Europa desde 1945

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Historia de Europa Oxford
Historia de Europa Oxford
Editor de la colección: T. C. W. Blanning
Editor de la colección: T. C. W. Blanning
PLAN DE LA OBRA:
La Grecia clásica (publicado)
Robin Osborne
Europa desde 1945
Los romanos (pub!. prevista: 2004)
La alta Edad Media (pub!. prevista: 2004)
Rosamond McKitterick
Edición de Mary Fulbrook
El eenit de la Edad Media (publ. prevista: 2004)
DavidPower
La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003)
Maleolm Vale
El siglo
XVI
Traducción castellana de
[oan L1uís Riera
(pub!. prevista: 2003)
Evan Cameron
El siglo
XVII
(pub!. prevista: 2003)
Joseph Bergin
El siglo XVIII (publ. prevista: 2002)
T. C. W. Blanning
El siglo XIX (publ. prevista: 2002)
T. C. W. Blanning
Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2002)
Julian[ackson
Europa desde 1945 (publicado)
Mary Fulbrook
CRÍTICA
Barcelona
ÜXFüRD
VNIVERSITY PRESS
Prefacio del editor de la colección
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes,la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
© Oxford University Press 2001
Europasince 1945 was originally published in Bnglish in 2001. This translation
is published by arrangement with Oxford University Press.
Europadesde 1945 se publicó originalmente en inglés en 2001. Esta traducción
se publica por acuerdo con Oxford University Press.
© 2002 de la traducción castellana para España y América:
EDITORIAL CRITICA, S. L.
Provenlfa, 260
08008 Barcelona
e-mail: editorialé'ed-critica.es
http://www.ed-critica.es
ISBN: 84-8432-308-0
Depósito legal: B. 3556-2002
Impreso en España
2002. _A & M Orafic, S. L., Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona)
Escribir una historia general de Europa es una tarea que presenta muchos
problemas, pero lo más dificil, sin duda, es conciliar la profundidad del
análisis con la amplitud del enfoque. Todavía no ha nacido el historiador
capaz de escribir con la misma autoridad sobre todas las regiones del continente y sobre todos sus variados aspectos. Hasta ahora, se ha tendido a
adoptar una de las dos soluciones siguientes: o bien un único investigador
ha intentado realizar la investigación en solitario, ofreciendo una perspectiva decididamente personal del periodo en cuestión, o bien se ha reunido a un equipo de expertos para que redacten lo que, en el fondo, es más
bien una antología. La primera opción brinda una perspectiva coherente,
pero su cobertura resulta desigual; en el segundo caso, se sacrifica la unidad en nombre de la especialización. Esta nueva serie parte de la convicción de que es este segundo camino el que presenta menos inconvenientes
y que, además, sus defectos pueden ser contrarrestados, cuando menos en
gran parte, mediante una estrecha cooperación entre los diversos colaboradores, así como la supervisión y encauzamiento del director del volumen. De esta forma, todos los colaboradores de cada uno de los volúmenes
han leído el resto de capítulos, han analizado conjuntamente los posibles
solapamientos u omisiones y han reescrito de nuevo sus aportaciones, en
un ejercicio verdaderamente colectivo. Para reforzar aún más la coherencia general, el editor de cada volumen ha escrito una introducción y una
conclusión, entrelazando los diferentes hilos para formar una sola trenza.
En este ejercicio, la brevedad de todos los volúmenes ha representado una
ventaja: la necesaria concisión ha obligado a centrarse en las cuestiones
más relevantes de cada periodo. No se ha hecho el esfuerzo, por tanto, de
cubrir todos los ángulos de cada uno de los temas en cada uno de los países; lo que sí les ofrecemos en este volumen es un camino para adentrarse, con brevedad, pero con rigor y profundidad, en los diferentes periodos
de la historia de Europa y sus aspectos más esenciales.
T. C. W. Blanning
Sidney SussexCollege
Cambridge
6
Relaciones
internacionales y de
seguridad en Europa
Klaus Larres
Hasta 1989-90, la historia de Europa desde 1945 se caracterizó por la división del continente en dos bloques enfrentados dominados el uno por
los Estados Unidos de América y el otro por la Unión Soviética. Muy pocos países europeos lograron mantenerse realmente neutrales. Durante
estas cuatro décadas y media la historia de Europa Occidental se fue hilvanando con cuatro hilos diferentes pero fuertemente entrelazados: la
guerra fría, el movimiento de integración europea, la relación transatlántica entre Europa Occidental y Estados Unidos, y el control autoritario
ejercido por la URSS sobre la Europa del Este. Hasta el fin de la guerra
fría y la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 19911a5 naciones de Europa del Este no pudieron participar en el proceso de integración europea ni en las relaciones transatlánticas. Además, por lo que
respecta a la guerra fria, casi nunca tuvieron otra elección que ser espectadores pasivos y leales partidarios de la URSS. También la relación entre
los paises de Europa Occidental y los poderosos Estados Unidos de América tenía su parte de inquebrantable lealtad. Pero la posición hegemónica
de Washington en Europa Occidental era de una naturaleza cualitativamente muy distinta de la del imperio ganado coercitivamente por Moscú
en el Este del continente.
El continente europeo tenía en común que todos sus países se vieron
involuntariamente expuestos a ingentes sacrificios económicos, financieros y político-culturales que impusieron en el mundo la guerra fría en ge-
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
205
neral y el conflicto entre superpotencias en particular. Sin duda fueron las
naciones del Este las que soportaron el peso de los sacrificios más severos.
Durante la guerra fría la calidad y cantidad de producción industrial y,
por consiguiente, la calidad de vida se mantuvieron terriblemente bajas
en naciones como Bulgaria, Rumanía y Albania, las más pobres de todas)
pero también en Polonia, Checoslovaquia! y Hungría. Estos países no se
encontraban en posición de competir con los milagros económicos que
caracterizaron el desarrollo de los años cincuenta y sesenta en Alemania
Occidental, países del Benelux, Francia, Gran Bretaña, Escandinavia e Italia. Además) en los años setenta y ochenta España, Portugal y Grecia, y
más tarde Irlanda en los noventa, experimentaron también sus propios
«milagros económicos». En particular, Alemania Occidental prosperó
durante toda la era de posguerra y logró integrarse plenamente en el
mundo occidental. La Alemania del Este tuvo que pagar por la solución
temporal al problema alemán: la división del país realizada entre 1945 y
1949. Sólo desde la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 se ha
producido una cierta convergencia en el continente europeo. Los países
de Europa Occidental y Oriental han comenzado a reconectarse gradualmente entre sí y a descubrir su herencia europea común.
Este capítulo trata de las experiencias de la Europa Occidental y Oriental durante la guerra fría antes de pasar a analizar el desarrollo de una Europa cada vez más integrada desde 1990 que) paradójicamente, parece caracterizarse por un entusiasta multilateralismo y) al mismo tiempo) un
deseo de unidad. El capítulo se organiza en varias secciones temáticas.
Comienza con una breve mirada al papel de la ideología en la historia de
Europa. Luego se presta atención al concepto de año cero y a la importancia del problema alemán en la Europa post-1945. Le síguen varias partes donde se analiza el desarrollo de la Europa Occidental y Oriental durante la guerra fria. La última sección se dedica al desarrollo de la
integración europea y de las instituciones europeas comunes desde principios de los años cincuenta hasta finales de los noventa.
1 El1 de enero de 1993 la República Socialista Checoeslovaca (Checoslovaquia) se disolvió para ser reemplazada por dos estados soberanos (enlazados por una unión arancelaria
y comercial): la República Eslovaca y la más próspera República Checa, con el antiguo escritor de teatro y disidente Vaclav Havel como presidente.
206
EUROPA DESDE 1945
Factores ideológicos de la historia
de la Europa de posguerra
Los cuatro factores que presidieron el desarrollo de buena parte del continente entre 1945 y 1990 (la guerra fria, la integración europea, las relaciones transatlánticas y el dominio político de la Unión Soviética sobre
la Europa del Este) tenían dimensiones políticas, militares y económicas, además de ideológicas. Todas ellas, en un momento ti otro, dieron
pie a graves disputas entre los países implicados y, a causa de una serie
de acontecimientos y desarrollos únicos (generalmente económicos o
militares), fueron causa de numerosas crisis políticas, bien que de intensidad muy variable. Un aspecto a menudo pasado por alto en el desarrollo de la Europa de la posguerra, el ideológico, es quizá el más polémico.
Por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo xx, visiones del mundo radicalmente diferentes tuvieron una gran influencia sobre los debates acerca de los propósitos y objetivos de la integración europea. Los países de Europa Occidental se hallaban marcadamente divididos entre
federalistas (presentes en su mayor parte en Alemania, los países del Benelux, Italia y, hasta cierto punto, Francia), que abogaban por el desarrollo de una Europa cada vez más integrada tanto en términos económicos
como políticos, y los funcionalistas, más euroescépticos y pragmáticos,
que predominaban en Gran Bretaña y los países escandinavos. Los primeros se inclinaban por el desarrollo de instituciones supranacionales y
por la pérdida gradual de soberanía de cada una de las naciones estado implicadas en el proceso. Los funcionalistas tendían a creer que la integración europea debía limitarse a la creación de un mercado económico
único, sin las dimensiones políticas, de seguridad y monetarias. Así pues,
veía en la integración algo deseable únicamente en relación con un número limitado de áreas claramente definidas (por ejemplo, las industrias
del carbón y el acero en los años cincuenta, y la agricultura en décadas
posteriores). En su opinión, mantener la soberanía nacional y la independencia era fundamental para el bienestar de cada una de las naciones
estado europeas.
La cuestión ideológica desempeñó asimismo un importante papel con
respecto a la dimensión económica (libre comercio) de las relaciones
transatlánticas. Durante buena parte del período post-1945, la política de
muchos países europeos occidentales, en particular Italia, Francia y Ale-
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
207
mania Occidental, estuvo presidida por fuertes creencias democristianas
y socialdemocráticas en los valores de una economía de mercado social y
regulada, en la economía keynesiana y en el estado del bienestar. Habían
de vérselas con una filosofía muy distinta en Estados Unidos, donde durante la mayor parte del período de posguerra predominó la doctrina del
libre comercio, que contemplaba la eliminación de tarifas proteccionistas
y restricciones monetarias y abogaba por el desarrollo de una economía
de mercado libre de toda inhibición con un fuerte énfasis en la economía de
oferta.
Otro importante factor semi-ideológico de desacuerdo entre Washington y muchos países de Europa Occidental durante la era post-1945 tenía que ver con la OTAN, con la estrategia militar de la comunidad atlántica y con la exclusión de Europa de las decisiones sobre armamento
nuclear. Lasestrategias de la OTAN estuvieron presididas por el pensamiento americano de «represalia en masa» y, posteriormente, por la no mucho más discreta política de «respuesta flexible». En Europa se tenía la
impresión de que, detrás de estas estrategias se hallaban dos enojosas obsesiones americanas: las tentaciones de Washington de guarecerse en el
aislacionismo con su continua consideración de una retirada o reducción sustancial de su presencia militar en el continente europeo, y la aparente disposición de Estados Unidos a recurrir a un primer uso de las
armas nucleares en una guerra con la Unión Soviética sin consultar previamente a sus aliados europeos. Se temía, pues, que cualquier conflicto
menor pudiera intensificarse rápidamente hasta convertirse en una contienda nuclear y, en el proceso, llevar a la destrucción de una buena parte de Europa. No obstante, esta tensión ideológica en las relaciones transatlánticas estuvo intercalada con preocupaciones político-económicas
de naturaleza más pragmática. Los europeos dependían fuertemente de
la protección que les ofrecía la seguridad nuclear americana. Además,
por razones presupuestarias y con respecto a la opinión pública nacional,
nunca estuvieron en posición de gastar tanto dinero en fuerzas convencionales como los expertos militares occidentales creían necesarios para
rechazar cualquier ataque a Europa Occidental sin haber de recurrir a la
guerra nuclear.
Los políticos y los escritores sobre el tema nos han presentado a menudo la guerra fría como un enfrentamiento de poder político y corno
una prueba de voluntad entre Este y Oeste. Este es el carácter que ha
marcado los debates académicos entre ortodoxos, revisionistas y postrevisionistas sobre el origen de la guerra fría y las responsabilidades al
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EUROPA DESDE 1945
respecto." Se solía restar importancia a la ideología en favor de la primacía del poder político y la seguridad, de acuerdo con lo promulgado por
las teorías realistas y neorrealistas de las relaciones internacionales." Además, el mundo occidental sólo atribuía motivos ideológicos siniestros
para la guerra fria al marxismo-leninismo de inspiración soviética y a su
doctrina expansionista y su ambición por exportar el comunismo internacional al resto del mundo.
Pero la Unión Soviética no era la única que se guiaba por un fuerte impulso doctrinario; también lo hacía Estados Unidos. De hecho, ambos países se esforzaron por ampliar sus mutuamente exclusivos sistemas nacionales. Pero los Estados Unidos sólo ejercieron su liderazgo hegemónico
sobre los países de Europa Occidental con el consentimiento de éstos. El
así llamado «imperio por invitación» se basaba en gran medida en los
principios de la democracia participativa." Las frecuentes violaciones de
estos principios, las demandas de los europeos occidentales de una mayor
co-determinación, la «arrogancia de poden> de los Estados Unidos, la retórica recargada en favor del consumo público) y tantos otros problemas
no llevaron a un cuestionamiento serio y duradero de la presencia americana en Europa Occidental. Prácticamente el único político notorio que
renegó del liderazgo hegemónico americano en Europa Occidental fue el
presidente francés Charles de Gaulle. Los europeos occidentales nunca
hubieron de renunciar a su voz y voto en sus propios asuntos, por bien
que en materia de seguridad algunos países (Italia, Alemania Occidental)
estuvieron muy cerca. En cambio, parece que durante todo el período
post-1945, Europa Occidental consiguió influir en la política americana,
no sólo política y económica, sino incluso militar, en grado considerable."
Además, desde un buen principio y de acuerdo con el modelo de su pro-
2 Véase G. Lundestad, «Moralism, Presentism, Bxceptionalism, Provincialism, and Other
Extravagances in American Writings on the Early Cold War Years», Diplomatic History, 13
(1989), 527-45; M. P. Leffier, «New Approaches, Old Interpretations, and Prospective Reconfiguratíons», Diplomatic History, 19 (1995), 173-96.
3 Véase H. J. Morgenthau, Politics amongNations: 111e Struggle forPower andPeace, 6 a ed.
(Nueva York:Knopf, 1985); R.O. Keohane (ed.),Neorealism and itsCritics (Nueva York:1986);
R. O. Keohane y J. S. Nye, Power and Interdependence, z- ed. (Glenview, Ill., 1989).
4 G. Lundestad, «Empire by Invitatlon! The United States and Western Europe, 19451952»), Journal ofPeace Research, 23 (I986), 263-77.
5 J. G. Ikenberry, «Rethinkíng the Originsof American Hegemony», Political Science
Quarterly, 104 (1989), 375-400; T. Risse-Kappen, Cooperation amongDemocracies: The European Infiuence on USForeign Policy (Princeton: Princeton University Press, 1995).
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
209
pia experiencia nacional, los Estados Unidos se convirtieron en un entusiasta partidario de la creación de unos Estados Unidos de Europa caracterizados por una estabilidad política, por la construcción de unas sólidas
fuerzas militares y por la creación de un ingente mercado común listo
para absorber la producción americana." Aunque no se tratase de una
empresa enteramente altruista, el imperio informal de los Estados Unidos
sobre Europa Occidental fue cualitativamente muy distinto del imperio
mucho más directamente controlado de la Unión Soviética en Europa del
Este, más claramente empujado por fuertes motivaciones anti-occidentales de naturaleza tanto ideológica como política y de poder.
El año cero y la importancia
del problema alemán
A pesar del importante punto de inflexión en la política mundial que representa el fin de la Segunda Guerra Mundial y el lanzamiento de las
bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, no parece sensato considerar a 1945 como el año cero. Aunque la guerra fría, el
domino de la Unión Soviética sobre Europa del Este, la integración europea y las relaciones transatlánticas comenzaron mayormente durante
los años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial, todos estos
hilos históricos independientes de la historia europea de posguerra estaban profundamente enraizados en el pasado de Europa. La guerra fría
tuvo sus raíces en el conflicto Este-Oeste que comenzó con la revolución
bolchevique de 1917 y la intervención aliada en la guerra civil rusa. Pese
al acercamiento entre la OTAN y Rusia durante los años noventa (por
ejemplo, el acuerdo de «Partnership for Peace» de 1995 y el convenio de
cooperación política de 1997), los serios desacuerdos con Rusia y, sobre
todo, con China, durante la guerra de Kosovo de 1999 (y después) indican
que el conflicto Este-Oeste probablemente no haya llegado a su fin. Además, los rusos se sienten profundamente decepcionados por el fracaso
del capitalismo occidental al estilo laissez-iaire a la hora de reformar
drásticamente la economía de su país, y culpan de ello sobre todo a occidente. Tampoco se tomó bien Moscú la ampliación de la OTAN hacia el
6 G. Lundestad, (Empim' by Integration: The United States and European lntegration,
1945-1997 (Oxford: Oxford University Press, 1998).
210
EUROPA DESDE 1945
Este en abril de 1999 con la admisión de varios antiguos miembros del
Pacto de Varsovia (Polonia, Hungría y República Checa). La intención de
admitir antiguas partes de la Unión Soviética en la OTAN, como los estados Bálticos, el «extranjero cercano» de Rusia, se recibe como algo si cabe
más humillante, amén de un grave riesgo potencial para la seguridad nacional de Rusia.
El movimiento post-1945 para la integración europea se encarna sobre
todo en los esfuerzos que tras la Primera Guerra Mundial realizó el primer ministro francés Aristide Briand por unificar Europa a fin de minimizar el peligro potencial que representaba Alemania y evitar otra guerra
de gran envergadura. La integración se cimentaba intelectualmente en la
Unión Pan-Europea del Conde Coudenhove-Kalergi y, durante la guerra,
en la visión de Altiero Spinelli de una federación europea. Al acabar la Segunda Guerra Mundial estas ideas eran muy influyentes, conjuntamente
con la exhortaciones del economista francés [ean Monnet y del político
belga Paul- Henri Spaak al establecimiento de una unidad federal europea. Este era también el objetivo del trabajo de organizaciones como la
Liga Europea del belga Paul van Zealand, la Unión de Europeos Federalistas, con base en Francia, y el Movimiento por una Europa Unida, fundado
con la ayuda de Winston Churchill en 1947.
De igual modo, las raíces de las relaciones transatlánticas crecieron al
amparo de la participación americana en los asuntos europeos durante los
años de entreguerras. Mientras que los tres gobiernos americanos de aquella década demostraron fuertes convicciones aislacionistas con respecto a
su participación en la política y seguridad internacionales, no fue así con
relación a la economía internacional. Por ejemplo, los bancos americanos
proporcionaron créditos y préstamos a los necesitados países europeos (especialmente Alemania) para ayudarles a reconstruir sus economías. Además, en nombre del gobierno central de Washington, los banqueros americanos tuvieron una especial influencia como mediadores entre la República
de Weimar y los Aliados de la Primera Guerra Mundial para alcanzar un
acuerdo sobre las indemnizaciones alemanas (por ejemplo, los Planes de
Dawes y de Young). La llamada «relación especial» anglo-americana, una
parte integral de las relaciones transatlánticas contemporáneas, tuvo su origen en la decisiva participación americana en la Primera y, sobre todo en la
Segunda Guerra Mundial y en la buena, bien que no siempre armoniosa,
relación entre Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill.
Por consiguiente, no faltaban imágenes y recuerdos del pasado que pudieran influenciar fuertemente la política en la Europa post-1945. Hasta
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
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cierto punto, las percepciones subjetivas y las interpretaciones preferidas
del pasado fueron responsables de la construcción de un cierto marco
para el futuro del continente europeo y de las relaciones bilaterales y multilaterales dentro de Europa. Por ejemplo, no fue hasta los años ochenta y
noventa que la fuerte creencia general en la importancia de respetar la
plena soberanía de la nación estado comenzó a dar muestras de debilitarse en Europa Occidental, aunque no así en Europa del Este y en el mundo
eslavo. En particular, durante el período inmediatamente posterior a la
Segunda Guerra Mundial, les resultaba muy difícil a las autoridades decisorias salirse de los carninas trillados del pensamiento.
Esto se aplicaba sobre todo a los muchos problemas que necesitaban
ser resueltos con respecto al futuro de Alemania. Después de todo, los
Aliados Occidentales siempre fueron conscientes del fracaso del tratado
de paz de Versalles para la reintegración pacífica de Alemania en la comunidad de naciones tras la Primera Guerra Mundial. Tras el colapso del
Reich de Hitler y la rendición incondicional de Alemania el 8 de mayo de
1945, los problemas de administración, gobierno y reconstrucción económica de este país centroeuropeo, junto con la desnazificación y reeducación del pueblo alemán eran algunas de las tareas más apremiantes.
Además, era necesario abordar el problema de la tradicional enemistad
entre Francia y Alemania, que tres humillantes invasiones alemanas de
Francia en un plazo de setenta años no habían hecho más que alimentar.
La influencia del comunismo sobre los estados inestables y económicamente devastados de la Europa continental (sobre todo Alemania, Francia, Italia y Grecia) además del llamado complejo Rapallo preocupaban
también a los Aliados. Este último tenia sus raíces en el totalmente inesperado Tratado de Rapallo y en el comienzo de la cooperación anti-occidental entre Alemania y la Unión Soviética que culminó en el Pacto Hitler-Stalin de 1939.7
En la base de toda esta inquietud estaba la enormidad del territorio y
la población de Alemania, así como su potencial económico e industrial,
con sus centros tradicionales de producción de carbón y acero en los Valles del Ruhr y del Saar. Era esencial abordar la cuestión de la conveniencia (que defendieron con fuerza los franceses hasta 1947-8) de reducir el
7 K. Lacres, «Germany and the West: The «Rapallo Pactor» in German Foreign Poliey
from the 1950s to the 1990s», en K. Iarres y P. Panayi (eds.), The Federal Republic of Germany since 1949; Poíitics, Society and Economy before and after Unification (Londres:
Longmn, 1996).
212
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
EUROPA DESDE 1945
país a un tamaño más manejable e incluso convertirlo en un gran estado
agrícola (como defendía el Plan Morgenthau firmado por Roosevelt y
Churchill en 1944). Sin embargo, pronto se reconocieron las consecuencias económicas potencialmente negativas de estas políticas para los vecinos de Alemania. Existía asimismo un claro peligro de que el caos económico y el descontento nacional con la administración independiente de
cuatro zonas de ocupación organizadas de forma muy distinta tuviera
consecuencias desastrosas. Claramente, no podía descartarse que el país
pudiera caer una vez más víctima de un movimiento político extremista,
bien fuera desde la derecha, bien desde la izquierda, como parecía más
probable dadas las actividades de Moscú. Al fin y al cabo, en 1945 el Ejército Rojo había ocupado Alemania, incluida la capital, Berlín, hasta el
Elbe, y la ocupación soviética no 'daba muestras de querer establecer instituciones democráticas en Alemania Oriental y abandonar, llegado el
momento, su zona de ocupación.
El papel central de Alemania en el continente europeo la convertía en
la única nación llamada a desempeñar un importante papel en los cuatro
hilos con que se había de tejer el futuro de Europa: la guerra fría, la integración europea, las relaciones transatlánticas y la esfera de influencia del
Kremlin en la Europa del Este y, en particular, su control de Alemania
Oriental. Gran Bretaña, en cambio, se había quedado relegada a un papel
de influencia en la guerra fría (especialmente durante los primeros diez o
quince años) y en las relaciones transatlánticas (especialmente en los años
sesenta) y en la integración europea. Francia y Alemania Occidental, juntamente con Italia y los países del Benelux, forman el núcleo de seis países que estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) en 19571958. Las cuatro últimas naciones únicamente han tenido una influencia
internacional destacable en el marco del proceso de integración europea.
Lo mismo se aplica en buena medida a los países del sur y norte de Europa. No obstante, Portugal y España todavía tenían (y tienen) cierta influencia en América Latina y en sus antiguas colonias. G;ecia, con su
turbulenta historia económica y política durante la posguerra (régimen
militar de 1967 a 1974) y su participación en el conflicto de Chipre con
Turquía, estuvo también fuera de la política dominante en Europa Occidental hasta 1974. Si bien Turquía (y Grecia) pasó en 1952 a ser miembro
de la OTAN, sus graves violaciones de los derechos humanos (especialmente con respecto a la cuestión kurda en el norte) han mantenido en
suspenso su solicitud de integración en la Comunidad Europea, que-este
país presentó ya en 1964.
213
La guerra fría y la seguridad europea
Hasta cierto punto está justificado caracterizar la guerra fría y el mundo
en gran medida bilateral de 1945-1990 como un período de «paz duradera»." Sin embargo, esta calificación hace oídos sordos a las numerosas
guerras que tuvieron lugar (Corea, Vietnam y los muchos conflictos
por poderes que se desarrollaron en países en vías de desarrollo). También parece restar importancia a los inmensos sacrificios humanos, económicos y socioculturales realizados por toda la comunidad internacional, y en particular por el mundo comunista y envías de desarrollo. Hablar
de una «paz duradera» parece sólo apropiado para referirse a la guerra
fria en Europa. Después de todo, la guerra no volvió al continente europeo hasta los largos conflictos de Bosnia (1992-5) y Kosovo (1999) en
la antigua Yugoslavia.Aun así, incluso durante los años de la guerra fría, la
paz en Europa se vio seriamente perturbada por las despiadadas intervenciones militares del Kremlin para atajar los levantamientos anti-soviéticos en Alemania del Este (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia
(1969). Además, la imposición de la ley marcial en Polonia en diciembre
de 1981 (hasta julio de 1983) posíblemente haya evitado otra aplicación de
la Doctrina de Breznev por parte de Moscú según se articuló en 1968: la
invasión por el Ejército Rojo de un país considerado como parte de la esfera de influencia de la URSS en Europa del Este. En lugar de una «paz duradera» quizás sea más adecuado hablar de una incómoda estabilidad forzada en el continente europeo durante la guerra fría.
La guerra fría en Europa se puede dividir en tres fases: primero, el período de transición, ocupación y años iniciales de la guerra fría entre 1945
y 1953; segundo, los intentos de cooperación pacifica y la renovada guerra fría entre 1953, el año de la muerte de Stalin, y finales de los años
sesenta; y, por último, el comienzo gradual de un período de distensión a
principios de los setenta, un nuevo período de alta tensión a principios de
los ochenta, y el fin de la guerra fría en 1990-1.
8
J. L. Gaddis, TheLongPeace: Inquiries into theHistory af the Cold War (Nueva York: Ox-
ford University Press, 1987).
214
EUROPA DESDE 1945
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
215
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción del continente europeo y la esperanza en la cooperación continuada entre occidente y
la Unión Soviética dominaron la política europea. Hubo también algunos
fuertes movimientos de bases (especialmente en Italia, Bélgica y Países
Bajos) orientados a conseguir una Europa federal unida a fin de impedir
que se repitieran los horrores del pasado, en la creencia de que, si Europa
continuaba estando dominada por estados hostiles y competitivos, tendría tendencia a sucumbir de nuevo en un gran conflicto. Sin embargo, ni
la cooperación entre Este y Oeste ni la integración europea tuvieron inicialmente mucho éxito.
