CUENTO III DEL SALTO QUE DIO EN EL MAR EL REY RICARDO DE INGLATERRA PELEANDO CONTRA LOS MOROS Un día se apartó el conde Lucanor con Patronio, su consejero, y dijole así: —Patronio, yo confio mucho en vuestro criterio y sé que lo que vos no sepáis o acertéis no habrá nadie en el mundo que lo sepa ni acierte; por eso os ruego que me aconsejéis lo mejor que podáis en lo que ahora os diré. Bien sabéis que yo ya no soy joven y que nací, me crié y he vivido siempre en medio de guerras, ya con cristianos y ya con moros, y cuando no, con los reyes, mis señores, o con mis vecinos. Aunque siempre procuré que nunca comenzara ninguna guerra entre cristianos por culpa mía, era inevitable que recibieran daño en estas guerras muchos inocentes. Parte por esto y parte en desagravio de otras muchas ofensas hechas a Dios, y también porque veo que nadie ni nada en el mundo puede asegurarme que hoy mismo no tenga que morir, fuera de que por mi edad no puedo ya vivir mucho tiempo; estando seguro, como lo estoy, de que al morir habré de comparecer ante Dios Nuestro Señor, que habrá de juzgarnos, no según nuestras vanas palabras, sino según las buenas o malas obras que hubiéramos hecho, y sabiendo muy bien que si, por desgracia, Dios estuviere airado contra mi, nadie podrá librarme de sufrir las penas del infierno, que son eternas, y que si, por el contrario, hallare en mí méritos suficientes para perdonarme y llevarme a gozar de la gloria, donde están los justos, ningún placer de los del mundo puede compararse con este placer y con este bien, el cual no se alcanza sino por medio de buenas obras; quiero que penséis y me aconsejéis la mejor manera, según el estado y dignidad que tengo, de hacer penitencia por mis pecados para ponerme en gracia de Dios. Señor conde Lucanor—dijo Patronio—, mucho me agradan vuestras razones, y lo que más me agrada es que habéis dicho que os aconseje según vuestro estado y vuestra dignidad, porque si otra cosa os hubiera oído pensaría que lo decíais solo para probarme, como hizo el rey de que os hablé el otro día con aquel su privado. Y me agrada mucho que queráis hacer penitencia según vuestro estado, pues en verdad, señor conde, si quisierais ahora abandonar el mundo para entrar en religión o hacer vida retirada, no podríais evitar que pasara una de estas dos cosas: la primera, que seriais criticado de todas las gentes, que dirían lo hacíais por pobreza de espíritu y porque no os gustaba vivir entre los bien nacidos; la segunda, que es casi imposible pudierais sufrir las asperezas del monasterio, y si después lo abandonabais o vivíais en él sin guardar la regla como se debe, de ello os vendría daño para el alma, mal para el cuerpo y mucha vergüenza y pérdida de fama. Mas pues lo queréis hacer dentro de vuestro estado, me gustaria que supierais lo que Dios reveló a un ermitaño muy santo de lo que esperaba al mismo ermitaño y al rey de Inglaterra. El conde le pidió que se lo contara. Señor conde Lucanor—dijo Patronio—, había un ermitaño de muy santa vida, que hacia mucho bien y muchas penitencias para alcanzar la gracia de Dios. Por lo cual le hizo El la merced de prometerle que iría a la gloria. El ermitaño agradeció mucho la revelación y, estando ya seguro de esto, le pidió a Dios le dijera quién había de ser su compañero en el paraíso. Y aunque Nuestro Señor le mandó decir muchas veces con su ángel que no hacia bien en preguntarlo, tanto insistió el ermitaño con su demanda que Dios se la quiso conceder y le mandó decir con su ángel que él y el rey Ricardo de Inglaterra estarían juntos en el cielo. Al ermitaño le pesó mucho, pues conocía muy bien al rey y sabia que era muy belicoso y que en sus guerras habla muerto, saqueado y empobrecido a muchas gentes, haciendo una vida tan contraria a la suya que parecía muy lejos del camino de salvación, por lo cual estaba el ermitaño muy disgustado. Cuando Dios Nuestro Señor le vio estar así, le mandó decir con el ángel que no se quejara ni se sorprendiera de lo que le dijo, pues más le había servido y había merecido el rey Ricardo con un solo salto que él con todas las buenas obras que el había hecho en su vida. El