el nido ajeno

Anuncio
A D M IN IS T R A C IÓ N
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EL NIDO AJENO
C O M EDIA EN T R E S A C T O S , EN PROSA
0 KIC4IN A L DE
M A I> R I£ >
Ü ED A O KB OS , NÚM. 4, S EG U ND O
1994
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EL NIDO AJENO
B eta o b ra e s pro p ied ad de s u a u to r , y o a d ie podrft,
0ÍQ BU p erm iso , re im p rim irla n i re p re s e n ta rla en B sp a-
Ba y 8QS p o sesio n es d e U ltra m a r, n i en lo s p a íse s con
lo a c n a le s h a y a c eleb rad o s 6 s e celeb ren e n a d e la n te
tra ta d o s in te rn a c io n a le s d e p ro n ied ad lite ra ria .
E l a u to r se re s e rv a el d erech o d e tra d u c c ió n .
L e s co m isio n ad o s d e la A d m in is tra c ió n Lirico>dra>
m á tic a d e D O N ED U A RD O H ID A L G O , son lo s e n c a rg^ados e x c ln slv a m e n te de c o n ce d e r ó negrar e l p e rm iso
d e re p re s e n ta c ió n y del cobro de lo s d erech o s d e pro*
piedad.
Q o e d a h ech o e l d ep ó sito q u « m a rc a la le y .
g e ’.
EL NIDO AJENO
C O M EDIA E N T R E S Â G T O S,
«■lOIMAL DI
JACINTO
BENAVENTE
E strenada en el TEATRO DE LA COMEDIA la noche del ft
de Octobre de 1894
MADRID
R. VELASCO, IMPRESOR, RUHIO, 20
lS d 4
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á ioi acicte^
Sajo
¿c- -un mobo pz/i^ctc,
ímóitccción , y
ze-pt^^^nlabo
Cita comcbia, como po6^e. cxpzciién ¿e
dM ^taU lub oc la btbica
S ( ^^d & r.
REPARTO
P£BSOK¿JES
ÂCrOSES
MARÍA.......................................... Srta. D.a Carmen Cobefia.
EMIUA................ ..Sra. D.aSofiaAlverâ.
LUISA....................................... ....Srta. D.a Soledad López.
JO SÉ LUIS............................... ....Sr. D.
Miguel Cepillo.
MANUEL.................... ..............
»
EmiHo Thxüllier.
JU L IÁ N .....................................
*
Francisco Urquijo.
L a acción en M adrid.—É poca a c tu a l
ACTO PRIMERO
C om etlor e le g a n te e n c asa do Jo sé L uIb
E S C E N A P R IM E R A
EM ILIA y LUISA e n tra n d o
E m ilia
L uisa
E m ilia
L u isa
E m ilia
L uisa
E m ilia
L uisa
E m ilia
¿Dice usted que n o tardará en volver la señoritaV
No, señora. Salió á m isa y de compras. Van
á dar las once, la hora del almuerzo, y ya .
sabe usted la puntualidad de los señoritos.
¡Digo! No hay casa m ás ordenada. Ni m ás
ni menos que la mía. ¡Mayor desbarajuste!
Pero vaya usted á poner orden con cuatro
chiquillos y los criados y las am as corres­
pondientes... Aquí, ya se ve, el m atrim onio
solito, dos criados... Si no tendrá,n ustedes
nada que hacer.
No hay m ucho trabajo.
¿Y el señorito, está mejor?
Delicado, como siem pre. La sem ana pasada
tuvo uno de sus ataques, quedó m uy resen­
tido; pero desde que llegó el señorito Ma­
nuel, parece que está m ás anim ado.
¡Cómo! ¿Llegó el señorito Manuel?
Sí , señora, cuatro días hace.
S í , le esperaban de u n día á otro. Pero m e
choca no haber sabido que estaba aquí... Mi
m arido ve en Bolsa todos los días al señorito
y es extraño que no le haya dicho nada.
L uisa
E milia
L uisa
E milia
L uisa
E milia
L uisa
K1 señorito habla tan poco...
Y ¿ha venido bueno?
M uy bueno, si, señora. ¿Usted no le conoce?
Si hace tantos años que anda por esos m u n ­
dos... Desde antes de casarse su hermano; y
m i am istad en esta casa es por la señorita
María. H e oído hablar m ucho de él, de sus
viajes, de sus aventuras. ¿Se parece á su
herm ano? Dicen que es otro genio.
No se parece en nada. E s m uy simpático,
buen mozo, m uy alegre, m uy cariñoso...
Vaya, vaya. Con eso la casa estará más ani­
m ada.
Sí, señora; créalo usted. H ay más alegría,
m ás animación... ¡Ah! la señorita, (viendo u«g a r á M aría. M aría e n tr a co m o d e m isa; m le n tia s s a ­
lu d a á E m ilia , I^u iia le q u ita la m a n tilla , re c o g e el
d e v o cio n ario y d em ás p re n d a s y s e re tir a .)
E S C E N A II
K M I L IA
E m ilia
M a r.
E m ilia
M.4R.
Í I m il ia
M a r.
E m ilia
M a r.
E m ilia
M a r.
E m ilia
y
M A f tIA
¿Cómo estás, querida?
¿H ace m ucho que m e aguardabas?
U n instante. Ya sé que estáis buenos, que
llegó tu cuñado.
¿Y tu m arido y los chicos?
Buenos, todos buenos. Fernando m uy ocu­
pado. Ya vendrá conmigo á saludar á tu
lerm ano político... ¿Tú apenas le conocías,
verdad?
Le conocí cuando éramos niños. Ya sabes
que su fam ilia y la m ía estaban m uy u n i­
das; BU padre y el m ío eran socios. Pero Ma­
nuel m archó de E sp añ atan joven... No espe­
rábam os volverle á ver.
Dicen que ha hecho dinero por esas tierras.
iUn gran caudal! E l es m u y em prendedor,
la suerte le ha favorecido...
Sigue soltero, por supuesto.
y sin intenciones de casarse, según afirm a.
¡Un tío rico y solterón! ¿Pero vosotros e u
qué pensáis? No tenéis decoro si no le obse­
quiáis con una docena de sobrinos... si no
queréis molestaros, en casa hay cuatro y allí
no hay dinero ni herencias en perspectiva...
[Bueno anda todo!
M ar .
M anuel es joven' y figúrate si le fa lta rá n
proporciones.
E m ilia
E n cuanto se enteren en M adrid os le se­
cuestran. ¡Buenas andan las m adres que tie­
nen hija«! E l papel hom bre, h a subido m u ­
cho. Antes, m ás ó menos bonita u na m u­
chacha, á cierta edad, no le faltaba novio,
bueno ó malo. Nos cotizábamos á la par,
pero ahora, hija, está el cambio por las n u ­
bes. Las m adres debían hacer u n em préstito
al extranjero.
Mar.
E m ilia
M ar.
E m ilia
¡Qué ocurrencia!
¿Y qué es de tu vida? ¿Te has abonado al
ileal?
No. ¿Para qué? El año pasado fuim os tres
noches en toda la tem porada; es tira r el d i­
nero. José Luis está delicado, no tiene h u ­
mor ni gana de vestirse, le cansa todo... Ya
sabes como es él.
Sí ... pero, h ija mía, hacéis u n a vida m uy
triste... m etidos entre cuatro paredes. Si­
quiera recibiérais alguna gente.
Ma r .
a
E m ilia
En tu casa siquiera, había tertulia los sába­
dos. Se jugaba al julepe, se tom aba choco­
late, iban nuestros novios.
M ar .
E m ilia
N aestros m arid o s hoy.
M ar.
E m ilia
to d o se aco stu m b ra u n a, y yo n o estoy
ac ostum brada á d iv e rtirm e m u ch o . B ien lo
sabes tú ; en m i casa p asab a lo m ism o.
Y el tuyo fué el px'imero y el único. ¡Has
sido siem pre tan formal! Yo m ariposeé u n
poco, con aquel sevillano, ¿te acuerdas? Si
m e caso con él me luzco. ¡Qué vida dió á su
pobre mujer! Nosotras no podemos quejar­
nos. Tuvim os buen acierto.
¡Ve u n a m atrim onios ta n desdichados!
¡Huy! E s u n horror... Y los que, en aparien­
cia son m uy felices y si va u n o á m irar...
¡Qué pendientes tan bonitos!
M a r.
E m ilia
Mar .
10 —
Regalo de m i cuñado.
iPreciosas perlas! H ija, la gente rica...
¡Oh! Me h a trtúdo preciosidades... Ya verá«....
(D an laa o n ce.)
E m ilia
jLas once y n o h a venido tu m arido! (suenti
M ar.
E m ilia
Y a está ahí. (T o ca u n tim b re .)
¡La p u n tu a lid a d m ism a ! (Entra Julián.)
( a J u liá n .) V'ea usted si se h a levantado el se­
ñorito M anuel y sirva usted el almuerzo en
seguida, (s a ie J u liá n . A E m ilia .) ¿Qiüeres almoi*zar?
N o, me voy corriendo. ¡Bueno andaría aque­
llo si yo faltasel Venía á convidarte al tea­
tro. Tenemos palco para el estreno de esta,
noche.
No sé si José Luis querrá que vayamos... Ya
te avisaré.
la cam paD ilIa.)
Mar.
E miua
Mar.
E S C E N A III
d ic h a s
J o sé
E m il ia
J o sé
E m il ia
J o sé
E m il ia
J osé
M ar .
J osé
y JOSK LUIS
M uy buenos días.
Llega usted á tiempo.
(seniáudos« á la m e sa .) Me he retrasado u n poco.
¿Quiere usted almorzar?
¡Jesús! ¡Que no se enfríe! Son las once en
punto. Quise decir que llegaba usted á tiem ­
po de aceptar u na invitación para el estreno
de esta noche. M aría no se atreve á darm e
su palabra sin contar con usted.
, Cualquiera d irá que soy u n tiraip.o.
N o es usted tirano. Nadie lo dice. Pero Ma­
ría es una esposa ejem plar y cumple m u y
bien aquellas m enudenciaa de la epístola,
que no todas guardam os puntualm ente...
«La m ujer no saldrá de casa sin permiso del
m aiido...»
( a M a n a .) ¿Quieres ir?
Si tú vienes...
No estoy bueno. E sta m añana tuve un ata~
q ue de bilis.
M ar.
Emii.ia
Jo st
Ma r .
José
Mar.
JuL .
Entonces nos quedarem os en casa, ( a E m ilia ,).
Ya lo oyes.
Vaya, hay que anim arse. Si no hace usted
por distraerse... Dicen que es preciosa la co­
m edia de esta noche. E stará m uy bien el
teatro... Por supuesto, hago extensiva la in­
vitación á su herm ano, aunque no tengo el
gusto de conocerle, y reciba usted m i enhora­
buena por 8« feliz llegada. Ya ten d ría usted
deseos de verle... ¿Es el único herm ano que.
tiene usted?
E l único. Fuim os cuatro; solo quedam os, el
m enor, M anuel, y yo, el primogénito. Ala*
nuel lia sido el único sano y robusto en la
fam ilia. ¿No se ha levantado todavía?
Y a h e dicho q u e le avisen.
Acostum brado á v iv ir solo no se acomoda á
la vida de familia. Siem pre fué m uy des­
ordenado... Si tarda, almorzaremos. Ya sabe
cuánto m e gusta la puntualidad. E l desarre­
glo en las comidas m e mata,
(L la m a .) Almorzaremos, ( a j u i i á u q u e e n tr a ) E l
almuerzo.
E l señorito M anuel viene en seguida, (s a ie á
p re p a ra r la m e sa .)
E m ilia
M a r.
E m ilia
Yo me retiro... Conque, ¿contam os con us­
tedes?
No, ya ves que José Luis no está bueno. Es­
pera u n mom ento, conocerás á su herm ano.
Tengo curiosidad... No estoy m uy presenta­
ble, salí de trapillo.
Mar.
Jo sé
E re s de casa.
M ar.
(T ra y e n d o u n fra s c o d e l a p a ra d o r.) Toma... ( P r e p a i i
e l re fre s c o .) ¿Pero de veras no estás bueno?
( d © m a i h u m o r.) ¡De veras! Creerás tú que m i
J o sé
E m ilia
D am e la magnesia.
enferm edad es como tu s jaquecas. . E stoy
m uy malo.
T rabajan ustedes demasiado. E s m i tem a
con Fernando... F ernando es fuerte, pero el
afán de los negocios, la Bolsa, el Congreso...
es no parar en todo el día... Al fin, él tiene
cuatro hijos por quien m irar... pero usted
solo con su m ujercita... Debía usted dejarse
d e negocios y descansar y cuidarse y d iv e r­
tirse m ucho, q ue la v id a es corta.
¿Está bien asi? ¿Q uieres
m ás azúcar?
(con ir a .) Ya no sé qué tom ar ni qué hacer.
¡Hay para desesperarse!
M ar.
