Crónica del pasado perpetuo

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Crónica del pasado perpetuo
José Mañoso Flores
2010. José Mañoso Flores
Portada diseño: Celeste Ortega (www.cedeceleste.com)
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Prologo
Este sencillo trabajo, no por ello menos meritorio, tiene el arte de que
empleando el pretexto de la poesía presenta un trocito de nuestra historia
rindiendo un homenaje a esos esforzados que vistieron el uniforme
precisamente alumbrado con la luz de la musa de la poesía, Polimnia la de
“los muchos himnos”, tú querido amigo Pepe que siempre tuviste de tu lado a
Melpómene, la del canto y la música.
Recuerdo que cuando fallecieron nuestros amigos y compañeros de promoción,
Alberto Romera y José Luis Morejón, ya ha llovido un poco y nuestras sienes
ya destilan plata, les hiciste un sentido poema. Sé que desde entonces y a lo
largo de tu carrera tuviste presente la idea de acompañarlo de otros poemas y
militares ya fallecidos. Como desgraciadamente hemos visto a lo largo de
nuestra carrera, muchas veces cuando tratamos con un grupo ajeno a la
profesión siempre suele aparecer el comentario “¡si sois gente normal! (¿?)”,
quizá pensando que la imagen que se tiene del militar español es la de un
“rambo” sólo interesado en el olor de la "pólvora" o del “napalm”. Para
desmontarlo has hecho muy bien aportando de forma sentida y sencilla otra
imagen más real, más cercana, la del militar estudioso y ansioso de aprender
a lo largo de toda su vida. Son tantos los militares que se iniciaron como
pioneros en campos científicos que hoy son carreras o ingenierías, como la
naval, la aeronáutica, la matemática, la astronomía, la ingeniería, la
química, etc. y también en la literatura.
Me viene a la mente citar ahora recordando un frase del presidente del
gobierno en su visita al desayuno de oración en los EEUU de América, donde
recordó que las primeras oraciones en los EEUU se dijeron en español,
precisamente dichas por soldados y sus familias, y en el campo de la
literatura la primera obra de teatro representada en los Estados Unidos la
escribió, para la tarde del día de Acción de Gracias fundacional de Nuevo
México, en el mes de abril de 1598, un capitán de la expedición de Juan de
Oñate, el capitán Marcos Farfán de los Godos. Sil olvidar que otro capitán de
la expedición, Gaspar Pérez de Villagrá, escribió en verso el relato de la
expedición dando noticias del territorio, de los nativos, el clima y de los
pobladores europeos, de una manera exacta, realista y notarial a la vez que
poética. He aquí otro poeta al que reconocer como quien escribió el primer
poema dedicado a las tierras y los hombres de los actuales EEUU, y lo hizo en
español. Hace más de 400 años cruzaban los españoles el mar para convertirse
en soldados, hoy otros jóvenes americanos recorren el camino inverso y traen
la riqueza de la cultura que allí fue plantada por soldados españoles, de los
que como dijo Richard Fletcher Lummis: " ... sorprende a cualquier
observador la gran proporción de hombres educados en colegios que había
entre los soldados exploradores españoles, yendo parejas la inteligencia y
el heroísmo ...".
Nuestra historia militar nos muestra soldados ornados te virtudes y valores
militares, como la valentía, pero también iluminados por la preparación y la
cultura tal como nos muestras con autores desde 1225 hasta 1844. Con
distintos reinos, con distintos sucesos políticos e históricos, siempre
existió el militar culto y valiente. Vemos en este trabajo que cada poema va
acompañado por el retrato del autor o, en su ausencia, de alguna imagen
alegórica. Junto al poema se desarrolla, de forma muy resumida, pero
profunda, su faceta militar y literaria, para en una sola hoja ofrecer una
visión de conjunto del personaje.
Para terminar decir que se trata de un trabajo hecho con cariño, que procura
ser objetivo y riguroso, como juzgarán los que se complazcan de tenerlo en
sus manos.
Y
como
no
podía
ser
de
otra
forma
permíteme
que
lo
haga
con
un
poema:
¡Oh, Patria!, ¡cuántos hechos, cuántos nombres,
cuántos sucesos y victorias grandes,
cuántos ilustres y temidos hombres,
de mar y tierra, en Indias, Francia y Flandes!
No sabes cómo digas, cómo nombres,
sus altas obras, ni sus vidas mandes
a los archivos inmortales fuertes,
después de sus hazañas y sus muertes.
No es falta de escritores, Patria mía;
que el Tajo, el Betis, claro en sus arenas,
el Pisuerga, el Genil, y el Turia cría
cisnes que mueren por falta de mecenas.
Con estos se adormecen cada día
en la contemplación de las Sirenas
pues que tienes quien te haga y quien te obliga
¿por qué te falta, España, quien lo diga?.
Félix Lope de Vega
(Canto IV de la Dragontea)
José A. Crespo-Francés
ALBERTO Y JOSÉ
Cuando recibas mi carta
en tu destino de gloria,
siempre fija en mi memoria
quedará tu triste suerte,
tu destino unido al mío,
tu amistad, tu desafío
a la vida y a la muerte;
tu verdad hecha de honor,
tu fe inspirada de amor
y esa sonrisa temprana
siempre dispuesta a nacer,
a alegrar, a convencer,
a prometer un mañana.
La esperanza del reencuentro,
el poder volver a verte,
se truncó en un requiebro
de la vida y de la muerte.
El cielo te reclamaba,
la tierra quería tenerte
y librando esta batalla
tu cuerpo descansó inerte.
El mar, junto al que naciste,
hizo un canje paralelo
y a tus hombres redimiste
de la muerte y el silencio.
En mi epístola os confundo
porque sois un solo ejemplo,
del deber hicisteis culto,
del compañerismo templo.
Quiero dedicar esta obra a los tenientes
de Infantería D. Alberto Romera Aibar y
D. José Morejón Verdú, fallecidos en acto
de servicio cuando comenzaban su vida
profesional. En un corto espacio de
tiempo nos abandonaron para ocupar su
lugar entre los valientes y los héroes.
El destino no permitió que el Ejército se
viera enriquecido con sus aportaciones,
que de seguro hubieran sido importantes,
no sólo en el aspecto castrense más puro
sino también en el intelectual, para el
que estaban especialmente dotados, y
dignas de esta tradición militar, que se
plasma en las siguientes páginas a través
de otros soldados ilustres.
Al cabo de las décadas transcurridas sigo
renovando esta epístola poética, como
resistencia
personal
a
perder
la
presencia y el ejemplo de Alberto y José.
Sepulcro de Charino en San Francisco
(Pontevedra)
GÓMEZ CHARINO (1225- 1295)
Entre las costas amigas
de las galaicas alturas
surgió cubierto de alburas
cual fantasma sin fadigas
hombre y soldado esforzado
por Castilla respetado
y por ser rey de cantigas
Paio Gómez Charino de Sotomayor nació en
el seno de una familia noble y desde muy
joven dio muestras de sus dotes militares
en el mar.
Brillante marino y señor de Rianxo, fue
un
valiente
soldado.
Remontando
el
Guadalquivir, en 1248, tuvo una actuación
destacada al frente de la flota que
conquistó Sevilla para la corona de
Castilla. En 1284 fue nombrado almirante.
En 1292 desempeñó el cargo de Adelantado
Mayor del Reino de Galicia al servicio
del rey Sancho IV.
El infante don Enrique emprendió un viaje
a Portugal para entrevistarse con don
Denis, pero antes se dirigió a Ciudad
Rodrigo, donde tenía el cuartel general
su sobrino, el infante don Juan. El
objeto de la visita era convencer a su
sobrino
para
que
desistiera
de
su
pretensión de coronarse rey de Castilla a
cambio
de
algunas
compensaciones.
Conseguido su propósito, el encuentro se
vio turbado por un desgraciado suceso, el
asesinato,
en
su
presencia,
del
adelantado mayor de Galicia, Paio Gómez,
el famoso trovador pontevedrés y señor de
Rianxo.
El motivo que desencadenó la tragedia
parece que se remonta
a cuando el
infante don Juan se proclamó en Granada
rey de Castilla y entró por Extremadura
ayudado
por
mesnadas
árabes
y
portuguesas. Durante este lance, Gómez
Charino se puso de su parte y gracias a
su eficaz ayuda, don Juan, obtuvo la
lealtad
de
las
dos
ciudades
más
importantes del reino de León, Salamanca
y Zamora.
Se supone que este antecedente fue el que
motivó a un pariente lejano, también
pontevedrés, Rui Pérez Tenorio, que
formaba parte del séquito de don Enrique,
a clavarle un puñal en el corazón,
huyendo hacia Portugal. Tanto le afectó
este hecho al infante don Juan, que
interrumpió la visita con don Enrique y
emprendió, personalmente, la persecución
del asesino hasta que le dio alcance y le
mató.
Su producción literaria conservada consta
de
28
cantigas,
incluidas
en
el
Cancionero
de
Ajuda
y
en
diversos
cancioneros italianos. En sus poemas
amorosos introduce la temática marinera y
constituye un claro exponente de la
perfección técnica y estética que alcanzó
el cancionero en gallego durante el siglo
XIII.
www.Cervantesvirtual.com
PEDRO LÓPEZ DE AYALA (13321407)
Pedro, como el cruel, tu
nombre,
capitán tu oficio de hombre,
la memoria
de la vida y la poesía,
retratada con maestría,
es tu historia
Portando el pendón de Banda
en Aljubarrota manda,
mas certero
es herido, quebrantado,
y en una jaula encerrado
prisionero
Tras liberarlo de Oviedes
alcanzó grandes mercedes,
muy despacio,
y el verso que nos ha dado
quedó escrito en el Rimado
de Palacio
Pedro López de Ayala sirvió en cargos
preeminentes a 4 monarcas: Pedro I,
Enrique II, Juan II y Enrique III,
haciendo crónicas muy elegantes de sus
reinados
respectivos.
Llamado
El
Canciller, fue nombrado, por Enrique de
Trastamara, Alférez Mayor de la Orden de
Banda, cuyo pendón llevaba en la Batalla
de Nájera, en donde fue hecho prisionero
por la caballería inglesa del Príncipe
Negro. A los seis meses de cautiverio
consiguió la libertad, previo pago de un
crecido rescate, desembolsado por su
familia.
Obtuvo
importantes
mercedes
enriqueñas, fue embajador ante Carlos VI
de Francia, consejero de Regencia, merino
mayor de Guipúzcoa, alcalde mayor de
Toledo y canciller de Castilla. Su valor
rayó en la temeridad, pero con reflexión.
Fue diestro en la caballería y en las
armas, y amigo de la caza.
En 1385, portando el antedicho pendón,
participó en la batalla de Aljubarrota
donde,
tras
porfiada
y
sangrienta
resistencia – “cubierto de heridas y
quebrados dientes y muelas”-, fue hecho
prisionero por los portugueses, que le
tuvieron encerrado en una jaula de hierro
durante más de un año, en el castillo de
Oviedes, hasta que un elevadísimo rescate
le puso en libertad, del que pagaron
30.000 doblones de oro a escote entre su
esposa, doña Leonor de Guzmán, el maestre
de Calatrava y los reyes de Castilla y
Francia.
A esa cautividad debemos su principal
obra poética, El Rimado de Palacio, de la
que compuso hasta la estrofa 903 durante
su encierro en la jaula, aunque parece
que el autor no le dio este título
exactamente, pues en un códice se le
llama El libro de Palacio y el Marqués de
Santillana lo cita dándole el nombre de
Las Maneras de Palacio.
Considerado
el
primer
humanista
castellano, es un gran poeta didáctico
político, pero su poema, escrito en su
mayor parte en cuaderna via, anuncia los
funerales del mester de clerecía. Su
lírica es abundante en estrofas graciosas
y ligeras, al estilo galaico-portugués.
Demostró ser mejor prosista que poeta en
su obra Crónica de los Reyes de Castilla,
transformándose en modelo de los que
quisieron escribir crónicas, obra en la
que
contribuiría
sobremanera
la
influencia clásica de Tito Livio, pues El
Canciller había traducido sus Décadas,
también tradujo a Boecio, a San Isidoro,
a Gregorio el Magno y a Bocaccio, lo que
le destaca como uno de los primeros
hombres que en plena Edad Media vuelve
los ojos al mundo antiguo.
Del libro “Retratos de Españoles ilustres”
PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA
(1340 – 1385)
El idealismo absoluto
no se mantiene sin tiempo,
sin enfrentar contratiempo
o sin exigir tributo,
pero cuando es traicionado
o injustamente tratado
muere por anacoluto.
La península se había convertido en un
escenario más de la guerra europea de
los Cien Años y las guerras entre
Castilla y Aragón (1356-1365) y la
contienda civil castellana (1365-1369)
afianzaron la preponderancia nobiliaria
en ambos reinos.
Militar y poeta español, abuelo del
marqués de Santillana, Pedro González,
probablemente nació en la ciudad de
Guadalajara en el seno de una familia
emparentada, por parte paterna, con la
estirpe de los señores de Álava. En
1355, Pedro I el Cruel le concedió los
portazgos
de
Guadalajara,
donde
su
familia disponía de propiedades y gran
ascendiente político.
Cuando Pedro I huyó a Burdeos, en 1366,
para buscar la ayuda de los ejércitos del
Príncipe Negro y reforzar así su papel en
la guerra civil que sostenía con su
hermano Enrique II de Trastamara, Pedro
González se pasó al bando de este último.
Al ser derrotado Enrique, González de
Mendoza cayó prisionero junto a su tío
Iñigo López de Orozco, en la batalla de
Nájera, y allí presenció como Pedro I
degolló a su indefenso pariente. Este
acto brutal hizo que el Príncipe Negro se
pusiera en contra de Pedro I y liberase a
los prisioneros.
A partir de entonces su vida siguió
ligada al combate, se enfrentó al reino
de
Aragón
apoderándose
de
Requena,
combatió contra el Duque de Lancaster y
en 1375 negoció la paz con Aragón.
Al subir al trono Juan I de Castilla le
nombró Capitán General de sus ejércitos y
le autorizó a fundar varios mayorazgos,
entre ellos el de Buitrago y el de Hita.
Al fallecer Fernando I de Portugal, Juan
I optó a dicha corona. En el verano de
1385 Pedro acompañó al rey Juan I en la
desastrosa derrota de Aljubarrota y como
quiera que el rey castellano se encontró
sin montura, Pedro le cedió su caballo
para que no cayese prisionero, gesto
heroico que le costó su propia vida, por
lo que fue conocido como el mártir de
Aljubarrota.
Su influencia literaria consiste en ser
uno de los pioneros de la poesía
cortesana en la corte castellana. Se
conservan cuatro obras suyas en el
Cancionero de Baena.
FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN (13701460)
He recitado tormentas
Sobre engaños y malicias
Sobre vuestras inmundicias
Vaniloquios más afrentas
Y atacando la estulticia
Que en vuestro seso se
enquista
La pastoral amatista
Me enseñó a hacer justicia
Sin espíritu arribista
Con objetiva templanza
Hice de mi pluma lanza
Y de la moral conquista.
Sobrino del canciller Ayala y tío del
marqués de Santillana, nació en una
familia que gozaba de una posición
elevada y de ella recibió los bienes del
señorío de Batres.
Muy joven comenzó a interesarse por la
poesía, sobre todo por las disputaciones
que
sostenían
los
más
reputados
trovadores.
Comenzó su carrera política desempeñando
las funciones de embajador en Aragón, en
tiempos de Enrique III el Doliente, rey
de Castilla, pero pronto su enemistad con
Alvaro de Luna y su parentesco con el
arzobispo de Toledo, Gutierre Gómez,
importante partidario de los infantes de
Aragón,
le
granjearon
una
difícil
situación en la corte, que día a día se
hacía más peligrosa para él.
