Capítulo I - Armada Española

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El llamado desastre del 98, repercutió en la marina de un modo sustancial y se la señaló con un dedo
acusador culpándola injustamente de todos los males
pasados. Pero los planes regeneracionistas de Silvela,
Maura y Ferrandiz y el propio pueblo español, le hicieron justicia y la marina volvió a tener su papel protagonista en la marcha de la Nación.
Los esfuerzos para la recreación de una Marina
moderna y operativa no se escatimaron y cuando llega
la guerra de África ya cuenta con excelentes efectivos,
que se emplean con acierto en el apoyo de las operaciones terrestres y que propician eficazmente el desembarco anfibio de Alhucemas.
Cuando adviene la República, la Armada española
es una de las primeras del continente europeo, pero la
Guerra Civil, con 2 marinas enfrentadas, producirá un
inevitable desgarro de muy difícil recuperación y los
difíciles años de la posguerra serán años de grandes
esfuerzos y sacrificios.
Con los diferentes planes y programas navales que
desde 1939 a 1960, se conciben o ejecutan y los posteriores, tras la firma de los de cooperación hispanonorteamericanos, la Marina conoce un proceso de
recuperación técnica y modernización en los últimos
años del siglo XX.
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[ PERÍODO 5. LA MARINA DEL SIGLO XX ]
CAPÍTULO I. PROYECTOS
LOCUCIÓN: LA
Y REALIZACIONES DE PRINCIPIOS DE SIGLO.
ARMADA DEL SIGLO XX.
El llamado desastre del 98 repercutió en la Marina
de un modo sustancial y se la señaló con un dedo acusador culpándola injustamente de todos los males pasados. Pero los planes regeneracionistas del Silvela,
Maura y Ferrándiz, y el propio pueblo español, le hicieron justicia y la Marina volvió a tener su papel protagonista en la marcha de la nación.
Los esfuerzos para la recreación de una Marina
moderna y operativa no se escatimaron y cuando llega
la guerra de África, ya cuenta con excelentes efectivos
que se emplean con acierto en apoyo de las operaciones terrestres y que propician eficazmente el desembarco anfibio de Alhucemas.
Cuando adviene la 2.ª República, la Armada española es una de las primeras del continente europeo,
pero la Guerra Civil, con dos Marinas enfrentadas producirá un inevitable desgarro de muy difícil recuperación, y los difíciles años de la posguerra serán años de
grandes esfuerzos y sacrificios.
Con los diferentes planes y programas navales que
desde 1939 a 1960 se conciben o ejecutan y los posteriores tras la firma de los de cooperación hispano-norteamericanos, la Marina conoce un proceso de recuperación técnica y modernización en los últimos años del
siglo XX.
1. LOS
PROGRAMAS Y LAS BASES NAVALES
El año de 1898, había marcado el fin del imperio
ultramarino español y la destrucción de las mejores unidades de nuestra flota, pero tras unos años de inactividad se iniciará un proceso recuperador impulsado sobre
todo por Antonio Maura, en el que se encuadran los diferentes programas navales que darán lugar a la construcción de buques modernos.
El desastre colonial hundió a España en una profunda crisis moral y económica, que afectó a las Fuerzas
Armadas y, concretamente, a la Marina, a la que se
achacaba el fracaso de la guerra.
Hasta 1903, no se presenta el primer Plan de
Escuadra por parte del ministro de Marina, Sánchez de
Toca. Se trataba de un plan muy ambicioso que incluía
nada menos que 7 acorazados y 3 cruceros-acorazados,
así como torpederos, submarinos y buques menores. La
caída casi inmediata del propio Gobierno impidió su
puesta en marcha.
El permanente estado de anarquía en Marruecos obligó a las potencias a dividir el país en 2 zonas de influencia bajo protectorados respectivos de España y Francia,
en la Conferencia de Algeciras de 1906.
La amenaza latente de una guerra, en la que el ejército español necesitaría obligadamente el apoyo de unas
fuerzas navales inexistentes, impulsó decisivamente la
recuperación de la flota.
La Ley Ferrándiz1, de 7 de enero de 1908, comprendía la construcción de 3 acorazados, 3 destructores,
y 4 cañoneros, que darían lugar, respectivamente, a los
3 España los 3 Bustamante y los 4 Recalde, juntamente con 24 torpederos.
Este programa2 incluía y combinaba las 3 clases de
buques, un nuevo acorazado, el anterior destructor, y el
torpedero de defensa móvil3, en sus más modernas
manifestaciones. El tipo de acorazado elegido era el
Dreadnought, que desde 1906, había desplazado a
todos los tipos previos.
