contra las mujeres han sido puestas en agenda sanitaria, encontramos ahora algunos cientistas sociales, algunos miembros de la comunidad de la salud pública de las distintas profesiones, que se están interesando por hacer estudios de género, por hacer estudios, específicamente, sobre la violencia. 74 Profesora en Ciencias de la Educación, con título de postgrado en Planificación y Gestión de Políticas Públicas; Salud Pública y Estudios de Género. Coordinadora del Programa Provincial de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. 181 Comisión Especial de Violentología 2013 Entonces, es nuestro modo de sentirnos reasegurados para poder decir que estamos trabajando no desde una mirada de ensayo y de error, que es una manera muy pobre de aprendizaje para nosotros, las humanas y los humanos, sino desde un lugar mucho más sólido y también construido con diversas miradas, desde distintos puntos de vista, con intersectorialidad, con interdisciplina, escuchando a la víctimas. Hay mucho para aprender escuchando a las víctimas. Esto nos ha enseñado mucho. Respecto de esto, insisto mucho en hacer algunas reflexiones. Yo había traído algún material para que ustedes lo puedan ver en un power, pero se los puedo enviar, inclusive, les voy a dejar el proyecto, el plan operativo de este año, que está incluido en el plan quinquenal del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. O sea, lo que corresponde no solo al plan operativo de este año sino a todo el plan quinquenal. Les quiero contar quién soy, qué hago y qué es este programa provincial. Me llamo Lidia Tundidor. Mi primer amor fue la educación, siempre lo he mantenido, tengo alguna actividad referida a la capacitación de equipos técnicos o con la comunidad permanentemente y ahora me doy el gusto haciéndolo desde el trabajo al frente del programa. A veces cosas raras en la vida te ponen en lugares en los que no habías planificado estar, por ejemplo en el ámbito de la salud pública siendo muy joven, entonces me vi obligada a estudiar Salud Pública y eso me llevó también al tema de la planificación de la gestión de las políticas públicas en general. Debo confesar que mi interés por los estudios de género y, específicamente, en relación a las violencias contra las mujeres, están más vinculados a mi militancia política. Finalizando los años 80 muchas compañeras -soy militante especialista, para nosotros hoy es un día de enorme recuerdo y compromiso porque sentimos que no tenemos que renunciar a la lucha- nos empezamos a preguntar cómo se hacía para quebrar el famoso "techo de cristal", por dónde se empezaba. Eso nos fue llevando a estudios sobre la temática y a promover una acción política específica en relación al protagonismo político de las mujeres -acuérdense que después viene toda la movida de la ley de cupo y muchas otras cuestiones. Desde este lugar fue que empecé a interesarme por continuar estudios de género y empezar a investigar y trabajar las situaciones de violencias sobre nosotras, las mujeres. Esto lo comento porque si no pareciera que vengo del mundo de la Academia por un interés de participación en organizaciones de mujeres, por ejemplo, que hubiese sido absolutamente importante si lo hubiera hecho así, si hubiera militado desde ese espacio, pero quiero compartir con ustedes 182 Comisión Especial de Violentología 2013 porque el lugar desde donde uno habla hace, profundamente, de qué está hablando y por qué, con qué sentidos está construyendo. Les cuento que hace mucho que trabajo en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires ocupando distintas actividades o responsabilidades, y el año pasado, finalizando el año, el señor Ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, el doctor Alejandro Collia -quien me ha pedido que les transmita sus saludos, también me sorprendió la convocatoria al señor Viceministro, al subsecretario Sergio Alejandre- hizo un gesto en relación al tema de salud y género; conformó un área de Políticas de Género en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires para iniciar acciones específicas a favor de la salud de las mujeres, para poder llevar la perspectiva de género y derecho a la política sanitaria en forma transversal y dar espacio a dos programas específicamente para que sean como los mascarones de proa, no porque estos sean los únicos problemas que las mujeres bonaerenses sufrimos, o que el Estado provincial, a través del sector salud, debe enfrentar, pero son dos programas distintivos, que tienen mucha connotación. Uno de ellos es el Programa Provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable, lo coordina una querida amiga, la licenciada Marisa Matía. Este programa no es nuevo, desde que fueron formulados la Ley Nacional y el Programa Nacional, y luego la Ley Provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable, existe el Programa con ración de insumos, con "aseguramiento" de insumos. Lo importante es que el Ministro lo sacó del ámbito de lo materno infantil, que estaba demasiado circunscrito y le faltaba perspectiva de género. La otra cuestión es que este Programa, que yo coordino y que tiene origen en 2007, básicamente porque en ese momento hubo una serie de sucesos que tuvieron mucha prensa en la provincia y las organizaciones de mujeres hicieron un enorme lobby para que quienes fueron en ese momento el Gobernador y el Ministro de Salud tomaran en la agenda sanitaria la temática, específicamente el tema de violación, de violencia sexual, que hubiese protocolos de atención como recomiendan los organismos internacionales, como nos hemos comprometido a través de la firma de convenios y tratados internacionales, como la provincia estaba trabajando en ese sentido. Desde 2007 este Programa se inicia y empieza a desarrollar y construir una serie de protocolos en relación a las mujeres maltratadas, al maltrato y abuso infantil, a la atención en relación a la violencia sexual, en relación al aborto no punible -aquí quisiera hacer después un desagregado. Todos los protocolos cuentan con resolución del 183 Comisión Especial de Violentología 2013 Ministro que, en ese momento, estaba en ejercicio de la cartera. El año pasado el Ministro Collia firmó la resolución del protocolo de atención del tema de trata -un protocolo muy complejo- y este año hemos adecuado el protocolo de aborto no punible a lo estipulado, a la visión que está señalada en el fallo de marzo de este año de la Suprema Corte de Justicia. Ustedes lo saben porque la resolución se firmó en el recinto de la Cámara, el doctor Faundes estuvo haciendo una interesantísima alocución. Ya estamos capacitando y trabajando sobre este protocolo específicamente. Este Programa se ha dedicado mucho a la elaboración de protocolos y siempre ha participado en las relaciones interministeriales; a través de la difusión de sus protocolos, trata de instalar la atención en el sistema de salud de las víctimas de violencia familiar, de violencia de género. Cuando, el 1° de febrero, tomé la coordinación del Programa le solicité al señor Ministro que cambiáramos el nombre -era como la tercera o cuarta vez que se le cambiaba el nombre. En lo que sería la estructura ministerial tuvo distintos momentos, estuvo encuadrado en relación directa con el señor Ministro, con el Subsecretario de Coordinación, con un área, con la otra según fuera la mirada de gestión de quien estuviese conduciendo en ese momento el destino del Ministerio. El Ministro rescata estos dos programas y los pone como programas insignias de esta área que, por supuesto, tiene inclusive otros desarrollos, otras miradas, otras visiones que desea desarrollar. No nos resulta fácil, por las cuestiones que usted mencionaba, los temas de recursos, competencias de capacidades, tiempos, no nos dejan ir a la velocidad de nuestros anhelos, pero vamos trabajando. Cuando asumí el Programa yo le pedí al Ministro que cambiáramos el nombre, el último nombre que tenía -lo tengo que leer para poder decirlo- era muy largo, era el Programa Provincial de Salud para la Prevención de la Violencia Familiar y Sexual y la Asistencia a las Víctimas y a mí me preocupaba que estaba solamente señalado el tema de la violencia familiar y sexual, cuando estamos trabajando fuertemente, o sea tenemos responsabilidad por la Ley Provincial, tenemos incumbencias al sector Salud; pero no podíamos hablar solamente de la violencia sexual, ha sido sancionada la Ley Nacional que tiene que ver con las relaciones interpersonales de las mujeres hace dos años, fue casi reglamentada el año pasado, falta reglamentar muchísimo, es una ley de orden público pero está "flojita de papeles" perdón por lo poco académico del comentario-, tiene cuestiones interesantísimas para profundizar pero no nos da un cómo. También creo que la provincia ha tenido siempre una actitud bastante a la vanguardia de los temas legislativos en relación a los temas de violencia, que los tenemos que revisar porque la dinámica social es tan vertiginosa y nuestra capacidad 184 Comisión Especial de Violentología 2013 de comprensión cabal sobre la temática viene como lenta, pero también tenemos que reconocer que tenemos ley, fuimos una de las primeras provincias en tener una ley específica referida a la violencia familiar y esa ley tiene algunos componentes importantísimos de perspectiva de género y de derechos, lo cual dio lugar a un sistema integrado, después sería cuestión de evaluar la capacidad que han tenido los diferentes ejecutivos y aquellos que tenemos que asumir una responsabilidad, si hemos estado a la altura de las circunstancias para llevar adelante los proyectos, los programas, los planes. Yo creo que siempre es perfectible y que hay unas cuantas cosas para mejorar y me voy a ceñir estrictamente a decir qué es lo que tenemos que mejorar en la salud pública. Tenemos deuda, esto es lo primero que conversamos con el señor Ministro, y lo reconocemos. Tenemos deuda de atención, de prevención, de promoción. Los distintos poderes y los distintos organismos del Ejecutivo específicamente, pero también la sociedad en su conjunto, cuando una mujer entra a la guardia de un hospital lastimada, violentada y que no siente la fuerza para hablar se pregunta por qué no recibe cuidado, en su interior se pregunta por qué no la cuidamos, y a veces la revictimizamos. Tenemos setenta y siete, no todos ellos podrían estar en condiciones de hacer este tipo de trabajo de atención, hay alrededor de cincuenta hospitales de agudos que tienen por guardia o por consultorios externos la posibilidad de hacer tarea de promoción, prevención y atención de la violencia familiar y de género. Entonces, uno siente la mirada de los otros diciendo: "bueno ustedes bajo la misma casita, el mismo edificio, tienen una cantidad de profesionales de distintas especialidades: la toco ginecología, la pediatría, la clínica, la emergentología, gente de la salud mental, la psiquiatría, la psicología, licenciados en Trabajo Social, abogados -no especializados en género, pero muy orientados a la administración hospitalaria". Tenemos profesionales, todos sabemos que se necesita una mirada interdisciplinaria, entonces la mirada es por qué no aumentamos la capacidad de desarrollar estrategias concretas de promoción, prevención -como la entiende el sistema: primaria, secundaria y terciaria, en los distintos momentos de los ciclos de la violencia y de las circunstancias de vida que sufren las personas violentadas- y, sobre todo, de atención de manera integral e interdisciplinaria. Lo que pasa es que nuestros profesionales no han sido formados en sus especialidades, ni en sus estudios de grado, ni en sus estudios de postgrado para aumentar sus competencias y sus posibilidades de actuación en el campo de la salud pública, se ha incluido la formación en la 185 Comisión Especial de Violentología 2013 atención de las situaciones de violencia familiar y de género. Entonces sí, es cierto, tenemos esta capacidad de interdisciplina y los tenemos bajo un mismo techo, las organizaciones hospitalarias son sumamente complejas -creo que todos ustedes pueden comprendernos en las dificultades que atravesamos-, pero hay que aumentar la posibilidad de capacitación de estos profesionales y las estrategias de gestión en red. Estas son las líneas que hemos definido dentro del plan quinquenal. Mejorar el modelo de atención, nosotros en el sistema de salud hablamos de tres esferas para comprender cómo funciona el sistema, tres dimensiones importantes del sistema son: el modelo de atención, lo que en otras ciencias se dice el abordaje, la intervención; el modelo de gestión del sector y el modelo de financiamiento. La interrelación de estas tres esferas, que es muy compleja, nos permite desarrollar proyectos y programas más integrales del sector; siguiendo estas líneas nos hemos propuesto avanzar en el fortalecimiento del modelo de atención, de un modelo de abordaje. ¿Qué es atender desde la interdisciplina a una familia, a una mujer, a una niña, niño o adolescente, a un adulto mayor, a una persona con discapacidad víctimas de violencia? ¿Cómo se hace esto? ¿Cómo se atiende desde la mirada de las diferentes disciplinas con una perspectiva de género? ¿Cómo se hace prevención? La otra cuestión fundamental es cómo gestionamos nuestro propio sistema, cómo gestionamos la organización hospitalaria en su interior para que esté capacitada para tomar la situación y cómo la ponemos de cara al conjunto de los otros actores que intervienen en estos escenarios, tanto en el mismo sector como en el resto de los poderes que intervienen, en las jurisdicciones que intervienen. Nos hemos decidido, definitivamente, por un modelo de gestión en red, de articulación. Y la tercera pata -porque acá, para poner esta mesa y que no temblequee lo que pongamos encima necesitamos, por lo menos, tres patas- es profundizar la participación y organización de la comunidad. A quien creemos que sabe mucho sobre el tema, cuando estudiamos necesitamos consultarles a nuestra gente, a nuestras mujeres, a nuestros varones qué es lo que pasa; saben mucho sobre estrategias "para", de estrategias de asistencia a la víctima, de contención de la víctima, y hemos desarrollado algunas cuestiones, tales como la formación de promotores de salud. 186 Comisión Especial de Violentología 2013 En todas estas líneas estratégicas de trabajo, durante este año hemos aumentado nuestra capacidad de hacer. Sería una mentirosa si les dijera que tengo claro cuánto hemos impactado; no es que no tengamos estrategias para monitorear, pero aún en 6 meses de haber asumido esta tarea no tengo una certeza de impactos. Para empezar a ver algunos detalles de acciones concretas, porque yo preferiría no ocuparles mucho tiempo y que ustedes me digan sobre qué quisieran saber más.Para el modelo de atención. Antes de introducirnos en este tema, quisiera hablarles de un tema que está súper vinculado de la gestión y de la atención, que son los sistemas de registro. ¿Cómo pensamos el abordaje de la intervención, cómo gestionamos? Esto tiene que ver con la estrecha relación sobre qué tipo de información clara, pertinente, profunda, tenemos acerca de las circunstancias, las situaciones de violencia que las personas viven, tanto en lo cuantitativo como en los modos, los sentidos en que se producen las situaciones. Ya todos escuchamos acerca de las 119 víctimas del femicidio en el primer semestre. En relación al primer semestre del año pasado, es un poquitito menor y no es para alegrarse de que sea un poquitito menor. Esa información, de bueno, no tiene nada. Ahora qué sabemos nosotros de esas muertes. Sabemos si pasaron por el sistema de salud golpeadas, no solicitando ayuda, solicitándola, qué recorrido hicieron, qué circuito siguieron. Hemos encarado un proyecto de trabajo con dos profesionales y tres constituimos al programa como centro de prácticas de la Facultad de Trabajo Social y, entonces, trabajamos con tres alumnas avanzadas de cuarto año de Trabajo Social que todo este año están haciendo su pasantía con nosotros y que es un trabajo en el que hay que asegurarles, además, el proceso de aprendizaje. Les explico esto para que vean con qué recursos trabajamos y no tenga que explicar mucho que tenemos pocos recursos. Estamos haciendo un estudio, así como estudiamos la mortalidad materna infantil, con la misma metodología y a través de nuestros datos del sistema integrado de información que tiene la Dirección de Información Sistematizada del Ministerio de Salud. El Ministerio de Salud produce muchos y buenos datos, pero hay que aprender a leerlos y a veces bien un poco retrasados. Por ejemplo, respecto a la mortalidad materna infantil poder lograr todos los certificados de óbito, inclusive de los niños y niñas menores de 1 año muertos en CABA, 187 Comisión Especial de Violentología 2013 todo eso lleva un año. No se puede creer que suceda en estas épocas, con la velocidad de la información y la comunicación, pero lleva un año obtener todos los registros. Yendo de hoy para atrás, estamos trabajando en investigar cada situación, cada muerte, no para contarla solamente, porque sí nos importa saber cuántos, pero también nos importa saber dónde, qué le pasó a esa víctima, por lo menos dentro de nuestro sistema. Y si tenemos alguna otra información de qué le pasó en su ruta crítica, también. Lamento que esto sea publicado, pero lo voy a decir igual: una de las cosas que sentimos en relación a la enorme deuda de capacidad de atención, donde sentimos que la situación está, el problema está delante nuestro, o sea nosotros estamos por detrás del problema y lejos del problema; no hemos logrado acercar profundamente. Entonces, esta cuestión de que el señor Ministro haya creado un área específica, le esté dando recursos, haya puesto en la agenda sanitaria, haya firmado este protocolo en la Cámara de Diputados, esté acompañándonos para poder llegar a cada director de hospital, a cada jefe de servicio, a cada coordinador o director ejecutivo de región sanitaria, a cada secretario de salud municipal, ya que para poder ponerlo entre todos en la agenda esta voluntad política es imprescindible para poder empezar a saldar la deuda. También es importante entender que tenemos que ponernos en encuentros, en diálogos, el profundizar las acciones de capacitación y de gestión. Ahora, retomo el hilo: cuando estamos haciendo estos estudios en nuestras percepciones, porque quiero decir que estamos en este nivel de complejo método de investigación y, en este momento, les puedo transmitir algunas percepciones, inclusive unas primeras hipótesis que estamos construyendo. Encontramos muchas mujeres que habían pasado por el sistema, que en algún momento había un brazo quebrado, un ojo, una consulta, un reclamo, y que muchas de estas mujeres tenían denuncias en el Poder Judicial. Y aquí surge esto -que me voy a animar a decir-: proyecta tanta sombra la dificultad de acceso a la justicia no nos deja ver esa deuda de otro poder; proyecta tanta sombra que, entonces, nos oculta un poquito los déficit que tenemos los que estamos en este lugar, que es el de la gestión de las políticas públicas. 188 Comisión Especial de Violentología 2013 Y el acceso a justicia es un imperativo. No es fácil trabajar con los equipos de salud que están comprometidos y están avanzando en modelos profundos de atención, de abordaje, de intervención de la violencia familiar y de género que son defraudados permanentemente porque no se da respuesta al derecho de acceso a justicia de las familias y las mujeres, en los diferentes tipos y modalidades en que las violencias se ven en sus vidas cotidianas. Entonces, obviamente para la víctima es peor y además está la sensación de impunidad para la sociedad toda. No nos permite avanzar en una situación que nosotros queremos profundizar, que es la corresponsabilidad social. Desgraciadamente, el tema de femicidio nos permite poner blanco sobre negro, porque es tan tremendo que es un modo de poder alertar, parece que uno puede tocar la campana o el timbre más fuerte. Esta mujer que fue asesinada por la sola razón de ser mujer, en manos de su pareja, su esposo, novio, conviviente o no, ex pareja, no vivía sola en la cumbre de una montaña. Y estos procesos, si bien tenemos algunas cuestiones que queríamos comentarles, se dan en el tiempo. Alguien vio, alguien escuchó; el agresor corta los vínculos, opera sobre su víctima de modo de construcción de su subjetividad, de su auto estima, que la deprecia y la deja absolutamente sin voz. Pero, los demás, nosotros, los hermanos, hermanas, vecinas, las amigas de ellas, vemos estos procesos, los vemos y a veces no tomamos la debida consideración de los riesgos. Y tampoco lo hace el sistema de salud, de la situación de riesgo en que las mujeres y familias se encuentran, aún cuando es propio de ella medir el riesgo, medir el daño y trabajar para cuidar, atender, re habilitar, inclusive para consolar; es propio de la atención de la salud el restablecimiento de la completa salud psíquica, física, social de estas víctimas. Estamos haciendo este proyecto, hemos incluido la atención de la violencia en un sistema único de registro para el primer nivel de atención, sistema Sur, que nos permite saber en el primer nivel, en los municipios, en los territorios, a través de las unidades sanitarias que están en la gestión de nuestras municipalidades, más de 2 mil en la provincia de Buenos Aires, y lo vamos a incorporar ahora en NACER. Como el NACER se amplía y llega hasta mujeres de 64 años nos va a dar más información, porque tiene un buen sistema de registro, tiene 189 Comisión Especial de Violentología 2013 contemplada esta posibilidad y vamos a empezar ahora con algunos cruces. A fin del año pasado, se implementó una planilla de registro de la atención de los hospitales provinciales. Finalizando el año se hizo una presentación, donde había unos trescientos casos notificados de la atención. No tengo nada que agregar. Sí puedo decir que sostuve el sistema. No me parece que cada uno que llega a la gestión barre con lo anterior y, como es tan lúcido, tan inteligente, vivaracho y sabe mucho más que el otro, cambia para mostrar que sabe. Con la misma planilla, que no es una mala planilla, lo que hemos hecho a través de las regiones sanitarias, es poner mucho énfasis en el registro. Hemos aumentado en el primer semestre el 100 por ciento de registro, pero 100 por ciento del bajo registro que teníamos. No les quiero vender nada, tengo para darles toda la información, puedo dejárselas, por ejemplo, donde hemos hecho una comparación del primer-segundo semestre. Hemos cambiado también mucho. Quiero hacer énfasis en algunas cuestiones para liberarlos y que ustedes me pregunten, para lo que les dejo algún material a su disposición. Hemos cambiado el modelo de capacitación de nuestros profesionales. Creemos que los protocolos son imprescindibles, es decir, hay un aspecto prescriptivo y normativo que está en el protocolo, que es necesario en nuestro sistema, pero la realidad tiene la muy mala costumbre de no querer adecuarse a esto, no entra. Entonces, pensamos que debemos ir hacia la capacitación con guías de internación y promoviendo estas capacitaciones como construcción colectiva de conocimiento desde la interdisciplina y unificando, al mismo tiempo, la mirada de abordaje y con la mirada de gestión. En eso estamos en las doce regiones sanitarias. En lo que pasó del año, ha sido bastante intensa la posibilidad de trabajar. Hay doce referentes regionales de este programa en cada una de las regiones sanitarias hay un referente regional, que trabaja de cara al hospital provincial y al esquema del sector salud municipalmente. Pero no es solamente eso, sino que hemos replicado nuestro accionar en la macro gestión de salud. Nosotros pertenecemos a todas las comisiones y mesas que existen en la Provincia referidas al tema. Primero, la que está señalada en la ley provincial: la mesa intersectorial de atención. Después, en la Comisión Interministerial de Niñez y Adolescencia, también en la comisión referida a situaciones de trata, que ustedes saben que el órgano de aplicación es el Ministerio 190 Comisión Especial de Violentología 2013 de Desarrollo Social, entonces la coordina Desarrollo Social, la Secretaria de Niñez y Adolescencia coordina la Comisión Interministerial de Niños y Adolescencia. En la Secretaría, la subsecretaria del Ministerio de Seguridad y Justicia, Silvia, coordina la comisión referida a trata; trabajamos con Copete, con el Ministerio de Trabajo y con Niñez, en el tema de trabajo infantil. Trabajamos también con la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades para varones y mujeres en el mundo laboral (CTIO), y nosotros tenemos la comisión de Diversidad y Salud. Hemos ampliado mucho el tema de educación de derechos en lo que significa identidad de género y diversidad sexual y estamos haciendo capacitación. El año pasado el señor ministro firmó una resolución ministerial que impone el respeto a la identidad de género auto percibida en la atención de los grupos profesionales, los equipos de salud y el personal de contacto tiene la obligación de respetar la identidad auto percibida por el usuario, o la usuaria. Hemos avanzado con algunas cuestiones referidas a subatención de salud integral y, muy específicamente, en lo referido a salud sexual; también la violencia es otro tema que estamos trabajando. Hay otros, por supuesto, como el tema de fertilización asistida, y algunos cuantos más que no hacen a la temática. El hecho de participar con el resto de ministerios, es importante, porque se han producido algunos interesantes cambios este año en estas mesas y comisiones como, por ejemplo, se ha mejorado la metodología de articulación. Yo creo que si no le ponemos metodología a los procesos de gestión, de las políticas públicas, aunque hacemos una serie de reuniones inacabables, pocas prosperarán en la posibilidad de contactarnos en el territorio con la realidad y asegurar la llegada de los recursos, dispositivos, servicios que disponemos de manera articulada, digo como Poder Ejecutivo. Esto lo hemos replicado en nuestro sistema, hemos puesto al sistema de salud de cada territorio con los modelos formales en informales de gestión en red, donde hay una mesa local y si hay un hospital provincial participa y si no lo hay, se acerca igual. Algún tipo de formación de redes con las organizaciones de mujeres, con las ONG, con otras instancias provinciales que están en el territorio, como la comisaría de la mujer, DDI, Atención de las Víctimas, la Secretaría de Derechos Humanos, de los servicios locales y zonales de la Secretaría de la Niñez y con la Dirección General de Escuelas. 191 Comisión Especial de Violentología 2013 Es fundamental que, a nivel provincial, podamos ir directamente de cara con la estructura municipal a los vecinos y las vecinas, porque pensamos que esto es simultáneo, paralelo y se atraviesa, por decirlo de algún modo. El modelo de abordaje y de gestión tiene volumen; debe complejizarse para abordar una trama tan compleja, y la trama que nosotros le pongamos también debe tener capacidad de complejidad sin llegar a ser un obstáculo. Digo complejidad porque aumenta la solidez, pero no debe alejarse más de la gente y se debe contar con más dispositivo que hace poco accesible la llegada. En ese sentido, estamos trabajando. Tenemos la posibilidad de contar con una ley de regionalización, que va a ser un dispositivo propio del sistema que nos permitirá trabajar de cara a la realidad local. Todo esto que estoy diciendo es para el desarrollo y la profundización, aplicando una fuerte mirada crítica. Habrá que pulirle algunos detalles, pero que no lo son, porque le falta primero pulir lo grueso luego el fino, y después, al final, poder darle la blanqueada a la pared. Y, si después, alguno quiere, llamamos a un diseñador y la pone bonita. Con esto quiero decir en qué lugar de la construcción estamos; y que no es fácil construir en este tema. También quiero que sepan que hay muchas personas comprometidas en el sistema de salud, no es un sistema poco comprometido. Las personas que trabajan en salud se conmueven ante el dolor humano. A veces pareciera que el permanente contacto con el dolor, con la enfermedad y con el sufrimiento los encallece, pero no es así, hay mucha gente trabajando muy bien. El tema es dispar, es decir, necesitamos mejorar nuestras estrategias y profundizar la acción; este es el compromiso que realizamos. Yo les dejo aquí algún material acerca de los objetivos del programa. Tiene el viejo nombre porque cuando se lo tuve que presentar al señor Ministro para que esté dentro del quinquenal, todavía no teníamos el cambio de denominación. Pero ahora nos llamamos Programa de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género, porque la idea era poner “las violencias contra las mujeres” y caía en la misma cosa de tener un título enorme. Al programa le sacamos “de salud” porque somos, obviamente, un programa de salud. Esta es información que nos permitiría que ustedes, inclusive, nos monitoreen, porque incluye todas nuestras líneas de acción y nuestras metas indicadoras es el sistema de monitoreo. 192 Comisión Especial de Violentología 2013 También tengo para mostrarles otro material que fue impreso el año pasado, y como me encontré con mucho material, este año estoy trabajando con él. Mucho de ello no tiene mi nombre, pues uno, en el Estado, no se puede hacer el tonto en relación a los recursos tan escasos de los que disponemos, y por eso no lo vamos a volver a imprimir. Hay un modelo tipo de folletería y, en ese sentido, aclaro que tengo una crítica, esto del negro, violeta, moretón no creo que se corresponda con el modo de comunicación social de política de género que debiéramos abordar, pero tengo miles, por eso estoy bajando en este material y esta es la folletería que les entrego. También les dejo uno de los protocolos. Es mi opinión, después de haberlo revisado, que muchos de ellos necesitan ser actualizados, porque no es que sean malos, pero hay que tener una mirada de actualización permanente porque la dinámica de la problemática cambia. Yo les prometí darles algunas percepciones que tenemos: por ejemplo, ¿dónde están por grupo etario, la masa crítica de las mujeres violentadas? 14 a 35 años, y 14 a 24 es el pico. Nosotros veíamos hasta hace unos años, a la violencia descripta como los libros, como el círculo, el proceso, desde el inicio de la situación de violencia desde la violencia psicológica hasta la escalada de la violencia en el círculo que cada vez se desaceleraba más, esto que todos ustedes ya saben, pero digamos terminar en esta forma. Este tránsito de aceleramiento, del círculo de la violencia dado en el tiempo, ha sido así en algunas situaciones y, como lo están grabando, estoy haciendo con mis manos un gesto que es de acá, hoy arriba, diez días de convivencia. Tengo registrado esta situación desde el principio, diez días de convivencia. Ellos se habían separado, ella tenía una nena de cinco años, tenían juntos un bebé de ocho meses, se habían separado y habían empezado su vínculo, se separaron durante su embarazo; la familia estaba muy contenta cuando empezaron a vivir juntos nuevamente. Ella es una de las víctimas que cuenta, entre estas 119. Estuvo aquí en nuestro Policlínico de la ciudad de La Plata, que tiene el Servicio del Quemado, pero lo único que pudo hacer Salud fue el coma farmacológico, porque tenía más del 70 por ciento de quemaduras, entonces el único paliativo es que la persona no sufra el enorme dolor de estar quemada, ya que es una de las situaciones físicas más dolorosas. Nunca había hecho una denuncia, su familia estaba contenta de que habían vuelto a convivir. 193 Comisión Especial de Violentología 2013 Una estrategia que nos estamos dando es, cuando aparece un dato por donde sea, la comunicación entre los medios de prensa, la comunicación que tenemos entre ministerios, desde nuestras regiones o desde el trabajo del territorio con los promotores. Lo investigamos, por ejemplo en este caso fue muy importante intervenir, porque el bebé estaba con él, y a la nenita que era hija de ella -había una circunstancia ahí-, su hermana estaba muy atemorizada, ella era la única que sabía, él la traía y la llevaba, aquí a La Plata, en el San Martín. Pudimos lograr dar pronto aviso la Secretaria de Niñez y Adolescencia y regularizar la situación de cuidado de esta familia, de estos niños. En la situación de agonía de su mamá, pudimos hacer una intervención rápida sobre la familia y también desencadenar los procesos de denuncia correspondientes referidos al agresor. Estamos tratando de crear un curso de 50 horas, con evaluación final, que es un proyecto de intervención en las doce regiones. El IPAP nos ha comprometido ayuda financiera para la capacitación. Hoy me dan la noticia de que vamos a poder hacer seis cursos; lo hemos articulado de una modalidad de pareja pedagógica, dos personas muy capacitadas en el tema, pero por región sanitaria regionalizando bien, tratando de adecuar a la diversa realidad provincial. No es mucha cantidad de horas, sin embargo, cuesta mucho conseguirlas. Después les cuento qué suerte tuve al respecto, pero la idea original de lo que hemos venido charlando es que puedan financiarnos seis cursos este semestre, y seis el próximo. Nosotros estamos haciendo nuestro esfuerzo de capacitación de asistencia técnica desde el Programa, desde el Área de Políticas de Género con toda la temática que traté de exponerles rápido sobre la mesa. Han sido muy atentos en escuchar. Gracias a todos y a todas. 194 Comisión Especial de Violentología 2013 VIOLENCIA CONTRA LOS ADOLESCENTES Y LAS MUJERES Norberto Liwsky, Marco Guillén y Sol Macchi75 Norberto Liwsky: Buenas tardes a todas y a todos. Es un gusto para el equipo del Observatorio tener esta posibilidad de encuentros, dentro del espacio de trabajo de las comisiones. En particular, esta Comisión tan singular desde el punto de vista del enfoque del tema y de su instancia actual de desarrollo. Nos pareció que el Observatorio Social Legislativo debía acompañar esta primera etapa de trabajo de la Comisión y, por eso, nuestros integrantes del equipo han acompañado casi todas las convocatorias que se han venido realizando. En ese contexto, nos parecía que era oportuno, -y así se lo hicimos saber al diputado Caviglia-, el momento para interactuar entre algunos capítulos de trabajo del Observatorio y el desarrollo de la Comisión. Sin la pretensión de introducir alguna valoración diferente a la que vienen construyendo, pero sí, siendo el ámbito legislativo el que contiene a este Instituto -relativamente ya instalado- que es Equipo investigador del Observatorio Social Legislativo de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. 75 195 Comisión Especial de Violentología 2013 el Observatorio dentro de la Cámara de Diputados. Compartir su producción con las comisiones y con ésta en particular -habiendo temas en común- parecía muy lógico y un acto de institucionalidad necesario. El desarrollo del Observatorio ha fijado algunas prioridades temáticas, algunos las conocen tal vez por experiencia más que otros. Ramiro nos ha acompañado desde el principio y hemos intentado generar comisiones de seguimiento en la aplicación de alguna de las normas; como también, favorecer con estudios, investigaciones, recuperación de datos a los anteproyectos que se estiman que el Observatorio puede contribuir. El foco de atención está puesto desde hace tres años. Por un lado, en el universo de leyes que contiene la niñez, la adolescencia y la juventud, básicamente, las Leyes de Promoción y Protección; la Ley de Educación, y la Ley de Justicia Penal del Niño. En el último período, hemos abarcado aquellas que hacen al conjunto de leyes que relacionan los derechos de las mujeres y, en particular, hemos tomado prioritariamente lo que hace a la violencia doméstica. En ambos espacios fue bastante necesario introducir la subdivisión de temas o dimensiones de análisis; es decir, aquellos que vinculan la violencia tanto con el sector de niñez, adolescencia y la violencia de género. El MIDEN es -en todo caso- el instrumento que hemos elegido para el desarrollo de estas investigaciones, y que significa medición, indicadores, derecho, desarrollo y educación para el caso adolescencia; y que a su vez, cuando lo traducimos a las mujeres, MIDEN; en realidad -ustedes lo tienen allí adelante en la carpeta- también son mediciones, necesidades, inclusión y derechos. El MIDEN completo lo van a encontrar -creo que ya lo tienen los diputados en sus despachos- a mano en el CD que está en la solapa de esta carpeta. Los dos son productos 2012 y trabajamos sobre indicadores que nos han permitido generar una perspectiva de la problemática, a través de reunir datos con la mayor fidelidad posible. La intención es que en pocos minutos podamos presentar los aspectos principales de estos dos documentos -el documento de la adolescencia MIDEN y las mujeres MIDEN-, ambos referidos a violencia. Por supuesto, más allá del espacio que permite este momento en la Comisión, está abierta la posibilidad para que los integrantes, individualmente, sus asesores, 196 Comisión Especial de Violentología 2013 puedan realizar todo tipo de consulta que surja de aquí, y toda propuesta que surja para mejorar, revisar y corregir metodologías de trabajo o criterios de enfoques. Desde ya al ser del Instituto de la Cámara de Diputados, son los diputados y diputadas quienes tienen la palabra más indicada para orientar la tarea del Observatorio. Si les parece oportuno le paso la palabra: en primer lugar al Licenciado Marco Guillen, Sociólogo integrante del equipo; y en segundo lugar, a la licenciada Sol María Macchi, quien es a su vez, licenciada en Ciencias Políticas. Cada uno de ellos podrá presentar los aspectos principales y la dimensión sobre violencia. Licenciado Marcos Guillén: Muchas gracias a la Comisión por recibirnos. Como decía Norberto, la parte que me toca a mí es presentar los aspectos vinculados con la adolescencia; es decir, el seguimiento de estas tres leyes que se han mencionado. Este es un trabajo que venimos produciendo desde el año 2009 con distintos niveles de desagregación. Empezamos con datos a nivel provincial y pudimos avanzar a partir del año 2010 con datos sobre la influencia o la discriminación propia de los municipios y de las secciones electorales, porque entendíamos que era una manera de facilitar lo que tiene que ver con la democratización de la información que se produce. En este mismo camino que hemos hecho desde el año 2009 para acá, y que ustedes tienen algunos apartados incluidos en sus carpetas -y la totalidad del trabajo incluida en el CD- es identificar una serie de dimensiones en distintas áreas de conocimiento con respecto a los adolescentes; las cuales, han ido variando a partir de la información que teníamos y de las posibilidades de considerarlas para que en el formato actual, tengamos un esquema de lo que se presenta en siete dimensiones. Una de las dimensiones tienen que ver con población y desarrollo; otra, con salud y adolescencia; otra, con educación y adolescencia; una con violencia contra niños, niñas y adolescentes; otra de participación juvenil, y la última vinculada al sistema de justicia penal juvenil. En estas dimensiones, hay distintos tipos de información o indicadores que darían cuenta de esta dimensión, no con una idea de exhaustividad total, sino, con ideas de los que trabajamos con esta información; ya que sabemos las dificultades que se presentan en general en la 197 Comisión Especial de Violentología 2013 Argentina con respecto al acceso de la información, el procesamiento de la misma y poder compartirla. En lo referido a violencia, nosotros trabajamos con indicadores; es decir, el tema de violencia vinculada a causas externas -a causas externas de muerte-, que este era un indicador que, originalmente, teníamos en salud y luego lo pasamos a violencia. Otro que tiene que ver con situaciones evidénciales en ámbitos escolares; o sea, violencia en las escuelas y finalmente, datos de violencia institucional y de persistencia en situaciones de tortura en la provincia de Buenos Aires. La fuente de información es variada. Nosotros tendemos, generalmente, a utilizar fuentes oficiales de datos. En el caso de los que mencioné, está utilizado el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, está también utilizada la Defensoría de Casación de la procuración de la Suprema Corte, que tiene una base de datos respecto a casos de tortura ocurridos en la Provincia, para mayores y para menores. Finalmente, complementamos con un informe producido por UNICEF y FLACSO, respecto de las situaciones de convivencia en las escuelas. Como yo les decía, ustedes tienen ahí determinada información respecto de esto. Lo que sí es llamativo en lo que tiene que ver con las causas externas de mortalidad -en el fin de semanasi no me equivoco, salió un artículo en un diario respecto a esto, se mencionaba parte de la misma fuente desde el Ministerio de Salud, donde podemos ver que hay una persistencia y prevalencia de causas externas de muerte por sobre las causas internas. A este indicador lo ubicamos dentro de violencia, porque la característica de las causas externas es, precisamente, que son causas violentas y que son causas evitables. Alrededor del 60 por ciento de las muertes que se producen en poblaciones adolescentes tienen que ver con este tipo de causas; es decir, podríamos pensar que mediante el desarrollo de políticas públicas, de concientización y de acción, se podrían llegar a prevenir. Hacia el interior de las causas, cuando uno mira un discriminado llama la atención -y el artículo lo mencionaba-, el tema de los homicidios: el 18 por ciento de las muertes tiene que ver con chicos que mueren por motivos de homicidios y a su vez, el tema de suicidios, donde el 14 por ciento de las muertes son por este tipo de causas. 198 Comisión Especial de Violentología 2013 Al mismo tiempo, incorporando la discriminación por género nos llama la atención, como para poder identificar algún tipo de variaciones al momento de planificar algún tipo de política pública, vemos que hay más propensión, en el caso de las mujeres, a ser víctimas de accidentes de transporte y de accidentes mortales. El 37 por ciento de las adolescentes que mueren por causas externas están vinculadas con este tipo de accidentes, mientras que en el caso de los varones, las principales causas van a ser, el ser víctimas de homicidios en una relación, aproximadamente, de tres a uno; cada tres varones hay una mujer que muere por motivo de ser víctima de un accidente. En el informe que mencionaba UNICEF y FLACSO, respecto a situaciones en las escuelas, sí se da cuenta de una serie de situaciones que se dan en ámbitos escolares. En un estudio que se desarrolló tanto en el ámbito de la sociedad como en la provincia de Buenos Aires, a través de grupos locales, entrevistas a directores o a los propios chicos, donde se identifica que más del 70 por ciento de los chicos vivieron o presenciaron actos de violencias en ámbitos escolares; que pueden pasar por riñas o por distintos tipos de situaciones que se desarrollaban en ámbitos escolares. También hablan de humillaciones, como una forma de violencia, y en este caso, más del 65 por ciento. En lo que tiene que ver con tortura, desde hace un tiempo la provincia de Buenos Aires, a través de la Ley 14211, tiene un registro de los casos de tortura que ocurren, esto recae en la Defensoría de Casación de la Provincia que agrupa estos casos y nos va dando, de manera trimestral, la información actualizada respecto de la ocurrencia de estas situaciones, tanto para mayores como para menores. Actualmente, ellos hacen una especie de compilado de datos y hablan de 320 casos de tortura para los chicos del pueblo de la Defensoría Penal Juvenil desde el año 2001 al 2010, pero, por supuesto, hay muchas discrepancias respecto de cómo fueron registrados. Si uno toma información trimestral que se han dado de manera periódica pueden ver que puede variar un poco, pero entre 46 y 60 casos de tortura contra menores de 18 años se denuncian o se constatan en términos del registro que ellos tienen. Al mismo tiempo, nosotros producimos información con respecto a los datos que nos proporcionaron, respecto de cómo se distribuyen geográficamente y podemos ver que, cerca del 50 por ciento de los casos, se producen en el ámbito del conurbano. 199 Comisión Especial de Violentología 2013 Al mismo tiempo, hay una situación que es que en este registro de datos se toman también aquellos casos que están denunciados formalmente por las víctimas de las torturas y aquellos que no y, también, se da una proporción, lamentablemente, mayor del caso sin denuncia formal, es decir, sin iniciar un trámite que atente a sancionar a quienes fueron los responsables, sino que una denuncia informal de un hecho fortuito que supera a los casos de denuncia. En la otra dimensión que queríamos compartir, porque nos parecía que tenía que ver con la temática que viene trabajando la comisión, que es la que tiene que ver con justicia penal. En ese caso la fuente de información es el sistema informático del Ministerio Público, la Procuración provincial es la que nos provee, mayormente, los datos y también se incluyen allí una serie de investigaciones que, desde hace tres años, el propio Observatorio, a través de sus recursos, viene desarrollando estableciendo la relación entre adolescentes y medios y representaciones sociales de adolescentes. En el caso de la información que provee la Procuración, también ha tenido algo de difusión. Lo que se puede ver es el peso que tiene en el universo de investigaciones penales preparatorias que es como se inician los procedimientos de justicia administrativos para identificar situaciones de violación de la Ley, el 4,3 por ciento solamente son investigaciones penales preparatorias que corresponden a la población de 18 a 16 años y, al mismo tiempo, cuando se ve en el desagregado, qué tipos de delitos son los que se imputan, vemos que solamente el 1,07 por ciento, estamos hablando de homicidios dolosos. De manera sucinta, esta era la idea de poder presentar estas dos dimensiones con la idea, como dice Norberto, de que ustedes puedan no solo realizar preguntar, sino realizar aportes que nos ayuden a complementar la información que estamos presentando. Muchas gracias. Licencia Sol Macchi: Buenas tardes a todos y a todas. Estoy contenta de encontrarnos otra vez. Mi parte es el trabajo que se ha realizado a partir de este año en el Observatorio con respecto a la violencia de género, lo cual es un tema de alto interés, de alto impacto, de creciente incidencia y que el Observatorio, con gran abordaje técnico e intención de profundizar en el tema, se ha ocupado este año y me ha invitado a participar. 200 Comisión Especial de Violentología 2013 A modo general, les voy a explicar un poco las dimensiones de análisis, así como cuál es el abordaje legislativo que hemos utilizado en esta parte y que sepan a nivel práctico, cómo hemos dividido temáticamente el trabajo. Después, los voy a invitar a que miremos el documento y veamos algunos indicadores concretos que, quizás, puedan resultar de interés, pero mi idea no es influir demasiado en el criterio analítico para que ustedes cuando lo vean puedan sacar sus propias conclusiones y encontrar cosas ricas en el trabajo, que creo que eso es lo más importante de este documento. En cuanto a las dimensiones de análisis, las primeras cuatro en las que hemos trabajado este año son las mujeres y los objetos socio-demográficos en los que van a tener una introducción -esto lo tienen todo en el CD- desde la pirámide poblacional, los índices quinquenales de edad, la población analfabeta, toda la desagregación siempre es con enfoque de género, esto es importante. La producción no siempre ha venido desagregada por género desde la fuente original, pero estamos logrando, a través de este trabajo, que todas las fuentes de información oficiales también entren en este proceso de replantearse la importancia de recaudar estadísticamente los datos con este enfoque. Volviendo a los aspectos socio demográficos, tienen también poblaciones limítrofes desagregadas por sexo, tienen población analfabeta; son cuatro o cinco indicadores y en todos ellos tomamos como fuente el último censo del INDEC del 2010. La segunda dimensión es la violencia familiar, en la que voy a meterme con más profundidad luego, pero les adelanto que, lógicamente, utilizamos como marco legislativo de referencia principal, la Ley 12569. Como saben, es una Ley que ya tiene 12 años de sanción y que es la que utilizamos. También, con respecto a la cuestión de construcción política utilizamos la ley de grupo femenino, solo con respecto al poder legislativo y hay otra dimensión que es la parte de justicia. En todas estas, las fuentes son también oficiales, al igual que se realiza con el trabajo en adolescencia y hemos tenido informes específicamente preparados para esto. Hemos recibido informes del ABM, de la Secretaría de Derechos Humanos, un programa muy importante que se viene implementando desde el año 2008. 