los presidentes de chile y la demanda marítima boliviana

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Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
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Presentación
Cástulo Martínez, escritor nacido en Curicó - Chile, nos presenta en esta ocasión
su obra inédita Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana.
Martínez, investiga hace muchos años la historia de las relaciones entre Bolivia y
Chile. Es autor del libro El Mar de Bolivia, en cuyas páginas demuestra que Bolivia
nació a la vida republicana con un litoral en el Pacífico. También escribió el libro Chile
depredador causando siempre polémica con otros historiadores de su país. Además ha
escrito: Las aguas del Silala. Crónica de un despojo, obra que reivindica los derechos
propietarios sobre los manantiales del Quetena a favor de Bolivia.
El distinguido escritor e investigador que Hora 25 se honra en publicar afirma:
“No es necesario seguir acumulando evidencias, de toda índole, para llegar a la única
gran conclusión: !Chile le debe un puerto a Bolivia!”.
En esta obra, Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana, se
demuestra con enorme claridad pedagógica, la posición casi invariable de los mandatarios chilenos respecto a nuestra demanda de acceso soberano al Pacífico, con excepciones notables como la de Salvador Allende que en 1973 buscó restañar esta herida
que contradice el espíritu integracionista de América Latina.
En definitiva, un documento inédito que ayuda a comprender mejor la posición
chilena respecto a la usurpación marítima a Bolivia.
Consejo Editorial Hora 25
Agradecimiento infinito a Cástulo Martínez por la autorización de la publicación de esta obra
inédita en Hora 25.
Obra: “Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana”.
Autor: Cástulo Martínez
La Paz, abril de 2011.
Los presidentes de Chile
y la demanda marítima
boliviana
Cástulo Martínez
Cástulo Martínez
Introducción
Revisando la historia de Chile, para averiguar qué es lo que los mandatarios chilenos
pensaban respecto a la demanda marítima boliviana, uno puede encontrarse con más de una
sorpresa. Por ejemplo, entre aquellos que estaban de acuerdo en que se cediera a Bolivia una
salida soberana al mar, sólo había conservadores, un radical y un socialista.
El resultado de mi investigación documental muestra qué mandatarios apoyaron la idea
de llegar a un acuerdo con Bolivia para que tuviera acceso soberano al Océano Pacífico, y
cuáles se opusieron a esta idea. Hubo otros que no demostraron interés en el tema, por diversas
razones. Entremos en materia.
Castulo Martínez
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Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
Pedro de Valdivia
(1541-1553) Según los antiguos cronistas Pedro Mariño de Lobera, Alonso de Góngora Marmolejo, y Jerónimo
de Vivar, este conquistador español y primer mandatario de
Chile, nació en la villa de Castuera, comarca de La Serena,
provincia de Extremadura, en España, alrededor de 1502;
hijo del hidalgo portugués don Pedro Oncas de Melo y de la
dama doña Isabel Gutiérrez de Valdivia, natural de la villa
de Campanario en Extremadura. Gobernó Chile desde el 11
de junio de 1541, fecha en que un cabildo abierto de Santiago lo nombró Gobernador de Chile, hasta el 26 de diciembre de 1553, al ser derrotado
y ajusticiado por los mapuches en la batalla de Tucapel.
Valdivia tenía muy buenas razones para estar agradecido de la Audiencia de Charcas. Él vivía en la antigua Bolivia, donde disfrutaba de un alto estándar de vida debido,
en gran medida, a la mina que poseía en Porco. Por eso, cuando se presentó ante su
jefe don Francisco Pizarro para pedirle autorización para emprender la conquista de
Chile, éste le dijo que “se espantaba cómo quería dejar lo que tenía, que era tan bien
de comer como él y aquella mina, por emprender cosa de tanto trabajo”. Este bienestar que disfrutaba Valdivia en la antigua Bolivia es corroborado por uno de nuestros
grandes historiadores:
“Sin embargo, Pedro de Valdivia sentíase estrecho, ahogado y casi infeliz
en aquella ociosa opulencia; por manera que cuando su Jefe y Señor Francisco
Pizarro fue, a fines de 1539, a visitar las provincias del Callao o el Alto Perú,
salióle Valdivia al encuentro a orillas del lago Titicaca, y poco más adelante, en
el primer alojamiento estable, que fue en la hondonada donde hoy existe La Paz,
dióle aquel el título que le pedía de descubridor de la comarca que entonces corría con mayor prestigio entre los conquistadores” (Benjamín Vicuña Mackenna,
“Vida de Pedro de Valdivia”, 1866).
Obviamente las simpatías del primer gobernante de Chile estaban con la Audiencia
de Charcas, de la cual nacería después Bolivia con un extenso litoral propio. En aquel
tiempo aún a nadie se le había ocurrido la idea de que Bolivia, o su antecesora, habían
nacido sin acceso soberano al mar.
Por otra parte, fue Pedro de Valdivia quien estableció el primer límite del antiguo Chile, corroborado posteriormente por el Rey. Efectivamente, en carta escrita en
Concepción el 15 de octubre de 1550 al emperador Carlos V, él dijo: “Tomando mi
despacho del Marqués [Francisco Pizarro], partí del Cuzco por el mes de enero de 1540,
caminé hasta el valle de Copiapó, que es el principio de esta tierra, pasando el gran
despoblado de Atacama, y 10 leguas más adelante, hasta el valle que se dice de Chile,
donde llegó Almagro, y se dio vuelta, por la cual quedó tan mal infamada esta tierra, y
a esta causa, y porque se olvidase este apellido, nombré a la que él había descubierto,
y a la que yo podía descubrir hasta el estrecho de Magallanes, la Nueva Extremadura”.
Refiriéndose a la cultura de Valdivia, el historiador Alonso de Góngora Marmolejo, en
su obra “Historia de Chile desde su descubrimiento hasta el año 1575”, comentó que el conquistador de Chile era un “hombre de buen entendimiento, aunque de palabras no bien limadas”.
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Cástulo Martínez
Muchos años después, un eminente investigador chileno de la historia salió en defensa de Valdivia, diciendo: “Aunque Góngora Marmolejo diga que su caudillo era de
palabras no bien limadas, las cinco cartas, o mejor, relaciones que se conservan de él,
dirigidas unas a Carlos V, y otras al príncipe que después fue Felipe II, manifiestan que
sabía manejar la pluma tan bien como la espada” (Miguel Luis Amunátegui Aldunate,
Descubrimiento y conquista de Chile, p. 172).
No obstante, después de escribir el libro recién mencionado, en el que hace una
defensa de Valdivia, el señor Amunátegui Aldunate fue comisionado por el Gobierno
de Chile para escribir una obra que aportara un respaldo histórico a las pretensiones
chilenas de que su límite por el norte llegaba hasta el río Loa. Entonces se vio obligado
a refutar el dato histórico aportado por Pedro de Valdivia en el que éste establecía el
límite norte en el paralelo 27. En esta ocasión, en una inexplicable voltereta política,
el señor Amunátegui afirmó: “Los patrocinantes de Bolivia quieren probar con estas
palabras del conquistador de Chile que el desierto no estaba comprendido entonces
en el territorio de este último país por aquello que dice de que ‘el valle de Copiapó es
el principio de esta tierra, pasado el gran despoblado de Atacama’. No me será difícil
manifestarles que tal interpretación es errónea. Pedro de Valdivia, al expresarse así en
el lenguaje incorrecto y desaliñado de un militar aventurero del siglo XVI [...]. Cuando se basan en raciocinios sobre documentos antiguos, escritos con estilo incorrecto e
inexacto, debe atenderse a lo que se ha querido decir, mas bien que a lo que muchas
veces se ha dicho literalmente [...]. Esta regla debe aplicarse sobre todo a los escritos de
los individuos que, como Pedro de Valdivia, han sido más diestros en el manejo de la
espada o de la lanza, que en el de la pluma” (La cuestión de límites entre Chile y Bolivia,
pp. 22-26).
Después de la muerte de Pedro de Valdivia, ocurrida el 26 de diciembre de 1553,
al ser apresado y ajusticiado por fuerzas mapuches, muchos de los gobernantes subsiguientes, hasta 1817, que marca el término de la Reconquista Española, no tuvieron
tiempo para hacer política exterior. Ocuparon su mandato en rencillas internas, en sus
esfuerzos por someter a su control a los habitantes originarios, y en tratar de obtener
fama y fortuna; aunque algunos se contentaban tan sólo con la fortuna. Por consiguiente, su relación con la Audiencia de Charcas o, después, con la República de Bolivia, fue
inexistente, y, para el propósito de este estudio, podemos circunvalarlos sin más trámite.
Don Bernardo O’Higgins
Riquelme
(1778 - 1842). Gobernó Chile desde el 16 de febrero
de 1817 hasta el 28 de enero de 1823. Amigo personal del
Mariscal Andrés Santa Cruz, sus simpatías estuvieron con
la Confederación Perú-Boliviana. Escribió al presidente
Joaquín Prieto, al general Manuel Bulnes, y a otros para
protestar por la intención portaliana de destruir a la Confederación. Al igual que su padre, estaba consciente de que el
despoblado de Atacama estaba fuera del territorio chileno.
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Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
En una carta, fechada el 20 de agosto de 1831 en Lima, escrita durante su exilio,
y dirigida al capitán Coghlan de la Marina Real Inglesa, dijo: “Chile viejo y nuevo se
extiende en el Pacífico desde la bahía de Mejillones hasta Nueva Shetland del Sur en
latitud 65º sur”.
Abdicó a su alto cargo en Chile en enero de 1823, y Bolivia nació como República
independiente dos años después, el 6 de agosto de 1825. Hasta esa fecha, aun no surgía
la teoría de que Bolivia, o su antecesora, la Audiencia de Charcas, carecían de litoral
propio. Pero, si ese hubiese sido el caso, no puede haber ninguna duda de que O’Higgins
habría alzado la voz para luchar contra tamaña injusticia.
Don Manuel Bulnes Prieto
(1799-1866). Fue Presidente de Chile en dos períodos:
Desde el 18 de septiembre de 1841 hasta el 18 de septiembre de 1846, y desde esa fecha hasta el 18 de septiembre de
1851. Fue durante su primer período presidencial cuando
dictó una ley —exactamente el 31 de octubre de 1842—
por la cual declaraba propiedad del Estado a todos los depósitos de guano que existían en las costas del desierto de
Atacama. A esta ley le siguió otra que creaba la provincia
de Atacama. Era la primera vez que esta zona desértica, con
su litoral, pasaba a formar parte del territorio chileno.
Esta ley fue la raíz de todas las desavenencias con Bolivia, y es la causa de la injusta
situación de mediterraneidad en la que quedó desde esa fecha hasta el presente. Las autoridades bolivianas protestaron por lo que consideraban una usurpación de parte de su
territorio, pero hasta el día de hoy esta situación permanece como un baldón heredado
por las actuales generaciones de chilenos.