La continuación del plan anterior, la Ley Miranda, de
7 de mayo de 1914, contempló, inicialmente, la construcción de otros 2 acorazados, un crucero
y un cazatorpedos y una serie de submarinos.
Modificada en 1915, las construcciones previstas se sustituyeron por 4 cruceros, 5 destructores, 24 submarinos, 3 cañoneros y 18 guardacostas.
Los submarinos ya habían probado su eficacia al
segundo año de la conflagración mundial y el propio
Almirante Miranda supo rectificar su error inicial de no
incluirlos en número suficiente.
En 1922, se ampliaba este programa por la Ley
Cortina y la Ley de 9 de julio de 1926. Establecía un
nuevo crédito para intentar paliar las deficiencias e
incumplimientos de las leyes anteriores. Este programa
de la dictadura de Primo de Rivera, además de atender
(1)
Ley Ferrándiz. El programa del capitán de navío de 1.ª clase José Ferrándiz, ministro de Marina, contemplaba también el reacondicionamiento de las bases navales.
La Sociedad Española de Construcciones Navales, que englobaba firmas nacionales y extranjeras, se hacía cargo en arriendo
de los astilleros de La Carraca, Cartagena y El Ferrol.
(2)
Programa Naval de Ferrándiz. El programa naval de Ferrándiz supuso un positivo avance en la reconstrucción de nuestra
Marina. Fue un plan racional, aunque la proporción en que entraban las 3 clases de buques no parece que fuera la más adecuada por carecerse en la época de criterio táctico.
(3)
Torpedero de defensa móvil. Los torpederos numerados del T-1 al T-22, se construyeron en Cartagena. Desplazaban
80 toneladas y estaban armados con 3 cañones de 47 mm y 3 tubos lanzatorpedos.
a la construcción de cruceros tradicionales y de una
nueva serie de submarinos, contemplaba la de 2 modernos cruceros.
Junto con las de las unidades de combate se programa la construcción o adquisición de buques-escuela,
que acabarán siendo el Galatea4 y el Juan Sebastián de
Elcano5.
El último programa naval del reinado de Alfonso XIII,
corrió a cargo del contralmirante Salvador Carvia durante el gobierno Berenguer. Incluía 4 acorazados, 2 portaaviones, y un número proporcionado de destructores
y submarinos.
Este plan, de haberse llevado a cabo, hubiese situado a España entre las primeras potencias navales, pero
la caída de la monarquía lo impidió.
La Marina aumentó en eficacia en términos generales, no
sólo por lo que respecta a las construcciones navales,
sino también por la mejora en su organización y competencia de la oficialidad y de los cuerpos subalternos.
Al final del período, la Armada disponía de las
3 bases principales (Ferrol, Cádiz y Cartagena)
y de 2 secundarias localizadas en Mahón y Ríos (Vigo).
La de El Ferrol era la más importante; en ella se
construía todo lo referente a casco, máquinas y calderas de los buques mayores, mientras que en
Cartagena se hacía lo correspondiente a destructores,
torpederos, cañoneros y submarinos. Cádiz, que en
otro momento había sido la principal, ocupaba la tercera posición.
2. UNIDADES
Durante la segunda república, se continúan las construcciones en curso, pero no se encargan nuevas, salvo
4 minadores del tipo Júpiter, seguidos de otros 2.
La tendencia, claramente expansionista en la política de construcciones navales que se había mantenido
desde 1908, se ve frenada drásticamente y lo poco que
se continúa, atiende más a las necesidades laborales del
personal de los astilleros, que se encuentra prácticamente sin trabajo, que a las necesidades de unidades a
flote realmente útiles, coincidiendo con un momento en
el que la eficacia operativa se resiente por un notable
relajamiento de la disciplina.
En 1937 se entrega, sin embargo, el buque hidrógrafo, de investigación orientada la oceanografía Malaspina.
Ninguno de los programas de esta larga etapa se llegó
a cumplimentar en su totalidad, lo cual, lejos de resultar
negativo, permitió ir adaptándose a los nuevos criterios.
DE SUPERFICIE Y SUBMARINAS
Esta nueva época supondrá una paulatina trasformación de la flota que no precisa ya contar con escuadras
ultramarinas y se va adaptando a las nuevas condiciones y a los nuevos inventos.
