Autor El primer versículo de este libro designa a Isaías, el hijo de Amoz, como su autor. El nombre de «Isaías» significa «Jehová es salvación». En cuatro ocasiones Isaías asegura haber tenido la visión y recibido la profecía que contiene este libro. Su nombre también aparece doce veces en 2 Reyes y cuatro en 2 Crónicas. En el Nuevo Testamento el libro de Isaías es citado directamente veintiuna veces y atribuido en cada caso al profeta Isaías. Algunos eruditos, que encuentran dificultades en aceptar las predicciones proféticas que con todo detalle anticipan acontecimientos futuros, han negado que Isaías haya sido el autor de los capítulos Isa_40:1-31; Isa_41:1-29; Isa_42:1-25; Isa_43:1-28; Isa_44:1-28; Isa_45:1-25; Isa_46:1-13; Isa_47:1-15; Isa_48:1-22; Isa_49:1-26; Isa_50:1-11; Isa_51:1-23; Isa_52:1-15; Isa_53:1-12; Isa_54:1-17; Isa_55:1-13; Isa_56:1-12; Isa_57:1-21; Isa_58:1-14; Isa_59:1-21; Isa_60:1-22; Isa_61:1-11; Isa_62:1-12; Isa_63:1-19; Isa_64:1-12; Isa_65:1-25; Isa_66:1-24. Ellos han titulado esta segunda sección como el «Deutero Isaías» (Segundo Isaías), e insisten en que como estos capítulos hablan de cosas que sucedieron después de Isaías, como la cautividad babilónica de Judá, el retorno del exilio y el ascenso de Ciro (el monarca persa que ordenó el regreso del pueblo judío a su tierra, Isa_45:1), deben haber sido escritos más tarde y atribuidos al renombrado profeta. Sin embargo, si se acepta la divina inspiración de las Escrituras y la posibilidad de lo sobrenatural, no hay dificultad alguna para reconocer la unidad del libro y la autoría de Isaías. Después de todo, Isaías y otros profetas de su tiempo profetizaron acontecimientos de la vida de Jesús que ocurrieron setecientos años después. Aún más, los críticos pasan por alto el hecho de que Isaías tuvo acceso al libro de Deuteronomio, el cual predijo tanto la cautividad como el regreso del exilio (Deu_29:1-29; Deu_30:1-20). Si la mención de Ciro (Isa_44:28; Isa_45:1) es un obstáculo, ¿qué decir de Belén, el lugar en que nació Jesús, mencionado y predicho por Miqueas, un contemporáneo de Isaías (Miq_5:2)? Hay otros argumentos que favorecen la existencia de un solo Isaías: 1) palabras y frases clave se distribuyen uniformemente a lo largo de todo el libro; 2) también son uniformes los paisajes y el colorido. La mayor excelencia del estilo literario en la poesía hebrea en los últimos capítulos de Isaías puede ser explicada por el cambio de énfasis, de condena y súplica, a exhortación y consuelo. En todo caso, a pesar de que consideramos evidente que una sola pluma escribió Isaías, al defender esta tesis no pretendemos impugnar la sinceridad de quienes opinan lo contrario. Trasfondo Isaías profetizó en el período más crucial de la historia de Judá e Israel. Tanto el reino del sur como el del norte habían disfrutado casi cincuenta años de creciente prosperidad y poder. Israel, gobernada por Jeroboam y otros seis reyes menores, había sucumbido a las prácticas del culto pagano; Judá, bajo Uzías, Jotam y Ezequías, había mantenido cierta fidelidad formal a la ortodoxia, pero gradualmente habían caído en una seria declinación moral y espiritual (Isa_3:8-26). Se toleraba la existencia de lugares secretos de adoración pagana; los ricos oprimían a los pobres; las mujeres descuidaban a sus familias buscando los placeres de la carne; muchos sacerdotes y profetas se entregaron a las borracheras y a los placeres (Isa_5:7-12; Isa_5:18-23; Isa_22:12-14). Aun cuando Judá experimentó un breve renacimiento espiritual bajo el rey Josías (640–609 