ermitaño se sorprendió aún más y le preguntó al ángel cómo podia ser. El ángel le dijo que supiera que el rey de Francia, el rey de Inglaterra y el rey de Navarra pasaron a Tierra Santa, y que cuando llegaron al puerto y estaban ya todos armados para tomar tierra, vieron en la ribera tanta muchedumbre de moros que dudaron mucho si podrían desembarcar. Entonces el rey de Francia mandó decir al de Inglaterra que viniera al barco donde él estaba para acordar lo que habían de hacer. El de Inglaterra, que estaba a caballo cuando lo oyó, le dijo al mensajero que le contestara al rey de Francia que bien sabía que él había ofendido mucho en este mundo a Dios y siempre le había pedido que le diera ocasión para desagraviarle, y que, gracias a Dios, habla llegado el día que tanto deseaba, pues si allí muriera, estaba seguro, por haber hecho penitencia antes de salir de su tierra y estar confesado, de que Dios tendría piedad de su alma, y si los moros fuesen vencidos, seria Dios servido y ellos podrían tenerse por dichosos. Cuando esto hubo dicho, encomendó a Dios su cuerpo y su alma y le pidió su ayuda, se santiguó, ordenó a los suyos que le siguieran, puso las espuelas a su caballo y saltó en el mar. Aunque estaban muy cerca del puerto, no era el mar allí tan poco hondo que el rey y su caballo no desaparecieran por un momento; pero Dios, que es Señor misericordioso y de muy gran poder, acordándose de lo que dijo en el Evangelio de que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, ayudó entonces al rey de Inglaterra y le sacó del agua, dándole vida temporal y eterna. Con lo cual el rey se dirigió contra los moros. Cuando los ingleses vieron hacer esto a su señor, saltaron detrás y se dirigieron todos a los moros. También los franceses pensaron que era una vergüenza no hacer lo mismo y, llenos de noble emulación, saltaron al mar. Los moros, al verles venir contra ellos sin temor a la muerte y con tanto denuedo, no se atrevieron a esperarlos y, desamparando el puerto, empezaron a huir. Los cristianos, ya en el puerto, mataron a muchos que pudieron alcanzar y quedaron victoriosos, y de esta manera prestaron a Dios un notable servicio. Todo lo cual comenzó con el salto que dio en el mar el rey de Inglaterra. Cuando el ermitaño oyó esto se alegró mucho y comprendió que Dios le hacia señalada merced en disponer que fuese compañero de un hombre que le había servido de esta manera y que tanto había ensalzado la fe católica. Vos, señor conde Lucanor, si queréis servir a Dios y desagraviarle por las ofensas que le hayáis hecho, procurad antes de partir de vuestra tierra dejar reparados los daños que hayáis causado y haced penitencia por vuestros pecados y no os preocupéis por la vanidad del mundo ni hagáis ningún caso de los que os digan que atendáis a vuestra honra, lo que para ellos es mantener a muchos servidores sin mirar si tienen con qué ni pensar en cómo acabaron los que tal hicieron ni cómo viven sus descendientes. Vos, señor conde, pues decís que queréis servir a Dios y desagraviarle, no sigáis el camino de la vanidad; mas, pues Dios os dio señoríos en que podáis servirle peleando contra los moros, tanto por tierra como por mar, esforzaos por asegurar todo lo que tenéis y, poniéndolo en orden y habiendo hecho reparación por vuestros pecados para tener el alma limpia y poder merecer con vuestras buenas obras, podréis pensar solo en pelear contra los moros y acabar vuestra vida en servicio de Dios. Esta es para mí la mejor manera de salvar el alma, según vuestro estado y vuestra dignidad. Podéis estar también seguro de que por servir a Dios de este modo no moriréis antes ni por quedaros en vuestras tierras viviréis más. Y si murierais en servicio de Dios haciendo esta vida, seréis mártir y alcanzaréis la bienaventuranza y, aunque no muráis peleando el deseo de ello y vuestras buenas obras os harán mártir y los que os quisieren criticar, no podrán, pues todos habrán podido ver que no dejais de hacer lo que debéis como caballero, sino que quereis serlo de Dios y dejar de rendir pleitesía al diablo y a la vanidad del mundo que es como el humo. Ya os he dado, señor