'1 34 Teresa Carnero Arbat terísticas, que sólo los historiadores económicos han abordado 39;,. puede constituir también un importante y sugerente desafío para los ' que se ocupan del ámbito de la política 40 o investigan en historia '~ social. Al igual que lo ha sido, para la historiografía francesa de la . ~ Tercera República 41, para la inglesa del reinado de Eduardo VII 42 '~;li y para la italiana del período de Giolitti y posteriores 43 .:~ ESTUDIOS DE MODERNIZACION y TEORIA SOCIOLOGICA :~ S. N. Eisenstadt ]Á \~ TERESA CARNERO ARBAT Valencia, septiembre de 1991 j :'¡t; ~u 1~ ]~ Ver N. Sánchez Albornoz (ed.), La modemiz4Ción económica de España,~ (1830-1930), Madrid, Alianza, 1991 (2.· edición); L. Prados de la Escosura, De im- ,; perW a nación. Crecimiento y atraso económico en España (1780-1930), Madrid, Alían- " za, 1988, y J. Palafox, «Los límites de la modernización en España: la evolución económica entre 1892 y 1930», Revista de Occidente, núm. 83, abril de 1988, págs. 59-70. ~o Así se desprende de los trabajos de: J. J. Linz, La quiebra' de las democracias, Madrid, Alianza, 1987, y L. Castells, Modernización y dinámica politia en la sociedad guipuzcoana de la Restaur4Ción (1876-1911), Madrid, Siglo XXI, 1987. También el número 4 de la revista Historia Contemporánea, 1990, dedicado a «Cambios sociales y modernización», así como J. TuselI, «Modernización política en la España del primer tercio del siglo xx, Revista de la Universidad de Madrid, XXI, núm. 81, págs. 183-201; J. Casanova, «Modernización y democratización... », incluido en este volu, men, y T. Carnero, "Política sin democracia en España: 1874-1923», Revista de Occidente, núm, 83, abril de 1988, págs. 43-58. ~l Algunas aportaciones destacables son estos tres trabajos de E. Weber: La fin des terroirs. La modernization de la France rurale (1870-1914), 5.1., Fayard, 1983; «Comment la politique... », y France fin de siede, Cambridge, Massachusens-Londres, The Belknap Press of Harvard University Press, 1986. (Existe traducción castellana en Alianza Editorial, 1990.) 42 Ver a título de ejemplo las tres primeras referencias bibliográficas incluidas en la nota 4. ~) Sin pretensión de exhaustividad, ver: G. Galasso, «Mezzogiorno e modernizzazione: 1945-1975», en S. Tarrow, La crisi italiana, Turín, 1979, vol. 1; autores varios, La modemizzazione difficile. Citta e campagne nel Mezzogiorno della eta giolittiana al fascismo, Bari, 1983; P. Pezzino, «Quale modemizzazione per iI Mezzogiornoj», en Societa e Historia, 1983, págs. 649-674, y L. Cafagna, «Modernización activa... », arto cit. 1. La teoría sociológica y el paradigma de la modernización y el desarrollo Los estudios de «modernización» y «desarrollo» han estado en la vanguardia de las ciencias sociales al menos durante los tres últimos decenios, y muchas de sus hipótesis han guiado gran parte de la investigación realizada en economía, sociología, ciencias políticas y antropología social. En años recientes, un buen número de dichas hipótesis y planteamientos han sufrido reconsideraciones, críticas y rechazos muy serios. Tales reconsideraciones, sin embargo, no sólo tienen interés para los ámbitos específicos -aunque desde luego no reducidos- de la modernización y el desarrollo; afectan a algunos de los problemas elementales y centrales de la teoría y el pensamiento sociológico. Ello no es extraño.' Es cierto que la preocupación por la modernización y el desarrollo, en el sentido más restringido de los términos, es relativamente reciente, habiendo surgido principalmente tras la Segunda Guerra Mundial como parte del interés suscitado por los problemas de desarrollo de las nuevas naciones del «Tercer mundo». * «Studies of Modernization and Sociological Theory», History and Tbeory, 13, 3, 1974, págs. 225-252. Traducido con permiso de la editorial y del autor. 35 36 S. N. Eisenstadt Pero la preocupación por el carácter de la sociedad moderna y del cambio social y el desarrollo se encuentra en la raíz misma de la moderna ciencia social: .en efecto, muchos de los problemas específicos que han ocupado a los estudiosos de la modernización y el desarrollo en los tres últimos decenios están relacionados muy de cerca con algunos de los Problemstellungen básicos de la moderna sociología y con su posterior desarrollo teórico. Es por ello que muchas de las críticas expresadas contra esta clase de estudios afecten a' algunos problemas centrales de la teoría sociológica. En realidad, una de las grandes preocupaciones del análisis macrosocial comparativo, que ha formado parte esencial de la sociología moderna desde sus comienzos, ha sido la definición de las particulares características «cualitativas» y «descriptivas» de las sociedades premodernas no europeas en relación a, y especialmente a diferencia de, las sociedades modernas (inicialmente europeas). Muchos de los interrogantes sobre las características cualitativas y organizativas del orden social moderno convergieron en el pensamiento sociológico del siglo XIX y comienzos del XX en torno al problema del carácter de -la tradición y su lugar en la vida cultural y social. La tradición -tanto si se consideraba como la acumulación de costumbres largamente aceptadas, la adherencia al pasado y la aceptación acrítica de usos y símbolos del pasado, la legitimación de toda práctica en términos de dicho pasado, o la investidura del pasado con cualidades sacras- se veía como algo contrario a algunos aspectos fundamentales de la sociedad moderna. . ' Este interés central por la tradición en contraste con la modernización contribuyó a la elaboración de las principales tipologías de la sociología clásica, al fundamentarse ésta sobre la dicotomía de sociedad t~dicional frente a sociedad moderna. La mejor ilustración de ello se encuentra en la distinción que hace Tónnies entre Gemeinschaft y Gesellscbaft, en la diferenciación de Maine entre status y contrato, e incluso en la antigua distinción de Durkheim entre sociedades basadas en una solidaridad mecánica frente a las de solidaridad orgánica l. Incluso la dualidad de Weber, mucho más analítica, entre diversas fuentes de legitimación -la tradicional, la carismática y la legal-racional- se fundaba en gran medida en la premisa de que el elemento tradicional de las sociedades modernas era 1 Ferdinand Ténnies, Gemeinschaft und Gesellschaft [1877], trad. al inglés y supl, de Charles P. Loomis con el título Community and Association (Londres, 1955). Estudios de modernización y teoría sociológica 37 mucho más débil que el legal-racional, y que era el ascendiente de la legitimación racional frente a la tradicional lo que determinaba la tendencia del desarrollo en las sociedades modernas 2. Por muchas que hayan sido las críticas metodológicas y sustantivas dirigidas durante muchas décadas contra estas tipologías -y han sido abundantes-, éstas han dominado, pese a todo, la investigación en torno a esta cuestión durante mucho tiempo, y han producido una imagen, de las sociedades tradicionales y de las sociedades modernas que ha persistido durante un largo período. Según esta teoría, la sociedad tradicional se describía como algo estático, sin además diferenciación o especialización, con un predominio de la división mecánica del trabajo y bajos niveles de urbanización y alfabetismo. Por el contrario, se creía que la sociedad moderna poseía un .alto nivel de diferenciación, un elevado grado de división orgánica del trabajo, de especialización, de urbanización, de alfabetización y de contacto con los medios de comunicación; se creía que la sociedad moderna estaba imbuida de un impulso continuo hacia el progreso. En el ámbito político, se decía que la sociedad tradicional se cimentaba sobre unas élites que regían por un «mandato del Cielo», mientras que la sociedad moderna se cimentaba sobre un amplia participación de las masas, que no aceptaban la legitimación tradicional de los mandatarios y exigían'a éstos respon- , sabilidades en términos de los valores laicos de justicia, libertad y eficacia. Ante todo, la sociedad tradicional se creía limitada por unos horizontes culturales heredados, mientras que la sociedad moderna era dinámica y orientada al cambio y la innovación. Este cuadro persistió en los estudios sociológicos, antropológicos y comparativos aun después de que las características cualitativas de las sociedades modernas pasaran a ser menos centrales en la indagación y el análisis sociológico, y después que surgieran, a comienzos del siglo XX, áreas de investigación en las ciencias sociales con tradiciones bastante diferentes en cuanto a teoría, conceptos analíticos, herramientas y campos de indagación especializados 3. 2 Max Weber. The Tbeory 01 Social and Economic. Organization (Nueva York, 1964); Max Weber, BasicConcepts in Sociology (Nueva York, 1962); S. N. Eisensradt, lntroduetion to Charisma and Instittaion-Bxilding: Max Weber and Modern Sociology (Chicago, 1968). 3 Se pueden encontrar análisis sobre la evolución de la sociología en este período en: Edward Shils, «The Calling of Sociology», en Tbeories 01 Society, ed. Talcott Parsons et al. (Nueva York, 1965); Edward Shils, «The Trend of Sociological Re- S. N. Eisenstadt 38 ., " Estudios de modernización y teoría sociológica 39 . :Ha~ta:'~rnediado este siglo '-las décadas de los años cuarenta y eiri¿ri~ta"-":,J1oempezaron a ser las cuestiones sobre el carácter y hr calidad de la vida moderna nuevamente de interés primordial para la' 'inve~tigación en las ciencias' sociales. El foco principal de este renovado interés es cómo «desarrollar» las sociedades subdesarrolladas; ello suscitó un torrente de estudios en todas las ciencias sociales, estudios en que se utilizaron nuevas aproximaciones analíticas y nuevas herramientas metodológicas de indagación: estudios postkeynesianos y econométricos en economía, investigación de encuestas, e i~ves~igacio?~s. y análisis demográficos y ecológicos en sociología y Ciencias políticas. Estos. nuevos métodos se vincularon a algunas de las principales formulaciones teóricas de la sociología y la ciencia política, en especial a la interpretación «sistémica» de la vida social y política, que veía a las sociedades o los cuerpos políticos como sistemas sociales o políticos. Se vincularon en particular a la teoría estructural-funcional elaborada por Parsons en sociología y adoptada, y más ampliamente elaborada, en ciencia política por Almond, . Easton y otros. Este conjunto de tendencias dentro de la teoría y la investigación sociológicas interesadas en el «Tercer mundo» dio origen a planteamientos más refinados y más diferenciados en los análisis macros 0ciales comparativos en general y en el análisis del cambio. Toda la gama de cuestiones relacionadas con los principales problemas de la teoría sociológica, elaborada inicialmente por el análisis sociológico clásico, volvió. a plantearse: condiciones para el cambio y la estabilidad de diversos tipos de sociedades, descripciones de las características y la dinámica interna de dichos tipos, proceso de transición de un tipo a otro y la medida en que dicha transición manifiesta una tendencia '~volutiva a organizarse en estados relativamente universales. En las primeras etapas, estas investigaciones se concentraron en una más amplia elaboración de las características esenciales de las sociedades tradicionales y modernas, y de las diferencias entre ambas, una elaboración que se benefició enormemente de los diversos progresos metodológicos y analíticos de las ciencias sociales. De im- portancia sobresaliente en dicha tarea fue la elaboración de varios índices? según los cuales podían definirse estas dos amplias categorías de SOCiedades. Dos de los principales tipos de dichos índices -el sociodemográfico y el «esrructurals-e- se configuraron como los mejores indicadores de las diferencias entre sociedades modernas y tradicionales 