a.C.), Isaías comprendía muy bien que el pacto registrado por Moisés en Deu_30:11-20 había sido de tal manera violado, que Judá se enfrentaba inevitablemente al castigo y a la cautividad, como ocurrió en el caso de Israel. Isaías inició su ministerio aproximadamente en la misma época de la fundación de Roma y los primeros juegos olímpicos de los griegos. Las futuras potencias europeas aún no estaban en condiciones para lanzarse a la conquista de lejanas tierras, pero varios imperios asiáticos se proyectaban más allá de sus fronteras. Particularmente Asiria estaba interesada en expandirse hacia el sur y el oeste. El profeta, buen conocedor de la situación internacional, sabía que el conflicto era inminente. Asiria se apoderó de Samaria en el 721 a.C. Fecha Isaías declara que ha profetizado durante los reinados de «Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá» (Isa_1:1). Algunos consideran que recibió el llamado a ejercer como profeta en el año en que murió el rey Uzías, lo cual ocurrió aproximadamente en el 740 a.C. (Isa_6:1; Isa_6:8). Sin embargo, parece que se inició como tal durante la última década del reinado de Uzías. Como menciona la muerte del rey asirio Senaquerib, quien falleció alrededor del 680 a.C. (Isa_37:37-38), debe haber sobrevivido a Ezequías algunos años. Según la tradición, Isaías fue martirizado durante el reinado de Manasés, el hijo de Ezequías. Muchos creen que la frase «fueron... aserrados» de Heb_11:37 es una referencia a la muerte de Isaías. Puede ser que la primera parte del libro haya sido escrita en los primeros años de la actividad pública de Isaías, en tanto los últimos capítulos después de haberse retirado de ella. Si Isaías comenzó a profetizar alrededor del 750. a.C., su ministerio debe haberse desarrollado simultáneamente, durante un breve período, al de Amós y Oseas en Israel, así como al de Miqueas en Judá. Propósito Uno de los propósitos de Isaías fue declarar el descontento de Dios por los pecados de Judá, Israel y las naciones vecinas. Casi todas las palabras hebreas que designan al pecado son utilizadas por el profeta. Al mismo tiempo, intentaba inducir al pueblo de Dios a apartarse de su desobediencia a fin de evitar el desastre que se avecinaba, un esfuerzo que alcanzó sólo un éxito limitado. Sin embargo, quizás su propósito principal fue sentar las bases de la esperanza y la promesa que en el futuro guiarían al remanente fiel del pueblo de Dios. Así, el libro está lleno de promesas de restauración y redención, de la segura venida del Mesías, de la salvación de todas las naciones y del triunfo de los planes de Dios pese a los intervalos de sufrimiento. Aplicación personal Ningún libro del Antiguo Testamento, con la posible excepción de los Salmos, habla con tanto poder y propiedad a la iglesia contemporánea como Isaías. Isaías ha sido llamado el «profeta mesiánico» y «el profeta evangélico». Profetizó para todas las épocas al predecir tanto la primera como la Segunda Venida de Cristo. Su nombre significa «salvación», una salvación que alcanza no sólo a sus contemporáneos, sino a todos los pueblos y naciones en los siglos por venir. Esta salvación proviene de un Redentor que ha pagado por los pecados de los hombres; se trata siempre de una salvación vicaria obtenida por gracia. El período abierto por la profecía de Isaías no se cerrará sino hasta que el Hijo de David sea exaltado al trono de la gracia sobre su reino en paz (Isa_2:1-5; Isa_11:1-9; Isa_42:1-4; Isa_61:1-11; Isa_65:17-25; Isa_66:22-23). El mensaje de Isaías es tan poderoso