En el período inmediatamente posterior al final de la Segunda Guerra
Mundial el sueño de la creación de una Europa unida condujo únicamente a poner en práctica la ya de antiguo proyectada unión aduanera
(desde 1944) entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo que entró en vigor
en enero de 1948 (Benelux). Los países escandinavos establecieron un
Consejo Nórdico de carácter consultivo en 1951, y tomaron en consideración la unión de sus aduanas en 1954. Otras actividades no trascendieron su naturaleza simbólica. Por ejemplo, la gran convención en La Haya
en 1948, en la que participaron Churchill y otros grandes estadistas, no
logró absolutamente nada, aunque atrajo una gran atención al abogar
por unos Estados Unidos de Europa que contemplaran la reintegración
de la derrotada Alemania en la comunidad de naciones. El establecimiento del Consejo de Europa en Estrasburgo en mayo de 1949 tampoco dio
como resultado ningún paso hacia la integración económica o política de
Europa. La Organización para la Cooperación Económica Europa (OCEE,
renombrada OCDE en 1960) fue asimismo incapaz de contribuir a la
unidad del continente europeo."
La OCEE se estableció en 1949 en respuesta al anuncio del secretario
de estado norteamericano George Marshall, en su discurso en la Universidad de Harvard en junio de 1947, del Programa de Recuperación Europea. Enormemente beneficioso para la reconstrucción económica de
Europa Occidental, fue también crucial para socavar la tentación de Italia, Grecia y la inestable Cuarta República Francesa de acercarse al dominio comunista. No obstante, e! Plan Marshal1 y la OCEE condujeron a
una polarización política aún más acusada del continente europeo. De
forma no completamente insospechada, en una conferencia de ministros
de exteriores realizada en París a finales de junio y principios de julio de
1947 el ministro de asuntos exteriores soviético, Molotov, rechazó airadamente las condiciones económicas liberal-capitalistas impuestas por los
Estados Unidos para la participación de los paises europeos en el Plan
Marchan. Stalin prohibió estrictamente a Polonia y Checoslovaquia que
persistieran en su gran interés por participar en la conferencia de dieciséis
naciones que habia de tener lugar en París de julio a septiembre de 1947 y
que había sido convocada para organizar el Programa de Recuperación
Económica que generosamente financiaban los Estados Unidos. 10
En Europa del Este, se ventilaron en 1947-8 los planes para la unión
entre Yugoslavia y Bulgaria y entre Yugoslavia y Albania, pero no hallaron
el favor de Stalin. En su lugar, el dictador soviético centró sus esfuerzos en
consolidar toda la Europa del Este bajo el tutelaje soviético por medio de
la renovación o establecimiento de tratados de asistencia mutua entre
Moscú y los estados de Europa de! Este. En enero de 1949 este desarrollo
culminó en la creación de Consejo para la Asistencia Económica Mutua
(Comecon) entre la URSS, Polonia, la República Checoeslovaca, Hungría,
Bulgaria y Rumania. El conflicto entre Stalin y el independiente líder de
Yugoslavia, Tito, llevó al boicot económico del país y a su no-inclusión en
el Comecon. También se puso :fina los tratados bilaterales entre países del
bloque del Este. Aunque Stalin había insistido en anexionar los estados
bálticos y el este de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, después
de 1945 no anexionó ningún otro estado vecino como Finlandia, que
consiguió mantener su independencia en delicado equilibrio.
En conjunto, la cooperación económica en la Europa del Este se inclinaba fuertemente hacia las necesidades de reforma agraria de la Unión
Soviética y hacia el interés de Moscú en favorecer la industria pesada y de
maquinaria y una economía centralmente planificada. Esto a menudo se
saldó en desventaja para las naciones de Europa del Este. Se prestó muy
9 Los miembros eran Alemania Occidental, Austria, los países del Benelux, Dinamarca,
Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Noruega, Portugal, el Reino Unido, Suecia, Suiza y
Turquía, desde octubre de 1949; los Estados Unidos y Canadá se convirtieron en miembros
asociados en 1950.
to M. Hagan, TheMarshall Plan: America, Britain, and theReconstruction of El/TOpe (Cambridge: Cambridge University Press, 1987); A. Milward, The Reconstruction of Western
Europe, 1945-1951 (Berkeley: University of California Press, 1984); véase también A. Milward, <tWas he Marshell Plan Necessary!», Diplomatic History, 13 (I 989),231-53.
Los años de transición, ocupación y reconstrucción,
1945-1953
216
EUROPA DESDE 1945
poca atención a las demandas de bienes de consumo y de formas de vida
más liberales para satisfacer a las poblaciones de estos países relativamente desarrollados e industrializados. Se hizo necesario el uso despiadado de
la fuerza para reprimir estos deseos como, por ejemplo, durante el primer
y repentino estallido de descontento en Alemania Oriental y en Bulgaria
en 1953. Los distintos países comunistas, que pronto dominaron los gobiernos de la mitad soviética del continente, fueron los más efectivos instrumentos de Moscú para su feroz ejercicio del poder. Así quedó demostrado con su papel en purgas, juicios amañados y ejecuciones de los
espíritus críticos y democráticos de muchos paises de Europa del Este, así
como de la propia URSS, en el curso de los primeros años de la posguerra.
Comienza la guerra fria
Ya en los estadios finales de la Segunda Guerra Mundial la tensión y las
distintas ideas sobre el nuevo orden de Europa en la posguerra se habían
hecho patentes entre los cuatro aliados de la coalición anti-Hitler. Pero
como Hitler todavía no había sido derrotado cabalmente y todavía resistía en su bunker de Berlín) todavía era posible contener los desacuerdos.
Una vez acabada la guerra en Europa (mayo de 1945) y poco después en
Asia (agosto de 1945), los cada vez más profundos desacuerdos entre los
aliados occidentales (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) y la Unión
Soviética se hicieron cada vez más evidentes. Aunque la guerra fría estalló
inicialmente a raíz de desacuerdos con respecto a la innecesariamente
prolongada ocupación por la Unión Soviética de yacimientos petrolíferos
en Irán y los intentos de Moscú de presionar a Turquía para conseguir el
acceso de la URSS al Mediterráneo, el naciente conflicto Este-Oeste pronto se centró en los acontecimientos del continente europeo.
En Europa los desacuerdos se hicieron particularmente manifiestos
durante las distintas conferencias de ministros de asuntos exteriores convocadas por las cuatro potencias aliadas en el curso de la Conferencia de
Potsdam en julio-agosto de 1945. Su objetivo era resolver cualesquiera
problemas pendientes territoriales o financieros surgidos de la Segunda
Guerra Mundial. En particular, las relaciones entre los antiguos Aliados se
deterioraron gravemente a raíz de graves desacuerdos sobre las reparaciones de guerra de Alemania. Las relaciones sufrieron también por causa de las vehementes actividades soviéticas encaminadas a establecer un
régimen comunista leal bajo e! liderazgo de Walter Ulbricht y la supresión
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
217
de todos los partidos democráticos en su zona de ocupación alemana.
Igualmente controvertidos fueron los exitosos empeños de la Unión Soviética de establecer gobiernos comunistas en Polonia y los otros estados
de la Europa Oriental. Sin embargo, fue sobre todo e! golpe de estado de
febrero de 1948 en Checoslovaquia, un país con una firme tradición
democrática, lo que más decepcionó al mundo occidental. La sustitución de
casi todos los ministros del gobierno democrático de Praga con otros comunistas, las subsiguientes purgas en el país y la implantación de una eCOnOITÚa de planificación central contribuyeron decididamente a la creciente convicción en el mundo occidental de que Stalin no estaba interesado
en la cooperación pacífica y en mantener unido el continente europeo.
Para 1947-8 estaba ya claro que se estaban formando dos esferas de influencia opuestas en Europa y dos concepciones políticas y filosóficas
muy distintas sobre el futuro de Europa. Además, la creación del Cominforro en septiembre de 1947) durante una conferencia en Polonia con la
participación de los comunistas de Europa del Este más los franceses y los
italianos} se interpretó como el primer paso de la intención de Stalin de
exportar su modelo dictatorial a Europa Occidental. Se dio por hecho que
Stalin no dudaría en usar la fuerza de ser necesario y que, alternativamente) podía concentrar sus esfuerzos en socavar los cimientos de las débiles economías y democracias occidentales. De hecho, el Cominform parecía una imitación de la Internacional Comunista de Lenin (abolida en
1943). Estaba claramente dirigida a organizar centralmente todos los partidos comunistas europeos, tanto orientales como occidentales, para extender la revolución. No obstante, los débiles gobiernos de coalición de
Francia e Italia sobrevivieron. Los intensos esfuerzos de los partidos comunistas de ambos países, mediante huelgas generales, por impedir que
sus países aceptaran la ayuda de! Plan Marshall y, por ende, e!liderazgo de
los Estados Unidos) no se saldaron con éxito. Por una vez, los esfuerzos
clandestinos y bien financiados de la CIA habían triunfado sobre e! apoyo de Moscú a los comunistas.
Además, Yugoslavia siguió siendo una espina clavada en el costado de
Stalin. En 1948 Tito fue expulsado de! Cominform y desde entonces e!mundo occidental intentó ganarse el favor de su país y su estatuto semi-neutral.
Se creyó, equivocadamente, que la habilidad de Tito para insistir en su independencia significaba e! principio del fin de! bloque soviético. De modo
parecido, en los años setenta y ochenta el bloque occidental atribuyó erróneamente una gran importancia al conflicto del dictador rumano Nicolae Ceaucescu con la Unión Soviética. A pesar del empobrecimiento
218
EUROPA DESDE 1945
de su país y las numerosas violaciones de los derechos humanos durante
su largo período en el poder (1965-89), el intento de Ceauceseu de perseguir una politica exterior bastante independiente fue celebrado por los
anticomunistas occidentales.
Inicialmente había sido el gobierno laborista post-1945 de Gran Bretaña, y particularmente el Secretario de Asuntos Exteriores Ernest Bevin,
quien se había convencido de la imposibilidad de cooperar con la Unión
Soviética en la Europa de la posguerra. Las visiones de la administración
americana de Truman hacia Moscú fluctuaban considerablemente entre
una plácida creencia en la buena voluntad soviética y la firme condena de
las actividades de Stalin en Europa del Este. En gran parte fue el dramático discurso de Churchill en Fulton (Missouri) de marzo de 1947 lo que
gradualmente cambió todo esto cuando llamó la atención del mundo hacia el Telón de Acero que había «descendido desde Stettin en el Báltico
hasta Trieste en el Adriático».'! No obstante, no fue hasta marzo de 1947,
durante una sesión conjunta del Congreso, que Truman dejó clara la política exterior americana. El presidente aprovechó el momento en que los
británicos retiraron su apoyo a las fuerzas anticomunistas en Grecia y
Turquía por razones financieras para anunciar la Doctrina Truman global: que los Estados Unidos apoyarían a todo país amante de la paz que
fuera amenazado por el comunismo internacional. Sin embargo, aún entonces quedaba poco claro si el mito del aislacionismo americano era realmente una cosa del pasado y si el prolongado compromiso de los Estados
Unidos con Europa sería moral además de práctico. 12
En Londres los políticos mantuvieron su pesimismo con respecto a la
posibilidad de persuadir a los Estados Unidos de mantener su compromiso con Europa. Algunos políticos de la izquierda del Partido Laborista
y de la derecha patriótica del Partido Conservador negaban además la
conveniencia de convencer a los americanos de permanecer en Europa.
Pero el gobierno británico comenzó a defender sus planes para una unión
económica y militar occidental (sobre todo con respecto a una estrecha
cooperación franco-británica). Se albergaba también la esperanza de que
esto facilitara la construcción de una fuerza independiente liderada por
11 Véase F.Harbutt, Thelron Curtain: Churchill, America and the Origins ofthe ColdWar
(Nueva York: Oxford University Press, 1986).
12 J. L. Gaddis, «Was the Truman Doctrine a Real Turning Poinr?», Poreign Affairs,52
(1973-4),386-402; M. P. Leffler, Preponderance ofPower: NationalSecurity, theTrumanAdministratíon, and the Cold War (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1992).
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
219
los británicos en los asuntos internacionales corno contrapunto a las potencias americana y soviética. Sin embargo, pronto se hizo patente que, a
la vista de los considerables compromisos globales de Gran Bretaña desde Malasia a la India (además de sus caras responsabilidades zonales en
Alemania) y sus agotadas reservas económicas, Londres sería incapaz de
asumir este papel. El rápido deterioro de las relaciones con la Unión Soviética, así como la creciente conciencia de Gran Bretaña de su propia debilidad dejaron clara la absoluta necesidad de una mayor participación
económica, política y militar de los Estados Unidos en el continente europeo. Así, el Reino Unido tomó inmediatamente la iniciativa de establecer la Organización del Tratado de Bruselas (OTB) con Francia y los países del Benelux en 1948 cuando Estados Unidos indicó que, a la vista de
la patente amenaza soviética, Washington podría estar interesada en cooperar con Europa Occidental en asuntos de seguridad. No obstante, Estados Unidos esperaba una iniciativa previa de los europeos dirigida a proveer su propia seguridad." Así, una vez creada la OBT a principios de
1948, dieron comienzo las negociaciones para el establecimiento de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte.
A la vista de las actividades de Stalin en el Este,para 1948 las fuerzas occidentales de ocupación habían decidido también elaborar planes para establecer un estado liberal-democrático en Alemania Occidental, y para reformar la economía de Alemania Occídental y de Berlín Occidental por
medio de la introducción de una nueva moneda. Las zonas británica y
americana de Alemania ya se habían unido en enero de 1947. Sin embargo, Stalin todavía parecía esperar que en algún momento del futuro la
parte occidental de Alemania y el Berlín Occidental pudieran escapar a
la influencia de los Aliados Occidentales y volverse neutral; al parecer no
albergaba esperanzas de que Alemania Occidental se hiciera comunista.
Así pues, Stalin se oponía a la división formal de Alemania. En junio de
1948 Moscú impuso el bloqueo de Berlín con la intención de forzar a los
países occidentales a rescindir sus planes separatistas. Pero le salió el tiro
por la culata. Occidente respondió con la introducción de un programa
masivo de envíos aéreos para evitar la hambruna en la población del Berlín Occidental. La solidaridad occidental con la población de la ciudad dividida en el frente de la guerra fría constituyó un factor de peso en el acercamiento entre los alemanes y los países occidentales. Tan sólo tres años
13 The 1947 Dunkirk Treaty entre Gran Bretaña y Francia todavía fue un tratado militar
bilateral dirigido contra una potencial reanudación de una agresión alemana.
220
EUROPA DESDE 1945
después del suicidio de Hitler, el puente aéreo daba a los alemanes occidentales la sensación de «pertenecer» al mundo occidental. El bloqueo
de Berlín también fortaleció la resolución de Washington de formar parte de la OTAN y por tanto, por primera vez, comprometerse a un despliegue prolongado de tropas de tierra en el continente europeo en tiempos de paz.
En cuanto estuvo claro que los Estados Unidos mantendrían su compromiso de apoyar militarmente al continente europeo, el gobierno británico perdió todo interés en el concepto de la Unión de Europa Occidental.
Londres claramente estaba a favor de la cooperación atlántica. Así, la OBT
no fue más que el medio para obtener el Pacto del Atlántico Norte, que fue
firmado en abril de 1949 por los miembros de la OBT más los Estados
Unidos, Canadá, Italia, Islandia, Noruega, Dinamarca y Portugal. Para deleite.de Gran Bretaña, la OTAN era una alianza entre varios países soberanos, aunque firme y claramente liderada por los Estados Unidos, pero no
era una organización supranacional. Desde entonces, los responsables de
la política de Gran Bretaña han creído siempre que lo mejor para los intereses del Reino Unido en materia económica, política y estratégica nuclear
era que su país centrara sus esfuerzos en fortalecer y ampliar su «relación
especial» bilateral con los Estados Unidos. Londres comenzó a demostrar
una clara falta de interés en la integración del continente europeo. Pero
esto, paradójicamente, iba en contra de la política americana.
A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta los responsables de la política americana reconocieron que solamente una Europa
Occidental unida y en paz consigo misma podía conformar un frente
coordinado contra la amenaza militar e ideológica de la Unión Soviética.
Además, sólo una Europa así podía asegurar la reconciliación de la República Federal de Alemania (RFA) con los países de! mundo occidental y
generar una duradera amistad franco-alemana al tiempo que evitara las
tendencias hacia el neutralismo y el derrotismo. En la base de la visión
americana estaba sobre todo la suposición-de que sólo una Europa plenamente integrada, estable y económicamente viable podía evolucionar hacia un continente pacífico y democrático. A su debido tiempo esta estrategia tendría la ventaja adicional de hacer innecesaria la ayuda económica
americana a Europa. La prosperidad de Europa Occidental parecía depender de la creación de un mercado único. Así pues, durante el período
de posguerra Gran Bretaña y otros países europeos fueron amonestados
frecuentemente para que adoptaran una actitud más pro-integracionista.
Después de todo, en Washington el apoyo activo del gobierno americano
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
221
y la interferencia en asuntos europeos siempre se vieron como algo limitado y temporal. Además, se esperaba que una Europa económicamente
sana fuera capaz de componer unas fuerzas militares fuertes y acatar una
política de fuerza frente a la Unión Soviética. En alguna ocasión se contempló incluso la posibilidad de que a su debido tiempo fuera posible liberar a los «pueblos cautivos» de Europa del Este por medio de la fuerza.
La política occidental de impedir que la Unión Soviética extendiera sus
tentáculos en Europa más allá del río Elbe, que dividía las esferas de influencia de Este y Oeste en el continente europeo, vino a conocerse como
«estrategia de la contención». Su principal autor fue el diplomático americano Georges F. Kennan. Pero en tanto que Kennan creía firmemente en
su concepción original económico-política de contención, la administración de Truman prestó cada vez más atención a su dimensión militar. La
crisis del bloqueo de Berlín había dejado claro que existía una amenaza
real de conflicto militar con la Unión Soviética en la dividida ciudad de
Berlín en el centro de Alemania. La creencia de Washington en la necesidad de rearmar a los países de Europa Occidental (entre ellos, controvertidamente, el nuevo estado de Alemania Occidental) y de expandir y modernizar las fuerzas convencionales y nucleares de Estados Unidos fue
enormemente reforzada por el estallido de la guerra en Corea. En junio
de 1950 las fuerzas comunistas de Corea del Norte invadieron Corea del
Sur, un protectorado americano. No tardaron en establecerse paralelos
con la precaria situación de la dividida Alemania en Europa.
Además, en marzo de 1950 se había anunciado que la Unión Soviética
había hecho explotar su primera bomba atómica en agosto de 1949 -c-mucho antes de lo que esperaban Washington y Londres. Gran Bretaña no
logró realizar sus primeras pruebas nucleares hasta 1952, y Francia hubo
de esperar a 1960 (China hizo explotar su primera bomba nuclear en
1962). Asi pues, por efecto de la guerra de Corea e! ingente programa de
rearme que recomendaba e! documento NSC-68 de Estados Unidos fue
constituido en ley por e! Presidente Truman. En septiembre de 1950 la
OTAN creó una estructura de mando integrada a las órdenes de un comandante supremo aliado americano con base en París. En 1952 la conferencia de la OTAN en Lisboa confirmó la voluntad de Europa Occidental de llevar a cabo un fuerte rearme convencional. No obstante, las
realidades económicas y financieras de Europa Occidental impedirían
que se realizaran estos objetivos tan ambiciosos como poco realistas.
Con la muerte de Stalin en marzo de 1953 y la subida al poder de un liderazgo colectivo en Moscú con el prímus ínter pares Georgi Malenlcov se
222
EUROPA DESDE 1945
produjo una cierta suavización de las relaciones Este-Oeste. En la mayoría de los países de Europa Occidental (pero no tanto en Estados Unidos)
se desarrolló la percepción de que la amenaza militar del Este comenzaba
a disminuir. Pero en 1953 la guerra fría ya había llevado a la división firme del continente europeo. Sólo un puñado de países neutrales o semineutrales (Suiza, Liechtenstein, Austria, Suecia, España, Andorra, Irlanda,
quizás Yugoslavia) no se habían visto forzados a tornar partido por uno ti
otro bando.
Cooperación Este-Oeste, política nuclear en la cuerda floja,
y crisis sobre Berlín y Cuba, 1953-1963
Durante los años cincuenta se hizo cada vez más claro que tanto la Europa Oriental como la Occidental no pasaban de ser meros espectadores en
el conflicto entre dos superpotencias. Al comprenderlo, británicos y franceses realizaron esfuerzos desesperados por mantener sus papeles de gran
potencia. Pero a principios de los sesenta la guerra fría multipolar se había convertido en un conflicto bipolar. Tras la crisis de los misiles de Cuba
de octubre de 1962, que llevó al mundo a las puertas de una guerra nuclear, se inició una cauta cooperación entre Este y Oeste, con importantes
repercusiones en el continente europeo. La guerra de Vietnam y las políticas anti-americanas del presidente francés de Gaulle también tuvieron
hondas reverberaciones en la política europea. No obstante, en cada una
de las partes de Europa la superpotencia correspondiente consiguió consolidar su posición hegemónica. Esto dio como resultado numerosos
conflictos estratégicos y económico-monetarios entre Washington y sus
aliados occidentales, la mayoría de los cuales pudieron ser resueltos por
medio de largos procedimientos consultivos. Pese a haberse logrado un
cierto grado de prosperidad económica en los países de Europa del Este
en los años sesenta, existía un creciente descontento con el dominio cada
vez más opresivo de Moscú, que tuvo que recurrir a la fuerza para mantener su influencia.
En lo que respecta al continente europeo, los años cincuenta todavía
estuvieron presididos por la preocupación por el problema alemán. Para
la Unión Soviética inicialmente la cuestión era cómo escindir la RFA de
Occidente y establecer una Alemania unida y neutral. Para occidente la
cuestión era encontrar la mejor manera de integrar Alemania Occidental
en el mundo occidental de modo irreversible y cómo favorecer el acerca-
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
223
miento entre Bonn y París. Esto último se intentó por medio de la integración europea y, a la vista de las abrumadoras fuerzas convencionales
de Moscú, mediante el rearme de Alemania Occidental.
Pero los franceses se negaron categóricamente a acceder al rearme e integración de un ejército alemán en la OTAN, algo en lo que los americanos habían insistido durante una conferencia de ministros de exteriores
en Washington en septiembre de 1950. En lugar de establecer un ejército
alemán separado, el primer ministro francés Pleven sugirió una contribución alemana a un ejército europeo dentro de una Comunidad Europea de Defensa (CED) dirigida por un ministro de defensa europeo.
Pero el Plan Pleven discriminaba a la Alemania Occidental: no permitía al
gobierno de Bonn establecer su propio estado mayor y el ejército europeo
consistía en divisiones mixtas, sin ninguna unidad enteramente alemana.
Además, los estados miembros del CED sólo pretendían integrar una parte de su ejército en el CED, y retener una parte substancial de sus fuerzas
armadas en forma de ejércitos nacionales independientes para sofocar las
cada vez más frecuentes revueltas nacionalistas en sus colonias, como por
ejemplo en la Indochina francesa o el Congo belga. Además, el Reino Unido rehusaba a participar en un CED supranacional. En Londres se argumentaba que la calidad de un ejército se definíapor el entusiasmo nacionalista de los soldados individuales por defender su país de origen; era poco
probable que un soldado quisiera arriesgar su vida en nombre de una Europa vagamente definida. Existía asimismo el temor fundamentado de
que la OTAN y el compromiso de Estados Unidos con Europa se vieran
debilitados con la creación de un CED. Inicialmente, el gobierno americano se mostró muy escéptico sobre el valor militar del CED, pero gracias
a la capacidad de persuasión de [ean Monnet, Washington cambió de opinión.
En mayo de 1952 Francia, la RFA, Italia y los paises del Benelux concluían el tratado del CED, al tiempo que se firmaban los llamados acuerdos contractuales que habían de transformar la Alemania Occidental en
un estado casi soberano. Era el premio que recibía el canciller Adenauer a
cambio de la participación de Alemania Occidental en el CED. Durante
1953-4 el Reino Unido adquirió a efectos prácticos un estatuto de asociado del CED y accedió a una cooperación militar estrecha. Estos gestos no
convencieron a la opinión pública francesa. El sacrificio de la identidad
nacional de las fuerzas armadas era inaceptable. Además, antes de firmar
el tratado el canciller alemán había logrado cambios muy notables en el
tratado del CED que garantizaban un tratamiento más igualitario de
224
Alemania Occidental pero parecían debilitar el potencial dominio francés
del CED. Los franceses temían cada vez más que los alemanes acabaran
por dominar el CED en términos tanto económicos como militares. Al fin
y al cabo, existía una considerable presión por parte de Italia y Holanda
para expandir el CED hacia una organización política y económica."
En agosto de 1954 el CED fue desestimado en el parlamento francés,
lo que propinaba un fuerte revés a todo el proyecto de anclaje de Alemania Occídental en el Oeste y de estabilización del continente europeo.
Fue el ministro de asuntos exteriores británico, Anthony Eden, quien
recibió el reconocimiento por la propuesta de poner el práctica el plan
original americano de integrar las fuerzas armadas alemanas en la
OTAN. No obstante, antes de unirse a la OTAN en pie de igualdad con
. los otros estados miembros, la RFA había de unirse (junto a ltalia) al renovado y reformado OTB, ahora llamado Unión Europea Occídental
(VEO). La UEO se utilizaría para organizar la procuración de defensa de
sus estados miembros y dar así a cada estado miembro el veto de la compra de armas de cualquiera de los otros estados miembros. De este
modo, gracias a la participación de Alemania Occidental en la VEO era
posible controlar los esfuerzos de rearme de los alemanes. Además, Adenauer prometió «voluntariamente» que su país no tenía interés alguno
en obtener armas ABe (atómicas, biológicas, químicas). Para acabar de
tranquilizar a los franceses, Eden prometió también que Gran Bretaña
no retiraría del continente sus fuerzas de la OTAN sin el consentimiento
de los países de la DEO.
Al final, la fórmula tradicional de nación estado de Gran Bretaña de
abordar los problemas de integración europea, de seguridad europea y la
cuestión alemana se llevaba la palma. En mayo de 1955, Alemania Occidental entraba en la OTAN y, a cambio, se convertía en un estado plenamente soberano dentro del concierto de naciones occidentales (salvo por
algunas condiciones aliadas respecto a Berlín y al conjunto de Alemania,
entre ellas la reunificación). La Unión Soviética no se mostró tan hostil a
este desarrollo como habían hecho pensar algunas previsiones pesimistas. La respuesta del Krernlin a la admisión de Alemania Occidental en la
OTAN fue la creación, el 14 de mayo de 1955, del Pacto de Varsovia, la organización militar dominada por la Unión Soviética que más o menos inLos italianos y los holandeses se las ingeniaron incluso para llevar a la asamblea de la
CED a esbozar una constitución federal que contenía una cláusula en previsión de la unidad
política y económica de los estados miembros.
14
225
EUROPA
tegraba los estados satélite de Europa del Este; la RDA se convirtió en
miembro de pleno derecho en enero de 1956.
