ano iv núm. 33 enero 1936

Anuncio
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ANO IV
NÚM. 33
ENERO
1936
IÍT$ÍC«€riHI
OJ OVfl A i ^ O ©
AÑO NUEVO...
WAGNER Y FRANCIA. - jEAN BOYER
UN ÉXITO DE LA MUSICOLOGÍA ESPAÑOLA EN EL EXTRANJERO
MEMORIA. - M. DELTELL SAMPER
MÚSICA Y LIBROS
VIDA MUSICAL
NOTICIARIO
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O PUBLICACIÓN
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AÑO IV
MENSUAL
DEL
I N S T I T U T O - E S C U E L A DE MÚSICA
^ = MONOVAR, ENERO, 193fe
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NÚM. 33
Año Nuevo...
Dicese Je antiguo «Aito nuevo, vida nuena». iQué hay dentro de esta frase?
^Una esperanza o un deseo? (Un propósito o una realidad? Por lo que respecta a
la armonia musical-—a la armonía en las relaciones personales entre músicos—tal
vez ni lo primero siquiera. Por doquier—y España difícilmente podría ser una
excepción ¡atidable—los dimes y diretes de toda índole aumentan las distanciaciones cuanto tnds se impone la fraternización bajo el signo de un anhelo común, para
mayor prosperidad del Arte que debiera tmir y del cual se vive o a cuya costa se
medra.
Oyendo las frases de unos y otros cuando hablan de sus colegas, adviéi-tese
al punto que en el mundo filarmónico no suele reinar la mayor armonia. La música, esa gran domesticadora de las fieras según el secular dicho, no logra ser domesticadora de músicos. Los desacuerdos—tío siempre nobles, pues con frecuencia
los proiuceii los recelos y las envidias—fácilmente se traducen ett agravios; los
agravios, en rencillas; y las rencillas, en odios. Es una escala ascendente, ett suma,
cuyas notas stienan tanto tnd'; agudas, cuando más se remontan todos por ese camino vitando. Cuanto más agudas, tanto más estridentes; cuanto más estridentes,
tanto más dañinas para los intereses de la colectividad filar ttiónica. \Y ctiánlas
veces los rencores adquieren tma tnagnitud superior al voluttien de la causa que
los produjo, e inchiso al volutnen intelectual de quienes los provocan o los sufren!
Ta! fehómeno liene tma difusión universal, como lo acreditan por doqtiier
las ásperas acritudes de ciertas conversaciones o el tono corrosivo de ciertas críticas, con Jactancias y altatterias de un lado, con ayes y lamentos de otro, con recelos
mal insimulados de tma y otra parte. Para tma persona qtie sepa conservar la
entereza de ánimo ante ciertos ataqties presididos por la malevolencia o la injusticia, ¡cuántas, cuantísimas, se desmandan y stiblevatt!
Y lo más lametttable es qtie, las más de las veces, ni el que se creía superior ocupa tal preeminencia, ni aquel a qtiien se tenia por inferior se halla en ese
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grado de jerarquía, ya que, en el fondo, lo único existente es una sarta de mutuas
incomprensiones, de mutuas desconfianzas y de mutuos recelos. Porque la convivencia podría venir de una doble práctica: la que aconseja el «conócete a ti misnioy>
—es decir, el clásico 'ínosce te ipsum-» recordado con barata erudición casi siempre
que vie7ie a cuento—y el «conoce a los otros».
Que ese mal no es de hoy tan sólo, ni de los países mediterráneos exclusivamente, halla testimonios variadísimos, como éste, nacido de la incomprensión
. mutua, que hemos leído en Eduardo Hanslick, el famoso crítico vienes, y que nos
ha inspirado las presentes líneas. En i8^^ había estrenado Wágner «Tannhauser»
y Hanslick devoraba con pasión los juicios acerca de esta obra, a la vez que tocaba
con entusiasmo la reducción para piano de la misma. Por entonces el mismo Hanslick sentía gran admiración por Roberto Schumann. Muy poco tiempo después,
tuvo Hanslick ocasión de hablar con esos dos grandes artistas. Y cada uno de ellos
trazó comentarios no muy satisfactorios sobre el otro colega. En opinión de Schumann, era Wágner un hombre cultísimo y espiritual, pero tan hablador, que no
había quien lo resistiese al poco rato de estar con él. En opinión de Wágner, era
Schumann un hombre inteligentísimo y admirablemente dotado, pero imposible de
aguantar por lo silencioso, pues por más que le habló Wágner de una porción de
cosas—de su vida en París, de la música francesa, de literatura y de política—no
logró arrancarle una palabra durante una hora.
Claro que los Schumann no abundan ni los Wágner se dan todos los años.
Pero, en todo caso, los pequeños Wágner es o Anti-wágneres, como los pequeños
Schumanns o Antischumanns
que se agitan en este siglo—caracterizado durante
los últimos lustros por su odio a toda inclinación romántica—se mantienen a distancia unos de otros, en muchas ocasiones, por esa mutua incomprensión que los
desune en vez de asociarlos, y que los aleja en vez de aproximarlos, con evidente
perjuicio del Arte, que sería tanto más próspero cuanto más aunaran sus esfuerzos
quienes lo cultivan.
Año nuevo, vida nueva. ^Lo será igjó para la música? ¿Lo será para los
músicos? ¿Lo será para la armonía que debiera imperar entre éstos, con su javorabie repercusión en los frutos de aquélla?
M
Wagner y Francia
El profesor de la Universidad de Toulouse Mr. Jean Boyer, colaborador de impor{:antes
diarios, remite con destino a «Musícograíía» este artículo que traducimos y publicamos con el mayor gusto.
Decididamente Ricardo Wágner es
inagotable. No obstante las numerosas
publicaciones emprendidas con los innumerables papeles que él escribió, aún
siguen otros inéiiitos. Y si los rasgos
esenciales de su personalidad y las grandes líneas de su biografía han quedado
fijados de un modo seguro y sin duda
definitivo desde hace tiempo, subsisten
en el detalle bastantes puntos oscuros,
que es de esperar se aclaren un día u
otro, mediante la divulgación de documentos que hasta ahora se han sustraído
a la curiosidad de los investigadores.
