guia_AJ_seg_parte_2015 - Facultad de Ciencias Económicas y

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FACULTAD DE CIENCIAS
ECONÓMICAS Y JURÍDICAS
Universidad Nacional de La Pampa
ACTUACION JUDICIAL
Y PROFESIONAL
En la presente guía se adjuntan precedentes jurisprudenciales
que se consideran relevantes para que los estudiantes de la
carrera de Contador Público efectúen su análisis e interpretación,
asimismo para simplificar la tarea se ha incorporado al fin de la
guía un glosario de términos, con un significado previo
simplificado y luego el concepto técnico – jurídico.
Análisis de
Precedentes
Judiciales
2015 Versión Beta
Caso 1
Mancuso Victor s/ concurso preventivo. CNCom. B 3-7-09
Fallo:
Buenos Aires, 3 de julio de 2009.
Y VISTOS:
I. Apeló el acreedor Purita la resolución de fs. 556/557 que desestimó la impugnación al acuerdo
preventivo de los acreedores Salloum, Segre Alimentos Balanceados SRL y el apelante Purita;
declarando homologado el aludido acuerdo.
Su memorial de fs. 583/584 fue respondido a fs. 587/590 por el concursado y a fs. 591 por la
sindicatura.
Sus agravios discurren por los siguientes carriles: i) la propuesta no determina la forma de calcular
y pagar los intereses, ii) la propuesta formulada es tan abusiva para los acreedores como la
primera presentada en autos, iii) la espera de más de seis años licúa el capital en más de un 50%,
iv) no fueron previstas las garantías estipuladas por el art. 59 LCQ. en la resolución del Juez a quo
pues en la propuesta se incluyó el levantamiento de todas las medidas cautelares, v) no debieron
ser impuestas costas a su parte.
El dictamen Fiscal luce agregado a fs. 598/604 y la representante del ministerio público planteó la
nulidad de todo lo actuado y la configuración del supuesto previsto por el art. 52 inc. 4° LCQ.
II...
b) 2. Corresponde analizar las restantes quejas que giran -tal como las de la fiscalía- en torno a la
abusividad de la propuesta.
El Tribunal, al momento de valorar la propuesta presentada por el deudor, debe hacer prevalecer
siempre el interés general del comercio, del crédito y de la comunidad en general por sobre el
individual de los acreedores o del deudor; aun con las modificaciones introducidas a la ley 24522
por las leyes posteriores, la propuesta de acuerdo debe ser valorada para su homologación,
atendiendo fundamentalmente a su compatibilidad con los principios de orden público, la finalidad
de los concursos y el interés general, principios que determinan que el juez no deba limitarse al
mero análisis formal de la propuesta, sino que debe considerar si dicha propuesta resulta
conciliable con las finalidades del concurso preventivo y los principios superiores que lo inspiran
(CNCom, Sala A, in re "Arcángel Maggio SA. s/inc. de impugnación al acuerdo preventivo", del
03.05.04, fallo confirmado por la CSJN el 15.03.07).
¿Y cuándo una propuesta es abusiva?
La prohibición del ejercicio abusivo de derechos (entre ellos el de ofrecer un acuerdo preventivo)
tiene base en el derecho civil. El art. 1071 reglamenta la cuestión: la ley no ampara el ejercicio
abusivo de los derechos. Se considerará tal al que contraríe los fines que aquélla tuvo en mira al
reconocerlos o al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres.
Básicamente tiene que ver con el poder de negociación y con las pautas contractuales que el
concursado puede imponer a sus acreedores.
Será abusivo el acuerdo que tenga cláusulas que importen una desnaturalización del derecho de los
acreedores o que impongan a algunos acreedores pautas arbitrarias aceptadas por la mayoría. En
el análisis del abuso del derecho relacionado con la admisibilidad de una propuesta de acuerdo
preventivo, el juez debe apreciar objetivamente si el deudor, en el ejercicio de su derecho, ha
contrariado la finalidad económico-social del mismo que, en la especie, no está solamente dada
por la conservación de la empresa como fuente de producción y trabajo, sino que también está
definida por el logro de una finalidad satisfactiva del derecho de los acreedores, la cual
naturalmente resulta negada cuando la pérdida que se les impone a ellos resulta claramente
excesiva.
Y es que, siendo el abuso del derecho mentado por el art. 1071 del Código Civil un concepto
jurídico indeterminado, los jueces no pueden buscar la fenomenología del acto abusivo (y más
precisamente, la fenomenología de la propuesta abusiva referida por el art. 52, inc. 4, de la ley
concursal) sino casuísticamente, ponderando las circunstancias propias del supuesto examinado en
todos sus aspectos y conjuntamente, lejos de cualquier aplicación mecanicista y con la flexibilidad
necesaria para su adecuación a las complejas circunstancias humanas (cfr. CSJN, 15-3-07, in re
fallo citado "Arcángel Maggio").
Propuso el concursado el pago del 40 % de los créditos verificados en seis cuotas anuales pagables
una vez homologado el acuerdo, aplicando intereses del 6 % anual.
Ahora bien, el acuerdo debe ser valorado atendiendo a su compatibilidad con los principios
superiores del orden público, la finalidad de los concursos y el interés general. Es por ello que el
juez no puede limitarse a un mero análisis formal de la propuesta, sino que debe meritar si esta
última resulta conciliable con los principios superiores del orden jurídico, sin desatender las
finalidades propias del concurso preventivo y los principios generales que lo inspiran.
El juez no se encuentra obligado, siempre y en todos los casos, en forma absoluta e irrestricta, a
dictar sentencia homologatoria del acuerdo votado favorablemente por las mayorías legales (cuyas
conformidades son una condición necesaria pero no suficiente), toda vez que conserva en todos los
casos la potestad de realizar un control que trascienda la mera legalidad formal en aquellos
supuestos en los que el acuerdo pudiera afectar el interés o el orden públicos, atendiendo al
ordenamiento jurídico en su totalidad -arts. 953 y 1071 del Cód. Civ.- (cfr. Juzg. Proc. Conc. y
Reg., nº3, Mendoza, in re "Pedro y José Martín S.A.", del 22-5-97).
Ello, en el marco de que el concurso no está instituido en exclusivo beneficio del deudor, sino
también de los acreedores y del comercio en general, y todos esos intereses reciben amparo legal,
porque también resultan afectados con el procedimiento (cfr. CNCom., en pleno, in re "Vila José"
del 3-2-1965, voto del Dr. Vázquez).
Júzgase en este marco que no correspondió homologar el acuerdo.
Señálase que la diferencia entre la suma que total (ver fs. 537) que el concursado propone pagarle
a sus acreedores comparada con la que arroja el total de su activo (ver fs. 384) evidencian lo
abusivo de la propuesta.
Además el pago de seis cuotas anulaes de un 40 % del capital con la tasa propuesta de 6 % anual no
parece preservar la incidencia que pueda provocar el diferimiento en el pago, de lo que trasunta
una quita superior a la prevista.
De tal modo, convalidar la cuestionada propuesta importa imponer a los acreedores disconformes
la obtención de un capital castigado con una quita de 60 % -que según la sindicatura será mayor
ver fs.538- que terminaría de ser pagado a casi 10 años de la apertura del concurso (ver fs. 7).
En ese contexto y considerando que, si la propuesta formalizada por la deudora y aprobada por la
mayoría de los acreedores, pudiera importar un verdadero ejercicio abusivo de sus derechos por
parte del deudor, desnaturalizando virtualmente el instituto del concurso preventivo (art. 1071 del
Cód. Civ.), y siendo además un acto jurídico encuadrable en la noción de "objeto ilícito", violatorio
de la regla moral ínsita en el art. 953 del Cód. Civ., dicho acto no podría ser convalidado aun
cuando contara con el consentimiento de una voluntad mayoritaria de los acreedores, ya que a ello
se opondría la naturaleza del vicio que lo afectaría, incompatible con toda posibilidad de
confirmación (arts. 1044 y 1047 del Cód. Civ.; cfr. CNCom., Sala C, in re "Línea Vanguard S.A. s/
concurso preventivo", del 4-9-01), ha de decidirse del modo adelantado.
Ello pues, evaluadas las circunstancias del caso, la composición del activo y del pasivo, y demás
elementos colectados respecto del concursado, cabe concluir que la propuesta ofrecida vulnera el
orden público económico, porque daña la protección del crédito (art. 52, 4° L.C.); y la
homologación de un acuerdo que implica desvirtuar la eficacia de los medios compulsivos con que
cuentan los acreedores para hacer valer sus derechos, yendo mas allá de su particular interés para
convertirse en una cuestión que afecta el interés general.
Por todo lo dicho, no procede su homologación pues se trata de una propuesta abusiva.
IV. Lo expuesto sella la suerte adversa del remedio preventivo que pretende Víctor Mancuso y
conduce a su decreto de quiebra. Devuélvase encomendándose al a quo las notificaciones. El Señor
juez Miguel F. Bargalló actúa de conformidad con lo dispuesto por las Resoluciones 261/06 y
261/07 del Consejo de la Magistratura y los Acuerdos del 15/06/06 y 01/06/07 de esta Cámara.