4. Posiblemente la mejor caracterización del tipo de índice de modernización sociodemográfico sea el término de Karl Deutsch «mo-' vilización social», que definió como aquel «proceso en que grandes , grupos de viejos compromisos sociales, económicos y psicológicos van erosionándose y quebrándose, y las personas quedan abiertas a nuevas pautas de socialización y conducta» s. Deutsch describía algunos de sus principales indicadores como el «contacto con ciertos aspectos de la vida moderna por vía de la ilustración que ofrecen la maquinaria, las edificaciones, los bienes de consumo, la respuesta a los medios de comunicación de masas, el cambio de residencia, la urbanización, el cambio de ocupaciones agrícolas, la alfabetización el crecimiento de la renta per cápita, etcétera. ' Paralelamente a esto, surgió de la interpretación sociológica estructural-funcional una descripción más elaborada de las características estructurales u organizativas de ambos tipos de sociedad. Así, las principales caractetísticas estructurales de las sociedades modernas,en general se han caracterizado en términos de variables de pautas. Las s~c~edades tradicionales se consideraban caracterizadas por el predominio de pautas particularistas, adscriptivas y difusas, frente 01 the 8th Congress 01 Sociology [Evian, 1966); Edward Shils, . . s Ka~l Deutsch.' «Social Mobilization and Politícal Developrnent», AmeTÍc4n Politicel Science Reoieso, 55 (1961), págs. 17~24; «The Growth of Nacions: Sorne Recurrent Patterns of P~li.ti~al an~ Social Integration», World Polities, 5 (1953), págs. 168-195; y algunos análisis en Eisensradt, Modernization: Protest and Change. search», en Proceeding The Present State 01 Amerk4n SOcWlogy (Glencoe, Ill., 1948); Albert J. Reiss, "So01 the Social Sciences (Nueva York, 1968), ciology-, en l ntemetional Encyclopedi4 XV, págs. 1-23. ~ Para un esmdio de estos índices, véase S. N. Eisenstadt, Moderniz4tion: Protest 4nd Cbang« (Englewood Cliffs, N.J., 1969), Y Daniel Lerner, «Modernization: Social Aspec~."~ en lnternationalEncydopedia 01the Social Sciences, X, págs. 386-395. Para un ~állSlS de algunas de las obras de este periodo véase Clifford Geertz, «The Integranve Revolution, Primordial Sentiments and Civil Polines in rhe New States» en O~d Societies 4nd New Stetes, ed, C. Geertz (Nueva York, 1963), págs. 105-i57; Wll~ert .E. Mo~re, "A Reconsideration of Theories of Social Change», American Socz:;!oglC41 ~evtew, 25 {1960),pá?,s. 810-818; S. N. Eisenstadt, "Sorne Reflexions on Poli~cal .Socl010gy and the Experience of Modernizing Societies», en Essays on Modernization 01 Underdeveloped Societies, ed, A. R. Desai (Bornbay 1971) 1 págs 175-194. . ' " . !1!1 " 1" ti>, 40 S. N. Eisensradt a -la orientación universitaria, específica y por méritos de las sociedades.modernas. Dichas características estructurales de las sociedades modernas se ligaron al .desarrollo de un grado muy elevado de diferenciación social de recursos libres no consignados a grupos fijos adscriptivos (como los de parentesco o territoriales); de tipos especificados y diversificados de organización social; de cantidades en aumento de organizaciones funcionalmente específicas; de diferenciación entre asociaciones funcionalmente específicas y otras más solidarias o de orientación cultural; y de progresiva disociación entre unidades de parentesco, territoriales y ecológicas, tanto de asociaciones «especializadas» diversas como de amplios grupos adscriptivo-solidarios.. Las sociedades modernas se caracterizaron, además, por la conformación de unos tipos especializados y diversificados de organización social concomitante a la formación, en todas las esferas institucionales importantes, de más amplios mecanismos y organizaciones reguladores y distributivos --como los mecanismos de mercado en la vida económica, el voto y las actividades de partido en política, organizaciones y. mecanismos burocráticos en la mayoría de las esferas institucionales-e-, y de un sistema abierto y flexible de estratificación y estructura de clases. En la esfera cultural, el proceso de modernización y desarrollo se ha caracterizado por la progresiva diferenciación de los principales elementos de los grandes sistemas culturales y de valores ---es decir, la religión. Iafilosofía y la ciencia-, por la difusión de la alfabetización y la educación laica, y por un sistema institucional e intelectual más complejo para el cultivo y fomento de funciones especializadas basadas en disciplinas intelectuales. Todos estos fenómenos estaban relacionados con la. expansión de los medios de comunica-. ción, con la creciente infiltración de dichos medios de comunicación centrales. en los grandes grupos de la sociedad, y .con una mayor participación de estos grupos en las actividades y organizaciones culturales creadas por las élites con una posición central. Todos estos hechos culminaron con la aparición de una nueva perspectiva cultural-psicológica. Esta fue definida por estudiosos como Daniel Lerner y Alex Inkeles, según los cuales estaba relacionada con el desarrollo de diversas orientaciones, rasgos y características de la personalidad: una mayor capacidad para adaptarse a unos horizontes sociales en expansión; el desarrollo de una cierta flexibilidad del ego, más amplias esferas de interés y una creciente y po- Estudios de modernización y teoría sociológica 41 tencial empatía hacia otras personas y situaciones; una progresiva apreciación del propio progreso, movilidad. y un mayor énfasis en el presente como dimensión temporal significativa de la existencia humana 6. La elaboración de las características de las sociedades tradicionales y modernas tendió a intensificar una concepción de la sociedad moderna por contraposición a la sociedad tradicional, reforzando la acusada percepción dicotómica de ambos tipos. Pero no obstante el frecuentísimo uso del concepto de sociedad tradicional, o acaso debido a ello, no se configuró un tratamiento del concepto mismo de tradicionalidad más diferenciado o más refinado. La diferencia entre sociedades tradicionales y modernas se concebía en términos de los rasgos estructurales sociodemográficos anteriormente enunciados. De ello se deducía que tanto la tradicionalidad como la modernidad se consideraban como la suma total de diferentes constelaciones de dichos rasgos; la tradición era lo que había que romper con objeto de garantizar el desarrollo continuado de modernas fuerzas económicas, políticas y sociales. En consecuencia, muchos de los primeros estudios sobre modernización y desarrollo -y muchos posteriores que mantuvieron el mismo talante- clasificaban las sociedades a base de varios índices de modernidad, desarrollo o modernización, intentando determinar hasta qué punto se aproximaban las sociedades estudiadas al modelo o modelos de. sociedad industrial moderna, o qué era lo que impedía su «avance» dentro de estos índices. Pero por grande que fuera el interés de dichos estudios en esta clase de medidas y valoraciones, engendraron pese a todo, contrariamente al pensamiento sociológico clásico, un importante desplazamiento desde la concentración en las características concretas de estos tipos de sociedades, al estudio de las condiciones para la formación de las sociedades modernas y las posibilidades de configuración de un orden social moderno desde dentro en diversos tipos de sociedades. 6 Para algunas de las más importantes ilustraciones de estas interpretaciones, véanse: Wilbert E. Moore, «A Reconsideration of Theories of Social Change»: Clifford Geertz, «The Integrative Revolution»; Marión J. Levy, [r., «Patterns (Structures) of Modemization and Political Development of Political Science», en The Annals 01the American Academy (Nueva York, 1965), págs. 29-40; B. F. Hoselirz, Sociological Aspeets af Economic Growth (Glencoe, 111., 1961), págs. 55-85; Daniel Lemer, «Modernization: Social Aspecrs-: Alex Inkeles, «The Modernization of Man», en Modernization, ed, Myron Weiner (Nueva York, 1966), págs. 138-153. ,~ 42 :.;; S. N. Eisenstadt .~,. Estudios de modernización y teoría sociológica 43 ,Cierto es que en las primeras etapas de estas investigaciones fue relativamente escasa la distinción analítica entre estos diferentes Proble;";'stellungen y las precondiciones para la aparición de las sociedades modernas se describían muchas veces en los mismos términos empleados para describir las características de dichas sociedades (es decir, con términos como universalismo, méritos, orientación), sin iluminar, 'por tanto, el proceso mediante el cual surgían aquéllas o no surgían en el seno de las sociedades premodernas. Sin embargo, el creciente interés en cuestiones prácticas y en la posibilidad de inducir el cambio dieron origen a un mayor énfasis en los mecanismos y condiciones de dicho cambio. Para intentar comprenderlo, los investigadores elaboraron el marco paradigmático de hipótesis y conceptos -el modelo inicial de modernización- que tanto ha influido, casi dominando, en la primera etapa de los estudios de modernización. En este modelo, el estudio del cambio se ligaba alas teorías sistémica y behaviorista, produciendo en última instancia una plena articulación de algunas de -las cuestiones y problemas fundamentales de la teoría sociológica, especialmente las diferencias entre diversas sociedades en general, y entre la tradicional y la moderna en particular, en términos de los respectivos abanicos de autonomía sistemática que estas sociedades podían asimilar, o del medio -tanto interno (social, cultural) como externo (tecnológico, económico)que podían «dominar» 7. ' Desde esta perspectiva, las sociedades tradicionales se concebían como fundamentalmente restrictivas y limitadas, mientras que las modernas se consideraban mucho más expansivas y capacitadas para enfrentarse a una variedad cada vez mayor tanto de medio como de problemas, tanto internos como externos. Las características cualitativas de 1! vida moderna -como la racionalidad; la libertad o el progreso- se incluían bajo estas cualidades «sistemáticas» de las sociedades. Se otorgaba especial importancia a la orientación y a la capacidad para asimilar el cambio en general y el desarrollo económico y la industrialización en particular. Sobre las restantes cualidades del orden moderno -racionalidad y ampliación de libertad- si bien no totalmente relegadas, se consideraba o se asumía implícitamente que o bien se seguían de forma natural de la capacidad de crecimiento, y de absorción del cambio, o prácticamente equivalían a lo propio. Dentro de este marco teórico, empezaron a cobrar importancia central toda una serie de conceptos -todos los cuales subrayaban algún aspecto de' los procesos de expansión de cualidades o capacidades sistémicas-e- dentro de los estudios de modernización. Los más importantes fueron los de crecimiento económico y «empana» 8. El énfasis en las diferencias sistémicas entre sociedades tradiciónales y modernas contenía también ciertas implicaciones teóricas más amplias en la concepción de las sociedades como sistemas enfrentados a diversos problemas internos y externos. Dichos problemas se definían en términos bastante generales, ya en forma de las cuatro fases o necesidades del análisis parsoniano, ya en una escenificación algo más concreta de las grandes crisis de los modernos sistemas políticos corno proponían Almond, Pye y otros miembros del Social Science Research Council's Committee on Comparative Politics. Las crisis que ellos enumeraban eran las de «identidad», es decir; el problema de lograr un sentido de identidad común; la crisis de legitimidad, centrada en conseguir un acuerdo sobre el carácter legítimo de la «autoridad» y las competencias propias del gobierno; la crisis de penetración; que supone la entrada del gobierno en la sociedad y la puesta en práctica de medidas básicas; la crisis de participación, que se produce cuando existe inseguridad sobre el ritmo adecuado de expansión; la crisis de integración, que atañe al problema de relacionar política popular y actuación gubernamental y que representa, pues, la solución eficaz y compatible tanto a la crisis de penetración como a la de participación; y la crisis de distribución, que implica cuestiones relativas al uso del poder gubernamental para influir sobre la distribución de bienes, servicios y valores en toda la sociedad. Estas crisis -y especialmente las internas- surgen, según este modelo; por el impacto de los diversos aspectos del proceso de mo- 7 Talcott Parsons, «Sorne Principal Characteristicsof Industrial Societies», en Structure ánd Process in Modem Societies (Nueva York, 1960), págs. 142-155; Societies: Evolutionary and Comparative Perspeetives (Englewood CliUs, N.]