PROFESORA ANA MARIA ANDALUZ R.

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Pontificia Universidad de Salamanca
Cursos Doctorado en Filosofía
Programa 2004-2006
Universidad Católica de la Santísima Concepción
Concepción, Chile.
Teleología de la Naturaleza en la Crítica del Juicio de Kant.
Profundización de contenidos
Profesora: Doctora Ana María Andaluz Romanillos
Alumno: Profesor Christian R. Arancibia Gaete
San Carlos, Noviembre 21 de 2005
2
Introducción.
Cuando se oye hablar de Immanuel Kant, surgen pensamientos un tanto
contradictorios. Por una parte, su modo de hacer filosofía resulta atractivo, puesto que
se reconoce en su labor un auténtico afán por dotar a la filosofía de una consistencia
teórica y práctica que no conoce precedentes en la historia occidental; por otra parte,
produce cierto rechazo por la forma de exponer sus planteamientos, su rigurosidad
intelectual, que obliga a todo lector a un ejercicio del intelecto que no desconoce el
cansancio. Quizás en esto se encuentren los motivos para que contemporáneos de Kant
hayan comprendido tan mal su obra crítica, como lo atestigua, por ejemplo, la recensión
crítica de Göttingen referida a la Crítica de la Razón Pura.
Nuestro presente trabajo pretende asumir la ardua labor que brota de un intento
de profundización en la obra de Kant. No desconocemos los límites que debemos
enfrentar, pero sabemos de antemano que todo esfuerzo contribuirá a dotar a nuestro
quehacer filosófico de una luz que, en el más sutil de los casos, dejará en evidencia
nuestras inconsistencias a la hora de pensar el mundo. En este sentido toda filosofía
debe ser crítica y Kant entrega herramientas que permiten reconocer críticamente la
solidez de nuestros conocimientos.
Nuestro plan de trabajo se restringirá a un intento de profundización de los
contenidos entregados en los cursos de doctorado. El tema central es la teleología de la
naturaleza en la Crítica del Juicio de Kant. Tema que, para una mejor comprensión irá
precedido de un tratamiento introductorio de la Crítica del Juicio dentro del proyecto de
la Filosofía crítica kantiana.
El esquema de trabajo será el siguiente:
I.
II.
III.
IV.
Introducción de la crítica del juicio dentro del proyecto de filosofía crítica
kantiana
El lugar del juicio teleológico en la Introducción a la Crítica del Juicio
Análisis y profundización de los parágrafos 61 al 67
El Concepto “Fin Final”
3
I. Introducción de la Crítica del Juicio dentro del Proyecto de Filosofía Crítica Kantiana
Ha sido comúnmente aceptado que tanto la Crítica de la Razón Pura (en
adelante KrV) como la Crítica de la Razón Práctica (en adelante KpV) no completan la
filosofía crítica como sistema.1 Es más, se produce un abismo entre lo que brota del
concepto de naturaleza y lo que es generado en el concepto de la libertad.
Ya en KpV, Kant, concluía que “hay dos cosas que llenan el ánimo de
admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y
aplicación se ocupa de ellas la razón: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral que hay
en mí”2. En dicha conclusión daba cuenta de que admiración y respeto no bastaban para
superar el abismo entre el ámbito natural y el de la libertad, tan solo podían incitar a la
investigación crítica. Se hacía necesaria una tercera crítica que satisficiera la necesidad
de cerrar el círculo de una filosofía como sistema crítico. En esta tercera crítica se
podría lograr la solución de continuidad antes citada, estableciendo un puente que
permitiera salvar el abismo establecido entre el sujeto en su condición de ser libre y la
naturaleza.
La KrV había llegado a la conclusión, desde el aspecto cognoscitivo de la
razón humana, de que la esfera de la experiencia es una esfera dominada por la razón
especulativa humana. En este entendido, el concepto de naturaleza sólo podía ser
comprendido por la causalidad mecánica y la necesidad, que es la misma necesidad que
le imprime el intelecto; La KpV, en cambio, se dedicó a otro tipo de legislación,
caracterizada por la libertad; tal legislación correspondió a un terreno completamente
distinto del teórico, se trataba, más bien del terreno práctico. Por lo tanto la razón pura
solo podía representarse sus objetos como fenómenos, nunca como cosas en sí
(suprasensibles) ; en cambio, la razón práctica, necesariamente debía representarse sus
objetos como cosas en sí (por una exigencia del ámbito de la libertad).
