la decada homeopática

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AÑO
III.
MADRID 29
DE FEBRERO DE
1856.
NÓM. 78.
LA DECADA HOMEOPÁTICA,
PERIÓDICO
OFICIAL
m M MiMini i®i»!Flmi nsipitea,
Redactado por los profesores en medicina y cirnjia D. J. Lartiga, D. A. Merino, D. B. Sacristán
y D. P. Hernández.
Se publica los días 10, 20 y 30 de cada mes. Se suscribe en Madrid en la redacción y en la librería de Bailly-Bailliere, á 40 rs.
por un año. Para las condiciones y puntos de suscricion en provincias, estranjeio v ultramar, véase la última plana.—Todas las
comunicaciones relativas á la D é c a d n , se dirigirán francas de porte, á la redacción calle de Preciados, número 18, cuarto principal,
á nombre de Don Pío Hernández.
Esta será sin duda , la esplicacion que vendrá á darnos el autor del artículo que vamos
examinando del famoso axioma médico, que la
Sociedad hahnemanniana de Madrid escribió
con caracteres indelebles en el libro de sus trabajos literarios.
Es bien inconcebible por cierto, que en una
época en que respetables homeópatas, han manifestado tendencias bien marcadas de limitar
las exageradas pretensiones de los que, poseídos de una especie de monomanía, quieren espilcar todo lo que pasa en el organismo humano,
por la teoría de los miasmas crónicos; es inconcebible repetimos, que se haya hecho declaración semejante; ni comprendemos tampoco
una proposición tan absoluta en el seno de
una corporación que hizo siempre alarde de un
P'iratanismo homeopático el mas exagerado, y
de intolerancia médica la masestrertiada. ¿Cómo
hermanarán esos Calones homeópatas la peregrina opinión de que no hay pulmonía posible donde no exista previamente un elemento humoral,
con el principio homeopático, de la naturaleza
dinámica de las enfermedadesl Si creen en este
principio, que debe ser incontrovertible para
ellos como para nosotros, como creer al propio
tiempo que sin el concurso de un miasma que
nada tiene de inmaterial, no pueda desarrollarse y existir una enfermedad puramente dinámica^
Pero oigamos el fundamento de este acuerdo científico, que se pretende elevar á la categoría de axioma patológico, y que se trata de
imponer á los médicos homeópatas, como emanación de una autoridad irrecusable.
Una de las principales razones en que se
fundó la Sociedad hahnemanniana. dice el articulista, para establecer la fórmula que precede,
con relación alas pneumonías, fué la que emitió
uno de sus socios fundadores, que había observado constantemente la terminación favorable
de los síntomas pneumónicos entre el quinto y
sesto día. por la aparición de una forma miliaria*prurilosa precedida de todo el cortejo de síntomas que anuncian el desarrollo de las erupciones agudas.»
¡No es nuestro ánimo negar el aserto de ese
socio fundador, relativamente á esa constancia,
con que ha observado la favorable terminación
de las pulmonías, por la aparición de la erupción miliar; aunque si hubiéramos de juzgar por
nuestras propias observaciones, no nos sería posible prestarle nuestro asentimiento: nosotros
hemos tratado y curado un gran número de pulmonías sin semejante coincidencia, y pensamos
por lo tanto que no es necesario tal fenómeno
para que se efectúe una perfecta curación. Pero
suponiendo por un momento que fuesen ciertas
semejantes observaciones, suponiendo que la
inmensa mayoría de pneumonías terminase por
esa manifestación miliaria, ¿ habríamos de concluir de aquí, que los miasmas, psora, sífilis ó sicosis eran factores, elementos esencialmente
constitutivos de la inflamación del pulmón? ¿Qué
son, preguntamos nosotros, la psora, la sífilis,
la sicosist ¿Son una misma cosa, estas tres enti-
-42 —
dades morbosas? ¿Si no lo son, cómo hablar de
ellos tan genéricamente, y cómo no establecer
la línea divisoria que esencialmente los distinga? «Después de suficientemente discutida est;i
cuestión, en tres sesiones literarias, se.declaró
par h Sociedad:hahnernanniana qiie ningún individuo que no estuviese afectado de uno de
los miasmas crónicos, y especialmente del psórico, podia ser atacado de-inflamación de Jos
pulmones,» Puede darse un lenguaje mas vago,
mas indeterminado? Y cuál ha sido la gran razón
que ha inducido el ánimo de los socios á formular proposición tan absoluta? La observación que
uno de ellos había hecho de que en algunos casos habían aparecido erupciones miliares coincidiendo con la curación de las pulmonías. Razonando de esta manera, llevando las cuestiones
al terreno de las congeturas y de las hipótesis,
bien pronto tendríamos que lamentar males sin
cuento para la ciencia y para la humanidad dolíente. Es sensible, muy sensible, que tratándose de asuntos de tal interés, se proceda por algunos médicos con tanta lijereza, por masque
no los guie otro móvil que el deseo del acierto.
«Continuando, dice después, la observación
que habíamos hecho sobre la terminación favorable de la pneumonía, por medio de la miliaria
hemos llegado á sospechar si lo que se llama
pulmonía, no sería otra cosa sino un eritema del
parenquima pulmonal.»
Aquí es donde se deja ver mas palpablemente
que los conocimientos del articulista en los diversos ramos de la ciencia de ciirat no son los
mas profundos. «La terminación favorable de la
pulmonía por medio de la miliaria le ha hecho
sospechar, que lo que se llama pulmonía sea
simplemente aneriíem,a áe\ parenquima pulmonal.» Analicemos este notable pásage del artículo.
El eritema no es otra cosa, en buenas doctrinas médicas, que una rubicundez ó mancha
bermeja que se manifiesta ó puede manifestarse
en cualquier punto de la superficie de la piel; de
suertOi que no merece el nombre de enfermedad
siquiera, y e s , y suele ser mas bien un signo, un
fenómeno ó un síntoma, según las circunstancias, de ciertos estados patológicos; y muy especialmente de las erisipelas. Entiéndese por
parenquima en anatomía, la reunión de láminas
celulares y fibrosas entrelazadas y combinadas
entre sí de tal manera, que formando un todo
que participa de la naturaleza celular y fibrosa, y
que recibe vasos y nervios de mas ó menos impor-
tancia. llega á consiituir la susíancía del órgano,
elparenquima en una palabra; pues bien, si el
eritema no e s , no ha sido nunca otra cosa, que
una rubicundez de un punto de la piel, ^jcómo
concebir la idea de que esle, que hemos llamado signo, síntoma ófónómeno^ porque tocTo eSto puede llegará ser, afecto e\ parenquima pulmonal? ¿Ni cómo un simple eritema podría llegar
á despertar síntomas tan gigantescos yalarmantes- como los que acompañan ó lo que llamamos
pneiimonia?
