S C H E R Z O 25 AÑOS 1985 - 2010 Año XXV - Nº 254 - Julio - Agosto 2010 REVISTA DE MÚSICA Año XXV - Nº 254 - Julio - Agosto 2010 - 7 € ENTREVISTA William Christie ACTUALIDAD Plácido Domingo Valeri Gergiev DOSIER La música en la independencia de Iberoamérica reportaje Recuperar a Martini REFERENCIAS Quinteto con piano de Brahms SCHERZO-CLASICOS.fh11 17/6/10 18:37 P gina 1 C Composici n M Y CM MY CY CMY K 254-Pliego 1 22/6/10 13:44 Página 1 AÑO XXV - Nº 254 - Julio - Agosto 2010 - 7 € OPINIÓN 2 La independencia de las colonias CON NOMBRE PROPIO Begoña Lolo Susana Antón Priasco Plácido Domingo 8 Cristián Guerra Rojas Valeri Gergiev AGENDA 18 ACTUALIDAD NACIONAL 40 56 Carmen Cecilia Piñero Gil William Christie Rafael Banús Irusta 128 REPORTAJE Festival Martini de Bolonia ACTUALIDAD INTERNACIONAL Pablo J. Vayón EDUCACIÓN Joan-Albert Serra ENTREVISTA 132 134 JAZZ Catalina García Discos del mes SCHERZO DISCOS Sumario DOSIER 105 122 ENCUENTROS Fahmi Alqhai 60 61 116 México Asier Vallejo Ugarte 12 112 Chile Paolo Petazzi 10 106 Argentina Pablo Sanz 136 LIBROS 138 LA GUÍA 140 CONTRAPUNTO Ecos de libertad Norman Lebrecht 144 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Julio Andrade Malde, Susana Antón Priasco, Rafael Banús Irusta, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Jacobo Cortines, Patrick Dillon, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Germán Gan Quesada, Catalina García, José Antonio García y García, Juan García-Rico, Cristián Guerra Rojas, José Guerrero Martín, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Paul Korenhof, Norman Lebrecht, Begoña Lolo, Fiona Maddocks, Santiago Martín Bermúdez, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Blas Matamoro, Erna Metdepennighen, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Rafael Ortega Basagoiti, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Carmen Cecilia Piñero Gil, Víctor Pliego de Andrés, Xavier Pujol, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Barbara Röder, David Rodríguez Cerdán, Pablo Sanz, Joan-Albert Serra, Bruno Serrou, Carlos Singer, Franco Soda, Christian Springer, José Luis Téllez, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, José Luis Vidal, Albert Vilardell, Carlos Vílchez Negrín, Reinmar Wagner. Coordina el dossier de este número: Begoña Lolo Traducciones: Rafael Banús Irusta y Blas Matamoro (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) Juan Manuel Viana (francés) - Amparo Molero (portugués) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 70 €. Europa: 105 €. EE.UU y Canadá 120 €. Méjico, América Central y del Sur 125 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas de Ministerio de Cultura para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números del año. 1 254-Pliego 1 22/6/10 13:44 Página 2 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL LOS PARADOS DE LA CULTURA E l pasado mes de abril se presentaban, en Londres y en Madrid respectivamente, sendos informes que, desde distintos puntos de vista, abordaban los efectos de las descargas ilegales en el mercado musical. Para la Federación Internacional de Productores Fonográficos (IFPI) la caída mundial del 7% en la venta de discos constituía un peligro más que evidente. Para la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) se trataba de una oportunidad para difundir el trabajo de artistas minoritarios o independientes, más conciertos y un incremento de unos ingresos que se duplicaron entre 2005 y 2008, pasando de 144 millones de euros a 305. Fedea consideraba que “lo único que se logrará con una política policial será dificultar el cambio de modelo productivo y frenará el uso de internet en España”. Sin embargo, para la IFPI, la implantación de mejoras legislativas en cada país permitirá “una recuperación global a largo plazo del negocio”. Fedea añadía que no está muy claro, pues “no está demostrado que la industria del ocio vaya a perder a causa de las descargas y el intercambio de ficheros digitales en internet”. Este es, a grandes rasgos, el resumen de lo que la Agencia EFE transmitía en aquella fecha todavía cercana. Hoy a eso se le puede añadir algún dato más. Según el informe Construir una economía digital: de la importancia de preservar puestos de trabajo en las industrias creativas europeas, hecho público por la Cámara Internacional de Comercio (ICC), siguiendo el ritmo actual, el total de las pérdidas directas e indirectas —desde la producción a los impuestos— por piratería podría llegar en 2015 a los 56 mil millones de euros, lo que llevaría aparejada la desaparición de 1, 2 millones de puestos de trabajo en la Unión Europea a lo largo de los próximos cinco años. Recordemos que, actualmente, las industrias culturales europeas emplean a unos catorce millones de personas. Es sólo una previsión pero es una previsión alarmante. Ante semejantes cifras no parece raro que los gobiernos luchen contra la piratería en el contexto de una política de mercado que no puede permitirse el lujo de mandar al paro a tanta gente. Y, claro, no vale que se eximan a sí mismos del necesario aparato legislativo por el argumento de que es imposible ponerle puertas al campo. La creatividad no se sustenta en la ausencia de leyes de propiedad intelectual —hay alternativas en uso por muchos creadores— o en la minimización de sus efectos temporales, lo que si introduce un elemento de discusión interesante lo hace de forma tan asimétrica como si verdaderamente no se quisiera discutir seriamente la cuestión. En el terreno del clásico, el efecto de la piratería ni ha destruido la música ni la ha aumentado pero en lo que afecta a las multinacionales que lo sostienen en buena medida el efecto —directo y colateral— podría ser devastador. Habrá que adaptar las leyes a parámetros más realistas pero protectores también de los derechos de cada cual. Un sistema de producción más barato puede significar también un consumo más barato —y esperamos que no hablen demasiado fuerte las compañías suministradoras de ADSL— y no necesariamente el fin de una industria que permite vivir a mucha gente y aporta contenidos de interés para mucha más. Incluida esa a la que tan difícil parece convencer de que es justo pagar por ello como se paga por todo lo demás. P.S.— El BOE del 21 de mayo anunciaba la derogación de la orden CUL/64/2008 por la que se regulaba el Consejo Artístico del Auditorio Nacional de Música. Sic transit gloria mundi. El tiempo nos ha dado la razón aunque el diagnóstico nos costara caro. 2 254-Pliego 1 20/7/10 13:51 Página 3 OPINIÓN S C H E R Z O 25 AÑOS 1985 - 2010 REVISTA DE MÚSICA $xR ;;9 1 -XOLR $JRVWR Ą La música extremada ENTREVISTA William Christie A ACTUALIDAD Diseño de portada Argonauta Foto portada: Luis Castilla EL PIANISTA INVISIBLE Plácido Domingo Valeri Gergiev DOSIER La música en la independencia de Iberoamérica REPORTAJE Recuperar a Martini REFERENCIAS Quinteto con piano de Brahms Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente: Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director: Luis Suñén Redactor Jefe: Enrique Martínez Miura Edición: Arantza Quintanilla Maquetación: Iván Pascual Fotografía: Rafa Martín Secciones Discos: Juan Manuel Viana Educación: Pedro Sarmiento y Joan-Albert Serra Jazz: Pablo Sanz Libros: Enrique Martínez Miura Consejo de Dirección: Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña, Arturo Reverter Departamento Económico: José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] Relaciones externas: Barbara McShane Suscripciones y distribución: Choni Herrera [email protected] Colaboradores: Cristina García-Ramos Impresión GRAFICAS AGA Depósito Legal: M-41822-1985 ISSN: 0213-4802 Scherzo Editorial, S. 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H ank Jones, que murió en mayo a los 91 años, tenía un talento peculiar para estar presente haciéndose invisible, quizás porque había acompañado a Ella Fitzgerald en alguna de sus mejores épocas, los últimos cuarenta, los primeros cincuenta. La voz límpida de Ella diciendo una canción es tan subyugadora que nos cuesta cierto esfuerzo reparar en el piano que la acompaña y la envuelve, estableciendo en torno a ella un espacio de pura transparencia. Hank Jones podía ser tan invisible que nadie repara en que fue parte de una de las actuaciones musicales más célebres del siglo XX: en mayo de 1962, en el Madison Square Garden, un foco ilumina a Marilyn Monroe envuelta en un vestido de lamé, y una multitud brama en la oscuridad cuando ella empieza a susurrar en el micrófono un Happy Birthday, Mr. President, dirigido a John Fitzgerald Kennedy, con una voz tan llena de sugerencia que tiene algo de escándalo. Quien la acompaña al piano es Hank Jones, hermano del trompetista Thad y del batería Elvin Jones, que fue también la sombra de uno de los más grandes, John Coltrane, pero que cuando lideró su propia banda supo erigirse en un solista impetuoso. Cuando tocaba a solas, Hank Jones se volvía más circunspecto aún, como disculpándose por atraer toda la atención para sí mismo. Se movía poco, sonreía a medias, alzaba una ceja, y parecía que miraba con cierta sorpresa el vértigo de sus dos manos veloces y sabias. Con casi noventa años seguía tocando igual de erguido por los clubes de Nueva York, formando dúo muchas veces con el saxofonista Joe Lovano, que parecía más expansivo aún en su vigorosa corpulencia por contraste con él, tan digno, tan casi invisible. Ahora sé que es probable que yo me haya cruzado con Hank Jones alguna vez y que no lo haya reconocido. En el New York Times, unos días después de su muerte, me enteré de que había vivido a un paso de mi casa, en la esquina de Broadway con la calle 108, justo encima de uno de esos diners rancios y baratos de los que van quedando muy pocos en el barrio, en los que comen pensativamente jubilados solitarios, mirando a la calle por la cristalera. Hank Jones, que fue uno de los grandes de la música, vivía realquilado en una habitación de tres metros por tres, que dejó cerrada con candado al irse al hospital del Bronx del que ya no regresó. Un reportero del Times que vive en ese vecindario y conocía al casero estuvo en ella y lo contó en el periódico. Lo que alguien deja atrás al morir es el capítulo definitivo de su autobiografía. En la mesa de noche de Hank Jones había un volumen de historias de Sherlock Holmes, y cerca de ella, en el espacio tan estrecho, un piano eléctrico Yamaha con un par de auriculares, y varios discos de Debussy, Ravel y Chopin. En el armario colgaban algunos de esos trajes de suprema elegancia que solía ponerse Hank Jones para tocar. En un rincón, en una caja de zapatos, estaba el Grammy que le dieron el año pasado, y junto a él una botella sin abrir de un champán excelente. Cuando Hank Jones volvía de una gira —la última, en febrero, por Japón— se recluía en su cuarto, contaba su casero, y se pasaba el tiempo leyendo novelas de Sherlock Holmes y practicando en el piano, con los auriculares puestos, para no molestar a los vecinos. Ahora me gustaría haberlo visto alguna de esas raras veces que salía a la calle, y poder recordarlo. Antonio Muñoz Molina 3 254-Pliego 1 22/6/10 13:44 Página 4 OPINIÓN Prismas POR SIEMPRE RAMÓN H 4 gando en el nauseabundo —con excepciones muy contadas— pantano de los poderes mediáticos. Ramón Barce, al que quienes tuvimos la inmensa suerte de ser sus amigos, dejó detrás de sí una obra extraordinaria tanto en el pensamiento como en la música. Fue un sabio, un sabio discreto pero extraordinario, que odiaba la pompa, la pedantería y la pretenciosidad, con un fino y sutil sentido del humor, que impregna todo lo que escribía. Su prosa, una prosa nítida, sin falsos ornatos, sin marrullería retórica, es una de las más limpias y exactas que se han escrito en español en nuestra épo- ca. Y, por supuesto, Ramón nunca fue valorado como debía, ¡faltaría más! Se le olvidó en lo posible y cuando no hubo más remedio que hablar de él se utilizó esa táctica tan frecuente del “Sí, pero…” tan cargada de hipocresía y de mala fe. Porque la envidia sigue siendo el pecado más frecuente de los españoles. Pero ahora, repito, quienes le quisimos, estamos de fiesta. Ahora quienes no tuvieron la fortuna de conocerlo, tienen el privilegio de poder leerlo. Gracias al ICCMU y un puñado de fervorosos amigos. Javier Alfaya Ivanpascual.co a pasado un año de la muerte de Ramón Barce y quienes le quisimos y le admiramos, los que vimos en él a un maestro extraordinario, los que nos negamos a creer que lo hayamos perdido para siempre, hemos tenido la sorpresa de encontrarnos con un voluminoso libro editado por Juan Francisco de Dios Hernández y Elena Martín, con prólogo de José Luis Téllez, que aparece con el sello del ICCMU. En el libro —al que seguirán otros, pues el propósito es editar unas obras completas de Ramón— aparecen artículos, ensayos, prólogos, etc. Es una oportunidad única de acceder al conocimiento de quien es —me niego a utilizar un pretérito— una de las figuras más brillantes y a la vez más profundas de la cultura española de la segunda mitad del siglo XX. Lleva el título de Las palabras de la música, un título que se debe a quien fue amigo del autor y que es actualmente uno de los escasos intelectuales españoles que tienen algo — mucho en este caso— que decir en este país en el que la cultura sigue naufra- 254-Pliego 1 22/6/10 13:44 Página 5 O AP GIENNI D ÓA N Música reservata OPERA APERTA n el célebre ensayo publicado en 1962 cuyo título prologa esta nota, Umberto Eco otorgaba estatuto teórico a un fenómeno que en la música de tradición escrita puede rastrearse al menos hasta la pieza de Charles Ives titulada Halowe’en, compuesta hacia 1914 (o quizá antes): una breve obra para cuarteto de cuerda con piano y bombo opcional, que debe ejecutarse varias veces seguidas cambiando las dinámicas y los tempi según la combinación instrumental elegida y la repetición de que se trate y que se ha considerado tradicionalmente como el punto de partida de una corriente, el aleatorismo, que hallaría su cénit en ciertas piezas experimentales de John Cage y que, en un grado u otro, imprimió su sello en todos los compositores significativos de la segunda mitad del siglo XX (Boulez incluido). Sin embargo, la realidad es que el fenómeno es tan antiguo como la propia música: las improvisaciones de los músicos hindúes a partir de escalas codificadas, los melismas variables de los cantaores flamencos o los solos de los intérpretes de jazz constituyen ejemplos elocuentes de que la música, por su propia naturaleza —su cualidad de presente continuo irreductible a las categorías de pasado y futuro— es un objeto modificable que adquiere perfiles y sentidos singulares en cada ejecución. Pero ¿hasta dónde puede extenderse ese concepto en el caso de la música de tradición escrita, hasta qué extremo debe considerarse la partitura como una representación fidedigna del hecho musical? En un libro reciente, (Beethoven al piano, Musikeon, Barcelona, 2010), el musicólogo y educador Luca Chiantore desarrolla brillantemente la tesis de que los fragmentos didácticos que se conservan del músico de Bonn constituyen también modelos experimentales destinados a perfilar sus propias composiciones en el acto de interpretarlas. La separación entre compositor, intérprete e improvisador nace con el romanticismo y Beethoven es la última gran figura histórica que integra las tres rúbricas en su propia práctica. A diferencia de la monumentalización de la obra generada por su edición impresa, la de Beethoven aparece en el libro de Chiantore bajo una imagen infinitamente más dinámica y flexible derivada de la relación inmediata entre su autor (e intérprete) y el público, y de la posibilidad de provocar en éste reacciones cambiantes en razón del curso inesperado de la música (perfectamente fijada, como es lógico, en sus grandes líneas arquitectónicas, pero sumamente maleable en la realización de los detalles): un público que conocía y estaba perfectamente al tanto del código musical, un público capaz de discernir y prever en cierto grado el curso inmediato de la música y la complejidad de su realización. Chiantore examina con un productivo detalle las dos versiones existentes del Concierto op. 58 (la editada por la Cámara de Artes e Industrias y la copia conservada en los archivos de la Sociedad de Amigos de la Música de E Viena), y deduce que la idea de la fidelidad al texto —al texto impreso o escrito— carece de correspondencia con la realidad de la ejecución tal y como se practicaba en su época, como lo es igualmente la idea del respeto reverencial a la letra de la obra. Es bien sabido (pero en el presente tendemos a olvidarlo) que el público contemporáneo del compositor, el público tumultuoso que asistía a la Academias, se comportaba de un modo que choca frontalmente con la liturgia del concierto tal y como se realiza en los días presentes (y que, históricamente, data apenas de los últimos años del XIX): era un público que aplaudía, no ya entre movimientos, sino durante la propia ejecución, para celebrar los pasajes de brillantez y agilidad tales como las cadenzas o las fermatas. Hoy, el melómano común pospone toda muestra de entusiasmo hasta la conclusión de la obra, porque sabe cómo debe escucharse la música de acuerdo con los criterios del presente: el público del tiempo de Beethoven (y de Mozart, Hummel, Pleyel, Czerny, Clementi…) llegaba al extremo de interrumpir la ejecución precisamente porque sabía, porque tenía conciencia de la dificultad o la originalidad de lo que estaba escuchando: la semejanza con el público actual del pop o del rock salta de inmediato a la vista. Hoy, al haber desaparecido su intérprete y autor, la posibilidad de repentizar determinados pasajes se ha esfumado, y la obra se ha convertido, al menos en cierto grado, en una forma de letra muerta condenada a escucharse siempre del mismo modo: suerte de petrificación a la que la multiplicidad de grabaciones discográficas contribuye decisivamente. La pretensión de reconstruir la música tal y como se escuchaba en su época, cual suele afirmarse en ciertos círculos proclives a la invasión del historicismo (que se está transformando en una suerte de ideología dominante en lo que al pasado se refiere, amén de suministrar un nutrido mercado de bibelots cuya exquisitez aparece aureolada por su pretensión de fidelidad al texto) muestra, a la luz de las magistrales consideraciones expuestas en el libro de Chiantore, la parcialidad de sus postulados, toda vez que las condiciones objetivas de la interpretación y recepción de la música han cambiado cualitativamente. A finales del XVIII, el piano abría perspectivas sonoras inusitadas y su rápido desarrollo se refleja en la práctica beethoveniana, que modificó múltiples detalles de ciertas obras para adecuarlas a las nuevas posibilidades del instrumento: es imposible realizar la técnica del pasado a partir del presente, un presente donde Liszt, Debussy, Scriabin o Messiaen forman ya parte de la enseñanza normalizada. Y es que la única manera de ser realmente fiel a la música del pasado es afrontarla a partir de las posibilidades que ofrece la música del presente. José Luis Téllez 5 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 6 TRIUNFALISMOS C A R T A S Señor Director: E n el editorial del último número de su revista se lleva a cabo una breve descripción de ciertos aspectos de los últimos años y el presente de la industria cultural española y, en concreto, de la industria musical clásica. Estoy de acuerdo con ustedes en que en momentos de recesión no es la cultura, ya de sí ninguneada por los diferentes gobiernos, un sector donde se deban hacer recortes importantes. Primero, porque es un sector en el que se invierte mucho menos de lo que se debería y, segundo, porque una sociedad sin un sector cultural potente está avocada al fracaso. Pero, por otra parte, no podemos dejar de analizar seriamente lo que ha ocurrido y está ocurriendo, porque de lo poco bueno que podemos sacar de esta crisis es reordenar el sector cultural que va por mal camino. Y me temo que no lo hacen en el texto mencionado. Aunque no debo dejar de decir que en algo tienen mucha razón, se ha avanzado mucho respecto a de donde veníamos: la triste noche franquista. Ustedes hacen una suerte de resumen de los últimos años, cargado de tintes hagiográficos, de un sector, el musical, que está mal organizado y, salvo excepciones, peor gestionado. España ha malgastado sus recursos artísticos y económicos durante años, hemos crecido a golpe de talonario, sin profundizar, sin permitir que las “raíces” se desarrollasen bien, comprando a precios más altos que el resto de Europa. Los agentes europeos nos han vendido lo que han querido a los precios que han querido, y nosotros hemos comprado creyendo que esto nos daría una pátina de sofisticación y cosmopolitismo sin igual, es decir hemos querido “comprar” nuestra presencia entre las potencias musicales mundiales. Y no, esto no se compra. Sin duda los recursos económicos son necesarios, pero sobre todo se necesita tiempo y madurez. Por abreviar déjenme destacar sus palabras. Ustedes hablan de que “la crisis llega en un momento esplendido para la música española” y que hay “muy buenas orquestas, muy buenos solistas, muy buenos teatros de ópera, muy buenas casas de discos […] y muy buenos 6 A L D I R E C TO R medios de comunicación”. Qué quieren que les diga, me temo que viven en el “país de nunca jamás”, es decir en un cuento de hadas. Hagamos un breve repaso. Las orquestas españolas salen fuera de nuestro país a precio de saldo porque en Europa nadie las compra. Está bien que las giras hipersubvencionadas se hiciesen cuando las orquestas fueron creadas para promocionarlas, pero la mayoría de nuestras orquestas son creadas en los años 80, ¡han pasado treinta años!, y siguen yendo de gira pagadas por la administración pública porque de otra manera no son invitadas. Por lo tanto puede que haya algunas que sean buenas pero parece que el resto del mundo no se da cuenta, y si se leen las críticas de la prensa alemana respecto a la última gira de la ONE por ese país uno lo entiende. Claro que hay buenos solistas españoles, pero hay menos de los que debería haber dada la inversión que se ha hecho en música en los últimos años, entre otras cosas porque en este país todo lo que viene de fuera es mejor, y además estamos dispuestos a pagar más que nadie en Europa por ello (¿sabían que el cachet máximo del Wigmore Hall son unas 5.000 libras? A ver qué artista que toca allí viene a Madrid o Barcelona por esa cantidad). Nuestros solistas apenas tienen presencia internacional, exceptuando a las estrellas como Domingo (del cual mucha gente piensa que es mexicano), si no se lo creen miren la programación de las orquestas británicas, alemanas, francesas, austriacas y holandesas, el número que encontrarán de solistas y directores españoles es ínfimo. Lo mismo se puede decir del repertorio español. Como hace años que soy lector de su revista, el año pasado leí en estas páginas una artículo de Andrés Ruiz Tarazona donde decía que el repertorio español ya estaba plenamente integrado en el repertorio de las grandes orquestas europeas y que ya éramos uno más del club. Nada más lejos de la realidad, lo pueden comprobar con facilidad, miren la programa- ción de la temporada pasada, la que viene y/o la futura de las 20 orquestas que ustedes consideren las más importantes de Europa y podrán comprobar que además de no haber casi solistas y directores españoles tampoco hay obras españolas. Y respecto a los medios escritos españoles, ¿no es un poco curioso que en España haya más revistas musicales que en Francia y Bélgica juntas? ¿No será que un pésimamente gestionado plan de subvenciones lo ha tergiversado todo hasta el punto de que no queremos ser conscientes de que vivimos en una fantasía? Me paro aquí porque me imagino que deberán dejar espacio a otros lectores. En cualquier caso, las reflexiones hacia el futuro no se deben hacer desde el falso triunfalismo sino aprendiendo de los errores, que en este caso han sido muchos, aunque hay que decir que aún se pueden enmendar. Por favor, menos triunfalismos. Gracias. Andrés Lomos Madrid RESPUESTA E stimado lector: mil gracias por su carta. En nuestro editorial hemos querido ser optimistas mirando, en plena crisis, qué es lo que tenemos, cómo han cambiado las cosas en lo cualitativo en la música española. En editoriales anteriores nos hemos referido a otros aspectos menos positivos, que son, entre otros, los que usted señala en su carta, tales como su deficiente y escasa proyección exterior, su falta de presencia en los programas de las orquestas y los programadores extranjeros o la cuestión de las subvenciones. Incluso en el editorial a que usted se refiere hablamos también de que con la crisis caerán “los chiringuitos creados al amparo de los años de bonanza pero sin horizonte cultural alguno”. Hemos querido sacar por una vez lo mejor de lo que tenemos, las cosas que se han hecho bien, sin que ello signifique que no volvamos sobre los defectos, los mismos que hemos analizado en nuestros editoriales en diversas ocasiones y que no acaban de resolverse. Descuide, que seguiremos con los pies en la tierra. C / Blasco de Garay 47 - 28015 Madrid -Tel.: 91 543 94 41. Fax: 91 543 94 74 [email protected] www.elargonauta.com 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 7 Sergiu Celibidache. In Rehearsal & Performance. Maya Plisetskaya. Diva of Dance. en una seleccion de DVD musicales del sello Euroarts Promocion valida del 1 de julio al 31 de agosto de 2010. Beethoven. Fidelio. Placido Domingo. Ana Maria Martinez. Amor, vida de mi vida. 7 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 8 8 Proyectos recientes del cantante absoluto PLÁCIDO DOMINGO A l comienzo de esta temporada de la Scala, en diciembre de 2009, Plácido Domingo fue protagonista de una velada de gala para festejar los cuarenta años de su primera presencia en Milán (Ernani, 7-XII-1969): en programa el primer acto de Walkyria. Algunos meses después, en abril, ha regresado con la parte baritonal del protagonista de Simon Boccanegra, que ya había cantado en Berlín en octubre. Por fin, en junio ha salido la grabación de I Medici de Leoncavallo (completada en el Comunale de Florencia en julio de 2007), en la que Domingo interpreta la difícil y temible parte de Giuliano de’ Medici. Probablemente, Domingo tiene algunos años más de los 69 que declara: en todo caso, es casi increíble la compacidad, la plenitud sin grietas que conserva la voz. En la Scala, el 9 de diciembre cantó la parte de Siegmund (junto a Nina Stemme) con una seguridad y una intensidad increíbles; luego, en Simon Boccanegra ofreció una demostración extraordinaria de la firmeza de su registro central; fue un protagonista noble y musicalísimo, capaz de resolver con virtuosismo los problemas técnicos del paso de tenor a barítono y de revelar hasta el fondo la grandeza y soledad del protagonista. Aparecía, sin embargo, como un límite el color de la voz, que seguía siendo el de tenor, aunque con el timbre fascinantemente seguro que siempre se ha admirado en Domingo. Sólo desde este punto de vista a su Simon le faltaba algo, lo que se advertía sobre todo en los dúos con Fiesco (Ferruccio Furlanetto) y con Amelia/Maria (Anja Harteros). Plácido Domingo cantará Simon Boccanegra en el Teatro Real de Madrid durante este mes de Julio. La escucha de I Medici ofrece nuevos motivos de sorpresa y admiración. No es la primera vez que Domingo confía al disco interpretaciones magistrales de papeles que hoy no podría cantar en el teatro: bastaría recordar lo que ha sabido hacer en el parte de Tristán (junto a Nina Stemme; director, Pappano). Giuliano de’ Medici no tiene nada que ver con Tristán, aun si Leoncavallo se sirve de una reminiscencia del acorde de Tristán en el primer encuentro entre Giuliano y Simonetta; pero compromete al intérprete en una tesitura incómoda y fatigosa. En la primera representación (Milán, Teatro del Verme, 9 de noviembre de 1893) esta parte fue cantada por Francesco Tamagno, el primer Otello de 1887. Me pregunto qué cantante hoy, de cualquier edad, estaría a la altura de estudiar y aprender una parte nueva tan comprometida, resolviendo los problemas sin que se aprecien dificultades especiales, si bien el registro agudo de un tenor de la edad de Domingo no puede permanecer íntegro. El personaje aparece delineado de manera fascinante en los impulsos amorosos y caballerescos. En su libreto, Leoncavallo se inspira en hechos históricos: la ópera acaba con la muerte de Giuliano en la conjura de los Pazzi (1478) y el reforzamiento del poder de Lorenzo el Magnífico (barítono: Carlos Álvarez). De Lorenzo conocemos también su vena poética y su amistad con Poliziano, de Giuliano son reinventados los amores de modo bastante alejado de la realidad histórica, aunque con personajes femeninos reales. El compositor imagina a Giuliano enamorado espiritualmente de la fragilísima (y tísica) Simonetta Cattaneo, pero carnalmente atraído por Fioretta, la amiga y confidente de ésta. Simonetta, que en realidad murió jovencísima en 1475, en I Medici descubre la conjura de los Pazzi la noche antes del asesinato de Giuliano, pero muere sin conseguir avisarlo. Y Fioretta, como en la realidad histórica, parirá un hijo (Giulio, el futuro Clemente VII) tras la muerte del amado Giuliano. El improbable hallazgo de Leoncavallo no le impide escribir para los dúos de Giuliano con las dos mujeres páginas de las más persuasivas de una ópera llena de veleidades y contradicciones, pero con todo muy interesante como documento de la inquieta búsqueda de algunos autores italianos de los últimos decenios del XIX. La presencia de Domingo en el reparto confiere especial fascinación a la interesante ocasión de conocimiento ofrecida por la primera grabación de I Medici. Paolo Petazzi Sheila Rock PROPIO CON NOMBRE CON NOMBRE PROPIO 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 9 CON NOMBRE PROPIO Sheila Rock PLACIDO DOMINGO 9 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 10 CON NOMBRE PROPIO Creador de mundos VALERI GERGIEV 10 Fotos: Marco Broggreve A sus cincuenta y siete años, Valeri Gergiev (Moscú, 1953) domina desde las alturas el horizonte musical ruso y mantiene viva en sus manos una tradición que se puede remontar, mirando muy hacia atrás, a los tiempos de Glinka y Dargomizhski. Toda la fuerza interior reprimida en aquel imperio de exclusiones, de miedos, de huidas y de esperanzas frustradas parece hoy resonar a través de Gergiev, pues nada puede detener a este volcán en erupción, a este huracán de tempestades, a este músico explosivo, apasionado, eléctrico, enormemente temperamental, verdadero creador de atmósferas, trovador de oscuridades, hacedor de mundos. Cuando las fuerzas del Mariinski son llamadas al campo de batalla, su director está siempre en primera línea, espada y escudo en mano, forzando con su penetrante mirada las tensiones hasta extremos a menudo inhumanos, aunque sabe también ser hombre de paz, de plácidos y serenos lirismos, de una poesía elegíaca e intensa, puede que (para algunos) en exceso gruesa, trivial y sollozante, quizás no muy dada a exquisiteces y sutilezas, pero siempre cargada de emotividad, a veces de inquietud, hasta de suspense. Su relación con el Teatro Mariinski de San Petersburgo se inicia en 1978. Naturalmente, San Petersburgo es todavía Leningrado y el Mariinski es 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 11 CON NOMBRE PROPIO VALERI GERGIEV aún el Teatro de Ópera y Ballet Kirov. Allí se estrena como director de ópera con Guerra y paz (Prokofiev) poco antes de ser nombrado asistente de Yuri Termirkanov. Éste, tras el fallecimiento de Mravinski en 1988, se hace cargo de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo y Gergiev tiene así vía libre para acceder a la dirección musical del Mariinski. Entre tanto, ha sido titular de la Orquesta Filarmónica de Armenia (1981-1985) y su carrera ha empezado a volar. A partir de ahí la historia es conocida: las grandes óperas (Boris Godunov, Khovashchina, Guerra y paz, El ángel de fuego, El Príncipe Igor, Sadko, La dama de picas, Iolanta, etc.), los grandes ballets (Romeo y Julieta, La bella durmiente, El pájaro de fuego, etc.) y algunas grandes obras sinfónicas del repertorio ruso van pasando al disco en versiones de referencia a medida que la compañía va afianzando su personalidad y tentando nuevos caminos. En 1995 sustituye a Jeffrey Tate en Rotterdam (donde permanece hasta 2008) y el año siguiente el gobierno ruso lo nombra director general del Mariinski. Bien entrado el siglo XXI, su teatro está en la vanguardia mundial de la interpretación de la música rusa (y no rusa) y su nombre se ha escrito entre los grandes de la historia reciente: Mravinski, Rozhdestvenski, Kondrashin, Svetlanov, Termirkanov, Gergiev. Desde enero de 2007 está asimismo al frente de la Orquesta Sinfónica de Londres. Durante muchos años, es evidente, la capacidad de trabajo de Gergiev parecía inagotable. Aún ahora, con las prisas más relajadas que antaño, con una filosofía de vida más tranquila y reposada, su agenda es auténticamente frenética, mareante, asombrosa: entre junio y agosto ofrecerá cincuenta y tres conciertos repartidos entre San Petersburgo (la mayoría, claro está), Mikkeli, Baden Baden, Wiesbaden, Hamburgo, Lübeck, Verbier, Londres, Salzburgo, Liubliana, Gstaad, Estocolmo, Grafenegg, Varsovia y San Sebastián, la concha del Cantábrico, donde recalará los días siete, ocho y nueve de agosto con Stravinski (El pájaro de fuego, Petrushka, La consagración de la primavera), Wagner (Preludio y encantamiento de Viernes Santo de Parsifal), Sibelius (Concierto para violín), Shchedrin (Concierto para piano nº 5, El pequeño caballo jorobado, Concierto para orquesta nº 1) y Berlioz (Romeo y Julieta) en los atriles de la Orquesta del Mariinski. Una vez más, qué duda cabe, la Quincena donostiarra vibrará al máximo con el maestro. San Sebastián. Quincena musical donostiarra. Auditorio Kursaal. 7/9-VIII2010. Sergei Katchatrian, violín; Denis Matsuev, piano. Orfeón Donostiarra. Sinfónica del Teatro Mariinki. Director: Valeri Gergiev. Obras de Stravinski, Wagner, Sibelius, Shchedrin y Berlioz. DISCOGRAFÍA SELECCIONADA BARTOK: El castillo de Barba Azul. SINFÓNICA DE LONDRES. LSO Live. BERLIOZ: Sinfonía fantástica. La muerte de Cleopatra. OLGA BORODINA. FILARMÓNICA DE VIENA. Philips. BORODIN: El príncipe Igor. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. CHAIKOVSKI: La dama de picas. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. — Evgeni Onegin (en DVD). ORQUESTA Y CORO DEL METROPOLITAN DE NUEVA YORK. Decca. — Sinfonía nº 6. Francesca da Rimini. Romeo y Julieta. ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. MUSORGSKI: Boris Godunov (versiones de 1869 y 1872). ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. — Khovashchina. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. — Cuadros de una exposición. FILARMÓNICA DE VIENA. Philips. PROKOFIEV: Guerra y paz. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. — El amor de las tres naranjas. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. — Romeo y Julieta. ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. — Iván el Terrible. CORO DEL TEATRO MARIINSKI. FILARMÓNICA DE ROTTERDAM. Philips. — Sinfonías. SINFÓNICA DE LONDRES. LSO Live. RACHMANINOV: Concierto para piano nº 2. Rapsodia sobre un tema de Paganini. LANG LANG. ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI. Deutsche Grammophon. RIMSKI-KORSAKOV: La novia del Zar. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Philips. SHOSTAKOVICH: La nariz. ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Mariinsky Live. — Sinfonías nºs 1 y 15. ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI. Mariinsky Live. VERDI: La forza del destino (en DVD). ORQUESTA Y CORO DEL TEATRO MARIINSKI. Asier Vallejo Ugarte Arthaus. 11 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 12 AGENDA AGENDA Sustituyen a los MCA CREADOS LOS ICMA E sta primavera, el MIDEM decidía cancelar los MIDEM Classical Awards, fundados en 2004 por un grupo de medios de comunicación especializados en música clásica y apoyados por el certamen que se celebra anualmente en Cannes. El jurado, del que desde el principio forma parte SCHERZO, ha decidido continuar otorgando anualmente unos premios que señalen los mejores discos aparecidos a lo largo de los últimos doce meses, así como la trayectoria de los mejores artistas y los sellos más activos. Para ello ha creado los International Classical Music Awards —cuyo logotipo ha sido diseñado por Iván Pascual—, que se entregarán por vez primera en mayo del próximo año. Todos los discos recibidos para reseñar en las redacciones de los medios miembros del jurado serán candidatos a los premios. Cada miembro del jurado propondrá entre cinco y diez nominaciones en cada categoría y a partir de ahí las votaciones sucesivas irán decidiendo los ganadores. Naturalmente, los lectores de SCHERZO estarán al corriente de cada etapa de las mismas. El jurado de los ICMA está integrado por las revistas Crescendo (Bélgica), Fono Forum (Alemania), Gramophone (Reino Unido y Estados Unidos), Musica (Italia), Musik&Theater (Suiza), Pizzicato (Luxemburgo), Resmusica.com (Francia) y SCHERZO (España) y las emisoras de radio ORF (Austria), MDR (Alemania), Orpheus (Rusia) y Viva Classica! (Finlandia). A ellos se suma, para los candidatos en soporte DVD, IMZ (Austria). Treinta años del Festival LA GUITARRA SE CITA EN CÓRDOBA E 12 l día 6 comienza, con la Misa flamenca, a cargo de Paco Peña en la Mezquita-Catedral, el XXX Festival de la Guitarra de Córdoba, una cita veterana, prestigiosa y ya obligatoria para los amantes de las seis cuerdas. En el terreno de lo clásico, entre los días 8 y 19 desfilarán por el Teatro Cómico Principal nada menos que Pepe Romero, el Dúo Assad, David Russell e Ignacio Rodes, y del 10 al 20, dentro del ciclo La mujer y la guitarra, Iliana Matos, Carmen Ros, Celia Morales y Lore Raus. Por su parte, Manuel Barrueco y Wulfin Lieske estrenarán tres obras nuevas con la Orquesta de Córdoba dirigida por Juan Luis Pérez. Y todo sin perder de vista a Leo Brouwer, tan ligado a la ciudad, que el día 11 ofrecerá en la Plaza de Capuchinos su Aleluya por Córdoba. Jazz, rock, pop y flamenco completan la cita. Córdoba. Festival de la Guitarra. 6/25-VII-2010. www.guitarracordoba.com 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 13 AGENDA Necrología SUSO MARIATEGUI E l mundo del canto ha perdido, con la muerte a los 69 años del tenor y docente Suso Mariategui, a uno de sus más conspicuos servidores. Su voz de lírico-ligero era verdaderamente peculiar. Poseía una curiosa veladura en la zona media que a veces dotaba de una rara e indefinible sonoridad a una emisión por demás canónica, a la máscara, de acuerdo con las sacrosantas reglas del bien cantar que había aprehendido de sus contactos en Viena —donde vivió muchos años— con Anton Dermota, que le introdujo en el universo del lied, una especialidad en la que el cantante nacido en Las Palmas conocía como pocos. Su formación dependió asimismo de su trabajo con su paisano Alfredo Kraus, a quien le unía una gran amistad y una cerrada afinidad de criterios. De ahí que entrara a colaborar con el maestro en la cátedra de canto Ramón Areces de la Escuela Reina Sofía, donde laboró arduamente para sacar a flote voces jóvenes, misión que tuvo el permanente y conocedor soporte pianístico de Edelmiro Arnaltes, marido con el tiempo de Mariategui. El artista y amigo a quien lloramos, simpático y vitalista, dejó constancia de su categoría por supuesto en las aulas y en sus restringidas clases particulares; y en un par de publicaciones didácticas. También en cometidos operísticos mozartianos o donizettianos y, muy singularmente, en sus repetidas y aplaudidas creaciones del Inocente de Boris Godunov o el ganso de Carmina Burana. Esta última con frecuencia a voz plena. Estrenó, entre otras obras, Kiu de Luis de Pablo. Arturo Reverter Por su labor en la integración de artes y educación ZUBIN MEHTA, PREMIO YEHUDI MENUHIN 2010 E l jueves 17 de junio le era entregado por Su Majestad la Reina a Zubin Mehta el Premio Yehudi Menuhin a la Integración de las Artes y la Educación correspondiente a 2010. El Premio Yehudi Menuhin fue instituido por la Escuela Superior de Música Reina Sofía en 1999 con el fin de premiar y reconocer la labor de los músicos excepcionales de cualquier país que, además de haber logrado la excelencia artística sobre los escenarios, hayan destacado por contribuir a la formación de los jóvenes. El premio está dotado con 18.000 euros y una medalla del escultor Julio López Hernández. La Comisión del Premio Menuhin en su edición de 2010 ha estado presidida por Antonio Bonet Correa (Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y Catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid) y estuvo integrada por: Anfrés Batta (Rector de la Academia Ferenc Liszt de Budapest), Jonathan Freeman-Attwood (Principal de la Royal Academy of Music de Londres), Gustav Djupsjöbacka (Rector de la Academia Sibelius de Helsinki), Vicente Ferrer y Pérez de León (Vicepresidente de la Fundación Albéniz), Gary Graffman (Director del Curtis Institute de Filadelfia), Barry Ife (Principal de la Guildhall School of Music and Drama de Londres), Marlos Nobre (compositor y pianista), Paloma O’Shea (Directora de la Escuela Superior de Música Reina Sofía), Luis Pereira Leal (Director del Servicio de Música de la Fundación Gulbenkian de Lisboa) y Arie van Lysebeth (Presidente del Jurado del Premio “ReineElisabeth” de Bélgica). Actuó como Secretario de Actas Álvaro Guibert, Director de Contenidos de la Fundación Albéniz. 13 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 14 AGENDA Necrología ANNELIESE ROTHENBERGER E ra una mujer encantadora, siempre sonriente, siempre fresca y lozana, una imagen de la Alemania sana y optimista que además gorjeaba y cantaba con finura y exacta reproducción de todo tipo de fioriture. La voz de Anneliese Rothenberger era delgada, de lírico-ligera bien coloreada, extensa y dúctil. La que convenía a un físico tan rozagante, un poquito estereotipado y dulzarrón. Con tales medios vocales y físicos fue intérprete muy señalada de partes operísticas que ella situaba con frecuencia en la frontera que delimita la soprano con hechuras de la soubrette: Sophie de Caballero de la rosa, Susanna, Gretel, Zdenka, Adele… Había estudiado en su ciudad natal, Mannheim, con Erika Müller y perteneció a la Ópera de Hamburgo de 1946 a 1973. En los discos se puede apreciar bien su satinado timbre, especialmente en El rapto en el serrallo de Mozart y Martha de Flotow. Cantó en musicales y actuó en la televisión, donde durante años fue protagonista de un muy famoso show. Estrenó La escuela de las mujeres de Liebermann en 1957. Los diccionarios recogen que nació en 1924, aunque Rudi van den Bulk comenta en su web que la cantante se quitaba al menos tres años. Arturo Reverter Congreso Organizado por las fundaciones Loewe y Hazen EL CÓDICE CALIXTINO SE ESTUDIA EN LEÓN MARIO MORA SAIZ, GANADOR DEL INFANTA CRISTINA D 14 irigido por Juan Carlos Asensio, se celebra en León entre los días 15 y 17 el Congreso El Codex Calixtinus en la Europa del Siglo XII. Dirigido a musicólogos y especialistas pero también a un público interesado en el tema, el encuentro se centrará en música, arte, codicología y liturgia, estudiando las conexiones entre cada una de estas disciplinas, la realidad sociocultural de la época y su repercusión futura. Contará entre sus ponentes con expertos de la talla de Elisa Ruiz García, José López Calo, Giacomo Baroffio, Eva Castro Caridad, Marcel Pérès, Susan Rankin, Laura Fernández y Josemi Lorenzo Arribas. E l conquense Mario Mora Saiz (1989) ha conseguido el Primer Premio Loewe-Hazen de la Categoría Jóvenes Concertistas del XV Concurso de Piano Infanta Cristina que organizan las Fundaciones Loewe y Hazen Hosseschrueders. El Premio, dotado con 3.200 euros, incluye, además, un concierto en colaboración con la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, cinco recitales dentro del Plan de Conciertos de Juventudes Musicales de España, la participación en el programa de conciertos Clásicos en Ruta de AIE (Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España), así como actuaciones en el Ciclo de Jóvenes Intérpretes de la Fundación Marcelino Botín de Santander, en la Sala Rodrigo del Palau de la Música de Valencia, en el FEX (Festival Extensión) del Festival Internacional de Música y Danza de Granada y en el Festival Internacional de Música de Cámara del Forum Santa Cristina d’Aro. Igualmente el ganador disfrutará de becas concedidas por la Fundación Eutherpe y Música en Compostela y realizará una grabación en los Estudios de Radio Nacional de España. 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 15 AGENDA Necrología GIUSEPPE TADDEI H a muerto alguien que por su edad, y más aún por su significación, parecía inmortal. En sus primeros años de carrera, el barítono genovés Giuseppe Taddei se fogueó en las óperas balsámicas de Mozart, y un conocido sello inglés atrapó su forma de entender Las bodas de Fígaro, Don Giovanni y Così fan tutte, en las que aunaba la gracia y el buen decir con una voz de noble pasta y una irreprochable dicción. Una vez, Taddei —como Caballé— manifestó que le gustaría acabar sus días cantando. Fascinado como estaba por este arte, la vejez no alcanzó a cancelar dicha fascinación. De hecho, hace unos años todavía podía seguirse su rastro gracias a las comparecencias vienesas en Luisa Miller o Falstaff, entre otras. Di con él aún más tarde, y sólo en dos ocasiones: Don Pasquale, en el Liceo barcelonés, con unos recitativos que imantaban, y Falstaff, con un reparto lleno de figuras, en un Palau de Valencia que borbollaba como una caldera expectante, y donde Taddei revivió el papel que para algunos fue su creación más valiosa. Siempre supo repartir bien sus dones, y si había MARÍA JOSÉ SÁNCHEZ N gran tradición paterna que enlaza a Stracciari con Bruson. Como persona era muy cortés. Una noche se llevó a cenar con él a una pareja de aficionados del Liceo, y después, en pleno restaurante, les cantó a cappella una canción genovesa. Joaquín Martín de Sagarmínaga Sucediendo a Charles Dutoit Necrología o sabemos hasta qué punto María José Sánchez, soprano que nos ha dejado poco antes de llegar a la sesentena, era consciente de que la luz que de ella emanaba resultaba beatífica y bienhechora; que su capacidad para comunicar a través de la voz y del habla era naturalmente recibida y que su facultad para explicar eso tan difícil que es el canto penetraba en sus alumnos. Esta bella salmantina heredó la voz y la afición de una madre que no llegó a ser profesional. En Madrid, tras pasar por las aulas de la Escuela de Canto y de haber estudiado, entre otros, con Teresa Tourné, María José se lanzó al ruedo e hizo escu- sido un flamante Fígaro o Dulcamara, confirmando con ello su condición de bufo principesco, posteriormente confirió un gran dramatismo a sus encarnaciones de Macbeth, Yago, Tonio o Scarpia. En Luisa Miller o Rigoletto fue un cálido padre verdiano, horadando los surcos patéticos cuya raíz viene de esa char su límpido y claro timbre de lírico-ligera en muy diversos cometidos y escenarios, en los más variados repertorios, del más antiguo al más moderno; en ocasiones junto a su marido, el barítono Luis Álvarez. Pronto se identificó con los pentagramas de la más rabiosa vanguardia. Algunos recordamos su intervención, hace ya años, en la Fundación March, en la singular partitura de Cristóbal Halffter Noche pasiva del sentido, una obra alucinada y densa. La vocalise de María José, realizada con una intensidad que no era de este mundo, nos transportó hacia lo más alto. Arturo Reverter NÉZET-SÉGUIN A FILADELFIA Y annick Nézet-Séguin (Montreal, 1975) ha sido nombrado nuevo director titular de la Orquesta de Filadelfia. Sucederá en el puesto a Charles Dutoit, quien lo había ocupado interinamente tras la no renovación del contrato del anterior responsable artístico de la orquesta, Christoph Eschenbach. Nézet-Séguin es en la actualidad titular de la Filarmónica de Rotterdam y primer invitado de la Orquesta Filarmónica de Londres. Ha dirigido a su nueva orquesta sólo en dos ocasiones, por lo que es, tras Stokowski, el titular que llega al puesto con menos actuaciones en su haber al frente de la legendaria formación americana. Toda una apuesta. 15 254-Pliego 1 22/6/10 13:45 Página 16 AGENDA Necrología S e llamaba, en la vida civil, Kathleen Stewart y era canadiense de Montréal esta contralto que se signó como eximia en el doble mundo del oratorio y la canción sinfónica. Formada en su ciudad natal, debutó tempranamente en ella en 1953 para dar en 1955 el salto a París y consagrarse dos años más tarde, en Nueva York, al cantar su parte solista en la Resurrección de Mahler, bajo la batuta decisiva de Bruno Walter. Con él, en 1958, grabó esta obra para la Columbia. De voz homogénea y expedida con extremo dominio, Forrester sacó partido de todos los matices tímbricos de una tesitura homogénea y mate, especial para resolver compromisos de intimidad. Oratorios y óperas de Haendel la cuentan entre sus intérpretes de referencia, al igual que las partituras de gran formato bachiano y otras músicas de sesgo litúrgico, entre ellas el Réquiem de Verdi. Forrester, en todo caso, fue siempre señorial y elegante, sutil y certera en sus matices, clara en su decir y de una peculiar inteligencia para adentrarse en épocas y estilos. Fuera de su espacio característico, se asomó a papeles de mayor envergadura sonora como los de Verdi (Quickly en MORAWETZ Y FORRESTER MAUREEN FORRESTER Falstaff) y de Wagner (Erda en El oro del Rin y Brangania en Tristán e Isolda). Hacia el final de su carrera incursionó en los personajes de extremo desgarro e intensa recitación: Miss Flora en La médium de Menotti y la Condesa en La dama de picas de Chaikovski. Blas Matamoro Del Liceu al Palau ¿TAN MALA ES LA MÚSICA CATALANA? L os compositores catalanes nunca han ocupado el lugar que merecen en la programación musical de los teatros, auditorios y orquestas del país. Ni lo van a ocupar nunca, por la sencilla razón de que su música no gusta a la mayoría de gestores y promotores musicales, tanto del ámbito público como del privado. Claro, a un teatro público como el Liceu se le debe exigir atención a la creación actual, y se le exige, pero de forma tibia, porque, en el fondo, a las administraciones que lo sostienen tampoco les gusta mucho la música contemporánea. Ni la actual, ni la de antes, dada su escasa presencia. A veces, aparecen, por usar terminología útil en tiempos de crisis, algunos brotes verdes que permiten abrigar tímidas esperanzas. El Liceu, por ejemplo, incluye en su próxima temporada LByron, de Agustí Charles, cuando aún están recientes los estrenos de Enric Palomar y Hèctor Parra. Por su parte, la Orquestra Sinfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) sigue con su cuota de encargos, casi siempre partituras de pequeño formato, que no duren mucho, quizá para no aburrir demasiado al respetable… y a los músicos de la orquesta, que de todo hay en la viña del Señor. Los elegidos para la próxima temporada son Ramón Humet, Salvador Brotons, Josep Maria Guix y Enric Palomar. No es mucho, teniendo en cuenta que la OBC ofrece 33 programas, pero menos da una piedra. Además, este año hay un ligero aumento, otro brote verde, en la presencia de autores catalanes, con cuatro obras de Robert Gerhard y paginas de Eduard Toldrà, Xavier Montsalvatge y el recientemente desaparecido Francesc Taverna-Bech. ¿Es suficiente? Sinceramente, no. Los músicos catalanes, en especial si están vivos, deberían tener un protagonismo mucho mayor, 16 una presencia regular, más allá del encargo puntual. ¿Alguien piensa repasar algún día la lista de obras y autores que han recibido el Premio Ciutat de Barcelona y que, tras su estreno, no han vuelto a sonar nunca más. Si son buenas, ¿por qué no se programan? Y si no lo son, entonces, ¿por qué fueron premiadas? ¿Para cubrir el expediente? Fuera máscaras: si no hay más música y músicos catalanes en nuestros teatros y auditorios es por que sus responsables artísticos no la programan, y nadie a nivel político les pide cuentas. Ni más, ni menos. Podríamos discutir mucho sobre los motivos de esta actitud, y hemos de reconocer que nunca ha sido fácil casar una política cultural ambiciosa con buenos resultados económicos en taquilla. Pero un poco más de compromiso con la creación propia no estaría de más. Hay que destacar en la próxima temporada el esfuerzo de una orquesta privada como la Simfònica del Vallès, apostando por Jordi Cervelló como compositor residente. También hay que aplaudir la programación de una obra de Benet Casablancas en el ciclo Palau 100, hasta la fecha bastante reticente a programar autores catalanes. También hay que elogiar el ciclo de música y músicos de Cataluña que Euroconcert organiza desde hace 19 años. Hay, por supuesto, más obras catalanas en otros ciclos del Auditori, el Palau y otros escenarios. Pero, si miramos la oferta musical en su conjunto para la temporada 2010-2011, vemos que la música catalana, sus autores e intérpretes, son casi una anécdota, programada con calzador, sin convicción en su valor, como si no hubiera otro remedio. ¿Tan mala es la música catalana? Javier Pérez Senz 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 17 AG E N DA XXXV Festival V uelve la música a Segovia, en ese su Festival —treinta y cinco ediciones ya y dieciséis organizado por la Fundación Don Juan de Borbón— que se desarrolla por los rincones más hermosos de la ciudad castellana. El Patio de Armas del Alcázar, la Catedral, la Plaza de San Martín o la iglesia de San Juan de los Caballeros serán escenario de actuaciones como las de The Swingle Singers —que inaugurarán el Festival el día 15—, la Orquesta bandArt dirigida por Gordan Nikolic, Cantus Cölln —con las Vísperas de Monteverdi dirigidas por Konrad Junghänel—, el violonchelista Iagoba Fanlo —que crece y crece, y que se encerrará con las seis Suites de Bach—, el pianista Alexander Sinchuk o la soprano Ainhoa Arteta. Especial relevancia tendrán los conciertos dedicados al órgano con ocasión de los quinientos años del nacimiento de Antonio de Cabezón. THE SWINGLE SINGERS MÚSICA EN SEGOVIA Segovia. XXXV Festival de Música. 15/25-VII-2010. www.festivaldesegovia.org Música en la Red DOS MÚSICOS DEL SIGLO XX http://malcolmarnold.co.uk http://www.poulenc.fr E ste mes —tras el paréntesis de anunciarnos a nosotros mismos, cosa que nuestros lectores sabrán disculpar seguramente— volvemos a indagar por el mundo de las páginas musicales en la red y encontramos un par de ellas que traemos juntas porque se parecen en la intención aunque luego tengan sus diferencias en el diseño. Además, ambas se refieren a compositores del siglo XX, de distinta época, aunque cercanos en realidad, de diferentes estilos, aunque dotados los dos de personalidades inconfundibles. Sufriente Malcolm Arnold en una vida durísima de alcohol, soledad y falta de atención pública siendo, como era, uno de los grandes compositores británicos de su y nuestro tiempo. Mucho más feliz Francis Poulenc desde su heterodoxia personal, integrado en un mundo artístico que le respetaba y que lo había incorporado ya en vida a la historia de la música francesa. Ambas páginas recogen biografía, discos y libros, conciertos en los que se ha interpretado o va a interpretarse música de ambos compositores. Y también eso que tanto nos atrae que son los enlaces a documentos audiovisuales de rareza contrastada. La página dedicada a Malcolm Arnold ofrece, por ejemplo, una impagable versión de A Grand, Grand Overture dirigida por David Robertson y con Jirí Belohlávek, Stephen Hough y Jennifer Pike a las aspiradoras y sir David Attenborough a la enceradora. Y películas, claro. Aunque no esté El puente sobre el río Kwai, sí aparecen Hobson’s Choice, Whistle down the Wind o Nine Hours to Rama. En el caso de Poulenc nos encontramos en su página con el Concierto para dos pianos en la versión histórica del autor con Jacques Fevrier y la Orquesta Nacional de la Radiodifusión Francesa dirigida por un jovencito Georges Prêtre. Igualmente, ahí está la escena final de La voz humana con Carole Farley como protagonista. Catálogos y artículos pueden ser descargados desde la página y el enlace correspondiente permite comprar de inmediato libros, discos y DVD, cosa que en la página de Malcolm Arnold sólo es posible con las partituras. En los dos sitios hay interesantes galerías fotográficas —magnífica en el caso de Poulenc—, aunque en el de Arnold se nos prive a veces del pie de foto y nos quedemos a media ración. 17 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 18 AC T U A L I DA D NAC I O NA L 18 Falló el tenor para el papel de Hermann MAL FARIO Gran Teatro del Liceo. 19-VI-2010. Chaikovski, La dama de picas. Misha Didik, Emily Magee, Ludovic Tézier, Lado Ataneli, Ewa Podlés, Elena Zaremba, Stefania Toczyska, Francisco Vas, Alberto Feria, Mikhail Vekua. Escolanía de Montserrat. Director musical: Michael Boder. Director de escena: Gilbert Deflo. Escenografía y vestuario: William Orlandi. Producción del Teatro del Liceo. Cada vez que el Liceu repone La dama de picas, una extraña maldición deja fuera de combate al tenor protagonista antes el estreno. Sucedió en 2003, cuando una inoportuna bronquitis obligó a Plácido Domingo a cancelar su esperadísima actuación, sembrando el desencanto en la sala antes de levantarse el telón. Ahora, el coliseo lírico barcelonés repone por segunda vez el suntuoso montaje firmado escénicamente por Gilbert Deflo y el mal fario se ha cebado otra vez en el tenor protagonista, el canadiense Ben Heppner, cuyo debut escénico se esperaba con gran interés tras su exitosa presentación liceísta en un inolvidable recital. Tras los ensayos, Heppner cayó enfermo y como la salud no mejoraba, se ha visto obligado a abandonar la producción. De nuevo, desencanto y resignación en la sala. Al final, el Liceu ha contratado al tenor ucraniano Misha Didik para lidiar con Hermann, un fabuloso personaje, el Otello del repertorio de ruso, que exige verdadero carisma vocal y dramático. No hubo suerte: Didik le puso mucho empeño, pero el personaje le viene muy grande, en lo vocal y en lo teatral. En La dama de picas, ópera que narra el destino maldito de un ludópata más obsesionado por el juego que por la mujer que ama — la maldición de las tres cartas le conduce al suicidio—, un teatro debe asegurarse las mejores bazas para ganar la partida. Perdida de antemano la carta del tenor —Hermann debe mostrar la “locura en la mirada”, debe impresionar hasta cuando no canta, y Didik, de escaso carisma A. Bofill BARCELONA ACTUALIDAD BARCELONA Emiliy Magee y Misha Didik en La dama de picas de Chaikovski vocal y flojo como actor, fue perdiendo fuelle a lo largo de la función. El teatro tuvo su mejor racha con las soberbias actuaciones de Ewa Podlés, pura dinamita en el papel de la siniestra condesa; Ludovic Tézier, elegante y expresivo príncipe Ieletski, y Elena Zaremba, una Polina de voz cálida y exquisitos matices. En el resto del extenso reparto hubo de todo, desde el canto tosco, aunque efectivo, de Lado Ataneli (Conde Tomski/Zlagotor) al buen hacer de la veterana Stefania Toczyska (la gobernanta), Francisco Vas (Chekalinski) y Claudia Schneider (Masha). El coro cumplió bien su brillante cometido, al igual que la Escolanía de Montserrat en su deliciosa intervención. El director titular de la casa, Michael Boder, demostró en el foso que ama y conoce a fondo el repertorio ruso. Bajo su mando, Chaikovski sonó con tensión y equilibrio, pero faltó un punto de pasión y mayor riqueza sonora en una partitura de irresistible lirismo y gran opulencia sinfónica. El montaje de Gilbert Deflo, estrenado en 1992, mantiene su atractivo escénico desde una concepción muy tradicional que fía todo su encanto al lujo de los decorados y el vestuario de William Orlandi. La espléndida iluminación de Albert Faura recrea la atmósfera romántica y en ese marco Deflo deja que sea la apasionada música de Chaikovski la que ilustre con elocuencia y desgarro el descenso a los infiernos de Hermann, un perdedor, víctima de su obsesión, en su camino hacia la autodestrucción. Aún se ve con agrado, pero, al tratarse de un montaje concebido para el escenario del antiguo Liceu, impone como dura penitencia tediosas esperas en los cambios de cuadros, lo que, sumado a los dos largos descansos, sitúa la duración de la velada en un total de cuatro horas para ver una obra que dura algo menos de tres. Javier Pérez Senz 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 19 AC T U A L I DA D BARCELONA Diversión sin complejos EL REGALO DE LA TEMPORADA Bofill Barcelona. Gran Teatro del Liceo. 27-V-2010. Poulenc, Les mamelles de Tirésias. María Bayo, Gabriel Bermúdez, David Menéndez, Manuel Esteve Madrid, Inés Moraleda, Gemma Coma-Alabert, Michelle Marie Cook, Dimitrios Flemotomos, Thorbjorn Gulbrandsoy, Marc Pujol. Director musical: Josep Vicent. Director de escena: Emilio Sagi. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Gabriela Salaverri. Nueva coproducción Teatro Arriaga- Liceu. E l estreno de Les mamelles de Tirésias ha sido la sorpresa de la temporada liceísta. La inmensa mayoría del público que acudió a las dos únicas funciones programadas no conocía la deliciosa ópera de Francis Poulenc, ni siquiera a través del disco. Descubrir, aunque sea con más de 60 años de retraso sobre su estreno en París, el voluptuoso verso de Guillaume Apollinaire y el talento de Poulenc para hacer suya la fantasía surrelista con un derroche de inspiración melódica, elegancia, vigor rítmico, refinamiento orquestal y sentido del humor musical, ha sido por tanto un regalo maravilloso. Acierta de lleno Emilio Sagi firmando un montaje muy divertido, picante, sin complejos, de esencias almodovarianas, donde reina María Bayo y Gabriel Bermúdez en Les mamelles de Tirésias de Poulenc la ambigüedad sexual y se respira el gozoso clima de libertad que inunda la obra, una gran farsa que nunca pierde la elegancia. Sagi incluye un desnudo integral masculino (el marido de Thérèse, en la ducha) que, sin ser el primero que se ve en el Liceu, tuvo su efecto sorpresa. Al caer el telón, el triunfo fue grande. En el éxito del montaje juega un papel primordial María Bayo: está en un momento vocal espléndido —la voz ha ganado cuerpo sin perder tersura— y ofrece una/un Thèrese/Tirésias de arrollador carisma escénico y exquisita musicalidad. Muy acertado Gabriel Bermúdez, que canta y actúa con soltura en el difícil papel de marido y estupendas actuaciones de David Menéndez (director de pista/ gendarme) y Manuel Esteve (Presto) en un reparto muy digno, pero eclipsado por el ciclón Bayo. Cumplieron el Cor Madrigal y la orquesta, aunque Josep Vicent estuvo muy irregular y no acabó de sacar partido a una irresistible partitura que, sin perder la fluidez, bebe en muchas fuentes —desde las esencias barrocas a la opereta, la revista y el music-hall— y exige al director musical mayor pericia técnica y bagaje operístico. Al salir, una espectadora, resumió con elocuencia un deseo que muchos compartimos: “¿Por qué no se hacen hoy óperas tan divertidas?”. Javier Pérez Senz Temporada de la OBC DESPEDIDA AGRIDULCE E iji Oue puso punto final a su etapa como director titular de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) con una emocionante versión de la Segunda Sinfonía de Mahler que fue acogida con entusiasmo desbordante. Así se esperaba, porque el director japonés ha contado siempre con el favor del público y el respaldo mayoritario de los músicos, que dan lo mejor de sí mismos bajo su batuta. Y así sucedió, aunque el éxito, en esta ocasión tuvo un sabor agridulce, por la tristeza de la despedida. Cuando escogió la Resurrección para cerrar la actual temporada, Oue no podía ni imaginarse que sería su último concierto como titular. Mahler, curiosamente, también sonó en los conciertos de despedida de los dos anteriores titulares, Lawrence Foster (Séptima) y Ernest Martínez Izquierdo (Titán). Hay que reconocer que, puestos a decir adiós, la monumental partitura mahleriana es una bendición, porque el impacto emocional está asegurado. Las sinfonías de gran formato, son una de las especialidades de Oue, un director de formidable técnica, que dirige de memoria, y controla hasta el último detalle. En esta ocasión, la elección de tempi de exasperante lentitud pasó factura al EIJI OUE Barcelona. Auditori. 6-VI-2010. Martha Mathéu, soprano; Lilli Paasikivi, mezzo. Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Director: Eiji Oue. Mahler, Segunda Sinfonía “Resurrección”. fluir narrativo, pero creó atmósferas y contrastes de estremecedor efecto. Una lectura con sello personal, lo que siempre es preferible al tedio de la rutina. La aterciopelada voz de la mezzosoprano Lilli Paasikivi y la pulcritud de la soprano Martha Mathéu contribuyeron con eficacia al éxito de una versión que contó con la entrega y el bien matizado canto del Orfeó Català. Al final, veinte minutos de aplausos, los músicos regalando flores a Oue, que se despidió uno a uno de todos los músicos, y la sala puesta en pie. Pese a quien pese, una despedida de este calibre merece, sin duda, un pronto regreso de Oue como batuta invitada para mantener viva esa intensa relación. Javier Pérez Senz 19 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 20 AC T U A L I DA D BARCELONA Temporada de Palaucent DE TROMPETA(S), VIRTUOSISMO Y MÚSICA Barcelona. Palau de la Música Catalana. 1-VI-2010. Hakan Hardenberger, trompeta. Sinfónica de Londres. Director: Daniel Harding. Obras de Wagner, Gruber y Dvorák. C omo Poncio Pilato en el Credo, así estaba la obra Aerial (concierto para trompeta y orquesta) del compositor austriaco Heinz-Karl Gruber en el programa que ofreció la Sinfónica de Londres al mando de Daniel Harding. Entre el romanticismo transcendente del Preludio y muerte de amor de Isolda y el romanticismo con un punto de regusto nacionalista y conscientemente sometido a forma de la Séptima Sinfonía de Dvorák, la nueva obra, que difícilmente se puede adscribir a una estética determinada, evidenció, algo más quizá de lo que hubiera ocurrido en otro contexto menos abrumador, dosis importantes de banalidad. Se trata de una partitura escrita para el, desde luego, extraordinario solista sueco Hakan Hardenberger, el intérprete también en esta ocasión, colaborador, además, del compositor en el proceso de creación de la obra, que fue un encargo de la BBC para los Proms londinenses, en cuyo marco se estrenó en julio de 1999. Como muestra del virtuosismo de Hardenberger a la trompeta no se le puede pedir más; mejor dicho, a las trompetas, porque el solista utiliza, además de la trompeta canónica, una trompeta piccolo y un cowhorn, un “cuerno de vaca”, una repristinación de un antiguo instrumento sueco, en suma, el antecedente natural de los instrumentos de vientometal. Un primer movimiento donde el solista enlaza lentas cantilenas, con difíciles pianos y pianísimos, sobre un tejido orquestal de pobre armonía y que se acerca peligrosamente al aburrimiento y un segundo movi- fundización, densidad, transcendencia, en suma, algo pobres. Tristán requiere aquellas cualidades en grado muy alto y no las percibimos o no las percibimos lo suficiente; la versión de Harding, con toda su magnificencia sonora, no cautivó. En la sinfonía de Dvorák, de nuevo la contundencia extrovertida primó sobre la búsqueda del color bohemio —cierto que en la Séptima, quizá la más “germánica” de las sinfonías de Dvorák (y a eso sí se atuvo Harding), ese color es menos obvio—, de manera que, sobre todo en los movimientos inicial y final, escuchamos una versión un poco pesante. Mejor, en cambio, lo más meditado, el segundo, y quizá también más acertado en tempo, carácter y algo de pintoresquismo el Scherzo. miento movido, agitado hasta la trepidancia con un arriesgado final, de nuevo un derroche de virtuosismo solista. Para “fans” de la(s) trompeta(s), una ocasión excepcional; para amantes de la música, un entretenimiento no muy entretenido. Como intérprete de la gran música romántica la Sinfónica de Londres lució cualidades instrumentales de perfección y belleza sencillamente lujosas, lo que no es novedad. Tampoco lo es que Harding no es uno de los grandes que la han dirigido. Tuvo aciertos: una especial claridad, un efectivo control de planos sonoros, una apuesta por la definición de esos planos y por la transparencia. Con todo eso planteó unas versiones conceptualmente extrovertidas, pero también —la cruz de la misma moneda— faltas de pro- José Luis Vidal Temporada de cámara de L’Auditori FIN DE FUGA Y FOLCLORE 20 Felix Broede CHRISTINA PLUHAR C on un concierto con obras de Britten, Bartók y Smetana, el Cuarteto Casals cerró su cuarta temporada como grupo residente del Auditori. El conjunto ha ofrecido, con ésta, un total de cuatro sesiones integradas dentro de la temporada de cámara, agrupadas bajo el título genérico de Fuga y folclore. La interpretación de los Casals volvió a ser impecable: sabia y, a la vez, potente y segura. Los Casals han dejado de ser el mejor cuarteto de cuerda de España para convertirse, en sentido absoluto, en uno de los mejores cuartetos de cuerda “a secas” del panorama actual. Señorearon con gran autoridad la primera pieza CUARTETO CASALS Barcelona. Auditori. 27-V-2010. Cuarteto Casals. Obras de Britten, Bartók y Smetana. de la sesión, el Cuarteto nº 2 op. 36 compuesto por Britten en 1945 en homenaje a Purcell en el 250 aniversario de su muerte. La interpretación alcanzó su mejor momento, inolvidable, en las variacio- nes de la Chacona que culmina la obra. Bartók, el autor que encontró su verdad musical en el folclore y lo reinventó concurrió al cierre de Fuga y folclore con su Cuarteto nº 4 Sz. 91, una obra de 1928, densa, compleja, fuertemente cromática en muchos pasajes y que quedó muy bien resuelta en el escenario. Cerró la sesión Smetana con su Cuarteto nº 1 “De mi vida”, una obra de 1876 en donde Smetana, uno de los padres de la música checa, afectado ya por una sordera definitiva, quiso representar en música el curso de su vida. Una pieza de signo, temperatura y expresividad románticas que el Cuarteto Casals interpretó a gran nivel, demostrando que hoy ya domina sin problemas todos los variados terrenos, sensibilidades y quehaceres del cuarteto de cuerda. Xavier Pujol 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 21 AC T U A L I DA D BILBAO Falstaff llega a la ABAO REVERENZA! Era necesario resolver de una vez la gran paradoja que suponía que una temporada de gran tradición verdiana como la abaística no hubiese subido aún a escena esta verdadera obra maestra, que lo es como la que más dentro del género, seguramente la más redonda y acabada de su autor junto con Otello. Y hay que alegrarse de que se hiciese en unas condiciones fenomenales desde muchos puntos de vista, empezando por la puesta en escena napolitana firmada por Arnaud Bernard, que iba ganando en viveza y socarronería a medida que se iban desenvolviendo los enredos de la comedia. La “buona lama di Bilbao” estaba bien afilada. Quizás Falstaff sea algo más que una burla, quizás sea grotesco incidir tanto en la caída del viejo John, quizás al regista se le escapase la idea de melancolía, de nostalgia y de añoranza de otros tiempos, es posible, pero la línea hacia el resplandor mágico del Parque de Windsor estuvo brillantemente trazada y en la fuga final la farsa salió a la luz con total diafanidad. No obstante, en una ópera como Falstaff no hay puesta en escena que valga sin unos cantantes activos e implicados, de avezada soltura teatral y nítida vis cómica. Punto y aparte para Ewa Podles (Quickly), una contralto de verdad, una artista inmensa y una cantante con una clase fuera de lo común. Si la voz ha perdido homogeneidad y el centro tiende a velarse, los graves siguen siendo impresionantes. Menos brillaron las otras dos damas: la soprano afroamericana Adina Aaron (una Alice de canto decoroso, común y cosmopolita) y la mezzo italiana Manuela Custer (Meg). Moreno Esquibel BILBAO Palacio Euskalduna. LVIII Temporada de la ABAO. 22-V-2010. Verdi, Falstaff. Michele Pertusi, Ewa Podles, Adina Aaron, Manuela Custer, Lisette Oropesa, Ángel Ódena, José Luis Sola, Gregory Bonfatti, Mikeldi Atxalandabaso, Nikolai Didenko. Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta del Teatro Regio de Parma. Director musical: Marco Armiliato. Director de escena: Arnaud Bernard. Producción del Teatro San Carlo de Nápoles. Adina Aaron y Michele Pertusi en Falstaff de Verdi A partir de ahí, el italiano Michele Pertusi demostró ser un bajo-barítono con escuela, buenas tablas y una presencia más que suficiente para llenar la escena. Puede ser que la voz, un tanto áfona, tienda a quedarse atrás en la zona alta, pero fue un verdadero placer escuchar un Falstaff enraizado en la tradición belcantista y no al típico declamador. Ángel Ódena defendió la parte de Ford con gran entereza vocal, reafirmándose como uno de los principales valedores de su cuerda en nuestro país. Salvada alguna nota alta no del todo bien proyectada, José Luis Sola (Fenton) acreditó también su elegancia y buen gusto, diciendo con morbidez la decisiva frase “Bocca baciata non perde ventura”. Muy juvenil, fina y delicada, con bellos reguladores y tersos matices, sonó asimismo la Nanetta de Lisette Oropesa, en similar línea poética y musical. Por lo demás, el bilbaíno Mikeldi Atxalandabaso bordó su Bardolfo con una emisión limpia y del todo liberada. Más bien discreto Nikolai Didenko (Pistola) y a todas luces insuficiente el Cajus de Gregory Bonfatti, muy empequeñecido en la inmensa sala del Palacio Euskalduna. Pero con Marco Armiliato en el foso las nimiedades acabaron pasando a un segundo o tercer plano. Así se dirige un Falstaff a la italiana, con virtuosismo y luminosidad, fuerza explosiva y fluidez narrativa, poesía y lirismo, conocimiento del idioma, sentido teatral y capacidad de crear climas. Si hubo desigualdades en el elenco, el maestro las equilibró hasta donde pudo, y además la sensacional orquesta parmesana le siguió como se sigue a un mesías. Esta vez sí, el Tutto Verdi nos ofreció una noche grande. Asier Vallejo Ugarte 21 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 22 AC T U A L I DA D BILBAO Vuelve a la vida el idilio vasco de Guridi MIRENTXU RENACE Bilbao. Teatro Arriaga. 19-VI-2010. Guridi, Mirentxu. María Bayo, Marifé Nogales, Andeka Gorrotxategi, Christopher Robertson, Fernando Latorre, Axier Sánchez. Coro de niños del Conservatorio de la Sociedad Coral de Bilbao. Sociedad Coral de Bilbao. Sinfónica de Euskadi. Director musical: David Giménez Carreras. Director de escena: Emilio Sagi. Producción del Teatro Arriaga en coproducción con la Sinfónica de Euskadi. Moreno Esquibel U na centuria después de su estreno, este juvenil idilio vasco sigue seduciendo por sus plácidos aromas pastoriles y por el poético lirismo de sus melodías, asomadas a unos horizontes wagnerianos y massenetianos que se reflejarían más adelante con mayor pureza en una obra como Amaya. Pero Mirentxu tiene un tono muy especial, un colorido vasco de una limpidez hoy prácticamente inencontrable. Se lo dan en buena parte los cantos populares, las romerías, las escenas bucólicas y pueriles, el euskera (idioma de una extraordinaria musicalidad) y un leve matiz de nostalgia que, es inevitable, irá yendo a más a medida que vaya pasando el tiempo y esta tierra (este mundo) vaya dejando de ser lo que fue. Una de las posibilidades que tenía Sagi entre manos era precisamente realzar el espíritu sublimado y etéreo de la obra desde la visión del hombre del pasado, pero ante una historia tan débil y ele- María Bayo y Andeka Gorrotxategi en Mirentxu de Guridi mental (el clásico triángulo amoroso que desenlaza en la muerte de la protagonista) toda tentativa arcaizante debe dejarse a un lado y sólo desde una renovación de la obra se puede mantener a ésta con vida. De ahí que Sagi hablase a Guridi desde el siglo XXI, haciendo un planteamiento moderno de un valor estético y teatral elevadísimo aun sin necesidad de abandonar las balsámicas y perfumadas esencias vascas cristalizadas por el compositor alavés y sus libretistas. Giménez Carreras, más allá de un preludio un tanto prosaico, dirigió a la Orquesta Sinfónica de Euskadi con seriedad y una probada capacidad para desplegar el caudaloso melodismo de la obra con suficiente delicadeza. Sabe acompañar a los cantantes, aunque se le recuerdan mejores noches en obras que quizás le sean más afines. Lo mismo diríamos de María Bayo, que dio la impresión de no terminar de entrar en el personaje de Mirentxu. Siendo incuestio- nable su altura artística, su afinación en la bella romanza Goizeko eguzki argiak fue por momentos dudosa. Luces y sombras también en el joven tenor vizcaíno Andeka Gorrotxategi (Erraimundo): musicalidad plena y certera, agudos sonoros y resonantes, voz sana y viril que no acababa de salir, emisión en exceso apretada. Sí cantó con redondez y terciopelo la mezzo guipuzcoana Marifé Nogales (Prexen), si bien su particella era menos dada a amplias expansiones líricas. Más que cumplidores estuvieron Fernando Latorre, Christopher Robertson (con el mérito añadido del idioma) y Axier Sánchez, y en su habitual línea de corrección se movieron los niños y los mayores de la Sociedad Coral de Bilbao, con prestaciones dignas aunque siempre mejorables. En cualquier caso, que Mirentxu haya vuelto a la vida es una excelente noticia sí o sí. Asier Vallejo Ugarte Sociedad Filarmónica SINTONÍA Bilbao. Sociedad Filarmónica. 8-VI-2010. Jean-Guihen Queyras, violonchelo; Alexandre Tharaud, piano. Obras de Schubert, Berg y Brahms. P 22 ese a que en un principio estaba anunciado Bach (Sonatas BWV 1027-1029) para abrir la sesión, los artistas dejaron el barroco a un lado e hicieron sonar con buena letra y sin sobresaltos una transcripción de la escolástica Sonatina D. 384 de Schubert, que sirvió como preludio de una extraordinaria lectura, verdaderamente deslumbrante, de la Sonata D. 821, “Arpeggione”, obra que tienen grabada (¡de qué forma!) y que dominan a la perfección. Queyras parecía ocultar tras un gesto serio y austero una expresividad muy penetrante que en las profundidades del universo schubertiano se fundía a las mil maravillas con el pianismo cristalino, intenso, sugerente y lleno de sutilezas de Tharaud. La sintonía entre ambos era absoluta, hasta el punto de que más que de dos músicos soberbios se podría hablar de un solo músico (un solo cantante) doblemente sober- bio. La Sonata nº 2 en fa mayor de Brahms ahondó en la línea de elegancia, naturalidad, transparencia, fantasía y riqueza tímbrica, coloreando con bellos y envolventes matices la densa y enseñadora poesía que reina, por ejemplo, en el Adagio affettuoso. Desde luego, las Cuatro piezas op. 5 de Berg (originalmente para clarinete) supusieron un momento irónico, eléctrico y provocador entre las dos montañas deci- monónicas; apenas tuvo importancia el pequeño error del escueto comentario al programa (se leía “Weber” en lugar de “Webern”). Pero las últimas notas de la temporada filarmónica no fueron brahmsianas, sino fallescas: las de la Nana de las Siete canciones españolas, que los dos artistas interpretaron fuera de programa con delicada y aterciopelada sensibilidad. Asier Vallejo Ugarte 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 23 AC T U A L I DA D CÓRDOBA / JEREZ Ciclo de la Orquesta de Córdoba INTERESANTES PROGRAMAS Gran Teatro. 20-V-2010. César Augusto Gutiérrez, tenor. Orquesta de Córdoba. Director: Manuel Hernández Silva. Obras de Rossini, Donizetti, Verdi, Massenet, Cilea, Giménez, Moreno Torroba, Chapí y Vives. 3-VI-2010. Raphäel Chrétien, violonchelo. Orquesta de Córdoba. Director: Michal Nesterowicz. Obras de Brahms, Offenbach y Chaikovski. CÓRDOBA Por la calidad de los solistas y el atractivo contenido de los programas, las dos últimas actuaciones de la Orquesta de Córdoba en la temporada que acaba de terminar han tenido un resultado interesante y agradable. En el primer caso por la presencia de César Augusto Gutiérrez, tenor colombiano dotado de una voz clara y bien definida en su registro al viejo estilo, en el que la espontánea expresión y el cálido timbre vocal han marcado su recital que fue dedicado en cada una de sus partes a pasajes de ópera y zarzuela, respectivamente. Supuso un reto para el cantante iniciar su intervención con Una furtiva lágrima de Donizetti, dado que requiere una respuesta muy ajustada de la mezza voce. En Pourquoi me reveiller de Massenet y en el Lamento de Federico de Cilea, manifestó seguridad técnica en la colocación de la voz para dominando los momentos álgidos del dramatismo de estas arias. El público reconoció su gusto en las piezas de zarzuela, especialmente en Bella enamorada de Soutullo y Vert y en una ideas de esta extensa obra, destacando de modo más agradable en el Andante central. Antes las Variaciones sobre un tema de Haydn de Brahms no pasaron de una correcta interpretación. Las dudas que se suscitaron en una primera parte de limitado lucimiento fueron ampliamente despejadas por una excelente versión de la Quinta Sinfonía de Chaikovski. El director polaco terminó sintiéndose cómodo, haciendo una lectura plena de tensión y emotividad. de las páginas más conocidas de Vives, Por el humo se sabe dónde está el fuego, que sirvió para dar término a una actuación lucida. Michal Nesterowicz se presentaba en Córdoba con un programa netamente romántico, en el que había cierta curiosidad por escuchar, al ser poco habitual en las salas de conciertos, el Concierto para violonchelo y orquesta “Militar” de Offenbach, con el parisino Raphäel Chrétien de solista. El reconocido prestigio de éste quedó en cierto modo diluido en la farragosidad de José Antonio Cantón Zarzuela con buenos medios ASÍ, SÍ Nuestro género lírico más propio, tan agradecido él, demuestra que, bien tratado, poniendo sobre el tapete lo que hay que poner, valorado en su justa medida, atesora todavía mucho que ofrecer a los públicos de hoy. De botón de muestra, esta reposición de la producción villamartina de hace casi diez años de La canción del olvido, pergeñada con el mismo mimo, buen gusto y parejos medios técnicos y humanos que muchas de sus “hermanas mayores” de la Ópera. Así da gusto… La producción sitúa la acción en una suerte de balneario durante los felices y alocados veinte y añade a la partitura original un par de retales —extraídos de El príncipe carnaval del mismo Serrano y de La princesa del dólar de Leo Fall y aquí reorquestados por tres competentes músi- cos de la tierra— que, sin añadir gran cosa, en absoluto desentonan, pues semejan incluso del mismo paño que el original. Al igual que en la ópera, hubo de todo, como en botica. Lo mejor dentro del apartado musical estuvo en el foso, estupendamente servido por Juan Luis Pérez, un talento concertador de primer orden tan capaz de brillar en el repertorio sinfónico como de llevar las riendas de una representación lírica sir-viendo a los cantantes con flexibilidad inmejorable; a altura similar cabría situar el desempeño vocal de Ruth Rosique, una de las voces más auténticamente grandes que haya dado nuestro país en los últimos tiempos, por su proverbial buen gusto en el decir, por la naturalidad de su fraseo, por la frescura y homogeneidad de un tim- Paco Valenzuela JEREZ Teatro Villamarta. 28-V-2010. Serrano, La canción del olvido. Ruth Rosique, José Antonio López, Marina Pardo, José Canales, Luis Varela. Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Manuel de Falla. Tuna de Empresariales de Jerez. Director musical: Juan Luis Pérez. Director de escena: Francisco López. Escenografía y figurines: Jesús Ruis. Ruth Rosique y José A. López bre que es un chorro de oro líquido, por su desenvoltura y gracejo sobre las tablas. “Sembrao” estuvo también el Toribio de Luis Varela, un actorazo de los que van quedando pocos, dueño al milímetro de los trucos y recursos de su arte. De otra parte, José Antonio López fue un Leonello digno, mas sin verdadero relieve expresivo, mientras la Flora de Marina Pardo venía a revelar sus limitaciones (tiranteces en el agudo, disparidad cromática entre registros). Con todo, el gran fiasco de la noche lo puso el Sargento Lombardi de José Canales: no sé si por indisposición, si debido al albur de una mala noche o si porque, simplemente, el instrumento no da para más, pero me trajo a la memoria a cierto conocido que, en el brete de autoclasificarse como cantante, afirmaba que ni de “lírico” ni de “dramático”, que la suya era una voz de “tenor patético”. Ignacio Sánchez Quirós 23 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 24 AC T U A L I DA D LA CORUÑA XIII Festival Mozart LIMITACIONES CREMATÍSTICAS 24 Hay que dejarse de eufemismos y llamar a las cosas por su nombre. Estamos en crisis, la crisis se agudiza, los presupuestos bajan y el Festival Mozart se resiente. ¿Podría ser de otro modo? Pinamonti, en su presentación del Festival que, según parece, será el último que dirija, se refiere a “un contexto económico profundamente influido por la crisis financiera”. Ahora bien; dentro de las limitaciones crematísticas, se ha conseguido mantener un estimable nivel artístico con momentos puntuales de alta calidad. Se han incrementado los conciertos de cámara realizados por agrupaciones creadas en el entorno de la Orquesta Sinfónica de Galicia, lo que, frente a la posibilidad de traerlas de fuera, abarata considerablemente el presupuesto. Una idea inteligente ha sido aprovechar esta mayor oferta de conciertos camerísticos para llevarlos también a nueve localidades de la provincia coruñesa: As Pontes, Betanzos, Boiro, Carballo, Ferrol, Narón, Ortigueira, Rianxo y Vimianzo. También se han incrementado las sedes del festival. Junto a las dos tradicionales —Teatro de la Ópera y Teatro Colón—, se utilizan también las salas de los museos coruñeses (Casa de las Ciencias, Casa de los Peces) y también la sala de la Academia Gallega de Bellas Artes; asimismo, se usan las iglesias de Santo Domingo y Miguel Ángel Fernández LA CORUÑA Palacio de la Ópera. 8-V-2010. Arteta, Zajick, Neil, Prestia. Orfeón Donostiarra. Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez. Verdi, Réquiem. 9-V-2010. Iglesia Orden Tercera. Cuarteto Leporello. Mozart, Don Giovanni (selección para cuarteto de arcos). 13-V-2010. Academia de Bellas Artes. Cuarteto de las Naciones. Mozart, Cuartetos con piano. Teatro Colón. 16-V-2010. Ronald Brautigam, piano. Tafelmusik. Director: Bruno Weil. Obras de Mozart y Haydn. Teatro Colón. 20, 22-V-2010. Cuarteto Casals. Haydn, Cuartetos op. 33. Palacio de la Ópera. 21-V-2010. Mozart, Don Giovanni. D’Arcangelo, Concetti, Moreno, Kudrya, Bacelli. Coro y OSG. Director musical: Víctor Pablo Pérez. Director de escena: Pier Luigi Pizzi. Iglesia de Santo Domingo. 23-V-2010. Alicia G. Permuy, piano. Niños Cantores de la OSG. Obras de Mendelssohn, García Abril y Britten. 27-V-2010. Academia de Bellas Artes. 27-V-2010. Artemis Ensemble. Obras de Arriaga y Brahms. Teatro Colón. 28-V-2010. Mozart, La pequeña flauta mágica. Els Comediants. Casa de los Peces. 4-VI-2010. Festival Strings. Obras de Mozart y Dvorák. Palacio de la Ópera. 5-VI-2010. Katia y Marielle Labèque, pianos. OSG. Director: Enrico Onofri. Obras de Mozart. Teatro Colón. 6-VI-2010. Isabelle Faust, violín; Andreas Staier, piano. Obras de Beethoven, Weber y Schumann. Teatro Colón. 8-VI-2010. Andreas Staier, piano. Obras de Schubert, Beethoven, Liszt, Hummel, Czerny y otros. Academia de Bellas Artes. 10-VI-2010. Quinteto Dezinko. Obras de Mozart y Schumann. Casa de los Peces. 11-VI-2010. Cuarteto Scherzo. Obras de Mozart y Schubert. Teatro Colón. 12-VI-2010. Andreas Staier, piano. OSG. Director: Jaime Martín. Obras de Mozart, Salieri y Beethoven. Escena de Don Giovanni de Mozart en el Palacio de la Ópera de La Coruña de la Orden Tercera. Cuatro representaciones de música escénica: Don Giovanni y La pequeña flauta mágica, de Mozart, El sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, y Giove in Argo, de Haendel. Dos funciones para la producción de la obra mozartiana sobre el Don Juan que, a falta de las representaciones de las obras de Mendelssohn y de Haendel, es, junto con La pequeña flauta mágica, lo que de momento podemos enjuiciar. El Don Giovanni se benefició del talento de Pizzi que, como es habitual, se encargó de la dirección de escena, escenografía y vestuario; su criterio de que los cantantes han de ser jóvenes para resultar creíbles, dio como resultado un excelente equilibrio físico y vocal. Destacaron el bajo-barítono D’Arcangelo, el barítono Concetti, las sopranos María José Moreno y Manuela Bisceglie, así como el bajo profundo Oskarsson, pese a que éste se hallaba indispuesto. Extraordinaria, la orquesta y perfecto el coro; todos ellos bajo la impecable dirección musical de Víctor Pablo Pérez. Se hicieron seis funciones de La pequeña flauta mágica con un éxito enorme; el Colón se llenó de familias con niños para disfrutar de esa producción de Els Comediants, soberbia tanto en este pequeño formato como en el grande, que también hemos visto aquí por dos veces. Como es sabido, esta versión abreviada de La flauta mágica tiene como base musical tan sólo un piano y una flauta, pero conserva todo el encanto de la genial visión de Els Comediants. Los cantantes, muy jóvenes, apuntaron notables condiciones y dotes actorales, sobre todo Manuel Esteve, en Papageno. Los conciertos sinfónicos comenzaron con un magnífico Réquiem, de Verdi, con voces de primera calidad, el Orfeón Donostiarra, la Sinfónica de Galicia, y la dirección de Víctor Pablo Pérez. Fue un gran éxito. Tafelmusik es una agrupación que toca con instrumentos originales y está dirigida por Bruno Weil. Actuó como pianista Ronald Brautigam en el Concierto nº 20, de Mozart; la orquesta mantuvo un alto nivel (consigue una excelente sonoridad en arcos y maderas, aunque no en los metales), pero el fortepiano es un instrumento que suena como un piano moderno aguitarrado y deslució esta maravillosa partitura. La orquesta estuvo muy bien en la célebre Sinfonía “El reloj”, de Haydn. Weil es 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 25 AC T U A L I DA D un director clásico; pero, dentro de la contención expresiva, se mostró muy comunicativo en la sinfonía. Las hermanas Katia y Marielle Labèque. con la Sinfónica de Galicia, hicieron una excelente versión del Concierto para dos pianos y orquesta, de Mozart; el programa se completó con las Sinfonías nºs 1 y 40, de Mozart. Dirigió Enrico Onofri, en sustitución del indispuesto Antonini, y realizó originales lecturas de las dos partituras sinfónicas. En fin, el pianista Andreas Staier — artista en residencia— con la Sinfónica de Galicia y Jaime Martín en el podio, hicieron el Concierto para piano nº 13, de Mozart, y el Concierto para piano y orquesta en si bemol, de Salieri; director y agrupación tocaron asimismo la Sinfonía “Haffner”, de Mozart, y la obertura La consagración de la casa, de Beethoven. Hubo un concierto a cargo de los Niños Cantores de la OSG, la agrupación más reciente del proyecto coral de la Sinfónica, cuyo nivel artístico es en verdad soberbio. La música de cámara tuvo tres momentos estelares: uno, el recital de Isabelle Faust y Andreas Staier; dotados ambos de extraordinaria musicalidad, realizaron un concierto espléndido, con dos sonatas de Weber (do mayor y la mayor), otras tantas de Schumann (la menor, Op. 105 y re menor, Op. 121) y la Op. 96, de Beethoven. Otro, el concierto de Staier para piano, de extraordinario interés por contar con las Variaciones Diabelli, de Beethoven y —lo que es poco frecuente— diez de las más interesantes variaciones sobre el mismo vals de Diabelli realizadas por otros autores (entre ellos el joven Liszt, Hummel, Czerny y Schubert); el programa se completó con dos maravillosos Impromptus de este último (D. 899, nº 1 y D. 935, nº 2). Y, en fin, dos actuaciones del Cuarteto Casals, que interpretó admirablemente los seis cuartetos de la Op. 33 de Haydn, llamados “Rusos”. Las agrupaciones de carácter local, integradas por miembros de la Sinfónica, actuaron en distintos ámbitos M.A. Fernández LA CORUÑA / LUGO ANDREAS STAIER de la ciudad (academia, iglesias y museos) y de la provincia, a precios muy moderados, con la intención, en gran parte conseguida, de atraer a un público poco habitual. Fueron las siguientes: Cuarteto Leporello (selección de Don Giovanni, de Mozart, en transcripción para cuarteto de arcos); Cuarteto de las Naciones (Cuartetos con piano K. 478 y K. 493, de Mozart); Quinteto Solistas de la OSG, clásico quinteto de vientos (con dos Divertimenti, K. 213 y 240, de Mozart, y el Quinteto, de Taffanel); Artemis Ensemble, (Cuarteto nº 1 de Arriaga y Quinteto con piano op. 34, de Brahms); Quinteto del Grupo Instrumental Siglo XX, que nos sorprendió gratamente con tres obras del compositor François Devienne, llamado el Mozart francés; Festival Strings, quinteto con contrabajo, que tocó una preciosa versión de la célebre Pequeña Serenata nocturna, de Mozart, y el Quinteto op. 77, de Dvorák; el Cuarteto Scherzo hizo el Cuarteto D. 32, de Schubert y el célebre K. 465, “de las disonancias”, de Mozart; un insólito dúo de contrabajos, Contrabajissimo, interpretó Cinco Invenciones, de Bach, la transcripción del Dúo para violonchelo y contrabajo, de Rossini, y el Gran Dúo nº 1, de Bottesini; otro dúo, éste de violín y viola, Enharmony, ofreció los Dúos K. 423 y 424, de Mozart; el Quinteto Dezinko, quinteto con piano, interpretó el Cuarteto K. 478, de Mozart y el Quinteto op. 44, de Schumann. Julio Andrade Malde Festival Ciudad de Lugo CARTEL DE MEZZOSOPRANOS LUGO Círculo de las Artes. 6-V-2010. Guillemette Laurens, mezzosoprano. Fuoco e Cenere. Obras de Purcell y Gershwin. 27V-2010. Katarina Karnéus, mezzosoprano; Julius Drake, piano. Obras de Grieg, Sibelius y Rangström. Curioso programa presentado por el conjunto de violas da gamba y flauta dulce denominado Fuoco e Cenere con Guillemette Laurens, combinando obras de Purcell y Gershwin. Curioso, aunque no novedoso, pues el mismo conjunto grabó hace diez años el mismo programa con otra cantante. Durante él, hay que ir acostumbrándose progresivamente a escuchar a Gershwin interpretado con violas da gamba y más cuando la alternante cadena sonora se rompe por los inoportunos aplausos del público, que no parece entender de qué va la cosa. Nada arredra a Guillemette Laurens, valiente y con un dominio expresivo absoluto de su hermosa voz, desde el humor en But not for me de Girl crazy a la fantasía de la Cold song de King Arthur para terminar con el trágico lamento de Dido de la obra maestra de Purcell. Estupenda de veras la mezzo francesa y no inferior el grupo Fuoco e Cenere, dirigido por Jay Bernfeld mientras toca con notable virtuosismo la viola más aguda del grupo. Cuatro excelentes mezzosopranos participaron en la edición de este año del Festival Ciudad de Lugo, pero las dos suecas se llevaron la palma. Si Ann Hallenberg causó sensación, casi fue mayor la que produjo Katarina Karnéus en su recital de canciones, el primero que daba en España, acompañada para la ocasión por Julius Drake. No se trata de comparar, el comentario está motivado por el hecho de ser la primera vez que escuchábamos en vivo a la sensacional Karnéus. Tres canciones de la Op. 25 y las siete que constituyen la Op. 67 de Grieg, más las cinco canciones que integran la Op. 37 de Sibelius y cuatro sueltas de este último, a las que añadió tres del sueco Ture Rangström (1884-1967), muy poco conocido por estos pagos, configuraron un recital de alto nivel artístico, aunque de ninguno de los tres compositores se puede decir que figure en el cuadro de honor de los liederistas. En cualquier caso, la cantante, que domina con exquisito buen gusto sus poderosos medios, supo sacar el máximo partido tanto a las canciones de tono melancólico como a las teñidas de un cierto folclorismo, sin olvidarse del buen humor mostrado en Blabaer-Li de Grieg. Y un año más, Julius Drake volvió a demostrar que es uno de los más grandes pianistas en esta especialidad. Confiamos en que el cambio habido en la titularidad de la Concejalía de Cultura no impida que la calidad del festival se mantenga en el futuro. José Luis Fernández 25 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 26 AC T U A L I DA D LAS PALMAS XLIII Temporada de Ópera Alfredo Kraus CHISPEANTE FIESTA ROSSINIANA Nacho González Teatro Pérez Galdós. 