tema iii. sociedad.

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TEMA III. SOCIEDAD.
1.- Época arcaica.
2.- Instituciones políticas y sociedad
atenienses.
3.- Instituciones políticas y sociedad
espartanas.
4.- La mujer griega.
5.- Fiestas religiosas y competiciones
atléticas.
6.- La educación.
1.- ÉPOCA ARCAICA: EVOLUCIÓN DE LA POLIS.
Al iniciarse la época arcaica (siglo VIII a.c), nos encontramos la sociedad griega repartida en
un gran número de ciudades-estado (πόλις). Estas ciudades estado, autónomas e independientes unas
de otras, eran muy variadas y cada una tenía sus propias estructuras, pero también presentan elementos
comunes, y, en muchas ocasiones, tuvieron una evolución similar, aunque con sus propios
particularismos.
a) Significado y naturaleza de la polis.
Globalmente se define polis (πόλις) como un estado autónomo que se gobierna a sí mismo.
Polis es sinónimo de comunidad independiente, no se aplica a una coalición de estados. La idea
fundamental estriba en una comunidad política dentro de un territorio no muy extenso. La polis en su
esencia era el conjunto de ciudadanos actuando de común acuerdo y utilizando un instrumento político
como es la asamblea (ἐκκλησία) para discutir y buscar soluciones a los problemas, de ahí que sus
objetivos y características fundamentales sean dos:
a/ Autonomía: Capacidad para crear sus propias leyes.
b/ Autarquía: Capacidad para autoabastecerse o autodirigirse a sí mismos en diversos aspectos.
La comunidad de la polis la constituía una minoría. La mayoría eran los no-ciudadanos, que en
algunas poleis recibían el nombre de metecos. También estaban los esclavos y las mujeres.
La polis es fuente de todos los derechos y obligaciones, de ahí la absorbente autonomía de la
polis. La comunidad es la única fuente de la ley y garantía de libertad: la ley (vόμoς) debe ser
aprobada por la comunidad y garantiza el sentido de libertad de la polis. La ley es, por tanto, la
máxima autoridad.
b) Situación histórica de su aparición.
Se puede situar la aparición de la polis sobre el 750 y el 650 a.C. Desde el punto de vista
político este siglo supone el paso de la monarquía a un sistema aristocrático y oligárquico.
Desde el punto de vista social, las clases superiores presentan una ideología aristocrática que
posteriormente dejará secuelas. También se caracteriza por la aparición de nuevas clases sociales.
Desde el punto de vista económico, se produce un nuevo espíritu de competencia y búsqueda
de beneficios: aparición del sistema monetario, mejoras en el comercio, época de las colonizaciones
por el Mediterráneo, etc.
Desde el punto de vista artístico aparecen templos de piedra adornados con columnas, grandes
esculturas, etc. Aparece además una nueva lírica y formas corales de poesía.
c) Origen, desarrollo y consolidación de la Polis. Formas de Gobierno.
El origen se encuentra en una monarquía tribal. Existían unas tribus que en tiempo de guerra se
reunían en una ciudadela (Acrópolis). En tiempos de paz se dispersaban quedando en la ciudadela un
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conjunto de hombres al mando de un jefe con caracteres políticos y religiosos llamado "Arconte"
(ἅρχωv), en principio el rey. Este jefe pertenecía a unas familias llamadas de los "Eupátridas" ("Bien
nacidos, de buen origen"). La polis presenta en su origen una estructura oligárquica, base del estado
primitivo y feudal, es decir, protección militar frente al exterior. La ley es voluntad de los Eupátridas y
se basa en un derecho de costumbres no escrito.
Poco a poco, las funciones del rey van debilitándose y queda relegado a funciones cívicas y
religiosas. A medida que los nobles (ἄριστoι) van especializándose en asuntos de justicia, economía,
etc., van a conseguir un órgano político de conjunto (βoυλή) (Consejo de aristócratas) que tiene el
poder de decisión. El conjunto de ciudadanos libres forma la ἐκκλησία (Asamblea popular) que en un
principio tiene poca capacidad política y de decisión.
La consolidación de la polis se debe, fundamentalmente, a dos aspectos:
a) Económico: Apogeo de la industria y del comercio. Se desarrollan nuevas técnicas. Este apogeo
comienza en la época de las colonizaciones. La economía desarrolla un elemento
social en el que las riquezas se distribuyen y están en manos de clases aristocráticas y no
aristocráticas. Todo este desarrollo económico va a generar un aumento de población y de producción;
no obstante, el poder político en la época arcaica sigue en manos de los aristócratas.
b) Político: La época arcaica va a servir para agudizar conflictos entre la aristocracia y los demos. En
época clásica se va a producir la integración del elemento más desestabilizador, los demos,
creando un nuevo sistema político: La Democracia.
Para resumir, y simplificando, podemos establecer la evolución de las formas de gobierno de la
polis de la siguiente forma:
- Monarquía: Hasta el siglo VIII.
- Aristocracia-Oligarquía: Siglos VIII al VI.
- Tiranía: 2ª mitad del siglo VI.
- Democracia: Siglos V y IV (con excepciones)
- Monarquías helenísticas (y ligas de ciudades en la antigua Grecia): Desde el año 338 (= decadencia
de la polis).
2.- INSTITUCIONES POLÍTICAS Y SOCIEDAD ATENIENSES.
A) Evolución histórica.
La primitiva población de Atenas la encontramos dividida en cuatro tribus, a las que se asignan
nombres de origen incierto, que también se encuentran en otros estados jonios. La población libre se
divide en tres clases: 1) Eupátridas o nobles; 2) Georgoi o agricultores terratenientes; 3) Demiurgoi u
obreros públicos, que trabajan en el comercio y los negocios. Además de los ciudadanos libres, hay
una clase que, no poseyendo tierras, cultiva las de los nobles y conserva la sexta parte del producto,
por lo que se llaman "Hectemoroi". Sólo la primera clase libre puede dar candidatos elegibles para el
Arcontado y miembros del Areópago.
Más tarde, Solón, legislador ateniense de comienzos del siglo VI, revisó la Constitución de
forma que aún el más pobre de los ciudadanos tuviera alguna intervención en la administración
pública.
Con este fin, usó una clasificación ya existente, que dividía a los ciudadanos en cuatro clases,
según su riqueza: a) Los Pentacosiomedimnoi, u hombres capaces de proveer 500 sacos de cereales; b)
Los Hippeis o caballeros; c) los Zeugitai, u hombres que podían poseer una pareja de bueyes. A estas
tres clases tradicionales añadió una cuarta: d) los Thetes, o ciudadanos más pobres. A cada clase se
asignaron derechos políticos en proporción con su respectiva categoría y riqueza. Sólo los miembros
de la primera clase eran elegibles para los oficios públicos superiores (Arcontado); los de segunda y
tercera eran admitidos para otros cargos menores; los thetes quedaron excluidos de todo cargo, pero
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recibieron a cambio el derecho de pertenecer a la "Ekklesía" o Asamblea general. Y como este cuerpo,
con capacidad judicial, tenía el poder de pedir cuentas a los magistrados al término de su cargo, los
thetes realmente adquirieron un verdadero poder.
