POEMAS DE FEDERICO BARRE TO BUSTÍOS

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Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
MUNICIPALIDAD DISTRITAL DE POCOLLAY
POEMAS DE
FEDERICO
BARRE TO
BUSTÍOS
Prof. Reymundo Hualpa Condori
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
DEDICATORIA
A Pa’, desde la eternidad; a Ma’, ejemplo de amor;
a E’, So’, mis filia por siempre.
A Oasín, néctar eterno; a la Princesita Manchi, a Niñín, criaturas de Dios;
a la flora y fauna de Oasísica, fuente de inspiración, de lucidez, de locura cuerda
A Sisi, a Flaquini, estrellitas de alegría…
Tacna será siempre la cuna del amor, el bastión de la peruanidad
Primera edición digital
Abril del 2012
Tacna, Perú
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
SUMARIO
Introducción
CAPÍTULO I
VIDA Y OBRA Y DE BARRETO
1.1.
1.2.
1.3.
1.4.
1.5.
Biocronología
Limitaciones
Sobre los poemarios publicados
Testimonios
Curiosidades
CAPÌTULO II
PRODUCCION EN VERSO
2.1.
2.2.
2.3.
2.4.
Criterios considerados
Combinación estrófica de los poemas
Producción literaria por temas
Producción en verso de Federico Barreto Bustíos
3. BIBLIOGRAFÍA
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Inicio
ÍNDICE DE LOS POEMAS DE FEDERICO BARRETO BUSTÍOS
Notas del alma (01-11-1886)
Anhelo
Pasaron ya los sueños
Progreso
Tú y yo
A ti
Mensaje
Bosquejo
Oriental
Rondeles
Una carta de ella
Rondel
Madrigal
Las Ondinas
El beso
Lied
Rondeles
Vigil
Hojas
Rondel
Tristezas infantiles
Meditación
Adelfas
Rondel
Safo
Loca
Amar es sufrir
Desde el cautiverio
A la poesía
A la ilustre poetisa Adela Zamudio
Rondel
Espera
Por la patria
Aquí se sufre y…
Miniatura
Al pueblo
Al gran Avelino
Gotas de ron
Coram Populo
Indiana
En Sevilla
Himno Rojo
En la alcoba
Quand meme
De piedra
Volcánica
María Antonieta Giles Chocano
Bajo el sol
Sin corazón
A media luz
Madre mía!
Autógrafo
Hasta la muerte
Socialismo
Tributo
Socialismo
Desde el cautiverio
Corona de rosas
Al Perú
Luzbel
Plegaria de amor
La mujer
A grito herido
Queja a Dios
Leyenda celeste
O todo o nada
Deliriums tremens
Piedad para ella
Enigma
Así hablan los malos
El amor es la vida
Helénica
Soberbia
Al fin solos
Lo que no sabe la canalla
Vida heroica
Tatuaje de amor
Antes que nadie
Homenaje
Al separarnos
Siempre mía!
La tumba del titán
Mi noche triste
El milagro que faltaba
El Gólgota de Arica
Último ruego
Cabellos oscuros
Viajando a su lado
Después del baño
Idilio de invierno
Después del concierto
Figura de leyenda
A unos hombros
Al toque de oración
Arrullo
La cuna de cupido
La última espina
Polvo nomás
Justicia castellana
El nido vacío
Condenada al sacrificio
Traición por traición
La última esperanza
Tras de tus huellas
Idilio roto
Esperándola (b)
A la orilla del mar
Parisina
Dios te salve reina mía
Alberto I
El Tacora
Pachía
El valle
El último vicario
Tu lunar
Alba rosa
La primera cita
Pensando en ti
Imperia
Tu castigo
Festín de diosas
Amor que no se olvida
Burla de mujer
Fontana griega
Antes que tú
Visión perdurable
Fruta prohibida
Siempre tú
Su bata roja
Esperándola
Su zapatito blanco
Tu corsé
A solas
El miedo de dejarte
En el nido
Latidos
La última ofrenda
Mis golondrinas
Pipiola
Noches de estío
Cabrita que tira al monte
Sin palabras
Su última noche
Flor de leyenda
Música lejana
Desencanto
Mi noche triste
Limosna de Jesús
El castigo de Satán
Reír para no llorar
Angelus
A media noche
Mi estrella
Historia triste
Musa desconocida
Diana de clarines
Homenaje medioeval
Anna Palowa
Alma de España
El festín de los cuervos
A Tacna
A la patria libre
La casa de Vigil
Siempre viva
Orgullo
Velut umbra
Gardenia
Jaspe
Pobre niña
Toilette matinal
Sobre la nieve
Reymundo Hualpa Condori
Meditación
Minucias
Juguete
Azahar
Trinitaria
Prince
Mi patria y mi bandera
Desde el destierro
Más allá de la muerte
Desde el cielo!
El águila de los Alpes
En el templo
Lejos del hogar
Ir al inicio
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Albarracín
Pizarro
Tu collar
Pudorosa
La última horquilla
Mañana de primavera
Caza de ninfas
Horas felices
La huella de la culpa
Entre palomas
Después de la cita
Alma femenina
Examen de conciencia
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Tu chapín
Consejo gratis
Traición de mujer
Regalo de boda
Pájaros sin nido
La casa de Zela
El Campo de la Alianza
La invasión
La campiña
La iglesia clausurada
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
INTRODUCCIÓN
A pesar del tiempo transcurrido, no se ha mostrado un interés por publicar una edición seria sobre
la producción literaria en verso de Federico Barreto Bustíos. Al no existir dicho libro, la historia literaria de
Tacna se ha ido edificando en base a supuestos históricos. Y la historia se basa en la contrastación y no en
función de presunciones.
Nuestro trabajo consta de dos capítulos: En el primer capítulo, Vida y obra de Barreto, damos a
conocer aspectos trascendentes de la existencia del vate. En el segundo capítulo, Producción en verso,
insertamos 199 poemas, donde resaltan nítidamente los 121 sonetos, amén de diversas combinaciones
estróficas, de distintas temáticas desplegadas… Ahí observamos el romanticismo tardío de Barreto, donde
exalta el pasado con notas melancólicas, el retorno a la individualidad, además de un cierto escapismo a la
edad media.
José Federico Barreto Bustíos expresa una parte de la cultura occidental vigente a finales del siglo
XIX y a comienzos del siglo XX. El poeta vive en un contexto político donde se refleja la oposición entre la
descomposición del régimen político (semifeudalidad y semicolonial), y su recomposición en un nuevo
régimen (el liberal, ingreso del capitalismo en el Perú). En términos literarios, se nota la influencia que
sufre su producción literaria, de parte del romanticismo y el modernismo.
No pretendemos dar por agotado la investigación, paulatinamente ha de seguir incrementándose
nuevos hallazgos, nuevas interpretaciones, nuevos horizontes… Nuestro estudio pretende ser una
luciérnaga en el heterogéneo horizonte del proceso histórico regional de Tacna, a través de su historia
literaria.
Un agradecimiento especial al Prof. Luis Alberto Calderón Albarracín, al recordado amigo Roberto
Valverde Espinoza, al inolvidable caballero de caballeros, don Víctor Liendo, por facilitarnos material
bibliográfico o hemerográfico; a todas nuestras amistades conocidas o anónimas, que nos proporcionaron
diversos medios a fin de poder concluir el presente documento histórico, sólo les decimos, muchas gracias,
seguimos en deuda con ustedes, con Tacna, también.
Tacna, abril del 2012
Prof. Reymundo Hualpa Condori
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Reymundo Hualpa Condori
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ODA CÍVICA A FEDERICO BARRETO
Vuelves hoy fragante a cívicas lejanas latitudes
vástago nuestro perdido allá entre azules comarcas
y el mar hondo y general
vuelves con la sangre blanca
quemada entre las cenizas de tu cándido esternón
vuelves cimero a blandir la culta espada de tus letras
ángel entre los cívicos ángeles nuestros
vuelves cincelando a porfía
uno a uno tus prolijos mondados huesos
vuelves alzando los pendones libres de tu pueblo
como alza su voz medular el viento
vuelves hijo nuestro al regazo con tu gloria
a dárnosla hoy
inmaculado sea tu reposo germinal
bajo la luz
y el aroma de las vilcas
tutelares
vuelves como la vertiente mítica de un joven amuleto
vuelves Federico hermano
a recorrer las viejas calles
bajo el antiguo jacarandá azul
y los viñedos maduros
Barreto nuestro y sólo nuestro
como es nuestra la heredad o el árbol
o la piedra cenital de la estirpe
pende tú sobre nos
como una centellante espada al pie del mar
estrella vigilante tú
el austro detenido
añejo hermano de mi fibra y de mi canto
tambor tu cuerpo de estaño vibrador
lirio tu garganta
antorcha tú y roca y limo
fundamento y esencia y vuelo
plasma ahora en tu cuello cantor y sencillo
y en el alma bohemia de tu pueblo
la clarinada prometida
y alza tu alfabeto nuevo que aquí fundaste
sobre el pardo roquerío del ande que ostenta el fondo
y el pañuelo del mar que baña el arenal desierto
alza en fin de Federico en Federico tu voz tacneña
instaura tu sangre Federico y edifica tu linfa
fontana arriba por el cardumen paralelo de las banderas
viejo fuego tutelar de médula en médula trasmitido
vuelo enérgico entre los vuelos y la paz
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
descansa ahora en tanto Federico hermano
descansa en paz
bajo la arcilla y el ocre de la tierra
junto al tegumento de la vieja cantera
y el zumo azucarado
del blanco jazmín de primavera
descansa ahora Federico hermano
descansa bajo la tibia cordillera de cobre
en el valle poblado de áureas vilcas
que otros vendrán con mástiles y penachos
a quemar las manos ortodoxas del agua
y a gritar al cielo
descansa ahora Federico hermano
descansa en paz
bajo el surco diario del pequeño maíz
y a la vera del Caplina
que tu frente baña
descansa en paz Federico hermano.
(Guido Fernández de Córdova)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
CAPÍTULO I
VIDA Y OBRA DE BARRETO
1.1. Biocronología
07 de febrero de 1868 nació Federico Barreto Bustíos, en la ciudad de Tacna. Siendo sus padres:
Federico Barreto Suárez, natural de Lima, y María Ventura Bustíos Bustíos. Ambos se casaron en Tacna el
04 de mayo de 1863; siendo él hijo de José Barreto y María Dolores Suárez, ostentando el grado de
teniente de infantería del ejército; ella, hija de José María Bustíos y Ventura Bustíos.
19 de marzo de 1868 es bautizado con el nombre de José Federico, en el templo San Ramón por
Sebastián Ramón Sors, siendo sus padrinos Manuel Erausquin y Cristina Vidal.
1886. A la edad de 18 años, publicó sus primeros poemas románticos en la revista El Progresista
de Tacna, del cual sería su Director.
1896-1898. Colabora en la revista literaria Letras, de la ciudad de Tacna, cuya dirección estaba a
cargo de su hermano José María.
1899. 07-04. Es secretario de la Prefectura de Tacna Libre, cuya capital era Locumba.
1904. 01-12. Por Decreto firmado por el Intendente Lira, se indica que Federico Barreto y otros
ciudadanos se les comisiona para que presencien los exámenes de primaria, en la Escuela Superior de
Hombres. En 1900 se habían clausurado las escuelas peruanas en Tacna.
1908. 25-09. José Federico y José María Barreto Bustíos suscriben un cablegrama dirigido a
Augusto B. Leguía, al ser elegido Presidente del Perú.
1910. Es redactor de La Voz del Sur, de la ciudad de Tacna.
06-06. Contrae matrimonio con la señorita Hermelinda Velasco, exprofesora del Liceo de Niñas, en
la ciudad de Tacna. Siendo testigos de la boda M. Artidoro Espejo, José María Barreto, Gustavo Rivero
Mendoza y Carlos Téllez.
08-12. En plena campaña de chilenización se corea en la ciudad de Tacna: “No queremos más
panfletos / ni mas Freires ni Barretos”; “Conviene darle franco pasaporte / a La Voz que no quiere ser del
norte”, por parte de los chilenizadores y mazorqueros.
1912. Se publicó el poemario Algo mío, con prólogo de Víctor González Mantilla Osorio, en Lima.
1925. 17-10. En plena campaña plebiscitaria, El corvo, publicación chilenera, dice “completa el
trío, el gran Barreto, / encariñado de la Experta, / quien siempre sueña y nunca despierta / metida hasta
el tope en un secreto (…)”
1927. Apareció el poemario Aroma de mujer, con prólogo de Aurelio Arnao, editado en la imprenta
de César A. Castrillón, Lima.
1929. 30-10. Murió Federico Barreto Bustíos, en Francia.
1964. La Casa de la Cultura de Tacna publicó el libro Poesías.
1968. 01-09. Son enterrados sus restos mortales, definitivamente, en el cementerio de Tacna.
1988. La Sociedad de Artesanos y Auxilios Mutuos El Porvenir de Tacna, publica el libro «Federico
Barreto, el cantor del cautiverio».
1993. El Banco Continental publicó el libro Poesía, obra que contiene el poemario Aroma de mujer
y algunos poemas patrióticos.
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
1.2. Limitaciones
Es necesario señalar el contexto socio político donde desarrolló su creatividad literaria, José
Federico Barreto Bustíos, a saber:
- El inicio de la guerra del guano y del salitre, iniciada por Chile, el 05 de abril de 1879, lo que en última
instancia significara la pérdida de Tarapacá, a raíz de la firma del Tratado de Ancón, suscrito el 20 de
octubre de 1883.
- Debido al holocausto de los pobladores tacneños en el Campo de la Alianza, el 26 de mayo de 1880; en
la batalla de Arica, el 07 de junio de 1880; y, la guerra de guerrillas que se inició apenas desembarcó el
invasor en tierra tacneña, la que culminaría (para gloria eterna de los tacneños) después de haberse
suscrito el Tratado de Paz, siendo Palca el último reducto de la resistencia patriota.
Destrozado el ejército profesional en el Campo de la Alianza, en horas de la tarde del 26 de mayo de 1880
se inicia, en los hechos, la cautividad de la provincia de Tacna; en julio del mismo año, comienza el
calvario de los pobladores de la provincia de Tarata. Con el Tratado de Ancón sólo se formaliza la
detentación de las provincias de Tacna y Arica, por un espacio de diez años, al final de las cuales debía de
implementarse un plebiscito que decidiera el destino final de ambas provincias.
- Otro factor a considerarse es la interrupción del flujo comercial por el puerto de Arica, la variación de las
rutas de transporte y de comercialización hacia la república de Bolivia.
- Posteriormente se implementaría la política de chilenización pacífica, a fin de doblegar la voluntad de los
pobladores tacneños y ariqueños. Al fracasar dicha política de estado, se inicia la chilenización violenta, a
finales del siglo XIX, y en el siglo XX. Era necesario extirpar cualquier manifestación tangible de
peruanidad, por ello se clausuró las escuelas peruanas en Tacna, se prohibió celebrar las fiestas nacionales
y la práctica de los valores patrióticos del Perú, se expulsó a los sacerdotes peruanos de Tacna, Tarata y
Arica, después se clausuraron los templos… Para culminar su labor, los chilenizadores, con la ayuda de los
mazorqueros, destruyen las imprentas peruanas de Tacna, en julio de 1911, con ello se repasa la
resistencia patriótica de los periodistas tacneños. Además, se implementó una política de desapariciones,
de expulsiones, en suma, un estado de terror, para tratar de anexar las provincias de Tacna y Arica hacia
el estado chileno.
1.3. Sobre los poemarios publicados
Algo mío. Consta de 61 poemas, que se distribuyen en: 42 sonetos, 02 sonetillos y otras
combinaciones estróficas, 17.
Aroma de mujer. Contiene 61 poemas, a saber: 46 sonetos, 04 sonetillos, y 11 poemas con
distintas combinaciones estróficas.
«Otros poemas». En el presente libros recopilamos 77 poemas, distribuidos en: 33 sonetos; 06
rondeles; 02 octavillas; además, 01 octava real; 01 octava italiana; 01 quintilla; 01 madrigal; y 32
creaciones con diversas distribuciones estróficas.
Someramente hagamos una revisión de los dos poemarios publicados después del fallecimiento del
vate.
a) Casa de la Cultura (1964)
- Aroma de mujer. No consigna doce poemas: Tu collar, Pudorosa, Tatuaje de amor, La huella de la culpa,
Entre palomas, Examen de conciencia, Tu lunar, Tu castigo, Antes que tú, A solas, El miedo de dejarte, Mi
noche triste.
- Poesías dispersas. Tiene aparentemente 40 poemas, pero de los cuales hacemos las observaciones
siguientes:
Nunca tituló Barreto un rondel con la denominación A mi amada (p. 158), lo que existe son los Rondeles
(El Progresista, 05-09-1887, p. 02). La versión de 1964 coloca un solo rondel, cuando en realidad son dos.
Idéntica figura se presenta con Oh poesía, (p. 164), siendo su título verdadero Rondel, además la segunda
estrofa está distorsionada (El Progresista, 13-06-1887, p. 04).
Barreto no escribió el soneto Estival (p. 173), el recopilador sólo ha repetido el poema Bajo el sol, que se
encuentra en el poemario Algo mío.
Tampoco compuso el soneto Mía (p. 174), sólo ha reiterado el poema Hasta la muerte, que se halla en
Algo mío.
No existe el poema la Legión guerrera (pp. 178-179), colocándose un nombre inexistente a una creación
fragmentada de cinco estrofas; siendo su nombre real «Por la patria», con 18 estrofas.
No existe el soneto Agua fuerte, solo es la repetición del poema Fontana griega, que se halla en Aroma de
mujer.
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Por tanto, no hubo un trabajo exhaustivo en la recolección de la producción en verso, además que no se
ha citado la fuente consultada. Es humano que se deslice algún errorcillo de imprenta, pero que no llegue
a alterar significativamente la creación literaria.
b) Sociedad de Artesanos (1988).
Algunas observaciones significativas de la edición:
Comete el mismo error de la Casa de la Cultura, es decir, no consigna doce poemas que se encuentran en
Aroma de mujer.
No existe el poema Notas del alma (p. 204), lo que sí compuso Barreto es Rondeles, uno de ellos es
reproducido en la edición, faltando un rondel más (El Progresista del 10-05-1887, p. 02). Además, Barreto
nunca colocó títulos distintos a Rondel o Rondeles.
Deja de lado inexplicablemente el poema Fruta prohibida, que se encuentra en el poemario Aroma de
mujer, y que solo lo considera en las llamadas Poesías dispersas (p. 207).
Repite el soneto Bajo el sol, que se halla en Algo mío (p. 64), y lo rebautiza como Estival, dentro de las
llamadas Poesías dispersas (p. 175).
Reitera el soneto Hasta la muerte, que se halla en Algo mío, y le cambia el título por Mía, (p. 177)
Cae en error al copiar la Legión guerrera (pp. 180-181), siendo el título real Por la patria. Además, une
indebidamente las dos primeras estrofas del citado fragmento.
El poema La casa de Zela es un soneto, mas no se respetó tal estructura (p. 205).
Igual sucede con los dos últimos tercetos del soneto El valle (pp. 206-207).
El responsable de la edición descuidó significativamente la trascripción de los poemas, incluso reiteró los
errores de 1964, además comete el error de no citar la fuente documental consultada.
1.4. Testimonios
Barreto junto a Molina, Mantilla y a su hermano José María tiene una “poesía revanchista,
patriótica, hecha a pura exaltación sentimental” (Luis Alberto Sánchez: La literatura peruana, T. III p.
1044).
Barreto es “gran poeta, cantor de las glorias e infortunios de su tierra, que en sus sitibundos labios
se escanciaba el filtro del amor, y conjugaba con espartano acento tribunicio, el verbo de la Patria” (Carlos
Alberto González Marín: Antología histórica de Tacna, p. 87).
“Federico Barreto… pulsa su lira para cantar frases de un renovado deliquio, la turbulenta dulzura
de ciertas incitaciones místicas y paganas, y los anhelos reivindicativos que durante largos años agitaron a
su nativa Tacna. Por esto va hacia el ejemplo que al espíritu nacional legaron las gestas del pasado”
(Alberto Tauro: Poesía de la historia del Perú, p. 19).
“Barreto cultivó la galantería espiritual del soneto en estampas que coinciden con algunos motivos
verlenianos y de pintores como Rendir o Cezanne. Sus versos fluidos y casi táctiles expresan las actitudes
mórbidas de la sensualidad femenina; paralelamente, escribió… poemas de nostálgico amor a la tierra
natal y a la patria bien amada, con enérgicas metáforas de protesta y tragedia, y supo enlazar el
sentimiento patriótico con el de justicia social, increpando el gesto despectivo de los poderosos y
aristocratizantes con respecto al pueblo…” (José Ruiz Rosas: Las vilcas p. 91 –trabajo inédito).
Barreto “es el (poeta) representativo de Tacna y el más alto lírida en la tragedia y el paladín… de
su heroísmo… de sus derechos y anhelos.
Barreto gana “un reconocimiento multánime e inmarcesible en la patria chica, y es por eso que en el
balance de las literaturas regionales sí cobra su figura… una dimensión nacional” (Ib. p. 94)
Perteneció Barreto “a esa generación postguerra peruano chilena… Una literatura de represalias
alentaba el nacionalismo de las nuevas generaciones, y Barreto… conviviendo amargamente con el
invasor, no sólo no pudo sustraerse a la corriente, sino que fue un luchador de la estrofa y con el
periódico, hasta el día que se vio expulsado de sus propios lares” (Aurelio Arnao: en el prólogo al poemario
de Barreto Aroma de mujer, 1927).
La poesía de Barreto “responde al momento de su época, pero se proyecta como rayo de luz sobre
el tiempo; irrumpe ante los posibles conformismos y lo llevan por el camino de la rebeldía, la protesta, la
proclama y la justicia” (Prof. Luis Alberto Calderón Albarracín: trabajo inédito).
Barreto, el vate, “goza de buena salud popular. Sus poemas a la mujer han inspirado sonados
valses criollos, sus cánticos cívicos han servido para marchas militares, y muchos “artistas de la calle” aún
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
recitan a voz en cuello, en plazas y buses, su poesía El Beso” (José Gabriel Valdivia, 1997).
1.5. Curiosidades
Los dos poemarios publicados por Barreto comienzan con AM: Algo mío y Aroma de mujer. Cada
poemario consta de 61 composiciones en verso.
El primer poemario de Barreto lo publicó a los 44 años, el segundo a los 59, falleciendo a los 61
años de edad. Los primeros poemas de José Federico los difunde a la edad de 18 años, en la ciudad de
Tacna, como tal es Director de la revista literaria El Progresista.
La existencia de Barreto discurre principalmente en el antiguo departamento de Tacna, 43 años de
vida, algunos de ellos reside en la ciudad de Locumba, pero fundamentalmente vive en la ciudad de Tacna.
Luego de la expulsión emigra hacia la ciudad de Lima, donde radica 17 años, y solo volvería a Tacna en el
plebiscito frustrado de 1925-1926. Muere en Francia, buscando recuperar su quebrantada salud, en 1929.
Dos anécdotas de Federico Barreto Bustíos:
«Federico Barreto y Pedro Quina Castañón eran poetas de hablar irónico... Un día se pusieron a
conversar Barreto y Quina, la conversación se convirtió en una fuerte discusión, y como iba perdiendo en
la discusión, Barreto le dice a Quina: «Contigo no se puede discutir porque tu nombre significa: Pedro, por
lo duro; Quina, por lo amargo, y Castañón, por lo indigesto» (Versión oral del señor Víctor Liendo, Tacna,
1987).
“Al frente de la actual plaza Zela, vivía don Manuel Sologuren. Don Manuelito era jorobadito. Don
Manuelito se caracterizaba por ser muy irónico. ¡Pobre aquel que se metiera con él! Un día, conociendo la
ironía que utilizaba don Manuelito, por molestar Barreto le dice: «Cómo está don Manuelito? Don Manuelito
no responde. «¿Qué dice la jorobita?» Don Manuelito hervía de cólera.
Insiste Barreto y le dice: «Don Manuelito, ¿con qué se escribe esta jorobita?» Don Manuelito le responde
renegando: «se escribe con je, con je, ¡con je de jetón!» (Ib.)
De plagios
Los plagiarios de la obra de Federico Barreto no podrían estar ausentes. En La Voz del Sur señala
que debido a una publicación aparecida en El Comercio de la Paz, Bolivia, se supo que Julio Frigerio Bravo,
(personaje que tiene las mismas iniciales que Barreto, JFB) había detentado el poema El beso,
cambiándole por Preludio. Se indica que el usurpador chileno ha reiterado su delito (17-09-1907, p. 03).
Posteriormente ha existido los plagios de Último ruego (se le cambio por Ódiame), Mi patria y mi
bandera y otros poemas… La característica de los detentadores es que no citan al autor de la letra, e
incluso se atreven a señalar que han hecho arreglos musicales (sic), cuando debe decirse adaptación
musical…
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Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Federico Barreto Bustíos
CAPÍTULO II
PRODUCCION EN VERSO
2.1. Criterios considerados
Por el tiempo de publicación. Se ha priorizado la fecha de publicación del poema, de tal manera
que nos permita evaluar las modificaciones ulteriores. De haber varias versiones, hemos priorizado la
creación que se encuentra en los poemarios publicados en vida por el autor, luego, las fuentes primarias, y
después, las secundarias. Recordemos que el vate Barreto, en vida solo publicó dos poemarios: Algo mío
(1912) y Aroma de Mujer (1927). Las dos publicaciones posteriores no garantizaron un estudio serio de la
producción en verso del poeta, en la medida que la investigación de la historia literaria de Tacna era
incipiente.
De los títulos del poema. Cada composición tiene un título y está en mayúsculas, si es inédita o
poca conocida le hemos puesto en mayúsculas, en cursiva y subrayada.
De las fuentes. En cada poema trascrito, anotamos la fuente consultada, pudiéndose contrastar la
versión recopilada, lo que le da rigor científico a nuestro estudio. Primero, colocamos la fuente, luego,
agregamos comentarios u observaciones a la composición.
Consideramos que este es un trabajo inicial, no pretende dar por concluida la obra poética de
Barreto, esperamos que futuros estudiantes del nivel superior, o los profesionales en ejercicio profundicen
sobre el particular.
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
2.2. COMBINACIÓN ESTRÓFICA DE LOS POEMAS DE BARRETO
Poemario
Estrofa
Algo
Mío
Otros
Poemas
N
%
42
Aroma
de
Mujer
46
Soneto
33
121
60.80
02
04
--
06
3,02
Rondel
--
--
06
06
3,02
Octavilla
--
--
02
02
1,01
Octava real
--
--
01
01
0,50
Octava italiana
--
--
01
01
0,50
Quintilla
--
--
01
01
0,50
Madrigal
--
--
01
01
0,50
Varios
17
11
32
60
30,15
N
61
61
77
199
100
%
30,65
30,65
38,69
Sonetillo
99,99
Fuente: elaboración del autor
De los 199 poemas recopilados, se distribuyen en:
a) 121 sonetos, que alcanza un privilegiado 60,80 %. El gusto por el soneto se inició en 1888,
luego lo practicaría constantemente hasta sus últimas producciones. Leyendo horizontalmente, se
distingue el gusto de Barreto por esa combinación estrófica: 42 sonetos en Algo mío, que representa el
34,71 %; 46 sonetos en Aroma de mujer, que simboliza el 38,02 %, y 33 sonetos, que reflejan el 27,87
%, en Otros poemas poco conocidos. Por tanto, Barreto es un sonetista empedernido, en la historia de la
literatura de Tacna.
La hegemonía del soneto se puede explicar por estar sujeto a reglas fijas, por tener una estructura bien
definida. A decir de Luis Quintana Tejera, el soneto “constituye por sí mismo un conjunto cerrado, una
unidad (…) El último verso tiene la fuerza necesaria para un final explosivo, sino dramático al menos
decisivo (…) Esta estructura conceptual se asemeja a un embudo: con cada verso, el tema se ciñe con más
fuerza, su expresión se intensifica paulatinamente hasta el éxtasis, es una culminación absolutamente
estética” (ucm.es).
b) Muy distantes se encuentran los 06 rondeles, que logran el 3,02 %. Llama la atención que no
haya publicado rondel alguno, en sus dos poemarios. Ese periodo corresponde a la edad juvenil de
Barreto.
c) Con 06 sonetillos, también, los mismos que alcanzan el 3,02 %. Leyendo horizontalmente nos
percatamos que Barreto publicó 02 sonetillos en Algo mío y 04 en Aroma de mujer.
d) En el siguiente lugar se ubican las 02 octavillas que representan el 1,01 %, también
corresponden a su periodo de juventud.
e) En la ubicación siguiente se hallan: 01 octava real; 01 octava italiana; 01 quintilla y 01
madrigal, las mismas que simbolizan el 0,5 % cada de ellas. También se ubican en el periodo juvenil de
Barreto.
f) Las otras formas estróficas alcanzan la cifra de 60, que reflejan el 30,15 %.
Reymundo Hualpa Condori
- 15 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
2.3. PRODUCCION LITERARIA POR TEMAS
Años
N
%
Lírico
120
60,30
Patriótico
33
16,58
Místico
06
3,02
Social apología
11
5,23
Varios
29
14,57
N
199
99,7
Fuente: elaboración del autor
De los 199 poemas compuestos por José Federico Barreto Bustíos, tenemos:
a) En primer lugar se ubican las 120 composiciones líricas, que representan un contundente 60,30
%, los mismos que tratan sobre el amor correspondido, el dolor del desamor, reflexiones y enseñanzas
sobre las musas … Cuantitativamente, Barreto es un eximio cantor del amor. Último ruego, El beso, Más
allá de la muerte, son algunas de sus composiciones populares.
b) En la segunda ubicación se encuentran los 33 poemas patrióticos, que simbolizan el 16,58 %. El
festín de los cuervos, Por la patria, Mi patria y mi bandera, Prince, Himno rojo… son algunos de sus títulos
más significativos y vigentes en la región de Tacna.
El romanticismo trata de reivindicar las glorias y héroes de la vida nacional, además de sus símbolos
locales o regionales, Barreto solo ensalza a los héroes occidentales.
c) En el tercer lugar se hallan los 29 poemas con temática variada, que grafican el 14,57. Allí
fulgura Madre mía.
d) En la cuarta ubicación están las composiciones sociales o de apología, con 11, que reflejan el
5,23 %; ahí están los poemas «polémicos» de Barreto, como los de apología a los conquistadores
españoles, de elogio a monarcas, de controversia partidaria contra Andrés A. Cáceres, o de elogio a José
Lugones, a José Ingenieros…
El romanticismo en la política se identifica con el liberalismo “constituyéndose en una réplica de la
sociedad burguesa frente a los excesos del absolutismo monárquico, pero al mismo tiempo combate la
anarquía de la revolución, pues, el romántico a la vez que lucha por la libertad quiere una sociedad
estable” (Monografías.com)
e) Al final están los 06 poemas místicos, que reflejan el 3,02 %.
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Reymundo Hualpa Condori
- 16 -
2.4. PRODUCCIÓN EN VERSO
NOTAS DEL ALMA
(A la preciosa niña Elena Angelina Boullon)
(Improvisación)
Para cantar ángel mío,
tus purísimos abriles,
y tus gracias infantiles
mi lira quiero hoy pulsar.
Cantar ¡oh, sí! pues mirando
tu pureza y hermosura
un mundo de ideal ternura
he sentido en mi brotar.
Tu aún eres niña hermosa
feliz, pues que en tu inocencia
ignoras de la existencia
las miserias y el dolor.
Tu aún llena de ilusiones
tienes el alma Angelina;
pues no te ha herido la espina
del desengaño traidor.
¡Ah! Dios haga nunca llegue
a conocerlos tu alma;
no pierda su dulce calma
tu inocente corazón,
no se empañe el limpio cielo
de tus ojos, con el llanto,
no pierdas el dulce encanto
que nos brinda la ilusión.
Goza feliz, niña bella,
las paternales caricias,
y las cándidas delicias
de esa edad sin padecer.
Goza, sí, mientras yo lloro,
Recorriendo las memorias,
de mis pasadas glorias
que jamás han de volver.
(En El Progresista del 01-11-1886)
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ANHELO
Ven, niña, del bosque umbrío
huyamos hasta el confín…
Ven, que delicias sin fin
nos brinda el ameno estío;
ven, allí de mis cantares
la armonía
endulzarán tus pesares
vida mía.
Allí, cercados de flores
y oyendo los ecos suaves
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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de las juguetonas aves,
te contaré mis amores;
y en tal celestial empeño
mi querida
pasar veremos cual sueño
nuestra vida.
Para tu frente de rosas,
tejeré linda guirnalda,
y derramaré en tu falda
las flores más olorosas;
y luego a tus pies postrado
Virgen pura
adoraré enamorado
tu hermosura.
¡Cuan hermosa! Ven, allí
no llega el ruido mundano
que con furor inhumano
¡Ay! Nos atormenta aquí;
cede, pues, que así halagüeños
y cumplidos
veremos nuestros ensueños
más queridos.
Todo allí respira calma…
En tan grata soledad
ven y endulza la orfandad
en que está sumida mi alma:
que yo en cambio, tus pesares
y dolor,
calmaré con mis cantares
y amor.
Tacna, 1886.
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PASARON YA LOS SUEÑOS…
Pasaron ya los sueños
que mi niñez encantaron
con sus colores risueños.
¡Pasaron ya los ensueños…
Sus sombras se disiparon!
¡Ah! Cuan rápidas cayeron
aquellas flores queridas
que mis ilusiones fueron.
¡Ah! Cuan rápidas cayeron
cuan pronto las vi perdidas
Con ellas, huyó de mi alma
la dicha que antes tenía
y la dulcísima calma.
¡Con ellas huyó de mi alma
para siempre la alegría!
Y vi donde hubo flores
de corolas purpurinas,
desengaños y dolores.
Y vi donde hubo flores
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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tan solo abrojos y espinas.
Y donde había esperanza
y ensueños de amor y gloria,
nada a ver mi vista alcanza,
y donde había esperanza
solo queda una memoria.
Tacna, 86.
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PROGRESO
¡Progreso, alma del orbe! Palanca poderosa
que pueblos y naciones
sublime haces mover.
¡Progreso alma del orbe! Lumbrera esplendora
que el siglo diez y nueve
corona de laurel.
¡Progreso! Por ti el hombre se eleva y engrandece,
y arranca sus secretos
al cielo y a la mar;
¡Por ti, no más tiranos! Por ti el yugo fenece,
por ti, también nosotros
tendremos libertad.
¡Oh, Tacna de mis sueños! Oh, hermosa patria mía
que lloras silenciosa
tu triste esclavitud;
permite que mi labio con tierna idolatría
te diga conmovido:
¡Salud madre, salud!
Permite que tus glorias y triunfos y grandezas
al mundo que te mira
le cuente en alta voz
permite que recuerde tus ínclitas proezas
y en alas de mi anhelo
te eleve al mismo Dios.
¡Oh, Tacna! Si hoy te niegan sus vividos reflejos
los astros esplendentes
del triunfo y de la paz,
¡Oh patria, patria amada! Yo sé que no está lejos
el día en que tus hijos
cantemos libertad.
Ya sé que tus laureles hoy a mustios y marchitos
por el rigor impío
de la fatalidad;
Mañana más lozanos, mañana más benditos
verá en tu noble frente
brillar la humanidad.
¡Sí, Tacna! Tu la virgen heroica y hermosa
de los pasados tiempos
a ser retornarás.
Que tus valientes hijos en calma hoy afrentosa
en alas del Progreso
mañana te alzarán.
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
¡Progreso, alma del orbe! Palanca poderosa
que pueblos y naciones
fecundo haces mover.
¡Progreso! De los siglos lumbrera esplendorosa
Corona nuestras sienes
Con tu inmortal laurel.
(En El Progresista del 10-01-1887)
Esta composición fue declamada por el autor, en el local de la Sociedad Progresista, el 06-01-1887.
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TÚ Y YO
Si tú eres rosa de nieve y grana,
lirio pomposo,
cáliz de flor;
yo seré brisa de la mañana,
fresco rocío,
soplo de amor.
Si eres corriente de gracia suma
que alzas alegre
ondas de tul;
yo seré encaje de blanca espuma
que iré besando
tu manto azul.
Si eres risueña flor de romero
que el monte cría
y ostenta en él,
yo seré abeja que en son ligero
vuela rondando
tu dulce miel.
Si mariposa fugaces mueves
las limpias alas
de oro y rubí;
yo seré el viento que en ondas leves
iré volando
detrás de ti.
Si eres el alba la nube umbría
que en la alta cumbre
flotar se ve;
yo seré el fuego que alumbre el día
y en rayos de oro
te encenderé.
Si eres del sauce sombra doliente
que triste pompa
tiende a sus pies;
para que pueda perpetuamente
llorar contigo,
seré ciprés.
(En El Progresista del 10-02-1887)
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Reymundo Hualpa Condori
A TI
Como en medio de noche tenebrosa
busca el cansado y… triste peregrino
la estrella que le guíe en su camino
y encante su infinita soledad;
así, Mercedes, en afán supremo
perdida con la fe la dulce calma,
buscaba mi alma con amor tu alma
entre la sombra cruel de la orfandad.
Buscaba sí, la imagen adorada
que en mis sueños forjó la calentura,
para partir con ella la ternura
de mi sincera férvida pasión;
para contarle de mis largas noches
los insomnes y lúgubres desvelos,
para decirle mis amargos duelos
y entregarle mi fe y mi corazón.
Y ayer al verte tan pálida y hermosa…
¡Tú eres la virgen celestial y pura
que en mis dorados sueños de ventura
con tierna idolatría contemplé,
y que, dichoso, alegre y palpitante,
como el mortal que mira en lontananza,
el faro salvador de la esperanza
desde el fondo del alma idolatré!
¡Oh, arcángel de bondad! ¡Flor desprendida
de los celestes carmines del cielo,
has que disfrute del sin par consuelo
de amarme tanto como te amo yo.
Deja que vea en tus radiantes ojos
impresa, así, la luz de los amores,
mientras leyendas de astros y de flores
te relata al oído mi pasión…
Y ¿qué más dicha para mi, ángel mío,
ni qué mejor consuelo a mi tormento
que aspirar de tus labios el aliento,
que ver tus ojos y escuchar tu voz?
¿Y qué más luz para alumbrar mis noches,
y calmar de mi vida los enojos,
que la que brilla en tus rasgados ojos
encendiendo la llama de mi amor?
¡Ah! Yo te adoro como adora el cielo
el puro corazón del fiel creyente;
como adoran las flores al ambiente,
como a la playa el proceloso mar.
Y te busco anhelante a todas horas
como busca el cansado peregrino
la estrella que le guíe en su camino
y consuele su triste soledad.
(En El Progresista del 20-02-1887)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
MENSAJE
Triste suspiro amoroso
vuela donde mi adorada
y cuéntale tembloroso
mi querella acongojada.
Vuela donde mi adorada
triste suspiro amoroso
¡Vuela! Y muy quedo al oído
dila mi pena sin calma
al ver como en el olvido
ha sepultado mi alma.
¡Ah, sí! Mi pena sin calma
dila muy quedo al oído.
Dila que sólo por ella
mi pobre pecho palpita;
que mi alma de su alma bella
para vivir necesita…
y si mi pecho palpita,
dila que es sólo por ella.
