19- DE ABRIL:TRIBUNA DE LA HABANA.qxd

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Domingo
Abril 19 / 2015
ALEXANDER A.
RICARDO
De cuyo nombre sí
quiero acordarme
oco cuerdo en un mundo de caballeros. Tu andar
es el del noble rocín huesudo. Pluma humilde
con trazos universales. Padre ingenioso de
hidalgos; escudero fiel y oportuno entre molinos que
estorban a la realidad. Tu Quijote es un piropo que
sueña con Dulcinea y despierta la lengua española.
Ideas vivas en retruécanos donde la “h” sí habla.
Letras histriónicas en una obra huérfana de vicios.
Creador de una prosa limpia en La Mancha.
Andante por los senderos de la fantasía meditada.
Lanza idiomática vencedora en el desafío del
tiempo. “Manco de Lepanto” poseedor de un verbo
que abraza.
Viviste la adversidad en tu tierra y regiones
foráneas. Padeciste por la compañía del infortunio
amarrado a tus días. Casi en los capítulos finales
viste pasar la ventura como una dama del Toboso.
Madrugaste con el Sol mientras pensabas en el
esfuerzo y las posibilidades, no en el regodeo.
Perduras en tu obra; en la libertad entendida por
Sancho como uno de los más preciosos dones que a los
hombres dieron los cielos.
L
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ-ALMEIDA
*Profesor de Letras en la Universidad
A CARGO DE MARCIA RÍOS
[email protected]
mada Wanton, vecina de
calle E entre 10 y 11,
Lawton, municipio Diez de
Octubre escribe a nuestra sección
exponiendo que –junto a sus
vecinos–, lleva “15 años
explicando en rendiciones de
cuenta y reuniones de CDR, la
situación que presenta su calle y
acera que cada día se vuelven más
intransitables, a lo que se une los
innumerables salideros de agua
potable y los desbordamientos de
los desperdicios en los latones de
basura, recogidos
aproximadamente una vez cada
dos meses.
“Todo esto hace cada vez más
una localidad con un entorno
caótico y propensa a la
proliferación de enfermedades
transmitidas tanto por mosquitos,
(...)”.
Más adelante la remitente asegura:
“Conozco que las situaciones de
las calles y aceras se repiten en
muchas partes de la ciudad, pero
es imperdonable el hecho de que
se arreglen en varias ocasiones las
calles de Lawton,
fundamentalmente las arterias
centrales y dichas reparaciones
terminen justo antes de la calle E,
(…) convirtiéndose mi localidad
en un barrio olvidado. No exagero
cuando planteo que hace más de
15 años en la calle y acera donde
resido no se hace ningún tipo de
reparación.
A
BASURERO, BASURERO
QUE NADIE QUIERE MIRAR...
Quien escribe –Emma G.
Acevedo Fanego–, reside en el
Reparto Río Verde, municipio
Boyeros, en la calle 251
No. 13805 e/ 136 y 144; esta
capitalina escribe a nuestra sección
planteando que:
“En las esquinas de 249 y 136,
como en las de 249 y 138, hay dos
de los tantos basureros que
circundan nuestra comunidad.
Comunales es ciego y sordo,
respondiendo que no tienen
camiones para recoger los
desechos, y unido a la
irresponsabilidad de los llamados
buzos, que llegan (…) en busca de
envases vendibles y otros
desechos; lo que existe en esas
esquinas es la cuna de los
vectores. (...)”.
“Aquí la recogida de basura deja
mucho que desear, la fetidez de los
paquetes, el reguero, la
acumulación de toxinas, solamente
nos da el resultado de una suma,
(…) que nadie ha podido asumir
para evitar males para nuestra
(…) ¿En qué patria (inquiere José Martí hacia 1891) puede tener
un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de
América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de
pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles?”.
Apostolarse en y para la luz, advenir él mismo luz, antorcha, faro,
solo era posible a criaturas de su abolengo afectivo, a espíritus de su
entereza moral. Nada que figurara entre lo humano, nada que esparciera sobre el Sol notas de reliquia, que surcara lo abruptamente bello por
divino, desterrábase de las nervaduras mismas de su esencia. “Misterio
que nos acompaña” le llamó –críptica y sabiamente– José Lezama
Lima, y pareciera como si con ese axioma –acaso un vaticinio– quedaran cautivas en un par de palabras toda la trascendencia, toda la trascendentalidad de quien consiguió captar, como nadie, cuanto de únicos
y de otros muchos poseemos… Porque Martí será siempre eso: el
escultor prístino de nuestros anhelos, soberbia joya que esplende en la
noche de los tiempos, audaz orfebre de entusiasmos y dislates, euforias
y utopías.
Arribar / ascender a ese nivel de compromiso ético, a ese status idéico, no le fue difícil. Deudor de Varela e Hidalgo, de Céspedes y San
Martín, de O’Higgins y Simón Bolívar, mereció conquistar el portentoso delirio de las inconformidades. Fue así que removió las entrañas
–¿por qué no?– lujuriosas de nuestra “procacidad” patria, caribeña,
latinoamericana, tornándola universal, y en su empeño pinceló un paisaje sociopolítico, de inexpugnable factura cultural, donde no afloran
las desolaciones, aquellos cismas emotivos para los que el hombre y la
mujer resultan acaso –o tan solo– bostezos, suspiros ecoicos de mimetismos y trivialidades.