Don Manuel Montt Torres
(1809-1880). Antes de asumir la Presidencia de la República, fue Ministro de Relaciones Exteriores durante la
administración del presidente Manuel Bulnes Prieto. Desde su trinchera en ese Ministerio, presentó una Memoria
Anual de su gestión al Congreso Nacional en 1845. En ella
rechazaba las reclamaciones del Gobierno de Bolivia contra
la ley del 31 de octubre de 1842 que expidió el Congreso
Nacional de Chile, por la cual declaraba de propiedad chilena el territorio ubicado en el norte hasta el grado 23º 6’
de latitud sur, y no le reconocía al Gobierno de Bolivia ningún derecho legal o histórico
a dicho territorio. Para respaldar dicha ley del presidente Bulnes, el señor Montt tuvo
que inventar la teoría de que Bolivia nunca tuvo mar propio. El Ministro Montt elabora
los rudimentos de esta tesis en su Memoria que el 24 de septiembre de 1845 presentó al
Congreso. Posteriormente, en agosto de 1863, don Miguel Luis Amunátegui organizó
esta tesis como doctrina en su libro “La Cuestión de Límites Entre Chile y Bolivia”. Pero
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Cástulo Martínez
este argumento era insostenible y reñido con los hechos históricos relativos al tema.
A continuación transcribo la parte que el ministro Montt dedica para descalificar
las reclamaciones de Bolivia, cuya tesis formó la base de la posición que los diversos
gobiernos chilenos han mantenido hasta el presente:
“El señor Ministro de Bolivia [don Casimiro Olañeta] reclamó, a principios
del año de 1843, contra la ley que en Congreso Nacional de Chile pareció incluir
en el territorio chileno todo el litoral del desierto de Atacama con las islas e islotes
adyacentes; pretendiendo que por esta disposición se traspasaban los linderos a
que desde el principio había estado circunscrito Chile, que por el lado del Norte
eran, según exponía, los 26º de latitud Sur, con corta diferencia, dejando fuera la
bahía de Nuestra Señora, perteneciente al territorio boliviano.
“Siéntase en primer lugar que para discutir esta cuestión debe presuponerse
un principio admitido por todos los estados americanos en materia de límites, que
es el de reconocer las antiguas demarcaciones de los virreinatos fundados por
la metrópoli. Y se invoca además el ‘uti possidetis’; regla ciertamente natural y
equitativa, cuando callan los títulos auténticos, o hace sus veces una posesión no
interrumpida ni disputada.
“Los datos con que se ha querido demostrar que el desierto de Atacama está
incluido dentro de las fronteras de Bolivia consisten en varias autoridades de
geógrafos que fijan como límite septentrional de Chile el grado 26 de latitud Sur,
y el río Salado, que desagua entre Copiapó y Atacama. Uno de ellos afirma que
Chile linda al Norte con la Audiencia de Charcas, extendiéndose desde Copiapó
situado hacia los 27º hasta la isla de Chiloé; testimonio que privaría a Chile de
una parte considerable de la antigua subdelegación de Copiapó, hoy intendencia
de Atacama; y que por su divergencia de los otros manifiesta cuan poco debe
fiarse en las demarcaciones de los geógrafos. Otro (Alcedo, autor del ‘Diccionario Geográfico de América’) dice que ‘Atacama, provincia y corregimiento del
Perú, confina por el Sur, en que hay un despoblado hasta Copiapó, con el reino
de Chile’; y que ‘Chile se extiende de Norte a Sur, comprendiendo las tierras
Magallánicas hasta el Estrecho, desde las llanuras o desiertos de Copiapó, que es
la parte más septentrional’; autoridad que ciertamente no favorece al que la produce, pues se ciñe a colocar un desierto entre la Atacama del Perú y el Copiapó
de Chile, sin determinar a cuál de los dos pertenezca, o cómo deba dividirse entre
ellos; y dando mas bien a entender que corresponde a Copiapó y forma la parte
más septentrional del territorio chileno. Así los escritores que dan por límite el
desierto nada deciden sobre la cuestión presente. Nuestra Constitución de 1833
había hecho lo mismo; y no por eso se ha entendido que el lindero septentrional
de Chile coincidiese con el borde austral del desierto.
“Las demarcaciones de los Estados, según aparecen en los tratados de geografía, o en los mapas generales de autores privados, no merecen gran fe cuando
se trata de países en que para nada importaba una circunscripción rigurosa. ¿A
qué propósito judicial o administrativo interesaba trazar una raya de separación
que diese a cada uno de los colindantes un número definido de leguas cuadradas
de una vasta soledad apenas hollada por uno u otro aventurero temerario? Pudo
pues suceder, o que la autoridad suprema no hubiese fijado una línea matemática
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Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
entre dos provincias separadas por arenales inhabitables, contentándose con la
ancha valla interpuesta por la naturaleza; o que (como ha sucedido en el caso
presente) existiendo una línea precisa, no hubiese sido investigada por escritores
que acaso ni aun sospechaban su existencia, a vista de un límite natural tan obvio
y tan suficiente para todo objeto práctico. No hay para qué fijarnos en la magnitud de graves errores de que están plagadas aun las obras geográficas más acreditadas en lo concerniente a las antiguas colonias españolas. Cuando en general
fuesen más dignos de confianza los testimonios privados, su autoridad no podría
nunca ponerse en la balanza con la del Soberano que establece, o reconoce como
establecida, una circunscripción particular en un país sometido a su imperio. Las
demarcaciones antiguas de los virreinatos que deben servirnos de regla, han de
comprobarse en cuanto es posible por manifestaciones auténticas de la voluntad
soberana; y sólo cuando estas callan, y cuando una larga y pacífica posesión no
las corrige o suple, es permitido apelar a la dudosa luz de las descripciones suministradas por los escritores particulares.
“Tampoco es fuerte el argumento que se funda en la identidad del nombre
de Atacama, dado vulgarmente al desierto, con el de una provincia peruana.
Por paridad de razón pudiera argüirse que los montes Pirineos pertenecen a la
Francia en toda su extensión, porque hay en ésta tres departamentos de Altos
y Bajos Pirineos y de Pirineos Orientales. A que se agrega que aun entre los
autores citados por el señor Ministro de Bolivia no ha faltado uno que designase
la porción de tierra disputada, con el título de Llanuras y Desiertos de Copiapó.
“Si en esta materia, como dejo dicho, la autoridad soberana es la primera
de todas, porque se trata de un hecho enteramente sujeto a su arbitrio, es fácil
colegir el concepto que debe hacerse de la larga lista de textos y mapas que dan
por límite septentrional de Chile el río Salado, y por consiguiente colocan la bahía
de Nuestra Señora, llamada comúnmente el Paposo, en el antiguo territorio peruano, hoy perteneciente a Bolivia. Si se prueba con documentos auténticos que
esta demarcación es errónea, y que el Paposo ha pertenecido siempre a Chile, se
sigue por una consecuencia rigurosa que es falso el límite que los autores citados
han querido situar en aquel río; falso por tanto, que la costa de Chile no se halla
extendido más allá del grado 26 de latitud, que se supone coincidir con el desembocadero del Salado; y finalmente, inadmisible el testimonio de escritores, que por
estos datos se echa de ver conocieron muy imperfectamente la materia.
“Existe en archivo del Gobierno una real orden original de 26 de junio de
1803, suscrita por el ministro español Soler, y dirigida al presidente de la Audiencia de Chile. En ella se inserta una comunicación del ministro don José Antonio Caballero, que principia por estas palabras: ‘En despacho de este día ha
nombrado el rey a consulta del Consejo de Indias al misionero apostólico don
Rafael Andreu y Guerrero, obispo auxiliar de las diócesis de Charcas, Santiago
de Chile, Arequipa y Córdova de Tucumán, con residencia ordinaria en los
puertos y caletas de San Nicolás y Nuestra Señora del Paposo en el mar del
Sur, perteneciente a la segunda’. Es decir, que estos puertos y caletas eran de la
diócesis de Santiago de Chile.
“Existe asimismo otra real orden original del 1º de octubre de aquel año,
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Cástulo Martínez
suscrita por don José Antonio Caballero, y dirigida como la anterior al presidente
de Chile, en que se manda agregar al territorio del Perú el puerto de Nuestra
Señora del Paposo con sus costas y territorio. Esto demuestra que por lo menos
hasta el año de 1803 consideró el Gobierno español aquel puerto como perteneciente a la presidencia de Chile, y suministra una prueba más de la inexactitud
con que hablaron los escritores citados por el señor Olañeta. Recibióse esta real
orden en Santiago el año de 1804; y si se hubiese puesto en cumplimiento, fuera
un título regular a favor de Bolivia; pero no aparece que llegase ese caso, porque
habiendo sobrevenido poco tiempo después nuestra revolución, permanecieron las
cosas en el antiguo estado. Notorio es que hasta el día se halla Chile en posesión
de nombrar un subdelegado para el ejercicio de la autoridad civil en el Paposo; y
que los únicos auxilios espirituales que han recibido sus habitantes, les han sido
proporcionados por la Iglesia y Gobierno de Chile. No puede pues concebirse una
más obvia y legítima aplicación del ‘uti possidetis’, invocado por el ministro mismo
de Bolivia. Además, el dar territorio del Paposo al Perú no era darle más que una
parte pequeña del desierto de Atacama; quedando siempre en la dependencia de
Chile todo lo que, fuera el aquel territorio, le hubiese antes pertenecido sobre la
costa o en el interior del desierto. De todo lo cual resulta, a mi juicio, que son
debilísimas e inadmisibles las razones alegadas por Bolivia para atribuirse no sólo
en el distrito del Paposo sino toda la extensión del desierto.
“He tenido a la vista una ‘Guía de Forasteros de Lima’, cuya fecha precisa
no puedo decir, porque le faltan algunas páginas, entre ellas la primera de todas.
La obra principia por un plano del virreinato del Perú, arreglado a algunas observaciones astronómicas y varios planos particulares de las intendencias y partidos
que comprende, hecho de orden del Excmo. Sr. Virrey Fr. Don Francisco Gil y
Lemus, año de 1792. En él están señalados los límites del virreinato del Perú por
el Sur, y termina en el río Loa, entre los 21 y 22 grados de latitud. Sigue a esto una
breve idea del Perú, donde se encuentra este pasaje: ‘Por estas divisiones (las que
se hicieron para formar los virreinatos de Santa Fe y de Buenos Aires) se halla hoy
reducido el Perú a una extensión de 365 leguas N. S. Desde los 3º 35’ hasta los
21º 48’ de la latitud meridional”. Y pocas líneas adelante: ‘La ensenada de Tumbez lo separa por el Norte del nuevo reino de Granada, y el río de Loa por el Sur
del desierto de Atacama y reino de Chile’. Sabido es que la ‘Guía de Forasteros de
Lima’ era un documento oficial, que se publicaba bajo los auspicios de los virreyes;
y no creo que nadie ponga en paralelo los mapas y textos alegados por el señor
ministro boliviano con un plano hecho en el mismo Perú, y revestido de la sanción
de la más alta autoridad peruana. No se puede suponer en el virrey el menor deseo
de restringir la extensión del país sobre que su poder y jurisdicción se extendían, ni
atribuirle ignorancia en materia de su más indispensable conocimiento.