201 Comisión Especial de Violentología 2013 Hemos tenido también un importante aporte de las comisarías de la mujer, la órbita del Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia, que nos han proporcionado un informe con alto grado de desagregación en el cual ustedes luego lo van a poder observar. También hemos tenido al aporte de la defensoría del pueblo, la Defensoría de Casación y en la parte de construcción política hemos accedido a algunos documentos, específicamente, más técnicos y, también, nos metimos en fuentes oficiales de la cámara de nuestro propio Cuerpo, la Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores. Hemos trabajado mucho en los tres poderes, pero en el documento van a encontrar un mayor nivel de desagregación en el plano del poder legislativo y ahí van a poder sacar conclusiones con respecto a la representatividad de las mujeres. Ahora sí, metiéndome un poco más, los invito a que miremos el documento. Van a encontrarse en la primer parte, en la portada, que la distribución temática de todos los indicadores que les vamos a proporcionar se dividen en tres títulos. Tenemos, en primer lugar, el registro de denuncias con una diversidad de fuentes; en segundo lugar, modalidades de violencia; y, en tercer lugar, femicidios en la Argentina y en la provincia de Buenos Aires. En la parte derecha de la páginas, van a tener el marco referencial legislativo de alta importancia. Todo el tiempo, en el Observatorio, cuando estamos presentando indicadores, el marco legislativo de referencia para hacer la conexión con la realidad, es fundamental. Así que siempre van a encontrar el marco legislativo a la derecha o abajo quizás. Metiéndonos en el primer título, dentro de esta dimensión de violencia familiar, que es el registro de denuncias, tenemos como fuente el programa ABM. Allí van a ver un gráfico en donde encuentran la cantidad total de consultas telefónicas por violencia familiar que se recepcionan en este programa, que son de dos años, con los cuales contamos información en este momento, 2008 y 2009. Allí pueden observan la cantidad de consultas y a su derecha la cantidad de víctimas. Vemos, prácticamente, que hay casi una variedad entre la cantidad de consultas y la cantidad de víctimas. 202 Comisión Especial de Violentología 2013 Otro cuadro que, quizás, les pueda resultar de interés en este programa está en la página siguiente. Es lo que siempre nos cuestionamos o nos podemos llegar a preguntar, el quién pide ayuda, quién realiza la llamada, quiénes son las personas que en esta red de relaciones se involucran en la temática. Aquí podemos observar, contrariamente a lo que creemos, aunque esto represente un corte solamente de un año, que las personas que más consultan o están pidiendo ayuda son las víctimas. Muchas veces creemos que no, pero en este caso, la información que revela este programa es innegable. El 85,2 por ciento de los llamados fue realizado por la víctima de violencia. A su vez, algo que a mí me llamó mucho la atención, es que el más bajo porcentaje de personas que realizaron las llamadas sean los referentes institucionales. También puede llegar a llevarnos a un replanteo de la importancia que es el involucramiento de todos los sectores de la sociedad, no solamente del pariente de la víctima o de las personas que pueden estar en contacto con ellos, sino la importancia de esta interacción que tiene que haber entre el Estado y la sociedad civil, que es fundamental. Es un problema con el cual no solo se va a salir con buenas políticas públicas, sino con alta incidencia y participación por parte de la sociedad. Ahora los invito a que pasen al gráfico número 9 y vamos a cambiar de fuente con la Comisaría de la Mujer y la Familia. Como saben, estos dispositivos son unidades policiales especializadas en la atención de las problemáticas de violencia familiar y de género. Si bien se observa en el primer gráfico de denuncias una evolución ascendente desde el año 2008 al año 2011, esta perspectiva ascendente se debe, no solo al incremento a la cantidad de denuncias y a todo este proceso de sensibilización que se ha producido en este último tiempo con respecto al reconocimiento de derechos, sino también que responde a la creación de nuevas comisarías. En el año 2006 cuando se empiezan a crear, era un número reducido de distritos el que contaba con estos dispositivos, y con el paso del tiempo a lo largo de seis años, contamos en la Provincia aproximadamente con cincuenta dispositivos, con lo cual todo este proceso ascendente de incremento se debe, lamentablemente, a la cantidad de dispositivos, de comisarías que hay en la Provincia. 203 Comisión Especial de Violentología 2013 A la derecha, también, pueden observar para ir un poco más adentro de esta cantidad de denuncias, es la distribución mensual a lo largo del año. El año que tenemos acá es el 2011, es el gráfico número 10. Es llamativo el pico que se produce a partir de noviembre-diciembre, el cual es muy alto. Observen que los meses centrales de junio-julio es mucho más bajo; hay diferencias de 2 mil o 3 mil casos con respecto a fin de año. Algo interesante acá, en cuanto a la distribución geográfica, hemos hablado de distribución mensual, de cantidad total, nos podemos meter un poco más en la distribución geográfica de las denuncias y podemos observar la alta incidencia que existe en el gran Buenos Aires. Se observa en el gráfico número 11, que en el gran Buenos Aires tenemos el 79 por ciento de las denuncias realizadas y el restante, el 21 por ciento, es del interior. También a la derecha de la tabla número 5, pueden observar por distritos y localidades. Pueden mirar con lupa y ver los distritos de mayor incidencia y, además, recordando -vuelvo al tema-, de que quizás observen que hay localidades y distritos que no están contemplados acá en esta tabla desagregada, pero quiere decir que esos distritos no cuentan con dispositivos de registro de denuncias; es decir, si no existen comisarías no quiere decir que no existan casos, o que tal vez, los distritos que no poseen comisarías recurren a distritos lindantes. En cuanto a la persona denunciada, vemos que el 76 por ciento es de sexo masculino, está desagregado por género también; del otro lado, del lado de la víctima, vemos la mayoría femenina. Si agrupamos podemos hacer una diferenciación por edad, mayores y menores de 18 años, pero podemos ver que las más afectadas son las mujeres mayores con el 70 por ciento y si les sumamos las femeninas menores con el 4 por ciento, tenemos que el 74 por ciento de las víctimas son mujeres, mayores y menores. Si a esto le agregamos las víctimas masculinas menores, tenemos el panorama específico del ámbito familiar. Fundamentalmente, las víctimas son mujeres y niños en el ámbito de la familia. También podemos observar la existencia de nuevas lesiones y amenazas. Esto no quiere decir que siempre existan o no existan. En este caso, lo que nos proporciona el Ministerio de Seguridad y Justicia es que el 24 por ciento denunció, formalmente, la existencia de lesiones. 204 Comisión Especial de Violentología 2013 Hay muchas víctimas que, lógicamente, no las quieran denunciar por miedo o por otros factores existentes. Ahora, pasamos al segundo título, modalidad de violencia. Aquí, también hemos tomado como fuente al Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Fundamentalmente, la modalidad de violencia que abordamos es de violaciones y de otros delitos contra la integridad sexual, En este caso, tenemos un despliegue interanual, desde el 2009 hasta el 2011. Podemos ver la evolución, conocer el sexo de las víctimas más afectadas, que son las mujeres en un 86 por ciento. También, podemos ver que siempre existe una relación entre el imputado y la víctima. Si observan el gráfico número18, pueden encontrarse con que del total de violaciones, el 73 por ciento tiene algún tipo de relación con la víctima. Luego tenemos unos cuadros, que son los más interesantes, que es una desagregación de grupos etarios y por ámbito de ocurrencia, con el cual ustedes leyéndolos en profundidad van a poder observar y llegar a sus conclusiones de qué edades son las más afectadas en estas violaciones y en qué ámbitos de ocurrencia. Aquí tienen, por ejemplo, el gráfico número 19, fíjense el color naranja -se los ubicó con color para que sea más fácil- es el grupo etario de 11 a 15 años y fíjense la incidencia que tienen las violaciones en este grupo. Solo ese grupo es el 38 por ciento de las personas afectadas. También tenemos estos cuadros de grupos que son magníficos en cuanto a desagregación y en cuanto a ámbito. Pueden observar específicamente en el ámbito familiar, si el agresor es desconocido también según la edad de la víctima y, en otros delitos contra la integridad sexual, la violentología de desagregación es, básicamente, la misma. Se trata, inclusive, de utilizar la misma secuencia de colores para ubicar al lector, porque son tantos los grupos etarios, tantos los ámbitos y tantos gráficos que lo importante es llegar a entenderlos y asociar la secuencia. 205 Comisión Especial de Violentología 2013 Finalmente, para no extenderme más, les comento brevemente que también tomamos en este punto el Centro de Protección de los Derechos de la Víctima que es un organismo que pertenece al Ministerio de Seguridad y Justicia, quien nos han proporcionado un informe muy rico desde la dirección de la defensa de los derechos de la víctima y en este caso, ellos realizaron un corte en base a las intervenciones del año 2011. Tomaron como universo 178 intervenciones y desde ahí nos explicitaron qué casos correspondían a violencia de género y agregaron otros tipos de violencia, con lo cual ustedes pueden observar en la tabla número 6 en el gráfico que está debajo, cuáles son los tipos de violencia más frecuentes, cuál es la cantidad de casos, y su representatividad porcentual. Este caso, se observa que los casos de violencia contra la mujer, representa el 43 por ciento del total de intervenciones que tomaron ese año, lo cual es altísimo. A su vez, dentro de este fenómeno de violencia de género, el tipo de violencia que más incidencia tiene es la trata de personas con fines de explotación sexual, con un 44,7 por ciento; luego, de violencia familiar con un 26,3 por ciento. Esto, obviamente, lo van a ver después con profundidad. Yo lo que estoy tratando de hacer es darles alguna mínima opinión para que después ustedes saquen sus propias conclusiones. Por último, les cuento un poco de la parte de femicidio que es el último título de nuestra dimensión. En este caso, el documento intentó tener un abordaje teórico e introductorio para meternos un poco en el tema. Saber qué es el femicidio, donde tomamos como fuente principal el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, un informe regional sobre un estudio que realizaron en el año 2006 en Centroamérica. Además, van a ver, además del enfoque a nivel legislativo de la Convención como la Convención Internacional marco, en cuestión de violencia, que se complementa con la CEDAO Convención por la Eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer, que es de Naciones Unidas. Estas son las dos convenciones y el marco legislativo internacional más importante que tenemos incorporado con rango institucional en nuestro país. En cuanto a los indicadores, en el gráfico número 26, tenemos cuál es la cantidad total de femicidios en la República Argentina y en la provincia de Buenos Aires. Estos datos son de 2009 y 2011. 206 Comisión Especial de Violentología 2013 Vemos que tenemos una Provincia en la que ocurren más del 30 por ciento de los femicidios del país, lo cual es preocupante y habla a las claras de las cosas que escuchamos todos los días. Al tener los datos, nos da certeza de un montón de situaciones que pueden suponerse o no, pero la existencia de estos datos es irrevocable. En el gráfico que sigue, pueden observar la desagregación a nivel nacional y provincial de los tres años, para que vean qué pasó en 2009, respecto de los femicidios que hubo en el país y en la Provincia y, además, en 2010 y 2011. Como ven, siempre supera el 30 por ciento. Además, si quieren hilar más fino tenemos un trabajo que ha realizado el Instituto de Estudios Sociales y Jurídicos de la Mujer, que es una organización sin fines de lucro que lleva realizando desde hace años un estudio de investigación y cuantificación en cuanto a estos casos, y van a ver, efectivamente, cuántos casos hay por municipio. Finalmente, la última referencia que realizo es la incorporación del femicidio como tipo figura en el Código Penal Argentino. Lo que nos pareció interesante era no omitir un tema de tanta importancia, que ya ha sido objeto de debate legislativo en abril del presente año. Este proyecto que tienen, que está tal cual al que se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación, es el que se aprobó con algunas modificaciones introducidas, y ahora está esperando su efectivo tratamiento en la Cámara de Senadores. Si lo quieren leer, es muy interesante. Estamos abiertos al debate y responder a las preguntas que nos quieras realizar. Espero haber sido breve y dejarlos que tengan su propio criterio de análisis. Muchas gracias. 207 Comisión Especial de Violentología 2013 LA NUEVA CONFLICTIVIDAD Y LOS DESAFÍOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE SEGURIDAD Diego Gorgal76 Celebro que sea en este marco institucional donde se discutan a fondo los problemas que aquejan a la sociedad argentina y no en un set de televisión donde no hay lugar para un debate serio en intervenciones de medio minuto. Así que agradezco la invitación. Yo voy a compartir solo algunas ideas y después quiero iniciar un intercambio con ustedes. Dentro del marco general de esta Comisión voy a ocuparme de un sector de ese gran campo que es la violencia y es el que atañe a la violencia relacionada con la criminalidad. La seguridad es una 76 Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales. Realizó estudios de postgrado en Control y Gestión de Políticas Públicas en FLACSO y en Economía Urbana en la Universidad Di Tella. En el sector público se ha desempeñado como asesor en la Secretaría de Seguridad Interior de la Nación, en el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, y en el Congreso de la Nación. También ha sido Viceministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y Subsecretario de Seguridad Urbana de la Ciudad de Buenos Aires. 208 Comisión Especial de Violentología 2013 consecuencia de ese problema. Mi exposición, va a analizar los hechos violentos delictuales desde la perspectiva del Estado, esto es, desde las políticas públicas. Empecemos señalando que la conflictividad moderna puede ser estudiada desde diferentes disciplinas. Sin embargo, va a ser Julien Freund (1995), quien nos remita a una disciplina autónoma, la polemología, a fin de estudiar los grados, tipos y raíces de los conflictos. Desde nuestra perspectiva, el conflicto puede ser definido como una actividad humana especifica que resulta del deseo subjetivo de personas, grupos o conflictividades que tratan de romper la resistencia que el otro opone a su voluntad. En las sociedades latinoamericanas y en Argentina en particular, el conflicto contemporáneo que más parece aquejar a los ciudadanos es el de la criminalidad. Sin embargo, el panorama con que nos encontramos es el de una delincuencia organizada enfrentada a un Estado desorganizado para combatirla. Un Estado cuyas instituciones están desarticuladas y no tienen ningún diálogo entre sí. Esta vinculación es necesaria para ver que existen conexiones entre diferentes tipos de violencia, por ejemplo, entre la violencia doméstica (el maltrato infantil) y la delincuencia en menores. Un niño víctima de la violencia tiene mayor propensión a incurrir en el delito juvenil en el futuro. Esto evidencia la necesidad de que contemos con una anteojera teórica que nos permita ver la violencia de manera integral, pero también por razones prácticas relacionadas con la acción del Estado sobre el territorio. Un primer interrogante a plantear es ¿Por qué hoy hablamos del delito como un problema público y esto no era así hace 30 años? ¿Por qué este era antes un tema eminentemente policial y ahora no lo es? La aparición de la seguridad dentro de la agenda pública está relacionada con toda una serie de transformaciones sociales, económicas, institucionales y culturales, ocurridas a nivel mundial. En América latina, la mayoría de los países comenzó a soportar una ola creciente de delitos y violencia que se proyecta hasta la actualidad y amenaza sistemáticamente la vida, propiedad y libertad de los ciudadanos que habitan en ellos, atentan contra la paz y tranquilidad pública y erosionan los lazos sociales y valores comunes. Pero hay un hecho novedoso en esta coyuntura: la aparición de la víctima como un nuevo protagonista del problema. Mientras que en años anteriores, el hecho delictivo aparecía en la sección de policiales y tenía como protagonista al delincuente, ahora la noticia se localiza en la sección de seguridad o en los mismos titulares y tiene como protagonista a la víctima. Esta transformación hace que la criminalidad y el delito sean puestos en el centro de 209 Comisión Especial de Violentología 2013 las preocupaciones ciudadanas y que la seguridad empiece a ser un patrón de evaluación de la política. Ahora bien ¿Cómo abordar la cuestión de la seguridad? A partir de dos dimensiones: la criminalidad objetiva, que remite al conjunto de hechos delictivos; y la criminalidad subjetiva que tiene que ver con las ideas, creencias, percepciones y valores que tienen los grupos sociales acerca de la cuestión criminal. Vale decir que las dos dimensiones tienen la misma importancia en el momento de formular políticas públicas. La sensación de inseguridad, como expresión de la dimensión subjetiva, no es un problema menor ya que tiene efectos sobre nuestro comportamiento cotidiano y nuestras expectativas como ciudadanos. Actuamos en función de nuestras creencias, valores y percepciones aún si estas no se relacionan directamente con la realidad de los hechos. De allí que una política de seguridad deba atender las dos dimensiones. Vamos a referirnos en primer lugar a la criminalidad objetiva. En efecto, Argentina ha sufrido un incremento sostenido en el nivel de delito entre 1971 y 2008 (Ver grafico en ppt anexo). Se observan picos de criminalidad después de cada crisis socio-económica, y cada crisis genera un nuevo piso, cada vez más alto. Si observamos la tasa general de victimización en la CABA vemos que en 2006, una de cada cuatro personas había sido víctima de un delito, y que se registraban unos 24 mil casos. Recoleta era la comuna con un menor nivel de victimización 13,5%, y Lugano la que tenía niveles mayores con 33,7%. La tasa de homicidios total del país disminuyó en el periodo 1971-2007. Vale aclarar que contamos con datos hasta el 2007 porque a partir de entonces no se han hecho nuevas encuestas. En general, Argentina tiene dificultades dada la ausencia de mediciones. Esto tiene efectos enormes sobre la política de seguridad que termina emulando la conducta de un médico que hace recetas por teléfono sin ver al paciente. ¿Cómo formular una política de seguridad si no se sabe el diagnóstico de la criminalidad? Otro factor que interesa respecto a la criminalidad objetiva es la complejización del delito. El delito no solo es más frecuente en el país sino que además es más complejo e imbricado, de ahí que las respuestas deban ser también complejas. La participación de menores en la comisión de delitos también ha aumentado, el grueso de las sentencias condenatorias se concentra en la población entre 28 y 25 años. 210 Comisión Especial de Violentología 2013 Veamos ahora el panorama de la criminalidad subjetiva. Aquí debemos considerar tres categorías: i. La preocupación por el problema, ii. La percepción de riesgo; y iii. El temor al delito. Por otro lado, debemos considerar los factores asociados en el surgimiento del sentimiento de inseguridad. Estos son tanto objetivos como subjetivos y tienen que ver con: i. La aleatoriedad del peligro de ser víctima de un delito, debido tanto a la deslocalización del delito como a la desidentificación del mismo. La sensación de inseguridad tiene además los siguientes atributos: i. Es dinámica; ii. No es socialmente homogénea; iii. Tiene una fuerte dimensión comparativa; iv. Tiene una autonomía relativa respecto de la criminalidad objetiva (que se reduzca el delito no implica que se reduzca la sensación de inseguridad); v. Tiene una autonomía relativa respecto de las probabilidades objetivas de riesgo; vi. Sufre un impacto relativo de los medios de comunicación. Con respecto a la sensación de inseguridad, la encuesta de victimización de la CABA (2006) arroja datos como los siguientes: Un aumento general en la percepción de ocurrencia de delitos y robos: superior al 50%; los tipos de delitos que mayor preocupan a la población son el consumo de drogas y alcohol 82,9%, el robo de autos 60,2% y el robo de casas 56, 4%. Otro dato importante a considerar, pues da cuenta del impacto asimétrico de la violencia a lo largo del territorio nacional es la tasa de homicidios por provincias. En el año 2009, Salta, Catamarca y La Pampa fueron las provincias con menor tasa (menos de 1 homicidio por cada 100 mil habitantes); mientras que Santafé, Chubut y el conurbano bonaerense se ubicaron en los lugares más altos, con tasas superiores a 8 homicidios por cada 100 mil habitantes. Vistos los datos anteriores, la pregunta es ¿qué hacer? ¿Cómo debe atender el Estado el problema de la violencia y la inseguridad? Es hora de hablar de una Doctrina Integral de atención del delito y la violencia. Tal integralidad viene dada por la consideración de tres factores de riesgo: i. Socio- económicos: ciclo económico, empleo, distribución de la riqueza ii. Socio- demográficos y culturales: educación, inclusión y equidad. Estos últimos son factores centrales, pues está comprobado que son las sociedades más desiguales y no las más pobres aquellas con mayor tendencia a la violencia y el delito. 211 Comisión Especial de Violentología 2013 iii. Institucionales: la familia, la escuela y la comunidad como barreras que contengan el ingreso a la actividad criminal. El Estado como morigerador del conflicto El Estado tiene como función la administración del conflicto para que este circule por niveles socialmente aceptables. Para ello debe desplegar una serie de instrumentos de política pública. Actualmente, el Estado argentino tiene serias deficiencias para tratar la cuestión criminal ya que no logra disuadir el delito y tampoco prevenirlo. La disuasión vendría dada por cuatro factores: - Probabilidad de arresto (Policía), Probabilidad de sentencia (Mrio Público), Probabilidad de condena (Justicia), y una baja Tasa de reincidencia (Sistema Penitenciario). Del lado de la prevención, la función del Estado debe encaminarse a actuar sobre el medio que condiciona la criminalidad reduciendo los incentivos de delinquir, aumentando los costos y riesgos de incurrir en un delito, fortaleciendo las barreras sociales e institucionales de contención para la comisión de delitos y haciendo más difícil el acceso a drogas y armas. Estos serían los elementos de una política pública integral de seguridad. Se trata de lograr un conjunto de intervenciones múltiples e integradas que vayan más allá de la prevención policial e involucren: Prevención situacional Prevención social: comunidad y agencias sociales Prevención policial: policía Represión del delito: Ministerio Público Investigación criminal: Justicia penal Sanción penal: Justicia de ejecución penal Reclusión y tratamiento criminológico: sistema penitenciario Prevención post- penitenciaria: Patronato de liberados Como se observa, se trata de una cadena progresiva que exige la comunicación y la acción coordinada en todos los niveles institucionales involucrados. El problema que existe en Argentina es que el Estado recibe información pero no la sistematiza ni coordina para una 212 Comisión Especial de Violentología 2013 acción conjunta. La pregunta en este punto es ¿qué tipo de formación policial requerimos si queremos que interactúe con otros organismos del Estado? Antes de terminar quisiera detenerme en dos casos que pueden ejemplificar una planeación integral en materia de disuasión policial y disuasión penal: El Plan cuadrantes de seguridad preventiva de los carabineros de Chile y el Monitoreo electrónico. El primero es importante porque permite ver cómo puede planearse de manera ordenada la oferta y la demanda de servicios policiales a partir de la medición de las variables en cada una de las comunas de una ciudad a partir de la zonificación o división del territorio en cuadrantes y el cálculo a través de una fórmula matemática. En el segundo caso, el monitoreo electrónico pone de presente que hay alternativas intermedias a la reclusión o la impunidad, y que es un método que reduce las tasas de reincidencia. Quería mencionar estos dos casos como ejemplo, pero quiero concluir diciendo lo siguiente: No hay seguridad sprayette Es necesario un liderazgo sinfónico en materia de seguridad Es importante planear en el largo plazo (variables socio- económicas) pero es indispensable ver resultados en el corto plazo (victorias tempranas) Deben evitarse las revoluciones caligráficas (leyes con dientes) Es necesario conectar la macro reforma con la micro gestión Deben realizarse pactos de Responsabilidad social corporativa Debe propenderse por un servicio civil profesional para la prevención (enfoque pandémico) Hay que institucionalizar la relación Nación- provincia- municipio en temas de seguridad 213 Comisión Especial de Violentología 2013 VIOLENCIA Y CONSUMISMO Silvia Ons77 Mi libro se llama "Violencia/s" en tanto el plural indica su diversidad. Pienso que no habría que ubicar a la violencia como un ente, lo hablamos con el diputado Caviglia recién, sino que hay que poder situar la diversidad de la violencia en nuestros días. La violencia existió siempre, incluso en otras épocas de manera hasta más cruda, pero yo creo que habría que ubicar la particularidad que tiene la violencia de nuestros días; porque es una violencia que tiene un carácter ubicuo, que a veces aparece de manera latente y a veces se expresa, se explicita. A diferencia del siglo pasado, que sabemos que la violencia no era tan mal vista, si pensamos en la década del '70, la violencia, a veces, era vista como redentora, o sea que también podemos pensar que la violencia de nuestros días ha tenido algunos padres. Ha cambiado mucho la visión de la violencia. Marx la consideraba la partera de la historia. Sin embargo, yo ubico en el libro muchos pensadores que veían con simpatía a la violencia, o 77 Licenciada en Psicología en la Universidad del Salvador, es miembro de la escuela -todo esto para que quede constancia y registro para el informe- de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, responsable del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía del CICBA; coordinadora de la Sesión de Filosofía del CICBA; integrante del Comité Integral de la revista "Dispar" de la que fue directora y creadora. Fue Profesora Titular de la cátedra de Psicología Profunda, de la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador, también fue profesora titular de la Maestría de Psicoanálisis de la Universidad Kennedy; también fue Profesora Asociada de la cátedra de Psicopatología de la Facultad de Psicopedagogía de la Universidad del Salvador; escribió numerosos trabajos -tanto en el país como en el extranjero- y varios libros, entre ellos: "Una mujer como síntoma del hombre", "Placer y bien en Platón, Aristóteles y Freud", y el libro "Violencia/s" 214 Comisión Especial de Violentología 2013 sea, estaba vinculada con una ideología y tenía un carácter instrumental, estaba acotada, tenía una finalidad, mientras que ahora la vemos expandirse por doquier y, a veces, sin finalidad, no en los casos de la gente que no robó pero mató; es una violencia que, generalmente, se dice una violencia sin sentido, que nos subleva, que da lugar a un dicho corriente que es "la violencia por la violencia misma", sin un fin, sin una estrategia. Primeramente, tenemos que considerar, en esta condición, el tema del contrato social creado por Hobbes, que también ha sido tomado por Freud en textos capitales como "El malestar en la cultura", considera que el hombre liberado a sí mismo es el lobo del hombre, a diferencia de la idea de Rousseau, quien decía que es la sociedad la que corrompe al hombre. Hobbes más bien planteaba que no, que es el hombre el lobo para el hombre. Yo creo que hay que sopesar estas dos afirmaciones, que tal vez no se trate de una cosa ni de la otra. Yo cuando veo a mi nieta jugar en la plaza y que, de pronto, alguien le saca algo y ella se queda con una perplejidad, digo: "No, me parece que no hay algo tan innato en la violencia, me parece que hay algo que viene de afuera". Thomas Hobbes considera que el hombre liberado a sí mismo es el lobo del hombre, y es necesario refrenar esa impulsividad mediante el contrato social. Entonces, si pensamos que la violencia existió siempre, creo que hay que considerar la especificidad de la violencia en nuestros días, y también me parece que sería interesante poder cuestionar las cosas que se dicen y que se escriben sobre la violencia, porque no todas tienen igual valor. El gran número de aportes periodísticos no supera lo previsible y rutinario, iluminando pobremente un fenómeno que nos conmueve significativamente, e inclusive, yo creo que los medios hablan de la violencia y la promueven. Hay una promoción de la violencia cuando se habla todo el tiempo de ella. Es una cuestión bastante interesante que lleva al tema de la sugestión. Si la violencia es ancestral, en nuestra contemporaneidad, ella se acrecienta día a día y se hace presente como una sombra que amenaza lo cotidiano. Esta sombra genera lo que uno podría denominar un estado paranoico que, lejos de preservar a los sujetos de la violencia, es un estado que llama a la violencia. Por ejemplo, en el edificio donde vivo había un problema con la administración, entonces yo le dije a uno de los propietarios que, cuando yo vivía con mis padres, mi padre era el que se encargaba de la administración porque siendo un vecino era más confiable y no existían los problemas que existen con las administraciones actualmente, y esta persona me dijo: "Eso sería imposible en esta época, porque el vecino ya 215 Comisión Especial de Violentología 2013 no es vecino". A veces, tomando afirmaciones que se dicen así, uno puede extraer muchas consecuencias, por lo menos yo las extraigo no solamente de los pacientes, sino de lo que voy escuchando. O sea que el vecino ya no es un amigo, que el vecino puede ser un enemigo, y esto está presente. Muchas desgracias son provocadas no solo por la violencia del otro sino por haber creído que el otro era violento. Creo que la película "Crash" lo ilustra perfectamente en esa escena en donde alguien mata al otro creyendo que, en sus manos, tenía un revólver cuando, en realidad, tenía una Virgencita. Esa película es impresionante con respecto a eso. También hay otras películas que muestran claramente lo que es la violencia en las escuelas y que lleva a cómo se entienden las palabras, actualmente, cómo se entienden las palabras de manera violenta. Hay una película muy interesante que se llama "Entre muros", que muestra la violencia en una escuela de los suburbios de Francia, en la cual el profesor trata de implementar todos los recursos en relación a estos alumnos conflictivos; lleva adelante una tarea no solo como docente sino que también trata de comprenderlos, trata de meterse en la historia de cada uno, en fin, es un docente piola. De pronto hay una escena donde el docente está con los alumnos en una reunión de Consejo, y dos de las delegadas empiezan a hacer mucho lío, comen, hablan entre ellas, se ríen, se burlan de los demás y el profesor se saca. Luego en la clases les dice: "Ustedes se comportaron como "petás" -que es una palabra que se utiliza sobre todo en Canadá y también en Francia para hablar de chicas zorras, de adolescentes ligeras, inclusive que pueden caer en la prostitución fácilmente-, por supuesto que el tipo se sacó; pero el profesor dijo: "Ustedes se comportaron como "petás", e inmediatamente fue denunciado por las alumnas, o sea, que ellas no tuvieron en cuenta el contexto -que ellas se habían comportado muy mal- y tampoco tuvieron en cuenta la actitud de este profesor, un profesor querido, un profesor democrático. Es interesante, porque creo que esto también es clave en relación al fenómeno de la violencia. No se escucha. La palabra del otro es siempre interpretada de manera violenta, es una palabra que inmediatamente lleva a la denuncia y en esta película creo que es interesante porque, justamente, se trataba de alguien que era todo lo contrario a una personaje violento, se había sacado, que estaba muy mal; pero creo que hay una decadencia también de los discursos. Mi hijo, que es delegado gremial, le gusta mucho el tema de los discursos, el otro día me comentaba que él hizo un discurso basándose en el tema de Internet que no permite matices. Los discursos permiten matices mientras que cuando la palabra se la toma fuera del contexto 216 Comisión Especial de Violentología 2013 y fuera del discurso es una palabra que no permite matices, que en Internet es "me gusta" o "no me gusta". Esto tiene que ver con la violencia, porque habla de un impulso que no es mediatizado por las palabras. Desde el psicoanálisis, lo que se puede decir que es que allí donde la palabra declina, el impulso tiene cada vez más fuerza, porque no es canalizado por las palabras, por los discursos, las maneras. Por lo tanto, pienso que en relación al tema de la violencia, habría que incidir en relación a la educación. Ahora voy en otro punto. La educación me parece fundamental. Creo que hay otra película maravillosa, que ofrece un tratamiento posible de la violencia, que es "Los coristas". Esa película creo que es una maravilla, porque el profesor encuentra en cada alumno un rasgo en particular, aún en el más violento. No le termina de funcionar en el más violento, pero el intento es maravilloso, porque entonces vos ves esa diversidad, como decía Leibniz: "La máxima diversidad en la máxima unidad", ubica a la diversidad en relación al talento de cada uno para que ellos puedan ingresar a un coro, tomando la particularidad de cada uno, y creo que tomar la particularidad de cada persona, es un gran antídoto para el tema de la violencia y les voy a decir por qué. Me voy a basar, en este momento, en un ítem que me parece importante y que no está en este libro, que es "Violencia y consumismo". Ya dije las características que pensaba que tiene en este siglo la violencia, que ya no tiene un papel redentor, un papel purificador, como lo planteaba Sorel, sino que es una violencia, tal vez, posrevolucionaria, o sea, la violencia en el siglo pasado estaba muy ligada a la revolución, es una violencia ubicua, polimorfa, ilimitada. Sin embargo, voy a tomar una característica que es el tema del consumo, porque me parece muy importante, inclusive en detalles que parecen menores. Me parece a mí, por ejemplo, un programa de televisión, como el programa de Tinelli, es un programa que llama a la violencia, necesariamente, en tanto se la pasa exhibiendo cómo el otro consume, exhibe personas que no tienen ningún valor artístico y habla de los zapatos y las cosas que compró. Creo que esas cuestiones llaman a la violencia. Llaman a la violencia por qué. Porque creo que cuando uno piensa al psicoanálisis tiene que pensar Freud-Lacan-Miller. Miller, que es la persona con la que yo me he analizado, toma 217 Comisión Especial de Violentología 2013 cuestiones de Lacan, quien hizo un aporte fundamental a la violencia, donde él dice que hay una característica -en la que él pensaba a fines del siglo pasado-, que tiene que ver con nuestra contemporaneidad donde el objeto del consumo ocupa el lugar que antes ocupaba el ideal. Ahora el ideal es tener el buen auto, el buen celular, ya no es el ideal de antaño. Muchos han hablado, por ejemplo, Lyotard en "La caída de los grandes relatos", han hablado de la declinación de los ideales que, afortunadamente, no se da en todas las personas. Pero asistimos a un momento de declinación cuando, por ejemplo, uno escucha que alguien dice: "Gané tal dinero, me salvé". Si antes, la salvación podía estar vinculada con una idea de cumplir con un determinado ideal o, inclusive, pensar la salvación en términos religiosos, ahora la salvación es tener. Yo diría con Guy Debord, quien escribió un libro muy interesante llamado "La sociedad del espectáculo", que ya no es solamente tener. Marx planteaba los dos valores, el tener y el ser, mientras que Guy Debord plantea otra cuestión que es la de aparecer. Entonces, también, como el valor es aparecer, es bueno lo que aparece, aunque sea efímero. Ustedes saben que él se suicida, en fin, anticipo una cosa muy apocalíptica, pero uno ve cómo el valor es aparecer, e inclusive hay actos de violencia que se cometen para aparecer en los medios. Me parece que uno tiene que reflexionar sobre la sociedad en la que vive para poder explicar este fenómeno ubicuo que se desparrama. Es por eso que el tema del consumo es importantísimo. Lacan vaticinaba que el lugar que ocupaba tal ideal iba a ser ocupado por los objetos que están en los escaparates y que hacen, en definitiva, que uno nunca pueda ser el propietario, porque se desechan de tal manera que el mismo sujeto tiene también la sensación de ser desechado tan rápidamente como esos objetos, que valen cuando aparecen, pero que, cuando ya no aparecen, no valen absolutamente nada. Este fenómeno es una cosa increíble. Hay un libro interesante de Bauman, a pesar de que a mí me parece que se repite bastante con esto de lo "líquido" y que no es honesto con sus referencias, porque cuando habla de la modernidad líquida, en realidad, tiene que ver con lo que planteaba Nietzsche sobre el nihilismo y hay textos que no toma, pero no por eso hay que tacharlo. Ahora hay una cosa que es la de "critico un punto, entonces hay que tacharlo", pero no debería ser así, sino que uno tendría que darle una lectura no ingenua. Es un libro que se llama "Vida de consumo" y 218 Comisión Especial de Violentología 2013 es interesante en relación a lo que plantea en los distintos momentos del consumo, porque ya no se trataría del consumo, sino del consumismo. Los productos del consumo invaden los escaparates ofreciéndose como plus de goce. Por ejemplo, si una mujer se separa, hay un vacío en relación al goce, y el mercado le dice cómo llenar ese vacío: "Me hago las lolas". Los objetos que ofrece el mercado vienen a "llenar", relativamente, eso que parece faltarnos y nos ofrecen algo permanente, los cirujanos plásticos lo saben muy bien: Cuando una mujer empieza, no termina más. También uno, hoy en día, puede hablar de los estados violentos, que son los estados muy vinculados con el desasosiego. No hay que pensar solo en la violencia que viene de afuera, sino la violencia interna que uno experimenta día a día. Por ejemplo, cuando tengo que llegar al consultorio, pienso en el auto y demás, y siento, muchas veces, un estado de desasosiego que trato inmediatamente de parar, pero cualquier cosa que dice el otro, irrita, inmediatamente, por el estado psíquico en el que uno está. Uno tiene que tratar de tomar distancia, que es lo que yo trato de hacer, cuando puedo, como decía Lacan: "Poder tomar distancia" o, como decía Espinosa, que es una cosa tan maravillosa lo que plantea en la ética: "No anular los impulsos y las pasiones, sino tomar distancia, para poder transformarnos", porque los impulsos que generan violencia no se eliminan. Por eso, la violencia es ancestral y lo más importante es cómo se canaliza, se trabaja y lo que se hace con eso. Entonces, creo que tanto como el mercado ofrece todo el tiempo objetos, estos pasan a valer más que la vida misma y, esto llama, necesariamente, a la violencia, sobre todo, cuando no se ha podido canalizar el impulso de otra manera. Cómo uno canaliza los impulsos mediante una vocación, cuando uno siente que el trabajo salió bien, esa satisfacción es incomparable. Las cartas que le envió Freud a Einstein fueron maravillosas, porque Einstein le pregunta cómo se podía prevenir la violencia, y Freud decía: "Que todo lo que incremente el desarrollo cultural es de eso de lo que se trata". Esto es bastante relativo, porque hay culturas que también llaman a la violencia, pero Freud se refería a esa cultura donde se trabaja con el espíritu y con la vocación. Una persona que encuentra satisfacción en su trabajo, en lo que hace, no siente que tiene que arrebatar el objeto a costa de la vida del otro, no siente que de la única manera 219 Comisión Especial de Violentología 2013 que existe es teniendo el objeto. Es por eso que creo que el estado actual del consumismo llama, necesariamente, a la violencia. ¿Es el imperativo del consumo quien propicia la violencia? Sí, hay un imperativo. Nosotros vivimos en una época que está plagada de imperativos: El imperativo en relación a la juventud permanente, al cuidado del cuerpo, a tener el objeto. El imperativo del consumo, considero, que propicia la violencia. Si tener el objeto es tener el ser, no queda otro camino que el de arrebatarlo a costa de todo. La violencia nunca puede limitarse al análisis de la pobreza, o sea, no estoy diciendo que haya que eliminarla, sino que no hay que limitar el análisis de la violencia a la pobreza. Con esto quiero decir que, a diferencia de lo que en la sociedad capitalista tardía, la pobreza transciende, largamente, el enfoque económico. A diferencia de lo que sucede en otras formas de organización social, en nuestras sociedades actuales, el pobre no encuentra lugar ni identidad, puesto que la única realidad que ellas ofrecen es la participación en el mercado. Me parece que hay otras tentativas, ¿no? Por lo menos, mi hijo me está hablando de algunas cosas interesantes en ese sentido, pero tenemos que pensar que, sin embargo, el esclavo -es espantoso el tema de la esclavitud-, pertenecía a un orden social definido. Nuestros pobres no conocen otra cosa que la marginalidad y la exclusión, con los consiguientes efectos despersonalizantes. Creo que el tema es fundamental: La despersonalización. En el relato marxista, el pobre tenía un lugar, en relación a la historia. Con la caída del Muro de Berlín, con la consiguiente desaparición del relato marxista, esto implica que el pobre ya no tenga inscripción en un discurso. Es decir, lo que estoy enfatizando con esto es inscripción en un discurso: Cultura, vocación. Todo eso frena, necesariamente, el impulso violento vinculado con arrebatar para tener el ser: Inscripción. Entonces, la tiranía del mercado introduce la siguiente disyunción: Estar allí o no existir. Los objetos de consumo pasan a ocupar el lugar que tenían los antiguos ideales, tomando su relevo. ¿Qué exacerba el mercado? El mercado exacerba el deseo, el deseo, siempre, insatisfecho. 220 Comisión Especial de Violentología 2013 Entonces, ¿no es el mismo imperativo de consumo quien propicia la violencia? Si tener el objeto es tener el ser, no queda otro camino que el de arrebatarlo. Podemos decir que hay violencia, ligada al ideal como las guerras vinculadas con la Nación, las religiosas e, incluso, las fundamentalistas vigentes hoy en día. Pero, hay otro tipo de violencia generada solo por el objeto que toma el relevo del ideal. Por supuesto, creo que habría que releer el tercer manuscrito de Marx consagrado al dinero, que es la prehistoria del capital. No sé si respecto a la idea que él tenía acerca de la historia, pero me parece que el análisis que él hace es insuperable; cuando él habla del dinero como bien supremo. Es maravilloso todo lo que dice: "Soy feo, pero puedo comprar a la mujer más bella si tengo el dinero". Es decir, que el dinero hace desaparecer el ser. Después, me parece que habría que agregar el tema del aparecer, porque hay algunos crímenes que se cometen para aparecer. Creo que no hay que limitar el análisis de la violencia en la cuestión de la pobreza. Sí, creo que de la exclusión, me gusta pensar en términos de la exclusión más que de pobreza. La exclusión es distinta a la pobreza, porque el pobre puede estar incluido en un discurso; en cambio, el excluido es el desecho. El término lacaniano es muy interesante, porque él dice que lo que se rechaza -el utiliza el término (defoclusión) que lo aplica para la psicosis, pero que es muy válida para esto-, retorna desde lo real y, yo diría, retorna como violencia. Por ejemplo, si pensamos y por qué no se limita esto solo al tema de la exclusión si pensamos en la violencia de esos chicos que iban con las cuatro por cuatro pegándole a otros, esos ricos que se divertían lastimando a los otros y cosas así. Creo que ese tipo de violencia hay que pensarla en relación al nihilismo pero, también, en relación a la caída de los ideales, que es no tener otra que hacer, no tener destino. Me parece que hay algo de eso. Tal vez, hay un común denominador que podría ser no tener destino. Me parece que es así. Luego, quedaría mucho para tomar. También estaría el tema de la violencia de género que creo- tiene otras coordenadas. La violencia de género, la pienso en relación a escribir un 221 Comisión Especial de Violentología 2013 trabajo específico, pero es bastante complejo, y me parece que tiene que ver con la caída de la virilidad. Uno puede decir que decaen los discursos en la violencia, y que cuando decae la virilidad, bien entendida, aparece, justamente, el hombre violento que quiere ejercer su virilidad, por un lado, y que, justamente, no lo hace viril. Me parece que tiene mucho que ver con esas coordenadas. También, hay que pensar el lugar de la mujer en ese punto, no solamente el lugar del hombre. Tengo pacientes que trabajan con este tipo de situaciones y hay que pensarlo, también, con la prevención en relación a la mujer que quiere existir a partir de tener un amo y, en general, se trata de señores que las van aislando progresivamente, pero también hay que pensar qué pasa del lado de estas mujeres, de por qué eligen la figura de la víctima, pero creo que todos estos fenómenos, se ligan a no tener destino en la vida, en la historia. Estuve viendo las diferencias bibliográficas, que son muy interesantes y quería tomar algo que tiene que ver con Vattimo. Mi hija que es, actualmente, directora del Fondo Nacional de Artes, antes trabajó como periodista y le hizo un reportaje a Vattimo. Ella le hizo una pregunta que a mí me inspiró. Vattimo habla de la secularización, de que vivimos en un mundo, quizás, menos violento que el de antaño, lo cual es cierto, también, lo que estuvimos hablando antes con el Diputado Caviglia. Vattimo es un filósofo cristiano, y él dice que el cristianismo lleva a diferencia en el antiguo testamento a un Dios menos violento y que con la modernidad, también, uno puedo pensar en un cristianismo aún más secularizado, menos violento. Incluso, él habla de nihilismo desde el punto de vista, quizás, positivo, en el sentido de que el nihilismo él lo liga con no ser fundamentalista. Entonces, ella le preguntó si esto es así, por qué la violencia hoy. Entonces, eso me llevó a pensar que hay una violencia, también, nihilista, que es lo que yo desarrollé antes, que tiene que ver con el vacío y creo que esta violencia está muy bien tomada por un escritor -que quise mucho en mi juventud-, que es Dostoievski. Es muy bueno lo que él plantea en algunos textos donde habla también de esos dos adolescentes; el habla de nihilismo ruso. El nihilismo en esos dos adolescentes, que están aburridos y que para divertirse, van a ver cómo otros se suicidan. 222 Comisión Especial de Violentología 2013 Es decir, que el vacío existencial lleva a estas cuestiones. A veces, esto aparece en pacientes psicóticos. Bueno, vivimos en un mundo que tiene algo que ver con la psicosis. Cuidado, esto a veces no viene tan mal, porque así como hablamos de los excluidos, yo, por ejemplo, tengo una paciente -estamos en otro tema, pero lo digo para pensar, porque es muy interesante- que se corta, pero, de una manera terrible; es una chica preciosa y exhibe sus cortes. Es decir, tiene todo: Se empastilla, vomita, se corta. Entonces, un día me relata que venía en subte al consultorio y alguien que estaba en el subte, un joven le dice: "¿Dónde te hiciste esos cortes?". Claro, lo transformó en un look, y también pensé que, en otra época, esa chica estaría internada. Es decir, hay una diversidad en esta época -como hablamos de la parte más jorobada-, que también es una época que aloja a lo que antes podría haber sido considerado un look; o sea, mucha locura, pero es preferible esto al tema de los vicios, ¿no? También hay otra locura, que no tiene que ver con la psicosis, y yo diría que es el tema de la paranoia social, que no me parece nada bueno. Me parece muy mal, porque está muy vinculado con la desvalorización de la palabra, es decir, cuando escuchando a alguien que dice, por ejemplo, "dice esto porque pertenece a determinado grupo", "dice esto porque tiene tal intención", "dice esto porque está acomodado"; con lo cual, en definitiva, a veces, no se puede hacer nada porque todo es interpretado de acuerdo a las intenciones. Yo lo veo en la institución donde estoy, que es una institución psicoanalítica donde se esperaría alguna altura con respecto a esto, pero no sucede. Por ejemplo, estoy en una comisión de garantía, donde tengo que proponer a los que considero mejores; si uno propone a determinada persona, inmediatamente, interpretan que debe tener algún arreglo. Entonces, me parece que eso dificulta mucho el diálogo y hace que decaigan los discursos, que esté desvalorizada la verdad y que, en definitiva, la palabra del otro se interprete de manera violenta, porque la violencia no es solamente la que se expresa, está ligada con suponer que hay malas intenciones, por eso, el estado es vio 223 Comisión Especial de Violentología 2013 VIOLENCIA INSTITUCIONAL María Josefina Martínez78 Quiero agradecer profundamente la invitación a compartir esta actividad, porque para los que trabajamos en ese amplio y difuso mundo de la investigación, entre académica y en relación con las ONGS, siempre es muy rica la posibilidad de intercambiar ideas y datos en ámbitos que no son por los que transitamos sino en interacción con distintos actores que están involucrados en producción de políticas públicas, como es este ámbito legislativo. Y ese intercambio creo que es muy rico, porque desde los dos espacios estamos permanentemente interesados en ampliar nuestros conocimientos sobre las temáticas -en este caso sobre las temáticas de la violencia- pero, sobre todo, porque en estos diálogos es donde aparecen más 78 Antropóloga, docente del Departamento de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Josefina es socia activa del Centro de Estudios Legales y Sociales y es asesora permanente del Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial de La Memoria, con sede en La Plata, en materia de Sistematización y Análisis de Datos sobre violencia institucional en la provincia de Buenos Aires y ha realizado consultorías y asesorías sobre temas de Justicia Penal, Violencia Institucional y reforma de la Justicia en la Argentina, Venezuela, Guatemala y Haití. 