Los wagnerianos de todos los países
acogerán con sumo interés la publicación reciente de las «Cartas francesas de
Wágner» (l-ettres frangaises de Wagner)
recopiladas por M. Julien Tiersot y editadas por R. Grasset, de París. En este
volumen, repleto rie indicaciones precisas, se han reunido todos los textos epistolares hasta hoy accesibles sobre las relaciones que Wágner había tenido con
Francia y con franceses. El primer mérito de Id obra es poner al alcance de
toóos una colección de documentos muy
variados; y si bien muchos eran conocidos ya, su dispersión dificultaba la difusión que bien merecía, pues habían
aparecido en estudios o revistas de Francia, Bélgica, Alemania o Italia. Pero
además hay otros documentos inéditos,
siendo el principal de todos el constituido por la famosa colección de carias
que Wágner había dirigido a Judiih Gau-
tier, y que ahora se publican por primera vez reunidas. Nadie se quejará de ello.
Y los resúmenes biográficos que unen
entre sí las cartas incluidas en el volumen de M. Tiersot, permitirán que los
novicios puedan penetrar más fácilmente en este espeso bosque epistolar, y
que los iniciados refresquen la memoria.
Como esas páginas no estaban destinadas a la publicación, nadie debe esperar que habrán de presentarle al Wágner legendario cuyo culto se mantiene
cuidadosamente en Bayreuih, al Titán
romántico, al superhombre moldeador
de mitos, ni al profeta del arte gemánico que, desde su colina, vaticinaba y
forjaba la gloria del pueblo alemán. El
autor de esas cartas es un personaje humano, muy humano; es un artista enérgico, consciente de la grandeza de la
obra que a toda costa quiere realizar. Se
le ve soportar con paciencia—o con impaciencia—el adverso destino; discutir
con sus amigos o sus rivales; esforzarse
en explicar sus ideas, sus tendencias y
también sus teorías.En esas cartas muestra su temperamento ardiente y apasionado, su alma fogosa y al mismo tiempo
atrayente y devoradora, sin que la edad
lograse apagar la llama que la iluminó.
Asimismo nos recuerda esta lectura al
hombre minucioso, que organizaba lo
más ventajosamente posible los detalles
de su existencia, que precisaba con claridad inequívoca para el destinatario el
color del dibujo de una tapicería o de la
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tela que pretendía adquirir con destino
a un mueble, la calidad de la tela que se
proponía ofrecer a su ct nsorte o la marca de perfumería que desea obtener. Es
el Wágner atento al confort e incluso al
lujo, tal como ya se había revelado,tiempo ha, en las famosas «Cartas a una costurera de Viena»; es el Wágner convencido de que a cambio de sus obras, la
humanidad le debía una existencia material adecuada a sus propias concepciones y satisfactoria para sus propias necesidades.
Desde cierto punto de vista, este
epistolario ofrece particular interés para
los franceses; aunque también obtendrán
provecho de la lectura todos los vv^agnerianos dispersos por el mundo. Paso a
paso sigúese ahí la evolución de Wágner ante Francia. Se le ve miserable
durante su primer estancia en París, corriendo por doquier para intentar adquirir algunas relaciones útiles, cambiando
varias veces de morada, reducido a vender al director de la Opera, por la suma
de quinientos francos, el libreto de «El
Buque fantasma», para que otro le pusiese música. ¡Y en el acta de esa cesión, reproducido en facsímil por M. Tiersot, se
especificaba que la suma convenida debería percibirse sobre los derechos de
autor de las representaciones eventuales!
Se ve, pues, la tenaz lucha de Wágner,
y súbitamente, la suerte que le permitirá
edificar su gloria. Porque «Tannhauser»
va a ser representado en la Opera de
París. Mas, al mismo tiempo, se puede
seguir, de igual modo, al autor entre el
dédalo de dificultades o bajo el peso de
los estudios preliminares de su obra; y
tras el hundimiento de la misma como
consecuencia del escándalo organizado
por el Jockey-Club; y la molesta actitud
del artista ulcerado cuando París sufre
el asedio, años después. Reproduce M.
Tiersot la curiosa tentativa de justificación expuesta en una carta que Wágner
dirigió a Gabirel Monod el iño 1876,
Aunque habilidosa, y aunque presenta
el asunto bajo una luz que seduce, tal
tentativa podría ser objeto de una crítica penetrante, si valiese la pena de hacer esta crítica. Pues si la famosa «Capitulación» había producido penosísima
impresión a los pocos franceses que la
han leído, de ninguna manera debemos
exagerar la importancia de su pesada
ironía, ni menos pretender que ese escrito debe pesar tanto como «Tristán»
o «Parsifal».
También permiten estas cartas seguir la carrera material de Wágner, con
las dificultades de toda índole que había
logrado vencer y con su ascensión a
partir del momento en que Luis II le
concedió su poderosa protección. Se
ve, a través de la lectura, la edificación
del teatro de Bayreuth; se percibe el
eco de las primeras representaciones; se
advierte el reflejo de la gloria y de la
apoteosis del artista. También se pueden recojer las vicisitudes de su vida
sentimental en algunos de sus principales episodios. La sombra de Minna, mujer casera de menguada inteligencia,
que había sido su compañera en los
malos días, aparece eclipsada por la silueta dominadora de Cósima, sacerdotisa exigente del dios a quien ella misma ayudó en la edificación del templo
que él estaba alzándose.
No eran franceses todos los destinatarios de esas cartas escritas por Wágner, si bien la mayor parte de ellos
habían nacido entre el Rhin y los Pirineos. Entre los amigos y partidarios
que desde el primer instante logró
Wágner conseguir en Francia, figuran
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Baudelaire, Champfleury y Teófilo Gautier. Berlioz, artista de silueta intranquila y atormentada, tan pronto se siente
atraído como repelido por la música de
Wágner. Este, a su vez, tan sólo se
preocupa de imponer sus concepciones
artísticas revolucionarias, y no hace a
Berlioz la justicia que fuera de desear.