., 1966), Y The System o[ Modem Societies (Englewood Cliffs, N.J., 1971); Gabriel A. Almond, «A Developmeatal Approach to Political Systems», World Politia, 17 (1965), págs. 8 Karl Deutsch, «Social Mobilization and Polítical Developrnent»; Gabriel A1mond y Sidney Verba, Civic Culture: Political Attitudes and Democracy in Five Nations (Princeton, 1963), pág. 9; David E. Apter, Sorne Conceptual Approaches to tbe Study of Modemization (Englewood Cliffs, N.J., 1968); Daniel Lerner, The Passing o[ Traditional Society: Modemizing in tbe Middle East (Glencoe, Ill., 1968), págs. 53-85, y Lerner, «Modernization: Social Aspects». 195-203. "'\~~Z~~:íjT:;-"'''' 44 S. N. Eisensradt .: vilización social y varían en sus diferentes etapas, como ocurre también con las varias estructuras organizativas que se ocupan de estos problemas. Se suponía muchas veces una relación relativamente próxima entre la etapa de movilización social, las demandas que crea y los, problemas que aparecen como consecuencia inmediata, por una parte, y las estructuras especializadas encargadas de su tratamiento, por la otra. En efecto, se consideraba que la formación misma de estas estructuras organizativas especializadas garantizaba un tratamiento adecuado de estos problemas. Puesto que se asumía, como queda implícito en las teorías de convergencia, que básicamente sólo existía una forma «buena» y «verdadera» de resolver estos problemas, se seguía que sólo existía una --o, como mucho, unas pocasforma «natural» en que dichas organizaciones podían, o debían, constituirse y funcionar. Se suponía que, toda organización, ya fuera partido, burocracia o fábrica, poseía una estructura «ideal» semejante, y su buen funcionamiento dependía de la coníormación, en la estructura social general, de ciertos prerrequisitos estructurales específicos, es decir, universalismo o especialización. Así pues, estos estudios se fundaban sobre el supuesto de la existencia de una relación estrecha, casi inmutable, entre el desarrollo de diversas partes de la sociedad; de una semejanza en las «etapas» de desarrollo de sociedades diferentes; de la explicación de la mayor parte de las diferencias entre sociedades modernas o en vías de modernización en términos de su pertenencia a dichas «etapas» respectivas, así como de una universalidad o «convergencia» del «resultado fmal» del proceso de desarrollo social y la modernización. El' énfasis en las diferencias sistemáticas entre sociedades modernas y tradicionales tenía varias implicaciones importantes teóricas y analíticas. En primer lugar, reintroducía algunas de las perspectivas evolutivas-de las ciencias sociales y en especial el concepto de etapa; aunque en este caso era con especial insistencia en la investigación de los mecanismos y condiciones para una posible transición de la etapa de sociedad tradicional a la de sociedad moderna, y en la explicación de la variedad y variabilidad de diferentes sociedades tradicionales en términos de su capacidad para efectuar dicha transición. En segundo lugar, todo ello pasó a ligarse a una nueva valoracióndelos distintos aspectos de las características institucionales de l~ 'sod{dad moderna. ' .:~t~.,ariaIi~i~_ concretos de la sociedad civil burguesa, de la desapíít¡i~n:del Apúguo Régimen, o del orden capitalista, predominan- ;?:i:~~ '2: ~=;" ;:. ~. :_~: ro :-' -; .... lo- r": ...¡ t· .,,;:,r-~c~ ... "t.· ':;¡~1:5' Estudios de modernización y teoría sociológica . tes en muchas obras clásicas de sociología, dejó paso a un énfa$is~.~.~~ rasgos institucionales tan generales y abstractos como la moviUi.~~ eión social, la diferenciación estructural o los caracteres generales':d~ las sociedades industriales. Se consideraba que estas cualidades er#l las que suministraban la fuerza de cambio más general e intensa al mundo moderno y en vías de modernización. ' Un punto esencial de conexión entre el énfasis en categorías generales como éstas y la perspectiva evolutiva, que sostenía la unidad del género humano" era la teoría de la «convergenci:l»,. la ide~ de que, en última instancia, to~o~ los. sis~em~s mode~n~s e industriales producirán grandes caractensncas institucionales SImilares. Tras esta . teoría latía la convicción de la inevitabilidad del progreso hacia la modernidad, ya fuera en forma de desarrollo político ya industrial.' . Los problemas que estos paradigmas: aspiraban a explicar ante todo eran los procesos, y sus variaciones, implicados en la posible transición de tradicional a moderno. Según el modelo básico concreto surgido de todas estas indagaciones, se suponía que las condiciones para el desarrollo de una sociedad moderna viable, sustentadora de desarrollo, equivalían a una continua ampliación de los índices sociodemográficos y/o estructurales y a la total destrucción de todos los elementos tradicionales. Según esta hipótesis, cuanto más presentes se hallaran en una sociedad y en sus organizaciones constituyentes las características de especialización estructural, tanto más alta era la posición de esta sociedad en los diversos índices de movilización social; y cuanto más completa la desintegración de elementos tradicionales durante este proceso, tanto más capacitada la sociedad para desarrollarse de forma continua: para tratar con problemas y fuerzas sociales perennemente nuevos' y para conformar una estructura institucional en expansión constante, para incrementar su capacidad de absorción del cambio e, implícitamente, para conformar otras características cualitativas de las sociedades modernas, como son la racionalidad, la eficiencia y la predilección por la libertad 9. Cuando los estudiosos que trabajaban con este paradigma aco,\ Para dos de las más completas exposiciones de este modelo, véase D~'~~~'"«Modernization: Social Aspects», y Ciryl Blac~, The Dynamics o '-f!j~Mt.GlJP4, (Nueva York, 1966). Para algunas dudas, véase W.lbert E. Moore, 91:lI'I F~~~fi9rk iS' ,.., ~ of Economic Development», en Tradition, Values and Sacro-Eco f!Jc D ed. R. J. Braibanti y J. Spengler (Durham, N.C., 1961), págs. 3 14¿ (1 _ 9 \JO\ ..... :) ~ ):. ¿r:;;A O":·LIO"{~ ::j 46 S. N. Eisensradt 'f: metieron' los problemas de la transición de un estado tradicional a otro moderno, elaboraron una serie de premisas que orientaron al primer grupo de investigadores en estudiar los problemas de la mo-, dernización, El primer supuesto fue la casi total covariación de las tasas de cambio en diversas áreas institucionales y las estrechísimas interrelaciones concomitantes entre casi todos los aspectos importantes del «desarrollo» o de lamodernización en todas las grandes esferas institucionales de la sociedad 10. Esta hipótesis sostenía que los procesos de modernización de las distintas esferas económicas y políticas tendían a producirse conjuntamente y a aglutinarse en pautas relativamente similares. Esta covariación se formulaba muchas veces en tér-, minos de «necesidades» sistémicas y/o prerrequisitos del moderno sistema económico, político o cultural, y se entendía con frecuencia que los outputs esenciales de uno de los sistemas suministraban los condicionantes para la aparición y funcionamiento del otro. El segundo supuesto era que una vez que los núcleos institucionales-de estos sistemas quedaban constituidos, tenían por fuerza que conducir hacia la formación de similares e irreversibles 'resultados estructurales /y orgánizativos en otras esferas y hacia un proceso general de crecimiento y desarrollo sostenidos, todo lo cual avanzaba presumiblemente en una común dir.ec~ión general evoluti~a. 11. Esta hipótesis, que se encontraba con distintos grados de explicitación en muchos análisis económicos y políticos -ya fuera en las «etapas de crecimiento económico» de Rostow o en el primer análisis del desarrollo de instituciones políticas en las llamadas Nuevas Naciones- tendió a fusionarse con otra premisa: que la continuidad de la modernización, del «crecimiento sostenido», del desarrollo continuo en.cualquier esfera institucional, estaba generalmente garantizado tras e1 «despegue» .. uuci'al 12 . Todas estas hipótesis sirvieron de guía para muchos de los primeros investigadores de la modernización, y en particular para aquellos que aspiraban a explicar la variabilidad de la transición a la Estudios de modernización y teoría sociológica 47 modernidad. En primer lugar, influyeron fuertemente en la elección 'de grandes' problemas para la investigación. . Algunas investigaciones se centra~on en la búsqueda del «d~sol­ vente» o fuerza impulsora capaz de Impeler el «despegue» hacia la modernidad. Inicialmente surgió una fuerte tendencia a suponerle primacía a la esfera económica; se destacaba, pues, la importancia central del disolvente económico para el desarrollo de modernas sociedades y regímenes políticos que fueron viables. Pero este énfasis' exclusivo en lo económico quedó descartado del juego relativamente pronto, cuando se vio que las condiciones para el desarrollo y para el funcionamiento eficaz'de un sistema económico moderno no podían entenderse solamente en términos económicos. Cuando, como consecuencia, pasaron a primer plano los análisis de las precondiciones no económicas para el desarrollo económico, lo habitual fue ver el mencionado disolvente en el proceso mismo de «movilización social» y de difusión de empatía. Otros estudios intentaron establecer la mejor secuencia de desarrollo institucional para facilitar o garantizar la transición a una sociedad moderna. En este caso la obra precursora fue Tbe Fassing of Traditional Society de Daniel Lerner, que proponía una secuencia de urbanización, alfabetización, difusión de los medios de comunicación de masas y mayor participación económica (es decir, mayor renta per cápita) y participación política (voto), como orden natural de la modernización política. La obra de Lerner estimuló la aparición de una larga serie de estudios comparativos. de parecido estilo 13. Estas hipótesis fueron especialmente importantes a la hora de encauzar el primer análisis sobre sociedades «transicionales» y su variabilidad, y es significativo que fuera debido a los esfuerzos por explicar esta variabilidad por lo que fue gradualmente debilitándose el modelo paradigmático de modernización. Tipológicamente, las sociedades en transición -situadas entre las sociedades tradicionales y las modernas , con índices diversos de' «modernización»- constituían una «etapa» especial en el desarrollo de las sociedades humanas en general; y, claro está, este concepto tenía también una connotación , , la B. F. Hoselitz, SociologÍf:al Aspects o[ Economic Growth (Nueva York, 1961); Marion J. Levy, Jr., ..Patterns (Strucmres] of Modernízation and Political Development of Political Science», 11 W. W. Rostow, Tbe Stages o[ Economic Growth (Nueva York, 1961); Tbe Emerging Nations: TheirGrowth and United States Policy, ed, Donald Blackmer y Max Milikan (Boston, 1961). 12 Rostow, The Stages o[ Economic Growth. 