TEMA 2: LA AUTONOMÍA DE LAS ELITES Y EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL Elites y clases. La teoría de las elites democráticas. El enfoque demo-elitista. Las elites y la democracia amenazada. A. Elites y Clases. Desde el punto de vista de los elitistas los verdaderos actores son las elites. En cambio, los marxistas pensaban que eran las clases sociales. Los elitistas dicen que las clases no disponen de instrumentos para la toma de decisiones porque los limites de las clases sociales son imprecisos y controvertidos (¿en función de qué se pertenece a una clase u a otra?). Por lo tanto, dicen los elitistas, la atribución de capacidad de acción a las clases es un mito. Las clases sociales no actúan, no intervienen en la sociedad. Los elitistas dicen que lo que realmente quieren decir los que defienden la teoría de las clases es que las clases sociales actúan a través de unas elites, unos representantes de la masa. No niegan la existencia de clases sociales pero dicen que no actúan en la sociedad. Los dirigentes de las clases sociales en ocasiones no pertenecen a la misma. No puede decirse que las clases sociales actúan en cuanto que entidades o actores sociales, sí lo son pero sólo a través de unos pocos. Un autor que dice que es cierto que hay organizaciones que representan a clases sociales y que son las que participan en la lucha de clases es Hindess. Para este autor las clases sociales están desorganizadas porque son abstractas, hace falta una organización para representar a la clase. Este argumento de Hindess no convenció a Coleman, quien contesta diciendo que las organizaciones tampoco son actores, dice que las clases no lo son por estar organizadas y las organizaciones tampoco por estarlo (son oligárquicas y establecen jerarquías a distintos niveles). Para Coleman los verdaderos actores son una cúpula de la organización. La oligarquía que está al frente de la organización es la que verdaderamente decide, es el verdadero actor social. Las organizaciones están en manos de los altos cargos; Coleman dice que las organizaciones no es que sólo estén jerarquizadas sino que además esas organizaciones son un conglomerado de intereses (hay personas con distintos intereses porque incluso puede que pertenezcan a distintas clases sociales). Cabe plantearnos qué es lo que entendemos por elites y subélites de estas organizaciones: ¿estarían formadas por aquellos que están en los puestos más altos de la organización (tienen el control formal de los recursos) o habría que incluir a personas con otras cualidades tales como el carisma, la formación, el dinero...? Aquí 7 nos encontramos ante un problema. Una cosa es el control de los recursos de la organización y otra es la influencia que se tenga en el control de tales recursos. Las dos respuestas están abiertas y pueden llegar a complementarse. En resumen, una cosa es el acceso a los bienes y otra es su control real. Según Coleman existen élites y subélites que puede ser que pertenezcan a la misma organización pero a distintas clases sociales. Pone como ejemplo a buena parte de los líderes de los trabajadores reclutados de la clase media. Según Coleman resulta claro que hay miembros de elites que cruzan la linea divisoria entre la elite y la clase social. La distinción en clase social no resulta válida por lo que cuando se habla de lucha de clases a lo que nos referimos realmente es a la lucha entre las élites. Si se quiere participar en la "lucha de clases" hay que pertenecer a la elite. B. La teoría de las elites democráticas. En los años 60 y 70 hay autores que reconocen la existencia de las elites pero que no niegan la democracia. Incluso algunos afirman que la democracia es posible por la existencia de las elites (esto contradice las teorías de los autores clásicos). Uno de los primeros fue Joseph Schumpeter. Este autor rechaza la idea de que la democracia sea capaz de conseguir ciertos ideales (p.e la participación del pueblo en la toma de decisiones políticas). Al igual que todos los elitistas anteriores cree que la democracia no la dirige la ciudadanía sino los cargos electos. La ciudadanía no tiene otro medio para participar en asuntos políticos más que a través de elites. Pero considera no sólo a las elites del Estado sino también aquellas que no lo son (las elites de la sociedad civil) y cree que la base de la democracia está en la autonomía de las elites. Otro autor que también comprende la autonomía de las elites en la democracia es Raymond Aron. Según Aron el poder de las elites es formidable porque existen elites de modo universal. Piensa que la estructura de las elites es un reflejo de la estructura social. Además las elites pueden influir en esa estructura social. Raymond Aron estudia la estructura de las elites y trata de ver qué factores limitan su poder. En toda sociedad hay grupos poderosos. En toda sociedad moderna hay por lo menos cinco elites principales, que son: a. Elites estatales: - los electos políticos - la burocracia 7 b. Elites no estatales: - los jefes militares - los directores económicos (empresarios) - los sindicatos Este análisis de Aron pertenece a un tiempo concreto por lo que puede cambiar según el contexto. Para Aron la democracia es fruto del equilibrio entre esas elites, de tal modo que una elite extremadamente dispersa supondría el fin del Estado. Para Aron la garantía de la democracia es la existencia de esas elites y el equilibrio entre ellas. Aunque las elites persigan intereses distintos todas aceptan unas reglas, un