Subido por elboyero

Introduccion al antiguo Egipto

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y Francisco Javier Lomas Salmonte
La prehistoria en el mundo
André Leroi-Gourhan
Los orígenes de la teoría sociológica
María C. Iglesias, Julio R. Aramberri
y Luis R. Zúñiga
ISBN 978-84-460-3070-6
9 788446 030706
www.akal.com
Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia
prima proviene de una gestión forestal sostenible.
Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea Rodríguez
Comprender el pasado
Una historia de la escritura y el pensamiento histórico
Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke
y Felipe Soza
I
ntroducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura
milenaria que creó algunas de las primeras composiciones literarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una
sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en
todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos
–las pirámides–, sus costumbres funerarias –la momificación–, o el
despotismo de sus gobernantes –los faraones, dioses ellos mismos–
son de todos conocidos. No obstante, pocas veces vamos más allá
de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo Egipto encierra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida
–única y sesgadamente– por lo que transmitió el relato bíblico y por
las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos,
griegos y romanos.
Presentamos, pues, una renovada introducción histórica, visualmente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones
más antiguas y cuyo devenir histórico de más de tres milenios cautivó y sigue cautivando la imaginación occidental.
introducción al antiguo egipto
Akal Textos
Introducción
al antiguo Egipto
Antonio Pérez Largacha
Amparo Errandonea Rodríguez
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia
Antigua por la Universidad de Alcalá de
Henares. Reconocido especialista
internacional en Egiptología, ha impartido
docencia en las universidades de Alcalá de
Henares y de Castilla-La Mancha, y
actualmente es profesor de la Universidad
Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de
numerosos artículos y libros consagrados al
Egipto de los faraones, entre sus
publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de
la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las
pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida
en el antiguo Egipto (2004) así como Historia
antigua de Egipto y del Próximo Oriente
(Ediciones Akal, 2007).
Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en
Historia Antigua y Medieval por la
Universidad Autónoma de Madrid, ha
realizado estudios de postgrado en la
especialidad de Egiptología en la Universidad
de Roma–La Sapienza y en la Universidad de
Paris IV–Sorbonne, así como labores de
investigación bibliográfica en el Griffith
Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido
clases de escritura jeroglífica y tomado parte
activa en la coordinación y organización de
congresos y seminarios nacionales e
internacionales, tales como los congresos
ibéricos de Egiptología.
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia
Antigua por la Universidad de Alcalá de
Henares. Reconocido especialista
internacional en Egiptología, ha impartido
docencia en las universidades de Alcalá de
Henares y de Castilla-La Mancha, y
actualmente es profesor de la Universidad
Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de
numerosos artículos y libros consagrados al
Egipto de los faraones, entre sus
publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de
la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las
pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida
en el antiguo Egipto (2004) así como Historia
antigua de Egipto y del Próximo Oriente
(Ediciones Akal, 2007).
Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en
Historia Antigua y Medieval por la
Universidad Autónoma de Madrid, ha
realizado estudios de postgrado en la
especialidad de Egiptología en la Universidad
de Roma–La Sapienza y en la Universidad de
Paris IV–Sorbonne, así como labores de
investigación bibliográfica en el Griffith
Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido
clases de escritura jeroglífica y tomado parte
activa en la coordinación y organización de
congresos y seminarios nacionales e
internacionales, tales como los congresos
ibéricos de Egiptología.
AKAL T EXTO S
42
Maqueta Cubierta
Sergio Ramírez
Diseño Interior
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Reservados todos los derechos.
De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270
del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa
y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización
reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente,
en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica,
fijada en cualquier tipo de soporte..
© Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea Rodríguez, 2016
© Ediciones Akal, S. A., 2016
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Impreso en España
1
El medio geográfico
«Se suele decir que la mayoría de las peculiaridades dignas de
atención en las maneras, costumbres y carácter de una nación son
atribuibles a las características físicas del país.» Así inició Edward
William Lane su obra Maneras y costumbres de los modernos egipcios, escrita entre 1833 y 1835. Con anterioridad Rousseau había
expresado en El contrato social (1762) que «el despotismo conviene a los países cálidos, la barbarie a los países fríos y la buena constitución a las regiones intermedias». Un determinismo geográfico
que explicaba el despotismo del Egipto faraónico y que estaba ya
presente en el relato bíblico y en la admiración ante las pirámides.
