Subido por Cristian Gamarra

BORRADOR DE TESIS

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UCSE – Universidad Católica Santiago del Estero - Sede San Salvador –
Lic. En Ciencias Religiosas
Trabajo
“IDENTIDADES Y PROTAGONISMOS”
en las Comunidades Eclesiales De Base
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INTRODUCCION
Por qué elegí este tema
El presente trabajo, tiene como punto de partida el VII Encuentro Nacional de Comunidades
Eclesiales de Base, realizado en la Provincia de Salta el 1º de Mayo del 2009 bajo el lema:
“CEBs presencia y misión liberadora de Jesús donde el pueblo se juega la vida” en el Estadio
Delmi. Dicha participación en este encuentro fue el disparador para querer desarrollar este
tema y ser objeto de mi futura tesis
La investigación se diagramo dentro de una estrategia de investigación participativa, donde
no solo estuve en carácter de observador sino también de participante. El criterio de
abordaje para iniciar la investigación fue el de entrar en un primer contacto con este hecho
social y religioso dejándome empapar por la vivencia del encuentro siendo el aspecto
sensitivo – afectivo el filtro de la información, para luego avanzar en observaciones mas
detalladas como ser: ambiente general, el motivo u objetivo fundamental que los ha
convocado, con cuanta periodicidad se realiza, la temática que se iba a desarrollar en esta
oportunidad, expositores, la asistencia de participantes, que tipo de participantes se
autoconvocaban, carteleria, folleteria, bibliografía, organización, tiempo, grados de
participación, impacto en la zona, grado de importancia en el ámbito eclesial,etc.
Al continuar con la tarea de buscar un vértice o una ventana desde donde partir la
investigación me vi sorprendido en coincidencias con respecto a palabras repetidas con
gran emoción y profundidad en los diversos talleres, que me hizo vislumbrar desde allí una
posibilidad de análisis. El deseo de una mayor dignidad y reconocimiento en su “identidad”
y cultura, como así también el convencimiento de un “protagonismo” que les permitiera
entrar en los ámbitos donde se generan los cambios para lograr sus objetivos fue la chispa
que me llevo a la pregunta fundamental de este trabajo.
¿Las CEB`s del Barrio Islas Malvinas de la capital, actualmente es un espacio o ámbito donde
el hombre pueda encontrar y desarrollar su Identidad y Protagonismo en el mundo?
Las CEBs del Barrio Islas Malvinas de San Salvador de Jujuy, responden a los ideales primeros
con que fueron concebidas las COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE?
De la cual se desprenden otras preguntas:
 ¿Qué son las Comunidades Eclesiales de Base?
 ¿Cuándo surgen? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cuál es su importancia en la vida eclesial y
pastoral?
 ¿Cuál es su incidencia en el orden social?
 ¿Cuál es su espiritualidad? ¿Quién es su fundador?
Para responder a estos primeros cuestionamientos necesariamente debemos partir
ordenadamente y clarificar lo que se concibe por comunidades eclesiales de base, cuales
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son los resortes que mueven y hacen posible estas manifestaciones o hechos eclesiales, y
también como se manifiestan, desarrollan y trabajan en nuestra provincia, especialmente
en el Barrio Islas Malvinas.
Nos parece necesario también abordar la temática sobre la identidad y el Protagonismo
(dos categorías a trabajar) desde el punto de vista socio - antropológico.
Al hablar de identidad, también, debem0s referirnos a la identidad ofrecida por el
cristianismo, ya que éstas pertenecen a la confesión cristiana. Es por esto que buscaremos
clarificar desde la teología y la doctrina por ella ofrecida y reflexionada.
En cuanto al método de trabajo se trabajara dentro del proceso de investigación
cualitativa.
Se realizaran trabajos de participación pasiva en los grupos, en carácter de observador,
entrevistas, sondeos, se contara con material bibliográfico para profundizar en esta tarea.
Para este trabajo me planteo objetivos a nivel General como así también Específicos, que
me orientaran en la tarea.
Objetivo General
Lograr evidenciar si en las Comunidades Eclesiales de Base del Barrio Islas Malvinas, se
brindan y se promueven espacios de reconocimiento y expresión de la identidad
Objetivos Específicos
Descubrir cuales son las identidades que buscan manifestarse y ser reconocidas en todos
los ámbitos de la sociedad a través de las comunidades eclesiales de base del Barrio Islas
Malvinas
Este trabajo de investigación espera ser un aporte constructivo a las comunidades eclesiales
de base, esperando que les sea útil a la hora de una mirada interior y discernimiento
comunitario y su importante papel en la Iglesia, como así también en la sociedad. No tiene
el propósito de ser completo, abarcativo y exhaustivo en sus análisis, sino un aporte mas a
la larga reflexion sobre la materia. Todo este trabajo esta puesto como material de
consulta, así como también expuesta a la consideración, corrección, crítica y aporte de
quienes quieran usar este material como ayuda y camino de reflexion en otros trabajos
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COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE
¿Qué son?
Se entiende por Comunidad Eclesial de Base (CEBs) un grupo pequeño en el cual sus
integrantes:




se conocen,
comparten su vida,
celebran su fe y
se ayudan mutuamente a vivir plenamente su compromiso en la construcción del
Reino.
La Iglesia es el Pueblo de Dios y en cada momento histórico va descubriendo e
implementando nuevas formas de organización que ayuden a interiorizar los valores
evangélicos, ofreciendo una respuesta a los signos de los tiempos.
Las CEBs son consideradas una de las realizaciones más originales y esperanzadas de la
eclesiología del Vaticano II, aunque en sí no las menciona pero traza las líneas teológicas
que darán origen a su creación y desarrollo posterior. La Iglesia Comunidad - Pueblo de Dios
son las categorías que las sugieren, dan la idea de esas pequeñas comunidades.
Las CEBs son una realidad eclesial fuerte y dinámica con arraigo en las Iglesias de distintos
continentes pero especialmente en América Latina, que han tomado diferentes facetas de
acuerdo al lugar y situación, de tal modo que provocan un renacer con la particularidad que
no proviene de las altas esferas sino de la base de la sociedad.
Es la Iglesia en su nivel más humilde, pequeño y vital.
Tienen un perfil que las identifica:
Estas comunidades no son realidades totalmente homogéneas, sino que la riqueza les viene
de su carácter plural en cuanto al modo de encarnarse en culturas y ambientes diversos.
Tienen elementos en común que las configuran como:
 la sencillez,
 una cálida sintonía con el Jesús histórico,
 opción incondicional por los pobres, que no sólo es una actitud solidaria con las
personas, los pobres, sino también un rechazo de la situación de pobreza y a las
causas que la producen,
 La celebración fraterna de la fe y la vida
 y el propósito de trabajar juntos para hacer presente el Reino de Dios, influyendo
en la transformación de las realidades sociales y políticas.
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Su propósito:
El trabajo desde las CEBs es el de la reconstrucción de la Iglesia a partir de su experiencia y
su tradición fundante y original, es recuperar la matriz histórica misma desde los orígenes y
el carácter comunitario del movimiento de Jesús y de las primeras comunidades cristianas.
Se inspiran en las primeras comunidades:
Las Comunidades Eclesiales de Base reproducen, en cierto modo, la estrategia pastoral de
la Iglesia primitiva y algunos rasgos de la primera evangelización latinoamericana. Ellas
quieren ser la expresión actualizada más parecida a las primeras comunidades cristianas
descritas en los Hechos de los Apóstoles:
“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a la
oración… Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y
propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” (Hch. 2, 42-46).
“La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como suyo lo que
poseía, sino que todo lo tenían en común. Dios confirmaba con su poder el testimonio de los apóstoles
respecto de la resurrección del Señor Jesús, y todos ellos vivían algo maravilloso. No había entre ellos
ningún necesitado, porque todo lo que tenían, campos o casas los vendían y ponían el dinero a los pies
de los apóstoles, quienes repartían a cada uno según sus necesidades”. (Hch. 4, 32-36).
Pablo Richard nos dice que el tema de las primeras comunidades en el Nuevo Testamento
no es sólo un tema de teología bíblica sino una teoría específica y global sobre los orígenes
del cristianismo y las Iglesias cristianas. Jesús y sus discípulos fueron fundamentalmente
misioneros itinerantes, pero su acción no se hubiera sostenido sin la construcción de
pequeñas comunidades, casa por casa, pueblo por pueblo. Es en las comunidades donde se
conserva la tradición de Jesús y donde se encarna el Evangelio en la vida y cultura de los
pueblos. Las pequeñas comunidades son las que hacen posible la misión evangelizadora de
los discípulos y las discípulas de Jesús y es desde ellas que nacen las Iglesias que los
apóstoles nos dejaron. Las pequeñas comunidades originarias constituyen el movimiento
de Jesús, desde antes de su muerte hasta la evangelización de todos los pueblos en el
período apostólico.
Es un movimiento especialmente carismático, donde la Palabra de Dios y el Espíritu Santo es
la experiencia fundamental, original y fundante de la Iglesia.
Las C.E.Bs.: en la línea del Concilio Vaticano II, de Medellín y Puebla
La experiencia latinoamericana de las Comunidades Eclesiales de Base brota de la renovada
eclesiología del Concilio Vaticano II. Dice el Concilio:
“La Iglesia avanza con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo y su
razón de ser es actuar como fermento y alma de la sociedad” (GS. nº 40).
Las Comunidades de base “surgen y se desarrollan en el interior de la Iglesia, permaneciendo
solidarias con su vida, alimentadas con sus enseñanzas, unidas a sus pastores. Nacen de la
necesidad de vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia o del deseo de una dimensión
más humana que difícilmente pueden ofrecer la comunidad eclesial, sobre todo en las grandes
ciudades contemporáneas que favorecen el anonimato y la masificación… Se quieren reunir
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para escuchar la Palabra de Dios, para los sacramentos, el ágape fraternal de las personas que
la vida misma encuentra ya unidas en la lucha por la justicia, la ayuda fraterna a los pobres, la
promoción humana”… (Pablo VI. E.N. n. 58)
La doctrina de PUEBLA sobre las CEBs. es muy rica y abundante: Extractamos algunas ideas
al respecto:









Las CEBs. son “puntos de partida en la construcción de una nueva sociedad”.