13 Véase, por ejemplo, Wilbur Schramm y W. Lee Ruggels, «How Mass Media Sysrems Grow», y «Chong-Do-Hah y Jeanne Schneider, ..A Critique of Current Studies on Political Development and Modernization, Social Research, 35 (1968), págs. 130-159, donde se suministra también una bibliografía más completa. ~~'1 !i !~} S. N. Eisenstadr. 48 . ,', "!; 1,: ,¡¡! !,' }! .:"1 ·:1 :,1 , \ histórica que resaltaba aquellas tendencias y capacidades inherentes j, a estas sociedades que las impulsaban hacia la modernidad.;; En los primeros estudios de modernización, las cualidades «sis-'~ , temáticas» y las tendencias posiblemente homeoestáticas de las so",·;' , ciedades en transición se subordinaban a sus presuntas tendenciasÍ «dinámicas» a desarrollarse en dirección a la etapa final de la modernidad. Las sociedades en transición se consideraban desarrollísti-' camente transitorias, pese a que en ocasiones se reconocía que algu-. nas sociedades podían «detenerse» en alguna etapa, incluso en una de las primeras 14. Se comparaban las diferentes sociedades no modernas en cuanto al grado en que el «peso» de la tradición y de los lazos primordiales presentaban resistencia al impacto de las potenciales' fuerzas de modernización surgidas del interior o el exterior, Aunque se iba cobrando conciencia de la posible diversidad de las sociedades en tr,ansición, seguía suponiéndose que dicha diversidad tendría que desaparecer, por así decirlo, en la etapa final de la modernidad. Donde quizá se vea mejor esta idea es en la teoría de la convergencia de las sociedades industriales a que antes aludíamos. Para citar a Goldthorpe: La diversidad dentro del proceso industrializador que [Kerr] destaca.resulta ser fuertemente patente en las etapas relativamente tempranas -en lenguaje rosroviano, las de «ruptura con la tradición», «despegue» y de «impulso hacia la madurez». Y cuando se plantea la cuestión del «camino por hacer» -para las sociedades ya avanzadas así como para aquellas en vías de modernización- la idea de Kerr sobre la lógica del industrialismo es tal que le obliga, en efecto, le guste o no, a alejarse de la perspectiva multilineal hacia unaunilineal; o, para ser más exacto, le obliga a considerar que ciertos procesos de industrialización hasta el momento claramente diferentes van !' '- De especial valor es la serie de estudios sobre desarrollo político realizados bajo d patrocinio del Committee on Comparative Politics del Social Science Research Council (Comité de Política Comparada del Consejo de Investigaciones en Ciencias Sociales) y publicados por Princeton University Press, Princeton, N.J., entre 1963 y 1971. Los estudios, que contiene cada uno una serie de ensayos pertinentes, son: Communications and Political Deoelopment, ed, Lucien W. Pye; Bureaucracy and Political Deoelopment, ed, Joseph LaPalombara; Political Modernization in[apan and Turkey, ed. Roben E. Ward y Danlwart A. Rustow; Education and Political Deoelopment, ed. James S. Coleman; Political Culture and Poluiod Deoelopment, ed. Lucien W. Pye y Sidney Yerba; Political Parties and Political Deuelopment, ed. Joseph LaPalombara y Myron Weiner; y Crises and Sequences in Political Development, ed.Leonard Binder, james S. Coleman, Joseph La'palombara, Lucien W. Pye, Sidney Yerba y Myron Weiner. 14 ¡". ...., ,.',' .~_. Estudios de modernización y teoría sociológica 49 haciéndose progresivamente similares a sus correlativos socioculturales. Según va avanzando la industrializa~ión y convirtiéndo~e e~ u~ crecien~e fenómeno mundial, dice Kerr, la variedad de estructuras institucionales VIables y de sistemas de valores 'y creencias viables se re~uce por fuerza '.Todas .las sociedades, sea cual sea la vía por la que accedieron al mundo industrial, tienden a aproximarse, aunque no sea más que asintóticamente, a la forma industrial pura 15. La tenacidad de las primeras hipótesis paradigmáticas puede discernirse también en el análisis de la posibilidad de que algunas sociedades se' detengan en una etapa transitoria determinada. El reconocimiento de esta posibilidad originó los conceptos de «quiebras» de la modernización y de «deterioro político» 16, y el análisis de las condiciones bajo las cuales pueden producirse en efecto dichas quiebras y deterioro político en estas sociedades. Pero estos conceptos y análisis estuvieron en un priricipio en gran medida delimitados por las premisas de los anteriores modelos de modernización, Lo que pudiera ocurrir después de una «quiebra» semejante, o qué tiP~ de orden sociopolítico podía surgir tras aquellos períodos de deterioro o quiebra. quedaba confuso. Estos análisis suponían, más bien,. que. tras estas 'quiebras se produciría o bien un nuevo resurgir hacia la modernidad o una regresión general hacia una especie de inestabilidad caótica (no especificada). Como decíamos, la importancia misma que la investigación otorgó al análisis dé las diferencias entre sociedades en la presunta transición a la modernidad socavó gradualmente muchas de las premisas del modelo inicial. Ante todo, quedó refutada la hipótesis implícita en muchos estudios -y la más estrechamente relacionada con la concepción dicotómica 'de sociedad tradicional frente a sociedad moderna- de que cuanto menos «tradicional» es una sociedad. tanto mayor es su . capacidad para un crecimiento sostenido. . Se vio con claridad que la simple destrucción de las formas tra15 John H. Goldthorpe, «Theories of Industrial Society: Reflections on the Recrudescence of Historicism and the Future of Pururology», en European [ournal of Sociology, 12 (1971), págs. 263-288; Clark Kerr, Marshall, Marx and Modern Times: Tbe Multidímensional Society (Nueva York, 1969); Clark Kerr et al., Industrialism and Industrial Man (Oxford, 1964). 16 S. N. Eisenstadt, «Breakdowns of Modernization», Economic Deuelopmentand Cultural Ch4nge, 12 (julio, 1964), págs. 345-367; S. Huntington, «Political Development and Political Decay», World Politice, 17 (1965), págs. 386-430. .: r.", Estudios de modernización y teoría sociológica S. N. Eisenstadt 50 dicionalesno necesariamente garantizaba la formación .de una socie- '.; dad nueva, viable y moderna. Muchas veces, la disolución de arma- . J zones tradicionales -la familia, la comunidad o incluso marcos poüticos- tendía a producir desorganización, delincuencia y caos en lugar de la constitución de un orden moderno viable. Además de ',. esta conciencia de los posibles efectos negativos de la destrucción de formas tradicionales, se vio que en algunos países, como Japón e ; Inglaterra, la modernización se había emprendido con éxito bajo la égida de símbolos tradicionales e incluso élites tradicionales, y que .; se habían conservado muchos símbolos tradicionales --como la Co- .~ rona o los de la.aristocracia en Gran Bretaña- en su transcurso. En muchos casos en que el ímpetu inicial hacia la modernización se -1 había efectuado bajo el mandato de élites tradicionales, estos grupos procuraron muy pronto reanimar los aspectos y símbolos más tradicionales de la sociedad 17. Por último, fue conformándose también una conciencia renovada, si bien algo confusa en un principio, de las posibles contradicciones entre diversos aspectos cualitativos de la vida moderna -especialmente entre «racionalidad», por una parte, y libertad, justicia o solidaridad, por la otra- y de la posibilidad de que las sociedades tradicionales, en virtud de su mismo carácter tradicional, pudieran estar más capacitadas para nutrir dichas cualidades que lo están las sociedades modernas. Al margen de esta clase de indicios generales de la insuficiencia de los planteamientos iniciales, otra serie de datos específicos indicaban que las relaciones empíricas concretas postuladas por el primer paradigma de modernización eran incorrectas. Aunque parece ser necesario un mínimo desarrollo de diversas características estructurales y sociodemográficas para el desarrollo de toda estructura moderna, un 'mayor aumento de estos índices no por· fuerza garantiza una continuación de los procesos modernizadores ni la creación de estructuras políticas o sociales viables. Así, varios países de Europa central y oriental, de América latina y Asia parecen haber llegado, en ciertos niveles, a una correlación negativa entre un alto grado de desarrollo de diversos índices sociodemográficos, como la tasa de alfabetización, la difusión de los medios de comunicación de masas, la educación o la urbanización, por una parte, y la capacidad insti~. Véase Eisentadt, Modernization: Protest and Change; Political Modernízation in ¡apan and Turkey, ed. Ward y Rustow. 17 51 tucional para un crecimiento sostenido o para crear instituciones y . orientaciones para la libertad o «racionales». Aún más paradójico fue el descubrimiento algo posterior de que, en algunos casos, India por ejemplo, un nivel relativamente bajo de movilización social y una secuencia diferente de movilización -especialmente un mayor desarrollo de la educación y los medios de comunicación de masas frente a urbanización e industrializaciónno sólo era compatible con la evolución de una entidad política relativamente viable y moderna, sino que incluso podía haber contribuido a la misma. Se ha acumulado nueva evidencia para demostrar que. los prerrequisitos para el desarrollo de un grado relativamente alto de urbanización e industrialización podían variar con el contexto; el proceso no tenía por qué seguir siempre las pautas europeas, que habían servido como fundamento de muchas de las primeras formulaciones sobre los mencionados requisitos 18. Todas estas consideraciones han contribuido a socavar la hipótesis de que la continuidad del crecimiento está garantizada tras el «despegue». Tanto en la esfera económica como en la pólítica, se hizo patente que no podían presumirse dichas garantías de continuidad. Del debilitamiento de todos estos supuestos se pasó al reconocimiento de ciertas ambigüedades en los conceptos de sociedad en transición y de «quiebras» de la modernización. Se vio con claridad que tales quiebras o estancamientos no por fuerza significaban la caída total de estos nuevos regímenes ni el retroceso a formas tradicionalessociales y políticas. Es cierto que estas políticas y sociedades eran sin duda diferentes en muchos aspectos a las sociedades modernas «más antiguas» (las occidentales); y tampoco el desarrollo de las nuevas sociedades adoptó la misma dirección que las «antiguas». Ahora bien, no eran ya en modo alguno simplemente «sociedades .tra~icionales». Mostraban cierta capacidad de reorganización. y continuidad y elaboraron diversas políticas internas y externas cuyo fin era asegurar las condiciones para dicha continuidad, aun si aquello no guardaba relación necesariamente con la creación de instituciones de largo alcance o con una actitud muy positiva hacia el cambio. 18 Sobre estos hechos, más pormenorizadamente: Eisenstadr, Modemization: Pro- test and Change. 