Conflictos territoriales en Argentina: Pueblos Indígenas y

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7º Encontro Anual da ANDHEP- Direitos
Humanos, Democracia e Diversidade
23 a 25 de maio de 2012,UFPR,
Curitiba (PR)
Grupo de Trabalho 11 – Estado, Conflitos e
Acesso à Terra
Título do Trabalho: Conflictos territoriales
en Argentina: Pueblos Indígenas y
herramientas legales
Crispina Rosario González - Universidad de
Buenos Aires - UBA – Argentina
1
Conflictos territoriales en Argentina: Pueblos Indígenas y herramientas legales
A modo de introducción
En la República Argentina la Reforma Constitucional de 1994 reconoce la
preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas y garantiza sus derechos.
El nuevo texto no sólo establece un marco legal específico sino también garantiza un
status jurídico a los pueblos indígenas que permite establecer relaciones interétnicas
en paridad de condiciones reparando de este modo asimetrías históricas.
Esta nueva relación regulada por marcos legales que se sostienen desde el
sistema internacional de derechos humanos, se abre paso en nuestras sociedades con
altos índices de conflictividad. Los reclamos indígenas en pos de la restitución y el
reconocimiento de los territorios tradicionalmente ocupados, enarbolan en primer lugar
la necesidad de dar cumplimiento efectivo a la normativa nacional e internacional
vigente. Paralelamente, la puesta en marcha del Relevamiento Territorial de
Comunidades Indígenas dispuesto en 2006 por la Ley 26.160, ha generado el
incremento de tensiones y disputas a lo largo del país. La expansión de la frontera
agraria, el manejo y aprovechamiento de recursos naturales y la asimetría en la
relación de fuerzas, constituyen elementos que hacen cada vez más dificultoso el
acceso a la tierra para los miembros de las comunidades indígenas.
Dos casos paradigmáticos están constituidos por los conflictos que se
desarrollan actualmente en las provincias de Tucumán y Formosa y de los cuales
podemos dar cuenta ya que, a partir de 2001, realizamos trabajos de campo en esas
áreas.
En el caso de la provincia de Tucumán, se han generado acciones impulsadas
por terratenientes zonales, en ocasiones de alto nivel de violencia, con el apoyo del
estado provincial, en pos de desalojar a comunidades que tradicionalmente han
ocupado esos territorios. Los pueblos indígenas toman como punto de partida y
“documento fundador” la Cédula Real de 1716 que los reconocía como legítimos
poseedores de una extensa superficie de la actual provincia. Asimismo, en los últimos
años, se vienen desarrollando diversas acciones en pos de la restitución y el manejo
pleno de la Ciudad Sagrada de Quilmes, sitio de alto valor simbólico y material que
fuera concesionado a un empresario privado. A la fecha, y con un proceso de
discusión en marcha, se están
llevando a cabo negociaciones con miembros del
gobierno provincial, comuneros e integrantes de universidades nacionales.
2
En el caso de Formosa, si bien fue la primera provincia en aprobar una ley que
daba cuenta de los derechos de los pueblos indígenas y en la actualidad sostiene
haber “normalizado” la cuestión territorial, los reclamos ante el incumplimiento de
normas legales específicas y las condiciones de precariedad y pobreza extrema en
que viven miembros de comunidades indígenas dan cuenta de las falencias de
políticas públicas que, en la práctica, refuerzan esquemas de desigualdad y
marginación en el acceso a derechos humanos
básicos como salud, vivienda y
alimentación.
El caso más conocido, por el estado público que tomó la cuestión, es el de la
Colonia Aborigen La Primavera. Desde fines de 2010 y hasta mediados de 2011,
trasladaron sus reclamos a la ciudad de Buenos Aires a través de la instalación de una
carpa en la céntrica Avenida 9 de Julio. La visibilidad de la acción y los múltiples
apoyos recibidos hicieron posible la constitución de una mesa de negociación con
miembros de los gobiernos nacional y provincial, que a la fecha continúa en proceso.
En ambos casos, consideramos de interés analizar las medidas y acciones
estratégicas de organización y visibilización implementadas por los miembros de las
comunidades indígenas que, tomando los mismos elementos legales suministrados
por el Estado, reclaman por una ciudadanía plena y el disfrute de derechos
consagrados a nivel nacional e internacional. Reclamos estos que se centran
fundamentalmente en la idea de ser parte de un Estado plural.
Las herramientas legales vigentes
La normativa vigente hoy en Argentina ha seguido diversas alternativas que
dan cuenta del lugar asignado a los pueblos originarios, desde la constitución del
Estado Nación hacia mediados del siglo XIX, hasta el presente.
Tomando en cuenta la relación Estado – pueblos indígenas y el desarrollo de
las normas a ellos referidas, es que podemos hablar de tres grandes etapas que
caracterizan el modo de entender “la cuestión indígena”. La primera de ellas, típica de
mediados del siglo XIX y que se extenderá hasta, aproximadamente los ’40 del siglo
XX,
no permite a los pueblos originarios insertarse en la matriz civilizadora que
avanzaba preparando el terreno para las acciones militares posteriores denominadas
“campaña del desierto”. Es así que, la Constitución Nacional de 1853
referirá la
relación Estado – pueblos indígenas en estos términos: “Proveer a la seguridad de las
fronteras; conservar el trato pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al
3
catolicismo”, 1 convirtiéndolos en una suerte de “otros internos”, ciudadanos de
segunda clase estigmatizados por ideas racistas, que tanto el discurso político como el
científico justificaron, permitiendo la perpetuación de una especie de colonialismo
interno.
Si bien las bases jurídico políticas se mantienen a lo largo del tiempo y hasta
nuestros días, podemos marcar ciertos cambios en una segunda etapa a partir de los
años ’40, en el marco del “estado de bienestar”, cuando en los países de América
Latina se intentaron procesos de modernización de la economía (reformas agrarias,
planes de industrialización, etc.). Desde ese momento la política indigenista estatal se
torna netamente paternalista y asistencialista, buscando la asimilación de los pueblos
indígenas a la sociedad mayor como condición de su desarrollo socioeconómico. La
concepción central del pensamiento de esos años es la de la “irremediable extinción”
de los indígenas, quienes son percibidos como resabio de un pasado colonial remoto,
población especialmente vulnerable debido al atraso social y económico al que los
condenaba su cultura arcaica, obstáculo no sólo para su propio progreso, sino para
cualquier tipo de desarrollo de una economía capitalista en el ámbito rural. Las leyes
en las que se plasmaron ciertos principios de este pensamiento tenían una clara
tendencia integracionista que insistía en buscar el acercamiento de los indígenas a la
“civilización”, pero ahora por vía de la educación y el desarrollo económico dado por la
incorporación al mercado capitalista. Como ejemplo típico de esta época podemos
mencionar la adopción por parte de la OIT del Convenio Nº 107 “Protección e
Integración de las Poblaciones Indígenas, Tribales y Semitribales en Países
Independientes” en 1957 y que fuera ratificado por Argentina en 1961.
