t'aris.—Marzo 3.—-1873. Número 49. EL AMERICANO Director y Redactor en jefe PERIÓDICO ESPASOL EL A M E R I C A N O Y F R A N C É S : SALE CUATRO VECES AL MES. HÉCTOR F. VÁRELA. " P R E C I O DE LA S U S C R I C I O N D o c e r e a l e s fuertes por mes en toda la América, inclusas las M o d a s . No se admiten suscrioiones por menos de tres meses. — Al que se suscriba por un año, En España, V e i n t e r e a l e s v e l l ó n . , , . diez por ciento de rebaja. En los demás Estados de Europa, 5 fr. — En Francia, 4 fp. 5 0 o. - En París 4 fr ANUNCIOS U n franco la linea. — R E G L A M O S : P r e c i o s c o n v e n o i o n a l e s ADMINISTRACIÓN Y REDACCIÓN, RUÉ D'ATJMALE, 17 ~ PARÍS Cernían Outierreie d e P i ñ e r e s . ¡ Bendita sea la muerte que santifica y engrandece al hombre, que devora y consume las pasiones, que purifica el lodo, que destruye la carne, que quita los vicios, que arranca la vida á la miseria y al duelo ; pero que deja al genio sus creaciones, su luz, su resplandor y sus coTonas! GERMÁN GUTIÉRREZ DE P I Ñ E R E S , genio privilegiado, imaginación oriental, trovador sentido y amable, poeta ' melancólico y dulce, muerto ya, deja un reguero de luz, do luz purísima que no alcanza á entenebrecer nin. , gun recuerdo del pasado; y en cada uno de sus versos, en cada rcllejo de su genio, vive esa vida mística, sublime, que gana los corazones, que exalta la fantasía, que embriaga la mente, que despierta el entusiasmo á toda hora y en todos los instantes; esa vida ideal , magnífica, que se llama gloria, que perpetúa un nombre, que inmortaliza un pensamiento y que alcanza no á una generación, sino á muchas; que se identifica con la gloria de la patria y con la vida del genio en todas las regiones donde hay amor, sentimiento, ecos, luz y armonía. Qué virtud la del genio, que sobro los despojos do la humana debilidad alcanza á levantarse, lleno de atrae- • tivos y encantos, llamando así t o d a s , las simpatías, haciéndose tributar incienso por los mismos que ayer lo desconocían, y dando esa lírometida inmortalidad que t a n pocos alcanzan ! Qué virtud la del genio, que hoy conquista para Germán Gutiérrez de Piñeres lo que no podría el avaro conseguir con el oro acumulado durante uno. larga vida de privaciones y miseria, pues con la muerte se acaba todo en la vida del a v a r o ; mientras que para Piñeres queda )o que fué quizás el sueño que compensaba sus dolores : un nombro sostenido por la gloria ! Sí, Piñeres desde boy ocupa el puesto que le corresponde en la constelación de los hijos del genio, por sus poesías dulces, suaves, armónicas y hermosas. Piñeres había recibido por dote del cielo el amor á lo bello, una noble inspiración y una poesía fresca y dulce, depósito entregado intacto á BU muerte, habiendo aislado su alma de las tormentas de su vida, y encerrádola como en un vaso misterioso, donde no alcanzaba á respirar la atmósfera envenenada y funesta en que vivía; haciendo un contraste sorprendente la delicadeza do los sentirnientos, el perfume do sus versos, . , . la armonía de sus cantares, con su triste y miserable existencia ; y habiendo, por decirlo así, conservado en su corazón un pequeño mundo de Üores, de rocío y de soi. La poesía do Píñere-s es joven, á veces infantil, llega hasta ser angelical como la do Lamartine; y mas bien natural, inspirada y esijontánea que niétnca y correcta, se desliza como una fuente nmrmurando que arrastra las flores de la ribera para que esmalten sus ondas; pero que jamás se enturbia con el lodo que las tempestades acumulan en su paso. El goí^o, la felicidad, el amor la m u jer sobre todo, la mujer divinizada, y tributándole adoración y culto han sido los objetos de su canto. A veces, sí, triste, melancólica y sombría como en su Dolara, en medio de fatídicos recuerdos, el pensamiento de un negro porvenir está estampado do un modo desgarrante, y hace que el alma se empape en una lánguida melancolía, y que á cada estrofa reciba una gota amarga; al fin la copa rebosa de amargura, y el corazón, oprimido por la congoja, se siente desgarrado, como el del que á cada momento repetía : , , - . . , « Yo vivo triste € No es admiración el sentimiento que la lectura de las poesías de Piñeres inspira : es amor, es cariño, como el cariño que inspira la primera ilusión, el sueño mas bello magnífico de Oriente los restos de un templo griego, sencillo y aéreo, cuyas columnas corintias se pierden en el azul del cielo, y cuyas comizas, admirablemente delineadas, semejan á las ondulaciones do una cinta de gasa ? ¿Habéis reparado que ese templo no tiene nada de imponente, nada que arredre, nada que lleve á la contemplación, poro que junto á él pasáis horas enteras oncantad(i admirándolo, repasando en vuestra imaginación las escenas de la vida poética de los griegos, rehaciendo su mitología, asistiendo á sus sacrificios y pareciéndoos ver sobre Ips restos del altar la víctima palpitante aun y coronada do rosas? El mismo sentimiento dejan en el • ; , alma las poesías de Piñeres; no son :, . un monumento que imponga por «u grandeza y á cuyo aspecto el alma se sorprenda. No es el palacio augusto de las Musas; pero cada una de ellas es una arcada magnífica, una obra de genio admirable, en donde con el mayor gusto están incrustadas las perlas y el oro, que brillan con los rayos de luz con que su imaginación oriental supo iluminarlas. Gorman Gutiérrez de Piñeres, nacido para brillar; do u n a familia distinguida y que contaba entre sus miembros á muchos patriotas y á muchos mártires; educado por u n sabio tan grande como Cicerón y tan virtuoso corno Arístides, el Sr. José María del Castillo y Kada; con un genio precoz, corazón sensible, una poderosa imaginación y un atractivo irresistible, Piñeres deja una lección severa para los jóvenes, enseñándoles cuan pérfida es la fortuna cuando á ella el hombro cede complaciente; pero yo que admiro el encanto de sus versos y que lo amé en la niñez, no tengo por qué ; ^ " !<• GEK.MAN ütlTIEKUEZ DE l'lÑERE.S (l'OETA COLOJIIUANO). de la vida, la voz de la mujer que so lia escogido por esposa ó el beso de la hija predilecta; y os porque estas posías son nuestro sueño, nuestro amor, y en medio de la armónica belleza de sus versos v a el corazón sintiendo gozando, amando, llorando ó riendo con Piñeres. ' No h a sido una lira de marfil la que se h a roto; la lira sigue resonando, agitada por el tiempo. El vate h a dosaparecido, poro las musas conservan la memoria do sus versos, cuyo templo jamás fué profanado, levantándose sí, mucha veces, en alas de la piedad, inspirado por la fé, para entonar cantos religiosos que solo una alma noble y generosa pudiera concebir, que solo un labio santo pudiera traducir, y un corazón ferviente darles su fucífo místico y sublime. Viajero, ¿ habéis contemplado á la luz dorada del sol recordar al;ora las sombrías realidados de su vida. Quiero que la riqueza de cada uno forrne la riqueza del pueblo; que la gloria individual formo la gloria nacional; que a l a diadema intelectual de Colombiano falte una chispa del genio de sus hijos, y recordar que en las poesías de Germán Gutiérrez do Piñeres h a y diamantes bastantes para adornar la corona do un Dios. i Cuántas amarguras no devoran en Colombia los hombres consagrados á la literatura! ¿ Los basta, acaso, la virtud, la sobriedad, la modestia, el ífetiro para lio tener émulos, rivales, odios y rencores ? ¿ Hay una mano amiga que venga á levantarlos en sus caidas, á sostenerlos en sus vacilaciones, á socorrerlos en su m i s e r i a , ' á alentarlos en su desesperación ? Y, sin embargo, el. genio se abro carrera en medio de las dificultades, soñando con el porvenir y buscando una corona para sus sienes. Hoy que ha muerto Germán Gutiérrez 'de Piñeres, yo quiero realizar su sueño colocando sobre su huesa üna'corona del laurel que brota sobre la tumba de ''•''' ffilio. ! MüDAItüu ULVÁB. EL AMERICANO 814 EL AMERICANO LOS REACCIONARIOS Y CASTELAR. Los que, cumpliendo un acto de honradez republicana, liemos juzgado al gran tribuno europeo, Emilio Castelar, con toda la imparcialidad que csfí austeridad del deber nos i;uponia, hemos conquistado el derecho de tomar su defensa contra los ataques indignos que hoy le dirigen los reaccionarios, sin que ni la fé ni el calor con que lo hagamos puedan tomarse como el eco apasionado de la amistad íntima que á él nos liga hace diez y ocho años, y de la que han hablado ya casi todos los diarios de Paris. Hay hombres públicos y privados cuya vida es como el honor de la mujer de César, que no puede ser sospechada, y aunque la vida de Emilio Castelar sea una de ellas, creeríamos faltar á un triple deber, de amigos, de correligionarios y de apóstoles de la justicia, si n o levantásemos hoy la voz para protestar contra ciertos ataques que una parte de la prensa reaccionaria de Paris está dirigiendo al actual ministro de Estado de la Eepública española. Los móviles, la causa y el origen de caos ataques se comprenden. Durante quince años, Castelar ha sido, como Mazzini en Italia, uno de los mas constantes, decididos, brillantes y prestigiosos enemigos que, en la tribuna y en la prensa, han tenido los gobiernos personales, los tiranos, los reaccionarios y, en una palabra, todos los que, en cualquier parte del mundo, hayan atacado la libertad, pisoteado el derecho, ultrajado la justicia y mancliado la bandera do la democracia. Los que tal misión cumplen, sin transigir jamás, sin sentir un instante de vacilación, sin que la fé les falte, ni la esperanza les abandone, á la vez que se captan las simpatías de los que aspiran por llevar la humanidad al fin de sus grandes destinos, despiertan la cólera y la ira impotente de los parásitos sin alma, cuya conciencia venden al que mas la puja, y á quienes una cinta, la embriaguez de la fortuna, la ambición de mando ó la voluptuosid^ad de los placeres hacen aborrecerá los apóstoles de la justicia, de la verdad y del derecho. En presencia del imperio y del verdugo del 2 de di ciembre, Emilio Castelar sentia extremecer de santa indignación todas sus fibras patrióticaj, y llamado á juzgar aquel gobierno y su jefe, no pedia dejar de condenar severa y francamente al impeiio y á Napoleón. Hé aquí su gran crimen á los ojos de los que — digámoslo sin ambajes — fueron partidarios del gobierno que trajo á la Francia Sedan y la Comuna, la pérdida de una hermosa parte de su territorio, y el abatimiento político en que hoy se encuentra en el gran congreso de las potencias europeas. Vengarse de Castelar era, pues, una necesidad para los reaccionarios, y ahora acaban de dar principio á su tarea con mas audacia que fortuna. Castelar era ya una inmensa personalidad europea. Su vastísimo talento, su asombrosa palabra, especie de trueno que espanta ó canto melodioso que seduce; su instrucción poco comuQ en un hombre de tan pocos años, el fuego con que defendió siempre sus principios y la propaganda incansable que de ellos hizo, le habían conquistado la gran reputación de que goza en ambos mundos. Proclamada la República en España — obra que en grandísima parte se le debe á él, como la historia lo dirá «n un dia no lejano — se le nombra ministro de Relaciones Exteriores. Casi todos los diarios europeos, y principalmente hm, ingleses y alemanes, le tributan el homenaje de reís|iieí»} que merece, hacen alto honor á sus cualidades, y decíaran la fé completa que su presencia en el gobierno les inspira. Esta manifestación espléndida de la opinión europea en favor del joven ministro, irrita á los reaccionarios que se amparan de su persona sin piedad, no para disputarle su talento, sino para pretender herirlo en lo que tiene de mas sagrado, en su delicadeza de hombre privado. Y ¿ saben los lectores de E L AMERICANO como lo hacen ? Asco y vergüenza da el decirlo, tratándose de la prensa de un pueblo culto y civilizado. En un artículo biográfico que le consagra el Fígaro, se dice : « que Castelar es un hombre que, durante su pei«manencia en Paris, habia encontrado e l secreto de asiste tir gratis á todos los teatros, presentándose á sus éntrate das de guante blanco y diciendo que iba á buscar á la € señora. y> Es tan indigno y raezquiao el ataque, que bien mereciera despreciarse ; pero la circunstancia de haber vivido con Emilio Castelar en Paris casi todo el tiempo de su destierro, nos impone el deber de decir al autor del articulo del Fígaro, que ha faltado á la verdad, y que, Castelar, pobre como estaba, viviendo de sus correspondencias, jamás hizo, una sola vez, la farsa que se le atribuye, y que por el contrario, era tan exageradamente delicado, que rara vez consentía en que los amigos que le acompañaban pagasen por él las localidades del teatro en que entraban. Hablamos como testigos presenciales de lo que entonces pasaba,-y repetimos que la versión del Fígaro e s . tan indigna como calumniosa. Hay mas. Otro diario que se vistió ds luto por la muerte de Napoleón, el Gaulois, ha dicho á su vez: «que Castelar vivia 'C de sus correspondencias para América, y de su inagotable « banquero D. Héctor F. Várela. y> bi algo tieae Emilio Castelar que lo distinga, que le haya captado la simpatía de propios y extraños, es precisamente su honradez y delicadeza verdederamcnte catonianas. Cierto es — y de ello nos vanagloriamos — que fuimos nosotros quien lo hicimos conocer en América, y quien tuvimos la fortuna de proporcionarle algunas de las mu ehísimas correspondencias que, hace ya varios años, esoribe para los diarios americanos; pero, á pesar de la amistad íntima que á Castelar nos liga ; á pesar de haberle abierto un crédito en dos casas de Paris, así que tuvimos noticia de que el gobierno de Isabel II le había condenado á muerte, jamás, jamás — óigase bien — hizo uso de esos créditos, ni tomó un franco mas de la pequeñísima mensualidad que él mismo se asignó por las brillantes correspondencias que, hace diez y siete años, manda regularmente á nuestra Tribuna de Buenos Aires. ¿ Podrían decir otro tanto los reaccionarios que hoy pretenden minar su reputación, presentándole como un logrón y un explotador ? Si son monarquistas, si detestan la República, hagan lo que hacia Castelar : imiten su ejemplo : combatan sUQ ideas y principios políticos : pero no toquen -jna personalidad intachable en sus costumbres y en su modo de ser privado, porque al escuchar tan indignos ataques, el famoso tribuno podría contestar á sus detractores como Guizot al suyo : « que jamás sus insultos llegarán á la « altura de su desprecio. » L a c s c l a v i t a d e n C u b a y e l g o t o l e r n o Ingrlé» Febrero 24 de 1873. Sr. Director de E L AMEEICANO. El Times de Londres, que durante cuatro años ha ignorado que en Cuba hubiese revolución ó cosa parecida, acaba de saberlo, y ha empezado á publicar correspondencias de la Habana que no estarían fuera de su lugar en las columnas de La Voz de Cuba, de A'Z Eco de Ambos Mundos, ó de El Cronista. Las dos larguísimas- correspondencias que ya han salido á luz, están plagadas de falsedades y de calumniosas imputaciones hechas á los cubanos. H a y quien deba refutarlas, y de eso no trataré. Pero suelta el « corresponsal especial » ciertas aseveraciones intencionalmente equivocadas, relativas á esclavitud y tráfico de esclavos, y agradeceré á usted que dé espacio en E L AMERICANO para la inserción del artículo que acompaño, en el cual encontrará lo que hay de cierto en el asunto. Se poHe á las órdenes de usted. UN AMERICANO. Los al>oiicíonístas ingleses iniciaron sus trabajos á fines del siglo décimo octavo dirigiendo sus primeros ataques contra el tráfico' do esclavos, y abogando después por la abolición de ía esclavitud. Los promotores de este movimiento fuerott por largo tiempo objeto de !a odiosidad y de la burla de sus compatriotas ; pero al cabo encontraron eco en el Parlamento, donde Pitt, Fox y