52 S. N. Eisenstadt La desintegración del paradigma 2. El primer modelo de modernización empezó a quebrantarse en la década de 1950. El punto central en el que convergieron las críticas al mismo fue, como ya vimos, su incapacidad para explicar la variabilidad de pautas en las sociedades tradicionales, de su dinámica interna, así como de la posibilidad de un desarrolló independiente de diferentes complejos políticos y económicos. Dichas críticas se dirigían desde una gran diversidad de puestos de observación y se concentraron en varios temas esenciales. No sólo se aludió al problema del desarrollo y la modernización, sino también a algunos problemas muy centrales al análisis sociológico. Sobre gran parte de este debate pendían también claras diferencias políticas e ideológicas, expresadas en ocasiones muy enérgicamente. . Hubo críticos que cuestionaron la validez fundamental de la di.. .coto mía tradición-modernidad y el supuesto ahistoricismo y el europeocentrismo del modelo inicial. Otros atacaron algunos conceptos teóricos o analíticos básicos del modelo, especialmente sus hipótesis sistémicas' «desarrollistas», evolutivas y «funcional-estructu-: rales», La dicotomía de sociedad «tradicional» frente a sociedad moderna quedó minada por el reconocimiento de que incluso si las sociedades tradicionales eran tipológicamente distintas a las modernas.i podían variar enormemente con respecto al grado en que sus .tradiciones impedían o facilitaban la transición a la modernidad, siendo por tanto necesaria una diferenciación analítica entre tipos diversos' de elementos de «tradición». En este aspecto el primer trabajo fue el de Marión Levy 19, que planteó la cuestión no tanto en términos de «tradición» como en términos de elementos diferentes de la eS-1 tructura -;Ocial premoderna con relación a las distintas trayectorias de la modernización de China y Japón. Detrás de Levy vino .Apter, que, en un trabajo en que se comparaban Ghana y Uganda, delineó nítidamente los problemas en torno a qué elementos de unatradición dada impiden o facilitan los procesos de modernización. Pos- Marion J. Levy, [r., «Contrasting Factors in Modernization of China and jaEconomic Deoelopment and Cultural Change (1953), págs. 163-164, Modernization and tbe Structure of Societíes: A Settingfor lnternationalAffairs [Princeton, 19 pan~, ,,1966). Estudios de modernización y teoría sociológica 53 reriormente, este problema fue acometido en muchos de' Jos trabajos del SSRC Committee on Comparative Politics 20. Mientras tanto, Shils, Hoselitz y Spengler distinguían entre tradición y tradicionalismo, definiendo el tradicionalismo como la reacción más extrema y negativa al impacto de las fuerzas de modernidad, y la tradición como la reserva general del comportamiento y los símbolos de una sociedad 21. Junto a esto surgió el redescubrimiento de la persistencia de las fuerzas o símbolos tradicionales" habiendo formas de comportamiento arraigadas en el pasado que cuajaban en algunos de los más modernos tipos de actividad, como las ciencias y la tecnología 22. En relación próxima se hallaba la insistencia -de varios de los trabajos de Singer sobre la India o algunos de los análisis de Rudolph, por ejemplo- en que las fuerzas o grupos tradicionales, fueran castas o unidades tribales, tendían a reorganizarse en configuraciones nuevas y modernas en modos muy eficaces 23. Por último, fue reconociéndose progresivamente que tras las fases iniciales de independencia de muchos de los nuevos Estados cuya política había sido en gran medida conformada por modelos «modernos», esto es, «occidentales», de política, tendían a reafirmarse modos o modelos de política tradicionales más antiguos 24. ya 20 David Apter, «The Role of Traditionalism in the Political Modemization of Ghana and Uganda», World Politics, 12 (1960), págs. 45-68; Political Modernizatíon in ]apan and Turkey, ed. Ward y Rustow. 21 B. F. Hoselitz, «Tradition 'and Economic Growth», en Tradition, Values and Socio-Economic Deuelopment, ed. Braibanti y Spengler, págs. 57-85; Joseph J. Spengler, «Theory, Ideology, Non-Economic Values and Politico-Economic Development», en Tradition, Values and Socio-Economic Deuelopmeru, págs. 3-57, y «Economic Development, Political Preconditíons and Political Consequences», fournal of Polines, 22 (1960), págs. 94-105; Edward Síls, «Tradition and Liberty: Antinomy and Interdependence», en Ethics, 68 (1958), págs. 153-165. 22 Edward Shíls, «Tradition», en Essays on Modernization of Underdeueloped Societies, ed, Desai, 1; págs. 1-39, y «Tradition», Comparatíve Studies in Society and History, 13 (1971), págs. 122-159; Thomas S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago, 1962), y «Tradition et Continuité», Cahiers lnternationaux de Sociologie, 44 (1968), págs. 1-79). 23 Tradítíonal India: Strueture and Change, ed. Milton Singer (Austin, Texas, 1959), pág. 10; Lloyd Rudolph, «The Modernity of Tradition», en State and Society, ed. R. Bendix (Boscon, 1968), pág. 350; Lloyd y Suzanne Rudolph, «Political Role of India's Caste Associations», PaciflC Affairs, 33 (1960), págs. 5-22. , 24 Nur Yalman, «Islamic Reform and the Mystic Tradition in Eastern Turkey», European fournal of Sociology, 10 (1964), págs. 41-61; Ernest Gellner, «The Great patrono A Reinterpretation of Tribal Rebellions», Estropean fournal of Sociology, 10 (1969), págs. 61-70; John Waterbury, Tbe Commanderof the Faithful(Londres, 1970). 54 I , S. N. Eisenstad~,~ Estas diversas críticas a la dicotomía tradición-modernidad con~_ vergieron en torno al reconocimiento de"dos aspectos decisivos dé la variabilidad del desarrollo institucional concomitante a la modernización. El primero, que podía darse una «modernización» o desa:~, rrollo parcial -es decir, el desarrollo de ciertos marcos institucionales u organizativos con muchas de las características de organiza...' ción modernas, por ejemplo, una fábrica actual- en partes segrega-: das de una estructura social aún «tradicional» sin que ello produjerapor fuerza un cambio general en dirección a la modernidad. Podía ," incluso darse un reforzamiento de sistemas tradicionales mediante la infusión de nuevas formas de organización. Esta posibilidad tenía, como veremos después más pormenorizadamente, implicaciones de gran alcance para el carácter y funcionamiento de los sistemas sociales. ' El segundo aspecto era lo que podría denominarse la viabilidad' sistémica de los llamados sistemas tradicionales. La exposición de dicho aspecto fue realizada por primera vez y de forma máxima- ' mente clara por Fred Riggs, especialmente en su obra sobre el modelo Sala, basado primordialmente en sus estudios sobre Filipinas y Thailandia 25. Riggs se propuso demostrar que, bajo el impacto de las fuerzas de modernización provenientes de Occidente, los sistemas anteriormente tradicionales tendían a configurarse en un nuevo de sistema social o político, y que este nuevo sistema, muchas" veces denominado «de transición», desarrollaba características y propiedades sistémicas propias, creando su propio mecanismo de estabilidad y autoperpetuación. Todas estas reconsideraciones de la dicotomía tradición-modernidad estaban relacionadas con una nueva evaluación de la importancia de las continuidades históricas a la hora de conformar la dirección del desarrollo en la sociedad. Y en las primeras etapas de investigación sobre la modernización se comprendió que ciertas diferencias entre los perfiles estructurales y simbólicos de diferentes 25 Fred W. Riggs, Administration in Deoeloping Countries: The Theory of prismaticSociety (Bosron, 1964); «Polirical Aspects of Developmental Change», en Perspectiues in Deoelopmental Change, ed. A. Gallaher, Jr. (Lexinton, Ky., 1968), p. 143; ~Administrative Development: An Alusive Concepr», en Approaches to Deoelopment: Poluics, Administration -and Change, ed, John D. Montgomery y William J. Siffin (Nueva York, 1966), págs. 225; Tbailsnd:The Modernization ofa Bureaucratic Polity (Honolulú, 1966)., ", 'Eswdios de modernización y teoría sociológica 55 :/~ 'sociedades modernas podían guardar relación con unas tradiciones históricas distintas. , ," En un principio, dicha continuidad se entendió como la persistencia de ciertas orientaciones culturales amplias -una interpretación muchas veces ligada a, o derivada de, la escuela de «cultura y personalidad»-, dedicando escasa atención a aspectos más estructurales de las sociedades modernas 26. La posterior elaboración de conceptoS como el de cultura política proporcionó un importantísimo' vínculo entre esta clase de orientaciones culturales y aspectos más . 27 . D espues és f ue graespeciífiicamente estructurales d e comportamiento dualmente asentándose la idea de que dichas diferencias podían también persistir en áreas estructurales vitales -como las reglas del juego político, los diversos aspectos de la jerarquía social y aspectos similares- y que estas variaciones podían estar influidas por las tradiciones históricas de estas sociedades y podían también exhibir un alto grado de continuidad con dichas tradiciones. posiblemente uno de los puntos más importantes surgidos en este contexto fue el concepto de «patrimonialismo» 28 para describir los regímenes políticos de varios Estados nuevos. El uso del término «patrimonial» para calificar a estos diversos regímenes fue una reacción a la insuficiencia de las hipótesis centrales de los más importantes estudios de modernización, así como de posteriores conceptos como los de «quiebra», «deterioro político» o sociedades «en transición». Era un concepto que realzaba las deficiencias de dichas hipótesis, en primer lugar, al demostrar que muchas de estas sociedades y Estados no habían evolucionado en la dirección de ciertas naciones-estado modernas; en segundo, haciendo patente que estos regímenes no constituían necesariamente una fase temporal de «transición» en la inevitable vía hacia este tipo de modernidad; en tercero, 26 Mdford E. Spiro, «Culture and Personality», en International Encyclopedia of the Social Sciences, I1I, págs. 558-563; Luden W. Pye, Politics, Personaluy and Nation Building: Burma'sSearch [or Identity (New Haven, 1962). 27 Almand y Verba, The Civil: Culture. 28 Max Weber, The Tbeory of Social and Eamomic Organizations, ed. Talcott Parsons, trad. Talcott Parsons yA. M. Henderson (Nueva York, 1947); S. N. Eisenstadt, «Patrimonial Systems: Introdution to Chapter V», en Polítical Sociology, ed. S. N. Eisenstadt, págs. 146, y Tradicional Patrimonialism and Modern Neo-Patrimonialism (Beverly HiIls, 1974); Guenther Roth, «Personal Rulership, Patrimonialism and Empire Building in the New States», World Politics, 20 (1968), pág. 2; Aristide R. Zolberg, Creating Poluical Order: Tbe Party SuaesofWest Africa (Chieago, 1966). :Estudios de modernización y teoría sociológica 57 empleadas en los estudios de moder?i~ación y las amplias ~istincio­ nes generales entre socied¡1d~s ,tr~dIcIOnales y ~odernas tienden a 'a~~ái'fqU~,~Y eA último lugar, al insistir en que una parte, al menes "perder de vista el trasfondo hIstorIcamente específico de los procesos 'a~i.é:stfMWc:a 6 pauta podía entenderse a partir de cienos aspectos: que estudian: de modo. co.ncreto, que estos procesos for~an. rarte :de'l¡(s; tradiciones de estas sociedades y surgía de ellos. de la expansión del capItal~smo y de la consecuent~ constltUCIon ~e "El reconocimiento de la importancia de tales fuerzas históricasJií .un nuevo sistema internacional compuesto por SOCIedades hegemosus implicaciones analíticas tendía a resaltar la relativa autonomía de . nlcas y depen dilentes 30 . , . 'la esfera simbólica en su relación con aspectos estructurales de lá.;'. Según los defensores de esta interpretaci?