trotsky 04-09-16.cdr - Corriente Obrera Revolucionaria

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A 76 años del asesinato de León Trotsky
Tomar el poder, destruir el Estado,
construir la sociedad comunista
Hace 76 años era asesinado León Trotsky por el estalinismo, con
el fin de silenciar una de las voces más importantes de la
continuidad del marxismo-leninismo y entregar al imperialismo un
trofeo de uno de los últimos líderes de la Revolución Rusa. De esa
manera creyó que sepultaba las ideas revolucionarias, tan
temidas por la burguesía internacional. Pero las leyes históricas
son más fuertes que cualquier aparato y hoy, ante una de las crisis
más importantes de la historia, queda demostrado que seguimos
en una época de crisis, guerra y revoluciones; en la que el motor de
la historia sigue siendo la lucha de clases. Nuevamente se pone a
prueba la teoría marxista, cuya justeza histórica amenaza con
convertirse en absolutamente evidente para las masas, y en esta
pelea el estalinismo no tiene ya nada que decir.
Reivindicamos su legado teórico-político, la Teoría de la
Revolución Permanente; sus escritos políticos, el Programa de
Transición; y tantos otros textos importantes. A quien fuera uno de
los dirigentes, junto a Lenin, de la Revolución Rusa; creador del
Ejército Rojo; constructor de la III Internacional y -ante su
degeneración- el impulsor de la IV Internacional.
Como él mismo escribió: “El marxismo examina la estructura de
clase de la sociedad como una forma históricamente condicionada
del desarrollo de las fuerzas productivas. El marxismo deduce de
las fuerzas productivas de la sociedad las relaciones mutuas entre
la sociedad humana y la naturaleza circundante, y éstas, a su vez,
quedan determinadas en cada etapa histórica por la tecnología del
hombre, por sus instrumentos y armas, por sus capacidades y
métodos de lucha con la naturaleza. Precisamente esta
aproximación objetiva confiere al marxismo un poder insuperable
de previsión marxista”. (El materialismo dialéctico y la ciencia.)
En la actualidad comienza a resquebrajarse todo el andamiaje
creado en la posguerra, entonces el imperialismo -en su
decadencia- intenta descargar la crisis sobre nuestra clase. Es
tarea de los revolucionarios poner todos nuestros esfuerzos
militantes para derrotar a nuestros enemigos con las armas de la
crítica, y con la crítica de las armas. Como planteaba Trotsky,
debemos formar nuevos cuadros para viejas tareas. Esta tarea
preparatoria debe estar íntimamente ligada a ser parte de nuestra
clase; a intervenir en los sindicatos; a lograr más experiencia;
estar ligada a sus luchas, a sus triunfos y derrotas. Debemos ser
parte de sectores de vanguardia, que podamos sacar lecciones
para construir el partido revolucionario como sección nacional de
la reconstrucción de la IV internacional. Para intentar saldar la
crisis de dirección revolucionaria e intentar avanzar de forma
revolucionaria.
Queremos poner en pie una nueva generación de revolucionarios,
que sea consciente de las grandes tareas que están planteadas,
pero que no parta desde cero, sino que retome el método del
marxismo. Al contrario de lo que plantean los reformistas y
defensores del capitalismo, no es la teoría marxista la que está en
crisis, sino los que se llaman a sí mismos marxistas. Ellos
contradicen los fundamentos de la teoría y el programa, separan la
economía de la política, abandonan la dictadura del proletariado
porque “espanta” a las masas, discurren sobre el problema de la
“consciencia” como si fuera un problema psicológico, siguen
planteando la necesidad de partidos amplios en contra del partido
revolucionario.
Contra todas estas deformaciones debemos recuperar las
herramientas del marxismo, para saldar cuentas con las viejas
generaciones de trotskistas que erraron el rumbo y que -por
presiones objetivas y subjetivas- perdieron de vista la totalidad e
hicieron norma de las particularidades, lo que los llevó a
reemplazar el programa revolucionario por amalgamas de
demandas.