otros estadistas eminentes abrazaron su causa, sin tener en cueíita el clamoreo <J«e contni ellos levantaron los comerciantes, los amos de esclavas, la muchedumbre do los interesados en sostener la trata y la esclavitud, y hasta algunos personages de la aristocracia británica. Al fin, en mayo de 1807, quedó definitivan»nte abolida la /raía en todos fos dominios ingleses, y desde entonces empozó el gobierno de la Gran Bretaña á gestionar activamente «on todas las naciones europeas para |inducirlas á que imitesen su ejemplo, au^nque por io que hace á E s paña faeroa tan infructuosas sus diligencias, que en 1814 íio habia podido recabar de ella (y eso mediante una «feria de lib. 800,000) mas que la promosa d« prohibir que los españoles llevasen esclavos d e África á países que no fuesen posesiones de España. En el Congreso de Viena (á que concurrió España en 1816, con Inglaterra, Austria, Francia, Portugal, Prusia, Rusia y Suecia) se adoptó una declaración condenatoria del tráifloo de esclavos, por ser « repugnante á los principios de humanidad y d e moralidad universal ; » y en 1817 se obligó el gobierno español (recibiendo por dio de Inglaten-a, lib. 400,000) á poner término inmediatamente á su comercio de negros con la costa de África al Norte del Ecuador, y á abolirlo por completo en todos sus doMinios, del 30 de mayo de 1820 en adelante. _ Este tratado, de 23 de setiembre de 1817, creó laís comisiones mixtas, j concedió á los cruceros^ ingleses el derecho de visita en alta mar, aunque limitando á ciertos y determinados casos la facultad de apresar ncgrevos; y en diciembre del mismo año dio Fernando VII nn decreto en consonancia con lo estipulado en el tratado antedicho. ^ En 1822 firmó el gobierno español una ampliación ó aclaración del mismo convenio, mas no por eso dejó de seguir fomentando el tráfico tan á cara descubierta como si á nada estuviese obligado. Tan escandalosas y tan frecuentes llegaron á ser las infracciones del tratado que en 1825 se vio M. Canning en el caso de amenanazar á España con que si no forzaba á sus autoridades coloniales á cumplir con su deber, «en vano imploraría el auxilio « de Inglaterra para que la ayudase á mantener á Cuba <í bajo su dependencia. » Gobernaba en la Habana á la sazón el sagaz D. Francisco Dionisio Vives, que estaba al cabo de los preparativos que se hacian entonces en Venezuela y en Méjico para invadir la isla, y que no contaba con la adhesión de los cubanos, ni con la fidelidad de la escasa guarnición que tenia á sus órdenes. Sabíanlo el rey Fernando y sus ministros, porque Vives habia escrito á la corte pintando la verdadera situación de la colonia; y la amenaza de Canning, transmitida á Zea Bermudez en'aquellos mo- mentos por el embajador inglés M. Lamb, fué causa de una real orden expedida en enero de 182G, que habría dado fin al tráfico prohibido si la hubiesen puesto en ejecución. Pero pronto pasó el miedo, y con él los propósitos de enmienda. Los Estados Unidos brindaron el amparo que Inglaterra parecía dispuesta á negar, y segura España de que Cuba seria suya (á pesar de ingleses, de sud-americanos y de cubanos) mientras la Gran República no creyese llegada la ocasión oportuna de apropiársela, siguió importando negros de África á mas y mejor, lo mismo de la costa oriental que de la occidental, lo mismo del Norte que del Sur de la línea equinoxial. Perdido el miedo, perdiéronse también los escrúpulos. Las sentidas reclamaciones de lord Aberdeen en 1828 hicieron tan poca mella en Fernando como en sus consejeros ; las enérgicas representaciones de lord Palmerston en 1830 quedaron sin respuesta; y ni siquiera consiguió M. Addington que el ministro español acusase recibo ¡íor escrito de un despacho de mayo de 1831, que pedia que los negreros fuesen declarados piratas. Durante los cuatro años subsecuentes no descansó Inglaterra en su incesante empeño de vencer la proverbial morosidad de España y reducirla á que diese prendas suficientes para obligarla (cuando á Inglaterra le conviniese') al cumplimiento de lo estipulado en 1817. Unas veces pidiendo, otras reclamando, quejándose á menudo, amenazando oportunamente, y siempre sacando partido de las circunstancias, fué apretándola paulatinamente hasta que, muerto ya Fernando y gobernando María Cristina, le arrancó su asentimiento al tratado de 28 de junio de 1836: -—quedó definitivamente abolido el comercio de esclavos, so ampliaron y especificaron las facultades de los comandantes de cruceros y de las comisiones mixtas ; se proveyó acerca de los emancipados, y la reina gobernadora se comprometió solemnemente á promulgar, dentro del término de dos meses, severas leyes penales que castigasen duramente á los participantes en el «tráfico inhumano.» Dos meses, para los gobernantes de España cuando se trata de pagar lo debido ó de cumplir lo ofrecido, quiere decir dos siglos, y es de ci'cer que todavía estuvieran por hacer las prometidas leyes penales, si Inglaterra no hubiese apelado á remedios enérgicos para avivar á los legisladores españoles. Así y todo trascurrieron diez años antes de que el ministro poeta D. Francisco Martínez de la Rosa las diera á luz en mayo de 1845 , y ni son severas, ni nunca han servido mas que j)ara cubrir el expediente. Las comunicaciones que en ese tiempo se cruzaron entre Londres y Madrid bastan para componer un tomo de regulares dimensiones, y entre ellas hay algunas, como la de lord Aberdeen de 31 de diciembre de 1834, capaces de sacarle los colores al rostro á un paquidermo, dado caso de que fuera paquidermo un ministro responsable de su majestad católica. En el intervalo trascui'rido desde la ratificación del tratado de 1835 hasta la promulgación de las leyes penales de 1845, tuvieron lugar en Cuba sucesos relacionados con el asunto, como el atropellamiento de M. Goil en Matanzas, la prisión de M. TurnbuU en Holguin y su posterior expulsión de la isla, la visita de lord Morpeth á la Habana, la memorable conspiración de O^Donnell, y otros mas ó menos importantes cuya mención haría harto extenso este escrito; pero no es posible pasar por alto las negociaciones do 1840 y 1841, encaminadas á conseguir la libertad de los negros fraudulentamente introducidos en Cuba después del 30 de octubre de 1820. Hacia ya cerca de dos años que estaba abolida la esclavitud en las colonias inglesas ; era público y notorio que el gobierno de Madrid persistía en patrocinar la trata; sabíese que los 'negreros españoles se reían de Inglaterra, de su marina y de sus comisarios ; la prosperidad fabulosa de los hacendados cubanos irritaba á sus empobrecidos vecinos de Jamaica y de las Bahamas, y sucedió que los mismos que antes se habían opuesto pertinazmente á la emancipación de sus propios esclavos, levantaron entonces el grito contra el escandaloso contrabando de bozcdes que se hacia en Cuba, y unidos á los abolicionistas de la metrópoli, asediaron á su gobierno con exposiciones y representaciones para que de grado ó por fuerza redujese á España á cumplir lo pactado. El Parlamento, los periódicos y los meetings clamaron por la supresión definitiva de aquel abuso que llevaba trazas de ser perdurable ; algunos propusieron ayudar á los cubanos á hacerse independientes, puesto que no eran ellos, sino los españoles, los que lucraban con la trata y sostenían la esclavitud, y en comprobación de este aserto adujeron numerosos testimonios de ingleses autorizados y fidedignos, que atestiguaban que los hijos de Cuba tenían esclavos á mas no poder, y estaban prontos á empezar á emanciparlos tan luego como sacudiesen el yugo colonial ; y entre muchas publicaciones consagradas á este asunto que vieron la luz en Londres por aquellos días, hubo una que separándose del camino trillado hirió la dificultad de una manera nueva. Pocos dias después recibió su autor una esquela del subsecretario de Estado encargándole que condensase sus ideas en forma apropiada para que el gobierno de S. M. B. las tomase en consideración. Hízolo así, y en una carta dirigida al ministro expuso que España fomentaba la trata de hecho pensado, y propendía deliberadamente á aumentar el número de los esclavos africanos como medida de precaución para que los cubanos, que detestaban su dominación, no 86 sublevasen ; comprobó la imposibilidad absoluta de impedir la continuación de aquel comercio, mientras los capitanes generales lo protegiesen y hubiese quien comprara negros bozales ; é indicó un medio sencillo para hacer que nadie los quisiera c o m p r a r : — p e d i r á España que fuesen libres todos los africanos entrados en Cuba con posterioridad al año de 1820 ¡pedirle que la comisión mixta tuviese autoridad para exigir que los amos de n e - EL AMERICANO gros de África demostrasen la legitimidad de sus títulos de dominio, y «amenazar á España con que, si no accedía de plano á ambas peticiones, Inglaterra reconocerla y garantizarla la independencia de Cuba.» Esto ocurrió en marzo de 1840. En mayo salió para Jíadrid el borrador de un nuevo tratado cuyas cláusulas se ajustaban en todo al espíritu de la carta mencionada; y el despacho de lord Palmerston que la acompañó no contenia amenazas explícitas, pero las insinuaba delicadamente. Fácil es imaginar la alarma que debió producir en Madrid este «proyecto de convenio» presentado en junio por M. Aston al ministro Pérez de Castro. Hasta hay quien crea que en aquel apuro volvió España los ojos á los Estados-Unidos que tantas veces han sido su paño de lágrimas cuando ha tenido miedo de perder á Cuba; y que mientras se daban largas á la negociación fué , M. Eveiett á la Habana á estudiar el negocio «sobre el terreno.» El caso fué que la Regencia Provisional del reino pidió infoi'mesá la capitanía general de Cuba, que ésta por su lado indagó el parecer de varias corporaciones é individuos caracterizados, que se escribieron muchas resmas de papel, y que la cosa quedó en suspenso por tiempo ilimitado. Pero la mayor parte de los informes y memoriales de la H a b a n a fueron á parar al ministerio de Estado de la Gran Bretaña, y allá están guardadas las copias de la junta de fomento, de la sociedad patriótica, del municipio, del tribunal de comercio, del marqués de San Felipe y Santiago, de D. Wenceslao de Vilia-Urrutia y de otras personas, para cuando llegue el dia de usarlos como argumento ^ u r a exigir perentoriamente la emaneipacion de todos los negros importados de Afriea durante los últimos 50 años,y lade sus descendientes. El Times de Londres parece que intenta renovar discusiones casi olvidadas desde 1864; dicen que el gobierno inglés volverá á tomar en consideración el asunto, y como ya, gracias á Carlos Manuel de Céspedes y á los bayameses, puede decirse que cesó para siempre el tráfico de esclavos entre África y Cuba, debemos suponer que el gobierno inglés no se ha de ocupar de la trata que no se hace, sino de las consecuencias (^ la trata que se hizo. Es muy posible que ahora piense en remediar lo que antes no quiso precaver. Pero no cabe duda de que el gobierno de la Gran Bretaña no ha procedido nunca en este negocio á impulsos de la caridad, sino guiado por el interés; y es de temer que en ésta como en otras ocasiones atienda mas á la razón de estado que á consideraciones de justicia. Por eso es doloroso que cuando el señor Macias publicó en Londres un folleto titulado Cuha in revolution, hubiera tenido tan poca confianza en sus propias fuerzas que al dirigirse «al público de Inglaterra » se limitase á copiar al pié de la letra tres papeles (1), excelentes en sí, pero que ninguno fué escrito para lectores ingleses, ni « en nombre del gobierno republicano de Cuba, » y mejor hubiera sido que hubiese dado algo de su cosecha, apropiado al caso y acomodado á las circunstancias : porque la nación inglesa es liberal y generosa, abolicionista sobre todo, y abrazaría ardorosamente la causa de la independencia cubana tan luego como le demostrasen que el camino mas corto para destruir la esclavitud en Cuba es ayudar á los cubanos & emanciparse de la dominación espafiola. Pero antes he dicho que no cabe duda de ¡qwe el g o bierno de la Gran Bretaña nunca ha querido, hasta ahora, de veras y de buena fé, estorbarla importación de esclavos africanos en la isla de Cuba. Hé aquí los fundamentos de esta opinión : Cincuenta y seis años han trascurrido desde la ratificación del tratado de 1817 hasta la fecha en que esto se escribe, y en tan largo tiempo no se ha dado un solo ejemplo de que España haya manifestado deseos sinceros de satisfacer las obligaciones que contrajo cuattíio-vendió por lib. st. 400,000 la promesa de renunciar al comercio de esclavos. Muchos tornos en folio pudieran componerse con documentos de incontrovei-tible autenticidad que existen en el Foreign-Offioe de Inglaterra, y que prueban satisfactoriamente que España jamás peaisó en cumplir lo que prometió. Cuarenta y tantos ministerios diversos, que representan todos los partidos políticos en que están divididos y subdivididos los españoles, rigieron los destinos de la nación durante el azaroso reinado de Isabel Segunda, y ni entre estos ni entre los de Fernando hubo uno solo que, ni por casualidad, diese señales do querer suprimir la trata, sino que por lo contrario á todos se les conoció que la favorecían y la protegían. Y sin embargo la poderosa Inglaterra, tan poco sufrida con las naciones fuertes, tan poco magnánima con las desvalidas, le ha tolerado á la desgobernada España que haya estado mofándose descaradamente de ella por espacio de mas de medio siglo. Tan extraordmaria tolerancia da que sospechar. El gobierno inglés ha gastado centenares de miles de libras esterlinas en pagar sueldos de jueces y comisarios, y en mantener dos escuadras cruzando constantemente sobre las costas de Cuba y las de Guinea; y los sermones que en forma de notas diplomáticas le ha predicado á España darante estos cincuenta años hubieran sido suficientes para catequizar á los salvajes de África. Pero lo ha hecho sabiendo á ciencia cierta que predicaba en desierto y que echaba el dinero al mar : porque ya llevaba sobrado tiempo de costosa experiencia, que debería haber bastado para abrirle los ojos, cuando una comisión de la Cámara do los Comunes le presentó, en agosto de 1853 pruebas superabundantes de que los cruceros y las comisiones mixtas costaban mucho y no -/alian nada (1) Cuba under Spanish rule, by V. de Boches. New Yoii, IStíO. (Traducido de la Revue contemporaine). Facts a/jout Cuha. New York, 1870. The Cuban question in the twht of Common Sense. New York, 1870. para la supresión de la trata patrocinada por los ministros de Isabel Segunda y en que empleaba caudales doña Jlaría Cristina de Borbon. Sin embargo, el gobierno d é l a Gran Bretaña ha permanecido aferrado á los cruceros, á las comisiones mixtas y á la diplomacia : ciego á la evidencia y sordo á las razones de multitud de ingleses que de entonces acá le han repetido en diversas ocasiones lo ya asentado por M. Everett, en su despacho de 1." de diciembre de 1S62, dirigido al embajador británico M. Crampton : que « mientras Cuba fuese colonia espa« ñola no habría esperanza de suprimir por completo el (í tráfico de esclavos. » Y no fué esta por cierto la primera vez que el gobierno de Inglatenra oyó decir (á quien debiera creer) que la mayor parte de los hijos de Cuba era opuesta á la trata, que la mejor parte de la sociedad cubana execraba la esclavitud, y que España los forzaba á conformarse con ambas cosas. M. James Kennedy, que desempeñó en la Habana las funciones de comisario británico durante trece años, M. Joseph T. Crawford que sirvió el consulado doce ó catorce, y M. David TurnbuU, antecesor de monsieur Crawford, lo escribieron muchas veces en comunicaciones oficíales enviadas desde Cuba á los ministros de S. M. B. M. Kennedy lo sostuvo de paiabra ante el