caso couso 2003-2013

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ALBERTO CALERO
Periodista y licenciado en Derecho.
LA MUERTE DE JOSÉ COUSO EN IRAK
(8 de abril de 2003)
¿QUÉ OCURRIÓ?
Justo un día antes de que cayera la estatua de Sadam Hussein
en Bagdad, demostrándose así la caída del régimen iraquí y, por
tanto, cumpliéndose el único y principal objetivo de George Bush,
tuvo lugar el ataque de un carro de combate estadounidense de la
compañía A-4-64 mecanizada hacia el Hotel Palestina de Bagdad.
En dicho hotel se encontraban más de 300 periodistas ejerciendo su
profesión de corresponsal de guerra, reporteros o enviados especiales. Entre ellos, fallecieron José Couso (Informativos Telecinco),
el ucraniano Taras Protsyuk 1 y el jordano Tarek Ayub.
SHAWN GIBSON fue el autor del disparo que produjo dichas muertes. El sargento estadounidense acababa de solicitar permiso para
disparar contra el hotel, afirmando que disparó como respuesta a
“fuego enemigo”, y por tanto, sabiendo que su conducta podía haber sido así justificada al amparo de la legítima defensa. Sin embargo, descartada esta vía, el informe oficial concluye que esas
muertes fueron “evitables” pero “no deliberadas”, siendo contraría la opinión de los periodistas presentes en el hotel, entre ellos,
Jon Sistiaga, de Informativos Telecinco, Olga Rodríguez, de la Cadena Ser y Carlos Hernández, de Antena 3 (entonces trabajadores
de las citadas empresas).
Taras Protsyuk fue condecorado a titulo póstumo el 24 de abril de 2003 por el primer
ministro ucraniano, Leonid Kuchman, con la Orden al valor por su “coraje y abnegación” durante la cobertura informativa de la Guerra de Iraq.
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La unidad de blindados A-4-64 en la que se encontraba el sargento
citado era conocida por el resto de los soldados de la 3ª Infantería
como los “assassins”, es decir, los asesinos. Gibson estaba al mando de ese blindado y según su propia versión, le había parecido
descubrir un ojeador, un iraquí con prismáticos que podía estar
dando instrucciones a los fedayines que hostigaban a los tanques
desde el otro lado del puente. Gibson, y en palabras de Jon Sistiaga, “tenía el sol de frente y el hotel estaba a poco más de un Kilometro. Era imposible que viera el destello de unos binoculares y no
viera las cámaras de televisión que desde todas las ventanas del
hotel enfocaban el tanque”.
A partir de ese momento se empiezan a producir las diferentes
reacciones de los sujetos implicados en el caso que analizamos. En
primer lugar, su familia alegó (y sigue alegando) la negación del derecho a la PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA a la que cualquier ciudadano tiene acceso cuando se ve víctima de la acción de un Estado
extranjero. Queda demostrado que efectivamente el Gobierno español negó, sin duda alguna, ese derecho (lo hizo el PP en 2003
bajo el mandato de José María Aznar y lo hizo el PSOE en 2006
cuando el juez Santiago Pedraz solicitó tal reconocimiento al gobierno de Rodríguez Zapatero). George Bush, por su parte, declaró
que la guerra era un lugar peligroso y que nadie mataría a un periodista intencionadamente.
El entonces presidente del Gobierno de España, José María Aznar,
afirmó que EE.UU reconoció que fue “un error”, reconocimiento que
ninguna autoridad estadounidense había expresado. Por otro lado,
la que fuera ministra de Asuntos Exteriores, Ana de Palacio, inició
una investigación oficial emitiendo sus conclusiones y enviándose a
la familia de José Couso un informe de dos páginas mecanografiadas, en inglés, sin traducción, ni encabezamiento ni firma.
