revista ilustrada. Año 44, n. 1046 [ie 1049] - Gobierno

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Año XLIV
Pamplona 24 de noviembre de 1938
Núm. 1.046
caianc
_ ÓRÜAIMO —
DE LA "BIBLIOTECA CATÓLICO PROPAGANDISTA,,
ADMINISTRACIÓN, ESTAFETA, 31
DIRECCIÓN, NAVAS DE TOLOSA. 21, 2.o izq,
UNA PATRIA — UN ESTADO — UM CAUDILLO
UNA PATRIA: ESPAÑA — UN CAUDILLO: FRANCO
POK I-CL, B T E R X O D l i S C A N S O
•* ' , ,
..
DE LOS SOCIOS
D.* LUCÍA LANDA. D. RICARDO ASCUNCE, D. MARTÍN AYALA (Pbro.), D.a RUFINA UETA.
D. TOMÁS GARMENDIA. D.* FERMINA EGÜÉS, D. FRANCISCO GONZÁLEZ. D. FÉLIX ARMENDÁRIZ (Pbro.J.
D.-» MANUELA BARANDIARÁN. D. FELIPE GARCÍA, D. [UAN ESTEBAN BERASÁ1N,
D, LUIS ARBIZU (Pbro.). D. VENANCIO BARBER {Pbro.). D. HELIODORO PÉREZ DE OBANOS.
D. SATURNINO ROCH, D. AGUSTÍN VILLANUEVA fPbro.). D.a JOSEFA ARRECHEA fVDA. DE LARRACHE).
D. GONZALO IBÁÑEZ, D." ANGELES AGUINAGA (VDA. DE ECHA1DE). D. EUGENIO ERASO,
D.a ANTONIA ASGUNCE (SOR EMILIA DE SAN ANTONIO) y D. CASIMIRO UNZU
durante el a.fio
•
BIBLIOTECA
tendrá misa de comunión reglamentaria el día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, a las ocho de la mañana, en la capilla de San Felipe de Neri (Escuela de Cristo).
LA AVALANCHA, órgano de la Sociedad, invita a los lectores a tan piadoso acto y les suplica se siivan rogar a Dios nuestro Señor por los socios difumos.
Pamplona 24 de noviembre de 193!?
Los lltmos. Srcs. D. Fr. Josí López Mendoza (q. c. p. d.), Obispo de Pamplona, y D. Santiago Ozcoidí ¡q. e. p d.l, Obispo tic Tarazona v Administrador
apostólico de Tíldela, tienen concedidos cincuenta día? cío índulgí-ncias a todos sus diocesanos quedevotamtnte overen la Santa Misa, recibieren la Suerada Comunión, rezaren «na parle del Santo fí osario, vigilaren el Santísimo Sacramento, o hicieren nlgúnactode piedad o de misericordia en sufragio de los referidos socio?.
Luis Veuillot y las postrimerías
A vida no es sino prefacio de la Eternidad,
donde se entra por la única puerta de fa
muerte.
La muerte viene a ser el desenlace de las
dichas y riquezas humanas, y para el cristiano, de sus tribulaciones. En aquel momento sólo nos quedará entre
manos el valor de nuestras penas, llevadas con resignación y con una confianza inquebrantable en Nuestro Se-
ñor, que a sus amantes tiene prometida su misericordia.
Nos dicen el Catecismo y la razón, que el hombre va pe*
regrinando en este mundo en busca del otro, siendo la tierra el camino que conduce a su destino, al que llegará según su modo de andar y segán la orientación que tome.
Hay, en efecto, dos caminos, dos maneras de andar,
dos metas, dos destinos que cada cual puede escoger a
su sabor.
Consiste, pues, su destino en la tierra, en preparar para
sí su destino para otra vida. Esto está siempre en su mano, por gozar de una libertad intacta, cualquiera que sea
254.
LA
AVALANCHA
la condicición social en que la Providencia le haya colocado.,.
En todas las situaciones podemos condenarnos.
Para salvarnos, o sea para conquistar el destino de la
bienaventuranza eterna, basta que ajustemos nuestra libertad a las oportunas inspiraciones de la gracia divina,
con la cual se alimentan y restauran las fuerzas de la na»
turaleza caída...
El que amare a Dios vivirá feliz en las mismas tribulaciones.. . La muerte no arranca nada, sino que planta.
Con (a espada de (a muerte Dios ha forjado la reja del
arado que no abre surcos en nuestra alma sino para que
reciba gérmenes de eternidadDe no tener nosotros una fe viva en el Señor que vive
en nosotros, jqué cosa más espantosa sería la muerre! Pero vencida que fue ésta por Dios, morirá también y nosotros viviremos...
Las tumbas que en nuestro camino se alzan, de trecho
en trecho, se me antojan a modo de larga escalera que
desemboca en el Cíelo, Miremos a lo que detrás de la
tumba se oculta, con confianza, que así nos animaremos
pensando que cada esfuerzo nuestro es un aletazo hacia
la Patria... Estas amadas tumbas son como unas ventanas
que dan a la vida eterna y descubren el fracaso final de la
muerte, pues asomándome a ellas, siento que la muerte no
es más que una breve separación, una ausencia momentánea: tanta es la luz discreta y serena que Bota sobre el
camino que a la Patria conduce...
Dichosos aquellos que guardan la santa esperanza hasta la hora de (a muerte, y expiran puesta en el Divino
Maestro su confiada mirada, semejante a (a del obrero
que ha ganado su jornal y del hijo que ha regresado al
hogar paterno...
No se abre el Cielo ni se cierra ante ninguna bandera,
sino que, cerrado únicamente al pecado, se abre al arre*
pentimiento...
Conquístase el Cielo con las buenas obras.
No tengamos miedo al vivir poco, sino al vivir mal.
Llevemos con paciencia y santa indiferencia las cosas
efímeras que van pasando mientras confiamos gozar un
día las delicias de la eternidad, adonde llegaremos con la
gracia de Dios después de sufrir aquí abajo las tormentas
del destierro.
Luis VEUILLOT
RASGOS DE LA PATRIA
Efemérides de noviembre
OMO entiendo que para mejor divulgar la Historia conviene dar a conocer las efemérides interesantes registradas dentro de cierto período
de tiempo, recordaré hoy algunas relacionadas
con el mes de noviembre, según lo hice también en otros meses.
Entre las numerosas efemérides lúgubres, y a fin de armonizar mejor con el mes dedicado a los difuntos, es digna de mención la que recuerda la trágica muerte de don
Gastón de Foix, primogénito y heredero de ía Corona de
Navarra, casado con la princesa dona Magdalena, hermana del rey Luis XI de Francia, y príncipe muy amado
en quien los navarros de aquellos tiempos escabrosos tenían puestas todas sus esperanzas, por tas excelentísimas
cualidades que le distinguían.
