AÑO III. MADRID 29 DE FEBRERO DE 1856. NÓM. 78. LA DECADA HOMEOPÁTICA, PERIÓDICO OFICIAL m M MiMini i®i»!Flmi nsipitea, Redactado por los profesores en medicina y cirnjia D. J. Lartiga, D. A. Merino, D. B. Sacristán y D. P. Hernández. Se publica los días 10, 20 y 30 de cada mes. Se suscribe en Madrid en la redacción y en la librería de Bailly-Bailliere, á 40 rs. por un año. Para las condiciones y puntos de suscricion en provincias, estranjeio v ultramar, véase la última plana.—Todas las comunicaciones relativas á la D é c a d n , se dirigirán francas de porte, á la redacción calle de Preciados, número 18, cuarto principal, á nombre de Don Pío Hernández. Esta será sin duda , la esplicacion que vendrá á darnos el autor del artículo que vamos examinando del famoso axioma médico, que la Sociedad hahnemanniana de Madrid escribió con caracteres indelebles en el libro de sus trabajos literarios. Es bien inconcebible por cierto, que en una época en que respetables homeópatas, han manifestado tendencias bien marcadas de limitar las exageradas pretensiones de los que, poseídos de una especie de monomanía, quieren espilcar todo lo que pasa en el organismo humano, por la teoría de los miasmas crónicos; es inconcebible repetimos, que se haya hecho declaración semejante; ni comprendemos tampoco una proposición tan absoluta en el seno de una corporación que hizo siempre alarde de un P'iratanismo homeopático el mas exagerado, y de intolerancia médica la masestrertiada. ¿Cómo hermanarán esos Calones homeópatas la peregrina opinión de que no hay pulmonía posible donde no exista previamente un elemento humoral, con el principio homeopático, de la naturaleza dinámica de las enfermedadesl Si creen en este principio, que debe ser incontrovertible para ellos como para nosotros, como creer al propio tiempo que sin el concurso de un miasma que nada tiene de inmaterial, no pueda desarrollarse y existir una enfermedad puramente dinámica^ Pero oigamos el fundamento de este acuerdo científico, que se pretende elevar á la categoría de axioma patológico, y que se trata de imponer á los médicos homeópatas, como emanación de una autoridad irrecusable. Una de las principales razones en que se fundó la Sociedad hahnemanniana. dice el articulista, para establecer la fórmula que precede, con relación alas pneumonías, fué la que emitió uno de sus socios fundadores, que había observado constantemente la terminación favorable de los síntomas pneumónicos entre el quinto y sesto día. por la aparición de una forma miliaria*prurilosa precedida de todo el cortejo de síntomas que anuncian el desarrollo de las erupciones agudas.» ¡No es nuestro ánimo negar el aserto de ese socio fundador, relativamente á esa constancia, con que ha observado la favorable terminación de las pulmonías, por la aparición de la erupción miliar; aunque si hubiéramos de juzgar por nuestras propias observaciones, no nos sería posible prestarle nuestro asentimiento: nosotros hemos tratado y curado un gran número de pulmonías sin semejante coincidencia, y pensamos por lo tanto que no es necesario tal fenómeno para que se efectúe una perfecta curación. Pero suponiendo por un momento que fuesen ciertas semejantes observaciones, suponiendo que la inmensa mayoría de pneumonías terminase por esa manifestación miliaria, ¿ habríamos de concluir de aquí, que los miasmas, psora, sífilis ó sicosis eran factores, elementos esencialmente constitutivos de la inflamación del pulmón? ¿Qué son, preguntamos nosotros, la psora, la sífilis, la sicosist ¿Son una misma cosa, estas tres enti- -42 — dades morbosas? ¿Si no lo son, cómo hablar de ellos tan genéricamente, y cómo no establecer la línea divisoria que esencialmente los distinga? «Después de suficientemente discutida est;i cuestión, en tres sesiones literarias, se.declaró par h Sociedad:hahnernanniana qiie ningún individuo que no estuviese afectado de uno de los miasmas crónicos, y especialmente del psórico, podia ser atacado de-inflamación de Jos pulmones,» Puede darse un lenguaje mas vago, mas indeterminado? Y cuál ha sido la gran razón que ha inducido el ánimo de los socios á formular proposición tan absoluta? La observación que uno de ellos había hecho de que en algunos casos habían aparecido erupciones miliares coincidiendo con la curación de las pulmonías. Razonando de esta manera, llevando las cuestiones al terreno de las congeturas y de las hipótesis, bien pronto tendríamos que lamentar males sin cuento para la ciencia y para la humanidad dolíente. Es sensible, muy sensible, que tratándose de asuntos de tal interés, se proceda por algunos médicos con tanta lijereza, por masque no los guie otro móvil que el deseo del acierto. «Continuando, dice después, la observación que habíamos hecho sobre la terminación favorable de la pneumonía, por medio de la miliaria hemos llegado á sospechar si lo que se llama pulmonía, no sería otra cosa sino un eritema del parenquima pulmonal.» Aquí es donde se deja ver mas palpablemente que los conocimientos del articulista en los diversos ramos de la ciencia de ciirat no son los mas profundos. «La terminación favorable de la pulmonía por medio de la miliaria le ha hecho sospechar, que lo que se llama pulmonía sea simplemente aneriíem,a áe\ parenquima pulmonal.» Analicemos este notable pásage del artículo. El eritema no es otra cosa, en buenas doctrinas médicas, que una rubicundez ó mancha bermeja que se manifiesta ó puede manifestarse en cualquier punto de la superficie de la piel; de suertOi que no merece el nombre de enfermedad siquiera, y e s , y suele ser mas bien un signo, un fenómeno ó un síntoma, según las circunstancias, de ciertos estados patológicos; y muy especialmente de las erisipelas. Entiéndese por parenquima en anatomía, la reunión de láminas celulares y fibrosas entrelazadas y combinadas entre sí de tal manera, que formando un todo que participa de la naturaleza celular y fibrosa, y que recibe vasos y nervios de mas ó menos impor- tancia. llega á consiituir la susíancía del órgano, elparenquima en una palabra; pues bien, si