Cuéntale que en triste duelo
tanto por ella he llorado,
que hoy a mi alma sin consuelo
ni lágrimas le han quedado
Cuéntale cuánto he llorado
por ella y en triste duelo…
Cuéntale, sí, y de su aliento
recoge después la esencia
y raudo cruzando el viento
vuelve a mi; que con vehemencia
quiero ¡ay! Aspirar la esencia
de su virginal aliento.
Ve suspiro misterioso
donde mi adorada ausente
y muy quedo y tembloroso
déjala un beso en la frente…
Donde mi adorada ausente
ve suspiro misterioso…
(En El Progresista del 10-03-1887)
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BOSQUEJO
(A Víctor G. Mantilla)
Vestida de blanco, sobre el negro túmulo
a la hermosa niña contemplé al pasar;
de flores habían orlado sus sienes,
de flores su ebúrneo seno virginal…
Las manos cruzadas… al cielo los ojos
mirando con triste fijeza tenaz…
y su cuerpo inmóvil, y su rostro pálido
en un ángel muerto me hacían pensar…
Más allá, al reflejo de un fúnebre cirio
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
que ardía alumbrando la estancia fatal,
vestida de luto, la madre de hinojos
miraba aquel cuadro sin poder llorar…
(En El Progresista del 20-04-1887)
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ORIENTAL
Luz de Granada, tierna gacela,
cabe la reja de tu cancela
pulso mi guzla lleno de amor.
Oye mis cantos,
oye mi voz.
Bajo un dosel de dalias
de tu floresta umbría,
en una hermosa tarde
tu dulce acento oí;
y desde entonces siempre,
gentil sultana mía,
sin tregua ni consuelo
suspiro yo por ti.
Parécenme tus ojos
dos astros esplendentes
brillando sobre un cielo
de nácar y marfil;
dos trémulos rubíes
tus labios sonrientes
guardando los corales
y perlas de Ofir.
Luz de Granada, dulce gacela,
cabe la reja de tu cancela
pulso, mi guzla lleno de amor.
Oye mis quejas,
oye mi voz.
Yo te amo, huri preciosa,
como aman las estrellas
los cóncavos espacios
del firmamento azul;
como aman los jilgueros
sus plácidas querellas,
y como el triste Bósforo
a Tiro y Estambul.
Sal pues, y ven conmigo
por la ribera undosa
que riega murmurando
el diáfano Genil.
Ven, sí, que ya la luna
tranquila y misteriosa
baña el florido otero
con olas de marfil.
Luz de Granada, triste gacela,
al pie calado de tu cancela
pulso mi guzla loco de amor.
No me desdeñes…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
oye mi voz.
Si anhelas tú tesoros,
y tu ambición aspira
del mundo entre las zambras
felice disfrutar;
yo para ti caftanes
traeré de Cachemira,
y su oro a la Gioconda
sabréle arrebatar.
No más, pues, mora mía,
así con tus rigores,
tortures inhumana
mi pobre corazón;
ni más, así desoigas
las cántigas de amores
que al pie de tu cancela
te brinda mi pasión.
23 de abril de 1887.
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RONDELES (*)
I
Notas del alma, cantos de ternura
que preludia mi lira y que yo siento;
¡oh! Cuánto fuera el bien de mi ventura
si aún en la triste y fría sepultura,
os pudiera escuchar por un momento
Vosotras, que aún en medio de mi duelo
llenáis mi pecho de inefable calma,
vosotras sois mi gloria y mi consuelo,
notas del alma!
Yo conozco una virgen hechicera
que llora y sufre, y que cual yo sombríos
mira los cielos de su suerte austera;
para ella quiero un lauro y una palma…
para ella sois vosotros, cantos míos,
notas del alma!
II
Al vuelo, al vuelo, cual fugaz centella
que viva luce y rápida perece;
así en el mundo, el gozo y la querella,
el amor y el placer, la gloria bella,
todo, un momento brilla y desaparece…
¿A qué, pues, almas entre cieno y lodo
amontonar riquezas con anhelo,
cuando aquí siempre, siempre se va todo,
al vuelo al vuelo?
¿Qué debemos amar? Y bien, amemos,
puesto que amando a Dios obedecemos;
pero al hacerlo, no ofendáis al cielo,
no juréis que eternal es vuestra llama
que aquí, en la tierra solamente se ama,
al vuelo al vuelo.
(En El Progresista del 10-05-1887)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
(*) Bajo el título indebido de Notas del alma, la edición de la Sociedad copió sólo el primer rondel; cuando
en realidad el título original ha sido Rondeles, y en su interior existen dos rondeles (Sociedad p. 204).
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UNA CARTA DE ELLA
Desde esta tierra siempre silenciosa
en la que yazgo enferma y desgraciada,
irá hasta ti volando venturosa
esta carta en mis lágrimas bañada.
«Ella es el ¡ay! De un pecho que ha perdido
toda su calma y toda su inocencia,
y que hoy en medio de un profundo olvido
ve agonizar la luz de su existencia».
«Ella es mi adiós. Sobre mi helada frente
se cierne ya la muerte maldecida…
¡Ah! Que triste es morir, cuando se siente
tanta vida en el alma, tanta vida».
«Tú me enseñaste a amar! Tú entre mi seno
vertiste, impío, la primera gota
de ese infernal y matador veneno
que hoy poco a poco mi existencia agota».
«Tú me hiciste, con loco arrobamiento
en soñar mundos de paz y de ternura,
me hiciste apetecer dichas sin cuento,
y amar la gloria, la luz y la hermosura».
«¡Oh! Yo al verte, te adoré y cómo llega
atraido hacia el mar el arroyuelo,
llegué hasta ti precipitada y ciega,
y ciega te conté mi amante anhelo».
«Y te llamé mi Dios! Y triste y loca
puse a tus pies mi orgullo y mi conciencia,
uní mis labios con tu ardiente boca,
y mi razón fue tuya sin violencia;
«¡Sí, yo te amé! Te amé con todo el fuego
de un corazón y una alma de quince años;
mas tú al olvido me entregaste luego
haciéndome llorar mil desengaños».
«¡Oh! Yo he sufrido mucho… ¡Cuántas veces
la tibia claridad de la mañana
me sorprendió llorando tus dobleces
en el frío alfeizar de mi ventana!»
«Y ¡cuántas veces! ¡ay! Con santo anhelo
buscando alivio a mi dolor vehemente,
he levantado la mirada al cielo,
y lo he visto a mi mal indiferente.
«Pero ¿a qué recordarte mis pesares,
cuando yo sé que nunca la amargura
comprenderán las almas que en los mares
navegan del placer y la ventura?»
Reymundo Hualpa Condori
«¡Solo un favor por compasión te pido!
Si alguna vez visitas la morada
de esta mujer que tanto te ha querido;
ve a rezar en su tumba abandonada».
«¿Me lo prometes? De tu fe lo espero,
y en tu piadoso corazón confío…
¡Ay! Tú no sabes cómo te prefiero,
y como te idolatro a pesar mío»
«Sí, yo te adoro! Y si hoy que dejo el mundo
resbala por mi faz el triste llanto,
es porque sufro el torcedor profundo
de abandonarte, cuando te amo tanto»
«Mas ya la muerte fría y silenciosa
va a separarnos con un mar de hielo…
¡Tú te quedas aquí, yo, más dichosa
voy a morar los carmenes del cielo!»
«¡Adiós! Si alguna vez arrepentido
llegas a comprender cuánto te he amado
y por mi sufres como yo he sufrido,
¡perdona a la que ya te ha perdonado!»
(En El Progresista del 21-05-1887)
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RONDEL
¡Oh, Poesía! Luz esplendorosa
que encantas mi razón desencantada;
tú, eres la virgen de pupila hermosa
que en mis ensueños de color de rosa
me arrulla con la voz y la mirada
Yo que si llora el mundo también lloro,
y si ríe me enfermo de alegría;
yo te comprendo y como a Dios te adoro,
¡Oh, Poesía!
Ya en vano cruel, con insensato anhelo
quiere la envidia avasallar tu vuelo
y al triste olvido condenarte, impía:
¡Todo lo vences tú, que siempre hermosa
te elevas sobre el mundo majestuosa,
¡Oh, Poesía!
(De «El Ateneo de Santiago)
(En El Progresista del 13-06-1887)
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MADRIGAL
Como adora la dulce tortolilla
la verde rama que la vio nacer;
como adora la luna los espacios
y el corazón la fe,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
así, soñando mundos de ventura
y cielos de inocencia y de candor,
así, con toda el alma, hermosa mía,
¡así te adoro yo!
(En El Progresista del 01-07-1887)
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LAS ONDINAS
(A Enrique G. Hurtado)
Las olas sobre la playa
se quiebran una por una,
mientras que la blanca luna
vierte en ella su esplendor,
alumbrando tenuemente
a un doncel acongojado
que en la arena recostado
duerme o medita en su amor.
Hermosísimas Ondinas,
en blancos velos envueltas,
de pronto surgen esbeltas
de entre las ondas del mar,
y acercándose al mancebo
que juzgan allí dormido,
con ánimo enternecido
empiézanlo a acariciar.
Una sobre él dulcemente
se inclina, y entusiasmada
recoge su porta espada,
y las plumas de su airón;
atrás sus manos de nácar
pone sobre el caballero,
y desnudando su acero
lo contempla con pasión.
La tercera, suspirando
entorna sus verdes ojos,
y luego sus labios rojos
pone en los de él con candor;
otra llora, y luego dice
con tono dulce y sincero:
“¡Oh gallardo caballero
quisiera tener tu amor!”
Vacilante otra se llega,
y canta al son de las olas
melodiosas barcarolas
de dulcísimo placer;
otra danza en torno suyo
con paso gracioso y leve,
y otra su frente de nieve
apoya en la del doncel.
En tanto el joven que ha visto
cuan inmensa es su ventura,
astutamente procura
no alzarse ni aun pestañar…
Y a los rayos de la luna,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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en las playas silenciosas,
por las Ondinas hermosas
se deja así acariciar…
(En El Progresista del 18-08-1887)
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EL BESO
Con candoroso embeleso
y rebosando alegría
me pides, morena mía,
que te diga qué es un beso?
Un beso es el eco suave
de un canto, que más que canto
es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.
Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.
Un beso es… ¡No seas loca!
¿Por qué me preguntas eso?
Junta tu boca a mi boca,
y verás lo que es un beso!
(Algo mío, p. 95)
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LIED
(De El Escolar)
Escucha: yo no me quejo
aunque el pesar y el amor
hagan que el despedazado
se me salte el corazón.
¡Ay! Y en vano tus diamantes
centellean como el sol,
cuando no lanzan en tu alma
ni el más leve resplandor;
Sí, no alumbran tu alma oscura…
y tu negro corazón,
entre sierpes escondido
se retuerce con horror.
Por eso tú sonriendo
mereces más compasión,
que yo, que lloro y suspiro
y agonizo de dolor.
(En El Progresista del 22-08-1887)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
RONDELES
I
¿Por qué te vas, si sabes que a tu lado
tan solo encuentro bienhechora calma;
si sabes que por ti soy desdichado
que tu rostro en mi pecho está grabado
y que a más eres el alma de mi alma?
Único anhelo de mi alma inquieta,
lirio del valle, luz que en mi solaz
alumbras mis ensueños de poeta,
¿por qué te vas?
Si mi vida sin ti no será vida
sino una estéril nada maldecida;
si eres mi amor, mi dicha y mi tesoro
y te idolatro con pasión tenaz,
imagen pura de mis sueños de oro,
¿por qué te vas?
II
¡Adiós, adiós! Ya nunca de tus ojos
volveré a ver la luz deslumbradora;
ya nunca calmaranse mis enojos
con las sonrisas de tus labios rojos,
ni besaré tu frente soñadora.
Blanca paloma de ideal belleza,
que del valle natal vuelas en pos
dejando tras de ti llanto y tristeza,
adiós, adiós!
¡Ah! Que triste es de la persona amada
separar nuestra vista desolada
al cruel impulso de la ausencia atroz,
y decirle al partir en el oído
con una voz sin voz y sin sonido:
adiós, adiós!
(En El Progresista del 05-09-1887)
El poema contiene dos rondeles, de quince versos cada uno, divididos en tres estancias. En los
versos 9 y 15 se reitera, como estribillo, la palabra o frase con que se inicia el primero.
En la edición de la Casa de la Cultura, anota que el título del poema es A mi amada, siendo el título
original Rondeles (p. 158).
En El Perú Ilustrado se transcribe únicamente el segundo rondel. Lleva por título Rondel y está
fechado en Tacna, 1886. (03-11-1888).
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VIGIL
(Leída por su autor el día 14 de setiembre en la inauguración del busto del egregio tacneño doctor
Francisco de Paula González Vigil).
I
¡Pensador inmortal! Astro gigante
que con destellos de sublime gloria
te elevas sobre el mundo fulgurante,
enalteciendo la sagrada historia,
permite que atrevido me levante
para admirar tu fama y tu memoria,
y decirte ¡Salud! Haciendo coro
de los tacneños el clamor sonoro
II
Reymundo Hualpa Condori
Permite ¡oh! Sí, permite que mi labio
recuerde con acento asaz robusto,
con tus proezas ínclitas de sabio,
tus hazañas sublimes de hombre justo.
Que si bajo tu aliento con agravio
cayó humillado el fanatismo adusto,
en cambio a tu clamor resucitaron
las virtudes, y al cielo se elevaron
III
Socorrer y amparar al desvalido
fue tu constante y venturoso anhelo,
y en ti halló siempre el huérfano afligido
blando refugio y perennal consuelo.
Tú diste al ignorante enceguecido
la luz de tu enseñanza, con desvelo,
y pues tan grandes fueron tus preseas,
¡Oh, Vigil inmortal, bendito seas!
IV
¡Ah! ¿quién cual tú, soldado de la idea,
se levantó potente y animoso,
para luchar en desigual pelea,
contra el error y fanatismo odioso?
¿Y quién cuál tú, la centellante tea
de la verdad y el genio luminoso
levantó en fin, oh, sabio sin segundo,
para alumbrar y aún deslumbrar el mundo!
V
Tu fuiste siempre con cabal derecho
el protector del bien y del talento,
y en tu grande alma y en tu noble pecho
nunca la envidia colocó su asiento
y tú, juzgando todo el orbe estrecho
para tener tu inmenso pensamiento,
te alzaste al cielo cual sublime llama
y allí estás tú, y aquí, tu eterna fama
VI
Y ved, un pueblo, un noble pueblo entero
viene hoy honrando la presente historia,
a levantar unánime y sincero
un monumento a tu sin par memoria.
Y ese pueblo, es tu pueblo; él, sí, el primero
en ensalzar tu renombrada gloria,
como el primero en el combate augusto,
como el primero en todo lo que es justo.
VII
¡Ah! Yo recuerdo siempre enternecido
que hubo un tiempo feliz y venturoso
en que a la sombra del pendón querido
te levantabas, pueblo poderoso.
La Libertad entonces al oído
te cantaba el acento melodioso,
al par de endechas de sublime gloria,
himnos de paz, de amor y de victoria.
VIII
Mas llegó un día ¡inolvidable día!...
La voz aterradora de la guerra
apagó aquellos himnos de alegría…
Tembló en sus bases de terror la tierra…
Se oyeron voces de espanto y de agonía
desde el confín del mar hasta la sierra…
Todo fue confusión en nuestros lares
y al fin quedamos sin patria y sin hogares
IX
- 29 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Tacna del corazón… ¡Madre adorada!
que gimes bajo el yugo silenciosa,
no te muestres así desesperada
ante la vista del tirano odiosa
¡Mira, ahí está tu fama inmaculada! (1)
¡Ahí tu gloria como el sol radiosa!
Y aquí ensalzando el genio refulgente,
tu mañana bendito y prepotente.
(1) Se alude al monumento.
(En El Progresista del 28-09-1887)
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HOJAS
(A Oliza)
I
He soñado, mi hermosa,
que lejos de este mundo de dolor,
en una misma y solitaria fosa
dormíamos tú y yo…
Y ¡ay, Dios! Cuánto he gemido,
de ese dulce letargo al despertar,
viendo que sólo un sueño había sido,
¡tanta felicidad!
II
Asidos de las manos, por la margen
avanzaremos de ese lago azul,
hasta que el genio de la triste noche
cubra los cielos con su negro tul.
Y después, reclinados sobre el césped,
y entre tan dulce y celestial quietud,
con los labios unidos, pensaremos:
tú en olvidarme, y yo en el ataúd…
(En El Progresista del 20-10-1887)
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RONDEL
(Forget me not)
No te olvides de mi. Yo en mi memoria
guardaré fiel, tu imagen bendecida
con la constancia que la augusta historia
guarda los hechos de heroísmo y gloria
a través de los siglos y la vida.
Por los instantes de placer cumplido
que extasiado pasé junto de ti,
por nuestro amor, por Dios, ángel querido,
no te olvides de mi.
Mientras dorando el campo y la pradera
prosiga el sol su sideral carrera
por el tendido espacio de turquí;
mientras la fe con tu alma vaya unida
y vida tenga tu vida en la vida,
- 30 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
no te olvides de mi.
(En El Progresista del 10-11-1887)
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TRISTEZAS INFANTILES
(Cuadro de género)
ANGELITA, lectoras hechiceras,
es una niña que por nada peca
y que aunque cuenta cinco primaveras,
tiene ya una hija… digo, una muñeca.
Una muñeca por demás hermosa,
por demás dulce, cándida y querida;
una muñeca que habla y que solloza,
que dice «madre» y se hace la dormida.
Ayer, cansada de jugar con ella,
entró Angelita en mi aposento estrecho
y fingiendo traviesa una querella,
así me habló, juntándose a mi pecho:
-»Oye, amiguito, sabes por qué peno?
mi hija Rosa se ha puesto muy enferma,
y quisiera que tú, que eres tan bueno,
vinieras a decirle que se duerma».
«A mi –agregó golpeando desolada
su piececito contra el duro suelo,
ya no me quiere, ni oye la malvada,
por más que lloro, sufro y me desvelo».
«¿Qué tendrá? ¿Por qué dime, me provoca
y hace que llore con angustia y pena?
¡Ay! Yo no quiero que esté así, tan loca;
ven a decirle que se vuelva buena!»
Y con sus manos blancas como el día
de mi tiraba en cándido embeleso,
diciéndome, por ver si la seguía:
«Mira, Juan, si no vienes, no te beso».
Yo entre tanto, mirando su amargura
y sus penas de madre pequeñita,
bendecía entre mi tanta ternura
unida a tanta candidez bendita.
¡Ah! ¡Inocencia! ¡Inocencia! ¿Por qué, dime
siendo tan bella como lo es tu nombre,
tan pronto apagas tu esplendor sublime
sobre la frente pálida del hombre?
¡Ah! ¡Inocencia! Yo un día no muy lejano,
viví también contigo satisfecho,
mas vino el tiempo y con furor tirano
te apartó para siempre de mi pecho.
Por eso al ver ahora la ventura
de este querube que habla y que retoza:
lloro al pensar que un día la amargura
- 31 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 32 -
quizás empañe su conciencia hermosa.
¡Oh, Angelita! ¡Oh, mi bien! ¡Oh, hermana mía!
alma de arcángel que por nada peca,
¡Quiera Dios que jamás la pena impía
te haga olvidar tu amor a esa muñeca!
(En El Progresista del 12-12-1887)
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MEDITACIÓN
¿A qué llorar la suerte y sus horrores
ni gemir de la angustia bajo el yugo,
si nadie ha de escuchar nuestros clamores
si el mundo para el alma es un verdugo?
La vida es un combate al que se lanza
el hombre a perecer con furia horrenda
llevando por escudo la esperanza,
¡Escudo que se pierde en la contienda!
¿Qué gana, pues, el alma enloquecida
que busca un lauro que su sien regale,
si todo en el combate de la vida
nada le ha de valer, nada le vale?
Al grande, al chico, al mísero y al fuerte,
tanto al vasallo como al rey que pasa,
la espada vengadora de la suerte,
¡a todos hiere, a todos despedaza!
La amistad es un velo con que el hombre
cubre su triste desnudez sombría
y del que muchas veces, sin que asombre,
se sirve el interés y la falsía.
¡Ah! En este mundo donde el mal impera
y donde el bien en un rincón suspira,
es la gloria una frívola quimera,
y el amor y el placer una mentira.
¡Quién pudiera, Dios mío, grande y fuerte
desafiar las iras mundanales
y hallar tras de las sombras de la muerte,
la luz de las venturas inmortales!
¡Y quién pudiera hollando esta existencia
en que todos los goces son inciertos,
arrojar en el lodo la conciencia
y vivir sin pensar como los muertos!
¡El pensamiento! Cóndor que la esfera
atraviesa veloz e inaudito
anhelando encontrar en su carrera
lo imposible, y lo eterno y lo infinito
¡El pensamiento! Océano borrascoso
que se agita en el alma y que la humilla
y que a veces intenta poderoso
romper el dique de su estrecha orilla
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¡El pensamiento! ¿y para qué pensamos,
si este nos causa sin igual delirio
si así hasta el bien con aversión miramos,
si vivir y pensar es un martirio?
¡Ah! La vida es un combate al que se lanza
el hombre a perecer con furia horrenda
llevando por escudo la esperanza,
¡escudo que se pierde en la contienda!
Luchemos, pues, y si luchando rudo
alguno siente el corazón herido,
carga «cual gladiador sobre su escudo»
sin lanzar una queja, ni un gemido…
(En El Progresista del 14-01-1888)
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ADELFAS
(Para El Progresista)
V
Podrán hacer los impíos
que nunca tu rostro mire,
desplegando entre nosotros
de la ausencia el velo horrible;
podrán ¡ay! en contra mía
mil falsedades decirte,
y podrán despedazarme
y herir mi pecho al herirte:
pero hacer que yo no te ame,
pero hacer que yo te olvide,
pero hacer que se separen
nuestras almas juveniles,
eso, diles a los necios
que de tal modo te oprimen,
eso diles que no sueñen
porque eso es muy imposible!
IX
Apiádate, mujer, de mis martirios,
seca mi llanto, calma mis desdichas,
mírame con ternura una vez sola
y te daré mis glorias y mi lira…
Apiádate, mujer, de mis martirios,
dime que me amas, que eres toda mía,
bésame con ternura una vez sola
y te daré mis glorias y mi vida:
X
Muchas veces sentado en mi aposento
me he puesto a meditar
qué clase de castigo te daría
si alguna vez llegárasme a olvidar.
Y después de pensar en el desprecio,
en el odio, en la burla, en el puñal,
he visto, al fin, que no hay sobre la tierra
castigo digno para culpa tal…
XIII
¡Sé tu traición, -le dije- y te maldigo!
jurando que me pesa haberte amado…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
y al acabar de hablarle, hice un esfuerzo
intentando alejarme de su lado…
Pero ¡ay! ¡todo fue inútil! Mis pupilas
brillaron inundadas por el llanto,
y lanzando su nombre en un gemido,
rodé bajo sus pies, inanimado.
(En El Progresista del 10-03-1888)
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RONDEL
A mi amigo M. Federico Ríos
(Para El Progresista)
¡Amor, amor! Visión encantadora
por quien el hombre sin cesar delira,
tú eres la maga que con voz sonora
a veces canta y casi siempre llora
entre las cuerdas de mi pobre lira.
Yo, que la vida paso sin consuelo,
yo, que me ahogo en medio del dolor,
yo te reclamo, emanación del cielo,
¡Amor, amor!
Por ti sueña el artista con laureles,
por ti las aves llenen los vergeles
con himnos de ventura o de dolor;
por ti hay bellezas en el mar profundo…
por ti hay mujeres; por ti existe el mundo,
¡Amor, amor!
(En El Progresista del 01-04-1888)
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SAFO
(Para El Progresista)
Sobre el peñón soberbio y majestuoso
que junto al mar inmenso se levanta,
Safo, la musa del Parnaso griego,
Su fe perdida y sus dolores canta.
¡Oídla, bardos! En consorcio alado
que hasta el empíreo elévase, sonoro
brotan de su arpa celestial y augusta
notas que vibran como rayos de oro.
¿Qué mal inmenso le ha enfermado el alma?
¿Por qué suspira sollozando a solas,
mientras sus ojos vagan distraídos
sobre las blancas crestas de las olas?
¡Ah, vedla, vedla! Sobre su ancha frente
que como un sol de fuego reverbera,
cruzan las sombras de un dolor oculto
como cruzan las nubes por la esfera.
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 35 -
La gloria que otro tiempo buscó ansiosa
ya no conmueve su alma indiferente,
que hoy otra gloria su cerebro llena,
¡La ley de dormir tranquila eternamente!
Duda y padece atroces desengaños
que el pecho poco a poco le han roído.
¡Si ella olvidar pudiera! Mas ¿quién sabe
dónde la fuente se halla del olvido?
La muerte ¡ay, sí! La muerte solamente
apagará el infierno de sus penas,
por eso canta ahora como el cisne
que siente huir la vida de sus venas.
¡Ah! ¿no la veis? ¿no veis cómo se acerca
hacia el abismo, pérfido y maldito,
llevada por la sed devoradora
de conocer la luz de lo infinito?
¡Tenedla por piedad! Mas ¡ay! Ya es tarde.
Sobre el peñón soberbio que el mar riega,
solo se ve, desamparada y muda,
el arpa de oro de la musa griega.
(En El Progresista del 20-04-1888)
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LOCA…
(Poema)
(A mi amigo el ilustre poeta peruano don Modesto Molina)
Elle était de ce monde, ou plus belles cheses
ant le pire destin, et rose, elle a vicu ce que vivent les rose
l„ espace d„un matin… (Matherbe)
I
En un valle profundo
circundando por bosques de verduras
hay un pueblito que ha olvidado el mundo,
pero en el cual la pródiga natura
ha derramado toda su hermosura.
Allí es azul eternamente el cielo;
allí hay tupiales de vistosa pluma
y allí entre copos de hervidora espuma
se ve nacer un límpido arroyuelo,
el que después torrente,
recorre murmurando el ancho valle
y fecundiza una florida fuente.
¡Ah! Cuánta paz y encantos seductores
ve el corazón sumiso
que huye del mundo impío y sus errores
en aquel apartado paraíso.
Cuando sobre ese suelo
tibia la aurora su esplendor derrama
para igualar la Tierra con el Cielo,
¡Es tan sublime y bello el panorama
que en aquel lugar presenta a nuestros ojos,
que al contemplarlo el alma se conmueve
y cayendo de hinojos
deja que al cielo la oración se eleve.
Chopos y limoneros
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
allí levantan en unión vistosa,
sus cimbradoras copas a porfía
y allí, junto a la humilde peonía,
crece la altiva y elegante rosa.
Luego, prestando a la tranquila fuente
ancha franja florida,
rastrean por su margen levemente
juncos, geranios, lilas y violetas,
semejando una alfombra entretejida
para prestar descanso sosegado
al labrador, que al fin de su faena,
sestea allí sin pena
su cuerpo, aunque robusto, fatigado
II
Envuelto en blancas y flotantes galas
que más que encubren, muestran un tesoro
de espiritual belleza,
y el pelo rubio, como un manto de oro,
cayendo suelto desde su cabeza
hasta envolver su talle,
una doncella aún en los albores
de la infancia feliz, -recorre el valle
buscando nidos y cogiendo flores.
¡Cuán hermosa es! Miradla, en su alta frente
más blanca que los lirios de la fuente,
brilla el candor espiritual de su alma;
su boca es un clavel recién nacido,
y su talle brevísimo, una palma
por lo esbelto y erguido.
Sus grandes ojos verdes y lucientes
dicen que su alma hermosa es un tesoro,
y semejan si miran complacientes
bajo el dosel de sus pestañas rubias,
dos esmeraldas en un broche de oro.
En sus mejillas como siempre, bellas,
impreso se halla el sufrimiento aleve,
y es tal la palidez de oculto duelo
que se contempla en ellas,
que hechas parecen de marfil y nieve,
de jazmín, de alabastro y terciopelo.
¡Cuán hermosa es! Miradla, como una hada
por el bosque cantando, se desliza
sin rumbo fijo mi intención marcada,
y ora en sus labios juega una sonrisa,
ora una queja triste y desolada…
Y así, uniendo la risa con el llanto
y la alegre canción con los clamores,
recorre el ancho valle
buscando nidos y cogiendo flores.
III
Era una tarde. El sol en occidente
como un inmenso cóndor de alas de oro
y cráneo refulgente,
hundía tras el risco
su centellante y luminoso disco.
Todo era calma en derredor. Las flores
cerraban de la brisa a los rumores
sus delicados broches encendidos,
mientras que revolando placenteras
las aves agoreras
buscaban en los árboles sus nidos.
En la frondosa orilla de la fuente
- 36 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Blanca y Fernando, la gentil pareja
de jóvenes amantes,
está sentada por la vez postrera;
él va a partir a climas muy distantes,
y ella, que triste eternizar quisiera
aún con su propia vida los instantes,
lo mira triste, y llora y desespera…
¡Ah! ¡Vedla! Vedla… con el rostro hermoso
blandamente caído sobre el pecho
jura a su amante que la escucha ansioso
y en lágrimas deshecho,
serle fiel y constante hasta la muerte.
¡Oh! ¿Qué dolor, por grande, se compara
al que se siente, cuando el sino triste
del ser que idolatramos nos separa?
Entonces se maldice cuanto existe,
el alma en mudas quejas se desata,
y el corazón se torna en un tirano
que con odio inhumano
impíamente y sin piedad nos mata.
-¿Me olvidarás, Fernando? –de repente
Blanca pregunta a su adorado amante
con inquietud funesta;
y él, con la voz vibrante
y estrechándola tierno entre sus brazos.
-¡Nunca! ¡Nunca! Llorando le contesta.
-Pues, bien, -ella prosigue- tú tampoco
te apartarás de mi alma y mi memoria,
y esta florida fuente,
testigo fiel de nuestra corta historia,
será desde hoy la sola confidente
de todas mis tristezas y amarguras.
Y ella, agrega después enternecida,
me verá desde ahora
venir a cada instante
a su margen florida
a lamentar tu ausencia matadora.
Aquí un sollozo amargo y delirante
paralizó su acento dolorido,
sus ojos se cerraron suavemente,
quisóse alzar, -palideció su frente
y lanzando un gemido
«como el arrullo de la rima, blando;
se doblegó en sí misma y rayó inerte,
sin habla ni sentido
en los amantes brazos de Fernando.
IV
¡Qué triste es ver partir de nuestro lado
al ser idolatrado
que fue nuestra ventura sobre el mundo,
y vivir esperando y esperando
días mejores que no llegan nunca.
¡Ay! entonces la vida es un martirio,
el desencanto, la esperanza trunca
y el afán de morir se hace un delirio
que se encarna en el alma con anhelo
en él haciendo que veamos todos
universos de paz y de consuelo.
Partió Fernando, y su constante Blanca
esperó con el pecho acongojado
por largos meses su feliz regreso:
Fernando no volvía al valle amado,
Fernando no volvía…
- 37 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
En vano, pues, al declinar el día
el labrador del bosque la miraba
escalar con trabajo el alto monte,
y allí estar largo tiempo silenciosa
con la mirada ansiosa
perdida en el confín del horizonte.
En vano llenas de piedad sincera
sus amigas, las lindas moradoras
de aquella hermosa selva placentera,
frases consoladoras
le prodigaban siempre con ternura:
nada para ella en su dolor profundo
calmada su amargura,
porque ella estaba con el alma herida,
y estas heridas, para el mal del mundo,
nunca tuvieron en el mundo cura.
V
Y un tiempo pasó así. Y una mañana
de la triste estación en que la selva
sacude perezosa
el que fue manto de esmeralda y grana,
y en que la esfera azul y luminosa
de pardas nubes vístese lejana.
Blanca, la niña de los verdes ojos
y talle esbelto que al amor provoca,
supo, por fin, desesperada y loca
que su gentil amado,
aquel Fernando a quien el alma diera
y su inocencia le entregara un día,
su amor pagaba con traición artera
y su fe con odiosa alevosía…
¡Ah! Vosotros los seres infelices
que gemís y lloráis llenos de pena
sin que una mano cariñosa y buena
enjuagué vuestras lágrimas sombrías;
vosotros, que habéis visto desgraciados,
tornarse vuestras santas alegrías
en pálidos despojos
y maldecís la fuerza la fuerza de los hados
y llorar anheláis, y vuestros ojos
secos por el dolor y por el sufrimiento
ni una lágrima vierten que consuele
vuestro infinito y sin igual tormento;
vosotros, ¡ay! Vosotros solamente
comprenderéis la pena matadora
y la amargura que en aquel momento
se apoderó del alma soñadora
de Blanca, ayer tan bella y seductora.
Y sin embargo, nada… ni un reproche,
ni una queja de duelo ni de agravio
entreabrir hizo el purpurino broche
de su menudo labio:
pero ¿cómo también se quejaría?
¿con qué palabras demostrar su pena?
Cuando un dolor inmenso el alma llora
e invade la conciencia y la avasalla,
el alma muere, pero el pecho calla.
Y así pasó con la infelice Blanca;
su pecho no gimió, mas su alma pura
al sepulcro cayó de muerte herida,
con la muerte feroz de la locura…
Y vedla… envuelta en blancas vestiduras
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
que más que encubren, muestran un dechado
de encantos seductores,
pasar ligera por el verde prado
buscando nidos y cogiendo flores.
¡Qué hermosa está! ¡Ligera y sonriente!
Ahora corre por el bosque umbrío
deteniendo su marcha de repente
a orillas de la fuente,
para volver después con nuevo brío
a vagar indecisa
sin destino, sin rumbo, sin objeto,
como un día Eloísa
en el bello jardín de Paracleto.
Y débil, tenebrosa y sin aliento,
su dolor infinito sofocando,
se escucha de su labio este lamento:
-¡Fernando de mi vida, mi Fernando!
VI
¡Blanca infeliz! Para matar su duelo
que no haya más testigos que las flores,
pone por juez al cielo
de todos sus martirios matadores;
y ¡ay, pobre loca! Cuando a alguna amiga
de su infancia feliz halla al acaso
en sus paseos por el verde bosque,
detiene ella su paso,
la contempla con íntima ternura,
y después de besarla sollozando,
vuelve a escapar riendo a la espesura,
¡Fernando! Como siempre en su locura,
¡Fernando de mi vida! Murmurando…
.............................
Las gentes del lugar que la lloraron,
cuentan pensando en ese ser divino,
que un día que las aves no cantaron,
¡ay! de Blanca, el cadáver encontraron
al borde solitario del camino…
(En El Progresista del 05-05-1888)
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AMAR ES SUFRIR
(Balada)
(Para El Progresista)
I
PASTORCILLA de ojos claros
y sincero corazón,
dime -¿dónde te encaminas
tan alegre y tan veloz?
-¿Quieres, noble caballero,
que te diga a dónde voy?
Pues, escucha y no te asombres:
-¡Voy al reino del amor!
Así dijo la doncella
de sincero corazón,
cuando apenas despuntaba
en oriente el ígneo sol,
Así dijo, y entonando
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 40 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
dulcemente una canción,
partió al punto placentera,
a los reinos del amor.
II
Triste, pálida y llorosa
a la niña he visto hoy,
al instante en que iba a hundirse
en ocaso el ígneo sol.
Y al decirle -¿de dó vienes
con tal pena y aflicción?
Sollozando ella me ha dicho:
-¡De los reinos del amor!
(En El Progresista del 22-05-1888)
El mismo poema es publicado en El Perú Ilustrado, bajo el título de Balada. Está fechada en
Tacna, 1888. (23-06-1888).
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DESDE EL CAUTIVERIO
(Estrofas leídas por su autor en la actuación solemne celebrada por el «Círculo Literario Vigil» y la
Sociedad de Socorros Mutuos «El Porvenir» el 28 de julio de 1888, en conmemoración del 67º aniversario
de nuestra independencia)
I
La Patria es un altar augusto y santo
que son sublime encanto
lleva todo hombre dentro del alma oculto,
y al cual es ley que a todos porfía
le rindamos hoy día
el más ferviente y cariñoso culto.
II
¡Pobres cautivos, llenos de aflicciones!
De nuestros corazones
no brotará ni un canto de alegría;
pero ¡ay! En cambio, tiernos y prolijos,
juraremos tus hijos
morir o redimirte, Patria mía!
III
Morir o redimirte, sí! Que el yugo
del pérfido verdugo
que nos oprime con tenaz cinismo,
no podrá nunca amortiguar la llama
que en nuestro ser derrama
el noble y sacrosanto patriotismo.
IV
¡Cómo cambian los pueblos con la guerra!
Ayer era esta tierra
un jardín con las galas del misterio;
y ahora… ¡vedla! Llena de despojos
semeja a nuestros ojos
un desolado y triste cementerio
V
Ayer, henchidos de orgullo y de alegría
en este hermoso día
oíamos nuestro himno por doquiera…
Hoy…? ¡Escuchad! Ese himno ha roto el viento;
pero ¡ay! Con el acento
de una alma que se queja y desespera.
VI
¡Ah! ¿En dónde están, oh Patria, tus grandezas?
¿En dónde tus riquezas
Reymundo Hualpa Condori
que asombro fueron de la edad pasada?
¿Qué se han hecho tus naves? ¿Qué tus fieros
y clásicos guerreros
que libertad te dieron con su espada?
VII
Como caen del cierzo a los rigores
las hojas y las flores
de la fecunda primavera hermosa,
así, bajo el alfanje negro y frío
del invasor impío,
han caído esas glorias a la fosa.
VIII
Y hoy, con la vista que el dolor altera,
miramos por doquiera
seres que llaman y que nadie escucha…
¡Madres que lloran con los ojos fijos
y buscan a sus hijos
muertos ayer en la sangrienta lucha!
IX
Y ¿por qué tal horror? Es porque un día
con bárbara osadía
se quiso victimar nuestros derechos,
y nosotros, rugientes cual los mares,
cercamos nuestros lares
poniendo por murallas nuestros pechos
X
Es porque ayer ¡Oh Patria! Tus soldados
luchando denodados
hicieron ver a todas las naciones,
que el invasor que pise nuestro suelo,
tiene antes, en su anhelo,
que pisarnos también los corazones.
XI
¡Ah! ¡Peruanos! Vosotros, que las venas
sentís de fuego llenas
ante esta suerte lúgubre y tirana,
no os dobleguéis como el flexible lirio
al peso del martirio
y esperad con valor en el mañana
XII
Y, vosotras, matronas desgraciadas,
que tristes y enlutadas
recorréis vacilantes este suelo,
alzad fervientes vuestros dulces ojos
y postradas de hinojos
por nuestra redención rogad al cielo.
XIII
Mas ¿Cuánto tiempo, oh, Patria, todavía,
pasará hasta que el día
nos llegue de esa dicha y de esa gloria?
¿Cuándo, por fin, en nuestra Tacna austera
veremos la bandera
que en Junín nos condujo a la victoria?
XIV
Cuando, cansados ya de tantas penas
rompamos las cadenas
que tienen nuestra frente avergonzada
y alzándonos con fuerzas, que tendremos,
«¡Somos libres!» gritemos
con la voz, con la idea y con la espada!
Tacna, 28 de julio de 1888
(En El Perú Ilustrado del 25-08-1888)
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- 41 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
A LA POESÍA
A mi colega y amigo Zenón Ramírez.
¡Poesía inmortal! Germen fecundo
de inspiración, de gloria y de enseñanza,
tú, como Dios, estás en todo el mundo;
tú, como Dios, das vida y esperanza.
¡Poesía inmortal! ¿Quién tu alto vuelo
tener podrá ni apagará tus voces,
si hay en tu pecho, grande como el cielo,
la fuerza ciclópea de los dioses?