23-V-2010. Rossini, L’italiana in Algeri. Nancy Fabiola Herrera, Maxim Mironov, Carlo Lepore, Carlos Chausson, Davinia Rodríguez, Víctor García Sierra, Claudia Schneider. Coro de la Temporada de Ópera. Filarmónica de Gran Canaria. Director musical: José Miguel Pérez Sierra. Director de escena: Mario Pontiggia. Coreografía y vestuario: Claudio Martín. LAS PALMAS Nancy Fabiola Herrera en La italiana en Argel de Rossini en Las Palmas 26 Será porque la necesidad agudiza el ingenio, o porque el talento se manifiesta de forma más clara en los momentos difíciles, pero lo que es evidente es que la crisis económica no supone necesariamente merma en la calidad. Y en La italiana en Argel de esta presente temporada de Las Palmas de Gran Canaria podemos ejemplificar a la perfección lo que decimos. Mario Pontiggia y Claudio Martín han creado un delicioso espectáculo que rezuma un desbordante humor, omnipresente en esta obra maestra de Rossini. La adecuada ambientación a lo Bollywood, los frecuentes guiños a lo kitsch en vestuario, coreografía y escenografía encajan maravillosamente con la farsa rossiniana, en la que ya se encuentran patentes los anacronismos y disla- tes geográficos, sin ninguna concesión a lo verosímil ni al realismo. Colorido en los trajes, diseño de los mismos, la iluminación de Alfonso Malanda, todo contribuye a realzar la bienhumorada creación de Rossini, servida por un elenco de cantantes sumamente solventes en lo vocal y en modo alguno a la zaga en lo actoral. El bello color, cargado de sensualidad, del instrumento de la mezzo canaria Nancy Fabiola Herrera seduce a lo largo de toda la obra, y convence tanto en el canto intimista de Per lui che adoro como en las agilidades típicamente rossinianas de Cruda sorte o en los números de conjunto. Y si a ello unimos unas facultades escénicas de primer orden en lo que respecta a gestualidad, intención, expresión corporal, entenderemos con claridad su éxito entre el público. Igual fortuna tuvieron Carlo Lepore y Carlos Chausson, modélicos ambos en cuanto a estilo rossiniano, pródigos en efectos humorísticos siempre de buen gusto y pletóricos en lo vocal. Maxim Mironov encaja divinamente en la tipología vocal que Rossini demanda en su partitura, con agudos fáciles, coloratura muy bien resuelta y buen fraseo. Todo un lujo la Elvira de Davinia Rodríguez, de rotundos medios vocales y encantadora presencia escénica. García Sierra y Schneider completaron más que correctamente este sólido reparto que hizo las delicias de cuantos asistieron a estas representaciones. Excelente el coro masculino bajo la siempre atenta batuta de Olga Santana, con innegable ductilidad asimismo en lo teatral. El joven director José Miguel Pérez Sierra concertó admirablemente la obra y mantuvo indesmayable la chispa rossiniana a lo largo de toda la obra, con una buena respuesta desde el foso, aunque la cuerda no estuvo a la altura de otras ocasiones. Muy bien, en cambio maderas y metales, con niveles de excelencia en el solo de trompa de Languir per una bella. Estas representaciones, ofrecidas como homenaje al llorado Suso Mariategui, fallecido dos días antes de la primera función, supusieron un más que merecido y logrado tributo al que con su arte tanto hizo las delicias del público operístico, especialmente en este repertorio. Sin duda, hubiera disfrutado de este Rossini tan chispeantemente cinematográfico. Leopoldo Rojas-O’Donnell ACTUALIDAD MADRID Estreno en Madrid de Die tote Stadt POR FIN, KORNGOLD MADRID Bienvenida sea, por fin, La ciudad muerta, bellísima ópera de E. W. Korngold, a Madrid. En Barcelona la vieron hace cuatro años. Pero, como sabe muy bien el lector de SCHERZO, esta ópera cayó en el olvido por al menos dos conspiraciones: la nazi, primero; y la vanguardista, después. No vamos a extendernos, es cosa sabida. Korngold era el posromanticismo vivo, y tenía veinticinco años menos que Schoenberg: intolerable. Esa condena duró mucho, pero no fue eterna. La impotencia de la vanguardia a la hora de componer ópera tiene mucho que ver, pero no es la única causa. Nunca desapareció del todo esta ópera, pero su recuperación viene del último cuarto del siglo. Ahora muchos la consideramos una de las grandes de esa centuria. Pero ya hemos tratado aquí ese asunto, ya es suficiente. La puesta en escena de Decker de La ciudad muerta pone un broche de muy alto nivel a una temporada espléndida, como la anterior. En esta propuesta, de procedencia salzburguesa, hay una doble narración: lo real y lo subjetivo, lo vivido y lo soñado, la situación dramática y el teatro dentro del teatro. La escena del canal se resuelve, precisamente, como teatro dentro del teatro, vestidos del blanco de la pureza y del blanco de los payasos esos seis amigos de Marietta, y ella misma. Los techos y los tabiques se inclinan para dar paso a la sugerencia del sueño (muy interesante y sugerente escenografía de Wolfgang Gussmann). No por eso es un montaje spoiler ni tampoco obvio, como tan a menudo sucede. Sólo que en escena lo subjetivo y lo onírico hay que darlo mediante una objetivación de actores- Javer del Real Teatro Real. 14-VI-2010. Korngold, Die tote Stadt. Manuela Uhl, Klaus Florian Vogt, Lucas Meachem, Nadine Weissmann, Susana Cordón, Anna Tobella, Roger Padullés, Eduardo Santamaría, Jesús Caramés. Director musical: Pinchas Steinberg. Director de escena: Willy Decker. Realización de Karin Voykowitsch. Escenografía y figurines: Wolfgang Gussmann. Manuela Uhl y Klaus Florian Vogt en La ciudad muerta de Korngold cantantes, decorados, figurines; incluso con las luces, que es el elemento más propicio a las ambigüedades y las sugerencias. Decker deja la ciudad al texto cantado, e incide más en la Träumnovelle que en la identificación de urbe y situación dramática del personaje. En mi opinión (y parece que en la del público del estreno) la propuesta escénica de Willy Decker plasmada por Karin Woykovitsch es todo un logro, además de un éxito. Esta ópera, como El milagro de Heliane, constituye un chorro musical permanente, que hace que el foso (en tutti o en cámara) resulte siempre manifiesto. Como se ha dicho a menudo: es una ópera de director de orquesta. Que necesita cantantes de mucho nivel, en especial la pareja protagonista, pero lo fundamental aquí es el director desde el foso. Pinchas Steinberg ha demostrado ser un director ideal, no sólo dinámico y atento a cada detalle del complicado mosaico, sino que ha resaltado los colores de Korngold (que a menudo evocan los de R. Strauss, Zemlinsky o Schreker, cuando no los de Wagner) y ha dado base y paisaje a un drama intenso, poderoso, cálido. Una batuta de primer orden. Hay sopranos que pueden con el doble cometido de la mujer protagonista, pero lo del tenor suele plantear más dificultades. La prueba son los registros existentes, con tenores no muy solventes en el cometido de Paul. La alemana Manuela Uhl resuelve con acierto ese personaje recreado por Paul, que ha de cantar a la vida, a la diversión, al amor; y ese otro que procede de ultratumba. Una soprano con bella voz y capacidad lírica y dramática. Klaus Florian Vogt satisface las dificultades de su papel, que pide un tenor lírico unas veces, un liederista otras, incluso un tenor heroico se asoma por esas páginas. Todo eso es Vogt, cuyo timbre es muy bello, y que en los agudos acude en algunas ocasiones a algo parecido al falsete, solución que nos parece legítima, pero que tememos que a parte del público (los exigentes) no le gustó. El barítono Lucas Meachem alcanza espléndidos niveles en sus dos papeles. Sorprende la mezzo Nadine Weissmann, que ya habíamos visto en El holandés errante, que tiene un momento vocal espectacular en el primer acto. El grupo de amigos de Marietta funciona muy bien, se diría que al abrigo de Meachem. Este grupo está formado por seis cantantes y un mimo o bailarín (Gaston, papel mudo). Gaston tiene más cometido en el libreto de los Korngold que en este montaje, pero Caramés lo borda igualmente. Los cinco españoles están perfectos como voces y como cómicos: Susana Cordón, Anna Tobella, Roger Padullés, Eduardo Santamaría. Su representación dentro de la representación tiene un toque mágico, no sólo es el ensueño teñido de pesadilla y de burla. Funciona ese trasteatro simplemente como un reloj. En fin, una noche de ópera excelente, con una obra que era total novedad y que el público ha recibido con entusiasmo. Santiago Martín Bermúdez 27 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 28 AC T U A L I DA D MADRID Temporada de la OCNE DIANAS EXPRESIVAS Madrid. Auditorio Nacional. 23-V-2010. Stephen Hough, piano. Orquesta Nacional de España. Director: Leonard Slatkin. Obras de Ruiz, Rachmaninov y Berlioz. 4-VI-2010. ONE. Director: Josep Pons. Mahler, Novena Sinfonía. P ons no siempre está en el secreto de la diferenciación tímbrica, lo que limita el servicio a un escritura caleidoscópica como la de la Novena de Mahler, en cuyo desarrollo hubo el viernes 4 de junio algunos deslices e indeseadas faltas de planificación, lo que restó claridad al Rondó-Burleske, desbocado en algún instante. A cambio, aun sin refinamiento, se cuidaron las difíciles transiciones del inicial Andante comodo, bien subrayado su desolado aire de marcha fúnebre. Hubo la exigida animación en el Ländler del segundo movimiento y una justa recreación del Adagio, donde la cuerda sonó cálidamente. El final fue bien ralentizado y “respirado” en pos del consolador mensaje espiritual. Una de las mejores actuaciones de Pons. Excelentes notas de Arteaga y Del Busto. En el concierto de 23 de mayo la ONE tocaba Nebula de Juan Manuel Ruiz, estre- nada en el Festival de Canarias en 2007, obra ambiciosa que exige una gigantesca formación y que denota influencias de variado signo. Arco formal que busca la luz. Hay pasajes muy dramáticos un tanto externos y ecos de músicas cinematográficas. Composición atmosférica que revela sin duda buena mano en el tratamiento del material. Leonard Slatkin (Los Angeles, 1944) es un habitual de la ONE. Con su gesto breve y económico, escasamente atractivo, y su aspecto de hurón controló el orgánico y acompañó con suficiencia al buen pianista que es Hough en una contundente versión de la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmaninov. La interpretación de la Fantástica de Berlioz nos pareció correcta, un tanto discursiva, sin relieves especiales. Como lo es el propio director. Los metales se comportaron. Arturo Reverter Ciclo de la ORCAM CISNES, ESTRELLAS Y QUIMERAS S 28 e presentaba la directora finlandesa Susanna Mälkki, en impetuosa carrera internacional que, a juzgar por lo escuchado, es una recompensa justa a sus cualidades. Dio El cisne de Tuonela en interpretación ideal, sin manierismos acaramelados, y en la interpretación tuvo un gran peso el corno inglés de Ana María Ruiz, justamente destacada por la directora en los saludos. A veces, durante las interpretaciones el comentarista reflexiona, y pienso que eso no es bueno. La obra, estreno absoluto, de Fabián Panisello, Concierto para piano y orquesta, incita a exponer si la obra de arte es elaboración e inspiración o, simplemente, inexplicable eclosión. En este segundo aspecto se mueve la obra escuchada, con un arranque del piano de aparente destartalada espontaneidad para, en el curso de los cuatro movimientos, decantarse por una solapada repetición de células motívicas de abundantes disonancias que no acaban construyendo un edificio total, musicalmente hablando. Atisbos “a la Gershwin”, que diría Schnittke en medio de un juego pianoorquesta que no justifica la envergadura de la obra. Excelente Alberto Rosado. El peligro de escuchar una vez más la Quinta Sinfonía de Beethoven es ese justamente, como pasa con muchas obras del gran repertorio. No fue el caso, porque la directora derrochó sabiduría y estilo, sin perder de vista salirse del encasillamiento en esta obra. Nos obsequió, por tanto, con una interpretación sobresaliente, vigor y canto, cohesionada y cuidadosa, con un desarrollo excelente y detalles expositivos de gran lujo, como el desarrollo modélico del Andante con moto, donde hubo sosiego y melodismo con un magnífico equilibrio en los planos sonoros, como en toda la sinfonía. Esta vez el público sí se enteró y aplaudió calurosa y justificadamente. La enigmática y breve cantata El rey de las estrellas, J.P. Salinas Madrid. Auditorio Nacional. 18-V-2010. Alberto Rosado, piano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Directora: Susanna Mälkki. Obras de Sibelius, Panisello y Beethoven. 7-VI-2010. Beate Altenburg, violonchelo. ORCAM. Director: José Ramón Encinar. Obras de Stravinski, Prokofiev, Igoa y Debussy. BEATE ALTENBURG que deja en el oyente esa impresión entre feérica y astral, abrió un programa en el que la componente de la orquesta Beate Altenburg dio un verdadero curso de dominio y superación de dificultades en la escritura para su instrumento de la Sinfonía concertante para violonchelo y orquesta en mi menor op. 125 de Prokofiev. La larga y difícil obra fue expuesta con un pulso y una suficiencia de excepción por la violonchelista alemana, quien logró un éxito fuera de serie, viéndose obligada a dar una extensa propina, igualmente plasmada de modo magistral. Se dio paso al estreno de Pórtico de la quimera, obra de encargo hecho a Enrique Igoa, con citas textualizadas y cantadas de Albéniz y de Rubén Darío por el coro, que lo hace sobre notas picadas por la percusión, de amplia participación, o subrayados en punteo a cargo de un cuarteto destacado de entre la orquesta: fue aplaudido el autor, quien saludó desde el estrado. Cerró el concierto la interpretación de la debussyana Iberia, imágenes para orquesta nº 2 realizada con la buena mano que tiene Encinar para, entre otras muchas, la música francesa, en versión con dominio del tempo, voluptuosidad y detallismo. Se destilaron las esencias evocadas en la partitura, se plasmaron las opulencias debidamente y se culminó con ello y la excelente contribución de la orquesta, una magnífica interpretación de la obra. José A. García y García 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 29 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de la ORTVE ASÍ HABLÓ EL CORO E l oratorio de Mendelssohn sobre Saulo de Tarso, Paulus, no es inferior a Elías, al menos en sus reiterados grandes momentos. La versión oída tuvo algunas aristas, tal vez porque la segunda huelga de RTVE privó a la plantilla de varios músicos, y por momentos el coro dominó. Su labor, difícil, estimable, la nubló un poco la falta de armónicos más poderosos en los bajos e incidental agresividad en sopranos. Pero Rilling era el hombre ideal para sacar del fuego las castañas, y lo hizo con su habitual sencillez, rigor y buen pulso, restituyéndonos la grandeza aludida junto a muchos matices que ignorábamos. Recuerdo el bello arco con que enlazó el proemio orquestal con un tramo más vivaz de la obertura, el aura de las primeras palabras de Cristo, asignadas a voces femeninas, o el cuarteto del nº 29, iniciado con una inesperada transición e iluminado por una luz compasiva. No pudo evitar breves zonas un tanto pesantes, como si en 1836 la benéfica influencia de Mozart ya hubiera menguado. De los solistas destacó el tenor Odinius, con su legato señorial y, en parte muy exigua, la contralto Ranch. Enjundioso escritor y conferenciante sobre música, brillante crítico, Tomás Marco ha escrito con agudeza dentro y fuera del pentagrama. Fuera aún me ha impresionado más, como ocurre con otros autores españoles. Para su Séptima Sinfonía, acude al referente —nunca impositivo— de la Divina Comedia de Dante. Éste, con plena ambición, escribió su inmortal poema sobre tres lugares en los que nunca había estado, pero sobre los que —viviendo todos in albis— él algo parecía saber. Ambicioso también, con laboriosidad extrema, Marco urde un tríptico I. Evangelista Madrid. Teatro Monumental. 30-IV-2010. Simone Shneider, soprano; Bettina Ranch, contralto; Lothar Odinius, tenor; Georg Zeppenfeld, bajo. Coro y Orquesta de Radio Televisión Española. Director: Helmuth Rilling. Mendelssohn, Paulus 7-V-2010. ORCTVE. Director: Michal Nesterowicz. Obras de Weber, Marco y Strauss. 21-V-2010. Viktoria Yastrebova, soprano; Mariana Pentcheva, mezzo; Antonio Gandía, tenor, Federico Sacchi, bajo-barítono. ORCTVE. Director: Adrian Leaper. Verdi, Réquiem. TOMÁS MARCO de medida y peso cambiantes, con momentos gráciles (como el inicio de Limbo) y alguno previsible, en el que el coro es un elemento unificador que se sirve de expedientes varios, desde la vocalización lenta al insistente martellato. Bien el de RTVE, a ratos espléndido, e impecable Nesterowicz, quien resolvió las dificulta- des de la obra con una cariñosa caligrafía que tradujo su estimación por ella. Diligencia e inmediatez, en fin, fueron bazas de Nesterowicz en el poema sinfónico Así habló Zaratustra, cuyo entramado polifónico pudo y debió pulirse más. El Réquiem de Verdi, con su mezcla de dramatismo exacerbado y dulzura, es ideal para cerrar una temporada. En él se lucen todos. Los solistas en sus arias y conjuntos; el coro con su protagonismo abrumador; la orquesta dando fe de la maestría instrumental del Verdi maduro. Para Leaper fue un desfogue y una despedida sin nostalgia. El coro alternó la articulación ligada del inicio con pasajes staccati, antifonales o fugados, siendo patente su pericia en todos, pese a algún gramo de rutina. A falta de grandes divos, Pentcheva dominó el cuarteto. J. Martín de Sagarmínaga XVI Gala Lírica COSECHA DE SOPRANOS Madrid. Teatro Monumental. 28-V-2010. Elisandra Melián, Mercedes Arculi, Yasko Sato, Saioa Hernández, sopranos. Sinfónica de RTVE. Director: Adrian Leaper. Obras de Wagner, Donizetti, Bellini, Puccini, Verdi, Bernstein, Smetana, Luna y Giménez. P udo haber sido una Gala Lírica monótona. Sin voces masculinas, privada de tenores, barítonos y bajos, y con todas las féminas de la misma cuerda, tal monotonía no llegó a darse gracias a los buenos modos de las dos sopranos españolas. No es nacionalismo, es justicia. Saioa Hernández y Elisandra Melián atesoran virtudes muy prometedoras. La primera aportó la voz más importante de la velada, sobre todo por la belleza del timbre. En su escena del II acto de Aroldo lo hizo valer junto al volumen generoso. Lírica ancha, en su caso se columbran futuras posibilidades en el terreno spinto. Pero, ojo, al cantar emplea sonoridades muy oscuras, casi de mezzo dramática, con notas además muy vibradas, y tal ensanche de centro y graves a la larga podría decapitar la firmeza de los agudos. Le recomendaría que desoyera a los desinformados del “tú puedes con todo, Saioa”. La voz es irremplazable; y en un momento como el actual, de materiales tan genéricos, un timbre como el suyo es más necesario que nunca. Por su parte Elisandra Melián, de voz no especialmente cálida pero sí espumosa, con ataques mórbidos y sin durezas, resolvió la difícil papeleta de La fille donizettiana, y bordó el chispeante Glitter and be gay de Lenny Bernstein. Si canta siempre como en Candide, no hace falta que participe ya en más concursos. La justicia no sería completa si no uniéramos a estos nombres, casi con parejos méritos, el de la soprano argentina Mercedes Arcuri. Resolvió con ductilidad la coloratura del Qui la voce…, de Puritanos, y defendió la Polonesa del Barbero de Giménez con voz bien montada, agudos timbrados, resoluciones generosas y algún momento de pronunciación borrosa. Leaper escogió bien las oberturas de Wagner, Smetana y Bernstein, pero las tradujo sólo correctamente. J. Martín de Sagarmínaga 29 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 30 AC T U A L I DA D MADRID operadhoy DECIR LO INDECIBLE Madrid. Teatro de la Zarzuela. 11-VI-2010. Feldman, Neither. Pilar Jurado, soprano. Sinfónica de RTVE. Director musical: Kwamé Ryan. Director de escena: Peter Mussbach. Espacio escénico: Peter Mussbach y Daniela Juckell. Iluminación: Alexander Koppelmann. N o importa que Neither (1977), la única “ópera” de Morton Feldman, no sea una ópera en absoluto. Tampoco que Samuel Beckett, a quien el compositor solicitó un texto que debía ser “la quintaesencia”, proveyera un no-libreto sin personajes ni trama que es en realidad un no-poema de dieciséis versos y ochenta y siete palabras, unas ráfagas al aire sobre la imposibilidad de aquilatar el ser propio o ajeno, o como dirían los postestructuralistas franceses con mayor precisión, del soimême. Sabemos que el lenguaje representacional tiene un alcance limitado y que no toda la realidad puede transfigurarse en obra de arte. Y he ahí la cuestión: ¿cómo puede tener éxito un artista al plantear una obra cuyo fin estético consiste en la representación veraz del vacío de sentido frente a la impenetrabilidad del “yo”? El concepto antidramatúrgico que se arroga Feldman con Ni no sólo es demasiado inasequible para ser correspondido con una obra de complexión escénico-lírica, sino que de partida encierra una paradoja (la representación de lo irrepresentable) que torna imposible, por definición, cualquier acercamiento dramático. No obstante, la fina intuición del compositor neoyorquino —quien ya el año anterior le había cortado las puntas a su lenguaje con The Viola In My Life— depara en sus pentagramas algo parecido a una evocación de esta entelequia: la partitura, claro ejemplo de protominimalismo, avanza extemporáneamente la stasis y la desintegración liminar décadas antes del apogeo de la música subatómica con un anudamiento de progresiones morosas, lentificadas, suspendidas sobre un abismo métrico. Feldman aún juega con valores enteros y cadencias dramáticas, pero el efecto, aunque sea de forma sucedánea, consigue producir una umbría sensación de pesantez metafísica. La soprano —aquí una inspirada Pilar Jurado, quien hubo de sustituir a la prevista Mélody Loulédjan— canta los versos al filo de la tesitura, disolviendo en un moderado piano los fonemas silábicos, impostando una trémula vocalise que parece surgir de un abismo nihilista. Sobre el escenario, teóricamente, no debería suceder gran cosa. La obra deja al arbitrio del director escénico resolver la papeleta. Y menuda papeleta: llenar de nada un escenario vacío. La elección de Peter Mussbach resultó tan absolutamente congruente con el espíritu de la obra como absolutamente pretenciosa, quedando así de manifiesto la inoperancia de una pieza materialmente irrealizable: por un lado, y en el apartado de los aciertos, (1) decidió recluir a la soprano en el foso orquestal, junto al director y los efectivos de la ORTVE; (2) dejó intocada la caja escénica, baqueteándola tan sólo con una serie de efectos escenográficos de carácter simbólico (relieves lumínicos, un haz solitario y descendente, una cortina de nieve, unos rizos de niebla…) y (3) hizo despejar tres cuartas partes del patio de butacas para dimensionar el tema de la vacuidad. La incorrección, por otro lado, consistió en introducir un segundo acto en el que volvía a representarse la obra, pero esta vez con los espectadores sentados dentro del escenario, a modo de torsión especular. Mussbach pretendió con ello ahondar —de forma harto ingenua— en la (anti)dialéctica beckettiana de la mismidad y la otredad (“from inner to outer shadow; from impenetrable self to impenetrable unself”) valiéndose de la disrupción de la mirada proyectiva. Una presentación bivalente pero audaz, en cualquier caso, tributaria en parte del planteamiento original de Michelangelo Pistoletto y definitivamente más entonada que las recientes escenificaciones de Thomas Desi o David de Almeida. David Rodríguez Cerdán Liceo de Cámara TRANSFIGURACIONES Madrid. Auditorio Nacional. 15-VI-2010. Renaud Capuçon, violín; Gautier Capuçon, violonchelo; Frank Braley, piano. Obras de Schoenberg, Webern, Schoenberg-Steuermann y Beethoven. S 30 e cerró la temporada del XVIII Liceo de Cámara con un concierto en cierta medida simbólico. El motivo principal del curso, el de la libertad y progreso beethovenianos, se ponía en elocuente diálogo con obras de dos de los creadores de la más influyente de las vanguardias históricas, la Escuela de Viena, representada en esta ocasión tan sólo por Schoenberg y Webern. El concierto brindó la ocasión de escuchar la Fantasía para violín y piano del primero, que desde luego no frecuenta nuestras salas de concierto, en versión además de expresividad límite de Renaud Capuçon. Gautier Capuçon, por su parte, logró invocar la especialísima poética de las Tres pequeñas piezas para violonchelo y piano de Webern. No fue probablemente buena idea enlazar de inmediato con la Noche transfigurada del maestro, dado que los efímeros y minúsculos universos webernianos precisan del aislamiento para poder ser valorados cabalmente. La Noche transfigurada se escuchó en el arreglo para trío con piano del polaco-norteamericano Eduard Steuermann, estimable trabajo de adaptación en cuanto tal pero que no transmite la atmósfera onírica y enfermiza del original para sexteto de cuerda, cada vez más difícil de ver programado. La versión fue verdaderamente extraordinaria por lirismo trascendido, rendimiento instrumental e implicación de los ejecutantes, sobresaliendo un Gautier Capuçon de sonido cada vez más hermoso. Las mismas cualidades se renovaron en la apasionada traducción del beethoveniano Trío “Archiduque”. Sin duda, una de las grandes sesiones del Liceo de Cámara que ahora acaba. Para la temporada que viene se anuncia el tema Variaciones: ¿no se le estará pidiendo demasiado al aficionado? Enrique Martínez Miura 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 31 AC T U A L I DA D MADRID Magnífico montaje de Blanca Li DOBLE HOMENAJE DAVE HOLLAND & PEPE HABICHUELA HANDS Jaime Villanueva Madrid. Teatros del Canal. 20-VI-2010. De Pablo, Very Gentle y Un parque. C. Halffter, Variaciones sobre la resonancia de un grito y Planto por las víctimas de la violencia. Celia Alcedo, soprano: David Azurza; José Hernández Pastor, contratenores; Eduardo Santamaría, tenor. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: José Ramón Encinar. Directora de escena: Blanca Li. Electrónica: Gregorio García Karman. Escena de Un parque de Luis de Pablo en los Teatros del Canal S iguen los homenajes a Luis de Pablo y Cristóbal Halffter en sus ochenta años. En los Teatros del Canal, la Comunidad de Madrid les rindió uno más de los que reciben este año recuperando obra con muy buen sentido programador en su contenido aunque con inconvenientes para un público que entraba a las siete en la sala, escuchaba las dos obras de De Pablo, salía a las ocho para hora y media de descanso como si estuviera en Glyndebourne —es verdad que había dentro del recinto una exposición alusiva a los homenajeados cuya visita se proponía como alternativa—, volvía a entrar para escuchar las piezas de Halffter, se encontraba con otro descanso de quince minutos entre una y otra y estaba en la calle a las once de la noche. En resumen, casi cuatro horas de afán para menos de dos de música. Lo mejor de toda la propuesta fue el excelente montaje de Blanca Li para las dos óperas de bolsillo de Luis de Pablo que se ofrecieron, con buen criterio, sin solución de continuidad. La coreógrafa granadina consigue, con simplicidad y hondura, con muy bellas soluciones, engrande- cer aún más la magnífica Very Gentle y sacar petróleo de la menos interesante Un parque —unió las dos con muy buen criterio—, que no es de las mejores muestras del De Pablo que compone para la voz aunque sí manifieste su siempre admirable propuesta instrumental. Sobresalió entre las voces la de Celia Alcedo y cumplieron con suficiencia todos los demás. Estupendos los bailarines, como era de esperar. De Cristóbal Halffter se dieron dos obras muy características de uno de sus momentos creadores, el que corresponde a su compromiso con temas que atañen a la privación de libertad o a la injusticia: Variaciones sobre la resonancia de un grito y Planto por las víctimas de la violencia. Son piezas de excelente calidad, por las que no ha pasado el tiempo y en las que el uso de la electrónica en vivo sigue pareciendo pertinente en su plus de expresividad. Excelente trabajo de José Ramón Encinar, siempre experto en estas músicas, y en muchas otras, al mando de una ORCAM que sabe negociar con suficiencia el repertorio contemporáneo. Luis Suñén PRIMERA EDICIÓN LIMITADA EN PACK DE LUJO Y LIBRETO DE 32 PÁGINAS. “Espero que este encuentro sea tan importante para la música del mundo como lo es para mi corazón” Pepe Habichuela “Este álbum representa mi amor por el Flamenco y su gente” Dave Holland PRESENTACIÓN EN DIRECTO: HEINEKEN JAZZALDIA 23 DE JULIO PL. DE LA TRINIDAD. 31 254-Pliego 2 23/6/10 13:10 Página 32 AC T U A L I DA D Juventudes Musicales Felix Broede MADRID MARIA JOÃO PIRES DE MARIA AL CIELO Madrid. Auditorio Nacional. 26-V-2010. Maria João Pires, piano. Staatskapelle de Weimar. Director: Leopold Heger. Obras de Beethoven y Schubert. A unque de los cinco conciertos pianísticos de Beethoven mi predilección recaiga sobre Segundo, Cuarto y Quinto, he de admitir que el Tercero supone un avance con respecto a los dos anteriores, gracias al poderoso aliento o a su voz más personal. Por suma de virtudes, Maria João Pires es la pianista ideal para traducir la compleja gama de emociones de la obra, ya que a la nitidez de su pulido pianismo, añade una magistral dosificación respiratoria y un uso muy calibrado del pedal, el secreto de su colorido y matices. En el lento, el peculiar resuello de las frases, con su hermoso aleteo, o el equilibrio entre melodía y líneas armónicas dotaron a cada compás de complejidad y elevación. Leopold Hager, sin ser un director muy fantasioso, posee una virtud esencial, al margen de su mayor o menor inspiración: la musicalidad. Además, es un fino acompañante, que trabaja con humildad, en ocasiones desde la sombra. El público disfrutó y aplaudió. En un momento de la obra repartí la mirada a lo largo de mi fila, y todas las caras que vi lucían alegres e interesadas, con la única excepción de la de una señora que se parecía bastante a Mozart. Habiendo tantas joyas sinfónicas en el catálogo schubertiano, tuve que conformarme después con oír la Primera. Demasiado deudora aún del clasicismo, tal vez sea la menos interesante de todo el muestrario. Hager, sin desmentir su condición última de k apellmeister, nunca se abandonó a la grisura. Procedió con orden y nitidez, logró que la Staatskapelle de Weimar iluminara media docena de momentos brillantes en maderas o arcos, y, durante toda la obra ritmos y melodías fluyeron como si manaran de una fuente clara. No era agua de Vichy, pero aplacaba la sed sinfónica. J. Martín de Sagarmínaga Fin de semana madrileño de la Sinfónica de Londres UN GRAN MAESTRO Madrid. Auditorio Nacional. 28-V-2010. Pilar Jurado, soprano; Rosa Torres-Pardo, piano. Sinfónica de Londres. Directora: Gloria Isabel Ramos. Obras de Jurado, Saint-Saëns y Stravinski. 29-V-2010. Adolfo Gutiérrez Arenas, violonchelo. Director: Pablo González. Obras de Turina, Elgar y Shostakovich. E 32 l fin de semana madrileño de la Sinfónica de Londres tuvo un protagonista principal: Pablo González. El director asturiano — cruce físico entre Mahler y Roberto Bolaño— aprovechó al máximo los ensayos con la agrupación británica, tiró de técnica y personalidad durante el concierto para sacar el máximo posible de una orquesta muy profesional y acabó firmando una velada memorable dejando su tarjeta de visita para lo que guste mandar quien corresponda —no sabe la OBC lo que se ha llevado aunque esperemos que sí sepa cómo cuidarlo. Los resultados, a saber: la mejor La oración del torero que muchos hayamos escuchado en vivo nunca, un acompañamiento cuidadosísimo en el concierto de Elgar y una grandísima Décima de Shostakovich que fue aflorando con lógica, emoción bien filtrada y equilibrado contenido biográfico. Y todo con una indisimulable —a veces no es así— entrega por parte de una orquesta que se las sabe todas. Fue solista, en el Concierto en mi menor de Elgar, Adolfo Gutiérrez Arenas, un joven violonchelista de precioso sonido y línea irreprochable al que tal vez le pesara un poco la responsabilidad en forma de impedimento para arrebatarse más. Quizá su concepto de la obra es ese más tranquilo pero la sensación de quien esto firma fue de una cierta timidez frente al vuelo que puede y debe vencer pues para ello posee unas armas bien poderosas. El día anterior Gloria Isabel Ramos había negociado PABLO GONZÁLEZ un programa nada fácil que se abría con los muy bellos Tres cantos sefardíes de Pilar Jurado, un estreno en el que la compositora y cantante madrileña revisa los viejos modos con brillantez y una vena comunicadora que el público agradeció ruidosamente. A continuación, Rosa Torres-Pardo mostró su siempre vehemente y generoso estilo en el Concierto nº 2 de Saint-Saëns. La bravísima directora canaria —con ese gesto tan personal e intransferible que, de haber nacido en otro sitio, le hubiera rentado mucho más— hizo una Petruchka mejor planteada en sus líneas generales que en sus detalles, lo que es natural con los pocos ensayos y seguramente una agenda no demasiado repleta, cosa que no es justa pues Ramos es la mejor directora que tenemos y una música de los pies a la cabeza. Luis Suñén 254-Pliego 3 23/6/10 13:41 Página 33 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo del CDMC ¿MÚSICA O IMAGEN? Madrid. Auditorio 400. 7, 14-VI-2010. Polonio, De Alvear, Beyond us. De Alvear, Julien, Equilibrio/Ten Thousand Waves: The Tale of Yishan Island. Juan Carlos Garvayo, Isabel Pérez Requeijo, pianos. Atelier Gombau. Director: Carlos Cuesta. E l miniciclo Música e Imagen que el CDMC auspició el pasado mes de junio para dar cabida a dos estrenos multidisciplinares protagonizados por las hermanas Ana y María de Alvear —videoartista la primera, compositora la segunda— resultó muy decepcionante por una razón de fuste: las obras presentadas mostraron una incapacidad congénita para amarrar la sinergia visosonora que se le supone a toda creación audiovisual (el todo, por lo visto, no importa más que la suma de sus partes) o para sacar algo en limpio de la fusión fría entre el videoarte y la composición musical contemporánea. En la primera sesión (Beyond Us) Eduardo Polonio (música) y Ana de Alvear (vídeo) nos llevaron de paseo por el espacio: la idea consistía en viajar desde lo microscópico a lo macroscópico, de lo corpuscular a lo planetario. La embarcación, un flujo fotográfico proyectado sobre tres pantallas modulares con chapado electroacústico de Polonio. Tan persuadidos estaban ambos del éxito de este viaje alucinante que no dudaron en salir a la palestra disfrazados de astronautas. Pero ya puestos a viajar desde el microespacio a los rincones insondables del universo, habríamos preferido hacerlo en primera clase, y sin tanta turbulencia estética. Mientras que la obra de Ana de Alvear resultó apreciable como montaje fotográfico, gracias en especial a una minuciosa labor de fundición digital — sobre todo en las primeras segmentaciones del largo barrido—, la puesta en música se nos antojó estéticamente retrógrada (a la usanza de las paleolíticas prospecciones de Usachevski y de la vieja tropa de Alea) y sólo intermitentemente válida como música de acompañamiento (adoptando al principio una oportuna sonoridad puntillista, burbujeante, para después rodear las órbitas planetarias con unas texturas cirrosas poco convincentes). Pero al menos pudimos volver para contarlo. Mucho más deficiente, como creación multidisciplinar y como doble propuesta E. POLONIO artística, resultó el díptico formado por la obra de cámara Equilibrio, de María de Alvear y la instalación de Isaac Julien Ten Thousand Waves: The Tale of Yishan Island. Deliberada o inconscientemente, los artistas eludieron la responsabilidad de establecer correlato alguno entre audio y vídeo, generando una desorientación perceptiva que no sirvió para ilustrar el punto —si es que había algún punto que ilustrar. Mientras que Julien optó por trabajar el tema de su proyecto —la conexión de una tragedia pesquera ocurrida en 2004 con la leyenda china de los pescadores y la diosa Mazu— echando mano de las habituales disidencias narrativas del videoarte, moviéndose a tientas entre un paisajismo contemplativo y una absurda intertextualidad (¿es posible justificar, fuera del relativismo o de la subjetividad, la inclusión de esos planos de Maggie Cheung sobre el croma?), la composición de María de Alvear no acertó a disponer la infraestructura técnica adecuada (puntos de sincronía, modulaciones intergramaticales) ni a argumentar plausiblemente sus propias razones estéticas (otra vuelta de tuerca sobre la dicotomía psicológica y metafísica entre tonalidad/estabilidad – atonalidad/desequilibrio, expuesta a partir de unos procesos de desestructuración armónica). Ni con una tonelada de pegamento podría haberse arreglado semejante estropicio. Y si no que se lo digan a Carlos Cuesta y a su crispado Atelier Gombau, que se las vieron y desearon para poner un poco de orden en tamaño desconcierto. David Rodríguez Cerdán Siglos de Oro CANTADAS DE LAS ISLAS Madrid. Iglesia del Real Monasterio de Santa Isabel. Capilla Cayrasco. Director: Eligio Luis Quinteiro. Obras de Anónimo, D. Durón, García, Herrando, Sanz y Cabanilles. B ajo el título Barroco y estilo galante en Canarias, la Capilla Cayrasco, que dirige el guitarrista y tiorbista Eligio Luis Quinteiro, propuso un programa que rescataba músicas de la Catedral de las Palmas. Fundamentalmente, se interpretaron villancicos, tonadas y cantadas de Diego Durón (1653-1732) —el medio hermano mayor, mucho menos famoso, de Sebastián— y Joaquín García (1710-1779). La sesión reveló unas composiciones mucho más que simplemente profesionales, con alguna que otra pieza maestra, caso sobre todo de la cantada Tremendo sacramento de García —a la altura de sus obvios modelos italianos—, un autor que merece la mayor atención. La Capilla Cayrasco cuenta con un plantel magnífico de instrumentistas: la violinista Sarah Mofftatt —que tuvo a su cargo una virtuosista recreación del Solo de Herrando—, la chelista Alison McGillivray (excelente en su parte obligada en la citada obra de García), Keith McGowan, tanto a la flauta como al bajón, y desde luego el propio Quinteiro, quien tuvo ocasión de demostrar su habilidad y gracejo al guitarrillo en los Canarios de Sanz, que enlazaron con una exultante versión del villancico Norabuenas alegres de Durón. Muy apreciables las voces, con una pronunciación castellana muy aceptable (seseo canario incluido), dada la procedencia de los cantantes, brillando especialmente el tenor Matthew Long en Tremendo sacramento. Un concierto delicioso. Enrique Martínez Miura 33 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 34 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de la Filarmónica de Málaga MUSICALIDAD Y JUVENTUD MÁLAGA 34 Una sólida preparación musical y la juventud han sido las características resaltables de los protagonistas de los dos últimos conciertos de temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga. En el caso Caballé-Doménech encontramos a un director que condiciona su trabajo a un profundo análisis de cada partitura, como dejó de manifiesto en su conocimiento de la Sinfonía nº 7 de Bruckner, obra en la que el autor define de manera plena y determinante sus contenidos armónicos esclareciendo la estructura de su discurso. Esta propuesta del compositor austriaco fue la constante preocupación del maestro Caballé-Doménech siempre pendiente de las dinámicas de las distintas secciones instrumentales, especialmente del metal, así como de un riguroso control de la cuerda en sus múltiples pasajes de complejos contrapuntos y superposiciones temáticas, como aparecen en el gestual Scherzo, referente rítmico de esta obra. Pero lo más destacado de su actuación fue sin duda el sentido unitario que le dio a la sinfonía haciendo musicales hasta las tres pausas existentes entre los cuatro tiempos. Su sólida formación como aten- VIRGINIA MARTÍNEZ MARÍA ESPADA to concertador quedó patente en el Concierto nº 12 para piano y orquesta de Mozart, en el que Éric Le Sage dejó constancia de su precisa y delicada escuela francesa puesta al servicio de la expresividad y riqueza melódica de esta elegante obra. De femenino musical hay que entender el concierto que protagonizaron las tres jóvenes intérpretes de la última cita de la orquesta mala- ! ÉRIC LE SAGE Eric Manas Teatro Cervantes. 21-V-2010. Éric Le Sage, piano. Filarmónica de Málaga. Director: Director: Obras de Mozart y Bruckner. 4-VI- 2010. María Espada, Rosa Miranda, sopranos. Coral Carmina Nova. Filarmónica de Málaga. Directora: Virginia Martínez. Obras de Berlioz y Mendelssohn. Perfecto! Un Kiosco digital Acceda a nuestros contenidos en formato eBook, artículo por artículo o en edición impresa con sólo hacer un click Todo en www.revistadelibros.com [email protected] · T. +34 91 3194833 gueña. Virginia Martínez demostró gracia, precisión y naturalidad en un programa muy atractivo dedicado a Mendelssohn, obertura Las Hébridas y una selección de El sueño de una noche de verano, insertándose entre ambas la serie de canciones Les nuits d’été de Berlioz, donde brilló la delicada voz de la extremeña María Espada, de modo particular en El espectro de la rosa y en Sobre las lagunas, verdaderas piezas maestras de la canción francesa por la intensa expresión de su destilado romanticismo. Un sentimiento de gozo estuvo siempre presente en la interpretación de la popular obra dedicada a la comedia de Shakespeare, donde tempranamente el delicioso arte de Mendelssohn quedó ya perfectamente definido. La orquesta estuvo espléndida en la obertura y en la popular marcha nupcial, efecto que se extendió a las cantantes solistas —la malagueña Rosa Miranda tuvo un pequeña intervención— y al coro femenino en un lucido Finale en el que el rítmico Bei des Feuers mattem Flimmern dejó una sensación de júbilo y deleite en el público que respondió con satisfacción en un cerrado aplauso. José Antonio Cantón 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 35 AC T U A L I DA D SEVILLA Triunfo del segundo reparto LA PAREJA IDEAL Guillermo Mendo Teatro de la Maestranza. 11, 15-VI-2010. Verdi, La traviata. Norah Amsellem/Mariola Cantarero, Teodor Ilincai/Ismael Jordi, George Petean, Itxaro Mentxaca, Aurora Amores. Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de La Maestranza. Sinfónica de Sevilla. Director musical: Andrea Licata. Director de escena: Franco Zeffirelli. Reposición de Pier Paolo Pacini. SEVILLA Mariola Cantarero e Ismael Jordi en La traviata de Verdi en el Teatro de la Maestranza La anunciada pareja Mariola Cantarero/Ismael Jordi, como segundo reparto de las siete funciones programadas, había suscitado mucho más interés que el primero, integrado por la francesa Amsellem y el rumano Ilincai. Las expectativas por asistir al debut de la soprano granadina, que había reclamado desde un primer momento la presencia del tenor jerezano, como su partenaire, se vieron convertidas en un clamoroso triunfo. Una actuación referencial, la de esta pareja, que escribió así una de las páginas más hermosas de la historia de este teatro. La Violetta de Mariola Cantarero, eje central de la representación, deslumbró desde el comienzo con una voz plena, segura, brillante, que se movía por las agilidades con una naturalidad prodigiosa y que exhibía una capacidad emotiva excepcional. La complicidad entre los dos cantantes no se hizo esperar. Tras el brindis, el conmovedor dúo entre Alfredo y Violetta. Qué bien cantó Jordi, Un di felice, eterea, qué timbre tan cristalino, qué emisión tan bien controlada, qué lirismo. Y luego la apoteosis final del primer acto, con el recitativo È strano, el aria, y el Sempre libera, con un claro dominio de las exigentes coloraturas y ese impresionante mi bemol oído en toda su plenitud de un efecto sobrecogedor. Nada de esto había pasado el día del estreno con el primer reparto. Ilincai, al que se le adivinaba una voz interesante, aunque poco pulida, estuvo como reservado, y pasó casi inadvertido entre la multitud del coro, demasiado numeroso y altisonante, y una Amsellem que no se encontraba como soprano ligera, sin agudos y con dificultades en los pasajes de coloraturas. Mucho mejoraron en el segundo acto los del primer reparto. Ilincai lució sus posibilidades en su primer aria, D’e miei bollenti spiriti, pero no logró arrancar la esperada ovación, como sí la consiguió Jordi. Y la Amsellmen se creció y fue capaz de mantener la tensa y dramática conversación con Germont, muy bien encarnado vocalmente por el barítono rumano Petean, que bordó su aria Di Provenza, aunque escénicamente resultaba demasiado rígido, no sé si por expresa voluntad del director de escena de identificarlo con la estatua (del supuesto Comendador). Quien sí subió a las alturas de nuevo fue la Cantarero. La tensión que generaba, la convicción comunicativa, la interiorización del personaje, su musicalidad, culminando en el Amami, Alfredo, todo ello y más confirmaban a la granadina como una Violetta para el recuerdo y para el futuro. Si Amsellem salvó su actuación con un delicadísimo Addio, del passato, Cantarero coronó la suya hasta llegar a lo más hondo. Frente a su prodigiosa Violetta casi todo quedaba, a excepción de Jordi y de Petean, en un segundo plano. Hasta la tradicional puesta en escena de Zeffirelli, proveniente de Roma, no atraía la atención, a no ser en el espectacular y dudoso II cuadro del segundo acto con una brillante intervención del Ballet Español de Lucía Real y José Camborio. Licata bien, sin más, con la Orquesta. Esta tercera Traviata maestrante ha sido y será la de la pareja ideal: Mariola Cantarero e Ismael Jordi. Jacobo Cortines 35 254-Pliego 3_Actualidad 07/03/14 13:50 Página 36 ACTUALIDAD ÚBEDA XII Festival Internacional de Música Ciudad de Úbeda OPTIMIZANDO RECURSOS 36 Una estimable calidad de sus contenidos ha caracterizado el festival ubetense, que ha optado por realzar la programación de música de cámara en una clara intención de optimizar recursos, sin descuidar conmemoraciones y con una interesante presencia de música sinfónica. La Orquesta de Córdoba abrió esta edición con el estreno absoluto de Teponaztli, obra de Juan Cruz-Guevara, encargo del Festival con motivo del bicentenario del inicio de la descolonización americana. El maestro Posada supo desentrañar la partitura sacando sus transformados secretos mayas y aztecas. Una mayor reverberación que la que ofrece el auditorio ubetense se hacía necesaria para extraer las expresivas esencias de su inspiración. En la segunda parte, dedicada a autores iberoamericanos, destacó Santa Cruz de Pacairigua del venezolano Evencio Castellanos por el frenesí de sus ritmos, muy bien entendidos por las excelentes percusionistas de la orquesta cordobesa. Un interesante homenaje a Chopin se esperaba del concierto de cámara con los arreglos que de sus dos Conciertos para piano y orquesta hizo Richard Hoffmann. Domenico Codispoti se erigió en el principal foco de atención ante un débil Ensemble Vega, sólo voluntarioso. El profesor Alexander Vitlin hizo un buen trabajo con los componentes de la formación de la Academia de Estudios Orquestales Barenboim-Said, especialmente en las dos Suites para pequeña orquesta de Stravinski, auténticos tesoros de la creación del compositor ruso, también funcionó con soltura en las Cinco danzas espa- ñolas de Moszkowski, pero no tanto en el Quinto Concierto de Brandembur go pese al esforzarse en la cadencia del Allegro inicial, una de las piezas cumbres de la música para clave de Bach. Sería este instrumento el que permitiría que Pierre Hantaï alcanzara con su recital el momento estelar de la programación del Festival. Dedicado a la memoria de nuestro gran Antonio de Cabezón, significó toda una lección magistral del arte de la recreación. Su interpretación de la Toccata settima de Michelangelo Rossi supuso toda una experiencia anímica y emocional para el público, acentuada por la excelsa ejecución del sorprendente cromatismo cuasi serial del final de esta singular pieza. El programa que ofreció tuvo un gran atractivo al ir alternándose tientos y diferencias del gran músico burgalés con una escogida selección de obras de compositores ingleses como Bull, Gibbons, Farnaby y Byrd. Las obras de Britten Preludio y fuga para cuerdas y Variaciones sobre un tema de Frank Bridge realzaron la actuación de la Orquesta Ciudad de Granada bajo la batuta de uno de sus principales directores invitados, el británico Harry Christophers. Por el contrario, en Mozart, Pequeña serenata nocturna y Sinfonía nº 40, no hubo especial relevancia. Sí la tuvo el concierto dedicado a las músicas de Oriente y Occidente del entorno PIERRE HANTAÏ ÚBEDA 8/29-V-2010. Orquesta de Córdoba. Director: Alejandro Posada. Domenico Codispoti, piano. Ensemble Vega. Orquesta de la Academia de Estudios Orquestales Barenboim-Said. Director: Alexander Vitlin. Pierre Hantaï, clave. Orquesta Ciudad de Granada. Director: Harry Christophers. Hespèrion XXI. Director: Jordi Savall. Württembergische Philharmonie Orchester. Trío Kubelik. Director: Ola Rudner. Versus Ensemble. Ensemble Oxalys. Laure Delcampe, soprano. mediterráneo ofrecido por Hespèrion XXI bajo la dirección del gran viola Jordi Savall, al que se le entregó el Premio Nacional “Amigos de la Música de Úbeda” de esta edición del festival. La escucha de las distintas piezas, después de sucintas explicaciones del maestro, generó máxima atención en un público absorto que podía experimentar los exquisitos sones ibéricos medievales. Con un extenso programa se presentó la Orquesta Filarmónica de Württemberg Reutlingen bajo la dirección de su titular el maestro sueco Ola Rudner que, después de una correcta obertura de Fidelio de Beethoven, elevó el nivel artístico con una más que interesante versión del Triple Concierto del mismo autor con la intervención de un correcto Trío Kubelik. La máxima expectación se produjo en la Sinfonía ”Romántica” de Bruckner, quedando patente el buen sentido del director y la buena conjunción de una orquesta en la que conviven músicos de experiencia con otros más jóvenes que poseen buena técnica y entusiasmo. La carencia en el Auditorio del Hospital de Santiago de la expansiva acústica que requiere el apreciado sinfonismo del compositor austriaco, sólo permitía imaginar un mejor resultado en condiciones más favorables. La voluntariedad de sus componentes fue la característica principal del concierto que Versus Ensemble dedicó a la música de Piazzolla, en el que una inadecuada sonorización deslució su actuación, todo lo contrario de lo ocurrido en la cita del Ensemble Oxalys interpretando transcripciones para conjunto de cámara de obras de Johann Strauss, pero sobre todo la excelente versión de Erwin Stein de la Sinfonía nº 4 de Mahler que hizo para la Sociedad Privada para la Interpretación Musical de Viena fundada por Schoenberg. La perfección técnica de esta reducción quedó claramente manifiesta en una extraordinaria interpretación que llevó al público a la máxima emoción cuando intervino la soprano Laure Delcampe. Se cerraba así un festival en el que la imaginación de sus organizadores superó las dificultades presupuestarias. José Antonio Cantón 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 37 AC T U A L I DA D VALENCIA Montaje contra el libreto LA ANTI-SALOMÉ VALENCIA Palau de les Arts. 16-VI-2010. Strauss, Salomé. Camilla Nylund, Albert Dohmen, Siegfried Jerusalem, Hanna Schwarz, Nikolai Schukof. Director musical: Zubin Mehta. Director de escena: Francisco Negrín. Este montaje de Salomé podría presentarse como ejemplo paradigmático de la nefasta tendencia contemporánea a ir contra los libretos. Lo de menos, seguramente porque ya estamos acostumbrados, es el desplazamiento de la acción en el espacio y en el tiempo, por más que no se acierte a concretar ni el dónde, ni el cuándo, ni el porqué ni el para qué. Sí chirrían ya detalles como que Jochanaan se presente calvo, que lo maten a tiros o que no se le separe la cabeza del cuerpo cuando la letra del texto señala explícitamente otras cosas. Más aún el poco respeto general mostrado por Herodes, abofeteado por su esposa y empujado por los soldados. Pero si el espíritu del argumento ya comienza a resquebrajarse por ahí, lo que no tiene justificación es explicar la maldad de la protagonista como consecuencia de los abusos a que en su reciente infancia la sometió un padrastro que, para colmo, la vuelve a violar al final de una Danza de los siete velos por otra parte resuelta de manera escénica- mente pobrísima. En ese plan, y si lo que se pretende no es conscientemente una antiSalomé, habría sido preferible, pongamos por caso, la aproximación a Lolita. La verdadera Salomé no se pudo encontrar mediante la vista, pero sí mediante el oído. Camilla Nylund resolvió satisfactoriamente las extraordinarias dificultades vocales de su personaje, no así la constante descolocación en que se encontró sobre el escenario. Albert Dohmen optó por componer un profeta mucho más doliente que desafiante: aceptada la premi- sa, la ejecución convenció plenamente. Aunque no dejaron de notarse en sus instrumentos los muchos años de carrera que llevan uno y otro, Siegfried Jerusalem y Hanna Schwarz estuvieron a la altura de su formidable prestigio, e incluso diríase que tiraron de experiencia sobre las tablas para paliar los despropósitos de la dirección de escena. También gustó mucho Nikolai Schukof, así como los demás comprimarios. El otro gran pilar en que se apoyó el triunfo fue el trabajo desarrollado en el foso. Zubin Mehta dio una lección magistral de seguridad y elasticidad, las dos componentes sin las que esta ópera y toda música firmada por Strauss están abocadas sin remedio al naufragio. La orquesta le devolvió moneda del mismo valor en sus dos caras, con intervenciones individuales sin excepción muy sobresalientes y una todavía más asombrosa capacidad colectiva para alternativamente adelgazar el sonido hasta el susurro y expandirlo hasta el cataclismo sin asomo de estridencia descontrolada. Alfredo Brotons Muñoz Cabos sueltos LA MÚSICA, DE NUEVO, AL RESCATE Valencia. Palau de les Arts. 21-VI-2010. Bizet, Carmen. Elina Garanca, Marcelo Álvarez, Marina Rebeka, Alexander Vinogradov. Director musical: Zubin Mehta. Director de escena: Carlos Saura. L a Carmen con dirección escénica de Carlos Saura que se había estrenado en noviembre de 2007 volvió al Palau de les Arts dentro del III Festival del Mediterráneo, con retoques. La impresión visual, en general, no difirió mucho: máxima estilización con paneles laterales escalonados, iluminación con intensos colores uniformes, soldados del siglo XX tirando de espada… Conceptualmente, todo muy frío, demasiado intelectual. Por otro lado, quedaron demasiados cabos sueltos. Así, para limitarnos a las primeras escenas, no se explica por qué los transeúntes parecen raros a los soldados. Tampoco se entiende a qué se dedican las mujeres cuyas estáticas siluetas se ven a la derecha. Y el compadreo entre militares y civiles contradice directamente el argumento. La salvación, una vez más, vino de la mano de la música. Con su voz de precioso color, siempre plena en su emisión y entonada, Elina Garanca demostró ser una de las grandes actuales en el papel del título. Lo mismo cabe decir de Marcelo Álvarez, un Don José que comenzó muy bien y fue a más. A la Micaela de Marina Rebeka sólo cupo reprocharle cierta dureza en algún agudo. El Escamillo de Alexander Vinogradov, en cambio, donde encontró alguna nota peor colocada fue en el registro grave. El quinteto del segundo acto y el trío del tercero fueron excelentes, lo cual dice mucho en favor de los comprimarios. Sin tantos matices como Maazel, en el foso Mehta gobernó la nave con seguridad, y sólo en algún momento permitió que el coro gritara e incluso pareció alentarlo a ello. Alfredo Brotons Muñoz 37 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 38 AC T U A L I DA D VALENCIA Música para el Corpus Christi RECUPERANDO BARROCO VALENCIANO Valencia. Palau de la Música. 4-VI-2010. Capella Saetabis. Director: Rodrigo Madrid. Obras de Cabanilles, Comes y Cotes. E l rescate de la rica música barroca valenciana y, por fortuna casi simultáneamente en muchos casos, su difusión son tareas que vienen cumpliendo algunos investigadores y músicos aún no reconocidos como merecen. Entre ellos habría que contar a los responsables de la recuperación de la música original compuesta en 1609 por Juan Bautista Comes (1582-1643) para la procesión del octavo día de la semana del Corpus en el Colegio del Corpus Christi de Valencia: las llamadas Danzas del Corpus, presentadas en la segunda parte de este concierto en el Palau y de incorporación inmediata al programa de celebraciones del Colegio. Mireya Royo firma la transcripción de unas partituras en las que la alternancia de homofonía en las tonadas y polifonía en las responsiones produce unas secuencias que, sobre todo en su contexto histórico, poseen un altísimo valor artístico. La interpretación de la Capella Saetabis se ajustó a adecuados parámetros estilísticos, como cabía esperar de su director Rodrigo Madrid, el otro pilar sin duda fundamental en que se ha apoyado la conducción a buen puerto de esta iniciativa. Coristas e instrumentistas respondieron con prontitud y exquisitez a sus elocuentes aunque comedidos gestos, pero el tenor Alberto Guardiola y la flautista Lobke Sprenkeling tuvieron intervenciones particularmente encomiables. En el debe de la ejecución apenas cabría señalar cierta tendencia a las notas fijas en alguna soprano: poca cosa dentro de la excelencia en que se envolvió esta importante incorporación al patrimonio musical valenciano. Alfredo Brotons Muñoz Ciclo de la Orquesta de Valencia SOBRE TODO, UNA GRAN KUNDRY Valencia. Palau de la Música. 21-V-2010. Serge Zimmmermann, violín; András Szalay, cimbalón. Orquesta de Valencia. Director: Walter Weller. Obras de Mozart, Bartók, Christen y Kodály. 28-V-2010. Director y violín: John Storgårds. Obras de Schumann y Sibelius. 10-VI-2010. Waltraud Meier, Simon O’Neill, Roman Trekel. Coral Catedralicia de Valencia. Director: Yaron Traub. Wagner, Parsifal (acto II). 18-VI-2010. Director: Michel Plasson. Obras de Chausson, Fauré y Ravel. C 38 omenzamos con un popurrí fallido. Walter Weller dirigió una Sinfonía nº 25 de Mozart sin refinamiento ni tensión algunos. El joven solista Serge Zimmermann salvó el Concierto para violín de Bartók con una elocuencia que no hizo sino resaltar la mínima inspiración de pasajes como el intermedio orquestal en el Andante. Las cataratas de Iguazú, de Andre Christen (hijo de Weller) pareció un aparato tan grande como hueco. En la suite de Háry János el director supo tocar la oportuna tecla estilística y la orquesta dio lo mejor de sí misma con buenas intervenciones individuales. En su debut valenciano, el finlandés John Storgårds se antojó bastante mejor director que violinista. Además, programó el Concierto para violonchelo de Schumann, que lleva muy mal la transcripción para violín. Por otro lado, la orquesta pareció echar tanto de menos la ausencia de batuta rectora. En cambio, a WALTRAUD MEIER la obertura de la ópera Genoveva, del mismo compositor, y luego a la Quinta de Sibelius se les sacó casi todo el partido posible. La gran triunfadora de este final de temporada fue una Waltraud Meier que, en perfecto estado de forma vocal, admiró sobre todo por la variable combinación de lo tierno y lo demoníaco con que fue definiendo un perso- naje en consecuencia más rico y dramáticamente convincente a cada frase. Su amigo Yaron Traub la ayudó con oportuna dosificación de intensidades y tempi al frente de una orquesta perfectamente capacitada y preparada para responder a todos los matices solicitados; y primero el barítono Roman Trekel, luego el tenor Simon O’Neill dieron réplica a Meier con pareja extraordinaria brillantez técnica y expresiva. Michel Plasson propuso un programa francés muy estimulante por la inclusión de dos obras tan hermosas como raramente programadas fuera de su país. La Sinfonía de Chausson recordó sucesivamente a Franck, Wagner, Bruckner, no a Rachmaninov, sí a Berlioz y, como anticipación, a Debussy. Éste se hizo aún más presente en la doliente música incidental compuesta por Fauré para el Pelléas de Maeterlinck, que Plasson expuso con una suavidad a la que la oportuna dosis de densidad brahmsiana hizo incompatible con la blandura en pasajes tan propensos a ésta como la Siciliana. Finalmente, la segunda suite del ballet Daphnis y Chloé de Ravel estableció un oportuno contraste, aunque el final no sonó tan abrasivo como todo en la partitura demanda. Alfredo Brotons Muñoz 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 39 AC T U A L I DA D VALLADOLID Encuentro de Verdi y Shakespeare “HE ASESINADO AL SUEÑO…” VALLADOLID Teatro Calderón. 19-V-2010. Verdi, Macbeth. Vittorio Vitelli, Susan Neves, Enrico Iori, Francisco Corujo. Coro y Orquesta de la Ópera Nacional de Letonia. Director musical: Pietro Rizzo. Directora de escena: Elena Barbalich. Cuando Macbeth asesina a Duncan mata al sueño. Al propio, no podrá dormir en paz y cometerá crímenes sin cuento, al de su pueblo, al de su patria. Verdi recogió el testigo shakespeareano en esta obra oscura, llena de “ruido y furia”. Concertantes, dúos, arias… voces graves, barítono, bajo, fundamentales, soprano a la que no quería perfecta el compositor. Escenografía con predominio del negro y toques de rojo sangre. Eficaz para mantener continuado el discurso dramático-musical, magnífica la parte mágica de las brujas, suficiente el resto. Una visión acertada sin necesidad de un gran despliegue de medios. La Orquesta de la Ópera Nacional de Letonia, un poco desequilibrada en la cuerda, Escena de Macbeth de Verdi en el Teatro Calderón de Valladolid cumplió a las órdenes de un eficaz director. Los coros letones, muy bien, tanto en las voces como en su colocación en el espacio. Los solistas merecen un comentario detenido, a partir de un nivel general excelente, como lo tuvo de hecho la representación. Susan Neves tal vez no tuvo su tarde plena, sobre todo en la primera parte, que sonó estridente en los agudos. Mejoró musicalmente en su aria de la locura, dicha magníficamente en el tono medio y en los pianos. Es una excelente soprano a la que he tenido la ocasión de aplaudir muchas veces. Muy bien el bajo Enrico Iori, que dijo su aria con emoción, e igualmente Francisco Corujo, tenor en opera en la que no es protagonista, pero que tiene la trampa de un aria en el III acto, que cantó a media voz con sumo gusto y emoción contenida. Acertadísima también Belén Elvira y el resto de los comprimarios. En cuanto a Vittorio Vitelli, que tiene una excelente carrera tras de sí, me atrevo a asegurarle un puesto primerísimo en un inmediato futuro. Tiene apostura, se mueve bien en escena y su voz es bellísima en todos los registros. Hizo un Macbeth sensacional. Producciones como ésta son posibles y honran una programación. El público que llenaba la sala, no la abandonó a pesar de la hora tardía y aplaudió largamente a todos. Shakespeare y Verdi revivieron en esta tardenoche del Teatro Calderón. Fernando Herrero Sinfónica de Castilla y León, Giardino Armonico ÓPERAS EN CONCIERTO Valladolid. Auditorio. 20-V-2010. Sylvia Schwartz, soprano; Antonino Siragusa, tenor; Christian Senn, barítono; Luciano Di Pasquale, Gábor Bretz, bajos. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Sinfónica de Castilla y León. Director: JeanChristophe Spinosi. Rossini, El barbero de Sevilla (versión de concierto). 29-V-2010. Sonia Prina, contralto; Verónica Cangemi, Roberta Invernizzi, sopranos; Julia Lezhneva, mezzo; Topi Lehtipuu, tenor. Il Giardino Armonico. Director: Giovanni Antonini. Vivaldi, Ottone in villa (versión de concierto). E n la temporada que está a punto de terminar, después de dos esplendidos conciertos del Cuarteto de Jerusalén (en residencia) con interpretaciones de Mozart y Janácek (sus dos cuartetos) admirables y una Décima de Mahler con Inbal y la Orquesta Filarmónica Checa, de gran fidelidad. Lo verdaderamente peculiar estribó en la interpretación de dos óperas en concierto, una popularísima El barbero de Sevilla y otra casi un estreno, que se grababa asimismo, Ottone in villa de Vivaldi. No soy demasiado entusiasta de las versiones de ópera en concierto, a no ser de algunos títulos particularmente difíciles de llevar a escena, por ello la ópera rossiniana no me parecía indicada para la experiencia. Resultó mejor de lo esperado, porque los solistas se sabían la obra y la interpretaban con gracia y estilo en el espacio de la orquesta que, junto con Spinosi, también se sumó a la fiesta. No se trataba de divos, pero sí de un equipo joven y coherente que se lució a lo largo y ancho de la divertida ópera de Rossini. Si tuviera que destacar a alguno, sería a Siragusa que se atrevió incluso con Cessa di più resistere. Spinosi encontró una gran colaboración en la orquesta, encantada con su pulsión rítmica y su vivacidad, que se lo pasó, como el público, en grande. De índole diferente fue Ottone in villa. Giovanni Antonini tiene una idea de Vivaldi que evita la monotonía, establece diversos ritmos, siempre desde una visión luminosa. Ópera un tanto inmoral en su temática, amores y traiciones, en los cuatro personajes, compuesta de largos recitativos, muy cuidados por el maestro, y arias de diversa índole, cantadas magníficamente por los solistas (cuatro intérpretes femeninos y un tenor), el personaje travestido de Caio tiene a su cargo las más emo- tivas, y su intérprete, la jovencísima mezzo rusa Julia Lezhneva, fue toda una revelación. Nos encontramos ante un nuevo fenómeno, dotada demás de una musicalidad sin tacha. El resto, cantantes ya conocidos, estuvo muy bien y no dudamos que el futuro CD de Ottone in villa será todo un éxito. El público aplaudió muy calurosamente estas dos óperas en concierto que señalaron uno de los puntos altos de la programación que constituye toda una referencia en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Fernando Herrero 39 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 40 AC T U A L I DA D Vodevil disparatado ¿CHARTREUSE AMARILLO O VERDE? Monika Rittershaus Staatsoper. 16-V-2010. Chabrier, L’étoile. Magdalena Kozena, Jean-Paul Fouchécourt, Juanita Lascarro, Stella Doufexis, Douglas Nasrawi. Director musical: Simon Rattle. Director de escena: Dale Duesing. INTERNACIONAL ACTUALIDAD ALEMANIA BERLÍN Magdalena Kozena y Juanita Lascarro en L’étoile de Chabrier en la Staatsoper de Berlín 40 Con música de Chabrier, L’étoile cuenta una absurda historia escrita por Leterrier y Vanloo. Un rey festeja sus cumpleaños celebrando un ahorcamiento pero cierta vez no halla en su reino ningún culpable condigno. Consultado un adivino, que habrá de morir un cuarto de hora tras la muerte del rey, según decisión testamentaria del monarca, recurre a una princesa, secreta prometida regia. Ésta se enamora de un tercero y por ello el adivino lo señala como víctima, por lo cual es invitado a palacio y ricamente agasajado. La historia es disparatada y admite una lectura surrealista pero el director de escena Dale Duesing y el diseñador Boris Kudlicka han optado por el realismo. La acción se lleva a un elegante hotel, L’étoile, con sus decorados de estilo, personal, ascensores y salones. Esto dificulta los enredos y las situaciones picantes de sesgo erótico y flirt y conduce a una suerte de seriedad casta ajena al vodevil original. Menos mal que musicalmente la velada resultó estupenda, con Simon Rattle al frente de la Capilla Estatal de Berlín haciendo brillar al máximo el encanto, los chistes y el ingenio de la partitura, equilibrando el resultado entre Offenbach y Wagner. El coro dirigido por Eberhard Friedrich sonó gracioso a tal punto que pareció bailar mientras cantaba. Magdalena Kozena hizo un travesti con pantalones tejanos, suerte de informal adolescente con un canto directo, seductor y delicado, más allá de algunas debili- dades en el registro grave. Lució en los momentos difíciles el tenor Jean-Paul Fouchécourt como el rey, aunque su timbre en el centro y el agudo se oyó algo árido. Juanita Lascarro sirvió a su princesa con sensibilidad y calidez sopraniles, capaz de instantes con un melancólico encanto. Stella Doufexis cantó con coquetería y bello centro de mezzo. Douglas Nasrawi fue elegante de aspecto y débil en lo vocal. Flojo Florian Hoffmann y de bella vocalidad oscura de bajo, Giovanni Furlanetto. En el dúo del bar jugaron con las mezclas entre licores Chartreuse amarillo y verde. La función, sin pausas, consiguió la entusiasta aprobación del público en el estreno. Bernd Hoppe 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 41 AC T U A L I DA D ALEMANIA Anja Harteros triunfa como Desdémona HORAS ESTELARES DE SOPRANO Barbara Aumuller Berlín. Deutsche Oper. 8-VI-2010. Verdi, Otello. José Cura, Anja Harteros, Liane Keegan, Zeljko Lucic, Yosep Kang. Director musical: Patrick Summers. Director de escena: Andreas Kriegenburg. Anja Harteros y José Cura en Otello de Verdi en la Deutsche Oper de Berlín L a nueva puesta en escena de Otello de Verdi, dirigida en la Ópera Alemana por Andreas Kriegenburg con diseño de Harald Thor, sitúa la acción en un campo de asilados y refugiados. Encerrados en estrechas literas que se apilan en siete pisos hasta la parrilla, esperan, vestidos de andrajos (vestuario: Andrea Schraad), apáticos o traumatizados, la deseada solución de sus problemas. El coro, preparado por William Spaulding, canta con sonora potencia pero está constreñido a jugar el rol del espectador o el comentarista. Esta actitud tiene su efecto, pero en la primera escena del primer acto choca con la estremecida y dramática música de Verdi. También la entrada de Otello (Esultate!) pierde su fuerza y José Cura, de uniforme caqui con tirantes, avanza con pasos mezquinos y lentos. Su canto carece de acentos triunfales, la voz suena gris, débil y exhausta. Las notas agudas, por ello, se oyen apenas rozadas, forzadas o embotadas. En consecuencia, su juego escénico tiene una intensa y angustiosa opresión que no consigue fluir en su corporeidad ni su voz. En sus diálogos con Yago y Desdémona, en la delantera de la escena, entre un escritorio y unos sillones, su ira consigue conmover a los hombres del fondo, que agitan sus lechos. Anja Harteros, una consabida Desdémona vestida de ligero azul, cubierta por un capote militar, se lava las manos en una palangana delante de Otello y, en la escena final, espera al marido con un blanco traje de novia. Tanto en este cuadro como en el dúo de amor del primer acto, un alto cortinado oculta la imagen del campo y cubre una alcoba con un lecho, lo cual permite una completa concentración de los protagonistas. Así puede la soprano, con su timbre cálido, oscuro y misterioso de mediterránea sensualidad, explayar de modo fascinante su fluido caudal, sus celestiales apianados y sus notas expuestas de rotundo sonido. En el gran conjunto del tercer acto empieza con acentos afónicos y va creciendo hasta imponerse a las masas. Dominado por su patológica obsesión, en esta escena Otello desgarra el pañuelo y compone una cuerda de nudos con la cual estrangulará a su esposa. Antes de la muerte, en el acto final jugado por estos dos inmensos cantantes-actores, canta Harteros con acentos muy diferentes la canción del sauce y la transfigurada dulzura del Ave María. Con ello consigue uno de los milagrosos momentos de la función y hay que remontarse al recuerdo de Virginia Zeani para hallar una referencia a la ultraterrena dimensión que cobra Harteros. Liane Keegan compone una Emilia maternal y cálida, capaz de elevarse a una gran potencia dramática hacia la consumación de la tragedia. Zeljko Lucic es Yago, un personaje jovial que dice su Credo rodeado de niños como un bondadoso tío de cuento infantil. Su voz mórbida y cultivada carece de ese punto de agudeza diabólica que exige su parte, aunque sin perder nunca solidez. Frente a él, Casio es el tenor Yosep Kang, de buena presencia y luminoso timbre. Patrick Summers sustituyó al anunciado y enfermo Paolo Carignani en el podio. Vaciló entre una carencia de tensiones y unos bruscos aumentos de volumen que provocaron una ambigua impresión. Bernd Hoppe 41 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 42 AC T U A L I DA D ALEMANIA Televisión basura OFFENBACH CON WAGNER Berlín. Komische Oper. 6-VI-2010. Offenbach, La Périchole. Peter Renz, Günter Papendell, Anna Borchers, Mirka Wagner, Olivia Vermeuzlen, Roger Smeets, Karolina Gumos, Johannes Chum. Director musical: Markus Poschner. Director de escena: Nicolas Stemann. 42 Iko Fresse L Roger Smeets en La Périchole de Offenbach en la Komische Oper espectacular cambio de ropa, desde el vestidito floreado al atavío y la peluca barrocos. Karolina Gumos tiene una buena voz de mezzo pero carece de la voluble gracia que exige su parte, una vendedora callejera de flores convertida en gran dama de la corte peruana. En el dúo de amor suena más a Brangania que a Périchole, en tanto el tenor Johannes Chum como Piquillo exhibe un encanto y un apropiado carácter de opereta. Los coristas de la casa sumados a los del Coro Ernst Senff de Berlín, preparados por Barbara Kler, aparecen con una ridícula máscara Smiley, cantan con ingenio aunque sin entender lo que dicen. Dirige la orquesta de la casa Markus Poschner, con alternancias: equilibrio con la escena, temperamento, bruscas explosiones y buen balance dinámico. Durante las partes habladas hubo un acompañamiento sonoro. Al final, el virrey se suicida y cae al suelo junto con la pareja protagónica. Se proyecta una cita de Kafka, todos despiertan y cantan en la rampa Oh, qué alegría. Parte del público se marchó antes de acabada la función del estreno. Bernd Hoppe Sueños de Fausto y Margarita POMPA Y CIRCUNSTANCIA Oper. 13-VI-2010, Berlioz, La damnation de Faust. Alice Coote, Matthew Polenzani, Simon Bailey. Thorsten Grümbel Directora musical: Julia Jones. Director de escena: Harry Kupfer. Decorados: Hans Schavernoch. Vestuario: Yan Tax. Iluminación: Joachim Klein. Vídeo: Peer Engelbracht/impulskontrolle. FRÁNCFORT a Ópera Cómica, mientras prepara un par de títulos wagnerianos, ofrece La Périchole de Offenbach, de la cual nos resultan muy populares el preludio y el dúo de amor. Oímos también citas de El murciélago y La flauta mágica, además de unos diálogos excesivamente largos. El director de escena Nicolas Stemann proviene del teatro de prosa y ha confiado un papel (El viejo encarcelado) a un actor, Andreas Döhler. Aparece agitando una bandera roja y luego participa en la Comuna de París, donde arenga a un pueblo vestido de gris, interrumpido por la música. La falta de respeto a la obra de Offenbach culmina cuando la Périchole canta Ah, qué estúpidos son los hombres volviéndose al público y haciéndole asimismo cantar y dar palmas a ritmo. Dos cortesanos del virrey del Perú venden bollos y flores entre el pueblo y luego aparecen dando conferencias de esmoquin o con barrocas indumentarias. Los diseños de Katrin Nottrodt contribuyen a deslucir hasta los números más brillantes, quitando nervio y agarrotando ciertos pasajes. Todo tiene el aire de un show televisivo de tercera categoría. En este contexto, excelentes cantantes como Peter Renz y Günter Papendell resultan perdidos. Las tres primas —Anna Borchers, Mirka Wagner y Olivia Vermeuzlen— se ven obligadas a salir de tutú, luego de damas barrocas con peluca y, finalmente, como agentes de policía, debido al vestuario de Marisol del Castillo. Lo mismo ocurre con Roger Smeets, de importante voz, constreñido a hacer de limpiador de calles con jardinera naranja o de llamativo outfit con bragas de cuero lacado. También la protagonista se ve sometida a un Ha sido La condenación de Fausto de Berlioz el último gran espectáculo del programa francfortés. Y, a juzgar por el resultado, se optó no por el borrón sino por la grosería. Harry Kupfer ha montado cinco veces la obra y en esta ocasión se autocita. Concibe el conjunto (20 escenas) como sucediendo en un gran teatro donde Fausto y Margarita sueñan, fantasean y se deslizan sin encontrarse jamás. La Marcha Rakoczy es un juego gestual, hay cuadros vivos que Kupfer saca de su chistera y llena el espacio escénico con efectos de show, mascaradas fantasmales y danzas infernales. Mefisto toca una viola roja mientras Margarita canta la balada del rey de Thulé y en todo momento es un diablo caricaturesco, un animador de galas, un ladrón de almas en broma. Fausto, por su parte es un muy humano y emocionado renunciante. Ahora bien: ¿resulta evidente y vivencial? De viejo, proyecta su vida en la pantalla de un gran teatro. Al fondo hay filas de espectadores hasta el techo. A los costados, proyecciones con estructuras de construcción. El proscenio está dividido por dos cortinados transparentes. Estos elementos diseñados por Hans Schavernoch se 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 43 AC T U A L I DA D ALEMANIA Dresdner Musikfestpiele NOBLEZA OBLIGA Semperoper. Palais im Grossen Garten. Dresdner Philharmonie. 21/23-V-2010. Jan Vogler, violonchelo. Sinfónica de Pittsburgh. Director: Manfred Honeck. Obras de Schumann y Mahler. Filarmónica de Dresde. Director: Mikhail Agrest. Obras de Chaikovski y Shostakovich. Cuarteto Hagen. Obras de Shostakovich, Beethoven y Webern. Academy of Saint Martin in the Fields. Piano y director: Murray Perahia. Obras de Stravinski, Mozart, Bach y Haydn. que se ha convertido en un maestro dominador, con las ideas claras, que conecta muy bien con su orquesta — la mirada del concertino Andrés Cárdenes era bien explícita— y su Mahler resultó sensacional, de lo mejor que uno ha escuchado en los últimos tiempos. Antes, Jan Vogler —el alma de este Festival de Dresde que es ya una cita ineludible en la primavera musical europea— nos había dado una extraordinaria lectura del Concierto para violonchelo de Schumann, con una belleza de sonido y una amplitud de vuelo expresivo verdaderamente admirables. Flojo el concierto de una Filarmónica de Dresde a la que perjudicó seguramente el cambio de director —estaba previsto Gennadi Rozhdestvenski— en una obra tan rara y difícil de hacer bien como la Suite nº 2 de Chaikovski. Cayeron del programa un par de piezas tan interesantes como la suite ra del momento. Es una opción, por cierto maravillosamente ejecutada, pero que al menos a quien esto firma le acongoja un poco. Muy bueno su Cuarteto nº 3 de Shostakovich e irreprochables las Cinco piezas de Webern en programa y las Seis bagatelas del mismo autor que ofrecieron como propina. Y, para cerrar, el reencuentro con un clásico de toda la vida como es la Academy of Saint Martin in the Fields. Ver a Kenneth Sillito de nuevo en la silla del concertino era como rejuvenecer. Sin director hicieron un aceptable Concierto en re de Stravinski. Y con Murray Perahia al mando una chispeante Oxford de Haydn. El gran maestro norteamericano estuvo muy musical en el maravilloso nº 23 de Mozart — aunque ahí los vientos de la Academy no anduvieran demasiado finos— y en el BWV 1058 de Bach. orquestal de Lady Macbeth de Mtsensk del propio Shostakovich y el Doble Concierto de Britten en el que hubieran sido solistas Yuri Bashmet y Sasha Rozhdestvenski. En su lugar, una Quinta de Shostakovich dicha con aseo por una orquesta que debe sufrir la mala acústica de su local y regida con oficio por un Mikhail Agrest que debió torear una sustitución bien problemática. Acústica perfecta, sin embargo, la del Palais im Grossen Garten en el que se presentó el Cuarteto Hagen. Todo el mundo sabe que es un extraordinario grupo de cámara pero igualmente que determinados conceptos suyos pueden ser bien discutibles. En su Cuarteto op. 59, nº 2 de Beethoven mostraron de nuevo esa tendencia propia ya asumida a quemar las etapas del compositor quizá demasiado rápido, a extremar expresividades, a leerlo desde lo que sucedió más tarde, a privarlo en parte de la frescu- Luis Suñén Thilo Beu DRESDE Los artistas, como cualquiera, crecen. Suman experiencia, mejoran técnicamente, estudian y leen. De manera que si se les escucha en una obra con años de diferencia —y más si todavía están en proceso de aprender— el juicio puede diferir ser notable entre la primera vez y la nueva ocasión. A este crítico — que también espera haber crecido— le ha sucedido eso con la Primera de Mahler de Manfred Honeck. Se la escuchó al austriaco hace casi cuatro años en Madrid con la Sinfónica de la Radio de Suecia y le decepcionó. Ahora, nobleza obliga, hay que reconocer que la versión oída en Dresde con la fabulosa Sinfónica de Pittsburgh —una de las grandes norteamericanas, ya sin duda alguna— nada tuvo que ver con aquélla. ¿No entendió entonces el crítico lo que Honeck quizá planteara ya? Quién sabe, son cosas que pasan, días que se tienen. El caso es Matthew Polenzani, Alice Coote y Simon Bailey en La condenación de Fausto de Berlioz completan con visiones y ensueños que actúan unos sobre otros. Kupfer hace desfilar a pequeños burgueses con narices de Pinocho sobre un fondo de idilio aldeano para muñecas, que se supone ser el paisaje de Margarita, convierte la taberna de Auerbach en una reunión neofas- cista con camisas negras y banderas, de modo que el balance resulta ser una mezcolanza de comedia musical, espectáculo dulzón y mues- trario de poses. El exceso de movimientos acaba por eliminar cualquier sensación de terror. Julia Jones no logró hacer brillar las chispas de la orquesta berlioziana y abusó de tempi lánguidos y arrastrados. Las bellas melodías fueron leídas literalmente, sin empuje, mordiente, ingenio ni fuego. Buena faena cumplieron los coros normal y extraordinario de la Ópera local. Descolló el tenor Matthew Polenzani como Fausto, gracias a un órgano tenoril acariciante y hechicero. Simon Bailey cumplió con eficacia escénica su papel de Mefisto showman. Alice Coote se lució en la balada y en el aria de Margarita. Barbara Röder 43 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 44 AC T U A L I DA D ALEMANIA / ARGENTINA Festival Haendel UN PRINCIPITO LOCO DE AMOR HALLE Händel-Haus. Haendel, Orlando. 4-VI-2010. Owen Willett, Dimitri Egorov, Sophie Klussmann, Marie Friederike Schöder, Christoph Stegemann. Orquesta del Festival. Director musical: Bernhard Forck. Directora de escena: Nicola Hümpel. Este año el Festival de Halle ha confiado la ópera seria Orlando al conjunto berlinés Nico and the Navigators, entre cuyos integrantes figuran la directora de escena Nicola Hümpel y los performers Miyoko Urayama y Patric Schott. Estos dos constituyen un dúo de mimos que con una suerte de lenguaje de gestos comentan la acción abundando en chistes. También integran la puesta las proyecciones de vídeo de Tom Hanke que proponen un fondo estético propio pero en nada relacionado con la acción. Nos hacen ver las estrellas, un cielo tormentoso, la esfera terrestre, un asno, palmas agitadas por el viento, botellas con bebidas, olas marinas, una raíz desgarrada y un monito roñoso que busca piojos en el cuerpo de su mamá. No es del mejor gusto ver esta imagen mientras Dorinda canta su aria del ruiseñor en el segundo acto. Por otro lado, el vestuario diseñado por Frauke Ritter es de un refinado esteticismo. Por ejemplo: la reina Angélica, peinada a la japonesa, viste una túnica gris plateado que se abre como un abanico al andar. La influencia de Robert Wilson se advierte en el personaje de Zoroastro, de monje con gris hábito y con la pose manierista con la que suele fracasar el director americano. El dispositivo escénico de Oliver Proske se reduce a una luminosa línea de horizonte tras la cual hay una puerta y una gran piedra marmórea en la rampa. De vez en cuando son arrojados al patio de butacas objetos arcádicos como cayados de pastor, bolas de algodón, cueros y plumas que yacen en el suelo. Este mundo tan artístico se completa con objetos de diseño: ropas, cojines, losas cerámicas. Se oyen brillantes dichos de Kant, Nietzsche, Hölderlin, Napoleón y los Beatles, que intentan despertar a los personajes a la acción donde estarán distanciados y apenas se tocarán, víctimas de sus confusos sentimientos. Owen Willett como Orlando, con pantalones cortos y abrigo de piel, descalzo y con su maletita, recuerda al Principito de Saint-Exupéry. Mira con ojos tristes y adopta posturas de ballet. Sostenido desde la parrilla por una soga, nada tiene de heroico y su locura de amor resulta inocua. El contratenor inglés lució una voz de alta calidad: sonora, blanda y maravillosamente redondeada. Le faltó heroísmo pero convenció en los momentos delirantes. Al mismo nivel, Dimitri Egorov en Medoro, de gris y rojo, nada tuvo de un supuesto príncipe moro pero cantó con rica sonoridad, bello color y emisión plena. Las damas no alcanzaron tales cotas. Sophie Klussmann, en la pastora Dorinda, mostró una voz de soprano ligera y luminosa pero sus fallos de entonación, debilidades en el grave durante los recitativos y excesos lacrimógenos deslucieron su trabajo. Marie Friederike Schöder sólo produjo cierto efecto como Angélica en el aria de furor Non potrà dirmi ingrata. Christoph Stegemann (Zoroastro) contrastó con todos gracias a su colorida y oscura vocalidad de bajo. Pero lo mejor de la noche fue la dirección orquestal de Bernhard Forck al frente del conjunto del Festival. Propuso un juego penetrante y enérgico con tensos acentos y fascinantes definiciones de color. El público del estreno celebró con entusiasmo a todos los intérpretes sin excepción. Bernd Hoppe Tras más de 75 años de silencio REGRESO DE UN TÍTULO CASI OLVIDADO BUENOS AIRES Teatro Avenida. 13-VI-2010. Catalani, Loreley. Adelaida Negri, Miguel Geraldi, Douglas Hahn, María del Rocío Giordano, Víctor Castells. Directora musical: Lucía Zicos. Director de escena: Eduardo Casullo. 44 La Casa de la Ópera de Buenos Aires, una institución privada fundada y presidida por la soprano Adelaida Negri, presenta cada año interesantes exhumaciones o estrenos. Ahora le tocó el turno a esta leyenda de ondinas y hechizos, de escaso desarrollo argumental pero con importantes exigencias musicales. Partitura muy sinfónica, posee fragmentos orquestales brillantes y rítmicos, que exceden lo usual del repertorio italiano y que pusieron a prueba a maderas y metales. El con- junto sonó compacto y certero, bien guiado por la eficiente mano de la joven Lucía Zicos, que mostró tener pulso y dinamismo, así como habilidad para delinear los grandes arcos melódicos. El Coro de la Entidad, que prepara Ezequiel Fautario, tuvo una actuación relevante en su ardua tarea, tanto dentro como fuera de escena. También abundan los pasajes bailados, bien resueltos por la Compañía Surdanza. De especial atractivo la Danza de las Ondinas del Acto III, con destacadas labores solísticas de Sofía Sciaratta y Guido Bonacossa. Magnífica María del Rocío Giordano (Anna, la novia desdeñada) que sobrelleva buena parte del peso del segundo acto, sin duda un nombre a tener muy en cuenta; luciendo potencia y buena línea —muy apta para el verismo— el barítono brasileño Douglas Hahn; loable el desempeño de su compatriota el tenor Miguel Geraldi en un rol plagado de escollos y correcto Víctor Castells. En el papel protagónico Adelaida Negri mostró volumen y densidad, pero aún su experiencia y gran profesionalismo no le alcanzan para disi- mular los estragos del tiempo, con un vibrato abierto y fuera de control, así como agudos ingratos y descolocados. El vestuario de Mariela Daga era consistente dentro de su sobriedad mientras Eduardo Casullo desarrollaba una puesta sencilla, casi minimalista, pero muy eficaz, apoyada por proyecciones y una iluminación tan sagaz como sugerente, con un escenario casi vacío, en el que ocupaba lugar de privilegio la alta roca omnipresente de Loreley. Carlos Singer 254-Pliego 3 24/6/10 12:40 Página 45 AC T U A L I DA D AUSTRIA Desatinos escénicos TANNHÄUSER EN EL DIVÁN LE CONCERT SPIRITUEL Au temps de Louis XV La nueva puesta en escena de Tannhäuser en la Ópera vienesa no puede ser siquiera evaluada, pues no tiene nada que ver con la obra wagneriana. Sitúa la acción en la Viena de Sigmund Freud. El primer acto pasa en el hotel por horas Orient. Los personajes están doblados por actores que no parecen saber qué hacen allí. Y la charada sigue. Tannhäuser, maleta en mano, atisba tras una cortina a una señora vestida de cocktail que fuma un cigarrillo. Suponemos que es Venus. Él parece confundido y como que quiere entrar sin atreverse. Es evidente pero no tiene nada que ver con el texto, que indica que el poeta está harto del lugar y desea huir. Por fin, en el vestíbulo del hotel deja su maleta y se encuentra con unos señores que han de ser el Landgrave y su séquito. Tras el intervalo nos hallamos en el salón de la Ópera donde se anuncia el espectáculo El torneo de cantores de la Wartburg. El tercer acto transcurre en un conocido sanatorio psiquiátrico vienés, el Steinhof. Los peregrinos son flagelantes de frac y chistera, acaso una representación de los sufrimientos padecidos por el público de este estreno. Mientras tanto, pispan en la habitación donde Elisabeth se suicida con una inyección letal. Se dice que toda la historia ha ocurrido en su mente pero la verdad es que la hemos soportado en la escena. Junto a este desatino escénico debe apuntarse la buena versión vocal y orquestal. Protagonista fue el tenor Johan Botha, pasado de quilos, tanto que si se arrodilla hay que ayudarlo a levantarse. Cantó con voz penetrante todas las letras Le Concert des Nations Jordi Savall Axel Zeininger VIENA Staatsoper. 16-VI-2010. Wagner, Tannhäuser. Anja Kampe, Michaela Schuster, Johan Botha, Christian Gerhaher, Ain Anger. Director musical: Franz Welser-Möst. Director de escena: Claus Guth. Escenografía: Christian Schmidt. NOVEDAD AVSA 9877 Anja Kampe y Johan Botha del texto pero sin el menor fraseo ni la ínfima expresión. Sólidas sonaron las dos damas, Anja Kampe como Elisabeth y Michaela Schuster como Venus. El gran suceso de la noche lo constituyó Christian Gerhaher en Wolfram. En la canción de la estrella vespertina destacó cada sílaba de cada palabra y articuló cada expresión sin perder jamás la línea de canto. Las masas corales, incluidos los niños de San Florián como pastores, se desempeñaron a la perfección conducidas por Ain Anger. La versión ofrecida es la de Dresde, o sea sin el ballet del primer acto. Dirigió la orquesta Franz Welser-Möst, que conoce al dedillo la obra e hizo resplandecer sus luces y energías al servicio de una precisión dramática que llegó a la cima en la escena del torneo lírico y en el relato de Roma, en tanto secundó delicadamente con su canto instrumental la magistral tarea de Gerhaher. En fin: buena música, mal teatro. Hubo grandes aplausos al terminar los primeros dos actos y bufidos para el director escénico al acabar la función. Christian Springer EL NUEVO MUNDO Folías Criollas AVSA 9876 Hespèrion XXI Montserrat Figueras Tembembe Ensamble Continuo Jordi Savall ALIA VOX NUEVA DISTRIBUCIÓN PROPIA Av. Bartomeu 11 Xavier Paset Gelmà 08193 Bellaterra Mob. 609 18 11 21 Tel. 93 594 47 60 - Fax 93 580 56 06 [email protected] [email protected] Visite nuestra página web www.alia-vox.com 45 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 46 AC T U A L I DA D AUSTRIA Muti propone las dos versiones de Metastasio compuestas por Mozart y Jommelli BETULIA, LIBERADA POR PARTIDA DOBLE Silvia Lelli Haus für Mozart. 21-V-2010. Mozart, Betulia liberata. Michael Spyres, Alisa Kolosova, Maria Grazia Schiavo, Nahuel Di Pierro, Barbara Bargnesi, Arianna Vendittelli. Orquesta Juvenil Luigi Cherubini. Director musical: Riccardo Muti. Director de escena: Marco Gandini. Decorados: Italo Grassi. Vestuario: Gabriella Pescucci. Felsenreitschule. 24-V2010. Laura Polverelli, Terry Wey, Vito Priante, Dimitri Korchak. Orquesta Juvenil Luigi Cherubini. Director: Riccardo Muti. Jommelli, Betulia liberata. Mozarteum. 22-V-2010. Vivica Genaux, Désirée Rancatore, Emanuele D’Aguanno. Europa Galante. Director: Fabio Biondi. Hasse, Piramo e Tisbe (versión de concierto). SALZBURGO Alisa Kolosova en Betulia liberata de Mozart en el Festival de Pentecostés de Salzburgo 46 En el Festival de Pentecostés de Salzburgo, cuyo eje principal es la “escuela napolitana” propuesta por Riccardo Muti, se han confrontado dos versiones de Betulia liberata, una de Mozart y otra de Jommelli, si bien existen puntos en común entre ambos compositores. Jommelli conoció a Mozart, que entonces contaba 14 años, en Nápoles; ambos pusieron música al mismo libreto de Metastasio. También entre Johann Adolph Hasse, cuyo Piramo e Tisbe se ofreció en concierto, y Jommelli hay una relación, pues Hasse recomendó a Jommelli para un puesto de maestro de capilla en Venecia. Además, Mozart sentía una gran admiración por Hasse. Betulia liberata es un resultado del primer viaje de Mozart a Italia. Cuando en marzo de 1771 regresó a Salzburgo, el joven Wolfgang Amadé había compuesto su primera ópera seria con Mitridate, re di Ponto y obtenido un encargo para un oratorio en Padua, esta Betulia liberata. Pero no se representó en la Pascua de 1772, cuando estaba prevista, ni tampoco en 1784, cuando existió una posibilidad de interpretación en la Sociedad de Amigos de la Música de Viena. Hasta hoy se ha discutido a qué genero pertenece esta composición, si bien puede ser vista como una ópera religiosa. En cualquier caso, la azione sacra tiene poca vida teatral en sí, por lo que fue acertado presentar cuadros estáticos en bellos y abstractos decorados. La parte vocal, por lo demás, fue de alto nivel, con Michael Spyres como Ocías, Alisa Kolosova en Giuditta, Nahuel Di Pierro en Achior y Maria Grazia Schiavo en Amital, sin olvidar a Barbara Bargnesi como Cabri y Arianna Vendittelli en Carmi. Riccardo Muti supo animar la magnífica Orchestra Giovanile Luigi Cherubini, creada por él mismo, que tocó de manera elegante y con suma precisión. Niccolò Jommelli escogió para su Betulia liberata la forma de un oratorio. La parte instrumental de la composición presenta una ligereza casi danzable, que la orquesta, a las ordenes de Muti, reflejó de manera excelente. Los solistas fueron también estupendos. Una verdadera revelación fue el contratenor Terry Wey en el papel de Ocías, que no sonó nada artificial y resolvió las más difíciles coloraturas sin esfuerzo. Aquí Carmi fue cantado por un tenor, Dimitri Korchak, muy seguro en el estilo. Vito Priante hizo un muy buen Achior, y Laura Polverelli cantó a Giuditta con su cálido timbre de mezzosoprano. Johann Adolph Hasse, tantos años maestro de capilla de la corte de Dresde, que estudió en Nápoles con Nicola Porpora y Alessandro Scarlatti y se convirtió en uno de los principales representantes de la escuela napolitana, figuraba en el programa con su intermezzo trágico Piramo e Tisbe. La historia tiene tres protagonistas, y podría ser un precedente de I Capuleti e i Montecchi: dos hijos de familias enemigas no pueden unirse y prefieren morir antes que separarse. Vivica Genaux cantó el papel de Piramo con muchos matices y gran expresividad. Desirée Rancatore fue una extraordinaria Tisbe, de hermoso timbre. Muy bien asimismo Emanuele D’Aguanno como su padre. El conjunto Europa Galante al mando de Fabio Biondi tocó con su habitual calidad. Christian Springer 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 47 AC T U A L I DA D BÉLGICA Macbeth en pie de guerra ASESINOS EN SERIE El derecho, el sacrificio y la ambición son los temas a los que se dedicó el Teatro de la Monnaie esta temporada y que adecuadamente concluyó con Macbeth de Verdi. Sin embargo, para el director de escena polaco Krzysztof Warlikowski, el elemento más importante fue demostrar cómo las guerras convierten a las personas en asesinos en serie. Así que la ópera empezó con la lectura de una carta de un soldado estadounidense que estuvo en Vietnam y continuó con varias referencias a Apocalypse Now y a otras películas bélicas. También hubo escenas de Los amantes de la noche de Nicholas Ray y en general muchas imágenes de vídeo. No se hurgó mucho en la relación entre la pareja maquiavélica de Macbeth y su Lady y la escenificación de Warlikowski, con decorados y vestuario de Malgorzata Szczesniak, se volcó más en el carácter de Macbeth y lo que el director asociaba con el personaje que en la ópera de Verdi. Se sustituyeron las brujas por niños, tanto inocentes como malvados, y la ópera terminó con un coro de la victoria (el Teatro de la Monnaie eligió la versión de 1865, pero la muerte de Macbeth se basó en la de 1847) mostrando a Macbeth en una silla de ruedas enfrentándose con Macduff, con el rostro pintado de guerrero y blandiendo un hacha. Afortunadamente, la parte musical de la función fue más justa con Verdi. Paul Daniel dirigió la Orquesta de la Monnaie con gran seguri- Bernd Uhlig BRUSELAS Théâtre de La Monnaie. 