(O frecién d o le la copa.)
J osé
M a r.
V am os, te n paciencia. H o y no sa­
les d e casa.
(c a riñ o s a .)
S í , justam ente. Poco tengo que hacer.
Lo dejas p ara otro día.
Jo sé
.M a r.
J osé
A I a R.
¿T ú crees q ue m is asu n to s son com o los
vuestros?... V isitas y com pras qu e á c u a l­
q u ie r h o ra y cu a lq u ie r d ía d a lo m ism o.
•
(C on recoiivenclÓQ c a riñ o sa y q u e rié n d o le h a c e r n o ta r
la p re s e n c ia d e E m ilia .) Vas á echar fam a de
m al genio.
Ü^MIT.lA
co m p re n d id o y q u ie re d is c u lp a rle .) Cuaudo
está uno enferm o todo incomoda. Es n a ­
tural.
(lia
E S C E N A IV
DICHOS y M ANUEL
M an.
M ar.
E m il ia
JUL.
E m il ia
¡Salud, hermanos! ( a i v e r á E m ilia .) Señora...
Mi herm auo M anuel... L a se­
ñora de Ordóñez, am iga m ía de toda la
vida...
¡Tanto gusto! (A p a rte á l i a r í a . ) |E s m uy 8Ímpáticol
(E n tra con el a lm u e rz o .) E l a l t n u e r z o .
(D e sp id ién d o se .) Ya tendrem os el gusto de veile por casa. Sabe usted que cuenta con unos
amigos, ( a Jo sé L u is .) Que usted se meiore( a M aría, b e sá n d o la .) Adiós, m onísim a, no dejes
de ir por casa, (s a ie .)
(P re s e n tá n d o le s )
ESCEN A V
M A R IA , JO SÉ LUI3 y M ANUEL, sen ta d o s.
Ten e l a lm u e rz o
LÜISA y JU L IÁ N slr-
Jo sé
M an .
¡Gracias á Diosl Creí q ue no almorzábamos.
¿N o h a b ía is em pezado p o r la v isita ó por
esperarm e?
M ar.
Por la ■visita, ( a Jo sé L u Ib, v ie n d o q u e DO se sirv e .)
¿No te sirves?
No. E s m uy indigesto. No me atrevo.
¿Quieres otra cosa? ¿Un huevo pasado por
agua, u n filete de lenguado? ¿Por qué no
dices lo qué quieres? (a M an u e l.) ¿Ves que
rareza? H ay que adivinarle los pensa­
mientos.
Conozco el sistema. Pasarás el día m irán­
dole á la cara para com prender lo que
quiere. E starás más ducha en fisonomía
que el m ism ísim o Lavater.
ÍM o iestad o .) Cuando está uno enfermo, y por
lo tanto de m al hnm or, creo que sea m ás
prudente no hablar que decir cosas des­
agradables.
N o m e im portaría m uchas veces, que m e
dijeras algo desagradable, con ta l de enten­
derte... Tienes razón, Manuel... siem pre le
estoy m irando á la cara para adivinarle los
pensam ientos .. Pero soy tan torpe... ó él es
tan poco expresivo, que rara vez acierto.
¿Que hablo poco?... Los m ás elocuentes por
dentro, suelen ser los m ás silenciosos, los
m enos expresivos... como tú dices. Los que
piensan poco, los m ás habladores. Como
son pocas sus ideas, pronto Ies dan salido,
con fluidez pasm osa... ¡Es natural! Dos ó
tres personas solas, pasan más fácilm ente
por u na puerta, que u n a m u ltitu d agolpada.
¿E s m otejarm e por hablador? Í.o seré por­
que pienso menos que tú lo que digo... Pero
siento.,, y cuando siento algo, he de decir­
J o sé
M a r.
M an.
J o sé
M a r.
J osé
M an.
M ar.
José
M ar .
M an .
M ar.
M an.
Jo sé
M an.
JoSK
M an .
lo... aunque diga u n a tontería ó algo des­
agradable.
( a Jo sé L u is.) ¿Tampoco comes de esto?
No tengo gana. ¿Qué ha}’’ después?
l ’a ra ti carn e asada.
J’ero... ¿no estás bueno?... no com es n a d a .
Yo en cambio tengo u n apetito... He cogido
á deseo la comida casera.
¿De veras te gusta? Yo que procuro darte
de comer á estilo de fonda...
Pues agradezco m ás u n a paella, un buen
cocido y hasta unas albondiguillas.
¡Lo que son las cosas! No sabes las peleas
que ten ía en casa, con nuestra m adre, por
las com idas. Entonces, todo eso que ahora
pondera, je parecía guisotes y prefería co­
m er en el café ó en la fonda.
(Con to n o lig e ro a p e n a s lo c a lo d e c ie r ta g ra v e d a d y
te in u r a ; s o b re lo d o deb e e r ila r s e e l to n o so le m n e y
deciRroftiorio) Es la condición hum ana E l
espíritu de rebeldía constante que existe en
nuestro espíritu contra todo lo que se nos
im}ione; hasta contra el cariño m aternal.
A nadie quizás atorm entam os en el m undo
como á nuestra m adre, con nadie somos
tan ingratos. ¡Egoísmo hum anol Tan segu­
ros cptamos de que nadie como nuestra m a­
dre h a de perdonarnos la in gratitud. Pero
hay en la vida u na hora de justicia para
lodos... y las lágrim as que al m orir una
m adre lloramos, ^ o n dolor á ninguno pare­
cido, deben ser, si desde el cielo pueden
verlas, la mayor, la m ás p ura alegría que
podem os dar al alm a de nuestras pobres
m adres los hijos ingratos.
Yo no lo fui nunca.
Porque nunca fuiste joven. Porque en tí se
alteraron las leyes de la vida. F ué u n a re­
beldía tam bién, á tu m odo. Pero ya ves lo
m al que te ha probado. Créelo, la* N atura­
leza es m uy sabia, liem o s de ser uiños, jó­
venes, hombres, viejos por fin; á b u tiem po
cada cosa; con litó pasiones, vicios y virtu­
des propios de cada edad. Tan m al parece
u n niño reflexivo y juicioso como iin veje­
te travieso y casquivano: y tan im propio es
de u n m uchacho contentarse sin protestas
con el cocido casero, como en u n hom bre de
juicio irse de bureo á la fonda. H ay que
distinguir la m aldad perm anente de cada
uno y las m aldades propias de cada edad,
pasajeras con ella... Digo esto, porque en
m í tom ásteis por m aldad las ligerezas de la
juventud. Si, María, tú , como todos, habrás
oído hablar de m í, á m is padree, á José Luis,
tú sabrás lo que de m í pensaban... Yo bien
lo sé. E ra el Judas de la casa.
M ar .
E so no. T u m a d re te d isc u lp a b a siem pre; y
todos te queríam os.
Jo sé
Más que él á nosotros. ¿Qué le faltaba al
lado nuestro? Sin pena nos dejaste y has
vivido feliz sin nosotros, ( n a n c o n clu id o de a l ­
m o rz a r, lo s cria d o s se r e tir a n d e ja n d o p re p a ra d o el
c até, n a y m á s in tim id a d e» e l d iá lo g o .)
M an.
M a r.
M an.
Por eso he vuelto á tí, á que m e juzgues,
fiiora que m i vida de aventuras h a conclui­
do; en nom bre de nuestros padres que ya
no existen. Tú dirás si fui m al hijo, si soy
m al herm ano: y por si á tí te ciegan anti­
guos rencores, que no deben subsistir entre
nosotros, María juzgará. Las m ujeres en­
tienden m ejor lo que h ay de bueno en el
corazón de, u n hom bre. E n casa ¡cómo h a ­
bíais de conocer el m ío, si nunca pude ha­
blar con el corazón!
Vamos, n o te acalores. Lo pasado, pasado.
H oy todos sabemos lo que vales. No hubie­
ras tenido üinta suerte á no ser digno de
ella.
(S iguieD do sn id e a y d irig té n d o s t' á M aria p rin c ip a l­
m e n te .) Ya sabes cómo vivíamos en nuestra
casa. E rais vecinos, y tu padre igual en ca­
rácter al nuestro; por algo eran socios. Allí
nadie tenía m ás voluntad que la de m i pa­
dre. ¡Qué rigidez, qué severidad! Cuando él
estaba en casa, hablábam os en voz baja,
nuestros juegos le incom odaban, nuestras
risas le hacían daño. Le veíamos salir con
—
J osé
M ar.
16
—
alegría, respirábam os con libertad, jugAbamos, reíamos. N uestra m adre no era así.
T oda bondad, toda dulzura, nuestra defen­
sora siempre, nuestra cómplice m uchas ve­
ces.—No incomodéis á vuestro padre,—nos
decía:—es m uy bueno, pero está siem pre
preocupado con sus negocios. Todo por vos­
otros, hijos míos, por vosotros trabaja tan to
y seafana.. — ¡Pobremadre! Quería conven­
cernos de que nuestro padre era m uy bue­
n o ... y nos quería, y nos besaba por los
dos... Mi padre no m e besó nunca. T rabajar,
afanarse por los negocios, era la m anifesta­
ción de su cariño. Pero aquel trabajo, jam ás
confortado por nuestras caricias, parecía sin
ellas más penoso, forzado, aborrecible, in ­
grato.,. j F a m de cariño paternal! Se afana­
ba en sus negocios, porque eso era su goce
único en la vida: hiciera igual sin m ujer y
sin hijos á quienes legar el fruto de sus
afanes. E ra la pasión del negociante co­
dicioso. Más duro es el trabajo para el
infeliz obrero, carga m ás pesada para él
son los hijos, y concluida la jornada, aun
le quedan fuerzas para tomarlos en brazos
y tern u ra en el corazón para besarlos, ( a J o ­
sé L u is.) Tú no sentiste la falta de halagos
y caricias. E ntendías m uy bien de cuentas
y sivbías lo que ganaba nuestro padre... Yo
m e rebelaba contra su severidad injusta,
protestaba en m i conizón... contra aquella
farsa de cariño, y por eso era el malo, el
Judas, porque... por m ás que hacía, no po­
día querer ni respetar á m i padre.
(Se le v a n ta . C on se v e rid a d .) No le respetaste
vivo, tampoco respetas su m em oria. N unca
estuvim os de acuerdo en apreciarle. Como
es m i sentim iento m ás respetable, porque
es m ás natural y m ás digno de un hijo,
respétale.
(s « lA T iuta tam b ién . D irig ién d o se á u n o j á o tr o ,
q u e rie n d o eo n clllA rlo s.) ijosé Luis!... ¿No eStálS
incomodados? D ejaa losrecuerdos, desechad
esa desconfianza recelosa... Si lo sé; el uno
^
M an.
J o sé
M an.
J osé
M an.
M ar.
M an.
M a r.
M an.
M ar.
Man.
M a r.
desconfía del cariño del otro; es el modo de
no llegar á quererse nunca, ( a M an u el.) Eres
injusto: José Luis tenia tantos deseos de
verte... ( a José L ilis.) Y M anuel, cuando no
estás tú, ¡me habla de tí con u n cariño!...
¡Qué remedio! Si sois herm anos... (A tra y é n ­
d o le s u n o á otro.) Un abrazo m uy fuerte, m uy
fuerte... (sa a b r a z a n ) Y otro á m í, que nos
u n a á los tres... ( a M an u e l.) T am bién yo soy
tu herm ana... y en m i cariño has de creer...
(con in fa n til c o n f ia n z a ) Yo soy m uy expansi­
va... (B fljo .) José Luis es otro carácter... J£n
el fondo es m uy bueno.
(B ajo tam biM i á M arta, p e ro n o com o a p a rte . José
L u is se h a r e tir a d o h a c ia e l fo n d o .) ¡En el íondo!
Eso decían de m i padre. ¿Qué rae im porta
que en el fondo de u n pozo haya u n tesoro,
si para llegar á él he de ahogarme?
( a M aría.) ¿Vas á salir esta tarde? Te m an d a­
ré el coche. Voy á la Bolsa.
{coii desprecio cómico.) ¿E l coche?... N o nos
iiace falta tu coclie.
¡A lguna locura!
Me perm ito poner á tu disposición
la berlina y el tronco que Umto te gustaron
ayer.
No, Manuel. Eso es u n disparate. H as gas­
tado un caudal en obsequiarm e.
¡Pobres hijos míos! No vayan á quedarse •
en la miseria.
Puedes tenerlos todavía.
(E n b ro m a .) jEso SÍ que no! Y a lo sabes. ¡Los
hijos somos m uy ingratos! Yo no quisiera
ser hijo mío, y si yo fuera hijo mío, no
quisiera ser m i padre...
(Risueña.) ¡Qué tonterías! Pues no acepto el
regalo.
Me enfadaré, ( a Jo sé l u I b.) Con esa condi­
ción hago las paces contigo, (cariñoso, e c h á n ­
dolo u n brazo p o r el cuello.) ¡Mal geníol ¡Si ten ­
drás por fin que quererme! Un abrazo...