En vano el odio y el error insano
te provocan con ímpetu altanero;
bajo el impulso regio de tu mano
dobla su frente el universo entero.
¡Tu poder es inmenso! En tu mirada
llevas escrita tu suprema gloria,
y en la historia del mundo, por ti honrada,
no hay historia más grande que tu historia.
¡Yo te venero! Al pie de tus altares
he puesto toda la existencia mía,
y aunque sé que no escuchas mis cantares,
te canto como a Dios ¡Oh, Poesía!
Por ti me siento poderoso y fuerte
y con valor bastante y entereza,
para hollar los decretos de la suerte
y ser eterno como tú en grandeza
Por ti he soñado coronar mis sienes
con lauros que me den lustre y renombre;
por ti he soñado los mayores bienes
que puede el hombre conseguir del hombre.
Para ensalzar tu nombre prepotente,
indignas son mis pobres barcarolas;
a ti te canta el mar eternamente
con las estrofas de sus roncas olas.
Tu origen, hasta ayer desconocido,
me lo ha dicho hoy lo inmenso de tu historia;
tú naciste del soplo bendecido
que lanzó Dios para crear la Gloria.
Tú das consuelos y amistad y cariño
a las conciencias y a las almas blandas…
¡Cuando tú ruegas, ruegas como un niño!
¡Cuando tú mandas, como un Genio mandas!
¿Quién nos dirá la gloria que te abona
y las bellezas con que al orbe encantas?
¡El mar es tu arpa! ¡El sol es tu corona!
Y el mismo Dios te escucha cuando cantas.
Yo sé que el mundo es para ti pequeño
- 42 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 43 -
y que, si desde el cielo te has venido,
es que ni allá cupiste en tu empeño.
¡Tan grandiosa eres! ¡Tan grandiosa has sido!
Los hombres que tu miras, a tu paso,
son otros genios que entran a la historia:
tú ayer sus «Noches» alumbraste al Tasso
y condujiste a Dante hasta la Gloria.
Bajo tus alas de ideal pureza,
Byron impuso al Porvenir su nombre,
Espronceda lloró por su Teresa
y Víctor Hugo se hizo un Dios siendo hombre.
¡Oh, Poesía santa y siempre hermosa!
Deja que el néctar de tu genio libe
aunque después la muerte rencorosa
en sus brazos de hielo me cautive.
¡Yo te amo! Y este amor que a nadie asombre,
fue el que en mi pecho despertó primero;
cuando niño, te quise como un hombre,
hoy, hombre ya, no sé cómo te quiero.
¡Oh, Genio! ¡Ven a mi, templa mi lira!
¡Pon a mi vista todos tus encantos!
y has que este canto que tu amor me inspira,
sea el canto más bello de mis cantos.
Tacna, setiembre de 1888
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A LA ILUSTRE POETISA BOLIVIANA
Adela Zamudio (Soledad)
Después de leer su libro «Ensayos poéticos»
Gloria de una nación que te venera
y bendice tu nombre esclarecido,
al escuchar tus cantos he sentido
latir mi pecho con pasión sincera.
Y aunque jamás la dicha lisonjera
de contemplar tu imagen me ha cabido,
no sé que voz me dice, ángel querido,
que eres cuanto romántica hechicera.
¡Ah! Si algún día, deponiendo su ira,
me conduce la suerte hasta tu suelo
y contemplar tu rostro me es posible,
yo te juro a tus pies romper mi lira
y con mi amor, mis glorias y mi anhelo
tejerte una corona inmarcesible
Tacna, 1888
(En El Perú Ilustrado del 25-08-1888)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
RONDEL
A mi amigo Julio Cesar Valdez, en La Paz
«La juventud su pabellón ondea»
y lleno el corazón de confianza,
se apresta de la vida a la pelea
llevando por escudo la esperanza
y por espada el rayo de la idea!
Es fuente de nobleza y poderío,
es valla de potente excelsitud
alzada en contra del error sombrío,
la juventud .
Se va el placer, se van las ilusiones,
desfallecen sin fe los corazones
y hasta pierde su brillo la virtud;
mas, siempre se conserva en la memoria
una feliz y luminosa historia:
la juventud!
Tacna, 1888
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ESPERA
(Feuiller D‟Automne de Víctor Hugo)
¡Espera, hermosa mía,
por siempre espera, espera
en el mañana incierto
y oscuro porvenir,
y cuando brille el alba
so la celeste esfera,
la plegaria pronta
te encuentre con fe entera,
como lo está en el cielo
tu Dios a bendecir.
Tus faltas, pobre niña,
tus faltas y pecados
son causa de que tengas
marchita así la faz:
tal vez permaneciendo
fielmente arrodillados
cuando hayan sido todos
los buenos perdonados,
por fin, Dios de nosotros
también se acordará!
Tacna, 1888
(En El Progresista del 20-11-1887)
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POR LA PATRIA
(Leída por su autor en el muelle de Arica, un momento antes de embarcar en la cañonera «Lima», los
restos de las víctimas del 26 de mayo y de 07 de junio)
I
Hénos, una vez más, Patria hechicera
al pie de tu bandera
Reymundo Hualpa Condori
lamentando tus penas y tu suerte;
hénos aquí, dolientes y cautivos,
mas siempre, siempre altivos
y dispuestos a honrarte hasta la muerte.
II
Nunca tu acento aquí hemos desoído;
ayer, con un rugido,
nos pediste guerreros denodados,
y nosotros, mirándote ultrajada,
empuñamos la espada
y te dimos leones por soldados.
III
Ayer con voz potente, pero triste,
dad héroes nos dijiste,
que aventajen a aquellos de Ayacucho,
y allí, en la cumbre de ese Morro fiero,
luchó este pueblo entero
¡hasta quemar el último cartucho!
IV
Hoy… volviendo otra vez aquí los ojos,
nos pides los despojos
de estos caudillos de inmortal memoria,
y nosotros, que bien te comprendemos,
aquí te los traemos
cubiertos con los lauros de la gloria.
V
Aquí está, ¡oh, Patria! La legión guerrera
que al pie de tu bandera
desafió el destino, pecho a pecho;
aquí, los hombres que con brazo fuerte
supieron defenderte
esgrimiendo la espada del Derecho.
VI
Aquí están Moore, Blondell y Maldonado;
aquí yace, postrado,
Arias, el mártir de brillante historia;
y aquí, por fin, el valeroso Ugarte,
que, envuelto en tu estandarte,
escaló ayer la cumbre de la Gloria.
VII
Recibe, Patria, entre tu seno ardiente
el sagrado presente
de estas cenizas llenas de nobleza,
que de su germen, puro y fecundante,
como un fénix gigante
renacerá tu gloria y tu grandeza.
VIII
Y ahora, oh restos siempre venera
de los nobles soldados
que lucharon ayer con frente altiva,
dejad que, lleno de dolor sincero,
os dé el adiós postrero,
en nombre de mi madre: la Cautiva.
IX
Adiós, hermanos, que en la lid horrenda
caísteis en ofrenda
de la honra nacional inmaculado;
¡adiós! Al fin en suelo más dichoso
vais a encontrar reposo
bajo la enseñanza de la Patria amada.
X
Adiós, jamás se olvidará aquí, hermanos,
los hechos sobrehumanos
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
que os cupo hacer en nuestro beneficio,
como que siempre se alzará allí, en frente,
ese Morro imponente
que fue el altar de vuestro sacrificio.
XI
A más, nosotros siempre a nuestros hijos
con detalles prolijos
les haremos saber vuestras hazañas;
nosotros a la vez de acariciarles
sabremos inculcarles
el amor a la Patria en las entrañas.
XII
Nosotros le diremos el motivo
por qué ese Morro altivo
nos enseña hoy su cinta ensangrentada,
y por qué, en fin, sobre ese monumento
ya no flamea al viento
el pabellón de nuestra Patria amada.
XIII
Y cada vez, oh, clásicos soldados
seréis más admirados
por vuestra fe y abnegación divina,
pues con el tiempo, que ampliará la Historia
«crecerá vuestra gloria
como la sombra cuando el sol declina».
XIV
Bardos, vosotros que con alma ardiente
y acento prepotente
cantáis los hechos nobles y elevados,
pulsad las arpas como en otros días
y entonad elegías
al recuerdo inmortal de estos soldados.
XV
Madres, las que buscáis con ojos fijos
a vuestros tiernos hijos
en estas páginas llenas de dolores,
hélos aquí, deshechos y sin vida,
mas con la frente erguida
y cubiertos de palmas y de flores.
XVI
¡Hélos aquí! Traed, nobles matronas,
más lauros y coronas
para orlar estas frentes soberanas,
y en lugar de llorar sobre sus pechos,
cantad sus grandes hechos
como hacían las madres espartanas.
XVII
Y vosotros, marinos de la alma honrada,
que en la guerra pasada
combatisteis también por vuestra gloria,
volved ahora a vuestro hogar risueño
llevando en vuestro leño
estas cenizas que honrará la Historia.
XVIII
Volved, hermanos, y a la Patria amante
decidla en el instante
que nunca olvide nuestra triste suerte,
y que aquí estamos solos y cautivos,
mas siempre, siempre altivos
y dispuestos a honrarla hasta la muerte.
(En Las Cenizas de los héroes, 1890)
Erróneamente, desde la edición de la Casa de la Cultura, se consideró como poema a La legión guerrera
(con cinco estrofas); siendo en realidad el poema Por la Patria (de 18 estrofas). La llamada Legión
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
guerrera no es más que una parte de un poema de mayor extensión. Al parecer, tomaron como certera la
versión de Carlos Alberto González Marín, en su Antología histórica de Tacna (1952, p. 93).
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AQUI SE SUFRE Y ...
(Fragmento)
Aquí se sufre y sin cesar se implora
para que el cielo calme nuestras penas,
y de día, y de noche y a toda hora
sólo se escucha ruido de cadenas.
Aquí nunca se ríe... aquí se llora
al ver rojizas y de sangre llenas
-para ejemplo inmortal de los ejemploshasta las mismas gradas de los templos.
Aquí se vive siempre en la agonía,
aquí se ruge... aquí se siente espanto,
y aquí, por fin, en este augusto día,
en vez de preludiar nuestro himno santo
con toda la expansión de la alegría,
hemos venido llenos de quebranto
y de un misterio que nuestra honra ultraja,
a cantarlo escondidos y en voz baja.
(El Deber del 30-07-1891, p. 03)
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MINIATURA
(En un álbum)
Lo que yo necesito Filomena,
para vivir feliz,
no son ni las riquezas ni las glorias
que el vulgo busca con pasión febril.
¡Mi ambición es más grande! Yo deseo
mucho amor, mucha luz,
ver a mi patria grande y poderosa
y tener siempre amigas… ¡como tú!
(En El Perú Ilustrado del 10-09-1892)
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AL PUEBLO
Para Manuel Gonzáles Prada
Yo te he visto una vez, pueblo peruano,
alzarte altivo y lleno de pujanza
y salir, en seguida a la matanza
con la espada de Aníbal en la mano.
Yo te he visto en el Morro soberano
sacrificarte, ayer, sin esperanza,
y caer, en el Campo de la Alianza,
como el antiguo gladiador romano.
Reymundo Hualpa Condori
Yo te he visto, por fin, de día en día,
soportar la miseria y la metralla
sin lanzar una queja de agonía.
Y sin embargo el odio no se acalla
y hay quien te insulta ¡Oh pueblo! Todavía
y te apellida imbécil y canalla.
Tacna, 1892
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AL GRAN AVELINO
Tuerto que atacas como el tigre ata… K,
tuerto que pecas como nadie pe… K,
¿quién pudiera mandarte hasta la Me… K
y no volver a ver tu faz bella… K
¿Quién pudiera sentarte en una esta… K
y, después de escupir tu frente hue… K,
hundirte un dardo en la pupila se… K
y enterrarte, en seguida, en una hua… K
¿Quién pudiera clavarte en una pi… K,
y extraerte la lengua de la bo… K,
y tostarte después, como una yu… K.
¿Quién pudiera, por fin, tuerto mari… K
grabar este epitafio en una ro… K
¡Aquí yace Avelino con su Antu… K!
(En La Voz del Sur del 24-08-1894)
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GOTAS DE RON
(Para Enrique A. Carrillo)
Si queréis ser felices –dijo Mario,
el viejo pescadorhaced, amigos míos, lo que yo hago:
bebed ron, mucho ron.
El que se embriaga, sueña y el que sueña
o pierde la razón,
ve la existencia de color de rosa
y domina el dolor.
Vislumbra, por doquiera, la grandeza;
no cree en la traición,
piensa que la mujer es un arcángel
y que el hombre es un dios.
Vive arrullado por eternas dichas;
jamás siente aflicción,
se ríe de la gloria y la fortuna
y desprecia el amor.
Si queréis, pues, gozar como yo gozo-
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
el viejo concluyó
haced, amigos míos, lo que yo hago
bebed ron, mucho ron.
Un poeta feliz que oyó este brindis
tan raro como atroz,
salió desde un rincón de la taberna
y aplaudió al pescador.
«Patrona» –gritó luego entusiasmado,
golpeando el mostradorPatrona, en cambio de este pobre ochavo
dadme ron, mucho ron
Tacna, 1894
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CORAM POPULO
Para Zegarra Ballón
Y bien –dijo el poeta- oídme todos!
y empuñando la lira con la diestra,
cantó las glorias de su dulce patria
y todos sus martirios y grandezas.
¡Bardos! –gritó con ira- nobles bardos
de esta segunda y clásica Lorena,
cantad al pueblo, que os escucha ansioso,
sus antiguas batallas y proezas.
Cantad con su voz potente y animosa
las glorias de los Gálvez y los Zelas;
no los amores lánguidos y torpes
de románticos mozos y doncellas.
Cantad el patriotismo y la bravura
de aquellos hombres de virtud austera
que tras recio luchar en Ayacucho,
nos dieron libertad e independencia.
Cantad los choques bélicos y augustos
de las contrarias huestes en la arena
y el arrojo viril de los soldados
en medio del fragor de la pelea.
Cantad la sangre, el humo y la metralla
y luego la victoria y sus grandezas…
¡Cantad, poetas, odas horacianas,
y hundid en el olvido a vuestras floridas!
Yo quiero para el pueblo algo sublime,
algo que lo consuele de sus penas;
un poema inmortal, grande, infinito,
superior a la Iliada y a la Eneida!
Yo quiero para el pueblo versos roncos
que recuerden la voz de la tormenta;
estrofas que al nacer arrojen llamas
y que tengan sabor a mieles griegas.
Yo quiero que la Musa que os inspire,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
lejos de ser clorótica o anémica,
tenga hierro prolítico en la sangre
y fósforo, que alumbre, en la cabeza
Yo quiero luz y vida en la palabra,
en la frase verdad; carne en la idea;
no el gongorismo pésimo y oscuro
que usan los vates de cabezas huecas.
¡Qué! ¿No veis, vive Dios, el desaliento
cómo a cundir entre la turba empieza?
Pues combatidlo! –ahí tenéis la lira,
¡vuestra mejor espada de pelea!
¡Hacedla resonar! Id a los templos
y, allí, juntad a la oración sincera
esos cantos que os pido y os reclamo
en nombre de una patria que es la vuestra.
¡Basta de postración y de desidia!
¡Basta de madrigales y de cuclechas!
¡Tomad el arpa de Rouget d’Lisle
y romped a cantar la Marsellesa!
¡Cantad, poetas! Recordad al pueblo
las glorias de los Graus y los Varelas,
y el pueblo se alzará lleno de arrojo
para imitar esas hazañas bellas
¡Cantad! ¡Rugid! Poned a vuestras liras
nervios de acero en cambio de sus cuerdas;
yo quiero que alguien, que mi labio calla,
al oír vuestros cantos se estremezca.
¡Oh, nobles bardos! Levantad la frente
y habladnos de venganzas justicieras…
¡Ved que es preciso que este pueblo apure
el vino del consuelo a copas llenas!
Ved que aquí se padece, que aquí se odia,
que la hora de la lucha al fin se acerca
y que para ella deben estar todos
dispuestos a morir por su bandera.
Calló el poeta… Todos lo aclamaron
y allá, en el Morro de la hazaña excelsa,
se levantó la imagen de la Patria
y le dijo, a su vez: ¡Bendito seas!
Tacna cautiva: 1894
(En Letras de 01-1898)
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INDIANA
India bella, Cori huraña,
ponte tu incuña florida (*)
y en secreta y dulce huida
vámonos a la montaña…
Haremos una cabaña
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
y en ella, chola querida,
será dulce nuestra vida
como la miel de la caña.
De día, iremos sin penas
a buscar flores y nidos
en las riberas amenas,
y de noche, siempre unidos,
tocaremos nuestras quenas
hasta quedarnos dormidos…
(Algo mío, p. 83)
(*) Incuña. Especie de toca de colores que las indias peruanas llevan sobre la cabeza. Las indias siguen sin
vacilar al hombre que las arrebata esta prenda.
El sonetillo apareció por primera vez en la revista Letras de Tacna, bajo el título de En la montaña, esta
fechada en 1895. Tiene como gran titular Sonetitos (nov. de 1896).
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EN SEVILLA
Salerosa sevillana,
coge el mantón de manila,
y vete, alegre y tranquila,
a la verbena cercana.
Hay jolgorio y hay jarana
y hoy que el gremio allí se asila,
su alegre y ruidosa fila
te aclamará su sultana.
¡A bailar! Que por tu vuelo
y tu talle de manola,
los chulos llenos, de anhelo,
dirán, al son de la viola:
«¡Olé, Virgen del Carmelo!»
«¡Viva la gracia española!»
1895
(En Letras de Nov. de 1896)
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HIMNO ROJO
Entre todos los colores
el rojo es el que me halaga,
y me atrae y me seduce
y mi espíritu levanta.
Amo el rojo, porque rojo
es el sol de mis montañas,
porque rojos son mis sueños,
mis odios, mis iras santas
y los labios de mi musa,
y las rosas de mi Tacna.
¡Gloria eterna al color rojo!
Rojo es el vino que embriaga
y consuela nuestras penas
y nos electriza el alma
Reymundo Hualpa Condori
- 52 -
Roja es la sangre que vierten,
llenos de valor y audacia,
los mártires y los héroes
en los campos de batalla.
Rojo es el pendón que agitan
los que libertad reclaman;
rojo el laurel que florece,
y rojos, como la grana,
los cánticos que yo entono
al ver cautiva a mi patria
¡Gloria eterna al color rojo!
El color rojo me encanta
porque es símbolo de guerra
y de rebelión que estalla;
porque es el color del fuego
que purifica y abraza,
el color de la energía
y el color… de las venganzas
¡Gloria eterna al color rojo!
Rojo fue el puñal que Bruto
le hundió a César en la espalda
y rojo fue el gorro frigio
que un día se caló Francia
para derribar Bastillas
y guillotinar monarcas
¡Gloria eterna al color rojo!
Rojas son las grandes almas
y mis mejores ideas
y las más bellas mortajas.
Rojo es el hierro candente
que cauteriza las llagas;
rojo fue el blasón que usaron
sobre su cota de malla
los caballeros cruzados;
roja es la lengua que canta
y maldice a los tiranos,
y roja, en fin, roja y blanca,
la bandera que más amo:
¡La bandera de mi Patria!
Tacna
(Algo mío, pp. 53-55)
Inicialmente este poema se publicó en la revista Letras:
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Himno rojo
Entre todos los colores
el color que más me encanta
es el color hechicero
de los labios de mi amada.
Amo el rojo, porque rojo
es el color de las dalias,
el color de mis ensueños
y el color... de las venganzas!
¡Gloria eterna al color rojo!
Rojo es el vino que embriaga
y consuela nuestras penas
y nos electriza el alma.
Roja es la sangre que vierten,
llenos de valor y audacia,
los mártires y los héroes
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
en los campos de batalla.
Rojo es el sol que ilumina
los valles y las montañas;
rojo el laurel que florece
y rojos, como la grana,
los cánticos que yo entono
al ver cautiva a mi Patria!
¡Gloria eterna al color rojo!
Roja es la tea que irradia
y el fuego que nos calienta
y el corazón que nos manda.
Rojo fue el puñal que Bruto
le hundió a César en la espalda
y rojo fue el gorro frigio
que un día se caló Francia
para derribar Bastillas
y guillotinar monarcas!
¡Gloria eterna al color rojo!
Rojas son las grandes almas
y mis mejores ideas
y las más bellas mortajas!
Rojo es el hierro candente
que cauteriza las llagas;
rojo el rubí y el carbunclo;
roja la lengua que canta
y maldice a los tiranos
y roja en fin, roja y blanca,
la bandera que más amo;
¡La bandera de mi Patria!
«Perú 1896»
(En Letras nov. 1896)
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EN LA ALCOBA
Entré en la alcoba… Sobre un blanco lecho,
que más que lecho parecía un nido,
estaba el ángel de mi amor dormido
con las manos cruzadas sobre el pecho.
Por el escote del ropaje estrecho
que oprimía su talle reducido
podía verse, bajo un cuello erguido,
dos palomas de nácar en acecho.
Ante tanta pureza y hermosura
se estremeció mi pecho de ternura
y sentí arder, como una hoguera, mi alma…
Después creció mi erótico embeleso
y ya sin tino, sin razón ni calma,
apagué la bujía… y la di un beso
Perú, 1896
(En Letras 12-1896)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
QUAND MEME
INÚTIL es que intenten con desvelo
matar nuestro cariño sin segundo…
Tu amor es un volcán que yo fecundo,
y el volcán arde aunque lo cubra el hielo.
Inútil es que, henchidos de recelo,
pongan, entre los dos, el mar profundo…
¡Tú serás mía aunque se oponga el mundo!
Tú serás mía… ¡aunque no quiera el cielo!
¡Nada me arredra! Enérgico y valiente,
yo lucharé por ti con fe no escasa
hasta ver un laurel sobre mi frente.
¡A mis pies rodarán vallas sin tasa!
Cuando se pone diques al torrente
el agua lucha, se desborda y … pasa!
Perú: 1896
(En Letras del 13-05-1897)
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DE PIEDRA
Para Salvador Rueda
En medio del jardín se alza triunfante
una estatua de Venus Citerea
tan parecida a ti, tan parecida,
que estoy, mujer, enamorado de ella.
Todos los días mírola extasiado
durante horas enteras,
esperando que, al fin, aquella efigie
de mi se compadezca,
y abra la flor de mármol de su boca
para otorgarme el «sí» que tu me niegas…
Sobre un gran pedestal que en todo tiempo
cubro yo de jazmines y violetas,
la diosa exhibe sus divinas formas
como exhibe sus galas una reina.
Sus ojos, llenos de melancolía,
diríase que miran con tristeza
cosas que nadie ve… quizá otros mundos,
seres que ya no están sobre la Tierra…
Su boca, sin hablar, pide caricias
y modula promesas;
parece que gritara: «¡Quiero besos!»
«¡Dadme vino de amor a copas llenas!»
Su pecho blanco, mórbido y turgente,
hace pensar en rosas entreabiertas…
¡Es montaña de espuma!
¡Es nido de palomas mensajeras!
A veces me imagino que palpita,
como si adentro un corazón latiera,
y lo veo elevarse y deprimirse,
y siento que se agita con violencia,
y que bulle y que abrasa y se estremece
como si hirviera, en su interior, el Etna!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Maravilla, en verdad, esa figura,
maravilla, enamora y embelesa;
cuantos la ven, exclaman sorprendidos:
«¡Es una obra maestra!»
mas, como nadie ha sospechado nunca
que esa mujer de piedra
es una copia exacta de tu imagen,
es tu hermana gemela,
nadie sabe tampoco, Virgen mía,
porque paso a su lado mi existencia
y porque muchas veces, al mirarla.
«Es ella» –exclamó sin querer- «Es ella»
¿Quién modeló esa espléndida escultura?
¿Qué artista sin igual, con mano experta,
hizo, para mi encanto, ese prodigio?
Lo ignoro, niña bella,
su origen insondable es un arcano:
no hay tradición que diga con certeza
en qué remotos tiempos
trájose aquí, de Itálica o de Grecia,
esa preciosa estatua
que es tu imagen perfecta;
esa diosa sin alma
que tiene mi alma enferma;
esa otra tú, que para ser tu misma,
sólo le falta tu divina esencia;
y que hable, como tú, con voz de arrullo,
y que olvide la fe de sus promesas,
y que sea un enigma, como tu eres,
y que tenga en los ojos dos estrellas.
¡Cuántas veces, Dios mío, cuántas veces,
después de contemplar la diosa aquella,
me he postrado a sus plantas
y olvidando, mujer, en mi demencia,
que me encontraba ante una estatua inerte,
he apoyado en su seno mi cabeza
y creyendo besar tus labios rojos,
he besado sus labios que no besan.
..........
¿Te ríes? ¡Ah! Bien veo, hermosa ingrata,
que la desgracia mía es tan inmensa,
que no sólo en las formas te pareces
a la escultura aquella,
sino, también, en que como ellas tienes
el corazón de piedra.
Perú: 1897
(Algo mío, pp. 47-50)
En la segunda edición se obvia la dedicatoria.
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VOLCÁNICA
Soy un sátiro joven. Cuando veo
una mujer hermosa en mi camino,
arde en mi pecho, que azotó el destino,
la volcánica llama del deseo!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Soy un sátiro joven. Yo no creo
en el amor llamado amor divino…
Amar, por sólo amar, es desatino:
¡prefiero ser Bocaccio a ser Romeo!
Mujeres, que habitáis en este mundo,
yo os amo a todas con amor profundo…
¡Venid y os brindaré mil embelesos!
Quiero que todas alegréis mis días,
dándome todas todos vuestros besos
y siendo todas solamente mías…
En el campo: 1897
«Del libro Fratérnicas»
(En Letras de 02-1897)
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MARÍA ANTONIETA GILES CHOCANO
Liz que en una edad florida,
que el mundo hoy recuerda y ama,
había hidalgos de fama
que llenos de la fe cumplida
sacrificaban su vida
por su patria y por su dama.
¡Oh, niña! ¡Oh, hermosa flor!
Si esa edad vuelve otra vez
verás cien hombres de pres
morir por tener su amor,
y entre ellos al trovador
que hoy besa, humilde, tus pies.
(En Letras de 04-1897)
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BAJO EL SOL
VERANO. El sol derrama sus fulgores
sobre valles, praderas y montañas…
Cantan las aves églogas extrañas
y abren su cádiz, por doquier, las flores.
¡Es la estación feliz de los amores!
Se oyen besos en todas las cabañas,
y Eva, que siente fuego en las entrañas,
le tiende a Adán sus brazos tentadores…
Todo el deleite y al amor convida…
Ven pues, doncella, y bajo el sol fecundo,
probaremos el néctar de la vida…
¿Qué temes…? Ven al bosque más profundo
y hartémonos de fruta prohibida,
¡que es la fruta mejor que hay en el mundo!
Perú: junio 1897
(Algo mío)
Inicialmente el soneto apareció en Letras (06-1897).
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 57 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
La edición de 1964 repite el poema en las llamadas Poesías dispersas, y le coloca el título de Estival (p.
173).
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SIN CORAZÓN
Loco de rabia y despecho
resolví, en cierta ocasión,
abrir a mi amada el pecho
y arrancarle el corazón.
«Así sabré, dije, fiero,
si el corazón de la ingrata
que sin piedad me maltrata
es de piedra o es de acero».
La aceché luego sin calma,
y con un largo puñal
rasgué el seno virginal
de aquella mujer sin alma.
Y cuando a mis pies la vi,
un grito horrible lancé
y mis manos sepulté
en la herida que la abrí.
Busqué luego, temerario,
dentro de su pecho impío…
¡Y su pecho estaba frío
como el fondo de un osario!
Busqué… busqué con tesón,
y no hallé lo que buscaba…
¡La mujer que tanto amaba
no tenía corazón!
(Algo mío, p. 30-31)
El mismo poema aparece en Letras, pero bajo el título de Cardo. Al final del poema dice: «Perú: otoño
1897» (07-1897).
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A MEDIA LUZ
En medio de la alcoba solitaria
está la novia bella
inclinada la frente sobre el pecho
y temblando de miedo y de vergüenza.
En torno de ella hay rosas y azahares
en vasos de Bohemia,
y, pendiente del techo y de los muros,
cortinas opulentas,
acuarelas de Wirtz y de Fortuna
y biseladas lunas de Venecia.
¡Es un nido de amor! Por todas partes
hay pieles de Astrakán y de Siberia,
y, encima de las mesas relucientes,
las figuras chinescas,
los jarrones etruscos,
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
las estatuas pigmeas
y las lámparas verdes y azuladas,
que parecen campánulas abiertas
y que relucen en la linda alcoba
como ojos de pantera.
-¿Y luego?
¡Ah! Luego el lecho
con colgaduras blancas y sedeñas
y almohadones mullidos
que parecen hacernos mil promesas…
-¿Y luego?
-Oíd: la novia que suspira
y que contempla por la vez postrera
su figura de virgen
en la brillante luna de Venecia.
-¿Y luego, qué?
-La risa que retoza
en su boca bermeja:
la indecisión… el velo que resbala
sobre la blanda alfombra de Bruselas,
y el corpiño, por fin, que se entreabre
enseñando a las luces indiscretas
dos hombros colombinos
y una garganta de escultura griega…
-¿Y luego, qué?
-Los pasos recatados
del novio que se acerca;
la mampara que se abre poco a poco
y el grito de la bella
al sentirse atraída por su amado
que la promete una ventura eterna.
Después… las risas, los abrazos locos
y los besos sin fin y las ternezas…
¿Y luego?
-¡Ah! Luego el lecho
con colgaduras blancas y sedeñas
y almohadones mullidos
que parecen hacernos mil promesas…
(Aroma de mujer, p. 112-113)
En Letras de 12-1897, p. 03, aparece la misma composición bajo el título de Nupcial, está firmada en
Tacna: Perú. Tiene algunas modificaciones.
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¡MADRE MIA!
Madre infeliz, tu carta he recibido
y he llorado sobre ella tanto, tanto,
que sus renglones han desaparecido
bajo las turbias gotas de mi llanto…
«Hijo –me dices con amante anhelo
en esos signos que mi pecho adora¡Dios te bendiga desde el alto cielo
como yo lo hago, desde aquí, a toda hora!»
Reymundo Hualpa Condori
- 59 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
«Hijo, sé bueno y, como bueno, honrado;
no te arrastres jamás sobre la escoria,
y cuando bajes al sepulcro helado
Dios como premio te dará la Gloria.
Conserva siempre erguida la cabeza,
y si te ofende alguna vez un necio,
desprecia sus injurias con firmeza,
que el castigo más grande es el desprecio.
Ama la ciencia, y brillara tu mente;
gana, por fin, la meta de ese modo.
Mira, hijo mío, que en la edad presente
tan sólo es grande el que lo sabe todo.
Sé paladín en toda causa buena:
coloca la razón sobre el deseo,
y cada vez que ruedes en la arena,
álzate con más fuerza como Anteo.
¡Anda con tiento! Hasta en la alegre vega
vive el reptil y crecen los abrojos.
La Fe no sirve para guía: es ciega.
La Duda sirve más: ¡Tiene cien ojos!
No envidies con rencor lo que te admira,
porque la envidia ruin, tenlo presente,
es una gloria para el que la inspira,
y es un infierno para el que la siente.
El premio de la lucha es la victoria.
Combate, pues, con pecho decidido.
¿Vacilas? ¡Vuela a conquistar la gloria!
¡Quién no espera vencer, está vencido!
Si odias, depón tu encono envenenado;
si amas, mantén tu amor hasta la muerte,
y, ya seas feliz o desgraciado,
aprende a conformarte con tu suerte.
Ama a la Patria con amor profundo,
ámala con inmensa idolatría.
¡Más que a mi mismo! ¡Más que a todo el mundo!
¡Mira que es madre tuya y madre mía!
Respeta siempre todos mis consejos,
si buscas paz, si quieres tener calma,
y hoy que me tienes, de tu vista, lejos,
no me olvides jamás, hijo del alma!»
Esto me dices en tu carta bella,
y yo te juro, madre bendecida,
que las lecciones que me das en ella
serán desde hoy la norma de mi vida.
Seré austero, sagaz, justo y honrado,
como tú lo ambicionas y lo esperas…
Por tu amor seré yo bueno o malvado;
por tu amor seré yo… ¡Lo que tú quieras!
(Algo mío, pp. 02-04)
En Letras de 02-1898, aparece el mismo poema, variando la ubicación de ciertas estrofas y cambios en
algunos versos. Está fechado en el «Perú: 1898».
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
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AUTÓGRAFO
En el álbum de los excursionistas argentinos
Bienvenida seáis a nuestra Patria,
gloriosa juventud
¡Estáis en vuestro hogar! Los argentinos,
extranjeros no son el Perú!
(En Letras de 03-1898)
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HASTA LA MUERTE
Yo te adoro, mujer, mas de tal suerte
que desearía, en mi pasión de fuego,
que se quedara todo el mundo ciego
para que sólo yo pudiera verte…
Si alguien se acerca a ti, pienso en la muerte;
si te mira alguien, al dolor me entrego,
y de los hombres y de Dios reniego
cuando pienso que al fin he de perderte…
¿Perderte? ¡Oh, no! Rechazo esa creencia
Mía fuiste en la infancia todavía;
mía eres hoy, ya llena de experiencia,
y cuando llegue a mi muerte el día,
te arrancaré sin pena la existencia
para que seas, en la tumba, mía
(Algo mío, p. 62)
En Letras de 06-1898, aparece el soneto bajo el título de Mía! Está fechado como Perú: Otoño del 98.
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SOCIALISMO
Para Leopoldo Lugones
OBRERO, dobla tu cerviz altiva
y torna, como el buey, a tu trabajo…
«A qué rabiar…? ¡El hombre que está abajo
debe dar de comer al que está arriba!
Golpea el riel, los páramos cultiva
y muele, entre las minas, el cascajo…
Es la ley que el pobre muera en el destajo
para que el rico en los festines viva.
Pero esta ley que roe tu organismo
y que te inflama de coraje el seno,
puede ser derogada hoy día mismo…
¿Medios? La dinamita y el veneno,
lo que mate más pronto el despotismo…
Reymundo Hualpa Condori
¡No hay medio malo cuando el fin es bueno!
Perú: 01 de mayo del 99
(En La Voz del Sur del 20-05-1899)
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TRIBUTO
Página de álbum
Niña gentil; tus gracias virginales,
que más que humanas creólas divinas,
recordar me hacen a las heroínas
de los antiguos cuentos orientales.
Como ellas tienes labios de corales,
voz melodiosa, formas venusianas
y ojos que con sus luces peregrinas
embriagan de pasión a los mortales.
Como ellas lloras sin hallar consuelo
y no sabes la causa de tu lloro;
mas como ellas verás, llena de anhelo,
llega un día a tu castillo de oro
un joven rey que calmará tu duelo,
diciéndote al oído: «Yo te adoro»
Perú: 1899
(En La Voz del Sur del 27-05-1899)
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SOCIALISMO
Para José Ingenieros
PUEBLO que agotas de tu vida el jugo
para ganarte el pan de cada día,
¡basta de sumisión! Cobra energía
y despedaza tu pesado yugo.
La Sociedad, que niégate un mendrugo
y a los trabajos de Hércules te envía,
debe morir como una res bravía,
porque esa sociedad es tu verdugo.
¡Muera, ¡oh, pueblo! el tirano que te explota
y que a traición te clava su cuchillo
para beber tu sangre, gota a gota!
¡Blande, por fin, en medio del espanto,
la pistola anarquista de Angiolillo
y la navaja de Giovani Santo!
Perú: junio de 1899
(En La Voz del Sur del 17-06-1899)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
DESDE EL CAUTIVERIO
Oíd mi voz y que ella no os asombre:
el bardo que en esta época que espanta
llora desdenes o ternezas santa,
no merece ser bardo ni ser hombre.
El que quiera tener gloria y renombre;
el que quiera que el mundo esté a su planta,
que cante… si su patria se agiganta;
que llore… si mancillan su alto nombre.
Estas ideas y principios sanos
vivirán de mi mente en lo profundo,
mientras tenga una lira entre las manos.
Yo quiero que al oír mi eco fecundo
tiemblen los necios, huyan los tiranos,
y el Perú aplaste con su peso al mundo
(En La Voz del Sur del 28-07-1899)
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b.
MEDITACIÓN
(A una calavera)
Un cráneo ¡horror! Mirad lo que es la vida
¿De quién fue, ayer, este despojo humano?
¿Fue de un mendigo o fue de un soberano?
¿Ese de un gran justo o fue de un homicida?
¡Fatalidad! La muerte aborrecida,
que a todos nos iguala con su mano,
une, a menudo, al César y al villano
en una fosa humilde y escondida.
En vano, pues, infatigable y fuerte,
busca la ciencia la verdad soñada
en este resto de materia inerte…
Que ante el misterio de la tumba helada
tan sólo existe una razón: la muerte,
tan sólo existe una verdad: la nada.
(En La Voz del Sur del 20-01-1900)
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b.
MINUCIAS
“Dueño mío”, me dices con ternura;
y yo, al oírte, tu inocencia alabo…
yo no soy dueño tuyo, virgen pura;
yo no soy dueño tuyo, soy… tu esclavo.
Entre las estrellas bellas
y tus ojos sin enojos,
prefiero yo las estrellas,
¡las estrellas de tus ojos!
- 62 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Dicen los sabios, Lucrecia,
que nada hay perfecto aquí:
por eso dicen los sabios
porque no te han visto a ti.
¡Quien fuera las varillas
de tu corsé
para hacerte cosquillas
donde yo sé…!
Al saber que aquella ingrata
la incomprensible traición,
reí tanto… que, de entonces;
no he vuelto a reírme, no.
Me desprecias por un necio,
y yo, al mirar tu desdén;
como al necio te desprecio
y más que al necio también.
Soltera, fuiste una flor,
casada, ángel de consuelo;
y madre, eres la mejor
que hay en la tierra y el cielo.
¿Sabéis que queda de su amor y el mío,
de ese amor tan inmenso y simultáneo?
Amargas heces, roedor hastío
y una pistola amenazando un cráneo.
(En La Voz del Sur, del 19-02-1900)
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b.
JUGUETE
(AR-ER-IR-OR)
Yo te amo con cariño singular
y, henchido de esperanza y placer,
corro hacia ti, bellísima mujer,
como corren los ríos hacia el mar.
Quiero tu amor y lo he de conquistar,
pues por ser dueño de él tanto he de hacer,
que algún día, por fin, me has de querer,
o me tendrás, ingrata, que matar…
En vano, pues, de mí tratas de huir
y siempre que te cuento mi dolor,
sin escucharme te echas a reir…
Una voz misteriosa, en mi interior,
me dice que en un día por venir
te he de ver a mis pies muerta de amor.
Abril de 1900
(En La Voz del Sur del 12-05-1900)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
b.
AZAHAR
(En el álbum de la señorita Carmen Ureta)
Tan hermosa eres, Carmen, tan hermosa,
que todo lo que miras lo embelleces,
y dudo, siempre que ante mí apareces,
si eres un ángel o eres una diosa.
Modesta, dulce, púdica y virtuosa,
la dicha has de alcanzar, pues la mereces…
¡Dichoso, sí, dichoso una y mil veces
aquel que, al fin, pueda llamarte esposa!
Yo, humilde bardo del hogar tacneño
que entre pesares mi existencia acabo,
para tal honra júzgame pequeño…
No abrigues, pues, temor porque te alabo…
Ya que no puedo, Carmen, ser tu dueño,
¡Déjame, por lo menos, ser tu esclavo!