La Crítica del Juicio (en adelante KU), como antes se dijo, pretende llevar a
cabo una superación del abismo generado entre los fenómenos del mundo natural, y
aquello que pertenece al mundo suprasensible. Kant buscará mostrar la unidad existente
entre los dos mundos, aún cuando reconoce que dicha unidad nunca pueda asumir un
carácter cognoscitivo y teórico. De ahí la importancia que cobrará una adecuada
comprensión de la facultad del juicio, que como concepto en la KU tendrá carácter de
juicio reflexionante. Este tipo de juicio, a diferencia de los determinantes contenidos en
KrV - que determinan teóricamente al objeto, constituyéndolo como tal-, “tiene la
particularidad de ser reflexivo por que procede de un ‘principio de la reflexión sobre
objetos para los que nos falta objetivamente una ley’ (…) este principio universal de la
reflexión difiere del universal del intelecto y es análogo a las ideas de la razón: consiste
en la idea de finalidad”3. Idea que será matizada, con el fin de lograr una mejor
comprensión de lo que con ella se diga en la KU.
Esta idea de finalidad se convertirá en principio que haga posible el tránsito de la
razón pura teórica a la razón pura práctica (vid. Apuntes cursos doctorado, profesora A.
Mª Andaluz R., en adelante apuntes).
Pasemos a ver qué lugar ocupa el juicio teleológico en la introducción a la KU.
Cf. Corner, Kant, Madrid, 1981, p.159, ambas son: “dos estudios sistemáticos de los principios a priori
del conocimiento empírico y de la moralidad. No constituyen la totalidad del sistema ni siquiera el perfil
de la filosofía crítica. Citado en Cuadernos de Filosofía (vid. Bibliografía, autor Rodrigo Pulgar.)
2
Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. Traducen E. Miñana y Manuel garcía Morente. Ed. Sígueme.
Salamanca 2002 p.197
3
Cf. Reale, G. y Darío Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico. Tomo II. Del
Humanismo a Kant, (Versión castellana de Juan Andrés Iglesias). Barcelona: Editorial Herder, S. A.,
1988, pp. 774-775.
1
4
II. El Lugar del Juicio Teleológico en la Introducción a la Crítica del Juicio
Una lectura de las introducciones hechas por Kant a la KU, permite constatar la
existencia de dos elementos centrales en sus líneas.
El primero esta dado por algo que ya veníamos mencionando, la idea de sistema.
La filosofía es comprendida por Kant como un sistema, y dentro del sistema de la
filosofía crítica, la presente obra que pretendemos comprender, tiene un sentido bien
claro: “salvar el abismo existente entre la jurisdicción del concepto natural, en cuanto
jurisdicción de lo sensible y la del concepto de libertad, como jurisdicción de lo
suprasensible”4
Esto, como expusimos, era imposible para las dos primeras críticas,
básicamente porque a entendimiento y razón corresponden dos legislaciones distintas
en un solo territorio que es el de la experiencia (a saber, las cosas como fenómenos y las
cosas en sí respectivamente.) Sería incompleta una KrV, es decir, de nuestra capacidad
de juzgar si como parte especial suya no tratara de la facultad de juzgar, la cual a título
de facultad del conocer tiene también derecho a juzgar de ese modo”.5
Para Kant hay un campo limitado en el dominio de nuestra capacidad de
conocimiento. Es el campo de lo suprasensible. El que este campo sea limitado no lo
lleva a desistir en su intento de proponer un proyecto moral realizable en el mundo de la
naturaleza. Quiere mostrar, en el terreno de la posibilidad, cómo el concepto de libertad
puede hacer real en el mundo de los sentidos el objetivo propuesto por sus leyes;
asimismo la naturaleza debe poder concebirse de suerte que la legalidad de su forma
coincida por lo menos con la posibilidad de los fines en ella logrables en virtud de leyes
de libertad.6
Kant apuesta a la existencia de un fundamento de unidad entre lo suprasensible,
que yace en el fondo de la naturaleza (con sus límites) y lo prácticamente contenido en
el concepto de libertad. Reconoce el abismo, pero inmediatamente justifica la
posibilidad de un tránsito entre los dos terrenos.