En la batalla de Higuera destacó por su
valor al defender y salvar la vida al
capitán de mesnada del señor de Hita,
Pero Meléndez de Valdés, pero lejos de
serle reconocida tal hazaña, el ambiente
hizo propicio que un intrigante quisiera
usurparle tal honor, desencadenándose un
altercado que le costó la prisión.
Desengañado,
herido
en
su
honor
y
disgustado tomó la determinación, a los
56 años de edad, de retirarse a su
señorío de Batres, de donde no volvió a
salir. En su retiro se dedicó al estudio,
a la meditación filosófica de las cosas
mundanas y al desprecio de las vanidades
de
la
vida,
siendo
su
maestro
y
consultor, durante esta etapa, el obispo
de Burgos.
Alcanzó gran fama de historiador por su
obra Mar de historias, que le sitúa como
prosista extraordinario (es el primer
prosista del s. XV). Fue publicada en
Valladolid en 1512, dividida en 3 parte,
la última de las cuales Generaciones y
semblanzas
es
considerada
su
obra
maestra.
Como poeta no alcanza altas cotas, pues
su lirismo queda sepultado en un mar de
erudiciones, de citas latinas, de giros
conceptuales
y
de
simbolismos
inconcretos. Sus poesías más antiguas
figuran en el Cancionero de Baena.
Cuatro
virtudes
cardinales
es
una
composición alegórica, bastante prosaica,
escrita en redondillas. Los Loores de los
claros varones de España es un compendio
de historia, en octavas de arte menor, y
el que puede ser su mejor poema titulado
Que las virtudes son buenas de invocar e
malas de platicar. Las numerosas poesías
de Pérez de Guzmán no han sido todavía
reunidas en colección, trabajo que dejó
proyectado Amador de los Ríos.
Del libro “Retratos de españoles ilustres”
ÁLVARO DE LUNA (1388-1453)
Si fue nuestro Salvador
quien trazó mi duro sino
aceptaré mi camino
con resignado valor
cual siervo libre de amor.
Y si Castilla no quiere
reconocer mi lealtad
hágase su voluntad
y recuerde cómo muere
quien su Condestable fuere.
Álvaro De Luna constituye la figura
principal de la Castilla de su época.
Hijo
de
un
noble
castellano
fue
introducido en la corte como paje por su
tío Pedro de Luna, arzobispo de Toledo,
en 1410.
Su historia es una sucesión constante de
expulsiones de la corte por parte de
facciones victoriosas y su retorno cuando
los vencedores se disgregaban. Culminó
con éxito una larga guerra con Aragón,
iniciada en el verano de 1429, expulsando
de Castilla a los infantes aragoneses.
En 1431 se empeñó en la conquista de
Granada, pero no tuvo éxito, según
algunos tratadistas por el terremoto de
Atarfe, según otros porque fue sobornado
por los moros y según otros por el
carácter levantisco de los nobles y la
indolencia del propio rey.
En la primera batalla de Olmedo, en 1445,
resultó herido el Infante Don Enrique de
Aragón, que falleció al poco tiempo a
consecuencia de la infección de la
herida, por lo que Don Álvaro, que había
sido nombrado Condestable de Castilla y
Conde de Santiesteban en 1423, le sucedió
en su título de Gran Maestre de la Orden
de Santiago, alcanzando unas cotas de
poder incontestables.
Cuando el rey se casó en segundas nupcias
con Isabel de Portugal, madre de Isabel
la Católica, cambió la suerte de Don
Álvaro, que en 1453, a la muerte del rey
Juan II, fue arrestado en el Castillo de
Portillo, y en una parodia de juicio fue
condenado, siendo degollado en cadalso
público en la Plaza Mayor de Valladolid.
Este notable poeta, músico, historiador y
prosista tuvo una gran cultura y protegió
las artes y las letras hasta transformar
la corte de don Juan II en un gran centro
cultural. Su nombre consta en el Catálogo
de autoridades del idioma, publicado por
la Academia Española.
Se conservan 16 composiciones poéticas en
el Cancionero de Baena, no desmerece en
nada al Jorge Manrique anterior a las
“Coplas”. Además dejó una obra en prosa,
titulada Libro de las claras e virtuosas
mujeres, de estilo noble y construcción
correcta.
De
esta
obra,
de
tanta
erudición como buen gusto, se hizo en
1891 una impresión por la “Sociedad de
Bibliófilos Españoles”, con prólogo de
Menéndez Pelayo. Actualmente su figura
está en proceso de revisión.
Retrato pintado por Jorge Inglés
IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA (13981458)
MARQUÉS DE SANTILLANA
Tu sello familiar fue la
poesía,
tu elección personal el real
combate,
llegando a capitán mayor y
vate
del reino de Jaén, y en la
porfía
por Torija plasmaste tu
maestría
militar, siendo un genio en tu
debate
de poesía ligera y acicate
de tus versos y coplas cada
día.
Bías contra Fortuna dialogaron
de la injusta prisión del
conde de Alba,
y así, como la serranilla
salva
tu herencia, también ellos te
salvaron,
dando a la historia vástagos
rimados,
dentro del Doctrinal de
Privados.
Huérfano desde los 7 años, se crió al
calor de un hogar en el que todos habían
sido poetas o protectores de poetas y su
educación quedó a cargo de su madre y de
su abuela, doña Mencía de Cisneros.
Tomó parte en las luchas políticas de su
tiempo, unas veces a favor de don Juan II
de Castilla y otras veces en contra.
Demostró su valor en enfrentamientos
contra fuerzas muy numerosas, como fue el
caso del aventurero Ruy Díaz de Mendoza,
contra
quien
sostuvo
un
ribazo
fortificado hasta perder casi toda su
gente.
Al romperse las treguas con los moros
marchó, en 1436, a la frontera, como
capitán mayor del reino de Jaén, ganando
villas y fortalezas hasta obligar al
enemigo a pedir treguas.
Guerreó contra el rey de Navarra, que fue
derrotado
en
Pampliega,
y
al
año
siguiente tomó parte en la batalla de
Olmedo. Sus triunfos aumentaron en 1447
al rescatar la Plaza de Torija, de la que
se había apoderado el rey de Aragón.
Hombre muy sensible, ingenioso y culto,
poseyó
una
de
las
bibliotecas
particulares más famosa de la Edad Media.
Es el primer poeta castellano del s. XV y
ocupa un lugar preeminente entre los
ingenios de su siglo, en la poesía
ligera, y como autor de las serranillas
ha recibido todo tipo de alabanzas.
Aunque escribió mucho y de muchas cosas
no nos queda ninguna obra genial, aunque
si muchas muy apreciables. Lleva hasta la
perfección la vieja vena de la poesía
gallega y provenzal, acusa la temática y
el nuevo estilo importados de Italia, y
logra anticipaciones renacentistas.
En los 42 sonetos que compuso al itálico
modo encontramos diversidad de temas,
amorosos,
políticos,
morales
y
religiosos. Las 180 coplas del diálogo
filosófico
de
Bias
contra
Fortuna,
inspirado en la prisión de su primo y
mejor amigo, el Conde de Alba, es
posiblemente su mejor poesía.
También
es
autor
de
la
primera
recopilación de folklore español, en una
curiosa obra titulada Refranes que dicen
las viejas tras el fuego. Compuso una
sátira durísima en el Doctrinal de
privados; los Proverbios fueron escritos
para la educación del príncipe don
Enrique; el Infierno de los enamorados es
la obra más influida por Dante; en La
comedieta de Ponza encontramos su obra
más importante en el género alegórico,
etc.
La Carta al condestable de Portugal,
escrita en prosa, es reputada como el
documento más antiguo y precioso de
historia y crítica literaria, que existe
en castellano.
Libro de horas y hora de libros
LOPE DE STÚÑIGA (1415?-1465)
Tu literaria formación,
paterna,
tu ejercicio vital blandió la
espada,
a Suero y a los de Aragón
prestada
con ingenio y valor, de forma
alterna,
Redimido en tu vida más
interna
concediste verdad al
sentimiento,
y al erotismo diste su
momento,
para que fuese tu poesía
eterna.
Durante el siglo XV Europa entera vive un
período muy agitado y España, dividida en
dos grandes reinos, Castilla y Aragón, se
desangra en luchas civiles, especialmente
en el primero reina un desorden total,
los nobles luchan contra el poder real y
los privados abusan de sus prerrogativas,
situación que se prolongaría hasta el
matrimonio de Fernando de Aragón e Isabel
de Castilla (1479).
Lope de Stúñiga fue hijo de Iñigo Ortiz
de Iñigo, mariscal del reino de Navarra,
y de doña Juana, hija natural del rey
Carlos II de Navarra. Se educó en un
ambiente literario, ya que su padre y su
tío Diego también fueron poetas.
Su primo, Suero de Quiñones, le eligió en
1434, como compañero para tomar parte en
el Paso Honroso, donde demostró tanto
valor como ingenio. Intervino después en
las contiendas que agitaban el reino de
Castilla, figurando entre los partidarios
de los infantes de Aragón, por lo cual no
sólo sufrió persecución sino que también
fue hecho prisionero.
Sus composiciones, casi todas de carácter
erótico,
han
sido
suficientes
para
situarle en un lugar envidiable entre los
poetas castellanos de su época. Se
distingue
por
la
verdad
de
los
sentimientos que en ellas expresa, aunque
se nota la influencia provenzal y también
la italiana.
Sus obras más importantes son: Dezir
esforzando a sí mesmo, Dezir sobre la
cerca de Atiença y las 17 composiciones
contenidas en el Cancionero de Gallardo.
Nueve de sus composiciones figuran en un
Cancionero manuscrito de la Biblioteca
Nacional de Madrid, cerca de 20 más en
otro Cancionero conservado en la misma
Biblioteca, 17 en el Cancionero de
Gallardo y 9 en el General de 1511.
Lo que el Cancionero de Baena representa
en la corte castellana de Juan II,
representa en la aragonesa de Alfonso V
el llamado Cancionero de Stúñiga, del que
se conservan 3 códices: el de la
Biblioteca Nacional de Madrid, el de la
Biblioteca Casanatense de Roma y el de la
Marciana de Venecia.
DIEGO DE VALERA (1412-1488)
Te encomendaste a la prosa
con crónicas y tratados
y los versos olvidados,
cual letanía gozosa,
entre los salmos reposan.
Era hijo del famoso médico Alonso García
Chirino y su madre era doña Violante
López. Fue doncel de Juan II de Castilla
en 1427 y ayo de los Stúñigas o Zúñigas,
llevando
una
vida
típicamente
caballeresca. Fue armado caballero en
1435, durante el sitio de Huelma.
Luchó contra los nazaríes en las batallas
de Toro e Higueruela, en 1431, antes de
iniciar su periplo por las embajadas
españolas en Europa, sirviendo a los
reyes Carlos VIII de Francia y Alberto de
Bohemia; fue además embajador de Castilla
en Dinamarca, Borgoña, Inglaterra y
Francia. Enemigo acérrimo de don Álvaro
de Luna, contribuyó a la caída y muerte
de este famoso valido.
Murió siendo alcaide del castillo del
Duque de Medinaceli, en el Puerto de
Santa María.
Su orientación humanista ha quedado
plasmada en sus obras político-morales,
como Defensa de las virtuosas mujeres,
Espejo de verdadera nobleza (1441),
Tratado
de
las
armas
(1458-1467),
Ceremonial
de
príncipes
(1462)
y
Doctrinal de príncipes (1475). Escribió
Epístolas a los reyes en estilo castizo.
También escribió una historia del mundo
titulada Crónica abreviada o Valeriana
(1482) en la que, como conocedor directo,
plasma con maestría una parte dedicada a
Juan II.
El Memorial de diversas fazañas es una
crónica del rey de Castilla Enrique IV,
cuya continuación tituló Crónica de los
Reyes Católicos, en la que trata sobre la
guerra contra Portugal y la guerra de
Granada. Tradujo del francés el Árbol de
batallas.
En verso escribió Letanías y Salmos
penitenciales.
Algunas
de
sus
composiciones
se
incluyen
en
el
Cancionero de Stúñiga.
Fue un auténtico polígrafo. Escribió
poesías, historia, tratados de didáctica,
tratados morales, genealogías, cartas, y
en todos estos géneros dejó huellas de su
erudición, sagacidad crítica, certeza de
pensamiento y elegancia expresiva.
GÓMEZ MANRIQUE (1412-1491)
Tras la derrota en Olmedo
y ser en Maqueda herido,
superaste con denuedo
la adversidad, cual remedo
de aquél marqués precedido.
Sem Tob fue, por ti, imitado
y la escuela italiana,
luego el verso incinerado
de la muerte, que ha exhumado
al marqués de Santillana.
Fue el quinto hijo del adelantado mayor
del reino de León, don Pedro Manrique, y
de doña Leonor de Castilla, nieta de
Enrique II. Con su hermano mayor, el
conde de Paredes, penúltimo maestre de
Santiago, tomó parte en 24 acciones
bélicas victoriosas
Quedó herido en Maqueda (1441), asistió
al sitio de Cuenca (1449), compareció al
juramento de los Toros de guisando
(1468), fue elegido por don Fernando de
Aragón para desafiar al rey de Portugal
en 1475 y fue nombrado corregidor de
Toledo y defensor del Alcázar, puertas y
puentes contra el turbulento arzobispo
Carrillo,
reedificó
el
puente
de
Alcántara (1484) y defendió noblemente a
los judíos toledanos. Fue derrotado en
Olmedo.
Se estimaba a sí mismo mucho más como
soldado que como escritor, pues en lo
primero tuvo como maestro a su famoso
hermano, el Maestre don Rodrigo, mientras
que para lo segundo nadie le enseñó.
El máximo valor poético de Gómez Manrique
se halla en sus poemas de cierta
extensión, fundamentalmente elegíacos y
políticos, compuestos en la misma serie
de coplas que caracterizan la métrica
galaica y provenzal. Entre estos poemas
de lírica mayor encontramos los Consejos
a Diego Arias Dávila, las Coplas del mal
gobierno de Toledo, el Regimiento de
príncipes o la Defunción del noble
caballero Garci Laso de la Vega.
Las dos obras que otorgan a Gómez
Manrique un lugar destacado entre los
poetas del siglo XV son dos piezas
religiosas:
la
Representación
del
Nacimiento
de
Nuestro
Señor
y
las
Lamentaciones fechas para Semana Santa.
En
varias
de
sus
composiciones
alegóricas, como la Batalla de Amores,
imita muy de cerca a los poetas gallegos.
Luego sigue de cerca la naciente escuela
italiana, donde su tío Santillana le
había precedido.
Para Menéndez Pelayo, “Gómez Manrique es
el primer poeta de su siglo, a excepción
del Marqués de Santillana y Mena. Su
sobrino, que es de su escuela y que
manifiestamente le imita, tuvo un momento
de iluminación poética, en el que le
venció a él y venció a todos...” (se
refiere a las Coplas a la muerte de su
padre de Jorge Manrique).
pertenece a la colección Lorenzana
JORGE MANRIQUE (1440-1479)
Te enfrentaste con Villena
en tierras de Calatrava,
española
proclamó la fe tu reina
y tu espada fue su esclava.
Vengadora
se plantó la fortaleza,
mas no venció la osadía,
te impulsó
con denuedo y con fiereza,
fuiste solo a la porfía,
te mató.
Acróstico a Grisomar,
juvenil canción de amores
y dezires,
coplas del padre, cantar
a sus ausencias, dolores,
y sentires.
Era el cuarto hijo del conde de Paredes
de Nava, don Rodrigo, y de su primera
mujer, doña Mencía de Figueroa. Al lado
de su padre y de su tío Gómez Manrique
abrazó el partido del infante don Alfonso
contra Enrique IV el Impotente, y después
de la muerte del infante el de doña
Isabel.
Jorge Manrique, como entusiasta seguidor
de la Reina Católica, defendió el Campo
de Calatrava, en 1475, contra el marqués
de Villena y sostuvo en 1476, junto con
su padre, el asedio del castillo de
Uclés.