Sucedió que para conmemorar el nombramiento de Duque de Guiena, recaído en Carlos de Francia, duque de
Berri, se organizó una gran fiesta en Libourne, cerca de
Burdeos, para la cual fueron invitados los más egregios
caballeros, y entre ellos uno de los que más figuraban en
la corte, que era don Gastón de Foix, el cual partió, con
lucidísimo acompañamiento, de Bearne a Libourne. Uno
de los festejos más brillantes eran las justas y torneos, en
los cuales sobresalió don Gastón más que ningún otro
caballero, llevándose por gentileza y habilidad los aplausos de rodos. Pero la desgracia hizo que en el último torneo se quebrara su lanza en la coraza del adversario, y
que una astilla de la misma le causara una herida tan gravísima que de ella murió el Príncipe en seguida, con grandísimo dolor de todos, que instantáneamente vieron convertidos los gritos de entusiasmo y alegría, propíos de la
fiesta, en sollozos, oraciones y cantos fúnebres. Así es el
mundo en nuestros días, y así lo era en 22 de noviembre
de! año 1469, en que ocurrió la tragedia que costó la vida a don Gastón de Foix cuando tenía 26 años. Su cuerpo fue enterrado en Burdeos, con pompa extraordinaria, y
su alma voló desde el torneo al Tribunal de Dios, dejando entristecida a la Corte de Francia, y con luto perpetuo
ala Casa Real de Navarra.
Otro suceso aun más trágico y horripilante fue el vil
asesinato del Obispo de Pamplona don Nicolás de Chávarri, perpetrado por el tristemente célebre criminal mosén Pierres de Peralta, el día 23 de noviembre de 1468
o 1469.
Por cierto, que lo mismo el asesinato que la elevación a
la dignidad episcopal de don Nicolás de Chávarri acontecieron en circunstancias raras y extraordinarias, recordadas detalladamente por el P. Alesón en los «Anales de
Navarra».
Reunía don Nicolás de Chávarri méritos más que suficientes para ser un buen Prelado; pero como los hombres
somos imperfectos, parece que él debió de ser algo intrigante, porque para conseguir el Obispado de Pamplona,
que no estaba vacante entonces, negoció con el Cardenal
Besarión, que lo desempeñaba, la renuncia a (a Diócesis
mediante ciertas condiciones que no quiero recordar. Mas
como para ultimar el asunto faltaba lo principal, que era
su nombramiento, y el Papa oponía dificultades, parece
que don Nicolás de Chávarri, para allanarlas, interesó a
mosén Pierres de Peralta, entonces amigo y prorector suyo, que estaba en Roma como embajador del rey don
Juan II de Navarra y Aragón, y tenía intimidad con el
Pontífice Pío II, el cual se prestó a recomendarlo no solo
como a sacerdote benemérito, sino además como a pariente suyo, sin ser cierto. El Papa, que tal vez dudaba de
ese parentesco, exigió juramento sobre (a existencia del
mismo, que mosén Pierres prestó desaprensivo. Pero al
hacer el nombramiento de Chávarri para Obispo de Pamplona, el mismo mosén Pierres, con su audacia y desenfado habituales, se dirigió a S. S. Pío II para pedirle otra
gracia, que era la absolución del juramento prestado,
puesto que no tenía ningún parentesco con el nuevo Obispo de Pamplona, aunque sí una amistad íntima, mayor
que si se tratara de parientes. Y Pío II, que era muy bondadoso, absolvió a mosén Pierres de Peralta.
No tardaron mucho tiempo en enemistarse el condestable de Navarra mosén Pierres de Peralta y el obispo de
Pamplona don Nicolás de Chávarri, llegando en su odio
hasta el último extremo, sobre todo el Condestable, odio
que tuvo por desenlace trágico la muerte del Prelado.
Sucedió que la princesa gobernadora doña Leonor reunió Cortes en Tafalla con el propósito de calmar loi
ánimos, sobradamente excitados, de los funestos partidos
agrá montes y beamontés, para conciliarios en lo posible.
Pero resultó peor el remedio que ta enfermedad, como suele decirse, porque la discusión degeneró en agria
disputa que irritó extraordinariamente a los oradores, especialmente al Obispo y al Condestable, los cuales se
ofendieron gravemente con las palabras más injuriosas.
Levantada la sesión, los dos rivales se retiraron irritadísimos, sobre todo mosén Pierres, quien al parecer amenazé
con matar al Prelado.
LA
AVALANCHA
D. Nicolás de Chávarri, que tenía sobrados motivos
para conocer a su adversario, se recluyó en su casa, bien
custodiado y dispuesto a no salir de ella, atemorizado por
las amenazas del Condestable; de tai modo, que aunque
la Princesa, dispuesta a reconciliar a ambos contendientes, llamó al Obispo al convento de San Francisco, asegurándole que nada malo había de pasarle, sin embargo, él
no se atrevió a ir, y sólo acudió al llamamiento cuando
fue repetido el mensaje con el Castellán de Amposta y
mosén Fernando de Baquedano, quienes con numerosa
escolta fueron a garantizarle la
ausencia de todo peligro, yendo montado en una muía y bien
acompañado. Mas a pesar de
esas seguridades y de que al
parecer el Condestable había
jurado respetar al Obispo, lo
cierto es que mosén Pierres, que
aguardaba a don Nicolás de
Chávarri escondido y con gente armada, le salió rápidamente
al encuentro, y sin que nadie
pudiera evitarlo, le mató a lanzadas, muy cerca ya del convento de San Francisco, causando el asesinato, en Navarra
y en roda España, el horror y
la indignación que los lectores
pueden suponer.
Aunque no tan trágicas como las anteriores puede figurar,
como preludio de una gran tragedia, la referente a la carta que
el desventurado príncipe don
Carlos de Viana escribió el día
22 de noviembre de 1459 a su
padre el rey don Juan II, desde
Mallorca, donde tuvo que detenerse cuando regresó de N á pofes.
En la carta mencionada ponía el Príncipe sus diferencias
al arbitrio de su cruel padre,
pidiéndole únicamente indulgencia para sus inocentes defensores, y disponiéndose a vivir come procedía que vivieran padre
e hijo y como él quiso vivir
siempre. Pero todo fue en vano;
porque cuando luego se entrevistaron uno y otro, el padre
rechazó al hijo que, besándole
humildemente, le pedía perdón,
y sin tardar mucho lo redujo
otra vez a dura prisión, y aunque el Rey tuvo que apresurarse a libertar al Príncipe, más que
por su voluntad, por el aspecto
amenazador del país contra tan
desnaturalizado padre, sin embargo, después de su entrada
triunfal en Barcelona enfermó
gravemente en seguida, muriendo, al parecer, envenenado por
su madastra; y quedando (os
catalanes tan disgustados de los
reyes, que rebelándose contra
ellos sostuvieron una guerra larga que hizo derramar mucha
sangre. Fue como un drama,
terminado por el desenlace más
horrible, que se inició en la mencionada carta del Príncipe.