“También he tenido a la vista una ‘Carta esférica [copio verbalmente su
título] de las costas del reino de Chile comprendidas entre los paralelos de los 38 y
22 de latitud Sur; levantada de orden del rey en el año de 1790 por varios oficiales
de su real armada; presentada a S. M. Por mano del Excmo. señor. don Juan de
Lángara, Secretario de Estado y del despacho universal de marina; año de 1799’.
En esta carta, que debemos mirar como la expresión auténtica de un Ministro de
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Estado español, se designan pues como costas de Chile todas las comprendidas entre los paralelos 38 y 22, y no fijándose su terminación ni por el sur ni por el norte,
es evidente que pueden extenderse todavía hacia el norte más allá del paralelo 22,
como se extienden hacia el sur más allá del paralelo 38; lo que está enteramente de
acuerdo con el plano del virrey que pone el límite austral del Perú a los 21º 48’ de
latitud meridional. No sólo pues (según aparece de documentos auténticos) pertenece a Chile la bahía de Nuestra Señora, sino la bahía de Mejillones y Cobija, y
en una palabra, toda la costa hasta la desembocadura del río Loa.
“Resulta de esta exposición: (1) Que todos los títulos alegados por Bolivia
se reducen a descripciones de autores que no manifiestan el debido conocimiento
de la materia; (2) Que los derechos de Chile a todo el desierto de Atacama están
comprobados por documentos públicos, emanados del soberanos, y el uno de ellos
emitido por el primer representante de la corona en el virreinato del Perú, de que
se supone haber sido parte el territorio disputado; y (3) Que por lo tocante al
distrito del Paposo, el único título aparente que pudo haber alegado y de que no
parece haber tenido conocimiento el Gobierno de Bolivia, es una real orden, que
no habiéndose puesto en ejecución, no hace fuerza alguna contra Chile, tranquilo poseedor del Paposo antes y después de la revolución. A las demarcaciones
inexactas de escritores privados oponemos documentos públicos; y a la real orden
de octubre de 1803, que sólo concierne al Paposo, el mismo ‘uti possidetis’, a que
se acoge el señor ministro de Bolivia” (Memoria que el Ministro de Estado en el
Departamento de Relaciones Exteriores presenta al Congreso Nacional. Año de
1845, Memoria de Relaciones Exteriores 1834 - 1861, Biblioteca del Congreso).
Tanto la tesis del ministro Montt como el libro del Sr. Amunátegui, que también
fue Ministro de Relaciones Exteriores en los períodos 1868 y 1887, utilizan estas fuentes
que ellos imaginan que favorecen sus respectivos planteamientos, y después de torcerle
la nariz al espíritu de dichas fuentes, las enarbolan como un argumento definitivo en
pro de su posición. Pero tanta energía y despliegue de inteligencia y erudición de ambos
creadores de la idea de que Bolivia nació mediterránea, se evaporó como humo cuando
posteriores autoridades chilenas no tuvieron más remedio que reconocer que Bolivia
poseía un litoral soberano, como mínimo, desde la Bahía de Mejillones hasta el río Loa.
Los argumentos del ministro Montt, así como las fuentes que él usa y a las cuales él
les atribuye tanta autoridad, se analizan sobriamente en otro de mis libros.
Don Manuel Montt fue Presidente de Chile desde el 25 de junio de 1851, al término del período presidencial de don Manuel Bulnes, hasta el 18 de septiembre de 1861.
Su elección no estuvo exenta de controversias. Un diccionario histórico tiene esto que
decir sobre el tema:
“Nada pudieron hacer sus opositores para contener y detener esa candidatura que temían, dado el carácter autoritario y poco flexible del candidato.
Hubo hasta intentos de subversión” (Mario Céspedes – Lelia Garreaud, “Gran
Diccionario de la Historia de Chile. Biográfico-Temático”, Alfa Editores S. A.:
Santiago de Chile, 2003-2004).
Siendo él quien, mientras era Ministro del Exterior durante el gobierno del general
Bulnes, creó la idea de que Bolivia nació sin litoral propio, era tan sólo natural que su
actitud hacia las reclamaciones del Gobierno boliviano fuese del todo negativa.
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Cástulo Martínez
Don Aníbal Pinto Garmendia
(1825-1884). Asumió su alto cargo el 18 de septiembre
de 1876 hasta el 18 de septiembre de 1881, en que entregó
el mando a su sucesor, don Domingo Santa María.
Bajo su administración se produjo la guerra contra
Perú y Bolivia. Prácticamente, dicha guerra absorbió toda
su atención, por lo que su presencia en los asuntos internos del país casi no se notó. “En materia de realizaciones
y de desarrollo del país, el gobierno de Aníbal Pinto tiene
escasos rubros que mostrar. Aparte de la ley de instrucción
primaria de 1879, obra de Miguel Luis Amunátegui, no es mucho lo que podría señalarse” (Castillo, Cortés, y Fuentes, Diccionario Histórico y Biográfico de Chile, p. 402).
Sin embargo, un historiador chileno ha preservado para nosotros los pensamientos
que el presidente Pinto tenía con respecto a la mediterraneidad forzada en que quedaría
Bolivia. Él hizo saber de su inquietud a don Pedro Eulogio Altamirano, en aquel entonces secretario del ejército en campaña:
“La posesión de Tarapacá será más segura para nosotros si ponemos a Bolivia entre
el Perú y Chile. Además, si nos hacemos dueños del litoral boliviano será preciso dar a
Bolivia salida al Pacífico. Este fue el móvil que nos indujo a ir a Ilo y Tacna” (Gonzalo
Bulnes, La Guerra del Pacífico, tomo 2, cap. 1, p. 15).
Don Domingo Santa
María González
(1825-1889). Liberal. Gobernó el país desde el 18 de
septiembre de 1881 hasta el 18 de septiembre de 1886.
Cuando fue Ministro de Relaciones Exteriores, tuvo activa
participación en los planes chilenos para derrocar al gobierno del presidente Hilarión Daza, eliminando así el último
bastión boliviano que impedía que se perpetrara el inicuo
despojo del litoral de Bolivia, lo que finalmente se llevó a
cabo. Sin embargo, Santa María recapacitó, y, siendo un
hombre muy inteligente y muy culto, comprendió que esa injusticia tenía que ser reparada, y que le correspondía a Chile hacerlo. Sus esfuerzos por reparar en algo el despojo
cometido, crearon lo que se ha denominado “la política boliviana”, la que ha tenido
muchos connotados seguidores hasta la fecha.
En una carta fechada el 3 de diciembre de 1879 le dice al ilustre jurisconsulto chileno, don José Victorino Lastarria:
“Dueños nosotros de todo el litoral boliviano y de todo el departamento de
Tarapacá, debemos forzosamente dar un respiradero y una puerta de calle a Bolivia, colocándola entre el Perú y Chile, puesto que de otra manera la sofocaríamos y la compeleríamos a buscar anexiones con el Perú o la República Argentina.
Es menester interesarla en su propio provecho, así como es menester también que
nuestra posesión de Tarapacá pierda su carácter militar”.
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Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
En una carta al Ministro de Guerra en Campaña, señor Rafael Sotomayor Baeza,
fechada el 1º de diciembre de 1880, y en otras subsiguientes, le dice:
“Diciembre 1º. A Sotomayor. No pierdas de vista que no podemos asegurar a
Tarapacá sin haber interesado por algún medio a Bolivia, puesto que manteniéndose
en armas dificulta nuestra situación. Nuestra expedición a Lima sería muy oportuna
y conveniente si fuéramos a dar allá el último golpe de gracia, asegurado ya todo el
sur de nuestra parte. Antes de esto último, la expedición puede darnos gloria pero
no utilidad, porque no debemos olvidar que el Perú no tratará en ningún caso ni
aceptará condiciones onerosas mientras no se vea totalmente desarmado. Y no estará
desarmado sino cuando hayamos desconcertado y batido todo su ejército del sur, y
cuando hayamos metido a Bolivia entre ellos y nosotros, puesto que sin esa circunstancia, Bolivia nos preguntará, y con Bolivia algunos más: ¿En qué situación queda
esta República despojada de todo litoral y dueño Chile de Tarapacá?
“Mal haríamos [...] creyendo que por sólo nuestra voluntad, y sin consultar
otro interés que el interés nuestro, vamos a poder alterar el mapa americano. Si
Bolivia pierde su autonomía, su territorio debe formar parte de alguna república
que no será jamás la República chilena.
“Noviembre 26. El único medio que habría de evitar este serio inconveniente, la prolongación de la lucha en Tarapacá, sería interponer a Bolivia entre Perú
y nosotros, cediendo a la primera Moquegua y Tacna. Así habría un muro que
nos defendería del Perú y nos dejaría tranquilos en Tarapacá. No olvidemos por
un instante que no podemos ahogar a Bolivia. Privada de Antofagasta y de todo
el litoral que antes poseía hasta el Loa, debemos proporcionarle por alguna parte
un puerto suyo, una puerta de calle, que le permita entrar al exterior sin zozobra,
sin pedir venia. No podemos ni debemos matar a Bolivia. Al contrario, debemos
sustentar su personalidad como el más seguro arbitrio de mantener la debilidad
del Perú” (Gonzalo Bulnes, La Guerra del Pacífico, Sociedad Imprenta y Litografía Universo: Valparaíso, 1914), tomo 2, cap. 1, pp. 37, 38.
Posteriormente, siendo ya Presidente de Chile, el señor Santa María prosiguió en
sus esfuerzos de reparación del daño hecho a Bolivia; hizo todo lo que pudo de su parte,
pero los intereses de los grupos económicos chilenos y anglochilenos no estaban dispuestos a soltar la presa. A pesar de eso, el hecho irrefragable es que este Presidente de Chile,
antes, durante, y después de su mandato procuró ceder a Bolivia una salida soberana al
Océano Pacífico por territorio ahora en posesión de Chile.
Don José Manuel
Balmaceda Fernández.