conde, como me pedistéis mi opinión sobre el modo de salvar el alma, según vuestro estado. De esta manera emularéis el salto que dio el buen rey Ricardo de Inglaterra y su heroica acción al desembarcar. Al conde Lucanor gustó mucho el consejo que le dio Patronio y le pidió a Dios que le ayudara a ponerlo por obra como aquel lo decía y el lo deseaba. Viendo don Juan la sana doctrina de este cuento, lo mandó poner en este libro y escribió estos versos que la sintetizan y que dicen así: Quien se tenga por Caballero debe tratar de emular este salto, y no encerrarse en un monasterio a servir a Dios tras muro alto Resumen Un día, el conde de Lucanor, pidó consejo a su consejero Patronio, sobre cómo podía salvar su alma debido a su estado. Patronio, le contó, como un ermitaño, de vida santa, preguntó a Dios si se iba a salvar o no, Dios le respondió que sí. El ermitaño le preguntó pues quien iba a ser su compañero en el paríso , Dios le dijo que sería el rey Ricardo. El ermitaño no lo podía entender, como una persona que no había tenido vida de santo, se pudiera salvar, un ángel le explicó una hazaña: el rey Ricrdo, junto con los franceses, fue a luchar por Tierra Santa. Y que vieron a muchos moros y no se atrvieron, debido también a que estaban cerca del puerto aunque era lo suficientemente hondo como para ahogarse, pero el rey Ricardo, se montó en su caballo y se echó a la mar, el Señor le ayudó para que no se muriera. Los demás, ingleses y francese, le vieron y todos se ecgaron al agua, los moro al ver que no tenían miedo a al muerte, salieron corriendo. El conde, después de oir esto se lo agradeció a Patronio. Patronio le dijo que para salvar su alma, tenía que ir a luchar por Dios. Que Dios se lo agradecería y se salvaría. Estructura Introducción: Desde la primera línea hasta la cincunta y tres. Aquí, el conde Lucanor, cuenta a Patronio su problema. Desarrollo: Desde la cicuenta y tres hasta la ciento trece. Patronio, le cuenta a el conde, la historia de el ermitaño y el rey Ricardo. Desenlace: Desde la ciento catorce hasta el final. Patronio le da el consejo a el conde para solucionar su problema. Caracterización de los personajes El conde Lucanor: Al que le cuentan la historia. Patronio: El consejero del conde, es el que cuenta la historia. Ermitaño: El que va ir al cielo con el rey Ricardo Ricardo: Protagonísta de la historia. Tema Es un tema religioso, concretamente este cuento trata de la salvación del alma . Breve biografía del autor Protagonista deustacado de la vida política de su época y eminente hombre de letras, el Príncipe Don Juan Manuel fue la figura dominante de la prosa castellana del siglo XIV Don Juan Manuel nació en Escalona (Toledo), el 6 de mayo de 1282. Hijo del Infante Don Manuel y de Beatriz de Saboya, era nieto de Fernando III de Castilla. Heredó de su padre el gran Señorío de Villena, recibiendo los títulos de Príncipe, Señor y Duque de Villena. El Príncipe mostró cierta predilección por esta tierra, donde residió temporalmente, quizá atraído por su riqueza cinegética alabada por él en sus escritos. Esta preferencia se tradujo además en la concesión de privilegios para los pobladores villenenses. Comenzó a intervenir desde temprana edad en la vida política, pues niño aún, luchó contra los musulmanes al lado del rey Sancho IV. Durante los reinados de Fernando IV y Alfonso XI Don Juan Manuel participó de manera destacada en las intrigas y luchas que caracterizaron la escena política castellana de la época, llegando incluso a aspirar al trono. De manera paralela durante sus largas estancias en su castillo de Peñafiel (Valladolid), Don Juan Manuel desarrolló una intensa actividad literaria que lo convirtió en el arquetipo de una aristocracia que desde el siglo XIV comenzó a interesarse en el cultivo de las letras, hasta ese momento restringido al clero. Así pues, fue uno de los primeros autores que mostró conciencia y orgullo de escritor y su extensa obra, de gran interés por la precisión en el empleo del idioma y por la información que contiene sobre la sociedad de su tiempo, se orientó hacia un propósito didáctico y moralizante. Entre sus obras