También hay cartas de Gustavo Doré,
Paulina Viardot, Villiers de 1' Isle-Adam,
de Eduardo Dijardin, el fundador de la
«Revue Wagnérienne» y de otros más.
Allí están, en efecto, cuantos de cerca
o a distancia, se interesaban por ia música de Wágner y procuraban que se la
difundiese en tierras francesas.
Sin duda la parte más interesante
del libro es la que presenta numerosas
cartas que seguían inéditas hasta hoy; y
muy especialmente, la correspondencia
dirigida por el maestro alemán a Catulo
Alendes y a Judith Gautier. Reprodúcense aquí íntegramente las cartas dirigidas a estos dos escritores, tanto durante la época en que todavía seguían
unidos, como en la que siguió a su divorcio, y esas cartas van desde 1865
hasta 1878. Sígueiise ahí las vicisitudes
de las relaciones del músico con Catulo
Mendés, entusiasta al comienzo, súbitamente helado por la actitud de Wágner
durante la guerra franco-prusiana, y que
a partir de este momento, continuó admirando al artista, pero guardó un silencio completo ante el hombre. Ahora
bien, los curiosos concentrarán su interés en las cartas dirigidas por Wágner
a Judith.
Estas cartas, la mayor parte de las
cuales datan del periodo en que Wágner concluía su «Parsifal», tienen un
tono sorprendente por lo apasionado.
^Qué sucedió entre Wágner y Judith
durante los períodos en que se encon-
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traban reunidos? Las frases empleadas
por el músico autorizarían a hacer numerosas suposiciones, si, por otra parte,
no entrara en consideración la diferencia de edad (pues el artista entonces tenía más de sesenta años) y la facilidad
con que este compositor ha empleado
siempre expresiones excesivas para pintar sus sentimientos. Las respuestas de
Judith quizás darían la solución a ese
problema; mas hasta ahora no han podido ser publicadas. Tal vez se conserven aún en los archivos de Wahnfrid,
suponiendo que no las hayan destruido
manos piadosas. Esto último sería lamentable, pues no se trata de satisfacer
malsanas curiosidades. La acción de Judith sobre aquel músico es innegable;
él experimentó por esa mujer una amistad apasionada y entusiasta, testimonial,do la lozanía del sentimiento que
hubo de conservar hasta el fin de su
existencia. Cuando se publique—si llega a publicarse—la mitad hoy inédita
de ese intercambio epistolar, es decir,
las cartas de Judith a Wágner, será posible abordar el estudio de un problema
psicológico verdaderamente interesante.
No está definitivamente juzgado aún
el «caso Wágner». Si cabe estimar
que las principales piezas del proceso ya
se conocen, subsisten en su vida algunos
rincones sombríos, sobre los cuales podría arrojar alguna luz, en el porvenir,
el descubrimiento de otros detalles. El
asunto de las relaciones que aquel artista mantuvo con Francia, actualmente ya
está resuelto, por cuanto las obras wagnerianas se representan con éxito en todos los grandes teatros franceses. Esas
obras hoy sólo tienen una importancia
histórica para los músicos franceses,
que, en avance sobre la evolución del
auditorio, han cesado de someterse, des-
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I
de hace tiempo, a la imperiosa influencia del arte wagneriano. Desde Debussy,
todo ello quedó zanjado. Aun durante
la guerra, si el antiwagnerismo alzó la
voz teniendo por cabeza a Camilo SaintSaens, Vincent d'Indi liquidó el asunto
en algunas conversaciones llenas de energía, a la vez que de buen sentido. El espectador francés puede, por tanto, asistir sin inquietudes a la representación
de las obras wagnerianas, entregándose
al encanto musical. Encanto que no va
solo, porque si la poesía profunda del
arte wagneriano atrae a los franceses,
su afirmación de ciertos caracteres germánicos,—inquietud, impulso hacia la
acción, tozudez, energía y volundad de
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poder—le producen más bien un efecto
contrario. Su actitud, en conjunto, es
análoga a la de Berlioz, que se sentía
atraído y repelido simultáneamente por
Wágner. Con algún retraso, pero de un
modo indiscutible, Wágner conquistó a
Francia. La historia de sus relaciones
con este país constituye una importante
parte de su biografía y ayuda a comprender ciertos aspectos de su carácter.
Todos los wagnerianos saludarán con
placer publicaciones que, como ésta de
M. Tiersot, completan poco a poco los
matices necesarios para completar la
imagen que nos formamos de ese artista alemán.
JEAN BOYER
M
ANTE UNA ÓPERA DE CALDERÓN.HIDALGO
Un éxito de la Musicología Española
en el Extranjero
El bibliotecario del Conservatorio de
Música de Bruselas y eminente musicólogo Mr. Charles van den Borren, ha publicado en LA REVUE MUSICALE de París
(Noviembre, 1935) un extenso artículo titulado «Una Opera española del siglo
XVII. «Celos aun del Aire matan» (l),
que constituye un elogio de gran magnitud para la música española pretérita
y para la musicología española de hoy.
No pudiendo darle acogida nuestra revista, dada su gran extensión, nos limitaremos a traducir o reducir lo más saliente del mismo.
Mr. van den Borren comienza diciendo estas palabras enaltecedoras: «España, desde varios años atrás, viene siendo
una tierra bendita para los musicólogos.
Allí abundan, en efecto, los tesoros
desconocidos que seguían sin explorar
hasta ahora, por faltar un personal competente y . lo bastante numeroso. Pero
después de la guerra (1918) las cosas
han cambiado mucho. Tras los iniciadores—Barbieri, Pedrell y Mitjana—se
ha alzado una nueva generación, compuesta de sabios provistos con los más
seguros métodos científicos, trabajadores infatigables a quienes no acobarda
ninguna dificultad, investigadores entusiastas, sin que su entusiasmo les conduzca al extremo de dar a sus tiabajos
un color demasiado subjetivo ni excesivamente nacional. He nombrado a los
Higinio Anglés, los José Subirá y los
David Pujol. Sin ser aún legión, compensan ampliamente, por su valor personal, la insuficiencia del número. Así,
pues, ¡qué alegría para ellos es poder
trabajar sobre la primera materia y explorar teiTenos vírgenes en donde a
cada paso se encuentran yacimientos de
oro y diamantes! Cosa curiosa; la musicología internacional todavía no ha hecho el honor debido a estos descubrimientos, algunos de los cuales son sensacionales para hablar en puridad».