(complacida.) ¡Pobre Manuel! Bien dicen: ma­
la cabeza, pero buen corazón. Ya ves si te
hago justicia.
( a M aría,)
—
Í8
—
M an.
¡Ay, María! Ks ijiie de tí ñuyeii raudales de
})ondad; al lado tuyo nadie ])uede ser m a­
lo. A unque sólo fuera por hal)erte elegido
p o r esposa, y ¡)or lo que te quiere, tendría
yo que querer á m i herm ano. Sí, señor h er­
m ano; todo se lo perdono á usted, pero
cuidado con ser nial njavido... A nda á la
Bolsa, á tus negocios... ¿Sabes lo que p ie n ­
so? ¡Quiera Diop no te parezca in fam ^ Me
alegraría que todo te saliese mal, que lo
perdieses todo, (jue te arruinases... y en ­
tonces verías quién soy yo, el tu nante, el
desalmado... (josé I-nIs conmovido le abraza.)
Mar.
( c o n a le g ría .) ¡ A s í m c g u s t a !
Ma s .
¡Estoy más contento!... Lloro de alegría...
¡Si vosotros snpiérais lo que es vivir solo,
sin nadie, ])ara quien nuestras penas ó
nuestras alegrías puedan ser alegría ni p e ­
na!... No ))oder desahogar el corazón... Ir
am ontonando en él tristezas y goces no
coniparíido.s.. ¡Ay, por fuerza lia de endurecerseí Dejad aliora qu<; llore y que ría e n ­
tre vosotros, que m e queréis y tenéis lásti­
m a de lo que lie llorado solo... y sois felices
hoy con mi alegría...
M ar .
M an.
(conmovida) ¡Pobre Mannol! ¡Qué bu en o eres!
;Soy bueno! ¿No es verdad?... Lo dices tú ,
M a r.
M^ n .
M ar .
m i m adre lo decía tam bién, las dos perso­
nas mejores que he conocido. ¡Tendré que
creerlo!
Lo dicen m uchos pobres tam bién, Manuel.
Todo se sabe.
E so no. ¡Vaya u n m é rito d ar ¡o q u e á u n o
le sobra!
E s q ue en A m érica l)ondicen tu n o m b re
m u ch o s desvalidos;, es q ue hiciste la c a ri­
d a d con a m o r.
M ar.
¿Amor? Tam bién m e sobraba; no m e con­
vences. Verás ahora cómo economizo el
am or y el dinero. Y si al ílti... ¡qué dem o­
nio! yo he venido ac}uí por u n Manolito.
Ya podéis traérmele.
(con malicia) Enviarem os un memorial.
M an .
¡Eso, eso, m uchos m em oriales!
M an.
■J o s é
M an.
M a r.
M an.
J osé
¿Conque te m ando el coche?
No, señor; no h ay m ás que hablar.
Estrenaré tu regalo. Pero has de acom pa­
ñarme.
( a Jo sé L u is.) Irem os á buscarte... H asta
luego.
H asta luego. (Se a b ra z a n )
(D o sp id ién d o se.)
ESCEN A VI
M ARÍA y MANUEL. AI flnal LUISA
M a r.
M an.
-AI a r .
M an.
M a r.
M an.
¿Ves cómo es m uy bueno?
¡Huronciilo, huroncillo! ¿Qué voy á con­
tarte? ¡Demasiado le conocerás tú!
Carácter reconcentrado, corazón que no se
abre al prim ero que liega. ¡Cuesta m ucho
franquear la entrada!
H ay personas asi, como algunas viviendas;
con magníficas habitaciones y m ala esca­
lera.
]Podré m uy poco si no consigo que os que­
ráis con vt;rdadero cariño de hermanos!
¡Ansioso vengo de cariño! ¡He vivido tónto
tiem po solo!... E x trañ o en todas partes. Mi
protector, m i verdadero padre, don Gabriel,
m urió á poco de llevarme consigo. Desde
entonces no he tenido u n amigo, no he te­
nido á nadie. Ni aventuras pasajeras, ilu ­
siones de amor, para engañar m i soledad
tristísim a. H ay espíritus prácticos que sa­
ben rep artir de tal modo el corazón, en
afectos ligeros, .sin entregarle por entero en
ninguno, que de m il cariños suaves, tra n ­
quilo.", componen u n grato calorcillo que
■conforta y alivia el corazón... Yo fní siem­
pre arrojado en m is empresas, siem pre
■comprometí en ellas todo mi capital; en un
día, la rniiia ó la opulencia. I^or eso tuve
m iedo á querc>‘, porque en un solo cariño
hubiera puesto todo m i corazón, el alm a
«ntera... ¡Y acaso hubiera sido m i ru inal
M ar.
M an.
M ar.
M an.
M ar.
M an .
Mar.
M an.
M a r.
M an.
M a r.
M an.
M a r.
M an.
F u i m uy dichoso en m is empresas. ¡Quizás
la suerte se hubiera vengado! E ra desafiar­
la pretender dicha en todo.
Por lo m ismo que no has malgastado tu co­
razón, has de hallar para él digno empleo.
M anuel, í yo creí siem pre que eras bueno;
mereces ser feliz.
(s e n ta d o e n u u s illó n ó ch aU e lo u g u e , a d o rm e c id o )
A llá veremos. Rendido estoy. No quisiera
volver ernm te por esos mundos.
No, Manuel. Descansa, descansa y vé pen­
sando en labrar tu nido.
S í , María, M ientras, dejad u n lugar en el
vuestro á este ave de paso.
(C a riñ o s a .) ¿Tieues sueño? ¡Te acostaste tan
tarde!...
¡H ay u n silencio, u n a tra n q u ilid a d en esta
casa!...
D uerm e... (pansa.)
(B ajo, medSo d o rm id o ) ¡María!
(A c e icá n d o se con c a riñ o .) ¿Qué? M anuel...
Llám am e herm ano. ,
¡Hermano!
Asi... E ra u na ilusión m ia tener una h er­
mana,...
Y a la tienes.
(D u rm ién d o se p o co á p o co .) Sí... ¡Qué buena...
qué hermosa! T ú ... y m i m adre!... (q u e d a ,
d o rm id o .)
M ar .
(contempiéndoJe.) ¡Pobrc M anuel!... jlí/S u n
niño!
L u is a
(D esd e la p u e r ta .)
M a r.
S eñorita...
(imponiendo ailencio.) ¡Chist!... Voy. No h a ^ a n
u ste d es ru id o , (indicando & Manne).) K1 Seño­
rito está dorm ido, (saie.)
F IN D E L A C T O P R IM E R O
ACTO SEGUNDO
G abiiietu e le g an te
E S C E N A P R IM E R A
JOSE T.ÜIS y
M ANUEL, sentailos
M an ,
Y o no creí q ue volverías ta n pronto. E sos
asu n to s son ta n enredosos.
Jo sé
Gracias á m i intervención todo pudo arre­
glarse á tiempo. H ice bien en no detener­
me. La cantidad era insignificante y se tra ­
taba de uno de m is corresponsales m ás esti­
m ados por su honradez y su actividad. De
ningún modo podía yo consentir que fuese
declarado en quiebra. Puro cada d ía m e
cansan m ás los negocio?, no estoy para
nada... este viaje, este asuiito, m e han p ro­
ducido un m alestar, u n a excitación...
María quedó pesarosa de haberte dejado
m archar. Tem ía que no te sentase bien el
viaje. Lo que no debiste hacer es m archarte
solo: porque conozco tu genio y te opusiste
con energía, no insistí en acom pañarte; pero
debí hacerlo.
Llegabas de un viaje largo, penoso y ¿habías
de m olestarte?... Y que María se quedaba
s o la .. con sa carácter triste...
¡Qué buena es María! ¿Verdad? ¡Dien he te­
nido ocasión de apreciar lo que vale! (pausa.)
Llegué á España, pesaroso y a de liaber em ­
prendido el viaje de regreso. E ra triste h a -
M an.
Jo sé
M an.
liarm e extranjero en to3as partes. [Pero vol­
ver á m i patria y sentirm e tam bién extranjei'o en ella!,.. ¿Quién se acordaba ya de
mí? ¿quién me esperari;i?... Ti“i, estabas ca­
sado... nos separamo.s cksí niños y nuestro
afecto paternal llevaba revueltos rencorcillos y TÍvalidades... Tú eras el preferido de
nuestro padre, yo el de m i m adre... La lu­
cha era continua entre nosotros... ;Y tú ven­
cías siempre! Nos separam os sin tristeza,,
nos comunicamos apenas; una carta de tíu de en tarde. ¡Ya ves qué podía esperar de tí
ál volver! Mi prim era intención fué irm e á
u n a fonda. ¡Y m ira cómo soy! Al ir á dar
las señas de u n hotel al mozo que llevaba
m i equipaje hasta u n coche, m e pareció que
el suelo de m i tierra m e faltaba, que se m e
obscurecía el cielo... y con lágrim as en los
ojos, en un arranque del corazón, di las se­
ñas de tu casa... ¡Es la casa de m i h erm a­
no!... Así dije, con orgullo. ¡Mi herm ano!...
¡Me daba vergüenza y dolor que m e tom a­
sen por extraño en donde he nacido! E n tré
en tu casa, desconfiado, receloso. Tú, por tu
p arte m e recibiste lo mismo. ¡Bah! pensé:
cum plirem os con este deber de fam ilia, es­
taré una semana... y á vagar otra vez; m i des­
tino es ese. Y, ya lo ves, los recelos ee des­
vanecieron, hoy confiamos en nuestro cari­
ño y no pienso en m archarm e... ¡No quiero
pensarlo! Vivo feliz en el nido ajeno. Pues
todo ello es obra de María, sin ella h u b iéra­
m os enconado los pasados rencores. ¡Sabe
Dios cómo hubiéram os roto para siem pret
Yo conozco mi genio, conozco el tuyo... ¡Ma­
ría h a hecho que seamos por fin herm anos!
(L e a b ra z a .)
Jo sé
M an .
Jo sé
¡Mucho ha sim patizado contigo!
L e d iv ie rte oir relaciones de m is viajes.
Los viajes la entusiasm an. Hace tiem po le
prom etí llevarla á París, Londres, Italia...
im viaje por Europa. Pero m is asuntos y m i
salud no m e h an perm itido cum plirle la.
prom esa.
_
Man.
José
M an.
Jo sé
M an .
23
—
Pues sí debíais hacer ese viaje. ¡Viajar eu
com pañía de u n a persona querida, debe de
ser delicioso! Para uno solo, todo reviste
ciertíi melancolía en tierra extraña... ¡Cuan­
to más grandioso el paisaje, cuanto m ás ad­
m irable la obra de arte, m ás nos abrum a
con su grandeza! ¡Solos an te ta n ta magnifi­
cencia, pigmeos enfrente de la graudiosida!... ¡Pero dos corazones amorosos, gozando
á m edias la adm iración, en dulce saboreo de
amor, como golosina m ordida á u n tiem po
de dos bocas enam oradas, m ás por el gusto
del besuqueo que de la golosina!... No, no
hay grandaza ni sublim idad capaces de
abrumarlos. E l panoram a espléndido de la
N aturaleza, los ;sublimes prim ores del Arte...
fondo, accesorio decorativo para ellos, de
algo m ás grande, más sublim e que Arte v
Naturaleza... E l am or que p alp ita en sus al­
m as embelesadas. .
¡Chico, chico! ese parangón no lo hiciste de
m emoria. Mucho habrás viajado solo... Pero
vamos, algún viajecito h as hecho en com­
pañía; en dulce saboreo de amor, como tú
dices. H ay cosas que no pueden expresarse
))ien si no se h a n sentido.
¡Sentirlo, si!... Pero hay dos vidas en nos­
otros, paralelas siempre. Una, la que vivi­
mos, urdim bre de la casualidad y del d esti­
no, en la que somos juguete de circunstan­
cias, de accidentes im previstos, inevita­
bles... Otra, la que soñamos, rom piente de
luz que abre la imaginación á otros m undos,
donde somos superiores á la fatalidad de
nuestro destino, donde la tram a de la vida
se teje con hilillos de luz irisada. I^o que en
esta segunda vida sentim os, por espiritual é
inefable, no deja sensación m enos honda
que lo sentido en la prim era... Y de las dos,
es m ejor la im aginada que la vivida,
No esUi m al esa idealidad poética para un
negociante. jY dirán que los núm eros secan
la imaginación!
E s q ue los núm ero s m a n e ja d o s po r m i, eran
Jo sé
M an .