podemos destacar el "Libro de la Caza", "Libro de los Estados" o "El Conde Lucanor". Durante sus últimos años el Príncipe Don Juan Manuel abandonó la vida pública y se dedicó al estudio y a la meditación religiosa. Falleció en Córdoba en 1348. Juicio crítico Este cuento, me ha parecido entrtenido, ni valoración personal es de 8, lo que mejor me ha parecido de este cuento, es su sencillez narrativa y su tamaño. Es una obra corta y que va directamente al grano, no como los libros normales que usan muchas hojas y no cuentan nada, simplemente para enrrollarse. Situar la obra dentro de la producción general del autor y dentro de la obra Esta obra es la más importante de sus obras. Fin didáctico y moral como era normal en la época. Tiene un sentido religioso, también habitual en la época. Don Juan Manuel, se inspira en obras latinas aunque no las traduce. Lleva junto a Alfonso X la fijación de la prosa aunque de un modo más personal y original. Don Juan Manuel, era uno de los hombres más cultivados. Adecuación del contenido a la forma La forma de Don Juan Manuel era sencilla y coloquial de forma que estuviera al alcance de todo el pueblo. Está escriyo en prosa no en verso, la figura estelística más usada es la de alegoría. Este libro fue escrito con el propósito de que los hombres hiciesen obras que le merecieran el cielo o la salvación. En cada uno de los cuentos, se puede sacar una moraleja de su lectura. Adecuación de la forma a la época Don Juan Manuel, se inspiró en obras latinas y en cuentos que oyó contar para que con dichas obras, el lector aprendiera a vivir. El valerse de una obra para dar una moraleja o consejo, era una costumbre oriental llevada a España. Si se compara El Conde de Lucanor escrita en el siglo XIV y El Poema de Mio Cid escrito en el siglo XII, se ve que el castellano ha avanzado mucho en la captación de la realidad. Marco Histórico Siglo XIII Puesto que durante la Edad Media la cultura se encontraba entre los clérigos (sacerdotes, curas y frailes de la época), también éstos intervinieron en el mundo de la Literatura, no sólo como copistas, sino también como autores. Frente al Mester de Juglaría surge el Mester de Clerecía. Las diferencias entre ambos son muy numerosas: a. El héroe ya no se caracteriza por las hazañas guerreras tan sólo (Libro de Aleixandre, Libro de Apolonio, Poema de Fernán González), sino por las hazañas religiosas, los milagros: Vida de Santa Oria, Santo Domingo de Silos, o el héroe es simplemente religioso (hagiografías o vidas de santos) o es la Virgen: Milagros de Nuestra Señora... b. Las estrofas ya no son irregulares como en Juglaría, sino totalmente regulares: la cuaderna vía (cuatro versos alejandrinos o de 14 sílabas, con rima consonante igual en los cuatro versos: AAAA). El lenguaje es más culto. La intención no es solamente entretener, sino también moralizar, enseñar las virtudes de la Religión; no olvidemos que estamos en plena Reconquista contra los musulmanes, los creyentes de Allah y Mahoma. En este siglo destaca, en el Mester de Clerecía, el primer poeta español de nombre conocido: Gonzalo de Berceo. Nació en un pueblo llamado Berceo (Rioja) a finales del siglo XII y murió a mediados del XIII. Fue clérigo, y su vida transcurre vinculada a los monasterios de S. Millán de la Cogolla (Rioja) y de Santo Domingo de Silos (Burgos). Sus obras están escritas en cuaderna vía: Vida de Santo Domingo de Silos, Vida de San Millán de la Cogolla, Vida de Santa Oria, Milagros de Nuestra Señora, Duelo de la Virgen el día de la Pasión. Pero en ese siglo no existía sólo la Poesía Épica. También nos encontramos con la Prosa Didáctica. Alfonso X impulsa la Escuela de Traductores de Toledo como una organización oficial, que era un conjunto de personas de gran cultura, no todos españoles: había árabes, judíos... Se dedicaron a traducir obras literarias y científicas de otros países, a recopilar datos para escribir la Grand e General Estoria, las crónicas, los tratados de leyes... Todo ello lo revisaba el Rey Alfonso X el Sabio, lo retocaba, y por eso se dice que él es el autor de todas esas obras. Lo que sí hizo fue del castellano