Dicho determinismo tenía sus orígenes en Heródoto, quien visitó
Egipto hacia el 450 a.C. Su Aegyptiaca fue durante siglos la principal fuente de información sobre la cultura faraónica, de modo que
cuando en los siglos xviii y xix los exploradores y «arqueólogos»
comenzaron a llegar a Egipto, esperaban hallar una ratificación de
lo que había expresado el padre de la historia: que su riqueza
agrícola emanó de un Nilo benefactor que permitió el desarrollo
de una cultura capaz de construir maravillas bajo un gobierno despótico, que Egipto disponía de una tierra feraz en la que el campesino apenas tuvo que esforzarse por obtener todo aquello que, a los
demás, la tierra –y en cierta medida los dioses– les negaba. Así, su
afirmación de que Egipto era «un don del Nilo» pareció encontrar
una ratificación en las escenas agrícolas que decoran las tumbas,
pero las mismas proceden del ámbito funerario, que tiene su propio decoro y finalidad; garantizar el sustento de la persona allí enterrada, sin reflejar la dura realidad de la vida de los campesinos.
La influencia del medio geográfico fue también la principal
tesis para explicar el origen y características de las llamadas «sociedades hidráulicas». Para Karl Wittfogel el Estado apareció en
regiones áridas para controlar, planificar y explotar los recursos
hidráulicos, resultando en una sociedad burocratizada, mientras
que para Gordon Childe la relación entre tecnología y la obtención de unos excedentes permitió abastecer a artesanos y funcio13
Determinismo geográfico
Egipto, un «don del Nilo»
Paisaje en Tebas oeste donde
se percibe claramente la
división entre desierto y valle
aluvial.
Realidad geográfica
narios, facilitando una especialización que requería la existencia
de un poder central que regulara la producción y distribución de
los productos. Ambas teorías partían de la premisa de un marco
geográfico privilegiado que permitió instaurar un Estado regido
por un rey despótico que solo pudo construir las pirámides oprimiendo a la población. Sin embargo, varias de sus premisas no
son ciertas; la esclavitud –como se entiende en el mundo clásico
y en nuestra sociedad– tuvo poca importancia en la sociedad y
economía faraónica, el rey no siempre fue considerado un dios y
la cultura egipcia no fue hidráulica, ni siquiera contemplaba títulos administrativos relacionados con la existencia de una planificación hidráulica que era realizada a nivel local.
Un medio geográfico, en definitiva, en el que la crecida del
Nilo y la orografía del terreno permitían la existencia de extensos
espacios pantanosos donde crecían el papiro o el loto, donde vivían variadas especies de aves y mamíferos y donde el Nilo posibilitaba la pesca, además de cobijar a cocodrilos o hipopótamos.
Una realidad que los egipcios plasmaron tanto en las pinturas de
sus tumbas como en las formas y atributos de muchos de sus dioses; todos ellos vivían y dependían del mismo marco geográfico, y
debían colaborar a su preservación ante los peligros que existían
más allá del estrecho valle fertilizado anualmente por la crecida
del Nilo. Un valle del Nilo formado por grandes lechos de piedra
14
caliza y arenisca; las piedras más utilizadas en sus edificaciones y
obras de arte asociadas al ámbito de la realeza o los dioses, mientras que el conjunto de la población dependía del adobe para
construir sus casas.
Los desiertos que rodean el valle del Nilo se han considerado
como una barrera que ayudó a su aislamiento y protección, razón
por la que el antiguo Egipto se ha considerado un oasis cultural.
En Mesopotamia el medio geográfico era menos uniforme y convivieron diferentes realidades políticas y sociales, lo que favoreció
un pensamiento más especulativo –aunque fuera mitológico– que
explicara dichas realidades, así como una convivencia y la necesidad de protegerse, al tiempo que, desde el V milenio, existió un
comercio que permitió el tránsito de personas, ideas y tecnología.
En contraste, Egipto constituía, aparentemente, un mundo en sí
mismo que, ciertamente, debía obtener del exterior productos de
los que carecía (madera, metales, especias, aceite…), para lo cual
emprendió un esfuerzo logístico importante; pero no mostró especial curiosidad por conocer –o describir– a otros pueblos cuyas
costumbres y formas de vida fueran diferentes. Pese a todo, en el
Reino Medio, y especialmente en el Reino Nuevo, Egipto se integró en los circuitos comerciales, políticos y diplomáticos del
Mediterráneo oriental, y lo cierto es que ya desde tiempos predinásticos el mundo egipcio había mantenido relaciones con el exterior; de modo que, tal y como está poniendo de manifiesto la
investigación, tampoco puede entenderse la historia del Egipto
faraónico sin conocer y valorar lo que existía y acontecía fuera del
valle del Nilo.
15
Paisaje del valle del Nilo, con
el desierto al fondo, en la
actualidad.
Egipto, ¿un oasis cultural?
