México, D.F., 7 de enero de 2013 VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE

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México, D.F., 7 de enero de 2013
VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LAS PALABRAS DEL SECRETARIO DE
RELACIONES EXTERIORES, JOSÉ ANTONIO MEADE KURIBREÑA, EN LA
INAUGURACIÓN DE LA XXIV REUNIÓN DE EMBAJADORES Y CÓNSULES
Estimadas y estimados ex Cancilleres de México,
Señores gobernadores;
Señoras y señores legisladores;
Señoras y señores Embajadores y Cónsules de México;
Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país;
Colegas de la Cancillería;
Amigas y amigos:
Bienvenidos a esta XXIV Reunión de Embajadores y Cónsules de México.
En nombre del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y en el mío propio, les doy
las gracias por acompañarnos y les expreso mis deseos de bienestar y prosperidad para el
año que inicia.
Agradezco la participación de los distinguidos académicos, empresarios y altos
funcionarios que nos acompañan. Mi reconocimiento, en especial, a los Embajadores
eméritos y eminentes que nos honran con su presencia.
Todos han hecho un alto en sus numerosas ocupaciones para poder estar con nosotros en
este encuentro. Se los agradezco mucho, tanto en mi calidad de Canciller, como a título
individual.
Como cada año, esta reunión hace posible que nos encontremos para analizar el estado que
guardan nuestras relaciones internacionales y, en particular, los retos y las oportunidades
que presenta un nuevo año. En esta ocasión nos permite hacerlo desde la óptica de una
nueva administración.
Como señalé al llegar a esta casa, estoy convencido de que esta Secretaría se caracteriza por
su vocación de servicio; de que a los diplomáticos mexicanos y a los funcionarios de la
Cancillería los distingue su gran patriotismo y su trabajo serio y profesional. Ello es cierto
para los miembros del Servicio Exterior Mexicano y también para quienes, sin formar parte
de él, realizan labores esenciales para el éxito de nuestra política exterior. Se trata de una
dinámica de trabajo que nos enriquece mutuamente y que ha demostrado ser muy valiosa
para el Estado mexicano.
Estoy consciente del esfuerzo que los funcionarios de la Cancillería y los diplomáticos de
México y realizan y realizan bien en favor de nuestros connacionales, lo mismo en las
arduas tareas consulares, que en el delicado quehacer diplomático bilateral, regional y
multilateral, así como en las importantes tareas de cooperación y promoción.
Quiero decirles que, como titular de esta Secretaría, aprecio mucho el valor de todas y cada
una de esas vertientes de su valioso trabajo. Cuenten conmigo para seguir apoyando el
desarrollo y fortalecimiento de este importantísimo cuerpo profesional. Sé que los desafíos
que enfrentamos no necesariamente corresponden con los recursos de los que disponemos,
ni en lo material ni en lo humano.
En los años por venir habremos de trabajar de manera gradual, pero sostenida, para
fortalecer nuestra capacidad de acción. México confía en el trabajo dedicado, responsable y
eficaz de su diplomacia y esa labor, a su vez, requiere ser estimulada, apoyada y
remunerada de acuerdo con los requerimientos del país y los méritos de este cuerpo
profesional de excelencia.
Tenemos la extraordinaria oportunidad de edificar sobre el legado que hemos recibido para
llegar más alto y más lejos, quiero, por ello, expresar públicamente mi reconocimiento a la
Embajadora Patricia Espinosa, ex Canciller de México, y a sus colaboradores más cercanos:
Lourdes, Julián, Norma, Juan Manuel, Julio, Rogelio y Arturo, por su destacada labor a lo
largo de los años previos. Construiremos, precisamente, sobre las amplias y firmes bases de
una política exterior seria, profesional, responsable, reconocida y respetada dentro y fuera
del país.
Mis respetos y reconocimiento, igualmente, a las y los diplomáticos de México que dieron
lo mejor de sí para hacer posible ese prestigio forjado a lo largo de décadas, a las y los
Embajadores en retiro que hoy nos acompañan, a las y los Cancilleres que, con mente
lúcida y mano firme, han sabido conducir los destinos de esta institución.