Bolívar el Magno, el Libertador, subyace, pues, en cada ímpetu martiano; un Bolívar redivivo que poco o nada tiene de “claustro de mármol” y mucho sí de energía visceral. Ese Bolívar tórrido, pletórico de
vítores, quiérase o no volcánico desde el río Bravo hasta la Patagonia
y también más allá, del que llegara a esgrimir:
“¡Oh, Padre americano, ante quien todo hijo debe prosternarse, orando
ardientemente con cantos de respeto, loa y amor! (…) ¡Hombre solemne,
asombro de la tierra que lo produjo! Apenas si se encuentran en las edades homéricas y catonianas su atrevimiento, su esplendor y sus virtudes”.
Tan o más ciclópeo que los héroes de Homero y de las sagas caballerescas, Bolívar continúa habitando la geografía sanguínea, amniótica, vital
de este lado del Atlántico. Sí: la nuestra sigue siendo una ribera insomne,
trasluz de ese universo de resistencias múltiples al que Roberto Fernández
Retamar equipara con el símbolo nada bucólico de Calibán.
Con Martí y Bolívar, desde Bolívar y Martí, nos convoca la Historia.
Poesía el caraqueño, lírica plena el cubano, Arieles ambos que optan
por esa cualidad “orgánica” de la que nos alertaran Gramsci, y
Betances, Mella, Mariátegui, Juárez, Villena, Albizu Campos,
Marinello, Sandino, el Che Guevara, Juan Mari Brás… La Historia
vuelta entusiasmo, júbilo en celo, crisol para la acción. La Historia
siempre y siempre la Historia, no solo para advertirnos quiénes o qué
somos, o de dónde venimos, sino para espetarnos aquello que no debemos / queremos ser. Una Historia, en fin –y una Cultura–, que asalten
al cielo, desmembren falacias, inscriban el amanecer.
Y es que si de amanecer se trata –si de trino enardecido en lucha–,
se alude profusa e inexorablemente a la América Nuestra, la macropatria de Martí y Bolívar… Han querido los fastos de un tercer milenio
cada vez menos hierático, que un proyecto tan altruista para el subcontinente como el ALBA (ALBA de alternativa, ALBA de alianzas,
ALBA sígnico y metáfora) se instituya depositario de una voluntad de
pulsaciones hacedoras para la que resulta menester invocar a los grandes, pensar en y a lo grande.
“Pensar (arguye el Maestro) es prever. Es necesario ir acercando lo
que ha de acabar por estar junto. Si no, crecerán odios; se estará sin
defensa apropiada para los colosales peligros, y se vivirá en perspectiva e infame batalla entre hermanos”.
De cada uno de nosotros (hombres y mujeres de “sol bueno y mar de
espuma”), por todos nuestros pueblos, brota el concierto: son los rudos,
afanosos clarines de una aurora, un ulular resuelto ya a la epopeya.
Martí y Bolívar parecen arengarnos, nos complotan, nos guían; el
numen fundacional de sus estrellas se solaza, incluso, allí, en lo más
recóndito de la savia americana. En nuestras manos, desde nuestra voz
–catauros indomables para una potestad que brama–, palpita el brío,
revientan odas y campanas: renuncia insobornable a los ayes y lo corderino, lo frígido y la abulia, el lodo y las orfandades. Luego: vuelve a
ser el Apóstol de Cuba el que porta, blande las señas:
“¿Quién, quién pretenderá divorciarnos a nosotros de la América, ni
a la América de nosotros? Ella sin nosotros, como túnica imperial sin
mancha. Nosotros sin ella, como hijos sin madre”.
“
Vías intransitables
“Los vecinos intentan tapar las
aberturas y grietas de la calle y/o
acera con piedras y arena,
empeorando la condición de las
mismas y obligando a que la
barriada ornamentalmente se vea
mal; pero no tenemos otras
opciones, y ya no sabemos qué
hacer”.
Como afirma Amada, no está
ajena a las inversiones que debe
hacer el país para el arreglo de las
avenidas, entrecalles y aceras; no
obstante, confía en que un día
pueda, igual que sus vecinos,
transitar por la calle E con
satisfacción y comodidad.
Madre, los padres,
nosotros
comunidad. En cuenta a la suma
que hago referencia es la
siguiente: vertedero + vectores =
enfermedades.
“No hacemos nada con pagar
salarios a los compañeros de la
Campaña si la basura sigue ahí,
hasta en el parque de la
comunidad. En ese gran basurero
veo cómo los animales van en
busca de las jabas con desechos,
observo cómo se botan (los restos
de las) podas de árboles, sacos con
viandas y frutos podridos de los
puestos de los alrededores, la
quema de residuos por los vecinos,
que traen como consecuencia,
además, (…) gases tóxicos,
afectando la salud del vecindario”.
Más adelante agrega con
respecto a las aguas que se vierten:
“(…) los salideros, a nadie le
preocupa, solamente a un
compañero, el secretario zonal del
PCC, Ortelio Rodríguez, quien
solo y con sus modestos esfuerzos
los ha tratado de eliminar, pero
invariablemente los coge por un
lado y aparecen por el otro. Todo
esto sin contar las casas donde hay
chapistas que brindan el servicio
de fregado de autos, derrochando,
obviamente, el agua que es tan
necesaria para la comunidad”.
Vemos y escuchamos la
necesidad de una ciudad limpia, la
tarea es de todos. Las entidades,
junto a la población, deben
trabajar en conjunto para disfrutar
de una ciudad saludable, donde
reine la higiene.
Esperamos –por tanto– que la
peligrosa situación higiénico–
sanitaria de la comunidad de
Emma y sus vecinos sea
solucionada con prontitud.
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