(Se continuará.)
¿Por qué no se adhieren nncslros jóvenes médicos á la doctrina iiomcopática ?
III.
Cuando en ciertos parages se emite una opinio sobre doctrinas que cuentan con un crecido número de
partidarios, y la persona opinante es de alguna autorización, preciso se, hace que las razones en que se
apoye, se diluciden bien, que sean filosóficas, y lodo
lo detenidas posible: cuando se habla á discípulos y
se les habla de una doctrina médica en cuya solución
juega por tanto la humanidad, es necesario tener
una íntima convicción de lo que se dice, y sobretodo, esponer con verdad y toda claridad los hechos en
que se funda.
Desgraciadamente, cuando se habla de homeopatía, aún las personas por lo común mas mesuradas, parece que se salen de su centro, se exaltan como si se
las hubiera aplicado una de sus moxas, y ya no discurren con el aplomo y severidad de principios que
materia como esta requiere.
Digamos, aunque de paso, que el dictado de cele-.
brado que se quiere aplicar á Halinemann, como á tov
dos aquellos que han obtenido una importancia que
no debieran haber alcanzado, indica de la manera
mas completa, la ignorancia de lo que aqnel graii
hombre valía, aun cuando hubiese sido errónea su
doctrina; quién le quitará su distinguido talento, su
espíritu eminentemente religioso, su perseverancia
en el trabajo, su gran idea de reconstruir el ruinoso
edificio médico, SH sacrificio en aras de una verdad
que tanta oposición ha encontrado, su génib, en fin,
genio el mas brillante de su siglo?
«Hahnemanu después de baber estudiado y practicado, aunque poco, la medicina secular, dícese, y
(lespucs de no haber podido salvar de la muerte á
un hijo suyo, esclan}ó que no era posible que el Criador hubiera esparcido por todas partes los gérmenes
de tantos males,'sin haber esparcido igualmente los
medios de corregirlos. Hallábase traduciendo la materia médica de Cullen, y asombrado do las hipótesis que se dpban para esplicar la acción de la quina,
creyó ver que si este medicamento tenía la virtud
de curar las intermitentes, era porque producía electos semejantes á estas.» .
-
- 4 3 Vamos por partes : prescindamos de esa esclaiiia- otraspretensiones que las que la escuela oficial le quiecion altamenle moral que se quiere presentar en sen- re dar.
tido irónico, y que dá tan elevada idea de la nobleza
Enlazándole con unafilosofíatan racional como sade sentimiento del anciano Sajón como déla perfec- tisfactoria y en la qne no nos detenemos porque se está
ción de su alma. Hahnemann se distinguió siempre tratando en otro sitio de nuestro periódico, establece en
desde sus primeros estudios, por su constante apli- la medicina esa base, esa unidad científica que tanto
cación y por sus facultades intelectuales nmy sobre- se anhelaba y que buscada por opuesto camino del que
salientes: vio y observó muclios enfermos en el gran se debía jamás se hubiera encontrado: el dinamismo
hospital de Viena y sustituyó por algún tiempo á Wag- vital en fisiologia, patología j terapéutica, trípode soner en el cargo de primer médico de los hospitales bre que descansa y ha de progresar la ciencia; la
de Dresde, mas encontrando incertidumbre y dudas consideración de la vida como una continua reacción
por todas partes, como médico concienzudo que era del organismo á todo lo que le impresiona; la de las
se decidió á separarse de la práctica y se dedicó á enfermedades como alteraciones dinámicas y virtuales
la literatura módica, rasgo de su vida en que noso- de la salud, la de los medicamentos como agentes dotros encontramos mucho mérito. Efectivamente, tra- tados de lina propiedad dinámica por la que modifican
ducía en 4790 la materia médica de Cullen y obser- nuestra existencia patológica, la adopción en terapéuvando la contradicción que contenia respecto á la tica de un punto de partida fundamental, la esperimenacción de la quina sobre la economía humana, de- tacionpura y una ley demostrada y demostrable, la ley
cidió ensayarla en si mismo y notó que le producía de los semejantes, son los puntos cardinales de la essíntomas análogos á los de la calentura intermiten- cuela homeopática, son los suficientes para constituirte; esle esperimento se repitió y comprobó en nu- la en un sistema cientifico superior á todos los conocímerosos ensayos que se hicieron con la quina, se es- dos. Con él y solo con él desempeñan los médicos el
tendió el estudio á otros varios cuerpos y en su pri- papel que tanto les recomendó Hipócrates, intérpretes
mera obra publicada quince años después de descu- de la naturaleza. Véase cómo la homeopatía no es solo
bierta la ley homeopática, describe veintisiete me- una innovación terapéutica dimanada del hecho conodicamentos : no es pues, una cosa hecha por ca- cido de tan antiguo, una irritación se cura con otra
sualidad y aceleradamente, sino el resultado de las irritación; es una reforma completa de la medicina
mas profundas y detenidas meditaciones de un sabio que reúne en sí todas las cualidades que en buena filoalemán.
sofía pueden exigirse auna escuela médica. ¿Por qué
La reforma de la medicina era el punto capital, cuando se desecha de una manera tan violenta, no se
la exigencia imperiosa que reclamaba la ciencia y la espone á su lado la que le puede reemplazar, reunienliumanidad, ¿habia de conformarse Hahnemann, con do todas sus condiciones ó aun mas? ¿por qué no se e.s*)1 solidismo de Hoffmann, con el arqueo de Vnnhel- pone la base y ley de su terapéutica, puesto que la desmont, el esplritualismo de Sthal, el espasmo de Cu- conocemos desechada que ha sido la del contraria conllen, ó la irritación de Broussais? Como era posible trariisl ¿ó no se necesita ley alguna, ni base de ñinga- '
si veia que Boerhaave, el gran Boerhaave esclama- na especie?