Parlamento algunos años mas tarde, y confirmó lo que otros habían dicho acerca de la desvergüenza con que los capitanes generales se enriquecían con ese comercio infame, y el descaro con que lo ejercía ua tal D.Juan Antonio Parejo, agente de María Cristina. El conde de Carlisle dijo en 1842 ó 1843 lo mismo que dijeron TurnbuU y Crawford al regresar de Cuba donde habían tenido ocasión de cerciorarse personalmente de los sentimientos de la población cubana ; y otro tanto se lee en un informe evacuado por la sociedad abolicionista de Londres en 1842, y en otro presentado por una comisión de la Cámara de los Comunes en 1853. Entre los papeles que el cónsul británico remitió en 1844 desde la Habana al conde de Aberdeen, fueron la copia y la traducción de un memorial firmado por 93 hacendados y i^ropietarios de Matanzas y hecho pedazos por el brigadier García Oña, en 1843, porque los 93 le pedían al general O'Donnell que « dictasse providencias coji« ducentes al exterminio del tráfico ilegal: » y estos documentos los presentó lord Aberdeen al Parlamento, con otros análogos que eoiicurrian á probar io atrás asentado. Por cierto que algunos de los firmantes del menioríal expiaron su desacato en los calabozos del Morro de la Habana. En un escrito dirigido al conde de Clarendon en 1849, aseguró M. Tumhull que « muchos propietarios cubanos «de buena posición (tlíe híghest and the bcst of Úieni) de(t seabau la inmediata, total é inmutable aboJicion d é l a «trata, con tanto ardor como pudieran desearla un CJark« son ó un Wilberforce ;» el Dr. Madden haijia manifestado idéntica opinión, y el DJ'. K i n g s e extendió diez años •mas tarde á sostener que en Cuba existia un partido ny^ mej'oso é influyente que esperaiba ¡lima ocasión propicia para limpiar su patria de la asquerosa lepra de la escla•vitíud. Y pudiera agregar crtsos «¡ucíios testimonios, pero Jio quiero citar ninguno que no sea inglés, ni ninguno pos^ terior á 1853. Los ya apuntados bastan para demostrar que ya h,ace mas de veinte ¡aJ&os que el gobierno de ¡La Gran Bretaña sabe positivaiwente que la mayor parte de los cubanos ha sido siempi;g opuesta al tráfico de esclavos ; y io sabe por eoBdupíto ,«#cial y fidedigjio, ijtaee einpuenta y seis ¡aiBiOS que Inglaterra le coiaipró á España la promesa de no consentir el comercio de esoiaA'os entre África y Cuba ; durante mas de cincuenta años lia estado España engafiandp^ á Inglaterra con escándalo inaudito, y los ingleses sufi-iéadolo con inaudita paciencia. Inglaterra ha malgastado sumas enormes en sostener comisiones mixtas ./ en niantener escuadras en mares lejanos ; ha condenado á centenares de sus marinos á morir sin gloria y sin provecho en climas insalubles ; y ha perdido el tiempo en diiigir á España quejas y mas quejas de que los españoles se lian reído : todo por lograr que España cumpla lo que prometió. En este tiempo se le ha manifestado á Inglaterra la inutilidad de tan costosos sacrificios ; se le ha hecho evidente que si de la voluntad de España dependiese, duraría la trata hasta la consumación de los siglos ; se le ha probado que los cubanos detestan igualmente el tráfico de esclavos, y la dominación española ; y se le ha demostrado que el modo mas fácil, mas seguro y mas económico de concluir definitivamente con ese comercio inicuo, es auxiliar a Cuba, siquiera sea indirectamente, para que rompa las^ cadenas con que España la oprime. Sin embargo, el gobierno inglés ¿o ha querido ver pruebas, ni dejarse vencer de razones, y ha seguido impasible con sus cruceros, sus comisarios y su diplomacia, mientras los españoles han estado llevando bozales de Afnca á la isla do t u b a . Al cabo sucedió que Cários Manuel Céspedes y un puñado de valientes se echaron al campo atropelíando por todo, y levantaron en Demajagua la banderado independencia. Prendió el fuego do la insurrección en Oriente, saltó'luego á Camagüey, se propagó mas tarde á Las Villas, y ya van mas de cuatro años que arde Cuba en la guerra mas cruel de que hay ejemplo en la historia. Desde los primeros dias de la sublevación proclamaron los cubanos la abolición de la esclavitud ; por donde quiera que ha pasado su ejército ha libertado los esclavos, y el resultado ha sido que á pesar de España y contra la volun-tad de los españoles ha concluido virtualmente el comercio de esclavos. Ahora, cuando en realidad no hay trata, dicen que el gobierno inglés vá á tomar en consideración el asunto de la trata. No será para exigir la supresión de una cosa que está suprimida. No puede ser sino para pedir la libertad de los esclaycB que debgiian ser libres por hatier 815 entrado en Cuba después de 1820, ó por ser hijos, nietos ó biznietos de los que estén ó hayan estado en ese caso. Pero esa misma petición hecha á España en las actuales circunstancias, sobro ser inoportuna tendría todas las apariencias de mal intencionada. Con ella quedaría confirmada la opinión de los que creen que el gobierno de Inglaterra mas se cuida de oponer barreras al engrandecimiento de los Estados Unidos que de favorecer á los desgraciados africanos. Por mas que el gobierno de S. M. B. afecte ignorarlo, España no está hoy en pacífica posesión de la isla de Cuba. Los cubanos se bau declarado independientes y no pelean por «libertad de imprenta, de conciencia y de comercio, » como torpemente ha escrito alguno, sino por existencia política propia é independíente ; no están dispuestos á «reconocerla soberanía de España» á trueque de concesión de autanoviia (como dice el engañado M. Chesson en la introducción á un opúsculo que imprimió el Sr. Macias) sino que están resueltos á combatir sin tregua hasta haber realizado la independencia de la isla de Cuba, que para ellos quedó constituida en líepúblíca desde el 10 de octubre de 1868. Hoy, pues, hay dos gobiernos que se disputan la posesión de Cuba. Por un lado España, la fomentadora del tráfico de esclavos, sostenedora de la institución de la esolavitud, responsaíile de que estén sujetos á servidumbre forzada esos cuya libertad dicen que trata de reclamar Inglaterra. Por el otro, Cuba, la naciente Eepública cuyo primer acto de vida jn-opía fué declarar libres, de momento y sin condiciones, á todos los habitantes de su territorio ; que empezó por dar libertad á los esclavos antes de darse gobierno regular, y que al formular su constitución decretó la abolición perpetua de la institución de la esclavitud. Si Inglaterra reconociese la independencia, siquiera la beligerancia do los cubanos, este solo reconocimiento les daría tal fuerza moral que la expulsión de las autoridades españolas y la desaparición do su bandera del Nuevo Mundo serian hechos consumados antes de muchos meses. La destrucción del poder español y la emancipación absoluta de todos los esclavos que hubiese en Cuba serian simultáneos; y es seguro que si el público de Inglaterra estuviera al cabo de lo que pasa en Cuba, si tuviera algún conocimiento de los antecedentes, el estado, la índole y las tendencias de la revolución cubana, se pondría de parte de los cubanos que pelean por la independencia de su patria, y expresaría su opinión de manera que su gobierno tuviera que acomodarse á ella; y con la sola manifestación de su voluntad daría vida á un pueblo libre, aniquilaría de una vez y para siempre el tráfico de esclavos, y pondría en el inmediato goce de la libertad á centenares de miles de hombres, mujeres y niños que gimen hoy en la mas dura esclavitud. d o s e Muría ¡Samiter Y SUa ÚLTIMOS LÍBEOS. {(Jarlas sobre Cuba á D. José 31. Orense.—Miscelánea.) E L AMERICANO no puede olvidarse de uno de los mas distinguidos escritores colombianos, lidiador incansable que há mas de veinte años lucha en la prensa y en los pariamentos por el progreso y por la libertad. La reciente proclamación de la Kepública en España Jios trae á la memoria las cartas que en 1869 dirigió el doctor Samper al ilustro anciano que era entonces el jefe del partido republicano, D. José María .Orense, y en las cuales aquel publicista, en nombre de los verdaderos intereses de Cuba y de España, pedia para la infortunada Aatilla, no la separación de la metrópoli, que mal podía demandar al susceptible patriotismo español, sino lo que podemos llamar autonomía provincial, un régimen parecido al que están sujetas las colonias inglesas del Canadá y Australia, y al que se resignarían hoy con harta dificultad ios cubanos. Esas cartas hacen mucho honor a l a previsión y al sentido político del íir. Samper; hoy tienen un valor de actualidad que nos obliga á BefiaJai-las á ios lectores. El autor las luí reunido cu un tomito titulado Cartas y discwS0.1 de un Colombiano (librería de Denné-Schmitz, 2 rué Favart, París). En la misma librería ha publicado el Sr. Samper su Miscelánea ó Colección de articulas de costumbres, crítica literaria, etc., de la que hicimos el siguiente bosquejo : Esta nueva obra del fecundo escritor José María Samper no es sino un nuevo canto de su Musa, siempre risueña, docta é inspirada; un manantial de ai'inonías, de aromas, de sentimientos honrados y de nobles ideas brotado del inagotable surtidor dé la inteligencia. Y decimos que es un canto y u n manantial de armonías, porque en la Miscelánea, como en todas las obras de la misma pluma, se ve ante todo al artista, dotado de una naturaleza eminentemente poética, enamorado de todo lo bello y todo lo bueno, sediento de variedad, por ser esta acaso la manifestación providencial de la eterna armonía se admira un talento de invención fácil, de comprensíoiie súbita y de una facultad do asimilación tan grande, qu puede crear, definir y retratar cosas de diversa y contra ría índole, inabarcables y casi enigmáticas, en su con junto, para un espíritu menos robusto y complexo que e del Sr. Samper, para uno que no sea, imitémoslo una de sus mas bellas expresiones, un canto, un aroma, la variedad hecho hombre, un poeta en fin ; y del alma del poeta no deben brotar mas que flores y melodías ; el alma del poeta no debe reflejar mas que lo bello, y su facultad intuitiva no debe comprender mas que la verdad y el bien. La Miscelánea es una serie de artículos en prosa sobre asuntos diversos, mas ó menos poetizados por el pincel de mil colores del artista. Si nos fuose posible condensar en esta reseña todos los tesoros de pensamientos, de afectos y de observaciones que aquel ha derramado en sus 816 EL AMERICANO PATINADORES EN ESCOCIA. páginas; toda la gracia que on ellas ha veiiido; todo el fuego que le ha abrasado al trazarlas ; si pudiésemos hacer tangibles las misteriosas evoluciones de su espíritu en el momento de la concepción y del alumbramiento divino de la idea, prcsentariamos á los ojos del lector un panorama espléndido y variado, tal como esos mágicos paisajes que extasían á menudo al viajero en las regiones montafiosas de la América tórrida. Esta comparación es propia y oportuna. El Sr. Samper es hijo de Colombia, y como la naturaleza multiforme de su patria, así es el carácter de su talento. Su razón es f ria y clara como las nevadas eminencias del Tolima; siente con entusiasmo y con el mismo ardor que agita las hirvientes entrañas del « sublimé Puracé ; » es abundante y fecundo como todo lo que calienta el sol de los trópicos; fino, gracioso y penetrante como todo lo que produce ó inspira la ateniense Bogotá. Las obras del Dr. Samper son muy conocidas para que tengamos necesidad de entrar en detalles sobre su nuevo libro, y su nombre tan justamente popular y respetado en la América española es su mejor recomendación. ¿Quién, en efecto, no ha leído sus poesías (« Ecos de los Andes»), ora plácidas y tiernas, ora valientes y profun as, eiompre espontáneas; su «Ensayo sobre las rcvolu Clones políticas de las repiil)íicas colonibian.ns D ^Centro .y Anicnea ó líispano-C'olombia), en los que reveía tanta uicucia, tanto buen sentido y tanto patriotismo, y que le han conquistado un lugar eminente entre los mejores publicistas de aquellos países? ¿Quién no le ha acompañado con su atención ó con su simpatía en la incesante y enojosa labor del periodismo político ó literario de su patria V ¡Ubicuidad prodigiosa de la inteligencia! ¡propaganda civilizadora de la imprenta! Hemos visto en mas de cuarenta periódicos de los diversos países ..del mundo hispano-americano las notables producciones del Dr. Samper. Esta aceptación tan general ccmo desapasionada es la'verdadera piedra de toque de la gloria literaria y la única recompensa que obtiene el escritor en Sur-América, donde éste, lejos de abrigar la mas leve esperanza de lucro, sabe que el tiempo consagrado alas letras equivale al sacrificio de muchas comodidades, de placeres y dinero, de fácil adquisición para el que deja la pluma del literato por la del negociante ; el pincel por la azada ; el gabinete solitario por el palacio ó el cuartel! Esta situación, empero, tiene sus ventajas; esa atmósfera preñada de materialismo tiene algo bueno, á saber : mostrar Ja fortaleza, la paciencia y el brío de los que, á despocho de ios elementos contrarios, logran levantarse y brillar entre todos y asentar su mérito. El doctor ,Tosé María Sam|)cres uno do estos. l'osquejeuio.s rápidamente su libro. La Miscelí/nca está dividida cu cuatro jiartos. L a p i i - mcra contiene los artículos de costumbres, escritos en un estilo fácil, lleno de interés y de colorido. La Vioandara (ó Voluntaría) nos hace asistir á los campos de batalla, á las jornadas del ejército colombiano en la campaña de 1854._El tipo de la Vivandera está muy bien delineado, el artista ha derramado un tinte de m e - ' lancolía y de pasión en su trasunto de esa « heroína anónima que vive entre la pólvora, la sangre, la caridad y el amor (tal como ella lo entiende) ; mujer proscrita pero generosa, desgraciada siempre y viciosa por lo común ; pero qu9 lleva en su trabajosa peregrinación de vicios, de miseria, de humillación y de peligros, cierlio culto práctico de sublimes virtudes, de magnificas heroicidades que hacen de aquel ser el tipo mas extraño, mas admirable y contradictorio consigo mismo, mas digno de contemplación curiosa, turbulenta personificación del contraste ( 1 ) . » La biografía de un ¿¡artero, « el triunvirato parroquial » (el párroco, el gamonat y el tinterillo), el a petimetre del pueblo » y los « liispano-americanos en París, » son retratos fidelísimos ; pero hechos á burtadillas de los pobres retratados, que deben morderse los labios al mirarse copiados tan á lo vivo. El Bambuco (nombre que se dá en Colombia á los cantares nacionales y quc; como dice tan elocuentemente el (1) SAMPBB, Mtsceldiicü, pág. a. O o MARTES DE CARNAVAL. — BAILE DEL TEATRO DE LA OPERA EN PARÍS. 