11-VI-2010. Verdi, Macbeth. Scott Hendricks, Iano Tamar, Carlo Colombara, Andrew Richards, Benjamin Bernheim. Director musical: Paul Daniel. Director de escena: Krzysztof Warlikowski. Escenografía y vestuario: Malgorzata Szczesniak. Iano Tamar y Scott Hendricks dad y su soberbia interpretación estuvo llena de pasión y tensión dramática. Siguió fielmente la partitura pero con gran flexibilidad. Scott Hendricks mostró ser un gran Macbeth, presentando al personaje exactamente como lo quería Warlikowski y cantó con voz de barítono aterciopelado cuyo único defecto fue que no sonó suficientemente “italiano”. La soprano Iano Tamar fue una Lady Macbeth con autoridad y muy expresiva, pero tal vez su canto sonó demasiado hermoso para lo que quiso Verdi. Carlo Colombara resultó ser un noble Banquo con una oscura y redonda voz de bajo. Andrew Richards cantó el aria de Macduff con sentimiento y estilo. Benjamin Bernheim fue un digno Malcolm y todos los papeles secundarios se hicieron bien. Grandes ovaciones para los cantantes y el director musical, abucheos para Warlikowski y su equipo. Erna Metdepenninghen Cancelación de Ruggero Raimondi SIN FUERZA LIEJA Opéra Royal de Wallonie. 20-VI-2010. Musorgski, Boris Godunov. Alexei Tikhomirov, Maxim KuzminKaravaev, Sergei Poliakov, Sergei Drobishevski, Ruslan Roziev, Yuri Salzmann, Maxim Sazhin. Director musical: Paolo Arrivabeni. Director de escena: Petrika Ionesco. Vestuario: Lili Kendaka. Para su nueva producción de Boris Godunov, protagonizado por Ruggero Raimondi —que también podrá verse en el Festival Internacional de Santander— la Ópera Real de Wallonie había anunciado originalmente a Yannis Kokkos como director de escena, responsabilizándose también de la escenografía y el vestuario, pero fue finalmente Petrika Ionesco quien escenificó la obra, usando sobre todo la versión de 1872. Así que no había acto polaco y la ópera acababa con la escena del bosque de Kromi. Ionesco diseñó una escenografía muy simple con elementos móviles (muros cubiertos en parte con frescos religiosos), que ligeramente adaptados podían ser usados en casi todas las escenas. Lili Kendaka aportó el vestuario histórico. La escenificación de Ionesco no era muy inspirada, tradicional pero a menudo quisquillosa y excesiva (los golpes del pueblo, la ejecución), con multitudes de figurantes innecesarios (filas de monjes con largas barbas) y efectos exagerados (sueño de Grigori). ¿Y qué significa tanto ir y venir en la celda de Pimen? Nos muestra a Chuiski apuñalando al joven Fiodor y acaba la ópera con la coronación del nuevo zar (Dimitri). El reparto estaba compuesto fundamentalmente de jóvenes cantantes rusos faci- litados por el Centro de Ópera Galina Vishnevskaia de Moscú rodeando a Ruggero Raimondi. Desafortunadamente, afectado ya la primera noche por una traqueitis, Raimondi canceló las funciones siguientes. Así que yo escuché a Alexei Tikhomirov (que en un principio se encargaba de Pimen), un cantante decente con una buena voz de bajo pero falto todavía de madurez y autoridad. Pimen estuvo bien cantado por el joven Maxim Kuzmin-Karavaev, quien sin embargo no era muy convincente como el viejo y sabio monje. Y la verdad es que la escenificación no le ayudaba. Fue también el caso del Grigori de Sergei Poliakov, con un timbre de tenor más bien trabajoso. Sergei Drobishevski (Chuiski), Ruslan Roziev (Varlaam), Yuri Salzmann (Chelkalov) y Maxim Sazhin (El Inocente) brindaron buenas interpretaciones y el coro, reforzado, preparado por Marcel Seminara, también lo hizo bien, aunque a veces sonase algo débil. Paolo Arrivabeni dirigió con mano firme pero realmente no pudo crear una atmósfera dramática convincente y el sonido de la orquesta no fue de ningún modo transparente. Ignoro si ello se debió a la acústica de la carpa donde actúa la Ópera de Wallonie. Erna Metdepenninghen 47 254-Pliego 3 23/6/10 13:42 Página 48 AC T U A L I DA D ESTADOS UNIDOS La ópera de Ligeti por la Filarmónica de Nueva York GROTESCO Y MACABRO 48 Como un emocionante clímax de su primer año como titular, Alan Gilbert consiguió un éxito tan impresionante para su Filarmónica de Nueva York que seguramente fue la envidia de al menos dos vecinos suyos del Lincoln Center: me refiero al estreno más aclamado de la temporada de ópera 2009-10 de la ciudad de Nueva York. Desde su estreno mundial en Estocolmo en 1978, Le Grand Macabre de Ligeti ha sido la sensación de los teatros de ópera en todo el mundo, pero ésta ha sido únicamente su segunda producción en los Estados Unidos —y no se representó en un teatro de ópera sino en la Avery Fisher Hall, la casa central muy querida pero acústicamente complicada de la Filarmónica. El director de escena Doug Fitch amplió el escenario para crear una zona frontal donde la orquesta podía tocar y donde eran visibles no sólo los cantantes sino también los que proyectaban la animación central de la producción en una pantalla con forma de un gran ojo suspendida por encima del escenario. Ahí hubo grotescas y graciosas imágenes que comentaban o que participaban en la acción, y de vez en cuando se asomaba la incorpórea cabeza gigante de un cantante para vigilar la acción del escenario. Vistiendo el muy imaginativo vestuario de Catherine Zuber, el elenco paseaba por los pasillos, disparando armas y entregando postales advirtiendo al público que el día del juicio estaba a la vuelta de la esquina. El coro, vestido de negro (los excelentes New York Choral Artists), iba desde el escenario hasta el anfiteatro y volvía, y un grupo tocando descaradamente y con mucho martilleo instru- Chris Lee NUEVA YORK Avery Fisher Hall. 29-V-2010: Ligeti, Le Grand Macabre. Eric Owens, Mark Schowalter, Jennifer Black, Renée Tatum. New York Choral Artists. Filarmónica de Nueva York. Director musical: Alan Gilbert. Director de escena y escenógrafo: Doug Fitch. Vestuario: Catherine Zuber. Iluminación: Clifton Taylor. Mark Schowalter y Melissa Parks en El gran macabro de Ligeti mentos de metal y de percusión estaba situado en la parte de atrás del teatro. Fue una tarde espléndida tanto para la vista como para el oído y al final todo el público se puso en pie para ovacionar fervorosamente a los diligentes (pero también muy contentos) intérpretes. En cuanto a Le Grand Macabre en sí, merece mucha atención: si es real- mente una gran ópera es otra cosa. Con sus violentos extremos de timbre, registro y dinámica, Ligeti creó un llamativo e idóneo sonido para el libreto, inspirado en la grotesquerie de Ghelderode, en el que el empeño de la Muerte por acabar con el mundo a medianoche se ve desbaratado por una “fuerza de la vida” que va acumulando los poderes del sexo, el alcohol, la gula y los embustes políticos. Es feroz y graciosa, entretenida e incluso estimulante, pero avanza muy irregularmente, sin la segura trayectoria dramática que indudablemente Ligeti hubiera mostrado si hubiera tenido ya un par de óperas en su haber. Incluso los grandes maestros de la ópera casi nunca dieron en el clavo la primera vez. Pero Gilbert y su gente sí que dieron en el clavo. El reparto no podía haber sido mejor, cada uno interpretó con chispa y agudeza y con una pronunciación inglesa notablemente inteligible. Eric Owens fue un soberbio Nekrotzar, con la justa pomposidad cohibida; y Mark Schowalter mostró capacidad vocal y física en el largo y crucial papel de Piet the Pot. Jennifer Black y Renée Tatum (Amanda y Amando), Wilbur Pauley y Melissa Parks (Astradamors y Mescalina), Petre Tantsits y Joshua Bloom (los Ministros Negro y Blanco), Kiera Duffy (Venus) y Anthony Roth Costanzo (el Príncipe Go-Go) fueron todos de primera categoría. Y maravillosa —sobre todo en cuanto a su entonación— estuvo Barbara Hannigan como la locamente florida y armada hasta los dientes Gepopo. Y Gilbert mismo fue literalmente el centro de todo con su fe en Ligeti y en esta aberrante ópera tan difícil de manejar, con su virtuosa orquesta, y en su a veces obstinadamente conservador público, y también el éxito que tuvieron ha sido una reivindicación para un teatro de conciertos históricamente problemático. Su dominio del paisaje a lo Brueghel fue total y claro, al igual que el placer que le dio y que fue fascinantemente contagioso. Patrick Dillon 254-Pliego 4 23/6/10 14:24 Página 49 AC T U A L I DA D FRANCIA Festival Agora PROTOTIPOS David Jensen TRISTAN MURAIL El festival Agora 2010, escaparate del IRCAM, interrogaba en junio el concepto de prototipo que situaba en “constelaciones históricas y actuales surgidas de la tensión entre el proceso de invención y la decisión de un objeto definido y múltiple”, como lo sugería el director del IRCAM Frank Madlener. Tema legítimo, pues el instituto fundado por Pierre Boulez es un laboratorio de la creación musical que, desde su fundación en 1977, ha suscitado infinidad de procedimientos, paradigmas y herramientas recogidas y desarrolladas por músicos de todos los horizontes y, gracias a su anclaje en el interior del Museo Nacional de Arte Moderno, por coreógrafos y artistas plásticos. El inicio de la edición 2010 fue confiado al artista plástico de origen turco Sarkis, cuyo trabajo alía neón, vídeo, fotografía, acuarela y toda una panoplia de materiales de orígenes diversos. Para Agora, ha presentado un extenso happening en el Espacio de proyección del IRCAM. Se trataba de un espectáculo de una hora pero el tiempo se dilató tanto y la repetitividad del material sonoro era tan presente que los sesenta minutos parecieron una eternidad. El espectáculo, que se desarrollaba en la obscuridad, se encontraba más bien entre el público, en su mayor parte tumbado por el suelo escuchando o sumergido en un semisueño, mientras otros deambulaban por la sala para intentar percibir la menor variación sonora. En realidad se trataba de un remix de la obra de John Cage Roaratorio, estrenada en este mismo lugar el 19 de enero de 1981. El compositor norteamericano había conce- Elisabeth Schneider PARÍS IRCAM. Centre Pompidou. Cent-Quatre, Cité de la Musique, Radio France. 7/18-VI-2010. Ensemble vocal Exaudi. Gran Coro de la Radio Holandesa. Ensembles l’Instant Donné, L’Itinéraire, Intercontemporain. Filarmónica de Radio France. Directores: Mark Foster, Ludovic Morlot, Pascal Rophé. Obras de Cage/Sarkis, Pesson, Agostini, Scelsi, Trapani, Murail, Harvey. ENSEMBLE VOCAL EXAUDI bido este proyecto a partir de sus lecturas de Finnegans Wake de James Joyce. La banda sonora encabalga gritos, risas, llantos de niños, mujeres y hombres, cantos de pájaros, arrumacos de aves y sonidos de la naturaleza. La voz de Cage se reemplaza por una tempestad intermitente seguida de grandes truenos… A pesar de las esperanzas depositadas en la aparición de nuevos atributos sonoros y/o visuales, uno se cansa enseguida de este espectáculo y piensa que el IRCAM habría estado más inspirado limitándose a la temática de su festival y recuperando el prototipo elaborado por Cage hace veintinueve años… El primer concierto del festival se encadenaba al happening de Sarkis. El programa monográfico estaba consagrado al tríptico Cantate égale pays de Gérard Pesson. La música de este compositor de cincuenta y dos años no favorece la exaltación. Interiorizada y retenida, incita a la conjetura, con sus textos abstrusos, sus matices que no van más allá del pianissimo, su toque delicado, su complejidad de escucha. Música desconcertante, sutil, secreta, hermética, que linda con la ascesis… Tanto más difícil de ejecutar sin director, el oyente emerge de esta hora de música insólita admirado hacia sus intérpretes, los seis cantantes del grupo británico Exaudi y los nueve instrumentistas del conjunto francés L’Instant donné, todos ellos dispuestos sobre un escenario-tablero bien iluminado por Daniel Levy según los distintos efectivos de cada cantata. La ausencia de director propicia que nada se interponga entre el público y los intérpretes. La fragilidad del discurso musical es la esencia misma de la ejecución, en tanto que las estructuras rítmicas, de una extrema dificultad de ejecución, exigen de los músicos una absoluta atención a sus compañeros. Otra particularidad, el ensemble está amplificado para evitar cualquier discontinuidad sonora entre los instrumentos acústicos y los cantantes, y el recurso casi inmaterial a la electrónica (aquí un hiper bajo cuasi continuo que evoca los sonidos de la naturaleza). En estas tres cantatas de Pesson compuestas sobre enigmáticos poemas de Mathieu Nuss, Gerard Manley Hopkins y Elena Andreyev todo permanece contenido, incluso la espacialización, a pesar de una amplificación que subrayaba la situación efectiva de cada uno de los artistas presentes en el escenario. Sobre rápidas pulsaciones, Pesson elabora singulares edificios inmateriales que deben mucho a la extraordinaria precisión de sus intérpretes. Al día siguiente, en un nuevo lugar parisino, el Centquatre, que busca aún su identidad, Agora se consagraba al descubrimiento con el concierto Emergence: jeune création del Curso 2 que el IRCAM propone a jóvenes compositores, confiado al Ensemble L’Itinéraire dirigido por Mark Foster. Firmada por el italiano Andrea Agostini, la primera pieza, Legno sabbia vetro cenere, integra inteligentemente el cuarteto de cuerdas, de escritura austera y agresiva, con la electrónica live, realizada por síntesis aditiva y que toma la forma de un quinto instrumento. Segunda partitura de estreno, Cognitive Consonance del 49 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 50 AC T U A L I DA D norteamericano Christopher Trapani tiene una textura seductora con sus instrumentos poco ordinarios, entre ellos un qanûn y una guitarra eléctrica hexafónica. A cada una de estas obras seguía otra página, una de Scelsi, Pranam II para nueve instrumentos, y la otra de Murail, Vampyr! para guitarra eléctrica, homenaje a los pop stars Eric Clapton y Carlos Santana. Seguía un fin de semana alrededor de Tristan Murail, que se abría con un concierto del Ensemble Intercontemporain dirigido por Ludovic Morlot en la Cité de la Musique, con el compositor en la mesa de mezclas. Dos obras de Giacinto Scelsi, que Murail y sus amigos Gérard Grisey, Michaël Lévinas y Hugues Dufourt descubrieron e impusieron a finales de los años setenta durante su estancia en la romana Villa Medici: Yamaon, sombría y lírica, y Okanagon y una partitura de Matthias Pintscher, Verzeichnete Spur, de bellos colores pero que tarda en acabar. Estas tres piezas rodeaban dos obras de Murail escritas en los años 1992-1994, L’Esprit des dunes, melódica y seductora, y Serendib. Pero la cita mayor del festival tuvo lugar en Radio France, con la Filarmónica de Radio France dirigida de forma magistral por Pascal Rophé, en presencia de Pierre Boulez: el esperado estreno francés de Sept Paroles, partitura de cincuenta y cinco minutos para gran orquesta, coro y electrónica en tiempo real de Tristan Murail inspirada en los últimos instantes de vida de Cristo. “Cuando abordé esta obra, tenía dudas sobre la existencia histórica de Jesús. Hoy, parecería que JONATHAN HARVEY Maurice Foxall FRANCIA hubo un personaje histórico, Jesús, pero que difiere del Cristo evangélico. Era probablemente un predicador judío que quería reformar el judaísmo y, si no un agitador, al menos sí un contestatario del poder romano”. Murail no ha utilizado las Palabras sino pasajes de las Escrituras. Siete momentos encadenados, introducidos cada uno de ellos por otros tantos sones de campanas. El compositor ve las palabras como metáforas de una experiencia humana. El trabajo instrumental y la magnificencia de la orquestación hacen de esta partitura todo un logro, así como la informática en tiempo real, plenamente integrada. Pero la parte vocal no llega a ese nivel, la escritura coral, monolítica y declamatoria, está demasiado anclada en Messiaen. Equilibrio perfecto, por el contrario, pero sin partes corales, en Speakings, obra magistral de veinticinco minutos en tres movimientos enlazados compuesta en 2007-2008 por Jonathan Harvey para gran orquesta, flauta baja, oboe, trombón y electrónica live. A los setenta y un años, el compositor británico se encuentra en la cima de su arte. Bruno Serrou Entre la comedia musical y la ópera EL REGRESO DE MAGDALENA París. Théâtre du Châtelet. 18-V-2010. Villa-Lobos, Magdalena. Marie-Eve Munger, Aurélia Legay, Mlamli Lalapantsi, François Le Roux, Víctor Torres, Harry Nicoll, Vincent Ordonneau, Matthew Gonder. Coro del Châtelet. Escolanía de Paris. Orquesta Sinfónica de Navarra. Director musical: Sébastien Rouland. Directora de escena: Kate Whoriskey. Decorados: Derek McLane. Vestuario: Paul Tazewell. 50 M.-N. Robert E l cincuentenario de la muerte de Villa-Lobos, desaparecido en 1959, apenas provocó homenajes en París, donde el brasileño residió con frecuencia. Magdalena, cuyo título alude a un río de Colombia, fue concebida en París antes de ser estrenada en 1948 en Los Ángeles. Esta musical adventure que produjo Jules Dassin fue encargada a un compositor que no dominaba el inglés y que hubo de escribirla en dos meses a partir de fragmentos ya conocidos por el público. Para asegurarse el éxito, recurrió a los dos libretistas de Song of Norway, opereta que adaptaba música de Grieg cuyo triunfo reventó la taquilla de un teatro de Manhattan, Robert Wright y George Forrest. En la época de su estreno, Magdalena fue la comedia musical más costosa jamás realizada en Broad- way. La partitura, escrita y orquestada por Villa-Lobos, pone de relieve ese folclore sudamericano tan querido del compositor, que retoma algunas secciones de sus célebres Bachianas Brasileiras. Situada en Colombia, a orillas del río Magdalena, la intriga relata el conflicto entre catolicismo y creencias indias practicadas por los obreros de una mina de esmeraldas. Esta mezcla de comedia musical y ópera folclórica es un caso único en la historia del teatro musical del siglo XX, con melodías populares procedentes de América latina. La caricatura de un general esclavista permite a Villa-Lobos saldar cuentas con los caudillos populistas. En cuanto al amor imposible de María y Pedro, dos indios muzios desgarrados entre la atracción por lo religioso y el rechazo de la opresión, es pretexto para llevar la magia de Broadway al corazón de la Amazonia. La producción del Châtelet es, en lo vocal, excelente. Marie-Ève Munger es una María de voz flexible y sólida línea de canto, cuya técnica segura le permite agudos filados en pianissimo. Si es un placer reencontrar como Padre José al barítono Víctor Torres, del que ciertos héroes verdianos han dejado recuerdo, Mlamli Lalapantsi encarna a un Pedro de cálido timbre. Pero la Teresa de Aurélia Legay, unida aquí al impagable general de François Le Roux, domina a todos los protagonistas. Muy solicitado, el coro contribuye al éxito del conjunto más que la orquesta navarra, de la que Sébastien Rouland no consigue canalizar su voluntad desordenada. La puesta en escena de Kate Whoriskey, tan poco imaginativa como la coreografía de Warren Adams, está mal resuelta, acorde por desgracia con la escenografía kitsch de Derek McLane. Bruno Serrou 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 51 AC T U A L I DA D FRANCIA / GRAN BRETAÑA El Anillo de Krämer decepciona IMPROBABLE WALKYRIA EN PARÍS París. Opéra Bastille. 31-V-2010. Wagner, La walkyria. Robert Dean Smith, Günther Groissböck, Thomas Johannes Mayer, Ricarda Merbeth, Katarina Dalayman, Yvonne Naef. Director musical: Philippe Jordan. Director de escena: Günter Krämer. Decorados: Jürgen Bäckmann. Vestuario: Falk Bauer. N o se había representado La walkyria en la Ópera de París desde hacía treinta y tres años. Esta nueva producción era, por tanto, muy esperada, pese a la decepción que provocó El oro del Rin en marzo pasado. La nueva propuesta confirma aquella impresión. Günter Krämer conoce indudablemente el gran ciclo wagneriano y es un excelente director de actores. Conoce también a sus clásicos, pues esta Walkyria bebe en las escenografías de Chéreau y Kokkos. Así, en el primer acto, el bosque cubierto de rocío remite al decorado de Peduzzi en Bayreuth, mientras la gran escalera que se refleja en un espejo gigantesco en el segundo procede del director de escena griego… Pero, una vez integradas estas referencias, el resto de la visión es un revoltijo de imágenes más o menos incongruentes. La amplia morada de Hunding está invadida en el primer acto por un montón de cadáveres. El decorado del segundo acto proviene del final de El oro visto esta vez desde el interior, dominado por la palabra Germania en pleno Walhalla. Todo esto sumerge al espectador en una trasnochada mitología nazi. La huida de la pareja incestuosa transcurre en un desierto sombrío invadido por toneladas de manzanas, sin duda para recordar al espectador que las desgracias de la pareja se derivan de las desventuras de Freia, hasta que la cua- drilla de Hunding ahoga a Siegmund, creando una enorme confusión. El colmo llega con la cabalgata de las walkyrias, que cabalgan héroes desnudos a los que limpian ataviadas de enfermeras. Por otra parte, Wotan adormece a Brünnhilde sobre la mesa de autopsias en la que había abandonado el cadáver de Siegmund, antes de dar a Loge la orden de extender el fuego a su alrededor… Philippe Jordan, pese a sus cualidades, necesita madurar su visión del Anillo. Si los tempi son más vivos y contrastados que los de El oro en los preludios, a esta Walkyria le falta unidad y progresión dramática, lastrada por numerosos tiempos muertos, quedando falta de poesía y de ternura la Despedida de Wotan. Y no ha sido por culpa de la orquesta, que se ha entregado sin reservas. El homogéneo reparto está a igual altura. Excelente Siegmund de Robert Dean Smith, con su voz fluida y ágil pero sólida; radiante Sieglinde de Ricarda Merbeth; brillante Fricka de Yvonne Naef; Brünnhilde de agudos resplandecientes de Katarina Dalayman, que alterna energía y ternura; cohorte de walkyrias de total cohesión. Wotan, confiado a Thomas Johannes Mayer, de voz firme y homogénea, sucede ventajosamente a Falk Struckmann en El oro. Bruno Serrou Buen comienzo del Festival de Ópera en Sussex MOVEDIZAS ARMONÍAS La temporada de Glyndebourne ha dado en el clavo este año, al comenzar con una nueva producción de Billy Budd, la obra maestra (1950-51) de Britten. El director teatral británico Michael Grandage, que dirigía su primera ópera, ha creado una puesta en escena de gran tensión, y sir Mark Elder dirigió la orquesta con meticulosidad y pasión. El reparto y el coro fueron extraordinarios. La Filarmónica de Londres trató las cambiantes y movedizas armonías con gran atención y entusiasmo. Una sección transversal ribeteada del barco de guerra napoleónico, un magnífico decorado de Christopher Oram, realzó la acción durante toda la obra. La iluminación de Paule Consta- Alastair Muir GLYNDEBOURNE Festival de Glyndebourne. Britten, Billy Budd. John Mark Ainsley, Jacques Imbrailo, Phillip Ens, Iain Paterson. Director musical: Mark Elder. Director de escena: Michael Grandage. Jacques Imbrailo en Billy Budd de Britten en Glyndebourne ble, con sus focos de reducida luz del día, acentuó la lustrosa y misteriosa partitura. El siempre perceptivo John Mark Ainsley, en el papel del capitán Vere que Britten creó para su amante, Peter Pears, cantó elocuentemente. La relación central en este reelaboración de la novela corta de Hermann Melville se desarrolla entre el bueno y altruista capitán y el sádico hombre de armas, Claggart (Phillip Ens). Ambos se sienten inquietos con la llegada del inocente, tartamudo y arquetípico “marinero guapo” Budd, aquí interpretado con entusiasta fervor y agili- dad por Jacques Imbrailo. Todos los papeles secundarios del reparto enteramente masculino tuvieron su propia personalidad y carácter musical, sobre todo el Novato de Ben Johnson, el viejo marinero Dansker de Jeremy White, el Mr. Redburn de Iain Paterson y el Mr. Flint de Matthew Rose. Cuando el buenazo y barbudo Dansker ata la soga para que cuelguen a su amigo Billy, el genio que tenía Britten para expresar los sentimientos humanos se plasmó en un alarido inolvidable. ¿Hay en esta ópera un momento más desgarrador? Si Billy Budd establece el tono dominante del Festival de 2010, será un año memorable en la historia de Glyndebourne. Fiona Maddocks 51 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 52 AC T U A L I DA D HOLANDA Estreno de una ópera de Raskatov MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES Monika Rittershau Het Muziektheater. 13-VI-2010. Raskatov, A Dog’s Heart. Elena Vassilieva, Nancy Allen Lundy, Ivo Posti, Alexander Kravets, Ville Rusanen, Sergei Leiferkus, Vasili Efimov. Vocaal LAB Nederland. Orquesta de Cámara de la Radio. Director musical: Martyn Brabbins. Director de escena: Simon McBurney. Decorados: Michael Levine. Vestuario: Christina Cunningham. ÁMSTERDAM Escena de El corazón de un perro de Alexander Raskatov en la Ópera de Holanda 52 Desde que fue reestrenada en 1974, La nariz de Shostakovich, una sátira, se ha convertido en una de las principales obras del teatro musical ruso contemporáneo. Un importante acontecimiento en cuanto al género fue la presentación de Vivir con un idiota de Alred Schnittke, ofrecida por la Ópera de los Países Bajos durante el Festival de Holanda en abril de 1992 en una espectacular interpretación, dirigida musicalmente por Mstislav Rostropovich. Durante el Festival de Holanda de 2010 la Ópera de los Países Bajos presentó en estreno mundial Corazón de perro de Alexander Raskatov (1953) basada en una historia de Mikhail Bulgakov, una sátira de 1925 sobre los acontecimientos acaecidos en Rusia durante el periodo en que Stalin se hizo con el poder. El libreto, escrito por Cesare Mazzonis (traducido al ruso por George Edelman), cuenta la historia del famoso cirujano Moskou, que se especializa en transplantes de órganos para disminuir los efectos del envejecimiento. Un día se topa con un perro abandonado al que le añade los testículos y la glándula pituitaria de un cadáver. Sin embargo, después de la operación el animal se transforma es un ser que combina el corazón de un perro con el comportamiento de un “hombre vulgar” que blasfema, bebe, fornica y es egoísta, hasta que el cirujano decide extraerle los órganos humanos para salvar su propia existencia. Los paralelismos entre La Nariz y Vivir con un idiota son inequívocos. En las tres óperas lo absurdo de la sociedad rusa se ve acentuado por una confrontación de las convenciones y del sistema social con un elemento “extraño” que no hace más que intensificar toda ridiculez. Pero también existe una diferencia, tanto Shostakovich como Schnittke parecían interesados en las personas como seres humanos mientras Raskatov y su libretista querían usar el teatro para una critica social y política. Con la excepción del cirujano Filipp Filippovich (una excelente interpreta- ción del barítono Sergei Leiferkus) todos los personajes se convierten en caricaturas en una sucesión de divertidas escenas, que recuerdan un tebeo lleno de extravagantes dibujos. Gracias a la original producción de Simon McBurney, la impresión general es abrumadora, pero al mismo tiempo es un poco excesiva. En el centro está el perro Sjarik, interpretado soberbiamente por un grupo inglés de teatro de marionetas, pero tarda demasiado en llegar porque hasta la mitad de la ópera y pasada una serie de extravagancias no llega la transformación que hemos estado esperando. Aunque en La nariz el cambio ocurre entre dos escenas, Raskatov usa la escena más larga de su ópera para obrar este cambio. Es un reto escénico pero funciona mal. Sólo en el segundo acto, en la confrontación de Sjarikov (una graciosa interpretación por el tenor Alexander Kravets) con el mundo de valores humanos y normas, se intuye algo más profundo detrás de la situación cómica, pero llega demasiado tarde. Al fin y al cabo El corazón de un perro es poco más que una secuencia de escenas cómicas, algunas veces muy divertidas, otras más predecibles y basada en un partitura que no une bien las diferentes escenas con el flujo de la música. Raskatov desarrolla una enorme cantidad de ideas y referencias estilísticas, incluyendo citas de Verdi (Aida), Prokofiev (El amor de las tres naranjas), y otras, pero su preocupación principal parece ser mostrar musicalmente lo que ocurre en el escenario. Martyn Brabbins dirigió la Orquesta de Cámara de la Radio, al igual que al enorme reparto con gran firmeza y dio espacio a los solistas para que pudieran moverse libremente en esta animada producción. Menos satisfactorio fue el uso de la amplificación electrónica, que a veces estorbó el equilibrio musical, y provocó una sensación de soledad que no se espera de un teatro de ópera de tamaño medio. Paul Korenhof 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 53 AC T U A L I DA D ITALIA Festival Pergolesi de Primavera TODO PERGOLESI JESI Teatro Morriconi. 4-VI-2010. Pergolesi, Il Flaminio. Juan Francisco Gatell, Laura Polverelli, Marina De Liso, Sonia Yoncheva, Serena Malfi, Laura Cherici, Vito Priante. Director de escena: Michal Znaniecki. Teatro Pergolesi. 12-VI-2010. Adriano in Siria. Marian Comparato, Lucia Cirillo, Annamaria Dell’Oste, Nicole Heaston. Livetta e Tracollo. Monica Bacelli, Carlo Lepore. Director de escena: Ignacio García. Accademia Bizantina. Director musical: Ottavio Dantone. 13-VI2010. Roberta Invernizzi, Pamela Lucciarini, Sonia Prina, Ferdinand van Bothmer. Europa Galante. Director: Fabio Biondi. La Fenice sul rogo o vero la Morte di S. Giuseppe. Jesi como Salzburgo. Iniciación de las celebraciones del 300 aniversario del nacimiento de Giovanni Battista Pergolesi, que prevén la ejecución de su obra completa en tres festivales (primavera, verano e invierno), con su última ópera, Il Flaminio (dirección escénica paradigmática de Michal Znaniecki) en el Teatro Valeria Moriconi, una bella exiglesia, con la acción rodeando al público. Una implicación de todos como nunca, perfecto mecanismo de relojería donde en un patio más bien napolitano todo sucede con tiempos escénicos cronométricos y musicales metronómicos sobre la onda de la soberana precisión de la Accademia Bizantina, dirigida por el excelente Ottavio Dantone, que adorna, con justo énfasis pero siempre sin retórica ni pathos, cada frase del divertidísimo libreto. Ideal reparto por homegeneidad y virtuosismo, empezando por la pareja bien avenida Laura Cherici (espléndida Checca)-Vito Priante (arrollador Vastiano), extraordinariamente cómplices. Simplemente inimaginable la interpretación del acrobático Juan Francisco Gatell, que firma un Polidoro que mejor no podría ser. Luego, la otra pareja —¿veladamente homosexual?—: la hierática Marina De Liso (Giustina) y Laura Polverelli, marimacho dandi travestido (Flaminio). Una revelación: la joven Serena Malfi, no la perda- mos de vista. Un hallazgo su Ferdinando en perenne lloriqueo al ser rechazado por la caprichosa Agata (Sonia Yoncheva). Una velada como hacía tiempo que no se recordaba en Italia. Menos incisiva Adriano in Siria, sea por el reparto que, pese a ser correcto musicalmente, trabajó poco la interpretación de la palabra y de los personajes, a excepción de Nicole Heaston (voz musical de gran belleza), sea por la dirección de escena un poco congelada de Ignacio García, que sin embargo firmó un explosivo Livetta e Tracollo, el intermedio propuesto en los entreactos como en 1734. Cualquier superlativo se queda corto para describir la actuación del dúo Monica Bacelli (Livetta)-Carlo Lepore (Tracollo): subrayado por el gesto y los hallazgos, continuamente nuevos, donde no ya cada palabra sino cada sílaba era un triunfo de comicidad inigualable. Inenarrable. Por fin, el magistral oratorio La Fenice sul rogo ovvero La morte di S. Giuseppe: excelentes Fabio Biondi y Europa Galante, como las voces (Roberta Invernizzi, Pamela Lucciarini, Sonia Prina, Ferdinand van Bothmer). Mientras, el Gobierno Italiano amenaza con cortes indiscriminados para la música. Estamos ante el canto del cisne de la antigua forma de hacer de los grandes teatros, ¿dónde están hoy? Franco Soda Jazz at Lincoln Center Orchestra con Wynton Marsalis y Paco de Lucía Vitoria Suite Wynton Marsalis rinde tributo a la ciudad de Vitoria y a su emblemático festival de jazz. La rigurosidad de la música clásica y toda la frescura del jazz con jirones de flamenco. Por concepto, magnitud y participantes, Vitoria Suite es un hito del jazz contemporáneo. 53 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 54 AC T U A L I DA D ITALIA Dos teatros de Turín montan conjuntamente la música de Schumann para el poema byroniano BYRON DE BOLSILLO TURÍN Teatro Carignano. Teatro Regio. 11-VI-2010, Byron-Schumann, Manfred. Walter Malosti. Director musical: Gianandrea Noseda. Director de escena: Andrea De Rosa. De la colaboración entre el Teatro Regio y el Teatro Stabile de Turín ha nacido la rara producción del Manfred de Byron con la música de Schumann, representado en las sedes de ambos teatros. El “poema dramático” de Byron, escrito en 1816-17 no estaba pensado para el teatro, y la música de Schumann nació en 1848 como respuesta libre e inmediata a las sugerencias de algunas escenas, sin ninguna perspectiva concreta de ejecución (luego la dirigió Liszt en Weimar en 1852). Y sin embargo esas músicas son hoy la razón que empujan a intentar la representación de Manfred. La célebre obertura revela en qué dimensión visionaria e interiorizada han sido transferidas las angustiosas interrogantes y las lacerantes desesperaciones de Manfred; las otras estupendas páginas (para solistas, coro y orquesta o recitado con música) captan con fulgurantes iluminaciones algunos momentos de la poesía de Byron, siempre con una luz de intimidad e introspección, con una perspectiva muy personal. En Turín, la nueva producción ha sido completamente independiente del célebre espectáculo de Carmelo Bene de hace treinta años; pero incluso con la sobre la que se disponen a veces, a distintas alturas, las voces del coro y algunas escenas, con resultados sugestivos. El titanismo visionario es reconducido a una dimensión de alguna manera cotidiana y presente. Coherente con la esencialidad del espectáculo es la interpretación intensa y sobriamente controlada de Walter Malosti (Manfred). Atendible la dirección de Gianandrea Noseda, aunque un poco descolorida en la difícil y bellísima obertura; apreciable el coro preparado por Roberto Gabbiani, discretos los solistas. nueva traducción de Enzo Moscato y el respeto por la exacta colocación de las músicas de Schumann, las partes cantadas en italiano sonaron siempre bastante mal. La dirección escénica de Andrea De Rosa y la escenografía de Sergio Tremonti prescinden de las fantasiosas acotaciones de Byron, de castillos góticos y paisajes alpinos. En la parte anterior de la escena sobre un gran lecho yace el cadáver desnudo de Astarté, el amor perdido que es el centro de los pensamientos de Manfred y de su desesperado deseo de olvido. La orquesta está sobre la escena, destrás una estructura practicable abierta Paolo Petazzi Michieletto sitúa al libertino en un mundo irreal DON JUAN EN SU INFIERNO VENECIA La dirección de Damiano Michieletto dio un interés particular a la nueva producción de Don Giovanni en Venecia. Su espectáculo propone con coherencia y fuerte sugestión una clave de lectura bien definida que toma algunos aspectos esenciales de la célebre obra maestra (dejando inevitablemente otros en sombra). El ansioso frenesí erótico-vital del protagonista se sitúa bajo el signo de una violenta excitación, en una atmósfera sombría y lívida, en un vértice obsesivo que, excluyendo cualquier ambiente al aire libre, se desarrolla siempre en el interior de un mismo edificio, un laberinto de habitaciones y corredores (poco iluminados u oscuros) que giran continuamente, desplegando espacios diversos pero decorados de modo idéntico (escenografía de Paolo Fantin, 54 vestuario de Carla Teti). El planteamiento es casi surrealista: una pared puede separar a los protagonitas de un dúo (o de una pieza de conjunto), no hay lugar para los músicos en la escena del Final del primer acto (donde la fiesta cae en la oscuridad), ni en el del segundo, donde el banquete es una orgía con cuatro muchachas). Una estancia con un ataúd (idea poco feliz) sustituye al cementerio con la tumba del Comendador, que había sido muerto a bastonazos y que al final no es el deus ex machina, la verdadera causa de la muerte de Don Giovanni: la misma carrera ansiosa y desesperada del protagonista parece conducirlo a la autodestrucción. El vacío que Don Giovanni deja en todos los personajes se manifiesta con su burlona reaparición durante la última escena. Y antes Michieletto había mos- Michele Crosera Teatro La Fenice. 20-V-2010. Mozart, Don Giovanni. Markus Werba, Alex Esposito, Aleksandra Kurzak, Carmela Remigio, Marlin Miller. Director musical: Antonello Manacorda. Director de escena: Damiano Michieletto. Markus Werba y Aleksandra Kurzak trado con gran eficacia las consecuencias del encuentro con Don Giovanni en las relaciones entre Don Octavio y Doña Ana o entre Masetto y Zerlina. El conjunto del reparto era notable: Markus Werba fue un impecable protagonista, Alex Esposito un Leporello excelente, de gran ductilidad expresiva (¿pero verdaderamente era necesario hacerle tartamudear en los recitativos?), Aleksandra Kurzak, una intensa Doña Anna. Carmela Remigio personificó esta vez con seguridad a Doña Elvira, a la que la dirección conduce hasta el extremo de la desesperación. Bien también Marlin Miller (Octavio), Irini Kiriakidou (Zerlina), Borja Quiza (Masetto) y Attila Jun (Comendador). Antonello Manacorda dirigió con suficiente seguridad a la Orquesta de La Fenice oportunamente reducida; adoptó tempi bastante rápidos hoy habituales, pero luego resultaba contradictorio con excesivas ralentizaciones en las páginas más cantables (al límite del arrastrado la segunda parte del aria del catálogo). Paolo Petazzi 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 55 AC T U A L I DA D SUIZA Triunfo de La Calisto de Cavalli gracias a Jan Bosse y Andrea Marcon UN SHOW DE TRAVESTIDOS AL MÁS ALTO NIVEL BASILEA Theater. 21-V-2010. Cavalli, La Calisto. Maya Boog, Luca Tittoto, Flavio Ferri Benedetti, Xavier Sábata, Nikolai Borchev, Alice Borciani, Agata Wilewska, Michael Feyfar, Andrew Murphy, Geraldine Cassidy, Anna Fusek. Director musical: Andrea Marcon. Director de escena: Jan Bosse. Decorados: Stéphane Laimé. Vestuario: Kathrin Plath. Un angelito amoroso vestido de rojo chillón corretea por los pasillos, emitiendo sonidos de flauta de pico entre el público, que, de buen humor, discute la primera idea escénica de Jan Bosse: la separación de sexos, con las mujeres en el patio de butacas y los hombres en el escenario. Y cuando Calisto, al final, es elevada como una constelación en el firmamento, cientos de lamparitas, que anteriormente habían sido distribuidas entre el público, transforman el teatro en un cielo nocturno: el efecto de las lucecitas en un concierto pop ha llegado a la ópera. Pero Bosse ha conseguido hacer aún más: las exigencias de la especial situación escénica en medio de los espectadores, sin decorados, sin elementos accesorios y con escaso espacio, las domina de manera magistral. Los cantantes ocupan el patio de butacas, del público surgen furias o figurantes, y todo esto lo ordena Bosse con una extraordinaria dirección de actores, siempre con el punto justo para las situaciones cómicas y un gran placer en presentar el juego de los distintos sexos. Un elemento escénico central es una cortina de agua. Algunos miembros del unos acompañamientos a menudo improvisados. Fue admirable el modo en que el poderoso Júpiter de Luca Tittoto, al vestirse de Diana, dominó igualmente el falsete con todos los registros de la seducción. El travestismo fue reflejado con medios vocales también de manera excelente en la Linfea del contratenor Flavio Ferri Benedetti, o en el Satirino de Alice Borciani, aunque asimismo dominaron el canto barroco en su virtuosismo y expresividad Maya Boog en Calisto, Xavier Sábata en Endimión o Nikolai Borchev en Mercurio. conjunto de la Ópera de Basilea acaban realmente empapados en esta obra, lo que aporta un fuerte componente erótico al montaje. Pero Bosse utiliza la cortina de agua asimismo de manera muy bella, como una superficie donde se proyectan los castos amores de Endimión y Diana. La música de Cavalli tomó vida en su amplia variedad de colores y emociones. Andrea Marcon, utilizando un continuo muy rico, supo reflejar toda la dimensión tímbrica de la orquesta del primer barroco, con una vitalidad y una flexibilidad rítmica que ayudaron sobremanera a los cantantes en Reinmar Wagner Superficial producción de Rusalka de Matthias Hartmann, aunque convincente en lo vocal RESIDUOS HUMANOS Solamente una boca de riego hace pensar en el agua. Con todo, el decorador Karl-Ernst Herrmann ha mantenido los restos de una naturaleza sana: el hogar de Rusalka y el Genio de las Aguas es aquí un mar de plantas. En la corte del Príncipe, por el contrario, vemos después una enorme araña de cristal y elegantes trajes de noche que representan a los humanos, cuyo lado sombrío vemos solamente al final: Rusalka no puede regresar ya a su mundo acuático, y termina como una pordiosera junto a la boca de riego. Pero la naturaleza está envenenada con basura humana: el Genio de las Aguas ha llegado envuelto en petróleo, por todas partes hay residuos, en los que sólo los elfos del bosque encuentran su inocente placer. Matthias Hartmann, director del Burgtheater de Viena, se ha roto demasiado la cabeza: para la historia, relatada por tantos autores, de la ondina que por amor quiere convertirse en un ser humano, ha planteado el enfrentamiento entre la naturaleza y la civilización. Pero ha olvidado que también se habla de destinos individuales, de amor y de fuertes sentimientos, que Dvorák supo plasmar con colores, con fuego y con pasión. El único personaje que tuvo cierto relieve fue la bruja Jezibaba de Liliana Nikiteanu. El aspecto vocal, por fortuna, resultó impecable. Eva Liebau como el pinche de cocina, que aquí fue reconvertido hábilmente en una organizadora de eventos, estuvo tan bien defendido como la altiva Princesa extranjera de Michelle Breedt Suzanne Schwiertz ZÚRICH Opernhaus. 30-V-2010. Dvorák, Rusalka. Krassimira Stoyanova, Piotr Beczala, Alfred Muff, Michelle Breedt, Liliana Nikiteanu, Sandra Trattnigg, Anja Schlosser, Katharina Peetz, Miroslav Christoff, Tomasz Slawinski. Director musical: Vladimir Fedoseiev. Director de escena: Matthias Hartmann. Decorados: Karl-Ernst Herrmann. Vestuario: Victoria Behr. K. Stoyanova y P. Beczala o el poderoso —tanto en su canto como en su intención expresiva— Genio de las Aguas de Alfred Muff. La soprano búlgara Krassimira Stoyanova otorgó a Rusalka rasgos variados y conmovedores. Sus amplias posibilidades vocales le permitieron incluso emitir ciertos colores metálicos en los agudos en forte para perfilar mejor el personaje de este misterioso ser acuático. Otro momento de oro de la representación fue Piotr Beczala como el Príncipe, quien manejo admirablemente sus cualidades canoras y su belleza tímbrica, con su preciosa voz tenoril. Desgraciadamente, lo mismo no puede decirse de la Orquesta de la Ópera al mando de Vladimir Fedoseiev, quien sólo encontró una limitada conexión con la música de Dvorák y con sus finezas instrumentales. Su lectura sonó, por lo general, demasiado fuerte y no supo resaltar las particularidades rítmicas de la música eslava. Reinmar Wagner 55 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 56 E N T R E V I S TA FAHMI ALQHAI: “SEGUIR UNA LÍNEA ARTÍSTICA COHERENTE ES ESENCIAL” ahmi Alqhai habla con convencimiento y con gran claridad. Sabe perfectamente lo que quiere y lo que tiene que hacer para conseguirlo. No parece tener miedo a la hora de tomar decisiones, a la hora de elegir. En el curso de la entrevista interviene también Rami, su hermano, violagambista como Fahmi y cabeza también visible de la Accademia del Piacere. Mientras Fahmi lleva todo el peso artístico del grupo y de Alqhai&Alqhai, Rami se divide entre lo artístico y lo empresarial y nos habla también de su papel bisagra entre la empresa, la discográfica y el grupo. Ambos creen firmemente en su proyecto, al que Rami define como un proyecto de vida y por el que apuestan con los ojos cerrados y los pies en la tierra en una combinación sobresaliente de pasión y pragmatismo. Los Alqhai defienden la calidad como premisa fundamental en todo lo que hacen, más allá de la comodidad del dinero fácil. Saben que la independencia no es cómoda pero asumen el riesgo que conlleva. Y son coherentes. El sello Alqhai&Alqhai graba sólo sus propios proyectos. No quieren abrirse a otros intérpretes de momento, porque tendrían que acabar por ofrecerles eso que ellos mismos han rechazado. Rami lo explica con esa claridad que parece ser inherente a estos hermanos de nombre raro, como dice Fahmi. F Usted comenzó sus estudios musicales en Siria. Digamos que allí hice algún que otro estudio, pero mi aprendizaje fue más bien autodidacta, guiado más por el amor a la música que por el academicismo. Mi madre ha sido siempre una gran amante de la música. Ambos, ella y mi padre, son médicos y querían que sus hijos aprendieran a tocar el piano. En esa época yo vivía en Siria con mi abuela que recibió indicaciones de mi madre para que me llevara al colegio de monjas a aprender a tocar ese instrumento. Las recuerdo como unas clases un poco absurdas porque yo, además, era muy pequeño. Y en un mundo como Siria el piano no es precisamente un instrumento que sea especialmente relevante. Ese fue mi primer contacto con la música y, desde luego, encendió la llama y despertó en mí la curiosidad por los diferentes instrumentos. ¿Y cómo se llega del piano a la viola da gamba? 56 Es un camino larguísimo. Llegué a España a los doce años y mis padres residían ya aquí desde hacía algún tiempo. Mi hermano, que vivía con mis padres, recibía por aquel entonces clases de órgano eléctrico con una profesora que le enseñaba canciones de Julio Iglesias y de música ligera en general. Me incorporé un poco a estas clases hasta que un día encontré una guitarra por casa, una guitarra que mi madre había tocado en su época de Granada, y me puse a tocarla. Yo era rockero y heavy metal desde los catorce años, de lo que no me arrepiento, por cierto. Y como todos los chicos de catorce años, tenía ilusión por formar un grupo. No fue mal, el grupo funcionaba y un colega que tocaba también la guitarra con nosotros me habló del conservatorio, me recomendó aprender, recibir clases. Había llegado la hora de dejar de ser autodidacta y de aprenderlo todo de oído. Cuando fui a matricularme no quedaban plazas en ningún instrumento, salvo en la viola da gamba que por primera vez se enseñaba en el conservatorio de Sevilla y creo que en toda España. Con Ventura Rico. Sí, con Ventura. Así que así empezó mi relación con él, siempre fantástica, y con el instrumento. Llegué a él por casualidad y sin saber absolutamente nada de música antigua. Era también una época un poco complicada, porque, al mismo tiempo, entraba en la universidad a estudiar odontología. Así que con diecisiete años tenía una viola da gamba en la mano, que utilizaba un poco para conocer los rudimentos de la música, y la odontología en la universidad. Lo recuerdo como una época un poco caótica, pero al final todo se decantó por la viola. Sus padres médicos, usted odontólogo. Hay muchos casos similares. ¿Cree que hay una relación especial entre ciencia y música? Siempre se dice, sí. Parece que los científicos desarrollaran una especial sensibilidad hacia la música. La verdad, no lo sé. Lo cierto es que yo nunca he tenido una gran pasión por la odontología. La estudié porque mi padre había insistido para que no lo apostara todo por la música, para que pudiera tener más opciones de ganarme la vida en caso de que esto no funcionara y hasta que tuviera las cosas claras. Piense que entonces yo me dedicaba sobre todo a la guitarra eléctrica que es un mundo especialmente duro y competitivo, y creo que mis padres, además, no lo veían muy positivo. Así que elegí odontología sin una afinidad concreta, más por tranquilizar a mi padre con el tema de los estudios. No sé si la cátedra de Sevilla fue la primera, porque puede que Pere Ros llevara ya algún tiempo dando clase en los conservatorios de Madrid y Barcelona. Pero, en cualquier caso, eligió un instrumento que, en España, tenía casi como único protagonista a Jordi Savall. Yo le debo muchas cosas a Jordi. Trabajo con él con frecuencia y sigo pensando que es alguien que ayudó a internacionalizar la música antigua y la viola da gamba. Creo que si no hubiera sido por él, el instrumento no estaría tan valorado como lo está desde hace tiempo. La película Todas las mañanas del mundo hizo que todo el mundo lo conociera. Todavía hay mucha gente que no sabe lo que es una tiorba, pero sí conocen la viola da gamba y eso es gracias a Savall. La sombra de Jordi ha tenido, para mí, mucho de positivo. Imagino que las grandes figuras tendrán para algunos su lado negativo. En mi caso, no opino así. Jordi me ha ayudado mucho desde el principio y me ha abierto muchas puertas, así que le estoy muy agradecido y no puedo hablar mal de él. Ni yo lo pretendía. Me refería, más bien, al hecho de que en España parece que sólo podemos tener una figura destacada por disciplina: un tenista, un pianista, un violagambista… Parece que nos cuesta, no sé muy bien por qué, admitir que nuestra riqueza es mayor. 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 57 E N T R E V I S TA FAHMI ALQHAI precisamente en mi ciudad. ¿Con la crisis, el apoyo económico de las instituciones se mantiene? En el caso del festival, que es lo que podría verse más afectado por la crisis, no se han sufrido recortes, puede que por el interés que los políticos han mostrado. Si nos comparamos con otros festivales que han llegado incluso a desaparecer por falta de recursos, somos afortunados. En ese sentido, todo en orden. De lo que yo siempre me quejo es de la ayuda escasa que recibimos de la Administración para iniciativas privadas. Como director artístico del Festival de Música Antigua de Sevilla no me quejo, pero como director de Accademia del Piacere, sí. El Ayuntamiento de Sevilla nos echa una mano de vez en cuando. No son ayudas significativas, pero no nos olvida. Sin embargo, todavía no hemos recibido ningún apoyo de la Junta de Andalucía y es una pena, sobre todo si pensamos que somos un grupo ya consolidado y con una cierta proyección internacional. Nos están invitando a festivales fuera de España, cada vez somos más conocidos y, sin embargo, no hemos podido estrenar nuestros discos en nuestra ciudad. A veces, tengo un poco la sensación de que si no vienes con alguna medalla que te han dado fuera, aquí lo tienes muy difícil para conseguir apoyos. ¿Accademia del Piacere surge por una necesidad personal? Sí, estoy de acuerdo. Este es un problema grande y además tenemos también el problema de los nombres. Pienso muchas veces que tengo la suerte de tener un nombre raro que me ha ayudado. Si me llamara Manolo García lo tendría más difícil. No sé, también se trabaja de una forma diferente. Ahora, por ejemplo, tenemos unos conciertos en Suiza que están cerrados desde hace un año, con los contratos firmados y todo preparado con mucha antelación. Aquí no pasa lo mismo y eso es algo que echamos de menos, sumado también a todo lo anterior. Ahora bien, también le digo que he vivido en Suiza y en Milán, y no cambio España por nada. Aunque nos cueste admitir que podemos tener a más de uno con gran talento, aunque admitamos mejor los nombres de fuera que los propios, per- sonalmente prefiero vivir aquí sin ninguna duda. También la casualidad quiso que usted se encontrara precisamente en Sevilla, que es una ciudad privilegiada para la música antigua. Yo siempre digo lo mismo aunque algunos se rían. Creo que el clima de Sevilla y el atractivo que tiene como ciudad barroco-renacentista atrae todas estas manifestaciones. El trabajo que ha hecho aquí la antigua generación de músicos dedicados a la música antigua es extraordinario y sigue ahora con la nueva generación que es excelente. También poco a poco los políticos se están dando cuenta de la importancia que esto ha cobrado en Sevilla y están viendo que todo este movimiento tiene ya un peso que tienen que apoyar. Para mí es una gran fortuna que esto pase Para mí tocar en grupo es inherente al hecho de ser músico. Desde que era niño, cuando tocaba la guitarra eléctrica, mi objetivo era siempre tocar con otros. Cuando empecé con la viola monté un montón de grupos en Sevilla hasta llegar a Accademia del Piacere. Y además están las colaboraciones con otros, algo que cada vez hago menos y que mantengo con Jordi y también con mi antiguo profesor, Vittorio Ghielmi. Para mí el grupo es la vida. Me gusta decidir qué formación hace falta, qué repertorio vamos a tocar, por dónde vamos, qué caminos o no vamos a tomar. Yo sé que puede dar miedo montar un grupo y sacarlo adelante, puesto que se adquiere un compromiso muy grande. Dirigir un grupo no es solo dirigir un ensayo e irse luego a casa, hay mucho trabajo que hacer, hay que tomar decisiones y elegir, pero para mí es una necesidad. El grupo se articula, si no me equivoco, en torno a un núcleo a partir del cual crece o no en función del repertorio. Bueno, el grupo nació en Italia en 2002. Era, realmente, un trío formado por Mariví Blasco, Javier Núñez y yo. Para cuando llegamos aquí comenzamos a crecer, recibimos muy buenas críticas, después entró mi hermano, 57 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 58 E N T R E V I S TA FAHMI ALQHAI también como cabeza del grupo, y ahora estamos en esta situación en la que tenemos bastante maleabilidad en lo que se refiere al orgánico. En cuanto a repertorio nos centramos básicamente en el seicento italiano y en la música escrita para la viola da gamba, que es nuestro instrumento. Francesa sobre todo. Sí, esencialmente la música de Marais, Forqueray o su entorno. Música específica de nuestro instrumento. ¿Y la música inglesa no les interesa? No es que no nos interese. Somos un poco radicales en lo que a elección del repertorio se refiere. Nos han propuesto hacer muchas cosas diferentes y hemos perdido conciertos por decir que no a una idea artística. Yo creo en el arte cuando el arte sale de dentro, de la tripa. No creo en eso que aquí se da tanto de un programador que te llama para pedirte hacer el repertorio de tal o cual catedral que se acaba de descubrir. Yo nunca jamás me he doblegado a hacer programas de ese tipo. Hay algo que, además, aprendí hace tiempo y es que los grupos tienen que crecer muy bien desde abajo. Es decir, que la formación, la base del grupo debe ser como una roca. Nos han ofrecido incluso hacer alguna ópera, música en escena y también hemos dicho que no. Creo que todavía no es el momento para nosotros. Puede que lo sea en un futuro, pero ahora debemos esperar. Esto, que para el bolsillo no es lo mejor, sí creo que nos beneficia como grupo a la larga porque nos permite ir siendo cada vez más sólidos como conjunto. Pienso que Accademia es uno de esos grupos que se reconoce inmediatamente en cuanto se oye en una grabación. En cualquier caso, su apuesta no deja de ser arriesgada porque además compiten en repertorio directamente con un buen número de grupos italianos que han surgido también en estos últimos años. Para nosotros la música italiana forma parte de nuestro bagaje. Hemos vivido y crecido artísticamente allí, nos hemos empapado de ella, la conocemos muy bien, hemos trabajado con muchos grupos italianos. Diría que es como nuestro segundo idioma. Y entraríamos también en ese discurso de ver si un alemán es capaz de tocar Bach mejor que un francés, lo cual es absurdo. Se trata de comprender bien el lenguaje que estás utilizando en ese momento y nada más. ¿Una carrera se construye a base de saber decir que no? ¿No le da miedo hacerlo? 58 Pues creo que estoy absolutamente de acuerdo con eso. Una de las grandes decisiones que tomé junto con mi hermano, que es mi mano derecha, a la hora de formar el grupo y la empresa, Alqhai&Alqhai, fue precisamente que nadie nos mandara ni ordenara nada. Durante un tiempo estuvimos haciendo conciertos, por así decir, de encargo y nos dimos cuenta de que no nos estaban aportando nada, musical o artísticamente hablando. Así que renunciamos a ello. Es verdad que te crea un cierto vértigo cuando miras el calendario y ves que en un mes no tienes nada y te rompes la cabeza buscando qué puedes hacer para llenar ese vacío, pero sigo convencido de que seguir una línea artística coherente es esencial. Y esa línea ¿la consensúa con su hermano? ¿Cómo lo decide? Las decisiones artísticas las tomo yo. Evidentemente mi hermano está ahí siempre para aconsejarme, para probar cosas, ver qué funciona o qué no. Creo que esa forma de trabajar que teníamos en el grupo de rock nos ha quedado y seguimos funcionando igual. A veces tomamos una obra, no sé, una alemanda de Marais, por ejemplo, y nos ponemos a tocarla hasta que la hacemos nuestra, hasta que deja de tener secretos para nosotros, hasta que nos sale de dentro. No nos gusta esa cosa aséptica de leer, poner las cosas en su sitio y pasar como por encima de la música. Siempre digo lo mismo, pero cuando llegamos al concierto hemos trabajado mucho, mucho. No nos juntamos dos días antes para ensayar y ya está. Los programas están muy pensados, ensayadísimos, masticadísimos, retocadísimos. Como en un grupo de rock. Salvando las distancias es como cuando se escucha una canción de ACDC. Hasta que la han hecho suya la han tocado antes miles y miles de veces. Eso es lo que luego da libertad a la hora de interpretar en concierto. Exactamente. Es además un compromiso que el músico debe tener. Es a lo que se dedica, a hacer música. De alguna manera, nos desnudamos cada vez delante del público, les enseñamos nuestro corazón. Así que a mí no deja de parecerme una farsa llegar a un concierto con las notas en el sitio y los instrumentos correctamente afinados. En nuestro caso procuramos siempre ofrecer programas muy, muy trabajados, que hemos interiorizado por completo. Y si hablamos de los discos, más todavía. Fíjese que nuestra última grabación la hicimos en dos días. Fueron trece horas en total de un repertorio bastante difícil. Lo que sucede es que lo llevábamos tocando cinco años seguidos, así que las manos van solas al sitio y no hay nada que comenzar a inventar en el momento de llegar al estudio. Está ya todo trabajado y discutido para ese momento. Y, aunque suene contradictorio, se consigue una naturalidad mayor. Eso por supuesto. Segurísimo. Eso es la música o por lo menos el tipo de música que hacemos nosotros. Si pensamos en Mahler o en una gran orquesta, evidentemente, el trabajo es diferente, pero todo lo que hacemos nosotros es música de cámara, de codo a codo y, evidentemente, cuando salimos al escenario lo hacemos con toda la frescura del mundo. Hemos trabajado tanto y nos conocemos tan bien que, a veces, cuando no podemos contar con alguna persona del núcleo del grupo lo notamos mucho. El público espero que no, pero para nosotros hay una gran diferencia. Y no es que sea mejor ni peor, es que funcionamos diferente si falta alguno de los habituales. ¿Sienten ustedes también el duende, como los flamencos? Claro. Justo ahora estamos hablando con un cantaor para hacer un concierto con él y su guitarrista. Queremos buscar cantes de ida y vuelta entre España y Latinoamérica, buscar lazos con el flamenco, etc. Y él me hablaba de que para montar un programa necesita sentarse con su guitarrista y una botella de vino, y estar el tiempo que necesite para arreglar una soleá o lo que haga falta. Toda esa dedicación se traduce después en frescura, en un calado mucho más hondo del que se consigue con una lectura superficial. ¿Qué le aporta dedicarse a otras músicas como el flamenco o el jazz que, como usted ha dicho, también salen de la tripa? Para mí un instrumento es eso, un instrumento, algo de lo que me sirvo para decir algo. Un instrumento no tiene fechas, ni repertorio. La viola da gamba fue muy utilizada en su época pero por qué no usarla también para hacer flamenco o jazz hoy en día. De hecho estamos ahora también hablando con Sánchez-Verdú para hacer un proyecto con él y con Taller Sonoro, un grupo sevillano muy bueno dedicado a la música contemporánea. Hay muchas maneras de hablar con el instrumento porque en el fondo lo que hace es sacar lo que uno lleva dentro. El flamenco para mí es una segunda pasión, así que estoy deseando sentarme a trabajar con Arcángel. Dedicarme a un tipo de música concreto no me supone tener que volver a la otra. Sigo usando el mismo instrumento, no tengo que volver a nada. Las otras músicas me dan una visión más amplia, ideas que puedo aplicar. No me gusta mucho la palabra estilo. Un músico es un músico y habla un idioma determinado a su manera, sin perder nunca su esencia. Y en una nueva vuelta de tuerca, ustedes asumen un riesgo más y crean su propio sello discográfico. Eso es una locura. A la hora de hacer nuestro primer disco copiamos un poco a Ghielmi, mi profesor. Así que 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 59 E N T R E V I S TA FAHMI ALQHAI grabamos un master, asumimos los gastos que conllevaba y lo presentamos en diferentes discográficas. Gustó muchísimo. Debo decir que, menos los sellos nacionales, todos los demás estaban encantados. La Warner, aquí en España, se interesó especialmente y empezamos a hablar. Pero cuando llegaron los contratos, las condiciones que nos imponían eran un poco leoninas, de manera que teníamos la sensación de que estábamos regalando un producto artístico muy trabajado a alguien y no obteníamos nada interesante para nosotros. Tal y como funciona ahora el mercado, una discográfica te edita finalmente un disco y lo pone en el mercado, pero lo retira a los tres meses si considera que las ventas no son suficientes. Y tu disco y todo tu trabajo acaban ahí. Básicamente las condiciones que al final nos ofrecían eran las de editar a cambio de que compráramos una serie de ejemplares. No nos convencía y decidimos hacer nuestro propio sello. De momento no nos está yendo mal y estamos comenzando a pagar una parte del gasto que invertimos en los discos. Es un trabajo enorme y hemos tenido que crear una oficina para dar cabida a todo lo que supone dedicarse a esto. Económicamente no es especialmente rentable, pero cuando sacamos un disco es un producto que hemos cuidado en todos los sentidos, desde el contenido hasta la imagen y nos sentimos muy orgullosos. A pesar de todos los avances tecnológicos y de la presencia de Internet, cada vez más importante, ¿el disco sigue siendo la mejor tarjeta de presentación? Sí. Además, creo que el melómano sigue siendo alguien a quien le gusta tener un material bonito que poder coleccionar. En nuestro caso, cuando enviamos nuestro primer disco a promotores, en los primeros cinco envíos salieron ya tres conciertos. Así que sí, el disco sigue siendo un buen medio de darse a conocer. ¿Y la distribución? Pues hemos tenido la suerte de que en España y Portugal nos distribuya Diverdi desde un principio. Para nosotros es un gran logro, porque éramos un grupo que acababa de sacar su primer disco en un sello propio y casi no dábamos crédito. El caso es que funcionó y es estupendo. Hoy, precisamente, acabamos de cerrar la distribución en Estados Unidos, Suiza y Francia. No nos podemos quejar porque está funcionando muy bien. Creo que dentro de poco estaremos también en Spotify, pero no puedo darle muchos detalles porque no estoy muy al tanto. Eso les abre a millones de oyentes. Sí, desde luego. Nada que ver con lo que se puede alcanzar vendiendo discos en una tienda normal. ACCADEMIA DEL PIACERE ¿Qué espera del futuro? ¿Dónde se ve dentro de unos años? siempre. Hacer conciertos y que a la gente le siga gustando lo que hacemos. Y nada más. No quiero llegar a la luna ni a las estrellas, prefiero quedarme como estoy, que estoy muy bien y muy contento, y poder mantener el ritmo que tenemos ahora, a pesar de la crisis. No soy en esto especialmente ambicioso. No aspiro a grandes cosas, sino a ir despacito, paso a paso, a echar la vista atrás y ver después lo que has avanzado. El otro día lo hablaba con mi hermano. Valorábamos lo que habíamos hecho en estos dos años en los que hemos evolucionado tanto. En resumen, no quiero saber ya qué me espera detrás de la puerta. Cuando llegue el momento de abrirla, lo sabré. La verdad es que lo que me gustaría es poder seguir viviendo de esto Catalina García ¿Es fácil trabajar con un hermano? ¿Qué ventajas o qué inconvenientes tiene? Con mi hermano tengo una relación muy buena de siempre. A partir de los catorce años dejamos de discutir y nos llevamos muy bien. Diría que es más fácil que con un amigo porque nos conocemos muy bien, tenemos mucha complicidad, hay más confianza. Cuando nos peleamos, nos peleamos como cualquiera. Pero para mí es fantástico. Además de la relación con la empresa y todo lo demás, cuando te pones a tocar no necesitas hablar. Sientes la música de la misma manera y todo surge de una forma muy natural. 59 254-Pliego 4 23/6/10 14:18 Página 60 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE JULIO La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BRAHMS: Sonatas para violín y piano. ANNE-SOPHIE MUTTER, violín; LAMBERT ORKIS, piano. PROKOFIEV: Cuartetos de cuerda nºs 1 y 2 opp. 50 y 92. Sonata para dos violines op. 56. CUARTETO PAVEL HAAS. DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 8767 SUPRAPHON SU 3957-2 Un Brahms auténticamente romántico o, más aún, clásicoromántico, que es como debe ser. Unas versiones llamadas a situarse entre las referencias de todos conocidas. J.P. Pg. 80 Uno DVORÁK: PROKOFIEV: El jugador. Poemas sinfónicos. FILARMÓNICA CHECA. Director: CHARLES MACKERRAS. SUPRAPHON SU 4012-2 Una nueva referencia de los cuatro poemas sinfónicos que Dvorák compuso a partir de cuentospoemas de Erben. S.M.B. Pg. 82 DVORÁK: Réquiem op. 89. Sinfonía nº 8 op. 88. KRASSIMIRA STOYANOVA, MIHOKO JUFIMURA, KLAUS FLORIAN VOGT, THOMAS QUASTHOFF. WIENER SINGVEREIN. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: MARISS JANSONS. DIDIK, OPOLAIS, OGNOVENKO, TOCZYSKA, RÜGAMER, DE LA MUELA, RUD. STAATSKAPELLE BERLIN. Director musical: DANIEL BARENBOIM. Director de escena: DIMITRI CHERNIAKOV. CMAJOR 701708 Lo que aquí comentamos está por encima de lo que podamos ponderar o encarecer. Una maravilla en todos los sentidos. S.M.B. Pg. 64 WAGENAAR: Obertura de La fierecilla domada. Verano de la vida. Saúl y David. e.a. NORDWESTDEUTSCHE PHILHARMONIE. Director: ANTONY HERMUS. CPO 777 479-2 Interpretación máticas lecturas de esta página amplia, ambiciosa, equilibrada, teatral. S.M.B. Pg. 83 exultante, poderosa, de aquellas que creen firmemente en lo que tienen entre manos y lo abordan con auténtico entusiasmo. J.C.M. Pg. 95 FRANCK: FELICITY LOTT. Soprano. CHAMPS HILL 004 Bush, Poulenc, Britten, Hoder, Gounod, Hahn, Saint-Saëns, Bridge, Hopkins, Coward, Kern, Bring, e.a. 2 CD RCO LIVE 10001 Una de las más emotivas y dra- Quinteto para piano y cuerdas. Sonata para violín y piano. THE SCHUBERT ENSEMBLE. La expresividad que logran los intérpretes en este Franck es poderosa y angustiada, cálida y al mismo tiempo impresionantemente íntima. E.B. Pg. 84 GLUCK: Orphée et Euridice. JUAN DIEGO FLÓREZ, AINHOA GARMENDIA, ALESSANDRA MARIANELLI. CORO Y ORQUESTA TITULARES DEL TEATRO REAL. Director: JESÚS LÓPEZ COBOS. 2 CD DECCA 478 2197 (Universal). Con este registro tenemos un testimonio de gran relevancia, la huella de un Orphée que hará historia. A.R. Pg. 65 60 de los discos con música de Prokofiev de más interés artístico que podamos encontrar. Excusen el entusiasmo y la hipérbole, pero es así. S.M.B. Pg. 90 Llamadme Flott. Canciones de GRAHAM JOHNSON, piano. CHAMPS HILL CHR D 003 Lott renueva legalmente el tópico de que no hay formatos menores para una gran artista. B.M. Pg.. 98 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 61 DISCOS A.Vosding CHRISTIAN TETZLAFF Conciertos DENTRO Y FUERA DEL REPERTORIO F. Broede ALICE SARA OTT Año XXV – nº 254 – Julio-Agosto 2010 D SUMARIO ACTUALIDAD: Dentro y fuera del repertorio . . . . . . . . . . . . . 61 REFERENCIAS: Brahms: Quinteto con piano op. 34. E.P.A. . . 62 ESTUDIOS: Prokofiev: El jugador de Barenboim. S.M.B.. . 64 Gluck: El Orfeo de Flórez. A.R. . . . . . . . . . . . 65 Wergo: Contemporary Sound Series. F.R.. . . . 66 El glorioso John y Don Quijote. E.P.A. . . . . . . 67 Imago Claudi. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Jackie O, una ópera interesante y fallida S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Lo bello y lo feo. S.M.B.. . . . . . . . . . . . . . . . . 70 REEDICIONES: Testament: Giulini en Berlín (y II). E.P.A. . . . . 71 Tahra: Festival de directores. E.P.A. . . . . . . . . 72 Tudor y CPO: Tres sinfonistas de raza. J.C.M. 73 Harmonia Mundi: El Bach de Herreweghe. A.B.M. . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 76 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 104 e Mozart a Tansman, la actualidad concertante nos brinda nuevos registros de obras de repertorio y algunas sabrosas primicias. Del salzburgués, la joven pianista Edna Stern —que acaba de presentar un recital Chopin en Naïve— prepara un disco de conciertos en Zig-Zag Territoires, su sello más frecuentado. También incide en Mozart (Conciertos nºs 20 y 27) el nuevo registro de Evgeni Kissin para EMI, en el que, desde el teclado, dirige a la Kremerata Baltica. Para Harmonia Mundi será Paul Lewis quien, tras la integral de sonatas beethovenianas, brinde su versión del ciclo concertante del músico de Bonn secundado por Jirí Belohlávek y la Sinfónica de la BBC. En el inagotable terreno romántico, Lena Neudauer y Pablo González nos sorprenden con un original registro que recoge la no demasiado frecuentada obra concertante que Robert Schumann consagrara al violín. Edita Hänssler (Diverdi) y, además del Concierto y la Fantasía op. 131, se incluye la propia transcripción schumanniana del famoso Concierto para violonchelo. De un manantial estilístico muy próximo cabe destacar la grabación que del desconocido Concierto para violín de Heinrich von Herzogenberg (1843-1900), músico de estirpe brahmsiana al que CPO está rescatando con éxito, ha realizado para dicho sello alemán Ulf Wallin en compañía de Frank Beermann y la Deutsche Radio Philharmonie Saarbrücken Kaiserslautern. El disco se complementa con la sinfonía programática Odysseus op. 16. Dos Primeros, los de Chaikovski y Liszt, conforman el último disco de la joven Alice Sara Ott para DG en el que estará acompañada por Thomas Hengelbrock y la Filarmónica de Múnich. En el mismo sello, pero en fomato DVD, Julia Fischer nos ofrece el Tercero de Saint-Saëns y una sorpresa: su debut como pianista con el Concierto de Grieg. En ambas obras le acompaña a la batuta el (también) director pero, sobre todo, conocido como compositor Matthias Pintscher. En torno a ellos, la Junge Deutsche Philharmonie. La pianista Anna Vinnitskaya ha grabado el Segundo de Prokofiev y el Concierto en sol de Ravel para Naïve con Gilbert Varga y la Sinfónica Alemana de Berlín. La misma obra raveliana más su hermana para la mano izquierda y el ciclo Miroirs serán abordados por Pierre-Laurent Aimard y Pierre Boulez al frente de la Orquesta de Cleveland. Publica DG, que también hará lo mismo con otro disco bouleziano que agrupa, con la inestimable colaboración de la Filarmónica de Viena, el Concierto para violín nº 1 —con Christian Tetzlaff como solista— y la Tercera Sinfonía de Szymanowski. Por su parte, el pianista Markus Becker defiende dos infrecuentes páginas compuestas por Franz Schmidt para la mano izquierda de Paul Wittgenstein: las Variaciones concertantes sobre un tema de Beethoven y el Concierto para piano en mi bemol mayor. Le acompaña Eiji Oue en el podio de la NDR Radiophilharmonie y edita —casi sobra decirlo— la incansable CPO. Y acabamos con el ya citado Tansman. Si Dux acaba de publicar su Concierto para violín, criticado en el pasado número de SCHERZO, Naïve hará lo propio con el Concierto para piano nº 2 que llegará en la versión de David Greilsammer. 61 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 62 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Johannes Brahms QUINTETO CON PIANO EN FA MENOR OP. 34 62 na de las obras de cámara más populares de Brahms, que se suele interpretar con cierta frecuencia en los conciertos y en las salas de grabación. Su laboriosa génesis llevó a su autor a concebirlo primero como un quinteto de cuerdas en el estilo del de Schubert (dos violines, viola, dos violonchelos) y posteriormente como una sonata para dos pianos, hasta que al final, atendiendo las sugerencias de Hermann Levi y Clara Schumann, lo plasmó definitivamente como un quinteto para piano y cuarteto de cuerdas que es la forma como lo conocemos desde entonces. El estreno tuvo lugar en una sesión privada en BadenBaden en 1864, y posteriormente, ya en su estreno internacional en concierto público, en París en 1868. El primer movimiento, al decir de Claude Rostand, “domina la obra entera por su grandeza, poder, U exactamente simétrica a la exposición, siendo coronada por una gran coda. El segundo movimiento es un lírico Andante con un único tema principal enriquecido por tres ideas secundarias. El Scherzo se caracteriza por su alternancia de ritmos que le dan un relieve muy particular. El final, movimiento complejo y con una riqueza temática que incluso sobrepasa a la de los tres anteriores, posee una introducción lenta, un Allegro de sonata sin desarrollo y tratado con características de rondó, y un episodio final que es una especie de desarrollo que hace las veces de coda en una prueba de audacia increíble, sobre todo para la época en que fue hecho. La discografía de este Quinteto está bien representada en la actualidad, no en vano es, como hemos dicho, una de las obras de cámara más populares de Brahms, y músicos excepcionales (Rudolf Serkin, Adolf Busch, Gösta Andreasson, Karl Doktor y Hermann Busch) en un año de negras sombras amenazantes para el continente europeo. La reedición en la serie Références de EMI ha logrado un sonido plausible en su transferencia del original de 78 rpm y actualmente el CD seguro que lo pueden encontrar a través de Internet en cualquiera de las múltiples páginas webs. Ya es sabido que Adolf Busch fue el heredero directo de Joachim en términos de música de cámara, y el cuarteto que fundó volvió a tomar la antorcha que el Cuarteto Joachim había dejado. La más viva y pura tradición musical existía en Alemania encarnada en los Busch, y aunque éstos se abstuvieron de interpretar a Brahms en su lugar de origen (todos habían emprendido el amargo camino del exilio), lo hicieron sin embargo en los la amplitud de su inspiración y de sus proporciones, y su riqueza musical que recuerda la audacia de sus primeras composiciones de juventud, pero aquí dominada por una evidente maestría” (Rostand, Johannes Brahms, Fayard, 1978). Tiene forma sonata largamente desarrollada sobre tres temas principales: el primero, declamado al unísono por el primer violín, el chelo y el piano, posee carácter de introducción y un sentimiento de vigor afirmativo; el segundo es un tema melódico de sentimiento expresivo, y el tercero posee un diseño rítmico muy modelado. El desarrollo, relativamente breve, utiliza solamente los dos primeros temas. La reexposición se hace aunque hemos tenido que dejar fuera algunas versiones importantes por las limitaciones necesarias impuestas por la revista (por ejemplo, la de Haas con miembros del Octeto Filarmónico de Berlín en Philips, o la de Previn con el Yale en EMI), pensamos que con las siete reseñadas damos una panorámica lo suficientemente amplia e importante como para que el lector se haga una idea clara de las, a nuestro criterio, referencias discográficas más destacadas. Las comentamos seguidamente por orden cronológico de grabación. estudios Abbey Road londinenses un 13 de octubre de 1938 acompañados por Rudolf Serkin, pianista de origen ruso judío que también emigraría a los Estados Unidos. El resultado lo tienen aquí, una fenomenal interpretación espontánea, natural y profunda a la vez, con matices expresivos y una, en palabras de André Tubeuf, “serenidad trágica, nietzscheana, con una especie de espiritualidad transfigurada que no se encontrará después en el timbre y el sonido de ningún otro cuarteto del mundo”. El CD se completa con el Cuarteto con piano nº 2, op. 26, que estos mismos intérpretes (menos el segundo violín de Gösta Andreasson) grabaron en Rudolf Serkin/Cuarteto Busch (EMI Références, 1938, 37’). Una magnífica versión, sin duda el frasco de las esencias, hecha por estos cinco 1932 también en Abbey Road. Victor Aller/Cuarteto de Hollywood (Testament, 1954, 39’). Se puede localizar a través de Diverdi, que distribuye en España este sello británico, en un álbum de 3 CDs (SBT 3063) que incluye además de este Quinteto, los tres Cuartetos con piano de Brahms, el Cuarteto de cuerdas nº 2, op. 51, nº 2 del mismo autor, y el Quinteto con piano, op. 44, de Schumann, todos con el Cuarteto de Hollywood (Felix Slatkin, Paul Shure, Paul Robin y Eleanor Aller) más Victor Aller de pianista. En el libreto pueden encontrar un notable estudio de Tully Potter que informa ampliamente del nacimiento e historia del Cuarteto de Hollywood, por lo que ahí remitimos a los interesados. En cuanto a la interpretación, está conectada en cierta forma con la anterior de Serkin y los Busch por ser también exponentes de cierta tradición europea (la historia del Cuarteto de Hollywood comienza en Nueva York de la mano del emigrado chelista ruso Gregory Aller y su mujer Fannie, una pianista procedente del Conservatorio de Varsovia), y haciendo gala de una claridad de texturas, intensidad, refinamiento, expresividad e idioma únicos. Esta grabación del Quinteto con piano de Brahms, más clara y definida que la anterior comentada más arriba, se hizo en Hollywood los días 30 y 31 de marzo de 1954 para el sello Capitol, estando excelentemente reprocesada ahora en Testament. Sviatoslav Richter/Cuarteto Tátrai (Doremi, 1958, 41’). La versión está tomada en un concierto público celebra- 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 63 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS do en Budapest el 13 de febrero de 1958 y publicada en un CD de la desconocida marca Doremi (made in Canada consta en el disco, aunque no sabemos la nacionalidad de este sello) dentro de una colección dedicada al gran pianista ruso (Sviatoslav Richter Archives). Se puede encontrar a través de Internet en fnac.fr, si bien su elevado precio (treinta y tantos euros, incluyendo gastos de envío) y su sonido no especialmente relevante, aunque suficiente, echarán para atrás a cualquier aficionado con interés. La versión, por otra parte, es espectacular como no podía ser menos tratándose de estos músicos. Richter y el Tátrai (Vilmos Tátrai, Mihály Szücs, György Konrád y Ede Banda) nos ofrecen posiblemente la versión más profunda, intensa, elocuente e introspectiva, siendo además el único testimonio sonoro que se dispone actualmente de Richter tocando esta obra. Poesía e inteligencia artística a partes iguales en una versión en vivo que podemos considerar la quintaesencia del Quinteto de Brahms. El CD se completa de conseguir en un álbum DG de 3 CDs de serie media con los Quintetos y Sextetos de Brahms. Eschenbach y el Amadeus (que hacen la repetición en el Allegro ma non troppo) nos ofrecen una versión densa, homogénea y quizá definiendo la obra como un “tercer concierto” brahmsiano al decir de la crítica francesa (véase el Dictionnaire Diapason). Tempi justos, acentuación heroica, densidad de las transiciones, confrontación imperiosa del piano y las cuerdas, todo, en fin, contribuye a exaltar la grandeza arquitectónica, la sombría luz ariscamente nórdica de una obra extraordinaria que soporta sin problemas las aproximaciones más diversas. Esta es una de ellas, y además de lo más atractiva y convincente a pesar quizá del abuso del vibrato del Amadeus, la versión favorita del firmante aun contando con los nombres rutilantes que la acompañan en este trabajo. El álbum se completa con los Quintetos de cuerda, el de clarinete y los dos Sextetos. Con el Amadeus colaboran Aronowitz, Pleeth, Leister y el ya citado Eschenbach. con los dos libros de las Variaciones Paganini tocadas por Richter en un recital de 1986 (extraídas de la edición autorizada de Philips), además de cuatro piezas de la Op. 116, de un recital de 1992, que son novedad en la discografía de Richter. En suma, imprescindible para melómanos con el suficiente rodaje y/o aficionados a las grabaciones históricas. Clifford Curzon/Cuarteto Amadeus (BBC Legends, Christoph Eschenbach/ Cuarteto Amadeus (DG, 1968, 41’). Una extraordinaria versión con la que muchos nos iniciamos en esta obra y que todavía soporta estupendamente los más de cuarenta años transcurridos desde su grabación en Berlín en mayo de 1968. Actualmente se pue- 1974, 43’). Repetimos con el Amadeus pero con variaciones. Aquí el pianista es el británico Clifford Curzon, y la versión fue tomada en concierto público en el Royal Festival Hall de Londres el 17 de noviembre de 1974 en grabación de la BBC. Actualmente la pueden encontrar en España a través de Diverdi, que distribuye este sello entre nosotros acoplada con el bonus del Quinteto “La trucha” por los mismos intérpretes (más Edward Merrett de contrabajo), que se ofrece gratis al comprador del álbum. La versión brahmsiana, todavía más fogosa y apasionada que la anterior con Eschenbach, versión me parece que se puede localizar actualmente en la serie media de DG The Originals. Estamos ante una impecable recreación en la que todo está en su sitio con su justo peso de intensidad y su justa duración en el fraseo. El detalle es de absoluta corrección, la frase ardientemente declamada, los encadenamientos sutilmente tratados, el respeto a todo lo escrito absolu- 1987, 42’). Esta bella versión la pueden encontrar hoy en un doble álbum de serie económica de EMI que se completa con otros quintetos famosos en los que el Alban Berg colabora con diversos pianistas (Leonskaia para Schubert y Brahms, Buchbinder para Dvorák y Entremont para Schumann) en interpretaciones memorables de todas esas obras. El Quinteto de Brahms fue grabado en un concierto público en la Mozartsaal de la Konzerthaus de Viena el 21 de junio de 1987, y como no podía ser de otra forma, asistimos a una interpretación homogénea, rigurosa, de un sentimentalismo quizá algo extravertido, pero con las suficientes dosis de drama y lirismo, aquí eficazmente yuxtapuestos. El piano de Leonskaia es de una transparencia ejemplar, y en lo que respecta al cuarteto posiblemente estemos ante la recreación más perfecta de todas las reseñadas hasta aquí, sin que la deslumbrante técnica del Alban Berg le impida sacar a la luz expresividad, imaginación y sensibilidad a partes iguales. Una versión apasionada y apasionante que to. Técnica, idioma y espíritu se dan la mano en una de las más perfectas recreaciones de la música de cámara de Brahms, que, no obstante, peca algo de cierta distancia expresiva que perjudica notablemente el conjunto global, al menos esa es la impresión causada al autor de estas líneas, que aun con todos sus defectos prefiere cualquiera de las versiones citadas hasta aquí (o la que sigue) antes que este en muchos sentidos perfecto producto musical. Pero como ya se ha dicho, es una impecable recreación que obviamente tendrá su público entusiasta. Grabación de estudio con el habitual estándar de calidad. recomendamos sin ninguna reserva. Además, el precio económico y los Quintetos de Schubert (La trucha), Schumann y Dvorák que completan el álbum, lo hacen una de las elecciones idóneas. En suma, Eschenbach/ Amadeus, Curzon/Amadeus y Leonskaia/Alban Berg serían las elecciones más adecuadas para los oyentes de hoy, aunque Serkin/Busch y Richter/ Tátrai posiblemente conserven el primer lugar por esencia y tradición. De todas formas, cualquiera de los siete comentados hará un buen papel en sus discotecas y desde luego los podemos considerar como imprescindibles en esta obra. Elisabeth Leonskaia/ Cuarteto Alban Berg (EMI, Enrique Pérez Adrián muy sincera en la expresión de las emociones y acentuada por el cálido vibrato del violín de Norbert Brainin, es una lectura fenomenal en la que Curzon (eminente brahmsiano que ya nos había dejado estupendas versiones del Primer Concierto con Van Beinum y con Szell, así como una espectacular lectura de la Sonata op. 5) está en su salsa, con una calculada espontaneidad y un refinamiento e idioma que eran las señas de identidad de todas sus ejecuciones. La grabación es buena, aunque no tanto como la anterior de estudio de DG que hemos comentado más arriba. De cualquier forma, excepcional. Maurizio Pollini/Cuarteto Italiano (DG, 1979, 44’). La 63 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 64 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Daniel Barenboim INSUPERABLE PROKOFIEV: El jugador. MISHA DIDIK (Aleksei), KRISTINE OPOLAIS (Polina), VLADIMIR OGNOVENKO (El General), STEFANIA TOCZYSKA (Babulenka), STEPHAN RÜGAMER (El Marqués), SILVIA DE LA MUELA (Blanche), VÍCTOR RUD (Mr. Astley). STAATSOPERNCHOR. STAATSKAPELLE BERLIN. Director musical: DANIEL BARENBOIM. Director de escena, escenografía y figurines: DIMITRI CHERNIAKOV. Directora de vídeo: KARINA FIBICH. CMAJOR 701708 (Ferysa). 2008. 135’. N PN P 64 rokofiev compuso su primera versión de El jugador en 1916, en plena guerra y antes de las Revoluciones. La revisó a finales de los años veinte, ya con la experiencia de haber compuesto y estrenado no poca música vocal. Cuando ya era compositor de El amor de las tres naranjas y una de sus óperas malditas, El ángel de fuego, nunca estrenada en vida suya. El aficionado que desconozca esta obra quedará impresionado por la modernidad de la propuesta: un canto desmentido que siempre está al servicio de la situación dramática (no hay canto en el sentido habitual), una orquesta que es personaje entre todos los personajes, un recitativo cantabile continuo, nervioso, agitado, antirromántico, sicológico, feroz a veces. El jugador se estrenó en francés (como El amor) en Bruselas. Tenemos una referencia discográfica de 1974, la dirigida por Alexander Lazarev (con Masle- nikov, Kasrhashvili y Ognitsiev), que corresponde al auténtico estreno en ruso de esa obra. Habían pasado más de veinte años desde la muerte de Sergei Sergeievich. La grabación existe porque había cinta de radio, no porque nadie la grabara a sabiendas. Previamente, en 1966, la había grabado Rozhdestvenski a partir de unos conciertos, y esa fue la primera grabación de que dispusimos para tranquilizarnos ante lo poco que sabíamos de las óperas de Prokofiev, y en especial de El jugador: Majov, Poliakova, Troistki (Melodiya, claro). Es curioso que este registro de 1966 sirviera inmediatamente después para hacer una película, la dirigida por J. Bogatirenko, que reducía las dos horas grabadas por Rozhdestvenski a tan sólo 84 minutos, pero tenía pretensión didáctica, y aún puede verse hoy con cierto interés, aunque hay en la puesta bastante polilla, algo de caspa y se nota mucho que es play back. La escena del casino es excelente, muy de acuerdo con la vivacidad enloquecida que exige la partitura. En 1999 el Mariinski y Gergiev grababan un Jugador de bastante interés con un equipo desigual a cuyo frente estaban Vladimir Galuzin, Liubov Kazarnovskaia y Sergei Alexashkin. Durante algún tiempo fue referencia solitaria, ayudada además por su mejor sonido (y, lo que no es baladí, la existencia por fin de un libreto), aunque las voces fueran en general de menor nivel en comparación. En junio de 2001 Rozhdestvenski estrenaba en el Bolshoi la versión primera de Prokofiev, la de 1916, pero parece que no hay registro de aquello. Tal vez un día surja la benéfica cinta de radio de tantas veces, como en el caso del registro de 1974. Y en medio de esta disponibilidad no mísera, pero sí escasa, llega la auténtica bomba, la propuesta de Cherniakov y Barenboim con un reparto magnífico, una puesta en escena insuperable, una dirección de actores esplendorosa: auténtica teatro, muy bien cantado, muy bien interpretado, muy bien filmado además. No será necesario hacer el canto de las dotes concertadoras de este músico increíble que es Daniel Barenboim. La polifonía esencial de esta obra para seis o siete solistas y una orquesta comentadora y hasta charlatana en el buen sentido, que estalla en la polifonía de otro montón de solistas ocasionales en la escena del casino, todo eso es pan comido para Barenboim, que es capaz de hacerse los diez Wagner en un par de semanas y de paso tocar él mismo a solo o en cámara con otros en ese mismo tiempo. El jugador es una novedad, es cierto, pero qué es para Barenboim una novedad de poco más de dos horas. Lo que de veras sorprenderá a quien se acerque a este maravilloso DVD es la propuesta escénica de Dimitri Cherniakov. Ya hemos comentado aquí dos puestas en escena suyas que nos han provocado semejante estupor agradecido, la de Evgeni Onegin en París por el Bolshoi y la de Jovanchina de la Ópera de Baviera. En Madrid se verá ese Onegin en otoño próximo. En ambos casos el director desentrañaba sin obviedad ni trampa dos obras muy conocidas, de pleno repertorio, para lo cual tenía que cambiar el icono visual y el dramatúrgico. Y no lo hacía de manera gratuita. Cherniakov, a juzgar por estas tres puestas en escena, es lo contrario del director escénico sin talento que echa mano de imágenes amontonadas y de mucha sal gruesa, e invoca la libertad para escurrir el bulto en la confusión. Porque con El jugador, ópera no conocida, hace exactamente lo mismo: se niega a la propuesta del film de Bogatirenko, sobrepasadísimo, que según podemos deducir por las fotografías, debió de ser la opción del Mariinski a finales de los noventa. El jugador presenta seis personajes más o menos trastornados, aunque hay riqueza sicológica en algunos de ellos, más allá de su monomanía. La acción tiene lugar, de acuerdo con la novela breve de Dostoievski, en una ciudad centroeuropea famosa por el juego de la ruleta. Alexei (tenor lírico) parece un joven “enamorado de quien no debe” que acabará devorado por el jue- go. Polina (soprano) es una joven corrompida y también ingenua, con un gesto de amor propio tardío y equivocado. El General, el Marqués y Blanche (barítono-bajo, tenor lírico, mezzo o contralto) son el trío de la avaricia. El General destaca sobre ambos por el amplio diseño de su trastorno. La Babushka (mezzo; atención, no es la típica contralto señora de edad de otras óperas rusas) es entrañable, un ser gritón que se rebela contra los planes de estos tres, esto es, que ella muera y deje la herencia, así que propicia su propia ruina para trastornar esos planes. Hay otros personajes de menor trascendencia. Pues bien, ahí es donde entra Cherniakov, que no se conforma con hacer un diseño espléndido de hotel moderno, kitsch en sus azules cobaltos aplastantes, con unos figurines también modernos, sino que lo basa todo en una dirección de actores que está al detalle, y que consigue milagros como la construcción del personaje de Aleksei lejos del joven cuitado y romántico, para convertirlo en un chico guapo, gamberrete con su trastorno, pero en el que es evidente que la procesión va por dentro. ¿Y el General? Es impresionante cómo define la sicología de este viejo guapete, desde que se las promete felices en el acto I hasta su canto balbuceante, cómico y desesperado a la vez, de finales del acto III. ¿Y Polina? Este personaje que podría ser dulce y no lo es; que podría ser una dama burlada por un seductor y que es algo más; que termina ofendiendo no a quien ella quisiera, sino a quien se le pone a mano… Cherniakov hace de la bella voz y el bellísimo rostro de la letona Kristine Opolais un personaje en el que lo enigmático no oculta lo neurótico. Su rostro y su expresión nos recuerdan a Tatiana Monogarova, la Tatiana del Onegin de Cherniakov: ¿fijación de icono erótico?; tal vez: aquí, Silvia de la Muela, mezzo española y alemana que hace el papel de Blanche, encarna se diría que la misma propuesta iconográfica, pero en negativo (sin que Polina sea una heroína positiva, ni mucho menos). El jugador es hermana de La dama de picas. Ambas, de jugadores. Sólo que 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 65 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Chaikovski trataba de ajustar lo inconciliable: el amor puro y romántico más la psicopatía del ludópata y el oportunismo de la chica que busca novio. En la ópera de Prokofiev tenemos ese trastorno puesto en canto y en situaciones teatrales. Cherniakov no ha hecho más que desempolvar el icono de las ropas viejas y los conceptos escénicos caducados para adecuarse a la verdad de la partitura. Nada de casacas, uniformes, levitas, vestidos con fru-fru. Además, escenarios múltiples con escenas paralelas muy bien pensadas y resueltas. Cuenta para este film, una vez más, con la habi- lidad y el talento de Karina Fibich como directora de vídeo. Contaba también, desde luego, con cantantes actores con los que suponemos que ha trabajado en profundidad, porque tanto detalle no lo vemos nunca en teatro o en DVD. El ucraniano Misha Didik está sencillamente espléndido, construye su Aleksis con voz y con estilo, con vivacidad, energía, aparente despreocupación, un personaje complejísimo, rico. Ognovenko, al que conocemos por sus papeles en óperas de Musorgski o Chaikovski, realiza lo que acaso sea uno de los mejores papeles de su carrera: le da vida al personaje, y aunque éste sea ridículo, nunca queda inverosímil ni parece forzada la burla, sino lógica y natural; no es un vejete que busca jovencillas, sino un tipo bastante maduro en edad, aunque no en entendimiento, que cree que tiene aún la vida por delante. Especial interés poseen las dos intervenciones de la mezzo polaca Stefania Toczyska, como Babushka o Babulenka, dos momentos dominados por esta espléndida cantante y actriz que aquí tiene ya sesenta y cinco años. Espléndidas las prestaciones de los dos “malos”: Silvia de la Muela, voz de mezzo que dará que hablar y así lo deseamos; y de Stephan Rügamer, éste con una voz de tenor lírico que renuncia al lirismo, y que ayuda mucho a la definición del personaje con la sugerencia de falta de masculinidad de momentos especialmente agudos, gritones o de falsete. A menudo el reseñista se entusiasma y aconseja con calor tal o cual espectáculo, tal o cual disco. Pero lo que aquí comentamos está por encima de lo que podamos ponderar o encarecer. Una maravilla en todos los sentidos. Santiago Martín Bermúdez Jesús López Cobos RESPLANDORES DE LEYENDA GLUCK: Orphée et Euridice. JUAN DIEGO FLÓREZ (Orphée), AINHOA GARMENDIA (Eurydice/Une Ombre heureuse), ALESSANDRA MARIANELLI (L’Amour). CORO Y ORQUESTA TITULARES DEL TEATRO REAL. Director: JESÚS LÓPEZ COBOS. 2 CD DECCA 478 2197 (Universal). 