255
los anteriormente relatados, pues principió con la prisión
de Carlos II y de sus acompañantes al banquete de Rúan,
al cual fueron convidados para consumar la alevosía de
encarcelar a unos y matar a otros con aparato de tragedia, y concluyó sacando del castillo de Alleux, donde estaba encarcelado, al rey Carlos II de Navarra; acción
heroica que realizaron varios caballeros navarros ayudados por algunos franceses, entrando en dicha fortaleza,
disfrazados de carboneros y bien armados en una noche
fría del mes de noviembre del año 1357, memorable para
P A M P L O N A . — Vista parcial de la iglesia de San Saturnino. (Lado Oeste;
Foto, lulio Cía
£f martes próximo, 29 de noviembre, cefe Bramos fa festividad de i gforioso
Patrono de nuestra ciudad San Saturnino. Tengamos siempre ios pampfo*
neses muy presentes fas doctrinas apostólicas que nos vino a predicar. Recordemos en todo tiempo sus ejempfos y sacrificios por nosotros, y adheridos con fervor y entusiasmo a nuestro Santo, no desertemos nunca de sus
doctrinas y ejempfos
Por último voy a recordar otro acontecimiento sensacional ocurrido en noviembre del año 1357, y es la liberación del rey de Navarra Carlos II de la prisión que injustamente sufría en el castillo de Alleux (Francia).
Este acontecimiento se desarrolló en sentido inverso a
Navarra por tan fausto suceso, cuya memoria quiso prepetuar el ArBof de fa Tama o documento solemne y brillantísimo que se hizo para ensalzar los nombres gloriosos
que intervinieron en esta hazaña de inmortal recuerdo.
No hay necesidad de recordar más efemérides de
no-
256
LA
A V A L A N C H A
viembre, pues las relatadas bastan para que el lector pueda divulgarlas y dar a conocer la importancia de las ocurridas en este mes.
JUAN P. ESTEBAN y CHAVARRÍA
EL PATRÓN DE PAMPLONA
ON la caída de las hojas y la des*
nudez de los árboles coincide la
festividad del glorioso obispo y
mártir San Saturnino, para per*
petuar en cierto modo su predicación y enseñanzas de que todo
cae, se derrumba y desaparece:
la salud, fas fuerzas, el atractivo,
la juventud y demás prendas, resultando por ello que todo es vanidad de vanidades y aflicción de
espíritu, menos amar a Dios y a
El servirle, en expresión del venerable Kempis.
Y lo que este santo varón lo
dijo en prosa maciza y severa, expresó en verso fácil y
bien encuadrado el poeta popular:
Hojas del árbol caídas,
I
juguetes del viento son;
las ilusiones perdidas
son hojas jay! desprendidas
del árbol del corazónPatronos de los lugares
Tpdas las ciudades, villas y pueblos tienen su Patrón,
es decir, un Satito a quien veneran con especiales cultos
tradicíonalmente, o por elección de! pueblo y del clero
de los respectivos lugares.
Fácilmente se comprende la existencia de esta institución, sobre todo en los países católicos, porque de una
parte sabemos lo necesitados que estamos todos de la
protección divina en nuestras constantes penurias de alma
y de cuerpo, y por otra no ignoramos que los santos, por
ser amigos de Dios, tienen mucha influencia ante El y
nos pueden conseguir muchas gracias y favores, de los
que estamos privados, si no fuera por ellos, a consecuencia de nuestras infidelidades e ingratitudes con el Señor.
De aquí que, en tesis general, se elige por patronos a
los que poseen mayores méritos y tienen por ello más va*
limiento ante Dios, porque así pueden los fieles esperar
con más fundamento que la intercesión de dichos santos
sea realmente poderosa y eficaz.
¿Quién no sabe que la Santísima Virgen María, en sus
diversas advocaciones, es la Patrón a de innumerables
puntos del globo?
y se comprende a primera faz, porque Ella tiene más
probabilidades de éxito en sus peticiones que todos los
santos y santas de la patria celestial unidos entre sí.
Esta es también la razón por la que en muchos lugares
tienen por Patrón a San Juan Bautista, a San Pedro y a
los demás apóstoles, pues son ciudadanos destacados en
el cielo.
Patronos de tas corporaciones
Pero no solo las naciones, provincias y regiones, sino
también las artes y los oficios suelen elegir algún Santo
para abogado y mecenas ante la curia celeste, y a fin de
que sea espejo de virtudes y puedan copiarlas los socios
para su provecho espiritual.
Para la elección, muchas corporaciones se fijan en la
valía y méritos del Santo, como lo hemos consignado para los patronos de los lugares, y así la Guardia civil tiene
por Patrona a la Virgen del Pilar; la Infantería, a la Purísima; los Ingenieros, al rey San Fernando; pero otros
ponen su atención en la semejanza del oficio o cargo que
tuvo el Santo con el que tienen tales corporaciones. Por
esta razón los artesanos tienen por Patrón a San José,
que fue carpintero; los labradores, a San Isidro, porque
éste era su oficio; los policías, al Ángel de la Guarda, por
la semejanza de las actividades de ambos, y para los aviadores, ¿qué más propio que Elias, pues sabemos por la
Sagrada Escritura cómo fue arrebatado por los aires en
un carro de fuego, o que la Virgen en el misterio de la
Asunción?
Un periódico francés hizo un día esta pregunta: ¿Cuál
debiera ser el Patrón de los fotógrafos, tanto de profesión
como de afición? y emitía la siguiente idea: «Parécenos—
decía—que la Verónica es la más indicada, ya que tan
fácilmente obtuvo, por una gracia divina, la reproducción
de la ensangrentada faz del Salvador sobre el lienzo de
que su caridad se sirvió para enjugarle.»
y la idea esta, como es natural, fue unánimemente
aceptada.
El Patrón de los herreros
Una leyenda socarrona nos da a conocer cuál sea el
abogado de ultratumba de los herreros, aunque éstos—naturalmente, como se verá,—guardan absoluta reserva sobre el asunto.
Viendo que muchas corporaciones, artes y oficios habían elegido su respectivo Patrón, para implorar su favor
en las múltiples necesidades'de la vida y emular sus virtudes y hechos gloriosos, se reunieron cierto día para hacer ellos lo propio; pero no llegaban a un acuerdo, por las
diversas opiniones de los más conspicuos.