Señala minuciosamente el autor, las
publicaciones debidas a don Higinio
Anglés y al P. David Pujol, y con referencia a las de don José Subirá declara:
«Exceptuándose su obra La música en
la Casa de Alba, (Madrid, 1927) se ha
especializado por completo en el estudio
del teatro musical español, y más particularmente en el de este género nacional, de carácter ligero y espiritual, la
«tonadilla» que floreció principalmente
durante la segunda mitad del siglo
XVIII, y del cual conserva la Biblioteca
Municipal de Madrid unas dos mil obras».
Entrando de lleno en el tema de su
artículo, señala van den Borren «la introducción muy instructiva» que puso a
la publicación de aquella ópera José
Subirá. Y añade: «La partitura rie Juan
Hidalgo encontrada en el Palacio de Liria no tiene más que una simple línea
melódica, provista de un bajo continuo
no cifrado: a parte de ésto, algunos bre-
(1) «Muiicoffrafia» se ocupó de esta ópera, con letra de Calderún T música del maestro Juaa Hidalgo, en sus números 12731, cuya lectura recomendamos como antecedente obligado de la información que sigue.
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vísimos trozos corales, en estilo puramente homofónico. A primera vista, esto
parece vacío y seco. Sin embargo, cuando se piensa que, con excepción de
breves sinfonías y ritornelos, no se han
presentado sino en versiones completamente desnudas obras maestras como
«II Ritorno d' Ulises in Patria» (1641) y
la «Incoronazione di Poppea» (1642) de
Monteverdi, no hay que desalentarse
ante esta aparente desnudez. En suma,
lo esencial se encuentra ahí; el resto
es tan sólo un sencillo arreglo cuyos
datos aparecen implícitos en las únicas
partes anotadas. Arreglo delicado, en
verdad, que requiere una mano experta,
al mismo tiempo que un espíritu totalmente desgajado de prejuicios modernos».
Deduce van den Borren, como consecuencia de su análisis, que «Celos
aun del aire matan» es una «opereta superior», cuyo aspecto paródico no tiene
nada de vulgar ni grosero, y que incluso
no está exenta de cierta poesía, aunque
fuera de desear que ésta, por lo menos
en ciertos momentos, fuese más aérea y
de mayor franqueza dramática. «Pero
no se encuentran todos los días—añade
—un Monteverdi o un Cavalli; y es una
ganga poco común para Calderón haber
encontrado, en la misma España, un artista de segunda fila, capaz de dar vida
musical, como él lo hizo, a la fantasía
mitológico-realista que constituye «Celos aun del aire matan».
Recoge finalmente las sugestiones
expuestas por Subirá en su introducción
para fijar las posibles influencias, especialmente las romanas, aunque no tanto
las venecianas, que pesaron sobre Hidalgo cuando compuso esa ópera en
1660. Y recuerda que precisamente las
óperas romanas fueron el prototipo de
la «ópera buffa», lamentando que los
historiadores olviden esto con demasiada frecuencia.
*
*
Esa ópera de Calderón-Hidalgo, que
Subirá ha lanzado al mundo, viene obteniendo iguales muestras de aprecio por
parte de otros musicólogos. En la citada
revista la comentó Henri Pruniéres, su
director, expresándose así: «El texto
musical presenta un vivo interés. Es
evidente que Hidalgo tomó a los italianos por modelo, pero no es menos evidente que se mantuvo muy español. Si
el italianismo aparece en el recitado y
en algunos giros melódicos, se percibe
muy bien que el autor de estas progresiones, de estas melodías con estribillo
obligado, estas disposiciones rítmicas,
no se nutrió en una Academia de Italia».
Y por los mismos meses comentó
dicha obra M. Maurice Cauchie en
«Revue de Musicologie» (Boletín de la
Sociedad Francesa de Musicología), recordando que «Celos aun del aire matan» había antecedido en once años a
la «Pomone» de Cambert, por lo cual
España, en materia de teatro lírico, figuraba a la sazón entre los países más
adelantados. «Poco a poco, merced a
las publicaciones del Sr. Subirá y de
otros—dice Mr. Cauchie—se advertirá,
un poco tarde, que la influencia de España sobre los destinos artísticos de
Europa tuvo tanta importancia en música como en literatura y en pintura».
M
R
F
I
INSTITUTO-ESCUELA DE MÚSICA
MEMORIA
El fin de curso de nuestra Academia
siempre ha sido laborioso, y además
alegre, por el característico bullicio y
movimiento que acompañan a la preparación para el examen general, en el
que toma parte un grupo más o menos
numeroso de alumnos. Llegada esta
época, ios profesores y alumnos del
L-E. de M. realizan el último esfuerzo
personal para perfeccionar hasta lo indecible los conocimientos adquiridos
durante el curso, pues hay que conquistar en buena lid ios primeros puestos
en las asignaturas correspondientes, logrando así el triunfo de las más nobles
aspiraciones. Y esto sucede un año y
otro, creando nuevos estímulos, o renovando los que ya existían.
Antes de entrar de lleno a explicar
la labor realizada por el L-E. de M. y
los resultados obtenidos de su enseñanza desde su fundación, dedicaré breves
palabras en homenaje a su fundador y
protector, Don Francisco Corbí Martínez.
Sirvan estas palabras—dictadas por
la fervorosa gratitud y sincera admiraciónt—no sólo de elogio para realzar
más unos méritos y cualidades personales, de todos sobradamente conocidos
y suficientes por demás para que su poseedor figure como un ser dotado de la
rara virtud del amor y protección a la
juventud, sino también para expresarle
al Sr. Corbí, por mi conducto, el gran
afecto e inextinguible gratitud que le
profesan todos cuantos alumnos han re-
cibido los beneficios de la educación artística llevada a cabo con tanto acierto
por el L-E. de M. de Monóvar.
