Narraciones jurídicas y conflictos territoriales en la Alta y Media Guajira: El proceso de reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas wayúu de 1960 a 1990 CAMILA ANDREA SANTAMARÍA CHAVARRO PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES HISTORIA 2010 Narraciones jurídicas y conflictos territoriales en la Alta y Media Guajira: el proceso de reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas wayúu de 1960 a 1990 CAMILA ANDREA SANTAMARÍA CHAVARRO Trabajo de Grado para optar por el título de historiadora. Director OSCAR HERNANDO GUARIN MARTINEZ PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES HISTORIA 2010 TABLA DE CONTENIDO Pág. Introducción ---------------------------------------------------------------------------------------------- 4 Capítulo I: Narraciones jurídicas en torno a los territorios indígenas en Colombia durante el siglo XX. ------------------------------------------------------------------------------------------------------- 15 1. El derecho como un género literario ------------------------------------------------------- 15 2. Breve contexto de la naturaleza jurídica de los territorios indígenas ------------------ 18 3. La novela en cadena: periodización de las narraciones jurídicas a lo largo del siglo XX ---------------------------------------------------------------------------------------------------- 20 Capítulo II: El espacio geográfico de la Guajira, concepciones territoriales confrontadas ---------- 48 1. El paisaje estratégico -------------------------------------------------------------------------- 48 2. El territorio cultural wayúu ------------------------------------------------------------------ 51 3. La disputa por el territorio: Recursos naturales e intereses económicos y ambientales ---------------------------------------------------------------------------------------------------- 66 Capítulo III: Luchas indígenas por el territorio e indigenización del derecho.---------------------------- 76 1. Los wayúu: Una tradición de lucha --------------------------------------------------------- 76 2. Naturaleza jurídica de las tierras en la península de la Guajira para 1960 ------------ 80 3. Luchas en los años 80´s: el contrapoder indígena ---------------------------------------- 85 4. Las luchas en 1991: La indigenización del derecho ------------------------------------- 104 Conclusiones Generales ---------------------------------------------------------------------------- 114 Bibliografía -------------------------------------------------------------------------------------------- 118 3 INTRODUCCIÓN Desde la Constitución de 1991, Colombia es un país que se concibe como un Estado pluriétnico y multicultural, que reconoce los derechos territoriales de sus pueblos indígenas, la autonomía de éstos en cuanto a la administración de justicia, sus derechos culturales, entre otros derechos listados tanto en la Constitución, como en la jurisprudencia desarrollada por el máximo tribunal constitucional de nuestro país, a saber la Corte Constitucional. En este marco, tradicionalmente se ha tomado la Constitución de 1991 como punto de referencia, como hito jurídico, en donde se ha reconocido por primera vez los derechos de los indígenas. No obstante, el proceso de reconocimiento de estos derechos, y particularmente de los territoriales, data de años anteriores y se refiere a un proceso más complejo que no puede reducirse a una sola fecha, y que no puede entenderse únicamente desde el ámbito jurídico. Este trabajo de grado busca entonces identificar el proceso histórico, tanto a nivel fáctico como a nivel jurídico, que supuso el reconocimiento de los derechos territoriales indígenas en el marco de una comunidad en particular, a saber la comunidad wayúu, ubicada en el norte de Colombia, más específicamente en la península de la Guajira, en un periodo temporal determinado: de los años 60 a los 90. Así, para analizar este proceso, se toma como objeto de estudio el Resguardo de la Alta y Media Guajira, primer resguardo indígena que se constituyó en el departamento, bajo la ley de reforma Agraria de 1961. En este análisis se busca identificar el proceso de delimitación, demarcación y constitución de este Resguardo, a partir de una identificación de las narraciones jurídicas que rigieron el proceso, la identificación de los diferentes actores e intereses que intervinieron y las luchas políticas y jurídicas que éstos desataron, para lograr hacer valer sus posiciones. Ahora bien, se elije una comunidad indígena en particular (los wayúu), teniendo en cuenta que es imposible rastrear el proceso que se desarrolló, en las aproximadamente 80 4 comunidades indígenas existentes1 actualmente en Colombia y a su vez porque resulta de particular relevancia estudiar el caso wayúu, tanto por razones de gusto personal, como por razones de su importancia numérica, al ser ésta la comunidad indígena más numerosa que se encuentra en nuestro país2. En efecto, el interés por el análisis de esta comunidad y sus relaciones con el Estado, surgió como consecuencia de una serie de viajes realizados a la Guajira en los años 2005 y luego 2007, en donde se obtuvo una gran variedad de información referente a la cultura, historia y tradición wayúu. Sin embargo, estos viajes realizados a diferentes rancherías, permiten constatar que sería ingenuo hoy en día comprender al indígena, como miembro de una comunidad suspendida en el tiempo, totalmente aislada del mundo moderno, que guarda sus tradiciones intactas, como si se tratara de una comunidad estática y un museo viviente resguardado en el desierto guajiro, desde la época precolombina. Si bien es cierto, se trata de una comunidad que goza de una evidente fortaleza cultural, pues eso es lo que la define finalmente como indígena, también es cierto que esta comunidad a su vez ha tenido que relacionarse con los ―alijunas‖3, de forma que ha tenido que diseñar mecanismos de comunicación pero también de protección, entre otras razones para defender su territorio. Así, surge entonces el interés de entender las relaciones entre wayúus y arijunas, en el plano de los derechos territoriales. Es por esta razón, que no se trata de realizar un trabajo etnográfico de la comunidad wayúu, pues sobre este aspecto ya existen una gran variedad de estudios. Lo interesante en cambio es determinar las narraciones jurídicas que se construyeron sobre la comunidad indígena y cómo los wayúu hicieron uso de estas narraciones para luchar por su territorio, exigiendo en este sentido el reconocimiento legal del Resguardo de la Alta y Media Guajira. Si bien, en el 1 DANE. Departamento Nacional de Estadística. Censo nacional de población de 2005. www.danegov.co. Recuperado el 30 de diciembre de 2009. 2 DANE. Departamento Nacional de Estadística. Censo nacional de población de 2005. www.danegov.co. Recuperado el 30 de diciembre de 2009. 3 Palabra en wayunaiki, que los indígena wayúu utilizan para referirse al hombre blanco, que no es wayúu, ni es indígena. 5 transcurso de este análisis es inevitable referirse al aspecto cultural y etnográfico de lo wayúu, éste no es el objetivo final de este trabajo de investigación. Así, lo que se busca es determinar el proceso de constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira, y por ello identificar los criterios que determinaron y que se tuvieron presentes, a la hora de decidir cuál era el territorio que debería ser protegido bajo la institución jurídica de Resguardo, a favor de la comunidad indígena wayúu. ¿Por qué, por ejemplo, se excluyeron del Resguardo Indígena, las costas guajiras, Manaure y sus alrededores? ¿Por qué, por ejemplo, se incluyeron en cambio, Uribia y sus alrededores? ¿Cuáles fueron los actores que determinaron la construcción de este Resguardo y que intereses tenían? Así, más que una descripción de toda la península, lo que se busca es analizar el proceso de definición de la frontera del Resguardo de la Alta y Media Guajira, su proceso de delimitación y los conflictos que surgieron entre indígenas y otra actores, en el proceso de determinación de esa frontera, los focos de luchas en ese territorio y las herramientas jurídicas que se utilizaron en esas luchas, en el marco de las reivindicaciones territoriales indígenas. En suma, en este proceso de análisis se recurre a herramientas de la Historia, para identificar los procesos sociales y de lucha, de la Geografía, en tanto ciencia, para identificar las percepciones territoriales y la delimitación del territorio por parte los diferentes actores involucrados en este proceso, y finalmente del Derecho, para señalar las diferentes narraciones jurídicas que rigieron todo este proceso y las herramientas jurídicas que utilizaron los actores en su lucha por el territorio. A su vez, se elije el periodo histórico que transcurre de los años 60 a 90, pues este periodo temporal es el que marca una transición y un cambio en la forma en que se maneja el asunto de las tierras indígenas, y por ello de las narraciones jurídicas. Así, durante estas décadas se pasa de una política integracionista del indígena propia del Estado liberal, hacia una política de reconocimiento de lo étnico y de los derechos indígenas, propia de un Estado multicultural, 6 lo que vislumbra un cambio de tratamiento de lo indígena, desde los ojos del Estado y del derecho. Ahora bien, del análisis particular del proceso que se vive en la Guajira se puede plantear la siguiente hipótesis: Pese a que las narraciones jurídicas que se construyen en torno al territorio indígena en Colombia a lo largo del siglo XX, dan cuenta de una progresiva y paulatina transformación hacia el reconocimiento de sus derechos, ello no es el resultado de un sentir altruista por parte del legislador y del Estado. Por el contrario, los procesos fácticos que se surten detrás de esas narraciones jurídicas, dan cuenta de contextos conflictivos entre diferentes actores con intereses encontrados, en donde las comunidades wayúu no han permanecido pasivas y en donde éstas, por el contrario optaron por ―indigenizar‖ las herramientas jurídicas y políticas brindadas por el Estado, es decir se apropiaron y resignificaron las leyes a su favor, para reivindicar la preservación de sus tierras y salir fortalecidas, lo que evidencia un interesante proceso de resistencia y reconstitución cultural y jurídica de las comunidades wayúu en este proceso. A lo largo de este trabajo se trabajan varias categorías conceptuales de relevancia: En un primer momento resulta importante tener presente el concepto de narración jurídica, como forma particular de entender las normas jurídicas y las sentencias de los tribunales y jueces. Desde el punto de vista del movimiento derecho y literatura, se parte de la idea que el derecho puede entenderse como un género literario. Así, de toda la gama de argumentos posibles que la ficción puede imaginar, la sociedad selecciona un tipo específico de trama y lo convierte en un relato jurídico (una norma) bajo una formulación imperativa, permisiva o prohibitiva, asignándole una sanción. Luego, ante los tribunales ese relato jurídico (norma) continúa siendo rebatido, asumido o modificado (interpretado) por unos actores (personajes protagonistas), de modo que el relato jurídico regresa de nuevo al terreno de la narración literaria en la que se originó. El derecho es entonces un complicado juego de espejos 7 (tradiciones, interpretaciones, historias políticas…) en donde se hace difícil distinguir cuál es el discurso de la ficción y cuál el de la realidad4. Por otro lado, es de relevancia el concepto de espacio geográfico, en la medida en que se constituye en la base material, sustrato o materia prima del territorio o la realidad material preexistente a toda concepción acerca del territorio, por tanto el espacio tiene una relación de anterioridad respecto al territorio, es su potencialidad o el campo de posibilidades del mismo.5 Sobre este espacio geográfico, se constituye entonces la categoría de territorio6, más específicamente la de territorio cultural, es decir aquel espacio ocupado, apropiado y significado por una determinada comunidad o pueblo, dentro de cual se desarrolla un mundo de relaciones vitales con sentido definido, que son esenciales para su existencia como conglomerado humano. En este mismo sentido Ovidio Delgado, afirma cómo la categoría de territorio se refiere a la idea de ―la tierra que pertenece a alguien‖, es decir que el concepto tiene de fondo un sentido de ―apropiación cultural‖7. Desde esta lógica, la noción de territorio de la comunidad wayúu, es algo que va más allá del espacio geográfico ocupado, algo más trascendente que un mero medio de producción. Como bien lo describe Luis Guillermo Vasco, éste abarca el conjunto de muy diversas relaciones mediante las cuales se apropian, utilizan y piensan dicho espacio. Se trata entonces de un territorio definido por formas de ocupación y poblamiento, modos de apropiación a través de formas de trabajo, autoridad y pensamiento, divisiones internas, fronteras y sitios históricos y de otra índole, actividades que sobre él se desarrollan, modalidades de recorrerlo, creencias y concepciones asociadas, todo ello constituye ese vasto conglomerado de relaciones sociales que hacen de un espacio sobre la tierra, el territorio de una sociedad en un momento de su 4 Talavero, Pedro. Derecho y literatura. Ed. Comares. 2005. P. 9 Martínez, Ubárnez Simón y Hernádez Guerra, Ángel. Territorio y ley en la sociedad wayúu. 2005, Riohacha, Guajira. P. 21. 6 Ibidem. P. 24. 7 Delgado Mahecha, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2003. P. 18 5 8 historia, siendo éste uno de los elementos básicos de su identidad. Ello explica cómo los indígenas no luchan por un pedazo de tierra, por ser éste un medio de producción, sino que reivindican su tierra, como espacio específico que constituye su territorio y la raíz de su existencia, con la cual se han relacionado históricamente8. En esta misma lógica, Alcida Ramos, de la Organización Sociedades Indígenas ha definido el territorio indígena como un ―recurso sociocultural de las comunidades, que es mucho más que un medio de subsistencia, en la medida en que representa el soporte de la vida social y está directamente ligado al sistema de creencias y conocimiento de la comunidad‖9. Ahora bien, en otro nivel, el territorio se vincula estrechamente a los proyectos y estrategias políticas de los movimientos y organizaciones indígenas, y es en este ámbito en el que se habla de territorialidad, en el marco de las demandas indígenas por su territorio. Se trata de un proceso activo, una dinámica de apropiación simbólica y material, la caracterización de un territorio en un proceso histórico determinado. Raffestin, ha dicho que la territorialidad se conforma a partir de relaciones sociales entre distintos actores, las que son mediatizadas por el territorio y pueden ser simétricas o asimétricas10. En efecto, las relaciones de los grupos humanos con el territorio, es decir, sus territorialidades, pueden estar compuestas de un sentido de identidad espacial, un sentido de exclusividad territorial y una compartimentación de las interacciones de los sujetos con un territorio determinado. Pero esas relaciones se complejizan cuando las territorialidades de un grupo se interceptan con las de otros grupos11. Es entonces este enfoque, el punto de partida para comprender la construcción de la territorialidad wayúu y los conflictos con otros actores interesados en éste, lo que supone un choque entre diferentes territorialidades. A su vez no es posible desconocer el amplio sentido político y estratégico que supone la construcción de la territorialidad indígena. Los movimientos indígenas focalizan gran parte de 8 Vasco Uribe, Luis Guillermo. Entre Selva y páramo. ICANH, Bogotá, 2002. P. 204. Cárdenas, Marta. Ed. Reconocimiento y demarcación de territorios indígenas en la Amazonia. Ed. Cerec. Bogotá, 1993. P. 284. 10 Citado en Delgado Mahecha, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea p.144 11 Bello, Álvaro. Etnicidad y ciudadanía en América Latina. La acción colectiva de los pueblos indígenas. Cepal, 2004. P. 100. 9 9 sus discursos y acción colectiva con arreglo a códigos o símbolos culturales y por ello la cultura juega un papel central en sus reivindicaciones. Como bien lo plantea Rappaport, en sus demandas, los movimientos indígenas definen ―emblemas de identidad‖, íconos tales como la tierra y el territorio, la cosmovisión, la lengua o su apego a la naturaleza y los utilizan como medio de contraste y diferenciación con respecto a sus antagonistas. En este sentido, es usual que estos movimientos reinventen la tradición, recuperen el pasado para proyectar el presente y el futuro. Se trata entonces de un proceso y una estrategia común, que constituyen una estrategia política. 12 Así, Joanne Rappaport propone entonces el estudio de los movimientos de reivindicación indígena desde ―el uso político de la memoria‖. La autora plantea como los pueblos indígenas en sus discursos de reivindicación reformulan su propio conocimiento histórico como un arma para enfrentar su situación de subordinación social. Por ello la historia de los pueblos indígenas relacionada con el espacio físico, no es estática y neutral sino que cumple a su vez una función de herramienta política en el marco de las reivindicaciones y por ello relacionada con el presente13. Por último es de especial importancia la categoría de reconstitución étnica, planteada por Polo Acuña, que tiene plena validez en el proceso estudiado. Según este concepto, en los diferentes procesos de conflicitividad que se presentan entre los wayúu y los ―arijunas‖, los primeros toman herramientas propias de los segundos, para salir fortalecidos. Así pues, los intentos de dominación y aculturación, no implican necesariamente la degradación de la cultura, sino que por el contrario los wayúu toman estas mismas herramientas adaptándolas y fortaleciendo su propia identidad14. La wayúu no es entonces una sociedad estática, ahistórica, cuyas relaciones con los arijunas suponen una inevitable degradación cultural, sino que se trata paradójicamente de un contradictorio factor positivo. De ello es claro ejemplo el derecho, situación en la que los 12 Ibidem. P 41. Rappaport, Joanne. La política de la memoria: Interpretación indígena de la historia en los andes colombianos. Universidad del Cauca. Cali, 2002. P.42. 14 Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). Uniandes, Bogotá, 2005. p 25. 13 10 indígenas toman las leyes de los ―alijunas‖ adaptándolas a sus propias necesidades y en su beneficio, generándose así un interesante proceso de ―indigenización del derecho‖. Respecto a la metodología, para la realización de esta investigación se utilizaron gran variedad de fuentes: Fuentes Primarias: Para el análisis de las narraciones jurídicas y de ―la novela en cadena‖15 frente al indígena y su territorio, se recopilaron diversas leyes que regularon el tema durante la época estudiada. Para ello, fue necesario remitirse a la exposición de motivos, y las ponencias de cada uno de los congresistas que presentaban estos proyectos de ley, como medio para determinar las narraciones inmersas en esas normas. Estas fuentes fueron encontradas, en su gran mayoría en el Archivo del Congreso. A su vez, se buscaron las sentencias de la Corte Suprema de Justicia, que para la época era el tribunal encargado de fallar los temas relativos a ―baldíos‖, en donde estaban ubicadas las comunidades wayúu. También las sentencias de la Corte Constitucional pertinentes, en la medida en que este es el tribunal encargado de fallar, desde 1991, los temas relacionados con grupos étnicos y derechos fundamentales. Se busco identificar en estas sentencias, las narraciones jurídicas, la forma como las Cortes interpretaban y reinterpretaban las normas expedidas, y contribuían a la construcción de una determinada novela en cadena respecto al indígena y su territorio. Por otro lado, para identificar las concepciones territoriales en la Guajira, en especial, de la cultura wayúu y su territorio, se hizo trabajo de campo. En 2005 y 2007, se realizaron dos viajes a la Guajira, en donde se hicieron entrevistas a algunos habitantes del Cabo de la Vela y de la Makuira. En estos lugares se buscó identificar los principales lugares sagrados, de importancia histórica y cultural, así como los criterios de apropiación del territorio y las relaciones de los wayúu con los arijunas. En este punto, también se recurrió a mapas culturales y fuentes primarias que se encontraron en los centros de documentación del ICANH 15 Ver capítulo I. 11 y de la ONIC. Por último, en este punto también fueron determinantes los mapas del IGAC, relativos a los resguardos en la Guajira y mapas sobre los recursos naturales de esta península. Para el análisis del proceso de delimitación, demarcación y legalización del Resguardo de la Alta y Media Guajira, se recurrió principalmente al archivo del INCORA, entidad encargada para la época, de llevar a cabo el proceso de constitución de los resguardos indígenas, entre éstos el Resguardo de la Alta y Media Guajira. En este archivo, fue posible encontrar el expediente de constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira, en donde se archivaron las múltiples cartas enviadas por los líderes wayúu a los diferentes funcionarios del INCORA, en aras de impulsar el proceso de constitución del Reguardo. En estas cartas los indígenas exponían sus principales peticiones, recursos e inconformidades, lo que es una muy buena fuente para identificar las luchas de los indígenas en este proceso y la respuesta del Estado frente a estas solicitudes. A su vez, en este mismo sentido, se buscaron sentencias referidas a los pleitos que se surtieron entre indígenas y actores interesados en su territorio, particularmente ante la jurisdicción ordinaria. Por último, se recurrió a la prensa, pues principalmente en el Heraldo y el Espectador, quedaron registrados los conflictos entre indígenas y el Estado, en particular en el caso de las Salinas de Manaure y el Cerrejón. Fuentes secundarias: Ahora, como medio para complementar todo este trabajo de fuentes primarias, se recurrió a diferentes fuentes secundarias a lo largo de este proceso. Por un lado, se tomaron los escritos de investigación de personas defensoras de la causa wayúu: este es el caso de Remedios Fajardo, líder wayúu, y otros investigadores como Socorro Vásquez, Hernán Darío Correa, María Isabel Acosta, entre otros, quienes adoptan en sus investigaciones un enfoque más ―cultural‖, a la hora de analizar los conflictos en los que participaron los wayúu, en su lucha por el territorio. 12 Por otro lado, se tomaron publicaciones de diferentes entidades del Estado, es el caso de las publicaciones de Planeación, del Comité de Asuntos Indígenas del INCORA, el DANE, el Ministerio de Gobierno, Ministerio de Justicia y de Derecho, como herramienta para identificar la política institucional que se desarrolló respecto al tema. Por último, se tomaron otras publicaciones en donde se realizaba un análisis más ―económico‖ del tema, poniendo de presente la importancia de la Guajira y sus recursos, desde un punto de vista financiero y la importancia de la explotación de esas riquezas en el marco del desarrollo económico colombiano: Este es el caso de los escritos de economistas tales como Clemente Forero Pineda y el administrador, Fernando Guerrero Suárez, así como investigaciones realizadas por el Banco de la República sobre la historia de Manaure y las salinas y su importancia desde el punto de vista económico, por ser esta la entidad encargada de administrar dichas salinas. En suma, luego de tener claridad respecto del objeto de estudio, se pasa entonces a analizar el caso concretamente. Para ello el trabajo de grado se articulará a partir de tres capítulos. El primero de ellos se interesa en analizar las narraciones jurídicas que se han construido en el derecho colombiano en torno a los territorios indígenas, capítulo que permite concluir cómo en Colombia las narraciones jurídicas parecen variar de un completo desconocimiento e invisibilización de los indígenas y su territorio, hacia un progresivo reconocimiento de sus derechos territoriales. Los capítulos II y III, buscan identificar cómo se aplican esas narraciones jurídicas en la práctica, en el marco de una comunidad indígena en particular: la wayúu en el marco temporal que transcurre de los años 60 a 90. En este contexto, el capítulo II analiza el escenario en donde se desata la disputa por el territorio, analizando los diferentes actores que integran el ―paisaje estratégico‖ de la Guajira, e identificando sus particulares formas de apropiación territorial, intereses económicos, 13 culturales e históricos. En este escenario contienden territorialidades de indígenas, Estado, multinacionales, particulares y proyectos turísticos y ambientales. Por último el capítulo III, intenta analizar el proceso de constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira de los años 60 a 90. Escenario en el que se busca identificar las luchas políticas y jurídicas de los wayúu frente a otros actores, interesados en ese mismo territorio, generándose en este sentido un proceso de ―indigenización del derecho‖, que da muestra de la reconstitución étnica de esta comunidad. 14 CAPITULO I: NARRACIONES JURIDICAS Y TERRITORIOS INDÍGENAS EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XX. 1. El derecho como un género literario Partiendo del análisis del movimiento derecho y literatura16, en virtud del cual el derecho puede ser visto como un género literario, y por ello las normas pueden ser leídas como si fueran textos literarios, se parte de la idea de que en el derecho se actúa conforme y se encuentran límites en las narraciones que se construyen de los sujetos. Así pues, de toda la gama de argumentos posibles que la ficción puede imaginar, la sociedad selecciona un tipo específico de trama y lo convierte en un relato jurídico (una norma) bajo una formulación imperativa, permisiva o prohibitiva, asignándole una sanción. Luego, ante los tribunales ese relato jurídico (norma) continúa siendo rebatido, asumido o modificado (interpretado) por unos actores (personajes protagonistas), de modo que el relato jurídico regresa de nuevo al terreno de la narración literaria en la que se originó. El derecho es entonces un complicado juego de espejos (tradiciones, interpretaciones, historias políticas…) en donde se hace difícil distinguir cuál es el discurso de la ficción y cuál el de la realidad17. 16 La relación entre derecho y literatura data de antaño, Balzac, Meville, Víctor Hugo, Kafka, entre otros autores ya se habían interesado en el derecho como objeto de estudio o tema a tratar en sus textos literarios. Sin embargo sólo hasta los años 70´s, especialmente desde el artículo de Ronal Dworkin ―How Law is like literature‖ y ―The legal Imagination‖ de James Boyd White, los juristas y estudiosos del derecho se han comenzado a interesar en las metodologías literarias y empezaron a preguntarse por la aplicación de las mismas en el campo del derecho. Este movimiento surge en Estados Unidos, y según Posner a partir de la publicación de estos dos artículos se constituye como disciplina autónoma. En el movimiento conocido como derecho y literatura se han identificado tres enfoques: el derecho en la literatura, en donde se analiza el derecho desde un punto de vista ―externo‖ al constatar como el derecho es el tema central en muchos temas literarios que aportan reflexiones críticas sobre sus postulados normativos, aplicación, origen e interpretación; el derecho de la literatura que se refiere al modo en que las leyes y la jurisprudencia regulan los fenómenos relacionados con el ámbito literario y por último el derecho como literatura que es el enfoque que se busca adoptar en este trabajo de grado, en donde se realiza un análisis del derecho desde un punto de vista interno, reconociéndolo como un tipo particular de relato literario. Carlos Peréz. Derecho y literatura. En Isonomía N 24. Abril 2006. Revista de Teoría y Filosofía del derecho. UNAM. Disponible en línea: http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/91348408909806384100080/021983.pdf?incr=1. Recuperado el 10 de junio de 2010. 17 Talavero, Pedro. Derecho y literatura. Ed. Comares. 2005. P. 9 15 Este enfoque nos ubica entonces en la corriente actualmente denominada en Estados Unidos ―el derecho como literatura‖, en virtud de la cual se analiza el derecho desde un punto de ―vista interno‖, al considerar que el derecho es un tipo particular de relato literario. En este sentido, en el derecho es posible identificar qué relatos o narraciones están siendo incluidas y cuáles no, qué sujetos hacen parte de esos relatos y cuáles no18, qué derecho se le otorga a cada uno de esos sujetos y cuáles derechos a su vez, le son negados. Partiendo de este marco conceptual y teórico, se busca a continuación identificar el relato jurídico que se construye en torno al territorio indígena en la legislación del siglo XX en Colombia, de forma que se logre determinar: ¿Cuál es la narración que el derecho hace en torno al territorio indígena y cómo evoluciona históricamente la misma, es decir cómo se escribe y se reescribe esta historia? ¿En qué momento surge la narración jurídica de que ―el territorio indígena debe ser protegido‖? En suma lo que se busca concretamente es reconstruir la ―novela en cadena‖19 planteada por Dworkin, que se ha construido, rebatido y reconstruido del territorio indígena en Colombia a lo largo del siglo XX, haciendo énfasis particularmente en el periodo que transcurre de los años 60 a 90. Ahora bien, el análisis del derecho como un texto literario, tiene una razón de ser determinada: Según las reflexiones de Bourdieu, el derecho- o mejor las narraciones jurídicas en nuestro caso-, es una forma de violencia por excelencia, en la medida en que da forma a prácticas que a partir de ese momento se reconocen como convenientes, legítimas, necesarias20, y por otro lado prohíbe o bien invisibiliza otras prácticas que no resultan pertinentes o se consideran innecesarias. Se trata entonces de un cuerpo de textos que consagra una visión legítima, recta, del mundo social. Así pues, las normas y también las sentencias proferidas por los distintos tribunales, 18 Pérez, Espinosa Beatriz. ―Narraciones en el campo jurídico‖. Universitas Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas‖ (N°108 - Diciembre 2004). Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Jurídicas. P. 689-709 19 Dworkin asemeja el derecho a una ―novela en cadena‖, estableciendo la siguiente metáfora: un grupo de novelistas (juristas) debe escribir una novela, elaborando cada uno de ellos un solo capítulo. Cada parte debe ser escrita de forma que la novela sea homogénea, coherente y pueda considerarse como la mejor posible dentro de su género. ( Cfr. R. Dworkin.