Capítulo IV : la iglesia ante la liberación latinoamericana

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Capítulo IV : la iglesia ante la liberación latinoamericana (1962-1972)
Titulo
Dussel, Enrique - Autor/a
Autor(es)
Historia de la iglesia en América Latina : medio milenio de coloniaje y liberación
En:
(1492-1992)
Madrid
Lugar
Mundo Negro-Esquila Misional
Editorial/Editor
1992
Fecha
Colección
Política; Teología; Catolicismo; Cristianismo; Liberación; Iglesia; Filosofía; Religión;
Temas
Historia; América Latina;
Capítulo de Libro
Tipo de documento
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/otros/20120215103112/7cap4.pdf
URL
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CAPÍTULO IV
LA IGLESIA ANTE
LA LIBERACIÓN LATINOAMERICANA
(1962-1972)
En este capítulo nos toca abordar una época relativamente reciente
y llena de sentido y de acontecimientos. América Latina ha entrado en una
nueva revolución. La Iglesia, por su parte, vive igualmente una nueva etapa
de su historia. La convergencia de estas dos situaciones configura un estado
de cosas nuevo en el panorama de la Iglesia universal y en la historia cultural
de nuestro planeta.
Después de la revolución oligárquica llevada a cabo por los criollos a
comienzos del siglo XIX, dicha oligarquía ha conservado el poder hasta bien
entrado el siglo XX, en casi todos los países de nuestro horizonte geográficocultural. Sin embargo, desde la revolución mexicana (1910), por ejemplo, se
comenzó a ver otra postura ante la realidad política, económica y cultural. Se
trata de la emergencia o surgimiento de un nuevo sujeto del poder real: el
pueblo, por medio de una minoría tecnócrata, en sus dos momentos esenciales, el proletariado (en la medida en que existe industrialización) y el campesinado, junto a la juventud estudiantil y parte de la clase media. Esa revolución popular, que es bien posible que no concluya sino con el siglo XX, produce en el presente un profundo malestar en la oligarquía, en el Estado liberal burgués y en las instituciones que lo fundan (parte de la Iglesia y la clase
militar). Esta revolución popular viene al encuentro de una Iglesia que,
habiendo ensayado durante tres decenios las soluciones pastorales que le
ofrece la teología de la «nueva cristiandad» (Acción Católica no especializada, o Democracia Cristiana en el campo político, por ejemplo), se vuelca
cada vez más decididamente por la nueva vía que le abre el Concilio Vaticano II. Después de la cristiandad colonial y el nacionalismo de la oligarquía
criolla, la revolución popular significará, por otra parte, la integración de
América Latina, la Patria grande de los latinoamericanos.
206
La Iglesia universal, después de su primera desorientación de inclinación judaizante, se abrió, en su segunda época, a la conversión del Imperio romano gracias a la experiencia de la comunidad antioqueña y en conformidad con el Sínodo de Jerusalén (año 50 d.C.). Desde aquel lejano siglo
primero, la Iglesia preconstantiniana y la cristiandad constantiniana de tipo
bizantino, latino o hispánico cumplieron una segunda etapa: la evangelización del Imperio romano y sus colonias. Esa etapa comprende la evangelización del Imperio bizantino; de Europa; de América Latina (incluyéndose entonces la cristiandad de Indias). Sólo con el Concilio Vaticano II se
superan de manera fáctica, real y cultural los marcos del Imperio romano
(latino y helenístico) para abrirse la Iglesia universalmente a la evangelización de todas las culturas, del hombre como humanidad. Esta tercera
etapa de la historia de la Iglesia (desde 1962) viene a sumarse en América
Latina a un fenómeno cultural de fondo: la revolución popular antioligárquica y antiimperial. Estas dos líneas convergentes explican los acontecimientos de la historia de la Iglesia en América Latina en los últimos años,
que sintetizaremos en pocas palabras, describiendo, primeramente, la situación general de la cultura, el «décimo» momento de la historia de la Iglesía
y el «sentido teológico» de esta corta pero fecunda etapa.
Parecería quizá injustificado indicar como fecha divisoria el año 1962.
La historia, siempre que periodifica, debe simplificar teniendo sin embargo conciencia de dicha simplificación. Una nueva etapa de la historia de
la Iglesia se ve claramente dibujarse desde 1955 hasta 1968 en América
Latina: desde la reunión del CELAM en Río de Janeiro (1955), cuando al
mismo tiempo que se celebraba la I Conferencia del Episcopado Latinoamericano fue consagrado obispo Dom Helder Câmara, a través de la conversión lenta pero irreversible que significó el Concilio Vaticano II desde
1962 a 1965; y, por último, después de las diversas maneras nacionales de
adaptar dicho Concilio, la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968). En esos trece años se gesta una nueva actitud. Los años transcurridos desde Medellín han indicado que se trata, efectivamente, de una nueva situación eclesial.
I. LA CRISIS LATINOAMERICANA DE LA LIBERACIÓN
La descripción de esta crisis la efectuaremos en un triple nivel, de los
muchos que pudieran elegirse. Queremos sólo referirnos a la crisis de la
revolución popular, de la integración latinoamericana y del descubrimiento
de la autonomía cultural de nuestro grupo sociocultural.
207
1.Crisis de la revolución popular
Si la crisis de las revoluciones nacionales de comienzo del siglo XIX,
contra la España monárquica, fue una larga lucha por la organización
nacional a base de una minoría de inspiración primero conservadora y después liberal -extranjerizante-, la actual significa todavía una crisis más
profunda y violenta, porque implica el paso del ejercicio del poder de una
oligarquía a un pueblo alfabetizado, culto y responsable en la democracia
real; esto significará la supresión de muchos privilegios, pero no por el
deseo nihilista de la destrucción, sino por el afán humanista de que todos se
beneficien de los valores de la civilización universal.
Esta crisis es tanto más dolorosa cuanto al enfrentamiento entre oligarquía extranjerizante y pueblo en vías de liberación se sobrepone la dialéctica de países dominadores, desarrollados y superdesarrollados, contra
pueblos oprimidos y subdesarrollados y aun en vías de más deteriorada
situación política y económica. La distancia cultural y económica entre la
oligarquía colonial opresora y el pueblo dominado se hace cada vez más
insoportable; la lejanía de la renta nacional por cabeza se hace abismal
entre los países desarrollados (Estados Unidos, Europa y Rusia) y el Tercer
mundo; esto crea, por la no coincidencia del hombre con el hombre, un
movimiento dialéctico progresivo: la humanidad marcha hacia una convergencia que no podrá alcanzarse sin superar las contradicciones. Sin
embargo, es tarde para un pueblo empobrecido iniciar el mismo camino
seguido por el individualismo de la oligarquía criolla; es tarde igualmente
para imitar a los países ya desarrollados. Es posible que los países del
Tercer Mundo deban tomar un «atajo», saltando etapas y con modelos
diversos de los seguidos por los países desarrollados, para poder converger
en pie de igualdad con la humanidad del siglo XXI.
«La diáléctica del Señor y el Esclavo» quizá nunca se ha dado tan claramente como en América Latina. En la época de la conquista el conquistador, y después el encomendero, pusieron a su servicio al indio; ¡América
hispana al servicio de Europa! Y si es verdad que en America Latina
no hubo racismo, hubo sin embargo una total dominación sobre el indio.
El indio subsistirá en la historia no ya como indio sino como mestizo. El
mestizo es la conciliación primera, el verdadero habitante hermano de
Latinoamérica. En la época de las contradictorias y débiles nacionalidades
independientes, el «Señor» fue el oligarca criollo (propietario terrateniente, por lo general habitando las grandes ciudades) que dominó de dos
maneras: desde la capital, las provincias; desde la propiedad, al trabajador
208
del campo (campesino, gaucho, peón...). La fuerte clase terrateniente permite paralelamente el nacimiento de la burguesía industrial neocolonial,
apareciendo una nueva relación de dominio: la del capitalista nacional
o extranjero y el proletario.
Así como las revoluciones nacionales de comienzo del siglo XIX desplazaron a la minoría hispana del poder para pasar éste a la oligarquía criolla, parecería que la crisis económica de 1929 significó un golpe determinante para la potencia política de dicha oligarquía. Desde la pérdida de
poder de la oligarquía comienza a cobrar, en cambio, fisonomía de poder
político la clase militar -que sin embargo apoya los ideales de vida de la
oligarquía-; ésta, de liberal se ha transformado en conservadora y en
cuanto tal llegará a defender decididamente la cristiandad bajo el nombre
de «civilización occidental y cristiana»-. Es ese paso de la oligarquía al
conservadurismo la causa de que dejen de existir conflictos entre la oligarquía, antes liberal, con buena parte de la Iglesia, procedente, por otra
parte, dé dicha clase social. Mientras tanto se ha ido gestando la portadora
del nuevo poder político -las clases populares concienciadas poco a poco-,
que comenzará a tomar posición en la disputa por el poder. Es otra parte
de la Iglesia la que advierte ese nuevo momento histórico, produciéndose
así en su seno una polarización paralela a la ya ocurrida dentro de la cultura latinoamericana. Todo esto parecería tener el signo de lo inevitable; la
cuestión será descubrir claramente el sentido de este proceso.
Cabe todavía otra aclaración. Si hablamos de una revolución popular no
debe creerse que se efectuará de manera uniforme y ni siquiera simultánea.
Todo el siglo XX contemplará su lenta gestación, adquiriendo modalidades
nacionales y latinoamericanas, significando muchas veces pasos adelante y
otros muchos de retroceso. Incluso sería posible que, al fin, no sea el pueblo
como comunidad el que ejerza el poder, sino una nueva clase, no ya la oligárquica-burguesa ni la militar, sino la tecnócrata de la civilización universal.
De todas maneras esa nueva clase se apoyará en el pueblo como tal para arrebatar el poder a las minorías actuales, y llegará el momento en que por su
parte deberán ser objeto de la crítica liberadora de los profetas cristianos del
futuro. Mientras tanto, es preciso enmarcar la situación correctamente para
descubrir quiénes son los profetas actuales en la Iglesia latinoamericana.
En el siglo XIX, como hemos dicho en el capítulo anterior, se estableció, bajo el dominio de Inglaterra y Estados Unidos, un pacto que viene
a configurar en América Latina una situación neocolonial, no ya ibérica
pero sí anglosajona. Al fin de dicho siglo, Latinoamérica claramente había
estructurado su economía dentro de su dependencia de las nuevas metrópolis
(ahora Londres o Nueva York, a veces Califomia o Nueva Orleans). La oli-
209
garquía criolla terrateniente, pocas veces creativamente burguesa, recibirá
el impacto de la crisis de 1929.
De 1930 a la década de 1960-1970 se cumple toda una etapa de la lústoria política y económica de Latinoamérica. La Segunda Guerra Mundial
viene a modificar o acentuar todavía más el sistema tradicional de división
internacional de trabajo. «La demanda internacional de productos primarios pierde su dinamismo como reflejo de la propia evolución de las estructuras de los países industrializados»1. El descenso del precio de las materias primas exportables a los países desarrollados produjo una incipiente
industrialización, que permitió disminuir las importaciones.
Evolución de los coeficientes de industrialización
en algunos países de América Latina
_________________________________________________________________________
Argentina
México
Brasil
Chile
Colombia
_________________________________________________________________________
1929
22,8
14,2
11,7
7.9
6,2
1937
25,6
16,7
13,1
11,3
7,5
1947
31,1
19,8
17,3
17,3
11,5
1957
32,4
21,7
23,1
9,7
16,2
_________________________________________________________________________
C. Furtado, op. cit., p. 111.
Esto produjo de inmediato una creciente clase proletaria y la pérdida
correlativa de poder de la oligarquía. Los gobiernos pudieron llevar a cabo
la industrialización gracias a un proceso inflacionario acelerado. Ello significó una profunda inestabilidad social. Por tanto no podía extrañar la
aparici6n de numerosas dictaduras o gobiernos reformistas de tipo militar:
en 1945 se produce un golpe militar en Brasil; en dicho año asume el poder
Perón en Argentina; en 1948 establece su dictadura Odría en Perú; en
1952, Batista en Cuba y Pérez Giménez en Venezuela; en 1953, Gustavo
Rojas Pinilla en Colombia, y en 1954 Castillo Armas en Guatemala y
Stroessner en Paraguay. Tiempo antes gobernaba dictatorialmente Trujillo
en Santo Domingo, y Anastasio Somoza en Nicaragua. En esta etapa la
Iglesia, en general, guarda una equívoca buena relación con las dictaduras.
Sólo cuando en Argentina comienza el distanciamiento (1954) la situación
______________
1
Celso Furtado, La economía latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la
revolución cubana. Editorial Universitaria, Santiago 1969, p. 58.
210
cobra un nuevo sentido. Esto significa un factor de importancia para un
nuevo ciclo, que implica el derrocamiento en cadena de los dictadores del
período posterior a 1945 y el intento del reformismo civil de la burguesía
neocolonial (Perón cae en 1955, Odría en 1956, y en 1958 Batista, Rojas
Pinilla y Pérez Giménez; por su parte, los Blancos reemplazan en Uruguay a los Colorados -que gobernaban desde 1865-; Jorge Alessandri
reemplaza a Ibáñez en Chile, López Mateos a Cortínez en México, y Somoza es asesinado en Nicaragua; lo mismo acontece con Trujillo en 1961;
en 1960 Paz Estensoro ha vuelto al poder en Bolivia y Quadros ha reemplazado a J. Kubitschek).Comienza así el decenio que nos toca explicar en
este capítulo cuarto.
Las dictaduras derrocadas habían significado, en general, un gobierno
reformista de fuerza, pero no estrictamente revolucionario; no se habían
producido cambios radicales de estructuras. En cambio ahora las posiciones
se radicalizan en torno a dos experiencias sobremanera contradictorias; por
una parte, la revolución cubana que se impone desde 1959, y que es dirigida
por Castro hacia el bloque socialista ante la intransigencia de los Estados
Unidos. Por otra parte, y poco tiempo después -por el fracaso de los partidos políticos de Galart en Brasil, Illía en Argentina o Belaúnde en Perú-,
el golpe militar brasileño de marzo y abril de 1964 dado por Castellano
Branco, y continuado por Costa e Silva (que a su manera reproducirá Onganía en 1966 en Argentina, y el ejército peruano en 1968), instaura un
gobierno de línea «dura», defensor del orden del Estado burgués -por la
represión de la «subversión»- y de la «civilización occidental y cristiana»
(fórmula que expresa aproximadamente el ideal de la cristiandad bizantina,
en la que el César estaba por encima de la Iglesia y le atribuía una función
cultural). Los cristianos, como veremos, adoptarán una actitud ante estos
acontecimientos, lo cual por su parte nos mostrará el sentido de los diversos
tipos de compromisos temporales, políticos, culturales.
Entre Cuba socialista y Brasil en dictadura militar férreamente organizada y controlada desde el Pentágono en coordinación con los ejércitos latinoamericanos -en mayor o menor medida-, se sitúan otras experiencias
intermedias: por una parte, la experiencia ya antigua y ahora institucionalizada como oligarquía de partido de la revolución mexicana (cuyo Partido
Revolucionario Institucional) ha entrado en crisis desde el fin del gobierno
de López Mateos, en 1964), hasta la experiencia de la Democracia Cristiana
de Frey (1964-1970), que en cierta manera será continuada por el «Frente
Popular» de Allende (en 1970) en Chile, o el COPEI de Venezuela.
Lo cierto es que a través de estos epifenómenos políticos se va gestando,
con avances algunas veces y otras con retrocesos, una lenta revolución
211
popular, ya que irreversiblemente (y esto lo demuestra la revolución militar peruana de 1968), todos los gobiernos van poniendo como fundamento
de su quehacer político una voluntad popular que les sea favorable. Las
reformas agrarias, sea la ya antigua de México, las de Bolivia o Chile y la
más radical de Cuba, indican una pérdida paulatina de poder por parte de
las clases tradicionales terratenientes. La fuerza creciente de los sindicatos
obreros indica igualmente que la incipiente burguesía industrial tiene ante
sí una fuerza en aumento que no le permite dominar ilimitadamente.
Esa revolución popular latinoamericana está íntimamente ligada a la
autonomía económica y política del área con respecto a la dominación de
Estados Unidos. En este sentido, exceptuando Cuba, los países latinoamericanos pertenecen todavía al ámbito económico de los norteamericanos. Un
índice de la debilidad es el lento crecimiento de la producción de acero
para la industria latinoamericana.
Producción de acero en lingotes en países latinoamericanos
(en miles de toneladas)
_________________________________________________________________________
1958
1960
1962
1963
1964
1965
1966
1967
_________________________________________________________________________
Brasil
1.362
1.843
2.396
2.604 2.983 2.923 3.713 3.667
México
1.038
1.503
1.851
1.974 2.279 2.455 2.763 3.023
Argentina
244
277
658
913 1.265 1.368 1.267 1.326
Venezuela
40
37
225
364
441
625
537
703
Chile
348
422
495
409
544
477
577
638
Colombia
149
172
157
222
230
242
216
256
_________________________________________________________________________
C. Furtado, op. cit., p. 165
Ese desarrollo no podrá jamás cubrir la distancia que separa a América
Latina de los países desarrollados, sobre todo si se tiene en cuenta que
desde 1965 «Los Estados Unidos no iban a financiar para Latinoamérica la
revolución social que para ella habían planeado algunos profesores de economía (de la CEPAL); preferirían apoyar a las fuerzas del orden establecido
(en el Estado burgués) en cada una de las crisis a las que el creciente desequilibrio empujaba cada vez más violentamente»2. No puede entonces
admiramos que desde 1960 comience en América Latina una cada vez más
______________
2
Tulio Alperin Donghi, Historia contemporánea de América Latina, trad. Cast.
Alianza Editorial, Madrid 1969, p. 448.
212
exasperante violencia: por una parte, la de los gobiernos militares apoyados
por el Pentágono; por otra, la de las guerrillas rurales y sobre todo urbanas; y, por último, y no la más benigna, la de la policía con sus torturas
y métodos bien conocidos.
La desaparición de Kennedy, el fracaso de la «Alianza para el Progreso», ha inclinado definitivamente a los Estados Unidos a ayudar en planes
de «anticomunismo» (que en verdad se dirigen contra una revolución
popular) mediando el militarismo neocolonial en América Latina.
Este enfrentamiento del militarismo a la revolución popular podría
perfectamente cambiar de sentido. En efecto, hace ochenta años, las tropas
de caudillos fueron educadas por militares franceses y alemanes: se profesionalizaron, pero, al no haber efectivamente más guerras, perdieron su
razón histórica de ser. La combinación de profesionalismo y frustración
les obligó a buscar nuevos campos de acción. Ante el decrecimiento del
poder político de la oligarquía, los militares irrumpen en la escena política.
Los ejércitos no tienen sentido como defensa externa, por ello se transforman en poder que cuida el orden interno como seguridad del Estado burgués y «democrático»3. En el «Informe Rockefeller» sobre la «Seguridad
del hemisferio occidental» se dice que «desafortunadamente, a demasiada
gente en el hemisferio se le niega la libertad y el respeto (se refiere a ciertos gobiernos militares). Las fuerzas de la anarquía y la subversión corren
por las Américas... Nuestro dilema es cómo responder a sus legítimos
deseos de equipos modernos sin alentar la desviación de los escasos recursos disponibles para el desarrollo a los armamentos que, en algunos casos,
pueden no estar relacionados con auténticas necesidades de seguridad... Los
líderes militares del hemisferio (latinoamericano) son frecuentemente criticados en Estados Unidos... Hay una tendencia en Estados Unidos a identificar a la policía de las otras Repúblicas americanas con la acción y represión políticas, más que con la seguridad»4. Esto significa lisa y llanamente
que la solución es armar al ejército y que el enemigo de dicho ejército es la
revolución popular misma; mientras que sería necesario que los hombres
de armas comprendieran que no es el pueblo violentamente tratado por un
sistema injusto (de opresión internacional y nacional) la causa de la subversión, sino la dominación y el imperialismo económico, político y cultural
______________
3
Cf. William Fullbright, American Militarism 1970, Viking Compass, Nueva
York 1969; John Johnson, The military and society in Latín America, Stanford Univ.,
Stanford 1964; Rogelio García Lupo, Contra la ocupación extranjera, Ed. Sudestada,
Buenos Aires 1968.
4
Véase este texto en Mensaje (Santiago) n. 185, diciembre 1969, p. 396.
213
que impide el pleno desarrollo, la liberación de todas las posibilidades
humanas del latinoamericano. Es bien posible que, en su momento, sea el
ejército mismo la mediación de la liberación; quizá el caso peruano sea sólo
un tímido primer paso. No debe pensarse a priori que el ejército no pudiera transformarse un día de fuerza represora en fuerza expansiva, de poder
dominador en poder liberador; pero parece muy difícil.
Pocos documentos son tan clarividentes como el estudio preparado por
monseñor Cándido Padim, obispo de Lorena en Brasil, y presentado a la
IX Conferencia general del episcopado brasileño en julio de 1968, cuando
dice que la «crisis política que Brasil vivió en la década de 1950-1960
terminó con el movimiento militar de 1964». En cuanto al fundamento
ideológico, explica que para la revolución militar «hay dos bloques de
naciones en el mundo, opuestos, irreductibles: el Occidente democrático
y cristiano y el Oriente comunista y materialista. Entre ellos hay un antagonismo permanente y omnipresente, la guerra total»5.
Lo más grave de esta simplificación dualista es que encubre una doble
cuestión: en primer lugar, se confunde cristianismo con cristiandad (cultura occidental); bien puede desaparecer la cristiandad y crecer en cambio
el cristianismo. Pero, en segundo lugar, se hace del ejército la mediación
mesiánica que permitirá la subsistencia de la misma cristiandad (que al ser
confundida con el cristianismo se pretende entonces defender por las armas
el Reino de Dios, que es escatológico). En verdad, bajo el ropaje de los más
sublimes valores, se los instrumenta para fines inconfesados: la voluntad de
poder por el poder mismo; el poder como mediación para el dominio
económico (en este último caso, por parte de la oligarquía nacional e internacional). Confundidos entonces: cristianismo, cristiandad, Occidente y
mundo burgués e identificados con el orden, puede bien entenderse que la
lucha contra la subversión tiende a inmovilizar a la revolución o liberación
de un pueblo oprimido: oprimido como indio en la encomienda colonial, en
la mitra y el «servicio personal»; como peón de campo u obrero; como
naciones coloniales y oprimidas. Por desgracia, la defensa, la seguridad
y el orden vienen a ocultar la violencia como represión del movimiento
que genera la injusticia. «Yo he visto -dice Yahveh a Moisés, el profeta de
Israel- la miseria de mi pueblo que reside en Egipto. He prestado oído a su
clamor que le arrancan sus verdugos. Ciertamente, conozco sus angustias
y he resuelto liberarlo (lhatsiló) de la mano de los egipcios» (Éxodo 3,7-8).
«Parece esta tierra más tierra de Babilonia que de Don Carlos...que
______________
5
Véase en Alain Gheerbrant, La Iglesia rebelde de América Latina, trad. cast
Siglo XXI, Madrid 1969, pp. 143-146.
214
es cierto que son (los indios) más fatigados que los israelitas en Egipto»
-decía el obispo de Popayán, Juan del Valle, en carta del 1 de agosto
de 1551-6. Los tiempos pasan pero las injusticias quedan...
2.Crisis de integración y de descubrimiento de América Latina
El proceso de la independencia nacional comenzado por diversos países
en América Latina desde que Fernando VII cayera bajo Napoleón en 1908,
significó la división y dispersión en pequeñas comunidades, cuyo parcelamiento fue gratamente promovido por las metrópolis del neocolonialismo.