Los Estados Unidos y Europa Occidental sintieron un gran alivio con
la integración de la RFA en Occidente. Al fin y al cabo, justo antes de que
se firmara el tratado original del CED en mayo de 1952, Stalin había hecho todo lo posible por tentar a los alemanes occidentales para que se alejaran de occidente. Por medio de su famosa nota de marzo de 1952, Stalin había ofrecido a los alemanes la reunificación. Incluso parecía ofrecer
la liberación de la Alemania Oriental de su esfera de influencia si Alemania Occidental abandonaba el bando occidental y se convertía en un país
neutral. La verdadera intención de esta nota es aún hoy una cuestión
muy debatida en la bibliografía académica." A pesar de la fuerte presión de los partidos de la oposición en el parlamento de Alemania Occidental de «examinar» la oferta de Stalin, el gobierno de Bonn inmediatamente alentó a los Aliados occidentales a que rechazaran la oferta, lo que éstos
hicieron de buen grado.
Sin embargo, para horror de políticos de Washington, Bonn y demás,
solamente un año más tarde, apenas unos meses después de la repentina
muerte de Stalin en marzo de 1953, el primer ministro británico Churchill (que había vuelto al poder a finales de 1951) hizo una propuesta
muy parecida. Inspirado por el aparentemente más liberal curso del nuevo liderazgo colectivo de Moscú, defendió una Alemania reunida y neutral, así corno la firma de un tratado de amistad germano-soviético (un
Locarno occidental) que sería supervisado por Gran Bretaña. Churchill
esperaba que esta posición y un pronto fin de la guerra fria permitieran al
Reino Unido centrarse en su reconstrucción económica y mantenerse así
como uno de los líderes mundiales. Estaba también convencido de que la
continuada división de Alemania sólo podía traer convulsiones, y hasta
guerra nuclear, a Europa. La estabilidad en el continente sólo se podría
conseguir si se satisfacían las aspiraciones nacionales de los alemanes. Las
revueltas en Alemania Oriental de junio de 1953 parecían confirmarlo.
Sin embargo, ni siquiera en Londres encontraron mucho apoyo las ideas
del primer ministro. La mayoría de los otros países europeos estaban
menos entusiasmados con la idea de haber de tratar con una Alemania
15 Para las dos visiones opuestas: R. Stelninger, The German Question: The Stalin Note
vf 1952 and the Problem ofReunification (Nueva York: Columbia University Press, 199D);
G. wettlg, «Stalin and German Reunification: Archival gvidence on Soviet Poreign Policy in
Spring 1952», Historical Ioumal, 37 (1994), 411-19.
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EUROPA DESDE 1945
reunificada. Sólo Suecia mostró cierta simpatía hacia las ideas de Churchill. La indecisión del nuevo liderato soviético a acceder a una cumbre
de las cuatro potencias, además de una colaboración secreta germanoamericana en el verano de 1953, dieron al traste con las posibilidades de
realización de la propuesta de Churchill para la solución del problema
alemán."
El repentino consentimiento de la Unión Soviética al tratado del estado de Austria durante las negociaciones de Moscú de abril de 1955, tras
años de desacuerdos con occidente respecto al futuro de este país, puso
fin a la ocupación y dio pie al establecimiento de una Austria plenamente independiente con sus fronteras de 1938. No obstante, Austria no estaba obligada a renunciar a futuras intenciones de unión con Alemania y
adoptar una posición de país neutral e independiente de los dos sistemas
enfrentados de alianzas. El beneplácito de Moscú al tratado del estado de
Austria y la expectativa de que la RFA quisiera seguir el ejemplo de la solución austriaca probablemente deba verse como el último intento de la
Unión Soviética de alejar a la RFA del bando occidental. Pero Moscú no
consiguió lo que deseaba. Una vez Alemania Occidental estuvo plenamente integrada en la Alianza Occidental, en mayo de 1955, la URSS
perdió todo interés en cualesquiera planes de neutralidad y reunificación. El nuevo líder soviético, Nikita Khrushchev, comenzó a defender su
«teoría de los dos estados» y, por ende, la división permanente de Alemania. Incapaz de impedir la incorporación de Alemania Occidental en el
bloque occidental, Moscú se vio obligado a aceptar la nueva realidad. La
Unión Soviética comenzó entonces a defender el reconocimiento internacional de su estado alemán. Moscú ya no estaba dispuesta a sacrificar la
existencia de la RDA. En 1955 Europa habia quedado definitivamente dividida en una mitad occidental y una mitad oriental.
Todo esto quedó simbolizado sobre todo en la invitación soviética al
canciller de Alemania Occidental para que viajara a Moscú, lo que fue visto con gran desconfianza en Washington y en la mayoría de capitales europeas. Durante su visita de septiembre de 1955 Adenauer acordó iniciar
relaciones diplomáticas con la URSS e intercambiar embajadores a cambio de la liberación de los últimos 10.000 prisioneros de guerra alemanes
16 K. Larres, «Integrating Europe or Ending the Cold War? Churehill's Post-War Foreign
Policy», loumal ofEuropean lntegration History, 2 (1996), 15-49; K. Larres, «Preserving Law
and Order: Britain, the United States and the East German Uprising of 1953», Twentieth
CenturyBritish History, 5 (1994),320-50.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
227
que permanecían en la Unión Soviética. Sin embargo, el inicio de relaciones oficiales con el Kremlin amenazaba con socavar el no-reconocimiento de la RDA por Alemania Occidental y todo el mundo occidental, puesto
que Bonn había establecido relaciones diplomáticas con un país que reconocía la legitimidad de la RDA y de la linea Oder-Neisse como frontera
oriental de Alemania con Polonia. Por ello, Adenauer anunció que la
Unión Soviética, en tanto que una de las cuatro potencias de ocupación,
era un caso especial. El reconocimiento del régimen del Berlín Este por
cualquier otro país habría sido visto como un acto hostil que debía recibir
la respuesta apropiada. Era la llamada Doctrina Hallstein, fuertemente
apoyada por los Estados Unidos y los estados de Europa Occidental.
Como los acontecimientos demostrarían, hacia finales de los años cincuenta y durante los sesenta se haría cada vez más difícil insistir en el noreconocimiento internacional de la RDA. El reconocimiento oficial de la
RDA en 1957 por Yugoslavia y en 1963 por Cuba llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas entre la RFA y estos países. La observancia de la
Doctrina Hallstein estaba llamada a convertirse en la manzana de la discordia entre Alemania Occidental y sus aliados en Europa Occidental,
cada vez más deseosos de aprovechar las oportunidades comerciales que
la RDA ofrecia. En particular, Francia, Gran Bretaña, los países escandinavos e, inicialmente, Suiza, estuvieron tentados a intensificar las relaciones comerciales con Alemania Oriental. De hecho, con la excepción de los
bienes estratégicos incluidos en la llamada lista COCOM de bienes prohibidos para el comercio con el bloque Este, los vínculos comerciales entre
Europa Occidental y Europa Oriental se intensificaron desde mediados
de los años cincuenta.
Para cuando Adenauer visitó Moscú, ya había tenido lugar en Ginebra,
en julio de 1955, la primera cumbre de las cuatro potencias desde Potsdam. Le siguió una conferencia de los ministros de exteriores de las cuatro potencias en octubre. Aunque ninguna de las dos conferencias logró
resolver ninguno de los problemas pendientes de la guerra fria, al menos
condujeron a un clima internacional más relajado. Los primeros síntomas parecian indicar que sería posible contener la guerra fría en Europa
pacíficamente y consentir en el desacuerdo, una política que dio en llamarse «coexistencia pacífica».
Khrushchev también intentó abrir un nuevo capítulo con respecto a
los asuntos nacionales soviéticos. Pero su política de desestalinización se le
volvió en contra. Durante un discurso secreto en febrero de 1956 (que casi
de inmediato fue filtrado a los medios de comunicación occidentales),
228
EUROPA DESDE 1945
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
229
condenó las políticas del hasta entonces tan admirado Stalin y lo acusó de
crímenes horrendos. Su discurso llevó a muchos en Europa del Este a albergar la esperanza de que Moscú fuera a emprender un curso más liberal.
Estaban equivocados. Moscú reprimió sin piedad las revueltas de 1956 en
Hungría (y las menos dramáticas protestas de Polonia) con la matanza de
miles de personas y la ejecución del primer ministro lmre Nágy. El KremÍin forzó a Budapest a rescindir su decisión de abandonar el pacto de
Varsovia y a dar marcha atrás en su decisión de construir un sistema multipartidista.
Con todo, hasta finales de los años cincuenta las relaciones internacionales europeas se caracterizaron por un inquieto espíritu de distensión.
Pero esta desintensificación (temporal) de la tensión Este-Oeste tenía poco
que ver con las distintas propuestas de retirada y creación de zonas neutrales desmilitarizadas en el centro de Europa a lo largo de la frontera esteoeste de Alemania que fueron sugeridos, entre otros) por Anthony Eden,
George Kennan y (en forma de un plan aún más ambicioso) por el ministro
polaco de asuntos exteriores Adam Rapacki. J7 En lo que concierne a Moscú, la cada vez más obvia fractura Sino-Soviética contribuyó al deseo del
Kremlin de mantener relaciones pacíficas en su frente occidental. Además)
los levantamientos de 1956 en Europa del Este tuvieron lugar en un momento en que, en el curso de la controvertida crisis de Suez, dos democracias
occidentales estaban ocupadas en el bombardeo de un país que había actuado en contra de sus deseos (véase más adelante). De modo que la atención
occidental se centraba entonces en el Oriente Medio. Nadie en Occidente
defendía seriamente el ofrecimiento de apoyo militar a Hungría, puesto que
esto inevitablemente habría conducido a un peligroso conflicto con Moscú.
Hasta cierto punto el acercamiento entre Este y Oeste a mediados de
los años cincuenta se vio perturbado por el llamado «choc del Sputnik»
de 1957) que sacudió al mundo occidental y especialmente a los Estados Unidos, que de la noche a la mañana parecía haber perdido su superioridad en tecnología de misiles. Moscú había conseguido por primera
vez en el mundo poner un satélite en órbita, y había logrado lanzar el primer misil balistico intercontinental. Las ciudades americanas, y no sólo
las europeas, podían ser alcanzadas por las bombas atómicas soviéticas.
Pronto los políticos comenzaron a hablar de una «brecha» en la tecnología de misiles en p.~rjuicio de Occidente. En respuesta a ello, Washington
pUSO en marcha un programa frenético y bien financiado para alcanzar a
Moscú. Sputnik contribuyó a que el gobierno americano se mostrara más
que nunca interesado en centrarse en la contención nuclear y esperara que
Europa Occidental proporcionara los más costosos medios convencionales de defensa del continente europeo ante una eventual invasión soviética. Para irritación de los Estados Unidos, los europeos eran tan reacios
como incapaces de dedicar a defensa los recursos esperados. Hacerlo hubiera afectado seriamente sus esfuerzos de recuperación económica.
Entre 1958 y 1963 Europa quedó abrumada por una repentina e inesperada intensificación de la guerra fría. La crisis de Berlín y, sobre todo, la
crisis cubana de los misiles de octubre de 1962 llevó al mundo al borde
de una guerra nuclear. El Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares de
agosto de 1963 entre los Estados Unidos, el Reino Unido, la URSS y cualquier otro estado que deseara participar en este acuerdo internacional
que hada ilegal la explosión de bombas nucleares en la atmósfera fue una
de las lecciones aprendidas a raíz de la crisis de los misiles. Otra fue la instalación de una línea telefónica directa entre Washington y Moscú. Además, después de Cuba, la distensión Este-Oeste se percibía como la única
opción que podía asegurar la supervivencia del mundo a largo plazo.
Por lo que respecta al continente europeo, lo que causó una especial
tensión fue la segunda gran crisis de Berlín (1958-62). En su ultimátum
de noviembre de 1958 el líder soviético Khrushchev exigió el reconocimiento de la RDA como estado independiente y soberano, la retirada de
las potencias occidentales de Berlín y la creación de una ciudad libre independiente en Berlín Occidental. Esta crisis no sólo provocó un serio
conflicto Este-Oeste con el enfrentamiento de tanques soviéticos v aliados en las calles de Berlín, sino que también causó una gran fricción dentro de la Alianza occidental. El primer ministro británico Macmillan se
oponía a la rígida negativa de Washington a aceptar una solución de compromiso con Khrushchev. Macmillan se inclinaba por reconocer la RDA
y consentir a la retirada de las fuerzas occidentales del Berlín Occidental
a cambio de una solución pacífica a la crisis. Fue especialmente a raíz de
la visita de su primer ministro a Moscú en 1959 que Gran Bretaña se vio
seriamente enfrentada a Alemania Occidental, Francia y los Estados Unidos
y hubo de abandonar su fórmula del compromiso." La crisis de Berlin
se resolvió con la construcción del Muro de Berlín en agosto de 1961.
17 E. Hlnterhoff Disengagement (Londres; Stevens, 1959); M. Howard, Disengagement in
Europe (Harmondsworth: Penguín, 1958).
18 J. P. S. Gearson, HaroldMacmillan and the BeríinWallCrisis, 1958-1962: The Limits of
lnterests anáForce (Basingstoke: Macmillan, 1998).
230
EUROPA DESDE 1945
Aunque odiada por los alemanes, fue tácitamente aceptada por la mayoría de europeos del Este y el Oeste como una solución incómoda pero
necesaria para superar el problema alemán y rebajar el potencial de un
enfrentamiento militar Este-Oeste en Berlín.
Para entonces tanto Gran Bretaña como Francia habían sido eliminados a efectos prácticos del club de grandes potencias mundiales. Esto
quedó simbolizado sobre todo con la crisis de Suez de 1956, cuando
Gran Bretaña y Francia (en colusión con Israel) atacaron el Egipto de
Nasser con la intención de revocar la nacionalización del Canal de Suez
por el presidente egipcio. La ira del gobierno americano por no haber
sido consultado y el temor de Washington de que la acción británicofrancesa abriera las puertas de Oriente Medio a la Unión Soviética (como
efectivamente ocurrió) desembocó en la primera ocasión en que americanos y soviéticos se encontraron en el mismo bando, enfrentados a los
dos paises europeos. La Unión Soviética llegó incluso a amenazar con el
uso de armas nucleares contra Londres y París. Pero la actuación de
Washington fue más eficaz. Una gran presión, inspirada por Washington, sobre la libra esterlina y la imposición efectiva de un embargo de petróleo sobre Gran Bretaña por el presidente Eisenhower tuvieron el efecto deseado. Para enojo de Francia, que causó un gran resentimiento
anti-británico en París, Gran Bretaña notificó a los franceses que tenía
que retirarse de Egipto.
Suez dejó claro que si incluso antiguas potencias mundiales como
Gran Bretaña y Francia, que todavía conservaban una gran influencia
global, no podían emprender acciones internacionales independientes
sin la aprobación y el apoyo de los Estados Unidos y la Unión Soviética,
otros países europeos del Este o del Oeste serían del todo incapaces de
hacerlo. La crisis de Suez simboliza el declive de la Europa del Este y del
Oeste hasta la condición de meros estados satélite de las dos superpotencias. Los vehementes esfuerzos de Londres por obtener el apoyo tecnológico de los Estados Unidos para su programa «independiente» de armamento nuclear durante los años siguientes no hicieron más que confirmar
su decadencia. Sin los misiles americanos Skybolt y Polaris para sus cabezas nucleares, Gran Bretaña no habría conseguido mantener su condición de tercera potencia nuclear. Además, en el curso de otra aventura en
Oriente Medio, durante la invasión británica y americana del Líbano
en 1957, se hizo patente que las grandiosas ambiciones del gobierno de
Macmillan en la región estaban firmemente contenidas y controladas
por Washington.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
231
Con la excepción del acuerdo cuatripartito de Berlín de 1971-2, la
fallida conferencia de las cuatro potencias en París de 1960 fue la última gran cumbre hasta las conferencias de dos-más-cuatro de 1990
(que condujeron a la unificación de Alemania) en que participaron
Gran Bretaña y Francia. Después de 1960 la guerra fría se había convertido a todos los efectos en un conflicto entre superpotencias, como
gradualmente llegaron a aceptar Francia y Gran Bretaña. En Londres
condujo a las relaciones cada vez más estrechas del primer ministro
Macmillan con los Estados Unidos y a una poco entusiasta petición de
entrar a la CEE. En París, el presidente de Gaulle intentó desesperadamente forjar un papel de gran potencia para su país en oposición a los
Estados Unidos."
La visión europea de de Gaulle, 1963-1969
Mientras que durante los años cincuenta los políticos del Este y del Oeste se habían centrado sobre todo en los intentos por hallar una solución
para el problema alemán, los años sesenta estuvieron dominados por las
políticas anti-americanas del presidente francés De Gaulle, así como por
el creciente descontento europeo con la participación americana en Vietnam. La creciente inclinación de Washington a basar su política exterior
en la existencia de un continente europeo permanentemente dividido en
esferas de influencia también encontró una gran oposición en Europa. En
particular, los alemanes occidentales que, cada vez más seguros de sí mismos, deseaban participar en las tomas de decisión nucleares de la
OTAN/Otemían con razón que Washington había arrumbado el objetivo
de lograr la reunificación alemana. De Gaulle tampoco estaba satisfecho
con la tendencia de los poderes anglo-sajones de estabilizar el status quo
de la guerra fría y mantener el dominio americano sobre el continente
19 R. O. Paxton y N. Wahl (eds.}, De Gaul1e and the United States: A Centennial Reappraisal (Oxford: Berg, 1994),
20 Esto condujo a la propuesta, por parte de Washington, de crear una fuerza nuclear
multilateral (MLF) que daría a los europeos la oportunidad de participar en el proceso de
toma de decisiones nucleares de la OTAN al tiempo que permitiría a Estados Unidos conservar el dedo en el gatillo nuclear. Sin embargo, aunque Alemania Occidental se mostró interesada, la MLF acabó en nada cuando el Reino Unido y Francia expresaron su preferencia
por mantener un control real sobre sus fuerzas nucleares en lugar de obtener la ilusión de
control sobre una MLF controlada por Norteamérica.
232
EUROPA DESDE 1945
europeo hasta un futuro indefinido. Después de todo) su propuesta de
1958, poco después de volver al poder, de establecer un directorado americano-británica-francés para supervisar la estrategia de la guerra fría en
el mundo occidental había sido cortésmente rechazada. En respuesta, De
Gaulle retiró su flota mediterránea de la OTAN.
Al mismo tiempo, De Gaulle comenzó a desarrollar sus propias ideas
sobre el futuro de Europa. En conjunto, su política exterior se caracterizó por un intenso anti-americanismo y por sus intentos de revitalizar el
papel «natural» de Francia como poder global convirtiéndola en líder de
una «Europa europea>~. En 1962-3, una vez De Gaulle hubo conseguido
apaciguar su sangrienta guerra en el Norte de África retirándose y accediendo a la independencia de Argelia, y una vez hubo desarrollado la capacidad nuclear francesa, comenzó a defender activamente sus propios
planes para Europa: una Europa liderada por los franceses que fuera independiente de los Estados Unidos y cimentada en acuerdos bilaterales
con Alemania Occidental. De Gaulle estaba convencido de que si la Europa continental conseguía organizarse a sí misma y organizar cabalmente sus recursos, podía llegar a desafiar la hegemonía americana y soviética en el continente europeo y eventualmente superar el conflicto
Este-Oeste. Esto explica por qué en enero de 1963 De Gaulle vetó la solicitud de entrada de Gran Bretaña en la CEE. No estaba dispuesto a permitir que Londres socavara su estrategia europea con su «relación especial» con los Estados Unidos. Veían en Gran Bretaña a un caballo de
Troya americano y, en consecuencia, objetaba al ingreso de Gran Bretaña en la CEE.
De Gaulle veía en el tratado bilateral franco-alemán de 1963 un paso
adelante hacia una tercera vía, liderada por Francia, para la política mundial. Pero la decepción no tardó en llegar. No sólo insistió el parlamento
de Alemania Occidental en añadir un preámbulo al tratado en el que se
hacía hincapié en los estrechos vínculos que unían la RFA con los Estados Unidos y con la Alianza Atlántica, sino que el sucesor de Adenauer,
Ludwig Erhard, era un atlantista convencido. Resultó imposible empujar
a Bonn a escoger entre Washington y París en favor del último. Además,
de Gaulle estaba cada vez más irritado con la cada vez más obvia preferencia de los americanos a tratar con la Unión Soviética bilateralmente y
a desestimar a los europeos -incluso a los dos países europeos con armamento nuclear. La crisis de los misiles de Cuba, las negociaciones de las
prohibiciones de pruebas nucleares, la nueva «estrategia de respuesta flexíble» que los Estados Unidos gradualmente desarrollaban e imponían a
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
233
la OTAN/ 1 así como la desacertada política americana en Vietnam, fueron todas puestas en práctica sin consultar para nada con los europeos,
lo que contribuyó no poco al resentimiento de De Gaulle.A mediados de
los años sesenta, cuando ya se había dado cuenta de la futilidad de intentar alejar a Bonn de Washington, De Gaulle comenzó a desarrollar
una nueva estrategia para aumentar la independencia de Francia en la
política mundial.
Ya entre 1960 y 1965 había comenzado a retirar unidades militares
francesas de los ejercicios militares de la OTAN y, a mediados de 1966, el
presidente francés decidió retirar completamente a su país del mando militar integrado de la OTAN, aislándolo así deliberadamente. Más importante, y estrechamente vinculada a su estrategia con la OTAN, fue la decisión de De Gaulle de emprender una Ostpolitik {epolítica para el Este»] a
lafrancaise. Confiaba en que, a la larga, esta política condujera a un mundo menos bipolar, que fortaleciera a Francia económicamente y le propinara un papel de mediador en el conflicto entre Este y Oeste. A principios
de 1964 Francia reconoció diplomáticamente a China. En 1965 el ministro de asuntos exteriores soviético Grornyko visitó París. En 1966 el mismísimo De Gaulle realizó una fructífera visita de estado a Moscú, que
fue correspondida al año siguiente, cuando el jefe de estado soviético
Kosygin vino a París. La Guerra de los Seis Días en Oriente Medio en junio de 1967 encontró a los franceses del lado de Europa del Este, Moscú y
los estados árabes, mientras que la mayoría de los países europeos occidentales (ente ellos la RFA) y los Estados Unidos apoyaban a Israel. Para
entonces De Gaulle había comenzado ya a firmar tratados comerciales
con todos los países de Europa del Este con la excepción de la RDA.
En vista de las sensibilidades de Alemania Occidental, De Gaulle
rehusó reconocer la RDA. Continuó cortejando políticamente a Alemania Occidental cuado en Bonn gobernaba la Gran Coalición (1966-9). En
ocasiones el presidente francés todavía confiaba en debilitar la estrecha
relación entre Alemania Occidental y los Estados Unidos. Obviamente
había subestimado hasta qué punto Bonn confiaba en su relación con
Washington en lo concerniente a su seguridad exterior, su bienestar
21 Esto significaba, en esencia, que la OTAN utilizaría primero armamento convencional,
luego armamento nuclear de alcance medio (las llamas armas nucleares de campo de batalla), antes de emprender una guerra nuclear total contra un ataque soviético a Europa Occidental. Para una sólida revisión del tema, puede consultarse B. Heuser, «The Development
ofNATO's Nuclear Strategy», Contemporary European History, 4 (1995), 37-66.
234
EUROPA DESDE 1945
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
235
económico y la situación de Berlín. El presidente francés llegó incluso a
declarar repetidas veces que su concepto de una «casa común europea» incluía la reunificación de Alemania con la conclició~ de que Bonn aceptara
la línea Oder-Neisse y prometiera no obtener nunca armamento nuclear."
Esta estrategia gozaba al parecer de dos ventajas para De Gaulle. Indicaba a la Alemania Occidental que si no defería a la política pan-europea
de De Gaulle, éste podía reconocer a la RDA y con ello socavar definitivamente las aspiraciones de Bonn de unificación y su pretensión de hablar
por la nación alemana entera. Asimismo, mantenía la política de Bonn con
Europa del Este bajo control francés, ya que impedía cualquier acción que
no hubiera sido consentida previamente por Francia. Al fm y al cabo, si
Bonn emprendía su propia Ostpolitik podía esperarse que condujera a un
aumento de la influencia política y económica de Alemania Occidental en
Europa del Este. Además, las frecuentes declaraciones públicas de De Gaulle con referencia al derecho de los alemanes a reunificarse fijaban la atención de Europa del Este (y especialmente de Polonia) en las posibles aspiraciones revanchistas de Bonn. De este modo, se dirigirían a Francia para
compensar las ambiciones de Alemania Occidental. París confiaba en que
esto impidiera que surgieran vínculos independientes entre Alemania Occidental y las naciones de Europa del Este y, por ende, cualquier política
que pudiera desafiar las aspiraciones francesas a liderar Europa.
Sin embargo, cuando en 1968 tanto la administración americana como
la Gran Coalición en Bonn emprendieron una política más activa con Europa del Este, la Ostpolitik francesa se paralizó. Había varias razones para
ello. Tanto los Estados Unidos como Alemania Occidental eran, tanto
económica como política y estratégicamente, consortes más interesantes
para Moscú que París. Como remate, los acontecimientos casi revolucionarios acaecidos en París en mayo de 1968 socavaron fundamentalmente
la reputación de De Gaulle y de sus estrategias políticas. La Doctrina Breznev y la invasión soviética de la República Checoeslovaca en agosto de 1968,
así como la deposición del régimen comunista liberal dirigido por Alexander Dubéek, pusieron un fin abrupto a cualquier esperanza de que la
Unión Soviética estuviera dispuesta a tolerar algún grado de independencia en Europa Oriental. Esto llevó a De Gaulle a cuestionar su propia Ostpolitik. Al fin y al cabo, el principal objetivo de su política en Europa del
Este había sido la superación de la divisoria Este-Oeste y la creación de
Aunque en su conjunto la Ostpolitik de De Gaulle debe verse como un fracaso, al parecer su ejemplo tuvo un efecto estimulador sobre los políticos
de Bonn, que se movía con mucha más cautela que la «Grand Nation». De
mediados a finales de los años sesenta Alemania Occidental parecía inclinarse por la eliminación de la cada vez más anticuada Doctrina Hallstein.
Bonn se fue dando cuenta de que los rígidos aspectos políticos y legales de
la estrategia tradicional de Adenauer con Europa del Este, la «política de la
fuerza», era contraproducente. Pero Bonn todavía no estaba preparada
para seguir la declaración de los paises del Pacto de Varsovia de 1967 según la cual Alemania Occidental debía reconocer a la RDA antes de que
se pudiera producir un acercamiento entre el Este y el Oeste. Sin embargo, algunos de los principales políticos de Alemania Occidental se dieron
cuenta de que la unificación sólo era posible en el marco de un acuerdo
de ámbito europeo. En este contexto Francia y los Estados Unidos habían de
ser partícipes en la apertura de Alemania Occidental a Europa del Este.
Por consiguiente, los politicos de Alemania Occidental no estaban en
22 De Gaulle no excluía la posibilidad de que Bonn pudiera participar en la decisión sobre el uso del armamento nuclear por las grandes potencias, Francia incluida.
23 A. Stent, Prom Embargo to Ostpolitik: The Political Economy ofWest' German-Soviet Reíations, 1955-1980 (Cambridge: Cambridge University Press, 1981), 155.
una Europa guiada por Francia y en gran medida libre de la influencia de
las dos superpotencias. La invasión dejaba claro que, en Moscú, Francia y las
estrategias de De Gaulle nunca se habían considerado tan importantes.
Asimismo, desde la invasión soviética de Praga en 1968, la URSS se había mostrado más decidida que nunca a «llegar a un acuerdo con Occidente para el reconocimiento de la legitimidad de la influencia soviética
en Europa del Este que minimizara la probabilidad de una nueva Checoslovaquia»." Esto, sin embargo, no se refería tanto a un acuerdo con Francia como con Washington y Bonn.
