Antonio Lucena Bonny Consumo responsable Madrid: Talasa, 2002 Consumo El consumo desmedido aumenta las diferencias Norte-Sur, generando más miseria, agotando los recursos naturales del planeta, contaminando el medio ambiente y dañando la salud de las personas. Con simpleza, se puede hablar de consumo como el fin que damos a nuestro dinero, desde lo estrictamente necesario hasta lo que se considera mayoritariamente superfluo. Subjetivamente, cuanto más dinero se posee, más necesidades se perciben y más se vence el individuo a mostrar su estatus. Vivimos en una sociedad de consumo porque gira en torno al consumo, se diseña para la compra-venta. (9) El consumo aumenta, la fabricación tiene nuevos acicates, la humanidad va mejor; éste parece ser el silogismo de las escuelas de economía en el siglo XX y que va a ser el inspirador de las del siglo XXI. Consumo en el enfrentamiento Norte-Sur La incógnita es cómo es posible que una población de descalzos, que no tiene ninguna propiedad, pueda encontrarse fuertemente endeudada con una élite que posee casi todo. Una quinta parte de la población posee el 85% de la riqueza. La quinta parte opuesta accede sólo al 1,5%. Y estas últimas poblaciones coinciden con las que antaño fueron colonias, regiones donde se sustituyeron los entramados sociales y económicos por relaciones de dependencia y control con los colonizadores. Para empeorar el panorama, cada vez que uno de estos países realiza un intento de rehacerse sufre el intervencionismo de la élite, a través de EEUU o de órganos internacionales. Gracias a los consejos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los abusivos intereses del Banco Mundial (BM), los países colonizados siguen en estado de esclavitud. Ruanda y Burundi, por ejemplo, vivían del cultivo de subsistencia y del ganado, con recursos para todos. El colonianismo anterior generó dependencia: exportación de café y té, cuyos ingresos permitían comprar granos de trigo para comer. Pero el FMI promovió más producción en más países. El trigo y el té bajarón mucho su precio y Ruanda y Burundi dejaron de comer trigo. La situación social se volvió inestable y los gobiernos locales ahogaron la indignación con represión, aumentando el gasto militar (importación de armamento). Finalmen- te, Ruanda y Burundi se enfrentaron entre sí con una matanza histórica. La dependencia y las inestabilidades ―es decir, el control― generan más de mil millones de personas hambrientas en el mundo (principalmente, en el Sur). En definitiva, los países del Sur exportan barato para importar caro, con una gran sensibilidad a los vaivenes del mercado. Y, en todo ello, la maniobra está comandada por las multinacionales. (16) Cuando una multinacional se instala en un país, va buscando las condiciones más convenientes: tierras fácilmente enajenables, ventajas fiscales e, importantísimo, mano de obra sumisa y barata. Ello se ceba en las mujeres ―50% del planeta, 66% de la mano de obra, 10% del salario, 1% de la riqueza― y en los niños, verdaderos esclavos en los países del tercer mundo, a manos de las multinacionales del primero. (20) El inicio de un niño en el trabajo puede ser de la siguiente manera: un charlatán va a una aldea y cuenta cómo en la industria de las alfombras los niños pueden aprender un oficio y labrarse un porvenir. Para hacer ver lo lucrativo que puede ser ese porvenir, ofrece a los padres un dinero a cuenta de ese trabajo, dinero que amortizaría el niño con su rendimiento. Pero, claro, cuando el niño empieza a trabajar es un aprendiz sin derecho a sueldo, y al mismo tiempo el dinero dado a cuenta se multiplica dado el interés; si alguna vez el aprendiz llega a ganar dinero, puede que no sea suficiente para pagar su alimentación. Hay un infierno dentro del infierno: las maquilas, donde se han suprimido todos los derechos laborales y se emplea a niños de hasta 8 años en jornadas aún más largas, con salarios aún más bajos y con total libertad e impunidad. Para hacer frente a este panorama, hay alternativas, como las tiendas de comercio justo, donde se garantizan los derechos de los trabajadores que han generado los productos, potencian la creación de comunidades y cooperativas y libran de la dependencia. A su vez, se potencia una producción respetuosa con el medio. Consumo y medio ambiente La aparente inocente decisión de comprar un coche es tremendamente dañina para el medio ambiente. La producción de acero, de plástico o de neumáticos genera agotamiento de recursos y niveles muy altos de contaminación y de residuos tóxicos, además de deforestación. A su vez, la ciudad emplea espacios, energía y recursos para adaptarse a los coches; y la cons- Todas estas circunstancias provocan no sólo un deterioro impresionante en el planeta, sino también una miseria creciente, que obliga a los países empobrecidos a ponerse en venta, en condiciones que generan más deterioro, cerrándose el ciclo. La miseria crece y, con ella, la emigración de gente desesperada, en busca