Sólo Brasil, gracias a la prudencia del rey de Portugal, mantuvo su unidad,
mientras que el divisionismo artificial y sumamente negativo se amparó
en los virreinatos de México, Perú y del Río de la Plata. El movimiento
de divergencia se convierte hoy en convergencia. Sin embargo, como
antaño, es la metrópoli neocolonial (ahora Estados Unidos) la que impide
la integración como condición sin la cual no podrá ejercer su dominio
indiscutido. Si desde un punto de vista político y económico es esencial el
reencuentro latinoamericano en la unidad, esa integración corre paralela
al descubrimiento de América Latina como horizonte autónomo de creativa vida cultural.
Es verdad que con las ligeras dakkar llegaron a América los vikingos.
En 986 Bjarni divisó desde Groenlandia la futura América; el mismo Leif
en 992, y después Thorvald y Thorstein la denominaron «Desolación»
(Helluland). Sin embargo, descubrir una tierra no es sólo verla o pisarla,
sino incorporarla, introducirla en el propio mundo. El descubrimiento
geográfico de América es obra de Colón y Castilla. Sin embargo, sólo en el
siglo XX, en la presente etapa de nuestra historia, se lleva a cabo el descubrimiento cultural de Latinoamérica7.
a)El camino hacia la integración
No debe confundirse la integración latinoamericana con la desintegración latinoamericana en el americanismo de la OEA. La doctrina Monroe, «América para los americanos», y sus diversas modificaciones hasta la
posición de un Thomas Mann o el informe Rockefeller, se oponen al latinoamericanismo. No nos referimos entonces a las reuniones panamericanas
______________
6
Archivo General de Indias (Sevilla), Audiencia de Quito 78.
Véase mi obra América Latina y conciencia cristiana, IPLA, Quito 1970, p. 27;
«Iberoamérica en la historia universal», en Revista de Occidente, n. 25 (1965) pp. 85ss.
7
215
de Washington de 1889 -seguidas por otras en 1890, 1901-1902, 1906,
1910, 1923, 1928 hasta culminar en la fundación de la Organización
de Estados Americanos en Bogotá, en 1948, a la que antecedieron las Conferencias panamericanas de Montevideo de 1933, la de Buenos Aires
en 1936, la de la Habana en 1940, la de México en 1945, y la de Río de
Janeiro en 1947. La integración se alcanzará al mismo tiempo que la lucha
por la liberación económica, política y cultural haya alcanzado su meta.
Las metrópolis (Inglaterra en el siglo XIX y Estados Unidos en el XX) se
oponen a la reunificación latinoamericana. En efecto, las guerras de la
independencia dividieron, dispersaron a Latinoamércia en países pequeños
y sin destino fijo en la historia universal, oprimidos y dominados por el
pacto neocolonial8.
El primer prócer de la Latinoamérica del futuro fue Simón Bolívar,
quien intentó ya desde 1821 reunir a los nuevos gobiernos en una conferencia donde se planeara algún modo de unidad. En la Confederación no pensaba Bolívar incluir a España ni a los Estados Unidos. Inglaterra, de inmediato, vio con malos ojos esa proyectada reunión, que había dado como
sede Panamá. El embajador de la Gran Colombia., Mosquera, partió hacia
el sur, pasó por Chile y llegó a Buenos Aires en 1823. Canning, desde Londres, movía todos los hilos a su disposición para asegurar la presencia de
Inglaterra en la reunión a fin de desbaratarla. Por su parte, un Lucas
Alamán en México se mostró partidario de la Confederación, ya en 1823.
Lo cierto es que en 1826 se reunieron en Panamá delegados de doce de las
actuales Repúblicas latinoamericanas. Sin embargo, cuando el Congreso
terminó sus sesiones el 15 de julio, nada efectivamente positivo pudo concluirse. La disolución de los nuevos Estados fue inevitable, y las metrópolis
del pacto neocolonial lucharán hasta el siglo XX para impedir una real unidad latinoamericana. Todos los intentos posteriores, aun de pequeñas
zonas, contaron con la oposición de Estados Unidos. Cuando moría
Bolívar, en cama prestada, sin dinero, el 17 de diciembre de 1830, la Gran
Colombia misma se había dividido ya en cinco Estados -todavía se desprendería Panamá, a fin de que Estados Unidos pudiera construir el canal
del mismo nombre.
La Confederación peruano-boliviana se divide en dos. El Río de la
Plata queda en un momento disperso en cuatro partes: Paraguay, Uruguay,
Buenos Aires y las Provincias Unidas. Desde 1823 las Provincias Unidas de
Centroamérica, con sede en Guatemala, se separan de México y de España;
______________
8
Véase esta cuestión en Mensaje (Santiago) n. 139 (1965), dedicado a la integración de América Latina (pp. 13-16).
216
Morazán Ilegó a poner en marcha una República Federal de Centroamérica, pero ya en 1838 se separan las cinco naciones centroamericanas.
En 1849 se intentó una nueva unión en una Representación Nacional de
Centroamérica. Nuevos proyectos hubo después, hasta que William Walker
(que terminó por ser fusilado en 1960) se hizo presente en la zona. El general Barrios, Guatemalteco, será vencido al querer lograr la unidad por la
fuerza. Lo cierto es que el Senado de los Estados Unidos, en sesión del
19 de marzo de 1885, decide que «todo intento de unión por la fuerza de
las demás Repúblicas de Centroamérica, lo consideraría como inamistosa
y hostil intervención en sus derechos, por estar pendiente el tratado sobre
el canal interoceánico»9 .
Desde 1945, terminada la Segunda Guerra Mundial, Europa habló de
unidad europea. Bajo su influencia, diversas corrientes de opinión comenzaron a pensar nuevamente en la Patria grande: América Latina. Dejando
aquí de lado la influencia cada día creciente de la Iglesia en esta convergencia latinoamericana (en especial por el CELAM, única entidad efectivamente
ejecutiva en el ámbito latinoamericano, y por la inclusión de la integración
en los programas de partidos políticos y diversos movimientos de laicos en
general), ha sido la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de
las Naciones Unidad (UNESCO), presidida por Raúl Prebisch, de corte keynesiano aunque crítico, la que ha lanzado a rodar diversos estudios donde se
muestra la conveniencia de la integración. En la reunión de México de la
CEPAL de 1951, acordaron los cinco gobiernos centroamericanos constituir
un Comité de Cooperación Económica en el Istmo y una Organización de
los Estados Centroamericanos (ODECA). En 1958 fue suscrito el Tratado
Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica Centroamericana.
«El proceso de integración, al reunir los pequeños países centroamericanos
en un mercado de dimensiones similares al del Perú, y con un coeficiente de
importación relativamente elevado, cerca del 17 por ciento en 1960, creó
condiciones para que se iniciase la industrialización»10. Por desgracia esta
unidad facilita el dominio que EE.UU. ejerce sobre el área.
Por su parte, los restantes países latinoamericanos fueron firmando el
Tratado de Montevideo, que creó la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (ALALC) en febrero de 1960. Argentina, Brasil, Chile y Uruguay
tradicionalmente habían realizado ya un activo intercambio comercial de
productos primarios. Esto los llevó a pensar en firmar acuerdos para pagos
______________
9
Citado por Aberlardo Ramos, Historia de la Nación latinoamericana, Peña
Lino, Buenos Aires 1968, p. 344.
10
Celso Furtado, op. cit., p.232.
217
y ventajas aduaneras. La CEPAL, fundada en 1948, ayudó teóricamente a
estas intenciones. Además de los cuatro países nombrados firmaron el tratado en 1960: México, Perú y Paraguay. Después se adhirieron Colombia
y Ecuador, y posteriormente Venezuela y Bolivia. Todos los países de
América del Sur y México. El Tratado, sin embargo, no tiende como la
Comunidad Económica Europea a la unidad aduanera, sino sólo a liberalizar el intercambio en el área.
Poco en verdad es lo hecho; en cierta manera todo está por hacerse en
orden a la integración económica, política y cultural latinoamericana.
En este sentido cabe destacarse la primera asamblea parlamentaria latinoamericana celebrada en Lima el 11 de diciembre de 1964, lo mismo que la
reunión a nivel presidencial realizada en Punta del Este (Uruguay)
en 1967, donde se habló de dar desde 1970 los primeros pasos hacia un
Mercado Común. Sin embargo, el fracaso de la Alianza para el Progreso,
el triunfo de la «línea dura» en los gobiernos militares, la presencia de la
violencia a diversos niveles, han representado para la causa de la integración un duro golpe: la «seguridad nacional» ha sido antepuesta por
Estados Unidos y los gobiernos latinoamericanos como meta con prioridad
absoluta. Mientras no se caiga en la cuenta de que la dialéctica dominaciónopresión está en la base de todo, será imposible la integración.
Proféticamente, Bolívar había escrito en las invitaciones que enviaba
a los gobiernos para la reunión de Panamá de 1826: «Si Vuestra Excelencia
no se digna adherir a él, preveo retardos y perjuicios inmensos, a tiempo
que el movimiento del mundo acelera todo, pudiendo acelerarlo en nuestro daño». En efecto, todo el siglo XIX se volvió en contra de América
Latina, debido al egoísmo cerradamente egoísta de sus gobernantes, sólo
ocupados de las cuestiones intrafronterizas. En verdad la oligarquía
nacional tenía vinculaciones preferenciales con las metrópolis y no le interesaba una revolución popular latinoamericana. Es lo que ahora ha empezado a gestarse.
b)Hacia la liberación cultural
Tanto o más importante es la toma de conciencia cultural que se está
efectuando en América Latina. Se trata del verdadero descubrimiento cultural de nuestro continente, culturalmente autónomo, liberado de la dependencia cultural de los países desarrollados.
Nos es necesario saber separarnos de la mera cotidianidad para ascender a una conciencia refleja de las propias estructuras coloniales de nuestra
cultura.Y cuando esta autoconciencia de la dependencia es efectuada por
218
toda una generación intelectual, esto nos indica que de ese grupo cultural
podemos esperar confiados un futuro libre. Y en América Latina, ciertamente hay una generación a la que le duele ser latinoamericana. El primero
que con claridad expuso la razón profunda de esta preeminente preocupación iberoamericana fue Alfonso Reyes en un discurso pronunciado
en 1936 ante los asistentes a la VII Conversación del Instituto Internacional
de Cooperación Intelectual, discurso que fue más tarde incorporado a su
obra con el nombre Notas sobre la inteligencia americana. Hablando de
una generación anterior a la suya, esto es, la generación positivista, que
había sido europeizante, dijo: «La inmediata generación que nos precede
se creía nacida dentro de la cárcel de varias fatalidades concéntricas...11.
Llegada tarde al banquete de la civilización europea, América vive saltando etapas, apresurando el paso y corriendo de una forma a otra, sin
haber dado tiempo a que madure del todo la forma precedente. A veces, el
saltar es osado y la nueva forma tiene el aire de un alimento retirado del
fuego antes de alcanzar su plena cocción... Tal es el secreto de nuestra
política, de nuestra vida, presididas por una consigna de improvisación»
-hasta aquí Reyes12.
Es trágico que nuestro pasado cultural sea dependiente, heterogéneo,
a veces incoherente, dispar, y que seamos hasta un grupo marginal o
secundario de la cultura europea. Pero aún más trágico es que se desconozca su existencia; ya que lo importante es que, de todos modos, hay una
cultura en América Latina, que aunque le nieguen algunos su originalidad
se evidencia en su arte, en su estilo de vida. Le toca al intelectual descubrir
dichas estructuras, probar sus orígenes, indicar las desviaciones; mostrar el
camino de su liberación.
Esta es nuestra misión, nuestra función. Nos es necesario tomar conciencia de la dependencia de nuestra cultura; no sólo tomar conciencia, sino
transformarnos en los configuradores de un estilo de vida autónomo. Y esto
es tanto más urgente cuando se comprende que «la humanidad tomada como
un cuerpo único, se encamina hacia una civilización única... Todos experimentamos, de diversa manera y según modos variables, la tensión existente
entre la necesidad de esta adaptación y progreso, por una parte, y la exigencia, al mismo tiempo, de salvaguardar el patrimonio heredado”13. Como
______________
11
Los círculos concéntricos son: el género humano, el europeo, el americano
y latino; estos dos últimos tomados como aspectos negativos «en la carrera de la vida».
12
Abelardo Villegas, Panorama de la filosofia iberoamericana actual, Eudeba,
Buenos Aires 1963, pp. 75-76.
13
Paul Ricoeur, Histoire et vérité, Seuil, París, p. 274.
219
latinoamericanos que somos esta problemática se encuentra en el corazón
de toda nuestra reflexión contemporánea. ¿Originalidad y autonomía cultural o desarrollo técnico? ¿De qué modo sobreviviremos como cultura latinoamericana en la universalización propia de la técnica contemporánea?
Esta problemática es central en los medios más comprometidos del pensamiento, de México a Argentina.
Augusto Salazar Bondy, filósofo peruano, en su obra ¿Existe una filosofía de nuestra América?, plantea exactamente la cuestión cuando dice que
«la América hispanoindia estuvo sujeta primero al poder español y que
luego pasó de la condición de colonias políticas de España a la de factorías
y centrales de aprovisionamiento o mercados del imperio inglés, firmemente sometidos a su control económico y aun político, imperio que ha
venido a heredar, con una red de poder más eficaz y cerrada, Estados Unidos. Dependientes...hemos sido y somos subdesarrollados de estas potencias y, consecuentemente, países con una cultura de dominación»14. En este
caso, las elites oligárquicas (a las que pertenece la intelligentzia) refinadas
nacionales son las encargadas de oprimir en nombre de los opresores
imperiales internacionales.
Culturalmente se oprime a un pueblo dándole a conocer, simple
y directamente, la ciencia y la cultura de los pueblos opresores, sin hacerlas pasar (a la ciencia y a la cultura) por el tamiz crítico de un pensar
autoconsciente de la dominación que se está ejerciendo a través de las mismas estructuras culturales impórtadas. «El problema de nuestra filosofía
es la inautenticidad. La inautenticidad se enraíza en nuestra condición
histórica de países subdesarrollados y dominados. La superación de la filosofía está, así, íntimamente ligada a la superación del subdesarrollo y la
dominación, de tal manera que si puede haber filosofía auténtica ella ha de
ser fruto de este cambio histórico trascentental. Puede ganar su autenticidad como parte del movimiento de superación de nuestra negatividad
histórica, asumiéndola y esforzándose en cancelar sus raíces»15. Por ello
«las naciones del Tercer Mundo como las hispanoamericanas tienen que
forjar su propia filosofía en contraste con las percepciones defendidas
y asumidas por los grandes bloques de poder actuales, haciéndose de este
modo presentes en la historia de nuestro tiempo y asegurando su independencia y su supervivencia»16.
______________
14
Siglo XXI, México 1968, p. 121.
Ibíd., p. 125.
16
Ibíd., p. 132. Cf. Leopoldo Zea, La filosofía americana como filosofía sin
más, Siglo XXI, México 1969.
15
220
Esta autoconciencia de la dependencia cultural y el propósito de lanzar
a la reflexión al encuentro auroral de un hombre nuevo, independiente,
liberado, significa, exactamente, un nuevo comienzo: la declaración de la
independencia cultural de América Latina, revolución que llevará tiempo
pero que ha dado sus primeros pasos17.
II.DESCRIPCIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS
Todo indica que nos encontramos, en los últimos años, en una nueva
etapa de la historia de la Iglesia en América Latina. Esta experiencia atraviesa la vida empírica y personal de todos los cristianos que ya eran adultos
en 1961, que habían militado en algún movimiento cristiano. Todos se preguntan: ¿Qué ha pasado? ¿Qué sentido tiene todo este acontecer que se va
gestando? Unos desaprueban los cambios, otros los apoyan apasionadamente, pero casi ninguno tiene cabal noción del sentido. En búsqueda de ese
«sentido» presente hemos efectuado la larga descripción de la historia de la
Iglesia en América Latina. Ese pasado no tiene ningún valor si no viene a
iluminarnos y describirnos el sentido del presente. Claro que, iluminar el
sentido del presente desde un pasado, es fundar ambos en un proyecto
futuro. No lo podremos evitar; una esperanza contra toda desesperanza
alienta nuestra interpretación y es ella, en último término, el fundamento
de la historia de la salvación como acontecer escatológico.
1.Décima etapa. El nuevo comienzo
Nuestra tarea interpretativa es una verdadera arqueo-logía (arjé significa origen: comprensión entonces del origen de los acontecimientos y de su
sentido). Conocemos hoy muchas descripciones parciales de lo que ocurre
en la Iglesia latinoamericana, pero ninguna de esas descripciones guarda
una doble condición: en primer lugar, el abarcar todo el continente latinoamericano (en el período1962-1972); en segundo lugar, el interpretar los
acontecimientos a la luz de toda la historia de la Iglesia en América Latina.
Sin esa doble condición cumplida, los hechos cotidianos o parciales no
poseen un sentido cabal, no logran integrarse como un acontecimiento de la
______________
17
A. Methol Ferré, «Ciencia y filosofía en América Latina», en Víspera 15
(1970), pp. 3-16.
221
historia de la salvación, que pueda fundar nuestro compromiso real, presente, cotidiano. Por ello, tal como hicimos en la sexta etapa (1808-1825),
intentaremos una descripción teniendo en cuenta diversos niveles.
Aquella etapa latinoamericana fue muy importante en lo político y económico, pero ésta lo es más en el nivel eclesial. Si pudiéramos pensar en una
persona que simbolizara paradigmáticamente la cristiandad colonial indicaríamos, como ejemplo, la figura de Santo Toribio de Mogrovejo, el heroico arzobispo de Lima en el siglo XVI. Si debiéramos buscar un símbolo
de la época de la crisis de la cristiandad se nos ocurrirían las personas de los
obispos de Santiago de Chile, monseñor Valdivieso (1845-1878) o monseñor Casanova; nuevamente sería un chileno el ejemplo del intento de una
nueva cristiandad: monseñor Manuel Larraín, ya en el siglo XX.
Sin embargo, para esta nueva etapa en la que las actitudes presentes
vienen a reunirse con las originarias de América Latina, parecería que
nuestro momento histórico tiene su mejor antecedente en el mismo siglo XVI. La figura, por ejemplo, del infatigable luchador, obispo expulsado de Chiapa, don Bartolomé de las Casas, defensor y procurador universal del indio, viene a confundirse con algunos obispos del siglo XX: por
ejemplo, con un Dom Helder Câmara. Por eso trazaremos resumidamente
una desconocida gesta que libraron en su origen los mejores obispos americanos del siglo XVI, para compararlos con los más comprometidos obispos
del siglo XX. La historia, que nunca se repite, nos dará perspectivas para la
comprensión del presente. Igual comparación habrá que realizar entre la
gesta del clero en la revolución de 1809-1825, de la emancipación nacional
y oligárquica, con el compromiso actual del clero en la revolución popular
latinoamericana. Muchos olvidan, por ejemplo, que el maestro y constructor de la artillería del Ejército de los Andes, que fabricó cañones con las
campanas de la iglesia de Mendoza, fue fray Luis Beltrán OFM, héroe
nacional que tiene hoy numerosos monumentos, nombres de aldeas y calles,
por haber luchado contra el español, contrariando con esto su conciencia hispánica y las orientaciones romanas, que condenaban tal revolución.
A)LA IGLESIA ANTE LOS GRANDES DESAFÍOS
a)Momentos colegiales fundamentales
Ya hemos expuesto en el capítulo II, sección II, tercera etapa, los primeros momentos de la colegialidad: la Junta apostólica de 1524, las diversas Juntas de obispos de México, los Concilios provinciales en los siglos
XVI y XVII, y la indicación de los efectuados en el siglo XVIII, el último
222
de los cuales fue el II Concilio de Santa Fe de Bogotá que celebró el arzobispo Agustín Camacho y Rojas en 1774. En el siglo XIX tuvieron lugar
todavía otros Concilios y numerosos sínodos diocesanos. Ya hemos indicado el I Concilio Plenario Latinoamericano de 1899; poco a poco aparecerán en el siglo XX las Conferencias generales u ordinarias del episcopado
latinoamericano.
La Iglesia, fuera de los Concilios provinciales o del continental, fuera
de los Sínodos diocesanos, poco o nada había participado en los Concilios
ecuménicos. En efecto, Alejandro de Geraldini, obispo de Santo Domingo
que fue nombrado el 23 de noviembre de 1616, se encontraba en Roma el
15 de diciembre y participó, siendo el primer obispo americano que lo
hiciera, en la sesión XI del Concilio ecuménico de Letrán, que promulgó el
Decreto correspondiente al 19 de diciembre de 1516, sobre el modo de
predicar18. Sin embargo, nuestro obispo no conocía América y sólo llegará a residir en ella en 1519.
El Concilio de Trento fue convocado el 2 de junio de 1536, recibiéndose la bula a principios de 1537 en México19. En la Junta de ese año los
obispos decidieron asistir al Concilio General, compromiso tomado el 30 de
noviembre de 1537. Zumárraga estaba dispuesto a partir y escribía al Rey
diciendo que «si fuese servido darme licencia para que vaya, ni la mar ni
la vejez me pondrá pereza; y si es más servicio que trabaje aquí con mis
pocas fuerzas para que estas almas sean bien encaminadas, mande proveer
en tal manera que sea excusado en el santo Concilio»20. El monarca pidió a
Roma que por un Breve se permitiera la ausencia de los obispos, debido
a las obligaciones que tenían que cumplir en América y por la larga distancia. Lo cierto es que hasta hoy no se ha descubierto el Breve, si alguna vez
lo hubo, pero el Rey procedió como si lo hubiera obtenido e indicó a los
obispos que estaban excusados de asistir al Concilio. Vasco de Quiroga pensaba todavía asistir al Concilio de Trento en 1542, y una Real Cédula contraria lo alcanzó en el puerto de Vera Cruz. Años después, el valiente Juan
del Valle pretenderá presentar en Trento la cuestión del indio, pero morirá
en francia en 1561. Lo cierto es que el Rey no permitió jamás un contacto
del episcopado hispanoamericano con Roma o con un Concilio europeo.
El Concilio Vaticano I, convocado por Pío IX el 29 de junio de 1868,
y cuyo inicio se produjo el 8 de diciembre de 1869, contó con la presencia
______________
18
Cf. Conciliorum Oecumenicorum Decreta, ed. Alberigo, p. 610ss.
Cf. Leturia, «Perché la nascente Chiesa ispano-americana non fu rappresentata
a Trento», en Relaciones entre la Sanda Sede..., I, pp. 485ss.
20
Cuevas, Documentos inéditos del siglo XVI, p. 80.
19
223
de un reducido número de prelados latinoamericanos. Sin embargo, por la
temática tratada, su presencia o ausencia poco significado tuvo. El Concilio
se ocupó de cuestiones dogmáticas exclusivamente europeas, sin contar para
nada la experiencia pastoral latinoamericana. De todos modos, en la lista de
prelados de 1870, que incluía 1.037, y de los cuales asistieron unos 702,
había del «Nuevo Mundo» unos 223 prelados: entre ellos sólo 65 de América Latina (el 9 por ciento del total). América Latina influyó directamente
en los votos para definir la infalibilidad pontificia, lo que le valió el
reproche de los «viejos cató1icos». Éstos, por su parte, se equivocaron al
pensar que la Iglesia de América Latina era una Iglesia reciente (como las
de África o Asia), «cuyo testimonio carecía de toda significación para la
tradición cató1ica»21. En verdad, América Latina se apoyaba en Roma,
apoyándola, contra las grandes Iglesias europeas: la universalidad romana
era una garantía de subsistencia en una Iglesia católica.