María L. Gómez Alonso de Díaz Cordero, Miguel F. Bargalló, Ana I. Piaggi. Es copia fiel del original
que corre a fs. 775/781 de los autos de la materia.
Consignas.
1. ¿En primera instancia fue homologado el acuerdo?
2. ¿Cómo evalúa la Cámara el acuerdo homologado?
3. ¿Cuál es el estándar que debe seguirse para la homologación del acuerdo y en que norma
legal se encuentra?
4. ¿Existe algún parámetro tarifado para definir cuando se está en presencia de una acuerdo
abusivo?
5. ¿Reunidas las mayorías legales el juez se ve obligado a homologar el acuerdo?
Caso 2
“Testa Leonor Rosalía s/ Quiebra s/ Inc. de Apelación Art. 250” (FG N° 100072). Dictamen Fiscal
de Camara compartido por ésta.
Excma. Cámara:
1. El juez de grado declaró la ineficacia de pleno derecho en los términos del art. 118 LCQ de la
donación de los inmuebles sitos en la calle Juan Francisco Seguí 3964/66, U.F. 8, 4to. Piso y U.F.
10, 5to. piso, realizada por la fallida a sus hijos durante el período de sospecha.
2. Apeló la fallida, expresando agravios a fs. 48/53.
En primer lugar, se agravió de que el juez a quo no sustanciara la ineficacia articulada.
En segundo lugar, sostuvo que la donación fue realizada como consecuencia de una tradición
familiar, en tanto aquellos le habían sido donados por sus padres, quienes los habían recibido de la
misma forma por sus abuelos. Por lo tanto, no habría existido ningún tipo de ardid o engaño, dado
que no tenía conocimiento del régimen concursal.
En tercer lugar, solicitó la apertura a prueba para acreditar las circunstancias fácticas esgrimidas
en el memorial.
Finalmente, solicitó se revoque la resolución de primera instancia.
3. La Sindicatura contestó los agravios a fs. 58/59.
Solicitó se confirme la resolución de primera instancia.
4. El recurso debe ser rechazado.
En primer lugar, cabe destacar que no se encuentra controvertido en autos la fecha de la cesación
de pagos de la fallida en los términos del art. 116 LCQ, la cual data del 7 de junio de 2004 (conf.
fs. 36) ni que se haya realizado la donación cuya ineficacia se ha decretado en primera instancia
durante el período de sospecha.
Por lo tanto, me expediré sobre la procedencia de la ineficacia de pleno derecho reclamada y la
falta de sustanciación invocada.
El art. 118 de la LCQ establece que son actos ineficaces respecto de los acreedores los actos
realizados por el deudor en período de sospecha, que consistan en: 1) Actos a título gratuito…”.
En el caso, estamos ante una donación sin cargo y, por lo tanto, ante un acto a título gratuito.
También, destaco que dicho acto fue realizado durante el período de sospecha. Ello, teniendo en
consideración que la quiebra fue decretada con fecha 7 de junio de 2006, la donación fue
realizada con fecha 31 de agosto de 2004 (conf. fs. 22/25vta) y aceptada 2 de agosto de 2006 y 11
de agosto de 2006 (conf. fs.16/21).
Por otra parte, cabe resaltar que el art. 118 de la LCQ, establece en su último párrafo que la
declaración de ineficacia se pronuncia sin necesidad de acción o petición expresa y sin
tramitación.
Por lo tanto, la declaración de ineficacia del acto en cuestión, por tratarse de uno de los supuestos
del art. 118 LCQ, no requiere sustanciación.
Consecuentemente, el agravio relativo a esta cuestión resulta improcedente. En cuanto al pedido
de apertura a prueba realizado por la fallida, entiendo que también debe ser rechazado. Ello,
teniendo en consideración que la solicitud pretende acreditar extremos fácticos detallados en el
memorial que no desvirtúan los requisitos que hacen procedente la declaración de ineficacia.
En consecuencia, concluyo que la sentencia de primera instancia debe ser confirmada.
Dejo así contestada la vista conferida.
Buenos Aires, julio 8 de 2008.
Fdo. Alejandra Gils Carbó. Fiscal General
Dictamen nº 120218
Consignas.
1. ¿Qué se dispuso en primera instancia?
2. ¿Porqué estima la Sra. Fiscal de Cámara que no correspondía sustanciar el tramite?
3. ¿Cómo puede recurrirse y debatirse los presupuestos de la ineficacia declarada a fin de no
conculcar el derecho de defensa en juicio?
Caso 3
Donadio Carlos Alberto c/ Izzi Justino s/ Ordinario. CNCom. D, 6-3-07
En Buenos Aires, a 6 de marzo de dos mil siete, se reúnen los Señores Jueces de la Sala D de la
Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, con el
autorizante, para dictar sentencia en la causa "DONADIO, CARLOS ALBERTO c/ IZZI, JUSTINO s/
ORDINARIO", registro n° 62.136/05, procedente del JUZGADO N° 5 del fuero (SECRETARIA N° 10),
donde esta identificada como expediente N° 37.975, en los cuales como consecuencia del sorteo
practicado de acuerdo con lo previsto por el art. 268 del Código Procesal, resultó que debían votar
en el siguiente orden, Doctores: Heredia, Dieuzeide. El doctor Vassallo no interviene en el
presente acuerdo por encontrarse excusado (fs. 1326).
Estudiados los autos la Cámara planteó la siguiente cuestión a resolver:
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?
A la cuestión propuesta, el señor Juez de Cámara, doctor Heredia dijo:
1°) La sentencia de primera instancia -dictada en fs. 1222/1234- admitió parcialmente la acción
de revocatoria concursal promovida por la sindicatura de la quiebra de Alberto Carlos Donadío y
declaró ineficaz las cesiones de derechos hereditarios efectuadas por el fallido mediante escritura
pública a favor de Justino Izzi, condenando a este último a restituir al proceso universal el valor
actual del departamento sito en la avenida Santa Fe 1290/1300, piso 15 "E", con más intereses a la
tasa del 8% anual a partir de la fecha de la cesión y hasta el efectivo pago. Las costas fueron
impuestas al demandado.
2°) Contra ese fallo apeló el demandado Justino Izzi (fs. 1275), quien expresó agravios mediante el
escrito de fs. 1310/1312, cuyo traslado fue contestado por la sindicatura concursal a fs.
1314/1316.
A fs. 1322/1324 dictaminó la señora Fiscal General ante la Cámara.
3°) En autos se declaró la ineficacia por conocimiento del estado de cesación de pagos (art.119,
LCQ) de la cesión de derechos hereditarios efectuada por escritura n° 176 del 29/4/1994,
ampliada por escritura pública n° 186 del 9/5/1994, ambas pasadas ante la notaria Alicia L. Busto,
con registro en la ciudad de Buenos Aires.
Mediante dichos actos, el señor Alberto Carlos Donadío cedió y transfirió a favor del señor Justino
Izzi todos los derechos y acciones hereditarias que le correspondían en la sucesión ab-intestado de
su madre, colocando al cesionario en su mismo lugar, grado y prelación con relación al inmueble
citado en el considerando 1°. La cesión se efectuó por el precio de U$S 70.000.
4°) En su sentencia el juez a quo tuvo por acreditado mediante presunciones que calificó como
precisas, serias y concordantes, que al tiempo de realizarse la cesión el cesionario Justino Izzi
estaba en conocimiento del estado de cesación de pagos que afectaba al cedente Alberto Carlos
Donadío.
Para así concluir, ponderó: (a) que se había probado a través de la confesión judicial del
demandado que ambos se conocían desde el año 1973/1974; (b) que en 1982 el fallido había dado
al demandado un poder especial para la venta de ciertos bienes que integraban el acervo
hereditario del padre de aquél; c) que el activo de Donadío se reducía en lo sustantivo a los
derechos hereditarios que tenía en las sucesiones de sus padres, y que para el demandado debió
ser sugestivo que la totalidad de ese activo le fuera vendido por el quebrado en el breve lapso de
tres meses; en este sentido, observó que el demandado no solamente adquirió por cesión los
derechos hereditarios del padre del fallido (operación con la que se intentó perfeccionar a favor
de Izzi la tradición de los inmuebles a los que se refería el mencionado poder especial para la
venta otorgado en 1982), sino que poco después también adquirió por cesión los derechos
hereditarios que a Donadío le correspondíanen el sucesorio de su madre, comprendiendo ello el
inmueble de gran valor, bien ubicado y de fácil venta de la avenida Santa Fe 1290/1300, piso 15°
"E"; (c) que el precio correspondiente a esta última cesión (U$S 70.000) se pagó por adelantado y,
según lo confesó el cesionario al absolver posiciones, conociendo que Donadío necesitaba con
urgencia el dinero; (d) que el 22 y 24 de abril de 1994 (o sea, muy pocos días antes de la cesión) el
demandado Izzi, en su carácter de agente inmobiliario, había publicado un aviso clasificado
ofreciendo el inmueble a la venta en la suma de U$S 150.000, por lo que, en definitiva, adquirió la
propiedad por menos de la mitad de su precio; (e) que el conocimiento por Izzi de la precariedad
económica de Donadío viene también confirmada porque se habría hecho cargo de los gastos que
correspondían al vendedor, según documentación de fs. 80/86 (fs. 1227/1231).