A la vista de los hechos, la conclusión es que hubo una actitud poco
adecuada y alejada de lo recogido en el Real Decreto 1473/2000 de
4 de agosto al declarar “La atribución al Ministerio de Asuntos Exteriores de llevar a cabo una adecuada y eficaz política de protección
de los ciudadanos españoles en el exterior”.
Los hermanos y la madre de José Couso presentaron una querella
en la Audiencia Nacional el 27 de mayo de 2003. Dicho tribunal pidió interrogar a los militares que manejaban el tanque el 6 de junio
de 2005. Dos años más tarde, en el mes de abril de 2007, el juez
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los procesó. Esta última decisión fue revocada por la Audiencia en
mayo de 2008. Se siguió luchando aunque en 2009 la Audiencia
Nacional dictaba el sobreseimiento provisional del caso. En julio de
2010 el Tribunal Supremo ordenó reabrirlo. El juez de la Audiencia
Nacional, Santiago Pedraz, dictaminó la búsqueda y captura de los
responsables y pidió al CGPJ que le permitieran acudir a Irak a finales de ese año para investigar lo ocurrido. En 2011 y 2012 continuó
la batalla judicial. El caso sigue abierto y recientemente se han admitido a trámite las nuevas diligencias de los abogados defensores.
La familia del periodista ha anunciado este 15 de marzo de 2013
que continuarán con las acciones judiciales, “en tribunales internacionales si fuera necesario”:
Para centrarnos en el núcleo del caso hay que tener en cuenta
dos puntos esenciales:
1) La RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL por hecho ilícito
de un Estado.
2) El derecho a la PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA.
En definitiva, con la elaboración de esta investigación, la intención
es, una vez expuestos los hechos, intentar responder a la problemática situación que generó el caso. Me refiero a la negación del derecho a la protección diplomática y a la justificación de la responsabilidad internacional en la que incurrió EE.UU.
RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DE EE.UU
Parto del hecho de que EE.UU no actuó en legítima defensa. La razón es muy sencilla: NO HUBO AGRESIÓN PREVIA, es decir, no
se observó ningún ataque, a pesar de que la versión esgrimida por
las autoridades norteamericanas sea la contraría. ¿Por qué no actuó en legítima defensa? La razón básica y fundamental radica, como ya se he dicho, en que sólo cabe invocar la legítima defensa ante una agresión previa y no cabe duda que José Couso y los demás
periodistas alojados en el Hotel Palestina NO atacaron a las fuerzas
militares estadounidenses. Sin embargo, EE.UU afirma la existencia
de “fuego enemigo”, contradiciendo de este modo los hechos reales
y demostrados.
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Por lo tanto, se comete así, lo que algunos han calificado como
LEGÍTIMA DEFENSA PREVENTIVA que no es otra cosa que pura
agresión. En este punto conviene fijarse en el artículo 51 de la Carta
de Naciones Unidas, que establece:
“Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en
caso de ataque armado contra un miembro de Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de seguridad hayan tomado las
medidas necesarias para mantener la paz y seguridad internacionales (...).”
Se concluye, pues, que los EE.UU son responsables internacionalmente de los hechos, concretamente incurren en un tipo de responsabilidad por hecho ilícito, éste es un hecho atribuible al Estado, hecho que constituye una violación o infracción del Derecho Internacional, lesionando derechos de otros sujetos y dando lugar a responsabilidad internacional del autor del hecho, responsabilidad que
antes mencionaba.
Por su parte, el artículo 1 del Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad Internacional del Estado por hechos internacionalmente ilícitos, dice:
“Todo hecho internacionalmente ilícito del Estado genera
su responsabilidad internacional”.
Del mismo modo que nos fijamos en el artículo 2 del mismo Proyecto que reza:
Hay hecho internacionalmente ilícito del Estado cuando un
comportamiento consistente en una acción u omisión:
a) Es atribuible al Estado según el Derecho Internacional.
b) Constituye una violación de una obligación internacional del Estado.