La labor que realiza este Centro, en
todo lo relacionado con la educación
musical, ha sido completa y al mismo
tiempo muy extensa. Si su finalidad
práctica no ha sido tan grande como
pudiera suponerse al recordar la cifra
total de alumnos que han desfilaoo por
esas clases, hay que buscar la causa en
la falta de sentimientos espirituales propicios a estos estudios, ya que las corrientes materialistas de esta generación
apenas dedican la atención debida al
desarrollo moral de estas entidades y al
perfeccionamiento del sentido artístico
de la juventud. No obstante ésto, las enseñanzas del L-E. de M. han sido sumamente fructíferas si se piensa en el período relativamente corto que se las viene dando.
A continuación presento algunos datos estadísticos sobre la marcha del
L-E. de M. Ellos pueden servir de guía
a nuestros compañeros, de orientación
p:ira la opinión musical en general, y de
acicate para aquellos que habiendo terminado ya sus estudios, son hoy miembros activos de nuestra Banda de Música «LA ARTÍSTICA» y sin duda seguirán
prestando su ayuda con el mismo entusiasmo y franca cooperación que hasta
ahora.
Fundóse nuestro L-E. de M. en el
mes de Agosto de I932. Sus libros registran los siguientes resultados en la
GRUPO DE ALUMNOS CONCURRENTES A LAS CLASES DE SOLFEO DEL I..E. de M.
M
enseñanza del Solfeo.
Total de alumnos matriculadoshasta la fecha
Total de alumnos aprobados •
344
lOl
Casi todos los alumnos aprobados
durante este período de tiempo pa^aron
después a las clases de instrumento preparatorias, con miras al ingreso en las
filas de la Banda de Música. Muchos de
ellos son ya sus principales elementos
en la actualidad, y otros, pocos afortunadamente, no pudieron ingresar en la
Banda por falta de condiciones naturales para el desempeño de un instrumento de viento.
Esta Banda, compuesta exclusivamente por alumnos del I.-E. de M.,
efectuó su primera actuación el día 18
de Julio del año 1934. Desde esta fecha,
la Banda ha continuado sus esfuerzos
por elevar su condición artística. Aunque ha de interpretar preferentemente
composiciones apropiadas al ambiente
popular en que han de moverse por lo
común sus actuaciones, no por ello olvida a los grandes maestros de la sinfonía, dedicándoles especial atención para
conseguir que el público popular se interese por obra de capital importancia
artística. Y aunque los progresos realizados en cuanto a técnica, afinación e
interpretación musical son actualmente
muchos y muy dignos de aplauso, no
creo oportuno detallarlos aquí, por con-
siderar que hasta ahora no se ha logrado aún el nivel a que aspiramos conseguir de la Banda.
Podrá advertirse que el número de
alumnos matriculados no corresponde
en proporción satisfactoria a los aprobados. Ello es debido, ante todo, a la
selección escrupulosa que se realiza con
anterioridad a la celebración de los
exámenes, pues siempre quedan excluidos todos aquellos que no se consideraron aptos; y es debido, en segundo
lugar, a la menguadíi afición de la juventud a unos estudios puramente culturales, en los que resalta en todo momento la idoneidad de los más capacitados.
Sin embargo, nos complace resaltar
un hecho plausible y francamente satisfactorio, a saber, que en una población
relativamente pequeña como lo es Monóvar, se haya obtenido, merced a los
esfuerzos y desvelos de la Directiva y
Profesorado del I.-E. de M., una cifra
tan elevada de alumnos aprobados. Es
de esperar, en consecuencia, que al
continuar con el mismo tesón y energía
la labor emprendida por la cultura, se
logre elevar esta bella población alicantina al nivel artístico de las poblaciones
de aquellos países que hoy van a la cabeza de la civilización.
SI Secretario,
M. DELTELL SAMPEK
M
MÚSICA y LIBROS
Un cancionero
caballeresco
Juan Amades, el prestigioso autor
de variadas obres folklóricas, ha aumentado la lista de las mismas con un volumen, que lleva el título «Cangons populars amoroses i cavalleresques» y que
ha sido impreso con gran esmero tipográfico en Tárrega.
Esta colección de canciones populares catalanas, amoios;is y caballerescas,
está integrada por cincuenta y cuatro
melodías, con sus correspondientes textos literarios que había cosechado Amades entre los años 1918 y 1922, en colaboración con el profesor del Orfeó
Cátala don Juan Tomás, y que seleccionó entre el gran caudal cosechado, teniendo siempre en cuenta que se tratase
de canciones hasta e ronces inéditas,
ya en su letra, ya en su melodía. Y antes de recogerlas en este volumen, las
publicó en la revista «Excursions», de
la sección excursionista del Ateneo Enciclopédico Popular. Presentabas por
grupos, no pocas de ellas, a diversos
concursos—los organizados por la fiesta
de la Música Catalana y por la Obra del
Cancionero Popular de Cataluña—obtuvieron varios premios, lo cual acredita
el interés folklórico del actual volumen.
Pero éste no limita a dicho aspecto
la atención que despertará entre los
lectores, pues aparte el valor artístico
de los documentos folklóricos escogidos,—cada uno de los cuales, por cierto, lleva un grabado alusivo al asunto
correspondiente—debemos destacar el
M
prólogo que le antecede y las notas que
lo sellan. El prólogo lleva por título
«De la canción popular», y constituye
un estudio que había sido premiado en
los Juegos F"loraIes de Mallorca el año
1925. Entre sus párrafos hallamos el
siguiente, que fija el carácter del volumen: «La canción incluye todos los aspectos de la vida humana, y en todo
momento psicológico el pueblo tiene
aquella que le conviene y retrata. Las
canciones populares se dividen de vaiias
maneras. Merecen ocupar el primer lugar por su gran belleza de forma, así en
la melodía como en eí texto, y también
en la perfección de los argumentos,
las canciones caballerescat^, las cuales
tienen un origen trovadoresco y todas
versan sobre amores mu}' dichosos o
muy adverso.^, raptos de doncellas, pérdida de enamoriidos a los cuales buscan
sus amadas, episodios de batallas y
otros temas de carácter romancesco,
siendo también siempie los protagoi istas personas de noble y elevada alcurnia».