“Focos de evangelización y motor de liberación y desarrollo”.
“Expresión del amor preferente de la Iglesia por el pueblo sencillo”.
Las CEBs. “explicitan la vocación de comunión con Dios y con sus hermanos”.
“Ofrecen posibilidad concreta de participación en la tarea eclesial y en el
compromiso transformador del mundo”.
En las CEBs. “se expresa, valora y purifica la religiosidad popular”
“Esas pequeñas comunidades son esperanza de la Iglesia” y “ambiente propicio
para el surgimiento de nuevos servicios laicales”.
“Ellas promueven un compromiso mayor con la justicia en la realidad social de sus
ambientes”
La CEB es una comunidad de fe, esperanza y caridad, celebra la Palabra de Dios en
la vida, a través de la solidaridad y el compromiso con el mandamiento del Señor y
hace presente y actuante la misión de la Iglesia”. (Puebla ns. 641, 642, 643 y 629).
Resumiendo
1. Las CEBs tratan de reactualizar las características y el dinamismo de las primeras
comunidades cristianas, tratando de adaptarlas a los tiempos actuales.
2. Las CEBs nacen inspiradas por la teología renovada del Concilio Vaticano II y por
Medellín y Puebla.
3. La Iglesia las considera como focos de liberación y el ambiente propicio para el
surgimiento de nuevos ministerios laicales.
Digamos algo más sobre las CEBs:
Las CEBs no tienen un “carisma específico” como lo tienen los movimientos en general, sino
vivir la fe en comunidad inspirada en el modelo de Jesús, como vivían las primeras
comunidades cristianas. Reducirlas a un modelo hegemónico las llevaría a constituirse en un
movimiento más de la Iglesia. Debe quedar clara su opción evangélica y preferencial por los
pobres reconociendo el protagonismo de estos en la evangelización. Las integran personas
provenientes de diversos sectores, así como ocurría en las primeras comunidades. Lo que
define el perfil de esta comunidades es la lectura y reflexión de la Palabra de Dios que
ilumina la realidad de la vida a referencia constante a los pobres, el compromiso con la
realidad y la exigencia de la inculturación a diferencia de la comunidad cristiana tradicional
que supone un universalismo abstracto que parte de una concepción de Iglesia que
pretende trascender las realidades corrientes y por eso se desentiende del compromiso por
transformar las estructuras sociales.
La CEB es una realidad viva, supone fe, vida en gracia y lazos humanos, lo que les hace
esforzarse y estimularse mutuamente para vivir el Evangelio y hacerle dar fruto. Al ser
grupos pequeños se da entre sus miembros una relación cercana y familiar y si se puede de
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amistad. Buscan llevar a los hombres a una comunión plena entre si y con Jesús, trabajando
por la promoción de todos los hombres, por su liberación de todo tipo de situación de
injusticia, hacer que todo hombre recupere su dignidad invitándolos a vivir en una auténtica
fraternidad.
Son comunidad: Forman una familia, no hay diferencia entre sus miembros, se reúnen para
compartir el amor y lo hacen con asiduidad. Se comparte la vida, las ideas, se actúa en
común, tienen entre ellos un mismo fin que es buscar la liberación, no son comunidades
cerradas, se abren a sus semejantes manifestando solidaridad con ellos. Están en íntima
relación interpersonal de fe.
Son eclesiales: Se sienten convocadas por Cristo, tratan de vivir tal como lo hacían las
primeras comunidades cristianas, escuchan la Palabra de Dios que los reúne e ilumina,
participan del sacerdocio de Cristo, son Iglesia viva, son esperanza de un renacimiento
eclesial, celebran la fe a partir de la lucha y esperanza del pueblo dando testimonio y
deseando ser fermento de un mundo nuevo, de una sociedad justa y fraterna.
De base: Están constituidas mayoritariamente por gente humilde y por personas que han
tomado una opción de vida que los compromete con la lucha por la justicia y por la
dignidad, partiendo de la situación real del pueblo, buscando adquirir una conciencia crítica
de la realidad tal como se presenta, no queriéndose encerrar en sí mismos sino abrirse a los
intereses de todo el pueblo, queriendo ser semilla de una sociedad justa y solidaria.
Se fueron desarrollando:
Se ha ido haciendo desde la fidelidad al camino original de Jesús una tarea irrenunciable e
impostergable. No está permitido esclavizar al hombre en nombre de un Dios que ha sido
manipulado por el sistema de poder y acomodado a sus intereses. Los pueblos de América
Latina ya no pueden oír ni aceptar aquella exhortación de que cada uno debe cargar con sus
cruces de cada día, que lo importante es vivir con paciencia y resignación y que por tales
cruces llegarán a la luz y a reparar la ofensa hecha a Dios por los pecados propios y los del
mundo. La resignación no es cristiana ni evangélica. El camino a transitar es el seguimiento
y el acto de seguir a Jesús lo hace el hombre y esta praxis la realiza en el único lugar que ha
sido dado para salvarse y para ser libre, LA HISTORIA, esa de la que él es sujeto y actor. Esto
debe quedar claro para no quedarnos con la simple especulación espiritualista, tentación
muy común en la teología clásica. Para que ese seguimiento cobre fuerza debe entenderse
que el hombre es esencialmente hecho para el otro, no para el ensimismamiento. El acto de
seguir a Jesús se realiza en y desde la comunidad en la comunión de intereses para la
liberación. Realidad comunitaria que no se da hecha sino que hay que hacerla. No existen
fórmulas o recetas pre-establecidas para producir comunidades, Jesús no vino a dejarnos
un listado de lo que tenemos que hacer, el vino a enseñarnos cómo hacerlo y este “como”
es tarea imprescindible para el hombre que se sitúa en un lugar geográfico y de tiempo
único y concreto.
La experiencia de seguimiento de Jesús en las CEBs permite identificarse como hombre no
de cualquier manera sino a la manera de Jesús de Nazaret. Ser hombre nuevo en y desde la
comunidad, puesto que la comunidad es el LUGAR ANTROPOLÓGICO típico de donde
emerge el auténtico hombre nuevo: un hombre libre, sujeto de sí mismo y eminentemente
comunitario. En 1982 los obispos de Brasil publicaron un documento que decía que las CEBs
eran “un nuevo modo para la Iglesia de hacerse presente en el mundo”. En L.G. 2 se
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describe a la Iglesia como una realidad dinámica que se va haciendo a lo largo de la historia.
Las CEBs son ícono de la Iglesia, en ellas se nos hace presente la totalidad de la Iglesia en su
comunión, cada una de ellas es “fragmento” en que se nos ofrece el misterio eclesial. Son
un ideal, una meta deseable en toda comunidad sana y robusta. En la IV conferencia
latinoamericana de Santo Domingo se pedía instar a la comunidad para que de ella surjan
animadores de comunidades de base, pequeñas comunidades, asambleas familiares o como
se las quiera llamar.
El Método y la Pedagogía en las C.E.Bs.
El Método Inductivo
El mundo no está hecho para la Iglesia, sino la Iglesia para el mundo. Lo mismo que Cristo
al encarnarse acepta una total humanización, la Iglesia debe humanizarse y orientar,
partiendo de las realidades de la historia.
Desde la base de esa aceptación y esa solidaridad habla el Concilio Vaticano II en la
“Gaudium et Spes”. El Papa Pablo VI define muy bien las líneas de esta nueva orientación
metodológica. Veamos uno de los textos más claros:
“Incumbe a las comunidades cristianas analizar con objetividad la situación propia de cada
país, esclarecerla mediante la luz de la Palabra inalterable del Evangelio, deducir principios de
reflexión, normas de juicio y directrices de acción, según las enseñanzas sociales de la Iglesia tal
como han sido elaboradas a lo largo de la historia (OA.4).
El texto nos señala claramente un cambio metodológico, sin que eso quiera decir que se
cambien los contenidos. Ya no se trata de una “doctrina” que ha de ser enseñada, para que
se aplique indistintamente a situaciones tan diferentes, sino que son las mismas situaciones
las que se convierten en “lugares teológicos” de un discernimiento que habrá de hacerse a
través de la lectura de los “signos de los tiempos”.
Estamos frente a un método no deductivo, sino inductivo. Ya no se deducen consecuencias
partiendo de unos principios abstractos, sino que se comienza por observar la realidad en la
que se llegan a descubrir con la ayuda de esas enseñanzas, unas potencialidades
evangélicas transformadoras.
Nada ha cambiado pero ha cambiado todo. Además, este cambio metodológico no es algo
meramente técnico. Se desprende de la naturaleza misma de la Iglesia que se define, no
como una realidad absoluta, sino por su presencia salvadora en el mundo. El mundo y sus
realidades son el lugar en donde el cristiano discierne las llamadas del Evangelio.
Características del Método Inductivo
El gráfico siguiente nos muestra las distintas instancias que implica este método tan lógico:
Método Inductivo: Ver, Juzgar, Actuar
Ver Objetivamente
• Conocimiento personal directo.
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• Experiencia de otras personas.
• Estudios y análisis científicos.
• Otras lecturas.
• Actitud de aprender.
Juzgar Evangélicamente
A la luz de:
• La Palabra de Dios.
• El Magisterio Ordinario y Extraordinario de la Iglesia.
• La Tradición y el “Sensus Fidelium”
• El Juicio de la comunidad.
• Las motivaciones evangélicas.
Actuar Cristianamente
• Compromiso cristiano personal.
• Compromiso comunitario.
• Labor de concientización.
• Animación pastoral
• Animación promocional.
• Testimonio personal y comunitario.
Las C.E.Bs. tratan de:
• descubrir la realidad sobre la que actúan.
• diagnosticar sobre esa misma realidad con la ayuda de las ciencias humanas y
fundamentalmente a la luz de la FE.
• transformar esa misma realidad según el plan liberador de Dios.