Importante es también el artículo 8 del citado Proyecto de la Comisión de Derecho Internacional, como elemento subjetivo, que consagra que:
“Se considerará hecho del Estado según el Derecho Internacional, el comportamiento de una persona o grupo de personas si esa persona o grupo actúa de hecho por instrucciones o
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bajo la dirección o el control de ese Estado al observar ese
comportamiento”.
Finalmente se da el elemento objetivo, pues atendiendo al artículo
12, se trata de un comportamiento que constituye una violación de
una obligación internacional del Estado.
Cabe destacar que un asunto similar fue el llamado asunto
“EARNSHOW Y OTROS”, en el que el tribunal consideró que las
actividades de la tripulación de un buque mercante norteamericano
eran atribuibles a los EE.UU y daban lugar a su responsabilidad internacional, ya que dicho buque servía para el avituallamiento del
cuerpo de la marina de guerra norteamericana y recibía ÓRDENES
de sus oficiales.
LA PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA
Nos centramos ya en lo que anteriormente decía que era fundamental en este caso: LA PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA. Para empezar
a hablar de ella es obligado definirla afirmando que ésta es la acción de un Gobierno ante otro Gobierno extranjero para reclamar
respecto a sus nacionales o, excepcionalmente de otras personas,
el respeto del Derecho Internacional para obtener ciertas ventajas a
su favor. No cabe duda que “el otro gobierno extranjero” es EE.UU y
el que debería haber otorgado la protección diplomática es el Ejecutivo de España.
En este caso el derecho a la protección diplomática es solicitado
con el objeto de una reparación. Con base a ello, el abogado de la
familia Couso, don Leopoldo Torres Borsault, solicitó “una investigación independiente,, el enjuiciamiento de los culpables y la reparación del daño (irreparable en cualquier caso) que se ha producido
en una acción bélica incontrolada”.
Es evidente la afirmación del abogado “irreparable en este caso”
puesto que la vida humana es insustituible y cuando se priva a un
ser humano de ella no cabe otra solución que juzgar a los causantes y ofrecer, como mínimo, una compensación. No se equivoca
tampoco el letrado cuando dice: “acción bélica incontrolada”, puesto
que la Guerra de Iraq fue calificada como ILEGAL por Koffi Annan
(secretario general de las Naciones Unidas).
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Tampoco cabe dudar acerca de esa ilegalidad, pues atendiendo al
artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas, se prohibe toda
amenaza o uso de la fuerza armada en cualquier forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas. Asimismo, la Declaración sobre los principios de Derecho Internacional afirma que toda
guerra de agresión constituye un crimen contra la paz que, con
arreglo al Derecho Internacional, entraña responsabilidad.
El derecho a la protección diplomática pertenece al sujeto de Derecho Internacional. Mediante el mismo, el Estado ejercita un derecho
propio y no un derecho del ciudadano o nacional suyo. Se trata de
una actividad encaminada a la protección de los intereses del Estado, frente a una conducta contraria al Derecho Internacional de otro
sujeto. Además, el Tribunal Permanente Internacional de Justicia
considera que el derecho que venimos analizando es un principio
elemental de Derecho Internacional, que autoriza al Estado a proteger a sus nacionales lesionados por actos contrarios al Derecho Internacional y cometidos por otro Estado del que no ha podido obtener satisfacción por las vías ordinarias.
Lo que el Estado hace valer mediante el ejercicio de la protección
diplomática es su propio derecho, de lo que se derivan dos consecuencias relevantes. En primer lugar que, aun habiendo sido la víctima de un hecho ilícito de un Estado un particular, éste, José Couso en el presente caso, no es titular de ningún derecho reconocido
por el Ordenamiento Internacional.
