Pensamientos pequenos forman un hombre pequeno - MAY80 - H. Spencer Lewis, F.R.C.

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Pensamientos pequeños forman un hombre pequeño
Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
Hay hombres que ocupan lugares o posiciones inferiores como resultado del temor, más
que por falta de oportunidad. Millares de hombres en la intimidad de sus hogares expresan
opiniones que, por su lógica tan brillante, dejarían obsoletas las conclusiones e ideas de los
expertos y profesionales establecidos en los negocios, en el comercio y los asuntos públicos.
Muchos hombres de intuición natural y de gran elocuencia han expuesto a sus familiares
tales soluciones a los problemas del mundo, que a un legislador le brindarían dignidad y
aclamación en algún capitolio estatal.
En una reunión de amigos o asociados, un individuo puede expresarse libremente hasta el
momento en que interviene un experto en el tema que se discute; entonces se retira
confuso, o se sumerge en un silencio embarazoso. Inmediatamente cede sus pensamientos
iniciales a la influencia de los "de mucho peso", expresados por aquel a quien la sociedad ha
designado como su superior Sus propias ideas pueden ser asombrosas, y aunque no se
hayan probado, centellean con brillo y posibilidad, pero son relegadas al olvido sólo porque
el que está ante él ostenta el título de autoridad o ha tenido años de experiencia en el tema y
no aprobaría sus observaciones.
Después de todo, ¿están catalogados todos los pensamientos? ¿No pueden los conceptos de
un hombre tener una gran potencialidad de realización, aún cuando no hayan sido
perfeccionados por la trascendencia de teorías acumuladas, creencias y errores de millares
de personas antes que él? ¿Cuál es la característica de autoridad a la que todos rendimos
tributo y ante la cual estamos impulsados a desechar nuestras propias ideas?
Uno que ha investigado extensamente en un campo del conocimiento o del talento y ha
aprendido todo lo que la experiencia humana ha descubierto acerca de ello (y ha dominado
lo que ha aprendido) se le llama correctamente una autoridad. Como autoridad, es acogido
debido a su concentración mental, por su especialización y porque es capaz de exponer
categóricamente lo que y por lo que se ha hecho o se piensa hacer al respecto.
Autoridad Respetada
Por esto debemos respetarlo, así como debemos respetar la acumulación de conocimiento
que encierran nuestros diccionarios, enciclopedias y textos, y mirar con admiración los
magníficos edificios en donde se encuentran nuestras grandes bibliotecas.
Sin embargo, ¿debe esta admiración y respeto reprimir forzosamente todo pensamiento
individual? Por ejemplo, el comerciante progresista se resigna al fracaso o a la inactividad
cuando contempla los volúmenes sobre administración de negocios, promoción, la venta y
los anuncios que existen en la biblioteca, con la autoafirmación: "¿Con qué nuevas ideas
espero contribuir para la expansión de los negocios, en vista de lo que ha acontecido
anteriormente?"
Indudablemente, ningún joven de mente ingeniosa y razonamiento convincente
abandonaría su proyecto mental de un aparato mecánico que se necesita, porque en un
museo de artes industriales se encontró rodeado de los artefactos hechos por los genios del
pasado.
Benjamín Franklin no era una autoridad de la electricidad cuando empezó; era sólo un
experimentador. Roberto Fulton no era un diseñador reconocido de barcos a vapor, pero
fue quien desarrolló una idea. Edison no fue un ingeniero en electricidad, sino un hombre
de visión y de cuyas ideas surgieron aquellas cosas que más tarde lo convertirían en lo que
al mundo le gusta llamar una autoridad. Akhnaton, el faraón egipcio, no era un gran
eclesiástico; sin embargo, dio al mundo la primera religión monoteísta. Henry Ford no fue
un ingeniero automotriz pero, como lego, dio al mundo un nuevo principio en la operación
de motores a combustión.
La mayoría de las autoridades adquiere fama por lo que saben acerca de lo que otros han
hecho o realizado. Unos cuantos ganan eminencia por lo que ellos mismos han hecho; sin
embargo en este último caso sus conceptos e ideas nuevas precedieron su importancia
como autoridades.
Por consiguiente, si usted tiene una idea, no importa cuán radical sea en comparación con
las ideas establecidas por expertos o maestros, si no puede ser desaprobada por los hechos
de la experiencia o refutada por las demostraciones de las leyes naturales, su idea tiene
tanto mérito como la de cualquier otro. No importa lo desconocido que usted pueda ser, ni
cuán aclamadas sean las autoridades que le censuran.