03 de noviembre de 1900.
(En La Voz del Sur del 10-11-1900)
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TRINITARIA
(En el álbum de la señorita Ninfa Pando)
Ninfa te llamas y eres tan hermosa
que, en efecto, una ninfa me pareces,
venida a este mundo, que embelleces,
para reinar en él como una diosa.
Noble, sensible, serena y cariñosa,
a donde alguien se queja, allí apareces.
La dicha es, pues, el premio que mereces,
y Dios, que es justo, te ha de hacer dichosa.
Entonces, cuando ya nada te altere
en este mundo que desdén inspira
porque en él todo pasa o todo muere.
Piensa que aquí, bajo el posar, suspira
un amigo sincero que te quiere
y un poeta entusiasta que te admira.
12 de junio de 1900.
(En La Voz del Sur del 24-11-1900)
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PRINCE
El circo por el pueblo está invadido,
y allí, causando admiración y pena,
Prince, el león de espléndida melena,
se revuelca en su jaula enfurecido.
Mira a la turba con el cuello erguido,
y al sentirse amarrado a una cadena,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
hunde la garra en la candente arena
y grita «¡Libertad! con un rugido.
Como esa fiera indómita y altiva,
conozco yo otra de inmortal renombre
que también ruge porque está cautiva.
No es Prince, no, su soberano nombre;
no está en el Senegal su patria magna:
su patria es el Perú… Su nombre es Tacna!
Tacna.
(Algo mío, p. 18)
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MI PATRIA Y MI BANDERA (*) (1)
Desde que vi la luz mi pecho anida
dos amores: mi patria y mi bandera.
Por mi patria, el Perú, doy yo la vida
Por mi bandera, el alma, ¡el alma entera!
Yo quiero que mi patria bien querida
vuelva a ser en América lo que era,
y que mi enseña, blanca y encendida,
flote muy alto ¡sea la primera!
¡Mi patria! ¡Mi bandera! Desde niño
fueron mi encanto, fueron mi cariño
ni la sangre que deja horribles huellas
ni el lodo, que es baldón, caigan sobre ellas.
Hay que evitar la afrenta sobre todo.
¿Lodo? ¡Eso nunca! ¡Sangre antes que lodo! (2)
(En Algo mío, p. 27)
(*) «Los maestros Libornio y Ugarte han puesto música a esta composición, que actualmente sirve de
himno al Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe y a todas las escuelas públicas del Perú»
(1) El mismo poema se publica en La Voz del Sur, (del 27-07-1908, p. 01). De idéntica manera se
transcribe el soneto patriótico en el mismo diario, (27-07-1909, p. 01).
(2) En El Tacora de Tacna, del 10 de agosto de 1910, afirma: «Ha llegado a esta ciudad y se expide en la
peluquería de don Aníbal Marchand, el himno escolar adoptado por las escuelas públicas de Lima Mi Patria
y mi Bandera cuya letra es del señor Federico Barreto, habiéndole puesto música el maestro Libornio. Este
himno fue cantado en la fiesta escolar de Lima en celebración de las fiestas patrias…»
El poema es un soneto patriótico de reminiscencia, es una invitación a no claudicar en los ideales de
peruanidad, a través de dos símbolos: patria y bandera. El poema, después, ha sido musicalizado como
marcha y, también, es cantado como un himno:
Mi patria y mi bandera
Desde que vi la luz mi pecho anida
dos amores: mi patria y mi bandera.
Por mi patria, el Perú, yo doy la vida,
por mi bandera, el alma, ¡el alma entera!
Yo quiero que mi patria bien querida
vuelva a ser en América lo que era,
que su enseña blanca y encendida,
flote muy alto, ¡sea la primera!
¡Mi patria, mi bandera
Reymundo Hualpa Condori
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mi patria y mi bandera
desde niño fueron mi encantos,
fueron mis cariños,
ni la sangre que deja horribles huellas
ni el lodo, baldón, caigan sobre ellas.
Hay que evitar la afrenta sobre todo
hay que evitar la afrenta sobre todo
Lodo, lodo eso nunca,
Lodo, lodo eso nunca,
Lodo ,lodo eso nunca,
¡Sangre antes que lodo!
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DESDE EL DESTIERRO
De mi suelo natal estoy proscrito,
y al verme aquí, tan lejos de mis lares,
la indignación ahoga mis pesares,
y en lugar de una queja, lanzo un grito.
¿Cuál fue, decid, mi crimen inaudito?
¿Adorar a mi patria en sus altares?
¿Consagrarla mi brazo y mis cantares?
¡Pues hónranme la pena y el delito!
¡Madre Tacna! Soporta tu tormento
con el valor del mártir en la hoguera.
¡Muéstrate grande hasta el postrer momento!
Fija está en ti la humanidad entera.
¡Sufre, pero no lances ni un lamento!
¡Muere, pero no cambies de bandera!
Lima. 1911.
(Algo mío, p. 103)
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MAS ALLÁ DE LA MUERTE
(Pequeño poema)
A Aurora Cáceres (Evangelina)
Es invierno, y una noche negra, fría y tempestuosa.
En la lúgubre capilla de un asilo monacal,
yace el cuerpo inanimado de una joven religiosa
que, agobiada por la pena, se murió como una rosa
arrancada de su tallo por el fiero vendaval.
Blanco traje que realza su magnífica belleza,
simboliza su inocencia, su bondad y su candor;
rosas blancas en capullo la circundan la cabeza,
y parece aquella virgen que muriese de tristeza,
una novia desmayada en su tálamo de amor…
El silencio que allí reina es tan sólo interrumpido
por el viento que sacude las vidrieras al pasar,
por el viento y, otras veces, por el tétrico graznido
de los búhos que allí moran, que han formado allí su nido
y que atisban lo que pasa por las grietas de un altar…
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 67 -
Cuatro cirios iluminan con fulgores inseguros
el cadáver de aquel ángel de belleza y de virtud,
y las sombras que proyectan esos cirios en los muros
van y vienen en silencio por los ámbitos oscuros
como un coro de fantasmas circundando un ataúd
Mil rumores misteriosos, mil incógnitos sonidos
llegan vagos y confusos a la casa del Señor…
Es un lúgubre concierto de sollozos y gemidos,
de susurros y plegarias… de mil ecos doloridos
que acongojan y estremecen, que dan pena y dan horror…
Dan las doce lentamente sobre el viejo campanario,
y, al vibrar en la capilla la hora tétrica y fatal,
sale un monje de albo traje por la puerta del sagrario,
atraviesa a paso lento el recinto solitario
y se postra de rodillas ante el lecho funeral.
Se diría que le agobia todo un mundo de tristeza,
que le mata el desconsuelo, que se muere de aflicción…
¿Por qué crispa sus dos manos? ¿Por qué inclina la cabeza?
¿Por qué tiembla? ¿Por qué gime? ¿Por qué llora? ¿Por qué reza?
¡Hay misterios que estremecen hasta el fondo el corazón!
De repente se alza el monje del helado y duro suelo,
a la muerte se aproxima y la llama a media voz;
y al ver que ella sigue muda, sigue fría como el hielo,
la acaricia con ternura, la mirada eleva al cielo
y murmura entre los dientes: «¡Qué injusto eres, santo Dios!»
Luego clava sus pupilas en la pálida doncella,
la contempla largo tiempo con recóndita piedad,
y cogiendo entre sus manos una mano de las de ella,
la aproxima hasta sus labios, con un ósculo la sella,
y habla y gime y llora a gritos como un niño en la orfandad.
-»Dora –exclama- Dora mía! Te estoy viendo muda y yerta,
y no creo que la muerte haya osado herirte a ti…
¡Muerte tú! ¿Será posible? ¡No, mil veces! ¡No estás muerta!
Duermes… sueñas… ¡Estás viva! Por piedad, mi amor ¡despierta
No te mueras… no me dejes… ¡Vive, vive para mi!
«Yo era huérfano, yo estaba triste y solo en este suelo;
mas, Dios quiso que te hallara y no tuve penas ya.
¿Lo oyes, Dora? Dios lo quiso! Piedad tuvo de mi duelo
y para ángel de mi guarda te envió un día desde el cielo.
Tú no puedes pues morirte… ¡Dios no quita lo que da!
«Así, envuelta en blancos tules; coronada así de flores,
te ofrecí llevar al templo y jurarte esclavitud…
¡Sueño efímero! Tus padres por matar nuestros amores
te encerraron en este antro de recónditos dolores,
y hoy que vengo aquí a buscarte, te hallo aquí en un ataúd»
«¡Pobre novia de mis sueños! ¡Pobre tórtola sin nido!
¡Virgen mártir que viviste con el alma rota en dos!
¿Por qué callas, si te llamo? ¿Por qué no oyes mi gemido?
¿Te cansaste de esperarme y a los cielos has partido?
¡Vuelve, vuelve… te lo ruego… Yo te quiero más que Dios!»
Calla el monje; mas, de pronto, como un loco que se excita,
coge en brazos a aquel ángel que en la vida tanto amó,
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 68 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
y besándole en la boca –»Vuelve en ti, por Dios, le grita¡Toma mi alma en este beso! ¡Resucita! ¡Resucita!
Toma mi alma, toda mi alma… Vive tú, aunque muera yo!
Un prodigio se ve entonces: ella agita sus despojos,
como herida de repente por el dardo del dolor;
en sus pálidas mejillas aparecen tintes rojos;
quiere hablar; mueve los labios; ya despierta; abre los ojos…
Todo alienta… ¡Hasta la muerte! A los besos del amor!
Una aurora, clara y bella, a la noche ha sucedido.
En el templo, que el sol baña y comienza a iluminar,
yace el monje de albo traje junto al féretro tendido,
y los búhos que allí moran, que han formado allí su nido,
le contemplan con asombro por las grietas de un altar…
Está muerto, y se diría que perdura su hondo duelo,
que repite entre los dientes: «¡Qué injusto eres, santo Dios!»
Está muerto. Le mataron el dolor y el desconsuelo.
No halló aquí a su prometida y a buscarla se fue al cielo…
¡Ya están juntos! Una tumba es la tumba de los dos!
(Algo mío, pp. 84-87)
En La Voz del Sur del 14-08-1909, p. 02, dice: “Pequeño poema inédito. De un libro intitulado «Algo mío»
que se publicará próximamente en Tacna. En esta edición, cada verso es fragmentado en dos versos.
Este poema quiso ser atribuido a otro escritor extranjero, mas la verdad siempre se impone.
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DESDE EL CIELO!
(A la memoria de una muertecita)
Era en su hogar la Virgen del Consuelo,
y murió casi sin haber vivido…
Llegó una noche un ángel a su nido
y con ella en los brazos tendió el vuelo
Sus padres hoy la llaman con anhelo:
«!Laura, ven! ¿Dónde estás? ¿Dónde te has ido?
Y ella, al oír ese eco dolorido,
«Estoy aquí» les dice desde el cielo…
Así se fue de aquí la niña hermosa:
mas, no es ingrata… Cuando duerme el mundo
vuelve a su hogar como una mariposa…
Besa a sus padres con sus labios bellos,
y al brillar otra vez el sol fecundo,
se va a los cielos a rezar por ellos!
Tacna, setiembre de 1910
(Algo mío, p. 32)
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EL ÁGUILA DE LOS ALPES
(A la gloriosa muerte de Jorge Chávez)
Subir, siempre subir era su anhelo,
y al ascender más alto cada día,
la Humanidad atónita decía:
Reymundo Hualpa Condori
«¡Es como un dios y llegará hasta el Cielo!»
Las aves le miraban con recelo,
pues aquel niño que el espacio hendía
era el progreso humana que invadía
sus dominios sin fin batiendo el vuelo
No hay historia más bella que su historia:
cruzó los Alpes en veloz carrera,
y la Fama, al cantar esta victoria.
«Honor a Chávez! Grita por doquiera
«¡Nadie llegó más cerca de la Gloria!»
«¡Nadie puso más alto su bandera!»
Tacna, octubre de 1910
(Algo mío, p. 65)
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EN EL TEMPLO
(A mi Eddita en su primera comunión)
Al templo entraste llena de alegría,
con traje blanco y vaporoso velo.
Ibas a orar de hinojos en el suelo
y a recibir la santa Eucaristía.
Hermoso como nunca estaba el día,
y al darte el sacerdote el pan del cielo
Dios vino a ti con invisible vuelo,
y en el altar te sonrió María…
Yo imploraba, entre tanto, conmovido:
-»¡Ponla a salvo, Señor, de toda pena!»
«¡Qué nunca sufra como yo he sufrido!»
Entonces Dios, que ampara y que condena,
-¿Qué deseas?- me dijo… -Yo te pido
una cosa no más: que sea buena
Lima, 20 de agosto de 1911
(Algo mío, p. 61)
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LEJOS DEL HOGAR
Amo a mi patria con idolatría
porque en su suelo pródigo he nacido,
porque en ella he gozado y he sufrido
y porque es madre de la madre mía.
Por ella, por mi patria, yo daría
cuanto tengo en el mundo de querido…
¡La vida, sin quitarle ni un latido,
si ella, mi patria, me la pide un día
Proscrito de mis lares, sólo anhelo
regresar a mi Tacna, dulce y bella,
para besar las piedras de su suelo.
- 69 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Apiádate, Dios mío, de mi estrella,
y dame, al fin, el último consuelo
de ver mi Tacna y de morir en ella
Lima 1911
(Algo mío, p. 90)
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CORONA DE ROSAS
(A mi Nena)
Llena de fe y alegría
has hecho, mi Nena, hoy día
tu primera comunión.
¡Dios te dé su bendición,
como yo te doy la mía!
Tu alma pura, tu alma bella
tiene hoy fulgores de estrella,
y es que Dios por darte calma,
del cielo ha venido a tu alma
y vive desde hoy en ella.
Ya te hallas, pues, al abrigo
de todo mal y enemigo
en esta vida traidora.
¿Qué puedes temer ahora
cuando el Señor es contigo?
Jamás de tu corazón
se borrará la impresión
que hoy en el templo has sentido.
¡Yo tampoco nunca olvido
mi primera comunión!
Me parece que fue ayer…
Palpitante de placer
la hostia santa recibí,
¡y al recibirla sentí
que entraba Dios en mi ser!
Crucé entonces este suelo
lleno de dicha y consuelo
¡y hasta llegué a imaginar
que avanzando sin cesar
llegaría, al fin, al Cielo!
¡Cuán bello ese tiempo fue!
Busqué el bien, y el bien hallé.
Y es que entonces, Nena mía,
en mi corazón ardía
el luminar de la fe.
Luego ese astro de consuelo
se eclipsó tras denso velo,
y al buscarle en torno mío
todo lo encontré sombrío
en la Tierra y en el Cielo.
Destrozado el corazón,
- 70 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
pedí a gritos compasión:
nadie se apiadó de mi,
y, poco a poco, perdí
hasta mi última ilusión.
«Fe –gemí, entonces, tenaz«vuelve otra vez, dame paz»
Y me dijo una voz baja:
- «La fe que una vez se apaga
ya no se enciende jamás».
Nena: mi historia así fue.
Enseñanza ella te dé,
y cuida, si quieres calma,
que nunca se apague en tu alma
el luminar de la fe…
Con esa fe, todavía,
has hecho, mi Nena, hoy día
tu primera comunión.
¡Dios te dé su bendición
como yo te doy la mía!
Lima, 17 de marzo de 1912
(Algo mío, pp. 66-68)
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AL PERÚ
¡Patria del corazón! La suerte, un día,
te hundió en el pecho con furor la espada,
y hoy, abatida pero no humillada,
pareces un león en la agonía.
Antes, cuando dichosa te veía,
fuiste por mí con entusiasmo amada;
pero hoy, que veo que eres desgraciada,
no te amo ya… ¡Te tengo idolatría!
¡Oh! ¡Quién pudiera, Patria, quién pudiera
disipar las tinieblas de tu cielo
y sucumbir envuelto en tu bandera!
Yo, tal fortuna es todo lo que anhelo,
¡y que me echen de cara, cuando muera,
para besar el polvo de tu suelo!
Tacna
(Algo mío, p. 01)
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LUZBEL
¡Vedle! De pie sobre un peñón inerte
que el mar arrulla con extrañas notas.
Luzbel, el ángel de las alas rotas,
reniega, enfurecido, de su suerte.
Mira al cielo después y con voz fuerte
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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que hace temblar las playas más remotas,
«¡Oh, Dios! Exclama, mi paciencia agotas:
hazme ya descansar… «¡Dame la muerte!»
Yo también, como ese ángel desgraciado,
grito, al sentir que mi dolor revive:
«¡Quítame, oh Dios, la vida que me has dado!»
Y Dios, que es justo y sólo el bien concibe,
para hacerme purgar lo que he pecado.
«Vive» –me dices con imperio- ¡Vive!»
(Algo mío, p. 05)
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PLEGARIA DE AMOR
¡Señor, mi Dios! Yo te amo y te venero,
y hoy, de rodillas, a tus pies rendido,
una merced imploro conmovido:
que hagas feliz a la mujer que quiero!
Yo padezco, yo lloro, yo me muero…
Nadie ha sufrido como yo he sufrido;
mas ¡ay! yo nada para mi te pido…
¡La dicha de ella es todo lo que espero!
¡Es tan buena, mi Dios, tan dulce y bella,
que cuando caiga en el sepulcro helado,
será en el cielo tu mejor estrella.
Pero… no te la lleves de mi lado…
Mira que todo lo que tengo es ella
¡No me quites, Señor, lo que me has dado!
(Algo mío, p. 06)
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LA MUJER
(Leída en el teatro Municipal de Tacna)
A doña Amalia Puga de Lozada
I
Mujer, ángel de paz y de consuelo
bajado desde el cielo
para enjugar nuestro perenne llanto.
Mujer, paloma para amar nacida,
vida de nuestra vida,
oye mi humilde voz… ¡a ti te canto!
II
Cuando Jehová sobre la estéril nada
creo nuestra morada
y puso al hombre bajo su ancha esfera,
contemplo su obra y exclamo gozoso:
«¡Quiero algo más hermoso!»
¡Y nació al punto la mujer primera!
III
Eres obra de Dios y eres divina.
En ti, mujer, domina
un corazón magnánimo y fecundo.
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Eres, como hija, fuente de decoro;
como esposa, un tesoro
y como madre… ¡lo mejor del mundo!
IV
Bajo tus alas se cobija el hombre,
y tú, que honras tu nombre
con el amor sin fin que nos confías,
nos das la mano y bajo el mal que aterra
nos guías en la Tierra
como guiaba el ángel a Tobías.
V
Tú surges siempre, de ternura llena,
donde hay alguna pena
y tu dulce consuelo es necesario.
Curas en la batalla a los heridos,
amparas desvalidos
y sigues a Jesús hasta el calvario
VI
Tú, si la patria con furor intenta
lavar alguna afrenta,
la das tus hijos llenos de decoro,
a la vez que la dices a porfía
lo que Cornelia un día:
«¡Tomad, tomad! ¡Son mi único tesoro!»
VII
Tú siembras flores y cosechas cardos;
tú inspiras a los bardos,
y en el hogar, en donde está tu templo,
tienes en la virtud los ojos fijos
y brindas a tus hijos
la educación mejor: la del ejemplo!
VIII
Tú cifras siempre tu más dulce encanto
en secar nuestro llanto
y en prestarnos consuelo y dulce abrigo.
Tú rezas en el templo y en la fosa;
tú sólo eres dichosa
cuando partes tu pan con el mendigo!
IX
Tú cuando el hombre lleno de egoísmo
se despeña al abismo,
le sacas de él para elevarle a un trono,
y si tú caes, como humilde espiga,
no hay nadie que te diga:
«¡Levántate, mujer! Yo te perdono!»
X
Tu abnegación, tu gracia, tu belleza,
tu ingénita nobleza,
todo en ti encanta, todo en ti conquista.
Por eso yo, que te comprendo y amo,
hoy a gritos te llamo
la obra maestra del divino Artista!
XI
¡Oh! ¿Quién que ve tus ojos seductores
no siente sed de amores
y no se inclina humilde ante tu fallo?
Miente quien diga con crueldad sin nombre
que eres sierva del hombre…
El hombre no es tu rey… ¡Es tu vasallo!
XII
Ahí le tienes! Dócil como el niño,
implora tu cariño
con la humedad del llanto en la pupila.
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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¿Dónde está tu energía? Tu mirada
la disipó en la nada…
¡Sansón está vencido por Dalila!
XIII
Antes luchaba el hombre, como es fama,
por su Dios y su dama;
hoy, que cariño es todo lo que pide,
por su dama no más lucha en la vida…
¡Por ti, mujer querida,
que haces que el hombre hasta de Dios se olvide!
XIV
Eres amparo y norma para el niño.
Henchida de cariño,
a huir le enseñas del error siniestro.
Le hablas de Dios, y al despuntar la aurora,
«¡Ora! –le dices- ¡Ora!
Digamos los dos juntos: «¡Padre nuestro!
XV
El hombre, que tu esclavo siempre ha sido,
vive a tus pies rendido
y te invoca en su duelo y su alegría.
¿Qué más? Dios mismo, omnipotente y bueno,
vino al mundo en tu seno
y te llamó en la Tierra: «¡Madre mía!»
XVI
En todo tiempo tu gentil figura
descolló a gran altura:
Juana de Arco encarnó la valentía;
Lucrecia, la virtud sublime y sana;
la castidad, Susana,
y la bondad sin límites… ¡María!
XVII
¡Siempre tú! ¡Siempre tú! No hay en la historia
una hazaña notoria
que no te ligue con estrechos lazos.
Si por ti perdió Adán el paraíso,
halló otro, de improviso,
en la divina cárcel de tus brazos!
XVIII
¡Oh, mujer! ¡Oh, mujer! En tus altares
preludio mis cantares
con alma y corazón porque te adoro.
Mis versos van a ti buscando abrigo,
y, al dártelos, te digo:
«¡Tomad! ¡Tomad! Son mi único tesoro!»
(Algo mío, pp. 07-13)
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A GRITO HERIDO
A Enrique Hurtado Arias
¡Ser rebelde es ser libre! Yo me alabo
de profesar por norma esta doctrina.
Para mí el hombre que la frente inclina
es digno de baldón y menoscabo.
Al siervo que es indócil y que es bravo
si no se humilla al fin, se le extermina…
¡Nada importa! ¡Que venga el que asesina!
¡Preferible es morir que ser esclavo!
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Quien no puede surgir, tenga entereza,
y sea, mientras busca su mendrugo,
fuerte en su pena, grande en su pobreza…
¡No hay que ceder ni en manos del verdugo!
¡Sólo los bueyes bajan la cabeza
para que el labrador les ponga el yugo!
Tacna
(Algo mío, p. 14)
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QUEJA A DIOS
Me has entregado, ingrata, al abandono,
y yo, que tanto y tanto te he querido,
ni tu negra traición echo en olvido
ni disculpo tu error… ni te perdono!
No intentes, pues, recuperar el trono
que en mi pecho tuviste, y has perdido.
En el fondo del alma me has herido,
y en el fondo del alma está mi encono.
Yo no podría, es cierto, aunque quisiera,
castigar como debo tu falsía;
mas la mano de Dios es justiciera…
¡Castígala Señor, con energía;
que sufra mucho; pero que no muera…
¡Mira que yo la adoro todavía!
(Algo mío, p. 15)
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LEYENDA CELESTE
Un arcángel se robó
cierto día dos estrellas
y ataviándose con ellas
de los cielos se escapó.
Al instante cien clarines
tocaron allí a rebato
y tras el ángel ingrato
salieron mil serafines.
Unos fueron, en tropel,
a buscarle hasta la Luna:
mas con tan poca fortuna
que se volvieron sin él.
Otros el Sol visitaron;
otros Sirio y otros Marte;
pero ¡ay! En ninguna parte
al fugitivo encontraron.
Transidos de desconsuelo
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
y llenos de confusión,
volvieron, en dispersión,
los serafines al Cielo.
Y hoy, en aquellas regiones,
lloran su desgracia, en coro,
como yo en el mundo lloro
mis perdidas ilusiones.
¿Tiemblas? ¿El cuento te aterra?
Pues te diré, virgen pura,
que el ángel que en él figura
habita ahora en la Tierra.
¡Yo lo he visto en el Perú!
Mas, basta de fingimiento:
el arcángel de mi cuento
eres, Josefina, tú
¡Tú! Lo digo sin recelo,
pues en tus pupilas bellas
he visto las dos estrellas
que te robaste del Cielo…
(Algo mío, pp. 16-17)
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O TODO O NADA
Dame tu corazón, ángel querido:
pero si me lo das, dámelo entero.
¿Lo oyes, mujer? Que no te falte quiero
ni una gota de sangre ni un latido
No quiero amor a medias concedido:
quede el mendrugo para el pordiosero.
Los extremos, en todo, yo prefiero…
¡O todo o nada! ¡Adoración u olvido!
Cae a mis pies, frenética y rendida,
como cae al abismo la cascada,
que jamás retrocede en su caída.
¡Cae a mis pies honrada o deshonrada!
¡Dame tu amor o quítame la vida!
Odio o idolatría… ¡O todo o nada!
(Algo mío, p. 19)
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DELIRIUM TREMENS
A José Santos Chocano
En medio de los gritos de la orgía
se levantó el poeta,
y tomando con mano temblorosa
la copa de ginebra,
cerró los ojos, rechinó los dientes
y en seguida cantó…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
-¿Qué
-Este poema:
«En las noches sombrías del Invierno,
cuando parece un panteón la Tierra
y hay frío, mucho frío en las cabañas,
y nieve, mucha nieve en las aceras,
¿quién da calor, decidme, a los mendigos
que gimen en los quicios de las puertas
exhibiendo ante el mundo indiferente
su sórdida miseria?
¿Quién alienta al filósofo y al sabio?
¿Quién inspira al poeta?
¿En dónde está, cuál es, cómo se llama
el remedio de todas las tristezas?
Aquí está… ¡vedle! ¡Vedle en esta copa!
Es un néctar divino… ¡Es la ginebra!
¡Salve, licor bendito!
¡Salve, sublime esencia,
que a la vejez y a la impotencia animas
y a la orfandad alegras!
¡Salve! Tú tienes el poder grandioso
de alentar al soldado en la pelea
y de darle coraje y darle empuje
para morir al pie de su bandera.
Tú al infeliz que por el mundo vaga
brío y valor le prestas,
y cuando, al fin, por el dolor vencido,
oculta entre sus manos la cabeza
y gime y llora y piensa en el suicidio
para apagar la luz de su existencia,
tú, licor de los dioses,
tú, licor de los sabios y poetas,
enciendes en su sangre el sacro fuego
de la embriaguez que inspira y que recrea!
¡Salve! Tú inspiras las pasiones grandes
y las grandes ideas:
tú electrizas las almas,
coronas los cerebros de centellas,
y haces brotar de las sonoras arpas,
como bandadas de aves vocingleras,
los versos blancos y los versos rojos:
el tierno madrigal y la oda fiera:
«El dulce lamentar de los pastores»
y el ronco grito de la Marsellesa!
¡Salve, mil veces salve!
Tu la asombrosa propiedad encierras
que tenían las aguas de la Estigia:
los que en tus linfas a bañarse llegan
logran al fin hacerse invulnerables
para todos los dardos y las penas
Tú eres por tu bondad, casi divina,
el rey de los licores en la Tierra.
¿Qué bebida más grata se conoce?
¿Dónde hay licor que tus virtudes tenga?
Tú superas en fama y en dulzura
a las mieles hibleas,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
a los vinos de Naxos y de Chíos,
al falerno inmortal y al mismo néctar
que en las floridas faldas del Parnaso
apuraban los dioses de la Grecia
en jarrones etruscos
coronados de pámpanos y yedra.
¡Salve! Yo siento al apurar tus heces,
olímpica ginebra,
que el corazón se ensancha entre mi pecho
y que me corre lava por las venas.
Yo siento que tu sabia generosa
mi espíritu sustenta:
que ella es la vida de la vida mía;
que ella hasta Dios me lleva;
que ella hasta Dios me empuja,
y que ella, en fin, alumbra mi cabeza
cuando, al sentir la inspiración sagrada,
empuño entre mis manos, que no tiemblan,
el arpa que me sirve desde niño
para llorar mis penas,
o la lira de hierro
con que voy pregonando por doquiera
las glorias de mi patria,
que es la patria mejor que hay en la Tierra.
¡Salve, ginebra, salve!
Eres mi musa bella
y a ti te debo, como Edgardo Poe,
mis visiones de luz y de tinieblas,
mi inspiración, mis éxitos, mis triunfos
y mis mejores odas y poemas.
A ti te debo esta alegría loca
que los necios traducen de indiscreta
y que yo siempre en mi semblante ostento
a pesar de mis duelos y miserias
¡Oh, bálsamo del alma!
Yo ensalzo a gritos tu bondad suprema,
y hoy que el dolor me acosa
y me golpea el cráneo y me atormenta,
quiero beber como un león sediento
tu líquido que quema,
tu líquido que quema y cauteriza
las llagas incurables de mis penas!
¡Salve, ginebra, salve!
Quien te inventó pudo gritar: «¡Eureka!»
Descubrí ya el elixir de la vida;
encontré, al fin, la fórmula secreta
que dará al hombre, como don del cielo,
la juventud eterna».
¿Qué misteriosos jugos,
qué sutiles esencias
forman tu clara y transparente linfa?
¿De qué Jordán, de qué Castalia nueva
brotaste tú, como agua milagrosa,
para lavar mis íntimas tristezas?
No conozco tu origen ni tu historia;
pero has sido y serás mi panacca,
y te rindo el tributo que mereces
cantando, en loa tuya, este poema.
¡Oh, ginebra! Tú causas, como el opio,
sueños que sobre el éter nos elevan…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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¡Yo conozco por eso el paraíso!
¡Yo he vivido por eso en las estrellas!
A veces, a tu influjo, me imagino
que Dios me ha dado músculos de atleta,
y que puedo, a mi antojo, alzar el mundo
y arrojarlo a la faz de otro planeta.
Otras veces figúrome, al beberte
que apuro miel o sumo de azucenas;
que libo besos en la copa de Hebe;
que Dios, todo bondad, todo clemencia,
me da en el hueco de su propia mano
lágrimas de mujer y luz de estrellas.
¡Dadme Ginebra! Quiero cobrar bríos
para entrar, otra vez, en la pelea
y aplastar, bajo el peso de mi mano,
a la turba funesta
que, apostada en mitad de mi camino,
se retuerce envidiosa y altanera
e intenta detener con torpes vallas
el carro de anchas ruedas
en que yo, como un dios de origen griego,
voy, a galope, al templo de Minerva!
¡Dadme ginebra! Quiero alzar el vuelo
a la región etérea,
y reírme del mundo y sus falsías
y reírme del cielo y sus promesas.
¡Así, amigos, así! Llenad las copas
con ávida presteza
y dejad que las horas y los días
sigan y sigan su veloz carrera.
¿Qué nos importa el mundo? ¿Qué la vida?
¿Qué los ladridos de la turba necia?
¿Qué la envidia y el odio
de la canalla abyecta?
¿Qué, en fin, la muerte que nos amenaza
con su guadaña inexorable y fiera?
¡A reír! ¡A beber! Es necesario
despreciar la existencia,
que todas sus venturas y esperanzas
y todos sus encantos y grandezas
no valen ¡Vive el Cielo!
lo que vale una copa de ginebra»
Calló el poeta. Una muchacha hermosa
de ojos de fuego y blonda cabellera
salió de entre la turba de beodos
y le besó, llorando, la cabeza.
Después… siguió la orgía
entre cantares, gritos y blasfemias…
(Algo mío, pp. 20-26)
--- ---A MODO DE CRÍTICA
Señor don J. Federico Barreto
Director de El Progresista
Tacna
Amigo y colega estimabilísimo:
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Bien por la Bohemia. Acaba usted de honrarla con un trabajo que en mi humilde concepto vale
mucho, y yo, que me precio de justiciera, y que por carácter y convicción sé elogiar cuanto me parece
digno de elogio, no quiero retardar ni un solo día mis felicitaciones, tanto más cuanto que abrigo la
seguridad de que han de serle gratas, porque no se le esconderá a usted que son muy sinceras.
Gracias a la amabilidad de nuestro consocio Pagador, he tenido ocasión de leer y releer, nótelo
usted bien, la brillante silva asonantada que ha publicado usted en el número 165 de El Progresista, y le
aseguro que me ha entusiasmado grandemente ese trabajo, que bastaría a darle reputación envidiable de
poeta si sus anteriores obras no se la hubieran ya conquistado. Creo, por mejor decir siento, que el verso
asonante es el más dulce y delicado de los versos, cuando es bueno; me gusta mucho más un bello
romance, sobre todo si es heroico, o mixto de endecasílabos con heptasílabos, que todas las demás rimas
de nuestra armoniosa lengua, excepción hecha, por supuesto, del rey de la poesía, el inmortal soneto,
áurea copa en que bebe el vate la linfa de Castalia, como dice el siempre inspirado Llona; tiene tan
indefinible vagaroso encanto a mi oído la suave y delicada música del asonante, que algunas veces me
parece fuerte, duro, hasta chillón el consonante: me hace el efecto de los colores muy subidos, de esos
colorines resaltantes que seducen a las señoras cursis, y que son desdeñados por la elegancia femenina, la
cual otorga el cetro de su predilección a los colores pálidos desmayados, casi etéreos.
Y aquí recuerdo las gráficas palabras de un amigo mío, persona de probado buen gusto en
materias literarias, quien, al manifestarle yo la opinión que más arriba expreso, me contestó una vez: ¡Tiene usted razón! El consonante es el tan – tan que ha menester el bailarín chambón para mover los
pies: el asonante es el ligero compás que marca apenas los movimientos de la danza y que basta, no
obstante, para los hábiles discípulos de Terpsícore. Éste es, seguramente, el motivo por qué no aprecia las
bellezas del romance el vulgo de los lectores.
Pero veo que, entrando en apreciaciones si no inoportunas por lo menos inoficiosas, voy gastando
el tiempo que debería emplear tan sólo en aplaudir su Delirium Tremens, puesto que con ese objeto he
tomado la pluma. Perdone usted mis anteriores digresiones –y las que vinieren, si acaso no puedo
evitarlas, cosa que me propongo- y adelante.
Muy hermosa me ha parecido su citada producción. Le aseguro a usted que al comenzar a leerla
vinieron a mi mente, como evocados por un conjuro, y sin explicarme yo el por qué, pues no hay mucha
relación en el tema aquellos notables versos de Manuel Reina, Una noche en el Tortoni, que principian:
“El café resplandece. Besos de oro
la luz de las artísticas lucernas
da en mármoles, espejos, porcelanas
y en las brillantes copas de bohemia.
Las cristalinas notas del piano
en la cálida atmósfera se besan
con los chasquidos de las blancas bolas
y el rumor de la alegre concurrencia.
Todo es placer. Abandonado y solo
en medio del bullicio está el poeta,
buscando del licor en la onda amarga
olvido a su pesar, tumba a sus penas”.
El mismo sabor de las sublimes estrofas anteriores –que cito de memoria y que tal vez he alterado
en algo- encuentro en la composición de usted, y le prometo que para mí eso es mucho, pues tengo a
Reina por un gran poeta.
Bastante fluidez, bastante naturalidad, bastante galanura se halla en los versos de usted, tiene
usted endecasílabos bellísimos, llenos, armoniosos, y algunos tan poéticos, que parecen jirones de la veste
de Apolo. Para que no crea usted hiperbólicas mis alabanzas, voy a permitirme hacer una que otra cita.
Hélas aquí:
“En las noches heladas del Invierno,
cuando parece un panteón la Tierra
y hay frío, mucho frío en las cabañas
y nieve, mucha nieve en las aceras
¿Quién da calor, decidme, a los mendigos
que gimen en los quicios de las puertas
con el pecho desnudo
y cubierta de escarcha la cabeza?”
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Dignos de un verdadero poeta son estos versos, que van desenvolviéndose como una pieza de
raso y conmoviendo hondamente el corazón.
También me parecen soberbios los que siguen, dirigidos a la ginebra como quien apostrofa a la
mismísima ambrosía de Hebe, siendo así que sus virtudes, valgan verdades, no son superiores a las del
famoso bálsamo del Flo Blas, que tantos estragos hizo en el fuerte estómago de aquel infeliz Sancho del
poema cervantesco, por más que cierta laya de Quijotes –tristes Quijotes- que llamaríamos de la copa, si
cabe el símil, les atribuyan las más portentosas:
¡Salve! Tú tienes el poder grandioso
de alentar al soldado en la pelea
y de darle coraje y darle empuje
para morir al pie de su bandera.
Tú al peregrino de este mundo loco
brío y valor le prestas,
y, cuando lleno el corazón de tedio,
inclina sobre el pecho la cabeza
y alza el puñal sangriento del suicida
para apagar la luz de su existencia,
tú, licor de los dioses,
tú, licor de los sabios y poetas,
viertes sobre él el bálsamo divino
de la embriaguez que inspira y que recrea.
Confieso que no todos los versos de la anterior estancia me parecen igualmente bellos, pero si son
bellísimos la mayor parte. El adjetivo sangriento, aplicado al puñal que no ha alcanzado a herir, no diré
que sea enteramente impropio, pero me habría gustado que lo reemplazase usted poniendo en su lugar
otra palabra y cuidando, eso sí, de que tuviera ésta la misma energía que aquel.
Esto es notable, y me duele la asonancia que hay en el segundo verso y que el quita en mucho su
armonía:
“Tú electrizas las almas,
coronas de centellas las cabezas
y haces brotar de las sonoras arpas,
como bandadas de aves vocingleras,
los cuartetos flamantes
y las silvas robustas y opulentas”
No pertenezco al número de los enemigos personales del adjetivo; antes bien, creo que
proscribiéndolo con el rigor que aquellos piden, con el rigor valbueniano, la poesía resultara pobre,
descarnada, por ello no critico el último de los versos arriba apuntados.
“que el corazón se ensancha entre mi pecho
y que me corre lava entre las venas”.
Son endecasílabos que en cualquier composición castellana brillarían como diamantes finísimos,
sobre todo cambiando en por la preposición entre del segundo, y esto solo a fin de evitar la repetición,
que, como no es en este caso un defecto y más bien puede ser cuestión de gustos, quizá ha sido
intencional y meditada.
“Yo siento que tu sabia generosa
me anima y me consuela;
que ella es la vida de la vida mía,
que ella hasta Dios me eleva,
que ella hasta Dios me empuja
(este verso me parece inútil después del muy expresivo anterior, y podría ser tachado como ripio por un
crítico severo).
“y que ella, en fin, alumbra mi cabeza
cuando lleno de encono o de ternura
empuño entre mis manos altaneras
la lira patria de González Prada
y la guzla romántica de Selgas”
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Yo habría puesto o en lugar de y (acaso es errata) a este verso delicado como última espirante
vibración de un laúd medieval pulsado bajo la almena por enamorado trovador. Este admirable y poético
verso no es diamante, no tiene las irradiaciones de la piedra herida en sus facetas por el rayo solar; es
perla de oriente inmejorable vista a la luz de la luna, perla que figuraría dignamente en el collar de las
musas.
“Quisiera, como un último consuelo,
morir ahogado por tu dulce esencia
como murieron, en mejores días,
Edgardo Poe, Byron y Espronceda.
“¡Dadme Ginebra! Quiero cobrar bríos
para entrar otra vez en la pelea
y aplastar bajo el peso de mi mano
a la turba funesta
que apostada en mitad de mi camino
se retuerce envidiosa y altanera
e intenta detener con torpes vallas
el carro de anchas ruedas
en que yo como un dios de origen griego
voy a galope al templo de Minerva!