Es decir, que aunque la reclamación afecta al particular en su persona, la pretensión jurídica que se hace valer es privativa del Estado. Es importante destacar que, pese a la petición de un nacional
para que sea ejercida, el Estado puede no hacerlo, absteniéndose
de reclamar una reparación al Estado causante del daño. Lo que
ocurre es que, parece lógico y evidente, que si se cumplen los requisitos, el Estado podría haber hecho valer el derecho a la protección diplomática ¿Debería ser una obligación?.
Para que un Estado pueda ejercer la protección diplomática, es necesario que concurran dos requisitos esenciales:
 El primero de ellos hace referencia a la existencia de un
vínculo entre la reclamación y el Estado reclamante basado
en la nacionalidad de los particulares que han sido víctimas
de un hecho ilícito.
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En este caso el agraviado ha de ser nacional del Estado que reclama y no cabe duda que José Couso, gallego de nacimiento, ostentaba la nacionalidad española de origen.

El segundo requisito tiene que ver con el previo agotamiento de los recursos internos. El particular debe haber agotado previamente las vías de recurso que le ofrece el ordenamiento interno del Estado causante del perjuicio. Todo ello
constituye un importante principio de Derecho Internacional
Consuetudinario y que, según ha declarado el Tribunal Internacional de Justicia, su función esencial es la de permitir
que, antes de ejercer la protección diplomática o recurrir a
la jurisdicción internacional, “ el Estado en el que se ha cometido la lesión pueda remediarla por sus propios medios,
en el marco de su orden jurídico interno”.
En definitiva, puede afirmarse que el particular o sus familiares, deben agotar los recursos administrativos y judiciales que sean normales y habituales en el Estado que ha cometido el hecho ilícito. No
obstante, no se puede pedir que para agotar los recursos realice
esfuerzos extraordinarios o que active recursos que realmente no le
van a compensar el daño sufrido.
En otras palabras, se deben agotar los recursos accesibles y eficaces.
Si atendemos a algunos autores, podemos hablar de un tercer requisito que hace referencia a la conducta correcta del reclamante.
Se estima que si el daño causado al particular deriva de la propia
conducta de éste y, además, existe un nexo causal entre la conducta incorrecta y el daño sufrido, el ejercicio de la protección diplomática no es admisible. Queda demostrado que éste NO es el caso,
puesto que José Couso y su familia obraron correctamente y es claro que el daño no derivó de la incorrecta conducta del periodista.
RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL INDIVIDUO
CRIMEN DE GUERRA
Es cierto que ninguna norma de Derecho interno español obliga al
Estado a conceder la protección diplomática, aunque, en buena lógica, hay que considerar que una de las funciones de un Estado
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democrático, consiste en salvaguardar los derechos de sus ciudadanos tanto en el interior como en el exterior de sus fronteras. Con
respecto a este punto, observamos el contenido del artículo 97 de la
Constitución Española (CE), éste dice:
“El Gobierno dirige la política interior y exterior”
Además, atendemos al artículo 1.1 CE que sostiene la definición de
España como un Estado social y democrático de Derecho.
Pese a la posibilidad incluida en el ordenamiento jurídico español de
ejercer o no el Derecho a la protección diplomática, entiendo que
ante unas circunstancias de estas características, calificadas como
“Crimen de Guerra”, al violar los Convenios de Ginebra de
1949, en concreto, el Convenio IV, el Gobierno de España no ha
actuado de manera satisfactoria, no ya, para la víctima mortal, en
este caso, sino para sus familiares, impidiéndoles de esta manera
conservar el honor de quien estaba ejerciendo libremente su profesión y “cuyo único delito” podemos decir que fue cubrir una guerra
que, por otro lado, era ilegítima ya que el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas no dio su consentimiento.
El CASO COUSO es un CRIMEN DE GUERRA, ello se deduce de
una serie de textos internacionales, en concreto de los siguientes:
1. Artículo 8 del Texto Definitivo de los Elementos de los
Crímenes, perteneciente a la Corte Penal Internacional, y,
en concreto, el artículo 8.2 a) i), que habla de Crimen de
Guerra y de homicidio intencional.