‖Cómo el derecho se parece a la literatura‖ en La decisión judicial, PP 164- 172). 20 Bourdieu, Pierre. ―Elementos para una sociología del campo jurídico‖ en la la Fuerza del derecho. Ediciones Uniandes. Bogotá, Página 219-220. 16 son actos de nominación o instauración, es decir enunciados performativos que pueden ser vistos como actos ―mágicos‖, en la medida en que tienen la capacidad de hacerse reconocer universalmente y por lo tanto lograr que nada, ni nadie pueda negar o ignorar el punto de vista que imponen. Este derecho y en consecuencia las narraciones jurídicas, consagran el orden establecido por el Estado, en donde se asigna a los actores del relato una determinada identidad, un estado civil, un conjunto de poderes para usar los derechos que se le han asignado, etc 21. Esas normas y por ende esos relatos jurídicos, están caracterizados, como lo constata Bourdieu, de una eficacia de enunciación creadora: ―El derecho es la forma por excelencia del discurso actuante capaz, por virtud propia, de producir efectos‖22. En suma, las normas y consecuentemente las narraciones jurídicas derivadas, contribuyen a imponer una representación de la normalidad en relación con la cual todas las prácticas diferentes a las narraciones implementadas, tienden a aparecer como ―desviadas, anormales o patológicas‖23. Es por esta razón que resulta interesante analizar las narraciones jurídicas del territorio indígena en particular, en la medida en que éstas posibilitan prácticas específicas sobre este mismo territorio, narraciones que sin duda son variables y a veces contradictorias, debido al carácter ―cambiante, poliforme, flexible‖ del derecho, como el mismo Bourdieu lo reconoce24. En suma, lo que se intenta determinar en este capítulo es la evolución histórica de las narraciones jurídicas en torno al territorio indígena en Colombia durante el siglo XX, haciendo énfasis en los años 60 a 90, para posteriormente evidenciar cómo estas narraciones actúan en el terreno práctico, en este caso en particular en el Resguardo de la Alta y Media Guajira, ubicado en el territorio que los wayúu reivindican como ancestral. 2. Breve Contexto de la naturaleza jurídica de los territorios indígenas 21 Ibidem p. 199. Ibidem. P. 198 23 Ibidem P. 198. 24 Ibidem. P. 199 22 17 El periodo temporal elegido como objeto de estudio en este trabajo (años 60 a 90), ha sido identificado por varios autores como una época en donde surge, el indigenismo moderno25, es decir un momento crucial, en donde se replantean las relaciones entre Estado y comunidades indígenas y en donde empiezan a surgir en el derecho, herramientas que buscan proteger a estas comunidades, situación que antes estaba prácticamente ausente en la legislación indigenista. Así a manera de contexto, se describen brevemente las principales características de la regulación de los territorios indígenas en los años que anteceden la época estudiada. 2.1 La institución colonial del resguardo indígena. La figura del resguardo indígena, es una institución que data de la época de la Colonia, particularmente de 158026. En efecto, frente a los excesos de los encomenderos y de la violenta ocupación de los territorios indígenas de los Andes, se empezó a reconocer a los sobrevivientes, tierras colectivas bajo el régimen de ―resguardos territoriales‖, que correspondía a unas tierras sobre las cuales se expedía un título y que eran otorgadas bajo la administración de un cabildo, nombrado por los mismos indígenas27. Bajo un lenguaje de supuesta ―protección‖ de las comunidades indígenas, lo que en realidad se buscaba mediante esta institución, era establecer una medida encaminada a proteger la base social tributaria y la fuerza de trabajo necesaria para la producción de riquezas. A la vez que mediante esta institución, se facilitaba la sedentarización de los indígenas para poder facilitar el proceso de cristianización y civilización de esas comunidades. Así, a fin de liberar tierras por una parte, y por la otra, conservar mano de obra, las comunidades indígenas eran trasladadas desde sus lugares de asentamiento tradicional a tierras cada vez más alejadas de los centros urbanos. Tierras marginales, delimitadas legalmente donde la población indígena 25 Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia. 1997. Desarrollo y territorio. P.38. 26 Bohórquez Morán, Carmen Luisa. El resguardo en la Nueva Granada ¿proteccionismo o despojo?, Ed. Nueva América. 1997. P. 34. 27 Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y territorio. P.38. 18 quedaba supuestamente resguardada de los abusos de los encomenderos, pero desde donde, sin embargo seguirían proveyendo la mayoría de los productos de la dieta básica de la totalidad de la población28. Así, esta figura poco contribuyó a la protección de los territorios: las segregaciones de tierras y los traslados de los pueblos de indios fueron hechos comunes a todo lo largo del siglo XVIII 29 . 2.2 La era republicana. La independencia y conformación de la República, que si bien eliminó los tributos que pesaban sobre este sector de la población, trajo consigo nuevas agresiones a los territorios indígenas. El siglo XIX, es una época caracterizada por la llegada de las políticas liberales y ello supuso la división de los resguardos territoriales, medida que se autoriza desde 1821, pues se veía esta institución colonial como un obstáculo a las políticas del libre comercio de la tierra30. Así los indígenas en esta época recurren a la defensa de los resguardos coloniales, como únicos reductos del derecho sobre sus tierras, pues durante la era republicana muchos resguardos fueron disueltos y liquidados y rematados a favor de particulares. Esta etapa fue entonces el preludio de la expedición de una importante ley que rigió por más de 100 años la cuestión indígena: la ley 89 de 1890. Ésta última intentó hacer menos drástico el proceso de disolución de Resguardos Indígenas y reafirmar el papel de tutela y civilización de las misiones religiosas, como bien lo demostraba su encabezamiento, en donde se indicaba ―La manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada‖. La ley 80 de 1890, otorgó sin embargo algunos derechos a los indígenas, lo que hizo que éstos la adoptaran como medida de salvación frente a los terratenientes y latifundistas. En efecto, 28 Bohórquez Morán, Carmen Luisa. El resguardo en la Nueva Granada ¿proteccionismo o despojo?, Ed. Nueva América. 1997. P. 34. 29 Ibidem p. 33. 30 Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y territorio. P.34 19 ésta última creaba una legislación especial sólo aplicable a los indígenas, reconociendo de un lado el régimen comunal de los resguardos y de otro lado, el gobierno propio a través de los ―pequeños cabildos‖. Entre sus principales disposiciones establecía que el Cabildo debía: protocolizar los títulos y documentos en un plazo de 6 meses, asignar solares y parcelas evitando que ningún indígena casado o mayor de 18 años quedara excluido, impedir las ventas, arriendos e hipotecas de los territorios. Ahora, si bien la ley establecía disposiciones a favor de los indígenas, como aquellas que disponían un mecanismo para que éstos reivindicaran los derechos territoriales sobre las parcialidades que habían perdido por ―caso fortuito o mecanismo fraudulentos‖, al mismo tiempo establecía mecanismos para dividir los resguardos, pues finalmente el objetivo último de la ley, era la incorporación de los indígenas a la vida civilizada. 3. “La novela en cadena”: periodización de las narraciones jurídicas a lo largo del Siglo XX. En el análisis de la ―novela en cadena‖ que se desarrolla a lo largo del siglo XX, es posible plantear una periodización particular, en donde se identifican 4 etapas diferentes: de 1900 a 1960, de 1960 a 1980, de 1980 a 1990 y de los años 90´s en adelante etapa que aún se está concretando. En la primera etapa, de 1900 a 1950, se acude a una continuación de la aplicación de la Ley 80 de 1890, pero únicamente respecto a sus artículos 30 a 40, es decir la en lo relativo a la división de Resguardos. En este sentido las tierras ocupadas por los indígenas o bien eran consideradas en su gran mayoría Baldíos, o bien si eran Resguardos coloniales, fueron rápidamente divididos y disueltos, en virtud de las facultades otorgadas por los artículos 30 a 40 de la ley en mención, y de leyes posteriores que se desarrollaron en este mismo sentido. En la segunda etapa, se expide la ley 135 de 1961, en donde se le otorga al INCORA la administración de los territorios baldíos, y por ello la facultad de constituir reservas indígenas y luego los nuevos resguardos a favor de las comunidades indígenas. De forma que se vislumbra un primer intento por proteger los territorios indígenas pese a que se tratara aún de 20 una política ―integracionista‖. Desde este momento, se inicia el ―indigenismo moderno‖31 como lo han llamado algunos autores, etapa en la que se empieza a plantear una nueva relación entre Estado e indígenas y por ende se marca un punto de inflexión en la historia indigenista. Luego, en la tercera etapa que inicia en los años 80, se empieza a concretar en la práctica esta facultad otorgada al INCORA, de forma que las narraciones jurídicas de la época, dan inicio a un proceso de demarcación, delimitación y legalización de los territorios indígenas, que supone el reconocimiento de los derechos territoriales que los indígenas reivindicaban desde época coloniales, bajo la figura del nuevo resguardo. En la cuarta y última etapa, que inicia en los años 90 con la Constitución de 1991, se da inicio a la constitucionalización de la cuestión indígena, proceso que implica el reconocimiento de los derechos territoriales indígenas como derechos fundamentales, protegidos expresamente por la Constitución Nacional, y el status del grupo étnico como sujeto de especial protección constitucional, lo que da lugar al reconocimiento de una serie de derechos fundamentales a favor de este grupo étnico, exigibles por vía de tutela. A continuación se especifican cada una de las etapas y por ende de las narraciones jurídicas de cada una de ellas. 3.1 De 1900 a 1950: Territorios baldíos y la política de división de resguardos. La legislación de la primera mitad del siglo XX, no es más que una aplicación de la ley 80 de 1890, pero específicamente en lo relacionado con la política de división de Resguardos, dejando de lado los artículos que de una u otra forma ordenaban la protección de las tierras de los indígenas. En efecto, la ley 80 tuvo 100 años de vigencia, pues fue formalmente derogada sólo hasta la expedición de la Constitución de 199132. 31 Ibidem. P. 38. En efecto, el Consejo de Estado, a través de su sala de Consulta Civil en 1988, aún afirmaba: ―los resguardos indígenas se rigen por la Ley 89 de 1890 y demás disposiciones contenidas en la legislación Indígena Nacional‖32. 32 21 Así, las normas de la primera mitad del siglo XX, denotan como principal objetivo ―civilizar‖ al indio, integrarlo a la sociedad general, dado que éste se encontraba en un nivel menor de civilidad, caracterizada por la barbarie, la vagancia y la sub-explotación de las tierras que habitaba. Es posible trazar a grandes rasgos la tendencia legislativa y jurisprudencial de la época, teniendo en cuenta los siguientes puntos: 3. 1. 1. Baldíos y división de resguardos Por un lado, los terrenos indígenas eran considerados por la legislación de principios del siglo XX como terrenos baldíos, categoría jurídica que designa a ―aquellos bienes que no tienen dueño conocido y que por ello pertenecen al Estado Nacional‖33. Esta designación invisibilizaba totalmente la presencia indígena en la zona y a su vez desconocía décadas e incluso siglos de posesión de terrenos ancestrales por parte de las diversas comunidades indígenas que se encontraban a lo largo y ancho del país. En efecto, la ley 55 de 1905 clasificaba los terrenos indígenas dentro de los ―bienes nacionales‖ y disponía en su primer artículo ―La nación ratifica y confirma las declaraciones judicial y legalmente hechas de estar vacantes globos de tierras conocidos como resguardos indígenas‖. El hecho de nominar un terreno como baldío o vacante, tiene sus efectos ―violentos‖ según el análisis de Bourdieu, en la medida en que esta categoría jurídica permitía prácticas como las que la ley recuerda en artículos posteriores: Los terrenos indígenas serán cedidos por la Nación a la municipalidad que tenga jurisdicción sobre los mismos34 y esta última estaba facultada para venderlos en pública subasta, de forma que la compra por parte del rematador de los mismos, sería reconocida como título legal de propiedad sobre esos terrenos35. 33 Ramírez. Gronda. Juan. Diccionario jurídico. Buenos Aires. P. 63. Ley 55 de 1905 artículo 1 y Ley 32 de 1920 en donde se autoriza la cesión de los resguardos al Municipio de Yumbo y se autoriza su venta en pública subasta. 35 Art 1. Ley 55 de 1902. 34 22 La Corte Suprema de Justicia, en el año de 1925, al plantearse la pregunta respecto de los derechos que tenían los indígenas sobre su territorio, expuso cómo éstos no tenían pleno derecho de dominio sobre sus tierras, pues aquellos que vivían en comunidad en los denominados resguardos coloniales, no eran sino simples usufructuarios de los terrenos, ―Fuera del usufructo, los indígenas individualmente considerados no han adquirido, en relación con los terrenos de resguardo (coloniales) otro derecho que el repartimento en propiedad por estirpes o por cabezas cuando el legislador así lo ordene‖. 36 Por otro lado, la legislación indigenista de principios del siglo XX en su gran mayoría, salvo muy contadas excepciones, se encaminó a procurar de forma violenta y acelerada la división de los resguardos. La ley 80 de 1890, como ya se había anotado, establecía en sus artículos 30 a 40 la facultad que tenía el Estado de dividir los resguardos, de forma que la legislación de principios del siglo XX se limitaba básicamente a desarrollar y a poner en práctica dicha facultad. Como ejemplo, puede señalarse el proyecto de ley presentado por Camilo Muñoz O. y Alfredo Garcés en septiembre de 1919 que posteriormente se constituyó como la ley 104 de 1919, y que establecía la división de algunos terrenos de resguardo, especificando el procedimiento para ello. Esta ley señalaba que se debía llevar a cabo la división, aún de forma forzosa, de manera que si los indígenas de una parcialidad37 ―estorbaban‖ la división de los terrenos de resguardo, ―la mitad de éstos se venderá por lotes de conveniente capacidad en pública subasta‖38. Posteriormente, la ley 19 de 1927, continuaba con la política de división de resguardos y especificaba el procedimiento para llevar a cabo esta tarea: la división se realizaba mediante 36 Corte Suprema de Justicia- Corte Plena- Bogotá, octubre 30 de 1925.Gaceta Judicial. Tomo XXXII, Números 1655 y 1656, Bogotá Febrero 16 de 1926. 37 La importancia del concepto es determinante. En efecto, mientras que en la legislación de principios de siglo se utiliza la palabra ―parcialidades‖ a finales de siglo se habla de ―resguardos‖. La primera nació del empeño llevado a cabo por los diferentes monarcas españoles de reducir a las poblaciones al elemento aborigen con el fin de adoctrinarlo en la fe de Cristo, y la segunda por su parte surgió como fruto del esfuerzo realizado por los mismos Monarcas dirigido a no dejar despojar al indígena de sus tierras: ―La primera ha de entenderse como una entidad comunal compuesta por los indígenas de determinada región o población y la segunda, debe tenerse como el terreno debidamente alinderado sobre el cual, la Parcialidad o comunidad de indios vive realizando sobre él, todos los actos de su vida social‖. Dirección General de Integración y desarrollo de la comunidad. Ministerio de Gobierno. El resguardo indígena ( su realidad y ley). Bogotá, 1971. P, 47. 38 Artículo 11, inciso 2 Ley 104 de 1919. 23 una Comisión especial a cargo de la Nación, la cual tenía la función de adjudicar los lotes entre las cabezas o familias indígenas según la extensión y calidad de las tierras. El indígena José Gonzalo Sánchez39, interpuso dos demandas de inconstitucionalidad contra las leyes anteriormente reseñadas, por considerar que la división de resguardos atentaba contra los derechos adquiridos desde tiempos remotos por los indígenas sobre las tierras. La primera de ellas fue resuelta por la Corte el 30 de octubre de 1925 y la segunda el 19 de noviembre de 1925. En sus decisiones, la Corte declaraba exequible todas las normas en sus dos sentencias, esgrimiendo exactamente los mismos argumentos: Si bien es cierto la legislación del siglo XX no debía desconocer los derechos adquiridos de los indígenas sobre los terrenos ocupados, las leyes en cuestión no vulneraban la Constitución política en su artículo 31, pues lo que había hecho la legislación era reconocer derechos de los indígenas sobre las tierras, pero sometiéndolas ―por altas consideraciones de orden público‖ a la división de los resguardos. El objetivo de estas leyes no era más que dividir de forma equitativa y proporcional las tierras entre sus miembros. En efecto ―la cesión a los municipios de terrenos de resguardos indígenas, la declaración de estar extinta una parcialidad por causas legales, caben perfectamente en las atribuciones del Estado, pues no se está atacando ningún derecho y da a las tierras vacantes exactamente igual destino que les asigna la ley‖. Y recordaba la Corte, para dejar claro su papel neutral en este asunto, ―Puede que desde algunos puntos de vista no resulte conveniente esta política de división, pero lo relativo a la inconveniencia escapa a la competencia de la Corte, corresponde al legislador determinar la política en estos asuntos‖40. 3. 1. 2. La finalidad y el imaginario detrás de esta narración. 39 José González Sánchez, era un indígena de Totoró famoso por ser uno de los principales compañeros de lucha de Quintín Lame en los procesos de reivindicación de los territorios indígenas durante los primeros años del siglo XX. Sin embargo, cuando empieza a decaer el movimiento Lamista frente a las nuevas corrientes de las reformas agraristas, José González Sánchez decide sumarse a esta nueva tendencia. En el proceso de la presente sentencia, José González actúa como Jefe y Apoderado General de las Tribus y parcialidades de la Nación. Departamento Nacional de Planeación. -DNP- Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y territorio. P. 37. 40 Corte Suprema de Justicia.- Corte Plena- Bogotá- octubre 30 de 1925. Gaceta Judicial. Tomo XXXII, Números 1655 y 1656, Bogotá Febrero 16 de 1926. 24 Una narración jurídica en donde el territorio indígena era concebido como ―baldío‖, ―vacante‖, y en donde se buscaba ejecutar la división acelerada de los resguardos indígenas reconocidos en la época colonial, ―por altas consideraciones de orden público‖, como lo manifestó la Corte, tiene su razón de ser. Como se puede deducir de las normas de la época, así como de las diferentes exposiciones de motivos de las mismas y de las sentencias, el indígena era concebido como un sujeto perteneciente a un estado menos desarrollado de la civilización, el territorio que ocupaba se interpretaba como amplias extensiones de tierras sub-utilizadas y por ello desperdiciadas, que servían como refugio a la barbarie y a la vagancia. Por ello la política de la época buscaba dividir los resguardos para procurar su integración a la comunidad general y erradicar la categoría de resguardo reconocido en la Colonia. Así, se buscaba garantizar el desarrollo económico y la productividad en estas tierras y garantizar que el Estado colombiano se inscribiera en las sendas de la modernidad. Estas eran en realidad las razones de ―orden público‖ esgrimidas por la Corte, que justificaban una política de división de resguardos. 3. 1. 2. 1. El indio como perteneciente a un estado menos desarrollado de civilidad. El indígena, a los ojos de la legislación era considerado como un ―incapaz legal41‖, por ello para efectos del ejercicio de sus derechos, el ordenamiento lo asimilaba a los ―menores de edad‖. Esta categoría tenía entonces unos efectos performativos importantes que se pueden identificar en diferentes leyes: El artículo 34 de la ley 19 de 1927 establecía que los indígenas no podían vender los lotes que se les adjudicaran, durante los 15 años siguientes a la división del resguardo, sino con 41 La legislación colombiana presume la capacidad legal de todas las personas salvo las que expresamente sean designadas como incapaces, es decir aquellas que si bien tienen la facultad de goce de los derechos que se les reconocen, no tienen el derecho de ejercicio de los mismos, sino que deberán ejercerlos por medio de un representante legal: este es el caso de los menores de edad, de los dementes, interdictos por disipación o sordomudos y de los indígenas en la época analizada. 25 sujeción a las normas que aplicaban para la venta de bienes por parte de los menores de edad, de forma que debían solicitar licencia judicial justificando utilidad o necesidad. Al obtenerse la licencia, la venta se hacía en pública subasta42. En esta misma lógica, el artículo 27 de la ley 81 de 1958 preceptuaba que ―los indígenas en asuntos de Resguardos, que deban promover ante las autoridades, serán reputados como pobres de solemnidad‖. Ello es entonces muestra de que la legislación los concebía en un estado menos desarrollado de civilización y de entendimiento. Con esta misma concepción, la exposición de motivos de esta misma ley, presentada por Francisco José Chaux y Luis C.Iragorri, concuerdan con el argumento planteado: ―Nadie desconoce en el país la gravedad de los problemas social, económico y fiscal, que crea en varios departamentos la existencia de parcialidades indígenas sometidas a un fuero que llamaremos inferiormente privilegiado y a quienes corresponde, en una forma que puede calificarse de limitada e 43 informal, el dominio de extensas tierras conocidas con el nombre de resguardos‖ . Según los senadores, el problema radicaba esencialmente en que esta institución ―secuestraba‖ prácticamente de la vida civilizada a los indígenas obligándolos a cultivar la ―ignorancia y proteger la barbarie‖ y especialmente los resguardos mantenían, según los senadores, ―fuera del comercio enormes extensión de tierra que son hoy impenetrables e inútiles, verdaderas zonas sin conquista, donde está prohibida la vida civilizada‖. 3. 1. 2. 2. La división como herramienta de integración de las tierras indígenas a la comunidad nacional. La idea de dividir los resguardos indígenas respondía entonces al objetivo de procurar la incorporación y la integración de estos pueblos, al modelo de vida económico, social, cultural y político del resto de la Nación. Como lo establecía el artículo 29 de la ley 19 de 1927, al concluirse el proceso de división de un resguardo de indígenas, ―los miembros de la 42 La ley que aplica en estos eventos en la época es la Ley 89 de 1890, artículo 40. Exposición de motivos. Proyecto de Ley ―Sobre división de Resguardos‖ Anales del Senado N° 7 Tomo 1, Lunes 1 de Agosto de 1987. 43 26 parcialidad dueños del resguardo pasan a la condición común de nacionales colombianos, en cuanto a las personas y en cuanto a los bienes‖. Seguir protegiendo la institución de reguardo era por el contrario un absurdo, pues como lo recuerdan los senadores antes mencionados, en su exposición de motivos de esta misma ley, ―perdura en nuestra República, la noción colonial, inaceptable en los Estados modernos de la protección de los indígenas y de sus resguardos en donde se estrellan todas las corrientes del comercio y del progreso‖. Este último punto recuerda, cómo las consideraciones respecto a los territorios ocupados por indígenas, eran meramente económicas y agropecuarias, en la medida en que las tierras que ocupaban eran vistas como cualquier medio de producción que debía ser explotado de forma eficiente y racional y por ello debían ser integradas al régimen general de la comunidad nacional. En suma, las normas analizadas que corresponden a la primera mitad del siglo XX, dan cuenta de una finalidad específica, en virtud de la cual la legislación vigente estaba interesada en construir al ―ciudadano‖ colombiano, incluyendo a los indígenas, de forma que se buscaba su integración a la comunidad nacional y así aplicarles subsiguientemente la legislación ordinaria, sin tener en cuenta en ningún sentido su particularidad cultural. En este sentido, la aplicación de categorías jurídicas como ―incapaz legal‖, ―menor de edad‖ al indígena, y de ―baldíos‖ a sus territorios, dan cuenta por un lado de una determinada narración jurídica que imperaba en la época y por otro lado, de las prácticas que este tipo de categorías autorizaban en la práctica, es decir sus efectos performativos: la división de los resguardos como medio para solucionar el estado de atraso y de menor civilidad en la que se encontraban los indígenas y sus territorios, política que buscaba integrarlos a la sociedad general y permitirles que gozaran de los beneficios de la modernidad. 3. 2. 1960-1980: El territorio indígena como medio de producción: la política de Reservas indígenas y Unidades Agrícolas Familiares (UAF). 27 El año de 1960, marca un punto de inflexión importante en la cuestión indígena, pues desde entonces se habla del indigenismo moderno, en la medida en que frente al proceso de disolución y división de Resguardos que se venía dando, se postula en el ámbito de las narraciones jurídicas, nuevas categorías que dan cuenta de un leve cambio de concepción en las relaciones entre Estado e Indígenas. En efecto, desde los años 60 ya no se presenta una discriminación de iure, o bien no se consolida en las leyes un ataque expreso en contra de los resguardos con miras a su acelerada división, sino que por el contrario en las normas se reconocen ciertos derechos territoriales indígenas, pese a que el objetivo final era el mismo que en la época anterior: incorporar a las comunidades indígenas a la comunidad nacional. En este sentido, la legislación opta por una estrategia más sutil de integración, que se hace evidente a su vez en el lenguaje utilizado en las normas y por ello en las narraciones jurídicas. Las normas durante esta época manifiestan el esfuerzo de poner en la práctica un desarrollo económico para las comunidades indígenas, como medio de integración. Para ello el Gobierno colombiano llevo a cabo acciones significativas: varias comisiones fueron creadas y puestas a trabajar en aras de darle capacitación técnica y financiera a las comunidades, diseminar los principios del cooperativismo, llevando a cabo campañas de salud y educación e incluso dando asesoría jurídica a los indígenas relativa a los conflictos de tierras y recursos naturales.44 Así pues, sintetiza Fabián Díaz Aristizabal, abogado de la división Operativa de Asuntos Indígenas de la Dirección General de Integración y desarrollo de la Comunidad, la finalidad de la legislación de esta época: ―Se está pensando en conformar un número de seis comisiones más diseminadas por todo el territorio nacional, con el fin de favorecer a los indígenas por medio del crédito supervisado, de asistencia técnica y del establecimiento de centros o núcleos de capacitación que van a constituir en nuestro concepto la mejor medida para civilizar a los indios y así ganarlos para ésta ―nueva‖ Colombia, con el fin de que algún día 44 Roldán Ortega, Roque. Indigenous peoples of Colombia and the law: A critical approach to the study of past and present situations. Tercer mundo editores, Bogotá, Colombia, 2000. p14. 28 podamos decir que en nuestra patria ya no hay indios, ni salvajes porque los hemos integrado al desarrollo 45 nacional‖ 3. 2. 1. El reconocimiento de los derechos territoriales indígenas Es de anotar, en un primer momento la ley 31 de 1967, mediante la cual el Congreso Nacional aprobó el Convenio Internacional relativo a la protección e integración de las comunidades indígenas y tribales existentes en los países independientes, adoptado por la cuadragésima reunión de la Conferencia Internacional de la OIT, Convenio 107 de 1957 de la OIT. Este convenio resulta ser un instrumento importante en materia de reconocimiento, pues si bien su objetivo de fondo es aún integracionista, el lenguaje utilizado denota un objetivo proteccionista frente a las comunidades indígenas. En este sentido dice la exposición de motivos de la citada ley ―Es responsabilidad primordial de los gobiernos desarrollar programas coordinados y sistemáticos para proteger a las comunidades indígenas y tribales y para integrarlas progresivamente a la colectividad nacional‖46. Este instrumento internacional es relevante pues tendrá efectos visibles en la legislación interna colombiana. Ahora bien, en cuanto al tema específico de las tierras, el Convenio consagra un apartado especial en donde se reconocen los derechos territoriales indígenas, especialmente en los artículos 11, 12, 13 del mencionado convenio: ―Se deberá reconocer el derecho de propiedad, colectiva o individual, a favor de los miembros de las poblaciones en cuestión sobre las tierras tradicionalmente ocupadas por ellas‖. Acorde con este contexto internacional, surge en Colombia, la ley 135 de 1961 sobre reforma social agraria, en donde se reconocen ciertos derechos territoriales a los indígenas en este país47. Esta ley crea el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria- INCORA- con el objetivo de reformar la estructura social agraria en Colombia por medio de procedimientos 45 Dirección General de Integración y desarrollo de la Comunidad, Ministerio de Gobierno. El Resguardo indígena (su realidad y la ley). Bogotá, Colombia. p.41. 46 Colombia. Historia de las leyes. Año 1967. Imprenta Nacional. P. 570. 47 La ley de Reforma Agraria nace bajo la inspiración de Carlos Lleras Restrepo, en donde el Gobierno constituye el Comité Nacional Agrario en el que estuvieron representadas las fuerzas políticas vigentes en Colombia y de cuyas deliberaciones salió un proyecto que, con agitados debates en el Congreso, se convirtió en la Ley 135 de 1961. ―Ley 30 de 1988‖ en Colombia. Historia de las leyes. Año 1988 p. 556. 