818 Sr. Samper es « el alma de nnestro pueblo hecha melo(Ha)>) tiene el encanto melancólico, la dulce alegría, la amorosa embriaguez y el patriótico arrebato deesa poesía popular tan bien comprendida y descrita con tanta maestría. El Bambuco es uno de los mas bellos y admirables cuadros de ese valioso museo que el autor apellida Afiscelánea. Vosotros los que no habéis tenido la dicha de escuchar un bambuco ya bogando por el regio Magdalena, ya á la sombra de los caracolíes y las palmeras del maravilloso valle del Cauca, ó en la alta noche al p i é . d e la reja de la siempre bella y hechicera 'bogotana, leed la magníñoa descripción que hace el artista y sentiréis una impresión idéntica á la de esa alma tan poética, que tiene el raro secreto de verter al lenguaje sus propias armonías. Los Vi'ijes y aventuras de dos cigarros chispean de in^ genio y dehumour y contienen finas observaciones y buenos pensamientos. Uno de estos cigarros, tan malicioso como docto, dice que está convencido de la exactitud de este aforismo, que recomendamos á la meditación de los demócratas hispano-americanos : « Una aristocracia en el seno de una Eepiiblica, es la fc caricatura mas curiosa que la humanidad puede crear f( para entretenimiento de la historia. » Cuando nuestro cigarro no filosofa hace una crítica muy delicada de la sociedad y de la vida de Lima y pinta con tan mágicos colores la incomparable belleza dp la limeña, que creeríamos su descripción apasionada, si no hubiésemos verificado la conformidad del retrato con el original. Kl «Humo de un cigarro » del poeta argentino Balcarce y los dos del Sr. Samper son los únicos que hasta hoj' ¡layamos podido gustar, y sacrificamos á ellos todos los habanos y ambalemunos del mundo, aunque incurramos en el anatema que el docto y malogrado literato Sr. Vergara y Vergara fulmina en uno de su« mas bellos escritos contra los no fumadores. Que nos ofenda enhorabuena el historiador de la literatura colombiana si podemos contar con abogados como Pelletan, para quien el tabaco es cí ópia del espíritu humano, y con copartidarios como el elocuente traductor de Milton Sr. Galindo y el ingenioso poeta Carrasquilla. La segunda parte de la obra que analizamos contiene nueve artículos de crítica literaria. Examina en primer lugar el autor las poesías del ilustre literato Santiago Pérez, y los bellos elogios que tributa á este bardo inspirado los repetirá con nosotros el lector con solo que le presentemos esta magnifica octava al TequendoMa: EL AMERICANO un monumento precioso para la jurisprudencia política de titucion no hayan traducido sus impresiones religiosas las repúblicas latinas, digno de figurar al lado de las code un modo mas ó menos confuso é imperfecto. Sin emlecciones de Martens y otros ilustres compiladores. bargo cumple estudiar atentamente esas concepciones, La tercera parte del libro del Sr. Samper, «Variedades» por inferior que sea su valor estético. merecería por sí sola, un estudio especial. Cpntiene ocho Desde que se inauguró una ciencia nueva bajo el nomperlas literarias : « Una hora de contemplación, los ani- ^ bre de «Ciencia de las Religiones» (3) no hay sabio males dañinos, los árboles, los loros, risas y sonrisas, las I entre los latinos que se avenga á creer como la escuela miradas, las piedras y las nubes.» Volteriana que los mitos en su conjunto son obra de la ¡Qué admirable estilo! ¡Cuánta gracia, cuánta origipolítica sacerdotal. Latinos y germanos están acordes en ginalidad y qué inimitable colorido ! Imaginación retozoeste punto, aunque asomen sus tendencias en la apreciana y atrevida, ora revolotea como la mariposa entre las ción de los detalles. El latino, menos accesible á avenfloreciüas del prado y liba como el colebrí el néctar de turadas hipótesis, inclina á encontrar recuerdos histórilas azucenas, ora levanta su vuelo con el cóndor á las recos en las leyendas que el alemán tacha de mera mitologiones azuladas del é t e r ! Aquí juega como un niño con gía. Tomemos un ejemplo en la historia de una nación las piedrecillas del arroyo ó quiere allá adivinar los miscélebre á cuya formidable expansión puso coto el heterios que oculta el velo de nácar del Ocaso! Sí, « Una roísmo de la antigua Grecia. El conde de Gobineau, exhora de contemplación, » « L a s nubes» y « Risas y sonministro de Francia en Atenas y Persia, considera la lerisas ,» son obra de un verdadero artista, de un talento yenda épica que Ferdonri, el Homero persa, expuso con de primer orden, como no titubeamos en calificar el del tanto talento en el Scliah-nameh como una recopilación Dr. Samper ; opinión que no es aventurada ni parcial, de recuerdos que pueden servir á reconstruir de nuevo pues es idéntica á la de muclios insignes literatos. la historia primitiva de Irán. (4) Al contrario, el Sr. A. de Schak, eminente orientalista alemán, considera estos reConcluyamos. La última parte de la Miscelánea concuerdos como verdaderos mitos. La historia de las relitiene cuatro necrologías, mas que eso, cuatro excelentes giones de la Grecia antigua por el Sr. Baury, biblioteestudios biográficos sobre el ilustre próci^r gi-an mariscal cario del Instituto de Francia, dará una idea del método San Román ; el respetable magistrado peruano Dr. ]\Iagermánico á los que no comprenden el alemán. El héroe nuel Pérez Tudela ; el sabio y virtuoso obispo de Chade la Iliada, Aquiles, se presenta como un rio en su calichapoyas, Dr. D. Pedro Ruiz, y el malogrado literato codad de hijo de Pétis. lombiano Daniel Mantilla. MANUEL M . PERALTA. Los adversarios de la nueva ciencia — y son numeroParís, Febrero, 1873, sos — se prevaldrán para triunfar del desacuerdo en que se hallan sus mas distinguidos representantes; pero valen poco esos inconvenientes contraías ciencias llamadas Xoolog^ical m y t l i o l o s ' y o f TIic Iieg;eiid8 positivas. ¿ Coinciden en su modo de ver los señores Darwín y Guatref ages acerca del origen de las especies ? OP ANIMALS ¿ Piensan de igual modo los señores Pasteur y Pouchet by Angelo de Gubernatis, sobre la fuente de la vida ? ¿ No ha producido la geoloProfessor of sanskrit and comparativo literature in thc gía desde Cuvier y las revoluciones del globo varias teoInstituto di studü superiorie di perfezionamento, rías absolutamente imposibles de conciliarse entre sí ? at Florenoe, Preciso es resignarse á ver las ciencias nuevas abrirse FoTcign member of Uro royal Instituto of philology camino sin desalentar á los que se afanan por arrojar al and ethnogra'phy of the Duteh Indies. guna luz en las profundas tinieblas que envuelven los in two volumes pasos de la humanidad. • • (1872, LondoH, Tübner, Paternóster row.) III La célebre polémica suscitada en Francia durante el siglo X V I I con motivo de la publicación de la Historia de los oráculos de Fontenelle dá una idea del modo con que, en otro tiempo, consideraban las religiones los sabios del mundo latino; su adversario, el jesuíta Balthus Eterna tempestad de un hemisferio, sentaba que esos cultos eran sugestión de los espíritus Gigante catarata de los montes, infernales, interesados en mantener al genero humano en Que hiciera trepidar cien liorizontes la ignorancia y en la psrversidad. Cuando cierta libertad, Y cien desiertos con su i-onca voz! tolerada en el. siglo X V I I I por el gobierno de los BorboPorque gira, se estrella y despedaza, nes, permitió que se sacasen consecuencias de los princiY humo se vuelve como el tiempo ido, pios, la mayor parte de la escuela racionalista aplicó á Y como el tiempo pasa, y pasa huido, todas las religiones, sin exeptuar el cristianismo, la exY no vuelve conio él, como él veloz! plicación de los oráculos adoptada por Fontenelle. Las Ituinas de Volney, tan popular á la sazón, es la expresión Habla en seguida de los <s. Anales universitarios ^ (del completa y ardiente de esa teoría mosquina ; el docto au5erú) por el Dr. D. J . Gregorio Paz-SoUlan, reseña bretor, que conocía el Oriente mejor que sus contempovemente la historia literaria del Perú y concluye con muráneos, se imaginaba que allí habia de encontrar menos cha razón que la obra de aquel esclarecido hombre de argumentos. Estado es consoladora para los amigos del progreso moLa escuela ecléctica, cuyo fundador, Víctor Cousin, ral y honra al Perú; que el autor ha fundado con eUa un habia leído á Herdo^r y á Lessing y conocido personalmonumento de gloria nacional. mente á Hegel y á Schelling á quienes llamaba « sus El juicio crítico de la « Historia de la literatura en amigos y maestros » no podia adoptar semejante filosofía Nueva Granada s es una obra maestra en cuatro páginas, acerca de las religiones. Ya en 1820 un discípulo de Coumuy digna de la notabilísima producción que analiza. sin, Damiron, lo combatió con ardor en su Historia de la « Con ella ha patentizado el Sr. Vergara y Vergara (su filosofía en Francia durante el siglo XIX. autor) que conoce bien nuestra lengua, que es capaz de Mientras los filósofos cumplían esta evolución, la estodos los pacientes esfuerzos de un erudito, y que su tacuela teológica abandonaba también el sistema que hasta lento le hará figurar, el di a que se escriba la historia de entonces habia seguido. Un escritor superior, Lamennais, nuestra literatura contemporánea, como uno de nuestros que debia terminar su tempestuosa carrera en el campo mas distinguidos prosadores, s Agreguemos á esto que, repubhcano, rehabilita á su modo las religiones paganas en nuestra humilde opinión, el Sr. Vergara y Vergara es que los eclécticos consideraban solo como una forma neel Antonio de Trucha colombiano. cesaria al desarrollo del sentinaiento religicso. El autor Describe después las « R u i n a s » por J u a n de Arona y del Ensayo sobre la Indiferencia adoptaba, á pesar del hace justicia al mérito de este festivo é ingenioso poeta silencio de la Biblia, la hipótesis de una religión primiperuano. tiva rebelada á Adán con la lengua. Así, habiendo creído La historia del «Descubrimiento y conquista de Chile» los Patriarcas en la Trinidad, la Encarnación, la Redenpor D. Miguel Luis Amunátegui merecía un estudio deción, en la Virgen Madre, etc., no era sorprendente que tenido y profundo de paite de un escritor como el selas antiguas religiones, sobre todo las asiáticas, cuyos ñor Samper. El que éste consagra á la obra por mil títufundadores estaban mas cercanos al origen del linage los excelente de aquel sabio crítico, historiador y homhumano encerrasen una multitud de rasgos de aquellas bre de Estado es uno de los mas meditados de la Miscecreencias. La opinión de Lamennais ha seguido profelánea. Es mas que una crítica; es una reseña taij concisa sándose por los defensores del cristianismo, como se ve como elocuente de la historia de Cbile, y reúne en harto en los escritos de los señores Nicolás (1) y Roselly de grado las cualidades que Horacio exige en las obras del Lorgues (2) que pasan por autoridades ortodoxas cu la ingenio: utilidad y placer. sociedad latina. Las Cojilas de Ricardo Carrasquilla y Olivos y AceituII nos todos son unos, del Sr. Vergara y Vergara, son juzgadas por el Sr. Samper tan favorablemente como puede Bien habia visto Lamennais que las naciones arianas suponerio el lector tratándose de escritores del mérito de poseen en el fondo las mismas concepciones religiosas. Carrasquilla y de Vergara. De este hemos hablado y a ; La erudita obra del Sr. de Gubernatis prueba con copia talento claro aquel, observador y filósofo profundo, que de hechos que no se habia engañado. Pero el autor de enuncia un axioma en medio de dos sonrisas y moraliza la Zoological niythology, hombre de vastos conocimientos, sonriendo ; Demócrito, sin egoísmo ; Quevedo, con recaemplea una libertad de apreciación bien conocida en la to ; tal es el modesto autor de las _ Coplas, consagrado escuela teológica y nos prueba que nada de misterioso principahnente al mas alto sacerdocio de la civilización, en sentido absoluto hay en el origen de los mitos debiénla enseñanza, d é l a que es, por.eu escogida inteligencia y dose buscarle en la impresión profunda producida sobre su noble carácter, uno de los mas dignos misioneros. los pueblos nacientes por el drama grandioso que repreBajo él título de « Derecho público latino americano» sentan el cielo y la tierra. L a identidad del espíritu huse ociipa el Sr. Saiiver de una obra m a g n a por sus dimano nos dá á comprender que la contemplación de la mensiones, por la paciencia, la erudición y el talento que Naturaleza debió producir mas de una vez análogas emohan presidido á su ejecución y por la suma utilidad que ciones y sentimientos en los pueblos extraños á la raza reporta al publicista, al hombre de Estado y al sabio. Ha. ariana; aunque aquellos menos favorecidos por su consblamos de la famosa « Colección diplomática» hispanoamericana del infatigable y docto argentino Sr. D. Carlos Calvo. (1) Estudios filosóficos sobre el cristianismo, El Sr. Samper considera este importante trabajo como (2) Jesu-Cristo ante el siglo. El autor de la Zoological Mithology, si bien nacido en pais latino, adolece de las tendencias de la ciencia germánica y no le culpo : fuerza es que todo sistema de apreciaciones sobre los antiguos mitos se desarrolle con franqueza y resolución para poder aquilatar sus recursos y argumentos. El día en que se presenten con completa claridad todas las teorías, se podrán patentizar los hechos que la teoría rival hubiera dejado ocultos en la sombra, sin comprender toda su fuerza. Así en la férvida polémica que suscitara la popular «cuestión f e m e n i n a » , cierto tiempo, en el antiguo como en el nuevo mundo, los conservadores han logrado demostrar que el matri monio, cual le comprende la raza ariana, es una institución favorable á los intereses de la mujer, mientras que sus adversarios prueban victoriosamente que ni esta ni ninguna otra institución podrá sustraerse á la ley inevitable de las trasformaciones. Todo cuanto vive y aspira á vivir siempre está sujeto á esas variaciones que tanto indignaban á Bossuet, y que indignarán siempre á los que no se hacen cargo del poder irresistible de ciertas fuerzas. El Sr. de Gubernatis no se contenta con estudiar solícita y atentivamente los desenvolvimientos de la ciencia alemana, sino que es un ejemplo que se puede citar de esa actividad por desgracia mas común en Alemania que en las comarcas meridionales. A la vez que publicaba en Londres sobre esta materia delicada una obra de menos difícil alumbramiento en Inglaterra que en Italia, daba á luz una nueva edición (5) de sus dramas indios y continuaba los Jíecnerdos hiográficos en su Revista eurojiea. Ya he dicho en otro lugar, hablando del rey Nala (0) que el Piamonte no adolecía de la incuria de que tantas veces se acusa á los paises latinos. Esta población viril y patriótica ha dado á la Italia contemporánea hombres de valía, tales como los Gioberti, los Azeglios, los Silopes, los Gorregios que han burilado sus nombres en los anales de la filosofía, de las letras y de la jurisprudencia. Hubiera podido citarse igualmente á « Macedoine,» suelo fecundo también en soldados; pero, aunque no esté muy desarrollado el sentimiento artístico al pié de los Alpes como en lo restante de Italia, nadie supondrá que ese nombre implique menos aptitud á la vida científica é intelectual. Los hombres mas competentes de la docta Europa acogen con evidente satisfacción la nueva obra del erudito y activo profesor del Instituto de Florencia : Sentiamo, dice el autor del CURSO DE ANTROPOLOGÍA una voglia violentísima di siringere la mano aW autore perché ahhia saputo in tanta alluvione di unafacile letteratura darci un libro serio, profundo, dottissimn, e perche abbia avulo la fortuna de trovare un editare (7) che I' ha restituto in quella lingua, che oggi si legge dal maggior numero di onmini del mondo civile dei due emisteri. M. Ernest Renán, dice el Journal officicl de la República francesa, ha presentado á la Academia de Inscripciones y Bellas Letras dos tomos del Sr. Angelo de Gubernatis, profesor del Instituto de estudios superiores de (.'5) V. Emilio Burnouf, La ciencia de las religiones. (4) Historia de los persas conforme á los autores Orientales griegos y latinos, etc. (5) Esta edición contiene un nuevo drama titulado Mnja. (6^ Memoria sobre los estudios indios en la alta Italia leída en la Sociedad de arqueología de Atenas. (7) Trübner, uno de los principales editores de la Gran Bretaña. EL AMERICANO Florencia, con el título de Zoological Myfíiohgy, docto y profundo estudio del papel mitológico del animal en las tradiciones de la raza indo-europea. El autor, por comparaciones que llevan el cuño de la mas rígida crítica, sigue paso á paso cada una de esas tradiciones en las diversas ramas de la familia, y marca elementos esenciales á esas grandes labores de mitología comparada que constituyen una de las mas hermosas creaciones do nuestro siglo. La empresa es considerable y merece fomento y encomios, confesando sin rebozo que el autor despliega en su