hoy como lo fue en su tiempo. Representa un rayo de santidad en medio de la sordidez de los pecados de Israel; llamó a sus contemporáneos a dejar de practicar la injusticia social, la tolerancia carnal, a abandonar su confianza en el poder de la carne, y las hipocresías de su religiosidad formal. También advirtió sobre las consecuencias que sobrevendrían si continuaba el pecado. Cristo revelado Después de su resurrección Jesús caminó con dos de sus discípulos y, «comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Luc_24:27). Seguramente que en esa ocasión debe haber citado ampliamente el libro de Isaías, porque diecisiete capítulos de su libro contienen profecías relacionadas con el Mesías. En Isaías se habla de Cristo como «Señor», «Renuevo de Jehová», «Emanuel», «Consejero maravilloso», «Dios poderoso», «Padre eterno», «Príncipe de paz», «Raíz de Isaí», «Piedra angular», «Rey», «Pastor», «Siervo de Jehová», «Elegido», «Cordero de Dios», «Redentor» y «Ungido». El capítulo Isa_53:1-12 es la más grande profecía del AT sobre la obra redentora del Mesías. Ningún texto de la Biblia presenta de una manera más completa el propósito de la muerte vicaria de Cristo que este capítulo. Se le cita directamente nueve o diez veces por los autores del Nuevo Testamento: Isa_52:15 (Rom_15:21); Isa_53:1 (Jua_12:38; Rom_10:16); Isa_53:4 (Mat_8:17); Isa_53:5 (Rom_4:25; 1Pe_2:24); Isa_53:7-8 (Hch_8:32-33); Isa_53:9 (1Pe_2:22); Isa_53:10 (1Co_15:3-4); Isa_53:12 (Luc_22:37). Hay muchos otros detalles no citados directamente, de la profecía contenida en el capítulo Isa_53:1-12, que se cumplen en el Nuevo Testamento. El Espíritu Santo en acción En el libro de Isaías se menciona específicamente el Espíritu Santo en quince ocasiones, sin contar las referencias al poder, los efectos o la influencia del Espíritu. Hay tres categorías generales bajo las cuales se puede describir la obra del Espíritu Santo: 1. El Espíritu ungiendo al Mesías y dándole su poder a fin de que reine sobre el trono de David (Isa_11:1-12); como el Siervo sufriente del Señor, quien sanará, iluminará y traerá justicia a las naciones (Isa_42:1-9); como el Mesías en ambos advientos (Isa_61:1-3; Luc_4:17-21). 2. El Espíritu se derrama sobre Israel para permitirle una restauración triunfal, tal cual ocurrió en Éxodo (Isa_44:1-5; Isa_63:1-5), protegerlo de sus enemigos (Isa_59:19), y preservar el pacto entre Israel y Jehová (Isa_59:21). Sin embargo, Israel debe cuidar de no rebelarse y agraviar al Espíritu Santo (Isa_63:10; Efe_4:30). 3. La obra del Espíritu en la creación y la preservación de la naturaleza (Isa_40:13; véase también Isa_48:16). El Señor Jesús, cuyo ministerio terrenal se llevó a cabo en el poder y la unción del Espíritu Santo, como Isaías había profetizado, prometió derramar su Espíritu sobre la Iglesia a fin de dotarla del poder necesario para llevar a cabo la obra de la Gran Comisión. Los Setenta Años de Cautividad y el Periodo Pos-Cautiverio El imperio mundial babilónico se extendió hasta el 539 a.C., cuando Ciro capturó Babilonia. Fue él quien promulgó el edicto permitiendo que los cautivos volviesen a la tierra de Israel. Una expedición volvió bajó la dirección de Zorobabel en el 538 a.C., y otra bajo Esdras en el 458 a.C. Darío el Medo reinó desde el 538 - 536 a.C. El imperio medo-persa continuó hasta el 333 a.C. cuando los griegos, bajo Alejandro Magno, ganaron el dominio mundial. Los setenta años de cautividad se extendieron desde la caída de Jerusalén en el 586 a.C. hasta la reconstrucción del templo en el año 516 a.C.