Subido por Graciela Boschi

Los juicios a las brujas de Salem

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Los juicios a las brujas de
Salem: el capitalismo y el
patriarcado condenan a las
mujeres
El 1 de marzo de 1692 se iniciaron los trágicos juicios a las
mujeres acusadas de brujería en un poblado de Nueva Inglaterra.
Sin ninguna prueba, con testimonios arrancados bajo tortura,
fueron condenadas cerca de 200 personas y 20 murieron
ahorcadas.
Ricardo Farías
Docente
Jueves 1ro de marzo de 2018 | Edición del día
La ciudad de Salem era una colonia británica en el territorio norteamericano
que más tarde será bautizado Massachusetts. Desde marzo hasta el 22 de
septiembre de 1692 se irán sucediendo una serie de juicios donde
condenarán a cientos de personas acusadas de practicar brujerías o de
relacionarse con quienes lo hacían. Los procesos arrancan cuando dos niñas
empiezan a tener comportamientos extraños y confiesan haber sido
poseídas por el demonio; pero de fondo lo que había eran intereses
contrapuestos entre acusadores y acusados. Si bien el proceso dura hasta el
año siguiente, los últimos asesinatos se darán el 22 de septiembre y se
presentarán como casos ejemplificadores para quienes se atrevan a
cuestionar el orden social y religioso en la sociedad de esa época. La
persecución y la caza de brujas fue en ese momento histórico un método de
control social utilizados por los Estados en directa relación con la iglesia,
que había hecho de la Inquisición, la institución mas eficaz para combatir lo
que consideraban herejías en varios países de Europa.
La quema de brujas en Europa y América
Los primeros casos de caza de brujas datan de 1450 en Europa, ya
finalizando la Edad Media. Sus víctimas fueron mayoritariamente mujeres
y han sido poco estudiados por los historiadores. Según la historiadora
Silvia Federici en “Calibán y la bruja”, estos sucesos que se dieron en
forma contemporánea al exterminio de las poblaciones de América, los
cercamientos ingleses, el comienzo de la trata de esclavos, la promulgación
de leyes sangrientas contra los vagabundos y mendigos, alcanzaron el punto
culminante en el interregno de la transición entre el fin del feudalismo y el
despegue capitalista “cuando los campesinos de Europa alcanzaron el punto
máximo de su poder, al tiempo que sufrieron su mayor derrota histórica”.
Tomando desde la fecha indicada hasta 1750, que son los últimos que se
registran, se calcula que fueron quemadas cientos de miles de mujeres
acusadas de brujerías. Esta matanza de mujeres tuvo un gran impacto en el
desarrollo de países como Francia, Alemania, Suiza, Inglaterra, España e
Italia, que empezaban a conformarse como Estados nacionales modernos.
Un caso muy famoso fue el de Juana de Arco en Francia, que luego de ser
heroína en muchas batallas guerreras, fue capturada y juzgada por “bruja”.
¿Cuáles eran los motivos por los que se acusaba de brujería a las mujeres de
esa época histórica? En esto, tantos las naciones católicas que ejercieron
una gran influencia en toda la Edad Media, como las protestantes (que
empiezan a adquirir influencia a mediados del siglo XVI), enfrentadas por
intereses económicos y políticos, se unieron para perseguir a las mujeres
consideradas brujas. A pesar de que no se cuentan con los testimonios de
las víctimas de la época, porque los juicios casi nunca eran registrados, se
sabe que las acusadas eran mujeres rebeldes que cuestionaban las
costumbres de la época, discutían y vivían libremente su sexualidad, fuera
de los vínculos del matrimonio y su reproducción. Como señala Federici,
“la caza de brujas fue, por lo tanto, una guerra contra las mujeres; fue
intento coordinado de degradarlas, demonizarlas y destruir su poder social.
Al mismo tiempo, fue precisamente en las cámaras de tortura y en las
hogueras en las que murieron las brujas donde se forjaron los ideales
burgueses de feminidad y domesticidad”.
Si Federico Engels señaló que la composición de la familiar nuclear en las
sociedades donde hicieron su aparición el Estado y la propiedad privada,
fue la “derrota histórica del sexo femenino a nivel mundial”, se podría decir
que la caza y quema de brujas fue otra gran derrota para las mujeres, que se
potenció hasta niveles insoportables en el capitalismo.
Los Juicios de Salem y los móviles que los animaron
Después de lo que decimos sobre las mujeres y la caza de brujas ¿se puede
considerar a los juicios de Salem como simples acusaciones a “brujas” que
buscaban el mal en sus víctimas? Algunos de los acusadores, como es el
caso de la familia Putnam, querían crear una nueva iglesia en el pueblo y
muchos aldeanos se opusieron, porque de esa forma deberían pagar más
impuestos. Casualmente los Putnam fueron los principales instigadores de
las acusaciones de brujería.
Los que se negaron a declarar en los juicios fueron torturados y murieron
apedreados. Las infundadas acusaciones, por el hecho de que eran
imposibles probarlas, implicaban que pudiera ser castigada cualquier tipo
de protesta de la época, con el fin de generar sospecha sobre cualquier
crítica a aspectos de la vida cotidiana.
Los procesos de Salem en particular y la caza de brujas en general han sido
utilizados para acallar cualquier voz de protesta, de rebeldía, de
cuestionamiento hacia las injusticias de la sociedad, que tanto en la Edad
Media como en la actualidad, tienen a las mujeres como las principales
víctimas. Nuevamente Silvia Federici sostiene en su citado libro: “Lo que
todavía no se ha reconocido es que la caza de brujas constituyera uno de los
acontecimientos mas importantes del desarrollo de las sociedad capitalista y
la formación del proletariado moderno. El desencadenamiento de una
campaña de terror contra las mujeres, no igualada por ninguna otra
persecución, debilitó la capacidad de resistencia del campesinado europeo
al ataque lanzado en su contra por la aristocracia terrateniente y el Estado;
en una época, cabe recordar, en que la comunidad campesina comenzaba a
desintegrarse bajo el impacto combinado de la privatización de la tierra, el
aumento de los impuestos y la extensión del control estatal sobre todos los
aspectos de la vida social”.
El capitalismo no hizo más que traer penurias a las mujeres de las clases
populares. A la opresión que sobre ellas pesaba, se le sumaron nuevas
formas de explotación: trabajo precario, doble jornada laboral en el trabajo
y en la casa, menos salario por igual trabajo al que realizan los hombres,
entre otras. Incorporó a las mujeres a la matriz productiva en condiciones
de enorme precariedad, pero contradictoriamente, las reunió en espacios
comunes donde a lo largo del último siglo las mujeres aprendieron a
organizarse y fueron en muchas oportunidades vanguardia de lucha. Esas
experiencias son las que forjaron un grito esperanzador y plantaron
banderas de lucha que hoy son recogidas por aquellas que se proponen
subvertirlo todo y que exigen su "derecho al pan, pero también, a las rosas“.
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