De otro lado, el magistrado de la anterior instancia concluyó que el acto objeto de la revocatoria
concursal había causado perjuicio a los acreedores, ya que la cesión de derechos hereditarios,
comprensiva del inmueble ya referido, había tenido lugar por un precio menor a la mitad de su
valor real en plaza, lo que calificó como una adquisición a precio vil (fs. 1233).
5°) La expresión de agravios cuestiona la sentencia argumentando que el juez a quo basó su
decisión en presunciones y no en hechos debidamente probados. Sostiene que el síndico no probó,
tal como le incumbía, que el cesionario conociera el estado de cesación de pagos del cedente y
que de la relación previa que había entre ambos no puede deducirse ese conocimiento.Expresa que
no existe vicio alguno invalidante de la cesión, que pagó el precio pactado por ella, y que no fue
un requisito legal impuesto para la celebración de ese acto la previa indagación por su parte del
estado patrimonial del cedente, siendo sólo exigible al adquirente haber constatado la condición
dominial de lo cedido. Indica, en fin, que el hecho de haber adelantado el precio al cedente
tampoco configura una presunción favorable a la acreditación de haber conocido su estado de
insolvencia; que dicho precio no fue vil y aunque lo fuera ".la existencia de un precio vil es
insuficiente para descalificar por sí misma." a la cesión; que se trató de un precio adecuado al tipo
de operación de que se trata y a la actividad que realiza el demandado (intermediación
inmobiliaria), comprando lo más bajo posible para vender a mayor valor, habiendo actuado en
todo momento con buena fe.
6°) La atenta lectura de la expresión de agravios deja la impresión de que el recurrente no
comprende cuál es el alcance del régimen de inoponibilidad concursal, dentro del que actúa la
acción prevista por el art. 119 de la ley 24.522.
Frases tales como que el acto no tiene ".vicio alguno que a entendimiento de esta parte hubiera
violado el principio contemplado en el art. 1198 del Código Civil." (fs. 1310 vta.); que el
sentenciante ha declarado ".la invalidez de las cesiones objeto de recurso." (fs. 1311); que ".la sola
existencia de un precio vil es insuficiente para descalificar por sí misma." la adquisición (fs. 1311
vta.); o referencias genéricas a cuáles son los requisitos exigibles para la válida formación del acto
(fs. 1310 vta.), así como citas jurisprudenciales referentes a casos de nulidad de boleto de
compraventa (fs. 1311 vta.), ponen de relieve que el apelante no entiende que el régimen
aprobado por los arts. 118 y sgtes.de la ley concursal no persigue la nulidad del acto de que se
trate, sino su ineficacia en el sentido de inoponibilidad frente a los acreedores del fallido.
En efecto, en la ley concursal los actos perjudiciales a los acreedores que caen en la órbita de los
arts. 118 y 119, LCQ, no son nulos ni anulables, sino ineficaces como inoponibles. La declaración
de ineficacia prevista por esas normas y sus concordantes es la sanción impuesta legalmente a
ciertos actos celebrados por el deudor, actos que no se invalidan erga omnes pues tan sólo se
modalizan sus efectos, dejándolos subsistentes entre las partes, pero haciéndolos inoponibles a los
terceros acreedores concurrentes en el proceso de quiebra (...). Y cuando ello ocurre se habla de
acto "revocado", aunque tal terminología no describa adecuadamente el fenómeno y constituya, en
realidad, una licencia del lenguaje. El acto, en verdad, no se revoca, sino que -se reitera- es
válido entre las partes, pero ineficaz (inoponible) frente a los acreedores concursales del fallido.Se
trata, bien se ve, de una ineficacia "relativa" en el sentido de lo dicho, sea porque el acto pierde
eficacia solamente frente a terceros, sea porque ella es instrumentalmente inherente a la acción
ejecutiva colectiva que encauza la quiebra, pues en su virtud sólo la masa de acreedores puede
actuar ejecutivamente sobre el bien del deudor, considerándolo como no salido de su patrimonio
(conf. Pajardi, P., Manuale di diritto fallimentare, Giuffrè, Milano, 1994, p.285, n° 63-3). Pero aun
siendo "relativa" con el alcance indicado, lo es también "total" ya que no puede ser limitada a la
sola prestación a cargo del fallido, sino que comprende el entero negocio jurídico incluido en el
acto, alcanzando igualmente a la prestación de la contraparte que, entonces, resulta privada de
causa respecto de la masa de acreedores (conf. Gallesio-Piuma, M.E., L'azione revocatoria
fallimentare, Cedam, Padova, 1992, p. 126).
7°) La desorientación interpretativa del recurso de apelación puesta de relieve en el considerando
anterior, condujo al apelante a ensayar argumentos defensivos que, ciertamente, son
improcedentes en el plano del sistema de inoponibilidad concursal, como por ejemplo el referente
a haber actuado de buena fe.
En efecto, el régimen de la inoponibilidad concursal actúa con prescindencia de la buena fe de
quien contrató con el deudor después fallido, pues el problema es mirado objetivamente. Si el
acto cumplido en el periodo de sospecha causó perjuicio a los acreedores, será inoponible aun
cuando el tercero hubiera obrado de buena fe (conf. Heredia, P., Tratado exegético de Derecho
Concursal, t. 4, p. 146, Buenos Aires, 2005), siempre y cuando, tratándose de acto comprendido en
el art. 119, LCQ, se sumare a ello la prueba de haber conocido dicho tercero que el deudor se
hallaba en estado de cesación de pagos.De hecho, puede haber buena fe no obstante existir tal
conocimiento de la cesación de pagos, como cuando el acto se celebra con la intención de hacer
salir al deudor del estado de insolvencia; en este sentido, el acto concretado en el periodo de
sospecha es igualmente inoponible probándose el perjuicio y dicho conocimiento, aun cuando el
tercero hubiera obrado con la convicción de que era idóneo para eliminar la cesación de pagos
(conf. Maffei Alberti, A., Commentario breve alla llege fallimentare, Cedam, Padova, 2000, p. 240,
n° IV-3). Se trata, en fin, de un criterio sobre el cual Satanowsky había anticipado su pensamiento
comentando la ley 11.719, al decir que ".cualquier acto del deudor -aunque de buena fe- que sin la
correspondiente simultánea y conmutativa contraprestación del acreedor, beneficie a éste, dará
lugar a la acción de revocación en beneficio de la masa." (conf. Satanowsky, M., Estudios de
derecho comercial, t. II, ps. 209/210, n° 14, Buenos Aires, 1950); criterio que es reiterado y
compartido por la doctrina actual (conf. Grillo, H., Periodo de sospecha en la legislación
concursal, ps. 94/95, Buenos Aires, 2001; Junyent Bas, F. y Molina Sandoval, C., Sistema de
ineficacia concursal, ps. 229/231, Santa Fe, 2002). En su caso, sólo tiene interés establecer la
buena o mala fe del tercero cocontratante a fin de esclarecer su situación en orden a sus
eventuales derechos y a la extensión de sus obligaciones por la revocación del acto en cuestión
(conf. Grillo, H., ob. cit., p. 85), pero no para decidir la revocación misma, pues tanto el tercero
de buena fe como el tercero de mala fe deben entregar al síndico el bien que recibiera en virtud
del acto revocado, o reponer su valor, teniendo la buena o mala fe sólo incidencia en cuanto al
reembolso de los gastos útiles y necesarios, régimen de frutos, etc. (conf. Heredia, P., ob. cit., t.
3, p.157)
Inversamente, para que la revocatoria concursal actúe tampoco se requiere la prueba de la mala
fe del tercero (...), habiéndose señalado -con razón- que la mala fe del tercero ni siquiera podría
ser deducida del conocimiento que tuviera del estado de cesación de pagos, pues puede haber ese
conocimiento, sin que ello represente mala fe (conf. Ribichini, G., Inoponibilidad concursal por
conocimiento del estado de cesación de pagos, ps. 87/88, Buenos Aires, 1999), ya que el
conocimiento de la insolvencia ni siquiera funda la existencia de un caso de fraude (conf. Maffei
Alberti, A., ob. cit., p.239, n° III-2).
8°) Por lo dicho, lo único que cuenta -aparte de la verificación del carácter lesivo o perjudicial del
acto para los acreedores- es que el tercero hubiera conocido que el deudor, después fallido,
estaba en estado de cesación de pagos al tiempo de otorgar el acto cuestionado.
Y, en el caso, ese conocimiento por parte del tercero (scientia decoctionis) ha quedado
suficientemente demostrado, tal como lo concluyó el juez a quo valiéndose de consideraciones que
sólo parcial e inconsistentemente ha pretendido desvirtuar la apelación.