voluntario cometido particular solicitud, adornada de la mas sólida erudición, é ilustrada por los métodos mas lógicos y el ingenio mas sagaz » (2_). En semejantes ó idénticos términos se expresan las Revistas y diarios de Inglaterra. Basta citar el Athcencuvi, la Saturday Review,iA Spcctator, etc. Espero que la prensa de la América Meridional no acojerá menos favorablemente una obra que tributa honroso homenaje á esa raza latina que tantas veces se ha tildado de incapaz en las investigaciones verdaderamente científicas. DORA D'ISTRIA. RodriffueK Cialvan. (ENSAYO CEÍTIC».) El poeta, en medio del siglo racionalista en que vivimos, no tiene una posición determinada ni un porvenir seguro ; sin grandes acciones que cantar, teniendo que ceder la enseñanza de los hombres á los filósofos y á los pensadores, y rodeado las mas veces de seres que no comprenden y desprecian sus aspiraciones, ó quema su incienso en los altares de la frivolidad, ó lucha contra las tendencias egoístas de las sociedades modernas, y muere mártir de sus creencias y de su entusiasmo. Tal fué la syerte del apóstol del romanticismo en Méjico. Ignacio Rodríguez Galvan, nacido en 1816, en una población oscura, á la que no llegaba otro ruido que el de las escaramuzas de la guerra civil, pasó los últimos años de la adolescencia y Jos pri^ieros de la juventud, en la librería que tenia un tío suyo en Méjico, leyendo toda clase de obras y soñando con vin mqndo ideal que halagaba á su imaginación ardiente ; pero al dar los primeros pasos en él, todas sus ilusiones desaparecieron. Para comprender lo que era la sociedad mejicana en 1839, época en la que apareció Rodríguez Galvan en la república de las letras, preciso es oír los recuerdos de alguno de esos hombres que han envejecido en el apostol a d o d e la Refornia. Bi la gprierflpion á que pertenecemos no tiene grandes ideas, ni esperanzas, carece al menos de todas las preocupaciones tfin arraigadas en la de hace treinta años. Entonces eran dos las potencias que se dividían el dominio absoluto de cuanto existia : el clero y el ejército ; la adulación ó el dinero abrían la puerta de los empleos y del poder, y la ignorancia era el carácter distintivo de nuestro pueblo. Una clase social, orgullosa de su dinero y de sus casas con almenas, soñaba todavía con las farsas de la época colonial; otra clase wedia, oncíicjenada al pasado por medio del pulpito y el coijfesonarío, veía con horror toda idea nueva y progresista ; y la muchedumbre, ignorante y sin tener coúpiencia de sus derechos, servia de instrumento á la^ bastardas ambiciones de los antiguos oficiales del ejército realista, convertidos en generales de una República sin montañeses ni girondinos. Tal fué la realidad que se encontró nuestro poeta después de haber soñado con personajes fantásticos é intachables ; en vano buscó á los galaiies de Calrleron y á las damas de Lope de Vega, donde solo existían egoístas ó intrigantes ; en vano procuró oír los acentos de una tribuna semejante á la de Atenas y Roma, donde se oían únicamente el estruendo de batallas fratricidas y de orgías políticas : estos desengaños decidieron de su suerte como hombre y como escritor. En esa época, estaba en t o d o s u esplendor la escuela romántica que Goethe habia iniciado en Alemania, Víótpr Hugo en Francia y p . ' Á n g e l de Saavedra y García Gutiérrez en España ; todas las obras que llegaban á lííéjico tenían ese carácter melancólico y exageradamente sentimental que caracteriza á la escuela literaria que virio á ser como la reacción del prosaísmo de las Iptras afines del siglo XVIIL Rodríguez Galvan encontró en ella un medio para expresar BUS decepciones y sus penas ; y hermanando el sentimentalismo moderno con el estilo vigoroso y sobrio de la escuela clásica española, dio á sus poesías una originalidad que pocos, despees (ie él, han mostrado en sus escritos. Sus poesías líricas tienen imágenes atrevidas, pensamientos audaces y una melancólica vagiípdad, propias do la nueva escuela que varió la forma y el fondo de la literatura moderna ; pero en medio de los arranques de desesperación y de escepticismo de muchas de ellas, se descubre al amante innato de la virtud y se adivina al corazón noble y elevado, víctima de la misma generosidad d e s ú s sentimientos. A veces desea la garra y la ferocidad del buitre ; pero es para destrozar al ingrato, al seductor, al avaro, al tirano y al pueblo que sufre su dominio ; ó bien recuerda su horfandad y su miseria, y ante la paz que le ofrece la tumba, piensa en el suicidio ; mas un destello de dulce esperanza le detiene, y alza entonces los ojos al cielo con una unción mas tierna y mas conmovedora que la de todos los ascéticos. Dos de sus composiciones son las que mas llaman la atención, por su ternura la una, y por la valentía de sus (2) Ferdinand Delaunay, reseña de las sesi^ones del Instituto en el Diario ofictaí del 14 de enero de l!s73. 819 pensamientos la otra. La primera es su A/lio^ á Méjico ; argumento está tomado de una tradición popular de la aquella ancla que levanta el marino al compás de snpauciudad de Méjico. Estas dos obras tienen la misma forma sada voz, aquel barco que so estremece á impulsos do la que las comedias del teatro antiguo español, que Rodrímáquina ; todo, en fin, trae á la memoria del que ha cruguez Galvan habia estudiado con entusiasta empeño ; zado alguna vez el Océano esa misteriosa sensación que pero sus situaciones dramáticas son tan conmovedoras, nos embarga al abandonar las costas de la patria. Pero su versificación tan fluida y elegante, sus personajes t^n donde no conoce rival nuestro poeta, es al describir de ideales, tan bien dibujados, que hacen palidecer los deuna plumada la puesta del sol : fectos que tienen estas piezas, siendo el mas notable la prolongación de los actos y escenas. La muerte no le pevDe fuego ardiente globo mitió llevar á cabo la noble empresa que habia concebiEn las aguas se oculta, do, y que es todavía el sueño dorado do todos los escriUna onda lo sepulta tores mejicanos. Rodando con furor. / Rugiendo el mar anuncia * * Que muere el rey del dia Un veterano de la literatura, que fué su compañero por / Adios¡ oh patrie: mia, Adiós, tierra de amor! mucho tiempo, nos decía después de contarnos las peripecias de su muerte, acaecida en la Habana en julio de Cuadro completado perfectamente con la luz de la luna, 1842, cuando apenas tenia 26 años de edad y se dirigía cuya iniágen nos pinta en la estrofa siguiente, retratada á la América del Sur con una misión diplomática: « Fué en las ondas, en medio de los vaivenes del mar y mienun talento malogrado; su prematura muerte impidió que tras la brisa gime triste cual hombre en agonía. cumpliese el destino del genio en la tierra, el de inauguLa segunda no tiene título ; es un fragmento escrito con rar una época brillante en la historia literaria de un puelágrimas : al hablar de una pasión nacida entre los sucios blo. Por lo demás, su vida, exenta de exterioridades, no bastidores de un teatro, exclama : nos enseña nada, m as que el estudio da mas brillo al I Y qué encontré ? desdenes y desprecios, talento.» Egoísmo... i qué mas ?... dolor j penas; íío estamos conformes con este último concepto. La Turba incivil de comediantes necios, . biografía de Rodríguez Galvan, que puede escribirse en Almas de orgullo y de ignorancia llenas. cuatro páginas, -nos muestra cuál es la influencia que Entre halagos vagando y menosprecios. ejerce en las almas sensibles el mundo que las rodea; y Rompí desesperado mis cadenas ; que el poeta, ó alcanza un renombre envidiable, ó pasa Pero cuánto padece quien audace inapercibido, según el grado de ilustración ó de sensibiLa venda de ilusión rasga y deshace. lidad de la sociedad en que vive. Eduquemos al pjueMo Y luego, después de pintar á una madre que regala l^ara que nos entienda, dice Beranger en el prólogo de sus á su liija como á vil animal, termina con estas dos esoansiones; esta tarea es mas propia de los que se encartrofas : gan de difundir la luz entre las masas, que de aquellos que se sienten animados de la inspiración poética; á los ] Madre !... ¡ sagrado nombre 1 ¿ y te profana Una iiembra criminal y disoluta primeros toca preparar las almas para que puedan comQue recogida en la opulencia vana prender á esos seres que aparecen sobre la tierra, sin inLanza á su niña cual podrida fruta ? terrupción, y cuyo destino en nuestra época se reduce á I Madre será la impura cortesana perpetuar el culto de los sentimientos y d é l a ternura en Que de zambras y crápulas disfruta, el corazón de los pueblos ; seres entre los que se cuenta Mientras vaga su hija sin abrigo?... ese mártir que á los 2G años desapareció, sofocado por el ¡ Si tal es una madre, la maldigo 1 materialismo de la sociedad en que vivia, y que como ¡ No, no I Una madre á socorremos vuela hemos dicho en otra parte, no fué escuchado, no fué comSi el infortunio atroz nos amenaza; Es enviado de Dios que nos consuela prendido, y apuró hasta las heces el cáliz del dolor. Cuando el dolor nuestra ahna despedaza ; GUSTAVO BAZ. Ángel que al niño cuando duerme vela Y le sirve de escudo y de coraza ; Una madre es asi — yo tuve una ; lio/jómela envidiosa la fortuna. PARÍS A VUELO DE PAJARO Hemos dicho que el aspecto de la sociedad que le rodeaba decidió de su suerte como escritor : en efecto, Rodríguez Galvan entró en el seno de la política, inspirado por la mas santa indignación ; y sin declararse partidario de un principio determinado, ó intérprete del odio de una facción, anatematizó á los descendientes de los antiguos colonos en el siguiente parlamento de su drama í/7 Privado del Virey : Se hundirá esta colonia, de aventureros presa, Donde mas el dinero que las virtudes pesa. Donde por un empleo trueca un hombre su honor. Donde su voto vende un torpe magistrado, Y la honra de una virgen se compra en un estrado, Y es casa de comercio el templo del Señor. Se hundirá esta colonia de crímenes al peso. Cual ebrio á quien derriba de vinos el exceso, Y á los padres los hijos furiosos lanzarán, Y tras la tiranía vendrá el libertinaje. El déspota os el mismo, sí, con diverso traje : — Donde un señor habia, diez mil se encontrarán. Hijos de tales padres, por las sendas impuras De avaricia y torpeza caminarán á oscuras, Y en fiestas crapulosas los hallará la luz. Y habrá tras vino, sangre, en lucha de exterminio : Torpes en sus placeres, torpes en su dominio, Enlazarán profanos la espada con la cruz. Mas ds una vez hemos hablado de los superlativos expedientes del reclamo. Hé aquí uno inaudito. Un especulador propone al municipio de París duplicar á su costa los faroles de las calles si le autorizan á poner en los cristales anuncios de colores. A primera vista parece seductora la empresa ; mas no carece de inconvenientes, y en mas de una ocasión han de ser un tanto epigramáticos los faroles, á causa de las coincidencias fortuitas que puedan presentarse. Véase, por ejemplo, una boquilla do gas frente por frente del balcón de X..., dramaturgo acostumbrado á vestirse con agenas plumas, como el grajo de Esopo, y la luminosa llama revela este letrero : Máquina de remendar y zurcir. A la ventana de cierta dama de mundo que pone todos sus conatos en Réparer des ans Virreparable outrage, el anuncio grita : Se venden albayaldes y afeites. En la puerta de un financiero poco escrupuloso de caja y de conciencia: Tren de placer piara Bélgica. Bajo las persianas de nuestros embrollones políticos que se querellan y disputan el poder en vez de vendar las llagas de la patria : Sacamuelas sin dolor. Etcétera, etcétera. Aviso á los innovadores. Con motivo de un baile dado al presidente de la república cuando amen«zaba á Méjico la invasión norte-americana por Tejas, escribió una letrilla en donde la ironía y la indignación se muestran en el grado mas alto : en ella habla de los soldados que, buitres en la ciudad y túrtolaa en la batalla, ponen su espada y sus servicios en subasta pública, y de la turbade ignorantes que inundan las escuelas, y todo acompañado de un estribillo irónico que dice: ¡Bailad, bailad-' En otro fragmento, después de pintar al arzobispo que vende sus preces al vencedor, al poeta que no tiene otro camino que la adulE.cion ó la oscuridad, y al populacho entregado al saqueo, pide un tirano sin máscara ni freno, cuyo dominio reanime los sentimientos patrióticos de otro tiempo; en otra parte, al hablar á un amigo de sus ilusiones y de sus deseos de viajar, se acuerda de repente de su patria, y se figura á Veracruz iluminada por las bombas extranjeras como si hubiese adivinado lo que debía pasar cinco años después de su muerte ; y al dirigirse al poeta cubano Jacinto Milanos, con motivo de la representación del drama de este vate, titulado : El Conde Atareos, le aconseja que abandone la tierra esclava de Cuba; pero agrega en seguida : No empero el suelo pises triste y yerto Dó el hermano al hermano hunde el puñal, Ni mucho menos el maldito puerU) Que á Heredia fué fatal. Su privilegiadamente ectuvo agitada largo tiempo por una idea grandiosa : la creación de un teatro nacional en Méjico; no solo anatematizó en varias composiciones sueltas á los profanadores de la escena, sino que como ejemplo, escribió dos dramas en los que el autor' de las Rimas encuentra rasgos dignos de Shakespeare. El primero lleva por título : Muñoz, Visitador de Méjico y su protagonista es uno de los personajes mas sombríos de la época colonial; y el segundo. El privado del Virey cuyo Máxime Ducamp ha erigido un gran monumento al publicar su libro sobre Paris. Tres volúmenes habían visto ya la luz pública : no es menos interesante el cuarto, — horrenda revista de las miserias humanas. Son desgarradores los capítulos sobre la mendicidad, lo.^ hospitales, los expósitos, la vejez y los dementes, — mesa revuelta de todas las angustias y amarguras, de todos los espantos y horrores. Difícil es designar cuál es el pasaje mas triste y desgarrador de ese libro, cuya lectura se asemeja á esos abismos que dan vértigo y atraen, y ante cuya verdad palidecen las mas hóiTÍdas invenciones de novelistas y dramaturgos. El capítulo de los expósitos es horrible. ¡ Oh madres desalmadas que tenéis el monstruoso valor de abandonar los frutos de vuestras entrañas, leed los desconsoladoras páginas de ese libro en implacable verdad !... En tan piadoso y humanitario asilo no se perdona medio por la vida y la identidad de esas míseras criaturas. « Para poder reconocer al primer golpe do vista á los niños abandonados y expósitos se les pone por distintivo un collar hasta la edad de cinco años : el collar es de die^z y siete cuentas de hueso, con una medalla de platf^ fie San Vicente de Paul y en el reverso la palabra Parii y el número de orden correspondiente á su inscripción. Egte collar, blanco para los niños y rosa para las niñas, tiepe también el número matricular y el \ema Depósito. « Para las criaturas abandonadas se toma además la precaución de escribir en un cuadradito de pc.i'gauíino el nombre y apellido, la fecha de la entrada, la hpra y <|ia del nacimiento, fijándose para siempre m el brazo este documento de estado civil por medio de dos cintas. "E1 collar es de invención reciente, porque antes se les ponia ** 00 o MON'LMENTO ELEVADO A LA MEMORIA DEL PRINCIPE ALBERTO EN LOS JARDINES DE KENSINGIOiN EN LONDRES. LECTURA DEL MENSAJE DE ABDICACIÓN DE AMADEO ÚNICO (SESIÓN DK LAS CORTES SOBERANAS EL 12 DE FEBRERO). 