Más tarde, con la democracia, a partir de Clístenes (510), el acceso a los cargos públicos fue
ampliándose paulatinamente a todas las clases sociales y económicas de los ciudadanos, sobre todo
con las reformas de Efialtes y Pericles, ya en el siglo V.
B) Agrupaciones sociales y administrativas.
-La población ateniense se dividía en época clásica en tres categorías legales:
a) Ciudadanos (πoλῖται): Disfrutaban de todos los derechos políticos (participación en la
asamblea, magistraturas, etc.) y tenían en exclusiva el privilegio de
tener propiedades inmobiliarias (suelo y vivienda). Para ser ciudadano se requería, a partir de Pericles
(451), haber nacido de padres atenienses y estar inscrito en una fratría y en un demos. Tenían
derechos políticos sólo los varones mayores de 18 años. Estos derechos, sin embargo, (llamados
ἐπιτιμία) se podían ver restringidos en parte o totalmente (ἀτιμία) por diferentes razones.
b) Metecos (μέτoικoι): Eran hombres libres, griegos o no, asentados en el Ática. Para no ser
convertido en esclavo, todo extranjero tenía la obligación de
inscribirse como meteco, y debía además pagar un impuesto especial. En raras ocasiones, tenían el
privilegio de igualdad de impuestos con los ciudadanos y el derecho a la propiedad inmobiliaria. No
tenían derechos políticos, pero sí las mismas cargas que los ciudadanos en cuanto a riqueza. Para
servirse de los tribunales de justicia necesitaban la garantía de un πρoστάτης ("patrón"). Se ocupaban
sobre todo en actividades económicas no agrícolas (comercio, artesanía, etc.), y por tanto su presencia
era muy favorecida por la ciudad.
c) Esclavos (δoῦλoι): No tenían ningún derecho político, aunque tenían algunas protecciones
legales. Se dedicaban a la agricultura, comercio, minería, etc., al igual
que los ciudadanos, pero siempre trabajaban por cuenta ajena, y en ocasiones sus condiciones de
trabajo eran más duras. Otros esclavos formaban el cuerpo de policía (arqueros escitas). Los esclavos
que obtenían la libertad pasaban a tener los mismos derechos y obligaciones que los metecos.
Estas tres categorías legales no constituían clases sociales (propiamente dichas), económicas o
incluso raciales, porque no existía homogeneidad dentro de cada una de ellas (aunque la
homogeneidad étnica estaba prácticamente asegurada para los ciudadanos).
-En cuanto a las divisiones administrativas, desde las reformas de Clístenes (508), la
población del Ática aparece dividida en diez tribus, que tenían por base una distribución geográfica en
función de tres distritos: Ciudad, Campo y Costa. Cada distrito constaba de diez Tritías (τριττύες)
que, por su parte, englobaban un número desigual de poblados o demos (δῆμoι). El conjunto de tres
tritías, una de cada distrito, formaba una tribu (φυλή). Los demos tenían asambleas, magistrados,
cultos y registros de inscripción propios, etc. Sin embargo, estaban plenamente integrados en la vida
de la ciudad. (Cf. Esquema).
Distritos Tribu
Tritía



ciudad
Demoi
campo
costa
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C) Instituciones políticas atenienses.
1) Órganos de gobierno.
1/ La Asamblea (ἐκκλησία): Era la reunión de todos los ciudadanos mayores de 20 años en
posesión de plenos derechos. Como máximo órgano de
decisión y discusión, los acuerdos de la asamblea se tomaban mediante voto a mano alzada. Para la
ejecución de los decretos acordados (ψηφίσματα) contaba con el auxilio de la Bulé; para su
conversión en leyes que no contradijeran las ya existentes, era asesorada por comisiones especiales.
2/ La Bulé (βoυλή): Tuvo 500 miembros a partir de Clístenes. Estos 500 ciudadanos, todos
mayores de 30 años, eran elegidos por sorteo, anualmente, a razón de
50 por cada una de las 10 tribus. Sólo se podía ser consejero (βoυλευτής) un máximo de dos veces en
la vida. Los consejeros de cada tribu se alojaban en un edificio circular situado en el ágora (ἀγoρά)
durante una décima parte del año o "Pritanía", de ahí su nombre de Pritanos (πρυτάvεις). Éstos se
encargaban de preparar el orden del día (πρόγραμμα) de las sesiones diarias del pleno de la Bulé en el
βoυλευτήριov, y de las cuatro asambleas ordinarias de cada pritanía. La Bulé ejercía un poder de
control sobre los asuntos que llegaban a la asamblea (en materia de finanzas sobre todo) y se
encargaba de coordinar y supervisar toda la actividad política (interior y exterior: recibía a los
embajadores extranjeros, etc.), religiosa, económica y jurídica.
3/ El Areópago (Ἀρεῖoς πάγoς): Era en parte consejo político, y en parte tribunal judicial.
Formaban parte del mismo, con carácter vitalicio, todos
los ex-arcontes. Su enorme importancia político-judicial primitiva fue decayendo. A partir de Efialtes,
la mayor parte de sus prerrogativas pasaron a la Bulé y a los tribunales ordinarios.
2) Magistraturas.
Solían cubrirse por sorteo entre los ciudadanos presentados por los demos. Los cargos duraban
un año, y no eran renovables (excepto los militares, renovables indefinidamente). La elección se
realizaba en primavera. Los ciudadanos tomaban posesión de sus cargos en Julio.
Para poder entrar en funciones, los candidatos electos debían superar favorablemente un
examen (δoκιμασία) ante un tribunal sobre cuestiones que aseguraban su impecable ciudadanía. Los
magistrados podían ser cesados en su cargo si no conseguían el voto de confianza (ἐπιχειρoτovία)
preceptivo en cada una de las asambleas principales a lo largo del año. Finalmente, y en el término de
30 días después de haber cesado en su mandato, los magistrados estaban obligados a someterse a un
proceso de rendición de cuentas (εὐθύvας δίδovαι), requisito sin el cual el magistrado saliente no
podía disponer de sus bienes ni abandonar la ciudad.
Entre todas las magistraturas ateniense destacan por su importancia los arcontes (οἱ ἐννέα
ἄρχovτες) y los estrategos (oἱ στρατηγoί) o generales.