La experiencia adquirida tras la I Guerra Mundial,
impondrá una nueva táctica y un nuevo tipo de guerra
por cuanto el buque submarino había demostrado su eficacia en detrimento de las unidades de superficie.
Los principales tipos de buques españoles de esta
época fueron los acorazados, los cruceros, los destructores y los submarinos6. Los acorazados7, que recibieron los nombres de España 8, Alfonso XIII y
Jaime I, aunque en la Ley Ferrándiz de 1908, se pretendió que fuesen del tipo Dreadnought, como los
ingleses Orión y King George V, se acabó optando por
condiciones inferiores para poder contar con 3, resultando menos protegidos, menos veloces y de inferior
(4)
Buque-escuela Galatea. Perteneciente al Plan Cortina, se compró en Italia en 1921, el buque-escuela Galatea, brick-barca
de 3 palos, casco de hierro y desplazamiento de 2.700 toneladas, que navegaría hasta 1961, para luego servir de
pontón-escuela.
(5)
Buque-escuela Juan Sebastián de Elcano. Consecuencia de la Ley de 9 de julio de 1926 y dentro del Plan Cornejo, se
entregaba a la Armada el 17 de agosto de 1928, el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano, construido en los astilleros gaditanos Echevarrieta y Larrínaga. Este bergantín-goleta de 4 palos y casco de acero, con un desplazamiento de 3.685 toneladas, sigue cumpliendo respetuosamente la misión mixta de formación y embajador en la mar, para la que fue construido.
(6)
Submarinos. El empleo táctico de los submarinos, tras la experiencia de la gran guerra, era doble. Podían actuar independientemente, o bien en grupo, conforme a la exitosa práctica alemana de la manada de lobos.
(7)
Acorazados. Proyectados por la casa Vickers, tenían un desplazamiento menor que el habitual, pudiendo ser considerados los
primeros acorazados de bolsillo. Contaban con 4 torres dobles de artillería gruesa y su blindaje era bueno, llegando a prestar
excelentes servicios.
Los acorazados desplazaban 15.700 toneladas tenían una velocidad máxima de 19,5 nudos y disponían, junto con la nueva
artillería principal, de 20 piezas antitorpederas en casamatas.
(8)
Acorazado España. En agosto de 1923, se perdería el acorazado España al varar con niebla cerrada en cabo Tres Forcas. Su
nombre se daría al Alfonso XIII al proclamarse la II República, en abril de 1931.
[ PERÍODO 5. LA MARINA DEL SIGLO XX ]
calibre artillero. Su construcción, por otra parte, se vio
dificultada por la I Guerra Mundial, siendo botados en
1913 y 1914, pero tardaron varios años más en entrar
en servicio.
Los cruceros fueron de 2 tipos generales: los ligeros,
y los Washington. El primer grupo contaba con el Reina
Victoria Eugenia9, el Blas de Lezo, el Méndez Núñez10, el
Príncipe Alfonso11, el Almirante Cervera y el Miguel de
Cervantes, construidos todos entre 1920 y 1931.
El programa naval de la dictadura de Primo de Rivera
hizo construir el Canarias12 y el Baleares, que iniciados
en 1931, se tuvieron que terminar a toda prisa en los
últimos meses de 1936, con motivo de la Guerra Civil,
sin que a este último se le instalasen los tubos lanzatorpedos13 proyectados ni la catapulta14.
Los destructores15 fueron 18, 3 de ellos de los años
1922 y 1923: los Alsedo, Velasco y Lazaga, y los 15
siguientes construidos entre 1926 y 1932, del tipo
Sánchez Barcaíztegui.
Nuestros primeros submarinos proceden del programa naval de la Ley Miranda de 7 de mayo de 1914. Los
primeros se adquirieron en el extranjero: el Isaac Peral16
en los Estados Unidos, en 1916 y los tres siguientes: A117, A-2 y A-3 en Italia, en 1917. Con ellos, se daba el
primer y decisivo paso hacia la creación del arma submarina española.
La serie siguiente, la B18, que contó con 6 unidades,
se construyó entre 1921 y 1923 en España, así como la
serie C19, que constituyó un notable perfeccionamiento
de la anterior, contando con otras 6 unidades de mayor
desplazamiento.
Se inició, asimismo, la construcción de la clase D20,
mayor que los anteriores y de la que los 3 primeros submarinos están iniciados al estallar la guerra civil, siendo terminados en la postguerra, cuando ya resultaban anticuados.