consenso, del juego democrático. Otros autores en la linea de Aron son: Berelson y Koinhauser. Berelson trata de analizar la abstención en la democracia y llega a la conclusión de que hay un desencanto con la democracia occidental por lo que se ha incrementado la abstención y el dominio de las democracias está en manos de las elites. La conclusión a la que llegan estos autores es que en las democracias modernas el voto abstencionista puede actuar como garante, ya que cuando toda la sociedad se implica en política se producen revueltas. Seymour Martin Lipset. Realiza un estudio sobre transiciones a la democracia pero tiene un estudio basado en el estudio de un sindicato. Demuestra que hay grupos que juegan un papel importante dentro del sindicato, porque son autónomos (aunque son leales a la organización). Partiendo de esto y relacionándolo con los estudios de transiciones a la democracia entiende que la estabilidad de la democracia se basa en dos factores: un desarrollo económico alto y un nivel educativo alto. Estos factores frenan la tendencia al radicalismo ya que surge con ellos una clase media que amortigua el enfrentamiento entre la clase alta y la clase baja, obrera. La clase media funciona como un centro autónomo de poder en la sociedad, al igual que los intelectuales dentro del sindicato. Otro autor en la misma linea que Lipset es Eisenstadt, que dice que un sistema político estable es aquel que se caracterizaría por una capacidad suficiente para asumir el cambio. Para ello debe darse: 7 - Existencia de elites diferenciadas que compiten entre sí - Que haya solidaridad entre las elites y el consenso del juego político. (= Aron) Hay una crítica que se puede hacer a todos estos autores. En todos ellos están las ideas de diferenciación de las elites, el equilibrio, la autonomía... pero quizás sea contradictorio hablar de elites como base de la democracia en el sentido de que la elite deja fuera de juego el papel que pudieran jugar en cierto momento otros actores (p.e los movimientos sociales, la ciudadanía...) Las teorías participativas: entroncan con Rousseau, Jonh Stuart Mill, Tocqueville... Dicen que la democracia debe propulsar la participación. Reconocen que aunque en la práctica el gobierno del pueblo no es la base de la democracia no por eso debe dejar de promoverse la participación (Pateman, Barber, Wilson). Wilson dice que las sociedades modernas se caracterizan por el dominio de la burocracia y de las estructuras burocratizadas. El desplazamiento del público de la vida política dará lugar al declive de las instituciones representativas y en definitiva de la apatía política. Barber piensa que la democracia puede lograrse sólo con la participación de los ciudadanos en la vida política, democracia directa. No aclaran si se debería incentivar la participación desde las instituciones políticas (desde arriba) o desde la propia ciudadanía (desde la base del sistema político). Las teorías pluralistas son defendidas por autores como Dalh, Lindblom y Riesman que califican al sistema político como un equilibro intrincado de poder. La sociedad está fraccionada en distintos grupos de poder que se encuentran en situación de equilibrio. Cada grupo ejerce una cierta influencia en el proceso de toma de decisiones políticas pero ninguno de estos grupos tiene un poder suficiente ya que existe el equilibrio. Otros autores que también cabe denominar pluralista son Galbraith, Truman, Bealey, Polsby y Sartori. Adoptan otra perspectiva ya que se centran en el margen de maniobra que tienen estos grupos para limitar la acción de los gobiernos. Lo común a todos es que entienden la sociedad fragmentada en grupos. Esto es lo que 7 les deferencia de los elitistas que consideran que el poder está en manos de ciertos individuos. Galbraith reconoce que los empresarios tienen poder pero esa capacidad de influencia del capital en el gobierno está equilibrado por el poder que da el gobierno a otros grupos. La adopción de decisiones no es un proceso centralizado sino que está abierto a otros grupos. Dahl dice que tanto en el ámbito local como en el nacional hay diversos grupos con distintos intereses. Sartori dice que las democracias se caracterizan por la difusión del poder en una multitud de grupos capaces de llegar a entenderse. A estas teorías pluralistas se les ha criticado ya que son demasiado optimistas al considerar el equilibrio de las fuerzas permanentes, ya que hay grupos más poderosos que otros. No prestan atención a las elites de estos grupos y las relaciones entre estas elites. Alguno de estos autores acaban considerándose Neopluralistas, porque consideran que unos grupos tienen más poder que otros. En los neopluralistas parecen converger las teorías pluralistas y las marxistas. Así, con el tiempo, Galbraith cambiará su opinión primera y reconoce que hay grupos, las grandes empresas, que ocupan un poder central. Lindblom llega aún más lejos diciendo que la gran empresa juega un papel en la política cualitativamente más importante que cualquier otro grupo, hasta el punto de que el control de la economía está en manos del Gran Capital y no en los gobiernos. Aún más, precisamente las democracias trabajan a favor del capitalismo por la apariencia de pluralismo que ofrece. Los pluralistas no fijan especialmente su atención en el Estado. Hay otros autores que sí lo hacen. Son Tilly, Giddens, Mann, Block, Birnbaum y Levi. Prestan más atención a la parte de la elite del Estado. La autonomía predicada de los grupos de poder también se puede predicar