En 1478 participó con don Pedro Ruiz de
Alarcón en el asedio de las fortalezas de
Chinchilla, Belmonte, Alarcón y GarciMuñoz, a las puertas de esta última, y
según la crónica de Fernando del Pulgar,
“el capitán Jorge Manrique se metió con
tanta osadía entre los enemigos, que por
no ser visto de los suyos, para que fuera
socorrido, le firieron de muchos golpes,
e murió peleando cerca de las puertas del
castillo de Garci-Muñoz ...”
Fue enterrado en la iglesia del convento
de Uclés, aunque hoy se ignora el
paradero de sus restos. Por su doble
dedicación a las armas y a las letras y
por su trágica muerte en plena juventud,
su vida ha sido comparada con la de
Garcilaso.
Enamorado vivamente de doña Grisomar
(Guiomar)de Castañeda, su esposa, le
dedicó en su juventud canciones y dezires
a la manera provenzal. Muchos son los
críticos que señalan el tono militar que
alienta la lírica amorosa de Manrique,
pues se transparenta en el vocabulario y
en la índole de las metáforas e imágenes,
llenas de motivos castrenses.
La muerte de su padre, el Maestre don
Rodrigo, le inspiró las llamadas Coplas
de Jorge Manrique a la muerte de su
padre, que, aún a los ojos de Quintana,
uno de los críticos más severos con las
producciones
de
la
Edad
Media,
constituyen “el trozo de poesía más
regular y más puramente escrito de aquél
tiempo”. Las Coplas han merecido, desde
su publicación, los elogios de los más
esclarecidos ingenios. Lope de Vega
declaró que merecían estar escritas en
letras de oro. Probablemente son el
documento más representativo, por su
contenido, en señalar la transición entre
lo medieval y lo renacentista.
Las
demás
poesías
de
Manrique
se
encuentran: 42 en el Cancionero de
Hernando del Castillo (1511), 2 en el
Cancionero de obras de burla provocantes
a risa (1519), en el Cancionero de
Constantina (1535) y en el Cancionero de
Toledo (1527).
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GARCILASO DE LA VEGA (15031536)
La espada le dio vida
y la Lira nació de Gracilaso,
su verso fue la herida
que le franqueó el paso,
allanando el camino hacia el
Parnaso.
Boscán, fuente fecunda,
hizo de la amistad el digno
templo,
que a la poesía inunda
de heroísmo y de ejemplo,
biografía que admiro y que
contemplo
Garcilaso, de familia noble, educado para
las armas y las letras en la corte del
Emperador, llegó a ser “contino” de los
ejércitos de Carlos I, en los que dio
pruebas de su valor luchando contra los
comuneros en Olías, donde fue herido,
poco después tomó parte en la expedición
en defensa de la isla de Rodas (1522)
contra los turcos. Al año siguiente
combatió
contra
los
franceses
en
Fuenterrabía y estuvo en Italia para
asistir, en Bolonia, a la coronación del
Emperador.
Desplazado a Nápoles para servir a las
órdenes del marqués de Villafranca, se
trasladó dos veces a España para asuntos
del servicio (1533 y 1534), en ambas
ocasiones visitó a su fraternal amigo
Boscán,
con
quien
mantuvo
una
correspondencia constante y a quien
indujo a traducir El Cortesano.
Declarada la guerra a Francia, Garcilaso
fue nombrado maestre de campo de un
Tercio
o
Regimiento
de
Infantería,
compuesto por tres mil españoles, y con
ellos fue enviado a la expedición de
Provenza. El 27 de Septiembre de 1536,
cuando se dirigía a Niza, se vio
sorprendido por el fuego que, desde la
fortaleza de Muy, a cuatro millas de
Fréjus, en Provenza, les hacían unos 50
arcabuceros franceses. Como no se les
podía
reducir,
Garcilaso
hizo
una
demostración de valor y se lanzó por una
escalera, sin coraza ni casco, contra la
guarnición enemiga, pero los defensores
dejaron caer, desde lo alto, una enorme
piedra que le hirió en la cabeza y le
hizo caer de espaldas al foso. Trasladado
a Niza no se pudo hacer nada por su vida,
murió allí al cabo de 18 días en brazos
de San Francisco de Borja, entonces
marqués de Lombay.
La cultura clásica grecolatina, sobre
todo
Homero
y
Virgilio,
no
tenían
secretos para él. Como poeta adaptó
maravillosamente
el
endecasílabo
a
nuestra lengua; nadie le superó en el
soneto, al que dio carta de naturaleza;
supo hallar mayor amplitud para la
canción; no tuvo rival en el terceto,
pocos en la oda.
A su creatividad debemos la estrofa de 5
versos, de 7 y 11 sílabas, utilizada en
la canción A la flor de Guido, llamada
estrofa
lira,
por
encontrarse
esta
palabra en el primer verso.
Si genios como Cervantes o Lope de Vega
le proclamaron como el dios mayor de
nuestro Parnaso, la crítica moderna ha
confirmado este concepto, a pesar de que
su
obra
es
escasa
(unas
cincuenta
composiciones) y apenas aparecen en ella
los versos militares, salvo para hablar
de hechos de armas sucedidos en Nápoles o
la Goleta
GUTIERRE DE CETINA (1520-1557)
Italia y Alemania fue su
guerra,
la alternancia fue el verso de
Petrarca,
por lo que esa poesía le
remarca
como fiel traductor de aquella
tierra,
la patria de poetas, que se
aferra
a figuras mortales, sin la
parca
en la estrofa amorosa, que
abarca
canciones, madrigales y se
emperra
en unos ojos, cual faros
hermosos
que marcaron sus pasos a la
gloria,
compartida con duques más
famosos,
escribiendo una página en la
historia
de los vates con versos
poderosos,
que perduraron sobre la
memoria.
Nacido en una familia noble y bien
acomodada desarrolló una gran afición por
el estudio de los poetas italianos, de lo
que dan testimonio algunas traducciones
del Petrarca, sin embargo siguió la
carrera militar que le llevó a alternar
sus acciones bélicas en Italia y Alemania
con el ejercicio de la poesía.
Se inspiró en los modelos de Garcilaso,
tendencia que combinó con el apego a la
tradición poética castellana y valenciana
(al igual que Garcilaso, se vio influido
por Ausias March).
Escribió algunas cartas en verso a Diego
Hurtado de Mendoza, con quien le unía una
estrecha amistad, y algunos sonetos al
príncipe de Ascoli, al conde de Feria y
al Duque de Alba, también era amigo de
Jorge de Montemayor.
En 1547 se embarcó para Méjico, llamado
por uno de sus hermanos, compañero
dilecto de Hernán Cortés. En Puebla de
los Ángeles, y en 1554, fue gravemente
herido por Hernando de Nava, al pie de
las ventanas de doña Leonor de Osma. En
1557 ya había muerto. Durante esta
estancia compuso gran número de sonetos,
canciones, elegías y madrigales.
Todas las poesías de Cetina han sido
recogidas e impresas por don Joaquín
Hazañas y son: 5 madrigales, 244 sonetos,
11 canciones, 9 estancias, 17 epístolas,
1 sextina y 1 oda.
Herrera lamentó la falta de espíritu,
brío y vigor de sus sonetos, aun cuando
reconoce
en
ellos
la
precisión
y
elegancia del lenguaje. Pero donde se
refleja un Cetina con mayor soltura,
mayor dominio de la versificación y
plasma su gracia personal es en las
epístolas, escritas en tercetos, de
carácter autobiográfico y dirigidas a sus
amigos.
Si bien su mérito como poeta amoroso es
indiscutible, no menor es su mérito como
traductor de los poetas italianos. Su
nombre sonará siempre con gloria entre
los
restauradores
del
endecasílabo,
introducido por los poetas sevillanos del
s. XV y posteriormente olvidado, hasta
que Boscán volvió a darle vida. Su
composición
más
celebrada
es
el
celebérrimo madrigal A unos ojos.
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HERNANDO DE ACUÑA (1520-1580)
Luchando en el Piamonte fue
valiente
y reclamó el lugar de su
hermano,
durante el cautiverio fue
espartano,
volvió a luchar, en San
Quintín, ardiente,
luego su vida, como un
diluyente,
se esfuma entre los dedos de
su mano,
que sólo dejó huella de
escribano
entre poesía y prosa muy
influyente,
por traducir las obras de
autores
latinos e italianos
consagrados,
destacados por ser de los
mejores,
fue la muerte quien dio a luz
rimados
sus versos petrarquistas, sus
amores
y aquellos sentimientos
encontrados
Hernando de Acuña y Zúñiga era de origen
noble. Se dedicó a la milicia y combatió
como soldado en Italia bajo las órdenes
del
marqués
del
Vasto,
con
quien
participó en la guerra del Piamonte
(donde posiblemente trabara amistad con
Gracilaso). Combatió en Alemania y en
Túnez bajo las banderas de Carlos I.
Detenido por los franceses fue rescatado
por el Emperador, quien le nombró
gobernador
de
Querasco.
Luchó
para
Felipe II en la batalla de San Quintín
(1557).
Sobre 1560 dejó la vida militar, a
partir de aquí el seguimiento de su vida
es más difícil, se sabe que contrajo
matrimonio con Juana de Zúñiga en
Valladolid y que se instaló en Granada,
donde junto a Diego Hurtado de Mendoza
ejerció su influencia sobre los poetas
jóvenes.
En su variada producción literaria,
destaca la traducción, por encargo, de
una de las obras preferidas de Carlos I,
Le chevalier délibéré, de Olivier de la
Marche, versión en verso, con notables
variaciones respecto del original para
adaptarlo al público español.
Tradujo los poemas de la Heroidas de
Ovidio, algunos libros de caballerías y
los cuatro primeros libros del Orlando
enamorado de Boyardo.
Es autor de la Fábula de Narciso, de
algunas églogas y elegías, más sentidas
que perfectas; de muchos sonetos de gran
valor y del poema Contienda de Ajax
Telamonio y de Ulises (Granada 1591 y
Madrid 1804) a imitación de algunos
episodios homéricos.
A su muerte, su viuda publicó en Madrid
sus Varias poesías (1591), un cancionero
petrarquista afín a los publicados por
poetas de su generación como Gracilazo de
la Vega o Juan Boscán.
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JUAN DE CASTELLANOS (15221607)
Permutaste la espada por
rosario,
de la oración creaste nueva
vida
y de la historia hiciste un
calendario
de sucesos exactos con cabida
de caribeños hechos en tu
diario,
Colombia y Venezuela fue
incluida.
La milicia te abrió con su
experiencia
y cual historiador hiciste
ciencia
Muy joven guerreó bravamente en muchos
países de América. Intervino con Jiménez
de Quesada en la conquista del Nuevo
Reino de Granada. Pero pronto abandonó
la vida militar y se ordenó sacerdote y
beneficiado en Tunja (Nueva Granada)
desde 1556.
No fue un poeta épico de primer orden,
incluso imitó a Ercilla, pero no se le
puede negar ni la propiedad de su
lenguaje, ni su facilidad versificadora,
ni
la
verdad
con
que
narra
los
acontecimientos, ni el color ingenuo del
relato, ni el tono discreto de la
inspiración,
ni
muchas
bellísimas
descripciones con las que ameniza su
epopeya.
La obra que le ha dado notoriedad es el
largo poema histórico Elegías de varones
ilustres de Indias, escrito a finales del
siglo XVI, está dividido en tres partes,
la primera se publicó en Madrid en 1589 y
la
segunda
y
tercera
permanecieron
inéditas hasta 1847, año en que se
imprimió la obra completa, formando parte
del tomo IV de la “Biblioteca de Autores
Españoles”. El investigador Paz y Meliá
la volvió a publicar en 1887 en la
“colección de Autores Castellanos” con el
título de Historia del Nuevo Reino de
Granada.
La
obra
está
compuesta
por
aproximadamente
113.600
versos
endecasílabos agrupados en octavas reales
con rima. Esta obra constituye una
detallada crónica de la colonización del
Caribe y de los territorios hoy ocupados
por
Colombia
y
Venezuela.
En
su
estructura la elegía, la épica, la
peregrinación, la novela pastoril, los
romances
y
otras
formas
literarias
conforman un texto que puede considerarse
como una verdadera enciclopedia de los
géneros de la literatura renacentista.
A pesar de todo, en la actualidad se
valora a Castellanos más que por su
condición de poeta, por su calidad como
historiador ya que en sus descripciones
siempre es veraz y su criterio científico
es bastante exacto.
XIMÉNEZ DE AYLLÓN (1530-1590)
Cómo ibas a olvidarte
de cantar al Cid, Ruy Díaz,
sin tristeza de elegía,
sin la loa que comparte
la comparación con Marte,
cómo no elevar tu canto
al sacrificio y quebranto
del guerrero gaditano,
a su talante espartano,
a lo egregio de su manto.
Cómo no alcanzar la fama
de ser bravo capitán
luchando como un titán,
que todo guerrero ama
el buen nombre de su dama,
de su pueblo y su nación,
Diego Ximénez de Ayllón
hombre de raza escogida,
de memoria merecida,
entre su gente eslabón
que en Arcos encadenado
dio vida a la historia
hispana,
que entre los siglos desgrana
con fulgor de heliograbado
ese genio destacado
en la concepción del arte,
que el cancionero comparte
con literaria poesía,
que es del pueblo la alegría
y la tristeza al dejarte.
Sirviendo al duque de Alba
se paseó por Sicilia
y durante la vigilia
escribió versos en salva,
restos impresos en malva,
entre los que había sonetos
medidos, ritmos concretos,
cuya esencia descubría
aunque el destino querría
que entre libros y panfletos
publicase Gracilaso
antes que lo hiciera Diego,
triste desplante a su ego,
pues en aquél metro escaso
fuiste primo en el Parnaso,
premonición de agonía
que ilustró a Andalucía
con tu esfuerzo sobrehumano,
transformando el castellano
en fronteriza poesía.
Nació en noble cuna y después de los
estudios elementales se puede estimar, a
raíz de las informaciones que transmite
en
sus
obras,
que
estudió en la
universidad de Salamanca y pudo conocer
la de Coimbra, de donde era natural su
amigo Jorge de Montemayor.
Con 18 años comenzó su carrera militar,
combatió en Italia encuadrado en el
Tercio de infantería que mandaba Álvaro
de Sande. Se distinguió en las campañas
del Adriático y ascendió a alférez en la
guerra de Alemania.
En Flandes sirvió como capitán en el
Tercio del Duque de Alba al mando de
Sancho Londoño.
Cuando volvió a Arcos de la Frontera
participó en el gobierno de la ciudad
como regidor, contando con compañeros
civiles y militares, como el capitán
Alonso de Virués Maldonado.
Tras su muerte en 1590, la obra del que
se considera primer poeta en lengua
castellana de la provincia de Cádiz se
sumió en el olvido. En época reciente y
de forma casual, a través de la lista de
libros raros y curiosos de Gallardo, se
ha vuelto a rescatar su obra. Entre sus
títulos
Sonetos
a
ilustres
varones
(Amberes 1569) y Los famosos y heroicos
hechos
del
invencible
y
esforzado
caballero, honra y flor de las Españas,
el Cid Ruy Díaz de Vivar (Amberes 1568,
Alcalá 1579). Esta última se compone de
unas mil quinientas octavas reales,
divididas en treinta y dos cantos, en los
que se aprecia una gran maestría y
dominio de la métrica.
Quizás lo más sorprendente de Ximénez de
Ayllón es que se le pueda considerar,
junto a Boscán y Gracilaso, como uno de
los primeros sonetistas españoles.
BALTASAR DEL ALCÁZAR (15301606)
Por tu tendencia hedonista
no te hicieron gran aprecio,
rescatado como un pecio
por ser un gran latinista,
por ser culto e ingenioso
hoy tu obra es valorada
y tu figura encumbrada
cual poeta prestigioso.