Un segundo elemento central es una especial idea de juicio. Concepto que no se
encuentra ni en el terreno de la naturaleza ni en el terreno de la libertad; surge, más
bien, en la familia de las superiores facultades del conocimiento, como un miembro
intermedio entre el entendimiento y la razón. Se trata de la facultad de juzgar. Para tal
facultad, así como los conceptos de naturaleza y libertad tiene sus propios dominios
(legislación del entendimiento y legislación de la razón respectivamente), es dable
suponer, por analogía, la existencia de un principio peculiar.
Kant, en la argumentación presente en la introducción definitiva de KU , para
aclarar conceptos, optará por establecer una adecuada diferencia entre la facultad de
juzgar determinante y la facultad de juzgar reflexionante. Diferencia que, en lo esencial,
reside en lo siguiente: La facultad de juzgar determinante es constitutiva y legislativa a
priori, puesto que subsume lo particular en lo universal. La facultad de juzgar
reflexionante tendrá sólo un carácter regulativo, puesto que lo dado es lo particular y
hay que buscar lo universal. En lo que respecta a la crítica del juicio es de vital
importancia la facultad de juzgar reflexionante puesto que ella necesitará de un
principio que no puede tomar de la experiencia (como veremos más adelante), ya que
precisamente es un principio que debe establecer la “unidad de todos los principios
empíricos bajo otros principios.7
Kant. Crítica del Juicio. Trad. José Rovira Armengol. Ed. Losada. Buenos Aires 1968. p.16
Ibíd. p.8
6
Cf. KU. P.16
7
Cf. KU. P.20
4
5
5
Este principio peculiar requerido es la finalidad de la naturaleza. Se trata de un
concepto a priori especial, que se origina en la facultad de juzgar reflexionante,
concepto “que solo expresa el único modo de proceder en la reflexión sobre los objetos
de la naturaleza con vistas a una experiencia totalmente coherente.8
Es concepto que surge de una necesidad del entendimiento que, si bien posee
leyes generales de la naturaleza, también “necesita” que existan leyes especiales que
otorguen cierto orden a la naturaleza, aún cuando estos no se puedan demostrar.
Ya en el apartado noveno de la introducción definitiva se dará renovada cuenta
del abismo que separa al concepto de naturaleza del concepto de libertad.
Para Kant el entendimiento es legislador en el mundo sensible y la razón legisla
respecto de la libertad. Se ha generado un abismo en el que estos ámbitos no se tocan.
En tales condiciones hablar de unidad o tender un puente entre ambas jurisdicciones es
aparentemente imposible.
Lo que si es posible es constatar las consecuencias de las reglas prácticas del
concepto de libertad en la naturaleza. “El efecto según /el concepto de libertad/ es el fin
final, el cual debe existir, para lo cual se presupone su condición de posibilidad en la
naturaleza” 9(KU. IX AK V 196)
Este concepto de fin final proporciona desde la facultad de juzgar el elemento
mediador entre los conceptos naturales y el de libertad, “Que hace posible el tránsito
desde la legislación pura teórica hacia la legislación pura práctica” (Ibíd.)
Lo que sigue apunta a dar cuenta de cómo se opera este tránsito en el argumento
kantiano. Hemos optado por un trabajo de lectura y comprensión, parágrafo a parágrafo,
en la pretensión de ajustarnos lo más literalmente al hilo del argumento.
III. Análisis y Profundización de Parágrafos 61 a 67
De la finalidad objetiva de la naturaleza
Para Kant, la finalidad es más que un principio trascendental. Precisamente por
que hay concordancia de la naturaleza con nuestro juicio se hace posible una finalidad
formal subjetiva.
Este parágrafo viene a ser la solución de continuidad entre la finalidad que está
en la base del juicio estético y la finalidad que está en la posible concatenación de
experiencias particulares en un sistema de la naturaleza.
Kant dirá que, el hecho de que en la naturaleza unas cosas sirvan a otras como
medios para fines10, finalidad real objetiva, no tiene fundamento alguno en el
mecanismo natural.
En su argumentación sostiene que la experiencia no puede demostrarnos una
legalidad causal, porque de hacerlo, necesariamente, tendría que incorporar el concepto
de fin en la naturaleza; El uso que haría de tal concepto, serviría para una comprensión
de la naturaleza, y, en ningún caso para su explicación objetiva.