224 Comisión Especial de Violentología 2013 claramente la confrontación de visiones, tensiones y discusiones que, muchas veces, en el propio discurso de los mundos cerrados no son tan fáciles de ver y de plantear. Quiero decir que la Antropología tiene un discurso propio, lo mismo que la Antropología política tiene su discurso sobre la violencia y tiene investigaciones científicas. Pero solamente cuando tiene que confrontar en el mejor sentido, de exponer sus ideas y ofrecerlas al intercambio y a la discusión es donde realmente esas ideas y esos estudios empíricos cobran cierto sentido, porque la verdad es que para elaborar papers académicos y para publicar en revistas, no son muy útiles, aunque los de estudios sobre Grecia clásica tienen algún sentido poético, pero los estudios sobre la violencia, tienen un destino bastante pobre y mezquino que quedan solo encerrados en discusiones académicas del propio discurso. Por eso es que agradezco estos espacios y posibilidades, porque son muy enriquecedores, por lo menos, para mí. Desde hace varios años, como presentó recién el diputado Caviglia participo en investigaciones sobre lo que genéricamente llamamos violencia institucional, investigaciones que, por otra parte, en mi situación particular nunca desarrollé dentro de eso que se llama "la torre de marfil" de la investigación académica pero que, de alguna manera, han sido hechas en fuerte articulación con instituciones como el Centro de Estudios Legales y Sociales o como el Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por La Memoria y eso le ha dado a estas investigaciones como una articulación fundante del trabajo de las ideas con situaciones concretas de discusión sobre la violencia institucional. En lo personal, la posibilidad de articular la investigación empírica con estos espacios, desde el comienzo de la investigación, me ha permitido comprender los fenómenos de la violencia institucional y también me ha permitido darme cuenta tempranamente de la complejidad que encierra la cuestión de la violencia institucional y no reducirla a una mera fórmula de denuncia o una mera fórmula de política pública estructural; si no, por lo menos, desde la Antropología, tratar de entrar a estos problemas por el lado de su inmensa complejidad teórica y metodológica. En base a esto, mi presentación estará centrada en cuestiones de violencia institucional. Ahora, con una salvedad inicial: eso que nosotros llamamos violencia institucional es un concepto que viene cargado de sentidos históricos y de contextos muy particulares en los que 225 Comisión Especial de Violentología 2013 surgió. Nosotros hablamos de violencia institucional en un contexto del mundo de los derechos humanos, de las organizaciones defensoras de derechos humanos, de la sociedad civil tal, desde el '84. Tal vez empieza a surgir desde la dictadura militar y no antes. En ese sentido, es una categoría analítica nueva. Antes se hablaba de violencia política y de violencia social que encerraba, tal vez, muchos de los elementos o connotaciones que nosotros le dábamos hoy a la violencia institucional. Esto lo marco porque la categoría de violencia institucional está cargada de una serie de sentidos que, seguramente, muchos de nosotros compartimos y que no necesitamos explicitar cuando hablamos. Esto no se repite en los distintos mundos sociales que coexisten y que conviven. En otros espacios la categoría de violencia institucional no tiene los significados que nosotros le damos y tiene otros o, directamente, no es utilizada como una categoría descriptiva de la realidad. A esto me voy a referir ahora en la presentación. Me parece que es una precaución conceptual y metodológica teniendo en cuenta que cuando uno utiliza categorías tan cargadas de sentido, también tiene que tomar un poco de distancia y pensar que no todo el mundo está entendiendo lo mismo cuando hace referencia a eso. La presentación la he dividido en dos partes de 20 minutos. La primera parte tiene que ver con un muy rápido repaso sobre algunos tópicos referidos a la problemática de la violencia, sobre todo pensando en estas cuestiones de la polisemia de la categoría violencia y de algunas cuestiones teóricas y metodológicas que pueden ser herramientas útiles pensando siempre en el estudio de la violencia institucional. La segunda parte me centraré más específicamente en una reflexión acerca de los estudios empíricos sobre la violencia institucional, que es lo único de lo que yo puedo hablar con seriedad. Pero antes repasemos esto de la polisemia de la categoría violencia. El problema de la violencia en la sociedad -y esto lo hablábamos hace un rato con Franco- es algo que nos preocupa a todos -entre comillas-, es una preocupación social y hay un sentimiento muy enraizado en el imaginario social que la violencia es algo, hoy en día, negativo. Todos o casi todos, salvo grupos muy específicos de defensa, estamos en contra de la violencia. Esto no siempre fue así y tampoco me voy a extender en una historia de larga duración, pero hay un clásico de Norbert Elías, llamado "El Proceso de la Civilización", que los sociólogos lo leen obligatoriamente, que hace un análisis de los distintos significados 226 Comisión Especial de Violentología 2013 históricos de la violencia, desde el absolutismo hasta el Estado moderno, desde la Edad Media hasta el Estado moderno. La violencia no fue siempre una categoría con connotaciones negativas, tuvo un papel en la historia. Marx viene a condensar esa idea del lugar de la violencia del Estado moderno con la idea de partera de la historia. Es una categoría de muy larga duración y muy compleja en las Ciencias Sociales. Uno cuando utiliza esa categoría -no digo que tiene que ser un experto en la definición- pero por lo menos yo siempre tengo en cuenta que la categoría que estoy utilizando es tributaria de esa historia, porque si ahora la consideramos algo negativo, es precisamente porque en algún momento tuvo un papel determinado en la historia, del cual nosotros, como una visión crítica del Estado moderno, estamos revisando su papel en la historia. Hecha la salvedad de la larga duración, en este contexto más coyuntural nuestro, está muy incorporado al sentido común social. En general, suelo abusar de la palabra social para diferenciarme de los psicólogos, porque creo que todos los fenómenos, aun los más interpersonales y privados tienen que ser analizados en el contexto de las tramas sociales que lo sostienen, para poder entender y analizar lo fenómenos sociales de la vida cotidiana. En nuestro sentido común cotidiano, la categoría de violencia está muy incorporada y solemos usarlo como algo perfectamente distinguible en el mundo de las actitudes e interacciones sociales. Es decir, que se usa no en un sentido problematizado sino taxativo: qué cosas son violencia y qué cosas no. Sin embargo, cuando uno lo aborda desde los análisis antropológicos o sociológicos, nada más lejos de la realidad que eso, la categoría violencia aún en esa coyuntura, es altamente polisémica y ni todos los grupos sociales ni todos los sujetos entienden lo mismo cuando dicen violencia. En algunos ámbitos y circunstancias se la usa de una manera tan amplia, que la violencia puede abarcar fenómenos o casuísticas que habría que ver -acá el ejemplo que daba Franco-. Hoy en día el tema de la trata de personas con fines de explotación sexual o laboral -sobre todo de explotación sexual- está concebido, pensado por muchos grupos sociales, ni que decir 227 Comisión Especial de Violentología 2013 por las organizaciones de mujeres y los grupos feministas, como un epígono, como una manifestación clara de la violencia de género. Sin embargo hay organizaciones sindicales de las propias trabajadoras sexuales, que dicen: "Cuidado, la prostitución también es un trabajo y yo tengo derecho a ejercer mi trabajo. Entonces, si me van a prohibir la actividad en nombre de la violencia de género me están quitando a mí una fuente de trabajo. Esto es una discusión muy profunda, muy compleja en la discusión sindical de las trabajadoras sexuales. Diputada Nocito- Perdón ¿puedo interrumpir? Maria Josefina Martínez.- Sí, por supuesto. Diputada Nocito- Y en algunos casos con una mirada puesta no solamente en lo interno como consideración de su trabajo sino en una mirada puesta en lo social. Yo tuve la oportunidad de reunirme con una Asociación de Meretrices, AMA (Asociación de Meretrices Argentina); lo que ellas planteaban era la mirada social de trabajar el tema de VIH, de promoción y prevención de la salud, de ellas y de sus usuarios. Es tal cual lo estás describiendo. Dra. MARTINEZ.- Tiene otro elemento sociológico interesante que ellas plantean, que es cierto que el "cafishio", es un agente potencial de violencia de género. Pero si ellas no logran la posibilidad de sindicalizarse y de ejercer libremente su trabajo, criminalizando la actividad no se está bajando el nivel de violencia, es eso lo que ellas plantean. Es un tema complejísimo. Lo que quiero marcar es que en esa discusión muchas veces el concepto de violencia, la categoría "violencia", se utiliza en una forma amplia, utilización que a mí me parece perfectamente legítima en términos políticos. Uno puede usar una categoría en términos políticos para lograr determinado objetivo y ahí es un ejemplo claro de cómo se usa. Contrariamente a esto hay otros ámbitos, acá vamos más a mi tema, por ejemplo, en el de las burocracias penales, en donde el concepto de violencia se usa de una manera tan restringida, que casi nada es violencia. Así como en el trámite judicial concreto para probar la violencia institucional. Ahí hay un ejemplo del otro extremo. 228 Comisión Especial de Violentología 2013 Ya esos dos ejemplos nos dan el panorama de la complejidad de la categoría de la violencia, de las diferencias y de la diversidad de usos que se le puede dar. En esos márgenes nos movemos, la aclaración es casi metodológica. Lo que quiero plantear, a partir de esto, es que para pensar en el tema de la violencia y para llegar a mi tema específico, podemos partir de una clasificación que, como toda clasificación es arbitraria, sirve para ubicarnos en un mapa de lo que en este momento, en este contexto social, pensamos como problemas de violencia. Siento que en la actualidad, o las preocupaciones de la agenda pública, acerca de las temáticas de la violencia específicamente, se pueden dividir en tres grandes campos. Son muy arbitrarios y, seguramente, tenemos mil ejemplos más, pero para ordenar el mapa se hace esta división. De un lado, está toda la problemática de violencia de género, la violencia contra los niños, la violencia en los niños, la violencia en las escuelas, la violencia entre jóvenes y, como decía hoy, hasta el ejemplo de la trata de personas. Se trata de violencias que, en general, son enfocadas o emergen de conflictos interpersonales, violencia que está en las interacciones sociales y forma parte de la trama de relaciones sociales. Los abordajes sobre estas violencias son complejos, tanto en las luchas sociales de los movimientos sociales o de las ONG, como las políticas públicas en los últimos años, me refiero a los últimos veinte años o treinta. En este tiempo, estas luchas sociales y estas políticas públicas, si algo hay que reconocer, es que se ha avanzado muchísimo en la visualización de este tipo de violencias. La violencia contra los niños y la violencia contra las mujeres, no era un problema hace treinta años, no existía como categoría. Eso no quiere decir que no hubiera violencia de género o que no se les pegara a los chicos, tal vez se les pegaba más que ahora -cuando digo esto suelo tener respuestas de feministas enardecidas-, pero nadie tiene datos viables, no sabemos si había más o menos. Esto de decir: "¡Cómo ha crecido la violencia de género!", a mí nunca me convenció. Ahora es más visible, se puede denunciar, hay espacios preparados para escuchar los casos y para recibir las denuncias, pero hace treinta años no los había, o eran mínimos; no me voy a meter en esa discusión, a lo mejor hay más, pero la realidad es que nadie lo puede saber. Lo que sí 229 Comisión Especial de Violentología 2013 me parece interesante es que ahora es un problema socialmente tematizado, políticamente construido y técnicamente abordado, cuando hace treinta años no lo era. A veces, en la dimensión macro no nos damos cuenta de cómo se modificó en los últimos veinte años este panorama. Un ejemplo, es cuando a fines de los años `90 me tocó coordinar un trabajo de campo regional para una consultoría para el PNUD, sobre acceso a la Justicia. Tomamos ciudades intermedias de once países que incluían desde Perú a Guyana, sistemas de acceso a la Justicia, en ciudades intermedias, desde 50 mil habitantes a 80 mil. Localizamos ONG y organizamos un pequeño trabajo de campo. El resultado fue que en esos lugares, el 99,9 por ciento de las denuncias que servían como acceso gratuito a la Justicia, era por violencia de género, violencia doméstica o violencia contra los niños, y nos costó muchísimo encontrar en esos once países -insisto, Perú, Bolivia, Paraguay- algún caso de reclamo por tierras o de violencia institucional. El ejemplo muestra dos cosas. Por un lado, el crecimiento enorme de los dispositivos de acceso a la Justicia para el tema de la violencia de género y para las mujeres, lo cual me parece excelente. Otra lectura posible, un poco más negativa, es la invisibilización absoluta de la violencia institucional y de los conflictos de tierras en países en donde esos son los motivos más grandes de violencia, como por ejemplo, en el interior del Paraguay. ¿Cómo puede ser que no haya ningún caso de reclamo? Estos dispositivos han sido orientados y fuertemente pensados para abordar el tema de la violencia doméstica y la violencia contra la mujer y no están pensados para la abordar este otro tipo de violencia. Son muy contadas las ONG o los espacios pensados para abordar el tema de la violencia institucional. Este primer campo, que en los últimos años ha ganado muchísima visibilidad, como muestra este estudio y como seguramente ustedes deben saber, muestra que este tipo de violencia ha sido y es abordado, ante todo, desde la perspectiva de lo social. Se han ampliado muchísimo los recursos de acceso a la denuncia y a la visibilización del tema y, sin embargo, todavía esta es una lectura muy personal- no está tan claro que los efectos concretos de esos dispositivos se noten en una disminución efectiva de la violencia, es decir, que haya una proporcionalidad. 230 Comisión Especial de Violentología 2013 Hay muchísima capacidad de denuncia. No sé si hay la misma incidencia de políticas públicas en la capacidad de bajar ese tipo de violencia; no lo sé y es por eso que lo planteo como pregunta. Tal vez sí, pero no tenemos datos muy confiables. Como decía anteriormente, antes no era un problema, pero sí lo es ahora. No sé si creció o no, pero hay mucho trabajo por hacer en términos de institucionalidad, de determinadas formas de intervención que son muy informales todavía en términos de este tipo de violencia interpersonal. Es un campo amplísimo y, por ello, me detengo acá. En segundo lugar, y esta es la más mediática, aunque la violencia de género también lo sea, es la agenda de la preocupación por la violencia criminal. No me voy a extender en la descripción de esto, porque al ser la preocupación social muy grande, la forma de construcción mediática está bastamente discutida en un montón de trabajos. Hay una forma discursiva de presentación de la violencia criminal que se ha vuelto casi canónica en los últimos años y, sobre eso, hay mucha reflexión interesante. Esta es una violencia que, fundamentalmente, es abordada desde la perspectiva criminalística y penal, pero, sobre todo, es una violencia que sigue siendo mirada como una violencia interpersonal o como una violencia emergente de una situación de conflicto particular. Aún no se ha avanzado mucho en la problematización más sociológica y antropológica de ese tipo de tramas de relaciones sociales complejas, en donde la violencia ocupa un lugar de obtención de lugar de jerarquía, de construcción de micro poder, de poderes locales, lo cual, en general, en las presentaciones de los discursos públicos, suele aparecer muy poco visible. Diputada Nocito.- Cómo está puesto el eje en la víctima y cómo la violencia que recibe el victimario en el sistema penitenciario, no es violencia, es parte del castigo. Dra. MARTINEZ.- Nunca se vincula con el hecho, cuando son dos cuestiones, la violencia criminal y la violencia institucional, que están articuladas en estos dispositivos y, sin embargo,… Diputada Nocito.- Lo traigo porque para mí es un tema de preocupación, ya que trabajo, en este momento, en el tema de la salud en el sistema penitenciario. Por ello me interesa mucho poder después conversarlo con vos. 231 Comisión Especial de Violentología 2013 Dra. MARTINEZ.- En este momento, este campo, es el de mayor visibilidad. Hay buenos trabajos empíricos y de reflexión. Gabriel Kessler es un sociólogo muy interesante, que está trabajando en estos temas y, aunque no es mi tema, lo ubico en el mapa como otro gran campo de problematización social de la violencia. Sin duda, estos dos campos, el de la violencia interpersonal y el de la violencia criminal, ocupan casi toda la agenda pública. El tercer campo, que es el que a mí, particularmente, me interesa, tiene mucho menor espacio en la agenda pública y es el tema de la violencia institucional. Es decir, la preocupación por la violencia ejercida desde el Estado, por los agentes estatales pertenecientes, por ejemplo, a policías, a fuerzas de seguridad o al servicio penitenciario. ¿Por qué me parece que ocupa un lugar mucho más chico? Primero, porque los otros dos problemas tienen un fuerte involucramiento social, ya que afecta cercanamente, emocionalmente e impacta, porque son los relatos de la víctima que están en el centro del discurso, en el caso de la violencia institucional, no se ha instalado en la discusión pública como un tema de discusión de los límites del ejercicio de la violencia del Estado, sino como un problema de seguridad y mantenimiento del orden público. Si social y políticamente es construido como un problema de seguridad y mantenimiento del orden público, entonces, las víctimas de la violencia institucional no van a aparecen en esos relatos como víctimas, sino, en todo caso, aparecen como elementos disruptivos de un orden, de un deber ser, que está pensado en otra clave. Es esta cuestión la que yo he estudiado y la que a mí me interesa presentar acá, así que no pierdo más tiempo. Este dato acerca del lugar que ocupa en la agenda pública la violencia institucional no es menor, porque también nos habla de las posibilidades de consenso y de construcción de políticas que conlleva. La forma en que se plantea la cuestión de la violencia institucional como problema social y político, también limita o amplía las posibilidades de consenso. Creo que ahí hay mucho por trabajar y por discutir. El tema de la violencia institucional, como decía, es un tema relativamente nuevo que tiene visibilidad solo en el pico de la crisis. 232 Comisión Especial de Violentología 2013 El tema de la violencia institucional, si nosotros hacemos un gráfico desde el 84 para acá, alcanza visibilidad solo en los momentos de crisis, por ejemplo, cuando Walter Bulacio muere en una comisaría, cuando matan a José Luis Cabezas, cuando desaparece Luciano Arruga. En los momentos de crisis aparece el debate de la violencia institucional, muy vinculada a la coyuntura política y a la necesidad de dar un golpe de timón. Esto no pasa con el tema de la violencia de género y sí pasa, pero en menor medida, con el tema de la violencia criminal. En esto está muy marcada la forma en que la preocupación por el uso de la violencia del Estado acompaña estos procesos y estas coyunturas políticas, lo cual se observa bastante en la provincia de Buenos Aires. Es muy interesante pensar este campo de reflexión a partir de la forma en que se construyen los datos y los argumentos, alrededor de la violencia institucional. Desde mi punto de vista, la violencia institucional, aunque creo que la precaución vale para los otros dos campos también, no puede ser estudiada ni como una desviación, ni como una perversión, ni como una serie de hechos aislados cometidos por funcionarios malos o violentos, sino que para abordar el estudio de la violencia institucional hay que entenderla como un elemento más de los dispositivos represivos de los estados modernos, que debe ser analizada no como un fenómeno externo, sino dentro del contexto de funcionamiento real y cotidiano de las burocracias. Pretender estudiar la violencia, sacándola, extrayéndola del contexto político - burocrático en el cual se produce, discúlpenme la metáfora arqueológica, es sacar a la pieza del yacimiento, es perder toda la información más rica del contexto de la trama de relaciones jerárquicas, sociales y políticas en las cuales ese hecho se produjo. Para mí estudiar la violencia institucional es estudiar el funcionamiento de las burocracias y la violencia que se pone en juego en ese trámite, es decir, en esa forma de operar. En su carácter de cuestión política socialmente tematizada, en este sentido, la violencia ocupa un lugar en las agendas públicas de los estados modernos y se vincula, desde mi punto de vista, volviendo a la mención que hice de Norbert Elías, estrechamente con ciertos niveles de tolerancia y sensibilidades que tienen mucho que ver con los contextos históricos y políticos particulares. 233 Comisión Especial de Violentología 2013 No es lo mismo la percepción de la violencia institucional y la idea de violencia que había en la década del '70, de la que había durante la dictadura, de la que se instaló durante los '80, donde había un fuerte registro del riesgo político que podía significar la violencia institucional, a la década de los '90 en donde el tema pasó a ser la seguridad, y la violencia institucional dejó de ser un problema político hasta que el caso Cabezas volvió a poner arriba de todo la preocupación de la gobernabilidad. La violencia institucional, para mí, tiene que ser analizada en relación a eso. Por un lado, en relación al funcionamiento real de las burocracias y, por otro lado, a las percepciones y a los niveles de tolerancia, a las sensibilidades burocráticas y jurídicas, dicen algunos autores, con respecto al ejercicio de la violencia del Estado. Es en este contexto, teniendo en cuenta esa definición o ese encuadre de la violencia institucional, donde juega un papel importante la pregunta acerca de qué se entiende como violencia institucional, no como pregunta abstracta o filosófica, sino como pregunta situada, contextuada, en los contextos institucionales donde se producen esos casos de violencia institucional que a nosotros nos preocupa. El análisis no es sencillo, porque eso que nosotros llamamos violencia institucional, y en lo que seguramente estamos todos de acuerdo, porque todos entendemos de qué estamos hablando cuando decimos violencia institucional, pasa que para desgracia de los investigadores y de los que hacemos los estudios empíricos, se desgrana en una infinita casuística cuando vamos a estudiar los casos concretos. Algo de esto hablábamos con Paola. ¿Cómo se hace para hacer una etnografía de la violencia institucional en la cárcel? ¿Qué condiciones materiales de posibilidad hay de observar la violencia institucional? Yo diría que bastante poca, si no ninguna, en términos de la visión clásica de la observación o la observación participante. Eso no quiere decir, sin embargo, que metodológicamente no se pueda estudiar la violencia, pero como vamos a ver ahora, hay algunas entradas metodológicas que nos facilitan el poder acercarnos a la información de ese ejercicio micro físico de la violencia institucional que se produce en algunas instituciones, particularmente en la cárcel, como son los casos que yo voy a plantear. 234 Comisión Especial de Violentología 2013 Como herramienta analítica, la violencia institucional nos sirve para pensar los efectos del ejercicio de la fuerza por parte de los agentes del Estado. Pero además, como categoría analítica, este concepto de violencia institucional nos sirve, metodológicamente, para poder tener una herramienta para hacer observaciones empíricas o buscar datos en las fuentes documentales, que nos sirvan para llenar de contenido a eso que llamamos violencia institucional. No solamente quedarnos con la idea general de qué es violencia institucional, sino el poder extraer de las fuentes escritas y de la observación empírica a qué nos referimos cuando hablamos de violencia institucional. Es aquí donde quiero presentar dos casos que me sirven para ilustrar de qué manera los hechos de violencia institucional ocurren, pero, sobre todo, de qué manera esos hechos de violencia institucional son registrados, son analizados y son tramitados por las burocracias y por las organizaciones de la sociedad civil. En lo que a mí respecta, a través de estas investigaciones, me parece mucho más fructífero preguntar o avanzar en la respuesta del cómo se produce la violencia que del por qué. La pregunta del por qué se produce la violencia es, desde mi punto de vista o, por lo menos, desde mis competencias disciplinarias, imposible de responder. Podemos tener distintas opiniones, pero lo que el estudio empírico a mí me permite, y esto sí ahora lo vamos a recorrer rápidamente, conocer mucho más cómo se produce esa violencia. Creo que esa información es importante para pensar el tema en clave de políticas públicas. ¿Y por qué hago tanto hincapié en lo empírico? Debido a dos cuestiones y, al respecto, voy a contar dos anécdotas, pero seré muy breve. Una de esas anécdotas, tiene que ver con que después de recibirme de antropóloga, empecé a estudiar Derecho. Desde el primer año, cursé Derecho Penal y nos llevaron de visita a la cárcel de Devoto, que fue una experiencia muy interesante en el '91. Yo tenía como profesor adjunto, en ese momento, a un actual juez federal, de quien no voy a dar su nombre. Entonces, después de esa visita, yo recibida de antropóloga, y que venía de leer Foucault en los años '90, mi reflexión fue que lo que a mí me había impresionado había sido la violencia, ya que nunca había vivido una situación donde la violencia fuera tan gráfica y tan concentrada. De manera que yo ejemplifiqué esa violencia, cuando los guardias cárceles nos llevaron en un recorrido turístico, por supuesto, a lo que ellos llamaban "las leoneras" y nos 235 Comisión Especial de Violentología 2013 mostraron a los presos de la leonera cual si fuera un zoológico. Algunos se acercaron, otros no, era lógico. Desde la antropología, nosotros lo asimilamos permanentemente a la idea de cómo viven los pueblos originarios. Entonces, lo que yo planteé fue eso: Me había impresionado esta distribución arquitectónica, muy foucaulteano, y el profesor se quedó mirándome y me dijo: "¿Violencia?, ¿Dónde viste violencia?" Él lo estaba pensando con mentalidad judicial, es decir, de algún hecho de violencia que habría que haber denunciado. Entonces, fue ahí donde me empecé a interesar seriamente, aunque ya estaba en estas investigaciones, por las manifestaciones concretas de la violencia institucional, porque me di cuenta de que en el mundo jurídico judicial había una forma de clasificación muy rígida, muy fuerte y muy restringida, acerca de lo que era violencia. El segundo hecho se produce en el marco del trabajo de campo y fue a fines del '98, cuando se aprueba el nuevo Código Procesal Penal de la provincia de Buenos Aires. En el marco de la reforma, Lugones era el interventor y se crea un instituto donde estaba Arslanian, si mal no recuerdo, era el Instituto de Investigaciones Penales. En ese marco, hice una serie de entrevistas a los fiscales generales y uno de los fiscales más comprometidos por la reforma, en el contexto de la entrevista, analizando las ventajas que iba a tener la reforma procesal penal en el contexto del sistema penal de la provincia de Buenos Aires, me dijo que uno de los primeros efectos era que no había más tortura en la provincia de Buenos Aires, que no podía haber más torturas, porque ya no tiene sentido que le peguen a un detenido si la confesión en sede policial no tiene validez. Esta afirmación, que me quedó, además de en mi cuadernos, muy grabada, habla de una forma de concebir la violencia institucional muy abstracta, en donde la materialidad del ejercicio de la violencia del Estado desaparece, es una visión. No es el único. En el Poder Judicial es muy frecuente que la visión, la percepción, la sensibilidad jurídica sobre el ejercicio de la violencia o la sensibilidad sobre el ejercicio de la violencia, esté atravesada por esta idea jurídica de que si se produce es por la desviación de algún agente penitenciario violento, y no como una consecuencia de una forma de operar de las instituciones del Estado. A raíz de estas experiencias y anécdotas personales, que tienen que ver con la forma en que fui avanzando en el tema, una de las líneas de trabajo que se me abrió a partir de constatar 236 Comisión Especial de Violentología 2013 eso, es que para avanzar en la forma del conocimiento del ejercicio concreto de la violencia de Estado, es imprescindible conocer directamente las formas burocráticas en que se procesan esos hechos de violencia institucional, tanto en el interior de las burocracias judiciales, como en el campo de la denuncia, de las ONGs, del Comité contra la Tortura o de las distintas instancias de denuncia de la violencia institucional, que son dos puntos que están articulados, que yo no analizo por separado. Creo que la burocracia judicial, en términos de tratamiento de los casos de violencia institucional, está articulada de una forma muy compleja y, a veces, muy en tensión con lo que son todos los dispositivos de denuncia. Por lo tanto, me parece que conocer cómo se producen ahí, tanto en los trámites de los casos de violencia, como la producción de datos sobre la violencia, son elementos importantes para conocer más sobre el ejercicio de la violencia institucional. Por eso, estudiar la violencia institucional en este contexto, nos abre a dos tipos de cuestiones. Vuelvo al tema de la relación de la burocracia con el mundo de la denuncia. ¿Por qué me parece que esa relación es compleja y que están íntimamente relacionadas? Porque, precisamente, estos procesos de reconstrucción de narración y de re significación de los casos de violencia institucional no podrían darse sin tener en cuenta los dos elementos. Estos procesos de los hechos de violencia que se transforman en casos son procesos complejos. No todos los hechos de violencia institucional se transforman en casos. La mayoría de los hechos de violencia institucional son invisibles y pasan desapercibidos, solo unos pocos se transforman en casos. ¿Por qué se transforman esos hechos en casos? Por esta articulación entre el mundo de la denuncia o las organizaciones de la denuncia y las burocracias judiciales, porque en ese diálogo hay algunos casos, que rompen la naturalidad, rompen la rutina, salen de lo común, ya sea por la clase social a la que pertenece la víctima, por los grupos sociales que hay detrás o por determinada capacidad de movilización política, es decir, por un montón de factores, en los que no voy a abundar, pero la verdad es que una ínfima minoría de los hechos de violencia se transforman en casos y, al transformarse en casos, son los que producen estos impactos en la coyuntura del tratamiento político de la violencia institucional. 237 Comisión Especial de Violentología 2013 Abro un mínimo paréntesis. Cuando yo llegué, en un intercambio, a la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París, uno de los cursos que hice, que me llamó muchísimo la atención, fue el de la violencia institucional en Roma. Los franceses son así, ellos tienen una historia larga y la estudian en clave moderna. El caso que analizamos durante todo el semestre, fue el caso de Los Mártires de Lyon. Los Mártires de Lyon es un grupo de cristianos, que para ellos eso forma parte del relato de la escuela primaria, que son condenados a muerte en la ciudad de Lyon por los romanos. Entonces, todo el semestre nos dedicamos a estudiar en una traducción del griego al francés, con una profundidad filológica a la que yo no pude llegar, seguramente, pero lo que sí me quedó claro es que este hecho de violencia institucional de Los Mártires de Lyon, había marcado un hito en la historia francesa, en términos de la forma en que se daba este diálogo entre las víctimas y el Estado. Lo analizábamos todos, pero en verdad lo que hay en ese caso es un hábeas corpus, hay un pedido de que no se los echen a los leones y terminan matándolos, porque en el procedimiento el hábeas corpus no llega a tiempo; no se llamaba hábeas corpus, pero, en definitiva, era eso. La cuestión es que lo que a mí me impresionó de que este caso formara parte de la historia, fue la profundidad de la memoria de la violencia institucional. Formaba parte de la construcción de la república, esta idea de que todo condenado a muerte o todo preso tiene derecho a reclamar y a no ser abusado por la violencia institucional. Hoy, en la Argentina, también tengo la sensación de que, sobre todo en las provincias, los casos de juicios por crímenes de lesa humanidad empiezan a dejar una marca parecida. Esto se refiere a casos históricos, que empiezan a funcionar como una alerta muy fuerte en la memoria de lo que no debe volver a repetirse, que es un uso de la violencia del terrorismo de Estado con las características que todos conocemos. Vengo de Jujuy y lo vi muy claramente en los juicios de allá. Acá en Buenos Aires, el impacto es muy fuerte, pero me asombró verlo en Jujuy. Diputada Nocito- El hábeas corpus vos lo definías recién como que es un hito que está instalado en la escuela primaria. A nosotros todavía nos cuesta pensar estos temas. 238 Comisión Especial de Violentología 2013 Le decía recién a Patricia, que nosotros tendríamos que estudiar Margarita Belén, por decir un caso y, sin embargo, tiene una connotación para algunos de nosotros, no para toda la sociedad. Dra. MARTÍNEZ.- El tema es que cuando nos referimos a su historia, estamos hablando de mil cuatrocientos años, mientras que acá estamos hablando de solo unas décadas. Pero hay una construcción de memoria de ciertos hechos de violencia que no deben volver a repetirse. Hago este paréntesis, porque me sirve para señalar que estos procesos de reconocimiento de la violencia institucional y la búsqueda de los límites son, además, de larga duración. Es mucho más difícil, creo, tal vez influida por la investigación más directa, pensarlos en la coyuntura, es decir, es mucho más difícil percibir el grado de violencia institucional que se está produciendo en las instituciones actuales, que en las que están al lado nuestro. Es por eso que decía, que hay muchos y constantes casos de violencia institucional que no llegan a ser visibles, pero que en su anonimato e invisibilidad, si uno los estudia directamente son muy ilustrativos del trámite burocrático de la violencia institucional, lo cual nos sirve para explicar, precisamente, debido a qué factores cruzados es tan difícil que se vuelvan casos visibles. Para esto, brevísimamente, me voy a referir a dos casos concretos, de los cuales les hice circular el artículo. Por un lado, el caso de la Unidad 29 en Melchor Romero en 2001. Para mí, ese es un caso muy ilustrativo, ese hábeas corpus que lleva adelante el juez Borrino, porque nos relata -y los detalles están en el texto- una situación de ejercicio de la violencia institucional rutinaria, masiva, microfísica, durante dos años. Lo que me muestra el expediente es que hubo cientos de presentaciones y denuncias, las cuales llegaron muchas veces al poder judicial y, sin embargo, nadie lo tomó como caso, porque eran presos denunciando, al fin y al cabo, una situación rutinaria, habitual de violencia institucional. Solo en la medida en que una mirada desde el Poder Judicial lo reúne y lo construye como caso, y solo en ese momento se transforma en un caso judicial sobre el que hay que intervenir. Lo que me preguntaba cuando recorría todos los hábeas corpus, es por qué no intervino el Poder Judicial. No intervinieron la mayoría de esos funcionarios, porque formaban parte también de su rutina y porque la violencia institucional no solo está engarzada en la rutina del 239 Comisión Especial de Violentología 2013 servicio penitenciario, sino también en la rutina del Poder Judicial de recibir hábeas corpus. Esto es durísimo, pero es así. Es por eso que antes decía que no me niego a analizar la violencia en términos de desviación o de actitud violenta de un agente penitenciario o de un jefe penitenciario, me resisto a ello, ya que eso no les quita ninguna responsabilidad y es gravísimo criminalmente admitir o ejercer esa violencia, pero no son los únicos que están en contacto con esa violencia. Hay muchos mecanismos de control que no están funcionando, y el mecanismo del hábeas corpus y de la denuncia es uno de ellos. ¿Por qué tomo este caso? Porque a mí me parece que este caso de la Unidad 29, nos muestra este aspecto de la violencia institucional microfísica y rutinaria que no llega a convertirse en un caso judicial, precisamente, porque no hay ningún elemento que logre romper ese carácter rutinario. Entonces, ahí, me parece que hay todo un campo de discusión -y no lo estoy desmereciendopero creo que el foco no es tanto el tema de la capacitación del servicio penitenciario, sino el de la lógica de funcionamiento del sistema. Se puede capacitar al servicio penitenciario todo lo que queramos, pero si la lógica del sistema frente a la denuncia sigue siendo la invisibilización y la negación, difícilmente esa lógica del maltrato permanente se vaya a modificar, por más formación que se les dé. Diputada Nocito - Siguiendo tu artículo, si la lógica judicial sigue siendo la de la sospecha de la mentira por parte de las víctimas, hacemos la combinación ideal. Dra. MARTÍNEZ.- Claro, entonces, en términos de estudio empírico de la violencia, acá hay un gran trabajo por hacer, y también en términos de políticas públicas, es decir, cómo intervenir, desarmar o modificar esas lógicas. Por el otro lado, lo que me interesa resaltar es que junto con este mundo de las burocracias penales también existe, del cual formo parte y me hago cargo, porque estoy inmersa en el sistema, un amplio y muy fuerte sistema de denuncia, el cual tampoco existía hace unos años. Ahora lo tenemos como naturalizado, pero que exista el Comité contra la Tortura, que haga inspecciones a las cárceles, que reciba información específica hacia los hechos de violencia, es una cosa muy nueva y muy novedosa, pero todavía no sé si estamos utilizando y 240 Comisión Especial de Violentología 2013 aprovechando esa fuerza de la producción de datos que ofrecen esos espacios para pensar las políticas públicas. Me detengo para contar la experiencia del Comité contra la Tortura, porque eso no lo pasé por escrito. Mi trabajo con el Comité contra la Tortura empieza a partir de un hecho político burocrático muy interesante, que es que a partir de ese trabajo, que venía haciendo a fines de 2006, la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires saca una acordada, en donde ordena al Presidente de Cámara de todos los departamentos judiciales, informar los hechos de violencia ocurridos en las cárceles, hechos de violencia que al sistema judicial llegan, porque se obliga al sistema penitenciario enviar un parte por cada hecho de violencia que ocurra en las cárceles. Si bien mandaban esos partes, no dieron resultado, porque tanto el servicio penitenciario como la justicia son burocracias penales. Si la Suprema Corte da la orden de que hay que informar, se informa y se hace con una lógica de informe escrito. Entonces, por cada hecho de violencia o, por ejemplo, algunos ocurridos en un día, se empezó a elaborar un parte en cada unidad penitenciaria y esos partes empezaron a llegar a los presidentes de Cámara del Departamento Judicial y estos los empezaron a mandar a la Corte con copia al Comité contra la Tortura. Entonces, tres meses después, el Comité contra la Tortura tenía tres biblioratos con 800 partes con hechos de violencia, con los que no sabía qué hacer, porque pedir una información y no crear un formato para procesar esa información es lo mismo que nada en cualquier campo; pedir información y no hacer nada con eso, es peor que no pedirla, porque la verdad es que ahí hay una información riquísima, pero solo se había pensado en términos de verticalidad jerárquica: "Tienen que informar". Nadie había pensado qué hacer con eso. Es a partir de eso que con el Comité contra la Tortura empezamos un trabajo de elaboración conjunta de algunas bases de datos que nos permitieran volcar esos hechos de violencia y sacar de ahí alguna información. Diputado Gutiérrez- El que empezó, en realidad, fue el Defensor de Casación Mario Coriolano, y eso obliga a la Corte en lo que respecta al mecanismo. Él hace dentro de su Casación, el tema de torturas de las unidades penitenciarias… Dra. MARTÍNEZ.- Y con los chicos también. Empieza con el registro de violencia sobre los jóvenes detenidos, estaba ese antecedente. 241 Comisión Especial de Violentología 2013 Diputado Gutiérrez- Y eso obliga a reaccionar a la Corte, lo mismo que la Subsecretaria de Derechos Humanos que tiene la Corte. Es a partir de este aparato colectivo que presenta por presos y detenidos. Dra. MARTÍNEZ.- Por la misma época es este mismo proceso del hábeas corpus de los presos y detenidos en comisarías. Diputado Gutiérrez- Exactamente, es un hábeas corpus colectivo. Al principio, se dijo que tenía que venir cada preso, y lo dijo hablando de la burocracia judicial. En realidad expresó: ¿Cada preso va a presentar un hábeas corpus? Entonces, dijo que no podía venir cada preso, porque era agotar la información. En definitiva, demasiada información y tantos hábeas corpus te paralizan. Entonces, aparece la figura del hábeas corpus que recepta la Corte Nacional, y que pone la Corte de la Provincia a generar esta Subsecretaría para ver el funcionamiento de las cárceles. Dra. MARTÍNEZ.- A raíz de este proceso, creo que el hábeas corpus empieza a utilizarse como una herramienta distinta. El hábeas corpus de Borrino, fue un fracaso, porque la Corte dijo que había que volver todo a los jueces, y es por eso como que fue como un camino abortado. Y después, el hábeas corpus colectivo por los presos de las comisarías abre el camino, cosa que es muy interesante para analizar en términos de lógica judicial y de funcionamiento concreto. Diputado Gutiérrez- Cuando hablamos de Poder Judicial hablamos de Estado, porque es uno de los integrantes del Estado, con lo cual, en definitiva, son las políticas de Estado las que fallan en todos sus poderes, en todo caso el Poder Judicial, es decir, la responsabilidad internacional del Estado, a partir de los poderes, tanto Nacional como Internacional, que es en todo caso el Poder Judicial. Yo pertenezco al Poder Judicial y pareciera que cuando hablamos de él estamos hablando de algo distinto, pero, en realidad, estamos hablando del Estado. Dra. MARTÍNEZ.- Claro. Dentro del Estado, a mí me parece que también hay una categoría muy interesante. Cuando uso la palabra burocracia, me olvido siempre de aclararlo al principio, lo uso en el sentido positivo; yo amo las burocracias, porque las creo fundamentales y formo parte de la burocracia universitaria. 242 Comisión Especial de Violentología 2013 Quiero decir, también hay un sentido común que achaca todos estos problemas, por eso tomo tu aporte, y se suele culpar de esto a la burocracia, como si no fuera un poder del Estado y fuera un mal, una cosa abstracta cuando, en verdad, es un funcionamiento que también permite un montón de cosas que de otra forma no serían posibles. Valoro mucho el funcionamiento burocrático, pero creo que lo que hay que hacer es mejorarlo, no crearlo como un monstruo que es el que frena la posibilidad de realización de los derechos. Creo que las burocracias son la vía para la realización de los derechos. Lo que ocurre es que si no se estudia concretamente el funcionamiento real de las burocracias, si se termina pidiendo cosas que no pueden hacer, porque, a veces, hay discursos de sentido común, que pretenden que la justicia resuelva cosas que nunca va a poder hacer, porque no tiene nada que ver con su función, como cualquier otra burocracia. Entonces, me parece que también hay, en el tema de la gestión pública y del funcionamiento real del Estado, como una posificación y una generalización del funcionamiento de las burocracias y, en realidad, lo interesante es ver el funcionamiento concreto, como en este caso, el que hace la burocracia judicial con un caso concreto. A veces, de un trámite termina desarmándose un hábeas corpus colectivo como en el caso de la Unidad 29, y otras veces, como en el hábeas corpus colectivo de los presos en comisarías, termina de una manera mucho más productiva en sus defectos reales sobre el sistema. Diputado Gutiérrez- Existe la burocracia racional de Max Weber, que es la burocracia positiva, esa burocracia mecánica donde el burócrata no piensa, sino que cumple la forma de la cual está atado y le da su seguridad, porque vive dentro de la forma, no es positiva. Vos empezaste diciendo que, más allá de la teoría, te gustaba tener los pies sobre la realidad, pero la Corte cuando manda a pedir el parte se olvidó de la realidad, porque también la Corte está muy alejada, es decir que tiene sus pies lejos de la realidad. Entonces, hay lógicas de cada uno de estos sistemas que son lógicas de supervivencia. El empapelar es una lógica de supervivencia del sistema de la Policía de la provincia de Buenos Aires, en la cual sabe que no es así. 243 Comisión Especial de Violentología 2013 Cuando sale la Ley 11922, en el `98, la Policía reaccionó empapelando. Todos los nuevos fiscales, quienes se llenaron de denuncias cuando antes en la discreción de un sumario policial, no pasaba o con un comisario mediador, tampoco. La reacción de la bonaerense al quitarle el poder fue empapelarla. Yo tenía un profesor de la facultad, que decía: "Si a usted lo investigan por un hecho de defraudación, lo van a allanar en su empresa. Entonces, mándele cinco camiones de documentación al juzgado, nunca en su vida los va a terminar de analizar, porque no tiene capacidad operativa y esa causa va a morir por prescripción", y eso es lo que le pasó a la Corte por no tener los pies sobre la tierra para dimensionar el problema y qué hacer con él. Dra. MARTÍNEZ.- Para cerrar, voy a plantear el vaso medio lleno. En el Comité contra la Tortura, y en otros lugares también, la base de Coriolano, no sé cómo siguió actualizándose, porque creo que no usaron estos partes porque eran muy generales, y no iban a lo específico. Diputado Gutiérrez- Hubo un problema de competencias internas con el Procurador de la Corte, por una cuestión de política interna. Dra. MARTÍNEZ.- En la parte que me toca, cuando vi esos cuatro biblioratos, me produjo una felicidad inmensa, porque con esa información tenía que hacer algo. Entonces, lo que iniciamos -y con esto cierro- es un proceso en el Comité contra la Tortura de armado de una base de datos de hechos de violencia. Ahí, uno de los ejes de discusión y de las vetas reflexivas más interesantes fue la intensa discusión que surgió entre todos nosotros yo armando la base de datos, y todos los abogados que estaban empapados de este tema de los casos de violencia institucional-, acerca de qué era violencia institucional y qué no. Porque en un parte de hechos de violencia, el relato de los hechos venía todo mezclado, pero de ahí, por eso el título, había que hacer una clasificación de hechos para que a mí me sirviera como dato, por lo que yo insistía en que teníamos que hacer una clasificación. Por lo tanto, lo primero que hicimos fue plancharlo en un Excel, tomando parte por parte y cargando en determinadas columnas los datos que venían. Ahí se produjeron cosas muy interesantes y graciosas que nos sirvieron mucho para la reflexión, que es la forma en que se 244 Comisión Especial de Violentología 2013 extraía la información del parte y se la pasaba. En general, lo que tendían a hacer los abogados era copiar todo, mientras que yo a lo que quería llegar era a marcar con una cruz. Para mí, una base de datos de hechos de violencia no podía ser descriptiva y ellos no querían resignar ninguna información; entonces, era como un mapa de Borges, porque ellos lo que querían era que la base de datos reflejara toda la descripción del Servicio Penitenciario, pero yo les decía que estaba en el parte y que lo que yo quería era sacar cuántos hechos había, es decir, tener una clasificación que me sirviera. Eso me dio un trabajo a mí y un esfuerzo de reflexión que, volviendo al principio, nos puso en frente de la complejidad de la categoría "violencia institucional". En un grupo formado por abogados y por mí, que veníamos de trabajar hacia años en el tema, no es que no sabíamos qué era la violencia institucional, sino que empíricamente, casuísticamente, se nos transformó en un problema, el cual no habíamos abordado desde esa perspectiva; era poder clasificar los hechos de forma que indicaran alguna especie de regularidad en esa rutina de ejercicio de la violencia. A partir de ahí, aparecen dos ejes muy interesantes que surgieron al sistematizar esa información. El primero, fue el tema de las peleas entre presos. Todos los hechos de violencia que ocurren en las cárceles, para el Servicio Penitenciario, son hechos de violencia entre los presos. Esto es muy interesante, porque es una forma de interpretar la violencia en la cárcel, la cual no entra dentro de la definición que nosotros tenemos de violencia institucional, pero es la legal del Servicio Penitenciario sobre qué es violencia; esto por un lado. Por el otro -y este fue el dato más revelador de la violencia institucional-, nos encontramos que en esos partes se mencionaba que se había usado balas de goma para dispersar o desarmar peleas de presos, lo cual estaba escrito. Así, pudimos contar cuántos hechos hubieron y, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, notamos que entre los años 2007-2008 -que fueron los primeros años que sistematizamos- hubo cinco episodios donde hubo intervención con balas de goma por día en los distintos establecimientos penitenciarios; o sea, que había establecimientos penitenciarios que tenían, sacando promedio, dos episodios para dispersar presos por semana. 