~, el núcleo de las divida, social, un. reconoci";liento 9ue, como veremos posteriormente;':;ii#, ferencias entre sociedades modernas y «tradIcIonal~s», o de~arrol~a­ llego a cobrar importancia crucial en la revaloracióndel lugar de 13<'[%' das y subdesa:r~lladas, estriba en. ~as diversas relac~ones de impenatradición dentro de la vida social. ,·,(1\:;' lismo y colonialismo, de explotación y «depende~cIa» que surgen. de La alegación del ahistoricismo del modelo de modemizacións~,tf~; la expansión capitalista occidental y que han co~flgurado los perfiles form~ló en dos direcciones diferentes. Una hacía hincapié en l~ vac;";;Y mismos de las pautas de desarrollo de estas SOCIedades. Estas pautas loración del discurrir contemporáneo de diversas sociedades en tér"'~: no pueden, por consiguiente, medirse sergún unas catacterístic.as o minos de su «desplegadura» de las fuerzas tradicionales inherentes a índices supuestamente universales extraídos de los rasgos peculIares ellas, en lugar del supuesto avance hacia una etapa final de desarrollo X h" 31 • . dad es « domi de las SaCIe ommantes> y «egemomcas» . en apariencia fija. La otra dirección -y, en cierto sentido, contra- . Así, André G. Frank sostiene que la indiferencia al contexto ria-de estas críticas tendía a subrayar la experiencia histórica es-' social e histórico del sistema mundial dentro del cual han vivido los pecífica y única, descartando todo proceso general de modernizas nuevos países subdesarrollados, y la consecuente desate~ción .a la ción, Esta interpretación insistía en que el proceso modernizadorno estructura internacional de desarrollo y subdesarrollo, distorsiona es un fenómeno universal en el que todas las sociedades tiendan a completamente la realidad y no nos permite comprender la actual . participar de modo natural o que sea inherente a la naturaleza del transformación y las perspectivas futuras de las sociedades subdesadesarrollo en todas las sociedades, sino que, en efecto, representa una situación histórica singular relacionada con los diversos aspectos, rrolladas. . Las llamadas sociedades tradicionales, se afirma, no tienen made la expansión europea. Esta última ·crítica aparecía con dos modayores carencias de espíritu empresarial, especialización y diferencialidades diferentes aunque estrechamente relacionadas. Una -euyo ción que las avanzadas. Muchas sociedades que fueron en su día mejor ejemplo posiblemente sea la obra de Bendix y la de Riggs---" sostenía que la modernización no posee característica alguna definida universal, sistémica, simbólica y/o estructural: es esencialmente un 30 Algunos de -los trabajos más importantes que representan este punto de vista proceso ,kistórico específico y único que consiste en la difusión del han sido reunidos por James D. Cockcraft, André G. Frank y Dale 1. johnson, Dependence and Underdevelopment - Latin Amenca's Political Economy (Nue~a impacto de la cultura occidental en todo el mundo, y en los intentos York, 1972). Véase también AndréG. Frank, ..Capitalism and Underdevelopment m de los rezagados por emular los primeros modelos de industrializaLatin América», Monthly Review Press (Nueva York. 1967); Pablo González Casación, unificación política y cuestionarios similares, y ponerse al día nova, «Les classiques lacinoaméricaine et la sociologie du développment», Current con dichos modelos 29. Sociology, 18 (1970), págs. 5-29; Gail Omvedt, ..Modernizacion Theories: The IdeoLa segunda de estas tendencias está probablemente máximamente logy of Empire», en Essays on Modemization, ed. Desai, 1, págs. 119-138; Suzanne J. Bodenheimer, «The Ideology of Developmentalism: American Political Science representada en muchos de los escritos marxistas recientes sobre este Paradigm - Surrogate for Latin American Studies», Berkeley [ournal of Sociology, asunto. Estas obras afirman que las categorías analíticas abstractas '~~iiit'diaa1"lquei,había;' pesea tod~, ~n~ cierta «lógica» interna en s " 35 (1968), págs. 130-159; Fernando Henrique, Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia , 31 Suzanne J. Bodenheimer, «The Ideology of Developmentalism»; Celso Furtado, Obstacles to Deoelopmeni in Latin America, «trad. de Charles Ekker (Nueva York, 1970). y desarrollo en América latina (Ciudad de México, 1969). . 2~ Re~hard Ben~x, «Tradition and Modernity Reconsidered», Comparative Studies in Society and History, 9 (1967), págs. 292-346; Fred W. Riggs, «Polirical Aspects of Developmental Change», pág. 143. . ,_" .4 . 58· próspe~-:s, se encu~ntran ahora subdesarrolladas por efecto de la, t~rvenclOn de los I~tereses coloniales en su economía. Las polí '. vIg.entes de co~ercIo r«ayuda» están ensanchando la distancia.> terial entre naciones ncas y pobres. La miopía de los teóricos ct rrollistas, si bien no ideológica, es consecuencia de su .tendenc' ver las sociedades en aislamiento estático y de no analizar histó Y contemporáneamente las pautas internacionales de relación. Se' la teoría del desarrollo estructural, el verdadero objeto de investi ción y teorización es la forma en que tanto ~l desarrollo avanzan com? el subdesarrollo se explican mediante la estructura y fune namrento de una economía internacional 32. Muy estrechamente relacionado con las críticas de eurocentils estaba el ataque a las premisas «neodarwinistaS» de la teoría de m~dernizac~~n. Ma~rui, por ejemplo, observó que los supuestos e 1~t1v~~ y occIdentalistas de la mayoría de los estudios sobre moa mzacron se fundaban en un modelo presuntamente darwinista de; diferente adaptabilidad de las diversas sociedades a esta tendencia 3, Aunque muchas de estas críticas a.ceptaban el predominio occiden ' , como factor básico dete~inante de la estructura del proceso . ' desarrollo, negaban la validez del modelo occidental como modelO natural o etapa' última de desarrollo hacia la cual se dirigían tod las sociedades. Por el contrario, muchos estudios críticos destacan:l potencialidad o posibilidad de modelos alternativos que puedan de'.!! sarrol1arse según las posibilidades inherentes tanto a las «tradici()~' nes» de estas sociedades como a las cambiantes constelaciones inter) naci~nales, subrayando con ello fuertemente los temas de la viabiliJ dad ~~erna y de la autonomía del desarrollo de las sociedades ent transición de las que hablábamos anteriormente 34, ,t' Gellner ha resumido muy sucintamente esta clase de críticas se.;!: ñalando los graves errores implícitos en aceptar una interpretación:: 32 J. .walton. «Política] Development and Economic Development», Comparathie lntemational Deuelopmem, 7 (1972), págs. 39-64. , 33 AJi Mazrui, «From Social Darwinism to Currem Theories oí Modernizanon» World Politics, 21 (1968), págs, 68-83, ' 34 Harry J. Benda, 59 ':dios de modernización y teoría sociológica . a translclOn . " a la modernidad en términos de un «progreso , hioóirrebl estrechamente europeísta y perpetuo». Semejante lpo~esls e, fu dir y confundir varios grupos distintos de características, dea n ich-:s ~ranslCIOneSj " las espe'o las específicas de la primera de die d la transición europea; las caractensncas de todas las tranas l ' ,'" éionese y las características de una comp" eta transicron a 1a mo der d 35 Las censuras de Gellner nos llevan a otro aspecto de la :nt~ a ' . de de.' v., ~·t , a. la interpretación «ahistórica» d e i prImer para diigma ~~tlc:lo a saber: que excluye la posibilidad de opción, sobre la hisa;ro. d'e que tanto el camino hacia la etapa final contemplada como pt>teSls . . hi . . dicha etapa están inevitablemente dadas .en las sItuaclO-?es rstcncas concretas en que se encuentran estas SOCIedades potencialmente mo- ':~'d dernizantes, al f ión d " Frente a esta supuesta exclusión hay una gener a Ir~aclOn e ,;: rta posibilidad de «apertura» de alternativas, en el sentido de que :ste una función de liderazgo de .d,istintas élites a la hora de tom~~ decisiones estratégicas que son deCISIVas para el proceso de moderni zación, el R b .' Se entiende, en la obra de Ronald Dore. o ~et y 0. ~~son, or ejemplo, que la modernización misma Implica la ~eclslon de ~odernizar: una decisión consciente para alcanzar. el nivel de los aíses más desarrollados y, a este fin, un compronuso con ~n proPrama de cambio institucional económico, político y educatl~o con dirección general hacia algún modelo .externo esta Hay aquí un nuevo énfasis en, la imr~rtancla de las elites mod~~~I­ zadoras, pero con la estipulación adicional d~ ,que tanto la d.ecls~~n . isma de modernizar como el modelo específico de modernización ~ b' ~. ueden ser, al menos en cierto grado, a. le:ros,. ., p De modo similar, Smith señala que la VIrtud de la mterpretacion del «liderazgo» reside en que evita los tres pecados. que acosan a,los modelos economicista y sociologist~: su etnoce~t~ls~O, sus matices deterministas y el general evoluciomsmo que m siqUIera las formu, • 37 laciones más cuidadosas consIguen evitar , . ., Dada la estrecha relación entre las teorías de modernización y ~na ~: mdol~, «Non-Western intelligentsias as Politica! Elites» [ournal ofPolitics and History, 6 (1960), págs. 205-208, y «Decolonizati~n in Indon:sia: the Problem of Continuity and Ch~n.ge», AmericanHistorical Review, 70 (1965), pags. 1058-1073;Jan Heesterman, «Tradttton and Moderniry in India», Bijdragen tot de Taal Land en Volkend~nde Deel, 119 (1963); págs. 257-258; W. F. Wenheim, « The Way towards Modemlty», en Essays on Modernization, ed, Desai, 1, págs. 76-95. Emest Gellner, Thought and Change (Londres, 1969), pág. 1~9.. . R Id P Dore «The Late Development Effect», en ModemzzatlOn m Soutbona . , , 65 81 EastAsia, ed. Hans-Dieter Ever (Singapur y Kuala Lumpur, 1973), pags. -.' 37 Anthony D. Smith, Tbeories of Nationalisr:z (Londres, 1971) ~ «Theories and Types of Nationalism», European [ournal of Sociology, 10 (1969), pags. 119-132. 35 36 ~¡.' 60 S. N. EisenstadC+ los problemas y derroteros teóricos de la sociología, no es en abso~:/ luto sorprendente que muchas de las críticas al primer paradigma d~i; modernízación.convergieran con críticas más generales a amplios te.,;',' mas de la teoría sociológica, y especialmente a aquellos que trataban,~ sobre la teoría esrructural-funcional y sobre las premisas «desarro.:.,;; llistas» y evolutivas de muchas teorías sociológicas en particular. .~<} Las críticas a las interpretaciones estructural-funcional y sistema.. ,i~ tica de la sociología surgidas de los estudios de modernización se,:? han concentrado en su mayoría en torno a dos grandes temas. El\' .primero fue la refutación -ya manifiesta en algunos debates sobre.'\!~.¡ la dicotomía tradici?n-modernidad- de las in~errelaciones ~istém~".i·.•. '~.' .'• cas cerradas entre diferentes aspectos de la SOCiedad; de la hipóteSIs':!, sobre la necesaria convergencia de desarrollo o modernización eri;@i todas las esferas institucionales de la sociedad; y del supuesto estre-(I chamente ligado al anterior de unos prerrequisitos universales de .:'~~ modernización o desarrollo en todas estas esferas. Por el contrario.. se insiste cada vez más en la posibilidad de un desarrollo o rnoder-. ·~E niz~ción «parcial» en una esfera o sector social, así como en la gran n~ variedad de formas estructurales posibles que pueden facilitar dicho ,f~ desarrollo parcial 38. Para ofrecer un solo ejemplo, una de las pri,"'~r~ meras hipótesis -que la disolución de todos los tipos de familias)¡~ ~xtensa~ ! g~pos de parentesco es un requisito neces~rio para la :'~~; industrialización-e- ha quedado refutada. Por el contrario, una cre.,{')i·c~ ciente variedad de evidencia demuestra que muchas formas de fami- ~'r lía extensa y/o relaciones de parentesco pueden en realidad no sólo;~tg: ser compatibles con la industrialización, sino incluso reforzarla. ,'ir· ;:f}Y~,·'. Aún de mayor alcance fue la constatación, a la que aludíamoseYf>' anteriormente, de la posiblidad de desarrollo de complejos indus- ti. triales bajo, diferentes regímenes o trasfondos políticos y, viceversa,~.iji. de la posibilidad de desarrollo de ciertos tipos de regímenes políticos.. modernos «de participación» en marcos económicos diversos. Algu-(ilf: nos de los datos más impresionantes a este respecto provienen, de '::2F modo ~i?nif~~ativo, d.eI campo de los profesionales del desarrollo y 'é.:f:;' la planificación de diversos países en vías de desarrollo donde se~~t. hizo patente que una planificación eficaz de-cualquier s;ctor debía!