José
M an.
como copioso caudal de rim as m anejado
por u n poeta. Los núm eros tienen tam bién
Ru poesía, cuando acuden obedientes á ser
afirmación m atem ática del pensam iento po­
deroso que los concibiera. Se pensaron m il,
m il resultan... m illares de millones, pues
millares... lAh! el arte de hacer dinero tieno
tam bién su estética. H ay negocios buenos
y malos, ya se sabe; tam bién los hay boni­
tos y feos. Parece que da lo m ism o decir: fu ­
lano ha hecho im buen negocio, ó un bonito
negocio. Pues no es lo mismo. Cuando se
dice de un negocio que es bueno, parece que
sólo se atiende al resuliado, no á los proce­
dimientos. Ingenioso ó burdo en su traza,
llevado á término, entre altibajos, tam b o s y
tropiezos, como la ganancia íü ñn se logre
¡bueno íuó el negocio! ¡Qué diferencia,
cuando bien delineado en todos los porm e­
nores, com binado con ingeniosa habilidad,
ni u n detalle se aparta de lo previsto, todo
llega á su punto, como atraído por encanto
maravilloso!. . Así h an de ser los negocios
boniUis, asi fueron siem pre los míos. H e
sido el Byron de la Aritm ética; en perpetua
orgía de m illones ideaba poemas asom ­
brosos.
Asombrosos, cierto. Que te perm itirán al fin,
u n ir esas dos vidas, que tú dices paj.*alelas,
en u n hermoso y real poem a de am or y de
v entura.
¡E s ta rd e p ara mi!
¿Crees que te será difícil hallar una m ujer
como María?
(Levftutandose.) ¡Los dichosos aseguran que es
m uy fácil serlo! ¡Qué fácil recoger u n b ri­
llante en la calle, cuando el pi¿ le tropieza!
¡Loco desatinado, quien saliese de su casa
todos los días, em peñado en tropezar con
uno! Soy hum ilde, José Luis; porque he lu ­
chado m ucho con la suerte, sé que la suerte
es superior á nosotros. No se envanezca na­
die de la dicha. ¡Desvanecido y soberbio
será quien crea merecerla!
J o sé
M an .
(R e c e lo s o )
J o sé
(A cercán d o se á M an u el, b a jo .)
M an.
Jo sé
Según eso... ¿No merezco la mía?
U n a vez lograda, p u ed e u n o m o stra rse d ig ­
n o d e ella.
¿Tiene M aría a l ­
g una queja de mí?
iQué idea!
V ino al pensam iento, no pude callarla. P o r­
que, como tú dices, no creo m erecer la d i­
cha de tener á M aría por esposa, desconfío
de mí...
M an .
P ero debes confiar e n ella.
Jo*É
E s que, á veces, pienso que M aría no es fe­
liz á m i lado. ¡Sabe Dios si la quiero con
toda el alma! ¡Pero no sé expresarlo! F ig ú ­
rate una m elodía dulcísim a.en la m ente de
u n artista sublim e y como m edios de expre­
sarla los dedos torpes y trém ulos pulsando
u n teclado desafinado... Veces h a y en que
m i alm a toda, suspendida, va hacia ella en
extática adoración... pero el alm a sólo...
¡Nunca me ha visto de rodillas y la estoy
adorando siempre! No, M aría no sabe cuán­
to la quiero. T ú eres otro carácter; seguro
estoy de que habéis hablado de m í. ¿Qué te
h a dicho? Manuel, ¿es dichosa conmigo? SÍ
n o lo es, yo ))rometo enm endarm e, no p ue­
de ser por m aldad m ía, no soy m alvado,
será por defectos que desconozco, por algu­
nos que veo en m í y procuro vencer... por
cosas así, pequcñeces, que estaráen m i m ano
evitar... Dímelo todo. ¿Qué no h aría }'o por
verla dichosa?
¿Por qué no h a de serlo? ¡Defectos! ¿Quién
no los tiene? A mí nada m e h a dicho. >Su
tristeza m ayor es por verte delicado; eso es
lo único que sé... que no gozáis m ucho de la
vida por el estado de tu salud; que no vais á
diversiones; que no tenéis m ucho trato con
la gente... Eso no puede ser motivo de infe­
licidad en u n m atrim onio, cuando la m ujer,
como Maiia, se resigna á vivir retirada.
(pensatiTo.) Si, nuestra vida no es m uy alegre.
H az por anim arte, l^eja los n egocios, la
vida se gasta en ellos m uy deprisa. No era-
M an.
José
M an.
Jo sé
M an.
J SÉ
M an.
J osé
pieces á ser viejo cuando María sea joven
todavía.
Tienes razón. Cam biaré de vida. Siento lia­
b e r em prendido ese nuevo negocio, que ir>e
ten d rá todo el año sujeto. Viajaremos, fre­
cuentarem os la sociedad, los teatros... ( v a c i­
la com o aco m etid o de u n m a re o y s e a p o ya e n M anuel.):
( A la r m a d o ) ¿Qué tienes?
Nada, u n iiJiireo... N ada, ya pasó, (con rftbia.)
¿Lo ves? ¡Bueno estoyl ¡Maldita saludl E r
m ejor morirse.
¿Quieres algo?... ¿Pasó ya?
Sí, no es nada, (s im ie n d o q u e n e g » M a r ía .) Ma­
ría ; no le digas u na palabra, que no se
alarm e... Ya estoy bien, (A n im á n d o se.) perfec­
tam ente... D am e u n cigarro... (se le v a n ta y
p a se a a p a re n ta n d o a n im a ció n .)
E S C E N A II
D IC H O S
M a r.
M an.
Jo sé
M an.
M a r.
M an.
y
MARlA
(a Manuel) Di lo que quieras. Concluyó la
buena arm onía en tre nosotros. Vengo á ene­
m istaros. (a Jo sé L u is .) Tienes que reñir á
M anuel, pero m uy serio.
¡Bali!
¿Qué h a sido?... Ya supcngo, algún nuevo
regalo... ( a M an u el.) Tiene razón María.
Me voy á la calle...
¡Quieto!... (M o stran d o u n e s tu d ia .) M ira... (a J o ­
sé L u is.) No puedo salir con él, no puedo fi­
jarm e en u n escaparate... Dile que lo de­
vuelva ó reñimos; es u n despilfarro.
Pero fí eso no vale la pena Un alfiler, u n a
p u lse ra .. Te»go gusto en que lo luzcas esta
noche en el teatro Real... ¡Ay! Se me escapó,
descubrí la tram a... Lo diré todo. María, te­
nía capricho de ir á la función de esta noche;
es la ópera nueva, función fuera de abono;
pude tom ar u n palco... H e invitado á tu
am iga E m ilia y á su esposo; son.tan am a­
bles conmigo...
M a r.
J osé
M ar.
J o sé
M a r.
M an .
M a r.
M an.
M a r.
¿L o ves?. . Nada, reñimos. Te dije (lue no
iría. No iré. José Ia\1s h a llegado esta m a­
ñana <le viaje, estará cansado, no ten drá
gana de ir al teatro. ¿Verdad?
Pues sí. Deseo oir esa ópera. He oído h ablar
de ella... Iremos.
( f o n a le g ría .) ¿De vems (juieres que vaya­
mos?... ¡Cuánto me alegro! No m e atrevía á
decírtelo, pero tenlu m ucho deseo de ir es­
ta noche al teatro; dicen que será una cosa
magnifica... Vaya, M anuel, por esta vez no
reñimoí*, m uchísim as gracias... ¿Cuánto
tiem po hace (jue no vamos al teatro? ¡Qné
se yo!... ¿lis platea el palco, verdad?... E.'strenaré el broche y el collar... No sé que
vestido ponerme..,
¿Püstás contenta? (c o n d n lc o re p re p s ló n .) ¿Por­
qué no m e lo dices, siem pre que desees ir al
teatro? ¡Algunas veces te privarás de este
gusto!... No eres franca conmigo.
No creas que m e onesta n in g ú n sacrificio.
E sta noche voy con gusto, porí^ue estils b u e ­
no, por(|iie vamos los tres... Con ir de tardo
en tarde le parece á uno algo extraordinario;
como cuando éramos chicos y nos llevaban á
ver una función de m agia por Navidad ó por
algún santo... Celebraremos con eso la lle­
gada de Manuel... ¡Al teatro! Como de chi.
COS..
¡P ero,vam os de noche y al teatro
Real!...
¡y no nos divertirem os como entonces! Voy
ásalir. Volveré en seguida. Al b ajar pediré el
coche p ara las nueve, ( a M aría.) ¿Quieres al­
go? ¿Necesitas alguna cosa? ¿Flores? ¿Un
abanico?...
¿Flores? Tengo llenos los cacharros del to­
cador... y aquí, m ira. Todas las m añanas
hace que me traigan u na porción de ellas...
]Y abanico!... No, de veras Manuel, estás
m uy m al acostum brado. G uarda los rega­
los para los que solo por ellos te quieran.
Aquí damos el cariño de balde.
y el cariño de balde ¿Con qu é se paga?
Con cariño.
M an .
P ues atenciones d e cariño flon m is o b se­
quios, y f=i algo valen, com o pi'enda será d e
que, llegado el caso d e p ag ar las q u e deb o ,
con a lm a y vid a las pagarla, (saie.)
E S C E N A III
JO S E
M ar.
J osé
M .\R .
Jo3É
L U IS
y M A R ÍA
[ T u m adre decía bien! Hay locuras de la
cabeza y locuras del corazón. M anuel es lo­
co de corazón. ¡Hermosa locura capaz de to. do lo l)ueno y de todo lo grande, puesta en
ocasiones de realizarlo! Pero no se pretenda
encerrar á estos locos, traerlos á la razón ni
íl I r m edida de las alm as vulgares. ¿Qué
hu))iera sido de Manuel á. vuestro lado? Los
im pulsos em prendedores de su espíritu se
liubieran resuelto en luchas mezquinas con­
tra la autoridad paterna, en calaveradas in ­
dignas de su ánim o generoso. Kn m edio
apropósito donde explayar su genio, ha lo­
grado fortuna, consideración Y frente á
frente con su conciencia, lia sabido educar­
se por la conciencia propia, que es la m ejor
educadora cuando el corazón está sano.
(ir ó n ic o .) ¿Desde cuándo te has dado á esas
lucubraciones? ¿Habéis abierto discusión fi­
losófica Manuel y ti'i? Pues advierte á Ma­
nuel, que toda la filosofía y todas las leyes
dictadas por su conciencia, por lo visto de
acuerdo con su conducta, no podrán dis­
culparle de haber arm argado la vida de m i
padre, de haberle m atado á disgustos.
(D is g u sta d a .) ¡JO S é Luis!
Ksa es la verdad No pretendo, porque logró
favores de fortuna ¡quién sabe si acomo­
dando leyes de su conciencia á los medios
em pleados para lograrla!, que el buen éx^to
de la culpa le absuelva de ella... Pero no
parece sino que te h a fascinado, le crees u n
ser superior, le escuchas absorta. Y él, que
es avisado en conocer donde produce adm i­
M ar.
J osé
ración, con los fuegos artiñ ciales de p a ra d o ­
ja s , teorías ex trav ag an tes, ideas ab su rd a s,
pro cu ra q u e le adm ires, q u e le coiiijirendas,
q u e le quieras... (Movimiento de Mnría.) jQ ue le
quieras!... Y la verdad es (lue en cu a tro
d ías h a sabido hacerse querer.
(E n tre o fe n d id a y lastiraB d a ^ \ ... ¿lo sienteS?
S entirlo, no... Siento... Lo que voy notaudo^
e n ti desde q ue h a llegado, rjue estás d e su
p a rte , qu e m e crees in ju s to con él... Ya
te n d rá s ocasión de juzgar si lo h e sido, s i l o
filé m i padre... A penas h a llegado... ¡Tiem ­
po te n d rá de hacer d e las suyas!
E S C E N A IV
D IC U O S
JuL.
J osé
JuL.
J osé
y
J U L I .Í íí
E sta carta y este telegram a han traído de
casa del señor Montero.
'Irae. ^Coge la c a r ta y e l te le g ra m a ,)
Y esta e sip e la para el señorito Manuel...
( s in m ir a r ía , a b rie n d o y a la c a r ta .) Llév’ala á SU
cuarto... ó déjala ahí, no tardará en volver.
J osé
(J u liá n (leja la c a r ta s o b re la m esa y sa le .)
(L ee l a c a r ta con m u e stra s de m al h u m o r; a l c o n c lu ir
a riD g a e l p a p el. Con ir a .) ¡Qué torpeza! ¡No
M ar.
(A c u d ien d o á Jo sé L u is, a s u s ta d a .) ¿ Q ü é
José
M ontero me envía este telegram a en que le
piden órdenes sobre u n asunto que ya de­
bía estar resuelto... ¡Escribí hace ocho días!
¡Es im posible ganar tan to tiem po perdido!
¡No te alteres!
(L la m a. E n tr a J u liá n .) No... Iré yO... (A J u l l á r ,
d isp o n ié n d o se á s a lir .) Nada,
(O e te n ie n d o le.) ¿VaS á S a lirV
Tengo que ver á M ontero.
¡Por Dios, José Luis! N o salgas ahora... No
te agites... Pon dos letras... ( a J u liá n q u e se
disp<no á s a lir .) P'spere usted...