de porvenir, hacia el Primer Mundo. Una de las consecuencias que soporta el planeta es el cambio climático, con motivo de los procesos de producción. No sólo aumenta la temperatura, si no que ello viene acompañado de consecuencias también negativas, como el aumento de ciclones, tornados, inundaciones... Se establece un “efecto bumerán” con interminables ejemplos. Uno de ellos es el de Tailandia y las ancas de rana. Occidente se encaprichó de ese manjar, así que Tailandia exportó ranas hasta diezmar peligrosamente la población. Estos anfibios se encargaban, entre otras cosas, de mantener a raya la población de insectos que, lógicamente, creció hasta constituir un problema desesperante. Como resultado, se utilizó insecticida en tales cantidades que (1) se terminó con las ranas, (2) se agravó el problema y (3) el insecticida terminó costando más que los beneficios obtenidos con las ancas. Los daños a tierra, agua y aire son interminables. Las emisiones de azufre (SO2), nitrógeno (NOx) y sustancias orgánicas volátiles (COV) no sólo están generando daño sino que las cantidades que están hoy en la atmósfera, aún sin que se incrementen, preparan más daños para el futuro. Hay unos 60 mil productos químicos lanzados al mercado, cuyos efectos se desconocen. Algunos, como el DDT (pesticida, a cuyo inventor se le recompensó con el Premio Nobel) o los CFC (principalmente del aire acondicionado) se han demostrado muy dañinos ¿Cuántos efectos perniciosos cabe descubrir en esos 60 mil productos? Algunos son cancerígenos y no por ello ausentes del hogar, como el corcho blanco o el PVC. El agua recibe toneladas de residuos industriales, sustancias radioactivas y petróleo (de grandes catástrofes y del goteo de las limpiezas y fugas de los petroleros), además de los agroquímicos de las plantaciones, reduciéndose la vida marina y, con ella, y entre otros efectos, también la pesca. El suelo, además de ser un depósito de veneno que termina en agua y aire, sufre daños específicos, como la de los residuos sólidos urbanos y la deforestación y pérdida de vida sobre la tierra. (58) La política de empresas y gobiernos es la que se practica normalmente: todo aquello que no está reconocido como dañino se admite inocuo y, por tanto, puede ponerse en práctica sin más precauciones. Se ignora el principio de precaución: actuar con cautela y no aventurar experimentos de consecuencias impredecibles. Los residuos constituyen una cara habitual del consumo moderno. La sociedad evoluConsumo responsable - 2 trucción de carreteras es devastadora bajo muchos puntos de vista. A todo ello hay que añadirle el daño que el vehículo realiza en su tiempo de vida (accidentes, vida atropellada, contaminación...) y los residuos que supone cuando se desecha. A nivel planetario, los monocultivos tienen consecuencias muy graves. No sólo mata de hambre (pues las tierras dedicadas antaño a la alimentación de la gente, se emplean hoy para la exportación), sino que deteriora el medio. El monocultivo desgasta el suelo, fuerza la producción de especies no originales en la zona, abusa de aditivos agroquímicos y se ceba de variedades manipuladas genéticamente. Entre los agroquímicos se encuentran los agrotóxicos, de los que se ven afectados unos tres millones de agricultores cada año, de los que mueren 200 mil. No sólo matan en lo inmediato, pues el 99% se deposita en la biosfera, generando un ciclo de muerte: se eliminan especies, trastocando el equilibrio ecológico y llevando venero, a través de la cadena trófica, hasta las personas. A la larga, los plaguicidas terminan siendo aliados de las plagas, pues eliminan los pequeños seres que las controlan. (36) Se ha desencadenado una carrera con el uso de los agroquímicos como fondo: los insectos en su afán de hacerse resistentes, y la gran industria agrícola. Premio: destruir el mundo. (35) A veces se habla de industria bélica e industria con fines civiles, pero conviene no equivocarse: es la misma industria. Ejemplos son las industrias agroquímica y nuclear: nacieron en la guerra, se aplican en lo civil y vuelven a la guerra cada vez que se les requiere. La agroquímica es un invento de la producción en masa, no del pequeño agricultor. Los agroquímicos obedecen a la cultura del beneficio económico, por parte de las industrias químicas. Cuando se descubre que algo es muy tóxico o dañino (incluso letal), se retira del mercado, pero una vez que ha generado ya beneficios suficientes. La producción en masa, los monocultivos, las multinacionales, el consumo del Norte... generan la destrucción del Amazonas y de Indonesia, o la desertización de África, entre otros efectos. Buena prueba de esto último son los cambios en el Sahel (franja al Sur del Sáhara), cuya gestión occidentalizada está terminando con la riqueza de su suelo, con el ganado, con las personas. La intervención indiscriminada cambia bosques por desiertos. Tailandia y Nigeria, por ejemplo, han pasado de exportar madera a importarla (gracias a Nestlé, Goodyear