En los últimos meses de su presidencia, De Gaulle comenzó a dar señales de estar dispuesto a considerar cierta coordinación de las fuerzas
nucleares de Francia y de la OTAN, y a admitir la entrada de Gran Bretaña
en la CEE. Esta política de acercamiento a Gran Bretaña con el fin de utilizar a este país como contrapeso a una Alemania Occidental cada día más
segura de sí misma y económicamente más fuerte continuaría, aunque en
un grado menor, con el sucesor de De Gaulle, Georges Pompidou.
Ostpolitik y el fin de la guerra fría
EUROPA DESDE 1945
posición de elegir entre Paris y Washington, como De Gaulle les había instado a hacer. Comprendieron siempre que debían mantener buenas relaciones con estos dos países, así como con los otros países europeos.- El
problema era que los políticos de Alemania Occidental tenían que hacerse
más flexibles e independientes, pero evitando provocar con ello la sospecha
en Estados Unidos y Europa Occidental de que Bonn estaba poniéndose de parte de Moscú y Europa del Este. A este respecto, los alemanes
occidentales eran afortunados (e inspirados) por el hecho de que su Ostpolitik correspondiese con el inicio de un período general de distensión
gradual de las superpotencias desde el advenimiento de la administración de Nixon en Washington a principios de 1969.
La Ostpolitik fue seguida enérgicamente por el gobierno social-democrática-liberal del canciller Willy Brandt (1969-74), y condujo a la firma
de tratados con la URSS (agosto 1970) y Polonia (diciembre 1970). Su política contribuyó asimismo al Acuerdo de Berlín entre las cuatro potencias
aliadas (diciembre 1971-junio 1972) qne resolvió la situación de crisis
permanente que rodeaba a Berlín. Clarificó la posición según la cual las
potencias occidentales tenían derecho a retener sus fuerzas militares en el
Berlín Occidental y que el Berlín Occidental estaba estrechamente vinculado a Alemania Occidental, aunque constitucionahnente se mantenía
como una entidad separada. Por encima de todo, la Ostpolitik dio como
fruto el Tratado Básico entre los dos estados alemanes (diciembre 1972).24
La importancia de los tratados con Moscú, Varsovia y Berlín Oriental
consistía en que Alemania Occidental aceptaba ahora las fronteras de
posguerra en Europa, entre ellas la frontera entre las dos Alemanias, así
como la línea Oder- Naisse como frontera entre Alemania y Polonia. Con
ello, Alemania Occidental renunciaba defacto (aunque no dejure, lo que
habría de aguardar hasta 1990) a los territorios perdidos durante la Segunda Guerra Mundial. También aceptaba a la RDA como un segundo estado alemán legítimo y reconocía, por tanto, la división de Alemania,
aunque manteniendo la ambición de lograr una unificación pacífica en el
futuro."
W. Brandt, My Lifein Politics (Nueva York: viking, 1992), 154-241,
No obstante, la RFA no reconoció la soberanía del estado de Alemania Oriental con
respecto a cuestiones como las fronteras de la RDA, la ciudadanía, la reunificación y la
pertenencia a organizaciones internacionales. Bonn deseaba preservar la noción de una «relación especial» entre Bonn y Berlín Este y la existencia de «una nación alemana» pero dos
estados alemanes. Por ello, Bono y Berlín Este no intercambiaron embajadores, sino representantes permanentes.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
237
Con estos drásticos cambios de política, el gobierno de Bonn siguió las
necesidades de la cambiante situación internacional, así como los deseos
de sus aliados occidentales y los países de Europa Oriental. Se creía que la
resolución de la cuestión alemana y la aceptación de las fronteras europeas de la posguerra darian pie a una más intensa cooperación política
y económica entre Europa Occidental y Oriental. Y, en efecto, los vinculas
comerciales en Europa se expandieron enormemente desde principios de
los años setenta. La serie de tratados bilaterales inspirados por la Ostpolitik concluyó cuando Bonn firmó un tratado de reconciliación con Checoslovaquia en diciembre de 1973.
Desde entonces, la Ostpolitik pasó a estar integrada en el proceso general de distensión de las superpotencias y las negociaciones de desarme
que habían comenzado tímidamente durante los años setenta. Su primer
logro fue la firma del primer Tratado para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT 1) el 26 de mayo de 1972, durante la visita a Moscú del presidente Nixon. En noviembre de ese mismo año comenzaron en firme las
conversaciones para una conferencia sobre seguridad y cooperación en
Europa (CSCE), que dieron como resultado una serie de reuniones entre
1973 y 1975 que concluyeron con la importante conferencia de Helsinki
de julio-agosto de 1975. 26 Los Acuerdos de Helsinki fueron firmados el
1 de agosto de 1975 por treinta y cinco paises europeos además de los
Estados Unidos y Canadá. Solamente Enver Hoxha, el líder comunista de
línea dura y pro-maoista de Albania, rehusó firmar el tratado. A causa de la
situación de pobreza y las inclinaciones pro-chinas de Albania, Hoxha había dejado el Comecon en 1961 yel Pacto de Varsovia en 1968. El establecimiento del CSCE fue un avance extremadamente importante. Hasta
el fin de la guerra fría fue el único foro que reunía regularmente a todos los estados europeos, comunistas o capitalistas, además de los Estados Unidos y Canadá."
En conjunto, los Acuerdos de Helsinki facilitaron una drástica disminución de las tensiones entre Este y Oeste. Por ello, fueron muy criticadas por
muchas fuerzas ardientemente anti-comunistas tanto en los Estados Unidos corno en Europa Occidental. Después de todo, Moscú había obtenido
Z4
25
26 Véase A. Heraclides, Security and Co-operatian in Butope: The Human Dimension,
1972-1992 (Londres: Frank Cass, 1993).
27 Belgrado 1977-8, Madrid 1980-3, Viena 1986-9 y Helsinki 1992, cuando la CSCE
con sus cincuenta y tres miembros fue reformada y pasó a ser una agencia de las Naciones
Unidas.
EUROPA DESDE 1945
aquello por lo que había luchado desde los años cincuenta: el reconocimiento de las fronteras de posguerra en Europa tal como resultaron de la
Segunda Guerra Mundial y, con ello, la legitimación de su esfera de influencia en Europa del Este. A cambio, la Unión Soviética y todos sus países satélite se comprometieron a intensificar la cooperación entre Este y
Oeste. Mediante la firma de la Cesta III de los Acnerdos de Berlín, acordaron también prestar una mayor atención al respeto de los derechos humanos en Europa del Este (incluido el derecho a viajar y la libertad de expresión política y religiosa).
En el curso de los años setenta y ochenta, los Acuerdos de Berlín estimularon la constitución de un número cada vez mayor de movimientos
disidentes en la URSS y en mnchos países de Europa del Este (especialmente en la RDA, Polonia, Hungría, y la República Checoeslovaca). Juntamente con el estancamiento económico en Europa del Este, la Ostpolitik
y la CSCE contribuyeron a un ánimo general de descontento e insatisfacción con el status quo de la Europa Oriental. Todavía se discute en la bibliografía académica si Helsinkí y la Ostpolitik desempeñaron algún papel
en el desencadenamiento de las llamadas «revoluciones de terciopelo» de
Europa del Este de 1989-90 o si, en cambio, ayudaron a consolidar y por
tanto prolongar el imperio de la Unión Soviética en Europa. Lo que sí parece claro es que la Ostpolitiky Helsinki tuvieron a la larga un considerable efecto indirecto sobre la auto-liberación de los países de Europa del
Este; ayudaron al menos a acelerar los desarrollos que culminaron en los
acontecimientos de 1989-90. A corto plazo, en cambio, los resultados fueron decepcionantes. Por ejemplo, grupos humanitarios como la Carta
Checoslovaca 77 intentaron que el gobierno de Praga refrendara con hechos los Acuerdos de Helsinki, pero sus miembros fueron a menudo perseguidos y encarcelados por sus actividades. Lo mismo ocurrió en Polonia y en la RDA. En respuesta a las protestas de los países occidentales, la
Unión Soviética insistió en que era ilegal que occidente interfiriera en los
asuntos internos de Europa del Este.
La disposición de Washington a principios de los años setenta de emprender un período de distensión con la Unión Soviética y de acceder,
ante las peticiones de los europeos, a una relajación de la guerra fría, estuvo fuertemente influenciada por los problemas económicos y financieros
de los Estados Unidos. Algunos comentaristas comenzaron a hablar de
una relativa decadencia americana y del fin del siglo de América. Así quedó compendiado cuando Nixon puso fin en 1971 al sistema económico
de Bretton Woods de 1944 con la repentina suspensión de la convertibili-
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
239
dad del dólar con el oro, lo que tuvo como consecuencia el cambio libre
de las monedas internacionales y la devaluación del dólar. Al mismo
tiempo, el presidente impuso una tarifa protectora del diez por ciento sobre todos los bienes importados. Estas medidas fueron dictadas única y
exclusivamente por las necesidades económicas nacionales de los Estados
Unidos, sin tener en cuenta las posibles consecuencias económicas negativas para sus aliados europeos.
Los problemas de América se debían en gran medida al coste de la
Guerra de Vietnam, a la carga persistente de la financiación de los programas nacionales de la «gran sociedad» de los años sesenta, y a la relativa sobrevaluación del dólar, que ayudaba a las exportaciones europeas y
japonesas. La imposición en la CE de contingentes, controles sobre el
cambio y licencias de importación para los bienes procedentes de otros
países, así como la proteccionista política agraria común (PAC) de la Comunidad, inaugurada en 1966, contribuyeron al creciente déficit presupuestario de los Estados Unidos. Este país no sólo había acumulado un
considerable déficit de la balanza de pagos, sino que, desde 1971 y por
primera vez desde 1883, tenía también un considerable déficit comercial
además de problemas inflacionarios, aumento del desempleo y salarios
casi congelados, y la posición del dólar, la principal moneda de reserva del
mundo, se estaba debilitando. La situación no tardó en empeorar en el
ominoso clima económico internacional que siguió a la Guerra Árabe-Israelí de octubre de 1973, que condujo a la imposición de un embargo del
petróleo árabe en la mayoría de los países occidentales y, en consecuencia,
a un aumento global del precio del petróleo. Washington y los europeos
necesitaban adaptarse a la nueva situación, que debía incluir un grado
mucho mayor de cooperación mutua en igualdad de condiciones. Pese a
la competencia económica y la enorme ira que se desató, por ejemplo,
tras la decisión del secretario de estado americano, Henry Kissinger, de
declarar 1973 como Año de Europa sin haber consultado antes a los propios europeos, en conjunto Washington y Europa Occidental se las arreglaron, aunque no sin grandes dificultades, para resolver sus diferencias.
En última instancia, los Estados Unidos no tuvieron más elección que
aceptar la emancipación de Europa Occidental del tutelaje americano.
Desde mediados a finales de los años setenta comenzó a notarse que
los países de Europa Occidental y Oriental comenzaban a divergir gradual
y cautamente de las politicas seguidas por sus patrones en Washington y
Moscú. Con la perspectiva que no da la historia parece que las naciones
europeas fueron recuperando gradualmente su identidad europea común
240
EUROPA DESDE 1945
y se hicieron más conscientes de sus intereses compartidos en los asuntos
mundiales. De hecho, cuanto mayores eran sus respectivas dificultades
con Washington y Moscú, más unidos estaban los países europeos.
A mediados de los años setenta podían observarse graves problemas en
la cooperación entre las superpotencias. Por ejemplo, las extensas conversaciones MBFR (Redncción Mutua y Equilibrada de Fuerzas) sobre control de armas que tuvieron lugar en Ginebra y Viena después de 1973 y las
negociaciones del SALT II durante la administración Carter comportaron
grandes dificultades para las relaciones Este-Oeste. Además, el fortalecimiento del movimiento neo-conservador americano en los años setenta
parecía presagiar una nueva fase hostil en la guerra fria. La opinión pública europea y muchos políticos de Europa Occidental rehusaron cooperar.
Pero el creciente consenso en los Estados Unidos de que la Unión Soviética estaba en realidad intentando conseguir una superioridad militar
y nuclear a socapa de los acuerdos de reducción de armas comenzó gradualmente a preocupar también a algunos países europeos de la OTAN
como Alemania Occidental y Gran Bretaña. Con el tiempo condujo a la
decisión de la OTAN de rearme «a dos vías» de diciembre de 1979. Se trataba de un intento de negociar con Moscú para conseguir la reducción e
incluso eliminación de los misiles SS-20 de alcance medio del Kremlin
que apuntaban a Europa Occidental. Si esto resultara inviable, como en
efecto ocurrió, se desplegaría armamento americano equivalente, misiles
de crucero y misiles pershing, en territorio de Europa Occidental, sobre
todo en Alemania Occidental. Pero la opinión pública europea criticó
acremente esta decisión. En Bonn contribuyó a la caída del gobierno de
Schmidt y a su sustitución por el gobierno de centro-derecha de Helmut
Kohl de 1982. Causó también numerosas revueltas populares en Francia
e Italia y condujo al rápido desarrollo de un movimiento pacifista europeo. Éste último benefició sobre todo a los nuevos partidos verdes pacifistas, ambientalistas e izquierdistas de Europa Occidental, que eran especialmente fuertes en la RFA, Francia y los países del Benelux.
La creciente oleada de eurocomunismo que afectaba al sur de Europa
(en particular a Italia, Francia y España) desde mediados de los años
setenta preocupaba también a los Estados Unidos mucho más que a los
europeos. A pesar de la independencia de Moscú de los eurocomunistas y de su ambición de democratizar sus estructuras de partido, Washington temía que la OTAN no pudiera sobrevivir a los desarrollos internacionales de los años setenta. Después de todo, Grecia se retiró de la OTAN
en 1974 a la vista de la actitud ambigua de los paises occidentales frente a
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
24
'
la invasión turca de la isla de Chipre tras el golpe de estado suscitado por
Grecia. El régimen militar gobernante en Atenas confiaba en poder unir
Chipre con Grecia y mejorar así su deteriorada popularidad nacional.
Además, existía la posibilidad de que los comunistas lograran carteras de
ministro en países como Italia, Francia, la España post-franquista, y el inestable y revolucionario Portugal. Hasta 1974 y 1975, estos dos últimos habían sido todavía estados autocráticos dominados por gobiernos fascistas.
También podían observarse serios desacuerdos entre Washington y sus
aliados acerca de la relajada actitud de los europeos occidentales hacia las
diferencias en Estados Unidos y la Unión Soviética sobre las guerras civiles por poderes de Angola y Etiopía-Somalia de mediados de los años setenta. Lo mismo se aplicaba a la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979, que preocupó a los europeos mucho menos que a los
Estados Unidos. La elite política americana estaba embargada cada vez
más por un ardiente anti-comunismo que culminó con la elección del
presidente Reagan a finales de los ochenta. Reagan, como ya antes que él
[immy Carter durante los dos últimos años de su presidencia, no dudó en
volver a las recias actitudes de la guerra fría de los años cincuenta y principios de los sesenta, aunque Washington por regla general obvió consultar o incluso informar a sus aliados europeos.
Los europeos occidentales juzgaron que eran ellos los que más tenían
que perder con una vuelta a la guerra fría. Por ello, se propusieron continuar con la distensión en Europa. Para consternación de Washington, el
presidente francés Giscard d'Estaing llegó incluso a visitar al envejecido
Breznez en Moscú en mayo de 1980 para atemperar la crisis de Afganistan. Al mismo tiempo, cada vez con más frecuencia el gobierno polaco,
guiado por los soviéticos, intentaba aplacar con mano dura las manifestaciones y huelgas convocadas por el sindicato Solidaridad con motivo de la
falta de alimentos. También el gobierno de Alemania Oriental comenzó a
aplicar mano dura contra la proliferación de movimientos disidentes en
la RDA. Sin embargo, los cancilleres de Alemania Occidental Schmidt y
Kohl estaban tremendamente interesados en seguir estrechando lazos políticos y comerciales con las elites gobernantes del Berlín Este y de Varsovia. A excepción de la primera ministra británica, Margaret Thatcher,
muchos gobiernos de Europa Occidental rechazaron también el consejo
americano de criticar abiertamente las violaciones de los derechos humanos en el bloque Este, acabar con acuerdos económicos como la ayuda
para la construcción de un oleoducto y gasoducto de Siberia a Europa
Occidental, y emprender programas de rearme.
EUROPA DESDE 1945
Estas diferencias de opinión entre la mayoría de países de Europa Occidental y Estados Unidos se fundamentaban sobre todo en visiones políticas del mundo muy distintas. Muchos políticos americanos creían en
una más o menos burda estrategia de «percha y zanahoria», En Europa se
creía que, pese a todas las actividades reprensibles de los gobiernos de
Moscú y Europa del Este, no había más alternativa que mantener las conversaciones con estas administraciones a fin de mejorar al conjunto de
gentes de Europa del Este a largo plazo. Por consiguiente, el boicot americano a los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú no halló eco más que en
unos pocos países de Europa Occidental, entre ellos Alemania Occidental,
que se sentía especialmente vulnerable a los disgustos americanos. De hecho, la fuerte tensión entre los países de Europa Occidental y los Estados
Unidos con respecto a los sacrificios económicos y políticos que Washington esperaba para castigar las desviaciones de la Unión Soviética de
la distensión y de Helsinki contribuyó al desarrollo de una identidad europea. De buen seguro contribuyó a dar nuevo aliento a los esfuerzos por
construir una Europa Occidental cada vez más estrechamente integrada e
independiente. En 1984 hubo intentos de revivir la moribunda UEO
como brazo militar de un Europa unida.
A mediados de los años ochenta parecía que Europa Occidental estaba
cambiando de opinión respecto a la invitación que había ofrecido a los
Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial de asumir el liderazgo de la mitad occidental del continente europeo. Asimismo, en Europa del Este se desarrolló durante los años ochenta una política un tanto
más independiente. Los gobiernos de, sobre todo, Alemania Oriental,
Hungría y Rumanía demostraron un deseo cada vez más ferviente de intensificar sus lazos económicos y comerciales con Europa Occidental. Esto
no parecía necesario únicamente para rescatar las profundamente afectadas economías de estos países. Se pretendía también, especialmente en el
caso de la RDA, apaciguar a los disidentes políticos, cada vez más abiertamente críticos, con más lazos culturales entre Este y Oeste. Sin embargo,
la mayoría de las veces, los ciudadanos disidentes eran encarcelados o, en
el caso de Alemania Oriental, «alentados» a emigrar a Alemania Occidental.
La helada atmósfera de las relaciones Este-Oeste cambió gradualmente durante el segundo mandato de Reagan cuando Mijail Gorbachov, el
último líder de la Unión Soviética, llegó al poder en 1985. No obstante,
acontecimientos como las diversas cumbres entre Reagan y Gorbachov de
1986-8 que condujeron a drásticos tratados de reducción de armas fueron
un asunto entre superpotencias. Los gobiernos europeos tanto del Este
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
243
como del Oeste fueron poco más que espectadores pasivos. Además, no
sólo Moscú, sino también Washington seguían demostrando una absoluta falta de interés por consultar con sus aliados en Europa. De hecho, hasta mediados-finales de 1989, los políticos de Europa Occidental como
Margaret Thatcher en Londres y Helmut Kohl en Bonn estaban profundamente preocupados por los acuerdos americano-soviéticos de reducción de armas nucleares (como, por ejemplo, el acuerdo INF [Fuerzas
Nucleares de Alcance Medio] de diciembre de 1987). Estos acuerdos pa·
recían garantizar la seguridad del continente americano, pero ofrecían
muchas menos ventajas para Europa. Además, hacía aún más cuestionable que hasta entonces la estrategia de «respuesta flexible» de la OTAN.
Pese a la retirada voluntaria ordenada por Gorbachov de una parte de las
tropas soviéticas destacadas en Hungría y otros países de Europa del Este
en la primavera y verano de 1989, los europeos se encontraron todavía
enfrentados a la abrumadora superioridad de fuerza militares convencionales de la Unión Soviética.
No faltaban tampoco suspicacias en Europa del Este. Por ejemplo, durante un encuentro entre los líderes de los países del Pacto de Varsovia en
Bucarest en julio de 1989, Gorbachov recibió fuertes críticas por no haber
intervenido contra los regímenes reformistas de Polonia y Hungría. En particular, el líder de Alemania Oriental, Erich Honecker, el presidente Checolovaco Gustav Husak, el de Rumanía, Nicolae Ceausescu, y el presidente
búlgaro Todor Zhivkov, no estaban preparados para adoptar un curso más
liberal y reformista. En Hungría ya se había tomado este rumbo con el desarrollo de un sistema multipartidista de inspiración democrática en enero
de 1989. A principios de mayo el país comenzó incluso a desmantelar los
controles fronterizos con Austria, lo que permitió a un número aún mayor
de alemanes orientales escapar a la RFAa través de Hungría, lo que socavaba gravemente el gobierno de Honecker. El gobierno polaco de laruzelski
había iniciado conversaciones de mesa redonda con el líder de Solidaridad
Lech Wale§a y con la iglesia católica en febrero de 1989. Llegado el mes de
abril se habían acordado ya importantes reformas políticas y económicas,
entre ellas la constitución de un sistema multipartidista. En agosto de 1989
las elecciones libres que habían tenido lugar en junio condujeron al nombramiento de un líder de Solidaridad, Tadeusz Mazowiecki, como primer
ministro, la primera vez que este cargo era ocupado por un político no comunista en un país de la esfera de influencia soviética en Europa del Este.
El énfasis de Gorbachov en una «casa común europea» y sus frecuentes comentarios de que veía a Europa como un continente con una
244
EUROPA DESDE 1945
identidad cultural e histórica unida fueron intentos de tranquilizar a los
europeos acerca de la naturaleza pacífica de su política. No obstante, estas
ideas y sus tremendamente populares visitas a Bonn, Berlín Este) Londres
y París a mediados de 1989, durante las cuales defendió su visión europea)
no lograron disolver las sospechas que embargaban a buena parte de Europa Occidental respecto a las intenciones de la Unión Soviética. La situación s6lo se aclaró cuando Moscú aceptó las revoluciones populares
acaecidas en todos los países de Europa del Este en 1989 y principios de
1990. Tal como Gorbachov había prometido cuando rescindió públicamente la Doctrina Brezhnev en su discurso ante las Naciones Unidas de
diciembre de 1988, no intervino militarmente para impedir la caída de los
regímenes comunistas de Polonia, Hungría, la República Checoeslovaca,
Bulgaria, Rumanía y Albania. Los estados que conformaban la URSS eran
otra cuestión. Gorbachov envió tropas a Lituania en marzo de 1990
(aunque pronto las retiró de nuevo) para impedir la secesión del país de
la URSS después de que tuvieran lugar las primeras elecciones libres de la
historia de -la Unión Soviética, que se saldaron con la elección del presidente no comunista Vytautas Landsbergis.
A principios de 1990, tras cierta oposición inicial, el Krernlin accedió
incluso a renunciar al país que había sido una de sus posesiones más florecientes y apreciadas durante la guerra fría: Alemania Oriental. El acontecimiento decisivo, en gran parte por razones simbólicas, fue la repentina e
inesperada apertura del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Poco
después, Gorbachov y el nuevo presidente americano Bush declararon el
fin de la guerra fría durante una cumbre bilateral celebrada en la costa de
Malta en diciembre de 1989. El año 1990 vio el establecimiento de gobiernos elegidos democráticamente en la mayoría de los países de Europa del
Este. En octubre de 1990 Alemania fue reunificada, y para diciembre de
1991 ya se habla disuelto la Unión Soviética. En el Kremlin Gorbachov fue
reemplazado por Boris Yeltsin corno Presidente de Rusia. Yeltsin dirigió
también la débilmente organizada Comunidad de Estados Independientes
(CE!) de antiguos estados soviéticos, la mayoría de los cuales eran ya naciones soberanas, entre ellas Ucrania, Azerbaijan, Armenia, Moldavia y
Bielorrusia. Georgia y los tres estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) se convirtieron en estados plenamente soberanos e independientes y
no se unieron al CE!. No obstante, parecía claro que no habían sido los
gobiernos europeos, sino las gentes europeas, los que habían desencadenados estos drásticos desarrollos. Solamente a lo largo de 1990-1 lograron los
gobiernos europeos electos reafirmar su control de la política europea.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
245
La integración de Europa: del plan Schuman
a los años noventa
El deseo de integrar la Europa Occidental después de la Segunda Guerra
Mundial estaba motivado principalmente por la necesidad de impedir
otra guerra en Europa. Para esto era necesario incitar un acercamiento
duradero e irreversible entre Francia y Alemania, los dos estados más
grandes y económicamente potentes del continente. Un motivo secundario era facilitar una rápida recuperación económica de Europa de las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Además, en los
años setenta y ochenta la rápida globalización de la producción y el comercio mundiales hacía imperativa una coordinación cada vez más estrecha de las políticas económicas, financieras y comerciales si las naciones
europeas querían seguir siendo internacionalmente competitivas. Esto se
aplicaba en particular a los estados europeos menores o económicamente más débiles, es decir, todos menos Alemania, el motor económico de la
Comunidad Europea. Durante la mayor parte del período de posguerra
la RFAfue la tercera nación en volumen de comercio después de los Estados Unidos. Aunque el país pronto se convirtió en el principal contribuyente neto a la economía de la CE, los alemanes occidentales recibían
también considerables beneficios económicos de su pertenencia a la CE.
Además, los gobiernos y las gentes de Alemania se mantenían unidos a la
CE por razones políticas. El legado nazi del país aconsejaba que los gobiernos demostraran su honradez y fiabilidad mediante su lealtad a la CE
(ya la OTAN). Sólo durante principios y mediados de los años noventa
pudo notarse un cierto euroescepticismo en la Alemania unida. No obstante, esta actitud más crítica hacia la integración europea era compartida por la mayoría de los otros países europeos en los años noventa, lo que
condujo, por ejemplo, a que la participación en las elecciones europeas de
junio de 1999 fuera muy baja. No obstante, durante la mayor parte de la
historia de la integración europea hubo siempre mucho escepticismo
acerca de su valor inherente y de las perspectivas de éxito económico y
politico de esta política.
La primera organización europea común fue la Comunidad Europea
del Carbón y el Acero (CECA) que, como el nombre indica, creó un mercado común para el carbón y el acero entre los países del Benelux, Italia,
Francia y Alemania Occidental. La ambiciosa política fue anunciada por
el ministro de asuntos exteriores francés Robert Schuman a principios
EUROPA DESDE 1945
de mayo 'de 1950. De acuerdo con Schuman, la CECA había de ser una
organización supranacional gobernada por una alta autoridad cuyos
miembros habían de ser independientes en relación con sus gobiernos
nacionales y con las industrias del carbón y el acero de cada uno de los
países. A instancias de los países del Benelux (especialmente los holandeses) existiría también un tribunal de apelaciones, una (bastante débil)
asamblea parlamentaria y un consejo de ministros con una fuerte autoridad para controlar el proceso de toma de decisiones de la alta autoridad.