En vista de esto y que se alargaba excesivamente la
sesión, convinieron todos en que el más joven de los reunidos recorriera la iglesia parroquial con los ojos vendados, y al primer busto de cualquier altar que tocase, se le
nombrara por patrón de una manera definitiva e incontrovertible.
En efecto, señalados el día y la hora,Jse presentaron en
la iglesia los primates del gremio, vendaron los ojos al
menor de los reunidos, y el de más autoridad le guiaba
por todos los ángulos de la iglesia, diciéndole cuándo se
hallaban frente de algún altar.
Entonces el vendado abría los brazos en actitud de
abrazar algún busto, pero no alcanzaba por estar bastante
elevados, hasta que llegó a un retablo muy bajo, y ya
allí, extendiendo las manos, tocó y abrazó... al que San
Miguel tiene bajo sus pies.
¡ !
Ei. PRIOR DE RONCESVALLES.
RÁFAGAS DE GLORIA.—EPISODIOS DE LA GUERRA ACTUAL
Perico se puso las botas
tan cerca de las dos posiciones, que pueden
observarse a simple vista unos a otros y seguirse hasta en sus más pequeños movimientos. Casi hablarse pueden. Si no lo hacen, es porque
nuestros soldadítos, que se resguardan entre las
frondosidades de un olivar andaluz, suponen que
sus enemigos no van a entender lo que les digan: casi todos los del opuesto bando son belgas y rusos, y eso les
retrae de pegar con ellos la hebra.
Los rojos están bien atrincherados sobre una loma que
tiene en frente las casas y fas torres de Lopera, pueblo
grande, rico y muy hermoso, de la provincia de Jaén.
Desde esa loma, erizada de ametralladoras, dominan a
los nuestros y les hostigan, razón por (a cual los del tercio de Requetés de la Virgen del Rocío, que son los que
defienden aquella posición de avanzada, están esperando
ansiosos que venga la orden de avance, para quitarse de
en medio aquellas fachas raras, tiesas, ridiculas, que están
profanando una tierra que no está acostumbrada a sentirse profanada por las plantas de los extranjeros.
STÁN
LA
AVALANCHA
E l carácter impresionable y observador del sevillano ha
reparado muy pronto en uno que tiene delanre de sí, y que
cada vez que le ven cruzar la loma, dando órdenes, les
excita a la risa y a la rabia.
Chiquito, gordinflón, con la cara negruzca y con un
aire de superioridad que repugna, exhibe ante su tropa la
gorra de piel, el impermeable de cuero amarillo, los mostachos que le avanzan de un lado a otro de la nariz, y el
par de pistolas grandes que le penden del cinturón que le
sujeta el abrigo de cuero. ¡Pero, sobre todo, las botas!
Unas medias botas espléndidas, ajustadas, con sus suelas
gruesas que desafían los barrizales y las cuestas pedregosas de aquellos campos.
\Y ellos con borceguíes de esos que se hacen por remesas, que aprietan por todas partes y que les impiden
hacer, con garbo marcial, aquello de: €¡Media vuelta a la
derecha! ¡Media vuelta a la izquierda! ¡Marchl»
Perico no tiene ni borceguíes; les han ido admitiendo
de voluntarios en el Tercio de la Virgen del Rocío: mu*
chachones valientes de Sevilla, de Cádiz y de Huelva, les
han muftiformado, más bien que uniformado, porque no
hay equipos reglamentarios para tanto luchador como pide ir a salvar a la Patria, y después de enseñarles a manejar el fusil y de darles una tinturita de instrucción, se les
ha echado al frente de Jaén, que era le que ellos soñaban:
ver pronto los bigotes de los rusos.
Hasu Perico no han llegado los zapatos recios, claveteados, duros como zuecos, de esos que hacen mucho,
mucho ruido, al dar con sus clavos en el asfalto de las
carreteras. Perico lleva alpargatas, las mismas con las
cuales se presentó ante su Patria para pedirle un puesto
de honor; y no le importa, porque él lo que venía buscando no era unos borceguíes, sino un fusil. Pero ahora ha
cambiado de parecer: aquel calzado no era de reglamento.
¡Las botas de! jefe ruso que se va dando postín en lo alto
de la loma!... ¡Esas sí que son botas de reglamento!
Tres soldados se divierten, ocultándose entre los olivos,
en curiosear el campamento rojo, provistos de unos gemelos de campaña que uno de los voluntarios del Requeté
ha tenido el buen acuerdo de traer consigo al alistarse.
—Oye tú, Pachuco, empréstamelos, que voy a verles
la cara a esos tíos,
—Tómalos... ¡No! ¡No, hombre, no! ¡No se mira por
ahí! Se mira por esos boquetes más chicos... ¿Ves algo?
—¡Josú, qué animales más feos! ¡Paecen monos de la
feria de mí pueblo!
—T ráelos ya. hombre, que veamos los demás.
—Aguarda una mtjica... ¡Oye, oye! ¡Si aquello es un
orangután vestío de sordao!... ¡Mira, mira qué botas! ¡Esas
sí que son botas!
—¡Trae ya, saborío, que voy a ver yo ahora!... Allí hay
una metrayadora. Esa la tomo yo en el primer arrempujón que demos... ¡Ascucha! ¡Ascucha! ¡Er tío de las botas! ¡Vaya botas de postín! ¡Qué piel! ¡Qué charol!
—Empréstame ese chisme pa ver de lejos, Perico.
—Toma, ¡mira pa aya! ¿Ves aquel animal chiquitín, mu
gordo, que está ahora de espardas? Míale las p^ntontyas.
¿Qué ves?
—Veo... pus no veo na; una cosa o?i:ura.
—Pero, bruto, si tienes la mano puerta sobre el ujetivo!
Agárralo asina, Juan. ¿No ves ahora na?
—¡La cueva de las Maravillas! üachó, ¡esas son botas
de campaña! \Oye, ese chimpancé se ha traío lo mejor
que había en to Moscú! ¡Cuando se dé el avance!...
Así se distraían los valientes soldaditos andaluces con
sus gemelos de campaña, mientras la tarde iba cayendo
para dejar el campo a los dominios de la noche. De todo
aquel panorama, bastante árido, que alegra el riachuelo
Salado de Porcuna, los muchachos no habían fijado su
atención más que en una de sus bellezas: en (as medias
botas de un ruso.
Aquella noche, los tres que habían agrandado la visión de la perspectiva del valle con el auxilio de unos
gemelos, hasta precisar la indumentaria del jefe moscovita, soñaron con un mismo tema: un cornetín que llamaba
al combate, un campo de amapolas que avanzaba, una legión de orangutanes que retrocedía; después, un cadáver
con las piernas abiertas y los ojos cerrados, y unas botas
257
tentadoras que para nada servían ya al dueño de mostachos empapados en sangre.