1.- Los Arcontes:
Los nueve arcontes, actuando colegiadamente, presidían las elecciones y sorteos de todo tipo,
si bien hay que distinguir entre las funciones encargadas cada uno de los tres arcontes principales
(arcontes epónimo, rey y polemarco), y aquellas que correspondían al colegio de los seis tesmótetas.
Las funciones eran diversas, pero casi siempre simbólicas o administrativas (presidir fiestas, actos
religiosos, homenajes, etc. Pero también velar por el cumplimiento de las leyes, presidir los tribunales
de justicia, encargarse de la elección de nuevos arcontes, velar por los precios de la cosas, etc., pero
siempre asesorados por secretarios, administrativos, etc.
2.- Los estrategos:
Eran diez, elegidos en la asamblea, a mano alzada entre todos los ciudadanos. Este cargo sí era
renovable, e incluso indefinidamente. Actuaban colegiadamente en las reuniones celebradas en el
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στρατηγεῖov, si bien la asamblea era el órgano que al fin y al cabo controlaba y decidía todas las
medidas propuestas sobre la administración militar y naval, así como en el reparto de poderes en caso
de excepción. Sus funciones especiales aseguraban a los estrategos determinados privilegios
(preferencia para la introducción de puntos en el orden del día de las asambleas, posibilidad de
convocar asambleas extraordinarias, etc.), al tiempo que se convertían en permanentes gestores
oficiosos de la diplomacia. Desde el punto de vista jurídico, intervenían en las causas propiamente
militares y en aquellas que incidían en la fuerza militar de la ciudad.
3) Otras instituciones.
1/ Árbitros públicos y privados.
Cualquier tipo de conflicto podía ser resuelto por un árbitro público (elegido por un
magistrado) o privado (elegido por las partes en conflicto): διαιτητής. Los árbitros eran ciudadanos
mayores de 60 años, residentes en Atenas y que no hubieran sido elegidos para otro cargo. El árbitro
intentaba la reconciliación entre las partes y, si lo conseguía, dictaba sentencia, que era recurrible, y en
caso de no haber solución la causa pasaba ya a los tribunales ordinarios.
2/ Los jueces (δικασταί). La Heliea.
Eran 6.000 ciudadanos de plenos derechos, mayores de 30 años, elegidos por sorteo. Estos
6.000 se repartían en 10 secciones (δικαστηρία) integradas por 600 jueces procedentes a partes iguales
de cada una de las 10 tribus. Un tribunal podía contar con un mínimo de 201 jueces y máximo de
1.001. Los jueces recibían un salario por cada día de actuación. Un doble sorteo, realizado antes de la
constitución de los tribunales, trataba de evitar la corrupción y el soborno a los jueces. El conjunto de
tribunales recibía el nombre de Heliea.
3/ Política fiscal: Las "Liturgías".
Además de una serie de impuestos indirectos para ciudadanos y metecos (φόρoς), los
ciudadanos ricos tenían la obligación moral de emplear parte de sus riquezas en beneficio del bien
público. Esta obligación estaba perfectamente regulada por las liturgías (λειτoυργίαι), "servicios a la
comunidad", mediante los cuales la polis les imponía correr con determinadas cargas. Entre otras,
éstas eran la coregía, χoρηγία (obligación de correr con todos los gastos de un coro para las
representaciones teatrales) y la tierarquía, τριηραρχία (obligación de equipar una nave atendiendo a
los gastos de manutención de los tripulantes y entretenimiento durante un año).
4/ El ejército.
El servicio militar era una obligación para todos los ciudadanos y metecos. A los 18 años, los
jóvenes atenienses eran reclutados como "efebos" y recibían educación militar durante dos años. Tras
el período de efebía, el ciudadano ateniense ya podía participar plenamente en la asamblea, donde se
decidía en cada caso la amplitud de los reclutamientos para las campañas del ejército. Como cada
soldado debía pagar su armamento, la participación en calidad de hoplitas o jinetes mostraba la
situación económica de tales ciudadanos. Las tropas ligeras eran levadas con menor frecuencia. En la
marina se daban los mayores contrastes. Corría a cargo de los ciudadanos más ricos el equipamiento
de las trirremes: naves de 174 remeros distribuidos en tres filas a cada lado, mientras que los
ciudadanos más pobres tuvieron siempre en la flota un medio muy importante de ganarse la vida como
tripulantes, al menos mientras existió el imperio ateniense.
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3.- INSTITUCIONES POLÍTICAS Y SOCIEDAD ESPARTANAS.
A) Organización social de la población de Esparta.
La población del territorio dominado por Esparta se repartía en tres categorías: ciudadanos de
pleno derecho o espartíatas, periecos e ilotas.
- Los espartíatas (llamados también ὁμoῖoι, "iguales", por su igualdad de derechos) eran una
minoría de privilegiados ampliamente superada por las otras dos capas. Les estaba prohibido todo tipo
de actividad económica, pero eran dueños de las mejores tierras de Laconia y Mesenia. Los espartíatas
estaban entregados por completo a actividades militares, marcada por una obediencia ciega hacia los
jefes.
- Los periecos habitaban en una centena de pequeñas comunidades distribuidas por Laconia y
Mesenia. Gozaban de cierta autonomía local, pero estaban totalmente sometidos al gobierno de
Esparta. Las pequeñas comunidades de periecos poseían tierras; no pagaban tributos a los espartanos,
pero tenían que trabajar las tierras reservadas a los reyes de Esparta. Aunque eran reclutados
normalmente para servir en el ejército, se les consideraba ajenos a la ética aristocrática y guerrera de
los espartíatas.
- Los ilotas tenían un estatuto muy próximo a la esclavitud, sin llegar a ser esclavos en sentido
pleno, ya que no son objeto de compra-venta. Aunque secundariamente desempeñaban oficios
artesanales, su actividad principal era el cultivo de las tierras poseídas por los espartíatas, que recibían
una parte proporcional de los productos. Era normal la participación de los ilotas en la guerra al lado
de los espartíatas y periecos. Debido a que los espartíatas podían matar impunemente a los ilotas, no
menos normales fueron sus constantes intentos de rebelión desde la época arcaica hasta que llegaron a
constituir el estado independiente de Mesenia en el 370 a.C.
El hermetismo y la xenofobia de Esparta condicionó un tipo de economía agrícola
fundamentalmente, en el que, como hemos visto, todo el peso recaía sobre las dos clases que nunca
tuvieron opción a participar en las tareas de gobierno: periecos e ilotas.
B) Órganos de gobierno.
1/ La asamblea popular (ἀπέλλα).