Uno de los motivos que había detrás de la CECA era que los franceses
anticipaban que pronto tendría lugar una inmensa expansión de la producción de las industrias alemanas del carbón y el acero que podía amenazar la recuperación de la propia industria francesa del carbón y el acero. Por tanto, la CECA se fundó por razones de competencia industrial
pero, lo que es más importante, también para controlar la capacidad bélica de Alemania. Era necesario integrar la industria alemana del carbón
yel acero -las industrias consideradas esenciales para sostener una guerra -a fin de impedir cualquier aumento de la producción alemana
de carbón y acerode cara a un rearme. Además,la CECAtambién tenía la misión de coordinar precios, productividad, inversiones y relaciones industriales, y de tomar decisiones respecto a las tarifas externas de la Comunidad y a las políticas generales de cárteles y de competencia. Todas estas
cuestiones eran al principio motivo de disputas, y al final fue la presión
ejercida por los Estados Unidos lo que ayudó a resolver los graves conflictos entre los miembros de la CECA.Así, tras enconadas negociaciones, el
Plan Schuman fue firmado en abril de 1951 y [ean Monnet se convirtió en
su primer presidente (hasta 1955). En retrospectiva, la CECA fue el primer paso hacia una Europa federal y fue decisiva para el desarrollo de
buenas relaciones franco-alemanas.
Los británicos no participaron en la CECA. Con su floreciente y entonces muy productiva industria del carbón y el acero, Gran Bretaña no
se vio inclinada a participar en una asociación con las mucho más débiles industrias de los países de la Europa continental. También fueron factores importantes las cuestiones de soberanía nacional, la importancia
de la Commonwealth, y el escepticismo respecto al éxito potencial del
Plan Schuman. Londres estaba especialmente enfurecido porque los
franceses esperaban que Gran Bretaña firmara el principio de una alta
autoridad supranacional antes de las negociaciones y no al acabar las
conversaciones. Londres concluyó que los franceses no teman ningún
deseo de que Gran Bretaña participara en la CECA. No obstante, en di-
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
247
ciembre de 1954 Gran Bretaña se convirtió en un miembro asociado de
la CECA.
A pesar del revés que supuso para la integración europea el fracaso de
la CED en agosto de 1954 (véase más arriba), sólo unos pocos meses más
tarde surgieron dos nuevas propuestas para estimular el proceso de integración. La propuesta del ministro de asuntos exteriores holandés Beyen
giraba en torno a una unión arancelaria con una sustancial reducción de
las tarifas externas; deseaba evitar que simplemente se establecieran
acuerdos bilaterales de comercio entre países europeos. La sugerencia del
ministro de exteriores belga Spaak se basaba en realizar avances sectoriales
hacia la integración europea centrándose primero en la energía atómica.
En vista del agotamiento del petróleo, un recurso energético no renovable, anunciado para un futuro cercano, la energía nuclear se consideraba
vital para asegurar el bienestar del mundo industrializado. Secretamente,
Francia también confiaba en desarrollar armamento nuclear para aumentar así su influencia global. Las dos propuestas enfrentadas se sometieron a examen en la reunión del consejo de ministros de la CECA en
Messina en junio de 1955.Pero los ministros estaban claramente divididos.
Además, incluso dentro de cada uno de los gobiernos nacionales existían
graves desacuerdos sobre qué camino seguir. Por consiguiente, los ministros decidieron deferir las cuestiones a un grupo de estudio presidido por
Spaak que pronto destacó por las acres disputas entre sus delegados. Los
británicos participaron en las discusiones del grupo de estudio, pero estaban representados únicamente por un oficial de poco rango. Una vez
más, el Reino Unido no estaba dispuesto a ofrecer un firme compromiso
con los resultados de las negociaciones. Gran Bretaña fracasó además a la
hora de defender la alternativa de una área de libre comercio entre los estados miembros de la aCEE. En consecuencia, Londres no tardó en poner fin a su participación en las conversaciones, esencialmente por las
mismas razones por las que se había sentido incapaz de participar en el
Plan Schuman: una mezcla de anti-federalismo y de creencia en la soberanía y continuada influencia global de Gran Bretaña.
En abril de 1956 se hizo público el Informe Spaak. Éste recomendaba
la confección de un tratado Euratom para la investigación sobre los usos
pacíficos de la energía nuclear y, con referencia al ejemplo de los Estados
Unidos, una unión aduanera. El informe Spaak «estaba alentado por una
visión de crecimiento e integración a través de la competencia»." Fue el
~8 P. M. R. Stirk, A History ofEuropean Integration since 1914 (Londres: 1996), 141.
EUROPA DESDE 1945
gobierno alemán el que insistió en vincular los dos tratados. Bonn temía
que Francia perdiera todo interés en el tratado del mercado común si se
firmaba antes el tratado Euratom. En junio de 1956 comenzaban las negociaciones. Pronto se hizo patente que la energía atómica, con su reducido papel en Europa, no era el asunto importante. Lo importante era el
tratado del mercado único. Se topó con problemas relativos a la armonización de todos los aspectos del estado del bienestar, entre ellos los costes
de la seguridad social y las condiciones de trabajo, que los franceses consideraban extremadamente importantes puesto que querían evitar cualquier tipo de desventaja para Francia en el mercado común. Era también
necesario buscar soluciones de compromiso respecto a la estructura de
toma de decisiones de la nueva organización con respecto a los territorios
de ultramar de Bélgica y Francia. Los alemanes accedieron a contribuir
notablemente a las inversiones necesarias para modernizar estos territoríos." Así quedó establecido el patrón por el cual Alemania pagaba sustancialmente más que los otros estados a cambio de concesiones políticas
y respetabilidad internacional.
Francia, Alemania Occidental, Italia y los países del Benelux firmaron
los tratados en Roma el25 de marzo de 1957. Los tratados de Roma, ypor
tanto Euratom y la Comunidad Económica Europea (CEE), entraron en
vigor el l de enero de 1958. Existían entonces tres instituciones europeas
distintas: la CECA, Euratom y la CEE. Las tres estaban asesoradas (y has.
ta cierto punto supervisadas) por un parlamento común europeo con sedes en Bruselas y en Estrasburgo. También se instauró un consejo de ministros formado por ministros de los estados nacionales que tenían que
acordar por unanimidad cada nuevo paso hacia la integración europea,
así como una Comisión Europea con base en Bruselas. El cometido de
esta última era fundamentalmente iniciar y luego supervisar la implantación de la legislación. Se instauró asimismo un tribunal europeo. Después
de 1958 el progreso hacia la creación de una unión arancelaria, una tarifa
externa común y una política comercial común fue rápido. Aunque era
responsabilidad de la Comisión proponer legislación que sustituyera las
políticas nacionales con políticas europeas comunes, la Comisión necesi-
29 Esta política fue desarrollada por medio de la Convención de Yaoundé de 1963 y la
Convención de Lomé de 1975, que incluía las antiguas colonias de Gran Bretaña y fue renegociado en 1980 y 1985. Proporcionó ayuda económica europea a los países en vías de desarrollo, aunque, a causa de la PAC, sus oportunidades de comercio de productos agrícolas
con Europa se vieron gravemente limitadas.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
249
taba la aprobación del consejo de ministros y, por tanto, de cada uno de
los estados miembros, para poder proceder con la integración. Llegado el
momento, el tribunal europeo decretó que las leyes europeas tenían prioridad sobre las leyes nacionales. Este decreto aumentó considerablemente el supranacionalismo y fue decisivo para el desarrollo posterior de la
Comunidad.
Yaen febrero de 1957 Gran Bretaña había propuesto una Área Europea
de Libre Comercio y la eliminación de todas las tarifas sobre los bienes industriales (las tarifas sobre los productos alimentarios tuvieron que mantenerse a causa de los acuerdo de preferencia imperial de Gran Bretaña
con los países de la Commonwealth). Se entró en negociaciones, pero en
septiembre de 1958 Francia declaró públicamente que el proyecto briténico era inaceptable y Londres suspendió las conversaciones. Se dio cuenta que era poco probable que París mudara de opinión por temor a que la
competencia económica pusiera en peligro la viabilidad del mercado común. No obstante, Londres pronto entabló negociaciones con los países
escandinavos, cuyas conversaciones sobre una unión arancelaria de los
países nórdicos también se habían estancado. En julio de 1959 estas negociaciones condujeron a un acuerdo sobre una área de libre comercio que
se desarrolló dentro de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC).
La AELC fue establecida en mayo de 1960 e incluía a Austria, Gran Bretaña, Dinamarca, Noruega, Suecia, Portugal y Suiza. Más tarde se les
unirían Islandia (1970), Finlandia (1985) y Liechtenstein (1991), que está
vinculado a Suiza por una unión monetaria y arancelaria. La organización
estaba dominada por su consejo de ministros, que tendía a tomar decisiones por unanimidad y por tanto simbolizaba la naturaleza intergubernamental de la AELC. Por encima de todo, y a diferencia del Tratado de
Roma, laAELC no contenía ningún compromiso de desarrollar una unión
política más estrecha entre los estados miembros.
Así pues, a finales de los años cincuenta Europa Occidental había quedado dividida económicamente en dos partes: los seis estados miembros
de la CEE y los siete países de la AELC.Además, con la vuelta de Charles de
Gaulle al poder a finales de mayo de 1958, los franceses habían comenzado a seguir una trayectoria política cada vez más nacionalista dirigida a
devolver a su país la importancia global en competición con Washington
y Londres (y más tarde con Bonn). Esto tuvo también importantes repercusiones en el desarrollo de la Comunidad Europea. Por ejemplo, de Gaulle rechazó en dos ocasiones la solicitud británica de entrada en la CEE
(en 11963 y 1967). La Política Agraria Común (PAC) establecida en 1966,
250
EUROPA DESDE 1945
cara, de gran alcance y, pese a todos los intentos de reforma, cada vez más
difícil de manejar, se mantuvo sin embargo sobre todo por la presión de
Francia, que quería asegurar la base económica de su gran comunidad
agrícola.
De GaulIe no dudó en causar una enorme crisis boicoteando todos los
actos de la CEE durante seis meses en 1965 (la estrategia de la «silla vacía»)
porque se oponía al Plan Hallstein para la financiación de la PACo Consideraba que este plan haría a la Comisión Europea más independiente a
medida que la CEE obtuviera sus propios recursos de las recaudaciones
de aranceles e impuestos agrícolas y aumentaría también los poderes presupuestarios del parlamento europeo. Además, De Gaulle se oponía firmemente a cualquier forma de dilución de la influencia individual de las
naciones estado y a la ampliación de los poderes supranacionales de la CEE.
Aspiraba a una «Europa de las patrias», no a unos Estados Unidos de Europa. Al fin el presidente francés accedió a un compromiso por el que se
retiraba el Plan Hallstein, se limitaban los poderes de la Comisión, se establecía un nuevo marco para la PAC, y se confirmaba que para los principios importantes se mantendría la unanimidad en la toma de decisiones
(el «compromiso de Luxemburgo»). Éste último ha sido el más controvertido y ha dificultado el proceso de toma de decisiones en la CE-UE
hastahoy.
El l de julio de 1967 las administraciones separadas de la CECA, Euratom y la CEE se unieron para formar la Comunidad Europea (CE). Tras
la dimisión de De Gaulle en 1969, a principios de los setenta dieron inicio
las negociaciones para la primera ampliación de la CE. Con el gobierno de
Edward Heath el Reino Unido logró finalmente unirse a la CE el l de enero de 1973. Esto fue confirmado en junio de 1975 por un referéndum
convocado por el gobierno laborista de Harold Wilson. Noruega retiró su
solicitud de entrada después de que un referéndum dejara bien claro que
los ciudadanos de su país no estaban a favor de la entrada en la CE. En
cambio, Dinamarca y la República de Irlanda se convirtieron en miembros desde enero de 1973.
Hacia principios de los años setenta las relaciones franco-alemanas,
que habían sido el núcleo de la CEE, comenzaron inclinarse a favor de
Alemania Occidental. No obstante, antes de las elecciones generales alemanas del 19 de noviembre de 1972 y la firma del Tratado Básico con la
RDA en diciembre de 1972, Bonn intentó apaciguar las demandas francesas respecto a Europa a fin de obtener el respaldo francés a la Ostpolitik.
Así, hasta finales de 1972, cuando la mayoría parlamentaria del canciller
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
251
Brandt era muy justa y la Ostpolitik se encontraba todavía en fase de negociación, las necesidades nacionales y exteriores del gobierno de Alemania Occidental dieron a Francia ciertas ventajas con relación a las relaciones bilaterales franco-alemanas y la política de la CE.
Tanto Brandt como el presidente francés Pompidou estaban muy interesados en desarrollar la CE. Los eslóganes de Pompidou eran «finalización», «profundización» y «ampliación». Se referian a la política agraria
de la CE, a la reforma de las instituciones de la CE y, en particular, a una
mayor coordinación monetaria, y al fuerte apoyo de Pompidou a la entrada de Gran Bretaña en la CE para contrarrestar la creciente influencia
económica y política de una Alemania Occidental resurgente. Durante la
importante cumbre de la CE de La Haya de diciembre de 1969 ambos políticos lograron regenerar la Comunidad Europea tras la constante atmósfera de crisis creada por la política de de Gaulle." Se alcanzó un compromiso en materia agraria y también en la introducción gradual de
nuevas políticas económicas y monetarias que culminaron en la decisión
de desarrollar una Unión Monetaria Europea (UME) que, como el Informe Werner pronto detallaria, se esperaba conseguir hacia 1980. Sin embargo, para irritación de Pompidou, el Informe Werner recomendaba una
considerable transferencia de soberanía a la CE.
Hubo además acuerdo en la introducción de cooperación política europea (CPE), el primer paso hacia la conversión de la CE de una organización puramente económica a una organización más política, tras persuadir a los estados miembros a que coordinaran su política exterior en el
consejo de ministro. Los detalles de la cooperación política se pormenorizaron más tarde en el Informe Davignon. Los franceses en particular
se mostraron muy interesados en la cooperación política porque el desarrollo de una clara identidad europea en el campo político reafirmaría la independencia europea en la política mundial y podría redundar en
una mayor importancia de Francia en la escena global. Después de todo,
al igual que De Gaulle, Pompidou albergaba la esperanza de que los franceses lideraran Europa. Su política se caracterizó por un igual por una
honda aversión hacia los Estados Unidos y una fuerte rivalidad con este
país. Además, Pompidou comenzó a inquietarse por la creciente independencia de la Ostpolitik de Alemania Occidental. Así se explica el acercamiento gradual de las relaciones entre Pompidou y el primer ministro
so H. Simonian, Tf1e Privileged Partnership: Franco-German Relations in the European
Community (Oxford: Clarendon Press, 1985).
252
EUROPA DESDE 1945
británico Heath que se pudo observar a principios de los años setenta.
Pompidou confiaba en que un nuevo eje París-Londres pudiera contrarrestar la fuerza de una floreciente Alemania Occidental.
A pesar de la fuerte oposición, tanto por parte de De Gaulle como de
Pompidou, a que Alemania Occidental dominara la CE y tomara las riendas de la política europea oon Europa del Este, esto es precisamente lo que
ocurrió a partir de 1973 -paradójicamente 1973 era el décimo aníversa-:
rio del tratado franco-alemán de Adenauer y De Gaulle. Los acontecimientos demostraron que la entrada de Gran Bretaña en la CE no bastó
para invertir esta tendencia y fortalecer las reivindicaciones francesas al
liderazgo de Europa. También fracasaron los intentos franceses de excluir
gradualmente a los Estados Unidos de todo papel sustancial en los asuntos europeos. La Declaración de Identidad Europea de 1973 alentaba a los
miembros de la CE a utilizar el instrumento de la CPE para coordinar
las posiciones de la politica exterior entre los países de la CE, algo que,
no obstante, raramente se consiguió."
Pese a la lograda gestión de la crisis económica y monetaria de Europa
de mediados a finales de los años setenta de la mano, sobre todo, del
canciller alemán Helmut Schmidt y del presidente francés Giscard d'Estaing, ambos antiguos ministros de finanzas, la mayoría de autores ven la
década de los setenta como una «edad oscura» o «década de estancamiento"
en la integración europea." Las dos crisis del petróleo y la recesión económica con alta inflación que las acompañó (Io que algunos autores han
caracterizado como «estanflación») que afectaron sobre todo a Gran Bretaña e Italia, así como la ampliación de la CE de seis a nueve países en
1973, causó una grave y prolongada crisis de adaptación dentro de la Comunidad." En conjunto, este «desgobierno europeo>, benefició a Estados
Unidos. Washington consiguió insistir en la importancia del marco atlántico y reconquistar su posición como «potencia líder entre países socios
que sólo actuaban como una unidad bajo su dirección»." Pero los Estados
31 Véase D. Dinan, BverCloser Union? An Introduction to the European Community (Basingstoke: Macmillan, 994), 75-87.
32 J. Peterson, Europe and Americain the 1990s: The Prospeetsfor Partnerships (Aldershot:
Edward Elgar, 1993),42; Keith Míddlemas, citado en Lundestad, «Empire» by Integracion,
109.
33 Véase D. W. Urwin, The Community of Europe: A Historyof European Integratíon since 1945, 2 a ed. (Londres: Longman, 1995), 157 Ysigs.
34 A. Grosser, The Western Alliance: Buropean-American Retatians since 1945 (Londres:
Macmillan, 1980),281.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
253
Unidos prosiguieron con su tendencia a no consultar a los europeos sobre
importantes cuestiones Este-Oeste.
Como reacción a estos desarrollos, durante los años ochenta se produjo una fuerte tendencia hacia una más estrecha cooperación económica y política en Europa, impulsada sobre todo por el presidente francés
Francois Mitterrand y por el canciller de Alemania Occidental Helmut
Kohl con la fuerte oposición de la primera ministra británica Margaret
Thatcher. En 1987 los esfuerzos de KoW y Miterrand llevaron a la implantación en 1986 del Acta Única Europea (AVE), que en esencia reformaba el Tratado de Roma de 1957. La AUE perseguía la creación de un
auténtico Mercado Único y la eliminación de todas las barreras comerciales y aduaneras para enero de 1993. Además, reformaba los procedimientos de toma de decisiones de la CE. A fin de permitir nuevas ampliaciones de la CE después de la adhesión de Grecia en 1981 y de España y
Portugal en 1986, se sustituyó el requisito de unanimidad por el de mayoría absoluta para las decisiones del consejo de ministro, lo que equivalía a tilla nueva dosis de supranacionalidad en lo que respecta a cuestiones del Mercado Único (que eran, sobre todo, el libre movimiento de
trabajo, capital, servicios y productos dentro de Europa). También dio
poderes legislativos al parlamento europeo. Además, se reorganizó la cooperación en política exterior entre los estados miembros; por bien que
hasta el Tratado de Maastricht la política exterior no formó parte del
marco legal de la CE.
Tras la guerra fría: la reunificación de Europa
en los años noventa
La conferencia intergubernamental de Maastricht de diciembre de 1991
fue un paso fundamental en el proceso de integración europea. Una conferencia intergubernamental es una negociación formal concerniente a la
revisión de tratados entre los gobiernos (y no entre los gobiernos y la Comisión el parlamento) de los estados miembros de la UE. Traslas ampliaciones de los años setenta y ochenta, los acuerdos alcanzados en Maastricht
condujeron a una decisiva «profundización» de la integración europea en
cuanto a política económica y monetaria, pero también en otras áreas,
como las cuestiones de justicia y asuntos de interior o la politica regio-
°
254
EUROPA DESDE 1945
nal y social. El Tratado de Maastricht entró en vigor elI de noviembre de
1993. La CE fue entonces reemplazada por la Unión Europea (UE). El tratado estableció los reglamentos y fechas límite para la VME, cimentada
en el sistema monetario europeo (SME) establecido a finales de los años
setenta. Una vez introducido el Mercado Único en 1993 y ampliada nuevamente la VE con la admisión de Austria, Finlandia y Suecia," se logró
por fin realizar la VME, por bien que más tarde de lo esperado. Así pues,
el Tratado de Maastricht condujo a un avance decisivo hacia la unión económica y la moneda única de Europa con la creación del banco central
europeo. Aunque la mayoría de países de la VE había acordado sacrificar
su soberanía financiera en Maastricht, los estados miembros retuvieron el
derecho a no participar en la moneda común si así lo deseaban. El gobierno Conservador del Reino Unido, dirigido por el primer ministro
Iohn Majar, firmó el Tratado de Maastricht, pero decidió renunciar a la
moneda común. En Francia fue necesario un referéndum, y dos en Dinamarca, para lograr en 1992 una muy estrecha mayoría a favor del Tratado
de Maastricht.
La conferencia intergubernamental de Amsterdam de 1997 (que
entró en vigor en mayo de 1999) confirmó las metas de Maastricht y
produjo nuevos avances en el proceso de «profundización» de Europa.
También alentó la formulación de una politica de exterior y de seguridad común (PESC) europea como ya preveía el Tratado de Maastricht.
También habia designado ya a la UEO como el pilar de defensa europeo.
Asimismo, el Tratado de Amsterdam elaboraba el Tratado de Maastricht
con respecto a conferir más derechos al parlamento europeo. Por ejemplo, en Amsterdam el parlamento recibió una mayor capacidad de control sobre la Comisión a fin de resolver el muy criticado déficit democrático de la UE. Desde 1999,la introducción de una nueva Comisión Europea
precisa también de la confirmación por el parlamento europeo, algo
meridianamente necesario tras los escándalos de fraude sin precedente
que forzaron la dimisión al completo de la Comisión Europea dirigida
por el presidente de la Comisión Iacques Santer en la primavera de
1999. Se acordó también realizar más votaciones por mayoría en el consejo de ministros. En particular, el Tratado de Amsterdam creó «estrategias comunes». Ahora la aplicación de políticas ya acordadas por previos consensos sólo requerirá una mayoría de votos.
as Como esto hubiera dejado a los pequeños paises Suiza, Liechtenstein y Islandia como
únicos miembros de laAELC, esta organización se disolvió el l de enero de 1995.
RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
255
En 1998 los jefes de gobierno de la UE decidieron qué paises de la
UE habían demostrado la capacidad de satisfacer los fuertes requisitos
para la participar en la unión monetaria (a saber, baja inflación y bajo déficit presupuestario). Con la excepción de Grecia, los quince países de la
UE cumplieron con los requisitos para la moneda común." Se habían
albergado ciertas dudas acerca de la capacidad de Italia para cumplir los
requisitos, pero el Primer Ministro Romano Prodi logró esta fenomenal
tarea. Posteriormente, en el verano de 1999, Prodi fue nombrado sucesor
de Jacques Santer, de Luxemburgo, como presidente de la Comisión Europea. Por razones políticas y económicas, el Reino Unido y Dinamarca
decidieron no unirse a la zona euro. El euro fue introducido oficialmente
como unídad oficial de pago europea elide enero de 1999. Al mismo
tiempo, el Instituto Monetario Europeo, establecido en 1994, se convirtió
en banco central de la UE, con sede en Frankfurt. En enero de 2002 se
distribuirán monedas y billetes y, tras una corta fase de transición, el euro
se convertirá en la única moneda de curso legal en los doce países de «eurolandia»,
Se fijó para el año 2000 la siguiente conferencia intergubernamental.
Tras el éxito inicial de la «profundización» de la UE en 1993-9, su objetivo era preparar la VE para la prevista ampliación de la VE a principios
del siglo XXI. No obstante, la creciente convergencia económica de Europa
Occidental hace que la inclusión de paises como Polonia, Hungría y la República Checa sea muy difícil y económicamente costosa. Al cambio de
milenio, Europa del Este se encontraba todavía a medio camino de un
tortuoso proceso de reestructuración económica desde una economía de
planificación central a una capitalista. Por lo tanto, la VE ha esbozado un
marco financiero para los años 2000-6 que prevé profundas reformas fiscales destinadas a posibílítar la ampliación de la UE hacia el Este y a liberar sustanciales recursos financieros para lograrlo. Durante la cumbre de
la UE de Berlín de marzo de 1999 el programa llamado Agenda 2000, así
como los acuerdos para aplicar modestas reformas a la PAe y para concentrar los fondos estructurales de la VE en las regiones más necesitadas
de asistencia financiera, se juzgaron esenciales si la UE había afrontar con
éxito la difícil ampliación hacia el Este.
Sin embargo, en 1999 la guerra de Kosovo en la antigua Yugoslavia desvió la atención dentro de la VE desde las a menudo exageradas diferencias de opinión sobre los costes presupuestarios y otros aspectos materiales
36
Greda adoptaría el euro a finales del 2000.
256
EUROPA DESDE 1945
entre los países de la DE hacia los valores fundamentales que subyacen a
la integración europea: la creencia en un continente liberal-democrático
y la necesidad de conservar la paz y la estabilidad en Europa. Así, en
muchas capitales de la DE la guerra en Europa contribuyó a un mayor entendimiento de los valores más profundos de la cooperación política
europea en el marco de la integración europea. Por encima de todo, la guerra en Kosovo condujo a un mayor esfuerzo de parte de Francia, Gran
Bretaña, Alemania y otros países de la DE de desarrollar una estructura de
defensa y una identidad europeas. Se había considerado ya una ampliación del Acuerdo Anglo-Francés de Saint Malo de diciembre de 1998 referente a una plataforma europea de defensa. Tanto Francia como Gran
Bretaña, los dos únicos países europeos con un potencial militar notable,
expresaron la intención de desarrollar una capacidad europea de defensa
que pudiera actuar coordinadamente con la OTAN pero sin la necesaria
participación de los Estados Unidos. Después de todo, las prioridades europeas a menudo distan mucho de los intereses americanos.
Aunque siempre se había pensado en Saint Malo como el principio de
una más amplia política europea de defensa que incluyera otros países
de la VE (entre ellos Alemania), la Guerra de Kosovo aceleró drásticamente estos planes. Además, los franceses cambiaron de opinión acerca
de la idea de convertir a la VEO en el principal elemento de una identidad
europea común de defensa. Durante la cumbre franco-alemana de Toulouse de finales de mayo de 1999 ambos paises dejaron bien claro que la UE
debía proveerse de unos medios independientes para afrontar crisis graves en Europa. Esto potencialmente podía llevar a la constitución de una
fuerza europea de reacción rápida, posiblemente a partir de la brigada
franco-alemana establecida en 1993, en la que participaban también Bélgica) Luxemburgo y España.
La cumbre del Consejo Europeo de principios de junio de 1999 en Colonia vino a confirmar estas consideraciones. Se confirmó que la VEO se
incorporaría plenamente en la UE. Esto incluía las llamadas «tareas de Petersburgo», que daban a la VE la responsabilidad de organizar intervenciones humanitarias y de mantenimiento de la paz. Además) durante la
cumbre de Colonia se decidió unánimemente nombrar a Xavier Solana, el
secretario-general saliente de la OTAN) representante de la VE en política
exterior y de seguridad. De este modo se atribuía a Solana la responsabilidad de supervisar el desarrollo de una genuina política exterior europea.
Aunque el desarrollo de una dimensión de política exterior en la UE ha
sido objeto de mucha polémica durante toda la existencia de la CE-VE,
RELA<ClCimis INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA
257
bajo los efectos de la Guerra de Kosovo los quince miembros de la VE) incluidos Gran Bretaña y Francia) se mostraron de acuerdo en que ésta era
una meta deseable. El descontento con las restricciones nacionales y las
prevaricaciones de la administración Clinton durante la guerra) así como
la envidia europea del abrumador poder militar, y por tanto político, de
Washington contribuyeron al sentimiento de que Europa debía realizar
un mayor esfuerzo por desarrollar su propia política exterior y de seguridad. En 1999) la guerra en Europa ofreció a la VE el incentivo necesario
para iniciar un esfuerzo mucho mayor que nunca para provocar un cambio importante en la política europea. Tras la unión monetaria, la introducción de una moneda única y la prevista ampliación de la VE hacia el
Este, la política exterior y de seguridad es el área que por razones de soberanía nacional había quedado más desatendida hasta el momento. La
creación de la PESC y la ampliación hacia el Este son los dos mayores retos a los que la VE habrá de enfrentarse a principios del siglo XXI.