2. Artículo 8 del Estatuto de Roma de 1998, relativo a Crímenes de Guerra, y, en concreto, los artículos 8.2 a).1 y
el artículo 8.2 b).
En este punto, hay que referirse a los elementos del Texto Definitivo
de los Elementos de los Crímenes. Se señalan como requisitos:
PRIMERO:
Que el autor haya dado muerte a una o más personas.
En este caso, se produjo la muerte de una persona, el periodista español de Informativos Telecinco, José Couso.
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SEGUNDO:
Que esa persona o personas hayan estado protegidas en
virtud de uno o más de los Convenios de Ginebra de 1949.
José Couso estaba protegido por el Protocolo adicional I a los
Convenios de Ginebra de 1949, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales. Su artículo 79 se refiere a:
1. “Los periodistas que realicen misiones profesionales peligrosas en las zonas de conflicto armados serán consideradas
personas civiles en el sentido del artículo 50.1”.
2. “ Serán protegidos como tales de conformidad con los Convenios y el presente Protocolo, a condición de que se abstengan de todo acto que afecte a su Estatuto de persona civil y sin perjuicio del derecho que asiste a los corresponsales de guerra acreditados ante las Fuerzas armadas al gozar
del Estatuto que le reconoce el artículo 4.A4) del III Convenio.
Del mismo modo, el artículo 50 establece que “ es persona civil
cualquiera que no pertenezca a una de las categorías de personas
a que se refiere el artículo 4.A.1)2)3·, y 6), del III Convenio”.
Como se observa, este precepto no hace referencia alguna al apartado A.4, referente a los corresponsales de guerra.
En conclusión, a José Couso, al ser considerado como población civil en el conflicto, debería habérsele aplicado el Convenio IV,
relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de
guerra.
TERCERO:
Que el autor haya conocido las circunstancias de hecho
que establecían esa protección.
El autor, el soldado Shaw Gibson, sabía que si disparaba contra el hotel, lugar que no era objetivo militar, violaba el Convenio de
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Ginebra de 1949, en concreto los artículos 48 y 52 del Protocolo
adicional I:
Artículo 48. “Al fin de garantizar el respeto y la protección de la
población de y de los bienes de carácter civil, las Partes en conflicto
harán distinción en todo momento entre población civil y combatientes, y entre bienes de carácter civil y objetivos militares y, en consecuencia, dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos
militares”.
Artículo 52.2. “Los ataques se limitarán estrictamente a los objetivos militares (...)”.
CUARTO:
Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de un
conflicto armado internacional y haya estado relacionado con
él.
No cabe duda que la conducta tuvo lugar durante la guerra de
Iraq de 2003, guerra ilegítima como decía antes.
Y por último, en QUINTO LUGAR:
Que el autor haya tenido conocimiento de que había circunstancias de hecho que establecían la existencia de un conflicto armado.
Resulta lógico y evidente que este requisito se cumple, pues el
soldado formaba parte del contingente estadounidense en el conflicto armado y, por ende, conocía la existencia del mismo.
Por otro lado, no sólo se deduce la existencia de un Crimen de Guerra regulado en el citado texto legal sino también, en el Estatuto de
Roma del Tribunal Penal Internacional de 1998, en su artículo 8, relativo a los crímenes de guerra.
Analizando este último precepto, se aprecia la existencia de un
crimen de guerra, por la existencia de violaciones graves de los
Convenios de Ginebra de 1949, a causa de “ matar intencionalmente”(Artículo 8.2)a)i).; así como también por “atacar o bombardear,
por cualquier medio, ciudades, aldeas, pueblos o edificios que no
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estén defendidos y que no sean objetivos militares” (Artículo
8.2)b)v).