Mientras que el Concilio Vaticano II, inesperado en Europa y en América Latina, tendrá un valor que nadie pudo suponer cuando en diciembre
de 1958 el papa Juan XXIII anunció la posibilidad de un tal Concilio al cardenal Tardini. El 19 de enero de 1959 la idea va tomando forma, pero sólo
el 25 de dicho mes, en la basílica de San Pablo extramuros, anuncia que ha
pensado convocar un Concilio para «el bien espiritual del pueblo de Dios
y la búsqueda de la unidad». Se abre así un largo proceso. El 15 de julio
de 1961 se da a conocer la encíclica Mater et Magistra, pero el 30 de junio de 1962 aparece el monitum sobre Teilhard de Chardin, lo cual va
mostrando un proceso que pareciera moverse con rumbo incierto.
En América Latina, la convocatoria es tomada de manera no muy entusiasta, en general, con excepción de algunos obispos verdaderamente
esclarecidos22. Hubo sólo tres cartas colectivas de los episcopados de Chile,
Brasil y Colombia. Unos veinte obispos de Perú, Argentina, Colombia,
México y Venezuela escribieron cartas pastorales a sus fieles. En general
aparece casi exclusivamente, como veremos más adelante, la temática de
esos años: el peligro del comunismo, las disputas por la enseñanza; nada
acerca de las graves cuestiones teológicas que se avecinan. Ausencia total de
una auténtica colaboración de los laicos, poca de los teólogos y presbíteros.
Estamos en Trento.
______________
21
Cf.Alt-Katholisches Jahrbuch (1966), p. 48 (cit. por H. Bojorge, «A los cien
años del Vaticano I», en Víspera [Montevideo] 12 [1970], p. 8).
22
Por ejemplo, monseñor Augusto Salinas Fuenzalida, en Chile, publica una
carta pastoral sobre el Concilio Vaticano II (cf. La Revista Católica [Santiago] n. 993
[1962], pp. 3503-3509).
224
Sin embargo, cuando el 1 de octubre de 1962 comienza el Concilio,
la Iglesia latinoamericana se encuentra presente, numéricamente, del
siguiente modo:
PRESENCIA NUMÉRICA DE OBISPOS Y MIEMBROS EXPERTOS LATINOAMERICANOS
EN EL CONCILIO VATICANO II
_________________________________________________________________________
América Latina
Europa
Roma
_________________________________________________________________________
Obispos participantes
601 (22,33%)
849 (31,60%)
65
Miembros de comisiones
52
219
Porcentaje de la población mundial católica
35%
33%
318
Porcentaje de la pobla- .
ción mundial
7%
11 %
_________________________________________________________________________
En la mesa de la presidencia se encontraba un cardenal latinoamericano, monseñor Caggiano, cuya postura recuerda aproximadamente la de
un prelado dentro del ideal de la cristiandad, como veremos. Sin embargo,
será el cardenal Liénard el que el 3 de octubre de 1962 dirá: Mihi non placet, con lo cual comienza efectivamente el Vaticano II.
Imposible sería nombrar uno a uno los diversos obispos que intervinieron en las deliberaciones; algunos apoyando las consignas de su conciencia
y la Curia; otros obrando ya con independencia y planteando los problemas
que el mismo Concilio permitía descubrir. Sin embargo, una figura sobresale para el historiador, y es la de don Manuel Larraín, elegido presidente
del CELAM en 1963. El Concilio como punto de partida y de llegada había
sido, en cierta manera, profetizado por don Manuel en su ya antigua pastoral de 1946, «En la mitad del camino», donde repasa los errores de una
época mirando hacia el futuro23.
No fueron tantas las aportaciones de los obispos como el inmenso caudal de contactos y descubrimientos, de coordinación, de conocimiento
______________
23
Publicado en Política y Espíritu (Santiago), agost-sep. 1966, pp. 42-51.
225
personal, de instituciones, de reflexión teológica (cuando la edad y la teología ya estudiada lo posibilitaban), etc. Todo esto significó una conversión
global aunque, como lo demostrará el período actual, no en la mayoría de
los casos un cambio de orientación personal.
Mientras tanto ha aparecido la Pacem in terris («a todos los hombres de
buena voluntad»), ha muerto Juan XXIII el 3 de junio del mismo año y es
elegido Pablo VI, contándose en el Colegio cardenalicio a doce latinoamericanos el 21 de junio. El CELAM celebra tres reuniones ordinarias (la VII,
VIII y IX, de 1963 a 1965); las Conferencias nacionales de obispos se
reúnen en Roma y en sus respectivos países24. Todo ha servido para que
los obispos hayan creído comenzar una nueva etapa. Pronto se verá que la
situación americana no es la europea, y que nuestros obispos, más pastores
que teólogos, han votado muchos decretos y constituciones cuya aplicación
significará un largo proceso de no pocas luchas. Pero el cambio producido
por el papa Juan incluso en América se ha efectuado y es irreversible.
«Juan XIII, se decía, sería un papa de transición. Efectivamente, él operó,
conscientemente, un pasaje»25.
Cuando se clausura el Concilio el 8 de diciembre de 1965 se habla ya
de una encíclica sobre la cuestión social; será la Populorum progressio, que
tanta repercusión sigue teniendo en América Latina. Estamos en la aurora
de una nueva época, la Iglesia ha tomado conciencia de que «el género
humano pasa de una concepción más bien estática del orden cósmico a otra
más dinámica y evolutiva: de donde surge una gran complejidad de problemas que está desafiando a la búsqueda de nuevos análisis y nuevas síntesis»26. El mismo papa Pablo VI se había dirigido especialmente a los
obispos latinoamericanos el 23 de noviembre de 1965, en el décimo aniversario de la constitución del CELAM, refiriéndose «a las responsabilidades de
los sagrados pastores en el período posconciliar»27.
Ese período, que tiene la mayor importancia, lo abordaremos en los
diversos niveles. Comencemos repitiendo lo dicho arriba, en el sentido de
que el Concilio fue un lugar de encuentro. Sin él jamás se hubieran reunido, conocido y coordinado sus voluntades los diecisiete obispos de tres
______________
24
Por ejemplo, el episcopado argentino se reúne en Pilar, en 1964, para preparar
la tercera sesión del Concilio. Cabe destacar las intervenciones de Méndez Arceo (Cuernavaca) sobre Iglesia y Estado; Kremerer (Posadas) sobre el diaconado; Henríquez (Caracas), etc. Es interesante recordar la intervención del observador protestante, de la Iglesia
metodista argentina, el pastor Bonilla.
25
Yves Congar, ICI 194 (1963), p. 3.
26
Gaudium et Spes, 5.
27
Citamos siempre de Concilio Vaticano II, Ed. Paulinas, Bogotá 1966, p. 638.
226
continentes subdesarrollados (Asia, África y América Latina): el Tercer
Mundo, para firmar un documento conjunto que expresa una de las mayores enseñanzas del Concilio. El documento, aparecido por primera vez en
Témoignage Chrétien (París), el 31 de julio de 1966, está firmado en primer lugar por Dom Helder Câmara, que, aunque nunca tomó la palabra en
las sesiones del Concilio, tuvo activísima participación en la cuestión de la
«Iglesia de los pobres»: «Los pueblos del Tercer Mundo constituyen el
proletariado del mundo actual». En este documento se declara que, por
principio, la Iglesia no condena la revolución; que la acepta cuando sirve
a la justicia; que son frecuentemente los ricos y no los pobres los que
comienzan las luchas de clases, la violencia28.
De regreso a Latinoamérica, cada obispo hizo un programa de acción.
Monseñor Mendiharat, obispo de Salto (Uruguay), manifiesta un estado de
espíritu ejemplar: «Pienso que cada bautizado, en esta época posconciliar,
debe encontrarse en la posición del que se despierta de un largo y profundo
sueño, en un país extranjero, y se pregunta con interés, abierto en espíritu
y generosidad: ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué debo hacer?»
De inmediato se piensa en la aplicación nacional del Concilio. Así en
Brasil se lanza un «Plan pastoral de conjunto», desde enero de 1966 a 1970,
ya «que la Conferencia había cumplido en el Plano de Emergência en 19621966». Se tiene conciencia de que el pueblo bautizado tiene sólo «fe implícita»; se trazan las líneas para manifestar la unidad católica, promover la
acción misionera y catequística, renovar la liturgia y efectuar la labor ecuménica. Por su parte, en Argentina, se reúne el episcopado el 3 de mayo
de 1966 para estudiar la aplicación del Concilio. El 15 de mayo se da a
conocer una «Declaración» para poner en práctica el Vaticano II: se habla
de un nuevo espíritu, nuevo lenguaje, comunidad significada, necesidad de
diálogo, servicio. Sin embargo, todo en un plano muy general. El 25 de
noviembre, después de nueve días de trabajo, se publica un «Plan nacional
de pastoral de conjunto». Por su parte, en Uruguay, desde mayo se habla de
preparar un Sínodo en Montevideo con la misma finalidad. En junio y julio
se reúne en Bogotá el episcopado para ver la manera de llevar a cabo en
Colombia el Concilio. Del 31 de julio al 6 de agosto, 418 delegados (entre
obispos, sacerdotes, religiosos y laicos) estudian un plan de aplicación del
Concilio en Ecuador. El Perú realiza a puertas abiertas, con sacerdotes
______________
28
La declaración ha sido publicada en diversos libros. En castellano, véase en
Marcha (Montevideo) n. 9, enero 1968, pp. 13-20; Sacerdotes del Tercer Mundo, Publ.
del Movimiento, Buenos Aires 1970, pp. 25-36. Habían firmado nueve obispos de Brasil
y uno de Colombia.
227
y laicos, una reunión, del 1 al 11 de agosto, en Lima, de reflexión con el
mismo fin. En Bolivia se comienza en 1966 la reforma litúrgica, y dos años
después, del 28 de enero al 3 de febrero de 1968, se constatará en sesiones
de actualización, en Cochabamba, el profundo cambio de espíritu que se ha
producido en el país después del Concilio. Podríamos nombrar país por
país y el intento de aplicación fue universal. Sin embargo, tal aplicación era
según una actuación antigua, la de la nueva cristiandad. La mayoría no
había vislumbrado todavía el sentido de lo que advenía. El Sínodo de Santiago de Chile, del 8 al 18 de septiembre, mostraba en su primera sesión
(con asistencia de 419 sacerdotes, religiosos y laicos) una mucho mayor
madurez. Había ya una nueva actitud.
La verdadera aplicación del Concilio en el nivel colegial no se producirá en el orden nacional sino en el continental. Para comprender la significación de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
de Medellín en 1968 debemos rápidamente trazar su historia.
Ya hemos explicado en el capítulo III la fundación del CELAM. Desde
1955, fecha de la I Conferencia General, hasta 1968, el CELAM tuvo once
reuniones ordinarias, que esquematizaremos en pocas palabras de la
siguiente manera: Las primeras reuniones, preconciliares, continúan con el
ideal de la nueva cristiandad. La I Reunión Ordinaria se efectúa en Bogotá
en 1966, y se dedica especialmente a la primera organización del CELAM29.
La II Reunión Ordinaria, que se celebra en Fómeque (Colombia) en 1957,
continúa la organización del CELAM, en especial en lo referente a los religiosos y dando un franco apoyo a la UNESCO30. La III Reunión Ordinaria, en Roma, celebrada en 1958, insiste todavía en la «preservación
y defensa de la fe»; se habla ya del OSLAM (seminarios), de la CLAR (religiosos) y de la CAL (Comisión para América Latina en Roma)31. Nuevamente en Fómeque se realiza ahora en 1959 la IV Reunión Ordinaria y se
trata de un tema propio de aquella época: «Planificación de la acción
apostólica de la Iglesia frente al problema de la inflitración comunista
en América Latina»32. La V Reunión Ordinaria, de 1960, en Buenos
Aires, significa ya una nueva orientación, todavía tímida pero que indica el
______________
29
«Conclusiones de la primera reunión celebrada en Bogotá» (CELAM, del 5 al 15
de noviembre de 1956), Bogotá 1957. El ideal de la nueva cristiandad se observa en el
énfasis dado a la «defensa de la fe», en la necesidad de crear universidades católicas, etc.
30
«Conclusiones de la segunda reunión celebrada en Fómeque», del 10 al 17 de
noviembre de 1957, Bogotá 1957.
31
«Tercera reunión del CELAM. Conclusiones», Tip. Vaticana, Vaticano 1959.
32
«CELAM. Cuarta reunión. Conclusiones», Bogotá 1959.
228
comienzo de la transición33, ya que se plantea la cuestión pastoral, en parte,
todo impulsado por monseñor Larraín con el apoyo de la sociología religiosa (y no de la teología, historia o ciencias hermenéuticas de la cultura,
imposible de exigir en aquella época), lo que permite organizar el IPLA
(Instituto Pastoral Latinoamericano), primeramente itinerante, como veremos enseguida, y el ICLA (Instituto Catequístico Latinoamericano). En 1961,
en México, la VI Reunión Ordinaria estudia la pastoral adecuada para «la
familia en América Latina» (partiendo siempre del material socioeconómico, y de ahí la parcialidad de su hermenéutica)34. Sin embargo, no se
piensa todavía en una posición que apoye un cambio rápido; no se vislumbra
todavía el descubrimiento de qué poder tenga la metrópoli del neocolonialismo latinoamericano. La situación es de transición pero dentro de la nueva
cristiandad, incluyendo aún a Dom Helder Câmara en ese entonces35.
En 1962 los obispos se encuentran por primera vez en la historia
masivamente en Roma con ocasión del Concilio Ecuménico. En ese año no
hay reunión ordinaria del CELAM, pero en verdad hay reunión permanente
del episcopado en su totalidad. Comienza entonces una nueva época del
mismo CELAM. Esto se deja ver de inmediato en las VII, VIII y IX Reuniones Ordinarias tenidas en Roma de 1963 a 1965. Monseñor Larraín puede
decir que el «CELAM es el primer caso, en toda la historia de la Iglesia,
de la realización del concepto de la colegialidad episcopal»36 de manera
permanente y orgánica. En estas reuniones se trabajó en especial para
reorganizar totalmente al CELAM en vista de la experiencia tenida y para
poder llevar a cabo las tareas que del Concilio se iban desprendiendo. En
un esquema adjunto sintetizamos la nueva organización tal como se desarrolla hasta 1968.
El panorama, mientras tanto, había cambiado rotundamente. La Iglesia
comenzaba a caminar con diverso ritmo en América Latina. Por ello la
X Reunión Ordinaria y la Asamblea Extraordinaria del CELAM en Mar del
Plata, en 1966, simbolizarán ya un Medellín un tanto abortado por la
situación reinante en Argentina, y por la presencia, todavía, del ideal de
la nueva cristiandad, de interpretaciones procedentes de la CEPAL (en lo
económico) y de la Democracia Cristiana (en lo político). Sin embargo, el
______________
33
«CELAM. Quinta reunión. Conclusiones», Bogotá 1961.
«CELAM. Sexta reunión. Conclusiones», Bogotá 1962.
35
Véase la colaboración del secretario del episcopado brasileño presentada y
publicada en CELAM. Boletín Informativo 49 (1962), sobre «La presencia de la Iglesia
ante los problemas económico-sociales de la familia en América Latina».
36
Declaraciones publicadas en Criterio (Buenos Aires), 13 mayo 1965, p. 355.
34
229
documento de una «teología de lo temporal» y de una «antropología cristiana» bajo el título de «Reflexión teológica sobre el desarrollo» indica un
nuevo espíritu37.
Estamos entonces en la etapa «desarrollista». La reunión se celebró del
9 al 16 de octubre, siendo Dom Helder Câmara el coordinador de los estudios. El 19 de septiembre había dicho: «yo tengo mi manera de luchar contra el comunismo: luchando contra el subdesarrollo», porque «un mayor
peligro que el comunismo amenaza al mundo: el responsable es el régimen
capitalista». Por su parte, el obispo de Santo André, Jorge Marcos de Oliveira, había declarado a los estudiantes universitarios: «No os dejéis intimidar. La represión tan cruel revela simplemente que los militares os tienen miedo... Restad unidos y asegurad vuestra presencia en la escena política... Los hombres que hoy dirigen el Brasil no han sido jamás verdaderos
líderes y es por la voluntad de ciertas potencias extranjeras que ocupan
hoy el poder».
Este espíritu no se encuentra todavía en la declaración de Mar del
Plata. Hay demasiados compromisos; hay medias tintas. Por otra parte,
monseñor Larraín acababa de morir el 22 de junio de 1966 y su figura deja
de estar presente en el CELAM38. En esta reunión flota en el aire, sin
embargo, la influencia de las pastorales de Larraín, que, teológicamente, se
encuentran todavía en la nueva cristiandad39.
Si Mar del Plata fue un paso adelante, no un salto, la XI Reunión Ordinaria de Lima, celebrada entre el 19 y el 26 de noviembre de 1967, tuvo
todavía menor importancia. Pero ahora se pasaría del «desarrollo» a la
«liberación». Para América Latina el año 1968 tiene imponderable importancia, porque no será sólo el momento de la «aplicación» del Concilio,
sino del descubrimiento de América Latina y el paso a un decidido compromiso de «liberación», asumido desde hace años por muy pocos pero en
número cada vez más creciente.
Sólo ahora, gracias a una masiva presencia de periodistas, el mundo
y Europa alcanzarán una conciencia explícita de lo que se viene gestando en
América Latina. Cuando a comienzos del 68 se habló de que el Papa vendría
______________
37
«Presencia activa de la Iglesia en el desarrollo y en la integración de América
Latina», en Criterio, 23 marzo 1967, pp. 190-191.
38
Véanse las palabras que pronunció Mc Grath en ocasión de su muerte (Criterio,
14 julio 1966, p. 494).
39
Véase, p. ej., «Desarrollo: éxito o fracaso en América Latina»; y en Víspera,
n.1, abril 1967, el trabajo de monseñor Mc Grath sobre «Los fundamentos teológicos de
la presencia activa de la Iglesia en el desarrollo socioeconómico de América Latina»; y el
comentario de la reunión de Mar del Plata, en Criterio, 22 junio 1967, pp. 432 ss.
230
a Bogotá para el Congreso Eucarístico Internacional y para la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se celebraría en Medellín,
comenzó a circular un aire de universalidad. Los acontecimientos tendrían
una resonancia mucho mayor de lo que al comienzo se supuso40.
Ante el evento, cientos de cartas se enviaron. Partían de grupos laicos,
sindicalistas, sacerdotes, etc. Iban dirigidas a sus obispos, a las conferencias
nacionales, al CELAM, a la Iglesia en general, al Papa. En las obras de
Gheerbrant, Laurentin, en los diversos documentos y revistas pueden
encontrarse. Todas ellas revelan una levadura que está ya en la masa. El
CELAM, por su parte, preparó un «Documento de base» que consideraba la
realidad latinoamericana, una reflexión teológica y las posibles proyecciones pastorales. Monseñor Duque, administrador apostólico de Bogotá,
pensaba que era demasiado negativo; Botero Salazar, de Medellín, por su
parte, indicaba que debía ser negativo, ya que el diagnóstico del médico no
debe pecar de optimista; Vilela Brandao, presidente del CELAM, opinaba
igualmente que «una idea falsamente optimista nos parece mucho más peligrosa». En cambio, el episcopado argentino lo considera muy avanzado,
negativo y hasta peligroso.
El juicio teológico del padre Comblin levantó un mar de fondo. En
efecto, el 14 de junio de 1968 el diario brasileño O Jornal de Río publicaba
un trabajo privado elaborado por un grupo de teólogos de Recife y que
Helder Câmara utilizaría personalmente en la II Conferencia General. El
diario tildaba a Comblin de «teólogo leninista». Como estos juicios se divulgaron en los diarios latinoamericanos, especialmente en La República de
Bogotá, el teólogo dio a conocer el documento en su integridad. En él
se puede ver una interpretación teológica no ya de base sociológicoestadística, sino de fundamentación histórica y política, donde la cuestión
de ejercicio y conquista del poder es la mediación esencial. El «Documento
de base», efectivamente, es muy general, vale para cualquier grupo sociocultural, es deductivo, y en él se evita plantear la cuestión del imperialismo
sin descubrir, lo que es más grave, el autocolonialismo41.
______________
40
Sobre Medellín, además de las noticias periodísticas, de las revistas especializadas (Criterio, Mensaje, Víspera, Sic, etc.) y de los noticieros (Noticias Aliadas, CIDOC,
etcétera), se puede consultar la citada obra de A. Gheerbrant; la de René Laurentin,
L'Amérique latine a l'heure de l'enfantement, Seuil, París 1968; Henry Fesquet, Une
Église en état de peché mortel, Grasset, París 1968; Iglesia latinoamericana. ¿Protesta o
Profecía? (IL ¿PP?), colección de documentos, Ed. Búsqueda, Buenos Aires 1969. Los
documentos finales de Medellín los citaremos de Iglesia y liberación humana, prologado
por José Camps, Nova Terra, Barcelona 1969 (MEDELLÍN).
41
Las «Notas» de Comblin véanse en Marcha 17 (1968}, pp. 47-57.
232
Por su parte monseñor Padim, obispo de Lorena, presentó un trabajo
donde se descubre el sentido de lo que usualmente se llama la «seguridad
nacional», comparable con la doctrina de la Alemania nazi42. En cambio,
monseñor Sigaud, obispo de Diamantina; Almeida Morae, de Niteroi,
y Castro Mayer, de Campos, figuran en una violenta declaración contra el
padre Comblin, a punto de decir que «los comunistas se han infiltrado en la
jerarquía eclesiástica». Estos obispos, en total doce, son sostenidos por la
«Asociación brasileña para la defensa de la tradición, familia y propiedad»,
que en poco tiempo abre filiales en Argentina y Chile. Mientras tanto Dom
Helder Câmara funda con treinta y dos obispos brasileños un «Movimiento
de presión moral y liberadora».
Mientras se preparaba en América Latina la II Conferencia General, lo
propio se hacía, en Roma. La CAL (Comisión para América Latina), cuyo
presidente era monseñor Samoré, se había abierto en 1964 en un nuevo
organismo: el COGECAL (Consejo General de la Comisión Pontificia para
América Latina), formado por delegados del CELAM y por obispos europeos, donde se presta alguna ayuda a América Latina (España, Francia,
Alemania, Bélgica, etc.). Desde esta superestructura romana se nombró al
presidente del CAL copresidente de la II Conferencia General de Medellín,
a celebrarse del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968. El Congreso
eucarístico internacional tendría lugar del 20 al 24 de agosto.
En el día de la apertura del Congreso, monseñor Lercano, enviado del
Papa, dijo que «el Congreso concluye una era comenzada con la colonización de América Latina, con la fiera y radical religiosidad católica,
y abre una nueva era nutrida por el espíritu del Concilio Vaticano II, singularmente atenta a las más profundas exigencias del Evangelio». El 22 de
agosto llagaba, por primera vez en la historia, un Papa a América: Pablo VI se hacía presente en Bogotá. En los tres días de su permanencia en
la capital colombiana, el Papa leerá cuatro discursos que deben situarse
dentro de las encíclicas dadas a conocer por el mismo Pablo VI anteriormente, es decir, «los obispos no se apartaron del pensamiento papal; simplemente supieron extraer de él las dimensiones más profundas y duraderas. Medellín muestra, así, que los discursos de Pablo VI en Bogotá no
agotan su lección sobre esta situación latinoamericana. Pero, también, que
la situación local ha de ser juzgada por los obispos del lugar, no sólo por el
______________
42
Texto sumamente explicativo de la ideología actual militarista (cf. A. Gheerbrant, op. cit., pp. 142-159, en Marcha 17 [1968], pp. 59-69).