Para así concluir, se debe partir de la premisa de que, a diferencia de lo que parece pretender el
demandado, la ley no exige una prueba directa del presupuesto subjetivo relativo al conocimiento
del estado de cesación de pagos, acaso de muy difícil rendición en la generalidad de los casos y
quizás únicamente asequible por confesión del tercero cocontratante. Como lo ha destacado un
fallo, pretenderse la prueba directa, significaría el cierre de la posibilidad de revocar actos
cometidos en perjuicio a los acreedores, con más frecuencia de lo deseable (conf. C.Civ.Com.
Mercedes, Sala 2a., 7/3/85, "Corsello, Antonio s/ conc. c/ Grassi, Héctor", JA t. 1985-IV, p. 439).
La regla, en rigor, es el recurso a las presunciones, que no son medios de prueba, sino argumentos
de prueba (conf. Palacio, L.E., y Alvarado Velloso, A., Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, explicado y anotado jurisprudencial y bibliográficamente, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
1989, t. IV, p. 416; Fassi, S.A., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, comentado,
anotado y concordado, Astrea, Buenos Aires, 1978, t. I, p. 442, n° 1033), siempre y cuando sean
graves, precisas y concordantes de conformidad con las reglas de la sana crítica, tal como lo
autoriza el art. 163, inc. 5, del Código Procesal (...).
En ese orden de ideas, la sentencia recurrida tuvo en cuenta múltiples indicios para presumir, con
holgada razonabilidad, que al demandado no le era inadvertido que Donadío se encontraba en
estado de cesación de pagos. Cabe aquí observar que, precisamente, son los indicios los que
operan como base o supuesto de hecho de las presunciones (...).
En efecto, como fuera adelantado, el magistrado tuvo en cuenta la prolongada relación que
mantenían cedente y cesionario, en cuanto se remontaba a más de veinte años; la circunstancia de
que en pocos meses el demandado resultó adquirente tanto de los bienes que componían el acervo
de la sucesión del padre del cedente, cuanto los que integraban la sucesión ab-intentato de la
madre; que se pagó por la cesión de derechos hereditarios correspondientes a esta última
sucesión, que comprendía el inmueble de la avenida Santa Fe, un precio inferior a la mitad del
valor de mercado de este último según días antes lo publicitara el propio demandado; que Izzi
sabía de la urgencia de Donadío por hacerse de dinero; y que se hizo cargo de los gastos que
correspondían a cedente.
Con excepción de lo atinente al precio pagado, ninguno de estos indicios fue controvertido por el
demandado en su recurso. De hecho, ni siquiera los mencionó, dando cuenta con ello de un
incumplimiento a la carga de fundamentación prevista por el art. 265 del Código Procesal.
En cuanto al tema del precio pagado, la calificación como "vil" que de él hiciera el juez a quo no
puede, a mi modo de ver, ser discutida.
Aunque es cierto, como lo expone el apelante, que el precio vil no anula el acto (conf. Rezzónico,
L.M., Estudio de los contratos en nuestro derecho civil, ps. 153/155, Buenos Aires, 1958), salvo el
supuesto de lesión (conf. art. 954, segunda parte
, del Código Civil; Piantoni, M., A., Contratos
civiles, t. II, ps. 30/31, n° 6, Córdoba, 1975), lo cierto es que, como ya fue señalado, la cuestión
implicada en autos no es de nulidad o anulabildad, sino de ineficacia en el sentido de
inoponibilidad, y desde tal particular perspectiva, el precio vil -que técnicamente es tal cuando es
proporcionadamente bajo; conf. López de Zavalía, F., Teoría de los contratos - Parte Especial, t.I,
p. 73, Buenos Aires, 1976- da cuenta por sí mismo, cuanto menos, de la presencia de un acto con
prestaciones desproporcionadas, porque a través de él se excede el margen de elasticidad o el
alea propio de un contrato conmutativo, en relación con las circunstancias, el lugar y el tiempo en
que fue concluido. En otras palabras, el precio vil -aunque, como principio, no provoque
necesariamente la nulidad- sirve para comprobar la desproporción de las prestaciones y para
presumir, consiguientemente, el conocimiento del estado de cesación de pagos por parte del
tercero cocontratante que lo abonó. Y puesto que, para borrar esa presunción, el demandado no
ha i nsinuado -y menos probado- haber pagado un precio superior al que se consigna en la
escritura, no cabe sino estar al resultado objetivo que se infiere de la apuntada desproporción
entre las prestaciones, frente a la cual la revocatoria concursal debe prosperar sin dudas (conf.
Heredia, P., ob. cit., t. 3, ps. 270 y 352/354).
9°) Me importa señalar, por último, que resulta inocultablemente pueril la explicación dada por el
apelante según la cual ".mi negocio es comprar lo más bajo posible y obtener en la venta el mayor
valor.", pues la diferencia entre lo que pagara por la cesión (U$S 70.000) y el precio que, cuatro
meses después, recibiera por la venta del inmueble a un tercero (U$S 125.000), excede en mucho
la expectativa de una razonable ganancia derivada de la intemediación inmobiliaria que dice
ejercer, y no hace más que confirmar la desproporción de las prestaciones que afectó a la cesión
de derechos hereditarios, máxime considerando que esta última no comprendió exclusivamente los
derechos inherentes a ese inmueble sino a todo el acervo sucesorio de la madre del quebrado, lo
que indudablemente da cuenta de un posible mayor valor patrimonial comprometido.
10°) Por ello, y haciendo mías también las pertinentes consideraciones expuestas por la señora
Fiscal General ante la Cámara en su dictamen de fs. 1322/1324), propongo al acuerdo confirmar la
sentencia apelada, con costas al demandado (art. 68, primera parte, del Código Procesal).
Así voto.
El señor Juez de Cámara, doctor Dieuzeide adhiere al voto que antecede.
Concluida la deliberación los señores Jueces de Cámara acuerdan:
(a) Confirmar la sentencia de primera instancia -dictada a fs. 1222/1234-.
(b) Imponer las costas al demandado (art. 68, primera parte, del Código Procesal).
Consignas a responder
1. ¿Qué se resolvió en primera instancia?
2. ¿Podría haberse invocado el art. 118 LCQ para resolver la cuestión? ¿Por qué?
3. ¿Cuáles son los supuestos para que prospere la acción del art. 119 LCQ?
4. ¿La prueba reunida debe ser cabal o que puede aplicarse para resolver?
5. ¿Cuáles son las reglas aplicables para apreciar la prueba producida?
6. ¿Qué diferencias advierte entre este caso y lo resuelto en “Testa”?
7. ¿Cómo y cuando puede discutirse o ejercerse el derecho de defensa en la revocatoria de
pleno derecho?
8. ¿En el caso Testa podría haberse dispuesto la extensión de la quiebra el 06-5-2003? ¿Qué
ocurre con la donación realizada? ¿Y si se descubriera una donación efectuada el 20-08-2003
que ocurre con ella?
9. ¿En el caso Testa podría haberse dispuesto la extensión de la quiebra el 06-5-2006? ¿Qué
ocurre con la donación realizada?
Caso 4
Frigorífico Moreno SA s/ Quiebra c/Rawsing Company SA s/ Ordinario. CNCom E
6-12-12
Fallo:
En Buenos Aires, a los 6 días del mes de diciembre de dos mil doce reunidos los Señores Jueces de
Cámara en la Sala de Acuerdos, fueron traídos para conocer los autos seguidos por: "FRIGORIFICO
MORENO SA. S/ QUIEBRA C/ RAWSING COMPANY SA. S/ ORDINARIO", en los que según el sorteo
practicado votan sucesivamente los jueces Miguel F. Bargalló y Ángel O. Sala. Se deja constancia
que intervienen únicamente los Sres. Jueces nombrados en razón de hallarse vacante la vocalía N°
14. Estudiados los autos, la Cámara plantea la siguiente cuestión a resolver:
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs. 274/85?
El Juez Miguel F. Bargalló dice:
I. La sentencia de primera instancia rechazó con costas la acción de extensión de quiebra
promovida por la sindicatura de la quiebra de Frigorífico Moreno SA ("Frigorífico Moreno") contra
Rawsing Company S.A ("Rawsing").
Para así decidir la Juez a quo apreció que del análisis de la prueba producida en autos y en los
expedientes conexos no se configuran ninguno de los extremos previstos por la LCQ: 161.
Destacó que el síndico no logró acreditar que la demandada hubiera dispuesto de los bienes de la
sociedad a fin de satisfacer intereses personales.
Le restó eficacia probatoria a las copias certificadas de la causa penal caratulada "Palomeque
Sergio s/querella infracción arts. 176 y 178 del C.P." (N° 26987), anexadas a este expediente,
porque únicamente refiere a las actuaciones procesales ejecutadas hasta diciembre de 2002 sin
que se haya acreditado el estado actual de dicho proceso, ni si está concluido.
De ese modo entendió que tal defecto impide determinar si los hechos invocados como
fundamento de la extensión de quiebra denotaron necesariamente un obrar fraudulento en
perjuicio de los acreedores o la intención de dañar.