Esta forma de desarrollar una reunión recibe el nombre de “Método Inductivo”, ya que se
parte de los hechos concretos y de los desafíos que nos presenta la vida. No se parte de
principios abstractos o de ideas preconcebida como lo hace el “Método Deductivo”.
ASPECTO SOCIO – ANTROPOLÓGICO
“…Es necesario tomar nuevos impulsos y tener un concepto integral e integrador de las
CEBs, de tal manera que vaya quedando cada vez más CLARA LA IDENTIDAD de su ser Iglesia
de Jesús en la base…”
Hoy, los grandes interrogantes sobre la identidad remiten con frecuencia a la cuestión de la
cultura. Se quiere encontrar cultura en todas partes e identidad para todo el mundo. Se
denuncian crisis culturales como crisis de identidad.
Ahora:
10

¿hay que ubicar el desarrollo de esta problemática en el marco del
debilitamiento del modelo del Estado – nación,

De la extensión de la integración política supranacional y

De cierta forma de globalización de la economía?
Con mayor precisión, la moda identitaria es la prolongación del fenómeno de “exaltación de
la diferencia” que surgió en los años setenta y que fue el resultado de movimientos
ideológicos muy diversos, incluso opuestos, si hacían la apología de la sociedad
multicultural, por una parte, o si, por el contrario, de “cada uno en su casa para seguir
siendo él mismo”, de la otra parte. Es en este marco histórico donde las comunidades
eclesiales de base van surgiendo y van tomando fuerza identitaria también dentro de la
Iglesia. Las comunidades aborígenes o también llamadas originarias son la expresión en
América del sur especialmente de esta realidad
La identidad remite a una norma de pertenencia, necesariamente consciente porque esta
basada en oposiciones simbólica. En el campo de las ciencias sociales, el concepto de
identidad cultural se caracteriza por su polisemia y su fluidez. Para la Psicología Social, la
identidad es una herramienta que permite pensar la articulación de lo psicológico y de lo
social en el individuo.
La identidad social de un individuo se caracteriza por el conjunto de sus pertenencias en el
sistema social: pertenencia de una clase sexual, a una clase etaria, a una clase social, a una
nación, etc. La identidad permite que el individuo se ubique en el sistema social y que el
mismo sea ubicado socialmente. Pero la identidad social no solo concierne a los individuos.
Todo grupo esta dotado de una identidad que corresponde a su definición social, definición
que permite situarlo en el conjunto social. La identidad social es al mismo tiempo inclusión
y exclusión: identifica al grupo (son miembros del grupo los que son idénticos en una
determinada relación) y lo distingue de los otros grupos (cuyos miembros son diferentes de
los primeros en la misma relación). Desde esta perspectiva, la identidad cultural aparece
como una modalidad de categorización de la distinción nosotros/ellos, basada en la
diferencia cultural.
Lo que une a las diversas teorías es una misma concepción objetivista de la identidad
cultural. Se trata en todos los casos de definir y de describir la identidad a partir de cierto
número de criterios determinantes, considerados “objetivos” como: el origen común
(herencia, la genealogía), la lengua, la cultura, la religión, la psicología colectiva (la
personalidad de base), el vínculo con un territorio, etc.
La Concepción Relacional y Situacional
La construcción de la identidad se hace en el interior de los marcos sociales que determinan
la posición de los agentes y por lo tanto orientan sus representaciones y sus elecciones. Por
otra parte, la construcción identitaria no es una ilusión pues esta dotada de una eficacia
social, produce efectos sociales reales. Para Fredrik Barth, hay que buscar aprehender el
fenómeno identitario en el orden de las relaciones entre los grupos sociales. Según el, la
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identidad es un modo de categorización utilizado por los grupos para organizar
intercambios. De esta manera, para definir la identidad de un grupo, lo que importa no es
hacer el inventario del conjunto de los rasgos culturales distintivos, sino encontrar entre
estos rasgos los que son empleados por los miembros del grupo para afirmar y mantener
una distinción cultural.
No hay identidad en si, ni siquiera únicamente para si. La identidad es siempre una relación
con el otro. Dicho de otro modo, identidad y alteridad tiene una parte en común y están en
una relación dialéctica. La identificación se produce junto con la diferenciación. La
identificación puede funcionar como afirmación o como asignación de identidad. La
identidad siempre es un compromiso, una negociación – podría decirse – entre una
“autoidentidad” definida por si misma y una “heteroidentidad” o una “exoidentidad”
definida por los otros.
De acuerdo con la situación relacional, es decir, en particular, la relación de fuerza entre los
grupos de contacto – que puede ser una relación de fuerzas simbólicas – la autoidentidad
tendrá más o menos legitimidad que la heteroidentidad. La heteroidentidad, en una
situación de dominación caracterizada se traduce en la “ESTIGMATIZACIÓN” de los grupos
minoritarios. En muchos casos llega a lo que se denomina “IDENTIDAD NEGATIVA”.
Definidos como diferentes por los grupos mayoritarios, diferentes en relación con la
referencia que estos constituyen, los grupos minoritarios solo se ven reconocidos en una
diferencia negativa.
La identidad es lo que se pone en juego en las luchas sociales. Todos los grupos no tiene el
mismo “poder de identificación”, pues el poder de identificación depende de la posición
que se ocupa en el sistema de relaciones que vincula a los grupos entre si. No todos los
grupos tienen la misma autoridad para nombrar y para nombrarse. Como explica Bordieu,
en un articulo “La identidad y la representación”, solo los que disponen de una autoridad
legitima, es decir, de la autoridad conferida por el poder, pueden imponer sus propias
definiciones de ellos mismos y de los otros. La autoridad legitima tiene el “poder simbólico”
de hacer reconocer como fundadas sus categorías de representación de la realidad social y,
por eso mismo, hacer y deshacer los grupos.
El crecimiento de las reivindicaciones identitarias que es posible observar en muchos
Estados contemporáneos es la consecuencia de la centralización y de la burocratización del
poder. La exaltación de la identidad nacional no puede más que implicar una tentativa de
subversión simbólica contra la inculcación de identidad. Como dice Pierre Bordieu:
“…los individuos y los grupos invierten en las luchas de clasificación todo su ser social, todo lo
que define la idea que se hacen de ellos mismos, todo lo impensado por lo que se constituyen
como “nosotros” en oposición a “ellos”, a los “otros” y al que abrazan con una adhesión casi
corporal. Lo que explica la fuerza movilizadora excepcional de todo lo que se vincula con la
identidad”
Todo el esfuerzo de los grupos minoritarios consiste no tanto en reapropiarse de una
identidad, sino en volver a apropiarse de los medios para definir por si mismos, según
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criterios propios, su identidad. Entonces, se trata de transformar la heteroidentidad, que
con frecuencia es una identidad negativa, en una identidad positiva.
Las Estrategias Identitarias
Si la identidad es tan difícil de “delimitar y de definir” es precisamente por su carácter
multidimensional y dinámico. Esto es lo que le confiere su complejidad pero también lo que
le otorga su flexibilidad. La identidad tiene variaciones, se presta a reformulaciones, incluso
a manipulaciones.
Para subrayar esta dimensión cambiante de la identidad, que no constituye nunca una
solución definitiva, ciertos autores usan el concepto de “estrategia identitaria”. La
identidad no es, por tanto, absoluta, sino relativa. El concepto de estrategia indica también
que el individuo, como actor social, no carece de cierto margen de maniobra. En función de
su apreciación de la situación, utiliza de manera estratégica sus recursos identitarios. En la
medida en que la identidad es un lugar en el que ponen en juego luchas sociales de
“clasificación”, según la expresión de Bordieu, cuyo objetivo es la reproducción o la
inversión de las relaciones de dominación, la identidad se construye a través de las
estrategias de los actores sociales. Las estrategias deben considerar, necesariamente, la
situación social: la relación de fuerza entre los grupos, las maniobras de los otros, etc. Por
consiguiente, si por su plasticidad la identidad se presta a la instrumentación – como dice
Deveraux es una herramienta e incluso una “caja de herramientas” -, ni los individuos ni los
grupos pueden hacer lo que se les ocurra en materia de identidad: la identidad es siempre
la resultante de la identificación que los otros nos imponen y que cada uno afirma.
Un tipo extremo de estrategia de identificación consiste en ocultar la identidad para
escapar de la discriminación, del exilio o de una masacre. Ej los marranos. Emblema o
estigma, la identidad puede ser instrumentalizada en las relaciones entre grupos sociales.
La identidad no existe en si, independientemente de las estrategias de afirmación
identitaria de los actores sociales que son, al mismo tiempo, el producto y el soporte de
las luchas sociales y políticas. El carácter estratégico de la identidad, que no implica
necesariamente, como recuerda Bordieu, una perfecta conciencia de los fines perseguidos
por parte de los individuos, tiene la ventaja de que permite dar cuenta de los fenómenos de
eclipse o de despertar identitario, que provocan tantos comentarios discutibles pues, en
general, están marcados por cierto esencialismo. Por ejemplo el “despertar indígena” no
puede considerarse la resurrección pura y simple de una identidad que se habría eclipsado y
que habría permanecido invariable. En realidad, se trata de reinvención estratégica de una
identidad colectiva en un contexto completamente nuevo, el del ascenso de los
movimientos de reivindicación de las minorías étnicas en los estados- naciones
contemporáneos.
La identidad se construye, se descontruye y se reconstruye según las situaciones. Esta en
continuo movimiento, cada cambio social la lleva a reformularse de una manera diferente.
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ASPECTO TEOLÓGICO
Introducción
El concilio Vaticano II afirma “Jesucristo - ver al cual es ver al Padre -, con su total presencia y
manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su
muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de
verdad, completa la revelación...”1
Sin lugar a dudas, la afirmación de la Iglesia Católica en el Concilio celebrado entre los años
1960 y 1970, nos coloca frente a una verdad que dice más de lo que se percibe a simple
vista.
Esta verdad nos habla, primeramente, de revelación, y no cualquier revelación, sino la
revelación de Dios. Por ello se hace necesario clarificar su concepto, sin la clarificación del
mismo, se torna imposible dar un segundo paso, que a continuación explicitaré la
importancia del mismo.