2008. 105’. DDD. N PN Y a se sabe que la ópera rupturista más famosa de la historia, Orfeo ed Euridice, estrenada en Viena en 1762, tuvo su consecuente en Orphée et Eurydice, versión francesa presentada en París en 1774 con una buena cantidad de cambios y de añadidos respecto a la partitura original. Entre ellos, por supuesto, un ballet. Se modificaba asimismo la tesitura del protagonista, previsto en un principio para un castrato, el célebre Gaetano Guadagni, y se elegía, siguiendo la costumbre de la Ópera parisina, nada proclive al empleo de este tipo de voces, a un tenor agudo, el magnífico Joseph Le Gros, un auténtico divo de la época. Se trataba por tanto de arreglar de manera importante la línea vocal. Gluck, ante la diferencia tímbrica entre uno y otro instrumento, trasladó hacia arriba la tesitura nada menos que cuatro tonos, lo que dejaba por las alturas el canto del protagonista, que de tal forma circula habitualmente por las zonas del sol, la, si, do y hasta re agudos y sobreagudos; notas astrales a las que accedía sin problemas, al parecer sin despeinarse, Le Gros. Ello ha puesto en no pocos aprietos a los tenores que se han atrevido a abordar esta versión francesa. Recordemos las grabaciones, evidentemente muy dignas, de artistas tan eminentes como Leopold Simoneau o Nicolai Gedda que aún se encuentran en el mercado. Localizar hoy un tenor que no se arredre ante la espinosa prueba no es fácil. Nos referimos a un tenor de calidad, capaz de acometer con la técnica moderna el reto, no a un ligero amigo del falsetto; que era, no nos cabe duda, de todas formas, el tipo de emisión que practicaban aquellos haute-contre galos cuando ascendían a la segunda octava. Se aplicaban todavía por entonces técnicas claramente belcantistas. El problema, en cualquier caso, no parecía tan grave si se podía disponer del mejor tenor lírico-ligero o, si se quiere, ligero, de nuestros días, Juan Diego Flórez. El Real lo contrató para tres conciertos en los que se daba la obra en su versión francesa por primera vez en la nueva historia del coliseo. Decca puso sus micrófonos y ahora tenemos aquí el resultado, que, por lo que atañe a la prestación del cantante peruano, puede calificarse de sobresaliente. En efecto, Flórez, que en los últimos meses ha sufrido alguna que otra indisposición, se encontraba en esos días finales de mayo y primeros de junio de 2008 en perfecta forma, con todos sus atributos en plenitud: extensión, facilidad emisora, brillo tímbrico, desahogo, fiato, capacidad de legato y de medias voces y voces mixtas, y aun falsetes reforzados. Unas noches en las que, además, el arte campaneaba sin mácula, pródigo en sfumature, en smorzature, rico en reguladores y matizaciones varias. Un canto coloreado, pese a la escasa densidad vocal. Un canto resplandeciente que sin duda evoca el que, de manera diversa, pero emparentada, debió de desplegar el creador de Orfeo en aquella noche parisina de 2 de agosto de 1774. Flórez en esta ocasión se muestra, además, intratable en el campo de las agilidades y exhibe una coloratura intachable, no basada en el golpe de glotis, sino con la aplicación canónica de la técnica del picado-ligado, para lo que hace falta, como para la mayoría de las cosas que definen su aéreo canto, un apoyo diafragmático eficiente. Un canto, en definitiva, natural, en el que la voz cir- cula diáfana y libre, esmaltada y firme por toda la endiablada tesitura. La ariette L’espoir renaît dans mon âme, dibujada con la transparencia exigida, provoca la primera gran ovación de la noche. Flórez hace gala de su fraseo bien esculpido y de su nítida dicción en todos los recitativos y canta con la gracilidad de un pájaro toda la escena de les ChampsÉlysées. Por supuesto, brilla con luz propia, con la voz a los cuatro vientos, en la célebre J’ai perdu mon Eurydice. Es, evidentemente, la estrella de la grabación. Ante ella palidece cualquier otra cosa de lo que es, por otro lado, hay que decirlo, una interpretación digna por parte de sus dos compañeras de reparto, dos gentiles sopranos, más lírica Garmendia, más ligera Marianelli, que dicen con finura y musicalidad. No es menos digno y loable el trabajo de López Cobos, que consigue una narración dramática y musical fluida y bien ensamblada, quizá falta en algún momento de un vigor más decidido, de una vitalidad más reconocible. Pero las secuencias atmosféricas están aceptablemente diseñadas y pintadas. Se encuentran lagunas en cuanto a la exactitud de ataques y al empaste en la prestación de la Orquesta y Coro Sinfónicos. No se da la absoluta y deseada limpieza en la ejecución. Pero lo que importa es que con este registro tenemos un testimonio de gran relevancia, la huella de un Orphée que hará historia. Arturo Reverter 65 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 66 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Peter Maxwell Davies, Bruno Maderna DIVERSIDAD DENTRO DE LA VANGUARDIA CONTEMPORARY SOUND SERIES. Obras de Nono, Maderna, Berio, Maxwell Davies, Birtwistle, Bedford, Orton, Feldman y Brown. JANE MANNING, MARY THOMAS, sopranos; MORAY WELSH, DAVID SOYER, violonchelos; RICHARD ORTON, JOHN TILBURY, DAVID TUDOR, piano; DON HAMMOMD, flauta; MATTHEW RAIMONDI, violín; DON BUTTERFFIELD, tuba. THE PIERROT PLAYERS. THE ENGLISH CHAMBER ORCHESTRA. Directores: PETER MAXWELL DAVIES, BRUNO MADERNA. 3 CD WERGO 6931 2 (Diverdi). 1961, 1962, 1970. 123’. ADD. R PN E 66 l proyecto de Wergo de recuperación del material que fuera editado en formato LP entre 1961 y 1973, bajo la supervisión de Earle Brown, alcanza su segunda entrega con tres discos en los que quedan representadas algunas de las tendencias dominantes en esos años. La variedad de conceptos es notable, por lo que sirve a la perfección esta integral para hacer evidente que en aquella época la uniformidad estilística no era tan absoluta. Esa diversidad ya está presente en el volumen dedicado a la vanguardia italiana, un precioso, aunque corto programa (tan sólo 36 minutos, suficientes para completar un disco grande de vinilo), que contaba, además, con una de las formaciones punteras del momento, la English Chamber Orchestra, un conjunto que demostraba aquí una gran ductilidad. Algunos de los instrumentistas de la Chamber se han hecho célebres con los años, como es el caso de la pianista Susan Bradshaw. La grabación procede nada menos que de 1961, lo que quiere decir que las obras de Nono, Maderna y Berio eran prácticamente primicias, pues la misma Différences, de Berio, sólo se había terminado de componer un año antes. La pieza de Nono, Polifonica-MonodiaRitmica, es la más antigua, de 1951, y goza de una interpretación cristalina, lo que viene a decir que aquellos músicos se empeñaban en realizar a conciencia su trabajo aun tratándose de obras de nuevo cuño. Los timbres están dispuestos de tal forma por Nono que ya en aquel tiempo se perfilaba en él su afán por extraer un lado fuertemente dramático del elemento puramente sonoro. La deuda con Webern sólo queda en la estructura y la escolástica manera de variar continuamente el material. La Serenata nº 2, de Maderna, conserva intacto ese tono de sensualidad al que tan apegado estuvo siempre el autor de Hyperion. En otra espléndida lectura por parte de los músicos británicos, esta obra casi supera a muchos de los grandes frescos orquestales de Maderna al disponer el compositor de un material más fácilmente maleable. Es emocionante percibir aquí el intento de Maderna por enlazar con formas de la tradición, como el divertimento. La sensación que da esta Serenata es que estamos ante un caso excepcional, para su tiempo y para los oyentes de ahora mismo, de una forma de componer que primaba el gusto por la interpretación de la música, más allá de que ésta perteneciera a un momento de renovación del lenguaje. Las repeticiones de los motivos que vertebran la obra, que serían un anatema para los más radicales de la época, son hoy signos inequívocos de una amplitud de miras. Pero lo mejor del registro llega de la mano de Berio y su pieza mixta Différences, para cinco instrumentos y cinta, un paso seguro del autor hacia ese gran objetivo de la vanguardia de controlar todos los parámetros y de alcanzar una especie de “obra total” con la mezcla de elementos muy diversos. Berio sobrepasa con holgura cualquier influencia del Stockhausen de esos momentos, pues se aleja del sonido granulado y, para sorpresa de un oyente actual, prefigura rasgos del Boulez de Répons, esto es, plantea el diálogo de los instrumentistas con el material grabado en cinta, con un sonido muy puntillista, de manera que todo el tramo final de la pieza es un intenso trabajo de ensemble, en donde se perciben con claridad las diferentes alternancias de humores y de dinámicas a que hace referencia el título. El disco “inglés” (New Music from London) de este volumen es de un valor discreto, si bien no deja de ser instructivo poder disponer ahora de una de aquellas grabaciones, por cuanto muestra de manera diáfana el despegue que la moderna escuela británica representa frente al eje franco-germánico. La suavidad de las texturas domina en general, pero se hace más ostensible en Antechrist, el pastiche de Maxwell Davies sobre los elementos paródicos de ciertas prácticas musicales del Medievo, y en la mucho más débil Come in here child, de David Bedford. Richard Orton es el caso más significativo, aquí, de autor olvidado, pues choca que es, precisamente, su Cycle for 2 or 4 players lo mejor del disco, porque implanta un tono de improvisación y de rugosidad del sonido que adelanta procedimientos de Cardew. La pieza de Birtwistle, Ring a dumb carillon, de 1965, para soprano, clarinete y percusión, le debe mucho al Messiaen de los ciclos de mélodies (Harawi), pero ya se percibe el gusto del músico por la fuerte presencia de la percusión y el color sonoro de influencia oriental. De tan sólo un año después, 1962, es la grabación de origen del disco “americano”, conformado por piezas de dos representantes ilustres de la vanguardia, Morton Feldman y Earle Brown, el artífice de todas estas producciones. De Feldman, se interpretan cuatro de las cinco Durations que llegara a componer, y de Brown se recogen dos piezas que han sido muy difundidas últimamente y otra, Hodograph I, lo menos vistoso del registro, que había sido editada anteriormente por el sello Hat Art. Tanto Music for violin, cello and piano, como Music for cello and piano, de 1955, son dos momentos espléndidos de ese modo tan ambiguo en el que se movía Brown, entre la sujeción a la práctica dodecafónica y el intento por indeterminar el material, dejarlo a una cierta improvisación del instante. Es en esa fijación por la objetividad del sonido donde reside el encanto de estas piezas breves. La interpretación de David Tudor y sus colegas es mucho más fiel a lo que entendemos por “sonoridad Brown” que la que brindan de las Durations de Feldman, pues la abundante presencia de grabaciones de esta obra, en los tiempos recientes, hace que hayamos conformado un ideal del que está lejos esta prestación que ahora nos repone Wergo. Tras el alto grado de sutileza al que llegara el Turfan Ensemble, en su lectura para el sello Mode, se hace difícil asimilar, ahora, la dura interpretación de Hammond, Butterffield o Tudor, pues su mirada parece estar más centrada en la estructura, en la grafía, y no en la coloración instrumental, algo que ya el Feldman de esos años (19601961) empezaba a adivinar. Francisco Ramos 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 67 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS EMI EL GLORIOSO JOHN Y DON QUIJOTE JOHN BARBIROLLI. Director. Obras de Ireland, Vaughan Williams, Bax, Delius, Butterworth, Elgar, Sibelius, Mahler, Debussy, Ravel, Chaikovski, Brahms, Puccini y Berlioz. ANDRÉ NAVARRA, violonchelo; RENATA SCOTTO, soprano; ROLANDO PANERAI, barítono; JANET BAKER, mezzo. CUARTETO ALLEGRI. ORQUESTA HALLÉ. SINFÓNICA DE LONDRES. PHILHARMONIA. NEW PHILHARMONIA. FILARMÓNICA DE VIENA. ORQUESTA DE LA ÓPERA DE ROMA. 10 CD EMI 4 57767 2. 1957-1969. 748’. ADD. R PM PAUL TORTELIER. Violonchelista. Obras de Bach, Vivaldi, Haendel, Haydn, Boccherini, Schumann, Bruch, Brahms, Paganini, Dvorák, Chaikovski, Lalo, Saint-Saëns, e.a. 20 CD EMI 6 88627 2. 1946-1984. 1488’. ADD/DDD. R PM E n su país lo adoraban casi por unanimidad, ahí tienen la admirativa frase de Vaughan Williams para definir a su amigo Barbirolli, “The glorious John”, seguramente motivada por las espectaculares versiones que sir John hacía de sus Sinfonías. Alguno que otro discrepaba, como el celoso y malévolo Beecham, que decía: “no sé por qué se contratan tantos directores continentales de tercera fila cuando tenemos aquí tantos de segunda” (sic). El 40 aniversario de su desaparición lleva a su sello discográfico habitual a publicar como homenaje un álbum de 10 CDs con interpretaciones hechas por el gran director entre 1957 y 1969 con los compositores y orquestas que detallamos arriba. De este traductor único de Elgar, Sibelius y justamente Vaughan Williams (de esos tres compositores, el mejor, para qué andarnos con rodeos), encontramos aquí recreaciones mágicas de varios de sus queridos compositores ingleses, entre ellas, dos soberbias Sinfonías Segunda y Quinta de Vaughan Williams, los célebres Cuadros marinos de Elgar con Janet Baker, la Primera Sinfonía, también de Elgar, o las Variaciones Enigma, igualmente de este último, en la versión que sir John hizo con la Philharmonia en 1962. Además, la sensacional Quinta de Mahler que Barbirolli grabó con la New Philharmonia en 1969, un año antes de su desaparición, versión que podemos considerar todavía en la actualidad como una de las más conseguidas de la discografía, o algunos de los ciclos de Lieder que justamente pasan por ser lo mejor de lo mejor en estas obras: los Rückert Lieder mahlerianos que se incluyen en este álbum (con Janet Baker, 1969) o Las noches de verano de Berlioz (asimismo con Janet Baker, 1967) que ya vimos en la serie Referencias que eran la cumbre fonográfica de estas deliciosas canciones. También hay que hacer hincapié en su vibrante, refinado y fogoso Chaikovski (una Serenata para cuerdas con la Sinfónica de Londres que posiblemente no haya otra mejor en la discografía de cualquier época, o una Cuarta Sinfonía con la Hallé que sin remedio arrastrará emocionalmente a cualquier interesado en la obra). Sensacionales asimismo las páginas francesas: coloristas, clarísimas y refinadas traducciones de Debussy y Ravel (El mar, segunda suite de Dafnis, La valse y La madre oca), todas ellas con la Orquesta Hallé en grabaciones de 1957 y 1959 en las que sir John está en su elemento y se revela como un consumado, idiomático, inteligente y mágico traductor del impresionismo francés (se podía haber incluido aquí también la versión que Barbirolli hizo de El Mar con la Orquesta de París para este mismo sello en sus últimos años). Precioso disco, sin duda. También Brahms jugó un papel esencial en la carrera del director, que grabó con la Filarmónica de Viena un paladeado ciclo sinfónico del que aquí encontramos la Obertura trágica y la Tercera Sinfonía, a las que se ha reprochado en ocasiones su exposición “exageradamente lenta”. Para que el oyente se haga una idea de la mágica orquestación de Puccini, el álbum incluye fragmentos del II acto de Madama Butterfly en la legendaria grabación que sir John hizo en Roma en 1966; lástima que no se haya incluido completa, ya que sin duda es una de las cimas de la discografía de esta ópera. En suma, álbum importantísimo con varias de las interpretaciones esenciales de este director en EMI, aunque se podrá discutir en algunos casos (Sibelius) la elección de ciertas obras de este consumado traductor de Sibelius (Finlandia, Karelia), si bien dicha elección quede compensada por las mejores versiones que hoy se pueden encontrar del Vals triste, El cisne de Tuonela o La hija de Pohjola. Excelentes tomas de sonido, artículo divulgativo de Raymond Holden sobre el director y precio económico. Indispensable, sin duda. Don Quijote vuelve a la vida: Paul Tortelier caballero del violonchelo, así titula Tully Potter su artículo del libreto del siguiente álbum EMI dedicado en esta ocasión al gran violonchelista francés en el vigésimo aniversario de su muerte (1914-1990), nada menos que 20 CDs con prácticamente lo más importante de toda la trayectoria artística dejada por el músico en su también sello discográfico habitual. Potter nos cuenta que con su “pelo revuelto, su alargada silueta y su mirada fija e intensa, Tortelier era la perfecta encarnación del excéntrico caballero español” (así lo recordamos aquí también cuando hace muchos años tocó el straussiano Don Quijote en el Real, aunque la ONE, todo hay que decirlo, no estuvo a la altura. Sin embargo, aquí nos lo encontramos en una sensacional versión con Rudolf Kempe al frente de la Staatskapelle de Dresde, nada menos). Pero Tortelier era también el sensible gentleman del Concierto de Elgar (aquí con Boult), el probo y pintoresco checo del de Dvorák (aquí con Previn), el apasionado y romántico del de Schumann (aquí con su hijo Yan Pascal Tortelier) o, en fin, al cosmopolita que lo mismo traducía a Shostakovich que a Walton (aquí, ambos con Berglund), a Lalo que a SaintSaëns (aquí, ambos con Frémaux), y siempre con una intensidad, convicción y expresividad que desarmaba cualquier objeción crítica. Tampoco hay que olvidar la profunda espiritualidad de Tortelier en las seis Suites de Bach que también se incluyen en este álbum, el clasicismo atormentado de las Sonatas de Beethoven, que Tortelier toca aquí acompañado por Eric Heidsieck, el fenomenal músico de cámara que traduce con idioma y expresividad únicos obras de lo más variopinto (Tríos de Mendelssohn y Schumann con André Previn y Kyung-Wha Chung; Tríos de Ravel y Saint-Saëns con Maria de la Pau y Yan Pascal Tortelier; Sonatas de Brahms y Mendelssohn con Maria de la Pau, o de Chopin y Rachmaninov con Aldo Ciccolini), además de obras que abarcan desde Vivaldi hasta Honegger y en las que todas se revela al músico excepcional para el que no hay música menor ni música de segunda fila (óiganse, por ejemplo, algunas piezas cortas de Sarasate, Granados, Nin, Rimski —el inefable Vuelo del moscardón—, Paganini o nuevamente Saint-Saëns). En fin, un legado importantísimo cuya recomendación es evidente para cualquier músico o profesional del violonchelo. También, por supuesto, para los aficionados de a pie, que seguramente disfrutarán de lo lindo con este agradabilísimo mamotreto. Sonido excelente y atractivo artículo del ya citado Tully Potter. En suma, dos excelentes publicaciones, qué duda cabe, que se recomiendan con entusiasmo para aficionados de cualquier condición. El que suscribe se quedaría primero con Barbirolli, pero claro, es mi elección personal y hay que decir que Tortelier no le va a la zaga a sir John en importancia musical. En fin, ustedes mismos. Enrique Pérez Adrián 67 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 68 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Emmanuel Krivine, Jun Märkl, Leonard Bernstein IMAGO CLAUDI DEBUSSY: La mer. Images. FILARMÓNICA DE LUXEMBURGO. Director: EMMANUEL KRIVINE. TIMPANI 1C1165 (Diverdi). 2009. 58’. DDD. N PN Images. Sarabande (de Pour le piano arr. de Ravel). Danse (orq. de Ravel). Marche écossaise sur un thème populaire. La plus que lente. ORQUESTA NACIONAL DE LYON. Director: JUN MÄRKL. NAXOS 8.572296 (Ferysa). 2008. 60’. DDD. N PE Images. Prélude à l’après-midi d’un faune. La mer. ORQUESTA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE SANTA CECILIA DE ROMA. Director: LEONARD BERNSTEIN. Director de vídeo: HORANT H. HOHLFELD. CMAJOR 701608 (Ferysa). 1989. 86’. R PM L 68 as Imágenes para orquesta constituyen uno de los conjuntos más hermosos de la creación de los siglos XIX y XX, y más, si hace falta ponerse enfático. Algo por el estilo podría decirse de las Imágenes para piano, o poco menos. El Debussy esencial y supremo está ahí, en Gigues, en las tres piezas de Iberia y en Rondes de printemps. Hay registros suficientes de estas cinco piezas, hay registros magistrales, insuperables. Y no digamos si le añadimos alguna otra secuencia imprescindible como El mar. Podría preguntarse el aficionado lo de siempre: a qué vienen otras dos nuevas. Y habrá que responderle algo parecido a lo de siempre: que cada orquesta, cada director, cada sello, cada tiempo reclaman su oportunidad de traducir en sonidos obras tan bellas y eminentes, y que el pasado de los grandes maestros no tiene por qué impedirles su expresión de hoy y de ahora. Pero también comentamos Imágenes del pasado; no del pasado remoto de Monteux, Désormière, Munch, Ansermet, Martinon o Inghelbrecht, sino del pasado inmediato: un concierto romano de Bernstein en 1989; total, un par de décadas, eso no es nada. Por una parte, Timpani recupera con vocación y gran eficacia todo un repertorio de compositores franceses y belgas que estaba oculto o disimulado por esa gran arrogante que es la inmediata posteridad. ¿Por qué no habían de hacer Timpani, Krivine y la Orquesta de Luxemburgo una incursión en el pleno repertorio francés? La escucha de este CD justifica su existencia por sí mismo, y plenamente. Krivine y la Orquesta de Luxemburgo consiguen unas Imágenes y un Mar sensuales, pero no mórbidos; dúctiles, expresivos, no dolientes. Estas piezas, que son música deshumanizada, resultan aún menos humanas, pero igualmente poderosas, en estos registros de espléndido sonido y a los que hay que calificar de sobresalientes. Atención a ese punto culminante en Iberia: los Perfumes de la noche. Los tempi son un poco acelerados. Comparados con los de Märkl, al menos. El joven director alemán Jun Märkl y una orquesta castiza, la Nacional de Lyon (la de Luxemburgo lo es en buen medida, claro), nos propone la misma tanda de Imágenes con otros acoplamientos, con un final humorístico, que siempre nos ha parecido “muy de Satie”, La plus que lente. Pasando por unas orquestaciones ravelianas y por la Marcha escocesa. Otro bello disco. Y Märkl plantea las obras de manera semejante a Krivine, porque ambos beben de su tiempo, y su tiempo es más escéptico, menos ingenuo, y en él se hace música que, sin perder fuerza (aquí hace falta) o emoción (no es lo propio de Debussy, como sabemos), parece más seca, menos quejumbrosa, de una sensualidad tan innegable como saludable y vigorosa. Este impresionismo (¿lo seguiremos llamando así?) se libra poco a poco de la iconografía simbolista y prerrafaelista que se le asocia. En fin, esto vale para ambos, Märkl y Krivine. Märkl, por su parte cuenta con una orquesta ducha en este repertorio (y no es que la de Luxemburgo lo ignore) y se permite unos rallentandos y ciertas parsimonias estetizantes que parecen complacencia, y que acaso sean sobre todo deleite en una belleza fingidamente exótica, a la que se priva mucho de la interpretación tradicional (lo borroso, la bruma, el efluvio). Märkl despoja aún más que Krivine, pero a cambio se torna más estilizado, más dibujante de danzas que propiamente bailarín o coreógrafo, y lo hace mediante relativas lentitudes que parecen buscar el gesto congelado con ilusión de movimiento. ¿Discutible? Ciertas lentitudes pueden parecer faltas de tensión interna, de manera que más serían desmayos o preciosismos que rallentandos como aquellos que nos procuraba Celibidache en su penúltima etapa. Por el contrario, diríamos que, por ejemplo, Los perfumes de la noche, se convierten aquí en un auténtico nocturno; después de todo, la noche es o debería ser el corazón de Iberia, entre calles y caminos y antes del amanecer (al alba, Märkl tampoco se anima mucho que digamos). Pero Märkl conserva los colores y los potencia. Le quita misterio a la cosa, pero le da clasicismo. Estas Imágenes merecen que uno las disfrute, o tan sólo que se las entienda; si hace falta, que alguien las refute (me temo que no faltará quién, pero no será este reseñista). Son dignas compañeras de El mar y los Nocturnos que Märkl y Lyon ofrecen en otros dos discos distintos de esta misma serie de Naxos. Como en ellos, la obra grande se complementa con otras menores en envergadura. Aquí destaca la que podría ser traca final, La plus que lente, que parte poco menos que como una siciliana y que acaba siendo algo así como uno de los valses (sentimentales o nobles, no importa) de Ravel. Por qué no, es un enfoque. También aquí hay rallentandos y preciosismos más que ironía y pura danza. Con Bernstein estamos ante uno de los grandes del siglo XX (vivió entre 1918 y 1990), como compositor, como intérprete y como animador-comunicador (en este caso, comunicador quiere decir que comunicaba de veras lo que explicaba ante las cámaras, no era un baranda de esos de la tele). El repertorio debussyano lo tenía Lenny muy sabido cuando grabó este concierto catorce meses antes de su muerte. Lo dominaba de veras, como demuestran sus conciertos televisados o grabados en disco sin trampa ni especiales trucos de los ingenieros de sonido. Si queremos lentitud densa y tensa, aquí están las Imágenes romanas de Lenny, con una orquesta que no es de lo más sobresaliente, pero que cumple. Esa lentitud va más allá de lo ortodoxo, dirían algunos. Más allá de lo marcado por Debussy. Y humaniza no poco los cinco movimientos (¿pecado?). Sí, Bernstein se toma sus libertades, pero el resultado de las Imágenes es muy bello, muy como lo habría hecho Celibidache con sus lentitudes de los años sesenta y setenta. Y continúa así en el Fauno, y acaso Nijinski (o cualquiera) se habría visto en dificultades para bailar esto. Bueno, después de todo Debussy no lo escribió para que se bailara. Pero donde se le cae el invento a Bernstein es en El mar, que no será de lo más memorable en su carrera. Algo tiene que ver la limitación de la orquesta, pero ese Lenny melancólico con su punto de tristeza acierta (aunque no para todos los criterios, seguro que no) al forzar las Imágenes y el Fauno, pero no con El mar; porque acaso no lo fuerza como a las otras piezas, 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 69 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS sino que las deja ir un poco a su aire, como si el viento y el mar lo fueran a poner todo por su cuenta y además hubie- ra olvidado un poco su antigua sabiduría de sabio judío y gran músico neoyorquino. Lo decimos con cariño por su memoria. Lo dicho: un buen DVD, pero no por El mar, sino por Imágenes y Fauno. Son tres imágenes de las Imágenes Supremo. de Claudio, el Santiago Martín Bermúdez Christopher Franklin UNA ÓPERA INTERESANTE Y FALLIDA DAUGHERTY: Jackie O. FIONA MCANDREW (Jackie O), NORA SOUROUZIAN (Maria Callas), SIMONE ALBERGHINI (Onassis), PAUL CAREY JONES (Andy Warhol), ALICE QUINTAVALLA (Liz Taylor), ELIZABETH GRAYSON (Grace Nelly), ENEA SCALA (Voz de JFK). ORQUESTA DEL TEATRO COMUNALE DE BOLONIA. CONJUNTO DEL TEATRO ROSSINI DE LUGO. Director musical: CHRISTOPHER FRANKLIN. Director de escena: DAMIANO MICHIELETTO. Escenografía: PAOLO FANTIN. Figurines: CLAUDIA PERNIGOTTI. Coreografía: ROBERTO PIZZUTO. Director de vídeo: MATTEO RICCHETTI. DYNAMIC CDS 33605 (Diverdi). 2008. 93’. N PN L a obra Jackie O de Daugherty es un encargo de la Ópera de Houston. Como hemos visto en el dosier de SCHERZO dedicado a la música y a la ópera en Estados Unidos, el nombre de Houston se repetía en cuanto a novedades y encargos. Trece años después se grababa esta ópera, pero muy lejos, en Italia. Veo este montaje del Comunale de Bolonia de la ópera Jackie O, de Michael Daugherty, al mismo tiempo que la figura de Jacqueline Kennedy-Onassis (que nos suena algo así como Alma Mahler-Werfel, aunque Werfel era un artista y un hombre honesto) se dispara en los medios: Rachel Weisz la interpretará en el cine y Katie Holmes la encarnará en una serie de televisión. A todo esto, Jackie ha aparecido en otras series y películas, incluso ha sido la protagonista de uno de esos corrosivos monólogos de Elfriede Jelinek. No es que esté de moda: nunca dejó de estarlo. Es in icono, como se dice ahora. Un mito, como se exagera ahora. La esposa de Kennedy, el hijo de un gángster de extrema derecha, admirador de Hitler y de Franco, Joe, de origen irlandés. El apellido se blanqueó en forma de idealistas muertos (Jack, Bob), y Jackie pasó de ser el gran modelo, la insuperable e ideal primera dama, la viuda por antonomasia, en una época en que todavía no se hablaba de las vidas privadas de los presidentes. Y, de ahí, pasó a desilusionar a tres cuartas partes del universo mundo: se casó con Onassis. ¿Qué tenía este desagradable personaje que atrajo a alguien que, al menos por lo artístico, valía mucho más que Jacqueline Bouvier? A alguien que se llamó Maria Callas. Hay un dúo entre ambas casi al final de esta ópera. No es de lo peor de esta ópera interesante, curiosa, mezcla de experimento y conformismo sonoro, ópera en fin fallida. Pero no nos adelantemos. La teoría está muy bien: unamos recitativo poco menos que secos con el musical americano que tuvo nobles nombres como Bernstein y otros menos nobles como Richard Rodgers (con perdón), más el blues, el rock y la canción sentimental pura y simple. Fuera los dogmatismos y las torres de marfil vanguardistas de la vieja Europa. Eso, en lo sonoro. Y estamos de acuerdo, por lo menos en la teoría. En el libreto se plantea una fiesta en casa de Andy Warhol, y allí están, aunque nunca lo estuvieran, Liz Taylor y la Princesa Grace Kelly (el glamour, la superbelleza imponderable). Estas dos diosas, más los invitados y algunos fotógrafos esperan a Jackie. Y llega Jackie. Y eclipsa a las otras dos, acaso porque ella es todavía más diosa. Es 1968. Ahí, en esa fiesta, se declara Onassis, viejo amigo. La sopa Campbell de Andy es un elemento visual explícito, acaso esté en el libreto; si no, es idea muy lógica de Michieletto, aunque un poco obvia. De todas maneras, no puede concretarse la ubicación de escenas y situaciones: la auténtica localización es el imaginario de las educaciones sentimentales inducidas en nuestras biografías repletas de estímulos. El segundo acto se divide en dos cuadros: en el barco Christina y en la Isla Skorpios. Todo, muy de “revistas ilustradas”. Bien, tenemos el imaginario pop: estamos ante un planteamiento operístico muy de Estados Unidos, que utiliza personajes del mundo del glamour, el cine, la tele, las noticias, el Gotha. Esta Jackie se halla a mitad de camino entre el Hola y el No-Do, entre La condesa descalza y los Funerales de la Reina Mary. Ni el libretista ni el compositor se atreven a dar un paso en dirección a El padrino o Los Soprano. Es que no es eso lo que queríamos, podrían respondernos. El libreto de Wayne Koestenbaum, que sabe de lo que está hablando porque ha biografiado a la heroína, tiene mucho de acumulación de cosas, como la música de Daugherty. Unas acumulaciones que coexisten, pero no conviven. ¿Deliberado? Caramba, si es así. Hay referencias constantes, empezando y terminando por aquella famosa propuesta de JFK: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país”. Que, cantado al final (Jackie y pequeño coro), resulta en exceso edificante. Y referencias a las óperas cantadas por Callas, personaje de una especie de triángulo más morboso que plausible. Incluso a una ópera nada de Callas, como Las bodas de Fígaro, cuando Jackie concede su perdón a Jack, cuya voz oímos: Contessa, pardono, repite y repite Jackie. No sabemos qué es lo que le perdona, pero de nuevo se apela a nuestro morbo inmediato y acaso a nuestros conocimientos confusos mediatos sobre las amistades peligrosas de los Kennedy y las supuestas venganzas mafiosas contra esta atribulada familia. Pero nada de eso se esboza siquiera, y la verdad es que el tema sería facilón y podría dar lugar a una ópera aún más fallida: me quitas la novia, te hago presidente, te mato por traidor y me quedo con tu esposa. Por favor… Nos quedamos, ya puestos, con el planteamiento de Duagherty. Fallido y todo, pero interesante, repetimos para que el lector sepa a qué atenerse. No es que Daugherty y los gringos sean, al hacer ópera, conservadores o reaccionarios. Es que no tragan la superstición de la vanguardia. Otra cosa es que haya aciertos como Nixon en China, de Adams. Y piezas relativamente fallidas como Jackie O, que bebe de ese hontanar de iconos mediáticos que permite mezclar sin mucha lógica a Jackie, a Grace, a Liz, a Warhol… y al propio JFK, voz que viene del más allá o de la propia mente de Jackie. La puesta en escena nos enseña mucho material cinematográfico con JFK en sus tiempos de presidente, y también de la boda de la pareja modelo en 1953. Pero esos personajes apenas son tipos, y la visión de Onassis y sus invitados como seres banales y dados a empinar el codo en el Christina no mejora las cosas. Esquematismo, superficialidad, ausencia de hilo entre escenas y situaciones; y una música que es más un resultado heteróclito que síntesis de estilos. Una puesta en escena del mismo nivel, como no podía ser menos; no parece que Michieletto se haya estrujado mucho el cerebro para salvar esto. Christopher Franklin hace lo que puede y el conjunto (que a menudo es camerístico) funciona bien, pese a que la música de Daugherty no define gran cosa, ni sugiere, ni dibuja. Los cantantes salvan aquello de la mejor manera posible, pero los solos y dúos se resienten de un recitativo pobre, que choca con la repentina algarabía pop. Nada debería tener contra el pop, el rock, el jazz y el musical ningún buen aficionado a la ópera. Pero los resultados no siempre están a la altura de la pretensión ni de la teoría. Santiago Martín Bermúdez 69 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 70 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Iuri Simonov, Felix Korobov, Ruben Vardanian LO BELLO Y LO FEO RIMSKI-KORSAKOV: Sadko. VLADIMIR ATLANTOV (Sadko), TAMARA MILASHKINA (Voljova), IRINA ARKHIPOVA (Liubava), NINA GRIGORIEGA (Nezhata), ALEXANDER OGNIVTSEV (Vikingo). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO BOLSHOI DE MOSCÚ. Director musical: IURI SIMONOV. Director de escena: BORIS POKROVSKI. Director de vídeo: ALEXANDER BARANNIKOV. VAI 4512 (LR Music). 1980. 173’. R PM Noche de mayo. DIMITRI ULIANOV (Alcalde), OLEG POLPUDIN (Levko), NATALIA VLADIMIRSKAIA (Hannah), IRINA CHRISTIAKOVA (Cuñada), VIASHESLAV VOINAROVSKI (Destilador). CORO, ORQUESTA Y BALLET DEL TEATRO STANISLAVSKI Y NEMIROVICHDANCHENKO. Director musical: FELIX KOROBOV. Director de escena: ALEXANDER TITEL. VAI 4510 (LR Music). 2008. 120’. N PM CHAIKOVSKI: Iolanta. GALINA KALININA (Iolanta), ARTUR EISEN (Rey René), LEV KUZNETSOV (Vaudémont), IGOR MOROZOV (Robert), VLADIMIR MALCHENKO (Ibn-Hakia). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO BOLSHOI DE MOSCÚ. Director musical: RUBEN VARDANIAN. Director de escena: OLEG MORALEV. Director de vídeo: ALEXANDER BARANNIKOV. VAI 4514 (LR Music). 1982. 93’. R PM E l Bolshoi de Moscú trae dos buenísimos repartos en sendos títulos no habituales, una puesta en escena dudosa y otra convencional pero llevadera; de otro teatro llega un Rimski de interés aunque con importantes menoscabos. En los tres casos, monoaural, formato 4:3 y con subtítulos en español. Veamos estos rusos. El bardo 70 Visualmente, el Sadko de 1980 es decepcionante, por su cartón piedra, sus ingenuidades, incluso su manera demasiado facilona de resolver las escenas fantásticas. Hay un buen ballet en la escena en el reino de las profundidades marinas, incluso un excelente solo de una bailarina de las que no se nos dice el nombre. El reparto es excelente, y hay que tener en cuenta que de los tres protagonistas no hay demasiada discografía, así que vaya lo uno por lo otro. La soprano Tamara Milashkina, en especial, ha sufrido la poca atención soviética a las voces. Aquí canta una Voljova, la hija del Rey del Mar, con gran potencia, un timbre bello y un lirismo a veces arrebatador. Mejor no mirar, porque sus figurines son de dudoso gusto. Pero, por ejemplo, la canción de cuna que le canta al dormido héroe antes de convertirse ella en el río Volga, es de una belleza por la que ya merece la pena acercarse a este DVD. Atlanov y Milashkina, marido y mujer, cantaron a menudo juntos en el Bolshoi de aquellos años. Ella era unos cinco años mayor, y ya era diva del Bolshoi cuando Atlantov llegó al teatro como joven estrella en 1967. El Sadko de Atlantov, que cuenta en ese momento con 41 años, es poderoso, lírico, exaltado, de buen actor y cantante matizadísimo, un timbre dulce unas veces, poco menos que heroico otras. Él ha tenido más suerte en cuanto a grabaciones y videos. Este DVD está dedicado a Irina Arkhipova, que falleció este mismo año a la edad de 84 años. Tenía 55 cuando interpretaba esta Liubava, la sufrida esposa del milagroso músico y aventurero, y nos sorprende la buena forma de su voz carnal, tersa, de su volumen y su alcance. Arkhipova ha sido una de las grandes mezzos de Rusia, y no sólo del repertorio nacional, con cometidos memorables como Marfa, Marina (Boris Godunov), Helena (Guerra y paz) y muchos papeles de óperas de Rimski; pero también Carmen, Charlotte (Werther), Éboli, Amneris, Ulrica y Azucena. Una de esas voces de las que quedan pocas. Pero el reparto se completa con otra mezzo de gran categoría, Nina Grigorieva, en el papel travestido de Nezhata, el otro bardo. Volveremos a hablar de ella en Iolanta. Tres voces importantes cumplen los cometidos de los tres mercaderes extranjeros, muy correcto Voroshilo, Ognitsev con dificultades, adecuado Kuznetsov (también lo veremos en Iolanta), aunque lejos del modelo de tenor ligero y altino de los tiempos de Kozlovski. De este registro hay que lamentar el sonido monoaural, con menor presencia de la orquesta, aunque la dirección de Simonov es de garantía. Es curioso que el DVD con la puesta en escena del Mariinski (1994) tampoco resolviera bien en lo visual esta ópera tan sugerente, tan rica en fantasía y en lirismo. La princesa L a Iolanta de 1982 es otra cosa. Se trata de u n a puesta en escena convencional, pero que no ofende. Iolanta es la última ópera de Chaikovski, que la estrenó unos meses antes de morir; tiene su toque cursi innegable y de mediano tamaño, eso no se puede negar, pero la música es bella, a veces muy bella, y casi siempre sencilla en su cantabile italianizante, y que suena a Chaikovski cien por cien. La dirección de Vardanian es rigurosa, y tiene sus toques poéticos. Vardanian dirigía aquí con gestos “muy de Rozhdestvenski”, incluidas sus sonrisas y muecas. Las bondades de esta toma hay que buscarlas sobre todo en el reparto, que es de antología, una auténtica maravilla. Galina Kalinina ha ingresado en el Bolshoi hace apenas cuatro años. Tiene por delante una gran carrera internacional en repertorios ajenos a la escuela nacional. Pero de momento estamos en 1982, y aquí construye vocal y dramáticamente una Iolanta magistral, dulce, penetrante en timbre y en vibrato, deliciosa en emisión, seductora en el diseño de la debilidad de esta princesita ciega. Frente a ella (aunque el héroe no aparece hasta avanzado el segundo tercio de la duración total), de nuevo Kuznetsov, pero ahora en un cometido que le va de veras, y que le va mucho: un Vaudémont lírico y heroico, exaltado y con voz que estalla y que sube, bello timbre, convincente emoción. Artur Eisen, como el Rey René, sigue sin gran problema la tradición de los bajos rusos, incluidas voces hoy “vistas como sagradas” como la de Mark Reizen. También está por ahí, ahora en papel plenamente femenino, esa voz fenomenal que es la de Nina Grigorieva; sorprende que esta mezzo-contralto no haya hecho más fortuna en teatros y grabaciones. En fin, por si todo esto era poco, tenemos un espléndido segundo galán en Igor Morozov, como Robert, el amigo del “chico” y auténtico prometido de la “chica”. Morozov tiene aquí una voz de barítono clara, que suena casi a tenor, y declama-canta con un fuego semejante al de Kuznetsov; Morozov ha hecho todo el repertorio ruso, y ha destacado como Onegin, como Ieletski, como Bolkonski (Guerra y paz), pero también como Germont o como Rodrigo (Don Carlo): un lujo. En fin, el Bertrand de Jaroslavtsev, el IbnHakia de Malchenko, el Alméric de Biktimitov, así como Larionova y Koroleva en las sirvientas-amigas de la protagonista, redondean un reparto al que se le pueden hacer muy pocos reproches. Así, el aficionado tiene una Iolanta que se deja ver, aunque la preferiríamos hoy de otra forma (habrá quien la quiera así, por qué no), y que en lo vocal es sencillamente excelente. La ahogada Noche de mayo es la segunda ópera de las quince compuesta por Rimski-Korsak o v . No es la mejor, ni mucho menos (Sadko es muy superior), pero tiene bastante interés. Es en parte comedia popular de aldea, con bellos conjuntos, y en parte una pieza fantástica. Esta puesta en escena de Alexander Titel con el Teatro Stanislavski y Nemirovich-Danshenko es sencilla, de pocos medios y bastante talento. Los cantantes son correctos, y 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 71 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS / REEDICIONES alguno de ellos esplendido, como el protagonista, Oleg Polpudin. Hay que hacer notar el cambio de icono, que se nota sobre todo en las muchachas y en las ondinas o rusalkas: nada de largo vestidos a modo de trajes regionales, como nos tuvo acostumbrados el Bolshoi en sus giras y en sus vídeos, sino ropas más ligeras. En esta ópera la chica no es soprano, sino mezzo; el papel de soprano se reserva para la Panochka, la muchacha ahogada por su madrastra, la joven que clama en el tercer acto. Y ambas (Vladimirskaia y Zitseva) cumplen de manera adecuada en lo vocal y lo histriónico. El montaje tiene gracia, es ágil, y las voces e interpretaciones están a esa altura: el Alcalde de Ulianov, la Cuñada de Chistiakova, el Destilador de Voinarovski. Y el coro, de buen nivel, y formado por gente realmente joven. Más una serie de actores “infiltrados estratégicamente”. El aficionado tiene la oportunidad, pues, de ver una interesante propuesta escénica de Noche de mayo. Pero… Sorprende que una toma de 2008 sea monoaural y en 4:3. A veces molestan los subtítulos en español, pero peor sería no disponer de ellos. Lo peor es que ni la toma de sonido ni la de vídeo son de recibo. Da la impresión de que esas imágenes siempre turbias (y no debido a la nocturnidad de la acción) están hechas con un par de cámaras para documentación interna, no pensadas cinematográficamente. Y el sonido es lamentable. No sólo porque es monoaural, sino porque los micrófonos no están puestos para oír de manera correcta el canto y la orquesta. Se oyen ruidos pará- sitos del público y de entre bastidores, y las voces quedan lejanas y además achicadas por un exceso de sonido de la orquesta, que sin embargo no se distingue bien, sólo atruena, y además nunca la vemos. Los planos visuales son casi siempre generales o medios, jamás hay un primer plano o un acercamiento siquiera menor a los rostros de los cantantes. En fin, todo esto es una lástima, porque se ve que era buen teatro, bien tocado y bien cantado. ses están aquí absolutamente compenetrados con él y los resultados logran un nivel extraordinario que no tiene nada que envidiar a las grabaciones de estudio que hemos citado anteriormente. A destacar especialmente la precisión rítmica y la transparencia de colores, además de una fluidez, continuidad y equilibrio propios de los mejores intérpretes de esta música. Sin duda, una interpretación ejemplar al máximo nivel. El disco es posiblemente el mejor de los tres que se reseñan. Finalmente, un programa italiano p a r a cerrar esta trilogía de conciertos berlineses, este último celebrado el 13 de septiembre de 1978 con obras de Giovanni Gabrieli, Geminiani y Rossini (2 CD SBT 1435). Magníficas las composiciones de la primera parte en las que brillan espectacularmente los metales de la Filarmónica (Sinfonía sacra a 8 y Canzon Septimi toni, ambas de Giovanni Gabrieli), además de una versión típica de Giulini dirigiendo música del barroco, o sea, no apta para todo el mundo; en esta ocasión se trata del Concerto grosso op. 3, nº 2 de Geminiani, de una convicción musical absoluta a pesar de lo heterodoxo de su aproximación. El resto del programa lo componía el Stabat Mater de Rossini, obra favorita del Maestro de la que ya nos había dejado alguna versión en estudio digna de toda la atención (DG, con Ricciarelli, Valentini-Terrani, González y Raimondi), o sea, con un cuarteto de solistas bastante mejor que el que protagoniza esta velada (Stefan-Savova, Hamari, Luchetti y de nuevo Raimondi, aquí en peores condiciones que en la grabación de estudio), aunque la recreación de Giulini brille por su interiorización y por una convicción que en muchos momentos roza lo sublime. Fenomenal el Coro Ernst Senff y adecuada la orquesta, que como en el caso del primer concierto reseñado habría estado mejor si hubiese tenido más ensayos. En opinión del firmante, alguna versión no tan idiomática y con un cuarteto de solistas no italiano pero bastante mejor que éste (Stader, Radev, Haefliger y Borg) y en líneas generales de una mejor realización (Fricsay, Audite), supera a esta de Giulini a pesar de las evidentes virtudes que adornan a esta profunda e idiomática recreación. Interesante y recomendable, a pesar de todos los pesares un concierto no del todo redondo de Giulini es siempre garantía de que se está haciendo música de verdad. Por tanto, el CD de RavelDebussy es el imprescindible en esta trilogía de conciertos de Giulini en Berlín. Si le unen los dos CDs con las Séptima y Octava de Bruckner comentados anteriormente desde estas mismas páginas, tendrán lo más logrado de estas memorables seis veladas publicadas por Testament. No se las pierdan. Santiago Martín Bermúdez Testament GIULINI EN BERLÍN (Y II) H ace poco vimos los tres primeros ejemplares de esta serie con dos Sinfonías de Bruckner (Séptima y Octava) y otro concierto con obras de Musorgski, Chaikovski y Dvorák, tratados todos, como pudieron ver, con los máximos elogios. Ahora nos llegan los tres siguientes y por ahora los tres últimos también, esperando que de los 91 conciertos que Giulini dirigió a la Filarmónica de Berlín, se hayan conservado muchos más que los seis que hemos comentado en estas páginas. El primero data del 13 de febrero de 1969 con obras de Rossini, Schub e r t , Franck y Debussy (SBT 1438), con las habituales formas del maestro entre las que destaca la visión intensamente romántica, mística y sensual que Giulini hace del nº 4 (Psyché et Éros) del poema sinfónico Psyché (la obra más avanzada de Franck desde el punto de vista armónico), por no hablar de una profunda y efusiva Trágica de Schubert, de una notable obertura de Semiramis de Rossini y de una interesante aunque no demasiado conseguida versión de El mar de Debussy no favorecida tampoco por la grabación, poco clara y sólo discreta. Digamos que lo mejor del disco es Franck, y apuntemos también que el propio Giulini tiene mejores versiones del resto de las obras grabadas en estudio (véase la fulgurante página de Rossini con la Phil- harmonia en EMI, la más elaborada versión de la sinfonía de Schubert con Chicago en DG o las magníficas interpretaciones de El mar nuevamente con la Philharmonia (EMI) y con la Concertgebouw (Sony) además de la que se comenta más abajo. A pesar de todo y como siempre que se trata de este director, concierto de interés que seguramente habría brillado más si se hubiesen tenido más ensayos. El siguiente, del 10 de enero de 1978, está enteramente dedicado a la música francesa con dos de sus mayores representantes: Ravel y Debussy (SBT 1434). Del primero encontramos una exquisita y colorista Madre oca que aun sin el último punto de refinamiento de un Celibidache (Orfeo, con la Radio de Colonia), merece la mayor de las atenciones por su poder evocador, elocuencia y matices tímbricos. Michel Block toca sin problemas el Concierto para la mano izquierda, y Giulini acompaña idiomático, profundo, grave y amplio, acentuando el sentido trágico de la partitura, aunque se eche de menos mayor incisividad rítmica (por ejemplo al estilo de las versiones de Munch o Boulez), lo cual no obsta para que su versión sea del mayor interés. El director se quita aquí la espina de su anterior interpretación de El mar y recrea la genial página en condiciones idóneas, los berline- Enrique Pérez Adrián 71 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 72 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Tahra FESTIVAL DE DIRECTORES E 72 l sello francés que en España distribuye Diverdi nos hace llegar en esta ocasión diez álbumes protagonizados por grandes directores del pasado reciente: dos de Furtwängler, cuatro de Scherchen, uno de Munch, otro de Van Beinum, uno más de la Orquesta Nacional de Francia con diversas batutas que luego veremos y finalmente un último dedicado a la malograda violinista francesa Ginette Neveu con fragmentos de varios conciertos de violín. Los comentamos en las líneas que siguen. una intensa y prof u n d a Cuarta de Brahms para la que todos los elogios son poco. El New Mastering que se anuncia en el disco no es baladí, ya que el sonido es mejor que el de la publicación anterior también en Tahra. Imprescindible, sin duda (Tahra Furt 2007). Furtwängler Al director alemán Tahra le dedica cuatro álbumes: uno doble de Haydn con las Sinfonías nºs 45, 48, 92, 94, 100 y 101 (Tahra 680-681), y tres más conteniendo el ciclo completo de las Sinfonías de Beethoven (Tahra 673-677). El Haydn ya era conocido y fue comentado en su día desde estas mismas páginas al ser publicado en los Original Masters de Deutsche Grammophon. La única novedad es el viejo registro de la Sinfonía “Sorpresa” grabada con la Orquesta Municipal de Winderthur el 27 de mayo de 1942, las demás están hechas con la Filarmónica de Viena (llamada aquí Orquesta de la Ópera de Viena) y la Royal Philharmonic. Ya es conocido este Haydn excéntrico, caprichoso, original en el peor de los sentidos y de consecuencias extremas, aunque me imagino que también tendrá su público, de hecho fue citado como muy relevante dentro de la discografía que esta revista hizo en un dosier Haydn (ya saben aquello de Rafael El Gallo, Hay gente pa tó). En opinión del firmante, después de Beecham, Fricsay, Szell o Bernstein, el bueno de Scherchen se queda como mera curiosidad o para seguidores de grandes directores (dos detalles: al final de la nº 45, los músicos van diciendo un Auf Wiedersehen para recalcar más todavía la sensación de despedida, y en el movimiento lento de la nº 101, al director se le escapa una carcajada (sobre 7’30”) que el productor no se preocupó de borrar de la cinta original, de hecho también salía en la publicación de DG). En cuanto al ciclo Beethoven, está hecho a lo lar- D o s magníficos CDs con tres compositores que eran marca de la casa del gran director: Mozart, Schubert y Brahms. El primero contiene el entreacto nº 3 de Rosamunda (Viena, 3 de junio de 1944) y la Sinfonía Grande (Berlín, 6-8 de diciembre de 1942), ambas versiones provenientes de la Radio del Reich (Deutsches Rundfunkarchiv dice el libreto, se conoce que por ser más políticamente correcto) ya publicadas en otras ocasiones por diversos sellos (Deutsche Grammophon o el propio Tahra). El sonido, nuevamente reprocesado da la impresión de ser más claro y con un volumen más alto. El torbellino emocional y la efusión en estado puro se dan cita en estas dos páginas schubertianas, nunca tratadas así por ningún director conocido (Tahra Furt 2006) y que obviamente recomendamos sin el menor matiz peyorativo. En cuanto al otro álbum, nos encontramos con la Sinfonía nº 40 de Mozart y la Cuarta de Brahms en una gira de la Filarmónica de Berlín y Furtwängler en un concierto tomado en Wiesbaden el 10 de junio de 1949 por los micrófonos de la Radio de Hesse (los tres preludios de Palestrina, de Pfitzner, que completaban el programa, no han sido incluidos). Como en el caso anterior, impresionantes versiones con una dramática Sinfonía nº 40 de Mozart, y Scherchen go de varios años (1951-1954) con diversas orquestas: la Filarmónica de Viena (nuevamente nombrada como Orquesta de la Ópera del Estado) para las Sinfonías Primera, Sexta, Séptima y Novena, la Sinfónica de Viena para la Tercera y la Royal Philharmonic para las Segunda, Cuarta, Quinta y Octava. Todo sorprende y llama la atención por la vitalidad, vigor y unidad conseguidos por la batuta, con una lucidez expositiva e intuición auténticas marcas de la casa. Salvo algunos detalles puntuales no demasiado conseguidos (la intervención del bajo en la Novena, de un insufrible amaneramiento), es un ciclo notable que podrá conectar sin problemas con la sensibilidad de determinados oyentes. No desmerece al lado de los grandes clásicos y queda por encima de otros (Nikolaus Harnoncourt) que, a la vista está, se han quedado en simple anécdota a pesar de la matraca mediática que nos dieron. Munch L a Sinfónica de Boston y su titular de entonces, Charles Munch, dieron una gira europea a mediados de los cincuenta con 28 conciertos (compartidos con Pierre Monteux) de los que este álbum recoge fragmentos de los dados en Chartres y París en 1956 con la Heroica, el Adagio de Barber, la Segunda de Brahms y El mar de Debussy (Teatro de los Campos Elíseos, 19 de septiembre, y Catedral de Chartres, dos días después) (Tahra 682-683). De incuestionable interés todas las piezas citadas en la vibrante y fogosa aproximación de Munch, especialmente Barber, Brahms y Debussy, cuyo Mar era una de las señas de identidad del alsaciano, por no citar la intensa y sentida Heroica. Lástima que otras de las obras de Hanson, Martinu y Honegger que completaban estos conciertos, se hayan quedado fuera. Las grabaciones son correctas y claras, con algún desequilibrio en los metales (trompetas algo estrident e s ) . R e c o mendable para melómanos con cierto rodaje. Van Beinum Del gran director holandés nos llegan dos conciertos con solista (el Emperador y el de Schumann, ambos con la pianista inglesa Myra Hess) en grabaciones radiofónicas que no habían sido publicadas con anterioridad, hechas en conciertos públicos el 15-10-1952 y el 15-11-1956 (Tahra 672). Estas dos obras son novedad en la discografía oficial de Van Beinum, y su calidad sonora muy buena a pesar de estar hecha por aficionados holandeses (da la impresión de que son profesionales de alguna de las emisoras de la radio por las excelentes condiciones acústicas de los registros). Las versiones, como siempre, son de una intensidad, entrega, expresividad y convicción a prueba de bomba, y tanto la pianista como la Concertgebouw, imantados por la batuta, traducen dos versiones excelentes a la altura de las más conseguidas. El libreto incluye toda la discografía de Eduard van Beinum, otra inestimable información de este gran maestro imprescindible para cualquier interesado en este tema. La Orquesta Nacional de Francia Tahra nos trae el primer álbum, esperemos que s e a n muchos, de una colección dedicada a la Orquesta Nacional de Francia con interpretaciones de Kubelik (Heroica, 1956), Schuricht (Fahrenden Gesellen con Zareska, 1958; Concierto K. 219 con Ferras, 1955) y Stokowski (Primera de Brahms, 1958). Ya es conocida la historia de esta agrupación fundada en 1934 y cuyo primer con- 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 73 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES cierto fue dado por Inghelbrecht el 13 de marzo de ese año. Desormière, Bigot y Rosenthal se alternaban en los diversos conciertos, aunque también había directores extranjeros que participaban como invitados: Abendroth, Ansermet, Stravinski, Kletzki e incluso Toscanini. En sus últimos tiempos ha contado con titulares como Martinon, Maazel o Celibidache (en una tempestuosa relación que duró quince meses) y actualmente goza de una (aparente) buena salud comercial y un envidiable estado técnico y artístico. Lo más interesante de este álbum (Tahra 668-669) es una intensa, colorista y expresiva Heroica a cargo de un inspirado Kubelik, más unos poéticos lieder de Mahler por la voz profunda y algo cavernosa, aunque de exquisito fraseo de la mezzo Eugenia Zareska y un convencional Concierto turco de Mozart con Ferras, en los dos últimos casos bajo la batuta ligera y expresiva del gran Carl Schuricht. En cuanto a la Primera de Brahms de Stokowski, caprichosa y en algunos momentos disparatada, es lo más opinable del álbum, aunque siempre encontremos en los modos de Superpoldo genuinos y atractivos resultados musicales. Las tomas de sonido son buenas, todas en monofónico. Neveu De la excepcional y malograda violin i s t a francesa Ginette Neveu (1919-1949), fallecida en un accidente de aviación en las Azores cuando se dirigía a los Estados Unidos para varios recitales, Tahra publica un álbum In Memoriam (Tahra 684) con fragmentos de diversos conciertos del repertorio (Beethoven, Brahms, Sibelius y el Poema de Chausson) que nos muestran a la artista en plenitud técnica, artística y estilística, de temperamento impetuoso y apasionado cuyas versiones enganchan al oyente sin remisión desde las primeras notas. Tahra ya publicó en su día un álbum de 3 CDs ahora agotado (Tahra 23552357) con dos versiones del Concierto de Beethoven con Rosbaud y Van Otterloo, una del de Brahms con Desormière, una versión de la Tercera Sonata también de Brahms con Jean Neveu al piano y dos entrevistas de marzo y septiembre de 1949, comentado en su día en las páginas de SCHERZO. Ahora, el sello francés trata con este CD de fragmentos de mantener vivo el recuerdo de la artista (se incluye también una de las dos entrevistas citadas, la más corta, de tres minutos y pico), aunque hubiese sido mucho mejor reeditar el de 3 CDs añadiéndole los fragmentos de éste que no se repitiesen. De cualquier forma, una muestra fonográfica de esta violinista hoy prácticamente olvidada cuyas interpretaciones recomendamos con entusiasmo a cualquiera que tenga que ver algo con el violín. Por tanto y resumiendo brevemente: imprescindible Furtwängler, notable Scherchen, sobre todo su Beethoven; muy interesantes Munch, Van Beinum y el álbum de la Nacional de Francia —sobre todo por la Heroica de Kubelik—, y finalmente, fenomenales los fragmentos violinísticos a cargo de la excepcional Ginette Neveu. Enrique Pérez Adrián Tudor, CPO TRES SINFONISTAS DE RAZA D os de ellos son nombres poco conocidos; el tercero lo es bastante más, pero otras facetas de su desbordante catálogo han eclipsado su no menos abundante aportación al género sinfónico. Pero de lo que no cabe duda es de que los tres son auténticos sinfonistas y de que la escucha de sus obras constituye una experiencia casi siempre agradable y sorprendente. De este modo, la reedición en estuche y a un precio más ajustado de la integral de sus sinfonías sólo cabe considerarla como un auténtico regalo, y más si tenemos en cuenta que tampoco es que haya muchas otras opciones disponibles, y menos de los ciclos completos… P e r o vayamos por partes, y empecemos por el más veterano de esos tres maestros: Joachim Raff (1822-1882). Contemporáneo de Anton Bruckner, fue también un devoto de la música popular alemana, pero difícilmente podría encontrarse una concepción del arte de los sonidos e incluso de la vida más alejada de la del austríaco. Frente a las catedrales de fe brucknerianas, Raff creó once sinfonías programáticas, hedonistas y gozosas en las que el yo subjetivo pasa a un segundo plano. Pues lo que el compositor se propone es explotar con habilidad e imaginación todos los clichés del romanticismo: hay en ellas escenas campestres, conciliábulos de brujas, tempestades, partidas de caza, episodios de terror, cabalgatas salvajes y endemoniadas, marchas caballerescas, danzas de elfos y fantasmas… Y no una ni dos veces, sino que estos motivos se repiten con asiduidad. Toda una imaginería bastante obvia y trillada que llegaría a enervar si no fuera porque Raff la recrea con un entusiasmo y una fantasía que convierten la escucha en una inagotable fuente de gozo. ¿Y cómo suena todo esto? Pues se coge un poco de la rusticidad de Schumann, sobre todo el de las sinfonías más patrióticas, como la Renana; se añade un buen puñado del refinamiento del Mendelssohn más feérico y exquisito, el de Sueño de una noche de verano, se mezcla con un tanto de la desbordante paleta orquestal de Berlioz y aún con una buena pizca de su fogosidad sin complejos y de la capacidad teatral y efectista de Liszt, se agita bien y ya está, ahí tendremos a nuestro Raff. El cóctel está bien madurado y se digiere con gusto, por lo que no cabe asustarse. Lógicamente, no es oro todo lo que reluce, y así obras como la Sinfonía nº 1 “A la patria” (1861) acaban cansando por su excesivo rigor formal, sus tecnicismos en forma de fugados que no vienen a cuento, su sonoridad excesivamente próxima a Schumann y sobre todo por su desmesurada ambición: casi setenta minutos que, salvo páginas como el Scherzo, de conseguido tono popular, y el Larghetto, con un original solo de violonchelo, suenan a todas luces excesivos e innecesarios. Pero el nivel mejora rápido, y así tenemos un buen puñado de sinfonías en las que brilla un compositor ecléctico, sin duda alguna, pero que asimila todas sus influencias hasta darles un característico acento. Así, la Segunda (1866), la única con la Cuarta (1871) que no tiene un título descriptivo, revela ya seguridad en el manejo de la forma sinfónica tradicional. Y si en la Primera el contenido programático daba como resultado algo híbrido, ni sinfonía ni poema sinfónico sino todo lo contrario, la Tercera “En el bosque” (1869) es ya Raff puro y duro. La gracia melódica y la destreza en la instrumentación, siempre colorista, acaban de hacer de esa obra una maravilla de invención y buen gusto, con pasajes tan conseguidos como la Danza de las dríadas, de una ligereza y transparencia que habría firmado el mismísimo Mendelssohn. No se puede dejar de lado tampoco la Quinta “Lenore” (1872), basada en una terrorífica balada de Gottfried August Bürger sobre una muchacha que reniega de Dios y que es llevada por su novio muerto en una infernal cabalgata. Ni las cuatro últimas, dedicadas a las cuatro estaciones y en las que la capacidad para la descripción y la evocación de Raff alcanzan una de sus cotas más altas. Al azar, basta con escuchar La noche de Walpurgis, scherzo de la Sinfonía nº 8 “Primavera” (1876) para comprender el espíritu que anima este miniciclo sinfónico dentro de la producción de Raff, su exultante sentido del color y su calor melódico. Pero la edición del sello Tudor (9 CD 1600, 636’) no se contenta sólo con las sinfonías, sino que recoge también un buen puñado de otras obras orquestales, como la Suite “De Turingia” (1875), 73 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 74 D D I SI CS O C O S S ESTUDIO 74 la Suite nº 1 (1863), la Suite italiana (1871), de nuevo con Mendelssohn como genio inspirador; la Suite nº 2 “Húngara” (1874), la pieza de resistencia de su orquesta en palabras del director Hans von Bülow; las oberturas Benedetto Marcello, Dame Kobold y Die Parole, e incluso la orquestación de la Chacona BWV 1004 de Bach. Hay, pues, mucho y bueno en los nueve discos de esta edición. Las interpretaciones de Hans Stadlmair al frente de la Sinfónica de Bamberg son modélicas, un dechado de musicalidad, entrega, juego y color que hace total justicia a Raff y logra que el interés por esta música no decaiga un solo instante. Muy diferentes son las n u e v e sinfonías de Egon Wellesz (18851974) que ahora reedita CPO (4 CD 777 183-2, 280’). Frente a la capacidad descriptiva y el vitalismo de Raff, este miembro de la Segunda Escuela de Viena (fue alumno de Arnold Schoenberg durante dos años) veía la música con los ojos de ese otro romanticismo más subjetivo y personal que acabó derivando tras los horrores de la Primera Guerra Mundial en expresionismo. Wellesz fue un sinfonista tardío, pues dio su primera aportación al género con sesenta años ya cumplidos, en 1945. Fue casi su regreso a la composición, de la que se había alejado durante su exilio inglés y la Segunda Guerra Mundial para centrarse en la musicología y la educación. Para él, que había crecido en contacto directo con la gran tradición austríaca, la sinfonía era el medio más noble de expresión musical, pero sólo en su madurez se vio capacitado para abordar el género y dar algo personal en él. Y el resultado fue una obra maestra, una sinfonía que para él supuso como un regreso a la patria, de ahí el tono nostálgico y doloroso que impregna sus pentagramas y que culmina con un Molto adagio sostenuto absolutamente desgarrador. En los casi treinta años que le restaban de vida, Wellesz aún acabaría otras ocho sinfonías, un corpus tan desconocido como absorbente que en lo estilístico puede dividirse en dos grandes grupos: las primeras cinco sinfonías beben claramente de la gran tradición austríaca, sobre todo de Mahler (cuyas obras dejaron una profunda huella en su ánimo cuando las escuchó en su juventud), mientras que las cuatro últimas exploran un lenguaje más personal, basado en una sonoridad austera, cuando no áspera y organizada en grandes bloques; el recurso a la atonalidad libre; unas líneas melódicas que se desarrollan en grandes saltos interválicos, y el rechazo de la forma sonata tradicional. También la estructura de estas últimas obras será la misma: dos grandes adagios unidos por un contrastante scherzo. El estuche de CPO es una joya indispensable para todo melómano que se precie, porque realmente estamos ante un corpus que merece la pena, no ante un redescubrimiento de esos que una vez desempolvados se vuelven a guardar y dejar que duerman el sueño de los justos del que nunca debieran haber despertado. No es el caso: Wellesz fue un sinfonista auténtico, poderoso, con cosas que decir y que sabía transmitirlas. Fue un hombre de una cultura musical inacabable (sus estudios sobre música bizantina todavía hoy son una referencia), pero también un artista, un constructor de grandes edificios sonoros que, además y en la mejor tradición austriaca, se convierten en un vehículo expresivo de extraordinaria fuerza dramática. Como ejemplo, el inicio de la Sinfonía nº 3 (1951), un potente coral enunciado por la orquesta al unísono que da pie a una forma sonata tratada con gran libertad, con temas de carácter muy diferente que dan al discurso una variedad emocional a la que resulta difícil sustraerse, de lo épico en el sentido bruckneriano a pasajes de un lirismo casi cantable y otros definidos por un complejo contrapunto. Gottfried Rabl nos sirve este ciclo en inmejorables condiciones, atento a las cualidades constructivas de esta música, pero sobre todo a su aliento dramático, a su capacidad de expresión, a revelar todos los recovecos de esta música que nunca defrauda. Queda Heitor V i l l a L o b o s (18871959), el g r a n nombre de la música brasileña, aunque sus sinfonías sean escasamente conocidas en comparación a algunas de sus Bachianas o Choros. Doce fueron las aportaciones al género de este compositor tan prolífico como irregular, tanto que la audición de sus obras es siempre una sorpresa. Para bien o para mal, pero siempre una sorpresa… Y las sinfonías no son una excepción a la regla. Si los ciclos de Raff y Wellesz presentan una clara unidad, dejan constancia de una evolución lógica, el de Villa-Lobos va de aquí para allá sin demasiado orden ni sentido, con obras valiosas y otras que dan el efecto de ser meramente alimenticias, con un discurso rutinario y una factura sin pulir, como si no hubieran sido sometidas a correcciones ni a la autocrítica. La del brasileño era una personalidad desbordante, capaz de escribir rápido y mucho, y eso hace que la calidad muchas veces se resienta. Pero aun así, hay obras que provocan la sorpresa en el sentido positivo del término. Como la que inaugura esta serie ahora reeditada por CPO (7 CD 777 516-2, 422’), la Sinfonía nº 1 “Lo inesperado” (1916), cuyo programa, firmado por el propio compositor bajo el pseudónimo de Villalba Filho, es una suerte de biografía musical de un artista, aunque lo cierto es que no aporta nada a la audición. La obra es puro clasicismo en lo formal y se ve enriquecida por la generosidad melódica del autor y por su imaginación tímbrica, pero sin caer en los excesos de otras partituras. Nada original, pero para un debut en el género es una página que se escucha bien. Villa-Lobos compuso las cuatro siguientes entre 1917 y 1920 tomando como modelo el estilo de Vincent d’Indy, sin perturbaciones de la música popular brasileña, aunque basta escuchar la efusividad de la Sinfonía nº 2 “Ascensión” (1917) para ver que lo que toma del francés es más su concepción cíclica como elemento unificador de la partitura que su rigor formal. El resto es una fiesta, un producto exuberante que suena ya más al mejor Villa-Lobos que la todavía tímida Primera. En cambio, la Tercera “La guerra” (1919) y la Cuarta “Victoria” (1919) nos traen al Villa-Lobos más cargante y teatrero, con sonrojantes citas del himno nacional brasileño y La Marsellesa… En la primera parte de este díptico parece que quería mostrar la devastación de la guerra, pero lo que consiguió es una creación ruidosa, rimbombante y vulgar, un quiero y no puedo en el que es imposible atisbar un tanto de sinceridad. Ni siquiera en el tercer movimiento, titulado Sufrimiento… Por cierto, ese díptico en realidad era un tríptico, coronado por la Quinta Sinfonía “La paz”, cuya partitura se ha perdido… Quizá sea una suerte… Hasta 1944 Villa-Lobos no volvió al género sinfónico con la Sexta, y a partir de aquí sí que encontramos ya al músico que aprovecha cualquier circunstancia para evocar su tierra y su folclore. Las armonías se hacen más disonantes y las líneas melódicas y rítmicas ganan en complejidad, aunque los resultados no siempre sean redondos. Aun así, la Séptima (1945) llevada por una devastadora fuerza motórica, y la aforística Novena (1952) valen la pena, lo mismo que la dos últimas, la Undécima (1955) y la Duodécima (1957), ambas de una prodigiosa riqueza sonora y a la vez de contornos formales bien definidos. El verdadero borrón de este ciclo es la Décima “Amerindia” (1952), que más que una sinfonía es un oratorio sobre el carácter plurinacional de Brasil. Las intenciones pueden ser muy loables, pero se traducen en una música excesiva, en una pura verborrea que llega a confundir y cansar sin que se perciba ni una unidad de discurso ni una estructura más o menos coherente. En definitiva, son más de setenta minutos que suponen un arduo esfuerzo sin que haya recompensa al final. Como curiosidad, la edición incluye también la Sinfonietta nº 1 (1916), una auténtica delicia escrita sobre temas de Mozart. Carl St. Clair es uno de los mayores apóstoles del brasileño, de ahí el empeño con que ataca sus obras. Sus versiones se distinguen por poner toda la carne en el asador, por llevar las sonoridades al límite, por tocar muy fuerte y muy rápido para así dar la sensación de que esta música es muy potente. A veces el resultado es más estruendoso que otra cosa, pero hay que reconocer que consigue también dar vida a estos pentagramas, darles ese carácter torrencial que tan bien define a VillaLobos. Juan Carlos Moreno 254-Pliego 5 22/6/10 12:40 Página 75 D D I SI CS O C O S S ESTUDIO Harmonia Mundi EL BACH DE HERREWEGHE S alen los cinco primeros álbumes triples de los nueve con música vocal de Bach que sirven a Harmonia Mundi para festejar los cuarenta años cumplidos por el Collegium Vocal de Gante, fundado y siempre dirigido por Philippe Herreweghe. Los cuatro restantes se anuncian para el otoño de 2010. L o s niveles de calidad alcanzados quince años antes los superó en 1999 una versión de la Pasión según san Mateo (HML 5908376.78) calificada por Rafael Ortega Basagoiti (véase SCHERZO, nº 140, pág. 95) como más dramática, flexible y profunda. Cuenta con un Evangelista, el de Ian Bostridge, de técnica impecable y expresión intensa, mientras que Franz-Josef Selig resulta parejamente convincente por su noble humanidad. En las arias, Andreas Scholl se lleva la palma, entre otras cosas por un Erbarme dich antológico no sólo por él sino en la misma medida al menos por el maravilloso acompañamiento en que se envuelve. Como la soprano Sibylla Rubens, el tenor Werner Güra y el bajo Dietrich Henschel completan el sólido elenco, y el coro y la orquesta del Collegium Vocale de Gante están formidables a las matizadas órdenes de Herreweghe, puede decirse sin la menor duda que nos hallamos ante una referencia imprescindible. La Pasión según san Juan grabada en 2001 (HML 5908351. 53) es asimismo superior a la de 1987 (véase SCHERZO, nº 139, pág. 82), por más que no lo sea la partitura de 1725 con respecto a la de 1739 (ésta, paradójicamente, más próxima a la que debió de estrenarse en 1724). Naturalmente, el buen bachiano no renunciará a ninguna de las dos, y en particular para esta alternativa se impone la recomendación de Herreweghe. El director belga, en efecto, capta el peculiar intimismo de la obra, cuya luz atraviesa incluso las escenas más tumultuosas merced a la coherencia del ambiente acústico en que todo el drama se desenvuelve. El refinamiento articulatorio no llegan a ponerlo en peligro por supuesto un coro y una orquesta de nuevo modélicos, ni tampoco unos protagonistas entre los que Mark Padmore compone un Evangelista de gran versatilidad, Sibylla Rubens da otra lección de control y Andreas Scholl vuelve a brillar con luz propia. En un plano apenas inferior, la soprano Dorothee Mields, el contratenor Matthew White, el tenor Jan Kobow y el bajo Peter Kooy se hacen también partícipes del clima contemplativo general que envuelve a las cuatro cantatas (BWV 22, 23, 127 y 159) que, en registro fechado en 2007, se añaden como complemento a este álbum. En el nominalmente dedicado a los oratorios ( H M L 5908354. 56) pero donde falta el de Navidad, el Oratorio de Pascua, estrenado como tal en 1725, recibe (en 1994) una lectura con bastantes más motivos para el reproche. El destino a una celebración profana que en febrero de aquel año había tenido esta música y que más de un año después recuperaría en otra parodia diríase haber tenido sobre Herreweghe una influencia indebida o exagerada. Sea como fuere, su rectoría se distingue por una ligereza quizá confundida con la alegría pero en absoluto compatible con la solemnidad que el texto hace inexcusable en no pocos pasajes. Con todo, ahí y en la también pascual Cantata BWV 66 que la acompaña no podrán dejar de admirarse las intervenciones, sin excepción llenas de encanto en sí mismas, de la soprano Barbara Schlick, la contralto Kai Wessel, el tenor James Taylor y el bajo Peter Kooy. No parece que un año antes el Oratorio de la Ascensión, otra parodia pero de 1735, tuviera un efecto similar sobre la inspiración del director, que sitúa la interpretación en un tono justo de “meditación antes que celebración y templaza de la exaltación coreográfica”, como en su día dijo Domingo del Campo Castel (véase SCHERZO, nº 82, pág. 81). Tono que se contagia a las cantatas de idéntica temática que oportunamente la acompañan (BWV 43 y 44) en un disco en el que la misma soprano y el mismo bajo forman con Catherine Patriasz como contralto y Christoph Prégardien como tenor otro excelente equipo de solistas. Que, pese a los frecuentes cambios de alineación, a Herreweghe nunca le ha fallado el buen tino para los fichajes se demuestra en las cantatas BWV 2, 20 y 176 (dedicadas a la Trinidad), para las que en 2002, junto al incombustible Kooy, contó con la soprano Johannette Zomer, la contralto Ingeborg Danz y el tenor Jan Kobow. La de la Cantata BWV 21, incluida junto con la BWV 42 en la primera funda del primero de los dos álbumes titulados Cantatas famosas (HML 5908357.59), sería probablemente aquella por la que habría que decantarse si hubiera que escoger una sola versión como la más destacada de estos quince discos. En una época tan relativamente temprana de su sostenido compromiso con Bach como 1990, Herreweghe demuestra una capacidad después no tantas veces igualada para captar la idea de la dulzura sin blandenguería y transmitírsela a sus colectivos no menos que a sus solistas. Y si hubiera que quedarse con un solo número, ahí está Seufzer, Tränen, la conmovedora forma en que Barbara Schlick (nombre por craso error no citado en la carpetilla) y el siempre sobresaliente oboísta Marcel Ponseele establecen el más conmovedor diálogo cantado que se pueda concebir. Lo cual no desmerece de los muchos méritos en el resto contraídos por el contratenor Gérard Lesne, el tenor Howard Crook, el bajo Peter Harvey y, en la BWV 42, el ubicuo Kooy. No tan alto se ha llegado mucho más recientemente (2006-7) con las Cantatas BWV 27, 84, 95 y 161, a propósito de las cuales Enrique Martínez Miura habló de fluidez, equilibrio y algún momento de magia tímbrica (véase SCHERZO, nº 230, pág. 79), pero donde, oído lo oído, la soprano Dorothee Mields suena frágil y meliflua, el contratenor Matthew White no con el último grado de refinamiento, el tenor Hans Jörg Mammel pálido y el bajo Thomas Bauer rudo. Mejor habían ido las cosas en 2003 con las BWV 12, 38 y 75, donde Ponseele vuelve a lucirse, esta vez junto a un tenor, Mark Padmore, y un contratenor, Daniel Taylor, ambos de inefable musicalidad. Como ya detectó el mismo EMM (véase SCHERZO, nº 197, págs. 77-8), no tanto gustan la soprano Carolyn Sampson, con algún problema de entonación, ni, por una vez, Kooy. Ambos se recuperaron tan pronto como un año después para participar en la grabación de las Cantatas profanas BWV 207 y 214, primero de los discos del último álbum de esta serie (HML 5908363.65) pero donde, por encima de la correcta Danz, los más encendidos elogios han de corresponder nuevamente a Padmore. El mismo plantel salvo la soprano (una Deborah York exquisita) había rendido a un nivel superior en 1999 para, en las únicas tres cantatas conservadas (BWV 29, 120 y 129) de las doce llamadas sacras que Bach compuso para celebrar los relevos anuales en la municipalidad de Leipzig, lograr otro de los discos en su integridad más memorables de esta colección, donde voces y orquesta son manejados por Herreweghe con una combinación de elasticidad y rigor inaudita no sólo en él. Como conclusión, un tremendo salto nos lleva a 1987 y al nombre de La Chapelle Royale para volver a disfrutar de una Oda fúnebre (Cantata BWV 198) en el exacto punto medio entre la melancolía y el éxtasis. Su único flanco débil lo presenta la no perfecta entonación de soprano Ingrid Schmithüsen, que en la BVWV 78 que sirve de complemento aprovecha para resarcirse el muy italiano dúo que comparte con el algo entubado contratenor Charles Brett (Crook y Kooy completan, y muy bien, reparto). Los libros en que de tres en tres se presentan los discos contienen además los textos y muy documentados comentarios en francés, inglés y alemán. Alfredo Brotons Muñoz 75 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 76 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS ALBÉNIZ-BACH ALBÉNIZ: Iberia. GRANADOS: BACH: BACH: Goyescas. ARTUR PIZARRO, piano. Clavierübung II. ALEXANDER WEIMANN, clave. 2 SACD LINN 355 ( LR Music). 2009. 146’. DSD. N PN ATMA ACD2 2603 (Gaudisc). 2008. 48’. DDD. N PN Variaciones Goldberg BWV 988. Aria variata BWV 989. Sarabande con partite BWV 990 (apócrifa). MATTHEW HALLS, clave. El lisboeta Artur Pizarro sorprende con un doble CD que incluye las dos obras más emblemáticas de la literatura pianística española. Y decimos sorprende porque el hecho es atrevido dadas las dificultades, que además de técnicas, tienen musicalmente las partituras. La sorpresa es satisfactoria, porque el pianista las aborda con coherencia y poética sonora, con contención expresiva y exquisito cuidado sonoro. Su Granados es de bellos timbres y elegante fraseo, atmósferas generosamente coloreadas y contrastadas articulaciones. La música surge desde la ternura y la belleza del cantabile más expresivo. El uso que hace Pizarro del pedal en Goyescas es más bien parco y poco extendido, lo que sugiere un Granados de justas sonoridades y poca reverberación, con un trabajo preponderante sobre todo de los dedos. En cambio en su Albéniz, que es pulcro y conciso, detalladísimo y de carácter efervescente, sí que usa el pedal más liberalmente, consiguiendo de esta forma más resonancias y hechizo. Esto no impide que el pianista exhiba claridad y equilibrio en las voces, un fraseo refinado y un sonido también detallado a partir de las cualidades descriptivas de la partitura. Las dificultades técnicas de la obra no suponen inconveniente para el intérprete, que toca con energía y fervor, comodidad y variedad tímbrica. En fin, música española bien defendida en manos de un Pizarro muy oportuno y eficaz. Publicada en 2 CD LINN CKD 356 (LR Music). 2007. 130’. DDD. N PN 1735, la segunda parte del Clavierübung de Bach contenía el Concierto italiano y la Obertura francesa, obras bien representativas de la dedicación del compositor a los dos principales estilos nacionales de su tiempo. Se trata además de dos de las obras más populares y grabadas del músico, lo cual no parece haber arredrado a Alexander Weimann (Múnich, 1965) que, con un instrumento de gran brillantez sonora (copia de uno fabricado por Johann Heinrich Gräbner en Dresde en 1774), ofrece interpretaciones muy apreciables desde el punto de vista virtuosístico, con tendencia a las sonoridades percutivas y la velocidad extrema. Fulgurantes resultan los tiempos extremos del Concierto italiano, generosamente ornamentados también y muy contrastados con un Andante central no especialmente expresivo, que pese a todo más bien parece un Largo. En la Obertura a la francesa, el tratamiento de las partes fugadas se apoya igualmente en la rapidez de tempi y en un staccato muy marcado. Entre las danzas, sorprenden una Courante algo lenta y una Sarabande un tanto adusta y poco flexible. En cambio, las danzas rápidas (gavotas, bourrées, giga) mantienen ese sentido de urgencia y brillantez que impregna todo el CD y que se cierra con un Echo enardecido. El joven Matthew Halls acompaña las Goldberg de dos obras con variaciones de dudosa autoría bachiana, si bien la BWV 989 parece confirmada y la BWV 990 completamente descartada. Esta última es en cualquier caso partitura de interés, que se cierra además con una auténtica suite de danzas (Allemanda, Courante, Aria variata, Giguetta). Halls utiliza un clave copia de Ruckers/Hemsch contemporáneo de la escritura de las obras. En las Goldberg, el sonido es amplio y brillante, y está magníficamente recogido por la grabación, lo que da a la obra una entraña cuasisinfónica. La concepción de Halls pasa por un planteamiento impulsivo y virtuosístico, fulgurante en las variaciones más rápidas, siempre con más que notable claridad polifónica, generoso con el color y la ornamentación (el da capo final del Aria es muy original) y muy flexible con el ritmo, en especial en las variaciones más lentas, en las que alarga el fraseo con un rubato muy marcado (Variaciones nºs 13 y 15, por ejemplo), que aunque a más de uno le pueda parecer algo fuera de estilo da buenos resultados en el terreno expresivo (Variación nº 25, más romántica que en muchas versiones pianísticas). El tono es también sinfónico en la Obertura a la francesa (Variación nº 16), en la que la sonoridad resulta decididamente percutiva. Pablo J. Vayón Pablo J. Vayón Emili Blasco TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o disco video digital PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 76 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 77 D D I SI CS O C O S S ALBÉNIZ-BACH BACH: Suites para violonchelo. ANGELA EAST, violonchelo. 2 CD RED PRIEST RP006 (LR Music). 2001, 2004. 149’. DDD. N PN S orprendente interpretación de las Suites para violonchelo la que ofrece Angela East en este par de discos de la editora Red Priest Recordings, para mi desconocida. Viendo las referencias que ofrecen sus grabaciones, el grupo Red Priest del que ella forma parte parece dedicarse a ofrecer versiones singulares de obras barrocas, pues una de ellas lleva por título Piratas del barroco, otra ofrece una reinvención de Las cuatro estaciones de Vivaldi y todas parecen tener como distintivo un querer estar fuera de norma, pero al no haber escuchado ninguna no puedo opinar. La presentación de esta versión de las Suites para violonchelo está basada en un paralelismo con los colores y unos llamativos fotomontajes absolutamente innecesarios para todo aquel que tenga un mínimo conocimiento de la obra de Bach. Por otra parte, se nos informa de una serie de peripecias por las que ha pasado la grabación, comenzada en Canadá en 2001 y finalizada en 2004, que es dudoso interesen a alguien. Angela East utiliza en ella dos diferentes instrumentos, un violonchelo barroco inglés de 1725 y otro de cinco cuerdas para la Suite nº 6, construido en 2000 siguiendo un modelo de Amati. Suponemos se pretende usarlo como sustituto de la misteriosa viola pomposa mencionada por Bach para interpretar esta obra y la verdad es que suena de una forma bien diferente al otro violonchelo normal de cuatro cuerdas. Quizás es lo más interesante de la versión integral aquí ofrecida, toda ella caracterizada por un excesivo uso de contrastes dinámicos y rítmicos, dando la sensación de que el principal objetivo que con ella se persigue es que no se parezca a ninguna otra versión grabada, cosa que se consigue plenamente. Angela East es una excelente violonchelista y domina, quizás en exceso, tanto el instrumento como el lenguaje barroco, pero su versión es desconcertante por su excesivo personalismo. Ahora bien, esta postura interpretativa no es mala en sí misma, es tan sólo eso, desconcertante. Desde luego, no es recomendable para un primer acercamiento al monumento bachiano, aunque sí puede serlo como curiosidad para conocedores. José Luis Fernández BACH: Misa en si menor. Oratorio de Navidad. Cantatas nºs 34, 50 y 147. CATHERINE DUBOSC, CATHERINE DENLEY, LYNDA RUSSELL, GILLIAN FISHER, sopranos; JAMES BOWMAN, DAVID JAMES, contratenores; CATHERINE WYN-ROGERS contralto, JOHN MARK AINSLEY, MARK PADMORE, IAN PARTRIDGE, tenores; MICHAEL GEORGE, bajo. THE SIXTEEN. THE SYMPHONY OF HARMONY AND INVENTION. Director: HARRY CHRISTOPHERS. 5 CD CORO COR16072 (Harmonia Mundi). 1990-1994. 310’. DDD. R PM La casa Coro reedita en estos cinco discos tres grabaciones bachianas editadas originalmente por Collins y realizadas a comienzos de los noventa por el británico Harry Christophers, las voces de The Sixteen y las fuerzas instrumentales de The Symphony of Harmony and Invention, nombres que aseguran por sí mismos unos mínimos de excelencia, de transparencia, de autenticidad y de fidelidad al estilo, pero no necesariamente unos resultados de verdad excepcionales. No lo son, por ejemplo, los de la versión de la Misa en si menor, que aun poniendo de relieve la máxima importancia de las páginas corales de la obra, con un coro de veintiséis cantantes excelente en su proverbial empaste, en su diáfana claridad de líneas y en su inmaculada afinación, cae por momentos en una cierta medianía expresiva, reafirmada quizás por el escolástico tono que adquieren por norma las arias y los dúos. El nivel sube de manera considerable en el Oratorio de Navidad, en una traducción contrastada y animada que tiene en el tenor Mark Padmore, antiguo corista del grupo, un Evangelista de primerísimo orden. El coro, más reducido, revalida sus destacadas prestaciones, pero la orquesta no se queda atrás en la siciliana que abre la segunda cantata del ciclo y en el clima festivo de la sexta. Las tres cantatas reunidas en el quinto disco reciben igualmente versiones de gran dignidad, con momentos muy elevados como el coro inicial de la BWV 34 o el aria Bereite dir de la BWV 147, donde la hermosa intervención al violín de Roy Goodman parece enriquecer la línea de canto de la soprano. No obstante, la exultante aria del bajo Ich will von Jesu Wundern singen no termina de escapar de una alborotada teatralidad. Sí lo logra Christophers en la breve BWV 50, bastante activa y poderosa en sus manos, con unas voces muy brillantes que llegan con buen empaque a un clímax solemne y, esta vez sí, de veras triunfal. Asier Vallejo Ugarte BACH: Misa en si menor BWV 232. DOROTHEE MIELDS, JOHANNETTE ZOMER, sopranos; PATRICK VAN GOETHEM, contratenor; JAN KOBOW, tenor; PETER KOOIJ, bajo. CAPPELLA AMSTERDAM. ORQUESTA DEL SIGLO XVIII. Director: FRANS BRÜGGEN. 2 CD GLOSSA GCD 921112 (Diverdi). 2009. 107’. DDD. N PN Frans Brüggen grabó esta obra magna hace más de veinte años (Philips) y lo que fue una suerte de compendio de la madurez de la interpretación históricamente informada aplicada a la BWV 232 no se renueva, por desgracia, con estas tomas procedentes de un concierto en Varsovia. Hay, desde luego, el dominio del idioma y la fluidez musical que son esperables en estos ejecutantes, pero la versión se alza muy desigual, con una línea de tensión no mantenida. El Kyrie inicial parece cansino y distante, el Gloria resulta algo confuso; la claridad y finura de una de sus partes, el “Domine Deus” no logra compensar una cierta sensación de tedio, así como tampoco el Credo traspasa la barrera de lo anodino. Por fortuna, otros momentos de la obra sobrepasan con mucho este nivel, caso del transparente “Cum Sancto Spiritu”, el tierno “Et incarnatus est” o el brillante “Et resurrexit”. La limitada prestación del solista derriba de nuevo el Agnus Dei. Las buenas contribuciones del coro y los instrumentos obligados no hacen olvidar el deficitario rendimiento del plantel solista: Kooy y el contratenor aparecen más bien descoloridos; correctos el tenor y las sopranos. Impresión, por lo tanto, muy agridulce. La vuelta de Brüggen al gran fresco bachiano no puede decirse que esté a la altura de su anterior acercamiento. Enrique Martínez Miura BACH: La Pasión según San Juan. EVA MARIA LEONARDI, soprano; RUTH SANDHOFF, contralto; GERD TÜRK, tenor; PETER BRECHBÜHLER, barítono; KLAUS MERTENS, bajo. KÖLNER KANTOREI. JOHANN CHRISTIAN BACH-AKADEMIE. Director: VOLKER HEMPFLING. 2 CD AVI 53 006 (Harmonia Mundi). 2004. 108’. DDD. N PN Bach compuso en 1724 una primera versión de La Pasión según San Juan, que sometió a revisión al menos tres veces más. No habiendo ninguna versión que pueda considerarse definitiva, suele interpretarse la revisada en los últimos años de su vida, entre 1746 y 1749. Pero según las firmantes de las notas que acompañan al disco, esta última procede de otra revisión hecha en 1739, que dejó inacabada. La aquí grabada es la de 1749, salvo los diez primeros números que proceden de la de 1739. Comparada con otras versiones que utilizan la última revisión de Bach, no se aprecia diferencia, e incluso en el aria de tenor nº 20 que en el librillo figura Mein Jesu, mein Jesu, ach!, lo que realmente canta Gerd Türk es Erwäge, wie sein blutgefärter Rücken, como es lo habitual. Ya sabemos que desde el punto de vista textual, esta Pasión de Bach es un tanto liosa, pero no tanto. El doble CD de AVI recoge una grabación en vivo ofrecida en la Kölner Philharmonie en 2004, parece que en una sola toma. Quizás por ello, la calidad sonora no es demasiado buena, como ya puede comprobarse en el coro inicial Herr, unser Herrscher, que resulta bien poco clara y eso que los miembros del Kölner Kantorei lo hacen muy bien en todas sus intervenciones. También son buenos los solistas, entre los que destaca el acreditadísimo en estas lides Gerd Türk como Evangelista y tenor de arias. Algunos de los instrumentistas del conjunto Johann Christian Bach-Akademie dejan un tanto que desear en sus intervenciones en las arias, aunque bien es cierto que tampoco la toma sonora les favorece. Los comentarios vienen en los tres idiomas de siempre, pero los textos propios de la obra no aparecen traducidos, figurando solamente el original alemán. En conclusión, frente a las abundantes versiones, algunas excelentes tanto por la labor de los solistas como de los conjuntos (Gardiner, Herreweghe, Suzuki, por ejemplo) y con información complementaria más 77 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 78 D D I SI CS O C O S S BACH-CHAIKOVSKI completa, no encontramos una razón clara para recomendar ésta, aunque su nivel interpretativo sea bueno, aunque pueda ser apreciada por los partidarios de las versiones en vivo, ya que razones no faltan para que estos existan. José Luis Fernández BEETHOVEN: Sinfonías nºs 1 y 6. MUSICA VIVA MOSCÚ. Director: ALEXANDER RUDIN. FUGA LIBERA FUG564 (Diverdi). 20072008. 67’. DDD. N PN Fuga Libera presenta este disco junto a su catálogo y, ciertamente, dada la parquedad de la presentación —no hay notas ni información suplementaria—, no queda muy claro quién acompaña a quién. Disco modesto, pero con un contenido disfrutable. Contiene un Beethoven impulsivo y vitalista que, para muchos oídos acostumbrados a la poco emocionante previsibilidad de la perfección discográfica, puede tener un punto de interés. Las huestes de esta pequeña orquesta moscovita ponen en pie los pentagramas con una claridad de ideas que se transforma en naturalidad expositiva. Alexander Rudin sabe atender a la forma sin desenfocar el fondo, dando prioridad a una objetividad en la que el texto habla por sí mismo, pero sin renunciar a pequeñas libertades —rítmicas, sobre todo— desperdigadas aquí y allá. A partir de una óptica de regustos haydnianos, la minuciosidad en la articulación y la voluptuosidad dinámica se traducen en un fraseo algo indómito pero atractivamente palpitante. La cuerda, con el diapasón en 440 y tocando sin vibrato, se acerca al aroma historicista con una sonoridad que aúna belleza tímbrica y pujanza, redondeada por las óptimas intervenciones de unos parches matizados y camerísticos. Podríamos pedir muchas cosas tanto a la interpretación como al disco para elevar su valoración a las cotas de lo sobresaliente —maderas más sutiles, mayor pulcritud en la afinación o algunos ruidos de ambiente menos, por ejemplo— pero no merecería demasiado la pena si es a riesgo de perder la que, tal vez, sea su principal virtud: su alto grado de espontaneidad. La efusividad trepidante de esa Primera, o la inmediatez bravía de la Pastoral, justifican suficientemente sus imperfecciones. 78 Juan García-Rico BERLIOZ: Sinfonía Fantástica op. 14. BEETHOVEN: Obertura Leonora II op. 72b. ORQUESTA PHILHARMONIA. Director: ESA-PEKKA SALONEN. SIGNUM SIGCD193 (LR Music). 2008. 68’. DDD. N PN O bjetividad, precisión y ligeras dosis de flexibilidad son los tres factores que rigen el buen trabajo de Salonen en este registro procedente de un concierto en el South Bank. Extrae de la Philharmonia un rendimiento que hace honor a su currículo, con potencia en los tutti, tensión en la cuerda y vitalidad generalizada en el viento. El desarrollo de la Sinfonía Fantástica nos deja entrever su interés por mostrar los hallazgos en la combinatoria instrumental que convierten a esta partitura en un hito en la historia de la orquestación, sin por ello perder de vista el pulso que permita la fluidez del discurso. Hay que señalar que para degustar completamente ese sustancial aspecto tímbrico sería deseable que la toma sonora hubiese sido planteada con más nitidez y cercanía, dado que peca ligeramente en ambos sentidos. No obstante, se trata de una buena lectura que se defiende suficientemente ante la avasalladora competencia, y en la que no faltan momentos de excelencia, como el Sueño de una noche de aquelarre. Pasando a continuación a Beethoven, es sumamente interesante escuchar el cambio de sonoridad que es capaz de adquirir la plantilla londinense. No solo la cantidad —obviamente— sino, sobre todo, el color. Sin embargo, reconociendo este valioso matiz, tras el brillo orquestal de la Sinfonía Fantástica la involución tímbrica juega en contra de la obra. En este sentido, si bien el protagonismo del programa viene claramente marcado por Berlioz, quizá hubiese sido acertado invertir su orden de aparición, presentando Leonora —como obertura que es— en primer lugar. Escuchado en ese orden el disco gana en elocuencia. Juan García-Rico BLANCAFORT: Integral de la música para piano. Vol. 5. MIQUEL VILLALBA, piano. NAXOS 8.572220 (Ferysa). 2008. 