El sueño de Juan, de Pachuco y de Perico se convirtió en verdadera profecía la mañana siguiente. El cornetín
que llamaba a formación, la artillería española que a las
cinco de la mañana rompía el fuego sobre la loma marxista, despertando a los gorriones y pardales que dormían
aún entre las ramas del olivo y entre las varetas del mimbral que oculta las márgenes del Salado.
Después... el toque de avance: la ilusión de los hijos de
la verdadera España, que les suena más alegre que el
prosaico toque de rancho.
La ancha faja de terreno que se tiende delante de la
loma gredosa, se cubre de amapolas que se agitan al impulso de un viento misterioso, porque el aire está dormido
y no mueve ni las hojas de los álamos blancos de la ribera, y el aire se cubre de sinfonía con los alaridos de cañones y golpeteo seco de ametralladoras y gritos de gargantas juveniles que cantan a Bspana y la vitorean con el
frenesí, con la embriaguez del amor.
y la mancha movible de púrpura avanza y toma las
primeras estribaciones del cerro, y el suelo se va tiñendo
también de rojo con la sangre de los que caen, saludando
a una bandera que sube, sube hacia la loma sin retroceder un paso, siempre enhiesta, triunfadora siempre.
La manada de orangutanes ha ido cediendo terreno,
sus ametralladoras han ido enmudeciendo, la desbandada
se ha ido haciendo cada vez más trágica porque la loma,
pelada y escueta, va quedando sembrada de cuerpos que
se returcen, de cuerpos inmóviles, de cuerpos que se
arrastran en penosa huida, de cuerpos que destacan su
figura diabólica sobre el azul de la límpida mañana, con
los brazos en alto y los ojos chispeantes con la tortura del
pánico, del miedo cerval.
La mañana se ha aprovechado: se han tomado las lomos que dominan la villa de Porcuna; el material de guerra abandonado por el enemigo es muy cuantioso; más de
cincuenta orangutanes que ya no harán daño a la humanidad, y orros tantos que, confesando su impotencia y su
cobardía, aumentarán los prisioneros que van a uncirse al
carro triunfador de la nueva patria española.
Cesa el combate y comienza el descanso; los soldados
se van a recorrer el campo. Juan ha estado durante la
lucha obsesionado por una idea: el ruso de las botas reglamentarias. El le ha ido buscando con la bala en el fusil destinada para el corazón del moscovita; pero no le
ha podido encontrar. ¿Habrá huido?
En su continuo ojeo divisa, allá lejos, a su amigo Pachuco; va también buscando algo: va dando con el pie a
los cadáveres, que no le responden, con arrogancia; se
quedan inmóviles.
—¡Pachuco, Pachuco! ¿Qué buscas?—le grita.
Pachuco avanza en sentido opuesto al que trae su amigo: no quiere que le deshanque. Le responde de lejos:
—Ar tío de las polainas.
— ¡Se habrá escapao!
— N c ; le vi caer. Dio un brinco en el aire, y se quedó
por aquí.
—Áspera un poco. Te voy a ayuda a encontrarlo.
—¡Miau! ¡Echa por otro lao, Juanín!
Pero Juanín se va acercando a su amigo: el tesoro tiene
que andar por allí,
De pronto, Pachuco se lanza en su loca carrera, gritando:
—¡Allí está, allí está el cadáver del muerto!
Juan aprieta el paso; Pachuco va delante y llega hasta
tina pequeña hondonada que forma el terreno ya casi en
la cumbre. Se detuvo y movió la cabeza con aire de contrariedad. Después se volvió hacía el sitio por donde Juan
venía, y gritó:
—¡Juanín, no tengas prisa, que llegamos tarde!
En el fondo de la hondonada yacía el cadáver del oficial ruso; estaba boca arriba, con las piernas abiertas, los
brazos extendidos sobre el suelo y la cabeza metida en
un charco de sangre. Una bala certera de Perico le había
atravesado el cráneo.
A su lado, sentado sobre el pedruzco, el valiente requeté del Tercio de la Virgen del Rocío, el intrépido Pe*
LA
258
AVALANCH A
rico, se había calzado ya una de las botas y estaba en actitud de ponerse (a otra.
—¡Perico!—le dijo riendo.—¡Has tenío más suerte! Y o
venía por ellas.
En esto llegó Juan, y cruzándose de brazos, fue siguiendo la operación del vencedor. Cuando éste se levantó, dio dos golpes fuertes en el suelo para acomodar del
todo las botas a las pantorrillas, se pavoneó con aire de
presumido, y preguntó:
—¿Qyé t a ' ' ¡Chicos, si parece que en Moscú las habían hecho tomándome por telégrafo la medía!
—¡Corchóles, si son buenas!—le decía Pachuco, tentando la piel de las botas y comido de envidia.
—¡No son malas! Una míjilla me tiran aquí en el juanete; pero... a caballo regalao no hay que mirarle al
diente.
A l decir esto, clavó sus ojos en el cadáver del maldecido rojo, y encarándose con él, le dijo:
—Pero... ¡eso de regalo!... De los rusos, ni regalao. ¿Te
enteras? Es un cambio. Ahí te dejo las alpargatas, que pa
lo que tienes ya que andar no te harán mucha falta las
botas.
y con sus dos compañeros se volvió a los suyos, contoneándose y pisando a lo triunfador.
Y sus amigos, al verle, le decían llenos de envidia:
—Perico, ¡hoy sí que te has puesto las botas!
ALBERTO RISCO, S. J.
Villafeliz
o El paraíso perdido
por
Francisco García Cuevas
XIV
Pero, ¿quién hace caso de los prudentes dictados del
sentido común? Ya que los doctores del liberalismo no
quieren escucharlos, ya que jugar con fuego sea muy de
su gusto en tanto en cuanto hallen favor sus medros e
intereses, dejemos rodar la bola, y prosiguiendo el historiador su narración, lleve al lector a las calles de Villafeliz, por las que ya desfilan;con gran algazara los convidados a la fiesta de la Libertad.
Hombres, mujeres y chiquillos iban unos muy regocijados, dando vivas a la libertad y mueras a los tiranos;
otros, muy serios y poseídos del papelón que en aquel
acto representaban; otros aunque era verano llevaban
capa, que era su traje obligado en las grandes solemnidades, y otros, los más, que iban remendados y harapientos, desentonaban la Marsellesa, diciendo por letra
los disparates que les había enseñado el señor Cabrito.
Era una gloria el verles, pues la variedad en la unidad
obedecía en lodos ellos al precepto estético de la belleza.