Al hablar de Dios necesariamente debemos hablar de un ser que es superior al ser del
hombre. Esta verdad nos coloca frente a la posibilidad existencial del hombre de poder
captar la revelación de Dios, y esto sin lugar a dudas trastoca su integridad existencial su ser
mas intimo. En otras palabras ¿el hombre, en su inferioridad frente a su creador, es capaz de
captar la realidad de Dios? Es decir, ¿El hombre, como ser delante de Dios, puede formar
parte en el proceso de la revelación? ¿De que manera? ¿Cual es el medio?
Hecha las debidas aclaraciones de fondo (por así decirlo), podremos pasar a profundizar en
lo medio que encuentra Dios para llevar a cabo dicha revelación. El Concilio Vaticano II
afirma que Dios completa su revelación en Jesucristo, por ello se nos hace imprescindible
hablar del Jesús revelador de Dios, en el Dios revelado en Jesús y en su implicancia en la
vida del hombre, pues la Iglesia Católica afirma que solo en Cristo Jesús, Verdadero Dios y
Verdadero Hombre, se puede encontrar la revelación verdadera del hombre. Así lo dice
Juan Pablo II en la encíclica Redemptor hominis: «Realmente, el misterio del hombre sólo se
esclarece en el misterio del Verbo encarnado...Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación
del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le
descubre la grandeza de su vocación»
Así la premisa citada por la Dei Verbum. indica, no solamente la revelación de Dios para con
el hombre, sino la revelación misma del hombre en su plenitud mas radical.
En otras palabras, nos referiremos a la revelación en tres dimensiones (mencionadas en la
premisa de la D.V. N°4): Revelación de Dios en Jesús, Revelación de Jesús y revelación del
Hombre al hombre.
1
Dei Verbum Nº 4
14
Al hacerlo, nos interesa, en este punto del trabajo, saborear la Buena Noticia traída por
Jesús a la humanidad. Este Dios revelado en Jesús, es el revela al hombre su dignidad
manifestada en su plenitud.
1- La Revelación en su concepto
La revelación es la manifestación personal de Dios en su Hijo Jesucristo para comunicar al
hombre su plan salvífico y hacerlo partícipe de su vida divina, por esto, es necesario que
esta revelación tenga signos claros de esa presencia personal del Hijo de Dios en la Historia,
para que la respuesta del hombre, por medio de la fe viva, impulsada por la Gracia sea una
opción libre, concientemente fundada en unas razones válidas que legitimen su
compromiso con Cristo.
En otras palabras la revelación es el Dios mismo dándose al Hombre en su historia, en su
circunstancia.
Ahora bien ¿que implicancia tiene esta afirmación? Primeramente que la revelación es
comunicación en el que intervienen dos sujetos que predisponen al dialogo, es decir, son
dos logos que disponen al encuentro; el logos divino, primeramente, se revela y el logos
humano que, al acoger lo revelado, responde desde su circunstancia.
No se debe olvidar que el Dios revelado es aquel que no deja de ser Dios en esta
automanifestación, es decir, el Dios que se revela en la historia del hombre, lo hace sin
dejar su divinidad a un lado, pues el es mas grande que la historia, tanto así que esta no
puede contener la totalidad divina. Por ello la teología llamará a esta comunicación divina
“Revelatio” (Re = el que se comunica en la historia y al mismo tiempo como un oculto en la
historia), es decir, un Dios que en la historia se comunica (trinidad económica) sin que esta
comunicación dijese la totalidad divina (Trinidad inmanente).
Así la trinidad inmanente no es la económica, contrariamente, la económica es la
inmanente.
Esta trinidad económica es la que hace posible la salvación en la historia, o mejor dicho, la
historia salvífica del hombre.
En efecto, en Jesucristo ya no es Dios en la historia, sino que es un Dios que se hace
historia, abriendo la posibilidad de la salvación dentro de la misma historia. Así fuera de la
historia no hay salvación.
Es importante, además, afirmar que Jesucristo no es el Misterio Revelado, sino que es la
Palabra que habla del Misterio, es la manifestación de Dios, aunque este último sea mucho
mas grande que Él. En otras palabras Jesús es el Misterio presente en la historia y en pos de
la encarnación Él hace referencia a este Misterio que es mas que Él mismo.
En síntesis la Revelación es el Dios hecho historia en Jesucristo que lo comunica, aunque no
en su totalidad, haciendo de esta comunicación y en la acogida por la fe y la gracia
actuando en el hombre, la salvación de la humanidad en su historia.
15
2- «El temor del Señor es el principio de la sabiduría» (Pr 1, 7; cf. Si 1, 14): sobre la
participación del hombre en la Revelación
El Papa Juan Pablo II nos dice: “No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la
Sabiduría lo que san Pablo pone como criterio de verdad, y a la vez, de salvación.”2 La
Palabra de Dios dada en Jesucristo es el principio de autocomunicación de Dios en la
historia del hombre.
Dios se Revela al hombre y esta no tiene otra finalidad que darse a conocer, para que el
hombre mismo pueda acceder a ella, esto es, para hacerlos partícipes de su misma
divinidad, en otras palabras, Dios se revela para que el hombre “sea” en la divinidad.
Ahora bien, el hombre ¿es capaz de acoger la revelación? Nadie puede negar la capacidad
de conocimiento y sabiduría que posee todo hombre. El hombre es naturalmente sabio y
conocedor de las cosas. Esta afirmación no nace de la simple opinión, sino que se afirma en
la existencia misma del hombre. Sin duda alguna el hombre siempre se ha preguntado
sobre su existencia, y esto le ha movido a buscar respuestas verdaderas que iluminan su
existir y su actuar. El papa Juan Pablo II en la encíclica FIDES ET RATIO nos lo enseña: “...las
preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién soy?, ¿de
dónde vengo y a dónde voy?, ¿por qué existe el mal?, ¿qué hay después de esta vida?”3 Este
preguntarse por su existencia es innato en el mismo hombre, el hombre naturalmente se
pregunta por su ser y actuar en el mundo. Realmente, el conocimiento es consecuencia
necesaria de búsqueda de las respuestas a sus cuestionamientos existenciales, a su anhelo
de saber cual es su verdad y la verdad de todo lo que le rodea. Este anhelo existencial del
hombre es fuente primaria de la búsqueda de la Verdad, en ella se encuentran todos los
interrogantes del hombre. El Papa Juan Pablo II dice, al respecto: “...Movido por el deseo de
descubrir la verdad última sobre la existencia, el hombre trata de adquirir los conocimientos
universales que le permiten comprenderse mejor y progresar en la realización de sí mismo.”4
Ahora bien, en este anhelo se encuentra la clave del encuentro su verdad mas profunda, la
verdad de su ser, la verdad que le dará sentido y plenitud a su existencia.
De ahí que algo sea verdadero cuando éste lleve a la realización personal del hombre; y que
algo sea falso en cuanto que, por el contrario, permite su destrucción.
Ahora bien, si el anhelo por la verdad es el punto de partida, puesto que ella nace del deseo
propio del hombre de ser pleno, debemos saber que la condición esencial de la verdad es la
plenificación del hombre, pues la verdad contiene a la plenitud y la plenitud contiene a la
verdad. Solo aquello que hace plena a las cosas es verdad. Muy bien ahora, ¿qué es la
plenitud? Es la realización del fin sobre el fenómeno, y más aún es la misma realización del
noúmeno; es el ser del ser en acto. Algo es pleno cuando se realiza el fin último en el ser, es
decir, cuando en él se realiza su finalidad, aquello por el cual fue hecho. Algo pleno es algo
2
Idem Nº 23
FIDES ET RATIO Nº 1
4
Ídem Nº 4
3
16
hecho. Desde aquí que no hay verdad si no hay plenitud. Así solo en la verdad el hombre
encontrará su realización plena.
Ahora bien ¿Cuál será el medio para llegar a ella? Sócrates nos lo enseña “Solo se que no se
nada”, el sabio es el que sabe que la verdad no esta en sus manos, aquel que comprende
que la sabiduría va mas allá de aquello que pueda comprender y conocer con su razón,
sabiendo que esto que no conoce, le impulsa a buscarla mas allá de sus presupuestos
lógicos. Por esto, trascender su razonamiento es medio para llegar a al verdad, así nos lo
enseña el Papa “...la razón misma, movida a indagar de forma unilateral sobre el hombre
como sujeto, parece haber olvidado que éste está también llamado a orientarse hacia una
verdad que lo trasciende...” “...en lugar de expresar mejor la tendencia hacia la verdad, la
razón, bajo el peso de tanto saber, se ha doblegado sobre sí misma haciéndose, día tras día,
incapaz de levantar la mirada hacia lo alto para atreverse a alcanzar la verdad del ser.”5.
Efectivamente, la razón para llegar a la verdad, debe necesariamente salir de sí; dejando
que ésta le muestre el camino a seguir, es decir, permitiendo que la verdad misma guíe sus
pasos para llegar a ella. Al salir de sí misma podrá enfrentarse con aquel objeto que se le
presenta en su realidad. Así pues, el encuentro con la verdad solo será posible si el sujeto,
sale de sí, reconociendo la no posesión de la misma, para encontrarse con esta realidad
objetiva. Así en la pobreza y en la humildad de nuestro ser hombres podremos alcanzar la
Verdad dando paso al encuentro con las respuestas reales a los cuestionamientos
existenciales que la humanidad naturalmente se elabora.
Resumiendo: el hombre naturalmente anhela la verdad, pues siempre ha buscado
respuestas a su ser y estar en el mundo. Este anhelo, es fuente primaria del encuentro
definitivo con la Verdad.
El medio para encontrarla es la humildad en el reconocimiento de la propia pobreza
humana, encontrando en ella la plenitud de la existencia humana.
Ahora bien, si la verdad es aquello que plenifica, necesariamente, es ella el Ser que da el ser
a las cosas, que lleva a la realización plena. Por esto mismo debe ser eterna, no puede no
ser, de ser “no ser” las cosas nunca serían plenas y no habría posibilidad de realización
alguna. Si se daría la no realización el hombre caería en un absurdo y su ser y estar
carecerían de sentido. Desde aquí que la verdad necesariamente es en eternidad; ella no
puede ser en un tiempo y en un tiempo no ser, ella siempre debe ser en todo tiempo y
lugar. Por esto mismo es eternidad.