(1840-1891). Liberal. El 15 de junio de 1886 fue elegido Presidente de Chile, cargo que ocupó el 18 de septiembre de ese mismo año hasta su fatal muerte ocurrida el 19
de septiembre de 1891 mientras se hallaba asilado en la
Embajada Argentina, justo en la fecha en que terminaba su
período presidencial. Sin embargo, cuando era diputado por
Carelmapu, durante la sesión del 16 de septiembre de 1880,
declaró lo siguiente:
13
Cástulo Martínez
“Razones históricas, legendarias, geográficas e industriales hacían necesario
llevar la guerra a su último término [...]. Por nuestra parte, necesitamos a Tarapacá como fuente de riqueza y a Arica como punto avanzado de la costa. He
aquí por qué el pueblo de Chile exige Arica y Tarapacá”.
Posteriormente, siendo ya Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, bajo la Presidencia de don Domingo Santa María, el 24 de diciembre de 1881 dirigió una circular
a sus representantes diplomáticos en el extranjero en la que revelaba lo siguiente:
“El territorio salitrero de Antofagasta y el territorio salitrero de Tarapacá
fueron la causa real y directa de la guerra”.
No se conoce que como Presidente de Chile haya hecho alguna declaración referente a la demanda marítima boliviana. Pero, por su actitud durante su carrera parlamentaria anterior a su período presidencial, es obvio que no habría estado de acuerdo
en ceder a Bolivia una salida soberana al mar.
Jorge Montt Álvarez.
(1845-1922). Capitán de navío. “Presidió la Junta de
Gobierno el 31 de agosto de 1891. Una convención lo eligió
candidato a la presidencia de la República por unanimidad.
El Partido Conservador había recomendado su candidatura
y pasó a ser el eje central de su gobierno. Fue elegido a pesar
de su sincera negativa. Asumió el cargo el 26 de diciembre
de 1891 hasta 1896. Era un hombre sin ambiciones políticas, modesto y sin partido político determinado. Aceptó el
cargo cuando se convenció de que no había otra solución.
Cumplió con estrictez su misión de presidente” (Fernando Castillo I. - Lía Cortés - Jordi
Fuentes, Diccionario Histórico y Biográfico de Chile, Empresa Editora Zig-Zag, S.A.:
Santiago de Chile, 1998), pp. 320-321.
Terminó su período presidencial, en 1896; y en 1897 fue enviado en comisión a
Europa. Al año siguiente fue nombrado Director General de la Armada. Aunque no
tuvo ocasión de referirse a la demanda marítima boliviana, en la Memoria de RR. EE. de
Chile correspondiente al período 1896-1897, encontramos que su pensamiento era que
nuestro país “debía ceder a Bolivia el dominio y soberanía de los territorios de Tacna
y Arica, si por arreglo directo con el Perú o por el plebiscito prescrito en el Tratado de
Ancón, los obtuviese Chile”.
Federico Errázuriz Echaurren.
(1850-1901). Conservador. Fue elegido Presidente de
Chile el 18 de septiembre de 1896 y se mantuvo en el Gobierno hasta el 1 de mayo de 1901, fecha en que dimitió por
enfermedad. Durante su administración envió a don Abraham König Velásquez a Bolivia como Ministro Plenipotenciario con la siguiente misión:
“Rehusar cualquier arreglo en que se estipulase la
14
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
entrega a Bolivia de un puerto en el litoral del Pacífico, y procurar, en cambio,
la firma de un tratado de paz que contemplara la cesión definitiva a Chile del
litoral boliviano ocupado en virtud del Pacto de Tregua. A cambio de él podría
ofrecerse al Altiplano el pago por Chile de diversas deudas y una indemnización
económica no superior a seis millones de pesos, destinada a la construcción de un
ferrocarril entre Bolivia y un puerto de la costa chilena, que se declararía franco
para las mercaderías en tránsito a Bolivia o las que de allí se exportaren” (Jaime Eyzaguirre Gutiérrez, Chile Durante el Gobierno de Errázuriz Echaurren,
1896-1901,p. 309. Empresa Editora Zigzag, S.A.: Santiago de Chile, 1957).
Ese mismo era el pensamiento del presidente Errázuriz Echaurren con respecto a la
demanda marítima boliviana.
Don Germán Riesco Errázuriz.
(1854-1916). Liberal. Fue elegido Presidente de Chile, cargo que asumió el 18 de septiembre de 1901 hasta el
18 de septiembre de 1906. Era cuñado y primo del anterior
presidente, don Federico Errázuriz Echaurren. Durante su
administración se redactó y firmó el Tratado de Paz y Amistad con Bolivia (20 de octubre de 1904), una meta que ya
había sido pavimentada por la misión König. De este modo,
durante el gobierno del presidente Riesco Errázuriz, oficial
y administrativamente Bolivia renunciaba a su litoral, convirtiéndose en una nación mediterránea.
Don Arturo Alessandri Palma.
(1868-1950). Liberal. Orador fogoso y populista, durante su campaña a la senaduría por Tarapacá, sus seguidores le
apodaron El León de Tarapacá, y se dice que le hablaba al
pueblo con el corazón en la mano. Fue Presidente de Chile
en dos períodos: 1920-1925 y 1932-1938. Fue en su primer
período presidencial cuando se produjo una situación que
reflejó su posición respecto a Bolivia.
En 1921, el gobierno boliviano de don Bautista Saavedra acreditó como plenipotenciario en Santiago al señor
Macario Pinilla. Con ocasión de la presentación de sus credenciales, el señor Pinilla
tuvo una breve conversación privada con el Presidente chileno, señor Arturo Alessandri Palma. Posteriormente, en nota del 11 de noviembre de 1921, el señor Pinilla
transcribe a su gobierno el desarrollo de esta conversación:
“Una vez en presencia del Excmo. Señor Alessandri, y después de los saludos y presentaciones de rigor, se me invitó a tomar asiento, y en la conversación
personal que mantuve con el señor presidente, hallándonos enteramente solos,
puesto que toda la concurrencia se encontraba alejada a distancia prudente, sostuvimos la siguiente dialogación:
15
Cástulo Martínez
“Me complazco, señor presidente, de encontrarme habilitado para desenvolver mi misión que, fundamentalmente, es de robustecer y armonizar las relaciones de los respectivos países y gobiernos; dentro de ese marco me será grato tratar
los otros asuntos que tenemos pendientes”.
Y ésta fue la respuesta del presidente Alessandri Palma:
“Yo no soy diplomático, pero como jefe de esta nación, y por costumbre,
tengo el deber de hablar claro. Su país nos ha dado algunas muestras inamistosas, llevando nuestras cuestiones al tribunal de Ginebra para demandarnos la
revisión del tratado de 1904. En este camino, yo, como gobierno, y todo Chile,
no estamos dispuestos a aceptar ninguna discusión bajo la intervención de autoridades extrañas, porque para nosotros el asunto está terminado con el tratado
de 1904. La actitud boliviana equivaldría a que Chile pidiera a la Argentina la
revisión del tratado que terminó nuestras diferencias privándonos de parte de la
Patagonia y algunos puertos en el Atlántico, sólo a la ley de conveniencia. Pero
si Bolivia pide a nombre de la solidaridad americana y de la conveniencia de los
dos países, consideraríamos las proposiciones que se nos presenten y veríamos si
es posible o no su aceptación”.
Pasando por alto las agresivas palabras del presidente Alessandri Palma, el plenipotenciario boliviano dijo:
“No es el momento de contestar a las observaciones del señor presidente, y
por eso reservo mis apreciaciones para cuando trate con el ministro, con la seguridad de que mis explicaciones serán satisfactorias; que en cuanto a las opiniones
del señor presidente, cuidaré de trasmitirlas a mi gobierno para que tome nota de
ellas. Quizás el señor presidente ha tenido ocasión de leer el mensaje fragmentario del Presidente de Bolivia que está publicando la prensa, y si ha leído, habrá
tenido oportunidad de notar que el señor Saavedra, al tratar este asunto, dice
que, independientemente del tratado de 1904, se harán las gestiones portuarias”.
El Presidente de Chile replicó así:
“He leído el mensaje a que se refiere usted, y es cierto que allí se hace la
salvedad del tratado, al igual que cuando su gobierno dijo explícitamente que
reconocía los pactos vigentes. Sin embargo, nos ha llevado en demanda ante el
tribunal de la Liga y aún promete reiterar esa gestión ante en la próxima reunión
de esa gran asamblea, sin tener en cuenta que el tratado está en plena vigencia, y
de los grandes capitales que Chile tiene invertidos en las industrias bolivianas, lo
que constituye una verdadera conveniencia para Bolivia”.
El señor Pinilla contestó como sigue:
“Pienso, señor presidente, que la conveniencia es recíproca y, por lo mismo,
debemos esforzarnos en estrechar y vincular las relaciones de nuestros respectivos
países, mediante justas y equitativas concesiones”.
Con estas palabras, el señor Pinilla dio por terminada la entrevista y se despidió, ya
que así se lo había dicho el oficial de protocolo antes de comenzar la entrevista, dejando
a su criterio el momento de terminar la conversación.
Después de semejante reacción del presidente Alessandri Palma, es obvio que él
no era partidario de solucionar el problema marítimo boliviano cediendo a Bolivia una
zona soberana en el litoral chileno.
16
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
Don Luis Barros Borgoño.
(1858-1943). Un hombre cultísimo, catedrático, abogado, historiador, etc., posiblemente heredó de su tío, don
Diego Barros Arana, su amor por la historia. Ante la renuncia de don Arturo Alessandri, el señor Barros Borgoño
asumió el 1 de octubre de 1925 como Vicepresidente de
la República por el lapso de 2 meses y 23 días que faltaban
para terminar el gobierno del señor Alessandri. Entonces,
el 23 de diciembre de ese año, asumió la presidencia don
Emiliano Figueroa Larraín.
En tan breve período de tiempo al mando de Chile, era imposible esperar que el señor
Barros Borgoño atendiera algún asunto de Estado; sin embargo, en una de sus publicaciones dejó expresado su pensamiento respecto a la demanda marítima boliviana. Él dijo:
“Nadie ignora que Bolivia formuló siempre, como base indeclinable de cualquier
negociación, la obtención de alguna faja de costa que le permitiese salir de su condición
de cautiva a que la condenaba a perpetuidad la pérdida del litoral de Antofagasta.
“La estipulación tercera del Tratado de Ancón, abrió desde aquel momento la
posibilidad de hacer servir Tacna y Arica, no a la satisfacción de necesidades más
o menos controvertibles del beligerante victorioso, ni al mayor ensanche de su dominio territorial, sino al desempeño de un rol mucho más trascendental en la costa
del Pacífico, rol de seguridad y de futura tranquilidad para Chile, rol de conservación y de vida para Bolivia y rol de equilibrio y de paz para las demás naciones.