ba: »si se comparan los beneficios que debemos á meMas continuemos; dicese ¿sois capaces de producirdia docena de verdaderos médicos en el mal que nos una calentura con los glóbulos que dais á vuestros
han causado al g 'ñero humano el inmenso número de enfermos? Nosotros os produciremos con el medicaprofesores que con ellos han aparecido, es indudable mento apropiado sintonías análogos á los de esa caque hubiera sido mil veces mejor que no hubiera lentura, pero ¿quién os ha dicho que son las mismas
existido médico alguno en el mundo: «si leía állecker, condiciones, la misma susceptibilidad la del hombre
que decía que la medicina estaba mas atrasada que en sano que la del enfermo y que aun en perfecta salud es
tiempo de Hipócrates y Galeno, y que el mayor núme- igualen todos ellos? Os encerráis en la cuestión de
ro de los enfermos han .sido muertos según las pres- glóbulos que queréis ridiculizar y no comprender:
cripciones de los médicos, unos por las sangrias, otros aceptad la ley terapéutica y dar los medicamentos á
por los purgantes, y los mas por la mezcla de ese in- esas dosis masivas, que la esperiencia os hará venir á
menso núniero de drogas de cuya confusión nadie sa- conocer el efecto de las atenuaciones y á relacioaar
be lo que resulta; si oia al doctor Ayensa que llamaba la terapéutica con lafisiologíay patología , pero despara juzgar al desolador sistema de Broussais, á in- pués de haberla comprendido como nosotros, pues
numerables viudas y huérfanos, víctimas de la san- no es posible unir la terapéutica homeopática con
gría, sanguijuelas, los sedales etc., etc., ¿cómo era po- ningún otro sistema médico. Pero que hemos de
sible que transigiera con tales ideas ni por un momen- contestar á quien indica que si se convenciera de
to, un hombre tan superior que conoció que de la esa verdad por sí mismo, no aceptaría aun la docmezcla de tanto malo no podía salir nada bueno?
trina nueva, sino que entraría á modificar la suya
El sistema homeopático concluyendo con ese fárra- en lo que creyera conveniente! Y sin embargo se
go de doctrinas y escuelas que no se entienden unas á procede de buena fé! Como se le pueden aplicar estaotras, destruyendo en su origen al nuevo materialismo palabras suyas! Cuando se llega á lomar posición en
de Cabanis que quería llevarnos otra vez á una época una doctrina, cuando el hombre llega á ver encarnado
de embrutecimiento filosófico é hiriendo de n)uerteá su honor en tal ó cual sistema, no es posible la perese proteo de la medicina contemporánea el órgano- suasión.
vitalismo, es algo mas elevado, tiene y debe tener
Dicennos también, ¿dudáis de que con la ipecacua-
na os podemos hacer vomitar, con el aceite de ricimo
mover el vientre, etc.? pues acercaos á nosotros y por
medio de dosis calculables y coa reloj en mano, os haremos vomitar y mover el vientre. Algo hay que rehajar de esa exactitud y constancia, pero aun admitiéndolo asi ¿qué es lo que prueba? Nada; es lo mismo que si
nos dijerais acercaos á nosotros y os mataremos de un
pistoletazo; sí, os envenenaremos con una corta canti"
dad de ácido arsénico; la cuestión es dilucidar por qué
y cómo obran los medicamentos, ¿por qué administráis
la nuez vómica y la ipecacuana en ciertas enfermedades
caracterizadas entre otros síntomas por vómitos muy
rebeldes? por qué usáis la ipecacuana, el calomelanos
y hasta el aceite de crotontiglio en las disenterias graves? por qué el agua de cal, el nitrato de plata, el bismuto en las diarreas sub-agudas?es la medicación sustituva laque le ha servido 4 Tronssau para descubrir
que la nuez vómica cura la corea, que la belladona es
el mejor medio para el estrifiimento y para la incontinencia de orina, que el arsénico es el remedio soberano del asma, que el arsénico de potasa concluye con
las diarreas que no ha podido vencer el subnitrato de
bismuto ete, ele?
Mas lodo esto es locura, fascinación, preocupación.
Qué palabras tan acomodaticias sen estas/siempre que
lio comprendemos ó no queremos comprender una
cosa! Si locos son los hombres que dotados por la naturaleza de unas facultades superiores á las de los demás llegan con sus meditaciones y apücacioná conseguir el descubrimiento de una verdad esponiéndose á
las contingencias que son inherentes á toda oposición
siquiera sea poco vigorosa, loco era ILihuemaun: sus
preocupaciones y fascinaciones son los conceptos que
admitidos y dictados por la mas sana razón, en armonía con todos los principios fdosóficos conocidos y sancionados por una inmensa práctica de hombres de
mérito indisputable y de distintos paises, la homeopatía es una preocupación, una fascinación, y entonces queremos ser de los. locos, de los preocupados, de
los fascinados, porque en este punto los cuerdos se
han qnedado muy á la espalda de los locos.
No insistiremos mas, que no era nuestro objeto
hacer una crítica minuciosa de las proposiciones presentadas en contra de la homeopatía; quizás no se
pase mucho tiempo antes de que una pluma mejor
cortada que la nuestra,, emprenda esa tarea que es de
tanta necesidad, solo nos proponíamos llamarla atención de los jóvenes que hayan escuchado algunas palabras seuxejantes á las transcritas, para que las analicen y sujeten á un detenido estudio, no creyéndolas
como artículos de fé.
Hemos concluido la tarea que nos habíamos propuesto; hemos desarrollado de la mejor manera que
nos ha sido posible un punto sobre cuya importancia
nunca insistiremos lo suflciente; consideren los medíeos jóvenes la misión que les está confiada; dirijan
una mirada hacia esos hospitales y clínicas y vean
la derrota de la medicina en terreno práctico; diríjanse á las cátedras y observen como languidece
la parte cicntiíJGa en medio de la& teorías mas des(íclindas y de la indiferencia con que, en general los
discipnlps escuchan las mal aliñadas leccidties de mu-
chos de sus maestros, elévense al terreno social, y allí
verán la inferior posición de su arte, debida no á otra
causa que al atraso en que en general se han hallado los médicos en la parte mas positiva, mas cierta,
en la que mas se vé, en la de curar á los enfermos.