(C o n v e n cid o .) Mejcr será... Estoy m uy ner-
puede uno íiarse de nadie!
M ah.
Jo sé
M ar.
Jo s é
M a r,
JosK
SUCede?
vioso, no respondo dem i calma. ¿Tienes con
qué escribir? (B u sca n d o c o a la v is ta .)
M a 'k .
(L le v án d o le d la mesft y h a b rie n d o u n p u p itr e .) A q U Ì
hay de todo... T o m a ... E s m uy tarde para
palir... A ntes de ir al teatro tendrás que to­
m ar algo... H em os comido m uy tem pra­
no... (p r e p a ra n d o p a p el, p lu m a ote.)" AqUÍ tieiies.
J o sé
J o sé
(Se s ie n ta e n fre n te d e é l . )
(K n lre d ie n te s m ie n tra a e sc rib e m u y uervioB O .) ¡El
teatro... el teatro ... (.M aría h a cogido la c a r ta
p a ra M anuel, l a c u a l á e jó J u liá n s o b re la m o s a y la
c x a n iiu a con tite n c id n .)
( a Ju H án , e n tre g á n d o le u n a c a r ta y d o s pliegos de pa­
pel.) Corriendo à casa del señor M ontero y
desde allí á la Ceiitral... este telegrama... u r­
gente... contestación pagada.
JuL.
E stá bien, (s.iie.)
J o sé
(R e p aran d o en la c a rta q u e tie n e M aiia e n l a m a n o .)
M ar.
Jo sé
M ar.
J osé
.Mar.
¿Qué carta es esa?
La carta para Manuel, ( s in s o lta r ía .)
(c«n dureza.^ ¿Vas á abrirla?
( R is u e ñ a ) ¡Qué disparate! Miraba si sería d e
m ujer... Tiene toda la traza... A unque recién
llegado, no le faltará algún amorío...
(sovero. ) ¿Te importii?
Nada... (N o ta n d o la a c titu d de Jo sé L u is, y a g ra v e ,
se le v a n ta y se d irig e b a d a é l siem p re con la c a rt* e n
la m a n o ) ¿ P o rq u é m e preguntas así? ¿Qué
J o sé
quieres decirme?
¡Deja en paz esa carta! ¡Me estás
•poniendo nervioso!
AÍAR.
(ofendida,
J o sé
M ar.
Ji')SÉ
(F u e r a d a s i.)
m á s c e rc a .) jPei'O Jo sé Lllls!...
(L e u rra n c a la c a n a , la e s tr u ja y la a rro ja s o b re l a
m e sa .) j Abrela, entérate!... ¿Estiis celosa?...
(o fe n d id a , p rim e ro con e n e rg ía , con p ro fu n d o sen iim ie n to d esp u és, ro m p ien d o á llo r a r .) ¡José Luisl...
¡.Jo ó Luis! ( s e d e ja c a e r en u n s illó n .)
¡Eso m e faltaba! ¡Estoj' yo })ara llantos! (saie.
PauH a.)
ESCEN A V
M A U IA
y
M ANUEL
M an.
¡María! ¿Q ué tienes? ¿I'o r q u é e stá s así?
M íR.
¡Nada!., no es nada...
M an.
M ar.
(D e te n ié n d o le )
M an.
¿ y José Luis?
(O irig iém io se co m o en su b u s c a
)
¡No, no! Déjale... déjam e... s i
no es nada, José Luis se sintió m al, me
jiflusté... es'toy m uy nerviosa .. y m e eché á
llorar. ¡Qué tontería!
(F ijá n d o se eu la c a r ta a rru g a d a y c o g ié n d o la .) ¿Una
carta? ¿Pava mí?... ¿Qué es esto?
M a r.
Jo sé L uis recibió al m ism o tie m p o u n tele­
g ram a y u n a ca rta d esagradable y furioso lo
estrujó todo... P or eso está así... ¡Perdona!...
M av.
J^ero, ¿(]ué le sucede? ¿Qué noticias son
esas?
Un asunto... u na tor¡)eza de u n correspon­
sal... Ya conoces su genio, en el i>vonto...
M a r.
M an.
M ar.
¡Cuánto debe hacerte sufrii!
E s q ue soy m u y to n ta , no m e hago cargo d e
q u e se le ]>asa en seguida.
M an.
¡Qué carácter!... Hace un rato estuvo con­
migo, aquí mismo, departiendo tan alegre,
tan expansivo... ¿Teacuerdas?... El nos ani­
mó á ir al teatro... ¡Bah! No puede ser esto...
Voy á l)uscarle...
No, Manuel... Ya vendrá... No va3'^as tú.
Cualquiera dirá que le tienes miedo... M ira,
¿sabes lo que pienso? Que debemos casti­
garle como á les chicos temosos... Nos va­
mos al teatro y le dejam os solito. ¡Es m u­
cha rareza de genio!
No. Yo no voy ai teatro. Vé tú solo. P res­
cinde de nosotros, te lo suplico... ¡No porfíes
con José Luis esta noche!...
M a r.
M an.
M a r.
M an.
M ar .
Conm igo no creo q ue esté enfadado...
(Xiando está d e m al h u m o r, lo está para
to d o s.
M an.
¡Pues dígote que m ayor aguafiestas! ¡Tan
contentos como estábamos con nue-stra ópe-
—
32
—
ra!... Y hemos de ir, ya verás... Voy á ves­
tirm e.. y créeme haz lo misino... No es cosa
de afligirse porque se torció uii asunto...
Todo ello será unas cuantas pesetas de m e­
nos... de menos que ganar ¿eh?... pero ga­
nando siempre... Jíl caso es quejarse.
M ar .
¡Ya lo ves! ¿Q uién p odía ser m ás dichoso
q u e nosotros?
Man.
¡Ay, hija! Pues si los ricos no rabiaran ni se
m urieran, la revolución social sería ya un
hecho. Conviene hacer creer que somos
unos infelices, ijue el dinero no da la felici­
dad... y m ira, de eso estoy convencido hace
m ucho tiempo. Voy á vestirme.,, vuelvo por
vosotros y si él no quiere venir, m aldita la
falta que nos hace... irem os solos, (saie.)
E SC E N A VI
M ARIA
¡Qué diferencia!... ¡Hermanos m ás distin­
tos!... José Luis ha llegado á un extrem o de
rareza, que no es posible entenderle. Se ator­
m en ta á sí m ism o y nos atorm enta á todos...
No quiere á su herm ano... ya se ve... Es una
antipatía, una repulsión invencibles. Conoz­
co que lucha por arrancarlas, pero están
arraigadas m uy hondo... Ideas, sentim ien­
tos. . todo es distinto en ellos... Y M anuelle
quiere... M anuel es bueno. ¡José Luis es in­
justo con él!... Mi corazón se rebela contra
su inquina en acrim inarle... ¡Aquel ceño se­
vero de su padre!... Me parece que le estoy
viendo. Cuando éram os pequeños, nos asus­
taba... sólo José Luis se atrevía á afrontar­
le... Su m adre en cam bio... ¡Qué buena
para todos! ¡Todos cabíam os en sus brazos,
para todos había caricias!... Tan opuestos
eran los dos, que ni al d ar vida á sus hijos
se confundieron. ¡Pobre madre! ¡Cuántas ve­
ces la vi llorar á escondidas!... Como yo aho­
ra.. ¡Dios mío, Dios mío, qué tristeza! (oon
lla n to silen cio so .) ¡Qiié perpetuo Sacrificio el de
m i vida!.. ¡Y no m e quejé nunca! Con todo el
cariño, con toda lo abnegación de m i alm a,
procuré hacerle dichoso... ¡Y 'n o lo esl (c o n
a m a rg u ra .) i Y SÍ no lo es él!... ¿cómo puedo yo
serlo?... No es culpa mía. ¡Dios mío! No lo
es... ¡Madre mía! (Q u ed a llo r a n d o .)
E S C E N A V II
M A R IA ,
y
E M IL IA
K m i l ia
M ar.
(D e n tro .) ¡Deje usted... donde estén!...
( a i o ír la vo* d e E m ilia se le v a n ta y p ro c u ra s e r e n a r­
s e . ) ¡Ah! Emilia...
E m il ia
A quí me tienes. Tu herm ano politico ha
sido tan am able que nos h a invitado al tea­
tro esta, noche. Pero Fernando no puede
acom pañarm e á prim era hora, yo no quería
llegar tarde y vengo para ir contigo... Si no
molesto. Traigo el coche. Nosotras podemos
ir en el mío, y José Luis y M anuel en el
vuestro... ¡Qué calor hace aquí! (Q u itán d o n e e i
a b r i g o ) ¡Me he vestido tan deprisal... Temí
n o encontrarte... y todavía estás así... Es
cerca de las ocho y m edia... Ya sé que José
1..UÍS llegó bien... ¿Qué te pasa? Tienes m ala
cara... Pero anda, criatura, vístete... Yo soy
m uy ordinaria, no rae gusta llegar à función
empezada.
E S C E N A VIII
D ICHAS y M ANUEL de fra c y u n a flo r e n «1 ojal
M an.
E m il ia
M an.
E m il ia
P or m í cuando queráis... ( a i ver á E m ilia ,)
|Ahl... Señora...
(saludándole.) T antas gracias por su atención.
¿ y su esposo?
Ir á m ás tarde. Tiene ju n ta en el Círculo ..
M an.
M a r.
M an.
( a M aria.) ¿Y José Luis?...
(A p a rte á M an u el.) |Por Diüs,
Maniiell Y a ves
qué situación... ¡Cómo decir á Emilial... y yo
no'puedo ir.
¡Cómo! Vé á vestirte. Yo hablaré á José
t,UÍ8.
M a r.
M an.
M a r,
E m iu a
M an.
N o, no... ¡Esta noche le tengo miedo!
¡María!... ¿Eso pasa? ¡Miedo!... Serás otra
pobre victima como m i m adre. ¡Tú, ta n bue­
na, tan santa como ella! ¡Oh! No puede ser,
te digo que me oirá José Luis...
N o, Manuel, te lo ruego... No le conoces...
No crea que soy yo quien te anim a en con­
tra suya... ¡Sabe Dios lo que pensaría! (siguen
b a b ia n d o en voz b a ja .)
(o b s e rv a n d o ,) (¿Qué
sucede aquí?... Algo ex ­
traño ocurre... ¿Si tendría razón ayer, Paca?..
*No lo creo.., Pero, ¡tendría que ver!,..) (M ira
e l re lo j. A lto .) ].<a8 iiueve menos cuarto... ¿Es
que he venido á incom odar? ¿No pensabas
ir al teatro?
>Sí , sí... Vamos, María, vístete... Ya lo ves...
¿Cómo dejar á Emilia?... Voy por José
Luis,, Te digo que irá... A punto llega.
ESCEN A
IX
DICHOS y JO SE I.ÜI!*
E m il ia
J osé
M an.
Jo sé
M ar.
Pjmilia
Bien venido,
Buenas noches, Em ilia, (s e s ie n ta ,)
T am bién tú sin vestir... varaos... ¿Qué tar­
das?...
No voy al te a tro ... estoy m alo... Hace m u ­
cho frío... no tengo hu m o r de teatros...
(S en tá n d o se á su la d o .) Me quedaré entonces...
Vé, tú , ManueL
(¡Me he lucido! ¿Van á m andarm e sola, con
el cuñado?... ¡Un soltero rico!... ¡Bonitas
lenguas hay en Madrid!) Si está usted malo,
nos quedarem os... (s e s ien ta.)
—
M ar.
M an,
J o sé
M ar.
Ji»8É
K m i l ia
M an.
J osé
M an.
J osé
M an.
J osé
M an .
J o sé
(Q u e y a n o se s c o rd a b a de E m ilia, a d rirtie n d o su p r e ­
se n c ia ) Es verdad, tú .. (¿Qué pensará E m i­
lia? [Estoy angustiada!)
E stá b ien ... ¡Nos quedaremos! (s e s ie n ta restgnaáo.) Nos quedarem os á velar al m ori­
b undo...
( i r r i u d o ) N o... Yo me acuesto... P ueden us­
tedes ir... ( a M aría.) T ú, tam bién.
No. Yo, no.
l'l e digo que vayas!
(C o n c ilia d o ra .) ¡V a m O S ! ( a Jo sé L u is.) Y U S tc d
tam bién. Aním ese... Hoy tiene usted m ejor
sem blante que n u n ca... tíe distraerá; F er
nando quiere hablarle... Vaya, á vestirse.
¡No es usted ningún carcam al para acostar­
se á las ocho! ¡Por Dios! Si se apoltrona us­
ted .. á su ed ad ... A prenda usted de su h e r­
m an o ... Así, hecho u n pollo...
( a Jo sé L u is, a p a rte ,) ¡Vamos, José Luisl... Ya
ves que M aría no puede quedarse... No des
qué decir. Ven con nosotros...
(con dureza) ¿Os prohibo que vayais?