Cambios climáticos
Vista del valle del Nilo con la
separación desierto-Nilo.
Un medio geográfico que experimentó modificaciones. Durante el Paleolítico y las primeras fases del Neolítico el clima fue más
húmedo, siendo el valle del Nilo un entorno hostil que comenzó a
ser conquistado y explotado en el IV milenio, cuando comenzaron
a ponerse las bases de lo que sería el Estado y cultura faraónicos.
Una conquista, explotación y convivencia con su entorno que llevó a los egipcios a la convicción de que eran un pueblo bendecido
por unos dioses que también dependían de que se mantuviera un
«orden» que había sido instaurado en la creación frente al caos
circundante. A finales del Reino Antiguo el clima se hizo más
árido y el nivel de las crecidas descendió, lo que pudo influir en los
cambios políticos, sociales y económicos que llevaron a Egipto a
un periodo de división política; las últimas investigaciones también apuntan a cambios en el clima a finales del Bronce Reciente
–el Reino Nuevo–, coincidiendo con la aparición de los llamados
Pueblos del Mar en todo el Próximo Oriente.
Por todo ello la influencia del medio geográfico es evidente,
Kemet (tierra negra) –como se conocían a sí mismos los egipcios–
era un oasis en la geografía del Norte de África, siendo muy tenue
la línea de separación con deshret (tierra roja), ofreciendo el Nilo,
Iteru, un hilo conductor y un sentido de unidad.
16
2
El Nilo
El Nilo, unión del Nilo Azul, del Nilo Blanco y el Atbara,
determina las pautas de asentamiento y organización del trabajo
agrícola. Los egipcios diferenciaron entre el Nilo, Iteru, y las
aguas de la crecida, personificadas en Hapy, estando el calendario
faraónico dividido en tres estaciones; ajet (la inundación), peret
(los meses de la cosecha), y shemu (la estación seca), que coincidían con el ciclo agrícola y favorecían la obtención de unos elevados rendimientos.
La crecida comenzaba en junio –cuando el Nilo podía cruzarse
en algunos lugares a pie–, un periodo de temor al no saber si iba a
ser demasiado elevada o baja, al tiempo que su violencia podía
acarrear destrucciones; y duraba hasta octubre, cuando las aguas se retiraban después de fertilizar los campos con el limo
que arrastraban. Unos meses en los que la
actividad agrícola se detenía –no así la pesca, que podía ser fácilmente practicada
con redes–, periodo que el Estado también
aprovechaba para efectuar expediciones a
minas y canteras, campañas militares o
para utilizar a parte de la población, que
era mantenida por el Estado, en la ejecución de diferentes trabajos. El nivel de la
crecida se conocía gracias a los nilómetros;
una crecida de 6 m se consideraba escasa, y
de 9 m, excesiva, al causar daños en campos y asentamientos y tardar más las aguas
en retirarse, lo que acortaba el periodo de
siembra y cosecha. Las noticias de necrópolis o templos anegados por la crecida son
escasas, lo que puede reflejar la capacidad
de organización, su carácter excepcional o,
por el contrario, que los antiguos egipcios,
17
Crecidas del Nilo
Nilómetro de Asuán.
Utilización del shaduf.
El cultivo de los campos
Irrigación de los campos
como en otros aspectos, no expresaban aquello que temían o podía ser dañino, aunque dependieran de las mismas para vivir.
Las aguas comenzaban a retirarse en octubre, momento de
reparar diques y canales, delimitar los campos y preparar la cosecha, que coincidía con los meses de invierno, lo que ya despertó
la atención en la Antigüedad, ayudándose de animales para hundir las semillas en los campos –ovejas, asnos, cerdos– pero no
bueyes, que hundirían profundamente la semilla impidiendo su
germinación. Unos meses en los que se procedía a regar los campos si era necesario y a proteger los cultivos de las aves –hay escenas en las que se utilizan objetos que emiten ruido para espantarlas, actividad en la que participaban los niños–; también podían
sufrir plagas, por ejemplo de langostas. Unos campos que recibían la visita de los funcionarios para establecer los impuestos
antes de la cosecha, realizada antes de que las altas temperaturas
y la sequía pudiera arruinarlas.
En la estación seca los campos se agrietaban, lo que favorecía
que se airearan y no se salinizasen –problema que sí existió en el
delta mesopotámico–; la posterior crecida limpiaba el suelo de
sales. En estos meses era posible el cultivo de huertos y de pequeños campos transportando el agua a hombros y, desde la XVIII
dinastía, con el shaduf, que permitía elevar el agua. Esta época del
año era también la más propicia para la caza, al acercarse los animales a las fuentes de agua.