el eritema no e s , no ha sido nunca otra cosa, que una rubicundez de un punto de la piel, ^jcómo concebir la idea de que esle, que hemos llamado signo, síntoma ófónómeno^ porque tocTo eSto puede llegará ser, afecto e\ parenquima pulmonal? ¿Ni cómo un simple eritema podría llegar á despertar síntomas tan gigantescos yalarmantes- como los que acompañan ó lo que llamamos pneiimonia? (Se continuará.) ¿Por qué no se adhieren nncslros jóvenes médicos á la doctrina iiomcopática ? III. Cuando en ciertos parages se emite una opinio sobre doctrinas que cuentan con un crecido número de partidarios, y la persona opinante es de alguna autorización, preciso se, hace que las razones en que se apoye, se diluciden bien, que sean filosóficas, y lodo lo detenidas posible: cuando se habla á discípulos y se les habla de una doctrina médica en cuya solución juega por tanto la humanidad, es necesario tener una íntima convicción de lo que se dice, y sobretodo, esponer con verdad y toda claridad los hechos en que se funda. Desgraciadamente, cuando se habla de homeopatía, aún las personas por lo común mas mesuradas, parece que se salen de su centro, se exaltan como si se las hubiera aplicado una de sus moxas, y ya no discurren con el aplomo y severidad de principios que materia como esta requiere. Digamos, aunque de paso, que el dictado de cele-. brado que se quiere aplicar á Halinemann, como á tov dos aquellos que han obtenido una importancia que no debieran haber alcanzado, indica de la manera mas completa, la ignorancia de lo que aqnel graii hombre valía, aun cuando hubiese sido errónea su doctrina; quién le quitará su distinguido talento, su espíritu eminentemente religioso, su perseverancia en el trabajo, su gran idea de reconstruir el ruinoso edificio médico, SH sacrificio en aras de una verdad que tanta oposición ha encontrado, su génib, en fin, genio el mas brillante de su siglo? «Hahnemanu después de baber estudiado y practicado, aunque poco, la medicina secular, dícese, y (lespucs de no haber podido salvar de la muerte á un hijo suyo, esclan}ó que no era posible que el Criador hubiera esparcido por todas partes los gérmenes de tantos males,'sin haber esparcido igualmente los medios de corregirlos. Hallábase traduciendo la materia médica de Cullen, y asombrado do las hipótesis que se dpban para esplicar la acción de la quina, creyó ver que si este medicamento tenía la virtud de curar las intermitentes, era porque producía electos semejantes á estas.» . - - 4 3 Vamos por partes : prescindamos de esa esclaiiia- otraspretensiones que las que la escuela oficial le quiecion altamenle moral que se quiere presentar en sen- re dar. tido irónico, y que dá tan elevada idea de la nobleza Enlazándole con unafilosofíatan racional como sade sentimiento del anciano Sajón como déla perfec- tisfactoria y en la qne no nos detenemos porque se está ción de su alma. Hahnemann se distinguió siempre tratando en otro sitio de nuestro periódico, establece en desde sus primeros estudios, por su constante apli- la medicina esa base, esa unidad científica que tanto cación y por sus facultades intelectuales nmy sobre- se anhelaba y que buscada por opuesto camino del que salientes: vio y observó muclios enfermos en el gran se debía jamás se hubiera encontrado: el dinamismo hospital de Viena y sustituyó por algún tiempo á Wag- vital en fisiologia, patología j terapéutica, trípode soner en el cargo de primer médico de los hospitales bre que descansa y ha de progresar la ciencia; la de Dresde, mas encontrando incertidumbre y dudas consideración de la vida como una continua reacción por todas partes, como médico concienzudo que era del organismo á todo lo que le impresiona; la de las se decidió á separarse de la práctica y se dedicó á enfermedades como alteraciones dinámicas y virtuales la literatura módica, rasgo de su vida en que noso- de la salud, la de los medicamentos como agentes dotros encontramos mucho mérito. Efectivamente, tra- tados de lina propiedad dinámica por la que modifican ducía en 4790 la materia médica de Cullen y obser- nuestra existencia patológica, la adopción en terapéuvando la contradicción que contenia respecto á la tica de un punto de partida fundamental, la esperimenacción de la quina sobre la economía humana, de- tacionpura y una ley demostrada y demostrable, la ley cidió ensayarla en si mismo y notó que le producía de los semejantes, son los puntos cardinales de la essíntomas análogos á los de la calentura intermiten- cuela homeopática, son los suficientes para constituirte; esle esperimento se repitió y comprobó en nu- la en un sistema cientifico superior á todos los conocímerosos ensayos que se hicieron con la quina, se es- dos. Con él y solo con él desempeñan los médicos el tendió el estudio á otros varios cuerpos y en su pri- papel que tanto les recomendó Hipócrates, intérpretes mera obra publicada quince años después de descu- de la naturaleza. Véase cómo la homeopatía no es solo bierta la ley homeopática, describe veintisiete me- una innovación terapéutica dimanada del hecho conodicamentos : no es pues, una cosa hecha por ca- cido de tan antiguo, una irritación se cura con otra sualidad y aceleradamente, sino el resultado de las irritación; es una reforma completa de la medicina mas profundas y detenidas meditaciones de un sabio que reúne en sí todas las cualidades que en buena filoalemán. sofía pueden exigirse auna escuela médica. ¿Por qué La reforma de la medicina era el punto capital, cuando se desecha de una manera tan violenta, no se la exigencia imperiosa que reclamaba la ciencia y la espone á su lado la que le puede reemplazar, reunienliumanidad, ¿habia de conformarse Hahnemann, con do todas sus condiciones ó aun mas? ¿por qué no se e.s*)1 solidismo de Hoffmann, con el arqueo de Vnnhel- pone la base y ley de su terapéutica, puesto que la desmont, el esplritualismo de Sthal, el espasmo de Cu- conocemos desechada que ha sido la del contraria conllen, ó la irritación de Broussais? Como era posible trariisl ¿ó no se necesita ley alguna, ni base de ñinga- ' si