¡Muy bueno! Estos tres últimos versos son gráficos, admirables.
“¡Dadme ginebra! Quiero alzar el vuelo
a la región etérea,
y reírme del mundo y sus falsías
y reírme del cielo y sus promesas”
Estas blasfemas imprecaciones son, por desgracia, muy naturales, muy propias en boca de un
hombre ebrio y desesperado, en boca de un viciosos incorregible; porque el ser encenagado en la infamia,
el ser envuelto entre los harapos de espantosa miseria moral, deja de pertenecer al número de los
escépticos y descreídos para formar en las filas de los impíos y de los ateos: la degradación lo borra todo,
hasta la consoladora noción de una sabia y misericordiosa Providencia. ¡Desventurados! Como al hijo
pródigo de la parábola evangélica, no les queda a esos infelices más recurso que pastar puercos y dormir,
no ya como aquel a la intemperie, sino a la sombra deletérea del árbol de la depravación. Y ¡ay de ellos si
no convierten la llorosa mirada al techo paterno!
¡Ay de ellos si con lágrimas de arrepentimiento sincero y firme propósito de enmienda no piden a
la sociedad –donde siempre habrá corazones nobles que les preparen el festín- les devuelva el patrimonio
de su aprecio.
“¡A reír! ¡A beber! Es necesario
despreciar la existencia,
que todas sus venturas y esperanzas
y todos sus encantos y grandezas
no valen ¡Vive el Cielo!
lo que vale una copa de ginebra»
Calló el poeta. Una muchacha hermosa
de ojos de fuego y blonda cabellera
se le acercó con aire enternecido
y le besó la frente y la cabeza.
Después… siguió la orgía
entre cantares, gritos y blasfemias…”
La conclusión por la sobria a la vez que completa, por la sencilla a la par que enérgica, nada deja
que desear; tiene, a mi entender todo el valor de una triste sarcástica carcajada; encierra a mi modo de
ver toda la amargura, toda la hiel de compasiva interjección velada por una sonrisa de ironía.
Resumiendo: fuera de dos o tres versos que encuentro mal acentuados y que en nada afectan la
belleza del conjunto como no desfiguran el rostro de la hermosa del conjunto como no desfiguran el rostro
de la hermosa los diminutos lunares, que muchos hallan graciosos, toda la composición, como forma, me
parece irreprochable. Como fondo, puede que algunos lo crean himno ditirámbico, propio de un sacerdote
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
que “coronado de pámpanos y hiedra” ofreciese sacrificios al dios del vino, y tomándola por tal, la tilden
de desmoralizadora: peor para ellos, pues a través de la copa de ginebra, se transparenta un alma
desgarrada en mil sangrientos jirones, y a la luz infernal de los blandones de la orgía, se ve un cuadro que
no puede menos que llenar de horror los corazones honrados…
Para acabar, no dejaré de decir a usted una cosa que me ocurre con tanta maestría ha escrito
usted: Deliriums Tremens que me asalta un temor: tal vez no pocos lectores se habrán imaginado que
usted ha sido alguna vez –lo digo como un encomio, a despecho de la repugnancia que me inspira el
vocablo y sólo en gracia de la propiedad –borracho.
Mas los que no podemos abrigar tal sospecha, tendremos mayor razón para admirar y aplaudir a
usted, que así adivina y describe las regiones de la embriaguez, esas oscuras regiones que deben de estar
llenas de sombras, sin más fulgores que los siniestros y azulados del relámpago en las noches de
tormenta…
Reciba usted mis calurosas felicitaciones, y crea que soy su amiga y colega afectísima.
Lima, 21 de junio de 1892.
Amalia Puga”
(En El Perú Ilustrado del 25-06-1892)
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PIEDAD PARA ELLA
«¡Oh no insultéis a la mujer caída!»
Víctor Hugo
No insultéis, no, con saña de enemigo
a la mujer que en la social jornada
cae al antro del vicio despeñada
y muere allí sin pan y sin abrigo.
Yo la defiendo, y en verdad os digo
que esa mujer, por todas ultrajadas,
no es para mi sino una desgraciada
más digna de piedad que de castigo.
Vuestra crueldad con ella es desmedida.
Si pecó ayer, está hoy arrepentida,
y es natural que tenga fin su pena.
Tendedla, pues, la mano, y sin encono
decidla como Cristo a Magdalena:
«Levántate, mujer…. ¡Yo te perdono!»
(Algo mío, p. 28)
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ENIGMA
Eres enigma que no tiene clave;
te distingues de todas las mujeres:
nadie puede saber si odias o quieres;
sobre tu pecho hay que escribir: «¡Quién sabe!»
Tienes algo de fiera y algo de ave;
un día besas y otro día hieres…
¿Qué ambicionas? ¿Qué esperas? ¿Qué prefieres?
¡Tanto misterio en la razón no cabe!
Yo quisiera olvidarte, y no te olvido;
desearía con ansía aborrecerte,
y nunca a nadie como a ti he querido.
Reymundo Hualpa Condori
Gozo al mirarte y no quisiera verte.
¡Eres, mujer, mi fruto prohibido!
¡Me das la vida y a la vez la muerte!
(Algo mío, p. 29)
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ASI HABLAN LOS MALOS
La turba multa en la miseria se halla
y pide pan con gritos destemplados,
y salen a su encuentro los soldados,
¡y en vez de darle pan le dan metralla!
¡Hay que aplastar la rebelión que estalla!
Quien quiera pan, apreste su arados
y vaya a cosecharlo a los sembrados…
¡El trabajo es el pan de la canalla!
Subleva el alma… irrita… desespera
que la plebe nos robe la alegría
pregonando su hambruna por doquiera.
¿Quiere comer? Trabaje noche y día,
y si no puede trabajar… ¡que muera!
¡Nosotros seguiremos en la orgía!
(Algo mío, p. 33)
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EL AMOR ES LA VIDA
La vida, Juanita, aterra
pues es un martirio eterno…
Si es verdad que hay un infierno,
ese infierno está en la Tierra.
Aquí, por leyes divinas,
sólo hay penas y dolores.
¿Qué más? ¡Hasta entre las flores
encontramos las espinas!
Buscamos con fe infantil
la Gloria, y la Gloria bella,
de lejos es una estrella,
y de cerca es un candil!
¿Dónde está la venturanza
que invocamos noche y día?
El que alcanza un bien, se hastía,
y llora el que no lo alcanza.
En vano, al buscar consuelo,
al cielo azul nos volvemos,
pues el cielo azul que vemos
no es azul, niña, ni es cielo.
Verdad que en nuestra alma crecen
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
ilusiones a montones:
mas ¿Qué son las ilusiones?
¡Flores que al nacer perecen!
La turba odio nos revela
y es del mérito madrastra.
¡Es que aquí lo que se arrastra
aborrece a lo que vuela!
A ti, por noble y hermosa,
te envidiará el vulgo vil…
¡El vulgo! Ese es el reptil
y tú eres la mariposa
Sé que te causo aflicción
juzgando así la existencia;
mas ¿qué quieres? La experiencia
me ha secado el corazón.
¿Lloras? Calma tu dolor,
y si quieres un consuelo,
en vez de invocar al Cielo
alza preces al Amor.
Es el genio del Bien
y la dicha del hogar.
Sólo él puede transformar
este infierno en un edén.
¡Ama! Deja que Cupido,
que busca asilo en tu pecho,
se albergue en él satisfecho
como un pájaro en su nido.
¡Ama! Es forzoso acatar
las sabias leyes de Dios:
amar nos manda su voz,
y debes, Juanita, amar.
¡Ama! Embellece tu historia
con una pasión sentida.
¡Ama! El amor es la vida.
¡Ama! El amor es la gloria.
(Algo mío, pp. 34-36)
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HELÉNICA
De jolgorio en el Pindo están las diosas,
y Pan, al pie de una ánfora vacía,
en su siringa toca una armonía,
coronado de pámpanos y rosas.
Coros de ninfas, jóvenes y hermosas,
sin otro traje que la luz del día,
danzan en torno de él con alegría
luciendo al sol sus formas voluptuosas…
De pronto, lanza el fauno un grito extraño
y salta sobre el coro de doncellas
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
como un tigre feroz sobre un rebaño…
Después… las ninfas lloran desoladas
y Pan, que sabe por qué lloran ellas,
se ríe como un loco a carcajadas…
(Algo mío, p. 37)
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SOBERBIA
En vano pones en no amarme empeño
y te muestras conmigo huraña y fría:
yo he soñado una noche que eras mía,
y de morir o realizar mi sueño.
En vano arrugas tu adorable ceño
para probarme, ingrata, tu energía:
antes de mucho, en no lejano día,
yo seré ¡Vive Dios! ¡Tu único dueño!
¿Te ríes? ¡Bien! Acepto el desafío,
mas debes de saber, arcángel mío,
que si algún día me abandona el Cielo
y otro hombre logra que tu amor irradie,
te mataré, cien veces, como Otelo…
¡O serás mía o no serás de nadie!
(Algo mío, p. 38)
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AL FIN SOLOS
Ya estamos solos, Nelly…
ya se acabó la fiesta,
ya nos sonríe el alba,
ya ha amanecido Dios,
y en el salón de baile
que amenizó la orquesta
tan sólo escucho ahora
los ecos de tu voz!
¡Ah, ven! Quiero quitarte
yo mismo el blanco velo
que cubre con sus pliegues
el cielo de tu faz,
caer luego a tus plantas
pidiéndote un consuelo,
besarte luego mucho
y luego… ¡mucho más!
¡Qué hermosa estás! ¡Dios mío!
Mas… tiemblas… ¿Qué te pasa?
¿Te inspiro, acaso, miedo?
¿No tienes en mí fe?
Pues, mira, al dulce abrigo
del techo de esta casa
un templo voy a alzarte
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
y en él te adoraré
Aquí, sin que yo juzgue
tal cosa menoscabo,
tan sólo darán leyes
tus labios de rubí,
pues siendo tú la reina
y siendo yo el esclavo,
mandar a ti te toca
y obedecer a mí.
Aquí, lejos, muy lejos
del mundo y sus quimeras,
jamás envidiaremos
las dichas del Edén,
y el día que te mueras,
si es dable que tú mueras,
yo, vida de mi vida,
me moriré también.
Qué grata, qué tranquila,
qué dulce, qué dichosa
va a ser desde este instante
la suerte de los dos…
¡Ah! ¿Quién, si eres un ángel,
te indujo a ser mi esposa?
¿Fue Dios?... Pues si él ha sido,
¡Bendito sea Dios!
Estoy al lado tuyo…
te veo… soy tu dueño,
y dudo si esta dicha
es mito o realidad.
¿Tú, mía? ¡No es posible!
Poeta soy, y sueño…
¿Tú esclava, siendo reina?
¡No puede ser verdad!
Acércate y disipa
la duda que me acosa
echándote a mis brazos
sin penas ni temor…
¡Qué bella estás de novia!
Pareces una diosa
volando, envuelta en nubes,
en alas del amor!
Entreabre, al fin, tus labios
que vierten ambrosia
y dime, Nelly mía,
que mi alma vive en ti…
¿He dicho Nelly mía?
¡Sí! Mía… sólo mía…
¿Verdad que tú has nacido
tan sólo para mí?
Mil veces me has jurado
tu amor con voz sincera;
mas hoy de nuevo ansío
tus votos escuchar.
Pronuncia una palabra
¡Repíteme siquiera
el sí que no hace mucho
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
me diste ante el altar!
La dicha me sofoca…
Ven, Nelly, a la ventana
a ver nacer el día
que en arras nos da Dios.
¡Qué albores! ¡Qué celajes!
¿Verdad que esta mañana
jamás ha de olvidarla
ninguno de los dos?
El cielo, el bosque, el prado,
el mar… cuanto diviso,
jamás con tanta pompa
lucieron ante mí…
La tierra no es tan bella…
¡Este es el paraíso!
Por ti he logrado hallarlo…
Por ti, no más, por ti!
Allá, sobre las cumbres
que el sol naciente dora,
la luz pinta paisajes
de regia esplendidez.
Cómo ésta fue… ¿Te acuerdas?
Como ésta fue la aurora
en que los dos nos vimos
por la primera vez
¡El sol! ¡Mira! Ya asoma
tras la extensión lejana,
hermoso y encendido
como un clavel punzó.
¡El sol! Llegó la hora…
Cerremos la ventana…
¡No quiero que él ni nadie
te bese antes que yo!
(Algo mío, pp. 39-43)
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LO QUE NO SABE LA CANALLA
Vibra, desde la playa hasta la sierra,
el clarín que hace arder los corazones,
y batallones tras de batallones
a vencer o morir van a la guerra.
Nada los vuelve atrás ni los aterra;
mas, los cercan de pronto otras legiones,
y aquellos bravos caen a montones,
como cae la mies sobre la tierra.
¿Por qué luchan así tantos valientes?
¿Quién encendió la mina que así estalla?
¡Nadie lo sabe entre los combatientes!
Eso nunca lo sabe la canalla,
sino los hombres sabios y prudentes
que nunca van al campo de batalla…
(Algo mío, p. 44)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
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VIDA HEROICA
A don Ricardo Palma
Me seduce el pasado con su brillo
y su vida, a la vez, galante y fiera.
Regresar a esas épocas quisiera,
transformado en señor de horca y cuchillo.
¡Qué fortuna ser dueño de un castillo;
usar coraza y pluma en la cimera,
y hacer crujir con mi legión guerrera
el puente levadizo y el rastrillo.
Entonces yo daría en mis torreones
fiestas grandiosas, dignas de mi fama,
a nobles castellanas a infanzones.
Y después, suelto al aire mi oriflama,
iría con mi gente a otras naciones
a luchar por mi patria y por mi dama.
(Algo mío, p. 45)
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TATUAJE DE AMOR
-Quiero escribir mi nombre con cariño
sobre ese pecho, en que el amor se anida,
para leerlo allí toda la vida
como sobre una página de armiño.
Así te dije con afán de niño,
y tú, que estás por mi pasión vencida,
¡Sea! Me contestaste conmovida,
y te abriste el escote del corpiño…
¡Qué tesoro! Yo al ver tanta hermosura
olvidé mi capricho y con ternura
cubrí tu cuello virginal de besos.
Y aquellos besos, tiernos y expresivos,
hasta hoy están en tu garganta impresos
como un collar de puntos suspensivos…
(Algo mío, p. 46)
El mismo poema es reproducido en el poemario Aroma de mujer, con pequeñas modificaciones.
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ANTES QUE NADIE
He recibido, lleno de alegría,
tu álbum que alabo con cariño cierto;
mas, al hojear sus páginas, advierto
que nadie en él ha escrito todavía.
Reymundo Hualpa Condori
¡Nadie! ¿Es decir que yo seré, María,
el primer hortelano de tu huerto?
A calcular, cual es mayor, no acierto,
si tu bondad o la fortuna mía.
Yo sé que hasta el hogar que te da abrigo
irán cien vates, con ligera planta,
a bendecirte como te bendigo.
Mas sé, también, y esta verdad me encanta,
que nadie te dirá lo que te digo:
«¡Soy el primer poeta que te canta!»
(Algo mío, p. 51)
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HOMENAJE
En tus pupilas, lánguidas y bellas,
se refleja tu espíritu, Angelina,
como una laguna cristalina
se reflejan de noche las estrellas.
Yo sé por eso, aunque tu labio sellas,
que ocultas en tu ser que me fascina:
bondad que encanta, genio que ilumina,
y amor que endulza todas las querellas
Buena, sensible, espiritual y hermosa,
¿Satisfecha no estás con gracias tantas?
¿Qué más anhelas para ser dichosa?
¿Hasta los cielos tu ambición levantas?
¿Deseas una estrella esplendorosa?...
Yo iré a traerla y la pondré a tus plantas.
(Algo mío, p. 56)
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AL SEPARARNOS
Mañana, cuando llores sin consuelo
la juventud que pasa y no regresa,
y adviertas con dolor y sorpresa,
hebras de nieve entre tu pelo negro;
mañana, cuando sientas tu alma herida
y esté tu corazón hecho jirones,
y rueden sobre el polvo de la vida
las hojas secas de tus ilusiones;
mañana, cuando al fin una pena honda
te haga sufrir tormentos sufridos,
y gimas, y nadie oiga tus gemidos,
y llames sin que nadie te responda;
mañana, cuando caiga fulminado
al golpe de tu saña desmedida,
y me oigas pronunciar tu nombre amado
con el último aliento de la vida,
entonces ¡ay! Entonces estoy cierto
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
de que al fin te hará falta mi ternura,
y llorarás con íntima amargura,
y tendrás compasión del pobre muerto…
Y desolada, inconsolable, triste,
me llamarás con ánimo cobarde,
y yo, desde la tumba que me abriste
«¡Ya es tarde, ingrata –te diré- ya es tarde!»
Y al ver tu dicha y tu esperanza trunca
exclamarás, transida de quebranto:
«¿Por qué, Señor, por qué no le amé nunca,
si era tan bueno, si me amaba tanto?»
Y sin tener quien te oiga ni te guarde,
irá a perderse al Cielo tu plegaria,
y yo, desde mi tumba solitaria,
«Ya es tarde, ingrata –te diré- ya es tarde».
(Algo mío, p. 58-59)
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¡SIEMPRE MÍA!
¡Es inútil que finjas! Yo estoy cierto
de que el amor que me tuviste un día
entre tu pecho existe todavía,
como una flor en medio del desierto.
Tu corazón reposa… no está muerto.
El fuego está bajo la lava fría…
¡No lo niegues, mujer! Vano sería:
leo en tu faz como en un libro abierto
Tú, como yo, te mueres de tristeza
Y ocultas tu dolor llena de orgullo,
Escondiendo en tus manos la cabeza.
Vuelve a ser buena… cede ya a mi empeño,
y dime con tu voz, que es un arrullo,
que fui, que soy… y que seré tu dueño
(Algo mío, p. 52)
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LA TUMBA DEL TITÁN
Arriba, sobre el Morro soberano
que el mar socava y sin cesar azota,
Alfonso Ugarte, el ínclito patriota,
el hierro esgrime en la incansable mano.
La sangre corre de la cumbre al llano;
mas viendo el héroe su fatal derrota,
empuña su bandera que allí flota
y se lanza con ella hasta el océano.
A presenciar el fin de este heroísmo,
tanto vencidos como vencedores
se asomaron al borde del abismo…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Y mezclando banderas y clamores,
«¡Gloria!» –gritaron desde aquella altura¡Para tal corazón tal sepultura!
Arica
(Algo mío, p. 60)
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MI NOCHE TRISTE
¡Qué noche tan oscura! Un denso velo
cubre la inmensa bóveda sombría.
¡Cómo llueve, Dios mío! Se diría
que se deshace en lágrimas el Cielo
Todo es misterio y soledad y duelo…
Alguien canta en la calle una armonía,
y yo, transido de melancolía,
me echo a llorar con hondo desconsuelo.
Este canto, que llega hasta mi oído,
me recuerda a Lili, mi amor primero…
¿Por qué me hundió la ingrata en el olvido?
Nada sé… nada busco… nada espero…
Yo solamente sé que la he perdido,
que ya no será mía y que me muero…
(Algo mío, p. 62)
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EL MILAGRO QUE FALTABA
(Sobre una parábola de Chocano)
Habló Jesús ante la turba inmensa
y dijo: «Hermanos, en verdad os digo,
que el hombre debe perdonar la ofensa.
¡Ved que el perdón que la piedad dispensa
es muchas veces el mejor castigo!
«¡Quién levanta calumnias se condena!
-gritó después, airado y tremebundopero delinque más la humana hiena
que, simulando indignación o pena,
propaga esas calumnias por el mundo!»
«El orgullo es inútil egoísmo
que casi siempre acaba en pesadumbre
pues está escrito por mi Padre mismo
que los de arriba rueden al abismo
y los de abajo lleguen a la cumbre».
«Mantened la conciencia inmaculada,
pasaréis la vida sin recelos;
haced el bien sin interés de nada,
y al arribar al fin de la jornada
tendréis por premio el reino de los cielos».
Cesó de hablar el pálido Vidente,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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y la turba incontable que le oía
dobló, transida de emoción, la frente.
Un hombre, nada más, malo o demente,
se sonrió con cínica ironía…
Le vio Jesús, y con bondad sublime
le dijo: «Escucha, yo te lo suplico:
Mi corazón con tu impiedad se oprime.
¿Por qué te ríes, cuando yo hablo, dime?
¿Por qué te ríes, siempre que predico?»
Aquellas frases dulces e inocentes
en las cuales vibraba algo tremendo,
aterraron a todos los oyentes,
y el hombre impío contestó entre dientes:
«Yo me río, señor, porque no entiendo…»
Jesús –todo bondad, todo ternuraoyó la confesión del vagabundo,
y condolido de su desventura
quiso alumbrar su inteligencia obscura
haciendo otro milagro en este mundo.
Pues para ello su divina mano,
su mano que la luz del sol enciende,
en la cerviz de aquel engendro humano,
y dominando el grito del océano,
«Entiende –dijo con imperio- ¡Entiende!»
El infeliz vio luz en su conciencia
y ante las plantas de Jesús cayendo,
gritó: «¡Señor, bendigo tu clemencia!
Me has dado corazón e inteligencia.
Ya tengo a Dios dentro de mi… ¡Ya entiendo!»
Veinte siglos del caso han trascurrido,
y en este mundo que al progreso asciende,
aquel milagro no se ha repetido…
Nadie, en verdad, después ha conseguido
hacer que entienda el hombre que no entiende…
(Algo mío, pp. 63-65)
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EL GÓLGOTA DE ARICA
El Morro hacia el océano se adelanta
como un león que acecha lo infinito…
Ruge el mar, y parece que su grito
lo hace estallar la fiera en su garganta
El Morro asombra y, a la vez, espanta.
Finge –si se le mira de hito en hitoun gigantesco puño de granito
que, amenazando al cielo, se levanta
Sobre ese monte inmenso y solitario,
Bolognesi, el guerrero de renombre,
murió como Jesús en el Calvario.
Y ambos son inmortales por su suerte:
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
el Cristo, que era Dios, murió como un hombre,
¡El hombre, como un dios marchó a la muerte!
Arica.
(Algo mío, p. 71)
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ÚLTIMO RUEGO
Ódiame por piedad, yo te lo pido…
¡Ódiame sin medida ni clemencia!
Más vale el odio que la indiferencia.
El rencor hiere menos que el olvido.
Yo quedaré, si me odias, convencido
de que otra vez fue mía tu existencia.
Del amor brota el odio en la conciencia.
¡Nadie aborrece sin haber querido!
En pago de esta saña desmedida,
te daré el alma y esta misma vida
que tu desdén, a pausas, me arrebata…
¡Te daré todo lo que tú apetezcas!
¿Qué más quieres de mi? Ya ves, ingrata,
te ofrezco el alma porque me aborrezcan.
(Algo mío, p. 72)
Este soneto se encuentra también en el poemario Aroma de mujer; en el séptimo verso se lee: Más vale
el odio que la indiferencia. Solo hemos considerado la primera versión.
Este poema ha sido musicalizado como vals criollo, pero la mayoría de cantantes no indican al autor de la
letra.
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CABELLOS OSCUROS
(Al pie de su retrato)
¡Qué hermosa estás! Tu cabellera oscura
rueda sobre tus hombros en relieve
como noche que cae de la altura
sobre dos blancos témpanos de nieve…
El alma mía, incauta mariposa,
ha caído en la red de tus cabellos,
y hoy –cuando el ansia de volar la acosacuanto más lucha, más se enreda en ellos…
Te llamo, y sigues impasible y fría.
¡Habla por Dios! Aumenta mi embeleso.
¿No tienes alma? Toma el alma mía…
¡Te doy en la boca con un beso!
Despeinada y envuelta en blancas galas,
era un serafín del alto cielo
que ha escondido las plumas de sus alas
bajo el manto de seda de su pelo.
¡Quién le diera a este vate que te admira
ser el dueño y señor de tus hechizos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
y poner como cuerdas en su lira
la sedosa cascada de tus rizos.
Un favor, ángel mío: cuando muera
bendiciendo tu nombre y tu memoria,
hazme una almohada con tu cabellera
para soñar contigo y con la Gloria.
(Algo mío, pp. 73-74)
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VIAJANDO A SU LADO
El tren escala la montaña erguida
como si huyera con horror del suelo…
¡Que suba con los dos toda la vida
y que al fin llegue con los dos al cielo!
Sentada junto a mi, ves conmovida
paisajes que huyen y huyen con anhelo…
Así las dichas son, Rosa querida:
Vienen, halagan… y se van al vuelo.
Cuando llegue este tren a su destino,
así te irás, llevada por la suerte,
y quizá nunca te halle en mi camino…
¿Por qué no habrá ventura sin tristeza?
¿Por qué te conocí, si he de perderte?
¿Por qué la dicha acaba cuando empieza?
En el tren de la Oroya
(Algo mío, p. 75)
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DESPUÉS DEL BAÑO
Te vi salir del baño, y todavía
verte, como esa vez, se me figura.
La diosa del amor y la hermosura
así, sin duda, de la mar saldría.
Una lluvia finísima caía
de tu abundante cabellera oscura,
y ver me imaginaba una escultura
que a los rayos del sol se deshacía…
Loco de amor ante belleza tanta,
besé tu faz con ansias cariñosas,
y ante mis besos de ternura santa,
que se posaron como mariposas
sobre tu boca y sobre su garganta,
en tus mejillas florecieron rosas…
(Algo mío, p. 76)
El mismo soneto está en Aroma de mujer, hemos considerado la primera edición. En el verso (4) dice: así,
del fondo de la mar, saldría. En otros versos existen pequeñas variaciones.
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Reymundo Hualpa Condori
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IDILIO DE INVIERNO
¿No ves, amada mía? ¿No ves allá, en el cielo,
un genio que atraviesa la vasta inmensidad?
Es el traidor Invierno que aquí dirige el vuelo
trayendo entre sus alas, glaciales como el hielo,
el frío y la miseria, la pena y la orfandad…
¡Ah pronto sobre montes y valles y colinas
la nieve habrá caído con ímpetu feroz,
e inquietas y temblando las pardas golondrinas
habrán abandonado sus nidos en las ruinas
diciéndonos a todos: ¡Adiós, adiós, adiós!
Y todas esas hojas, y todas esas flores
que hoy dan a tu ventana perfumes y esplendor,
habrán también huido sin vida y sin colores,
y sólo yo, llorando mi pena y mis dolores,
me habré quedado en medio de tanto y tanto horror.
¿Yo solo? ¡No! A mi lado, en este edén querido
que ya el Invierno entolda con gasas de tisú,
aquí, donde muy pronto se albergará el olvido,
una paloma blanca también hará su nido,
y esa paloma blanca serás, bien mío, tú.
¿Cómo podrías nunca dejarme abandonado
si sabes que en el mundo te tengo sólo a ti?
¿Qué haría yo si un día te fueras de mi lado?
Pensando en ello siento mi corazón helado.
¡Por Dios, no me abandones! ¡Apiádate de mí!
¿Por qué te quiero tanto? ¡Quién sabe! Yo lo ignoro;
tan sólo sé que nadie te querrá así jamás.
¿He dicho que te quiero? No, Nelly; yo te adoro.
Eres mi bien, mi dicha, mi encanto, mi tesoro…
¡Antes de ti, no hay nada; después de ti, no hay nada!
Yo no podría hallarme sin ti ni un solo día;
tu aliento me hace falta para poder vivir.
Si acaso me dejaras al punto moriría…
¿Inclinas la cabeza…? ¿Lo dudas, alma mía?
¡Pues huye de mis brazos y me verás morir!
Reclínate en mi pecho y unidos, siempre unidos,
veremos deslizarse la vida sin sentir…
¡Qué dicha hasta la muerte vivir aquí escondidos!
Así la vida pasan las aves en sus nidos…
Así vivir deseo… ¡Así quiero morir!
Soy huérfano: no tengo quién llore cuando lloro,
y quiero que tú ahuyentes las penas de mi hogar.
De hinojos, a tus plantas, tu compasión imploro.
Cobíjame, paloma, bajo tus alas de oro…
Me muero de tristeza… ¡Sé mi ángel tutelar!
Que venga el crudo invierno, que venga en hora buena
trayendo entre sus alas el frío y el dolor…
Para los seres que aman la vida es siempre amena.
Para ellos no hay invierno ni soledad ni pena…
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Su sol no tiene ocaso… ¡Su sol es el amor!
¡Qué dicha que mi nido sea también tu nido!
¡Qué gloria vivir juntos en un hogar los dos!
Ven, pues, y nada temas: el cielo nos ha unido,
y nunca ha de apartarnos ni el tiempo ni el olvido…
¡Los lazos que Dios ata, los rompe sólo Dios!
(Algo mío, pp. 77-79)
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DESPUÉS DEL CONCIERTO
El artista tocó una melodía
lánguida, triste, cadenciosa y bella,
y yo me dije: «Así debe ser ella:
¡Un poema de amor y de armonía!»
En un espejo que en la sala había,
se reflejaba la gentil doncella,
y tuve celos de la luna aquella,
que besaba esa imagen, que era mía.
Volví al salón al despuntar la aurora,
y en el espejo de cristal bruñido
no estaba ya su imagen seductora…
A esconderse en mi pecho había huido,
y escondida en mi pecho vive ahora
como vive una tórtola en su nido.
(Algo mío, p. 80)
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FIGURA DE LEYENDA
A Víctor Andrés Belaunde
Con tizona de cruz, capa y espuela,
y desoyendo sanos pareceres,
partió don Lope en busca de placeres,
como un protagonista de novela…
Vació a los pies de Venus su escarcela;
tuvo cien desafíos por mujeres,
y buscando peligros y quehaceres
luchó en Lepanto en un bajel de vela.
Viejo ya, buscó asilo en un convento,
y al acercarse su postrer momento
pidió sus armas, las miró extasiado
y murió recordando su pasado…
Su boca, yerta ya, quedó apoyada
sobre la cruz de hierro de su espada…
(Algo mío, p. 81)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 98 -
A UNOS HOMBROS
Tus hombros, modelados en relieve,
surgen de la prisión de tu corpiño
como dos grandes pétalos de armiño
surgir pudieran de la copa de Hebe.
Sobre uno de ellos, como un punto leve
se ve un lunar que adoro como un niño
y que a mi me parece, en mi cariño,
una estrella apagada entre la nieve…
Son tus hombros mi encanto más profundo;
mas si deseas evitar martirios
ocúltalos, por Dios, de todo el mundo…
Mira que si los muestras sin rubores,
se van de envidia a marchitar los lirios;
se van los hombros a morir de amores.
(Algo mío, p. 82)
Este soneto se halla también en Aroma de mujer.
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AL TOQUE DE ORACION
Era el atardecer. El sol moría;
regresaban las aves a su nido,
y en la iglesia del pueblo en que he nacido
una campana la oración tañía…
Ella, al oír aquella melodía,
«Voy a rezar –me susurró al oídopara que nunca me eches en olvido»
Y empezó su oración: «Ave María…»
Breve como un fulgor fue nuestra historia:
murió la niña candorosa y bella;
pero vive en mi pecho su memoria.
Todas las tardes miro yo su estrella;
recuerdo nuestro amor y nuestra gloria
y al sonar la oración rezó por ella…
(Algo mío, p. 88)
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ARRULLO
Yo sé que en vano a ser tu dueño aspiro;
yo sé que en vano ser tu esclavo espero,
y sin embargo, sólo a ti te quiero,
y sin embargo, sólo a ti te miro.
Yo sé que ni odio ni pasión te inspiro;
yo sé que tienes corazón de acero,
y sin embargo, por tu amor me muero,
y sin embargo, por tu amor deliro.
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Ignoro, niña, si este amor concibes,
y al saber que sin piedad me hieres
lograré, al fin, que de reír te prives.
Ignoro si aman como yo otros seres.
Yo sólo sé que vivo porque vives,
yo solo sé que moriré si mueres…
(Algo mío, p. 89)
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LA CUNA DE CUPIDO
En tu barba de rosa hay un hoyuelo
que mi amor y mi encanto siempre ha sido.
¡Diríase la cuna de cupido
hecha sobre una flor de terciopelo!
Contemplando tu rostro, que es mi cielo,
ese hoyuelo otra vez me ha parecido
el entreabierto pico de un polluelo
que pide un beso al borde de su nido…
Cuando muera implorando tu ternura,
mi tumba haré, como una mariposa,
en ese lindo estuche en miniatura.
Y mi suerte, por fin, será dichosa,
pues cuando yazga en esa sepultura,
será mi tumba el cáliz de una rosa…
(Algo mío, p. 91)
Este soneto también se halla en el poemario Aroma de mujer.
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LA ÚLTIMA ESPINA
A Juan José Reinoso
Después de la tragedia del calvario,
el salvador del hombre y sus destinos
iba por un paraje solitario,
llorando por sus propios asesinos…
Era el atardecer… El sol moría,
y a la caricia de sus rayos bellos,
la cabeza del mártir parecía
circundada por vívidos destellos.
Un bohemio, con trazas de mendigo,
dijo –saliendo al paso del Mesías«¡Ave, Maestro! Por hablar contigo
he viajado cien noches y cien días…
«Soy un poeta, soy un vagabundo,
y al par de los errantes ruiseñores
vuelo, de rama en rama, por el mundo,
llorando penas y cantando amores.
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
La inspiración, que salva del olvido,
no brilla, sin embargo, en mis cantares,
y a que tú me la otorgues he venido,
hollando tierras y surcando mares.
Hijo de Dios, Señor de lo creado,
Concédeme esta gracia apetecida.
Todo lo puede el Bienhechor que ha dado
luz a los ciegos y a los muertos vida»
Jesús callaba… Parecía incierto…
De pronto dijo, lleno de amargura:
«Hágase tu deseo: mas, te advierto
que en tu dicha hallarás tu desventura.
La inspiración, que es flor de sufrimiento,
sólo brota en las almas sensitivas.
Para que te perfume con su aliento
es preciso que sufras mientras vivas»…
Luego, invocando el nombre de su padre,
puso en manos del pobre visionario
una de las espinas que su madre
le arrancó de la frente en el calvario…
«Toma –agregó Jesús- toma esta espina…
Es el dolor que, por virtud secreta,
al mismo tiempo hiere e ilumina
y hace cantar al ave y al poeta
«¿Lloras? ¿Ya estás por el dolor herido?
Ahoga la protesta en tu garganta:
Dios te ha otorgado lo que le has pedido…
¿Sufres, poeta? Pues si sufres… canta
La inspiración, que salva del olvido,
palpitará desde hoy en tus cantares…
Y, ahora… vuelve en busca de tu nido,
hollando tierras y surcando mares…
Cesó de hablar Jesús, y murió el día.
A tiempo que su voz doliente y bella
poco a poco en el aire se extinguía,
nació en el cielo la primera estrella…
(Algo mío, pp. 92-94)
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POLVO NO MÁS…
A Juan Bautista de Lavalle
Un cráneo ¡horror! Da espanto y da tristeza.
¿De quién fue ayer ese despojo humano?
¿Fue un mendigo? ¿Fue un soberano?
Calla en la tumba la Naturaleza…
¿Quién llevó por el mundo esta cabeza?
Pretenderlo saber sería en vano.
La muerte iguala a todos con su mano…
¡El hombre acaba donde Dios empieza!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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En vano, pues, infatigable y fuerte,
busca la Ciencia la verdad soñada
en este resto de materia inerte.
Ante el misterio de la tumba helada,
tan sólo existe una razón: la muerte;
tan sólo existe una verdad: la nada
(Algo mío, p. 96)
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JUSTICIA CASTELLANA
Baña el torreón feudal la luna llena,
y de sus gruesos muros al abrigo
se agita torvo el Conde don Rodrigo,
como en su jaula agítase la hiena.
De pronto, abre un portón, y su voz truena:
-»¡Villano! –grita- tienes tu castigo!»
Y señala, a la vez, desde el postigo,
un cadáver colgado de una almena
Vuelve a su estancia, y reposar procura…
Empeño inútil: quejas doloridas
se oyen abajo, en una cueva oscura…
Muere su esposa allí con cien heridas,
y el viejo Conde, a media voz, murmura:
-»¡La honra de un hombre vale bien dos vidas!»
(Algo mío, p. 97)
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EL NIDO VACÍO
En un tiempo mejor, aquí vivía
el ángel tutelar de mis amores.
A la oración, en estos corredores,
ella, mis versos, repetir solía.
Este era su jardín. Aquí venía,
al despuntar el alba, a coger flores.
¡Bajo este limonero, hoy sin verdores,
nos despedimos, para siempre, un día!
Han pasado los años. A su huerto
ya nadie viene al despuntar la aurora…
¡Desde que ella se fue quedó desierto!
Un cementerio es su jardín ahora,
y aquí, en las sombras, cuando el día ha muerto,
el alma mía por su ausencia llora…
(Algo mío, p. 98)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
CONDENADA AL SACRIFICIO
Te casas sin amor: por obediencia.
De ti han dispuesto sin piedad ni tino,
y tú, sumisa, aceptas tu destino,
como el mártir acepta su sentencia.
Sin voluntad, cual tímida paloma,
vas al altar a hacer un sacrificio.
¡Así marchaban en la antigua Roma
las vírgenes cristianas al suplicio!
Serena ves alzarse tu cadalso…
¡Ya temblarás, mujer, en el momento
de pronunciar el sacro juramento,
porque ese juramento será falso!
Como si abrieran ante ti un abismo,
al dar el sí se acabará tu calma.
¡Y es que ese sí, que te oirá Dios mismo,
brotará de tus labios, no de tu alma!
La conciencia, que siempre está en acecho,
condenará, inflexible, tu impostura,
y alzándose en el fondo de tu pecho.
«¡Perjura» –a gritos te dirá- «¡Perjura!»
Después, en el misterio de tu nido,
comenzarán tus íntimos pesares.
¡Allí te entregarás, llorando a mares,
al hombre que te imponen por marido!
A tu lado estará siempre tu dueño:
ese será su encanto y su delirio,
sin sospechar, ni por remoto sueño,
que es su presencia tu mayor martirio
Creyendo el pobre suavizar tu yugo,
besará sin cesar tus labios rojos…
¡Y a cada beso cerrarás los ojos
para no vislumbrar a tu verdugo!
¡Qué combate, después, tan doloroso
para ocultar del mundo a la mirada
que desprecias al hombre que es tu esposo,
y que al casarte has sido desgraciada
¡Pobre mujer, escarnio de la suerte!
Mi corazón se llena de amargura
cuando pienso en que tanta desventura
sólo puede acabarse con la muerte!
Ponte el velo nupcial, mansa paloma,
y ve al altar a hacer tu sacrificio…
¡Así marchaban en la antigua Roma
las vírgenes cristianas al suplicio!
(Algo mío, pp. 99-101)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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TRAICIÓN POR TRAICIÓN
Al concluir el vals mi amada hermosa,
yo, que temblaba viéndola a mi lado,
la di, a traición, un beso apasionado
sobre su espalda de alabastro y rosa.
Volviese a mí con ademán de diosa,
y, simulando un ímpetu de enfado,
«¡Quién traiciona –me dijo- es traicionado!»
Y huyó fugaz como una mariposa…
Pasó esa noche de venturas llena,
y llegó, al fin, de su traición el día…
¡La paloma torcaz trocóse en hiena!
Y yo… ¿la castigué por su falsía?