71’. DDD. N PE Pedro Piquero FIDELIDAD BLASCO DE NEBRA: Integral de las obras para piano. Vol. 2. PEDRO PIQUERO, piano. COLUMNA MÚSICA 1CM0237 (Diverdi). 2009. 73’. DDD. N PN Segundo volumen —y probablemente penúltimo— de la integral de Blasco de Nebra que Pedro Piquero viene grabando para Columna Música. De nuevo el joven pianista nos cautiva con su elegancia y su exquisitez al abordar este encantador repertorio, al tiempo que apreciamos una fidelidad estilística que no supone, en absoluto, una renuncia a la expresividad más personal. Este música sensible se implica al interpretar estas pequeñas perlas musicales que nacen del clasicismo aunque mantienen a veces algún vínculo con el barroco mientras que en ocasiones parece prefigurarse el romanticismo ya en ciernes o, al menos, algunos rasgos próximos al Sturm und Drang. Evidentemente se trata en esos momentos de una música con fuerte carga expresiva que Piquero aborda con su ya conocido nivel de excelencia sin caer en excesos de subjetividad pero tampoco sin renunciar a ella, como corresponde a una interpretación comprometida y, como decíamos, fiel. Quinta entrega —y, según parece, última— de la irregular e irrelevante integral de Blancafort que viene ofreciendo Naxos. De nuevo cabe destacar el empeño y el buen hacer del pianista Miquel Villalba, quien se emplea a fondo para dar vida a esta música de la que podemos prescindir. En dos piezas para piano a cuatro manos se une a él Miquel Oliu, de papel muy poco comprometido en los poco más de dos minutos de su intervención interpretando junto a Villalba las dos últimas Piezas pequeñas para manos pequeñas. Precisamente estas piezas fáciles para piano tienen algo de gracia, como también la tienen las obras de cierta inspiración popular, aunque sean más bien pretenciosas. En cambio, no tienen ninguna gracia, aunque lo pretenden, los Tres consejos de Turina, tres Si destacáramos algún momento de este compacto no dudaríamos en referirnos, tanto por la interpretación como por la obra en sí, a la Sonata nº 6 en mi menor, con un Adagio de amplios recursos expresivos, cierto dramatismo y lirismo, que va seguido por un delicioso y vivaz, pero también un tanto melancólico, Allegro. Asimismo, y por esa misma riqueza expresiva, no podemos olvidarnos de la Sonata nº 9, la única en un sólo movimiento de esta entrega, un Allegro de excelente factura formal y de sorprendentes efectos en más de un momento, algo que sitúa a Blasco de Nebra entre los compositores que —como Galuppi— si no pensaban ya en un piano, al menos demandaban un instrumento de características similares para dar vida a obras como ésta resueltamente pianísticas. Josep Pascual piezas breves escritas como dice Villalba “bajo el impulso reconfortante de tres consejos que recibió del compositor”. Una vez más, muy bien por Villalba, quien sin duda daría mucho más de sí en otro repertorio de mayor entidad. Josep Pascual BOCCHERINI: Cuartetos para cuerda op. 8. CUARTETO ARTARIA. 2 CD COLUMNA MUSICA 1CM0221 (Diverdi). 1995. 93’. DDD. N PN C on el año Boccherini ya lejano, nos llega esta oportuna reedición de estas interpretaciones encendidas, elegantes y diáfanas de los Cuartetos op. 8 del toscano, pequeña colección que le abrió las puertas de la 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 79 D D I SI CS O C O S S BACH-CHAIKOVSKI David Libely, Georges-Élie Octors EN ATTENDANT YVONNE BOESMANS: Tunes. Cadenza. Fanfare I. Surfing. DAVID LIBELY, piano; CHRISTOPHE DESJARDINS, viola. ENSEMBLE MUSIQUES NOUVELLES. Director: GEORGES-ÉLIE OCTORS. CYPRES CYP4629 (Diverdi). 1990, 2007. 52’. DDD. N PN No sólo de ópera vive Philippe Boesmans, sino también de todo sonido íntimo que surge en el camerismo y en la introspección. No es que algunos de sus personajes no sean introspectivos, pero tanto en Cuento de invierno como en Julie y en la ya algo lejana pero magistral Ronda lo que cuenta, sobre todo, es el gesto, y no tanto la interiorización. (Desde luego, estamos deseando conocer su Yvonne, basada en una pieza del loco polaco genial que en Buenos Aires llamaban Witoldo). El belga Philippe Boesmans (1936) es de la generación inmediatamente posterior a la vanguardia de posguerra, que ha dado ese tipo de artista y de ser humano que se encuentra con unos chicos mayores, no muy mayores pero sí abrumadores, y se ven obligados desde muy pronto a definirse, saberse, afirmarse frente a esos mayores que los torturan en el recreo. Por eso, Rihm es más radical aún, si cabe, que los Stockhausen. Tal vez porque quiere ser como esos mayores, y más. Por eso Boesmans cambia tan a menudo de código, de lenguaje, de color, de tendencia. Yo soy capilla musical del infante don Luis Antonio de Borbón. Pese a ser la segunda incursión del compositor de Lucca en el género, son “piezas que representan un considerable avance respecto al Op. 2, en términos de coherencia y versatilidad estilística, así como de maestría e imaginación con las que el compositor maneja la tantas veces mencionada literatura musical con partes independientes”, según nos cuenta Elisabeth Le Guin en el excelente artículo recogido en las notas al disco. Es evidente que gran parte de la tensión se concentra en los movimientos lentos, con resonancias a menudo melancólicas y sombrías que el Artaria traduce con sobriedad, sin perder las formas pero acentuando con rigor e intensidad. Buena prueba de ello es el Largo del Segundo Cuarteto, que pone aquel que soy cada vez. Y siendo lo que voy siendo, al final así seré. (Disculpen la seudopoética). No quiero ser como vosotros, y además no puedo, y además no me gusta. Y estáis muy vistos, caramba. Veamos primero tres piezas pianísticas. Se diría que estamos en vísperas del fin del desorden. No en vísperas de la Restauración, es distinto, no se dejen engañar por los de siempre. Tunes consiste en siete piezas pianísticas que a veces apenas superan la miniatura. Se advierte que la obra surge del teclado, de los dedos y, claro, del pensamiento. Esto es: no sólo del pensamiento. Boesmans es pianista, aunque no concertista, no le ha llamado Dios por esos caminos. Es más Stravinski que Bartók en eso del piano, no en la inspiración, sino en el oficio. Cadenza es una pieza de una vez; en otro tono, más nervioso, más Scarbo, más Gnomo (Musorgski), con un paisaje hecho con mucho pedal, mucho acorde. Sorprendente: hay tema, aunque siempre desmentido; hay algo parecido al desarrollo, o al menos argumento y acción sonoras. No hace falta que les diga que ese tema y ese desarrollo… En fin, estamos en el siglo XXI, estas piezas son de ahora mismo. Como Fanfare I, que contrasta con Cadenza en su renuncia a la acumulación de brumas, nubes y amenazas de tormenta. Aquí hay de nuevo figuras nerviosiademás de relieve la importancia de la línea del violonchelo. Quizás una cierta sequedad en el sonido del grupo impida la plena efusividad de algunas melodías, pero ello no es óbice para que los mil y un detalles de la escritura del compositor salgan a la luz una y otra vez con total transparencia. Los movimientos más animados no se apartan por su parte de esa misma senda, resultando interpretaciones activas, bien articuladas, equilibradas y contrastadas, con un fraseo en todo momento expansivo y refinado (incluso en los momentos más decididamente vitalistas, como el Allegro que cierra el Cuarto Cuarteto), siempre dentro de unos parámetros de formalidad que acaban dando un esmalte racionalista al ciclo. Asier Vallejo Ugarte llas, pero sin todo ese aparato eléctrico: Scarbo echa de nuevo a correr, y a menudo corre peligro de darse un buen trastazo. De lo que se trata, en fin, es de que la línea consista en un nervioso despliegue de notas que, siendo contiguas, tengan valores muy distintos (incluidos los silencios, las propias fermatas), lo que da esa sensación de tropezar, de desequilibrio, de carrera interrumpida y de repente acelerada… Surfing parece una obra más inclemente. Pero es que vamos atrás en el tiempo. Y ese ir atrás es, precisamente, lo que llamamos vanguardia. Incluso el registro de este CD es de aquella época, de 1990, cuando Boesmans contaba sólo 55 años y acaso todavía tenía que hacer cierto tipo de concesiones. Pero no crean, en realidad es un compromiso: tenía que sonar moderno porque era para un grupo que se ganaba así la vida en festivales y actos también muy modernos; y, al mismo tiempo, vemos el lenguaje personal de alguien que CHAIKOVSKI: El lago de los cisnes. ORQUESTA NACIONAL DE RUSIA. Director: MIKHAIL PLETNEV. 2 CD ONDINE ODE 1167-2D (Diverdi). 2009. 143’. DDD. N PN No abundan las integrales de los tres ballets de Chaikovski (Lago, Bella durmiente, Cascanueces), pero ya hay unas cuantas referencias de cada uno de ellos, y algún director se lleva la palma con los tres (Previn, por ejemplo). Este que ahora llega de Mikhail Pletnev figurará entre los más destacados, por mucho que no vaya a desbancar a nadie ni se vaya a constituir en referencia insuperable. Pletnev es un músico muy completo, y trampea, pero que no hace trampas, que se arriesga con los intérpretes del Ensemble Nouvelles Musiques y Christoph Desjardins (músico de La Monnaie, el teatro de Boesmans, digamos; Desjardins pasaría poco después al Ensemble Intercontemporain) a una suerte de carrera permanente que no deja de tener descansos, pero son descansos como desolaciones, en el espíritu (no en la letra) de Shostakovich. Diecisiete años separan los registros del excelente David Lively de la hermosa partitura con fecha (no de caducidad, sino de origen no poco evidente) que interpretaban Desjardins y su equipo en el Festival Ars Musica (de Bruselas, claro). Podríamos decir que es el mismo compositor, pero no sería cierto. Es la misma persona, que es distinto, y responde al nombre de Philip Boesmans. De enorme interés, sin duda. En 1990 Boesmans empezaba claramente a ser postvanguardia. No es extraño, ya debía de estar liado con La ronda, la que sería su segunda ópera. La ópera es una cosa muy aparatosa que te libera de ciertos prejuicios. O te hundes con ellos, aquí lo sabemos bien. Pero a veces, a menudo quizá, hay que regresar al camerismo, al piano solo. Para reencontrarte, más que nada. Santiago Martín Bermúdez como pianista no desdeña lo danzante (recordemos su galardonado arreglo de Cinderella, de Prokofiev, que él mismo interpretaba con Martha Argerich), de manera que aquí se juntan el director de una orquesta rusa-muy-rusa y el músico que lleva en sus venas el legado de ballet de su país, incluido Stravinski, que dejó muy pronto de ser ruso y que tal vez lo fue siempre; y, desde luego, incluidos Prokofiev y Shotakovich. Hace ahora veinte años que Pletnev fundó esta orquesta, la Nacional de Rusia, que crece y crece, que es internacional y castiza al mismo tiempo, un instrumento virtuoso para el repertorio nacional. No sólo, creemos. Este Lago tiene nervio suficiente como para dar de sí todo lo danzable, pero al mismo tiempo es delicado, y el director 79 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 80 D D I SI CS O C O S S CHAIKOVSKI-DVORÁK renuncia al efectismo e incluso el dramatismo fuerte (salvo en determinados momentos muy concretos, y el aficionado puede imaginarse cuáles por la lógica de tan conocida acción dramática) para dar a cambio una especie de amplia sinfonía en cuatro movimientos con lógica de orquesta y pretexto de danza. Lo que no impedirá, quién sabe, que en estos tiempos de ballets en vivo con música enlatada este registro sirva para darles paisajes sonoros a futuras coreografías. En fin, una nueva e importante referencia del Lago. Santiago Martín Bermúdez CHOPIN: Nocturnos. YUNDI, piano. 2 CD EMI 6 08391-2. 2009-2010. 105’. DDD. N PN Primero fue Li Yundi. Después Yundi Li. Y ya ahora más recientemente Yundi. Se trata, como ya es bien sabido, del pianista más joven de la historia en ganar el Concurso Internacional Frédéric Chopin de Varsovia (año 2000). Al presente ofrece con EMI su versión de los Nocturnos de Chopin. Las suyas son unas interpretaciones correctas y sensibles, con ciertas e innegables bondades, pero donde falta ese halo distintivo que las pueda situar en la élite a la que supuestamente pertenecen. Yundi ahonda en las partituras con ternura y sentimiento, funde tradición y academicismo con un fraseo bonito y un sonido matizado. Sus Nocturnos son de agradable escucha, pero si usted busca un enfoque personal y un tratamiento de los rubati original, no son estos sus discos. Lo bueno es que Yundi no busca la plasticidad sofisticada ni los rebuscamientos inesperados. La sinceridad, al igual que la claridad es algo que no se le puede negar: su Chopin es fluido y ligero de ideas, parco en color y discreto en planos sonoros. El pianista ejerce de narrador de algo que está viendo él mismo y transmite de forma distante hacia el público. Aquí impera la corrección y la educación, también las delicadezas y el refinamiento, pero uno tiene la sensación de no saber exactamente el porqué de unas grabaciones que si atendemos a lo escuchado, son prescindibles. 80 Emili Blasco Anne-Sophie Mutter, Lambert Orkis AUTÉNTICO BRAHMS: Sonatas para violín y piano. ANNE-SOPHIE MUTTER, violín; LAMBERT ORKIS, piano. DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 8767 (Universal). 2009. 68’. DDD. N PN G rabada a finales de 2009, esta integral de las sonatas de Brahms para violín y piano aparece tras realizarse algunos recitales con ellas en el programa que han contado con el beneplácito de público y crítica. Con razón se ha subrayado la madurez de las interpretaciones, algo a lo que Mutter ya nos tiene acostumbrados estos últimos años. Su integral de las sonatas de Beethoven —tanto en CD como en DVD— con Orkis es una joya de la disco- grafía y ésta de Brahms, que también cuenta con este pianista atento y no siempre considerado como merece, no le va a la zaga. Entre ambos se crea una atmósfera de complicidad que el oyente percibe de inmediato y en todo momento estamos ante auténtica música de cámara, no de concierto para dos intérpretes, no para un intérprete estrella y un “acompañante”. Repetimos, es auténtica música de cámara, conversación entre iguales, intimidad y amplio vuelo expresivo desde una cierta y saludable contención que no supone rebajar la intensidad sino adecuarla al mundo musical en que surgió esta música. Así pues, un Brahms auténtica- mente romántico o, más aún, clásico-romántico, que es como debe ser. Unas versiones llamadas a situarse entre las referencias de todos conocidas y, por supuesto, un hermoso disco más allá de cualquier otra consideración. Josep Pascual Nicholas Angelich, Paavo Järvi TENAZ Y REFINADO BRAHMS: Concierto para piano y orquesta nº 2 op. 83. Piezas para piano op. 76. NICHOLAS ANGELICH, piano. SINFÓNICA DE LA RADIO DE FRÁNCFORT. Director: PAAVO JÄRVI. VIRGIN 266349 2 (EMI). 2009. 75’. DDD. N PN C uidado con este disco. Si usted no conoce a Nicholas Angelich corra a comprarlo. Y si conoce ya a este sobresaliente pianista hágalo igualmente: su espíritu lo agradecerá. Una buena escucha de él bastará poder disfrutar de unas interpretaciones, sí, que tienen aquel regusto pretérito a lo Géza Anda por poner un ejemplo, y que aportan tantas sensaciones como buenas virtudes poseen. Angelich destaca porque su serenidad tiene profundidad, y porque ésta es consecuencia de una fuerza interior tremenda. A partir de aquí, surge un Brahms poderoso y CHOPIN: La obra completa para piano solo. TATIANA SHEBANOVA, piano. 10 CD DUX 0650 (Diverdi). 2008. 720’. DDD. N PE En el año del aniversario chopiniano no podía faltar la contribución polaca. De la mano del sello independiente de ese país, Dux, nos llega una caja con 10 envolvente, lleno de ternura y fibra sonora que atrae porque huye precisamente de cualquier fingimiento o preciosismo artificial. El intérprete toca con nobleza y convicción, sabedor de que la sinceridad viene del buceo hacia las simas más interiores del compositor alemán. Aquí se reúnen mucha sensibilidad en el fraseo, sentido común en los tempi y también ciertamente un timbre a menudo sombrío (o claroscuro) que precisamente es uno de sus valores mas sugestivos. El Concierto tiene impulso y claridad conceptual, contención de verbo y firmeza convencida. Le “acompaña” Paavo Järvi al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Fráncfort, quien propone una orquesta diáfana y eficaz en cada una de sus secciones. La asociación entre ambos sugiere madurez y lucidez interpretativa, donde se funde CDs que contienen, por orden de opus, el integral del catálogo del ilustre músico para piano sólo, a un precio, al menos de momento, un tanto especial (unos 6 euros por disco). Lleva a cabo la nada des- la intimidad con la tenacidad. El Op. 76 representa otra oportunidad para el solista, quien vuelve a aportar su sello personal a través de un acercamiento veraz y genuino: Angelich demuestra que no solamente se siente cómodo con las grandes formas, sino que el pequeño formato también le sirve para ilustrar a un Brahms riguroso, contemplativo y del que emana tanta calidez como evocación. Emili Blasco preciable empresa la pianista rusa, ya largo tiempo afincada en Polonia, Tatiana Shebanova. Tiene la rusa un importante currículum de premios en concursos: ganó los de Praga (1969), Ginebra (1976) y Bruselas (1990), y obtuvo el segundo premio en el Concurso Chopin (1990). La escucha nos muestra a una pianista de medios más 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 81 D D I SI CS O C O S S CHAIKOVSKI-DVORÁK Stephen Hough, Osmo Vänskä Carlo Felice Cillario NADA CONVENCIONAL REPARTO DE LUJO CHAIKOVSKI: Conciertos DONIZETTI: L’elisir para piano. Fantasía de concierto. STEPHEN HOUGH, piano. ORQUESTA DE MINNESOTA. Director: OSMO VÄNSKÄ. 2 CD HYPERION CDA 67711/2 Harmonia Mundi). 2009. 141’. DDD. N PN d’amore. MIRELLA FRENI (Adina), LUIGI ALVA (Elvino), SESTO BRUSCANTINI (Dulcamara). CORO DE GLYNDEBOURNE. REAL ORQUESTA FILARMÓNICA. Director: CARLO FELICE CILLARIO. Oportuna revisión de la obra GLYNDEBOURNE GFOCD 005-62 (Diverdi). 1962. 125’. ADD. N PN concertante de Chaikovski con el piano como protagonista. Lo más sólido y valioso de estas grabaciones, con las que la serie de Hyperion dedicada al concierto para piano romántico llega a su número 50, se encuentra en las prestaciones musicales, vituosistas y con un punto personal de Hough. El pianista despliega toda la sonoridad orquestal del teclado en el archifamoso Primero, donde Vänskä no parece acabar de encontrar su sitio, pues su Chaikovski suena aséptico y expeditivo, con fluctuaciones de tempo no siempre fructíferas en lo expresivo. El Andantino queda más bien tímido y en la salvaje entrega del Allegro con fuoco la Orquesta de Minnesota incurre en sonoridades chirriantes. Las expansiones líricas vuelven a exponerse de manera entrecortada. La Fantasía de concierto es simpática, brillante e insusque considerables, muy ágil de dedos, no proclive al exceso del pedal de resonancia (lo que es de agradecer) y amiga de los tempi muy vivos (escuchen los Estudios op. 10 o la desquiciada Fantasía-Impromptu op. 66), tanto que a veces la articulación se emborrona un poco. El sonido no es hiriente aunque tampoco la rusa se distingue por la sutileza en el color. El fraseo, en ocasiones elegante y con buen sentido cantable, adolece en muchas ocasiones de cierta tosquedad de expresión y peligrosa tendencia a lo mecánico y plano (así ocurre en muchos de los Estudios y en algunos de los Valses, el archiconocido del minuto a la cabeza). A medida que he ido escuchando este álbum he tenido la sensación de que con estos medios esta artista podría haber hecho algo más, bastante más, con este repertorio. Sin embargo, tal como nos ha llegado estamos ante una colección que palidece claramente frente a las de Rubinstein (RCA), Ashkenazi (Decca) o la más corta de Arrau (Philips), e El Festival de Glyndebourne, a tancial. Los dos arreglos de Hough (Op. 73, nº 6 y Op. 6, nº 6) no pasan de lo anecdótico. Importante en cambio la restitución del Segundo —con dos interpretaciones añadidas del lento, en ediciones de Siloti y Hough— en toda su significación, sobre todo por el Andante, donde Chaikovski se mueve entre el triple concierto y la música de cámara. Sensacional lectura de Hough y música más apta para los métodos de Vänskä que desde luego elude toda ampulosidad. Y defensa a fondo, curiosamente también con un Vänskä entregado, del torso del Tercero. Aun con las desigualdades señaladas, interesante interpretación, nada convencional, de la música para piano y orquesta del autor ruso. Enrique Martínez Miura incluso también ante la más irregular pero globalmente más atractiva de Deutsche Grammophon (hablo de la anterior, puesto que la editada este año del aniversario no he tenido ocasión de analizarla), por no hablar de las múltiples contribuciones aisladas de los más grandes pianistas que se han acercado al menos a la parte más importante del catálogo chopiniano. La que nos ocupa es una interpretación técnicamente competente y con momentos, pero sólo momentos, artísticamente afortunados. Harán bien en decantarse por una de las alternativas mencionadas. Rafael Ortega Basagoiti CORELLI: Conciertos para flauta. Arreglos de Geminiani y autores anónimos de las Sonatas op. 5. MAURICE STEGER, flautas. THE ENGLISH CONCERT. Director: LAURENCE CUMMINGS. HARMONIA MUNDI HMU 907523. 2009. 71’. DDD. N PN través de su propio sello, está editando en disco y DVD algunas de sus funciones más recordadas. Esta vez le ha tocado a la mítica producción de Franco Zeffirelli del Elisir de 1962, que contaba con un reparto de lujo encabezado por Freni y Alva. Lo mejor de lo mejor. La función estuvo dirigida por Carlo Felice Cillario, un violinista y director argentino posteriormente nacionalizado italiano del que casi nadie se acuerda hoy en día, pero que tuvo una carrera notable en los teatros de Europa, especialmente en su país de adopción. Su conducción resulta certera, dramáticamente coherente, ligera en los planos instrumentales y muy pendiente de las voces. El reparto cuenta con un Nemorino extraordinario en la voz de Luigi Alva. Con 35 C orelli fue un compositor célebre en toda Europa, pero muy especialmente en Inglaterra, donde su música circuló en centenares de arreglos entre las numerosas asociaciones de aficionados. Algunos de esos arreglos se hicieron célebres, como los que Geminiani realizó (y editó) de las Sonatas para violín de la Op. 5 en forma de concerti grossi, pero hubo muchos otros, algunos de los cuales se han conservado en manuscritos diversos y tienen a la flauta dulce, muy popular en las islas, como instrumento solista. Este disco se acerca a algunos de esos arreglos, presentando la Follia en la versión de Geminiani y cuatro sonatas más en forma de conciertos para flauta. Maurice Steger aprovecha las versiones ornamentadas de estas obras para ofrecer un auténtico recital virtuosístico, en el que admira tanto la capacidad para batir récords en dar notas años, el tenor peruano estaba en lo mejor de su carrera. Su voz, espléndida, generosa, flexible. Combina su sensible aproximación al enamorado personaje con una vis cómica inigualable. A su lado, una espléndida Mirella Freni, joven y exultante Adina. Una Adina soñada: adorable, vulnerable bajo esa capa de fuerza. Así lo expresa la soprano de Módena gracias a la belleza incontestable de su voz. A su lado, dos comprimarios como Sesto Bruscantini y Enzo Sordello. El primero, un fijo en la era dorada de este Festival, compone un Dulcamara exultante y expansivo vocalmente, mientras que Sordello da el contrapunto con un Belcore sobrio. La Giannetta de Emily Maire, perfecta en ejecución. Carlos Vílchez Negrín por espacio de tiempo como la flexibilidad y elegancia del sonido. No se trata sólo de deslumbrar al oyente con un impresionante ejercicio de potencia atlética, sino de sorprenderlo con una musicalidad intachable, en el que las sorpresas rítmicas, dinámicas y ornamentales cruzan las obras sin perder nunca el sentido de la línea ni del equilibrio. The English Concert acompaña con la ligereza que pide el empeño y sirve en solitario una muy intensa versión de la Follia. Pablo J. Vayón DVORÁK: Sinfonía nº 9 en mi menor op. 95 “Del Nuevo Mundo”. Obertura Carnaval op. 92. SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: ROGER NORRINGTON. HÄNSSLER CD 93251 (Diverdi). 2008. DDD. 53’. N PN R adicalmente esta edición no ofrece nada nuevo o no dicho, pero es consignable su buena calidad. El director inglés está 81 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 82 D D I SI CS O C O S S DVORÁK-GERSHWIN pulcro y cuidadoso. Así pues, registro en vivo no desdeñable pese a lo trillado del repertorio, ya que Norrington ofrece una interpretación de la Sinfonía algo insulsa en el arranque, como con cierta indecisión por parte de la batuta o de la orquesta, con la sensación para el oyente de que ésta tarda un poco en calentar: esto se corrige enseguida, así que con esa pequeña observación, este especialista en músicas más anticipadas en el tiempo, se acerca a una obra tan de gran repertorio logrando un plausible primer tiempo y dando al segundo un carácter especialmente trascendente y muy bello. El tercero está muy bien contrastado y justamente tratado en sus peculiaridades rítmicas, manejándose con donaire y exaltación el Allegro con fuoco conclusivo. En la misma buena línea está la Obertura Carnaval, aunque en ambas obras podría pedirse más terciopelo al sonido de la cuerda alta. José Antonio García y García FEO: Pasión según san Juan. DORON SCHLEIFER (Evangelista), KRYSTIAN ADAM (Jesús), MIRKO GUADAGNINI (Pilatos), BARBARA SCHMIDT-GADEN, mezzo. CORO DE CÁMARA DE VARESE. LA DIVINA ARMONIA. Director: LORENZO GHIELMI. PASSACAILLE 964 (Diverdi). 2009. 61’. DDD. N PN 82 I mportantísima aportación a la discografía relativa a un compositor casi olvidado, el napolitano Francesco Feo (1691-1761). Esta Pasión es una de las grandes muestras barrocas del género al sur de los Alpes. Ciertamente, las conexiones operísticas son indudables, pero el dramatismo que impregna esta forma de entender la religiosidad musical es de todo punto notable. La narración va acumulando tensión con el uso de muy pocos medios, hasta llegar al asombroso final, que casi parece suspendido en el vacío. Hay partes donde el oficio de Feo se evidencia a gran altura, como en el fugato de la tercera sección del arresto de Jesús. La columna vertebral del discurso la sostiene el Evangelista, aquí un magnífi- co contratenor —casi sopranista, por los agudos que es capaz de alcanzar, como los que expresan la negación de Pedro—, Doron Schleifer. Buen nivel del resto de los cantantes, aunque quedan en un ligero segundo plano frente a la prestación del Evangelista. Se alcanza la deseable temperatura trágica en la escena de la Crucifixión y se da rienda suelta al lirismo en la escena de Jesús ante Pilatos. Cumplen, aunque con sonidos no del todo redondos —sobre todo los violines, algo metálicos—, los instrumentistas de La Divina Armonia. En cualquier caso, una publicación de interés incuestionable y cuidadísima presentación. Enrique Martínez Miura FERGUSON: Sonata para piano en fa menor op. 8. Discovery op. 13. Cinco bagatelas op. 9. Partita para dos pianos op. 5b. PHILLIDA BANNISTER, contralto; RAPHAEL TERRONI, VADIM PEACEMAN, pianos. NAXOS 8.572289 (Ferysa). 2009. 60’. DDD. N PE Howard Ferguson compuso muy poco, diecinueve obras. Se dedicó a la enseñanza, a la edición de los virginalistas ingleses y a escribir acerca de la interpretación pianística. Este disco nos trae algunas de sus creaciones para piano y voz y piano, empezando por la Sonata que escribiera tras la muerte de su amigo, el pianista Harold Samuel en 1937. Es una pieza en tres movimientos que se tocan sin solución de continuidad, ominosa, de discurrir nada suave, un sucederse de notas casi sin descanso, una a una, como una apelación permanente hacia dentro y hacia fuera más o menos calmada en su Poco adagio central. Anterior es la Partita para dos pianos, que responde al esquema de la suite barroca pero sin que eso signifique neoclasicismo militante. El estilo es el de la Sonata, esa misma claridad del discurso directo y un poco áspero, no exento, por otra parte, de personalidad. Las Cinco bagatelas son de 1944 y en su brevedad resultan no sólo ser más amables sino igualmente más interesantes que sus compañeras de disco. Discovery (1951) es un igualmente breve ciclo de canciones sobre textos de Denton Welch, el autor de ese libro de culto que es The Maiden Charles Mackerras VOCACIÓN CHECA DVORÁK: Poemas sinfónicos: El duende de las aguas op. 107, La bruja del mediodía op. 108, La rueca de oro op. 109, La paloma torcaz op. 110. FILARMÓNICA CHECA. Director: CHARLES MACKERRAS. SUPRAPHON SU 4012-2 (Diverdi). 2001, 2008-2009. 80’. DDD. N/R PN Vaya, por fin ha conseguido Mackerras grabar un ciclo propio de los poemas sinfónicos de Dvorák basados en Erben. Es conocida la vocación checa de este director neoyorquino de raíces australianas, que tanto ha hecho por recuperar los sonidos auténticos de varias óperas de Janácek. Pero no se limitó a Janácek, como bien sabemos por sus conciertos y registros dedicados a otros compositores checos, como Suk o Martinu (son de referencia sus registros de obras de este último: Misa de Campaña, Frescos de Piero della Francesca, Doble Concierto, La Pasión Griega…, siempre en Supraphon). Con Dvorák ha insistido especialmente, y acaso sea una lástima que no haya un ciclo sinfónico completo de este compositor interpretado por Mackerras. Tampoco podemos asegurar que tenga Mackerras interés en todas las sinfonías de Dvorák, y eso se puede entender. Recibimos ahora este disco generoso en minutaje (no siempre se nos conceden los cuatro poemas sinfónicos en un solo CD), y hay que advertir que una de las piezas, La rueca de oro (la de mayor duración), ya la reseñamos en esta revista, cuando apareció acoplada con la Sexta Sinfonía. Pero los otros tres poemas sinfónicos son registros nuevos, de 2008 y 2009. Es conmovedor ver un intérprete Voyage. El ciclo —que fue un favorito de Kathleen Ferrier, que llegó a grabarlo— es intenso y directo, y a quien compre este disco le traerá a la memoria o le picará la curiosidad hacia Welch, lo que ya sería buena cosa. La música de Ferguson aquí también lo es, con unos que la negocian con solvencia, tratando de darle la expresividad adecuada a una dicción aparentemente seca. Naxos no facilita los textos infatigable con más de ochenta años (cumple 85 en noviembre) mimar este repertorio con delicadeza, con auténtica vocación poética, con una técnica que le debe mucho a su experiencia teatral (¿hay algo más teatral que estos poemas sinfónicos que muestran situaciones y narran hechos?), con contrastes y motivaciones sonoras que van desde la sutileza de crecimientos lentos que acabamos reconociendo como implacables a los descensos más sugerentes y hasta inaudibles de las gamas dinámicas. Creemos que este ciclo, con cuatro obras maestras que figuran entre lo mejorcito del Dvorák no sólo sinfónico, quedará junto a alguno de los grandes que tienen que figurar en las discotecas exigentes de los amantes de la música checa. Por ejemplo, las lecturas de Chalabala (sobre todo), de Talich y de Neumann. Mas también las de algunos extranjeros, como Rattle o Harnoncourt, que tienen sus méritos. Los de Mackerras nos parecen más cercanos a aquéllos, los checos, su nación adoptiva; o poco menos. En fin, una nueva referencia de los cuatro poemas sinfónicos que Dvorák compuso a partir de cuentos-poemas de Erben. Santiago Martín Bermúdez y en esta ocasión ni siquiera remite a su página web para encontrarlos. Claire Vaquero Williams GARBIZU: Música para txistu y piano. JOSÉ IGNACIO ANSORENA, txistu y tamboril; ÁLVARO CENDOYA, piano. NAXOS 8.572096 (Ferysa). 2008. 69’. DDD. N PE 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 83 D D I SI CS O C O S S DVORÁK-GERSHWIN Es más o menos conocido que el txistu, simpática flauta de pico vertical de tres agujeros, es desde su asentamiento hacia finales del siglo XVIII todo un símbolo de la cultura musical vasca. Lo es también el compositor guipuzcoano Tomás Garbizu, uno de los grandes de la centuria pasada, músico excelente y fino amante del folclore. Al pasar por sus manos, melodías tan populares como Ilunabarra, Ume Eder Bat, Pello Joxepe (las tres parte de las Viejas canciones donostiarras), Ixil ixilik o Baratzeko pikuak (de la segunda Euskal suitea) guardan al txistu y al piano intacta su cautivadora espontaneidad y su evocador aroma tradicional. Muy bellos suenan los cuatro zortzikos, con precisas y eventuales intervenciones del tamboril, igual que la ornamentada versión del Agur, jaunak!, canto siempre solemne y emotivo. Es evidente que Ansorena, txistulari de excepción, y Cendoya, pianista no menos sobresaliente, llevan esta música muy dentro y que hay pocos como ellos para darle justa relevancia. Desde luego, el trabajo de ambos es más que admirable. Otra cosa es que haya que advertir al oyente desorientado de que aquí no hay que buscar ninguna clase de exotismo, y de que si lo hace es posible que se vea llevado a una cierta sensación de monotonía, dado que la variedad no es obviamente el elemento más significativo del disco. Así y todo, siempre es bueno que nuestro inagotable patrimonio vaya poco a poco saliendo a la luz. Mariss Jansons DE ANTOLOGÍA DVORÁK: Réquiem Misa de Réquiem de Dvorák ha estado limitada durante décadas: Ancerl, Kertész, Sawallisch… En los últimos tiempos la perspectiva se ha ampliado con recuperaciones antiguas y con nuevas incursiones, más alguna toma audiovisual, antigua y moderna. Llega ahora el enorme Mariss Jansons para ofrecernos, como no podía ser menos, una auténtica referencia, una de las más emotivas y dramáticas lecturas de esta página amplia, ambiciosa, equilibrada, teatral (porque, lo repetimos, una misa es teatro, y acaso más si se trata de una misa de difuntos). Jansons es maestro en el contraste entre movimientos, y dentro del movimiento mismo: atención, por ejemplo, al “Confutatis”, que arranca con brío y prosigue con un sosiego que pronto se desmiente, mas para regresar en un crecer y decrecer lleno de tensiones dramáticas; lo que desemboca en el dramatismo del “Lacrimosa”… Pero la descripción de la secuencia en su totalidad no nos llevaría más que a la confirmación de lo dicho: el contraste, el dramatismo y hasta la conmoción como virtud principal de la lectura de Jansons, que cuenta además con un coro espléndido, el Wiener Singverein, y con un cuarteto vocal fuera de lo común, al menos para como están las cosas hoy día. Por destacar algo entre los detalles destacables de esta Réquiem, que no son pocos: el especial timbre, entre “Dermota” y altino, del tenor Klaus Florian Vogt. Es bello, y es una rareza. Los otros tres miembros del trío, magníficos, sin duda. Y junto a este Réquiem, Jansons trae la más bella de las sinfonías de Dvorák, la Octava, la de Cambridge. Como sabe el aficionado, Jansons no es ajeno al repertorio checo, ni mucho menos. Que el Shostakovich de Jansons no impida la percepción de uno de los Dvorák más diáfanos. Que conste que en este repertorio, y en especial en esta sinfonía, se ha dicho mucho, muchísimo. Hay registros desde lo sublime hasta lo adecuado. No es imprescindible esta esplendorosa Octava, aunque habrá quien la atesore porque es una joya más en el tesoro de registros de esta obra de belleza tan inmediata, tan cantabile, tan sencilla en su complejidad (y no es contradicción: la siguiente, la Novena, también muy bella (¡la Nuevo Mundo, por favor!), es más ambiciosa, y también más pretenciosa; no así la Octava). En esta sinfonía sin desperdicio hay materia para el lucimiento A principios de los setenta, reinaba por completo la versión para piano y orquesta sinfónica (Grofé, 1942). No había otra. De repente, Tilson Thomas, con la Columbia Jazz Band, ofrecía un curioso y muy logrado montaje: la interpretación original de Gershwin, guardada en rolls, con el acompañamiento superpuesto. Una colaboración con unos cincuenta años de distancia. Lo cierto es que hay cuatro posibilidades para la Rapsodia: piano y jazz band, piano y orquesta, piano solo, dos pianos. De repente llegan dos interpretaciones que tienen a gala echar mano de la versión que se estrenó con éxito estruendoso en 1924 (12 de febrero, Aeolian Hall), para piano y jazz band, orquestada por Ferde Grofé, el autor de la muy conocida Suite del Gran Cañón, que tiene su encanto. El propio Gershwin era el solista. Por entonces, Gershwin no dominaba el arte de la orquestación, aunque ya era autor de varias comedias musicales y revistas que hoy seguimos oyendo con placer, como La, la, Lucille (1919) o los diversos George’s White Scandals (1920-1924, cada año uno). Y de ese mismo año 1924 es nada menos que Lady, be good. op. 89. Sinfonía nº 8 op. 88. KRASSIMIRA STOYANOVA, soprano; MIHOKO JUFIMURA, contralto; KLAUS FLORIAN VOGT, tenor; THOMAS QUASTHOFF, bajo. WIENER SINGVEREIN. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: MARISS JANSONS. 2 CD RCO LIVE 10001 (Diverdi). 2007-2009. 137’. DDD. N PN La discografía de la bellísima de un director no ostentoso, no efectista. Desde el comienzo mismo, Jansons desmenuza esos tres temas diferenciados que se ceden el paso al comienzo del Allegro con brio: el contraste, de nuevo, pero ahora entre humores más que entre situaciones con teatralidad. Atención al Adagio: ahí queremos ver (oír) al auténtico director, el que sabe jugar con el camerismo pastoril de arranque y se eleva (lentitud, tensión) hacia el sueño cantabile de este dilatado movimiento; si consigue esa belleza casi doliente que a veces se experimenta con tal página, es que ha cumplido. Y Jansons cumple, como era de esperar en él. En fin, dos espléndidos Dvorák en vivo, aunque acaso haya que advertir que el Réquiem está grabado a lo largo de siete sesiones en diciembre de 2007 y febrero de 2008; la Octava Sinfonía sólo precisó de una toma, la del 23 de octubre de 2008. Lo dicho: una nueva referencia del Réquiem y una Octava de antología. Santiago Martín Bermúdez Asier Vallejo Ugarte GERSHWIN: Rhapsody in blue. Variations “I got rhythm”. Concierto para piano en fa. Versiones originales. JEAN-YVES THIBAUDET, piano. SINFÓNICA DE BALTIMORE. Directora: MARIN ALSOP. DECCA 478 2198 (Universal). 2009. 57’. DDD. N PN Rhapsody in blue. Variations “I got rhythm”. Songs. Orquestaciones de Grofé para la Orquesta Whiteman. LINCOLN MAYORGA, piano; AL GALLODORO, saxo y clarinete. HARMONIE ENSEMBLE DE NUEVA YORK. Director: STEVEN RICHMAN. HARMONIA MUNDI HMU 907492. 2004-2007. 55’. DDD. N PN En cuanto a la fusión de jazz y clásica, eso son supersticiones del pasado. Pero gracias a ella tenemos obras como la Rapsodia, que no es jazz, aunque tenga swing y la partitura de Grofé esté llena de indicaciones jazzísticas. Atención al tempo en la versión original para piano y jazz band de la Rhapsody in blue. Aquello parecía una carrera. Se explica en parte porque es un montaje, y Tilson tenía que seguir la velocidad del solista, del roll. Aunque no tanto, la celeridad se impone en la versión para jazz band. Así lo entienden Lincoln Mayorga y Steven Richman, con este conjunto rico en swing que es el Harmonie Ensemble de Nueva York. Pero Thibaudet y Marin 83 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 84 D D I SI CS O C O S S GERSHWIN-HOWELLS Alsop no parecen entenderlo así, y nos muestran una Rapsodia con jazz band en un tempo al que nos tienen acostumbrados sobre todo las orquestas sinfónicas. Thibaudet se lo piensa, se recrea, parece que en algún momento expresa lamentos íntimos, lo que no es por completo ajeno a la obra (desde luego, en el tercer tema y su desarrollo o más bien secuencia). Para apoyar sus opciones, cada uno de estos dos discos echa mano de apoyos del propio Gershwin. Uno de esos apoyos es otra obra concertante, las Variaciones “I got rhythm”, de 1934, cuando Gershwin ya sabía orquestar él solito y tenía una sensación de respetabilidad en la que él mismo no creía diez años antes. Además, estaba a punto de estrenar Porgy and Bess. Por desgracia, le quedaban sólo tres años de vida. Es, en fin, un digno concierto para piano y orquesta que a Mayorga y Richman les dura ocho minutos y medio, y a Thibaudet y Alsop algo más de nueve. Hay versión para piano solo. El tema viene de una de las canciones de enorme éxito de uno de los musicales de George y su hermano Ira, I got rhythm, de Girl Crazy (1930). El tratamiento de los dos discos sigue siendo distinto: Mayorga-Richman más sesión de variedades (o de jazz, si quieren, pero que nos perdonen los verdaderos jazzistas), Thibaudet-Alsop con más calma, recreándose en la música, con una voluntad deliberada de no meterse en un terreno que no es el suyo, y que sin duda sí es el de los intérpretes del otro disco. Pero el gran contraste viene en el resto de los acoplamientos. El lado concertante de recrearse y complacerse con la belleza de esta música es la culminación y fin del disco de Thibaudet, con una lectura espléndida y en la misma línea del Concierto en fa (orquestación de Grofé, claro). El lado sesión divertida y con mucho swing lo completan los chicos de Richman con orquestaciones también de Grofé de canciones de Gershwin que han sido grandes éxitos desde su estreno hasta ahora. En fin, estamos ante dos discos que plantean un repertorio tan atractivo como el de Gershwin desde dos puntos de vista muy distintos. Más que dirigirse cada disco a un tipo de público, creemos que ambos se dirigen al mismo público, que, una vez puesto, no puede prescindir de ninguno de los dos discos, esa es la verdad. 84 Santiago Martín Bermúdez GOLIJOV: La Pasión según San Marcos. BIELLA DA COSTA, contralto latinoamericana; JESSICA RIVERA, soprano; REYNALDO GONZÁLEZFERNÁNDEZ, GIOCONDA CABRERA MANOLO MAIRENA, vocalistas afrocubanos; ALEX ALVEAR, vocalista. SCHOLA CANTORUM DE VENEZUELA. ORQUESTA LA PASIÓN. MIEMBROS DE LA ORQUESTA JUVENIL SIMÓN BOLÍVAR DE VENEZUELA. Directora: MARÍA GUINAND. 2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 7461 GIH 3 [+ DVD, 100’] (Universal). 2008. 84’. DDD. N PN En el barroco existió un género llamado ensalada, compuesto con músicas de diversos autores. Nos queda un título notable, La ópera de los mendigos. Golijov, argentino de nacimiento, pasado por Israel y radicado en los Estados Unidos, ha tratado de revivir este intento de pastiche basándose en textos castellanos del Evangelio de San Marcos referentes a la Pasión. Para ello se ha valido de todo un poco: fraseo minimalista, encantamientos de candomblé, recitados de jipío flamenco y vocalizaciones orientalistas. Cantantes, recitadores, una orquesta con instrumentos caribeños y otra, ecléctica, acompañan a las voces. En el DVD se advierte el carácter a medias escénico de la obra, con movimientos escuetamente bailables y saltos de un solista de capoeira. El ambiente general, más que de la Pasión, remite a juergas de discoteca y festival rock. Es difícil saber si, aparte de recopilador, Golijov ha compuesto algo a él atribuible. En fin, cosas de estos tiempos posmodernos, cuando todo vale y las estructuras heredadas se han deshabitado. La música del nihilismo contemporáneo que halla un punto de sutura donde aparece Celia Cruz con la Sonora Matancera, a mitad de camino entre Ariel Ramírez y Carl Orff. Al final, el réquiem por Cristo es un Kaddish hebreo. Blas Matamoro The Schubert Ensemble FRANCK ARDIENTE FRANCK: Quinteto para piano y cuerdas. Sonata para violín y piano. THE SCHUBERT ENSEMBLE. CHAMPS HILL 004 (LR Music). 2009. 65’. DDD. N PN Si hay una obra dentro de la música de cámara de César Franck a la que desde siempre se le ha tenido mucho respeto por parte de los intérpretes es el Quinteto para piano y cuerdas; su monumentalidad y perfecta arquitectura musical, al mismo tiempo que su alto contenido expresivo (con claras connotaciones dramáticas) pueden haber dificultado el acceso de muchos músicos, porque para acercarse a tamaña partitura hacen falta además de pasión y emoción, mucha calidad técnica (y comprensión musical) por parte de los intérpretes. En consecuencia, cabe afirmar que han sido pocas las versiones que un servidor ha escuchado con plena satisfacción, pues a menudo se confunde lo patético con lo sentimental, lo romántico con lo pasajero. Y la consecuencia es un Franck blando y de inconsistente interés musical, plañidero, que evidentemente no ilustra de ninguna manera lo que suplica el espíritu que hay tras la partitura. The Schubert Ensemble ha realizado un trabajo emocional digno de reseña, pues sí que consigue un Quinteto fidedigno, arrebatado, pasional e incluso violento (como se necesita) en ciertos pasajes; al mismo tiempo que emana un lirismo casi elegíaco y unas bondades instrumentales extraordinarias. La expresividad que logran los intérpretes en este Franck es poderosa y angustiada, cálida y al mismo tiempo impresionantemente íntima. El conjunto advierte desde el principio con una emoción poseída por la vívida necesidad de transmitir aque- llo intangible, aquello que movía en aquel 1879 al compositor belga a escribir tamaña monumental obra. Obra que por cierto crearía escuela dentro de la música francesa, siguiéndole entre otros, autores como Chausson, Fauré y D’Indy. Los músicos inciden con extrema sensibilidad en los valores franckianos de la obra; evocación y turbación, obsesión, pero también una dulzura y ternura románticas sobresalientes. De la Sonata que ofrecen Simon Blendis al violín y William Howard al piano también solamente pueden exclamarse virtudes; ambos músicos respiran al son de las melodías con devoción y gusto; trabajan el tema motivador (el intervalo de tercera que el autor presenta al principio y que acaba siendo pieza fundamental a lo largo de los cuatro movimientos por las constantes alusiones) con pasión palpitante. El dúo crea un clima de profunda intensidad y ardorosos diálogos; el fraseo de ambos es penetrante y afectivo, potente en emoción y generoso en palpitación. Así pues, no cabe ninguna duda de que estamos frente a un disco verdaderamente excepcional; los músicos comprenden la música y su valor con implicación y gozo, al mismo tiempo que la hacen suya para transmitirla con estremecimiento y sana tensión. No se lo pierdan. Emili Blasco GORDON: On Memory. ANDREW ZOLINSKY, piano. NMC D144 (Diverdi). 2005-2008. 62’. DDD. N PN A la manera de… ¡Cuántas poéticas sonoras de la última modernidad —y de lo que convengamos que, en términos de época (¿pos-, neo-, tras-, tardo-?), estemos viviendo ahora— han hecho de la apropiación de músicas del pasado, de su fragmentación, análisis, reconstrucción y proyección actual su fundamento! Tan innumerables, como infinitos son los grados de profundidad que la exhibición de esta intertextualidad puede lograr, el alcance de sus consecuencias expresivas y estructurales y su capacidad de seducción para el oyente. Viene al caso esta reflexión de la obra principal que incluye este disco, admirablemente defendida, como el resto del programa, por Andrew Zolinsky, un pianista sobrado y omnívoro en 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 85 D D I SI CS O C O S S GERSHWIN-HOWELLS un repertorio que se mueve de Michael Finnissy o Simon Holt a Unsuk Chin y David Lang: On Memory (2003-2004), del londinense Michael Z. Gordon, suite de doce piezas dedicadas al propio intérprete, recorre las “estancias de la memoria” melómanas en un espacio de citas y préstamos ya saturado a estas alturas de la historia, bien sean la fragilidad y carácter huidizo de Couperin (“distant charms”) y Bach (“unbitten in the palm”), bien la morbidez de un Chopin jazzístico (“forbidden fruit”) y de Schumann (“past sounds”), la claridad diatónica (“a space in which one might fall back”), el guiño worldmusic (“a tango there was”, hibridado con la música klezmer) o la reverencia vanguardista (“this departing landscape”, in memoriam Feldman, y los “tuscan dreams” de Donatoni). Touch (1990), que data de los estudios de Gordon con Louis Andriessen, parecía ir por otro camino, centelleante, dinámico, avasallador y complejo, e incluso alguna de las obras breves que completan el registro —Far Away (1995), High Ground (1997), Crystal Clear (2003), Laid Bare (2008)— apuntan la presencia de una escritura de madurez propia pero insuficientemente proyectada: el peligro de toda mímesis es, sin duda, el mimetismo, que la máscara adoptada usurpe la voz a la que ha de servir como instrumento de resonancia. Germán Gan Quesada HAENDEL: Arias. MAX EMANUEL CENCIC, contratenor. I BAROCCHISTI. Director: DIEGO FASOLIS. VIRGIN 6945740 (EMI). 2009. 64’. DDD. N PN E l contratenor croata Max Emanuel C e n c i c (Zagreb, 1976) hace un recorrido por arias haendelianas pensadas para Carestini, Senesino y otros castrati con voces de contralto (Giovanni Battista Andreoni, Caffarelli, Antonio Maria Bernacchi) y de soprano (Valeriano Pellegrini, que dio voz a Nerón en el estreno de Agrippina), pero también para voces femeninas como Francesca Bertolli o la mismísima Margherita Durastanti. Cencic tiene voz pequeña, más bien descolorida, pero muy ágil y brillante en la zona más aguda del registro y manejada con una técnica que ha trabajado intensamente en los últimos años y que le permite una homogeneidad tímbrica y una fluidez en el fraseo muy estimables. Las coloraturas en Sorge nell’alma mia de Imeneo, Se bramate de Serse o Salda quercia in erta balza de Arianna in Creta son resueltas con aparente facilidad y espectacular fulgor, pero es Qual leone de esta última ópera la pieza en la que Cencic consigue una combinación casi perfecta de brillo, intensidad, claridad y expresión. En estas piezas más rápidas y vigorosas cuenta también mucho la complicidad de Diego Fasolis y su I Barocchisti, que acompañan con exuberante pasión. Para las delicuescencias del canto spianato en momentos como Alma mia de Floridante, Pena tiranna de Amadigi di Gaula, Ombra cara de Radamisto o la pastoral Verdi allori de Orlando, Cencic se aplica en el cuidado de la línea, los más tiernos matices y la variedad de la ornamentación, aunque la penetración expresiva resulta irregular y la emoción no hace acto de presencia casi en ningún momento. Pablo J. Vayón HAYDN: La siete últimas palabras de nuestro Salvador en la Cruz. ORQUESTA DE CÁMARA DE BUDAPEST. Director: GÁBOR TAKÁCS-NAGY. BMC CD 157 (Diverdi). 2008. 62’. DDD. N PN Haydn compuso de las Siete palabras hasta tres versiones: para orquesta, para cuarteto de cuerdas y para coro y orquesta. Ahora Gábor Takács-Nagy, que fuera fundador y componente del famoso Cuarteto Takács desde 1975 hasta 1992, y que desde 2001 se dedica a la dirección de orquesta, la presenta en arreglo para orquesta de cuerdas. El experimento no es en principio censurable en sí mismo; no más que, por ejemplo, parecidos arreglos de Schubert por Mahler o de Brahms por Schoenberg. Sin embargo, y al menos en una primera escucha, la sensación es la de hallarse en una tierra de nadie a medio camino entre la intimidad del cuarteto de cuerdas y las paletas más ricas en colores empleadas en las otras dos redacciones. Lo cual no implica nada peyorativo con respecto a las unánimes precisión y calidez con que los dieciséis miembros (5-4-3-3-1) de la Orquesta de Cámara de Buda- pest responden a la dirección de Takács, por otro lado sumamente inspirada. Para quien este disco constituya el primer contacto con ella la obra no dejará de parecerle magistral, pero ello no debe servir sino de acicate tanto mayor para el conocimiento de los originales. de timbres cambiantes, en donde se juega ampliamente con la posibilidad de protagonismo de determinados intérpretes, pero la obra, en la escucha, queda reducida a una extensa, alocada y desbocada secuencia, plagada de contrastes y tensiones nunca justificados. El resultado bordea peligrosamente lo gratuito. Alfredo Brotons Muñoz Francisco Ramos HÖLSZKY: Tragödia. MUSIKFABRIK. Director: JOHANNES DEBUS. WERGO 6707 2 (Diverdi). 1999. 59’. DDD. N PN A driana H ö l s z k y (1953) promueve una idea escultural del material sonoro. Esa fisicidad, que niega cualquier encuentro gratificante del oyente con la obra, ya estaba presente en las piezas que de esta autora nos llegaban en los años 90 en grabaciones procedentes, sobre todo, del sello CPO. Ahora, Wergo edita Tragödia, suerte de teatro musical para un espacio invisible (el subtítulo de la obra es “Der unsichtbare Raum”: “La habitación invisible”). En el cuadernillo que acompaña al disco se nos informa de su estreno en 1997, mientras que en el libro de Ulrich Dibelius, Música moderna desde 1945, ya se habla de una pieza estrenada en Stuttgart en 1976 con ese mismo nombre, Tragödia. Dibelius escribe que en esa obra, aun siendo una ópera, se han eliminado texto, canto y personajes y que sólo se conserva el aspecto puramente material de la puesta en escena. Thomas Körner, el autor del (invisible) libreto, es también el escritor de las restantes piezas “teatrales” de Hölszky, Bremen Freiheit y Die Wände. Según Dibelius, el camino de esta compositora ha sido “cada vez más ascético”, desembocando en la eliminación total de los componentes verbales. Lo único que queda es un decorado mudo y enigmático aplicable a cualquier tipo de argumento de “crímenes y sexo” (la “historia” de Tragödia propone una trama pasional, con su lenta espera, sangre y suicidio). El tejido instrumental, que es lo que directamente percibimos a través del registro en CD, comporta una amplia gama de timbres muy diferenciados, lánguidos, enérgicos, chispeantes…, con un uso masivo de material pregrabado y Live Electronic. musikFabrik dejan claro que se mueven a gusto por este terreno HOWELLS: Obras corales. CORO DEL SAINT JOHN’S COLLEGE DE CAMBRIDGE. Director: ANDREW NETHSINGHA. CHANDOS CHAN 10587 (Harmonia Mundi). 2009. 75’. DDD. N PN La música de H e r b e r t Howells tiene siempre un punto de emoción, de drama —ya sabemos lo que supuso para él la pérdida de su hijo—, a veces de cierta congoja. Ello llega envuelto en una pericia formal muy especial, manifestada en el caso de la música coral en esa pertinencia necesaria del servicio a la liturgia o a la devoción de la mano de quien era un profesional y un creyente. Las obras recogidas en este disco lo demuestran con claridad, incluyendo una sorpresa como By the Waters of Babylon, para barítono, violín y órgano, que es de 1917 y que refleja la angustia frente a la cercanía de una muerte a la que finalmente pudo burlar. Junto a ella, A Spotless Rose aparece como una joyita mínima en el polo opuesto, en la tranquilidad navideña. Otra curiosidad es A Grace for 10 Downing Street, encargada por Edward Heath para una cena en su residencia como primer ministro el 29 de marzo de 1972 en honor de William Walton y que pasaría a formar parte de una suerte de repertorio doméstico en aquellos años. El Magnificat y Nunc Dimittis para la Catedral de Gloucester se inserta, como su homólogo para el Saint John College de Cambridge, el Te Deum, el Salmo 142 o la Salve Regina en la tradición coral británica pero con ese toque a la vez elegante y hondo, subrayador del texto pero también capaz de volar solo que caracteriza la creación coral de Howells. Se complementa el disco con la potente A Sequence for St. Michael, el magistral tratamiento melódico de Like as the Hart y el virtuosismo en la escritura de la lánguida One Thing Have I 85 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 86 D D I SI CS O C O S S HOWELLS-MERCADANTE Desired. Formidables versiones del Coro del Saint John’s College de Cambridge con su casi nuevo director Andrew Netshsingha. Claire Vaquero Williams HUME: Passion & Division. SUSANNE HEINRICH, viola da gamba. HYPERION CDA67811 (Harmonia Mundi). 2009. 71’. DDD. N PN Nuevo acercamiento al singular universo del c a p i t á n Tobias Hume (c. 15791645), la primera gran figura inglesa de la viola da gamba, que está muy bien representada en la fonografía, con extensos trabajos punteros de Jordi Savall, Paolo Pandolfo o las chicas de Les Voix Humaines y acercamientos más parciales, pero también extraordinarios, de Vittorio Ghielmi o Nima Ben David. Susanne Heinrich ofrece una visión muy intimista y concentrada, de tempi lentos, dinámicas estrechas, colores oscuros y austera ornamentación, que en las piezas de carácter melancólico (I am Melancholy, Captain Humes Pavan, Rossamond, Loves Farewell) o trágico (Deth, Loves pastime) puede causar embeleso por la sonoridad dulce y envolvente (muy cálida en los pizzicati), pero también cierta monotonía (la Pavana del capitán, por ejemplo, se va más allá de los nueve minutos, sin que la tensión conseguida sea suficiente para mantener el interés hasta el final). Los toques descriptivos (las fanfarrias de A Souldiers resolution, por ejemplo) quedan correctamente enfatizados, aunque los contrastes no sean tan poderosos ni tan coloristas como los conseguidos por Savall o Ghielmi, mientras que en las piezas rápidas (la giga, el aire francés, Tickell, tickell…) se echa de menos un punto de agilidad y ligereza y un sonido algo menos redondo, más canalla. Pablo J. Vayón KRENEK: What Price confidence? op. 111. Sauter Lieder. 4 Gesänge. 3 Gesänge. ILANA DAVIDSON (Gloria), SUSAN NARUCKI (Vivian); RICHARD CLEMENT (Richard), CHRISTOPHEREN NOMURA (Edwin); LINDA HALL, piano. 86 PHOENIX 130 (Gaudisc). 2006. 76’. DDD. N PN Ya hemos reseñado aquí una versión de What Price confidence? (La confianza, para qué), aunque en aquella ocasión en la versión alemana que el propio Ernst Krenek (1900-1991) preparó como alternativa a la originalmente compuesta para unos cantantes demasiado optimistas que creyeron poder sacar adelante el proyecto (Soli, Larissa Kondratjewa al piano, CPO, 1995). Escasos efectivos: dos sopranos, un tenor, un barítono. Y, como acompañamiento, tan sólo un pianista. Atmósfera más o menos tardovictoriana: Londres, 1900. Parejas al acecho. Intercambios. Esta ópera, que apenas dura 40 minutos, es de 1945 y se compuso en inglés, pero no se estrenó hasta 1962, en Saarbrücken y en alemán. Es un experimento muy interesante, camerístico, íntimo, pero muy animado. Haría buen acoplamiento con Von Heute auf Morgen, ópera de Schoenberg también con dos matrimonios y tentaciones picantes; y también breve, aunque en este caso con acompañamiento orquestal. Las notas de este CD le dan importancia a la ópera, y se diría que ninguna a los tres espléndidos ciclos de canciones que completan el CD. Ni siquiera nos dan fechas, así que hay que acudir a otras fuentes e incluso grabaciones antiguas en LP que tenemos por ahí en casa. Bien, así acabamos sabiendo que las Tres canciones de Sauter son de 1972, que las 3 Gesänge son tres poemas de Goethe que Krenek puso en música en 1927 y que las 4 Songs tendrían que aparecer en realidad como 4 Hopkins Songs, de 1947-1947. En uno y otro idioma, en una u otra tesitura o color, estas líneas vocales tienen un carácter muy propio de unos tiempos que ya están lejos de la exaltación postwagneriana, straussiana, schrekiana, y que no quieren plegarse a suspender tonalidades ni a exacerbar cromatismos: hay línea tonal, por mucho que la melodía se niegue al cantabile a la antigua. Pero la herencia de Schubert, Schumann y Brahms está ahí, palpitante, sin aspavientos, pero innegable. Eso sí, las Hopkins Songs tienen algo de vienés y de lo que Krenek consideraba su etapa de experimentación con la técnica de los doce sonidos. El Krenek que siguió a Schoenberg se debate, pero sabe renegar de los modernismos y exageraciones de quienes dijeron seguir a los vieneses (ésos que eran unos veinticinco años más joven que él). Este disco es obra de cuatro espléndidos cantantes y una pianista que va más allá de lo que se le pide a una línea de acompañamiento, tanto en la breve ópera como en los Lieder. Creemos que es Ilana Davidson la excelente soprano de los Sauter Lieder. Es evidente que es el barítono Christopheren Nomura quien canta las 4 Songs (en inglés). También es Nomura quien canta los 3 Lieder (ahora, en alemán) que cierran el CD. Es decir, un grupo de artistas, un puñado de excelentes intérpretes, se reúnen y se dan el gusto de proporcionarnos una felicísima velada Krenek. Santiago Martín Bermúdez LINDBERG: Graffiti. Seht die Sonne. CORO DE CÁMARA DE HELSINKI. SINFÓNICA DE LA RADIO FINLANDESA. Director: SAKARI ORAMO. ONDINE ODE 1157-2 (Diverdi). 20082009. 57’. DDD. N PN A lgunos de los variopintos epígrafes latinos rescatados de las calles de Pompeya — “aquí habita la felicidad”, “ladrones, fuera; buena gente, dentro”, “Serena fastidió a Isidoro”, “felicítame”, “escoge salsa de pescado”, “cagué aquí dos veces” o “Barbara barbaribus barbant barbara barbis”— le han servido a Magnus Lindberg (1958) de punto de partida para crear este Graffiti (2009), una singular cantata que en cierta medida parece una actualización del espíritu iconoclasta y escatológico del Carmina Burana de Carl Orff. Eslóganes, insultos, advertencias, reflexiones filosóficas, declaraciones de amor… Todo ello da como resultado un fragmentado compendio de la naturaleza humana, que Lindberg refleja en la que es su primera obra sinfónico-coral. En ella sorprende que la paleta sonora sea más convencional de lo que en este compositor es habitual, pues la expresión es deliberadamente simple e incluso el recurso a la tonalidad es más evidente que en otras obras anteriores. Aun así Lindberg es siempre mucho Lindberg y este Graffiti no deja de ser impactante. En todo caso, su estilo se hace más reconocible en Seht die Sonne (2007), con la presencia de Sibelius latiendo en último término (referencia a la Quinta Sinfonía incluida) en su forma de construir a partir de motivos mínimos que van evolucionando, creciendo y transformándose. El título hace referencia al coro final de los Gurrelieder de Schoenberg y la alusión que en él se hace al sol no es ni mucho menos gratuita, tal es la cualidad deslumbrante de la orquesta de Lindberg, cuya facilidad para pasar de lo masivo al intimismo camerístico (la cadenza de violonchelo que cierra la segunda sección) alcanza una de sus cotas más asombrosas. El propio autor ve en esta obra una síntesis de su estilo, una auténtica sinfonía que adquiere una fuerza dramática de una intensidad desconocida en otras partituras. Las interpretaciones son soberbias, como lo es también una toma de sonido que permite apreciar hasta el último detalle de la riquísima escritura instrumental de Lindberg. Merece la pena. Juan Carlos Moreno LOURIÉ: Canciones y coros. NATALIA GERASSIMOVA, soprano; VLADIMIR SKANAVI, piano; VLADIMIR TALANOV, violín; ALEXANDRE TALANOV, violín; OLGA BOULANOVA, viola; IGOR BOGOUSLAVSKI, viola; ALEXANDRE ROUDINE, violonchelo. CORO DE CÁMARA RUSO. Directora: TAMARA PILIPTCHUK. BRILLIANT 9175 (Cat Music). 1994. 58’. DDD. R PE Arthur Lourié (1892-1966) fue uno de los tantos malditos de la música rusa del siglo XX. Su interés por el arte moderno y su participación en la firma del manifiesto futurista ruso hablan de un músico comprometido con la vanguardia de su tiempo. De ahí también su entusiasmo inicial por la Revolución de Octubre y su casi inmediato desencanto, pues bastaron cuatro años para escapar primero a Alemania, luego a Francia y finalmente, tras la entrada de los nazis en París, a Estados Unidos. Radical en Rusia, muy próximo a las investigaciones sonoras de un Alexander Scriabin, en el exilio su música fue derivando hacia el neoclasicismo de Igor Stravinski, teñido de una inefable nostalgia por su tierra natal. El presente disco es una buena muestra de ese aliento, presente incluso en composiciones prerrevolucionarias como La voz de la musa (1914), díptico de gran intensidad expresiva escrito para soprano, dos violines 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 87 D D I SI CS O C O S S HOWELLS-MERCADANTE y dos violas. Anna Akhmatova, otra gran represaliada soviética, es la autora de sus poemas, y también de Rosario (1914), Encantaciones (1959) y la coral En el santuario de un sueño dorado (1919). La música popular y la sombra de Modest Musorgski están presentes de principio a fin en estos pentagramas de depuradísima escritura, exquisito despojamiento y refinado melodismo. Las interpretaciones son ajustadas, aunque la soprano peque de línea irregular y un timbre excesivamente estridente y forzado. Como siempre en Brilliant, notas reducidas al mínimo, sólo en inglés y sin los textos cantados. Juan Carlos Moreno MEDTNER: Concierto para piano nº 2 en do menor op. 50. RACHMANINOV: Concierto para piano nº 4 en sol menor op. 40. EVGENI SUDBIN, piano. SINFÓNICA DE CAROLINA DEL NORTE. Director: GRANT LLEWELLYN. BIS SACD-1728 (Diverdi). 2008. 74’. DSD. N PN E vgeni Sudbin tiene un olfato especialmente acertado para las trascripciones pianísticas. Sale esto a colación de la última obra del disco, una propina de las de aúpa que pone sobre el teclado una de las canciones del Op. 14 de Rachmaninov. Con el pianismo apabullante de esos tres minutos y medio de ardor se cierra un disco bien presentado, tocado y grabado. En lo concerniente al joven solista ruso hay que reconocerle la espléndida unión de técnica y expresividad. Más centrado y riguroso aquí que en alguna otra ocasión en la que le hemos escuchado, sabe alcanzar el grado de equilibrio necesario para extraer la esencia de dos obras en principio menos vistosas que otras del gran repertorio. Evita, por ejemplo, dejarse arrastrar por las exigencias tremebundas de muchos pasajes cuya dificultad emboscada podrían hacerle perder el rumbo y, en cambio, va directamente a lo medular. No hay que decir menos de la prestación orquestal, bien gestionada por una batuta no excesivamente pródiga en terrenos discográficos pero que, a juzgar por cómo solventa entramados tan espinosos como el Allegro final de ese Op. 40, reclama un seguimiento. Juan García-Rico Alberto Veronesi UNA EXHUMACIÓN MERECIDA LEONCAVALLO: I Medici. PLÁCIDO DOMINGO (Giuliano de’Medici), CARLOS ÁLVAREZ (Lorenzo de’Medici), DANIELA DESSÌ (Simonetta Cattanei), RENATA LAMANDA (Fioretta de’Gori). CORO DE VOCES BLANCAS DE LA ESCUELA DE MÚSICA DE FIESOLE. CORO Y ORQUESTA DEL MAYO MUSICAL FLORENTINO. Director: ALBERTO VERONESI. 2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 7456 (Universal). 2007. 125’. DDD. N PN Un poco bajo influencia wagneriana, Leoncavallo se propuso componer una trilogía renacentista, Crepusculum, que estaría formada por I Medici, Savonarola y Cesare Borgia. Sólo la primera vio la luz en 1893, con apagada acogida y ahora la rescata el incansable Domingo como ha hecho, paralelamente, con la cantata Noche de mayo que le ha precedido en la salida al mercado. De la obra apenas se conocía una serenata, del acto II, grabada en 1903 por quien la estrenara, el barítono Giorgio Kaschmann. Ópera ambiciosa, poco tiene que ver con la verista Payasos y sí más podría enlazarse con el gigantismo, vocal y escénico, de La Gioconda de Ponchielli, anunMENDELSSOHN: Sinfonías para cuerda. ORQUESTA DE C ÁMARA DE S TUTTGART . Director: MICHAEL HOFSTETTER. 3 CD ORFEO C763093D (Diverdi). 20072008. 223’. DDD. N PN R ecientemente ensalzábamos desde aquí el buen trabajo discográfico que esta misma orquesta y director realizaban en el disco que Orfeo dedicaba a los Conciertos tempranos del compositor hamburgués. Les reencontramos ahora en un álbum que podríamos considerar en alguna medida como continuación de aquél, metidos en otra de las partes menos divulgadas del catálogo del joven Mendelssohn: sus Sinfonías para cuerda. Obras de una juventud genialoide, en las que hay mucho de copia a modelos precedentes y de ejercicio de escuela pero también mucho de experimentación inquieta y de infalible olfato melódico. En definitiva, partituras que sin lle- ciando de alguna manera su futuro Edipo estrenado póstumamente. Tras el inicio instrumental con toques muy wagnerianos, es obra totalmente italiana en la estructura y el melodismo, contando con páginas de enorme interés y escenas muy bien construidas, como la que inicia el acto IV que remite a la grand-opéra francesa. Una influencia musical que puede extenderse a algunos toques líricos que nos recuerdan la elegancia y la morbidez de un Gounod. La versión está bien planteada y dirigida por Veronesi que sabe sacar a la luz, de una orquesta y un coro (muy exigido) ya bien trabajados por batutas más mediáticas, la esmerada escritura leoncavalliana. Domingo, ante un papel de tesitura por momentos muy aguda, sale adelante con la astucia y la pericia habituales, aprovechando como él tan bien sabe las partes que le son más cómodas. Dessì pone en Simonetta todo el encanto y la delicadeza que el personaje necesita, a través de un canto cuidado que encuentra algunas flaquezas u oscilaciones en el sonido cuando la voz se ha de enfrentar a las notas agudas del papel. gar al grado maestro de otras de la misma pluma, se escuchan con tanta admiración como agrado. No son demasiadas las opciones discográficas de hacerse con la integral, así que una más no ha de tener dificultades para encontrar su sitio. La factura de esta interpretación sigue parámetros modernos en cuanto a la aplicación de maneras derivadas de la experiencia historicista —vibrato casi inexistente, tempi naturales y acentos punzantes— a un instrumental no de época. La ligereza en la textura y un color nunca recargado son sus principales señas de identidad sonora, con un timbre cuya acidez le distancia de lo meloso y que en algunos tramos llega incluso a resultar demasiado mordaz y áspero en las líneas agudas. Plausible, en cualquier caso, como alternativa a un enfoque tradicional. La dirección de Hofstetter se plantea equilibrada, sin desmesuras de ningún tipo, consiguiendo mejores resultados en los tiempos rápidos que en los adagios. Juan García-Rico Álvarez, pese a que el vibrato le juega alguna mala pasada, da cuenta de su rotunda voz, de autoridad y brío en un Lorenzo expresado muy bien y que parece convenirle de maravilla. Sorpresa agradable la de la mezzo Lamanda, de suntuosos medios y canto adecuado, cualidades que se hacen por completo evidentes en su página solista del acto III. La obra cuenta con partes de apoyo de bastante relieve o importancia, como las del malvado Montesecco, un notable Eric Owens, o las de Poliziano y el arzobispo Salviati, convenientemente asumidas por Fabio Maria Capitanucci y Arutjun Kotchinian. Importante obra de merecida exhumación. Fernando Fraga MERCADANTE: Pelagio. CLARA POLITO (Blanca), COSTANTINO FINUCCI (Pelagio), DANILO FORMAGGIA (Abdel-Aor), PAOLA FRANCESCA NATALE (Giralda), VLADIMIR MEBONIA (Asan). CORO DE CÁMARA ESLOVACO. ORQUESTA INTERNACIONAL DE ITALIA. Director: MARIANO RIVAS. 2 CD DYNAMIC CDS 636/1-2 (Diverdi). 2008. 117’. DDD. N PN L a obra esta basada en la historia o leyenda del inicio de la reconquista española a los moros, desde Asturias, con la figura de Don Pelayo, con una acción que transcurre en Gijón, ciudad donde se recuperó la obra el 9 de septiembre del 2005, rescatada del olvido gracias al esfuerzo de Mariano Rivas, que no solo reeditó la partitura, sino que tuvo a su cargo la dirección de orquesta y que contó con la presencia del gran barítono Carlos Álvarez. Saverio Mercadante es un compositor importante, al que quizá la historia no le ha hecho justi- 87 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 88 D D I SI CS O C O S S MERCADANTE-RIHM cia, ya que cuenta con obras muy inspiradas. Pelagio fue la última obra que escribió y la partitura parece reflejar un espíritu de cambio no del todo desarrollado. Hay momentos en que la música recuerda estilos anteriores, mientras que en otros se deja entrever una evolución que luego encontraremos en el Verdi maduro. El Festival de Martina Franca se ha distinguido siempre por su interés por las obras olvidadas y por ello cuando programó Pelagio quiso que la dirección musical estuviera a cargo de Mariano Rivas, que consigue reflejar contrastes y sentimientos con sutileza, mientras que en el reparto encontramos a la soprano Clara Polito, principal protagonista de la obra y con las arias más inspiradas, que destaca por su canto musical, aunque quizá falte algo de fuerza, mientras que el barítono Costantino Finucci posee una voz algo oscura y un canto falto de mayor variedad e intensidad, completando el reparto el tenor Danilo Formaggia, de voz timbrada, algo clara, que posee un cuidado estilo. Albert Vilardell MESSIAEN: Obras completas para piano solo. Vol. 1: Veinte miradas al Niño Jesús. MARKUS BELLHEIM, piano. 2 CD NEOS 10907/08 (Diverdi). 2008. 143’. DDD. N PN 88 C omo ya hemos dicho en alguna ocasión, mucha de la música para piano de Messiaen no es necesariamente para virtuosos. Las series de los pájaros sí reservan sorpresas, pero llevaderas dentro de todo. Lo que importa en el pianismo de Messiaen es la intensidad, la introspección. Y, si quieren, la fe. No necesariamente la fe que profesaba el compositor, sino otra, la del intérprete artista que tiene fe en el sentido de lo que toca y de que hay una verdad en la que motiva esa obra y que puede compartir o no. Hay ya unos cuantos ciclos completos de las Veinte miradas al Niño Jesús, y hay una visual que nos estremeció en su día (Roger Muraro, Accord). A esas Miradas que nos transforman y nos llevan hacia dentro, sin melancolía, casi sin gravedad, sólo (¡sólo!) con una especie de iniciación breve y renovada, vienen a unirse las Miradas del magnífico pianista alemán Markus Bellheim: Duermo, pero mi corazón vela. Santiago Martín Bermúdez MEYERBEER: Il crociato in Egitto. MICHAEL MANIACI (Armando), PATRIZIA CIOFI (Palmide), MARCO VINCO (Aladino), LAURA POLVERELLI (Felicia), FERNANDO PORTARI (Adriano). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO LA FENICE. Director: EMMANUEL VILLAUME. 3 CD NAXOS 8.660245-47 (Ferysa). 2007. 204’. N PE R ecuperación de la ópera que supuso el reconocimiento italiano de Meyerbeer en 1824 por el escenario que la vio nacer. Dynamic había propuesto esta función en imágenes en montaje de Pizzi. Dirigida con una atención capaz de descubrir el indudable refinamiento y originalidad de escritura y con una orquesta y un coro (bien reclamado por la partitura) que responden con intencionada diligencia, sus resultados son aceptables, teniendo en cuenta la complicación de la obra, escrita a la sombra rossiniana pero apuntando ya maneras personales y anunciando procederes venideros. Quien domina el reparto es la Ciofi, magnífica ya sea en el canto de brillo como en el de expresión. No puede sacársele mayor partido a su gran escena del acto II, grande por duración y por necesidad de recursos. Armando, papel escrito para el castrado Velluti, distribuido en contratenor (las previas y escasas interpretaciones optaron por mezzosopranos: Dupuy, Montague) permite a Maniaci dar cuenta de una voz homogénea y un canto especialmente atractivo y logrado, como en Il dì rinascerà, es decir cuando no se trata de momentos de empuje o de fuerza. Polverelli, más cómoda en el registro superior que en el grave, deja una notable impresión ya desde su página de salida, protagonizando uno de los mejores momentos de la velada, el terceto con la soprano y el contratenor, hermosísimo, Giovinetto cavalier. El brasileño Portari, voz lírica de rico colorido y adecuado registro, ha de esperar a su página en solitario del acto II para acabar destacando, aunque su vocalidad no sea la que exactamente corresponda al personaje, si le comparamos con los resultados obtenidos por Rockwell Blake en Montpellier en 1990. Vinco, que aquí ya parece definitivamente definido como bajo, en el papel menos importante del quinteto protagonista, ni molesta ni destaca, pasa un poco sin pena ni gloria. La versión se ofrece casi completa, sólo se prescinde de un coro de emires y algún que otro recitativo. Fernando Fraga MOZART: Concierto para clarinete y orquesta en la mayor K 622. SPOHR: Concierto para clarinete y orquesta nº 2 en mi bemol mayor op. 57. JON MANASSE, clarinete. SINFÓNICA DE SEATTLE. Director: GERARD SCHWARZ. HARMONIA MUNDI HMU 907516. 2010. 55’. DDD. N PN En el breve comentario en francés (hay otros dos en inglés y alemán) de la carpetilla del disco se nos habla de “sonoridad mullida”. Y eso es lo que predomina. O sea, como esas tomas fotográficas “con media de por medio”. Todo esta suavizado, o tocado como con una timidez universal, igualmente por parte del solista que de sus acompañantes; como huyendo de los contrastes y dando a Mozart una suavidad que se antoja un poco excesiva, ya que tratándose de la música del salzburgués, no puede llegar a soporífera. Pero pesa. El sublime Adagio se supone que tendría la intención de transportarnos, no de acunarnos. Lo mismo puede decirse del amplio concierto de Spohr, incluso más ambicioso que el de Mozart, que tiene una traducción a todas luces buena, pero gustaría algo más de contraste, de firmeza en las líneas instrumentales. No es un disco fallido, pero especialmente el Concierto de Mozart puede encontrarse fácilmente en interpretaciones más idóneas. José Antonio García y García ORFF: Antígona. MARTHA MÖDL (Antígona), MARIANNE RADEV (Ismene), WILLIAM DOOLEY (Director del coro), CARLOS ALEXANDER (Creonte), PAUL KUEN (Un guardián), FRITZ UHL (Hemón), JOSEF TRAXEL (Tiresias), KURT BÖHME (Un mensajero), LILIAN BENNINGSEN (Eurídice). CORO Y SINFÓNICA DE LA RADIODIFUSIÓN BÁVARA. Director: WOLFGANG SAWALLISCH. 2 CD PROFIL PH09066 (Gaudisc). 1958. 143’. Mono/ADD. N PM Esta obra de Orff basada en Sófocles (traducida al alemán por Hölderlin) posee una música de extrema simplicidad, cuya melodía evoca el canto llano, de estilo monódico, de ritmo basado en interminables insistencias, de oposición franca entre los solistas y un conjunto instrumental u orquesta donde la percusión ocupa el primer lugar. Aquí, la percusión que reúne a 15 ejecutantes, contesta a 6 pianos, 4 arpas, 6 flautas, 6 oboes, 6 trompetas y 9 contrabajos. Obra en extremo fatigosa de escuchar, larga, monótona, reiterativa (estamos lejísimos de la sugestiva Carmina Burana) y con la que su autor pretendía un encuentro entre la tragedia griega y la ópera de principios del XVII, realmente tiene poco valor intrínseco y nos tememos que toda esta problemática musical planteada por Orff le traerá bastante sin cuidado al oyente de hoy, sobre todo por estar ante una grabación en formato audio sin vestigios escénicos de ningún tipo. Añádase que todo está seminarrado, o semicantado, como prefieran, en alemán, y el libreto no trae nada del texto de Sófocles-Hölderlin. Por otra parte, la interpretación es espectacular, con la inmensa Martha Mödl involucrada en su papel como si fuese Brunilda, lo mismo que el resto del reparto, un grupo de cantantes-actores muy conocido en esos años y que bordan sus respectivos papeles. Sawallisch se entrega como siempre, con admirables convicción, concentración e idioma. En suma, un documento cultural de interés relativo al que no le auguramos en España una gran difusión. Enrique Pérez Adrián PURCELL: Fantasías I-XIII Z. 732-744. Fantasía sobre una nota Z. 745. In nomine Z. 736 y 747. Danza de los hombres verdes y Danza del mono de La reina de las hadas Lamento de Dido de Dido y Eneas. LES VOIX HUMAINES. ATMA ACD2 2591 (Gaudisc). 2008. 53’. DDD. N PN De las Fantasías de Purcell se sabe poco más que las a cuatro (o sea, su mayoría: de la IV a la XIII) fueron compuestas en el verano de 1680 (cuando el autor formaba parte de la corte en el 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 89 D D I SI CS O C O S S MERCADANTE-RIHM Martin Jones CAÓTICO, AVENTURERO, ICONOCLASTA NIN CASTELLANOS: Música para piano. MARTIN JONES. NIMBUS NI 5851 (LR Music). 20062007. 67’. DDD. N PN El pianista inglés Martin Jones continúa su descubierta por la música española, a la que es tan proclive y para la que evidentemente está dotado. Su sentido del ritmo, del color, acompañados de una clara digitación, son sus credenciales, que pone de nuevo de manifiesto, ahora ante la casi totalidad de la obra pianística del mayor de los Nin, el padre de Joaquinito Nin-Culmell: Joaquín Nin Castellanos (18791949), un artista más bien caótico, aventurero e iconoclasta, compositor, instrumentista y musicólogo, nacido y muerto en La Habana, pero de cultura y formación europeas, adquiridas en España —de donde se consideraba ciudadano— y en otros países, especialmente Francia, donde nacieron sus hijos, Anaïs, escritora, y Joaquín. Un buen día los abandonó para irse con una rica heredera. Genio y figura. En sus actuaciones como pianista, además de abordar obras de repertorio, Nin insistió Castillo de Windsor). Para entonces la forma ya llevaba al menos veinte años batiéndose en franca retirada ante las sonatas italianas para violín y la música francesa de ballet. Como ni se publicaron ni tuvieron circulación alguna conocida, se ha dado en suponer que constituyen ejercicios para consumo propio que en sus notas a este disco François Filiatrault compara con El arte de la fuga de Bach: exploraciones de un arte contrapuntístico ya pasado de moda, sólo que realizadas respectivamente por un joven inglés en el comienzo de su carrera y por un viejo alemán dando su última lección. Sea como fuere, se trata de un corpus admirable, que constantemente demanda una cálida expresividad añadida a la precisa ejecución. En ambos respec- en dar a conocer a los clavecinistas franceses de los siglos XVII y XVIII. También reivindicó la figura de Domenico Scarlatti para España, así como el antiguo repertorio español para teclado, aún poco conocido (Soler y sus contemporáneos). Fue sobre todo un magnífico autor de canciones y de piezas pianísticas, en las que aportaba abundantes originalidades armónicas, agregaciones de acordes, superposiciones, inversiones, sucesiones de octavas, curiosas resoluciones, sorprendentes ornamentaciones y otros efectos de buena ley. No hay duda de que su hijo aprendió mucho de él, pero era más conciso, más sintético y austero, más moderno en la elaboración. Nin Castellanos, lo podemos apreciar en esta excelente grabación, era más romántico o postromántico, aunque latiera no pocas veces en su teclado un nacionalismo generalmente estilizado; y desde luego dominaba la literatura pianística precedente, no sólo la hispana. En su producción hay por tanto rasgos de varias procedencias: neobarrocos, impresionistas y nacionalistas. Estos últimos en la línea de Albéniz, tos el trabajo de Les Voix Humaines resulta intachable y, por tanto, el disco sumamente recomendable. En concreto, llama la atención la limpieza de unas articulaciones diseñadas para conferir el máximo realce a la abundancia de cromatismos e impredecibles giros armónicos sin que una sola nota, por breve que sea, deje de percibirse claramente. Alfredo Brotons Muñoz RIHM: La musique creuse le ciel. ÜberSchrift. GRAUSCHUMACHER PIANO DUO. DEUTSCHES SYMPHONIEORCHESTER BERLIN. Director: PETER RUNDEL. NEOS 10721 (Diverdi). 2005. 61’. DDD. N PN Falla o Granados, parentescos innegables a primera vista/oído. Su sapiencia y manejo del instrumento se aprecia, por ejemplo, en las divertidas “1830” Variaciones sobre un tema frívolo (1934), escritas en memoria de su abuela, un divertido pastiche magníficamente escrito. Pero también en su original Cadena de valses, Evocación romántica, de 1927, en donde realiza distintos Comentarios, a veces con referencias —Mensajes— a otros compositores como Schubert, Chopin o Ravel. En su Mensaje Claudio Debussy de 1929, subtitulado Boceto sinfónico, escuchamos, curiosamente, ecos de las Noches de don Manuel de Falla. Hay un notable estudio del ritmo en páginas como las llamadas Danzas ibéricas, Prime- El sello Neos lanza al mercado un nuevo álbum del prolífico Wolfgang Rihm (n. 1952), en este caso con la novedad de algunos de los intérpretes, el GrauSchumacher Piano Duo, que aportan a la primera de las obras aquí convocadas la parte de solistas y a la segunda, Über-Schrift, de 1992-2003, un material instrumental que quedaba inédito en el catálogo del compositor alemán, la escritura para dos pianos. Como suele ocurrir con Rihm, las fechas de composición de las obras pueden llevar al engaño, pues las más academicistas pueden corresponder por igual a una época temprana o reciente. La primera de ra y Segunda (1925, 1939), en las que, además, se sigue una línea muy conectada con coplas populares bien armonizadas y trabajadas. La música corre presurosa, fluidamente, bien engarzada, con repeticiones variadas y amenas. No hay una penetración, una transformación trascendente de lo popular, como sucedía en piezas de Falla o de Albéniz, pero el parentesco es claro. Todo ello lo trata muy bien, con cierta profundidad, en el folleto que acompaña al CD, Calum MacDonald. Información muy pertinente para seguir cómodamente la interpretación de Jones, que se nos antoja llena de vida, coloreada, matizada y cantada convenientemente. No se descubren desfallecimientos en el discurso y se degustan, a la par que lo hace el pianista, los acentos, situados en los lugares precisos para dotar de animación a una música de por sí animada, si bien no deje de tener algunos puntos en los que la tensión amaina. Transcurren minutos sin que pase nada realmente nuevo, en los que se insiste una y otra vez en similares efectos. Arturo Reverter las piezas, muy extensa, y con un título muy caro a François Bayle, La musique creuse le ciel, de 1979, para dos pianos y gran orquesta, irrumpe con un material cercano al empleado por Varèse, con profusión de percusión y fuertes contrastes dinámicos. Es un Rihm que no se pliega al canon clásico, sino que intenta discutir los dictados de la vanguardia con un discurso volcánico, indómito, pero la extensión de la pieza y el escaso dominio de la forma que aún arrastra en ese momento el autor, le llevan a perderse en variaciones que nada aportan al conjunto, de hecho, lo estancan cuando quiere ensimismarse en unas secuencias de tipo adagio. Esa lentitud y parsimonia del material acaba por malograr la pieza. Es un Rihm que necesitaba del lado salvaje para llamar 89 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 90 D D I SI CS O C O S S RIHM-SCHUBERT la atención, en esos años 70, acerca de un giro del lenguaje, hacerlo tal vez más inteligible, pero el resultado se le vuelve en contra, pues no le gana la partida a los que, por esa fecha, siguen confiando en la capacidad de regeneración de las técnicas que fueron bendecidas en los círculos de la vanguardia. Tampoco Über-Schrift es un logro, a pesar de que se trata de un Rihm menos tendente a la grandilocuencia y que reduce drásticamente su paleta. El que la obra esté fechada en 2003 y que sea una reescritura/comentario sobre el ciclo In-Schrift, no equivale a un discurso pleno, ya que el lento despliegue timbrico, el juego que plantean los dos instrumentos, con sus sincronías y desfases, está falto de un mínimo impulso que lo haga atractivo. Francisco Ramos ROBERTS: Tristia. Croquis. CUARTETO KREUTZER. AARON SHORR, piano. NMC D151 (Diverdi). 2008-2009. 74’. DDD. N PN Pese a su per- 90 tenencia a la generación tal vez más brillante de la música británica del pasado siglo, no ha logrado Jeremy D. Roberts, nacido en Gloucester en 1934 y largos años profesor de composición en el Royal College londinense, sino un reconocimiento tardío, a lo que contribuye tanto la brevedad de su catálogo —en el que hay sitio, sin embargo, para unas lorquianas Casidas y sonetos – del amor oscuro guitarrísticas— como la comodidad melómana instalada en la reducción al trío cogeneracional Birtwistle-Goehr-Maxwell Davies. No merece, a juzgar por este registro, tal postergación la obra de Roberts, que se nos sirve en interpretaciones de gran nivel a cargo de los integrantes del Cuarteto Kreutzer, encargados del estreno integral de la segunda obra comentada; y fue precisamente uno de los violines de este conjunto, Peter Sheppard Skærved, quien dio a conocer las seis “piezas líricas” que constituyen Tristia (2006-2007), ciclo inspirado en el poemario homónimo de Mandelstam, cuyo expresionismo confeso seduce tal vez más en el registro frágil (Frozen, Andante lugubre – alla barcarolla conclusivo) que en las piezas más contundentes. Es esta voluntad comunicativa directa la que, de algún Cuarteto Pavel Haas ENTUSIASMO PROKOFIEV: Cuartetos de cuerda nºs 1 y 2 opp. 50 y 92. Sonata para dos violines op. 56. CUARTETO PAVEL HAAS. SUPRAPHON SU 3957-2 (Diverdi). 2009. 61’. DDD. N PN C omo es sabido, el pensamiento y la praxis de los que surge la música de Prokofiev es el piano. Excelente orquestador, a menudo dejaba en ajenas manos la tarea de poner colores y verticalidades a la línea que había escrito, pero con muy exactas instrucciones de cómo tenía que ir aquello. Frente a la orquesta y el piano, el mundo del camerismo parecía tener más sentido para él cuando había un piano en el centro del discurso (sonatas para violín y piano, violonchelo y piano, etc.). Y sin embargo, Prokofiev compuso dos cuartetos de cuerda de un nivel equiparable a los grandes del siglo. Ahora bien, raras veces los habrá escuchado el aficionado en lecturas como éstas. El Cuarteto Pavel Haas, formado por músicos checos que rinden homenaje al músico checo y judío que fue asesinado en el universo concentracionario nazi, ataca desde el principio con un impresionante Allegro de entrada del Op. 50, obra de 1931, y continúa con dos Andantes (uno de ellos desmentido por el Vivamodo, se anuncia en Croquis (1976/80), colección de piezas breves para trío de cuerda pensada en su momento para los miembros del Cuarteto Arditti; estructurada en tres cuadernos —con el hilo conductor de la presencia en cada uno de ellos de una piezas titulada específicamente Croquis y de una página solista—, el despliegue de imaginación tímbrica y universos expresivos contrastantes es abrumador, con un avance progresivo hacia la nostalgia, más presente en el cuaderno final (Sapphic Fragment, Sonnet) y el contrapunto, tan respetuoso como alienado, de las sombras barrocas (Plaint, Sommeil: pour les violes), románticas (Adage) y modernistas (Reels) hasta alcanzar el collage (Quodlibet), en un prolongado ejercicio intertextual eficaz y consciente. Germán Gan Quesada ce, el primero) que culminan y resuelven el discurso nervioso, dramático, ágil, de este compositor que está en la cúspide de la modernidad (atención al Andante final: ¿no suena a lirismo tardorromántico domesticado y convertido en discurso moderno?). En el Cuarteto op. 92, de 1941, esa modernidad ha sido algo arrinconada, pero continúa el gran compositor que es. Es obra compuesta en la retirada al Cáucaso impuesta por la invasión alemana del verano de ese año. Allí le enseñan al compositor los temas del pueblo tabardo (de Kabardino-Balkaria) recopilados por Taneiev y otros a principios de siglo. De esos temas obtendrá material para el Op. 92, un cuarteto tripartito con un Adagio central que está a punto de ponerte los pelos de punta. La estilización transforma (no disfraza) la temática popular y el resultado es un cuarteto de cuerda magistral en el que la temática folclórica apoya el discurso, no lo condiciona ni lo limita. Este tipo de procedimientos será mal visto después de la guerra. En medio del CD, Veronika Jarúsková y Eva Karová, las dos violinistas del Cuarteto Haas, ofrecen la Sonata para dos violines op. 56, poco posterior al Cuarteto op. 50. Son cuatro movimientos muy breves, aunque no se trata de ROGIER: Missa Ego sum qui sum. Motetes. CORO DEL KING’S COLLEGE DE LONDRES. THE ENGLISH CORNETT AND SACKBUTT ENSEMBLE. Director: DAVID TRENDELL. HYPERION CDA67807 (Harmonia Mundi). 2009. 71’. DDD. N PN P hilippe R o g i e r (c.1561-1596) fue maestro de capilla de Felipe II (lo que acaba justificando el Greco que ilumina la portada de este CD) desde 1586 hasta la prematura fecha de su muerte, aunque había llegado a Madrid como mozo de coro de la capilla flamenca apenas con once años, por lo que bien puede ser considerado un compositor más español que flamenco. Este disco ofrece una espléndida misa basada en un motete de Gombert, cuatro motetes a 6 voces y dos miniaturas, un cuarto de hora de música muy contrastada, con sus estridencias y sus disonancias, con sus subidas al sobreagudo y sus momentos de calma tensa. Por las obras y por las acuciantes interpretaciones del Cuarteto Haas, este CD merece algo más que un sobresaliente y que la atención de siempre hacia una novedad de interés. Porque el interés es superior al habitual, y estos músicos, si de veras suenan así en la “vida real”, se han convertido en uno de los grandes cuartetos de nuestro tiempo. Hemos reseñado discos suyos en esta revista (los Cuartetos de Haas, precisamente, y algo más), pero como esto, nada. Es más: a juicio de este humilde prokofievista, es uno de los discos con música de Prokofiev de más interés artístico que podamos encontrar. Excusen el entusiasmo y la hipérbole, pero es así. Santiago Martín Bermúdez motetes más (los que abren y cierran el CD) a 12, con participación en estos casos de un conjunto de ministriles. La interpretación es suave, sin apenas aristas, de tempi reposados y un punto solemnes, como parece inevitable para un coro de este tamaño (34 voces), aunque el juego de imitaciones puede seguirse fácilmente, hay un considerable nivel de detalle en las disonancias y notables efectos provocados por los intensos contrastes de dinámicas. Tratándose de un músico menos conocido de lo que su extraordinario legado artístico merece, un trabajo de interés. Pablo J. Vayón 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 91 D D I SI CS O C O S S RIHM-SCHUBERT SATIE: A. SCARLATTI: 3 Gymnopédies. 3 Morceaux en forme de poire. Gnosiennes. 3 Petites pièces montées. Embryons desséchés. Avantdernières pensées. Sports et divertissements. Véritables préludes flasques pour un chien. KATIA Y MARIELLE LABÈQUE, piano. San Filippo Neri. MARIO NUVOLI (S. Filippo), MARCO LAZZARA (Fe), MANUELA CUSTER (Esperanza), ROSITA FRISANI (Caridad). ALESSANDRO STRADELLA CONSORT. Director: ESTEVAN VELARDI. KML 1120 (Gaudisc). 2009. 62’. DDD. N PN E n agosto pasado, al comienzo justo de la Quincena donostiarra, vimos un concierto de Katia y Marielle Labèque, y las vimos a ellas. Acababan de grabar un disco, no pudimos averiguar en qué consistía porque había un cruce de charlas que desviaba los propósitos y las alegrías. Pues bien, éste era el disco. Ambas hermanas, ya no como dúo, sino cada una en su momento, en su medida, en su pieza, desmenuzan a Erik Satie, el que se ha convertido en favorito, y hasta en música terapéutica, cuando no mueble, como querían sus protegidos y seguidores y hagiógrafos del llamado Grupo de los Seis. Hay un par de excepciones, desde luego: las dos hermanas tocan juntas los Tres cachos en forma de pera (permítanme esta traducción, sólo por hoy: cachos) y los menos de cuatro minutos de las Tres piececillas montadas (o en cuesta, o aumentadas…: ah, el bueno de Erik). Además, se trata de un disco del sello KML, sigla de los nombres y el apellido de estas dos espléndidas artistas francesas. Katia y Marielle podrían haber acudido a más Satie a cuatro manos: En habit de cheval, por ejemplo. Pero se ve que sentían deseos de individualizarse sin dejar de estar juntas, y Satie les brindaba su oportunidad. Desde ahora, tenemos nuevas referencias de estas obras bellas, cálidas, calmas, sugerentes. No importa que algunas se hayan puesto tan de moda como para que un ejecutivo neoyorquino de una novela de Don DeLillo las ponga en uno de sus ascensores exclusivos. Podríamos dar detalles, como la gracia contenida con que Marielle desgrana Sports et divertissements; o ese toque de misterio que le da Katia a sus Gnosiennes. Pero iría en detrimento del todo. Es un bello disco, un espléndido recital Satie. Y la verdad es que era de esperar. Santiago Martín Bermúdez 2 CD BRILLIANT 94037 (Cat Music). 2006. 