Fuentes en primera persona

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Zócalo Saltillo Martes 21 de mayo de 2013
Frase del día
5a
» “Cada uno de nosotros tiene a todos como mortales
menos a sí mismo”. Sigmund Freud, médico austriaco.
indicador monístico
El retrato incómodo
Fraga
Guadalupe Loaeza
[email protected]
Fuentes en
primera persona
S
Para Silvia.
oñé con Carlos Fuentes.
Soñé que me preguntaba por
Silvia Lemus, su mujer, su único
amor de toda la vida. Le dije que
ella seguía enamorada de él y vi
cómo sonrió. Entre sueños me platicaba de una
barbaridad de cosas. “Hace un año me fui, pero
me acuerdo de todo. Me acuerdo de mis abuelos
maternos, Manuel Macías Gutiérrez y Emilia Rivas. Me acuerdo de mi madre, una gran
dama y una anfitriona como pocas. Era muy
elegante. Dejó huella en todas las embajadas
por las que pasó mi padre. En la biblioteca de
su departamento de Rubén Darío tenía todas
mis obras muy bien empastadas y traducidas
en muchos idiomas. Me acuerdo de mi padre,
Rafael Fuentes, embajador en Portugal e Italia.
Aquí donde estoy tengo mucho tiempo para
acordarme de mis tres hijos: Cecilia, Natasha
y Carlos Rafael. Me acuerdo de todo y de todas
las canciones de Cole Porter, especialmente
“You’re the Top”. Imagínate que el día que
se estrenó Casablanca en el cine Lindavista,
yo tenía 16 años. ¡Me encantó! Esa tarde me
enamoré de Ilsa Lund y no es porque fuera
interpretada por Ingrid Bergman, que es bellísima, sino porque representaba a la mujer
valiente y romántica dispuesta a todo con tal
de defender sus convicciones. ¿Sabías que la
actriz no sabía de verdad hasta el final de la
cinta con quién se quedaría de los dos, si con
Laszlo o con Rick? Claro que el filme de Michael Curtiz tiene algunas fallas históricas,
como por ejemplo que un perseguido político
como era Víctor Laszlo, maravillosamente bien
interpretado por Paul Henreid, anduviera corriendo de aquí para allá vestido de blanco,
sobre todo como eran de sanguinarios los nazis.
Además, el aparente himno nazi que cantan
en el café de Rick no era el himno que dan a
entender que era. Pero todo eso no importa. La
película es extraordinaria. Aunque Humphrey
Bogart no es precisamente un gran actor, allí
está magnífico.
“Me acuerdo cuando tenía 21
años. Entonces ya era un ávido lector, todo
lo que me caía en las manos lo leía con verdadera obsesión. Para entonces ya había
descubierto a Balzac, a Dickens, a Kafka, a
Proust, a Aldous Huxley, a Cervantes y a un
joven escritor argentino llamado Jorge Luis
Borges, intrigado por la letra “Z”. A pesar de
que no dejaban de invitarme a todas las fiestas organizadas por las embajadas y las de
los 300, mis intereses intelectuales iban más
allá que las de mis amigos de aquella época,
quienes nada más pensaban en divertirse. No
es que no me hubiera divertido, ni que dejara
de asistir a estas reuniones sociales, sino que
a la vez que estudiaba mi carrera de Derecho
en la Escuela Nacional de Jurisprudencia en
San Ildefonso me daba tiempo para todo y
todo me interesaba: el teatro, el cine, la música, los ateneos literarios del momento, la
pintura y la ciencia. A propósito de estos temas, afortunadamente sí contaba con esplén-
didos interlocutores como eran Jaime García
Terrés, Enrique Creel, Elena Urrutia, Celia
Chávez, Gloria Segrist, Eugenia Caso y Esperanza y Celia Terrés. Con ellos precisamente
formé parte de un grupo teatral, el cual tenía
costumbre de reunirse todos los sábados en
casa de los Fournier. El director era Salvador Novo. El día en que no había ensayo, el
grupo leía obras de autores modernos, poesía y de los últimos libros que se acababan
de publicar. Otro de los grupos literarios sabatinos a los que asistía era el que se reunía
en el IFAL, junto con Emilio Carballido, Enrique González Casanova, Rafael Corrales y
Luis Rius entre muchos otros. Entonces era
el discípulo consentido de don Manuel Pedroso, el gran intelectual y maestro de Teoría
General del Estado y de derecho Internacional Público y ex rector de la Universidad de
Sevilla, antes del franquismo. Junto con muchos jóvenes, íbamos a su departamento de
Río Amazonas 74, en donde nos pasábamos
horas discutiendo sobre Los Enciclopedistas.
Me acuerdo que en esos años formaba parte de una agrupación fundada por el pintor
Fito Best, bautizado con el nombre ‘El basfumismo’. Allí discutía con Ernesto de la Peña
acerca de Hegel y de Kant.
“Me acuerdo del baile de fachas
de la Embajada de Paraguay. Yo fui disfrazado de uno de los personajes de Víctor Hugo,
con la sola ayuda de una media de nylon me
convertí en Quasimodo. Hacía mucho tiempo
que no asistíamos a una fiesta tan alegre y de
tanto colorido como la ofrecida por el ilustre
doctor Fermín Dos Santos. El anfitrión llevaba el atavío que hiciera famoso al torero
Mazzantini. Esmeralda esta vez era Susana
Oneto. La argentina Cuca de Martínez Teddy
logró el primer premio con su traje de china
poblana. Del harem de Alí Kahn, brotó la ravissante hija del embajador de China. Estaba
disfrazada de odalisca cubierta por una tenue
tela de gasa. Sus eternas uñas largas pintadas de blanco nacarado, como sus tacones altísimos y sus ojos rasgados la delataban. Max
Gómez mostraba sus esplendorosas pantorrillas, propias de un pirata tuerto. También con
las rodillas al aire, Martha Roth pero en postal acapulqueña. El que estaba casi desnudo
era el cónsul uruguayo. En cambio, el duque
de Otranto, vestido como ‘Escorpión el Africano’. Pero el traje más original fue el de mi
general Ríos Zertuche. Iba de ‘civil’. Nadie lo
reconocía.