LA PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA EN EL ORDENAMIENTO
JURÍDICO ESPAÑOL
La Constitución Española no contiene ninguna norma expresa en la
materia, no obstante se hace referencia al ejercicio de la protección
diplomática en al artículo 21.5 del la L.O del Consejo de Estado:
“Este organismo en pleno deberá ser consultado sobre las reclamaciones que se formalicen como consecuencia del ejercicio de la protección diplomática”.
Del mismo modo, hay que atender el Real Decreto 1473/2000 de 4
de agosto, por el que “se atribuye al Ministerio de Asuntos exteriores, dentro de las directrices adoptadas por el Gobierno, la función
de llevar a cabo una adecuada y eficaz política de protección de los
ciudadanos españoles en el exterior, tanto por medio de los órganos
de la Administración central como a través de las misiones diplomáticas y consulares de España en el extranjero”. Ello deducido del
artículo 3.1 b) del Convenio de Viena de 1961 sobre relaciones diplomáticas. Establece que una de las funciones de una misión diplomática es la de proteger en el Estado receptor los intereses del
Estado acreditante y los de sus nacionales dentro de los límites
permitidos por el Derecho Internacional. También hay que señalar
el artículo 5 a) del Convenio de Viena de 1963, sobre relaciones
consulares, en cuanto constituye una función propia de las “Oficinas
consulares”.
Con base a todo ello destaca la Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de diciembre de 1986, que sostiene que la protección de los nacionales en el extranjero constituye “un cometido
esencial del Estado conforme a la Constitución”.
Se trata, pues, de una actividad que la Administración exterior tiene
que llevar a cabo y en el supuesto de que no lo haga, como ocurre
en este caso, generándose un perjuicio al particular, como fue la
muerte de José Couso, la consecuencia es la responsabilidad de la
Administración del Estado debiendo indemnizar el derecho del particular lesionado, ya que con esa indemnización, el particular o su
familia lograrían, aunque de manera indirecta, una satisfacción por
el perjuicio sufrido en el extranjero. Pese a ello, la familia de José
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Couso no ha recibido compensación alguna por el crimen contra su
pariente.
El Estado español no ha ejercido la protección diplomática a
favor de José Couso, por lo que asistimos a una situación de inactividad de la Administración. Esta omisión efectuada por el Estado
español, contribuye a la consolidación definitiva de la lesión, ya que
priva al particular de la única vía útil para obtener una satisfacción
generando, como ya se ha dicho, la responsabilidad de la Administración. Esta situación la encontramos en la Sentencia de la sala
nº3 del Tribunal Supremo de 16 de noviembre de 1974. Sin embrago, para que pueda apreciarse, el particular, es decir, la familia
de José Couso, ha debido agotar los recursos internos del Estado
autor del ilícito internacional y una vez fracasada esta vía debe solicitar de manera expresa y motivada la protección diplomática al Estado español, ante el Ministerio de Asuntos Exteriores, pudiendo dar
lugar con posterioridad a un informe del Consejo de Estado.
Al cumplir estos requisitos, los familiares del fotógrafo español
Juancho Rodríguez, muerto por disparos de las tropas norteamericanas durante su intervención en Panamá, en diciembre de 1989,
contaron con la opinión favorable del Estado español, pues éste
presentó una nota verbal al Departamento de Estado reclamando
una indemnización, es decir, la Embajada española en Washington
formuló una reclamación ante el Departamento de Defensa de
EE.UU. Lo contrario sucede en este supuesto, los familiares de José Couso no han recibido compensación alguna, ni apoyo del Estado, pese haber cumplido los requisitos. Hoy, siguen luchando para
que se haga justicia.
CONCLUSIONES
-
José Couso fue víctima de un Crimen de Guerra.
Amparo de los Convenios de Ginebra de 1949.
Periodista como persona CIVIL.
EE.UU es responsable internacional.
Derecho a la Protección Diplomática no otorgado.
Se atacó el Hotel Palestina sabiendo que NO era objetivo
militar.
- Censura informativa durante la Guerra de Irak.
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