La escuela médica oficial tiene que sufrir muy
pronto una lucha general, apréstense á ella los médicos jóvenes con todos los bríos de sus pocos años,
regeneren la medicina en nuestra patria, y den asi
un mentís á los que los suponen víctimas del grosero
materialismo y del interés bien entendido, y un ejemplo á ciertas notabilidades cuya intehgencia se halla
eclipsada por el brillo de una encumbrada posición ó
de muy elevadas aspiraciones.
Felices nosotros, si hemos contribuido con nuestra débil voz á encaminarles por la senda de la verdad y del progreso I
V...
A un «preciable y conocido siiscrifor de provincia
debemos el siguiente remitido que insertamos a
continuación:
Consideradanes acerca de la práctica de la medicina
homeopática, y de los profesores que la ejercen.
Una gran dificultad, casi insuperable aun para
aquellos hombres mas estudiosos y dotados de feliz
memoria, existe en el principio patológico admitido
en la doctrina homeopática , de que toda enfermedad
es individual. Este principio, si bien coloca al médico
en la mejor vía de observación, no puede caber la
menor duda aun á los menos versados en los dogmas
de la nueva escuela médica, que ofrece una inmensa dificultad á los adelantos de la ciencia. Admitido
de un modo absoluto, alejaría de nuestra mente toda
clasilicacion de enfermedades, y aislaría al práctico
observador reduciéndole á sus propios esfuerzos.
Esta verdad conocida por todos los homeópatas, resalta mucho mas en el juicio de los principiantes que
hal)iendo reconocido y admitido como verdaderos
los luminosos preceptos contenidos en el libro de
oro del ilustre Sajón, se entregan con ardor y perseverancia al estudio de la materia médica y á la
práctica de la medicina homeopática. Las concepciones del genio, siendo inspiraciones que infunde
la providencia á los hombres priviligindos, se bastan
á si mismas; así es que nuestro sabio maestro vislumbró y descubrió que existían medicamentos de
causa; medicamentos cuya influencia patogenérica
era análoga á la hostil influencia de determinadas
causas morbosas: y en esto descubrimiento nos trazó la base de una verdadera patología y de la mejor
clasilicacion de las enfermedades. Seria inútil el que
nos entretuviésemos en probar, que para ser distinguido médico homeópata, se necesita antes ser médico; pero como so nos pudiera hecharen cara el argumento contra prodiiceiitem, de que, habiendo rechazado por falsos todos los sistemas que se sucedieron
desde remotos siglos, cualquiera que se dedicara
al solo estudio de la medicina homeopática, llegaría desde, luego al ejercicio de la nueva medicina
sin las preocupaciones cientíiicas inherentes á los
indicados sistemas; 'espondremos algunas consideraciones dirigiílas n los que pretendan llegar á la
— 45profundidad de una ¡dea sin gran "esfuerzo del entendimiento, intentando probar lo absurdo de semejante argumento. El problema médico establecido
desde mucho tiempo, y resuelto tinalmeiite por el
gran reformador de nuestro siglo, existe en el conocimiento de la enfermedad, de la acción fisiológica
de los medicamentos, y de la relación existente e n tre estos efectos y el conjunto sintomático fundado
en una ley natural, hecho principio de la medicina
homeopática, y guia segura para la mejor elección
del medio que debe curar.
Para llegar al conocimiento del primer elemento
del problema médico, es indispensable un estudio
profundo del hombre físico y moral, del medio que
le rodea, y de sus influencias.; y estar dotado de un
espíritu de observación egecutada por mucho tiempo á la cabecera de los enfermos; para poder adquirir ese conocimiento intuitivo del hecho patológico. Esto es lo que ha constituido hasta el presente,
y constituirá siempre ai verdadero médico. No al
médico de bufete, forjador de sistemas que, con pretensiones superiores á nuestra inteligencia, ha presumido dictar leyes á la naturaleza, ni mucho menos
al joven recien salido délas escuelas atestada su cabeza de teorías, que cual humo se desvanecen al
poco tiempo, haciéndole esperimentar los mas crueles y terribles desengaños. En este pálido bosquejo,
queremos describir á los hombres independientes,
cuyo recto juicio confirmó la futilidad de las teorías
contenidas en millares de volúmenes, y se propusieron no tener otro libro que la naturaleza, ni consultar otros escritos que los de los acreditados prácticos
que leían y describían en el lecho del dolor, sin mas
teorías ni consideraciones que las que surgían naturalmente del hecho observado. Estos médicos independientes, únicos depositarios de lo» venerandos
preceptos del primer médico del mundo, han formado solos la comunión de los médicos. ¡Loor eterno
á tan eminentes hombres que al través de tanta
anarquía han podido conservarse puros! A vosotros
nos dirigimos con ademan suplicante en nombre de
la humanidad y de la ciencia; dejadnos si queréis,
lo sufriremos con resignación; pero leed antes unas
cuantas páginas de este libro que os entregamos, y
si después do haber fijado vuestra atención nos r e chazáis, ni una sola palabra podremos añadir para
convenceros de la verdad que creemos defender; nos
envaneceríamos de vuestra conquista, porque no
os creemos charlatanes ni hombres inespertos incapaces de comprender las sabias máximas del viejo
(le Meyssen.
pudiéramos añadir, los médicos de bufete que no
leyeron en el gran libro de la naturaleza, y los e s tudiantes que han seguido las clínicas por solo llenar
la fórmula, y no para confirmar y justificar á la
cabecera de los enfermos las teorías que aprendieron en las escuelas; se hallan escluidos de la gran
familia médica: sí, lo decimos muy alto para contestarles el día que pronuncien sus labios que la
medicina es ciencia de observación y esperíencía,
pues entonces estáis pagados; o no comprendéis lo qu¿
decís, o no sabéis lo que sois.
Para ser médico homeópata se necesita haber leído muchas veces en el lecho del dolor, y por las r e petidas lecciones de la naturaleza, llegar á poseer
el difícil conocimiento del hombre enfermo: sin este,
que no se adquiere ni puede adquirirse por solo los
libros que se reducen á forjar nombres, clasificaciones y tratamientos absurdos , es imposible obtener con justicia el dictado de verdadero médico.