233
obispo de Roma»43. El primer día habla a los sacerdotes, a quienes se les
recuerda que tengan «la lucidez y la valentía del espíritu para promover la
justicia social, para amar y defender a los pobres»44. El 23 de agosto se
dirigió a los campesinos, a quienes terminó exhortando a «no poner vuestra
confianza en la violencia ni en la revolución; tal actitud es contraria al
espíritu cristiano y puede también retardar y no favorecer la elevación
social»45. Estas palabras producirían diversas reacciones según las actitudes tomadas en el compromiso histórico latinoamericano. Lo cierto es
que parecieron indicar que Medellín podría ser sólo una reunión como la
de Mar del Plata. Ese mismo día, con motivo del «Día del Desarrollo»,
exclamó todavía que «algunos concluyen que el problema esencial de América Latina no puede ser resuelto sino con la violencia... Debemos decir
y reafirmar que la violencia no es evangélica ni cristiana»46.
El día 24 de agosto, abriendo simbólicamente la II Conferencia General, el Papa dirigió una alocución a los obispos en la cual cabe destacar una
llamada de atención a los teólogos y pensadores cristianos que al abandonar
la philosophia perennis «crean en el campo de la fe un espíritu de crítica
subversiva»47, y una exhortación a la obediencia de los obispos en cuanto
a la encíclica Humanae vitae48, a fin de alcanzar «la construcción de una
nueva civilización moderna y cristiana»49. En general, los discursos del
Papa -debemos decirlo con todo respeto- sonaron en los oídos
del pueblo latinoamericano como una llamada a la paciencia de los pobres,
lo que produjo de inmediato un respiro en los ricos y opresores. Como si
se dijera: ahora debemos en paz, debemos resignarnos a sufrir la violencia
de la injusticia. El Papa no advirtió la presencia generalizada de la
«primera violencia»: «En todas partes las injusticias son una violencia. y se
puede decir, debemos decir, que la injusticia es la primera de las violencias, la violencia número uno»50.
______________
43
Héctor Borrat, en la introducción a Marcha 17 (1968), p. 5, sobre el tema:
«Medellín, la Iglesia Nueva», (Se encuentran en este número muchas de las cartas enviadas por diversos sectores al Papa o a los obispos que se reunirían en Medellín.)
44
Medellín, p. 383.
45
Ibíd., p. 290.
46
Ibíd., p. 294,
47
Ibíd., p. 259.
48
Ibíd., p. 273.
49
Ibíd., p. 274,
50
Helder Câmara, Espiral de la violencia, Ed. Sígueme, Salamanca 1970, p. 18,
Dom Helder escribe: «Si algún rincón del mundo sigue estando tranquilo, pero con una
tranquilidad basada en la injusticia -tranquilidad de los charcos en cuyo seno se están
fraguando fermentaciones venenosas-, seguro que se trata de una serenidad engañosa,
llena de mentira» (pp. 22-23).
234
El 26 de agosto se reúnen en Medellín 146 cardenales, arzobispos
y obispos, 14 religiosos, 6 religiosas, 15 laicos (sólo 4 mujeres), y consultores de diversos niveles. El tema es «La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio». Se parte del «Documento
de base» y se efectúan diversas exposiciones, hablando: el P. Gregory (Brasil), monseñores Mc Grath (Panamá), Pironio (CELAM), Sales (Brasil [«La
Iglesia en América Latina y la promoción humana», donde se debate la
cuestión de la revolución y la violencia]), Ruiz (México), Muñoz Vega
(Ecuador), Henríquez (Venezuela), Proaño (Ecuador). La cuestión de los
expositores tuvo sus problemas; de cuatro se elevaron a ocho por exigencia
de Roma. Algunos de los consultores (como Houtart, Schooyans, Vanistendael, Arroyo y Velázquez) no fueron aceptados por la autoridad romana.
El «Documento de base», que al pensarse por vez primera en diciembre de
1966 era el proyecto de una Conferencia General, fue sólo una idea que
tomó cuerpo entre el 19 y el 26 de enero de 1968 en el CELAM, y que remitido a Roma ya las Conferencias episcopales, fue siendo trabajosamente
cambiado por las nueve Comisiones que se expidieron con dieciséis documentos fundamentales.
Tres hechos marcaron la Conferencia. El primero, la intercomunión
acordada el 5 de septiembre a hermanos separados de otras Iglesias cristianas y observadores de la Conferencia. El segundo, los doscientos universitarios y obreros que en el café La Bastilla fueron discutiendo los mismos
problemas que los obispos, siendo noche tras noche disueltos por la policía.
El tercero, que los textos de las conclusiones fueron dados a conocer antes
de ser definitivamente aprobados por Roma. Todos ellos tuvieron sus
consecuencias.
Las conclusiones mismas se centraron sobre cuestiones de dispar
importancia. Indiquemos sólo las esenciales. En general hay coincidencia
en que «todo indica que estamos en el umbral de una nueva época histórica
en nuestro continente, llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de integración
colectiva. Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una
nueva civilización» (Introducción).
En la sección «Promoción humana», en la cuestión Justicia resalta claramente en la «fundamentación doctrinal» la superación del parcial
enfoque de la teología del desarrollo (Mc Grath) o de la revolución (lanzada en las Iglesias protestantes por Schaull) por la «teología de la liberación» que, como veremos, tiene mejor fundamentación bíblica y aun
política: «Es el mismo Dios quien -nos dice la conclusión-, en la plenitud de los tiempos, envía a su Hijo para que, hecho carne, venga a liberar
235
a todos los hombres de todas las esclavitudes a que los tiene sujetos el
pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión»51. «En la Historia de la Salvación la obra divina es una acción de liberación integral y de
promoción del hombre en toda su dimensión, que tiene como único móvil el
amor»52. Por su parte, en la cuestión sobre la Paz resalta un lenguaje nuevo.
Se habla del «poder ejercido injustamente por ciertos sectores dominantes»,
de «tensiones internacionales y neocolonialismo externo», de «distorsión
creciente del comercio internacional», de «fuga de capitales económicos
y humanos», de «monopolios internacionales o imperialismo internacional
del dinero», todo esto aunado a un «nacionalismo exacerbado». Ante todo
ello el episcopado «no deja de ver que América Latina se encuentra, en
muchas partes, en una situación de injusticias que puede llamarse violencia
institucionalizada... No debe, pues, extrañarnos que nazca en América Latina la tentación de la violencia. No hay que abusar de la paciencia de un
pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptan
quienes tienen una mayor conciencia de los derechos humanos»53.
En la cuestión Familia y demografía se realiza una interpretación
sociopolítica de la encíclica Humanae vitae, lo que la encuadra no ya dentro
de un marco meramente moral-individual, sino histórico y dentro de las
perspectivas del «círculo vicioso del subdesarrollo». Sin embargo, se tiene
en cuenta que el continente no está suficientemente poblado y es necesario
un aumento demográfico, pero que no debe ser demasiado pronunciado»54,
porque impediría el despegue económico-social.
En la cuestión de la Educación se insiste sobre «la educación liberadora y la misión de la Iglesia». Hay todavía un interesante apartado sobre Juventud.
Toda la sección sobre «Evangelización y crecimiento de la fe», manifiesta un nuevo espíritu, un análisis metódico más realista. Lo tendremos
especialmente en cuenta para las reflexiones finales de este capítulo.
En la sección «La Iglesia visible y sus estructuras», cuando se habla de
Movimiento de laicos no se hace referencia alguna a Acción Católica, se da
gran libertad para la creación de nuevas instituciones a partir de experiencias diversas y se recuerda que «el apostolado de los laicos tiene mayor
transparencia de signo y mayor densidad eclesial cuando se apoya en el
testimonio de equipos o comunidades de fe»55.
______________
51
Medellín, pp. 54-55.
Ibíd., p. 55.
53
Ibíd., pp. 76-77.
54
Ibíd., p. 89.
55
Ibíd., p. 172. Se trata de las «comunidades de base».
52
236
En cuanto a los Sacerdotes, la Conferencia da igualmente gran libertad
de nuevos compromisos, de modos adecuados de vivir la vida presbiteral;
pero falta, quizá aquí, mayor profundidad en la interpretación de la institución eclesial que de manera más frontal debe sobrellevar el golpe y la
transformación de una cristiandad agónica a un cristianismo misionero en
una civilización universal, secular y pluralista. No se pudo concretar nada
sobre la ordenación de bautizados casados (que nada tiene que ver con el
casamiento del sacerdote: desde siempre la Iglesia ha ordenado bautizados
casados; nunca se han casado los sacerdotes permaneciendo tales). Los diáconos casados no resolverán la cuestión pastoral en la que se encuentra la
Iglesia latinoamericana; habrá que ir, en un día no lejano, a la ordenación
del bautizado casado, adulto, responsable natural de su comunidad de base,
tal como ha acontecido siempre en la más antigua de las tradiciones católicas: la de la Iglesia oriental56.
Se trata del documento más importante de la Iglesia en América Latina
que manifiesta el mismo espíritu, por ejemplo, que animara el III Concilio
provincial de Lima, celebrado por Santo Toribio de Mogrovejo en 15821583, con la diferencia de que ahora es continental y el de Lima fue sólo
válido para la inmensa archidiócesis. El III Concilio Limense fue el «Trento americano» -con teología y pastoral tridentinas-, la II Conferencia
General de Medellín es el «Vaticano II americano» -con teología de la
liberación y pastoral misionera.
Ha sido y será todavía tan grande la influencia de Medellín que la
XII Reunión Ordinaria del CELAM, celebrada desde el 24 al 28 de noviembre de 1969 en Sâo Paulo, declara que los acuerdos de la II Conferencia General serán «su pauta de inspiración» y de acción en los años venideros57.
Las reacciones fueron inmediatas, discordantes pero unánimes al enjuiciar la
Conferencia de Medellín como el acontecimiento más importante de la Iglesia en América Latina, y quizá del continente en cuanto tal, en el siglo XX58.
______________
56
Hay todavía conclusiones sobre Religiosos, La pobreza en la Iglesia y Pastoral
de conjunto (en cuyo n. 10 se habla de las «comunidades cristianas de base»). La parroquia, entonces, es considerada «un conjunto pastoral» de las comunidades de base (n. 13).
Todo se termina con unas conclusiones sobre Medios de comunicación social, sin los
cuales «no podrá lograrse la promoción del hombre latinoamericano» (p. 250).
57
En esta XII Reunión se acordó elevar el número de miembros del CELAM de 22
a 57, ya que se incluyen ahora a los presidentes de las Conferencias nacionales ya los
obispos y secretarios de los Departamentos. Con esto el CELAM cobra mucha mayor
autoridad.
58
Ya el 7 de octubre de 1968 escribía monseñor Plaza, obispo de La Plata, una
pastoral sobre «La realidad social de América Latina y las conclusiones de Medellín» (Criterio, 14 nov. 1968, pp. 834-838).
237
El episcopado chileno, que se hallaba en estado de Sínodo59, al llamar a la
conciliación y la paz a laicos, sacerdotes y miembros de la Iglesia, cita ya
Medellín el 4 de octubre de 196860. En este documento se habla de la necesidad de superar las oposiciones entre las llamadas Iglesia de los pobres, la
joven Iglesia, la clandestina, rebelde, etc. Los episcopados en pleno van
aplicando las conclusiones. Así lo hace Brasil; Argentina efectúa una
«Declaración del episcopado argentino» en San Miguel, donde se reunieron
del 21 al 26 de abril de 196961. El 2 de julio se celebró la reunión de la
Conferencia episcopal colombiana; en agosto, la mexicana, pero con la
peculiaridad de reunir a sacerdotes, laicos y religiosos en franca fraternidad y diálogo62; del 11 al 14 de agosto, en Paraguay; en agosto también en
Venezuela; del 17 al 22 de ese mismo mes, en Guatemala, se llevó a cabo la
reunión del CEDAM (Consejo Episcopal de América Central y Panamá) con
la misma finalidad de aplicar Medellín63.
Se puede entonces decir que un año después de Medellín todos los episcopados latinoamericanos han reafírmado las conclusiones de la II Conferencia
General. El nuevo espíritu anima, por su parte, las reuniones conjuntas del
CELAM y de la Conferencia nacional de los obispos de Estados Unidos llevadas a cabo del 3 al 5 de junio de 1969 en Caracas. En el «Comunicado final de
la reunión interamericana de obispos» se dice que se apoyarán «las principales líneas de pastoral contenidas en las conclusiones de la II Conferencia
General del Episcopado latinoamericano», cuestión que sirvió nuevamente
de base para la reunión de febrero de 1970 celebrada en Miami.
La XIV Asamblea General, celebrada en Sucre, en noviembre de 1972
es, ciertamente, el comienzo de una nueva época del CELAM.
Estas reuniones colegiales del episcopado son sólo un momento, no
ciertamente el menor, de un fenómeno que iremos considerando por partes
en los apartados siguientes.
______________
59
El Sínodo de Santiago celebró su primer acto del 8 al 18 de septiembre de
1968, y el segundo acto en septiembre de 1969. Entre los 400 sinodales había un 43 por
ciento de laicos.
60
Medellín es citado en el punto IV (Criterio, 28 nov. 1968, p. 880).
61
Ediciones Paulinas, Buenos Aires 1969.
62
Del 19 al 20 de agosto de 1969,69 sacerdotes, religiosos y laicos se reunieron
con el episcopado: fue una reflexión eclesial, no simplemente episcopal; hecho insólito
y ejemplar (Criterio [1969], p. 792).
63
Véanse las declaraciones de monseñor Proaño con ocasión de la reunión del
episcopado ecuatoriano del 16 al 22 de junio de 1969, donde se estudió la crisis sacerdotal, yen especial las declaraciones de Pironio, publicadas en El Tiempo (Bogotá), el 18 de
agosto de 1969, sobre «Un año después de Medellín».
238
b)La Iglesia ante el Estado militarista, burgués o reformista
En el período comprendido entre 1962 y 1972 la Iglesia vive una
nueva etapa de su historia crítica liberadora; a veces, sin embargo, historia
de tortuosos zigzagueos donde el testimonio que se esperaba de ella queda
del todo deslucido. La situación es muy diversa según los países, según la
clarividencia del episcopado (frecuentemente por algunos de sus miembros
que adoptan posiciones proféticas), de sus sacerdotes, de sus laicos. En este
apartado queremos sólo dibujar con mano esquemática la actitud de la Iglesia ante algunos Estados burgueses y ante la situación social reinante. En
los dos apartados siguientes veremos, en cambio, su actitud ante la violencia, el socialismo y la reforma agraria.
La Iglesia recibe el golpe de los «herodianos», así como el Niño de
Belén recibió el de Herodes el Grande64. Bosquejaremos la situación por
países y por zonas, pero dando prioridad a las regiones que por su importancia, y por haber sufrido primeramente la nueva etapa de militarismo,
nos irán explicando la actitud de la Iglesia.
aa)El golpe de Estado en Brasil en 1964
Después del gobierno de Kubitschek (1955-1961) se eligió en Brasil a
Janio Quadros da Silva, quien sorprendentemente renunció el 25 de agosto
de 1961 dejando como presidente a Goulart. Éste, sin real apoyo de ningún
sector, intentó un desarrollismo sin convicción. Mientras tanto, en 1961, se
había fundado el MEB (Movimiento de Educación de Base) por el episcopado brasileño a partir del «método Paulo Freire»65. En 1963 había ya
7.353 escuelas con 15.000 aparatos receptores de radio, y 180.000 inscritos
con 7.500 maestros. La consigna era «Viver è lutar», título del texto de
lectura, que Lacerda, gobernador de derecha católica, hace requisar en
número de 3.000 ejemplares por ser subversivos. En el Jornal do Brasil
(del 24 de febrero de 1964) se dice que el mismo Lacerda, con orden policial, invade la imprenta y retira el abecedario de los obispos. Monseñor
Tavora, obispo de Aracaju, director del MEB, se pregunta ante las acusaciones: «¿Son acaso subversivas las encíclicas papales?»
______________
64
«Herodianismo», término inicialmente usado por Toynbee; es usual dentro del
pensar cristiano latinoamericano para designar a las oligarquías subopresoras nacionales,
sin apoyo popular y con respaldo en el «imperio internacional del dinero». (Cf. Mensaje,
n. 123 [1963], p. 493; Víspera, n. 6, julio 1968, p. 86).
65
Sus obras principales son: Educaçâo pratica da libertade, Paz e Terra, Río
1967, y Pedagogía del oprimido, Tierra Nueva, Montevideo 1970.
239
En el Nordeste, monseñor Eugenio Sales, fundador del «Movimiento
de Natal», propone una reforma cultural y social del ciudadano y el campesino, que originará con el tiempo la SUDENE (Superintendencia do Desenvolvimento do Nord-Este), y crea sindicatos rurales (a la manera como
Francisco Juliâo había organizado las Ligas), cooperativas de colonización,
etcétera. Hay sólo una minoría procomunista o pro-Cuba en el proceso,
y el mismo monseñor Padim, obispo auxiliar en ese entonces de Río, se
abstuvo de condenar. En 1963 el mismo cardenal Motta, de Sâo Paulo, bendice a los trabajadores del cemento que hace nueve meses que están en
huelga. Todo ello lleva al mismo episcopado a lanzar un «Mensaje» de la
Conferencia episcopal brasileña sobre la situación del país, donde se muestra la necesidad de una profunda reforma de las estructuras rurales, de la
empresa, administrativa, electoral, etc66. Esta declaración del episcopado
del 30 de abril, «Pacem in terris y la realidad del Brasil», no favorece el
statu quo, y llega a decir que «la expropiación por el interés social no es
contraria a la doctrina social de la Iglesia». Bien pronto se hace pública la
aparici6n de la «Asociación por la Tradición, Familia y Propiedad», que
junto a muchos otros católicos conservadores, rosario en mano, hacen
un mitin para oponerse a los planes de la reforma agraria, bajo la protección de monseñor Sigaud, obispo de Diamantina. En contraposición,
monseñor Sales describe «uma experiência pastoral em regiâo subdesenvolvida» (Nordeste brasileño), donde se indica una nueva manera de encarar
la pastoral eclesiástica67.
La debilidad e ineficacia de Goulart, la aspiración renovada del militarismo de ejercer la política, llevan a la revolución de la noche del 31 de
marzo de 1964, cuando el general Castello Branco lanza el golpe militar
que se concretará el 15 de abril como la Séptima República brasileña. Se
producen entonces encarcelamientos, expulsiones, censura, retiro de la ciudadanía, y comienzan las torturas. Son los hechos más importantes de la
década de los sesenta en cuanto a la política de la oligarquía, que se apoya
en el militarismo en unidad de acción con la estrategia norteamericana
(todo un sistema perfectamente organizado de opresión). La reacción de la
Iglesia no fue unánime, ni mucho menos. Monseñor Warmeling, obispo
de Joinville, publica en O Luzeiro Mariano que «la enorme mayoría del
pueblo brasileño es cristiano, por ello nos situamos junto a los valientes
______________
66
Cf. Anuario Iberoamericano (Río), 30de abril de 1963, pp. 161-164.
Cf. Revista da Conferencia dos religiosos do Brasil (CRB), marzo 1964,
pp. 129-136. Véase Jean Toulat, Espérance en Amérique du Sud, Perrin, París 1965,
pp. 299ss.
67
240
miembros de la Congregación Mariana contta la Acción Católica de esta
diócesis (de Belo Horizonte). Es bien sabido -dice el obispo- que Acción
Católica tiene infilttados comunistas». La doctrina social de la revolución
(de Castello Branco) -continúa nuestto prelado- coincide con la doctrina
social de la Iglesia».
Días antes de la declaración, el 2 de abril, el secretario general del
episcopado, tras su nombramiento, tomaba posesión de la archidiócesis de
Olinda y Recife (Pernambuco); monseñor Dom Helder Câmara se había
dirigido a su nuevo rebaño. Nos dice que «aproveché la ocasión para
exponer con toda claridad mi pensamiento, porque sabía que si Dios no me
daba el valor en aquel momento, al entrar en la diócesis, después estaba
perdido...»68. En proféticas y poéticas palabras, Dom Helder Câmara
empezó diciendo: «Un nativo del Nordeste que habla a otros nativos del
Nordeste, con los ojos puestos en Brasil, en América Latina y en el mundo.
Una criatura humana que se considera hermano en la debilidad y en el
pecado de todos los hombres, de todas las razas y de todas las regiones del
mundo. Un cristiano que se dirige a cristianos, pero con el corazón abierto,
ecuménicamente, hacia todos los hombres de todos los credos y de todas las
ideologías. Un obispo de la Iglesia católica que, a imitación de Cristo, no
viene a ser servido sino a servir. Catpólicos o no católicos, creyentes o
incrédulos, escuchen todos mi saludo fraterno: Alabado sea nuestto Señor
Jesucristo»69. El obispo de Recife comienza así su senda profética. «No es
justo suponer que porque luchemos contra el comunismo ateo defendamos
el capitalismo liberal; y no es lícito concluir que somos comunistas porque
criticamos con cristiana valentía la posición egoísta del liberalismo económico». Critica el que se haya encarcelado a dirigentes del MEB, de la JUC,
de Acción Popular (movimiento de laicos), de la Confederación Fraterna de
los Trabajadores Rurales. El padre Senna, Almery y otros están en el exilio.
Cientos de sacerdotes presos. La compañía Marplan de sondeos de opinión
indica un 63 por ciento de la población contra la revolución; sin embargo,
nadie, ni el mismo episcopado, desea el retorno de Goulart.
El 7 de mayo de 1964, Tristâo de Atayde (Amoroso Lima), escribe en
la Folha de Sào Paulo: «Cuando son depuestos hombres de reputación mundial en el plano de la educación como Anisio Teixeira, en el plano de la
sociología como Josué de Castro, en el plano de la economía como Celso
Furtado, simplemente porque piensan de manera diferente a la nueva
______________
68
69
Cf. José de Broucker, Dom Helder Câmara, DDB, Bilbao 1970, p. 36.
En Marcha, n. 9, enero 1968, p. 6.
241
ideología dominante, estamos ante un plan de terrorismo cultural. Cuando
se coloca en prisión a filósofos puramente metafísicos como Ubaldo Puppi,
sin saberse por qué, o a jóvenes líderes intelectuales como Luis Alberto
Gommes de Souza y otros, simplemente porque se considera que sus métodos de alfabetización son subversivos, estamos ante un plan de terrorismo
cultural. Cuando la policía del Estado difunde instrucciones para limpiar el
país y prescribe lo siguiente: "Advertimos especialmente a los órganos
de Acción Católica...para que se aparten o se abstengan de actividades
incompatibles no sólo con su programa, sino igualmente con los intereses
permanentes de la Nación y de la población", como lo que Mussolini
intentó hacer con la Acción Católica italiana, como si la Iglesia en Brasil se
encontrara bajo la tutela del Estado totalitario, estamos ante un plan de
terrorismo cultural». Todo ello lleva al episcopado a tomar una decisión,
todavía ambigua en la declaración «Sobre los acontecimientos que tuvieron
como consecuencia la caída de Goulart»70. Más valiente, en cambio, es el
documento de los obispos del Nordeste sobre «Es preciso instaurar en el
país un orden cristiano»71.