245 Comisión Especial de Violentología 2013 Había un grado muy alto del uso de la violencia institucional que no estaba registrado por el Servicio Penitenciario como uso de la violencia, sino como una herramienta de intervención para evitar o para desarmar las peleas entre presos. A mi me parece que estos dos ejemplos son muy ilustrativos y útiles para poner en tensión y para desarmar nuestro propio sentido común de qué es violencia institucional. La violencia institucional no es una categoría que se autodefina, sino que es una categoría muy compleja y muy relacionada con una discusión histórica y política de los últimos treinta años en donde, sin duda, el hecho de terrorismo de estado está muy presente y también, que incluye todas estas dimensiones de las distintas visiones institucionales de qué cosa es violencia institucional y qué no. Entonces, nos puede servir como argumento político seguir hablando de violencia institucional, pero en término de investigación empírica de la violencia institucional, me parece que como categoría, es necesario, no solo descomponerla y desarmarla en sus distintas manifestaciones, sino también prestar atención a qué se interpreta en el mundo judicial, qué se interpreta en el mundo del Servicio Penitenciario, y qué se interpreta en el mundo de los organismos de denuncias, qué cosa es violencia institucional porque, si no, es como un diálogo de sordos. Y presentar 25 mil habeas corpus, tampoco es la solución. Si uno no entiende bien cómo funciona esa idea de violencia institucional en el Poder Judicial, presentar habeas corpus no basta; si bien cumple una función, pero como política pública o institucional tiene serias limitaciones. Diputado Caviglia- Te agradecemos mucho Josefina. Ahora, como es costumbre, comenzamos con las preguntas y reflexiones. Sr. .- Agradezco mucho la invitación que me ha hecho públicamente el señor diputado Gutiérrez y la verdad me siento enriquecido con su participación. Vengo de una rama distinta, que es la rama jurídica y me gustó mucho la diferencia entre hecho y caso. Porque, en realidad, nosotros vemos casos, los hechos por ahí no se denuncian. Me parece un dato importante, desde el punto de vista jurídico, el caso razonable que tenemos en la burocracia judicial, para resolver esos casos, y ese es el inconveniente. 246 Comisión Especial de Violentología 2013 Me parece que no solamente la transformación del hecho en caso, sino en qué tiempo resuelve el Poder Judicial los hechos, mejor dicho los casos, que debe resolver para no caer en una noción peyorativa de la burocracia como gobierno de los escritorios y, en definitiva, tener esa misión. La pregunta es, también está garantía convencional y constitucional del plazo razonable para que el caso sea resuelto por el organismo que corresponde. Esa es la primera. La segunda, es una reflexión. Quería saber si usted considera que hay violencia institucional por omisión, porque en todos los casos que nosotros hemos referenciado a lo largo de la charla es la violencia institucional por acción de algún organismo del Estado. Pero cuando el Estado deja de hacer, por ejemplo, al no brindar seguridad al testigo en una causa de derechos humanos que, después implica la desaparición de ese testigo clave, o el hecho de permitir que los dirimidos tengan enfrentamientos físicos -como usted lo decía antes- tal vez no lo ven como violencia, porque los agentes no pertenecen a esta institución, no entraría dentro de esta categorización de violencia institucional por omisión, es decir, no por hacer, sino por dejar hacer. Dra. MARTÍNEZ.- Voy a empezar con respecto al plazo razonable. A mí, ese tema me parece fascinante, porque una cosa que encontré en el estudio de este habeas corpus colectivo enorme de San Isidro, de Borrino, de la Unidad 29, es una asombrosa heterogeneidad de lógicas burocráticas con respecto al uso del tiempo. Estudié derecho y trabajé diez años en tribunales. Sin embargo, me salgo de eso y lo miro como antropóloga, y es increíble la heterogeneidad de situaciones que se pueden dar para construir o para modificar la categoría tiempo o la categoría plazo. El ejemplo más bizarro que encontré en ese habeas corpus fue que, uno de los habeas corpus fue denunciado -no es que estoy anonimizando, sino que no me acuerdo los departamentos judiciales, pero era del Norte-, y presentado en tal lugar. Allí dijeron que no era competente y, entonces, tenía que ir a otro departamento judicial. Fue al segundo departamento judicial, pero faltaban las fotocopias y, entonces, lo devolvió al departamento original. Estábamos hablando de una denuncia en la que le habían sacado la piel de las plantas de los pies a un preso. Esto es un uso. 247 Comisión Especial de Violentología 2013 Desde el punto de vista del análisis sociológico y antropológico, en general, trato de no entrar al análisis de eso por el lado de la psicología individual. No creo que ese funcionario lo haya hecho a propósito -me resisto a pensarlo-, porque no me parece una vía de indagación productiva; a lo mejor lo hizo, no lo sé, pero en términos de análisis sociológico, me interesa mucho más la lógica burocrática que hay detrás. Además, conozco cómo funciona el sistema judicial: hay delegación de funciones, entonces eso pudo haber sido un error de un meritorio, pudo ser un reflejo automático o pudo ser que nadie haya leído ese expediente. A mí me asombra mucho, pero muchas veces, uno se da cuenta viendo las resoluciones, que nadie leyó lo que dice el expediente, porque si una persona -en el caso de las causas armadas esto es clarísimo- lo hubiera leído con un mínimo interés, esas cosas no pueden avanzar. Sin embargo, avanzan, pero no creo que sea una perversión, ni siquiera creo que sea, por lo menos desde el punto de vista del análisis sociológico, una cuestión de responsabilidad personal. Me parece que ahí hay un problema más grande, que es esta cuestión de las lógicas, de las tramas de relaciones sociales y jerárquicas, y de las lógicas burocráticas que hay detrás de ese funcionamiento judicial. Hay algo que está produciendo, por ejemplo, que los expedientes se puedan tramitar sin leerlos, ya sea por la carga de trabajo o por la misma forma en que se organiza el trabajo. Creo que hay más una responsabilidad en términos de organización del trabajo, que una responsabilidad directa sobre eso. Ahora, el tema del uso del tiempo judicial -Sofia Tiscornia tiene algo escrito sobre eso-, es un tema interesantísimo, porque el tiempo judicial no es el tiempo del común de los mortales; es un tiempo especial -no lo digo con ironía, lo digo como con genuino interés-, porque es una construcción del tiempo, y esto hasta está muy estudiado. No todos los grupos sociales usan el tiempo ni conceptualizan el tiempo de la misma manera. Nosotros creemos que el tiempo es algo igual para todos, pero no lo es; las clases sociales, por ejemplo, tienen distintos usos del tiempo. 248 Comisión Especial de Violentología 2013 Creo que las burocracias tienen un uso del tiempo muy particular que produce estos efectos, pero, en realidad, hay que atender más es a la lógica que a los efectos, porque los efectos son el dato. La cuestión de violencia por omisión se vincula con esto. En realidad, el mismo concepto de omisión es una categoría muy centrada en un sujeto racional e incluso en el Servicio Penitenciario -e insisto-, sin eximir de ninguna responsabilidad criminal a los que están a cargo de eso, muchas veces no es una decisión expresa la de no intervenir o una cuestión racional en el sentido en el que nosotros lo estamos interpretando desde afuera, sino una rutina burocrática. Es decir, es la única forma de intervenir. Esto, en las entrevistas con los agentes del Servicio Penitenciario -algunos que se han ido del mismo- esto aparece muy claro. Lo mismo ocurre con la Policía y los empleados judiciales, ¿cómo se aprende el oficio? El oficio se aprende acompañando e imitando lo que hace el otro. Hay toda una lógica de no intervención o de intervención jerarquizada en la que, por ejemplo, la que entra a pegar es solo la brigada que está para pegar, mientras que los demás no pueden hacer nada, porque si hacen algo quiebran el equilibrio interno del Servicio Penitenciario, y en eso -insisto- lo más interesante es la lógica burocrática. 249 Comisión Especial de Violentología 2013 VIOLENCIA CONTRA NIÑOS Y ADOLESCENTES María Inés Bringiotti79 En general, me voy a referir a lo que hago habitualmente, que es violencia familiar e institucional, que en realidad, es todo un trayecto que históricamente he recorrido. Hoy uno está invadido por las situaciones de violencia, pero si estudiamos los inicios de la civilización: cómo se conformaba la familia y cómo se educaba a los niños, podemos ver que el tema de la violencia existía desde los comienzos de la antigüedad. Muy lentamente, fueron apareciendo el tema de la defensa de los Derechos del Niño, la pedagogía infantil, la Pediatría y todo el apoyo legal que tiene que ver con la Defensa del Niño; todo eso fue apareciendo tardíamente. Mencioné estos temas porque han venido trabajando, a lo largo de 79 Licenciada en Sociología, Doctora en Filosofía y Letras de la Facultad de Filosofía y Letras; Directora del programa de Investigaciones de la Infancia Maltratada; Coordinadora del programa de Actualización y Abordaje Interdisciplinario del Maltrato Infantil de la Violencia Familiar e Institucional, todos de la UBA. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Facultad de Psicología. Dictó conferencias en numerosas universidades extranjeras como: la Universidad de la República, en Montevideo, la Universidad de San Pablo, la Universidad Federal Santa Catalina, la Universidad de Sevilla y la Universidad Católica de Chile. Tiene muchos libros publicados que hacen a la temática. Nos interesan las múltiples violencias en “La violencia en la escuela” y “Palabras y espejos, aportes para la prevención del legado familiar de la violencia”. Miembro de la Asociación Argentina para la Prevención del Maltrato Infantojuvenil ASAPMI 250 Comisión Especial de Violentología 2013 la historia, en cómo se fue constituyendo la familia, en qué momento aparece la familia moderna tal como la entendemos hoy en día: la familia se constituye a través del afecto como elección, mientras que antes las familias eran convenios arreglados, por los cual no estaba la idea de conformar una familia, los hijos no eran el producto del amor sino de necesidades o conveniencias. Es muy interesante que en algún momento aparezca este concepto de la vida privada, porque hasta ese momento se hablaba únicamente de la vida pública, o sea, de lo que la gente hacía puertas para afuera. Entonces, toda esta bibliografía aparece recién en la década de los ‘80 -hace muy poco tiempo que aparecen estos autores-, y ahí empiezan a darse cuenta de lo que ocurría en las familias puertas adentro: ¿Cuál era el papel de la mujer?, ¿cuál era el papel del hombre?, ¿cómo funcionaba la pareja? y, sobre todo, la no visibilización del niño o de la infancia como tal. Estos autores dicen que el niño se definía como un adulto en miniatura. Se necesitó mucho tiempo para que se empezara a pensar en cuáles eran las necesidades concretas que tenía un niño y, a partir de ahí, se comenzara a ver cómo abordar la problemática. Los que estudian familia hoy en día la gran pregunta que se hacen es: ¿A qué nos referimos cuando hablamos de familia? Porque hasta hace unos años, cuando uno se refería a la familia, hablaba de la familia unida al matrimonio legal con dos hijos, sobre todo un varón y una nena, y estaba todo bárbaro para la demografía, o sea, era la familia tipo: mamá, papá y los dos hijos. Ustedes saben mejor que yo que en este momento la familia tipo es uno de los tipos de familia que uno puede encontrar y, lamentablemente o no, tampoco es lo más común. Aparecen un montón de nuevas formas que va adoptando la familia. Una de las cosas que se han ido observando en las últimas décadas es el aumento de la pareja consensuada por sobre el matrimonio civil, y esto ha llevado a modificaciones legales, como el reconocimiento de la convivencia, para la obra social, por el nacimiento de los hijos; desde el punto de vista legal, se equiparó a los hijos de un matrimonio legal y de un matrimonio consensuado. Acá se ha producido un avance muy grande. 251 Comisión Especial de Violentología 2013 En términos sociales y demográficos, lo que se viene observando a partir de la década de los ’90 es un aumento sostenido de familias mono parentales, y esto aparece en casi todo el mundo, no es una atribución solamente nuestra. Cada vez que hay crisis profundas en un país, en vez de producir una unión, aumentan las separaciones; han aumentado los hogares mono parentales, se estancan y vuelven a aumentar. El porcentaje en este momento para nuestro país es muy alto. Esto significa que tenemos muchos casos de una persona sola criando los hijos. Muchas veces hay padres que pasan la cuota, los vienen a buscar y asumen un rol activo, pero yo les diría que en más del 50 por ciento no pasa esto. La persona que está a cargo de sus hijos -que mayormente es la mujer, pero tenemos casos de hombres solos también- está sobrecargada en todo sentido: tener que trabajar, sostenerlo económica y afectivamente; entonces, esto nos trae una situación difícil para la persona, y nos estamos manejando con un nuevo tipo de familia, que es la mono parental. Todos estos cambios han llevado también a otra manera de considerar los géneros; el femenino, el masculino y todas las demás formas que hoy en día están incluidas dentro de la palabra género. Tenemos que hacer una distinción entre el sexo, que es lo biológico, y el género, que es una construcción cultural. Hoy en día, los estudiosos de género hablan de una cantidad impresionante de formas de género, que también implica empezar a ver cuáles están en la familia y cuáles no; o sea, significa un trabajo constante de estar repensando las cosas que sabíamos esta ahora. Varía el número de hijos. Digo esto porque hay ciertos sectores sociales, en nuestro país y en todo el mundo, que tienen la posibilidad de elegir cuándo quieren, o no, tener un hijo; otros no. Esto ha traído un problema demográfico bastante importante, que es la baja de la tasa de nacimientos. Eso, sumado al aumento de la expectativa de vida, porque duramos más. La famosa pirámide de la población donde hay pocos viejos y nacen muchos chicos para ocuparse de los viejos, en este momento es más o menos un prisma. O sea, tenemos la misma cantidad de gente que sobrevive que de nacimientos, y en algunos países la pirámide está invertida. O sea, hay más gente grande que dura y menos tasa de nacimientos. Todo esto nos va a traer problemas en el abordaje de las familias. 252 Comisión Especial de Violentología 2013 Hay separaciones y hay nuevas uniones; por lo tanto, tenemos estas nuevas figuras, que son las familias ensambladas. Algunos de los dos tiene hijos de un matrimonio anterior, uno sí, otro no; o tienen los dos. Tienen hijos en común, y aparece esto de la familia ampliada. Por lo tanto, los hijos –los chicos- involucrados pueden ser hijos de ella, de él, de la pareja, de parejas anteriores, adoptados; o sea, la manera en que llega un chico a la familia puede ser muy diversa. Luego tenemos otros puntos que son sumamente conflictivos, no solo para lo legal sino para todas las profesiones que están en el tapete, en un análisis bastante profundo en este momento, que son: El debate acerca de las nuevas formas de fertilización asistida, que hay formas muy exóticas que realmente necesitan una jurisprudencia para cubrir estas situaciones; y la posibilidad o conveniencia de que parejas homosexuales críen chicos. Todo esto muestra que la familia ha cambiado la forma. Lo que quiero decir con todo esto es que de esto que en un momento llamamos “familia” y todos entendíamos qué era, hoy hay que preguntar un poquito más: ¿Qué forma tiene la familia? Sin embargo, seguimos hablando de familia, porque el criterio que predomina hoy es que, más allá de la forma que tenga esta familia, va a ser considerada familia, en el caso que cumpla con las funciones de la familia. ¿Qué queremos decir con esto? Que, si en un accidente muere el papá y la mamá de un chico, y lo van a criar los tíos o los abuelos, y cumplen con la función de protección del niño y cuidado; esa es la familia del niño, que es lo mismo que uno les exige a los padres adoptantes. Esa va a ser la familia del niño en tanto cumpla esa función. En este momento en Ciencias Sociales y Demografía se considera familia a aquel grupo de personas que está a cargo y satisface las necesidades de los niños, independientemente de la forma que adopte. Este es un punto importante, porque desde el punto de vista legal, tener esto claro les sirve para operar. Es decir, si uno va a estar esperando que llegue el papá o la mamá y no llegan, ¿no hay familia? No, no es así. Otro punto importante que trajo a consideración está nueva revisión es que también nos ayuda a pensar si realmente es familia, aquella “familia” en la cual está el papá, la mamá y los hijos, pero por ejemplo, el papá es un abusador de los hijos. Uno ahí ve que la forma de familia: papá, mamá y los hijos. Hoy en día se dice que este señor es el padre biológico, punto; no se lo considera, desde el punto de vista que realmente haya un padre protector. 253 Comisión Especial de Violentología 2013 Entonces, ahí entramos a discutir: cuando se habla de defender la familia, ¿qué queremos defender?, ¿una familia donde hay un abusador? Otras de las cuestiones que se plantea mucho, y está el tapete en este momento, en el tema de los casos de abusos, por ejemplo, de maltrato severo, es que hay que re vincular, porque es el padre, y la discusión es que es el padre biológico, no cumplió la función de padre, no lo protege y lo abusa. ¿Qué queremos re vincular? Porque la palabra re vinculación dice “volver a vincular”. Nosotros no queremos vincular en la situación anterior, donde se produce el abuso; o sea que en ese caso, si uno va a tratar de que esa familia pueda seguir junta, tiene que pasar por un montón de evaluaciones y tamices, y este señor debe tener algún tipo de recuperación; de lo contrario, uno no puede mandar, por decreto, a re vincular, como está pasando en la Capital Federal, y supongo que acá también. Me llega la orden al Elizalde de que hay que re vincular en 30 días, en función de que es la familia del niño, o muchas veces se dice: “¿dónde va a estar mejor que con la familia?”. Reiteramos: ¿es una familia aquella en la cual el padre abusa sexualmente y la madre mira para otro lado, o está tan deteriorada que no puede defender al chico? Son preguntas para hacernos. Violencia familiar. Hablo desde ahí porque es el campo que venimos trabajando desde hace muchos años y en el cual yo hago investigación, que es la violencia familiar en todas sus formas y el maltrato infantil .Lo que proponemos es el tema de no hacer divisiones que, realmente, no conducen a nada. ¿Ustedes creen que es factible abordar o investigar la violencia familiar aislada del resto de las cuestiones, o hablar de la violencia social y no fijarse en ninguna otra? Hace bastante tiempo que el planteo teórico es que, cuando uno habla de alguno de estos enfoques, tiene que tener una mirada integral, articulada. Eso quiere decir que vamos a tomar en cuenta tanto a la violencia individual que producen los sujetos, como a la violencia familiar, a la institucional y a la social. Si uno toma un marco integrativo, uno puede llegar a entender mejor el problema. Con esto quiero referirme a lo siguiente. En la escuela aparece un chico con problemas de aprendizaje y de conducta; hace unos años se decía “tiene algún problema de aprendizaje, lo mandamos a la psicopedagoga”, y la psicopedagoga trataba de desarrollar algunas técnicas pedagógicas para ver cómo podía mejorar la cuestión, pero hoy día, la psicopedagoga que está capacitada en estos temas sabe 254 Comisión Especial de Violentología 2013 que una de las razones o factores de riesgo de los problemas del chico pueden tener que ver con situaciones de violencia familiar en la casa, e indaga esto. Entonces, el método pedagógico es cubrir un parche; el tema es ver qué está pasando con esta familia para que se vea, luego, la mejoría en el rendimiento del chico en la escuela. Hay violencia en la familia; ¿puedo quedarme solamente con la mamá que viene a contar lo que pasa o el papá que es violento? O sea, si yo no tomo en cuenta cuál es la historia que tiene cada uno de esos sujetos que lo llevan a ser violentos, víctimas o victimarios; si no tomo en cuenta el papel que juegan las instituciones, porque a lo mejor la persona fue veinte veces a decir que el marido le pega, como el caso que está saliendo por televisión todos los días sobre esta mujer que está filmando todo, y no se hace nada, por lo cual ¿qué estamos esperando, que realmente la mate y nos demos cuenta que tenía razón cuando decía eso? La responsabilidad institucional tiene que estar involucrada, y de ninguna manera podemos dejar afuera lo que tiene que ver con el contexto sociocultural. Si una sociedad avala la violencia, es factible que los sujetos que están dentro de esa sociedad sean violentos. Yo no tomo decisiones solo por mí y por mi historia personal, sino también por mi modelo de crianza, los valores que tengo, las instituciones que me rodearon, las crisis sociales que atravesamos; todo esto es lo que me va a llevar a actuar de una manera A o B. Si uno piensa en crisis, concretamente en nuestro país, por ejemplo, uno hablaría de los ’90 o una importante –cuando cae Alfonsín, y la inflación era de cuatro o cinco veces en un día-, el corralito del 2001 fue otra crisis importante, el proceso militar también. Estas son las que uno llama crisis estructurales, que son las crisis que sacuden todas las estructuras sociales y hay que volver a reacomodar, que sería diferente a las crisis coyunturales, que son aquellas que uno tiene a cada rato. Cuando hay crisis estructurales, todos los factores de riesgo que están dando vueltas, se potencian porque la persona se quedó sin trabajo, sin obra social, la mujer le exige que sostenga la casa, tuvo que sacar al chico del colegio porque no lo puede pagar. Entonces, todo este conjunto, que son factores de riesgo porque no son causa, ponen a la familia en una situación de mayor vulnerabilidad, con lo cual cuando uno aborda el tema de la violencia en la familia, en las instituciones, también tiene que tener muy claro qué es lo que está pasando alrededor para entender por qué pasa eso. 255 Comisión Especial de Violentología 2013 Una de las cosas que uno escucha muchas veces es que le empezó a pegar a la mujer o a los chicos. ¡Claro!, lo que pasa es que se quedó sin trabajo y el hombre se brotó. ¿Qué le vas a hacer? Bueno. No todos los que se quedan sin trabajo se transforman en violentos. Algunos se mueren de un infarto, otros de depresión, otros se suicidan, otros se escapan de la casa y los deja a todos en banda y otros se transforman en violentos. O sea que si la causa de ser violentos fuera el quedarse sin trabajo, todos los que se quedan sin trabajo deberían ser violentos. En realidad, para esa persona que se quedó sin trabajo, quedarse sin trabajo fue la gota que rebalsó el vaso, a predisposición a la violencia que tenía el sujeto, frente a modelos violentos en la infancia, frente a un montón de situaciones, hacen que su respuesta sea violenta. Cuando uno tiene entrevistas con personas que ejercen la violencia, y empieza a tratar de juntar todo lo que tiene que ver con su historia familiar, social, institucional y demás, empieza a ver un camino lógico en esa respuesta, no son cosas mágicas o explosivas que aparecen así, mágicamente. Esto lo traje para que haya una puesta al día de las formas que están tipificadas a la fecha como formas de violencia familiar. Esto va cambiando con el tiempo. Si uno pensara en la década de los ’80, acá se empezó a hablar de la violencia familiar y empiezan a abrir los primeros servicios de atención. En los ’90 está como más claro. Pero si uno hace un recuento histórico, se va a dar cuenta que cuando se empezó a trabajar en lo que se llamaba violencia familiar en nuestro país, se limitaba a trabajar sobre violencia hacia la mujer y violencia hacia los niños. Punto. ¿Por qué? Porque todos los grupos en defensa de las mujeres, feministas, la peleaban, la peleaban y lograban que se empezaran a ocupar de las mujeres y otro tanto pasó con los niños. Y ahí terminaba la violencia familiar. Había formas que no se veían y formas que han ido apareciendo. ¿Qué quiero decir? La violencia hacia las mujeres es histórica, desde los comienzos de la civilización, pero también estamos viendo que hay violencia hacia los hombres. O sea que tapar esto sería ingenuo y, por supuesto, si bien no alcanza el volumen que alcanza la violencia hacia la mujer, porque siempre la mujer frente a un hombre, por una cuestión de fuerza, poder y demás, pierde, pero la realidad es que hay bastantes casos de violencia ejercida hacia el hombre que es más desde el punto de vista de la violencia verbal o psicológica. 256 Comisión Especial de Violentología 2013 El caso de violencia física se da más en matrimonios desparejos o sea hombres muy grandes mayores con mujeres más jóvenes que, de repente, puede abordar la violencia física. Si no, en general, es violencia psicológica, verbal pero que es terrible, porque a mayor nivel educativo que tenemos, somos cada vez más hábiles para hacer bolsa al otro solamente con la palabra. No necesito levantar un dedo, es suficiente. Muchas veces, los que sufren de violencia dicen que preferían que les dieran una cachetada a que le dijera todo lo que le dijo. Entonces tenemos violencia hacia las mujeres y violencia hacia los hombres. Ha ido apareciendo más lo que podríamos llamar violencia cruzada en la pareja. ¿Por qué? Porque las mujeres empiezan a tomar conciencia de esta situación de sometimiento y de violencia, se empiezan a defender, hasta ahí todo bien, porque si una mujer que sufre de violencia se defiende, le da con una silla al señor sale corriendo, está todo bien, pero eso debería ser un mecanismo de defensa y punto, para luego pasar a otra instancia, que es romper con esa relación violenta. Lo que se ha observado es que muchas parejas cambian la violencia hacia ella o hacia él por una violencia cruzada que se instala en la pareja y sigue. Entonces, es peor el remedio que la enfermedad, porque ya no le pega ella sola, no le pegan a él solo y dicen: a mí si me pegan, yo me defiendo. Tenemos una violencia cruzada que se instala como una nueva modalidad relacional. Ahí tenemos un problema grave, que es la presencia de los hijos. Los hijos viendo esas formas de violencia, ya sea hacia la mujer o hacia el hombre y cruzada, van incorporando modelos de relación violentos. Son un caldo de cultivo, porque los chicos aprenden lo que ven. Justamente por eso hoy en día se habla de la categoría de maltrato infantil, niños testigos de violencia, que antes no se tenían en cuenta. Antes se decía son víctimas secundarias, porque como el papá no le pega a los chicos, no les pega, son víctimas secundarias. Aquí están tipificadas como víctimas primarias por las secuelas que trae esta situación. Violencia hacia los niños, maltrato infantil también se observan desde los comienzos de la historia, como naturalizado y hoy en día uno de los puntos más fuertes desde abordaje es hacia la mujer y hacia los niños. También está muy descuidado el tema de la violencia en la tercera edad y aquí sí ha habido un cambio histórico importante. Cuando uno hace un relevamiento histórico ve que los ancianos, en la mayoría de las culturas, eran muy respetados, muy escuchados y eran los que 257 Comisión Especial de Violentología 2013 sabían por experiencia. A medida que ha avanzado la civilización, es tan rápido el avance que los ancianos y los que vamos camino ha, nos quedamos desactualizados. O sea que podemos decir lo que sabemos de nuestra experiencia pero muchas experiencias nuestras ya tampoco sirven por cómo cambió todo alrededor. Realmente hay como una actitud de que acá hay que tratar bien a los abuelitos, pobrecitos, pero en realidad, los abuelitos ya están como ‘Down’, y mucho no pueden aportar, cuidan a sus nietos y demás. Hay un registro en Capital y un teléfono de denuncias para la violencia hacia los ancianos y hay un aumento impresionante de los hijos que, por problemas económicos, pierden la vivienda y se va a vivir con los padres o con el papá o la mamá viudos, que terminan usando la pensión o la jubilación de los abuelos, porque no les alcanza, que empiezan a apropiarse de la vivienda y los van corriendo hacia el fondo y también el registro de violencia física, verbal, emocional y todo lo que ustedes quieran. El tema es que acá ocurre algo similar a lo que pasa cuando hay violencia en la pareja: o sea los chicos están metidos en ese ambiente, en el cual ven que a los ancianos no se los valora, se los descalifica, se los trata mal y ese es el modelo de aprendizaje que tienen después: los viejos no valen nada. Y esas dos formas que están abajo son modalidades que quizás estaban dando vueltas, porque nada aparece por generación espontánea, sin embargo, se han extendido en estos últimos años. Se ha producido un aumento de la violencia de los hijos adolescentes, púberes o pre púber hacia los padres, violencia física severa, violencia emocional, mucho más de lo que podría haber aparecido esporádicamente en otros momentos. También se ha podido ver algo que antes estaba pero que no se veía pero, por otro lado, dicen que hay una mayor magnitud en estos momentos y es que la mayoría de las situaciones de violencia hacia la mujer –en la pareja o en el matrimonio- no aparecen a partir de que la pareja se casa. Que estas situaciones aparecen en el noviazgo y que si se pudiera trabajar desde el noviazgo, probablemente se modificaría algo o no o la pareja, de repente, no se casa. Lo que se observa en este momento con las personas que están trabajando en escuelas secundarias, es el aumento desmedido en lo que uno podría llamar violencia en el noviazgo. ¿A qué me refiero con esto? Desde empujones, golpes suavecitos –que a veces se le va la 258 Comisión Especial de Violentología 2013 mano- contra la pared, insultos, encontrón desmedido las 24 horas del día a través del celular: ¿dónde estás?, ¿dónde venís?, ¿cómo llegaste?, ¿qué te pusiste? La ropa, ¿dónde vas? El problema es complicado trabajar en escuelas secundarias, pero hay que hacerlo, porque los varones tienen internalizado como un modelo posesión, ejercicio de poder, de que es mi novia, de que no puede hacer esto y aquello, y cuando uno intenta trabajar con las chicas, muchas de ellas decodifican esta actitud de la pareja como: ‘está loco por mí’, ‘no puede vivir sin mí, por eso me tiene que llamar a cada rato’. Esto es porque está loco y, entonces, está todo bien, y uno le puede decir: ‘mirá, es demasiado control’ y ella contesta: ‘a mí me encanta’. Otro mito que aparece mucho en las adolescentes y en gente grande, es la idea de que más que el amor lo que importa es la pasión arrolladora, tipo película de los ’40. La pasión arrolladora implica violencia, y ahí viene la confusión. Si hay mucha pasión, eso implica que en algún momento un tortazo va a volar. Acuérdense la poco feliz frase de Alain Delón cuando Monzón mató a la mujer, que quería venir a la Argentina, para apoyar al amigo y dijo: ‘para qué vamos a exagerar, quién de nosotros no le pegó una cachetada alguna vez a su mujer’. Ídolo de las mujeres era Alain Delón. O sea, esto está en la base de las creencias de todo el mundo. Ahí tenemos también todas las formas de maltrato infantil que han sido tipificadas a través de la (IBSCAM) que es la Sociedad Internacional Materno Infantil que tiene sede en Chicago y a la cual están asociados, diría, todos los países del mundo, países del primero y tercer mundo. Nosotros estamos asociados desde (ASAPVI), no como filial, sino que se conforma como una federación y cada país tiene la posibilidad de informar las nuevas formar de maltrato que detecta, las nuevas problemáticas en cada contexto para que ellos puedan juntar la información. Para que se entienda, por ejemplo, la (IBSCAM) cuando actualizó la forma de malos tratos, en el año 1986, a través de un trabajo que hizo David Finkelhor, que es un sociólogo americano que se especializa en abuso sexual infantil, pero acá había hecho el trabajo sobre las nuevas modalidades de maltrato infantil, que consideraron adecuado introducir, secuestro y sustitución de identidad, tomando la base de lo que había pasado en Argentina y Guatemala. 259 Comisión Especial de Violentología 2013 Permanentemente se están aggiornando las nuevas formas, no solo las nuevas formas sino las modalidades que asumen. Algo desagradable pero que ejemplifica, dentro de las formas de maltrato físico, hace unos meses salió un artículo para alertar a los profesionales, sobre todo a los pediatras y a los médicos, acerca de formas nuevas de maltrato físico, una de las cuales ellos denominan ‘oreja en coliflor’ porque es un golpe muy brutal que hace que reviente la oreja y quede como si fuera un coliflor, con pérdida de audición y demás. Otra forma de la que también alertaron a los médicos es que han empezado a aparecer quemaduras con microondas en bebés. Todo el mundo se pregunta cómo hacer si el microondas no funciona si no está cerrado, bueno, parece ser que hay un mecanismo que lo traba o lo que fuera y han aparecido casos de quemaduras por microondas. Si no se alerta esto a los especialistas que trabajan en quemaduras, porque lo que me explicaron es que la quemadura de microondas es exactamente al revés que la quemadura común, es decir, que la quemadura común va de afuera para adentro y la de microondas va de adentro para afuera. Esta es la función que tienen estas organizaciones. Si uno está trabajando desde el punto de vista de formas de maltrato infantil es probable que muchas de estas formas esté tipificadas o sean posibles de abordar desde el punto de vista legal, pero a veces hay cosas que se le escapan. La idea es que, si el chico está sufriendo varias de estas formas, en un solo escrito se ponga todo lo que encontró, porque le resulta más fácil, entre comillas, a la Justicia, decidir cuando tiene un planteo de todo lo que le pasa al chico que si alguien le dice: ‘y sí, le pegan cada tanto’. ‘Le pegan cada tanto’ parece no ser tan grave. Ahora si hay maltrato severo, maltrato emocional, lo mandan a la calle a pedir y demás tenemos un conglomerado de formas de maltrato. Las formas son las que figuran ahí: maltrato físico, abandono físico, maltrato emocional, abandono emocional, abuso sexual, explotación laboral, mendicidad, corrupción, síndrome de Munchausen, incapacidad parental, es decir, cuando los padres no saben cómo educar a los hijos, que no hay una intencionalidad de daño sino que simplemente no saben, por ejemplo padres adolescentes; niño testigo de violencia, maltrato prenatal, adopción mal hecha y secuestro y sustitución de identidad. 260 Comisión Especial de Violentología 2013 Hoy todo esto es lo que está dentro de la categoría de maltrato infantil. Ahí ustedes van a ver que hay una división entre abandono físico, familiar y social, explotación laboral, familiar y social y mendicidad familiar y social. ¿Por qué esta distinción? Porque, digamos, en países muy desarrollados donde, ante cualquier problema que tenga la familia, los planes están a la orden del día y la familia tiene cubierta las necesidades, la familia que tiene descuidados a sus hijos es porque realmente es negligente, porque sabe que yendo a pedir tiene lo que necesita para su hijo. Entonces, esa sería la auténticamente negligente. Otra situación es cuando uno está viviendo en un país donde no se puede satisfacer la problemática de todos, entonces, hay muchos chicos que pueden estar en situación de pseudoabandono porque la familia no puede hacer más de lo que hace y el Estado no está cumpliendo la función. Entonces ahí surgió esta distinción en que puede ser social o familiar. Porque si no le echamos la culpa de todo a la familia, o le echamos la culpa de todo al Estado, y a veces hay diferencia entre una cosa y otra. No les quiero dar teoría porque se van a volver locos y no es el objetivo de la reunión. Simplemente quiero que puedan ver una evolución en estos temas o en la investigación de los mismos. El concepto de maltrato infantil fue aceptado, aprobado en el año 1964, piensen que hace muy poco. Kempe y Silverman, que eran dos pediatras, venían año tras año tratando de presentarlo en los congresos y decir que había una forma, que podíamos llamar maltrato, que era la familia la que cometía este daño en el niño, le decían que no, que la familia no podía hacer esto, que la familia no podía ser y, mientras tanto, se seguían juntando las investigaciones de los médicos forenses, donde había un montón de casos a los que le ponían un signo de interrogación porque decían que no eran accidentes. No existía el concepto de maltrato infantil, entonces quedaba como muerte dudosa. Cuando comienzan a estudiar un poco más detectan un montón de situaciones en las cuales la causa de este daño o muerte era una acción de los padres, pero recién logra que se acepte este concepto en 1964. Ustedes se imaginan que si uno no hablaba de maltrato infantil, no hablaba de violencia familiar, no hablaba de violencia en ese momento, hay que empezar de cero.En ese primer momento, en la década del ’70, de lo que se empieza a hablar es de los factores de riesgo. Se empieza a decir que hay características psicológicas de los padres por un lado, que hay 261 Comisión Especial de Violentología 2013 problemáticas sociales por el otro, que depende del niño, y todo desarticulado. Entonces, según donde cayera el caso, si lo agarraba un psiquiatra iba a buscar los elementos psiquiátricos del padre o de la madre, si lo agarraba un sociólogo o una trabajadora social iba a empezar a hablar de los problemas económicos y si lo tomaba un pediatra iba a decir que el chico tenía una discapacidad y era difícil de criar. Esto era medio disparatado porque en la realidad las cosas no se dan todas desparramadas, se dan articuladas. Entonces, un gran cambio fue el aporte en los ’80 de Belsky que introduce un modelo, que llama ecológico porque significa la articulación, ecológico eco sistémico, donde es el primero en decir algo que suena de Perogrullo diría, pero fue el primero que lo dijo: que no podemos trabajar con cada uno de estos factores aislados sino que está todo articulado. Cuando tenemos un niño que sufre maltrato acá, tenemos que empezar a mirar alrededor, pegadito al niño e ir abriendo la mirada, abriendo, abriendo, abriendo, porque en el niño podemos encontrar un niño normal, un niño con discapacidad o un niño con una enfermedad, pero después tenemos un papá y una mamá, o un papá que no existe, o un papá violento, o una mamá que fue violentada en la infancia, una familia de origen complicado. La familia puede no tener trabajo, o ser inmigrante, puede tener un nivel educativo bajo, alto o lo que fuera, las instituciones ven o no ven, y seguimos ampliando hasta el nivel más amplio, valga la redundancia, que es qué nivel de violencia tiene esa sociedad, o qué tolerancia tiene a la violencia. En realidad uno, a partir de ese hecho concreto de este chico maltratado, de esta mujer golpeada, la violencia en la escuela, el famoso bullying, la pelea entre los chicos, uno ahí empieza a mirar y ve infinidad de factores dando vuelta, que deben tomarse solo como factores de riesgo, como dije con el trabajo, no como causa. Nadie me puede venir a decir que porque le pegaron en la infancia al padre, por eso, se transformó en violento con los hijos y la mujer. No todos los que sufrieron violencia son violentos. Esto solo tiene que guiarnos como factores a tomar en cuenta. Si una persona tiene muchos factores de riesgo presentes está en una situación de mayor vulnerabilidad, aún así no podemos asegurar que tenga una respuesta violenta. Puede tener una ideología determinada, puede tener valores, puede tener ejemplos diferentes de otro lado y la persona no ejerce la violencia ¿sí? 262 Comisión Especial de Violentología 2013 Aparte de tomar los factores de riesgo, estos otros autores lo que hicieron fue incorporar lo que uno llamaría factores de compensación. O sea que un terapeuta, un pediatra, un equipo de salud o educación, cuando está frente a un caso, no solo va a anotar todos los factores de riesgo presentes, para poder trabajar, sino que también tiene que detectar –de hecho lo hacecuáles son los puntos fuertes que tiene esa familia para trabajar. Supongamos que tengo una red social ampliada, supongamos que haya abuelos comprometidos en la crianza y conscientes de la situación de violencia, ahí tienen de dónde agarrarse. En cada familia uno tiene que ver los pro y los contra, acá no valen las recetas, en que a mí me dan un protocolo de actuación y yo se lo aplico a cada sujeto que me llega y me quedo tranquila. Digo esto porque hace unos años atrás se usaban este tipo de protocolos en Casa Cuna de La Plata, en el Noel Sbarra, en el Sor María Ludovica, en el Elizalde, tenían una hoja con veinticinco factores de riesgo, entonces llegaba la familia y tildaban, luego sumaban y decían: ‘tiene cinco factores de riesgo, bueno, es de bajo riesgo’, o ‘tiene entre cinco y dieciocho, mediano riesgo’, ‘tiene más de dieciocho, altísimo riesgo’. Si yo no tomo para cada uno de esos casos qué factores de compensación hay puedo meter la pata de una manera impresionante, porque esta familia puede tener muchos factores de riesgo pero también tiene muchos de compensación; y en otro caso puede tener pocos de riesgo y no tener ninguno de compensación. Entonces, acá es donde hay que tener cuidado y considerar que cada familia es un caso único a la hora de intervenir. El último avance que hay es ya en la década de los ’90, esto lo cuento por arriba, donde se avanza mucho más sobre los factores de riesgo y de compensación y se intenta explicar un poquito más por qué actúan estos factores de riesgo y de compensación en el sujeto para que sea alguien violento. Esto se apoya mucho en la psicología cognitiva que dice que la persona violenta tiene incorporado, no les puedo decir en qué lugar exacto, en sus cogniciones todo lo que tiene que ver con la violencia. Cuando uno trabaja con grupo de hombres violento frente a grupos de hombres no violentos, los violentos tienen frases estereotipadas que repiten: “a los chicos hay que enderezarlos desde chiquititos”, “la letra con sangre entra”, “a la mujer cada tanto, como el refrán árabe que dice: cuando llegues a tu casa pégale a tu mujer, tu no sabrás por qué pero ella sí”. 263 Comisión Especial de Violentología 2013 Hay frases, como se dice por ahí, “las mujeres son brujas, malas, putas y cosas por el estilo”, “a los niños hay que enderezarlos porque tienen el mal innato”, o sea, cuando uno trabaja con hombres violentos no tiene desperdicio la manera en que expresan sus ideologías profundas que los llevan a justificar la conducta violenta. Uno compara esto con quienes no ejercen violencia y tienen un discurso diferente. Estas cogniciones que tenemos adentro de la cabecita se fueron gestando a lo largo de nuestra vida, por eso todos los tratamientos que se hacen con hombres violentos, con padres violentos con los hijos, son tratamientos largos. Se suele trabajar mucho con grupos de padres, o con grupos de mujeres golpeadas, grupos de hombres violentos, son trabajos que no pueden tomar menos de un año. ¿Qué se busca en este trabajo sistemático? Que cambien el contenido de sus cogniciones, es como borrar y escribir de nuevo, o como reemplazar ciertas ideas por otras. Si no se produce este cambio, por más que lo ponga preso, lo rete o haga lo que sea, se controlará pero la idea que tiene adentro es la misma: a la mujer hay que pegarle y a los chicos hay que pegarles. Esto nos pasa a todos, tal vez no con la violencia, pero nos pasa con nuestras cosas. Lo que me pidieron fue que contara lo que pasaba en las escuelas. El tema que venimos hablando se ve reflejado en un montón de lugares, la escuela es uno, porque todos los chicos van a la escuela, ya sea en situaciones de crisis, como por ejemplo, con el tema de la comida. La escuela es la que más se queja de la violencia que hay. Acá se utiliza este concepto, a veces, alegremente. Uno va a la escuela y le preguntan a uno cuándo va a ir a trabajar el equipo por la violencia, si pueden ir a hacer una charla o un trabajo grupal con los docentes. Nosotros siempre empezamos con una especie de taller y nos miran, porque siempre buscan una respuesta rápida para solucionar el tema. Nosotros, entonces, le decimos que primero vamos a hacer un ejercicio; cada uno agarra un papelito y le decimos, sin mucha explicación, que escriban alguna situación de violencia que ellos consideran que hay que mejorar, sin hablar entre ellos. Cuando uno recoge los papelitos, se da cuenta que es una bola de nieve. Nada tiene que ver con nada, porque bajo el rótulo de violencia, meten de todo. Uno te habla de la violencia, porque la mamá de Pedrito la semana pasada le gritó y la empujó; otro te habla de la violencia de los chicos en el trato; otra te habla de las peleas de los grupos; otros te hablan de 264 Comisión Especial de Violentología 2013 la violencia que ejerce la directora sobre los mismos docentes; otra te dicen la supervisora; otro te habla de los docentes entre sí, y otro te puede hablar de lo difícil que es enseñar en el contexto de una escuela destruida y, entonces, dice que un agujero en el techo es violencia. ¿Ustedes se dan cuenta que, frente a tal diversidad de situaciones, es casi imposible desarrollar un programa o acción que englobe todo esto? En general, nosotros tratamos de trabajar sobre la base de lo que la escuela puede observar o detectar, porque son lugares de relevamiento. Voy a comentar un poco por arriba por un tema de tiempo, pero para mostrar la magnitud que tienen, la cantidad de casos que ocurren de la escuela. Antecedentes de esta investigación ya se habían hecho en los '90 con el partido de Avellaneda, después se hizo en capital federal, después se estudiaron los factores de riesgo y se volvió a re aplicar esta investigación, diez años después, con la idea de ver qué había pasado después de una década. Voy a comentar algunas cosas de los últimos datos, no de los viejos. Hago una aclaración: esto es un relevamiento hecho en capital, sin embargo, se aplica perfectamente acá. En capital tenemos 21 distritos escolares, de escuelas públicas. Se tomaron como muestra ocho distritos escolares, con lo cual se relevó casi un 40 por ciento. Es una súper muestra, porque si está bien hecha con un 15 por ciento, 20 por ciento como mucho, con esta tenemos información muy confiable. Solamente en la muestra se detectaron: en el nivel inicial 265 chicos sufriendo una forma de maltrato y 1325 en el nivel primario. Si pensamos que esto aparece en un 40 por ciento de los distritos, no digo que podamos decir en el 100 por ciento son exactamente tantos, porque sería muy apresurado, pero si en menos de la mitad de los distritos tenemos casi 1800 chicos, piensen que estamos hablando de cifras que pueden rondar muy bien por los 4000 casos; estos casos tenemos que suponer que muchas veces hubo una protección, porque habían docentes que no querían hablar del tema o directivos que no dejaban que docentes cuenten lo que pasaba en la escuela. El 66 por ciento dice que tiene evidencia, es decir, que está seguro de que ocurre maltrato, y 33 por ciento dice que tiene elementos para sospechar. Ahí tienen ustedes los tipos de malos tratos que sufren los chicos en el nivel inicial. Pensemos que el nivel inicial, si tiene guardería incluida, pueden haber bebés, chicos de un año o dos, en el jardín son tres, cuatro y cinco años, es decir, estamos hablando de menores 265 Comisión Especial de Violentología 2013 de seis años. Aparece, en primer lugar, el abandono físico familiar, el abandono emocional, la falta de control parental, el maltrato físico y el maltrato emocional. Fíjense que este es otro problema que está apareciendo cada vez más: en el nivel inicial un 6 por ciento de violencia entre grupos, que uno antes hablaba de eso en chicos de diez, doce o trece años. No solamente se ponen a pelear dos chiquitos, que uno a los tres años podría decir que es normal que estén peleando por el autito, porque uno tira de un lado y el otro tira del otro, pero que un chico de preescolar o que dos chicos se pongan de acuerdo para pegarle a otro, por ejemplo a los cinco años, está hablando de otro tipo de problema. La violencia institucional es interesante que haya salido, porque quiere decir que la institución misma está ejerciendo algún tipo de violencia, abuso sexual, acciones delictivas, o sea, docentes que saben que los chicos son usados para acciones delictivas. Si es más grande, por ejemplo, para llevarme una cartera robada, transportar drogas o lo que sea, en estos chiquitos. Ustedes vieron que cada tanto aparece algún asalto de una mujer o varón con un bebé encima, que puede funcionar de escudo, de protección, pero está colocando al chico en una situación de riesgo, o y pedir con el chico a cuesta, porque genera más lástima o, en tal caso, alquilarlo; las personas alquilan un chico a una persona del barrio y le dan algo de lo que sacaron. Acá vienen las formas de maltrato detectadas en una escuela primaria. Fíjense que el 36 por ciento rompe todas las cifras: la violencia entre padres. No hay escuela en la que uno entre en este momento y la escuela no empiece a decir ¿qué hacemos con el bullying? Hay escuelas que no es que lo favorezcan, pero, si no hay control en los recreos, en los baños y los chicos hacen lo que quieren, eso favorece el bullying. Hay escuelas que sí controlan el baño, que controlan el patio, sin embargo, se les va de las manos, porque, de repente no ocurre en mi escuela, o ocurre poco, entonces vigilan la salida del colegio, se paran en las esquinas y los chicos salen abrazados, tranquilos, todos amigos, pero se van a la vuelta de la escuela, o dos cuadras, y ahí se arma la batalla campal. Los que estudian este tema, fíjense que ha aumentado. A nosotros nos ha llegado los últimos años, pero los primeros trabajos de bullying, que son de Inglaterra, son de los '60, es decir, esto ya estaba instalado. 