La finalidad objetiva, como principio de posibilidad de las cosas de la
naturaleza, debe buscarse al margen de ella.
En este punto, resulta particularmente ilustrativo, el ejemplo del ave.
Efectivamente, la estructura anatómica de un ave cualquiera, pudo haberse configurado
de mil maneras distintas (si se considera su naturaleza como simple mecanismo), siendo
innecesario explicar la causa de esa configuración desde los fines.
Ibíd.. p.25
Cf. KU. P.36 y ss. Se ha optado, además, por hacer uso de apuntes para lograr una mejor comprensión
del núcleo temático, comprendido en el apartado (Einleitung IX, Ak V196)
10
Cf. KU Ak V 360
8
9
6
Lo anterior no debiera llevarnos a desconocer la legitimidad de un
enjuiciamiento teleológico aplicado al estudio de la naturaleza. Es precisamente en este
punto donde se hace necesario establecer los límites del discernimiento teleológico.
Kant, aclara que el uso que se haga del discernimiento teleológico, cobra sentido
sólo en la comprensión de la naturaleza y no en su explicación. Continúa diciendo que
el enjuiciamiento teleológico es propio del juicio reflexionante y no del determinante.
¿Qué quiere decir con estas afirmaciones?
Para lograr mayor claridad en el desarrollo de la respuesta, aún habiendo
desarrollado la diferenciación entre un juicio y otro, considero oportuno establecer
ciertas distinciones entre juicio determinante y juicio reflexivo.
El juicio, para Kant, es la facultad de subsumir lo particular en lo universal. Es
decir, la facultad de pensar lo particular como contenido dentro de lo universal. A este
respecto se dan dos casos posibles:
1.
En el juicio determinante pueden darse tanto lo particular como lo
universal. En esta hipótesis, el juicio que incluye lo particular en lo universal es
determinante. Los juicios de la KrV corresponden a esta clase de juicios, llamados
determinantes porque determinan teóricamente al objeto (lo constituye como tal objeto).
2.
En el juicio reflexivo se da lo siguiente: es posible que sólo este dado lo
particular y que haya que buscar lo universal, y sea, precisamente, el juicio el encargado
del hallazgo. En este caso el juicio se llama reflexivo, porque el universal que se debe
hallar no es una ley a priori del intelecto, sino que, dice Kant, procede de un principio
de la reflexión sobre objetos para los cuales nos falta objetivamente una ley. Este
principio universal de reflexión difiere del universal del intelecto y es análogo a las
ideas de la razón: consiste en la idea de la finalidad.11
Una vez realizada la distinción se entiende que no podamos atribuir a la
naturaleza causas eficientes, puesto que ya hablaríamos de juicio determinante. En este
horizonte, el concepto de los enlaces de la naturaleza conforme a fines (juicio
teleológico) es sólo un principio metodológico, que nos permite por analogía atribuir
causalidad conforme a fines. “La teleología es así un principio regulativo para el simple
enjuiciamiento de los fenómenos a que la naturaleza pueda pensarse como sometida
según sus leyes particulares.”12
De la finalidad relativa de la naturaleza en su diferenciación con la finalidad interna
Según Kant, “es la experiencia la que conduce a nuestro discernimiento al
concepto de una finalidad objetiva y material, esto es, al concepto de un fin de la
naturaleza (sweck der natur), tan sólo cuando ha de enjuiciar una relación de causa a
efecto”13. Dando así cuenta de una finalidad externa o relativa que es ya rechazada en el
desarrollo del parágrafo.
Por la importancia de este punto para la argumentación kantiana, se hace
necesario establecer una distinción entre finalidad externa o relativa y finalidad interna.