Al ser eternidad, no tiene principio ni fin, y por esto mismo es necesariamente el
fundamento ontológico de las cosas, las hace ser y al mismo tiempo les otorga el ser. Al ser
la plenitud, ella misma es fin último de las cosas, aquello hacia lo cual todo se dirige, ella es
la meta suprema.
Por otro lado, por el mismo hecho de ser plenitud, necesariamente es mayor que las cosas
hechas, a la cual ella les da el ser. En otras palabras, va mas allá de ellas, es decir, las
trasciende.
Resumiendo: la verdad por ser la plenitud de las cosas, es aquella por la cual venimos,
estamos y somos, y aquella hacia la cual nos dirigimos.
Esta verdad suprema, que todo lo plenifica, de la cual vienen todas las cosas, en la cual
están y son las cosas, y hacia la cual se dirigen todas las cosas; se ha dado a comunicado en
la historia del hombre por la persona de Jesús “ La Palabra hecha carne”. Así lo enseña el
sucesor de Pedro: “«Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y
5
FIDES ET RATIO Nº5
17
manifestar el misterio de su voluntad (Ef 1, 9): por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el
Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza
divina». Ésta es una iniciativa totalmente gratuita, que viene de Dios para alcanzar a la
humanidad y salvarla. Dios, como fuente de amor, desea darse a conocer, y el conocimiento
que el hombre tiene de Él culmina cualquier otro conocimiento verdadero sobre el sentido
de la propia existencia que su mente es capaz de alcanzar.”6 ... “La revelación de Dios se
inserta, pues, en el tiempo y la historia, más aún, la encarnación de Jesucristo tiene lugar en
la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4).”7
Así, la verdad del hombre, que es Dios, ha sido manifestada en Jesucristo. En la encarnación
del Verbo se nos revela la verdad en si misma, aquella que le dará las respuestas a los
cuestionamientos existenciales del hombre. “La encarnación del Hijo de Dios permite ver
realizada la síntesis definitiva que la mente humana, partiendo de sí misma, ni tan siquiera
hubiera podido imaginar: el Eterno entra en el tiempo, el Todo se esconde en la parte y Dios
asume el rostro del hombre.”8
Solo aquellos que sean capaces de salir de sí para acogerla en la fe, son capaces de acoger
la verdad acabada al hombre; “Con esta Revelación se ofrece al hombre la verdad última
sobre su propia vida y sobre el destino de la historia: «Realmente, el misterio del hombre
sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado», afirma la Constitución Gaudium et
spes”9 “en Jesucristo, que es la Verdad, la fe reconoce la llamada última dirigida a la
humanidad para que pueda llevar a cabo lo que experimenta como deseo y nostalgia”10;
pues Jesús mismo ha dicho “«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino
por mí.”11
Jesús es la Palabra que habla de la Verdad, es la Verdad misma hecha historia, pero ella
necesita ser interpretada, así nos llegan los cuatro evangelios como interpretaciones de la
Verdad comunicada en Cristo Jesús.
Así lo dice el papa “…entre los diversos servicios que la Iglesia ha de ofrecer a la humanidad,
hay uno del cual es responsable de un modo muy particular: la diaconía de la verdad Por
una parte, esta misión hace a la comunidad creyente partícipe del esfuerzo común que la
humanidad lleva a cabo para alcanzar la verdad; y por otra, la obliga a responsabilizarse del
anuncio de las certezas adquiridas, incluso desde la conciencia de que toda verdad alcanzada
es sólo una etapa hacia aquella verdad total que se manifestará en la revelación última de
Dios: «ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco
de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido» (1 Co 13, 12)”12.Esta verdad
que es Jesús mismo, es la verdad ofrecida por la comunidad eclesial. Y todo aquel que,
reconoce que la verdad ultima no se encuentra la razón misma, ni tampoco en las mas altas
6
Idem N°7
Idem Nº 11
8
Idem Nº 12
9
Idem Nº 12
10
Idem Nº33
11
Juan 14,6
12
FIDES et Ratio Nº 2
7
18
fuerzas provocadas por el hombre, ni en todo lo que le rodea sino en Dios que todo lo
plenifica; solo el que es capaz de despojarse de si mismo, podrá salir de si y acoger la
verdad ultima manifestada en Cristo Jesús, interpretada por los libros sagrados y anunciada
en la comunidad eclesial.
De allí el título de nuestro capítulo “«El temor del Señor es el principio de la sabiduría» (Pr
1, 7; cf. Si 1, 14): sobre la participación del hombre en la Revelación”. El temor de Dios que
no es otra cosa que reconocer la propia pobreza humana teniendo la mirada puesta en la
verdad revelada, esta verdad que es el principio de la sabiduría, dicho de otra manera, en
este santo temor el hombre puede acoger la verdad plena y plenificarse en ella.
Esto no quiere decir que el hombre, por sus facultades naturales y por la ayuda brindada
por la creación, no pueda reconocer la verdad; al contrario, él puede intuir la verdad.
Prueba de esto se encuentra en la historia misma del pensamiento, pues en ella se describe
cuan cerca estuvieron los sabios, además no se puede dejar pasar los avances modernos
en la ciencia y en la tecnología. Igualmente el Papa mismo lo sostiene: “a través de la
creación los «ojos de la mente» pueden llegar a conocer a Dios. En efecto, mediante las
criaturas Él hace que la razón intuya su «potencia» y su «divinidad» (Rm 1, 20).”13 “...Se
reconoce así un primer paso de la Revelación divina, constituido por el maravilloso «libro de
la naturaleza», con cuya lectura, mediante los instrumentos propios de la razón humana, se
puede llegar al conocimiento del Creador...”14“La Iglesia, por su parte, aprecia el esfuerzo de
la razón por alcanzar los objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal.”15
Por esto el hombre si quiere conocer la Verdad acabadamente debe hacerlo por el camino
de la fe: “...el hombre con la luz de la razón sabe reconocer su camino, pero lo puede
recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, si con ánimo sincero fija su búsqueda
en el horizonte de la fe.”16
No se puede pensar en el encuentro con la verdad que hace al ser de las cosas sin el aporte
de la fe, solo así el hombre puede encontrar el sentido de su vida, de su ser y estar en el
mundo.
Ahora bien, si esta posibilidad, la de ser plenos en la verdad, se concretiza en acogida de la
revelación, se puede afirmar que el pensamiento del hombre si puede captar a Dios y a su
proyecto. “..La verdad que nos llega por la Revelación es, al mismo
tiempo, una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón.”17“... la razón pudo
alcanzar el bien sumo y la verdad suprema en la persona del Verbo encarnado..."18
El Dios Revelado en Jesús, el Jesús Revelado, el Hombre revelado en Jesús.
13
FIDES et Ratio Nº 22
Ídem. N 19
15
Idem Nº 5
16
Idem Nº 16
17
Idem Nº 35
18
Idem Nº 41
14
19
Los Evangelios no dejan lugar a dudas de la experiencia radical de Dios que tuvo Jesús y la
presentan como algo absolutamente central en su vida. ¿Qué pensó Jesús acerca de Dios?
¿Qué experiencia hizo de Dios? Estas preguntas son la que queremos abordar en este punto
del trabajo.
De allí que trataremos de dibujar las nociones que pudo tener Jesús de Dios, primeramente
desde las provenientes del A. T., que pasaremos a explicitar.
1.
Jesús hace uso de la tradición profética: en esta Dios aparece como parcial y
defensor de los oprimidos, pobres y débiles, actuando en contra de injusticia que
les produce y con las promesa de una utopía de que vida y justicia son posibles. Un
Dios que se relaciona exigentemente con la criatura, que exige conversión,
personal e interior del hombre, que suscita la vocación de profetas a quienes les
exige todo, hasta la vida.
2. Jesús aparece influenciado por las tradiciones apocalípticas, que ponen de relieve
el futuro absoluto de Dios, con el énfasis en que el mismo Dios y sólo él
transformará la realidad y que lo hará al final de los tiempos.
3. Jesús hace uso de las tradiciones sapienciales, en las cuales el énfasis está en un
Dios creador y providente, que cuida de sus criaturas y vela por sus necesidades
cotidianas, que permite que en la historia crezcan juntos buenos y malos, dejando
para el final el impartir la justicia.
4. Por último Jesús parece influenciado por las tradiciones existenciales, son aquellas
que se refieren a las lamentaciones de Jeremías, Qohelet, Job, cuando de Dios solo
se escucha silencio.
Ahora bien, en los evangelios Jesús afirma que Dios es trascendente porque es creador y
por su soberanía absoluta. De allí que Jesús afirme la incomprensibilidad divina.
Esta visión trascendental de Dios tiene mucho de común con otras tradiciones religiosas y
aún filosóficas. Lo específico de la visión de Jesús es que capta la trascendencia de Dios, lo
no pensado y no pensable, esencialmente como Gracia y como Don. Dios es lo bueno, y por
la forma inesperada e inmerecida como Dios historiza esa bondad para los hombres, Dios
es Don y Gracia.
Jesús rompe una visión tradicional y difundida de la trascendencia que la concentra y la
reduce a la infinita distancia entre Dios y la criatura, y a la infinita diferencia entre el poder
de Dios y el de la criatura. Jesús acepta esa distancia y esa diferencia, pero afirma que la
trascendencia de Dios se hace específicamente presenta al quebrar, precisamente, esa
noción de trascendencia. El infinitamente distante se hace radicalmente cercano. Y cambia
también la noción de lo que es poder trascendente, como si este consistiese en realizar lo
que está mas allá de la capacidad natural del hombre y sin contar con el. En otras palabras
“Así se presenta lo imposible: no como un suceso sobrenatural perteneciente a un mundo
20
del más allá con absurdas consecuencias en este mundo, sino que el hombre pobre, impío, y
malo puede, inesperadamente volver a llamarse hombre”19
En síntesis, para Jesús Dios tiene un contenido que, en su máxima generalidad, es el ser “lo
bueno”, y tiene una formalidad que es “la trascendencia”. Pero quien fue Dios para Jesús
no se puede resolver sólo con el análisis conceptual de las palabras de Jesús, sino también
con sus acciones.