Agregó a ello que -a su criterio- no hay elemento que demuestre la connivencia entre la fallida y la
demandada con el fin de defraudar a sus acreedores ni que los hechos imputados tengan
virtualidad por sí solos para demostrar el engaño.También desconoció la existencia de elementos
que le permitan concluir que la accionada dominó la actuación de "Frigorífico Moreno" en beneficio
personal y en perjuicio de los acreedores de la sociedad en quiebra, o que demuestren la
existencia de confusión entre los patrimonios de ambas partes.
Afirmó, finalmente, que la existencia de control interno a través de una participación accionaria o
la de un control externo provocada por vínculos convencionales, no implica, de por sí, la
posibilidad de la quiebra refleja de una sociedad agrupada, pues sostuvo que para ello resulta
necesario que se demuestre que la dirección común produjo el desvío del interés de la sociedad
controlada en beneficio de la controlante.
II. El fallo fue apelado por la sindicatura de la quiebra de "Frigorífico Moreno" a fs. 288.
Fundó su recurso con la presentación de fs. 294/7, la que no fue contestada por la demandada.
Sus agravios se dirigieron a cuestionar la sentencia en cuanto se juzgó que no existían elementos
de prueba que acrediten que la actuación de "Rawsing" se encuadra en alguno de los supuestos
previstos por la LCQ:161.
A fs. 309/21 dictaminó la Sra. Representante del Ministerio Público Fiscal actuante ante esta
Cámara propiciando la admisión del recurso.
III. a) "Frigorífico Moreno" es una sociedad regularmente constituida con domicilio en esta Ciudad y
que se dedicaba a realizar negocios vinculados a la industria frigorífica. En especial, en lo que
importa a los hechos controvertidos objeto de esta acción, se destaca que la fallida producía
harina de huesos y carne, la que exportaba a Japón (declaración de su presidente obrante a fs.
2874/9 del expediente de la quiebra).
En cambio "Rawsing" es una sociedad constituida en la República Oriental del Uruguay bajo el
régimen de la ley 11.073 de dicho país; es decir, es una sociedad de las denominadas offshore (v.
fs.67/76).
Ambas integrarían un grupo de sociedades cuyo manejo le es atribuido a Jaime Sasson.
Si bien de las distintas actas de asambleas incorporadas en el expediente de quiebra no se observa
que "Rawsing" haya intervenido como accionista de la fallida (fs. 1/61 del expediente de quiebra),
no puede dejar de ponderarse que a fs. 103/7 del incidente de investigación genérico (ingresado a
esta sala bajo el N° 5979/10) obra un contrato celebrado el 2 de junio de 1976 a través del cual
"Rawsing" adquirió de distintos accionistas la titular del 99,60 % del paquete accionario de
"Frigorífico Moreno" y Carlos Alberto Brocato y José Sasson adquirieron cada uno el 0,20 % de las
acciones.
Este documento fue suscripto por Samuel Bajarlía en representación de la sociedad uruguaya,
quien reconoció su autenticidad en la declaración de fs. 60/71 del incidente de investigación de
"Rawsing" (ver respuesta quinta).
El que no se haya revelado documentalmente la posterior actuación de "Rawsing" como accionista
de la fallida no significa que deba descartarse como presumible la expresada vinculación
societaria, pues el carácter de socio pudo ser fácilmente ocultado toda vez que las acciones de
"Frigorífico Moreno" fueron emitidas al portador; lo que conforma un elemento útil al tiempo de
evaluar la ingerencia que la demandada haya tenido en la actividad mercantil de la ahora fallida.
Además debe señalarse que "Frigorífico Moreno", en virtud de un contrato de locación, ocupaba el
inmueble sito en la calle Tte Gral. Perón 683/7 que era de propiedad de la sociedad demandada, y
por este contrato, según declaró Bajarlía, jamás se habría pagado el canon locativo (ver respuesta
séptima de la declaración de fs.60/71 del incidente de investigación de "Rawsing").
b) Lo que se le imputa a la sociedad accionada es haber participado irregularmente en operatorias
comerciales de exportación de productos elaborados por "Frigorífico Moreno" provocando un desvío
ilegítimo de fondos que debía percibir la fallida.
En efecto, tal como advirtió la Fiscal General actuante ante esta Cámara, eran "Rawsing" y
Ketering SA ("Ketering") quienes recibían los pagos por los productos que exportaba "Frigorífico
Moreno" a Japón.
Ello se desprende con claridad de la declaración testimonial efectuada por Akira Ikegaki, quien es
director suplente de Sumitomo Corporation Argentina S.A. -sociedad que representa en la
Argentina a Sumitomo Corporation Japón-, cuya acta obra en los autos "Palomeque Sergio s/
querella infracción arts. 176 y 178 CP", de los que se ha incorporado copia certificada a esta causa
como prueba (fs. 871/2).
El deponente explicó que las operaciones de compra de harina de carne y huesos se concertaban
con "Frigorífico Moreno" a través de la actuación de Jaime Sasson y Héctor Luces. Además dijo que
para realizar los pagos se emitían cartas de crédito a favor de la empresa que exportaba en un
banco que ésta indicaba, que en algunos casos era de la Argentina y otras del Uruguay.
Akira Ikegaki aclaró que, si bien en estas operaciones siempre el vendedor era "Frigorífico Moreno",
en algunas oportunidades, a pedido de Sasson y Luces, se formalizaban las mismas a nombre de
otras empresas como ser "Ketering" y "Rawsing".
Esta declaración encuentra su soporte documental, en los términos exigidos por el CCom.,
209(ef:LEG1309.209), en la constancia obrante a fs. 43 de los autos "Frigorífico Moreno SA s/
quiebra s/ incidente de investigación contra Rawsing Co SA", pieza que fue reconocida por el
presidente de Sumitomo Corporation Argentina S.A. a fs. 44 de dicha causa.
A su vez, ello concuerda con el relato brindado por Antonio Francisco Perrone, quien se
desempeñó como tesorero de la fallida (fs.887/9 de la causa penal).
Éste agregó a lo dicho por Ikegaki que en el frigorífico se llevaban dos contabilidades paralelas, a
las que identificó a una como "la formal" y a la otra como "la real".
También esclareció el modo en que se formalizaba la intervención de "Rawsing" en las operaciones
de exportación del frigorífico. Para ello expuso que se hacía figurar una venta previa por parte de
la fallida a favor de "Rawsing" para que esta aparezca -posteriormente- como la exportadora,
permitiendo así que se emitiera la carta de crédito a su nombre y pudiera recibir los pagos. Luego
continuó explicando que "Rawsing" giraba a favor del frigorífico un pago por un valor menor al
precio real de exportación, quedando, en consecuencia, la ganancia obtenida en el patrimonio de
la sociedad constituida en el extranjero.
Se suma a ello la declaración de Osvaldo Daniel Cersósimo obrante a fs. 685/8 de la causa penal,
quien trabajó para la fallida entre 1982/1993 en el área comercial, en la cual reconoció la
intromisión de "Rawsing" en las operaciones de exportación de la fallida para hacerse del pago del
precio de dichos negocios.
Contrariamente a lo sostenido en la sentencia recurrida, el hecho de que no se encuentre
acreditado el resultado final de la causa penal no es obstáculo para valorar aquí los elementos de
prueba allí obtenidos.
Cuando se ofrece trasladar a un juicio civil o comercial prueba producida en una instrucción penal,
el juez que entiende en aquella conserva la facultad de apreciar su valor libremente y las partes el
derecho a contraprobar; y no importa si el proceso penal ha o no concluido pues sólo se tiene en
cuenta que la prueba haya sido pública, contradicha y formalmente practicada (Devis Echandía,
Hernando; "Teoría general de la prueba judicial", año 1976, T° I, pág.374).
En similar línea, la CSJN desde hace tiempo sostiene un criterio flexible en el sentido de admitir y
valorar con amplitud en el juicio civil los medios de prueba de la causa penal, por cuanto ha
considerado que la prueba acumulada en lo criminal, es invocable para la decisión del posterior
pleito civil cuando la demandada ha tenido oportuna noticia del ofrecimiento de esa prueba y ha
podido producir la que convenía a su derecho para desvirtuarla (Fallos 182:502,187:627, 188:7,
182:531, 219:55).
Así e s que en el sub-lite se debe apreciar los hechos probados en sede criminal aun cuando no
haya mediado condena, en tanto dichas constancias fueron oportunamente ofrecidas como prueba
en este juicio (fs. 219/31) sin que medie objeción de la parte contraria.
Asimismo, debe ponderarse la declaración del representante de "Rawsing" en la República
Argentina, Samuel Bajarlía, obrante a fs. 60/71 del incidente de investigación entablado contra
dicha sociedad. Es que Bajarlía sostuvo que "Rawsing" financiaba operaciones de exportación
realizadas por "Frigorífico Moreno", y que ésta remitía documentación de la sociedad accionista
para que perciba los pagos de la negociación. Allí admitió -al menos- que en esas operaciones se
abusaba al denunciar el domicilio de la sucursal establecida en Buenos Aires como si fuera el de la
casa matriz de "Rawsing" (ver respuesta a la pregunta doce).