29 enderezados a eliminar y prevenir la concentración de la propiedad rústica o su excesivo fraccionamiento, a constituir adecuadas unidades de explotación en las zonas de minifundio y a dotar de tierras a los que no las posean, con preferencia para quienes hayan de explotarlas mediante su trabajo personal. En este sentido el INCORA tenía la facultad de adquirir tierras en todo el país por la vía voluntaria o bien por la vía de la expropiación y para administrar los baldíos que eran de la Nación, desde la reforma constitucional de 1886. En esta ley se consagran dos artículos importantes en materia de reconocimiento de derechos territoriales frente a los indígenas, que vale la pena señalar: Por un lado, el artículo 94 establece que se le otorgará al Instituto, la facultad de constituir a solicitud de la División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, resguardos de tierras, en beneficio de los grupos o tribus indígenas que no los posean. Esto marca un punto importante en el proceso de constitución y adjudicación de resguardos a comunidades indígenas por parte del INCORA. Por otra parte, el artículo 29 establece que ―no podrán hacerse adjudicaciones de baldíos que estén ocupados por comunidades indígenas, sino con el concepto favorable de la División de Asuntos Indígenas‖. Norma que de alguna forma permite proteger las tierras previamente otorgadas a las comunidades indígenas. 3. 2. 2 Las Reservas indígenas y las Unidades Agrícolas Familiares (UAF) Pese a que esta importante ley (Ley 139 de 1961), consagraba la posibilidad de implementar la constitución de resguardos, la implementación del proceso de adjudicación de terrenos a los indígenas bajo esta institución, no se dio de forma inmediata. En efecto, la normatividad de esta época permite evidenciar que por un lado, el proceso de reconocimiento de los derechos territoriales se dio en un primer momento bajo la modalidad de las reservas indígenas y que por otro lado, se tenía aún la voluntad de implementar una política de división de resguardos para su posterior integración a la comunidad nacional, mediante la aplicación de las Unidades Agrícolas Familiares. 30 Así, desde 1966 aproximadamente, se promueve la constitución de las Reservas Indígenas en Colombia, institución en donde el Estado se reserva el dominio de las tierras, es decir se trata de una modalidad de baldío, pero éste se otorga a la comunidad indígena como forma de tenencia provisional con carácter colectivo, de forma que sobre las reservas únicamente tienen el derecho de uso y usufructo. La misma definía la Reserva indígena de la siguiente forma: Globo de terreno baldío que está afectado por una inhabilidad para que pueda ser objeto de una apropiación particular: en este caso se trata de la posibilidad que una o varias comunidades indígenas ocupen un terreno delimitado y legalmente asignado por el INCORA a aquella (s) para que ejerzan en él los derechos de uso y usufructo con exclusión de terceros48 A pesar de que el número de reservas creadas no fue muy importante: entre 1966 y 1982 se constituyeron únicamente 74 reservas en todo el país49; esta categoría de nominación o instauración supuso la primera acción e institución de reconocimiento de derechos territoriales para la época analizada favor de los indígenas. Sin embargo, como se puede inferir de las normas de la época, de fondo se tenía aún la idea de que la ocupación comunitaria o colectiva indígena de la tierra, bajo la modalidad de reserva, constituía una fase temporal de la vida de estos pueblos que, con el paso del tiempo y la acción integradora del Estado, entrarían a recibir asignaciones individuales o familiares, según el modelo de propiedad civil generalizado en el país, es decir bajo la modalidad de ―Unidades Agrícolas Familiares‖ y de esta forma se incorporarían finalmente en el desarrollo general del país. En efecto el artículo 2, Ley 1 de 1968, otorgaba al INCORA la facultad para dividir los resguardos indígenas, de forma que los predios resultantes de la división quedaran sometidos en cuanto a su uso y disposición, al régimen de Unidades Agrícolas Familiares. Adicionalmente el Decreto 2117 de 1969, establecía que el INCORA tenía la potestad de delimitar tierras baldías con el carácter legal de reservas, suficientes para la ―formación de unidades agrícolas familiares a favor de los miembros de las tribus o agrupaciones indígenas que carezcan de ellas‖. 48 Decreto 2001 de 1988. Godoy, Useche Marvel. Reservas y resguardos indígenas en Colombia (1960-1990): Recopilación documental. Trabajo de grado para optar al título de historiadora. Pontificia Universidad Javeriana. P. 13. 49 31 La misma ley definía la Unidad Agrícola Familiar (UAF), como la empresa básica de producción agrícola, pecuaria, acuícola o forestal cuya extensión, conforme a las condiciones agroecológicas de la zona y con tecnología adecuada, permite a la familia remunerar su trabajo y disponer de un excedente capitalizable que coadyuve a la formación de su patrimonio50. La Unidad Agrícola Familiar como acto de nominación en particular, da cuenta de una visión en donde se individualiza a la familia indígena, aislándola de su pertenencia a una colectividad o un grupo étnico en general, e imponiéndole en este sentido un concepto de familia más propio de la tradición católica. Así, para efectos de la aplicación de la norma e identificar los beneficiarios de la figura de la UAF, era necesario remitirse a la ley 70 de 1932, en donde se establecía el concepto jurídico de familia: La familia está ―compuesta por marido y mujer y sus hijos menores de edad‖ (artículo 4). Esta concepción de familia, invisibilizaba entonces la concepción de familia extensa presente en comunidades indígenas, como el caso wayúu, que difícilmente es asimilable a la familia cristiana/católica51. En efecto, mientras que para la ley civil de la época, la familia está compuesta por marido, mujer e hijos menores (entendiéndose marido y mujer como un hombre y mujer unidos por el vínculo del matrimonio y sus hijos matrimoniales menores de edad), la familia extensa en las comunidades wayúu, es decir el apushi, se asienta en un territorio que constituye la Womainpáa, o el territorio histórico concreto de la familia. En esta Womainpá residen familias extensas de hasta 300 miembros, se trata de un conjunto de unidades familiares de parientes uterinos que conforman un grupo de residencia definido por un cementerio, una red estrecha de cooperación y el derecho de acceso a una fuente de agua local. Adicionalmente el territorio que comparten los miembros de la Womainpá, se define por la adyacencia a un 50 Ley 160 de 1994, artículo 50 de la Ley 135 de 1961. 32 recurso natural determinado, como una ciénaga, una salina o un yacimiento de talco o de yeso, entre otros52. Por último, la familia wayúu por lo general no está vinculada por el vínculo del matrimonio católico y en su gran mayoría está caracterizada por la poligamia, en donde los hombres tienen de forma concomitante varias mujeres e hijos con cada una de ellas53, lo que a los ojos del catolicismo resulta ser un adulterio. Estamos entonces ante un concepto muy diferente de familia al concebido por la religión católica, lo que implica dificultades en la aplicación de la figura de las Unidades Agrícolas Familiares. En suma, todas estas conclusiones pueden ser ratificadas en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado de la época, en donde los magistrados reescriben su propio capítulo de la novela en cadena: Para la jurisprudencia de la época, existían varios grados de indígenas, pero el destino final de todos ellos, debía ser su completa integración a la comunidad nacional, de forma que finalmente fuese posible aplicarles la legislación nacional. Ello puede hacerse evidente en el siguiente pronunciamiento: Según la Corte Suprema de Justicia, hay dos grados de indígenas: ―Los indígenas que vayan reduciéndose a la vida civilizada por medio de misiones, que no se rigen por las leyes generales de la República sino por lo que determine el gobierno de acuerdo a la autoridad eclesiástica‖ y los ―indígenas ya reducidos a la vida civilizada‖ que se rigen por las leyes generales de la República salvo en ―asuntos de resguardos‖, materia en la cual se rigen por la ley 80 de 1890. Ahora bien tratándose de los indígenas ya civilizados, las tierras de resguardo presentan dos etapas: En un primer momento cuando son meros resguardos y por ello los terrenos se encuentran en estado de indivisión, se trata de tierras atribuibles a una parcialidad indígena que son inalienables y que se otorgan a los indígenas únicamente en calidad de usufructuarios. En una 52 53 Ver capítulo II, punto 2.3. Diario de Campo - Nazareth, Makuira- (Alta Guajira) Diciembre de 2007. 33 segunda etapa son divididas y adjudicadas en plena propiedad con carácter de enajenables, pero con los requisitos de la venta de inmuebles de menores de edad durante los primeros 15 años. En este sentido la legislación republicana, considera la Corte, constituye un perfeccionamiento de la legislación colonial en materia de resguardos, ―como quiera que el disfrute del terreno habría de trocarse después en propiedad privada, coronando en lo patrimonial, el proceso de adaptación del indio a la vida civil (… ) ello con el objetivo de rescatar al indio de sus costumbres ancestrales.‖54. En conclusión, pese al carácter restrictivo de la reserva indígena, los indígenas se acogieron de manera pragmática a esta forma legal que de alguna manera les favorecía, pero sin renunciar en su alegato a su condición de dueños plenos de sus tierras. 3. 2. 3. Conclusión: La tierra como medio de producción En suma, del análisis de las normas anteriores puede concluirse cómo se percibía la tierra en el marco de esta Reforma Agraria del 61: la tierra se concebía como un mero medio de producción económico, de forma que la finalidad principal era garantizar su explotación eficiente y razonable, sin ninguna consideración de índole cultural o social. La idea era entonces dotar de tierra por medio de reservas a los indígenas pero para que la hicieran producir, la explotaran eficientemente, de forma que si sobraba tierra que no estuviese siendo explotada, era necesario llevar a cabo un proceso de reestructuración y división de los resguardos y así consolidar finalmente el modelo de ―unidades agrícolas familiares‖, finalidad última de la política de reservas indígenas. 54 Corte Suprema de Justicia- Sala de Casación Civil- Bogotá, 24 de septiembre de 1972. M.P: Dr José J. Gómez R. Ver también Corte Suprema de Justicia- Casación Civil, Septiembre 24 de 1962. Igual argumentación presenta el Consejo de Estado en Sentencia del 6 de julio de 1972, Sala de los Contencioso Administrativo, Sección III, C.P Doctor Carlos Portocarrero Mutis. P.153. 34 3. 3. 1980-1990, El territorio indígena como recurso socio- cultural: La política de los Nuevos Resguardos. El periodo que inicia en 1980, marca una nueva etapa en la política indigenista colombiana y subsecuentemente denota una nueva narración jurídica: Las tierras indígenas son concebidas desde entonces como Resguardos o mejor ”nuevos resguardos”, denominación que se utiliza para diferenciarlo del resguardo colonial. En efecto, durante esta época por primera vez el estado colombiano empieza a plantear políticas claras y congruentes en torno a la defensa de territorios indígenas bajo la fórmula del resguardo, a diferencia de la época anterior en donde por un lado, se predicaba la protección de los territorios indígenas, pero al mismo tiempo se ordenaba la masiva y acelerada disolución de los mismos. En efecto, a finales de los años 70, el contexto internacional, los requerimientos de las propias comunidades indígenas y los cuestionamientos hechos por el equipo de trabajo responsable de las adjudicaciones en el INCORA del modelo de transferencia de las tierras a los indígenas, determinaron al Ministerio de Agricultura y a la Junta Directiva del nombrado Instituto, a revisar la política y a señalar la conveniencia de que en adelante, las adjudicaciones de tierras de las comunidades indígenas se hicieran en propiedad plena bajo la figura jurídica de Resguardo55. Por ello en 1982, se plantea la conveniencia de estudiar la conversión de todas las reservas a resguardos y la necesidad de constituir nuevos resguardos. El Resguardo se revitaliza como una institución legal, conformada por una comunidad indígena que posee y rige su propio territorio. En efecto, como lo dice la norma, se trata de una: ―Institución legal y sociopolítica, de carácter especial conformada por una parcialidad o comunidad indígena, que con un título de propiedad comunitaria, posee su territorio y se rige para el manejo de éste, y su organización interna por una organización ajustada al fuero indígena o sus pautas y tradiciones 56 culturales‖ . 55 En efecto la figura de los Resguardos existía desde la época de la Colonia y republicana, sin embargo suele llamarse a éstos Resguardos constituidos durante la Colonia y con anterioridad a 1961 bajo el nombre de Resguardos antiguos y a los creados por el INCORA luego de 1961, se conocen como Resguardos nuevos. 56 Artículo 2 Decreto 2001 de 1988. 35 El resguardo se compone entonces de 4 elementos: un territorio delimitado, un título de propiedad comunitaria registrado, una o varias comunidades que se identifican a sí mismas como indígenas y una organización interna que se rige por sus propias regulaciones internas. Este nuevo acto de nominación o instauración es determinante en la medida en que se reconoce en el ámbito jurídico la plena propiedad de los indígenas sobre la tierra de forma colectiva, a la vez que se toman en consideración elementos culturales y sociales, que antes eran inexistentes, a la hora de definir el espacio geográfico que estas comunidades ocupan, lo que abre la puerta para entender el territorio indígena como un recurso socio- cultural57. En efecto la tierra indígena es ahora mucho más que un medio de subsistencia, en la medida en que representa el soporte de la vida social y está directamente ligado al sistema de creencias y conocimiento de la comunidad indígena. Esta nueva narración puede identificarse plenamente en los textos jurídicos de la época en dos niveles: 3.3. 1 Nivel internacional En un primer momento es de anotar la importancia del Convenio 169 de 1989 de la OIT58, que fue aprobado en Colombia mediante ley 21 de 1991, el cual sentó las bases de una nueva política internacional sobre pueblos indígenas y que implicó una revisión del Convenio anterior de la OIT. La exposición de motivos de dicha ley reconoce como el Convenio anterior, 107 de la OIT, recogía, en mayor o menor grado, las expectativas de nuestras comunidades indígenas para la época, ―sin embargo, a pesar de los loables esfuerzos del alto organismo internacional, se redactó en una forma tal que marcó una acentuada tendencia integracionista que contradecía 57 En este sentido, Alcida Ramos, de las Sociedades Indígenas ha definido el territorio indígena como un recurso sociocultural. Cárdenas, Marta. Ed. Reconocimiento y demarcación de territorios indígenas en la Amazonia. P. 284. 58 Según Ortega Roque, puede ser categóricamente afirmado que la adopción de los Convenios de la OIT (17 y 169) en Colombia relativo a los pueblos indígenas, contribuyeron a un cambio sustancial en la relación entre el estado y las comunidades indígenas, en la medida en que se lograron posicionar en Colombia los derechos territoriales, derechos en torno a la explotación de los recursos naturales en su territorio, autonomía en cuanto a la administración de justicia, etc. Roldán Ortega, Roque. Indigenous peoples of Colombia and the law: A critical approach to the study of past and present situations. P. 35. 36 el espíritu general del Convenio‖, que no era otro que el reconocimiento de los derechos fundamentales de las poblaciones indígenas dentro del reconocimiento y respecto de su cultura, tradiciones, usos y costumbres. Este nuevo convenio por su parte armoniza el ―reconocimiento de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas, con el también fundamental derecho de vivir manteniendo sus ancestrales tradiciones y costumbres dejando a su elección la integración o no a la sociedad nacional‖, ello debido al fracaso a nivel mundial de la intención de integrar a la sociedad nacional a dichas poblaciones, como la misma exposición de motivos lo reconoce.59 En este Convenio es palmario el interés por la protección de las riquezas culturales y sociales de las comunidades indígenas en sí mismas consideradas, por lo que representan desde el punto de vista de la multiculturalidad de los países al postularse como manifestación de un importante patrimonio intangible. En efecto, en la parte motiva del Convenio se recuerda ―la particular contribución de los pueblos indígenas y tribales a la diversidad cultural, a la armonía social y ecológica de la humanidad y a la cooperación y comprensión internacionales‖, reconociendo por primera vez, en un ordenamiento internacional, el aporte de los modelos indígenas a la convivencia social y a la convivencia con el medio ambiente. En lo referente a las tierras, es determinante en este texto el surgimiento de la noción de ―territorio cultural‖, lo que tendrá sus efectos en la legislación colombiana. Así pues, el artículo 13 de dicho Convenio establece: ―los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación‖. Un territorio que no se restringe al ocupado por sus habitantes sino que se extiende en ciertos casos, como lo es el caso de los nómadas, a tierras que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que‖ hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia‖, como lo señala el artículo 14. 59 Historia de las leyes. Exposición de motivos. Ley 21 de 1991. P. 637. 37 En suma este importante instrumento internacional, es la manifestación de un giro de la narración jurídica que será desarrollada posteriormente en las normas internas colombianas, como puede constatarse a continuación. 3. 3. 2. Nivel nacional. Derivado de esas tendencias internacionales de reconocimiento de derechos territoriales indígenas, se introduce en Colombia, la ley 30 de 1988 que abre definitivamente en nuestro país, la política nacional en esta materia. Esta ley modifica la ley 135 de 1961 sobre reforma social agraria, y en especial hace algunos cambios determinantes relativos a los territorios indígenas. En efecto excluye categóricamente toda posibilidad de adjudicar terrenos baldíos a particulares en zonas ocupadas por indígenas que constituyan su hábitat, de forma que éstas únicamente podrán ser destinadas a la constitución de resguardos indígenas, como reza el artículo 29. La dotación de tierras a las comunidades indígenas o el recuperar las tierras de resguardo ocupados por colonos que no hacen parte de la parcialidad, es considerado por la ley en cuestión como un asunto de interés social y utilidad pública, de forma que el INCORA podrá recurrir en estos eventos a la expropiación o a la adquisición voluntaria de tierras, en su artículo 21, lo que es muestra de la relevancia del asunto de las tierras indígenas con esta nueva ley. El mismo senador encargado de la ponencia para segundo debate en el senado expresa cómo esta ley ―es un avance significativo en las reivindicaciones de distintos sectores de nuestra sociedad (mujeres, campesinos, indígenas, minifundistas etc…)‖60, de forma que aparece definitivamente el indígena y su tierra como sujeto jurídico de protección por parte del derecho. En este mismo contexto, el decreto 2001 de 1988, viene a reglamentar los artículos 29 y 92 de la ley 135 de 1961 y da cuenta de la era pro-resguardo de la época al posicionarse como una norma tendiente a ―consolidar el proceso de constitución de resguardos indígenas en el territorio nacional‖. En efecto, este decreto consagra una nueva noción de territorio indígena, 60 Anales del Congreso. Año 1987, N° 163. Proyecto de Ley N° 70 Cámara 1987, Número 156 (Bis) Senado. 38 ya no basada en factores exclusivos de índole económico como ocurría en años anteriores cuando se asimilaba las tierras indígenas a las ―unidades agrícolas familiares‖, sino que empieza a incorporar en su lenguaje aspectos culturales que de hecho se encuentran muy a tono con la definición planteada por el Convenio 169 de la OIT: se entiende por territorios indígenas ―aquellas áreas poseídas por una parcialidad, comprendiendo en ellas no sólo las habitadas y explotadas sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus actividades económicas y culturales‖. 3. 3. 3. Jurisprudencia El cambio de esta narración jurídica, se hace evidente a su vez en el campo jurisprudencial, así la Corte Suprema de Justicia, hace evidente en una sentencia, una variación hacia una concepción del territorio en donde el indígena es el único propietario: ―Las tierras de los resguardos indígenas jamás pertenecieron ni a la corona española, ni a la República, de tal suerte que mal puede hablarse de que dichas tierras salieran del patrimonio nacional en cualquier época‖61 En suma estos textos jurídicos internacionales y nacionales, así como la posición del mayor tribunal en materia Civil en Colombia, dejan de lado la visión economicista y reduccionista que impregnaba el sistema jurídico de la etapa anteriormente estudiada y optan en cambio por incorporar en su lenguaje conceptos culturales, sociales, históricos de forma que se abre la puerta para una concepción del territorio indígena como un recurso socio-cultural o mejor desde un enfoque de territorio cultural. De ello es muestra precisamente la política de constitución de los Nuevos Resguardos, como una institución más acorde con las pretensiones de los movimientos indígenas, así como con sus específicas apropiaciones culturales del espacio geográfico. 3. 4. 1991: La ―constitucionalización‖ de la cuestión indígena. 61 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 18 de Octubre de 1982. Mp. José Maria Esguerra. 39 Esta última etapa que inicia en 1991 y que aún sigue vigente en la actualidad, es de vital importancia en la medida en que surge en Colombia la Constitución de 1991, texto que cuenta con la participación de representantes indígenas en su redacción y votación, lo que supondrá sin duda un cambio respecto a la narración jurídica, que impregnará todo el ordenamiento jurídico colombiano relativo al territorio. La Constitución de 1991, implica la afirmación del reconocimiento de los derechos territoriales, en la medida en que se maneja una nueva narración: ―el Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana‖. (Art 7.) Desde este momento se reconoce a Colombia como un Estado ―Pluriétnico y multicultural‖, conceptos antes inexistentes en las normas y jurisprudencia colombiana. La importancia de esta nueva etapa radica en que se está ante una narración que se constitucionaliza, es decir toma un papel primordial al interior del ordenamiento jurídico nacional62. Si se observa el desarrollo normativo anterior en relación con el tema de los indígenas, éste por su parte era esencialmente de índole legal no constitucional, pues la Constitución de 1886 en ningún artículo enunciaba siquiera la palabra indígena, indio o nativo; así pues, la importancia de este nuevo texto jurídico y por ello de este nuevo periodo, radica entonces en la ―constitucionalización‖ de la cuestión indígena y de su territorio. Ello se explica esencialmente, porque en la Asamblea Nacional Constituyente, se encuentran dos delegados por las comunidades indígenas, que buscan plasmar en el texto constitucional, los diferentes derechos de sus comunidades: Lorenzo Muelas Hurtado y Francisco Rojas Birry. A pesar de que los delegatarios proponen la consagración de un título especial denominado, TITULO IV: ―Los derechos de los grupos étnicos‖, su solicitud no fue escuchada. Sin 62 Debe recordarse en efecto, cómo el ordenamiento jurídico colombiano consagra una jerarquía en relación con sus fuentes: en la cúspide se encuentra la Constitución y posteriormente siguen en orden de importancia las leyes, luego los decretos y así sucesivamente, textos que deben estar acorde a la norma normarum (Es decir la Constitución Política entendida como la norma de normas). 40 embargo, logran implementar a todo lo largo de la Constitución, diversos derechos a favor de los indígenas, de forma atomizada63. Esta nueva narración jurídica tiene entonces varios efectos, desde el punto de vista de la protección de las tierras indígenas: en primer lugar, durante la vigencia de la Constitución anterior, es decir la de 1886, la estabilidad y perdurabilidad de los territorios indígenas era bastante precaria ya que, de acuerdo con la disposición explícita de aquélla, no podía haber bienes inmuebles que no fueran de libre enajenación, como lo hace evidente el artículo 37 de la anotada constitución. Ello suponía que los indígenas perdían sus tierras fácilmente, de forma que fueron sometidos en la mayoría de los casos al terraje. Con la nueva norma constitucional por su parte, se le otorga un nuevo carácter a la tierra indígena, bajo la protección de bienes ―inalienables, imprescriptibles e inembargables‖64. Esto implica, desde el punto de vista del derecho, que el bien adquiere el carácter de inamovible. En efecto, al bien ya no se le aplica el ordenamiento civil general, en virtud del cual todo bien puede enajenarse, como ocurría con anterioridad, sino que surge por su parte la necesidad de un régimen interno especial de manejo de las tierras de cada comunidad, que velan por su especial protección. En segundo lugar, respecto al tipo de propiedad que se tiene sobre las tierras y la autonomía frente a éstas, la Constitución de 1991, reconoce la propiedad colectiva de las comunidades indígenas sobre los resguardos que ocupan y constituye un nuevo tipo de entidad territorial en Colombia: los territorios indígenas en su artículo 28665. En efecto, si observamos la Constitución anterior a la del 91, los indígenas bajo el régimen de la constitución de 1886, gozaban de cierta autonomía, pero ésta no era de rango constitucional, sino legal. Esta autonomía, hacía referencia a un margen de libertad de manejo, ligado a la naturaleza de la propiedad patrimonial sobre el resguardo que en definitiva, se consideraba simplemente como 63 Gaceta Constitucional. Viernes 8 de marzo de 1991. N 18. ―Exposición general del constituyente Francisco Rojas Birry en la plenaria de la Asamblea Nacional Constituyente del 20 de febrero de 1991. Biblioteca Nacional. P. 6. 64 Art 60. Constitución Política de Colombia 65 Luego de 16 años de vigencia de la Constitución Política de 1991, aún no se han creado las referidas entidades territoriales indígenas. 41 una propiedad privada en cabeza de un grupo es cierto, pero con todos los elementos de su naturaleza civil. Las nuevas normas constitucionales, le confieren por su parte, un rango de institución político-administrativa al territorio indígena, es decir señalan que ese espacio de territorio nacional que pertenece a un grupo indígena, es susceptible de ser gobernado de acuerdo con un modelo administrativo especial que debe ser respetado y reconocido. En esta medida, las comunidades indígenas tienen sobre sus territorios un doble dominio: civil y político. Por último, pero no de menor relevancia, la constitución de 1991 posibilita el surgimiento de un nuevo sujeto jurídico antes inexistente: el sujeto jurídico colectivo de pueblos indígenas, adicional al sujeto jurídico individual propio del liberalismo. Este nuevo sujeto de derecho y por ello protagonista de la novela en cadena: el pueblo indígena, es reconocido jurisprudencialmente en varias sentencias de la Corte Constitucional, pero el pronunciamiento más significativo se hizo en la Sentencia T 380 de 1993. La protección que la Carta extiende a la anotada diversidad se deriva de la aceptación de formas diferentes de vida social cuyas manifestaciones y permanente reproducción cultural son imputables a estas comunidades como sujetos colectivos autóctonos y no como simples agregados de sus miembros, que precisamente se realizan a través del grupo y asimilan como suya la unidad de sentido que surge de las distintas vivencias comunitarias. (…) En este orden de ideas no puede hablarse en verdad de protección de la verdad étnica y cultural y de su reconocimiento, si no se otorga en el plano constitucional, personería sustantiva a las diferentes comunidades indígenas que es lo único que le confiere status para gozar de los derechos fundamentales y exigir por sí mismas, su protección cada vez que ellos sean conculcados. El hecho de que las comunidades indígenas sean consideradas como un sujeto colectivo, como lo recuerda Bourdieu, tiene sus efectos ―mágicos‖ al ser un acto de nominación o instauración de importante índole: la posibilidad antes impensable, de proteger los derechos de este sujeto colectivo mediante la acción de tutela. En esa medida, además de los derechos fundamentales que cada indígena tiene como ciudadano colombiano, la comunidad como sujeto colectivo tiene a su vez derechos fundamentales, que la jurisprudencia ha reconocido de la siguiente forma, si se enuncian aquellos relacionados con el territorio66: 66 Sánchez Botero, Esther. Los derechos indígenas en las constituciones de Colombia y Ecuador. 2002. P. 83 42 1. El derecho a la supervivencia cultural. Se trata de la versión grupal del derecho a la vida y a no ser sometido a desaparición forzada. Al igual que el derecho a la vida, es el derecho básico de la comunidad del que se deriva la posibilidad de ejercer los demás. Este derecho ha sido reconocido en varias sentencias, entre las cuales se pueden nombrar: T 428 de 1992, T 342 de 1994, T 007 de vb 1995, SU 039 de 1997, SU 510 de 1998, T 652 de 1998, entre otras sentencias. 2. El derecho a la integridad étnica y cultural. Se trata del correlato del derecho a la integridad personal. Es básico en la medida en que garantiza la supervivencia cultural de la comunidad. Aparece mencionado en la mayoría de las sentencias de la Corte y en especial en las siguientes: T 342 de 1994, SU039 de 1997, SU 510 de 1998, y T 652 de 1998. 3. El derecho a la preservación de su hábitat natural (integridad ecológica). Este derecho lo reconocen las Sentencias T 380 de 1993, SU 037 de 1997, T 652 de 1998. 4. El derecho a la propiedad colectiva sobre la tierra habitada por la comunidad. Se trata de un derecho que está consagrado en la Constitución. A pesar de que el derecho de propiedad a priori no es fundamental y por ello no es tutelable, salvo cuando está en conexidad con un derecho fundamental, la Corte Constitucional le ha dado carácter de derecho fundamental cuando se refiere a la propiedad colectiva sobre la tierra habitada por una comunidad indígena. Según la jurisprudencia de la Corte, de este tipo de propiedad se derivan 4 derechos, como los manifiestan las sentencias: T 567 de 1992, T 188 de 1993, T652 de 1998, T257 de 1993, SU 510 de 1998, T405 de 1993, SU 039 de 1997. a. Derecho a que cada comunidad tenga su propio territorio. b. Derecho a la división de sus resguardos. c. Derecho a la unificación de los resguardos. d. Derechos a impedir la entrada o permanencia en su territorio de personas indeseadas o derecho de exclusión de territorio. SU 510 de 1998, T 357 de 1993. Sin embargo éste tiene como límite la seguridad Nacional, pero en estos eventos siempre debe causarse el menor daño posible a la comunidad afectada (T 405 de 1993) y la explotación de recursos cuando no se logra acuerdo, la consulta ha sido adecuada y la intervención es 43 justificada. T 567 de 1992, T 188 de 1993, T 652 de 1998, T 257 de 1993, SU 510 de 1998, T 405 de 1993, SU 037 de 1997. 