Pero María no va gustosa si tú no vienes,
¿Qué falta hago yo?
(C on e n fa d o .) ¡Eres insoportable!... No sé có­
m o María tiene paciencia...
¡Siempre la tuvo!... Menos hoy, que estáis
todos m uy impacientes...
(P e rd ie n d o la p a cien c ia .) ¡Ea, María.,. VÍstetc!
Sí; vístete... ¡No m e hagas que parezca un
m arido ridículo!.,. ¡Que vayas, te digo! Yo
m e quedo. (S ale M aría.)
ESCEN A X
EM ILIA , JOSÉ LUIS y MANUEL
E m i l ia
M an.
Diga usted. ¿Le da m uy á
menudó?
(A p a rte .) ¡Ahoríi, los com entarios de la amiguita con la mejor intención!... ¡Qué tino el
d e José liuis para dar espectáculo!
(A p a rte á M an u el.)
£ m ii ia
JoSK
E m il ia
M an.
E m il ia
M an .
E m i l ia
M an .
E m il ia
JotK
E m il ia
J o sé
E m il ia
Jübó L u is.) Amigo mío... no lleva usted
buen sistema...
(Aparte.) E sta concluirá de sacarme de qui­
cio.
María va disgustada sin usted... ¡Qué ma­
ridos) Vea usted dos mujeres, con su m ari­
do cada una, y la noche que se les ocurre
ir al teatro tienen que buscar quien las
acompañe, ( a M a n u e l ) Gracias á que usted
está soltero.,.
Señora...
Si estuviera usted casado, no habría que
contar con usted; sería usted desatento y
grosero como todos. ¡Pero, señor! ¿En qué
consistirá? U n día antes de casarse, los lle­
va u na de modistas, de tiendas, al teatro,
donde u na quiere, como cordeiitos .. y des­
pués de casados... n o hay quien les haga
ir A ninguna parte. No se case usted.
¡Si dan ustedes u n ejemplo!...
Y que usted no necesita casarse. jSi estu­
viera usted solo!... Pero ha encontrado us­
ted aquí su rinconcito. ¡Quién como usted!
Con todas las ventajas y ningún inconve­
niente del-m atrim onio... E l orden, la fam i­
lia... Ya, ya sé que lleva usted una vida
m uy arreglada, que no sale usted de noche...
listos días que José L uis estuvo fuera, por
no dejar sola á María... aquí pasábamos la
velada. Yo refería m is viajes, ó jugábam os
u n rato al bezigue, ó leíamos uno enfrente
de otro... novelas de Loti. Man'a no las co
nocía, yo se las dejé, y la encantaron...
( a Jo sé L u is.) ¿Lo ven ustedes? ¿A que no se
le ocurre á ningún m arido tra e rá su nuijer
novelas de Loti?... ¡Ni de nadie!
(A p a rte .) E sta m u jer m e desespera... ¿H abla
con intención... ó habla por hablar, sin sa­
ber lo que dice, y soy yo quien va dandointención á cada palabra suya? ..
¿E staba u sted ayer tarde en el paseo de co­
ches con María?
No, si he llegado hoy...
¡Ya decía yol Una annga, Paca Contreras,
(a
Mak.
porfiaba que había usted llegado ayer, que
había visto á María en paseo con su espo­
so... y yo que no sería su esposo, sería su
hermjvuo, y ella que sí...
(E x a sp e ra d o .) Y usted qu8 no... Pucs tenía
usted razón... Eram os M aría y yo... Y a lo
sabe usted... (A p a rte .) ¡Qué mujer! José Luis
está lívido. ¡Mucho será que no le suelte al­
gún exabrupto!
ESC E N A XI
DICHOS y U A B ÍA , v e n ú U p a r a e l le a tro
E m ilia
J osé
M ar.
J osé
M a r.
M \n .
E m il ia
M ar.
J o sé
M a r.
Jo sé
¡Qué guapa! ¡Qué elegante! ¡Precioso vesti­
do!.., ixis regalos de tu herm ano. Así m e
gusta... ¡Magnífico collar, (cogiéndola de u a a
m an o y preseniándosela á Jo sé L u is.) Mire USted,
m ire usted... ¡Tantos le envidiarán á usted
esta noche... y usted aquí, m ientras, tan
tranquilo!
( c o n s arca sm o .) ¡Tan tranquilo!
(Me asusta .s u cara Comprendo lo que pasa
en su interior.) ¿Te sientes bien? ¿No te
m olesta que te deje?
No... ¿Por qué?... D iviértete mucho...
(Con pena) ¡Mucho! ¡Sí ! ¡Ya sabes lo que yo
m e divierto cuando te veo así!
(A p a rie , p o n ién d o so el a b rig o .) ¡Pobre María! Es­
tá })ara echarse á llorar, ( a iio .) Volveremos
tem prano. Saldremos antes de que conclu­
ya... (o fre c ie n d o e l bru zo á E m ilia .) Emilia... ( a
J osé L u is.) H asta luego...
( a Jo sé L u is.) Que usted se alivie... ( a M an u el,
a ce p ta n d o e l b ra z o .) ¡No parecen ustedes h er­
manos!
José Luis, dim e por qué estás así... Mira
que m e quedo... (con decisión) ¡Me quedo!
(c o n s eq u e d a d .) |Que espera Emilia!
(Afligida ) ¡Qué m al me tratas!
(c o g ié n d o la u n a m an o con ir a .) ¿ Y o ? . .. ¿ Te tratO
mal?...
M ar.
(ABURltida) ¡A )’ ! (M an u el y Emilia,, a l o ír e l g riio»
v u e lv e n d e sd e la p u e r ta ; M an u el se ace rc a á Jo<é
M an.
K m il ia
J osé
¡Pero José Luis... José Luíb!
¿Se siente \ieted peoiV
( a M a r ía ) Vete, vete... Si te digo que estoy
bueno, que no m e haces falta...
( a i salir. A p a rte .) ¡Ay, ay, ny! ¡Me parece que
Paca tenio razólll (S a le n to d o s m enos Jo sé L u is.)
TíHÍs )
K m il ia
(ooD d u to rid ftd .)
E S C E N A X II
JO SÉ LU IS y d e sp u é s JU L IA n
J osé
¡Qué m al me tratas! ¡Qué m al m e tratas!...
¡Nunca pensé oirlo!... ¡Y dejarm e asi!...
¡Calma, calma! Necesito poner orden en es­
te tu m u lto de m is pensam ientos... se atro­
pellan, se obscurecen unos en otros y quie­
ro percibirlos uno por uno, clarísimos, pal­
pables. ¿Qué pasa por m í?... ¡Quiero verlol... ¡Si, lo veo... ¡Mi madre! ¡Eso es, m i
madre!... E ra buena, era honrada como Ma­
ria, nunca se rebeló contra la severa auto­
ridad de m i padre, vivió feliz en la virtud
m ás acendrada... Pero im día llegó el viaje­
ro, el amigo á quien se abre la casa co­
m o á herm ano.... llegó risueño, halagador
de la im aginación y de los sentidos... y u n a
vida de honradez, de virtudes, no pudo re­
sistir al atractivo encanto de aquel hom ­
bre. E ra yo m uy niño... y recuerdo, re­
cuerdo... y el recuerdo fortifica en m i el
odio que sentí por el intruso... ¡No, no es
m i hermano! Ks u n intruso como aqiiél,
(jue viene á robarme... ¡Ahí ¡Nol... ¡Enlo­
quezco! ¡María es honrada!... ¡Lo será siem­
pre!... Pero, ¿por qué se h a ido?... Se ha
ido con él... ¡No, no te escapes pensam ien­
to, quiero oir j;o que dices, ver lo que im a­
ginas!... ¡Que María no me quiere! ¿Es eso?
¡Que no puede querermel... Eso es la ver-
JuL.
(ìftd de lo q u e pienso... ¡H orrible verdad!...
No es amor el suyo. H abía m ás respeto que
cariño en su afecto para conmigo. Educada
con rigor por su padre, trasladó al esposo
el respeto filial, sumisa, resignada. Confia­
do en m i autoridad, creía yo ir form ando
para m i su espíritu, al m ism o tiem po que
la naturaleza form aba la m u jer... ¡Mía pu­
de llam ar la corporal herm osura, pero el es­
p íritu rebelde nunca fué mío! H alló forma
8U aspiración, y hacia ella va el espíritu, y
en pos dé pí arrastrará la vida entera...
¡cuerpo y a lm a!.. ¡Si ya no fué en m i au­
sencia!... E m ilia hablaba con intención...
Aquí todas las noches, juntos siem pre...
i Ay, el único halago de m i vida! ¡Todo ne­
grura y tristeza ahora! ¿Por qué razón vivir
vida tan miserable? (se m ir a a i e sp e jo .) E nve­
jecido,enferm o...¿Cóm o puede quererme?...
¡Ella, joven y herm osa!... ¡Qué herm osa es­
taba!... [Y la dejé con é l... después de ator­
m entarla con m i violencia, cuando acaso
sintiera odio hacia m í... odio y desprecio!. .
Y él á su lado, apuesto, seductor... ¡Oh, no
puede ser!... María es honrada! No puedo
ser ta n desdichado... ¡La culpa es del mise­
rable, si, miserable ladrón como aquél... co­
mo su padre!... ¡No puedo más!...¡ Me aho­
go! J u l Í á .D . (L la m a. E n t r a J u l i á n .)
¿Q ué m a n d a el señorito?
•José
T ráem e el gabán, el s o m b re ro ... pro n to ...
las d ie z .) ¡LaS diez! Las dieZ...
¡Qué tem prano todavía!... Iré al teatro, hay
tiempo... Tengo fiebre... iré así como estoy...
Iré... Avisa u n coche... No... espera... iré á
pié (s a le J u liá n .) Me conviene andar... Les ex­
trañ ará verm e .. no me esperan... ¿Qué de­
cir?... ¡Bah! D iré .. diré... Lo pensaré por el
camino, eso m e distraerá... Me haré a n u n ­
ciar como u n a visita, les daré brom a... T en­
go ganas de hablar, de hablar m ucho... esta
noche no dejo hablar á M anuel... liCS d i­
vertiré, les haré re ir... ¡reir, eso... reir! ¡Qué
ocurrencia! ¡Oh uo! No haré sainete para low
(S ale J n liá n .) (D a n
JuL.
J o sé
dem ás lo que es tragedia espantosa en m i
corazón... E speraré... Pero esta noche... esta
noche eterna, no puedo... ¡Me ahogol Nece­
sito andar, andar m ucho, hasta caer rendi­
do, h asta quebrantar m is nervios, si no esta
noche será de ruina para todos... Estoy loco,
no respondo de mí... E l abrigo... (palpando ei
in t e r i o r del g a b á n .) ¿Qué 68 estoV [Un armai
E l revólver de bolsillo del señorito.
¡Oh! no, no... Q uita eso, quita... Guárdalo...
(S ale.)
JuL-
(Asombrado.) ¿Pero qué' tendrá el señorito esta
noche?
FIN D EL ACTO SEGUNDO.
ACTO TERCERO
L a m ism a d e co rac ió n d e l a n te r io r
E S C E N A P R IM E R A
MANUEL ley e u d o y d e sp u é s
MARÍA
¿Estás solo? ¿Y José Luís?
M ar.
M an .
(E n tra n d o .)
Mak.
¿Otra vez?.. ¡Es raro! É l que antes no salía
tle casa sino lo preciso, hace unos días que
no deja de en trar y salir .. Estoy con cui­
dado... José Luis no está bueno.
No, no lo está.
¡V'^aya u na tem porada que estás pasando!...
jSi deseabas tranquilidad!
¡Oh, eso no!... Pues si tú supieras que nece­
sito recogerme dentro de m í para darm e
cuenta de que soy el mismo... el inquieto y
vagabundo Manuel, para quien eran quietud
y repofcio anónim os de encarcelam iento, ó
de m uerte... ¿Yo complacido en esta vida,
que, por decirlo asi, m e dan hecha, sin te­
n e r que preocuparm e por otra cosa, que por
ir viviendo?... ¡Yo qué había de pensar y
ocuparm e cada día... en todo lo que cons­
tituye la existencia diaria, en lo grande y
e n lo pequeño! Plantear un negocio y dis­
poner el almuerzo, las liquidaciones de Bol­
sa y la cuenta de la lavandera... No podía
íiarm e de nadie. Un solterón os como te ­
M.4.N.
M a r.
M an.
H a salido.
M a r.
M an.
M a r.
M an.
M a r.
M an.
rreno baldío, adonde todos ee creen con de­
recho á cosechar; y si sobre no casarse y no
ten er familia, no se deja uno explotar de
todos, ¡bnena fam a echar.'í de egoísta em pe­
dernido! Solo los que no tenemos hijos po­
dem os apreciar lo que vale ante los ped i­
güeños «la solem ne protesta del padre de
familia; Señor mío, tengo hijos...» Con lo
(ine m e ha costado á m i no tenerlos, h u bie­
ra criado dos docenas.
