Monarquía o república, a propósito de una abdicación

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Monarquía o República,
a propósito de una abdicación1
Manuel Sánchez de Diego Frdez. de la Riva
Universidad Complutense de Madrid
[email protected]
http://sanchezdediego.blogspot.com.es/
Desde una perspectiva puramente técnica no es necesario ningún referéndum.
Tampoco es admisible la afirmación que la monarquía parlamentaria constitucional no
es una auténtica democracia.
La abdicación del Rey Juan Carlos I ha supuesto una conmoción política en nuestro
país. La izquierda más allá del PSOE ha aprovechado la ocasión para inundar las plazas
de banderas republicanas y demandar un referéndum sobre el modelo de Estado.
Desde los despachos de la derecha se defiende un referéndum para legitimar al nuevo
monarca: ahora la monarquía puede ganar el referéndum, más adelante no se sabe.
Desde una perspectiva puramente técnica no es necesario ningún referéndum.
Tampoco es admisible la afirmación que la monarquía parlamentaria constitucional no
es una auténtica democracia. Tan democrática es una república parlamentaria como
una monarquía parlamentaria. Es más, existe más identidad entre estos sistemas
políticos que entre una república parlamentaria y una república presidencialista. El
hecho de elegir o no elegir a determinados cargos, no añade un plus de democracia.
¿Es más demócrata un sistema en el que los jueces se eligen –el norteamericano- que
otro en el que se acceda a la carrera judicial por mérito y capacidad –España? Desde
luego la calidad democrática de España es muy superior a alguna República
presidencialista en las que el “Presidente” ha borrado de un plumazo la división de
poderes y mantiene una constante represión contra la oposición.
Podemos observar un cierto complejo a la hora de defender a la institución
monárquica. Hay que decir con claridad que el pueblo ya decidió cuando se aprobó la
Constitución Española. Allí se estableció una monarquía parlamentaria en la que el
Rey reina, pero no gobierna.
Parece olvidarse o, no se quiere decir, cual es el proceso para que España deje de ser
una monarquía y pase a ser una república. De nuevo el desconocimiento o la
manipulación son las dos explicaciones plausibles. Cambiar una monarquía
parlamentaria por una aún indefinida república, necesita de una reforma
constitucional agravada del artículo 168 de la Constitución. Esta reforma exige la
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Publicado en DiarioJuridico.com. 5 junio 2014. http://www.diariojuridico.com/monarquia-o-republicaa-proposito-de-una-abdicacion/
aprobación por parte de 2/3 del Congreso de los Diputados, la aprobación por 2/3 del
Senado, la disolución de las Cortes Generales, la celebración de elecciones generales,
la aprobación por cada una de las dos nuevas cámaras legislativas, también por
mayoría cualificada de 2/3 y, finalmente, la celebración de un referéndum. Ese
referéndum es el que tiene validez, cualquier otra consulta sería meramente consultiva
en los términos establecidos en el artículo 92 de nuestra Carta Magna.
Además eso de decirle a la gente que tenemos derecho a elegir a nuestro Jefe del
Estado, parece algo demagógico. ¿Quién creen ustedes que sería el hipotético
Presidente de la III República española? Sí, no se rompan la cabeza: habría sido quien
el PP o el PSOE hubiesen designado, lo cual deja muy limitada la elección por parte del
pueblo.
Quizás deberíamos afrontar desde la racionalidad y sin apasionamiento este tema.
¿Qué conviene a España en estos momentos? Podemos estar de acuerdo con el
enfoque que considera la monarquía como una anomalía histórica, pero lo cierto es
que en Europa hay 10 monarquías parlamentarias y que la institución en España está
funcionando bien –con todos los errores y matices- y, “si la cosa funciona…” ¿Por qué
cambiarla?. Lo cierto es que la Monarquía en nuestro país ha aportado estabilidad y
ha actuado como una referencia a nivel internacional, pues todo el mundo sabe quién
es el Rey de España y se desconoce quiénes son los Presidentes de las Repúblicas de
Alemania, Portugal… Una monarquía presenta una indudable ventaja si se trata de
una persona conocida y reconocida a nivel internacional. Incluso este reconocimiento
se traduce en contactos y contratos para las empresas de nuestro país.
La otra función del Jefe del Estado consiste en arbitrar y moderar el funcionamiento
regular de las instituciones. Aquí también existe una situación de ventaja de un
monarca sobre un presidente de república. La independencia y situación apolítica del
Rey juega a favor de esa función de moderación y arbitraje. Un presidente de la
república parte de una adscripción partidista y, por tanto con una capacidad de
mediación muy comprometida. Incluso puede producirse una tensión entre Presidente
de la República y Primer Ministro, con grave quebranto de las relaciones
institucionales, tal y como ha ocurrido en Rumanía desde el 2007.
Existen en nuestro país otros problemas más importantes, alguno de los cuales exige
un ajuste constitucional: transparencia, participación, democratización de los partidos
políticos, reencuentro entre ciudadanos y políticos, Justicia más justa y rápida, control
de los monopolios u oligopolios, el independentismo, una organización territorial más
eficaz y eficiente al servicio de todos los ciudadanos… esas sí que son las asignaturas
pendientes de nuestra democracia.
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