Para crear una adecuada infraestructura de apoyo21
y un centro de formación y adiestramiento el Real
Decreto de 27 de febrero de 1918, instituía la Escuela y
la base de submarinos de Cartagena, matizándose poco
1(9) Crucero ligero Reina Victoria Eugenia. Desplazaba 4.837 toneladas a 26 nudos de velocidad máxima. Contaba con cubierta protectora y cintura central de 76 mm de espesor y estaba armado con 9 cañones de 152 mm en montajes sencillos, disponiendo también de artillería antiaérea y de tubos lanzatorpedos.
Encargado en 1914, no pudo entrar en servicio hasta 1923, en que ya se podía considerar obsoleto.
(10) Cruceros Blas de Lezo y Méndez Núñez. Eran algo menores pero más veloces, alcanzando los 29 nudos. Su artillería principal (6 cañones de 152 mm), se reducía en número a favor de sus 12 tubos lanzatorpedos.
(11) Crucero Príncipe Alfonso. Los 3 cruceros de este tipo, de 7.475 toneladas, mucho mayores que los anteriores, admitían 8
cañones de 152 mm y 12 tubos lanzatorpedos, con una velocidad también muy superior que alcanzaba los 35 nudos, dando
muy buenos resultados.
(12) Cruceros Canarias y Baleares. De 10.000 toneladas, eran similares a los británicos. Montaban 8 cañones de
203 mm y contaban con numerosas piezas antiaéreas, alcanzando una velocidad máxima de 33 nudos.
(13) Tubos lanzatorpedos. El armamento torpedero en buques de gran desplazamiento resultaba poco eficaz, restando posibilidades de montar artillería; por ello, esta misión se dio a buques pequeños, aunque se conservaron los tubos en los medios.
(14) Catapulta. Entre las dos guerras mundiales tuvo gran auge la utilización en los cruceros de catapultas para hidroaviones de
reconocimiento. Hoy en día, esta labor la realizan los aviones de los portaaeronaves o bien los helicópteros.
(15) Destructores. Los destructores eran veloces, alcanzado los 36 nudos. Los de la primera serie, correspondientes al programa
naval de la Ley de 17 de febrero de 1915, tenían 1.044 toneladas y estaban armados con 3 cañones de 101 mm, 2 de
47 mm y 4 tubos lanzatorpedos, entrando en servicio en 1922 y 1923, respectivamente. Los 14 siguientes, del tipo Sánchez
Barcaiztegui, tenían 1.536 toneladas, 5 cañones de 120 mm, 1 de 76 mm y 6 tubos lanzatorpedos.
(16) Submarino Isaac Peral. De 488 toneladas en superficie, estaba armado con 4 tubos y un curioso cañón de 76 mm, denominado «de eclipse» que se abatía en inmersión hacia el interior del castillo, quedando sus mecanismos protegidos.
(17) Serie A. La componían el Narciso Monturiol, el Cosme García y el A-3. Eran mucho menores ⎯de unas 260 toneladas, en
superficie⎯, pero más rápidos. Su armamento consistía en 2 tubos de 450 mm.
(18) Serie B. De 500 toneladas en superficie, contaba con un cañón de 76 mm y 4 tubos lanzatorpedos.
(19) Serie C. Era de buques de mayor tamaño con 842 toneladas en superficie. Estaban armados de 1 cañón de 76 mm y 6 tubos.
(20) Serie D. Superaba las 1.000 toneladas en superficie y su armamento era similar al de la serie C.
(21) Infraestructura de apoyo. Con el objeto de que los submarinos no se viesen privados de auxilio en caso de avería o accidente en inmersión se entregaba a la Armada en 1920, el Kanguro, buque de salvamento de submarinos de 2.750 toneladas.
Disponía de grúas eléctricas para suspender el casco hundido e izar el submarino.
después las condiciones que debían reunir de profesores
y candidatos.
A partir de 1921, la escuela, situada en Barcelona, inicia sus cursos y se constituye en base provisional.
La pretendida supremacía del acorazado sobre cualquier otro tipo de buque, que había sido puesta en
entredicho durante la gran guerra, acabó por reducir su
construcción, basándose los programas, a partir de
1915, en fuerzas ligeras de superficie y un número
notable de submarinos.
En el primer momento la Armada utilizó aparatos24
Avro 504k y Martinsyde, iguales a los de la Aviación
Militar y cuyas ruedas se podrían cambiar por flotadores. Entre estos últimos, cabe destacar la F-6, biplazas
de reconocimiento y bombardeo aptos para el entrenamiento de pilotos. La F-3, también era biplaza y la F-4,
monoplaza. Algo después, se utilizarían F-6 de reconocimiento y bombardeo ligero y F-3, aunque la enseñanza se realizaba con los Macchi-18.