a) Finalidad externa: aquella en que un fin es medio para otros fines
b) Finalidad interna seres organizados: El todo es la base de la posibilidad
interna de ese ser. Hay una estructura interna en los seres organizados
11
Cf. Reale y Antiseri. Op. Cit. P.774
Cf. KU Ak V 361
13
KU Ak V 367
12
7
En el ejemplo de “los ríos que acarrean consigo todo tipo de tierras útiles para el
crecimiento de las plantas (…)”14; así como en otros ejemplos, rechazará, Kant, el que
esto pueda enjuiciarse como fin de la naturaleza (sweck der natur), ya que el sólo hecho
de que entrañe utilidad para los hombres, no constituye garantía de utilidad para el reino
vegetal. Queda así muy claro que la relación de medios a fines aquí planteada no da pie
alguno a establecer un juicio teleológico absoluto. Pues “en la serie de miembros
subordinados entre sí de una trabazón teleológica, cada miembro intermedio ha de
considerarse como fin (aunque no como fin final [endzweck])”15
La argumentación kantiana prosigue afirmando que la “finalidad objetiva que se
sustenta sobre el provecho no es una finalidad objetiva de las cosas en sí mismas
(…)”16, sino más bien, una finalidad meramente relativa y contingente para la cosa
misma a la cual se atribuye. Si bien el juzgar teleológico serviría para entender los
enlaces en la naturaleza, comprensibles desde la forma interna, nada nos puede llevar a
sostener que este enjuiciamiento tenga objetiva validez en el campo de la ciencia.
Kant, no desaprovechará la oportunidad, en este parágrafo, de citar nuevos
ejemplos para dar cuenta de la finalidad interna de los seres organizados. Instancia que
dará lugar al planteamiento de preguntas de vital importancia para legitimar un juicio
teleológico de la naturaleza.
“En los países fríos la nieve preserva las simientes de las heladas; facilita la
comunidad de los hombres (…); el lapón encuentra ahí animales que propician esa
comunidad (…), los cuales encuentran suficiente alimento en un musgo seco que ellos
mismos escarban bajo la nieve, pese a lo cual se dejan domesticar fácilmente y se dejan
arrebatar una libertad que podrían muy bien mantener (…).Aquí se da una admirable
convergencia de tantas relaciones de la naturaleza para un fin; y este fin es(…) el
lapón.”17
En continuidad con el argumento surge la pregunta referida a por qué deben
vivir en esos lugares hombres en general. La respuesta no es fácil, puesto que ya
resultaría osado decir que todo sucede para beneficio de los seres humanos, o teniendo
como finalidad el beneficio del hombre.
El mismo argumento viene a ilustrar lo antes dicho respecto de lo injustificado
de un juicio teleológico de la naturaleza en esos términos. Surge entonces otra pregunta
¿cuándo se justificaría, o mejor dicho, se legitimaría, entonces un juicio teleológico
sobre la finalidad de la naturaleza?
¿Hay algo en la naturaleza que indique la existencia de un fin para la naturaleza
o un fin final?
Las preguntas ya introducen en la naturaleza una perspectiva de sentido que el
autor no quiere descuidar (cf. Apuntes).
El argumento avanza, quedan cuestiones abiertas que el parágrafo siguiente nos
ayudará a dilucidar.
Del peculiar carácter de las cosas como fines naturales (naturzwecks)
“Para darse cuenta de que una cosa sólo es posible como fin (…) es preciso que
su forma no sea posible con arreglo a meras leyes de la naturaleza (…)”18
Ibídem
KU Ak V 368
16
Ibídem
17
KU Ak V 369
18
KU Ak V 370
14
15
8
Los juicios teleológicos sobre la finalidad objetiva, real e interna, sólo tendrán
legitimidad cuando ciertos procesos naturales no puedan hacerse comprensibles
mediante explicaciones causales19 .
La línea argumentativa del parágrafo dará luego cuenta de un supuesto
metodológico:
(Para darse cuenta de que una cosa sólo es posible como fin) (…) (se debe)
“buscar la causalidad de su origen (…) en una causa cuya capacidad para actuar se vea
determinada por conceptos (…) hace falta que incluso su conocimiento empírico, con
arreglo a su causa y efecto, presuponga conceptos de razón”.20
Surge, en el argumento, la idea de fin (causalidad final); y será, precisamente la
contingencia, que hace a la mecánica de la naturaleza insuficiente en su explicación de
la naturaleza, la que justificará el surgimiento de esta idea21.
Queda evidenciada la apertura kantiana, señalando que los límites (del
mecanismo natural) nos llevan a indagar más allá de los límites. (cf. Apuntes)
Kant establecerá claras diferencias entre fines en la naturaleza, como conceptos
que pueden ser dados por la razón (en el caso de la figura geométrica dibujada en la
arena) y fines de la naturaleza (endzweck).