En una tercera etapa, hacia los años ‘80, se producen en Latinoamérica una
serie de reformas de Cartas Constitucionales que tienen como base la incorporación
del concepto de “democracia plural”, como fundamento de un nuevo modelo de
Estado 2 . El elemento en común en ellas, es la incorporación de los Pueblos Indígenas
como sujetos de derecho, el reconocimiento de sus culturas y en algunos casos la
manifiesta necesidad de implementar medidas de acción positiva que contribuyan, en
la práctica, a dar cumplimiento a dichos postulados. Es en esta etapa que la OIT
procede a revisar el Convenio 107 y adopta el Convenio N° 169 “Sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes”, en Junio de 1989. Allí se introducen
importantes cambios conceptuales, entre los que se destacan la “autoidentificación”
como criterio de definición principal de quiénes pertenecen a un pueblo indígena;
1
Constitución de la Nación Argentina, 1853: Artículo 67 Inciso 17
Con este espíritu se reforman las Constituciones de Bolivia (1967/1994), Panamá (1972),
Guatemala (1985), Nicaragua (1986), Brasil (1989), Colombia (1991/1995), Paraguay (1992),
Perú (1992), Argentina (1994) México (1995) Ecuador (1998), Venezuela(2000).
2
4
“territorios” que incluye las nociones de “tierra o terreno” y de hábitat en el que los
pueblos indígenas desarrollan sus tradicionales modos de vida; “participación” como
un modo de intervención activa en aquellos asuntos que les competen o puedan
afectarles. Por otra parte, en el ámbito nacional, la Ley 23.302 “Política Indígena y
Apoyo a las Comunidades Aborígenes” – 1985- pone de manifiesto la postura
adoptada por el estado al establecer en su Artículo 1° “Declárase de interés nacional la
atención y apoyo a los aborígenes y a las comunidades indígenas existentes en el
país, y su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso
socioeconómico y cultural de la Nación, respetando sus propio valores y modalidades.
A ese fin, se implementarán planes que permitan su acceso a la propiedad de la tierra
y el fomento de su producción agropecuaria, forestal, minera, industrial o artesanal en
cualquiera de sus especializaciones, la preservación de sus pautas culturales en los
planes de enseñanza y la protección de la salud de sus integrantes”. (Ley Nacional N°
23.302)
Estos cambios adhieren a una postura que promueve una nueva organización
estatal: el Estado multicultural regido por una democracia plural (Ramos, 2001). Esto
significa el reconocimiento y valoración de la diversidad y la necesidad de repensar el
orden jurídico para dar cabida a todas las expresiones y formas de vida. Estos
movimientos pusieron en evidencia que la “igualdad formal” ante la ley presupone la
existencia de individuos abstractos no situados socialmente. Asimismo pueden ser
inscriptos en el contexto de la lógica dominante de la globalización neoliberal donde,
siguiendo a Fabiola Escárzaga (2004:102), los estados nacionales aparecen como un
obstáculo para el avance del capital transnacional en la explotación y apropiación de
recursos y territorios; razón por la cual, organismos internacionales y agencias
multilaterales, que comienzan a marcar el pulso de las políticas de los estados
nacionales, toman como interlocutores privilegiados a los indígenas. Esta coyuntura
favorable fue aprovechada políticamente por los pueblos indígenas para su
fortalecimiento organizativo y para construir y legitimar sus propias demandas.
Las reivindicaciones centrales de los movimientos indígenas ponen en cuestión
el tradicional modelo de estado nación y tal como señala la mexicana Magdalena
Gómez (2002:236), así como “pueblo, territorio y soberanía” son los elementos propios
de la teoría del Estado, “pueblos, territorios y autonomía” son los ejes de la demanda
indígena. La autonomía implica denunciar la subordinación al estado y la lucha de los
pueblos indígenas por ella no implica una desintegración de los estados sino terminar
con la ficción del estado-nación homogéneo. De esta manera, se propicia instaurar la
idea de estado plural o multicultural configurado por una diversidad de pueblos, estado
plural que requiere de una legitimidad emanada de un acuerdo previo a su constitución
5
entre los pueblos que los componen; por lo tanto, el efectivo goce de los derechos de
los pueblos indígenas es condición necesaria para el ejercicio legítimo del poder del
estado, tanto como el respeto de los derechos y garantías individuales.
En nuestro país, el año 1994 marcó un hito en la relación entre el Estado
argentino y los pueblos indígenas con la reforma de la Constitución Nacional y la
inclusión del reconocimiento de derechos de los pueblos originarios. La Ley Nº 24.309,
al habilitar la reforma, había expresado la necesidad de “adecuar los textos
constitucionales a fin de garantizar la identidad étnica y cultural de los pueblos
indígenas”. Además de la mencionada ley, se tuvieron en cuenta la Ley Nº 23.302 de
“Política Indígena”, Declaraciones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y
muy especialmente el Convenio Nº 169 de la OIT (ratificado en primera instancia, al
momento de la Reforma, por Ley Nº 24.071 y en 2000 ante Naciones Unidas).
Más allá de los elementos legales que sirvieron de base para la incorporación
del artículo indígena en la Constitución Nacional, hubo consenso entre los
convencionales respecto a la necesidad de hacer explícito el reconocimiento de la
existencia de los pueblos originarios. El acuerdo político más el decidido accionar de
las organizaciones indígenas y organismos de Derechos Humanos y ONGs que
apoyaban estas iniciativas permitieron aprobar, dentro de las Atribuciones del
Congreso, Artículo 75, el Inciso 17 con el siguiente texto: “Reconocer la preexistencia
étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su
identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería
jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que
tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el
desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de
gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus
recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden
ejercer concurrentemente estas atribuciones.” (Constitución Nacional Argentina -1994)
Para comprender la magnitud del cambio que se genera a partir de la reforma, es
necesario tomar en cuenta que hay un conjunto de disposiciones que se
interrelacionan ya que en el Artículo 75 Inciso 22 están incorporados Pactos y
Tratados de Derechos Humanos,
3
con rango constitucional, regulando toda forma de
3
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Declaración Universal de
Derechos Humanos; Convención Americana sobre Derechos Humanos; Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; Convención sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio; Convención
Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; Convención
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; Convención contra
la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes; Convención sobre los Derechos
del Niño.-Posteriormente se incorporaron: Convención contra la Desaparición Forzada de
6
lucha contra el racismo, la discriminación, la intolerancia y las diversas formas de
asimetrías que, históricamente, han signado la vida de las comunidades y pueblos
indígenas.