¿Porqué no te casas? No sabes lo que m e
alegraría de verte casado. Te lo digo como
lo siento... Y José Luis tam bién se alegra­
ría nm cho... D im e... ¿No has hallado n u n ­
ca en el m undo una m ujer que, al conmover
dulcem ente tu corazón, te hiciera pensar...
¡con esta m ujer viviría yo dichoso!... E n tus
viajes y correrías incesantes, ¿no diste n u n ­
ca con u n lugar apacible, donde parece
que solo en contem])lurlo calm a el corazón
todos sus anhelos?. . Pues une en tu pen­
sam iento aquella m ujer y este lugar; y
considera qué feliz serias al labrar con ella
tu nido de amor en aquél rinconcito apa­
cible...
¡He viajado casi siem pre en tren expreso, y
he pasado dé larg o ... por los lugares y por
las m ujeres!...
¡Si yo conociese alguna! H e de buscar,...
¿Me das permiso?...
¡Esas cosas no se buscan, se encuentran!
¿Piensas estar muclio tiem po todavía? Por
m ás que digas, estarás ya cansado... ¡Esta
vida nuestra!... ¡El carácter de José Luis!...
¿Lo crerásV... Me distrae hasta eso, las re­
yertas y regañinas con m i querido herm a­
n o ... ¡Pobre José Luis! Le quiero áp esar de
todo. E su n niño m im ad o ... H a tenido siem­
pre quien le m im e... ¡Dichoso él! Sus rarezas
son de chiquillo; es m ayor que yo y le trato
como si fuera helrmano pe(jueño. Em pleo
en él los Bentimientos de paternidad que {"i
m is años empiezan á m anifestarse... Siente
uno afán de proteger, de dirigir á un ser
m ás débil... Y en esta casa sois d(iB,'él corr
sus im paciencias y egoisnio de niño enfer­
mo; tú, con tus inquietudes y desvelos de
m adre íimorosa... Yo seré el fuerte, el cari­
ño que am para sin debilidad, sin blandu­
ra... el padre... el suegro, lo que haga fal­
ta ... ¡Digo, si no me echáis de aquí por
im portuno ..
M ar .
M an.
•Ma r .
M an.
M a r.
M an.
Y o, no, M anuel I’nede'í creerlo.
Tengo m i plan. Kn cuanto pase el frió y
José Luis arregle esos asuntos, harem os un
viaje, corre de m i cuenta. Por tierras ale­
gres de cielo azul y sol de fuego, de flores y
cantares... Por Andalucía, por Italia... Sevi­
lla, Málaga, V'enecia, Nápoles... donde am a­
nece el día con más luz y el vivii por sí solo
ea alegría; donde los pobres cantan y el vien­
to susurra y los m ares m ecen... ;Tieri*as que
Dios bendice!... ¡Donde ni el pecar, es pe­
cado! Eso es lo que necesita José Luis para
curarse, l'n baño de aire puro, saturado de
luz y de alegría., y tú tam bién... ¡pobre
niñal pura que tus ojos cobren luz y tu pe
cho respire sin angustia... sin lágrim as ni
suspiros... que con tu herm osura triste, m e
tarecos dolorosa de este penoso calvario de
a vida ..
N o halagues la im aginación con perspecti­
va ta n risu e ñ a ... Bien sé que no será.
José Luis no está enferm o .. es enferm o...
¡Bien lo acertaste!
E s por naturaleza triste y se complace en la
tristeza,., ¡Le haC 3dañola luz!... No le pro­
pongas siquiera ese viaje... Vé tú solo...
(Con d e s a líe n lo ,) ¿Solo?,.. ¡Solo, n o !
E S C E N A II
DICHOS y JOSÉ LUIS ( E n tr a b ig ilo s o .)
M a r.
M an.
J osé
M ar.
(E n c o n trá n d o se d e p ro n to con é l, a s n s ta d a .)
¡Ayl
¡José Luis!
¿Te h e asustado?
E ntraste de pronto... ¿No has llamado?
— 44 —
J
osé
M ar.
M an.
Jo sé
S alía J u liá n ...
(No hay duda, lleva la llave para
en trar sin que se le sienta... ¿Qué sospecha
de mí? ¡Dios mío!)
(a Jo sé m is.) Contra tí... digo, no, en favor
tuyo csnspim bam os...
S í , y a n o t > que andái:^ sie m p re ju n to s ... de
( A p a r te .)
conspiración, por lo visto.
M a r.
M an.
J osé
M an.
Jo sé
M an.
Josí
M ar.
M ak.
José
M an.
(Aparte.) (iSu sospeclia es horrible! Mi cora­
zón se subleva... es ira ya, más que tristeza
lo que sien to .,.)
Tenem os un plan...
(A p a re n ta n d o j o v i a j i j a j .) ¿Cada uno, Ó los dos el
mismo? .. E s curioso, hoy nos dimos todos
á hacer planes... Yo tengo otro.
Veamos.
N o. Veamos prim ero el vuestro. No (juisiera que el mío le trastornase.
Se tra ta de u n viaje...
¿De u n viaje? .. ¿Si habrá que creer en eso
que llam an la sugestión á distancia? De
viaje es el m ío... (c o n fir m e z a ) Kn esta se­
m ana m e iré con María á París.
(A p a rtu .) (¡Desconfía de mil ¡Quiere separar­
m e de su hermano! . )
(Con extrañeza ) ¿En csta seuiana?...
Me h an hablado de un negocio en proyec­
to ... iré á estudiarlo; y de paso cum pliré lo
ofrecidc) á María
Yo creí q u e irías á descansar. ¡Un viaje de
n egocios... no vale la pen a!...
Jo3É
M a r.
Yo siento dejarte... Pero ya sabes que p u e ­
des perm anecer aquí cuanto gustes. La ca­
sa está á tu disposición.
(con s eq u e d a d ) Gracias. ( A p a rte .) (¡Me echa de
aquí... no quisiera com prender porqué!)
(ko pudiendo contenerse-) ¿ l’cro es ta n U rg en te
M an.
(A p o y a n d o .)
M an.
ese v ia je ? ¿No p o d ía m o s e sp e ra r?
Jo sé
E l cUma de París en esta esta­
ción, no es m uy favorable h tu padeci­
m iento.
(R e ce lo so .) ¡Es gracioso! E stáis de continuo,
porfiándom e p ara que deje m is asuntos,
salga de M adrid, procure distraerm e... y
—
M a r.
Jo sé
M a r.
4S
—
ahora que soy yo quien lo propone, oe desagra(ia y os contraría,
(ProtesUndo.) ¿Contrariar? No.
¿Qné plan era el vuestro? Ese plan (lue lle­
váis com binando días y días, en largas con­
versaciones secretas...
Secretas, no... Todo el m undo puede oirías.
M anuel proponía u n viaje por Italia...
J osé
M an .
(con intención ) E l pued e hacerlo.
(con decisión.) Lo em p re n d eré esta noche
m ism o.
M a r.
José
M a r.
M añ.
M a r.
¿Te v as?..
Lleva aqní m ucho tie m p o .. Estará aburrida.
Pero esta noche... así, de improviso...
(a Maríft.) (Me voy an tes d e que rae echen.)
M an.
(¡H a com prendido!... ¡Me m u ero d e ver­
güenza!)
Voy á disponerlo todo... Pronto os dejaré
tranquilos, ^saie.)
E S C E N A III
JOSK TiÜIS y MARIA
JoSK
M a r.
(A lo g re y n n im a d o , co m o q n ic n «e h a q u ita d o u n p « so
d e e n o im a .) Así podenios m archam os sin cui­
dado... Tom arem os casa en París... podemos
llevar á los criados... T ú venís como allí va­
m os á todas partes, á teatros, á fiestas... ¡Qué
teatros a<iuellos! ¡Qué lujo! Ya verás... Y
para vosotras tiene m ayores encantos, las
tiendas, los bazares... ¿No m e oyes?... ¿Kstás triste?... ¡Siempre triste conmigo!... ¿Te
disgusta el viaje?... (im p a c ie n te , co n a c r itu d .)
¿Qué .sientes dejar? ¿Por qué e.stíis triste?
¡José Luis, lo que has hecho es horrible!...
¡Por prim era vez he teni<lo de qué avergon­
zarme! Tu herm ano com prende que estás
celoso. . ¿Qwé pensjn á de mí? ¿Que soy m u­
je r de que quien puede s<-)specharse tal infa­
mia? ¿H as pensado ei3 ello?... No lo has
pensado, como no has visto que días há, mi
José
M a r.
José
vida es un infierno, que ine siento m orir...
^ u e no puedo más!
Donde no hay culpa, no hay recelo de que
pueda ser sospechada. Si M auuel compren­
de lo que pasa por m í... antes h abrá com­
prendido lo que pasa por él.
¡Estás ciego, José Luis, estás locol ¿Cómo
nació en tí esa sospecha?... Sólo en celoso
desvarío pudiste sospechar de tu hermano...
¿Pero de mi? ¡Tan cruel es la ofensa, que ni
por locura puedo perdonarla! ¿Qué deva­
neos, qué liviandad, qué ligereza siquiera,
viste en mí, para hacerla posible? .. ¿Esa
estim ación te merecí? .. ;á cam bio de con­
sagrarte m i vida entera!... ¡Si no he vivido
más que para tí! ¿Sacrificada?... No; porque
el cariño no se sacrifica nunca... complacida,
porque era m i única dicha verte dichoso á
mi lado... ¡Y n o lo conseguí! ¡Ño lo fuiste
nunca! E n lo que era para m í gustoso deber
cum plido sin pena, veías tú sumisión for­
zosa. ¿Pensaste que el am or sólo puede vi­
vir y gozar en una vida de fiestas, de place­
res y que el mío no podría subsistir de otro
modo? ¿No viste agrado en mí? ¿No viste
virtud?... Entonces, es que para tí fui la es­
clava som etida por fuerza, no la esposa vir­
tuosa, la esposa cristiana... que aun ahora,
roto el lazo de am or, hum illada, ofendida...
será fiel, será honrada... porque m i madre,
honrada, cristiana como yo, supo infundir
en m i alm a, al calor de oraciones y de be­
sos, un sentim iento más profundo que todos
los afectos, que todas laß pasiones hum a­
nas.. ¡Santo tem or de Dios! Y todavía, si él
m e faltase, la memoria de m i m adre me sal­
varía... ¡Por Dios y por m i m adre, soy hon­
rada!
¡Lo eres, sí! ¡No podría dejar de creerlo! Para
tí no hubo ofensa... E s que sé cuánto vales
y lo poco que valgo... sé (jue no te merezco
y tem í que me rolmran tu cariño... ¡Tú no
sabes cómo te quiero! ¡Nunca supe decírte­
lo!... Soy así... No quisiera que nadie cono­
M ar.
Jo sé
M ar .
J o sé
M ar.
•Fo s é
M ar.
Jo sé
ciera lo que vales... ¡ni tú m ism a!... Por eso
nunca te lo d ije... ¡que fuera yo solo á q ue­
rerte... y á nadie m ás que á m í debieras ca­
riño!... Egoísmo, sí... ¡pero ee que para m í,
no liabiu más que lu cariño en el m undo!...
Desconfianza en m í, eso eran m is celos. .. No
debí dudar, lo sé... Perdona.,. E s maldición
m ía dudar de todo...
(C o m p ad ecid a.) José Luis, llevas u n odio en el
corazón que am arga tu vida.
¡Por Manuel, sí!... ¡La culpa es suya!
N o h ay cu lp a en él.
( s in o írla , d e s e n tra ü a n d o aua re c u e r d o i
) [Siempre
á tu lado!... ¡Hostigándote contra mí, afilan­
do sin cesar el ingenio para zaherirm e... Y
tú, escuchándole embelesada... (M o v im ien to da
M aría.) ¡Y siempre juntos!... No salí u n a vez,
que al volver no le hallase en tu cu arto ... y
la conversación había sido larga... Siempre
liabía tres ó cuatro puntas de cigarros en el
cenicero...
¡Hasta en eso repararon tu s celos!
¡Reparé en todo!... Manuel te quiere... es
seductor, es cínico... hay m ucho escándalo
en su vida... Mina con frialdad, e.spera...
Ahora mismo, si recuerdas las conversacio­
nes que tuvo contigo, notarás frases m ali­
ciosas en las que no reparaste prim ero... De
seguro te liabló de am ores... te hizo notar
lo monótono y triste de n uestra vida, te h a ­
bló de otros goces, de otras em ociones... de
arte, de viajes... puso novelas en tus m anos,
que habláran por él con m ás elocuencia...
Puso cerco á tu espíritu para re n d irte ...
Piensa, recuerda...
No, no l\allo culpa en él, por m ás que r e ­
busco... Siempre me trató como á herm ana.
Eres injusto con él, José Luis, u n a vez m ás
te lo digo.
¡Es que á pesar tuyo le quieres!... Subyugó
tu imaginación, le com paraste conm igo...