~é tener en cuenta las condiciones específicas de cada país que iban a \,;: ji » 61 :j::studios de modernización y teoría sociológica favorecer el buen desarrollo de cualquier institución moderna nueva 39. En consecuencia, la «ligazón» primera de desarrollo y modernización quedó «descompuesta», y fue aumentando el énfasis primero en' la .distinción analítica entre modernidad, desarrollo e industrialización, y, después, en la posiblidad de una mayor autonomía en la formación de sistemas institucionales «modernos» (económicos, políticos) diferentes. Uno de los mejores ensayos de dicha distinción . fue el presentado por N ettl y Robertson 40. Según su concepción, la industrialización debía quedar divorciada de connotaciones no económicas y secundarias y ser empleada para abarcar sólo el proceso de cambio desde la actividad agrícola o doméstica a la producción industrial a escala ascendente, diferente, pues, de la expresión más amplia de desarrollo económico, que denota los 'procesos concomitantes de cambio económico y los directamente resultantes de índole social. Modernización debe emplearse, según Nettl y Robertson, como un término subjetivamente relativista que denote el proceso en virtud del cual las élites nacionales se esfuerzan con fortuna por reducir su status inferior y avanzar hacia la equivalencia con naciones mejor situadas, no siendo la meta de equivalencia un objetivo fijo sino móvil. Su percepción de esta meta depende de los valores y exigencias del sistema internacional, por una parte, y de los valores, carácter y capacidad de las élites de la nación en cuestión, por la otra. El punto focal de este análisis es el sistema internacional, es decir, un sistema en el que los valores y objetivos de todos son formulados en relación a los de otros. Según estos dos autores, el concepto más general de desarrollo debe designar el grado de éxito logrado por el sistema en la creación de diversas estructuras o indicar su susceptibilidad a la modernización, pero no define ninguna dirección en particular del cambio social. En otros casos, como en la obra de Bendix, hay una total refu39 w. F. Wertheim, «TIte Way towards "Modernity?», Colin Leys, «Introduction», en Polítical Change in Deueloping Countries, ed. Leys (Nueva York, 1969), págs. 1-13, y «The Analysis of Planning», en ibíd., págs. 247-257; John Vincent, «Anthropology and Political Development», en ibid., págs. 35-45. Véase también H. Bernstein, «Breakdowns of-Modernization», Journal of DeoelopmentelStudies, 8 (1972), págs. 309-318. 40 J. P. Nenil y Ronald Robertson, International System and tbe Modernization af Societies (Nueva York, 1968). e 63 Estudios de modernización y teoría sociológica 62 S. N. Eisenstade: tación de la validez de la interpretación sistémica de la sociedad. Poé el contrario, la sociedad se ve como un conglomerado ecológico de grupos y unidades en continua competencia 41, . Este reconocimiento de la variabilidad y autonomía de diferentes sistemas institucionales en los procesos de modernización vino a unirse a un segundo gran tema de crítica a la interpretación sistémica, en los estudios de modernización y desarrollo. En este caso se alega: ' que la definición, en apariencia carente de contenido, de la capacidad «sistémica» como europeocentrista no toma en consideración la variedad de posibilidades de expansión sistémica, y así desatiende al problema de la: elección entre objetivos de desarrollo diferentes y a la necesidad de diferenciar el valor estratégico de tipos diversos de información relativa a tipos diferentes de objetivos. Estas críticas se han centrado especialmente en torno al concepto de desarrollo político 42, cuestionando la posibilidad de un criterio o conjunto de criterios objetivos de «desarrollo» político y destacando, sin embargo, la posibilidad de múltiples variaciones en el significado de desarrollo político y la necesidad de especificar «desarrollo para qué», es decir, en pro de la participación. la justicia o el crecimiento' económico. La aparición de esta índole de críticas produjo una reconsideración de las características cualitativas de las sociedades modernas, una cuestión importante desde el comienzo de la sociología clásica que había quedado circunscrita dentro del énfasis concedido al «cambio» o crecimiento en los estudios de modernización más recientes. Mucho más afín al pensamiento sociológico clásico, esta cuestión destacaba la posibilidad de tensiones y contradicciones entre las diversas cualidades del orden social moderno, como son la libertad, la igualdad y,~l crecimiento. 41 Bendix,«Tradition and Modernity Reconsidered», págs. 292-346; Re~nhard Bendix y G.Roth, «Two Sociological Traditions», capítulo XV de ScholarsbJp and Partisanship, Essays on Max Weber (Berkeley, 1971), págs. 282-297. 42 Roben A. Paekenham, «Approaches to the Study of Political Development-, World Polisia, 17 (1964), pág. 113: Fred W. Riggs, Administration in Deueloping Countries: Tbe Tbeory o[ Prismatic Sooety (Boston, 1964); Manfred Helpem, «The Rate and Costs of Political Development», Annals o[ the American Acsdemy, 358 (marzo, 1965), págs. 20-28; R. Sinai, «Modernization and me Porverty. of Social Science», en Essays on Modernization, ed. Desai, págs. 53-76; Myron Wemer, «Political Problems of Modernizing Pre-Industrial Societies», en ibíd.,págs. 166-175; Satish K. Arora, «Political Development: Policy Constraints and Value Preference», en ibid., págs. 195-210. Una variante similar de críticas ha ido surgiendo en torno a l~ remisas presuntamente evolutivas del primer modelo de rnoderni;ación: la universalidad de la secuencia que toda sociedad, ha, de atravesar y la convergencia de todas ellas en diferentes esferas insntucionales. . . Algunos críticos, de los cuales es prob~ble~ente Robert N~sbet el más extremo, consideran que el evoluclOms~o o d~sarro~~mo esta' estrechamente ligado a, o extraído de, ampliasdfalacias. teoncas, . cómo son el olvido o la distorsión del fenómeno e persistencia y fijeza, la percepción del cambio social, co~o algo ,e~anado de ~n sistema social, el supuesto de una continuidad genenca cambio social a lo largo del tiempo, el supuesto de una autononu~ del ~am­ bio, el olvido del efecto de sucesos externos en el cambio .SOClal, y la creencia equivocada de que las causas y orígenes del c~mblO SOCIal solamente pueden surgir de elementos de estructura SOCIal,. Y qu~ la cohesión y el equilibrio sociales, por una parte. y el cambio SOCIal, , uníifteada 43, por la otra, son explicables mediante una reona ?d 3. Nuevas concepciones sobre la variedad de los órdenes sociales modernos Así pues, se han dirigido críticas contra el paradigma original de desarrollo y modernización desde posiciones muy diferentes, la mayoría de sus premisas han sido .atacadas, s~cav~das m~chas de sus hipótesis fundamentales, y han SIdo.en aparIenCIa cuestionada la validez de la mayoría de sus conclusiones y aun los problemas que plantea, Sin embargo, el panorama es, en realidad, mucho más complejo de lo que hemos visto, en el sentido de que muchas de las críticas son mutuamente incompatibles, Así, por ejemplo, la negación de validez ,a la .distinció,? e?tre sociedades «tradicionales» y «modernas» y el énfasis en la vitalidad de la tradición y de las sociedades tradicionales podía ir unida, como 43 Robert A. Nisbet, «The Irreducibility of Social Change: A Comment on Professor Stebbins' Paper», en Readings on Social Change, ed. W. E. Moore y R. M. Cook, págs. 251-257, y Nisbet, Ethnocentrism and the Co~parative Method»,. en Essays on Modernization, ed. Desai, P~gs. 85-115. Vé~e ta~blén Anthony Smith, Tbe Concept o[ Social Change.. A Critique o[ the Punctionalist Tbeory o[ Sociel Cbenge (Londres, 1973). I? 64 S. N. Eisenstadj. Estudios de modernización y teoría sociológica en Benda a una visión antirrevolucionaria o antidesarroIlista del im~', pacto de )las fuerzas sociales «mode~nas». en las sociedades hit.Idú9 indonesia. En esta clase de perspectIva, dichas fuerzas se considera.. ban como una etapa pasajera, surgida en su. mayoría ?el gobierno colonial, a la que seguiría la aparición de pautas esencialmente tra;:, dicionales de sociedad y cultura y una negación de la «etapa final»' del desarrollo en términos de las naciones-estado modernas .44.. . . Pero. era una negación que podía estar también ligada, como en, Omvedt, a una interpretación algo diferente según la cual los r?gf~ menes coloniales europeos «modernos» habían ahogado el posible" desarrollo de fuerzas inherentes al trasfondo tradicional que pudiera> haber facilitado una transición autónoma a la modernidad, que po-] dría ser o no similar a la nación-estado o la sociedad de clases re] volucionarias de corte «occidental» 45. De modo semejante, la negación de validez a esta dicotomía podía guardar relación con un posición ideológica política 'en cierto modo «conservadora»; O cop la> clara insistencia en una solución «revolucionaria», no gradualistaj.: para el logro de la modernidad; o,.~o.r último, con la ~ceptación de~ la validez de algunas de las característrcas de la rnodern.ldad e~r0'pea; u occidental -como son la participación política o la indusrrializa-] ción- para la modernización. ~'. ' Al mismo tiempo, los que destacan la unportancia ?e una ruptura :c, revolucionaria pueden disentir en cuanto a la evaluación de los. ele- ::m{'! ~e?"tos y fuerz~ tra?icionales como potenci~,es crea?ores de con- ,,~~; diciones revolucionarias y en cuanto a la relación de dichas rupturas",\t;; revolucionarias Con los aspectos rutinarios de la; formación de insti- :',\~~~ ruciones modernas y diferenciadas. . ' ."~~• • Una corriente de opinión, representada por Omvedt entre otros,,;~~! señala que las tradiciones consideradas conve~cionaImerte como. dis;-.N~;~i funcionaíes para el desarrollo pueden,. en realidad, s~r ~com.l?atlbles;·1~~. con mi solo tipo de desarrollo (por ejemplo, e~ caplt~lsrno hberal.e ';0f industrial, mientras que hacen viable otro camino hacia la moderni- ,.¡~i 65 zación (por ejemplo, el industrialismo sociali~t~), Según esta tesis, ~a interpretación «habitual» de las fuerzas t~:dl~IOnal:s, como lI?pedl, mento al desarrollo constituye una version ideológica del tipO de ' '1'ista 46 . desarro 11o Impena . . . Los autores de inclinación revolucionaria -Slnal o Werthelm, or eJ'emplo- parecen no tener una actitud tan benevolente hacia p «tradición» y ven en ella un'obstácu li . " 47',a1 ' la o ad a. mo ermzaCIOn. igual que algunos de sus contrarios «eurocentnstas» y «evolucionistas». Aún más heterogéneas son las diversas conexiones analíticas que pueden extraerse de la .insistencia en la impo~tancia de un liderazgo, de unas élites modernizadoras y de sus opCIOnes en el proceso de modernización. Esta insistencia puede relacionarse con .una visión conservadora que concediera importancia al desdoblamlent? de la tradición o con una revolucionaria que subrayara la necesidad de romper los límites de la tradición. Puede también liga.rse bien a ~na firme negación de las cualidades sistémicas de las SOCiedades o bl~n a la insistencia en la restricción de opciones que los problemas SIStémicos esenciales de la industrialización permiten al liderazgo 48, Y a la hipótesis de una convergencia última d~ todas la~ soc.iedades industriales o a la inversa, a un fuerte énfasis en la diversidad de , 49 resultados posibles del proceso de cambio . " De modo similar, mientras que los que destacan la singularidad histórica del orden social y del proceso de modernización niegan también las cualidades sistémicas del orden social y. del proceso de modernización, .otros tienden a unir el énfasis en la singularidad histórica de este proceso a una clara insistencia en características estructurales específicas y fuertemente sistémi 7as de varios ~spectos del mismo, como son la difusión del capitalismo y los diferentes tipos de «dependencia» que genera 50. El entrar en una exposición , ~:!~,-~ ldem; Suzanne J. Bodenheimer, «The Ideology of DeveloRment:tlism». Véase R. Sinai, «Modernization and the Poverty of SOCIal Science»; W. F. Wertheim, «The 'Way towards "Modernity?». . .. 48 Clark Kerr, Industrialism and Industrial Man; Edward Shils, Political Deoe..' . lopment in the New States (La Haya, 1962). 49 Sinai, «Modsrnization and the Poverty of SOCIal Science»: Wertheim, «The Way towards "Modernity?»: Omvedt, «Modernizing Theories». 50 Wertheim, «The Way towards "Modernity"»; Furtado, Obstacles .to Deoelopment in Latin America; Bodenheimer, «The Ideology of Developmentalisrn». 