A 76 años del asesinato de Trotsky, seguimos peleando por que
las ideas del marxismo sean renovadas al calor de las luchas
ideológicas y de clase, somos conscientes de que el marxismo no
es un sistema absoluto. Por eso, en esta situación de crisis
mundial, los marxistas tenemos mucho que decir y hacer:
debemos retomar las tareas revolucionarias para enfrentar a la
burguesía y su Estado burgués; tomar en nuestras manos la
CORRIENTE OBRERA REVOLUCIONARIA
02-09-16
imperiosa tarea de reconstruir la IV internacional, ya que sus
tareas históricas aún siguen intactas; dotar de un programa
revolucionario a nuestra clase para vencer. Como planteaba
Trotsky, la IV internacional puede resumirse en tres palabras: “por
la dictadura del proletariado”.
No podemos olvidar la idea permanentista de partido que
incorpora Trotsky, ya que no se basa en la construcción en una
determinada consciencia actual, sino en las tareas históricas del
proletariado. Le da la dictadura del proletariado una dimensión
permanentista. Concepto que ha desaparecido del diccionario de
izquierda -temerosa de asustar a la opinión pública- o, en todo
caso, se usa de forma democrática. Esto es ignorar que Trotsky
planteaba que la dictadura en Rusia estaba provisoriamente
encerrada dentro de límites nacionales, dándole así un carácter
internacionalista y por lo tanto permanente.
Trotsky tuvo que discutir la recuperación del método y la mecánica
del programa ante la traición de la III Internacional estalinizada. Es
por eso que elaboró el Programa de Transición, que -como él
decía- nos deja en el umbral de la revolución. Hacía mucho
hincapié en mostrar que este programa era un sistema de
reivindicaciones que se proponía atacar las bases del régimen
burgués. O sea, desarrollar una de las premisas estratégicas de la
III Internacional en su fase revolucionaria, que era desorganizar a
la burguesía (recordemos que las otras premisas eran organizar la
proletariado y por último preparar las etapas de la dictadura de
proletariado). Los revolucionarios llegaron a esta síntesis de
tareas estratégicas después del triunfo de la Revolución Rusa y su
extensión a una situación revolucionaria a nivel mundial. Pero
pudieron generalizar las experiencias revolucionarias de la época
de crisis, guerras y revoluciones por la construcción de la
Internacional y es allí en donde la estrategia tomó la dimensión
internacional y colocó a nuestra clase frente a tareas que excedían
la base nacional de nuestra lucha.
En el desarrollo de la crisis mundial ha aparecido una nueva
generación de trabajadores y jóvenes que con confusión de
objetivos se está enfrentando a los distintos procesos de la lucha
de clases: enfrentando a sus gobiernos en las calles; creando y
recuperando las organizaciones de la clase como los sindicatos;
formando parte de la aparición de tendencias sindicales
transitorias. Es por eso que los revolucionarios debemos actuar en
este momento histórico pensando con nuestra propia cabeza.
Debemos sacarnos la loza de las direcciones trotskistas de
posguerra y desarrollar una nueva generación de revolucionarios,
que tome la tarea central de intentar solucionar la crisis de
dirección, retomando las tareas del marxismo revolucionario.
Nosotros debemos partir de una cuestión crucial: el Estado-nación
está superado como “marco” para el desarrollo de las fuerzas
productivas, en cuanto “base” para la lucha de clases y, por
consiguiente, en cuanto a “forma estatal” de la dictadura del
proletariado.
Nosotros intentamos avanzar en las discusiones de estrategia
revolucionaria, por eso en estos 10 años de existencia de nuestra
corriente, debatimos sobre nuestra visión del programa de
transición, la teoría de la revolución permanente y sobre la
dictadura del proletariado y su extensión internacional.
Sostenemos lo importante de discutir la descomposición del
imperialismo entendiendo a éste como la superestructura del
capital y la descomposición de los Estados burgueses y su
sistema de Estados- nación. Y en esta tarea estamos.
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