“Sin contraer por el momento compromiso alguno determinado, el gobierno
de Chile se reservó su libre acción para el futuro. Quedó a evento aquella región
como una válvula de seguridad destinada a evitar los estallidos de una nacionalidad en efervescencia.
“La entrega a Bolivia de un puerto que pueda permitirle su libre y fácil acceso al mar y un régimen comercial basado en la absoluta exención de tributos,
habrán de crear entre los dos países los más estrechos y duraderos vínculos de
amistad, nacidos y desarrollados a la sombra de intereses comunes y recíprocas
conveniencias. Dejando Bolivia de ser una nación mediterránea, cesa la causa
de sus inquietudes y devaneos, desaparece aquel motivo de alarma y de fermento
que le hacían buscar sin descanso esa condición de su nacionalidad; y en posesión
de un territorio marítimo, satisfechas ya sus aspiraciones, habrá de hallarse en
aptitud de concurrir con Chile al afianzamiento de la situación creada y con ello
a la paz y a la tranquilidad de esta parte del continente.
“No puede ponerse en duda que tal ha sido el constante anhelo de Bolivia,
y es sabido que a la satisfacción de esta necesidad primordial de su existencia, ha
vinculado todas sus aspiraciones nacionales.
“Esa aspiración fue netamente formulada desde los primeros días de las negociaciones de 1884, y en aquellos momentos en que las tropas chilenas habían
recorrido el interior del Perú y acercándose a la frontera del Titicaca, y en que el
ruido de las armas podía ya percibirse desde la capital de Bolivia, no vacilaban,
sin embargo, sus negociadores en colocar esa condición de un puerto en el Pací17
Cástulo Martínez
fico, como base indeclinable de la celebración de la paz.
“Y al hacerlo estaban seguros de que sus esfuerzos patrióticos eran justamente apreciados por los gobernantes de Chile, y que, de haber estado en esos
momentos en sus manos, no habrían trepidado en satisfacer esa exigencia de la
vida nacional de Bolivia y de la propia tranquilidad.
“Todos estos antecedentes que sería fácil explayar, concurren con perfecta
uniformidad a establecer que la concesión de un puerto a Bolivia ha sido considerada en toda ocasión como la base fundamental de todo ajuste definitivo de paz
entre las dos naciones.
“Considero esencial la satisfacción de esa necesidad para su existencia autonómica, pues no sólo vía de internación y exportación de mercaderías es lo que Bolivia necesita, sino también dejar de ser Estado mediterráneo y ponerse en contacto
con las demás naciones, como nación soberana, en aptitud de celebrar con ellas
Tratados de Navegación y Comercio. No puede ser indiferente para un estado
vecino de Bolivia, como es Chile, el que esa nación se halle perpetuamente agitada
por un malestar que persistirá mientras no haya obtenido este desiderátum de
todos sus partidos: su salida en condiciones de independencia económica internacional al mar Pacífico. En este convencimiento, el gobierno, después de detenido
examen, ha resuelto en consejo adoptar la política de hacer cuanto de él dependa,
dentro de los límites de honor internacional ya indicados, para satisfacer a Bolivia
esa natural aspiración” (Luis Barros Borgoño, La negociación chileno-boliviana
de 1895, Imprenta y Encuadernación Barcelona: Santiago de Chile, 1897).
Como se sabe, el señor Luis Barros Borgoño fue el firmante chileno de los tratados
de 1895,a pesar de la fuerte oposición de prominentes figuras de la oposición política
chilena de la época, entre los cuales se puede recordar las críticas de un militante del
Partido Radical, señor Abraham König Velásquez, quien dijo:
“Por 41 votos contra 9 se aprobaron los Tratados, que se publican al día
siguiente como ley.
“En sesión de 16 de enero (la siguiente), echaron en cara al Gobierno que
hubiera ocultado el protocolo de 9 de diciembre firmado en Sucre, que declara
que si Bolivia no obtiene Tacna y Arica, tendría un puerto que satisfaga las
necesidades presentes y futuras de Bolivia. Esto significa una innovación de los
Tratados. Barros Borgoño dijo que este protocolo había llegado a Santiago el 3
de enero, y que antes sólo se conocía por telegramas de referencia. Dijo, además,
que en este protocolo [Felipe] Matta se había ajustado al fondo del pensamiento
e instrucciones del Gobierno, pero no a la forma.
“Resumen: se aprobaron los tratados:
1. Porque el Gobierno expuso que era el último día hábil para las ratificaciones.
2. Porque eran necesarios, dada la actitud de la República Argentina.
3. Porque si no se aprobaban, Bolivia se echaría en brazos de la República
Argentina y la guerra vendría en el acto.
4. Porque con el Perú no había sido posible tratar, desde que exigía la cesión
de Tacna y Arica.
“Barros Borgoño dijo entonces que sería fácil tratar con el Perú sobre la cesión de Vítor para el caso improbable de que el plebiscito les diera a ellos Tacna
y Arica. ¿Cuál es la razón de esta creencia? Ninguna.
18
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
“El protocolo de 9 de diciembre fue interpretado por el protocolo de 30 de
abril de 1896, pero el congreso boliviano, al aprobarlo, ha determinado que él
se reserva calificar qué puerto será el que entregue Chile si no entrega Arica,
pudiendo adelantarse que no aceptará Vítor por ser una caleta.
“Por ley de Bolivia, entonces, el Gobierno boliviano no podrá aceptar ningún
puerto que no sea Arica, sin la aprobación del Congreso, y, como Camarones
es peor que Vítor, resultaría que tendríamos que ceder a Pisagua por lo menos.
“Es de advertir que el Ministerio Mac-Iver--Sánchez Fontecilla se decidió
por tratar primeramente con el Perú sobre Tacna y Arica, y que al efecto, se
había llegado a dividir este territorio en dos porciones y hasta en tres fajas, para
el caso de que el plebiscito fuera desfavorable a Chile.
“Con este Ministerio sube Barros Borgoño, y sin decir nada a nadie, sin
consultarse con nadie, cambia todo, abandona al Perú y trata directamente con
Bolivia. El Perú, como es natural, se lastima y declara que en ningún caso cederá
a Vítor y ni siquiera una pulgada del territorio.
“El Gobierno de Chile había cometido la torpeza de declarar que en todo
caso Chile entregaría a Vítor, que se obtendría del Perú por dinero. Luego, todo
este embrollo se debe exclusivamente a Barros Borgoño. Los protocolos, adicional y aclaratorio, no resuelven nada; luego no podemos aprobarlos. Aprobados
quedaron en peor condición que antes. No son tratados entonces, sino convenios
destinados a producir conflictos” (Memorias íntimas, políticas y diplomáticas de
don Abraham König, ministro de Chile en La Paz. Imprenta Cervantes: Santiago de Chile, 1927), pp. 14-16.
Don Carlos Ibáñez del Campo.
(1877-1960). Militar. Fue Presidente de Chile en dos
períodos: 1927-1931 y 1952-1958. Durante su primera
administración firmó el Tratado de Lima, el 3 de junio de
1929, según el cual habría quedado “definitivamente resuelta la controversia originada por el artículo 3º del tratado de
Paz y Amistad de 20 de octubre de 1883 [...]. El territorio
de Tacna y Arica será dividido en dos partes, Tacna para el
Perú y Arica para Chile”.
Enemigo acérrimo de Bolivia, autorizó la inserción de
un protocolo complementario al tratado de Lima, que especificaba que ninguna porción
del territorio que perteneció al Perú podría cederse a otra nación. El propósito de esta
curiosa cláusula era invalidar el compromiso de Chile de ceder a Bolivia el puerto que
quedase en territorio chileno, después de resuelto el conflicto de límites con el Perú.
A comienzos de los años 50 postula nuevamente a la Presidencia de la República, y,
aunque parezca increíble, su campaña política recibió el apoyo económico del Gobierno
de Bolivia, bajo la administración del presidente Víctor Paz Estensoro. El ya fallecido
historiador boliviano Raúl Botelho Gosalvez revela los detalles:
“Aquí cabe mencionar un hecho singular. Para su campaña política, el general Ibáñez del Campo, a pesar de su marcada trayectoria contraria a Bolivia,
recibió ayuda financiera del gobierno del MNR, recién subido al poder. Aunque
19
Cástulo Martínez
doy por descontado que las personas involucradas negarán este hecho desagradable al bien entendido sentimiento patriótico, pues pese a haber transcurrido
treinta y cinco años, aún lo consideran ‘secreto de Estado’, el apoyo económico
al ambiguo y comprobado enemigo de Bolivia fue efectivo. ‘El fin justifica los
medios’ pensarían, pero los medios indignos no justifican ningún buen fin.
“Podríamos pasar por alto este hecho, pero por lealtad a Bolivia y no a sus
eventuales gobernantes, hay que decir la verdad, para que la conozcan y por ella
juzguen la orientación impresa a la política exterior.
“Digámosla, por tnto, tal como la supimos. Ibáñez del Campo recibió en
mano propia cuarenta mil dólares americanos (US$40.000,-) del Encargado de
Negocios de Bolivia en Chile, Ministro Consejero Luis Alberto Alipaz. Se dice
que el respectivo recibo lo guardaría en su archivo reservado el doctor Walter
Guevara Arze, en aquel entonces Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Víctor Paz Estensoro. El secreto de Estado fue un secreto a voces, pues lo
sabían y saben altos jerarcas del MNR y en Chile [...] lo sabían políticos y periodistas como Darío Sainte-Marie Soruco, director de Clarín, estrecho asesor y
consejero político de Ibáñez” (Raúl Botelho Gosalvez, Historia de una infidencia
diplomática, Empresa Editora Siglo Ltda.: La Paz, Bolivia, 1988), pp. 16-17.
La cláusula que hizo insertar en el tratado de Lima de 1929 fue un daño irreparable
que hasta ahora ha impedido toda posibilidad de que Chile y Bolivia puedan negociar
una entrada soberana del vecino país al litoral chileno, por Arica.
Don Pedro Aguirre Cerda.
(1879-1941). Radical. No tuvo participación en el
tema de la demanda marítima boliviana. Se le incluye aquí
tan sólo porque en uno de sus primeros actos como Presidente de Chile, durante una visita a Arica en junio de
1938, declaró que su gobierno tenía la intención de desviar
el caudal del río Lauca hacia el valle de Azapa con el propósito de utilizar sus aguas con fines de regadío agrícola. 15
años después, se conoce que otro de los propósitos, si no el
principal, era la creación de una central hidroeléctrica en
Chapiquiña para abastecer las necesidades de electricidad de gran parte del extremo
norte chileno. Esto es confirmado por un historiador chileno:
“El 11 de mayo de 1953, la prensa chilena difundió la noticia de las actividades desarrolladas por altos jefes de la Empresa Nacional de Electricidad
que habían recorrido el departamento de Arica hasta el Lauca con la intención
de estudiar la instalación [...] de una central hidroeléctrica para dotar de luz y
energía a todo Tarapacá y Tacna” (Oscar Espinosa Moraga, La Cuestión del
Lauca, Editorial Nascimento: Santiago de Chile, 1964), p. 27.