veia que Boerhaave, el gran Boerhaave esclama- na especie? ba: »si se comparan los beneficios que debemos á meMas continuemos; dicese ¿sois capaces de producirdia docena de verdaderos médicos en el mal que nos una calentura con los glóbulos que dais á vuestros han causado al g 'ñero humano el inmenso número de enfermos? Nosotros os produciremos con el medicaprofesores que con ellos han aparecido, es indudable mento apropiado sintonías análogos á los de esa caque hubiera sido mil veces mejor que no hubiera lentura, pero ¿quién os ha dicho que son las mismas existido médico alguno en el mundo: «si leía állecker, condiciones, la misma susceptibilidad la del hombre que decía que la medicina estaba mas atrasada que en sano que la del enfermo y que aun en perfecta salud es tiempo de Hipócrates y Galeno, y que el mayor núme- igualen todos ellos? Os encerráis en la cuestión de ro de los enfermos han .sido muertos según las pres- glóbulos que queréis ridiculizar y no comprender: cripciones de los médicos, unos por las sangrias, otros aceptad la ley terapéutica y dar los medicamentos á por los purgantes, y los mas por la mezcla de ese in- esas dosis masivas, que la esperiencia os hará venir á menso núniero de drogas de cuya confusión nadie sa- conocer el efecto de las atenuaciones y á relacioaar be lo que resulta; si oia al doctor Ayensa que llamaba la terapéutica con lafisiologíay patología , pero despara juzgar al desolador sistema de Broussais, á in- pués de haberla comprendido como nosotros, pues numerables viudas y huérfanos, víctimas de la san- no es posible unir la terapéutica homeopática con gría, sanguijuelas, los sedales etc., etc., ¿cómo era po- ningún otro sistema médico. Pero que hemos de sible que transigiera con tales ideas ni por un momen- contestar á quien indica que si se convenciera de to, un hombre tan superior que conoció que de la esa verdad por sí mismo, no aceptaría aun la docmezcla de tanto malo no podía salir nada bueno? trina nueva, sino que entraría á modificar la suya El sistema homeopático concluyendo con ese fárra- en lo que creyera conveniente! Y sin embargo se go de doctrinas y escuelas que no se entienden unas á procede de buena fé! Como se le pueden aplicar estaotras, destruyendo en su origen al nuevo materialismo palabras suyas! Cuando se llega á lomar posición en de Cabanis que quería llevarnos otra vez á una época una doctrina, cuando el hombre llega á ver encarnado de embrutecimiento filosófico é hiriendo de n)uerteá su honor en tal ó cual sistema, no es posible la perese proteo de la medicina contemporánea el órgano- suasión. vitalismo, es algo mas elevado, tiene y debe tener Dicennos también, ¿dudáis de que con la ipecacua- na os podemos hacer vomitar, con el aceite de ricimo mover el vientre, etc.? pues acercaos á nosotros y por medio de dosis calculables y coa reloj en mano, os haremos vomitar y mover el vientre. Algo hay que rehajar de esa exactitud y constancia, pero aun admitiéndolo asi ¿qué es lo que prueba? Nada; es lo mismo que si nos dijerais acercaos á nosotros y os mataremos de un pistoletazo; sí, os envenenaremos con una corta canti" dad de ácido arsénico; la cuestión es dilucidar por qué y cómo obran los medicamentos, ¿por qué administráis la nuez vómica y la ipecacuana en ciertas enfermedades caracterizadas entre otros síntomas por vómitos muy rebeldes? por qué usáis la ipecacuana, el calomelanos y hasta el aceite de crotontiglio en las disenterias graves? por qué el agua de cal, el nitrato de plata, el bismuto en las diarreas sub-agudas?es la medicación sustituva laque le ha servido 4 Tronssau para descubrir que la nuez vómica cura la corea, que la belladona es el mejor medio para el estrifiimento y para la incontinencia de orina, que el arsénico es el remedio soberano del asma, que el arsénico de potasa concluye con las diarreas que no ha podido vencer el subnitrato de bismuto ete, ele? Mas lodo esto es locura, fascinación, preocupación. Qué palabras tan acomodaticias sen estas/siempre que lio comprendemos ó no queremos comprender una cosa! Si locos son los hombres que dotados por la naturaleza de unas facultades superiores á las de los demás llegan con sus meditaciones y apücacioná conseguir el descubrimiento de una verdad esponiéndose á las contingencias que son inherentes á toda oposición siquiera sea poco vigorosa, loco era ILihuemaun: sus preocupaciones y fascinaciones son los conceptos que admitidos y dictados por la mas sana razón, en armonía con todos los principios fdosóficos conocidos y sancionados por una inmensa práctica de hombres de mérito indisputable y de distintos paises, la homeopatía es una preocupación, una fascinación, y entonces queremos ser de los. locos, de los preocupados, de los fascinados, porque en este punto los cuerdos se han qnedado muy á la espalda de los locos. No insistiremos mas, que no era nuestro objeto hacer una crítica minuciosa de las proposiciones presentadas en contra de la homeopatía; quizás no se pase mucho tiempo antes de que una pluma mejor cortada que la nuestra,, emprenda esa tarea que es de tanta necesidad, solo nos proponíamos llamarla atención de los jóvenes que hayan escuchado algunas palabras seuxejantes á las transcritas, para que las analicen y sujeten á un detenido estudio, no creyéndolas como artículos de fé. Hemos concluido la tarea que nos habíamos propuesto; hemos desarrollado de la mejor manera que nos ha sido posible un punto sobre cuya importancia nunca insistiremos lo suflciente; consideren los medíeos jóvenes la misión que les está confiada; dirijan una mirada hacia esos hospitales y clínicas y vean la derrota de la medicina en terreno práctico; diríjanse á las cátedras y observen como languidece la parte cicntiíJGa en medio de la& teorías mas des(íclindas y de la indiferencia con que, en general los discipnlps escuchan las mal aliñadas leccidties de mu- chos de sus maestros, elévense al terreno social, y allí verán la inferior posición de su arte, debida no á otra causa que al atraso en que en general se han hallado los médicos