Hombres oscurecidos en un rincón de provincia han
adquirido gran celebridad en el tratamiento de las
enfermedades, mientras muchos de los picos de oro
en las cátedras, intérpretes y comentadores de todas
las teorías, y sistemas no sabían tratar con éxito un
leve coriza. Las mejores descripciones de los libros
no enseñan á conocer un divieso, y el hombre rudo
del pueblo que lo haya visto una vez, no lo equivoca
jamás. Por estos lijoros apuntes y otros muchos qu(.'
CONGRESO MÉDICO HOMEOPÁTICO
REUNIDO EN PARÍS.
FILOSOFÍA CIENTÍFICA Y MÉDICA
ENSAYO SODnE LA INFLUENCIA DE LA METAFÍSICA EN LAS CIENCIAS
Y SUS RELACIONES CON LAS TEOKÍAS Y DOCTRINAS MÉDICAS
MODERNAS.
POR
EL
DOCTOR
LDIS
CRUVEILHIER.
[Continuación.)
SEGU1\DA P A R T E .
Señores:
C'inndo con las ideas y costumbres lógicas modernas penetjamos en las obras científicas de la edad
media, nos es imposible contener un movimieiilo
de admiración y desorpresa. Semejanteá aquellos viageros que por la primera vez arriban á países lejanos y
desconocidos en donde la vegetación y el suelo tienen
un marcado carácter de originalidad, ó mas bien al
aulicuario que se encuentra en frente de objetos eslraños á sus usos, el paciente y reflexivo lector se estraña de hallarse con un mundo enteramente nuevo.
Habéis laido y meditado, señores, las obras de Senerlo, de Fernelio, de Galeno, etc. y os han sorprendido los marcados caracteres qne bajo todos aspectos
distinguen la ciencia antigua de la moderna. Estos
mismos caracteres, ó mejor, este genio especial es sobre todo sensible culos tratados de física general, en
las obras de Alberto el Grande, en los comentarios de
la física de Aristóteles por Sto. Tomasen losnianuales
universitarios destinados á simplificar y reasumirla
ciencia oficial de aquel tiempo. En el fondo, estas particularidades características se refieren á un conjunto
de ideas generales que dominan los espíritus y los conducen por un mismo camino á la obtención del mismo
fin.Por todas partes y en todas direcciones, la ciencia
se propone inquirir y descubrirla esencia de las cosas
qne nosotros los modernos, declaramos invisible, y su
procedimiento lógico, regular y constante, ó sea su
método, consiste en el empleo de una especia de inducción, la que Bacon designaba con el nombre de inducción vulgar, qne consiste en elevarse de un salto
y por un solo hecho, de lo particular á lo general, en
lugar de cordinarlos, de compararlos y de no elevarse
sino por una ascensión lenta y gradual,
Este fin y este método perfectamente lógicos^se espliean por la teoría metafísica del ser ó de Ins formas
sustanciales, que reino soberanamente durante la anitigüedad y la edad inedia, y solo por ella pueden esplicarse,
De la influencia do la doctrina de las formas suslan-
•46 —
dales, sobre la ciencia de la antigüedad y de la edad
media (1.)
Según la doctrina de las formas sustanciales, lodo
ser que percibimos, esLáconipueslo de dos elementos:
La materia y la forma.
La materia es el principio indeterminado y pasivo,
el principio de la individualidad. La forma, ó forma
sustancial, que eslrae de la materia los fenómenos que
esta oculta y completa la sustancia ó el ser, es el [irincipio especifico mezclado con el principio activo.
Siendo la forma el principio que especifica y actualiza la esencia de los seres y la causa determinante de
su movimiento, se identifican con ella; es decir, que el
movimiento es en ellos la traducción de su esencia,
A primera vista, no se notará en esta proposición
mas que una fórmula medianamente abstracta y completamente indiferente ; y sin embargo ha jugado un
importante papel en las doctrinas científicas.
En efecto, si el movimiento en vez de aplicarse según leyes generales como creen los modernos, solo es
en los cuerpos la traducion de su esencia, de su naturaleza especial es consiguiente que estos tienen un movimienio que deben á su naturaleza, de otro modo, un
movimiento natural. En otros términos y para dar á
la voz materia su significación moderna; la materia,
no es inerte ó mas bien no es indiferente á la dirección
del movimiento.
•
Según esto, un cuerpo movido por una fuerza única, no es obligado por nada á seguir una dirección rectilínea y á conservar su movimiento hasta tanto que
una fuerza estraña venga á modificarle ó detenerle.
Se vé aquí que el principio fundamental de la mecánica, de la astronomía y de la física modernas, era de
una imposibilidad lógica con el dominio délas formas
sustanciales.
Y no comprendemos bajo este punto de vista, el valor del célebre argumento de Aristóteles en apoyo de
la teoría de los cuatro elementos, argumento que en
la edad media parecía tan claro como irrefutable.
Todo cuerpo simple, dice Aristóteles, está dotado
necesariamente de un movimiento simple.
Y el movimiento simple, es la cualidad propia de
todo cuerpo simple.
De aquí la consecuencia de que hay tantos cuerpos
simples, como movimientos simples existen en nuestro mundo-sublunar.
Pero los movimientos simples y rectilíneos son
aquí abajo en número de cuatro; de los cuales, dos del
centro de la circunferencia pertenecen á las cosas Ugeras que se dirijen hacia arriba, y dos de la circunferencia al centro que corresponden á las cosas pesadas
que tienden naturalmente hacia abajo.
Y de que dos movimientos rectilíneos tienden naturalmente hacia abajo y que entre lodos los cuerpos
los hay que naturalmente se dirigen hacia abajo, si no
encuentran obstáculos, tales como la tierra y el agua.
Y de que dos movimientos rectilíneos tienden naturalmente hacia arriba y que bay en la naturaleza
dos cuerpos, el aire y el fuego, que naturalmente se
dirigen bácia arriba.
Uesulta que estos cuatro cuerpos son otros tantos
cuerpos simples y que deben ser considerados como la
primera materia de todo lo que existe.
SimpUcis corporis, dice Aristóteles, esse motum
simpUcem adeoqiie siinpUcom niolum propiam esse affacíionem corporis simplicis hinc et precipsse, el hoe
inferí lot sint corpora Simplicia quod inotus simplices
(1) Parala redacción de este trabajo, debo mucho á laatencioii demiescelenteaniigoSr. Morin que ha puesto ú mi dis|josiciou una obra inédita que va ú publicar muy pronto, sobre los métodos comparados de las ciencias en la antigüedad, la edad media
y los tiempos modernos:! Permítame consigne aquí el testimonio
de mi reconocimiento.
infra timam existeníia; quoíupUces sun( moius simpli'
ees atque recti; sunl aulem ilii quator.