Esta referencia tangencial del presidente Aguirre Cerda durante su visita a Arica
en junio de 1939, fue la mecha que encendió una controversia que persiste hasta el
día de hoy.
20
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
Don Gabriel González Videla
(1898-1980). Radical. Gobernó desde el 4 de octubre
de 1946 hasta el 4 de septiembre de 1952. De espíritu práctico, quiso pasar por sobre la vocinglería sentimentalera,
y entró en conversaciones confidenciales con el presidente boliviano Enrique Hertzog, y luego con su sucesor, don
Mamerto Urriolagoitia para buscar una fórmula que pusiera
término al encierro terrestre de Bolivia. El señor González
Videla cuenta en sus memorias en qué consistía la fórmula
que ellos habían acordado:
“Ceder a Bolivia al norte de Arica una faja de terreno de un ancho de diez
kilómetros, contigua a la frontera peruana que correría del litoral hasta el límite,
para que Bolivia se pudiera comunicar con el Océano Pacífico a través de su propio territorio y pudiera construir su puerto. A cambio de ello, porque esta cesión
requería una compensación, Bolivia permitiría que se aprovechara el agua del
lago Titicaca para generar energía hidroeléctrica que podría ser utilizada en las
provincias chilenas de Tarapacá y Antofagasta” (Memorias, Editorial Gabriela
Mistral: Santiago de Chile, 1975).
Sin embargo, debido a una infidencia del presidente norteamericano Harry Truman, con quien el presidente González Videla había conversado sobre el tema, estas
conversaciones llegaron al conocimiento de la opinión pública, y la oposición en Chile,
alentada por aquellos grupos económicos que temían que sus intereses resultaran perjudicados con esta solución, atacó ácidamente al Gobierno. Por otra parte, en Bolivia
surgieron voces en contra del proyecto; y el Perú, para variar, se opuso terminantemente a este arreglo.
Aunque este esfuerzo tampoco prosperó, nuevamente queda en evidencia que un
Presidente de Chile hizo todo lo que pudo por ceder a Bolivia una solución práctica, y
con soberanía, al enclaustramiento de Bolivia.
Don Jorge Alessandri Rodríguez.
(1896-1986). Apoyado por los partidos Liberal y Conservador, ambos de derecha, fue elegido democráticamente
Presidente de Chile el 4 de septiembre de 1958. El 3 de
noviembre de 1964 entregó el mando de la nación a su sucesor. Su relación con la demanda marítima boliviana fue
breve, pero de largo alcance.
Someramente, lo que ocurrió fue que el 13 de abril de
1962, en pleno proceso de conversaciones sobre el caso del
río Lauca, el canciller boliviano, señor José Fellman Velarde, entregó una nota al embajador chileno en La Paz, en la que le pedía que se devolviera el estado en que se hallaba
hasta esa fecha el asunto del río Lauca al trámite de la Declaración de Montevideo, que
exigía la denuncia de obras y la aprobación del Estado co-ribereño. Junto con esta petición, el canciller Fellman envió una nota a la OEA en la que advertía de la inminente
21
Cástulo Martínez
desviación del caudal del río Lauca hacia el valle de Azapa por parte de Chile, cuya
acción era considerada por Bolivia como “un acto de agresión”.
Al día siguiente, enterados en Chile que Bolivia había llevado la cuestión del Lauca
a la OEA, el Presidente Jorge Alessandri ordenó que se abriera las compuertas de la represa de Chapiquiña para que parte de las aguas del río Lauca llegaran hasta los plantíos
de los agricultores del valle de Azapa. Era el 14 de abril de 1962, el Día de las Américas.
Una publicación oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile comentó
esta situación así:
“Dos importantes razones movieron al Presidente, señor Jorge Alessandri, a dar
este paso.
“La primera razón fue la información que llegó de nuestra embajada en
La Paz de que el canciller boliviano había de pronto puesto una nueva condición inaceptable para Chile, la cual consistía, como antes se ha dicho, en que
previamente se devolviera el problema al trámite previsto en la Declaración de
Montevideo.
“La otra razón fue la de que ese día, 14 de abril, se tuvo conocimiento en
Santiago de que el Gobierno de Bolivia había recurrido a la Organización de los
Estados Americanos, sacando el problema del plano bilateral en que se encontraba para hacer intervenir a un Organismo internacional. La posibilidad de una
solución por medio de negociaciones directas se alejaba definitivamente.
“Es por esto que la nueva condición, de devolver el problema del río Lauca al
trámite previsto en la Declaración de Montevideo, para después dirigirse al Presidente de la Organización de los Estados Americanos, demostraba a las claras
que el Gobierno boliviano no deseaba un entendimiento directo, y que sólo quería
agravar la controversia y darle resonancia continental, llevándola a los estrados
del Organismo internacional.
“¿Qué influencias se movieron en La Paz ese día 13 de abril para que el
canciller boliviano, faltando a su palabra, cambiara de actitud y pusiera a última
hora una exigencia que se sabía de antemano sería rechazada por Chile?
“¿Qué razones de política interna o externa se tuvieron en cuenta para crear
una peligrosa tensión internacional y romper la unidad continental?
“El día 15 de abril, el Gobierno de Bolivia entregó a la Embajada de Chile
en La Paz una nota en que, refiriéndose a la orden dada el día anterior por el
Presidente de Chile de proceder a la utilización de parte de las aguas del Lauca,
decía que cumplía ‘el deber de hacer conocer al Gobierno de Chile, por ese acto,
su más vehemente protesta’.
“Y, como al final expresara que la condición puesta de devolver el asunto
del Lauca al trámite de la Declaración de Montevideo había sido sugerencia del
propio Embajador de Chile en La Paz, nuestro representante desmintió terminantemente tal aseveración en nota de ese mismo día 15 de abril” (República de
Chile, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Cuestión del Río Lauca, Santiago
de Chile, 1963), pp. 180-181.
22
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
Don Eduardo Frei Montalva
(1919-1982). Demócrata cristiano. Gobernó desde el
4 de septiembre de 1964 hasta el 24 de octubre de 1970.
Mantuvo conversaciones reservadas con su homólogo boliviano para resolver el problema marítimo boliviano. No se
ha dado a conocer estas conversaciones, y, muy probablemente, hay evidencias de ellas en los archivos personales
del presidente Frei Montalva, esperando ver la luz del día
para beneficio de todos los que sostienen su pensamiento
sobre este tema. Sin embargo, algo se puede percibir en una
carta fechada el 1 de septiembre de 1996 que el destacado intelectual boliviano, Dr.
Remo Di Natale, hizo llegar al entonces Presidente de Chile, don Eduardo Frei RuizTagle, cuando el gobernante chileno asistió a la Reunión del Grupo de Río, que se
realizó en Cochabamba, Bolivia. La carta del Dr. Di Natale dice en una de sus partes:
“Este padre suyo, señor Presidente, tomó durante su prestigioso gobierno
la decisión de devolverle a Bolivia una salida soberana, y si tal propósito no se
cumplió fue debido a que el general boliviano Ovando Candia derribó del poder
al Presidente Luis Adolfo Siles Salinas, con quién celebraba la negociación. Indudablemente, usted debe conocer por lo menos algo de dicha gestión que tuvo
carácter reservado.
“Si no estuviera enterado de los detalles, puede preguntárselos al propio Dr.
Luis Adolfo Siles Salinas y a su delegado personal, el Dr. Jorge Rojas Tardío;
ambos están vivos, gozan de gran lucidez y memoria extraordinaria; podrán ellos,
además, proporcionarle referencias concretas acerca de las personalidades chilenas que participaron en las conversaciones.
“Como católico y auténtico latinoamericano, don Eduardo Frei Montalva
decidió preparar el ambiente para obtener que el Congreso y el pueblo chileno
autorizaran la devolución a Bolivia de una salida soberana al mar, sin compensación alguna, con la sola condición del previo restablecimiento de relaciones
diplomáticas” (Dr. Remo di Natale,. Mensaje al Presidente de Chile. Problema
Marítimo, Fondo Editorial de los Diputados: La Paz, Bolivia, 1998, p. 15).
A la espera de que seamos beneficiados con la publicación de documentos relacionados con los esfuerzos del ex presidente Frei Montalva por llegar a una solución al ya
más que centenario enclaustramiento boliviano, nos quedamos con esta información
entregada por el Dr. Di Natale.
Don Salvador Allende Gossens
(1908-1973). Socialista. Después de un arduo proceso
de elecciones democráticas, el Congreso chileno lo eligió
como Presidente de Chile, el 24 de octubre de 1970. Asumió el mando el 3 de noviembre de 1970. Muere el 11 de
septiembre de 1973, como consecuencia de un golpe de estado dirigido por una Junta Militar.
23
Cástulo Martínez
Era solamente lógico que sus innegables ideales bolivarianos y americanistas lo impulsaran a terminar con la iniquidad que se había cometido en el pasado contra Bolivia,
y decidiera preparar una fórmula de arreglo. Algunos políticos y ministros de su gobierno han aludido al tema, dejando entrever que el Dr. Allende tenía intenciones de ceder
a Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico. Para el beneficio de la historia, sus
intenciones quedaron consignadas en diversos documentos oficiales. Por ejemplo, en su
primer mensaje al Congreso, el 21 de mayo de 1971, el presidente Allende dijo:
“Este gobierno ya ha tenido la ocasión de lamentar que nuestras relaciones con la República de Bolivia se mantengan en una situación anómala, que
contradice la vocación integracionista de ambos países. Estamos unidos a Bolivia por sentimientos e intereses comunes. Es nuestra voluntad dar todo lo que
esté a nuestro alcance a fin de normalizar nuestras relaciones” (Documentos de
Política Exterior del Gobierno de la Unidad Popular, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Santiago, Chile, 1971).
Las conversaciones reservadas entre ambos países habían progresado en este sentido, y, como resultado, se tenía prevista una reunión de alto nivel en Cochabamba para
octubre de 1973, en la que se trataría de encontrar una fórmula definitiva para resolver
el enclaustramiento de Bolivia. Pero el abrupto término de su mandato presidencial en
septiembre de 1973, abortó esta reunión que, dado la buena disposición de ambas partes
para llevar estas conversaciones a feliz término, bien pudo haber puesto fin al problema
marítimo de Bolivia.