Todos los hombres en posesión de plenos derechos de ciudadanía, mayores de 30 años, podían
formar parte de la asamblea popular, celebrada cada año, presidida primero por los reyes y después
por los éforos. El pueblo resolvía los asuntos anteriormente discutidos por la Gerusía, que rechazaba o
aprobaba sin deliberar, y la votación se hacía por aclamación. El derecho a hablar a la multitud era
privativo de los reyes, gerontes y éforos; así la asamblea espartana tenía un carácter meramente
consultivo, sin compromiso para el gobierno del estado.
2/ La Gerusía.
Era un consejo de ancianos que cooperaba en las deliberaciones y resoluciones del Estado.
Estaba formado por 28 miembros vitalicios, mayores de 60 años y los dos reyes. Estaba encargada de
debatir previamente las propuestas presentadas a la asamblea, y podía derogar una decisión "torcida",
tomada por el pueblo. Ejercían, además, la justicia en causas de homicidio y alta traición. Sin embargo
muchas de sus prerrogativas fueron siendo absorbidas por los éforos.
C) Magistraturas.
1/ Los dos reyes.
En Esparta había dos dinastías reales. La sucesión hereditaria recaía directamente en el primer
hijo de un rey, y si no, en el pariente más próximo. Originariamente eran generales en jefe, primer
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juez y sumo sacerdote. Pero con el paso del tiempo sus atribuciones pasaron progresivamente al
colegio de los éforos. Pero estaban encargados de hacer sacrificios, consultar los oráculos y
pronunciar las sentencias en asuntos de derecho de familia. Uno de ellos era el encargado de dirigir el
ejército en campañas exteriores, donde retomaba un poder casi ilimitado sobre las personas y sus
vidas, aunque estaba vigilado por los éforos, y a su regreso debía rendir cuentas de su actuación. Sin
embargo, más importante que sus derechos eran sus honores, y a su muerte recibían la consideración
de héroes.
2/ Los éforos.
El poder fundamental de la vida pública espartana radicaba en la magistratura de los cinco
éforos, elegidos anualmente por el pueblo entre todos los espartíatas con plenitud de derechos
políticos. El aumento del poder eforal encontró un terreno abonado en las incesantes luchas de las dos
dinastías reales, que paralizaban de hecho el poder real, muy desprestigiado por frecuentes condenas a
soberanos. Los éforos presidían la rendición de cuentas de todos los magistrados, trataban con
embajadas extranjeras, resolvían casi todos los casos de jurisdicción civil, vigilaban la conducta de los
ciudadanos, la disciplina, etc. Finalmente vigilaban a los periecos y a los ilotas, haciéndolos matar
impunemente o declarándoles simbólicamente la guerra a los últimos para justificar su sumisión
mediante matanzas generalizadas: "Criptía".
D) Otras instituciones.
1/ La disciplina espartana (ἀγωγά).
La ciudad de Esparta tomó su origen de un campamento militar permanente. Era preciso que
los espartíatas, muy inferiores en número a sus súbditos (que siempre provocaban rebeliones)
estuvieran preparados para entrar pronto en guerra. Así toda la organización de la comunidad tenía en
ésta su principal objetivo. Inmediatamente después de nacer, los niños deformes o débiles eran
dejados entre las rocas del monte Taigeto. Desde los siete años, los muchachos recibían una educación
común, bajo la dirección del Estado, que designaba un encargado a propósito. Mediante ejercicios
gimnásticos y abstinencias de todas clases fortalecían su cuerpo y su voluntad para aprender a no
dejarse ganar por la adversidad y observar el mayor menosprecio por el sufrimiento. Pero también
desarrollaban disposiciones naturales de astucia y malicia. La enseñanza propiamente dicha se
limitaba a hablar poco pero con precisión, y a aprender de memoria los poemas homéricos y cantos
corales de guerra, así como música. A los 20 años los jóvenes eran incorporados a alguna sección de
tiendas de campaña donde participaban en comidas en común con sus compañeros (donde tomaban la
llamada sopa negra: cerdo guisado con sangre, sal y vinagre), y tenían que aportar su parte, y donde se
dedicaban casi exclusivamente a ejercicios gimnásticos y tácticas militares, siendo así prácticamente
guerreros profesionales con disciplina absoluta.
2/ El ejército.
El servicio obligatorio duraba desde los 20 hasta los 60 años, y en él participaban todos los
espartíatas en calidad de hoplitas, mientras que la infantería ligera no era parte constante del ejército
(y estaba formada sobre todo por periecos e ilotas). Prácticamente no existía caballería y flota. Los
guerreros espartanos, que vestían una casaca roja para disimular las manchas de sangre, iban al
encuentro del enemigo en compañías bien disciplinadas y formadas, y por tanto se convirtió en el
ejército más temido de Grecia, base de su poder y hegemonía en buena parte de Grecia durante
muchos años.
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4.- LA MUJER GRIEGA.
A) Introducción. La mujer ateniense.
En las sociedades patriarcales griegas, de claro predominio masculino, las mujeres ocupaban
un lugar postergado en la comunidad, inferior legalmente, que podemos asimilar a una categoría
social dependiente. De esta manera, a lo largo de toda su vida la mujer estaba sometida a un tutor
(κύριος) que ejercía sobre ella una autoridad soberana. Exentas del servicio militar en una sociedad
que vinculaba estrechamente la participación en la milicia con los derechos, las mujeres recibían
una educación elemental, reducida prácticamente a saber leer, escribir, hacer cuentas y al
conocimiento de sus obligaciones domésticas, carecían de derechos políticos y tenían limitadas sus
capacidades económicas y civiles.
La mujer se integraba en la vida comunitaria mediante el matrimonio, que concertaban los
hombres, y la religión, ámbito en el que se la considera ciudadana con plenos derechos. En el
matrimonio imperaba una doble moral sexual, de modo que a las mujeres no les estaba permitido el
adulterio mientras que los hombres podían tener relaciones extraconyugales con ambos sexos
(excepto con una ciudadana casada). Pero no debemos imaginarnos a las mujeres griegas recluidas
completamente en el gineceo (habitaciones de la casa destinadas a las mujeres). Sus salidas, por
varios motivos, visita a una vecina o pariente, determinadas fiestas o un funeral, parecen frecuentes.
Las mujeres nobles no vivían desde luego encerradas y muchas de clase baja compraban y vendían
en el ágora y desempeñaban los más variados oficios como taberneras, panaderas, vendedoras de
fruta, etc.