Agradezco mucho a Bernardo Sepúlveda; a don Fernando Solana, por cierto, vale la pena
recordarlo, fue él quien instituyó la reunión anual de Embajadores y Cónsules que hoy
celebramos por veinticuatroava ocasión; al Senador Manuel Camacho; al licenciado José
Ángel Gurría, hoy Secretario General de la OCDE; a la doctora Rosario Green; al doctor
Jorge Castañeda; al doctor Luis Ernesto Derbez; y a la propia Embajadora Patricia
Espinosa. A quienes hoy nos acompañan, todo nuestro aprecio. Gracias por estar aquí.
Como saben, en su toma de posesión, el Presidente de la República estableció la necesidad
de lograr, y cito: “Que México sea un actor con responsabilidad global. Un país con
participación propositiva en el mundo, dispuesto a fomentar la cooperación entre las
naciones, con una diplomacia moderna e innovadora.”
Este fue el quinto de los cinco ejes que guiarán la acción de su Gobierno. Como él mismo
señaló, se trata de lograr que México sea “un factor de estabilidad en un mundo convulso,
una voz que se escuche, una voz que defienda la libertad y promueva un orden más justo y
un mundo sustentable en el Siglo XXI.”
Este objetivo, que corresponde propiamente a la Cancillería, es por sí solo, una enorme
responsabilidad. Pero las tareas de la Cancillería no están circunscritas a una sola materia o
a un solo ámbito de competencia. Por su naturaleza, la labor diplomática acompaña la
gestión de gobierno en su totalidad. No hay una sola área de política pública que no pueda
beneficiarse del trabajo que realizamos, a favor tanto de México como de un mundo
próspero, estable y en paz, desde la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Las directrices de gobierno que el Presidente de la República ha enunciado serán una guía
esencial para la labor de la Cancillería y de las representaciones de México en todas las
regiones del mundo. Todos habremos de trabajar para hacer realidad los compromisos y las
metas prioritarias en cada uno de los ámbitos de la gestión pública.
Los esfuerzos a favor de un México en paz, con base en una renovada estrategia de
prevención del delito y el fortalecimiento de las instancias responsables de combatir la
impunidad y promover la paz y la justicia pueden y deben contar con el firme apoyo de
nuestra diplomacia.
Nos corresponde identificar y acercar a las áreas pertinentes las mejores prácticas en estos
ámbitos, así como el respaldo de instituciones multilaterales y de aquellos esquemas
previstos en convenios bilaterales que potencien y vuelvan aún más eficaz la labor de las
áreas responsables de la seguridad y la procuración de justicia en nuestro país.
La tarea de alcanzar un México incluyente, que combata con éxito la pobreza y logre cerrar
la brecha de la desigualdad social podrá, de la misma manera, ser fortalecida mediante una
labor más intensa en las instancias multilaterales que complementan los esfuerzos
nacionales en materia de desarrollo.
La estrategia establecida en torno a los Objetivos de Desarrollo del Milenio demostraron
ser en este ámbito, una poderosa herramienta para la transformación de nuestro país y
debemos velar porque la nueva agenda de desarrollo global que entrará en vigor después
del 2015 sea, igualmente, un instrumento de cambio y progreso para México y para el
mundo en su conjunto.
El logro de una educación de calidad para todos, de modo que en nuestras escuelas se
formen individuos libres, responsables y activos, ciudadanos de México y del mundo, debe
ser también un reto para todos y cada uno de nosotros en la Cancillería.
El diálogo con las instancias internacionales con mayor conocimiento y experiencia en
materia educativa, así como con países cuyas prácticas son ejemplo e inspiración para
México, es fundamental para complementar los esfuerzos de nuestras autoridades
educativas. La reforma que el Presidente ha emprendido en este ámbito debe contar con un
activo promotor en todos y cada uno de nosotros.