118’. DDD. N PE A unque registrado en 2006 se publica ahora este oratorio de Alessandro Scarlatti que supone la vuelta a la actualidad fonográfica de Estevan Velardi y su Alessandro Stradella Consort después de algún tiempo de ostracismo. La publicación tiene interés, pues no conozco ninguna otra grabación de esta muy interesante obra, que data del año 1705 y que, con libreto alegórico del cardenal Pietro Ottoboni, se ajusta a los requerimientos del género en la época: introducción (aquí en dos movimientos) y dos partes que se estructuran en los tradicionales recitativos (algunos se convierten en auténticos ariosos) y arias (algunas, no todas, con da capo), además de un par de dúos y un trío. El acompañamiento añade a la cuerda y el continuo una trompeta (para las arias de cierre de cada una de las partes) y un laúd, aunque Scarlatti utiliza para otros números también diferentes combinaciones de violines y violonchelos en funciones concertantes. Del elenco, cabe destacar a la mezzo Manuela Custer, de voz homogénea, elegante fraseo y fáciles agilidades. Frisani es la soprano bien conocida de otras veces, incisiva y valiente, de agudos penetrantes, pero vibrato excesivo y línea no siempre limpia, un problema que afecta también al tenor Mario Nuvoli, cantante sin esmalte, con agudos blanquecinos y graves engolados. Apenas correcto el contratenor Marco Lazzara, de color cambiante, graves apurados y problemas serios con los ornamentos en el registro agudo. Buen acompañamiento del conjunto instrumental y correcta dirección, con apreciables contrastes, aunque no especialmente encendida ni dramática, de Velardi. Pablo J. Vayón SCHAFFRATH: Seis Sonatas (Dúos). EPOCA BAROCCA. CPO 777 440-2 (Diverdi). 2003-2007. 77’. DDD. N PN Segundo disco que el conjunto Epoca Barocca dedica al compositor Christoph Schaffrath (1709-1763). Tras uno anterior consagrado a tríos, este, que fue registrado en diferentes momentos a lo largo de cuatro años, se centra en seis sonatas para dos instrumentos: hay dos para fagot y clave, y una de cada para dos violas da gamba, violín y clave, oboe y clave y dos claves. El instrumento de teclado figura siempre como obligado, es decir, que en el fondo no se trata de obras para instrumentos melódicos con continuo, sino de auténticas sonatas en trío, pues el clave asume el doble papel de hacer la segunda voz superior y de sostener el bajo. Música galante aunque no desdeña ni mucho menos el recurso al contrapunto, y que se escucha con agrado en versiones ligeras, elegantes, claras, de contrastes netos y buen pulso fraseador. Entre los solistas, el fagotista Sergio Azzolini merece mención destacada por su exquisita musicalidad y su hermoso sonido envolvente. Pablo J. Vayón Das liebe Farbe o Trockne Blumen los resultados se resienten más de la cuenta. Ello no quiere decir que la soprano, aun sin una franja dinámica demasiado amplia, no cante con gusto y delicadeza, atendiendo a colores y a reguladores, pero este ciclo es todo un mundo de emociones y ella se muestra capaz de abarcarlo sólo en parte. A cambio, en el piano de Roland Pöntinen el arroyo sí corre con naturalidad y fluidez. La edición especial viene acompañada de un DVD que recoge filmaciones realizadas en 2009 durante una gira sueca en la que Hendricks interpreta el también schubertiano Viaje de invierno junto a Love Derwinger, anunciando una grabación que se espera para 2011. Reafirmada una vez más la altura de la cantante, probablemente lo suyo con este segundo ciclo sea otro amor no correspondido. Asier Vallejo Ugarte SCHUBERT: Cuartetos en sol menor D. 173 y re menor “La muerte y la doncella” D. 810. CUARTETO MOSAÏQUES. LABORIE LC06 (Diverdi). 2009. 65’. DDD. N PN D espués SCHUBERT: Die schöne Müllerin D. 795. BARBARA HENDRICKS, soprano; ROLAND PÖNTINEN, piano. ARTE VERUM ARV-008 (Diverdi). 2003. 61’. DDD. N PN Barbara Hendricks no es la primera mujer, ni desde luego será la última, en atreverse con la La bella molinera, ciclo que adquiere toda su trascendencia dramática cuando se ve servido por una voz poética y profunda, bien modulada, de línea pulcra, sutil y musical, capaz en todo momento de reflejar la rica variedad de caracteres plasmados en los versos de Wilhelm Müller. La de Hendricks, ya entonces en declive (estamos en 2003), con un vibrato ya muy presente, siempre sensual, dulce y de rara oscuridad, anda un tanto escasa de entidad, de densidad y de fuerza expresiva, con lo que la interpretación acaba escorándose de forma clara hacia lo lírico. Si ello puede ser suficiente en los lieder de menor intensidad (caso del inicial Das Wandern o de Ungeduld), en otros como Eifersucht und Stolz, de algunas incursiones en repertorios olvidados, como Boëly, los Mosaïques regresan al tronco central del repertorio para cuarteto con esta Muerte y la doncella, de la que obviamente existen decenas de versiones importantes. Abren el disco con un D. 173 de atractivos y originales timbres, una coloración ocre y una cierta rugosidad general en el primer Allegro. Muy elegante el Andantino e impulsivo el Allegro vivace, en tanto que el chispeante Finale parece evocar a Haydn. El denso D. 810 parte, como es lógico, de un mundo tímbrico muy diferente del habitual. En el Allegro inicial el sonido no es tan redondo como sería de desear y los cortantes acordes ocasionalmente son algo chirriantes. El centro de la interpretación se encuentra en el Andante, con una sensacional variación en la que el violonchelo adquiere protagonismo lírico e igualmente conseguida está la de perfiles más rítmicos. Muy interesante también el acerado Scherzo, pero en cambio el Presto final carece del último punto de urgencia, con una lectura del rit- 91 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 92 D D I SI CS O C O S S SCHUBERT-STRAVINSKI mo incluso un punto amanerada y de nuevo problemas en la calidad del sonido, sobre todo en los violines. Interesante, siempre musical, pero no totalmente conseguido. Enrique Martínez Miura SCHUMANN: Novelletten op. 21. Escenas de niños op. 15. Humoreske op. 20. Arabesca op. 18. Blumenstück op. 19. Tres Romanzas op. 28. Nachtstücke op. 23. PIET KUIJKEN, piano. 2 CD FUGA LIBERA FUG562 (Diverdi). 2007-2009. 145’. DDD. N PN Nos preguntamos si aporta algo nuevo escuchar a Schumann sobre un pianoforte Streicher de 1850 a hacerlo en un piano —también forte— Bösendorfer o Steinway, por ejemplo, de 1950? No. ¿Las diferencias organológicas entre ambos instrumentos deberían entonces variar nuestros parámetros de escucha? Pues, tampoco. El hecho de que existan documentos que hablen del entusiasmo del propio compositor hacia los pianos de J. B. Streicher, como afirma Piet Kuijken en las notas del álbum, no parece razón suficiente para considerar este Schumann más auténtico que cualquiera de los que ya conocemos. Aclaremos que el firmante no es sospechoso de criticar per se la ejecución sobre instrumentos históricos, pero si nos ceñimos exclusivamente al resultado sonoro del disco hemos de decir que el experimento más bien revela las deficiencias del pianoforte en cuestión a la hora de abordar texturas de cierta densidad —Novelletten op. 21 y Romanzas op. 28. El sonido es metálico y destemplado en cuanto se pretende pasar de f a ff, amén de la poca resonancia y brillo de los cantabile que han de transitar por la región aguda. Mejora, sin embargo, la ejecución en aquella escritura de mayor ligereza —Escenas op. 15, Humoreske op. 20 o los breves op. 18 y op. 19— y más adecuada al caudal armónico que puede ofrecer ese bastidor. 92 Interpretativamente, aquí el último caballero de la saga Kuijken es correcto, pero no muestra virtudes dignas de especial mención: ni flexibilidad en su fraseo, ni ambición en sus tempi, ni claridad en su articulación, ni mesura en el pedal. Tampoco imaginación, expresividad o emoción. ¿Qué nos queda entonces? Un pianoforte de 1850. Juan García-Rico SHOSTAKOVICH: Sonata para violonchelo y piano op. 40. Dos piezas para violonchelo y piano de la Suite de ballet nº 2. Sonata op. 147 en versión para violonchelo y piano. MICHAL KANKA, violonchelo; JAROMÍR KLEPÁC, piano. PRAGA PRD/DSD 250264 (Harmonia Mundi). 2009. 64’. DDD. N PN Dos obras mayores del camerismo de Shostakovich: la Sonata para viola op. 147, su última creación, pero en una versión para violonchelo que ya empieza a ser habitual; y la Sonata op. 40. Cuatro décadas separan ambas obras. El Op. 40 es de una época que empezaba a nublarse y a sobrecoger a todo un pueblo gigantesco que había caído en la trampa. Pero era también el año en que triunfaba Lady Macbeth de Msensk. El Op. 147 es la obra sombría de un genio que ha sufrido trastornos personales y sevicias de toda índole. Podríamos decir que se trata de dos obras maestras, pero el Op. 147 es demasiado magistral para hacer esa comparación. En medio de ambas, los checos Kanka y Klepác ofrecen las Dos piezas de 1951, dos miniaturas, poco más que un divertimento de alto nivel. Estos dos artistas no posan de graves, no quieren darle demasiada importancia a una página como la Sonata de 1975, porque su solo enunciado ya es una carga de profundidad. No se reservan para el Adagio, movimiento de cierre que tiene una duración igual a los dos movimientos anteriores, más ligeros; pero allí se encuentra por fin el sentido de la obra última, con esas melodías cantabile, con ese ostinato, con esta desolación y esa poesía. El Op. 40 y las Piezas introducen de manera muy bella y muy contundente una lectura intensa y dolorosa de una obra ante la que hay que rendirse, arrodillarse incluso, la Sonata de 1975. Santiago Martín Bermúdez SOLER: E l segundo álbum de la integral que Pieter-Jan Belder ha empezado a dedicar al Padre Soler en Brilliant no presenta grandes novedades en el aspecto interpretativo con respecto al primero (ver SCHERZO nº 234); la principal sea acaso el uso (en el segundo de los discos) de un instrumento copia reciente de Blanchet en lugar del Ruckers empleado en el primer volumen, pues el Giusti que ya fuera usado allí repite también aquí (CD 1). Las Sonatas incluidas en este trabajo son las número 69 a 79 del catálogo de Samuel Rubio y las número 23, 24, 25, 29, 36, 38 y 44 del de Frederick Marvin. Belder vuelve a mostrar una técnica impecable, con una claridad y una fluidez notabilísimas y con articulaciones y acentos muy marcados, lo que en algunos momentos puede restar un poco de amplitud y respiración a las frases, pero evita también la tendencia a la sentimentalización de esta música, si bien eso no quita para que puedan hallarse momentos en los que el intérprete acentúa el carácter expresivo de algunas piezas, como en las Sonatas nºs 74, 75 y 77 de Rubio, sobre todo en esta última, que resulta discretamente melancólica. Es acaso este mayor énfasis en el lirismo y la cantabilidad (también fácilmente apreciable en Rubio 79, una de las Sonatas en dos movimientos, o en Marvin 25, de exquisita ligereza) la segunda novedad de unas interpretaciones a las que, de cualquier modo, puede seguir achacándoseles una cierta uniformidad en el tratamiento de ritmos, tempi y colores, aunque el Blanchet le ofrece al solista más recursos tímbricos, por su variedad de registros. romántica, hizo todo lo posible por mantener vivo el legado de los M o z a r t , Haydn y Beethoven a partir de una música que lo basaba todo en la claridad formal y un cierto distanciamiento emocional. Elementos que han hecho que sus sinfonías hayan sobrevivido mal a su tiempo. Escuchadas hoy, se ven como productos de un artesano que conoce su oficio, pero sin conseguir algo que trascienda. Y eso que su catálogo contiene algunas piezas bien originales en su concepción, como esta Sinfonía nº 6 en sol mayor op. 116, subtitulada “sinfonía histórica en el estilo y el gusto de cuatro épocas diferentes”, cuyos cuatro movimientos hacen un somero retrato del género: el inicial recrea el espíritu de la era de Bach y Haendel, el segundo homenajea a Haydn y Mozart, el tercero mira a Beethoven y el cuarto “a nuestro período, 1840”. La propuesta halla su traducción no sólo en el aspecto formal, sino también en el sonido de cada movimiento, con una orquesta que va creciendo en efectivos hasta ser empleada a pleno rendimiento sólo en el último tiempo. El resultado no deja de ser curioso, sobre todo por ese ambiguo Finale, modelado de un modo pomposo e irónico que dice mucho de la escasa consideración que Spohr tenía de ese “estilo moderno”. Pero todo ello no quita que la obra en su conjunto sea un gigantesco pastiche, eso sí, muy erudito de la primera a la última nota. Más homogénea se presenta la Sinfonía nº 3 en do menor op. 78, pero tampoco aquí Spohr consigue arrebatar, y eso que en comparación a otras composiciones suyas se aleja del espíritu clásico para intentar una expresión más viva y contrastada. Pero ésa es la palabra clave, “intentar”… Las solventes versiones ayudan a escuchar con interés unas obras que tienen un valor más histórico que artístico. Pablo J. Vayón Juan Carlos Moreno Sonatas para clave. Vol. 2. PIETER-JAN BELDER, clave. 2 CD BRILLIANT 93978 (Cat Music). 2009. 128’. DDD. N PE SPOHR: STÄBLER: Sinfonías nºs 3 y 6 “Histórica”. Obertura “La caída de Babilonia”. ORQUESTA DE LA SUIZA ITALIANA. Director: HOWARD SHELLEY. Kybele. Desires. X - für Verschlüsse. Roses, Spices (3). ANNETTE ROBBERT, soprano. CUARTETO DE PERCUSIÓN DE COLONIA. HYPERION CDA67788 (Harmonia Mundi). 2009. 64’. DDD. N PN WERGO 6715 2 (Diverdi). 2007. 65’. DDD. N PN Ludwig Spohr (1784-1859) fue el último clásico, un compositor que, en plena efervescencia L os dos discos anteriores de Gerhard Stäbler (Alemania, 1949), en ediciones siempre del 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 93 D D I SI CS O C O S S SCHUBERT-STRAVINSKI sello Wergo, mostraban ya el inmenso interés de este músico por la percusión. En aquellos registros, que cubrían cinco composiciones en total, sólo una pieza, fallen, fallen, no contemplaba la percusión y en el disco que ahora presentan los cuatro instrumentistas del grupo de Colonia sólo un tema no comporta este instrumentario en el subtítulo, X - für Verschlüsse, aunque sus sonidos están producidos exclusivamente por la percusión. Lo que ocurre es que el material es llevado aquí por Stäbler hacia campos plenamente ruidísticos. Todo lo que hay en el resto del programa de celebración y ritual, desaparece en X - für Verschlüsse, donde dominan tanto lo aleatorio del resultado como la puesta en escena. A Stäbler le interesa cuidar al máximo el gesto teatral que rodea a la interpretación de su música. Esto, unido a la preocupación por alimentar su obra con ritmos propios de civilizaciones antiguas, conforma un programa de música singular, algo desigual en sus resultados, y desde luego con una sonoridad nada complaciente, lo que hace de la escucha un ejercicio difícil. Precisamente, esa pieza, X - für Verschlüsse, de 1994, representa el lado más oscuro del concierto, también el menos convincente, pues es donde destaca menos esta vertiente orgiástica de los sonidos que pretende realzar Stäbler. Spices (3), de 2001, es de una gran potencia, una especie de vuelta a las sonoridades desbocadas de un Varèse. El salvajismo de la pieza se halla mucho más controlado en el interesante díptico que forman Desires y Roses, donde a la voz, nada original, por otra parte, pues solamente aplica un canto convencional a los versos de Safo, se añade un conjunto percusivo que juega con los sonidos mantenidos y la creación de ambientes de misterio. El recurso a las percusiones ancestrales viene ampliamente mostrado en Kybele, en la que se quiere rememorar las danzas orgiásticas de la fertilidad, pero donde el oyente queda más atrapado es en la citada Spices (3), para tres percusionistas y cinta, en la que Stäbler refuerza un discurso en el que no hay lugar para las sutilezas. El subtítulo de la pieza es contundente: “con el hedor de cantos de guerra y conjuros”. Francisco Ramos STOJOWSKI: Suite op. 9. La Primavera op. 7. Oración por Polonia op. 40. MARTA WRÓBLEWSKA, soprano; MACIEJ BOGUMIL NERKOWSKI, barítono; RAFAL SULIMA, órgano. CORO Y ORQUESTA FILARMÓNICOS DE LA ÓPERA POLACA DE BIALYSTOK. Director: MARCIN NALECZ-NIESIOLOWSKI. DUX 0625 (Diverdi). 2008. DDD. 54’. N PN Quizá el más destacado compositor postromántico polaco, aunque sólo permaneciera en Polonia los primeros diecisiete años de su vida, Zygmunt Stojowski era un hábil constructor y orquestador. Muerto en 1946, durante su vida merecieron, él y sus obras, la atención de Chaikovski, Brahms y Elgar, como más destacados. A Hans von Bülow dedicó su Suite para orquesta sinfónica, obra ambiciosa que en cinco deslumbrantes variaciones desgrana la Salve Regina polaca hasta un final exultante. Pero aún quedan dos movimientos más: uno de sabor exquisitamente étnico y otro que culmina adecuadamente la obra. Después de esa exhibición de compositor para gran orquesta, este disco nos proporciona la audición de La Primavera, obra dedicada a Delibes, de exultante frescura que no se pierde ante las elaboradas maneras de Stojowski. Para cerrar el disco, una obra del año 1915, en la que Polonia pide a María paz y prosperidad en forma solemne de cierta hueca grandilocuencia, que alterna entre esta y un cierto patetismo expresado por soprano y coro. No son las ideales las voces de soprano y barítono, algo ligeras, pero los conjuntos actúan enardecidos y medidos a un tiempo por la batuta del director polaco de tan complicado apellido. En total, un disco revelador que nos da noticia de un estupendo compositor. José Antonio García y García STRAUSS: Motete alemán op. 62. Luz soñada op. 123, nºº 2. Dos cantos op. 34. JANE ARCHIBALD, soprano; DAGMAR PECKOVÁ, contralto; ERIC SOKLOSSA, tenor; ROBERT GLEADOW, bajo-barítono. CORO DE LA RADIO DE LETONIA. ACCENTUS. Directora: LAURENCE EQUILBEY. NAÏVE V 5194 (Diverdi). 2009. 48’. N PN más frecuentado en la fonografía, y actualmente son pocos los registros de las 15 obras que su autor compuso en esta modalidad, incluso creo que sólo se pueden encontrar actualmente dos versiones discográficas de las más famosas piezas corales de Strauss, el Motete alemán y los Dos cantos op. 34, las de Norrington (Decca, 1974) y Parkmann (Chandos, 1996), a las que hay que añadir ahora las del disco que se reseña, que incluye también el segundo de los coros de la Op. 123. El resto de la producción coral straussiana es absolutamente desconocido para la mayoría de la afición. Bienvenida cordial, por tanto, a este CD con las cuatro obras citadas, soberbiamente recreadas, en las que se oyen claramente las complejas interconexiones de las líneas polifónicas en interpretaciones que permiten al coro desenvolverse en una agradable reverberación (es la sensación que produce en el oyente gracias a la excepcional toma de sonido). Iridiscencias y claroscuros las producidas por estos dos coros al unísono (Radio de Letonia y Accentus) de espectacular belleza y apabullante perfección técnica dirigidos por la experta mano de su directora Laurence Equilbey. Por tanto, y a pesar de que el repertorio pueda ser algo árido para el aficionado medio, un disco modélico en su género, magníficamente grabado y que se recomienda especialmente para los aficionados a la polifonía o seguidores incondicionales del catálogo straussiano. Enrique Pérez Adrián STRAVINSKI: Las bodas. Œdipus Rex. MLADA JUDOLIEV, soprano; OLGA SAVOVA, mezzo; ALEXANDER TINCHENKO, tenor; ANDREI SEROV, bajo; SVETLANA SMOLINA, YULIA ZAICHKINA, ALEXANDER MOGILEVSKI, MAXIM MOGILEVSKI, pianos. SERGEI SEMISHKUR (Edipo), EKATERINA SEMENCHUK (Incasta), EVGENI NIKITIN (Creonte, Mensajero), MIKHAIL PETRENKO (Tiresias), ALEXANDER TIMCHENKO (Pastor), GÉRARD DEPARDIEU (Narrador). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI DE SAN PETERSBURGO. Director: VALERI GERGIEV. MARIINSKY SACD MAR0510 (Harmonia Mundi). 2010. 74’. DDD. N PN Un disco con repertorio inhabi- E n enero de 2009 vimos en el tual de un autor paradójicamente muy grabado. El Strauss a cappella no es ciertamente de lo Teatro Real de Madrid un Œdipus Rex por el Mariinski y dirección de Gergiev. El registro del Œdipus que ahora comentamos parte de tomas de diciembre de 2009 a febrero de 2010. Recentísimo, pues. Y fruto de la gira que recaló en Madrid, aunque el reparto es distinto. Además, tenemos unas Bodas de referencia (digámoslo desde ahora mismo), grabadas en los ultimísimos días de 2009 allá en el Mariinski. Entre paréntesis, permítanme repetirme: el Mariinski está a unos pasos de la casa en que vivió el compositor (Canal Krukov), y de ahí salía el padre, Fiodor Stravinski, barítono-bajo del teatro, para sus ensayos y sus funciones. El compositor malquerido de la Rusia soviética regresa de veras a su casa. Con una obra de un casticismo ruso incontestable, como Las bodas, antítesis de La consagración de la primavera en cuanto a planteamientos, principios, forma, estampa. Y con una de sus óperas, Œdipus Rex, que no llega a una hora de duración. Aunque la lectura de Œdipus es convincente en general, con los matices y decepciones que veremos, la dirección de Gergiev y el equipo del Mariinski se lucen con una bella secuencia de Las bodas, obra que en la que el director se muestra incisivo, infatigable, basándose siempre en esa rítmica implacable propuesta por Stravinski y a la que sirve con energía y, al mismo tiempo, con la delicadeza de la temática de esta Rusia ya cristiana que celebra uno de sus ritos familiares, lejos de la barbarie de La consagración. Gergiev dirige con un poco de pasión y una relativa frialdad deliberada una ópera como Œdipus Rex que, después de todo, está cargada de elementos distanciadores: el hieratismo de los personajes, las máscaras, la versión latina del texto. Es una opción válida, elegante, muy teatral. Lo del reparto es otra cosa. Sergei Semishkur puede sólo a veces con las tensiones arriba que pide el cometido de Edipo, aunque se desenvuelve bien en el centro y el mezzoforte, y borda los pasajes más líricos o introspectivos (Pavesco, por ejemplo, donde llega relativamente arriba; o en Natus sum, sutilísimo, ensimismado). En el forte, exagera. Nikitin (Creonte y El Mensajero) es más potente que refinado, una voz nada bella y algo forzada, con más presencia que canto. Decepcionante Mikhail Petrenko en Tiresias, la calidad de cuyos graves no da la dignidad del personaje, aunque 93 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 94 D D I SI CS O C O S S STRAVINSKI-WEINGARTNER también él se mueva a gusto en la zona media. En cambio, la voz espesa, carnal de la mezzo Ekaterina Semenchuk consigue una Iocasta de antología: esos graves que nunca la traicionan y que domina con medida, sin afectación, como con capacidades de contralto, para llegar al gran discurso-canto-desmentido Oracula, oracula, que le demanda descender, subir repentinamente y echar mano de determinadas agilidades. Vocalmente, ella salva el reparto. Sorprende que Timchenko, que cantó Edipo en el Real, se vea limitado aquí a cantar el Pastor; aunque es cierto que en esta ópera ninguno de los seis papeles carece de importancia, y el Pastor es el portador de la definitiva anagnórisis; está magnífico en su intervención sola (Oportebat). Añadamos que el latín cantado en este registro suena en ocasiones un poco extraño: aunque, ¿hay hoy día buen coach para el latín? Sorprende que esta versión grabada en San Petersburgo tenga como narrador nada menos que a Gérard Depardieu. Es la versión original, aunque lo habitual es que el narrador cuente la historia en el idioma del público a que se dirige. No hace faltar exaltar la excelencia de Depardieu en este papel que para él es pan comido, y que no entraña especial dificultad para ningún actor que merezca ese nombre. De muy buen nivel el coro dirigido por Andrei Petrenko. Santiago Martín Bermúdez SULLIVAN: Ivanhoe. TOBY SPENCE (Ivanhoe), JANICE WATSON (Rowena), GERALDINE MCGREEVY (Rebecca), CATHERINE ROGERS (Ulrica), NEIL DAVIES (Ricardo Corazón de León). PETER ROSE (Cedric), STEPHEN GADD (Príncipe John). ADRIAN PARTINGTON SINGERS. ORQUESTA NACIONAL DE LA BBC DE GALES. Director: DAVID LLOYD-JONES. 3 CD CHANDOS CHAN 10578 (Harmonia Mundi). 2009. 166’. DDD. N PN A mbiente 94 caballeresco para esta Ivanhoe, ópera y no opereta de Sullivan —sin Gilbert, esta vez sustituido el libretista habitual por Julian Sturgis, quien trabajaría sobre la novela homónima de Walter Scott—, estrenada en el Cambridge Circus de Londres el 31 de enero de 1891. La facilidad de escritura corre aquí paralela con una frescura expresiva que viene del Alexis Kossenko GRACIOSA Y GRANDEZA TELEMANN: Obertura en mi menor TWV 55:e3. Concierto en re mayor para 2 flautas traveseras, violín y violonchelo TWV 53:D6. Concierto en fa mayor para flauta de pico y fagot TWV 52:F4. Concierto en si bemol mayor para 2 flautas traveseras, oboe y violín, TWV 53:B2. Concierto en sol mayor para 2 flautas traveseras y fagot TWV 54:G1. SOCIEDAD BARROCA DE HOLANDA. Director y flautas: ALEXIS KOSSENKO. CHANNEL CCS SA 28409 (Harmonia Mundi). 2009. 77’. DDD. N PN Que la producción de Telemann fue de una calidad tan enorme o más que en cantidad es una verdad muy fácilmente demostrable; por ejemplo, con género en que tanto descollaría el autor con la compañía de su libretista habitual. La diferencia estaría en un tono si se quiere más solemne —con reservas— o en la curiosa asimilación de la fuente de influencia que pareciera más inmediata, la ópera romántica alemana que va de Weber al Wagner de Lohengrin salvadas sean todas las distancias. Quiere decirse que Sullivan no haría mala figura al lado de aquellos que 50 años antes recorrían un camino que él hoyaba un poco tarde si no se supiera que llegaba, en efecto, con retraso. Hay en la ópera números a un paso de sus más festivas compañeras de catálogo, buena mano como siempre en el autor y el atractivo de lo curioso pero no, desde luego, imprescindible. Muy bien dirigido, como era de esperar, por David Lloyd-Jones, del reparto destacan Peter Rose y, sobre todo, un Toby Spence que cada vez canta mejor en el papel titular. Excelentes también McGreevy y Wyn-Rogers. Claire Vaquero Williams TOLDRÀ: Obra completa para voz y piano. ASSUMPTA MATEU, soprano; LLUÍS VILAMAJÓ, tenor; FRANCISCO POYATO, piano. 2 CD COLUMNA MÚSICA 1CM0190 (Diverdi). 2008. 148’. DDD. N PN El incisivo y homogéneo timbre de la voz de la soprano Assumpta Mateu, el bello y atractivo una pequeña selección de concerti grossi (más una obertura) como la que se presenta en este disco. Si, además, los sirven intérpretes excelentes en tomas espaciosas pero fidedignas, no queda margen a la duda: se trata de uno de los grandes de la historia de la música. En estas grabaciones no se sabe, en efecto, qué admirar más, si la belleza de los timbres, la precisión del ajuste, el equilibrio de las dinámicas, la vitalidad de los ritmos o la gracia para el fraseo elocuente. Alexis Kossenko conoce el secreto del sonido en el punto justo de liquidez y vibrato para resultar tan atractivo en los solos como cuando su línea se integra en el tutti. No le andan a la zaga los solistas de fagot (Jane Gower), color vocal del tenor Lluís Vilamajó y el eficaz y adecuado piano de Francisco Poyato nos transmiten, a través de este doble CD, la integral de canto y piano de Eduard Toldrà (1895-1962), el músico más representativo del Noucentisme catalán, movimiento que sustituiría paulatinamente las exageraciones del Modernismo. En total, setenta y una fueron las canciones que escribió el compositor de Vilanova i la Geltrú, veintiuna de las cuales son armonizaciones de canciones populares. Solamente siete están escritas para voz y orquesta, aunque posteriormente el autor orquestaría algunas de las canciones pensadas para voz y piano. Armonizó siete de las nueve canciones populares para coro y, cuando la dictadura franquista supuso la prohibición y persecución de la cultura catalana, musicó poemas castellanos y armonizó las Doce canciones populares españolas, entre las que incluyó dos catalanas. En conjunto pues, nos encontramos con los ciclos L’ombra del lledoner, Garba y La rosa als llavis, además de las piezas sueltas, en catalán; y Seis canciones, en castellano. A lo que hay que sumar la armonización de canciones populares tanto en catalán como en castellano. El buen hacer derivado de la sabiduría musical de Toldrà más el conocimiento de causa de los tres intérpretes que abordan el programa del doble compacto oboe (¡el gran Alfredo Bernardini!), violín (Lidewij van der Voort), violonchelo (Judith Maria Olofsson) y Georges Barthel (flauta travesera). Tampoco un conjunto orquestal capaz de proveer la muelle pero consistente base necesaria. Una delicia, en suma. Alfredo Brotons Muñoz garantizan la llegada a puerto sin contratiempos. La música vehicula los bellos textos de poetas como Josep Carner, Joan Maragall, Trinitat Catasús, Tomàs Garcés, Josep Maria de Sagarra, Clementina Arderiu, Joan SalvatPapasseit, Ignasi Iglèsias, Pablo de Jérica, Lope de Vega, Garcilaso de la Vega, Francisco de Quevedo, Manuel Bertrán, Antón Noriega (en gallego) y Pere Ribot, además de los anónimos populares. Todo lo cual contribuye a la defensa y enriquecimiento de la canción española, a menudo minusvalorada, a veces como consecuencia del desconocimiento de la misma. José Guerrero Martín VAUGHAN WILLIAMS: The Voice out of the Whirlwind. Valiant-for-truth. Misa en sol menor. Tres himnos corales. Nothing is here for tears. A vision of Aeroplanes. The souls of the righteous. A Choral Flourish. JAMES MCVINNIE, ASHOK GUPTA, órganos. CORO DEL CLARE COLLEGE. Director: TIMOTHY BROWN. NAXOS 8.572465 (Ferysa). 2009. 63’. DDD. N PE I nteresante selección de la obra coral de Vaughan Williams y, por tanto, estupenda oportunidad para entreverar estas piezas en el discurrir de su obra aparentemente más ambi- 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 95 D D I SI CS O C O S S STRAVINSKI-WEINGARTNER ciosa, es decir, de sus sinfonías, y comprobar cómo el conjunto posee, en su versatilidad, una unidad admirable. Según pasa el tiempo, según se mira el pasado musical con menos prejuicios, la figura del músico inglés aparece más y más atractiva. La pieza mayor de este disco es la Misa en sol menor, con su propuesta de vinos viejos en odres nuevos —como los excelentes Tres himnos corales— pero también hay composiciones que revelan una originalidad y una ambición expresiva fuera de las normas habituales, como A vision of Aeroplanes, erizada de dificultades para el coro y para el órgano que lo acompaña, y otras que remiten a mundos desarrollados en otros lugares, como la evocación de Bunyam en Valiant-fortruth. Un interesante disco muy bien interpretado por el Coro del Clare College, con la habitual competencia de estas formaciones británicas que se renuevan con admirable vigor. Claire Vaquero Williams WAGNER: Parsifal. GOTTLOB FRICK (Gurnemanz), EBERHARD WÄCHTER (Amfortas), KARL LIEBL (Parsifal), GERDA LAMMERS (Kundry), FORBES ROBINSON (Titurel), OTAKAR KRAUS (Klingsor). CORO Y ORQUESTA DEL COVENT GARDEN. Director: RUDOLF KEMPE. 4 CD TESTAMENT SBT4 1455 (Diverdi). 1959. 243’. Mono/ADD. H PN E ste álbum recoge la grabación que hizo la BBC de Parsifal en el Covent Garden el 16 de junio de 1959, una obra que no se reponía en ese teatro desde 1951, cuando su director musical de entonces, Karl Rankl, la llevó al escenario con Kirsten Flagstad y un notable reparto en el que destacaba también el Gurnemanz de Ludwig Weber (existe grabación pirata del acto II en el sello Legato Classics). El insigne wagneriano Rudolf Kempe dirige en esta ocasión, aceptando el reto del Festival de Bayreuth de esos años, donde se estaban logrando resultados incomparables en el Festival Escénico Sacro con Wieland Wagner y Hans Knappertsbusch, como sucedió también con su Anillo de 1957 que ya hemos visto en estas páginas. Su dirección lírica, comedida, cuidadosa, ligera y revelando hasta el mínimo detalle del tejido orquestal, podríamos decir que Antony Hermus ROMANTICISMO A LA HOLANDESA WAGENAAR: Obertura de La fierecilla domada. Verano de la vida. Saúl y David. Intermezzo romántico. El viaje marino de Frithjof. NORDWESTDEUTSCHE PHILHARMONIE. Director: ANTONY HERMUS. CPO 777 479-2 (Diverdi). 2008. 50’. DDD. N PN No se puede considerar una sorpresa, porque Johan Wagenaar (1862-1941), dentro de lo que es la escuela musical holandesa, es uno de los nombres que suenan. Tanto es así, que incluso Riccardo Chailly, cuando era titular del Concertgebouw de Ámsterdam, consideró oportuno dedicarle un monográfico, grabado por Decca en 1990. Pero ello no significa ni mucho menos que sea un compositor popular, ni siquiera hoy, cuando asistimos a la recuperación de otros maestros de esa nacionalidad como Julius Röntgen. Por ello, sólo cabe dar la bienvenida a este magnífico registro de algunas de sus obras orquestales, cuya escucha de inmediato era la opuesta a la monumental, profunda y hasta filosófica de Kna, aunque esos detalles sean difíciles de apreciar en una discreta grabación que no hace del todo justicia al encomiable trabajo de Kempe. Karl Liebl, el Parsifal de esta representación, buen actor y con notables medios (no es, de todas formas, ni Windgassen ni Vickers), saca adelante a su personaje con inteligencia y poderío dramático. Gerda Lammers tiene momentos soberbios, especialmente los de contenido fuertemente dramático (tampoco es Martha Mödl ni Christa Ludwig) junto a otros realmente prosaicos (cuando, por ejemplo, dice “Ich bin müde” (Estoy cansada) en el acto I, parece cualquier cosa menos convincente). Frick es un notable Gurnemanz, aunque no da la impresión de que le interesen mucho las historias que cuenta, especialmente la narración del acto I, donde da muestras de cierto aburrimiento (con Solti, once años después, conseguiría uno de sus indiscutibles logros en este papel). Wächter es un ligero aunque sentido Amfortas, en excelente estado vocal, mientras que Otakar Kraus cumple sin problemas despierta la necesidad de conocer páginas nuevas, de seguir ahondando en este legado. Como en tantos otros casos, no estamos ante un compositor que abriera nuevos horizontes al arte de los sonidos, sino ante uno de ésos que cimentan la cultura musical de un país al hacer suyas las corrientes internacionales de su tiempo, asimilarlas y mostrarlas con un acento nuevo y adaptado a su tierra. La base en este caso es la tradición romántica germana, pero la frescura, la luminosidad y la elegancia de los pentagramas de Wagenaar son propios, y dan a sus partituras una personalidad que nunca suena impostada y que arrastra por su inmediata expresividad. Incluso páginas como el Intermezzo romántico (1894) o la fantasía Verano de la vida (1902), cuyos títulos suenan a pastiche amable e inofensivo, muestran una inventiva inagotable apoyada en el calor melódico y en una sensibilidad instrumental que no está muy alejada de la de un Berlioz. Eso por no hablar del con el malvado Klingsor, uno de sus papeles emblemáticos. Correctos los comprimarios, así como el coro y la orquesta. En conjunto, en suma, una notable representación, pero habiendo tanta jurisprudencia (varios registros de Knappertsbusch en el Festival de Bayreuth, la citada versión de Solti en estudio o la de Kubelik también en estudio), el trabajo de Kempe se queda en un relevante segundo plano (de todas formas, la crítica inglesa que tan entusiasta se mostró con el plúmbeo Reginald Goodall en su versión de Parsifal en este mismo teatro, podía tomar nota de lo que es capaz de hacer un verdadero artista en el Covent Garden). Enrique Pérez Adrián WEINGARTNER: Concierto para violín. SCHUBERT-WEINGARTNER: Sinfonía en mi mayor. LAURENT ALBRECTH BREUNINGER, violín. SINFÓNICA DE LA SWR DE KAISERSLAUTERN. Director: ALUN FRANCIS. CPO 999 424-2 (Diverdi). 2007. 68’. DDD. N PN fulgurante encanto que rezuma La fierecilla domada (1909) o el punzante dramatismo del poema sinfónico Saúl y David (1906). Sólo en El viaje marino de Frithjof (1886) la huella del romanticismo de Liszt y sobre todo Wagner es más evidente y literal. La música, pues, es sensacional, y la interpretación del joven Antony Hermes no le va a la zaga. Su interpretación es exultante, poderosa, de aquellas que creen firmemente en lo que tienen entre manos y lo abordan con auténtico entusiasmo. Un disco al que hay que hacerle sitio ya en toda discoteca. Juan Carlos Moreno No podemos presumir en estas páginas de haber tratado excesivamente bien a Felix Weingartner (1863-1942) en su faceta de compositor. Como hemos ido repitiendo a medida que CPO iba presentando nuevos volúmenes de sus sinfonías, su música demuestra una sólida cultura y unos gustos heterogéneos, pero sin trascender sus modelos: un poco de Wagner aquí, un coral bruckneriano allá, un ritmo de danza alla Schubert… Sin embargo, nada de eso vale ante este Concierto para violín en sol mayor op. 52, una obra que de la primera a la última nota es pura inspiración y fantasía; una fiesta violinística que Weingartner compuso para Fritz Kreisler y que incomprensiblemente resta desconocida a pesar del entusiasmo con que fue recibida en su estreno en octubre de 1912. La partitura lo tiene todo para seducir y atrapar a solistas y oyentes, gracias a una música impulsiva y vitalista. La claridad formal se alía aquí con la naturalidad y la elegancia de la expresión, incluso en el Caprice saboyard que cierra 95 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 96 D D I SI CS O C O S S WEINGARTNER-RECITALES el concierto y en el que Weingartner se lanza sin remilgo alguno a una auténtica y sensual kermés. Sólo por la media hora que dura esta obra ya estaría justificada la adquisición de este disco. Como complemento, se ofrece el arreglo que el director realizó en 1934 de la Sinfonía en mi mayor (1821) de Franz Schubert, de la que el vienés sólo llegó a orquestar la introducción del primer movimiento y a bosquejar los otros tres. La pasión de Weingartner por el creador de Viaje de invierno, tan evidente en su Sinfonía nº 6 “Trágica” ya comentada en esta misma sección, encuentra aquí otra ocasión de manifestarse. Y lo cierto es que su trabajo se escucha con interés, aunque no sea un dechado de fidelidad musicológica… Para eso, mejor acudir a la edición de Brian Newbould grabada por Neville Marriner en Philips. Las versiones son irreprochables, sobre todo la del concierto, llevada por un entusiasmo contagioso. Juan Carlos Moreno WESTHOFF: Seis Partitas para violín sin acompañamiento de bajo. GUNAR LETZBOR, violín. ARCANA A 354 (Diverdi). 2009. 63’. DDD. N PN 96 L as Partitas (1696) de Johann Paul von Westhoff (1656-1705) eran bien conocidas, al menos en teoría, como antecedente de las Sonatas y Partitas de Bach desde que fueron redescubiertas nada menos que en 1974, pero este acercamiento discográfico resulta revelador de su verdadera importancia. Desde luego, Westhoff no llega tan lejos como Bach en la polifonía imaginaria, pero sus Partitas evidencian lo avanzando del arte del violín en el área germánica a finales del siglo XVII. Las piezas siguen todas una sencilla estructura de suite: Allemande, Courante, Sarabande y Gigue. En el aspecto técnico, no hay duda de que la propuesta de Westhoff consigue el objetivo que se propone, aunque en el estético, se queda muy lejos de lo que obtendrá Bach. Con todo, hay pasajes sensacionales, como la profunda Allemande de la Partita V o la emocional Sarabande de esta misma obra. Letzbor saca adelante de manera mucho más que correcta este desafío, ofreciendo un buen sonido general —aun con la tendencia un tanto Arturo Tamayo XENAKIS, DE LA A A LA Z XENAKIS: Obras para orquesta. FILARMÓNICA DE LUXEMBURGO. Director: ARTURO TAMAYO. 5 CD TIMPANI 5C1177 (Diverdi). 2000-2008. 300’. DDD. R PM El sello Timpani ha reunido en una sola caja los cinco discos que ha venido editando en estos últimos años con las obras para orquesta de Iannis Xenakis (1922-2001). La idea es oportuna, pues se tiene ahora la posibilidad de hacer un recorrido por todo el catálogo orquestal del autor grecofrancés con mayor facilidad. Solamente dos piezas, Nomos Gamma y Terretektorh, faltan de esta integral, grabada por una orquesta, la de Luxemburgo, que muy probablemente le debe a su inquieto y admirable director, Arturo Tamayo, esta iniciativa, modélica entre los proyectos discográficos de este tiempo, y que enlaza, de algún modo, con los ciclos que otras orquestas “periféricas” han dedicado a autores clave de la modernidad (se piensa en la integral de Scelsi a cargo de la Orquesta de Cracovia). La “estética Xenakis” comienza bien pronto a perfilarse, en cuanto el músico instala sus reales en Europa Occidental, a principios de los años 50, y crea masas llenas de “nubes de sonidos puntuales” (pizzicatos de cuerdas, golpes del arco sobre las cuerdas) en piezas como Metastaséis o Pithoprakta. Para conseguir esos efectos de masa, Xenakis recurre a los procedimientos de cálculo que las matemáticas y la tecnología, en aquellos momentos y en años sucesivos, ponen a disposición del compositor, en la seguridad, según Xenakis, chirriante que se observa a veces, caso, por ejemplo, de la áspera Gigue de la Partita IV—, limpias dobles cuerdas y logrados efectos de autoacompañamiento o incluso diálogo. Muy interesante en el plano histórico y perfectamente disfrutable en el musical. Enrique Martínez Miura de que nada se puede encontrar más lógicamente organizado en el mundo del pensamiento que las operaciones y las relaciones matemáticas. En el resultado sonoro, las obras de los inicios aún destilan mucha influencia del estilo predominante en la época, el puntillismo de raíz weberniana (Syrmos, ST/48, la misma Pithoprakta), mientras que solamente con la experiencia de los años, el material se vuelve más compacto, gana en rigor y alcanza cotas de enorme brillantez cuando los clusters de las cuerdas y los alaridos de los vientos emiten un tono especialmente obsesivo, como sucede en Roaï, Shaar, Jonchaies o Tracées, sin duda, los momentos más memorables de esta colección. En estas piezas, pero también en otras de los años 70 (Erikhton, Empreintes) y de los 80 (Horos, Ata), Xenakis muestra una salida airosa a la crisis de lenguaje después del desvanecimiento de la vanguardia de posguerra. Si un autor como Boulez trata el material desde el refinamiento de los timbres y la sofisticación tecnológica, Xenakis transporta al instrumental convencional la misma secuencia que ha elaborado en las piezas exclusivamente electrónicas (Bohor, Orient-Occident), con lo que obtenemos WHITE: Christe qui lux es et dies (I y IV). Ad te levavi oculos meos. Exaudiat te, Dominus. Miserere mei, Deus. Domine quis habitabit (III). Manus tuae fecerunt me. Lamentaciones a 6. GALLICANTUS. Director: GABRIEL CROUCH. SIGNUM SIGCD134 (LR Music). 2008. 73’. DDD. N PN un discurso compuesto por capas superpuestas o estratos de gran densidad, capaces de crear un movimiento incesante, vertiginoso, dentro de la obra. A diferencia de primer Ligeti, que se basa en la sugestión del cluster, y de Scelsi, que opta por una secuencia de tono más imperturbable, Xenakis parece adaptarse más a las sonoridades que ha aprendido de su experiencia electrónica, con lo que las masas de Ata, Horos o Roaï, discurren mucho más aceleradas, más abruptas, que las dispuestas por esos otros músicos. La escucha de las 23 piezas aquí reunidas permite observar de cerca esta aventura a través de los sonidos que un autor tan singular e influyente como Xenakis experimentara a lo largo de cinco décadas, desde la cierta sequedad de los comienzos, con Metastaséis, hasta el tono ciclópeo de muchas obras postreras (Aïs, Horos, Empreintes, la admirable Shaar), que dan la impresión de ser monolíticas sólo en un primer momento, pues, a medida que cobran cuerpo, se manifiestan enormemente expresivas. Estos bloques de sonidos largamente mantenidos (lo que emparenta a Xenakis con la técnica empleada por algunos de los más radicales minimalistas: Lucier, Young, Niblock) suponen una especie de cumbre de la tendencia que, en la música instrumental, se iniciara con Varèse: el deseo de construir una música totalmente refractaria a la alusión programática o sentimental: dominio de lo abstracto. Francisco Ramos Robert White forma parte de una generación perdida de compositores británicos de la época Tudor. Entre 1555 y 1562, su nombre aparece a menudo en los libros del Trinity College de Cambridge, primero como 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 97 D D I SI CS O C O S S WEINGARTNER-RECITALES corista a las órdenes de Thomas Preston y más tarde como uno de los cantores. En 1562 sucedió en la catedral de Ely a su suegro, Christopher Tye, como maestro de coro, puesto que en 1659 acabó desempeñando en la Abadía de Westminster. Aunque más joven que Tallis, White parecía sentirse más cómodo con las técnicas polifónicas más espaciosas de la generación anterior. Sin embargo, en vida gozó de gran consideración y, a pesar de no mediar la treintena en el momento de su muerte como consecuencia de una epidemia de peste, ejerció considerable influencia sobre la música británica posterior, por ejemplo, la de Byrd. Las cuatro parejas de voces masculinas (contratenores, tenores, barítonos y bajos) que forman el grupo Gallicantus, fundado en 2008, captan y transmiten la peculiar emoción de esta música honda y dolorosa pero siempre humana, en unas ver- siones preciosas por sus atractivos colores, transparente empaste, milimétrico ajuste y, en definitiva, musicalidad sustentada por una comprensión cabal de todos los elementos estilísticos. Especialmente las repetidas invocaciones finales a Jerusalén en las Lamentaciones son de esos momentos que van dejando al oyente cada vez con menos resuello. Alfredo Brotons Muñoz ZEMLINSKY: Lieder. HERMINE HASELBÖCK, mezzo; FLORIAN HENSCHEL, piano. BRIDGE 9244 (Diverdi). 2003. 53’. DDD. N PN E sta selección de Lieder de Zemlinsky se centra casi por completo en la juventud del compositor. Por una parte, los Lieder póstumos, publicados por Antony Beaumont en 1995, y poco conocidos aun hoy: Cinco Lieder con poemas de Paul Wertheimer y otros (1895-1896), Siete Lieder con poemas de Heine, Eichendorff y otros (18891890) y Dos Canciones de cabaret (1901). Se diría, sobre todo por los Lieder del segundo grupo, que Zemlinsky no fue discípulo de Brahms, sino del mismo Schubert. No por las canciones de cabaret, de ninguna manera. Las cosas cambian con el Op. 6, los Cantos-valses sobre poemas de Ferdinand Gregorovius. Ahora estamos en 1901, en la línea que va de Schumann a Brahms y hasta Wolf. La alianza entre Zemlinsky y Schoenberg ya es firme, pero la Escuela de Viena tarda en tomar forma. Por el momento, ahí está Mahler. Y también la joven Alma, esposa del maestro, fuente de amor y sufrimiento para Zemlinsky. Damos un salto y nos encontra- mos con una obra maestra, los Seis Cantos a partir de poemas de Maurice Maeterlinck, ese belga que por entonces parecía imprescindible. Es el comienzo de la larga etapa praguense del músico, y antes de la gran guerra. Estamos ante un disco exquisito que no se introduce en honduras de la estética de madurez del compositor, salvo con el Op. 13, pero que trae obras tempranas descubiertas muy tarde, más de un siglo después en su mayor parte. La voz de la mezzo austriaca Hermine Haselböck es bella, rutilante, con cierta estridencia, timbre penetrante, vigoroso vibrato. Haselböck es solista de oratorios y especialista en Lied. También en ópera, con papeles muy diversos, desde Dorabella hasta Merceditas (Carmen) y Hänsel. La acompaña con inspiración y acierto un gran pianista, Florian Henschel. Santiago Martín Bermúdez RECITALES Dietrich Fischer-Dieskau MÁS DEL BARÍTONO DEL SIGLO DIETRICH FISCHERDIESKAU. Barítono. Obras de Schubert, Schumann, Mendelssohn, Brahms, Mahler, Wolf, Strauss, Loewe, Wagner, Liszt y Cornelius. GERALD MOORE, HERTHA KLUST, SVIATOSLAV RICHTER, WOLFGANG SAWALLISCH, DANIEL BARENBOIM, ARIBERT REIMANN, HERMANN REUTER, piano. 11 CD EMI 4 58352 2. 1951-1978. 829’. ADD. R PM O tro memorable testimonio dedicado al barítono del siglo, en esta ocasión conmemorando el octogésimo quinto aniversario del cantante berlinés (1925) todavía felizmente vivo entre nosotros y al que EMI le felicita publicando este álbum de 11 CDs con las grabaciones más célebres a juicio de los responsables del sello británico. Aquí podemos encontrar reediciones de Schubert (4 CDs) con los tres ciclos de Lieder (Bella molinera, Viaje de invierno y El canto del cisne), los tres con Gerald Moore en grabaciones de 1961, además de un cuarto disco con diversos Lieder, 25 en concreto, nuevamente acompañado por Moore y ahora además por Karl Engel en grabaciones de 1951, 1955, 19571959, 1962 y 1965. También hallamos un CD dedicado a Schumann, publicado la última vez en la serie Great Recordings of the Century, con los dos Liederkreis op. 24 y op. 39 además de otros Lieder (34 en total) acompañado de nuevo por el efectivo Moore y también por Hertha Kulst (grabaciones de 1951, 1954, 1956 y 1964). Pasamos a Brahms con La bella Magelone en la legendaria interpretación con Sviatoslav Richter (1970), además del precioso Feldeinsamkeit con Barenboim (1972) y los Cuatro cantos serios con Sawallisch (1973). El séptimo disco está enteramente dedicado a Mahler y es Barenboim el irreprochable acompañante pianístico en todos los Lieder, 18 en total entre los que encontramos los cuatro Fahrenden Gesellen, nueve de los Knaben Wunderhorn y los cinco Rückert Lieder (grabaciones de 1978), debiendo anotar en el debe un punto de amaneramiento expresivo por parte del barítono, aquí no tan indiscutible como en otras aproximaciones a estas mismas obras con otros acompañantes (Furtwängler, Bernstein). Los Lieder de Wolf y Richard Strauss llenan el contenido de los discos 8 y 9, siempre con el incombustible Moore de acompañante (grabaciones de 1957, 1959, 1960, 1967-1970) y el décimo disco está compuesto por Lieder de Cornelius (6), Loewe (5), Mendelssohn (7), Wagner (1) y Liszt (4) con Moore, Sawallisch, Reimann y Reutter de acompañantes (grabaciones de 1966-1967 y 1970-1971). El disco undécimo y último incluye dos entrevistas de Jon Tolansky hechas al barítono en 2000 y 2005 con ilustraciones musicales que incluyen Lieder de Schubert, Grieg y Wolf y dos fragmentos del Otello verdiano en la grabación con sir John Barbirolli además de Revelge de Mahler con George Szell. En suma, amplia panorámica de esta voz inolvidable (creo recordar que es el artista que más discos ha grabado, y siempre con un nivel canoro y expresivo excepcional). El álbum viene acompañado por un libreto en el que se detallan las obras interpretadas, los acompañantes y las fechas de grabación, además de un artículo de Nicholas Marston sobre Dieskau en los tres idiomas habituales. El disco 11 permite visualizar en formato PDF todos los textos cantados y su traducción francesa e inglesa. Por tanto, documento cultural e histórico imprescindible para cualquier amante de la canción de cámara. Enrique Pérez Adrián 97 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 98 D D I SI CS O C O S S RECITALES LLUÍS CLARET. Violonchelista. Obras de Cassadó, E. Casals, Guinjoan, Brotons y popular. VERSO VRS 2084 (Diverdi). 2009. 55’. DDD. N PN La homogeneidad, belleza y ductilidad del sonido del violonchelo de Lluís Claret siempre han sido características de su arte, a las que cabe añadir la adaptación al estilo en cada ocasión, la musicalidad y el buen gusto. Todo ello queda de manifiesto también en el presente CD, en el que el intérprete andorrano nos invita a un recorrido por el violonchelismo catalán con la figura de Pau Casals como referencia. Incluye el programa partituras de Gaspar Cassadó y Enric Casals, discípulo y hermano del músico de El Vendrell, respectivamente, y de Joan Guinjoan y Salvador Brotons, representantes de dos generaciones más recientes pero plenas ya de prestigio y composiciones de calidad en su haber. Y entre las dos primeras y las dos últimas obras, el popular y anónimo Cant dels ocells, que tanto difundió por todo el mundo Pau Casals y del que Lluís Claret hace, a nuestro juicio, tal vez la mejor versión conocida. El andorrano nos va trasladando desde la pieza de Cassadó, Suite para violonchelo (1926), con claras influencias de la música andaluza y catalana, hasta la de Salvador Brotons, Sonata op. 104 (2005), que el autor imagina como una subida a una montaña, con la correspondiente bajada y la inclusión de una marcha fúnebre de gran intensidad dramática. En medio, la Suite en re menor (1973) de Enric Casals, de inspiración bachiana y escrita a la memoria de su hermano, y Elegía (Monodia), de 1996, que Joan Guinjoan escribió en un solo movimiento recordando la muerte de su madre. Todo ello a través de un delicado, limpio y sensible tocar pleno de sentimiento. La grabación está hecha en un escenario excepcional: la hermosa Abadía de Fontfroide, Narbonne, en Francia. José Guerrero Martín 98 Felicity Lott, Graham Johnson UN LUJO FELICITY LOTT. Soprano. Llamadme Flott. Canciones de Bush, Poulenc, Britten, Hoder, Gounod, Hahn, Saint-Saëns, Bridge, Hopkins, Coward, Kern, Bring, Barber, Berlin, Porter, Musto, Ware, Bliss, Berners, Flanders y Swan, Novello y Hupfield. GRAHAM JOHNSON, piano. CHAMPS HILL CHR D 003 (LR Music). 2009. 75’. DDD. N PN L a Dama, bien querida y requerida entre nosotros, es conocida en el mundo musical como, familiarmente, Flott. Desde su debut en 1975 ha desarrollado una variada prestación en plataformas de concierto y escenarios de ópera y opereta. Aquí nos propone, desde su lozana madurez, una velada en casa, compuesta por 27 piezas breves, de ésas que, con tanta gracia, suele brindar como propinas en sus actuaciones mayores. Hay en el menú de todo un poco: canciones de comedias musicales, romanzas de salón del tardo romanticismo francés (si se quiere incluir a Poulenc en la categoría), cantinelas victorianas, travesuras irónicas, ráfagas de cabaret elegante, aires de inspiración popular. Lott renueva legalmente el tópico de que no hay formatos menores para una gran artista. La tesitura es limitada y permite que luzca un timbre esmaltado y parejo, dominado enteramente con astucia, donde abundan las frases de impecable legato, la contenida plena voz y las medias voces acariciantes, siempre en armonía con una dicción clara y de variadísima intención, desde una langui- dez sentimental hasta un apicarado acento de sutiles dobles sentidos. En fin: un regalo de lujo para los amigos que pueblan el imaginario y señorial salón de la Dama. Si hay un pianista a la altura, que canta con ella, la escucha, la espera, la secunda y cobra protagonismo en preludios y posludios, es el magistral míster Johnson. Blas Matamoro Danielle De Niese PRUEBA SUPERADA DANIELLE DE NIESE. Soprano. Álbum Mozart. Páginas de Las bodas de Fígaro, Così fan tutte, Idomeneo, Don Giovanni, Il re pastore, Bella mia fiamma, addio, Exsultate jubilate, Oh temerario Arbace!, Laudate Dominum. BRYN TERFEL, barítono. APOLLO VOICES. THE AGE OF ENLIGHTENMENT. Director: CHARLES MACKERRAS. DECCA 478 1511 (Universal). 20082009. 66’. DDD. N PN T ras el recital dedicado a Haendel (no en vano es una Semele o una Cleopatra distinguidas) esta deliciosa soprano da cuenta de otro de los compositores pilares en su repertorio, Mozart. Acompañada ahora por otro director y otra orquesta de similar e incuestionable nivel, con semejante soporte instrumental De Niese vuelve a conquistarnos con su musicalidad y su juego dramático que, todo sea también dicho, se multiplica cuando se la ve en directo, tales son su belleza, la facilidad de meterse en la piel de los personajes y la capacidad de hacer todo lo que se le pida en escena (salvo cuando cae en manos de ciertos no citables incompetentes, como es el caso de su Susanna o Despina de la Nederlandse Opera). El repertorio mozartiano aquí reunido se corresponde a sus medios de lírica tirando a soubrette, de argénteo y homogéneo colorido, arriesgándose un poco con la Elvira de Ah fuggi il traditor. Riesgo superado con creces, aunque pueda pensarse que el personaje dramáticamente pida una mayor entidad sonora. Afinación impecable, superación de exigencias (agudos, coloratura en el Exsultate), registro desahogado, lecturas dentro de la mejor tradición mozartiana, temperamento (Bella mia fiamma, addio!, recitativo de Ilia), dicción impecable (dato a considerar tratándose de una norteamericana de origen australiano), son impresiones que sin problemas surgen de la escucha de este cuidado disco. Para Susanna ha elegido el aria alternativa a Deh vieni no tardar, o sea, Al desio di chi t’adora escrito a la intención de Ferrarese, vocalmente bastante más difícil que la página original, donde De Niese sigue el ejemplo iniciado por Janet Baker y retomado por otras colegas de importancia (Bartoli, Kozena, Ziesak o Fleming). De Niese está aquí dominante, pero mucho más encantadora queda como Aminta de Il re pastore o Ilia de Idomeneo. En la Despina de Una donna a quindici anni demuestra que es hoy una de las selectas intérpretes del rol. Con un entusiasta Terfel, con el que coincidió como Barbarina en Las bodas de su debut en el Met en 1998, entra en un mano a mano fascinante cual Giovanni y Zerlina del La ci darem la mano. Buen colofón el del Laudate Dominum, con la impagable presencia de las Apollo Voices, para una entrega que redondea el retrato profesional de tan sustanciosa cantante. Fernando Fraga 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 99 D D I SI CS O C O S S RECITALES PIERRE FOURNIER. Violonchelista. Obras de Brahms, Kodály, Debussy y Chaikovski. FRANZ HOLETSCHEK, piano. ORFEO C 798 091 B (Diverdi). 2009. 74’. ADD. N PM Por la época en la que la Radio austríaca guardó este debut de Fournier en el Festival de Salzburgo, el violonchelista galo actuaba con frecuencia con nuestra Orquesta Nacional. Su aspecto señorial y atemperado se confirmaba en los conciertos, en los que afloraba una expresividad excepcional y la profunda calidez de su juego instrumental. Pierre Fournier apareció tardíamente en Salzburgo; a sus cincuenta y dos años (en agosto de 1958), y en verdad el debut merecía la pena que se conservara. Ciertamente, en la Sonata nº 2 de Brahms hay un cierto pugilato para lograr el acoplamiento entre los dos instrumentistas, pero ya en el Adagio affettuoso se logra la conjunción en trazos de muy alta calidad camerística. Lo asombroso viene en la Sonata para violonchelo solo de Kodály, terrible para el instrumentista, y que aquí es desplegada con la máxima calidad y sin un solo titubeo. Una prueba terrible que se nos da de forma arrebatadora. ¿Y cómo no iba a trazar este francés una buena Sonata debussyana? Así lo hace, aunque quede desangelado el piano, como sucede a lo largo del disco debido a la calidad de la toma de sonido. Se cierra el recital con la página de Chaikovski, las Variaciones Rococó, también muy bien tocada y abrochada por ambos intérpretes con verdadero entusiasmo. Merece la pena el disco aunque contuviera sólo la obra de Kodály. José Antonio García y García VINCENZO LA SCOLA. Tenor. Omaggio a Puccini. Páginas de Le villi, Edgar, Manon Lescaut, La bohème, Tosca, Madama Butterfly, La fanciulla del West, Il tabarro, Gianni Schicchi y Turandot. SINFÓNICA METROPOLITANA DE TOKIO. Director: MARCO BOEMI. DENON CC-SAOO4 (Diverdi). 2007. 62’. DDD. N PN Vincenzo La Scola es un tenor italiano que ha realizado una interesante carrera, con una voz Irmgard Seefried LOS COLORES DE UNA VOZ IRMGARD SEEFRIED. Soprano. Obras de Cornelius, Brahms, Wolf, Kienzl, Mozart, Schubert, Marx y Strauss. LEOPOLD LUDWIG, VIKTOR GRAEF, ERIK WERBA, piano. ORFEO 598 091 (Diverdi). 1943-1952. 67’. ADD. H PM La Radio austríaca ORF nos trae en esta ocasión de la mano del sello alemán Orfeo varias grabaciones no publicadas anteriormente protagonizadas por la célebre soprano vienesa Irmgard Seefried en los años 1943 a 1952, esto es, de los 24 a los 33 de su vida, en plena juventud de la cantante, 29 lieder y canciones de los autores que se reseñan traducidos por Irmgard en sus comienzos, cuando su voz estaba fresca, firme, bien emitida, con una gama de colores increíble y en condiciones óptimas para resolver sin ningún problema cualquiera de las páginas incluidas en este CD, por no hablar de su introspección y profundidad expresiva, así como su inmaculada dicción. El repertorio cuenta con Lieder y canciones muy conocidos (La trucha, de Schubert, la Canción de cuna, de Brahms, o Morgen, de Richard Strauss) junto a otros que son novedad en la discografía de la cantante (Las canciones de la novia, de Cornelius) o a otros más que se publican por estos pagos por primera vez (Lieder de Joseph Marx y Wilhelm Kienzl). La cantante está acompañada por los tres pianistas expertos en estas lides que se reseñan, especialmente el conocido Erik Werba. El sonido es monofónico, pero claro, homogéneo y equilibrado, y el libreto trae el acostumbrado y documentado artículo de Gottfried Kraus en alemán y su traducción inglesa. En suma, un documento imprescindible de esta gran cantante de Lieder, junto a Schwarzkopf, Grümmer y quizá Jurinac, las cuatro cantantes de cámara más distinguidas del pasado reciente. Indispensable para los amantes del género. Enrique Pérez Adrián Trío Oistrakh TRES COLOSOS TRÍO OISTRAKH. Obras de Haydn, Beethoven, Schubert, Schumann, Mendelssohn, Chopin, Brahms, Dvorák, Smetana, Ravel, Chaikovski, Glinka, Rimski-Korsakov, Taneiev, Rachmaninov y Shebalin. SINFÓNICA DE LA RADIO DE MOSCÚ. Director: ALEXANDER ORLOV. 10 CD BRILLIANT 9101 (Cat Music). 1947-1958. 684’. ADD. R PE Recogidas alrededor del ecuador del pasado siglo, estas grabaciones dan muestra de la colosal estatura artística de estos tres rusos que allá por 1940, en plena dictadura soviética y con toda una Segunda Guerra Mundial en su apogeo, decidieron juntarse para demostrar que la música estaba muy por encima de las miserias de aquel mundo. Seguramente ninguno de ellos necesite presentación: no la necesitarán Sviatoslav Knushevitski (contemporáneo estricto de Shafran) y Lev Oberin, y menos aún David Oistrakh, el rey de todos los violinistas, que dio su nombre al trío. Para lo bueno y para lo malo, las interpretaciones tienden a la uniformidad estilística, pero son el reflejo de una época y por lo tanto parte de la historia. Desde luego, ahora ya nadie toca así, con esa intensidad, esa temperatura, esa profundidad emocional y esa densidad dramática. A partir de ahí, se puede o no obviar el Haydn (Tríos Hob. XV:28 y Hob. XV:27) y se puede o no valorar desde los patrones actuales. Lo mismo pasa con el Trío en la menor de Ravel, que parece exponerse desde unos trazos excesivamente gruesos. Muy subjetivas son también las versiones del Triple Concierto y los Tríos Tercero y Cuarto de Beethoven, si bien las preferencias se inclinan sobre el último por el mayor equilibrio de planos sonoros. Schubert aparece con la necesaria carga poética (prodigioso el solo de Knushevitski en el Andante con moto en el Segundo Trío), en tomas muy deficientes. A su vez, Schumann, Mendelssohn, Chopin y Brahms suenan agitados, sutiles, fogosos, delicados o apasionados según se mueva la música, tal vez con exceso de vibrato en algunos puntos (como en el Adagio sostenuto del Trío chopiniano) y a menudo con el sonido del violín indisimuladamente sobredimensionado. El lirismo sigue fluyendo después en el Tercero y el Cuarto de Dvorák para adquirir un semblante conmovedor en el Trío en sol menor de Smetana. Aun así, todo ello parece sólo preludiar la llegada de los autores rusos en los tres últimos discos, donde se alcanzan en términos de hondura trágica y veracidad idiomática unos niveles verdaderamente extraordinarios. Ya sea en el Trío en re menor de Glinka, en el Trío en la menor de Chaikovski o en el Trío en re menor de Rachmaninov, la música se revela penetrante, elegíaca y desoladora hasta extremos abrumadores. Y no hay duda: más de cincuenta años después, estas interpretaciones señeras, libres y soberanas permanecen inalcanzables. Asier Vallejo Ugarte 99 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 100 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS de gran belleza tímbrica, un canto carnoso por su luminosidad y un estilo interesante, que, como es lógico ha evolucionado de una voz lírica y a la vez penetrante, con un repertorio afín, donde prodigaba su buena técnica y musicalidad, a un instrumento más denso que le llevaba a un repertorio más spinto, con un estilo distinto a su concepción del canto. Ahora, después de una larga carrera ha grabado en Tokio este disco, dedicado a Giacomo Puccini, del que podemos oír fragmentos de todas sus obras, que tienen unas exigencias distintas y unos planteamientos vocales muy variados. El estilo de La Scola cumple en Le villi y Edgar, se adapta más a las dos primeras arias de Manon Lescaut que a la del tercer acto, consigue mejores resultados en La bohème y Madama Butterfly, que en Tosca o La fanciulla del West, queda limitado en Il tabarro, pero su línea es interesante en Gianni Schicchi, al igual que en Turandot donde su buen fraseo destaca en Non piangere Liù, faltando intensidad expresiva en el repetido Nessum dorma. La parte orquestal está a cargo de la Sinfónica Metropolitana de Tokio, bajo la dirección de Marco Boemi, en versiones correctas, siendo protagonistas en los fragmentos de “La tragenda”, de Le villi y el Intermedio de Manon Lescaut, con resultados algo más intensos. Albert Vilardell VARIOS vale de fuentes obviamente hispánicas, algunas beneficiadas por la popularidad (Andalucía, Malagueña). Moreau Gottschalk titula su tríptico Piezas criollas y caribeñas para piano, que incluyen algo criollo, algo negro y algo “grotesco”, con habilísima imitación del rasgueo del banjo. El virtuoso del piano fue una suerte de Liszt viajero y pintoresquista, como aquí se acredita. Por fin, Ginastera, el único argentino, con una obra precoz (tenía diecinueve años al componerla), las Tres danzas argentinas, donde ya expone su perspicaz síntesis de expresionismo europeo y citas folclóricas de la tierra, Prokofiev y Bartók al gauchesco modo, si se quiere. En mayor formato, cierra el programa su Sonata op. 22, riquísima en timbraciones, atmósferas y dificultades virtuosísticas. El conjunto, pues, busca raíces fundadoras de lo criollo en lo español, a partir de un americano, pasa por el exotismo romántico europeo y desagua en uno de los grandes latinoamericanos, capaz de devolver a Europa la herencia transfigurada de su música. Schellenberger está estupenda en todos los registros, desenfadada de expresión, opípara de recursos, suntuosa de empuje sonoro. Su Lecuona, pintado de colores cálidos, baila como todo un ballet. Gottschalk rezuma vituosismo y poderío en el cordaje. Ginastera tiene lo que pide: exasperación expresionista, introversión, canto y ritmo. Toda una referencia en unas obras trajinadas que exigen un empleo muy calificado para justificarse. Blas Matamoro EDICIÓN SEMPEROPER. Germán Gan Quesada COSMOS. Obras de Bartók, Crumb, Eötvös, Kurtág y Stockhausen. GRAUSCHUMACHER PIANO DUO. NEOS 20802 (Diverdi). 2007. 58’. SACD. N PN D esde 100 reverberante, nos ofrece algunas composiciones directa o tangencialmente relacionadas con tan afortunado tópico. Entre las primeras, y como centro del programa, la versión para dos pianos de Kosmos (1961-1999), de Eötvös, imaginativa ecfrasis sonora del Big Bang articulada como creación de sucesivos planos acústicos apoyados en timbres inusitados, como el inicial remedo del címbalon, y en estratos acordales y rítmicos casi messiaenescos, las cuatro “danzas cósmicas” de Celestial Mechanics (Makrokosmos IV), fechadas en 1979, que trascurren entre la brutalidad de Alpha Centauri y la misteriosa delicadeza de Beta Cygni o Delta Orionis, y cuatro de las conocidas melodías de ingeniosa construcción del ciclo zodiacal Tierkreis (1975-1976), de Stockhausen, cuya referencia nos lleva a lamentar que el segundo cuaderno del mencionado Makrokosmos, doble recorrido por el círculo del Zodiaco, esté concebido para piano solo… Frente a la inmensidad cósmica, los ritmos (Ostinato) y juegos polifónicos del “pequeño cosmos del hombre”, representados por siete piezas para dos pianos del Mikrokosmos bartókiano, llaman a una expansión del límite físico que alcanza su sublimación en los seis enigmáticos aforismos recogidos del ciclo Játékok, de Kurtág, iniciado en 1973: ¿cómo no sentir la nostalgia de infinito de “Spiel mit dem Unendlichen”, el inefable misterio de “Blumen die Menschen…”, la eterna danza congelada de “Sternmusik”? Una propuesta, en definitiva, tan estimulante en lo intelectual como gozosa en lo puramente estético… los albores del pensamiento filosófico, la “armonía de las esferas” ha ocupado un lugar preeminente en numerosos relatos cosmogónicos; la creación del siglo XX no ha sido ajena a esta intuición de una magna música universal y este registro del dúo GrauSchumacher, tan poderoso en la interpretación como en la toma de sonido, luminosa y justamente DANZAS ARGENTINAS. Obras de Lecuona, Gottschalk y Ginastera. CLAUDIA SCHELLENBERGER, piano. AVI 8553199 (Harmonia Mundi). 2009. 56’. DDD. N PN A pesar del título —debido al imperialismo argentino, del que me excuso opinar por las generales de la ley— este compacto incluye una variedad que, al margen de la fórmula, está bien atada por un hilo rojo. En efecto, la Suite española del cubano Ernesto Lecuona, deudora y en buena ley, de la estética y el pianismo de Albéniz, se VOL. I. Páginas de óperas de Mozart, Beethoven, Smetana. Nicolai, Flotow, Rossini, Verdi, Puccini, Dvorák, Chaikovski, Giordano y Strauss. SOLISTAS, CORO DE LA ÓPERA ESTATAL Y STAATSKAPELLE DE DRESDE. Directores: JOSEPH KEILBERTH, RUDOLF KEMPE, HANS LÖWLEIN, KURT STRIEGLER, GERHARD LENSSEN. 3 CD + DVD PROFIL PH 10007 (Diverdi). 1945-1950. 235’. Mono/ADD. H PM I nteresante álbum de 3 CDs más DVD, que nos trae información de las primeras grabaciones radiofónicas hechas en Dresde después de la Segunda Guerra, esto es, a partir de 1945, todas ellas operísticas. Lo más impactante es la calidad sonora de la espléndida Staatskapelle, que parece que no le había afectado en absoluto la difícil época que reflejan estas grabaciones. Después encontramos a conocidas voces de la época en espléndidas condiciones técnicas y artísticas (Christel Goltz, Hans Hopf, Bernd Aldenhoff, Elfride Trötschel, Kurt Böhme, Gottlob Frick, Lisa Otto y un abundante etcétera) cuya única pega es que todo lo que cantan es en alemán, lo mismo Mozart y Dvorák que Verdi, Puccini, Smetana o Chaikovski, siguiendo la costumbre de la época. De todas formas, una información de indudable valor histórico y documental que recomendamos sin dudar para todos los buenos operistas. Los directores (Kempe y Keilberth entre los mejores y más conocidos) bordan sus respectivos cometidos. Las grabaciones son excelentes, de envidiables claridad y definición en un buen sonido monofónico. El DVD que completa esta antología, nos habla de la ciudad de Dresde en 1945, una apocalíptica y desolada ruina, que motivó que todos los habitantes que quedaban en la ciudad tomasen cartas en el asunto, se concienciasen y espontáneamente comenzasen a trabajar con entusiasmo en su reconstrucción. También Keilberth nos habla de su Hora cero, de sus “Años de Dresde”, lo mismo que Christel Goltz y su Salomé, o Lisa Otto y sus recuerdos en la escena de la Semperoper. También hay un Bonus, Elfride Trötschel cantando la Canción a la luna de Rusalka de Dvorák (con dirección de Kempe). El problema de este interesante DVD es que está enteramente narrado en alemán, sin ningún subtítulo (más que alguno ocasional en inglés), por lo que su difusión en nuestro país se verá seriamente limitada. El álbum viene acompañado con un lujoso libreto de 241 páginas que nos informa en alemán (aquí también con traducción inglesa) de todo lo concerniente a Dresde, la situación de la ciudad, su ópera, su orquesta, los cantantes, etc. En suma, completísimo álbum hecho con la proverbial seriedad germánica, con abundante información histórica, descriptiva y gráfica. Lástima que todas las óperas estén cantadas en alemán y que el DVD solo esté narrado en ese idioma sin ningún subtítulo. A pesar de todo, recomendable para buenos operistas. Enrique Pérez Adrián 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 101 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS LIBROS DE MÚSICA PARA VIHUELA. Obras de Milán, Narváez, Mudarra, Valderrábano, Pisador, Fuenllana y Daza. MASSIMO LEONARDI, vihuela. STRADIVARIUS STR 33784 (Diverdi). 2007. 62’. DDD. N PN S on todos los que están y, por una vez, están todos los que son. Nos referimos a los libros de música para vihuela de Luis de Milán, Luis de Narváez, Alonso Mudarra, Enríquez de Valderrábano, Diego Pisador, Miguel de Fuenllana y Esteban Daza, que pasaron por la imprentas españolas entre 1532 y 1576. Una breve pero intensa vida tuvo el instrumento, cuyo uso se limitó al dado por los compositores e intérpretes españoles, mientras en el resto de Europa su lugar era ocupado por el laúd. Massimo Leonardi ha seleccionado entre todos ellos 29 piezas, siendo los mejor representados los libros de Milán, Narváez y Mudarra, pero ninguno de los siete está ausente. También figuran representaciones de los diferentes géneros característicos: fantasías, pavanas, glosas, diferencias y trascripciones o tabulaturas de obras de polifonía vocal sacra o profana e incluye también sus propios arreglos para vihuela sola de las canciones acompañadas por este instrumento Paseábase el rey moro de Narváez y La mañana de San Juan de Pisador. Como era previsible en una selección de este tipo, Leonardi se ha inclinado por incluir algunas de las más conocidas del repertorio, como la llamada Canción del Emperador, tabulatura de la chanson de Josquin Mille regretz, así como las diferencias sobre Guárdame las vacas, ambas de Narváez, o bien la Fantasía que contrahaze la harpa en la manera de Ludovico de Mudarra, por no citar más que unos pocos ejemplos, aunque sumamente notables. Por cierto, esta última pieza goza de una interpretación sensacional y lo mismo puede decirse de todas las incluidas en el disco, que además es poseedor de un excelente sonido. ¿Qué podemos decir de una grabación de estas característi- Thomas Zehetmair DOBLE TALENTO THOMAS ZEHETMAIR CON LA NORTHERN SINFONIA. Obras de Sibelius y Stravinski. AVIE AV2150 (Gaudisc). 2009. 74’. DDD. N PN E ste discípulo de Nikolaus Harnoncourt nos ofrece en la presente grabación su doble faceta de violinista y director al frente de la orquesta de la que es Director Musical. Propone un Sibelius lleno de sentido, aunque provisto de una diafanidad que se empaña tantas veces a base de pretendidas brumas y nebulosas. Su música aquí es más clara y directa sin que en ningún momento se desvirtúe por la búsqueda de una pretendida atmósfera. cas? Pues que es sumamente recomendable para aquellos que no conozcan el repertorio o para los que posean una escasa representación del mismo en su discoteca, que será la mayoría, ya que se echa de menos una edición sistematizada de los libros de música para vihuela, conjunto que constituye una de las más notables joyas musicales del llamado Siglo de Oro español, sin lugar a duda la más específica de todas las que durante él se generaron. José Luis Fernández RESISTENCIA ESPIRITUAL. Música de Theresienstadt. Obras de Haas, Berman, Krása, Ullmann, Schul y Klein. WOLFGANG HOLZMAIR, barítono; RUSSELL RYAN, piano. BRIDGE 9280 (Diverdi). 2008. 75’. DDD. N PN Fue el campo modelo de los nazis, el gueto al que Hitler y sus secuaces llevaban a la prensa internacional para mostrar al mundo lo bien que trataban a los judíos. Y parece que la mentira caló hondo, pues apenas nadie alzó la voz para criticar lo Nos da el Zehetmair director prueba de su maestría obteniendo de la orquesta uno y mil matices, planos e interlocuciones: cuidadas dinámicas, con huída del trazo grueso y naturalidad de exposición, hacen dos ejemplos de frescura y detalle en sus interpretaciones tanto de la Sinfonía nº 3 en do mayor como de su hermana la Sinfonía nº 6 en re menor op. 104. Y se hermanan de algún modo estas sinfonías, ya que son infrecuentemente interpretadas en las salas de concierto de nuestro país. Junto a ellas, el violinista vierte el Concierto para violín y orquesta en re mayor de Stravinski con claridad, fuerza y contraste modélicos. Deja, que, simplemente, era una estación de paso hacia los campos de exterminio de Auschwitz… Hoy Terezín (o Theresienstadt en su denominación germana) es un tranquilo pueblo a unos sesenta kilómetros de Praga que conserva su estructura de fortaleza dieciochesca. Los niños juegan en su plaza, pero basta dar un pequeño paseo para que el recuerdo del horror aparezca aquí y allá. La visita a su museo acabará de poner imágenes y sonidos a todo lo que allí se vivió entre 1941 y 1945. En sus diferentes salas se aprecia cómo los deportados judíos de Terezín hicieron todo lo posible para mantener su dignidad como seres humanos, levantando una ficción de cotidianidad en la cual la cultura jugó un papel esencial. La cultura y, sobre todo, la música, pues aquí rápidamente se estableció una pequeña orquesta dirigida por Karel Ancerl y llegaron a organizarse incluso representaciones de cámara de títulos operísticos como La novia vendida de Smetana, por no hablar de los estrenos de la pléyade de compositores que acabaron en este gueto, como Viktor Ullmann (1898-1944), Pavel Haas (18991944), Hans Krása (1899-1944), Zikmund Schul (1916-1944), Gideon Klein (1919-1945) o Karel Berman (1919-1995), el único superviviente del grupo, quien ya pues, constancia de que no es un advenedizo en ninguno de los dos campos que transita en este registro. Es además, el disco, generoso en duración, y la orquesta está exultante, de modo que la recomendabilidad es total. José Antonio García y García en libertad no sólo recordó aquella época en sus composiciones, sino que también luchó por dar a conocer las de sus compañeros en su faceta de bajo. De él se ofrece aquí Reminiscencias (1938-1945), una suite para piano concebida como una secuencia de reflexiones autobiográficas, que impacta, más que por los pentagramas propiamente dichos, por todo lo que se desliza entre ellos de añoranza, dolor y denuncia. El resto del programa está compuesto por piezas vocales, la mayoría de las cuales fueron escritas en Terezín, como las Cuatro canciones de la lírica china de Haas, El hombre y su día de Ullmann o las Tres canciones de Klein. Hay en estas partituras elementos judíos, y también reminiscencias del Janácek más visionario, del modernismo de la Segunda Escuela de Viena… Todas ellas muestran la riqueza de ideas y estilos de una generación extraordinaria truncada por la guerra y la barbarie, a la vez que transpiran el deseo imposible de escapar a la realidad del campo por medio del arte. Es el suyo un legado único, un tesoro que conviene no olvidar nunca, y que Wolfgang Holzmair y Russell Ryan nos sirven con absoluto respeto y compromiso. Un disco necesario. Juan Carlos Moreno 101 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 102 D V I SD C O S D 102 BEETHOVEN: CRÍTICAS de la A a la Z D V D BEETHOVEN-VARIOS Fidelio. MELANIE DIENER (Leonore), ROBERTO SACCÀ (Florestan), LUCIO GALLO (Pizarro), ALFRED MUFF (Rocco), SANDRA TRATTNIGG (Marzelline), CHRISTOPH STREHL (Jaquino), KRESIMIR STRAZANAC (Don Fernando). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. Director musical: BERNARD HAITINK. Directora de escena: KATHARINA THALBACH. Director de vídeo: FELIX BREISACH. OPUS ARTE OA 1023 D (Ferysa). 2008. 150’. N PN A medio camino entre la monumentalidad de un Furtwängler y la tan personal, incluso casi íntima y atenuada de Harnoncourt, lectura de Haitink tiene la solidez y la profundidad propias de alguien que mantiene con la partitura una constante y renovada atención. Tiempos en general tendentes a la lentitud (puede que a veces demasiado lentos) y una sonoridad tan compacta como cuidadosa del detalle van elaborando una construcción directamente fijada en la grandiosidad de la escena conclusiva, en una tensión que va creciendo paulatina y coherentemente. Cuadro que encuentra una verdadera anticipación en la formidable ejecución de la Leonore nº 3. Responden subyugados por la enérgica magia de la batuta; mejor la orquesta, de un nivel importante (tan trabajada por selectas y diferenciadas personalidades) que el robustecido coro de la Opernhaus. Diener en su debut de Leonore sale adelante con respetable dignidad, aunque en el más exigido momento del aria, la prudencia y la habilidad no logran del todo ocultar los problemas que le plantean los recovecos y luego los agudos de la página. Algo que se evidencia después cuando la voz necesita de nuevo fuerza y empuje en la escena de la mazmorra. Su presencia escénica y su capacidad actoral trabajan a su favor. El Florestan de Saccà, que opta por el Gott! inicial en forte, suena con noble lirismo; algunas oscilaciones en el sonido y la agobiante sensación de que no es la voz que corresponde a la parte, no impiden disfrutar de su acertado e intenso fraseo. Gallo, muy aplaudido al finalizar su escena de presentación, oculta sus carencias instrumentales con un retrato de malvado que a menudo roza la caricatura, algo que quizás no sea del todo culpa suya. La veteranía de Muff y la frecuentación del papel juegan a su favor; pese a que se echa de menos en él un centro de bajo más definido, su retrato de Rocco merece respeto. Muy claro (y juvenil) pero suficiente el Don Fernando de Strazanac. La parejita “singspieliana”, Trattnigy y Strehl, fijos como Muff en la compañía zuriquesa, cuentan con partes cómodamente instaladas en su vocalidad (ella soubrette; él ligerillo), con lo cual no es posible decir nada negativo de ambos, igualmente creíbles comediantes. En general, todos responden a la minuciosa dirección de actores de Thalbach, que además de enseñarles a moverse por la escena, les exige un texto de prístina y masticada dicción. Su concepto, inspirado en los magníficos grabados carcelarios de Piranesi (decorados de su colaborador habitual Ezio Toffolutti), responde al contenido de la ópera. El vestuario que parece de diversas épocas probablemente simboliza que la historia que se cuenta es universal e intemporal. Fernando Fraga CIMAROSA: Il matrimonio segreto. CINZIA FORTE (Carolina), PRISCILLE LAPLACE (Elisetta), DAMIANA PINTI (Fidalma), ALBERTO RINALDI (Il signor Jerónimo), ALDO CAPUTO (Paulino), MARIO CASSI (Il Conte Robinson). OPERA ROYAL DE WALLONIE – LIEGE. Director musical: GIOVANNI ANTONINI. Director de escena: STEFANO MAZZONIS DI PRALAFERA. DYNAMIC 33631 (Diverdi). 2008. 155’. N PN La carrera de Domenico Cimarosa fue espectacular e Il matrimonio segreto, su obra emblemática, gozó de un gran éxito desde el estreno y, aunque se sigue representando, su frecuencia va disminuyendo. Es una pena porque se trata de una joya por la música y también por el texto capaz de desarrollar una acción llena de situaciones graciosas, con una comicidad preciosista. La partitura demuestra una inspiración continuada, un sentido de la melodía y un profundo dominio orquestal, de una sutil elegancia. El director de escena Stefano Mazzonis di Pralafera, a la vez director de la Opera Royal de Wallonie, se implica profundamente en el estilo, a partir de un decorado brillante y detallista, y nos plantea una versión llena de vigor, con una definición clara de los personajes, contrastando la forma de ser de las dos hermanas, especialmente Elisetta y su caracterización y también diferenciando la actitud de los personajes bufos. La dirección musical está a cargo de Giovanni Antonini, especialista en música barroca, que consigue una versión detallista, ágil y transparente, contando con un equipo de cantantes entregados, con la pizpireta Cinzia Forte, el buen hacer de Alberto Rinaldi y un conjunto correcto de cantantes. Albert Vilardell DONIZETTI: L’elisir d’amore. MARÍA BAYO (Adina), ROLANDO VILLAZÓN (Nemorino), JEAN-LUC CHAIGNAUD (Belcore), BRUNO PRATICÒ (Dulcamara), CRISTINA OBREGÓN (Giannetta). CORO Y ORQUESTA DEL GRAN TEATRO DEL LICEO. Director musical: DANIELE CALLEGARI. Director de escena: MARIO GAS. Director de vídeo: XAVI BOVÉ. VIRGIN 2672790 (EMI). 2005. 152’. N PN E xitosa producción de Gas, que del Liceo viajó a otras ciudades españolas, siempre con evidente buena acogida. Ambientada muy bien (el vestuario de Marcelo Grande merece igualmente el elogio) en un medio urbano en época seguramente mussoliniana en vez del rural que describe el libreto, Gas ha hecho un cuidado trabajo con los cantantes, coro y comparsería, encontrando a menudo soluciones acertadas para definir y resolver las situaciones. Pese a todo, hay momentos en que el montaje queda demasiado recargado hasta agobiar un tanto. Villazón, pese a que su canto puede ser susceptible de mejora (él, a su personal manera, es capaz de matizaciones y regulaciones), se hace al público ya desde Quanto è bella, culminando faena con una doble Furtiva lagrima emocionante. El tenor se apodera de la escena (en este caso de la pantalla, con la cámara de Bové que parece seguirle entusiasmada), se mete en el papel y su simpatía, encanto y ternura le permiten definir un Nemorino inolvidable, fenomenal, de similar manera al ofrecido precedentemente, en DVD desde la Ópera de Viena 2007. Bayo, con la voz adecuada para 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 103 D V D BEETHOVEN-VARIOS Adina, bella y resplandeciente de sonido, mucho mejor en los cantables (ahí está un delicioso Prendi l’anel) que en los recitativos, se le echa en falta, y eso se nota más al lado de su compañero tenoril, mayor naturalidad, más gracia, frescura, charme. Chaignaud pone un físico y unos modales muy oportunos para dar forma a Belcore; el canto y los medios no están en muchos momentos a esa altura. Praticò en su repertorio de base, fiel a sí mismo, Dulcamara ya bien rodado, sale adelante sin duda, por oficio y experiencia. Obregón es una Giannetta excelente, muy por encima del nivel habitual. Callegari dirige con el brío, la sapiencia y la variedad de registros (líricos, cómicos) que necesita esta genial operita. Fernando Fraga MASSENET: Thaïs. RENÉ FLEMING (Thaïs), THOMAS HAMPSON (Athanaël), MICHAEL SCHADE (Nicias), ALAIN VENHES (Palémon). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN NUEVA YORK. Director musical: JESÚS LÓPEZ COBOS. Director de escena: JOHN COX. Director de vídeo: GARY HOLVORSON. DECCA 074 3355 (Universal). 2008. 138’. N PN U na década después de haber grabado la obra en estudio, la pareja Fleming-Hampson nos ofrece esta lectura en vivo. Un montaje del veterano Cox donde la sobriedad de elementos decorativos se enriquece con un uso brillante del color y la luz. Cada escenario está bien definido y los actores se ven dirigidos con parsimoniosa aunque convincente actitud. Si el final, con la protagonista ya entronizada en un altar, puede quedar algo kitsch, todo ello es un poco consecuencia lógica de lo anteriormente visto. Llama la atención el vestuario de la soprano, firmado por el famoso diseñador Christian Lacroix, dato que siendo anecdótico no pasa inadvertido. Es elegante, desde luego, y realza la figura, muy estilizada en esta ocasión, de la cantante. Fleming, pasando por alto esos peculiares arrastres en el legato que de vez en cuando estropean su canto, está francamente bien. Bella, como se sabe, la voz está manejada con atención al matiz sin olvidar la musicalidad y finura de la melodía massenetiana. Además, se atreve con el agudo alternativo del aria. Cuidadosa asimismo de la parte escénica, su ya experimentada en teatros Thaïs resulta totalmente convincente, incluido el aspecto físico: está bellísima y por ello ayuda a disfrutar de su más bien morigerada sensualidad. El juego con el compañero barítono funciona perfectamente, con un momento cumbre en la espléndida escena del oasis. Un Hampson que, cuando calienta la voz, profundiza un Athanaël pocas veces escuchado tan convincentemente descrito, con una dicción francesa modélica. El Nicias de Schade, sin estar mal, queda un tanto anodino, casi rozando el anonimato. Al contrario de Vernhes, quien da suficiente relieve a Palémon. Albine es una digna Maria Zifchak; las dos esclavas (Alyson Cambridge y Ginger Costa-Jackson) son muy monas y se cimbrean muy bien por la escena; Leah Partridge puede con las coloraturas insinuantes de La Charmeuse, mientras una bailarina de vientre (Zarah Hashemian) corea sus gorgoritos. Sin embargo, no se incluye el ballet. López Cobos dirige con su habitual destreza y claridad y, en este caso, muy atento al escenario. Una seria competencia, por no entrar en mayores detalles, a las anteriores propuestas existentes en DVD, la bien operativa de Pizzi en La Fenice de 2002 y la contemporánea turinesa de Stefano Poda, de fascinante pero rara, incluso turbadora teatralidad. Fernando Fraga VARIOS KARAJAN Y LA FILARMÓNICA DE BERLÍN EN TOKIO. Obras de Wagner, Strauss y Beethoven. DYNAMIC Historical Document 33644 (Diverdi). 1957. 60’. Mono. H PN Este es el principio de la obsesión de Karajan por las películas musicales, cuando se dio cuenta en una gira por Japón de que sus conciertos podían llegar a millones de personas gracias a la televisión con todo lo que ello supo- nía en todos los aspectos. Este documento recoge el concierto dado el 3 de noviembre de 1957 en la Sala de la NHK de Tokio y filmado y grabado por la citada Nippon Hoso Kyokai (la Corporación de la Radiodifusión y Televisión de Japón). Las versiones no aportan nada nuevo al oyente experimentado que conozca el modus operandi de este director, aunque se puede observar una mayor espontaneidad del maestro (ya empezaba a dirigir con los ojos cerrados, aunque sólo en ocasiones) y una mayor naturalidad en la música, si bien la absoluta precisión ya era una seña de identidad de la Filarmónica de Berlín y de su titular de entonces. La calidad de visión y sonido no tiene nada que ver con las películas musicales de hoy, incluso hay momentos (algunos breves instantes en el primer movimiento de la Quinta de Beethoven) en los que vemos varias imágenes fijas por errores en la filmación original. En fin, para los interesados en esta clase de documentos históricos, puede ser una película de interés, siempre relativo dada la insuficiencia técnica y dado también el enorme número de películas posteriores en excelentes condiciones de visión y sonido que tanto Karajan como los berlineses tienen en su haber de estas mismas obras. Enrique Pérez Adrián VLADIMIR ASHKENAZI, MAESTRO MÚSICO. Un film escrito y dirigido por CHRISTOPHER NUPEN. ALLEGRO A 09CN D (Ferysa). 2008. 160’. N PN Son numerosos los filmes musicales de Christopher Nupen. Además, Nupen se muestra encendido partidario del formato DVD como transmisor de contenidos artísticos y culturales. Lo explica muy bien en este DVD que comentamos. En él, se reproduce un viejo documental de hace cuarenta años con el joven Ashkenazi, su esposa islandesa y sus hijos, su repertorio de entonces, y sobre todo la explicación de su raíz rusa: Vladimir Davidovich Ashkenazi, ruso y judío, reclama esas raíces como esenciales para su formación. Pero también considera que la educación rusa desconfiaba o minimizaba a los grandes compositores de Occidente, desde Bach hasta el propio Beethoven. Es el Ashkenazi de 1968, en gira por Bélgica, o en grabaciones con Perlman (Sonata de César Franck) o ensayos con Barenboim (La consagración de la primavera, piano a cuatro manos; ojo: no es para dos pianos). Ver a todos estos músicos, tan jóvenes, y mirándolos desde nuestra perspectiva, resultan sorprendentes algunas cosas. Por ejemplo, los prejuicios que señala Ashkenazi sobre los críticos occidentales hacia el intérprete ruso: que si el alma eslava, que si el toque oriental, que si no es del todo así porque viene del Este… Hoy ya no vemos las cosas de este modo. Quiero creer que un crítico se sonrojaría al escribir tópicos por el estilo. Estamos acostumbrados, en vivo y en registro, a que a Beethoven lo haga todo el mundo como es debido, lo cual no quiere decir que se hagan interpretaciones estándar, ni mucho menos. Sino que cada cual tiene algo que decir a propósito de esa “cosa” tan objetiva que es la partitura, y que acaso ese algo tenga que ver con su cuna, casta, procedencia, nación o tribu. Nupen extrae casi diez minutos de música de otros films suyos para mostrarnos a Ashkenazi como director de orquesta (Respighi, Musorgski, Sibelius, Chaikovski). Esto sería una especie de segundo film, o de intermedio entre el anterior de finales de los 60, con Ashkenazi como pianista; y el siguiente, que es una amplia explicación de las Variaciones Corelli op. 42, de Rachmaninov, a cargo de Ashkenazi, a veces motivado en su modestia natural por las cuestiones que plantea Nupen. Una explicación tras la que llega una magistral lectura de esta obra final de Rachmaninov, en Lugano, en los 70. A estas dos películas y media de desentrañamiento y disfrute musical (por decirlo así) hay que añadirle una galería publicitaria que es una delicia, porque es una referencia a la colección de Allegro Films. Nupen es un cineasta extraordinario que une su capacidad artística a su amor por la música. Este es uno de esos films espléndidos de la serie a él debida. Santiago Martín Bermúdez 103 254- sin publi DISCOS 22/6/10 12:56 Página 104 ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS 104 Albéniz: Iberia. Pizarro. Linn. 76 Bach: Clavierübung. Weimann. Atma. . . . . . . . . . . . . . . . . .76 — Misa en si menor. Mields, Kobow, Kooij/Brüggen. Glossa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77 — Misa en si menor. Dubosc, Bowman, Padmore/Christophers. Coro. . . . . . . . . . . . .77 — Pasión según San Juan. Sandhoff, Türk, Mertens/Hempfling. AVI. . . . . . . . . . . . . . . . . . .77 — Pasiones. Cantatas. Herreweghe. H. Mundi. . . . . . . . . . . .75 — Suites para violonchelo. East. Red Priest. . . . . . . . . . . . . .77 — Variaciones Goldberg. Halls. Linn. . . . . . . . . . . . . . . . . . .76 Barbirolli, John. Director. Obras de Bax, Delius y otros. EMI. 67 Beethoven: Fidelio. Diener, Saccà, Gallo/Haitink. Opus Arte. . .102 — Sinfonías 1, 6. Rudin. Fuga Libera. . . . . . . . . . . . . . . . .78 Berlioz: Sinfonía Fantástica. Salonen. Signum. . . . . . . . .78 Blancafort: Música para piano. vol. 5. Villalba. Naxos. . . . .78 Blasco de Nebra: Obras para piano. vol. 2. Piquero. Columna Música. . . . . . . . . . . . . .78 Boccherini: Cuartetos op. 8. Artaria. Columna Música. . .78 Boesmans: Tunes. Octors. Cyprès. . . . . . . . . . . . . . . . .79 Brahms: Concierto para piano 2. Angelich/Järvi. Virgin. . . . . .80 — Quinteto con piano. Varios.62 — Sonatas para violín y piano. Mutter/Orkis. DG. . . . . . . .80 Chaikovski: Conciertos para piano. Hough/Vänskä. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .81 — Iolanta. Kalinina, Eisen, Kuznetsov/Vardanian. VAI. . . . .70 — Lago de los cisnes. Pletnev. Ondine. . . . . . . . . . . . . . . .79 Chopin: Nocturnos. Yundi. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . .80 — Obra completa para piano. Shebanova. Dux. . . . . . . . .80 Cimarosa: Matrimonio segreto. Forte, Laplace, Rinaldi/Antonini. Dynamic. . . . . . . . . . .102 Claret, Lluís. Violonchelista. Obras de Cassadó, Guinjoan y otros. Verso. . . . . . . . . . . . .98 Contemporary Sound. Obras de Nono, Maderna y otros. Maderna. Wergo. . . . . . . . .66 Corelli: Conciertos para flauta. Steger/Cummings. H. Mundi.81 Cosmos. Obras de Bartók, Crumb y otros. Grauschumacher. Neos. . . . . . . . . . . . .100 Danzas argentinas. Obras de Lecuona, Gottschalk y Ginastera. Schellenberger. AVI. . .100 Daugherty: Jackie O. McAndrew, Sourouzian, Alberghini/Franklin. Dynamic. . . . . . . . . . . .69 Debussy: Imágenes. Märkl. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . .68 — Imágenes. Bernstein. Unitel.68 — Mar. Krivine. Timpani. . . .68 De Niese, Daniele. soprano. Obras de Mozart. Decca. . .98 Donizetti: Elisir d’amore. Freni, Alva, Bruscantini/Cillario. Glyndebourne. . . . . . . . . . .81 — Elisir d’amore. Bayo, Villazón, Chaignaud/Callegari. Virgin. . . . . . . . . . . . . . . . . .102 Dvorák: Poemas sinfónicos. Mackerras. Supraphon. . . . .82 — Réquiem. Stoyanova, Vogt, Quasthoff/Jansons. RCO. . .83 — Sinfonía 9. Norrington. Hänssler. . . . . . . . . . . . . . . . . . .81 Edición Semperoper. Obras de Mozart, Beethoven y otros. Varios. Profil. . . . . . . . . . .100 Feo: Pasión según san Juan. Schleifer, Adam, Guadagnini/ Ghielmi. Passacaille. . . . . .82 Ferguson: Sonata. Terroni/Peaceman. Naxos. . . . . . . . . . . . .82 Fischer-Dieskau, Dietrich. Barítono. Obras de Schubert, Schumann y otros. EMI. . . . . . . .97 Fournier, Pierre. Violonchelista. Obras de Brahms, Kodály y otros. Orfeo. . . . . . . . . . . . .99 Franck: Quinteto. Schubert Ensemble. Champs Hill. . . .84 Furtwängler, Wilhelm. Director. Obras de Mozart, Schubert y otros. Tahra. . . . . . . . . . . . .72 Garbizu: Música para txistu y piano. Ansorena/Cendoya. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . .82 Gershwin: Rhapsody. Thibaudet/Alsop. Decca. . . . . . . . .83 — Rhapsody. Mayorga/Richman. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . .83 Giulini, Carlo Maria. Director. Obras de Bruckner, Musorgski y otros. Testament. . . . . . . .71 Gluck: Orfeo y Eurídice. Flórez, Garmendia/López Cobos. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .65 Golijov: Pasión según san Marcos. Rivera, Alvear/Guinand. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . . .84 Gordon: On Memory. Zolinsky. NMC. . . . . . . . . . . . . . . . . .84 Haendel: Arias. Cencic/Fasolis. Virgin. . . . . . . . . . . . . . . . .85 Haydn: Últimas palabras. Takács-Nagy. BMC. . . . . . .85 Hölszky: Tragödia. Debus. Wergo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .85 Howells: Obras corales. Nethsingha. Chandos. . . . . . . . .85 Hume: Passion & Division. Heinrich. Hyperion. . . . . . . . . . .86 Karajan y la Filarmónica de Berlín en Tokio. Obras de Wagner, Strauss y Beethoven. Dynamic. . . . . . . . . . . . . .103 Krenek: Vertrauenssache. Davidson, Narucki/Hall. Phoenix. 86 La Scola, Vincenzo. Tenor. Obras de Puccini. Denon. .99 Leoncavallo: I Medici. Domingo, Álvarez, Dessì/Veronesi. DG.87 Libros de música para vihuela. Obras de Milán, Narváez y otros. Leonardi. Stradivarius. . . . . .101 Lindberg: Graffiti. Oramo. Ondine. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .86 Lott, Felicity. Soprano. Obras de Bush, Poulenc y otros. Champs Hill. . . . . . . . . . . . . . . . . . .98 Lourié: Canciones y coros. Piliptchuk. Brilliant. . . . . . . . . . .86 Massenet: Thaïs. Fleming, Hampson, Schade/López Cobos. Decca. . . . . . . . . .103 Medtner: Concierto para piano 2. Sudbin/Llewellyn. BIS. . .87 Mendelssohn: Sinfonías para cuerda. Hofstetter. Orfeo. . .87 Mercadante: Pelagio. Polito, Finucci, Formaggia/Rivas. Dynamic. . . . . . . . . . . . . . .87 Messiaen: Veinte miradas al Niño Jesús. Bellheim. Neos. . . . .88 Meyerbeer: Crociato in Egitto. Maniaci, Ciofi, Vinco/Villaume. Naxos. . . . . . . . . . . . . .88 Mozart: Concierto para clarinete. Manasse/Schwarz. H. Mundi.88 Munch, Charles. Director. Obras de Barber, Brahms y otros. Tahra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .72 Neveu, Ginette. Violinista. Obras de Beethoven, Brahms y otros. Tahra. . . . . . . . . . . . .73 Nin Castellanos: Música para piano. Jones. Nimbus. . . . .89 Orff: Antígona. Mödl, Radev, Alexander/Sawallisch. Profil. . . . . . . . . . . . . . . . .88 Orquesta Nacional de Francia. Obras de Mozart, Beethoven y otros. Tahra. . . . . . . . . . . . .72 Prokofiev: Cuartetos. Pavel Haas. Supraphon. . . . . . . . .90 — Jugador. Didik, Opolais, Ognovenko/Barenboim. Cmajor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64 Purcell: Fantasías. Voix Humaines. Atma. . . . . . . . . . . . . .88 Raff: Sinfonías. Stadlmair. Tudor. . . . . . . . . . . . . . . .73 Resistencia espiritual. Obras de Haas, Berman y otros. Holzmair/Ryan. Bridge. . . . . . .101 Rihm: Musique creuse. Rundel. Neos. . . . . . . . . . . . . . . . . .89 Rimski-Korsakov: Noche de mayo. Ulianov, Polpudin, Vladimirskaia/Korobov. VAI. . .70 — Sadko. Atlantov, Milashkina, Arkhipova/Simonov. VAI. . .70 Roberts: Tristia. Kreutzer. NMC. . . . . . . . . . . . . . . .90 Rogier: Missa. Motetes. Trendell. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . .90 Satie: Gymnopedies. Morceaux. Labèque. KML. . . . . . . . . . .91 Scarlatti: San Filippo Neri. Nuvoli, Lazzara, Custer/Velardi. Brilliant. . . . . . . . . . . . .91 Schaffrath: Sonatas. Epoca Barocca. CPO. . . . . . . . . . .91 Scherchen, Hermann. Director. Obras de Haydn y Beethoven. Tahra. . . . . . . . . . . . . . . . . .72 Schubert: Cuartetos D. 173, 810. Mosaïques. Laborie. . . . . . .91 — Schöne Müllerin. Hendricks/Pöntinen. Arte Verum. . . . . . . . . . . . . . . . .91 Schumann: Novelletten. Kuijken. Fuga Libera. . . . . . . . . . . . .92 Seefried, Irmgard. soprano. Obras de Cornelius, Brahms y otros. Orfeo. . . . . . . . . . . . .99 Shostakovich: Sonata para violonchelo. Kanka/Klepác. Praga. . . . . . . . . . . . . . . . . . .92 Soler: Sonatas para clave. Vol. 2. Belder. Brilliant. . . . . . . . . .92 Spohr: Sinfonías 3, 6. Shelley. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . .92 Stäbler: Kybele. Robbert. Wergo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .92 Stojowski: Suite. Nalecz-Niesiolowski. Dux. . . . . . . . . . . .93 Strauss: Obras corales. Equilbey. Naïve. . . . . . . . . . . . . . . . .93 Stravinski: Bodas. Œdipus rex. Judoliev, Savova, Tinchenko/Gergiev. Mariinsky. . . . . . . . . . . . .93 Sullivan: Ivanhoe. Spence, Davies, Watson/Lloyd-Jones. Chandos. . . . . . . . . . . . . . .94 Telemann: Conciertos para flauta. Kossenko. Channel. .94 Thomas Zehetmair con la Northern Sinfonia. Obras de Sibelius y Stravinski. Avie. . . . .101 Toldrà: Obra para voz y piano. Mateu/Poyato. Columna Música. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .94 Tortelier, Paul. Violonchelista. Obras de Bach, Vivaldi y otros. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . . .67 Trío Oistrakh. Obras de Haydn, Beethoven y otros. Brilliant. 99 Van Beinum, Eduard. Director. Obras de Beethoven y Schumann. Tahra. . . . . . . . . . . .72 Vaughan Williams: Misa. Himnos. Brown. Naxos. . . . . . .94 Villa-Lobos: Sinfonías. Stadlmair. Tudor. . . . . . . . . . . . . . . . .74 Vladimir Ashkenazi, maestro músico. Nupen. Allegro. .103 Wagenaar: Saúl y David. Hermus. CPO. . . . . . . . . . . . . .95 Wagner: Parsifal. Frick, Wächter, Liebl/Kempe. Testament. . .95 Weingartner: Concierto para violín. Albrecth Breuninger/Francis. CPO. . . . . . . . . . . . . . .95 Wellesz: Sinfonías. St. Clair. CPO. . . . . . . . . . . . . . . . . .74 Westhoff: Partitas. Letzbor. Arcana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .96 White: Miserere. Crouch. Signum. . . . . . . . . . . . . . . . . .96 Xenakis: Obras para orquesta. Tamayo. Timpani. . . . . . . .96 Zemlinsky: Lieder. Haselböck /Henschel. Bridge. . . . . . . . .97 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 105 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD LA MÚSICA EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE IBEROAMÉRICA E n 1810 España seguía bajo el dominio francés y la Guerra de la Independencia era el marco en el que transcurría la vida de la ciudadanía. Era el mismo año, en el que las colonias iberoamericanas comenzaban a plantear, abiertamente, la necesidad de independizarse del largo dominio en el que el proceso de colonización las había situado. Mientras que en Argentina la revolución de mayo daba lugar al surgimiento del estado, en México, el sacerdote y militar Miguel Hidalgo instaba al levantamiento el 16 de septiembre apoyando el movimiento independentista. Los gritos de libertad se escuchaban a ambos lados del Atlántico acompañados con cantos patrióticos, que fueron lentamente dejando paso a los himnos nacionales, y a la búsqueda de manifestaciones musicales marcadas por rasgos de identidad propios, que encontraron en la danza y el folclore sus raíces. Sin embargo, la liberación de la dominación política española fue dejando paso a otras formas de colonización cultural asentadas en modelos estéticos europeizantes, en los que la música francesa y en particular la italiana se convirtieron en un factor determinante en la creación musical de los nuevos estados iberoamericanos. Ivanpascual.co Begoña Lolo 105 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 106 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD LA INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS IBEROAMERICANAS Y LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA IDENTIDAD MUSICAL Muy temprano, apareció en las orillas del Plata el espíritu innovador […]. El momento era oportuno. La guerra de la independencia había terminado; y despojadas nuestras liras de la pasión guerrera que las ennoblecía y nacionalizaba, necesitaban armonizar su entonación con el estado de nuestro pueblo, que apuraba el cáliz de la desgracia y estaba menesteroso de doctrina y de verdad. Poesías de Adolfo Berro N 106 o cabe duda que el Descubrimiento de América ha tenido una lectura histórica poco conciliadora para la intervención de España en el Nuevo Mundo, acusada por algunos de exterminadora de la identidad de los pueblos anexionados, ha sido para otros la heroína que culturizó al pueblo americano, siendo evaluado el descubrimiento como uno de los grandes hitos de nuestra historia. Esta falta de unanimidad es todavía hoy largamente debatida y lo seguirá siendo en el futuro. El imperio que la monarquía hispana construyó más allá de las fronteras europeas, en los territorios americanos, supuso para la dinastía de los Austrias un símbolo de poder incuestionable en el mundo, que se basaba en una forma de articulación de reinados que reproducían el mismo sistema de gobierno, religión, política, derecho, administración, costumbres y gustos estéticos que el existente en la corte española. Dentro de este modelo cortesano la música fue un factor determinante durante la colonización. En los primeros momentos como vehículo en los procesos de evangelización, los principios de la nueva religión fueron enseñados con la ayuda del canto recogido en los catecismos musicales, posteriormente se convirtió en un elemento clave en la culturización de los territorios anexionados. La introducción de géneros y gustos procedentes de la música religiosa, el teatro lírico, la danza y la música instrumental sirvieron para reproducir las costumbres, a la vez que las formas de sociabilidad y de cultura de la corte española en los virreinatos americanos. Todo este elaborado sistema de gobierno entró en crisis a finales del siglo XVIII, la independencia de las colonias norteamericanas (1776), la Revolución Francesa (1789) y la difusión de las ideas ilustradas hicieron tambalear un imperio profundamente deteriorado. La normalidad de España era la mejor garantía para seguir manteniendo el gobierno de América y su conservación dependía de este difícil equilibrio, como así apuntaba a finales del siglo XVIII el arequipeño Moscoso y Peralta, arzobispo de Granada (Argentina). Ahora bien, esta estabilidad en la que debía asentarse todo el gobierno de las colonias americanas empezó a resquebrajarse nada más iniciarse el siglo XIX, en consonancia con la debilidad política existente en la corte española, crisis que tuvo su momento álgido durante la Guerra de la Independencia y en ese difícil periodo de tiempo, sabiamente denominado Gobierno Intruso (1808-1814), en el que España acabó dominada por los franceses y gobernada por el hermano de Napoleón Bonaparte, José I. Los mismos gritos que se escuchaban en las calles de las ciudades españolas contra el invasor francés, fueron los que a partir de 1810 se reprodujeron en las colonias iberoamericanas contra el largo dominio de España, como si de un efecto especular se tratase. A ambos lados del Atlántico se luchaba por la libertad y se luchaba cantando. La Independencia de México, Chile y Argentina que acompaña estas páginas son buena muestra de cómo se produjo este proceso y responden a un patrón de funcionamiento muy similar al que se puede observar en el caso de otras colonias como Venezuela, Colombia, Perú o Uruguay por citar algunos de los países mas significativos. Los procesos independentistas iniciados en 1810, se prolongaron con diferente intensidad a lo largo de la primera mitad del siglo y en todos ellos la música fue un elemento indispensable. De la exaltación a la apología en las canciones patrióticas durante la Independencia Dos ámbitos fueron especialmente sensibles en lo musical al proceso independentista, el de la canción patriótica y el del teatro lírico, ambos estrechamente ligados ya que muchas de las representaciones teatrales se empezaban o terminaban precisamente con la entonación colectiva de una canción patriótica, que insuflaba los ánimos de los asistentes y que por lo general era ya previamente conocida. Estas canciones una vez acabado el proceso de independización siguieron interpretándose durante muchos años en los teatros, en recuerdo de los acontecimientos históricos más relevantes, siendo posteriormente sustituidas por la interpretación del Himno Nacional, como así se seguía haciendo en Uruguay en la Casa de Comedias en 1848. Las canciones patrióticas, en primer lugar, y mas tarde los himnos nacionales se convirtieron en símbolos de una lucha que abogaba en definitiva por la libertad frente al opresor, sin dudarlo fueron uno de los vehículos fundamentales en todo el proceso de independencia en Iberoamérica y como voy a analizar un factor determinante en el arranque del proceso de construcción de una identidad propia. Uno de los primeros ejemplos de su utilización data del 25 de octubre de 1810, nada mas iniciarse los procesos independentistas, cuando Eusebio Valdenegro publicó en La Gazeta de Buenos Aires la canción que comienza: “Viva, compatriotas, nuestro patrio suelo…”. Estas canciones adquirieron desde el primer momento una función pedagógica en países en los que el analfabetismo era muy elevado, sus textos permitían conocer el avance y los logros en la contienda reflejando los momentos polémicos del conflicto, eran utilizadas tanto para desacreditar al enemigo, es decir a los conquistadores, como para enaltecerlos en los primeros años de transición, ritualizaban la mayoría de los acontecimientos de la contienda, a la vez que elevaban a la categoría de héroes a los grandes jefes militares y rendían culto a la memoria de los soldados fallecidos. Las canciones estuvieron presentes en las ceremonias más significativas buscando la complicidad política, a la vez que el sentimiento de fraternidad y unión frente al enemigo. Pero estas canciones fueron también la expresión cultural de la guerra, una forma de comunicación a la vez que de interpretación de la propia historia, tanto de la pasada como sobre todo de la que se esperaba construir en el nuevo proyecto independentista, cargado de un gran sentimiento patriótico. 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 107 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD La misma división interna que existía en España entre los partidarios de la llegada de los franceses y los defensores del legítimo trono de Fernando VII, se reprodujo en los primeros años de la Guerra en los virreinatos, apoyándose a uno u otro bando con canciones patrióticas de diferente coloratura según las ideas e intereses de quienes las cantaban, al igual que se hacía en la corte española. En 1808 se defendía en Lima la pervivencia de la monarquía con canciones como el Viva, compatriotas, el mismo año se cantaba a dúo en el Teatro Santa Fe de Colombia “saladas coplas y fandanguillos” en los entreactos de la comedia El rey pastor, que conmemoraba el triunfo de los españoles en Buenos Aires. Las canciones laudatorias defendiendo el gobierno de los monarcas hispánicos siguieron entonándose en Montevideo, a pesar del levantamiento de armas de José Artigas, al menos entre 1810-1830, alcanzando su momento álgido en 1816, las canciones políticas abiertamente críticas con el conquistador tuvieron su marco cronológico entre 18301860, siendo 1843 el momento de mayor apogeo en este país. Ahora bien estas canciones, independientemente del país en el que se produjesen, eran modelos que reproducían tanto en el texto como en la música a grosso modo los ya existentes en el Viejo Mundo, modelos que se estaban utilizando precisamente en la Guerra de la Independencia en España. En torno a 1808 se editaba en Cádiz la Colección de canciones patrióticas hechas Retrato de Fernando VII, obra de Francisco de Goya. en demostración de la lealtad española en que se incluye también la de la nación inglesa de guerra civil en Iberoamérica, entre los partidarios de titulada El God Seiv de Kin, una compilación de folletos seguir fieles a la monarquía española y los revolucionarios individualizados que fueron publicados sueltos, con una que abogaban no sólo por la independencia, sino sobre orientación claramente antifrancesa, sin ninguna conexión todo por un nuevo modelo de gobierno que ya no se podía temática. En esta colección se recoge toda la tipología de asentar en la tradición del antiguo régimen. Esta situación escritos que en estos momentos sirvieron como vehículo de confrontación llevó en muchas ocasiones a la delación, de difusión de una ideología política a los que se les puso precisamente por la utilización de canciones patrióticas que música, desde canciones patrióticas, marchas, octavas, abogaban en sus textos por la defensa de las ideas de uno u varias colecciones de seguidillas, cachuchas, jácaras, otro bando, evidenciando cómo la música se convirtió en coplas, romances, etc., algunos de sus textos con variantes un elemento estratégico en la guerra. El 11 de diciembre de sirvieron de modelo de inspiración en el Nuevo Mundo 1812, la Gazeta de Caracas publicaba el testimonio de José siendo sustituido literariamente el sentimiento antifrancés María Cordero, relatando las amenazas que había recibido por el antiespañol, tal y como se puede observar en el por ser considerado por los patriotas como notorio realista siguiente caso publicado en el periódico La Aurora de “con motivo de la Jura y publicación de la Constitución, ha Montevideo, el 1 de febrero de 1823. cantado en público canciones alusivas a tan sagrados objetos”, a la vez que se dejaba constancia de las indicaciones Colección de canciones patrióticas que había recibido su esposa: “que nada adelantaba el A las armas corred, españoles declarante en estar cantando las expresadas canciones, de la gloria la aurora brilló: cuando mañana o en otro día se había de mudar el GobierLa nación de los viles esclavos no, y volver a la independencia”. sus banderas sangrientas alzó Era la lucha política a través de las ideas que difundían las humildes canciones patrióticas, como exponía el mismo (Cádiz 1808) año, 1812, D. Genaro Ponce de León, alférez de fragata en Caracas “en las concurrencias a las canciones públicas que La Aurora se han hecho con motivo de la jura y proclamación de la Orientales corred a las armas: Constitución, ha visto el descontento que manifiestan notoEl momento de gloria llegó. riamente conocidos por desafectos al Gobierno de España”. Quien no quiera gemir en cadenas Pero era también este mismo año cuando la francesa Madavuele al punto a los campos de honor me Tapray organizaba en su casa de Caracas conciertos que terminaban con canciones patrióticas a favor de la indepen(Montevideo, 1823) dencia. Un año mas tarde, en 1813 y en el mismo país se interponía un proceso justamente a la inversa a José JoaLos primeros años del conflicto independentista generaquín de Liendo, presbítero español, por haber cantado canron un tipo de confrontación, que casi podría considerarse 107 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 108 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD ciones prohibidas desde el principio de la revolución, como la del Canto del club de los sin camisas, readaptación de la Carmañola americana, procedente a su vez de la Carmañola francesa que se había cantado durante la revolución y cuyo texto fue calificado de un insulto a la “madre primitiva” , no sin razón: Yo soy la sin camisa y sin calzones porque me lo han robado los españoles. Desde el punto de vista musical este tipo de canciones se inician con una breve introducción instrumental, a continuación un estribillo de carácter silábico con una extensión de unos 8-16 compases que es cantado en el tono principal, introduciendo a veces alguna modulación que concluye habitualmente en la dominante. La estrofa de mayor extensión solía tener entre 16 - 32 compases, según la dimensión del estribillo, empezaba musicalmente en la dominante para terminar en la tónica. La estrofa se solía construir bien con material temático del estribillo (A-A’-A), o con una nueva melodía (A-B-A), volviendo en ambos casos al principio, es decir al da capo. Como se puede observar una estructura sencilla de melodías pegadizas con alternancia de estribillo y estrofa, que facilitaba la memorización musical por parte del pueblo y la rápida comprensión del mensaje textual, que era en estos momentos el factor fundamental, esta práctica era la habitual en las canciones patrióticas que se entonaban en España. El advenimiento de la independencia conllevó también la aparición de los himnos nacionales, símbolos de la nueva identidad. Sólo diez días después de declarada la república en Perú el general José de San Martín convocaba concurso para la composición de una marcha nacional, que sería posteriormente el himno. Muchos de los músicos más importantes no participaron en el concurso ante la inestabilidad política, pero sí lo hicieron otros como Mariano Guapaya, José María Filomeno Cueva, Cipriano Aguilar, Juan Bautista Tena y Bernardo Alzedo que fue el triunfador, la mayor parte de ellos eran músicos peruanos y se habían educado con Aguilar que trabajaba en el convento de los agustinos, su estilo estaba muy influenciado por el operístico italiano que se había escuchado en los últimos años del siglo XVIII, fundamentalmente Paisiello y Cimarosa. Aguilar fue el compositor que sirvió de puente entre dos épocas la colonial y la republicana. Otra realidad sonora en el teatro lírico a través de la música popular 108 La dominación musical española fue dejando paso a la colonización de los estilos europeos, fundamentalmente francés e italiano, modelo este último que ya se había ido instaurando a finales del siglo XVIII en algunos países. Baste observar el nivel de recepción y circulación de las óperas de Rossini en Iberoamérica para comprender este proceso. El célebre tenor español Manuel García con su compañía de teatro lírico, estrenaba el 29 de noviembre de 1825 en el Park Theater de Nueva York El barbero de Sevilla de Rossini, dos años mas tarde representaba la ópera en México capital, ciudad en la que ya se habían escuchado los años precedentes La italiana en Argel en 1824, La urraca ladrona y Tancredo en 1825 y el propio Barbero en 1826, estableciéndose una devoción por el compositor de Pésaro que marcaría buena parte del discurso musical de la primera mitad del siglo en este país. Apenas siete años antes, en 1818, se había estrenado la obra en España, en el Teatro de la Santa Cruz de Barcelona y en 1821 en Madrid con un éxito rotundo como lo evidencian las 23 funciones en las que estuvo en cartelera. Era evidente que el éxito de la ópera Manuel García en Otelo, litografía de G. Englemann, 1821 rossiniana se dejaba sentir a ambos lados del Atlántico. Por las mismas fechas, el 3 de octubre de 1825, Miguel Vaccani y los hermanos Tanni representaban en Buenos Aires la primera ópera italiana en este país, que no era otra que El barbero de Sevilla de Rossini. El 28 de febrero de 1829 se escuchaba nuevamente esta ópera, pero en versión de concierto y adaptada al interpretarse solamente las arias, dúos, tercetos, sin la incorporación de los recitativos e intermedios instrumentales, era igualmente la primera ópera que se escuchaba en la Casa de Comedias de Montevideo (Uruguay), como preámbulo del Engaño feliz que se estrenó, esta vez sí, en la versión de ópera completa el siguiente año de 1830, consagrándose la figura de Rossini en Iberoamérica como la del gran operista italiano, su música fue determinante en la asimilación de modelos europeos. Insisto, era una nueva forma de colonización que ya no se establecía sobre la base de la imposición de la fuerza, sino sobre la dominación cultural a través de modelos estéticos europeizantes, en los que la ópera italiana fue determinante. Junto a esta vía, que marcó las primeras décadas de la independencia americana, un segundo camino se planteó como de urgente necesidad, la elaboración de un lenguaje propio en lo musical como forma de gestación de un planteamiento nacionalista. Este camino pasaba indubitablemente por la revisión de los valores propios que caracterizaban su música y que se asentaban en esta primera fase en las raíces folclóricas, en primera instancia a través de la danza y el canto popular, que fueron utilizados tanto en el teatro como en el propio campo de batalla. A finales del siglo fue el elemento indigenista el que determinó estos rasgos de identidad en lo musical, propuesta que se hizo extensiva al siglo XX y que sigue vigente con gran fuerza en la actualidad en la obra de muchos compositores latinoamericanos. Esta presencia de las raíces folclóricas dejó su huella en 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 109 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD Colección Museos Municipales Montevideo mucha de la documentación y de la prensa de la época. El 7 de agosto de 1819 tenía lugar la batalla de Boyacá, tras la cual se declaró de forma oficial la Independencia de Colombia, durante la misma un grupo de músicos bajo la dirección de José María Cancino animó a la tropa con la contradanza La vencedora. Por su vinculación con los independentistas Cancino fue condenado a servir en el batallón Numancia del que fue músico mayor hasta 1819, fecha en la que se fugó para pasar a servir en el batallón dirigido por Simón Bolívar. En la batalla de Ayacucho fue la Banda del batallón de Voltígeros la que interpretó un bambuco sureño bajo el título de La guanera, cuya autoría se ha atribuido a Nicolás Díaz, según refiere Manuel Antonio López en sus Recuerdos de la Guerra de la Independencia. Contradanzas, bambucos, canciones populares fueron las manifestaciones musicales que identificaron en estos primeros momentos el gusto musical de los primeros años de la vida republicana como formas de identidad propia, sus huellas fueron recogidas en el Cuaderno de guitarra de Carmen Caycedo y Jurado, nacida en 1818 e hija de Domingo Caycedo, presidente de la República Colombiana. La verdadera réplica llegó más tarde en países como Uruguay de la mano de la Bandera española de batallón de infantería, tomada en la Batalla de poesía gauchesca y en lo musical gracias al recurso de utiliAyohuma, en la Campaña de Independencia del Perú, 1813 zación de tres especies folclóricas de la canción danzada: el cielito patriótico, el pericón y la media caña política. propias de sus respectivas tierras que los identificase, era Este proceso de transformación también dejó su huella una práctica habitual en el género cuando se representaba de una forma tangible en el repertorio lírico y más concretaen los teatros madrileños, razón de más para pensar que se mente en la tonadilla escénica. Cuando este tipo de manidebió de hacer lo mismo cuando las obras se realizaban en festación de teatro breve estaba ya en proceso de desaparilos países americanos. ción en España, justamente al finalizar la Guerra de la IndeEstas tonadillas eran programadas junto a seguidipendencia, alcanzaba su momento de pleno desarrollo en llas manchegas, boleras de la caleta, cachuchas, jaleos y la Hispanoamérica, dejando un legado de incalculable valor famosa tirana del Trípili cantada independizada o dentro apenas estudiado. Recordemos que la tonadilla, obra de de la tonadilla Los maestros de teatro breve en un acto de corta la Raboso de Blas de Laserna, a duración que se representaba en la cual pertenecía. Era una prolos intermedios de las comedias, gramación plural que aglutinaóperas y restantes representaciones ba además de la música espateatrales con y sin música, se orgañola procedente del siglo nizaba a modo de sucesión de XVIII, a la propia del siguiente números no siempre construidos al siglo con la representación de hilo de una historia dramática desazarzuelas de Oudrid, Barbieri, rrollada. Este género había hecho Bretón, Soriano Fuertes y su furor en España en la segunda Geroma la castañera por mitad del siglo XVIII, e igualmente poner un ejemplo, incorporanencandiló al pueblo americano que do además danzas de raigamvio en este tipo de repertorio adebre popular iberoamericana más del aire festivo y divertido, la junto al repertorio de ópera itaposibilidad de incorporar músicas y liana con autores tan relevantes danzas peculiares de su tierra en un como Rossini, Mercadante, proceso de readaptación que el Donizetti, Bellini o Verdi, progénero admitía por su propio carácpuestas a las que se sumaban ter y peculiaridades, eso sin olvidar obras de música instrumental y la posibilidad de sustituir unos texlas canciones patrióticas al tos por otros que reflejasen la realiestado e himnos. Era la mezcla dad social y antropológica del país Casa de Comedias de Montevideo hacia 1845 de un pseudocosmopolitismo en el que se representaban. que salvaguardaba modelos Para que se pueda hacer una europeizantes junto con recordatorios de la música coloidea el lector, apuntar que unas 319 tonadillas escénicas nial española, a los que se sumaban algunas obras de fueron programadas en la Casa de Comedias de Montevideo color local. desde su apertura en 1793 hasta 1850, escritas por composiMas de 200 tonadillas se llegaron también a escuchar en tores tan reconocidos en España como Rosales, Laserna, el Teatro de la Ranchería de Buenos Aires (Argentina) y un Esteve, Valledor, Castel y Ferandiere. En un primer momennúmero muy elevado en Lima. La independencia propició to fueron escuchadas gracias a la presencia de compañías la incorporación de temáticas populares de cada país, como de teatro españolas, dando paso después a su representaasí sucedió en Perú con la tonadilla Los indios y el corregición por las compañías nacionales. Aunque este magnífico dor cuya vigencia se mantuvo hasta 1840 o la adaptación de repertorio está desaparecido, estimo que no sería aventuradanzas con la incorporación de nuevos textos, como es el do plantear que tuvo que ser cauce de expresión de la caso del Trípili citado. Esta tirana dio lugar en Montevideo a música folclórica uruguaya, la asociación en la tonadilla de una serie de composiciones jocosas, en ocasiones muy conlas figuras de los indianos, criollos o negros con melodías 109 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 110 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD la tonadilla aminuetada, que fue el exponente práctico de la influencia francesa en España, en otras manifestaciones derivadas del género en Argentina. Fue el caso de El cuándo (1800) con su característico minué y gato, La condición (1816) mezcla de minué y samba y El montonero (1845) tonadilla construida sobre la base de una alternancia de minués en 3/4 y cielos en 3/8, con la particularidad de que a cada reexposición del minué le sigue la de un nuevo aire de cielo, en total tres, terminando con una reexposición fragmentaria del minué. Parece Calle de la imprenta en Buenos Aires, siglo XIX que la paternidad de esta variante se le debe a Juan Pedro Esnaola (Buenos Aires, 1808- Buenos Aires, 1878), hijo de familia vasca emigrada a Argentina y muy próximo a la familia del gobernador Juan Manuel Rosas, fue además el encargado de realizar en 1860 la Vals del Trípili, procedente de la tirana de idéntico nombre de la tonadilla Los maestros de la Raboso revisión del actual Himno Nacional. Este tipo de transformaciones locales de la tonaditrarias a la actuación del gobierno, como se puede ver en la lla nos dan una idea del desarrollo que pudo llegar a siguiente publicada en La Diablada ó el robo de la Bolsa el tener este tipo de teatro lírico, su ductilidad permitió con 21 de marzo de 1832: facilidad la incorporación de danzas y cantos característicos de los países iberoamericanos, como forma de estaAmigos no me llaméis blecimiento embrionario de rasgos de una identidad proBallenato ni Tonina pia. Era el principio de un nuevo paisaje sonoro más allá Llamadme de aquí adelante de la Independencia. Lobo de la chamusquina. Con el trípili, trípili, trápala Esta tirana se canta y se baila. Begoña Lolo Anda isleñita Dale canaria BIBLIOGRAFÍA Que se me cae la baba Si me llaman Perendengues AYESTARÁN, Lauro, La música en Uruguay. Montevideo: ServiEs con sobrada razón, cio de Difusión Oficial de Radio Eléctrica, 1953. por las vueltas y los dengues GEMBERO USTÁRROZ, María. “La música en España e Hispade mi alma y mi corazón noamérica durante la ocupación napoleónica (1808-1814)”, en Con el trípili, trípili, trápala Cortes y revolución en el primer liberalismo español. Actas de Esta tirana se canta y se baila. las Sextas Jornadas sobre la Batalla de Bailén y la España Con¡Ay! Farolcillo temporánea, coordinador Francisco Acosta. Jaén: Universidad ¡Ay! Molinada de Jaén, 2006, pp. 171-231. Que os he chupado el alma. HÉBRARD, Véronique, “Alteridad e historia durante la guerra 110 Pero esta famosa tirana, popularizada por Mercadante en toda Europa al utilizarla en la obertura de su ópera Los dos Fígaros, escrita en 1826 durante su primera estancia en Madrid, donde tuvo que oírla en los teatros de la capital y estrenada en 1835 por problemas con la censura, sirvió también de motivo de inspiración a obras de carácter instrumental como el vals del Trípili, que se reproduce un poco más arriba, en cuya segunda sección (a partir del compás noveno) se puede escuchar el estribillo de la tirana, según figura en el manuscrito para guitarra de 1840, conservado en Montevideo (col. particular de Lauro Ayestarán). En ocasiones este proceso de adaptación a la realidad musical del continente americano, fue más profundo y dio lugar a aportaciones sustanciales como la transformación de civil venezolana a través de las prácticas musicales y de la canción patriótica (1812-1823). En: Músicas, sociedades y relaciones de poder en América Latina. Gérard Borras (ed.). Guadalajara (Argentina): Universidad de Guadalajara, 2000, pp.183-203. IRIARTE, Carolina, “Colombia”. En: Diccionario de la música española e hispanoamericana. E. Casares (coord.). Madrid: SGAE, vol. 3, 1999. LOLO, Begoña, “La música al servicio de la política en la Guerra de la Independencia”. En: Cuadernos Dieciochistas, vol. 8, 2007, pp. 223-247. MIRANDA, Ricardo, Ecos, alientos y sonidos: ensayos sobre la música mexicana. México: Universidad Veracruzana-Fondo de Cultura Económica, 2001. VVAA., “1808. Música en tiempos de Guerra”. Dosier SCHERZO, nº 231, junio de 2008. 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 111 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 112 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD Los sonidos de la época de la independencia en el Rio de la Plata ENTRE VALSES, TONADILLAS Y MARCHAS PATRIÓTICAS Para hablar de la música en la época de los movimientos independentistas en el actual territorio argentino, necesariamente debemos centrarnos en la ciudad de Buenos Aires por haber sido la capital del Virreinato del Río de la Plata y luego capital de la nación. F 112 undada en 1580, fue en sus comienzos sólo algo más que una pequeña aldea portuaria, el poblado más austral de América, por entonces, capital de una gobernación que dependía del Virreinato del Perú. Buenos Aires, alejada de todos los centros importantes de la época, comenzó su mayor desarrollo en el momento en que Carlos III la reconoce como puerto y finalmente cuando, al fundarse el Virreinato del Río de la Plata en 1776, se transforma en su capital. La ciudad tuvo una vida mucho más corta como ciudad capital de un virreinato, en comparación con Lima, por ejemplo, ya que en 1810 se produce el primer movimiento independentista. Este levantamiento, conocido como Revolución de Mayo, declaró desconocer el poder sustentado por José Bonaparte en la península por lo que depone al Virrey para reemplazarlo por una Junta de Gobierno local. Estamos frente a la historia de una región en Permiso de viaje de Antonio de Aranaz, 1786 la que la alta burguesía ocupó el lugar que la nobleza tenía en otros territorios de América y en la que el mente el modelo de la orquesta preclásica: de cuatro a seis ascenso social estuvo íntimamente vinculado al éxito ecoviolines, una viola, un violón, un contrabajo, dos oboes y nómico. Tal peculiaridad, como es lógico, tuvo su influendos trompas. Las flautas se agregan al comienzo del siglo cia en la vida musical: las familias económicamente exitosas XIX. En cuanto a los directores de orquesta, fueron al prineran las únicas que estaban en condiciones de pagar contracipio los primeros violinistas, músicos mulatos, que vivían tos al maestro de música y danza, de comprar instrumentos exclusivamente de esta profesión. Posteriormente, ese cargo musicales para uso doméstico o de enviar a sus hijos a fue ocupado por directores-compositores extranjeros. Europa para educarse. La sociedad porteña fue muy receptiEn el año 1757 se abrió el primer teatro o coliseo, que va a las novedades ideológicas, estéticas y artísticas que se cerró sus puertas dos años después; el siguiente, entre 1783 iban desarrollando en Europa o América del Norte. Esto y 1792, fue el Teatro de la Ranchería; el tercero llevó el hizo que convivieran sin dificultad los sainetes y tonadillas nombre de Coliseo Provisional y funcionó desde 1804 hasta españoles de siglo XVIII, con los dramas de Voltaire, con su demolición casi a finales del siglo XIX. En los períodos las obras de Boccherini, Stamitz o Haydn, y que las arias en los que no hubo un edificio específico para la actividad más famosas de las recientes óperas de Rossini se estrenadramático-musical, siempre existieron lugares alternativos, ran junto con himnos o marchas de texto revolucionario. ya fueran los salones de las casas de las familias más adineEn este breve relato que ofreceremos sobre la música en radas, en las que se celebraban tertulias musicales. la época del fin del período colonial en Buenos Aires, dejaLos arrendadores de los diferentes teatros intentaron remos de lado a la música eclesiástica, ya que resulta poco que éstos tuvieran un nivel similar a los de Madrid. Con vissignificativa a la hora de hablar del período independentistas a ello, se puso especial interés en contratar directores y ta. Por esto nos centraremos en la música instrumental y en compositores de la Península. El Teatro de la Ranchería, por la dramática. ejemplo, contrató al compositor español Antonio de Aranaz, de quien consta en el Archivo de Indias que en al año 1786 “el Rey ha concedido licencia […] para que con su mujer y La música dramática y las orquestas de los teatros un hijo pueda pasar a Buenos Aires con el destino de compositor de tonadillas del teatro de aquella ciudad”. AsimisEl crecimiento y la intensificación de la actividad musical de mo, el Coliseo Provisional contó como director, algunos tipo académico estuvieron ligados en Buenos Aires a la años más tarde, con el catalán Blas Parera, músico sobre el apertura de teatros de ópera, para lo cual debían contratarque volveremos más adelante. se músicos con el fin de disponer de las orquestas necesaEl repertorio de estos teatros porteños parece haber sido rias. La contratación era realizada por los arrendadores del también muy similar al de los teatros madrileños, prevaleteatro y el número de músicos contratados, muchas veces ciendo los sainetes con música y las tonadillas. El Teatro de por una sola temporada, variaba entre diez y doce. Al prinla Ranchería, por ejemplo, contaba en su archivo (hoy desacipio el director se elegía entre ellos; sin embargo, hacia parecido) entre otras obras con “dos tomos de Calderón, 1780 los directores comienzan a tener una mayor estabiliocho tomos de varias comedias, 380 comedias sueltas, 123 dad en su trabajo, permaneciendo en el cargo durante sainetes, 55 tonadillas generales, 47 tonadillas a dúo, 99 varios años y con la obligación de cumplir también tareas tonadillas a solo, 14 sinfonías, una zarzuela”. La tendencia de composición. La formación de la plantilla seguía básica- 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 113 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD parece continuar en el siglo XIX; en 1804, efectivamente, los arrendadores del Coliseo Provisional ordenaron comprar una nueva colección de libretos y partituras de tonadillas y sainetes junto con arias italianas de Scarlatti y Conforto, entre otros compositores. Las funciones teatrales eran heterogéneas, ya que combinaban la representación de comedias o tragedias con sainetes, escenas de danza o intermedios musicales. Ya en las primeras décadas del siglo XIX existió una mayor tendencia a eliminar la comedia y a que toda la función girara en torno a la música, el drama musical (en sus diferentes variantes) y las escenas de danza. Así, por ejemplo, en 1810 se anunciaba que una función del Coliseo estaría integrada por una “obertura instrumental, arias [de ópera italiana], tonadilla nueva, y boleras”. Otros cambios, más importantes, se darán en la década de 1820 con la política progresista del gobierno de Bernardino Rivadavia. Uno de ellos es la llegada de artistas europeos, tanto músicos como cantantes, que impulsaron el florecimiento de las funciones de ópera, un género que de allí prendió con enorme fuerza en la ciudad. Rossini, Cimarosa, Mozart, Mercadante, Bellini, Donizetti, ya fuera a través de la interpretación de arias sueltas o de la puesta en escena de las obras completas, pasaron a formar parte del paisaje cultural tanto en los teatros como en los salones de la aristocracia. Otro personaje fundamental en la vida musical de la ciudad fue el cantante, violinista, compositor y empresario español Mariano Pablo Rosquellas, quien proveniente de la Corte Imperial Brasileña, se instaló en el Río de la Plata. Una típica función de ópera en el teatro solía tener un programa que podríamos denominar como “popurrí”. Valga como ejemplo este anuncio del periódico La Gaceta Mercantil en abril de 1824: “Gran escena y aria de la Italiana en Argel de Rossini, sinfonía (?) de Rossini, dueto de La Cenerentola, escena pantomímica por los SS Toussaint, gran dueto de la ópera Armida y Reinaldo de Rossini, terceto de la ópera Elizabetta reina de Inglaterra (sic), gran dúo bailado por los SS. Toussaint, música del Sr. Sponttini”. La música instrumental Otro capítulo a tener en cuenta en esta época es el desarrollo de la música instrumental tanto solista y de cámara como orquestal. Además del teatro, las casas particulares de la clase alta eran el otro ámbito en el que se organizaban tertulias donde se tocaba y escuchaba música instrumental. En tal sentido, resulta al menos llamativo que desde la segunda mitad del siglo XVIII, antes ya de la fundación del Virreinato, aparecieran en los censos de población cierta cantidad de vecinos de la ciudad que eran registrados como músicos y que declaraban que ésa era su única profesión “y de la que se mantenían”. Todos ellos eran maestros de música, violinistas, flautistas, arpistas, clavecinistas o guitarristas, lo que demuestra lo frecuente que fue la formación musical en las casas de la alta burguesía. El gusto por la práctica musical como entretenimiento de la burguesía queda demostrada también por la presencia en los testamentos de una gran variedad de instrumentos, sobre todo claves y fortepianos, de los que se ha podido constatar la existencia de unos treinta que, con anterioridad de la revolución de 1810, habían llegado procedentes de la “fábrica sevillana del Maestro Mármol”. Como testimonio, resultan fundamentales los relatos de viajeros de la época que pasaron por la ciudad y describieron su vida cotidiana incluidas las prácticas musicales. Así, los hermanos Parish Robertson, en 1811, refiriéndose a las costumbres de las casas aristocráticas relataron que “la música es muy cultivada. Siempre hay una dama en todas las casas que puede ejecutar muy bien el minué, el vals y la Acta de Independencia Argentina contradanza”. (John and William Parish Robertson, Letters on South America, Londres, 1843). Otro viajero, que estuvo en la ciudad en 1821, pasada ya la revolución, describe en sus memorias que “cada familia de respetabilidad tiene su tertulia propia o reunión de noche […] la diversión principal consiste en bailar la contradanza española y también valses y minuetes, lo mismo que un baile que se acompaña con cantos y en el cual la mujer canta cielito, mi cielito” (Alexander Caldcleugh, Travels in South America during the years 1819-20-21, Londres, 1825). Estos dos últimos testimonios describen, no sólo, la actividad musical en las tertulias sino que también reflejan el hecho de que las clases altas de la ciudad adoptaron como propias manifestaciones típicas de la música de los habitantes —gauchos— de la campiña —pampa— que rodeaba la ciudad. Surgidas en efecto de la herencia hispánica del canto acompañado con guitarra, danzas como el cielito, el minué federal y el minué montonero fueron de origen gauchesco, pero, de alguna manera, pasaron al salón aristocrático junto con valses, minués o contradanzas. En cuanto al repertorio conocido e interpretado, parece haber estado muy al día con lo que se iba produciendo en Europa. Un buen reflejo de esto podemos encontrarlo en las partituras que poseía en su biblioteca el músico, maestro y luthier José Antonio Piriovy. De origen indígena, nacido en la reducción jesuítica de San Carlos en 1764, se trasladó a Buenos Aires cuando tenía veinte años y se dedicó desde entonces a enseñar canto, clave, violín y guitarra, aunque él mismo se definía como maestro de clave. El círculo de sus alumnas estaba formado por las esposas e hijas de las familias más adineradas, lo que evidentemente le dio una holgada posición económica, algo que puede deducirse de los 113 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 114 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD 114 bienes que figuran en su testamento de 1794. Pero lo que nos interesa, realmente, son las partituras de su biblioteca; entre ellas figuraban obras de Haydn, Boccherini, Clementi, Pleyel, José Lidón o Stamitz: una lista sorprendentemente moderna e internacional. Como hemos podido comprobar en los programas de concierto que comentamos anteriormente, la música instrumental en muchas ocasiones era interpretada junto con arias de ópera. A partir de 1819, año de fundación de la Sociedad Filarmónica, comenzaron a realizarse regularmente dos conciertos mensuales. En ellos se interpretaba principalmente música instrumental: conciertos de cámara o solista (piano o violín) en los que nunca faltaba la inclusión de algún aria de ópera en versión para canto y piano. En cuanto a la orquesta, a la estable del teatro podían sumarse otros músicos de acuerdo con las necesidades del repertorio. Así nos lo demuestra la crítica aparecida en el periódico El Argos de Buenos Aires sobre un concierto celebrado en la Sociedad Filarmónica en mayo de 1823. Para esta ocasión se conformó una orquesta de veinticuatro músicos entre “violines, violas, bajos, contrabajos, piano, arpa, flautas, clarinetes, fagotes y trompas”. Se interpretaron obras de Mozart (entre ellas un aria de la Flauta mágica), partes instrumentales del Moisés en Egipto de Rossini, unas variaciones para violín y piano sobre el aria Di tanti palpiti del Tancredi de Rossini y un concierto del compositor italiano Stefano Pavesi (1779-1850). La Sociedad Filarmónica, u otras similares que fueron surgiendo posteriormente, así como los salones, fueron el ámbito en el que actuaban muchos de los músicos extranjeros que llegaban a la ciudad en giras que incluían Montevideo y Río de Janeiro. Estos solistas se presentaban con un repertorio limitado pero que les permitía el despliegue de sus cualidades virtuosísticas, como temas con variaciones o transcripciones de arias célebres de ópera. En cualquier caso, por lo que puede inferirse a partir de programas de conciertos y críticas de periódicos, el repertorio instrumental no alcanzó la variedad del repertorio operístico. por completo el tono festivo del sainete y se transforma en un encendido discurso sobre el valor del cuidado de los bienes propios, haciendo un paralelo entre la administración de un hogar con la de una nueva nación. Nos resulta también muy ilustrativo en este sentido el testimonio de João Rademaker, representante del gobierno de Brasil en Buenos Aires y testigo de los festejos del segundo aniversario de la Revolución de Mayo. Según su relato “para dar alguna idea del modo de pensar de las gentes de este país, le describiré algunas escenas de un entremés que sucedió a la representación de Alzira de Voltaire y que fue recibido con grandes aplausos por el auditorio […] la primera escena representa a América que trata de despertar a sus hijos del letargo en que están sumidos. Aparece el espíritu de la independencia y todos se ponen de pie violentamente […], el virrey es arrancado de su asiento y su comitiva desbaratada […]. La Independencia presenta luego al público la nueva enseña nacional que es azul celeste y blanca y el entremés concluye con canciones patrióticas, cantadas y vociferadas por todas partes”. El entremés al que se refiere el testigo era en realidad el melólogo titulado El 25 de mayo con texto dramático del actor Luis Ambrosio Morante y música del compositor catalán Blas Parera (1776-1840). Y tenemos aquí otro buen ejemplo de la “convulsión” musical de este período. Parera llegó a Buenos Aires alrededor de 1803 contratado por el arrendador español Joseph de Herrera Ramírez como director de la orquesta del Coliseo Provisional de Buenos Aires para poner en escena un repertorio similar al de Madrid: zarzuelas, óperas y tonadillas escénicas. Sobrevive en la memoria de los argentinos, en cambio, por haber sido el compositor de la música del actual Himno Nacional Argentino, o Canción Patriótica Nacional. No fue la única obra de tipo patriótico ya que Blas Parera compuso otras canciones patrióticas para conmemoraciones de la Revolución de Mayo. La aparición de elementos nacionales en la música de la época revolucionaria Juan Pedro Esnaola (1808–1878) está considerado como el primer compositor profesional del actual territorio argentino. Hijo y sobrino de guipuzcoanos, comenzó sus estudios musicales con su tío, el sacerdote Pedro Ignacio Picasarri, compositor y Maestro de Capilla de la Catedral de Buenos Aires, quien lo lleva a Europa para continuar su formación, estudios que completa al regresar a Buenos Aires con el maestro español Mariano Pablo Rosquellas. En 1822 inaugura, junto con su tío, una escuela de música y piano, y pronto comienza a aparecer en los programas de conciertos de la época como intérprete y como compositor. En 1860 lleva a cabo una revisión del Himno Nacional Argentino (versión que finalmente fue adoptada como la oficial en 1944). Su nombre es recordado principalmente por ese motivo; sin embargo, posee una obra considerable de música religiosa, orquestal, y cincuenta y nueve canciones para canto y pianoforte. Estas canciones son consideradas como un primer acercamiento al lied romántico en la Argentina y la primera muestra de una música que intenta reflejar “lo nacional”, algo que se da en realidad más por la elección de los textos poéticos que por las características musicales, ya que el estilo de Esnaola seguía la estética de Bellini, Donizetti o Rossini. Algunas de estas canciones destinadas a ser interpretadas en el marco del “salón romántico” están escritas sobre textos de poetas como Bretón de los Herreros o Metastasio, pero mayoritariamente, Esnaola eligió a poetas contemporáneos del Río de la Plata, como Esteban Echeverría, cuyos escritos, fiel a la estética del romanticismo, reflejaron a los hombres y paisajes del territorio argentino. El drama musical, desde el sainete hasta la ópera, fue el género que mejor permitió expresar las posturas ideológicas del movimiento revolucionario independentista del momento. El texto dramático, apoyado en el musical, fue un vehículo masivo de transmisión de la crítica político-social y de la difusión de nuevas ideas. Un texto dramático, fácilmente, podía transformarse en un manifiesto ideológico que llegaba al público con un discurso (el patriótico o independentista, en este caso) de una forma eficaz y simple. En 1802 se representó el sainete El chasco de los aderezos con libreto de Ramón de la Cruz y música de Antonio Guerrero (Madrid, 1765). Se conserva en Buenos Aires sólo el libreto, pero resulta sumamente útil para reconstruir el cambio de mentalidad. El libreto tiene el sello de haber sido controlado, como todo texto que entraba al Virreinato, por el Secretario del Consulado de Buenos Aires, Manuel Belgrano, importante figura del movimiento independentista, formado como abogado y hombre de letras en las Universidades de Salamanca y Oviedo. Podemos leer de su puño y letra que prohíbe bailar y cantar la seguidilla inicial, cuyos protagonistas son los sirvientes de la casa que hacen burla de sus patrones, nuevos ricos, así como la tonadilla final, en cuyo texto el marido se burla de su mujer que ha sido engañada por unos falsos vendedores de joyas de oro y critica la torpeza de las mujeres para gastar el dinero y administrar una casa. Esta tonadilla final es reemplazada, en la versión de Buenos Aires, por un monólogo del patrón que cambia El primer compositor nacional 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 115 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD Litografía de Buenos Aires de Deroy, de la original realizada en París en 1861 Murió en 1878. Al dar la noticia, un periódico musical de la época afirmaba que no sólo desaparecía el primer compositor argentino sino el último nexo con el mundo musical de Buenos Aires finisecular y cosmopolita con “aquella pequeña población en la que Esnaola nació”. Los periódicos musicales y la difusión de la música nacional La prensa musical que empieza a surgir en la época independentista —El Boletín Musical, La Moda. Gacetín Musical, The British Packet Argentine News and o El Argos de Buenos Aires— constituyen valiosas fuentes de información que nos permite tener de mano de sus protagonistas el relato de los cambios profundos de una época y comprobar cómo a partir de las revoluciones políticas e ideológicas surgen nuevos ideales y modelos estéticos que buscan contraponerse a los ya existentes. Estos periódicos musicales no sólo se dedicaban a la crítica o a la publicación de noticias llegadas desde Europa, sino que también cumplían la curiosa tarea de publicar partituras tanto de músicos locales como novedades europeas. Así es que a través del periódico El Boletín musical (aparecido sólo en 1837) han llegado a nosotros una serie de veintinueve obras de compositores argentinos, tanto amateurs como profesionales, entre las que encontramos valses, minués y canciones para piano o guitarra, que son una excelente muestra de lo que fue la música argentina a comienzos del siglo XIX. Presentan una factura muy variada, desde las piezas más sencillas en cuanto a su ejecución hasta otras que, a través de un rico uso del lenguaje clásicoromántico, superan la idea de la mera pieza danzable. Nuevamente, es en el título o en las letras de algunas de las canciones donde resaltan los elementos nacionalistas: un minué para piano de Remigio Navarro, por ejemplo, se titula titulado El republicano, y un vals de Salustiano Zavalía, El paseo de San Isidro, relata el paseo a caballo por uno de los lugares de esparcimiento en las afueras de la ciudad al que concurrían las familias aristocráticas de Buenos Aires. A modo de conclusión Los sonidos de la época pre y posrevolucionaria en Buenos Aires fueron el resultado de una compleja suma de influencias. Mientras crecía la composición de obras de tipo patriótico, se hacía la primera puesta en escena completa de El barbero de Sevilla de Rossini. Mientras la nueva nación daba los primeros pasos hacia su organización se fundaba la Sociedad Filarmónica en cuyos salones se interpretó a Mozart o Paisiello. Se escuchaban tonadillas y sainetes de Ramón de la Cruz o de compositores locales, se bailaban minués, valses y cielitos, mientras se realizaba la traducción al español del Diccionario de Música de Rousseau. Se debatía en los salones literarios sobre las ideas musicales de la Encyclopédie de Diderot y D’Alembert y en los periódicos musicales se discutían las diferencias estéticas entre Rossini y Bellini. En el teatro empiezan a ocupar el escenario obras de dramaturgos locales, destinadas a fundar una nueva identidad nacional. En tal sentido, la recepción local de modelos europeos no debe entenderse como un mero transplante de un continente a otro, sino que supuso un proceso más complejo de selección y readaptación de obras. Se establecieron modelos estéticos novedosos que los compositores locales adoptaron y a los que les dieron características y temáticas propias, a un tiempo criollas y europeas, herederas de toda la cultura occidental. Susana Antón Priasco BIBLIOGRAFÍA BOSCH, Mariano G., Historia de la ópera en Buenos Aires. Origen del canto y la música. Las primeras compañías y los primeros cantantes, Buenos Aires, Imprenta El Comercio, 1905. — Historia del teatro en Buenos Aires, [s.l: s.n], 1910 [Buenos Aires, Imprenta El Comercio]. CASARES ROCIDIO (dir.), Diccionario de la música Española e Hispanoamericana, Madrid, SGAE, 1999-2002, 10 Vols. GESUALDO, Vicente, Historia de la Música argentina, Buenos Aires, Ediciones Beta, 1961, 2 Vols. TORRE REVELLO, José, Crónicas del Buenos Aires Colonial, Buenos Aires, Taurus, 2004 (1ª ed. 1943). DISCOGRAFÍA BOLETÍN MUSICAL 1837. Virginia Correa Dupuy, mezzo; Igor Herzog, guitarra romántica; José Luis Juri: fortepiano. Tradition. Colección Clásicos Argentinos. TR100429 (2010) (http://www.cdtradition.com.ar/discos/CDTR100429.php). ROMANTICISMO MUSICAL EN EL RÍO DE LA PLATA. Elena Jáuregui, soprano; Norberto Broggini, pianoforte. Tradition. Colección Clásicos Argentinos. TR050412 (2006) (http://www.cdtradition.com.ar/discos/CDTR050412.php). JUAN PEDRO ESNAOLA: Canciones 1833-1836. Elena López Jáuregui, soprano; Norberto Broggini, fortepiano. NB Musika NB009 (2007) (http://nbmusika.com). 115 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 116 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD “Libertad es el eco de alarma” LA INDEPENDENCIA Y SU INFLUENCIA EN LAS PRÁCTICAS MUSICALES EN CHILE E l 18 de septiembre de 1810 se celebró en Santiago de la Nueva Extremadura un cabildo abierto para tomar una decisión sobre la postura de la Capitanía General de Chile, dependiente del Virreinato del Perú, frente a la invasión francesa en España y el cautiverio del rey Fernando VII. El cabildo resolvió crear una junta de gobierno cuyo propósito sería preservar estas tierras en nombre del rey legítimo hasta que éste recobrase la libertad. Como signo de este propósito, dicha junta sería presidida por el gobernador Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista, e integrada por representantes de las distintas facciones políticas que se perfilaban en esos momentos. Sin embargo, un año después los acontecimientos habían seguido otros derroteros y el primer aniversario de aquella primera junta de gobierno fue celebrado como primer hito en el proceso de la independencia de Chile de la monarquía española. Este proceso tuvo consecuencias en las prácticas sociales de la música en la naciente república, las cuales se pueden apreciar mejor si consideramos desde la década de 1810 hasta la de 1830. Para ellos nos centraremos además en géneros o prácticas concretas: música sacra, música de cámara y de salón, músicas populares, música teatral y música patriótica, para terminar con el caso de un músico que incursionó en todos estos géneros: José Zapiola. 116 rrós había compuesto para celebrar el nacimiento del infante Francisco de Paula, último hijo de Fernando VII, en 1794, para convertirla en un himno de homenaje al gobernador Casimiro Marcó del Pont cuando éste asumió el cargo en 1815. González llegó a sufrir el destierro y, aunque consiguió la rehabilitación en su puesto, las tensiones desatadas dejaron huella en la práctica de la música catedralicia, la que no volvió a brillar sino hasta fines de la década de 1840, cuando el maestro peruano José Bernardo Alzedo asumió la maestría de capilla de la Catedral de Santiago. Música de cámara y de salón En las postrimerías del período colonial, las tertulias constituían una institución de esparcimiento para la aristocracia chilena. Un papel crucial le correspondió jugar en este marco a María Luisa Esterripa y Ramery, esposa del gobernador Luis Muñoz de Guzmán (1735-1808) y antigua dama de honor de la reina Isabel de Farnesio. Tras asumir la gobernación en 1802, Guzmán favoreció el cultivo de la poesía y otras expresiones artísticas, incluyendo la música de salón, en torno a la figura de su mujer. En esos años los pianos gradualmente comenzaron a desplazar a los claves y a comienzos de la década de 1820, en el marco del Chile independiente, pocas familias de la aristocracia carecían de un Música sacra piano en su casa. La independencia definitiva Entre las distintas prácticas muside Chile, lograda con la batalla de cales en el Chile decimonónico, Maipú el 5 de abril de 1818, marcó quizás la menos afectada en térmiuna apertura hacia el comercio con nos de repertorio fue la música catenaciones que hasta entonces tenían dralicia. A comienzos del siglo XIX la poca presencia en el país. Así, en 1819 Catedral de Santiago era el principal arribó al país el comerciante y violonchecentro de cultivo de música sacra. El final lista danés Carlos Drewetcke, el cual trajo de del período colonial estuvo marcado por la Europa partituras de sinfonías y cuartetos de presencia del maestro de capilla catalán Josep de Haydn, Mozart, Beethoven y otros. Algunos de Campderrós y Pascual (1742-1811), autor de misas Isidora Zegers estos compositores no eran completamente descoy otras piezas sacras que aún se conservan en el nocidos en Chile, pues algunas de sus obras eran Archivo de la Catedral. Asumió la maestría de capiejecutadas en la Catedral de Santiago para ocasiones espella de la Catedral en 1793 y él estaba en el cargo en el ciales. Por su parte, con la ayuda de otros músicos que reumomento en que se instaló la primera junta de gobierno en nió, mayoritariamente extranjeros, Drewetcke llegó a estre1810. Su obra (misas, salmos, lamentaciones y villancicos) nar una sinfonía —seguramente un arreglo— de Beethoven continuó en vigencia adentrado el siglo XIX, sometida a y un cuarteto de Mozart con ocasión del cumpleaños de reciclajes y adaptaciones de acuerdo a los cambios de tenRosa O’Higgins el 30 de agosto de 1819. Al mismo tiempo, dencias y normativas pertinentes. mantuvo reuniones regulares en su casa, donde se tocaba Sin embargo, en otro plano la lucha por la independenmúsica y se impartían enseñanzas sobre ella. cia sí tuvo efectos sobre la práctica musical en la Catedral. Entre 1822 y 1823 nuevos aportes del extranjero enriDespués de la muerte de Campderrós, su puesto fue ocupaquecieron la vida musical chilena. Fue el caso de la familia do por José Antonio González y Ximenas, el cual ejerció Guzmán de Mendoza, José Bernardo Alzedo y los hermanos entre 1812 y 1840 y debió sufrir la hostilidad de los patriotas Filomeno de Perú, Juan Crisóstomo Lafinur de Córdoba y que sospechaban de su lealtad. Sin duda, esto se debió al especialmente Isidora Zegers, a la cual nos referiremos más declarado rechazo del obispo José Santiago Rodríguez adelante. Mencionamos aquí que Isidora se convirtió en el Zorrilla e Idoate a la instauración de la república, rechazo alma de las tertulias organizadas por Drewetcke y junto a él que levantó sospechas sobre todos los clérigos y empleados participó en la fundación de la Sociedad Filarmónica en de la Catedral. En el caso particular de González, segura1826, una asociación artística financiada por el sistema de mente él realizó la adaptación de una pieza que Campde- 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 117 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD ñola y al gobernador Marcó del Pont. Tales manifestaciones condujeron a una represión que llegó a prohibir todo “instrumento músico” en los sitios populares de diversión. El Ejército Libertador que llegó a Chile en 1817 trajo desde Argentina nuevas danzas como el cielito, el cuando, el pericón y la sajuriana, pero si bien varias de ellas con los años alcanzaron el estatus de danzas folclóricas, hubo una danza que las superó en popularidad. Aunque no existe absoluta certeza sobre su llegada a Chile o sobre su origen, la zamacueca ya estaba establecida en Chile hacia fines de la década de 1820. Por lo tanto se la puede considerar como una danza que se arraiga en los albores de la república y desplazó o absorbió danzas anteriores como la cachucha o el zapateo. Mientras la ilustrada Sociedad Filarmónica prohibía los “bailes de tierra” en sus actividades, el principal lugar de difusión de la zamacueca fue la chingana, pero hacia fines de la década de 1830 inició su tránsito hacia el teatro gracias a la popularidad alcanzada por Las Petorquinas, tres hermanas que mediante canto, arpa y guitarra difundieron a tal punto la zamacueca que la ciudad “se llenó de chinganas”. Posteriormente, una de esas hermanas fue la precursora en la inserción de dicha danza en el contexto de espectáculos escénicos, incluyendo óperas de Rossini. De este modo, a comienzos de la década de 1840 se hizo frecuente terminar la representación de una obra escénica con la ejecución de una zamacueca “a toda orquesta”, costumbre que facilitó el camino para que esta danza, progresivamente llamada “cueca”, se considerara como el baile nacional de Chile. Bernardo O’Higgins Música teatral acciones. Esta Sociedad difundió el arte musical, congregando un número importante de aficionados que llegó a constituir una orquesta y sirvió de modelo para iniciativas similares en otras ciudades. Sin embargo, como indica el musicólogo Luis Merino, no sólo un ideal estético subyacía en esta sociedad, sino también, de acuerdo a sus organizadores, “impulsar el valor social de la música como estímulo para la juventud, como parte de la ‘buena educación en todos los países cultos’, como elemento inspirador de ‘delicados sentimientos y las acciones nobles’, y como instancia de sociabilidad para los ‘hombres’, dada su característica de ‘atractivo y pasatiempo útil y agradable’ e instancia de descanso”. Por otro lado, el repertorio cultivado era exclusivamente extranjero y además sus actividades combinaban la audición tipo “concierto” con momentos de baile y de esparcimiento. Habría que esperar hasta la década de 1850 para que hubiese un incremento en la composición y difusión de piezas musicales de creadores (y creadoras) chilenos y unas décadas más para que se difundiese el concepto moderno de “concierto”. Músicas populares Desde la época colonial el “bajo pueblo” —y también, con mayor o menor discreción, la aristocracia criolla— iba a comer, beber, bailar y divertirse en recintos llamados “chinganas”, lugares públicos habilitados para tales efectos. Mientras en las tertulias de los salones aristocráticos resonaban claves o pianos, en las chinganas reinaban arpas y guitarras que acompañaban a los cantores y a los bailarines. Quizás allí se escucharon algunos de los primeros himnos patrióticos de los que hablaremos más adelante, y cuando las fuerzas realistas contraatacaron y recuperaron temporalmente el dominio del país en la época llamada de la Reconquista (1814-1817), en las chinganas sonaba la tonada de Las desdichas de Pepa mientras en el teatro oficial se montaban comedias y otras obras que ensalzaban la corona espa- En las últimas décadas del siglo XVIII se intentó establecer el cultivo permanente del teatro, pero las restricciones eclesiásticas lo impidieron. Estas circunstancias llevaron a que esta expresión artística quedase confinada al cultivo privado. Sin embargo, el teatro recibió —paradójicamente— un impulso gracias a Marcó del Pont, bajo cuyo gobierno se habilitó un recinto para representar diversas obras, principalmente comedias que finalizaban con canciones, bailes y tonadillas. Posteriormente, una vez lograda la independencia, bajo el gobierno (1817-1823) del Director Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme el empresario —y edecán del Director Supremo— Domingo Arteaga Rojas instaló el primer teatro de la república en agosto de 1820. Para dichas representaciones fue necesario formar una pequeña orquesta de siete u ocho músicos cuyo director fue Manuel Robles, al que nos referiremos más adelante. Esta orquesta tocaba oberturas o música incidental de las piezas representadas, tanto el melodrama principal como el sainete obligatorio, y sobre todo participaba en el “fin de fiesta” con el que se cerraba la función. Recién en la década de 1820 comenzó la entrada del repertorio operístico en el país. Una figura crucial en este proceso fue la de Isidora Zegers y Montenegro (1803-1869), la cual llegó junto a su familia a Chile en 1823 debido al puesto que un año antes asumió su padre, Juan Francisco Zegers y Durás, en el marco de la naciente república. Aunque nacida en Madrid, Isidora se formó musicalmente en Francia y quizás aspiró a desarrollar una carrera en las tablas, pero su historia fue diferente. Difundió especialmente las obras de Rossini, con adaptaciones camerísticas de arias y otros trozos del repertorio del “Cisne de Pésaro”. Compuso además algunas contradanzas para piano y piezas para canto y piano, cuya difusión se limitó a círculos íntimos y privados. En abril de 1830 arribó, camino a Lima, una compañía 117 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 118 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD italiana de ópera en Valparaíso. Esta compañía, formada por Teresa Schieroni (soprano), Margherita Caravaglia (contralto), Gioacchino Betagli (tenor) y Domenico Pezzoni (bajo), tomó la decisión de quedarse en el puerto, constituyéndose así en la primera compañía en realizar presentaciones de ópera en Chile. Su primera representación correspondió a El engaño feliz de Rossini y la mayor parte de su repertorio estaba compuesto de obras de dicho compositor. Quizás en un esfuerzo por cimentar el arraigo de este género en Chile, las óperas que representaron fueron objeto de adaptaciones, con traducciones al castellano e incorporación de danzas populares en el país por aquellos años. Estas tentativas fueron comentadas negativamente por destacadas personalidades intelectuales de esos años, como el maestro e intelectual venezolano Andrés Bello López (17811865), hijo de un músico y primer rector de la Universidad de Chile en 1843, y el español José Joaquín de Mora (1783-1864), político y escritor. Tanto Bello como Mora fueron precursores de la musicografía chilena. Por su parte, después de esta polémica temporada, la compañía partió hacia Lima y posteriormente se dirigió al sur de Asia y a la India, donde contribuyó a la difusión del arte lírico en aquellas tierras lejanas. En la década de 1840 la compañía Pantanelli contribuyó al arraigo definitivo de la ópera en tierras chilenas, género que alcanzó tal predominio que incluso el músico Henry Lanza, contratado como Maestro de Capilla de la Catedral entre 1840 y 1847 por recomendación de Isidora Zegers, prácticamente dedicó todo su tiempo a cantar en la ópera. Todos los géneros musicales recibieron la influencia de la ópera, desde la música sacra hasta la música de salón y de bandas. Inclusive su influencia está presente en la música del Himno Nacional de Chile, como veremos a continuación. Música patriótica 118 Hacia 1799 llegó a Chile el joven santafecino Bernardo de Vera y Pintado (1780-1827). Vera llegó con la intención de realizar estudios en teología y posteriormente leyes, pronto se hizo conocido en las tertulias santiaguinas y fue uno de los primeros personajes en adoptar una postura radical de ruptura con la monarquía española a favor de un sistema republicano. Estas ideas las tradujo frecuentemente en versos, habilidad que pronto le fue reconocida. Después del cabildo abierto de 1810 y la instalación de los primeros periódicos republicanos en Chile, Vera, junto al fraile Camilo Henríquez, proporcionó los textos de los primeros himnos patrióticos que se entonaron en la época de la Patria Vieja (1810-1814). No sabemos con qué melodías se habrán entonado, pero lo cierto es que el gobierno (1814) del Director Supremo Francisco de la Lastra y de la Sotta comisionó al clarinetista inglés William Carter la formación y dirección de la primera banda nacional, convocando a músicos que en su mayoría trabajaban en la Orquesta de la Catedral, dando pie a la difusión de estas instituciones y de la música de aires marciales. Esta banda se estrenó públicamente con ocasión del Tratado de Lircay de mayo de 1814, pero después del desastre de Rancagua en octubre de ese mismo año y el retorno de los realistas al poder, obviamente dejó de existir. Sin embargo, su lugar fue tomado por una banda del Regi- José de San Martín miento de Talaveras que se encargó de amenizar regularmente a la población con sus retretas. Después de la batalla de Maipú en 1818, la independencia de Chile quedó asegurada en gran medida y para solidificar la constitución identitaria de la joven nación, hubo tres fechas que se establecieron como conmemoraciones cívicas: el 18 de septiembre, el 12 de febrero (aniversario de la batalla de Chacabuco de 1817 y de la proclamación de la independencia de Chile en 1818) y el 5 de abril (aniversario de la batalla de Maipú). En 1817 el gobierno de O’Higgins —el que fue un destacado músico aficionado, por cierto— creó una Academia Musical Militar y en octubre de 1820, liberó de impuestos a los libros e instrumentos de música, una medida que buscaba favorecer especialmente el desarrollo de las bandas. De hecho, el Ejército Libertador de Mendoza, comandado por José de San Martín, tenía dos bandas que participaron en los combates de Chacabuco y de Maipú. Pero otra preocupación del gobierno de O’Higgins fue la creación de un himno nacional propio de Chile. Hasta 1819 en las ceremonias cívicas se cantaba el Himno Nacional de Argentina, con texto de Vicente López y música de Blas Parera. Sin embargo, en julio del año mencionado, y en vistas de la celebración de un nuevo 18 de septiembre, el gobierno encargó a Vera, sin importar que fuese argentino, la escritura de un himno nacional chileno. Vera cumplió con el cometido y se dispuso que el himno se cantara en el Instituto Nacional, en todas las escuelas y al comenzar cada función del teatro. La primera estrofa y el estribillo dicen así: 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 119 D O S I E R Portada del Himno patriótico de Chile de Ramón Carnicer Ciudadanos, el amor sagrado De la Patria os conduce a la lid, Libertad es el eco de alarma, La divisa: “Triunfar o morir”. El cadalso o la antigua cadena Os presenta el soberbio español, Arrancad el puñal al tirano, Quebrantad ese cuello feroz. Dulce Patria, recibe los votos Con que Chile en tus aras juró Que, o la tumba serás de los libres, O el asilo contra la opresión. Los versos de Vera son un reflejo del clima belicoso que aún imperaba en aquellos años. Décadas más tarde, en 1847, cuando dicho clima cambió y se buscó establecer mejores relaciones con España, el poeta chileno Eusebio Lillo Robles (1826-1910) escribió un nuevo himno con seis estrofas, de talante menos belicoso pero conservando el estribillo original de Vera. El texto de Lillo y el estribillo de Vera conforman el actual Himno Nacional de Chile. Por otra parte, en un comienzo los versos de Vera fueron cantados con diversas melodías, entre ellas la del mismo Himno Nacional de Argentina. Pero dado que la ley disponía que el himno fuese cantado al comienzo de cada función teatral, el empresario y dueño del Teatro de la República, Domingo Arteaga, decidió encargar la composición de una melodía especial para el himno que pudiese ser aprendida y tocada regularmente por la orquesta del recinto. Tras un primer intento fracasado del músico José Ravanete, el Teatro se inauguró el 20 de agosto de 1820 con una música compuesta por Manuel Robles Gutiérrez (1780-1837), el cual asumió, como ya se ha dicho, el papel de director de la orquesta del teatro. Robles se formó como músico en la Archivo Nacional de Chile ECOS DE LIBERTAD Acta del Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810, que inicia la Independencia de Chile Catedral, por lo tanto ciertos rasgos del repertorio catedralicio se pueden observar en la música que escribió para el himno nacional, especialmente en la parte del estribillo que se asemeja estilísticamente a algunas piezas de Campderrós. La música de Robles pronto ganó aceptación y difusión para cantarse con los versos de Vera, seguramente gracias, en parte, a ser tocada en todas las funciones del teatro de Arteaga. Sin embargo, en 1826, por razones que no se conocen bien, el ministro de Chile en Gran Bretaña, Mariano Egaña Fabres, encargó al músico catalán Ramón Carnicer y Batlle (1789-1855), residente en Inglaterra en aquel tiempo, la composición de una nueva música para el himno nacional. Carnicer era conocido por sus óperas de estilo afín al de Rossini, compositor que, recordemos, era el paradigma de la música para Isidora Zegers y su círculo social. Es posible que Egaña quisiese hacer un obsequio a este círculo, a esta élite, con una música acorde a sus preferencias estilísticas. Como sea, la música de Carnicer fue estrenada en el teatro en diciembre de 1828, aunque quizás fuera un año antes, en una ocasión más privada. Vera había fallecido en agosto de 1827, por lo tanto lo más seguro es que no haya alcanzado a conocer esta nueva música. Pero Robles sí alcanzó a conocerla y, según se dice, el reemplazo que a partir de entonces se hizo de su música por la de Carnicer lo afectó profundamente. El actual Himno Nacional de Chile conserva la música de Carnicer (con algunas modificaciones) y, como se ha dicho, las estrofas de Lillo y el estribillo de Vera. 119 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 120 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD El caso de José Zapiola 120 José Luis Zapiola Cortés (1802-1885) fue un músico que como individuo ganó prestigio y reconocimiento en la sociedad chilena durante las primeras décadas del siglo XIX. Era hijo natural de un abogado argentino, Bonifacio Zapiola y Lezica (hermano del militar José Matías Zapiola, colaborador de San Martín y participante en los combates de Chacabuco y de Maipú), lo que implicó que desde su infancia se sintiese en el margen de la sociedad, al menos de la “sociedad de buen tono”. Su formación musical fue autodidacta, en el ámbito de las bandas y en las tertulias de Carlos Drewetcke. Llegó a ser un destacado clarinetista que se integró tanto en la orquesta de la Catedral de Santiago, bajo la dirección de José Antonio González, como en la orquesta del teatro de Arteaga, bajo la dirección de Manuel Robles, con el cual mantuvo lazos de amistad. Pero además, en su calidad de director de banda, le correspondió participar en la campaña encabezada por el Director Supremo Ramón Freire Serrano (sucesor de O’Higgins) para conquistar Chiloé, último bastión realista en el territorio republicano. De aquí que fuese considerado como un “soldado de la Independencia”. En 1826 participó en la formación de la Sociedad Filarmónica y en 1830 fue director de la orquesta que acompañó a la compañía italiana de Schieroni-Betaglia en su polémica temporada lírica. En los años siguientes fue el principal colaborador musical del poderoso ministro Diego Portales Palazuelos, organizando la actividad musical de las bandas militares. Después del asesinato de Portales en 1837, durante los inicios de la guerra de Chile contra la Confederación Perú-boliviana, compuso un Réquiem en su homenaje que lamentablemente no se ha conservado. Dos años después, a partir de un texto del periodista y político Ramón Rengifo Cárdenas (hermano del ministro Manuel Rengifo), compuso su pieza más popular, el Himno de Yungay, en conmemoración de la batalla que otorgó a Chile la victoria definitiva. En la década de 1840 organizó conciertos públicos y llegó a obtener una medalla por parte del gobierno de Manuel Bulnes Prieto por sus servicios. Además, por aquellos años dejó el esbozo escrito de una zamacueca en modo menor, quizás compuesta por él mismo o transcrita de alguna fuente desconocida, pero que es el ejemplo más antiguo que se ha conservado de esta danza. Sin embargo, a comienzos de la década siguiente integró la Sociedad de la Igualdad, una organización liderada por Francisco Bilbao cuya pretensión de cambios radicales en la sociedad chilena colisionó fuertemente con la élite gobernante en 1851. Zapiola fue deportado por unos meses a Chiloé y tras regresar a Santiago se abocó a otra tarea importante: la fundación en 1852 de la primera publicación periódica especializada en música: el Semanario Musical, realizado en conjunto con Isidora Zegers, José Bernardo Alzedo y Francisco Oliva. Además estuvo vinculado con la fundación del Conservatorio Nacional de Música, institución con la que mantuvo una actitud crítica pese a ser profesor e incluso director de ella en algún momento. La carrera de Zapiola culminó en 1864 cuando asumió como Maestro de Capilla de la Catedral de Santiago, tras la renuncia de Alzedo. Zapiola ejerció este cargo durante diez años. En ese período ejerció además como regidor de Santiago y comenzó a escribir su autobiografía, Recuerdos de treinta años, una fuente fundamental para el estudio no solamente de la música sino de toda la historia de Chile en la primera mitad del siglo XIX. Con esta obra, junto a José Victorino Lastarria y Vicente Pérez Rosales, Zapiola es considerado fundador del género memorialista en Chile. Como se puede apreciar, José Zapiola transitó por todas las prácticas y géneros musicales vigentes en las primeras José Zapiola décadas del Chile independiente. Algunas de ellas fueron herencia de la etapa colonial, como el caso de la música sacra, y otras surgieron en plena etapa de la lucha por la independencia, como la música de bandas y los himnos patrióticos. Una vez consolidada la independencia, la apertura hacia la inmigración extranjera permitió la llegada de personajes como Carlos Drewetcke, José Bernardo Alzedo o Isidora Zegers que jugaron un papel crucial en la renovación de las actividades musicales chilenas, abriendo el camino para la ópera, la música de cámara y posteriormente la música de concierto, y además contribuyendo a la formación de músicos nacionales, como fue el caso de Zapiola. En otras palabras, el “eco de alarma” evocado por los versos de Vera tuvo “resonancias” cuyas vibraciones han alcanzado hasta el bicentenario de aquel cabildo del 18 de septiembre de 1810. Cristián Guerra Rojas BIBLIOGRAFÍA CLARO VALDÉS, Samuel, “La vida musical en Chile durante el gobierno de don Bernardo O’Higgins”, Revista Musical Chilena, nº 145 (1979), pp. 5-24. GUERRA ROJAS, Cristián, “Entre el olvido y la ruina: en torno a la Canción Nacional Chilena de Manuel Robles”, Resonancias, nº 20 (2007), pp. 17-44. 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Váyanse los gachupines* a noramala que no volverá a saber de ellos La Nueva España. Divina Guadalupana: con esos preciosos dedos échale la bendición al señor Cura Morelos. Rema indita de mi vida yo te enseñaré a remar que las glorias de Morelos es preciso celebrar. Dicen que soy insurgente de eso no me da cuidado, más vale ser insurgente que no ser acallejado. Soldados valientes del señor Morelos avoquen cañones y hagan prisioneros. Soldados calientes del señor Negrete toquen a degüello y entren a machete. Canción decimonónica alusiva a la Independencia mexicana * Hay que recordar a nuestros lectores que los gachupines son los españoles. Retrato de José María Morelos E l año 2010 es de grandes festejos en México, puesto que se conmemoran el bicentenario del inicio de la lucha por la independencia respecto de la Corona española y el centenario de la Revolución mexicana. La Independencia —que fue llevada a cabo por los criollos mexicanos, considerados como pobladores de segundo orden por el régimen colonial español— se inicia en 1810 y concluye en 1821. En su primera fase, y bajo el liderazgo de personalidades como los sacerdotes revolucionarios Miguel Hidalgo y José María Teclo Morelos —quien proclamaría “sólo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud”— se abole la esclavitud y se plantean leyes para mejorar la calidad de vida de sus habitantes más desfavorecidos, incidiendo en el tema de adjudicar tierras cultivables a los indios. Sin embargo, la culminación del proceso independentista será llevada a cabo en 1821 por las fuerzas conservadoras criollas —con el ejército Trigarante: Religión, Independencia y Unión— capitaneadas por el insurgente Vicente Guerrero y el hasta entonces general realista Agustín de Iturbide, quien será proclamado emperador del México independiente mientras el pueblo cantaba la coplilla: Soy soldado de Iturbide, visto las tres garantías hago las guardias descalzo y ayuno todos los días. 122 Durante el período comprendido entre 1810 y 1821, así como en las décadas anteriores y posteriores respectivamente a estas fechas, la música, como producto social e ideologizado que es, proyectó una realidad convulsa y crítica que significó la conclusión del período colonial y el nacimiento de un México independiente ansioso por definir la propia identidad nacional. El panorama musical de Nueva España en las últimas décadas del XVIII y principios del XIX reflejaba la situación de la metrópoli colonial, a espaldas de las novedades estéticomusicales del momento. En tierras americanas la decadencia del semillero de adiestramiento compositivo que había significado la Iglesia hasta finales del XVIII, implicó un empobrecimiento en la formación de los compositores e intérpretes a la par que un paulatino auge de la música profana. En especial el teatro lírico, que llevaba aparejada la existencia de agrupaciones instrumentales más o menos amplias, fue el gran protagonista en aquellas fechas. Junto a la Iglesia Católica, la corte virreinal era la que establecía las directrices culturales de la colonia, ya que en Nueva España la aristocracia criolla carecía de la posición y prebendas que tenía la aristocracia en la península. Las carencias en el campo del teatro lírico, inexistencia de una compañía de ópera o de espacios escénicos en condiciones, incidieron igualmente en el decadente panorama escénico cualitativamente hablando. Así, las exigencias de un público siempre ávido de novedad, que no de calidad, hizo que los compositores más dotados se dedicaran a la música escénica con gran profusión, desatendiendo aspiraciones de 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 123 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD Retrato de Miguel Hidalgo extraído del libro de Vicente Riva Palacio, Julio Zárate, México a través de los siglos, tomo III: La guerra de independencia 1808 - 1821 excelencia así como abandonando otras manifestaciones musicales. Esta circunstancia se unió, por otra parte, a una triste realidad: aunque tenemos referencias de la recepción en tierras mexicanas de la obra de compositores europeos — como la que refleja la Gaceta de México del 24 de febrero de 1801 respecto a la venta de obras de creadores como Pleyel, Mozart, Kozeluc, Haydn, Cambini, Fordor, Vanhal, Rosetti, Hoffmeister o Boccherini, entre otros— las novedades de la Escuela del Clasicismo vienés no fueron, en general, prontamente conocidas y cuando lo fueron dicho conocimiento no se produjo en profundidad. La situación reflejaba la confluencia de la escasa preparación teórica y compositiva de los músicos mexicanos del momento junto a la exigua nutrición musical que se recibía de lo que musicalmente era la vanguardia europea. En Nueva España, por tanto, el interés de la vida musical se centró en el teatro lírico, en esas zarzuelas y tonadillas escénicas que se consumían con gran profusión. Sonecitos En el tránsito del XVIII al XIX, y en este escenario de pobreza y decadencia musical, encontramos, sin embargo, la alentadora presencia de las “tonadillas nuevas y peculiares del país”. Tenemos noticias de lo que podríamos denominar como los inicios de la música popular mexicana hacia 1786, año en que ya encontramos referencias de los llamados “sonecitos del país”. De hecho, en el Gran Teatro Coliseo de la capital, principal teatro del país inaugurado en 1753 y que en 1786 contaba con una orquesta de 19 músicos tanto mexicanos como extranjeros, encontramos a Acta de independencia mexicana del 28 de septiembre de 1821 finales del XVIII, junto a las tonadillas españolas, dichos “sonecitos del país” que se acompañaban con violines, arpa, mandolones, salterio y guitarrones. La tonadilla española fue “el caballo de Troya” en el que se introdujeron los “sonecitos del país”, tonadilla que, igualmente, había sido el escaparate de bailes y músicas españolas prontamente asimilados por el público novohispano. Los espectadores al comenzar el XIX estaban ya acostumbrados a zarzuelas, tonadillas, follas, boleras, fandangos, seguidillas y a esas “músicas del país” que paulatinamente fueron ligadas a actitudes independentistas por parte de los criollos, tanto nobles como comerciantes y terratenientes. Eran criollos que llevaban largo tiempo en contacto con estas músicas que se tocaban y bailaban en el territorio de la Nueva España. No olvidemos que en la temprana fecha de 1650 encontramos en un Método de cítara de Sebastián Aguirre varias piezas propias de tierras americanas. Por otra parte, en las zonas costeras de Nueva España ya existía un sincretismo cultural entre mestizos y negros, incluso dándose circunstancias tan curiosas como las noticias que nos llegan a finales de la Colonia sobre la existencia de directores negros o mulatos en la precortesiana danza ritual de los voladores. Jarabe, corrido, huapango, sandungas, jaranas, bamba, etc., constituían aires populares —que dependiendo del territorio de procedencia se llaman jarabe, huapango, mariachi y tambora— de gran éxito a finales del XVIII. Los conjuntos instrumentales, llamados “sones mariachis”, interpretaban los jarabes, que si bien en un primer momento eran pianísticos luego pasaron al reinado de flautas, guitarras, arpas y bajos. Los “sonecitos del país” se basaban en seis pulsaciones agrupadas en ritmos binarios, ternarios y la característica com- 123 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 124 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD 124 binación de ambos o hemiolia, lo cual, dada la variedad de acentuación posible, ofrecía una riqueza muy adecuada para la práctica bailable. El éxito entre el público de estos sones —provenientes de mestizos, negros mulatos, de gente vagabunda y “quebrada”— inquietó grandemente a las autoridades eclesiásticas y coloniales que los consideraban deplorables por incitar “lascivias canallescas y las más animalescas actitudes”. De hecho, la Inquisición censuró a finales del XVIII los jarabes que para entonces ya presentaban partes bailables. Tenemos noticias de disposiciones en este sentido datadas en 1779 cuando el Virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa estableció seis meses de pena de cárcel a aquellos que tocaran en las escuelas donde se enseñaban estos sones. Igualmente en Puebla, en 1789, se censuró el “pan de xarabe”. Por su parte, en 1800 el Virrey Félix Berenguer de Marquina prohibía la asistencia a las mencionadas escuelas mientras que el Santo Oficio en 1802 deploraba el jarabe, exitoso género en época de la independencia y posteriormente, por “lujurioso, deshonroso y provocativo”. Ese mismo año, el Virrey Marquina prohibía asimismo el “jarabe gatuno” estableciendo que los “transgresores sufrirían pena de vergüenza pública y dos años de presidio” mientras que el público tendría dos meses de cárcel. Alguno de aquellos jarabes — como El gato, El perico o Los enanos— han llegado hasta nuestros días en el riquísimo acervo musical popular del pueblo mexicano. A pesar de prohibiciones tan contundentes como las arriba apuntadas, a principios del XIX podemos referenciar crónicas que nos hablan de la presencia de esas músicas en los salones de alta alcurnia. Así, el Diario de México —periódico nacido en 1805 y que fue el primero en publicarse diariamente en Nueva España— comenta (16 y 17 de diciembre de 1806) que en México se componían y tocaban contradanzas, minuetos, boleros, polcas “y otros juguetes de esta naturaleza”. La misma publicación muestra el domingo 26 de julio de 1807 la siguiente crónica: “En fin, un paso de dos hecho con la superioridad del señor Dumoulin. Las chaconas y pasacalles de Dupré, las piezas que baylaban Vestris y la señora Lany, un minuet, una contradanza, una alemanda, un bolero, executados con maestría, ocupando aquí su lugar debido el rorro, la jarana, el jarabe y otros sonecitos de nuestro país, piececillas cortas animadas de entusiasmo y viveza, chispillas llenas de fuego, chiste y gracia”. Junto a las típicas danzas de salón, a los popurrís y fantasías basadas en melodías operísticas, marchas y otras piezas que también se interpretaban en los salones europeos, encontramos, pues, los típicos géneros musicales mexicanos que, pese a la oposición eclesiástica y colonial, seguían “colándose” en el seno de las clases altas mexicanas. Esos “nuevos colonizadores” serían posteriormente esencia en la que se inspirarían los protagonistas de la conformación de la música mexicana del XIX, lo cual nos lleva a poder afirmar que en tiempos de la Independencia ya encontramos en estas tierras americanas la presencia de una identidad cultural, y por ende musical. De hecho, los “sonecitos del país”, y en especial el jarabe —que nace de la seguidilla y el fandango españoles— se alzaron, al igual que la Guadalupana, como estandarte de lucha de los insurgentes y una vez lograda la Independencia empaparon todos los espacios musicales del país, desde las plazas de los pueblos hasta los burgueses salones para, más tarde, introducirse en las salas de concierto. Estas muestras culturales de ese primer “mexicanismo” implicaban la dignificación estética de lo mexicano frente a los modelos culturales coloniales. Sones, marchas, himnos, canciones que hablaban de gestas heroicas independentistas y que caminaban junto a suites y popurrís en las que las referencias a la música popular del momento intentaban reflejar la plural diversidad cultural de la nueva nación. Me he referido a criollos, mestizos, mulatos y negros. ¿Y los indios? Al iniciarse la Independencia la situación del músico indio era de marginación. La exclusión social a la que se había visto sometido lo había alejado de aquella lejana realidad de inserción social que había ocupado al comienzo de la Colonia donde pasó de ser un receptor musical de la creación española a comenzar a componer. Esta actividad creativa del indio tampoco duró mucho, como muestra la Cédula Real de 1561 por la que Felipe II limitaba la cantidad de músicos de procedencia indígena puesto que “gastaban su tiempo tocando y cantando”. Así, a comienzos de la Independencia, y a pesar de la voluntad emancipadora de libertadores insurgentes como Hidalgo o Morelos, el indio estaba ya fuera de la realidad de la creación musical del momento. Frente a la reivindicación del pluralismo cultural mexicano de la primera fase independentista, se consolidó el modelo criollo, liberal y burgués que proyectaba un discurso de universalidad para el país independiente recién nacido. Es más, posteriormente la reivindicación del elemento indígena durante el XIX en México es, en realidad, una sublimación de la imagen que del indio tienen la clases dominantes, superficial e idealizada, revestida del heroicismo propio del discurso romántico, a su vez enmarcado sobre todo en la retórica operística de corte italianizante del panorama mexicano decimonónico. Pero volvamos a los gustos del público mexicano de principios del XIX, es decir, de las clases altas. La programación del Coliseo Nuevo — entre cuyas bambalinas circulaban instrumentistas, cantantes, bailarines, tonadilleros y cómicos diversos — nos informa de ópera, ópera bufa y bailes al tiempo que muestra una clara inclinación hacia géneros como la zarzuela bufa, la tonadilla y el sainete. Entre las representaciones de especial interés de las que nos han llegado noticias, recordar que en una representación del 2 de diciembre de 1805 se pusieron en escena los sainetes La maja majada, El negro sensible, El soldado fanfarrón, el terceto del Campanello, la tonadilla La disputa de los amigos, el baile Diana y Silvio de Juan Medina, así como del dúo Rituales de amor de Manuel de Arenzana. Respecto a las óperas, el 25 de octubre de 1803 en el Coliseo Nuevo se produjo la representación del Fanatico burlato de Cimarosa —anunciado como El filósofo burlado— mientras que se producía la puesta en escena, en 1806 y por primera vez en México, de El barbero de Sevilla de Paisiello, ópera que fue acogida con gran éxito y en la que se representaron, según nos cuentan las crónicas, “bailes y sonecitos del país” a modo de interludios… Entre los compositores mexicanos que también estrenaron óperas en el Coliseo Nuevo, hay que señalar al ya mencionado Manuel de Arenzana con obras como El extranjero representada el 25 de noviembre de 1804 y Los dos rivales en amor. Como curiosidad se debe relatar que en 1816 se estrenaba en ese mismo escenario la ópera en dos actos Los dos gemelos o Los tíos burlados del español Manuel del Corral (1790-después de 1819), compositor que luchó con sus pentagramas contra la invasión francesa para más tarde, refugiado en México en 1809, volver a tomar sus armas musicales para enfrenarse, esta vez, a la independencia mexicana dejándonos, entre otras, la música para esta canción referente a los insurrectos independentistas: Los malos confundidos de rabia y odio llenos verán como a los bienes ayunta su deber: Más que no desunidos herir ose el acero del hijo del Ibero a quien le debe el ser. 