La mujer, en su casa, solía estar ocupada en numerosas tareas domésticas. Ella se encargaba
de la cocina, la limpieza, el lavado de la ropa, el abastecimiento de agua y el llenado de las lámparas
de aceite. Parte importante de su tiempo se consumía en el telar. Era normal que estuviera ayudada
por alguna esclava. Sus obligaciones iban más allá de estas ocupaciones, y, de hecho, sobre ella
recaían graves responsabilidades: debía ordenar toda la vida de la casa, vigilar a los sirvientes,
cuidar de que todo estuviera en orden, ocuparse de la crianza y las necesidades de los hijos y, sobre
todo, administrar y regular el consumo con mesura y previsión, sin que una excesiva parquedad
provocara tensiones y reproches y sin caer tampoco en el despilfarro, era la “oikonomía” (la
administración de la casa), sin la cual era imposible el funcionamiento normal de las familias y de la
vida griega. Su trabajo dentro de la casa le dejaba poco espacio para el ocio y el aburrimiento. En
cambio, las fiestas, procesiones y celebraciones religiosas suponían ocasiones muy especiales para
apartar momentáneamente sus preocupaciones cotidianas, mostrar su belleza y su posición.
Con todo, la mujer ateniense del período clásico estaba excluida de los asuntos de la pólis.
Madre y mujer de ciudadanos, ella misma podía ser ciudadana o no ciudadana, esclava o libre, pero
cabría decir que mantenía un tono menor con respecto al hombre. En el fondo, era considerada una
eterna menor de edad, controlada siempre por un varón, relegada a las labores del interior del hogar
y al gobierno de la hacienda (aunque en otros estados, como Esparta, Tebas, Lesbos o Corinto
parece ser que la mujer gozaba de mayor libertad e independencia con respecto a su padre, marido o
tutor).
El papel principal de la mujer, desde el punto de vista político, fue, por tanto, el de proveer a
su patria de los futuros ciudadanos necesarios para el buen funcionamiento de la misma. Su función
era, sin duda, importante y debía completarse propocionándoles a los hijos varones una buena
educación.
Por ello, la fidelidad del varón respecto a su esposa radicaba en respetarle su condición de
mujer legítima, conforme a la promesa del matrimonio. Las otras mujeres con las que el marido
podía intimar, la παλλακή o concubina, la ἑταίρα (hetera) o compañera de reuniones sociales, y la
πορνή o prostituta, no atentaban contra su situación de esposa principal y de madre. Ella, en
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cambio, sí debía ser totalmente fiel. El incumplimiento de esta cláusula le podía costar su posición
en el hogar.
B) El Matrimonio.
El acto fundamental de matrimonio era la “engyesis”, un acuerdo entre el pretendiente y el
“kírios” de la chica, donde se estipulaba la dote; al acto asisten testigos, pero seguramente la futura
esposa no estaría presente. El esposo, si es mayor de edad, no necesita la representación de su
padre, si bien tal vez lo consultara y eligieran juntos la esposa, de acuerdo con las relaciones
sociales que más les interesen mantener o reforzar. No había una edad fija para el matrimonio: las
mujeres pueden casarse desde la pubertad (aunque lo normal son los 15 ó 16 años) y los hombres no
antes de los 20 (aunque los 30 se consideraba la edad ideal).
La “engyesis”, que es un acto ritual de fuerza sagrada, es a todos los efectos un matrimonio
legal, aunque el matrimonio propiamente dicho, la “écdosis”, se suele celebrar después. La
ceremonia principal del γάμος (matrimonio) es el traslado de la esposa a casa del marido. Las
fechas elegidas suelen ser las de luna llena de un mes de invierno, normalmente el séptimo mes,
Gamelion (febrero-marzo), dedicado a Hera.
La víspera de la boda se ofrece un sacrificio a los dioses del matrimonio: Zeus, Hera, etc., y
se consagran los juguetes de la novia a los dioses. Sigue un baño ritual de purificación, común para
el novio y la novia.
El día de la boda las casas de los contrayentes se decoran con olivo y laurel. El sacrificio y
el banquete se celebran en casa de la novia. Ella se presenta coronada de flores, con velo y
acompañada por el “pároco”. El banquete nupcial lo celebran separados hombres y mujeres, y en él
se consumen platos tradicionales, como las tortas de sésamo. Al final del banquete la novia recibe
los regalos y al anochecer se forma la comitiva hacia la casa del marido; normalmente van juntos en
un carro. La novia lleva consigo un telar y un tamiz, símbolos de su actividad doméstica. La
comitiva de familiares y amigos los sigue cantando el “himeneo” (himno nupcial). Al llegar a casa,
la novia es recibida por los padres del marido; sobre su cabeza se extienden nueces e higos secos
(símbolo de bienvenida) y se le ofrece la tarta nupcial de sésamo y miel, y un membrillo o un dátil
(signo de fecundidad).
Después, los esposos se encerraban en la cámara nupcial, y al día siguiente los padres de la
novia iban a llevar la dote prometida.
Como todos los ritos del matrimonio están destinados a la prosperidad de la casa y no a la de
la pareja, el marido siempre puede repudiar a la mujer, y debe hacerlo obligatoriamente (bajo pena
de “atimía”) en caso de adulterio o, en menor medida, de esterilidad de ella, aunque el embarazo no
es un obstáculo para el repudio. En cualquier caso, debe devolverle la dote. Si es la mujer quien
desea separarse debe acudir al arconte con un pliego de cargos (aunque la infidelidad del marido no
era causa suficiente); con todo, no está bien visto abandonar al marido.
En cuanto a la viuda, tenía que casarse con quien hubiera dispuesto el marido antes de morir,
si así lo había hecho; o con quien decidiera su nuevo tutor legal.
Extraído, en parte, de: A. DOMÍNGUEZ y J. PASCUAL.
Atlas histórico del mundo griego antiguo. Síntesis. Madrid, 2006.
5.- FIESTAS RELIGIOSAS Y COMPETICIONES ATLÉTICAS.
A) Fiestas y festividades religiosas.
Cada ciudad poseía su calendario de festividades y sus ciclos festivos. Obviamente, el
número de festividades era variadísimo, pues además de las propias de una ciudad, existían otras de
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carácter general que afectaban a todos los griegos (panhelénicas), o a un grupo de ellos (panjonias,
pandorias, etc.). E incluso los particulares, en el ámbito de la familia, tenían sus propios cultos
(como a los dioses protectores del hogar, etc.).
Sin embargo, por su importancia, y su variedad, destacaremos tres de ellas en Atenas.
1./ Las Panateneas.
Una de las principales fiestas religiosas de Atenas y de la región del Ática, en general, era la
fiesta de las Panateneas, en honor de la diosa defensora de la ciudad.
(Según la mitología, cuando los dioses querían extender su culto por el mundo, Atenea y
Posidón quisieron extender también su culto por el Ática. Para ello quisieron ofrecer un regalo a los
atenienses. Posidón hizo brotar un manantial, que resultó ser de agua salada, mientras que Atenea
plantó un olivo en la Acrópolis. Los ciudadanos atenienses prefirieron el regalo de Atenea, que
desde entonces se convirtió en patrona y protectora de la ciudad).