5. El derecho a la participación en la toma de decisiones que puedan afectar a las comunidades indígenas en su territorio. Derecho consagrado expresamente en el artículo 330 de la Constitución Política y en la ley 21 de 1991 (artículo 15). A su vez ha sido protegido por la Corte en las sentencias SU- 037 de 1997 y T- 652 de 1998. Luego de la Constitución de 1991, surgen sin duda alguna, otros desarrollos legislativos posteriores permeados por la filosofía de este importante texto constitucional. Sin embargo éstos no se reseñaran a continuación, en la medida en que la idea era poner de presente una etapa de transición y de cambio en lo atinente a la política indigenista y narraciones jurídicas, que se surte de los años 60 a 90 y no por ello exponer una lista exhaustiva de cada una de las normas que se expiden lo largo de todo el siglo, sin que ello resulte de mucha utilidad. Sin embargo, a modo de referencia puede nombrarse la ley 160 de 1994, nueva ley de reforma agraria y sus decretos reglamentarios 2663 de 1994 y 2164 de 1995, entre otras normas que implican la puesta en práctica de lo establecido inicialmente en la Constitución de 1991, en materia de territorios indígenas. 3. 5 Conclusiones: En conclusión vemos como a lo largo del siglo XX el derecho colombiano opta por desarrollar una determinada ―novela en cadena‖, como lo refiere Dworkin, en torno al territorio indígena, entre muchas otras ―novelas‖ posibles. El derecho, entendido como género literario, utiliza un lenguaje determinado, que combinando elementos directamente del lenguaje común con elementos técnicos, impregna todo su sistema de una retórica de impersonalidad y neutralidad. Utilizando indicativos, construcciones pasivas, giros impersonales, justificando las normas por ―razones de orden 44 público‖, se pretende imparcial67 y vehículo de difusión del deber ser, sin embargo en la práctica no es más que un sistema que difunde una determinado relato o narración jurídica, entre muchas otras narraciones posibles, una narración que se postula sin embargo como la oficial. Esta narración jurídica, no es sin embargo inamovible, por el contrario con el correr de los años varía notablemente y en ocasiones es contradictoria. En efecto, es claro que a principios de siglo el territorio indígena se concibe como Baldío, luego como reserva, Unidad Agrícola Familiar y por último como Resguardo al finalizar el siglo XX. Diferentes categorías lingüísticas que pese a dar cuenta del ámbito literario del derecho, tienen sin embargo efectos ―mágicos‖ como bien lo recuerda Bourdieu, pues el margen de acción de un indígena cuyo territorio ha sido calificado como baldío, es sin duda mucho más reducido que el de aquel que ha sido calificado como Resguardo. En suma, a continuación se sintetizan las cuatro etapas que se surtieron a lo largo del siglo XX y la narración jurídica correspondiente: 1. Desde principios del siglo XX hasta mediados de siglo, se tiene una concepción del territorio indígena como un territorio Baldío, es decir una tierra de nadie, desconociendo por ello la presencia de grupos indígenas en las zonas habitadas, entre ellos los wayúu. A su vez, la normatividad republicana de principios de siglo XX buscó disolver rápidamente los resguardos reconocidos en la época colonial, pues se pensaba que el preservar esta figura colonial, suponía condenar a la inutilidad, a la vagabundería y a la barbarie grandes extensiones de tierras que podrían ser eficientemente explotadas. 2. En los años 60, se hace evidente un cambio en la narración jurídica en la medida en que el derecho colombiano empieza a aceptar y reconocer la presencia de estos grupos en zonas específicas y por ello la existencia de ciertos derechos en las mismas. Para ello faculta al INCORA para que constituya a favor de éstos, en primera medida la constitución de 67 Bourdieu, Pierre. ―Elementos para una sociología del campo jurídico‖ en La fuerza del derecho. p. 166. 45 Reservas68 Indígenas, es decir se reconoce el uso y usufructo de los indígenas sobre los territorios. Sin embargo, ese reconocimiento lejos de buscar la preservación y supervivencia cultural de las comunidades indígenas, perseguía en realidad la integración de los mismos, en este sentido la política indigenista de la época se interesaba en llevar los beneficios de la tecnología y del desarrollo a esos territorios para que sus suelos fueran explotados eficientemente y fueran luego disueltos para convertirse en la denominadas Unidades Agrícolas Familiares. 3. En los años 80, la narración jurídica sufre a su vez un cambio en la medida en que se inicia una política de constitución de Resguardos, una institución que otorga mayores derechos a los indígenas pues mediante esta figura se reconoce la propiedad colectiva sobre esos terrenos. Mientras en 1980 se estimaba que el 9% de la población indígena vivía en reservas y ni siquiera se contemplaban los resguardos nuevos, en junio de 1997 en los resguardos nuevos vivía el 47.77% de la población y en las reservas apenas el 0,51%69. Ello implica entonces que el territorio indígena, ya no se asocia desde entonces a un simple pedazo de tierra susceptible de explotación, sino que se empieza a entender desde ahora como un recurso socio-cultural, en donde cada comunidad se apropia de ese territorio, al darle una significación, al asociarlo con mitos, hechos históricos, relaciones familiares, etc. 4. Finalmente con la Constitución de 1991, se ―constitucionaliza‖ el discurso territorial indígena. En este sentido surge una nueva narración que dirige toda la política indigenista de los años posteriores: Colombia es un Estado Pluriétnico y Multicultural, de ello se deriva un mayor reconocimiento y una mayor protección de sus tierras, que tiene varias consecuencias, entre ellas la necesidad de consolidar el proceso de reconocimiento de territorios ancestrales a las diferentes comunidades indígenas. La protección en este punto ya no se deriva de un mero interés económico y agropecuario, sino que por el contrario se empieza a ser consciente de la necesidad de procurar la conservación e integridad cultural de la comunidad indígena, 68 Entendido como: globo de terreno baldío ocupado por una o varias comunidades indígenas que fue delimitado legalmente por el INCORA para que ejerzan en él los derechos de uso y usufructo con exclusión de terceros. Art.2 Decreto 2164 de 1995. 69 Departamento Nacional de Planeación –DNP-, Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y territorio. 1998, p. 305. 46 entendida ésta como un sujeto colectivo que desde entonces adquiere derechos como colectividad. En suma vemos como con el paso del tiempo, y por ello a medida que nos vamos acercando al siglo XXI, el ordenamiento jurídico colombiano parece favorecer progresivamente a los indígenas, entre ellos los wayúu. Sin embargo, este proceso de reconocimiento y adjudicación de sus territorios no se dio de manera gratuita y por mera voluntad altruista del Estado colombiano, al contrario el proceso fue difícil y supuso toda una serie de luchas jurídicas y políticas entre las comunidades indígenas, el Estado y otros actores. A continuación resulta entonces interesante identificar las luchas, contradicciones y conflictos que se dieron de forma paralela al desarrollo normativo en torno a los derechos territoriales indígenas que se acabaron de reseñar, identificando como funcionaron en la práctica estas narraciones, tomando un espacio geográfico determinado y una comunidad indígena especificada: el caso de los wayúu en el resguardo de la Alta y Media Guajira en el transcurso de los años 60 a 90. 47 CAPITULO II: El espacio geográfico de la Guajira: concepciones territoriales confrontadas Partiendo del análisis de las narraciones jurídicas desarrolladas en torno al territorio indígena, se busca a continuación contrastar esta noción de territorio desarrollada jurídicamente por la narrativa del Estado, e inscrita en una lógica meramente instrumental y práctica, frente a una concepción cultural y ancestral propiamente indígena. Este contraste permite comprender hasta qué punto el Derecho, y el lenguaje jurídico operan como un elemento de aculturación y generador de conflictos, en cuanto su visión limitada del territorio desconoce formas de apropiación históricas y culturales. Para el desarrollo de este análisis se emplean datos generados por la antropología, pero también, testimonios recogidos en el trabajo de campo desarrollado en los Resguardos de la Alta y Media Guajira, que permiten caracterizar la naturaleza de la confrontación sobre el territorio. El presente capítulo se interesa, entonces, en el análisis de ese espacio geográfico conocido como la Guajira, entendiéndolo como un ―paisaje estratégico‖, en donde contienden diferentes apropiaciones del territorio, intereses económicos, concepciones que determinarán el posterior proceso de delimitación, demarcación y legalización del Resguardo. 1. El paisaje estratégico. La Geografía Regional70 hace parte de una corriente dentro de la Geografía que se opone a la tradicional Geografía General. Mientras que la Geografía General busca establecer las reglas generales de la influencia del medio sobre el hombre y por ende se preocupa por lo universal, la Geografía regional, por su parte se interesa en lo localizado, en las singularidades, de forma que se convierte a la Región como objeto mismo de la Geografía. 70 La Geografía Regional se desarrolla especialmente durante la primera mitad del siglo XX en la escuela francesa, en donde uno de sus principales exponentes es Vidal de la Blanche. Ortega Valcárcel, José. Los Horizontes de la geografía teoría de la geografía. Ed Ariel, 2000. P. 284 48 Dentro de esta Geografía Regional, uno de los principales enfoques o mejor objetos de estudio es el ―paisaje‖71. La geografía del ―paisaje‖ analiza una región geográficamente definida, y luego establece las relaciones entre el hombre y la naturaleza. En este sentido, se entiende que el espacio terrestre está compuesto por fenómenos orgánicos e inorgánicos, entre los cuales se incluye el hombre. Así en el análisis de las relaciones, hombre y medio, se identifican dos paisajes: Un paisaje original de carácter natural, que los alemanes denominan Urlandschaft y el paisaje cultural conocido como Kulturallandschaft 72. La geografía del paisaje se perfila entonces como el estudio de los componentes fisionómicos de la superficie terrestre, entendido como el fruto de un proceso histórico de transformación, protagonizado por la comunidad regional a lo largo del tiempo73. El paisaje como producto cultural, aparece como un elemento histórico, fruto de una secuencia temporal, en la que cada grupo se vincula al medio de acuerdo a formas específicas de adaptación. Cada grupo al apropiarse del espacio lo transforma, por lo que el paisaje termina siendo el resultado de una acumulación y combinación de sucesivas formas de adaptación y elaboración cultural74. Esta categoría propia de la Geografía, no obstante, resulta interesante sólo si se analiza desde una perspectiva de confrontación, es decir si se utiliza como herramienta para identificar las diferentes formas de apropiación que han pretendido diversos actores sobre este recurso natural o mejor sobre el Urlandschaft, apropiaciones mediadas por intereses específicos, que contienden entre sí. Es desde esta perspectiva que se analiza y entiende el espacio guajiro como un ―paisaje estratégico‖, lo que determinará el posterior proceso de delimitación y legalización del Resguardo de la Alta y Media Guajira. Igualmente es, desde esta perspectiva, que este ―paisaje‖ ha sido interpretado, caracterizándolo por sus ―atributos‖ físicos y geopolíticos: sus varios ―atractivos‖ en cuanto a recursos naturales, acceso al mar, y posibilidades de 71 El paisaje como propuesta de objeto de la geografía regionalista, está por su parte muy vinculado con la corriente cultural germana. 72 Ortega Valcárcel, José. Los Horizontes de la geografía teoría de la geografía. Ed Ariel, 2000. P. 283. 73 Bertrand, G. (1968). Paysage et Géographie physique globales. Esquisse méthodologique. Revue Géographique des Pyrénées et du Sud - Ouest. T. XXXIX. Toulousse. 74 Ortega Valcárcel, José. Los Horizontes de la geografía teoría de la geografía. Ed Ariel, 2000. P. 285. 49 comercio, lo que ha llevado a considerarlo como una zona estratégica, como es posible identificarlo en el mapa. Frente a este espacio geográfico, diferentes grupos humanos han exigido y reivindicado su adjudicación, bajo diversos argumentos. Como se anticipó, por un lado los indígenas recurriendo al discurso del ―territorio ancestral‖ han exigido la adjudicación de la totalidad de la península de la Guajira, por pertenecerle desde épocas remotas. Por su parte multinacionales en asocio con entidades del Estado, han recurrido a mecanismos jurídicos para asegurar el control de territorios con importantes recursos naturales y zonas claves para proyectos turísticos, bajo el discurso de la necesidad de incorporar a Colombia, en las sendas de la modernidad. Finalmente otras entidades estatales 50 han recurrido a argumentos de defensa del medio ambiente para exigir la protección de zonas de importancia ecológica. A continuación se presenta una descripción de la manera en que los wayúu, conciben el territorio y cómo, frente a esta percepción, surgen conflictivas relaciones con actores externos, quienes pretenden su apropiación para diferentes destinaciones, constituyéndose en este sentido no sólo en un ―paisaje estratégico‖, sino también en un ―paisaje en disputa‖ en donde confluyen diversos intereses económicos, culturales y territoriales. 2. El territorio cultural wayúu. La territorialidad wayúu o la apropiación del territorio wayúu, está relacionada con un importante sentido de afectividad, es decir con la noción de territorio cultural que se planteó en el marco teórico, en virtud de la cual el espacio geográfico y la apropiación del mismo, se encuentra mediado por lugares históricos, sagrados, míticos, cementerios, tradiciones culturales, modos de vida. Una concepción que se contrapone a la definición mercantilista de la ley, según la cual un territorio o una tierra, se entiende como un bien inmueble por naturaleza, que hace parte del comercio y sobre la cual su propietario tiene los derechos de disposición, uso y usufructo75. En este sentido, el territorio desde el derecho y el territorio desde el wayúu, denota la contraposición de las visiones del territorio ―límite‖ y el territorio ―espacio‖, respectivamente. Así el territorio, desde una concepción jurídica, se define desde sus límites, linderos, se individualiza de acuerdo a sus fronteras con otros territorios. Un territorio que ―es‖, tiene sentido y existe en la medida en que puede ser diferenciado, alinderado de otros, porque su delimitación lo hace concebible, palpable, perceptible, estático, determinado y principalmente le permite a su propietario disponer de él 76: en suma se trata de ―un territorio límite‖. 75 Código Civil. Artículo 656. Por vía de ejemplo, en la escritura N 15678 de la Notaria Segunda de la Vega, los linderos del predio rural del señor José Eusebio Perdomo, se definen de la siguiente forma: El predio denominado Peñablanca, ubicado en el municipio de la Vega Cundinamarca, vía San Francisco, a la altura del kilómetro 17 y 200 metros. Del punto A, ubicado en el borde de carretera con la quebrada la Llorona, aguas abajo 250 metros hasta dar a un palo de aguacate, que es el punto B, y del punto B en sentido norte sur en línea recta, cerca de por medio y en distancia 76 51 Por su parte, el territorio desde una visión wayúu es un espacio continuo, dinámico, infinito, apropiado colectiva y culturalmente, sin fronteras, ni límites, que se define y redefine continuamente, un ―territorio espacio‖, que es identificable de acuerdo a otro tipo de categorías, más complejas que los simples límites físicos. Encontramos allí, 3 subcategorías que determinan la apropiación de este territorio: el territorio ancestral, territorio de origen (de los sueños) y el territorio histórico. 2. 1. El territorio ancestral. Por un lado, en un nivel macro, puede hacerse alusión al territorio ancestral, que se refiere a la península de la Guajira en sí, con sus zonas históricas desde el sistema de creencias del pueblo wayúu, geografía de lo sagrado que es posible identificar gracias a la tradición oral de la comunidad, resguardada por años en la memoria de los viejos. Según Hernán Darío Correa, la península de la Guajira comprende 13.000 km2 y el territorio ancestral comprendido en esa península corresponde a 10.000 km277. El mapa que se presenta a continuación identifica las zonas culturales wayúu y los lugares históricos o ―míticos‖, lo que constituye lo que se conoce como el territorio ancestral wayúu. de 520 metros hasta el punto C, con propiedad de Don Antonio Contreras; Del punto C, en sentido sur-occidente siguiendo la cerca de alambre y los guaduales, en línea Quebrada hasta dar la carretera donde está ubicado el punto D, lindando con el predio denominado Los Nogales de propiedad de la familia Santamaría Valenzuela y el punto D, al punto A y encierra en distancia de 725 metros con el borde de la carretera. 77 Correa, Hernán Darío y Vásquez Cardoso, Socorro ―Los Wayúu entre Juya (―el que llueve‖), Mma (―la tiera‖) y el desarrollo urbano regional. Disponible en www.lablaa.org/blaavirtual/geografia2/wayuu1.htm. Recuperado el 30 de septiembre de 2009. 52 Este territorio ancestral, que conocemos como la Guajira, está dividido en 5 regiones culturales, según las conclusiones que arrojan los estudios antropológicos sobre esta comunidad indígena: Por un lado se encuentra Wimpumüin, en el nordeste de la península, región caracterizada por la existencia de serranías, en especial la Serranía de la Makuira (tierra de guajiros), cuyo nombre proviene de Wuin, que significa ―agua‖, y se conoce entonces como la región de todas las aguas, de donde míticamente provienen todos los clanes. 53 La zona ubicada al occidente de la Serranía de la Makuira, es decir la zona escarpada del centro de la península, se conoce como Jala´ala, vocablo que designa en wayunaiki78 ―piedra dura‖, pequeñas piedras o un campo de piedras. Esta zona es considerada como la más aislada y tradicional y se refiere a la región de las piedras79. Más hacia el suroccidente, en la base de la península, entre las últimas estribaciones de Jala´ala y el Río Ranchería, se ubican las sabanas de Wopumuin, vocablo que podría traducirse según Rivera como ―región de los caminos‖, de ―wopu‖ camino y ―muin‖ hacia. Esta zona constituye un verdadero laberinto por el número de caminos que se cruzan entre sí. Por último, Palaamüin o región del mar, hacia el occidente de la península, Anoulimüin o ―hacia la planicie‖ ubicada al este, Uchimuin hacia el sur o región de las montañas y Jaseleemui o región de las dunas en el sudeste de la península80. La división territorial wayúu permite entonces contrastar cómo la común segmentación que se hace de la Guajira en Alta, Media y Baja Guajira corresponde más a una división estatal que a una división wayúu. Por su parte, el pueblo wayúu se extendía y se extienden aún hoy en día, a lo largo de toda la Guajira incluyendo la Guajira venezolana, de forma que la línea fronteriza internacional establecida entre Colombia y Venezuela en esa región, no es más que un división artificial que en realidad no existe para el pueblo wayúu y en su territorio cultural. Esta zona fronteriza se conoce popularmente como ―La Raya‖ y es concebida como la ―Tierra de Nadie‖, es decir en donde no hay jurisdicción de ningún Estado y en donde, por el contrario rige el poder wayúu exclusivamente. En este sentido, para el wayúu el ―territorioespacio‖ del que se habló inicialmente, se concibe como uno sólo, lo que implica que la 78 Wayunaiki es la lengua que se habla en la Guajira, especialmente por los mayores. Si bien entre los jóvenes la lengua es conocida, su uso ha ido perdiendo fuerza debido a las continuas migraciones hacia los centros urbanos por razones de trabajo o de educación, entre otros. 79 Rivera Gutiérrez, Alberto. ―La metáfora de la carne sobre los wayúu en la península de la Guajira‖, Revista Colombiana de Antropología. Volumen 28, Bogotá, Colcultura, 1990-1991, P89-139. 80 Cabildo wayúu de Wepiapaa (Dibulla, La Guuajira) y Cabildo Wayúu de Nouma de Campamento (Maicao, La Guajira) ― Derechos humanos del pueblo wayúu‖ en www.docentes.unal.edu.co/grnemogas/docs/12_Ramirez_pr.pdf. p. 7. Recuperado el 29 de septiembre de 2009. 54 frontera no existe y el territorio ancestral no tiene límites81, oponiéndose en este sentido a la tradicional visión de territorio límite planteado por el derecho y las fronteras internacionales. En efecto, como bien lo recuerda Anny Gutiérrez, puntualizar en donde inicia y en donde finaliza el territorio ancestral wayúu es innecesario, pues su cultura no tiende a demarcar concretamente las fronteras territoriales, se trata por el contrario de un continuo espacial que no requiere de la formalidad de la demarcación para ser respetado 82. Incluso al interior de ese territorio ancestral, el territorio concreto de cada familia no está delimitado físicamente, pese a ello cada wayúu conoce y reconoce el límite imaginario. Así dicen los laulayus de Camino Verde al precisar su territorio: Camino verde o Samutpiou limita al norte con la comunidad de Polvorín, al sur con la comunidad de Merrachón, al este con el municipio de Uribia, al occidente con la comunidad de Iichon. ‖83. Ahora bien, este territorio ancestral está a su vez determinado y organizado de acuerdo a diferentes lugares sagrados o de importancia histórica, que pueden identificarse a lo largo y ancho de la península, como se pudo constatar en el trabajo de campo realizado y se ratifica en estudios antropológicos. Un lugar de importancia histórica, es Jepira, considerado el lugar hacia donde se dirige el alma del wayúu luego de su muerte. Margarita G. Ipuana, habitante del Cabo de la Vela, (Jepira en Wayunaiki)‖84 dice al respecto: ―En Jepira está la cueva del diablo, a donde van los muertos, hay un bus especial que les permite salir y entrar de la cueva‖85. En efecto, cuando un wayúu muere, la noticia se difunde de caminante en caminante por toda la Guajira, hasta que todos los parientes y amigos se enteran para asistir al velorio. El velorio es un evento central en la vida de un wayúu, éste puede durar varios días e incluso se han reportado casos de velorios que han durado hasta a dos o tres meses. 81 Gutiérrez, Any. Mujeres Wayúu, territorio y comercio de combustible en la frontera colombo-venezolana. Disponible en línea: http://jieyuuwayuu.blogspot.com. Recuperado el 9 de julio de 2009. 82 Ibidem. 83 Bernier, Zunilda. Trabajo de investigación con laulayus (autoridades famliares tradicionales), 1996. Disponible en www.ramajudicial.gov.co. 84 Respecto al nombre de cabo de la vela, dice Margarita Gómez Ipuana, en una entrevista realizada en Diciembre de 2007: ―Antes el cabo estaba desolado y vivían unos viejos, ellos vieron unos veleros a lo lejos y por eso lo llamaron Cabo de la Vela, Jépira en wayunaiki‖. 85 Entrevista con Margarita Gómez Ipuana, habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007. 55 Desde el momento en que el wayúu es enterrado, su espíritu emprende un largo camino hasta Jepira, cerca de Camaruna y como debe llevar algunos animales en su viaje, es preciso matar la mitad de lo que en vida poseyó. Estos animales son distribuidos y consumidos en los velorios, razón que explica el por qué los velorios son tan concurridos y solemnes. Alfonso Forero explica entonces el viaje de Jepirá de la siguiente forma: Y así, acompañando a sus bestias, el espíritu camina varios días hasta Jepira y le dicen: - ―Busca los animales que traéis‖. El Espíritu los lleva a un Potrero donde hay mucho pasto y agua y luego que le han dado de beber para calmar la sed, busca a los familiares que han muerto antes y a los amigos, los saluda y permanece por siempre allí en Jepirá donde tiene mucha comida, ningún trabajo, bailes y juegos 86. La Serranía de la Makuira, ubicada en el nororiente de la Guajira, consta a su vez, de un sinnúmero de lugares de importancia cultural, como el médano, la piedra de worunka, la laguna del Itujul y la piedra de punta espada. El médano de la serranía de la Makuira, ubicado en la parte alta de uno de sus cerros es de gran importancia mítica-histórica, como lo narra Ender Leonardo, habitante de la Makuira al decir: El médano es un lugar sagrado porque se dice que allí vivían antes los aruakos. Hubo un conflicto entre wayúus y aruakos, se dio una guerra y la ganaron los wayúus por eso quedaron como habitantes de la serranía de la Makuira y los aruakos tuvieron que desplazarse a la Sierra Nevada de Santa Marta. El médano a veces se ve como el mar, por sus ondas que parecen olas. Se dice que este desierto de arena es el mar y que la Makuira es una isla en ese mar 87. Otro lugar de importancia histórica de la Guajira que vale la pena mencionar es Punta Espada. En ese lugar se encuentra la roca que predice el destino. Cuando las familias wayúu entraban en guerra, primero se dirigían a la roca, pues existía la creencia de que quien lograra pasar de un lado a otro de la cueva ubicada al interior de la roca, sobreviviría, por el contrario aquel que no lograba atravesarla, moriría. Actualmente la roca sigue siendo sagrada, pues permite hacer predicciones. Un wayúu se dirige a la roca para ver si va a morir pronto o si 86 Forero, Alfonso. Nosotros los wayúu. Fondo de Publicaciones. Universidad Distrital Francisco José de Caldas, México, 1992. p. 66 87 Entrevista con Ender Leonardo, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007. 56 aún le quedan años de vida, ―muchas veces se ha visto mujeres gordas que atraviesan fácilmente la piedra y otras muy flacas que se quedan atoradas y les toca devolverse‖88 Todos estos lugares sagrados y de importancia cultural, son cuidados por las pulowis, mujeres de Juya (lluvia) que están ubicadas en diferentes lugares de la península. Las pulowi ―aparecen en forma de sirena y también hay uno que tienen forma de vaca‖ 89 Algunos los consideran como demonios90, otros como espíritus que cuidan lugares sagrados. La pulowi es importante en la medida en que determina los lugares que pueden ser o no habitados por un wayúu, y por ello la ocupación del territorio. Generalmente un wayúu nunca construye su ranchería en una zona pulowi y si bien es posible visitar la zona durante el día, nunca será posible dormir allí. Jhonny Paisayú, habitante de la Makuira, dice al respecto: El bosque de niebla se encuentra en la parte más alta de la Makuira. La temporada disminuye considerablemente en este lugar. En esta zona no habita ningún wayúu porque es una zona pulowi. Es decir está habitada por demonios, espíritus malignos. El wayúu puede subir a la parte alta de la Makuira para cumplir un sueño que así se lo ordenó, pero no puede quedarse a dormir allá, pues puede atacarlo una Pulowi. Una vez cuenta un viejo, una expedición de gringos quiso subir a la parte alta de la Makuira para poner una torre, después un viejo subió porque un sueño se lo ordenó, vio la ropa y parte de la torre regada en una laguna de mar que hay en la parte alta de la Makuira. Los gringos desaparecieron y por los indicios parece ser que murieron91. En suma, como bien lo anticipa María del Tránsito Paisayú en su entrevista, el territorio se considera como un espacio sagrado y la ocupación de éste por parte de los clanes tiene una explicación mítica: Mareiwa llamado Demiurgo por algunos autores, héroe cultural por otro, creó la tierra y los hombres (wayúu) de la siguiente manera: cuando Mareiwa se encontraba en la tierra, les dijo entonces a los pájaros, que en realidad eran indios, que hicieran sus casas y enramadas mientras él iba y volvía del cielo, cuando regresó optó por hacer muñecos de barro, y dispuso que su abuelo le nombrara el clan a cada uno de los pájaros; de esta manera cada uno de los muñecos de barro ya pertenecía a un clan, este es Apshana, este es Epiayú, etc; nombrados los grupos de todos los muñecos, éstos se convirtieron en hombre, y puso a los Ipuana en Jarana, los Epiayú en la Baja Guajira, los Uriayú en la zona de Nazareth (Alta Guajira), los Epinayú en la zona de Puerto Estrella, y así todos los demás se repartieron por toda la península 92. 88 Entrevista con María del Tránsito Paisayú, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007. Entrevista con María del Tránsito Paisayú, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007. 90 Entrevista con Luz Dary Epiayú. Habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007. 91 Entrevista con Jhonny Warapuana, habitante de la Makuira. Diciembre de 2007. 92 Saler, Benson. ―Los wayúu‖, Los aborígenes de Venezuela, Etnología Contemporánea, Vol III, caracas, Fundación La Salle Monte Avila Editores, 1988, p. 121. 89 57 A pesar de que este mito señala como los clanes se dividieron y ocuparon territorios definidos en la Guajira, en la actualidad sería un error afirmar que esto ocurre de la misma manera. En efecto, si bien es cierto que en el pueblo wayúu existen clanes, llamados e´irukuu (carne), que pueden definirse como ―categorías no coordinadas de personas que comparten una condición social y un antepasado mítico común‖ 93, éstos en realidad jamás actúan como colectividad. El mapa que se presenta a continuación, indica la ubicación territorial de los clanes wayúu para 1997, lo que muestra que su asentamiento es en realidad disperso. A pesar de ello, el conjunto mitológico asocia los miembros de estos clanes, con animales epónimos o marcas claniles, que los grupos familiares aún hoy en día utilizan como emblemas para identificarse como personas distintas, respecto de los miembros de otros clanes Wayúu, cuyo origen se asocia a animales diferentes. Posiblemente los clanes pudieron estar en el 93 Guerra, Curvelo Weidler. La disputa y la palabra. La ley en la sociedad wayúu. Ministerio de Cultura. 2002. P.67. 58 pasado territorialmente asociados a áreas determinadas de la península, pero actualmente no lo están, pues no constituyen entidades políticas funcionales en el seno de la sociedad Wayúu, por el contrario un mismo grupo clanil puede tener posesiones en la Alta y Baja Guajira y a la vez en diferentes sitios de cada una de ellas, lo que ha generado en gran parte el desmembramiento del clan94. Por último, debe señalarse que el mar también ocupa un lugar dentro de la territorialidad wayúu. El mar es para los wayúu, al igual que la tierra, un ser vivo y así como quienes habitan la tierra poseen sus rebaños de vacas, quienes habitan en la costa y pescan tienen su propio rebaño de peces. El mar tiene su propio ―pasto‖, como alimento y existe en él a su vez sitios pulowi: María del Tránsito Paisayú contaba como unos turistas que vinieron a visitar Nazareth (pueblo indígena ubicado en las cercanías de la Serranía de la Makuira), decidieron ir a nadar en unas playas en punta estrella, unos wayúu les advirtieron que esa era una zona pulowi, que no podían nadar allí, sin embargo los turistas ignoraron la advertencia, se fueron a nadar y murieron ahogados, ―el pulowi se los tragó‖95. 