266 Comisión Especial de Violentología 2013 Se nos ocurrió hacer obraje con abuso sexual, porque es una flor de tema. Fíjense que "evidencia un tipo", significa que la maestra detectó solo el abuso, mientras que "evidencia más de un tipo" es cuando detectó abuso de otras cosas. Tenemos 18, 8, 12 y 7, que son todos casos de abuso sexual en niños menores de doce años. Un poco lo que nos tiene que quedar es esto: si uno toma la cantidad de formas de maltrato que sufre el chico, está sufriendo más que una forma de maltrato. Esto ocurre en los casos en los que se informaba solo sobre maltrato físico, negligencia o maltrato emocional. En general, lo que se decía era maltrato físico, maltrato emocional, o mandar a pedir a los chicos, es decir, varios maltratos en el mismo chico. Es por eso que la media es de 1,6 tipos de malos tratos por chico, lo cual es mucho. En el nivel inicial hay un poco menos, pero en el nivel primario hay casi dos tipos de maltrato por chico. Fíjense que en 27 escuelas de nivel inicial y 33 de nivel primario, se detectaron 1590 chicos sufriendo alguna forma de maltrato con 2563 ocurrencias, que quiere decir que hay más de un maltrato por chico. Si uno toma en cuenta que estamos hablando de 60 escuelas en total, y en capital federal tenemos 400 escuelas primarias y 280 jardines de infantes, estamos hablando de casi 800 instituciones y nosotros relevamos solo un 10 por ciento; digo esto para que uno piense en la magnitud que esto puede llegar a abarcar. En el relevamiento que habíamos hechos en los '90, que ya está viejo, en Avellaneda las cifras eran alarmantes, pero no lo volvimos a aplicar. Lo que se observa en las escuelas es que ellos hablan de un 25 por ciento de problemas de atraso y repetición en estos chicos. De nuevo, no podemos decir que porque están maltratados, están atrasados y repiten, porque hay muchos factores, hay chicos que no están atrasados por causas de maltrato, mientras que otros sí. La idea es que justamente, los chicos que sufren maltratos, abandono o estas cuestiones, el porcentaje de atraso o repetición es casi el doble que en los chicos que no tienen estos tipos de problemas. Otro tema preocupante es que en los casos detectados solo pueden dar cuenta que el 55 por ciento reciben algún tipo de abordaje o de atención. Esto dejó de lado la violencia familiar, para tomar la problemática específicamente de la escuela y fíjense que se detectaron casi 500 casos de violencia entre niños, de bullying, baja 267 Comisión Especial de Violentología 2013 la proporción a la violencia entre grupos, porque los grupos implican toda una serie de organización de los grupos y violencia institucional aparece en un 40 por ciento de los casos. Lo que nos preocupó es esto. Cuando replicamos la investigación diez, doce años después, se detectó un 36 por ciento más de casos, mayor detección puede ser que los docentes están más capacitados para ver los casos. No obstante, por un lado hay mayor detección y por otro lado, hay realmente un aumento en la escuela. Para nivel inicial, lo revisamos dos veces porque se nos duplicó, es decir, 110 por ciento más, y el nivel primario 27 por ciento más. Por cuestiones de tiempo y cuestiones presupuestarias nosotros relevamos menos de escuelas que en el estudio anterior y, sin embargo, tenemos un 36 por ciento más de casos a pesar de ser menos instituciones. Si quieren puedo hablarles brevemente acerca de las escuelas especiales, que son todo un tema. O sea, una cosa es el maltrato en los chicos normales entre comillas. En los chicos con algún tipo de discapacidad, a nivel mundial tienen una proporción mucho más alta de sufrir alguna forma de maltrato intrafamiliar, institucional y social. Según el grado de avance que tenga un país respecto a la aceptación de la diversidad, de la diferencia, de la discapacidad, el porcentaje va a bajar. Cuanto más atrasado sea un país, el porcentaje sube. Los países más avanzados tienen una proporción, por ejemplo, de uno a dos, o de uno a dos y medio, quiere decir que con un chico normal maltratado, tienen dos chicos o dos chicos y medio maltratados. Si uno va a países como la India, tenemos que hay una proporción casi de ocho o nueve sobre diez y, además, están las prácticas lamentables de cortarles una mano o producirles alguna lesión permanente, que le sirva para pedir. Hay una película al respecto y un video, que pasaron por Internet, de la Sociedad Argentina de Pediatría, que tiene un nombre pero no lo recuerdo y tiene que ver con que a un determinado hijo de la familia, un golpe específico en la columna, que ya lo deja con esa parte rota, doblado, en una posición, que es para estar en el piso y pidiendo. Entonces, ahí, hay un abuso de la discapacidad, que es una forma terrible de maltrato.. Les cuento rápido que dentro de las escuelas especiales, las categorías que hay, por ejemplo, son las escuelas domiciliarias, cuando el docente va a la casa, porque el chico fue operado, 268 Comisión Especial de Violentología 2013 está enfermo o no puede ir a la escuela. Los centros de estimulación temprana; las hospitalarias, o sea los tres hospitales de niños tienen su escuela. Las escuelas de recuperación, para esos chicos que necesitan una atención específica por un cierto atraso en el aprendizaje y las escuelas de educación especial, a la que asisten chicos con problemas visuales, sordera, problemas neurológicos, motores y demás. En esta filmina, podemos observar que el 72 por ciento tiene evidencias de las formas de maltrato que detectó, y las que siguen, que es muy grave, porque ustedes piensen que estamos hablando de chicos y de chicas con discapacidad, tenemos un 36,5 por ciento, donde los docentes registran maltrato emocional por parte de los padres, o que no están preparados para manejar el tema de la discapacidad, o porque les gritan, los insultan o por lo que fuere. Con respecto al abandono físico se registra un 32 por ciento. En las escuelas especiales a mí me han dicho que por ciertos problemas motores, se requiere que al chico lo tengas en la mano, lo laves y lo limpies y demás, dado que los chicos suelen venir como en una situación de mucho abandono o negligencia. Después tenemos maltrato físico, falta de control parental, abuso sexual y trabajo del menor. Correlativicemos esto en chicos con discapacidad. El riesgo, por ejemplo, del abuso sexual en chicos con discapacidad es muchísimo más alto, sobre todo, cuando tienen problemas neurológicos, motores, de manera que los tenés que levantar, trasladarlos y la posibilidad de trasmitir lo que le está pasando es mucho más difícil. Continuando con el tema del abuso, podemos decir que acá pasó lo mismo, porque con diez años de diferencia, detectamos menos instituciones, dado que el presupuesto para esta investigación fue mucho más chico, y, sin embargo, se detectaron muchos más casos. No sé si ya dije, pero hay un 35 por ciento más de… Y ya que estamos, les voy a decir unas cositas más. Otra problemática que es realmente difícil de abordar y de registrar es el tema del abuso sexual, que puede ser intrafamiliar o no. No lo traje porque es muy largo, pero les comento que el anteaño hicimos un estudio de prevalencia en Capital Federal con una población grande, con 2.300 estudiantes universitarios. Hicimos muestras representativas, se hizo el estadístico de todas las universidades, que existen en Capital Federal, públicas y privadas, y se detecta un 14 por ciento de abuso sexual en la infancia. Estamos hablando de estudiantes universitarios, no 269 Comisión Especial de Violentología 2013 porque sean mejores o peores, pero digamos que son familias, cuyos hijos pudieron llegar a la universidad. Cuando pasamos a la población normal, a la población general, el número sube un 15 o un 16 por ciento y sabemos que está subdetectado, o sea, que la situación es mucho más frecuente de lo que uno supone, con el agravante de que todas las investigaciones que se han hecho a nivel mundial, más los relevamientos que pudimos hacer en nuestro contexto, habla de un 70 por ciento de abuso por parte de la familia o allegados como, por ejemplo, el cura, el docente, el maestro de educación física, el vecino que entra todos los días a la casa, porque es de confianza. O sea, el abuso en la calle, en lugares oscuros, en horarios exóticos por parte de un extraño no llega al 30 por ciento, por lo cual hace mucho más difícil el abordaje y la prevención. Porque ¿qué les vas a hacer? ¿Un video en las escuelas diciéndole: "Ojo con el abuelito"? No podés. O sea, que hay que abordarlo muy directamente para que el chico sepa que hay ciertas cosas que no están bien. Sí le podés decir que tenga cuidado con extraños, pero digamos que estas cifras también nos alertan acerca de un problema grave. Bueno, con esto ya terminé, no sé si alguien quiere decir algo o hacer alguna aclaración. 270 Comisión Especial de Violentología 2013 DETERMINANTES SOCIALES DE LA VIOLENCIA Daniel Pedro Miguez80 Como suponía que me convocaban acá como resultado de los trabajos que venía haciendo, entonces traje dos cuestiones básicas para plantear, que son los dos núcleos más centrales de mi trabajo hasta ahora y pensándolos, fundamentalmente, como disparadores para que después podamos conversar sobre esas cuestiones. Lo primero que me interesaba mostrar, más que otra cosa, es cómo se relacionan las condiciones sociales con la evolución de las distintas formas de violencia. Por lo menos en el campo de las Ciencias Sociales, hay una larguísima discusión acerca de si hay relación entre las condiciones sociales y la evolución de distintas formas de violencia, y en caso de que existiera esa relación, de qué tipo es. 80 Licenciado en Sociología y profesor de enseñanza media, normal y especial, en Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, doctor en Antropología Social de la Facultad de Ciencias Socioculturales Universidad Libre de Ámsterdam, profesor adjunto ordinario a cargo de las materias Introducción a la Sociología e Introducción a la Antropología de la Facultad de Ciencias Humanas, docente del curso de postgrado en Antropología Social y Política de FLACSO, docente de la materia de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas y es, también, investigador en el CONICET. 271 Comisión Especial de Violentología 2013 Esa discusión en las Ciencias Sociales -y supongo que también fuera de ellas- tiene una complicación, que se relaciona, además, muy directamente con cuestiones de índole ética y cuestiones, incluso, de índole política. Es decir, hay un cierto temor de que, si uno vincula las condiciones sociales al delito o a la violencia, entonces existe la posibilidad de que se estigmatice a los sectores más pobres como más violentos, etcétera; eso produce cierta inhibición para hablar de esa relación. Mi posición -discutible, pero es mi posición- es que conviene mejor conocer exactamente cómo son los vínculos entre esas cosas y, en todo caso, después dependerá de cómo uno quiera abordar ese problema, la posición ética o política que va a asumir. No son a priori, es decir, negar la existencia de una relación no es un buen inicio para poder resolver un problema, si es que efectivamente uno lo tiene. Mi primera intención es, más que ponernos a teorizar sobre ese vínculo o a asumir una posición valorativa previa acerca de ese vínculo, conocerlo, saber lo más exactamente posible cómo es esa relación. En la primera parte intento ver, o voy a intentar mostrar, relaciones más generales, lo que los sociólogos llamamos el nivel más agregado de la relación, sin precisar vínculos muy específicos, sino ver -para decirlo en lenguaje más cotidiano- una visión general, o especie de paraguas, de cómo se relacionan las condiciones sociales con los niveles de violencia en la sociedad y cómo ha ocurrido eso en Argentina en los últimos quince o veinte años. La segunda cuestión sobre la que voy a mostrar algunos datos es, más específicamente, qué factores inciden en la probabilidad de que alguien sea víctima de violencia, en qué tipo de condición social están las personas más expuestas a sufrir violencia. Una cosa importante es que, en realidad, la violencia debe ser pensada en plural; cuando uno piensa en el delito como algo violento, incluso la violencia delictiva debe ser pensada en plural. Hay violencia de muchos tipos, y la importancia de eso no radica meramente en una distinción conceptual, sino que hay un problema más importante, sobre todo cuando uno tiene que hacer políticas respecto de eso, y es que los distintos tipos de violencia afectan a distintos tipos de población y tienen causas diferentes entre sí. Entonces, no es solamente una distinción analítica, sino que también son fenómenos un poco diferentes; insisto: eso quiere decir que responden a causas distintas y afectan a personas diferentes. Eso tiene que ser algo a tener en cuenta. 272 Comisión Especial de Violentología 2013 Esos son los dos problemas sobre los que voy a trabajar en este rato. El primer dato que quería mostrar hoy es cómo han evolucionado en los últimos diecisiete años -del '90 al 2007-, que es hasta donde conseguí información más o menos confiable, son datos del Sistema Nacional de Información Criminal para el anterior Ministerio de Justicia. 30,00 25,00 20,00 15,00 10,00 5,00 19 90 19 91 19 92 19 93 19 94 19 95 19 96 19 97 19 98 19 99 20 00 20 01 20 02 20 03 20 04 20 05 20 06 20 07 0,00 Homicidios (c/100.000 x año) Personas (c/100.000 x año) Propiedad (c/10.000 x año) La línea roja es la evolución de los delitos contra la propiedad, la línea azul es la evolución de los homicidios y la línea verde es la evolución de los delitos contra las personas que, básicamente, tiene un componente de lesiones y amenazas. Lesiones dolosas y amenazas es uno de los componentes principales de esa línea verde. Dos datos que son interesantes -a mi juicio-; por un lado, hay claramente un crecimiento en los delitos contra la propiedad entre el '91 y el 2002-2003, hay un pico muy obvio durante la crisis del 2001-2002 hasta 2003, y después hay un proceso de decrecimiento muy acentuado hasta 2006, la pendiente de la curva es muy pronunciada y después sigue decreciendo a un ritmo mucho menor. Eso muestra que hay una fuerte asociación con los niveles de pobreza, desempleo, etcétera. Hay otra curva, por eso yo les decía que hay que tener cuidado con que hay muchos tipos de violencia diferentes. La curva verde son los delitos contra las personas, y no está tan asociada a los delitos contra la propiedad; sigue creciendo, es casi una constante que, cuando empieza 273 Comisión Especial de Violentología 2013 a descender, esta no avanza. Podemos pensar a priori que no hay una fuerte o muy obvia vinculación entre un tipo de delito y el otro; tampoco diría que no hay ninguna, pero no funcionan exactamente igual. Los homicidios sí parecen, sobre todo esta parte, pero no ocurre lo mismo si miran desde este punto de inflexión del 2002 hacia atrás; acá hay un crecimiento sostenido y acá no se verifica; entonces, hay que tener cuidado con eso, porque cuando uno mira los homicidios, que crezca o disminuya la tasa de homicidios, no quiere decir necesariamente que la tasa de los delitos contra la propiedad aumentó o disminuyó, ni tampoco que los delitos contra las personas, esencialmente las lesiones, aumentaron o disminuyeron. Esas tres cosas, a veces -como pareciera ocurrir acá-, evolucionan juntas, pero a veces no. No se puede suponer que funcionan de la misma manera. 60,00 50,00 40,00 30,00 20,00 10,00 Linea Pobreza 2007 2006 2005 2004 2003 2002 2001 2000 1999 1998 1997 1996 1995 1994 1993 1992 1991 1990 0,00 Desempleo 15-64 Lo que vemos acá son otras dos curvas del mismo período -1990 a 2007. La línea roja es la línea de pobreza, todos conocen este indicador, simplemente mide si los ingresos de una familia son suficientes para cubrir las necesidades de alimentación, y las suplementarias de la alimentación: educación, vivienda, mantenimiento de la vivienda, de la población. Esto se empezó a medir en Argentina en el año '88 sistemáticamente, yo tomé los datos a partir del '90. Esta disminución obedece a la post-crisis inflacionaria o hiperinflacionaria del '89, por eso disminuye el nivel de pobreza en esta parte de la curva y luego tiene un crecimiento 274 Comisión Especial de Violentología 2013 sostenido hasta la crisis de 2001-2002, que afecta a más del 50 por ciento de la población; después otra vez decrece bastante rápido. La curva de desempleo tiene una evolución más o menos parecida, lo interesante es que, si comparan las dos curvas, un dato que surge instintivamente es que hay personas que están empleadas, pero que son pobres de todas maneras; lo que está indicando esto es que la cantidad de desempleados es menor a la cantidad de pobres. La conclusión obvia es que hay personas empleadas que, de todas maneras, son pobres, si no, deberían… Subocupación o salarios que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Es un fenómeno para la sociedad argentina que empieza en los años '80, en los '70 o mediados de los '70. Si una persona tenía empleo, estaba normalmente por encima de la línea de pobreza, porque los salarios siempre eran suficientes para cubrir las necesidades básicas; esta situación empezó a modificarse ya desde mediados de los años '70 y durante los '80. Condiciones Sociales y Delito (1990-2007) Delitos contra Desempleo Línea de pobreza L.P. (corrección período 1993-2002) Delitos la contra Homicidios las propiedad personas .708 .480 .305 (p=.010) (p=.044) (p=.219) .625 .165 .405 (p=.006) (p=504) (p=.081) .884 .865 .673 (p=.001) (p=.000) (p=.033) Esta es una medida que usamos los sociólogos; ahora la voy a explicar, no es nada complicada, son correlaciones. Muestran el nivel de asociación entre dos factores, cómo se 275 Comisión Especial de Violentología 2013 vinculan o no. Es un coeficiente que oscila entre cero y uno; cuando está cerca de uno, quiere decir que la vinculación es muy fuerte; cuando está más cerca de cero, quiere decir que la vinculación es débil. Normalmente, en las Ciencias Sociales, si uno tiene una correlación superior a 0.5, quiere decir que es fuerte. Las medidas estadísticas se hicieron en relación al mundo físico natural, entonces funcionan de una manera un poco distinta en las ciencias físico naturales que en las sociales. En las Ciencias Sociales, cuando la correlación es mayor a 0.5, ya estamos bastante contentos y, cuando es 0.4, todavía no se está diciendo que la relación es fuerte. Esa P que está abajo simplemente está indicando si la correlación que hemos encontrado es una correlación sólida, si uno puede suponer que la va a encontrar más o menos siempre así o si podría darse que, por casualidad, uno encontró una relación, pero no puede suponer que ese vínculo va a ser muy estable o muy sólido. Lo que podemos ver, si tomamos la incidencia del desempleo, es que los delitos contra la propiedad tienen una relación bastante fuerte con respecto al desempleo -0.708-, se muestra un vínculo bastante pronunciado entre los niveles de desempleo y los delitos contra la propiedad. Los delitos contra las personas también están asociados, pero mucho menos y con una validez mucho menor; y los homicidios parecerían no tener ninguna vinculación. El coeficiente es 0.3, lo cual muestra una relación débil, pero además la famosa P es 2 y pico, o sea que la validez de eso es muy relativa, no podemos confiar en que esa relación la vamos a encontrar siempre, no es una razón muy estable en la que los sociólogos confiemos demasiado. Acá podemos llegar a otra conclusión. Se acuerdan que yo les dije que hay distintos tipos de violencia, no todas funcionan de la misma manera, y ya habíamos visto en el gráfico anterior cómo los homicidios a veces evolucionan junto a los delitos contra la propiedad, pero a veces no; cómo pasaba lo mismo respecto de los delitos contra las personas; en general, en la curva que nosotros vimos no evolucionaban muy relacionados a los delitos contra la propiedad y acá, cuando vemos estos coeficientes, también nos damos cuenta, por ejemplo, que el desempleo y la pobreza tienen un vínculo fuerte respecto de los delitos contra la propiedad, pero los delitos contra las personas y los homicidios tienen un vínculo mucho más débil. 276 Comisión Especial de Violentología 2013 Un antropólogo llamado Boas decía que no siempre las mismas causas producen los mismos efectos, ni los mismos efectos provienen de las mismas causas. Hay que ser cuidadosos para discernir cuáles son las causas de un efecto específico. En este caso sabemos que desempleo y pobreza inciden fuertemente en los delitos contra la propiedad; que el desempleo incide bastante en los delitos contra la personas, pero no parece tener una influencia tan significativa respecto de los otros factores. Otra cosa interesante que muestran estos datos es que esas relaciones, entre delito, desempleo, violencia, pobreza, etcétera, tampoco son constantes en el tiempo. A veces puede haber una relación y, otras veces, esa relación puede ser más débil. Vemos acá que la línea de pobreza, particularmente, tiene una oscilación muy volátil, cambia mucho en poco tiempo, sobre todo en los extremos; acá tiene una caída muy abrupta y allá una subida muy abrupta, y luego otra caída muy abrupta. Eso tiene que ver con que la línea de pobreza está muy fuertemente asociada al nivel de ingresos. Entonces, en los períodos inflacionarios tiende a haber una incidencia muy fuerte de la pobreza, porque los costos de vida suben mucho y los salarios no acompañan necesariamente ese incremento abrupto del costo de vida. Nosotros lo experimentamos en el '89 y, también, en el 2001. Normalmente, ningún fenómeno social tiene variaciones tan pronunciadas o tan significativas, las cosas en la sociedad no cambian tan rápido como puede cambiar el valor de los productos en el mercado. O sea, los vínculos entre las personas o las cosas que las personas hacen no se modifican tan abruptamente, son más procesales. Esto explica por qué, cuando medíamos si había relación entre los homicidios o los delitos contra las personas en la línea de pobreza, esa relación no era muy fuerte, porque, que aumente el costo de vida, no quiere decir que, mecánicamente, la gente salga a matar a los demás; ni que las personas se desinhiban y empiecen a agredir a todos los que las rodean. Si esas condiciones desfavorables se mantienen, es probable que las relaciones vayan evolucionando y cambiando, y entonces termine en vínculos más conflictivos y mayor nivel de violencia interpersonal. No es algo que ocurra de la noche a la mañana, por eso podíamos ver que esas relaciones no eran tan fuertes. Cuando volvamos al gráfico anterior, veremos qué pasa si a esta curva le sacamos estos picos tan extremos. Miren cómo cambian las correlaciones: pasamos de 0,6 a 0,8; de 1,65 a 0,86 y de 4 a 6,70 y pico. O sea, si nosotros eliminamos esos extremos que producían cambios tan 277 Comisión Especial de Violentología 2013 abruptos y nos quedamos con el proceso más gradual del crecimiento de la pobreza, sí encontramos una relación muy fuerte con los niveles de violencia. Con esta manera de estudiar las cosas hay un problema que debe ser tenido en cuenta: esto nos muestra cómo se asocian dos procesos a nivel muy agregado. Estamos hablando de miles de personas, sin discriminar las trayectorias particulares de ninguna. Hay una cosa que se conoce en Estadística como la falacia ecológica. Yo no puedo suponer el comportamiento de nadie específico o puntual a partir de mirar estos datos. Que el desempleo se asocie al incremento de la violencia delictiva, no quiere decir que sean, justamente, los desempleados los que cometan mayores hechos de violencia. Que la pobreza crezca y eso se asocie un incremento de los niveles de violencia, no quiere decir, necesariamente, que sean los pobres los que estén involucrados en ese tipo de episodios. Suponer eso sería incurrir en lo que se llama la falacia ecológica: suponer el comportamiento de individuos particulares a partir de dar un dato agregado que no me dice nada respecto de eso. De hecho, quienes han profundizado en cómo se suelen vincular este tipo de factores, muestran que, en realidad, lo que ocurre es una especie de degradación -en este tipo de condiciones de pobreza y desempleo- en los vínculos en general, no solamente para aquellos que sufren el desempleo o la pobreza. Hay una degradación de los consensos que regulan las relaciones entre personas. Nosotros interactuamos a partir de expectativas, tenemos una expectativa acerca de cómo van a reaccionar los demás. Estas expectativas están sostenidas en que creemos determinadas cosas acerca de qué está bien, qué está mal, cómo va a ser nuestra vida a futuro; es decir, cierta capacidad de predecir. Para nosotros, la expectativa es que los chicos vayan a la escuela, ¿por qué? porque suponemos que eso los va a poner en una posición mejor para insertarse en el mercado laboral y tener una vida más satisfactoria. Si no tuviéramos esa expectativa, tal vez no los mandaríamos o no estaríamos tan preocupados en mandarlos. 278 Comisión Especial de Violentología 2013 Esto hace que sea predictible el comportamiento del otro. Nosotros mandamos a los chicos a la escuela por esas motivaciones, y los demás hacen lo mismo; entonces, podemos suponer qué es lo que van a hacer los otros, con quiénes se van a encontrar nuestros hijos, etcétera. Cuando ese sistema de expectativas decae, el comportamiento de los otros se hace más difícil de predecir, porque hay menos parámetros para organizar la vida social. Ese clima es lo que hace que se asocien condiciones sociales desfavorables y mayor conflictividad en los vínculos entre las personas. Eso afecta no solamente a los directamente involucrados, como los desempleados y los pobres, sino también a un conjunto muy heterogéneo de personas. Entonces, hay que tener mucho cuidado cuando uno piensa en esas relaciones. Esto nos enseña que, si en una sociedad se deterioran las condiciones sociales, probablemente vamos a tener mayor nivel de violencia. No nos dice exactamente cómo son esos vínculos, nos da una imagen agregada, ni nos dice qué factores, cómo o de qué manera, esas cosas se están relacionando. Terminar de entender esas relaciones es una cosa que las organizaciones todavía no lograron. Si estuviera todo resuelto, no habría necesidad de investigar, pero algunas cosas podemos empezar a saber. Hay una larga tradición de investigación en la Sociología en general, aunque nuestro país tiene una tradición más breve, son temas sobre los que se ha empezado a investigar más sistemáticamente. Es decir, ha habido trabajos previos, obviamente, pero son temas en los que se ha empezado a investigar más sistemáticamente en los últimos entre 15 a 20 años. Hay países que tienen una tradición de más de un siglo de investigación sobre estos temas; nosotros estamos empezando a entender cómo funciona este tipo de vinculación. Particularmente, traje aquí los resultados de una investigación -yo vi que ustedes algún adelanto tienen, había un libro dando vueltas por ahí- sobre un avance adicional de esos mismos datos, es un trabajo que trata de profundizar sobre esos resultados iniciales. ¿Qué es lo que intentamos analizar con nuestros colegas en ese trabajo? Una cosa que mencioné hace un rato: ¿cuáles son las condiciones que incrementan la probabilidad de que alguien sea víctima de violencia?, ¿qué tipo de condiciones estudiamos? Podríamos 279 Comisión Especial de Violentología 2013 considerar un número casi indefinido de condiciones que hacen que esa persona esté más o menos expuesta, su tamaño, miles de factores. Consideramos algunos que la investigación en Sociología muestra que son particularmente relevantes, algunos factores que tienen que ver con la condición que los sociólogos llamamos socio demográficas, es decir, características personales como la edad, el género, la composición de la familia, la nacionalidad y otra cosa más específica, que son las redes de sociabilidad territorial. A nosotros nos interesaba saber si el tipo de vínculos que las personas tienen con sus vecinos inciden o no en la probabilidad de que sean víctimas de algún tipo de delito. Hay una larguísima tradición de estudios sobre el tema, particularmente desarrollada de la manera en que está estudiada acá, que es con método cuantitativo, es decir, con una encuesta particularmente desarrollada en Estados Unidos e Inglaterra, y ahora he visto en Brasil algunos trabajos muy serios sobre el tema. En la Argentina ha habido una tradición más breve, como mencionaba recién, son estudios de índole cualitativa. Es decir, nos muestran casos, no nos muestran tanto un panorama en general. En este caso vamos a tratar de ver un panorama general. La encuesta trabajó sobre seis ciudades de la Argentina, con un total de 5 mil casos y pico, una encuesta bastante grande. Tomamos, entonces, respecto de las redes de sociabilidad territorial, cómo se mide la vinculación que tiene un vecino con su entorno. ¿Cómo lo medimos? Partimos de una encuesta que tiene que aplicar un cuestionario, con un tiempo relativamente corto, media hora -más de eso la gente no tolera-, para medir cómo son sus relaciones con los vecinos. Tomamos algunas medidas, por ejemplo: reciprocidad positiva. Le preguntamos a los vecinos con cuántas personas que viven en un radio de 5 o 6 cuadras de su casa, intercambian favores, es decir, comparten cumpleaños, se visitan, se prestan cosas, se ayudan; o sea, todo ese tipo de situaciones; además, cuántos parientes tenían en el entorno de su vivienda y si con esos parientes intercambiaban favores o compartían celebraciones; porque uno puede tener parientes y no darles "bolilla" -no sería tan inusual. Por eso preguntamos esas cosas; esas son reglas positivas o de cooperación. 280 Comisión Especial de Violentología 2013 Ahora, quienes han investigado eso partieron del supuesto que, donde había ese tipo de redes de vínculos, iba a haber menos victimización, es decir, que quienes participaban de esas redes estaban más protegidos e iban a sufrir menos la violencia. Las primeras investigaciones que se hicieron tendían a confirmar eso, pero después se complicó, porque empezaron a descubrir que no necesariamente era así, que a veces esas redes no movilizaban recursos que previnieran la victimización. Que uno comparta con un vecino un cumpleaños, no quiere decir que eso sea efectivo para prevenir que ese vecino le robe o le pegue, puede que sí o puede que no, no se sabe; eso depende un poco de cómo opere esa red, de cuánto se movilice, de cuan activa sea, etcétera. Puede ser que las personas se conozcan entre sí, pero que tengan vínculos que rápidamente fluctúen hacia un conflicto. Uno puede tener una persona con la que va a participar en su cumpleaños, o participa en el cumpleaños de un familiar, pero resulta que en ese cumpleaños terminan peleándose; tampoco es una cosa tan infrecuente. Entonces, no necesariamente que haya un vínculo supone que ese vínculo sea pacificador, prevenga la victimización; puede generar conflicto. Entonces, medimos la segunda variable. Es la reciprocidad negativa, es decir, cuando los vínculos, en lugar de ser de cooperación, son de conflicto. Descubrimos una cosa, que por cuestiones de tiempo no la vamos a detallar, pero es interesante: el 30 por ciento de los vínculos conflictivos, antes habían sido vínculos de cooperación, o sea, había habido una fluctuación de personas que tenían vínculos de cooperación hacia el conflicto. Me adelanto y vamos a ver que este es el factor que más incide en la violencia. Después vamos a ver algunas medidas que son interesantes de estudiar, pero ya les adelanto -para que sepan el final de la película- que ese es el factor territorial que más explica y que más incidencia tiene en conflictos entre vecinos; tiene muy alta probabilidad de que ahí haya violencia. Otro factor importante es el capital social. ¿A qué se refiere el capital social? A las organizaciones y a liderazgos respetados, que existen en el entorno vecinal. Si hay líderes o personas que consideran respetables, o si hay organizaciones vecinales en que las personas participan o con las que se sienten conformes, eso se llama capital social; formas de organización -si ustedes quieren- dentro del barrio. 281 Comisión Especial de Violentología 2013 Otro factor muy discutido, al cual se lo popularizó como la tesis de la ventana rota, es el desorden ambiental; es decir, si hay factores que muestren que los vínculos entre vecinos son conflictivos, por ejemplo, autos abandonados o viviendas abandonadas o basura; si hay factores que muestren que donde hay ese tipo de elementos hay mayores signos de violencia. Ahí hay una discusión entre los sociólogos, ya que es un factor que se lo puede considerar causal de la violencia. En realidad, es un factor que es co-ocurrente, es decir, las mismas causas que hacen que haya violencia, hacen que haya ese tipo de entorno. Pero eso no causa por sí misma la violencia; es decir, ocurre a la misma vez, pero no es un elemento causante. Después, está el nivel de vivienda, si el entorno habitacional tiene que ver o no con los niveles de violencia que hay. Nosotros medimos mediante variables, que se usan en Sociología para medir sectores sociales, el nivel de vivienda que, básicamente, discrimina si las personas viven en villas de emergencias, en barrios de clases trabajadoras, barrios de clase media, etcétera. Entonces, se discrimina por tipo de vivienda, la calidad de la construcción, lo que llaman los amenities, es decir, si tienen cierto confort en la vivienda, el tipo de confort que tienen, por ejemplo, un departamento que tiene pileta con ubicación central, obviamente, no es lo mismo que una construcción mucho más precaria como los monoblock. Este indicador está construido en base a ese factor. Nosotros, en análisis previos, descubrimos que la condición social que más se vincula a la violencia es el nivel de vivienda. Medimos educación, ingresos y muchas cosas más para tratar de establecer el nivel de ocupación, o para tratar de establecer qué factores sociales incidían más en la probabilidad de que alguien sea víctima de la violencia, y descubrimos que el nivel de vivienda es el que más se asocia, mientras que el nivel de educación no tanto. Lo que está mostrando esta variable es que el entorno ambiental es un factor clave para entender por qué hay o no violencia. Más tarde vamos a profundizar sobre eso, pero les adelanto un resultado más reciente de la investigación, la cual todavía no terminé de trabajar, que es que no es, en realidad, el factor ambiental en sí el problema, sino que lo que explica el por qué en esos lugares hay mayores niveles de violencia, es que hay una sobre representación de cierto tipo de factores. Quiero decir, en esos lugares se concentran elementos que sí se asocian a la violencia. El lugar per sé no produce la violencia, sino que, por ejemplo, en los niveles de vivienda más 282 Comisión Especial de Violentología 2013 bajos hay mayor nivel de conflictividad. No es el lugar por sí mismo, sino que en esos lugares hay mayor conflicto. A mayor cantidad de hogares no parentales, que vamos a ver que es un factor que se asocia, hay mayor cantidad de jóvenes, el cual es otro factor que se asocia. No es el entorno en sí mismo, entonces, sino la concentración de características que se dan en ese entorno. Eso es importante, porque si uno quiere hacer una política social para prevenir la violencia, lo que tiene que darse cuenta no es, solamente, que en esos lugares hay más factores o más niveles de violencia, sino que hay ciertos factores específicos que se pueden atacar. Además, la otra cuestión que es muy importante es que esos factores no afectan en la misma medida a toda la población de ese ámbito. Todas las personas que viven en una villa no están expuestas a la violencia en el mismo grado, son las que, además de vivir en las villas, tienen ciertas características, por ejemplo, tienen conflictos con los vecinos, son mujeres y, sobre todo, si son mujeres que viven solas con sus hijos. Ese es el segmento de la población, ahora en los sectores más precarios, que más expuesto está. Ahora se va a ver en los datos. Lo que muestra la investigación es eso. Se trata de lograr precisión. Acá vemos los resultados de la encuesta. Lo que ven acá arriba son los tipos de delitos que nosotros medimos, y el peaje es cuando piden de forma amenazante plata en la calle. En otro trabajo anterior, un trabajo etnográfico, fuimos a vivir a las villas para ver cómo eran las dinámicas y después diseñamos las encuestas. Una de las cosas que uno ve es que hay mucho gregarismo, el espacio territorial se hace gregar. Esto ocurre, sobre todo, en los casos de los jóvenes de un sector de la población que, cuando transitan por otro, corren ciertos riesgos, generando estos sistemas de reciprocidad negativa. Es decir, si uno pasa por un lugar y es amenazado o agredido por otros, eso genera una reciprocidad negativa, la cual produce que los amigos o los miembros de ese otro lugar estén esperando para tomar venganza, produciendo un ciclo de reciprocidad negativa, o sea, de conflictividad entre vecinos. Ese factor aparecía mucho en nuestra investigación, sobre todo en las zonas más pobres y segregadas territorialmente. Entonces, una forma fácil de interpretar los datos es tomar como porcentaje lo que está a la derecha de la coma. Las mujeres están expuestas un 70 por ciento más que los varones a ser 283 Comisión Especial de Violentología 2013 víctimas de lesiones y amenazas, mientras que los varones están expuestos a ser amedrentados en la calle un 40 por ciento más que las mujeres. Las mujeres están más expuestas a las lesiones y los varones más expuestos al peaje. Acá vemos que el género no incide mucho en el robo de la vivienda. Uno puede decir un 19 por ciento, pero esto no es válido estadísticamente, no sabemos si este número se dio por casualidad o si realmente está representando algo y, como es muy bajo, todo sugiere que no sabemos y es una relación indeterminada. Ser joven menor de 30 años. En esta parte, en realidad, hubiera sido mejor poder discriminar por menos grupos de edad, pero la muestra tendría que haber sido enorme, tendríamos que tener 15 mil casos para poder hilar fino, entonces, separamos entre más y menos de treinta; obviamente, si cortáramos más etariamente encontraríamos cosas más interesantes. Lo que vemos es que los menores de treinta años están siempre más expuestos a la violencia. El robo a la vivienda es un factor que representa un 36 por ciento más, por lo que podría decirse que es poco, pero esto nos está indicando que no es una relación muy confiable. Acá da 0,05 y uno podría decir que está en el límite de lo que uno puede considerar que es una relación estadística válida y que podamos confiar que así se da. Pero 0,59 está un poco arriba de lo ideal, entonces no estamos muy seguros de qué pasa acá. Con respecto a los extranjeros, medimos migración externa y vemos que, otra vez, parecería tener incidencia, pero esto nos está diciendo que no podemos confiar mucho en que sea genuina, pero el peaje es enorme; es muy fuerte, casi dos veces más. Este 000 no es James Bond, sino que nos está diciendo que es muy alta la probabilidad que este dato sea genuino. Acá otra vez muestra que no tiene ninguna influencia. El último que es pertenecer a un hogar matrifocal, o sea, mujer jefa del hogar con sus hijos, muestra que expone el doble la probabilidad de ser víctima de lesiones y amenazas, no expone más al peaje y podríamos escuchar que alguna incidencia tiene en la probabilidad que le roben dentro del hogar. Tampoco es muy confiable la relación, pero la incidencia es muy fuerte, casi un 50 por ciento, y esto no está tan lejos del nivel de significación, con lo cual uno podría decir que es muy probable que haya alguna relación ahí y los hogares matrifocales estén más desprotegidos respecto de la probabilidad que les roben. 284 Comisión Especial de Violentología 2013 Si nosotros tenemos que compensar lo que acabamos de encontrar, la primera cuestión es que hay bastante diferencia entre los robos en vivienda con los demás tipos de factores. Lo que explican la presencia de amenaza o el peaje, no es lo mismo que lo que explica la exposición al robo. Son, en ese sentido, dos dinámicas un poco diferentes que afectan a distintos sectores de la población. Lo otro que podemos concluir es que, en términos generales, el ser joven, vivir en hogares matrifocales y ser mujer son factores que exponen un poco más a ser víctimas de la violencia. Acá venimos a lo que yo les contaba: los liderazgos, lo que llamamos capital social lo medimos como liderazgos en el vecindario. Tenemos liderazgos locales, que son más del tipo informal, con vecinos que organizan comedores o que participan en las sociedades de fomento; a lo que llamamos liderazgos locales es cuando son de tipos de actividad o iniciativas en el barrio, por ejemplo si los maestros tienen algún liderazgo en el barrio o no; si la policía es respetada como un elemento mediador dentro de la dinámica vecinal; las redes sociales positivas, o sea, la reciprocidad positiva. Separamos entre los que tenían redes de tres o más personas y los que tenían dos o menos, consideramos que los que tenían dos conocidos en el barrio no constituían una verdadera red, porque los contactos eran pocos para considerarlos como una red, y tres o más, sí. Lo mismo pasó con los conflictos vecinales, un conflicto con dos vecinos no lo consideramos un factor muy incidente, mientras que conflictos con tres o más vecinos, sí. Desorden ambiental, es decir, la posibilidad que existieran elementos de degradación territorial. Viviendas precarias y segregadas básicamente discrimina entre quienes viven en villas y quienes viven en otras condiciones sociales. Acá podemos ver que hay algunos factores que tienen una incidencia muy importante. Me voy a detener en los más importantes y dejamos el análisis de los demás para otra ocasión. Como les decía, los conflictos vecinales es lo que más incide en todos los tipos de violencia: es casi tres veces más la probabilidad de sufrir un robo si uno tiene conflictos con sus vecinos; dos veces y media más es la probabilidad de ser extorsionado en la calle si uno tiene conflictos con sus vecinos; tres veces más la probabilidad de sufrir lesiones y amenazas si uno está en conflicto con los vecinos. Ese factor es el factor clave en esta investigación. 285 Comisión Especial de Violentología 2013 El desorden ambiental no incide demasiado, tampoco inciden demasiado las redes vecinales, ya que las redes vecinales positivas parecen funcionar como un elemento protector. Vimos después en otras partes de la investigación que todavía no terminamos de resolver y por eso no las traje que, en general, no inciden, pero si uno toma robo de vivienda dentro de los sectores más precarios de la población que viven en condiciones ambientales más desfavorables, ahí sí inciden o, traducido, en las villas incide, fuera de las villas, no. Por eso todavía no estamos seguros. La respetabilidad de la policía sí tiene una incidencia muy importante. Ahí hay una relación que es que la dirección de la causa y efecto es muy difícil de establecer. Podría ser que, efectivamente, donde la policía es más respetada, la gente acuda con más facilidad y esté más protegida. También puede ser que las personas que fueron víctimas respeten menos la policía y se sienta menos protegida por ella. Sabemos que hay una asociación entre el nivel de respetabilidad de la policía y la victimización, pero no sabemos la dirección de ese vínculo. Es probable que las víctimas desconfíen de la policía o que quienes desconfían de la policía están más expuestos, pero probablemente sea parte de las dos cosas. Hago una última acotación del resultado que todavía está en estudio y que todavía no tenemos conclusiones definitivas respecto a esto. Nosotros consideramos, además de estos factores, otros factores como el cómo influían los liderazgos políticos, cómo influían la percepción de distintos actores del Estado, los gobiernos municipales y ese tipo de cosas y, en general, lo que vimos es que no tienen una relación directa, no tienen influencia muy fuerte, pero sí indirecta. El factor que más incide son los conflictos ambientales, donde más conflictos hay entre vecinos, más probabilidad hay de que sean víctimas de violencia, para sintetizar lo que se ve en el cuadro, prácticamente se triplican en cualquier forma de violencia que se considere. Entonces, donde hay mayor nivel de conflictividad es donde menos respetables son los liderazgos políticos, los actores del Estado, como el municipio o los concejales. No inciden de manera directa, pero sí indirecta. Inciden sobre el conflicto y el conflicto sobre la violencia. En ese tipo de liderazgos disminuye el nivel de conflictividad y eso disminuye la probabilidad que las personas sean víctimas de violencia. Es esa la relación que todavía no 286 Comisión Especial de Violentología 2013 terminamos de descifrar, pero los resultados preliminares que tenemos sugieren que ahí hay un vínculo muy importante. Hay una técnica que tenemos que usar que se llama “ecuaciones estructurales” -que todavía no resolvimos- las cuales permiten medir esa influencia indirecta, es decir, cómo A influye sobre B y viceversa, aunque cuando una mide la transición entre A y C, no se ve. Es decir, hay una relación medial. Eso estadísticamente no es tan fácil de hacer, lo empezamos a hacer y los resultados parecerían sugerir que hay un vínculo, pero todavía no estamos seguros. 287 Comisión Especial de Violentología 2013 EL CONFLICTO NO RESUELTO DE LAS ESCENAS VIOLENTAS Miguel Santagada81 Las escenas de violencia registradas en soporte audiovisual (el cine y la televisión, más recientemente los juegos de video e internet) han promovido recurrentemente inquietudes acerca de los efectos más o menos permanentes que podrían manifestarse en la conducta de los espectadores y consumidores infantiles. A medida que las tecnologías audiovisuales y el diseño de escenarios y personajes se vuelven más sofisticados, el entorno mediático al que acceden fácilmente los niños de clase media plantea las sospechas acerca de la perniciosa influencia que reciben de los envíos mediáticos cada vez que hechos criminales –de ficción o no- tiñen de sangre las pantallas domésticas. 