3. LA AERONÁUTICA NAVAL
La experiencia de la I Guerra Mundial, determinó
que el 13 de septiembre de 1917, se crease una aviación naval, con una escuela en Cartagena donde podría
adquirir esta especialidad el personal de Marina que
hubiese obtenido título de piloto en la Escuela de
Aviación Militar.
Se creaban, además, estaciones aeronavales en las
bases de Cádiz, Cartagena y Ferrol y destacamentos en
Marín y Mahón.
Pronto se cambia la denominación de aviación Naval por
la de aeronáutica naval para englobar en ella a la aerostación22. Una y otra se estimaban imprescindibles para labores de reconocimiento al servicio de la escuadra23.
Las prácticas de globo cautivo se inician en septiembre de ese año, para cuyo remolque se asignaba el contratorpedero Audaz y el crucero Río de la Plata y se
construye en España el primer hidro25 Savoia 13.
En 1922, el vapor España 6, habilitado como portahidros26 con el nuevo nombre de Dédalo se incorpora a la aeronáutica naval. El bautismo de fuego de
nuestra aeronáutica, se produce en julio de ese
mismo año, cuando van a bombardear con los hidroaviones de la flota las posiciones insurrectas marroquíes.
La primera bomba arrojada sobre el enemigo por los
aviadores de la Marina fue disparado sobre la playa de
Cebadilla por el teniente de navío Julio Guillén, observador y bombardero del aparato que pilotaba el de igual
graduación, Francisco Taviel de Andrade.
La aeronáutica naval continuó al año siguiente su
actuación de bombardeo en el Norte de África, cooperando después en el desembarco y operaciones de
Alhucemas.
El primer accidente mortal se produjo el 20 de junio
de 1923, pereciendo el teniente de navío Cervera y el
contador de navío Suárez de Tangil.
La primera baja en acción de guerra, fue el alférez
de navío Vara, el 2 de octubre de 1924 en Marruecos.
El 16 de diciembre de 1925, el teniente de navío
Juan Manuel Durán, se incorporaba al equipo que llevaría a cabo el raid del Plus Ultra, para cuyo acompañamiento la Armada asignó el destructor Alsedo y el crucero Blas de Lezo.
Dirigible Graf Zeppelin, sobre los tejados de
Barcelona, ciudad en la cual se instituyó
la primera base aeronáutica naval.
(Historia General de España. Editorial Planeta).
(22) Aeroestación. La aeroestación se valía de dirigibles y globos cautivos destinados a la observación aérea.
(23) Escuadra. Las escuadras de principios del siglo
XX
precisaban ya de apoyo aéreo, tanto de observación, como de combate.
(24) Aparatos. El bautismo del aire de la aeronáutica naval tuvo lugar en Avro 504-K en mayo de 1921.
(25) Hidro. Con motivo de la visita del ministro Marqués de Cortina el 17 de septiembre de 1921, en la Escuela de Aeronáutica
Naval, se realizó la bendición del Savoia 13, que recibió el nombre de Español, primer hidro construido en España.
(26) Portahidros. Nuestra Armada fue una de las primeras del mundo en darse cuenta de la importancia de la aviación naval, por
lo que se transformó este antiguo mercante alemán de 12.400 toneladas, capaz de transportar 18 hidroaviones y 2 dirigibles.
[ PERÍODO 5. LA MARINA DEL SIGLO XX ]
A partir de 1929, se adquieren modernos
hidroaviones Savoia 62, Dornier, Hawker y otros,
trasladándose la mayor actividad a San Javier.
En 1934, el autogiro del genial ingeniero español Juan de
la Cierva despega y aterriza en el Dédalo27.
4. LA ARMADA EN ÁFRICA. ALHUCEMAS
La colaboración de la Armada28, desde la campaña
del Rif29 de 1909, hasta la pacificación del protectorado
marroquí de 1937, fue una constante en el nuevo
teatro de operaciones a que se redujo, tras el 98,
nuestra actividad bélica.
Una de las primeras preocupaciones de la dictadura
de Primo de Rivera en 1923, fue la de solucionar
definitivamente el problema marroquí que, tras el
desastre de Annual en 1921, amenazaba con
convertirse en permanente.
Para ello, se decidió la ocupación de los territorios
cercanos a la bahía de Alhucemas, cuna del mayor foco
de la insurrección del Rif, y que presentaba graves
dificultades para ser atacada por tierra desde Melilla,
Ceuta
y Tetuán.