en la parte mas positiva, mas cierta, en la que mas se vé, en la de curar á los enfermos. La escuela médica oficial tiene que sufrir muy pronto una lucha general, apréstense á ella los médicos jóvenes con todos los bríos de sus pocos años, regeneren la medicina en nuestra patria, y den asi un mentís á los que los suponen víctimas del grosero materialismo y del interés bien entendido, y un ejemplo á ciertas notabilidades cuya intehgencia se halla eclipsada por el brillo de una encumbrada posición ó de muy elevadas aspiraciones. Felices nosotros, si hemos contribuido con nuestra débil voz á encaminarles por la senda de la verdad y del progreso I V... A un «preciable y conocido siiscrifor de provincia debemos el siguiente remitido que insertamos a continuación: Consideradanes acerca de la práctica de la medicina homeopática, y de los profesores que la ejercen. Una gran dificultad, casi insuperable aun para aquellos hombres mas estudiosos y dotados de feliz memoria, existe en el principio patológico admitido en la doctrina homeopática , de que toda enfermedad es individual. Este principio, si bien coloca al médico en la mejor vía de observación, no puede caber la menor duda aun á los menos versados en los dogmas de la nueva escuela médica, que ofrece una inmensa dificultad á los adelantos de la ciencia. Admitido de un modo absoluto, alejaría de nuestra mente toda clasilicacion de enfermedades, y aislaría al práctico observador reduciéndole á sus propios esfuerzos. Esta verdad conocida por todos los homeópatas, resalta mucho mas en el juicio de los principiantes que hal)iendo reconocido y admitido como verdaderos los luminosos preceptos contenidos en el libro de oro del ilustre Sajón, se entregan con ardor y perseverancia al estudio de la materia médica y á la práctica de la medicina homeopática. Las concepciones del genio, siendo inspiraciones que infunde la providencia á los hombres priviligindos, se bastan á si mismas; así es que nuestro sabio maestro vislumbró y descubrió que existían medicamentos de causa; medicamentos cuya influencia patogenérica era análoga á la hostil influencia de determinadas causas morbosas: y en esto descubrimiento nos trazó la base de una verdadera patología y de la mejor clasilicacion de las enfermedades. Seria inútil el que nos entretuviésemos en probar, que para ser distinguido médico homeópata, se necesita antes ser médico; pero como so nos pudiera hecharen cara el argumento contra prodiiceiitem, de que, habiendo rechazado por falsos todos los sistemas que se sucedieron desde remotos siglos, cualquiera que se dedicara al solo estudio de la medicina homeopática, llegaría desde, luego al ejercicio de la nueva medicina sin las preocupaciones cientíiicas inherentes á los indicados sistemas; 'espondremos algunas consideraciones dirigiílas n los que pretendan llegar á la — 45profundidad de una ¡dea sin gran "esfuerzo del entendimiento, intentando probar lo absurdo de semejante argumento. El problema médico establecido desde mucho tiempo, y resuelto tinalmeiite por el gran reformador de nuestro siglo, existe en el conocimiento de la enfermedad, de la acción fisiológica de los medicamentos, y de la relación existente e n tre estos efectos y el conjunto sintomático fundado en una ley natural, hecho principio de la medicina homeopática, y guia segura para la mejor elección del medio que debe curar. Para llegar al conocimiento del primer elemento del problema médico, es indispensable un estudio profundo del hombre físico y moral, del medio que le rodea, y de sus influencias.; y estar dotado de un espíritu de observación egecutada por mucho tiempo á la cabecera de los enfermos; para poder adquirir ese conocimiento intuitivo del hecho patológico. Esto es lo que ha constituido hasta el presente, y constituirá siempre ai verdadero médico. No al médico de bufete, forjador de sistemas que, con pretensiones superiores á nuestra inteligencia, ha presumido dictar leyes á la naturaleza, ni mucho menos al joven recien salido délas escuelas atestada su cabeza de teorías, que cual humo se desvanecen al poco tiempo, haciéndole esperimentar los mas crueles y terribles desengaños. En este pálido bosquejo, queremos describir á los hombres independientes, cuyo recto juicio confirmó la futilidad de las teorías contenidas en millares de volúmenes, y se propusieron no tener otro libro que la naturaleza, ni consultar otros escritos que los de los acreditados prácticos que leían y describían en el lecho del dolor, sin mas teorías ni consideraciones que las que surgían naturalmente del hecho observado. Estos médicos independientes, únicos depositarios de lo» venerandos preceptos del primer médico del mundo, han formado solos la comunión de los médicos. ¡Loor eterno á tan eminentes hombres que al través de tanta anarquía han podido conservarse puros! A vosotros nos dirigimos con ademan suplicante en nombre de la humanidad y de la ciencia; dejadnos si queréis, lo sufriremos con resignación; pero leed antes unas cuantas páginas de este libro que os entregamos, y si después do haber fijado vuestra atención nos r e chazáis, ni una sola palabra podremos añadir para convenceros de la verdad que creemos defender; nos envaneceríamos de vuestra conquista, porque no os creemos charlatanes ni hombres inespertos incapaces de comprender las sabias máximas del viejo (le Meyssen. pudiéramos añadir, los médicos de bufete que no leyeron en el gran libro de la naturaleza, y los e s tudiantes que han seguido las clínicas por solo llenar la fórmula, y no para confirmar y justificar á la cabecera de los enfermos las teorías que aprendieron en las escuelas; se hallan escluidos de la gran familia médica: sí, lo decimos muy alto para contestarles el día que pronuncien sus labios que la medicina es ciencia de observación y esperíencía, pues entonces estáis pagados; o no comprendéis lo qu¿ decís, o no sabéis lo que sois. Para ser médico homeópata se necesita haber leído muchas veces en el lecho del dolor, y por las r e petidas lecciones de la naturaleza, llegar á poseer el