Existían, en primer lugar, las “pequeñas Panateneas”, que se celebraban cada año en pleno
verano, a partir del día 28 del mes de Hecatombeon (Julio-Agosto). Pero desde el 566 a.C. también
tenían lugar cada cuatro años las “Grandes Panateneas”, en las que participaba toda el Ática y que
estaban precedidas por unos juegos atléticos.
Los juegos panatenaicos eran sólo uno de los grandes eventos deportivos de carácter
religoso que tenían lugar en Grecia. También estaban los juegos Píticos de Delfos, los Ístmicos de
Corinto, los Nemeos de Nemea, y, sobre todo, los Olímpicos de Olimpia. Éstos eran panhelénicos,
mientras que los panatenaicos eran exclusivos de la población ática.
En Atenas las competiciones comenzaban 5 días antes de las Panateneas propiamente
dichas, con la ceremonia de prestación de juramento tanto por los participantes como por los jueces;
a continuación venían los certámenes de poesía y música. Los torneos musicales tenían lugar en el
Odeón, el teatro cubierto situado junto al de Dioniso (a los pies de la Acrópolis). Los dos
principales instrumentos eran la flauta doble o aulós y la cítara.
En cuanto a las pruebas atléticas, en un principio fueron concebidas como una forma de
adiestramiento para la guerra. Los participantes se dividían en tres grupos en función de su edad.
Todos los que iban a tomar parte en las competicones deportivas marchaban en procesión al ágora;
se ofrecían sacrificios y se elevaban plegarias, tanto públicas como privadas.
Los juegos para adultos comenzaban con la carrera en el estadio (στάδιον), una prueba de
velocidad de 184 metros. También había pruebas de larga distancia (24 estadios) y medio fondo (6
estadios). Los atletas competían desnudos y los vencedores recibían como premio vasos decorados
llenos de aceite de oliva.
Otras pruebas eran el pentatlón (lanzamiento de disco, de jabalina, salto de longitud, carrera
de velocidad y lucha), la lucha, el pancracio el pugilato, la carrera con armadura, carreras de carros,
etc.
El quinto día de las Panateneas se celebraba una fiesta nocturna con música, canto y baile.
Al alba se ofrecía en la Academia un sacrifico en honor de Atenea y Eros, y el fuego sagrado era
llevado en un carrera de antorchas, que salía de la Academia e iba hasta el el altar de Atenea en la
Acrópolis.
Los preparativos para este festival comenzaban hasta nueve meses antes. La sacerdotisa de
Atenea y las arréforas (cuatro muchachas de familia noble) montaban un telar para tejer el nuevo
peplo (una especio de velo o manto) para Atenea.
Al día siguiente se emprendía una procesión, al despuntar el alba, encabezada por las
arréforas, que llevaban el peplo, junto con la sacerdotisa y un gran séquito de mujeres que portaban
regalos. A continuación iban los oficiantes de los sacrificios y los animales para la hecatombe.
Detrás iban los metecos, los ganadores de las competiciones, músicos, etc.
La procesión discurría por la ancha Vía Panatenaica y atravesaba el ágora cantando
himnos a Atenea, para subir luego por la colina de la Acrópolis, deteniéndose ante los Propileos,
mientras se ofrecían los sacrificios. Pero sólo a los nacidos en Atenas les era permitido entrar en la
Acrópolis. La procesión continuaba, pasando por delante de la cara septentrional del Partenón y se
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apiñaba alrededor del gran altar de Atenea, frente al Erecteion. Se le entregaba el peplo a la diosa
Atenea y se concluía con unos sacrificos en honor suyo.
El día siguiente, el último del festival, se dedicaba a la entrega de premios.
2./ Los Misterios de Eleusis.
Los Misterios de Eleusis. Se celebraban durante nueve días en el mes de Boedromión
(Septiembre-Octubre) en la localidad de Eleusis, cercana a Atenas, y protegida por ésta. En ellos,
tras una procesión desde Atenas a Eleusis, se celebraba una purificación en el mar por parte de los
iniciados y una libación. Allí también se realizaban varios actos votivos durante nueve días, de los
que poco se sabe.
Estos Misterios representan la búsqueda de Perséfone por parte de su madre, la diosa
Deméter, ya que aquella había sido raptada por Hades.
La joven estaba en un prado recogiendo flores, cuando en la tierra se abrió una grieta por la
que surgió Hades (que se había enamorado de ella), montado en su carro y se la llevó al infierno (el
mundo de los muertos). Sólo fueron testigos del rapto Helios (el Sol) y Hécate (diosa relacionada
con las encrucijadas, la brujería y la cara oculta de la Luna).
Al darse cuenta de la ausencia de su hija, Deméter inició su búsqueda llena de tristeza, pero
nadie pudo decirle nada de lo que había ocurrido, hasta que transcurridos diez días, Héctate,
conmovida, le informó de lo ocurrido. Y Helios le comunicó que Zeus había decidido entregarle
Perséfone a Hades para que la convirtiera en su mujer. Al oír esto, Deméter, llena de furia y dolor,
abandonó el Olimpo y huyó al mundo de los hombres, por donde vagó hasta llegar a Eleusis.
Mientras tanto, por voluntad de la diosa, los campos dejaron de dar frutos y toda la tierra
permaneció yerma, como reflejo del enfado y de su estado de ánimo.
(Pero en Eleusis, la diosa fue bien acogida, y allí enseñó a los hombres a cultivar la tierra
para hacerla fértil).
Ante esta situación, los dioses intentaron convencer a Hades de que dejara partir a
Perséfone. El dios accedió pero antes hizo que Perséfone comiera en el infierno un poco de una
granada. la joven lo hizo sin ser consciente de que este acto implicaba la permanencia eterna en el
infierno.
Planteado este dilema, Hades y Deméter llegan finalmente a un pacto. Perséfone
permanecerá con su marido durante la mitad (o la tercera parte del año), y con su madre la otra
mitad (o dos terceras partes). Por ello durante el período que Perséfone está en el infierno la tierra
permanece improductiva, mientras que cuando está con su madre la tierra es fértil y llena de vida.
Perséfone sale del infierno y vuelve con su madre cuando empieza la primavera.
Los misterios que desveló Deméter a los hombres consisten en ceremonias que no estaba
permitido desvelar. Pero desde enconces se celebraban cada año en Eleusis estos ritos, primero
reservados a la familia real de Eleusis (a la que pertenecían los “Hierofantes” o sacerdotes
encargados de mostrar las reliquias de la diosa), y después a todos aquellos que cumplieran
determinados requisitos (sin importar sexo, riqueza o condición social).