Nació en Sevilla, en el seno de una
familia acomodada de conversos. Estudió
Humanidades en León, pero atraído por la
carrera de las armas sirvió en las
galeras del famoso don Álvaro de Bazán,
primer marqués de Santa Cruz, durante
mucho tiempo y en su compañía alcanzó
varias victorias contra los franceses,
que
en
una
ocasión
le
cogieron
prisionero y por su valor y presencia le
dejaron en libertad.
Se retiró del ejército para ejercer como
alcalde de la villa de Molares, cerca de
Utrera, al servicio de Fernando Enríquez
de Ribera, duque de Alcalá.
Enviudó y volvió a Sevilla para ejercer
como administrador del duque de Gelves
hasta 1589 en que falleció éste. Debido
a su afición a los placeres de la buena
mesa,
algunos
tratadistas
le
han
calificado como “el poeta gastrónomo”.
Padeció el mal de la gota y cuando en
enero de 1606 otorgó testamento ya no
pudo firmar “por impedimento que tiene
la mano derecha” según recalcó el
escribano.
Por su temática hedonista numerosas
historias
de
la
literatura
le
han
considerado
un
poeta
menor,
pero
actualmente este hecho está en revisión
ya que demuestra un excepcional talento
para la métrica y un agudo ingenio para
la composición, correcto y creativo tanto
desde el punto de vista del fondo como de
la forma, de tal modo que algunas de sus
soluciones métricas y estilísticas se
consideran
innovadoras.
Pero
si
su
talento poético no bastase para su
inmortalidad, le salvaría el hecho de
haber
sido
el
primer
protector
de
Velázquez.
Era un excepcional latinista que llevado
por
su
admiración
a
Marcial
imitó
claramente sus Epigramas. También tradujo
varias obras de Horacio al castellano y
en algunas de sus obras se trasluce esta
influencia.
Entre
su
producción
encontramos
el
Diálogo
entre
dos
perrillos,
que
constituye
un
claro
antecedente cervantino, Diálogo entre un
galán y el eco, y Consejos a una viuda.
Sus
Epigramas
anticipan
la
poesía
satírica que recibirá su espaldarazo en
el XVII de la mano de Quevedo, Alarcón y
Góngora.
Nadie
mejor
que
él
redondeó
una
redondilla, ni apuró una silva, ni
concretó un epigrama. Preciso, acicalado
y natural, siempre con buen gusto en su
pluma. Sus poesías pueden leerse en los
manuscritos de 1577 y 1666, de los que se
sirvió Rodríguez Marín para su edición de
1910.
Del libro “Retratos de españoles ilustres”
ALONSO DE ERCILLA (1533-1594)
Entre Ercilla y Pineda un
altercado
fue la causa y motivo de
condena
pero, lo permutó por guerra,
Hurtado,
Callao y Panamá fueron su
pena,
por su arrojo en batalla fue
nombrado
caballero, tornando en suerte
buena,
y el canto a su epopeya
americana
quedó plasmado en libro, “La
Araucana”.
Era de uno de los más limpios linajes de
España y nacido en Madrid adquirió una
esmerada formación cultural.
Paje de Felipe II, tuvo durante toda su
vida la confianza del gran rey, al que
acompañó
en
Flandes
(1548)
y
en
Inglaterra (1554).
Cuando alcanzó la edad suficiente se
trasladó a Chile, bajo las órdenes de
García Hurtado de Mendoza, y participó en
los combates contra los indios araucanos,
en los que se distinguió en repetidas
ocasiones; sin embargo Ercilla y Pineda,
en una ocasión, se enfrascaron en un
altercado en el que desenvainaron sus
espadas y Hurtado de Mendoza, asesorado
de mala fe por su secretario Ortigosa,
les condenó a ser degollados, pena que
conmutó en el último momento a cambio de
que
tomaran
parte
en
todas
las
operaciones de guerra que ocurriesen.
Después del Callao y Panamá regresó a
España,
desde
donde
se
trasladó
a
Alemania para asistir a la boda de su
hermana.
De nuevo en España, en 1569 publicó la
primera parte de La Araucana, y el día
del
aniversario
de
la
batalla
de
Millarapue, decidida por su arrojo, fue
armado caballero en la parroquia de San
Justo.
En años posteriores publicó la segunda
(1578) y tercera (1589) parte de La
Araucana. Esta obra fue el primer libro
poético de tema americano y en él se
inspirarían gran parte de los dramaturgos
y poetas que trataron la conquista de
Chile. Ercilla escribía lo que veía, con
una objetividad absoluta, objetividad que
es uno de los valores más permanentes del
poema, en el que se combinan hábilmente
los elementos históricos, los poéticos y
los fantásticos (muy pocos).
Además
de
su
actividad
como
poeta
desempeñó, por orden del Rey, una serie
de misiones diplomáticas que coronó con
el éxito y terminó sus días como censor
literario.
Murió sin dejar descendencia, ya que su
hijo natural, don Juan de Ercilla, murió
en el desastre de la Invencible.
Voltaire en su Essai sur la poésie épique
afirmó que en las arengas y discursos de
los héroes ganaba Ercilla al mismo
Homero.
FRANCISCO DE FIGUEROA (15361617)
Encontraste en Italia vida
nueva,
la milicia te dio fama y
firmeza,
y en los reinos de Europa tu
entereza
superó el reto y la difícil
prueba
de aceptar tu poética longeva,
gracias a que Tribaldos y su
proeza
salvaron de las llamas con
limpieza
los versos condenados a la
ceba.
Cantado y respetado por
Cervantes,
parte integrante de su
Galatea,
fuiste poeta cultivado y
serio,
petrarquista y garcilasiano
antes
que un horaciano clásico, que
marea,
ese fue tu tributo y tu
misterio.
Famoso poeta español llamado El Divino,
conocía el latín, el griego y el
italiano. Muy joven marchó a Italia,
viviendo varios años en Siena, ocupado en
negocios propios, y otros tantos en Roma,
ocupado en negocios de Carlos I y Felipe
II
Militó en Flandes con don Carlos de
Aragón, duque de Terranova, en 1579, y
recorrió Francia, Alemania y Valencia.
Fue contino del rey Felipe II desde 1561
y
desempeñó
algunas
misiones
diplomáticas.
Retirado en Alcalá de Henares llevó una
vida modesta rodeada de paz y del
respeto de sus vecinos
Como llegó a dominar la lengua toscana
escribió poesía en italiano igual que en
español y a pesar de inspirarse en la
tradición estilnovista y petrarquista,
siendo
su
continuación
garcilasiana,
alcanzó una trayectoria muy personal.
Poco antes de su muerte condenó a las
llamas su obra poética, parte de la cual
se salvó gracias a la intervención del
señor de Pozuelo, don Antonio de Toledo,
y luego la editó Luis Tribaldos de
Toledo, en Lisboa en 1626.
Apasionado de Gracilazo, le imitó. De su
producción, sobria y jugosa, sobresalen
sus Canciones, en modo alguno libres de
la moda italianizante. El gran mérito de
Figueroa es el haber connaturalizado el
verso
suelto
en
España,
en
cuya
composición nadie le igualó. Se conservan
de él más de 70 poesías, escritas la
mayor parte de ellas antes de 1575.
Cervantes, alcalaíno como él y gran
lector suyo, nos cuenta en su Galatea que
Figueroa aparece bajo el nombre de Tirsi
y el de su amada bajo el de Filis, lo que
refleja que era tenido en consideración
por
los
poetas
y
escritores
más
importantes de su tiempo. Cultivó la
canción, la elegía y la glosa, aunque los
más recordados son sus sonetos.
En
sus
epístolas
se
refleja
la
personalidad
de
un
hombre
culto
y
curioso, con un verdadero interés por los
problemas de la lengua castellana.
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FRANCISCO DE ALDANA (15371578)
Por el bronce sonoro del
lenguaje
trazó su vínculo con la
realeza,
con la que compartió vivo
equipaje,
el de su valor, cultura y
nobleza,
y aunque su paso padeció
desgaje
por un tiro, mantuvo su
grandeza
y siguió siendo firme en su
camino
de soldado y poeta cervantino.
Militar de sólida formación intelectual
era, entre otras cosas, un políglota, muy
hábil con el latín y desenvuelto con el
francés, italiano, portugués y árabe, por
lo
que
fue
reclamado
por
altos
dignatarios, así sucedió cuando Felipe II
le comisionó para acompañar al desdichado
monarca don Sebastián de Portugal en su
campaña africana y peleando a su lado
encontró la muerte en el desastre de
Alcazarquivir.
Durante su vida militar participó en
otras
campañas,
así
contra
Francia
combatió
en
San
Quintín,
participó
durante largos años en las luchas de
Flandes a las órdenes del Duque de Alba o
con don Juan de Austria en su empresa
contra los turcos y siendo general de la
artillería tomó parte en el sitio de
Harlem (1572), donde fue herido de un
mosquetazo en un pie.
Residió bastante tiempo en la corte de
los Médicis de Florencia, donde se formó
para las letras y la política, alcanzando
la madurez de su personalidad en Madrid.
Escribió
multitud
de
composiciones
poéticas, que su hermano Cosme, militar
como él y que alcanzó reputación de
valeroso y entendido capitán en Italia,
recogió y publicó parcialmente, una
primera parte en Milán en 1589 y una
segunda en Madrid en 1591, pero en forma
muy descuidada.
Quevedo sentía gran admiración por el
poeta. Gil Polo le dedicó unos versos del
“Canto de Turia” de su Diana enamorada.
Cervantes, que le nombra en La Galatea
junto a Boscán y Garcilaso, recuerda su
sobrenombre de Divino en la “Adjunta” al
Viaje al Parnaso. Lope de Vega lo ensalza
en la Silva VI del Laurel de Apolo.
Para Díaz Plaja: “Pudo ser, mejor aún que
Gracilazo de la Vega, el símbolo humano
del renacentismo español. No lo es por la
tremenda desproporción que hay entre la
brevedad de su obra y la magnitud de su
ambición poética”.
A pesar de todo Aldana cayó en el olvido
durante siglos, y sólo hace cinco décadas
ha comenzado a ser estudiado y valorado.
Aldana, en opinión de Rivers, se nos
presenta como uno de los personajes más
universales del Renacimiento en España.
GINÉS PÉREZ DE HITA (15441619)
Son las Guerras Civiles de
Granada
enorme testimonio de valía,
de tu denuncia firme y
enconada
cuando tu tropa hizo correría,
canto a la caridad más deseada
y al respeto debido a quién
sufría,
texto de contenido mercedario,
obra que de tu honor es
corolario.
Desde muy joven, Ginés, entró como
escudero en la casa de Luis de Fajardo,
marqués de los Vélez, y combatió bajo el
estandarte del marqués al comenzar el
levantamiento de los moriscos.
Si hemos de creer al propio interesado,
Hita, se batió heroicamente en las
Alpujarras salvando, con peligro de su
vida, del degüello por la soldadesca a 20
mujeres y recogiendo del seno de su madre
degollada a un niño de pecho, en la
horrible carnicería del pueblo de Félix.
La fama literaria de Pérez de Hita radica
en su célebre libro Las Guerras Civiles
de Granada. En la segunda parte de dicho
libro se encuentran numerosas pruebas de
la nobleza de su corazón, de sus
profundos sentimientos humanitarios con
los vencidos y del horror y lástima que
le
causaban
los
desmanes
de
sus
compañeros de armas.
Parece que cuando publicó su obra, en
1588, lo hizo con el título de Historia
de
los
bandos
de
los
Zegries
y
Abencerrajes, pero luego, al continuarla,
eligió el de Segunda parte de las guerras
civiles de Granada, y este último es el
que se adoptó para denominar las dos
partes de la obra.
Según Tomoko Mimura, la base de esta obra
fue un poema épico que la ciudad de Lorca
le encargó a Pérez de Hita para dar
énfasis a la importancia de la ciudad
como base militar para combatir a los
musulmanes
granadinos:
Libro
de
la
población y hazañas de la muy nobilísima
y leal ciudad de Lorca.
La primera parte de Las Guerras Civiles
se refiere a la lucha de los bandos en la
Granada anterior a 1492, la segunda se
refiere a la guerra coetánea de las
Alpujarras. Muy acertadamente se ha dicho
que la primera parte es una novela
histórica y la segunda una historia
novelada con una hábil e ingeniosa mezcla
de la poesía y la prosa. Se le puede
considerar como fundador de la novela
histórica y el que más contribuyó a la
moda de los romances moriscos. El éxito
de esta obra fue tan enorme que desde su
publicación no se ha dejado de editar,
por ejemplo 12 ediciones en el S. XVII, 6
en el XVIII, 12 en el XIX y más de 15 en
el XX. Se tradujo al francés en 1606,
1608 y 1809, al alemán en 1821 y al
inglés en 1891.
Pérez de Hita fue un autor apreciado
también en Francia, donde dio pie a que,
figuras literarias de la altura de
Chateaubriand, escribieran novelas de
tema hispanomorisco.
MIGUEL DE CERVANTES (15471616)
Nacido del ingenio y del
coraje,
tendiste a la milicia terso
manto
bordado de heroísmo y de
encanto,
pues de la guerra hiciste tu
bagaje;
gran orgullo de todo tu linaje
evocaste poesía y también
canto
y tras sufrir heridas en
Lepanto
caíste prisionero en abordaje.
Al combate trataste cual
soneto,
del cautiverio hiciste tu
sudario,
en el drama de tu última
aventura
depositaste herido tu
esqueleto
en común fosa, rojo y
trinitario,
y como puerto de tu singladura
por la literatura,
fuiste el más distinguido
entre los genios
por ser el Príncipe de los
Ingenios.
Comunmente apellidado “El Príncipe de los
Ingenios”, Cervantes nació en Alcalá de
Henares en día ignorado hasta hoy, aunque
si conocemos que fue bautizado el 9 de
octubre de 1547.
En 1569 ingresó en el tercio del maestre
de campo don Miguel de Moncada. Bajo las
órdenes del capitán don Diego de Urbina
quedó Cervantes como soldado. El 15 de
Septiembre de 1571 se hizo a la mar,
desde el puerto de Mesina, formando parte
de la escuadra formada por la Liga
Pontificia
española,
genovesa
y
veneciana, a las órdenes de don Juan de
Austria. El 7 de octubre, dicha escuadra
compuesta por 300 galeras y 30.000
soldados atacó, en el golfo de Lepanto, a
la escuadra turca. El día del combate,
Cervantes, estaba enfermo de calentura y
ante las recomendaciones de que bajase a
los sollaos manifestó que, no sólo quería
tomar parte en el combate, sino también
ser colocado en el lugar más peligroso
para morir peleando, petición que fue
aceptada por lo que se le destinó junto
al esquife de la galera Marquesa, al
mando de 12 soldados. En dicha acción
recibió dos arcabuzazos, uno en el pecho
y otro en la mano izquierda, que le quedó
inútil.
Después del combate, Cervantes, malherido
fue trasladado al hospital de Mesina y no
volvió al servicio activo hasta el 29 de
abril de 1572, entrando en la compañía
del capitán Manuel Ponce de León, con
quien tomó parte en el indeciso combate
de Navarino y en Túnez y la Goleta.
En 1575, con el deseo de obtener el grado
de capitán, salió para España con cartas
de recomendación del propio don Juan de
Austria y del duque de Sessa, virrey de
Sicilia, pero en el viaje fue hecho
prisionero, tras ruda pelea, por los
corsarios del renegado albanés Dali Mami.
Después de su liberación (1580), tomó
parte en las campañas de Portugal e islas
Terceras, y en el combate naval de la
isla de San Miguel. En 1616 falleció tras
larga enfermedad, siendo enterrado por
los frailes trinitarios en una fosa
cubierta de ladrillos rojos, sin lápida
ni inscripción alguna, por lo que se
ignora donde descansan sus restos.
Su obra como prosista está coronada con
los máximos laureles, es universalmente
conocido el Quijote, también son hitos
importantes entre la narrativa del XVII
las Novelas ejemplares (1613), la Galatea
(1585) o el Persiles (1617). Como poeta
tiene composiciones que no son ni mejores
ni peores que las más celebradas de Lope,
Góngora y otros contemporáneos suyos, si
bien son inferiores a las de Herrera,
León o Garcilaso.