Por supuesto, el logro de un México próspero y sustentable, un país que beneficie a todos
nuestros compatriotas, nos exige redoblar esfuerzos, en colaboración con otras
dependencias, para seguir ampliando y profundizando nuestros vínculos económicos con el
exterior.
Conjuntar los distintos elementos que entraña el claro mandato presidencial de contribución
al bienestar interno, al mismo tiempo que jugamos un papel responsable y relevante en el
escenario internacional es el reto que, quienes tenemos el privilegio y la responsabilidad de
diseñar, dirigir e instrumentar la política exterior del país, deberemos enfrentar.
México es y se percibe como un país con instituciones firmes que avanza hacia un
desarrollo pleno y equitativo, pero aún hay mucho que podemos hacer para proyectar mejor
el enorme potencial de nuestra nación.
Un México cuya cultura, valores y fortalezas sean mejor y más ampliamente conocidos en
el exterior ayudará a hacer de nuestro país un lugar aún más atractivo para los intercambios
económicos y también los sociales.
Como ha dicho el Presidente, “es tiempo de construir y de ganar el futuro”; de hacer de
México “un país arrojado y audaz, preparado para competir y triunfar”.
Es nuestro deber y responsabilidad trabajar para que todo esto sea posible; para que a través
de nuestras relaciones con el exterior ayudemos al éxito de las estrategias de gobierno en el
ámbito interno al igual que del fortalecimiento de nuestros lazos fuera.
La política exterior de México habrá de alinear nuestras capacidades y metas como país, de
acuerdo con el rumbo trazado por el Ejecutivo, con pleno respeto a las facultades en la
materia del Legislativo.
Esa política exterior debe ser eficaz y responsable; participativa y transparente.
Trabajaremos con la sociedad civil organizada, sectores productivos y académicos, con
medios, nacionales y extranjeros, con los distintos niveles de gobierno.
Tenemos la importantísima encomienda de trabajar juntos para lograr ambas metas: que
nuestra diplomacia sea, por un lado, un motor que impulse el desarrollo nacional con base
en las prioridades establecidas por el Ejecutivo Federal y, por el otro, que contribuya a la
forja del mundo de paz, libertad, justicia y desarrollo al que aspiramos.
Un mundo así protegerá y permitirá el éxito del esfuerzo de crecimiento económico y
desarrollo que buscamos.
Tendremos una primera oportunidad para desplegar nuestras destrezas y capacidades en la
promoción de México en el mundo con cargo en la candidatura del doctor Herminio Blanco
Mendoza. Como ustedes saben, los méritos personales y profesionales del doctor Blanco lo
han hecho un aspirante idóneo para encabezar la Organización Mundial del Comercio.
Cuento con cada uno de ustedes para llevar a cabo y a buen puerto, mediante una vigorosa
labor de promoción, esta importante encomienda que el Presidente Peña Nieto nos ha
conferido.
Transformar a México significa vencer los rezagos, las apatías, la falta de confianza, no
sólo en lo que somos sino en lo que podemos llegar a ser: un México más grande, pleno,
justo; una nación que aporte al mundo del Siglo XXI el talento de sus ciudadanos, la
riqueza de su cultura y la fuerza de su solidaridad.
Al mismo tiempo que trabajamos para impulsar los cinco ejes de la agenda de Gobierno
que el Presidente Enrique Peña Nieto nos ha trazado, debemos desarrollar una estrategia
que promueva nuestros valores e intereses y nos proyecte eficazmente en los ámbitos
bilateral, regional y multilateral. Ustedes son los encargados de contribuir al
fortalecimiento de esa estrategia y de crear las condiciones internacionales para que sea
exitosa.
En América del Norte, tenemos el reto de aprovechar las sólidas bases que hemos
construido y de transformar una compleja interdependencia a favor de prosperidad
compartida.
En América Latina, debemos encabezar los procesos de diálogo político e integración
económica en marcha y, en especial, ampliar y diversificar nuestra cooperación de modo
que logremos profundizar nuestros lazos con todas las naciones hermanas de una región
prioritaria para México.