Además, dos de los pactos incorporados - Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos- reconocen el Principio de Autodeterminación o de la Libre Determinación de
los Pueblos de este modo: "En virtud de este derecho [los pueblos] establecen
libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social
y cultural" y en el ámbito nacional se aprueba con posterioridad a la Reforma
Constitucional, la Ley 26.610 que suspende los desalojos de los territorios indígenas y
establece la necesidad de llevar adelante un relevamiento territorial que normalice la
propiedad y posesión comunitarias.
Por otra parte, la reforma consolida un nuevo ordenamiento interjerárquico que
nos permite apreciar cuáles reglas prevalecen y desplazan a otras de orden inferior
como así también complementar lo establecido en una norma superior o de igual
jerarquía con otras inferiores, siempre y cuando ellas no alteraran lo superiormente
ordenado . De esta manera, el orden de prelación es el siguiente: En primer lugar, la
Constitución Nacional (incluidos los tratados sobre derechos humanos incorporados),
luego los tratados y concordatos, y finalmente las leyes nacionales, constituciones y
leyes provinciales. Esto se traduce, en relación al tema que nos ocupa, en el siguiente
orden: 1- Artículo 75 Inciso 17 de la Constitución Nacional – 2-Convenio Nº 169 de la
OIT – 3-Leyes Nacionales 23.302 y 26.160 y 4- Constituciones provinciales (en los
casos referidos en este trabajo, Artículo 149 de la Constitución de Tucumán y Artículo
79 de la Constitución de Formosa).
Estrategias organizativas y Fortalecimiento comunitario
Provincia de Tucumán: Comunidad India Quilmes
Las comunidades indígenas que constituyen la Comunidad India Quilmes de la
actual provincia de Tucumán pertenecen al pueblo diaguita y reivindican habitar dicho
territorio desde hace más de 11.000 años, aunque como manifiestan los comuneros “la
historia oficial
de nuestra provincia se escribió a partir de la llegada a nuestros
territorios de las expediciones españolas allá por 1534. Esta fecha es, en realidad, el
comienzo del exterminio, la usurpación territorial, aculturación y el etnocidio que
Personas (con rango constitucional- 1997);Convención contra la Imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad(con rango constitucional- 2003).-
7
padecieron nuestros pueblos”, (Dossier Comunidades de Tucumán, 2006) por lo cual
la historia de estas comunidades es la de la
resistencia a la desintegración y lucha
para lograr la devolución de sus territorios ancestrales.
En la actualidad, permanentemente se evocan los 130 años de resistencia a la
colonización y las grandes rebeliones calchaquíes, enfatizando la continuidad histórica
de aquellas poblaciones con el presente. Al mismo tiempo, en la retórica de las propias
comunidades, mientras se insiste en esta continuidad, se producen baches entre ese
momento (el siglo XVII) y el siglo XX. La forma en la fueron incorporados al estado
colonial primero, y luego al nacional, y más precisamente a la economía capitalista, es
totalmente obviada por la historia que cuentan los propios indígenas. Esa historia ha
negado su identidad como tales y la forma en la que pueden reivindicarse hoy como
indígenas tiene que retrotraerse obligatoriamente a ese pasado lejano.
Luego de las grandes rebeliones del siglo XVI y XVII, existe una fuerte
represión a los indígenas y se da un proceso de desarticulación de las comunidades,
cuya máxima expresión son, por un lado, los traslados forzosos hacia otras provincias
vecinas donde fueron esclavizados en emprendimientos viñateros y algodoneros
principalmente (Isla, 2002:50); y por otro la “desnaturalización” sufrida por los
calchaquíes que fueron llevados por la fuerza hasta las costas de la provincia de
Buenos Aires, lugar de fundación de la actual ciudad de Quilmes. A pesar de la grave
desarticulación que esto implicó, existen testimonios que prueban que parte de la
población de los valles retornó a sus tierras y, en acuerdo con encomenderos
españoles, lograron mantener parte de su territorio. Esto explica, por otra parte, que
durante el siglo XVIII se haya reconocido el dominio sobre una importante extensión
de tierras de los valles calchaquíes al cacique de Quilmes, don Diego Utibaitina a
través de una Cédula Real 4 .
Este reconocimiento es el inicio de una reestructuración en la vida de las
comunidades y el “documento fundador de su historia” para los indígenas actuales de
los valles Calchaquíes (Isla, 2002:54); de hecho la Cédula Real es permanentemente
mencionada por las comunidades originarias de Tucumán como el antecedente más
importante para demostrar su continuidad histórica y luchar por su territorio.
Respecto a las formas organizativas que consideramos de índole estratégico –
político entendemos que un momento de “quiebre” respecto a las relaciones entre los
pobladores, hoy Comunidad India Quilmes –CIQ- y los terratenientes de la zona, se
produce en la década de 1970, al constituirse la Federación de los Valles Calchaquíes
cuyo objetivo, en palabras de Dn.Francisco Chaile, Cacique de la CIQ, “era tener la
4
El tratado que certifica la Cédula Real de 1716 señala que se otorgan 120.000 hectáreas de
tierra al cacique don Diego Utibaitina, correspondientes a los pueblos de Amaicha y Quilmes.
8
tierra, que los indígenas éramos los dueños de la tierra, cosa que hasta el ‘73-‘74 no
estaba puesto en nosotros. Nuestra gente, nuestros tatas, nuestros abuelos, no lo
habían visto nunca así, era como que nosotros no teníamos nada que ver con la tierra
y a partir de allí se empieza esa idea que la tierra era nuestra y que como indígenas
teníamos que luchar” (Entrevista a Francisco Chaile) 5
Este es un primer intento para comenzar a revertir una relación asimétrica entre
quienes se consideraban los legítimos dueños de la tierra y aquellos que apelaban a la
tenencia fundada en “papeles” otorgados oportunamente por el poder de turno, en
general miembros de familias tradicionales con vínculos con la clase política provincial.
Estas acciones de índole reivindicativa frente a los terratenientes comienzan a
desarrollar, simultáneamente, un acentuado carácter indígena en los pobladores y en
la historia oral de las comunidades se señala este momento como el comienzo de la
reorganización comunitaria que, si bien venía dándose desde unos 20 o 30 años
antes, toman un cariz más orgánico, sustentándose en tanto movimiento indígena.
Con la sanción de la Ley 23.302 -Política Indígena y Apoyo a las Comunidades
Aborígenes- que crea el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas –INAI- y mediante
Resolución 4811 establece las pautas de inscripción en el Registro Nacional de
Comunidades Indígenas-RENACI-, se plasmará la conformación de la Comunidad
India Quilmes –CIQ- con Personería Jurídica (Nacional) Nº 441 del INAI,
representando a 14 comunidades de base. 6
Para la obtención de dicha Personería ante el RENACI, la comunidad debió
cumplir una serie de requisitos, tales como un censo de pobladores, justificación de su
pedido y de la permanencia en la zona y
estructura organizativa. Para dar
conformidad a los mismos los comuneros elaboraron un Estatuto que implica, sobre
todo, un posicionamiento frente al Estado y una “declaración de principios”.