la lengua oficial, en lugar del latín, que se escribía hasta entonces. Y también escribió personalmente las Cantigas en loor de Nuestra Señora, en lengua gallega, que se creía que era la lengua mejor para la poesía. Alfonso X el Sabio (1221-1284) era hijo y sucesor de Fernando III. Su obra se clasifica en cuatro grandes grupos: a. Obras jurídicas como Las siete Partidas. b. Obras históricas como la Crónica General. c. Obras científicas como El Lapidario. d. Obras poéticas como las Cantigas, ya citadas, o los poemas sueltos de los Cancioneros de la época. También en estas fechas hay que destacar una obra de Teatro: el Auto de los Reyes Magos o Auto dels tres reis d'Orient, del que se conserva un fragmento, y es la primera obra de Teatro conservada de la Literatura romance peninsular. Siglo XIV En este siglo se interrumpe la creación teatral. El Auto de los Reyes Magos es una obra completamente aislada, sin antecedentes ni consecuentes. Pero en el siglo XIV sí existía poesía y prosa. Poesía.En Poesía hay que distinguir tres grandes grupos: Poesía Épica, Épico-lírica y Didáctica. En la Poesía Épica la obra más importante es Las mocedades de don Rodrigo, que trata sobre la juventud de Mío Cid, y corresponde a la continuación del Mester de Juglaría. En cambio la Épicolírica es continuación del Mester de Clerecía, con todas las características ya apuntadas. Los autores más importantes son el Canciller Ayala, con el Rimado de Palacio, y el Arcipreste de Hita con el Libro de Buen Amor. Don Pero López de Ayala (Vitoria, 1332-Calahorra, 1407) tuvo una intensa vida que le proporcionó una experiencia humana que completó con abundantes lecturas. Fue poeta, historiador y traductor. En su obra, Rimado de Palacio, tras una confesión de los propios pecados, el autor satiriza el desquiciamiento de la sociedad contemporánea en todos los grados de la jerarquía eclesiástica y civil. También escribió las crónicas de los Reyes castellanos. Son muy pocos los datos que se conocen de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Se supone que nació a finales del siglo XIII en Alcalá de Henares y estudió en Toledo y que, por mandato del Obispo de Toledo, sufrió prisión, tal vez por motivos canónicos, lo que no impidió que fuera nombrado Arcipreste de Hita. Si nos atenemos a los datos autobiográficos de su obra, se presenta con una figura arrogante, de temperamento vitalista y jovial. Su obra, Libro de Buen Amor, se sitúa entre las principales dentro de la Literatura épico-lírica medieval. El Libro de Buen Amor se caracteriza por su: -Variedad: Formal (estrofa de la cuaderna vía y otras propias de juglares). Temática, que abarca elementos: Narrativos: apólogos, don Melón y doña Endrina. Líricos: serranillas, cantigas y loores a la Virgen. -Estilo chispeante y alegre. -Uso de graciosos diminutivos y bellas comparaciones. -Desenfado y crudeza en ciertas escenas. Existe también una forma de Poesía no Lírica, sino Didáctica, representada fundamentalmente por Don Sem Tob, con la obra Los Proverbios Morales, que son a modo de Fábulas, pero en las que no intervienen los animales como protagonistas. Prosa.En prosa podemos distinguir dos grandes grupos: Historia y Novela. En la Historia destaca Ayala con las crónicas ya citadas. Sin embargo, la Novela es mucho más importante, porque aparece la Novela de Caballerías, como La gran conquista de Ultramar o El caballero Cifar; pero la Novela que más fama tiene es Amadís de Gaula. Todas las Novelas de Caballería se caracterizan porque el protagonista es un noble o caballero que busca aventuras para ofrecérselas a su dama, se presenta a torneos que siempre gana... y están escritas en prosa. En el siglo XIV también está el Infante don Juan Manuel. Nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio, nace en Escalona en 1282. De esmerada educación, participa activamente en la vida política de su tiempo. Es el autor en prosa más importante y original del siglo XIV. Aunque escribió un tratado de armas y crónicas históricas, su obra más representativa es El Conde Lucanor. Se trata de un conjunto de 51 cuentos que presentan un contenido didáctico