[email protected]
ANDRÉS REY DE ARTIEDA (15491613)
Con leña hecha de militar vida
incendió su estudiada
abogacía,
fue su hoguera, ceniza
desprendida,
apagada con agua de poesía,
y con nueva ilusión ya
decidida
elevaste el soneto y la elegía
hasta los libros nuevos y
mejores,
verbo creativo entre
escritores.
Se doctoró en la universidad de Tolosa
“in utroque jure” (derecho civil y
canónico) y ejerció la abogacía.
Llevado de un alto espíritu militar se
dedicó a la carrera de las armas,
sirviendo a los reyes Felipe II y Felipe
III. Durante más de cuarenta y siete años
dio brillantes muestras de pericia e
intrepidez tanto en Chipre, como en
Lepanto, donde recibió tres heridas de
saeta, igualmente tuvo una brillante
actuación en Novarin y en la rota de
Finden, incluso en pleno invierno, bajo
el fuego enemigo, cruzó a nado el Albis
(Ems) con la espada en la boca, por todo
ello conquistó fama de gran soldado y en
justa correspondencia alcanzó el grado de
capitán de infantería y como tal sirvió
más de 30 años.
Tuvo cuatro hijos, dos hijos y dos hijas.
De los hijos, Andrés, el mayor, como su
heroico padre, peleó en su compañía y
después en Milán, falleciendo en esta
ciudad en 1605. El segundo, Marcos, fue
religioso dominico, predicador y poeta.
De las dos hijas, Teodora y Andrea, sólo
sobrevivió la segunda, que heredó de su
padre cuando murió éste en noviembre de
1613.
Artieda, cuando contaba 14 años ya fue
celebrado como poeta por Gaspar Gil Polo
en el Canto del Turia. Perteneció a la
famosa Academia poética valenciana de Los
Nocturnos, con el nombre de Centinela.
Aunque respeta casi estrictamente las
unidades clásicas, adivina que sólo un
motivo popular, desarrollado dentro de un
mundo
comprendido
y
amado
por
el
espectador, puede excitar su curiosidad,
de ahí que escribiera la tragedia Los
amantes,
sobre
el
mismo
tema
que
tratarían posteriormente Tirso de Molina,
Pérez de Montalbán y Hartzenbusch con el
nombre de Los amantes de Teruel.
Gozó de mucha fama y fue celebrado por
Cervantes y Lope de Vega. En 1605 publicó
en Zaragoza su obra principal Discursos,
epístolas y epigramas de Artemidoro,
sacados a luz por Micer Andrés Rey de
Artieda, dedicada a Martín Abarca, que es
una colección de poesías de tan alta
factura que, por si sola, ocupa un buen
lugar
en
el
Parnaso
castellano,
sobresaliendo
entre
las
elegías,
epitalamios y glosas, la colección de
sonetos, que no desmerecen en nada entre
los
mejores
que
se
leen
en
las
antologías.
Otras poesías suyas se encuentran en Los
sagrados
misterios
del
rosario,
de
Francisco Segura (1602); El solitario
poeta, de La Sierra (1605); o El prado de
Valencia, de Gaspar Mercader (1606).
CRISTÓBAL DE VIRUÉS (15501614)
Vocación militar la del
guerrero,
que es impulso sublime y
ardoroso,
es un canto sufrido y
armonioso,
que plasma en verso el dardo
más certero,
y permutando el casco por
sombrero
ceñiste el comentario
elogioso,
que te supo poeta prestigioso
del heroísmo del soldado
ligero.
Supo honrar, de su padre la
memoria,
la herencia de la España más
poética,
el valor de milicia con su
ética,
y sin prisa pasó sobre la
historia,
aunque, cual capitán hizo
notoria
su valía y su vida más
ascética.
Hijo
de
Alonso
de
Virués,
médico
eminente, escritor y humanista, pronto se
sintió arrastrado por una fuerte vocación
militar, ingresó en el servicio de las
armas y fue herido en Lepanto. Después
sirvió en Italia y fue ascendido por
méritos hasta llegar a capitán.
Parece ser que, en 1580, se retiró de la
vida militar y publicó dos sonetos y una
canción elogiando las Jornadas para el
Cielo de fray Cristóbal Moreno.
Años más tarde volvió a Italia y en 1604
publicó sus Obras trágicas y líricas.
Compuso, además, poesías líricas (a la
batalla de Lepanto), así como varias
letrillas, sonetos y canciones.
En 1609 hizo una segunda edición de su
poema
El
Monserrate
y
en
1613-14
Cervantes le elogió en El viaje al
Parnaso, entre los autores que aún
vivían. A partir de entonces no se sabe
nada más de él.
Su obra más conocida es el poema El
Monserrate (Madrid 1587), al que añadió
El Monserrate segundo (Milán 1602), el
que
al
tener
menos
episodios
y
atrocidades dramáticas sería un poema
magnífico, ya que presentaba grandes
valores
de
versificación,
soltura,
inspiración y belleza de imágenes, lo que
le valió grandes elogios de Lope de Vega,
Cervantes, Fray Pedro de Padilla y sobre
todo de Baltasar Escobar, que le decía en
una carta: “Vd. ha ilustrado su patria y
enriquecido nuestra lengua, y confesaré
con verdad desnuda de la pasión de amigo,
porque la modestia de Vd. no la recuse,
que de los poetas heroicos que hasta
ahora han salido en España, que casi
todos se han dado a la estampa de veinte
años a esta parte, ninguno he visto que
me haya dejado satisfecho, como el de
usted ...”
En sus Obras trágicas y líricas (Madrid
1609) dio a conocer sus cinco tragedias:
La gran Semíramis, La cruel Casandra,
Atila furioso, La infelice Marcela y
Elisa
Dido.
Son
cinco
verdaderos
melodramas, sin embargo en muchas de sus
escenas y de sus versos encontramos
poesía y grandeza dramática.
Del libro “Retratos de españoles ilustres”
VICENTE ESPINEL (1550-1624)
Por la muerte respetado,
ni la peste ni el combate
te quebraron con su embate
en tu etapa de soldado,
luego fuiste reclamado
por tu música y maestría,
que a la guitarra añadía
cuerda y sonoridad nueva,
siendo mucho más que leva
al cultivar tu poesía.
La personalidad de Espinel es una de las
más interesantes de nuestro Siglo de Oro.
Su vida es un anecdotario de lo más
variopinto, que abarca desde oficios
diversos hasta cautivo, soldado y cura,
pasando por pícaro.
En 1574, Espinel, estuvo a punto de
morir, pues se encontraba, como alférez,
formando parte de la poderosa escuadra
reunida en el puerto de Santander, al
mando de Pero Menéndez Avilés, escuadra
que no llegó a salir, pues la peste casi
destruyó su tripulación.
Posteriormente entró al servicio del
conde de Lemos, a cuyo lado pasó cuatro
años, y tras una vida llena de peripecias
en la que se relacionó con el marqués de
la Algaba, el marqués de Denia y el duque
de Medina-Sidonia, llegó a Génova en 1578
y de allí pasó a Flandes, volviendo luego
a Italia.
Cansado de la vida militar regresó a
España. En Ronda y en Málaga terminó sus
estudios teológicos hasta recibir las
órdenes sagradas.
A principios de 1599 volvió a la corte, y
en esta época la Universidad de Alcalá de
Henares le concedió el título de maestro
en artes, constituyendo este período el
más brillante de su vida. Fue profesor de
literatura de Lope de Vega y amigo
personal de Cervantes.
La mayor parte de sus poesías fueron
reunidas y publicadas por primera vez con
el título de Rimas. Fue gran poeta, gran
músico y soberano prosista, pero su
máxima gloria literaria la debe a su
libro novelesco Vida del escudero Marcos
de Obregón (Madrid 1618), que tiene
bastante de autobiográfico.
Escribió poesías muy hermosas para el
Cancionero (1586) de López Maldonado;
para el Guzmán de Alfarache (1599); para
el Peregrino indiano (1599) de Saavedra
de Guzmán; para la Historia de Nueva
Méjico del capitán Gaspar de Villagrá y
otras.
Fue el inventor de la Décima o Espinela y
si bien la posteridad le ha concedido más
valor como poeta, no es menos cierto que
en su vida más le dio la profesión de la
música, siéndole atribuido el invento de
la quinta cuerda en la guitarra (hoy se
poseen datos sobre la existencia en el S.
XVI de una literatura para la guitarra de
cinco cuerdas, por lo que la atribución a
Espinel puede explicarse por el enorme
trabajo de difusión que él hizo). Lope de
Vega no habla una vez de Espinel que no
celebre por igual al poeta y al músico,
de quien atestigua -”tiene fama, nombre y
vida de docto músico”-.
Del libro “Retratos de españoles ilustres”
LOPE DE VEGA (1562-1635)
Sentimientos desbordados
conformaron tus pesares,
vena de sangre marina,
de guerreros avatares,
superviviente del trance
que reclamó a los mortales
junto a Marte, en el Olimpo,
mas en la Tierra, Cervantes,
te asignó el mote de
“monstruo”
por tus dotes naturales,
maestro entre los poetas,
para las damas, detalles.
Con Cervantes forma Lope de Vega la gran
pareja que bastaría por sí sola para
justificar
el
lugar
excepcional
de
nuestra literatura, también representa,
con él, el lazo que funde Renacimiento y
Barroco.
En 1583 se trasladó a Lisboa para
embarcar en la escuadra española que
preparaba Álvaro de Bazán para tomar
parte en la expedición a las Azores,
contra los portugueses, y cinco años
después vuelve a embarcarse en la Armada
Invencible, siendo tripulante del galeón
San Juan. Deshecha la escuadra regresó,
en uno de los navíos supervivientes,
desembarcando en Cádiz a finales de 1588,
desde donde se trasladó a Toledo.
De un natural enamoradizo, tuvo una vida
sentimental
azarosa,
enviudó
varias
veces, y en general nunca toleró que se
hablara mal de las mujeres. Probablemente
los fallecimientos de sus familiares, sus
propias enfermedades y agobios de dinero
provocaron en Lope una honda crisis
espiritual que le llevó, en mayo de 1614,
a ordenarse sacerdote y dijo su primera
misa
en
el
convento
de
Carmelitas
Descalzas,
donde poco antes se había
enterrado a su esposa. Por entonces ya se
le conocía como “Fénix de los ingenios”.
Es Lope el único autor que no imita ni se
imita. El solo es un teatro con tanta
fuerza, diversidad y carácter como el
mejor europeo, por lo que se le considera
“Padre del teatro español”.
Escribió más del triple que el autor que
más haya escrito, seguramente más de mil
comedias, miles de poesías líricas,
novelas, poemas épicos, poemas burlescos,
libros religiosos, acciones en prosa,
libros históricos y libros ascéticos.
Lope ha sido una fuente inagotable de
inspiración no sólo para los dramaturgos
españoles
sino
también
para
los
extranjeros.
Contribuyó junto con Góngora o Liñán a
promover el empleo de la vieja forma
métrica
tradicional,
pero
de
rima
asonantada (romancero nuevo), también es
un gran sonetista y un apreciable poeta
épico. Algunas de sus obras poéticas son
La Dragontea, La Jerusalén conquistada,
La hermana de Angélica o La Gatomaquia.
Murió de pena por la muerte de tantos
hijos adorados, de tantas mujeres amadas
fallecidas,
de
tantos
remordimientos
vivos y por el rapto y deshonra de su
amada hija Antonia Clara.
LUIS VÉLEZ DE GUEVARA (15791644)
Cervantino a pesar de los
pesares,
muy comunicativo, embaucador,
fue dramaturgo, antes
trovador,
y poeta escogido entre
millares,
versado en elementos
populares,
no fue vástago rico de un
mentor,
ni heredó oro del progenitor,
heredó servidumbres militares
y una vida de mísero
ostentoso.
Estimado por su natural
gracia,
de vena muy creativa y
armoniosa,
hizo con Lope drama exitoso
y combatiendo contra su
desgracia
hizo de su escasez derroche y
glosa.
Cuando en 1600 murió el cardenal Rodrigo
de Castro, arzobispo de Sevilla, Luis
perdió su empleo, como paje al servicio
de dicha autoridad, y embarcó para
Italia, donde ingresó en el ejército del
conde de Fuentes.
Estuvo después en Argel y más tarde
sirvió
en
las
galeras
de
Nápoles,
regresando a España en 1605.
Aunque enviudó varias veces y llevó una
vida de escasos recursos económicos fue
generalmente
estimado,
y
más
en
particular por las clases altas de la
sociedad, por lo que es de extrañar que
no encontrara en vida algún poderoso
protector que le evitara la constante
miseria en que transcurrió su existencia.
Su obra más popular es, tal vez, la
novela El diablo cojuelo, que desde su
aparición en 1641, no ha hecho más que
aumentar su éxito.
Hay que admirar en este escritor la
originalidad
y
fertilidad
de
la
inventiva, la propiedad con que dibuja
los caracteres, la habilidad en conducir
la acción y despertar el interés, la
gracia natural, el feliz empleo de los
elementos populares y la versificación,
casi siempre fluida y armoniosa, que le
califican como magnífico poeta. Cervantes
le prodigó los mayores elogios.
Vélez de Guevara hizo suyo de tal manera
el sistema dramático de Lope, que en
algunos casos se han planteado difíciles
problemas de atribución. Como su maestro,
utiliza
frecuentemente
romances
para
cantar tradicionales, en La Serrana de la
Vera deriva directamente la acción de los
romances
populares
relativos
a
la
“serrana”,
como
había
hecho
Lope
anteriormente en su comedia del mismo
título, pero extrayendo de ellos mayor
intensidad poética que aquél.
Si se exceptúa a Tirso, es posible que el
dramaturgo de mayor riqueza teatral sea
Vélez
de
Guevara,
sin
embargo,
en
nuestros días, no puede hacerse un juicio
global de su dramática por el corto
número de obras a que se tiene acceso.
Todas las obras maestras de Vélez se
desarrollan en un ambiente histórico y
riguroso, y en torno a cantares del más
ortodoxo
folklore
nacional.
Según
Pellicer escribió 400 comedias, de las
que se conservan casi un centenar. Para
Valbuena si en los mejores dramas hay un
autor genial, en la novela resalta el
escritor ingenioso, como en El diablo
cojuelo, novela que tiene mucho de
satírica y algo de picaresca.
Valvanera.com
FRANCISCO LÓPEZ DE ZÁRATE
(1580-1658)
Conformista cortesano
Tu entorno no se alborota
Vana tentación tu prez
A tu sencilla persona
Agradable tu presencia
La literatura elogia
Tus prolíficas creaciones
Y la poesía sonora
Acompaña tu epitafio
El pueblo no te hizo copla
Mas te dio un sobrenombre
Caballero de la Rosa.
La literatura del Siglo de Oro fascinó a
Europa y paseó el prestigio del idioma
español por medio mundo en un momento en
que los Tercios empezaban a renquear en
las tierras del Imperio.
Siendo
muy
joven
escribió
varias
composiciones de carácter lírico, que se
reunieron y se publicaron con el título
Varias poesías (1619), pero siguiendo las
tendencias de aquella época abrazó la
carrera de las armas.
Pasados unos años, después de haber
estudiado en la universidad de Salamanca,
se puso al servicio de Rodrigo Calderón y
por su caballerosidad y modestia, por su
falta
de
humanas
ambiciones,
fue
protegido por el más famoso valido de
Felipe III, el duque de Lerma, quién le
confió varias comisiones delicadas y le
dio un empleo en la secretaría del
Estado, y más tarde por don Pedro Mesía
de Tovar, conde de Molina.
Al no ser un hombre ambicioso y de un
natural humilde llevó una vida sencilla,
ajena a las intrigas y adulaciones tan
frecuentes en aquella época. No se sabe
con certeza si fue debido a su esmerado
aseo y acicalamiento o a un soneto que
escribió elogiando la rosa, lo cierto es
que en la literatura se le conoce como El
Caballero de la Rosa o El Poeta de la
Rosa.