difícil conocimiento del hombre enfermo: sin este, que no se adquiere ni puede adquirirse por solo los libros que se reducen á forjar nombres, clasificaciones y tratamientos absurdos , es imposible obtener con justicia el dictado de verdadero médico. Hombres oscurecidos en un rincón de provincia han adquirido gran celebridad en el tratamiento de las enfermedades, mientras muchos de los picos de oro en las cátedras, intérpretes y comentadores de todas las teorías, y sistemas no sabían tratar con éxito un leve coriza. Las mejores descripciones de los libros no enseñan á conocer un divieso, y el hombre rudo del pueblo que lo haya visto una vez, no lo equivoca jamás. Por estos lijoros apuntes y otros muchos qu(.' CONGRESO MÉDICO HOMEOPÁTICO REUNIDO EN PARÍS. FILOSOFÍA CIENTÍFICA Y MÉDICA ENSAYO SODnE LA INFLUENCIA DE LA METAFÍSICA EN LAS CIENCIAS Y SUS RELACIONES CON LAS TEOKÍAS Y DOCTRINAS MÉDICAS MODERNAS. POR EL DOCTOR LDIS CRUVEILHIER. [Continuación.) SEGU1\DA P A R T E . Señores: C'inndo con las ideas y costumbres lógicas modernas penetjamos en las obras científicas de la edad media, nos es imposible contener un movimieiilo de admiración y desorpresa. Semejanteá aquellos viageros que por la primera vez arriban á países lejanos y desconocidos en donde la vegetación y el suelo tienen un marcado carácter de originalidad, ó mas bien al aulicuario que se encuentra en frente de objetos eslraños á sus usos, el paciente y reflexivo lector se estraña de hallarse con un mundo enteramente nuevo. Habéis laido y meditado, señores, las obras de Senerlo, de Fernelio, de Galeno, etc. y os han sorprendido los marcados caracteres qne bajo todos aspectos distinguen la ciencia antigua de la moderna. Estos mismos caracteres, ó mejor, este genio especial es sobre todo sensible culos tratados de física general, en las obras de Alberto el Grande, en los comentarios de la física de Aristóteles por Sto. Tomasen losnianuales universitarios destinados á simplificar y reasumirla ciencia oficial de aquel tiempo. En el fondo, estas particularidades características se refieren á un conjunto de ideas generales que dominan los espíritus y los conducen por un mismo camino á la obtención del mismo fin.Por todas partes y en todas direcciones, la ciencia se propone inquirir y descubrirla esencia de las cosas qne nosotros los modernos, declaramos invisible, y su procedimiento lógico, regular y constante, ó sea su método, consiste en el empleo de una especia de inducción, la que Bacon designaba con el nombre de inducción vulgar, qne consiste en elevarse de un salto y por un solo hecho, de lo particular á lo general, en lugar de cordinarlos, de compararlos y de no elevarse sino por una ascensión lenta y gradual, Este fin y este método perfectamente lógicos^se espliean por la teoría metafísica del ser ó de Ins formas sustanciales, que reino soberanamente durante la anitigüedad y la edad inedia, y solo por ella pueden esplicarse, De la influencia do la doctrina de las formas suslan- •46 — dales, sobre la ciencia de la antigüedad y de la edad media (1.) Según la doctrina de las formas sustanciales, lodo ser que percibimos, esLáconipueslo de dos elementos: La materia y la forma. La materia es el principio indeterminado y pasivo, el principio de la individualidad. La forma, ó forma sustancial, que eslrae de la materia los fenómenos que esta oculta y completa la sustancia ó el ser, es el [irincipio especifico mezclado con el principio activo. Siendo la forma el principio que especifica y actualiza la esencia de los seres y la causa determinante de su movimiento, se identifican con ella; es decir, que el movimiento es en ellos la traducción de su esencia, A primera vista, no se notará en esta proposición mas que una fórmula medianamente abstracta y completamente indiferente ; y sin embargo ha jugado un importante papel en las doctrinas científicas. En efecto, si el movimiento en vez de aplicarse según leyes generales como creen los modernos, solo es en los cuerpos la traducion de su esencia, de su naturaleza especial es consiguiente que estos tienen un movimienio que deben á su naturaleza, de otro modo, un movimiento natural. En otros términos y para dar á la voz materia su significación moderna; la materia, no es inerte ó mas bien no es indiferente á la dirección del movimiento. • Según esto, un cuerpo movido por una fuerza única, no es obligado por nada á seguir una dirección rectilínea y á conservar su movimiento hasta tanto que una fuerza estraña venga á modificarle ó detenerle. Se vé aquí que el principio fundamental de la mecánica, de la astronomía y de la física modernas, era de una imposibilidad lógica con el dominio délas formas sustanciales. Y no comprendemos bajo este punto de vista, el valor del célebre argumento de Aristóteles en apoyo de la teoría de los cuatro elementos, argumento que en la edad media parecía tan claro como irrefutable. Todo cuerpo simple, dice Aristóteles, está dotado necesariamente de un movimiento simple. Y el movimiento simple, es la cualidad propia de todo cuerpo simple. De aquí la consecuencia de que hay tantos cuerpos simples, como movimientos simples existen en nuestro mundo-sublunar. Pero los movimientos simples y rectilíneos son aquí abajo en número de cuatro; de los cuales, dos del centro de la circunferencia pertenecen á las cosas Ugeras que se dirijen hacia arriba, y dos de la circunferencia al centro que corresponden á las cosas pesadas que tienden naturalmente hacia abajo. Y de que dos movimientos rectilíneos tienden naturalmente hacia abajo y que entre lodos los cuerpos los hay que naturalmente se dirigen hacia abajo, si no encuentran obstáculos, tales como la tierra y el agua. Y de que dos movimientos rectilíneos tienden naturalmente hacia arriba y que bay en la naturaleza dos cuerpos, el aire y el fuego, que naturalmente se dirigen bácia arriba. Uesulta que estos cuatro cuerpos son otros tantos cuerpos simples y que deben ser considerados como la primera materia de todo lo que existe. SimpUcis corporis, dice Aristóteles, esse motum simpUcem