Entre Asuán y Menfis (casi 1.000 km), la pendiente del terreno apenas desciende 71 m, y las aguas inundaban las tierras for18
mando lagos y pantanos. El valle del Nilo
tiene una topografía convexa debido a las
deposiciones, lo que elevaba el nivel de
las tierras más cercanas al río y permitía la
creación de cubetas –depresiones naturales– que se inundaban y donde el agua
quedaba retenida para la irrigación, unas
cuencas que creaban una red de canales
naturales secundarios que aseguraban la
El emperador Tiberio
distribución y evacuación de las aguas, por lo que el control de la
haciendo ofrendas después
de los daños causados por
crecida se limitaba a dirigir las aguas altas hacia las cuencas de
una crecida.
recepción; cada segmento del valle dependía de los demás para
recibir y evacuar las aguas. El éxito de la campaña agrícola dependía de la capacidad de las comunidades agrícolas de mantener en
buenas condiciones el canal de conducción para regular las aperturas y cierres de las brechas en los diques que permitían la circulación de las aguas, por lo que el éxito no dependía tanto del llenado de las cuencas como de su evacuación. Las tierras más
fértiles eran las intermedias entre las cercanas al río –demasiado
húmedas para el cultivo de cereales– y las contiguas al desierto –
que solo podían cultivarse en años de grandes crecidas o mediante irrigación.
A lo largo de toda la historia de Egipto
no se constata la existencia de conflictos
entre asentamientos o nomos por el control de las aguas o la explotación de tierras
–quizá en el Primer Periodo Intermedio–,
y nunca se representó la crecida, solo los
campos una vez que las aguas habían vuelto al cauce; quizá por el temor que causaba y, como ya hemos señalado, los egipcios
no representaban lo que temían para que no
adquiriera vida propia. Los asentamientos
estaban cercanos a los recursos acuíferos,
pero también debió de existir un movimiento de población a puntos cercanos
más elevados en algunos momentos, incluso al propio desierto.
Desde tiempos dinásticos el lecho del
Nilo ha aumentado un centímetro cada siglo, por lo que en la Antigüedad el valle
sería más profundo y estrecho, al tiempo
que el curso del Nilo se fue desplazando
hacia el este, provocando la desaparición Representación del nacimiento del Nilo en la isla de Filae con
de asentamientos como Menfis, la capital representación de Hapy.
19
Hapy llevando ofrendas.
Templo de Kom Ombo.
administrativa de Egipto. Los egipcios no sintieron curiosidad por
conocer las fuentes del Nilo; pensaban que estaban en el mundo
subterráneo, brotando entre las rocas de granito en las proximidades de Elefantina y asociadas al dios Khnum, que también moldeaba a la humanidad en su torno de alfarero con barro del Nilo.
Un Nilo que constituía el principal medio de comunicación,
siendo los barcos el medio natural de transporte, tanto en el mundo terrenal como en el funerario-religioso.
El Nilo también marcaba las pautas de asentamiento; al ser la
tierra habitable y cultivable una franja estrecha, impedía la existencia de grandes ciudades como en Mesopotamia. Las ciudades
egipcias más importantes estuvieron relacionadas con la administración –Menfis– o la religión –Tebas.
Igualmente, el Nilo era el principal medio de comunicación y
transporte en las dos realidades geográficas que existieron en Egipto: el Alto y el Bajo Egipto.
20
3
El Alto Egipto y el Bajo Egipto
El Alto Egipto (Ta-shema; Ta = tierra; shema = estrecho), es
un valle aluvial donde la franja de tierra cultivable en ambas
orillas variaba entre 3 y 12 kilómetros de extensión, siendo su
emblema la caña, la primera planta que en las regiones cálidas
brota en los ríos después de una sequía. Entre Elefantina –el
nomo más meridional– y Tebas, el valle está más encajonado, por
lo que sus nomos dependían en mayor medida del nivel de las
crecidas. De estos nomos proceden la mayoría de los textos relativos a hambrunas. En las cercanías de Asiut, en el Egipto medio,
comienza el Bahr Yusuf, un brazo del Nilo que acaba en el lago
del Fayum, para volver a estrecharse el valle del Nilo entre el
Fayum y Menfis.
El origen y prosperidad de algunos nomos está en relación con
su ubicación y relación con las rutas comerciales que, a través de
los uadis, se adentraban en el interior del desierto o llegaban al
mar Rojo. Este pudo ser el caso de Tebas, que controlaba las rutas
más cortas y directas al mar Rojo y a los oasis de Kharga y Dakhla.