La festividad de Eleusis forma parte de lo que se denominan “Religiones Mistéricas”, que
volveremos a mencionar en el apartado dedicado a la religión. En este mismo apartado trataremos
sobre los Oráculos, en cuyo ámbito también se realizaban una serie de celebraciones.
3./ Las Grandes Dionisias.
En el mes de Elafebolión (marzo-abril, principos de la Primavera) se celebraban las
“Grandes Dionisias”, dedicadas a Dioniso (también llamado Baco).
Aunque éste es generalmente asociado con el vino, también es importante como el dios de la
emoción o de la liberación de las emociones (de ahí su asociación al teatro, que también es
considerado fiesta). Su culto fue muy popular entre las mujeres (denominadas en este ámbito
“ménades” o “bacantes”).
Este gran festival, que atraía a gentes de todo el mundo griego (e incluso no griego),
comenzaba con una procesión, donde se conducía a los animales que iban a ser sacrificados. Los
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jóvenes se disfrazaban de sátiros (míticos acompañantes de Dioniso, mitad humanos y mitad
animales) y bailaban enmascarados, mientras un coro cantaba. Tras realizar los sacrificios se
celebraban banquetes con la carne, corría el vino y la gente pasaba la noche bailando y cantando
borracha por las calles, al son de arpas y flautas. Ésta era una ocasión única para disfrutar de una
libertad cercana al éxtasis, lejos del confinamiento habitual, especialmente de las mujeres.
A mediados del s. VI se añadió un nuevo elemento: hasta entonces el festival incluía escenas
dramáticas ritualizadas, representadas en público por un coro, pero hacia el 534 un autor llamado
Tespis mantuvo un diálogo con el coro, utilizando varias máscaras y representando diferentes
papeles. Era el nacimiento del teatro griego.
Hacia el 500 las representaciones duraban casi todo el día y estaban a cargo de dos actores y
el coro. Consistían en tres tragedias (trilogías) seguidas por un drama satírico. Posteriormente, en
el 486, se añadió una comedia. Estas representaciones alcanzaron una enorme popularidad y la
gente acudía en masa.
Las obras teatrales se presentaban a concurso, y la sesión se abría con una comedia.
Generalmente se admitían tres poetas cómicos y tres trágicos. Pero mientras cada cómico sólo
representaba una comedia, el trágico presentaba cuatro obras: una Tetralogía (3 obras trágicas más
un drama satírico).
Originariamente las obras se representaban en el ágora, pero a partir de la primera mitad del
s. V se optó por el espacio situado a los pies de la Acrópolis, donde se formaba un auditorio natural.
Poco a poco se introdujeron mejoras hasta convertirlo en el primer teatro del mundo, el teatro de
Dioniso. Se pasó, pues, de unos primeros teatros edificados con madera a teatros de piedra, como el
de Atenas o Epidauro.
El poeta que deseaba entrar en el concurso, lo solicitaba al arconte, quien, si lo aceptaba, le
concedía un coro, y ponía a su disposición un corego y tres actores. El deber del corego era proveer
el adiestramiento, vestidos y pago al coro. La coregía era una de las liturgías. Según parece también
el Estado pagaba a los actores, quienes eran instruidos (en ensayos, etc.) por el poeta mismo.
El día entes de la actuación, todos los coregos y sus equipos teatrales desfilaban ante el
público. A continuación diez jueces eran elegidos por sorteo, un por cada tribu, quienes, una vez
terminadas las representaciones, dictaminaban un veredicto y nombraban al ganador (Todavía se
conservan listas de los poetas vencedores y las obras con las que habían obtenido la victoria).
Además, el corego de las obras vencedoras también conseguía un gran prestigio.
La entrada al teatro costaba dos óbolos (el equivalente a un día de salario de la gente
humilde), aunque a veces el estado costeaba el importe. Entre el público se distribuían vino y
dulces, y la audiencia comía y bebía durante las representaciones, que se alargaban a lo largo del
día.
B) Competiciones atléticas.
Habitualmente, alrededor de un santuario y con motivo de alguna festividad, se celebraban
concursos y juegos (musicales, literarios, atléticos, etc.). Precisamente, estos juegos atléticos
cobraron especial importancia, sobre todo alrededor de cuatro santuarios que permitían la
participación a todos los griegos (juegos panhelénicos).
1./ Juegos Olímpicos.
Eran los más famosos de estos certámenes. Fueron reorganizados en el año 776 a.C. (esta
fecha marca el inicio del cómputo anual en el calendario griego), y se celebraban en honor del Zeus
de Olimpia (situada en la región de Élide, al noroeste del Peloponeso). Tenían lugar cada cuatro
años, durante el verano (julio-agosto), y duraban siete días. Los eleos llegaron a controlar aquel
santuario y nombraron a los Helanódicos (jueces de los griegos), que se ocupaban de la
organización de la fiesta. Antes de la apertura, los eleos enviaban delegados (los espondóforos) a
todas las ciudades de Grecia para anunciar la fiesta e invitar a las autoridades. Si aceptaban, se
sellaba con ese Estado la observancia de una tregua sagrada (asilía), la denominada tregua olímpica,
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que suspendía las eventuales hostilidades en estados durante unos cuarenta días para facilitar el
desplazamiento y regreso de los visitantes a Olimpia.
Los atletas, para poder participar, debían ser griegos y libres de nacimiento. No eran
admitidos, por tanto, ni los bárbaros ni los esclavos ni los condenados por ciertas faltas o delitos. A
las mujeres no se les permitía presenciar los juegos y sólo la sacerdotisa de Deméter se hallaba
exceptuada de la prohibición, ocupando además el puesto de honor. El primer día se dedicaba a los
sacrificios y a la presentación por los atletas del juramento olímpico; en caso de fraude los
Helanódicos castigaban al perjuro y lo excluían pepetuamente de los juegos. Las competiciones
duraban cinco días. En la última jornada se procedía a distribuir a los vencedores el premio,
consistente en una corona tejida con hojas del olivo sagrado que, según la tradición, Heracles había
plantado en Olimpia. Lo vencedores en las distintas pruebas, que eran llamados olimpiónicos,
gozaban a los ojos de los griegos de un enorme prestigio y recibían en su patria numerosos honores
y privilegios.
2./ Juegos Píticos.