En esta línea dirá que, provisionalmente, podrá considerar “que una cosa existe
como fin natural, cuando por sí misma es causa y efecto.”22 En este punto, el autor se
servirá de un ejemplo para aclarar la “determinación de esta idea de un fin de la
naturaleza”:
“según una conocida ley de la naturaleza, un árbol genera otro árbol. Pero el
árbol que el genera es de la misma especie; y así se genera a sí mismo según la
especie(…)”.23
Se aclara así el que, en el árbol, se presente la reciprocidad exigida a toda cosa
que pretenda ser enjuiciada como fin natural. El árbol, en su condición de especie es
causa y efecto a la vez. Reciprocidad que será demostrada en la consecución del
ejemplo en cuanto al crecimiento del árbol y en la mención que se hace a la
autorreparación ante malformaciones y lesiones.24
Al comienzo del parágrafo siguiente encontraremos una buena síntesis de lo que
acabamos de analizar:
Las cosas como Fines de la Naturaleza
“Una cosa que como producto de la naturaleza debe reconocerse al mismo
tiempo como posible fin de la naturaleza ha de comportarse con respecto a sí misma
alternativamente como causa y efecto”.25
El mejor ejemplo para esto sería el ya citado del árbol, que al reproducirse
genera un producto: otro árbol de la misma especie que, en su calidad de árbol de esa
especie es simultáneamente causa y efecto.
Kant dice que efectivamente podemos reconocer, hipotéticamente al árbol como
fin de la naturaleza, pero señala que la terminología causa y efecto (en el sentido en que
Cf. Höffe, Otfried. Immanuel Kant. Versión castellana de DIORKI. Editorial Herder S.A. Barcelona
1986. p.257
20
KU Ak V 370
21
La contingencia se predica de aquello que no es comprensible desde el enlace de las causas mecánicas.
cf.apuntes de clases
22
KU Ak V 371
23
Ibídem [B 287]
24
Cf. Höffe op cit. p.257.
25
KU Ak V 372 [B 289]
19
9
el árbol ha de comportarse simultáneamente como causa y efecto) resulta impropia. Se
requiere una deducción a partir de un concepto determinado y en este tenor plantea dos
alternativas:
En la primera, la deducción se hace a partir del entendimiento mediante el enlace
causal denominado de las causas eficientes; en la segunda, será a través del enlace
causal conocido como el de las causa finales.
La primera alternativa comporta una aporía, ya que correspondiendo a la
posibilidad según causalidad mecánica (nexus effectivus) resulta insuficiente para dar
cuenta de la idea de finalidad
La segunda alternativa se encuentra justificada por Kant, pero sólo en el plano
metodológico, no en el ontológico.
El principio de enjuiciamiento de la finalidad interna, se reconoce en los
productos organizados de la naturaleza. Mejor dicho, es un principio de los seres
organizados que se debe a un ciego mecanismo natural.
Kant dice que si bien es un principio reconocible en la experiencia (a posteriori)
según (método) a la hora de dar cuenta de su universalidad debe fundarse en algún
principio a priori, aún cuando sea regulativo. Es decir, este principio a priori, brotaría de
un enjuiciamiento reflexivo y en ningún caso sería constitutivo sino solo regulativo.
En este punto, el autor, vuelve sobre la imposibilidad del mecanismo natural
para dar cuenta de un sentido de la naturaleza que va más allá de lo reconocible en la
experiencia. Existe, en posibilidad, un orden de cosas que supera a las cosas tal y como
están estructuradas por su mecanismo natural. La particularidad de los seres organizados
será que todas sus partes están conectadas por su relación a una idea (orden), que es idea
del todo. Se justifica con esto el paso del fin natural hacia un sistema de fines.
“Es algo completamente distinto enjuiciar una cosa como fin natural atendiendo
a su forma interna que tener por fin de la naturaleza la existencia de tal cosa”.26
En el parágrafo 67 ha reintroducido Kant un nuevo concepto, el de fin final.
(Endzweck). A esta posibilidad de un orden que antes mencionamos no le basta el
término fin posible. Se requiere más bien un fundamento suprasensible que excede
nuestro conocimiento teleológico de la naturaleza. Es un fundamento a priori que
organiza todo cuanto se da en el mundo. Hipotéticamente podría explicar tanto la
existencia, y el para qué de su existir, de una brizna como la existencia del ser humano.