y que están rematados por un pareado, a modo de moraleja final. Murió en Córdoba en 1348. En don Juan Manuel se dan: Una preocupación por el estilo literario. Una prosa sencilla, clara y sobria. Un abuso de la conjunción «et». Una ausencia de hipérbatos, latinismos, etc. Su obra, Libro del Conde Lucanor y de Patronio su Consejero, está dividida en cinco partes, de las cuales la más famosa es la primera, que consta de 51 cuentos en que el Conde le plantea un problema a Patronio, y éste, por respuesta, narra un cuento en que ocurre algo semejante a lo del Conde. Al final aparece una moraleja, que señala la intención moral del libro. La obra está escrita en prosa, mientras que la moraleja, en verso. Indice Cuerpo Central Págs 1-3 Resumen Pág 4 Estructura Pág 4 Caracterización de los personajes Pág 4 Tema Pág 4 Breve Bibliografía del Autor Pág 4-5 Juicio Crítico Pág 5 Situar la Obra dentro de la producción general de la autor y dento de la obra Pág 5 Adecuación del contenido a la forma Pág 5 Adecuación de la forma a la época Pág 5 Marco Histórico Págs 6-7 Bliografía Págs 8 Marco Histórico Siglo XIII Puesto que durante la Edad Media la cultura se encontraba entre los clérigos (sacerdotes, curas y frailes de la época), también éstos intervinieron en el mundo de la Literatura, no sólo como copistas, sino también como autores. Frente al Mester de Juglaría surge el Mester de Clerecía. Las diferencias entre ambos son muy numerosas: a. El héroe ya no se caracteriza por las hazañas guerreras tan sólo (Libro de Aleixandre, Libro de Apolonio, Poema de Fernán González), sino por las hazañas religiosas, los milagros: Vida de Santa Oria, Santo Domingo de Silos, o el héroe es simplemente religioso (hagiografías o vidas de santos) o es la Virgen: Milagros de Nuestra Señora... b. Las estrofas ya no son irregulares como en Juglaría, sino totalmente regulares: la cuaderna vía (cuatro versos alejandrinos o de 14 sílabas, con rima consonante igual en los cuatro versos: AAAA). El lenguaje es más culto. La intención no es solamente entretener, sino también moralizar, enseñar las virtudes de la Religión; no olvidemos que estamos en plena Reconquista contra los musulmanes, los creyentes de Allah y Mahoma. En este siglo destaca, en el Mester de Clerecía, el primer poeta español de nombre conocido: Gonzalo de Berceo. Nació en un pueblo llamado Berceo (Rioja) a finales del siglo XII y murió a mediados del XIII. Fue clérigo, y su vida transcurre vinculada a los monasterios de S. Millán de la Cogolla (Rioja) y de Santo Domingo de Silos (Burgos). Sus obras están escritas en cuaderna vía: Vida de Santo Domingo de Silos, Vida de San Millán de la Cogolla, Vida de Santa Oria, Milagros de Nuestra Señora, Duelo de la Virgen el día de la Pasión. Pero en ese siglo no existía sólo la Poesía Épica. También nos encontramos con la Prosa Didáctica. Alfonso X impulsa la Escuela de Traductores de Toledo como una organización oficial, que era un conjunto de personas de gran cultura, no todos españoles: había árabes, judíos... Se dedicaron a traducir obras literarias y científicas de otros países, a recopilar datos para escribir la Grand e General Estoria, las crónicas, los tratados de leyes... Todo ello lo revisaba el Rey Alfonso X el Sabio, lo retocaba, y por eso se dice que él es el autor de todas esas obras. Lo que sí hizo fue del castellano la lengua oficial, en lugar del latín, que se escribía hasta entonces. Y también escribió personalmente las Cantigas en loor de Nuestra Señora, en lengua gallega, que se creía que era la lengua mejor para la poesía. Alfonso X el Sabio (1221-1284) era hijo y sucesor de Fernando III. Su obra se clasifica en cuatro grandes grupos: a. Obras jurídicas como Las siete Partidas. b. Obras históricas como la Crónica General. c. Obras científicas como El Lapidario. d. Obras poéticas como las Cantigas, ya citadas, o los poemas sueltos de los Cancioneros de la época. También en estas fechas hay que destacar una obra de Teatro: el Auto de los Reyes Magos o Auto dels tres reis d'Orient, del que se conserva un fragmento, y es la primera obra de Teatro conservada de la Literatura romance