Resulta que en esa declaración y especialmente en la presentación de fs. 52/7 en respuesta al
requerimiento de fs. 32/5 de ese incidente de investigación, el declarante refirió constantemente
a la sucursal pretendiendo trazar una distinción con la casa matriz domiciliada en el Uruguay para
así sostener que la sucursal establecida en la Argentina no participaba de las operaciones
comerciales cuestionadas.
Este intento resultó estéril pues la sucursal tiene una dependencia jurídica total de la matriz y no
es un sujeto de derecho diferente. La sucursal es la misma sociedad constituida en el extranjero
que, a través de ella, ejerce habitualmente los actos comprendidos en el objeto social dentro del
país en el que se instala (Polak, Federico Gabriel; "La empresa extranjera", pág. 49, año 2003).
No hay un riesgo empresario asumido exclusivamente por la sucursal o por la matriz considerados
de manera independiente (Polak; ob cit, pág. 51).
No obstante ello cabe destacar que el representante en la Argentina de la sociedad demandada Dr. Bajarlía- no desconoció que la casa matriz intervenía irregularmente en los negocios de
"Frigorífico Moreno" (ver en fs. 55 del incidente de investigación de "Rawsing" la respuesta a la
pregunta 33).
Pese a la imputación efectuada por la sindicatura en la pieza copiada a fs. 219/24 que formó parte
de la ampliación de la demanda, dicho extremo tampoco ha sido negado en su contestación de
demanda (fs. 255/9).
En ese contexto, cabe apreciar que la conducta de la demandada queda subsumida en el supuesto
previsto por la ley 19.551, 161:1 (ley aplicable a esta quiebra tal como lo dispuso la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en el fallo del 04-07-03 dictado in re "Frigorífico Moreno SA s/ quiebra c/
Trade SA"); advirtiéndose que dicho precepto fue reeditado por la ley 24.522.
Nótese que, según dicha norma, los requisitos para la procedencia de la quiebra por extensión son:
a) la existencia de una persona fallida: b) que una persona, de existencia física o ideal, haya
actuado en apariencia de la fallida; c) disposición de bienes de la fallida como propios y en interés
personal de quien ha actuado por la fallida; d) actuación en fraude a los acreedores.
Ello es lo que ocurrió en el caso, pues "Rawsing" fingía financiar la actividad del frigorífico para
poder exportar la producción de éste apropiándose de las ganancias obtenidas.Es decir que se
interponía sistemáticamente entre el frigorífico exportador y el comprador de modo ficticio
aparentando ser el vendedor, para así recibir los beneficios económicos del negocio en evidente
perjuicio de los acreedores de la fallida.
En este contexto es claro que debe admitirse la pretensión de extensión de quiebra en el marco de
la figura de "actuación en interés personal" lo cual hace prescindible juzgar la cuestión en el
ámbito de la doctrina de la desestimación de la personalidad.
No se desconoce que también podría encuadrarse el caso en el supuesto previsto por la ley 19.551,
165:2°. Sin embargo, ello exigiría que se haya demostrado de modo irrefutable que la demandada
era la controlante de la sociedad fallida al tiempo en que se realizaban dichas ventas, lo que no
acontece.
Por otra parte, no se observa que se haya demostrado, al menos al presente, que exista una
confusión patrimonial inescindible al punto que no se pueda delimitar los activos y pasivos -o la
mayor parte de ellos- que a cada sociedad le corresponda (ley citada: 165:3). Ello sin perjuicio de
que, una vez avanzado el proceso de quiebra de la demandada, la cuestión pueda ser replanteada
en primera instancia a fin de considerar la unificación de masas con aporte de mayores elementos
de juicio (mismo ordenamiento, 165:6).
c) Finalmente, no corresponde emitir decisión sobre la extensión de la quiebra también a los
socios de "Rawsing" -como lo propiciara la Fiscal de Cámara en su dictamen de fs. 309/21 en el
cual expuso su interpretación sobre la aplicación de la LSC: 124 - en tanto no es un asunto que
haya sido propuesto a la juez de primera instancia (CPr., 277).
Tampoco corresponde juzgar lo relativo a la imputación de responsabilidad de Jaime Sasson dado
que no ha sido traído a este juicio, por lo que conforma materia que no integra el objeto de la
litis.
IV.El CPr., 279 impone al tribunal de Alzada, si revoca o modifica la sentencia de primera
instancia, adecuar la condena en costas. Por ello propondré que tanto las de la anterior como las
de esta instancia sean cargadas por la demandada vencida (CPr., 68).
V. Por todo lo expuesto propongo al Acuerdo: estimar el recurso interpuesto por la sindicatura,
revocar en su consecuencia la sentencia de primera instancia, admitiendo la extensión de la
quiebra de FRIGORIFICO MORENO S.A. a RAWSING COMPANY S.A., debiendo disponerse en primera
instancia las medidas inherentes a la situación de quiebra de la demandada que aquí se declara, a
quien se imponen las costas.
Así voto.
El Señor Juez de Cámara, doctor Ángel O. Sala dice: Comparto los fundamentos vertidos por el
Señor Juez preopinante por lo que adhiero a la solución por él propiciada. Voto, en consecuencia,
en igual sentido.
Con lo que termina este Acuerdo, que firman los Señores Jueces de Cámara doctores Miguel F.
Bargalló y Ángel O. Sala. Ante mí: Francisco J. Troiani. Es copia del original que corre a fs.del libro
nº 32 de Acuerdos Comerciales, Sala "E".
Francisco J. Troiani
Secretario de Cámara
Buenos Aires, 6 de diciembre de 2012.
Y VISTOS:
Por los fundamentos del acuerdo precedente, se resuelve: estimar el recurso interpuesto por la
sindicatura, y revocar en su consecuencia la sentencia de primera instancia, admitiendo la
extensión de la quiebra de FRIGORIFICO MORENO S.A. a RAWSING COMPANY S.A., debiendo
disponerse en primera instancia las medidas inherentes a la situación de quiebra de la demandada
que aquí se declara, a quien se imponen las costas. Notifíquese a las partes por cédula a
confeccionarse por Secretaría y a la Representante del Ministerio Público Fiscal en su despacho, a
cuyo fin, remítanse las actuaciones.
MIGUEL F. BARGALLÓ
ÁNGEL O. SALA
Consignas a responder
1. ¿Por qué se rechazó la demanda en primera instancia?
2. ¿Cuál es la maniobra realizada por la fallida que la Cámara consideró probada?
3. ¿En que supuesto de extensión de la quiebra se basó la Cámara?
4. ¿Por qué no consideró configurado el abuso de control?
5. ¿Qué diferencia sustancial y procesal existe entre la extensión de la quiebra conforme el art.
160 respecto de lo previsto en el 161 LCQ?
Caso 5
Ponce Nuri J c. Ojeda Alejandro F. CNCom A 12-3-08
Buenos Aires, 12 de marzo de 2008 - ¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?
El Dr. Kölliker Frers dijo: 1. La sentencia pronunciada a fs. 370/8 hizo lugar íntegramente a la
demanda instaurada por el síndico de la quiebra de Nuri J. Ponce contra Alejandro F. Ojeda y,
en consecuencia, condenó a este último a abonar a la actora la suma de $ 54.761,58, con más
sus respectivos intereses, calculados a la tasa que cobra el Banco de la Nación Argentina para
sus operaciones de descuentos comerciales a 30 días hasta su efectivo pago y las costas del
juicio.
Es del caso recordar que la acción materia del presente proceso fue promovida por el
funcionario sindical -en representación de la fallida- en el marco de lo dispuesto por la LCQ, art.
173, párr.2º, con el objeto de obtener el cobro de la suma de $ 54.761,58, con fundamento en
la supuesta responsabilidad que le cupo al demandado en la confección y suscripción, en su
carácter de contador público matriculado, de cierta "manifestación" o "certificación" de bienes
de fallida Nuri J. Ponce; certificación ésta que no habría reflejado la real situación patrimonial
de aquélla y mediante la cual ésta obtuvo un seguro de caución para garantía de alquileres de
"Aseguradora de Cauciones S.A Cía. de Seguros", luego incumplido, que a la postre habría
terminado incrementando el pasivo concursal en el proceso falimentario de aquélla.
Para decidir del modo en que lo hizo el a quo juzgó que el demandado no había probado la
verosimilitud de la información que emergía de la certificación contable en cuestión lo que, de
acuerdo con su criterio, permitía considerar configurado un supuesto de dolo en los términos
del citado art. 173, LCQ, perjudicial para los acreedores, ya que la falsa información contenida
en el documento posibilitó que la fallida exhibiera una apariencia de solvencia de la que en
realidad carecía; permitiéndole contraer el seguro de caución cuyo incumplimiento trajo
aparejado el nacimiento de un importante crédito en cabeza de "Aseguradora de Cauciones
S.A Cía. de Seguros", acreedora verificada en la quiebra de Nuri J. Ponce, en perjuicio del
resto de los acreedores.