En su producción poética trató con igual
fortuna los temas líricos y los heroicos
y sus obras fueron muy conocidas no sólo
en España, sino también en Italia y en
otras naciones europeas.
Cervantes, en su Persiles, alude al poema
de Zárate, La invención de la Cruz, poema
de 2058 octavas, que en una reimpresión
del siglo XIX, con distinta portada, fue
malamente
atribuido
a
Lope.
En
la
Biblioteca Nacional existe el manuscrito
de Varias poesías y el de su comedia La
galeota reforzada.
Personajes importantes, como Lope de
Vega, hicieron grandes elogios de su
labor literaria, y su nombre figura en el
Catálogo de autoridades de la lengua,
publicado por la Academia Española.
La rendición de Breda (fragmento), Velázquez
ANTONIO COELLO (1600-1653)
Desgrana el cereal del teatral
drama
para dar alimento literario,
para honrar la memoria de una
dama
con la verdad del verso
centenario,
contra el estigma de crueldad
y cama
esgrime su sincero comentario
y su luz de creador nos
acompaña
alumbrando el parnaso de su
España.
En su juventud abrazó la carrera militar,
sirviendo como capitán de Infantería a
las órdenes del duque de Alburquerque, a
cuyo lado estuvo durante sus campañas
contra Francia en la Guerra de los
Treinta Años. Por los méritos alcanzados,
Felipe IV, le otorgó el hábito de
Santiago.
El
rey,
que
también
cultivaba
la
literatura, le distinguió siempre con su
favor, hasta el punto de colaborar juntos
en algunas obras, como el famoso drama El
Conde de Essex, atribuido a Felipe IV y
que en realidad era de Coello, con cuyo
nombre se publicó en 1638. Cotarelo
destaca el hecho de que este drama,
perfectamente desarrollado y escrito,
fuera compuesto por su autor cuando sólo
tenía veintidós años, destaca también el
valor de Coello para presentar al público
la
imagen
de
la
soberana
inglesa,
adornada
de
cualidades
nobles
y
simpáticas, cuando la tendencia general
en nuestro país, en aquella época, era
considerar a dicha reina como un monstruo
de lascivia y crueldad, perseguidora
inicua
de
católicos
y
causante
de
nuestras más graves desgracias políticas.
Fue el primero en llevar al teatro este
asunto, que posteriormente han repetido
muchos escritores de todos los países,
sin que ninguno haya superado la creación
de Coello.
Ocupó un lugar distinguido entre los
poetas de su época habiendo colaborado en
varias comedias y dramas con otros
autores reconocidos, con Calderón en
Yerros de naturaleza y aciertos de la
fortuna, con Calderón y Solís en El
pastor Fido y El monstruo de la fortuna,
con Rojas y Vélez en La Baltasara, etc.;
Lope de Vega en el Laurel de Apolo le
coloca en un lugar distinguido entre los
ingenios de su tiempo.
Coello sabía escenificar primorosamente y
versificar
con
naturalidad.
El
notabilísimo poeta y autor dramático
español poco antes de morir obtuvo el
nombramiento de ministro de la Casa de
Aposento.
wikipedia.org
PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
(1600-1681)
Son tus versos recitados
cual, de milicia, ideario,
realzando el calendario
de actos uniformados.
Constituyen mi breviario,
figuran en los cuarteles,
cual poéticos laureles
del sacrificio diario,
y cuando cito tu nombre
de sacerdote entregado,
se realza el de soldado,
el de poeta y de hombre.
En los primeros años de su biografía le
encontramos estudiando (1615) en el
Colegio Imperial de la Compañía de Jesús
de Madrid, donde se familiarizó con los
poetas
clásicos
latinos.
En
la
universidad de Salamanca cursó dos años
de Cánones y Derecho (1617-1619). A la
temprana edad de 13 años compuso el drama
El carro del cielo y en 1620-22, en las
fiestas de San Isidro, se dio a conocer
como poeta, siendo alabado por Lope de
Vega.
En 1625 ingresó en el ejército y hasta
1628 sirvió en Flandes y en Lombardía,
con fama de buen soldado. Regresó después
a Madrid y empezó a acrecentarse su fama
de poeta. En 1640 estuvo con las tropas
del
Condeduque
en
Cataluña,
en
la
compañía
de
coraceros
o
caballería
pesada, actuando en docenas de acciones y
en los importantes combates y batallas de
Perelló, Coll de Balaguer, Hospitalet,
Cambrils, Vilaseca, Salou y Constantí, se
portó en todas ellas “como de su persona
y partes se podía esperar”, resultando
herido en una mano. Parece probado que un
año después, en 1641, regresó a Madrid
por encargo del Marqués de la Hinojosa,
que le encomendó una comisión relativa al
canje de prisioneros y en 1642 pidió su
retiro, después de haber asistido también
al sitio de Lérida en el ejército mandado
por el propio Felipe IV, campaña en la
que murió su hermano José, a los 43 años,
después de alcanzar el grado de Teniente
Maeste de Campo.
En 1651 abrazó el estado sacerdotal y
desde entonces su vida fue modesta,
retirada y ejemplar, ejerciendo como
capellán de los Reyes Nuevos en Toledo
primero y como capellán real después en
Madrid, ciudad en la que murió.
Cuando se busca un autor que cifre,
compendie y resuma en sí todas las
grandezas intelectuales y poéticas de
nuestra
edad
de
oro,
se
nombra
indefectiblemente a don Pedro Calderón de
la Barca. Se conservan 120 comedias, 80
autos y unos 20 entremeses, jácaras, loas
y obras menores. De las poesías líricas
del
genial
dramaturgo
existen
dos
ediciones
muy
curiosas
Poesías
de
Calderón con anotaciones (Cádiz 1845) y
Poesías inéditas (Madrid 1881).
Considerado
en
conjunto
como
poeta
trágico y como cultivador de la alegoría
cristiana, habría que remontarse hasta el
Dante para hallar en las literaturas
latinas algo semejante al vuelo colosal
de su ingenio. Tiene rasgos y condiciones
exclusivamente suyas, que hacen grandiosa
su figura en el mundo del Arte. No se
halla en nuestro teatro un pensamiento
como el de La vida es sueño.
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GERARDO LOBO (1679-1750)
Tu cuna allanó el camino,
y desafiando a las balas
volaste hacia tu destino
que Pegaso cortó alas,
ingenioso y gongorino
desplegaste grandes galas,
tan popular y jocoso
que resultaste ostentoso.
Eugenio Gerardo Lobo nació en el seno de
una familia noble. Afín a los Borbones se
dedicó a la carrera militar y participó
en la Guerra de Sucesión como capitán de
coraceros.
En 1705 participó en la defensa de
Badajoz y posteriormente, al mando del
Duque de Orleáns, asistió al sitio y toma
de
Lérida.
Después
de
acabada
la
contienda, en 1718, se estableció en
Madrid, como ayudante del cuerpo de
Guardias Españolas, hasta que en 1732
tomó parte en la reconquista de Orán,
bajo el mando del Conde de Montemar,
hecho que plasmaría en su obra Rasgo
épico de la conquista de Orán.
En 1737 luchó contra Austria en Nápoles,
como miembro de la Guardia Española de
Infantería.
En
1743
fue
nombrado
brigadier y resultó gravemente herido en
la batalla de Campo Santo. Fue un militar
valiente, veterano y ganador en duros
combates, que le dejaron como recuerdo
varias heridas mal cicatrizadas, que
llegó a general de Brigada por méritos de
guerra, aunque se le regateó el ascenso a
Mariscal
de
Campo
hasta
edad
muy
avanzada. Por fin Felipe V le nombró
Mariscal de Campo y Gobernador Militar y
Político de Cataluña en 1746, reparando
así las intrigas de palacio, urdidas por
los envidiosos. El sucesor en el trono,
Fernando
VI,
conocedor
de
sus
merecimientos heroicos le ascendió a
Teniente General. Murió en Barcelona como
consecuencia
de
una
mala
caída
de
caballo.
Cultivó una amplia variedad de géneros
poéticos, pero quizás lo más destacado de
su obra sea lo popular y jocoso.
A la luz de la crítica actual sus obras
no son valiosas, aunque por el número de
ediciones que hay de su obra debió ser
uno de los poetas que más influyó en su
época, sobre todo con las que son
ingeniosas y con interesantes juegos de
palabras, Décimas improvisadas en una
tertulia, sobre los títulos de comedias
que elegían unas señoras. En sus sonetos
la presencia de Góngora se mezcla con la
de Gracilazo, No suspendas el paso
caminante.
Manifiesta una visión de la naturaleza de
tipo barroco, con paralelismos, adjetivos
sensoriales, plasticidad y una clara
sintaxis. El último grupo de sus poemas
son los histórico-testimoniales, en los
que canta hechos guerreros en los que
participó, de tendencia culteranista a
imitación
de
Góngora
aunque
con
deficiente musicalidad.
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JOSÉ CADALSO (1741-1782)
Cuan corta vida para tanto
luto,
sólo unas horas ante su
Afrodita,
yerta sobre una tierra, ya
bendita,
cuyo encanto y belleza le
venció,
educación y herencia
exquisita,
hicieron de su vida
transitoria
esencia de poética en la
historia
militar, el ejemplo
transmitió.
De ilustre familia, se educó en el
colegio de los jesuitas de Cádiz, ciudad
donde había nacido, pasando después a
París donde estudió humanidades, ciencias
exactas y naturales, e idiomas (latín,
francés, inglés, alemán y portugués)
En 1761 regresó a España y fue armado
caballero de la orden de Santiago. El 4
de agosto de 1762 recibió los cordones de
cadete en el Regimiento de Caballería de
Borbón, distinguiéndose en el sitio y
rendición de Almeyda por su singular
actuación ya que, según parece probado,
estando de centinela vio a un oficial
inglés y le habló con tal propiedad en su
idioma, que le hizo creer que era
compatriota suyo, de tal modo que le
extrajo importantes informaciones que
hizo llegar al conde de Aranda, que desde
entonces le nombró edecán suyo y le
distinguió con su aprecio.
Por sus servicios, el rey le confirió el
grado de capitán en 1764. Siguiendo los
destinos de su Regimiento fue a Zaragoza,
en donde, según él mismo refiere, empezó
a dedicarse a la poesía. Posteriormente
se trasladó a Alcalá de Henares, donde
conoció a Jovellanos.
En 1771 pasó a Salamanca, donde mereció
la estimación de los sabios y literatos
que residían en aquella universidad
(parece ser que, en esta ciudad, llevado
de una locura de amor, desenterró a
cierta señorita fallecida prematuramente
para
contemplar
por
última
vez
su
belleza).
En 1777 ascendió a comandante, pasando a
Gibraltar donde el general en jefe,
Álvarez de Sotomayor, le nombró su
ayudante, siendo ascendido poco después a
Coronel. Murió el 27 de febrero de 1782
en el sitio de Gibraltar.
Como poeta tiene, entre otras obras, Las
noches lúgubres, en las que llora la
muerte de una actriz muy conocida a la
que amaba, tal y como Young lloró a su
esposa, de tal modo que parece una
imitación del poema de este autor inglés
titulado
Night
Thoughts;
esta
puntualización de la crítica moderna se
complementa con otra observación sobre su
tragedia Sancho García, en la que se pone
de manifiesto la monotonía que se deriva
de su versificación, hecha en pareados
endecasílabos y mantenida durante cinco
actos, aunque Glendinning y Sebold tratan
de justificar este reparo en base a la
fluidez que consigue Cadalso utilizando
el encabalgamiento de los versos y
variando la longitud de las frases, así
como por la existencia de versos muy
armoniosos. A pesar de todo, Cadalso fue
cultivador de la poesía anacreóntica.
CONDE DE NOROÑA (1760-1815)
Duque de Rivas y Cadalso
fueron
elogiados por ti y respetados,
cual amigos poetas, cual
soldados,
entre tiros y pólvora pusieron
su salud al servicio que
quisieron,
al de España, la patria de
amados
hijos, que le ofrecieron,
entregados,
riquezas y las vidas que
tuvieron,
y aunque el tiempo te hubiera
olvidado,
incluso tus poemas y tu
nombre,
la revisión poética ha
prestado
brillo, al suelo que no se nos
alfombre
con la severidad del
criticado,
realzando tu figura como
hombre
Gaspar
María
de
Nava
Álvarez,
más
conocido por su título nobiliario, Conde
de Noroña, nació en Castellón de la
Plana, donde su padre desempeñaba el
cargo de gobernador militar y político.
Siguiendo los pasos paternos se hizo
militar y participó en el ataque a
Gibraltar, en 1782, siendo testigo de la
muerte de José Cadalso, a quien dedicó
una emotiva elegía titulada A la muerte
del Coronel don José Cadalso, Comandante
de Escuadrón del Regimiento de Caballería
de Borbón.
En la guerra española contra Francia de
1793 intervino en las campañas del
Rosellón, que dieron pie a una de sus
composiciones más valoradas A la paz
entre España y Francia. Año de 1795.
Durante la Guerra de la Independencia
participó en 1809 en la victoria de San
Payo.
También
desempeñó
funciones
diplomáticas y en 1811 fue designado
Gobernador Militar y Político de Cádiz,
donde estrechó su relación con el Duque
de Rivas.
El Conde de Noroña figura en la nómina de
autores olvidados, que a pesar de ser
reconocido en su tiempo como destacado
poeta, al que se le abrieron las puertas
de la Academia Española, pronto quedó
alejado del reconocimiento público, y
ahora está en revisión gracias a la
reivindicación
historiográfica
actual
sobre el siglo XVIII.
Fue un hábil versificador y un muy
correcto traductor del inglés.
Su obra poética es extensa y de temática
muy
distinta
y
variada.
Entre
su
producción encontramos Poesías del Conde
de Noroña (1799) con odas, canciones,
silvas, etc; Poesías del Conde de Noroña
(1800) con letrillas, endechas, romances,
décimas, sonetos, elegías, etc.; Odas al
Coronel del Regimiento de la Posma
(1807), la Omníada donde mezcla la
historia narrada con datos reales de una
manera
coherente,
y
una
traducción
Poesías
asiáticas
puestas
en
verso
castellano por Gaspar María de Nava,
Conde de Noroña (1833).
Óleo de la Real Academia de la Historia, Goya
VARGAS PONCE (1760-1821)
Fue tu verbo transitivo
cómico rumor fecundo,
conocimiento profundo
de la mujer, incisivo.
Organizaste tu mundo
como humanista y soldado
y también fuiste aliado
del matemático rumbo,
Ya remoto y abdicado
el bajel y la fragata,
sin bombo ni perorata
fuiste poeta olvidado.
Inició su carrera militar sentando plaza
de guardia marina en 1782. Superó los
estudios sin problemas pues su cultura
era
muy
completa,
no
sólo
estaba
instruido en matemáticas superiores sino
también en humanidades y hablaba latín,
francés, inglés y la antigua lengua de
Oc. Sus conocimientos náuticos fueron
prodigiosos.
Debido a su brillante currículum fue
elegido para la guardia de honor del
conde de Artois, con quien participó en
las operaciones de Gibraltar, en donde
salvó
milagrosamente
la
vida
al
incendiarse
el
buque
Talla-Piedra.
Posteriormente se embarcó en el San
Fernando, perteneciente a la escuadra
combinada
de
Luis
de
Córdoba,
que
combatió con la escuadra inglesa en el
Cabo Espartel.
Firmada la paz en 1783, y ya ascendido a
oficial, fue destinado al observatorio
astronómico
de
Cádiz.
Después
de
participar en el levantamiento de las
cartas hidrográficas de nuestras costas
del Mediterráneo y de las fronterizas de
Africa, se embarcó en el navío San
Fulgencio, que mandaba Antonio Escaño,
con motivo de la guerra contra los
franceses,
participando
en
diversas
campañas y en la ocupación de Tolón.