El desarrollo del conocimiento y el progreso del mundo se llevan a cabo en dos formas:
primero, por el método inductivo, estudiando lo específico, las cosas y los fenómenos del
mundo y deduciendo de ellos la ley general por medio de la cual las otras cosas o
particulares puedan ser producidos. El segundo método es el deductivo; empezamos con un
concepto, con una idea clara y enérgica que nos encauza a buscar las partes las realidades
que encajen en ella para que llegue a ser algo concreto. Frecuentemente la gente se mofa de
los que siguen el método deductivo y los llama soñadores.
El Soñador Impráctico
El único soñador impráctico, es el que se contenta con sólo soñar y deja que sus visiones se
disipen por sí solas. El que encuentra inspiración en su sueño, lo usa como un incentivo
para actuar y lo coordina con la razón y la percepción, es el que logra alcanzar el horizonte
distante por un lado, y el mundo actual por el otro, e intenta unirlos. Con mucha frecuencia
este soñador, con su ideal extraordinario, es el que sobrepasa la realidad presente y quien
atrae a numerosas personas inteligentes para que estudien las cosas existentes del día, a fin
de encontrar una forma de desarrollar el ideal en algo concreto.
¿Quiénes son los grandes contribuyentes al progreso de la sociedad: los investigadores, los
idealistas o aquellos que combinan ambos atributos? La necesidad es aún la fuente de la
invención. Muchas veces el ideal abstracto atrae lo tangible, las realidades por medio de las
cuales eventualmente se convierte en un hecho aceptado.
No importa cuán humilde sea su posición en la vida o su falta de instrucción, usted nunca
estará equivocado sino hasta que se lo demuestren. Sus pensamientos no están
contaminados sólo porque son suyos, a menos que estén equivocados. Ningún ridículo,
burla o mirada condescendiente de la autoridad, puede disminuir la potencialidad de su
idea, si no existen hechos y principios que puedan demostrar que está equivocado.
Un hombre solamente es en verdad tan alto como piensa. Si se considera inferior porque no
tiene títulos académicos y, en consecuencia, desaprueba cada pensamiento suyo que linda
con los ramos del conocimiento establecidos, él mismo se convierte en uno que sólo piensa
en ideas inconsecuentes e insignificantes, desechando todas las de mérito.
Sus pensamientos determinan sus acciones y éstas lo hacen prominente o una persona
insignificante dentro de un mundo mental limitado. Un hombre que siente aversión al
estudio y no se instruye sólo porque menosprecia la instrucción, es uno cuya inteligencia
innata obviamente es inferior.
Por ningún motivo se puede esperar que tenga pensamientos de mérito y, por consiguiente,
sus acciones son tan superficiales como sus pensamientos. Por otra parte, uno que debido a
las circunstancias o infortunios nunca ha tenido ventajas educacionales pero aún así tiene
deseos de aprender, puede, por esa intención y actitud mental, concebir pensamientos
elevados como el que tiene muchos títulos académicos.
Hay una gran brecha entre la inteligencia y la educación. Uno puede ser inteligente y no
educado, o educado pero no inteligente. La inteligencia es la habilidad de la mente para
responder a nuevas condiciones, para comprender perspicazmente lo que percibe y para
crear nuevas cosas, nuevos puntos de vista y nuevos cursos de acción de entre sus
impresiones acumuladas. La educación intensifica la inteligencia, proporcionando a la
mente una abundancia de material con el cual puede crear, pero no puede darle la aptitud
necesaria para usar lo que ha adquirido. Lo inteligencia sola no puede hacer eso.
También hay una diferencia entre una conjetura especulativa y una convicción verdadera
que puede estar sujeta a un análisis. No hace falta ser un individualista hasta el extremo de
adivinar un remedio para una enfermedad, cuando el médico sabe el que es necesario. Por
otra parte, uno no debe rechazar, por ejemplo, un nuevo concepto acerca de aerodinámica,
solamente porque un ingeniero aeronáutico dice que la idea no ha sido probada, que es
completamente diferente o se desvía de las normas aceptadas.
Debe tenerse en cuenta que ningún aprendizaje o método ha sido desarrollado todavía por
el hombre para dar sólo a una clase determinada de individuos el poder de la creación de
ideas. Por lo tanto, cada idea, ya sea que provenga del entusiasmo de un inculto o de un
académico, si sobrevive la prueba de la experiencia, tiene mérito. Como Ralph Waldo
Emerson dijo tan sucintamente en su obra Autoconfianza: "En cada obra de un genio,
reconocemos nuestros propios pensamientos que descartamos: regresan a nosotros con
cierta majestuosidad ajena"
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