Yo la amo ahora, que la veo ajena,
mas ¡quién creyera! Que cuando era mía…
(Algo mío, p. 102)
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LA ÚLTIMA ESPERANZA (*)
¡Oh, poeta inocente! ¿Todavía
nos hablas de revancha? ¡Qué ironía!
Olvida al fin los nacionales daños;
no pretendas turbar nuestra alegría…
¡Ya han pasado treinta años!
Tu actitud nos sorprende y desespera:
pones el puño sobre la cadera,
embocas el clarín y, altivo y fiero,
levantas el sudario del guerrero
que sucumbió en la lid por su bandera.
¡Tente, por Dios! No sigas;
respeta su reposo y su memoria,
y deja que a la sombra de la gloria
sobre su tumba crezcan las espigas.
Todo respira aquí paz y contento;
todo renace bajo el firmamento:
la primavera ríe, el niño canta,
y tú, que eres el solo que te abates,
¿Quieres robarnos nuestra dicha santa,
hablándonos de muertos y combates?
¿Por qué siempre has de alzar a nuestros ojos
esos tristes despojos?
¿Por qué, sin escuchar nuestras protestas,
en todas nuestras fiestas
has de invocar esos espectros rojos?
¡Mira, poeta! Tu lamento es vano;
predicas en desierto,
el patriotismo en nuestra patria ha muerto.
¡Calla! No te ha de oír el vulgo insano,
que sin rumbo galopa…
¡Más que un fusil prefiero nuestra mano
empuñar una copa!
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¿Crees tú que es posible y halagüeño
tener toda la vida un solo ensueño?
Ayer fue el odio fiero y desmedido;
hoy, en el fondo de nuestra conciencia,
comienza a germinar la indiferencia…
¡Luego vendrá el olvido!
¡Oh! Poeta inocente que en el cielo
tienes los ojos fijos,
bájalos ya hasta el suelo
y escucha a nuestros hijos.
-¿El honor? –dicen- con desdén que aterra,
es una necedad. ¿Y el deber? ¡Humo!
-¿Y la patria? La patria es, a lo sumo,
un puñado de tierra.
Nada le importa al hombre inteligente,
que solo ama lo real y positivo,
el terruño cautivo…
¡Que baje el cambio es todo lo que siente!
Háblale de la Francia;
pídele que defienda su decoro,
y te dirá con cínica arrogancia:
-¡Antes que Francia, el oro!
Recuérdale a l patria desolada,
dile que de sus hijos es su duelo
y que la sangre que manchó su suelo
sólo con sangre debe ser lavada…
¡Oh, cómo soltará la carcajada!
Yo, como tú, ¡Oh, poeta! Antes creía
que en pos de estos horrores
llegarían, al fin, días mejores.
Yo creí que nosotros todavía
variamos, después de esta agonía,
levantarse a los muertos vengadores.
Yo pensé que, de pronto, aquellos bravos
que sucumbieron por no ser esclavos
romperían sus tumbas con las manos
y, saliendo en tropel por todas partes,
desplegarían sobre los tiranos
sus sudarios de luz como estandartes.
Aquello un sueño fue, tan sólo un sueño;
un miraje halagüeño;
un deseo patriótico, a lo sumo…
Bien pronto vino, para nuestro daño,
el triste desengaño,
y aquel ensueño convirtiese en humo…
Y ahora, en medio de esta desventura,
sin patrio ideal, sin nacional anhelo,
viendo crecer, poeta, en nuestro suelo
el desaliento como yerba impura,
¿qué consuelo nos queda, qué consuelo?
¿Quién sabrá defender con heroísmo
nuestros santos derechos
y encenderá de nuevo en nuestros pechos
el fuego salvador del patriotismo?
¿Quién vendrá a levantarnos de la escoria?
¿Quién nos dará otra vez días de gloria?
¡Habla, poeta! ¡Dilo sin tardanza!
¡El ejército! ¡La última esperanza!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
(*) Esta composición fue leída por Paul Derouléde al pie de la estatua de de Strasburgo, en París, años
antes de que estallara la actual conflagración europea, que puede colmar los anhelos patrióticos del gran
poeta francés que murió incitando a su pueblo a la revancha.
(Algo mío, 2da. Edic., pp. 08-10)
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TRAS DE TUS HUELLAS
Entraste al templo, y yo, que te seguía
entré también en el recinto santo.
-Es un ángel –pensaba mientras tantoque hacia la casa del Señor me guía.
Postrada ante las plantas de María,
te vi después transida de quebranto,
y pude oír que, reprimiendo el llanto,
decías desolada: -¡Madre mía!
Ante todo dolor, clamé con pena:
-¡Oh, Dios, concede a mi Margot tus dones;
mírala con amor: es pura y buena!
Luego… empapada el alma en tu cariño,
recé por ti las tiernas oraciones
que me enseñó mi madre cuando niño…
(Algo mío, 2da. Edic., p. 26)
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IDILIO ROTO
Hace días, muchos días
que te busco y no te encuentro, que te lleno, y no respondes,
que te invoco y no apareces, que te ocultas, que te escondes,
que se han ido, que se han muerto mis mejores alegrías…
Por no verme, ya no quieres asomarte a la ventana,
donde siempre por las noches como un astro aparecías,
donde ayer –hablando a solas del presente y del mañana-seré tuya, -me decías.
-Seré tuya –me jurabas con tus manos en las mías…
¿De qué viene tu desvío? ¿Qué motiva tus enojos?
¿Te ofendí, sin yo quererlo? ¿Te agravié, sin yo pensarlo?
Si tal hice, por mi daño, tu deber es declararlo.
Mi deber… caer de hinojos.
Nuestra historia es una historia de infinita desventura.
Hay en ella, amada mía,
por cada hora de alegría,
muchos años de tristeza, muchos siglos de amargura.
Nuestra historia es una historia
que deleita y martiriza mi memoria…
Iba un día por el mundo caminando a la ventura,
caminando, caminando como un réprobo errabundo…
Iba absorto como el Dante al cruzar la selva oscura.
Sobre mí llevaba el peso de un dolor grande y profundo.
Me arrastraba… No podía, con mi propia pesadumbre.
De repente, una mañana, te cruzaste en mi camino,
y yo al verte me detuve con la faz descolorida…
¡Cuán hermosa! Creí que eras un arcángel peregrino
Reymundo Hualpa Condori
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que venía a conducirme a la tierra prometida.
Y a tus pies caí de hinojos con el alma conmovida,
y a tus pies caí de hinojos y bendije mi destino.
Muchas horas, muchos días, muchos años,
paladeando sinsabores,
soportando desengaños,
te seguí por todas partes mendigando tus amores…
En aquellos largos días
de esperanzas y agonías
lloré tanto, lloré tanto,
que están secos desde entonces los caudales de mi llanto.
Mi constancia venció al cabo… Pudo más que tu desvío.
Una noche me escuchaste, te conté toda mi historia,
y al decirte que era tuyo, sólo tuyo mi albedrío;
que tu amor era mi vida, que tu amor era mi gloria,
que por ti capaz sería
de los hechos más grandiosos, de las cosas más extrañas,
advertí con alegría
que una lágrima lucía
como gota de rocío en la flor de tus pestañas…
Luego hablaste y me dijiste muchas cosas, muchas cosas
delicadas, fugitivas, cadenciosas,
y tus frases revolaban vagarosas
de tu boca, que semeja un clavel recién nacido,
hasta mi alma que es tu nido,
cual bandadas de invisibles, de impalpables mariposas…
De improviso, en el silencio de la noche soberana,
resonó cual grito avieso
el clamor de una campana…
-La hora triste –murmuraste- la hora triste. Hasta mañana…
Se juntaron en seguida nuestras almas en un beso;
te escapaste de mis brazos y cerraste la ventana…
No te he visto desde entonces… Se diría que te has muerto.
Tu postigo está cerrado: tu balcón está desierto…
¿En qué celda misteriosa, para mí desconocido,
sin saber por qué has querido
sepultarte en plena vida?
Se diría que te has muerto, que te has ido, que te has ido
a vivir en las tinieblas insondables del olvido…
Yo te llamo, noche y día,
yo te llamo, y yo quería
verte siempre al lado mío, como ayer solía verte;
estrecharte entre mis brazos y exclamar con alegría:
-¡Mía, mía! ¡Sólo mía!
-Mía ahora, mía siempre, hasta el fin, hasta la muerte.
Pero, ¡no! Todo deleite llega al fin a ser hastío;
toda dicha degenera en cansancio y sinsabores,
y yo ansío,
por tu bien y por el mío,
que no tengan en el mundo este fin nuestros amores.
En tu duelo, que es mi duelo,
para ti tengo un consuelo.
Yo conozco la manera
de lograr que este cariño sea eterno, nunca muera…
Un enorme sacrificio por desgracia es necesario…
No te aflijas, no desmayes, no te muestres abatida…
¿No lo sabes? En la vida
todos sufren, todos lloran, todos tienen su calvario.
Es forzoso separarnos… ¿Palideces?
Calma, niña, tu congoja. El licor de la ventura
pierde toda tu dulzura
si se bebe hasta las heces.
Es forzoso separarnos… ¿Has pensado tú lo mismo?
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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¿Es por eso que te ocultas? ¿Es por eso que te escondes?
¿Es por eso que a mis gritos de dolor ya no respondes?
Si así piensas, te perdono mi dolor y tu egoísmo…
¡Qué tristeza, amada mía!
Nuestra dicha fue en el mundo fuego fatuo, sombra vana.
Cual la rosa del poeta, ni siquiera vivió un día;
duró apenas lo que dura el fulgor de una mañana…
¡Adiós! Vamos por el mundo, firme el pie, la frente erguida;
cada cual por su camino,
cada cual a su destino,
sin la idea de encontrarnos otra vez en esta vida.
¿En qué brazos ángel mío, te echará por fin la suerte?
¿El amor hará que un día sientas nuevos embelesos?
¿Te querrá alguien en el mundo como yo llegué a quererte?
¿Para quién será tus besos? ¿Para quién será tus besos?
¡Adiós! Nada en recompensa de mi enorme amor te pido.
Sólo quiero que estés cierta
de que nunca ¿Lo oyes? Nunca, estés viva o estés muerta,
te echaré de mi memoria al sepulcro del olvido…
No te culpo de mis penas. No eres tú quien ha tronchado
mi ventura: fue la suerte,
fue la suerte que me asedia, que me tiene declarado
duelo a muerte.
Oye, amada… Más que encono
por tu insólito abandono,
por tu ausencia repentina, por tu hermética clausura,
en mi espíritu despiertas sentimientos de ternura…
Y es que sé, y es que comprendo
con lo mismo que yo sufro, tú en la ausencia estás sufriendo.
Y es que sé que en el silencio de la ignota celda oscura
tu suplicio es más enorme, más sublime, más horrendo.
Hasta el modo delicado
de apartarte de mi lado
me demuestra tu cariño fervoroso y abnegado…
No quisiste que sufriera
las angustias dolorosas de la eterna despedida,
y una noche –por la sombra misteriosa protegidate marchaste para siempre sin decirme adiós siquiera…
¡Con los ojos muy cerrados por no verme a la salida!
Como madre cariñosa que a la luz de la alborada
sale andando de puntillas, sin hacer el menor ruido,
de la alcoba inmaculada
donde su ángel blanco y rubio en su cuna está dormido,
tú, esa noche tenebrosa,
prepararte silenciosa
tu partida,
y mordiendo tu pañuelo para no exhalar un grito,
te marchaste despacito, despacito, despacito…
¡Y ya sé que no he de verte nunca más en esta vida!
(Algo mío, 2da. Edic., pp. 27-31)
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ESPERÁNDOLA (b)
Ventana de blasones señoriales
que fuiste altar de mi pasión un día,
a tientas vengo en esta noche umbría
a besar sollozando tus cristales.
¡No lo olvido!... En las noche estivales
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
a platicar con ella aquí venía.
¡Parece que la veo todavía!
¡Era la musa de mis madrigales!
Una noche me dijo: «¡Hasta mañana!
«Quiéreme siempre como yo te quiero!»
¡Y no ha vuelto a asomarse a la ventana!
¡Y no vendrá ya nunca! Y yo me muero,
y aunque estoy cierto que mi espera es vana,
vengo todas las noches y la espero…
(Algo mío, 2da. Edic., p. 32)
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A LA ORILLA DEL MAR
Sentados en la playa, en aquel día,
a media voz, hablábamos de amores;
tú, demostrabas dudas y temores;
yo, te juraba eterna idolatría.
Abajo, a nuestros pies, el mar gemía
cual si llorara incógnitos dolores;
arriba, sobre el cielo, entre fulgores;
el sol una hostia de oro parecía…
Contemplé el panorama prodigioso;
te vi a mi lado bella y conmovida,
¡Y, más que nunca, me juzgué dichoso!
Y bendije, mujer, mi buena estrella,
y amé la vida –no porque es la vida¡Amé la vida porque estás en ella!
(Algo mío, 2da. Edic. p. 44)
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PARISINA
Blanca, rubia, esbelta y fina,
eres tan encantadora,
que, en verdad, no sé hasta ahora
si eres humana o divina.
Andas con aire de diosa,
y pienso, no sé por qué,
que donde pones el pie
va a florecer una rosa.
Tu cuerpo, que a cada paso
con blando ritmo se mueve,
tiene el color de la nieve
y la suavidad del raso.
Vas vertiendo por doquiera
perfumes, luz y armonía…
Cuando pasas se diría
que pasa la primavera.
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Siembras, por doquier pasiones
y después, cuando te alejas,
vuelan tras ti como abejas
millares de corazones.
Fuiste al bosque en noche umbría
y los pájaros cantaron…
Tan blanca eres que pensaron
que estaba naciendo el día.
¡Qué encanto! Cuando te bañas
con los tintes del rubor
y pliegas, como una flor,
el broche de tus pestañas.
Besar tus manos ansío,
así, de brillantes llenas,
porque así son azucenas
salpicadas de rocío…
Mis versos, sin melodía,
repetir a ti te toca.
¡Has que en la flor de tu boca
Beban miel y poesía!
A los ángeles te igualas,
y tanto, que causa asombros
que cuando muestras los hombros
no se te vean las alas.
Tu seno, que exhala aromas,
tiene no sé qué temblores
de canastillo de flores
y de nido de palomas…
Afrontando tus enojos
te miro de tal manera,
que te han de hallar, cuando muera,
en las niñas de mis ojos.
¿Me oyes? Yo creo que no,
pues con tus rubias guedejas
te has tapado las orejas
como Cleo de Merode…
¡Oh, mi dulce parisina!
Nunca lograré saber
si eres ángel o mujer,
si eres humana o divina…
(Algo mío, 2da. Edic., pp. 49-51)
DIOS TE SALVE REINA MÍA
Agobiado bajo el peso de la carga de la vida,
a la orilla del camino me acosté para morir;
y la muerte, que se hallaba en las sombras escondida
-¡Son inútiles –me dijo- tus anhelos de suicida!
¡Dios te tiene condenado al martirio de vivir!
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Una mezcla indefinible de pavor y desconsuelo,
sacudió toda mi sangre al oír aquella voz,
y sintiéndome abrumado por mi angustia y mi duelo,
ya no puedo con mis penas –exclamé mirando al cieloya no puedo con la vida ¡Morir quiero, justo Dios!
Transcurrieron muchos días… yo seguía allí tendido,
sin que nadie en torno mío se apiadara al verme así.
Mi ambición era quedarme para siempre allí dormido,
cuando un ángel vio mis penas y me dijo en el oído:
-¡Oh poeta! Te buscaba… vive, vive para mi.
“¿Eres huérfano? ¿Estás solo? ¿Qué pesar te desespera?
Sé más fuerte que la angustia, sé más fuerte que el dolor,
yo seré tu dulce novia, yo seré tu compañera,
yo hundiré mis dedos blancos en tu negra cabellera,
yo en la copa de mis labios te daré a beber amor”.
que
que
que
que
Hace tiempo que me embriago con la miel de tus cantares,
deseo que tus versos sólo sean para mí;
te sigo con el alma, por las tierras y los mares,
son míos tus anhelos, que son míos tus pesares,
te adoro… ¡Que comprendo que he nacido para ti!
Ven, poeta, y allá lejos, en las playas del olvido,
donde el único testigo que tendremos será Dios,
buscaremos un refugio, formaremos nuestro nido,
y a tu lado he de quererte como nadie te ha querido,
y la vida será entonces un edén para los dos.
¡Ven, te ofrezco la ventura que buscabas por doquiera!
¡Ven, soy tuya! Con mis besos te daré mi juventud,
y después -cuando la intrusa surja pálida y te hierayo, tu novia cariñosa; yo, tu dulce compañera,
iré -fiel hasta la muerte- a dormir en tu ataúd.
Calló el ángel, y yo al verlo sentí el alma conmovida.
¡Eres tú, mujer, ese ángel! Y a tus pies me arrodillé.
Luego así tu blanca mano y con ella siempre asida
cruzo hoy día al lado tuyo el camino de la vida,
y me aterro de la muerte ¡Yo, que tanto la busqué!
Eres tú quien ha trocado mis dolores en placeres,
tú, el arcángel que vi un día, entre nubes de tisú.
¡Dios te salve porque sufres! ¡Dios te salve porque quieres!
¡Dios te salve, reina mía, entre todas las mujeres!
Y bendita para siempre, para siempre, seas tú.
(En Algo mío, 2da. Edic. pp. 67-68)
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ALBERTO I
Al Excelentísimo señor León Guislain, Ministro de Bélgica en el Perú)
Rey de leyenda, invicto caballero,
has llegado a la cumbre de la gloria
«Perdió su reino –así dirá la Historiaporque el honor para él fue lo primero»
«¡Paso!» –a tus puertas- el teutón guerrero
te gritó con voz ruda y perentoria,
Reymundo Hualpa Condori
y tú, al que así te salpicó de escoria,
le cruzaste la cara con tu acero
La fuerza pudo más que el heroísmo
y conculcando las más altas leyes
te arrojó de la patria al ostracismo.
Y hoy, sin trono, sin tierras y sin greyes,
pareces un titán sobre un abismo…
¡Eres el rey más grande de los reyes!
Lima, 1916
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EL TACORA
(Al volver a Tacna)
(Homenaje a la tierra nativa)
Surge el Tacora en el confín lejano
y con su blanco capuchón cubierto,
parece un monje de cabello cano,
predicaba la paz en el desierto…
Cuando el sol lanza desde el horizonte
sobre las cumbres su áureo tesoro,
brilla sobre la fuente de aquel monte
una diadema de puñales de oro.
Yo te admiro ¡oh, Tacna! ¡Eres mi encanto!
Escuchas de mi pueblo los clamores,
y te deshaces en copioso llanto.
¡Tus lágrimas fecundan sin dolores!
¡Por ti esta tierra que yo quiero tanto
es un inmenso búcaro de flores!
(En La Voz del Sur del 12-08-1925)
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PACHÍA
(Al volver a Tacna)
(Homenaje a la tierra nativa)
Pachía es un oasis placentero
con sus vilcas ciclópeas y bellas.
Cuenta la fama que bajo una de ellas
acampó un día un batallón entero.
Cuando la guerra en este verde otero
hubo un combate… ¡Ved aun sus huellas!
Aquí, a la luz del sol y las estrellas,
canté en mi juventud como un jilguero.
Por esta aldea, que es una esperanza,
salieron –no lo olvida mi memorialos guerreros del Campo de la Alianza.
Por ella volverán llenos de gloria
a darnos libertad y venturanza.
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
¡El porvenir nos debe una victoria!
(En La Voz del Sur del 12-08-1925)
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EL VALLE
(Al volver a Tacna)
(Homenaje a la tierra nativa)
Amanece… De pie desde una loma,
veo a Tacna entre frondas escondido.
Desde lejos, parece una paloma
acostada en las hojas de su nido
Tras la cumbre de un monte el sol se asoma,
gorjeos de aves llegan a mi oído,
y siento que me embriaga el blando aroma
de este pedazo del edén perdido.
Desde aquí todo el valle se domina
corre abajo, entre sauces, el Caplina,
y, guardando esta tierra encantadora,
dos titanes admiran su heroísmo:
el mar azul y el níveo Tacora,
dos extremos: la cumbre y el abismo.
(En La Voz del Sur del 12-08-1925, p. 02)
En la edición de la Sociedad, coloca en el cuarto verso del soneto: con las alas abiertas en su nido (sic).
(pp. 206-207). Debido a la aparición de estos sonetos de Barreto, en La Voz del Sur (impreso en el puerto
de Arica), los chilenizadores de Tacna y Arica publicaron el siguiente «poemita»:
Tordo cantor
Han traído a Federico
que se cree un gran poeta
para que nos abra el pico,
o mejor dicho, la jeta.
Con una versaina magna
nos acaba de contar,
sus impresiones de Tacna
contemplada desde el mar.
Recorrió su fantasía
desde el valle hasta el Tacora,
deteniéndose en Pachía,
donde Vigil vivió otrora.
De todas sus remembranzas,
lo que más nos causa risa,
es el tono de esperanza
que por ella se desliza.
Nos habla de una victoria
que les debe el porvenir,
lo que es modestia notoria
en nuestro humilde sentir.
En efecto, los reveses
del peruano han sido tantos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
que a no triunfar muchas veces
nunca cesarán sus llantos.
También ha olvidado el tordo,
que tales versos ha escrito,
que contando desde a bordo,
no se gana el plebiscito.
Hay que lidiar pecho a pecho
y sobre el mismo terreno
y confiarse en el derecho
como lo hace el buen chileno.
Araucano
(En El Plebiscito del 23-08-1925 -órgano oficial de la «Asociación de los hijos de Tacna y Arica»,
publicación financiada por el Estado chileno).
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EL ÚLTIMO VICARIO
Para el pueblo cautivo fue el anciano
la Providencia personificada.
Por darlo todo, se quedó sin nada,
y nadie supo lo que dio su mano.
Con su cabeza de cabello cano
predicaba en la cátedra sagrada,
y así decía: «Por la patria amada
debe sacrificarse el buen cristiano».
Y por la Patria, en la contienda herida,
hizo aquel santo de virtud austera
el sacrificio de su propia vida.
Murió como el soldado en la trinchera:
la planta firme, la cabeza erguida,
defendiendo la Cruz y la Bandera.
(En La Voz del Sur del 30-08-1925 p. 03)
Este soneto fue recogido en 1987, por el autor del presente libro (ISP p. 50).
En la edición de la Sociedad, en el verso 10, obvia la palabra santo, (pp. 209-210).
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ALBARRACÍN
En su corcel, llevando alta la rienda,
le vi pasar con su escuadrón un día.
Entonces era un niño todavía
y le creí un centauro de leyenda.
Cuando estalló la nacional contienda
salió a la lid, luchó con bizarría
y a su Patria, que fue su idolatría,
le entregó su cadáver como ofrenda.
Muerto ya parecía aquel soldado
con su canosa barba ensangrentada
león vencido pero no humillado…
Reymundo Hualpa Condori
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En Tacna su memoria es venerada
¡Albarracín Resurge del pasado!
¡Danos ya libertad! ¡Blande tu espada!
(En La Voz del Sur del 04-09-1925)
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PIZARRO
Fue don Francisco Pizarro temible y audaz guerrero.
Lo imagino en su caballo dirigiendo su mesnada.
Ciñe coraza de guerra, lleva casco con plumero,
y el puño en los retorcidos gavilanes de su espada.
¡Vedle! Clava el acicate en los flancos de su overo,
centellean sus pupilas debajo de su celada,
y vislumbra la conquista del Perú y del mundo entero.
¡Qué peligros no le arredran ni retrocede ante nada!
Ya anciano, mas siempre altivo y siempre arrogante y fiero,
a manos de “los de Chile”, que asaltaron su morada,
¡Cayó marcando traidores con la punta de su acero!
Sobre el suelo hizo una cruz con la mano ensangrentada.
Lanzó, crispando sus puños, un rugido postrimero,
¡Y al morir besó la cruz y la tierra conquistada!
(En Algo mío, 2da. edic. p. 20)
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TU COLLAR
Envidio tu collar brillante y bello,
porque besa tus hombros tentadores.
Parece una serpiente de colores
enroscada en el lirio de tu cuello.
Jugando con sus cuentas como un niño
rompí su broche, y el collar deshecho
resbaló por las cumbres de tu pecho
a la gruta de amor de tu corpiño…
Junto los dos reímos del fracaso,
y persiguiendo aquel caudal que huía,
la mano hundiste en tu corsé de raso…
Después, con ojos de ternura llenos,
vi tu collar y lo besé… ¡Tenía
el calor y el aroma de tus senos!
(En Aroma de mujer)
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PUDOROSA
Había en su boudoir, que es templo y nido,
algo que delataba su presencia:
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
el perfume fugaz, la suave esencia
que emerge de su cuerpo y su vestido.
¡Allí estaba ella! Habíase dormido
en un diván, tranquila la conciencia,
y yo, para dar fe de su existencia,
sobre su corazón puse mi oído…
La presión de mi sien sobre su pecho
lastimó su pudor como un azote,
haciéndola temblar sobre su lecho.
Y sus senos, que son urnas de aromas,
se asomaron al borde de su escote
para fugarse como dos palomas.
(En Aroma de mujer)
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LA ÚLTIMA HORQUILLA
Me empeñé en desprenderle la mantilla,
y ella, viendo en mi afán un loco exceso,
-»No –me decía- no! ¿Qué sabes de eso?
Risueño, el labio, roja la mejilla.
La fui quitando horquita tras horquilla
y dándole por cada horquilla un beso.
Cayó el encaje por su propio peso,
y yo doblé a sus plantas la rodilla.
-»Alza –me dijo- estar así no es bello.
La obra empezada concluir te toca.
¡Tengo la última horquilla en el cabello!»
Me erguí, se la arranqué con ansia loca,
se esparcieron sus rizos por su cuello,
ardió mi sangre… y la besé en la boca…
(En Aroma de mujer, p. 99)
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MAÑANA DE PRIMAVERA
La sorprendí en mitad de la pradera…
Le pedí un beso: se mostró ofendida
y con la faz llorosa y encendida
huyó sin rumbo en rápida carrera.
-»Espera –la grité- por Dios, espera!»
mas ella, por el pánico impelida,
cruzó volando la extensión florida,
como blanca paloma mensajera…
Cayó por fin, de la fatiga al peso;
la alcé triunfante de la tierra helada
y la oprimí con tímido embeleso.
Ella me dijo entonces asustada:
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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-¿Quieres que te dé un beso? Toma un beso;
pero, por caridad… no me hagas nada…»
(En Aroma de mujer, p. 99)
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CAZA DE NINFAS
En un remanso de aguas cristalinas
cercado de palmeras y de encinas
bañábanse una tarde de verano
veinte ninfas asidas de la mano.
Ocultas bajo aquellas enramadas,
que las cubrían con sus verdes mantos,
creíanse las ninfas resguardadas
de todas las miradas,
y ostentaban tranquilas sus encantos.
El sol filtró su luz por el ramaje,
como a través de un delicado encaje,
y, al sorprender a las desnudas diosas
entretenidas en alegre juego,
puso un beso de fuego
sobre sus carnes tersas y olorosas.
El remanso –hasta entonces siempre en calmapareció que adquiría vida y alma,
y, enamorado de la gracia suma
de aquellas criaturas hechiceras,
las ciñó las caderas
con abrazos de espuma…
De pronto, entre las ramas,
brillaron ojos que vertían llamas
y surgió luego de los matorrales
un rebaño de monstruos infernales…
Eran aquellos seres repulsivos
mitad seres humanos, mitad chivos.
Parecían huraños y forzudos
y se advertían bajo las marañas
de sus testas extrañas
dos cuernos puntiagudos…
-»¡Son los faunos!» gritaron temblorosos
las vírgenes hermosas.
En los monstruos clavaron sus miradas,
y a la vez que lanzaban gritos vanos,
se cubrían el vientre con las manos…
-»¡Son los faunos!» Y salieron aturdidas
del remanso escondido
como blancas palomas sorprendidas
por bandadas de halcones en su nido.
-»¡Son los faunos! En coro repitieron
y del remanso en confusión huyeron.
-»¡Son los faunos!» Y en rápida carrera
cruzaron en tropel una pradera,
después una espesura,
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
y más, y mucho más lejos todavía
una verde llanura
que una enorme esmeralda parecía…
Una tarde llegó luego
vestida con su túnica de fuego,
y los faunos al ver ya sin aliento
a las lindas doncellas,
se apoderaron de ellas
y llenos de contento,
las llevaron en vilo a su guarida.
Y cuando el nuevo sol brilló en el cielo
fueron saliendo de esa madriguera
las ninfas sollozando sin consuelo,
y los faunos de eróticas miradas
riendo sin cesar a carcajadas.
(En Aroma de mujer, pp. 100-101)
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HORAS FELICES
Recuerdo con placer la noche aquella.
Quiso ir al baile mi gentil amada,
y al ceder yo, que no le niego nada,
sus galas más hermosas se puso ella.
Nunca, en verdad, me pareció más bella.
Con su elegante túnica escotada
un ser ideal me parecía… una hada
venida al mundo desde alguna estrella…
Ebrio de luz, como una mariposa,
besé sus hombros –de impalpable armiñoy ella se echó en mis brazos temblorosa…
-»¿Y el baile?» –preguntéle con cariñoy ella me dijo con su voz de diosa:
-Iré otra vez… Desátame el corpiño…»
(En Aroma de mujer, p. 102)
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LA HUELLA DE LA CULPA
¡Oh, el amor de mis amores!
Cuando a verme aquí venía
mi rostro en su seno hundía,
como en un ramo de flores.
La besaba entre temblores,
y era mía, y era mía,
hasta que al fin se dormía
sin fuerza y sin colores.
Luego, llena de sonrojos,
decía cosas extrañas:
¡La culpa se ve en mis ojos!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Y avergonzada, de veras,
inclinaba las pestañas
para ocultar sus ojeras…
(En Aroma de mujer)
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ENTRE PALOMAS
Tu blanco seno, en el corsé escondido,
se alza y deprime sin que tú lo quieras…
¡Hay allí dos palomas mensajeras
que pugnan por salirse de su nido!
Quiero entre ambas caer de amor herido
para que ellas, tus blancas prisioneras,
me digan a quién amas y qué esperas,
con tus rosados picos en mis oídos…
¡No temas! Lo que sepa de esta suerte,
en prueba del amor que te profeso,
lo guardaré en secreto hasta la muerte.
Y ellas, en su prisión, no hablarán de eso.
Yo cuidaré, creyendo obedecerte,
de cerrarles el pico con un beso…
(En Aroma de mujer)
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DESPUES DE LA CITA
-»Vete –me dijo- ya despunta el día»
Y dándome su mano perfumada,
me acompañó, sirviéndome de guía,
hasta el regio portal de su morada.
La oscuridad reinaba todavía,
y andábamos a tientas, sin ver nada.
«-¡Cuidado! ¡No haga ruido! –me decíaTengo miedo… ¿No ves? Estoy helada…
Ya en el jardín, cubrióse de sonrojos,
y murmuró, bajando la cabeza:
-»No me mires, por Dios, cierra los ojos!...
Habló de su cariño y mis deberes,
y al despedirse, muerta de tristeza,
me dijo a media voz: «¿Siempre me quieres?
(En Aroma de mujer, p. 102)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
ALMA FEMENINA
Se vistió presurosa y anhelante,
y en tanto que sus galas se ponía,
-Ayúdame –angustiada me decíaayúdame, amor mío: sé galante…
Terminó su tocado en un instante,
y cuando ya de mí se despedía.
-¿Sufres? –me dijo con melancolíay me rogó que le abrochara el guante…
-¿Volverás pronto? –pregunté rendidoy en su respuesta se mostró tirana.
-No puedo –dijo. ¡Todo ha concluido!
Incliné la cabeza, y ella, ufana,
se echó a reír y murmuró en mi oído:
-No es cierto, tonto… Volveré mañana…
(En Aroma de mujer, p. 103)
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EXAMEN DE CONCIENCIA
Las doce –murmuró- ¡Cuánto he dormido!
Y abriendo su boquita sonrosada,
se esperezó, entre un lánguido gemido,
poniendo en cruz los brazos en la almohada.
Incorporóse luego en su albo nido,
y habló a solas con voz entrecortada.
Y era su acento, suave y dolorido,
como una dulce música sagrada.
¡Qué noche! –dijo- Siento el alma inquieta
y el cuerpo laxo y lleno de fatiga.
¡Hoy quiero más que nunca a mi poeta!
¿He pecado? ¿Soy digna de reproche?
Yo misma no lo sé… ¡Que él me lo diga!
Y escribió en un papel: vuelve esta noche…
(En Aroma de mujer)
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TU LUNAR
En el borde de tu cuello,
medio escondido entre el vello
que allí florece al azar,
yo, que te miro y te miro
y que al mirarte suspiro,
he descubierto un lunar…
Sobre tu cutis de seda,
yo no sé lo que remeda
aquel lunar tentador.
Yo tan sólo sé una cosa:
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
que quiero ser mariposa
para besar esa flor…
Desde que este afán abrigo
a todas partes te sigo
con creciente frenesí,
y tú no muestras sonrojos
porque ignoras que mis ojos
siempre están fijos en ti.
Ese lunar que me hechiza
parece helada ceniza,
mas lava ardiente ha de ser,
pues siempre que a verlo llego
siento que una ola de fuego
inunda todo mi ser.
¡Qué encanto! ¡Qué miniatura!
A veces se me figura
que esa perla en embrión
germinó allí de una herida
que con su flecha homicida
te hizo Cupido a traición…
Otras veces me imagino
que aquel punto peregrino
lo pintó Dios en tu tez
para poder conocerte
cuando, después de tu muerte,
vuelvas al cielo otra vez.
No lo olvido: el primer día
que vi en tu cuello, alma mía,
ese pequeño lunar,
me ofusqué de tal manera,
que, de pronto, creí que era
el broche de tu collar…
Después te encontré escotada;
en ti fijé la mirada
y se disipó mi error…
¡Oh! –me dije- es una estrella
que ha caído para ella
desde el trono del Señor
Fue una noche en una fiesta,
el murmullo de la orquesta
transportaba a lo ideal,
y aquella dulce armonía
en sus ondas te envolvía
como en un velo nupcial.
¡Qué hermosa estabas, qué hermosa!
Parecías una diosa
Blanca, arrogante y gentil;
pero nada en ti más bello
que aquel lunar bajo el vello
de tu nuca de marfil
¡Tu lunar! Es una estrella
muy diminuta y muy bella,
pero ¡ay! Ya no brilla, no,
y es que su último destello
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
en la nieve de tu cuello
para siempre se apagó…
Y ahora… tú, reina mía,
concluye esta poesía
con un rasgo espiritual.
Pon tu lunar en mi canto,
y tu lunar que es mi encanto,
será su punto final.
(En Aroma de mujer)
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ALBA ROSA
Yo la ayudé a vestirse esa mañana…
¡Parece que la veo todavía!
Estaban sus mejillas como grana,
y quería llorar y se reía…
Una estatua de rosa y porcelana
mi niña de ojos negros parecía,
y yo, al palpar su juventud lozana,
me deleitaba y a la vez sufría.
Al cerrarla el corsé de encajes lleno,
sentí como un efluvio de claveles
que subía del fondo de su seno…
Era su pecho una ánfora de aromas,
y yo como una abeja, libé mieles
en las puntas rosadas de sus pomas…
(En Aroma de mujer, p. 103)
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LA PRIMERA CITA
Que vaya a su aposento me ha pedido;
que vaya a su aposento yo solita,
y aunque yo he prometido esta visita,
no es mi intención cumplir lo prometido.
¿Irás? –me dijo, hablándome al oídoy era su voz tan dulce y tan contrita,
que le ofrecí para hoy aquella cita
que ofende mi decoro y mi apellido…
Así decía Luz en su aposento,
y agregaba después con triste acento:
¿Por qué me humilla así? ¿Ya no me quiere?
¡Las tres! Dijo de pronto- El tiempo pasa
¡Qué pensará de mi! Voy a su casa
a decirle, por Dios, que no me espere…
(En Aroma de mujer, p. 104)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
PENSANDO EN TI
Te amé con ansia desde el primer día.
Luego creció mi amor, y creció tanto,
que hoy mi propia pasión me causa espanto
Ya no es la pasión… es loca idolatría
Hierve mi sangre al ver tu lozanía,
rozarte, cuando pasas, es mi encanto…
¡Qué ventura más grande, cielo santo,
que ser tu esclavo y que llamarte mía!
Es tan hondo el amor que te profeso,
que el alma mía sin cesar le invoca…
¡Estoy bien mío, entre tus lazos preso!
Te he dado el alma porque a ti te toca:
la coloqué en una noche con un beso
sobre la flor de fuego de tu boca…
(En Aroma de mujer, p. 104)
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IMPERIA
Meciendo el airoso talle,
al compás de tus tacones,
vas, Imperia, por la calle
despertando tentaciones…
Bajo la tela ceñida
de los vestidos que ostentas
se ve palpitar la vida
de tus formas opulentas.
Eres como una escultura
hecha de mármol y seda.
Tu carne que desespera,
es suave y, a la vez, dura…
Mis ojos tras ti se van:
los corazones abrazas,
y se siente, cuando pasas,
como un vaho de volcán…
Cuando en los bailes amenos
mueves el busto de armiño,
tiemblan, bajo tu corpiño,
las magnolias de tus senos.
Las dos líneas hechiceras
que por tus flancos ondulan
un paréntesis simulan
al llegar a tus caderas.
Hay tal fuego en tus entrañas,
que, sintiéndote quemar,
te sueles abanicar
el rostro con las pestañas…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¡Ardes! Ocultas hogueras
dan a tu faz tintes rojos;
el fuego se ve en tus ojos:
la ceniza en tus ojeras…
Para besarte querría
entreabrir tu boca llena,
como se abre una grosella
para beber ambrosía.
Me seduce hasta el olor
que se exhala de tu ser.
Perfumas más que una flor.
¡Y es que hueles a mujer!
Brilla en tu nuca de diosa
la luz crespa de tus vellos…
¡Cómo fuera mariposa
para ir a enredarme en ellos!
(En Aroma de mujer, pp. 105-106)
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TU CASTIGO
Después de tu traición no he vuelto a verte…
Te ocultas porque temes que algún día
exclame, en alta voz, para perderte:
¡Esa mujer que pasa ha sido mía!
¡No temas nada! Soy hidalgo y fuerte,
y en mi honradez de caballero fía.
¡Guardaré tu secreto hasta la muerte!
¡Antes que divulgarlo moriría!
No seré yo, que fui feliz contigo,
quien salpique de lodo tu semblante.
¡Tendrás el desengaño por castigo!
Algún día llorando como loca,
me llamarás a gritos, y tu amante
las manos viles te pondrá en la boca…
(En Aroma de mujer)
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FESTIN DE DIOSAS
De festín, en el Pindo, están las diosas,
y Pan, al pie de una ánfora vacía,
en su siringa toca una armonía,
coronado de pámpanos y rosas.
Coros de ninfas jóvenes y hermosas,
sin otro traje que la luz del día,
danzan en torno de él con alegría
como una ronda de blancas mariposas…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 124 -
De pronto, lanza el fauno un grito extraño
y cae sobre el coro de doncellas
como un tigre feroz sobre un rebaño…
Después, las ninfas lloran desoladas,
y Pan, que sabe por qué lloran ellas,
se ríe como un loco a carcajadas…
(En Aroma de mujer, p. 106)
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AMOR QUE NO SE OLVIDA
Después del baile, al despuntar el día,
la acompañé en un auto a su morada.