2. Contra dicho pronunciamiento, se alzó el demandado a fs. 381, mediante el recurso de
apelación que fundó con la expresión de agravios de fs. 390, cuyo traslado fue contestado a fs.
392.
Se agravió el recurrente mediante la escueta argumentación que luce en la ya citada memoria
glosada en fs. 390 de que el a quo haya considerado que la conducta por él desplegada
implicaba un supuesto de dolo, por la circunstancia de haber confeccionado una certificación
de bienes que no reflejaba la verdadera situación patrimonial de la actual fallida Ponce, dado
que tal accionar si bien podría haberse calificado como negligente, ingenuo, ligero o,
desaprensivo, ello dista de constituir el dolo requerido por el art. 173 de la LCQ para la
viabilidad de la presente acción.
Adujo, al respecto, que no se encontraba acreditado en la causa que el acto hubiera sido
realizado en forma dolosa o, en su caso, que hubiera existido intención de su parte de provocar
daño alguno a terceros y, mucho menos, que con dicho obrar se hubiera producido una
exageración del pasivo falimentario (ver fs. 391 vta.).
3. ...
4. Sentado lo expuesto, estimo que el thema decidendum en esta alzada continúa siendo el de
determinar si la conducta obrada por el accionado consistente en suscribir la certificación de
bienes de la fallida que obra copiada a fs. 30/31 en la que se describe una situación patrimonial
que se demostró irreal y sin haber tenido a la vista los antecedentes de menester a tal fin,
resulta encuadrable en el supuesto de responsabilidad previsto en la LCQ, art. 173, parte 2ª,
como en definitiva lo interpretó el a quo.
Pues bien, la acción concursal de responsabilidad objeto de las presentes actuaciones, a partir
de la reforma de la ley 24522, imputa como agente responsable, causante del daño, a quien
de, cualquier forma participe dolosamente en actos tendientes a la disminución del activo o
exageración del pasivo, debiendo reintegrar los bienes que aun tenga en su poder e indemnizar
los perjuicios causados (conf. LCQ, art. 173).
En tal orden de ideas, el nexo de causalidad debe derivarse de la vinculación que se haya
producido entre la conducta dolosa de los involucrados y la causación del perjuicio, perjuicio
que debe consistir específicamente en la disminución de la responsabilidad patrimonial o
producción de la insolvencia a través de la disminución del activo o la exageración del pasivo
(conf. Roitman, Horacio, "Responsabilidad de Terceros en la Quiebra", Revista de Derecho
Privado y Comunitario n. 11, p.47).
En definitiva, para que este tipo de acción de responsabilidad resulte jurídicamente viable, la
conducta cuestionada debe necesariamente haber estado orientada a la alteración de la real
situación patrimonial del fallido mediante conductas que impliquen la disminución del activo o
exageración del pasivo falimentario, lo que presupone la existencia de un propósito deliberado
enderezado a ese fin o, dicho en otras palabras, se requiere inequívocamente el dolo como
elemento subjetivo insoslayable para la configuración de la responsabilidad de marras. La ley
no innova aquí sobre los principios clásicos de la responsabilidad civil, mas ha establecido
normas propias, que señalan específicamente el tipo de daño y el elemento subjetivo de la
responsabilidad que la configuran (Fassi, Gebhardt, "Concursos y Quiebras ", Ed. Astrea, Bs.
As., 2004, p. 448 y ss.). Ello así, pues la conducta reprochada debe tener vinculación causal
con la insolvencia, en el sentido de que dicho comportamiento debe implicar la facilitación o el
agravamiento de la insolvencia patrimonial del deudor fallido o, alternativamente, la disminución
de su responsabilidad patrimonial, aun cuando no existiere -en esta última- esa relación causal
precedentemente aludida respecto de la cesación de pagos (conf. "Intercam S.A v. Mercado...",
cit. supra; en igual sentido, Dasso, Ariel A., "El Concurso Preventivo y la Quiebra", t. II, Ed. AdHoc, Bs. As., 2000,798 y ss.).
No cabe duda entonces que, según la estructura de la ley falimentaria vigente, los requisitos
medulares de la acción prevista en el art. 173, LQ, involucran: i) el obrar antijurídico, es decir la
configuración de cierta conducta ilícita, contraria a la normativa legal; ii) la relación causal en el
sentido antes expuesto, ya que la conducta antijurídica ejecutada por el sujeto pasivo de la
acción debe tener relación de causalidad con la situación de impotencia patrimonial de la fallida
disminuyendo el activo o agravando el pasivo; iii) la atribución subjetiva de responsabilidad a
título de dolo, ya que en el caso la ley concursal requiere un obrar doloso, quedando eliminada
del campo de esta índole de responsabilidad toda conducta negligente susceptible de haber
incidido en la provocación de la insolvencia; debiendo entenderse por dolo a estos efectos -en
defecto de previsión concursal específica- en el sentido del derecho civil: esto es un obrar
ejecutado a sabiendas y con la intención de dañar la persona o los derechos de otro (art. 1072,
CCiv.); y finalmente, iv) la configuración de un daño, el cual debe consistir puntualmente en la
disminución del pasivo o exageración del activo.
Pues bien, traídas estas precisiones conceptuales al análisis de los antecedentes colectados a
lo largo del litigio, adelanto que en el caso sub examine no solamente encuentro configurado en
cabeza del demandado el obrar doloso coercitivamente impuesto por la normativa aplicable a
efectos de que puede tenerse por configurada la responsabilidad en cuestión, sino también los
restantes requisitos que aquélla establece para que el tercero involucrado deba responder
frente a la quiebra.
En efecto, ninguna duda puede caber acerca del daño provocado a la quiebra y la relación de
causalidad entre éste y el obrar irregular del quejoso derivados de la conducta reprochada en
autos, ya que es evidente que gracias al certificado falso expedido por este último en su
carácter de contador público matriculado pudo la quebrada obtener el seguro de caución para
la garantía de alquileres sobre el inmueble de la calle Posadas ..., piso 2 de esta ciudad (fs.
27), cuyo incumplimiento dio lugar a que dicho crédito terminara siendo verificado en el
concurso, provocando ello un agravamiento del pasivo y, consiguientemente, de la impotencia
patrimonial de éste, todo ello mediante la simulación de un activo inexistente...
...
Pues bien, examinados los antecedentes reunidos a lo largo de la tramitación del proceso, es
claro que existió en el sub lite relación de causalidad adecuada entre la conducta ilícita
asumida por el accionado consistente en la falsa manifestación de bienes certificada por éste y
el daño ocasionado a la masa de acreedores de la fallida al facilitar la exageración del pasivo
falimentario, provocando -con tal proceder- la insuficiencia del activo liquidado para satisfacer
íntegramente a los acreedores de la quiebra.
De su lado, tampoco es discutible la antijuridicidad del obrar del accionado, reconocida incluso
por este último, quien admitió -aunque lo haya atribuido a una mera negligencia o descuido- no
haber observado las normas de procedimiento que el ejercicio de la profesión exige para
expedir un certificado de esas características, consistente en constatar en los registros
contables y la documentación en poder del cliente los datos patrimoniales que luego se vuelcan
en la certificación emitida.
En este contexto, el único aspecto en realidad opinable de la cuestión es si el obrar del
recurrente es susceptible de ser calificado de doloso.
Cabe recordar que Ojeda suscribió la "manifestación" de bienes de la obrante a fs. 30/1, sin
tener a la vista los antecedentes registrales y/o documentales que avalasen tal "manifestación".
Esta omisión en la verificación de la titularidad de los bienes se desprende claramente de los
reconocimientos efectuados por el propio demandado tanto en su responde como en su
expresión de agravios, en cuanto manifestó que existió, de su parte, una "actitud ligera", un
"accionar desaprensivo" y un "obrar negligente" (ver fs. 83 vta. y 390 vta.).
Pues bien, desde cierta perspectiva podría llegar a afirmarse que la conducta precedentemente
descripta sí es dolosa, ya que, no puede dejar de verse que, en última instancia, la actuación
de aquél formó parte de una maniobra ciertamente "dolosa" (valga la redundancia) consumada
por la propia fallida, consistente en presentar un certificado falso para obtener un crédito que
de otro modo no hubiese obtenido, verificándose así -en términos del art. 931, CCiv.- "una
aserción de lo que es falso" o "disimulación de lo verdadero", dirigida a aparentar la presencia
de un activo inexistente. Y esta maniobra indudablemente intencionada de parte de la fallida
pudo ser concretada porque contó con la complicidad del contador demandado, quien expidió abusando de su aptitud profesional- un certificado mendaz acerca de la situación patrimonial de
aquélla, no apareciendo como verosímil que tal certificado haya podido ser firmado del modo
que lo fue (esto es sin tener a la vista documentación alguna, como él mismo lo ha reconocido)
sino con plena conciencia del daño que su utilización podía provocar y, por sobre todo, a
sabiendas que la información allí volcada era falsa o, por lo menos, que verosímilmente debía
serlo.