2.2. El territorio de origen y su relación con el mundo de los sueños y la muerte. Es de vital importancia, mencionar a su vez el territorio de origen del wayúu, entendido éste como el cementerio en donde están enterrados sus antepasados. Cada grupo familiar wayúu tiene un cementerio ubicado en un lugar específico, y todos los miembros de esa familia serán enterrados en ese lugar. Al menos si no es posible en el primer entierro, es obligatorio que las cenizas sean llevadas a aquel lugar. El territorio de origen, se refiere entonces al sitio del cementerio familiar, el lugar del segundo entierro y por ello el lugar de origen del apushi, como se explicará a continuación. 94 95 Ibidem. P.67. Entrevista María del Tránsito Paisayú. Diciembre de 2005. Serranía de la Makuira. Nazareht. Guajira. 59 Una de las características en la sociedad wayúu es la relación estrecha con los antepasados familiares y su comunicación con ellos a través de los sueños, se podría decir que la wayúu es una cultura onírica. Para el wayúu, el espacio en donde vive, en donde su existencia adquiere plenitud y sentido, es el territorio de sus ancestros, de sus padres y abuelos, con los cuales se comunica mediante sueños96. Esta idea es posible identificarla en una entrevista realizada por Michel Perrin, a un wayúu: Les âmes des morts reviennent sur la terre, à travers nos rêves. Lorsque nous rêvons aux morts, ce sont eux que nos âmes rencontrent. Ici parfois on peut voir leurs ombres. Ce sont les yoluja, ombres des morts sur la terre97. El territorio es el único espacio que realmente le pertenece, porque es el territorio que recibió de sus ancestros. Así, el territorio determina todo sentimiento de pertenencia y de identidad, y por ello la garantía de la territorialidad para una familia wayúu es el cementerio, el lugar en donde están enterrados sus antepasados. El cementerio es entonces la ―escritura pública‖ de un territorio, aunque no se requiere de ningún documento escrito para demostrarlo. El cementerio se respeta aún por los enemigos, y se hace respetar como el referente cultural de mayor valor y significado espiritual y moral para el clan y la familia, por eso la profanación de un cementerio es la mayor ofensa que se puede hacer a un grupo familiar. En este marco Jesús Rodríguez98 explica: ¿Porqué somos los wayúu tan apegados a la tierra?¿Porqué soy dueño del territorio? Porque ese territorio es de mis ancestros, de mis abuelos. Mis abuelos nacieron aquí y están enterrados aquí. Por eso el cementerio es garantía de la territorialidad, sin necesidad de escritura. Siempre ha sido así. Ahora estamos organizados en resguardos y eso es secundario para nosotros, porque si tenemos bien demarcado el territorio y no lo podemos vender, aunque me lo hayan dejado mis tíos y a ellos mis abuelos, pero eso no es mío, sino de mi familia en general, de la comunidad wayúu. 96 Mártinez Ubárnez, Simón y Guerra, Hernandez, Angel. Territorio y ley en la sociedad wayúu. p. 116. Las almas de los muertos vuelven a la tierra, a través de nuestros sueños. Cuando soñamos con muertos, es porque nuestras almas se han encontrado con ellos. A veces es posible ver sus sombras. Son los yoluja, las sombras de los muertos sobre la tierra. Entrevista realizada a Mikaela Jitnu, Setuma Pushaina, Semaria Apshana, Ramonsito Uliyú y ―Masakai‖ Uliyú. Perrin, Michel. Le Chemin des Indiens Morts. Payot. Paris, 1976. P. 27 98 Wayúu, perteneciente a la comunidad de Me´era., del Resguardo indígena de la Alta y Media Guajira. 97 60 El territorio de origen, tiene entonces una relación estrecha con el mundo de los sueños y con la muerte. En efecto, los guajiros a la hora de acercarse a la muerte parten al lugar en donde nacieron, es decir al territorio de origen. Estos sitios deben ser respetados por otros clanes. Es allí en donde se hace el ritual del velorio, muy importante aún en la actualidad para los wayúu. Al velorio asiste toda la parentela del difunto, durante el tiempo que dure el llanto, algunos de los animales del muerto se consumen durante el velorio y el resto se reparten entre los asistentes. Esta comida se llama ekira y para los wayúu es importante tener ganado en otras razones, para que cuando mueran puedan ser repartido como ekira. El muerto se convierte en wanülu, es decir el alma de los muertos, e inicia un recorrido por toda la península Guajira hasta llegar a Jepira (El Cabo de la vela), en donde el muerto habitará hasta que se haga el entierro secundario de sus restos. Cuando wanülu avisa a través de una señal, que generalmente se hace mediante un sueño, que ha llegado el momento de realizar el entierro secundario, el alma del guajiro muere definitivamente y ya no existe más99. El entierro secundario supone que toda la familia de ese miembro, se dirige de nuevo al lugar en donde fue enterrado el muerto, se abre la tumba del mismo y se realiza una exhumación. La mujer más próxima al muerto, saca cuidadosamente cada uno de los huesos del pariente difunto, los limpia con chirrinchi100 y los guarda cuidadosamente en una suerte de hostiario. Luego se lleva a cabo el ritual como ocurría en el primer velorio, las mujeres de la familia tapándose su rostro con un velo, lloran durante toda la noche, sin que puedan dejar de hacerlo y sin que puedan comer o dormir. Para ello, algunos de los hombres las acompañan y cuentan historias del muerto, para así mantenerlas despiertas. Toda la parentela ha sido invitada y acompaña el ritual durante dos o tres noches o incluso por más tiempo. Durante este tiempo se toma chirrinchi, se come chivo, carne y se duerme en el chinchorro cerca a las tumbas. Finalmente cuando ya el ritual ha terminado, el ataúd en donde estaba el muerto es arrojado en algún acantilado y el chirrinchi esparcido en el cielo, momento en que se presencia la despedida definitiva del muerto, cuando wanalulu ya no existe más101. 99 Monroy Barrera, Eduardo. Mestizaje, comercio y resistencia. ICANH, Bogotá, 2000. p. 43 Bebida alcohólica consumida tradicionalmente por los wayúu, hecha a base de panela. 101 Diario de Campo. Visita realizada a la Alta Guajira en enero de 2005. 100 61 2.3. El territorio histórico concreto de la familia: La Womainpá. Por último, en un nivel micro, se debe tener en cuenta el territorio histórico concreto de la familia: la womainpá o la patria wayúu. Los wayúu conforman vecindarios (conjuntos de rancherías) y a partir de ello la Womainpá. A diferencia del clan, los miembros que componen este territorio histórico concreto de la familia, es decir la Womainpá, si actúan como una colectividad. En esta Womainpá residen familias extensas de hasta 300 miembros, se trata de un conjunto de unidades familiares de parientes uterinos que conforman un grupo de residencia definido por un cementerio, una red estrecha de cooperación y el derecho de acceso a una fuente de agua local102. Adicionalmente el territorio que comparten los miembros de la Womainpá, se define por la adyacencia a un recurso natural determinado, como una ciénaga, una salina o un yacimiento de talco o de yeso, entre otros. En este punto es importante determinar que para el wayúu no existe una división del suelo y el subsuelo como ocurre para el derecho colombiano, según el cual el suelo es de los particulares y el subsuelo por su parte es del Estado. Para el wayúu suelo y subsuelo conforman una sola entidad: el territorio. Por esto ―todos tenemos derecho a la tierra y a la administración de sus recursos según los usos y costumbres tradicionales, (…) el Wayúu debe conocer su territorio o su región, defenderlo y apropiarse de los recursos que hay en él para una mejor subsistencia‖103 Esta categoría (Womainpá) determina la ocupación del territorio, en la medida que se refiere a los factores que fijan la tenencia y propiedad de la tierra de cada una de las familias o grupos familiares wayúu, apropiación territorial que entre los indígenas se basa en los derechos de uso y no en los de propiedad privada. Por lo tanto la tierra no se considera como un bien comercial que requiera ser cuantificada para ser valorada, por el contrario es un bien de uso vinculado a una tradición familiar y su única limitación es la de que esté siendo utilizado por 102 Perafán Simmonds, Carlos. Sistemas Jurídicos Paez, Kogi, Wayuu y Tule. 1995. Colcultura P. 181. Bernier, Zunilda. Trabajo de investigación con laulayus (autoridades famliares tradicionales), 1996 www.ramajudcial.gov.co. 103 62 otros. Este territorio es entonces de propiedad comunal, pero los productos agrícolas de las parcelas si son de propiedad individual absoluta. ¿Ahora bien, quiénes concretamente conforman la Womainpá? El wayúu es un grupo indígena descentralizado que se establece y utiliza el territorio localmente con base en un sistema de familias uterinas; está concepción de uso del territorio se encuentra demarcada por las normas sociales y de parentesco. Para entender su distribución en el territorio es importante tener en cuenta, en primer lugar la filiación o sistema de parentesco: El parentesco por sangre se denomina ―ashaa‖ y el parentesco por carne ―eiruku‖. Solamente las mujeres pueden transmitir su ―eiruku‖ a sus hijos. Los parientes que comparten la misma carne (eiruku) se denominan ―apushi‖ y generalmente este ―apushi‖ es el que comparte la zona territorial conocida como la womainpá 104. La Womainpá además de incluir a grupos de familias uterinos a los cuales corresponde un determinado territorio, debe entenderse a su vez como un lugar de red de apoyo y cooperación entre los parientes apushi. En este sentido cada womainpá, es decir cada patria es una unidad social, política y económica independiente. En el territorio de la Womainpá, cada persona tiene ciertas obligaciones con respecto a la distribución de tareas como la cocina, el cuidado de los animales, la solución de disputas entre ―apushis‖, etc. Por último, esta womainpá o territorio histórico de la familia del wayúu, se basa a su vez en un sistema de reciprocidad familiar y de redistribución de los bienes. En efecto en el sistema jurídico wayúu, toda familia o ―apushi‖ que se encuentra en determinada ―womainpa‖, es responsable por los problemas de sus miembros. Así pues, en caso de homicidio, el ―apushi‖ es el responsable de las muertes ocurridas, no el autor individual del delito, como ocurre en nuestro sistema penal105. 104 El matrilinaje es la unidad de referencia entre parentesco y territorio, mientras que el matrilinaje del padre, tiene otra importancia: en relación con las herencias, con la guerra pero no con la territorialidad. 105 Perafán Simmonds, Carlos. Sistemas Jurídicos Paez, Kogi, Wayuu y Tule. 1995. Colcultura P. 181. 63 En suma, el apushi o mejor la womainpá no es un mero espacio físico sino que se convierte en un espacio mental en donde se inscriben las normas de la vida social, política y económica de la vida wayúu. Sin embargo la comunidad wayúu no es un pueblo que sea sedentario, de forma que sus miembros no viven permanentemente en la misma ranchería. Cada familia tiene por lo menos una ranchería alterna para usar durante el verano, en la cual reside generalmente un núcleo de la misma línea de parientes uterinos. Ello da cuenta, finalmente de cómo la ocupación del territorio por parte de los wayúu se hace bajo el modelo de la poliresidencialidad y no del nomadismo o seminomadismo, categoría ésta última, que según Carlos Hernán Darío Correa, ha sido aplicada mañosamente a las comunidades wayúu para despojarlas de sus tierras. Este sistema polirresidencial define, por su parte, ―un esquema migratorio familiar de por lo menos dos traslados al año, generalmente desde la Alta y Media Guajira, hacia la Baja o las inmediaciones de los centros urbanos; y el retorno con la estación de las lluvias‖106. 2.4. Las migraciones territoriales: Los conflictos entre familias. Por último Polo Acuña, recuerda otro factor determinante de la ocupación del territorio por parte de los wayúu que no debe ser olvidado: los conflictos entre los grupos familiares, lo que le da un carácter dinámico al territorio. Por lo general, en un territorio pueden convivir varios grupos familiares, que lo hacen con el consentimiento de quienes son ocupantes ancestrales, sin embargo no son dueños de ese territorio y no pueden reclamar la propiedad sobre éste, si no tienen allí su cementerio, es decir enterrados en éste sus ancestros. En estos casos, las familias ocupantes deben llevar sus muertos al cementerio familiar, localizado en su territorio de origen. Sin embargo, dado el carácter transhumante de los wayúu, en algunas ocasiones sucede que cuando ciertas familias 106 Hernán Dario Correa explica: ―Según información personal de Victoria Ballesteros Epinayu, en Bahía Portete, la polirresidencialidad supone en algunos casos el mantenimiento de hasta tres viviendas: en la Alta Guajira —Portete, según el caso de nuestra informante—; Maicao, en el centro de la península; y Maracaibo; casi siempre en función de apoyos comerciales y de optimizar el uso de servicios médicos y escolares según la oferta diferencial o las ventajas comparativas entre Colombia y Venezuela‖. Hernán Dario Correa, Geografía Humana de Colombia. Nordeste indígena. Documento suministrado por la ONIC. 64 emigran a territorios de otros, incluso pueden llegar a instalar allí cementerios provisionales, pero aún en estos casos, el territorio no les pertenece. 107 Ello puede dar lugar a fricciones territoriales que se surten entre los diferentes grupos familiares que ocupan un mismo territorio. Estos fenómenos se dan, por ejemplo, cuando un grupo familiar Wayúu permite la estancia temporal en su territorio tradicional de otro grupo que se ve forzado a huir de un conflicto armado o migrar por otras razones. En efecto, con el paso del tiempo, los nuevos ocupantes pueden multiplicarse, incluso establecer alianzas matrimoniales con familias de la zona, hasta que llega un punto en que comienzan a construir sus propios cementerios, y a disputar el liderazgo político y el control del territorio a los primeros108. En suma las disputas internas entre los vecindarios wayúu, que envuelven a sus unidades más extensas, los clanes, ocasionaban guerras que a menudo terminaban con la ruina de muchos de ellos, perdiendo consecuentemente territorios y riquezas representados fundamentalmente en ganado109 . Como conclusión general, puede constatarse cómo las variables de ocupación del territorio son varias, y dan cuenta de una determinada concepción territorial de la cultura wayúu: un territorio ancestral, un territorio histórico, un territorio de origen, en suma un territorio cultural, que determina la forma como se ocupa ese espacio geográfico conocido como la Guajira y que muchas veces se ha transformado debido a las fricciones territoriales entre los mismos grupos familiares. Así el territorio cultural, en el caso indígena se trata de un medio de subsistencia, pero también de poder establecer con ese espacio las relaciones que lo configuran como un territorio de una sociedad particular, permitiendo al mismo tiempo, la continuidad de su 107 Mártinez Ubárnez, Simón y Guerra, Hernandez, Angel. Territorio y ley en la sociedad wayúu. p 117. Guerra Curvelo, Weidler. La disputa y la palabra. La ley y la sociedad wayúu. p.90. 109 Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). Uniandes, Bogotá, 2005. p 25. 108 65 existencia como sociedad específica, sin perjuicio claro, de la apropiación de los recursos de ese mismo territorio como medio de subsistencia de la comunidad.110 Sin embargo el territorio cultural de los wayúu, no es apenas sino uno de los ingredientes que componen el ―paisaje‖ de la Guajira Colombiana. Otros componentes vienen a determinar este paisaje y vienen a transformarlo, por medio de un proceso de conflicto en donde diferentes actores exigen el reconocimiento de derechos territoriales, de acuerdo a diversas posiciones, intereses y argumentos. 3. La disputa por el territorio: Recursos naturales e intereses económicos y ambientales. Frente a la concepción indígena del territorio, se encuentra la concepción del Estado que le otorga un sentido diferente, tanto en su uso como en su concepción. El suelo de la Guajira ha sido considerado como ―estratégico‖ en cuanto posee una gran variedad de recursos naturales importantes para la economía, una posición clave frente al mercado internacional y costas aptas para el comercio (Ver mapa de Recursos Naturales). Esta perspectiva deriva en el interés de varios actores externos sobre estos territorios, para quienes la percepción indígena del territorio resulta conflictiva y contraria a sus intereses. El interés en cada uno de estos recursos naturales ha suscitado, entonces, diferentes conflictos. Al respecto, vale la pena mencionarlos. 3.1 Las Salinas de Manaure En el suelo de la Guajira, se encuentra la Sal Marina, producto que desde los tiempos precolombinos extraían los indígenas wayúu para intercambiarlo por oro con otras comunidades y que durante la época de la Colonia era intercambiada por alimentos y otros artículos con los españoles. 110 Vasco Uribe, Luis Guillermo. Entre selva y páramo. Viviendo y pensando la lucha india. ICANH, Bogotá, 2002. 66 En la actualidad, las Salinas de Manaure son las salinas marítimas más importantes del país. En efecto mientras la producción total de Colombia es de 1.340.000 toneladas anuales, la de Manaure por su parte produce 1.000.000 de toneladas anuales, gracias a los ensanches de 1967 y 1974 que la convirtieron en la tercera del mundo y la primera de América Latina 111, lo que es muestra de su importancia para la economía nacional. La Sal además de ser necesaria para el consumo humano, su industrialización se inició con el propósito de obtener productos químicos derivados del cloruro de sodio, tales como el hidróxido y carbonato de sodio, necesarios para la industria farmacéutica, alimenticia, textilera, curtiembres, grasas, jabones, vidrios y papel. En Colombia estos insumos se comenzaron a fabricar en 1952 en la planta de soda de Betania, cerca de las minas de Zipaquirá, empresa que era parte de la Concesión Salinas del Banco de la República. La producción de esta fábrica era inferior a la demanda nacional. Por lo tanto, en 1959 se vio la necesidad de iniciar un estudio para el montaje de una planta de una soda cáustica en la Costa Caribe112 El control de este importante recurso natural ha generado grandes conflictos entre los wayúu por un lado, quienes reivindican los territorios de las salinas y el derecho de explotación de este recurso desde tiempos ancestrales y el Estado por otro lado, que declaró las salinas como monopolio del Estado y consideraba su explotación industrial como un asunto de ―interés público‖. Bajo este argumento el Estado inició la modernización de las salinas para hacer más eficiente su explotación. En esta lógica, decide introducir tecnología para la extracción de la misma: se estima que cada máquina Caterpillar recoge la Sal que antes acopiaban unos 400 indígenas 113 en Manaure, a su vez la productividad de la rudimentaria técnica manual de los ―charqueros‖ wayúu es doce veces (medida en horas de trabajo) menor que la de los trabajadores mecanizados114. 111 Las Salinas de Manaure: Procesos organizativos, acuerdos, conceptos, legislación y jurisprudencia, Bogotá, Diciembre de 2005, MJ Editores p. 41 112 Díaz Aguilera, María M. Salinas de Manaure: Tradición wayúu y modernización. Banco de la República. Mayo de 2003. P. 11. 113 Giraldo, Leonel. ―El pueblo más salado del mundo‖ en Revista Diners N° 133, Abril de 1981. P. 47. 114 Child, Jorge. ―Expoliaciones del IFI a los Wayúu‖ en El Espectador. 23 de junio de 1991. 67 El Estado colombiano, entendiendo la importancia de las salinas para la economía nacional, se interesa en ellas y solicita para 1962 ante el INCORA, como entidad encargada de administrar los territorios baldíos de nuestro país, una reserva del terreno de Manaure en la Guajira, con destino a la explotación de salinas marítimas. Para ello, el INCORA decide adjudicarle un sector de terrenos (en territorio wayúu), que según la normatividad vigente eran ―considerados baldíos‖ en el Corregimiento de Mansure, Municipio de Uribia, Intendencia de la Guajira, con una extensión de 272 hectáreas. Este terreno le fue adjudicado mediante resolución de 26 de junio de 1962, en donde se le otorgaba al Banco de la República la administración de dicha explotación. Esta adjudicación a favor del Banco de la República, supuso importantes enfrentamientos de organizaciones indígenas, quienes exigían que se respetara el derecho que tenían a la explotación de los recursos naturales y a su territorio, frente al Estado que defendía un proyecto clave para la modernización de las salinas y por ende para la economía nacional. 3.2 El carbón del Cerrejón. Por otro lado, en la zona de la Media Guajira se aprecian recursos como el carbón, que en el siglo XX será la razón de largas luchas entre los indígenas y multinacionales interesadas en su explotación. En efecto este recurso se empieza a explorar en Colombia en el marco de la denominada crisis energética, de forma que se reconoce la importancia del mismo en el país pues éste se perfila, aún con ventaja sobre la energía nuclear, como el principal heredero inmediato del petróleo. En los años 80, momento en que se discutía el tema del carbón colombiano, afirmaba Clemente Forero Pineda, profesor de Economía del departamento de la Universidad Nacional, que ―a muy largo plazo, la energía nuclear será la fuente primaria más importante, pero ello ocurrirá cuando el carbón empiece a escasear. Así al cambiar de milenio, el carbón estará convirtiéndose en el energético primario número uno‖115. Aseguraba el catedrático, según 115 Forero Pineda, Clemente y otros. ¿Qué hacer con el Cerrejón? En Las cinco maravillas millonarias de Colombia, Ed. Oveja Negra. Bogotá, Colombia 1982. P. 70. 68 estudios prospectivos, que el carbón se disputaría en el 2020 el primer lugar con la energía nuclear y seguiría siendo una fuente primordial de energía durante este siglo, ello porque ―en 120 años el petróleo y los energéticos afines, habrán desaparecido en términos prácticos como fuente de energía mientras que el carbón proporcionará un importante porcentaje de energía primaria al mundo‖116. El carbón según análisis económicos de la época, atraería grandes utilidades a Colombia si se tiene en cuenta el panorama de este recurso en el mundo: se produciría un alza de precios del carbón hacia el futuro, y Colombia saldría bien librada de este fenómeno, pues pocos eran los competidores en este mercado, (Canadá, Estados Unidos, Polonia y Suráfrica), de los cuales los dos últimos estaban ad portas de salir del mismo, teniendo en cuenta que el colombiano es ―de altísima calidad, bajo costo de producción y transporte‖117. En este contexto de auge del carbón, la demanda internacional del recurso energético llevó en 1976, a la constitución de la empresa comercial e industrial del Estado, llamada CARBOCOL en nuestro país, encaminada precisamente a explotarlo. El 6 de Octubre de 1975, ECOPETROL convocó a varias compañías del mundo a presentar propuestas para explotar yacimientos del Cerrejón, la licitación la ganó INTERCOR (subsidiaria de la EXXON), en junio de 1976 se le asignó a la empresa el área del cerrejón y se llamó Proyecto CerrejónZona Norte118. En 1976, se firmó el Contrato de asociación entre Carbocol e INTERCOR, para la explotación y producción del carbón en los municipios de Barranca y Maicao en el Departamento de la Guajira.119 En el contrato se establecía que la duración del mismo sería de 33 años. 116 Forero Pineda, Clemente y otros. ¿Qué hacer con el Cerrejón? En Las cinco maravillas millonarias de Colombia, Ed. Oveja Negra. Bogotá, Colombia 1982. P. 70 117 Ibidem p. 71. 118 Cerrejón, Minería Responsiable. ―Nuestra Historia‖ en www.cerrejoncoal.com. Reuperado el 17 de junio de 2010. 119 Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, Reubicación y medio ambiente. Colcultura. Bogotá. 1995. p.225 69 En 1982, se puso en marcha, en asociación con la EXXON, el proyecto carbonífero ―El Cerrejón Central‖ y en 1985, ―El Cerrejón Norte‖, los dos más importantes yacimientos del país localizados en territorio wayúu. En cuanto al proyecto Cerrejón Zona Norte, se trata de una mina a cielo abierto, localizado en el municipio de Barrancas, al Sur de la Guajira. De ahí hasta Puerto Bolívar en el mar Caribe, el carbón es transportado en un tren que atraviesa el territorio indígena Wayúu y Puerto Bolívar por su parte, es el puerto de embarque120. En este contexto, la multinacional, debía obtener las tierras de propiedad privada para la construcción de la vía férrea, las instalaciones de la mina y el puerto de embarque del Carbón. Por ello, solicitó ante el INCORA varias zonas del territorio guajiro, como reservas para la extracción del carbón, lo que sin duda despertó el temor de los indígenas, pues amplios territorios de vocación ancestral, se veían comprometidos para ser consagrados a la explotación del recurso. La colisión de la multinacional con las reservas de vocación ancestral de los wayúu, según Hernán Darío Cortés, configuraban unas 200.000 hectáreas121, sin embargo esta información debe ser contrastada con la resolución del INCORA en donde se afirma que las reservas reivindicadas por los wayúu y otorgadas a CARBOCOL correspondían a 5000 hectáreas 122. Estas reservas fueron finalmente otorgadas a la multinacional, mediante resoluciones 067 de 1981, 0119 de 1981 y 002 de 1981 por parte de la INCORA, para la explotación del recurso, lo que dio inicio a una de las principales batallas políticas y jurídicas de comunidades indígenas contra poderosas multinacionales. 3.3 El etno-turismo y las áreas protegidas 120 Ibidem. P. 226 Correa Hernán, Darío. ―Las salinas industriales de Manaure, el territorio de los wayúu y las dificultades de una concertación intercultural‖. En Tierra Profanada: Grandes proyectos en territorios indígenas de Colombia. P. 238. 122 Resolución N 015 de 23 de febrero de 1984, por la cual se constituye como Resguardo Indígena a favor de la comunidad Wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en la jurisdicción de los Municipios de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure, departamento de la Guajira. 121 70 Por otro lado, en la Guajira se encuentran dos reservas naturales, que han sido objeto de protección por parte del Sistema de Parques Nacionales: La serranía de la Macuira y el parque de los Flamencos, especialmente a través del Inderena (Instituto Nacional de Recursos Naturales), entidad interesada en su protección. La Serranía, es única en Colombia en la medida en que a tan solo 550 msnm se presenta el bosque enano nublado perennifolio, de apariencia similar a los bosques andinos que se sitúan cerca de la línea de páramo y que existen únicamente a alturas superiores de 2700 msnm123. En esta Serranía se encuentran grandes contrastes: desde extensas dunas de arena hasta una exuberante vegetación. El parque de flamencos por su parte, es un hermoso santuario en medio del desierto, en donde se encuentran lagunas de un azul profundo, colmadas de flamencos de un rosado intenso. Todo ello bordeando la imponente playa del municipio de camarones. Frente a esta zona del territorio wayúu, el INDERENA, entidad que manejaba en la época los recursos naturales y el medio ambiente en nuestro país, pero que se encuentra en proceso de liquidación en la actualidad, tenía como interés especial, la preservación del ecosistema en la Guajira y por ello solicitó ante el INCORA la constitución de dos reservas forestales: una zona de preservación de Flamencos, en la zona de Bahía Portete y otra que posibilitara la constitución de un Parque Natural Nacional en la Alta Guajira: la Makuira. Los acuerdos 34 de 1977 y 27 de mayo 1977 le otorgaron dichos territorios, al establecer estas zonas como aéreas de protección: para la preservación de los flamencos se destinó la zona de Bahía Portete, Municipio de Manaure y para el Parque Natural Nacional la serranía de la Makuira compuesta por 25. 000 hectáreas, en la jurisdicción del Municipio de Uribia, dos territorios que según la legislación vigente eran territorios baldíos y por ello eran susceptibles de disposición por parte del INCORA, como entidad encargada de la administración de dichos territorios. 123 ―Serranía de la Makuira‖ en www.parquesnacionales.gov.co. Recuperado el 27 de octubre de 2009. 71 A su vez, es de importancia poner de presente que gran parte del departamento goza de costas, lo que implica una posición estratégica frente al mercado internacional. Por esta razón se constituyeron en la Guajira una serie de puertos, que permiten exportar e importar diferentes productos y sobre todo que han sido la ruta por donde se ha desarrollado el contrabando. En este contexto, consciente de la importancia geoestratégica de las costas guajiras (de vocación ancestral wayúu), la Armada Nacional solicita para 1970, una reserva en Bahía Honda, con un área de 12.500 hectáreas. Esta zona sin embargo no fue finalmente concedida, pues de forma sorprendente, el Comité de Asuntos Indígenas de Riohacha, consideró que allí existían numerosos cementerios y lugares de importancia mítico-social y la mayoría de los asentamientos humanos wayúus.124 Pero con este mismo cometido, el Ministerio de Defensa, solicitó para la época, el territorio conocido como el Aujero, en jurisdicción del Municipio de Riohacha, zona que por su parte, si le fue adjudicada por resolución N 046 de marzo 27 de 1974. Pero la costa no tiene interés únicamente por su importancia geoestratégica, sino también por ser un atractivo turístico. Por ello es de mencionar que en las costas guajiras se han intentado desarrollar proyectos etno-turísticos, específicamente por medio de la Corporación de Turismo, en especial en la zona del cabo de la Vela o Jepira como lo llaman los wayúu. Con este cometido, la Corporación de Turismo solicita para 1971, la adjudicación de los terrenos sobre el Mar Caribe, solicitud que fue atendida, en la medida en que mediante la resolución 344 de 1972, se declara como reserva turística la franja de tierra de dos kilómetros de ancha comprendida entre la población de Manaure y Bahía Honda para el desarrollo de proyectos etno-turísticos. 3. 4. Los colonizadores particulares 124 Comité de Asuntos Indígenas de Riohacha. Informe para la constitución del Resguardo Indígena de la Alta y media Guajira. 