Don Augusto Pinochet Ugarte
(1915-2006). General del Ejército. Por medio de un
golpe de estado, que derrocó al presidente Allende Gossens
el 11 de septiembre de 1973, una junta militar integrada
por cuatro miembros de las Fuerzas Armadas, inició su gobierno. El general Augusto Pinochet Ugarte, a pesar de que
fue el último en integrarse a la junta, y con vacilaciones,
terminó por tomar el control del Gobierno, el cual no dejó
sino hasta el 14 de diciembre de 1989, fecha en que se efectuaron elecciones democráticas, cuyos resultados dieron el
triunfo al candidato de la Concertación, señor Patricio Aylwin Azócar.
En relación con la demanda marítima boliviana se efectuaron promisorias negociaciones tendientes a ceder a Bolivia una salida soberana al mar por el borde norte de
Arica, en cuya terminal los bolivianos podrían construir un puerto propio.
Efectivamente, el 19 de diciembre de 1975, el Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile envió el Oficio Nº 686 al embajador boliviano en Santiago de Chile, señor
Guillermo Gutiérrez vea Murguía, en el cual le proponía una fórmula de arreglo. En sus
partes principales se declara lo siguiente:
“Señor Embajador:
“Tengo el agrado de acusar recibo de la Nota Nº 681/108/75 de fecha 16
de diciembre en curso, por la cual Vuestra Excelencia pone en mi conocimiento
24
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
que el Ilustrado Gobierno de Bolivia acepta los términos generales de la respuesta del Gobierno de Chile a la proposición presentada mediante el Ayuda
Memoria del 26 de Agosto próximo pasado, referente al marco de la negociación
que permitiría alcanzar una solución adecuada, total y definitiva a la mediterraneidad de Bolivia.
***
“a) Esta respuesta tiene presente lo expresado por el Excelentísimo Señor
Presidente Banzer en orden a considerar la realidad actual sin remover antecedentes históricos.
“b) Sobre esta base, la respuesta chilena se funda en un arreglo de mutua
conveniencia que contemplaría los intereses de ambos países y que no contendría
innovación alguna a las estipulaciones del Tratado de Paz, Amistad y Comercio,
suscrito entre Chile y Bolivia, el 20 de Octubre de 1904.
“c) Se consideraría, tal como lo manifestara el Excelentísimo Señor Presidente Banzer, la cesión a Bolivia de una costa marítima soberana, unida al
territorio boliviano por una faja territorial igualmente soberana.
“d) Chile estaría dispuesto a negociar con Bolivia la cesión de una franja de
territorio al Norte de Arica hasta la Línea de la Concordia en base a la siguientes
delimitaciones:
Límite Norte: el actual límite de Chile con Perú.
Límite Sur: la quebrada de Gallinazos y el borde norte superior de la quebrada del río Lluta, (en forma de que la carretera A--15 de Arica a Tambo
Quemado quede en su totalidad en territorio chileno) hasta un punto al Sur de
la Estación de Puquios y luego una línea aproximada recta que pase por la cota
5370 del Cerro Nasahuento y se prolongue hasta el actual límite internacional
de Chile con Bolivia.
Superficie: la cesión incluiría el territorio terrestre ya descrito y el territorio
marítimo comprendido entre los paralelos de los puntos extremos de la costa que
se cedería (mar territorial, zona económica y plataforma marítima).
“e) El Gobierno de Chile descarta por ser inaceptable la cesión de territorio al
sur del límite indicado que en cualquier forma pudiera afectar la continuidad territorial del país.
“f) La cesión a Bolivia descrita en el acápite d) estaría condicionada a un
canje simultáneo de territorios, es decir, que Chile recibiría contemporáneamente
a cambio de lo que entrega, una superficie compensatoria equivalente como mínimo al área de tierra y mar cedida a Bolivia” (República de Chile. Ministerio de
Relaciones Exteriores, Historia de las Negociaciones Chileno-Bolivianas, 1975
- 1978), pp. 37-38.
El impedimento para que no se concretara esta propuesta fue que Chile pedía canje
territorial.
Sin embargo, una vez más queda la evidencia innegable de que un gobernante chileno quiso terminar con la mediterraneidad forzada de Bolivia.
25
Cástulo Martínez
Don Patricio Aylwin Azócar
(1918-). Demócrata cristiano. Siendo el primer Presidente
de Chile, después del régimen militar, gobernó desde el 11 de
marzo de 1990 hasta el 11 de marzo de 1994, fecha en que traspasó el mando a su sucesor. En relación con la demanda marítima boliviana, no manifestó interés en estudiar el asunto. Al contrario, en octubre de 1990, a bordo del avión presidencial, dijo:
“Chile no tiene ningún problema fronterizo pendiente
con Bolivia, y el Grupo de Río carece de autoridad para tratar asuntos limítrofes o el de la mediterraneidad de ese país.
“Al señalársele que el Presidente de Venezuela, frente a una consulta periodística, en que se mencionó a Chile y Bolivia, dijo que ‘no se puede concebir la
integración teniendo por delante problemas limítrofes pendientes’, el Presidente
Aylwin dijo: ‘Yo creo que, en general, no debiera haber problemas fronterizos.
Cuando los países tienen fronteras comunes, como en el caso de Chile y Argentina, hay algunos puntos que todavía no están suficientemente delimitados y
estamos tratando de superar esos problemas, que no deben ser motivo de disputa,
ni de conflicto, sino que de soluciones armónicas.
‘En cuanto a Bolivia, Chile ha sostenido permanentemente, y sigue sosteniendo, que problemas de fronteras no existen, porque fueron resueltos por un
Tratado internacional válido, que está vigente. En consecuencia, Chile no admite
que haya un problema pendiente de fronteras con Bolivia’.
“Sostuvo que Chile no teme que el ingreso de Bolivia al Grupo de Río dé a
ese país una nueva ocasión para plantear el tema de la mediterraneidad. Observó:
‘El Grupo de Río no tiene autoridad para entrar a debatir esa clase de materias.
Es un grupo informal, de consulta y concertación política, no para entrar a resolver eventuales disputas entre nuestros países. Para eso existen las normas generales del derecho internacional’ “ (Diario “La Tercera”, 14 de octubre de 1990).
Ese era el pensamiento del primer Presidente de Chile en el retorno a la democracia,
después de varios años en que el país estuvo sometido al régimen de una Junta Militar
dictatorial. Fue nominado, elegido y respaldado por una alianza democrática denominada la Concertación. Los subsiguientes Presidentes de Chile, que han salido de las filas
de la Concertación, se aferran al mismo pensamiento del entonces presidente Aylwin.
Don Eduardo Frei Ruiz-Tagle
(1942-). Demócrata cristiano. Siendo elegido como
Presidente de Chile el 11 de diciembre de 1993, gobernó
hasta el 16 de enero del 2000, fecha en que se efectuaron
elecciones para dar paso a otro candidato de la Concertación, que le sucedió en el cargo.
No hizo ningún gesto visible de querer entrar en conversaciones con las autoridades bolivianas para buscar alguna solución que pusiera término al encierro terrestre boli-
26
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
viano. Él también sostenía que no hay nada pendiente con Bolivia. Durante un debate
televisivo, previo a las elecciones presidenciales del 2009/2010, dijo:
“Siempre se habla del tema del mar. Si ponemos el tema del mar en el primer lugar
nunca vamos a llegar a un acuerdo. Este es un proceso, es una construcción de confianzas”.
Don Ricardo Lagos Escobar
(1938). Socialista. Asumió la Presidencia de
Chile el 11 de marzo del 2000, y, de acuerdo a la ley
chilena, su gobierno terminó en marzo del 2006. En
lo que parece una constante en estos tres gobiernos
de la Concertación, él dijo que no hay nada pendiente con Bolivia.
Señora Michelle Bachelet Jeria
(1951). Socialista. Primera mujer que asume la
Presidencia de Chile, hecho que ocurrió el 11 de
marzo del 2006. En julio de ese año, un día antes
de viajar a Argentina para participar en la reunión
de mandatarios de Latinoamérica, denominada
MERCOSUR, expresó claramente ante los medios
de comunicación que estaba dispuesta a conversar
con el Presidente de Bolivia ‘sin exclusiones, pero
con estricto respeto a los tratados vigentes’. O sea,
cualquiera que fuera la solución, ésta sería sin soberanía.
Don Sebastián Piñera Echenique.
Centroderecha. Fue elegido democráticamente como
Presidente de Chile, con el 52% de los chilenos que votaron, y asumió el 11 de marzo del 2010. Su posición respecto
a una posible salida al mar para Bolivia por el litoral chileno
es restrictiva. Facilidades sí; soberanía, no. Cuando era candidato presidencial declaró en una reunión con el Consejo
Chileno para las Relaciones Internacionales, el 27 de octubre del 2009, lo siguiente:
“Chile en esta materia [la demanda marítima de
Bolivia] debe tener una actitud muy clara y no crear falsas expectativas que
terminan perjudicando las relaciones entre ambos países [...]. Debemos evitar
generar más mesas negociadoras o expectativas que sabemos son incumplibles,
y desde este punto de vista estar disponibles para cumplir, por supuesto celosa y
rigurosamente, el Tratado de 1904”.
27
Cástulo Martínez
Y en otra ocasión, durante su campaña presidencial, declaró a la Agencia Reuter:
“Sin duda soy partidario de facilitar el acceso de Bolivia a los puertos chilenos para su comercio exterior, fomentar mayores lazos de integración económica
y de toda índole. Pero no soy partidario de ceder territorio ni mar chileno ni
soberanía chilena”.
El punto de vista de los otros candidatos presidenciales fue semejante a lo expresado por don Sebastián Piñera.
Eduardo Frei. Demócrata cristiano, candidato de La Concertación, expresó su punto de vista así:”Siempre se habla del tema del mar. Si ponemos el tema del mar en el
primer lugar nunca vamos a llegar a un acuerdo. Este es un proceso, es una construcción
de confianzas”.
Marco Enríquez Ominami. Socialista. Candidato independiente: “El problema con
Bolivia es la soberanía, allí tengo una dificultad. Si ponen la soberanía por delante, pasarán otros 130 años” para un acuerdo.
Jorge Arrate Mac Niven. Socialista, candidato independiente. Se mostró favorable
a resolver “el tema de la mediterraneidad de Bolivia”, y “entrar en una negociación”
para otorgar una salida soberana al mar, que sea favorable a Chile y a América Latina.
En marzo del 2009, asistió a un programa en Internet titulado “Por Un Debate
online”, dirigido por Terra y Cooperativa, en el cual se mostró partidario de resolver el
tema de la salida al mar para Bolivia. Él dijo:
“Soy partidario de trabajar en esa dirección, pero por supuesto no en cualquier condición sino que en condiciones que signifiquen beneficios para Chile.
Hay que buscar una fórmula que le dé a Bolivia ese derecho, una salida al mar
con soberanía. Los que dicen que soy partidario de dar una salida al mar sin
soberanía están pasando gato por liebre”.