Pronto comenzó a alternar sus deberes
militares con su vocación literaria, así
la Academia Española premiaba en 1807 su
Elogio de don Alfonso “el Sabio”, cuya
elegancia y vasta erudición le atrajeron
el aprecio e interés de los literatos.
A pesar de que escribió numerosas obras
en prosa sobre geografía, historia,
viajes, temas políticos, etc. podemos
decir que una sola composición, no sin
merecimiento, justifica el recuerdo de
José Vargas Ponce, su sátira en octavas
reales Proclama de un solterón a las que
aspiren a su mano, que fue publicada
varias veces y traducida al francés por
su ingenio, acierto descriptivo y fuerza
cómica.
Perteneció a la Academia de la Lengua y
su nombre figura en el Diccionario de
Autoridades. Fue famoso por su facilidad
para repentizar en verso. Su mérito mayor
reside en el gracejo y picardía que solía
llevar a sus composiciones. Entre sus
obras: Poema criticando los mayorazgos
(Madrid 1820) y Declamación contra los
abusos
introducidos
en
la
lengua
castellana (1791).
wikipedia.org
JUAN BAUTISTA ARRIAZA (17701837)
Conformando del libro la
materia
hizo un canto a la patria
amenazada,
anapesto, recuerdo, embateria,
de Calímaco extensión
ponderada,
su reconocimiento a
celtiberia,
para el lector que es vida
enamorada
su poema y su canto declamado,
con verso bien medido y bien
rimado.
Hijo de un bizarro coronel retirado,
estudió en el Seminario de Nobles y fue
nombrado, a los 12 años, cadete de
Artillería, pasando a Segovia.
Como alférez de fragata luchó contra
Francia en todos los mares entre 1793 y
1795, alcanzando el grado de alférez de
navío y obteniendo el retiro en 1798 por
su pérdida de visión.
Entró después en la carrera diplomática,
en la que sirvió como agregado en Londres
y en París. Fue un defensor incondicional
del absolutismo y de los Borbones y
enemigo
de
Napoleón
I,
de
los
afrancesados y de los constitucionales a
los que combatió con las armas y con la
pluma. Fernando VII le nombró, en 1818,
su mayordomo de semana. Perteneció a las
Reales Academias Española y de San
Fernando, y el pueblo le llamaba el poeta
oficial por las numerosas poesías que
escribió
a
cuantos
acontecimientos
palatinos se sucedían.
Fue el auténtico restaurador de la lírica
castiza, como don Ramón de la Cruz lo fue
del sainete y Bretón de la comedia. Era
un poeta repentista con una facilidad
para rimar asombrosa, era espontáneo,
natural, enemigo de toda influencia
extranjera y de las llamadas escuela
sevillana y salmantina.
En su faceta literaria fue un escritor
fecundísimo, cultivó en poesía todos los
géneros, y de él dice Valmar que es un
señalado ejemplo “de la distancia que
media entre el ingenio y la poesía”.
Sentó Arriaza el principio de que las
prendas más esenciales de la poesía eran
naturalidad,
armonía,
elegancia
y
claridad, y a ellas procuró ajustarse
siempre.
Su distintivo es quizá el no tener un
carácter fijo y bien marcado, no obstante
es muy digna de apreciarse en ciertas
obras
suyas
una
tendencia
satírica
felicísima, con la que mortificó a muchos
de sus contemporáneos a base de poesías
burlescas
que
contribuyeron
a
su
celebridad. Pero posiblemente lo más
peculiar, que puede situarle en la
historia de la lírica, son sus numerosos
himnos patrióticos, algunos de ellos
compuestos para ser cantados, con música
de banda municipal, como la Canción
cívica a los defensores de la patria, A
la batalla de Salamanca, Himno de la
victoria, etc., otros son odas o elegías
a diversos acontecimientos de la Guerra
de la Independencia, como El dos de mayo
de 1808, La tempestad y la guerra o el
combate de Trafalgar.
Como valor de época y representante de
una mentalidad determinada, la lírica
patriótica de Arriaza tiene un lugar de
honor.
La carga de los mamelucos (fragmento),
Goya
DUQUE DE FRÍAS (1783-1851)
Tu ilustre procedencia y tu
destino
te llevaron a cargos
superiores
romántico escaso en amores
comenzó cual cadete vespertino
y llegó a coronel paladino
Bernardino Fernández de Velasco, Duque
de Frías, nació en el seno de una de las
familias más ilustres de la nobleza
española.
Con 13 años ingresó como cadete en la
guardia valona y sirviendo en dicho
cuerpo ascendió a teniente con 19 años.
Convencido por las ideas progresistas
francesas
luchó
con
Francia
contra
Portugal, pero en 1808 desertó del bando
francés para integrarse en el ejército
español.
Durante la Guerra de la Independencia
luchó en varios frentes hasta que en
1811, por motivos de salud, se retiró
del ejército con el grado de coronel.
Como miembro de la Junta de Daroca y
Segovia aconsejó a Fernando VII que
jurase la Constitución.
Durante el Trienio Constitucional fue
embajador
en
Londres,
pero
al
restaurarse el absolutismo, debido a sus
ideas
liberales,
se
retiró
de
la
política.
A la muerte de Fernando VII, el gobierno
de Martínez de la Rosa lo envió como
embajador a París para obtener el apoyo
francés en la Guerra Carlista. Regresó a
España en 1835 y tras la revolución de
1836 se retiró nuevamente de la política.
En 1838 volvió a la política por la
puerta grande, ya que tras su elección
como senador por León, fue nombrado
presidente de gobierno y ministro de
Estado, en el mes de septiembre, sin
embargo una serie de hechos políticomilitares le llevaron a una situación tan
insostenible que en el mes de diciembre
del
mismo
año
tuvo
que
dimitir,
retirándose nuevamente de la política
hasta 1845, año en el que fue designado
senador vitalicio.
Don Juan Nicasio Gallego comunicó al
Oficial Mayor del Senado, el 30 de mayo
de 1815, el fallecimiento del senador don
Bernardino Fernández de Velasco.
A los 20 años de edad ingresó en la Real
Academia de la Lengua. Ganó en los campos
de batalla la cruz laureada de San
Fernando. Sus poesías fueron publicadas
en 1857 por la Academia Española y
costeadas por sus herederos, recuerdan
modelos de Quintana y Gallego, a quienes
admiraba. Sus odas A Pestalozzi y A las
Bellas
Artes
confirman
la
anterior
afirmación. Escribió Don Juan de Lanuza,
leyenda en forma dramática, de limpio
estilo y sonora versificación. La mayor
parte de su obra lírica es de corte
clasicista, aunque en ocasiones muestra
también algún sentimiento romántico, como
en su Romance morisco.
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DUQUE DE RIVAS (1791-1865)
Sólo soy lo que me lleva,
mas si la muerte no quiere,
¿por qué he de hacerle
desaire?;
esta vida, que sucede
por algún alto designio,
me quiso vivo, por ende
de miles muté en poeta,
mas la parca me revierte
de nuevo a mi singladura
y por mucho que me cueste
he de ser fiel a mi sino,
hasta que por fin, mi suerte
apague la llama épica,
sin humo, paz en mi mente.
Ángel
de
Saavedra
y
Rodríguez
de
Baquedano al cumplir 7 años, por gracia
especial y como premio por los leales
servicios que su padre prestó a la
monarquía, recibió el Real Despacho de
Capitán del Arma de Caballería. A los 16
años ingresó de Alférez sin despacho en
el Cuerpo de Guardias de la Real Persona.
En la Guerra de la Independencia recibió
su
bautismo
de
fuego,
en
las
inmediaciones de Sepúlveda. Tomó parte en
las batallas de Tudela, Uclés y Talavera,
y quedó gravísimamente herido en el campo
de batalla en vísperas de la acción de
Ocaña, sobreviviendo gracias a un soldado
que le recogió al notar que aún vivía,
terminando de restablecerse en Córdoba de
las 11 heridas que le dejaron tendido en
el campo de batalla. Posteriormente vivió
en Cádiz, destinado en el Estado Mayor
General, dirigiendo el periódico del
Cuerpo.
Después de la victoria de San Marcial, y
por el mal estado de salud a consecuencia
de sus heridas se retiró del servicio con
el grado de Teniente Coronel.
Sus aficiones, como escritor y como
dibujante, le granjearon la amistad de
artistas notables. Corresponde a su
juventud El paso honroso, poema en que
narra las proezas de Suero de Quiñones en
el puente de Orbigo. Una vez retirado se
fue a Sevilla, donde publicó su primer
tomo de Poesías, Gallego corrigió en 1821
la segunda edición de dicho libro.
Dedicado a la política, como diputado,
votó en 1823 la incapacidad de Fernando
VII, y condenado a muerte tuvo que
emigrar, por Gibraltar, a Inglaterra,
comenzando así un periplo que le llevó
por varios países hasta que, a la muerte
del rey, una amnistía decretada por la
reina gobernadora permitió al poeta
regresar a España.
A él se debe la obra El moro expósito,
publicada en París en 1834, considerado
el mayor poema épico de la Edad Moderna,
y que entronca con la Farsalia del
cordobés Lucano y con el Cantar del Mio
Cid. Al año siguiente triunfaba en el
teatro con su famoso y admirable drama
Don Álvaro o la fuerza del sino(1835).
También sus lienzos de correcto dibujo,
composición clásica y colorido brillante
figuraron en la Exposición de París.
La fama de este altísimo poeta será
eterna por sus romances y sus dramas. Fue
el restaurador de la antigua épica en
asunto y metro y descubrió la soterrada
vena del romancero, tan sinceramente
realista, tan sencillamente expresiva,
tan castizamente nacional.
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ANTONIO GIL Y ZÁRATE (17961861)
La crítica es enérgica y
zozobra,
las malas intenciones no dan
frutos,
y de algunos censores los
esputos
no pudieron manchar tu
ejemplar obra,
ni la crítica contra el fondo
cobra,
ante la forma, cómplices
tributos,
ni con sus comentarios más
hirsutos
demuestran lo que al
clasicismo sobra,
pues fue considerada lid
genial
y tu tragicomedia tan vital,
que del foráneo tuvo un noble
canto,
de tus paisanos lánguido
olvido,
de la milicia obtuvo honor
debido
y de la muerte su contrito
manto.
Después de haber estudiado en Francia,
volvió a Madrid y pensaba prepararse para
una cátedra universitaria de Física,
cuando la primera etapa absolutista de
Fernando VII cerró las universidades.
Cuando entraron los Cien Mil Hijos de San
Luis, actuó con las milicias y llegó a
obtener la graduación de Subteniente, lo
cual le acarreó persecuciones durante el
nuevo absolutismo.
Educado en el neoclasicismo español y
francés, comenzó escribiendo comedias de
costumbres de estilo moratiniano y a
pesar de que durante mucho tiempo fue
blanco predilecto del padre Carrillo,
famoso censor que llegó a impedirle el
estreno de varias obras, como el drama
Rodrigo. Puso en el escenario alguna,
como Un año después de la boda, que
alcanzó fama incluso en la crítica
extranjera de tal modo que, en “La Revue
des Deux Mondes”, Xavier Durrieu la
calificaba de “obra maestra”.
En 1835, Gil y Zárate comenzó sus
incursiones en el romanticismo, estrenó
dos obras importantes Blanca de Borbón y
Carlos II el Hechizado, que le reportaron
intrigas para destruir su obra o condenas
y escándalos, por su fondo que no por su
forma pero, a pesar de todo, sus obras
sobrevivieron debido a su excelencia y
maestría incontestable.
Fue también un notable teórico de la
literatura y en 1842 publicó la 1ª parte
de un manual de literatura que tituló
Principios
Generales
de
Poética
y
Retórica, cuya 2ª parte publicó en 1844
bajo el título Resumen Histórico de la
Literatura
Española.
Para
Gil
una
representación
dramática
debe
ser
poética,
y
el
poeta
puede,
en
consecuencia, inventar lo que nunca
sucedió, pero en las obras históricas
debe cuidar de no falsificar los hechos
básicos. Desaprueba la prosa en la
tragedia, la cree oportuna para la
comedia de costumbres por estar más
próxima a la realidad y en la comedia de
carácter recomienda el verso octosílabo
por ser más flexible en la conversación y
más atractivo para oídos españoles.
Si bien la posteridad ha hecho que Gil y
Zarate quedase olvidado, la crítica
extranjera le ha dedicado en el siglo XX
los
más
detenidos
comentarios
al
considerarle, en más de un concepto, como
una figura representativa y de renombre.
En política alcanzó puestos de notable
importancia,
pues
fue
Director
de
Enseñanza
y
de
Obras
Públicas,
Subsecretario del Interior y Consejero de
la Corona.
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MANUEL BRETÓN DE LOS HERREROS
(1796-1873)
De su mirada zurda ya abdicada
se mostraba la cuenca tan
hendida
que el carácter adjetivó a la
herida
desde su fina sátira mentada.
Defendiste a la patria
amenazada,
a la literatura diste vida,
de Marcela, muchacha decidida,
hiciste tu creación
afortunada,
Pusiste en la intrahistoria de
comedia,
un genial personaje, tan
fecundo,
que fue base y ejemplo antes
que adorno
de tu estilo y de tu íntima
tragedia,
la poesía satírica hizo mundo
y el Siglo de Oro tuvo un gran
retorno.
En los últimos tiempos de la Guerra de la
Independencia, sobre 1814, llevado de su
ardiente patriotismo, se hizo soldado y
en el ejército permaneció hasta 1822,
licenciándose de cabo primero.
Un lance personal le costó la pérdida del
ojo izquierdo, lo que dio a su rostro una
expresión
singular
y
agudizó
su
percepción crítica y humorística de la
vida.
Cuando entraron en España los Cien Mil
Hijos de San Luis se incorporó al
ejército constitucional, que combatía a
los franceses, y a las órdenes del
general Torrijos formó parte de la
guarnición que resistió en Cartagena,
pero al producirse su capitulación se
fugó de la plaza y consiguió llegar a
Madrid, donde vivió durante algún tiempo
bajo nombre supuesto.
Después de su etapa militar se lanzó a su
carrera
de
dramaturgo
con
un
impresionante balance, entre su primera y
su última obra transcurrieron cincuenta
años, durante los cuales escribió 103
obras
originales
y
tradujo
62,
demostrando una fecundidad y alcanzando
una popularidad no conocidas desde el
Siglo de Oro. En 1837 ingresó en la
Academia Española, que le eligió más
tarde secretario perpetuo, dando en este
cargo nuevas pruebas de su saber y
prodigiosa actividad.
Entre 1843 y 1854 fue administrador de la
Imprenta Nacional y director de la
Biblioteca Nacional.
Sus producciones líricas se encuentran
coleccionadas desde 1831. Su amistad con
Espronceda y con Juan Nicasio Gallego
contribuyeron a depurar su gusto. Cultivó
la poesía con una fecundidad similar a la
que mantuvo con el teatro, escribiendo
anacreónticas,
letrillas,
romances
y
sonetos en la más genuina tradición de la
lírica del XVIII, sin embargo lo más
genuino de su producción es la poesía
satírica, en la cual no parece tener
rival durante todo el siglo XIX.
En 1850 dijo Hartzenbusch de Bretón que:
“en el manejo de la lengua, en el uso del
metro, en la chispa del diálogo, no hay
escritor moderno ni antiguo que se
mantenga a su altura”.
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SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN
(1799-1867)
Acompañan tu lirismo
asonancias de romance,
mutación del intelecto
y trasbordo de equipaje.
Geografía en elegía
la poética renace,
entre Góngora y Quevedo,
en las letras nuevo lance,
pasa la historia a prosodia
y tu mar undoso hace
al poeta solitario
panteón sobre su cauce.
Hombre de gran cultura, apodado El
Solitario, cuya erudición abarcaba los
más opuestos aspectos de la cultura. Su
enorme curiosidad y su facilidad para
aprender le llevaron al conocimiento del
latín, el griego y el árabe, siendo
profesor de este último idioma en el
Ateneo de Madrid.