822 EL AMERICANO nn par de pendientes do forma particular, añeja y bárbara costumbre que felizmente se ha desterrado, pues dejaba para toda la vida una huella indeleble. <í Tales son las precauoiouea preventivas. En cuanto á la higiene, hay magníficos jardines, vastos dormitorios ó incesantes cuidados por parte del personal de la administración ; pero nada reemplaza el cariño y solicitud maternales. Los niños amontonados de ese modo se marchitan, languidecen y mueren en terrible proporción.» JÍáximo Duoamp consigna un detalle tristísimo sobre este particular : « Este hospicio de niños expósitos, como todos los hospitales, tiene lejos de los pavellones ocupados una sala de descanso para velar á los muertos : condúcenlos allí cubiertos con una larga camisa blanca en un tosco ataúd de roMe guarnecido do hierro para que dnre mns, y se entierran una hora después que se recitaron las postrimeras plegarias, sin que el mas lejano deudo camine en pos del ataúd : vanse, pues, como vinieron al mundo, indiferentes para todos, sin que sus huellas estén humedecidas con una sola lágrima.» ¿No ataraza ese pensamiento al corazón mas borroquefio ? ¿Y qué dirian mis lectores si los condujese a l a casado dementes de Bioetre ? Allí no hay niños sino viejos. La descripción de Duoamp nos heriza los cabellos. ¡ Qué abismos! El vio con su propiíiS ojos « un hombre que padecia de un tumor, especie de elefantiasis, con las extremidades tumefadas, hinchados los miembros, paralizados los movimientos y suspendido en un aparato. Tiene treinta años y hace catorce que se encuentra en ese estado. Crécenle laa uñas, caen y vuelven á nacer como las hojas de los árboles. A veces sufre un martirio sin"igual y llora como un niño. Tiene apego á la vida y dice : K Cufindo esté bueno,;. » ¿Y loa paralíticos? Í5souchad : « Sus camas son artesas con costados altos para que no se caigan, y duermen en gergones que hay que mudar varias veces por dia. Traíanles como niños recien nacidos, se les da de comer, se les lava, se tienen con ellos mil atenciones que no necesitamos definir. Gomo singular contiaste que honra á la humanidad, el personal de los hospicios es tan excelente como detestable el de Ipa hospitales. Parece que á fuerza de vivir con los mismos enfermos, de socorrerlos y atender á todas sus necesidades, se encariñan los enfermeros, apegándose á ese horrible oficio que no les da tregua ni paz. «Me llamó la atención nna enfermera rolliza, do unos cuarenta años, solícita para con los paralíticos, á quienes daba de comer con jovial semblante. Pregúntela : — « ¿ Cuántas camas tenéis que cuidar ? — « Quince. — « ¿Cuánto tiernpo trabajáis diariamente? — « Desdo las cinco de la mañana hasta las seis de la tarde. — « ¿ Desde cuando servís e?i las enfermerías ? — « Hace diez y ocho años. — a ¿ Cuánto os dan por mes ? —;; (c Veintiún franco?. — « ¿ Os agrada el oficio? — «Mucho, señor; me fastidiaría sin mis enfermos.» Ésa abnegación escondida que vola á la cabecera de los enfermos ignorados es el único rayo de consuelo que llega á tan Repugnantes tinieblas. Mucho mas desgarrador todavía es el cuadro de los dementes : renuncio á indicar sus angustias y dolores. Máximo Ducamp describe de la manera mas completa cuanto abarca tan lúgubre materia. Pobre inteligencia humana, ¿en qué puedes venir a p a r a r ? Un detalle solamente. Cuenta el autor que se mandó llamar á un prestidigitador para entretener á los locos. Entre las suertes que hizo, queriendo fingir que quería meter un gilguero en un huevo, metió entre los dientes la cabecita del pajarillo como para aplastarlo. Suscitó aquel acto un murmullo de horror entre los locos. La compasión no está, pues, extinguida en esos cerebros desalojados. Por esta reseña rápida puede comprenderse el inmenso interés de la obra. PlEREE VERQJJ. APUNTES DE VIAJE DEL PLATA A LOS ANDES. — D E L MAE PACÍFICO AL MAR ATLÁNTICO. POR SANTIAGO ESTRADA. (^Continuación.') Los peones de Berenguel nos encontraron en la orilla del Tunuyan. Así que cargaron nuestros equipajes, cruzamos el rio y paso tras paso Uegames á la magniflca alameda de Vista-ÍTores. Empleamos el dia haciendo ensayos de equitación, y celebramos la Pascua en el Melocotón, dopde encontramos hasta seis niñas, á las que podría llamarse hermosas sin temor de incurrir en injusticia. Mis amigos me abandonaron por seguir las huellas de las alegres ba'llarinas, lo cual me obligó á hacer un paseo romántico, pues regresé á Vista-Flores sin mas conapíjula que la de la luna y la de mis recuerdos. IX LOS ANDES Estamos al pié de la cordillera de los Andes. Algunos libros que se me vienen á la mano y algunas observaoiones hechas al pasar, darán á mis lectores una idea, aunque mezquina, de las grandes montañas que separan la República Argentina de la de Chile. La extensión do los Andes aun no ha sido averiguada con exactitud, como lo demuestran las opiniones que voy á consignar. La gran cordillera, cuna del Amazonas, del Orinoco y del Plata, ha sido medida por geógrafos, historiadores y poetas. Seguiré el orden de antigüedad en la numeración de sus opiniones. «La famosa cordillera de los Andes, dice el P. Lozano (1), le sirve (al reino de Chile) de muro el mas alto, que, ó crió el Autor de la naturaleza, ó labró la humana industria en todo el Universo. La extensión de esta casi inmensa cerrania se dilata por ambas Américas, septentrional y meridional, si damos crédito á varios autores, porque el reverando padre maestro Zamora en su historia del nuevo reino, escribe, que estrechándose en las diez y ocho leguas que hay desde el Panamá hasta Portobello, va discurriendo por todo el imperio mejicano ; y coloca este antor su origen en la tierra que llaman del Fuego (2) ; y el padre Vasconcellos quiere que sea también parte de la cordillera aquella que por 400 leguas, recorriendo cerca de la Villa de San Jorge, en la capitanía de Illieos, costea todo el Brasil, hasta dar con el Rio de la Plata, que sirve solo de paréntesis, donde descansó la naturaleza, para volver á continuar con esta fábrica fatal del terreno por Chile, Peni, Quito y Nuevo Reyno. Sin solicitar nuestra cordillera dominio tan dilatado, le sobra mucho para colocarse entre las primeras maravillas del Orbe. « Su origen comunmente se dice sev en el Estrecho de Magallanes, con tanta elevación que pronostica luego ha de ser su altura desconocida, y se va extendiendo por cerca de dos mil leguas, hasta r^imatar en las provincias de Santa Marta, en la provincia de Tierra Firme. » « E l sistema de los Andes ó Peruano, dice Balbi (.S), es Uani^do así por la célebre cordillera de los Andes y por el nombre del imperio que en otro tiempo abrazaba todos los ricos países que recorren sus cadenas principales, y en cuyo terreno se elevan los mas altos picos. La cadena principal á la cual oonvendria conservar exclusivamente el nombre de Andes, recorre sin ninguna interrupción perceptible dos curvas desde el cabo París (4), en la República de Venezuela hasta el cabo Foward, sobre el Estrecho de Magallanes.» El diccionario de Mellado (.5) registra lo siguiente respecto á los Andes : « Cordilleras de los Andes de los españules : inmensa cadena de montañas de la América meridional, se extiende en toda la longitud de este continente de N. á S., prolongando la costa occidental y atraviesa en el N. una porción de su latitud. Se divide en cuatro partes llamadas «Andes patagónicos» (de ¡54» á44<> lat. S.), •< Andes de Chile y del Potosí» (de 44° á 20°),« Andes del Perú» de 20° á 1° 50'), a Andes de Nueva Granada (al Norte de los precedentes). « Vamos á establecer, escribe D. Mateo Paz Soldán (6), los principios geológicos con arreglo á los cuales está constituida la cordillera de los Andes en toda la parte que se halla comprendida en el territorio peruano, partiendo de la hipótesis de que esta serie formidable de montañas que recorre toda la América desde el cabo de Hornos hasta el estrecho de Behring á lo largo de la costa y casi paralelamente á ella, ha provenido de un solevantamiento, no solo por su extensión, sino también porque ha dado contíguracion á la costa.» Dice Velarde en una nota á su hermoso canto La cordiUern de los Andes (7) : « Las cordilleras en su inmenso desarrollo desde las llanuras del Mackensie, en la América rusa, hasta el cabo de Hornos, se inclinan constantemente hacia las costas occidentales del Nuevo Mundo.» Como se ve, hay discrepancia entre los autores citados respecto á la extensión que cada uno de ellos adjudica á los Andes. Dejando esta cuestión en el terreno de la hipótesis, veamos lo que dice el abate Molma respecto á la organización física de la parte de los Andes que vamos á atravesar. « Los cuerpos marinos (8) que se encuentran esparcidos á cada paso sobre toda la organización física del reyno de Chile, anuncian claramente que ha servido de lecho por espacio de muchos siglos á las aguas del mar Océano que, retirándose poco á poco, y según lo hace en el dia, ha ido dejando descubierta y desocupada la estrecha superficie de tierra actualmente poblada. Cuanto hay allí manifiesta su larga y tranquila morada, pues las tres cadenas paralelas de montes marítimos, los collados que de trecho en trecho los unen á la cordillera y las ramificaciones y apéndices de esta montaña ante-diluviana, son efectos nada equívocos de la lenta operfvoion de las aguas marítimas. « Muy diverso origen nos indica por todas partes la estructura interior de los Andes, cuj'a creación parece coetánea á la de la tierra. Elévase rápidamente aquella prodigiosa montaña, ao formando mas que un ángulo pequeño con su base, y conservando por lo general la forma de una pirámide erizada de puntas cónicas interrumpidas, mas altas y como cristalizadas, compuestas de enormes masas de roca viva, quarzosa y casi uniforme, en la cual se encuentran fragmentos de cuerpos marmos, del propio modo que se observan entre los peñascos de los demás montes de segundo orden. Sobre la cumbre del gran monte Descabezado, que yace en. la cadena primaria de la cordillera, y que no tengo por de menor altura á la del célebre Chimborazo de Quito, se encuentran igualmente patenas, bocinas, caracoles y otras especies de conchas evidentemente marítimas, unas petrificadas y otras calcinadas, y todas las cuales quedarían seguramente depositadas en aquel lugar al retirarse las aguas del diluvio. Esta cumbre, descabezada á lo que parece por alguna erupción volcánica, forma un plano cuadrado, cuyos lados tienen mas de tres leguas de largo, y en cuyo centro hay una laguna profundísima, que seria tal vez el cráter ó la boca del volcan que allanó la punta del monte. « La cadena primaria de la cordillera está contenida entre dos subalternas, mas bajas, paralelas y distantes de ella como mas de diez leguas, pero unidas de trecho en trecho por algunas ramificaciones transversales de igual antigüedad (1) Historia do la Compañía de Jesús por el P. Lozano, MDCCLIV. (2) Otros opinan que empieza en los 44° de latitud austral. (3) Geografía nnivcrsal. (4) En el Mediterráneo colombiano. (f>) Diccionario histórico y geográfico. (()) Geografía de ía República del Perú. ' (7) Cánticos del Nuevo Mundo, por Fernando Velarde. (8) Compendio de la historia geográfica, natural y civil del reyno de Chile, escrita en italiano por el abate D. Juan Ignacio Mobna, LXXXVIIL Traducción de Arquellada Mendoza. y organización á lo que parece, bien que sean sus bases algo mas elevadas y variadas, siguiéndose por de fuera á estos montes colaterales otros mas pequeños con diversas ramificaciones, y los cuales no guardan siempre igual paralelo. « No menos la osamenta de estos montes andinos externos, que la de los otros, tanto mediten"áneos como marítimos del reyno de Chile, que llamamos de segunda formación, es de un orden sumamente diverso. Compónense, pues, estos montes cuyas cumbres aparecen por lo general mas obtusas, de lechos ó capas horizontales y paralelas, mas ó menos anchas y profundas, compuestas de diferentes materias que se suceden unas á otras, mezcladas de una gran cantidad de producciones marítimas que representan con mucha frecuencia figuras pertenecientes á los reynos vegetal y animal. El último lecho, según pude observar en las cortaduras y den-umbaderos hechos por las aguas ó las manos de los hombres, se compone en algunos parajes de una especie do asoeron rojo y graneado, y en otra de una arena quarzosa ó de una turba pardusca y compacta, siguiéndose á estos lechos varías capas de arcilla, mármoles de varias especies, micachistes, espatos, yesos, carbón fósil, etc., etc., y á cuya continuación se notan vetas metálicas, ocre, quarzos, granitos, pórfidos, arenas y rocas mas ó menos duras. « La colocación de este orden varia notablemente en casi toda la serie de aquellos montes, hallándose en el ínfimo lugar en los unos lo que en los otros ocupa el sitio mas alto, contándose en el desorden de tales mezclas observadas muy rara vez las leyes de la gravedad. No obstante, parece que l^^.l^'^lios ó capas siguen alguna especie de regularidad, dirigiéndose casi constantemente de mediodía al septentrión, é inclinándose un poco hacia occidente, como siguiendo el propio orden del batidero del mar, el cual es occidental respecto del pais, encaminándose sus corrientes de mediodía á norte. « Además de estos montes de capas heterojeneas hay otros varios cuya estructura se compone absolutamente dé lechos homojéneos, de piedras calcáreas, yesos, asperones, granitos, rocas simples ó primitivas, basultos, lavas y otras materias volcánicas, y aun conchas poco ó nada desnaturalizadas de que habla D. Antonio de Ulloa en la relación de sxx viaje : pero estos montes uniformes por lo común son áridos y no producen sino arbustos de poquísimo aprecio, al contrario de los otros, que sobre los diversos lechos que ocuparon su textura interior están cubiertos de una costra bastante gruesa de bellísima tierra de labrantío, y se visten de lindísimos árboles. « La forma exterior de todos estos montes, dispuestos por capas ó lechos, suministra asimismo una prueba sensible de la mansión larga y pacifica del océano en aquel pais ; pues por una parte de sus faldas, anchas en demasía, van á formar insensiblemente diversos valles, cuyas inflexiones é inclinaciones representan á la vista la continuada mansión y dirección de las aguas; y por otras se refieren de tal modo y con tal alternativa sus curvas, que los ángulos salientes de las unas corresponden siempre con los ángulos entrantes de las otras ; y últimamente si descendemos á los llanos encontraremos que su organización interna es análoga á la de los montes y que su suelo presenta la misma disposición paralela y horizontal en sus lechos ó capas y la misma clase de materias, aunque por lo general desmenuzadas y reducidas á polvo. B Hasta aquí el abate Molina. Oigamos ahora al profesor Domeyko (1) respecto á estas montañas, coma espresion de una época mas adelantada que aquella en que el autor citado escribió el hermoso libro que nos ha prestado algunas de su pajinas. «Asi cuando ascendiendo á regiones mas y mas elevadas, hasta la altura de cuatro ó cinco mil metros, verá palidecer la vejetacion, acercarse los hielos y desaparecer toda señal de vida, de repente se hallará como sobre una playa recien abandonada por el mar, sembrada de mariscos y de conchas tan bien conservados como los que el pescador recoge en la ribera, solamente de distintas formas y organización de los que estamos acostumbrados á ver en nuestros mares. El geólogo entonces le hará ver que esos cerros son monumento de sepultura de mulares de generaciones enteras de animales cuyas especies y familias han vivido en esos primeros días de la creación, que eran largos intervalos de tiempo, días anteriores á la creación del hombre y al orden actual de la naturaleza (2) : días parii Dioí, millones de si glos para el hombre. Le hará ver que esa antigua playa fué el fondo de un mar profundo, y que en las grandes revoluciones de nuestro globo fué solevantada, como levanta el operario del fondo de una mina un fardo de riqueza que coloca en la superficie de la tierra ; y á poca distancia le mostrará aun el geólogo la roca de origen ígneo por cuyo empuje fué removida del interior del abismo, arrojada y puesta en su lugar actual aquella llanura desierta que hemos comparado con una playa abandonada. Recogiendo en seguida un cuerno de ammon ó un ortocera de aquellos que con tanta profusión hallamos en los cimas de Manflas, de Doña Ana, del Portülo, discurrirá sobre sus contemporáneos que eran unos monstruos : unos lagartos de sesenta pies de largo, con ochenta dientes en la boca, con ojos del tamaño de la cabeza de un hombre, sus pies y sus manos trasformados en remos de peces; también hablará del animal llamado plesiosauro, no de menos tamaño ni de organización menos extraña que los anteriores, animal que tenia cabeza de lagarto, dientes de cocodrilo, cuello do cisne, cuerpo como el de cualquier cuadrúpedo y remos de ballena; en fin, mostrará á la imaginación del poeta unos reptiles volantes de aquella época, que tenían alas de murciélago y la boca armada con sesenta grandes dientes. Entonces, con reliquias de aquel mundo primitivo en la mano, abrirá el geólogo ante el hombre de sentimiento é imaginación los innumerables pliegos de depósitos que forman la crónica de nuestro planeta y en los cuales halla la ciencia estampadas impresiones de las antiguas selvas y esqueletos de animales.» El camino de TJspallata, que se|inclina hacia el centro del ferro-carril que Uga á Santiago c'on Valparaíso, tenia para nosotros un grande interés histórico. «Por ese camino, dice Herrera (3), condujo el ooronel español, luego general San Martin, un ejército de .