“Me acuerdo lo que le dije a Bernard
Pivot en 1997 en su programa ‘Apostrophes’.
Le dije que París era la capital de América Latina, porque allí conocí casi a todos mis amigos latinoamericanos, le dije que cuando nos
muriéramos, en lugar de ir al cielo, iríamos
a París. Por eso estoy aquí en el cementerio
de Montparnasse, junto con mis amigos Julio
Cortázar, César Vallejo y con el viejo Díaz.
Me voy corriendo porque tengo cita con mis
tres maestros: John Dos Passos, Faulkner y
Hemingway. Hasta dentro de un año...”.
Cosas Nuestras
Jorge Villegas
[email protected]
Sexo
Gerardo Hernández
[email protected]
Madero: oposición leal
Hace 22 años, el PAN aún no ganaba la
Presidencia
S
i Carlos Salinas regresó al poder con Enrique Peña
en 2012, ¿quién le impide a Felipe
Calderón intentarlo con Ernesto
Cordero en 2018? Que lo consiga
o no, es otra cosa. En el PAN lo que se juega
no es la coordinación de su bancada en el
Senado, sino la próxima sucesión presidencial. Gustavo Madero terminará su gestión en
diciembre próximo, pero tiene la posibilidad
de reelegirse para un segundo periodo de
tres años. Si es el caso, no dirigiría el proceso para nombrar candidato en 2017, pero le
restaría a Calderón espacios para impulsar
a su favorito, sea hombre o mujer.
Las mismas razones que Pablo
Emilio Madero y otros panistas destacados
—José González Torres, Bernardo Bátiz,
Jesús González Schmall, Juan de Dios
Castro, Gabriel Jiménez Remus, Jorge
Eduardo Ortiz Gallegos y Abel Martínez,
algunos de los cuales
volvieron a su partido
y otros tomaron para
la izquierda— esgrimieron para renunciar al PAN en 1991,
argumentan hoy los
senadores Cordero
y Javier Lozano, secretarios de Hacienda
y del Trabajo en el gobierno de Calderón
para revelarse contra Madero: una insana
cercanía al gobierno y al PRI.
ún están en edad de jugar
Su culpa la comparten sus padres,
con sus muñecas.
sus maestros, sus amigos.
Su preocupación debe
ser aprobar la secundaria.
Pero un embarazo prematuro cancela su niñez.
Se vuelven adultos a la mala, sin
Pero también una cultura popular que gira en torno al sexo.
Se exalta el sexo como una tenta-
posibilidad de volver atrás.
niños
ción, no como una responsabilidad.
Así acabamos con niñas criando
como tercera fuerza electoral, no puede
variarla. La segunda posición la ocupan
las izquierdas, con un PRD desdibujado
a la cabeza. La circunstancia le brinda al
presidente del PAN un papel protagónico
útil para su partido. Fue él quien pausó el
Pacto por México, que mantiene a flote al
gobierno peñista, por las maquinaciones
del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, y de la secretaria de Desarrollo Social,
Rosario Robles, para allegarle votos al
PRI con los programas sociales, incluida
la Cruzada contra el Hambre.
El “Maderito” al que el soberbio
ex jerarca del PRI, Humberto Moreira, ninguneó en el debate por televisión que hace
dos años moderó Carlos Loret, es el mismo
que subió a su barco al presidente del PRD,
Jesús
Zambrano,
para frenar el Pacto
y reactivarlo cuando Peña asumió
compromisos para
atarle las manos a
los
gobernadores
del PRI más marrulleros. Y como
el ex senador por
Chihuahua adquirió
estatura de líder y a
ganarle reflectores
al grupo de Calderón en la Cámara baja, Cordero, Lozano y
compañía reaccionaron.
Sin embargo, Madero no se anduvo por las márgenes. Aplicó el estatuto y
relevó al ex secretario de Hacienda, quien,
por cierto, destapó el escándalo de la deuda monumental (más de 35 mil millones de
pesos) que Humberto Moreira dejó de recuerdo a los coahuilenses. Descarto en el
PAN un cisma parecido al de 1991. El PRI
tuvo el suyo en 1987, aún más profundo,
por la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas,
Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez; y el PRD
lo afronta hoy mismo por la escisión de los
seguidores de López Obrador y de Morena.
Ningún partido es una entidad estática. En
este momento, el PAN y Madero tienen más
que ganar con Peña. La historia entre Diego y Salinas, al parecer, se repite.
En este
momento, el
PAN y Madero
tienen más qué
ganar con Peña
Los tiempos, sin embargo, son
Se exalta como una tentación, no
como una responsabilidad
A
Capitolio
distintos. Hace 22 años, el PAN aun no ganaba la Presidencia. Diego Fernández de
Cevallos fue clave en el sexenio de Salinas,
como hoy Madero está en condiciones de
serlo en el Peña Nieto. De ahí el reclamo de
los senadores, que reniegan por lo aquiescente de su líder con el PRI y el candidato
que, con malas artes, cortaron su racha de
12 años en Los Pinos.
La actitud de oposición leal
que Madero ha asumido, corresponde a
la postura histórica del PAN. En 1995,
sus diputados votaron con los del PRI
el aumento de cincuenta% al IVA. Hoy,
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