Se celebraban en Delfos también cada cuatro años. Se crearon en el 582 a.C. en honor del
dios Apolo. La fiesta se había establecido durante el tercer año de cada Olimpiada (dos después de
los Juegos Olímpicos). Los sacerdotes del santuario desplazaban, así mismo, delegaciones por la
Hélade, cuyos miembros tenían el nombre de teoros, para anunciar la fiesta e invitar a los
concursantes. En Delfos disfrutaban de un mayor predicamento los concursos musicales (relativos a
las Musas), que seguramente eran más antiguos que los deportivos y comprendían tanto pruebas de
música (de lira, cítara, flauta, canto y poesía con acompañamiento musical) como declamaciones y
recitales poéticos, danzas y espectáculos dramáticos. Con el tiempo, los Juegos Píticos fueron
acumulando las mismas pruebas atléticas que se celebraban en Olimpia. El premio para el vencedor
era una corona de laurel, el árbol de Apolo, cuyas ramas se traían desde el valle sagrado del Tempe,
en Tesalia. El prestigio del oráculo de Delfos y del dios Apolo lograba que la concurrencia en estas
competiciones fuera tan numerosa como en los Juegos Olímpicos.
3.- Juegos Ístmicos y Juegos Nemeos.
Ambos se celebraban cada dos años, dentro del segundo y cuarto de cada Olimpiada, de
manera que nunca coincidían ni con los Píticos ni con los Olímpicos. Los Juegos Nemeos se
desarrollaban en el santuario de Zeus en Nemea, en el Peloponéso (Argólida). Fueron primero
dirigidos por los habitantes de Cleonas, y, desde el siglo V a.C., por Argos. Las competiciones
atléticas eran similares a las de Olimpia (aunque también llegaron a establecerse concursos de
pintura). Los Ístmicos corrían a cargo de la ciudad de Corinto y se celebraban en primavera (abrilmayo) en el templo de Posidón. Como en los demás casos, se concertaba una tregua. Los
vencedores recibían una corona de pino, reemplazada pronto por una de apio.
Las pruebas atléticas convocadas en aquellos juegos comprendían toda clase de ejercicios.
Había carreras pedestres (de velocidad y de fondo), carreras de antorchas, lanzamiento de jabalina y
de disco, carreras de carros, pugilato, lucha, pancracio y pentatlon (cinco pruebas combinadas:
lucha, carrera pedestre, lanzamiento de disco y de jabalina y salto). Cuando un mismo atleta lograba
la corona de vencedor en la serie sucesiva de los cuatro juegos, recibían el título de periodónico)
“vencedor del ciclo” cuatrienal). Su fama era tal que algunas veces había recibido culto después de
muerto.
Los juegos constituyeron pronto un lazo común entre los griegos, que les hacía evocar su
comunidad de origen. Con las vivencias religiosas y lúdicas festejadas en estas ocasiones, tomaban
conciencia de una estrecha solidaridad capaz de cotrarrestar particularismos y rivalidades. Daban
así un contenido más profundo a la noción de helenismo y no es exagerado considerar que los
juegos contribuyeron a perfilar un sentimiento de orgullo nacional, pues exaltaban las virtudes de
los griegos y diferenciaban su cultura de las de los bárbaros.
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6.- LA EDUCACIÓN.
Al tratar el tema de la situación de la mujer, ya vimos la educación de las niñas. Y también
al tratar el tema de la disciplina espartana, también vimos algunos aspectos relacionados con la
educación de los espartanos. Por ello, en este apartado nos ceñiremos básicamente a la educación de
los niños y jovenes atenienses (aunque era semejante en otras ciudades).
Precisamente, una de las claves del éxito de la Grecia Clásica se encuentra, sin duda, en la
esmerada educación que recibían los ciudadanos de las distintas poleis. Del contenido de las obras
literarias de la época se deduce que en Grecia no había apenas analfabetos, lo que demuestra la
importancia y el alcance de la enseñanza, al menos en los niveles básicos. Ello resulta sorprendente
si se tiene en cuenta que la educación no era una competencia estatal, sino privada, llevada a cabo
por profesores particulares y costeada por los padres del alumno. Evidentemente, había notrables
diferencias entre la educación que recibían los hijos de los ciudadanos más acomodados y la que se
otorgaba a los miembros de familias más sencillas, ya que los primeros podían permanecer en la
escuela hasta bien entrada la efebía, mientras que los segundos debían abandonarla en cuanto
demostraban haber aprendido lo más elemental.
Durante sus primeros años, la vida del niño transcurría en el gineceo bajo el cuidado de la
madre o, si se trataba de una familia medianamente acomodada, de una nodriza, libre o esclava, que
libraba a la madre de las más arduas obligaciones de la maternidad y que solía amamantar al
neonato. En el gineceo, el infante escuchaba los mitos, los cuentos y las canciones de las mujeres y
se recreaba con sus juguetes: pelotas, tabas, aros, figuras de terracota, muñecos articulados, etc. Si
era niño, hacia los seis o siete años, daba comienzo su instrucción.
Había tres disciplinas fundamentales en la educación de un niño griego: la gramática, la
música y la geometría. Las tres se impartían en las casas particulares de los maestros, y no en
edificios públicos construidos por el Estado. Los niños recibían en primer lugar las enseñanzas del
gramático, con el que aprendían a leer y a escribir y se introducían en la obra de los grandes poetas
del momento. Posteriormente pasaban a manos del citarista, quien les enseñaba a tocar algún
instrumento musical y seguía instruyéndolos en la obra de los mejores poetas. Finalmente, a partir
de los catorce años, se le impartían nociones de gramática, retórica, lógica y geometría, y
comenzaba la instrucción junto al pedotriba, al que correspondía la educación física (y que incluía
múltiples ejercicios y disciplinas). A partir de entonces, la enseñanza de la gimnasia pasaba a ser la
fundamental, aunque sin abandonar completamente las letras y la música.
De los niños que estaban en edad escolar se ocupaba un esclavo, el pedagogo, que los
acompañaba a clase, los esperaba mientras recibían las lecciones y los volvía a llevar a casa, donde
generalmente repasaba con ellos lo aprendido durante el día.
Como hemos mencionado, esta enseñanza duraba hasta los 16 años, si bien los pobres
retiraban a sus hijos antes de esta edad para hacerles aprender un oficio. Los jóvenes acomodados
proseguían con frecuencia sus estudios hasta la efebía (18 años). Posteriormente, el ciudadano
continuaba educándose a la largo de toda su vida con su participación en las instituciones políticas y
su asistencia al teatro, pero, para seguir cultivándose de una manera más profunda, un joven rico
podía tomar lecciones de los sofistas, educadores retribuidos que enseñaban Retórica, Filosofía,
Política y un gran número de saberes, o acudir, a partir del s. IV, a una Escuela de Retórica, como la
famosa de Isócrates, o una de Filosofía, como la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles.
Filosofía y Retórica conformaron desde entonces lo que podríamos denominar enseñanza superior.
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