-!,00U hombres para ayudar la independencia de Chile. Seguramente (1) Ciencias, literatura y bellas artes. Discurso pronunciado por el profesor Domeyko en la universad de Chile el 1.° de enero de 1866. (3) Breve descripción de los viajes hechos en América por la comisión científica enviada por el gobierno españal durante los años 1860 á 1866, por D. Manuel Almagro. EL AMERICANO es mayor el mérito de San Martin atraTesancTo los Andes, que el de Bonaparse en su tan exagerado paso del San Bernardo. 7) El recuerdo que estas palabras, escritas por un adversario de la revolución americana, despierta en los corazones argentinos, ligado á esa legitima curiosidad que conduce al hombre culto hasta los lugares que han sido testigos de algún hecho memorable, noi? impelian í\i seguir el camino de Uspallata (1), Ésta vía fué también para los argentinos durante la dominación de liosas, un camino de salvación. Los emigrados la escogían como la mas fácil y segura. Por olla pasaron, desnudos y hambrientos, los derrotados en la batalla del Rodeo del Medio. Dos épocas de nuestra historia pueden señalarse con el paso de aquel general y con el de estos desgraciados soldados de la libertad. La prim«ti es la edad de oro de la Repiiblica Argentina: aquel tiempo en que su genio militar noreconocia fronteras, en que derramaba su sangre desde los Andes hasta el Kcuador en defensa de la independencia de América. La segunda es la época nefanda, la edad de hierro de los tiranos, en que argentinos que en la víspera hablan llevado la libertad a los pueblos hermanos, volvían á ellos con la frente baja pidiéndoles un asilo y tal vez una tumba. De las cumbres de las montañas de Uspallata se levantó el cóndor con vuelo prodigioso para contar á las estrellas que los gigantes pretendían escalar el cielo. De los desfiladeros de esa cadena sorprendente partió un dia un grito de desesperación que conmovió dolorosamente el corazón de Chile. Las piedras ennegrecidas por el tiempo parecen conservar las huellas del humo y del tuego del vivac de los antiguos veteranos. En las mesetas de esas montañas ó en los valles enclavados á su pié, parecen asomar los huesos de los proscritos que allí exhalaran su vUtimo aliento, que tuvieron por sudario las nieves y por oración fúnebre el murmullo imponente de los huracanes. Además de estos recuerdos, puramente argentinos, el camino de Uspallata tiene para el viajero de todos los países un poderoso atractivo en la magnificencia, configuración y elevación de sus montañas, y en una de las obras mas sorprendentes que haj^a realizado la sabía naturaleza. Me refiero al puente del Inca formado por una perforación de treinta ó cuarenta metros de ancho, practicada en la roca viva por el rio Mendoza. • El padre Lazano hace la siguiente descripción de esa maravilla. «Al pié de esta puente, dice, se descubre un tablón de peña sobre que discurren cinco canales de agua, si salobre muy cálida, pues hierve en dichos canales y da color de esmeralda á la piedra que baña. El cóncavo que sirve de arco á esta puente natural, excede en belleza y artificio á toda industria humana, pues penden do él, primorosisimos labores, vistosos florones, y pinas cuya materia es como piedra de sal congelada.» El padre Lozano olvidó agregar á su descripción qvie de cada una de esas estacláticas, que él compara con la sal congelada, pende constantemente la última gota de agua filtrada á través del arco. Guando el sol penetra bajo la bóveda del puente, atraviesa con sus rayos esas gotas. Descompuesta la luz por el agua, el arco presenta entonces los variados colores del iris. No obstante el deseo que abrigábamos de conocer los históricos desfiladeros de Uspallata y sus maravillas naturales, tuvimos, mi compañero y yo, que desistir de nuestro proposita y tomar la vía del Portillo que conduce al Sur de Chile. Respecto á este camino, mas corto que el primero y preferido en algunos casos por los ganaderos argentinos á causa de la abundancia de pastos que hay en él, dice el historiador Gaj': « Cerrado para el comercio de orden del rey, fué rehabilitado en 1778 a consecuencia de una gran tempestad que destruyó enteramente el de la cordillera por la parte de Mendoza, é impedió algún tiempo toda coinunicacion entre esta ciudad y Santiago. La travesía no presenta tantas dificultades ; pero como hay que pasar por el gvande y peligroso valle del Tunuyan, enclavado entre dos cordilleras de una altura absoluta de mas de cuatro mil metros, donde no se halla abrigo ni socorro cuando sorprende una tempestad, resulta que este camino, cerrado la mayor parte del tiempo por las nieves y solo transitable cuatro meses del año, ha estado siempre muy poco concurrido.» Nuestro oficioso guía, á quien hablamos aceptado sus servicios con viva gratitud, escogió este camino y nosotros tuvimos que seguirlo porque estábamos á sus órdenes. El 29 partimos de Vista-Elores. Mí compañero y nuestro guía se detuvieron en el camino para despedirse de algunos amigos. Yo me adelanté á ellos acompañado por el capataz de Berenguel, que conducía á Chile una tropilla de caballos, un loro y dos cardenales. El loro no se resignó á marchar encerrado y se encaramó en el anca del caballo de su amo. Poca variedad presenta el camino que media entre VistaPlores y la hacienda de los Ghacaves. Este establecimiento toma nombre de un árbol qije crece profusamente en sus alrededores. Cuando salimos de los Chacayes, después de haber dado reposo A las cabalgaduras, declinaba el dia. Al frente teníamos las primeras ramificacionoa de los Andes, y mas allá, envueltas en nubes, las elevadas cumbres que debíamos escalar dos días después. Las piedras entorpecían la marcha do las muías : uno que otro huanaco aparecía á lo lejos. Vario-s rebaños de cabras se deslizaban por entre las piedras liiriendo el espacio con sus balidos. La medía luz de la tarde no permitió distinguir el quíntral de flores rojas ni la yerba rosilla que tapizan las oleadas de granito que preceden á las montañas, que empiezan á elevarse en esto sitio y á estrech.ar la distancia que las separa hasta formar un gran claustro de cuyo fondo brota una vertiente. El agua de este manantial se desliza á pocos pasos de la cagUaJ;eJa^^Guaxdia del Portillo. (1) La distancia que medía entre el Rosario y Santiago de Chile es sen-un un itinerario publicado en Buenos Aires, la siguiente: — Del Rosario á la Guardia de la Esquina, 23 y media leguas; de la Guardia de la Esquina á Fraile Muerto, 80; de Fi'aile Muerto al Rio Cuarto, SI; de Rio Cuarto á Achiras, li): de Achiras al Morro, l.B ; del Morro á San Luis, 24; do San Luis á Mendoza, 7+ ; de Mendoza á Santiago (por la via de Uspallata), 104. — Total, 338 y media leguas. Luego que salimos de aquella especie de túnel encontramos un arroyo que vadeamos sin dificultad. Inmediatamente ascendimos la cuesta que conduce hasta el Resguardo de la aduana argentina. Marchábamos por una quebrada encerrada entre dos órdenes de cerros salpicados de nieve. Dos grandes picos formaban el fondo de aquel cuadro colosal. El sol que acababa de ocultarse incendiaba el horizonte, del cual se destacaban hacia nosotros como dos grandes pirámides de lápizlazulí. La magostad de las montañas, la hora eminentemente triste, el ruido del agua y el canto de los pastores, hablaron á mí alma con esa voz impregnada de misticismo que despierta en el hom.bro la memoria de la familia y de la patria. El recuerdo del templo en que hice mi primera comunión, del hogar de mí familia y del techo hospitalario de mis amigos, me advirtió que meencontraba lejos, muy lejos, de las afecciones de mí alma y en el principio de una peregrinación cuyo resultado no podía presentir. Solitario hoy iba á ser extranjero mañana. Contemplé las montañas y los reflejos del sol que acababa de hundirse en occidente, presté oído atento á los ecos de la soledad, y percibí dentro de mi un resplandor y un eco que venía de otro mundo. Yo no estaba abandonado. Dios mora y resplandece en la montaña y en el corazón del que lo ama y lo busca en la soledad. Alumbrado por la luz dudosa del crepúsculo, acariciada mi frente por el aura y apoyado en una piedra, escribí la oración del viajero de los Andes en las páginas de mi libro de memorias. Señor ! Yo te saludo. Estoy al pié de los Andes; do los Andes, inmenso monumento de tu poder infinito. Me acerco á sus piedras carcomidas por el tiempo, como á las aras de tus grandiosos altares. Los Andes parecen sombras que no bendigiste, sombras petrificadas de espanto al escuchar la voz de tus enojos. Los Andes parecen los despojos de un planeta desquiciado. Las bóvedas de tus catedrales velan los rayos del sol : las cumbres de los Andes limitan los horizontes de tu cielo. La luz del sol palidece en el tabernáculo y en la montaña : la luz del sol palidece en este lugar en que truena tu majestad bajo las bóvedas de granito, en que hablas con la voz de los torrentes. Tú que hablas al hombre en todo lugar, habla aquí a este corazón que se siente oprimido por el infinito! Tú que hacias brotar agua de la roca de Moisés y poesía de la mente del salmista, hiere mí pecho como la piedra del desierto y la mente del salmista I Como aquel gran pico encerrado entre dos montañas, yo quiero reflejar á toda hora la luz de tu cielo ; el resplandor del Tabor, pedestal del profeta y del Dios I Gloria á ti. Señor de las montañas! Al pié de ellas nació el hijo de David, en su cumbre dictó su ley al pueblo escogido, en su cima derramó su sangi-e sobre la frente del linaje humano. Gloria á ti, Señor de Nazaret, del Sínaí y dol Calvario I Al pié de este templo alumbrado por los astrqs y cubierto por el azul firmamento, te pido, Señor, que hagas inmortal la vida de mí espíritu I A] pié de la montaña, te pido, Señor, que me guies en mi peregrinación, y que bendigas mi presente y mi futuro hogar ! En el lugar en que nos encontramos, sumamente agreste, abunda la piedra i)ómez empleada en Mendoza en la fabricación de filtros. La casucha del resguardo y sus muebles han sido construidos con la misma materia. En las paredes, que hacen las veces del álbum conventual del monte San Bernardo, están inscritos los nombres de todos los viajeros á quienes ha hospedado. Hacia largo tiempo que había anochecido cuando llegaron mis compañeros, y con ellos los peones que conducían nuestros equipajes. Una vez reunidos tratamos de cenar. Como todavía podíamos decir que estábamos en poblado, comimos conservas europeas y un sabroso asado tostado á la llama de los chacayes que los peones encendieron al reparo de una, gran piedra, reservando el ulpo y el oaldiviniio para el dia siguiente (1). Terminada la primer comida cordillerana, nartados los episodios de la jorna a y armados los catres de viaje, no quedaba otra cosa que hacer sino cubrirnos con nuestros ponchos cuyanos y dormir tranquilamente. Antes que amaneciera me puse de pié para presenciar la salida del sol. Los peones ya habían encendido fuego y empezaban á tomar mate. Me detuve involuntariamente á contemplar á aquellos seres sin mas compañeros en las montañas que el cóndor altanero, el inofensivo huanaco, el león de las escabrosidades inaccesibles y la sencilla paloma que anida en las pajas de las primeras ondulaciones de la cadena andina. El arriero que pasa su vida al borde de los abismos, suspendido entre el cíelo y la tierra, conduciendo sobre el lomo de sus muías los productos que cambian los comerciantes chilenos y argentinos, v el correísta que atraviesa aquellas inmensas soledades llevando sobre los hombros el fardo do la correspondencia y la nieve que cae sobre su cabez.a, son dos tipos de valor y de fuerza que sobrepasan la t3,lla vulgar Su vida se desliza entre las privaciones y el trabajo : se alimentan con el pan duro y amargo que llevan en el zurrón y se calientan con la leña que conducen en la grupa de sus muías : duermen en las casuchas miserables abiertas en la roca viva ó bajo la bóveda inmensa del cielo : marchan sobre la nieve abriendo paso, muchas veces, á las cabalgaduras vencidas por la fatiga ó amedrentadas por el huracán : sus oídos no escuchan otras armonías que las que producen el torrente y l a avalancha que rueda estrepitosamente : sus pulmones, oprimidos por la rarefacción del aire, funcionan con dificultad. (1) Estas preparaciones, galletas, ají molido, cebollas, y un poco de vino, forman el bastimento de los que cruzan los Andes. El ulpo consiste en un poco de harina tostada á la cual se agrega azúcar y agua. Esta preparación alimenta y templa la crudeza del agua de nieve que, bebida pura, produce una fatiga llámala punn, cuyo antídoto es, según los huasos el jugo de la cebolla cruda. '' El valdiviano es una especie de caldo que se hace con charqui majado. 