Las notas fin;iles del volumen, señalan los antecedentes, concomitai cias e
influencias de cada canción, sus rasgos
característicos, sus fuentes y sus orígenes. Si las camiones mismas satisfacían
los gustos del pueblo, estas notas deleitaran a los eruditos.
La *Incomp}etaf
Je
Schuhert
La Editorial Boileau, de Barcelona,
ha publicado la Sinfonía en si menor
(Inacabada) de F"ranz Schubert en una
excelente transcripción paia piano revisada y digitada por el maestro Juan
Salvat.
Josií
SUBIRÁ
S
M
VIDA MUSICAL
MADRID
En materia de interpretación musical, el mes de Diciembre ha sido un mes
de pontífices y de ases. Pontífice del
violonchelo, Pablo Casáis; pontífice o
as del violín, Menuhin, y sino pontífice,
al menos as y cardenal del sacro colegio
pisnístico, Hoffman. A las actuaciones
de estos artistas las han rodeado otras
muchas y muy variadas. Todos los sábados, la Orquesta Filarmónica proseguía
sus conciertos en el Español por las tardes, y todos lüs domingos la Sinfónica
hacía otro tanto en el Monumental por
las maiíanas. ¿Para bien del arte? Sí; para bien del arte, lo cual no cabe decir
siempre, dada la mediocre calidad de
algunos concertistas más o menos adventicios que pululan por el orbe.
La Orquesta Filarmónica siguió con
la audición de obras compuestas por
Beethoven para piano con acompañamiento, orquestal, siendo siempre el solista José Cubiles. Oyéronse el cuarto y
quinto concierto beethovenianos. A ellos
se sumó el concierto para violín y orquesta no menos beethoveniano—y quizás más beethoveniano aún, puesto que
alguno de los de piano tienen marcadísimas huellas mozartianas como obra de
juventud—siendo el solista Luis Antón.
Entre los autores ya consagrados, de
tierras no españolas, se destacaron en
esas sesiones Mendeissohn, \^'ágne^,
Franck y Raví 1. La novedad «internacional» fué el «Scherzo fantástico» escrito por el aún escolar Igor Stravi'insky,
donde a lo sumo se presiente la trayectoria de este originalísimo compositor;
y aun la novedad sólo lo fué a medias,
pues ya había tocado tal obra, hace no
pocos años, la veterana de nuestras orquestas, aunque ahora la Filarmónica la
incluía por primera vez. No hubo novedades «nacionales»; mas sí alguna reprise, como la de «Corrida de feria», de
Bacarisse, con su originalidad dé segunda mano.
La Orquesta Sinfónica presentó al
violinista Soetens, que estrenó—y no solo en Madrid o en España, sino en todo
el orbe, pues se trataba de la «piimera
audición mundial», según expresión del
programa—un «concierto en sol menor»
para violín y orquesta, cuyo autor, Sergio ProkofieíT, hallábase presente en la
sala, por lo cual compartió con aquel
intérprete los aplausos de un público a
quien complació, sin duda, esta obra
novísima, no obstante una complejidad
que la hace poco asequible en su primera audición, y a quien complació no
menos la presencia de Prokofieff. Este
mismo compositor recibió la batuta de
Arbós para dirigir en dicha sesión una
«Sinfonía clásica», suya, que Arbós había dado a conocer años atrás, y que
tiene esa movilidad característica, un
poco ruda y tajante, de las composiciones escritas por tan excelente músico.
Otra sesión de la misma entidad,
con el concurso de la Masa Coral que
dirige el maestro Benedito. no tenía más
que dos obras .¡Pero oué dos obras, Santo Orfeo! La Cantata número 140 para
orquesta y coros, de Juan Sebastián, todo unción mística y elevación solemne.
Tras ella, la pastoral en dos actos «Acis
y Galatea», de Haendel, todo gracia y
finura, incluso en los momentos más
trágicos. Cantóse esta última obra por
la soprano Srta. Alicia Ochsner, el tenor Saulo Giménez, y el bajo Enrique
Valenzuela, más la Masa Coral, con letra
española, pues el propio Benedito, realizando un esfuerzo no pequeño, había
efectuado la adaptación rítmica a nuestro idioma del texto original.
Después, se anunciaron dos sesiones
con el concurso de Pablo Casáis. El día 15,
este gran músico actúa como violonchelista, tocando sendos conciertos para
violonchelo y orquesta de Haydn y de
Dvorak. Siete días después. Casáis ya no
será ante su auditorio el violonchelista
13
M
U
insigne, sino el excelente director de
Orquesta, y también, el compositor distinguido. El programa encomendado a
su batuta incluye, entre otras obras, la
primera sinfonía de Rrahms y unos fragmentos de la ópera «Goyescas», de Granados, esto último en primera audición.
Además da a conocer en Madrid varias
composiciones suyas que ya han sido
sancionadas con aolauso, a saber: su
«Sardana» para 32 violonchelos y su
«Ciclo de melodías», en los que obtendrá la colaboración de una eminente liederista: Conchita Badía de Agustí. Ante
acontecimientos magnos, como éste, el
cronista no necesita engarzar elogios. El
ditirambo lo entona «in menie» cada lector, con la lectura de tan fausta noticia.
No ha detenido aquí sus actividades
la Orquesta Sinfónica. Bajo la dirección
de su titular, el maestro Arbós, da en
el Teatro Español un «Concierto de Música romántica»—de esa música que los
turiferarios del modernismo a ultianza
de hace diez años tiraban por los suelos,
y que ahora ensalzan con calor impropio de la estación en que vivimos. Aunque, musicalmente, el acontecimiento
tiene un retraso de cinco años, si se
ajusta la cuenta con escrupulosidad,
hay, sin embargo, un aliciente que lo
justifique. El Ateneo de Madrid celebra
por estos meses el centenario de su natalicio, y la Sección de Música de esa
asociación, tras una inactividad absoluta
durante no sé cuánto tiempo, sacude su
mutismo y da por fin señales de vida.