Mucho les había recomendado el tío Calzas-caldas que
marcharan con mucho orden, con mucha compostura,
porque la manifestación tenía que ser pacífica; mas los
vapores de la taberna iban también en los ánimos de los
manifestantes. El Curda y su hueste habían empinado el
codo, echándose a los cuerpos un sorbo mas de lo acostumbrado, y como se trataba de un acto de expansión liberal consentido por la Constitución, consideraban llegada la oportunidad de dar lioertad a sus pensamientos,
pues para eso son las manifestaciones. Con tales precedentes, las amonestaciones del Calzas de nada servían,
porque pretender poner orden en los grupos de aquella
gentecillH era tanto como querer poner puertas al campo.
Si de sus jaulas se hubiese dado suelta a unos cuantos
centenares de locos, el cuadro que intento bosquejar no
habría ofrecido un espectáculo más pintoresco y divertido.
En tal disposición, sin plan ni concierto, llegaron los
congregados hasta colocarse frente a la Casa Consistorial, y ya alií, comenzaron a pedir a grandes voces que
saliera el alcalde al corredor del edificio, que en las grandes solemnidades servía de palco presidencial a las autoridades de la villa.
¿Qué tenían que decirle?
Ni ellos lo sabían. Solo el tío Calzas llevaba en las
mientes una torpe y vulgarísima catilinaria, con la que
pensaba intimar al tío Cerrojo a que soltara la vara presidencial porque su política había fracasado y ya no podía seguir usufrutando el poder.
No pensaba lo mismo el señor Pedro; antes al contrario, tenía formado un alto concepto de la inviolabilidad
de su persona, y había tomado sus disposiciones para
imponerse y demostrar al pueblo que él era hombre de
enjundia y el Narváez de la situación.
Así que sin hacerse de rogar salió majestuosamente al
corredor, acompañado de los concejales y de sus deudos
y parientes, y seguido de tres o cuatro gañanes que, armados con escopetas, eran la fuerza de Orden público
de que podía valerse.
Visto este aparato por los manifestantes, una espantosa silba fue el saludo con que el pueblo soberano acogió
la presencia de los representantes de la ley y de los mantenedores del orden y de la justicia.
—¿Qué es lo que queréis?—gritó con voz de trueno
el tío Cerrojo.
—¡Fuera las escopetas!—decían unos.
—¡Que salga la Igualdá!—clamaban otros.
—¡Ocho horas! ¡Necesitamos esirución!—vociferaban
unos albafiiles y jornaleros.
—¡Liberta! ¡Liberta!—repetían otros.
¡Todavía pedían libertad aquellos bárbaros! Y como
todos gritaban a un tiempo, en medio del barullo y de la
confusión no había medio de entenderse.
Pero sít sí le hubo, pues de un grupo de zagalones que
capitaneaba el Curda partieron algunas piedras, manifestaciones verdaderas del pensamiento libre de los manifestantes, y como una de aquellas almendras zumbara
de cerca en los oídos del alcalde, éste, que no pensó
nunca que a tanto se atrevieran sus pacíficos administrados, montando en cólera dio la voz de fuego a los escopeteros, y ellos, obedientes, dispararon al aire sus armas
para espantar a los irrespetuosos amotinados.
Lo que entonces sucedió no puede ser descrito. Unos
huyeron asustados, atropellándose y rodando por el susto; otros cerraban las puertas y ventanas, y otros, más
denodados, alzaban los puños enfurecidos y gritaban:
¡Muera el alcalde! ¡Abajo los asesinos del pueblo! Y era
ya un diluvio de peladillas del arroyo el que enviaban los
manifestantes a las autoridades que, más que de prisa,
tuvieron que retirarse del corredor en vergonzosa fuga.
Una vez rotas las hostilidades, la avalancha popular
volvió a rehacerse sin hacer caso al Calzas-caídas, que
como aspiraba a ser hombre de gobierno, y al mismo
tiempo asaltado por remordimientos de conciencia, les
voceaba diciendo:
—¡Orden! ¡Orden! Mirad que la Constitución dice que
¡las manifestaciones tienen que ser pacíficas.
El Morrongo, el Curda y algunos de sus camaradas,
movidos por distintos intereses y aprovechando la ocasión de pescar algo en el río revuelto, rompieron la puerta de la Casa Consistorial bajo el pretexto de buscar al
alcalde, para molerle a palos con el propio símbolo de su
autoridad; pero el tío Cerrojo, viéndose perdido, se bajó
de su pedestal y huyó, arrojándose por una ventana y
viniendo a caer en la alberca del tío Cerote, donde le dejaremos en remojo para volver a la plaza donde, en creciente, seguía el alboroto.
El conflicto llegaba a su período álgido, y una solución tranquilizadora no aparecía por ninguna parte.
(Continuará)
De colaboración.—Nuestra apreciable colaboradora
doña Carmen Navascués de Arias, nos ha remitido un
interesante artículo titulado "Roncesvalles., que procuraremos lo conozcan nuestros lectores.
LA
AVALANCHA
San Francisco Javier
259
con lágrimas de humildad, debió ser uno de los consuelos
del corazón de Javier en aquella madrugada del 2 al 3 de
diciembre, cuando, lejos de todo humano socorro, agonía
zaba en la isla inhospitalaria.
Firme la mano, sostenía el Misionero un cirio cuya lu>
ON fecha 22 de julio de 1552, Francisco Javier,
cecita era el símbolo de la hoguera de amor a Dios y a
de paso en Singapore, escribía estas famosas
las criaturas que había sido toda su vida. La Mamita hupalabras: «Yo voy hacíala isla de Cantón,
milde, parpadeante en la soledad de la isla ingrata, era
desprovisto de todo auxilio humano, en la
también el faro de esperanza levantado por la Iglesia de
esperanza de que algún pagano salvaje me
Cristo frente a la vastedad hermética de China. No sería
llevará a tierra firme de la China.»
estéril el sacrificio de Javier. Tierra de China era la que
Porque el fuego apostólico del gran misionero le había
recibía en sus entrañas el cuerpo macerado del Apóstol;
sugerido una empresa cuya magnitud abrumaría a cual¿pues cómo no había de dar la santa semilla espléndida
quiera otra alma: la conquista, para Cristo, del vasto Imcosecha de gracias para el imperio"? No mucho después
perio chino. Sólo entrar en él de la manera secreta que las
los hijos de la Compañía se adentraban en él, animados
adversas circunstancias acabaron por imponer al Santo,
por el recuerdo y el ejemplo del que bien podemos llamar
y con la finalidad que éste llevaba, era arriesgar la vida, o
«padre del Oriente cristiano». La evangelización de Chicuando menos exponerse a los rigores de una crudefísina, donde hoy trabajan, en noble emulación, los miembros
ma cautividad.