adeoqiie siinpUcom niolum propiam esse affacíionem corporis simplicis hinc et precipsse, el hoe inferí lot sint corpora Simplicia quod inotus simplices (1) Parala redacción de este trabajo, debo mucho á laatencioii demiescelenteaniigoSr. Morin que ha puesto ú mi dis|josiciou una obra inédita que va ú publicar muy pronto, sobre los métodos comparados de las ciencias en la antigüedad, la edad media y los tiempos modernos:! Permítame consigne aquí el testimonio de mi reconocimiento. infra timam existeníia; quoíupUces sun( moius simpli' ees atque recti; sunl aulem ilii quator. Bini á centro ad circunfereniiam rerum levium quoe sursum feruntur, el bini á circunferenlia ad ceñir um rerum gravium quoe deorsum feruntur. Et quod bini sint recti diorsum tendentes apparet. quia corpora qucedam naturaliter per omnia reliqua elementa deorsum feruntur. Ad centrum usquc si nihil obstet, ut térra et aqua.Enimper ignem aerenquedeorsum ferlur per terram; non fertur, sed eisupernatat. Similiter apparet binos esse motas sursum tendentes, ignis et aer-.... etc., etc. Enatenus aulem hoec quatour corpora et Simplicia sunt et materia generationis omnium rerunexistunt. Este silogismo no tiene sentido alguno fuera de la teoría del movimiento, tal cual dimana de la dotricna metafísica de las formas sustanciales. Una segunda consecuencia de esta doctrina, es relativa particularmente á la fisiología. En el compuesto humano y en general en los seres animados, el alma representa la forma sustancial y el cuerpo la materia. Asi es que aquella era una fisiología esencialmente distinta de la moderna, puesto que el alma es la forma del cuerpo vivo ó en otras palabras, el principio que le dá todo lo que le caracteriza y determina, que le anima, que le hace cuerpo vivo, y las funciones fisiológicas se esplican sencillamente por la presencia del alma en el cuerpo, lo cual dispensa toda fisiología. Pregúntese, por ejemplo, cómo se hace la sensación? La escuela responde que todo sensorium aprecia la forma del objeto, del sentido, separándola de la materia , y que tal es la razón de ser de la sensación; Quod libel sensorium senliendo suscipit formam rei sensibilis, sine materia atque scntit. Se pregunta cuáles son las principales funciones' La escuela responde con la palabra facultades. Hay tantas facultades como acciones, tot facúltales quodactiones, y puesto que el alma humana racional o vegetativa produce visiblemente acciones sensoriales motrices, generatrices, de crecimiento y de nutrición, se halla compuesta de igual número de facultades. Por otra parle, las acciones y las facultades del compuesto humano pueden referirse á cuatro principales primariis, que comprenden; \.^ la acción de atraer hacia sí y la facultad atractiva; 1.^ \Í\ acción de asimilar y la facultad concoclrix; 5.' la acción de retener y la facultad retcnlrix;Á.' en fin, la acción de ese pulsar y la facultad espulsiva. Y la prueba de la verdad deesta división fundamental es la de que es necesario que sea a.si y no de otra man(;ra. JSimirun quia alias ne minimiim quidem temporis perdurare multoque miniis augeri et ad justam magnitudinem perduci aiU usui esse possenl. Nada me seria niiis fácil, señores, que multiplicar las citas y seguir en todas las partes de la fisiología relativas á los elementos, la influencia de este principio. A él se refieren tan esencialmente las partes relalivas á los elemenlos, á los temperamentos y á los humores. iNo estando en efecto, el cuerpo constituido por el alma, sino en el estado de cuerpo vivo, tiene en sí como compuesto inorgánico por decirlo así, que el alma vendrá en seguida á animar, los cuatro elementos que posee bajo la forma de humores, y es sabido que la predominación de estos cuatro humores (bilis, piluila, sangre, alrabilisj produce los cuatro temperamentos, y que su armónico equilibrio determina la salud. De aquí el principio de toda la medicina griega, que fué también la de la edad media y la de los siglos XV, XVI y hasta cierto punto del XVIL Otras analogías se ocurren aun á la imaginación, pero permitidme señores, que no insista en ellas, y que llegue al punto capital, al de la influencia de Al «sta doclrma de las foniias en el fui y método de las -ciencias en la auligüedad y la edad media, .p ; :•. Desde luego por lo que concierne al (in déla eiencia, uie parece que esa inlluencia es fácil de determinar. ií'; Supóngase por unmomento, que liisesencias de las cosas materiales sean.visibles, visibles por sí mism<is, visibles en una esfera completa de los sentidos, en que se contendrán al misino tiempo: que un elemento individual confundido con ellas, pero discernibles porun trabajo de la inleligcncia. En esta hipótesis, ¿la ciencia no debe, si es digno de tal nombre, aspirar, y aspirar enérgicamente, yo dii'é casi esclusivameute, á estas formas ó esencias que puede determinar, y que encierran el secielo del universo? Así que en la doctrina que examinamos, la forma solo puede ser apreciada por la inteligencia y bajo este punto de vista la antigüedad y la edad media asignaron á la ciencia sn objeto y su fui: este fm es la.investigacion de las cse¡ic¡as que constituyen el fondo íntimo, la realidad verdadera de los sei-es.De aquí ese amor á la definición, ese carácter abstracto,,y,exU;!