La posición, todavía no es unánime. El cardenal Rossi, de Sâo Paulo
(ya que monseñor Motta se retiró voluntariamente), celebró todavía una
misa porque «la misericordia de Dios y la valentía, la piedad y la fuerza de
sus hijos descartaron el inminente complot comunista (¿Goulart?) que
quería llevar a esta Nación cristiana a la triste zona del silencio». Mientras
monseñor Scherer, obispo de Porto Alegre, protesta por la persecución del
profesor Ernani Fiori, líder de la «inteligencia» de Río Grande, maritainiano que derivará al pensar existencial y hegeliano. Sin embargo, se
podría decir, el enfrentamiento entre el gobierno militar y la Iglesia no era
abierto. Sólo en 1965 se producirá dicho enfrentamiento, que significa el
mayor de los acontecimientos entre la Iglesia y el Estado, por su significación profética en la historia de la Iglesia latinoamericana -cuyos antecedentes fueron la lucha de los obispos en el siglo XVI por la defensa del
indio, y, dentro de una doctrina de la cristiandad, los «cristeros» mexicanos del comienzo del siglo XX, hecho este último sumamente equívoco
y ciertamente no profético sino de signo conservador.
El 11 de mayo de 1965 el obispo de Santo André, Dom Jorge Marcos
de Oliveira, dirige una carta abierta a Castello Branco, en la que en una de
______________
70
Publicada en la Revista da Conferencia dos Religiosos julio 1964, páginas 403-405.
71
Cf. Ecclesia (Madrid), 1 de agosto 1964, pp. 13-14.
242
sus partes dice: «Amamos al Brasil y a sus hijos, pero ¿hasta cuándo el
General Hambre esperará para desencadenar una guerra civil...? Somos
contrarios a la guerra. La condenamos y la tememos como contraria a
nuestra formación cristiana ya la índole del pueblo brasileño. ¡Cuán felices
seríamos si, cuando levantamos nuestros ojos al cielo de la patria, en vez de
ver los aviones que llevan a nuestros soldados armados hacia un país hermano (Santo Domingo), pudiéramos ver las más diligentes medidas empleadas en la solución de la grave crisis brasileña!»72 Esto no impide que
el cardenal Rossi declare en Nueva York que «Brasil se encuentra en la
buena vía» y que el Gobierno intenta lo que la Iglesia desea. Sin embargo,
de regreso a Sâo Paulo, hace notar la espantosa desocupación y la falta de
pan, contradicciones que le harán perder mucha de su autoridad.
Mientras tanto, dom Helder Câmara es ya objeto de un allanamiento
en su palacio episcopal, y continúa su prédica. En marzo del 65 habla sobre el «Diálogo entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo»73,
pero será el 31 de marzo de 1966, al negarse a celebrar una misa en conmemoración de la revolución del 64, cuando el conflicto se hace violento.
Dom Helder escribe al comandante del IV Ejército que en verdad se trata
de «una reunión cívico-militar con tonalidades políticas»74. Será entre
el 12 y el 14 de julio, en Recife, cuando, procedente de una reunión de los
obispos del Nordeste, a partir de informes elevados por la ACO (Acción
Católica Obrera del Nordeste) y la JAC (Juventud Agraria), reunidos a tal
efecto en febrero, se dio a conocer el «Manifiesto de los obispos del Nordeste»75, lo que desencadena una crisis entre la Iglesia y el Estado. «La
ambición y el egoísmo sin freno de unos -dicen los obispos- han creado
esta situación actual, en la que los pobres son sacrificados en provecho de
los privilegiados».
De inmediato se acusa a Dom Helder de organizar un complot. El 27 de
julio el Diario da Noite de Sâo Paulo anuncia que los militares prohíben la
circulación del «Manifiesto». Fray Chico, dominico francés de esa ciudad,
declara días antes (el 31 de julio) que en Brasil existe «un régimen policial
que no respeta los principios sagrados de las libertades esenciales». Acusa
de estar torturándose a dirigentes estudiantiles. Mientras tanto, el general Gouveia do Amaral, comandante del IV Ejército, hace distribuir una
______________
72
Cf. IL ¿PP? p. 174.
Cf. Mensaje. marzo-abri11965, pp. 135-138.
74
Cf. «Evolución de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en Brasil», en
Noticias da Igreja Universal (Sâo Paulo) n. 46-47,15 febrero 1968.
75
Cf. ICI (Mex.), 7 septiembre 1966, p. 30.
73
243
circular entre los párrocos y sacerdotes del Nordeste, sin autorización de
los obispos, donde critica violentamente a Dom Helder.
La campaña en contra suya se extiende por todo el país. En un artículo
del 21 de agosto publicado en el Jornal do Comercio (Recife) por Gilberto
Freyre, junto con el famoso Gustavo Corçao -en posición análoga a Maritain y von Hildebrand en Europa-, y con el obispo Castro Mayer, de
Campos (Sâo Paulo), critican el «Manifiesto» porque impide «al país, tal
como lo desea, repeler de manera decisiva al comunismo». En el editorial
del 6 de octubre, el editorialista del Estado de Sâo Paulo apoya la posición
del obispo de Campos. Mientras tanto, el mismo Castello Branco cambia al
comandante del IV Ejército y nombra al general Souza Aguiar, lo que en
cierta manera es interpretado como un triunfo de Dom Helder. Dom Fragoso, obispo nordestino de Crateus; Valdir Calheiros, auxiliar de Río;
Vicente Schere, de Porto Alegre, y otros muchos, defienden públicamente
al obispo de Recife.
Por su parte, el 18 de agosto, el cardenal Rossi deplora que «se juegue
a la Iglesia contra el Gobierno» (el cardenal defiende el statu quo). Amoroso Lima, en A Folha de Sâo Paulo, compara el 18 de agosto a Dom
Helder con Dom Vital. Este último obispo, de la época del Imperio, defendió a la Iglesia contra el Estado, «ahora, Dom Helder representa el paso de
la Iglesia polémica (a la defensiva) a la Iglesia misionera». Efectivamente,
y ésta es una de las notas esenciales de la etapa que estamos estudiando
(la décima etapa de la historia de la Iglesia en América Latina: 19621972): la Iglesia no intenta ya hablar y luchar para defender sus privilegios
o derechos adquiridos en la época de la cristiandad, sino que se arriesga
y sacrifica en función de servicio simplemente por el pueblo oprimido,
sacrificado. Brasil en esto es un país clave, esencial, paradigmático.
El XXVIII Congreso de la Unión Nacional de Estudiantes se debía
celebrar en Belo Horizonte. Por orden policial se prohíbe la reunión, y se
amenaza a todos a fin de que no presten ningún local. Sin embargo el Congreso se lleva a cabo, secretamente, en el convento franciscano76. El 4 de
agosto, en Río, el franciscano fray Guido Vlasman declara la causa por la
que se diera asilo a los estudiantes: «El Gobierno está interesado en mantener a la Iglesia en una posición superada, intentando imponer un tipo de
cristianismo liberal, esto es, el divorcio entre la vida cristiana y la profana
(política)». Se amenaza con la prisión al P. Corazza, asesor de la JUC,
______________
76
Los delegados estudiantiles entraron el 30 y 31 de julio a las misas del convento. Confundiéndose con los fieles, pasaban de la misa al convento. Salían del
convento usando el mismo procedimiento.
244
a dirigentes estudiantiles. El 1 de agosto fray Chico OP había defendido a
los estudiantes; el 2 es encarcelado. Acción Católica y las organizaciones
JEC, JUC y JAC pasan prácticamente a la clandestinidad. En septiembre las
manifestaciones estudiantiles son reprimidas brutalmente; reaccionan movimientos de laicos, sacerdotes y obispos. El mismo obispo Dom Aniger
el 22 de septiembre, en Piracicaba, está a la cabeza de la manifestación
estudiantil. En octubre del 66 el mismo obispo de Brasilia, Dom José
Newton, es acusado de subversión.
El año 1967 trae nuevas tensiones: la aplicación en Brasil de la Populorum progressio; el «Movimiento por la paz», lanzado el 11 de junio en la
iglesia de Santo Domingo por fray Chico cuando interpela a los fieles, que
están de pie: «Quien esté de acuerdo en que debemos protestar contra la
guerra, quede de pie» -y todos los fieles permanecieron de pie-; las declaraciones, que veremos en otro apartado, de algunos obispos sobre Cuba;
el manifiesto de la ACO del Nordeste del 1 de mayo, donde se declara en el
documento titulado Nordeste: desarrollo sin justicia que «asístese en el Nordeste a la sustitución de una estructura feudal por una estructura capitalista»; el 6 de noviembre el ex ministro Raimundo de Brito acusa a los sacerdotes del Nordeste de sembrar la subversión. Todo ello hace estallar, en
este año en que Castello Branco es sustituido por Costa e Silva, el conflicto
abierto, del que pondremos como ejemplos sólo cuatro acontecimientos.
En este año es sustituido Castello Branco por Costa e Silva.
El 3 de julio la policía invade violentamente el bloque F del conjunto
residencial de la Universidad de Sâo Paulo, expulsa a los estudiantes, maltrata a los muchachos, detiene a un sacerdote. Esta vez el cardenal Rossi,
127 profesores y 50 sacerdotes protestan contra la violencia policial. Un
mes después se reúne la UNE clandestinamente, ahora en el convento benedictino de Campinas (Sâo Paulo). El 2 de agosto la policía (SNI) encarcela a
once benedictinos norteamericanos de Vinhedo y Campinas y al prior
dominico fray Chico. Nuevamente la reacción es unánime. El cardenal
Rossi protesta el mismo día ante el gobernador. El 4 de agosto O Estado de
Sâo Paulo publica un editorial sobre «Las órdenes religiosas y la Seguridad
Nacional». Nuevamente reacciona el cardenal, que ahora es personalmente
atacado. El clero de la archidiócesis defiende a su obispo el 6 de agosto:
«Su Eminencia el cardenal Motta fue muchas veces llamado comunista por
la prensa. Su Excelencia Dom Helder Câmara ha sido acusado de herejía...
y ahora, el mismo diario, viene a acusar a Su Eminencia». Sin embargo,
un grupo de señoras de AC de Sâo Paulo, y después monseñor Scherer de
Porto Alegre, critican a sacerdotes que «utilizan para promoción de ideas
personales el prestigio que les viene de su dignidad».
245
Un segundo conflicto de importancia fue el de la «Radio educadora de
Maranhao», bajo la responsabilidad del obispo de Motta e Alburquerque
de la diócesis de Sâo Luis, que fue suspendida por ocho días por haber
leído el 6 de septiembre, día de la Independencia, un texto que comenzaba
diciendo: «¿Es verdadera esta Independencia que festejamos? ¿Es que
un país que tiene más de treinta millones de subalimentados es independiente?... El Brasil es un país rico, pero ¿adónde van sus riquezas?». El
obispo protesta contra la policía exclamando: «En una región de muertos es
necesario trabajar para que los hombres vivan».
Nuevo conflicto produjo el discurso de Dom Helder ante la Asamblea
legislativa de Pernambuco, al ser declarado «ciudadano pernambucano».
Aunque estaba presente el general Souza Aguiar, el obispo dijo que «si
mañana Joaquín Nabuci (héroe de la liberación de los esclavos) llegase a
Recife y recorriese, por ejemplo, nuestra zona de cañaverales, ¿sentiría
o no necesidad de reabrir la campaña abolicionista... ? Sin el efectivo
entendimiento del Tercer Mundo no conseguiremos pasar de la situación de
mendigos a la categoría de pares». El 30 de noviembre, cuando se le concedió al general igual dignidad, éste dijo en su discurso: «Es necesario
luchar contra los invasores comunistas y contra sus aliados, inclusive los
cretinos útiles» (haciendo referencia, sin lugar a dudas, al obispo).
El 5 de noviembre fueron encarcelados por la policía, bajo orden militar, cuatro jóvenes católicos que distribuían en Volta Redonda unos folletos
impresos por la Juventud Diocesana Católica (JUDICA). El 11 de noviembre
se produce un allanamiento del palacio episcopal de Dom Valdir Calheiros,
obispo de Volta Redonda. El obispo hace una declaración en el Jornal do
Brasil, que es retirado de la circulación por el ejército (el 14 de noviembre). El obispo entonces publica un documento que es leído en las Iglesias
el 19: «En tanto el coronel Armenio está precupado por descubrir personas
subversivas, yo estoy preocupado: 1) por un acuerdo salarial que se viene
arrastrando desde hace cinco meses; 2) por la diferencia que este aumento
traza entre unos y otros...». El mismo diario arriba nombrado publica el 23
un editorial: «Vestiduras Rojas». El 27 el general Aragâo, representante de
la línea dura, explica que «la Iglesia ha llegado a ser el asilo de los enemigos de Dios y de los hombres... La Acción Popular se confunde con la AC»
-ambas tenidas por subversivas-. El diputado Moreira Alves presenta el
mismo día en la Cámara de Diputados una lista de 52 sacerdotes presos,
exiliados, sumariados o procesados en Brasil desde marzo de 1964.
El 29 de noviembre, la Comisión Central de la Conferencia de Obispos
de Brasil, en «La misión de la jerarquía en el mundo de hoy», integrada
por 22 obispos de todo el país, examina el caso de Dom Valdir. La decla-
246
ración, que es conocida el 1 de diciembre, dice que «es nuestro deber explicar mejor lo que sea nuestra misión. Misión ignorada por unos, mal comprendida por otros y deliberadamente falsificada por ciertos grupos que
pretenden servir a la Iglesia para la promoción de sus propios intereses. Ni
la incomprensión, ni las distorsiones nos impedirán continuar nuestra
función por mandato divino y que ha marcado la presencia de la Iglesia en
nuestra historia... Proclamar la defensa de la civilización cristiana y, al
mismo tiempo, negar la misión de la Iglesia en la defensa de los valores
humanos, significa defender un paganismo disfrazado. Nos admiramos por
la transformación mágica de violentos liberales y agnósticos en defensores
de un cristianismo desencarnado, lejano del Evangelio»77.
El año 1968, el de Medellín, manifiesta la dramática existencia en
Brasil de una auténtica «Iglesia del silencio». Dom Antonio Batista Fragoso, obispo de Creteus, expone una ponencia en Belo Horizonte, en
enero, sobre «Evangelio y justicia social»78: «Cristo no vino sólo a liberar al hombre de sus pecados. Cristo vino a liberarlo de las consecuencias
del pecado. Estas consecuencias se encuentran en nuestra casa, en nuestras
calles, en nuestra ciudad, en el interior de nuestro país; y se llaman prostitución, discriminación racial, marginación de los campesinos, falta de
caminos y carreteras, falta de casa... Aquellos que califican a los defensores de la justicia como comunistas están luchando para implantar un régimen subversivo en Brasil, ¿por qué? Porque los pobres no esperan nada
de los que detentan el poder económico». En julio, el mismo obispo presentó el valiente documento sobre «La doctrina de la seguridad nacional»
citado más arriba, donde muestra la ideología de fondo del militarismo
brasileño comparándola con la doctrina aria de Hitler y sus antecesores,
vía Hegel, Fichte, Gobineau, donde «Cristo fue sustituido por el mito de la
raza y de la sangre» -en nuestro caso por una paganizada visión de la
cultura «occidental y cristiana».
Dom Helder, mientras tanto, de regreso de Europa, lanza el 19 de
julio, en Río, una cruzada no violenta: «Movimiento de presión moral liberadora», apoyada por muchos obispos, que prepara el camino de Medellín.
Viene allí, nuevamente, una fuerte campaña para que Roma destituya a
Dom Helder, tal como acababa de acaecer con monseñor Podestá, obispo de
Avellaneda, en Argentina. La campaña contra Comblin lleva más agua al
molino. Sin embargo, el mismo episcopado publica una declaración sobre
______________
77
78
Cf. ICI (Mex.) 302 (1967).
Cf. Marcha 17 (1968), pp. 13-30
247
los «Imperativos evangélicos del desarrollo integral de nuestra Patria», el
20 de julio79. En agosto se conoce la valiente carta de 350 sacerdotes a sus
obispos, con vistas a Medellín80, donde se habla de la «situación del pueblo
brasileño» como la de «un pueblo asesinado».
El de 1969 es un año de violencia. Las torturas a manos de la policía se
multiplican. Sacerdotes, religiosas, laicos son objeto de inhumano tratamiento. El padre Juan Talpe testimonia, ya en Chile, que «a veces se encuentra el cadáver con las uñas de las manos y pies arrancadas, los ojos vaciados
y el cuerpo vergonzosamente mutilado. Tal fue el caso de Juan Lucas
Alvez, de Río de Janeiro»81. Treinta y nueve sacerdotes de Belo Horizonte
hacen llegar a la Conferencia episcopal un documento sobre las torturas,
donde se acusa a los tres cardenales de haber aceptado que se aplique la
pena de muerte. En efecto, ante la enfermedad de Costa e Silva se hace
cargo del gobierno una Junta que decreta la pena de muerte contra la subversión. El episcopado se inquieta y lo hace público el 21 de noviembre
del 68. Doro Valdir, de Volta Redonda, acusa al Gobierno por las torturas;
en réplica es nuevamente investigado. El cardenal Sales, entonces, denuncia
por su parte los abusos y violencias, en especial contra el «Escuadrón de la
Muerte» (cuerpo paralelo de la policía) a quien responsabiliza de más
de mil asesinatos.
El mismo papa Pablo VI habla el 25 de marzo sobre las torturas en
Brasil. El Gobierno parece ya ser insensible a toda llamada. El enviado
especial en el Vaticano, coronel Manso Neto, no ha podido ser recibido por
el Papa. Ante la repercusión internacional de los hechos, el Gobierno acusa
al episcopado de traición nacional, de desprestigo a Brasil. Por último se
piensa incluso en juzgar a 17 obispos del Nordeste ante tribunal militar,
por considerarse su actividad contraria a la «seguridad del Estado», actitud generalizada en América Latina y que según la agencia de noticias
holandesa KNP es un plan que se origina en la CIA (Centro de Inteligencia
norteamericana). Las torturas continúan82, pero la Iglesia no abandona su
actitud. La muerte de un sacerdote en Recife, como veremos después, da a
la Iglesia brasileña un auténtico mártir cristiano y sacerdotal.
______________
79
Cf. Mensaje (Madrid), octubre 1968, pp. 14-15.
Cf. IL¿PP?,pp.178-192.
81
En Mensaje (Santiago) n.184, noviembre 1969, p. 568.
82
Cf. Mensaje 189, junio 1970, pp. 237ss.
80
248
bb)El golpe de estado en Argentina en 1966
Si en Brasil la actitud decidida de la Iglesia, comenzando por sus obispos, es ejemplar, en Argentina la posición profética en lo social y político
será adoptada más bien por los laicos y sacerdotes, faltando un tanto de clarividencia en el episcopado. La revolución de Onganía de 1966 será un
hecho paralelo, y de análogas consecuencias, al golpe de Estado brasileño
de 196483. El proceso del catolicismo argentino comienza entonces desde
abajo: desde el laicado. Con Perón actuó un catolicismo de derecha, nacionalista, integrista en lo teológico. Contra Perón, desde 1954, se comprometió un catolicismo social, democrático en lo político, abierto a los problemas sociales, sin vocación de poder, con un ideal de «nueva cristiandad»: Democracia cristiana, filosofía maritainiana, que se concretan en el
partido del mismo nombre, en el «Humanismo» universitario, en la Acción
Católica del 55 (perseguida por Perón y por ello antiperonista). Autonomía
de lo temporal en un dualismo casi entre la Iglesia y el Estado. Sólo
en 1960 aparece una fuerza con conciencia nueva: la JUC, en la reunión de
Lavallol. Las reuniones posteriores de Santa Fe (1961), en el Embalse
(1962) y en Tandil (1963) logran ver claramente que la experiencia «humanista» y la DC son un cristianismo social, pero «la izquierda cristiana es
integrismo de izquierda», es «el mito de una nueva cristiandad».
El año 1962 viene a confirmar la necesidad de nuevos caminos: el 18 de
marzo ganan los peronistas las elecciones, Juan XXIII indica un nuevo
espíritu, en octubre comienza el Concilio Vaticano II, y por su parte el
episcopado ha dado a conocer una declaración «Sobre la situación nacional», el 29 de junio, donde se deja ver el caos institucional84. En 1963 aparece el «social cristianismo», la DC se abre al populismo y el peronismo,
se organiza el grupo de «Economía humana», muchos jucistas entran en
organizaciones de izquierda. Mientras tanto, el cardenal Caggiano desempeña el papel de conciliador entre sectores del ejército y Guido, que ejerce
funciones presidenciales.
En 1964 la CGT lanza un «Plan de lucha» que es antecedido por un
hecho insólito en aquella época: el padre José Ruperto encabeza la «Marcha
de los Desocupados» del gremio de la carne de Berisso (frigoríficos Swift
y Armour). Disuelta la manifestación y pese a la prohibición policial, sigue
______________
83
Véase el informado estudio de Norberto Habegger, «Apuntes para una Historia», en Los católicos posconciliares en la Argentina, Galerna, Buenos Aires 1970,
páginas 91-202. El libro está dedicado al padre Pereira Neto y Juan C. Loureiro.
84
Cf. Criterio, 26 julio 1962, pp. 543-546.
249
solo el padre Ruperto durante diez kilómetros hasta llegar a La Plata
y entregar a la Legislatura el memorial donde se dice: «Ha llegado el momento de obrar». La presencia jucista hace que se produzca el primer conflicto sacerdotal latinoamericano de importancia: el padre Viscovich, decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Nelson De la ferrera, José
Gaido y Vaudagna se declaran en dos reportajes hechos públicos («Nuevos
fariseos ven a la Iglesia como una empresa industrial»; «Entre la Iglesia de
la Bolsa de comercio y la Iglesia de la CGT, me quedo con esta última»). El
arzobispo Ramón Castellanos reacciona y aparece así un prolongado conflicto. El clero joven toma ahora conciencia (describiremos en un apartado
especial la evolución de esta cuestión esencial para la Iglesia latinoamericana). El cardenal es nuevamente mediador, ahora, en 1964, entre Illía,
presidente electo, y la CGT, que ocupa 4.000 fábricas con más de 1.900.000
obreros en huelga. La actitud católica se va radicalizando: integrismo de
derecha, progresismo reformista85. El 28 de junio de 1965 se reúnen 80 sacerdotes, monseñor Podestá, obispo de A vellaneda, y Quarracino, el 9 de
julio, en Quilmes. Una nueva imagen de la Iglesia comienza a surgir86.
El 28 de julio de 1966 se repite el caso brasileño: ahora es el débil
Gobierno de Illía el que cae ante el golpe del general Onganía. Ahora suben
los católicos, grupos preferentemente tradicionales. «Cursillos de Cristiandad», antiguos dirigentes del «Humanismo» y DC, que deben compartir el
gobierno con liberales en política económica. El propósito de la «Revolución de 1966» es unir el ejército y la Iglesia, como fundamento de la
defensa de la «civilización occidental y cristiana». Las relaciones Gobierno
e Iglesia son estrechas, lo que no impide que ello de octubre el Estado
argentino renuncie a presentar candidatos para obispos, es decir, el régimen patronal ha concluido para siempre. El 28 de julio monseñor Devoto,
obispo de Goya, manifiesta su inquietud por cuanto parecería que entre
«la jerarquía y el Gobierno existiera un compromiso». Monseñor Podestá
declara que «la identificación con cualquier régimen político perjudica a la
Iglesia» (16 de agosto).