de
la Compañía de Jesús y los de varias otras Ordenes y
Pero estas perspectivas no arredraban a Javier. Llegó a
Congregaciones,
es una obra de proporciones abrumadola isla de Sancián, frente a Cantón, en agosto del año anras
que
nos
habla
de la grandeza del hombre que se la
tes citado, e inmediatamente emprendió laboriosas y estépropuso
como
ideal,
precisamente cuando China era más
riles gestiones para introducirse subrepticiamente en el
hostil
a
cualquier
influencia
espiritual o material extraña a
Imperio, puesto que a plena luz era ya de todo punto imsu
territorio
y
cuando
Francisco
de Javier no contaba
posible conseguirlo. Fabricóse una pobre cabana... Pasaban los días... El hambre y
con apoyos ni recursos hu«
el frío minaban la naturaleza ,
j manos de ninguna clase.
de Javier, tan trabajada ya... \
Pero tal era el aliento de
Apurada la época propicia
aquellos hombres que Ignacio
a sus transacciones, los últi: de Loyola había alistado en
mos mercaderes abandona'.
sus milicias. Mientras en Euban la isla... Pero.el Apóstol,
ropa, los primeros Padres
enfermo, consumido y sin recompañeros de Javier orgacursos, permanecía en su
nizaban su formidable oposipuesto, fija la mirada amoroción al Luteranismo y se
sa en las costas cercanas.
constituían en baluarte inexCentenares de millares de
pugnable de la Iglesia Catóhombres necesitaban de él en
lica, Javier abría en Oriente
las tierras de China: ¿cómo
a esa misma Iglesia nuevos
podía abandonarlos ahora,
caminos de apostolado, y así
cuando casi estaba junto a
en pocos años el mundo enteellos y le brotaban del alro recibió la benéfica influenma a raudales (as palabras
cia de la nueva Orden, inide salvación? No renunciaciándose, como es lógico,
ría, no,
desde aquellos mismos principios el odio de los enemigos
Verdad que las anteriores
del Catolicismo a la instituempresas de un prodigioso
ción que con tantos bríos y
apostolado le habían templatan
acertadamente les atado el alma para soportar cuacaba.
lesquiera contradicciones.
Poco más de diez años haMas esos enemigos debiebían Transcurrido desde que
ran comprender que es en
en mayo de 1542 desembarcó
vano intentar romper el cuaen Goa. Sus predicaciones
dro que forman millares de
en la ciudad, en las costas de
hombres disciplinados a quiePesquería y en Travancor,
nes inflama, entre otros ejemlo ocuparon hasta fines de
plos, el del gran Santo nava1545. Emprendió luego un herro que sacrificó honores, riroico viaje a las islas Moluquezas, la propia vida, en becas y a las del Moro, evangeneficio de los demás hombres
San Francisco Javier, Patrón de Navarra
lizando hasta el verano de
y para gloria de la Iglesia.
1547 aquellas tierras casi desNada tan difícil como desconocidas entonces, habitadas por tribus del más fiero saltruir a quien siempre está dispuesto a considerar muy poca
vajismo y donde los peligros eran tan innumerables como
cosa los sacrificios que le puedan ser impuestos.—J. DE A.
las incomodidades y privaciones. De regreso en la India,
visita las viejas cristiandades, crea otras, las somete todas
a una savia organización y proyecta un nuevo viaje. Es
En favor de LA AVALANCHA.—De nuestro consesta vez el blanco de su celo la tierra japonesa, hacia
tante suscriptor, distinguido amigo y paisano don F. A.,
donde partió en abril de 1549, para regresar, después de
hemos tenido el honor de recibir un donativo de 25 pesufrir penalidades sin cuento y de realizar una labor essetas para ayuda de los gastos de nuestra revista. Quepléndida, hacia fines de 1551. Inmediatamente se propone
damos muy agradecidos a nuestro buen amigo.
la conquista de China, e inicia el postrero de sus viajes a
De Calatayud hemos tenido la satisfacción de recibir,
principios de 1552,
por giro postal, también 25 pías, en memoria de nuestra
antigua suscriptora doña Antonia Ascunce (en religión
)ía a punto de muerte en la isla de Sancián, la humilSor Emilia de Sdii Antonio), fallecida recientemente, y
dad del Santo le impediría ver en toda su magnitud la
por cuyo eterno descanso pedimos en nuesiras oraciones.
obra de su apostolado; mas sin duda pensaría en Ignacio
de Loyola, ef padre de su afma y de la Compañía de JeFinalmente nos ha enviado 5 ptas. doña Rosa Arbona
sús... Sí, les había servido fielmente. Había trabajado por
Deán, de Tafella.
la mayor gloria de Dios. y este pensamiento, ablandado
Rogamos a Dios que estos ejemplos tengan imitadores.
LA
260
AVALANCHA
A San Francisco Javier
Yo me postro reverente Boy a tus píantas,
mi querido San Francisco
de Xavier, Apóstol santo,
padre amante de /os poBres poBreciffos,
que eran tcdos tus Bermanos,
tus amigos.
Yo te Be visto renunciar a fas riquezas, •
a fos faustos y grandezas de este sigfó,
y vestir esa sotana tan Bumilde,
convirtiéndote en un pobre poBreciffo,
escucBando aquel fa voz de un visionario,
de fenguaje tan divino;
« De qué sirven fas riquezas, fas grandezas*
si te pierdes, dufce amigo;
si se pierde tu alma Bermosa,
de qué sirven ios Bonóres de este sigfo.»
Dufce voz, dufce sentencia
que mostraBa fos caminos
.,
que debías de seguir en adefante,
mi querido San francisco.
Hoy mis ojos por ef ífanto están Bañados
a f leer, a f meditar en ios martirios,
fos ayunos, disciplinas, penitencias
que sufriste por amor de Jesucristo,
por fíevar ía fuz def cielo a ignotas tierras
e ilustrar las almas puras de fos niños
con fa fuz def Evangelio,
con la ciencia def divino Catecismo,
socorriendo sus miserias espantosas
con dulzuras y cariños.
Yo te Be visto con mis ojos de poeta
recorriendo fos caminos
de fos áridos desiertos,
mendigando como Bumifde poBreciffo,
descansando en fos estaBfos,
repartiendo tu cafzado y tu vestido
a fos poBres miseraBles
que sin pan y sin aBrigo
se acercaban a tu fado,
y en tus redes ¡ay/ prendidos
te adoraBan como a un padre, como a un santo,
jpoBreciliof
Yo te Be visto mucBas nocBes,
mi querido San francisco,
azotando sin piedad fas Bfancas carnes
de tu cuerpo doforido,
padeciendo por fos poBres pecadores
que querías atraer af Buen camino.
Y al mirar fas discip finas en tus manos,
af oír ef redoBfar de tus gemidos,
afsaBer tus penitencias espantaófes.