>}ór gico de la ciencia antigua, etc., etc. , " ' , , , . .,' . Por esta razón se ha sentado lógicameúle én medicina la cuestión siguiente: cuál es la esencia de la enfermedad? la esencia de la salud ? la esencia del placer ó del dolor? La respuesta á estas diversas preguntas es por demas curiosa; referiremos una qué hace comprender bastante bien cual fué enionces la importancia de la dialéctica. Es necesario dicen gravemente nuestros doctores de la edad media, al tratar de la esencia del placer í) del dolor, es necesario que esta esencia consista en la diferente manera c»n que las partes de nuestro cuerpo sienten lo que las altera; iba á decir las impresiones, pero la palabra alterationem sui, nada tiene de común con lo que en la ciencia mudeina se Mama impresión, y hace referencia á un sistema dislinlo. Cuando las parles sienten esta alteración con placer, hay voluptuosidad, voluptas eat, y recíprocamente. Necesse est esscníiam doloris voluptat:sque consistere penes modurn qiio paríes seniiunl alleralionein sui. Si enim eam cuín jucundUate senlhmt, voluptas esl; si cum molestia, dolor est. Se me dirá que esto es porsencillez, concedido; pero todo es muy lógico bajo el punto de vista que la ciencia se miraba. Condenado á la averiguación de las esencias y en la imposibilidad de encontrarlas jamás, el cspiritu humano debía necesariamente hacer sufrir al objeto que tenia á la vista un trabajo de análisis, que cxigia en entidad ó esencia y que terminaba con definiciones imposibles, como por ejemplo , que la salud no era la enfermedad, que la enfermedad eia lo opuesto á la salud. .,,,.-•: El método en la ciencia antigua está perfectamente determinado por el fin y el objeto que se proporua. Si este fin es llegar á la esencia de las cosas, la inteligencia humana solicita accionar, y sabiendo que los dos elementos material y formal constitutivos del ser, están contenidos en la imagen ó representación que de sí mismo nos envia el objeto, no hay mas que separar ese segundo elemento; así es como el paso de lo sensible á lo inteligible, de lo material á lo formal, de lo individual alo general, en una palabra, la inducción es el fondo del método cientílico de la edad media. Entiéndase bien que se trata, no ya de la inducción ilustrada que coordina los hechos, los agrupa, los compara y se eleva por una ascensión lenta y gradual, sino de la inducción vulgar que pretenda ver en un bocho solitario la esencia misma de las cosas. Este método no es en realidad mas que la idolatría de la observación y la esperiencia que se'pierden en hechos sensisibles erigidos en principios; así que, la física, creída en que puede hallar las esencias, tomará el fenémeno mismo ó su posibilidad abstracta por la esencia que le esplica. Tal fenómeno pasa en esta sustancia, porque tiene esencialmente el pod'ef de producirle. Cur opium faoíl dormiré^ Quía es in eovirlus dormitiva. Conciben ahora porque el agua es esencialmente húmeda, la tierra esencialmente fria, etc.? y esas diversas cualidades que el espíritu descubre, como dicen Aristóteles y Santo Tomás, separando la materia para llegar á la forma? Estas cualidades de humedad y de frío existen, dicen, en estos cuerpos siimmo} alqiie impermixlo}, estas palabras son intraducibies, como lo es la forma propia. Concíbese ahora porque la forma ó la esencia de la fiebre consisten en un calor no natural que tiene su asiento en el corazón? Por qué la enfermedad consiste esencialmente en una intemperie? Tal fué la considerable influencia de la doctrina metafísica de las formas en la constitución y método de la ciencia en la edad media, inlluencia tan natural por lo demás, que la inteligencia concibe sin esfuerzo alguno el víncíilo que les une y relaciona como una causa ó un efecto. Debo confesar que no l>é comprendido aun bien por qué muy cerca á nosotros y entre nosotros según se dice, esta misma doctrina sepultada desde Descartes en un justo olvido ha sido llamada á ser la clave y la base de una gran restauración médica, é involuntariamente por mucha quesea la consideración que tenga á los modernos tomistas y sustancialistas, se me ocurre la parábola, del vino nuevo en pellejos viejos. En alguna parte, si no me es infiel la memoria, se ha dicho que esta doctrina era profundamente cristiana y espiritualista, y que con este doble titulo era capaz de infundir una nueva vida á la medicina moderna comprometida por los escesosdel racionalismo. Sin entrar aquí en el examen délos graves inconvenientes que presenta, bajo el punto de vista de la religión y de la ciencia, la intervención directa de los dogmas religiosos en las cuestiones de orden cientffico, lo que nos conduciría á admitir una medicina católica ó protestante, una física, una astronomía protestantes ó paganas, para hacer depender á la razón católica de unafilosofíamoderna, sin entrar, digo, en el corazón de la cuestión, no creo poder admitir las razones (¡uc para ello se han hecho valer. Cómo ha de ser cristiana una doctrina que se remonta evidentemente hasta Aristóteles y que no ha sufrido hasta el renacimiento ninguaa modificación? Cómo ha de ser fspirítualísta una doctrina que consideraba al cuerpo y al alma no como dos sustancias diferentes sino cómodos elementos sustanciales de una misma sustancia; que esplica la digestión por el alma y las ídfíaspoT\os phantasmala y por los sentidosí quédecía: «el almaesal cuerpo loque la , facultad de ver al ojo. El alma no se produce de otro modo?» Edit per se la imaginación, la memoria; que entre el movimiento y la sensibilidad no hay mas diferencia que en el segundo caso existe un intermediario. Perinde sesc habere animam ad corpoream niolem hominis ul vis videndi se habet ad oculi suhlanliam corpoream. Actiones quasdam edit per se anima vcluti imaqinationem, memoriam, etc., etc., praiest eliam sensui earum quoe voluntario rnotui cientur. «Primum intelectum est materiale compositum,y> decía Sto. Tomás, ¿han dicho mas Locke y Cóndillac? Sea lo que quiera, y este es el punto que era esencial é importante establecer, resulta de este examen del fin, del objeto y del método científico de la antigüedad y de la edad media: 1.