Los conflictos se producen inmediatamente. En primer lugar acontece
el enfrentamiento de la redacción de la revista Tierra Nueva, principalmente antiguos dirigentes de la JUC, con el cardenal Caggiano (fundador,
______________
85
Cf. Criterio, 28 mayo 1964, editorial.
Cf. IL ¿PP?, pp. 97-103. Sobre los acontecimientos que describimos hasta el
año 1969, puede consultarse la colección de documentos reunidos en Los católicos posconciliares... (doc. 1-60).
86
250
en su época, de Acción Católica, que sólo admite en la Iglesia una obediencia
vertical y estricta). La revista quiere repensar los fundamentos teológicos
e históricos de la praxis cristiana; el cardenal criticará, justamente, que «la
revista Tierra Nueva utiliza un lenguaje entre histórico y profético»87. Más
importante todavía es el conflicto cordobés en torno a la parroquia Cristo
Obrero, donde setenta universitarios ayunan en señal de protesta. Los sacerdotes José Gaido y Dellaferrera los apoyan; deben poco después renunciar,
y en la carta de despedida, octubre de 1966, declaran que «la experiencia
pastoral de Cristo Obrero ha sido violentamente interrumpida»88.
Tercer conflicto. Presente en todas las manifestaciones de renovación,
monseñor Podestá es objeto de críticas provenientes del Gobierno, de la
jerarquía y del nuncio apostólico. El 4 de diciembre de 1967 se releva al
obispo que había asumido en 1962 -y desde entonces había sabido crearuna actitud populista. El 2 de noviembre del 67 declara públicamente:
«Hago personalmente responsable al nuncio apostólico del deterioro que se
ha producido». Y aún acusa diciendo que «contrariamente a lo que jamás
hubiera podido creer ni pensar, la difamación y la calumnia se lanzaba al
público, incluso desde algunos altos círculos eclesiásticos»89. Por su parte,
el obispo de San Luis, Carlos Cafferata, enjuicia el 8 de mayo de 1968 al
Gobierno, así como el 7 de enero de ese año monseñor Víctor Gómez
Aragón, obispo de Tucumán, había salido en defensa del sacerdote Sánchez
y lo enfrenta con el gobernador. Monseñor Iriarte, obispo de Reconquista,
había hecho conocer una pastoral sobre la «vergonzosa explotación» de los
habitantes de la región del nordeste argentino90. En Mendoza, Córdoba,
Tucumán, San Isidro, y por último Rosario, el conflicto sacerdotal crea un
clima de enfrentamiento, hasta que el 17 de julio de 1968, cuando los fieles
impedían que se hiciera cargo el nuevo cura nombrado por el arzobispo
Bolatti, la escolta de setenta policías uniformados produjo una refriega
general, resultando heridos cinco habitantes de Cañada Gómez con balas
del calibre 45. Se produce después el hecho que terminará por derrocar a
Onganía: el «cordobazo».
El 29 de mayo de 1969 obreros de las plantas industriales, en huelga, se
hacen presentes en el centro de Córdoba. Barricadas, tiroteos, manifesta______________
87
Cf. «La pastoral sobre Tierra Nueva», del 8 de diciembre de 1966, en Los
católicos posconciliares pp. 287-291.
88
Ibíd., pp. 274-279.
89
Ibíd., p. 186. Sacerdotes, laicos y sindicalistas salen a la calle; la policía
los reprime.
90
Más adelante describiremos los conflictos sacerdotales, que en Argentina
cobran especial relieve.
251
ciones que reproducen en Argentina el «mayo» de París. Cristianos comprometidos se unen a la disconformidad multitudinaria; obreros y estudiantes expresan violentamente su hastiada ausencia. El obispo de Presidente R. Sáenz Pena, monseñor Italo Di Stefano, sale en defensa de la
juventud: «Puedo atestiguar que su espíritu es limpio, auténtico, renovado
y renovador... Mucho del espíritu del Evangelio campea en ellos». Por su
parte, diecisiete sacerdotes mendocinos dicen que «la actitud de nuestros
estudiantes no puede ser tomada a la ligera... Nuestro cómodo apego a la
tranquilidad nos vale este estado de minoridad permanente a que nos
condenan los regímenes militares sucesivos. De ninguna manera quiere
nuestra reflexión alentar a los viejos políticos profesionales... Es el pueblo
-y sólo él- quien se moviliza»91. El Gobierno, sin embargo, no deja de
presentarse como católico.
Los conflictos obreros de la obra del Chocón-Río Colorado exigieron
al obispo de Neuquén, monseñor Francisco de Nevares, efectuar una
reflexión sobre «la situación económico-social del norte de Neuquén»92
y en especial una conferencia de prensa93, donde no teme decir que lo que
parecería ser «la mayor obra argentina del siglo XX podría transformarse
en la mayor vergüenza argentina del siglo XX». Por último, el Gobierno
piensa consagrar Argentina a la Virgen de Luján, y en su anuncio del 12 de
noviembre de 1969 el presidente habla de que «en su carácter de Presidente
de la Nación» ofrecerá a la Virgen el país. Los «Sacerdotes para el Tercer
Mundo» declaran que esperamos que el pueblo no responda a una tal
Invitación en la que la religión servirá para calmar sus inquietudes». Los
obispos están divididos; el pueblo, en la absoluta indiferencia. El episcopado se reúne entre el 18 y el 26 de noviembre y la consagración se lleva a
cabo el 8 de diciembre.
El año 1970 contemplará la aparición del extremismo guerrillero
urbano; la todavía no aclarada captura del presidente Aramburu, su
muerte, y la intencionada manera de querer comprometer al sacerdote
«tercer mundista» Alberto Carbone, que después de largo juicio, acusado de
encubrimiento (pero en verdad de «secreto de confesión») es dejado en
libertad en diciembre. El Gobierno quiso una condena del movimiento
sacerdotal por parte de la Iglesia. El episcopado, en días en que desde
______________
91
Ibíd., pp. 394-396.
Cf. Criterio, número extraordinario, noviembre 1969, pp. 890-894; dada en
Neuquén, el 11 de noviembre.
93
Criterio, 9 abri11970, pp. 222-223.
92
252
Roma se comunicaba la excomunión del sacerdote correntino Marturet,
efectúa una declaración que es exhortativa y crítica pero no condenatoria:
deja disconforme al gobierno de Levinsgton y a los sacerdotes94.
Con motivo del Año Nuevo de 1971, monseñor Zazpe, arzobispo de
Santa Fe y presidente del Departamento de Pastoral del CELAM, escribe una
valiente pastoral sobre la situación del país, sobre las injusticias y la posición de la Iglesia. El obispo de Paraná, monseñor Tórtolo, presidente de la
Conferencia de obispos, no deja de señalar que los obispos no deben dejarse
guiar por su «opinión personal» sobre los acontecimientos. Es decir, en
Argentina, son sólo los sacerdotes los que van testimoniando ante el pueblo
la fe cristiana. «La historia reciente nos muestra que hasta concluido el
Concilio fue más bien una Iglesia conservadora; en el período inmediatamente posconciliar dominó una línea liberal, progresista, de modernización
y renovación; últimamente comenzaron a acentuarse las corrientes de
orientación sociopolítica, revolucionaria y popular»95.
El triunfo masivo del peronismo el 11 de marzo y el 23 de septiembre
de 1973 dieron la razón a los «Sacerdotes para el Tercer Mundo».
cc)El golpe de Estado en Perú en 1968
En 1962 Perú contempló un triunfo electoral de Haya de la Torre. Los
militares lo anularon y por nueva elección subió al gobierno la coalición de
Belaúnde Terry .El episcopado había recordado en una carta pastoral,
«Política y deber social», la posición cristiana antes de las elecciones
de 1963. Ese mismo año surgen focos guerrilleros, que después son confundidos casi con un proceso de apropiación de la tierra, que se acelera
en 1964. Belaúnde decreta la pena de muerte y lanza una represión sangrienta en las zonas amazónicas de la Sierra, en los reductos donde caían
montañeses y campesinos. La pérdida de confianza, el deterioro de toda su
política llevó a que en la noche del 2 de octubre de 1968 se produjera un
golpe militar -semejante al brasileño y argentino- pero con características mucho más nacionalistas, no dependiente, de inspiración más
social, con carácter más popular. El cardenal Landazuri-Ricketts declara
______________
94
Véase esta cuestión en Sacerdotes para el Tercer Mundo. Crónica. Reflexión.
Publ. del Mov., Buenos Aires 1970, pp. 116ss. Sobre la declaración de la comisión del
episcopado y la respuesta del movimiento, véase Polémica en la Iglesia. Búsqueda, Buenos Aires 1970: la comunicación fue dada a la luz el 12 de agosto.
95
Gera-Rodríguez Melgarejo, «Apuntes para una interpretación de la Iglesia
argentina», en Víspera n. 15, febrero 1970, pp. 86ss.
253
que se alegra en la «afirmación de soberanía nacional y la independencia
económica que representa la recuperación total del complejo petrolero de
Talara (que tan mal visto fue en Estados Unidos)... Al mismo tiempo formulo votos para que la Nación retorne, por el sano ejercicio del sufragio
democrático, a la normalidad constitucional»96.
La actitud distinta del militarismo peruano ha evitado, en grandes
líneas, un enfrentamiento aun con laicos y clero. El mismo episcopado
aprobaba en 1970 la «Ley de comunidades industriales», medida desarrollista importante. Esto no significa que Perú se encuentre en el mejor de los
mundos posibles. Muy al contrario. Ya en marzo de 1968, reunidos en Cieneguilla, un importante grupo de sacerdotes, apoyados después por el cardenal, emitió una «Declaración de sacerdotes peruanos» donde se muestra
cómo «el Perú es una nación proletaria del mundo», y, por su parte, «la
mayor parte de los peruanos son proletarios en el Perú»97. La interpretación sociopolítica quizá «llame a algunos la atención y traten de deformarla o censurarla» -dicen los sacerdotes-, pero se trata «de que la
historia de la Iglesia y la historia del mundo se influyen mutuamente». El
mismo episcopado concluye la reunión de la Conferencia nacional (del 20
al 25 de enero de 1969) con una declaración sobre «La Iglesia denuncia
esta situación de pecado».
Ante la ocupación de templos por parte de obreros, en especial la catedral de Trujillo, se puede ver la conciencia cada vez más atenta a lo sociopolítico de la Iglesia peruana. El ONIS-Norte, movimiento sacerdotal del
que nos ocuparemos más adelante, declara en favor de los obreros despedidos por las Industrias Metalúrgicas Triumph: «No queremos ni industrias ni parques industriales si éstos han de servir para hacer más ricos
a los ricos y más pobres a los pobres»98. Es de notar que el 24 de junio
de 1969 el presidente, general Velasco Alvarado, en su discurso sobre el
decreto-ley de la reforma agraria citó un párrafo de la declaración que
sobre la cuestión había hecho el ONIS (Oficina Nacional de Investigación
Social) el 20 de junio.
dd)La situación ante Stroessner
En Paraguay el general Alfredo Stroessner, que gobernaba desde septiembre de 1954, había logrado dominar a la Iglesia y no tener enfrenta______________
96
Cf. ICI (Mex.) 333 (1968).
Cf. IL ¿PP? .pp. 288-299; en Marcha, n. 17 (1968), pp. 21-25.
98
IL ¿PP? .p. 324.
97
254
mientos directos, aunque un valiente sacerdote, el padre Ramón Talavera,
había producido en su momento una reacción por sus declaraciones, prédicas, huelgas de hambre y movilizaciones, lo que le valió la expulsión del
Paraguay. En 1958 una huelga general de trabajadores debió replegarse
ante el método policíaco del Gobierno. El episcopado no se hizo sentir sino
en pocas ocasiones. Por ejemplo, el 28 de junio de 1963 se publica una
postoral sobre el desarrollo y sobre «la evasión de capitales nacionales que
constituye un grave pecado de egoísmo»99. En 1964, una carta pastoral
colectiva hace conocer cómo el 50 por ciento de las uniones son libres y el
50 por ciento de los hijos son ilegítimos en Paraguay. Es necesario dar a la
familia un «espacio vital» físico, económico, jurídico, moral y religioso.
Habrá sin embargo que esperar hasta 1969 para contemplar un conflicto
directo. El obispo de Villarrica, monseñor Felipe Santiago Benítez, se ocupó especialmente de los obreros de la compañía de Rosado, que vieron sus
ranchos reducidos a escombros. Esta y otras actitudes del obispo hicieron
que el Gobierno lanzara una orquestada campaña contra el prelado. Por su
parte, los jesuitas eran igualmente perseguidos, y un periódico oficialista
publicó «la acusación calumniosa contra tres de los obispos del Paraguay de
estar implicados en los planes de guerrillas»100.
El 23 de abril los habitantes de Villarrica, en número de setenta
y cinco, hacen una declaración mesurada pero profética. El descontento
estudiantil sube; hay huelgas, manifestaciones. Los obispos abogan por los
prisioneros políticos que Stroessner mantenía incomunicados, unos cien
entre hombres y mujeres, que se encuentran sin defensa, sin juicio. Todo
llega a su culminación cuando los obispos protestan airadamente contra el
proyecto de ley sobre «Defensa de la democracia y el orden político y
social» (ley que de un modo u otro emana de la CIA americana y que se inspira en medidas tomadas por el militarismo brasileño, argentino, etc.)101.
El 22 de octubre el Gobierno realiza diversos actos represivos: en primer
lugar expulsa del país al padre Francisco de Paula Oliva, jesuita, profesor
de la Universidad Católica, y trata brutalmente a una procesión de Vía
Crucis, apaleando, hiriendo e insultando a sacerdotes, religiosas y laicos.
El arzobispo de Asunción, monseñor Aníbal Mena Porta, excomulga a las
autoridades responsables en un Mensaje dado el 26 de octubre102. Poco
______________
99
Cf. ICI 192 (1963), p. 8.
Cf. IL ¿PP? .p. 283.
101
Cf. Cuadernos para el diálogo Madrid, noviembre 1969, pp. 39-40.
102
«Paraguay; un grito en la noche», en Mensaje n. 189, diciembre 1969, p. 620.
100
255
después se incauta la policía de la publicación oficiosa del episcopado,
Comunidad, lo que hace que el 31 de octubre se dirija por carta abierta el
secretariado general del episcopado al Ministerio de Educación y Culto.
Todavía el 7 de diciembre el episcopado denuncia un proyecto de Stroessner de formar una Iglesia nacional.
ee)La región del Caribe
En esta región los enfrentamientos van en aumento. El dictador de
Haití, Duvalier, que gobernaba desde 1957, había dado a las otras Repúblicas ejemplo temprano de represión contra la Iglesia. En noviembre
de 1962 se conocía ya la expulsión de sacerdotes en Gonaïves103. Poco
después el sacerdote Milán es encarcelado en Puerto Príncipe por actividades subversivas. El episcopado excomulga a Duvalier. En 1964 son
expulsados todos los jesuitas del país, en número de doce. El dictador no
admitía a la Iglesia como poder paralelo; usaba toda su fuerza para eliminar su influencia, aunque se ocupaba menos del hecho de que el 90 por
ciento de la población sea analfabeta. Pasaban los años y la situación
no cambiaba. Todavía en 1969 se expulsaron diez sacerdotes, el último
de los cuales salió del país el 22 de agosto. La dictadura decía luchar contra el comunismo siguiendo la línea del Departamento de Estado norteamericano. Expulsaba nuevos sacerdotes, los torturaba, los metía en
prisión. Sin embargo se presentaba a Duvalier como campeón de la fe
cristiana y se definía a «la revo1ución duvalierista» como «revolución
humana y cristiana»104.
En la vecina República de Santo Domingo, desde la caída de Trujillo
en 1961, y del derrocamiento de Juan Bosch en septiembre de 1963, el país
vivió una Junta militar que fue apoyada por una intervención directa de los
Estados Unidos en 1965. La Iglesia ha vivido muy de cerca todo ese caos
institucional y político. En 1963 monseñor Beras clamaba por la necesidad
de una reforma social en una pastoral que fue leída en todas las iglesias,
donde se aplicaban a Santo Domingo las directivas de la encíclica Mater et
Magistra. Después de la intervención militar el episcopado insiste en la responsabilidad de los cristianos ante la cuestión política, pero él mismo se
declara neutral políticamente en las elecciones del 1 de junio de 1966.
Se produjeron expulsiones de sacerdotes en 1969, pero todo alcanzó la
______________
103
104
Cf. ICI 183 (1962), p. 12.
Cf. Le nouveau monde (Puerro Príncipe), 18 agosto 1969.
256
significación de un grave conflicto cuando el Gobierno negó la entrada
en el país a los padres Sergio Figueredo SJ y Gratiniano Varona OP, el 13
de junio, de regreso de un viaje. El episcopado y los prelados de las
Órdenes pidieron explicaciones al Gobierno. Figueredo decía, dirigiéndose
a sus superiores de Roma, que «mientras nuestros programas de TV se
mantenían en la esfera de lo estrictamente religioso y en la pastoral sexual,
como era lo corriente, no tuvimos ningún problema. Pero desde el
momento en que empezamos a dar a conocer los documentos sociales de la
Iglesia, y a reflexionar sobre nuestra realidad concreta...el resultado lo
estoy viviendo ahora»105. El 29 de junio de 1970 se expulsaron dos religiosos de La Salle, cerrándose en señal de duelo todas las iglesias del país
el domingo siguiente.
En Puerto Rico, la Iglesia toma a veces la responsabilidad políticoprofética de la causa latinoamericana. Por ejemplo, en 1963 el obispo
Aponte, auxiliar de Ponce, se declaraba contrario a la enseñanza del inglés en las escuelas. Pero nunca ha resonado en la isla voz tan clara como
la de monseñor Parrilla Bonilla, obispo sin sede, tomando la cabeza en
manifestaciones en pro de la independencia. El día del «Grito de Lares»
(el 23 de septiembre de 1970) el mismo obispo quemó públicamente las
cartillas militares de cinco mil ciudadanos puertorriqueños: «Es Cristo
a quien debemos ver detrás de todo movimiento de liberación...¿Cómo
comprender tantos compromisos de parte de una institución (La Iglesia) llamada por vocación a ser profética?» y agregó: «Lograr la liberación
política y socioeconómica es realizar lo que hizo Moisés y Jesús. Es a
los ministros del Señor a los que les toca comprometerse en la liberación.
En los años próximos habrá cada vez más sacerdotes, religiosos y laicos en
las prisiones, en las cámaras de torturas... Sería una desgracia para la Iglesia de Cristo si no aporta su testimonio en la inmensa tarea de liberar
al mundo de la esclavitud en todas sus formas»106. En marzo de 1969, el
mismo obispo había lanzado un llamamiento al clero de la isla, que terminaba deciendo: «El sistema capitalista, con su característico lucro ilimitado, de competencia desquiciadora de valores espirituales, y el carácter
absolutista de la propiedad sin contenido social, tiene que dar paso a un
sistema socialista popular de factura democrática en el que el hombre y
la sociedad sean lo primordial»107. Con estas palabras podemos ya encarar
______________
105
Cf. IL ¿PP? , pp. 359-366; véase William Wipfer, The Churches of the Dominic Republic in the light of history, CIDOC, Cuernavaca 1966, pp. 101-113.
106
ICI 370 (1970), pp. 14-15
107
IL¿PP?, p. 347.
257
el apartado siguiente, comentando, sin embargo y previamente, lo esquemáticamente expuesto hasta aquí.
Como puede verse, la actitud de la Iglesia ante los regímenes de fuerza
-podríamos todavía indicar los de Nicaragua, Panamá, etc.- no es ya la
de mera defensa de los privilegios que le quedaban desde la cristiandad
colonial. La Iglesia ahora crea conflictos porque sale en defensa del pobre,
porque lanza hacia delante, proféticamente, el proceso de la liberación.
«Pedimos también que se abandonen métodos tan condenables como son las
torturas, las prisiones ilegales, los exilios y la supresión de vidas humanas... Queremos señalar que la raíz más profunda -dice la declaración de
sacerdotes nicaragüenses encabezada por Ernesto Cardenal, el Rubén Darío
de la liberación cristiana latinoamericana- de todo malestar social es la
falta de justicia»108.
c)La Iglesia ante el movimiento socialista y la violencia
Si Brasil es el caso límite de un gobierno militarista, Cuba en cambio
se manifiesta como su opuesto: el de un pueblo que ha elegido la vía
del socialismo.
aa)La situación en Cuba.
La isla del Caribe, Cuba, tiene una historia distinta de la de sus hermanas. Descubierta el 27 de octubre de 1492, fue colonia de España
hasta 1898, cuando después de treinta años de guerra de la independencia
los liberales constituyen la República. En el siglo XX la Iglesia tiene una
presencia activa en la vida nacional. Se funda Acción Católica; en 1933
el padre Manuel Arteaga, que será cardenal en el momento del enfrentamiento con Castro, entrega al presidente Grau las encíclicas sociales, que
dejan ver su influjo en la Constitución de 1940. En 1941 surge la Democracia Social Cristiana. La Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva es una institución de gran peso en la cultura cubana. En 1954 fue elegido presidente fulgencio Batista, que gobernaba en Cuba, de hecho,
desde 1933 con algunos años de ausencia. En 1956, el abogado Fidel Castro, antiguo dirigente estudiantil universitario y activista en guerrillas latinoamericanas, comienza la lucha contra el dictador en Sierra Maestra.
Junto a él se encuentra el médico argentino Ernesto Guevara, «reformista»
______________
108
Marcha, n. 17, septiembre 1968, p. 21.
258
en la lucha universitaria y marxista declarado. En julio de 1953 monseñor
Pérez Serantes, arzobispo de Santiago de Cuba, había dirigido una carta
al coronel Del Río para interceder por los fugitivos que atacaron el cuartel de Moncada. Fidel Castro se encontraba entre los atacantes y debe la
vida al prelado, que, aunque se le opuso poco después, declarará en el
momento de su muerte: «Todo lo que nos está sucediendo es providencial...
Nosotros creíamos más en nuestros colegios que en Jesucristo»109. El 2 de
enero de 1959 entraba Castro en Santiago de Cuba, y el 8 llegaba triunfalmente a La Habana.
La etapa cumplida por Castro en 1959 se podría denominar «democrática y humanista». Esto no obsta para que el arzobispo de Santiago haga
conocer una fuerte circular, «Ante los fusilamientos»110, del 29 de enero.
El episcopado en pleno interviene nuevamente el 13 y el 18 de febrero
defendiendo la enseñanza privada. La ley de reforma agraria del 17 de
mayo de 1959 alerta al episcopado con respecto a una real presencia de la
doctrina comunista, incipiente, en el nuevo Gobierno. En el «Congreso
católico» de noviembre de 1959, reunión multitudinaria a la que asistió Castro, se coreó: «Queremos Cuba católica», «Cuba sí, Rusia no».
Desde diciembre de 1959 (se condena al comandante Húber Matos)
hasta abril de 1961 se produce la progresiva orientación hacia el marxismo.