E s joVen, gallardo, obsequioso, vivo de in ­
genio... ¡A pesar tuyo, le com paraste con­
migo!... ¡A pesar tuyo sentiste que de los
•M.ar .
-losK
M ak.
(los herm anos, no fuese yo el que viniera
d elejó s!... Aoíiso la idea de m i m uerte...
estoy enferm o., libre tú , ¡oh! seguro estoy
de que lo- habéis pensado... él y tú; como
lo pienso y o ... Si, sí... É l enfrente de mí,
yo á tu lado. . ¡Por fuerza h a de pensarse!*
¡José Luis! Eso es ya locura. Si hablas así,
creeré que estás enfermo y como á enferm a
h abrá que tratarte.
^ín ferm o ? ¿Loco dices? ¡A silo estuviera!...
Por lástim a entonces habías de darm e el
cariño que he perdido... ¡No, no puedes
quererme! ¡Desdicha mía! ¡A toda costa
({uiero para m í todo tu cariño, y de cada
vez m ás lo pierdo!. . ¡Perdóname Ataría!
¡Ten lástim a de mil Si es cariño el mío, por­
que es cariño; si es locura, porque es locu­
ra ... de todos modos necesito tu am or...
¡Has sido el único de m i vida!... Si yo su­
piera que te había perdido p ara siempre,
que m i vida era u n estorbo en la tu y a...
que sin m í, serías dichosa... ¡Sin dudarlo
m e m ataría... y sin que tú lo sospecharas
para no dejarte u n rem ordim iento en tu
felicidad!... (ijora.)
¡José Luis, llora! ¡Llora! Las lágrim as ali­
vian .
ESCEN A IV
DICHOS
M ak.
Jo sí
y
MANUEI-
p u e r ta h a b la n d o con J u l i á n .) Sí, recó­
gelo todo. H az que lo lleven al hotel... Yo
iré en seguida... (Acercáadoise.) H e dispuesto
m i m archa... Vengo á deciros adiós, (con*
m o v id o .) á daros gracias por todo... á pedi­
ros perdón...
(con decisión.) M anuel... no es culpa mía.
N uestra situación era violenta. Joven, sol­
tero, famoso ]X>r tus aventuras, sospechoso
)or tu vida pagada; tu estancia en m i casa
la dado ocíisión á mui'm nraoiones... La
(D esde In
M an.
J o sé
gente es m al peiii^ada... llegaron hasta m í...
T u asiduidad con m i esposa, tu s obsequios
eran asuntos de comentarios, que yo no po­
día tolerar. L a honra de María está para m í
antes que todo... M ientras yo exista, nadie,
por ninguna ocasión, pondrá sospecha en
ella; sea quien fuere... No extrañes que no
te detenga, que te deje salir de m i casa, de
este m odo. Por fortuna tuya, para nada me
necesitas... yo á tí, tam poco... Sé m uy fe­
liz. ¡De corazón te lo deseo!
(c o n a r r a n q u e .) ¡Oh! ¡No puede ser! María, dé­
janos... Tengo que hablar con José Luis...
no puedo m archarm e sin h ab larle... (M a n *
se a c e rc a á Jos¿ L u U com o n e g án d o se á d e ja rlo s,}
( a M a ría .) D éjanos... E stoy tranquilo.., Ks
m ejor hablar claro, (saie M a ría .)
ESC E N A V
JOSÉ LU IS
JosE
M an.
Jo sé
Man.
Jo sé
y MANUEL
¡Habla! Di cuanto tengas que decirm e. Te
escucho tranquilo.
¡Si no sé qué decirte! ¡Si no sé lo que pasa
por m í, desde que he visto claro en tu cora­
zón!... Quise tom arlo á risa, como geniali­
d ad , tu y a... u n a idea disparatada que
paf5Ó u n instante por tí, sin advertirlo
tú mismo, en u n a sacudida de tu s ner­
vios... ¡Pero ahondar la sospecha, y espiar­
nos... y llegar á creerla certidum bre... ¡Ator­
m entar á esa pobre niña!... ¿Qué negruras
de infierno llevas en tí, que todo lo ente­
nebrecen?... ¿De qué infamia« eres capaz,
que todas son para tí posibles?...
(Fuera de si.^ jNo hay infam ia de que no crea
capaz á quien nació en ella!
¿Qué has dicho?.., ¡Repite eso que has di­
cho!... ¿Quién nació infame?
Si m e odias como yo á ti, si odias la m em o­
ria de m i p ad ie como yo la del tuyo... bas-
—
M an.
Ju9É
M an.
Jo si
M an,
so ­
tante dije. Quien usurpó al nacer nom bre y
herencia, bien puede ser capaz de traer á
mi casa otra vez la deshonra y la infamia...
ya lo oiste. Sal de m i casa.
(C u n ten ién d o se á d u ra s p e n a s .) ¡Desdichado! ¿Do
dices?...'¿Lo pensaste?... ¡Pues si por m is
venas corriese sangre extrañ a a la tu y a...
una sola g o ta n o m á a ... no lo dirías!... ¡H er­
mano, herm anol ¡Lo eres, sí! ííu n ca salió
tan hondo del corazón esta palabra como
ahora sale, á defender contra ti, contra su
hijo, la honra de nuestra m ad re... ¡Oh, po­
bre herm ano! ¡Hermano te digo! Si ahora
es cuando me das lástim a... ¡Dudar de tu
madrel ¡Toda la vida enroscada al corazón
esa sospecha, envenenando la sangre gota á
gota!... ¡Dudar de tu m adre y aborrecer en
m i su memoria! Si ya entiendo que no p u ­
dieras ser feliz, que tu vida fuera perpetua
condenación; sin fe en el amor^ sin con­
fianza en el cariño, sin nada de lo que ali­
via la^ carga abrum adora de la vida... Si
digo que m e das compasión, que ahora te
quiero como nunca te q u ise... ¡Condenado
eterno de una duda in fern al... ven aquí,
ven!... ¡Si voy yo á salvarte! (A tra y á o d o ie ju m o
a Bl 7 a c a ric iá n d o le .)
(S e p a rá n d o s e .) Concluyamos.
£ s inútil que
nos atorm entem os. E n u n pronto, te dije...
lo que m e pesa haberte dicho. Pero pedias
una razón á m i sospecha... Ya te la di. Ni
u na palabra m ás... s i no quieres que esa
palabra te m uestre la evidencia de u n a cul­
pa que para tí, por dicha tuya, no existe.
¡No existe, no! Si conozco la historia, si sé
á quién se refiere... don Gabriel, m i pro­
tector...
¡Tu padre!
jA sí tuvieras razón! ¡A poder escogerle, no
hubiera yo escogido otro padre!... Pero es­
cucha: D on Gabriel me refirió m uchas ve
ces la historia, la ú ltim a vez al morir, ya
expirante y en esa hora, la eternidad abier­
ta ante nosotros, nadie m iente, ¿Y para
—
34
—
qué m entir? isi m i corazón como á padre le
veneraba! Nuestro padre tuvo celos de su
amigo, su herm ano casi... como tú los tu ­
viste de m í... Dudó de nuestra m adre,
santa, bendita... como dudaste tú de Ma­
ría... ¿Porqué? Porque su egoismo, como
el tuyo, era inm enso... porque vuestro
am or no es am or, es apetito; im pulso devorador, absorbente, que no tolera volun
tad ni vida propias en el ser apetecido, que
ahoga y tritu ra el im pulso ajeno... Es tnn
grande vuestro egoismo, que no cabéis en
vosotros. Sois como esos tiranos conquis­
tadores, ansiosos de poderío, á quienes no
les basta con sus dom inios y rom pen fron­
teras para avasallar al m undo entero, si
pudieran ... ¡Eso es am ar para vosotros!
E nsanchar vuestros dom inios... Asi amó
nuestro padre, así am as tú ... ¿Qué vió
nuestro padre en las relaciones de don Ga­
briel con nuestra madre? .. Lo que tú has
visto en M aría y en m i... dulce sim patía de
dos corazones limpios, honrados; el afecto
con que las alm as nobles se saludan al co­
nocerse. ¿Con efusión, con entusiasmo? ¡Ya
lo creo! Por estos mares de la vida, entre
vaivenes y torm entas, saluda uno tanto
barco pirata, tíinto pabellón extranjero, que
al divisar en alta m ar nuestra bandera, el
corazón pusiéram os por enseña para res­
ponder al salad o ... Pues las personas lle­
vamos tam bién nuestra bandera y el cora­
zón nos avisa cuál es pirata, cuál extranje­
ra y cuál es la nuestra, y como nuestra de­
bemos saludar. A propósito traía siempre
don Gabriel la comparación, á propósito la
traje yo ahora... Don Gabriel sintió por
nuestra madre... por su m em oria me lo ju ­
ró, purísim o afecto, [tan inm aterial, tan
inefable, que n i podía tener nombrel F er­
vor de creyente, entusiasm o de artista, lo
m ás elevado del alma, esencia suya... eso
fué su pasión... amor, si quieres darle nom ­
bre, pero am or que á sí m ism o se sacrifica;
JosK
Man.
Ji'Sfi
M an.
am or que no puede confundirse con el
epoismo.
¿El que sentiste tú por María?
j B l que sintió don Gabriel por nuestra m a­
dre... el que yo siento, sil ¡Mi m adre y
M aria bien pueden ir ju n tas en u n recuer­
doi M oribundo me confesó por ú ltim a vez
la historia del único am or de su vida .
Sabía que m i padre dudó de la virtud de
nuestra m adre, que por eso nunca me q u i­
so como á hijo... Temió que alguien, ¡ha­
bías de ser túl pusiera u n día en m i cora­
zón la duda horrible de la hon ra de m i m a­
dre. .. y quiso que yo supiera la verdad... y
la verdad he dicho, como la dijo é l . . ¡Aquél
hom bre no m intió jamás!
(L u c h a n d o con sig o m ism o .) ¡No, nO pUcdo!... Lo
que m i padre dijo tam bién es sagrado para
m í... Evidencia de la sospecha, ju nto con
u n recuerdo de m i niñez, que envenenó m i
vida para siempre, que secó de golpe en el
corazón el candor del mío, las ilusiones de
la juventud, envejeciéndome en un instantante. ¡ü n beso maldito!
¿Un beso? ¡Dado con paternal efusión le
sentí m il veces sobre m i frente!... Era el
m ism o qiie don Gabriel dió á nuestra m a ­
dre, en el m omento de separarse... cuando
traspasndos de angustia, sintiéronse unidos
por la sospecha en com ún infam ia. Y ante
la virtuosa constancia de la esposa m ártir,
ante la santidad de la v irtud calum niada,
fué el beso aquél, hom enaje de admiración,
el prim ero, el único... purísim o; como* la
frente de nuestra m adre, santo, como su
alma... Sí, le llevo aquí, sobre m i frente...
Mi noble protector, m i verdadero padre,
exhaló el alm a en él... Mi m adre había
m uerto poco antes, lejos yo de ella... ¡Por tu
m adre y por m í!.. dijo al expirar, y me
besó en la frente... y m urió’ al besarme...
¿Callas? ¿Crees en la honra de nuestra m a
dre? ¿Crees que la m ism a sangre sin m an­
cha eorre por nuestras venas... que soy tu
—
S3
—
herm ano verdadero?... Pues u n abrazo, her­
mano... y ¡adiós para siempre! (Le abrara.')
ESCENA ULTIM A
DICHOS y MARIA
M ar.
M an.
J o sé
M ar .
M an.
c o n m o v id a.) ¡Mamiell La m ano... ¡Un
beso! (Le b e s a .) Así. en la frente... jEl de tu
m adre!... José Luis, m ira... (A fro n ta n d o su m i­
ra d a .) Si hubo pasión culpable en nosotros,.,
¡mátame, d uda de m í... duda de tu madre!
(A n o d ad o .) (¿Qué es esto?... ¿Qué sentí al be­
sarme? ¿Hubo culpa en m í?... ¿Los celos de
m i herm ano, vieron m ejor que yo m ismo
en m i alma? ¡El alm a dejo al separarm e de
ella!... ¡Era amor! Sí, ¡el único de m i vida!
Siento al dejarla lo q u e no sentí nu n ca...
¡Corazón traidor!... ¡Oh, lejos, lejos!) ¡Adiós!
Sed m uy dichosos... Perdonad al ave de
paso, si turbó la tranquilidad de vuestro
n id o ...
(c o n m o v id o .) ¡Adiós, hermano! (L e a b ra z a )
(M u y
¡Adiós! N o p a ra sie m p re...
¡Para siempre, no!... H asta que seamos m uy
viejos y no quepan desconfianzas ni recelos
entre nosotros... Cuando no podam os d u­
dar... ni de nosotros m ism os... Entonces,
volveré á buscar u n rincón donde m orir en
el nido ajeno... (salo.)
FIN
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tas, 18, y del 3 r. Escribano, plaza del Angel, 2.
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