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 125 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD La catedral de México, siglo XIX La nueva ópera La primera ópera estrenada después de la Independencia, período en el que Iglesia y teatro serán los principales marcos de producción musical, se debe al mexicano José María Bustamente (1777-1861). En efecto, en el Teatro Principal el 27 de octubre de 1821 se representó su México libre con libreto debido al español Francisco Luis Ortega, y que, tal y como anuncia su título, aludía a los acontecimientos recién vividos en México. Después de la conflagración, al Coliseo Nuevo, que durante la guerra independentista tuvo serios problemas económicos, se unieron espacios escénicos como el Teatro de los Gallos en 1822 y el Jardín de la Plaza de la Cruz, este último a partir de 1825. Tenemos noticias de una compañía bajo la dirección del cantante español Andrés Castillo que estrenó títulos rossinianos como La italiana en Argel en 1824, La urraca ladrona y Tancredo en 1825, El barbero de Sevilla en 1826 y, en 1827, Otelo. La influencia de la ópera italiana en la música mexicana del XIX estaba servida. En 1827 datamos un hecho de importante relevancia: la presencia del español Manuel García y su compañía lírica en México, teniendo en el Teatro de los Gallos la sede de la compañía. La hispanofobia propia de los momentos históricos que estaba viviendo el pueblo mexicano hicieron que el tenor español, que había llegado a México después de haber residido dos años en Nueva York, fuera expulsado en 1828 de tierras mexicanas junto a otros españoles. Junto a los “sonecitos del país”, a la música que reflejaba el momento histórico de conflicto bélico, al teatro lírico y a la producción musical sacra —que mostraba influencias del clasicismo vienés— la música salonística será otra parcela de la realidad musical mexicana. Como ya he apuntado, la música que se consumía en los salones mexicanos incluía el repertorio típico europeo además de los “aires del país”. La aristocracia y la burguesía consideraban la educa- ción pianística, en especial de las mujeres, como una parte importante de la formación de sus miembros. El piano era el gran protagonista y ello llevó aparejado una creciente demanda de instrumentos. Encontramos en el Diario de México del 1 de octubre de 1810, con gran entusiasmo por parte del redactor, informaciones sobre la llegada a aquellas tierras, procedente de Sevilla, de Juan Manuel Mármol, fabricante de toda clase de pianos, claves y monocordios “que ha merecido en sus obras la mayor aceptación y aprecio, no sólo de sus Soberanos, sino de toda la nación española la mayor parte de las Américas, y reinos extranjeros, donde tiene repartidas muchas de sus obras”. Entre los compositores destacados en la música salonística en el México de comienzos del XIX mencionar al español Manuel Corral, y a los mexicanos José Manuel Aldana (1758-1810) y Manuel Delgado (1770-1818). Por otra parte, y fuera de los salones aristocráticos y burgueses, la música instrumental encontró en la Escuela de Minas, posteriormente conocido como Palacio de la Minería, su espacio de conciertos, espacio en el que el Aldana —que además de compositor era director de orquesta, violinista y clavecinista— junto a su orquesta deleitaba a un público que también concurría a actos centrados en temas sobre música. Como hemos visto, cuando el siglo XIX mexicano comienza su andadura encontramos un paulatino traspaso del monopolio eclesiástico en la creación musical hacia el ámbito de las clases altas ilustradas, ávidas de consumir música de corte europeo no hispano. Tristes noticias nos llegan del Diario de México, el 13 de octubre de 1805, respecto a ese gusto por lo extranjero referidas al ya mencionado violinista José Aldana, que realizó notables esfuerzos por mejorar el nivel musical de su patria, y al cual se le recomendó que extranjerizara su apellido para poder ser considerado por los círculos sociales exquisitos… Este gusto por lo extranjero fue también causa de empobrecimiento del panorama musical mexicano. La situación cultural del 125 254-dosier 22/6/10 09:02 Página 126 D O S I E R ECOS DE LIBERTAD 126 país recién independizado se muestra un tanto caótica y podemos explicarla, entre otras razones, por el lógico desorden estructural de los primeros momentos. El México independiente va a rechazar las fuentes hispanas como paradigma cultural viéndose obligado a buscar referentes en su propia realidad cultural para lo cual, y puesto que lo español lógicamente se elude, se persigue en modelos europeos —principalmente franceses, italianos y alemanes— el nuevo parámetro sociocultural burgués. Durante el XIX los compositores mexicanos interactuarán con los mencionados modelos de manera constante aunque, desgraciadamente, con resultados no especialmente brillantes, ya que las carencias formativas de los creadores, sobre todo en la primera mitad del General Agustín de Iturbe siglo, llevó a éstos a cultivar una composición marcada por el sentimentalismo donde la melodía se constituye en hilo conductor de la obra arropada por una escritura endeble armónica y formalmente. Con frecuencia se trataba de compositores amateurs, la mayoría de las veces provenientes de las clases privilegiadas. Habrá que esperar varias décadas para que encontremos compositores de mayor peso que, por otra parte, irán incorporando con éxito elementos musicales mexicanos a la creación pianística de corte salonístico europeo. Entre los creadores mexicanos activos en el período independentista o muy cercano al mismo, como es el caso de Mariano Soto de Carrillo (¿?-hacia 1804), José Manuel Aldana (1758-1810), Manuel de Arenzana (hacia 1762-1821), Manuel Delgado (1770-1818) o de José María Bustamante (1777-1861), encontramos en José Mariano Elízaga (17861842) al compositor más prominente. Si bien no luchó durante la Independencia, sí tenía una clara inclinación por la causa. En 1822 el General Iturbide le hizo maestro de la capilla imperial en la capital. Escribió dos influyentes tratados teóricos y en uno de ellos, Elementos de la música de 1823, elogiaba el elemento nativo musicalmente hablando, a la par que se lamentaba del atraso en los sistemas de enseñanza. Sus esfuerzos por dotar a la nueva nación de sólidas estructuras educativas musicales se desarrollaron en el contexto de lo que él llamó “el desgraciado bajo nivel” de la música mexicana. Fundó una Sociedad Filarmónica en 1824, una Academia Filarmónica en 1825 e inauguró ese mismo año el Conservatorio que tuvo breve vida, hasta 1827. La misma suerte corrió la editorial musical que fundara Elízaga en 1826. Eran tiempos difíciles y ese mismo año fracasó el primer intento de lanzar acciones para la construcción del Teatro Nacional. Elízaga, que en 1827 se traslada a Guadalajara donde se hará cargo de las cuestiones musicales de la catedral, planeó incluso la creación de un periódico musical, El águila mexicana, que debía incluir piezas vocales e instrumentales en sus números. Como compositor escribió bastante música sacra que revela su inclinación al estilo clásico. Este creador fue un hombre clarividente al percibir las necesidades reales de su país durante el período post-revolucionario en un contexto político y social de gran inestabilidad, lo cual abortó muchos de sus proyectos e intenciones. Termino estas páginas “cantando” un corrido mexicano, género que, nacido del romance español, combina letra y música con finalidad narrativa. Inmediatamente posterior a la cronología de la Independencia, este corrido De los oprimidos resume sin concesiones el proceso histórico llevado a cabo por los criollos, proceso en el que quedó marginada una gran parte de los pobladores mexicanos indios, mestizos, mulatos y negros. Sin embargo, hay que concluir que el camino musical iniciado en la Independencia mexicana, camino que he desgranado en estas páginas, culminará cien años después en la llamada escuela mexicana de composición, la cual buscará una síntesis de la riquísima diversidad étnica, cultural y social que conforma el México de entonces y el de ahora: hermoso, sorprendente, original, acogedor y, siempre, hermano. Voy a cantar un corrido de esos que hacen padecer y les suplico, señores, me perdonen por favor. Tres siglos largos, señores, el indio, triste, sufrió, hasta que luego en Dolores la Libertad lo alumbró. Del cura de Guanajuato toditos se han de acordar, murió como buen soldado por darnos la Libertad. Pero el veintiuno, el Gobierno la Independencia nos dio, quedando los españoles dueños de nuestra nación. Toda la tierra tomaron y al indio nada quedó, sin pensar que por ser dueños durante once años peleó. Por eso el indio ha sufrido miserias, hambre y dolor esperando le devuelvan sus tierras que tanto amó. Ya mejor le pide al cielo que lo quite de vivir con eso que, mejor muerto ya no tiene que sufrir. Carmen Cecilia Piñero Gil BIBLIOGRAFÍA CARMONA, GLORIA, “Periodo de la Independencia a la Revolución (1810 a 1910)”, Estrada, Julio (ed.), La Música de México. México, Universidad Nacional Autónoma de México, vol. nº 3, 1984. MENDOZA, VICENTE T., El corrido mexicano. Colección Popular. México, Fondo de cultura económica, 1974. MORENO RIVAS, YOLANDA, Historia de la música popular mexicana. México, Océano de México, 2008. Ang 254-dosier 22/6/10 Angelika Kirchschlager 09:03 Página 127 Los Ballets de Montecarlo Valery Gergiev Elisabeth Leonskaja Mikhail Pletnev 71 QUINCENA MUSICAL DE SAN SEBASTIÁN 7 AGOSTO-3 SEPTIEMBRE AUDITORIO KURSAAL 22 AGOSTO Orquesta Nacional de Rusia Orfeón Donostiarra 7 AGOSTO Mikhail Pletnev, director Ekaterina Scherbachenko, soprano Georgy Vassiliev, tenor Vasily Ladyuk, barítono “Suite de La doncella de nieve”, “Suite de La ciudad invisible de Kitezh”, “Suite de Zar Saltan”, Rimsky-Korsakov; “Las campanas”, Rachmaninov Patrocina: Caja Laboral Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky Valery Gergiev, director “El pájaro de fuego”, “Petrouchka”, “La consagración de la primavera”, Stravinsky Patrocina: Naturgas Energia • Precio: 55 / 44 / 35,20 / 28,20 / 10 euros 8 AGOSTO Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky Valery Gergiev, director Sergei Katchatrian, violín Denis Matsuev, piano “Preludio y Los encantos del Viernes Santo de Parsifal”, Wagner; “Concierto para violín”, Sibelius; “Concierto para piano nº5”, “El pequeño caballo jorobado”, “Concierto para orquesta nº1”, Shchedrin • Precio: 55 / 44 / 35,20 / 28,20 / 10 euros 9 AGOSTO Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky Orfeón Donostiarra 17 AGOSTO Orquesta Filarmónica de Liverpool Vasily Petrenko, director Iñaki Alberdi, acordeón “Cockaigne”, Elgar; “Bajo el signo de Escorpio”, Gubaidulina; “Sinfonía nº5”, Shostakovich Patrocina: Kutxa • Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros 18 AGOSTO Orquesta Filarmónica de Liverpool Vasily Petrenko, director Sa Chen, piano Simona Saturova, soprano “Concierto para piano nº1”, Chopin; “Sinfonía nº4”, Mahler Colabora: Cadena SER 11 AGOSTO Vladimir Begletsov, director “Vísperas op. 37”, Rachmaninov Patrocina: Juntas Generales de Gipuzkoa “Boris Godunov”, M. Mussorgsky Dimitri Bertman, director de escena Vladimir Ponkin, director musical Orquesta y Coro de la Helikon Opera Theatre Alexander Kiselev / Alexey Tikhomirov (Boris Godunov), Ilya Ilin (Feodor), Anna Grechishkina (Xenia), Larisa Kostyuk (Marina), Andrey Vylegzhanin (Rangoni), Dmitry Ovchinnikov (Varlaam), Dmitry Khromov (Missail) Producción de la Helikon Opera Theatre de Moscú Patrocina: Kutxa • Precio: 25 / 20 / 16 / 10 euros • Precio: 80 / 64 / 51,20 / 41 / 10 euros Cuarteto Tokyo Jean-Christophe Maillot, coreografía y dirección Homenaje a los Ballets Rusos: “La consagración de la primavera”, “Scheherezade” Patrocina: Banco Guipuzcoano (día 30) Colabora: El Mundo del País Vasco (día 31) • Precio: 45 / 36 / 28,80 / 23 / 10 euros 27 AGOSTO Rafal Blechacz, piano “Preludio y fuga en do sostenido menor”, “Sonata op. 8 nº1”, Karol Szymanowski; “La isla alegre”, Debussy; “2 Polonesas op. 26”, “4 Mazurkas op. 41”, “Balada op. 23 nº1”, Chopin • Precio: 30 / 24 / 19,20 / 10 euros 29 AGOSTO “Cuarteto D 87”, Schubert; “Cuarteto K 575”, Mozart; “Cuarteto op. 41 nº3”, Schumann • Precio: 30 / 24 / 19,20 / 10 euros 31 AGOSTO Ewa Podles, contralto Anna Marchwinska, piano “Canciones Op. 74”, Chopin; “Cantata Arianna a Naxos”, Haydn; “La guardería”, Mussorgsky; “3 canciones”, Tchaikovsky 2 SEPTIEMBRE • Precio: 30 / 24 / 19,20 / 10 euros Orquesta Sinfónica de Euskadi Coral Andra Mari 1 SEPTIEMBRE Andrés Orozco-Estrada, director Károly Szemerédy, barítono “Cantata Spring op. 20”, “Sinfonía nº2”, Rachmaninov Patrocina: Euskaltel Julius Drake, piano “Spanisches Liederbuch”, Wolf Orquesta Nacional del Capitolio de Toulouse Orfeón Donostiarra Orquesta Nacional de Rusia Mikhail Pletnev, director Vadim Repin, violín “Obertura rusa”, Golovanov; “Concierto para violín”, Tchaikovsky; “Sinfonía nº15”, Shostakovich Colabora: EITB Tugan Sokhiev, director Ewa Podles, contralto “Alexander Nevsky”, Prokoviev; Sinfonía nº5, Tchaikovsky Patrocinan: Antiguo Berri, Riberas del Urumea • Precio: 55 / 44 / 35,20 / 28,20 / 10 euros • Precio: 60 / 48 / 38,40 / 30,70 / 10 euros www.quincenamusical.com Ministerio de Cultura • Precio: 30 / 24 / 19,20 / 10 euros Angelika Kirchschlager, mezzosoprano Ian Bostridge, tenor • Precio: 30 / 24 / 19,20 / 10 euros 3 SEPTIEMBRE 21 AGOSTO Ayuntamiento de San Sebastián Diputación Foral de Gipuzkoa Gobierno Vasco “Nocturnos op. 55 nº1 y nº2”, “Sonata op. 35 nº2”, “Balada op. 38 nº2”, Chopin; “Estudios sinfónicos op. 13”, Schumann Patrocina: Audi 26, 27 AGOSTO • Precio: 45 / 36 / 28,80 / 23 / 10 euros • Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros e Elisabeth Leonskaja, piano Coro de la Catedral de Smolny (Rusia) Los Ballets de Monte-Carlo • Precio: 70 / 56 / 44,80 / 35,80 / 10 euros 10 AGOSTO • Precio: 60 / 48 / 38,40 / 30,70 / 10 euros 30, 31 AGOSTO Valery Gergiev, director Solistas del Teatro Mariinsky “Romeo y Julieta”, Berlioz TEATRO VICTORIA EUGENIA Tel: 943 00 31 70 OTROS CICLOS Música Antigua Chillida-Leku Música Contemporánea Jóvenes intérpretes Órgano… [email protected] VENTA DE ENTRADAS A PARTIR DEL 21 DE MAYO 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 128 ENCUENTROS WILLIAM CHRISTIE: Fotos: Simon Fowler UN AMERICANO EN PARÍS N adie podría haber imaginado que alguien llamado William Lincoln Christie, nacido el 19 de diciembre de 1944 en Buffalo, en el Estado de Nueva York, llegaría a convertirse en el más apasionado paladín de la música barroca francesa, especialmente desde la creación, hace ya tres décadas, de su extraordinario conjunto orquestal, y posteriormente coral, Les Arts Florissants. William Christie ha vuelto por tercer año consecutivo al Teatro Real de Madrid, donde al frente de su conjunto ha dirigido L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi, culminando así su trilogía sobre el compositor de Cremona, iniciada hace dos años con las representaciones de L’Orfeo y continuada en la pasada temporada con Il ritorno d’Ulisse in patria. 128 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 129 ENCUENTROS WILLIAM CHRISTIE Es la primera vez que usted dirige completo el ciclo Monteverdi, y asimismo con el mismo director de escena, Pier Luigi Pizzi. ¿Cómo ha sido esta experiencia? Ha sido realmente maravillosa. Para empezar, hemos tenido un teatro que funciona magníficamente, el Teatro Real. Tengo que decir que las condiciones de trabajo en Madrid son únicas en el mundo: los técnicos, la producción, los iluminadores… Es casi imposible encontrar un equipo más agradable, y al mismo tiempo tan eficiente. Y trabajar con el mismo director de escena durante todo el proyecto es también muy importante; en este caso con Pier Luigi Pizzi, que es un gran amigo mío desde hace muchísimo tiempo. Y otro de los aspectos fundamentales es contar con el mismo equipo musical, ya desde el principio, con estos extraordinarios músicos que constituyen el continuo (arpas, órgano, claves, tiorbas…). Y las mismas cuerdas, cornetti, etc. De este modo, podemos decir que ha habido una línea directa que nos ha traído hasta L’incoronazione di Poppea de una manera natural desde Il ritorno d’Ulisse in patria, y a éste a su vez desde L’Orfeo. ¿Qué supone abordar conjuntamente las tres obras? Hacer la trilogía escénica de Claudio Monteverdi es, de algún modo, como abordar todo el ciclo Mozart-Da Ponte, o como hacer un maravilloso ciclo del Anillo de Wagner, con la misma orquesta y el mismo equipo escénico. Y también, en la medida de lo posible, con los mismos cantantes. Ha hablado ya del continuo, que es enormemente rico. Sí, lo es. Obviamente, puedes hacerlo con un número más reducido de instrumentos. Especialmente en la versión de Venecia —que es la que utilizamos aquí, porque me parece más fiel al original frente a la de Nápoles—, lo puedes hacer con dos violines, un clave, una tiorba, etc. Pero el propio Monteverdi dice cuál es su concepto sonoro, cómo ve él su partitura, y si usas todos los instrumentos, entonces puedes producir un gran sonido, que es lo que él quería. Además, hay que tener en cuenta, asimismo, que el Teatro Real es una sala muy grande, y si utilizamos un conjunto reducido el sonido se perdería. Ha trabajado en numerosas ocasiones con Pier Luigi Pizzi. Comenzamos juntos en París, en una extraordinaria producción de Hippolyte et Aricie de Rameau, y después hicimos una versión escénica muy particular, que fue muy comentada, de La Pasión según san Mateo de Johann Sebastian Bach, en la que los instrumentos rodeaban asimismo a los can- tantes, quienes formaban una especie de gran retablo barroco. Más tarde colaboramos igualmente en Castor et Pollux, también de Rameau. Es un artista con una sensibilidad extraordinaria para este repertorio. Pero también ha trabajado con directores de escena muy radicales, como Peter Sellars, con quien hizo una revolucionaria Theodora de Haendel en el Festival de Glyndebourne, con la inolvidable Lorraine Hunt Lieberson en una conmovedora Irene. ¿Le gustan igualmente estas versiones modernas de obras antiguas? He de decir que sí, que me gustan mucho. Por una parte, soy una persona que tengo unas ideas muy firmes en cuanto a los instrumentos antiguos y a las interpretaciones historicistas, pero por otra parte me encantan este tipo de mezclas. Me apasiona ver un cuadro de Velázquez expuesto en el Museo del Prado, pero también me gusta ver una pintura de época colgada en un espacio contemporáneo. Creo que se trata, ante todo, de una cuestión de sensibilidad y de buen gusto, de respeto por lo que, en el fondo, te está diciendo ese libreto, y si ese texto sigue funcionando al trasladarlo de época. Robert Carsen, por ejemplo, tiene un sentido del espectáculo muy barroco, al mismo tiempo que es totalmente moderno, como ha demostrado en sus producciones de Poppea o de Semele. Por otra parte, hay gente que hace unas magníficas reconstrucciones historicistas, con los trajes y las pelucas que se empleaban en el siglo XVIII. En el caso de Poppea, el libreto tiene tanta fuerza que pienso que una escenografía demasiado sobrecargada puede hacer que te distraigas, ya que aquí se cumple a la perfección la máxima de “Prima le parole e dopo la musica”. Para las tres óperas de Monteverdi, usted ha utilizado sus propias ediciones, elaboradas por Jonathan Cable, ¿no es así? Creo que es muy importante que cada músico, que cada conjunto vaya directamente a las fuentes, y se plantee una serie de cuestiones en cuanto al sonido, la articulación, las figuraciones, los cortes efectuados a lo largo del tiempo… Particularmente en autores como Monteverdi, Cesti o Cavalli. Y, en este sentido, creo que el trabajo de Jonathan Cable es fantástico, porque ha hecho posibles unas ediciones muy respetuosas, que al mismo tiempo facilitan enormemente el trabajo a la hora de ejecutar las partituras. En este montaje, la orquesta no está colocada al modo tradicional en el foso, sino en el patio de butacas, a la misma altura que el público y los cantantes, lo que produce una atmósfera muy especial. Este es un tema sobre el que estuve discutiendo mucho tiempo con Pier Luigi Pizzi, aunque desde un principio estábamos de acuerdo en que no iba a haber foso orquestal. Hay que decir que los cantantes están encantados con esta solución, porque pueden controlar mucho mejor la afinación, algo que es tan importante en estas obras. Al mismo tiempo, sienten que participan mejor en todo el discurso musical, y en numerosas ocasiones se muestran realmente inspirados por los propios instrumentos. Esto permite que, muchas veces, se produzcan momentos casi de pura improvisación, de creación en el mismo instante. El cantante se siente más libre, porque yo no actúo realmente como director, en el sentido tradicional del término, pero, por otra parte, tiene que estar totalmente alerta. Creo que el resultado final es muy rico y de una gran espontaneidad. Los cantantes, lógicamente, han sido diferentes en las tres óperas, pero en este caso se podría hablar de un “dream team”. Realmente, es difícil encontrar en la actualidad, para esta obra, a algunos de los intérpretes que sean mejores que los que hay aquí, como Philippe Jaroussky, Danielle de Niese o Max Emanuel Cencic. Hay que decir que Antonio Moral ha hecho un trabajo fantástico, preguntándome qué tipo de voz quería exactamente para cada papel: un falsetista masculino para Nerón, etc. Así estuvimos prácticamente dos meses, pensando y buscando al cantante que nos parecía más adecuado para cada papel, desde los principales hasta los secundarios. En el caso de Danielle de Niese, usted ha contribuido enormemente a lanzar su carrera, con su Giulio Cesare en el Festival de Glyndebourne o su primer disco de arias de Haendel. Y volverá a estar junto a usted como Despina en el Così fan tutte que supondrá su presentación en el Metropolitan de Nueva York. Si, estoy muy orgulloso de ella. Creo que es una cantante fantástica, y la mejor Cleopatra o Poppea que te puedas imaginar. Pero creo que uno de los aciertos de este reparto es que casi todo él está formado por gente muy joven, que aporta una gran credibilidad y mucha frescura a la obra. Varios de ellos proceden de Le Jardin de Voix, y ya habían trabajado conmigo anteriormente en varias ocasiones, como Claire Debono, que hace de Fortuna y de Venus, o Katherine Watson, que hace de Virtud y de Damigella, o Andreas Wolf, que es un adorable Liberto. Pero también están Juan Sancho, Ana Quintans… Varios de ellos son hispanos. ¿Cree que en nuestro país hay actualmente un mejor cultivo del canto barroco? Bueno, no olvidemos que el primer gran Ruggero de Alcina, hace cuarenta años, ha sido una dama muy española, 129 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 130 ENCUENTROS WILLIAM CHRISTIE última ópera en estilo madrigalista. Los conjuntos son absolutamente extraordinarios, y toda ella está teñida de un inefable sentido de la melancolía, de la fatalité. El libreto rebosa de sabiduría de la vida y de conocimiento del ser humano. La obra puede ser tratada como si fuera una especie de viaje sentimental, de iniciación de dos muchachos jóvenes, que se van conociendo a sí mismos ante la presencia de las mujeres, en una especie de juego amargo entre la ficción y la realidad. Es una obra muy inteligente y maravillosa. Sin duda, será toda una revolución para la orquesta del Met tocar con usted, cuando está acostumbrada a interpretar a Mozart con directores como James Levine. Sí, será bastante diferente [ríe]. ¿Continúa también con su proyecto de Le Jardin des Voix? Así es, acabamos de terminar las audiciones para la próxima edición en Nueva York, París, Londres, Madrid y Zúrich, y hemos escogido a seis cantantes para trabajar y hacer la gira por las ciudades que ya tenemos establecidas. Hace unos años grabó las Sonatas para violín y clave de Bach. ¿Va a volver a su antigua labor como clavecinista, que puede ser una buena solución en tiempos de crisis? Dediqué una buena parte del invierno pasado a tocar el clavicordio, que, como sabe, es un instrumento mucho más íntimo, con un sonido más delicado. Teresa Berganza. Siempre ha habido buenos cantantes en España. No olvidemos tampoco la gran generación de cantantes mozartianos. Lo que quizá sí es posible es que ahora haya una mayor especialización en el campo específico de la música antigua en las escuelas de música y en los conservatorios. Es importante el hecho de que los tres títulos del ciclo se hayan grabado en DVD. Sí, será un magnífico testimonio que quede de nuestro trabajo y espero que, con el tiempo, lleguen a convertirse también en una referencia. La próxima temporada, como ya hemos dicho, usted debutará en el Metropolitan de Nueva York con Così fan tutte de Mozart. Curiosamente, será la primera vez que dirija en un teatro estadounidense. 130 Es curioso, pero la verdad es que he tenido muchísimo trabajo en los teatros europeos. Sí que he dirigido varias veces en Nueva York: Atys, Orlando, Les Boréades, The Fairy Queen… pero siempre en la Academia de Música de Brooklyn, porque allí no tienen una orquesta propia. El problema de los teatros norteamericanos es que casi todos cuentan con una orquesta estable: el Met, la Lyric Opera de Chicago, San Francisco… A lo largo de treinta años, he dirigido exclusivamente mi propia orquesta, Les Arts Florissants, y también otras orquestas de instrumentos originales, como la Orquesta del Siglo de las Luces o La Scintilla en la Opera de Zúrich. La única orquesta con la que he hecho esta excepción es la Filarmónica de Berlín, por invitación expresa de Simon Rattle. Desde hace algunos años, imparto clases en la Juilliard School, que ha creado una magnifica sección de música antigua, y he entablado una gran amistad con Peter Gelb, que realmente quiere dar nuevos aires al Met y me convenció para que actuase allí con una de mis óperas favoritas, a lo que no pude negarme. ¿Cómo ve esta obra, que a veces ha sido puesta en tela de juicio? Conozco las óperas del ciclo Mozart-Da Ponte de memoria, desde que era muy joven, cuando acompañaba los recitativos al clave o al fortepiano. Hace tres años hubo un proyecto de hacer las tres óperas en Lyon, que, por desgracia, al final se redujo únicamente a Le nozze di Figaro y Così fan tutte, por problemas con mi calendario. Pero tengo unas enormes ganas de dirigir también Don Giovanni. Para mí, Così fan tutte contiene mucha de la música más maravillosa que se ha escrito. Como les digo a menudo a mis alumnos, es la ¿Tiene previstas nuevas grabaciones? El siguiente proyecto serán Duetti da camera de Durante, Porpora, etc., con Max Emanuel Cencic y Philippe Jaroussky. ¿Y cuáles son sus otros proyectos más inminentes? Semele con Cecilia Bartoli en el Theater an der Wien de Viena, una serie de conciertos con Les Arts Florissants con obras de Rameau (Pigmalion, Anacréon), con los que también vendremos a España, al Festival Via Stellæ de Santiago de Compostela, Les Fétes vénitiennes de Campra con Robert Carsen, y después una de las grandes óperas de Cavalli, La Didone, en Lausanne, con un magnífico papel para Anna Bonitatibus, una estupenda cantante, a la que tenemos aquí como Ottavia. Después, en Glyndebourne, Hippolyte et Aricie de Rameau, y la reposición del legendario montaje de Atys con Jean-Marie Villégier, para celebrar los treinta años del conjunto, del que aún quedan muchos de los instrumentistas originales, lo cual es muy hermoso. Como ve, la fascinante aventura de la ópera francesa no me abandona nunca. Rafael Banús Irusta 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 131 ENCUENTROS WILLIAM CHRISTIE 131 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 132 REPORTAJE Primicias de la Accademia degli Astrusi RECUPERAR A MARTINI 132 Nora Roitberg E l Museo Internacional y la Biblioteca de la Música de Bolonia custodia dos de las tres pruebas escritas que Mozart hubo de pasar para ser admitido en 1770 como miembro de la Academia Filarmónica de la ciudad (la tercera prueba se encuentra en la propia Academia). Los ejercicios, que el postulante debía resolver mientras se encontraba aislado en una habitación, consistían en la escritura de una pieza polifónica a tres o cuatro voces a partir de un tema dado y en el caso del salzburgués presentan una chocante paradoja: mientras el primero resulta un absoluto desvarío, el segundo, que según contaría luego orgulloso Leopold Mozart le habría costado al adolescente sólo media hora de esfuerzo, está resuelto a plena satisfacción. Entre uno y otro trabajo se encuentra sin duda la mano del Padre Martini. “No es sólo que Martini se prestara a ofrecer clases a Mozart, sino que es muy posible que entrara en la estancia cerrada para ayudar al joven austriaco a resolver su prueba”, me comenta un musicólogo del Museo boloñés ante la vitrina donde se exhiben los documentos. Para cuando los Mozart llegaron a Bolonia en marzo de 1770, la fama del franciscano Giambattista Martini (17061784) se extendía por todos los rincones de Europa. Estimado como uno de los grandes sabios de su tiempo en materia de teoría, historia y contrapunto, Martini logró reunir una impresionante biblioteca musical y se carteaba de forma habitual con los mayores talentos del continente. Todo ese legado se conserva hoy en el extraordinario Museo boloñés, donde se exhiben también algunos de los más famosos retratos de músicos del Setecientos, del celebérrimo que Gainsborough hizo de Johann Christian Bach, otro pupilo del franciscano, al de Mozart posando con 21 años ya como filarmónico de Bolonia y Verona, o los de Vivaldi, Rameau, Sammartini, Gluck, Tartini, Porpora, Haendel, Caldara, Farinelli… “Coleccionista y teórico. Todo el mundo cree conocer al Padre Martini, ¿pero quién lo conoce realmente?”, se pregunta retóricamente Federico Ferri, violonchelista y director, embarcado desde hace años, en compañía del clavecinista Daniele Proni, en el rescate de la música escrita por este hombre al que Charles Burney caracterizó como una mezcla de “inocencia y sencillez en los modales, innata jovialidad, dulzura y filantropía”. Su legado como compositor se conserva principalmente en el Conservatorio de Bolonia, que lleva su nombre, aunque también en la actual sede de la Academia Filarmónica, en la imponente Basílica de San Petronio y en otras ciudades italianas, como Asís y Padua. “Es un catálogo inmenso, que se conoce muy poco. Apenas hemos empezado a sumergirnos en él, pues nos hemos concentrado en la música instrumental, que posiblemente sea la parte menos significativa de su legado, pero así y todo hemos descubierto ya a un músico refinado y sorprendente, que, pese a su fama de serio, era capaz de escribir en una misma página una fuga seguida de un rondó”, continúa Ferri, quien lideraba el Ensemble Respighi cuando en 2007 creó la Accademia degli Astrusi, conjunto de instrumentos históricos con el que se ha propuesto la tarea ciclópea de ofrecer al mundo toda esta música. “Algunos de nosotros ya nos habíamos iniciado en la práctica histórica, pero fue en 2007, al acometer el proyecto Martini, cuando decidimos dar el salto a los instrumentos antiguos: creo que el color y la expresividad que mejor convienen a esta música son los que ofrecen los instrumentos de su época. Además, hemos incluido en el conjunto a algunos intér- pretes vinculados al historicismo desde hace tiempo y, por supuesto, todos los vientos [trompas, trompetas, oboes, flautas] provienen del campo historicista”. Festival Martini En cuatro jornadas consecutivas, celebradas del 23 al 26 de mayo pasado en emblemáticos templos de la ciudad, la Accademia degli Astrusi ofreció en primicia mundial una selección de una cincuentena de obras instrumentales de las 90 de Martini que Ferri y Proni han estudiado y rescatado hasta ahora. “Son unas 3000 páginas de música, que vamos a publicar en una editorial tan prestigiosa como Suvini Zerboni y que tenemos intención de grabar en breve: serán ocho o nueve discos por los que ya se ha interesado una importante multinacional, aunque veremos si termina de cuajar nuestro plan, porque somos conscientes de que la situación del mercado discográfico no es la mejor”. Detrás de este proyecto global sobre la música del ilustre boloñés, incluidos los cuatro días de Festival Martini, se encuentra la Fundación del Monte, institución adscrita a una caja de ahorros local cuyos responsables aspiran a difundir la imagen de la ciudad más allá de su universidad, sus torres, la mortadela, el ragú y el baloncesto. “Pensamos que Bolonia tiene unas extraordinarias posibilidades como punto de atracción turístico, y en ello la cultura, y en concreto la música, puede jugar un papel primordial”, me comenta un ejecutivo de la Fundación. El Museo de la Música (de acceso gratuito, como prácticamente todos los boloñeses), el Conservatorio, la Academia y el Teatro Comunale (hoy, como tantos otros de Europa, en apuros a causa de la crisis económica) presentan el flanco más vistoso del arte de los sonidos en la ciudad, pero Bolonia tiene también, como Sevilla y Estambul, el título de Ciudad de la Música que otorga la UNESCO. “Aspiramos a estrechar lazos con Sevilla: podemos hacer cosas juntos que nos beneficien a las dos ciudades. Nosotros hemos apostado por el Padre Martini, porque consideramos que es un valor no suficientemente reconocido y que nos representa bien. Los músicos están entusiasmados con su trabajo y nuestra idea es llegar hasta el final de este proyecto y ofrecer al mundo todo el legado de este gran hombre de la cultura europea”. 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 133 REPORTAJE FESTIVAL MARTINI En la estela del preclasicismo En los tres primeros días de Festival, la Accademia degli Astrusi se concentró en ofrecer sinfonías y conciertos, obras de instrumentación diversa que pueden considerarse en la estela de un preclasicismo que era común al de otros maestros italianos, con un primer movimiento donde aparece embrionariamente la forma sonata, un segundo tiempo de apaciguador lirismo y un final breve y brillante, con frecuencia danzable. “Son auténticos divertimentos”, me comenta Federico Ferri, “lo que rompe absolutamente esa imagen del Padre Martini como músico obsesionado con el contrapunto y el rigor extremo”. Dominan las tonalidades mayores, las armonías y las modulaciones resultan en general previsibles (“no tanto”, me corrige Ferri, “podemos encontrar desarrollos que conducen a enarmonías”) y la presencia muy habitual de las trompetas (a 2 o a 4) dan a esta música un aire de ceremonial cívico que está en el origen de la música instrumental del Barroco italiano. Se trata en cualquier caso de música moderna para su tiempo y por ello sale inevitablemente la comparación con los compositores del norte, en especial con la figura del milanés Giovanni Battista Sammartini. “La coincidencia con el nombre hizo que incluso hubiera duda con las atribuciones de algunas obras… Todo el mundo dice que Sammartini fue el creador de la ‘sinfonía’. Bueno, fue uno de los creadores, pero no el único. En torno a esa forma orquestal trabajaban simultáneamente compositores muy diversos, y el Padre Martini se encontraba sin duda entre ellos. Sabemos que era un hombre extraordinariamente preocupado por la música que se hacía en todos los rincones de Europa, y ahí está su Historia de la música [que empezó a publicar en 1757 y quedó incompleta a su muerte], donde muestra un conocimiento exhaustivo sobre todas las tradiciones y todos los estilos, antiguos y modernos”, comenta Ferri. Entre las obras difundidas estos días se incluye alguna de fuerte impronta popular, tan curiosa como los Balli da Turco. Ante el manuscrito original, que preserva la biblioteca del Conservatorio, Daniele Proni me muestra cómo Martini se preocupó de dejar absolutamente claro el tipo de ejecución que deseaba de la pieza: “El compositor dedicó dos páginas completas a explicar el uso que debía hacerse de la percusión, incluso la forma en que tenían que fabricarse los piatti [crótalos]. Como en todos estos manuscritos, la escritura es siempre muy clara. Hay muy pocas correcciones. Parecen copias definitivas”. Como en Mozart. “¡Sí!”. El cuarto día de Festival estaba dedicado a la música de cámara: una larga sesión dividida en dos partes y en las que las sonatas en trío se mezclaron con las fugas, los minuetos, los ricercari y los balletti en una combinación de procedimientos compositivos antiguos y modernos en la que asoma su cabeza con claridad el Martini contrapuntista. Se trata de una música de acusada personalidad y notable originalidad, más cercana al universo barroco que la orquestal, como muestran las Sonatas para dos flautas que tocaron Marcello Gatti y Luigi Lupo o unas soberbias Variaciones en trío en las que brilló la concertino del conjunto, la joven violinista Alessandra Talamo. La imagen del Martini compositor queda sin embargo incompleta sin la música vocal. En la Biblioteca del Conservatorio se conservan cinco intermezzi y una impresionante cantidad de piezas sacras. “Es el siguiente paso de nuestro trabajo”, comenta Ferri, “y estamos convencidos de que en este sector de su producción también nos vamos a encontrar con innumerables sorpresas”. En el Conservatorio boloñés trabajan ya desde 2003 en un proyecto para rescatar, editar y registrar discográficamente un conjunto de 30 magnificat, de los que en la mañana del 25 de mayo un grupo de alumnos ofreció a los periodistas internacionales desplazados para seguir el Festival dos ejemplos salidos de la pluma de Martini en 1730 y 1731, dos obras bien diferentes entre sí (una de ellas a doble coro) en las que el músico muestra su extraordinario dominio del arte contrapuntístico, cerrándolas con sendas fugas que, en palabras de uno de los responsables del proyecto, “bien podría haber escrito Bach”. Gracias a iniciativas como éstas, la figura del Padre Martini, situada cronológica y estéticamente entre Bach y Mozart, puede dejar de ser en breve uno de esos inescrutables secretos que esconde entre sus calles porticadas y sus altas y orgullosas torres la bella ciudad de Bolonia. Pablo J. Vayón 133 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 134 EDU GC UA Í AC I Ó N Joan-Albert Serra PRÁCTICA REFLEXIVA Y APRENDIZAJE PERMANENTE El panorama social y cultural en el que los músicos trabajan ha cambiado radicalmente a lo largo de la última década. Ahora se espera de los músicos que tengan el conocimiento, las habilidades y las actitudes necesarias para desempeñar, de forma efectiva y creativa, diversos papeles relacionados entre sí —por ejemplo, intérprete, compositor, profesor, profesor de instrumento, coordinador de talleres, tutor y productor creativo. Cada vez más los músicos tienen que trabajar y colaborar con distintas formas artísticas, disciplinas, culturas, géneros musicales y sectores dentro de una gran variedad de entornos. Cualquier respuesta creativa a este tipo de cambios requiere el desarrollo de nuevos procesos de trabajo, nuevas formas de aprendizaje, nuevas conexiones y nuevos modelos organizativos. Peter Renshaw, Lifelong learning for musicians, the place of mentoring. Lectorate Lifelong Learning in Music & the Arts, 2006 &2009. Práctica reflexiva 134 Para que el músico pueda avanzar profesionalmente y dar respuesta a los nuevos retos que le plantea la sociedad y el entorno en el que trabaja, debe adoptar una actitud reflexiva hacia su práctica. Su propio desarrollo creativo, que le impulsa a encontrar nuevas formas de expresión y comunicación, requiere también un proceso reflexivo. Esta reflexión adoptará formas distintas dependiendo de la naturaleza de la actividad, el resultado que se persigue y los medios empleados, y para ser efectiva tendrá que realizarse tanto a nivel individual como colectivo, por ejemplo entre los miembros de una agrupación musical o un equipo de profesores. A través de ella podremos aprender de la experiencia, extraer conclusiones para el futuro, adaptarnos al entorno, responder a las necesidades, corregir los errores, potenciar los aspectos positivos e incorporar nuevos elementos. Ante el panorama cambiante de la profesión musical en una sociedad que está en continua transformación y la necesidad de los músicos de trabajar en ámbitos diversos, la reflexión permite aprender de una situación y aplicarlo a otra. Un músico que desarrolla una doble actividad como intérprete y profesor puede descubrir determinados aspectos sobre la comunicación musical en el aula que podrá utilizar posteriormente en sus actuaciones y viceversa. Otro incorporará a su actividad musical lo que ha aprendido colaborando con profesionales de otras disciplinas artísticas. La reflexión implicará a veces un estudio profundo sobre la propia práctica, lo cual puede impulsar cambios profundos en la trayectoria profesional de un músico. En otros casos ayudará a establecer el repertorio del próximo concierto o la programación de un curso y en ocasiones funcionará de forma casi intuitiva para corregir el rumbo de una actuación o una clase y responder mejor a la necesidad que surge en ese momento. Dentro de la formación permanente, la asistencia a cursos, seminarios y másters puede ser de gran ayuda, pero sin una reflexión sobre la actividad que uno lleva a cabo, será muy difícil que lo aprendido en ellos se traduzca en un verdadero desarrollo profesional. Es fundamental también que esta reflexión abarque el contexto social, artístico y económico en el que se trabaja. Por ejemplo, los músicos que tocan en una orquesta sinfónica deben tener en cuenta la situación de la música clásica, el envejecimiento del público que acude a los conciertos o la problemática de la financiación pública de las orquestas; los músicos de jazz tienen que buscar nuevas formas de comunicarse con el público ante a la escasez de clubes con actuaciones en vivo y los profesores de las escuelas de música o conservatorios profesionales encontrar nuevas estrategias para motivar a unos alumnos sometidos a innumerables presiones sociales y mediáticas. 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 135 GAUCÍ A EDUC IÓN Formación y reflexión Peter Renshaw sigue diciendo en el trabajo citado al principio: “El reto para las organizaciones responsables de la formación y el desarrollo de los músicos es como crear y mantener una cultura de práctica reflexiva para que los músicos puedan aprender a responder a esta situación cambiante de la profesión con confianza, flexibilidad, imaginación y visión. Hoy en día está ampliamente reconocido que este reto tiene que abordarse, en parte, a través de un serio compromiso con el aprendizaje permanente”. Algunos de estos aspectos fueron tratados en el artículo La formación de los músicos profesionales del siglo XXI (SCHERZO nº 248, p. 134), pero queremos incidir en la trascendencia de la práctica reflexiva como un elemento fundamental en la formación de los músicos. Se suele pensar que la vida profesional de un músico empieza cuando termina sus estudios superiores y puede valerse por sí mismo a nivel laboral y económico. Sin embargo, si no se ha empezado a establecer una práctica reflexiva y una actitud creativa durante esta etapa de formación, la inserción laboral será mucho más difícil. Deberíamos por lo tanto empezar a considerar los estudios superiores de música como el periodo inicial de un proceso de desarrollo profesional que en realidad dura toda la vida. En los programas de estudios suele haber alguna asignatura en la que se explican aspectos prácticos de la profesión, pero no es suficiente, ya que el desarrollo de la capacidad de responder a nuevos retos profesionales y artísticos debería formar parte de todas las materias. Nos encontramos por lo tanto, tal como dice Peter Renshaw, ante el gran desafío que tienen ante sí los conservatorios y escuelas superiores de música. Es complejo y no se puede resolver únicamente con unos cuantos cambios en los programas de estudios o el sistema de créditos. Hace falta una reflexión global sobre el papel que deben jugar estas instituciones a nivel artístico, profesional y social, sobre el perfil del profesorado necesario para impulsar los cambios que se necesitan y sobre la cultura y la organización que requieren los centros para hacerlo posible. Si los estudiantes han de aprender a reflexionar, las primeras que tendrían que hacerlo son las propias instituciones cuya misión es formarlos. Planes de estudios En España, el Gobierno, a través del Ministerio de Educación, establece la estructura y los contenidos básicos de los estudios superiores de música. Precisamente se ha publicado recientemente en el BOE del 5 de junio de 2010 el Real Decreto 631/2010, de 14 de mayo, por el que se regula el contenido básico de las enseñanzas artísticas superiores de Grado en Música establecidas en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Las Administraciones educativas autonómicas, vista la propuesta de los centros, establecerán el plan de estudios completo a partir de estos contenidos básicos. Anteriormente ya se publicó el Real Decreto 1614/2009, de 26 de octubre, por el que se establecía la ordenación general de las enseñanzas artísticas superiores dentro del marco del Espacio Europeo de Educación Superior. Una vez más se ha puesto en evidencia la ineficacia de una administración que publica el 5 de junio de 2010 los contenidos básicos de unos estudios que deben empezar a impartirse en el curso 2010/11. Los centros han tenido que trabajar hasta ahora a partir de borradores para poder empezar a esbozar sus nuevos planes de estudios. El proceso no parece que haya sido el resultado de una profunda reflexión y un análisis pormenorizado de las necesida- des reales de los futuros profesionales de la música y de la sociedad que los albergará, sino más bien fruto de las opiniones, totalmente respetables por otro lado, de un grupo de asesores. Los planes de estudios son un aspecto importante de la formación que reciben los futuros músicos, pero mayor trascendencia tiene todavía la forma en que se imparten las distintas materias y el grado de colaboración pedagógica que se establece entre los propios profesores y entre los distintos departamentos implicados. En este aspecto los centros educativos tienen mucho que decir. Profesorado A lo largo de la historia ha habido profesores de música con una gran pasión y amor por la educación y una genuina actitud reflexiva sobre su práctica pedagógica. Sin embargo, el entorno artístico y social en el que operan los centros y las necesidades formativas de los futuros músicos están cambiando a gran velocidad y por lo tanto es necesario revisar cuál es el perfil del docente que se necesita y que capacidades y competencias tiene que tener. No se trata de sustituir a los profesores, sino de instaurar en ellos una práctica pedagógica reflexiva e incentivar el trabajo en equipo y el aprendizaje permanente. Evidentemente hay aspectos de tipo práctico que dificultan la implicación de los profesores en la vida de la institución, como la necesidad de contar con un gran número de especialistas que frecuentemente dan pocas horas de clase y residen lejos del centro, o desarrollan una actividad artística paralelamente a la docente. El reto es por lo tanto encontrar la forma de aprovechar las capacidades profesionales y artísticas de cada profesor y al mismo tiempo conseguir que se integre en el equipo pedagógico de la institución. Cultura y organización de los centros educativos Un centro superior de educación musical debería ser un organismo vivo, un espacio donde profesionales en activo y futuros músicos comparten, aprenden, se inspiran, crean y reflexionan juntos, un campo de entrenamiento profesional y un laboratorio artístico y pedagógico. Esta visión está todavía muy alejada de la realidad de buena parte de las instituciones actuales, y no solamente en España, que en general se encuentran ancladas en hábitos, estructuras y formas de funcionar que ya no sirven para impulsar los cambios necesarios. Se habla de hay que adaptar los programas de estudios a las necesidades formativas de los futuros profesionales de la música, pero no parece que se tenga suficientemente en cuenta que sin una transformación en la cultura, la organización y los planteamientos pedagógicos de los centros será muy difícil obtener los resultados que se persiguen. Finalicemos con otras palabras de Peter Renshaw: “Hoy en día el cambio es una de las pocas certezas a las que se enfrentan los individuos y las instituciones en su vida profesional y personal. Ser capaz de entender y adaptarse a nuestro panorama político, económico, tecnológico, social y cultural, que se encuentra en constante cambio, es absolutamente esencial para poder dar una respuesta creativa al mundo moderno. No podemos permanecer quietos por más tiempo: tenemos que avanzar. Pero esto hace que cada uno de nosotros se enfrente a la necesidad de asumir nuevos roles y responsabilidades mientras tratamos de redefinir nuestro lugar en medio de unas circunstancias complejas y desafiantes”. Joan-Albert Serra 135 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 136 JAZZ BLUE NOTE: EL JAZZ SE VISTE DE AZUL 136 Youri Lenquette L a historia del jazz moderno se escribe en espacios abiertos donde la cultura es prolongación de vida. Blue Note cumplió el año pasado 70 años de vida, así como el 25º aniversario de su refundación en 1984, a manos de su actual presidente, Bruce Lundvall. Extrañamente, la conmemoración de tan feliz efeméride llega a nuestro país un año después, programándose un ciclo de actuaciones a cargo de sus mayores figuras a partir del próximo mes de otoño (no obstante, la iniciativa se avanzó fugazmente el pasado mes de mayo con sendos recitales de la cantante Stacey Kent y el contrabajista Avishai Cohen). El sello discográfico fundado en Nueva York por Alfred Lion en 1939 se ha convertido en algo más que una marca o una patente. Hoy la “nota azul” ilustra las páginas más decisivas de las últimas siete décadas de jazz, como símbolo universal de la música libre y como garantía de calidad. La celebración de su 70º cumpleaños contará con los grandes jazzistas de la fonográfica, haciendo hincapié en las últimas generaciones de artistas: Jason Moran, Erik Truffaz, Lionel Louke, Patricia Barber… La historia de Blue Note encuentra justo sentido en la persona de su fundador Alfred Lion, un alemán emprendedor que a los 17 años descubría el jazz de la mano de Sam Wooding y su Orquesta. Su primera visita a Estados Unidos, en 1928, le aportó no pocos conocimientos, aunque la estancia no fuera del todo positiva: lo que ganaba trabajando en los muelles del puerto de Nueva York se lo gastaba en discos (se cuenta que llegó a comprar más de 300 títulos en un solo día). A su regreso a Alemania creó una empresa de importación y exportación, pero con la llegada de Hitler al poder, él y su amigo Francis Wolff, ambos de origen judío, se vieron forzados al exilio. Lion y Wolff desembarcaron definitivamente en Nueva York en 1938. Poco después, y tras asistir en el Carnegie Hall a un concierto de los maestros del piano “boogie woogie” Albert Ammons y Meade Lux Lewis, la pareja decidió crear un sello independiente de jazz. La innovación que supuso el disco de larga duración, el sonido AVISHAI COHEN exquisito de sus grabaciones, las cuidadas producciones que incluían textos y diseños audaces a cargo de autores reputados como Reid Miles o Andy Warhol, y la intuición jazzística de Lion y Wolff, hicieron de Blue Note el mejor sello independiente de jazz hasta finales de los años 60. Hoy forma parte del catálogo de la multinacional EMI-Virgin. Este largo y decisivo periplo jazzístico también se puede contrastar en el 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 137 JAZZ BLUE NOTE riguroso y exquisito documental Blue Note. A History of Modern Jazz (1997), del actor y director alemán Julian Benedikt. La cinta da cuenta de la historia de la compañía a lo largo de 90 minutos, en los que, además de testimonios cinematográficos, se incluyen entrevistas con músicos y personajes vinculados al jazz, caso del ingeniero Rudy van Gelder, el cineasta Bertrand Tavernier, el jugador de baloncesto Kareem Abdul Jabbar o el fotógrafo William Claxton. Ahora, en este tiempo de celebración, justo es recordar la magnífica caja de siete compactos dobles que editó el sello en 1999 con motivo de su 60º aniversario y en la que, bajo el título The Blue Note Years, se resumía su particular diario jazzístico, desde sus orígenes hasta la actualidad. La edición limitada y confeccionada con todo tipo de lujo y detalles, contó además con un cuaderno de 24 páginas, en formato elepé, ilustrado con fotografías firmadas por el cofundador Francis Wolff y el reputado fotógrafo Jimmy Katz. En total, 14 discos en soporte “digipack”, cerca de 150 composiciones, más de 16 horas de música y 50 nombres esenciales del jazz, y un lujoso libreto con valiosas imágenes de las sesiones de grabación y de los principales artistas. La caja dividía sus contenidos por estilos y, así, los siete volúmenes estaban estructurados cronológicamente con los siguientes títulos: Boggie, Blues and Bop (1939-1955), The Jazz Message (1955-1960), Organ and Soul (19561967), Hard Bop and Beyond (19631967), The Avant Garde (1963-1967), The New Era (1975-1998) y Blue Note Now as Then. La nómina de artistas incluye a la práctica totalidad de los grandes jazzistas que han dado cuerpo y alma al género, y que encontraron en la factoría Blue Note el espacio idóneo para desarrollar sus raíces musicales, ampliar su vida artística y descubrir nuevos horizontes creativos. La confección de los álbumes y selección de los temas corrió a cargo de Michael Cuscuna —principal impulsor de las reediciones de Blue Note en los años 90— y el productor Bob Belden — encargado de diseñar el séptimo volumen Blue Note Now As Then. La mayoría de los temas incluía, además, las grabaciones originales de uno de los grandes ingenieros de toda la historia del jazz, el mítico Rudy van Gelder. Ahora aquel sublime dibujo discográfico bien podría completarse con la mencionada gira que se desarrolle la próxima temporada de otoño-invierno, y a la que presumiblemente llamarán “Blue Note Jazz Experiencie”. Todavía sin fechas concretas, aunque con compromisos con todos los grandes festi- vales del jazz patrio, el ciclo de conciertos obtuvo justo reflejo en las actuaciones avanzadas en mayo pasado, protagonizadas por la cantante Stacey Kent y el contrabajista Avishai Cohen. Ambos artistas personifican el actual espíritu de Blue Note —respeto por la tradición jazzística y apuesta por su prolongación contemporánea—, proponiendo una velada de sensaciones y lenguajes acotadas entre el clasicismo vocal de Kent y la modernidad creativa y plural de Cohen. Más allá del oportunismo comercial que conllevan estas aventuras musicales, los actos conmemorativos de Blue Note nunca podrán ser recibidos con “peros”. Al igual que otras escuderías discográficas, como ECM, Impulse! o Verve, Blue Note nos enfrenta ante un determinado posicionamiento jazzístico muy definido, aquel que valora tanto el continente como el contenido, siempre y cuando se ajusten a unos mínimos creativos; estos mínimos principios son los que, a la postre, hoy lo han convertido en un sello de referencia para vivir con rigor las últimas décadas del género y… para mantenerlo ¡vivo!, lo cual no es un asunto baladí teniendo en cuenta la grave crisis económica e ideológica que impera en el negocio musical. Pablo Sanz LA MÚSICA DE FEDERICO GONZÁLEZ YA ESTÁ EN CASA q L a vida es lo que somos y por eso a Federico González siempre le acompañó la buena música. Propietario de las páginas de jazz de SCHERZO y crítico del diario El País, Federico nunca soportó el silencio. O al menos el silencio desnudo, gratuito y sin motivo. Amaba el jazz por encima de las cosas, porque las músicas del jazz eran sus cosas. Su mujer, Carmen Navajas, lo acaba de dejar bien claro: detrás de su trabajo, visible y palpable, se escondía un íntimo y reservado mundo de ilusiones y emociones, de sueños y desafíos, de amores y deseos. Siempre con una música de jazz de fondo. Ahora toda esa música que permanecía encerrada en una habitación de la calle Marqués de Zafra ha encontrado, por fin, su casa, la Casa Encendida. El centro cultural que promueve Caja Madrid muestra a partir de hoy toda esa música que coleccionó y vivió Federico González y que, en cuanto a jazz se refiere, alcanzó casi los 10.000 CDs y 5.000 vinilos, además de un amplio fondo archivístico de libros, revistas y fotografías. Esta feliz noticia, la acogida y salvaguarda de este material por parte de la Biblioteca de la Casa Encendida, pone fin al sueño de Carmen Navajas de compartir este legado con toda la ciudadanía. En realidad, uno quiere pensar que también fue el sueño de Federico, por mucho pudor que le hubiera dado. Los datos exactos de este patrimonio cultural hablan de 4.900 vinilos, 9.836 CDs 4.500 fotografías, 4.900 negativos, más de 1.300 revistas de 15 cabeceras diferentes, más de 50 cintas de vídeo y más de 1.300 libros. La consulta de todos estos documentos de momento sólo es posible de manera presencial, pero ya se está trabajando para que se acceda de manera virtual, a través de Internet. Es evidente que con este material cualquiera puede leer con minuciosidad toda la historia del jazz, la gran música que amó, aunque al final de sus días descubriera emocionado razones poderosas para creer en la música clásica o la pintura, por poner un ejemplo. Lo que la colección desgraciadamente no podrá contar es la manera noble y acompasada con que palpitaba el corazón de Federico, fallecido ahora hace seis años. En un mundo tan escandalosamente ruidoso y hedonista, tan frívolo y deshumanizado y tan veloz y monótono… muchos somos los que echamos de menos su calma, su modesta autoridad musical, su buen criterio y mejor pluma. No es lo mismo, pero gracias al acuerdo alcanzado entre Carmen Navajas y José Guirao, director de la Casa Encendida, hoy todos podemos seguir encontrándonos con Federico a media tarde, tomando un café y escuchando a Andrew Hill, uno de los últimos artistas de los que me habló con más pasión. Pablo Sanz 137 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 138 LIBROS Biografía y novela CUERPO Y ALMA B ella, seductora, inteligente e intelectual, culta, creadora en lo musical, Alma Schindler pasó por buena parte del siglo XX asistiendo de cerca de sus pompas y sus dramas. Se la asoció a diversos hombres, artistas del sonido, la letra o el diseño, maridos, amantes: Mahler, Gropius, Kokoschka, Werfel. Estuvo en la penumbra de sus grandes perfiles pero nunca dejó de ser un sujeto autónomo, capaz de afirmar su libertad sentimental y sexual, determinando sus maternidades (todas precozmente frustradas menos una), la traslucidez de sus relaciones eróticas, el principio y el fin de cada una de ellas. No le faltaron desequilibrios: el alcohol, el bromuro del suicida, maneras de borrarse en un mundo al que perteneció hasta su vejez. Maeztu nos propone una biografía parcial de Alma, que llega hasta 1920, cuando sus primeros escarceos de quien será su tercer marido, el escritor Franz Werfel. Como los bue- nos biógrafos, actúa en tanto novelista, con un proyecto de personaje, apegada a los datos documentados y ordenados con minucia e inteligencia, pero llenando los huecos de la información con una imaginación rigurosa y eficaz. Hay escenas privadas, diálogos, conjeturas de vida que sólo ha podido penetrar la narración verosímil. Una prosa veloz, certera y sencilla, nos lleva no sólo por la deriva personal de esta mujer incomparable sino también por la paralela historia de esplendor y locura que es la europea del siglo XX. Poco a poco, por los intersticios de la pródiga selva cultural de los imperios, se filtran la intolerancia racial, un proyecto de masacre, el ascenso sigiloso de un resentido militar de segundo orden llamado Adolf Hitler. La tensa narración de la autora cobra, entonces, sus justos extremos: estábamos desde el comienzo en el escenario de una tragedia. Blas Matamoro ALMUDENA DE MAEZTU: Alma Mahler Gropius. Barcelona, JP Libros, 2010, 330 págs. Finanzas del autor de El amor brujo EL COMPOSITOR EN EL DÍA A DÍA L 138 a música, aunque construya en el aire arquitecturas sonoras etéreas y efímeras, no es ajena a la economía. El estudio de la relación entre ambas actividades arroja luz sobre aspectos inéditos, como ya hizo en 1998 Jaime Tortella al publicar su sorprendente trabajo sobre Luigi Boccherini y el Banco de San Carlos. El mito romántico gusta presentarnos a los artistas ajenos a la realidad de la vida, enfrentados a difíciles condiciones de vida, como les ocurre a los protagonistas de La bohème, que para no morir de frío han de alimentar la estufa con sus obras. Pero además de mitos, la musicología necesita datos como los que Manuel Titos Martínez ha reunido en esta extraordinaria “Biografía económica de Manuel de Falla”. Los minuciosos registros del compositor, conservados con celo en el Archivo Manuel de Falla, y la documentación bancaria de la Fundación Rodríguez-Acosta han puesto en manos del señor Titos una documentación que él ha sabido descifrar pacientemente e interpretar, para convertir todos esos números en una narración apasionante que nos descubre con gran fidelidad los avatares del compositor día a día. Porque la cuentas aportan muchas precisiones cronológicas, pero también relativas a los conciertos, a los estrenos, a los derechos de autor, al régimen de vida. Queda comprobado que Falla vivió con austeridad, pero nunca en la penuria. Luchó por sus derechos, bien exiguos en comparación con su fama internacional, sin dar señales de codicia, puesto que antepuso al dinero su moral cristiana y su sentido de la libertad. No quiso ser esclavo de propiedades y prohibió las representaciones de sus obras que no garantizaban una debida calidad. Falla tampoco aceptó las ofertas con las cuales el régimen franquista le quiso tentar para que volviera a España desde el exilio. Las finanzas quedan explicadas a través del rico epistolario de Manuel de Falla y de otros documentos, que nos revelan un importante lado humando: el de la amistad con sus consejeros financieros. Los musicólogos han prestado escasa atención a estos personajes, ajenos al mundo de la música. Manuel Titos nos descubre la amistad que unió al compositor con el abogado, político y ministro Leopoldo Matos, y más tarde con el banquero José María Rodríguez-Acosta y con el catedrático José Manuel Segura. El maestro supo rodearse de amigos que le ayudaron y asesoraron leal y generosamente. El trabajo presentado por Manuel Titos Martínez es modélico por su rigor documental, y es apasionante por los muchos detalles de la vida de Manuel de Falla que aclara y enriquece desde una perspectiva muy original. Víctor Pliego de Andrés 254-Pliego final 22/6/10 12:44 Página 139 LIBROS Posibilidades actuales de la ópera MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN M uchas son las cuestiones que el autor se plantea en este apasionante ensayo sobre la ópera contemporánea, y si muchas de ellas quedan resueltas a lo largo de sus siete capítulos, otras, y no pocas, permanecen como interrogantes que generan a su vez nuevas cuestiones. Ya en el Prólogo advierte el autor, teórico de la música y compositor, que se trata de dirimir si la ópera es hoy día un cadáver irrecuperable, o si aún se dan en nuestra sociedad occidental las condiciones para una supervivencia renovada. Y a diseccionar lo que ha sido la tortuosa historia del género en el siglo XX, aplica el analista su cortante bisturí. Si en el esplendor de su primeros 300 años de existencia, la ópera representaba la cara social de la música, era el “género rey” que contaba con la alianza de un público entusiasta, a partir de 1925 ya puede hablarse de la “muerte de la ópera” como metáfora paradigmática. Tres óperas son para Fernández Guerra metáforas de sí mismas: Tristán e Isolda, Pelléas y Mélisande, y Wozzeck. MANUEL TITOS MARTÍNEZ: Música y finanzas. Biografía económica de Manuel de Falla. Granada, Archivo Manuel de Falla, 2008. 476 págs. En la de Wagner la inestabilidad amorosa de los protagonistas pasa a ser trasunto de la inestabilidad armónica, con la consiguiente disolución de la tonalidad; en las criaturas de Debussy el lenguaje ya no les pertenece y plasma “la imposibilidad de hacer propia la inteligibilidad de la narración” (p. 40); y con Berg los personajes, unos desposeídos, no pueden encarnar el canto. Esas tres grandes óperas son, pues, los pilares del relato de la metafórica muerte del género. Y sobre esta sólida base pasa a valorar críticamente las aportaciones de Schoenberg y sus seguidores serialistas. Subraya la significación de El caso Makropulos de Janácek en donde se asiste a la “muerte de la ópera en directo”. Señala, asimismo, cómo Stravinski desafió el tabú que pesaba sobre el género con el estreno en 1951 de su polémico The Rake´s Progress. Pero no fue el ruso-americano el único que sufrió las más severas condenas por parte de los dogmáticos, tras la hecatombe de la II Guerra Mundial. También Britten, que se atrevió a sellar alianzas con un cierto sector de público, y Henze, apartado de la intrasigente escuela de Darmstadt, tuvieron que soportar las descalificaciones de los vanguardistas, ya fuesen teóricos como Adorno o compositores como Boulez y Nono. En la convulsa Italia del XX, unos optaron por la tentación neoclásica, Respighi y compañía, sin llegar a meta alguna; mientras Dallapiccola realizaba con Il prigionero la primera ópera dodecafónica en su país, y dejaba su legado como comprometido ejemplo para los compositores de posguerra: Maderna, Nono y Berio. Un hito que no se le podía pasar por alto al autor fue el estreno en 1978 de El Gran Macabro de Ligeti, “la primera ópera de vanguardia de éxito mundial” (p. 82). Otras, como “la santa ópera” de Messiaen, San Francisco de Asís, la presenta, dentro del panorama del último cuarto del siglo, como ejemplo modélico, pero inimitable; y The Mask of Orpheus del británico Birtwistle es de nuevo la metáfora de la imposibilidad de devolverle la vida a Euridice: la ópera en ese final de siglo. Pero la ópera, parece empeñarse en demostranos Fernández Guerra, se resiste a morir. Por una parte, las posibilidades abiertas por los minimalistas americanos; por otra, los compositores de diversas procedencias nacidos en JORGE FERNÁNDEZ GUERRA: Cuestiones de ópera contemporánea. Metáforas de supervivencia. Madrid, Preliminares, 2009. 199 págs. las décadas de los treinta y cuarenta, para los que “el género pasó de ser una prohibición a convertirse en una opción natural” (p. 91). Y muchos títulos que cierran el siglo son aquí analizados, girando en torno a dos polos opuestos: la ópera que aspira a ser ópera, y la experiencia escénica antioperística que se convierte en ceremonia de su muerte. Todo un capítulo, el V, titulado con gracia De España vengo, se refiere al caso español, donde se pasa revista a los intentos del nacionalismo decimonónico, la invención de la nueva zarzuela, las primeras óperas ya en el pasado siglo, y el nuevo panorama, tras la superación de la larga posguerra, hasta llegar a las creaciones más recientes, como la Niebla de Elena Mendoza. El gran reto de la nueva opera “española” sería el del idioma en ambas orillas del Atlántico. Con unas consideraciones sobre el público y unas reflexiones sobre la necesidad de que el nuevo género responda a la problemática y a los gustos de la sociedad de nuestros días, termina este documentado relato de la muerte y trasfiguración (sin connotaciones gloriosas) de la ópera contemporánea; el género que sigue siendo el mejor vehículo para que compositores y oyentes establezcan un diálogo que todos los melómanos necesitamos. Jacobo Cortines 139 254-Pliego final 22/6/10 12:45 Página 140 GUÍA LA GUÍA DE SCHERZO MADRID BARCELONA 6,7-VII: Staatskapelle Berlin. Daniel Barenboim. Bruckner, Quinta, Sexta. (Ibermúsica [www.ibermusica.es]. (Auditorio Nacional [www.auditorionacional.mcu.es]). 1-VII: Albert Guinovart, piano. Chopin. (Auditori [www.auditori.com]). 2: Exaudi Nos. Brudieu. (Auditori). 3,6: Coro y Sinfónica del Gran Teatro del Liceo. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Escolanía de Montserrat. Michael Boder. Kampe, Bostridge, Mattei. Britten, War Requiem. (Teatro del Liceo). 7: Vestard Shimkus, piano. Chopin, Liszt, Beethoven. (Auditori). 10: Lluís Claret, violonchelo; Gerard Pastor, piano. Casals, Bach. 15: Jordi Camell, piano. Albéniz. (Auditori). 24: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Orfeó Catalá. Pablo González. Masiero, Rinaldi, Sartori, Palatchi. Verdi, Réquiem. (Auditori). TEATRO DEL LICEO WWW.LICEUBARCELONA.COM PIKOVAIA DAMA (Chaikovski). Boder. Deflo. Heppner, Magee, Ataneli, Tézier. 1,4-VII. GRANADA LIX F ESTIVAL I NTERNACIONAL MÚSICA Y DANZA WWW.GRANADAFESTIVAL.ORG DE 1-VII: Antonio Ortiz, piano. Lecuona, Chopin. — Filarmónica de Gran Canaria. Coral Andra Mari. Pedro Halffter. Wagner, Falla, Ginastera. 2,4: Grupo Corpo de Belo Horizonte. 3,4: Ars Longa. Teresa de Paz. Franco, Bermúdes, Salazar. / Barroco americano. 3: Sinfónica de Galicia. Coral Andra Mari. Víctor Pablo Pérez. Bayo, Zapata, Sánchez, Bergasa. Roig, Giménez. 5: Juan Carlos Garvayo, piano. Una Iberia para Albéniz. 5,6,7: El Colegio del Cuerpo. 6: Orquesta Ciudad de Granada. Salvador Mas. Beethoven, Dvorák. 7: Ballet Argentino. 8: Miguel Poveda, voz; Rodolfo Mederos, bandoneón. 9: Fuensanta “La Moneta”, baile. 9,10,11: Staatskapelle Berlin. Julien Salemkour. Daniel Barenboim, piano. Chopin, Conciertos. / Daniel Barenboim. Bruckner, Quinta, Sexta. 10,11: Ensemble Residencias. Bautista, Orbón, Revueltas. / Torres, Paz, Sierra. 12,13: Wilbert Hlzelzet, flauta; Corrado Bolsi, Catherine Manson, violines; Jaap ter Linden, chelo; Josep Borrás, fagot; Maggie Cole, clave. Corrette, Couperin, Vivaldi. 14: Joan Manuel Serrat. 140 TEATRO REAL Información: 91 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com rin, Rameau. 10: Elisabeth Leonskaia, piano. Chopin, Schumann. 17,18: Filarmónica de Liverpool. Vasili Petrenko. Elgar, Gubaidulina, Shostakovich. / Chopin, Mahler. 21,22: Orquesta Nacional de Rusia. Mikhail Pletnev. Golovanov, Chaikovski, Shostakovich. / Rimski-Korsakov, Rachmaninov. 27: Rafal Blechacz, piano. Szymanowski, Debussy, Chopin. 29: Cuarteto de Tokio. Schubert, Mozart, Schumann. SANTANDER Simon Boccanegra. Giuseppe Verdi. Julio: 17, 20, 22, 23, 25, 26, 28, 29. 20.00 horas. Dirección musical: Jesús López Cobos. Dirección de escena: Giancarlo del Monaco. Dirección del coro: Peter Burian. Reparto: George Gagnidze (17, 20, 23, 26, 29) / Plácido Domingo (22, 25, 28), Inva Mula (17, 20, 23, 26, 29) / Angela Gheorghiu (22, 25, 28), Giacomo Prestia (17, 20, 23, 26, 29) / Ferruccio Furlanetto (22, 25, 28), Fabio Sartori (17, 20, 23, 26, 29) / Marcello Giordani (22, 25, 28), Ángel Ódena (17, 22, 25, 26, 28), Simone Piazzola (20, 23, 29), Miguel Ángel Zapater. Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo). Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid). FESTIVAL INTERNACIONAL DE SANTANDER WWW.FESTIVALSANTANDER.COM 2-VIII: Coro y Orquesta de la Ópera Real de Wallonie. Paolo Arrivabeni. Verdi, Réquiem. BORIS GODUNOV (Musorgski). Arrivabeni. Privosnova, Drobishevski, Tikhomirov, Sazhin. 3-VIII. 19: Real Filarmónica de Liverpool. Vasili Petrenko. Chopin, Mahler. LA CLEMENTINA (Boccherini). Marcon. Gas. Chierichetti, Rey-Joly, Boixaderas. 23-VIII. ORFEO (Monteverdi). La Venexiana. Cavina. 26-VIII. TORROELLA DE MONTGRÍ FESTIVAL DE MÚSICAS WWW.FESTIVALDETORROELLA.COM SAN LORENZO DE EL ESCORIAL FESTIVAL DE VERANO WWW.TEATROAUDITORIOESCORAIL.ES 9-VII: Sinfónica de Castilla y León. Eduardo Portal. Enrique Pérez de Guzmán, piano. Schumann, Chaikovski. 16: Gustavo Díaz Jerez, piano. Albéniz, Iberia. 17: Melvyn Tan, fortepiano. Chopin. TOSCA (Puccini). Gómez Martínez. Dew. Matos, Machado, Pons. 22,24VII. 23: Juan Carlos Garvayo, piano. Una Iberia para Albéniz. DON GIL DE ALCALÁ (Penella). Roa. Fernández de Castro. Rey-Joly, Suárez, San Martín. 30,31-VII. 1-VIII: Orquesta de Cadaqués. Estrella Morente, cantaora. Falla, Rueda. SAN SEBASTIÁN QUINCENA MUSICAL DONOSTIARRA 30-VII: Acadèmia 1750. Farran James. Andueza, Infante, Vilamajó, Bordas. Bach. 31. 2-VIII: Academia Bizantina. Ottavio Dantone. Montanari, Piau. Vivaldi. / Frezzato. Haendel. 4: Acadèmia 1750. Stefano Demicheli. Vivaldi, Fasch, Pergolesi. 8: Sarband. Bach. 10: Eric Le Sage, piano. Beethoven, Guinovart, Schumann. 12: Renaud Capuçon, violín; Gérard Caussé, viola; Gautier Capuçon. Bach-Sitkovetski, Variaciones Goldberg. 15: Rudolf Buchbinder, piano. Beethoven, Schumann. 17: Amadeus Chamber. Agnieczsca Dulczmal. Szymanowski, Chopin, Musorgski. 18: Ronald Brautigam, piano. Beethoven. 19: Joaquín Achúcarro, piano. Schumann, Chopin. 20: María Bayo, soprano; Maciej Pikulski, piano. Beethoven, Mozart, Schumann. 8: Orquesta de Valencia. Alexis Calvo. Ruth Rosique, soprano. Bach, Mendelssohn. INTERNACIONAL AIX-EN-PROVENCE WWW.FESTIVAL-AIX.COM DON GIOVANNI (Mozart). Langrée. Cherniakov. Skovhus, Ketelsen, Bizic, Petersen. 1,3,5,7,9,12,14,16,18,20-VII. ALCESTE (Gluck). Bolton. Loy. Gens, Kaiser, Schroeder, Ollemans. 2,6,8,10,13-VII. LE ROSSIGNOL (Stravinski). Ono. Lepage. Peretiatko, Semenova, Montvidas. 3,4,6,7,9,10-VII. UN RETOUR – EL REGRESO (Strasnoy). Hayrabedian. Niang. Oliveira, Tome, Rewerski, Domínguez. 4,5,8,9,12,13,15,17-VII. PYGMALION/HYPPOLITE ET ARICIE (Rameau). Christie. Brown. Karthäuser, Blixt, Negri, Lyon. 16,19,20,21VII. BAYREUTH BAREUTHER FESTSPIELE WWW.BAYREUTHER-FESTSPIELE.DE LOHENGRIN (Wagner). Nelsons. Neuenfels. Kaufmann, Zeppenfeld, Dasch, Gallo. 25-VII. 3,6,17,22,27VIII. DAS RHEINGOLD (Wagner). Thielemann. Dorst. Dohmen, Lukas, Bieber, Shore. 27-VII. 8,20-VIII. THIELEMANN NACIONAL DIE WALKÜRE (Wagner). Thielemann. Dorst. Dohmen, Botha, Youn, Haller, Watson. 28-VII. 9,21-VIII. PARSIFAL (Wagner). Gatti. Herheim. Roth, Randes, Youn, Ventris. 29-VII. 7,10,14,18,26-VIII. SIEGFRIED Wagner). Thielemann. Dorst. Dohmen, Ryan, Schmidt, Watson. 30-VII. 11,23-VIII. DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG (Wagner). Weigle. Wagner. Rutherford, Korn, Reid, Zaun. 2,5,12,15,19,28-VIII. GÖTTERDÄMMERUNG Wagner). Thielemann. Dorst. Ryan, Lukas, Halfvarson, Watson. 1,13,15-VIII. BERLÍN WWW.QUINCENAMUSICAL.COM VALENCIA 7,8,9-VIII: Orquesta del Teatro Mariinski. Valeri Gergiev. Stravinski. / Wagner, Sibelius, Shchedrin. / Orfeón Donostiarra. Berlioz, Romeo y Julieta. 9: Alexandre Tharaud, piano. Coupe- PALAU DE LA MÚSICA WWW.PALAUDEVALENCIA.COM 4-VII: Orquesta de Valencia. Israel Yinon. Guido Schiefen, chelo. Schumann, Mendelssohn. FILARMÓNICA DE BERLÍN WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE 27-VIII: Simon Rattle. Beethoven, Mahler. DEUTSCHE OPER 254-Pliego final 22/6/10 12:45 Página 141 GGUUÍ A ÍA LA BOHÈME (Puccini). Abel. Friedrich. Costello, Pauly, Brück, Jerkunica. 2-VII. CARMEN (Bizet). Abel. Schuhmacher. Antonacci, Uyar, Kurucová, Wagner. 3-VII. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Mazzola. Thalbach. Kang, Bracci, Kurucová, Petean. 9-VII. 16-VIII: Coro y Sinfónica de la BBC. Coro Philharmonia de Sydney. Jirí Belohlávek. Byers, Robinson, Blythe, Schukoff. Mahler, Octava. 17: Coro y Orquesta de la Ópera Nacional de Gales. Lothar Koenigs. Terfel, Very, Roocroft, Purves. Wagner, Maestros cantores (versión de concierto). 18: Coro y Orquesta de la Royal Opera House. Antonio Pappano. SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE BORIS GODUNOV (Musorgski). Sanderling. Pade. Pape, Wölfel, Paster, Rydl. 2-VII. FALSTAFF (Verdi). Fisch. Engelmann. Maestri, Lee, Bruns, Pegram. 3-VII. DER ROSENKAVALIER (Strauss). Schneider. Laufenberg. Nylund, Rydl, Papoulkas, Ketelsen. 4-VII, 21-VIII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Zanetti. Mouchtar-Samorai. Butter, Kang, Nelsen, Marquardt. 25,28VIII. L’ITALIANA IN ALGERI (Rossini). Nánási. Boysen. Lepore, Incontrera, Wilke, Hennenberg. 26,30-VIII. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Salemkour. Asagaroff. Trost, Lepore, Papoulkas, Lee. 27,29,31-VIII. FRÁNCFORT OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE LA DAMNATION DE FAUST (Berlioz). Jones. Kupfer. Coote, Polenzani, Bailey, Grümbel. 2,4-VII. PALESTRINA (Pfitzner). Petrenko. Kupfer. Reiter, Aken, Koch, Volle. 3VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Keil. Bernardi. Geyer, Lascarro, Karg, Carlstedt. 29-VIII. GLYNDEBOURNE FESTIVAL OPERA WWW.GLYNDEBOURNE.COM MACBETH (Verdi). Petrenko. Jones. Sunnegardh, Dobber, Shvets, Lee. 2,6,10,12,16,21,24-VII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Mackerras. Hytner. Matthews, Semmingsen, Clayton, Spagnoli. 3,8,11,14,17-VII. DON GIOVANNI (Mozart). Jurowski. Kent. Almgren, Samuil, Burden, Finley. 4,7,9,15,20,23,31-VII. 3,6,9,12,15,18,20,23,27-VIII. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Ticciati. Pelly. Coote, Teuscher, Ablinger, Dazeley. 25,30-VII. 1,4,7,10,14,17,22,25,28-VIII. THE RAKE’S PROGRESS (Stravinski). Jurowski. Cox. Bayley, Persson, Lehtipuu, Rose. 8,13,19,21,24,26,29VIII. LONDRES PROMENADE CONCERTS WWW.BBC.CO.UK/PROMS PAPPANO DRESDE Domingo, Poplavskaia, Calleja, Furlanetto, Summers. Verdi, Simon Boccanegra (versión de concierto). 19: Real Filarmónica de Liverpool. Vasili Petrenko. Simon Trpescki, piano. Schumann, Rachmaninov, Chaikovski. 20: Sinfónica de la WDR de Colonia. Semion Bichkov. Viviane Hagner, violín. Wagner, Mendelssohn, Schuller. 21: Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Paul Lewis, piano. Beethoven. 22: Orquesta de la BBC Nacional de Gales. Thierry Fischer. Alexander Toradze, piano. Britten, Prokofiev, Shostakovich. 23: Filarmónica de la BBC. Vasili Sinaiski. Nelson Goerner, piano. Parry, Scriabin, Chaikovski. 24: Orquesta de la BBC Nacional de Gales. Coro Filarmónico de Londres. Grant Llewellyn. Gold, Adams, Wagner. 25: Filarmónica de la BBC. Charles Mackerras. Christian Zacharias. Schumann, J. Strauss. 26: Orquesta de la BBC Nacional de Gales. Thierry Fischer. Cherubini, Holt, Strauss. 27: Deutsche Kammerphilharmonie Bremen. Paavo Järvi. Hilary Hahn, violín. Beethoven. 28: Sinfónica de la BBC. Oliver Knussen. Birtwistle, Bedford, Zimmermann. 29: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Andris Nelsons. Paul Lewis, piano. Wagner, Beethoven, Dvorák. 30: Orquesta Joven de Australia. Mark Elder. Dean, Mahler, Shostakovich. 31: Orquesta de Conciertos de la BBC. Martin Duncan. Terfel, Friedman, O’Connor. Sondheim. 1-VIII: Orquesta Age of Enlightenment. Simon Rattle. Urmana, Heppner, Selig, Connolly. Berlioz, Wagner. 2: Sinfónica de la BBC. Jonathan Nott. Pierre-Laurent Aimard, piano. Mozart, Ligeti, Ravel. 3,4: Sinfónica Escocesa de la BBC. Donald Runnicles. Foulds, Vaughan Williams, Elgar. / Mahler, Tercera. 5: Orquesta Mundial por la Paz. Valeri Gergiev. Mahler, Cuarta, Quinta. 6: Orquesta Hallé. Mark Elder. Paul Lewis, piano. Foulds, Beethoven, Strauss. 7: Joven Orquesta Nacional de Gran Bretaña. Semion Bichkov. Dukas, Anderson, Berlioz. 8: Sinfónica de la BBC. Andrew Davis. Louis Lortie, piano. Messiaen, Parry, Mozart. 9: Joven Orquesta de la Unión europea. Colin Davis. Maxim Risanov, viola. Chaikovski, Janácek, Berlioz. 10: Deutsches Symphonie-Orchester Berlin. Ingo Metzmacher. Leonidas Kavakos, violín. Schreker, Korngold, Mahler. 11: Coro y Sinfónica Nacional Danesa. Thomas Dausgaard. Ligeti, Chaikovski, Langgaard. 12: Sinfónica de la BBC. Lionel Bringuier. Nelson Freire, piano. Berlioz, Chopin, Roussel. 13: Filarmónica de la BBC. Gianandrea Noseda. Verdi, Bruch, Schumann. 14: English Baroque Soloists. John Eliot Gardiner. Bach, Conciertos de GARDINER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE Brandemburgo. 15: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Julia Fischer, violín. Musorgski, Shostakovich, Prokofiev. 16: Coro y Sinfónica de Londres. Valeri Gergiev. Scriabin, Stravinski. 17: Sinfónica de la BBC. David Hill. BBC Singers. Pärt, Pasión según san Juan. 18: Orquesta Nacional Rusa. Mikhail Pletnev. Nikolai Luganski, piano. Beethoven, Rachmaninov, Chaikovski. 19: Sinfónica Escocesa de la BBC. Martyn Brabbins. Boris Berezovski, piano. Mozart, Liszt, Chaikovski. 20: Orquesta Philharmonia. Esa-Pekka Salonen. Mosolov, Pärt. Scriabin. 21: Filarmónica de Rotterdam. Yannick Nézet-Séguin. Wagner, Mahler, Beethoven. 22: Sinfónica de la BBC. David Robertson. Mozart, Bartók, Haydn. 23: Orquesta de Cámara Sueca. Thomas Dausgaard. Schumann, Berlioz, Schnelzer. 24: Sinfónica de Sydney. Vladimir Ashkenazi. Hélène Grimaud, piano. Strauss, Ravel, Scriabin. 25: Orquesta de Cámara Noruega. Per Kristian Skalstad. Mozart, Grieg, Sørensen. 26: Sinfónica la BBC. David Robertson. Gil Shaham, violín. Turnage, Barber, Sibelius. 27,28: Orquesta de Minnesota. Ösmo Vänskä. Barber, Shostakovich, Bruckner. / Berg, Beethoven. 29: Filarmónica Checa. John Eliot Gardiner. Lars Vogt, piano. Dvorák, Martinu, Grieg. 30: Lars Vogt, piano. Janácek, Schubert. 31: Filarmónica de Londres. Coro de Glyndebourne. Robin Ticciati. Coote, teuscher, Dazeley, Abliger. Humperdinck, Hänsel y Gretel (versión de concierto). ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROH.ORG.UK MANON (Massenet). Pappano. Pelly. Netrebko, Villazón, Braun, Shimell. 1,4,7,10-VII. SIMON BOCCANEGRA (Verdi). Pappano. Moshinsky. Domingo, Poplavskaia, Calleja, Furlanetto. 2,5,8,13,15-VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Davis. McVicar. Schrott, Kwiecien, Dasch, Tilling. 3-VII. SALOME (Strauss). Haenchen. McVicar. Denoke, Reuter, Siegel, Mishura. 3,6,9,12,16-VII. LA TRAVIATA (Verdi). Abel. Eyre. Valenti, Lucic, Pring, Lloyd. 11,14,17-VII. LUCERNA LUCERNE FESTIVAL WWW.LUCERNEFESTIVAL.CH 12,15-VIII: Orquesta de Cámara Mahler. Orquesta del Festival de Lucerna. Coro Arnold Schoenberg. Claudio Abbado. Mattei, Struckmann, Kaufmann, Stemme. Beethoven, Fidelio (versión de concierto). 13: Orquesta de Cámara Mahler. Matthias Pintscher. Fauré, Chausson, Wagner. 14: Coro Arnold Schoenberg. Erwin Ortner. Bach, Bruckner, Ligeti. 15: Ensemble Intercontemporain. Susanna Mälkki. Ammann, Jarrell. 16: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Andris Nelsons. Wagner, Dorman, Chaikovski. 18: Thomas Quasthoff, barítono; Hélène Grimaud, piano. Schumann, Brahms. 19: Hélène Grimaud, piano. Mozart, Berg, Bartók. 20,21: Orquesta del Festival de Lucerna. Claudio Abbado. Mahler, Novena. 22: Orquesta de Cámara Mahler. Coro de la Radio Sueca. Daniel Harding. Klieter, Fink, Schade, Quasthoff. Mendelssohn, Elias. 23: Sinfónica de Sydney. Vladimir Ashkenazi. Hélène Grimaud, piano. Sibelius, Beethoven, Chaikovski. 24: Sinfónica de Lucerna. Neeme Järvi. Lars Vogt, piano. Grieg, Sibelius. 25: Academia del Festival de Lucerna. Pierre Boulez. Webern, Ammann, Scriabin. 26,27,28: Orquesta de Cleveland. Franz Welser-Möst. Schubert, Berg. / Bruckner, Octava. / Debussy, Hosokawa, Strauss. 28: Maurizio Pollini, piano. Chopin, Debussy, Boulez. 29,30: Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Riccardo Chailly. Frank Peter Zimmermann, violín. Mendelssohn, Schumann. 31: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Beethoven, Mahler. MILÁN TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG FAUST (Gounod). Denève. Nekrosius. Giordani, Scandiuzzi, Jenis, Lungu. 2,5-VII. 141 254-Pliego final 22/6/10 12:45 Página 142 GUÍA IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Spinosi. Ponnelle. Flórez, Corbelli, DiDonato, Vassallo. 9,10,12,13,15,17,19,20,23,24-VII. MÚNICH FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MPHIL.DE 4,5,6-VII: Eivind Gullberg Truls Mørk, chelo. Sibelius, Prokofiev. 11,13,14: Markus Stenz. Ives, Adès, Dvorák. BAYERISCHE STAATSOPER WWW.BAYERISCHE.STAATSOPER.DE TOSCA (Puccini). Luisi. Biondi. Mattila, Kaufmann, Uusitalo, Van Horn. 2,7,10,15,19-VII. DON GIOVANNI (Mozart). Nagano. Kimmig. Kwiecien, Ens, Harteros, Breslik, Kovalevska. 3,6,8,14,17VII. ROBERTO DEVEREUX (Donizetti). Haider. Loy. Gruberova, Gavanelli, Ganassi, Bros. 4-VII. DIALOGUES DES CARMÉLITES (Poulenc). Nagano. Cherniakov. Vernhes, Gritton, Richter, Palmer. 9,13-VII. DIE TRAGÖDIE DES TEUFELS (Eötvös). Eötvös. Kovalik. Burggraaf, Steinen, Lehtipuu, Nig. 12-VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Valcuha. Dorn. Kwiecien, Frittoli, Bonitatibus, D’Arcangelo, Tilling. 14,17VII. DON CARLO (Verdi). Armiliato. Rose. Pape, Vargas, Guriakova, Keenlyside. 18,22-VII. DIE SCHWEIGSAME FRAU (Strauss). Nagano. Kosky. Hawlata, WynRogers, Borchev, Spence. 20,23,26,30-VII. L’ELISIR D’AMORE (Donizetti). Valcuha. Bösch. Machaidze, Villazón, Capitanucci, Maestri. 21,24,27-VII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Bolton. Dorn. Matthews, Rice, Molás, Tatulescu. 23,26-VII. LOHENGRIN (Wagner). Nagano. Jones. Smith, Harteros, Koch, Meier. 25,29-VII. TANNHÄUSER (Wagner). Nagano. Alden. König, Seiffert, Gerhaher, Lang. 28,31-VII. PARÍS 1-VII: Orquesta Nacional de Francia. Neeme Järvi. Igor Chetuev, piano. Rimski-Korsakov, Chaikovski, Prokofiev. (Teatro de los Campos Elíseos). 3: Concerto Köln. Coro Arsys. Pierre Cao. Joshua, Bär. Brahms, Réquiem alemán. (T.C.E.). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR PALAIS GARNIER WWW.OPERA-DE-PARIS.FR LA DONNA DEL LAGO (Rossini). R. Abbado. Pasqual. Flórez, Camarena, Orfila, Meli. 2,5,7,10-VII. THÉÂTRE DES CHAMPS ÉLYSÉES WWW.THEATRECHAMPSELYSEES.FR SEMELE (Haendel). Rousset. McVicar. Croft, Rose, De Niese, Genaux. 2,4,6-VII. PÉSARO ROSSINI FESTIVAL WWW.ROSSINIOPERAFESTIVAL.IT SIGISMONDO (Rossini). Mariotti. Michieletto. Barcellona, Concetti, Peretiako, Siragusa. 9,12,15,18,21VIII. DEMETRIO E POLIBIO (Rossini). Rovaris. Livermore. Moreno, Zaytseva, Shi, Palazzi. 10,13,16,19-VIII. LA CENERENTOLA (Rossini). Abel. Ronconi. Brownlee, Alaimo, Bordogna, Faus. 11,14,17,20-VIII. SALZBURGO PRÍHODY LISKY BYSTROUSKY (Janácek). Schønwandt. Engel. Lafont, Lagrange, Lombardo, Reinhart. 1,3,6,9,12-VII. SALZBURGER FESTSPIELE WWW.SALZBURGFESTIVAL.AT 26,27-VII: Filarmónica de Viena. Daniel Barenboim. Beethoven, Bou- lez, Bruckner. DIONYSOS (Rihm). Metzmacher. Audi. Kränzle, Erdmann, Rombo, Rasilainen. 27,30-VII. 5,8-VIII. ORFEO ED EURIDICE (Gluck). Muti. Dorn. Kulman, Kuhmeier, Karg. 31VII. 3,7,13,19,21,24-VIII. LULU (Berg). Albrecht. Nemirova. Petibon, Burggraaf, Breslik, Volle. 1,4,6,11,14,17-VIII. 8,10-VIII: Filarmónica de Viena. Riccardo Chailly. Anne-Sophie Mutter, violín. Rihm, Bruckner. ELEKTRA (Strauss). Gatti. Lehnhoff. Meier, Theorin, Westbroek, Gambill. 8,12,16,20,23,28-VIII. DON GIOVANNI (Mozart). NézetSéguin. Guth. Maltman, Ivaschenko, Kurzak, Kaiser. 9,12,15,19,22,25,28-VIII. ROMÉO ET JULIETTE (Gounod). Nézet-Séguin. Shen. Netrebo, Beczala, Petrenko, Jeffery. 10,13,16,18,20,23,24,27,30-VIII. 15,16,17: Filarmónica de Viena. Riccardo Muti. Prokofiev. 21,22: Filarmónica de Viena. Christoph Eschenbach. Tzimon Barto, piano. Rihm, Schumann. 27: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Mariss Jansons. Bartók, Musorgski, Stravinski. 27,28: Filarmónica de Viena. Bernad Haitink. Bruckner, Quinta. 29: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Wagner, Strauss, Schoenberg. 29/10-VIII: Continente Rihm. 3/19: Escenas Brahms. BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ………………… nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 0182 0945 37 0201555882 del BBVA, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página web. Nombre………………………………………….......... .................................................NIF……………….... Domicilio…………..……………………………......... ................................................................................ CP………Población………………………………...... 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Los datos se tratarán y protegerán según la LO. 15 /1999 de 13 de diciembre de Datos de Carácter Personal y el titular de los mismos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante las oficinas de la Sociedad sita en Madrid, calle Cartagena nº 10 1º C, 28028 Madrid. 254-Pliego final 22/6/10 12:45 Página 143 254-Pliego final 22/6/10 12:45 Página 144 ivanpascual.co CONTRAPUNTO MAHLER EN SU CASA l 7 de julio se cumplen los ciento cincuenta años del nacimiento del compositor Gustav Mahler (1860-1911), el más influyente sinfonista después de Beethoven y, junto con Freud y Picasso, uno de los creadores de la cultura moderna. Quien dirigió la Ópera de Viena y la Filarmónica de Nueva York nació en la aldea montañesa de Kalischt y creció en el pueblo militar de Iglau. Aunque en la región fronteriza de Bohemia-Moravia se hablaba alemán y Mahler era judío, las relaciones entre los checos, los alemanes y las diferentes religiones eran amistosas, de modo que cuando era muchacho cantaba en el coro de una iglesia y absorbió mucha de la cultura popular de la zona. Se marchó para estudiar en Viena a los quince años y nunca volvió, aunque ésta no es la razón por la que la región lo desheredara. La historia de estas regiones es un continuo ida y vuelta de una plácida coexistencia a una crueldad despiadada. Cuando los checos formaron su primera república en 1918, Iglau recibió el nuevo nombre de Jihlava pero poco más cambió. Las tropas de Hitler entraron el 15 de mayo de 1939, echaron por la fuerza a los 1200 judíos e incendiaron la sinagoga. Seis años más tarde, los residentes alemanes fueron expulsados por los vengativos checos. Hoy, en la región de Jihlava, el pasado es una tierra incógnita de la que poco se sabe y menos se habla, de donde se deduce una actitud bastante evasiva hacia Mahler, el único famoso del que puede presumir la zona. Con el aniversario del compositor a la vuelta de la esquina y el turismo a la baja, Jihlava pidió una subvención a la Unión Europea para restaurar la casa donde vivió Mahler cuando era joven. Al pie de la plaza del pueblo medieval, la “Casa GM” ha pasado décadas con una única placa de bronce en un muro exterior y con el interior conservado más o menos como la desvencijada vivienda multifamiliar de la que huyó Mahler. Los fondos externos y el celo municipal la han convertido hoy en un museo de impecable trivialidad a lo Unión Europea, con una sala de juegos para niños, normas de seguridad y una triste exhibición de mediocres artistas modernos. Lo único que queda de los tiempos de Mahler es una oscura bodega donde su padre fabricaba coñac y el bar de arriba, que hoy no es más que un soñoliento café. “Se ha restado importancia a las herencias alemana y judía”, lamenta Alena Jakubickova, una historiadora local. Al norte de la plaza, el pueblo también decidió hacer algo con la sinagoga que fue profanada hace 71 años. Se E 144 han retirado los escombros y el lugar ha recibido el nombre de Parque Gustav Mahler, que se inaugurará el 7 de julio con una interpretación televisada de su Sinfonía “Resurrección”, con los solistas Anne-Sofie von Otter y Birgitte Christensen y una aumentada Orquesta de Cámara Mahler, dirigida por Manfred Honeck. Las calles de Jihlava han sido engalanadas con banderas dedicadas a Mahler en anticipación del gran día. Sin embargo, la gente que viajaba conmigo en el autobús no sabía nada del compositor. En los colegios sólo se enseñan músicos nacionales como Dvorák, Smetana y Janácek. La archivera Renata Piskova, que conservó los deberes de colegio de Mahler, me contó que durante el periodo comunista le prohibieron “malgastar el tiempo público en ese extranjero”. A treinta y tantos kilómetros de distancia, a través de un espeso bosque y ondulantes colinas, se encuentra la soñolienta aldea de Kaliste —antiguamente Kalischt. No hay un alma en las calles después de las seis un lunes por la tarde. El lugar de nacimiento del compositor se incendió dos veces. A lo largo de los últimos dieciséis años, con la ayuda del barítono norteamericano Thomas Hampson y otros músicos, ha sido restaurado por Jiri Stilec, propietario de un sello discográfico de Praga y presidente de la Sociedad Checa Mahler. “Para mí Mahler es una misión”, me dijo Stilec, “una manera de construir una sociedad mejor. Comprendo a Mahler como un mensaje de armonía perdida entre las naciones que antaño vivieron aquí, checos, alemanes y judíos. Ahora sólo los checos viven aquí”. Stilec ha convertido esta ruina situada al borde de una carretera en un pequeño y elegante hotel, propiedad de la aldea que se encarga de su gestión. Hay una pequeña sala para recitales en la que Hampson cantará el 7 de julio. Los huéspedes pueden alojarse en la casa donde nació Mahler, http://www.en.mahleruvpenzion.cz y despertarse con el canto de los pájaros que llena su primera sinfonía. Mahler describió Kaliste como un lugar deprimente — en checo el nombre significa “estanque embarrado”— pero los alrededores son sublimes y el silencio tan absoluto que es casi tangible. Corderitos recién nacidos entraron temblorosos en el patio cuando estaba a punto de marcharme. Ningún otro gran compositor permite que se pueda dormir en su hogar, y Mahler, el eterno extraño, por fin tiene un lugar que es suyo. Norman Lebrecht Musicalia 10 18/2/10 18:09 Página 5 MUSICALIA SCHERZO Novedad: RAVEL Vladimir Jankélévitch ISBN: 978-84-7774-446-7 14 X 22 cm.- 312 Páginas. Maurice Ravel es una figura indiscutible de la música europea del siglo XX. Creador de una obra de maravillosa transparencia y de fascinante calidad técnica, Ravel es también un compositor cuya popularidad lo ha convertido en una figura internacionalmente reconocida. Jankélévitch ha escrito un hermoso libro que aúna el conocimiento exhaustivo de la obra raveliana con una profunda interpretación de su principal secreto: la magia de una elaboración musical por la que nunca pasa el tiempo. Riguroso y claro, Ravel de Jankélévitch recorre las sendas menos conocidas, o superficialmente estudiadas, de uno de los mayores genios artísticos de su tiempo. Ravel, cuya primera edición data de 1939, y fue ampliada por Jankélévitch en 1956, es un clásico de los estudios musicales. Títulos anteriormente publicados en esta colección: CHOPIN Raíces de futuro Justo Romero GUSTAV MAHLER José Luis Pérez de Arteaga POR QUÉ BEETHOVEN TIRÓ EL ESTOFADO. Steven Isserlis BACH. LA CANTATA DEL CAFÉ. La seducción de lo prohibido. Domingo del Campo EL VELO DEL ORDEN Conversaciones con Martin Meyer. Alfred Brendel EL FUROR DEL PRETE R O S S O . La música instrumental de Vivaldi. Pablo Queipo de Llano J. S. BACH Una estructura del dolor. Josep Soler CANCIONES DE VIAJE CON QUINTAS BOHEMIAS. Noticias biográficas. Hans Werner Henze