y Nixdorf, entre otros). La desertización, la erosión de los suelos y la pérdida de capas aumenta la probabilidad de inundaciones, puesto que se pierde la capacidad de absorber las variaciones de nivel de agua. cionó aprovechando sus propios y pocos desechos. Pero hoy se une un desprecio por reutilizar o aprovechar, junto con un enloquecido consumo generador de residuos. Costumbres como la de aumentar el volumen y presencia de envases, agravan esta situación. Solución a los residuos: (1) reducción (mejor no generarlos); (2) reutilización: (67) Salvo la mejor opinión que tengan los portadores de la moda, por ejemplo las diez mujeres mejor vestidas de esta sociedad, una ropa debe ser usada hasta que se rompa; no es un mérito enviar prendas en buen estado al vertedero. (3) reciclado (usar lo utilizado para fabricar lo nuevo. De las tres R, la principal es la primera que además exige menos desgaste del planeta, al reducir la producción. La Unión Europea añade (4) incineración y (5) vertedero, dos pésimas soluciones que, en realidad, no solucionan. El Primer Mundo también exporta residuos que abandona en alta mar o en vertederos del Tercer Mundo. Las convenciones de Basilea, Bamako o Barcelona han intentado regular y controlar, pero en el mejor de los casos constituyen intentos frustrados o, incluso, intenciones de legalizar los hábitos. [Y: Está claro que, a la lógica del mercado hay que suponer la lógica de la responsabilidad: la empresa es la responsable de los residuos y los daños que ocasiona el proceso de producción. Este aspecto es como los principios éticos o los derechos humanos: se los acepta como válidos pero su consecución todavía queda lejos]. Más soluciones: una actitud general de no agravar la situación y de mantenerse sensible; reducir envases y envoltorios a lo sanitariamente imprescindible; dar valor a los residuos para que no sean material del que hay que librarse; eliminar las subvenciones a las actividades generadoras de residuos; incrementar el precio de las materias como maderas tropicales; trabajar con la concienciación del gran público; repercutir gastos a los consumidores (como en el caso del agua);... El consumo y la sostenibilidad (76) Se entiende como desarrollo sostenible aquel que permite satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras. Esto implica que: 1. El consumo de material renovables no debe superar la tasa de renovación. El consumo de agua y madera son dos ejemplos claros de violación de este principio. 2. El consumo de material no renovables no debe superar la tasa de sustitución. Este consumo es especialmente pre- ocupante, puesto que es irreversible. Así, estamos agotando las fuentes minerales, dejando sin estos recursos a generaciones futuras. Al respecto, el concepto clave no debería ser crecimiento sino desarrollo. 3. La velocidad de generación de residuos no debe superar la velocidad de metabolización de la naturaleza. Los efectos de los residuos no sólo se hacen patenten en su amontonamiento, sino especialmente en los cambios que se generan en la naturaleza. Por ejemplo, la contaminación. Es llamativo el hecho de que la historia de la humanidad es la de agresiones crecientes al medio, generando consecuencias que ahora estamos sufriendo (como la desertización, la contaminación de las aguas y el aire, etc.) y que no hagamos otra cosa que aumentar el consumo y, con ello, el daño. Entre otros aspectos, se plantean los límites admisibles de contaminación. Pero tales límites son difíciles de establecer, pues no se conoce el efecto mediato de multitud de contaminantes y la complejidad que se alcanza cuando estos agentes interactúan entre sí y con las cadenas naturales. Por otro lado, el tiempo que transcurre desde que se crea y utiliza una sustancia y el descubrimiento de sus efectos dañinos, puede ser muy grande, y no sabemos qué sustancias de este tipo estamos usando hoy, ni cuándo conoceremos sus efectos. Por ello, el consumo debe reducirse. Consumo y alimentación Los hábitos de alimentación tienen efectos lógicos en la salud. Pero medirlo es difícil, pues comparten protagonismo con otros agentes como, por ejemplo, el aumento de la tensión nerviosa, la disminución del tiempo de exposición al sol, el aumento de la contaminación atmosférica o la disminución del ejercicio físico, que también ejercen una influencia nada positiva. Alimentos como frutos y plantas diversas han sido y son utilizados como remedios curativos naturales y hay que considerar que el 70% de los fármacos cuenta, como principio activo, con compuestos naturales. Los hábitos cambian de tal forma que se cae en el consumo de la comida rápida (abundante en grasas y proteínas animales), en detrimento de la dieta mediterránea, mucho más variada, además de escasa o moderada en carne. Además, la base de la comida rápida requiere tratamientos especiales para ser transportada desde grandes distancias. Por contraposición, abundar en la cocina mediterránea lleva consigo no favorecer el