Bini á centro ad circunfereniiam rerum levium
quoe sursum feruntur, el bini á circunferenlia ad ceñir um rerum gravium quoe deorsum feruntur.
Et quod bini sint recti diorsum tendentes apparet.
quia corpora qucedam naturaliter per omnia reliqua
elementa deorsum feruntur. Ad centrum usquc si nihil
obstet, ut térra et aqua.Enimper ignem aerenquedeorsum ferlur per terram; non fertur, sed eisupernatat.
Similiter apparet binos esse motas sursum tendentes, ignis et aer-.... etc., etc.
Enatenus aulem hoec quatour corpora et Simplicia
sunt et materia generationis omnium
rerunexistunt.
Este silogismo no tiene sentido alguno fuera de la
teoría del movimiento, tal cual dimana de la dotricna
metafísica de las formas sustanciales.
Una segunda consecuencia de esta doctrina, es relativa particularmente á la fisiología.
En el compuesto humano y en general en los seres
animados, el alma representa la forma sustancial y el
cuerpo la materia.
Asi es que aquella era una fisiología esencialmente
distinta de la moderna, puesto que el alma es la forma
del cuerpo vivo ó en otras palabras, el principio que
le dá todo lo que le caracteriza y determina, que le
anima, que le hace cuerpo vivo, y las funciones fisiológicas se esplican sencillamente por la presencia del alma en el cuerpo, lo cual dispensa toda fisiología.
Pregúntese, por ejemplo, cómo se hace la sensación?
La escuela responde que todo sensorium aprecia la
forma del objeto, del sentido, separándola de la materia , y que tal es la razón de ser de la sensación; Quod
libel sensorium senliendo suscipit formam rei sensibilis, sine materia atque scntit.
Se pregunta cuáles son las principales funciones'
La escuela responde con la palabra facultades.
Hay tantas facultades como acciones, tot facúltales
quodactiones, y puesto que el alma humana racional
o vegetativa produce visiblemente acciones sensoriales
motrices, generatrices, de crecimiento y de nutrición,
se halla compuesta de igual número de facultades.
Por otra parle, las acciones y las facultades del
compuesto humano pueden referirse á cuatro principales primariis, que comprenden; \.^ la acción de
atraer hacia sí y la facultad atractiva; 1.^ \Í\ acción de
asimilar y la facultad concoclrix; 5.' la acción de retener y la facultad retcnlrix;Á.' en fin, la acción de ese
pulsar y la facultad espulsiva.
Y la prueba de la verdad deesta división fundamental es la de que es necesario que sea a.si y no de otra
man(;ra.
JSimirun quia alias ne minimiim quidem temporis perdurare multoque miniis augeri et ad justam
magnitudinem perduci aiU usui esse possenl.
Nada me seria niiis fácil, señores, que multiplicar
las citas y seguir en todas las partes de la fisiología
relativas á los elementos, la influencia de este principio. A él se refieren tan esencialmente las partes relalivas á los elemenlos, á los temperamentos y á los
humores.
iNo estando en efecto, el cuerpo constituido por el
alma, sino en el estado de cuerpo vivo, tiene en sí
como compuesto inorgánico por decirlo así, que el
alma vendrá en seguida á animar, los cuatro elementos que posee bajo la forma de humores, y es sabido
que la predominación de estos cuatro humores (bilis,
piluila, sangre, alrabilisj produce los cuatro temperamentos, y que su armónico equilibrio determina la
salud. De aquí el principio de toda la medicina griega,
que fué también la de la edad media y la de los siglos
XV, XVI y hasta cierto punto del XVIL
Otras analogías se ocurren aun á la imaginación,
pero permitidme señores, que no insista en ellas, y
que llegue al punto capital, al de la influencia de
Al
«sta doclrma de las foniias en el fui y método de las
-ciencias en la auligüedad y la edad media, .p ; :•.
Desde luego por lo que concierne al (in déla eiencia, uie parece que esa inlluencia es fácil de determinar.
ií'; Supóngase por unmomento, que liisesencias de las
cosas materiales sean.visibles, visibles por sí mism<is,
visibles en una esfera completa de los sentidos, en que
se contendrán al misino tiempo: que un elemento individual confundido con ellas, pero discernibles porun
trabajo de la inleligcncia. En esta hipótesis, ¿la ciencia no debe, si es digno de tal nombre, aspirar, y aspirar enérgicamente, yo dii'é casi esclusivameute, á
estas formas ó esencias que puede determinar, y que
encierran el secielo del universo?
Así que en la doctrina que examinamos, la forma
solo puede ser apreciada por la inteligencia y bajo este punto de vista la antigüedad y la edad media asignaron á la ciencia sn objeto y su fui: este fm es la.investigacion de las cse¡ic¡as que constituyen el fondo
íntimo, la realidad verdadera de los sei-es.De aquí ese
amor á la definición, ese carácter abstracto,,y,exU;!>}ór
gico de la ciencia antigua, etc., etc.
, " ' , , , . .,' .
Por esta razón se ha sentado lógicameúle én
medicina la cuestión siguiente: cuál es la esencia de
la enfermedad? la esencia de la salud ? la esencia del
placer ó del dolor?
La respuesta á estas diversas preguntas es por demas curiosa; referiremos una qué hace comprender
bastante bien cual fué enionces la importancia de la
dialéctica.
Es necesario dicen gravemente nuestros doctores
de la edad media, al tratar de la esencia del placer
í) del dolor, es necesario que esta esencia consista en
la diferente manera c»n que las partes de nuestro
cuerpo sienten lo que las altera; iba á decir las impresiones, pero la palabra alterationem sui, nada tiene de común con lo que en la ciencia mudeina se Mama impresión, y hace referencia á un sistema dislinlo.
Cuando las parles sienten esta alteración con placer, hay voluptuosidad, voluptas eat, y recíprocamente.
Necesse est esscníiam doloris voluptat:sque consistere penes modurn qiio paríes seniiunl alleralionein
sui. Si enim eam cuín jucundUate senlhmt, voluptas
esl; si cum molestia, dolor est.