Jesús se confronta con una realidad última a la que él llama “Padre”, y ese Padre sigue
siendo lo último para Jesús, es decir, Dios.
En el A. T. Dios es “como” un Padre, en sentido metafórico, no con una determinación
personal; en cambio, en el N. T. Dios “Es” Padre del Hijo unigénito. En el Padre se da la
primera manera de ser de Dios. Es un término relacional, totalmente novedoso.
Esta revelación (la de la paternidad divina) es uno de los puntos fundamentales, por no
decir central, del actuar de Jesús.
Ahora bien, a este Dios Padre, Jesús le deposita confianza absoluta y total disponibilidad
hacia ese Padre, a quien deja ser Dios. Lo último personal para Jesús es, entonces, DiosPadre, y su relación con él es de confianza – disponibilidad. Dios fue para Jesús una realidad
sumamente dialéctica; absoluta intimidad y absoluta alteridad.
Esta intimidad – alteridad, la encontramos en la vida misma de Jesús, pues su vida fue una
oración constante. En la oración se expresa el sentido último de su vida. La oración de Jesús
está históricamente situada y relacionada con su práctica, pero en si misma, la oración es
una realidad distinta, es un reacoger la totalidad del sentido y el sentido de la totalidad, es
ponerse realmente ante Dios. De la oración se desprende quien es Dios para él: es un Dios
con una voluntad (Mt. 11,26), es un Dios parcial hacia lo pequeño, es un Dios bueno,
amoroso con los pequeños.
De allí la confianza de Jesús en un Dios que es ABBA, que es Bueno y que al mismo tiempo
sigue siendo misterio.
El Dios ABBA de Jesús, es Bueno en su esencia, ya que para él no hay nada mas importante
que los seres humanos. Dios, aquí, aparece como quien no tiene derechos en contra del
hombre, sino que los derechos suyos son los que favorecen al hombre. Dios es bueno y está
por esencia a favor de los hombres. Esta bondad de Dios, se manifiesta en Jesús, pues él
pasó haciendo el bien, así Jesús es el protosacramento del Dios bueno; el no tiene nada
mejor que ofrecer que a su Dios, y esta es la buena noticia para la humanidad. La lógica
última actuante en Jesús, no consiste tanto en presentar a Dios como quien exige el
cumplimiento de un mandato: sean buenos, sino en presentarlo como buena noticia: “sean
bueno porque mi Padre que esta en los cielos es bueno” “reproduzcan la bondad de Dios,
eso es lo bueno para la humanidad”.
19
H. Braun, Jesús, el hombre de Nazaret y su tiempo (Salamanca 1975) 166.
21
Esta bondad presentada por Cristo, es una bondad en el Amor y un amor de ágape, es decir,
un amor que se alegra en el bien del otro y sólo por causa del bien del otro.
La bondad amorosa del Dios ABBA esta dada en la autoridad, una autoridad que no consiste
en la imposición por el poder, sino como un servicio a la libertad humana.
Para ponerla al servicio de la libertad humana, Jesús se presenta con soberana libertad,
pues no hay barrera ni límites para hacer el bien. Es la libertad en función de otros, y ahí, si,
sin limites ni obstáculos. La libertad para Jesús es, entonces, paradójicamente, libertad para
esclavizarse a hacer el bien, una libertad esclavizada, porque ella esta al servicio de la
bondad, no de su propia persona. Así la libertad de Jesús proviene de la bondad de Dios.
Por ello la bondad de Dios es lo que libera para la bondad y, a través de ello, libera al
hombre de si mismo. El hombre libre es el hombre antes liberado; y ésa es la imagen que
ofrece Jesús. “Amados para Amar”, “Liberados para liberar”, podría ser la definición del
Jesús libre.
Jesús no solo anuncia a Dios como “su Padre”, sino que también, lo hace presente a los
hombres, en su persona. Dios realmente esta en la historia del hombre, y se deja ver en
Jesús. Por eso San Pablo afirma “que en el mundo ya se ha revelado la fuerza de Dios”
(Rom 5,15) “Dios esta con nosotros” (Rom. 8,31). Cristo viene no solo a salvar, sino a
enseñar como vivir con el Padre. Hacer que el hombre viva como hijo, es decir, la finalidad
no es redimir, sino ser Hijos de Dios: “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a
su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y
para que recibiéramos la condición de hijos”20.
Se puede decir, también, que la misión de Jesús, en la historia del hombre, se encuentra
totalmente expuesta en su “ABBA”. Y no solo su misión, sino también su ser HIJO. En esta
invocación se maraca una relación filial y única entre el Hijo y el Padre.
Además, el “ABBA” de Jesús, es la base de todas las demás experiencias. Esta invocación
hace referencia a la absoluta comunicación entre el Padre y el Hijo, a la dependencia del Hijo
respecto el Padre, a la absoluta entrega y confianza, y a la distinción entre las personas
divinas.
En todo lo dicho, acerca del ABBA de Jesús, ¿Dónde se puede mostrar con mayor claridad la
paternidad de Dios? Sin duda, Dios se muestra como Padre en el engendramiento del Hijo,
pero se muestra con mayor claridad, en la muerte y resurrección del Hijo, es decir, en el
Misterio Pascual. La cruz del Hijo es la revelación del Padre “El que no perdonó ni a su propio
Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente
todas las cosas?”21. Dios manifiesta su Paternidad en la entrega del Hijo por la salvación de
todos los hombres, pero manifiesta más su ser con la Resurrección y glorificación del Hijo “a
quienes ha de ser imputada la fe, a nosotros que creemos en Aquel que resucitó de entre los
20
21
Gal. 4, 4-5
Rom 8, 32
22
muertos a Jesús Señor nuestro, quien fue entregado por nuestros pecados, y resucitó para
nuestra justificación”22 .
Además, el Padre es fuente de divinidad, todo lo que el Hijo tiene procede del Padre, nada
puede hacer o decir, si el Padre no se lo ha dado con anterioridad. Por eso Jesús mismo
dice: “Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad,
que procede del Padre, él dará testimonio de mí”23. En esto Jesús enseña que, la Paternidad
del Padre, se denota, también, en el envío del Espíritu. Desde aquí que el Padre fuese la
fuente del Espíritu Santo. Y no solo el Padre sino también el Hijo: “Pero yo os digo la verdad:
Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si
me voy, os lo enviaré”24. Por ello la afirmación de que el Espíritu fuese siempre en relación al
Padre y al Hijo. El papel que juega el Espíritu en la revelación de la verdad y la plenitud el
Hombre es fundamental, pues sólo por el se puede aceptar la verdad, Él es el que lleva al
hombre al encuentro con Jesús, y sólo desde Jesús se puede llegar al Padre. Nadie puede
aceptar la verdad, y confesar que Jesús es la revelación plena y que solo por medio de Él se
puede hallar la plenitud, si primeramente el Espíritu no actúa. Por el Espíritu todos los
hombres pueden entrar en relación con Jesús.
Vale la pena concretizar el mensaje de Jesús: El Padre se revela en el Hijo, el Hijo revela al
Padre a los hombres, para que estos, al recibir la Buena Noticia, se incorporasen al reino de
Dios, encontrando de esta manera la plenitud de sus vidas. Acerca del termino Padre,
empleado por Jesús, se puede decir que principalmente es una invocación. Padre significa
una relación personal, mucho mas que la descripción de una esencia. Padre no intenta
definir la esencia de Dios, sino proclamar la realidad de una relación de Jesús con Dios. Dios
es Padre de Jesús, y mucho más en los momentos de mayores sufrimientos, sobre todo en
la Cruz. Se debe recordar, también, que cuando Jesús, llama Padre a Dios no solo esta
indicando la relación de intimidad que a Él le une, sino que señala la autofecundidad divina,
pues el Padre engendra realmente al Hijo.
Así con sus palabras, gestos, vida, pasión, muerte y resurrección, Jesús revela la Verdad
total y definitiva de Dios. Todo su ser y actuar en la historia del hombre fue revelación de
Dios, de la verdad que lleva a la plenitud. Jesús no manifestó su divinidad diciendo “Yo soy
Dios” o “Yo soy el Hijo de Dios”, sino que se fue manifestando poco a poco por sus palabras
y sobre todo con su actuación. Se puede decir entonces que, la Buena Noticia anunciada
por Jesús, se deja entender en su entera persona, en otras palabras “Él es la Buena Noticia
pronunciada por el Padre”
Ahora bien el papa Juan Pablo II en la encíclica Redemptor Hominis proclama «Realmente,
el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado…”. Para
comprender esta afirmación debemos, primeramente, referimos al Jesús como el Verbo
encarnado, en un espacio y en un tiempo concreto, en otras palabras nos referimos al Jesús
22
Rom. 4, 24-25
Jn. 15, 26
24
Jn 16, 7
23
23
histórico. En concreto nos referimos al Dios que se revela históricamente y que al hacerlo
manifiesta la verdad del hombre.
Jesús es el que revela no solo la imagen de la verdad, sino que manifiesta la verdad del
hombre.
San pablo afirma: “El cual, siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios sino que
se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y
apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre
todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en
los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el SEÑOR para gloria de Dios
Padre.”25
En este texto ha de verse la completa unidad entre la Muerte y la Resurrección, y no solo
esto sino la espléndida manifestación de la historia de Amor.
Ya en los primeros versículos el apóstol hace referencia a la encarnación de lo Divino: el
mismo Dios toma la naturaleza humana, o lo que es lo mismo, el Hijo de Dios se inserta en la
historia de los hombres, se hace creatura; realizando el designio original.