En los fundamentos del mismo expresaban sus puntos de partida en estos
términos: “La cosmovisión de nuestro Pueblo Indígena, basados en el respeto a los
elementales principios de la Nación Diaguita Calchaquí, a la naturaleza y a la armonía
de vivir el hombre dentro de ella, es que nos reafirmamos como la Comunidad India
Quilmes, preexistente a la invasión española con usos y costumbres ancestrales”
(Estatuto Comunitario CIQ) 7
5
Entrevista personal de la autora a Francisco Chaile.Quilmes Bajo, el Bañado, el Paso, Talapazo, Anjuana, Colalao, El Carmen, Las Cañas, El
Pichao, Los Chañares, Quilmes Centro, Anchillos, El Arbolar y Rincón de Quilmes.
6
7
Estatuto Comunitario, Disponible En: http://www.comunidadindiaquilmes.es.tl/
9
Las autoridades comunitarias están integradas por: la Asamblea de Base, un
Consejo de Delegados, la Asamblea General Comunitaria y los Consejos de Ancianos,
Mujeres y Jóvenes. La autoridad máxima es el Cacique que es electo por la Asamblea
General entre quienes hayan sido designados por las comunidades de base y la
duración en el cargo es de cuatro años, pudiendo revocarse ante casos de violación a
los principios establecidos en el Estatuto Comunitario.
Respecto a la participación política se establecen pautas diferenciales entre
aquellos considerados comuneros – (personas que tienen raíces ancestrales del
Pueblo Quilmes y que viven en su territorio, que hayan venido de otro pueblo indígena
y que tengan 30 o más años de residencia en la CIQ al momento de aprobarse el
Estatuto y sus descendientes directos que residan en la comunidad)- o pobladores
(personas que no nacieron en la CIQ y residen en ella, ya sea por vínculo matrimonial
o que no alcancen la antigüedad de 30 años y pertenezcan a otro pueblo indígena).
Con respecto a las tierras, el Estatuto explicitaba
la
disposición de la
comunidad sobre su dominio en estos términos: “La Comunidad India Quilmes es la
única organización que tiene capacidad de decisión sobre el dominio y administración
de las tierras y todo lo que es su patrimonio o territorio(…) y
desarrollo
integral,
adoptará
diversas
formas
de
conforme su plan de
organización
económica
fundamentalmente con la formación de cajas comunales y el apoyo a las iniciativas
particulares de los comuneros y redactará sus dispositivos y reglamentos propios” 8
Es así que, una vez obtenida la Personería Jurídica nacional, se desarrollaron
acciones de visibilización del carácter indígena de la comunidad, la capacitación de los
delegados y la implementación de diversas actividades a través de las instancias
organizativas consagradas en el Estatuto fundador. Se tendió en especial a
profundizar el conocimiento de la historia “no oficial”, en espacios extra curriculares de
la enseñanza primaria y secundaria, la recuperación de técnicas artesanales, la
medicina ancestral y la alimentación.
Estas iniciativas permitieron que, Delegados de estas comunidades, tuvieran
activa participación en la Convención Constituyente Nacional de 1994, en acciones de
visibilización política en forma conjunta con actores pertenecientes a diversas ONGs
afines a sus reclamos y organizaciones indígenas que nucleaban a pueblos diversos.
Con posterioridad, la puesta en marcha hacia 2000, del Programa del Banco
Mundial de Desarrollo de las Comunidades Indígenas –DCI- conjuntamente con la
comunidad de Amaicha del Valle, permitió un espacio de discusión y reflexión como
así también la gestión de diversos emprendimientos locales vinculados a producción
8
Idem Estatuto Comunitario
10
regional, servicios e infraestructura comunitarias: banco de semillas, agua potable,
riego, en concordancia con los objetivos explicitados en el Programa, de “…establecer
las bases para el desarrollo a través de iniciativas que surjan de cada comunidad y
para la gestión de los recursos naturales en las tierras indígenas. Ello incluye el
fortalecimiento de la organización social y la cultura, la formulación de planes locales
para el desarrollo y recursos naturales y la comprobación de métodos innovadores
para abordar problemas socioeconómicos y ambientales” (Banco Mundial, 2000:6). 9
Para la ejecución de este Proyecto, se conformó un grupo de trabajo
constituido por un director, un sub-director y una unidad de manejo local (UML) que
debía componerse por un equipo técnico – coordinador y asesores- y un consejo
consultivo, con dos representantes de cada comunidad.
Estos espacios e instancias permiten dar cuenta del desarrollo de acciones
estratégicas y del fortalecimiento comunitario, que paulatinamente van permitiendo la
agencia indígena y su visibilización en cuanto tal. Representantes de las diversas
comunidades continuaron además, celebrando encuentros y tejiendo alianzas con
diversos organismos gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil, en pos de
fortalecer sus organizaciones de base y ampliar su capacidad de incidencia pública.
A partir del año 2004, diversos organismos estatales 10 y ONGs, impulsaron
actividades tendientes a la redacción
de una propuesta de las comunidades que
debía ser considerada en la Convención Constituyente de la Provincia (que finalmente
sesionó entre marzo y junio de 2006) para añadirla al texto constitucional.
Principalmente se destaca la acción de la Fundación ANDHES- Abogados y Abogadas
del Noroeste Argentino en Derechos Humanos y Estudios Sociales-
que fue la
principal asesora técnica en el proceso de reforma, a la vez que accionó como gestora
de instancias político organizativas de “promoción de derechos indígenas”. En tal
sentido se llevaron a cabo talleres en los que “se planteó la iniciativa y se discutió con
las comunidades acerca de los derechos que serían incluidos en la Constitución
provincial, así como las estrategias que debían seguirse para llevar adelante dicho
plan” (Arcidiácono y Ladisa, 2005:223).
También en ese período, la Secretaría de Derechos Humanos y Universidades,
habían generado espacios de debate y reflexión que fueron profundizando aspectos
que luego constituirían los ejes de la Propuesta que se presentó ante la Convención
9
El Programa DCI se desarrolló simultáneamente en tres áreas indígenas, Amaicha del Valle
(Tucumán), Finca Santiago (Salta) y Pulmarí (Neuquén).10
INAI, Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y su homónima en la Provincia, la
Municipalidad de Tucumán y la Universidad Nacional de Tucumán apoyaron e influyeron en la
organización de las comunidades y su propuesta de artículo constitucional.
11
Constituyente. Creemos que la confluencia de estos actores diversos es lo que
constituyó el marco decisivo para que la Propuesta Indígena cristalizara.