Para Kant nada de cuanto ocurre con los seres organizados es casualidad, todo
tiene su sentido y orden. Quizás por esta razón diga “Todo cuanto hay en el mundo es
bueno para algo y nada en él es gratuito (…) todo cuanto cabe esperar [de la naturaleza]
y sus leyes es de carácter teleológico en su conjunto.”27
Queda evidenciado en este punto, que dicho orden lo es sólo para un
enjuiciamiento reflexionante, que busca dar pistas de sentido, para considerar a la
naturaleza en relación con un fundamento diferente a aquel principio mecánico que rige
su causalidad. Ese fundamento diferente sería el de la causa final.
IV. El Concepto “Fin Final”
Una vez establecido el concepto de fin final como juicio reflexionante que
regula al mundo natural cabe la pregunta: ¿Respecto de este gran sistema de fines que es
la naturaleza en su conjunto el ser humano es un miembro más, o bien, ocupa un lugar
especial dentro del sistema?
26
27
KU Ak V378
KU Ak V 379 [B 301]
10
La respuesta a esta pregunta se debe buscar en el contexto de la recuperación de
la perspectiva, según la cual, en la naturaleza una cosa sirve a otra como medio a fin.
Contexto, a su vez, donde se responde a las preguntas ¿Por qué, para qué, con qué fin
existen tales o cuales cosas en la naturaleza? 28
Nos encontramos en el centro de la pregunta por el sentido.
Recuperado el concepto de finalidad externa, en que “una cosa sirve a otra como
medio para un fin” se aclara que tal finalidad es totalmente distinta a la interna, la cual
“se halla vinculada con la posibilidad de un objeto al margen de si su propia realidad es
o no fin”.
El concepto de la finalidad interna nos conduce al concepto de la existencia de
algo en relación a una causa que obra conforme a propósitos. Esta causa se asume como
posibilidad de la organización interna de este ser organizado que existe como fin.
*Para qué existe = ¿Wozn ist da?
Para Kant hay dos posibles maneras de entender al ser humano en conexión con
los demás miembros de la naturaleza.
Puede ser comprendido como fin último de la creación, por ser él el único ser
sobre ella que puede hacerse un concepto de fines y elaborar mediante su razón un
sistema de fines.
O bien, en el camino inverso, podría ser entendido ora como fin, ora como
medio en la amplia gama de interrelaciones que se dan entre los elementos de la
naturaleza.
De las dos posibles maneras, para Kant, queda evidenciado que la experiencia
contradice a la razón respecto de lo que concierne a un fin último de la naturaleza. No
obstante, para comprender el sistema natural como un sistema organizado resulta
indispensable aceptar la presencia de este fin último y situarlo en el hombre.29
Estamos en el centro de una cuestión decisiva. El argumento kantiano,
presentando el concepto de naturaleza como un sistema de fines, busca dar solidez a la
pregunta de para qué existen los seres de la naturaleza. Resuelta la pregunta ha
planteado que el hombre es el único ser que puede ser considerado como fin final de la
creación puesto que en él se une naturaleza y libertad.
En el primer ámbito ha dicho que desde la naturaleza no puede, el ser humano,
ser comprendido sin más como fin final; puesto que aun, reclamándole la razón que
posee, la capacidad de proponerse fines, la experiencia viene a contradecirlo.
“Respecto al hombre (…) la naturaleza se ha hecho excepción para someterlo
(…) a fuerzas destructivas”.30
Pero no se debe olvidar que uno de los rendimientos del concepto de naturaleza
es la ampliación del concepto de lo sensible y de la naturaleza a una legalidad de lo
sensible en lo suprasensible (Apuntes).
El hombre es fin último (letzter zwecke) desde el juicio reflexionante. Ya no es
para Kant un eslabón más en la cadena mecánica. El ser humano es quien da sentido a la
naturaleza. Sin esta “posibilidad” de dar sentido sería un mero agregado. Por la
presencia “dadora de sentido”, el ser humano, dota a la naturaleza de una organización y
la convierte en sistema.
En el segundo ámbito, endzweck, no en todos los sentidos es el hombre el fin
último de la naturaleza sino sólo en aquello que lo prepara para ser fin final.
En este punto la teleología de la naturaleza nos lleva a la pregunta por el fin
final.