Al fin y al cabo, desde 1990 los paises de Europa del Este han vuelto a
conectar con su larga tradición europea y han comenzado a desempeñar
un papel político) cultural y también económico cada vez más importante
en Europa. Polonia) la República Checa y Hungría, además de Eslovenia y
Estonia, han recibido claras indicaciones de que a principios del nuevo siglo se consideraría seriamente su admisión en la VE. Asimismo) se ha
ofrecido a muchos otros países de Europa del Este antiguamente controlados por la Unión Soviética la condición de asociados de la VE. Así pues,
sólo desde 1990 se ha desarrollado la «casa común europea» que Charles
de Gaulle había imaginado en los años sesenta y que Mijail Gorbachov
pedía a finales de los ochenta. Mientras los países de Europa del Este estaban ocupados deshaciéndose de las tristes experiencias de su pasado socialista y comunista) la experiencia liberal-democrática y capitalista de
Europa Occidental se convertía en el modelo para toda Europa en el siglo XXI. De hecho, la gran mayoría de países de Europa del Este estaban
desesperados por olvidar e incluso pasar por alto su agitada historia durante la era de la guerra fría para ponerse al día de los progresos integracionistas ocurridos en Europa Occidental. Después de todo) visto con la
perspectiva de las cinco últimas décadas del siglo xx, la integración europea ha beneficiado enormemente al continente europeo) tanto por lo
que respecta al mantenimiento de la paz como al sustancial aumento de
la calidad de vida.
7
Interacción con el
mundo no europeo
David Armstrong y Erik Goldstein
A riesgo de simplificar en exceso una temática vasta, la interacción de Europa con el mundo puede examinarse en el contexto de tres grandes temas: la guerra fría (y su fin), que estableció limitaciones e imperativos
sobre un continente dividido; la descolonización y sus consecuencias inmediatas, que definieron las relaciones de Europa Occidental con la mitad del mundo y también ayudaron a condicionar la posición de la Unión
Soviética con las antiguas colonias de sus adversarios; y el proceso de globalización e intemacionalización, responsable en gran medida del medio
internacional político, económico y cultural en el que tuvieron lugar los
desarrollos durante este período.
La guerra fría
La guerra fría arrastró a las dos partes de Europa hacia dos estrechas relaciones con los Estados Unidos: a Europa Occidental a una relación de dependencia) aceptaba a veces a regañadientes, con el poder militar y económico de los Estados Unidos; a Europa del Este hacia una relación de
adversarios) igualmente intrincada) con dimensiones ideológicas) militares) políticas y económicas. El periodo crucial durante el cual se estableció este modelo se prolongó de 1944, cuando la conferencia de Bretton
Woods confirió al dólar americano el papel esencial que desempeñaría en
la economía internacional de la posguerra, hasta 1949, con la firma del
Tratado del Atlántico Norte. Otras fechas clave son 1946, cuando los Es-
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
259
tados Unidos se comprometieron con la reconstrucción de Alemania (en
lugar de mantener a este país en un estado permanente de debilidad económica, como anteriormente se había pretendido) y enviaron un destacamento naval especial al Mediterráneo en una demostración de fuerza
como respuesta a la reafirmación por Rusia de sus tradicionales reivindicaciones sobre Turquía; 1947, cuando Gran Bretaña, después de hallar
cada vez más intolerable el coste de su ayuda al gobierno monárquico de
Grecia frente a una insurgencia comunista, anunció que ya no era capaz
de desempeñar su tradicional papel en Grecia y Turquía y los Estados
Unidos respondieron con la Doctrina Truman, que en términos prácticos
significaba que asumía las responsabilidades británicas en el área, y el
Plan Marshall, por el que los Estados Unidos proporcionaron ayuda económica por valor de 13.200 millones de dólares para un programa cuatrienal de recuperación económica de Europa; y 1948-9, cuando el intento soviético de imponer el bloqueo de Berlín fue desbaratado por el
envío aéreo de ayuda americana.
Durante este período) los Estados Unidos servían a sus propios intereses de seguridad y económicos y no hay duda que sus empresarios se beneficiaron enormemente del requisito de que la ayuda del Plan Marshall
se gastara en bienes americanos, pero está igualmente fuera de discusión
que el plan, y el posterior boom de la Guerra de Corea, rescató las economías de Europa Occidental de la condición desesperada en que se hallaban inmediatamente después de la guerra. No obstante, el hecho cada vez
más patente de que los estados europeos, que durante siglos habían estado acostumbrados a ser los cabecillas del mundo, dependían ahora de su
ostentoso socio del otro lado del Atlántico inevitablemente topó con una
respuesta mixta de parte de los europeos occidentales. Los intereses globales de Gran Bretaña y su condición de invicto al finalizar la guerra le
llevaron a la pretensión, un tanto ilusoria) de que sería capaz de continuar
con su papel de potencia mundial, y su política descansó sobre lo que en
un principio se veía como tres pilares iguales: una relación ligeramente
condescendiente y medio independiente con Europa) los lazos políticos y
comerciales con la Commonwealth, donde pensaba que podría desempeñar un papel de líder, y una relación especial con Estados Unidos. Tal
como fueron las cosas, la Commonwealth resultó ser una empresa que
mereció la pena, pero relativamente insignificante, mientras que la integración europea resultó ser un proceso mucho más rápido y colmado de
éxitos de lo que Gran Bretaña había supuesto, lo que obligó a esfuerzos
tardíos para integrarse en la UE. Pero la estrecha relación con los Estados
260
EUROPA DESDE 1945
Unidos siguió siendo un principio central de la política británica pese al
frecuente debate en este país acerca del valor de esta relación. Los Estados
Unidos habían demostrado que podían hacer caso omiso a los intereses
de Gran Bretaña, por ejemplo en sus firme exclusión de Gran Bretaña y
otros aliados de guerra de cualquier papel en la ocupación de Japón, o
cuando forzó a Gran Bretaña y a Francia a poner fin a su intervención en
Suez en 1956, entre otras tácticas, contribuyendo a montar una crisis de la
libra esterlina, o cuando el presidente Reagan ordenó la invasión de Granada, un miembro de la Cornmonwealth británica, en 1983, sin informar
previamente a la primera ministra británica, MIs. Thatcher. Aun aSÍ, los
gobiernos británicos han porfiado siempre en la idea de que las ventajas
que les reportaba la relación ~entre ellas el acceso a la tecnología militar
y la posibilidad de seguir actuando en el escenario global, y no sólo en el
regional- compensaban con creces la desventaja de no pasar de ser un
socio menor. Esto no quiere decir que Gran Bretaña fuera incapaz de tomar iniciativas propias: reconoció a la China comunista en 1950 y fue influyente en la negociación de un acuerdo indo-chino en 1954, en ambos
casos a contrapelo de los Estados Unidos, y también se abstuvieron de
participar en el embrollo americano de Vietnam. Pero en cualquier otro
lugar u ocasión, en la Guerra de Corea (1950-3), en el bombardeo americano de Libia (1986), en la Guerra del Golfo (1990-1), yen la intervención
de la OTAN en Kosovo (1999), Gran Bretaña se ha apresurado a presentarse como el más fiel amigo de los Estados Unidos. Por lo general, Estados Unidos le siguió el juego, ofreciéndole valiosa información durante el
conflicto de las Falkland (Maivinas), por ejemplo, aunque hacia los noventa la unificación alemana y su mayor poder económico tendieran a
dar a Alemania el papel central tanto en Europa como en el papel de aliado económico a los ojos de muchos americanos. De hecho, puede decirse
que Alemania ha conseguido asegurarse para sí lo mejor de los dos mundos: un papel casi hegemónico en la Unión Europea al tiempo que una
estrecha relación con Estados Unidos. En cualquier caso, Mrs. Thatcher estaba convencida de que los Estados Unidos querían hacer de Alemania, en
lugar de Gran Bretaña, su principal aliado en Europa.
Las opiniones francesas sobre los Estados Unidos desde 1945 han sido
siempre más ambivalentes que las británicas. Esto se debe en parte a que
los franceses, a diferencia de los británicos, han tendido a ver la cultura
americana y su lenguaje como algo profundamente subversivo, y en parte a que los franceses no podían permitirse el lujo de la postura británica
de distanciarse de Europa, y por ello se sentían incómodos con la manera
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
261
en que los intereses americanos en la guerra fria impulsaban la política
americana sobre Europa (por ejemplo, presionando para el rearme de Alemania), y en parte a la influencia del orgulloso y nacionalista General de
Gaulle. Bajo su liderazgo, Francia redujo enormemente sus compromisos
con la OTAN, vetó la solicitud británica, apoyada por Estados Unidos, de
entrada en la CEE, desarrolló una política independiente para China y la
Unión Soviética, y criticó la política americana en Vietnam y en otros lugares. Tras la dimisión de De Gaulle en 1969, las relaciones franco-americanas mejoraron un poco, pero la antipatía francesa hacia los Estados
Unidos sobrevivió a De Gaulle. En 1973 Francia y otros estados europeos
adoptaron una posición sobre la Guerra de Oriente Medio radicalmente
diferente de la adoptada por Estados Unidos, un presagio temprano de
una política de Francia (y hasta cierto punto de Europa Occidental) hacia
la región cada vez más independiente. En 1974 Francia rehusó participar
en la Agencia Internacional de Energía, patrocinada por Estados Unidos.
Con todo, no debe exagerarse la magnitud de estos desacuerdos: Francia
retuvo unos fuertes lazos con Estados Unidos y cooperó con este país en
muchas regiones, y en particular en el Líbano en 1983 (ocasión en que
Italia también aportó tropas) y durante la Guerra del Golfo. En esencia,
Francia ha llevado la voz cantante de un sentimiento compartido en alguna medida por muchos europeos. La presencia de Estados Unidos en
Europa ha sido bienvenida y necesaria, pero los desequilibrios de poder y
riqueza de la magnitud de los que existen entre Estados Unidos y cualquier país de Europa inevitablemente provocan tensiones. No obstante, la
opinión pública europea, según desprenden las encuestas, se ha mostrado
en general partidaria de mantener lazos estrechos con Estados Unidos. La
opinión francesa fue parcialmente una excepción durante los años cincuenta y sesenta, pero no en los ochenta y noventa, cuando las posiciones
más hostiles se encontraron en Grecia y España.
El final de la guerra fría no modificó sustancialmente este patrón básico de relaciones entre Europa Occidental y Estados Unidos. En realidad,
cuando la relativa estabilidad de los años de guerra fría, con su única pero
tremenda amenaza de guerra nuclear, dio paso a una escena muchos menos predecible, con muchas más amenazas, aunque menos peligrosas, la
contribución americana a la seguridad de Europa se manifestó tan necesaria como siempre. Rusia se demostró incapaz de progresar gradual y firmemente hacia una democracia bien establecida dentro de una próspera
economía que otros antiguos países del Pacto de Varsovia sí consiguieron,
y continuó representando una amenaza potencial para la paz general en
262
EUROPA DESDE 1945
Europa. Los Balcanes volvieron a emerger como fuente de un amargo
conflicto étnico que Europa se vio incapaz o reacia a afrontar sin el apoyo militar americano, especialmente en cuanto a las fuerzas aéreas. Cuando varias economías asiáticas cayeron en picado y las principales economías europeas comenzaron a frenar a finales de los noventa, el papel de
Estados Unidos como locomotora de la economía mundial resultó indispensable. Al mismo tiempo, Europa se movía hacia una mayor integración, y la unión de los recursos de la Unión Europea le proporcionaron
el potencial de igualar el poder militar y económico de Estados Unidos
-siempre que exista una voluntad de conseguirlo.
Para la Unión Soviética, Estados Unidos desempeñó Un papel igualmente crucial en su política exterior de posguerra (y, en último término,
en su supervivencia). En esencia, la guerra fría obligó a la Unión Soviética a transformarse de una potencia regional a una potencia mundial y de
paso a adquirir toda la parafernalia militar y económica que la calidad
de superpotencia exigía. Hubo momentos -por ejemplo, cuando lanzó
el primer satélite artificial- en que la Unión Soviética parecía merecer el
calificativo de superpotencia, pero, corno ahora sabemos, Moscú estuvo
siempre luchando por mantener la paridad militar con Washington, un
empeño que al final casi le costó su propia economía.
Moscú tuvo más éxito, aunque no sin algunos problemas graves, en el
aspecto diplomático de su búsqueda de influencia global. La insistencia
de Washington en la centralidad de su relación con Israel le dio a Moscú oportunidades en otras partes del Oriente Medio, en particular en
Egipto, Irak y Siria. El Este Asiático siempre ha sido una región de interés
directo para la Unión Soviética por razones geográficas -su larga frontera con China y el importante puerto de Vladivostok- pero después de la
victoria bolchevique de 1917 se hizo importante también como campo de
batalla ideológico donde los soviéticos podían presentarse a sí mismos
como el principal aliado contra el imperialismo. Desde 1945, la región ha
sido testigo además de dos conflictos «candentes» durante la guerra fría,
Corea y Vietnam. Aunque las tropas soviéticas no intervinieran en ninguno de los dos conflictos, la Unión Soviética proporcionó una inmensa
ayuda económica y militar a sus aliados comunistas. Pero al comenzar la
década de los cincuenta, el mayor éxito soviético era, aparentemente, la victoria comunista en la guerra civil china, a la que siguió un tratado de
alianza Sino-Soviético en 1950. Mientras vivió Stalin, el líder chino, Mao
Zedong, se contentó con un papel subordinado, y China demostró su valor como aliado soviético llevando el peso de la lucha armada del bando
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
de los comunistas en la Guerra de Corea. Por aquel entonces el bloque
occidental parecía estar enfrentado a un frente comunista unido que abarcaba la mayor parte de las tierras eurasiáticas.
Pero las apariencias engañan, y durante los diez años que siguieron a la
muerte de Stalin en 1953 surgieron grandes diferencias entre los dos gigantes comunistas. Mao y Khruschev no se tenían en mucho aprecio, pero
más importantes eran las diferencias en sus visiones del mundo -los chinos se inclinaban por una postura global más enérgica que la contemplada por los soviéticos- y, lo que era crucial, los soviéticos no estaban dispuestos a compartir con China su tecnología nuclear. Al tiempo que las
divergencias entre los dos bandos se desarrollaban rápidamente, los soviéticos comenzaron a recurrir a sanciones más tangibles como, en el caso
más notorio, retirando de China a sus técnicos expertos en 1960, en un
momento en que China experimentaba una hambruna. La firma del Tratado de Prohibición de Pruebas de Armas Nucleares entre las tras potencias nucleares -que China interpretó como un intento de excluirla del
desarrollo de armamento nuclear- intensificó la polémica y, lo que era
más inquietante, llevó a China ventilar el problema de su larga frontera
con la Unión Soviética. Los graves enfrentamientos que se produjeron a
lo largo de la frontera en 1969 llevaron a Rusia a amenazar veladamente
a China con un ataque nuclear. Esto resultó en una mayor moderación de
China, que además, para contrarrestar la amenaza soviética, decidió mejorar sus relaciones con Estados Unidos. Desde entonces, aunque continuaron los disparos verbales, se produjo una cierta normalización de las
relaciones entre los dos bandos. Esto no impidió conflictos potenciales,
como en 1979, cuando China atacó Vietnam, un aliado de Moscú, y durante los años ochenta ambos países procuraron reforzar su potencia
naval en la región. Con todo, ambos países comenzaron a verse como posibles perdedores al final de la guerra fria, con los Estados Unidos como
única superpotencia, y esto ayudó a que se produjera un notable acercamiento después de 1989, subrayado por una declaración conjunta en
1997, aunque hasta 1999 no pudieron anunciar que por fin se habían resuelto todos los problemas de la frontera.
Los soviéticos veían su alianza con China en parte como una necesidad
como prevención ante un posible renacer del Japón. Washington había
iniciado en 1947 el proceso de desarrollar a Japón como fuerza contrapuesta al poder soviético, un procesó que culminó con el tratado de paz
con Japón de 1951. Los soviéticos rehusaron firmarlo porque no habían
conseguido varias de sus demandas, entre ellas la desmilitarización de
EUROPA DESDE 1945
Japón y la eliminación de las bases americanas, además de la aceptación
por los chinos de la soberanía soviética de las islas Kuriles, que habían
ocupado en 1945 (y que previamente habían perdido ante japón en 1905).
Al tratado de paz le siguió un tratado de seguridad EE.UU.-Japón, pero
después de muchas conversaciones beligerantes los soviéticos siguieron
una política de normalización de sus relaciones con Japón. Esto reportó
beneficios económicos, y para 1980 el comercio entre los dos países se había multiplicado por cien, por bien que esto no condujo a unas relaciones
de seguridad más fáciles. El tratado de paz y amistad Sino-japonés de
1978 fue interpretado por Moscú como anti-soviético en su intención y
en sus implicaciones, un punto de vista que vino a confirmarse cuando
la Carta Blanca de japón sobre defensa de 1978 nombró explícitamente
a la Unión Soviética por primera vez como enemigo potencial de Japón.
Después de 1989 la cuestión de las Islas Kuriles siguió sin resolverse, aunque la diplomacia rusa ha intentado mejorar la relación general entre los
dos países.
En otras partes de Asia, la Unión Soviética desarrolló una relación
cálida con la India, especialmente después de la Guerra Sino-India de
1962, pero demostró estar preparada para la utilizar la fuerza además de la
diplomacia para defender sus intereses en esta región cuando invadió Mganistán en 1979 en apoyo del gobierno pro-soviético de aquel país, un
paso que lo abocó a un conflicto largo, amargo y en último término imposible de ganar. Fue en parte este atolladero lo que, a partir de mediados
de los ochenta, llevó a una Unión Soviética estirada mucho más allá de
sus posibilidades a intentar liberarse del patrón impuesto por la guerra
fria. En el período de 1945 a 1990 la Unión Soviética había financiado dos
guerras contra los Estados Unidos y una contra China, había ayudado
a convertir la Indonesia de Sukarno en una potencia naval mundial (al
menos sobre el papel) a principios de los años sesenta, ayudó primero a
China para luego luchar contra ella, desarrolló su potencia naval al norte
de Japón y luego en toda la región del Pacífico,y sufrió su propia versión de
la Guerra de Vietnam en Mganistán -y todo ello mientras mantenía un
ingente arsenal en Europa. Aunque sin duda al hacerlo ayudó a mantener
a raya a los Estados Unidos e infligir la mayor derrota de la guerra fría a
su adversario, se hace difícil ver qué otros beneficio concretos reportó a la
Unión Soviética su postura asertiva, cuando no agresiva, hacia en Asia.
Lo mismo puede decirse del intento de la Unión Soviética de erigir su
influencia y enfrentarse a Estados Unidos en otras regiones fuera de Asia,
especialmente en América Latina y África. En ambos casos la relación con
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
265
Cuba fue crucial. Tras casi obtener el dudoso honor de ser la causa de la
Tercera Guerra Mundial en 1962, Cuba -con enorme ayuda de la Unión
Soviética- envió tropas para intervenir en la guerra civil angoleña desatada después de que los portugueses renunciaran a su colonia en 1973.
Al mismo tiempo Moscú comenzó a desarrollar una estrecha relación con
otra antigua colonia portuguesa, Mozambique. Esto era parte de una política general soviética de aumentar su influencia en África durante los
años setenta, lo que comportó, por ejemplo, una importante participación soviética en los conflictos del Norte de África. Al parecer, el objetivo
soviético era alinearse con la campaña africana contra Sudáfrica y fomentar los regímenes de izquierdas susceptibles de acabar en la esfera de
influencia soviética. Pero África resultó imposible de colocar en categorías
fáciles y las perspectivas de conseguir regímenes socialistas revolucionarios del tipo que Moscú deseaba fueron siempre muy magras. Cuando
después de 1989 Rusia dejó de ofrecer ayuda, se desvaneció con ella la retórica marxista de regímenes como los de Angola o Mozambique.
Aunque una Rusia de cualquier color -imperial, nacional o soviética- vería siempre a Asia y el Pacífico como regiones de interés legítimas,
la magnitud de su implicación en esta región, y el hecho de que Rusia se
interesara significativamente por África y América Latina, se derivaba
principahnente de su confrontación fría con Estados Unidos (y, en segundo plano, con China). Cuando las dos superpotencias estuvieron a
punto de entrar en guerra «caliente» a raíz de la crisis de los misiles de
Cuba en 1962, intentaron buscar diferentes vías diplomáticas y políticas
para coexistir y mantener su conflicto dentro de unos límites controlados. Entre estas vías se encuentra el Tratado Parcial de Prohibición de
Pruebas de Armas Nucleares de 1963, e!Tratado de! Espacio Ultraterrestre
de 1967, y e! Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968.
Tras la llegada de Richard Nixon a la presidencia se dio inicio a un enfoque
más general de reducción de las tensiones, la llamada détente o distensión,
en cuyo núcleo se encontraba una serie de importantes iniciativas de control
de armamento. La primera de estas, las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT) se consolidó como tratado en 1972,
pero los Acuerdos SALT II, firmados en 1979, no llegaron a ser ratificados
nunca por Estados Unidos a causa de la invasión soviética de Mganistán.
Durante las eras de Gorgachov y Yeltsin se consumaron acuerdos de mayor alcance sobre reducción de armamento. La mayoría de estados europeos, juntamente con los Estados Unidos, firmaron los Acuerdos de
Helsinki en 1975. Éstos dieron a la Unión Soviética el reconocimiento
266
EUROPA DESDE 1945
de las fronteras europeas post-1945 tras el que iban desde hada largo
tiempo, pero también otorgaron a Occidente el derecho legítimo a implicarse en asuntos de derechos humanos en los países del Pacto de Varsovia.
Aunque Moscú casi ciertamente vio esto último como una cesión relativamente inocua que le permitía alcanzar su principal objetivo, en la
práctica los países occidentales explotaron al máximo este compromiso,
que se resultó ser uno de los factores que ayudaron a socavar los cimientos de la Unión Soviética durante la década de los ochenta.
La descolonización
Conviene dividir la relación entre Europa y el mundo no europeo después de 1945 en dos partes: sus relaciones con aquellas partes del mundo
que dominaban al fmalizar la Segunda Guerra Mundial, y la parte del mundo, más pequeña, sobre la que nunca se había extendido el gobierno imperial europeo. Desde el siglo xv hasta la Primera Guerra Mundial, Europa llegó a dominar gradualmente la mayor parte del mundo no europeo.
Pero después de las dos guerras mundiales que asolaron a Europa, y en
parte a consecuencia de éstas, Europa perdió la mayor parte de su control territorial en un par de décadas. Para Europa, buena parte de la relación con el mundo no europeo de después de 1945 consistió en adaptarse a esta revolución. Ésta se desarrolló en tres fases: la primera fue el
propio proceso de descolonización, realizado a ritmos diferentes y con distintos grados de buena voluntad por las distintas potencias coloniales europeas; la segunda fase fue una especie de período de sombra en el que,
después de haber perdido el imperio, las antiguas potencias coloniales
intentaron, con distintos grados de éxito, mantener un imperio informal,
o al menos algún tipo de influencia sobre partes de sus antiguos imperios
coloniales; finalmente, una vez se hubieron desvanecido los recuerdos y
emociones del pasado colonial, en la mayoría de los casos se intentó establecer relaciones internacionales normales con la mayoría de los antiguos
territorios imperiales.
En 1945 la mayor parte del mundo no europeo formaba parte del orden político y económico europeo, pero esta relación estaba a punto de
experimentar un cambio sísmico. Entre 1946 y 1975 sesenta y cinco territorios coloniales se convirtieron en estados soberanos. No obstante, en
1945 la descolonización no era el objetivo de las potencias coloniales. Con
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
26 7
el fin de la Segunda Guerra Mundial las potencias coloniales europeas
volvieron a afirmar, o intentaron afirmar, su control sobre las posesiones
que babían sido ocupadas por el Eje.
Los holandeses hubieron de enfrentarse a un movimiento independentistaenlas Indias Orientales Holandesas (Indonesia). Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial los Países Bajos no se encontraban en posición de
reclamar inmediatamente el control de su colonia, y la ocupación de la región fue a parar a manos británicas. A medida que se acercaba el fin de la
guerra fue surgiendo un movimiento independentista dirigido por Sukarno, que declaró la independencia de la República de Indonesia en agosto de
1945. Las fuerzas británicas y Sukarno cooperaron hasta cierto punto, pero
cuando los holandeses reemplazaron a los británicos en noviembre de
1946, procedieron a moverse en contra del movimiento de independencia,
bloqueándolo allí donde había logrado el control. Al final los holandeses se
vieron incapaces de hacer acopio de los recursos necesarios para retener
el control de Indonesia, y por medio de un acuerdo negociado en la ONU
nacieron los Estados Unidos de Indonesia, con Sukarno como primer pre. sidente, teóricamente como país asociado a los Países Bajos según un modelo inspirado en la Commonwealth británica. Este acuerdo duró hasta
1956, cuando Sukarno unilaterahnente abrogó el acuerdo. Durante el siguiente año el gobierno tomó y nacionalizó las extensas plantaciones holandesas, y la mayor parte de los colonos holandeses que quedaban en el
país marcharon. La única posesión holandesa que quedó en la región, la Papua Nueva Guinea occidental, no tardó en convertirse en objetivo de las
ambiciones indonésicas, y la ONU intervino de nuevo para ayudar a alcanzar un acuerdo, por el que Indonesia ganó este territorio en 1969.
El imperio británico era el imperio colonial más grande jamás creado.
Mientras que los otros estados europeos con posesiones en ultramar tenían fuertes intereses europeos, Gran Bretaña siempre había centrado su
interés en su imperio marítimo. Su proceso de descolonización es precisamente extraordinario porque, dada la centralidad del imperio para
Gran Bretaña en comparación a las otras experiencias de descolonización, no realizó ningún esfuerzo serio por conservar sus posesiones una
vez comprendió que las demandas locales de independencia estaban fuertemente arraigadas. En cuestión de unos pocos años se dio la independencia a las colonias y se deshizo un imperio construido durante varios
siglos de conquistas a menudo militarmente arduas. El proceso comenzó
en firme con la India en 1947 y concluyó en 1997 con el retorno de Hong
Kong a China.
268
EUROPA DESDE 1945
La agitación popular por el auto-gobierno de la India ya había comenzado antes de la Segunda Guerra Mundial, bajo e! liderazgo de Mahatma
Gandhi. Varios intentos británicos de alcanzar una solución de compromiso durante el período de entreguerras habían resultado infructuosos, y
después de la Segunda Guerra Mundial e! gobierno Laborista de Clement
Attlee decidió que la única solución era la independencia. Como último
virrey eligió a Lord Mountbatten, un pariente de la familia real británica
y héroe de guerra. El vasto imperio sub continental británico de la India, el Raj, que en otro tiempo había convertido a Gran Bretaña en la mayor
potencia de Asia, se estaba fracturando a lo largo de líneas confesionales, y
se decidió que la única solución era la división, con la India, predominantemente hindú, en el centro, flanqueada por Pakistán, predominantemente
musulmán, y que a su vez se dividió más tarde en Pakistán y Bangladesh.