En el caso de Elefantina, su prosperidad radicó en ser la localidad
fronteriza con Nubia, de donde partían –y llegaban– las expediciones comerciales y militares, sin olvidar su cercanía a las canteras de granito y diorita. Otros lugares, ubicados en la región más
fértil, siempre tuvieron una importancia religiosa; es el caso de
Abidos, la ciudad de Osiris; de Hierakómpolis, la ciudad de Horus, de donde partió el proceso unificador de Egipto a finales del
IV milenio, y que siempre mantuvo una estrecha relación ideológica con la realeza. Una región en la que las relaciones se limitaban a los oasis del desierto occidental, al mar Rojo o a Nubia,
mundos distantes y poco habitados, por lo que el Alto Egipto fue
siempre la región más tradicional de Egipto. Sus recursos se basaban en el cultivo de cereales, la pesca y la explotación de los
desiertos, donde los egipcios no solo obtenían materias primas;
también ganado, que era trasladado a recintos cerrados para su
explotación y utilización en los rituales de los templos.
21
El Alto Egipto
Alto Egipto
Alto Egipto
el-Lisht
FAYUM
Cocodrilópolis
22 Medenit
Afroditópolis
21 Niret Pehet
el-Lahun
Hawara
Meidum
Heracleópolis Magna
Niret Henet 20
Sharuna
Uabui 19
18 Inety
Oxirrinco
Cinópolis
Inepu 17
Ma-Hed 16
Beni Hasan
Unet 15
Hermópolis Magna
Neyefet Pehet 14
Meir
Deir el-Bersha
el-Amarna
Cusae
Neyefet Henet 13 Asiut
Shutb
Deir el-Gebrawi
El-Ataula
12 Atefet
Setesh11
Uadit 10
Anteópolis
9 Min
Akhmin
Emblemas de los nomos del A.E
Thinis
8
Ta-ur
Bat
Abidos
Dióspolis Parva
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
Nombre egipcio
Abu
Gyeba
Nehen
Uaset
Gebtyu
Iunet
Hut-Sejen
Abdu
Jent-Min
Tyebu
Shashotep
Per-Nemty
Saut
Qesi
Jemenu
Hebenu
Saka
Hutnesut
Per-medyed
Henen Nesut
Shenajen
Tepiju
Nombre griego
Elefantina
Apolinópolis
Hierakómpolis
Tebas
Coptos
Tentyris
Dióspolis Parva
Abidos
Panópolis
Anteópolis
Apoteke
Hieracon
Licópolis
Cusae
Hermópolis M
Teodosiópolis
Cinópolis
Hiponos
Oxirrinco
Heracleópolis M
Cocodrilópolis
Afroditópolis
Nombre árabe
Geziret
Edfú
Kom el-Ahman
Luxor
Qift
Dendera
Hu
el-Arabah
Akhmin
Qau el-Kabir
Shutb
el-Ataula
Asiut
el-Qusiya
Ashmunein
Beni Hasan
el-Qes
Sharuna
Bahnasa
Inhasiya
Medinet el-Fayum
Atfih
Frontera de provincia
1
número de provincia
Nombre de la provincia en egipcio antiguo
Iker
Dendera
Coptos
Nagada
4 Uaset
Armant
CAPITALES DE LOS NOMOS
Nº
6
7
Gebelein
Latópolis
5 Bau
Tebas
Moalla
3 Nehen
Hierakómpolis
Edfú
1 Ta-sety
El-Kab
2 Uteset-Her
Kom Ombo
Elefantina
0
100 km
Capital
Tebas Nombre griego
Otras ciudades de la provincia
Edfú
Capital en algún momento
22
Nombre árabe
Altitud superior a 500 metros
El Bajo Egipto (ta-mehu; Ta = tierra; mehu = papiro), de paisaje más abierto, mantuvo contactos con el Levante desde tiempos
protodinásticos. Al Delta oriental llegaban las caravanas comerciales, las poblaciones ganaderas en busca de pastos, y grupos nómadas que buscaban asentarse. En los textos posteriores a los periodos intermedios son habituales las referencias a la llegada de
asiáticos durante los mismos, siendo una de las primeras acciones
que dicen realizar los reyes que reunifican Egipto el proceder a su
expulsión y a proteger las fronteras, expresiones que deben examinarse desde la óptica de la justificación política e ideológica y
no entenderse en el sentido de que el Delta oriental fue una constante fuente de inestabilidad. Un Delta oriental donde comenzaba
el Camino de Horus, utilizado por las expediciones comerciales y
militares para acceder al Levante, y en el que existían pequeños
enclaves y fortalezas que servían de descanso y protección. La
realidad del Delta occidental era opuesta; era la frontera con los
libios (tjehenu) –término que quizá deba entenderse como «tierras
y poblaciones que habitan el desierto occidental»–, quienes solo
constituyeron una amenaza para Egipto desde comienzos de la
XIX dinastía; Ramsés II erigió una serie de fortalezas que no pudieron impedir su posterior entrada en Egipto.