81 Docente de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Director. del proyecto de investigación UBACYT Las representaciones audiovisuales de la violencia: conflicto, necesidades insatisfechas y violencia estructural. Autor de Paternalismos Huérfanos. Comunicación, democracia, globalización. Buenos Aires, Eudeba, 2004. Compilador de Ensayos sobre arte, comunicación y políticas culturales / - 1a ed. - Tandil: Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2012 así como de numerosos artículos académicos 288 Comisión Especial de Violentología 2013 A lo largo de varias décadas de debates sobre los potenciales perjuicios de las escenas violentas en las conductas de los telespectadores se han entrelazado los intereses contrapuestos de empresarios, moralistas, políticos y educadores con la labor de investigadores de diferentes campos académicos. Si al cabo de casi medio siglo de confrontaciones es posible extraer una conclusión al respecto, seguramente será ambigua y en cierto sentido decepcionante. Los debates han mejorado las objeciones que cada postura lanza contra sus oponentes, pero no han convertido en incuestionables los argumentos propios, por lo que las decisiones tomadas para censurar la proliferación de escenas de violencia en los medios de comunicación en muchos casos han sido cuestionadas como prejuiciosas y débilmente fundamentadas en evidencias científicas. De este modo, las escenas violentas llegaron a desatar un conflicto epistémico, con ribetes políticos, mercantiles y artísticos. A pesar de su prolongación en el tiempo, el conflicto aún no ha perdido interés ni ha sido resuelto convincentemente. En este trabajo discutiremos algunas de las concepciones que contribuyeron a consolidar las posturas en conflicto. Para ello, partiremos de un cuestionamiento a las modalidades dominantes en que los medios de comunicación aportan a la comprensión de los fenómenos contemporáneos vinculados con la convivencia, la discriminación, la seguridad, etc. Salvo excepciones, estos asuntos son típicamente expuestos en los medios cuando la conmoción de un hecho sensacional reclama la atención de políticos y académicos. La gravedad de los acontecimientos, el dolor de las víctimas y la imposibilidad de recuperar lo que se ha perdido tienden a opacar en el reporte mediático, electrizante y vivaz, la intervención –reflexiva y didáctica- de los especialistas convocados para cada ocasión. En esas circunstancias, parece difícil que dichas intervenciones sobrepasen los límites del entretenimiento pasatista. Por otro lado, revisaremos una parte de la larga serie de estudios con los que se construyó un área de indagaciones inspiradas en métodos de la psicología y la sociología empírica. Este panorama se completa con algunas reflexiones de carácter estético, que facilitarán la tarea de precisar algunas consideraciones acerca de la ubicuidad de las escenas violentas en la producción audiovisual contemporánea. Como marco general de nuestros comentarios, volveremos a discutir las modalidades dominantes en el tratamiento y oferta de escenas violentas, a fin de señalar los límites en que se mueve la “explicación mediática” acerca de los homicidios en masa. Como casos emblemáticos de las textualidades audiovisuales 289 Comisión Especial de Violentología 2013 producidas en los noticieros televisivos, tales matanzas perpetradas por agresores descontrolados en espacios desprotegidos como escuelas o salas de cine, aportan elementos para zanjar el conflicto no resuelto de las escenas violentas (Bowers, et al 2010). En una variedad de reportes se indican como posibles antecedentes las preferencias que esos homicidas conservan en materia de series o películas de acción y juegos de video híper violentos. Dado que las formas de exponer estos penosos episodios a las que en general recurre la prensa audiovisual no se apartan del tinte sensacionalista que impregna las crónicas, discutiremos si tales explicaciones promueven o no un concepto de violencia social reclamado por la gravedad de los hechos y por el sufrimiento de las víctimas. Pretendemos, por lo tanto, que el aporte de este trabajo enfoque la discusión en torno a la creatividad y al dinamismo de las artes audiovisuales más allá de las tendencias a la espectacularidad y el sensacionalismo que suelen atribuírseles desde otras perspectivas. La producción y el consumo de imágenes violentas no merecen ser dejadas al margen de la discusión en torno a las violencias sociales. Tres versiones sobre la violencia en la producción audiovisual En un documento de 2003 (Kriegel, 2003), la comisión reunida por el Ministerio Francés de Cultura y Comunicación para expedirse sobre la situación del cine y la televisión concluye que la producción audiovisual de los noventa ofrecía en términos generales un mundo donde el mal siempre es victorioso, por lo que sería inconcebible pretender luchar contra él. Según una afirmación audaz de esa comisión, el cine y la televisión adhieren a una especie de tesis gnóstica, para la que el mundo está hecho defectuosamente a propósito y no tiene remedio alguno. Sostiene esta apreciación un ingrediente habitual de ciertos relatos audiovisuales: la adjudicación de inoperancia o de corrupción generalizada e incurable a la policía o a las autoridades judiciales. Los productos audiovisuales que dicha comisión tenía entre manos estaban mezclados con sangre real: un asesino serial que por aquella época operó en los suburbios parisinos confesó que la fuente inspiradora de su campaña homicida había sido Asesinos por naturaleza (Nature born killers), la película de Oliver Stone. Como documento surgido de las presiones que suelen ejercer grupos moralistas (ligas de madres y madres, confesiones religiosas, pediatras, psicólogos, etc.) se entiende que el dictamen busque su apoyo en indagaciones académicas que en buena medida pavimentan el camino entre el prejuicio y la prohibición. Más allá de estas contingencias de la política, el 290 Comisión Especial de Violentología 2013 documento se expone a críticas de carácter metodológico que conviene analizar con cautela. El procedimiento de la comisión consistió en mirar las escenas violentas en las producciones audiovisuales como si estas se presentaran sólo desquiciadamente, sin conflictos ni razones, y como si los espectadores infantiles, denominados “sectores vulnerables”, las adoptaran automáticamente como modelo de conducta, y sin que pudieran actuar como filtros atenuantes otras condiciones familiares o socioeconómicas. Sin duda, esta forma de abordar el fenómeno de las escenas violentas y otras ideas en que se fundamenta el estudio de la Comisión francesa podrían mejorarse con algo de esfuerzo. La primera etapa para ello consistiría en revisar el trayecto de al menos cincuenta años (Von Post, 1995) en los que se produjeron varios centenares de estudios empíricos aplicados a la detección de efectos de las escenas violentas en los niños. Por supuesto que la variedad de tales indagaciones no permitiría aceptar sin más una generalización, pero sí podemos replicar a esa tradición de estudios señalando otras opciones, y proponiendo un marco de consideración diferente (Rafter, 2000). Revisaremos sintéticamente dichas tradiciones con el objetivo de avanzar más tarde en la consideración de las formas dominantes de presentar escenas violentas en los medios contemporáneos. Ante todo, señalemos que con el tiempo las investigaciones se han diferenciado de modo significativo en torno a objetivos y supuestos que podrían corresponder al menos con tres enfoques. Para abreviar los llamaremos los culpabilizadores, los exculpadores y los estéticos. Mientras que los dos primeros aportan a la idea de que la producción audiovisual puede analizarse como si fuera ajena a los procesos sociales, razón por la cual la violencia sólo es concebida como “representada con o sin excesos”, la versión estética indaga entre las tendencias y estilos dominantes para arribar a una descripción en la cual se conjugan las conclusiones de las otras posturas sin aportar nada original a ambas. Consecuentemente, pese a la divergencia entre estas tradiciones, una serie de conceptos e ideas comunes las vincula de un modo sutil. Se trata de concepciones básicas, compartidas sin discusión por líneas de indagación suficientemente consolidadas en el área de los estudios de comunicación. Esta circunstancia permite reconocer conclusiones claramente opuestas, pero cierta coincidencia elemental en lo que respecta a tres puntos significativos, que podrían sintetizarse, quizá algo esquemáticamente, de este modo: 291 Comisión Especial de Violentología 2013 (a) Exterioridad de las violencias. La violencia en las pantallas es invariablemente analizada según el supuesto de que las ficciones exageran en sus referencias a un mundo sin reglas y sin orden, el cual ciertamente no es ni se parece al mundo real (de los países centrales), cuyas tasas de crímenes violentos es declinante desde 1991.1 (b) Reducción del problema a la violencia criminal. Las escenas de violencia referidas por los estudios son típica y exclusivamente las que se relacionan con el accionar de gánsteres y hampones, con el empleo de armas y con la agresión personal. En menor medida, los estudios se refieren a abuso sexual, acoso laboral, escaramuzas bélicas, a la denuncia de segregación racial, de superexplotación de trabajadores, etc. (c) Concepción simplista de la recepción de textualidades audiovisuales. Se adjudica a los consumidores – espectadores de escenas violentas la incapacidad de interpretar con moderación o razonabilidad los significados de los textos audiovisuales. a) Los culpabilizadores Esta postura respecto de las escenas violentas suele ser la más consultada por los gobiernos y las organizaciones que defienden la necesidad de regular la oferta de textualidades audiovisuales o el acceso de los niños a dichas escenas. Aunque en los últimos años el discurso de los que pretenden regular las imágenes audiovisuales prefiere evitar las prohibiciones y las censuras, no faltan las sugerencias para que se limiten los créditos estatales o las ayudas financieras a realizadores que presenten proyectos no encuadrados en las definiciones de “contenido de interés público”. Tales definiciones no siempre son formuladas en debates multitudinarios y pluralistas. Más bien, suelen emanar de estas formaciones discursivas que recriminan a la producción audiovisual in toto por los malos comportamientos de los niños y jóvenes (Gormley, 2005) Un criterio adicional también suele ser la adopción de medidas proactivas que atemperen lo que se considera “efectos nocivos” de ciertas películas y programas de televisión. Entre otras medidas, se insiste en que padres y educadores deben orientar a los niños para que se busquen entretenimientos menos perniciosos, a las productoras para que adviertan a sus consumidores acerca de la calidad del material que exponen, y a las cadenas de televisión para que no se aparten de las pautas de horarios de restricción establecidas. 292 Comisión Especial de Violentología 2013 Aunque las denominamos con un rótulo que las engloba, es preciso advertir que al interior de este grupo se observa cierta falta de consenso entre los investigadores, en torno a la metodología adoptada para sustentar las hipótesis. Las hipótesis en sí mismas no despiertan controversia, pues se refieren a cualquier forma de influencia de las escenas de violencia sobre los espectadores. En cambio, hay desacuerdos con respecto a si la influencia de los contenidos audiovisuales afecta las conductas o las actitudes en plazos relativamente cortos o largos, etc. Otra fuente de desacuerdos radica en el estilo más o menos realista de las escenas violentas. Por ejemplo, George Gerbner (1996), uno de los autores más citados, considera que contiene violencia aquella escena en la que un personaje amenaza con lastimar o matar a otro, independientemente del método utilizado o del contexto en que se encuentra. Gerbner incluye en su concepto las escenas de animación, pero Guy Paquette y Jacques de Guise (2004) argumentan que la violencia de los dibujos animados no puede tomarse en serio, puesto que su presentación suele ser no realista y más bien de carácter humorístico. Concentrados en las ofertas mediáticas a la población infantil, estos autores no se refieren a ciertos programas sensacionalistas de la televisión, en los que se dedica mucho tiempo a escenas de persecución y aprehensión de delincuentes por parte de agentes de policía. Otro asunto controversial se refiere a la conexión entre escenas audiovisuales de violencia y conducta agresiva. Algunos autores creen que el mecanismo agresivo procede con independencia parcial de las escenas a que uno está expuesto, y derivaría de situaciones traumáticas del entorno familiar, mientras otros creen que basta la mera exposición no para ser agresivo, sino para aprender de a poco una especie de script o guión cognitivo que a la larga terminará orientando la conducta de los espectadores. Si alguien consume preferentemente, por ejemplo, series de acción y películas violentas, es probable que llegue a internalizar por imitación las acciones de los héroes audiovisuales, quienes por regla general dirimen sus conflictos a los tiros o a las trompadas. Hay todavía un tercer sector de culpabilizadores que adjudican a las escenas violentas la activación de efectos fisiológicos que explican la conducta agresiva inmediatamente posterior al consumo de imágenes. Diversas observaciones han llevado a concluir que el consumo de imágenes violentas acelera el ritmo cardíaco y la respiración y aumenta la presión arterial. Específicamente, las observaciones se han concentrado en torno a imágenes de persecuciones y tiroteos, que en 293 Comisión Especial de Violentología 2013 opinión de algunos autores predisponen a las personas a actuar agresivamente en la vida cotidiana. Otro desacuerdo no resuelto consiste en determinar si las imágenes violentas canalizan o confirman pensamientos y sentimientos agresivos ya instalados en los niños. Algunos investigadores han reunido evidencia que permitiría sostener que el entorno familiar y otras variables del entorno doméstico interactúan con el consumo de escenas de violencia, y por tanto la influencia de las imágenes violentas sería aún mayor en aquellos que presentan tendencias más afines con dichas imágenes. En términos generales, pues, los culpabilizadores sostienen que existe una relación positiva, aunque en cierto modo débil, entre la exposición o el consumo de imágenes de violencia audiovisual y la conducta agresiva. Si bien es verdad que esa relación no puede ser confirmada en términos sistemáticos, se introduce el argumento de que sería ilógico sostener que no hay ninguna relación simplemente porque en algunas ocasiones no es posible verificarla del todo, o sólo porque se puede verificar en ciertas circunstancias. De esta manera en países como Canadá, Estados Unidos y Francia con la regulación estatal de la oferta audiovisual se ha procurado proteger a los sectores más vulnerables. Ahora bien, es instructivo analizar a qué vulnerabilidad y a qué violencias se menciona en estas legislaciones. La vulnerabilidad depende de un supuesto a cuya credibilidad la literatura “culpabilizadora” no ha dejado de contribuir en los últimos cincuenta años, y como se ve en la síntesis presentada, son escasas y marginales las referencias a los entornos domésticos y a las particularidades familiares de los consumidores de imágenes violentas. Lo llamativo en casi todos los documentos es la falta de una definición cuidadosa de las violencias, donde quede explicitado que las causas primarias de las conductas agresivas se encuentran en el entorno familiar, los grupos de pares y especialmente en las condiciones sociales y económicas en los cuales se desarrollan los niños (Groebel y Hinde, 1991).. Para volver a la experiencia de la comisión reunida por el gobierno Francés en 2002, el criterio de evaluación de espectáculos violentos que allí se propone deriva de un concepto según el cual en la violencia estarían implicadas dos propiedades centrales: la utilización de la fuerza excesiva orientada a causar daños a la integridad física o psíquica y el objetivo de dominación o de destrucción del otro o de los otros. 294 Comisión Especial de Violentología 2013 El autor que ha aportado esta idea fue Jacques Billard (cfr. Kiegel, op. cit.), un especialista de origen francés que ante todo admite que la violencia es fácil de reconocer pero difícil de definir; también argumenta que la identificación de la violencia con el empleo de la fuerza física procede del hecho básico de que hay violencia allí donde hay coacción que entraña sufrimiento. Claro que es posible que haya formas de coacción y de uso de la fuerza que no provoquen sufrimientos, pero lo central en la definición no es la idea del sufrimiento causado, sino la intención de destruir o someter a los otros que provoca el uso de la fuerza física. A poco que se analice esta definición, se revelará que las intenciones son tan opacas como evidente es el hecho de que alguien sufra como consecuencia de la acción de otro, no importa cuán desmedida o no sea la fuerza utilizada. Un dentista, por ejemplo, puede hacernos sufrir y sin embargo no puede ser acusado de emplear la fuerza para alcanzar objetivos de dominación o de destrucción. Se supone que el dentista tampoco obra por coacción, dado que nos sometemos mansamente a las manos de un odontólogo para evitar un daño ya instalado. En todo caso, señala Billard, hay que reconocer que la violencia tiene rasgos cambiantes según las épocas y la tolerancia de las personas. Pero entonces la violencia no estaría en los hechos en sí mismos sino que sería como una etiqueta que pegamos a los hechos una vez que estos son interpretados según nuestros prejuicios o creencias. Alguna vez se interpretó que los castigos físicos propinados a las mascotas o a los chicos desobedientes no eran hechos violentos, sino adecuados a los objetivos de encauzamiento y educación. No hace falta decir qué repudiable es para muchos de nosotros el castigo físico, en cualquiera de sus formas y bajo las más variadas circunstancias. b) Los exculpadores Esta versión de los estudios de violencia audiovisual se ha desarrollado en las últimas décadas en buena medida como reacción a un sector de los culpabilizadores liderados por los psicólogos Leonard Eron y Rowell Huesmann (Eron y Huesmann, 1972). Ambos investigadores habían tergiversado los datos de un estudio longitudinal donde se intentaba demostrar cierta correlación positiva entre el consumo individual de escenas violentas durante la infancia y la tendencia a la conducta agresiva durante la edad adulta. Quien descubrió el fraude fue Jib Fowles, autor de The Case for Television Violence, un minucioso análisis de alrededor de 2500 estudios empíricos y de laboratorio que han aportado a lo que Richard Rhodes (2003) llama “el mito de la violencia mediática”. Además de denunciar a 295 Comisión Especial de Violentología 2013 Eron y Huesmann, Fowles refuta la llamada teoría del cultivo de Gerbner, por la que se pretende explicar la conexión de largo plazo entre escenas violentas y conducta agresiva. Con razón, Fowles también refuta una gran variedad de estudios de laboratorio, cuyas conclusiones no son asimilables a la experiencia cotidiana de los espectadores infantiles. Para caracterizar a quienes más afecta esta preocupación por la violencia audiovisual, desde la corriente de los exculpadores se suele citar a Howard Becker, un influyente sociólogo de la desviación. De esta manera, en lugar de refutar los estudios empíricos o su metodología, embisten con argumentos “ad hominem” contra los culpabilizadores académicos Dave Grossman, Brandon Centerwall, entre otros, y de funcionarios republicanos como Dan Quayle y Howard Becker, respectivamente vicepresidente y Secretario de Educación durante la primera presidencia de G. W. Bush. Los exculpadores sugieren que los resultados de las investigaciones están en consonancia con el pánico de los conservadores a perder definitivamente la hegemonía cultural en manos de una producción audiovisual que se propone más dinámica, más atractiva y más satisfactoria para todas las edades. Es más, Rodhes recuerda a Backer también en su idea de comienzos de los sesenta respecto de la pérdida del liderazgo moral de las tradiciones religiosas. Así, indica que a medida que los medios de comunicación se fueron consolidando en el rol de entretenimiento como nuevas autoridades culturales, también han suplido a las religiones en el papel de satisfacer ciertas necesidades sociales individuales, tales como proporcionar marcos comunes de referencia e identidad comunitaria, con los cuales los individuos obtenían confianza, seguridad y otras experiencias “saludables” desde el punto de vista emocional. Los medios audiovisuales serían como una nueva institución social, y el temor de los conservadores se refiere a una influencia ya irremediablemente perdida de las instituciones tradicionales de la religión y la familia. Frente al declinar manifiesto de estas instituciones, los medios ocupan cada día más y más tiempo de los jóvenes, y no siendo posible controlar los contenidos, entonces fue preciso instalar desde hace décadas el pánico moral entre padres y educadores. No debería sorprender, entonces, que los conservadores —guardianes de la tradición— hayan subvencionado formas abiertas de censura y reiterados ataques contra la producción audiovisual. También desde esta corriente se han realizado estudios experimentales (Feshbach y Singer, 1971) con el propósito de replicar algunos de los estudios más citados de la versión 296 Comisión Especial de Violentología 2013 culpabilizadora. Por ejemplo, a principios de los años setenta se ha desarrollado en Boston un estudio longitudinal durante seis semanas. Los sujetos de la muestra incluían unos cuatrocientos estudiantes, procedentes de tres escuelas privadas y de cuatro hogares públicos infantiles. La indagación preveía controlar el consumo de imágenes audiovisuales entre dos conjuntos de igual número de chicos, a uno de los cuales se les proyectarían escenas violentas y a los otros programas no agresivos. Por otra parte, observadores entrenados debían juzgar los niveles de agresión de los chicos en estudio antes y después del período de proyección. Las conclusiones que informa Feshbach (op. cit.), el director de la investigación, sugieren que no ha habido diferencias observables en las conductas de los chicos de las escuelas privadas, pero entre los chicos de los orfanatos que habían sido sometidos al experimento de las escenas violentas, muchos de ellos jóvenes abandonados y con antecedentes policiales, sí se advirtió una diferencia interesante en los dos grupos. Manifestaron una conducta más apaciguada con respecto al otro grupo aquellos que fueron expuestos a contenidos violentos. Feshbach considera que aparentemente el consumo de escenas de agresividad reduce o controla la agresión en jóvenes de sectores socioeconómicos relativamente bajos. Esta certeza lleva a creer que las fantasías de la televisión y el cine complementan la propia imaginación de los espectadores, y los ayudan a descargar la agresión que acumulan en su experiencia personal, del mismo modo que pueden hacerlo los sueños y otros productos de la imaginación. En investigaciones más recientes, Steven Messner (2004) intentó establecer si es verdad una de las más contundentes afirmaciones culpabilizadoras, según la cual los espectadores más tenaces en el consumo de escenas violentas tienen mayores probabilidades de convertirse en criminales. En su indagación, que resultó meramente descriptiva, Messner tomó la lista de programas de televisión con escenas “violentas” que confecciona año a año la National Coalition on Television Violence (NCTV), una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos que ha desarrollado un método para medir la cantidad de escenas violentas emitidas por hora en los programas de ficción y de no ficción de la televisión norteamericana. Luego Messner cruzó esos datos con los índices de audiencia correspondientes a cinco ciudades metropolitanas de Estados Unidos. En tercer lugar, consultó informes del FBI sobre tasas de homicidios, secuestros extorsivos, robos, asaltos a mano armada, etc., que se 297 Comisión Especial de Violentología 2013 registran en las áreas metropolitanas analizadas. Por último, cotejó las tasas del FBI contra los programas violentos de mayor audiencia. Contrariamente a lo que esperarían los culpabilizadores, Messner observó que las ciudades que exhibían menores tasas de criminalidad eran aquellas en las que se concentraban los mayores índices de audiencia para programas violentos, lo que sugiere que o bien la correlación entre escenas violentas y conducta criminal debería descartarse, o bien los delincuentes marchan a otras ciudades para cometer sus fechorías. Messner explica sus datos con algo de sorna: cuando la gente está en casa viendo televisión no puede estar por ahí cometiendo crímenes. Y, de paso, como los televidentes están en sus casas, los forajidos tampoco tienen ocasión de asaltarlos en las calles o de ingresar por la fuerza a las casas temporalmente sin moradores. Otros autores ha contribuido a esta perspectiva indulgente con la denominada “teoría del beneficio sustituto”, que han suscripto autores de la corriente de los Usos y Gratificaciones (cfr. McQuail et al, 1972). Según esa teoría, ciertos sectores de la población que viven experiencias difíciles, tales como los enfermos, algunos ancianos, los chicos sin hogar, etc., encuentran en el mundo audiovisual una influencia benéfica, más allá de los contenidos o del significado de las imágenes. Este poder de bálsamo electrónico encuentra sus fundamentos teóricos en la formulación de Gerhard Wiebe (1969), cuya hipótesis sugiere que el mundo audiovisual cumple la función de evitar a los espectadores el esfuerzo de adaptarse a un mundo crecientemente más complejo. Esta función equivale a la protesta juvenil y a la resistencia a la autoridad que aparece en forma espontánea como una reacción frente a la estructuras de orden y organización de la vida social. Las imágenes realistas sobre crímenes, violencia física, desacato a la autoridad, ganancia fácil de dinero, intimidad sexual, etc., pintan un panorama libre de restricciones sociales en general inaccesible para la gran mayoría de los televidentes, quienes acuden a esas imágenes audiovisuales en procura de un antídoto contra los valores exigidos por la socialización adulta. Serían una evidencia favorable a esa tesis de Wiebe el rock, el rap, y películas como Natural Born Killers o Pulp Fiction. Debido a esta función de ventana a un mundo libre, el consumidor de imágenes audiovisuales toma venganza contra el establishment, que al censurar la protesta y la violencia audiovisual simplemente provoca que los espectadores busquen con más animosidad válvulas de escape. De acuerdo con estas reflexiones, algunos autores llegaron a hablar del procedimiento de 298 Comisión Especial de Violentología 2013 “higiene y redención mental” que las imágenes audiovisuales permiten realizar. Como alguna vez sostuvo Norbert Elías, el gran esfuerzo sistemático de la civilización occidental durante el último milenio consistió en reducir la violencia privada para propiciar formas más efectivas de interacción social en una sociedad crecientemente más compleja e interdependiente. El aprendizaje individual consistió en internalizar la prohibición social contra la violencia, hasta límites que llegan al aborrecimiento de los actos violentos, luego de haber reprimido con todo ímpetu el sentimiento placentero que provocaban las agresiones, los castigos físicos, las batallas, etc. Sin embargo, un resto de aquel placer se mantuvo ya no en la práctica, que fue gradualmente perseguida y penada por las leyes, sino en la experiencia permitida de contemplarla, ya sea en ejecuciones públicas, riñas de gallos, corridas de toros y matchs de boxeo. En ese sentido, el placer de presenciar escenas de violencia es como un ancestro de nuestra actual experiencia frente a las imágenes audiovisuales. Acaso la violencia audiovisual sirva como satisfactor de necesidades humanas elementales que quedaron sepultadas en el proceso de la civilización y que como experiencia vicaria sea uno de los pocos apoyos placenteros que encuentran algunas personas en la vida cotidiana. c) Los estéticos Autores como Carole Desbarat (1995) y Olivier Mongin (1998) prefieren considerar la violencia audiovisual desde una crítica inmanente de las funciones que cumplen las obras artísticas en la sociedad contemporánea. ¿Sólo se ratifica el compromiso frente a los valores de la democracia y la civilización eliminando toda connotación de violencia en las producciones audiovisuales? ¿No es mejor crear despreocupadamente y dejar que los espectadores saquen sus propias conclusiones? Después de todo, no hay por qué exigir responsabilidad ética a los realizadores, y eximir a los consumidores del uso de la selectividad, la inteligencia y el sentido autónomo. Basta, pues, de paternalismos y demagogias. Disfrutemos del mundo que la producción audiovisual nos regala cotidianamente, mientras se verifica una situación paradojal: aumenta sin cesar la violencia en la producción audiovisual, mientras la sociedad es cada vez más sensible a la violencia real. El abrumador repudio que merecen las muestras de fuerza de las barras de fútbol, y la expandida concientización acerca de la violencia doméstica y escolar serían un aleccionador ejemplo de tal sensibilidad creciente. 299 Comisión Especial de Violentología 2013 Esta perspectiva abandona, por tanto, la mirada moralizante de las escenas violentas, pero no avanza en el cuestionamiento de las tres convicciones que ha inspirado el conflicto de las escenas violentas, a saber: la exterioridad de la violencia audiovisual, la concentración en torno a la violencia criminal y la despreocupación por los procesos reales de consumo de textos audiovisuales. La opción de estos autores no otorga prioridad a los efectos mediáticos sobre los sectores vulnerables, ni dispensa la atención exclusivamente a las escenas violentas más escabrosas en tanto tales. Tampoco prefieren leer en el cine contemporáneo una prolongación necesariamente realista de la crueldad agudizada en la primera década del siglo actual. De hecho, convalidan la idea de que la violencia social se halla en retirada porque en la época en que ellos escriben disminuyen los índices de delitos callejeros en los países centrales de Europa. Recordemos que el recrudecimiento de la violencia no solo se verifica en acciones que implican delitos contra la propiedad o la integridad física, sino también en situaciones estructurales más o menos recurrentes: abandono de personas, miseria extrema, destrato a los inmigrantes, etc. Sin embargo, en respuesta a la instalación del tema que han propuesto los culpabilizadores, estos autores concentran su lectura en torno a algunas ficciones que ofrecen semblanzas de la violencia criminal en asentamientos suburbanos. Para Besbarat y Mongin, entre otros, el propósito de incluir escenas violentas en los relatos audiovisuales está tan alejado del escándalo como de la crítica social; simplemente se limita a estetizar sin implicaciones políticas ciertos fenómenos sociales. Desde luego, ¿no es una forma de implicarse en la política decidir abstenerse del juego? Para esta perspectiva, la producción audiovisual contemporánea no se propone una llamada de alerta acerca de la crisis de los valores evidenciada en la intensificación de esquemas violentos de conducta personal o de legislaciones represivas y discriminatorias. La ubicuidad de la violencia y la dinámica de la aceptación social frente al uso injustificado de la fuerza física institucional o psicológica sugieren la dificultad que se presenta al plantear el problema. En cambio, la operación estetizante persigue como fin atraer espectadores, pues la violencia audiovisual es nada más que un recurso narrativo que se ofrece a los consumidores de entretenimiento despreocupado para el regodeo de sus ansiedades superficiales. Salvo excepciones, como probablemente Teniente corrupto de Abel Ferrara (1998), Batalla en el cielo de Carlos Reygadas (2005), Leonera de Pablo Trapero (2007) y sin duda muchas más – 300 Comisión Especial de Violentología 2013 que no son las dominantes-, las escenas violentas confirman aquella tesis gnóstica que hace de la violencia una fatalidad inexorable. Al presentar las carnicerías como algo natural y sin lugar para la distancia crítica, es como si la producción audiovisual dominante pretendiera ratificar otra hipótesis curiosa: que la realidad excede lo que las pantallas pueden llegar a mostrar. Como la realidad es peor que la ficción, entonces nada de lo más cruel y brutal de las escenas violentas es un exceso, sino una recreación suficientemente atemperada por el régimen de producción de sentido en que se inscriben los distintos realizadores. Entre muchos otros cineastas, Quentin Tarantino y John Woo utilizan la irrisión o la burla para señalar que han resuelto no comprometerse con ninguna convicción ética. Dicho exceso, por otra parte, arrastra otra consecuencia de la operación estetizante en la representación de la violencia: percibir la violencia como una experiencia desquiciada, un fenómeno social que en última instancia sólo remite a cierta incapacidad de los individuos para escoger y emplear los medios adecuados a la resolución de sus conflictos por vías no violentas. El conflicto exacerbado por las escenas violentas Las tres posturas comentadas enfatizan matices heterogéneos de la problemática, pero la distinción obvia que mantienen entre ellas no impide percibir que sus hipótesis de base son bastante próximas. Estas incumben a una forma de teorizar sobre las violencias sociales apropiada solo para asentar una posición en el conflicto de las escenas violentas. Ya hemos presentado estas coincidencias bajo los rótulos respectivos de (a) exterioridad de las violencias, (b) reducción de la consideración a la violencia criminal y (c) concepción simplista de la recepción de textualidades audiovisuales. Acaso la corriente que identificamos como los “estéticos” ofrezca la mayor franqueza en su afirmación acerca de la exterioridad de la violencia audiovisual. Para esta perspectiva la violencia funciona como un recurso expresivo, tal como la sexualidad en los relatos eróticos, o las locaciones siniestramente sugestivas en los relatos de terror. Las dos posturas identificadas respectivamente como “culpabilizadores” y “exculpadores”, en cambio, circunscriben sus debates en torno a los efectos de las escenas violentas sin precisar sus concepciones acerca de las violencias sociales que ocurren más allá de las pantallas. En otras palabras, para la primera de esas posturas las múltiples circunstancias en que se provocan agresiones y conductas violentas serían una consecuencia de la representación mediática de donde los espectadores infantiles 301 Comisión Especial de Violentología 2013 obtendrían orientaciones para escoger conductas reprochables. La postura antagónica rechaza tal afirmación por desmesurada y carente de evidencias. La violencia real, sostienen en términos generales los exculpadores, es independiente de su representación audiovisual. La imagen de un perro no muerde, suelen recordar. Por ende, los conflictos que obstaculizan la convivencia tienen sus motivos o razones fuera de las escenas violentas, las cuales pueden eventualmente ayudar a canalizar propensiones agresivas de los individuos independientemente de ser sus espectadores. Sin embargo, subsisten cuestiones que esta perspectiva soslaya: ¿cómo comprender que la producción y el consumo de imágenes y juegos violentos vengan intensificándose sostenidamente en los últimos treinta años? ¿Acaso no deriva del consumo mediático la tendencia entre los niños americanos y europeos a indicar como sus modelos favoritos los héroes de acción de las series y de las películas? (cfr. Groebel,1999) El conflicto de las escenas violentas, pues, resulta de una compartimentación rígida entre las textualidades audiovisuales y las violencias sociales que impide la comprensión cabal de las múltiples interacciones que las vinculan. Esto explica por qué al cabo de los debates cada postura sólo contribuye a defender prejuicios moralizantes o intereses corporativos. Dicha suerte de diferenciación obstaculiza la percepción de las violencias reales, que según se supone preocupa a todos los participantes del debate. Casos extremadamente dramáticos como las matanzas que tienen lugar en espacios públicos o muy concurridos (colegios, salas de cine y supermercados) son utilizados frecuentemente como recurso para alentar una de las posturas en el conflicto de las escenas violentas, pero sin abordar la cuestión de fondo, que en cada caso se revela compleja e intrincada. No obstante, participan del debate quienes exculpan a los medios e insisten en la necesidad de controlar el mercado de las armas de fuego, para evitar el acceso a personas con tendencias agresivas o “desórdenes psicológicos”. Los culpabilizadores, por su parte, insisten en que la cultura contemporánea ha llegado a límites de decadencia difíciles de contrarrestar. ¿Quiénes si no los medios han generado esa sensación equívoca de que con las armas se consigue el respeto y la consideración que los demás nos niegan? A este respecto, Jack Carney ha acusado al modelo cultural predominante por fomentar el miedo entre la gente, especialmente generando estereotipos del “otro amenazante” y presentando como respuesta eficaz la del ataque preventivo. Recuerda Carney que la venta de armas aumentó considerablemente en julio de 2012, poco tiempo después de 302 Comisión Especial de Violentología 2013 producida la matanza de Aurora en una sala de cine de Denver durante la velada de estreno de la última película de Batman. En el contexto de esta discusión5, John Sides, un exculpador que interpreta con imaginación ciertos guarismos estadísticos, afirma que en los últimos treinta años se ha reducido la violencia social en los Estados Unidos. Las evidencias que esgrime Sides son indirectas: mientras que a principios de los ochenta cerca de la mitad de los norteamericanos respondía a la General Social Survey (GSS) que tenían miedo “de caminar solos durante la noche en sus vecindarios”, encuestas recientes indican que dicha cifra se ha reducido a un tercio. Contradiciendo la impresión de Carney, Sides afirma que la tenencia de armas de fuego también se redujo en la sociedad norteamericana: según un sondeo de 1973, en el que la GSS exploraba la cantidad de hogares donde había armas, cerca de la mitad había respondido afirmativamente; las cifras actuales indican que esa proporción ha descendido hasta un tercio de los hogares. Otras fuentes demoscópicas, como Gallup, también describen una declinación en la posesión hogareña de armas de fuego, aunque no tan significativa como la registrada por la GSS. Lo cierto es que la encuesta que Gallup presentó en octubre de 2011 estaba referida no a la posesión de armas en el hogar sino “en algún sitio”, con lo que el guarismo de 47% de individuos que poseen armas no es análogo al de la observación presentada por la GSS. A esta operación que consiste en reducir la violencia a indicadores de posesión de armas o tasas de homicidios por habitante corresponde la segunda coincidencia básica que ha dado marco al conflicto por las escenas violentas. Veámosla con cierto detalle. De las múltiples formas de violencias, la violencia criminal es la más frecuentada por la producción audiovisual dominante. Coincidentemente, gran parte de los debates académicos toman como eje escenas violentas donde el secuestro de personas indefensas, las persecuciones por las calles, homicidios, tiroteos y asaltos parecen abarcar todas las formas de violencia social. Desde luego, el elemento que habilita a esta generalización es el uso irrestricto de armas de fuego. Una vez más, las perspectivas analizadas parecen concentradas en torno a aspectos parciales en desmedro de los procesos de alcance estructural, concernientes a los conflictos sociales que provocaron el empleo de la fuerza. Como sucede con otras prácticas artísticas de la cultura mediática, los textos audiovisuales siguen costumbres profesionales que tienden a homogenizar las expectativas de los espectadores en torno a estilos de edición y presentación de los hechos. Pero como rige el imperativo de la atracción a cualquier precio, la 303 Comisión Especial de Violentología 2013 espectacularidad de las escenas violentas es un recurso muy frecuente también en las crónicas periodísticas. Se trata de explotar lo horroroso e irritante de lo real, y si es posible, con insistencia en el carácter bestial de las agresiones, tanto como en las aflicciones de quienes sufrieron las peores pérdidas. Patrick Brunet (2004) se refiere a esta cuestión con el rótulo de espectacularización de la noticia. Observa este autor que la producción cinematográfica o televisiva proponen modelos que son injertados al formato informativo para acrecentar el atractivo en sus audiencias. El énfasis que se adjudica a lo espectacular del suceso sangriento conforma el núcleo de las crónicas de la prensa televisiva. Por razones diversas, en dichas crónicas casi siempre se omiten aspectos que permitan comprender el sentido de las escenas violentas más allá de su impacto emocional o su función de espectáculo trivial. Una vez más, el caso emblemático de estas crónicas se encuentra en la cobertura de los denominados tiroteos masivos (mass shootings), donde los rasgos estilísticos del cine de acción se conjugan con los reportes para conformar la narrativa dominante acerca de la violencia: énfasis en la acción individual de un “monstruo”, explicación de la conducta homicida en términos de fracasos personales o traumas que arrastra desde su infancia, presentación consternada de políticos o autoridades gubernamentales y celebración del funeral con una abierta exposición de la comprensible congoja de los deudos. De este modo, la conmoción ocupa el espacio de la reflexión. El asesino de inocentes es estigmatizado y convertido en antihéroe. Si alguna cámara de seguridad registró parte de los hechos, las escenas crudas son exhibidas una y otra vez. La matanza vuelve a ocurrir tan pronto como el telenoticiero lo dispone para enmarcar la crónica. Las víctimas que lograron escapar son sometidas a la penosa tarea de describir los hechos en entrevistas exclusivas. Muchos entrevistados narran la escena refiriéndose al cine: “parecía una película”. También son convocados especialistas en psiquiatría, para que den una estimación de los hechos: como todo diagnóstico que se formula una vez conocidos los resultados más apabullantes, la opinión de los especialistas no agrega profundidad a las crónicas, solo enfatiza el carácter trágico de la matanza. Por último, exculpadores, estéticos y culpabilizadores manifiestan una notoria despreocupación por los procesos reales de consumo de textos audiovisuales. Dado que la disputa parece reducida a evitar o a proponer restricciones a la producción o a la circulación, 304 Comisión Especial de Violentología 2013 en todos los casos se asume alguna disposición específica de los espectadores que encaja favorablemente en la postura a defender: los estéticos asumen que los espectadores poseen cierto refinamiento necesario para distinguir entre los recursos estilísticos y la apología de la violencia. Los culpabilizadores pretenden un sujeto pasivo, indefenso y aislado frente a la manipulación de que son capaces las escenas violentas. Por su parte, los exculpadores sostienen que las escenas violentas no influyen en las conductas agresivas, sino que estas se explican por tendencias que los individuos desarrollan en su entorno doméstico, y no como consecuencia de su consumo de contenidos o imágenes. Los espectadores hacen su elección por determinadas ficciones o asuntos, ellos consumen lo que desean y no es verdad que deseen escenas violentas simplemente porque se les ofrecen en una gama generosa de formatos y soportes. Según los culpabilizadores, en las textualidades audiovisuales dominantes la violencia suele ser presentada como si se pretendiera o bien recompensar la agresión, o bien evitar la promoción de formas no agresivas para enfrentar los conflictos. Sin embargo, estas afirmaciones no son respaldadas por estudios de recepción al menos convincentes para zanjar el debate. Por ejemplo, tales estudios deberían asegurar que cierta abundante exposición de los niños a escenas violentas en la televisión es el factor central para que la agresión sea interpretada como un medio válido para resolver problemas en una diversidad de situaciones. En cambio, el hecho de que los estudios empíricos sean cuestionables por razones tan diversas, resulta una oportunidad para los exculpadores, quienes insisten en la inocuidad de las escenas violentas respecto de las conductas agresivas. Para esta perspectiva, la agresividad está instalada como tendencia comportamental con independencia de los contenidos audiovisuales que puedan consumir los espectadores de cine o televisión. Para volver al caso de las matanzas masivas, entre culpabilizadores y exculpadores no escasean quienes sacan partido de estas concepciones vagas acerca del trabajo interpretativo del espectador. En un caso, se adjudica a los medios una responsabilidad central por estas tragedias. En otros casos, el acceso facilitado a las armas de fuego, la carencia de controles sanitarios para personas con problemas de depresión, etc., son los factores invocados primordialmente. Tras el reciente episodio de Newton, donde murieron por efecto de los disparos veinte niños y seis adultos, incluido el joven agresor de veinte años, Adam Lanza, el director ejecutivo de la NRA7 (Asociación Nacional del Rifle) atribuyó a los juegos 305 Comisión Especial de Violentología 2013 violentos de video y a las películas de acción “la capacidad de engendrar monstruos que un día salen a matar a gente inocente sin contemplaciones ni motivos evidentes”. Los testimonios recogidos entre vecinos y conocidos de Lanza, indican que además de ser retraído e introvertido era particularmente adicto a video juegos particularmente violentos, y que vestía con ropas de tipo castrense, como los comandos estereotipados de películas de acción, estilo Rambo. Otras opiniones que se nutren del discurso culpabilizador denuncian que la difusión tanto de las matanzas como de detalles biográficos de los agresores pueda inspirar a potenciales homicidas para que intenten el reconocimiento social que sus existencias mediocres y taciturnas no les permitieron obtener. Consecuentemente, los medios serían doblemente responsables por las matanzas masivas: con la ficción, estableciendo en general patrones de conducta decadentes, un script que ampara sin límites el empleo de la fuerza; en la exposición sensacionalista de noticias, difundiendo modelos de acción para personas con desórdenes mentales, que intentan alcanzar prestigio a costos siderales. Por más extemporánea que pueda parecer, esta idea fue defendida por Clayton Cramer mediante un análisis laborioso en su confección, pero muy simple en su concepción fundamental: cuanto más se difunden a través de los medios acciones reprochables de ciertos personajes, así sea para vilipendiarlas, criticarlas o burlarse de ellas, sencillamente aumenta la probabilidad de que individuos aleccionados no convenientemente las imiten como una forma efectiva de lograr ser reconocidos. El caso sobre el que funda su denuncia Cramer fue la matanza perpetrada el 14 de septiembre de 1989 en Lousville, Kentucky. El asesino, Joseph Wesbecker, ingresó armado al taller de imprenta de donde había sido despedido, y disparó a mansalva contra los empleados, antes de suicidarse. Pericias posteriores al artículo de Cramer revelaron que Wesbecker, una persona con trastornos mentales diagnosticados, había estado ingiriendo el anti depresivo Prozac, cuyos efectos secundarios -en discusión por aquella época- revelaron ser de alto riesgo. Los familiares de las víctimas demandaron al laboratorio responsable del Prozac, por considerar que su medicamento pudo tener relación con el comportamiento del asesino. Sin embargo, el “culpabilizador” Cramer ofrece otro tipo de evidencia: el centimetraje dispensado por las revistas Time y Newsweek en sus ediciones de febrero de ese año a una matanza masiva acaecida el 17 de enero en la escuela primaria Cleveland en Stockton, California. En esa ocasión, el asesino, de apellido Purdy, ingresó al 306 Comisión Especial de Violentología 2013 patio de la escuela abriendo fuego a discreción con un rifle AK-47 sobre un grupo de personas desarmadas y luego se disparó con un arma más pequeña. Wesbecker había utilizado el mismo procedimiento y el mismo tipo de armas. Además, entre las pertenencias Wesbecker se encontraron recortes de la crónica de la matanza de Purdy en California, publicada por la revista Time el 6 de febrero. En su análisis culpabilizador, Cramer también incluye algunas versiones recogidas por agencias de noticias donde se indica que en el periodo de febrero a mayo de 1989 habían aumentado las ventas de armas en los Estados Unidos y que, curiosamente, ni Time ni Newsweek habían difundido. Los testimonios sostenían que Wesbecker no era un coleccionista de armas, y que acudió a comprar el rifle con que más tarde ejecutaría a varios de sus ex compañeros con el recorte de la citada nota de Time sobre la matanza de California. Con estos elementos, Cramer presenta su pregunta retórica, que implica una afirmación contrafáctica: “sin la crónica del Time del 6 de febrero, ¿hubiera elegido Wesbecker este particular método de llamar la atención? El objetivo, según Cramer, de los asesinos masivos es obtener la fama a la que no podrían acceder por sus méritos. El camino que dista entre los propósitos y la celebridad es extremadamente largo. Ahora bien, ¿de dónde si no de los medios se obtendría satisfactoriamente la idea de que existe un atajo? Por ello, la calidad sensacionalista y abundante en detalles de la notas Time y de Newsweek (probablemente –sostiene- de otros medios, pero su análisis comprende sólo las dos revistas citadas) parece inculcar a las personas desequilibradas, que buscan una fama duradera, a copiar los crímenes más difundidos. Por otra parte, Cramer señala que las notas sobre muertes masivas producidas por un malhechor alucinado son resueltamente más atractivas para el formato pasatista, que invita a lectores ávidos de hechos con final impactante. También son lamentables y dolorosas las muertes masivas, que por ejemplo afectan a miles de niños por desnutrición o abandono, pero como son permanentes y no admiten con facilidad el formato pasatista, son sencillamente ignoradas por los noticieros dominantes. En virtud de estas consideraciones, Cramer concluye que la opinión pública recibe (y se forma) una versión distorsionada en número, calidad y relevancia de la violencia social. Aunque es cierto que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías ocupan gran parte de la actividad desarrollada en el ámbito del hogar, parece razonable no perder de vista la variedad de fuentes e interpretaciones a que los telespectadores pueden acceder. Como sostienen algunos exculpadores que la conducta 307 Comisión Especial de Violentología 2013 agresiva de los niños pueden ser primordialmente reflejo de lo que ellos experimentan en su entorno real: frustración, agresión, circunstancias problemáticas de carácter social, educativo, familiar, etc. La violencia no es un hecho exterior a las sociedades, y los patrones de conducta no tienen por qué ser internalizado sin mediaciones por los sujetos. En todo caso, para dirimir el conflicto de las escenas violentas es necesario recurrir a un modelo de comprensión para atender a las violencias sociales, en su especificidad y dinámica antes de interrogarnos si las textualidades audiovisuales canalizan o fomentan cierta predisposición a la agresividad ya existente. La ubicuidad de la violencia en los medios contribuye al desarrollo de una cultura global agresiva, pero los medios no operan desde el espacio exterior. Conclusiones Las tres perspectivas desde las que se ha reflexionado sobre la violencia audiovisual sugieren que la preocupación por los efectos provocados por escenas violentas fue inconducente en al menos dos sentidos. No fue convincente acerca de lo perniciosa o no que es la violencia en las pantallas, y provocó que la discusión quedara reducida a los aspectos escabrosos de la violencia criminal. Limitados los debates a escenas sangrientas, casi siempre de intervención policial, se perdió de vista el hecho de que más allá del entretenimiento, la producción audiovisual propone una mirada sobre la sociedad que en el caso de ciertos realizadores no puede ser interpretada en términos de golpes bajos, sensacionalismo espectacular o referencia directa. A este respecto, es instructiva la versión de los estéticos cuando indican la condición de recurso expresivo que revisten las escenas violentas. De acuerdo con esa indicación, no sólo convendría distinguir entre diferentes usos de la violencia, sino entre los diferentes tipos de violencia que componen los relatos audiovisuales contemporáneos. De esta manera, no se provocaría la reacción defensiva y paternalista hacia los sectores más vulnerables de las audiencias. Quedaría claro que, en tanto recurso, la escena violenta no es el propósito de un relato, sino una forma de dotarlo de significación artística. En el extremo de estas producciones estarían los video-juegos más violentos, por ejemplo, que aunque no tengan el propósito de narrar una historia, ofrecen entretenimiento intentando cautivar a sus usuarios con escenarios muy estereotipados. En ese casos, la violencia sería una representación estilizada, que no juega, probablemente, a simular hechos reales, sino, como sostendrían los 308 Comisión Especial de Violentología 2013 exculpadores, a canalizar la aversión por una existencia mediocre y gris. Intentar la prohibición o la regulación de estos productos sólo aumentaría la ansiedad en los espectadores menores de quince años y sentaría un precedente indigesto de censura a la creatividad y al entretenimiento. Después de todo, el problema de la violencia no es su representación sino su ejercicio y su dinámica, y para ello es preciso volver a discutir un concepto comprensivo. El autor de origen noruego Johan Galtung (1995) propone una salida al laberinto donde han quedado encerradas las discusiones académicas revisadas. La definición de violencia que ofrece Galtung aporta elementos para abordar la cuestión sin perder de vista su enorme complejidad. En pocas palabras, al adoptar la perspectiva de Galtung, el análisis de las escenas audiovisuales violentas no prioriza la magnitud de la fuerza física representada, sino los términos del conflicto al que recurre el relato audiovisual para exponer agresiones, insultos, homicidios, etc. Por más devastadores y repudiables que sean, el uso de la fuerza o el ejercicio de la autoridad no constituyen más que momentos parciales de la violencia; el detonar de un arma o la paliza con que agentes de la policía pretenden desarmar una manifestación callejera, por ejemplo, no son interrupciones injustificables a un proceso pacífico y agradable para todos. Precisamente, la detonación o la protesta indican que algún conflicto ya estaba planteado antes de esos episodios. La violencia está presente cuando alguien se encuentra afectado o presionado de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales, de modo que “cuando lo potencial es mayor que lo efectivo, y ello es evitable, existiría violencia”. Con este esquema comprensivo de la violencia a la consideración de las escenas violentas no queda limitada a la agresión criminal o al abuso de las fuerza. Se incorpora también una imaginería que incluye el deseo o la necesidad básica, el fracaso, el conflicto y la potencialidad de acción de los individuos. Cuando una necesidad básica no logra satisfacerse, entonces se produce un fracaso desde el punto de vista del agente que lo intenta y se plantea un conflicto entre dicho agente y la estructura o los otros agentes que lo han impedido. De acuerdo con Galtung, la violencia no arranca mágicamente cuando un individuo o un grupo toman las armas o arremeten un espacio público: más bien hay que buscar qué estructuras han impedido la satisfacción de las necesidades del individuo o grupo que ha desencadenado las agresiones. El concepto de necesidades básicas hace referencia a cuatro clases de 309 Comisión Especial de Violentología 2013 necesidades, además de las relativas a la mera subsistencia; se trata de bienestar, identidad y libertad. Esto equivale a decir que la violencia no quedaría limitada a la cuestión de los homicidios, las peleas de puños y los delitos de propiedad, objeto recurrente de la preocupación de los estudios sobre violencia audiovisual. Una perspectiva más amplia, que como la de Galtung no se limita al momento en que se ejerce la fuerza bruta, evita la injustificada restricción a los gánsteres y al delito, y encamina el análisis sociológico cultural hacia una forma de relacionar los textos audiovisuales y la construcción crítica de escenas violentas donde queden visibilizados los procesos subterráneos de la violencia estructural y de la violencia simbólica. El comportamiento violento como tal sería, entonces, un emergente de conflictos y fracasos provocados por situaciones que si bien no justifican del todo la adopción de medidas de fuerza en “la vida real”, en la racionalidad y economía del relato audiovisual producen sentido y dan cohesión a los textos. Asumimos la hipótesis de que, más allá de las excepciones que puedan señalarse, la producción audiovisual contemporánea no deja de plantear relatos donde importa el planteamiento de los conflictos y los fracasos personales y sociales y no su resolución brutal, por más que se insista en la espectacularidad y las salpicaduras de sangre. Un ejemplo reciente de esta tendencia puede observarse en Django Unchained, la película de Quentin Tarantino estrenada en 2012. 