1983. 72 Para finalizar, es necesario evidenciar los intereses de particulares en este ―paisaje estratégico‖. En efecto, numerosos colonizadores particulares han incursionado e incursionaron en los territorios indígenas durante el periodo estudiado, adquiriendo predios a título de dominio amparados por la legislación de la época, que sin embargo pertenecían a ese territorio cultural. En las sendas cartas enviadas por la Organización Yanama, principal organización wayúu, a diferentes funcionarios del INCORA, se pone de presente la presencia de colonos que presionaban a los indígenas para que abandonaran sus territorios, a la vez que lograron adquirir la propiedad de algunas tierras, en la medida en que los tribunales fallaron a su favor. En efecto una carta de Oscar Ocampo Morales, Jefe de División de Tierras del INCORA, da cuenta de este conflicto al exponer que existían 2122 predios con 89.794 hectáreas que habían sido adjudicados a particulares gracias a juicios de pertenencia o adjudicaciones del INCORA, frente a los cuales los indígenas solicitaban su adjudicación125. 4. Conclusiones En suma el paisaje estratégico puede visualizarse geográficamente en el siguiente mapa, en donde se identifican los diferentes actores que se apropian del espacio geográfico de acuerdo a diversas finalidades, ingredientes que constituyen todos ellos un particular escenario de ―paisaje‖ en conflicto en la Península de la Guajira. 125 Carta de Roque Roldán Ortega, Jefe de la División de Asuntos indígenas del INCORA dirigida a Oscar Ocampo Morales, Jefe de División de Titulación de tierras del INCORA. Bogotá, 16 de Noviembre de 1983. Expediente 40749. Archivo INCORA. 73 Así pues, las diferentes concepciones territoriales que se enfrentan en este espacio guajiro, la utilización del paisaje estratégico de acuerdo a diversas finalidades en donde confluyen intereses económicos, históricos, sociológicos, denota de fondo la existencia de un fenómeno particular en la Guajira y es la existencia de una zona de ―frontera‖. La frontera, no entendida como un simple sentido de límite internacional, de delimitación, sino como una zona de interacción entre dos o más culturas diferentes, como lugar en donde esas culturas contienden entre sí y con su entorno físico. En este sentido como lo recuerda Polo Acuña, la frontera es tanto un espacio, como un proceso126, que se caracteriza por ser un área de permanente tensión entre los cruzadores de la frontera y entre aquellos que se 126 Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). Uniandes-CesoMinisterio de Cultura-Celiduk. Bogotá. 2005. P. 10 74 empeñan en reforzarla, zonas de transición en donde se entremezclan dos o más territorialidades127 El espacio guajiro, es una claro ejemplo de frontera en donde contienden territorialidades de wayúu, multinacionales, entidades estatales y particulares, interesados en un mismo territorio pero de acuerdo a diferentes finalidades e intereses. Es sobre este escenario que de forma concomitante se plantea la pregunta por la demarcación, delimitación y legalización de un Resguardo, el denominado Resguardo de la Alta y Media Guajira, desde los años 60 a 90. 127 Vargas, Patricia. 1993. Impacto y reacción ante la ocupación española. Siglos XVI y XVIII. Bogotá, CEREC. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. P. 39. 75 CAPITULO III: LUCHAS INDIGENAS POR EL TERRITORIO E INDIGENIZACIÓN DEL DERECHO. Para desarrollar el análisis de este capítulo, se toma como objeto de estudio el Resguardo de la Alta y Media Guajira, ubicado en el Norte de Colombia, departamento de la Guajira, en un periodo temporal determinado: años 60 a 90. En este sentido, se busca analizar cómo fue el proceso de constitución de este Resguardo, la manera en que se trazó su delimitación, y los criterios que intervinieron para que el INCORA determinará cuál debía ser el territorio que correspondía a los indígenas wayúu, entendiendo este proceso siempre en referencia a las narraciones jurídicas analizadas en capítulos anteriores. Vale decir que este estudio permite constatar que el proceso de constitución de este Resguardo no se dio pacíficamente, por el contrario la delimitación y constitución del mismo supuso una serie de conflictos entre diferentes actores con apropiaciones territoriales, y sobre todo intereses específicos, disímiles e incluso contradictorios, que reivindicaban zonas determinadas del espacio geográfico guajiro para diversas destinaciones. 1. Los wayúu: Una tradición de lucha La comunidad wayúu se caracteriza por una tradición de lucha y resistencia. Desde los primeros años de la conquista, la Guajira ha sido una zona de poca presencia estatal, esencialmente debido a la calidad de ―territorio incontrolado‖ que caracterizó esta zona. Los Guajiros como se solía llamar a los indígenas wayúu durante la Conquista, estaban apoderados de la Alta Guajira; en especial la zona de la Macuira y Chimaré, eran zonas en donde difícilmente los españoles podían acceder debido a la defensa que los indígenas hacían de su espacio étnico. De hecho, la Guajira fue la primera tierra de la actual Colombia que vieron los españoles cuando llegaron a América hace cinco siglos. En 1499, Alonso de Ojeda 76 descubriría la punta de tierra que llamaría el Cabo de la Vela, lugar en donde formaron una ciudad española ―Nuestra Señora de los Remedios del cabo de la Vela‖, sin embargo esta ciudad no duraría mucho pues la hostilidad del terreno, la escasez de agua y pasto y la defensa de los indígenas de sus aguadas y su espacio étnico, forzaron a que los españoles se desplazaran alrededor de 1547, hacia un lugar más propicio, razón por la cual fundarían Nuestra Señora de los Remedios del Rio de el Hacha, que quedaba a orillas de dicho río128. Durante la época de la Colonia, fue evidente la capacidad de revolución de los guajiros y su defensa acérrima del espacio étnico, de ello es muestra las rebeliones de 1604, cuando se rebelan los indios de los Llanos de Orino (Cocinas, Guajiros y Atanares), lo mismo sucede en 1609, 1619 y 1623 (éste último incluyendo gente del Río de Hacha), y así sucesivamente en diez ocasiones entre los años 1637 y 1785129. Ello es muestra de cómo el territorio guajiro y su cultura ha logrado perpetuarse a lo largo de los años, debido a su capacidad de defensa y lucha frente a la intrusión de elementos culturales extraños. Así pues, la situación no es diferente en el siglo XX, en donde los indígenas wayúu han luchado en diferentes planos frente a lo que consideran intrusiones a su territorio étnico, de forma que se han constituido como un ―contra-poder‖130. Sin embargo su resistencia no se agota allí, por el contrario han sabido aprovechar las herramientas otorgadas por la misma cultura occidental para iniciar un proceso de ―reconstitución étnica‖131. En este sentido, algunos autores han interpretado cómo Occidente ha sido finalmente un contradictorio factor positivo para su cultura: los wayúu utilizan las herramientas ofrecidos por la misma cultura occidental para beneficiarse y resistir, lo que termina fortaleciéndolos como sociedad, uno de estas herramientas ha sido sin duda el derecho. 128 Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). p11. Ibidem p. 12. 130 Ibidem. P. 11 131 Ibidem p. 11 129 77 Así lo explican Hernán Correa y Socorro Vásquez, ―Los wayúu supieron aprovechar las intermitencias del acoso occidental, y la diversidad de intereses de sus agentes, y ofrecer sus propias intermitencias en el contacto, merced al carácter disperso de sus grupos. Y en su momento también supieron levantarse‖132. De ello es muestra el proceso de reconocimiento de los territorios indígenas que se inició en la Guajira, desde los años 60, momento en que se le otorgó al INCORA la facultad de conformar reservas indígenas y los nuevos resguardos133. Este proceso de reconocimiento y reivindicaciones territoriales en el Resguardo de la Alta y Media Guajira, conjuga todos los factores y puntos que se vieron con anterioridad: unas narraciones jurídicas que rigen el proceso y unas concepciones territoriales e intereses económicos que suponen una aplicación particular de esas narraciones en la práctica, caracterizada por unos procesos conflictivos. Ahora bien, es cierto que en la península de la Guajira no se constituyó únicamente el Resguardo de la Alta y Media Guajira. Como se puede ver a continuación, este proceso se dio de forma paulatina y fragmentada, de manera que en la actualidad tenemos 15 resguardos indígenas constituidos en este departamento: AÑO NOMBRE DEL RESGUARDO 1967Reserva de Carraipía 1984Resguardo de la Alta y Media Guajira RESOLUCION N° 218 del 02 de diciembre de 1967 015 de 28-02 de 1984 1986Resguardo de Zahinoro, Guayahito y Muriaytuy 0090 de Noviembre 5 de 1986 1987Resguardo de Lomomato 1988Resguardo de Provincial 0081 del 2 de diciembre de 1987 0085 de 1988 1988Resguardo de San Francisco 0086 de septiembre de 1988 132 Vásquez, Socorro y Correa, Hernán Darío. ―Los wayúu: 500 años de autoafirmación: sal, territorio y cultura‖. Universitas Humanística. Vol. 21, no. 35 (Ene.-jun. 1992) p.11 133 Este término se utiliza para diferenciar los resguardos (nuevos) creados por el INCORA desde la expedición de la ley 135 de 1961, de los resguardos coloniales reconocidos en décadas pasadas. 78 1988Resguardo de Trupiogacho y la Meseta 0087 de 1988 1994Resguardo de Caicemapa 045 del 1 de noviembre de 1994 1994Resguardo de Mayabangloma 046 del 1 de noviembre de 1994 1996Resguardo de las Delicias 74 del 16 de diciembre de 1996 1997Resguardo de Potrerito 53 del 19 de diciembre de 1997 1998Resguardo de Monte Harmon 48 del 30 de noviembre de 1998 12 del 5 de mayo de 1999 1999Resguardo de Mañataure 2000Resguardo de Soldado Parate Bien. 2000Resguardo Okochi 050 del 18 de diciembre del 2000 15 del 29- 06 de 2000 Fuente: Archivo del INCODER. Sin embargo, analizar el proceso de constitución de cada uno de los 15 resguardos resulta innecesariamente extenso y dispendioso, razón por la cual se eligió un estudio de caso en particular (el Resguardo de la Alta y Media Guajira), debido a que este fue el primer nuevo resguardo reconocido en el departamento y especialmente porque responde a una etapa de transición de la política indigenista colombiana: el paso de una política integracionista a una política de proteccionismo y luego multiculturalismo, que sin duda alguna se vio mediada por una variedad de conflictos134. Para dar cuenta de este proceso y el rol activo que jugaron los wayúu en éste, se analizará el proceso de constitución del Resguardo a lo largo de tres etapas, que corresponden a las mismas etapas que se identificaron en la periodización de las narraciones jurídicas del primer capítulo: En primer lugar, a manera de contexto, se ofrecerá una panorámica de la naturaleza jurídica de las tierras en la península de la Guajira en los años 60, momento en que se dicta la ley 135 de 1961, y que por ello se empiezan a constituir las reservas indígenas en nuestro país. Ello 134 Ver Capítulo II. 79 es determinante en la medida en que, sobre este escenario, se desarrollará posteriormente el conflicto entre los diferentes actores interesados por el territorio. En segundo lugar se analizarán las luchas de las comunidades indígenas wayúu desde los 80, momento en que la política indigenista opta por la constitución de los Nuevos Resguardos. En esta etapa, es claro como los wayúu, exigen el respeto de su territorio, rechazando en este sentido las ofensivas de los diferentes actores interesadas en el mismo. Estas reacciones indígenas se manifestaron de diversas formas: luchas políticas, jurídicas, activas y pasivas. Finalmente, en un último momento se pondrá de presente el giro que se surte en los años 90´s en la península, momento en que se da la constitucionalización de la cuestión indígena, de suerte que gracias a la entrada en vigencia de las políticas del multiculturalismo y a un proceso de indigenización del derecho, los indígenas acuden a herramientas que les brinda el mismo sistema, para reivindicar sus territorios. 2. Naturaleza jurídica de las tierras en la península de la Guajira para 1960. Para 1960 la casi totalidad de los territorios indígenas wayúu eran considerados desde el Estado y el derecho como terrenos baldíos, con las implicaciones que ello conlleva. Únicamente se habían reconocido, desde la época colonial, dos pequeñísimos resguardos ubicados en Hato Nuevo y Barrancas (baja Guajira) y que por ello estaban aún regidos por la ley 80 de 1890, ―por virtud de la cual se determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada‖. 135 El mapa que se expone a continuación identifica la ubicación de esos resguardos coloniales para 1960. 135 Instituto Geográfico Agustín Codazzi.-IGAC-. La Guajira: Aspectos geográficos. P. 78. 80 Sin embargo, estos dos pequeños resguardos coloniales, que sin duda alguna no correspondían a la totalidad del territorio ancestral que reivindicaban los wayúu, no otorgaban a los indígenas la propiedad colectiva propiamente dicha, por el contrario éstos suponían el reconocimiento de un mero usufructo, como lo decía la ley 89 de 1890 en su artículo 37 y lo recordó la jurisprudencia a lo largo de la primera mitad del siglo XX136. Pese a la finalidad asimilacionista que tenían los resguardos coloniales, éstos se convirtieron en el único mecanismo de defensa de los reductos indígenas y la ley 80 de 1890, fue por más de un siglo, la única arma con la que contaban los movimientos indígenas para reivindicar sus tierras, frente a las devastadoras legislaciones republicanas que tenían como finalidad última la división de los resguardos. 136 Cf. Corte Suprema de Justicia, Sala Plena. Octubre 30 de 1925. Tomo XXXII. Bogotá, febrero 16 de 1926, números 1655 y 1656. 81 Esta ley (L 89 de 1890), rigió en Colombia por un siglo, en efecto es claro cómo en 1981, la División de Asuntos indígenas aún catalogaba a los indígenas de los resguardos coloniales de la Guajira (Hato Nuevo y Barrancas) como ―poseedores sin título, regidos por la ley Guajira y por la ley 89 de 1890, según fuese simplemente baldío o baldío- resguardo colonial‖. 137 Así pues, los terrenos restantes ocupados por los indígenas wayúu, eran entonces concebidos como meros terrenos baldíos, superficies en donde posteriormente se aplicaría la ley 35 de 1961 y sus posteriores reformas, en aras de consolidar la reserva indígena y posteriormente la figura de los nuevos resguardos, que estaban consagradas en las leyes en cuestión y que darían inicio al proceso de reconocimiento de los territorios indígenas en el siglo XX. Como lo anticipamos, el proceso de reconocimiento que se inició entonces en 1960 en la Guajira sobre esos terrenos ―baldíos‖ fue bastante complejo: se trata de un reconocimiento fragmentado, a diferencia de procesos como el del predio putumayo (Amazonas) en donde se reconoce una sola extensión de territorio. En este sentido, en la Guajira el reconocimiento inició con la reserva indígena de Carraipía en 1967, luego se constituye el Resguardo de la Alta y Media Guajira en 1984, y posteriormente se da curso a una etapa de reconocimiento de una serie de nuevos resguardos (15 en total), que están vigentes en la actualidad, como se indicó en su momento en el cuadro de resguardos constituidos (Ver cuadro página 74). La reserva de Carraipía, constituida en 1974 por medio de la resolución 218 del 02 de diciembre de 1967, corresponde a la primera generación de tierras indígenas reconocidas por el INCORA en el marco de los años 60 a 80 a favor de los wayúu, bajo la modalidad de Reserva indígena, categoría que fue debidamente explicada en su momento. Aunque sería interesante poder analizar el proceso de constitución de la misma, la búsqueda de información 137 Instituto Geográfico Agustín Codazzi.-IGAC-. La Guajira: Aspectos geográficos. P. 80. 82 sobre esta Reserva es especialmente compleja138. Sin embargo, es posible referenciar algunas informaciones sobre la reserva: Mediante resolución 218 de 2002 de 1967 del INCORA y Resolución N 011 de 22 de enero de 1968 del Gobierno, se constituye ―un globo de terreno baldío‖ a favor de la comunidad wayúu bajo la modalidad de reserva: la reserva indígena de Carraipía. Esta reserva se ubica en el Municipio de Maicao, favorece a 200 familias y a 1000 personas. Su ubicación exacta se da en las cercanías al municipio de Maicao y es la única reserva indígena que existe en la actualidad, dado que todas las reservas indígenas que existieron en algún momento fueron convertidas en resguardos indígenas, conforme a la política que se llevó a cabo en Colombia desde los años 80 139. Así pues, con miras a solucionar los frecuentes enfrentamientos por la ocupación de estos baldíos en la región de Maicao, tanto por parte de indígenas como por parte de otras personas que pretendían usurpar las antiguas posesiones de los primeros, el INCORA decide entonces comisionar funcionarios con el fin de estudiar la situación y decidir sobre el asunto. Se optó por crear la reserva cuyos terrenos eran aptos para adelantar actividades agropecuarias con muy buenos resultados, especialmente cultivos limpios como el maíz, yuca, fríjol, algodón, ajonjolí y sorgo: estas actividades sin embargo encontraban allí fuertes limitantes debido a la escasez de agua que afecta la región140 Posteriormente se constituye el Resguardo de la Alta y Media Guajira, objeto de análisis en el presente capítulo, institución que corresponde a la segunda generación de 138 En los archivos de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) no es posible encontrar documentos sobre la reserva y en las diferentes bibliotecas no aparece mayor información sobre la misma, lo que es más diciente aún, en el archivo del INCODER, que en su momento era el INCORA, no se encuentra el expediente de constitución de esta reserva indígena, pues con los constantes traslados que se han surtido de los expedientes de territorios étnicos actualmente, el expediente se ha extraviado, según las informaciones de los mismos funcionarios. En efecto, los expedientes se encontraban en un inicio en la división de Asuntos indígenas del Ministerio de Gobierno, posteriormente pasaron al archivo del INCODER y actualmente se encuentra en un archivo en ―las Américas en Bogotá‖, sin que a éste puedan tener acceso directo los particulares. De forma que si se requiere un expediente, se necesita una solicitud formal dirigida al archivo del INCODER, que si bien según la ley debe ser respondida en 15 días hábiles, en la práctica puede durar más de 6 meses sin respuesta. 139 Departamento Nacional de Planeación-DNP- ―Tierras y territorios de los pueblos indígenas‖ en Los Pueblos Indígenas de Colombia en el Umbral del Nuevo Milenio. Disponible en www.acnur.org/biblioteca/pdf/4430.pdf Recuperado el 30 de septiembre de 2009. 140 INCORA- Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. Subgerencia Jurídica. División de titulación de tierras. Reservas y resguardos constituidos a favor de los pueblos indígenas, Bogotá, 1982. P.110. 83 reconocimiento de territorios indígenas wayúu bajo la modalidad de Resguardo Indígena, o mejor lo que se conoce como Nuevo Resguardo, en el marco de los años 80 a 90. El caso del Resguardo de la Alta y Media Guajira evidencia tres tipos de conflictos entre indígenas y otros actores que reivindican el mismo territorio para diferentes destinaciones, como ya se había anticipado (Ver capítulo II): el conflicto territorial entre wayúu y multinacionales interesadas en la explotación de recursos naturales (carbón y salinas), los conflictos con los proyectos turísticos y ambientales y las disputas por la avanzada de los colonizadores particulares sobre sus territorios. En efecto, a lo largo de los años 70, los intereses de estos actores fueron amparados jurídicamente en la medida, en que el INCORA les otorgó las adjudicaciones de los territorios que reivindicaban mediante diversas resoluciones, cómo fue debidamente explicado en el capítulo II. El siguiente cuadro recuerda entonces los terrenos que fueron adjudicados a diferentes actores en la Guajira para la época (1960-1980), la resolución de adjudicación y el objetivo de la misma: Entidad Banco de la República- Concesión IFI Resolución Resolución de 26 de junio de 1962. Carbocol INDERENA Resoluciones 067 Los acuerdos 34 de de 1981, 0119 de 1977 y 27 de mayo 1981 y 002 de 1981 1977 Ministerio de Corporación Defensa De Turismo Resolución N Resolución 344 Juicios de 046 de marzo de 1972, pertenencia 27 de 1974. fallados a favor de particulares 84 Territorio Sector de terrenos Según Hernán Darío Para la reserva de Territorio Terrenos 2122 predios adjudicado “considerados baldíos”Cortés el territorio Flamencos se otorgó la conocido como costeros sobre con 89.794 en el Corregimiento deadjudicado zona de Bahía Portete, el Aujero, en el Mar Caribe, hectáreas Mansure, Municipio correspondía a unas Municipio de Manaure jurisdicción del desde Manaure de Uribia, Intendencia 200.000 hectáreas y para el Parque Municipio de hasta Bahía de la Guajira, con una en diferentes zonas Natural Nacional la Riohacha, Honda extensión de 272 del territorio serranía de la Makuira hectáreas. ancestral, pero compuesta por 25. 000 según la Resolución hectáreas, en la del INCORA se jurisdicción del adjudican 5000 Municipio de Uribia. hectáreas. Objetivo Se le otorga al Banco Para la explotación de la República la del carbón. administración de la explotación de salinas Manaure. Para la constitución de Para instalar Para el Propiedad zonas de preservación bases militares desarrollo del privada de de especies de fauna y etnoturismo. particulares flora. 3. Luchas en los años 80: el contrapoder indígena. En los años 70 a 80, momento en que se expiden las normas jurídicas que permiten la adjudicación de territorios baldíos a favor de los indígenas, los wayúu exigen el reconocimiento territorial de la península de la Guajira, en particular de la Alta y Media Guajira, como territorio ancestral de esta comunidad, que corresponde a una extensión total de 1.150.000.000 hectáreas141. Con esta exigencia, los wayúu, se oponían por tanto a las solicitudes de adjudicación de territorios guajiros a favor de Carbocol, de las Salinas, de la Corporación de turismo, de los colonos particulares y en general de todos aquellos actores que buscaban legalizar como propios, terrenos ancestralmente ocupados por las comunidades. En sus solicitudes, los voceros wayúu exigían por su parte tanto la propiedad del suelo, como la del subsuelo. Muestra de ello, es la propuesta que hacía Lorenzo Muelas Hurtado, delegado 141 Resolución N 015 de 23 de febrero de 1984, por la cual se constituye como Resguardo Indígena a favor de la comunidad Wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en la jurisdicción de los Municipios de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure, departamento de la Guajira. Archivo del INCORA. 85 constituyente indígena, en la Asamblea Nacional Constituyente, al decir que a los indígenas se les debía dar: Un suelo y un subsuelo propio, y entera libertad para usufructuar todos los recursos naturales, para defenderlos y cuidarlos de tal manera que sus comunidades puedan vivir y crecer dignamente con un desarrollo artesanal que no acabe con la ecología del territorio. Considero que este es un derecho de las 142 comunidades indígenas del país y precisamente para reivindicarlo fue que se me eligió . En este panorama, ¿Cuáles fueron las reacciones de los wayúu frente a las incursiones de multinaciones, particulares y entidades estatales, en un territorio que consideraban como propio desde tiempos ancestrales? Su respuesta fue entonces la resistencia, que se manifestó de diversas formas y que corresponde a la profunda tradición de lucha en la que se encuentran inmersas estas comunidades. Ello explica cómo el proceso de delimitación y demarcación del resguardo de la Alta y Media Guajira, fue profundamente conflictivo, pues varias comunidades wayúu se vieron gravemente afectadas por las ocupaciones de hecho y de derecho que se efectuaron en sus extensiones de territorios ancestrales. El conflicto se hizo evidente especialmente en aquellas comunidades que fueron afectadas por las actividades del megaproyecto de extracción del carbón: el Cerrejón y por la industrialización de salinas de Manuare por parte del Banco de la República: la Concesión IFI. La principal organización wayúu que jugó un papel fundamental en la constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira, y por ello en la defensa del territorio fue la organización YANAMA143, liderada por Remedios Fajardo. 142 Gaceta constitucional N 106. Lunes 24 de junio de 1991. Actas de comisión 2: Intervención del constituyente Lorenzo Muelas H. p 3. 143 Fundada por Remedios Fajardo la más destacada y preparada de las líderes wayúu, en el año de 1976. La organización surge con el siguiente objetivo: ―En la Guajira se da una serie de situaciones que están atropellando nuestras costumbres, en especial la usurpación de nuestras tierras, la discriminación de los alijunas y sobretodo la educación que nos impartían en los internados indígenas era totalmente diferentes a la que se nos daba en nuestras rancherías. Entonces surge esa necesidad de tener un movimiento organizado para poder defender los intereses de la población indígena. Los abuelos nos dijeron que no nos saliéramos de los parámetros tradicionales wayúu, y había una institución antiquísima que se llama la Yanama, que es cuando nosotros nos reunimos para hacer trabajos comunales‖. Solano Macías, Clareth Maria. La Guajira una costa diferente: reportaje desde las comunidades Wayúu que conviven con el proyecto de el Cerrejón. P. 45 86 En efecto, en el expediente de constitución del Resguardo, que se encuentra en el INCODER (antiguo INCORA), se evidencian gran número de cartas y memoriales escritos por la organización YANAMA, dirigidas a las diferentes directivas encargadas de dar impulso al trámite de constitución del Resguardo. Así se aprecia en la siguiente carta de Remedios Fajardo, dirigida a Roque Roldán, Jefe de división de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno: Hemos estado gestionando de manera urgente la conformación y reconocimiento del territorio étnico wayúu. Nuestras peticiones han recibido respuestas puramente nominales y las gestiones que se han 144 realizado han beneficiado a algunos pocos políticos regionales y a sus intereses personales . Los wayúu consideraban como principales factores que atentan contra su territorio ancestral, los siguientes, y por ello la necesidad imperiosa de constituir el Resguardo: 145 Primero las zonas de reservaciones en la Guajira, segundo el problema de Barrancas con Ángel Ortiz Peláez, del cual ustedes tienen conocimiento, tercero solicitudes de indígenas para parcelas que colindan con fincas de terratenientes, quienes les están obligando a reducir sus áreas de producción para su propia 146 susbsistencia . Los puntos que siguen, nos brindan una panorámica de los enfrentamientos entre los indígenas y estos dos megaproyectos en las zonas de reservaciones, que mayor conflicto representaron a las reivindicaciones de las comunidades wayúu, lo que determinó la conformación del resguardo bajo análisis. 3. 1. El conflicto y la resistencia en Cerrejón: resistencia pasiva y activa. 144 Carta de Remedios Fajardo, directora de la Organización indígena wayúu Yanama. Dirigida a Roque Roldán. Jefe de división de Asuntos Indígenas del Ministerio del Gobierno. Enero 3 de 1983, Maicao, Colombia. Expediente 40749. Archivo INCORA. 145 Se refiere acá a las diferentes reservas constituidas en la Guajira: reservas de Carbocol, reservas de las salinas marítimas, reservas turísticas, reservas del INDERENA. 146 Carta de Remedios Fajardo, directora de la Organización indígena Yanama, dirigida a Jesús Robles. Gerente Regional INCORA de Valledupar, César, Maicao, Diciembre 9 de 1982. Expediente 40749. Archivo INCORA. 87 Dos casos de lucha, pueden nombrarse en el caso Cerrejón-Carbocol, la comunidad de Media Luna y la del caso de Caracolí y el Espinal: dos tipos de respuestas diferentes pero finalmente una misma resistencia, la lucha por un territorio que consideran ancestral. La primera de ellas se encontraba ubicada en el noroccidente del departamento, la segunda en el suroccidente, como puede evidenciarse en el mapa. Según los argumentos de los indígenas, las reservas de tierras adjudicadas por el INCORA al proyecto Cerrejón, ocasionó la división del territorio del pueblo wayúu, pues para poder construir la vía férrea de más de 150 km, la empresa debió destruir cuanto cementerio y ranchería se encontraba en la zona escogida por la multinacional. A su vez, según las 88 alegaciones de los wayúu, el trabajo rutinario de la multinacional generaba devastadoras consecuencias ambientales147. María Margarita Pimienta, líder wayúu, asegura con respecto al tema: ―El proyecto en cierta manera ha transformado nuestra forma de vida, por ejemplo, el cerrejón casi obligó a los wayúu a trasladarse a otros sitios y los wayúu son de donde está su cementerio, si no es así , sienten que están en un territorio prestado. Los Wayúu que vivían en la zona de influencia por donde pasaría la vía férrea o donde se construyó Puerto Bolívar, fueron lesionados‖148 3.1.1 La comunidad de Media Luna Mediante Resolución N 067 del 3 de septiembre de 1981, el Gobierno Nacional le otorga a la multinacional Intercor 1.195 hectáreas de territorio ―baldío‖, como se denominaba el territorio wayúu en la época, para la adecuación de obras de infraestructura, tales como un puerto, aeropuerto, un terminal férreo y una ciudadela industrial. Esta zona claramente no era baldía, por el contrario estaba ocupada por la comunidad wayúu de Media Luna, en donde habitaban 750 personas que se dedicaban a diferentes actividades en especial al pastoreo, la agricultura y la pesca. Sin embargo en 1982 comenzaron las obras de construcción, desde entonces la empresa minera y la comunidad de Media Luna se enfrentaron en una negociación teñida de fuertes discusiones y amenazas físicas. Remedios Fajardos, wayúu que lideraba el proceso de oposición a la multinacional del carbón, ponía de presente que desde entonces se iniciaron una serie de fuertes discusiones con la multinacional, para lograr una indemnización y trasladar los cementerios de las familias afectadas, lo que les permitiría ubicarse en otro lugar, ya que de todas formas el gobierno había adjudicado a esta multinacional dichas zonas, ―sin ninguna consulta al pueblo wayúu, 147 Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, Reubicación y Medio ambiente: p. 9 Grisales, Germán. ―Wayúus y arijuna: Dos pueblos frente a una frontera. Colombia”. Hoy Informa. N 136, Bogotá, Julio de 1995. P. 26. 