desigual trato Norte-Sur. Consumo responsable - 3 Transgenia El consumo de alimentos es obligado para la subsistencia. Si añadimos a esto el consumo superfluo podemos tener una idea del volumen de dinero que se mueve en torno a la alimentación (producción, distribución, venta). Así, por ejemplo, determinadas multinacionales controlan, a escala planetaria, todo lo relacionado a algunos productos de alimentación. Dado que el objetivo no es la salud, sino el beneficio económico. las tareas que se realizan van orientadas a optimizar la producción, reduciendo costes y sin preocupación por los efectos siguientes. Un buen ejemplo de ello es la práctica de la transgenia donde, literalmente, se insertan genes de unas especies a otras, para controlar el desarrollo de éstas. Pero, alarmantemente: (1) se desconocen los efectos que pueden provocarse en la salud de quines consumen estos alimentos; (2) se está generando un cambio en el ADN de la especie, es decir, en todos los individuos que surjan desde ese momento (en animales o plantas), insertándose en el ecosistema, con consecuencias impredecibles.; (3) las técnicas utilizadas para la transgenia (por la llamada ingeniería genética, denominación que intenta transmitir la idea de ciencia, sabiduría, control) no son precisas y dependen mucho del azar (se sabe el gen que se inserta, pero no dónde va a parar). Un ejemplo muy nombrado es el de la colza transgénica cuya propiedad generada era la de ser resistente a los herbicidas. Pero tal gen, por el polen, pasó a la maleza, convirtiéndola en resistente. Otro, el de los cerdos a los que se inyectó hormonas humanas del crecimiento, volviéndose ciegos e impotentes (falta de control sobre los efecto). Otro es el de los riesgos clínicos derivados de la resistencia que algunas cepas patógenas adquieren al pasárseles el gen. otro es la utilización de hongos y bacterias transgénicas para la fermentación y modificación de sustancias utilizadas para la alimentación. Se argumentó que la transgenia terminaría con el hambre gracias al aumento de la producción. pero ocurre que el hambre no está basado en la escasez, puesto que hay suficientes alimentos, aunque mal repartidos. La transgenia sigue con claridad al mismo dueño: la defensa de los precios. La transgenia avanza y el hambre también. (103) Pensar que Monsanto está invirtiendo 2 millones de dólares al día para acabar con el hambre en el mundo equivale a pensar que la investigación sobre el sida se va a dirigir alguna vez hacia las masas africanas: no es esa la dirección que toma el mundo, en el que los desheredados han sido condenados a figurar solamente en las estadísticas. ¿Qué pasará? No lo sabemos. Lo que sí se sabe es que la transgenia no baja los precios. Y una buena prueba de esta incertidumbre es la negativa de las empresas aseguradoras para hacerse cargo de cubrir los posibles riesgos de esta práctica. Lo que sí sabemos es que la utilización de productos transgénicos ya está suministrando información y que ésta aconseja encarecidamente más cautela. Algunos ejemplos: • El poder mortal de la peste es producto del pase de un gen, sin intervención humana, a una bacteria hasta entonces inofensiva. Este solo gen permitió que la bacteria causante de la peste pudiera albergar en el estómago de la pulga, origen de la propagación de la epidemia. En la transgénesis, el paso de genes se provoca, pero sus consecuencias completas se desconocen. • En 1989 se lanzó al mercado una variedad de triptófano basado en componentes transgénicos. Causó la muerte de 38 entre 1600 personas afectadas, sin que al día de hoy se conozcan las causas. • Las vacas que se alimentan de soja transgénica RRS, de Monsanto, dan leche diferente: de entrada, un 8% más ricas en grasa. Todavía no se sabe por qué. • El pienso Posilac de Monsanto es un preparado a base de una hormona fabricada en laboratorio: la rGBH. Esta hormona favorece el incremento de la producción de leche por parte de las vacas que toman Posilac. Pero se han observado algunos efectos secundarios de origen desconocido: las ubres generan pus, nacen terneros con malformaciones y, por asociación con la hormona IGF-I (con efectos en la mitosis celular), se generan tumores. De hecho, investigaciones muestran que los consumidores de esta leche padecen con más probabilidad cáncer de mama, colon y próstata. Sin embargo, el Posilac no está prohibido. Para que un producto transgénico llegara al mercado serían necesarios procesos más exigentes que los actuales. Tal vez requieran comprobaciones que exijan años. Este criterio es contrario a la rápida obtención de beneficios derivados de la investigación. Pero no seguirlo es contrario a al salud del planeta y de las personas. Otro aspecto que debería considerarse son las consecuencias económicas. Por ejemplo, la sustitución de productos generados en regiones propensas a la miseria, por otros que provienen del laboratorio, pueden llevar a la desesperación a miles de familias. Consumo responsable - 4