Se me dirá que esto es porsencillez, concedido; pero todo
es muy lógico bajo el punto de vista que la ciencia se miraba.
Condenado á la averiguación de las esencias y en la imposibilidad de encontrarlas jamás, el cspiritu humano debía necesariamente hacer sufrir al objeto que tenia á la vista un
trabajo de análisis, que cxigia en entidad ó esencia y que terminaba con definiciones imposibles, como por ejemplo , que
la salud no era la enfermedad, que la enfermedad eia lo
opuesto á la salud.
.,,,.-•:
El método en la ciencia antigua está perfectamente determinado por el fin y el objeto que se proporua.
Si este fin es llegar á la esencia de las cosas, la inteligencia humana solicita accionar, y sabiendo que los dos elementos material y formal constitutivos del ser, están contenidos
en la imagen ó representación que de sí mismo nos envia el
objeto, no hay mas que separar ese segundo elemento; así es
como el paso de lo sensible á lo inteligible, de lo material á lo
formal, de lo individual alo general, en una palabra, la inducción es el fondo del método cientílico de la edad media.
Entiéndase bien que se trata, no ya de la inducción ilustrada que coordina los hechos, los agrupa, los compara y se
eleva por una ascensión lenta y gradual, sino de la inducción
vulgar que pretenda ver en un bocho solitario la esencia misma de las cosas.
Este método no es en realidad mas que la idolatría de la
observación y la esperiencia que se'pierden en hechos sensisibles erigidos en principios; así que, la física, creída en que
puede hallar las esencias, tomará el fenémeno mismo ó su
posibilidad abstracta por la esencia que le esplica. Tal fenómeno pasa en esta sustancia, porque tiene esencialmente el
pod'ef de producirle. Cur opium faoíl dormiré^ Quía es
in eovirlus dormitiva.
Conciben ahora porque el agua es esencialmente húmeda,
la tierra esencialmente fria, etc.? y esas diversas cualidades
que el espíritu descubre, como dicen Aristóteles y Santo Tomás, separando la materia para llegar á la forma? Estas cualidades de humedad y de frío existen, dicen, en estos cuerpos
siimmo} alqiie impermixlo}, estas palabras son intraducibies, como lo es la forma propia.
Concíbese ahora porque la forma ó la esencia de la fiebre
consisten en un calor no natural que tiene su asiento en el
corazón?
Por qué la enfermedad consiste esencialmente en una
intemperie?
Tal fué la considerable influencia de la doctrina metafísica de las formas en la constitución y método de la ciencia en
la edad media, inlluencia tan natural por lo demás, que la
inteligencia concibe sin esfuerzo alguno el víncíilo que les
une y relaciona como una causa ó un efecto.
Debo confesar que no l>é comprendido aun bien por qué
muy cerca á nosotros y entre nosotros según se dice, esta
misma doctrina sepultada desde Descartes en un justo olvido
ha sido llamada á ser la clave y la base de una gran restauración médica, é involuntariamente por mucha quesea la consideración que tenga á los modernos tomistas y sustancialistas, se me ocurre la parábola, del vino nuevo en pellejos
viejos.
En alguna parte, si no me es infiel la memoria, se ha dicho que esta doctrina era profundamente cristiana y espiritualista, y que con este doble titulo era capaz de infundir una
nueva vida á la medicina moderna comprometida por los escesosdel racionalismo. Sin entrar aquí en el examen délos
graves inconvenientes que presenta, bajo el punto de vista
de la religión y de la ciencia, la intervención directa de los
dogmas religiosos en las cuestiones de orden cientffico, lo que
nos conduciría á admitir una medicina católica ó protestante,
una física, una astronomía protestantes ó paganas, para hacer depender á la razón católica de unafilosofíamoderna,
sin entrar, digo, en el corazón de la cuestión, no creo poder
admitir las razones (¡uc para ello se han hecho valer. Cómo
ha de ser cristiana una doctrina que se remonta evidentemente hasta Aristóteles y que no ha sufrido hasta el renacimiento ninguaa modificación?
Cómo ha de ser fspirítualísta una doctrina que consideraba al cuerpo y al alma no como dos sustancias diferentes sino
cómodos elementos sustanciales de una misma sustancia; que
esplica la digestión por el alma y las ídfíaspoT\os phantasmala y por los sentidosí quédecía: «el almaesal cuerpo loque la ,
facultad de ver al ojo. El alma no se produce de otro modo?»
Edit per se la imaginación, la memoria; que entre el
movimiento y la sensibilidad no hay mas diferencia que en el
segundo caso existe un intermediario.
Perinde sesc habere animam ad corpoream niolem
hominis ul vis videndi se habet ad oculi suhlanliam
corpoream.
Actiones quasdam edit per se anima vcluti imaqinationem, memoriam, etc., etc., praiest eliam sensui
earum quoe voluntario rnotui cientur.
«Primum intelectum est materiale compositum,y>
decía Sto. Tomás, ¿han dicho mas Locke y Cóndillac?
Sea lo que quiera, y este es el punto que era esencial é
importante establecer, resulta de este examen del fin, del
objeto y del método científico de la antigüedad y de la edad
media: 1.° que se hayan contenida enteramente en la doctrina de las formas sustanciales, es decir, en un dato rneta'físíco: 2." que la relación de la metafísica y la ciencia es
tan íntima que no se puede comprender la una sin la otra.
Y sí hubiera necesidad de otros argumentos, invocaríamos en apoyo de tan gran verdad, esa energía, esa perseverancia admirable, en las cuales los innovadores de los
siglos 15 y 10 aclarararon esta doctrina que encadena la
ciencia, por decirlo así, en un círculo de hierro, y sus incesantes luchas contra la antigua metafísica.
Cuando se presentaba por ejemplo, álos copernicanos este argumento capital que ya hemos señalado, que un cuerjjo
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simple no podia tener mas que un movimiento simple, y que
en su hipótesis se asignaban á la tierra tres especies de movimientos; á Gaiileo que su sistema violentaba el testimonio
de los sentidos, ¿no se les invitaba á colocarse en el terreno
de sus adversarios para combatirlos con ventaja y glorificar
la victoria de la razón?