° que se hayan contenida enteramente en la doctrina de las formas sustanciales, es decir, en un dato rneta'físíco: 2." que la relación de la metafísica y la ciencia es tan íntima que no se puede comprender la una sin la otra. Y sí hubiera necesidad de otros argumentos, invocaríamos en apoyo de tan gran verdad, esa energía, esa perseverancia admirable, en las cuales los innovadores de los siglos 15 y 10 aclarararon esta doctrina que encadena la ciencia, por decirlo así, en un círculo de hierro, y sus incesantes luchas contra la antigua metafísica. Cuando se presentaba por ejemplo, álos copernicanos este argumento capital que ya hemos señalado, que un cuerjjo -48 — simple no podia tener mas que un movimiento simple, y que en su hipótesis se asignaban á la tierra tres especies de movimientos; á Gaiileo que su sistema violentaba el testimonio de los sentidos, ¿no se les invitaba á colocarse en el terreno de sus adversarios para combatirlos con ventaja y glorificar la victoria de la razón? Sin duda, se dirá, y esta tesis ha sido brillantemente sostenida por dosfilósofoscontemporáneos muy eminentes, convenia que la metafísica rompiese las cadenas que ella misma habia forjado^ poco desembarazado de este vínculo y en posesión de si mismo, el espíritu se aprovechó de su independencia y observó el mundo de los cuerpos, los observó sin ideas preconcebidas, y desde entonces datan los progresos de la ciencia moderna. Argumento mucho mas especioso que fundado en principios, ya lo hemos dicho, y que le contradice la historia de los progresos de las ciencias en los tiempos modernos. La influencia de la metafísica en las ciencias no es en efecto menos evidente desde el renacimiento, que en la antigüdad y en la edad media. Nos será fácil demostrarlo. (Se continuará.) prema inteligencia tan hembra como la anterior, pues es nada menos que una mujer, y cuenta que habita en Fraga, y desde allí cura ; ¡ oh poder de las atenuaciones!» Singular es que estrañe la Union la ineficacia de la homeopatía, fundada en la inercia y ejercida por los locos: lo chocante y altamente significativo es, que la racionalidad alopática fuese desairada por inútil y quizá por perjudicial. Mucho nos ha divertido lo de tan hembra, ya aplicada la palabra á la homeopatía, ya á la curandera de Fraga; pues si la primera lo es por acabar en ia, la alopatía que termina io mismo, ¿qué será? y la segunda, siendo mujer, se podrá poner en duda su sexo? Si sigue nuestro antagonista con chistes tan descabellados tendremos alfinque poner en dududa su razón y no hacerle caso por lo mismo. En último resultado la lumbrera científica de Fraga, es decir, la mujer hembra^ será también homeópata, porque sino; ¿á qué viene lo de atenuaciones ? Esto último no lo creemos, antes bien juzgamos será una alópata sut géneris. En conclusión, recomendamos á nuestro colega el Siglo Médico, á quien no negamos buen gusto literario, que lea la de Heredes á Pílalos de la unión médica, y nos diga sino cree como nosotros que es un modelo de dicción digno de imitar y que por consiguiente se podría recordar aquello de En toas partes cue sen jabas. \ÍARIED.\DES. ANUNCIO. MÉRITO DE ACTUALIDAD. Con el epígrafe de Ilerodes á Püatos tenemos en la UNION MÉDICA de Aragón, que una enferma de gravedad al parecer, fué tratada alopáticamente primero, después homeopáticamente , yendo por último á parar la pobre enferma á una curandera de Fraga. Nada de particular hay hasta ahora en lo referido, PERIÓDICO SEMANAL Y LITERARIO. pero es el caso que creyendo favorable la ocasión los redactores de la Union, se ladran por primera vez á formar coro, sin duda por contraer mérito para con sus colegas destinado á poner al alcance de todas las clases de la de oposición homeopática, arrastrando la cuestión por los sociedad los conocimientos de aplicación usual de nuescabellos, indicando en esto su deseo premeditado de romper lanzas con los homeópatas. ¿Qué será de los adeptos tra Legislación en todos sns ramos, y las variacionos de Hahnemann con el poderoso refuerzo que acaban de resucesivas de la misma. cibir sus contrarios? Consuélanos sin embargo la manifiesta impericia de nuestro novel antagonista, y lo limitado de su POR inteligencia al decir que no sabe csplicarse, porque abandonó la enferma la medicina racional, cuando á cualquiera se le ocurre que indudablemente seria por ineficacia, pues no basta hacer alarde de una racionalidad tscrita. Dice después. «Pasó (la enferma), á manos délos homeópatas , es decir, de esos que motivaron el acuerdo faSe publica en Gerona al precio de 10 rs. trimoso de la Academia de París, por el cual se declara absurdo y peligroso por su inercia, su modo de curar habien- mestre y 12 fuera de ella. do sido tratados en plena Academia de locos y charlatanes los que le aplican.» Aun supuesta la ridicula pretensión de infalibilidad de la Academia, creída al parecer por nuestro Errata notable. candido colega, nos parece lógico admitir un método curativo basado en la inercia, pues equivaldría á conceder el En el articulo de fondo del número corresponcurar sin hacer nada, á moverse estando en reposo, á ser diente al 20 de febrero pasado, donde dice «nosotros cuerdos en medio del mas completo desorden de la razón hemos oreido siempre que la pulmonía endémica no como sucede en alopatía. «Pero es el caso, continúa nuestro colega, que como los reina en Madrid, si no esporádicamenlun debe leerse glóbulos mágicos nada logran en pro del enfermo, ha deci- «nosotros hemos creido siempre, que la pulmonía dido la familia acudir en demanda de su ciencia á otra su- no reina en Madrid endémica, sino esporádicamcnle.h E l ABOGADO DE LAS EAMIIIAS. EL Dr. D. FERNANDO DE LEÓN Y OLARRIETA. CONDICIONES DE LA SUSCRICION EN PROVINCIAS, ESTRANJERO Y ULTRAMAR. Se suscribo en provincias, á 48 rs. al año: Jerez de la Frontera, casa del Dr. Sr. Conde de Villacreces, médicojliomeópata; Murcia, casaüeD. Mariano Marin y Monseirat, médico homeópata; Reinosa, cana del Sr. Camaleño!, farmacéiilico homeópata; Sevilla, casa de D. José Mellado Pouce, botica de la Estrella; y en los demás pimtos de la Península por medio de libranzas sobre Correos, letras de fácil cobro ó 102 sellos del franqueo de cartas de los do cuatro.cuartos.—En ultramar fijan el precio los corresponsales, se suscribe en la Habana, en casa de D. Andrés Graupera, calle del Obispo, núm. 113; en Puerto-Rico en casa de Márquez 2.°; enNew-York, H. Railliere, 29, Broadway; en Méjico, Castro de Palomino, calle de Capuchinos, núm. 3, en Valparaíso, Sr. Ezquerra.—En el Eslianjero á 60 rs. al ano, se suseribe en París, en la librería do J. B. Bailliere, rué Hautefeuille, 19, en idndres, en la de H.Balliere, 219, Regent Street. IMPRENTA Y LIBRERÍA DE LA VIUDA DE VAZQÜEZ É HIJOS, Ancha de S. Bernardo, 17.