Ahora bien, aun en la hipótesis más favorable al recurrente en el sentido de que pudiera llegar
a interpretarse que en realidad no persiguió la obtención del resultado antedicho, lo cierto es
que, igualmente, tampoco cabría dejar encuadrada la conducta realizada en el plano de la
simple negligencia. La realidad es que el accionado debió representarse que la acción tenía
una potencia lesiva para los intereses de los acreedores de Ponce y -aun así- decidió la
realización del hecho por el que se lo incrimina, el cual, si bien no abarcó la materialización
efectiva del daño en ese momento, constituyó la causa eficiente para que los perjuicios se
produjeran ulteriormente. Y ello no pudo ser desconocido por el contador demandado. En rigor,
es evidente que un profesional de ciencias económicas que actúa en la forma en que aquél lo
hizo, no puede ignorar que el instrumento suscripto tendría posteriores incidencias en las
relaciones jurídicas de la hoy fallida; máxime cuando su aporte -por acción u omisión- ha
resultado indispensable para ese resultado, a punto tal que sin su intervención la mentada
certificación no, hubiese tenido ninguna virtualidad. No debe olvidarse que la actividad del
contador público debe estar comprometida con la realidad, lo cual impone, que exista una
completa concordancia y coherencia entre esa realidad y el informe de la situación patrimonial,
económica y financiera que aquél suscribe (conf. Palacio Laje, Carlos: "El contador como
partícipe necesario del delito de balance falso", LL 2006-C, 1054).
Todas estas circunstancias llevan a que la conducta sub examine ingrese en el plano de lo que
se conoce, como dolo eventual, esto es, aquella conducta obrada con tanta desaprensión y
ligereza, omitiendo los recaudos más elementales de cuidado y prevención, que el autor de esa
conducta no puede dejar de representarse las consecuencias derivadas de sus actos: en otras
palabras una culpa de una gravedad tal que no puede sino asimilarse al dolo.
Lo señalado anteriormente basta para concluir en que la conducta de Ojeda de suscribir la
certificación de bienes en las condiciones en que lo hizo no puede sino se calificada de dolosa
a los efectos de esta norma (LQQ, 173, párr. 2º).
Por ello, considero acertada la decisión del juez de grado, toda vez que mediante la conducta
del accionado se le ha permitido a la actual fallida acceder a la contratación de un seguro de
caución, el cual -con posterioridad- originó la verificación de crédito de "Aseguradora de
Cauciones S.A Cía. de Seguros", incrementándose así -indebidamente- el pasivo de la quiebra
de Ponce y todo ello a raíz de un comportamiento calificable de "doloso" obrado por el
accionado.
6. Conforme lo hasta aquí expuesto, entonces, propongo al acuerdo rechazar el recurso
interpuesto y, en consecuencia, confirmar la decisión apelada en lo que fuera materia de
agravio. En cuanto a las costas de alzada cuadra imponerlas al demandado en su condición de
vencido en esta instancia (art. 68, CPCCN.). Así voto.
Las Dras. Uzal y Míguez adhieren al voto precedente.
Con lo que terminó este acuerdo. Y Vistos: Por los fundamentos del acuerdo precedente, Se
Resuelve: Rechazar el recurso interpuesto y, en consecuencia, confirmar la decisión apelada
en lo que fuera materia de agravio. En cuanto a las costas de alzada cuadra imponerlas al
demandado en su condición de vencido en esta instancia (art. 68, CPCCN.).- Alfredo A. Kölliker
Frers.- María E. Uzal.- Isabel Míguez. (Sec.: Valeria C. Pereyra).
Consignas a responder:
1. ¿Cual es el fundamento legal de la responsabilidad del contador?
2. ¿Que actuación profesional realizó el contador demandado por la cual se le demanda?
3. ¿Que normas profesionales fueron ignoradas por éste?
4. ¿Desde un punto de vista jurídico como fueron consideradas las omisiones del contador en
primera instancia y por la Cámara?
5. ¿Puede diferenciar los conceptos de culpa, dolo y dolo eventual en función de lo resuelto en
este caso?
6. ¿A que contribuyó el accionar del contador y que en definitiva lo hizo responsable?
7. ¿Cuales son los 4 requisitos que deben verificarse para generar responsabilidad conforme el
art. 173 LCQ?
8. ¿Conforme la LCQ cuando debería haberse producido el acto para poder accionar conforme
el art. 173 LCQ?
9. ¿Que podría hacer el contador demandado una vez que fue demandado para eximirse de la
responsabilidad por la que se le acciona y que diferencia esta acción de la extensión de la
quiebra?
GLOSARÍO/ACLARACIONES:
A quo: Tribunal inferior al que está resolviendo. Definición técnica: Dícese del juez cuya
decisión es recurrida ante el tribunal superior.Agravios: Cuando lo resuelto en una sentencia causa un perjuicio o no satisface íntegramente
lo que quiere una parte. Definición técnica: En derecho procesal, menoscabo del cual se queja
el apelante y que expone ante el juez superior, por habérselo causado la sentencia del
inferior.- Para Couture es el perjuicio o gravamen, material o moral, que una resolución causa
a un litigante.Abuso de control: En materia societaria cuando quien se encuentra en posición de tomar las
decisiones sociales, por ejemplo por tener mayoría de votos, las usa con fines contrarios a los
societarios, como sería desviando fondos. Fenomenología del acto abusivo: analizar los
aspectos particulares del acto abusivo. Definición técnica de abuso: Jurídicamente se entiende
por el uso de un poder, de una facultad, de una situación de derecho, más allá de lo
razonablemente lícito, o con fines distintos a los perseguidos por la ley.Casuísticamente: Analizar caso por caso para llegar a una decisión Casuística: refiere
al razonamiento basado en casos.
Desnaturalización del derecho: se hace algo con la apariencia de estar de acuerdo a derecho
pero en la realidad no lo está. Definición técnica de Desnaturalizar: Alterar profundamente
[una cosa], haciéndole perder sus cualidades esenciales
Arreglado a derecho: que se ha hecho conforme a derecho
Proceso falimentario: proceso de quiebra
Thema decidendum: el tema que será decidido. Definición técnica: El principio dispositivo
impone que sean las partes, exclusivamente, quienes determinen el thema decidendum,
debiendo el juez, por lo tanto, limitar su pronunciamiento a lo que ha sido pedido por aquellas
en los actos de constitución del proceso. Así los Códigos Procesales disponen que la sentencia
definitiva deberá contener “la decisión expresa, positiva, y precisa, de conformidad con las
pretensiones deducidas en el juicio, calificadas según correspondiere por ley, declarando el
derecho de los litigantes y condenando o absolviendo de la demanda y reconvención, en su
caso, en todo o en parte”.Responsabilidad de marras: la responsabilidad en el caso concreto. Definición de marras (de):
Expresa que lo indicado por el sustantivo al que acompaña es sobradamente conocido.Sub lite: En el caso Conducta sub examine: conducta analizada
Costas de alzada: las costas –gastos y honorarios- incurridos ante el Tribunal superior (cámara
en el caso)
Sociedad Offshore: sociedad constituida en un paraíso fiscal para evadir las legislación del país
de origen. Offshore u offshoring es un término del idioma inglés que literalmente significa "en
el mar, alejado de la costa", pero es comúnmente utilizado en diversos ámbitos para indicar la
deslocalización de un recurso o proceso productivo. En términos empresariales,
el offshoring designa la actividad por parte de empresas con sede en un determinado país de
trasladar o construir fábricas o centros de producción en otro país, donde por lo general
enfrentarán menores costos en mano de obra, menor presión en leyes laborales, menor
cantidad de normativas gubernamentales, reducción de otro tipo de costos, u otros beneficios
cualesquiera desde el punto de vista del lucro económico para la empresa.
Erga omnes: aplicable a todas las personas. Definición técnica: Contra todos, respecto de
todos. Su significado fundamental es el de absoluto, opuesto por consiguiente a relativo.Carga de fundamentación: obligación de fundar un recurso o una petición. Definición técnica
de carga procesal: Puede definirse como una situación jurídica instituida en la ley consistente
en el requerimiento de una conducta de realización facultativa, normalmente establecida en
interés del propio sujeto, y cuya omisión trae aparejada una consecuencia gravosa para él.- La
carga es una conminación o cumpulsión a ejercer el derecho.- Desde este punto de vista, la
carga funciona, diríamos a doublé face; por un lado el litigante tiene la facultad de contestar,
de probar, de alegar, en ese sentido es una conducta de realización facultativa; pero al mismo
tiempo algo así como el riesgo de no contestar, de no probar y de no alegar. El riesgo consiste
en que, si no lo hace oportunamente, se falla el juicio sin escuchar sus defensas, sin recibir sus
pruebas, sin saber sus conclusiones.- Así configurada, la carga es un imperativo del propio
interés.- La diferencia sustancial con la obligación radica en que, mientras en la obligación el
vínculo está impuesto por un interés ajeno (el del acreedor), en la carga el vínculo está
impuesto por un interés propio.Inocultablemente pueril: claramente insignificante o absurdo.- Pueril: carente de importancia
o fundamento.-
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