peninsular. Siglo XIV En este siglo se interrumpe la creación teatral. El Auto de los Reyes Magos es una obra completamente aislada, sin antecedentes ni consecuentes. Pero en el siglo XIV sí existía poesía y prosa. Poesía.En Poesía hay que distinguir tres grandes grupos: Poesía Épica, Épico-lírica y Didáctica. En la Poesía Épica la obra más importante es Las mocedades de don Rodrigo, que trata sobre la juventud de Mío Cid, y corresponde a la continuación del Mester de Juglaría. En cambio la Épico-lírica es continuación del Mester de Clerecía, con todas las características ya apuntadas. Los autores más importantes son el Canciller Ayala, con el Rimado de Palacio, y el Arcipreste de Hita con el Libro de Buen Amor. Don Pero López de Ayala (Vitoria, 1332-Calahorra, 1407) tuvo una intensa vida que le proporcionó una experiencia humana que completó con abundantes lecturas. Fue poeta, historiador y traductor. En su obra, Rimado de Palacio, tras una confesión de los propios pecados, el autor satiriza el desquiciamiento de la sociedad contemporánea en todos los grados de la jerarquía eclesiástica y civil. También escribió las crónicas de los Reyes castellanos. Son muy pocos los datos que se conocen de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Se supone que nació a finales del siglo XIII en Alcalá de Henares y estudió en Toledo y que, por mandato del Obispo de Toledo, sufrió prisión, tal vez por motivos canónicos, lo que no impidió que fuera nombrado Arcipreste de Hita. Si nos atenemos a los datos autobiográficos de su obra, se presenta con una figura arrogante, de temperamento vitalista y jovial. Su obra, Libro de Buen Amor, se sitúa entre las principales dentro de la Literatura épico-lírica medieval. El Libro de Buen Amor se caracteriza por su: -Variedad: Formal (estrofa de la cuaderna vía y otras propias de juglares). Temática, que abarca elementos: Narrativos: apólogos, don Melón y doña Endrina. Líricos: serranillas, cantigas y loores a la Virgen. -Estilo chispeante y alegre. -Uso de graciosos diminutivos y bellas comparaciones. -Desenfado y crudeza en ciertas escenas. Existe también una forma de Poesía no Lírica, sino Didáctica, representada fundamentalmente por Don Sem Tob, con la obra Los Proverbios Morales, que son a modo de Fábulas, pero en las que no intervienen los animales como protagonistas. Prosa.En prosa podemos distinguir dos grandes grupos: Historia y Novela. En la Historia destaca Ayala con las crónicas ya citadas. Sin embargo, la Novela es mucho más importante, porque aparece la Novela de Caballerías, como La gran conquista de Ultramar o El caballero Cifar; pero la Novela que más fama tiene es Amadís de Gaula. Todas las Novelas de Caballería se caracterizan porque el protagonista es un noble o caballero que busca aventuras para ofrecérselas a su dama, se presenta a torneos que siempre gana... y están escritas en prosa. En el siglo XIV también está el Infante don Juan Manuel. Nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio, nace en Escalona en 1282. De esmerada educación, participa activamente en la vida política de su tiempo. Es el autor en prosa más importante y original del siglo XIV. Aunque escribió un tratado de armas y crónicas históricas, su obra más representativa es El Conde Lucanor. Se trata de un conjunto de 51 cuentos que presentan un contenido didáctico y que están rematados por un pareado, a modo de moraleja final. Murió en Córdoba en 1348. En don Juan Manuel se dan: Una preocupación por el estilo literario. Una prosa sencilla, clara y sobria. Un abuso de la conjunción «et». Una ausencia de hipérbatos, latinismos, etc. Su obra, Libro del Conde Lucanor y de Patronio su Consejero, está dividida en cinco partes, de las cuales la más famosa es la primera, que consta de 51 cuentos en que el Conde le plantea un problema a Patronio, y éste, por respuesta, narra un cuento en que ocurre algo semejante a lo del Conde. Al final aparece una moraleja, que señala la intención moral del libro. La obra está escrita en prosa, mientras que la moraleja, en verso. EL CONDE LUCANOR Álvaro Menéndez González 2ºB de B.U.P Don Juan José Rodríguez