28
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
Palabras finales
En el año 2010, los países latinoamericanos conmemoraron 200 años desde que se
independizaron del Imperio Español. Nuestros respectivos pueblos saben el sufrimiento y
la humillación que se deriva del sometimiento a una nación más poderosa, como lo fue el
Imperio Español. Por lo tanto, pueden apreciar, con conocimiento de causa, el valor irremplazable de la libertad para actuar de manera soberana.
Bolivia ha soportado desde 1879 la humillación de no poder tener acceso al Océano
Pacífico, porque parte lo perdió en la Guerra del Pacífico, y parte en negociaciones forzadas.
Y llegó al bicentenario con esta privación. ¿Se producirá algún día la coyuntura que permita
enderezar la situación de mediterraneidad en que ha permanecido Bolivia, restaurando de
este modo la justicia? ¿Hay todavía esperanza para Bolivia?
Notas
Hasta el momento de escribir estas líneas, existen dos posturas o versiones irreconciliables respecto al tema de la demanda marítima boliviana. Son éstas:
El Punto de Vista Boliviano
“Nosotros creemos que hemos de conseguir un día salida al mar, a través de
negociaciones con Chile, pero toda la negociación internacional, por muy pacífica
que sea, inevitablemente está condicionada por la relación de fuerzas entre los dos
países. Bolivia es un país con extraordinarios recursos naturales, y si nosotros, con el
pensamiento, con la decisión de que tenemos que completar nuestra soberanía con el
acceso al océano, somos capaces de trabajar intensamente, de poner todos nuestros
esfuerzos en el desarrollo económico de este país, en muy pocos años podemos alterar
la relación de fuerzas que hoy día existe con Chile y podemos sentarnos a negociar,
mano a mano, la salida al mar para Bolivia” (Presidente de Bolivia, Dr. Víctor Paz
Estensoro, durante el XI aniversario de la Revolución Nacional, 9 de abril de 1963).
El 24 de septiembre de 2003, en el marco de la Asamblea General de la ONU, el entonces Vicepresidente de la República, Carlos Mesa, se refirió a la demanda marítima y pidió a
Chile actuar a la medida de las circunstancias que exigía el siglo XXI. Ante el plenario de la
58° Asamblea General de la ONU, Carlos Mesa dijo:
“Hoy más que nunca quiero reafirmar en este foro que Bolivia no renunciará a
su justa reivindicación de un acceso soberano al Océano Pacífico, dado que nacimos
como República independiente con litoral marítimo. Esta demanda que tiene ya más
de un siglo, no es producto ni de terquedad ni de capricho, sino de la insuficiencia
de nuestros recursos económicos y enormes obstáculos geográficos que nos restan
competitividad. El enclaustramiento es un freno para nuestro crecimiento y el bienestar de nuestros ciudadanos, como se ha constatado en el análisis de los desafíos que
enfrentan todos los países mediterráneos. La reintegración de la cualidad marítima
es de justicia y para nosotros ineludible, por lo que seguiremos pidiendo solidaridad
y apoyo de la comunidad de naciones. Nuestra vocación y nuestro destino de integración y complementación económica con nuestros vecinos, hace que exhortemos
al Gobierno y al pueblo de Chile a actuar mirando al futuro, reparando un daño
histórico que nos tiene anclados en el siglo antepasado” (El Libro Azul. La Demanda
Marítima Boliviana, 2004).
El Punto de Vista Chileno
“Es un error muy esparcido y que se repite diariamente en la prensa y en la
calle, el opinar que Bolivia tiene derecho a exigir un puerto en compensación de su
29
Cástulo Martínez
litoral. No hay tal cosa [...]. Chile no debe nada, no está obligado a pagar nada,
mucho menos a la cesión de una zona de terreno y de un puerto” (Abraham König
Velásquez, Ministro Plenipotenciario de Chile en La Paz, 13 de agosto de 1900).
“Mi Gobierno declara en forma precisa y terminante que, una vez reanudadas
las relaciones diplomáticas con Bolivia, no está dispuesto a entrar en conversaciones
que puedan afectar la soberanía nacional o significar cesión territorial de ninguna especie. Para mi país, los límites con Bolivia fueron fijados por tratados internacionales
libremente consentidos, que están en plena vigencia y que son definitivos” (Nota del
Ministro de RR. EE. de Chile, señor Carlos Martínez Sotomayor, dirigida al Presidente del Consejo de la OEA, don Gonzalo Facio, 4 de marzo de 1963).
“Yo debo declarar enfáticamente que el Tratado de Paz de 1904, libremente negociado por las Partes, firmado 24 años después de concluidas las hostilidades con Bolivia,
libremente ratificado por ese país y que tiene ya casi 60 años de vigencia, es intangible.
“Debo declarar, con igual énfasis, que Chile no está dispuesto a ceder parte
alguna de su territorio nacional. Siempre estará, en cambio, dispuesto a estudiar con
Bolivia los medios accesorios que faciliten aún más sus sistemas de comunicación
a través de Chile, y ello no en violación del Tratado de 1904, sino en aplicación
de dicho Tratado y de todos los convenios posteriores que Bolivia ha suscrito con
nuestro país” (Exposición del Ministro de RR. EE. de Chile, señor Carlos Martínez
Sotomayor, 28 de marzo de 1963, Santiago de Chile).
“La campaña internacional que Bolivia ha desarrollado respecto de su mediterraneidad ha puesto el acento en su pretendido enclaustramiento. Los gobernantes,
la prensa y dirigentes políticos de todas las tendencias han sostenido que Bolivia
padece de un encierro que la asfixia y que afecta sus posibilidades de desarrollo.
Esta afirmación no responde a la realidad; es una deformación que Bolivia ha usado
permanentemente para falsear la historia.
“Bolivia tiene derechos consagrados internacionalmente que le ha reconocido
Chile y facilidades prácticas que la ubican en un lugar de privilegio entre los países
mediterráneos del mundo.
“La mediterraneidad es una situación física. Son tan mediterráneas las explotaciones mineras chilenas que se encuentran en la cordillera de los Andes como los
centros de producción de Bolivia. Podría alegarse que la mediterraneidad política
--derivada de la situación de un Estado mediterráneo-- tiene efectos económicos adversos si el paso de bienes, por el Estado de tránsito, estuviera gravado por derechos o
representase un costo que excediese el monto del servicio de transporte de tales bienes.
“No es este el caso de Bolivia. Este país no sólo goza de un amplio régimen de
libre tránsito, sino que se beneficia de tarifas preferenciales, tanto en el transporte de
mercaderías como en el movimiento portuario. Las empresas chilenas que proporcionan esos servicios arrojan déficit en sus actividades con Bolivia, lo que significa que
el Estado chileno está dando un subsidio a favor del intercambio de Bolivia. Bolivia
tiene el más amplio derecho a libre tránsito comercial por el territorio chileno y por
todos nuestros puertos [...].
“Tratamiento preferencial que beneficia a Bolivia. Tanto en Antofagasta como
en Arica existen bodegas o almacenes destinados a la carga boliviana. Chile, sin tener obligación contractual, otorga gratis a Bolivia el uso de esos almacenes. En esos
lugares, Bolivia puede mantener su carga de importación hasta un año, sin pagar
30
Los presidentes de Chile y la demanda marítima boliviana
depósito. Además, tiene un plazo de 60 días liberados de todo derecho de almacenaje
para mantener la carga en cualquier lugar de los puertos de Arica y Antofagasta
antes de que sea trasladada a los almacenes especiales bolivianos. Con respecto a la
carga de exportación que no pasa por los almacenes bolivianos para evitar una doble
movilización dentro del puerto, Bolivia se beneficia con una liberación de derechos
de almacenaje por un período de 30 días, que se puede prorrogar hasta 90 días por
resolución interna de la Administración del Puerto. En la práctica, la ampliación del
plazo se ha concedido siempre que ha sido solicitada. Los usuarios bolivianos tienen
un privilegio en esos puertos que no se otorga a ningún usuario chileno.
“Además de lo anterior, Bolivia goza de tarifas preferenciales para el movimiento de sus mercaderías que son inferiores en un 24 por ciento en relación con las que
debe pagar un usuario chileno [...].
“Bolivia tiene, pues, un tratamiento preferencial que la ubica en un lugar de
privilegio en relación con cualquier país mediterráneo del mundo” (República de
Chile. Ministerio de Relaciones Exteriores. Facilidades de Libre Tránsito que Chile
Otorga a Bolivia, 1982).
“Debe tenerse muy presente que Bolivia continuará insistiendo en una salida al mar,
ya sea en forma bilateral o multilateral, a través de la OEA. No debe olvidarse que el
mar representa para Bolivia más que una necesidad económica, una necesidad nacional.
“En consecuencia, frente a la posibilidad de un restablecimiento de relaciones
diplomáticas, no puede dejar de considerarse que ello indefectiblemente va a obligar
a la formulación de una agenda, en la cual Bolivia sólo aceptará discutirla si se agrega el tema del mar. De allí que sea desaconsejable cualquier iniciativa que brinde
alguna oportunidad a Bolivia para siquiera entrar a discutir el tema marítimo” (Arturo Alessandri Cohn, El Futuro de las Relaciones Entre Chile y Bolivia. Consejo
Chileno Para las Relaciones Internacionales: Santiago de Chile, 1991, pp. 36, 37.
“Chile en esta materia [la demanda marítima de Bolivia] debe tener una actitud
muy clara y no crear falsas expectativas que terminan perjudicando las relaciones
entre ambos países [...]. Debemos evitar generar más mesas negociadoras o expectativas que sabemos son incumplibles, y desde este punto de vista estar disponibles
para cumplir, por supuesto celosa y rigurosamente, el Tratado de 1904” (Palabras
del candidato presidencial Sebastián Piñera en una reunión con el Consejo Chileno
para las Relaciones Internacionales, 27 de octubre del 2009).
“Sin duda soy partidario de facilitar el acceso de Bolivia a los puertos chilenos
para su comercio exterior, fomentar mayores lazos de integración económica y de
toda índole. Pero no soy partidario de ceder territorio ni mar chileno ni soberanía
chilena” (Palabras del candidato presidencial Sebastián Piñera a la Agencia Reuters,
25 de agosto del 2009).
“Vamos a ser muy creativos y perseverantes en facilitar ese acceso al mar. Pero
sin duda que tenemos ciertas restricciones, particularmente en lo que se refiere a
soberanía” (Presidente de Chile, don Sebastián Piñera. http://www.cooperativa.
cl/presidente-pinera-advirtio-restricciones-de-soberania-sobre-salida-al-mar-de-bolivia/prontus_nots/2010-07-18/111549.html, 18/07/2010).
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