Dicho documento, titulado “Por una constitución que incorpore y garantice el
derecho de los Pueblos Indígenas: Por la igualdad del derecho de los pueblos”
explicitaba la postura de las comunidades, pertenecientes a los pueblos diaguita y lule,
frente a la reforma y hacía su propia historia, informando a la sociedad en general
acerca de su constitución, la situación socioeconómica y cultural y las reivindicaciones
ante las que esperaban respuestas por parte del estado provincial.
Producto de esta movilización de los pueblos y comunidades, es importante
señalar la conformación, en julio de 2005, de la Unión de los Pueblos de la Nación
Diaguita, que incluye no sólo a comunidades de Tucumán, sino también a las de
Catamarca y Salta. Es importante señalar que su propia forma, proponiendo la
organización en tanto pueblo, ha sido objeto de cuestionamientos de parte del estado
nacional y es producto de múltiples disputas dentro de la propia organización. Estas
disputas, aunque evidentemente son de carácter político (en cuanto a estrategia,
posicionamiento y conducción), cristalizan en una discusión alrededor de la
conveniencia (o no) de institucionalizarse formalmente dentro del marco jurídico
estatal, esto es, obtener una personería jurídica y formar parte de las instancias de
participación política que establece el propio Estado nacional.
Como resultado de estas múltiples acciones, en Mayo 2006 la reforma de la
Constitución Provincial incluye en su Articulo 149 lo referido a los pueblos indígenas,
en un todo de acuerdo al ámbito nacional, con pequeños matices y dejando de lado
aspectos que, desde el punto de vista de las comunidades, constituían núcleos
centrales, como el manejo del patrimonio, el reconocimiento
de las formas
11
organizativas propias de las comunidades y el derecho indígena .
No obstante ello, el balance que realizan los dirigentes comunitarios es
alentador más allá de las ausencias. Implica la posibilidad del manejo estratégico de
reclamos frente a un orden estatal instituido desde la legalidad constitucional.
11
Constitución Tucumán, Texto del Artículo 149- “La provincia reconoce la preexistencia étnicocultural, la identidad, la espiritualidad y las instituciones de los pueblos indígenas que habitan
en el territorio provincial. Garantiza la educación bilingüe e intercultural y el desarrollo político
cultural y social de sus comunidades indígenas, teniendo en cuenta la especial importancia que
para estos pueblos reviste la relación con su Pachamama. Reconoce la personería jurídica de
sus comunidades y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente
ocupan; y regulara la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna
de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegura su
participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los
afecten. Se dictarán leyes que garanticen el pleno goce y ejercicio de los derechos
consagrados en este artículo”-
12
Provincia de Formosa – Comunidad Potae Napocna Navogoh – (Colonia
Aborigen “La Primavera”)
La Comunidad actualmente denominada Potae Napocna Navogoh, situada en
cercanías de Laguna Blanca, en la hoy provincia de Formosa, 12 está constituida por
miembros del pueblo qom. En 1940 en respuesta a un pedido del entonces cacique
Trifón Sanabria, el gobierno nacional mediante Decreto N° 80.513 reconoce
aproximadamente 5.000 hectáreas para la constitución de una reserva indígena.
Posteriormente, en 1952 el Poder Ejecutivo emitió el Decreto Nacional N° 3297 (del
18/02/1952) que -haciendo referencia a aquel decreto de 1940- convirtió a la Reserva
La Primavera en “Colonia Aborigen”, quedando ésta bajo jurisdicción de la Dirección
de Protección del Aborigen. En esta norma se plantea que la verdadera superficie de
dicha tierra se establecerá al aprobarse la mensura correspondiente.
Un aspecto a destacar en lo referido a la ocupación de este territorio es el
accionar de la iglesia evangélica que, a través de pastores, incentivó el asentamiento
de pueblos hasta entonces nómades en la reserva creada. Los pobladores recuerdan
especialmente a John Church (“Juan Chur”) quien activó, entre las décadas de 1930 1950, el traslado de diversas comunidades hacia la reserva creada, estableció iglesias
y generó cambios en la concepción territorial indígena.
En 1984, la provincia de Formosa es la primera en sancionar una Ley
específicamente dirigida a los pueblos indígenas, la ley Nº 426 – Ley Integral del
Aborigen- que tiene por objeto “ la preservación social y cultural de las comunidades
aborígenes, la defensa de su patrimonio y sus tradiciones, el mejoramiento de sus
condiciones económicas, su efectiva participación en el proceso de desarrollo nacional
y provincial ; y su acceso a un régimen jurídico que les garantice la propiedad de la
tierra y otros recursos productivos en igualdad de derechos con los demás
ciudadanos”. (Ley 426 – Artículo 1°)
Si bien esta ley establece un marco favorable para los pueblos indígenas,
pauta formas organizativas ajenas a los mismos que han conformado trabas
burocráticas para el efectivo goce de los derechos normados. Nos referimos
concretamente a la obligación de constituirse como Asociaciones Civiles con
personería jurídica, que implica para las comunidades la necesidad de organizarse
bajo formas extrañas a su derecho consuetudinario y cumplir una serie de requisitos
que resultan en la práctica inaccesibles para las mismas (presentación de balances,
realización de asambleas periódicas, etc.) Por otro lado, esta ley crea el Instituto de
12
La actual provincia de Formosa fue territorio nacional hasta 1955 y su primera Constitución
data de 1957.-
13
Comunidades Aborígenes – ICA- cuyo Directorio está conformado por un presidente
elegido por el gobernador y tres directores elegidos por cada etnia de la provincia,
qom, wichí y pilagá. Esta estructura, sin embargo, en palabras del actual qaraché de
la comunidad, Felix Díaz, “ha funcionado siempre como brazo político del estado
provincial y jamás ha defendido los intereses de los pueblos originarios de Formosa” 13
En 1985 el gobierno provincial transfirió a la “Asociación Civil Comunidad
Aborigen La Primavera”, con personería jurídica, la cantidad de 5.187 hectáreas pero
estas tierras habían sido ocupadas parcialmente por criollos y por organismos
estatales – Administración de Parques Nacionales - que permanecieron allí hasta la
actualidad, sin que las autoridades provinciales los desalojaran, generando no pocos
conflictos con los miembros de la comunidad, no sólo por el crecimiento demográfico
sino también por diferencias irreconciliables en el modo de entender el uso y
aprovechamiento de esas tierras. En palabras del qaraché “El valor que para nosotros
posee nuestro territorio es cultural, espiritual y de subsistencia, valores que jamás han
sido respetados (…) Frente al crecimiento demográfico de la comunidad, el territorio
que nos fue transferido nos resulta insuficiente para que las más de 800 familias toba
que allí habitamos logremos sobrevivir. Necesitamos poder continuar con nuestras
actividades históricas de caza, pesca y recolección, entre otras razones de índole
cultural, porque en la actualidad sólo con estas actividades nos es permitido
alimentarnos pero el territorio que nos han asignado nos resulta insuficiente para ello.