Be gritado conmovido;
Si es un Santo, ¡ay! qué santo más Bumano,
si es un foco, /ay/ qué focó más divino. •
Tus focuras eran santas, eran Buenas,
mi querido San Francisco,
fas focuras de un apóstóf
que sembrando va fos áridos caminos
con semifías de Bondades,
de virtudes, de cariños,
enjugando fos dofores
de los poBres desvafidos,
predicando ef Evangefio,
enseñando ef Catecismo,
perdonando fos pecados
como ef mismo Jesucristo,
con amores cefestiafes,
injinitos...
'
Hijo ifustre de Navarra,
Boy tu pueBlo te recuerda conmovido,
y a tus pfantas ffora y reza,
impforando tus demencias y tu auxifio,
porque sabe que eres grande Boy en ef ciefo,
porque fuiste pequeñico
cuando iBas mendigando por fa tierra
como un poBre poBreciffo.
Óyenos Boy desde ef ciefo,
mi querido San 'Francisco;
oye ef eco de esas madres do fondas.
que te piden por fos Bijos
que en fa guerra están fucBando,
con suBfime patriotismo,
por su Dios y por su Igfesia,
contra impíos enemigos
que quisieran arrojar de nuestra España
a f divino Jesucristo.
/Qué sería tu Navarra
si triunjase el C omunis/no,
qué sería de fas afmas
de tus Bíjosl
Y tus Bijos somos todos
fos que, af verte en ese aftar engrandecido,
recordando tus poBrezas,
penitencias y martirios,
excfamamos reverentes,
conmovidos:
Si era un Santo, /ay/ qué Santo más Bumano.
Si era un foco, /ay/ qué foco más divino.
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LA
EL A R T E
261
A V A L A N C H A
CRISTIANO
Estilos plateresco, barroco, neoclásico
(Conclusión)
El desmenuzamiento más extremo de la decoración
condujo al churriguerismo, cuyas producciones, lejos de
juzgarse con el severo criterio de siglos pasados, son muchas hoy muy admiradas. Este estilo fue dominante en
España en la mitad del siglo XVII, hasta cien años después, en contraposición manifiesta con el severo estilo herreriano. Don José de Churriguerra parece haber sido más
bien un genio pacífico y ecuánime, que no un impulsivo
genial, como Berniní, que se dejaba llevar por su arte. Su
primera obra es la puerta de la Catedral nueva de Salamanca, y lo que le hizo famoso fue el proyecto de catafalco mortuorio para la reina María Luisa de Borbón. Como discípulos suyos se considera a sus dos hijos y un
tal Quiñones, los cuales no se salieron de una prudente
aplicación de los principios del barroco. Destacan como
churriguerescos: Tomé, autor de la Universidad de Valladolid; Rovira, Pedro Rivera, autor del Hospicio Provincial de Madrid; Jaime Bort, autor de la fachada de la Ca=
tedral de Murcia, y otros muchos. En los edificios por
ellos proyectados se ven por todas partes líneas curvas,
frontones arenados, entablamentos ondulantes, columnas
salomónicas y cartelas y volutas en espiral; en otros se
prodigan las colgaduras e imitación de florestas en la piedra. El arte español se desarrolló también en las colonias
de América. De estilo barroco existen obras admirables
en Santo Domingo, Cuba, Méjico y California, pues los
frailes españoles representaban en aquella época la cultura superior en estos países.
Todas Us industrias artísticas de la España plateresca
continuaron trabajando y evolucionando durante los siglos XVII y XVIII. Así la orfebrería de los Arfe y Becerril instaló nuevos centros de producción; el arte de herrería continuó produciendo obras interesantes en verjas de
hierro, utensilios y muebles; ios cueros repujados de Córdoba continuaron usándose para tapizar sillas y paredes, cambiando los dibujos primitivos del plateresco por
los ramajes y volutas del barroco, y lo mismo sucedió con
las telas y brocados; la cerámica española agregó a las
fábricas de Talavera y Puente del Arzobispo, fundadas
en el período anterior, la del Conde de Aranda en Alcora y la Real del Retiro, de Madrid, debida a la iniciativa
de Carlos III.
El barroco español viose inierrumpido por los arquitec-
tos que Felipe V trajo del extranjero. La obra más importante de esta época «s el Palacio Real de Madrid, proyectado y dirigido por dos italianos. Felipe V encargó al
abate Jubara, discípulo de Bernini, que proyectara la obra;
muerto Jubara, designó a Juan Bautista Sachen como su
sucesor, el cual, ayudado por el arquitecto español don
Ventura Rodríguez, que ya había colaborado con Jubara,
llevaron por buenas vías la construcción del gran palacio.
Las obras empezaron en 1737 y tardó unos treinta años
en ser habitable el edificio.
A mediados del siglo XVIII, una reacción neoclásica
de tipo filohelénico, se inicia por todas partes. Atríbúyense
a ella las excavaciones en Pompeya y Herculano y las
nuevas exploraciones en Grecia. Medallones, vasos, guirnaldas y alegorías se trazan con las menos curvas posibles; hasta las volutas se dibujan rectilíneas, como los
meandros. Las fachadas y los muros se dividen en recuadros, los que no se adornan con el enjambre de roca*
lias del período anterior. Las grecas y palmetas son las
decoraciones preferidas, con lazos y emblemas. En España empezó la moda neoclásica en tiempos de Carlos III,
con construcciones que nada tienen del barroco. Después
se edificó en Madrid la iglesia de San Francisco el Grande, obra de fray Francisco Cabezas, la cual, tanto en el
plan como en los detalles decorativos, se propone imitar
un edificio antiguo de planta concentrada. Este estilo se
propagó en provincias en la construcción de varias iglesias, entre ellas la de San Felipe Neri, de Málaga.
Durante los treinta primeros anos del siglo XIX duró
la reacción clásica, pero luego se hicieron sentir los efectos de un romanticismo artístico, consecuencia del romanticismo literario que entonces dominaba. En este siglo XIX se trató de la rehabilitación del gótico, como lo
prueba la edificación del palacio de Westminster, empezada en 1837, en la que sír Charles de Barny hizo uno de
los monumentcs del gótico moderno más notables de
Europa. Las edificaciones en las poblaciones norteamericanas tratan de imitar eit el siglo XIX las construcciones
griegas. El Capitolio de Washington es un conjunto de
columnatas y muros lisos coronado por la cúpula, imita*
ción de la de San Pedro de Roma. Fue construido por
Tomás Walrer, de 1804 a 1851. El nuevo tipo en las grandes ciudades congestionadas por falta de espacio, es el
rascacielos, que con superposición de pisos no está desprovisto de grandeza. Toda la edificación de la actualidad
¡leva impreso el sello de la necesidad y el empleo cada vez
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