148 89 de forma que ya no había más remedio que negociar el mejor trato posible‖149. En este sentido, las familias wayúu afectadas optaron por reubicarse a lado y lado del área inicialmente solicitada por el proyecto Cerrejón. Los problemas ocasionados por la contaminación del aire y las necesidades de expansión de la empresa llevaron a que se hiciera una nueva reubicación de varias familias que vivían muy cerca a las obras de construcción. Pero esta vez, los wayúu no quisieron abandonar el lugar ni volver a trasladar el cementerio, por esta razón siete familias (42 personas) se quedaron en sus tierras y no atendieron a las demandas de la empresa. Debido a esta situación, la empresa minera optó por cercar el área de vivienda de estas familias, colocando mallas alrededor de ellas, y un gran portón que fue cerrado por candados y custodiado por vigilantes armados quienes reportaban cada movimiento de los habitantes150. Adicionalmente, cada persona que llegaba a visitarlos, aún tratándose de su propia familia debía pedir permiso a las directivas del campamento, para ingresar a dicho lugar. Según la líder wayúu, Remedios Fajardo, con mucha frecuencia se les negaba el suministro de agua, no se les daba empleo a sus miembros, se les limita la construcción de viviendas y fuentes de agua. Este hecho constituía indicios de hostigamiento hacia la comunidad para que decidieran finalmente abandonar el lugar. Sin embargo, los wayúu no cedieron, ―la comunidad ha continuado resistiendo durante 25 años, encerrados en una malla, como si se tratara de un campo de concentración NAZI‖ 151. Las familias wayúu que hoy en día están tras la malla, no entregan su terreno bajo ningún precio. Frente a esta situación dice Remedio Fajardo: La verdad es que las familias Uriana y Epinayu que se quedaron no tienen para donde irse. Todos los territorios cercanos están ocupados mucho más allá de lo que por tradición han estado. Si ellos salen de sus tierras, el resto de vecinos no les permitirá asentarse en sus territorios, les preguntarán: ¿por qué entregaron las tierras que juya (lluvia) les dio? ¿Qué vienen ahora a buscar en nuestras tierras? 149 Chomsky, Aviva, comp. Bajo el manto del Carbón: pueblos y multinacionales en las minas del Cerrejón, Casa Editorial Pisando Callos, 2007. P. 18. 150 Chomsky, Aviva, comp. Bajo el manto del Carbón: pueblos y multinacionales en las minas del Cerrejón, Casa Editorial Pisando Callos, 2007. p17. 151 Ibidem. P. 17. 90 Según la tradición del pueblo wayúu quien cede sus tierras para quedarse sin ellas, pierde status ante la comunidad y pierde credibilidad para asumir responsabilidades comunitarias 152. 3. 1. 2. Caracolí y espinal: La comunidad de Caracolí y Espinal, fue otro grupo de indígenas wayúu que resistieron arduamente contra las intenciones de la multinacional, recurriendo en este caso a los tribunales y contribuyendo a que se diera un fenómeno de ―indigenización del derecho nacional‖. El caso de Carbocol, específicamente generó una importante lucha en el seno de la comunidad indígena wayúu, que inició por las denuncias realizadas por los habitantes aledaños a la zona de trabajo de Carbocol, esencialmente miembros del clan IPUANA.153 Las demandas iniciales predicaban: 1. El polvillo que salía de la gran montaña de material estéril era arrastrado por el viento y caía sobre sus cultivos y rebaños. 2. La gran montaña de material estéril había taponado el surco por el que corrían las aguas de las quebradas ―Araña Gato‖ y ―manantial‖, desecando tierras y alterando el ecosistema en forma irreversible. 3. La montaña de material estéril servía como botadero de comidas, las cuales acercaban perros que se convertían en salvajes y atacaban a los chivos de los wayúu. 4. El trabajo de la multinacional, 24 horas al día, 365 días al año, hacía un ruido infernal, el que se intensificaba aún más cuando se realizaban estallidos de dinamita en la mina de todos los días a la una y a las dos de la tarde. 5. La empresa, al llegar, prometió trabajo y ayuda a la comunidad y nunca cumplió 154. Las denuncias individuales iniciadas por los Ipuana y sus colaboradores, se vieron apoyadas por la organización YANAMA155. Las denuncias fueron en primera instancia dirigidas a la Oficina de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, pero la funcionaria encargada afirmó que las denuncias eran exageradas y no emitió ni un solo concepto, ni siquiera ordenó una visita a la zona para constatar lo denunciado por los indígenas156. 152 Ibidem. P. 22. La estructura social de los wayúu está constituida por 12 clanes diferentes que gozan de diferentes jerarquías según su poder y riqueza. 154 Acosta Medina, Maria Isabel. Indígenas, Reubicación y Medio ambiente: p. 9 153 156 Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, reubicación y Medio ambiente. P. 10 91 La negativa que manifestó en un principio el Gobierno se explica, según algunas opiniones, por la existencia de influencias de la empresa Carbocol en las entrañas de las instituciones estatales de la Guajira e inclusive de varias organizaciones indígenas. En efecto, la empresa contribuyó con donaciones o programas de desarrollo como aportes económicos para microempresas, mantenimiento de vías, realización de actividades de tipo cultural, actividades que dificultaban la toma de decisiones neutrales frente al caso de Carbocol y a su vez incrementaban el poder de la empresa. 157 En este contexto, YANAMA intentó realizar una sola organización con los wayúu de Venezuela, pero ello no fue posible, aunque se coordinaron y aún se coordinan algunas acciones con ellos. Por otro lado se presentaron algunas dificultades, en la medida en que los wayúu tradicionalmente, no se constituyen como un pueblo centralizado representado por un líder único, sino que por el contrario se trata de un pueblo en donde el poder político se encuentra disperso, de forma que éste reside en cada uno de los líderes, generalmente en el alaula o tío materno quien ejerce autoridad en cada uno de los grupos familiares existentes en la comunidad. Ello ha dificultado entonces, que todos los wayúu se sientan representados por la organización YANAMA, y en efecto muchos de ellos la perciben o vinculan como propiedad de CARBCOL-INTERCOR, ya que ésta última canalizaba sus aportes a través de la organización. Pese a ello, mediante apoderado judicial la comunidad recurrió a todos los recursos jurídicos posibles para defender los derechos vulnerados, se recurrió a la justicia ordinaria, a la vía administrativa, a los diálogos con las autoridades, etc. Finalmente, como consecuencia de la influencia de la empresa en la zona, en el proceso de constitución del resguardo de la Alta y la Media Guajira, se excluyeron las zonas otorgadas a Carbocol como reserva. 158 Es decir el INCORA adjudica a Carbocol 4 reservas en la zona, que constituyen un total de 5000 hectáreas como consta en la resolución de adjudicación del Resguardo y éstas son excluidas del Resguardo. 157 Ibidem. P. 10. Comité de Asuntos Indígenas de Riohacha. Informe para la constitución del Resguardo indígena de la Alta y la Media Guajira. 1983. 158 92 Como justificación de la exclusión de esta reserva, dicen los altos directivos del gobierno, que la creación del resguardo de la Alta y Media Guajira, responde a la idea de fomentar un ―etnodesarrollo‖ que supere la idea de preservar y conservar las ―formas ancestrales de vida de por sí, como en un museo viviente, y por el contrario, se orienta a mostrar la viabilidad de una relación intercultural, positiva entre la sociedad mayor y la minoría étnica indígena‖159. En este sentido, estas reservas por ser incompatibles con la constitución del Resguardo, deben ser excluidas del mismo. Ello permitirá evitar ―posibles conflictos y roces ―entre la multinacional y las comunidades indígenas. 160 Estas zonas, dice la Resolución que declara la constitución del Resguardo, no pueden ser incluidas en el Resguardo, pues están bajo la administración de las entidades beneficiarias (Carbocol), que aunque no son propietarias de los suelos, pueden desarrollar sobre los mismos, todos los actos necesarios para el cumplimiento del servicio público. Cuando se haya cumplido la finalidad para la cual fue creada esta reserva, o si bien la entidad beneficiaria no les dio el uso debido, las zonas vuelven a su legítimo dueño, es decir al Estado, por tratarse de tierras baldías161. 3. 2. Las Salinas otorgadas al Banco de la República. En los territorios circundantes a las actuales Salinas de Manaure, han residido tradicionalmente: los Epinayu, los Epiyu y los Pushaina, que en su conjunto configuran aproximadamente 12.000 personas. La sal que se extrae de Manaure, era tradicionalmente recolectada por migrantes estacionales wayúu que eran convocados dos veces al año desde la 159 Carta dirigida por Orlando Sardi de Lima, Secretario General del Ministerio de Agricultura, a Roque Roldán, Jefe de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno. 19 de octubre de 1993. Expediente 40749. INCODER. 160 Resolución N 015 de 28 de Febrero de 1984. Por la cual se constituye como Resguardo Indígena a favor de la comunidad wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en jurisdicción de los municipios de RIOHACHA, MAICAO, URIBIA y MANAURE, departamento de la Guajira. 161 Resolución N° 015 del 28 de febrero de 1984.Por la cual se constituye como Resguardo Indígena en favor de la comunidad WAYUU de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en jurisdicción de los municipios Riohacha, MAICAO, URIBIA, Y MANAURE, departamento de la Guajira. 93 Alta y Media Guajira. Sin embargo para la época bajo estudio, legalmente esta zona era considerada un bien baldío, un bien de la Nación162. A lo largo del siglo XX, en especial a mediados del siglo, la explotación de la sal fue establecida legalmente como monopolio del Estado. A su vez, se dio en concesión la explotación de la Sal de Manaure al IFI (Instituto de Fomento Industrial) administrado por el Banco de la República, proyecto que se desarrolló modernizando las formas de explotación de sal y por ello relegando las tradicionales formas de producción wayúu. En este contexto se desarrolla el conflicto entre el Estado y las comunidades wayúu, en donde el primero abogaba por el desarrollo de un proyecto clave dentro del proceso de modernización de Colombia y por ello al derecho sobre los recursos y sobre las tierras necesarias para ello, y en donde los segundos rechazaban la explotación industrial de la sal (actividad ancestralmente desarrollada por las wayúu), y reivindicaban su derecho a la tierra, denunciando que el IFI, se encontraba ocupando de hecho territorios que pertenecían al Resguardo de la Alta y Media Guajira, y estaba generando irreversibles efectos ambientales. Se buscaba entonces proteger al wayúu apaalanchi, es decir el wayúu playero, que vive a orillas del mar y depende de la explotación de los recursos marinos, entre ellos la extracción de la sal163. En este contexto, los wayúu recurren a toda una serie de argumentos para evidenciar su derecho a la tierra y a las salinas y para poner de presente, las devastadoras consecuencias del IFI en la zona. En cuanto a su derecho ancestral de las salinas y las tierras circundantes, los wayúu lo relacionan a un pasado mítico que lo justifica y a una situación fáctica que lo refuerza. En cuanto al derecho de la sal desde el enfoque mítico, se puede identificar en la prensa la importancia de las salinas para los wayúu. Dice un viejo wayúu refiriéndose a las salinas: 162 Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Bogotá diciembre 10 de 1971. Consejero Ponente: Dr. Álvaro Orejuela Gómez. 163 Aguilera, María M. Salinas de Manaure. Tradición Wayúu y modernización. Banco de la República, Mayo de 2003. P. 7. 94 Los wayúu nacimos cuando Mma, la tierra, fue fecundada por Juyá, aquel que llueve, la lluvia. Así, es de esta misma tierra que estamos hechos los wayúu. ―Serán ello, los Wayúu los que hablarán‖ dijo Maleiwa, quien formó el mar y la tierra; y cuando el mar se metió a la tierra, se formó la Sal y nos 164 puso para cosecharla. Así pues enfatiza el viejo, que el territorio de las salinas no es un territorio baldío como lo pretendió en su momento, el Gobierno nacional: Los alijunas han hablado y han dicho que nuestro territorio es baldío, ignorando que en ese espacio habitamos por igual los Wayúu, nuestros rebaños marinos y terrestres: las sombras de todos que son almas; los muertos; y seres como Pulowi, Wanulu y los Akalakui, Keeralia, Waneesatalai, entre otros, con quienes convivíamos en el cuidado de nuestros recursos, el respeto al suelo y al mar, y el equilibrio de nuestra supervivencia como pueblo. ¿Porqué los gobiernos y sus planificadores y empresarios no entienden nunca que nuestro territorio cumple una función social? Según ellos ―los 165 indios‖ como sus tierras y sus almas, como sus territorios son ―baldíos‖ . En cuanto al argumento fáctico, ciertos líderes wayúu explicaban, que desde épocas ancestrales han explotado la sal: Antes de la invasión Europea los wayúu ya vivían en la Península y explotaban las minas como consta en las crónicas de la Conquista, luego durante la Colonia, los wayúu explotaban libremente esas salinas para su propio beneficio aparentemente ―cedida‖ a ellos por pragmática real. Posteriormente durante el primer siglo de la República, los wayúu explotaron sin interrupción esas Salinas para su propio beneficio y sólo se entró a debatir sus derechos en 1918166. Así pues los wayúu controlaron las salinas hasta 1941, momento en el que el Banco de la República unilateralmente, dicen sus líderes, se tomó a su cargo la Concesión de Salinas de Manaure, en donde los indígenas nunca fueron consultados y no hubo tal ―concesión‖ por parte de ellos.167 En cuanto a los argumentos ecológicos, los wayúu aseguraban que la industrialización de la sal produce los siguientes efectos: Se destruyó el ecosistema de dos ciénagas de 4000 hectáreas con su bosque y sus arroyos circundantes168 164 Carta de un ―Viejo wayúu‖ a todos los colombianos. Carta Abierta publicada en el Espectador. 19 de mayo de 1991. 165 Ibidem. 166 Carta dirigida al señor Gustavo Zuluaga director General de las Salinas de Manaure. El día 10 de septiembre de 1987. ‖ en Revista Diners. N 133, Abril de 1987. Expediente 40749. 167 Ibidem. P. 51 168 Child, Jorge. ―Expoliaciones del IFI a los wayúu‖ El Espectador. 23 de Junio de 1991. 95 La fauna acuática de la zona migró hacia nuevas zonas debido a las actividades de explotación, afectándose en este sentido la fuente tradicional de pesca para las comunidades aledañas, las playas se convirtieron en basureros de chatarra de la empresa, el proceso de salinización de la zona evitó que las comunidades aledañas pudieran continuar con sus cultivos estacionales de fríjol, ahuyama, patilla y maíz. Todo ello generó entonces un fenómeno de desterritorialización y por ello migración de las comunidades aledañas hacia zonas que brindaran mejores calidades de vida. El proceso de explotación de la sal en Manaure se hizo entonces sin ningún tipo de estudio previo y riguroso, ni consulta que indicara los efectos nocivos de su desarrollo. A su vez se devastó el patrimonio cultural wayúu (trece cementerios destruidos)169. Por último, argumentan que la industrialización de la sal, que inició en los años 70, desplazó al indígena de su medio de subsistencia: Cada máquina Caterpillar recoge la sal que acopiaban antes 400 indígenas170. Como medio de resistencia, los wayúu generaron entonces en 1970, un proceso de recuperación de los territorios familiares, de manera que se empezaron a constituir áreas de explotación salinera familiar, ―basada en la reinversión de los excedentes de la nueva actividad salinera en la economía tradicional‖. Se empezó a generar entonces una producción paralela a la producción de la multinacional, que hoy en día alcanza las 160.000 toneladas anuales171. Como consecuencia de las presiones y reclamaciones de los wayúu, en ésta época se produce a su vez, un importante documento, el Acuerdo de 1970, celebrado entre el Estado y autoridades wayúu de las zonas de Musichy y Yawakat para indemnizar a la comunidad por los daños al territorio y al medio ambiente provocados por las obras de industrialización y ampliación del entable de salinas. 169 Grisales, Germán. ―Wayúus y arijuna: Dos pueblos frente a una frontera. Colombia”. Hoy Informa. N 136, Bogotá, Julio de 1995. p 22. 170 Giraldo, Leonel. ―El pueblo más salado del mundo‖ en Revista Diners. N 133, Abril de 1981. 171 Aguilera, María M. Salinas de Manaure. Tradición Wayúu y modernización. Banco de la República, Mayo de 2003. P. 7. 96 Entre estos se anota que la Concesión Salinas se comprometió a pagar al explotador por el trabajo de picar, arrumar y entregar a la empresa en los terraplenes cada saco de Sal, un 25 por ciento más del precio que se le venía cancelando172. Las diferentes organizaciones, especializadas en las reivindicaciones en torno a la sal, son una muestra del rol activo que jugaron las comunidades indígenas en pro de la defensa de su territorio y del derecho salinero. Así pues, se encuentran diversas organizaciones entre las cuales se pueden nombrar: Asociación Waya Wayú que agrupa cerca de 5.000 explotadores de sal o jornaleros de las charcas de sal en las áreas de Shorshimana y Manaure, Asociación de Jefes Familiares Wayúu propietarios de los Territorios Adyacentes al Entable Industrial de las Salinas de Manaure- SUMAIN ICHI que integra a los jefes de los clanes wayúu poseedores de las tierras adyacentes a los entables de las salinas y Asociación de Charqueros MANAURE ABAJOASOCHARMA, que involucra un centenar de familias wayúu propietarias de una serie de charcas paralelas173 al entable salinero y que producen sal marina que se considera de ―baja calidad‖ con destino a mercados externos diferentes de la empresa local. Sin embargo, pese a todo ello, los territorios reservados al IFI para la explotación de la sal son finalmente excluidos del Resguardo de la Alta y Media Guajira, como ocurrió también en el caso Cerrejón: Así pues la resolución de constitución del mismo, recuerda en un primer momento el derecho de monopolio que tiene el Estado sobre este recurso, para luego resolver, a este respecto: De acuerdo con lo anotado anteriormente existen normas de orden superior que establecen el régimen jurídico al cual están sometidos las salinas marinas y específicamente las de Manaure, que el Instituto no 172 ―Acuerdo entre Concesión de Salinas e indígenas‖ Publicado en el Heraldo, Barranquilla. Agosto 1 de 1977. Charcas paralelas: consiste en un centenar de pequeñas piscinas (entre 120 y 500 m cuadrados) ubicadas en el costado de las grandes piscinas o charcas artesanales de SHORSHIMANA y MANAURE. Fueron construidas por familias wayúu localizadas en Manaure Abajo (un poblado rodeado por el entable salinero), fueron diseñadas al estilo tradicional, local e imitando el sistema industrial de piscinas de cristalización de la sal. Producen sal de baja calidad (o sal sucia), y es comercializada en los molinos de sal regionales de los mercados de sal de ciudades como Maicao o Bucaramanga. Durante la década de 1990 a 2000 fue definida por la Concesión salinera como ―sal de contrabando‖ porque generaba ingresos no calculados directamente por la producción nacional y golpeaba severamente la producción oficial de sal. 173 97 puede desconocer, ni tiene tampoco competencia para modificarlo, por lo tanto esta zona queda excluida 174 del Resguardo de los wayúu . 3.3 La exclusión de otras zonas de vocación ancestral. En relación con el terreno otorgado a la Corporación del Turismo, el Gobierno afirma que con ésta zona no se presenta mayor problema en la medida, en que la franja de Costa, por no ser incompatible con los intereses de los indígenas, puede hacer parte del Resguardo de la Alta y Media Guajira, pero con un régimen especial: el de reserva turística, calidad que se le dio desde 1972, como se vio anteriormente. Sin embargo recuerda el Gobierno que el desarrollo de la finalidad turística no se podrá hacer en desmedro del hábitat de las comunidades indígenas, de forma que es imposible efectuar en esta zona ―construcciones de cualquier otra obra que deteriore el paisaje y desconozca el derecho que tienen sus propietarios175. Este régimen especial implica únicamente que la zona en cuestión se trate de una zona sujeta a planes de recreación pero con preservación. 176 Los indígenas por su parte, no se mostraban tan optimistas como el Gobierno a este respecto. La organización YANAMA, en una carta dirigida al Doctor Carlos Ossa Escobar, Gerente General del INCORA, solicita que esa zona sea convertida en resguardo propiamente. Estas tierras, alega la organización, han sido habitadas durante milenios por nuestra gente, ―hoy se encuentra en serio peligro la supervivencia de muchas familias wayúu como consecuencia de los proyectos turísticos que desea implementar el Gobierno, caso específico en el Cabo de la Vela (Jepira), lugar mitológico y sagrado para los wayúu, según nuestra religión y vida espirirtual‖177. 174 Resolución N° 015 de 28 de febrero de 1984, por medio de la cual se constituye como resguardo Indígena a favor de la comunidad wayúu de la Alta y Media Guajira, un globo de terreno baldío, ubicado en jurisdicción de los municipios de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure, departamento de la Guajira. 175 Carta de Roque Roldán, Jefe de División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, dirigida a Oscar Ocampo Morales, Jefe de División de Titulación de tierras, Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. 16 de noviembre de 1983, Bogotá, Colombia. Expediente 40749. Archivo del INCORA. 176 Ibidem. 177 Carta de YANAMA, dirigida al Doctor Carlos Ossa Escobar, Gerente Genenral del INCORA. Maicao, abril 18 de 1989, Bogotá. Expediente 40749. Archivo del INCORA. 98 En efecto, como bien lo evoca YANAMA, los indígenas wayúu consideran la zona declarada como reserva turística, de gran importancia desde un punto de vista cultural en la medida en que éste incluye uno de los lugares míticos de mayor trascendencia para los wayúu, Jepira, hacia donde según las creencias se dirigen los indios muertos, cómo ya se había anunciado en su momento en el capítulo II. En efecto, Jepira, en wayúunaiki traduce la gente del cabo y geográficamente corresponde a lo que desde el punto de vista turístico se conoce como el pilón de azúcar en el Cabo de la Vela. Jepira es el lugar hacia donde se dirigen los indios wayúu muertos, en ese lugar se encuentra la cueva del diablo: ―Existe un bus especial que les permite salir y entrar de la cueva del diablo para realizar asuntos pendientes‖.178 Por otra parte, en relación con la zona otorgada como reserva forestal, éstas cobran gran importancia para la tradición histórica y mítica, según los wayúu. En efecto, desde la Conquista, los mismos españoles afirmaban como la zona de Chimare y de la Serranía de la Makuira eran aquellas que siempre permanecieron incontroladas y que por ello eran las más poderosas. Muestra de ello es la defensa de Apiesi, pueblo de españoles que se intentó imponer en la Makuira, durante la época de la Colonia para controlar a los indios, que finalmente fue destruido por éstos últimos179. En efecto, en estas reservas forestales, se encuentra hoy en día, la serranía de la Makuira, constituida actualmente como Parque Nacional, ubicada en la Alta Guajira. Su valor mítico y cultural es de gran relevancia por la existencia en la zona de varios lugares considerados sagrados por los habitantes de la zona, cómo se explicó en su momento (Ver capítulo II). En la punta de uno de los cerros se encuentra el médano o las dunas de arena, lugar que se considera un lugar sagrado, pues en un principio en la Makuira habitaban los arwakos, como bien lo narra Ender Leonardo, habitante de la zona ―Hubo un conflicto entre wayúus y arwakos, se dio una guerra y la ganaron los wayúu por eso quedaron como habitantes de la serranía de la Makuira y los arwakos tuvieron que irse a la Sierra Nevada de Santa Marta‖180. 178 Entrevista con Margarita Epiayú, habitante del cabo de la vela. Diciembre de 2007. Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). p123. 180 Entrevista con Ender Leonardo, 23 años, ecoguía wayúu de la Serranía de la Makuira. Diciembre de 2008 179 99 Los mismos viejos que habitan en la Makuira, dicen que el médano a veces se ve como el mar, por sus ondas, por eso es que se dice que el desierto es el mar y la Makuira es una isla. En efecto, los mismos antropólogos ratifican la procedencia de los wayúu de los arwakos y una observación personal del lugar permite identificar en el médano pequeños restos arqueológicos de tinajas181. Sin embargo, la Makuira no es un lugar sagrado únicamente por el médano, según las historias de los viejos, cada rincón tiene su historia y su valor mítico. En la serranía puede encontrarse entre otros lugares sagrados como los siguientes: El bosque de niebla, por ejemplo, es un lugar que se encuentra más allá de un lugar denominado el chorro. Los habitantes coinciden en que se considera un lugar sagrado, como lo cuenta María del Tránsito Paisayú, cuyo tótem es la avispa negra ―Más arriba del chorro es un sitio sagrado, pues una niña que encerraron antes de desarrollarse tenía relaciones con el perro y no quería seguir encerrada y se escapó con un totumo para llevar agua y dirigirse más allá de Nazareth 182. El totumo se le cayó al chorrito y la niña por tratar de alcanzarlo se cayó y se murió en el chorro. Por eso el chorro es sagrado, a veces aparece la niña y desaparece en el chorro pero sólo se le ve la espalda, con el pelo largo. Cuando alguien trata de mirarla a la cara ella desaparece183. Por otro lado, la piedra de Worunka, está ubicada en el camino hacia el médano, cuando se pasa un arroyo en cuya ladera se observa una piedra, llamada por los habitantes de la Makuira ―la piedra de Worunka‖. En este lugar, se dice, una niña, la hija de la lluvia que tenía la vagina dentada, se sentaba en una piedra en el arroyo a bañarse. Tres muchachos querían casarse con ella, pero no podían porque la niña tenía la vagina dentada y por esa razón no podían reproducirse los habitantes de la Makuira. Los tres muchachos decidieron entonces tirarle una piedra mientras se encontraba bañándose en el arroyo acostada en la piedra con las piernas abiertas. La piedra le tumbó los dientes y el 181 Visita a los médanos de la Makuira. Diciembre de 2007. Nazareth es la población más próxima a la Serranía de la Makuira. 183 Entrevista con María del Tránsito Paisayú, tótem la avispa negra, habitante de la Serranía de la Makuira, sector Mekijanao. 182 100 arroyo se tiñó de rojo por la sangre que derramó la worunka. Los animales bebieron del arroyo y por eso se encuentran en la Makuira una gran variedad de aves rojas como es el cardenal y el pájaro carpintero. La piedra de la Worunka tiene hoy en día la forma de la vagina en donde se sentaba la mujer (hija de la lluvia) al bañarse en el arroyo.184 En efecto, esta zona de la Makuira, fue declarada como Parque Nacional desde 1977 (25.00 hectáreas), en este sentido ―el Gobierno central le da la categoría de doble protección, tanto por sus grandes valores naturales, como por sus características culturales que definen una autonomía en el manejo territorial de su resguardo‖185. Sin embargo, como forma de prevención la organización YANAMA solicita a su vez la conversión de esta reserva y Parque Nacional en resguardo indígena186, sin que esta solicitud parezca viable en la medida en que la legislación vigente imposibilita tal medida. Finalmente es necesario hacer una breve referencia a los predios de particulares terratenientes y las pugnas y reivindicaciones de los indígenas frente a estos terrenos. Los indígenas en particular, consideraban que desde antaño los colonizadores particulares han invadido terrenos de los wayúus: ―Hasta el punto de que si hoy se visita uno cualquiera de los resguardos de Colombia, se observa que las mejores tierras y la gran mayoría de todas ellas no están en poder de los indígenas, sino en manos de colonos o blancos como allí se le llama, quienes tienen a los indígenas reducidos a la triste situación de terrazgueros de su propia tierra, inclinados sobre ella en una economía de subsistencia, pagando en 187 jornales el tributo de terraje a sus nuevos amos: LOS TERRATENIENTES‖ . Entre estos, es famoso el caso de Ángel Enrique Ortiz y Peláez 188. En este evento, el terrateniente solicitó 1799 hectáreas de tierras ante el Juzgado Promiscuo del Circuito de San Juan del César, Guajira. Se trataba de un globo de tierra ocupado por indígenas wayúu. El 184 Entrevista con Jhonny Palmar Warapuana, tótem el zorro, funcionario de la Oficina de Parques Nacionales. Diciembre de 2007. 185 Parques Nacionales Naturales de Colombia. ―PARQUE NACIONAL NATURAL MAKUIRA: Información general.‖ en www.parquesnacionales.gov.co 186 Carta de YANAMA, dirigida al Doctor Carlos Ossa Escobar, Gerente General del INCORA. Maicao, abril 18 de 1989, Bogotá. Expediente 40749. Archivo del INCORA 187 Informe de 1982 de la Organización Indígena YANAMA ―Terratenientes invaden tierras indígena en el sur de la Guajira-Colombia‖. Expediente del Resguardo de la Alta y Media Guajira. INCODER. 188 Carta de Remedios Fajardo, Organización Indígena YANAMA a Jesús Robles. Gerente Regional del INCORA. Maicao, diciembre 9 de 1982. Expediente 40749. Archivo del INCORA 101 proceso fue seguido por el juez Laureano Urbina, y luego por la juez María Luz Pupo de Cuello, quien dictó sentencia favorable al terrateniente el 17 de Agosto de 1976. Esto fue posible en parte gracias al dirigente liberal de Hato Nuevo Abraham Romero Duarte y Santos Rafael Ojeda Ortiz, quienes declararon la inexistencia de los indígenas que se encontraban poseyendo la zona. En este pleito se reconoce entonces como único propietario al terrateniente, situación que fue confirmada por el Tribunal Superior de Riohacha el 25 de Enero de 1977. Muchos otros pleitos se surtieron entre indígenas y terratenientes: Antonio Ventura Duarte en las cercanías al municipio de Barrancas, Isabel Jiménez y Natividad Amaya en el rancho de un clan Epiayú, Alberto Ortiz y Gregorio Ortiz quienes según denuncias de los indígenas han venido hostigando y amenazando a éstos últimos para que abandonen sus tierras189. 3. 