Con su túnica blanca y escotada
una visión de ensueño parecía.
La miré con ardiente idolatría,
y ella bajó temblando la mirada.
«-Tengo frío –me dijo- Estoy helada»
y reclinó su sien sobre la mía.
Vernos, horas después, nos prometimos,
al separarnos llenos de tristeza
y sucedió que nunca más nos vimos…
¡Y amo a esa mujer con alma y vida!
Y es que el amor que acaba cuando empieza
es el único amor que no se olvida.
(En Aroma de mujer, p. 107)
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BURLA DE MUJER
Un destello de sol de medio día
entró en su alcoba por una vidriera,
y fue, lleno de amor y de osadía,
a enredarse en su rubia cabellera…
Acostada de flanco ella dormía,
y su cuerpo –botón de primaveradelineado en el lecho se veía,
esbelto el talle, curva la cadera.
La miré largo tiempo, absorto y mudo,
y el amor mío sin mostrar sonrojos,
sacó fuera del lecho un pie desnudo…
-»Duerme –exclamé- dejarla en paz me toca»
Y ella, que no dormía, abrió los ojos
y se rio de mí como una loca…
(En Aroma de mujer, p. 107)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
FONTANA GRIEGA
En una fuente, clara y escondida,
fue a bañarse una virgen tan hermosa,
que de sí misma se sintió orgullosa
cuando estuvo en el bosque desvestida.
Quiso echarse a las ondas en seguida,
mas se apartó del agua, ruborosa,
al ver su imagen de alabastro y rosa
en el limpio cristal reproducida.
Tranquila, al fin, entraba ya a la fuente,
mas, al pisar la linfa transparente,
quedóse yerta, horrorizada, muda…
Agazapado bajo de una roca,
un viejo fauno, viéndola desnuda,
se relamía con placer la boca…
(En Aroma de mujer, p. 108)
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ANTES QUE TÚ
Sonríes, al pasar, con ironía
porque me juzgas un rival vencido…
¡Imbécil! ¡La mujer que has elegido,
antes que fuera tuya ha sido mía!
En sus labios de rosa bebí un día
la esencia del licor apetecido.
Y tú ¿de qué te ríes? ¿Qué has bebido?
¡Las sobras de la copa de ambrosía!
Ella probó en mis brazos la ventura.
Para mí fue la flor de su hermosura.
¡Yo fui –sábelo bien- su primer hombre!
¿Hoy la posees? No me causa enojos.
Cuando la besas tú, cierra los ojos
y bajando la voz dice mi nombre…
(En Aroma de mujer)
Poema que ha sido musicalizado al vals, pero no se indica el nombre del autor.
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VISIÓN PERDURABLE
El auto se detuvo suavemente
en el regio portal de su morada,
y ella bajó, luciendo en la bajada,
una media de seda transparente.
Pasó luego a mi lado, alta la frente;
la miré con el alma en la mirada,
y ella se fue… se fue sin notar nada,
saturando de aromas el ambiente…
Reymundo Hualpa Condori
No la he visto otra vez. Perdí su huella;
pasó el tiempo, que todo lo desquicia;
pero yo todavía pienso en ella.
Y en mis sueños, turbados por congojas,
su aroma aspiro y veo con delicia
sus medias negras y sus ligas rojas…
(En Aroma de mujer, p. 108)
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FRUTA PROHIBIDA
Cuando exhibes por la acera
tu escultórica figura
el fulgor de tu hermosura
alumbra la calle entera.
Ver al desnudo, quisiera,
la línea ondulante y pura
que se oprime en tu cintura
y se ensancha en tu cadera…
Entonces… ¿Sabes qué haría
por tu belleza excitado?
¡Pues tu carne mordería!
Y al morder cada bocado,
morder me parecería
un melocotón rosado
(En Aroma de mujer, p. 109)
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SIEMPRE TU
Yo soy a ti, impelido por la suerte,
como va el río al mar… Nadie, aunque quiera
me podrá detener en mi carrera…
¡He de alcanzarte o he de hallar la muerte!
-»Por Dios –me grita- haz por detenerte;
entre los dos existe una barrera «
Y yo te digo: -»Tuya es mi alma entera,
y no quiero olvidarte ni perderte!»
¿Retroceder? ¡Jamás! No, ángel divino.
Sigo tus pasos por la misma vía,
y al fin he de alcanzarte en mi camino.
Tarde o temprano llegará ese día,
y juntos ya, por obra del Destino,
o tendrás que matarme o que ser mía
(En Aroma de mujer, p. 109)
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- 126 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 127 -
SU BATA ROJA
Sobre el diván estaba su vestido,
la bata roja que ella prefería,
y yo besé esa prenda que tenía
el suave aroma de mi amor perdido.
¡Cuántas veces, en citas que no olvido,
sentí, bajo esa tela, hoy mustia y fría,
hervir su sangre junto con la mía!
¡Su sangre que era fuego derretido!
Hoy que su ausencia ahonda mi querella,
contemplando su túnica la invoco
como el viajero la perdida estrella.
Y su bata, que tiembla si la toco,
parece, como yo, triste por ella
y que se va muriendo poco a poco…
(En Aroma de mujer, p. 110)
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ESPERÁNDOLA
Me prometió venir, y no ha venido…
La cita era a las tres, y no ha llegado…
¿Por qué, si me ama, no está ya a mi lado?
¡Nunca he sufrido lo que hoy he sufrido!
Al más leve rumor, a cada ruido,
mi corazón palpita alborotado.
¿Es ella?... ¡Ay, no! La ingrata me ha engañado
¡Qué triste me parece hoy ese nido!
La tarde avanza, crece mi querella,
y a través del cristal de la ventana
veo en el cielo la primera estrella.
La noche, que es reposo, está cercana,
y en tanto que yo, a solas, pienso en ella,
anuncia la oración una campana…
(En Aroma de mujer, p. 110)
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SU ZAPATITO BLANCO
En su jardín, aquella tarde hermosa.
La sorprendí dormida sobre un banco.
Era, no una mujer: era una diosa
de ebúrneo seno y voluptuoso flanco.
Presa, entonces, del vértigo que acosa
al que se asoma al borde de un barranco,
caí a sus plantas, y en la yerba hojosa
vi abandonado un zapatito blanco…
Lo contemplé con ansia y con cariño.
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Parecía, en el césped, blanca poma,
copo de nieve, tulipán de armiño…
Y en esa tarde, toda luz y aroma,
hui con él, contento como un niño
que se hubiese robado una paloma…
(En Aroma de mujer, p. 111)
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TU CORSÉ
Sobre tu lecho, en que el Amor impera,
abandonado tu corsé yacía,
y al recogerlo yo, porque era tuyo,
sentí que estaba tibio todavía…
Temblé de amores. Como en blanda cera
tu cuerpo en él modelado aparecía:
tus senos… tu cintura… tu cadera…
¡Hasta tu aroma aquel corsé tenía!
Un beso puse en él con desvarío,
murmurando con voz enternecida:
«Para tu corazón, que sólo es mío»
Y mi beso quedó como un recuerdo
en el estuche blanco en que, escondida,
guardas la joya de tu seno izquierdo…
(En Aroma de mujer, p. 111)
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A SOLAS
Por la orilla del mar, sobre el barranco,
íbamos esa vez juntos y a solas,
y los dos nos sentamos en un banco,
a escuchar las marinas barcarolas.
Al calor incitante de su flanco
mi sangre se agitó, como las olas,
y cuando besé al fin su seno blanco,
en su faz florecieron amapolas…
Cayó en mis brazos, la oprimí amoroso,
ella se echó a llorar arrepentida,
y yo, con la conciencia sin reposo.
Llora –pensaba- porque está vencida…
Y viéndola llorar era dichoso,
¡El hombre más dichoso de la vida!
(En Aroma de mujer)
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- 128 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
EL MIEDO DE DEJARTE
Como una gata estabas en acecho,
y un día, al verme solo y abatido,
te arrastraste hasta mí sin hacer ruido
y te echaste a llorar sobre mi lecho…
-Calla –te dije- en lágrimas deshecho.
Besé tus labios y arrullé tu oído,
y cierta noche, estando yo dormido,
me clavaste las uñas en el pecho…
Mereces, por ingrata, mi abandono.
Olvidarte es mi afán, pero no puedo…
¡Mi pasión es más grande que mi encono!
Y debiera arrojarte sin congojo:
pero ¡ay! No lo haré nunca. Tengo miedo…
¡Tengo miedo de que otro te recoja!
(En Aroma de mujer)
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EN EL NIDO
Es de noche. Cesó ya en el palacio
el rumor de la fiesta,
y la novia, de azahares coronada,
entra en su alcoba por la vez primera…
Está sola, y parece combatida
por inquietud secreta…
Tiembla como una flor sobre su tallo,
y ella misma no sabe por qué tiembla…
Sospecha una ventura, y le da espanto:
presiente un sacrificio y lo desea.
Sabe que en aquel nido está su dicha,
y aquel nido la aterra…
Quisiera huir… correr… alzar el vuelo,
lo mismo que las aves prisioneras,
y en vez de abrir las puertas de su jaula,
va, de puntillas, a cerrar las puertas
Escucha con el índice en la boca
la ahoga la emoción… está suspensa:
le ha parecido oír, en el silencio,
pisadas que se acercan…
Escucha largo tiempo… Al fin sonríe…
Se engañó, nadie llega…
Su propio corazón le ha dado miedo:
él, en su cárcel, es el que golpea
Tranquila ya pasea en torno suyo
su mirada serena,
y todo lo que ve le causa encanto,
y todo lo que toca la deleita.
¡Un espejo! ¡Qué hermoso! ¡Qué brillante!
En su ovalada luna de Venecia
se retrata una virgen de Murillo,
¡y esa virgen es ella!
Se aproxima al cristal; en él se mira,
y retrocede inquieta…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¡Su propia imagen ha desconocido!
Se ha figurado al verla
que otra mujer para observar su dicha
oculta allí la acecha
Y obsesionada, herida de repente
por esta loca idea,
su linda faz oculta entre las manos
y se pone encarnada de vergüenza…
Dobla después la frente sobre el seno,
y así parece una magnolia enferma
que sacudida por el cierzo aleve
sobre su frágil tallo se doblega.
En aquella actitud quédase inmóvil
y en tanto que así espera
a su temido y adorado dueño,
sui boca de cereza
deja escapar suspiros y palabras
que ella misma no sabe lo que expresan;
que ella misma no sabe si son ruegos;
que ella misma no sabe si son quejas…
Al fin recobrar puede su dominio,
mas, al erguir de nuevo la cabeza,
brota de su garganta inmaculada
un grito de sorpresa…
Allá, en el fondo de la blanca alcoba,
que una lámpara azul alumbra apenas,
se alza el lecho nupcial como un gran nido
poblado de misterios y promesas.
Ante aquella visión, cierra los ojos,
y sin color, lo mismo que una muerta,
retrocede extendiendo hacia delante
ambas manos abiertas,
y en busca luego de divino amparo
las manos junta y en voz baja reza,
y su plegaria, cual paloma blanca,
al cielo azul por el espacio vuela.
De pronto, hacia la entrada de su nido
se abalanza la tímida gacela,
y el vaporoso velo que la envuelve,
abierto en dos, agítase tras ella,
como si fuesen las dos alas blancas
de una enorme paloma mensajera…
¿A dónde corre así desalentada?
¿A dónde corre así? ¿Qué es lo que intenta?
¿Quiere huir, por ventura, de la jaula
en que el Amor la guarda prisionera?
Una voz la detiene de improviso,
en el dintel de la puerta…
Alguien dice su nombre… alguien la llama
en el salón contiguo, con voz queda…
Inclínase con el oído atento,
y pone en lo que escucha el alma entera…
¿Qué dice aquella voz? Dice ternuras
y modula promesas;
canta el dulce cantar de los cantares,
y suplica y arrulla y gime… y ruega…
«Abre –clama la voz abre, ángel mío!»
y ella, transida de emoción intensa,
sintiéndose morir de amor y miedo.
«¡Espera –exclama balbuciente- espera!»
La noche, en tanto, avanza en su camino,
- 130 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
arrastrando su chal lleno de estrellas…
Por el balcón abierto, entra en la alcoba
el tibio aliento de la primavera,
y se columbra el huerto de la casa
iluminado por la luna llena…
La mano de la novia
de aquel santuario, al fin, abre la puerta,
y allí, con Dios por único testigo,
dos almas ebrias de pasión se besan.
El novio, fuerte, oprime entre sus brazos
y la habla en el oído y la acaricia,
a la débil y dulce compañera,
y la habla en el oído y la acaricia,
y desata su rubia cabellera,
que se derrama como lluvia de oro
sobre su blanca túnica de seda…
La novia esconde su encendido rostro
sobre el pecho del hombre que la adora,
y riendo y llorando, al mismo tiempo,
«¡Espera –gime todavía- espera!»
Al declinar la luna,
frente al balcón abierto se presenta;
ve al esposo feliz cuando, triunfante,
del simbólico velo se apodera,
y, pálida de envidia, esconde el rostro
tras un jirón de niebla,
mientras allá, en el huerto de la casa,
un ruiseñor oculto en la arboleda
saluda con un canto de alegría
a la aurora que llega…
(En Aroma de mujer, pp. 114-117)
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LATIDOS
Corazón, ¡Cómo lates en mi pecho!
¡Nunca golpear tan fuerte te he sentido!
¿Juzgas, acaso, tu refugio estrecho
y quieres ya escaparte de tu nido?
Comprendo tu dolor y tu despecho;
nadie ha sufrido lo que tú has sufrido
La angustia entre sus garras te ha deshecho
y siempre como un huérfano has vivido…
Yo también, corazón, siento dolores,
y, lo mismo que tú, pienso en la huida
de este valle de lágrimas y horrores.
¡Espera! Pronto te daré salida,
y los dos, cual soldados desertores,
nos fugaremos juntos de la vida…
(En Aroma de mujer, p. 118)
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- 131 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
LA ÚLTIMA OFRENDA
Cuando supe la traición
de aquella que amaba tanto,
el frío del desencanto
mató mi última ilusión.
Perdí luego la razón,
y un día, ahogándome en llanto,
me abrí el pecho sin espanto
y me arranqué el corazón…
«¡Toma –grité- fementida!
¡Toma el vaso de mi vida
por tu traición y tus yerros!»
Y ella, con sonrisa extraña,
cogió la preciosa entraña
y se la arrojó a los perros…
(En Aroma de mujer, p. 118)
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MIS GOLONDRINAS
Huiste como un pájaro del nido
y me olvidaste para que muriera,
y yo quiero olvidarte, y no te olvido,
y yo te querré siempre, aunque no quiera!
Nunca creí perderte, y te he perdido!
Al despedirte me dijiste: «¡Espera!»
Y esperándote vivo y he vivido
Y así te esperaré la vida entera
Tal, como tú, volaron otro día,
en dorado tropel mis ilusiones,
y no han vuelto a su nido todavía…
Nada me queda! Está mi dicha trunca,
y todavía aguardo en los balcones
las golondrinas que no vuelven nunca…
(En Aroma de mujer, p. 119)
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PIPIOLA
A los quince años, niño todavía
sentí en mi pecho la pasión primera.
Fue mi novia una chica tempranera:
Pipiola, mi Pipiola… el alma mía
Los domingos en misa la veía
y en las noches al pie de su escalera.
Para ella ambicioné la gloria entera
Y escribí mi primera poesía…
Se ausentó para siempre y no la olvido.
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¡Qué triste me parece la morada
que fue en aquellos tiempos nuestro nido!
Hoy, al cruzar la vida sobre abrojos
contemplo su casita abandonada
y se llenan de lágrimas mis ojos…
(En Aroma de mujer, p.119)
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NOCHE DE ESTIO
¡Oh, la ingrata! Una noche de verano
que infundía, a la vez deleite y pena,
íbamos por la playa de la mano
iluminados por la luna llena.
Abajo, el mar, inmenso y soberano,
encrespaba, rugiendo, su melena,
y a contemplar el cielo y el océano
nos sentamos los dos sobre la arena…
Dos estrellas brillaban casi unidas,
en la extensión azul del infinito,
y –»Esas son –me dijo ella- nuestras vidas!»
Cerré los ojos, ebrio de consuelo,
y al abrirlos de nuevo lancé un grito…
¡Sólo mi estrella estaba ya en el cielo!
(En Aroma de mujer, p. 120)
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CABRITA QUE TIRA AL MONTE
A unirse a mi rebaño llegó un día,
no sé de dónde ni de qué manera,
una cabrita blanca y hechicera
que llegué a amar con ciega idolatría.
Ella también me quiso y me seguía
como un manso perrito por doquiera:
mas la cansó mi amor, y ¡quién creyera!
tras un palurdo, huyó de la alquería.
-»Debe morir» –pensé con amarguraLa aceché, con una arma, en la espesura…
¿Y después…? Mi memoria lo recuerda.
La pérfida pasó llena de lodo,
y yo me dije, al verla de ese modo:
-»No merece la muerte… ¡Que se pierda!»
(En Aroma de mujer, p. 120)
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- 133 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 134 -
SIN PALABRAS
Antes de verte ya te conocía…
Fue en otros días, en mi primavera,
cuando en sueños te vi por vez primera
y te adoré con ciega idolatría.
Pasó el tiempo y por fin te encontré un día…
Te seguí… te grité «¡Por Dios, espera!»
Tú, ni escuchaste mi clamor siquiera,
y yo ¡ay de mi! Te sigo todavía…
La muerte será al fin de mis dolores,
y nunca sabrás tú que te he querido
ni que morí de amor por tus amores.
Luego… sobre mi túmulo escondido,
que nadie nunca cubrirá de flores,
se esparcirán las hojas del olvido…
(En Aroma de mujer, p. 121)
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SU ÚLTIMA NOCHE
¡Oh, aquella noche trágica! En su lecho
la dulce prenda de mi amor moría,
y yo sentado en un rincón, oía
los últimos suspiros de su pecho…
Mi corazón, por el dolor deshecho,
también, como ella, estaba en la agonía,
mientras la Intrusa, la insaciable arpía,
vagaba, entre las sombras, en acecho…
Murió al rayar el día… Su mirada
fija quedó en la silla ya desierta
donde pasé llorando la velada…
¡Me sentí solo, solo y sin consuelo!
Abrí el balcón. Llovía… ¡Era mi muerta
que lloraba conmigo desde el cielo!
(En Aroma de mujer, p. 121)
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FLOR DE LEYENDA
Eres bella y eres pura y eres buena y delicada.
Que te hallase en mi camino quiso un día la Fortuna,
y ese día pensé que eras, no una niña sino una hada,
de los cielos escapada
por un rayo de la luna…
Y ese día pensé que eras una dulce princesita de balada:
la princesa inmaculada
y gentil como ninguna
que una vez un viejo mago de satánica mirada
transformó, loco de celos, en estatua inanimada
y la hundió en una laguna,
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 135 -
y allí estuvo seis mil años, seis mil años encantada…
Y eso es lo que no olvido, que no llena el pensamiento,
que en mi espíritu ha dejado luminosa y honda huella,
y ese día –niña bella
que hoy escuchas mi lamentoyo pensaba, yo decía con profundo sentimiento:
«Qué tristeza, qué tristeza no ser yo en este momento
aquel príncipe del cuento
que sacó de su letargo a la pálida doncella
y después, en un caballo que corría como el viento,
que cruzaba los espacios más veloz que una centella,
la llevó hasta su palacio en su trono la dio asiento,
y de príncipe de un reino poderoso y opulento,
y de príncipe de un reino pasó a ser esclavo de ella».
Así pienso y así digo con el alma enamorada
cada vez que en mi camino te coloca la Fortuna.
Y es que tú me has deslumbrado con la luz de tu mirada,
y es que no hay en este mundo como tu mujer alguna,
y es que en ti sigo yo viendo, no una niña sino un hada
de los cielos escapada,
de los cielos escapada,
por un rayo de la luna…
(En Aroma de mujer, p. 122)
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MÚSICA LEJANA
Este canto armonioso y dolorido
que llega a mi de ignotas lejanías
me recuerda venturas de otros días
y una mujer que ha muerto y que no olvido…
Cierta noche como ésta, a nuestro nido
llegaron estas mismas melodías,
y ella, con sus dos manos en las mías.
-»Son –me dijo- las almas que se han ido!»
Desde esa noche misteriosa y bella
siempre que oigo esta música lejana
pienso en esa mujer que fue mi estrella.
Suena otra vez el canto… ¡Qué consuelo!
¡Son las almas! Salid a la ventana…
¡Son las almas que cantan en el cielo!
(En Aroma de mujer, p. 123)
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DESENCANTO
Una paloma encantada
bajo mi amparo tenía,
y ella, en mi triste morada,
era mi única alegría.
Con el alma enamorada
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
la arrullaba y la engreía;
pero ¡ay! Se sintió cansada
y huyó de mi lado un día…
Presa de celos malditos
la busqué, llorando a gritos
por los bosques y los llanos.
Y la hallé, de espanto lleno,
dentro de un charco de cieno,
picoteando los gusanos…
(En Aroma de mujer, p. 123)
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MI NOCHE TRISTE
¡Qué noche tan oscura! Un denso velo
cubre la inmensa bóveda sombría.
¡Cómo llueve, Dios mío! ¡Se diría
que se deshace en lágrimas el cielo!
Todo es misterio y soledad y duelo…
Alguien canta en la calle una armonía,
y yo, transido de melancolía,
me echo a llorar con hondo desconsuelo.
Este canto, que llega hasta mi oído,
me recuerda a Lili, mi amor prefiero…
¿Por qué me hundió la ingrata en el olvido?
Nada sé… nada busco… nada espero…
Yo solamente sé que la he perdido,
que ya no será mía y que me muero…
(En Aroma de mujer)
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LIMOSNA DE JESÚS
(De una parábola en prosa de Villaespesa)
Jesús, cansado pero no abatido,
caminaba por tierras de Judea
de sus doce discípulos seguido,
y en la ciudad, lo mismo que en la aldea,
predicaba con voz que era caricia
para el alma y también para el oído
su doctrina de amor y de justicia.
Siete lunas aquellos peregrinos
que combatían el error siniestro
ambularon por todos los caminos,
siempre tras de las huellas del Maestro
que brillaban de noche en los senderos
como infinita sarta de luceros…
Al llegar el otoño una mañana
detúvose la errante caravana
en un lugar recóndito y agreste
- 136 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 137 -
atormentado desde edad lejana
por el hambre y la peste.
De pie sobre una cumbre
miró el rabí, con honda pesadumbre,
los tétricos despojos
de la asolada aldea, y de sus ojos
se desprendieron gotas cristalinas.
¡Todo un raudal de lágrimas de pena!
Y de cada una de ellas en las ruinas
germinó una azucena…
Y así dijo su voz:
«Plagas horrendas
ha sembrado la muerte en este suelo,
y es aquí, donde hay hambre, frío y duelo,
donde plantar debemos nuestras tiendas».
Temblaron los discípulos. La idea
en enfermar y morir en esa aldea
pudo más que su espíritu cristiano,
y Pedro, el más anciano,
así dijo a Jesús: «Perdón, Maestro.
Este lugar mortífero y siniestro
está de Dios maldito
y quien se alberga en él se me imagina
que comete un delito
y provoca la cólera divina…»
Fijó sus grandes ojos el vidente
en su aterrada gente,
y después de mirarla de hito en hito
así la dijo: «Hermanos, está escrito
que el mísero egoísta
que niega a los que sufren un consuelo,
con Dios y con los hombres se malquista
y no irá nunca al reino de los cielos».
Y mientras al poblado descendía
hollando los abrojos del camino,
así, animado de fervor divino,
a sus doce discípulos decía:
«Socorred al que sufre, sed humanos,
ved que todos los hombres son hermanos».
Y detrás de Jesús, por los atajos,
bajaron sus alumnos cabizbajos.
Y al llegar a la aldea, el Nazareno
vio de tristeza lleno,
una figura extraña
sentada en el umbral de una cabaña.
Era un mísero anciano
por el negro infortunio consumido.
Tendía allí su descarnada mano
implorando con eco dolorido
una limosna, que esperaba en vano.
La horrible lepra, la implacable lepra
su exhausto rostro había convertido
en una enorme y repugnante llaga.
Y Jesús, señalando al indigente,
«Dadle cuanto tengáis –dijo a su gentevaciad vuestros bolsillos en su mano
que este infeliz también es nuestro hermano…»
Pedro, el más viejo de la caravana,
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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-en Betsaide, años ha, pescador diestrodobló sumiso la cabeza cana,
y, obediente al mandato del Maestro,
y practicando sus lecciones santas
«Toma dijo al enfermo- tu mal deploro».
Y desde lejos arrojó a sus plantas
Una moneda de oro.
Pablo sacó de su morral de cuero
dátiles de Sión y un pan entero,
y extendiendo los brazos cuanto pudo
para no aproximarse al pordiosero
su ofrenda le entregó, pálido y mudo…
Juan, el más joven de aquel grupo errante,
quitóse en un instante
su capa de vellón, su único abrigo,
y en la punta de un palo
entregó su regalo
al mísero mendigo.
Y le tocó su turno al nazareno…
Y sucedió ese día
que el hijo de María
nada que dar tenía…
Y entonces, dominando su tristeza
levantó la cabeza
y ante el cobarde asombro de su gente
se aproximó tranquilo y silencioso
al mísero leproso
y puso un beso en su llagada frente.
Fue solemne el momento.
El sol acrecentó sus rayos de oro
bajo el dosel azul del firmamento;
entonaron las aves en el viento
una alabanza en coro,
y aquellos abnegados peregrinos
que combatían el error siniestro
continuaron cruzando los caminos
siempre tras las huellas del Maestro
que brillaban de noche en los senderos
como infinita sarta de luceros…
(En Aroma de mujer, pp. 124-127)
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EL CASTIGO DE SATÁN
Un cielo oscuro, trágico y profundo,
y allá una luna rota y amarilla
en alto siempre, cual una cuchilla
pronta a rasgar el corazón del mundo.
Abajo, el mar inmenso e iracundo,
y en un peñasco, cerca de la orilla,
Satán, con una mano en la mejilla,
ceñudo, inmóvil y meditabundo…
De pronto alza la vista al firmamento
y blasfema: «Oye tú! Dame la muerte!
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 139 -
¡La vida eterna es el mayor tormento!»
Siglos más tarde lanzó un nuevo grito:
«Te ensañas contra mí, porque eres fuerte!»
¡Y alza el puño crispando al infinito!
(En Aroma de mujer, p. 127)
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REIR PARA NO LLORAR
Al cruzar por el parque esta mañana
me llamó con ternura una mujer.
No pude conocerla. Era una anciana
que sonreía llena de placer.
-»¿No te acuerdas de mi? –me dijo ufanaYo, cuando niño, te enseñé a leer…
Bajo el disfraz de mi capucha cana,
¡Cómo me ibas jamás a reconocer!
¿Qué suerte en este mundo te ha cabido?
¿Has logrado vencer? ¿Estás vencido?
Saber que eres feliz me hará gozar!»
-»¡Oh! ¡No hay dicha –exclamé- como la mía!
Soy feliz… Soy feliz!» Y me reía…
Y me reía para no llorar…
(En Aroma de mujer, p. 128)
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ANGELUS
Un destello de sol en agonía
las altas cumbres de la aldea dora.
Por la verde pradera, una pastora
vuelve con su rebaño a la alquería.
Una campana, allá, en la lejanía,
anuncia la Oración con voz sonora,
y el labrador, entre las mieses, ora,
pidiendo a Dios el pan de cada día…
La sombra sobre el mundo ya aletea,
y en el azul, tras las floridas lomas,
la estrella de la tarde centellea.
Llegan al bosque cánticos y aromas,
y sobre el campanario de la aldea
se besan en el pico dos palomas…
(En Aroma de mujer, p. 128)
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
A MEDIA NOCHE
Ni una estrella en el cielo, ni una estrella
que guíe a la perdida caravana…
Es media noche, y sólo, en mi ventana,
me muero de dolor y pienso en ella.
Una voz dulce, dolorida y bella,
modula un canto en la extensión lejana…
Es una alma que sufre, una alma hermana,
que solloza en la sombra mi querella.
¡Cuánto no diera yo, cuánto no diera
por votar esta noche hasta su nido,
donde ella ni me nombra ni me espera!
Iría hasta su lecho y al oído,
con todo el corazón y el alma entera,
le diría temblando: «No te olvido»…
(En Aroma de mujer, p. 129)
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MI ESTRELLA
Sobre la aldea, en santa paz dormida,
vierte su blanca luz la luna llena.
¡Qué soledad, Dios mío! Causa pena
este silencio en medio de la vida…
De repente, una queja dolorida
en lo más hondo del vergel resuena.
¿Quién gime entre las sombras? Una quena…
¡Así solloza el alma que no olvida!
En este campo estuve yo con ella…
Luego murió la niña encantadora,
y hoy, en el cielo, es la mejor estrella.
¡Allí la veo relucir ahora!
La distingo entre todas: es aquella…
Cuando estoy triste, palidece y llora…
(En Aroma de mujer, p. 129)
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HISTORIA TRISTE
Es una historia triste.
Es una historia triste que no olvido.
-»Iré a verte mañana –me escribisteiré a verte mañana a nuestro nido».
Y te esperé en el nido y no viniste…
Y no vendrás ya nunca… y te he perdido
Es una historia triste.
Es una historia triste que no olvido.
Han pasado los años,
dejando tras de sí penas y daños,
- 140 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
- 141 -
los años ¡ay! que siembran desengaños
y tronchan ilusiones.
Han pasado los años,
desgarrando al pasar los corazones
Vagando ayer sin rumbo ni destino,
te encontré de repente, en mi camino.
Palideciste al verte en mi presencia,
y ante la acusación de mi mirada,
que llegó como un rayo a tu conciencia,
inclinaste la frente avergonzada…
¡Cuánto has cambiado! ¡Estás desconocida!
Ya tus pupilas bellas,
que alumbraron la noche de mi vida,
no brillan como estrellas.
Ya no hay luz en tus ojos.
Tus labios que eran rojos, no son rojos…
Y así, doliente, pálida, ojerosa,
caminas por las calles desoladas,
muda como una sombra misteriosa…
Y en ti se fijan todas las miradas
y al ver las gentes como el desaliento
inclina tu cabeza.
«¡Pobre! –dicen- la agonía el sufrimiento…
¡Pobre mujer! Se muere de tristeza»
Comprendo tu dolor. Una esperanza
te apartó de mi lado:
creíste ver la dicha en lontananza
y por ir tras aquella venturanza
me dejaste en la vida abandonado…
Y dejaste y volaste sin recelo,
y al detener el vuelo
al fin de la jornada,
miraste en torno y no encontraste nada…
Y entonces, llena de angustioso anhelo,
en el cielo, clavaste la mirada
¡y no hallaste ni estrellas en el cielo!
¡Pobre amor mío! Todo lo tuviste,
y todo, para siempre, lo has perdido
Es una historia triste.
Es una historia triste que no olvido…
Has vuelto con el alma hecha jirones
de tu viaje al país de las quimeras.
¡Cómo se han agrandado tus ojeras
con la ceniza de las ilusiones!
Hoy, que te arrastras con el alma herida
sin encontrar quien oiga tu gemido.
¡Cómo te dolerás de haber perdido
todo el amor inmenso de mi vida!
¡Con qué pesar, con qué remordimiento
meditarás en nuestra dicha trunca!
En esa dicha que duró un momento
y que nos dijo al despedirse: «Nunca!»
Se me figura verte,
tendida a media noche sobre el lecho,
fijos los grandes ojos en el techo
pensando en la tragedia de tu suerte…
¡Oh, tus horas de insomnio y desaliento
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
en las oscuras noches invernales,
mientras fuera, en la calle, gime el viento,
y la lluvia golpea tus cristales!
¡Oh, tu dolor en medio de las sombras
cuando, añorando mi cariño santo,
lloras de pena, a media voz me nombras
y dices: «Nadie me querrá ya tanto!»
Era un nido encantado nuestro nido.
Un nido pequeñito y escondido.
Viajaste un día a lo desconocido,
y yo te dije: «vuelve» y no volviste.
Y no tendrás ya nunca… y te he perdido.
¡Ves! Nuestra historia es una historia triste.
Es una historia triste que no olvido.
(En Aroma de mujer, p. 130-132)
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MUSA DESCONOCIDA
(Por teléfono)
No te conozco, y eres mi alegría.
Solo tu voz, de lejos, he sentido,
y en ti pienso en la noche y en el día,
y te quiero y te adoro y no te olvido.
Ha mucho tiempo que te presentía…
«-Ella vendrá –decía- y has venido!
Blanca paloma de la Eucaristía!
¡Ven! En mi nido encontrarás tu nido!
Ayer, siempre de lejos, me dijiste:
-»Me voy, sin conocerte, a otras playas…»
Y yo lloré, desconsolado y triste…
¿Te vas, de veras? Mi ánimo desmayas.
Si debías dejarme ¿A qué viniste?
¿Qué haré yo solo, cuando tú te vayas?
(En Aroma de mujer, p. 132)
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DIANA DE CLARINES
Homenaje al poeta Marquina
(Leído en el Centro Universitario de Lima)
Noble poeta: galán
y cumplido caballero,
que vas por el mundo entero
cantando como un jilguero
y cogiendo placentero
los lauros que en tu sendero
a manos llenas te dan,
«si fuera de empresa mía»
si quisieras ser mi guía
si tuviera tu energía
y tu estro y tu fantasía,
ya que partes con afán
- 142 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
ir contigo intentaría
y en tu alcance correría,
«y a tu grupa montaría
de tu Pegaso alazán».
Vienes, rey de los cantores,
el mejor de los mejores
de tu España sin rencores
tierra de nuestros mayores,
de sabios, de trovadores
y de Cides Campeadores
vienes derramando flores
y aquí triunfas sin rigores
como el mejor capitán
y en las calles de esta villa
por tres veces coronada
por los reyes de Castilla,
la gente se maravilla
y te aclama con afán.
Y es que llevas empuñada
en la diestra levantada
una bandera encarnada,
encarnada y amarilla,
«soberbiamente plegada
sobre el caballo alazán»
¡Bienvenido! ¡Bienvenido!
No estás aquí en tierra extraña.
Lima es un jirón de España…
¡Estás en tu propio nido!
Esta ciudad encantada,
que tiene algo de Granada
la fundaron tus abuelos
con cariñosos desvelos
y aquí contentos vivían
porque estando aquí creían
que estaban bajo sus cielos
¡Salud, salud vate hispano!
Todos aquí te verán
cual si fueras un hermano
y al estrecharte la mano
el corazón te darán
Y es que los veinte virreyes
de española dinastía
que aquí vinieron un día
inculcaron a sus greyes
usos, costumbres y leyes
de nobleza y cortesía.
Y es que un capitán bizarro
un glorioso capitán,
don Francisco Pizarro,
«el de la torcida espada»
«de la capa colorada»
y decidido ademán,
dio también a sus legiones
hospitalarias lecciones
al cruzar estas regiones
tremolando sus pendones
en su caballo alazán.
Antes que a la patria mía
te trajera la Victoria,
yo tus triunfos conocía
y conocía tu historia.
- 143 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Y de tu ingenio sabía
y admiraba tu valía
y a mi amada la decía
tus poemas de memoria,
con el más rendido afán.
Recuerdo también que un día
la apoteosis de tu gloria
la forjó mi fantasía…
Fue aquel miraje risueño
como la visión de un sueño…
Era en tus dominios y era
un día de primavera.
Tras espléndida campaña,
volvías triunfante a España
en tu caballo alazán
y la Fama vocinglera
atronaba los oídos
pregonando por doquiera
los triunfos por ti obtenidos
más allá de la Frontera!
Y tú, arrogante y galán,
avanzabas lentamente
en medio de un mar de gente,
llevando sobre la frente
una corona esplendente
de laureles y arrayán.
Y de puertas y balcones,
adornados con pendones
partían aclamaciones
y las mujeres hermosas,
asomándose curiosas
como blancas mariposas
a las rejas misteriosas,
te echaban al paso rosas…
Y tú con noble ademán
buscabas con las miradas
en las rejas cinceladas
y en los balcones floridos
unos ojos conocidos
que adorabas con afán.
Otros quisieron vencellos,
mas fueron los preferidos,
y traías para ellos,
entre otros trofeos bellos,
«diez corazones heridos
en el arzón suspendidos
de tu caballo alazán»
¿A dónde vas? Hacia arriba.
¡A la cumbre! ¡A las estrellas!
Mas como a ti te cautiva
ver más y más cosas bellas,
después, como águila altiva,
subirás más alto que ellas!
«¡Temerario!» –Te dirán
los que se espantan del vuelo…
yo aplaudo, vate tu anhelo
y te grito sin recelo:
«Sube! ¡Aléjate del suelo!
Aquí hay miserias y duelo
y allá los astros están!»
«¡Sube, sube! Llega al cielo
y para colmar tu afán
- 144 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
cuelga arriba tu tesoro:
¡la bandera sangre y oro
que llevas en tu alazán!
(En Aroma de mujer, p. 133-136)
En la segunda estrofa desarrolla una frenética apología a los conquistadores del Perú, ensalzando a
Francisco Pizarro.
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HOMENAJE MEDIOEVAL
(A Evangelina Adams)
¡Reina del Arte! Soy un caballero
de sangre azul y heráldico linaje
que ha venido cruzando el mundo entero,
a poner a tus plantas su homenaje.
«Es gran actriz y espléndida persona»en mi castillo díjome la Famay heme aquí ya, sin casco y sin tizona,
a los pies de la artista y de la dama.
No mintió quien me dijo. Evangelina,
que eres una mujer casi divina…
¡Vasallos!... ¡sus! ¡sus! ¡Batid los tambores!
Tremolad mis pendones en la altura
que va a su trono, andando sobre flores,
la Emperatriz del Arte y la Hermosura
(En Aroma de mujer, p. 137)
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ANNA PALOWA
Admiro tu arte y tu talento admiro.
Como tu bailas sílfide famosa,
danzaban sobre pétalos de rosa
las vírgenes de Atenas y de Tiro.
Eres etérea, ideal! Cuando te miro
un ángel me pareces, una diosa
una ave azul, una áurea mariposa
¡una ilusión nacida de un suspiro!
Tus danzas son donaire y poesía,
y en tu cuerpo sutil, todo armonía
el alma de Tersícope se encierra
A tus plantas, que besan los amores
deshojaría yo todas las flores
de todos los jardines de la Tierra!
(En Aroma de mujer, p. 137)
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Reymundo Hualpa Condori
ALMA DE ESPAÑA
(A Amalia Molina)
Amalia Molina, gitana divina,
que en la mano abierta vea el porvenir
y cruzas el mundo como golondrina,
naciste entre arrullos, Amalia Molina,
de un copo de espuma de Guadalquivir.
Sales a las tablas y en jarras te pones
mostrando con gracia la punta del pie…
Y bailas haciendo sonar tus tacones,
y entonces palpitan tres mil corazones,
y otras tantas bocas te gritan ¡Olé!
De España nos traes el alma de España,
y en cambio te llevas nuestro corazón.
¡El alma de España que es gloria y hazaña!
Que es arte y belleza y fuego en la entraña.
¡Que eres tú, chiquilla, de ojos de carbón!
De saya bordada, peineta y mantilla,
surges a mis ojos radiante y feliz,
y así me recuerdas una maravilla:
la Maja de Goya, pintada en Sevilla,
sobre el abanico de una emperatriz.
Hablas y cuando hablas a todos fascinas,
y es que es delicioso tu modo de hablar.