“...El
Hombre...es una creatura y al mismo tiempo mas que esto: es una criatura llamada a la
amistad y a la filiación, objeto de especial predilección divina. Es creatura llamada a
participar en la vida de Dios mismo...”26
Por esto se puede afirmar con toda seguridad que Jesucristo es lo definitivo en la obra
creacional. “...Dicho de otro modo, la existencia humana se realiza conforme a su destino
cuando se orienta a su consecución de la imagen de Dios. Y ello se logra exclusivamente en
Cristo...”27; es decir, en su encarnación. En efecto; Dios al crear al hombre a semejanza suya
no solo lo crea bueno y le indica su finalidad (“...hagamos al hombre a imagen nuestra,...,
mas que una afirmación sobre el origen, contiene una afirmación sobre el fin, ha de ser
entendido teleológicamente o escatológicamente, y no protológicamente”28) sino que al
mismo tiempo él mismo se va creando un cuerpo (“...El hombre ha sido creado realmente
para ser imagen de su creador; pero sólo podía llegar a serlo si el que era en la forma de Dios
asumía la forma de siervo, esto es, se asimilaba a los hombres...”29) , y esto esta corroborado
en la encarnación del Hijo. En este sentido Adán viene a ser figura de aquel que será la
imagen acabada del hombre. “...Adán, que definía para el A.T. la idea de hombre y, por ende,
la de imagen de Dios, no era sino figura del que había de venir...”30.Y al mismo tiempo se le
revelará al hombre su designio original. “...Dado el destino del hombre que se nos abre en
Cristo; debemos afirmar su condición supracreatural, es inseparablemente, criatura de Dios y
a la vez más que esto...”31
25
Filp. 2, 6-11
Luis F. Ladaria. Serie de manuales de Teología Sapientia Fidei. “Teología del Pecado original y de la
Gracia.
Pag.26-27.
27
Juan Luis Ruiz Ladaria. Imagen de Dios. Antropología Teológica Fundamental. Pag. 81
28
Juan Luis Ruiz Ladaria. Imagen de Dios. Antropología Teológica Fundamental. Pag. 81; nota 75.
29
Juan Luis Ruiz Ladaria. Imagen de Dios. Antropología Teológica Fundamental. Pag. 80.
30
Juan Luis Ruiz Ladaria. Imagen de Dios. Antropología Teológica Fundamental. Pag 78.
31
Luis F. Ladaria. Serie de manuales de Teología Sapientia Fidei. “Teología del Pecado original y de la
Gracia.
26
24
Sin lugar a dudas, hubo tanto Amor en la creación que Dios mismo se la guardo para si,
dejándole la huella de su hermosura y desposándose con ella de manera definitiva en el
seno de María.
Continuando con el himno de los Filipenses, la segunda idea fundamental es “la obediencia
del Hijo encarnado”.
Si consideramos la obra creadora como obra de Amor, podemos afirmar entonces que,
como dijimos antes, el hombre fue creado en gracia; es decir en el estado de pura comunión
con el Trinidad, comunión entendida como suprema felicidad para con el hombre, felicidad
comprendida como llamada por parte de Dios a la participación en su vida divina y
respuesta del hombre a esta llamada. Pero sabemos que la respuesta del Hombre no fue
siempre una respuesta de acogida de esta propuesta; pues el hombre rechaza este
proyecto original.
El rechazo de este proyecto original se concretiza en la desobediencia al mandato de la
prohibición de comer del fruto del árbol (símbolo de la libertad humana); “...el hombre ha
de vivir en relación de libre obediencia a Dios, y se destruye a sí mismo en el momento en que
quiere revelarse y ser como Dios...Dios ha ofrecido al hombre la posibilidad de conseguir la
plenitud en la obediencia y el servicio. En el abandono de esta actitud está la raíz de la
perdición...”32.Esto significa que por parte del hombre ha habido un rechazo a la amistad
ofrecida por Dios, “...la respuesta negativa al Amor de Dios...”33; y esto es la infelicidad.
Hablar de infelicidad, en este sentido, tiene que ver con el estado de muerte que este tiene
como consecuencia del pecado - que es rechazo del Amor divino -, muerte entendida como
la no contemplación del rostro divino o mejor dicho como la no participación en la
divinidad, y esto expresado en el mas alto grado de soledad por parte del hombre.
Ante esta situación de rechazo Dios le responde revelándoles su Amor, este Amor revelado
en Cristo, desde aquí Cristo es el Amor que los hombres han rechazado.
El Hijo encarnado lleva a los hombres a la salvación definitiva en la obediencia fidedigna al
Padre. La vida de Jesucristo es la salvación del hombre y cumplimiento del designio original,
toda su vida fue obediencia filial; y esta obediencia respuesta de amor del Hijo al Padre y en
el Hijo, respuesta de la humanidad entera.
“...En su pasión llega al colmo su obediencia, al entregarse sin resistir a poderes inhumanos e
injustos; y aun siendo Hijo, por los padecimientos aprendió la obediencia (Heb.5,8); haciendo
de su muerte el sacrificio mas precioso a Dios, el de la obediencia...”34. Este es el tercer
elemento: la Muerte del Hijo.
Desde esta perspectiva se podría concluir diciendo que la muerte, sea en la cruz o no, es
consecuencia de la obediencia plena del Hijo para con el Padre.
La muerte del Hijo puede ser comprendida desde tres perspectivas: desde los hombres,
desde el Hijo, desde el Padre. De los hombre como un crimen, desde Jesucristo como
servicio y sacrificio a los hermanos, en cuanto obra del Padre como don, que se entrega a sí
mismo entregando su primogénito a todos los hermanos para que la vida de el se convierta
en la vida de ellos, para que se abra la posibilidad de la participación divina y el
cumplimiento del designio original; “ Cristo puede ser acción, respuesta y don de los
Pag.24
Ibs. Pag.36-37
33
Ibs. Pag. 108
34
X. Lèon Dufour; Vocabulario de Teologìa Biblica. Pag.604
32
25
hombres a Dios, porque previamente ha sido el don, entrega, y libertad que Dios ofrece y en
que Dios se ofrece a los hombre...”35.
Es por esto que se puede afirmar la total revelación del Amor de Dios en la Muerte de
Jesucristo, la Trinidad se entrega en este acto sacrificial.
En otras palabras, la Kénosis del Hijo en la historia prolonga la Perijorésis trinitaria
permitiendo la participación del hombre en esta.
Ahora bien, la significatividad de la Cruz se manifiesta también en la Muerte de Cristo, pues
aquello que era la expresión máxima del odio del hombre en contra del hombre, es
convertida en la expresión máxima del Amor de Dios para con los hombres.
La reconciliación llevada a cabo por el Hijo no queda únicamente en su muerte sino que
falta la segunda cara de la moneda. Recordemos la muerte y la resurrección de Cristo
forman parte de una única y verdadera realidad.
Sin lugar a dudas el texto de Filipenses en vez de hablar de resurrección prefiere hablar de
exaltación, y esta es la segunda cara de la misma moneda. Esta expresión muestra la acción
exaltadora de Dios sobre aquel que obedeció hasta la muerte.
En la resurrección se logra el acceso definitivo a la vida trinitaria. “es obra del Padre en
cuanto que reconoce en él a su Hijo, y es obra del Hijo pues el es quien recibe del Padre el
poder para ofrecer y tomar la vida y la gloria...” . Al ser obra de la Trinidad misma, toda la
vida divina queda de alguna manera “afectada” (no sé si es el termino correcto), pues Jesús
entra a tomar parte en la vida íntima de Dios con su humanidad asumida.
Es por esto la exaltación de Jesucristo lleva consigo la divinización del hombre (por
participación en la naturaleza humana del Verbo) y al mismo tiempo la humanización de
Dios. En otras palabras, puesto que mientras Jesucristo participa más de la pobreza de la
humanidad, más eleva al hombre a la participación divina; el núcleo más profundo del
misterio de la divinización del hombre es la extrema Kénosis del Verbo Divino.
Por esto el Vaticano segundo llegara a afirmar: “Cristo murió por todos, y la vocación
suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina” (G. S. Nº 22)
El abajamiento kenótico se podría graficar de la siguiente manera:
Divinidad
Encarnación
Divinidad / participación de la Humanidad
Glorificación/ Resurrección
obediencia
35
Gonzales de Cardedal, Serie de manuales de teología “ Sapientia Fidei”; Cristología, pag 115
26
A la Historia de la Salvación se la puede leer de la siguiente manera:
Creación-obediencia-felicidad desobediencia-infelicidad obediencia-reconciliación-felicidad
Proyecto de Dios
Rechazo del proyecto
Cumplimiento del proyecto
Verdaderamente si contemplamos esta gran historia de Amor podemos saborear la
reconciliación de Dios con el hombre, reconciliación plasmada en el gran Misterio Pascual.
Una vez expuesto todo lo que atañe a la Historia de la Salvación como tal y su revelación en
el acto Pascual, pasaremos a contemplar al hombre en Jesucristo.
No hay dudas solo en Cristo el hombre encontrará su realización plena y el fundamento de
su dignidad.
Y esto porque el verbo asume la naturaleza humana haciéndose verdadero Dios y
verdadero hombre.
Hoy el concilio Vaticano II afirma: “Cristo Jesús fue enviado al mundo como verdadero
mediador entre Dios y los hombres. Por ser Dios habita en El corporalmente toda la plenitud
de la divinidad ( Cf. Col., 2,9 ); según la naturaleza humana, nuevo Adán, lleno de gracia y de
verdad ( Cf. Jn., 1, 14 ), es constituido cabeza de la humanidad renovada. Así, pues, el Hijo de
Dios siguió los caminos de la Encarnación verdadera: para hacer a los hombres partícipes de
la naturaleza divina; se hizo pobre por nosotros, siendo rico, para que nosotros fuésemos
ricos por su pobreza ( 2 Cor., 8,9 ).”36 “El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también
el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina,
deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido
elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha
unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con
inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido
de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a
nosotros, excepto en el pecado.”37
Sin lugar a dudas Jesucristo es el que, a través de la encarnación, asume la naturaleza
humana para elevarla a la participación en la vida divina; mostrando al hombre el verdadero
rostro del hombre.