En febrero de 1960 se firma un convenio comercial cubano-ruso. El 27 de
junio Castro dice en un discurso: «Quien es anticomunista es antirrevolucionario». El 17 de abril de 1961 exiliados cubanos, con apoyo norteamericano, invaden Cuba en Bahía Cochinos. Son aplastados. Fidel gobierna
ahora definitivamente. La Iglesia -no podía ser de otro modo en esa
época- se opone frontalmente al régimen. El 7 de agosto de 1960 declara
el episcopado que «no se le ocurra pues a nadie venir a pedirles a los
católicos, en nombre de una mal entendida lealtad ciudadana, que callemos
nuestra oposición a estas doctrinas, porque no podríamos acceder a ello sin
traicionar nuestros más profundos principios contra el comunismo materialista y ateo. La mayoría absoluta del pueblo cubano, que es católico, sólo
por engaño podría ser conducido a un régimen comunista»111. El 8 se septiembre, en la fiesta de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de
______________
109
Aldo Büntig, «La Iglesia en Cuba. Hacia una nueva frontera», en Revista del
CIAS (Buenos Aires) n. 193 (1970), p. 21. Nos inspiramos en este trabajo para la exposición de la cuestión cubana.
110
En Criterio, 26 marzo 1959, pp. 235-236.
111
La Voz de Cuba (La Habana 1961), p. 97.
259
Cuba, fue violentamente reprimida la manifestación católica, desatando en
cadena una persecución violenta, expulsándose religiosos y religiosas, y laicos influyentes. En marzo de 1961 Castro dice que los curas son «como
aliados al robo, al crimen, a la mentira; son hoy la quinta columna de la
contrarrevolución»112.
Desde 1961 a 1968 la Iglesia se transforma en una Iglesia cultual,
puertas adentro del templo, «Iglesia del silencio». Sin embargo, incluso
en esa época hay signos de cambio. Primero, la paternal posición de
Juan XXIII que en noviembre de 1961 desea «prosperidad cristiana al
pueblo cubano», permitiendo que Cuba nombre al Dr. Amado Blanco
embajador en Roma. En 1960 había unos 745 sacerdotes diocesanos en
Cuba, en 1969 sólo 230; en aquella época 2.225 religiosas, en 1970 unas
200. En 1962 se hizo presente en la isla el nuncio monseñor César Zaccho,
de experiencia en países socialistas. La actitud comenzó a cambiar. En
1963 decía Castro en un discurso que «los imperialistas han querido volver a la Iglesia contra la revolución, pero no la han podido». En el mismo año Castro pide al nuncio que envíe misioneros belgas o canadienses.
Mientras tanto había comenzado el Concilio; los obispos cubanos pudieron
asistir; en 1968 se reúnen los obispos en Medellín; el clero católico ha
adoptado actitudes revolucionarias.
Desde enero de 1968 comienza una nueva época. Castro, al dirigirse al
Congreso Intelectual de La Habana, ante 500 intelectuales de todo el
mundo, dice: «Nos encontramos innegablemente frente a hechos nuevos...
Estas son las paradojas de la historia: ¿cómo, cuando vemos a sectores del
clero devenir fuerzas revolucionarias, vamos a resignarnos a ver sectores
del marxismo devenir fuerzas eclesiásticas?»113. El 14 de diciembre Castro se había hecho presente en la nunciatura cuando el nuncio canadiense
confirió al de Cuba el orden episcopal, para marcar, públicamente, unanueva actitud. Por su parte -hecho importante, como veremos-, el
obispo brasileño monseñor Eugenio Sales hizo una visita a Cuba en 1967.
En 1968 el nuncio cubano declaraba a la Inter-Press service (de la DC) que
«la Iglesia debería comenzar a pensar el lugar que debe ocupar en la nueva
sociedad (socialista)»114.
______________
112
Büntig, op. cit., p. 14.
Gheerbrant, op. cit., p. 194.
114
ICI 309 (1968), p. 17. Monseñor Zacchi sostiene que Castro no es «ideológicamente cristiano, pero lo es éticamente». Véase lo que indica Büntig, (op. cit., páginas 25-28) sobre «el hombre nuevo» en Castro.
113
260
Todo esto fue permitiendo el «comunicado» del episcopado cubano del
10 de abril de 1969115. Los obispos, a la luz de Medellín, se propondrán
reflexionar sobre la nueva situación. La novedad, la «originalidad reside
en una renovada visión de nuestra moral social de acuerdo con las responsabilidades que nos plantea el problema del desarrollo». Desde esa visión
será ahora posible a la Iglesia cubana comenzar un nuevo camino. Más aún,
comenzar una defensa del pueblo cubano ante el bloqueo económico:
«Buscando el bien de nuestro pueblo y fieles al servicio de los más pobres,
conforme al mandato de Jesucristo y al compromiso proclamado nuevamente en Medellín, denunciamos esta injusta situación de bloqueo que contribuye a sumar sufrimientos innecesarios ya hacer más difícil la búsqueda
del desarrollo», El «comunicado» no fue aceptado unánimemente por los
católicos, pero la ASO (nueva modalidad cubana de la AC), en su reunión
anual del 16 al 17 de agosto de 1969, reconoce al «comunicado» «como
punto de partida válido para acometer la renovación pastoral»116.
El 3 de septiembre de 1969 el episcopado hizo conocer otro «comunicado» en torno a la cuestión de la fe, su problemática, su crecimiento.
Llama la atención el punto 8 sobre «el ateísmo contemporáneo», que «en la
promoción de todos los hombres y de todo el hombre hay un campo
enorme de empeño común entre todas las personas de buena voluntad, sean
éstos ateos o creyentes»117. «Ésta es una hora en la que, como en todas las
horas, hemos de saber descubrir la presencia del Reino de Dios en medio
de los aspectos positivos de la crisis por la que atraviesa nuestro mundo en
este giro de su historia»118.
La Iglesia ha cambiado entonces su actitud ante el socialismo; el mismo
Gobierno de la República Socialista de Cuba tiene otra posición que en 1960
ante la Iglesia. En efecto, en toda América Latina, al comienzo de esa
década, era común la condenación lisa y llana del comunismo. Por ejemplo,
en 1960 el episcopado peruano habla sobre «el comunismo como la negación de la sociedad»119. En 1962 el episcopado venezolano se declara sobre
la difícil situación social, sobre la nefasta infiltración comunista y el ateísmo
que le es propio120, El episcopado centroamericano y el de Panamá publican una carta pastoral conjunta «Sobre el comunismo»121, cuestión que
______________
115
Büntig, op. cit., pp. 53-54.
Ibíd., p. 30.
117
Ibíd., p. 55.
118
Ibíd., p. 58.
119
Cf. Ecclesia, 31 diciembre 1960, pp. 15-16.
120
ICI 178 (1962), p. 26.
121
Ecclesia, primer semestre 1962, p. 395.
116
261
es nuevamente recalcada por los obispos de guatemala en otra carta pastoral
«Sobre los problemas sociales y el peligro comunista»122.
En esos años, sin embargo, se deja oír una voz discordante: el obispo
de Conakry (Guinea), monseñor Tchidimbo, piensa que es posible un «socialismo africano que tendrá a Dios por centro». La cuestión se plantea en
el Concilio en círculos estrechos, en conversaciones de pasillos. En febrero
de 1964 (del 20 al 27) tiene lugar en París la «Semana de Intelectuales
Marxistas», con la intervención de Yves Jolif. Comienza un diálogo que es
continuado en Barcelona, en 1964, en las «Semanas Sociales» sobre «La
socialización». Dom Helder Câmara comienza a hablar en Latinoamérica
sobre la posibilidad de un «socialismo personalista».
El camino es lento. El cardenal chileno monseñor Silva Henríquez
declara que «es necesario cambiar las estructuras, sin capitalismo ni comunismo», «queremos una solución cristiana»; con el mismo espíritu se
inquieta Perú cuando el ministro Miró Quesada quiso implantar clases de
marxismo en la escuela secundaria. Pero será sólo en 1967 cuando la cuestión del socialismo alcanzará un relieve especial en América Latina
-preparada, efectivamente, por el compromiso de estudiantes universitarios en Brasil, Chile, Argentina, Perú, México, etc.-. Monseñor Eugenio
Fragoso, obispo de Crateus, dio una conferencia el 9 de octubre de 1967,
explicando las razones que le movieron a ir a Cuba y cuáles fueron sus
declaraciones al regreso123. «¿Por qué el obispo de Crateus ha dicho que
Cuba, que la valentía de la pequeña Cuba, era un símbolo y un llamado
para América Latina... ?» El obispo da cuatro razones. La primera, porque
Castro luchó contra la dictadura militar de Batista y contra la imposición
de los Estados Unidos, porque cuando pensó efectuar la reforma agraría
«el 40 por ciento de las tierras pertenecían a norteamericanos; éstos protestaron y el Departamento de Estado dijo: Aquí, no. Entonces, en nombre de
una pequeña isla de seis millones de habitantes, Fidel Castro dijo a los
gigantes más ricos y los mejor armados del mundo, con sus doscientos
millones de habitantes: No cederemos. No retrocederemos. La reforma se
hará... ¿Quién tuvo la culpa? No soy yo quien dará la respuesta. Es John
Fitzgerald Kennedy...el que declaró explícitamente en el curso de su
campaña electoral: La falta, la responsabilidad de la salida de Cuba de la
unidad continental y su entrada bajo la órbita soviética incumbe a los Estados Unidos, que no supieron dar apoyo a sus aspiraciones, a la libertad de
la pequeña isla». Y el obispo continuó diciendo: «¿Por qué el gobierno no
______________
123
ICI, 15 diciembre 1967, pp. 39-40.
262
tiene la valentía de cerrar las universidades, las escuelas secundarias y de
conducir un millón de profesores para que alfabeticen y concienticen en
cuatro meses a los cuarenta millones de brasileños que tienen esta necesidad? ¡Como lo ha hecho Castro en Cuba!» Poco después, el 11 de marzo
de 1968, Dom Helder, en una conferencia en el Instituto Católico de Recife, indica que el cristiano no tiene nada que temer al hecho de que el
mundo marche hacia el socialismo, ya que «puede ofrecer una mística de
fraternidad universal y de esperanza incomparablemente más amplia que la
mística estrecha de un materialismo histórico... Los marxistas sienten la
necesidad de revisar, por otra parte, su concepto de religión»124.
El año 1969 trajo nuevas sorpresas. Por ejemplo, los obispos venezolanos quieren servir de intermediarios entre los guerrilleros -dice el cardenal Quintero, de Caracas- y el Gobierno (se trata del COPEI, la DC venezolana, que está en el poder desde diciembre de 1968). Por su parte,
monseñor Botero Salazar, de Medellín, enuncia la cuestión de si «es posible
la colaboración con los marxistas en la pastoral y en el apostolado social»125. Doctrinariamente, el sucesor de monseñor Larraín en Talca,
Carlos González, declara en una pastoral, «Construyendo en la esperanza»,
que se podría sostener un cierto socialismo. «No se podría en las actuales
circunstancias desconocer -nos dice- el derecho de los laicos cristianos a
buscar una forma de socialismo corregido. Un socialismo cuya finalidad
sea construir una sociedad centrada en el hombre, en sus valores, y en la
plena vocación a perfeccionarse como hombre e hijo de Dios»126. La
situación de la juventud de la DC chilena, que se separa de ésta (el MAPU)
como la DC se había separado del Partido Conservador (la Falange), debió
de mover al obispo de Talca a plantearse esta grave cuestión. Lo cierto es
que el socialismo es ya usado por los cristianos como formulación posible
dentro de sus opciones políticas, económicas, humanísticas.
bb)La revolución de México y Chile
Es importante comparar la actitud de la Iglesia en dos revoluciones
latinoamericanas.
Medio siglo antes que en Cuba se había comenzado la revolución mexicana de 1910. Sólo en 19641a Iglesia reconocerá los aspectos positivos de
______________
124
ICI 307 (1968), p. 14.
Cf. Ecclesia, 7 junio 1969, pp. 23-24.
126
En Mensaje n. 181, agosto 1969, p. 385.
125
263
esa «Revolución» en el «Documento de San Luis de Potosí» emanado de los
órganos de AC. El mismo monseñor Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca,
había anticipado la noticia a la revista Life, del 13 de abril. La Iglesia
mexicana debió afrontar la crisis en un momento de la agonía de la cristiandad colonial en el que no tenía todavía posibilidad de responder proféticamente (como lo comenzó a hacer en Cuba); el modo como pudo responder a la «Revolución» condiciona todavía la vida misma del católicismo
mexicano. En efecto, en tiempos de Calles (de 1924 en adelante) había crecido visiblemente un cierto catolicismo social127 que hizo posible el congreso Nacional Católico Obrero, la Liga Nacional Católica Campesina y la
Liga Nacional Católica de la Clase Media. Todas estas organizaciones
desaparecieron en el conflicto religioso de 1926-1929, donde los
«cristeros» encarnaban todavía los ideales de la cristiandad desaparecida.
La «Revolución» no era marxista, y sin embargo fue una real revolución.
Las estructuras de México cambiaron. No era una revolución proletaria
(porque no había industria), ni propiamente campesina, sino del pequeño
burgués contra la alta burguesía oligárquica del siglo XIX, reformista en lo
agrario, liberal anticlerical en lo cultural, socializante en su espíritu. La
Iglesia recibió el golpe frontal mente y quedó un tanto encerrada dentro
del templo. En el culto tuvo libertad, pero perdió la calle. La Iglesia no ha
recuperado todavía en el presente una presencia social, cultural, críticoliberadora, aunque pareciera que es posible una próxima apertura. «En
algunos centros o círculos, desgraciadamente reducidos, el Concilio y las
encíclicas han despertado interés, pero mucho menos del que merecerían,
porque la jerarquía en general no ha puesto gran énfasis en ello», nos dice
el padre Alberto de Ezcurdia. Y agrega, aludiendo a los documentos eclesiales con respecto a cuestiones sociales y respondiendo a la pregunta de si
se refieren a problemas concretos: «No. Siempre se mantienen en el
terreno de lo abstracto»128.
En Chile, en cambio, la situación es muy distinta. El triunfo de
Eduardo Frei en 1964, candidato de la DC, es un momento importante dentro de la historia de los compromisos temporales de la Iglesia en América
Latina, fruto de pacientes treinta años de acción social en Chile, lección que
será aprovechada por el COPEI (la DC venezolana). Pero muy importante es
también porque posibilitó, de inmediato, la superación del ideal de «nueva
cristiandad» que la Democracia Cristiana tenía en su fundamento.
______________
127
Víctor Alba, Las ideas contemporáneas de México, FCE, México 1960, página 17 y siguientes.
128
En Víspera n. 5, abri11968, pp. 44-45.
264
En 1962 el episcopado dio a conocer una pastoral colectiva acerca de
«El deber social y político en la hora presente», que tuvo mucha influencia
en toda América Latina. Se insistía sobre la imposibilidad de colaboración
con los comunistas129. Poco antes monseñor Larraín, obispo de Talca,
publicaba «El desarrollo económico a la luz de la Mater et Magistra»130.
Ese mismo año aparecía el famoso número dedicado a la revolución
(noción, alcance, sentido en América Latina para la conciencia cristiana) en
la revista Mensaje, fundada por el padre Alberto Hurtado y editada por el
Centro Bellarmino. En octubre de 1963 aparecerá otro número dedicado a
la visión cristiana de las «Reformas revolucionarias en América Latina».
La Democracia Cristiana, de un débil 13 por ciento de los votos en 1957,
logra el 54 por ciento el 4 de septiembre de 1964 con la consigna de
«Revolución en libertad». Pero inmediatamente es bloqueada por las fuerzas conservadoras y de izquierda. Monseñor Larraín escribe otra pastoral
en octubre de 1965 sobre «Desarrollo: éxito o fracaso en América Latina»131. «Lo más grave -decía don Manuel- para nosotros latinoamericanos, más que la bomba atómica es el subdesarrollo material y espiritual
de los pueblos que forman el Tercer Mundo... El subdesarrollo es un mal;
hay que condenarlo como un enemigo del género humano... Hay que suprimir el despilfarro. El primer despilfarro es la carrera armamentista, que
absorbe sumas increíbles. El problema del desarrollo y los problemas del
desarme van juntos».
Otros hechos, como la reforma agraria eclesial (desde 1961), las
«Semanas sociales» (desde 1963), la crisis de las universidades católicas
desde 1967 (que comentaremos más adelante), la gran misión de Santiago
(1963), el Sínodo (desde 1967) indican una gran vitalidad de la Iglesia de
las costas del Pacífico. Sin embargo, el desgaste de la DC permitirá que sea
elegido presidente de la nación el candidato del Frente Popular, el doctor
Allende, el 4 de septiembre de 1970. La Iglesia reaccionó favorablemente
ante el hecho, mostrando una actitud francamente positiva ante un gobierno
socializante. El cardenal Silva Henríquez indicaba en 1970 «las responsabilidades por el orden injusto que reina en América Latina»132, lo que permite apreciar el alto grado de autoconciencia de la actitud eclesial. El cardenal fue uno de los primeros en saludar al presidente electo del Frente
______________
129
Cf. Mensaje, noviembre 1962, pp. 577-587.
Cf. La Voz (Santiago), 10 agosto 1962, p. 10.
131
Cf. SIC (Caracas), junio 1966, p. 257; julio-agosto 1966, pp. 314-349.
132
ICI 360 (1970), p. 12.
130
265
Popular, quien contaba entre sus filas con grupos pujantes de la juventud
cristiana, socialista por principio y revolucionario por actitudes concretas.
cc)La Iglesia ante la violencia subversiva en Colombia, Bolivia
y otras regiones
Iremos describiendo los ámbitos dentro de los cuales se han vivido los
hechos violentos de la violencia subversiva que emerge desde la violencia
opresora, y que sufre después, por su propia dialéctica, la violencia coercitiva, de mayor importancia y significación133.
Colombia, es bien sabido, es tierra de violencia desde su colonización,
desde el siglo XVI. Para nuestros fines debemos recordar que el 7 de febrero
de 1948, cuando se celebraba en Bogotá la Conferencia Panamericana,
centenares de miles de descontentos desfilaron por las calles céntricas, repudiando al Partido Conservador. Poco después fue asesinado el líder liberal
y popular Gaitán, lo que desató la «violencia». Hasta junio de 1953 en que
se hizo cargo del poder Rojas Pinillas, hubo unos doscientos mil muertos:
los liberales mataban en recuerdo de Gaitán y por la libertad, y los conservadores por Cristo Rey. En mayo de 1957 una huelga general paralizó el
país, y poco después Rojas Pinillas abandonaba Bogotá. Los conservadores
y los liberales firmaron un pacto en el Frente Nacional, repartiéndose la
presidencia y el poder por períodos de cuatro años hasta 1974. Así fue elegido Lleras Camargo (1958), Valencia (1962) y Lleras Restrepo (1966): la
oligarquía gobierna entonces de espaldas a la mayoría popular, sobre la que
se ejerce la violencia de la opresión. La prédica de los que defienden la
revolución subversiva violenta, que toman como ejemplo a Castro, logra
organizar la «guerrilla» (término originariamente campesino y no revolucionario) y de bandas dispersas se pasa a institucionalizar la revolución.
Nacen así «Repúblicas socialistas», muy numerosas al comienzo, pero después sólo reducidas a las de Marquetalia y del Pato, ya en 1964.
En un trabajo de Germán Guzmán y otros autores sobre La violencia
en Colombia134, se da a conocer lo extendido del hecho y su historial. El
episcopado colombiano efectúa una declaración condenando la violencia e
incitando a la paz en 1961135, lo que significa, de hecho, apoyar el pacto
del Frente Nacional, ya que frecuentemente la violencia subversiva era
______________
133
Recomendamos la obra del profesor de la UNBA Conrado Eggers Lan, Violencia y estructuras, Búsqueda, Buenos Aires 1970, en especial los tipos de violencia, páginas 22-108; y la obrita antes citada de Helder Câmara, Espiral de violencia.
134
Ed. Tercer Mundo, Bogotá 1962.
135
Cf. Anuario IB 1 (Madrid 1962), p.162.
266
fruto de la violencia opresora de la injusticia institucional de la oligarquía.
En un estudio sobre «La violencia y los cambios socioculturales en las
áreas rurales colombianas», el en aquel entonces sacerdote, licenciado en
Ciencias Políticas en 1958 por la Universidad de Lovaina y profesor de esa
disciplina en la Universidad Nacional, Camilo Torres136, explica que la
violencia campesina es debida a «falta de división del trabajo, aislamiento
social, conflictos con el extra-grupo, sentimiento de inferioridad, aunsencia
de movilidad vertical ascendente, agresividad latente, sectarismo político».
Cada uno de esos puntos es tratado en parágrafos analíticos donde el
tecnicismo del sociólogo de educación europea (se cita frecuentemente a
Durkheim, Weber, pero igualmente a Parson o Redfield, o Wiese) nos
manifiesta una personalidad reflexiva, científica, intelectual. Concluye
diciendo que «la violencia ha operado todos estos cambios (los analizados
en el trabajo) por canales patológicos y sin ninguna armonía respecto
del proceso de desarrollo econ6mico del país»137. No puede dejar de
tenerse en cuenta que este estudio fue publicado en 1963 en la «Memoria
del Primer Congreso Nacional de Sociología», organizado por la Asociación Colombiana de Sociología.
Camilo Torres Restrepo, además de pertenecer a una de las familias tradicionales de Colombia, era parte de una elite cultural, un científico que tenía garantizada su «carrera» universitaria. Tres años después,
el 15 de febrero de 1966, su cuerpo muerto se encontraba en una región de
Bucaramanga: la violencia subversiva de Camilo caía aplastada por la violencia coercitiva militar .En su última «Proclama al pueblo colombiano»
había escrito: «Cuando el pueblo pedía un jefe y lo encontró en Jorge
Eliecer Gaitán, la oligarquía lo mató. Cuando el pueblo pedía paz, la
oligarquía sembró el país de violencia. Cuando el pueblo ya no resistía más
violencia y organizó las guerrillas para tomarse el poder, la oligarquía inventó el golpe militar para que las guerrillas, engañadas, se entregaran. Cuando el pueblo pedía democracia, se le volvió a engañar con
un plebiscito (el de diciembre del 57) y un Frente Nacional que le imponía la dictadura de la oligarquía...» Todo lo cual le lleva a concluir:
«El pueblo sabe que no queda sino la vía armada»138. ¿Cómo pudo llegar
a tal decisión? La tarea del historiador, que es la nuestra, debe ahora
______________
136
Cf, Camilo Torres, por el padre Camilo Torres Restrepo (1956-1966), Sondeos, CIDOC, Cuernavaca 1966, pp, 113-178; Germán Guzmán, El padre Camilo Torres,
Siglo XXI, México 1968).
137
Ibíd., p.174.
138
El Vespertino (Bogotá), 7 de enero de 1966.
267
querer comprender más que defender. Por ello nos volveremos, resumidamente, a sus escritos anteriores.
Desde Lovaina había enviado una ponencia al «Primer Seminario de
Capellanes Universitarios»139, en 1956, sobre «Los problemas sociales en
la universidad actual», donde se deja ver la totalidad de su carácter: todo el
análisis se funda, «tanto desde el punto de vista científico como desde el
punto de vista ético», ya que «por la revelación sabemos que el máximo
mandamiento es el de la caridad de Dios y por el prójimo», pero «sabemos
también que es una tentación a Dios el querer lograr un fin sin poner los
medios apropiados para obtenerlo». El fundamento último del compromiso
de Camilo Torres, cristiano sin lugar a dudas, para unos un verdadero
santo, pero ciertamente y al menos un héroe, es la pasión por una «caridad
eficaz». No un amor abstracto, sino un amor real; no un ideal amor al fin,
sino un concreto empuñar los medios. Por ello sus trabajos de licenciatura
en Ciencias Políticas en Lovaina («Aproximaciones a la realidad socioeconómica de la ciudad de Bogotá»), como la colaboración con los «Cuadernos
Latinoamericanos de Economía Humana» de Montevideo (sobre «El problema de la estructuración de una auténtica sociología latinoamericana»),
o «La desintegración social en Colombia», y también «La revolución, imperativo cristiano» (publicado en francés en 1965 en Pro Mundi Vita), nos
manifiestan un querer comprender lo real, lo concreto, lo popular.