del Estado. La burocracia (los gestores del Estado, elite del Estado) dispone de un poder autónomo y tiene sus propios intereses 7 como grupo, y los defiende. Estos autores estudian cómo la elite del Estado (burocracia) intenta influir en la estructura social. Block considera que en la sociedad hay realmente un conflicto de intereses entre capitalistas, trabajadores y burocracia (relación con los autores que consideraban que la burocracia era una clase social diferenciada). Giddens subraya el carácter contradictorio del Estado: por un lado la acción estatal está limitada por el capitalismo pero al mismo tiempo las políticas del Estado están influenciadas por los trabajadores. Estos autores estudian el impacto de la actuación del Estado en la sociedad y el peligro que ello tiene en la democracia y en la sociedad. C. El enfoque demo- elitista. Autores que tratan de ver y explicar cómo en una democracia existen elites y la influencia de éstas en el devenir democrático. Podemos definir ELITE como grupo de personas con un cierto grado de poder basado en el control activo de diversos recursos. Cabe distinguir la existencia de elites, subelites y el resto (pueblo, ciudadanía...) Elites en la actualidad serían: los jefes militares (subelite los mandos intermedios), los dirigentes de los partidos (la subelite depende del grado de democratización del partido), la burocracia, los obispos, los dirigentes económicos, dirigentes sindicales, de movimientos sociales, académicos- intelectuales, el gobierno, los electos, los parlamentarios. Los recursos de que disponen son: - materiales: empresarios. La elite será económicamente independiente cuando no dependa de de otra elite. - administrativos- organizativos: manejo de información por la burocracia. - simbólicos- ideológicos - coerción física. 7 Estos recursos hace autónomas a las élites respecto del resto (una elite es autónoma cuando es capaz de manejar sus recursos con relativa autonomía). Las elites del Estado reúnen todos estos recursos. Los principios fundamentales del enfoque demoelitista son: a) lo que distingue a las elites democráticas de las no democráticas es su relativa autonomía entre sí y con respecto al gobierno. b) esa relativa autonomía se ha institucionalizado, todas las elites han ganado relativa autonomía entre ellas. c) esta autonomía es imperfecta, es dinámica, variable de una elite a otra y de una democracia a otras, pero siempre es mayor la autonomía en los regímenes democráticos que en los no democráticos. Si la burocracia domina el ámbito de la política, el peligro es la existencia de la no- democracia. Cabe hablar también de elites cuando se trata de un grupo que trata de substituir a otras elites. Contraelites: elite que amenaza la posición de cualquier grupo para derrocarlo, del Estado, amenaza fundamentalmente a aquellos que están en posición de poder (ej: movimientos políticos, parte de la oposición, movimientos sociales). Se puede ser elite y contraelite a la vez. Son elites que en ocasiones son muy visibles y tienen gran influencia, a veces se pueden coaligar entre ellos. El gobierno contra esta contraelites dispone del recurso de la fuerza en un régimen no democrático. Pero un régimen democrático basado en el equilibrio de las elites el recurso a la fuerza está limitado, por tanto, la institucionalización del principio de la autonomía obliga al gobierno a no excederse y acabar con este equilibrio, debe emplear otro tipo de recurso de recursos y estrategias para neutralizar la acción de las contraelites (represión sólo en momentos específicos y legitimada): "estrategias de absorción", no se trata de eliminar a la contraelite sino u potencial desestabilizador mediante el empleo de recursos no represivos. Las estrategias de absorción son: 7 - Recursos simbólicos: deslegitimación, desprestigio. Ej: caza de brujas, desprestigio de ciertos colectivos (homosexuales...) - Coaptar a miembros de esa contraelite para que formen parte de la elite del Estado (un ecologista, alto cargo en el Ministerio de Medio Ambiente) - Utilizar recursos económicos - Recursos organizativos, administrativos o legislativos: legislación desfavorable para dificultar el movimiento de la contraelite. En otras ocasiones esta contraelite sustituirá a es elite y le tocará aprender estos recursos. La democracia funciona mediante transacciones entre las distintas elites. El problema está en la aceptación de reglas de juego básicas entre ellas, esto se institucionaliza. Ej: la politización de la burocracia se consideraría quiebra del principio de objetividad recogido en la Constitución. La disolución de los sindicatos atacaría al principio de libre asociación. Equilibrio y reglas de juego que aseguran la supervivencia de estas elites y se recogen en la Constitución (institucionalizada). Aunque unas no dejan de ser más importantes que otras. Aunque tienen intereses distintos, a veces actúan uniéndose o favoreciéndose (intercambio de recursos entre elites). Un gobierno fuerte podrá favorecer a élites; uno débil tendrá que defender su autonomía frente a otras elites. A veces ese favor se manifiesta en la representación de miembros de una elite X en el gobierno, es un intercambio mutuo de recursos que conviene a las dos partes. Su actuación tratará de ser justificada. Ej: Empresarios en el gobierno mejor porque conocen la marcha de la economía; burócrata que obedece a rajatabla al político pondría en peligro la autonomía de la administración pero la justificación es que debe ser leal a sus superiores.