310 Comisión Especial de Violentología 2013 Sesión de la Comisión de Violentología en el Colegio de Abogados de la ciudad de Dolores. Provincia de Buenos Aires. 311 Comisión Especial de Violentología 2013 Capítulo III Conclusiones y Recomendaciones Introducción Tras casi dos años de sesiones, más de quince especialistas invitados al Foro Consultivo, tres Jornadas de Violentología y horas de enriquecedoras discusiones en el ámbito de la Comisión, obliga reconocer que es aún mucho el camino por recorrer y que lo logrado son apenas unos primeros visos de claridad, muy lejanos aún de constituirse en conclusiones definitivas o soluciones mágicas a la problemática de la violencia. En este sentido, el capítulo que presentamos a continuación busca dejar sentadas algunas conclusiones provisorias, producto del primer periodo de funcionamiento de la Comisión, en torno a lo que se entendió por violencia, sus principales manifestaciones y el imperativo de situarla siempre en su devenir histórico. Además, expone algunas de las dificultades que encontró la Comisión para la elaboración de un diagnóstico de la situación provincial tales como la falta de información confiable, la dispersión y discontinuidad de las cifras existentes y la escasa coordinación institucional entre las agencias públicas y sociales que atienden la problemática en el territorio. Finalmente, esboza algunas recomendaciones y líneas de acción que esperan ser promovidas desde el ámbito de la Honorable Cámara de Diputados a la espera de su acogida en los demás sectores públicos, entendiendo que una política integral de estudio y prevención de la violencia exige el trabajo mancomunado entre todos los poderes del Estado y la sociedad civil. 1. ¿De qué hablamos cuando decimos violencia? El recorrido trazado en los capítulos 1 al 4, así como el conjunto de intervenciones del Foro Consultivo, permitieron a la Comisión de Violentología acordar unos presupuestos conceptuales mínimos para avanzar desde allí al tratamiento in situ de la violencia en la Provincia de Buenos Aires. En primer lugar, la consideración de la violencia como un fenómeno social total, esto es, como un hecho de la vida social que no solo implica acciones sino que articula en forma simultánea e indisoluble elementos pertenecientes a todas las esferas y a todos los niveles de 312 Comisión Especial de Violentología 2013 la realidad social: jurídicos, económicos, políticos, religiosos, biológicos, psicológicos y simbólicos (Mauss 1979; Gurvitch, 1979). En segunda instancia, la definición de la violencia no como una sustancia o cosa a ser descubierta, ni como una impronta psíquica o biológica innata, sino como modo específico de relación en la que una de las partes realiza su poder acumulado. Siguiendo al biólogo chileno Humberto Maturana (1992), la violencia es un modo de vivir en el espacio humano donde se entrelazan la emoción y el lenguaje para configurar redes de conversaciones, coordinaciones conductuales coordinadas y estilos de vivir en lo cotidiano. Esto los lleva a la tercera característica de la violencia: su relación inexorable con el poder, tal y como este ha sido concebido en las sociedades logo-falo-céntricas82 en tanto resultado de una situación inicial de violencia, o de amenaza de su uso potencial. La violencia es el producto de relaciones de poder asimétricas donde una de las partes niega a la otra y la lleva a su destrucción parcial o total en el esfuerzo por obtener su obediencia o sometimiento (Maturana, 1992). En cuarto lugar, la violencia tiene un carácter multidimensional: puede ser directa o indirecta y sus efectos van más allá de la mera fuerza física para adquirir manifestaciones culturales, estructurales y simbólicas. De allí la necesidad de observarla más allá de sus expresiones físicas inmediatas para comprender los mecanismos de su reproducción simbólica y cristalización institucional. Finalmente, y más como una hipótesis que como una conclusión, la Comisión observó que, si bien el proceso de la civilización ha implicado un suavizamiento de las costumbres, éste no da señas tanto el desarraigo de la violencia como de su refinamiento y redistribución. En este sentido, la violencia lejos de ser extirpada del todo social como un atavismo o una reliquia de los tiempos arcaicos, está siempre redefiniendo sus actores, dispositivos y teatros de operaciones. El concepto de falogocentrismo es empleado por Derrida en su texto La farmacia de Platón, para referirse a la unión de los términos logocentrismo (poder del conocimiento) y falocentrismo (poder del hombre). Ambos se solidarizan estratatégicamente para estructurar y garantizar el fundamento hegemónico de la razón patriarcal, imponiéndose como el único referente de conocimiento, especialmente en el campo político y cultural. Según Derrida, “el falogocentrismo muestra la estrecha solidaridad que existe entre la erección del logos paterno (el discurso, el nombre propio dinástico, rey, ley, voz, yo, velo del yo-la-verdad-hablo, etc.) y del falo como significante privilegiado” (De Peretti, 1989: 101-106). 82 313 Comisión Especial de Violentología 2013 La Organización Mundial de la Salud define la violencia como “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como una amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003:5). Tres aspectos se destacan en esta definición: la asociación de la violencia a un acto intencional, con independencia de los resultados efectivos que dicha acción provoque; la incorporación de la palabra poder, que permite extender los hechos de violencia más allá del empleo de la fuerza física e incluir actos de omisión o descuido en el ejercicio del poder que dejen a otros en situación de desamparo; y la consideración de los daños psicológicos, los trastornos del desarrollo y las privaciones dentro de los efectos posibles de la violencia, que permiten comprenderla más allá de la inmediatez de la muerte y las lesiones físicas. La OMS clasifica la violencia en tres tipos: violencia autoinfligida, violencia interpersonal y violencia colectiva. Dentro del primer tipo se incluyen el comportamiento suicida y las autolesiones; en el segundo, la violencia familiar o de pareja (y contra niños y ancianos) y la violencia comunitaria (entre personas que no guardan parentesco); y en el tercero, la violencia social, política y económica. Esta taxonomía, que fue definida en 1996, introduce un cambio muy importante al incluir la responsabilidad de los Estados, los grupos económicos y los sectores sociales dominantes que, llevados por sus intereses, o por el afán de lucro trastornan la actividad económica, niegan el acceso a servicios esenciales o crean división y fragmentación en la sociedad. En apariencia, se trata de llevar la violencia a sus manifestaciones estructurales en lugar de circunscribirla a sus efectos más inmediatos. Sin embargo, una vez que este concepto ampliado de violencia es llevado al campo de las mediciones, termina reducido a los hechos de fuerza física con daño grave o mortal, esto es, confinado al acotado ámbito de la violencia directa. Poco dice el Informe de la OMS acerca de las acciones de Estados, grupos económicos o sectores dominantes en las condiciones de violencia de los distintos países. No se aportan en el informe datos sobre violencia institucional, laboral o económica ni las estrategias culturales de su reproducción y mantenimiento a través de políticas públicas y representaciones sociales que fomentan la desigualdad. En este sentido, la Comisión de Violentología enfatiza en la necesidad de abordar integralmente la violencia advirtiendo sus manifestaciones estructurales y simbólicas. Nos 314 Comisión Especial de Violentología 2013 servimos por tanto de los aportes de Johan Galtung (1990, 2003) para quien la violencia será la suma e interacción de violencia directa, violencia cultural y violencia estructural. La violencia directa es el tipo de violencia más obvio y con el que estamos más familiarizados, incluye la violencia intrapersonal (suicidio) e interpersonal (criminalidad, asesinatos, agresiones y abusos) y suele identificarse con los casos de muertos, heridos, violencia sexual y tortura; refugiados y desplazados; daños materiales y destrucción de servicios básicos; colapso institucional, ausencia de orden público, carencia de gobierno; minas sin estallar; desapariciones forzadas, despojo de bienes, entre otros. En segunda instancia tenemos la violencia estructural, más difícil de reconocer e identificar. Se trata de la violencia inherente a los sistemas sociales, políticos y económicos que gobiernan las sociedades, los estados y el mundo. Galtung la define como “aquello que provoca que las realizaciones efectivas, somáticas y mentales de los seres humanos estén por debajo de sus realizaciones potenciales” (2003). El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social y que no se manifiesta a través de violencia directa. De esta manera, nos remite a la existencia de un conflicto entre dos o más grupos sociales (normalmente caracterizados en términos de género, etnia, clase nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de estratificación social. La violencia estructural sería un tipo de violencia indirecta, pues las acciones que provocan el daño no están diseñadas y realizadas directamente con ese fin, sino que son derivaciones indirectas de una política general o del sistema económico. Como consecuencia, las causas que producen la violencia estructural no son visibles inmediatamente y requieren de un análisis más poco profundo. La violencia estructural puede ser interna o externa. En el primer caso, la violencia emana de la estructura de la personalidad de cada individuo, mientras que en el segundo proviene de la estructura social, siendo sus principales manifestaciones la represión y la explotación. La violencia estructural también puede ser vertical como en el caso de la represión política, la explotación económica o la alienación cultural, que violan las necesidades de libertad, bienestar e identidad, respectivamente; u horizontal, cuando se 315 Comisión Especial de Violentología 2013 separa a la gente que quiere vivir junta, o se junta a la gente que quiere vivir separada, violando el derecho a la identidad (pensemos en Apartheid). Finalmente, la violencia cultural, crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes. Galtung la define como “aquellos aspectos de la cultura, en el ámbito simbólico de nuestra experiencia (materializado en la religión e ideología, lengua y arte, ciencias empíricas y ciencias formales – lógica, matemáticas – símbolos: cruces, medallas, medias lunas, banderas, himnos, desfiles militares, etc.), que puede utilizarse para justificar o legitimar la violencia directa o estructural. Sería la suma total de todos los mitos, de gloria y trauma y demás, que sirven para justificar la violencia directa” (Galtung, 1998:8). De esta suerte, el concepto de violencia cultural de Galtung puede vincularse con el de violencia simbólica propuesto por Pierre Bourdieu: “aquella situación de adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al dominador (por consiguiente a la dominación) cuando no dispone, para imaginarla o imaginarse sí mismo, o mejor dicho, para imaginar la relación que tiene con él, de otro instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el dominador y que, al no ser más que la forma asimilada de la relación de dominación, hacen que esa relación parezca natural; o, en otras palabras, cuando los esquemas que pone en práctica para percibirse y apreciarse, o para percibir y apreciar a los dominadores (alto/bajo, masculino/femenino, blanco/negro, niño/adulto) son el producto de la asimilación de las clasificaciones, de ese modo naturalizadas, de las que su ser social es producto” (Bordieu,2000:51). Víctima, pero a la vez creador de la violencia que la constriñe, el dominado (a) (pobre, mujer, inmigrante, etc.) no sólo no cuestiona las jerarquías que operan dentro de la organización social que lo somete, sino que acepta y ejerce el rol que le ha sido asignado. Es incapaz de concebirse a si mismo y a sus congéneres por fuera del estereotipo que le ha sido asignado mantiene inalterados los arreglos de poder imperantes. Inmersos en la grilla de relaciones de dominación que los atraviesan, los actos de conocimiento de los subalternos, son en realidad unos actos de reconocimiento práctico, de adhesión dóxica, a los principios que rigen la dominación. En este sentido, sus principios pertenecen más al ámbito de la creencia, que de la episteme, pues no tienen que pensarse ni afirmarse como tal, sino solo reproducirse. Estos actos de reconocimiento “re-crean” de 316 Comisión Especial de Violentología 2013 algún modo la violencia simbólica que ellos sufren” (Bourdieu, 2000:49). Es relevante destacar en este punto que la adscripción rígida a esas creencias ha sido construida en la subjetividad de los sujetos por siglos de socialización al punto que llegan a formar parte de sus construcciones personales de "ser en el mundo" y que violarlas o cambiarlas puede ser percibido, tanto por los propios sujetos como por los otros, significativos o no, como un corrimiento del estereotipo aceptado socialmente, reprochable o censurable, siendo imperioso considerar estas cuestiones, tanto para evaluar estos comportamientos individuales como para formular políticas de atención y prevención. Deseamos terminar este apartado recalcando que las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural y/o justificadas por la violencia cultural y simbólica. Muchas situaciones de violencia directa son consecuencia de un abuso de poder que recae sobre un grupo oprimido, o de una situación de injusticia social (de un reparto de recursos insuficiente, de una gran desigualdad en la renta de las personas, dificultad de acceso a los servicios sociales y a la red sanitaria, etc.), que es reforzada y sostenida por discursos justificatorios. En este sentido, toda política pública que aspire a la prevención y mitigación de la violencia debe atender necesariamente tanto sus manifestaciones directas (el hecho violento), como sus causas estructurales y combatir su arraigo en la cultura. Nuestra intención al referir a la violencia como un fenómeno social total se dirige en la misma perspectiva. Un tratamiento de la violencia en estos términos no implica, parafraseando a Levi Strauss (1979: 24), una simple reintegración de aspectos discontinuos como son el familiar, el técnico, el económico, el jurídico o el religioso, ya que podría caerse en la tentación de considerarlo en su totalidad sólo desde uno de estos aspectos. Es necesario, además, que quede encarnado en una experiencia individual y esto desde dos puntos de vista diferentes: primeramente dentro de una historia individual que permita «observar el comportamiento de los seres en su totalidad y no divididos en sus diversas facultades», y a continuación, dentro de lo que nos gustaría denominar una antropología, es decir, un sistema de interpretación que de cuenta simultánea de los aspectos físicos, fisiológicos psíquicos y sociológicos de la conducta violenta. Al tratar la violencia como un fenómeno social total, deseamos remarcar la preocupación por poner en relación lo social con lo individual y lo físico con lo psíquico. 317 Comisión Especial de Violentología 2013 2. Las cifras de la violencia en Argentina Uno de los objetivos que se trazó la Comisión de Violentología al momento de su creación fue avanzar en el conocimiento de la situación provincial en materia de violencia. En esta perspectiva inició un trabajo de búsqueda inductiva que, yendo de las estadísticas internacionales a las nacionales permitiera construir un panorama de lo que ocurre en Argentina en comparación con otros países de la región y el mundo para posteriormente analizar la dinámica provincial. La primera estadística consultada fue el Informe sobre violencia y salud de la OMS (2003), el cual proporciona datos de la tasa de mortalidad causada por homicidio discriminada por sexo y grupo etáreo, tomando como corte el año 1996. Llama la atención cómo siendo un informe sobre violencia, el único dato aportado es el de tasas de homicidios, dejando en la opacidad la violencia sufrida por víctimas no mortales. A favor del organismo internacional vale decir que el punto de partida de sus informes es la información reportada por los diferentes gobiernos, con lo cual es esperable que esté subvalorada o, como en el caso de la violencia no homicida, invisibilizada. En el citado informe, la OMS advierte que “la calidad de la información puede ser inadecuada para fines de investigación y para llevar a cabo tareas de prevención. Dado que los organismos y las instituciones llevan registros para sus propios fines, ciñéndose a sus propias normas para tal efecto, sus datos pueden estar incompletos o carecer de la información necesaria para comprender debidamente la violencia” (OMS, 2003: 10). Esta salvedad es extensible al conjunto de estadísticas que se emplean a lo largo del presente capítulo dada la dispersión y discontinuidad que se detectó entre las distintas fuentes consultadas. En este sentido, la Comisión de Violentología advierte que las cifras que se presentan tienen apenas un sentido heurístico que no dio lugar a interpretaciones, juicios valorativos o líneas de acción específicas por parte de los legisladores. Con esto se quiere mostrar a los ciudadanos, que las cifras están y existen, pero que ante las discordancias y vacíos que deja su lectura, es urgente que los organismos nacionales y provinciales responsables de su elaboración afinen sus instrumentos y coordinen sus acciones con miras a ofrecer estadísticas consistentes, confiables, útiles y de público acceso. 318 Comisión Especial de Violentología 2013 Volviendo al Informe de la Organización Mundial de la Salud, se reporta para el año 1996 un total de 1611 homicidios a nivel nacional, para una tasa de 11,4 homicidios por cada 100 mil habitantes, con un impacto muy superior en varones - 1347 homicidios y un tasa de 8,1- que en mujeres -264 homicidios y una tasa de 1,5-. En ambos sexos la población más afectada son los jóvenes de entre 15 y 29 años -11,5 en varones y 2,0 en mujeres- seguida de los adultos de entre 30 y 44 años -11, 3 en varones y 1, 9 en mujeres-. Llama poderosamente la atención lo desactualizado de la fecha de corte, que tiene siete años de rezago respecto a la publicación del Informe. Sin embargo, comparado con la fecha de reporte de países como Uruguay (1990), Argentina se encuentra en la media. Para darnos una idea del lugar que ocupa Argentina a nivel mundial, veamos la siguiente tabla comparativa: País Año Total Homicidios Tasa hom/100 mil hab. Argentina 1996 3980 11,4 Brasil 1995 43866 27,7 Colombia 1995 24728 11,1 Chile 1994 1226 9,0 Estados Unidos 1998 49586 17,4 Francia 1998 10997 15,6 Inglaterra 1999 4615 6,9 México 1997 17153 19,8 Uruguay 1990 457 14,0 Fuente: OMS. Informe sobre violencia y salud, 2003 Según la OMS, Argentina posee para mediados de los 90 una tasa de homicidios relativamente baja, comparada con otros países latinoamericanos como Colombia y Brasil e incluso cotejándola con Francia y Estados Unidos. Sin embargo, si se considera diacrónicamente, la tasa de mediados de los noventa es muy superior que la presentada a finales de los 2000, tal como veremos a continuación. Una estadística posterior en materia de homicidios, fue publicada en el informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Drogas y el Crimen (UNODC) titulado Primer Estudio Global sobre el Homicidio (2011). Allí se afirma que Argentina logró bajar la tasa de homicidios a 319 Comisión Especial de Violentología 2013 5,5 homicidios cada 100 mil habitantes en el año 2009, después del pico más alto -9,2 hom/100 mil hab- alcanzado en el año 2002. Según la UNODC, la evolución de la tasa de homicidios entre 1995 y 2009 es la siguiente. AÑO 1996 1997 1998 1999 2000 2001 MinJusticia 7,8 8,5 9,1 7,2 7,3 7,2 8,2 OPS 4,7 4,8 4,7 5,3 5,8 7,0 AÑO 1995 4,2 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 MinJusticia83 9,2 7,6 5,9 5,5 5,3 5,3 5,8 OPS84 7,6 7,3 5,8 5,2 5,0 4,5 4,4 AÑO 2009 2010 MinJusticia 5,5 sd85 OPS sd sd Fuente: UNODC. Global Study on Homicide, 2011 En torno al cuadro de situación en América del Sur, el estudio destaca que Argentina presenta una tasa de homicidios de 5,5 cada 100 mil habitantes, no sólo más baja que la mayoría de los países de la región (sólo Chile tiene cifras menores, con un 3,7), sino que está por debajo de la media mundial, que es de 6,9 cada 100 mil habitantes. Tras el deterioro económico y social que significó para el país la década del 90, y la consecuente crisis en 2001, Argentina alcanzó una tasa de 9,2 en el año 2002, tras lo cual ese índice fue bajando: 7,6 en 2003, 5,9 en 2004, 5,5 en 2005, 5,3 en 2006, 5,3 en 2007, 5,8 en 2008 y finalmente 5,5 en 2009, cuando los homicidios intencionales fueron 2.215. Para comprender estos datos, es clave comparar las cifras argentinas con la situación en el resto de los países sudamericanos. Por ejemplo, en Brasil se reportaron 43.909 homicidios, a una tasa de 22,7 cada 100 mil habitantes; en Colombia los crímenes fueron 15.459, con una 83 Según información reportada por del Ministerio de Seguridad de la República Argentina Según información reportada por el sistema de Salud y compendiada por la Organización Panamericana de la Salud. Core Health Data System 85 Sin datos 84 320 Comisión Especial de Violentología 2013 tasa de 33,4; en Ecuador se registraron 2.638 hechos, con una tasa de 18,2%; en Uruguay los homicidios fueron 205 y la tasa de 6,1; y en Paraguay ocurrieron 741 homicidios a una tasa de 11,5. Ahora bien, un asunto que llama la atención es la diferencia en la tasa de homicidios correspondiente al año 1996 en los dos Informes vistos hasta aquí: 11,4 cada 100 mil habitantes según la OMS y 8,5 cada 100 mil habitantes según la UNOCD. Ignoramos a qué puede deberse tal desfase, y no es tarea de esta Comisión evaluar los instrumentos estadísticos empleados por cada organismo. Lo que si resulta relevante señalar es la enorme dificultad que experimentamos los miembros de la Comisión al momento de determinar estadísticamente la situación de violencia en el país y más aún en la Provincia de Buenos Aires, como veremos enseguida. 3. Las Estadísticas de Violencia en la Provincia de Buenos Aires Antes de exponer parcialmente algunas de las fuentes consultadas por la Comisión conviene en primer lugar precisar algunas definiciones sobre la violencia interpersonal. Esta se divide en dos subcategorías: Violencia comunitaria: es la que se produce entre personas que no guardan parentesco y que pueden conocerse o no, y sucede por lo general fuera del hogar. Abarca la violencia juvenil, los actos fortuitos de violencia, la violación o ataque sexual por parte de extraños y la violencia en establecimientos como escuelas, lugares de trabajo, prisiones, y hogares de ancianos. La violencia familiar o de pareja: es la violencia que se produce sobre todo entre los miembros de la familia o de la pareja, y que por lo general, aunque no siempre, sucede en el hogar. Incluye formas de violencia como el maltrato de los menores, la violencia contra la pareja y el maltrato de las personas mayores. La violencia de pareja es aquel acto de poder u omisión único o repetitivo e intencional, dirigido a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicológica, emocional o sexualmente, a cualquier miembro de la familia dentro o fuera del domicilio que tenga alguna relación de parentesco por consanguinidad, tengan o lo hayan tenido por afinidad, civil: 321 Comisión Especial de Violentología 2013 matrimonio, o mantengan una relación de hecho; y que tiene por efecto causar daño independientemente de que produzca lesiones. Se considera también que puede ejercer actos de violencia intrafamiliar, aquel(la) que habite en el domicilio del agredido(a) exista o no relación de tutela, custodia, educación con dicha persona. Teniendo en cuenta las anteriores definiciones vale la pena aclarar que gran parte de los datos encontrados remiten a hechos enmarcados dentro de conductas delictuales que han sido de conocimiento del Poder Judicial (Procuración General) o del Ministerio de Justicia y Seguridad (SiRPAD, C.O.P y 911) y que por tanto no reflejan las violencias que no fueron denunciadas o procesadas (cifra negra). Esta aclaración es central para comprender que las estadísticas de criminalidad y de violencia no son análogas, siendo las primeras apenas un sub- registro de las segundas. Por otro lado, se consultaron estadísticas elaboradas por el Ministerio de Salud siendo notoria la diferencia de resultados con los otros Ministerios, tanto por el tipo de población atendida como por el indicador empleado (causas judiciales vs decesos). Para relevar la situación de violencia en ámbitos escolares se utilizaron informes realizados por UNICEF y FLACSO. Finalmente sumamos algunas investigaciones adelantadas por ONG’s y universidades interesadas en algunas formas específicas de violencia: de género, contra niños y adolescentes, en instituciones penitenciarias, etc. Exponemos las cifras con el simple objetivo de mostrar su existencia pero nos resistimos a emitir cualquier juicio de valor o a sugerir políticas de acción hasta tanto no tengamos un conocimiento cierto de la adecuación de los instrumentos empleados para su obtención. 3.1. Violencia interpersonal Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Estadística criminal 2011. Realizada con base en los datos aportados por la base SIMP de la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia confrontados con los emanados en las bases de datos del Ministerio de Seguridad (SiRPAD, C.O.P, 911). Los informes más actualizados datan de los años 2010 y 2011 y allí se reportan: 322 Comisión Especial de Violentología 2013 - Delitos vinculados a la seguridad ciudadana (homicidios, violaciones, otros delitos contra la integridad sexual, robos y hurtos y secuestros extorsivos) - Lucha contra el narcotráfico - Violencia familiar (cantidad de denuncias y pedidos de intervención según datos de la Dirección General de Políticas de Género) - Delitos de menor cuantía (amenazas y lesiones graves) - Total de procesos iniciados durante el año Citamos las cifras del último reporte, correspondiente al año 2011, las cuales indican: a) Un nuevo descenso de los delitos vinculados a la seguridad ciudadana, los cuales habían descendido un 7,7% en 2010 respecto de los registrados en el 2009. En el 2011, se volvió a registrar un descenso del 4,8%, lo que produce una reducción acumulada del 12,13% entre 2009 y 2011, con un total de 30.781 delitos menos. El total de hechos vinculados a la seguridad ciudadana fue de 253.776 en el año 2009, 234.235 en 2010 y de 222.995 en 2011. b) Tendencia descendente de la tasa de homicidios dolosos (2009: 1.348; 2010: 1.239; 2011: 1.206). El 50% de los homicidios se produjeron con motivo de conflictos entre personas previamente conocidas (problemas familiares, vecinales, laborales, violencia de género, etc.). En casi el 60% de los casos el medio empleado fue el arma de fuego y la mayor parte de las víctimas corresponde a la franja etaria de entre 19 y 40 años. c) Descenso en los robos, hurtos y violaciones en un 10% entre 2009 y 2011. d) Tendencia decreciente en materia de delitos vinculados a la seguridad, que ha ido acompañada durante el año 2011 de un incremento de la cantidad de investigaciones penales iniciadas por narcotráfico. e) Incremento de la tasa de judicialización de conflictos interpersonales así como de hechos no vinculados directamente a la seguridad ciudadana (v. gr., amenazas, lesiones leves, lesiones culposas, estafas, daños, hallazgos, extravíos, etc.), situación que se explica, en buena parte, por la mayor accesibilidad a la justicia generada por el proceso de descentralización de fiscalías, defensorías oficiales y juzgados de garantías. f) Mayor victimización masculina: En todas las clasificaciones vinculadas a los motivos o el contexto del homicidio, la cantidad de víctimas varones es superior al 80%, lo 323 Comisión Especial de Violentología 2013 que coloca a este género en una situación potencial de mayor riesgo en relación a las mujeres. g) Violencia de género: El 60% de los homicidios contra mujeres responde a situaciones de violencia intrafamiliar o de género, lo que contrasta también manifiestamente con los motivos de victimización de los varones, respecto de los cuales, si bien hay un alto índice de víctimas fallecidas a raíz de conflictos interpersonales, la proporción de hechos vinculados a cuestiones familiares y pasionales es muy menor (solo un 12%), predominando en cambio las muertes ocurridas en contextos de peleas, conflictos barriales, otros conflictos interpersonales así como también en ajustes de cuentas y supuestos de legítima defensa (58%). Llama la atención la notoria prevalencia de parejas o ex parejas entre los victimarios. En el 25 % de los casos de mujeres fallecidas a manos de su pareja, ex pareja o similar, el homicidio fue seguido por el suicidio o intento de suicidio por parte del autor del hecho. h) Violaciones: En este rubro también se ha registrado un fuerte descenso en los últimos tres años, alcanzando una baja acumulada del 19,2% entre los años 2009 y 2011. Las mujeres, con el 85,66%, son las más afectadas. La mayor parte de los hechos de violación denunciados han sucedido en el ámbito intrafamiliar (aproximadamente un 49%). A su vez, si se profundiza el análisis, se observa que en 73 de cada 100 hechos de violación existía relación o conocimiento previo entre víctima e imputado (v.gr. familiar, amigo, vecino), quedando subsumidas en esta instancia los supuestos ocurridos en contextos intrafamiliar e intrainstitucional. Respecto de la edad de las víctimas, surge que la franja etaria que va de los 6 a 15 años resulta ser la más vulnerable, con un 46% sobre el total de hechos, siguiéndole la franja de 16 a 18 años con un 16%, y la de 22 a 30 años con un 13%, mientras que el grupo que va de 0 a 5 años registra un 4% de los casos. Ministerio de Salud de la Provincia. Estadísticas vitales año 2008 El Departamento de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires lleva a cabo el procesamiento y resguardo de la documentación originada en las Delegaciones del Registro Provincial de las Personas distribuidas en todo el ámbito de la Provincia de donde se obtienen los índices demográficos correspondientes a nacimientos, defunciones generales, infantiles y fetales y matrimonios. 324 Comisión Especial de Violentología 2013 En el Informe 2008 se hace un análisis de la estructura de la mortalidad para distintos agrupamientos geográficos, etáreos y diagnósticos producto del procesamiento de los datos registrados en los Certificados de Defunción inscriptos en la Provincia de Buenos Aires durante y de residentes de la provincia en Capital durante el año 2008. La población utilizada como denominador es la proyección del Censo Nacional de Población y Vivienda -2001, elaborada por la Dirección Provincial de Estadística al 30 de junio del año en cuestión. En cuanto a las estimaciones de las poblaciones de los Cordones del Conurbano86 y de las Regiones Sanitarias, fueron consolidadas a partir de los datos de los partidos que los componen. La causa de muerte es codificada según los códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades, la cual se comenzó a aplicar a partir de los datos correspondientes a 1997; se determina respetando las reglas de selección y asociación de la Organización Mundial de la Salud. El dato que empleamos para efectos de nuestro diagnóstico de la situación de violencia en la provincia es el provisto por el número de muertes por causas externas. Dentro de este rubro se incluyen: accidentes de transporte, ahogamiento y sumersión accidentales, accidentes no especificados, otras causas externas de traumatismos accidentales, suicidios, agresiones, eventos de intención no determinada y complicaciones de la atención médica y quirúrgica. Según información disponible en la página web del Ministerio de Salud de la Provincia, tenemos que: a) El grupo de Causas Externas ha mostrado un aumento respecto a años anteriores y también un cambio cualitativo en las causas de muerte. En el año 2008 los accidentes se han incrementado, correspondiendo el mayor peso a los accidentes de transporte. 86 Primer Cordón: Avellaneda, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, Lanús, Morón, San Isidro, Tres de Febrero y Vicente López. Segundo Cordón: Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, José C. Paz, La Matanza, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, Pte.Perón, Quilmes, San Fernando, San Miguel, Tigre. 325 Comisión Especial de Violentología 2013 b) Los suicidios y homicidios fluctúan en el tiempo, y esto está ligado a que en la composición de las causas externas existe un volumen considerable y muy variable (23 % en 2008) que corresponde a defunciones debidas a eventos de intención no determinada, cabe aclarar que esto incluye a todas las defunciones violentas en las que la certificación médica con intervención policial, no especifica la naturaleza del hecho ni el tipo del mismo. c) Defunciones por causas externas según circunstancias: - Homicidios 11% - Suicidios 14% - Accidentes de transporte: 18% - Eventos de intención no determinada 23% - Otros accidentes 30% - Las demás causas externas: 4% d) Los homicidios alcanzan un máximo entre los 30 y 34 años, con un suave descenso en las siguientes edades, volviendo a elevarse en los 50 años. Con respecto a las agresiones se ha observado un desplazamiento de los grupos etáreos con un incremento en edades avanzadas. e) Los suicidios, crecen entre los 15 y 24 años de manera notoria, descienden hasta los 50, continúan en forma oscilante y se elevan abruptamente a partir de los 70 a 75 años. Este comportamiento se ha estabilizado en los últimos años, después de un pico alcanzado en 2003. Departamento Judicial de La Plata. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Instituto de Investigaciones. Homicidios Dolosos 2011 Este Informe arroja datos parciales correspondientes a los catorce partidos de la provincia de Buenos Aires que conforman el Distrito Judicial de La Plata, donde habitan 1.160.614 habitantes, de los cuales 654.324 (más del 50%) están en La Plata. Citamos algunos de las cifras reportadas: a) La tasa de homicidios en la región es de 5,34 por 100.000 habitantes, es decir de 62 víctimas en la totalidad de la jurisdicción. La tasa de homicidios en el partido de La Plata -el de mayor densidad poblacional- se eleva a 6,11 por 100.000 habitantes (40 326 Comisión Especial de Violentología 2013 víctimas) mientras que en el resto de los partidos la tasa de homicidios es de 4, 34 por 100.000 habitantes (22 víctimas), siendo Presidente Perón el partido con la más alta tasa de homicidios: 11,09 por 100.000 habitantes (9 víctimas). b) El partido de La Plata representa el 64% de los homicidios cometidos en este Departamento Judicial, mientras que el partido de Presidente Perón registra 14%, lo que muestra que el 78% de los homicidios dolosos cometidos en este Departamento Judicial se concentran en dos partidos. c) De los homicidios cometidos en el partido de La Plata, 22% corresponden a la ciudad de La Plata; 20% a Villa Elvira; 10% a Melchor Romero y 10% a Ringuelet. d) En cuanto a las víctimas, se destaca que en el 85% de los casos se trata de hombres, mientras que un 15% corresponde a mujeres; en tanto, entre los victimarios hay un 95% de hombres y un 5% de mujeres. Los datos revelan un "notorio protagonismo masculino en el universo de los homicidios dolosos", según se sostiene en el informe. e) Respecto del móvil, el 48% de los homicidios cometidos en el Departamento Judicial corresponde a situaciones de riña, ajuste de cuentas o venganza; un 15% responde a contextos de violencia intrafamiliar, mientras que el robo y la legítima defensa representan tan sólo 10%, respectivamente. f) Los homicidios con móvil de robo, cuya relevancia es permanentemente amplificada por los medios de comunicación masivos, tienen en la realidad estadística una significación mucho menor que aquellos motivados en riñas, discusiones, ajustes de cuentas, venganzas y violencia intrafamiliar. Por cada homicidio cometido con móvil de robo, se cometieron 6,3 originados en riñas, discusiones, ajustes de cuentas, venganzas y violencia intrafamiliar. g) En el partido de La Plata, 47% de los casos corresponde a motivos vinculados a violencia producto de discusión, riña y ajuste de cuentas, 12% a violencia intrafamiliar, 10 % a legítima defensa y 5% a robo. Ciertos casos presentan particularidades específicas, desconociéndose el móvil del crimen en 18%. En 8% se identifican otras causas de diversa naturaleza. h) El 15% de los homicidios es cometido por menores de edad, segmento etario que resulta víctima de ese mismo delito en el 10 % de los casos. Los menores victimarios no imputables alcanzan el 4,84% del total de crímenes cometidos, en tanto que los imputables representan un 10,16%. 327 Comisión Especial de Violentología 2013 i) La riña o discusión es el móvil de la muerte de la mitad de los menores víctimas de homicidio, mientras que 16% de esos menores son muertos en casos considerados a priori como de legítima defensa. j) Los menores victimarios tienen identificado como móvil principal la discusión, riña, ajuste de cuentas o venganza en el 58% de los casos; con móvil de robo en un 17% , y 8% en casos de violencia intrafamiliar Observatorio de Seguridad Ciudadana para los municipios de la Provincia de Buenos Aires. Homicidios dolosos Provincia de Buenos Aires año 2010. Este informe toma como fuente de datos principal la base de víctimas de homicidios dolosos enviada por la Subsecretaría de Política Criminal e Investigaciones Judiciales del Ministerio de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires, por otro lado, y dice haber complementado esa información con los datos aportados por el Sistema de Información del Ministerio Público (SIMP) dependiente de la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, al igual que con los reportes estadísticos publicados por el Ministerio de Justicia y Seguridad provincial. Algunos de los resultados que presenta son: a) Un total de 1.090 víctimas efectivas de homicidios dolosos para el total de la provincia durante el año 2.010 en noventa (90) de los ciento treinta y cuatro (134) partidos provinciales (67 % de los partidos de la provincia han tenido por lo menos una víctima de homicidio doloso). Recordemos que en el Informe del Ministerio de Seguridad y Justicia del mismo año el reporte es de 1239 víctimas. Ignoramos las causas de esta diferencia en las cifras. b) Una tasa de homicidios dolosos de la provincia de Buenos Aires en el año 2.010 fue de entre 6,5 y 7,6 homicidios cada 100.000 habitantes, empleando los datos de la SPCeIJ. Mientras que empleando los datos del SIMP la tasa fue de entre 7,4 y 8,6 homicidios cada 100.000 habitantes. Observese la diferencia entre las dos fuentes. c) La tasa de homicidios de varones (aquí solamente se pueden emplear los datos de la SPCeIJ para realizar la estimación) fue de entre 11,5 y 13,6 homicidios cada 100.000 varones, y la de mujeres de entre 1,4 y 2,1 homicidios cada 100.000 mujeres. 328 Comisión Especial de Violentología 2013 Al no contar con datos de la estructura de edades de la población provincial, el ObserBA calcula la tasa de homicidios por grupos quinquenales utilizando las estimaciones de la Dirección Provincial de Estadística de la Provincia de Buenos Aires para la población por grupos de edad y sexo al año 2.010 para la provincia escalada con los datos provisorios antedichos. El informe concluye que: a) La tasa de homicidios de varones es significativamente más alta que la de mujeres. b) A nivel total el grupo de riesgo predominante es el comprendido entre los 30 a 34 años de edad, con una tasa de entre 12,2 y 17,7 homicidios c/100.000 habitantes (estimación puntual de 14,7). c) Inmediatamente detrás, el siguiente grupo de riesgo es el comprendido entre los 20 a 24 años de edad, con una tasa de entre 12,0 y 17,6 homicidios c/100.000 habitantes (estimación puntual de 14,6). d) A nivel varones, el primer grupo de riesgo es el comprendido entre los 30 a 34 años de edad, con una tasa de entre 21,6 y 32,0 homicidios c/100.000 varones (estimación puntual de 26,5). e) Inmediatamente detrás, el siguiente grupo de riesgo es el comprendido entre los 20 a 24 años de edad, con una tasa de entre 20,0 y 30,3 homicidios c/100.000 varones (estimación puntual de 24,8). f) En cuanto a las mujeres, el primer grupo de riesgo es el comprendido entre los 20 a 24 años de edad, con una tasa de entre 2,3 y 6,6 homicidios c/100.000 mujeres (estimación puntual de 4,1). g) El siguiente grupo de riesgo en las mujeres es el comprendido entre los 40 a 44 años de edad, con una tasa de riesgo de entre 1,4 y 5,5 homicidios c/100.000 mujeres (estimación puntual de 2,9). Observatorio de Seguridad Ciudadana para los Municipios de la Provincia de Bs As. Encuesta de percepción de la seguridad para funcionarios de gobiernos locales (Junio 2011). 329 Comisión Especial de Violentología 2013 Si bien las estadísticas de homicidios y lesiones pueden informarnos sobre situaciones límites de violencia física, eventualmente, nuestro diagnóstico puede verse complementado por encuestas de percepción ciudadana. Con esta expectativa nos dirigimos a la mencionada encuesta, aunque como se verá, fue poco lo que logramos extraer de ella. Se trata de un estudio hecho a partir de 230 encuestas de percepción aplicadas a funcionarios en cuatro encuentros de Fortalecimiento de Actores locales en la Gestión de la Seguridad ciudadana. Abarca los 34 municipios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y un cuarto que se destinó a los municipios del interior provincial. Los primeros en la sede Bonaerense de la Federación Argentina de Municipios (FAM) y último en el Teatro Argentino de La Plata. Esta encuesta se hizo con base en el Convenio FAM-Ministerio de Gobierno para la transferencia de datos cuantitativos de delitos registrados por la agencia policial. Según el Informe de Resultados de esta encuesta “se confirmó la hipótesis de que la mayoría de los funcionarios sostenían poseer una fluida relación con la agencia policial, de la cual no recibían, aún pidiéndolo, información estadística que ésta poseía” (FAM, 2011:3, el subrayado es nuestro). Esta conclusión llamó especialmente la atención de la Comisión de Violentología y la citamos con fines ilustrativos de la situación de desarticulación institucional que hemos venido identificando. Derghougassian Khatchik y Fleitas Diego M. (2005). Universidad de San Andrés, Asociación para la Políticas Públicas, Buenos Aires. Violencia y uso de armas de fuego en la Provincia de Buenos Aires. Investigación basada en datos de mortalidad del Ministerio de Salud de la Nación, ofrece información georeferenciada a nivel municipal sobre muertes producidas con armas de fuego y distribución geográfica de homicidios y suicidios, en el periodo comprendido entre 1997 y 2005. Entre los hallazgos más destacados de este estudio se encuentran: a) Un leve descenso de los homicidios en el año 2005 respecto 1997 (luego de un pico en el año 2002); el aumento de los suicidios en un 53,6% durante el mismo periodo; en el caso de los jóvenes de 15 a 19 años dicho incremento en los suicidios fue del 156%; la gran mayoría de las víctimas de homicidios y suicidios son hombres – un 87,9% y 79,5% respectivamente- y los jóvenes son el grupo etáreo con mayor cantidad de víctimas tanto en homicidios como en suicidios. 