Un desembarco en este lugar permitiría el dominio de
la costa y la formación de una base para la penetración
hasta las zonas más alejadas. Contando con la
colaboración de Francia, el planeamiento se llevó a
cabo por el propio Miguel Primo de Rivera, junto con los
generales Sanjurjo y Soriano, y el almirante Yolif, jefes
de los respectivos componentes terrestre, aéreo y
naval.
La fuerza de desembarco la compusieron 20.000
hombres, trasportados por: 21 mercantes y escoltados y
apoyados por 1 escuadra compuesta por: 2 acorazados,
4 cruceros, 2 cazatorpederos, 6 cañoneros, 6 torpederos,
11 guardacostas y 7 guardapescas, a las órdenes del
contralmirante Guerra. Para la operación se emplearían
también 27 barcazas30, tipo K.
La cobertura aérea la proporcionarían 3 escuadrillas,
con sus correspondientes grupos de reconocimiento y
bombardeo, y 12 hidros, además de 1 dirigible y 1 globo
cautivo de exploración.
Tras un simulacro frente a las costas de Uad Lau y
Sidi Dris, en el que colaboraron unidades francesas, al
mediodía del 8 de septiembre de 1925, la fuerza
desembarcaba30 bajo el fuego enemigo, formándose una
cabeza de playa en la que desembarcaron al día siguiente
el resto de las unidades y el apoyo logístico.
Tras los duros combates que tuvieron lugar entre los
días 11 y 13, se inició la progresión general que condujo
a la capitulación del cabecilla de la revuelta Abd-elKrim,
quien se entregó a los franceses tras su última derrota
del 22 de septiembre.
5. LA INFANTERÍA DE MARINA
El primer tercio del Siglo XX constituyó también un duro
periodo para la Infantería de Marina.
Tras las campañas de Cuba y Filipinas y como
consecuencia de las medidas restrictivas de reducción de
plantillas una R.O. de21 de febrero de 1900 suspendió las
convocatorias para ingreso en al Academia de Infantería de
Marina, procediendo sus oficiales durante varios años de la
Academia de Infantería de Ejército y también del Cuerpo
General de la Armada.
En 1908, el Ministro Ferrándiz reorganiza el Cuerpo de
Infantería de Marina en tres regimientos departamentales y la
ya tradicional Compañía de Ordenanzas de Madrid.
Por Real Orden de 4 de diciembre de 1912 se crea un
regimiento expedicionario para defender nuestros intereses
africanos.
En 1925 se organiza un batallón expedicionario que
participa en el Desembarco de Alhucemas, desembarcando el
10 de septiembre en la Playa de los Frailes.
El 10 de julio de 1931, por Decreto del Gobierno
Provisional de la Segunda República, se declara a extinguir el
Cuerpo de Infantería de Marina, retirándose las banderas de
sus Unidades, reintegrándose por decreto de 7 de septiembre
de 1935 (Gaceta de Madrid núm. 254).
Por Ley de 17 de octubre de 1940, se fijan las misiones
que dentro del Cuadro General de la Marina, corresponden al
Cuerpo de Infantería de Marina.
(27) Dédalo. El Dédalo tomó parte brillante en el desembarco de Alhucemas de 1925 y sería el primer buque en el que se posaría
sin alas y con aspas rotativas, el autogiro, inventado por De la Cierva, en 1933.
(28) Colaboración de la Armada. Por necesidades de la guerra de Marruecos, se adquirieron en Inglaterra 11 guardacostas de
entre 400 y 600 toneladas que montaban 1 ó 2 cañones de pequeño calibre, 24 barcazas de desembarco tipo K, que había
actuado en los Dardanelos.
(29) Rif. En 1909, estallaba la insurrección en nuestra zona marroquí de protectorado. En su sofocación intervinieron unidades de
Infantería de Marina que destacaron por su eficacia. En 1913, el regimiento expedicionario se distingue en la defensa de
Alcázarquivir, en la ocupación de Sidi-El Gaiton y en los combates de Harcha, Budir y Zagla. En 1925, se organizará un bata
llón expedicionario para las operaciones de Alhucemas, desembarcando el 10 de septiembre en la playa de los Frailes, primera
operación bélica anfibia en la que el Cuerpo toma parte.
(30) Barcaza. Lancha de desembarco, que fue utilizada en la playa de la Cebadilla, durante la batalla de Alhucemas.
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