Además los recursos naturales son la materia prima con la que elaboramos nuestras
casas, nuestras artesanías y nuestra medicina”
14
En este sentido es que se abre un frente de conflicto, ya que la comunidad
viene realizando reclamos y gestiones ante la APN – Administracion de Parques
Nacionales- entendiendo que hay una superposición de los títulos del territorio
comunitario y las tierras del Parque Nacional Pilcomayo que fuera creado en 1951 y
por lo tanto han centrado su accionar en tres ejes: por un lado la reivindicación
territorial en función de la ocupación tradicional del mismo; en segundo lugar, la
necesidad de poder disponer de áreas de pesca, hoy en poder de Parques, y en tercer
lugar, resolver la superposición de títulos. Estos reclamos han generado acciones de
carácter violento (agresiones físicas, disparos intimidatorios, retención de las
pertenencias de miembros de la comunidad) por parte del personal que actúa en el
Parque Nacional Pilcomayo.
A este panorama, lo suficientemente complejo, debemos agregar que en 2007,
las autoridades del Instituto Provincial de Colonización y Tierras Fiscales de Formosa
13
14
Disponible en: http://comunidadlaprimavera.blogspot.com.ar
Idem Blog.
14
determinaron que el territorio en disputa, (ocupado por la comunidad y criollos) de
2.042 hectáreas, se subdivida en partes iguales entre dos familias de criollos que
habitan desde años atrás, y en forma simultánea, se entreguen 609 hectáreas a la
Universidad Nacional de Formosa, para la construcción de un Instituto Universitario.
Esta sucesión de acontecimientos ha generado la profundización de los
conflictos intra e intercomunitarios, y ante la falta de aplicación de la normativa vigente
posibilitando la resolución de los mismos y la superación de una larga vulneración de
derechos, desde el ámbito gubernamental la respuesta ha sido que la comunidad
tiene la posesión de las tierras y estas son suficientes para su subsistencia y
reproducción. Sin embargo los miembros de la comunidad manifiestan reiteradamente
su inquietud, por cuanto, desde su punto de vista “existe una preocupación de larga
data en nuestra colonia debido a que la Asociación Civil Comunidad Aborigen La
Primavera, cuya finalidad fuera recibir en propiedad las tierras fiscales adjudicadas por
la provincia de Formosa en 1985, desde su creación y hasta la actualidad no se ha
reunido en Asambleas ni renovado sus autoridades. Si bien el artículo 2º del Estatuto
Social de la asociación aclara que “su duración será por tiempo indeterminado” y el
artículo 32º establece que “La asociación no se disolverá mientras existen miembros
de la Comunidad dispuestos a sostenerla y preservar el cumplimiento del objeto de su
creación”,
15
en la práctica
la falta de renovación de los representantes de la
Asociación y la carencia de herramientas vinculadas al derecho indígena, multiplicaron
las situaciones de despojo.
Algunos miembros de la comunidad, como el actual qaraché Felix Diaz y un
reducido grupo de apoyo, generaron instancias de encuentro con organizaciones de la
sociedad civil y diversos movimientos sociales y campesinos en busca de alianzas
estratégicas que les permitiera saldar los conflictos. Es así que comenzaron a
participar de reuniones del MOCAFOR – Movimiento Campesino de Formosa-,
presentaron denuncias con el apoyo jurídico de ENDEPA – Equipo Nacional de la
Pastoral Aborigen-, realizaron denuncias ante las Cámaras del Congreso Nacional y
participaron de encuentros con otras comunidades de la provincia buscando puntos en
común y la concreción de acuerdos que fortalecieran estas nuevas iniciativas
organizativas. Asimismo, generaron espacios de discusión y reflexión a través de la
capacitación y empoderamiento de dirigentes comunitarios a través de talleres
participativos para el conocimiento del derecho indígena. Estas herramientas son las
que permitieron movilizar los reclamos en pos del cumplimiento de la Ley Nacional
26.610 con el correspondiente Relevamiento Territorial y la organización y ejecución
15
Disponible en: http://comunidadlaprimavera.blogspot.com.ar
15
en 2008 de una Asamblea Comunitaria que permitiría la renovación de autoridades de
la Asociación Civil. A pesar de los resultados, la misma fue impugnada por las
autoridades provinciales por supuesto incumplimiento en las normas de convocatoria y
la ausencia de un delegado del ICA – Instituto de Comunidades AborígenesHacia mediados de 2010, y ante el incremento del nivel de violencia hacia
miembros de la comunidad por parte de agentes del gobierno provincial, fuerzas de
seguridad y particulares y la falta de resolución de los conflictos, algunos dirigentes
deciden un corte de la ruta nacional Nº 86, que atraviesa el territorio provincial, a fin de
hacer visible la situación y al mismo tiempo posibilitar instancias de negociación ante
la falta de respuesta de las autoridades competentes. En Noviembre y ante un
operativo de la policía provincial que intentaba desalojar la ruta, se produce una feroz
represión hacia los indígenas en la cual son abatidos el comunero Roberto Lopez y un
miembro de las fuerzas de seguridad. Al mismo tiempo, mujeres y niños son detenidos
y trasladados a la localidad de Laguna Blanca. Estos hechos trascienden las fronteras
provinciales y movilizan adhesiones de diversos sectores de la sociedad y la
circulación de la información que da cuenta de las condiciones paupérrimas de vida y
de la larga lucha sostenida, tal vez desarticuladamente, por los referentes
comunitarios.
Finalmente, en Diciembre de 2010, un grupo reducido se trasladó a la ciudad
de Buenos Aires – capital de la República Argentina – y en la céntrica Avenida 9 de
Julio instalaron una carpa que se convirtió en el centro de reunión de diversos sectores
afines (estudiantes, referentes de derechos humanos, intelectuales, políticos) que no
sólo comenzaron a interiorizarse de la situación sino también a generar un espacio de
discusión y difusión de la problemática indígena. Las autoridades del gobierno
nacional ante la fuerza que cobraron los hechos conformaron una mesa de discusión
con la representación de organismos de Derechos Humanos, autoridades provinciales
y nacionales y expertos a fin de posibilitar un diálogo que a la fecha continúa abierto.
Como resultado inmediato de este espacio podemos contabilizar la concreción de una
nueva Asamblea Comunitaria que, en 2011, consagró al nuevo qaraché Felix Díaz y
permitió la gestión de la inscripción de la comunidad en el Registro de Comunidades
Indígenas –RENACI- del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas – INAI-. Asimismo la
legitimidad de la representación de las nuevas autoridades ha permitido, con el apoyo
y asesoramiento del Centro de Estudios Legales y Sociales –CELS- concretar dos
audiencias trascendentes: Una de ellas ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación
y otra ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En ambos casos, la
comunidad está a la espera de dictamen.