330 Comisión Especial de Violentología 2013 b) El total de muertes causadas por armas de fuego en la Provincia fue de 16356 casos entre 1997 y 2005, distribuida así: 12790 homicidios, 3448 suicidios y 118 accidentes. c) Estos porcentajes son mayores que los de la Argentina sin la Provincia lo cual podría estar vinculado a la mayor presencia de armas de fuego en la Provincia respecto al promedio del país. d) Respecto a los Municipios de la Provincia de Buenos Aires, se resalta que las tasas de homicidios y porcentajes de uso de armas de fuego son notablemente más altas en los municipios de mayor población y del conurbano que en los municipios más pequeños y del interior. En estos últimos las tasas de suicidios son mayores e) Se identificó una fuerte relación entre la cantidad de homicidios y los niveles de desocupación y de necesidades básicas insatisfechas. Es decir, que tiende a haber mayor cantidad de homicidios en los municipios con mayor desempleo y pobreza. 3.2.Violencia Familiar y de género Según datos proporcionados por la Estadística Criminal del Ministerio de Justicia y Seguridad (2011), “el 60% de los homicidios contra mujeres responde a situaciones de violencia intrafamiliar o de género, lo que contrasta manifiestamente con los motivos de victimización de los varones, respecto de los cuales, si bien hay un alto índice de víctimas fallecidas a raíz de conflictos interpersonales, la proporción de hechos vinculados a cuestiones familiares y pasionales es muy menor (solo un 12%), predominando en cambio las muertes ocurridas en contextos de peleas, conflictos barriales, otros conflictos interpersonales así como también en ajustes de cuentas y supuestos de legítima defensa (58%). Además llama la atención la notoria prevalencia de parejas o ex parejas entre los victimarios. En el 25 % de los casos de mujeres fallecidas a manos de su pareja, ex pareja o similar, el homicidio fue seguido por el suicidio o intento de suicidio por parte del autor del hecho. El Ministerio de Salud también aporta cifras en torno a este tipo de violencia, como se ve a continuación. Programa Provincial de Prevención y asistencia de la violencia de género y familiar Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Violencia Familiar y de género. Período Enero-Junio 2011-2012. 331 Comisión Especial de Violentología 2013 Con base en las consultas atendidas en los hospitales entre 2011 y 2012, el informe surge de las nuevas estadísticas, los datos comparados y del análisis epidemiológico sobre el período que va de enero de 2011 a diciembre de 2012 y fueron provistos por el Sistema de Información del Programa Provincial de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género. Algunos de los datos arrojados son: a) En total se contabilizaron 895 casos en las 12 Regiones Sanitarias en que se divide la Provincia: 729 corresponden a mujeres víctimas de violencia, es decir el 81,5 por ciento. b) Tanto en el período 2011 como en el 2012 la violencia física es la que registra la mayor cantidad de casos seguida de la violencia verbal y/o psicológica; la sexual es el tercer tipo de violencia registrado. c) El 50% de los casos de violencia física se produce entre población de los 15 a 24 años para el período 2012; en tanto que en el 2011 el 50% de casos abarca una mayor amplitud de edad que va desde los 15 a 44 años de edad (15 a 24 32%; 25 a 29 16%; 30 a 34 12% y 35 a 44 17%). A pesar de esto en el 2012 en función del aumento de registros los casos se distribuyen en la mayoría de los rangos de edad d) En el 2011 el 50% de casos registrados por violencia sexual se concentraban entre los 10 a 14 años y en segundo lugar un 28% de casos entre los 5 a 9 años. Durante el 2012, la distribución demuestra mayor amplitud ya que abarca otros grupos de edad, y en este período a diferencia del anterior la mayor concentración estará en un 26% entre el año y los 4 años de edad, seguida con el 25% de los casos entre los 10 a 14 y en tercer lugar entre los 15 a 24 años con un 22%. Conviene señalar que no existen estadísticas de las mujeres muertas en ocasión de episodio violento con sus parejas, antes del año 2010, lo cual según conteos de diversas ONG’s podría adquirir una enorme significación en los datos estadísticos si se incluyeran considerando el contexto de la muerte: por parte de desconocidos, por parte de conocidos o de su red afectiva. Asociación para Políticas Públicas (APP). Mapa de la violencia de género en Argentina. Estudio auspiciado por el Gobierno de Noruega y con base en recolección estadística realizada por la Universidad de San Andrés. Se dan los siguientes datos sobre la violencia en 332 Comisión Especial de Violentología 2013 la Provincia de Buenos Aires, con base en los datos de mortalidad del Ministerio de Salud entre 1997 y 2010: a) Tasa total de homicidios al 07/09: 8,3 por cada 100 mil habitantes. Está dentro de las más altas, aunque por debajo de Chubut 10,9, Santa Fe 8,7, Neuquén 8,7. La más baja del país es Catamarca con 1,4. b) La tasa de homicidios de mujeres en la Provincia es de 2,0, menor en relación con las Provincias del Norte, Formosa 2,9, Jujuy 2,8 y Misiones 2,8; pero superior a las demás provincias. Comisarías de la Mujer y la Familia. Informes Estadísticos 2010 y 2011 sobre cantidad de denuncias por violencia familiar. El total de denuncias de violencia familiar recibidas por las Comisarías de la Mujer y la Familia durante 2011 fue de 8521. En promedio, se reciben 242 denuncias diarias de violencia familiar. Esta cifra representa un aumento del 14, 7% respecto del 2010, manteniendo la tendencia que se observa desde el año 2005 de incremento sostenido de las denuncias. Este aumento responde, entre otras cosas, a la creación de nuevas Comisarías de la Mujer y la Familia (se pasó de 37 a 45), y a la mayor visibilización de esta problemática a través de las campañas de sensibilización. Si bien el reporte de la cantidad de denuncias es importante, no encontramos datos acerca del seguimiento dado a cada denuncia, ni sobre las instancias recorridas por las víctimas a lo largo de las agencias estatales. Uno de los hechos que más impresionó a la Comisión de Violentología fue corroborar con autoridades del Ministerio de Salud que muchas de las mujeres que han fallecido por causas violentas, habían sido denunciantes en reiteradas ocasiones y habían transitado tanto por las instancias policiales como por los organismos de Salud. Otra señal de alerta para el trabajo inter-sectorial. 3.3 Violencia en ámbitos escolares UNICEF – FLACSO. Clima, conflictos y violencia en la Escuela (2011). Señala Mara Brawer en el prólogo a esta investigación que “la violencia en las escuelas hace referencia a aquellos episodios que no son originados por vínculos o prácticas propias de la escuela, sino que tienen a la institución educativa como escenario. En otras palabras, son 333 Comisión Especial de Violentología 2013 aquellos episodios que suceden en la escuela, pero que podrían haber sucedido en otros contextos en los cuales niños y jóvenes se reúnen. En estos casos, la escuela actúa como caja de resonancia del contexto en la que está inserta. Por su parte, la violencia escolar es aquella que se produce en el marco de los vínculos propios de la comunidad educativa y en el ejercicio de los roles de quienes la conforman: padres, alumnos, docentes, directivos. Son el producto de mecanismos institucionales que constituyen prácticas violentas y/o acentúan situaciones de violencia social. La distinción entre violencia escolar y violencia en las escuelas es fundamental para poder discriminar, diagnosticar y tratar esta problemática en sus diversas aristas y formas de manifestación, considerando tanto los factores institucionales como contextuales” (UNICEF-FLACSO, 2011:9) Hasta hace poco el país no disponía de información estadística oficial sobre el tema. Es a partir del año 2005 que el Ministerio de Educación de la Nación y la Universidad Nacional de San Martín inician una serie de trabajos de investigación acerca de las percepciones que tienen los jóvenes sobre la violencia en sus escuelas, cuyos resultados han sido publicados en distintos materiales. El estudio de UNICEF y FLACSO que citamos se realizó en escuelas secundarias de gestión pública y privada del área Metropolitana de Buenos Aires, arrojando resultados como los siguientes: a) En los últimos tres años de la Escuela Secundaria en la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 71% de los estudiantes presenció peleas de puño entre compañeros, el 66% de los chicos fue testigo de humillaciones entre ellos mismos, al tiempo que el 25% afirmó que un compañero llevó un arma blanca a la escuela, y un 6% vio que otro alumno tenía un arma de fuego. b) Se encontró la siguiente contradicción: cuando se consultó a los entrevistados sobre la percepción de violencia en las escuelas (en cualquier escuela) el 52% de los consultados considera a la violencia en el ámbito escolar como un problema muy grave o grave. Sin embargo, al ser consultados sobre este fenómeno en sus propias escuelas, el problema tiende a ser percibido como mucho menos grave: el porcentaje de los entrevistados que calificaron al mismo como muy grave o grave se reduce a un 19,2%. Se ve entonces que hay una percepción de alta conflictividad con relación a las escuelas en general, pero en lo que respecta a la propia experiencia educativa, esta 334 Comisión Especial de Violentología 2013 percepción baja considerablemente. Para los investigadores, esto puede deberse a que otros discursos, principalmente el de los medios de comunicación masiva, podrían estar contribuyendo a magnificar el fenómeno de la violencia en las escuelas y esto tendría una incidencia considerable en la percepción de los actores respecto de su gravedad. 3.4 Violencia institucional Comisión Provincial de la Memoria CPM. Informe 2012 El sistema de crueldad. Datos sobre violencia en unidades penitenciarias. Tal como lo menciona en su informe, la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) encuadra los problemas del sistema penitenciario bonaerense (SPB) en un sistema mayor al que denomina el sistema de la crueldad, concepto que explica su raíz estructural y las relaciones interpoderes que lo hacen posible. Dicho sistema tiene cuatro núcleos fundamentales: -la tortura como práctica sistemática, -la sobrepoblación en la totalidad del sistema con nichos de hacinamiento crítico, -condiciones inhumanas de detención violatorias de toda la normativa vigente -la corrupción estructural en la administración penitenciaria. Según la CPM, en la trama que sostiene al sistema está la responsabilidad de la mayoría del Poder Judicial que no investiga los hechos y consagra la impunidad. Para el año 2011, el Informe reporta los siguientes datos: a) Muertes en unidades carcelarias: En el año 2011 se produjeron 126 muertes en 39 de las 54 unidades del servicio penitenciario bonaerense, lo que representa un promedio de diez personas cada mes. El SPB clasificó 47 de ellas como muertes traumáticas y 75 como no traumáticas. De estas últimas, 18 fueron por VIH-Sida, 4 no especifican causal y en 25 casos sólo se consignó paro no traumático sin especificar las causales de base y las mediatas. b) Torturas: En el año 2011 la CPM realizó -a través del equipo CCT- 2.371 presentaciones judiciales entre habeas corpus, informes urgentes y denuncias penales que incluyeron la denuncia de un total de 7.089 hechos de distintas violaciones de derechos humanos, que constituyen torturas o maltratos. Los principales tipos fueron: falta de atención médica, afectación del vínculo familiar, aislamiento, condiciones 335 Comisión Especial de Violentología 2013 materiales de infraestructura, problemas de alimentación y golpes. Concentraron el 47% de las denuncias las unidades penales 2, 1, 9, 30, 17, 28 y 15. c) Hechos violentos: En 2011 se registraron 10.458 hechos violentos informados por el servicio penitenciario (un promedio de 28,6 hechos por día), lo que representa un incremento del 31% respecto de 2010. La clasificación de hechos que realiza el SPB no contempla la violencia de los agentes penitenciarios sobre las personas detenidas. Por esta razón no se informan agresiones o amenazas padecidas por los detenidos. En 8 de cada 10 casos (5.164 personas) de estos hechos se lesiona el cuerpo de los detenidos. Las lesiones graves y las muertes registran incrementos en 2011, siendo que la mortalidad en el marco de hechos violentos creció el 30% en el último periodo interanual. d) Una de las herramientas utilizadas para el diagnóstico que se presenta es el Registro Nacional de Casos de Tortura y/o Malos Tratos, que se implementa junto a la Procuración Penitenciaria de la Nación y el Grupo de Estudios en Sistema Penal y Derechos Humanos del Instituto Gino Germani de la UBA. Durante su primer año de implementación, 2011, se recogieron testimonios de 235 víctimas que habían sufrido en promedio casi 6 tipos de tortura cada una, en los últimos dos meses. Fueron registrados, entre otros, los testimonios de: 124 víctimas de agresiones físicas; 196 víctimas de aislamiento; 85 víctimas de traslados constantes; 207 víctimas de gravosas condiciones materiales de detención; 171 víctimas de falta o deficiente alimentación; 60 víctimas de robo de pertenencias. e) El Ministerio Público remitió información sobre 2.635 causas contra funcionarios públicos iniciadas en el año 2011 en el ámbito de la provincia de Buenos Aires. Ello representa un promedio de casi 220 denuncias por mes, es decir, más de 7 denuncias diarias. Siguiendo la tendencia histórica, los delitos imputados con mayor frecuencia en este tipo de causas son apremios ilegales, severidades y vejaciones, con una participación de casi el 80% en los registros del Ministerio Público. Preocupa la baja proporción de causas caratuladas como tortura, delito imputado en 12 causas (0,5%). f) Hacinamiento: Más del 45 % de la población encarcelada en Argentina se aloja en las 60 cárceles y alcaidías penitenciarias de la PBA. Al 29 de diciembre de 2011, 27.991 detenidos se alojaban en las 18.640 plazas con que contaba el sistema provincial de 336 Comisión Especial de Violentología 2013 encierro. Más allá de las diferencias entre unidades, en ningún caso se respetan los estándares internacionales que prevén 7 m2 por cada detenido. g) Violencia de género: El SPB aloja 1.205 mujeres en un sistema carcelario diseñado, pensado, desarrollado y controlado por y para hombres. De estas mujeres detenidas, 17 estaban embarazadas, 74 estaban detenidas con sus hijos/as, y 91 chicos/as se encontraban detenidos/as con sus madres. A la violencia inherente a las instituciones penitenciarias, se le suma la violencia de género como una forma de la tortura específica, ejercida tanto por personal femenino como masculino. Durante el año 2011 se incrementaron los hechos de violencia informados por el SPB: de 254 registrados en 2010 a 419 en 2011.Las personas trans que adoptaron una identidad de género femenina son las más vulnerables dentro de las unidades penales. No hay espacios de detención pensados para alojarlas, por lo que son obligadas a permanecer en unidades penales masculinas. Los únicos pabellones destinados para el alojamiento de personas trans son los denominados de “homosexuales”, donde conviven con homosexuales y personas con causas vinculadas a delitos contra la integridad sexual, primando el criterio de desviaciones sexuales. Esta población es constantemente discriminada por tener una construcción identitaria diferente a la heteronormatividad. Las anteriores son solo algunas de las múltiples estadísticas de violencia que se encuentran disponibles actualmente. Como se ve, el panorama está marcado por una profunda dispersión y discontinuidad. La vinculación de los datos obtenidos de fuentes dispares que actúan independientemente unas de otras, fue el principal obstáculo que encontró la Comisión de Violentología para trazar una cartografía de la violencia en la Provincia. Así por ejemplo, los datos entregados por el Ministerio de Salud de la Nación no pueden ser cotejados con los entregados por la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Seguridad y Justicia y viceversa. Esta disyuntiva fue motivo de un desencuentro en junio de 2012 cuando el jefe de la cartera nacional de salud Juan Manzur advirtiera en el Boletín N°5 de Vigilancia de Enfermedades no Transmisibles y Factores de Riesgo que “dado que el porcentaje de muertes por causa externa de intención indeterminada es elevado, especialmente en algunas provincias, es de esperar que los datos estén subestimando las reales tasas de homicidios” (MinSalud, 2012:5). 337 Comisión Especial de Violentología 2013 Todo deceso es informado al Estado. No puede evitarse su conocimiento, como sí ocurre con robos en los que el damnificado no concreta la denuncia. El Ministerio de Salud lleva el registro de fallecimientos y los distribuye de acuerdos con las causas, con el fin de obtener parámetros que permitan mejorar la atención sanitaria. Una vez separados los casos de muertes por enfermedades, quedan los factores externos, que a su vez se dividen en accidentales y no accidentales. En este último subgrupo aparecen los homicidios, los suicidios y la intención no determinada. Esos datos son entregados por la Dirección de Política Criminal, que se alimenta con la información de las fuerzas policiales y del Ministerio Público. En algún punto de la cadena, un homicidio pasa a tratarse como una muerte por agresión de la que no se tienen datos. En consecuencia, sale de la estadística de asesinatos. En el Ministerio de Justicia, Seguridad y DDHH de la Nación no se publican datos de estadísticas criminales desde 2009 y, de manera preocupante, los datos aportados hasta entonces no consignan los homicidios en la Provincia de Buenos Aires. En el reporte 2009 se advierte que “de todos modos, el cálculo de tasas se realiza sin computar la población de esa provincia”. Por otra parte, en el informe del Ministerio de Salud de la Nación se analizó lo ocurrido en 2009 y se determinó que en ese año "la ciudad de Buenos Aires fue la jurisdicción con mayor proporción de muertes de intención indeterminada (30% del total de muertes por causa externa) seguida de la provincia de Buenos Aires (22,5%), Santiago del Estero (21%) y Santa Fe (19%)". El problema de las estadísticas de violencia y criminalidad ha sido también señalado por académicos y ONG´s. Investigadoras del CELS han remarcado que, pese a la sanción en el año 2000 de la Ley 25.266 (Ley Ciaffardini) que implicó la centralización de las estadísticas de criminalidad en la Dirección de Política criminal del Ministerio de Justicia por fuera de la órbita de las Fuerzas de Seguridad, “las resistencias a esta iniciativa hoy se expresan en términos de competencia (…) y habla también de las relaciones de las policías provinciales con los gobiernos locales y del gobierno nacional con los gobiernos provinciales, y de las autonomías de las policías” (Bazzano y Pol, 2011:1). En el mismo documento se plantea que “es necesario que se reconozca la necesidad de producir estadísticas fiables de criminalidad y violencia como insumo para la formulación de un diagnóstico certero de la problemática” (ibid.,) 338 Comisión Especial de Violentología 2013 Según las autoras, “si se toman en cuenta los lineamientos planteados por el Departamento de Estudios Económicos y Sociales de la ONU, que publicó en el año 2004 el Manual para la Elaboración de un Sistema de Estadísticas Sobre Justicia Penal, se evidencia que la posición oficial en los últimos años ha presentado algunas deficiencias en varias de las etapas del proceso de elaboración de las estadísticas en esta área: desatendiendo los programas de capacitación a los operadores provinciales, no ha tenido una política de utilización de las estadísticas producidas para la elaboración de políticas diferenciadas para las percepciones de inseguridad y para la disminución del delito, y ha hecho retrocesos importantísimos en la difusión y publicación de las mismas” (íbid.,) Fueron numerosas las oportunidades en las que la Comisión se encontró con la insuficiencia e incluso inconsistencia de las cifras sobre violencia y delito. Así lo refirieron en sus intervenciones Lidia Tundidor, Diego Gorgal, María Inés Bringiotti y Daniel Miguez, entre otros. No sólo en lo referido a violencia delictual (homicidios y delitos) sino también a otros tipo de violencia (escolar, familiar, de género, institucional, laboral), la percepción generalizada de la Comisión fue de insuficiencia en materia de medición (cifra negra) y de poca confiabilidad en los datos existentes. Con dos consecuencias problemáticas: 1) la imposibilidad de hallar un banco de estadísticas centralizado que le permita a los legisladores trabajar con datos ciertos y actualizados de la situación provincial y 2) la arbitrariedad que implica escoger entre las mediciones existentes que se disputan la veracidad del dato tomado como se vio en la polémica entre las carteras de Justicia y Salud. En el marco descripto, caben también algunas consideraciones respecto a la escasa o nula inclusión de una perspectiva de género en la elaboración de las metodologías estadísticas y en consecuencia sobre la ausencia de registros diferenciales sobre el ejercicio de violencia, delitos violentos, consultas en salud, etc. En consecuencia la “cifra negra” mencionada parte no solo de la falta de registro, sino de la falta de utilización de criterios estadísticos que no sean apriorísticos sino verdaderamente indagatorios. Coincidiendo con esta percepción, la Dirección de Coordinación de Políticas de Género del Ministerio de Justicia y Seguridad publicó en octubre del 2012 el documento Sistemas de Registro e información sobre Violencia familiar contra mujeres, niños, niñas y adolescentes. Aportes desde la perspectiva de género, con el objetivo de “sensibilizar sobre la importancia de los sistemas de información y de registro con enfoque de género en la implementación de 339 Comisión Especial de Violentología 2013 las políticas públicas orientadas a la prevención y atención de la violencia familiar en la Provincia de Buenos Aires”. Se trata de un documento de formación dirigido a “los y las distintos/as actores/as institucionales para que puedan encontrar en ella elementos conceptuales y metodológicos que sirvan de soporte para la producción de nuevas alternativas” (ibíd., 12). La Dirección enfatiza la significación e importancia del registro de los casos de violencia como una práctica que ofrece diversas posibilidades: propiciar estrategias de trabajo con quienes sufren situaciones de violencia, repensar los abordajes institucionales, el trabajo en red, y producir estadísticas que permitan conocer la problemática y redefinir las políticas públicas. Confiamos en que su implementación en la recolección de información y en la elaboración de estadísticas esté ya rindiendo sus frutos. 4. Recomendaciones y propuestas Partiendo de las consideraciones expuestas en los numerales 1, 2 y 3, la Comisión Especial de Violentología se permite hacer las siguientes recomendaciones: 4.1 Diagnóstico provincial integral con enfoque de género La adopción de políticas públicas para afrontar la problemática de las violencias requiere un diagnóstico claro, preciso y actualizado, que además permita el monitoreo permanente y la definición de acciones coherentes, articuladas y sin sesgos de género, pertenencia social, etnia o edad, es decir incluyendo los factores de vulnerabilidad para cada una de estas u otras categorías que se identifiquen, en pos de aportar los insumos necesarios tanto para la elaboración de legislación como para la ejecución de acciones, elaboración de protocolos de actuación específicos por área y definición de mecanismos preventivos, tanto de la victimización como de la revictimización institucional. Esto requiere consensuar enfoques, actualizar y adecuar otros y corregir criterios cuando éstos no incluyen factores de vulnerabilidad diferenciales. En el rastreo mencionado con anterioridad se observa que todas las formas de “medir” la violencia se han generado desde una lógica institucional, como una forma de cuantificar las acciones y algunas tipologías, en lugar de responder a cualificar y construir las posibles rutas críticas de víctimas y perpetradores y sin hacer foco en las respuestas y sus efectos y mucho menos en sus actores y el derecho a una vida libre de violencia, que el estado debe promover. 340 Comisión Especial de Violentología 2013 En consecuencia, sabemos y parcialmente, cuántas muertes violentas registra una dependencia ministerial, que curiosamente no coincide con los datos de otra que registra aparentemente el mismo dato, pero poco sabemos de registros previos, no delictuales, pero anticipatorios, que son fundamentales a la hora de la prevención, de la indagación de los mecanismos de producción para el diseño de dispositivos posibles. Se conocen varias metodologías posibles para avanzar en este sentido, generalmente diseñadas por los “observatorios” y que se aplican en forma paralela permitiendo evaluar condiciones de victimización por un lado y cualificar la violencia, su impacto en la salud, cómo y dónde se ventilan sus efectos. Por otra parte, con la intención de diseñar políticas preventivas resulta imprescindible indagar sobre los factores de riesgo para su ocurrencia, los condicionantes culturales y su impacto en los comportamientos de la población y la valoración que los sujetos realizan sobre la violencia (masculinidad, modelos de crianza, ideales de constitución familiar, entre otros) Como forma introductoria al conocimiento de estas cuestiones se puede proponer la aplicación de una encuesta de victimización, tomando como modelos para su elaboración las desarrolladas en la CABA y la provincia de Santa Fe87 . Para el desarrollo de esta estrategia, que aspira a obtener una mirada amplia, bastaría con definir una serie de criterios que permitan conocer: por género, edad, nivel socioeconómico y etnia, con criterio estadístico de administración: hechos violentos, su tipificación, su ámbito de ocurrencia, sus actores, su visibilización. .- ¿Sufre o ha sufrido violencia?; .- ¿De qué tipo?; .- ¿Por parte de quién o quiénes? .- ¿En qué tipo de relación? (familiar, institucional, laboral, social, etc), .- ¿A quién o quiénes recurrió? (personas o instituciones) .- ¿Qué comportamientos preventivos adoptó para no volver a padecerla? 87 Al respecto ver: http://www.unosantafe.com.ar/policiales/Haran-una-encuesta-de-victimizacion-en-laprovincia-20130315-920020.html 341 Comisión Especial de Violentología 2013 Por supuesto, este tipo de encuestas nos brindarán tan solo una aproximación, que debe ser, luego de su análisis, complementada con metodologías de diagnóstico que permitan focalizar, pero sobre todo compatibilizar datos que satisfagan el objetivo de indagar sobre la problemática, más allá de las necesidades institucionales, e incluyan a las propias dependencias en la indagación. Para alcanzar este objetivo es necesario profundizar en el mejoramiento de los mecanismos de articulación entre los diferentes niveles del estado que se consideren actores clave en la visibilización, atención y prevención de la problemática, tema que se desarrolla en otro apartado del documento. Superado el obstáculo del funcionamiento en compartimientos estancos que se ha detectado en la aproximación que esta comisión ha intentado durante el año 2012, se hace necesario definir por área de incumbencia metodologías de registro estadístico compatibles, que permitan el entrecruzamiento de datos y sean comparables además con las llevadas adelante por organismos nacionales, municipales y judiciales. Es decir que, si tal como lo definen muchos especialistas que hemos tenido el gusto de escuchar, la violencia es una verdadera “epidemia”, será necesario en principio crear un registro epidemiológico que permita acciones globales y eficaces. En ese sentido se deberían definir los indicadores, diseñados desde la experticia de especialistas no solo en estadística sino en la temática, para cada ámbito de aplicación que resulten relevantes, es decir: qué preguntar desde el sector salud, qué desde educación, qué desde justicia para que al incorporar esa información a una gran base de registro se cumpla el objetivo de seguimiento de las violencias en su ruta crítica y no solo los estándares de asignación presupuestaria de las instituciones. Referido a esa ruta crítica, que aún debemos construir para nuestra provincia, conocerla nos permitiría fortalecer las áreas que reciben las consultas de manera rutinaria, capacitar de manera específica por niveles de intervención y definir alcances y objetivos para cada una de las dependencias que intervienen de manera realista y eficiente, evitando la superposición de acciones y conocimientos que terminan dañando y atomizando los procesos de atención, relegando las acciones de prevención a un incierto futuro y sobre todo revictimizando a las personas que se acercan buscando respuestas. 342 Comisión Especial de Violentología 2013 Para prevenir y atender la violencia hay que tener un mapa pormenorizado de la realidad provincial. La encuesta de victimización es un primer paso en esta perspectiva con el que se aspira a: - Establecer los tipos de violencias que afectan a los hogares, los niveles de incidencia en el delito y la llamada "cifra negra" que comprende al conjunto de violencias ocurrido, independientemente de que hayan sido denunciadas. - Recabar información sobre las características de las violencias, el contexto de la victimización y el social de las mismas. - Conformar una base de información que permita el análisis de las violencias en su evolución temporal y distribución geográfica. - Diseñar un mecanismo de medición de la percepción social de la violencia y su vinculación con los hechos efectivamente acontecidos. - Explicitar los éxitos y falencias de los organismos estatales en su calidad de ejecutora de las políticas de prevención y atención de la violencia. - Elaborar datos sobre la percepción de los ciudadanos respecto del desempeño de las instituciones responsables de atender casos de violencia. - Generar información que posibilite el diseño de políticas de prevención del delito y la asignación adecuada de los recursos estatales. y a la que contribuya al diagnóstico del problema de la violencia. Para desarrollar un sistema de información estadística confiable es necesario además unificar los criterios y procedimientos de registro de víctimas de violencia en todos los sectores (Salud, educación, Seguridad y Justicia) y niveles (barrio, municipio, Partido) de atención. Se debe crear una planilla universal y capacitar a todos los operadores responsables a fin de lograr un registro cierto y pormenorizado. 4.2 Esquema provincial de gobernanza para la prevención y atención de la violencia La inconsistencia y dispersión de las cifras no implica que no existan numerosos esfuerzos por atender el problema de la violencia (en sus múltiples manifestaciones) a lo largo de la Provincia. Lo que se observa es que éstos esfuerzos, que son muchos, se hallan desarticulados y que se carece que una ingeniería institucional que permita a los diferentes agentes conocerse entre si y entrar en diálogo. 343 Comisión Especial de Violentología 2013 Un avance importante en este sentido fue la creación en el año 2007 del Sistema Integrado Provincial para la prevención y atención de la violencia familiar, de acuerdo a lo dispuesto en la Ley Provincial de Violencia Familiar N° 12.569 y el Decreto Reglamentario N° 2785/06. Dicho Sistema se pensó con miras a la generación de políticas integrales, articuladas interinstitucionalmente y fortalecidas en el marco de la Red de instituciones dedicadas a la materia. El Sistema Integrado Provincial está compuesto por la Mesa Intersectorial, ONG´s' con trayectoria en la atención de la violencia familiar, Colegios y Asociaciones Profesionales, Universidades Públicas, Mesas Locales y Regionales de prevención y atención de la violencia familiar, y las Redes locales y regionales de instituciones. La Mesa Intersectorial está integrada por las áreas provinciales con competencias en la materia y es la responsable político institucional del Programa de Violencia familiar de la Provincia, en el marco de lo establecido en la ley 12.569, y cuenta con la participación de: • Consejo Provincial de las Mujeres: asume la responsabilidad de orientación y articulación del Sistema. • Secretaría de Derechos Humanos: es responsable de programas referidos a la promoción y protección de los derechos de la mujer y del programa de atención telefónica como derivación del 911 - AVM. Organiza y ejecuta acciones de formación en la materia. • Ministerio de Desarrollo Humano: es la autoridad de aplicación de la Ley provincial de Violencia Familiar. Por Resolución Nº 835/04 aprueba el Programa de Violencia Familiar. Asimismo, a través de diferentes programas sociales, articula la respuesta a las posibles demandas con los servicios locales para atender casos concretos de violencia. • Ministerio de Seguridad: tiene a su cargo las Comisarías de la Mujer y la Familia, comisarías en general, foros de seguridad, atención de emergencias a través del 911, entre otras competencias. • Ministerio de Salud: por Resolución ministerial Nº 304/07, aprueba el Programa de prevención y atención de la violencia en salud (hospitales y otros efectores de salud) y los protocolos de actuación. • Dirección General de Cultura y Educación: organismo de actuación a través de los servicios escolares, del diseño curricular y la formación docente, de la Dirección de Psicología Comunitaria, etc. 344 Comisión Especial de Violentología 2013 • Ministerio de Justicia: actúa el Centro de Protección de los Derechos de las Víctimas. • Procuración de la Corte: actúa a través de la Secretaría de Estrategia Institucional y Gestión. También se consideran componentes del Sistema las Mesas Locales y Regionales de prevención y atención de la violencia familiar, y las Redes locales y regionales de instituciones. Un principio fundamental del Sistema Integrado es la idea de “que toda víctima de violencia pertenece a una red formal e informal de relaciones personales y sociales que se desarrollan en un determinado territorio. Por tal motivo, tanto la Mesa Intersectorial como el Sistema Integrado y la Red, deberán contar con sus figuras locales: la Mesa Local de prevención y atención de la violencia familiar, el Sistema integrado local, y la Red local de instituciones” (Mesa Intersectorial, 2007). Sin duda, el Sistema Integrado es un instrumento de gran utilidad en la perspectiva de lograr un esquema de gobernanza en prevención y atención de la violencia en la Provincia. Al menos de iure, describe los principios de integralidad, interinstitucionalidad y articulación en red necesarios para dicha tarea. Sin embargo, su puesta en marcha se ha encontrado con serias dificultades. Así lo constata el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia en su documento Reflexiones desde las prácticas (2009) donde advierte que “[hay un esfuerzo enorme puesto en cómo mejorar las intervenciones, cómo articular y cómo vincularse con distintas instancias para generar respuestas más efectivas”, pero persisten obstáculos para el desarrollo de una política integral contra la violencia desde una perspectiva de género e infancia como los siguientes: - Re-victimización de las mujeres ejercida desde las mismas instituciones encargadas de darles contención - Dificultades institucionales para que las estrategias ante la violencia se asuman con criterios de co-responsabilidad. - Focalización y parcialización de la respuesta en algunas pocas instituciones. - Omisión y des-responsabilidad institucional manifiesta en “derivar” la situación a la dependencia supuestamente especializada. 345 Comisión Especial de Violentología 2013 - Prácticas de quienes tienen una responsabilidad no directa como médicos y maestros que resuelven la urgencia del episodio violento pero dejan intacto el problema de fondo. - Distancia geográfica entre las dependencias involucradas. - Distintas experiencias con las Comisarías de la Mujer: comportamientos violentos tanto de policías varones como de mujeres policía en las comisarías cuando la mujer acude a hacer la denuncia. - Falta de refugios, casas de medio camino o espacios alternativos de contención. - Fuerte necesidad de mayor capacitación. - Diferencias entre los municipios para enunciar la violencia de género como parte de la política pública. - Ausencia de direccionalidad en la integración de programas, articulaciones, asociaciones. (Correa, 2009: 23- 26). Los problemas de la implementación del Sistema Integrado son visibles. Al estar dispersos los recursos se reduce la capacidad de acción de la política pública, se replican esfuerzos, se desatienden poblaciones, se dificulta la atención pronta y efectiva de otras, y la Provincia aparece fragmentada en pequeños feudos como resultado de la falta de diálogo y coresponsabilidad de los gestores locales que se “derivan” entre sí la responsabilidad de atender a las víctimas. La situación detectada en el caso de la violencia familiar y de género bien puede extenderse a otras formas de violencia cuyo tratamiento termina reducido al trabajo de un solo organismo (el poder judicial en el caso de la violencia entre varones, por ejemplo) o desatendido por el Estado para entrar a ser atendido por ONG´s (como en el caso de la violencia institucional). En vista de estas deficiencias, la Comisión Especial de Violentología, se ve obligada a insistir en el imperativo de diseñar e implementar un Esquema Provincial de Gobernanza para la prevención y atención de las Violencias, que permita a los actores intervinientes coordinar acciones y crear sinergias de cara a un trabajo inter- sectorial e inter- institucional que posibilite el diálogo municipio- provincia- nación- ONG´s. Cuando se considera a las administraciones como simples herramientas -teóricamente neutras- de aplicación de las voluntades políticas, se está dejando de lado una reflexión en profundidad sobre el funcionamiento mismo de las instituciones. Entendámonos bien: hay 346 Comisión Especial de Violentología 2013 incontables análisis del fenómeno burocrático, pero por lo general percibidos bajo un punto de vista negativo, como resistencias opuestas a la voluntad política. Lo que falta es un enfoque positivo de la ingeniería institucional. Es tiempo de emprender ese esfuerzo. La ingeniería institucional es el arte de concebir instituciones cuya “lógica profunda” vaya en el mismo sentido que los objetivos perseguidos. Esa es la condición para poder salir de la fractura inherente a unos dispositivos de gobierno que espontáneamente llevan a lo contrario de las prácticas para las que fueron creados. Desde los maestros hasta los policías, desde los agentes de los gobiernos locales hasta los médicos, desde los gestores del territorio hasta los jueces, es necesario extender criterios comunes sobre la gobernanza para la prevención y atención de todas las formas de violencia. Por lo general, las administraciones están organizadas en filiales sectoriales, verticales, con cadenas jerárquicas relativamente largas. Cada estructura trabaja por su lado en función de una delimitación de los problemas y de las competencias que le corresponden. Por suerte, en ocasiones, el funcionamiento real es más inteligente que los organigramas y se establecen múltiples contactos entre funcionarios en lo concreto. Así parece ocurrir en algunas instancias de atención de la violencia familiar en la Provincia donde el nivel de articulación personal entre los gestores involucrados es lo que ha permitido que los Programas sigan en funcionamiento. Cuando los operadores se conocen no necesitan atravesar los pasos administrativos, sino que se llaman por teléfono y resuelven expeditivamente los casos. Construir un Esquema de Gobernanza en Prevención y Atención de la violencia no significa necesariamente gastar muchos recursos. Más bien, implica articular y optimizar aquellos existentes, estableciendo funciones claras y precisas y aunando criterios que permitan a cada funcionario saber en qué condiciones, cuándo dónde y cómo se deriva un caso, o cuándo y cómo debe darle tratamiento directo. Pero la filosofía general sigue siendo la verticalidad. Esto ocurre incluso dentro de administraciones locales y está relacionado con la naturaleza y la organización del poder político. Cada ministro, cada intendente, cada comisario trata de tener “sus” servicios bajo “sus” órdenes. En consecuencia, la coordinación siempre se concibe en la cúspide más que en la base, puesto que en la base le haría sombra a los poderes jerarquizados que se ejercen en lo alto de las estructuras sectoriales. 347 Comisión Especial de Violentología 2013 Para crear estructuras y culturas capaces de manejar las relaciones en un esquema de gobernanza, no necesariamente hay que romper las estructuras. Hay que invertir en cambio la manera de funcionar. En una palabra, introducir un funcionamiento matricial que fortalezca resueltamente la relación horizontal en detrimento de la relación vertical. Esta última debería jugar un papel esencialmente funcional: centro de recursos especializados y de verificación de la implementación de los principios rectores. En este sentido, el funcionamiento administrativo de la Provincia debe partir del principio de co- responsabilidad activa. Aplicado a la gobernanza misma, éste lleva a definir los principios rectores de la organización territorial con vistas a que se asuman los desafíos de una prevención y atención de la violencia de manera conjunta y con una clara especificidad acerca del papel que debe cumplir cada sector en cada nivel. El primer paso en la construcción de este esquema es la realización de una cartografía institucional de agencias y actores intervinientes en materia de violencia lo más exhaustiva posible que permita identificar aspectos relevantes para el diseño de dispositivos integrales e integrados. Este rastreo permitirá identificar los recursos disponibles, capacitados, con experiencia y que han aplicado sus propias estrategias, de manera descentralizada y con un amplio conocimiento de las particularidades territoriales, incluyendo dispositivos locales, posibilidades de acceso a la justicia en distintos fueros, concepciones sociales imperantes, obstáculos. En este proceso de co-construcción se deberá dar lugar a la diversidad de experiencias de abordaje y atender las observaciones y obstáculos identificados en la tarea por todos los actores, como forma de establecer consensos, conocer necesidades de capacitación y definir las mejores formas de articulación. 4.3. Formación de Operadores especializados No se puede llevar a cabo una revolución conceptual, cultural e intelectual sin poner a los actores en el centro de la estrategia de cambio. Por eso, el primer paso en el camino de un esquema de gobernanza para la prevención y atención de la violencia en la Provincia consiste en adaptar al personal existente a un cambio en los enfoques y convertirlo en la punta de lanza de dicha transformación. Luego, para construir una política de formación inicial y permanente de los futuros funcionarios. Como en todas las organizaciones que tienen que combinar saberes entre sí y enfrentarse a la complejidad, la calidad de los operadores es 348 Comisión Especial de Violentología 2013 decisiva. Su importancia aumenta con la responsabilidad personal confiada a cada uno de los miembros de la función pública. La primera etapa consistiría en crear, tal como ya hemos dicho, un vasto taller de reflexión transversal en los diferentes tipos de administración para buscar juntos las soluciones concretas de aplicación de los nuevos principios. Todos los niveles de la función pública provincial y territorial tendrían que instaurarse contenidos comunes de formación inicial. La experiencia de las tres Jornadas de Violentología, la notable recepción entre los ciudadanos de la Escuela de violentología de Almirante Brown, y la visita de la Comisión de Violentología al Departamento Judicial de Dolores, mostraron la necesidad de extender el ámbito de impacto de la violentología, sacándola del recinto legislativo y articulándola con los operadores públicos y privados encargados de atender a víctimas de la violencia y/o formular políticas de prevención y mitigación. Por ello, una de las propuesta de la Comisión es la creación de un Programa de Formación en Violentología con miras a establecer un campo in-disciplinario integral que articule los diferentes discursos científicos sobre la violencia con las necesidades de los operadores de políticas públicas de prevención, atención y control de la violencia, ofreciendo elementos para un abordaje complejo y multisectorial del fenómeno, y aportando soluciones para morigerar las relaciones violentas desde la perspectiva de una Cultura de la Convivencia. El Programa estaría destinado a todos aquellos profesionales, funcionarios, docentes y ciudadanos, sin importar su área de formación, interesados en conocer y profundizar en la problemática de la violencia, a partir de un enfoque in-disciplinario e integral. Algunos objetivos del programa serían: - Situar a los participantes en los debates sobre la violencia producidos en el ámbito de las ciencias sociales y humanas, con miras a su comprensión como un fenómeno complejo y poliforme. - Homologar criterios de identificación y tratamiento de las diferentes formas de violencia. - Familiarizar a los cursantes con la legislación existente y con las políticas públicas destacadas de prevención, atención y control de la violencia a nivel municipal, provincial y nacional. 349 Comisión Especial de Violentología 2013 - Promover que los cursantes sean replicadores de la violentología en sus municipios, que sean formadores de otros posibles operarios, facilitando la unificación de criterios de atención y el desarrollo de protocolos entre los actores intervinientes en temas de violencia. 4.4. Creación del Instituto Provincial para el estudio y prevención de la violencia Frente a los tratamientos parciales de la problemática, se hace necesaria la creación de un organismo científico destinado a estudiar la violencia integralmente en sus distintas manifestaciones con el objetivo de desarrollar estrategias de prevención y atención. Por ello la Comisión de Violentología propone la creación del Instituto Provincial para el Estudio y Prevención de la Violencia, entidad autónoma y de carácter técnico, que tendrá a su cargo el seguimiento de las estadísticas e información cualitativa sobre violencia y la elaboración de planes, proyectos y programas tendientes a establecer políticas interinstitucionales en la materia. Se espera que el Instituto sea un espacio plural de participación y articulación entre el Estado, en sus diferentes órdenes, las organizaciones no gubernamentales (ONG’s), las universidades provinciales y la ciudadanía. Dentro de sus funciones estarían: - Elaborar estudios y análisis de la situación de violencia y delito en la provincia y temáticas análogas tendientes a desarrollar estrategias de prevención. - Diseñar un sistema de estadística e información en materia de violencia de utilidad para el cumplimiento de sus funciones o la de otros organismos públicos o privados. - Asistir y colaborar con los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en la implementación de medidas referidas a la atención y prevención de la violencia y el delito. - Actuar como órgano de consulta en materia de su incumbencia - Realizar actividades académicas y de capacitación técnica a los operadores que entienden en temas de violencia en los diferentes sectores. - Editar publicaciones periódicas y especiales, material de información, capacitación y difusión de los temas de su incumbencia y emitir propuestas. - Publicar anualmente un informe conteniendo los protocolos y resultados de sus investigaciones y las conclusiones de las distintas tareas desarrolladas. 350 Comisión Especial de Violentología 2013 - Adelantar labores de coordinación intersectorial de las agencias estatales involucradas en la prevención y atención de la violencia. 4.5 Promoción de una Cultura de la Convivencia en la Provincia 4.6 Extensión del periodo de funcionamiento de la Comisión Especial de Violentología Como se señaló al comienzo de este capítulo, la magnitud de la tarea encomendada a la Comisión excede los recursos y tiempo pautados originalmente. Con miras al cumplimiento de los objetivos por las que fue creada, y frente a la complejidad que implica la coordinación de un Plan Provincial de Prevención y Atención de la violencia de carácter integral, y la puesta en marcha de las recomendaciones propuestas en el presente documento, se recomienda prorrogar el periodo de funcionamiento de la Comisión Especial de Violentología de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia por dos años más a partir de la fecha de su finalización de sesiones en noviembre de 2013. 351 Comisión Especial de Violentología 2013 352 Comisión Especial de Violentología 2013 Aguiar, Elina (1998). “Violencia y pareja”, en Violencia social y Derechos Humanos, Coordinado y compilado por Inés Izaguirre, Buenos Aires, Eudeba, pp. 17-35. Disponible en http://www.iigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/libros Consultado:05/06/2013 Amadou-Mahtar M'Bow (1986). El Correo de la UNESCO, Enero 1986, Año XXXIX. 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