La partición de la India desató una violencia popular que se saldó con la
muerte de al menos un millón de personas. También obtuvieron la independencia en 1947 Burma y Ceilán (Sri Lanka).
Casi inmediatamente después de los acontecimientos de la India, Gran
Bretaña hubo de enfrentarse a una situación cada vez más deteriorada en
Oriente Medio en su mandato en Palestina. Asignada a Gran Bretaña después de la Primera guerra Mundial, el objetivo marcado para Palestina
era, en parte, proporcionar una patria al pueblo judío. Después de la Segunda Guerra Mundial las crecientes tensiones entre los habitantes judíos
y árabes, así como la presión para permitir que los judíos que habían sobrevivido a la política de exterminio alemana pudieran instalarse en Palestina, llevaron a Gran Bretaña a pasar la cuestión a la ONU. La recomendación de un Comité Especial la ONU para Palestina, adoptada por
la ONU y aceptada por Gran Bretaña, fue la partición del territorio. Pero la
puesta en práctica no resultó nada fácil. La cuestión de las líneas de división y la creación de un estado judío provocaron violentas reacciones en
la región. El gobierno británico reaccionó retirándose rápidamente de la
región, dando fin a su mandato en mayo de 1948. Fue el preludio al establecimiento del Estado de Israel en una parte del antiguo mandato, la
independencia del Reino de Iordania en otra parte del mandato, y a
una guerra árabe-israelí que se prolongó hasta 1949.
La última fase importante de descolonización llegó para Gran Bretaña
en África. La Colonia de la Costa de! Oro (Ghana) fue e! primer experimento de concesión de independencia en 1958, y para 1965 prácticamente todas las colonias africanas habían obtenido la independencia. El único conflicto grave que hubo de afrontar Gran Bretaña fue Kenia, que en
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
269
los años cincuenta era una de las colonias más valiosas que le quedaban a
Gran Bretaña, con importantes intereses en plantaciones. Un movimiento rebelde, el Mau Mau, emprendió una campaña de terror contra el gobierno británico que condujo a una significativa intervención militar británica. No obstante, en línea con su política general de retirada de las
colonias, Gran Bretaña concedió la independencia a Kenia en 1963.
A diferencia de Gran Bretaña, la renuencia de Francia a la pérdida de
su imperio de ultramar la llevó a una serie de enervantes guerras que en
última instancia amenazaron la estabilidad del orden político en Francia.
La Cuarta República Francesa de la posguerra vino acompañada de una
innovación constitucional, la Unión Francesa. Ésta comprendía la república francesa, sus departamentos de ultramar y los territorios asociados,
todos presididos por el presidente francés y un consejo de representantes.
Su objetivo no era facilitar la devolución del poder sino, en línea con las
tradiciones burocráticas francesas, consolidar aún más el poder en el centro. Pero a pesar de tan imaginativa estructuración de sus disposiciones
constitucionales, Francia se vio enfrentada al mismo impulso por la independencia en sus colonias que las otras potencias europeas, y entre el final de la guerra y 1962 estuvo siempre involucrada en una serie de duras
guerras libradas en un vano intento por conservar su imperio.
Francia no fue capaz de reafirmar plenamente su posición en Oriente
Medio en el período inmediatamente posterior a la guerra y a regañadientes reconoció la independencia de Líbano y Siria, que había controlado como mandatos de la Liga de las Naciones desde la Primera Guerra
Mundial. De igual modo, India ejerció presión sobre Francia para que entregara los pequeños enclaves que le quedaban en el subcontinente. Pero
las principales luchas se produjeron en Vietnam y Argelia.
El imperio colonial francés en Indochina comprendía Vietnam, Laos y
Camboya, adquiridos en parte a raíz de las guerras franco-indochinas del
siglo XIX. Durante la Segunda Guerra Mundial e! área fue ocupada por los
japoneses, aunque una administración títere francesa leal a la Francia de
Vichy fue dejada nominalmente en el poder. A medida que se acercaba el
final de la guerra, Japón reemplazó este régimen con un emperador vietnamita, Bao Dai, proclamó la independencia de Francia y designó un gobierno pro-japonés. En Vietnam los comunistas habían formado un eficaz movimiento de resistencia anti-japonés, el Vietminh, que era más
fuerte en el norte, donde tenía la ventaja de una base en China. Cuando
Japón se rindió en agosto de 1945, el Vietminh se apresuró a llenar el vacío de poder y proclamó la independencia de la República Democrática
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EUROPA DESDE 1945
de Vietnam. Su control se extendió con rapidez y ayudó a precipitar la abdicación de Bao Dai. Pero Francia todavía albergaba la esperanza de recobrar el control sobre Indochina y volver a ocupar las principales ciudades.
Hasta principios de 1946105 franceses se beneficiaron de la presencia de
tropas británicas, inicialmente destacadas allí para asistir con la rendición
de las fuerzas japonesas.
La primera confrontación directa entre el Vietminh y los franceses
tuvo lugar cuando el Vietminh disparó contra un buque de guerra francés que intentaba bloquear la entrega de armas en el principal puerto
vietnamita de Haiphong en noviembre de 1946. Los franceses tomaron
represalias con un ataque aéreo en el que murieron 6.000 vietnamitas. A
éste le siguió una ofensiva vietnamita contra los franceses. En un intento
infructuoso de calmar a los vietnamitas, Francia reorganizó sus posesiones en una Federación Indochina que prometía una mayor autonomía local. Ésta fue más tarde sustituida por un acuerdo para la creación del Estado Asociado del Vietnam, que había de ser independiente en todo menos
en política exterior y de defensa dentro de la Unión Francesa. Las potencias occidentales reconocieron este gobierno. El Vietminh, sin embargo,
estaba decidido a conseguir la plena independencia y emprendió una
campaña de guerrillas. Su República Democrática del Vietnam fue reconocida por la Unión Soviética y por la República Popular de China.
La fase inicial del conflicto fue principalmente una guerra de guerrillas, en 1947-9, que acabo en tablas entre los combatientes. La situación
fue alterada por la victoria comunista en China en 1949, que proporcionó al Vietminh un poderoso aliado en el norte. Durante 1950 el Vietminh
forzó a los franceses a retirarse de la mayor parte del norte de Vietnam. Poco
a poco, el control francés sobre el país quedó confinado a las ciudades y a
la costa. La presión financiera de la guerra comenzaba asimismo a representar una carga demasiado dura para la economía francesa, todavía no
recuperada de la Segunda Guerra Mundial, y a partir de 1952 los Estados
Unidos cargaron con casi todo el peso financiero. En un intento dramático de invertir el rumbo de la guerra, los franceses adoptaron un plan para
tentar al Vietminh a un enfrentamiento donde pudieran aplastarlos. El
lugar elegido fue Dien Bien Phu, a unos 350 kilómetros al oeste de Hanoi,
cerca de la frontera con Laos, y allí destacaron a unos 15.000 soldados.
El Vietminh rodeó el lugar y el sitio de Dien Bien Phu se prolongó desde
noviembre de 1953 hasta mayo de 1954, cuando acabó con la rendición
de la guarnición francesa. Esto marcó el final del poder francés en Indochina. La guerra se había hecho cada vez menos popular en Francia, y el
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
27'
gobierno optó por desligarse lo mejor que pudo, accediendo a un alto el
fuego ese mismo junio.
En 1954 los Acuerdos de Ginebra dividieron Vietnam en dos zonas. La
zona norte estaría gobernada por la República Democrática del Vietnam
(es decir, el Vietminh) yel sur estaría gobernado por el Estado de Vietnam. Oficialmente, Vietnam seguía siendo un único país, y la intención
era realizar elecciones nacionales seguidas de reunificación política. Las
elecciones nunca se produjeron. El papel de Francia en la región fue gradualmente desplazado por Estados Unidos, que se involucró cada vez más
a causa de su preocupación por frenar cualquier expansión del comunismo, que se veía como una extensión del poder soviético. La cuestión del,
futuro control del Vietnam se convirtió así en un asunto de la guerra fría
y condujo a la participación de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam
de 1964-73.
Justo cuando el conflicto de Vietnam comenzaba a resolverse para
Francia estalló un nuevo conflicto en Argelia. Argelia llevaba mucho
tiempo siendo tratada como parte integral de Francia, y en 1947 se concedió la ciudadanía francesa a los argelinos. La asamblea local, sin embargo, era elegida por dos colegios electorales, uno de 1,2 millones de europeos
yel otro de 8,5 millones de árabes. En 1959, violentas manifestaciones
acompañaron a demandas de independencia, marcando el principio de
una larga y brutal guerra. En su punto álgido se desplegó un ejército francés de 400.000 soldados para reprimir la rebelión, pero sin éxito. Los colonas franceses rehusaban dar su aprobación a cualquier compromiso, y
la crisis provocó la vuelta a la vida política francesa del General de Gaulle.
Se esperaba que el líder de la Francia Libre de la guerra consiguiera llevar
a los franceses nuevamente a la victoria en Argelia. De Gaulle, sin embargo,
consideraba que era imposible ganar esta guerra y comenzó los preparativos para la independencia argelina. Esto provocó un motín dirigido por un
grupo de oficiales franceses destinados en Argelia. Tras tomar brevemente el control de Argel, los amotinados fueron reprimidos y De Gaulle forzado a acceder a la independencia de Argelia en los términos de los Acuerdos de Evian de 1962. Francia retuvo importantes derechos petrolíferos y
una base naval en Mers-el-Kebir durante quince años. Tras la decisión,
900.000 habitantes europeos de Argelia se fueron a vivir a Francia, lo que
causó a corto plazo falta de viviendas y de empleo. Tras la independencia,
Argelia experimentó un período de peligrosa agitación política, pero De
Gaulle, que buscaba mantener alguna influencia en la región, aportó considerable ayuda al gobierno, lo que ayudó a estabilizar la situación política.
272
EUROPA DESDE 1945
Como parte de su asunción al poder De Gaulle rescribió la constitución francesa, dando entrada así a la Quinta República Francesa, necesaria en gran medida por la turbulencia causada por los distintos embrollos
coloniales en los que Francia se encontraba metida y que habían debilitado considerablemente la Cuarta República. La Unión Francesa fue reemplazada entonces por la Comunidad Francesa, que daba a todos los componentes del imperio francés el derecho a auto gobernarse y el derecho a
independizarse. Los miembros conservaban una tarifa favorable con
Francia. Sólo Guinea rehusó unirse a la nueva estructura. A modo de lección, Francia dejó el país, despojándolo de paso de tanta infraestructura
como podía llevar consigo y cortando toda la ayuda económica.
El imperio colonial belga había estado limitado al Congo, una región
rica en minerales que era objeto de intensa explotación por compañías
belgas. Bélgica había invertido muy poco en desarrollar la capacidad de la
población local, y todavía en 1960 no había apenas graduados universitarios ni profesionales especializados. A medida que las vecinas colonias
francesas y británicas comenzaban a prepararse y obtenían la independencia, surgió en el Congo un movimiento similar. Tras los primeros disturbios violentos de 1959 en apoyo de la independencia el gobierno belga
decidió abandonar el país precipitadamente, en un plazo de seis meses,
sin preparar para nada a la población local para el autogobierno. El resultado fue el casi inmediato estallido de una guerra civil. En pocos días un
movimiento secesionista se había hecho con el control de la provincia sureña de Katanga, rica en minerales. La Unión Soviética, que buscaba un
papel en el mundo descolonizado tras la retirada de las potencias europeas,
comenzó a proporcionar apoyo al asediado gobierno central, mientras
que Bélgica apoyaba a los secesionistas a fin de proteger sus más valiosos
intereses en la zona. La ONU intentó restablecer el orden, y en el curso de
las negociaciones el secretario general de la ONU, Dag Hammarskjold,
fue asesinado durante una misión al Congo. En el caos que envolvió al
Congo uno de los grupos rebeldes retuvo numerosos rehenes occidentales en la ciudad clave de Stanleyville. Esto condujo al despliegue de paracaidistas, con ayuda americana, para rescatar a los rehenes. Varios estados
africanos condenaron este despliegue de fuerzas de la antigua potencia
imperial como un ejercicio de neo-imperialismo. En los años que siguieron, en numerosos estados africanos, las antiguas potencias coloniales
seguirían interviniendo ocasionalmente para apoyar a una u otra facción.
Los últimos estados europeos en arrostrar la cuestión de la descolonización fueron Portugal y España, que desde los años treinta habían esta-
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
273
do gobernados por gobiernos conservadores y autoritarios que se negaban a dar su aprobación a ningún movimiento de independencia, que
veían como una amenaza contra su legitimidad en el poder. Portugal había inaugurado el ímpetu europeo por adquirir coloniales durante la era
de los descubrimientos, y su imperio fue uno de los últimos en ser desmantelado. El proceso comenzó cuando la India se apoderó de la colonia
portuguesa de Goa en 1961. El mismo año comenzaron a producirse levantamientos armados en el gran imperio colonial que Portugal tenía en
África, en un momento en que el resto de África acababa de conseguir la
independencia de sus correspondientes potencias europeas. Estas revueltas comenzaron en Angola y se extendieron hacia la Guinea Portuguesa y
Mozambique. Esto llevó a Portugal a involucrarse en una larga y extenuante lucha por mantener el control de su imperio africano. En 1974 estalló en Portugal la Revolución de los Claveles a raíz de la propuesta del
general Antonio Spinola de reestructurar el imperio portugués con la intención de poner fin a la guerra. La revolución en Portugal desembocó en
un rápido proceso de concesión de independencia a sus posesiones africanas durante 1975-6, aunque Timor Oriental fue apropiado por Indonesia. La última colonia de Portugal, Macao, que fue también la última colonia europea en Asia,fue cedida a China en 1999,poniendo fin así a cuatro
siglos de presencia territorial europea en Asia.
El ya anciano dictador de España, Francisco Franco, había resistido
todos los intentos de descolonización de España, pero durante su enfermedad final los últimos restos del antaño vasto imperio colonial español
llamaron la atención. Los estados vecinos al Sahara Español, rico en fosfatos, intentaron hacerse con este territorio, para lo que el rey marroqui
organizó una marcha pacífica formada por miles de marroquíes con el fin
de apoderarse del Sahara, mientras Argelia daba su respaldo a un movimiento independentista y Mauritania intentaba también conseguir parte
del territorio. En 1975 España dejó la colonia, pero su futuro seguía siendo disputado por los estados de la región.
La ola de descolonización que siguió a la Segunda Guerra Mundial fue
seguida por los esfuerzos de una parte de las antiguas potencias imperiales de retener lazos con sus antiguos imperios, en incluso alguna forma de
control sobre ellos. Algunos de estos lazos eran fundamentalmente simbólicos y facilitaron la transición en la relación. Gran Bretaña animó a sus
antiguas posesiones a unirse en la Commonwealth británica, y algunas
incluso retuvieron durante algún tiempo el monarca británico como jefe
oficial de su estado; Francia creó la Comunidad Francesa; los Países Bajos
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EUROPA DESDE 1945
buscaron una unión bajo un soberano común; y la revolución portuguesa de 1974 se produjo como parte de un esfuerzo por crear una Confederación Lusitana que mantuviera alguna conexión entre Portugal y sus colonias.
Tanto Gran Bretaña como Francia intentaron retener un papel financiero y establecieron sistemas monetarios que mantuvieran los vínculos
con algunas de sus antiguas colonias en forma de control financiero. El
bloqueo británico de la libra esterlina de la pre-guerra se transformó tras
la guerra en e! Overseas Sterling Area (OSA). Como parte de! intento británico de mantener la imagen de un papel internacional, Gran Bretaña
insistió en que la libra esterlina fuera una moneda de reserva en el sistema de Bretton Woods que se estableció a finales de la guerra para asegurar el equilibrio económico en la posguerra. En tanto que reserva monetaria públicamente reconocida servía como moneda de respaldo del dólar
americano, lo que por confería un cierto prestigio reflejado a Gran Bretaña. Pragmáticamente, fue también un intento de asegurar que se retuviera a Londres como centro financiero internacional, lo que reportaba al
país unos dividendos invisibles. Fue útil también para proporcionar mercados para los bienes británicos porque Gran Bretaña, en tanto que administrador de OSA, fijaba las tasas de conversión entre las monedas
participantes. Pero esta posición tenía también desventajas para Gran
Bretaña. Una vez la libra esterlina se hizo plenamente convertible en 1958,
se convirtió en objeto de especulación, lo que causó varios episodios embarazosos de presión sobre la libra. La libra ya había sido devaluada en
1949 de 4,03 dólares a 2,80 dólares. En 1967 e! gobierno se vio forzado a
devaluarla aún más hasta 2,40 dólares. Aunque esta devaluación se realizó por causa de apremiantes problemas nacionales, tuvo el efecto de devaluar también todas las monedas de la OSA en el mismo 14 por ciento.
El resultado fue que las otras monedas de la OSA colocaron el dinero en
otra moneda y dejaron de tratar a la antigua moneda imperial como reserva. En 1987 los Acuerdos de Basle pusieron fin definitivamente a la
OSA. La mayoría de los países del antiguo imperio sub-sahariano de
Francia adoptaron el franco CFA (Cornmunauté Pinanciere Africaine)
como moneda, con un cambio fijo con el franco francés. Los miembros
de la zona franco mantienen la mayoría de sus reservas de divisas en francos franceses.
Gran Bretaña retuvo considerables intereses económicos en Irán, y en
los años cincuenta la Corporación Petrolera Anglo-Iraní era la inversión
británica más importante en el extranjero. Las amenazas de nacionaliza-
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
275
ción por el régimen nacionalista del primer ministro iraní Mohammed
Mossadegh llevaron a Gran Bretaña a conspirar con Estados Unidos, que
estaba preocupado por las posibles simpatías pro-soviéticas de parte de
Mossadegh, para derrocar a su gobierno. Aunque había perdido muchos
territorios, Gran Bretaña deseaba continuar siendo la principal potencia
en el cada vez más importante Oriente Medio, de donde procedía el 70
por ciento del suministro de petróleo de Europa Occidental. Por ello,
tomó la iniciativa para establecer e! Pacto de Bagbdad en 1955, modelado
a imagen de la OTAN, y que comprendía Gran Bretaña, Irak, Turquía e
Irán. Gran Bretaña también mantuvo una fuerte influencia en lordania.
El principal oponente de la influencia británica era el líder nacionalista egipcio, el coronel Nasser. La creciente confrontación entre el Egipto
de Nasser y las antiguas potencias imperiales, Gran Bretaña y Francia, desembocó en la crisis de Suez de 1956.
Una vez Gran Bretaña y Francia se hubieron retirado de Oriente Medio, la región continuó estando en el centro de una compleja red de conflictos. La monarquía egipcia había sido derrocada en 1952 y el coronel
Nasser había llegado a presidente en 1954. Él gobierno de Nasser emprendió una campaña de creciente enfrentamiento con Israel. Egipto bloqueó e! paso de los barcos israelíes por el canal de Suez y fuera de! Golfo
de Aqaba. Nasser comenzó a reforzar el ejército egipcio con armamento
comprado en el bloque soviético en 1955, una jugada que causó preocupación entre las potencias occidentales y que, en la interpretación de muchos, traía el Oriente Medio a la guerra fría. Francia tenía malas relaciones con Egipto a causa de su apoyo de los insurgentes que luchaban por la
independencia en Argelia. A su vez, Gran Bretaña tenía malas relaciones
con Egipto, que generalmente se oponía a la influencia británica y a los
regímenes pro-británicos en la región.
De acuerdo con e! Tratado Anglo-Egipcio de 1954 Gran Bretaña retiró
sus últimas tropas del Canal de Suez en junio de 1956. Enseguida, al mes
siguiente, Nasser decidió nacionalizar el Canal de Suez, que era propiedad
conjunta de Francia y Gran Bretaña, a fin de recoger fondos para la construcción de un 'vasto complejo hidroeléctrico en Asuan. Esto decidió a
Gran Bretaña, Francia e Israel a llevar a cabo una acción conjunta contra
su enemigo común. Se acordó que Israel atacaría Egipto, moviéndose hacia el canal, y que Gran Bretaña y Francia exigirían entonces que los países beligerantes se retiraran del área del canal para poder garantizar su
protección, que quedaría garantizada por una fuerza anglo-francesa que
intervendria para tomar el control del canal de acuerdo con el tratado
EUROPA DESDE 1945
anglo-egipcio, que permitía la intervención si la seguridad del canal se
veía amenazada. Este acto de «colusión» tenía por objeto proporcionar
una excusa para una intervención anglo-francesa. Israel puso en marcha
el plan atacando Egipto a finales de octubre.
Las fuerzas israelíes tuvieron un enorme éxito, alcanzando el Canal de
Suez y reabriendo e! Golfo de Aqaba. De acuerdo con e! plan de colusión
se emitió un ultimátum anglo-francés el 30 de octubre, pero hasta els de
noviembre no llegaron al canal, en paracaídas, las primeras fuerzas anglofrancesas. A esto le siguió un desembarco anfibio. Entretanto, tanto los
Estados Unidos como la Unión Soviética, en un raro acto de concordancia, exigieron un alto el fuego a través de la ONU e12 de noviembre. Ante
esta presión internacional, pero especialmente americana, los británicos y
los franceses accedieron a desistir y se acordó un alto el fuego el 6 de noviembre. Inmediatamente se destacó en la zona una fuerza de emergencia
de la ONU para separar a las partes beligerantes en el Sinaí, y se evacuaron las tropas anglo-francesas, mientras que las tropas israelíes abandonaban Egipto y la Franja de Gaza.
Una respuesta anglo-francesa más rápida quizá hubiera conseguido el
objetivo. El retraso en el desembarco de las tropas permitió a la opinión
pública internacional alzarse contra ellos. La Unión Soviética aprovechó
la oportunidad causada por esta distracción para aplastar el gobierno liberal húngaro, que estaba intentando separarse del bloque soviético. En
Oriente Medio el prestigio francés y británico se vio seriamente dañado
tras su humillante retirada. El primer ministro británico, Anthony Eden,
que había apoyado la intervención, dimitió. Suez marcó el fin del papel
de Gran Bretaña y Francia como grandes potencias capaces de actuar al
mismo nivel que los dos estados más potentes del sistema internacional.
Después de 1956 quedó claro que el sistema internacional se había convertido en un mundo bipolar en el que Estados Unidos y la Unión Soviética eran las superpotencias. Suez había revelado los limites del poder
europeo.
Después de Suez, Gran Bretaña pasó por un proceso de reposicionamiento que durante los cinco años siguientes condujo al proceso parejo
de entrar en la CEE y de deshacerse de algunos fragmentos de! imperio
que ya no satisfacían los intereses británicos tras el amplio proceso de
descolonización ya consumado. Gran Bretaña estaba pasando conscientemente de ser un estado encarado a sus posesiones de ultramar a ser un estado encarado a Europa. El gobierno conservador decidió en 1959 retirarse de África tan rápidamente como fuera posible tras las siguientes
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
277
elecciones generales. En 1960 en Ciudad del Cabo el primer ministro británico Harold Macmillan habló de los «vientos de cambio) que recorrían
África. En 1963 Gran Bretaña había liquidado casi todo su antaño vasto
imperio africano. A mediados de los años sesenta el gobierno Laborista
del primer ministro Harold Wilson afrontó la realidad de que, con la pérdida del imperio, su poder había disminuido, tanto económica como militarmente, y adoptó una nueva visión estratégica que requería que Gran
Bretaña pusiera fin a su posición al «este de Suez». De modo que, para
evitar que algunas de las antiguas colonias no se sintieran demasiado dejadas a su suerte, la Commonwealth recibió un poder más elevado y su
propio secretariado. Simultáneamente, cierto número de antiguas colonias recibieron de repente, e incluso inesperadamente, la independencia.
La retirada de Gran Bretaña fue gradual. Todavía apoyó a Malasia, que
había logrado la independencia de Gran Bretaña en 1957, cuando Indonesia inició una política de acoso dirigida a Malasia. La amenaza indonésica fue rechazada con la ayuda de 50.000 soldados de la Commonwealth
proporcionados por Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. La confrontación se alargó hasta 1964, y durante este período Indonesia continuó amenazando con intensificar el conflicto al tiempo que se deshacía
en un caos económico, hasta que un fracasado golpe de estado comunista precipitó la toma de poder por e! ejército en 1965 y e! gradual desplazamiento de Sukarno del poder. Sukarno había afirmado que el auténtico
enemigo era el imperialismo y neo-colonialismo británico, que había
creado una Malasia títere. Las tensiones económicas y políticas de la confrontación agravaron la situación dentro de Indonesia y contribuyeron al
descontento que finalmente provocó la caída de Sukarno. El intento de
repetir el éxito de la confrontación anterior con los Países Bajos había fracasado gracias a la firmeza británica. En consecuencia, el prestigio británico aumentó gracias a su eficaz apoyo a Malasia. Gran Bretaña, en tanto
que antigua potencia imperial, también desempeñó un importante papel
como intermediario en la transición hacia un gobierno de mayoría en
Rhodesia-Zimbabwe, durante la cual Gran Bretaña se convirtió brevemente en el poder gobernante para supervisar las elecciones.
Francia fue la más activa de todas las antiguas potencias coloniales europeas a la hora de intentar mantener una esfera de influencia en sus antiguos territorios. Aunque para mediados de los años sesenta la Comunidad
Francesa ya había perdido todo significado fundamental, Francia continuó desempeñando un papel activo en su antiguo imperio subsahariano,
apoyando el ampliamente usado franco centroafricano y manteniendo
EUROPA DESDE 1945
una presencia militar que a menudo fue decisiva para mantener un régimen o desempeñar un papel en un cambio de gobierno.
Un ejemplo de la continua participación francesa en la región es la
guerra entre Chad y Libia. El régimen libio del Coronel Gaddafi tenía el
firme propósito de reclamar la franja de Aozu, rica en minerales, del vecino Chad. Varios intentos libios de tomar el control de la franja habían
sido rechazados por Chad con ayuda francesa. Cuando esto volvió a ocurrir en 1983, el presidente de Francia, Mitterrand, decidió intervenir directamente con tropas francesas. Un cuerpo francés de unos 3.000 soldados
estableció una zona prohibida, la zone rouge, entre los ejércitos enfrentados. En septiembre de 1984 se alcanzó un acuerdo para la retirada de las
tropas extranjeras, pero mientras que los franceses se retiraron, los libios
se quedaron. En febrero de 1986 las fuerzas libias avanzaron, confiados en
que las elecciones parlamentarias francesas que entonces tenían lugar distraerían la atención francesa. Pero rápidamente se desplegaron fuerzas
francesas, y Estados Unidos proporcionó ayuda por valor de la millones
de dólares. Con tan importante apoyo franco-americano, las fuerzas del
Chad lograron avanzar hacia el norte, derrotando a los libios y reconquistando e! control de la franja de Aozu.
Francia ha sido reacia a renunciar a los últimos fragmentos de su imperio colonial. Ha encontrado en la Guyana Francesa una base conveniente para el lanzamiento de satélites, en tanto que sus territorios en el
Océano Pacífico le proporcionaron hasta 1996 un lugar para sus pruebas
de armas nucleares. En 1985 agentes franceses abordaron y hundieron un
barco de Greenpeace en Nueva Zelanda que protestaba contra las pruebas
nucleares francesas, una acción que condujo a una seria ruptura de las relaciones. Francia se adelantó a cualquier tipo de reparación por parte de
Nueva Zelanda utilizando su peso en la CE para amenazar a este país con
represalias económicas.