46 47 ,X", Estudios de modernización y teoría sociológica 66 67 '-'3'< detallá:da~de Jasdiriplicacidnes técnicas de todo esto para el anális' . 'sodológico rebasa: las pretensiones de este trabajo 51. .' Cabría, no obstante, preguntarse hacia dónde va a dirigirse' investigación ~obre l~ modernización a partir de ahora. Por grand que sean las diferencias entre estos es~dios, hay una cosa en la qu~, concuerd~n: la mayor ~arte de las SOCIedades tradicionales han qiJé~; dado cogidas, o lo estan quedando, en el desafío de las diferente~; fuerzas de «modernidad» que se han extendido por todo el mundó a partir de la Europa del siglo XVII. ... ! Las sociedades modernas, a diferencia de las tradicionales se han' enfre.nudo de co~tinuo a los problemas cruciales surgidos d: la temÍ": denc~~ a «exp~dlrse~de su marco esencial. Esta tendencia la ex;.,: panSlOn, q~e. diferencia a los. ?rdenes sociales y culturales modernen' de !os tradicionales, se manifiesta en los varios aspectos de movili, ,: za~lón .social y diferenci.a~ión. ~structuial, por una parte, y en las:' exigencras de mayor parncipacron en los centros de la sociedad, por" .: la otra 52. Estas diferencias entre órdenes sociales y culturales «tradicion~~ les» y «moder?os» ~eron, claro está, destacadas en las obras primes ' r~. Pero, a diferencia de los paradigmas «clásicos» de modernización, el 'panorama surgido de este proceso indica que «desarrollo»o'!k~~ «mo~er~ización» ,n.o cons~~yen un proceso demográfico, sociah.jl econo~lco o p~lít1co. «unili?eal» que conduzca -aunque sea de. :,~{~ odo interrumpido o mterrnttente- a un estadio cuyos perfiles bá{:,,\1! SICOS, sean cuales sean las .dife~~ncias en detalle, serán los mismos enJ~ todas partes",La modernización ha de verse, más bien, como un~W! proceso o serie de p'ro~esos con un núcleo común que genera pro"-i! blemas comunes o similares. .,;;~ . Dichos procesos de progresiva diferenciación, movilización sd~ f1;~ Cl~ y quiebra ~ debilitación de la tradición, sin parangón en la bis" },~~ tona de las SOCIedades humanas, crean en el seno de las sociedades':2n~ y grupos en los que se producen cienos' problemas fundamentales" de regulación tant~ ~: grupos en desarrollo continuo como de aque-:-;jl llos de nueva apa.rIClOn y de los conflictos necesariamente mayores . ~,~•. a n: i:p~:~:~r~?une:~:::~:~:~:':':':~.~;er.a::~ ~:{I. SI. ~tra exposición de estos problemas es la que se ofrece en S. N. Eisenstadt,.: Traduion, Change and Modernity. . , . ' 52 Eisenstadt, Tradition, Change and Modernity. . i;'~!".'Vos focos de identidad nacional colectiva en que la tradición, -la mo-v • dernidad y el cambio se unan en cierta medida. El problema más 'general y el más común es el de conseguir levantar y mantener una estructura institucional capaz de absorber los cambios más allá de sus premisas iniciales y de enfrentarse a problemas en continua aparición y cambio, una estructura que pueda también producir las cualidadesde participación, libertad y algún grado o tipo de racionalidad. . Pero a pesar de que todos estos procesos de cambio y desarrollo _y los problemas que tienden a suscitar- tienen elementos comunes, las condiciones estructurales y culturales en las que pueden surgir -y las respuestas a ellos- varían mucho entre sociedades diferentes. Estas divergencias son patentes en el grado de movilización social y diferenciación estructural; en el grado de coalescencia de diversos complejos institucionales «modernos»; y en el modo en que las sociedades conforman nuevas tradiciones «modernas» en su concepción de sí mismas y de su pasado, así. como los modos en que estas tradiciones pueden estar relacionadas con la difusión de la participación, la libertad o la justicia. . Todos estos aspectos de los órdenes postradicionales tienden muchas veces, como en las sociedades tradicionales, a aglutinarse en modelos más amplios de orden sociopolítico, como los llamados modelos «absolutista», de «Estado» y de «Estado-nación» de Europa occidental, los modelos autocrático-imperial y revolucionario-de clase de Rusia y China, y muchos otros modelos de este tipo. Cada modelo puede abarcar sociedades con grados diversos de movilización social y desarrollo económico, y tipos diferentes de aglutinamiento de pautas institucionales, cuyos problemas varían en consonancia. De modo similar, cada modelo puede comprender sociedades con grados desiguales de capacidad para institucionalizar de modo viable cualquier orden postradicional, y regímenes políticos con formas nuevas de relación centro-periferia y una consecuente capacidad para tratar los continuos conflictos surgidos dentro de dicho orden. Ahora bien, la concepción de estos problemas -el tipo específico de conflictos a los que son especialmente sensibles, las condiciones que permiten que las posibilidades de dichos conflictos se articulen en p~ntos críticos más específicos que pueden amenazar la estabilidad de estos regímenes, las formas en que éstos se enfrentan a dichos problemas y conflictos, y especialmente los medios para asimilar tipos diversos de demandas políticas-e- varía mucho entre los diferentes modelos. :piOS de modernización y teoría sociológica 68 Las disparidades entre dichos modelos pueden estar muy p't mamente ligadas a la elaboración de pautas diferentes de ideóf política, de formas de concebir las relaciones entre los órdenes: lítico, cultural y cósmico, y de relaciones entre aspectos téc ,', administrativos y simbólicos del orden político y de la conduc los mandatarios, que difieren mucho de los que se han configU~ dentro del marco de la tradición europea. Así pues, pueden proa: regímenes en que sea mucho menor la identidad entre centros]? ticos y centros culturales (es decir, centros en que el Estado-na no constituye ya la unidad «natural» de un orden político modero y pautas de' identidad colectiva y de participación y lucha polít] desemejantes a las surgidas en los centros europeos o postimperial' Finalmente, los varios modelos de régimen moderno o postr~ cional pueden exhibir -con respecto a su concepción de ordens~ ciopolítico y de la forma de enfrentarse a problemas políticos- gr' des semejanzas con las concepciones y modos prevalecientesen] marcos tradicionales de estas sociedades, resaltando así un asp¿" crucial de la continuidad de la tradición. No hay que suponer, no obstante, que una sociedad determin tiene que permanecer siempre dentro del mismo «modelo», qUCf supone, por así decirlo, cambiar el modelo en torno al cual ha c' talizado su estructura. " Las cristalizaciones de las pautas simbólicas y organizativas; las sociedades modernas o en vías de modernización sufren, clai está, la influencia de condiciones diversas y múltiples. Entre lasq tienen especial importancia parecen encontrarse el nivel de recu ' disponible para la «movilización» y la formación de instituciones ;; modo de incidencia de Ias fuerzas de modernidad sobre las socied' des respectivas, la estructura de la situación de cambio en que qtl: daron atrapadas, las distintas tradiciones de estas sociedades o d' lizaciones y sus estructuras socioeconómicas «premodernas», y':, percepción por parte de diferentes élites y grupos de las posibili' des de opción en una situación histórica dada y su capacidad par llevar dichas opciones a la práctica. La 'interacción entre estos C()ij juntos de condiciones produce respuestas distintas al reto de la In' dernización. La exploración de todos estos procesos está en gr medida todavía por hacer y constituye una parte muy importanted los objetivos a cumplir de la investigación sociológica comparativ Con todo, estas indagaciones indican que la cristalización de, ferentes modelos de órdenes postradicionaIes no se produce a trav~ , 69 stas sociedades. La elección es un elemento muy fuerte en todos procesos, y en este, p~nto se ~~antean una serie de problemas .' .la sociedad, para sus diversas elites y grup~s. . unque la gama de dichas opciones no es ilimitada, su cns~ah­ ón en situaciones específicas no e,stá .enteramente ~~e,determma­ ',ni por las tendencias estructurales 111 po.r l~ «tradlc~on» ?e una iedad. En situaciones estructuralmente Similares, .exlste slemp~e cierta variedad de alternativas posibles. Las opciOnes se mani, en niveles varios, siendo quizá máximamente visibles con resto al tipo de régimen político que puede surgir dentro del ma~co : los modelos de orden sociopolítico más generales. En un ~IVel tan plenamente instituci?nalizado. Y formalizado, pero no siem,e menos omnipresente, dichas opciones se plasman en las pautas rovechables para la reconstrucción de las tradiciones de estas so'}i{qct~dades postradicionales, especialmente en las formas en q~e va?, a i"'l:}iJtbnformarse símbolos diversos de identidad colectiva: L~ situación !:~!~;~~uede percibirse en término de con.tinuidad o, ?i.scontmu~dad cultu';';*,f~1i~, y cabe desechar o aprovechar diversas tradiciones y sl:nbo~~s de :,lY'1iiáéntidad colectiva «vigentes» para los nuev?s marcos simbólicos. :";;,;'[,Esta clase de elementos de elección son espec1almente destacados en :~,~F}los marcos simbólicos que constituyen la propia concepción de la ~:':~ociedad. . ?¡L El anterior análisis nos proporciona algunas indicaciones preli'-;ininares sobre una visión, que está configurándose, de órdenes so,>+~iales más amplia que la contemplada por el modelo inicial de moder~;i;'::'nizaeión. ;' \\,>. En ella se insiste en la dimensión histórica de este proceso, su(,prayando que éste no es algo universal, algo dado en la nat~raleza t'misma de la humanidad o en el desarrollo natural de las SOCiedades )'~,:humanas. Por el contrario, el proceso de modernización va plenar<ment~ ligado a un cierto período de la historia humana, pese a estar '<:en sí mismo en continuo desarrollo y cambio a lo largo de todo el ':';-;:"período. . ,t, Dicho proceso y los retos que implica constituyen un supuesto ;;:';";Jundamental para la mayoría de las ~ocie~ades contempor~neas. Pese c'~::,a ser sin duda un fenómeno muy difundido en el escenano contem'l:-i'poráneo, no es necesariamente irreversible en el fu~r?,. y sería un T2,,-;error suponer que una vez que estas fuerzas h~n incidido en. una f,:'_~~sociedad» dada, impelen de forma natural hacia un «plano final» ";%?;dado y relativamente fijo. Lo que ocurre más bien, como vimos, es ~~]f' 70 que sus~itan -en sociedades diferentes, en situaciones diferenté': una ~~f1edad de respuestas que dependen del conjunto general condl,cl0nes de est~s socied.ades, de la estructura de la situación1 cambio ~n qu~ estén ~rendldas, y del carácter mismo del sisteth' las re1~cl~nes lOt~rnaclOnales, ya sean de «dependencia» ya de ~ cú' petenera internacional, ~ULARIZACION,MODERNIZACION . ESARROLLO ECONOMICO ,~ Universidad Hebrea de.]erusii' 1. '- Procesos sociales de modernización y procesos económicos de desarrollo La sociedad preindustrial se transforma en .sociedad «desarrollada» mediante una serie de procesos extremadamente complejos que implican un cambio total, Para simplificar, podemos distinguir dos series principales de procesos, incluyendo cada una un conjunto de procesos parciales: el proceso económico de desarrollo y el proceso social de modernización. Entre ambas series pueden establecerse cO~ rrelaciones pero, al mismo tiempo, se caracterizan por un cierto grado de independencia, debido a que .la secuencia de sus etapas sucesivas puede variar considerablemente con las circunstancias históricas y las condiciones internas (nacionales), así como las externas (internacionales), Hay que suponer una similar independencia relativa de los procesos parciales que constituyen cada una de las dos series principales. * «Secularization, Modernization and Economic Development», en The Protestant Ethic and Modemization: A Comparative View. págs. 343-366, editado. por S. N. Eisensradt. © Basic Books, Inc, Reproducido con permiso de Basic Books, Inc., Publishers, Nueva York. 71