En él se ha realizado la unión de todo hombre a al Dios viviente. En esta unión es donde se
puede contemplar a Dios amando a cada persona, haciendo que ella, ser inferior, se una al
ser superior, para llevarla a su realización definitiva. “ la palabra de Dios plantea el
problema del sentido de la existencia y ofrece su respuesta orientando al hombre hacia
Jesucristo, el Verbo de Dios, que realiza en plenitud la existencia humana...De la lectura del
texto sagrado sobresale es el rechazo de toda forma de relativismo, de materialismo y de
36
37
A. G. Nº 3
G. S. Nº 22
27
panteísmo...en la Biblia es que la vida humana y el mundo tienen un sentido y están
orientados hacia su cumplimiento, que se realiza en Jesucristo...El misterio de la Encarnación
será siempre el punto de referencia para comprender el enigma de la existencia humana, del
mundo creado y de Dios mismo... En el misterio del Verbo encarnado se salvaguardan la
naturaleza divina y la naturaleza humana, con su respectiva autonomía, y a la vez se
manifiesta el vínculo único que las pone en recíproca relación sin confusión”38. No hay dudas
que “La palabra de Dios revela el fin último del hombre y da un sentido global a su obrar en
el mundo.”39
Por ello no se puede hablar de realización definitiva del hombre, sin hablar de Cristo,
mediador por ser verdadero Dios y verdadero hombre.
Así en Cristo el hombre encuentra la realización definitiva, ya que en el se revela la Palabra
que habla de la Verdad de Dios y del Hombre, liberando a este último de todo aquello que lo
oprime y esclaviza.
Esto no solo se constata en la interpretación teológica dictada por San Pablo sino y sobre
todo en la praxis de Jesús.
La Buena noticia se constata sobre todo en la práctica de los milagros, en la expulsión de los
demonios, y en la acogida a los pecadores; estos representan en el lenguaje del Concilio
Vaticano II los hechos de Jesús.
En referencia a los milagros se dicen que, estos no eran importantes por lo que tuvieran de
supra – natural sino por lo que tienen de poderosa acción salvífica de Dios. Estos son antes que
nada signos de la cercanía del Reino, que por mostrar a un Dios cercano generan esperanzas
de salvación. Estos signos acaecen en una historia de opresión, así son, en su acción, signos
liberadores; es decir, signos contra la opresión.
En los evangelios a través de los milagros, se dicen de salvaciones plurales, es decir, en la vida
cotidiana, según sean las opresiones concretas. Los pobres necesitaban salvación de sus
innumerables males cotidianos son los que entendieron los milagros de Jesús, mientras que las
visiones apocalípticas esperaban prodigios portentosos como señales de la venida del Reino.
Para comprender, por lo tanto, los milagros de Jesús como signos liberadores del Reino, y para
comprender su significado permanente, hay que situarse en el lugar histórico en que
acaecieron, los pobres, pues fuera de ellos pierden su intrínseca relación con la perentoria
necesidad de salvación cotidiana.
Los milagros muestran una realidad concreta de Jesús, su misericordia. La realidad del dolor
externo penetra en lo mas hondo de Jesús, y por ello, re – acciona ante este mostrando que
Dios es ante todo misericordia. De ahí que los milagros son obras que suscitan esperanzas de
que la liberación es posible.
38
39
F. R. Nº 80
Idems. Nº 81
28
Por otro lado, los milagros tienen mucho que ver con la fe. Esta ultima tiene que ver con la
aceptación y hondo convencimiento de que Dios es bueno para con el débil y de que esa su
bondad puede y a de triunfar sobre el mar. Por ello la fe es conversión, es decir, un cambio
radical en la misma comprensión de Dios.
En referencia a la expulsión de los demonios se puede afirmar primeramente que Jesús recalca
la unidad de todos ellos en Satanás. El mal lo permea todo. Es la fuerza negativa de la creación
que la destruye y la hace capaz de destruir, la cual se expresara histórica y socialmente como
anti-reino.
El mismo Jesús viene con autoridad de Dios no solo para ejercitar la misericordia sino también,
para emprender la lucha con el maligno. La llegada del reino, es por lo tanto, no solo benéfica
sino liberadora; ya que la práctica de Jesús es lucha. Así construir el Reino implica, por
necesidad, luchar activamente contra el anti-reino.
Ahora bien, Jesús no solo ejerce misericordia mostrando la bondad de Dios, a través de los
milagros, ni tampoco solo se pone en pie de lucha liberadora sino que al mismo tiempo acoge
a los pecadores dejando a un lado al juez severo y destructor.
Jesús no solo es confesor absolvente de los pecados sino que además acoge al pecador y de
esa forma anuncia la venida del Reino de Dios. Su actitud ante los pecadores exige en directo
una radical conversión: para los opresores, dejar de oprimir; para los oprimidos, aceptar de
que Dios no es como se lo han introyectado sus opresores y la religiosidad imperante, sino que
es verdadero amor, que no viene a condenar sino a salvar, y por ello, los pecadores no deben
tener miedo, sino gozo, en su venida.
Si los milagros y la expulsión de los demonios expresan la liberación del mal físico y del poder
del mal, la acogida expresa la liberación del pecador de su propio principio interior de
esclavitud y lo hace precisamente, por que es gracia más que obras. La acogida es liberadora
porque devuelve la dignidad a los despreciados y marginados de la sociedad. Este acercarse o
dejar que otros se acerquen es distintivo de Jesús: aparece cercano a los grupos despreciados
de su tiempo, a los niños, a las mujeres, y a los leprosos. Así les devuelve la dignidad.
El pecado fundamental no esta en las obras del hombre sino en la autosuficiencia ante Dios,
que no acepta ser acogido por Dios, y además desprecia a su prójimo. Por ello el pecador esta
mejor preparado connaturalmente a dejarse acoger por Dios. Haya donde los pecadores se
dejan acoger por Jesús, allá se hacen presentes los signos de la verdad revelada.
Concluyendo: La verdad encarnada nos muestra así, la verdad del hombre; y este último es el
hombre liberado de las esclavitudes opresoras. Así el hombre libre es el hombre pleno y esta
liberación no es algo que atañe solo a lo abstracto, sino sobre todo hace referencia a una
liberación histórica, pues el hombre se salva históricamente.
Jesús, con su revelación, la revelación de Dios, muestra también al hombre revelado en su
plenitud ya que en él se realiza el designio de Dios: el hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios y por ello en su historia comienza la liberación radical que impide este
primer designio.
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No hay duda, el hombre es capaz de acoger la revelación dada por Jesús, y en ella acoge la
palabra que habla de la verdad, una verdad que no solo le libera de todo aquello que se torna
esclavizante sino que al hacerlo le plenifica
CONCLUSION
Habiendo realizado este recorrido, estamos dispuestos a responder a la pregunta que ha
inspirado la largo y lo ancho de este trabajo: ¿Las CEB`s de Jujuy, actualmente son un espacio
o ámbito donde el hombre pueda encontrar y desarrollar su identidad y protagonismo en el
mundo?
Partimos afirmando que así como se ha expresado en algunas disertaciones a lo largo del
encuentro de que discipulado y misión son las categorías de reflexión para entender la
misión de la Iglesia y particularmente en este caso de las CEB`s en el mundo, Identidad y
Protagonismo son también las dos caras de una misma moneda y categorías presentes en
sus reflexiones que se dieron en los talleres. Las CEB`s han sido un ámbito donde también
los participantes de diversidad de orígenes, provincias, ámbitos sociales, culturales y étnicos
han podido manifestar su identidad, sus dificultades, sus luchas, sus avances. Desde el
ámbito de la ciencias antropológicas se ve a las CEB`s como un ámbito claramente abierto a
la diversidad identitaria, teniendo como bandera la opción preferencial a los pobres, por
sobre las distintas identidades ya mencionadas. Estas comunidades pretenden ser un
ámbito socio-religioso donde tengan cabida todos las personas, ayudando a buscar y luchar
por su dignidad y ayudando a que ellos reconozcan su dignidad a la luz de lo que va ser el
centro de sus reuniones que es la Palabra de Dios.
Sin embargo, en esta identidad se manifiesta, la lucha misma por acabar con la realización
por la identidad más plena para el hombre. En otras palabras, las comunidades eclesiales de
base se encuentran en la lucha identitaria, y en esta se encuentra el protagonismo de la
misma. Identidad y protagonismo van de la mano. Pero ¿Cuál es el motor que impulsa a esta
lucha? La revelación manifestada en Jesús.
Como es sabido, la Buena Noticia del Reino, implica, necesariamente, la restauración del
hombre. Este Dios liberador viene a desatar al hombre de todas las ataduras que impiden su
realización plena. De allí nace la mística de la CEBs. La lucha identificatoria se plasma en el
protagonismo que los mismos integrantes de las CEBs llevan adelante. Esto lo constatamos,
no solo en las imágenes presentadas en el trabajo, sino también, en palabras repetidas por
los mismos integrantes, tales como “queremos una Iglesia comprometida con lo social”,
“”esa pobre gente… en este invierno no se que van a hacer” (Mónica Mansilla, Bariloche).
Allí vemos no solo, su sensibilidad ante la realidad social, sino también, el grado de
protagonismo que engendran en esta lucha por conseguir la identidad plena del hombre
manifestada por Jesús. En esto no es la gente participando activamente en la Iglesia, sino
que es la Iglesia misma participando activamente en el protagonismo de la gente, que lucha
por la identidad plena del hombre.
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Podemos, entonces, concluir afirmando que las comunidades eclesiales de base se
encuentran en un punto de lucha que implica la verdad del hombre en su realización mas
plena, y esto hace a la su identidad y a su protagonismo.
Cristian Adrian Gamarra
BIBLIOGRAFIA
1.- “Símbolos y Fetiches Religiosos” – En la Construcción de la identidad popular – Rubén Dri 2.- Concilio Vaticano II
3.- Documento de Aparecida
4.- Intereses E Identidad - Carlota Solé y Sonia Perella
5.- Continuidad y ruptura en el cruce de culturas - Jaume Botey Vallès
6.- El Poder De La Identidad - Manuel Castells
7.- Identidad - Eric J. Hobsbawm
8.- Identidad y conflicto: personalidad, socialidad y culturalidad - Rik Pinxten
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