16
Factores que inciden en la conflictividad territorial
Los reclamos indígenas en pos de la restitución y el reconocimiento de los
territorios tradicionalmente ocupados, enarbolan en primer lugar la necesidad de dar
cumplimiento efectivo a la normativa nacional e internacional vigente. En los últimos
años y especialmente a partir de la puesta en marcha del Relevamiento Territorial de
Comunidades Indígenas dispuesto en 2006 por la Ley 26.160, se ha generado un
elevado incremento de tensiones y disputas a lo largo del país.
Entre los factores que contribuyen al recrudecimiento de la conflictividad es
importante destacar: la expansión de la frontera agraria (“sojización”) como así
también las disputas por el manejo y aprovechamiento de recursos naturales y la
asimetría en la relación de fuerzas, conformándose de este modo factores que hacen
cada vez más dificultoso el acceso a la tierra para los miembros de las comunidades
indígenas.
Asimismo, la falta de adecuación de la normativa vigente, en especial los
códigos civil, penal y de minería que no han incorporado el nuevo derecho indígena,
permiten la subsistencia de una retórica vacía al conceptualizar la territorialidad
indígena ya que generalmente se apela a la caracterización del indio como
“naturalmente ecológico” o bien a la “especial relación que los indígenas tienen con
sus tierras y territorios” sin especificar en qué consiste esa relación y de qué modo se
determinará su puesta en práctica para su manejo pleno.
Como cuestión de
fondo, creemos, está la discusión acerca del modo de
entender la categoría “territorio” por lo cual, en este punto, nos interesa detenernos en
el análisis realizado por García Hierro quien estipulada diversos modos de abordar
esta categoría: territorio como tierra originaria (pre conquista), como espacios de
ocupación tradicional, como espacios de ocupación actual, como espacio de vida y
como hábitat, o bien integrando esos sentidos en una conceptualización más amplia
acorde con lo planteado en el Artículo 13 del Convenio 169 de la OIT, lo cual permite
abordar la territorialidad indígena como “un todo racional que debe reflejarse
apropiadamente en su caracterización jurídica. La integridad territorial es consustancial
a la función económica, a la condición ecológica, a la percepción subjetiva del sujeto
del derecho y a la propia naturaleza física del bien. Cualquier alteración de esa
integridad modifica la naturaleza propia del territorio y desvirtúa la calidad del derecho
reconocido a los pueblos indígenas”. (García Hierro 2004:289)
La autoridad de aplicación y control de las políticas indígenas, el Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas-INAI- ha manifestado, ante el requerimiento de la
Comisión de Población de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, las
17
dificultades en la implementación de la Ley de Relevamiento, al presentar con fecha
29 de Octubre de 2009, un Informe sobre la ejecución del mismo y un detalle de
aquellos elementos obstaculizadores del desarrollo “en tiempo y forma” de lo
establecido en el marco normativo.
Es interesante tomar en cuenta algunos argumentos presentes en el Informe
INAI por cuanto fueron considerados elementos obstaculizadores: la demora en la
reglamentación de la Ley como así también la tardía ejecución presupuestaria del
Fondo Especial, el “proceso extenso de consulta y
participación indígena”, los
cambios administrativos a nivel provincial a partir de diciembre de 2007 y de los
miembros
del
Consejo
de
Participación
Indígena
-CPI-
ante
el
INAI,
las
“desavenencias, enfrentamientos y tardanzas en la definición y propuesta de un
Equipo Técnico Operativo por provincia”, demoras en los organismos provinciales que
se manifestó en “una falta de colaboración y/o desconfianza” y, paralelamente, “un
recrudecimiento de los conflictos entre comunidades, familias criollas, intereses
económicos, intereses locales, etc. que por momentos obligó a detener el avance en
miras de prevenir actos de violencia” (Informe INAI 2009). A esto debemos agregar los
cambios administrativos en puestos jerárquicos del Instituto, que no se mencionan en
el Informe.
Por otra parte, también la Jefatura de Gabinete de Ministros, hacia fines del
mismo año en la presentación periódica ante el Congreso Nacional, se refirió a
diversas cuestiones respecto a la situación de las comunidades indígenas, entre otras,
al desarrollo de las acciones previstas en la Ley de Relevamiento y su aplicación en
casos puntuales de desalojos, especialmente en el sur del país. (JGM 2009:319)
Respecto a la situación durante el año en curso, y para los casos que nos
ocupan, ambas comunidades reclaman la aplicación plena de la Ley 26.160. En la
provincia de Tucumán se conformó el Equipo Técnico Operativo necesario y se está
realizando el relevamiento territorial, con altos índice de conflictividad. Los desalojos
no han cesado y las comunidades permanentemente llevan a cabo presentaciones
legales. Asimismo y en paralelo, las acciones para lograr la restitución de la Ciudad
Sagrada de Quilmes, sitio de alto valor arqueológico y simbólico, concesionado a un
empresario privado durante diez años, se hallan en etapa de negociación con las
autoridades del estado provincial y el apoyo académico de Universidades nacionales.
En el caso de la provincia de Formosa, no se ha logrado conformar el Equipo
Operativo para ejecutar el relevamiento de los territorios en conflicto, dado que no se
logran los acuerdos básicos con el estado provincial para dar comienzo al mismo.
18
Cómo operativizar estas herramientas
Al analizar las normas legales entendemos que el reconocimiento no es
suficiente. Sabemos que, frecuentemente, estas normas forman parte de retóricas
vacías, desde las cuales se construye un modo de concebir al sujeto indígena
aportando marcos generales y criterios, a veces limitantes, dentro de los cuales estos
sujetos pueden expresar su reclamos, ya que “…la ley es el género discursivo que
mejor expresa y materializa al Estado como artefacto cultural que nunca para de
hablar…” (GELIND, 1999:54) y que, por otra parte, lo hace a través de diversas
agencias y agentes. En nuestro país, la cuestión indígena tiene espacios
institucionales múltiples, además del específico Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas: en la Secretaría de Cultura de la Nación, Secretaría de Ambiente,
Secretaría de Derechos Humanos, Instituto Nacional contra la Discriminación, la
Xenofobia y el Racismo - INADI, agregándose además los organismos provinciales.
Cada uno de ellos establece objetivos y tendencias que no siempre son coincidentes
ni producto de la consulta con los representantes de las comunidades indígenas. De
allí que no podemos hablar de “el Estado” como un actor homogéneo y universal.