En Europa, nos corresponde aprovechar la actual situación como una oportunidad y un
estímulo para consolidar nuestros vínculos con países a los que nos une un profundo legado
cultural.
En Asia-Pacífico, tenemos que ampliar y consolidar nuestras relaciones con países cuya
pujanza económica y proyección internacional los convierten en socios clave del siglo XXI.
En África y Medio Oriente, debemos ampliar la presencia de México y desplegar esfuerzos
sostenidos para construir una relación que históricamente ha sido menos intensa, pero que
hoy abre nuevas oportunidades para nuestro país.
Y, por supuesto, debemos seguir construyendo sobre el merecido reconocimiento de que
goza México en foros multilaterales como un actor global responsable, como un país al que
se recurre para buscar soluciones compartidas a problemas comunes. Un país que está
presente en la definición de las normas que regirán la convivencia internacional.
Tlatelolco, Monterrey, Cancún, Los Cabos son nombres que evocan ese esfuerzo
responsable y resuelto por contribuir a la tarea común de superar los grandes retos
contemporáneos de la humanidad.
Es claro que debemos dar resultados concretos. Estoy convencido de que, en un entorno
internacional competitivo, México debe ser mucho más competitivo; de que, en un entorno
internacional dinámico, México debe también ser mucho más dinámico.
El proceso de transformación en el que nuestro país está inmerso así lo exige. México se
está convirtiendo muy rápidamente en una nación de la que se espera solidaridad y
cooperación para promover el desarrollo de otros países, en particular, aunque no
exclusivamente, aquellos con los que estamos ligados más estrechamente, como son las
naciones hermanas de América Central y del Caribe.
Por ello, la cooperación internacional para el desarrollo será, también, una tarea prioritaria
para la Cancillería mexicana, con el firme apoyo de otras dependencias e, incluso, de los
sectores privado y social.
En un mundo de agudos retos, aquejado por las amenazas a la estabilidad y al medio
ambiente, en donde es imperativo hacer respetar la ley, los derechos humanos y los tratados
internacionales, México debe ser paradigma de estabilidad, de solidaridad, de compromiso
con un desarrollo sostenido y sustentable, de legalidad, respeto a los derechos humanos y al
derecho internacional.
Tenemos una enorme tarea que realizar para proyectar debidamente nuestros logros y
fortalezas, las buenas noticias que nuestro país puede dar y da día con día. Sólo así
podremos presentar a México ante el mundo como lo que realmente es: una nación con un
extraordinario legado cultural, con una sociedad pujante, democrática y plural, con una
economía en plena expansión que presenta oportunidades para intercambios mutuamente
benéficos.
Lograrlo será, en parte, responsabilidad nuestra. De todos y cada uno de nosotros. Con su
ayuda, estoy seguro de que podremos hacer de nuestra política exterior sea un motor que
impulse y consolide el desarrollo de México.
Agradezco a todos nuestros conferencistas y panelistas su apoyo. Y agradezco a todos
ustedes, señoras y señores Embajadores y Cónsules de México, su presencia en este
encuentro.
Si se ponen de pie y me lo permiten, procederé a inaugurar formalmente esta importante
reunión. Hoy, 7 de enero de 2013, en esta sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores,
me da mucho gusto inaugurar los trabajos de la Vigésimo Cuarta Reunión de Embajadores
y Cónsules de México.
Antes de ceder el foro, quiero dar personalmente la bienvenida a los integrantes de este
primer panel: Ángel Gurría, Jaime Zabludovsky, Gabriel Guerra y Alejandro Ramírez;
serán moderados por Andrés Rozental, para que tengamos una discusión amplia, abierta
dado el talento de los participantes brillantes y elocuentes, para que puedan poner en
perspectiva con su apoyo lo que implica que México sea este actor con responsabilidad que
todos esperamos lograr juntos.
Les agradezco mucho la atención, muchas gracias.
ooOoo
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