28
Cf. Apuntes
Cf. K.U Ak V 427 [B 384]
30
Ibídem
29
11
¿En qué sentido puede ser el hombre fin final?
Para Kant el ámbito de la naturaleza se encuentra imposibilitado para responder
a la pregunta, puesto que no puede presentarnos el fin final, su mecanismo es
insuficiente. Si queremos responder necesariamente debemos trasladarnos al terreno de
la libertad.
Gracias a este traslado, que es interrelación de ámbitos, de lo sensible a lo
suprasensible, el juicio teleológico nos lleva hacia un fin final de la existencia del
mundo.
La respuesta por el fin final nos remite al mundo de la libertad. En este mundo el
hombre es fin final, porque le ha sido dada la inteligencia y la voluntad , que los hacen
capaz de realizarse moralmente planteándose un objeto incondicionado.
El hombre, su libertad, es la instancia que dota al mundo de sentido. Es esta
libertad la que dota de sentido a la naturaleza.
Es cierto que esta instancia está situada en el terreno de lo inteligible, pero no es
menos cierto, que la teleología de la naturaleza ha sido capaz de conducirnos a la
pregunta por el sentido.
La conclusión de la profesora Ana María Andaluz Romanillos es que, a la luz
del juicio teleológico, no resulta tan incomprensible la posibilidad de los fines de la
libertad como fenómenos en el mundo de los sentidos. La realización de lo
suprasensible en lo sensible es algo que descubre el ser humano y que solo a él cabe
llevar al campo de la acción. Se trata entonces de un nuevo discurso sobre el ser
humano que revela la posibilidad de realización de los fines de la libertad.31
31
Cf. apuntes
12
Conclusión
Hemos alcanzado mediana claridad respecto del sitial que ocupa la Crítica del
Juicio en el proyecto de filosofía crítica Kantiano. Tanto KrV como KpV no habían
logrado dar cuenta de una posible superación del abismo existente entre el terreno
dominado por la razón pura especulativa (el mundo de la naturaleza en su mecanismo
natural), y el vasto y desconocido campo de la razón práctica (el reino de la libertad).
Luego de las dos primeras críticas fue necesario el esfuerzo por superar tal abismo; una
empresa tal quedo plasmada en la Crítica del Juicio.
Un elemento central, en su obra, es una especial idea de juicio. Concepto que
no se encuentra ni en el terreno de la naturaleza ni en el terreno de la libertad; surge,
más bien, en la familia de las superiores facultades del conocimiento, como un miembro
intermedio entre el entendimiento y la razón. Se trata de la facultad de juzgar. Desde
esta facultad surgiría el concepto clave que permitiría la aludida superación, la idea de
finalidad.
Fundamental resultaría, también, la distinción entre juicio determinante y
reflexionante. El principio de finalidad vendría a ser un principio regulador, no
constitutivo, que otorgaría cierto orden a la naturaleza.
Pero nada quedaba concluido si no se integraba al hombre en este sistema de
fines, si no se dotaba de sentido la existencia de aquel único ser desde el cual surgía el
abismo de realidades aparentemente inconexas mediante el mecanismo natural. Este
mecanismo, de hecho había resultado insuficiente para explicar realidades
suprasensibles. Quedaría en la Critica del Juicio una pregunta por resolver.
¿Respecto de este gran sistema de fines que es la naturaleza en su conjunto el
ser humano es un miembro más, o bien, ocupa un lugar especial dentro del sistema?
La respuesta no se haría esperar. Para Kant, el hombre es el único ser que puede
ser considerado como fin final de la creación puesto que en él se une naturaleza y
libertad.
El ser humano es quien da sentido a la naturaleza. El hombre, su libertad, es la
instancia que dota al mundo de sentido. Es esta libertad la que dota de sentido a la
naturaleza. No somos un eslabón más en la cadena evolutiva, como muchos hombres de
ciencia han querido dar a conocer.
En otro acierto de Kant, la respuesta por el fin final nos remite al mundo de la
libertad. Es en este mundo donde estamos llamados a realizar lo fines de actos libres.
Estamos llamados a realizar lo suprasensible en lo sensible. Es nuestra tarea y en
nuestras manos está la posibilidad de dotar a la existencia de un sentido que no se pierde
en las cosas, que no se agota en la ciencia, que conecta, en último término con nuestra
humana responsabilidad.
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Bibliografía
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