Y es que tu voz tiene notas cristalinas,
y desgranas frases ágiles y finas
cual si desgranaras perlas de un collar…
Vas por esas calles que el padre sol baña,
derramando al paso granitos de sal,
y por ti me siento capaz de una hazaña,
y grito: ¡Abrid paso! ¡La reina de España…!
¡Y te rindo honores con la Marcha Real!
(En Aroma de mujer, p. 138)
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EL FESTIN DE LOS CUERVOS
Cuando cesó la horrísona batalla
y el campo de la lucha quedó escueto,
y allí sólo reinaron
la tristeza, la muerte y el silencio,
un cuervo de anchas alas
apareció bajo la faz del cielo…
Al principio fue un átomo en la nada,
una gota de tinta, un punto negro
puesto como una marca misteriosa
en la página azul del firmamento;
mas fue bajando, y como fue bajando,
fue creciendo, creciendo…
hasta que, al fin, ya próximo a la tierra,
trazó en el aire círculos inmensos
y, plegando las alas cayó a plomo
sobre la cresta de un enorme cerro
que dominaba como una atalaya
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
aquel vasto y horrible cementerio…
Clavó el ave fatídica sus ojos
en aquella extensión llena de muertos,
y en señal de alegría entreabrió el pico,
formó con sus dos alas un trofeo,
y después de pulir sus curvas garras
y de alargar, como un clarín, el cuello,
lanzó un graznido que rasgó el espacio
y fue repercutiendo de eco en eco
por llanuras, praderas y montañas
como una carcajada del Averno
Pasada esta explosión de regocijo
volvió el cuervo a mirar el campamento
y sus ojos volvieron a incendiarse
con el fulgor de un júbilo siniestro…
¡Nada quedaba en pie, nada con vida
en ese enorme y trágico proscenio
donde ese día, tras sangrienta lucha,
se decidió la suerte de dos pueblos
quedando –por la ley inescrutable
que rige siempre estos terribles duelosvencedores los malos
y vencidos los buenos!
Aquel cuadro de horror causaba asombro
y producía espanto y desconsuelo.
Era un crimen monstruoso, una ignominia;
el triunfo del error sobre el progreso;
la barbarie del hombre en evidencia
y el testimonio, amargo pero cierto,
de que el amor entre la especie humana
solo es un mito, una ilusión, un sueño,
un ideal que se busca y no se encuentra…
¡Precepto inútil en el Evangelio!
Detrás de las trincheras se veían
cadáveres sin cuento
tendidos en hilera
en actitud de acecho…
Y esos despojos de héroes sin nombre
que defendiendo su pendón cayeron,
todavía eran grandes en el polvo…
¡Todavía en el polvo daban miedo!
Vistos a la distancia
sobre los parapetos
se habría dicho que eran combatientes
esperando en silencio
la voz de mando de sus oficiales
para salir a batallar de nuevo,
para lanzarse, bajo la metralla,
a buscar la victoria a sangre y fuego
En otro sitio sobre un promontorio
que surgía del vientre del terreno,
un cañón con las ruedas destrozadas
apuntaba su boca al firmamento…
Clavada de tal suerte el arma aquella
presentaba, allá arriba, extraño aspecto.
Era, a la luz del sol que ya moría,
algo así como el índice de hierro
con que un titán, oculto bajo tierra,
amenazara, como Ayax, al cielo
- 147 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
Circundando aquel cuadro que turbaba,
habían, esparcidos por el suelo,
restos informes de hombres mutilados;
cabezas cercenadas por el cuello;
manos crispadas empuñando un alma;
troncos hendidos, músculos sangrientos,
todo en desorden, todo entremezclado,
del mismo modo que en los mataderos,
después de los degüellos cotidianos,
se amontona la carne de los cerdos
El cuervo de anchas alas
meditaba en la cumbre… Estaba escueto,
y su figura sobre aquel picacho
despertaba el recuerdo
de aquel buitre feroz que en otra cumbre
devoró el corazón de Prometeo
De pronto, el ave trágica
volvió a extender como un clarín el cuello,
y una voz estridente,
mezcla de grito, maldición y reto,
ensordeció el espacio
con sus horribles ecos
y fue como la trompa apocalíptica
a turbar el reposo de los muertos…
Una llamada fue… Casi al instante
el cielo se cubrió de puntos negros,
que iban cambiando de tamaño y forma
mientras bajaban. ¡Eran otros cuervos!
Obedientes al grito soberano
de su señor y dueño,
todos estaban ya sobre la cima
del empinado cerro
que dominaba como una atalaya
aquel vasto y horrible cementerio.
Agrupadas, arriba, aquellas aves
semejaban, de lejos,
una legión de duendes en concilio,
un grupo de pigmeos
tratando de imitar a los titanes
que, allá, en remotos tiempos,
amontonaron montes sobre montes
para escalar en son de guerra el cielo
El cuervo –rey miraba a sus vasallos
y parecía complacido al verlos
agrupados delante de su trono
en actitud de siervos;
que los cuervos –lo mismo que los hombresse sienten satisfechos
cuando ven desde arriba a sus hermanos
arrastrarse sumisos por el suelo…
Habló, tras breve pausa, el soberano.
-»Os he llamado –dijo- porque quiero
que contempléis el cuadro más grandioso
que vuestros ojos en el mundo vieron.
¡Miradlo! Desde aquí, desde esta cumbre,
la vista lo domina por entero.
Ayer el campo que se extiende abajo
era como un jardín de galas lleno,
y hoy ¡qué contraste! Ya lo veis, hermanos:
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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¡el jardín se ha trocado en cementerio!
«Dos pueblos grandes, prósperos y fuertessu alada majestad siguió diciendodos pueblos que son fuente de cultura
y faros de progreso,
aquí vinieron al rayar el alba,
y olvidando su historia y su abolengo
y hasta su propia dignidad humana,
como perros rabiosos se embistieron
Yo presencié la lid desde las nubes,
inmóvil sobre el vuelo…
¡Qué espectáculo aquel! Nunca en la vida,
en mis viajes aéreos,
nunca, explorando desde arriba el mundo,
testigo fui de crimen más horrendo
Las huestes enemigas que al principio
combatieron de lejos,
lanzándose torrentes de metralla
desde sus parapetos,
luego –obedientes al clarín de mandocalaron bayonetas en campo abierto
y a encontrarse avanzaron como monstruos
que tuvieran tentáculos de acero,
y se encontraron en mitad del llano,
y trabaron combate cuerpo a cuerpo,
y hombres y brutos ávidos de sangre,
en confuso montón se resolvieron,
y luego, al fin, cayeron los vencidos
y comenzó el degüello.
Una ovación de tétricos graznidos
y rudos aleteos
interrumpió al monarca. Su elocuencia
caldeado había el alma de sus siervos.
Impasible, hierático, solemne,
Esperó el regio cuervo
que imperara de nuevo en torno suyo
la calma y el silencio,
y cuando al fin logró lo que anhelaba
volvió a esgrimir la fusta de su verbo.
«Estas matanzas –dijo- son infames.
Cubren de sangre y cieno
a la familia humana. Ni los monstruos
que poblaron la Tierra en otros tiempos
así se exterminaron. Son los hombres
más crueles que los tigres carniceros
¿Qué móvil les impulsa
a sembrar de cadáveres el suelo
y a destruir las obras que en los siglos
levantaron el arte y el progreso?
¿Quieren así perfeccionar el mundo
y conseguir el triunfo del derecho
y hacer que la Igualdad surja y muera
sobre los ya caducos privilegios?
¡Oh! ¡no finjáis leyendas! Ya pasaron
los venturosos tiempos
en que los hombres iban a la guerra
a defender derechos con su acero
Hoy estas luchas solamente estallan
bajo el influjo avieso
de la codicia, que a los hombres ciega
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
lo mismo que a los pueblos.
Los unos y los otros fueron siempre,
en todas las edades y los tiempos,
usurpadores, cínicos y audaces
del patrimonio ajeno
«Pero ¡ay! No sólo en todas las centurias
usurpadores fueron;
sólo con el huerto del vecino
ensancharon su huerto;
también, como Caín, exterminaron
al hermano indefenso,
y después ¡oh ignominia! Los malvados
no tuvieron castigo sino premio:
lauros para sus sienes;
cruces para sus pechos,
y en la Historia su audacia y su estrategia
citadas como ejemplo,
y la consagración definitiva
de la fuerza brutal sobre el Derecho
«¡Ah! Pero todo pasa y todo cambia
en la marcha continua de los tiempos,
y así, por esta ley que nos recuerda
que no hay sobre la Tierra nada eterno,
los vencedores que en el día medran
en conquistado suelo,
y allí contra sus víctimas se ensañanporque son más verdugos que guerrerosalgún día, a su vez, serán vencidos
y sufrirán lo que sufrir hicieron,
y verán arrasadas sus campiñas
y en escombros sus casas y sus templos,
y entonces, como ahora, no habrá nadie
que salga a defenderlos…
¡Nadie! En el mundo ya no hay redentores…
¡Cristo ha pasado y Dios Quijote ha muerto!»
No dijo más. Sonó sobre la cumbre
el aplauso postrero,
y el viejo Menelik de los espacios
al extraño concilio puso término…
Después, paseó de nuevo la mirada
por toda la extensión llena de muertos,
señaló aquel botín a sus vasallos
con expresivo gesto,
y agitando sus alas de ángel malo,
como dos grandes abanicos negros,
se lanzó sobre el campo de batalla
a presidir desde el mejor asiento
el banquete macabro que esa tarde
ofrecían los hombres a los cuervos…
Detrás del soberano
bajaron en tropel todos sus siervos,
y un instante después en la llanura
que teatro fue del formidable duelo,
oíanse –indecisos y confusosmil rumores funestos
que angustiaban el alma
y oprimían el pecho…
Era como si abajo, en las trincheras
repletas de cadáveres sangrientos,
se debatiera todavía el odio
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
que alentó en la batalla aquellos cuerpos
y los hizo luchar hasta la muerte
como lobos hambrientos…
Parecía que en lo hondo, en lo más hondo
de los desmantelados parapetos
se libraba ese día otro combate
sordo, pero tremendo…
Se percibían, sin cesar, graznidos
que parecían retos,
y aleteos furiosos
y crujidos siniestros…
¡Allí estaban las aves de rapiña
luchando cuerpo a cuerpo
por tener cada cual, para ella sola,
la tajada mejor del bien ajeno!
¡Allí estaban las aves de rapiña
siguiendo de los hombres el ejemplo!
Flotaba en el ambiente
algo que entristecía y daba miedo.
Hacía frío, un frío en despiadado
que roía los huesos:
el frío misterioso que se siente
en los abandonados cementerios
y en los sangrientos campos de batalla
después que cesa el fuego;
el frío del horror y de la angustia;
el frío de la muerte… ¡El frío eterno!
Los lúgubres rumores
seguían resonando en el silencio;
llegaban desde abajo, confundidos
con las quejas del viento,
y a medida que se iban alejando,
cansados de volar se iban muriendo…
Era el último instante de aquel día
de imborrables recuerdos,
y bajo la penumbra
que empezaba a envolver el campamento,
se adivinaban, más que se veían,
episodios horrendos,
cosas de pesadilla
que erizaban de espanto los cabellos…
Allí la tropa alada
tregua a su lucha al fin había puesto,
y dispersa por fosos y reductos
se hartaba con la carne de los muertos
¡Oh, aquella turba ruin y tenebrosa!
¡Oh, los voraces cuervos!
Daban terror con sus cabezas calvas
y sus hábitos negros
salpicados de sangre! Parecían
verdugos en un día de degüello…
El macabro banquete
estaba en su apogeo,
y era de verse como en él tenían
los principales puestos
y las mejores presas,
no los cuervos más dignos de tal premio,
sino los más audaces y más fuertes.
Y es que en el mundo de elloslo mismo que en el mundo de los hombres
- 151 -
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
y lo mismo que en todo el universosiempre el pequeño es víctima del grande;
siempre la fuerza está sobre el Derecho.
Pero a poco los lúgubres rumores
se fueron extinguiendo:
y al fin sólo reinaron en el campo
la muerte y el silencio…
En ese instante de infinita calma
el toque de oración vibró en el viento,
y sus ecos dolientes, que tenían
las inflexiones místicas del ruego,
se difundieron por el ancho espacio
como un himno de paz y de consuelo…
Surgía aquel clamor, que convidaba
a la plegaria y al recogimiento,
de una cercana iglesia que ese día
ametralló un ejército extranjero
para que el mundo conocer pudiera
su cultura, su fuerza y su denuedo!
Al sonar la primera campanada
de aquel toque supremo,
una bandada de palomas blancas,
que cubría la cúpula del templo,
despavorida sacudió las alas
y a la región azul emprendió el vuelo…
¡Eran las almas mártires y heroicas
de los soldados que en la lid cayeron!
Libres ya, para siempre,
de su cárcel de cieno
huían de este valle de amargura
y regresaban a su patria, el Cielo
Así acabó el festín que aquella tarde
ofrecieron los hombres a los cuervos
(En Aroma de mujer, pp. 139-149)
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A TACNA
Tacna es un pueblo heroico. Su historia
produce asombro y sirve de enseñanza.
El mundo entero canta en su alabanza
al son de los clarines de la gloria.
Por la Patria, que vive en su memoria,
luchó mil veces lleno de pujanza,
y cayó sobre el Campo de la Alianza,
retando, por injusta, a la victoria.
Para cantar ¡Oh, Tacna! Tu denuedo
y tu cautividad y tu agonía
preciso fuera despertar a Olmedo.
Yo también tus hazañas cantaría;
pero el dolor me ahoga y solo puedo
decirte con el alma: «Madre mía».
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
A LA PATRIA LIBRE
Por ver la patria libre aquí he venido
desde la tierra de mi nacimiento,
y al ver sus playas y su firmamento,
feliz, con toda el alma me he sentido.
Yo que en mi propio hogar esclavo he sido,
libre como la luz aquí me siento…
¡Aquí flamea mi bandera al viento!
¡Esta es la patria que jamás olvido!
Para ella quiero yo paz y ventura
Que brille el sol tras de la noche oscura
y que en ese sol no nos sorprenda inertes.
Hagamos la obra que el deber indica:
es preciso ser grandes y ser fuertes:
¡Es preciso salvar Tacna y Arica!
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LA CASA DE VIGIL
¡Aquí nació Vigil! Esta morada
es para todos en mi pueblo un templo.
De aquí salió el apóstol de alma honrada,
a predicar el bien con el ejemplo.
Era este suelo toda su alegría,
y pensando en su muerte venidera
-»Velad por Tacna- siempre repetía
que no sea jamás tierra extranjera».
¡Oh, Vigil! Tus palabras nunca olvido;
mi mente las traduce y las comprende.
Yo sé lo que decirnos has querido.
«La tierra en que se nace es tierra ungida:
no se da ni se cambia ni se vende…
¡Que nos arranquen junto con la vida!
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SIEMPRE VIVA
¡Pobre niña! ¡No la olvido!
A mi memoria se asoma
como una mansa paloma
que vuelve a su propio nido…
Era hermosa y era buena
y era blanca cual ninguna.
Parecía una azucena
desprendida de la luna…
Una enfermedad aciaga
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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las entrañas la roía,
y, sin saber, se moría,
como una luz que se apaga…
Con un porvenir de paz
soñaba siempre despierta,
como si estuviese cierta
de no morirse jamás
«Seré dichosa –decíay entonces, en mi hora buena,
¡ojalá la dicha ajena
sea mayor que la mía!
«Yo, para mí, sólo ansío
un nido allá, en un rincón,
y en el nido un corazón
que palpite como el mío».
Y en pos de la dicha aquella
la pobre niña corría,
y la muerte la seguía
cada vez más cerca de ella
Cien veces se imaginó
ver su ideal en lontananza,
y cien veces su esperanza
en humo se convirtió
Y bajo el peso tremendo
de tanta y tanta amargura,
la espiritual criatura
se iba muriendo… muriendo…
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ORGULLO
¡Y bien! Nada me importa que la Envidia
me ultraje y muerda con maldad notoria.
¡Yo no conozco el miedo, y en la lidia
alcanzaré el laurel de la victoria!
En vano, henchidos de un orgullo necio,
quieren poner a mis ideas vallas:
¡bajo el peso mortal de mi desprecio
rodarán en el polvo los canallas!
¡Ah! Yo sabré reírme de las muecas
de aquellos Zoilos de siniestros rostros,
y fabricar con sus cabezas huecas
una escala que me alce hasta los astros.
Yo sabré destacarme, sin reproche,
entre esa turba audaz de vilipendio,
cual se destacan en la negra noche
las fantásticas formas de un incendio.
Mi ambición es ser grande entre los grandes,
sin que nadie me humille ni me estorbe,
y mirar, como el cóndor de los Andes,
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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arriba el cielo y a mis pies el orbe.
Yo quiero que mi orgullo, que hoy se ensancha,
se traduzca en las notas de mi plectro,
y que ante el sol de mi razón sin mancha,
tiemblen los necios como ante un espectro.
Yo quiero avergonzar a esos estultos
de críticas sin fondo y torpes mofas,
apagando el rumor de sus insultos
con el eco triunfal de mis estrofas.
¡A combatir! No soy un ser exiguo
y debo entrar en el combate rudo.
Mi lema es hoy del guerrero antiguo:
«Con el escudo o bien sobre el escudo».
Henchido de una fe que no se agota,
aunque me pierda lucharé sin pausa:
¡No desprestigia al hombre una derrota
cuando es apóstol de una buena causa!
Los críticos que darme a Dios le plugo,
más que humillarme, aumentan mi decoro…
«Solo se arrojan piedras –ha dicho Hugocontra el árbol que carga frutos de oro».
La oposición me irrita! Aquella gente
caerá, al fin, bajo mi fe que abraza;
cuando se pone diques al torrente,
el agua lucha, se desborda y pasa.
¡Lucharé como un dios! Mi frente noble
nunca se humillará bajo otros brazos;
Yo seré en mis batallas como el roble:
¡antes que doblegado, hecho pedazos!
¡Adelante, adelante! Mi destino
destruir a mis críticos acuerda:
cuando se halla una sierpe en el camino,
se la debe aplastar antes que muerda.
¡Adelante! No importa que la Envidia
me ultraje y me hiera con maldad notoria.
¡Yo no conozco el miedo, y en la lidia
alcanzaré el laurel de la victoria!
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VELUT UMBRA
Noche. La luna vierte sobre el mundo
su luz clara y serena,
y yo, con la cabeza pensativa
apoyada en los hierros de mi reja,
me entretengo en mirar a los que pasan
charlando o discutiendo por la acera.
Allá viene un mancebo acompañado
de una gentil doncella;
son dos novios, sin duda, que se dicen
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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mil palabras de amor y de terneza.
Él es de porte noble y distinguido,
y su frente soberbia
resplandece a la lumbre de la luna
como una hoja de acero en las tinieblas
Ella es hermosa y sobre ser hermosa
Es rubia como Ofelia…
¡Qué felices, Dios mío, qué felices
son algunas personas en la Tierra!
Mas, ya se acercan… ya oigo sus pisadas…
ya percibo sus voces placenteras,
y el perfume incitante
de los vestidos de ella…
Hélos aquí… ¿Qué dicen? Ella llora
y él rezonga entre dientes y blasfema
¡Qué chasco, vive Dios, se lleva el hombre
que cree que hay felices en la Tierra!
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GARDENIA
(En el álbum de la señorita Ángela Hernández)
Angelita te llaman con ternura,
y, por Dios, que es el nombre que mereces;
porque un ángel del cielo me pareces
por tu dulce candor y tu hermosura.
Tu frente es noble, tu mirada, pura,
y hay tal bondad en tu alma sin dobleces,
que al ver la menor pena te estremeces
como una sensitiva en la espesura.
Así, te ha hecho Dios, en su grandeza,
y, así Él te guarde hasta el postrer momento
que tú, paloma de ideal belleza,
serás, al cabo, como lo presiento,
una esposa feliz, por tu pureza;
una madre ejemplar, por tu talento
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JASPE
Me has entregado, ingrata, al abandono,
y yo, que tanto y tanto te he querido,
ni tu negra traición echo en el olvido
ni disculpo tu error… ni te perdono
No intentes, pues, recuperar el trono
que en mi pecho tuviste, y has perdido.
En el fondo del alma me has herido,
y en el fondo del alma está mi encono.
Yo no podría, es cierto, aunque quisiera,
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
castigar como debo tu falsía;
mas, la mano de Dios es justiciera…
¡Castígala, Señor, con energía;
que sufra mucho, pero que no muera…
¡Mira que yo la adoro todavía!
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POBRE NIÑA
¡Pobre niña! ¡No la olvido!
A mi memoria se asoma
como una mansa paloma
que vuelve a su propio nido.
La Parca, cruel e indiscreta,
la mató en hora temprana.
Cual la rosa del poeta
vivió sólo una mañana
Y el día que huyó fugaz
hacia mundos más serenos
«hubo aquí un arcángel menos
y arriba una estrella más».
Me parece que la viera!
Tan dulce, tan bondadosa!
Era una alba mariposa,
una flor de primavera
Con un porvenir de paz
soñaba siempre despierta
como si estuviese cierta
de no morirse jamás
Su ambición era vivir
lejos del mundano ruido
sin sufrir ni hacer sufrir
como el pájaro en su nido.
Y la Parca, que esgrimía
en las sombras su guadaña,
como una negra alimaña
la seguía, la seguía…
Un día color de rosa
dijo llena de contento:
«Algo me exalta, presiento
que al fin voy a ser dichosa»
Y la Parca vil, que oía
a la niña dulce y bella
la seguía, la seguía
cada vez más cerca de ella …
Hoy la niña vive en paz
en otros mundos serenos.
Y hay aquí un arcángel menos
Y arriba una estrella más
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
TOILETTE MATINAL
Delante de un espejo veneciano
que copiaba su imagen toda entera,
Margot, hacia su toilette primera
con la borla de polvos en la mano.
Sobre sus hombros –nieve de veranose esparcía su rubia cabellera.
Un río de oro se diría que era,
bajando en ondas de la cumbre al llano.
Pasó la borla con unción de santa
sobre su faz y sobre su garganta
y en su seno, que es ánfora de aroma.
Y cuando allí la borla se cernía
una alba mariposa parecía
volando sobre un nido de palomas…
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SOBRE LA NIEVE…
Ausente de mi amor tanto sufría,
que Dios, con piedad en la mirada,
-»Ve, poeta –me dijo cierto díay visita, en espíritu, a tu amada.
Sonó en mi oído aquella voz del cielo,
y el alma entre mi pecho prisionera
se escapó de su jaula y alzó el vuelo,
convertida en paloma mensajera…
Cruzó el desierto, el mar y la espesura
soportando fatigas y dolores,
y llegó, al fin, en una noche oscura,
al hogar del amor de mis amores.
Era invierno, y la nieve que caía
en impalpables copos del vacío,
como blanco sudario se extendía
sobre la humanidad muerta de frío…
Vio el alma mía el nido de su amada,
y plegando sus alas en la puerta,
-»Abre, mi bien –clamó desesperadaabre, mi bien! ¡Por compasión, despierta!
«Tu interminable ausencia me tortura
como si fuese una enconada herida…
Sin ti, que eres mi gloria y mi dulzura,
no tiene encantos para mí la vida…
«¡Ay! Tú no sabes lo que yo he sufrido
desde que te alejaste de mi lado!
Muchas noches, a solas en mi nido,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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a gritos, como un loco, te he llamado»
«No puedo más, y hoy vengo desolada
a llamar con mis alas a tu puerta.
¡Dame, por Dios, asilo en tu morada!
¡Abre, mi bien! ¡Por compasión, despierta»
«¿Callas? ¿Desdeñas mi aflicción profunda?
¿No me conoces ya? ¿No oyes mi llanto?
¡Yo soy mujer, el alma moribunda
de aquel poeta que te quiso tanto»
«Yo el espíritu soy del bardo errante
que en el misterio de su pobre nido
en sus rodillas te sentó anhelante
y con sus versos arrulló tu oído…»
«Larga y terrible ha sido la jornada,
pero ¿qué importa? Estoy, ya en tu puerta
¡Ponme al abrigo de la noche helada!
¡Abre, mi bien! ¡Por compasión, despierta!
«Sé buena como ayer. ¡Oye mis quejas!
Confundamos de nuevo nuestras vidas!
¿A dónde iré, si en la orfandad me dejas,
a calentar mis alas derretidas?
«Pero ¡ay! La noche en su camino avanza;
sigue nevando sobre el mundo entero,
y yo, perdida ya toda esperanza,
sobre la nieve, abandonada, muero…»
Dijo así la paloma inmaculada,
y en la agonía ya, junto a la puerta,
-»Abre! –gemía aun desesperadaAbre, ángel mío! ¡Por piedad, despierta!
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TU CHAPIN
Envidio tu chapín en miniatura,
y transformarme en tu chapín quisiera.
¿Sabes tú para qué, niña hechicera?
Para ser pedestal de tu hermosura
¿Qué delicia mayor, qué más ventura
que pasar a tus pies la vida entera?
¡Ah! Yo quiero admirar de esta manera
el bello panorama de la altura…
Tu belleza incitante me cautiva,
y como verte es todo mi consuelo
quiero estar a tus plantas mientras viva.
Pero ¡ay! Jamás he de saciar mi anhelo
muy arriba está el cielo… muy arriba,
y me voy a quedar mirando el cielo…
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
CONSEJO GRATIS
Dices que estás celoso, Sancho amigo,
Y, por Dios, Sancho amigo, que lo siento;
los celos son el más atroz tormento
que Dios nos puede dar como castigo.
Cuando ellos hallan en nuestra alma abrigo,
sólo ellos llenan nuestro pensamiento,
y es tal entonces nuestro sufrimiento,
que envidiamos la suerte del mendigo.
¿Quieres para tu mal hallar remedio?
Pues ve donde la infiel que te maltrata,
coge un puñal y quítala de en medio…
Con la mujer que es pérfida e ingrata,
es pueril el reproche y el asedio…
¡O se la deja en paz o se la mata!
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TRAICION DE MUJER
Tras ausencia prolongada
llegué al fin a la morada
de mi amor.
La noche era oscura y fría
y el viento al pasar gemía
con dolor.
A través de una persiana
una sombra en su ventana
vislumbré.
Era su propia figura
Y con íntima ternura
la llamé…
Huyó la sombra al momento
y la luz en su aposento
se apagó…
¿Por qué huía? Una sospecha
en mi pecho como flecha
se clavó…
Crucé la calle desierta
y acercándome a su puerta
dije así:
-»¡Abre, amada! Te lo ruego.
A buscar dicha y sosiego
vuelvo a ti
¿Quién, mientras estuve ausente,
tu corazón inocente
me robó?
¿Quién se llevó así mi calma
y con la muerte en el alma
me dejó?
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¿Cómo, si hice tus delicias,
hoy me niegas tus caricias
sin razón?
¿Cómo, si mi ángel has sido,
por la espalda me has herido
a traición?
Y ahora que tu falsía
ha matado mi alegría
y mi fe,
¿dónde iré por este suelo
a buscar gloria y consuelo?
¿Dónde iré?
¡Qué desengaño tan triste!
¿Cómo, dime, cómo fuiste
tan falaz?
¡Ah! ¡Qué bien, qué bien mentías
cuando a mis pies me decías:
¡Tú no más!
¡Abre! ¿No me has conocido?
¿Hasta el recuerdo has perdido
de mi voz?
¡Soy quien te inició en amores,
aquel que en tiempos mejores
fue tu dios!
¿Te acuerdas de aquellos días?
En mis brazos me decías:
«¡Tú no más!»
Y yo, henchido de embelesos
imprimía ardientes besos
en tu faz.
¿Te acuerdas? En nuestro nido
te susurraba al oído
mi pasión
y tú, que me comprendías,
llorabas y, al par, reías
de emoción…
Y después de tal historia,
tanta dicha y tanta gloria
¿Cómo, di,
hoy que mis penas te digo
no encuentro en tu hogar abrigo
para mi?
Pero ¿qué pudo moverte
a engañarme y a volverte
contra mí?
¿Cómo pensar has podido
que otro sea lo que he sido
para ti?
Con el amor más profundo
velé siempre en este mundo
por tu bien.
Y mi ambición más sentida
fue que hallaras en la vida
el edén!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
¡Y estás en brazos ajenos!
Pronto me echarás de menos.
Ya lo sé!
El bien es sólo comprendido
cuando lejano o perdido
se le ve…
¡Adiós! Me voy de tu lado
con el pecho desgarrado.
¡Vive en paz!
Dejas ¡ay! Mi dicha trunca,
y nunca más, nunca, nunca
me verás!
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REGALO DE BODA
Olvidando mi pasión,
a otro hombre le has dado, infiel,
tu mano y tu corazón…
Pena me da tu traición,
pero más el triunfo de él
¡Pobre! Cree que tú harás
su felicidad aquí;
pero como eres falaz,
a él también le engañarás,
como me engañaste a mi
¡Pobre! Te juzga una diosa
casta, sencilla y constante,
y no sabe él una cosa:
que antes que fueras su esposa,
has sido, ingrata, mi amante
«Mi mujer, dice, es honrada
y pura como la brisa…»
Y al oír esta bobada,
tú te pones colorada
y yo me muero de risa…
No sabe el imbécil, no,
que existe en el mundo un hombre
que de balde consiguió
lo que él de ti no alcanzó
sino en cambio de su nombre
Ignora que eres aleve
como nadie aquí lo fue,
y ni a sospechar se atreve
que el agua que ahora bebe
es que agua que yo enturbié…
¡Ojalá siempre te adore
con el mismo frenesí,
y siempre tu historia ignore!
No quiero que él sufra y llore
como yo lloré y sufrí
Tú eres quien, por inconstante,
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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no debe tener reposo;
tú, mujer, que en un instante
has traicionado a tu amante
y has deshonrado a tu esposo
¿Lloras? Tus tristes lamentos
no me causan aflicción.
La mujer sin sentimientos
que olvida sus juramentos
no es digna de compasión
Deja pues ya de gemir,
que tus quejas y tus preces
me dan ganas de reír,
y prepárate a sufrir
el castigo que mereces
Mi venganza será fiera…
Has de saber que medito
perseguirte por doquiera,
para que de esta manera
nunca olvides tu delito.
En vano de mi huirás
del uno al otro confín:
siempre ante ti me verás,
como aquel ojo tenaz
que perseguía a Caín
A donde vayas iré,
sin que el cansancio me venza:
tu sombra desde hoy seré,
y, así, al cabo, lograré
que te mueras de vergüenza…
Y cuando llegue ese día,
y libre de mi te creas,
iré hasta tu tumba fría,
y allí, mujer, todavía,
te diré: «¡Maldita seas!»
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PÁJAROS SIN NIDO
A los niños expulsados de Tacna, Arica y Tarapacá
Agredidos a mansalva
y arrojados de sus lares
por el odio y la maldad,
han llegado aquí, cruzando
las llanuras de los mares,
muchos niños que han perdido
su ventura y sus hogares,
muchos niños que han quedado
de improviso en la orfandad.
Como ovejas sin aprisco
como pájaros sin nido,
como aristas arrastradas
por un trágico huracán,
del terruño en que nacieron
Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
a la Patria se han venido
y la Patria debe darles
el regazo que han perdido
y la patria debe darles
un pedazo de su pan.
¿Qué delito cometieron?
¿Por qué se van de esta manera?
¿Con la angustia y la zozobra
en el alma y en la faz?
Yo sé bien cuál es su crimen:
amar mucho a su bandera
y anhelar que sea grande,
la más grande, la primera!
La primera en todo tiempo:
en la guerra y en la paz!
Esos niños que aquí viven
agobiados por sus penas,
y que un día, vencedores,
a su tierra han de volver,
esos niños tienen sangre
de patriotas en las venas.
Son retoños de guerreros
que en homéricas faenas
enseñaron a sus hijos
el camino del deber!
Han venido desde Iquique,
desde Tacna, desde Arica
de sus tierras que honra y gloria
de la Patria siempre son
y acogerlos como hermanos
la conciencia nos indica,
al que en aras de la Patria
con amor se sacrifica
hay que darle en recompensa
alma, vida y corazón!
Eduquemos con empeño
a los hombres del mañana
señalándoles la ruta
que algún día han de seguir
y esperemos la cosecha
que será buena y temprana,
y esperemos la revancha
que no puede estar lejana,
y esperemos la revancha
que nos debe el porvenir.
¡El clamor de la justicia
por el mundo ya resuena!
Un sol libre y rutilante
para todos va lucir!
Levantemos la cabeza,
sacudamos la melena.
El país que nos ultraja
y al oprobio nos condena,
será dueño del presente,
pero no del porvenir.
Confiemos en ver pronto
otra vez la Patria entera.
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Defendamos nuestra causa
con el espíritu tenaz
y luchemos por la Patria,
y adoremos su bandera,
su bandera blanca y roja,
la más grande, la primera.
La primera en todo tiempo:
en la guerra y en la paz.
(Manuscrito del ART)
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LA CASA DE ZELA
Todo en mi Tacna el patriotismo halaga.
En esta casa, en ya remoto día,
nació la libertad. Aquí vivía
don Antonio de Zela y Arizaga.
Por esta puerta, el ínclito guerrero
salió a luchar contra el león hispano.
¡Le veo en el dintel, espada en mano!
¡Entre nuestros patricios fue el primero!
¡Adalid inmortal! ¡Torna a la vida!
Vuelve a tu patria desde lo infinito.
Tu sagrada misión no está cumplida…
Es necesario que de nuevo vibres;
lanza otra vez tu inolvidable grito:
“¡Tacneños, llegó la hora… somos libres!”
(Manuscrito ART)
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EL CAMPO DE LA ALIANZA
¡Aquí fue la batalla! Todavía
veo al azar con hondo desconsuelo
los siniestros despojos de aquel duelo
que fue el calvario de la Patria mía.
¡Nunca podré olvidarme de aquel día!
Tronó el cañón, el humo nubló el cielo,
y después… ¡Cuántos muertos! ¡Este suelo
un cementerio enorme parecía!
Una cruz con sus brazos redentores
ampara ahora en este camposanto,
así a vencidos como a vencedores.
¡No se ve sangre! Aquella que dio espanto
en ese osario lleno de dolores,
las madres lo borraron con su llanto.
(Manuscrito del ART)
El soneto patriótico se refiere a la batalla del 26 de mayo de 1880, librada en la zona denominada Campo
de la Alianza, al norte de la ciudad de Tacna. La lid fue desfavorable para el ejército peruano boliviano.
Este poema fue recogido en 1987, en la tesis del autor del presente libro (p. 51).
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Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
LA INVASION
Un día, en mi niñez… ¡Nunca lo olvido!
oí en mi hogar lamentos y clamores…
¡Era que Tacna había sucumbido
y caían sobre él los vencedores!
Les vi pasar absorto y conmovido.
Agitaban banderas tricolores,
y entre sus gritos resonó en mi oído
el redoble triunfal de sus tambores.
Cayó la muerte sobre el alma mía.
Iba a rugir como enjaulada fiera,
cuando sentí una voz que me decía:
“¡No desmayes! Levanta tu bandera.
¡Canta la redención! ¡Ten energía!”
“El porvenir es de tu Patria… ¡Espera!
(Manuscrito del ART)
Este soneto se encuentra en la tesis de 1987, sustentada por el autor de este libro (p. 52).
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LA CAMPIÑA
¡Oh, la campiña verde y olorosa
de la tierra en que vi la luz primera!
¡Oh, aquellos huertos en la primavera
con su ropaje de color de rosa!
Surcan la vega umbrosos callejones,
con cercos de granados y membrillos,
y allí, entre frutos rojos y amarillos,
cantan palomas, chates y gorriones.
Los días de mi infancia allí corrieron.
Jugando en la espesura y en la viña
las alas de mi espíritu se abrieron.
A cantar a mi patria y a mi niña
no me enseñaron… Mis maestros fueron
los gorriones que pueblan la campiña.
(Manuscrito del ART)
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LA IGLESIA CLAUSURADA
En esta Iglesia, hoy lúgubre y sombría,
recibí yo las aguas del bautismo.
Aquí aprendí, de niño, el catecismo,
y me dieron la santa Eucaristía.
El pueblo de Vigil aquí venía
Reymundo Hualpa Condori
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a retemplar su ardiente patriotismo.
¡Tal vez en su interior, ahora mismo,
vaga la sombra del Vicario Andía!
¡Oh Iglesia de mi pueblo! ¡Oh templo amado!
¡Qué lástima, Dios mío, que no pueda
darte de nuevo el brillo del pasado!
En tu portón, bañado en polvareda,
hay un cartel que dice: “Clausurado”…
¡Ya ni este asilo en mi orfandad me queda!
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
Reymundo Hualpa Condori
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Poemas de Federico Barreto Bustíos
3. BIBLIOGRAFÍA
ARCHIVO REGIONAL DE TACNA: Manuscrito de Juan Auza Arce
Reproduce diversos poemas de Barreto, está en el Fondo Miscelánico (cuaderno empastado que lleva por
título Banco de Tacna), 48 pp.
BARRETO BUSTÍOS, Federico: Algo mío
Lima, 1912,
BARRETO BUSTÍOS, Federico: Algo mío
Lima, 2da. Edic., corregida y aumentada, 1924, 80 pp. (incompleta)
BARRETO BUSTÍOS, Federico: Aroma de mujer
Lima, 1927,
BARRETO BUSTÍOS, Federico: Poesía
Banco Continental (Editor); Lima, 1993, 162 pp. Prólogo de Luis Jaime Cisneros.
BARRETO BUSTÍOS, Federico: Poesías
Casa de la Cultura de Tacna (Editora); Tacna, 1964, 205 pp.
BARRETO BUSTÍOS, Federico: Federico Barreto, el cantor del cautiverio
Sociedad de Artesanos y Auxilios Mutuos El Porvenir de Tacna (Editora); Tacna, 1988, 229 pp.
COLEGIO FEDERICO BARRETO: Homenaje a Federico Barreto, “El Cantor del Cautiverio”
En revista “Progresista” n- 03, Tacna, 1997, 37 pp.
CORZANO, Néstor: Federico Barreto “El poeta olvidado”
Edit. Minerva, Lima, 1979, 175 pp.
DOMINGUEZ AGÜERO, Saul: La obra poética de Federico Barreto.
En Cultura y Desarrollo n- 02, revista del COIN de la Univ. Jorge Basadre Grohmann, Tacna, 10-2000.
GOMEZ FLORES, Livio (Presentador): Federico Barreto (Antología poética)
Parodi Editores, Tacna, 1984, 45 pp.
HUALPA CONDORI, Reymundo: La literatura de resistencia durante el cautiverio de Tacna.
Tesis del Pedagógico José Jiménez Borja, Tacna, 1987, 242 pp.
SOCIEDAD DE ARTESANOS EL PORVENIR (Editora): Las cenizas de los héroes
2da. Edic., 1992, Tacna, 78 pp.
VALDIVIA, José Gabriel: Poemas inéditos de Barreto
En Cultura y Desarrollo n- 01, revista del COIN de la Univ. Jorge Basadre Grohmann, 09-1997.
Letras, 1896-1898, Tacna, Director: José María Barreto Bustíos.
Deber, El, 1887-1889, Tacna
Pacífico, El, 1901-1912, Tacna (publicación chilena)
Progresista, El, 1886-1891, Tacna, Director: J. Federico Barreto Bustíos
Tacora, El, 1894-1911, Tacna
Voz del Sur, La, 1893-1911; 1925-1926, Tacna
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