El principal problema del Delta es el asentamiento, realizado en
geziras, pequeñas elevaciones en el terreno. Su principal actividad
económica fue la ganadería, pero también la caza de aves que migraban anualmente y la pesca, junto a cultivos como la vid que
fueron introducidos desde el Levante. Un Delta que representa el
63 por 100 de la tierra habitable y que en la actualidad tiene dos
ramificaciones, el brazo Rosetta y el Damieta, pero que en época
ramésida tenía cinco, cuyo curso era cambiante debido a las deposiciones del Nilo y la nula inclinación del terreno, lo que explica
el abandono de algunos asentamientos y el desarrollo de otros.
Este fue el caso de Avaris (Tell el-Dab’a), capital de los hicsos durante el Segundo Periodo Intermedio y que, en tiempos de Ramsés II, debió ser abandonada por Qantir, la bíblica Pi-Ramsés, que
a su vez fue abandonada a comienzos del Tercer Periodo Intermedio por Tanis. Igualmente, debemos tomar en consideración que
ciudades como Buto o Tell el-Dab’a, actualmente en el interior del
Delta, fueron en la Antigüedad prósperos puertos.
Una red de brazos y canales, pues, que también eran un obstáculo para las comunicaciones y donde las enfermedades pudieron ser más frecuentes debido a una mayor humedad y a inviernos más fríos y lluviosos, aunque no sabemos si enfermedades
como la malaria llegó a ser endémica. La costa mediterránea era
muy pantanosa y, en los textos, la expresión «gran verde» (wadj
wer) puede referirse a los lagos y lagunas del Delta, pero también
23
El Bajo Egipto
Asentamientos en el Bajo
Egipto
Bajo Egipto
12
Buto
7
Damanhur
3
17
Tell Balamun
6
5
15
Sois
Sais
Sebennitos
Hermópolis
Busiris
Kom el-Hisn
Naucratis
4
Athribis
Nombre en egipcio antiguo
Nº
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
Ineb Hed
Hepes
Imenetet
Net resy
Net mehet
Hasuu
Ua m huu Imenet
Ua m huu Iabet
Indety
Kem ur
Heseb
Teb necheret
Heka ad
Henet Iabet
Heb
Hat mehet
Behedet
Imet hedet
Imet pehet
Seped
Dashur
1
Saqqara
1
el-Lisht
Ríos
número de provincia
Nombre de la provincia en egipcio antiguo
Tell el-Mashkuta
13
Cairo
Menfis
0
8
Heliópolis
Abu Roash
Giza
Abusir
Nombre
14
20
Bubastis Saft el-Hinna
18
10
2
Letópolis
Tanis
Sile
Pi Ramsés/Qantir
Avaris/Tell el-Dab’a
11
9
19
Mendes
Leontópolis
Emblemas de los nomos del Bajo Egipto
NOMOS
16
50 km
CAPITALES DE LOSNOMOS
Nº Nombre egipcio Nombre griego Nombre árabe
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
Mennefer
Jem
Imu
Petjeka
Sau
Jasu
Per Haneb
Per Atum
Per Usir
Hut Her Ib
Taremu
Tyeb Necher
Iunu
Tyaru
Baj
Dyedet
Semabehdet
Per Bastet
Dyanet
Per Sobek
Menfis
Letópolis
Apis
Naucratis
Sais
Sois
Metelis
Heroónpolis
Busiris
Athribis
Leontópolis
Sebennitos
Heliópolis
Sile
Hermópolis. P
Mendes
Dióspolis
Bubastis
Tanis
Arsinoe
Mit Rahina
Ausim
Kom el-Hisn
Kom el Gieif
Sa el-Hagar
Saja
Damanhur
Tell el-Masjuta
Abu Sir Bana
Tell Atrib
Tell el-Muqdam
Samanud
Matariya
Tell Abu Seifa
Baqliya
Tell el-Ruba
Tell el-Balamun
Tell Basta
San el-Hagar
Saft el-Henna
Capital
Edfú
Otras ciudades de la provincia
Tebas Nombre griego
Capital en algún momento
24
Nombre árabe
al Mediterráneo, aunque esto último es objeto de debate: en
ocasiones se afirma que podía ser atravesado a pie. Muchos de
los nombres y divinidades de sus nomos están relacionados con
el ganado.