Las da para acreditar el celo de sus elementos componentes, como ha declarado parte de la Prensa madrileña con regocijo, pues a veces es tan benévola la
amistad si la preside un afecto cordial,
como esquinada la intención si la preside la mala fe. Esa misma Orquesta, dirigida por el maestro lonel S. Patin, dio
un concierto a base del «concertó» en
mi bemol mayor para piano y orquesta
de Liszt—con el concurso, obtenido («a
petición del público») de la pianista
Srta. Isabel Martí Colin—, y la adición
de dos estrenos; a saber: «Divertimento
rústico» en cuatro tiempos (Pastoral,
14
Lamento fúnebre, danza y canto nupcial)
de S a b i n ' V . Dragoi, y la «sinfonía en
do mayor» (en otros cuatro tiempos,
naturalmente) de Jorge Bizet. Dos B y
una W completaban el programa: la W
era Wágner; pero las dos 13 no eran ni
Beethoven ni Brahms, sino el francés
Berlioz y el ruso Borodin (o Borodine,
como dice el programa, adoptando una
forma ortográfica francesa, absolutamente innecesaria en nuestro idioma, donde
no se hallan «n» nasales ni «e» mudas).
La Asociación de Cultura Musical
presentó a una cantante húngara, cuya
reputación deriva de aquellos años en
que aún existía un imperio austro-húngaro, eliminado con la paz de Versalles,
hace no poco tiempo. Se llama Rosette
Anday y se defendió lo mejor posible,
en un extenso programa que iba desde
Gluck a Strauss, y desde Schubert a
Hubay. La misma Asociación presentará al pianista Alfredo Cortot dentro de
muy breves días.
Stephan Askenase, artista sobrio,
firme y correcto, actuó con el violinista
Henry Temianka, de fina sensibilidad,
en el concierto con que ha inaugurado
sus tareas la Sociedad Filaimónica. La
segunda sesión se confió íntegramente
al mismo Askenase. Y la tercera se ha
reservado al joven Cuarteto A. M. L S.
(constituido por nuestros compatriotas
Antón, Meroño, Iglesias y Santos) que
se presenta por primera vez al público
en nicho concierto—tras otro, íntimo,
donde lució sus primores con un programa constituido por cuartetos de cuerda de Haydn, Beethoven y Gretchaninoff. Avezados todos esos artistas a tal
ciase de lides, pues algunos de ellos habían pertenecido a aquel Cuarteto Rafael
digno de mejor fortuna, pone pasión y
pulcritud en alianza tan incisiva como
prometedora.
Arturo Rubistein dio su segundo
concierto, con un programa donde sólo
figuraban dos autores: el polaco Chopín
y el español Albéniz. Adamadísimo por
un público que llenaba el Calderón, locó
fuera de programa una danza de Falla
con la que acabó de entusiasmar a la
M
U
concurrencia. Varias semanas después
ha sido otro pianista, el famoso José
Hoffman, quien ha actuado en el mismo
local con amplísimo programa y escasísima concurrencia, como si su antecesor
Menuhin hubiese dado fin al dinero y al
entusiasmo de los auditorios madrileños.
Casáis, homenajeado y en plena gloria, ha celebrado una sesión íntima en
la Academia de Bellas Artes y otra de
carácter benéfico, con el concurso de la
Orquesta Sinfónica, en el Teatro Español.
Entre las fiestas a Lope de Vega se
destaca la organizada por el Centro de
Estudios Históricos, donde habló don
Eduardo Martínez Torner del «Arte español en la época de Vega», y se tocaron y cantaron diversas composiciones
de la época (unas polifónicas y otras
instrumentales) por los Cantores Clásicos Españoles y por el Cuarteto de Instrumentos Españoles. Otro homenaje, y
éste con obras modernas, es el organizado por el Conservatorio, en el Teatro
Español, pues el programa se nutrió con
canciones del maestro Cuervos y Turina, sobre poesías de Vega y un retablo
en verso de la vida de Lope, escrito por
Diego San Tose con música del maestro
Conrado del Campo. Actuaron Fleta, la
Srta. Hermosilla y coros de alumnos del
mismo centro docente.
Nota final. La GACETA DE MADRID, en
sus números de 6 y 7 del actual, ha publicado, en el apéndice de sentencias,
una que ocupa veinticuatro columnas—
¡nada menos que 24!—y que es la dictada por el Tribunal Suoremo en un asunto de la primitiva Junta Nacional de Música, la auténtica, «según» repiten con
morboso tesón algunos que se beneficiaron de la misma, sin advertir que la
«auténtica» fué la de las torpezas, fracasos y derroches inolvidables. Allí se
puede leer un capítulo histórico de su
gestión como organizadora del llamado
Teatro Lírico Nacional, y en particular
de sus relaciones con el tenor Fleta,
quien, como resultado de aquella gestión, percibirá como indemnización, por
incumplimiento del contrato, cerca de
cincuenta mil pesetas. El Campeador
húrgales obtenía victorias después de
muerto. La «auténtica», después de fenecida, ve reverdecer sus fracasos. ¡¡Verdad que la sentencia del Supremo bien
merece registrarse, como recordatorio
inolvidable?
JESÚS A. RIB6
BARCELONA
El «Orfeó Cátala» dio un interesante
concierto en el que dio a conocer obras
nuevas: «Font de pastor» y «La barca
vella» de Marimón, y «De bon matí»,
«La barca de nacre», «Roses de tardor»
y «Ram d'or», de Lambert. Otro concierto que había despertado también
particular interés fué el que dio en el
teatro Studium, la Orquesta de Cámara
de Barcelona bajo la dirección del maestro lonel S. Patin. En el programa del
concierto con que iniciaba sus actividades la nueva Orquesta, rindió culto a lo
clásico y a lo moderno.