Ahora bien, ¿de qué manera se patentiza la apropiación por parte de los
pueblos indígenas de estas
herramientas? Tomando en cuenta un contexto más
amplio, Escárzaga se ha referido al proceso de visibilización de la problemática
indígena como la “emergencia indígena contra el neoliberalismo”, caracterizado por la
puesta en marcha de diversos movimientos que permitieron hacer patentes los
conflictos y reclamos de los pueblos indígenas hacia fines del siglo XX y comienzos
del XXI, por cuanto “la legislación internacional relativamente favorable a los intereses
indígenas ha sido aprovechada por ellos como palanca para su fortalecimiento
organizativo y su legitimación, para ir más allá de las metas y previsiones de la
institucionalidad dominante y para defender los recursos de los que se pretende
despojarlos. La capacidad de adaptación puesta en juego por las poblaciones
indígenas para usar en su beneficio los elementos favorables de las nuevas
condiciones y enfrentar las que les son adversas, como han hecho desde hace más de
500 años, es la constante que podemos observar en el variado repertorio de las
estrategias de lucha de los distintos movimientos indígenas de América Latina”
(Escárzaga 2004: 102)
Estas estrategias de lucha que se constituyen como procesos dinámicos,
marcados por acciones frente a la hegemonía, definen campos significativos e
instauran lo que Bourdieu, a propósito de los conflictos regionales en Francia, ha
llamado “la lucha por las clasificaciones” al mencionar que “…las luchas a propósito
19
de la identidad…son un caso particular de lucha de clasificación, luchas por el
monopolio de poder hacer ver y hacer creer, de hacer conocer y hacer reconocer, de
imponer la definición legítima de las divisiones del mundo social…” (Bourdieu 2006),
en el sentido que en el acto mismo de dar cuerpo a determinadas categorías, se está
instituyendo una realidad y un lugar de pertenencia. En este ámbito ocupa un lugar
central la recuperación de categorías identitarias y el uso político de las mismas. Por
otra parte, al hacerse visibles los conflictos, especialmente los de índole territorial,
comienzan a generarse espacios de discusión y a tejerse alianzas, que yendo más allá
del ámbito indígena, acompañan reclamos de otros sectores de la sociedad
atravesados por conflictos similares, como por ejemplo, sectores campesinos o
pequeños productores en lucha por la tenencia de la tierra frente a los intereses de los
terratenientes.
Paralelamente, la ratificación por parte del Estado nacional de normas legales
específicas, como Pactos, Convenios o Declaraciones, permite generar instancias de
participación en foros internacionales en los cuales se concretan denuncias y
reclamos. Nos referimos concretamente a la presentación de Informes Alternativos
ante OIT por incumplimiento del Convenio 169 o ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, para los casos que tomamos en cuenta en este trabajo.
En este sentido, las denuncias han puntualizado que: A pesar de los
instrumentos legales vigentes y a 18 años de la reforma constitucional, los grupos
indígenas continúan relegados, no habiéndose puesto en práctica los compromisos
asumidos por el Estado a nivel nacional e internacional. Asimismo es manifiesta la
falta de adecuación de la normativa general vigente a lo establecido en el “nuevo
derecho indígena”. Tal como plantea García Hierro “…el territorio indígena no se ha
asumido todavía como una institución jurídica nueva, moderna y con características
propias, sino que se la trata de encajar en los moldes diseñados por el ordenamiento
jurídico para describir realidades que nada tienen que ver con la territorialidad
consustancial a un pueblo indígena…” (García Hierro 2004: 289)
En los últimos años la ONU ha recomendado acciones para revertir la situación
de discriminación que afecta a los pueblos indígenas, en especial lo referido a
territorios y aprovechamiento de los recursos naturales. También ha reclamado la
necesidad de poner en práctica mecanismos de consulta en todos aquellos asuntos
que los afecten y la suspensión de los desalojos. Sin embargo, los episodios de
violencia han recrudecido como así también la criminalización de la protesta
generando detenciones arbitrarias de hombres, mujeres y niños de las comunidades,
llegando a casos extremos de muerte de comuneros por parte de fuerzas de seguridad
(Caso Javier Chocobar en Tucumán-2009- y Roberto Lopez en Formosa -2011)
20
El Consejo Económico y Social de la ONU, a través del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, ha realizado, a fines de 2011, una serie de
observaciones / recomendaciones al Estado argentino manifestando: “El Comité
observa con preocupación que la Ley Nº 26160, relativa a la posesión y propiedad de
las tierras tradicionalmente ocupadas por comunidades indígenas, no se ha aplicado
plenamente. Preocupan también al Comité los retrasos en la concesión a las
comunidades indígenas de los títulos de propiedad de esas tierras o territorios (arts. 1,
11, 12 y 15). El Comité insta al Estado parte a que vele por una aplicación plena y
coordinada de la Ley Nº 26160/26554, tanto a nivel federal como provincial. El
Comité recomienda al Estado parte que concluya los procesos de demarcación
en todas las provincias, tal como se prevé en la Constitución y en las leyes
vigentes, y que agilice el proceso de concesión de títulos de propiedad comunal
a las comunidades indígenas. Preocupa al Comité la persistencia de las amenazas,
los desplazamientos y los desalojos violentos de los pueblos indígenas de sus tierras
tradicionales en numerosas provincias. El Comité lamenta también las deficiencias en
los procesos de consulta con las comunidades indígenas afectadas, que en algunos
casos han dado lugar a la explotación de los recursos naturales en los territorios
tradicionalmente ocupados o utilizados por esas comunidades, sin su consentimiento
libre, previo e informado, y sin una indemnización justa y equitativa, en violación de la
Constitución (art. 75) y del Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes”
(ECOSOC 2011: 2)
Consideramos, para finalizar, que si bien el gobierno argentino ha tomado
medidas
de
trascendencia
respecto
a
garantizar
los
derechos
humanos,
especialmente en las causas vinculadas a la última dictadura militar, en lo relacionado
a los derechos indígenas aún tiene una “asignatura pendiente”. Los pueblos indígenas
de nuestro país piden ser reconocidos plenamente, ser parte de un estado plural y
tener, en términos de Bartolomé “el derecho a una existencia cultural alterna”, es decir
“ el derecho a la diferencia (…), el respeto a la presencia de una ‘otredad’ total; la
existencia como seres sociales construidos por otras experiencias civilizatorias…El
derecho a esa alteridad radical y aparentemente irreductible (…) es un reto que no
sólo los aparatos estatales, sino también las sociedades civiles que éstos han
construido, aún temen asumir” (Bartolomé 1997:198). Entendemos en consecuencia
que, las conclusiones a las que podemos arribar, son provisorias. Los casos
analizados están atravesados por procesos de discusión y tienen aún, un final abierto.
Buenos Aires, Mayo 2012.-
21
Nota: La autora es miembro del Programa Universitario Permanente de Investigación,
Extensión y Desarrollo en Comunidades Aborígenes, dependiente de la Secretaría de
Extensión de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
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