Dos realidades geográficas que, en definitiva, pertenecían a
una misma entidad geográfica y cultural, aunque en tiempos protodinásticos tuvieran dinámicas culturales distintas y el medio
geográfico fuera tan diferente. Estos contrastes se plasmaron en la
concepción dual característica del mundo faraónico, con coronas, dioses y emblemas para cada entidad pero que, reunidos, resaltaban el poder del rey sobre el conjunto de Egipto. Los textos
también mencionan diferencias entre ambas regiones –como la
confusión que un hombre del Delta podía sentir en Elefantina–,
reflejo de una realidad en la que cada región presentaba dinámicas y manifestaciones particulares.
25
Concepción dual
Índice general
Cronología...................................................................................................................
Introducción................................................................................................................
5
11
1. El medio geográfico............................................................................................
13
2. El Nilo................................................................................................................
17
3. El Alto Egipto y el Bajo Egipto.........................................................................
21
4. Desiertos y oasis................................................................................................
27
5. Nubia..................................................................................................................
31
6. Escritura.............................................................................................................
37
7. El sentido de historia de los antiguos egipcios.................................................
41
8. Fuentes escritas para la historia de Egipto.......................................................
45
9. La arqueología en Egipto...................................................................................
49
10. La concepción del mundo..................................................................................
53
11. El sol y el mito de Osiris...................................................................................
57
12. Principios de la realeza......................................................................................
61
13. Coronas y símbolos de poder............................................................................
65
14. El periodo predinástico. Badari, el-Omari, Merimde, Nagada I y Maadi.......
69
15. El periodo predinástico II. Nagada II y la dinastía 0......................................
73
16. La paleta de Narmer y otros objetos protodinásticos......................................
77
317
17. Las dinastías I-II................................................................................................
81
18. La III dinastía. Djoser.......................................................................................
85
19. La pirámide escalonada de Saqqara...................................................................
89
20. La IV dinastía....................................................................................................
93
21. Las pirámides de Giza........................................................................................
97
22. La V dinastía...................................................................................................... 101
23. La VI dinastía.................................................................................................... 105
24. Relaciones exteriores del Reino Antiguo......................................................... 109
25. Auge y declive del Reino Antiguo.................................................................... 113
26. La religión en el Reino Antiguo....................................................................... 117
27. El arte en el Reino Antiguo.............................................................................. 121
28. El Primer Periodo Intermedio........................................................................... 125
29. El legado del Primer Periodo Intermedio......................................................... 129
30. El Reino Medio. La XI dinastía........................................................................ 133
31. Los comienzos de la XII dinastía...................................................................... 137
32. Sesostris III y el final de la XII dinastía.......................................................... 141
33. La XIII dinastía y el comienzo del Segundo Periodo Intermedio................... 145
34. El Reino Medio y el exterior............................................................................. 151
35. Realeza, literatura y cultura.............................................................................. 157
36. La religión en el Reino Medio........................................................................... 161
37. El arte en el Reino Medio................................................................................. 165
38. El Segundo Periodo Intermedio........................................................................ 169
39. Tebas, la XVII dinastía y la unificación........................................................... 173
40. Los inicios de la XVIII dinastía........................................................................ 177
41. Hatshepsut......................................................................................................... 181
42. Tutmosis III....................................................................................................... 185
43. Amenofis II y Tutmosis IV............................................................................... 191
44. Amenofis III....................................................................................................... 195
45. Valoración de la XVIII dinastía hasta Akhenatón.......................................... 199
318
46. Los templos egipcios. Karnak........................................................................... 203
47. Religión y costumbres funerarias de la XVIII dinastía................................... 209
48. El arte de la XVIII dinastía............................................................................... 213
49. El periodo amarniense....................................................................................... 217
50. Arte y religión amarniense................................................................................ 223
51. El contexto internacional. El archivo de el-Amarna....................................... 227
52. Tutankhamón, Ay y Horemheb........................................................................ 231
53. Los comienzos de la XIX dinastía..................................................................... 235
54. Ramsés II........................................................................................................... 241
55. La batalla de Qadesh y el contexto internacional............................................ 245
56. El final de la XIX dinastía................................................................................. 249
57. La XX dinastía. Ramsés III............................................................................... 253
58. Los Pueblos del Mar.......................................................................................... 257
59. El final de la XX dinastía. Los ramésidas......................................................... 261
60. El imperialismo y militarismo egipcios............................................................. 265
61. Cultura y sociedad en el Reino Nuevo. La piedad personal y la literatura... 269
62. Costumbres funerarias y literatura funeraria en el Reino Nuevo................. 273
63. La comunidad de Deir el-Medina..................................................................... 277
64. El Tercer Periodo Intermedio. Las dinastías XXI-XXII................................. 281
65. Las dinastías XXIII-XXV................................................................................. 287
66. La XXVI dinastía. El renacimiento saíta......................................................... 291
67. Del primer dominio persa a la conquista de Alejandro Magno....................... 295
68. Alejandro Magno y el Egipto ptolemaico......................................................... 299
69. El Egipto romano............................................................................................... 303
70. La pervivencia del Egipto faraónico................................................................. 307
Bibliografía.................................................................................................................. 311
Glosario....................................................................................................................... 315
319
Akal Textos
Otros títulos publicados
Teoría social
Veinte lecciones introductorias
Hans Joas y Wolfgang Knöbl
Economía política mundial
Enrique Palazuelos (dir.)