A los diecinueve años fue profesor de
griego en Málaga, su ciudad natal, y
luego
de
retórica
y
poética.
Posteriormente se dedicó a estudiar
Derecho, obteniendo el título de abogado
a los veintitrés años y permaneció en
Málaga hasta 1830, año en que se trasladó
a Madrid.
Establecido en la capital no tardó en
abrirse camino en la literatura, tanto en
prosa como en verso, cultivando en poesía
los géneros lírico y festivo. Había
compuesto en 1820 un romance patriótico
con motivo de la sublevación de Riego y
en 1825 su poema El mar gozó de bastante
fama y Cánovas lo calificó como uno de
los más bellos que sobre el tema se
habían escrito en castellano. Entre sus
composiciones líricas, además de las
mencionadas, podemos citar el romance La
golondrina y la elegía A la muerte de una
gran señora de celebrada hermosura, que
quedó sin terminar; entre las burlescas y
festivas son de destacar
el romance Al
Manzanares y las letrillas La flor
panadera y Las vacaciones del muchacho.
En 1834, el general Zarco del Valle le
nombró auditor general del Ejército del
Norte, y aunque no tenía obligación de
participar en combate, se dejó llevar por
un impulso guerrero que le reportó el ser
distinguido con la cruz de San Fernando
por su valor en la lucha. A finales de
1835, sin dejar su cargo de auditor, fue
nombrado jefe político de Logroño y
posteriormente de Cádiz y de Sevilla,
hasta que en 1847 obtuvo el cargo de
ministro togado del Supremo de Guerra y
Marina.
En 1844, los incidentes ocurridos en
Marruecos, que estuvieron a punto de
encender
la
guerra,
le
movieron
a
componer
su
Manual
del
oficial
en
Marruecos, pero su gran proyecto fue
escribir una Historia de la Infantería
Española, de la que sólo pudo escribir
algunos fragmentos sueltos. En 1849, como
auditor general del ejército acompañó a
las tropas que, el Gobierno español,
envió a Roma para reponer al papa Pío IX
en sus dominios temporales.
Declarado cesante por Espartero en 1854,
O´Donnell le repuso en el cargo en 1856,
hasta que en 1864 pidió su jubilación.
Fue
además
diputado
en
varias
legislaturas y senador vitalicio desde
1853.
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PATRICIO DE LA ESCOSURA (18071878)
Frente al cortejo fúnebre y su
cetro,
convertido el armiño en fiel
sudario,
escribiste un apunte
calendario,
pues dijiste a la muerte “va
de retro”.
Enfrentado al carlista tornó
tetro
el color de la guerra y su
breviario,
y en el destierro fuiste
solitario
mientras de la poesía hiciste
metro,
¡Qué ataujía creativa y
literaria!,
En la lucha política,
¡dureza!,
romántico fue el canto a la
belleza
en la senatorial vida,
precaria,
portentoso resumen de tu
historia
y para la Academia total
gloria.
Cuando nació Patricio de la Escosura y
Morrogh, su padre estaba a las órdenes
del general Castaños y su familia se
trasladó a Lisboa y posteriormente a
Valladolid, de donde regresó a Madrid
terminada la guerra de la Independencia.
Debido
a
su
participación
en
las
conspiraciones políticas de la época y
especialmente en la conocida por el
nombre de los Numantinos se vio obligado
a emigrar a Francia y en París estudió
matemáticas con La Croix.
En 1826 regresó a España y a finales de
dicho año ingresó en la Academia de
Artillería. Promovido a oficial en 1829
desempeñó los cometidos propios de su
empleo a las órdenes de O´Donnell, pero
pronto fue trasladado al escuadrón de la
Guardia Real y a la muerte de Fernando
VII acompañó su cadáver, entrando en el
Escorial al mando de dos piezas de
artillería. Tras ser desterrado a Olvera,
el general Luis Fernández de Córdoba le
nombró su ayudante y a sus órdenes peleó
valientemente
contra
las
fuerzas
carlistas. Al cesar en el mando su
general, a consecuencia del Motín de la
Granja, Escosura dejó la carrera de las
armas con el empleo de capitán de
artillería (más tarde le fue concedido el
grado de coronel honorario).
Desempeñó algunos cargos periodísticos y
funcionariales,
lanzó
un
manifiesto
progresista desde las páginas del Liceo
Artístico y Literario en contra del
carlismo.
Siendo
gobernador
de
Guadalajara mantuvo su defensa de la
causa de la reina madre por lo que,
después del triunfo de Espartero, tuvo
que
huir
de
nuevo
a
Francia.
El
levantamiento
de
1843
le
permitió
regresar a España y entró en Madrid con
los generales Prim y Serrano. A partir de
este momento comenzaría una carrera
política en la que desempeñó importantes
cargos,
ninguno
fácil,
con
duros
enfrentamientos
contra
O´Donnell.
En
1876,
siendo
senador,
declaró
su
aceptación de la Constitución de 1876 sin
perjuicio de sus ideales políticos.
Su aportación más importante no la hizo
como
político
sino
como
literato,
realizando múltiples trabajos para varias
revistas y enciclopedias. Fueron muy
aplaudidas sus obras dramáticas, fue
notable en la novela y acrecentó su
reputación
con
varias
traducciones
francesas, pero la primera obra que le
dio fama fue el poema épico-lírico El
bulto vestido de negro caput, poema
genuinamente romántico, que hizo aflorar
numerosos imitadores. Desde 1847 fue
miembro de la Real Academia Española, en
la que su portentosa actividad dejó
huella profunda y a él se debe la
fundación, en América, de academias
correspondientes con la española.
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ROS DE OLANO (1808-1886)
Diste tu nombre a un sombrero,
diste a tu patria más gloria,
pues aportaste a su historia
heroísmo militar,
que siempre a nuestro pueblo
honra
y junto a Espronceda unida,
hicieron de aquella vida
norte, y ejemplo a imitar.
Aunque nacido en Caracas, su padre era un
militar catalán, que regresó a Gerona con
su familia cuando Antonio tenía 5 años.
Comenzó su carrera militar como Alférez
de la Guardia Real, y desde 1834 sirvió
en el ejército de Aragón y después en el
del Norte, contra los carlistas, a las
órdenes del general Mina, del que fue
Ayudante. Por sus méritos durante aquella
campaña ascendió a Coronel en 1837.
General de División en 1844 y Teniente
General en 1847, fue en este año ministro
de
Comercio,
Instrucción
y
Obras
Públicas. Su gestión en este cargo,
aunque breve, fue beneficiosa, pues creó
las Escuelas Normales e impulsó el
progreso de la instrucción primaria. Poco
después
fue
ministro
de
España
en
Portugal y más tarde Capitán General de
las posesiones de África, donde reprimió
una sublevación de los presidiarios de
Ceuta. Su íntima amistad con O´Donnell le
llevó a tomar parte en la revolución de
1854,
asistiendo
a
la
batalla
de
Vicálvaro. El nuevo Gobierno le nombró
Director General de Infantería y en 1855,
desempeñando este cargo, inventó e hizo
adoptar el cubrecabezas, al que desde
entonces se viene dando su nombre,
también
tomó
parte
en
la
contrarrevolución de 1856 e hizo desarmar
a la Milicia Nacional.
Al estallar la guerra de Marruecos, en
1859 se le dió el mando de un Cuerpo de
Ejército, asistiendo a todas las acciones
importantes
de
aquella
campaña
y
distinguiéndose muy especialmente en las
batallas de Monte Negrón y de Guad-elJelú.
Cuando estalló la revolución de 1868, era
Capitán General de Castilla la Nueva. Al
ser proclamado rey Amadeo de Saboya fue
nombrado
Director
de
Artillería,
renunciando al cargo en 1872.
Si como militar y político es una
personalidad interesante, no lo es menos
como literato. Desde muy joven entabló
estrecha
amistad
con
Espronceda,
surgiendo
entre
ambos
una
fértil
colaboración.
Algunas
de
sus
composiciones poéticas, incluidas en un
volumen de Poesías aparecido un año antes
de su muerte, merecen señalarse por su
delicada intimidad, En la soledad: cinco
sonetos,
Entre
cielo
y
tierra,
Melancolías; pero con cierta frecuencia
tiende al patetismo y la truculencia, El
penado, La abuela viuda y la nieta
huérfana. Su prosa es, para Baquero, un
caso de inadaptación a su época y si se
tratara de establecer alguna relación
habría que emparentarle con Quevedo, con
Ramón
Gómez
de
la
Serna
o
con
manifestaciones
literarias
casi
surrealistas.
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JUAN DE LA PEZUELA Y CEVALLOS
(1809-1906)
Tu vida literaria conocemos,
épico entre los poetas
traducidos,
aunque polémicos los
contenidos
de tu ingente trabajo
traductor,
el reconocimiento más seguro
fue el de la patria, al hijo
agradecida,
pues arriesgaste en guerras
larga vida,
político y real, conservador.
Juan de la Pezuela y Cevallos, conde de
Cheste, nació en Lima, cuando su padre
era virrey del Perú. Pronto se trasladó
a Madrid, donde realizó los primeros
estudios y luego siguió la carrera
militar
ascendiendo
a
capitán
del
ejército español en 1833.
Participó en la primera guerra carlista.
Combatió la sublevación de 1848 y ese
mismo año fue nombrado capitán general
de Madrid.
Fue jefe del ejército en Puerto Rico
(1849) donde fundó la Real Academia de
Buenas
Letras
y
posteriormente
fue
gobernador de Cuba.
En 1867, siendo capitán general de
Cataluña,
sofocó
la
rebelión
del
Priorato.
Otros cargos que ostentó fueron diputado
a Cortes (1843), ministro de Marina,
Comercio y Ultramar (1846) y senador
(1867).
Fue gran amigo de Espronceda, Ventura de
la Vega, Miguel de los Santos Álvarez,
el marqués de Molíns y otros muchos
famosos literatos del período romántico.
Como literato es autor de una comedia Las
gracias de la vejez, de un volumen de
poesías y del poema épico titulado El
cerco de Zamora.
Como traductor tiene una labor destacada
en cuanto al volumen aunque, incluso en
su época, polémico en cuanto al resultado
de sus versiones. Tradujo grandes obras
del canon occidental como La Jerusalén
libertada (Madrid 1855), Los Lusiadas
(Madrid 1872), La Divina Comedia (Madrid
1879) y el Orlando furioso (Madrid 1883).
Firmó sus primeros escritos con el
seudónimo “Delmiro”.
Académico en 1845 fue director de la Real
Academia en 1875.
LEOPOLDO CANO Y MASAS (18441920)
Los teatros de España, los
mejores,
fueron puertos de aquella
singladura
por un mar de prosódica
aventura
entre los deslumbrantes
resplandores
de clásicos y altísonos
autores
precursores de la literatura,
que para mayor gloria, y dar
altura
a los clásicos e ínclitos
valores,
unieron con el patrio
sacrificio
de batirse en el campo de
combate,
tus dotes de analista y alto
vate,
que al ejército dieron
beneficio
y entre las letras único el
aporte
pues de espada fue pluma gran
soporte.
Cursó la primera enseñanza en Valladolid,
trasladándose posteriormente a Madrid
donde cursó los dos años preparatorios
para el ingreso en la Academia de Estado
Mayor. En 1865 recibió el real despacho
de teniente con el número uno de su
promoción. Para hacer las prácticas de
mando fue destinado a los Regimientos de
Infantería Almansa, Príncipe y África,
también al de Caballería de Talavera y
después a la sección de estado mayor de
Castilla la Vieja. En 1875 y a petición
propia se le destinó a servicios de
campaña, sirviendo en el ejército de
Cataluña a las órdenes del general
Martínez Campos hasta el fin de la
guerra. Prestó valiosos servicios en la
organización del ejército de la derecha,
participó con el estado mayor del general
en la expedición y marcha al Baztán y a
las órdenes del brigadier Bonanza fue
voluntario a la brigada de vanguardia
participando en las acciones de Alzuza,
Elcano, Peña Arguinzu, Arrayoz, Peñaplata
y Vera, en la que el general en jefe le
felicitó sobre el campo de batalla y le
otorgó el grado de coronel.
Terminada la guerra ocupó el puesto de
profesor de la Academia de Estado Mayor
hasta que en 1882 fue destinado a la
Dirección General de Instrucción Militar,
órgano de nueva creación en el que
trabajó en la reorganización de la
enseñanza militar y en los reglamentos de
la Academia General de la que llegó a ser
Jefe de Estudios y Segundo Jefe. Más
tarde pasó a ocupar la secretaría del
gobierno general de Puerto Rico.
En 1892 regresó a la península y tras un
destino en la Junta Superior Consultiva
de Guerra pasó como Jefe de Estado Mayor
a Galicia. En 1900 ascendió a general de
brigada y posteriormente a general de
división desempeñando los cargos de
segundo jefe del Estado Mayor Central,
fiscal del Consejo Supremo de Guerra y
Marina, y consejero del mismo alto
Cuerpo.
Si fue brillante su carrera militar,
también fue notable su labor literaria.
Sus composiciones poéticas y sus obras
cómicas y dramáticas, en las que plasma
su perfecto conocimiento del corazón
humano y su culto a la mujer, con un
lenguaje armonioso y fluido, le colocan
entre nuestros literatos distinguidos. En
1910 se celebró, en sesión pública
presidida por Alejandro Pidal, la solemne
recepción de Cano en la Real Academia
Española, en la que el nuevo académico
desarrolló el tema El preceptismo y la
poesía en el teatro.
INDICE
Payo Gómez Chariño
Pedro López de Ayala
Pedro González de Mendoza
Fernán Pérez de Guzmán
Álvaro de Luna
Iñigo López de Mendoza
Lope de Estúñiga
Diego de Valera
Gómez Manrique
Jorge Manrique
Gracilaso de la Vega
Gutierre de Cetina
Hernando de Acuña
Juan de Castellanos
Diego Ximénez de Ayllón
Baltasar del Alcázar
Alonso de Ercilla
Francisco de Figueroa
Francisco de Aldana
Ginés Pérez de Hita
Miguel de Cervantes
Andrés Rey de Artieda
Cristóbal de Virués
Vicente Espinel
Lope de Vega
Luis Vélez de Guevara
Francisco López de Zárate
Antonio Coello
Calderón de la Barca
Gerardo Lobo
José Cadalso
Conde de Noroña
Vargas Ponce
Juan Bautista Arriaza
Duque de Frias
Duque de Rivas
Antonio Gil y Zárate
Bretón de los Herreros
Serafín Estébanez Calderón
Patricio de la Escosura
Ros de Olano
Juan de la Pezuela y Ceballos
Leopoldo Cano y Masas
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
-
-
-
-
-
-
Baltasar de Alcázar: el
poeta gastronomo, por
Manuel Ruiz de Luzuriaga
Biblioteca de
traductores españoles.
Cervantesvirtual
Diego de Valera,
Diccionario de
literatura española.
Madrid, revista de
Occidente 1964
Diccionario
Enciclopedico Espasa
Enciclopedia de Historia
de España vol. IV
(diccionario biografico)
1991. Madrid, Alianza
Editorial
Ensayo de un diccionario
de la Literatura, tomo
II. Federico Carlos
Sainz de Robles.
Ediciones Aguilar,
Madrid 1964
Historia de la
literatura española
(tomos I, II, III y IV).
Juan Luis Alborg,
Editorial Gredos. Madrid
1980
Historia universal de la
literatura.Ramon D.
Peres, Editorial Sopena,
1975
La literatura española
en tiempo de Don Alvaro
de Luna. Islabahia
Conde de Noroña,
antología poetica.
Santiago Fortuño,
Catedra, 1997
* El autor de este libro ha
intentado por todos los medios
a
su
alcance
establecer
contacto con los autores de
las fotografías reproducidas
para obtener su autorización.
Atenderemos
cualquier
reclamación que, sobre este
aspecto, pueda efectuarse en
el futuro.
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