4. Conclusiones En suma, los años de 1963 a 1983 permiten considerar una primera fase del proceso de legalización de los territorios indígenas wayúu por parte del INCORA, no sin que se presentaran dificultades debido a los diferentes intereses de diversos actores en la zona: El Estado, multinacionales, colonizadores particulares e indígenas. En un menor grado se presentan enfrentamientos con los proyectos turísticos y ambientales en la zona. Luego de las solicitudes de constitución del Resguardo Indígena al INCORA, las presiones por parte de la Organización YANAMA y los conflictos surgidos con diversos actores, el Resguardo de la Alta y Media Guajira queda finalmente establecido en 1983, de la siguiente forma: 189 Carta de la Organización Indígena YANAMA, dirigida a Elizabeth Márquez Reyes, Jefe Comisión Asuntos Indígenas, Ministerio de Gobierno. Bogotá, 28 de septiembre de 1987. Expediente 40749. Archivo del INCORA 102 En el mapa se evidencia como las reservas destinadas a Carbocol (5000 hectáreas), y a la explotación de la sal concedida al Banco de la República (45.120 hectáreas) se mantienen, por lo que éstas se excluyen del resguardo wayúu. Adicionalmente se excluyen del mismo 2.122 predios con 89.749 hectáreas sobre los cuales particulares gozaban de propiedad privada, derivadas de una serie de adjudicaciones del INCORA y procesos de pertenencia. A su vez si bien las reservas de la Corporación de Turismo y del INDERENA, se mantienen dentro del Resguardo, estas tienen un régimen especial que implica limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad colectiva de los indígenas. En suma, del área que los wayúu reivindican como ancestral y que por ello solicitaban su adjudicación, se excluyen 164.619 hectáreas con diferentes destinaciones. 103 4. Las luchas en 1991: “La indigenización del derecho”. Pese al importantísimo logro que supuso la constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira en 1983, las comunidades no cedieron en sus reivindicaciones: exigían que las zonas excluidas (reservas de Carbocol e IFI especialmente) fueran incluidas en el Resguardo, a su vez buscaban garantizar que las zonas protegidas bajo la institución del Resguardo, fuesen protegidas en el plano fáctico. El año de 1991 representa entonces para las comunidades indígenas, la existencia de una nueva herramienta para reivindicar sus derechos: La Constitución política de Colombia, en donde se consagran importantes herramientas para estas comunidades, y acciones a las cuales recurrir como es el caso de la acción de tutela. Desde 1991, es claro entonces cómo los wayúu en la lucha por su territorio recurren a esta nueva herramienta, indigenizando el derecho, lo que les genera beneficios importantes. En este sentido, se busca identificar a continuación el giro que se dio en las luchas frente a los dos grandes proyectos de extracción de recursos naturales en la Guajira, que afectaron particularmente los territorios indígenas, con ocasión de la Constitución de 1991, y sus desarrollos posteriores: El Cerrejón y las Salinas de Manaure. 4. 1 El Cerrejón: luchas jurídicas y sociales Como se vio en el punto anterior, el INCORA excluyó en el proceso de constitución del Resguardo wayúu en 1983, las tierras adjudicadas a Carbocol y adicionalmente se evidencia una actitud pasiva por parte de las autoridades gubernamentales frente a los efectos negativos de la explotación de la mina, pese a las diferentes negociaciones, resistencias y presiones por parte de YANAMA y las comunidades insatisfechas con el proceder de la multinacional en la zona. 104 La lucha indígena sin embargo continuó, y fue tanta la presión de la organización YANAMA y de los indígenas sobre el Ministerio de Gobierno, de quién dependía la Oficina de Asuntos Indígenas, que se despidió a la Directora encargada hacia otra zona y se nombró nuevo Director de asuntos indígenas. A su vez, una comisión conformada por Remedios Fajardo, el abogado Armando Pérez Araujo, entre otros miembros, viajó a Bogotá para denunciar ante el Ministerio de Salud y los medios de comunicación, que el polvo de carbón y los materiales estériles de desecho estaban contaminando las comunidades de El Espinal y Caracolí, al sur de la Guajira. Se denunció también que derivado de las actividades de la multinacional, se habían producido muertes, diarreas de sangre, severas enfermedades respiratorias y abortos de animales entre otros daños190. La gestión de los indígenas tuvo como resultado la resolución 02122 de 22 de mayo de 1991 en donde se declaró una ZONA INHABITABLE de 1000 metros y ZONA DE ALTO RIESGO, correspondiente a la franja comprendida entre los 1000 y 4500 metros a partir del extremo externo del material de apilamiento de la zona otorgada a Carbocol, por considerarse que los trabajos de Carbocol suponían grandes devastaciones a nivel ambiental y frente a la salud de los indígenas wayúu, luego de varios estudios de técnicos en la zona. Pese a que no se puso directamente en jaque a Carbocol, por primera vez una manifestación oficial del gobierno de Colombia descalificaba el proceder de la multinacional y por lo mismo indirectamente atacaba sus intereses. Sin embargo, como sucede en muchas ocasiones, pese a que existían las órdenes legales de manera formal, no se desarrollaron las medidas efectivas para proteger a las comunidades indígenas frente a los abusos de Carbocol, por la cual, los wayúu, iniciaron un proceso judicial: se interpuso una acción de tutela el día 12 de febrero de 1992, ante el tribunal de Riohacha para reclamar la violación al derecho a la vida y a la integridad física y violación al derecho de vecindad y colectivo al ambiente sano, para que como mecanismo transitorio se evitaran perjuicios irremediables. Sin embargo este tribunal denegó la acción, luego el caso 190 Solano Macias, Clareth Maria. La Guajira una costa diferente: reportaje desde las comunidades Wayuu que conviven con el proyecto de el Cerrejón. P. 56. 105 pasa a segunda instancia ante la Corte Suprema de Justicia donde a su vez se deniega la tutela, sin que se tenga un auxilio por parte de los tribunales que conocen del caso. Finalmente se interpone una tutela ante la Corte Constitucional. Esta Corporación en su sentencia, luego de corroborar los efectos negativos de la Empresa en la zona, afirmación fundamentada en la misma resolución expedida por el Ministerio de Gobierno, falló a favor de los indígenas wayúu en donde concedió: ―La tutela del Derecho Constitucional Fundamental a la Vida y a la Integridad Personal de MILTON ORTIZ CARRILLO, su esposa y sus hijos menores, de DIOMEDES CARDONA y su familia, y de las específicas personas y familias residentes en las veredas de Caracolí y el Espinal del Municipio de 191 Barrancas en el Departamento de La Guajira‖ Ahora bien, cabe preguntarse cual fue el significado de esta sentencia dentro de la lucha jurídica de los wayúu por el territorio, y sus consecuencias. En primera instancia debe decirse, que la sentencia en cuestión representó la etapa final de una de las grandes luchas de la comunidad wayúu que inició en la mitad del siglo contra la Empresa INTERCOR-CARBOCOL. Esta sentencia reconoció y reprobó la actuación de la empresa en la zona, y adicionalmente fue el hecho que puede ser considerado como el motor o la catapulta de la puesta en práctica de la protección de las comunidades indígenas aledañas a las zonas de exploración. Luego de la expedición de la sentencia, las entidades gubernamentales no se contentaron con declarar simplemente como reprochable la actitud de la multinacional en la zona, y declararla como zona de ALTO RIESGO e INHABITABLE, sino que se pusieron en marcha varios mecanismos entre los cuales puede mencionarse la resolución 09464 de 1992, que estableció a grandes rasgos la puesta en acción de un plan de cumplimiento por parte de la empresa para el control de sus efectos negativos en el medio ambiente, continuamente controlado por las entidades estatales y el desplazamiento de los wayúu que habitaban en las zonas aledañas, de acuerdo a un ―Plan Concertado de Reubicación de las comunidades‖. 191 Corte Constitucional. Sentencia T 528 de 1992. Mp. Fabio Morón Díaz. 18 de Septiembre de 1992. 106 A su vez, la empresa debió iniciar una serie de programas en beneficio de la comunidad que compensarán de alguna manera los estragos causados por la explotación del carbón en la zona, lo que denomina la empresa como ―programas sociales‖. Por vía de ejemplificación se encuentran hoy en día los siguientes: Fundación de Cerrejón: Desarrollo de la MicroempresaGrupos Solidarios, Plan Integral de Ayuda a la Comunidad Indígena - Paici192 Segundo, teniendo en cuenta la importancia desde el punto de vista económico que representa la explotación del carbón, no es viable en ningún sentido que el Estado ordene la expulsión de la empresa de la zona, por el contrario se ha intentado conciliar los diferentes intereses teniendo en cuenta que la Empresa tiene un contrato en virtud del cual su presencia en la Guajira estará por lo menos hasta el 2034. De ello se deriva que se planteen programas que impliquen algún beneficio para las comunidades aledañas por lo que la presencia de la empresa en la zona ha generado, adicional a los cambios territoriales o ambientales, grandes cambios culturales, notablemente a través de la contratación de mano de obra indígena y los programas sociales antes comentados. Paralelamente a las luchas jurídicas, se llevaron a cabo protestas sociales que generaron normas que beneficiaron a las comunidades. A mediados de 1996, los reclamos de un sector de comunidades wayúu frente a la Dirección General de Asuntos Indígenas-DAI- del Ministerio del Interior desencadenó un movimiento nacional indígena liderado por la Organización Nacional Indígena de Colombia –ONIC-. Sobre la mesa de discusiones estaba la situación de los pueblos Wayúu y Uwa amenazados y lesionados por la explotación de carbón, gas y petróleo, hecha por empresas multinacionales (Exxon, Texas y Occidental). Los indígenas se tomaron la sede de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de Bogotá y numerosas oficinas públicas en todo el país. Después de una larga negociación y como respuesta a las demandas de los indígenas se expidieron dos decretos193: - Decreto 1396 de 1996: Este decreto crea la Comisión de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas y el programa especial de atención a los pueblos indígenas. Su función es 192 Cerrejón Minería Responsable en www.cerrejoncoal.com. Recuperado el 15 de julio de 2009. Organización Nacional Indígena de Colombia. -ONIC-.Minería en territorios indígenas de Colombia, Perú y Venezuela. P. 154. 193 107 especialmente, velar por la protección y promoción de los derechos humanos de los pueblos indígenas. - Decreto 1397 de 1996: crea la Comisión Nacional de Territorios indígenas, adscrita al Ministerio de Agricultura, orientada a concertar la programación que, en materia de tierras de indígenas hace el INCORA y a garantizar su seguimiento por parte de organizaciones y comunidades. Estos decretos, especialmente el de 1397, despertaron una ola de reacciones en contra, por parte de las empresas petroleras, mineras y sus simpatizantes. Un editorial del periódico ―El Tiempo‖ da cuenta de estas reacciones el día viernes 23 de agosto de este año. Frente al decreto 1397, el periódico comenta: Como resultado de las negociaciones que tuvieron lugar luego de la ocupación por indígenas a la sede de la Conferencia Episcopal Colombiana, se expidió el decreto 1397 que les entrega a las comunidades indígenas mediante unas burocratizadas comisiones la facultad de detener o evitar inversiones en sus territorios, al prohibir o negar licencias que son requisito indispensable para iniciar cualquier proyecto de desarrollo. Obviamente- y no es difícil adivinarlo- la norma se convertirá en una talanquera más para las empresas petroleras que son las que más tienen que trabajar con poblaciones indígenas. Tampoco es un secreto que detrás de esas organizaciones indígenas se mueven los intereses de ciertos movimientos subversivos o de izquierda mamerta que aprovechan la pasividad de esas comunidades para arrinconar y ojalá sacar a las multinacionales que están explotando petróleo. 4. 2 Las Salinas de Manaure Cómo ocurrió en el caso Cerrejón, en las Salinas de Manaure se surtió a su vez un giro, en la medida en que las nuevas herramientas brindadas por la Constitución de 1991, y la política multicultural subsecuente, permitieron nuevos frentes de acción para los wayúu. El año de 1991 contiene dos aspectos importantes que marcan el cambio de la situación en las Salinas y a su vez en la narrativa jurídica como ya se había mencionado. Por un lado, Colombia entra en la etapa de ―apertura económica‖ que supone procesos de reconversión y privatización industrial, de manera que el Estado intenta modernizar las Salinas en la perspectiva de su privatización, con base en la cesión al Ejército Nacional de la obras civiles de los diques, y el intento de despojar a los wayúu de su nuevo modo de 108 supervivencia (las producciones paralelas). Este proceso supuso una tensión mayor en el conflicto, entre wayúus y el IFI y por ello con el Estado. Por otro lado, la Constitución de 1991, y las leyes y decretos que desarrollan los asuntos indígenas establecidos en la Constitución, implicaron una mayor protección en cuanto a la explotación de minas o recursos naturales en territorios indígenas194. Una mayor presión y por ello resistencia de los indígenas y un marco constitucional y narración jurídica favorable, obliga al Gobierno a adoptar un esquema de concertación, que se manifiesta en el Acuerdo del 27 de julio de 1991, en donde se replantea el desmonte del monopolio estatal y se pactan entre otras cosas: La constitución de una nueva sociedad en donde los wayúu sean socios del 25%, el pago anual a la comunidad Wayúu de Manaure por parte del Estado y a manera de indemnización, de una suma de dinero equivalente al 1% de las ventas brutas de la Sociedad, el mantenimiento en la nueva sociedad del frente de explotación manual de Shorshimana y Manaure, como reconocimiento al derecho ancestral al trabajo salinero de otros sectores de la comunidad wayuu de la Guajira, un plan de reordenamiento ambiental de todas las salinas, etc195. Este documento fue conocido entre los representantes indígenas, como ―El documento de consenso‖ en donde se reconoce el derecho natural de los indígenas a la explotación salinera, que pone fin a largos enfrentamientos entre los ―nativos‖ y la ―civilización‖196. Pese a la final concertación entre el Estado y las comunidades wayúu, que se manifestó mediante el Acuerdo en cuestión, las medidas adoptadas nunca se llevaron a cabo, por lo que el Procurador General de la Nación decidió interponer en 1995, una tutela para exigir el cumplimento inmediato de los derechos fundamentales de la comunidad. En esta tutela se concede a la comunidad Wayúu de Manaure la tutela de los derechos al trabajo, a la igualdad, a la salud, a la educación, al suministro de agua potable y al 194 Ver capítulo I. Martínez, Alberto. ―La sal es de quien la trabaja‖. El Espectador, domingo 28 de julio de 1991. 196 Martínez, Alberto. ―La sal es de quien la trabaja‖ en el Espectador. Domingo 28 de julio de 1991. 195 109 desarrollo social y cultural. Ello implicó entre otras cosas, la expedición de un decreto que ordenaba la creación de la empresa de economía mixta prevista en el acuerdo197. 4. 3. Conclusiones: A manera de conclusión puede ponerse de presente, cómo en el proceso de constitución del Resguardo de la Alta y Media Guajira, se dieron intensos conflictos entre el Estado, multinacionales e indígenas, interesados los primeros en la modernización de Colombia, lo que los llevó a tolerar e impulsar el desarrollo de grandes proyectos en la Guajira: el Cerrejón y las Salinas de Manaure. A su vez no se pueden ignorar los conflictos que se presentaron con los colonizadores particulares, y las tensiones menores con los proyectos turísticos y ambientales. Cada uno de estos actores, tenía intereses particulares sobre unos territorios que no habían sido aún reconocidos legalmente a favor de los indígenas. En efecto, éstos eran considerados territorios baldíos, zonas reservadas para la explotación de recursos naturales, o para el desarrollo de proyectos turísticos y ambientales, o bien se trataba de predios que ya gozaban del reconocimiento de la jurisdicción ordinaria, en el caso de los predios particulares. En este sentido se evidencia una lucha y una resistencia de las comunidades por el territorio que reivindican como propio, muestra de ello es el caso de la resistencia pasiva de la comunidad de Media Luna o bien la lucha activa y el recurso a los instrumentos jurídicos occidentales de las comunidades aledañas al Cerrejón (Caracolí y Espinal) y de los grupos familiares circundantes a las salinas industrializadas de Manaure. Así, el Resguardo de la Alta y Media Guajira, es uno de los primeros resguardos creados en Colombia y el primero en el departamento, de forma que constituyó un logro importante para el movimiento indígena. Sin embargo, es importante reconocer que su constitución tuvo una estrecha relación con los intereses del Estado, es decir con el inicio de la explotación de los recursos carboníferos de la región y de las salinas, lo que supuso mayor oposición por parte de los indígenas al verse afectados por grandes proyectos de desarrollo, que generaron su 197 Corte Constitucional. Sentencia No. T-007/95. MP. Antonio Barrera Carbonnel. 16 de enero de 1995. 110 desplazamiento. A la par que otros actores de menor impacto pero no por ello inofensivos, incursionaron en el territorio afectando sus derechos sobre el mismo, este el caso de los predios particulares. Ahora, en un nivel más profundo, el análisis de este proceso de reivindicación de la tierra por parte de las comunidades indígenas nos permite plantear dos grandes puntos: En primer lugar, la resistencia indígena por el territorio, se manifiesta de diversas formas, una de ellas es la utilización de las herramientas legales disponibles en el derecho colombiano para defender sus territorios, y por ello la apropiación del discurso jurídico alrededor de la tierra que les ofrecía herramientas como la ley 135 de 1961 y posteriormente la Constitución Nacional. En este marco, Joanne Rappaport menciona que el uso de documentos e instituciones legales por parte de los indígenas, no puede interpretarse como una simple subordinación a las disposiciones del Estado, debido a que en casos como el de los Wayúu, el apropiarse de la palabra escrita y enriquecerlas con la tradición oral, se convierte en un complemento de su lucha por la defensa de su cultura, que lejos de desarticular su forma tradicional de negociación, les permite hablar en ―igualdad‖ de condiciones y en los mismos términos jurídicos con los organismos estatales y multinacionales extranjeros198. Esta es entonces una manifestación de esa ―indigenización del derecho‖ a la que hacíamos alusión, y que hace referencia al proceso de adaptación de las comunidades indígenas al sistema occidental para lograr la protección de sus derechos. En segundo y último lugar, el análisis de las reivindicaciones territoriales de estas comunidades ponen de presente un punto de suprema relevancia: la dimensión de la estrategia política. 198 Rappaport, Joanne. Cumbre renaciente de una historia etnográfica andina, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2005, Bogotá. Pag 166 y 167. 111 Así, al estar éstas comunidades inscritas en un proceso de lucha, no nos encontramos entonces ante sociedades ahistóricas, inmóviles, estáticas, como museos vivientes que se encuentran estancadas en el mundo prehispánico. Por el contrario son sociedades que también se transforman, en gran parte por las fricciones y pugnas que se surten entre éstas y el mundo occidental. Entonces, así como el derecho occidental cuenta con su propio discurso de las ―narraciones jurídicas‖, discurso que va evolucionando con el curso de los años, los indígenas también tienen su propio discurso. El ―territorio ancestral‖ es entonces también una estrategia política indígena: es claro cómo en sus reivindicaciones territoriales recurren a elementos como Jepira (Cabo de la Vela), los cementerios, la Worunka dentada, la importancia de la tierra, los restos de los ancestros, la tierra que les dio Juya, como medios para rechazar de plano la ocupación de su territorio ancestral y exigir el reconocimiento territorial. Pero al mismo tiempo, esgrimen otro tipo de argumentaciones, que en principio parecerían contradictorias con sus reivindicaciones netamente territoriales: como las indemnizaciones que exigían por la ocupación de las tierras en el caso de las comunidades de Caracolí y Espinal (Ver punto 2.1.2) el pago de las indemnizaciones que exigían por parte de Carbocol en el caso de la comunidad de Media Luna (Ver punto 2.1.1) la participación económica que exigían en la sociedad de economía mixta de las Salinas de Manaure y el reconocimiento de los wayúu como socios del 25% de ésta, el pago de la indemnización por parte del Estado correspondiente al 1% de las ventas brutas de la Sociedad de Manaure (Ver punto 3.2), o cuando reprochaban que la empresa Cerrejón llegó a la zona a prometer trabajo a los indígenas y ayuda a la comunidad y nunca cumplió ( Ver punto 2.1.2) Así es necesario a su vez, tener de presente el aspecto estratégico al interior de las argumentaciones indígenas, pues las luchas, no son ajenas a la estrategia política y en este sentido, como bien lo recuerda Rappaport, los indígenas en sus luchas recurren a un pasado mítico, que si bien está inmerso dentro de la cultura, no se utiliza en las reivindicaciones de forma inocente, como medio para mantenerlo en una pureza prístina, sino que por el contrario 112 es utilizado como herramienta para transformar el presente199: en este caso para exigir el reconocimiento jurídico de sus territorios. 199 Rappaport, Joanne. La Política de la memoria. Interpretación indígena de la historia en los andes colombianos. Universidad del Cauca. Cali, 2002 p. 8. 113 CONCLUSIONES GENERALES El indígena, fue una cuestión que interesó al derecho y a la jurisprudencia a lo largo del siglo XX, de forma que entorno a ellos y a su territorio, se construyeron diversas ―narraciones jurídicas‖ que fueron transformándose con el pasar de los años. A principios del siglo XX, se llevó a cabo una política integracionista del indígena y se concebía su territorio como un bien ―baldío‖ y por ende de propiedad del Estado. Posteriormente, desde los años 60 se expiden las primeras normas de reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas, de la mano de una reforma agraria que se surte en Colombia, implementada a través del INCORA. En este contexto, la tierra se reconoce en un primer momento bajo la modalidad de reserva indígena en los 60 y luego bajo la modalidad de nuevo resguardo en los 80. Finalmente la Constitución Política de 1991, acto jurídico en el que participan por primera vez dos representantes indígenas (Lorenzo Muelas y Franciso Birry), otorga una serie de derechos a los indígenas en materia territorial y consagra sus terrenos como inembargables, imprescriptibles e inalienables, entre otros logros. Este proceso, aunque da cuenta de los logros jurídicos indígenas, termina siendo muy abstracto si no se aterriza en un caso en particular, de forma que sea posible identificar cómo todas estas normas se concretan en un territorio y qué papel jugaron las comunidades indígenas en este proceso. Es por esta razón que se eligió el caso wayúu en el marco de la constitución de un Resguardo: el de la Alta y Media Guajira en el transcurso de los años 60 a 90. El proceso que se surte en este estudio de caso, permite concretar unas conclusiones: En primer lugar la expedición de una serie de narraciones jurídicas favorables o desfavorables a las comunidades indígenas, si bien dan cuenta de la mentalidad y concepción del derecho frente al nativo a lo largo del siglo XX y si bien tienen unos efectos en el plano práctico debido ―a la fuerza del derecho‖ según lo puntualiza Bourdieu, adolecen a su vez de unos límites claros: el plano normativo no puede ser asimilable ciegamente al plano práctico. El 114 Resguardo de la Alta y Media Guajira en particular, confirma que para la aplicación de las narraciones jurídicas, se requiere mucho más que la simple expedición de una norma. Por el contrario es necesario la movilización social para hacerla respetar y la resistencia pasiva y activa frente actores que intentan violentarlas. En segundo lugar, en esta misma lógica, se constata entonces cómo el proceso de constitución y concreción del reconocimiento de los derechos territoriales en el Resguardo de la Alta y Media Guajira, fue conflictivo, en la medida en que se enfrentaron y aún se enfrentan actores interesados en un mismo territorio para destinaciones específicas: Estado, multinacionales, colonizadores particulares e indígenas y en una menor medida pueden enfrentarse en ocasiones los proyectos turísticos y ambientales. En este proceso, por supuesto las comunidades indígenas jugaron un rol activo, recurriendo a la resistencia pasiva y a la activa, tomando herramientas jurídicas del sistema nacional ―occidental‖ y llenándolas de contenido desde la tradición wayúu. Como bien lo dice Joanne Rappaport, al tomar las herramientas jurídicas por sí mismas y también con el apoyo de abogados occidentales que conocían la normatividad occidental, lograron interlocutar de ―igual a igual‖ con las multinacionales e instituciones estatales, evitando en este sentido un menoscabo de su territorio ancestral200. Así pues el recurrir a estas estrategias, no es un ejemplo de ―degradación cultural‖ de estas comunidades, sino por el contrario un proceso de ―reconstitución étnica‖ como lo plantea Polo Acuña, de forma que en los diferentes procesos de conflicitividad que se presentan entre los wayúu y los ―arijunas‖, los primeros toman herramientas propias de los segundos para salir fortalecidos201. En tercer lugar, el caso de la Guajira, con la consecuente lucha de las comunidades wayúu, está inscrito en un proceso más amplio de ―indigenización del derecho‖, en donde esta 200 Rappaport, Joanne. Cumbre renaciente de una historia etnográfica andina, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2005, Bogotá. Pag 166 y 167. 201 Polo Acuña, José. Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira (1700-1850). p123. 115 comunidad con sus luchas particulares, contribuyó considerablemente al apogeo de este fenómeno. Así pues, con las semillas que se siembran desde los años 60, que se intensifican en los años 80 y luego se concretan en los 90, es posible hablar hoy en día de un derecho ―indigenizado‖. De ello es muestra las centenares de tutelas interpuestas por diferentes comunidades indígenas en Colombia, ante la Corte Constitucional, en donde ésta ha fallado a favor de los mismos, por vulneración a ―los derechos colectivos de los indígenas‖, ―a la consulta previa de los indígenas frente a explotaciones de recursos naturales en sus territorios ancestrales‖, ―el derecho a la supervivencia cultural‖ entre otros derechos debidamente sistematizados en la jurisprudencia colombiana,202 que claramente eran completamente inexistentes a principios del siglo XX. Esta afirmación es válida a su vez, en el plano internacional, en este sentido la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha venido fallando desde principios del 2000, a favor de las comunidades indígenas, debido a la vulneración por parte de los Estados, el derecho a la ―propiedad comunal de las comunidades sobre sus territorio ancestrales‖, ―derecho a la consulta previa cuando se busque desarrollar proyectos de explotación de recursos en su territorio‖, etc. 203 En suma, todo ello da cuenta de un claro proceso de indigenización del derecho colombiano e internacional, que inicia con las luchas focales en diferentes zonas de ocupación ancestral, proceso en el que sin duda contribuyó y es claro ejemplo el proceso que se vivió en la Guajira, y que se ha extrapolado a niveles más amplios: niveles nacionales e incluso internacionales. Así, el gran logro de las comunidades indígenas es hoy inminente e innegable, han llegado a un punto, del que sin duda ya nunca podrán ser obligadas a retornar. Hoy en día las 202 Ejemplo de ello son las siguientes sentencias de la Corte Constitucional, entre muchas otras: Sentencia T 428 de 1992, T 342 de 1994, T 007 de 1995, SU 039 de 1997, SU 510 de 1998, T 652 de 1998, etc. 203 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso comunidad Mayagna (SUMO) AWAS TINGNI VS NICARAGUA. SENTENCIA 30 DE AGOSTO DE 2001, Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs Paraguay. Sentencia 29/03/2006, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs Paraguay. Sentencia: 16/06/2005, entre otros casos. 116 ―narraciones jurídicas‖ que se construyen, no pueden desconocer el derecho de propiedad comunal que tienen los indígenas sobre sus territorios y el respeto que se les debe a sus tierras, en suma se trata de un derecho que ya no puede desconocer el discurso del territorio ancestral. La nueva apuesta para los indígenas, está entonces, en hacer esto realidad, pues pese al proceso sistemático y masivo del INCORA, hoy INCODER, de delimitación, demarcación y legalización de los diferentes territorios ancestrales, las ocupaciones y violaciones de hecho son innegables: particularmente por parte de los grupos al margen de ley, por multinacionales que pasan de largo los procesos de consulta previa y por colonizadores particulares. Muestra de ello es por ejemplo la masacre que ocurrió en Bahía Portete en el 2004, que terminó con la vida de varias familias wayúu, por órdenes de Jorge 40204 y supuso el desplazamiento forzado y la pérdida de hecho de su territorio. En efecto quien se acerque a Bahía Portete podrá percatarse como en este lugar, no existen hoy en día, más que los escombros y las ruinas de un pueblo fantasma, custodiado por una base militar205. Así pues, será necesario en un futuro ponderar e investigar hasta que punto todo este proceso jurídico ha garantizado hoy en día, el respeto por su territorio no sólo en las leyes, sino en el plano fáctico. 204 Paredes, Cesar. ―¿Seño Jorge 40, porqué ordenó asesinar a nuestras mujeres y a nuestros niños?‖ en http://www.semana.com/noticias-on-line/senor-jorge-40-usted-ordeno-asesinar-nuestras-mujeres-nuestrosninos/106650.aspx 02.10.2007. Recuperado el 10 de diciembre de 2009. 205 Diario de Campo. Visita a Bahía Portete. Diciembre de 2007. 117 BIBLIOGRAFIA LIBROS ________ Las Salinas de Manaure: Procesos organizativos, acuerdos, conceptos, legislación y jurisprudencia, MJ Editores. Bogotá, Diciembre de 2005. Acosta Medina, María Isabel. Indígenas, reubicación y medio ambiente. Colcultura. Bogotá. 1995. Ariza, Eduardo y otros. Atlas Cultural de la Amazonia Colombiana: La construcción del territorio en el siglo XX. ICAN. Bogotá, 1998. 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María del Tránsito Paisayú, habitante de la Serranía de la Makuira, eco-guía de la oficina del Parque Nacional Natural de la Makuira. Alta Guajira. Jhonny Palmar Warapuana: Funcionario de la Oficina de Parques Nacionales. Parque Nacional Natural la Makuira. Alta Guajira. 129 Margarita Gómez Ipuana, habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007. Luz Dary Epiayú. Habitante del Cabo de la Vela. Diciembre de 2007. 130