823 El arriero y el correísta aspiran la muerte con el aire, como los monjes de los Alpes. Cuando las nieves los estrechan, olla les envía sus caricias con el .soplo de los ventisqueros. Y sin embargo, á despecho del huracán que rujo, de las nieves que caen, de la tormenta que estremece las montañas, ellos las atraviesan cantando y pensando en el pobre hogar que les aguarda en el fondo del valle. Conductores de la vida para el comercio y de la felicidad para el que sueña con el amor y la fortuna, son portadores de una dicha do que no disfrutan, do una fortuna de que no gozan, de una historia en que no son actores. En momentos de prueba para mi país, yo he bendecido al hombre oscuro que me traía la palabra de consuelo encerrada dentro de los pliegues de una carta, que comunicaba con una hoja de papel ¡a frontera de los pueblos, la morada del extranjero con la casa amada dala patria. El dominador de la montaña ea mas grande que el luchador antiguo cuya vidí^ %^ extinguía en los inútiles espectáculos del circo romano El hombre de los Andes es el lidiador heroico que consa. gra su vida á la sociedad, que no guarda en su corazón ni su nombre ni su reouercjo, ( Continuara). REVISTA DE LA MODA El carnaval liaee cuanto puedo por parecer alegre y festivo. Sin embargo ha habido pocos bailes de trajes : en cambio están de moda las eonjedias caseras : nada mas chistoso porque se tienen dos comedias en vez de una : los aficionados no saben sus papeles y á las situaciones cómicas de la pieza se agrega el embarazo de los representantes. Los que mas se divierten son estos cuando lo toman por lo serio. En cuanto á los espectadores, la representación cansa al íin y los hace echar de menos las antiguas tertulias en que se hablaba con mas meollo y se bailaba con mas gusto. Citemos algunos trajes cuyos apuntes tomamos de varias reuniones ; pero antes consignemos que la moda de los vestidos llamados princesa, so acentúa mas y mas cada dia ; también tienen boga los trajes del tiempo de Enrique I I , que no sientan bien á todas. Compónense de una falda do brocado, raso bordado de perlas, ó de moirée con quillas de encaje y punto de Alenzon con cola en esta primera falda y descubriéndose el cuerpo á estilo de . Diana de Poitiers, con doble gorgnera de tela y encaje con canutillo y descubriendo el pecho. Ese es el escollo de los cuerpos á lo Enrique II, los cuales por demasiado descote ofenden la modestia. Para dar á comprender mejor estos trajes tan de moda en ciertos salones, describiremos algunos. Nadie al verlos creería que estamos en República, sino en plena monarquía, en ios tiempos de cañas y torneos. Compónese el traje Enrique II, de una primera falda 4B brocado azuj celeste con vestido princesa de terciopelo granate, forrado de brocado azul celeste. Ábrese el cuerpo sobre un chaleco de brocado azul descotado en cuadro, óon largas aldetas y carteras cuadradas. Gorgnera Diana de Poitiers, de terciopelo rubí, brocado azul y punto de Alenzon. Mangas de terciopelf-, con acuchillados de brocado azul y mangas encañonadas de punto de Alenzon. Collar do perlas con cruz Enrique I I , diamantes y rubíes. Tocado característico de Diana de Poitiers. Otro traje Enrique I I lleva, primera falda de lámparo bordado, pajizo, con vestido princesa de terciopelo negro forrado de raso color de espiga y gorgnera de raso del mismo color, terciopelo negro y crespolina pajiza. Tercer traje de raso azul y terciopelo turquesa. El cuarto tiene la primera falda de moirée rosa bordado y vestido princesa de terciopelo negro. El quinto es de lámparo blanco bordado y vestido p r i n cesa bordado, de terciopelo verde esmeralda guarnecido de blonda con perlas blancas. El sexto tiene la primera falda de raso lubí y vestido de terciopelo negro con encaje del mismo color recamado de azabache. Todos e.stos trajes de la época de Enrique I I difieren unos de otros en el vestido llamado princesa, que es recto y contornea el talle sin aldetas ni fontillo. Este género de trajes, que hace años mereció gran favor, ha de reemplazar, según dicen, las túnicas y faldas empavellonadas. Para la estación de baños de mar y aguas minerales, se han de echar de menos los trajes cortos de Camargo. Los vestidos princesa, con cola, dan cierto aire de majestad, pero os imposible que barran las arenas de' la playa de Trouville,ni el polvo de la azotea de Dieppe. Lo que es elegante para un salón, deja casi siempre de serlo para el paseo á pié. Esto no obstante, lo que nos hace prevoer que no se han de abandonar del todo las ti'micas, es que se ven muchas en los principales establecimientos, ya de cachemir de Indias, ó de otras telas propias para la estación primaveral. Hay las de matiz moka, bronceado chinesco, rosa de té, verde de lagarto y otros de sello original. Citemos entre otros un traje primaveral que consiste en una falda de terciopelo castaña, con gran volante encabezado por dos encañonados de falla del mismo matiz, con doble saya muy amplia de cachemira color de castaña, recogida en pavellones por una echarpa de falla castaña franjeada. Sobre esta doble falda cae un chaleco de falla castaño, con carteras cuadradas y chaquetilla de terciopelo del mismo color con botones de flores de lis de plata ó de oro mate. Tiene varias hileras de botones colocados de trecho en trecho, lo cual constituye la principal novedad del tr.aje. Las mangas de falla como el chaleco castaño, son estrechas hasta el codo con Vueltas a l o mosquetero, de terciopelo castaño, con una hilera de doce botones. Usase también para casa chaquetilla jockey ó de Fígaro de raso ó de terciopelo y el chaleco y las mangas EL M E S CÓMICO Ya ten i amos ¡a líe¡)ública fi'anoesa, y ahora la República española. ¿Si será una epidemia europea? ¡Guidadiio! — Diablo! antes era fácil liacer la guerra á un príncipe extranjero; pero ahora que no hay trono, ¿en dónde sentaremos un rey? J¿lIMd^ Perdido un roy, so encuentran diez. TRAJES DE MODA PARA SEÑORAS V \ 'fl 826 EL AMERICANO de raso. Con faldas de color que casen biKü, 8e tiene un lindo traje de niesa para joven soltera ó casada. Ya „ onecemos algunas primicias primaverales ; pero las reservamos para cuando se abra el primer renuevo. Todo lo que podemos asegurar es que el líabagas está completamente destronado, sucediéndole el sombrero con guirnaldas, que recordará el trajo de baile con flores en las sienes. Con el sombrero guirnalda se llevará peineta española de concha. Entonces, exclamarán nuestras lectoras : los sombreros Eo tendrán ni fondo, ni capacete... Poquito á poco, señoras, y supongan ustedes que nada be dicho de positivo. Pocas veces sabe la moda lo que quiere, cuando está entronizada y mucho menos cuando es solo aspirante al cetro. En efecto, cuatro años después de fundada la casa de Felipe Herz, sobrino, exhibió en la celebérrnua Exposición universal de 1867 una soberbia colección de instrumentos salidos de su fábrica. Su superioridad fué tan evidente que, á pesar de la repugnancia que habia en conceder á una casa, de tan reciente creación, la mas elevada recompensa el Jurado internacional decidió casi por unanimidad — 1 4 votos sobce 15 votantes—conceder á la fábrica de Felipe H . Herz, sobrino, la única medalla de oro otorgada á los constructores de pianos franceses. Alentados por este brillante estreno, M. Felipe Herz dio á su casa un impulso y un desarrollo considerables. De tres años á esta parte, sobre todo, sus exportaciones para los países mas lejanos han tomado un incremento muy importante. Los pianos de Felipe Herz, sobrino, son ya conocidos y apreciados en ambas Aniéricas, en la Australia, en las I n dias, en el Brasil, y en China mismo, donae la corte y la joven emperatriz han puesto estos deliciosos instrumentos á la moda. Los talleres de Felipe H . Herz, Sobrino, y compañía, — que tal es la razón social de la casa, — se hallan situados en Paris, calle Marcadet, y son, por su sola construcción, un objeto digno de atención. Todo ha sido estudiado en este edificio para que la fabricación se efectúe en condiciones exepcionalmente exquisitas. Faltábale, no obstante, á la casa de Herz, sobrino, para completar su instalación, u n a sala de concierto, donde pudieren ensayarse sus admirables pianos y donde su soberbia sonoridad tuviese espacio para desarrollarse. No era cosa fácil de realizar el hallar un local adewiado para semejante objeto en el centro de Paris. La comodidad favoreció empero al celoso artista-fabricante y el arduo problema fué resuelto. VIZCONDESA DK RENNEVILLB. LA S A L A HERZ4, r n e C l a r y . _ En 1863 el Sr. Felipe H . Herz, sobrino del célebre pianista y compositor Enrique Herz, fundó en Paris u n a casa importante consagrada á la fabricación de pianos. La consumada experiencia del fundador y la coloboracion de un contramaestre reconocido por el mas hábil de cuantos existen en Francia por sus émulos mismos, hacia esperar que esta fábrica llegase á ser, en breve, la primera de su género en Europa. Así sucedió, y el gobierno consagró loa triunfos que la casa Fehpe H. Herz hizo obtener á la industria y á las artes francesas, condecorando con la cruz de la Legión de Honor, en 1870, al habilísimo contra-maestre que dirigía sus talleres. Ni fué esta la sola recompensa obtenida. ANUNCIOS A N U N C I O S : U n franco la linea. "MTFelipe Herz encontró el terreno necesario para construir su sala en la calle de Clary, núm. 4, á dos pasos del boulevard Haussman y de la Nueva-Opera. Sobro este solar se ha construido la magnífica sala de conciertos, cuya copia ya inserta én este número de E L AMERICANO y que fué inaugurada con una fiesta magnífica el 21 de diciembre 1872. Toda la prensa francesa se ha ocupado de esta novedad artística. Puedo aseguraase que no hay hoy en Europa una sala mejor acondicionada, ni en París otra tan ventajosamente situada. Su decorado es de una riqueza sin igual, y m sonoridad excepcional. M. Eugenio Lambert, arquitecto del gobierno, es quien ha dirigido la construcción de este salón, y lo ha hecho con el gusto y el arte que era de esperar de un discípulo del famoso Félix Daban y de un erudito apasionado por la arquitectura del Eenacimiento. La sala se ha inspirado en las construcciones de la época de Enrique H . Los conciertos y saraos se suceden sin interrupción en este centro de la elegancia y de las artes que el Paris aristocrático y fashionable ha tomado bajo su protección. Allí se oyen los mas célebres artistas europeos que un día ú otro atraviesan esta capital cosmopolita y su talento toma nuevo relieve al son armonioso de los pianos Felipe Herz, sobrino, que no tememos en recomendar á nuestros lectores trasatlánticos como los primeros de Europa. A. d'AEIMAN. Editor resp. N. BLANPAIN. IMP. H I S P A N O - A M E B I C A N A D E R O U a B , DTJNON Y r R E S X É CaUe du Four-Saint-Grermain, 43. R E G L A M O S : Precios convencionales. Los señores GALLIEN, PRINCE Y COMPAÑI A, 12, rué Vivienne, Paris, son los únicos agentes de E L Dirigirse Tavistoch-street, 42, Covent-Garden-Londres,para A L M A C É N DE LAMPARAS DE SOLAR HEEMANOS. CaUe de Sanio Domingo, n." 63, edificio de la Compañía de gas. SANTIAGO. Se coloca toda clase de cañería para gas y agua, y se tiene en venta constantemente renovado un gran surtido de lámparas, ganchos, campanillas, llaves, cocinas económicas, estufas, baños y otros muchos útües de uso doméstico. Se encarga también de todo otro trabajo concerniente al negocio. COEEESPONSALES. BirminghanSres. Jhon Benson y Comp. Berlín. Sres. Schofer y HaH«hner. ^ ^y- G.isgow. Sres. Smith y Wellstood. Pan Í, D . Manuel Vesa. ^ INDISPENSABLE A LAS SEÑOEASl LECHE DE IRIS L. T. PIVER *| ÚNICA E B V B S T I D A D E L S E L L O DEL INVENTOR. 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D. Orvis, 3, rué Scribe (passage). á H. LarouUy, 31, rué des Petites Ecuries (flete). .2 M o rSH8 AGUA DENTIFRICIA ODONTALGICA DE L. T . P I V E R PARA BLANQUEAR LOS D I E N T E S , SANAR LA BOCA. PAPEL DE IMPRENTA A LOS DIARIOS DE AMÉEICA. La administración de E L AMERICANO, que está en relación con las grandes fábricas de ifftpelde toda Europa, ofrece á las imprentas de América comprar todo el papel que necesiten, de cualquiera clase qi;e sea, y á las condiciones mas ventajosas. PARÍS PAillS, 35, r. Lamartine y en todas las boticas del mundo L I N E A S DE V A P O R E S E S P A Ñ O L E S W O y JAMBE FORTIFICANTES ENTRE PEBRÍFUGOS D E AMBERES HAVRE Y LA HABANA por los magníjicos vapores nuevos de 1.* clase Ci4 2,S00 toneladas, 800 caballos de fuerza, capitán D. Adrián Martínez. P e l a y o 2..500 » » » » » » J- Abzuga. C o r t é s 2,500 » » » » » » A. Molina. — 2,500 » » » » en construcción. Salidas de Ambéres el 25 y del Havre el 30 de cada mes (salvo caso de fuerza mayor). 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Como u n a l i m e n t o s u s t a n cioso neutraliza el cansancio p r o d u c i d o p o r l a p u r g a , se decide u n o f á c i l m e n t e á volver á comenzar c u a n t a s veces lo exige e l r e s t a b l e c i m i e n t o d e l a salud, ó su conservación. Se e n c u e n . t r a en A M E B I C A , e n t o d a s l a s p r m o i p a l e s b o t i c a s ; y e n P A E I S , e n c a s a d e l Doctor D E H A U T . rÁBBICA AL VAPOK ÉN AUBÍiRVILLIÉES. T i n t a s p a r a periódicos y carteles, fr. 2 y 2 50 e l k i l o g r a m o . Id. p a r a obras ordinarias y d e lujo, 3 á 12 fr. e l k i l o g r a m o . UTENSILIOS DE IMPEENTA. LE COURRIER DE L'EUROPE ECO DEL CONTINENTE. ~ " " " RÉNAULTTROBGIS : A propósito d e l n u e v o a ñ o , r e c o r d a m o s á n u e s t r o s lectores que el r e g a l o m a s ü t ü y m a s a g r a a a o i e q u e p u e d a hacerse á u n francés q u e h a b i t a e n E s p a ñ a , en l a A m é r i c a y en l a s colonias, es u n a suscriciou a l Correo de Europa. E s t e periódico, f u n d a d o e n 1840, es el m a s bieu: hecho, e l m a s c o m p l e t o , el m a s bien r e d a c t a d o d e los periódicos semanales franceses. A d e m a s d e l a s noticias políticas de l a s e m a n a , c a d a n ú m e r o contiene trozos d e l i t e r a t u r a esco3ida FUNDICIÓN DE CAEACTERBS DE IMPKENTA de ios mejores esoritoies franceses. L o s despachos d e este periódico están situados e n LOKDEBS, U, lavistak street,Covent Garden;se e n c u e n t r a n a d e m a s correspons-iles d e l Correo de Rué de Vaugirard, 129. Europa e n l a s c u a t r o p a r t e s d e l m u n d o . L o s corresponsales d e E L A M B E I C A N O e s t á n a u t o r i zados p a r a recibir suscriciones á este periódico. E l precio d e suscricion p o r u n a ñ o e s e l siC.u-acteres d e t o d a s formas y t a m a ñ o s v i M t a s y, ^flo^^^ g u i e n t e : A m é r i c a C e n t r a l y Méjico 19 c h e l i n e s ; Brasil y Montevideo, 21 c h e l i n e s ; P e n i y ' m í ^ r ' ^ i . l Z ^ t Z ^ é o / i ^ ^ ^ ü c o s d e cobre, p a r a •imprimir s i « u l t á n e . m e n t e los Chüe, 25 c h e l i n e s ; E s p a ñ a é I n d i a s , 28 chelines. desrayados (verticaly horizontal), , .• EN PARÍS. EL AMERICANO 828 SALÓN DE COMClBRTO DE M. HERÜ, gÓBÍlíNO, 4, CALLE CLARY. TIPOGRAFÍA LITOGRAFÍA BIBLIOTECA DE EL AMERICANO LA P O L Í T I C A POR BARNICES FEDERICO DE LA VEGA COLOEBS ESPECÍALES Med. de bronce, 1855 liara iniprcuta y liiograría. c o n u n p r o l o s o a o H J É O T O n F . •VJVXVBJLIA. -''"^'^ medal, 1862 CH. LORILLEÜX HIJO MAYOR 16, rué Suger, PARÍS. F a t o r l o a s e n P i x t e a i x x y oxx N a n t e r r e ( S e x t a ) Proveedor del periódico « El Americano. » JABONillEli E.GOÜDRAY PRODUCIENDO ÜN VERDADERO BAÑO DE LECHE Reconocido en el mundo elegante universal como.superior á todos los jabones conocidos hasta el dia para el tocador delicado de las señoras y de los niños y para los baños y la barba. ; T O - - E. COUDRAY ™=ro 13, rué d'Enghien, 13, PARÍS. mistes, B'otiViS^f,^?,!?^ principales Peiíu' _;:^;:^"os y Peluqueros de América. 11 BASTIDORES UALEBÍ4. SATÍRICO-HUMOBÍSTICA DE CUADBOS LASTIMOSOS Medalla de plata, 1867 TINTAS, ENTRE ^o'í^-,? w ° "^ol'l'nen de mas de 400 páginas, con retrato del autor, impreso en excelente papel y lujosamente encuadernado. Esta obra, primera de la serie que el autor se propone puoiicar en nuestra Biblioteca, consta de veintisiete cuadros, j está dedicada al pucDio americano. No haremos de ella ningún elogio : Federico de la Vega no es desconociao en América, por cuya independencia y libertad ha combatido siempre, y estamos seguros de que sus lectores habituales nos agradecerán el que hoy les ofrezcamos reuníaos en volumen una colección de sus mejores escritos, r l n c i f n^pn'il *''°,'i'^?j,amos saWrá en breve para América y se hallará de venta en todas las agencias de E L AMEEiCANoen las cuales se admiten desde ahora los pedidos. 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Earmaoeutico, véiiUeise en la» luiucipales F a r m a c i a s rite Bonaparte, 40, Paris. •BE- •. Aprobadas por la Academia de Medicina de París. Resulta de dos informes dirigidos á dicha Academia el año de 1840, y hace poco tiempo que las GKAGEAS D E G E L I S Y CONTÉ, son el mas grato y mejor ferruginoso para la curación de la clorosis {palidez), de las pérdidas blancas, Jelas debilidades de temperamento de ambos sexos, y para facilitar la menstruación, sobre todo á las Jóvenes, etc. etc. Depósito general en París, en casa de Labélonye y O.", 99, rué d'Aboukir, y en todas las principales farmacias de las Américas.