Son dos las sesiones que ha dado la
Asociación de Música Antigua, en el
presente curso. La inaugural estuvo consagrada a compositores españoles e italianos de los siglos XVI y XVII (Salinas,
Enriquez de Valderrábano, Luis de Milán, Monteverdi, Casti y Buononcini). El
maestro Roberto Gerhard disertó sobre
la materia y comentó las diversas obras
del programa, las cuales fueron cantadas
exquisitamente por la liederista Conchita Badía y acompañadas al piano por el
mismo disertante. La segunda sesión de
esta entidad presentó el ambiente musical de la corte de Francia en el siglo
XVIII. Graciosas y elegantes páginas de
Marc, Rameau, Barriere, Hagard, Milandre, F. de la Torre y Corrette fueron
interpretadas en la viola de amor, arpa
y piano, por M. Mauricio Reuchsel, fuerte personalidad de la Francia musical
contemporánea; Luisa Bosch Pagés, la
arpista de profunda sensibilidad, y Juan
Salvat, uno de nuestros más emotivos
pianistas. M. Reuchsel, en un erudito
parlamento preliminar, puso de relieve
sus conocimientos acerca de la música
interpretada y de los instrumentos de
arco, sobre todo la viola de amor.
TRIST.4N
15
M
U
S
NOTICIARIO
El Ministro de Instrucción Pública
y Bellas Artes ha creado, por orden
ministerial de 4 de diciembre último,
(Gaceta del día 5) la cátedra de Guitarra
en el Conservatorio de Madrid. El brevísimo preámbulo que precede a la parte dispositiva enaltece la tradición musical española bajo este aspecto.
Por la misma orden ministerial ha
sido designado para el desempeño interino de la nueva cátedra—y de un modo
gratuito en tanto no exista la correspondiente asignación en los Presupuestos del estado — el aplaudido guitarrista
don Regino Sáinz de la Maza.
En unas declaraciones que el artista
designado para dicho puesto hizo a
cierto redactor de un diario madrileño,
expresaba su convencimiento de que la
decisión ministerial había sido espontánea, en vista de las reiteradas indicaciones del director del Conservatorio. «Parece ser-—añadió—que a este organismo
oficial llegaban constantemente peticiones de España y del Extranjero, especialmente de Norteamérica, en solicitud
de informes acerca de la cátedra de
Guitarra. Gentes que querían aprender
este instrumento y no concebían que
en España, precisamente en España, no
se enseñase de un modo oficial».
El Sr. Sáinz de la Maza calcula que
las nuevas enseñanzas abarcarán de seis
a ocho cursos cuando más, y pretende
que en los cursos superiores aprendan
los alumnos las enseñanzas de nuestros
vihuelistas del siglo XVI.
Con fecha I.° de diciembre, el «Orfeó Cátala», de Barcelona, ha publicado
el cartel del VIII Concurso de los «Premits Musicals Eusebi Patxot i Llagustera». Se ofrece un premio de 2000 pesetas a la mejor «Suite» en tres o más
parces para gran orquesta, y otro premio de 2000 pesetas, que no pudo ad-
INDUSTRIAS
judicarse en el Concurso anterior, a la
mejor obra lírica para la escena (drama,
comedia, etc.) en tres o más actos, sobre texto catalán totalmente musicado.
Cada partitura de la «Suite» debe
acompañarse de una reducción para
piano, y cada partitura de la obra lírica
irá acompañada de una reducción para
canto y piano y una copia del libreto.
Los compositores que concurran al
referido Concurso deben ser de tierras
de lengua catalana (Cataluña, Baleares,
Valencia, Roselión, etc.,) o han de tener,
a lo menos, diez años de residencia en
alguna de dichas comarcas.
Las composiciones, rigurosamente
inéditas, se remitirán al «Orfeó Cátala»
(calle Alta de San Pedro, 13), a nombre
de Juan Saivat, secretario de los Concursos «Eusebi Patxot i Llagustera», y
cada una de ellas llevará un lema.
El término de admisión para la
«Suite» finalizará el día 30 de Junio del
año actual, y para la obra escénica el
día 30 de Junio de 1939.
El 16 de noviembre último falleció
el director honorario del Conservatorio
de Bruselas—después de haber sido su
director efectivo desde 1912 a 1925 —
Mr. León Du Bois.
Era este artista un pedagogo notable
y un compositor talentudo. Había obtenido su primer éxito bajo tal aspecto
con el mimodrama «El muerto», inspirado en una novela de Camilo Lemonnier. Siendo muy joven, había obtenido
el segundo premio de Roma, y poco
después logró el primero. Ha escrito
diversas obras teatrales y no pocas de
concierto. Entre estas últimas figuran,
como las mas conocidas, «Canto de
amor», «Relicario de amor», &\'A destino», «El carillón», el oratorio «El ciego
de nacimiento» y un «An(iante, scherzo
y final» para ocho trompas.
GRÁFICAS
ORTÍN.
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ELDA
El Yill ancieo i la
tañíala
Jel
Segle XYIII a Val encía
Por
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AN^A
DVOIÜSOCAIL
por correspondencia, desde los
instituí D'estudis Catalans:
primeros elementos: Métrica,
BIBLIOTECA
Rítmica, Acústica, etc., hasta
DE CATALUNYA
las formas más elevadas de
composición, historia y estética:
BARCELONA
Mansfir»
AllltoilIO
l l l l L iKira
fioya, 1[1I5
ii»
ESTUDIO
sobre la sonata
CLARO D E L U N A
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^ de Beethoven
Para Piano, por GUILLERMO DE BOLADERES
Edición A . Boileau y Bernasconi = Barcelona
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III4IS
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Poemas de JUAN l A C O M B A
Música de MANUEL PALAU
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Ediciones JAIME PILES
ACABA DE APARECER;
VALENCIA
PABOONAIRIA
Ballet de VICENTE GARCÉS
'Danza de una noche de plenilunio", para Piano
yiiiiiiiiiiii^^
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