Ciencia política con perspectiva de género
Alba Alonso y Marta Lois González (coords.)
El oficio de historiador
Estudiar, enseñar, investigar
Enrique Moradiellos
Comprender el pasado
Una historia de la escritura y el pensamiento histórico
Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke
y Felipe Soza
Arqueología
Teorías, métodos y prácticas
Paul Bahn y Colin Renfrew
Historia de Grecia en la Antigüedad
Francisco Javier Gómez Espelosín
Historia contemporánea de España, 1808-1923
VVAA
Manual de crítica textual y edición de textos
griegos
Alberto Bernabé y Felipe Hernández
Manual de gestión del Patrimonio Cultural
María Ángeles Querol
Historia de Roma
Pedro López Barja de Quiroga
y Francisco Javier Lomas Salmonte
La prehistoria en el mundo
André Leroi-Gourhan
Los orígenes de la teoría sociológica
María C. Iglesias, Julio R. Aramberri
y Luis R. Zúñiga
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Otros títulos publicados
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Veinte lecciones introductorias
Hans Joas y Wolfgang Knöbl
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Enrique Palazuelos (dir.)
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Alba Alonso y Marta Lois González (coords.)
El oficio de historiador
Estudiar, enseñar, investigar
Enrique Moradiellos
Arqueología
Teorías, métodos y prácticas
Paul Bahn y Colin Renfrew
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Francisco Javier Gómez Espelosín
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VVAA
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griegos
Alberto Bernabé y Felipe Hernández
Manual de gestión del Patrimonio Cultural
María Ángeles Querol
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Pedro López Barja de Quiroga
y Francisco Javier Lomas Salmonte
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Los orígenes de la teoría sociológica
María C. Iglesias, Julio R. Aramberri
y Luis R. Zúñiga
ISBN 978-84-460-3070-6
9 788446 030706
www.akal.com
Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia
prima proviene de una gestión forestal sostenible.
Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea Rodríguez
Comprender el pasado
Una historia de la escritura y el pensamiento histórico
Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke
y Felipe Soza
I
ntroducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura
milenaria que creó algunas de las primeras composiciones literarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una
sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en
todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos
–las pirámides–, sus costumbres funerarias –la momificación–, o el
despotismo de sus gobernantes –los faraones, dioses ellos mismos–
son de todos conocidos. No obstante, pocas veces vamos más allá
de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo Egipto encierra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida
–única y sesgadamente– por lo que transmitió el relato bíblico y por
las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos,
griegos y romanos.
Presentamos, pues, una renovada introducción histórica, visualmente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones
más antiguas y cuyo devenir histórico de más de tres milenios cautivó y sigue cautivando la imaginación occidental.
introducción al antiguo egipto
Akal Textos
Introducción
al antiguo Egipto
Antonio Pérez Largacha
Amparo Errandonea Rodríguez
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia
Antigua por la Universidad de Alcalá de
Henares. Reconocido especialista
internacional en Egiptología, ha impartido
docencia en las universidades de Alcalá de
Henares y de Castilla-La Mancha, y
actualmente es profesor de la Universidad
Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de
numerosos artículos y libros consagrados al
Egipto de los faraones, entre sus
publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de
la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las
pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida
en el antiguo Egipto (2004) así como Historia
antigua de Egipto y del Próximo Oriente
(Ediciones Akal, 2007).
Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en
Historia Antigua y Medieval por la
Universidad Autónoma de Madrid, ha
realizado estudios de postgrado en la
especialidad de Egiptología en la Universidad
de Roma–La Sapienza y en la Universidad de
Paris IV–Sorbonne, así como labores de
investigación bibliográfica en el Griffith
Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido
clases de escritura jeroglífica y tomado parte
activa en la coordinación y organización de
congresos y seminarios nacionales e
internacionales, tales como los congresos
ibéricos de Egiptología.
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