Sin duda, se dirá, y esta tesis ha sido brillantemente sostenida por dosfilósofoscontemporáneos muy eminentes, convenia que la metafísica rompiese las cadenas que ella misma
habia forjado^ poco desembarazado de este vínculo y en posesión de si mismo, el espíritu se aprovechó de su independencia y observó el mundo de los cuerpos, los observó sin ideas
preconcebidas, y desde entonces datan los progresos de la
ciencia moderna.
Argumento mucho mas especioso que fundado en principios, ya lo hemos dicho, y que le contradice la historia de los
progresos de las ciencias en los tiempos modernos. La influencia de la metafísica en las ciencias no es en efecto menos evidente desde el renacimiento, que en la antigüdad y en la edad
media. Nos será fácil demostrarlo.
(Se continuará.)
prema inteligencia tan hembra como la anterior, pues es nada menos que una mujer, y cuenta que habita en Fraga, y
desde allí cura ; ¡ oh poder de las atenuaciones!» Singular
es que estrañe la Union la ineficacia de la homeopatía,
fundada en la inercia y ejercida por los locos: lo chocante
y altamente significativo es, que la racionalidad alopática
fuese desairada por inútil y quizá por perjudicial. Mucho
nos ha divertido lo de tan hembra, ya aplicada la palabra
á la homeopatía, ya á la curandera de Fraga; pues si la
primera lo es por acabar en ia, la alopatía que termina io
mismo, ¿qué será? y la segunda, siendo mujer, se podrá
poner en duda su sexo? Si sigue nuestro antagonista con
chistes tan descabellados tendremos alfinque poner en dududa su razón y no hacerle caso por lo mismo. En último
resultado la lumbrera científica de Fraga, es decir, la mujer hembra^ será también homeópata, porque sino; ¿á qué
viene lo de atenuaciones ? Esto último no lo creemos, antes
bien juzgamos será una alópata sut géneris.
En conclusión, recomendamos á nuestro colega el Siglo
Médico, á quien no negamos buen gusto literario, que lea la
de Heredes á Pílalos de la unión médica, y nos diga sino
cree como nosotros que es un modelo de dicción digno de
imitar y que por consiguiente se podría recordar aquello de
En toas partes cue sen jabas.
\ÍARIED.\DES.
ANUNCIO.
MÉRITO DE ACTUALIDAD. Con el epígrafe de Ilerodes á Püatos tenemos en la UNION MÉDICA de Aragón,
que una enferma de gravedad al parecer, fué tratada alopáticamente primero, después homeopáticamente , yendo
por último á parar la pobre enferma á una curandera de
Fraga. Nada de particular hay hasta ahora en lo referido,
PERIÓDICO SEMANAL Y LITERARIO.
pero es el caso que creyendo favorable la ocasión los redactores de la Union, se ladran por primera vez á formar
coro, sin duda por contraer mérito para con sus colegas destinado á poner al alcance de todas las clases de la
de oposición homeopática, arrastrando la cuestión por los sociedad los conocimientos de aplicación usual de nuescabellos, indicando en esto su deseo premeditado de romper lanzas con los homeópatas. ¿Qué será de los adeptos tra Legislación en todos sns ramos, y las variacionos
de Hahnemann con el poderoso refuerzo que acaban de resucesivas de la misma.
cibir sus contrarios? Consuélanos sin embargo la manifiesta
impericia de nuestro novel antagonista, y lo limitado de su
POR
inteligencia al decir que no sabe csplicarse, porque abandonó la enferma la medicina racional, cuando á cualquiera se le ocurre que indudablemente seria por ineficacia,
pues no basta hacer alarde de una racionalidad tscrita.
Dice después. «Pasó (la enferma), á manos délos homeópatas , es decir, de esos que motivaron el acuerdo faSe publica en Gerona al precio de 10 rs. trimoso de la Academia de París, por el cual se declara absurdo y peligroso por su inercia, su modo de curar habien- mestre y 12 fuera de ella.
do sido tratados en plena Academia de locos y charlatanes
los que le aplican.» Aun supuesta la ridicula pretensión de
infalibilidad de la Academia, creída al parecer por nuestro
Errata notable.
candido colega, nos parece lógico admitir un método curativo basado en la inercia, pues equivaldría á conceder el
En el articulo de fondo del número corresponcurar sin hacer nada, á moverse estando en reposo, á ser
diente
al 20 de febrero pasado, donde dice «nosotros
cuerdos en medio del mas completo desorden de la razón
hemos oreido siempre que la pulmonía endémica no
como sucede en alopatía.
«Pero es el caso, continúa nuestro colega, que como los reina en Madrid, si no esporádicamenlun debe leerse
glóbulos mágicos nada logran en pro del enfermo, ha deci- «nosotros hemos creido siempre, que la pulmonía
dido la familia acudir en demanda de su ciencia á otra su- no reina en Madrid endémica, sino esporádicamcnle.h
E l ABOGADO DE LAS EAMIIIAS.
EL Dr. D. FERNANDO DE LEÓN Y OLARRIETA.
CONDICIONES DE LA SUSCRICION EN PROVINCIAS, ESTRANJERO Y ULTRAMAR.
Se suscribo en provincias, á 48 rs. al año: Jerez de la Frontera, casa del Dr. Sr. Conde de Villacreces, médicojliomeópata; Murcia,
casaüeD. Mariano Marin y Monseirat, médico homeópata; Reinosa, cana del Sr. Camaleño!, farmacéiilico homeópata; Sevilla, casa de
D. José Mellado Pouce, botica de la Estrella; y en los demás pimtos de la Península por medio de libranzas sobre Correos, letras de fácil
cobro ó 102 sellos del franqueo de cartas de los do cuatro.cuartos.—En ultramar fijan el precio los corresponsales, se suscribe en la Habana, en casa de D. Andrés Graupera, calle del Obispo, núm. 113; en Puerto-Rico en casa de Márquez 2.°; enNew-York, H. Railliere, 29, Broadway; en Méjico, Castro de Palomino, calle de Capuchinos, núm. 3, en Valparaíso, Sr. Ezquerra.—En el Eslianjero á 60 rs.
al ano, se suseribe en París, en la librería do J. B. Bailliere, rué Hautefeuille, 19, en idndres, en la de H.Balliere, 219, Regent Street.
IMPRENTA Y LIBRERÍA DE LA VIUDA DE VAZQÜEZ É HIJOS,
Ancha de S. Bernardo, 17.
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