Todavía quedan varios fragmentos de un vasto imperio colonial que
siguen bajo el control de estados europeos. Gran Bretaña conserva varias
posesiones isleñas, especialmente en el Caribe y el Atlántico. Una de éstas,
las Palklands, fueron causa de una guerra entre Argentina y Gran Bretaña
en 1982. Gran Bretaña y Argentina mantenían desde hacía tiempo una
disputa territorial acerca de la soberanía de las Islas Falkland (Las Malvinas), que están situadas a unas 300 millas al este de la costa argentina. El
gobierno militar de Argentina buscaba un triunfo para restablecer su decaída popularidad en una espectacular victoria. Así, aumentó la presión
para la retirada británica de las islas. Había indicaciones de que el gobierno
INTERACCIÓN CON EL MuNDO NO EUROPEO
279
británico podía estar preparado para llegar a un acuerdo sobre las islas, y
probablemente se creía que Gran Bretaña no estaría dispuesta, o sería incapaz, de hacer una guerra distante por poco más de 1.800 personas y
400.000 ovejas. La guerra estalló a raíz del desembarco ilegal de un grupo
de comerciantes argentinos de chatarra en South Georgia, una dependencia de la colonia de las Islas Falkland, en marzo de 1982. Le siguió la invasión total de las islas por Argentina.
Las fuerzas invasoras argentinas rápidamente tomaron las guarniciones de las Falkland y de South Georgia, y e! gobernador inglés fue deportado. Gran Bretaña respondió a la crisis enviando un destacamento naval
especial, que llegó a finales de abril tras un viaje de 8.000 millas. Durante
este período de calma todos los esfuerzos por alcanzar una solución diplomática al conflicto resultaron infructuosos. Gran Bretaña declaró una
«zona de exclusión total» de 200 millas alrededor de las Falklands. Se produjo entonces un polémico incidente con el hundimiento del buque de
guerra argentino General Belgrano cuando se encontraba fuera de la zona
de exclusión total. Las fuerzas británicas pronto recapturaron South
Georgia, a fmales de abril, a lo que siguió una serie de desembarcos en las
Palldands que rápidamente aplastaron las guarniciones argentinas. A
consecuencia de su derrota el gobierno militar argentino hubo de dejar el
poder. El nuevo gobierno aceptó e!final defacto a las hostilidades, y las relaciones anglo-argentinas mejoraron tras el restablecimiento de un gobierno civil en Argentina a finales de 1983.
El crecimiento de la VE, y el legado progresivamente más pequeño de
la era colonial, condujeron lentamente a una reformulación de las relaciones de Europa con el mundo no europeo. Las Convenciones de Lomé
de 1975 y 1980 entre la CE y sesenta estados africanos, caribeños y del Pacífico, permitieron la entrada de casi todos los productos agrícolas de estos países en la CE sin impuestos, al tiempo que permitían un impuesto
común sobre los bienes procedentes de la CE.
Europa, que durante siglos había sido un foco de emigración, en la era
de posguerra se convirtió en foco de inmigración, y una gran cantidad de
personas, predominantemente del antiguo mundo colonial, buscó establecerse en Europa, y generalmente en la antigua potencia colonial. Al
principio, cuando, al acabar la Segunda Guerra Mundial, el país sufría
una grave falta de mano de obra, Gran Bretaña atraía ávidamente a inmigrantes de su antiguo imperio. Un hito importante fue la llegada en junio de 1948 de! Empire Windrush de Jamaica con el primer grupo de
inmigrantes. Todos los ciudadanos de la Commonwealth disfrutaban
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EUROPA DESDE 1945
del libre derecho a la inmigración, pero con el aumento de la cantidad de
inmigrantes, el gobierno británico aprobó en 19721a Ley de Inmigración
de la Commonwealth, que intentaba por vez primera controlar el númefa de inmigrantes.
Desde 1945 han venido a Europa muchos inmigrantes a causa de los
problemas políticos o económicos de sus países de origen. En 1951 Gran
Bretaña tenía una población de 74.000 habitantes procedentes de los países de la nueva Cornmonwealth; en 1981 esta cifra había aumentado hasta 2,2 millones. Francia tenía en 1990 una población de 1,5 millones de
inmigrantes africanos, y casi 0,5 millones de inmigrantes asiáticos. España y Portugal, que históricamente habían sido países de emigración, comenzaron también a recibir inmigración. Portugal, tras el colapso de su
imperio, se encontró con una población de 800.000 inmigrantes de una
población total de tan sólo 10 millones. Los levantamientos políticos en
las antiguas colonias siguieron afectando a las antiguas potencias mucho
tiempo después de la independencia. En 1972 Uganda expulsó a su población étnica asiática, lo que provocó que 29.000 personas con pasaporte británico se desplazaran a Gran Bretaña, donde acabaron por convertirse en uno de los grupos de mayor éxito económico. También quedan
restos de un notable flujo de emigración británica. Por ejemplo, durante
los años de dificultades económicas de principios de los ochenta hubo en
Gran Bretaña más emigración que inmigración; así, 465.000 personas
emigraron a países de la Antigua Commonwealth y a los Estados Unidos
durante 1979-83.
Tales movimientos de población han contribuido a cambiar el mapa
cultural de Europa, puesto que por primera vez Europa Occidental y Central cuentan con una notable población musulmana. Los inmigrantes
económicos de Turquía han aumentado este fenómeno. Uno de los efectos de esto ha sido que Europa se ha visto involucrada en asuntos del
mundo islámico. En 1989 el autor británico nacido en la India Salman
Rushdie fue objeto de una fatwa emitida por el máximo lider religioso de
Irán, el Ayatolá Iomeini, que pidió la muerte del escritor por un cargo
de blafemia en su libro Losversos satánicos. Esto condujo a una larga ruptura de relaciones anglo-iraníes y a un corto estallido de eventos de quema de libros considerados blasfemos en algunas comunidades musulmanas, en apoyo de la fatwa.
La interacción entre Europa y el mundo no europeo se basa en una larga y compleja historia. En el antiguo mundo colonial permanece a menudo un legado lingüístico, que sigue siendo un lazo importante. El lenguaje
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
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común ha permitido el acceso a la literatura y las películas de los antiguos
estados coloniales, y en una era de rápida expansión de los medios de radiodifusión y televisión, esto proporciona a Europa una importante influencia cultural. Las antiguas potencias coloniales siguen siendo un destino importante para la educación superior de parte de los estudiantes de
sus antiguos imperios. La globalización de la información ha ayudado a
conectar el antiguo mundo colonial con las antiguas potencias coloniales.
Justo cuando la descolonización parecía acabar separando a las potencias
europeas del mundo no europeo, la globalización permite su acercamiento
por otras vías.
Globalización e internacionalización
Dos procesos estrechamente relacionados han establecido muchos de los
contextos sociales, económicos y políticos en los que se ha desarrollado la
interacción entre Europa y el mundo no europeo. «Globalización» hace referencia a la manera en que una gran parte de la actividad económica desde 1945 ha pasado a tener lugar cada vez más en mercados esencialmente
mundiales en lugar de estar confinada dentro de fronteras nacionales o incluso regionales. Los mercados globales ayudan a producir actores globales, como las ingentes corporaciones transnacionales, o magnates de los
medios de comunicación como Rupert Murdoch, así como una cultura
global, mayormente occidental o (dirían algunos) norteamericana. «Internacionalización» hace referencia a la manera en que los estados han
respondido a la globalización y a otras presiones aunando sus recursos
-c-económicos, diplomáticos y militares- en una amplia gama de organizaciones internacionales. Ambos procesos han afectado profundamente
todos los aspectos de la politica mundial y de la economía politica global.
Aunque se ha producido un intenso debate acerca del verdadero alcance de la globalización y su impacto sobre la nación estado, algunos hechos
básicos están fuera de discusión: las transacciones financieras diarias en
todo el mundo superan el billón de dólares, la velocidad con la que estas
transacciones tienen lugar en la actualidad se ha visto reducida a menos de
un segundo, las mejoras en la productividad combinadas con la continua reducción de barreras al comercio han favorecido la concentración de varias actividades económicas en corporaciones transnacionales cada vez
más grandes, y el comercio ha aumentado de forma continua desde 1945,
EUROPA DESDE 1945
tanto en volumen total como en porcentaje del producto interior mundial total. Además, se puede aportar toda una serie de estadísticas que
muestran la centralidad de Europa (especialmente Europa Occidental) en
todos estos procesos -y por tanto su dependencia de ellos y su vulnerabilidad. Solamente los bancos situados en Gran Bretaña sostienen casi
una cuarta parte de los préstamos internacionales, la UE es responsable
de cerca del 40 por ciento del comercio total y del 20 por ciento del comercio fuera de la Unión, y más de la mitad de las inversiones totales del
mundo fluyen entre la UE, de un lado, y América del Norte y Japón, del otro
lado. La UE es también responsable de un 31 por ciento de la producción
total mundial, en comparación a un 27 por ciento de Estados Unidos y
un 21 por ciento de Japón.
Hasta los años noventa los países del Pacto de Varsovia habían estado
excluidos de estos procesos porque seguían políticas que caían entre la
autarquía y la división del trabajo entre los miembros del Comecon, establecido en 1949 para promover la cooperación económica entre ellos. Su
experiencia desde 1989 ha sido diversa: la mayoría se consideraron inicialmente mercados emergentes que ofrecían interesantes perspectivas de
crecimiento, y algunos recibieron grandes préstamos e inversiones. El
mayor receptor de préstamos, Rusia, ha fracasado en su intento de realizar su potencial económico y ha caído aún más profundamente en deuda
con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras fuentes de préstamos. Otras economías, como las de Polonia y Eslovenia, comienzan a demostrar una tendencia firme y continuada al crecimiento.
El ímpetu inicial para la integración de Europa no provino tanto de la
globalización como de una serie de presiones políticas. Entre estas se incluye la insistencia americana en que Europa proporcionara una respuesta
común a la ayuda del Plan Marshall, lo que llevó al establecimiento en
1948 de la Organización para la Cooperación Económica Europea (más
tarde Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, con Estados Unidos y Canadá). También un producto de la presión americana fue
el establecimiento un año antes del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), que creó el foro más importante para el
discurso comercial entre los estados más importantes. También aquí, a la
vista de la creciente tensión sobre cuestiones comerciales con los Estados
Unidos, los socios de la UE han tendido a funcionar como una sola unidad. Las disputas comerciales alcanzaron un pico en los años ochenta,
cuando cada bando acusó al otro de prácticas restrictivas y proteccionismo, especialmente en las áreas de agricultura y políticas de contratación
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
pública. Esto no impidió que la Ronda de Uruguay de negociaciones comerciales, que comenzó en 1986, alcanzara un acuerdo en 1994 que incluia el establecimiento de un sucesor del GATT,la Organización Mundial del Comercio.
GATT era una de las tres organizaciones económicas internacionales
establecidas después de la guerra para proveer cierto nivel de administración de la economía global; las otras eran el FMI y el Banco Mundial. Su
cometido inicial, canalizar la asistencia a Europa, quedó después reemplazado por la nueva función de proporcionar préstamos a países en vías
de desarrollo. Para 1970 Japón se había unido a los Estados Unidos y
Europa Occidental como uno de los tres principales centros de poder
económico. Tras el derrumbe del sistema de Bretton Woods en 1971 y la
primera de una serie de grandes subidas del precio del petróleo en 1973,
estos tres centros añadieron una importante institución informal: las
cumbres del Grupo de los Siete (G7). Éstas tuvieron su origen en una iniciativa del presidente francés, Valéry Giscard D'Estaing, de 1975. Su idea
original era hacer reuniones irregulares y muy informales de «los que son
realmente importantes en el mundo» -los jefes de gobierno de Estados
Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Francia e Italia- con el
objetivo de centrar su conocimiento colectivo en los grandes problemas
del momento, libres de las limitaciones impuestas por los ejércitos de burócratas. Esta imagen un tanto romántica del poder en el mundo moderno
naufragó contra los escollos de los distintos sistemas políticos y culturales
representados por los siete: otros líderes políticos no disfrutaban del período de siete años en la presidencia que tenía el presidente francés y tenían menos tiempo para centrarse en el contexto global a expensas de
consideraciones electorales de corto plazo. Además, los líderes europeos
y, hasta cierto punto, los japoneses, tendían a tener más experiencia a nivel gubernamental, a menudo en oficinas financieras, que sus homólogos
americanos, lo que hacía que el presidente de Estados Unidos fuera reacio
a entablar discusiones de alto nivel sin que sus consejeros estuvieran presentes. En consecuencia, las reuniones se hicieron mucho más formales,
regulares, altamente publicitadas y bien organizadas que en la idea original francesa. También comenzaron a considerar un abanico mucho más
amplio de cuestiones que las relacionadas con la economía internacional,
y así aparecieron en sus agendas cuestiones medioambientales, terrorismo y la crisis de los Balcanes.
Cuando comenzaron las reuniones del G7, la ortodoxia económica
predominante era todavía la creencia en las posibilidades del modelo
EUROPA DESDE 1945
keynesiano de gestión de la demanda. Esto condujo a varias estrategias
para abordar coordinadamente los problemas globales de la economía,
de las que la de mayor éxito posiblemente sea la fraguada en la cumbre de
1978 en Bonn, cuando Alemania Occidental y Japón acordaron ref1acionar sus economías a cambio de un compromiso americano de hacer una
política fiscal más estricta para contrarrestar la inflación. No obstante, los
alemanes llegaron más tarde a la conclusión de que habían sido empujados a adoptar una política que agravaba su propia inflación sin tener ningún efecto a largo plazo sobre los problemas económicos globales: una visión que se ajustaba a la ortodoxia neoliberal de los años ochenta que
encarnaban Ronal Reagan y Margaret Thatcher. Reagan intentó también
utilizar las reuniones para promover su estrategia de confrontación con la
Unión Soviética, lo que dio origen a varias disputas graves con sus aliados
europeos, de las que la más notoria fue la ocurrida en la cumbre de 1982
en Versalles, cuando Reagan intentó presionar a los rusos frenando el
acuerdo sobre la propuesta de un oleoducto trans-siberiano: una jugada
que podía haberles costado muchos empleos a los europeos. Ocho años
más tarde, cuando la cuestión era qué hacer con una Unión Soviética en
el umbral del colapso, los países del G7 fueron igualmente incapaces de
alcanzar un acuerdo, puesto que Francia y Alemania optaban por continuar con sus programas bilaterales de ayuda, EE.UU. pedía más concesiones de seguridad, Japón solicitaba que la ayuda estuviera vinculada a
progresos en la disputa sobre las Islas Kuriles, y Gran Bretaña pedía una
reestructuración más minuciosa. Rusia es en la actualidad un miembro
más de este pequeño círculo -más a causa de aprensiones por el peligro
de dejar a Rusia al margen, que porque Rusia satisfaga los criterios económicos para ser miembro del club, aunque la presencia de Rusia en la
cumbre del G8 de 1999 fue valiosa por sus lazos con el intransigente gobierno de Yugoslavia, que por entonces estaba siendo bombardeada por
aviones de la OTAN en respuesta a su política de «limpieza étnica» en la
provincia sureña de Kosovo.
La declaración de la cumbre del G7 de 1991 afirmaba que el grupo pretendía hacer un mayor uso de la ONU para la resolución de conflictos, la
diplomacia preventiva y la cooperación en varias áreas políticas, económicas, ecológicas y humanitarias. Esto marcó un giro respecto a la posición de varios miembros del G7 durante las décadas de los setenta y
ochenta, cuando tendían a ver la ONU como una organización anti-occidental e ineficaz. Cuando se creó la ONU en 1945, estaba dominada por
Estados Unidos y sus aliados, Gran Bretaña y Francia recibieron dos de
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
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los cinco escaños permanentes en el consejo de seguridad, y América Latina y Europa Occidental comprendían la mayoría de la asamblea general.
Europa Occidental también proporcionó los dos primeros secretarios generales de la ONU, el noruego Trygve Lie y el sueco Dag Hammarskjold
-ambos objeto de la ira de la Unión Soviética por su presunto sesgo
pro-occidental. Pero a mediados de los años sesenta la mayoría de los
miembros de la ONU eran estados afro-asiáticos, que impulsaron vigorosamente una agenda en la que los problemas de desarrollo y anti-colonialismo tenían prioridad sobre las cuestiones de la guerra fría. El apoyo
occidental a Israel y, en menor medida, Sudáfrica, contribuyó a crear una
atmósfera en la que Estados Unidos y las principales potencias coloniales
de antaño como Gran Bretaña a menudo se encontraban en el lado cortante de discursos y resoluciones impotentes pero airados de la asamblea
general. Al mismo tiempo la dificultad de garantizar la necesaria unanimidad entre los cinco permanentes del consejo de seguridad impedía que
la ONU pudiera desempeñar el importante papel en la seguridad internacional que en un principio se había pretendido. Por ello, la declaración
del grupo G7 de 1991 era importante porque simbolizaba un nuevo intento occidental de aprovecbar plenamente el potencial de la ONU, Al final, el «nuevo orden mundial», del que este retorno a la ONU era una
parte significativa, resultó ser ilusorio. Hubo una importante contribución europea en las actividades de pacificación de la ONU en Somalia,
Ruanda, Bosnia y otros lugares, pero con resultados variables, y cuando la
OTAN decidió bombardear Yugoslavia en 1999, se abstuvo de buscar un
mandato de la ONU debido a la probabilidad de un veto ruso en el consejo de seguridad.
Una importante respuesta institucional internacional a la globalización ha sido la búsqueda, por parte de los miembros de la UE, de respuestas coordinadas, si no comunes, a varios retos internacionales. En
ciertas áreas -especialmente en las negociaciones sobre comercio, agricultura y pesca-la UE funciona como una unidad; en otras, como en la
ayuda a los países en vías de desarrollo, la politica global de la UE viene
regida por instrumentos como la Convención de Lomé, aunque cada uno
de los miembros de la VE difiere considerablemente en la cantidad de
ayuda que ofrecen. Con el Tratado de Maastricht la UE se comprometió a
avanzar hacia una politica exterior y de seguridad común (PESC). El desarrollo minucioso de la PESC ha servido para poner de manifiesto los
problemas de este concepto, aunque en la práctica la UE ha avanzado
hacia una política común realizada ad hoc en problemas como el medio
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EUROPA DESDE 1945
ambiente y los derechos humanos y también en su orientación hacia
otros grupos regionales.
El Tratado de Maastricht incluía un compromiso con el desarrollo sostenible que fue reafirmado en los mandatos de los nuevos Banco Europeo
para la Reconstrucción y el Desarrollo y Banco Europeo de Inversiones.
Más concretamente) la DE adoptó una posición negociadora común en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
de 1992 yen la.Conferencia de Kyoto sobre elCambio Climático Global de
1997. Sin embargo, aunque la primera de éstas logró establecer unos
principios generales, la segunda reveló grandes diferencias entre la VE y
el resto de los principales participantes. El principal objetivo de Kyoto era
establecer compromisos específicos para la reducción de las emisiones de
gases causantes del efecto invernadero, de las que los Estados Unidos son
responsables de una cuarta parte, y la UE del 15 por ciento. La posición de
la UE era que los principales estados industrializados redujeran sus emisiones en un 15 por ciento para el año 2010 respecto al nivel de referencia
de 1990. Al final sólo se pudo acordar una reducción total del S por ciento, correspondiente a una reducción del 8 por ciento para la mayoría de
países europeos, del 7 por ciento para Estados Unidos, y del 6 por ciento
para Japón. Pero otras fuentes de gases invernadero de creciente importancia global, como China y la India, sólo recibieron objetivos voluntarios
de reducción de emisiones. El problema del calentamiento global va
camino de convertirse en una de las principales fuentes de tensión internacional durante las próximas décadas. Mientras que Europa en conjunto quizá consiga reducir su propia contribución al problema siempre y
cuando Europa Occidental se haga cargo de la mayor parte de la carga
económica que el acuerdo supone para Europa Oriental, las naciones en
vías de desarrollo que obtienen su energía mayormente de la quema de
carbón y están en rápido proceso de industrialización se niegan en efecto
a recortar sus emisiones a no ser que el enorme coste (1 billón de dólares)
de la conversión a tecnologías alternativas sea sufragado por los países occidentales. No sólo no hay indicios de que esto vaya a ser así, sino que parece que Estados Unidos tiene toda la intención de seguir siendo uno de
los mayores emisores de gases.
Europa, que ha sido el escenario de las mayores violaciones de los derechos humanos de la historia, entre las que hay que incluir la reciente
experiencia (años noventa) de la antigua Yugoslavia, ha concebido sin
embargo el sistema más efectivo y de mayor alcance para la protección internacional de los derechos humanos en la forma del Consejo de Europa,
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
con cuarenta miembros. En los últimos diez años, la VE ha intentado, con
creciente interés, promover los principios del «buen gobiemo», como la
democracia, la observancia de los derechos humanos y el estado de derecho, fuera de Europa. Este compromiso fue puesto por escrito en el
Acuerdo de Lomé IV con sus asociados en el mundo en vías de desarrollo,
y resaltado aún con mayor énfasis en documentos posteriores. En 1995
dos importantes declaraciones realizadas por la Comisión de la UE dejaron bien claro que todos los acuerdos de la UE con terceros incluirían
cláusulas referentes a los derechos humanos, y que se contemplaría la suspensión de los acuerdos en caso de violación de los derechos humanos. La
cuestión de la protección internacional de los derechos humanos siempre
ba estado llena de dificultades, y la experiencia de la DE ha tendido a confirmar esto. Las distintas culturas y religiones encaran de forma distíntas
las cuestiones de derechos humanos, los estados siempre reclamarán su
derecho soberano a resolver las cuestiones nacionales en el marco de su propia jurisdicción, y los intereses comerciales y de seguridad tienden a llevar
a los estados a aplicar distintos raseros al cumplimiento de los derechos
humanos. En el caso de la UE, esta última consideración ha llevado a seguir una línea de actuación más suave con China que con los asociados de
Lomé de la VE, así como a hacer oídos sordos a los malos tratos contra los
pueblos indígenas en Norteamérica y Australia. En cambio, muchos países africanos han recibido sanciones europeas de distinto tipo por causa
de cuestiones de derechos humanos, aunque incluso aquí la práctica no es
uniforme: Francia logró evitar la imposición de sanciones en su antigua
colonia Camerún.
El fortalecimiento de distintos procesos de integración regional en
todo el mundo durante los últimos veinte años se ha interpretado generalmente como una respuesta a la globalización. A medida que aumentaban las fuerzas comerciales y financieras a las que tenían que hacer frente
los estados, éstos comenzaron a sentir la necesidad de unir sus recursos
tanto para sobrevivir como para obtener el máximo beneficio de la globalización. Los estados excluidos de un grupo regional buscaron oportunidades en otros: Rusia entró en el Grupo Asia-Pacífico de Cooperación
Económica en 1997, mientras que Turquía, también excluida de la UE
pese a largos años de buscar la admisión, intentó establecer fuertes lazos
con Asia Central y Oriente Medio. Este proceso no sólo afectó a los estados: las empresas de negocios, desde las de telecomunicaciones, aeroespaciales y automovilísticas a las del petróleo, la banca o los refrescos protagonizaron una oleada de fusiones tanto dentro de regiones como entre
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EUROPA DESDE 1945
regiones. Una consecuencia inevitable de esto es que los grupos regionales cada vez negocian entre sí más como bloques que como países
individuales. Por ejemplo, la VE y la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) alcanzaron un Acuerdo de Cooperación en 1980, y en
1996 la VE y diez estados asiáticos, entre ellos siete miembros de ASEAN,
acordaron formalizar y avanzar en su diálogo mediante el inicio de los
Encuentros Asia-Europa. Del mismo modo, la DE y.el grupo Mercosur de
estados sudamericanos (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), con los
que la DE realiza la mayor parte de su comercio con la región -unos
50.000 millones de dólares en total-firmaron un Acuerdo Marco en 1995
que se considera el precursor de lazos de mayor alcance.
Conclusión
En 1945 Europa todavia -formalmente- dominaba la mayor parte del
mundo. En realidad su poder se había debilitado tanto en relación con las
superpotencias como en relación con la tarea de mantener el dominio sobre sus colonias, muchas de las cuales habían recibido muchas promesas
de Japón, que se las había dado de liberador de la dominación blanca durante la guerra. La aceptación de la pérdida del imperio fue irregular: Gran
Bretaña se desprendió de las colonias con relativa facilidad, pero a cambio le costó bastante admitir que había dejado de ser un jugador en el escenario mundial para aceptar su papel a escala regional; Francia jugó extraordinariamente bien su mano en la partida de la política europea en lo
que concierne a sus propios intereses, pero le resultó enormemente difícil
renunciar a su antigua grandeza imperial. En el Este, Rusia se encontróy no por primera vez -en Europa pero no de Europa. En ciertos aspectos
su respuesta a esta situación no fue enteramente distinta a la de sus enemigos de Europa Occidental a pesar de las diferencias ideológicas y de
otro tipo. Por ejemplo, al igual que Gran Bretaña y Francia en sus propias
maneras, Moscú intentó hacerse con un papel de líder mundial en parte
para contrarrestar el poder de Estados Unidos. También intentó establecer en Europa del Este un sistema rival al que se estaba formando en Europa Occidental, por bien que unido esencialmente por la fuerza.
Al final, Moscú fue el gran perdedor en la gran contienda de la era de
posguerra, y tuvo que renunciar a buena parte de su territorio soberano,
perdió a sus aliados de Europa del Este, y ganó poco o nada de sus costo-
INTERACCIÓN CON EL MUNDO NO EUROPEO
sas aventuras fuera de Europa. Pero al final de la década de los noventa
había comenzado a tomar forma un cierto sentido de un destino común
en lo que Gorbachev había llamado <muestra casa común europea». En el
sentido más amplio, esto podía verse como un producto de la globalización. Alemania en particular, pero también otras potencias europeas, se
dieron perfecta cuenta de que las consecuencias de un colapso económico, político y social en Rusia no podrían confinarse dentro de las fronteras de Rusia, y se mostraron dispuestos a ayudar considerablemente a las
facciones moderadas en Rusia para que mantuvieran el control de la situación. En otro contexto, la respuesta renuente pero en última instancia
eficaz de la OTAN a lo acontecido en la antigua Yugoslavia sugiere que alguna forma de globalización ética comenzaba a influir en los eventos, de
manera que los estados -al menos los estados europeos- tenían que estar a la altura de unos mínimos de comportamiento civilizado para obtener la plena aceptación de la comunidad internacional. La OTAN, que no
había disparado un solo tiro montado en cólera durante la guerra fría,
emerge ahora como el instrumento de esta nueva concepción de las relaciones internacionales (no sin cierta inquietud por parte de algunos de
sus nuevos miembros, la República Checa, Polonia y Hungría, así como
de algunos de los miembros antiguos, especialmente Grecia e Italia). Además, aunque Rusia frecuentemente ha expresado su preocupación por estos desarrollos, también se ha mostrado dispuesta a participar en las intervenciones internacionales en Bosnia y Kosovo. Aunque hizo lo posible
por distanciarse de la OTAN (especialmente de cualquier implicación de
control por la OTAN de sus fuerzas armadas) en estas actividades, la sorprendente realidad es que Estados Unidos,' Rusia y los miembros europeos de la OTAN perseguían un propósito común en la antigua Yugoslavia. Como pasa tantas veces en las relaciones internacionales, también
esto puede torcerse, pero es al menos un desarrollo notorio con implicaciones potencialmente profundas en las próximas décadas.
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