Como científico advertía el peligro del «colonialismo cultural latinoamericano»140; como sacerdote, el falso espiritualismo descomprometido:
aunque la misión del sacerdote «sea específicamente sobrenatural, existe el
imperativo de la caridad: la caridad nos urge. La caridad tiene por medida
la necesidad del prójimo... Por esta razón los sacerdotes tienen que asumir
funciones temporales»141. Por otra parte, «como sociólogo he querido
______________
139
Este documento, al igual que los que citaremos a continuación, véanse en el
volumen arriba indicado del CIDOC.
140
Ibíd., p. 65.
141
Ibíd., pp. 85-86. Esta cita, de «Un sacerdote en la universidad» (El Catolicismo [Bogotá, 28 junio 1962]). Por los múltiples conflictos estudiantiles y disturbios
callejeros del 6 de junio, los estudiantes propusieron como rector de la Universidad al
padre Camilo Torres. El cardenal Concha, en franca unidad de miras con el Gobierno de
Lleras, ordenó al padre renunciar como profesor. «Explícitamente me advirtió que no
quería que la Iglesia tomara en el problema el partido que yo juzgaba acertado». Camilo
obedeció. El cardenal, sin embargo, no alcanzaba a comprender que la aparente no toma
de partido era un franco apoyo al Gobierno antipopular. Nadie puede lavarse las manos
como Pilatos; porque esa actitud es ya un compromiso culpable. «Mi prelado, él que tiene
la responsabilidad de conjunto, consideró que debía retirarme» (Ibíd., p. 87). La historia
no puede dejar de indicar responsabilidades, porque es posible que el rector Camilo
Torres no hubiera sido el futuro guerrillero.
268
que ese amor se vuelva eficaz -el tema del «amor eficaz» es el fundamento del ethos cristiano de Camilo- mediante la técnica y la ciencia».
«Al analizar la sociedad colombiana me he dado cuenta de la necesidad de
una revolución para poder dar de comer al hambriento, de beber al
sediento, vestir al desnudo y realizar el bienestar de la mayoría de nuestro
pueblo... La suprema medida de las decisiones humanas debe ser la caridad, debe ser el amor sobrenatural. Correré todos los riesgos que esta
medida me exija»142. Es difícil concebir una elección, una decisión tan
responsable, precedida del estudio, el análisis durante casi diez años de
investigación y compromisos. La decisión final fue una decisión realmente
plena, sacerdotal: «yo opté por el cristianismo por considerar que en él
encontraba la forma más pura de servir a mi prójimo. Fui elegido por
Cristo para ser sacerdote eternamente, motivado por el deseo de entregarme de tiempo completo al amor de mis semejantes... La Misa, que es el
objetivo final de la acción sacerdotal, es una acción fundamentalmente comunitaria. Pero la comunidad cristiana no puede ofrecer en forma auténtica el sacrificio si antes no ha realizado, en forma efectiva, el precepto de
amor al prójimo»143.
Por otra parte es de notar que para Camilo las formas posibles de
cambio de estructuras tenían gradación: había el statu quo como en Uruguay, la represión de Venezuela, el golpe de Estado derechista de Brasil,
el reformismo de Colombia, la revolución violenta de Cuba, o la revolución pacífica de Chile. Sin dudar, para Camilo, la mejor de todas es la
«revolución pacífica ideal» con un máximo de deseo, previsión y presión
social144. La violencia subversiva es entonces un mal, pero a Camilo se
le fue presentando con el tiempo como un mal menor necesario. Al
comienzo no pensaba de ninguna manera en ella, y en la «Plataforma para
un movimiento de unidad popular» decía que «actualmente las decisiones
necesarias para que la política colombiana se oriente en beneficio de la
mayoría... tienen que partir de los que detentan el poder»145. Ese poder
tiene tres depositarios: «El poder militar en nuestro país no se justifica
______________
142
Ibíd., pp. 286-287, carta al cardenal Concha, del 24 de junio de 1965, cuando
pide «la reducción al estado laical». Es necesario ver que después de obligársele a renunciar como profesor, se le obligaba a no dar cursos ni conferencias, prohibiéndosele aun
escribir, lo que lleva a Camilo a decidir que «en la estructura actual de la Iglesia se me ha
hecho imposible continuar el ejercicio de mi sacerdocio» ( ibíd., p. 285).
143
Ibíd., pp. 286.
144
Ibíd., p. 224.
145
Ibíd., p. 249.
269
sino como sostenedor de las estructuras vigentes... El poder eclesiástico en
nuestro país está unido al poder económico y al poder político por poseer
intereses comunes»146.
Todo esto llevó a Camilo Torres Restrepo a entrar en la vida política,
como un cristiano. Se le acusó de inmediato de comunista, a lo que respondió en el «Mensaje a los comunistas» que, a partir del principio de que
«busquen sinceramente la verdad y amen a su prójimo en forma eficaz...
los comunistas deben saber muy bien que yo tampoco ingresaré a sus filas,
que no soy ni seré comunista, ni como colombiano, no como sociólogo, ni
como cristiano, ni como sacerdote» -decía el 2 de septiembre de 1965-.
Sin embargo, «estoy dispuesto a luchar con ellos por objetivos comunes:
contra la oligarquía y el dominio de los Estados Unidos... Juan XXIII me
autoriza para marchar en unidad de acción... El ejemplo de Polonia nos
muestra que se puede construir el socialismo sin destruir lo esencial que
hay en el cristianismo»147.
Días antes, el 10 de agosto, el cardenal Concha había condenado
públicamente la revolución violenta. El 5 de agosto lanza una pastoral
donde dice que «atentar contra un gobierno legítimo es cosa reprobable
por el mismo derecho natural y si alguien pareciera dudoso de la ley natural, la autoridad de la Sagrada Escritura promulgada por la Iglesia le
mostrará, como los Sumos Pontífices lo han enseñado constantemente, que
es ilícito cuanto signifique desobediencia, rebelión o derrocamiento del
poder legítimamente constituido»148. Lo de lamentar en este acontecimiento
mayor en la historia de la Iglesia latinoamericana es la falta de comprensión teológica, que hubiera podido conducir a Camilo a un compromiso dentro de la violencia profética y no armada; pero, ciertamente, el
texto del cardenal no es exacto, ya que la Iglesia no podía decir que el
gobierno emanado de un pacto era legítimo. Por razones análogas, Roma
había condenado a comienzos del siglo XIX las revoluciones de la independencia, que bien pronto hubo de legitimar.
El año 1965 fue el decisivo. El 19 de abril el cardenal Concha, arzobispo de Bogotá, hizo una declaración mostrando la inestabilidad social y el
peligro comunista. El mismo presidente Valencia acusa a la Iglesia de
«camuflar» comunistas -con evidente propósito de descalificar a Camilo
Torres lanzado en el intento de organizar un Frente Popular opositor-. El
______________
146
Ibíd., p. 186.
Ibíd., pp. 330-331.
148
Cit. por N. Habegger, «La Iglesia en la historia de Colombia», en Marcha
n. 9, enero 1968, p.116.
147
270
mismo cardenal dice que «la Iglesia ejerce su influencia en el orden temporal por la transformación personal del hombre que acepta libremente el
mensaje del Evangelio -mostrando así una visión individualista y privatizante de la fe cristiana... La influencia de la Iglesia en el orden temporal
es obra directa de la acción de los laicos» (lo que nos indica ahora una
teología de cristiandad).
El 9 de junio se prohíbe a Camilo toda acción política. Ello le exige
pedir la reducción al estado laical. El 18 el cardenal dice que el padre se ha
alejado de la doctrina de la Iglesia. Surge así la carta pastoral del episcopado colombiano sobre la misión de la Iglesia en el orden temporal149.
Mientras tanto se separaba al padre Efraín Gaitán de una publicación
católica por apoyar a Torres. En el momento en que este último organizaba
una manifestación en Medellín, el obispo, Botero Salazar, condena la lucha
violenta. El 7 de septiembre el cardenal defiende la propiedad privada, sin
distinguir entre la propiedad común y natural, positiva, etc. Luego adviene
la muerte de Camilo, que se transforma en un símbolo universal.
El 9 de septiembre de 1966 son separados Mario Bravo y Hernán Jiménez de El Catolicismo, porque el cardenal piensa que causan desorientación. En un editorial sobre «La Iglesia y el desarrollo» habían indicado
que «será necesario acometer una vasta reforma de instituciones»150. Reaccionan 119 sacerdotes, a los que el cardenal responde: «Las prescripciones
del Concilio no lo obligaban a él ni a la Iglesia colombiana a una acción
inmediata en el campo social y sí únicamente en el de la liturgia»151. Es
justamente la «Iglesia cultual» la que el asesinado sacerdote había querido
superar, cuando en su carta a monseñor Rubén Isaza, en 1965, había
escrito: «Si la pastoral que se propone llevar a cabo es una pastoral de conservación será difícil que yo pueda colaborar de una manera eficaz... Si se
acepta la prioridad del amor sobre todo, y de la predicación sobre la actividad de culto, se siente que abocar la jerarquía a una Pastoral de Misión...
Por pastoral yo entiendo el conjunto de actividades que deben ejercerse
para implantar o incrementar el Reino de Dios en una sociedad y en una
época histórica determinada»152. Lo que separó al cardenal Concha Córdoba de Camilo Torres es que uno estaba a la defensa de la cristiandad
y el otro, por sus estudios más renovados, preveía una nueva etapa en la
______________
149
Cf. Ecclesia, junio 1965, p. 13.
Art. Cit. de Habbeger, p. 118.
151
Gregorio Selser, «Conflicto de la Iglesia de Colombia», en Política Internacional (Buenos Aires) n. 81, noviembre 1966.
152
Camilo Torres, CIDOC, pp. 224-245.
150
271
historia de la Iglesia: ¡la que efectivamente había comenzado y por la cual
dio su vida! (aunque la violencia subversiva no sea tan evangélica como la
violencia profética, Camilo dio su vida y ése es el signo supremo del amor,
amor eficaz, que fue el lema de su vida y en el que se cifra toda la perfección cristiana).
Pasarán los años, aparecerán los sacerdotes del grupo de Golconda,
custodiados de cerca por el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad). El padre García retornará la idea, en 1970, de un «Frente popular
de oposición». El padre Laín desaparecerá entre los guerrilleros de la
sierra153. Todo esto no ha terminado y debe ser materia de reflexión teológica. Son hechos, y no deben dejarse de lado.
Bolivia es la tierra desde la cual, el que será el primer obispo residente
de La Plata, escribió al rey español una carta fechada el 1 de julio de 1550
en la que decía: «Hace cuatro años que, para acabarse de perder esta tierra, se descubrió una boca del infierno por la que entra cada año gran
cantidad de gentes (indios), que la codicia de los españoles sacrifica a su
dios, y es una mina de plata que se llama Potosí»154. Sin describir en
detalle la historia de las violencias que ha debido soportar el pueblo boliviano, debemos recordar que 1964 significó el fin del MNR (Movimiento
Nacional Revolucionario) al ser exiliado Paz Estensoro y al ocupar la
presidencia el general René Barrientos. Dos años antes, los obispos habían
pedido al Gobierno que luchara contra el avance del comunismo entre los
mineros. El 15 de noviembre de 1964 se crea un «Comité pro Democracia
Cristiana» para unir todas las fuerzas políticas de inspiración cristiana155.
El 6 de octubre de 1965, 126 sacerdotes encabezados por el arzobispo de
La Paz, monseñor Abel Antezana, envían a la Junta militar una valiente
carta en defensa de los mineros de la COMIBOL (organización estatal que
explota las minas del Estado), donde se muestra que el minero es explotado (ya que se le paga un salario diario inferior a un dólar) por el mismo
Estado, para preservar un precio injusto del estaño. Bolivia vende sus productos a 0,10 dó1ares la hora-trabajo y compra a Estados Unidos productos a 3,00 dó1ares la hora-trabajo.
______________
153
El padre Domingo Laín, español, fue expulsado de Colombia en 1959, pero
volvió para reintegrarse a la guerrilla (cf. ICI 356 [1970], pp. 11-12). «La consagración
sacerdotal exige el sacrificio tolal de sí para que todos los hombres puedan vivir. La violencia no es atea ni cristiana» (en ibíd.).
154
Archivo General de Indias (Sevilla), Audiencia de Charcas, 313.
155
Cf. «Bolivia, revolución o contrarrevolución», en Víspera 19-20, octubrediciembre 1970, pp. 10-22. Véase «Declaraciones bolivianas» en IL ¿PP? .pp. 145-150.
272
Elegido Barrientos en 1966, promulga el 14 de septiembre, en la nueva
Constitución, que «el Estado reconoce y sostiene la religión católica, apostó1ica y romana». El 11 de abril de 1967 se declara «zona militar» el sudeste del país porque parece que hay grupos de guerrilleros. En efecto, el
médico argentino Ernesto Guevara había comenzado su «Diario» el día 7 de
noviembre de 1966: «Hoy comienza una nueva etapa...»156. La violencia
subversiva se enfrenta a la coercitiva.
Mientras tanto, monseñor Gutiérrez Granier, obispo de Cochabamba,
hizo un llamamiento en su pastoral sobre la cuestión de las guerrillas,
porque «la Iglesia ha repudiado siempre el odio y la violencia en las relaciones humanas y sociales y repudia igualmente en nuestro tiempo las guerrillas, que son una modalidad de la guerra...», y reconoce que el Gobierno
legalmente constituido tiene el deber y el derecho de «repeler a la fuerza
con la fuerza»157. Pero al mismo tiempo muestra que la violencia se hace
tentación por causa de la injusticia. Esto nos recuerda que en 1965 el obispo
peruano de la Sierra, monseñor Dammert, había protestado porque las
clases poseyentes habían comprado bonos para luchar contra las guerrillas
-que en verdad eran sólo campesinos armados que ocupaban las tierras-,
pero no compraban bonos para costear obras de infraestructura que eliminarían las injusticias que estaban en la base de la violencia158.
El 8 de octubre del 67 es apresado y ejecutado el comandante Ernesto
«Che» Guevara. Dom Antonio Fragoso dijo el 27 de octubre: «Oremos
por nuestro hermano Guevara, trágicamente desaparecido en Bolivia». En
declaración al diario de Natal, Le Poty: «La valentía de la pequeña Cuba
podría ser, para la liberación de América Latina, un símbolo y un llamado... Si uno no es capaz de ver lo que es bueno en sus enemigos no se es
más cristiano... Sin embargo, no estoy de acuerdo con la dictadura en
Cuba... ni en Brasil». Su compatriota, el filósofo Alceu Amoroso Lima,
escribía en el Jornal do Brasil, siendo miembro de la Comisión pontificia
por la Justicia y Paz: «Puedo reverenciar sin temor el heroísmo de tres
hombres poco comunes, un sacerdote (Camilo Torres), un filósofo (Régis
Debray) y un médico (el «Che»), porque cuanto más veo la violencia
(subversiva), más la repruebo y la detesto como un método de cambio
social y progreso. Pero lo que no se puede negar es que estas víctimas de
la violencia (coercitiva) representan, en nuestra época de pragmatismo
tecnológico, un ejemplo de lo más puro que hay en la naturaleza humana,
______________
156
El diario del «Ché» en Bolivia. Siglo XXI, México 1970, p. 27.
Criterio, 28 septiembre 1967, p. 699.
158
ICI 249 (1965), p. 33.
157
273
a saber: la capacidad de sacrificarse por una causa justa, una protesta
desesperada de la dignidad humana contra el pesimismo, contra la falsa
felicidad y contra la injusticia de la civilización, contra la prosperidad fundada sobre la injusticia». Y todavía grega: «El sentido de la muerte de los
santos y héroes reside, exactamente, en que el sufrimiento y la muerte tienen un sentido. Morir por una causa justa, aunque por la mediación de
métodos violentos condenables, tiene más valor que pactar con los defensores de la peor de las violencias, la que se presenta bajo la máscara de la
paz, de la legitimidad y la democracia, pero que, de hecho, es la causa del
orden social injusto»159.
La injusticia continúa. Los grupos guerrilleros se reorganizan. En
agosto de 1970 el arzobispo de La Paz, Jorge Manrique, da a conocer una
pastoral pidiendo una radical transformación del país y responsabilizando
en cierta manera al Gobierno por el «estrangulamiento económico» y la
opresión social que posibilitan la existencia de focos guerrilleros. En septiembre se excluye a cuatro sacerdotes que son profesores en la Universidad Nacional. Los estudiantes hacen huelga el 16 y se lanzan a la calle. El
Gobierno expulsa entonces a los cuatro sacerdotes, uno de ellos de la Orden
de los Oblatos, ya un pastor protestante, por «actividades políticas subversivas». Sacerdotes de la región minera de Llallagua lanzan un llamamiento
para profundizar el proceso revolucionario. Lo cierto es que esto, y otras
causas, producen la caída de Ovando. El 6 de octubre toma el Gobierno en
general Torres. El 24 de diciembre festejaba la Navidad en Chile el recientemente liberado guerrillero francés Régis Debray. La historia todavía no
ha terminado...160
Antes de continuar refiriéndonos a otros cristianos que han elegido
el camino de la violencia subversiva, aun armada, cabe una aclaración importante. El 1 de enero publicaba La Croix (parís) una declaración de monseñor Brandao Vilela, presidente del CELAM, en el sentido de que «la Iglesia
mantiene su posición contraria a la violencia -aquí monseñor no especifica
cuál- en la necesaria transformación de las estructuras en América Latina... Es necesario, sin embargo, distinguir el caso de Camilio Torres y el
del «Che» Guevara y Régis Debray. Camilo Torres, aunque se haya equivocado en cuanto al camino a seguir, tuvo una inspiración cristiana. Los dos
______________
159
ICI 301 (1967), p. 16.
El 12 de enero de 1971, el general Torres, después del frustrado golpe de
derecha, decía: «Compañeros trabajadores, este Gobierno no vacilará. No sé si será
socialismo, no sé si será nacionalismo revolucionario, pero sí buscaremos la felicidad del
pueblo boliviano» (United Press International).
160
274
restantes, por el contrario, tuvieron una inspiración marxista». No querríamos que se interpretara que los ejemplos que daremos a continuación
deben situarse en el mismo nivel que la «revolución verde oliva» lanzada
por la OLAS161. Hay entonces diferencia en las motivaciones de un «Che»
y los padres de Maryknoll que a continuación describiremos.
Guatemala soportó durante una semana, en su capital, el bombardeo de
aviones norteamericanos; en dicha semana, el 18 de junio de 1954, cruzaba
la frontera el coronel Castillo Armas -apoyado por los Estados Unidosy presidió la Junta militar que derrocó al presidente Jacobo Arbenz acusado de comunista162. La United Fruit podía entonces continuar sin inconvenientes su explotación. Por ello cobra especial significación el conflicto
producido a causa de tres sacerdotes norteamericanos de Maryknoll y de
una hermana de la misma congregación, dedicados enteramente al servicio de los indios del norte guatemalteco. Thomas Melville, uno de ellos,
publica en el National Catholic Reporter de Kansas City del 31 de enero
de 1968 un artículo donde explica la situación de violencia del país. «El
Movimiento de Liberación Nacional (MLN), que fue iniciado por el asesinado (en julio de 1957) presidente Castillo Armas y continuado por su
heredero, no se hace escrúpulos respecto al hecho de que controla a los
terroristas derechistas llamados la Mano Blanca. Por su parte, la NOA
(Nueva Organizaci6n Anticomunista), otra banda terrorista de la derecha,
es conducida por el coronel del ejército Máximo Zepeda Martínez... El
tercer grupo terrorista de derecha, CADEG, está compuesto por rufianes...
Durante los últimos 18 meses estos tres grupos, juntos, han asesinado a
más de 2.800 intelectuales, estudiantes, líderes sindicales y campesinos que
de un modo y otro han intentado organizar y combatir los males de la
sociedad guatemalteca»163.
Contando su propia experiencia nos dice en lo esencial: «Yo conozco
personalmente a un buen amigo y benefactor de los padres de Maryknoll,
de comunión diaria, que acusó de comunismo a un líder gremial cristiano
que estaba tratando de organizar un sindicato en su gran plantación de
azúcar, y de esta manera lo hizo fusilar por el ejército... Cuando la cooperativa que yo inicié entre los indios destituidos de Quezaltenango fue capaz,
______________
161
Véase el art. de A. Methol Ferré, «La revolución verde oliva, Debray y la
OLAS», en Víspera. n. 3, octubre 1967, pp. 17-39. Véase el libro de Rubén Vázquez Díaz,
Bolivia a la hora del Ché, Siglo XXI, México 1969.
162
G. Fournial-R. Larrabe, De Monroe à Johnson, Ed. Sociales, París 1966,
página 117.
163
Cf. Víspera 5 (1968), pp. 56-57.
275
por fin, de comprar su propio camión, los ricos trataron de sobornar al
conductor para que despeñara el vehículo. Cuando el conductor no quiso
ser comprado, se hicieron por lo menos cuatro intentos para hacerlo caer
de la banquina, y uno de ellos tuvo éxito. En la parroquia de San Antonio
Huista, donde mi hermano, que también es un sacerdote de Maryknoll, era
el pastor, el presidente de una cooperativa agraria fue asesinado por los
poderosos del pueblo, incluyendo al alcalde. Cuando el caso fue a la capital
de Huehuetenango, el juez ya había sido comprado y no pudo hacerse nada.
Los tres líderes de la cooperativa parroquial de La Libertad, Huehuetenango, también han sido acusados de comunismo y amenazados de muerte
como consecuencia de sus esfuerzos por elevar a sus vecinos... El Gobierno
americano -continúa el sacerdote estadounidense- ha enviado jets,
helicópteros, armas, dinero y consejeros militares al Gobierno, que solamente hace más fuerte su control sobre las masas campesinas. El año
pasado, 1957, sueldos, uniformes, armas y vehículos para 2.000 nuevos
policías fueron pagados por la Alianza del Progreso»164. Lo cierto es que
el 23 de diciembre los hermanos Melville, el padre Bonpane y la hermana
Marian Peter Bradford fueron suspendidos, y esta última, poco después,
expulsada de la congregación.
El vicepresidente, Marroquí Rojas, como en otras partes, acusó a la
Iglesia de estar «fomentando actividades comunistas» (declaración en el Impacto, Guatemala). A lo que Thomas Melville responde: «No son los hambrientos los que traen la violencia, sino los ricos y poderosos que no contentos con vivir con sus bienes excesivos y mal logrados, todavía buscan tener
más»165. «Yo -continúa- con otros dos sacerdotes y una monja, fuimos
acusados de estar ayudando a los guerrilleros en Guatemala, y fuimos
expulsados del país sin la oportunidad de defendernos». «Como cristianos
no podemos sino desear el cambio pacífico, el progreso pacífico... Son los
ricos, juntamente con aquellos que tienen sus mismos intereses, los que tienen la palabra para decidir si el proceso será pacífico o violento». El mismo
Kennedy Había dicho, explica Melville, que «aquellos que hacen imposible
la revolución pacífica, hacen inevitable la revolución violenta». El grupo
parece que quiso integrarse en la guerrilla del norte de Guatemala, pero al
parecer volvieron a Estados Unidos donde comenzaron una cruzada contra
el militarismo norteamericano en el Tercer Mundo166.
______________
164
Ibíd.
Ibíd., p. 52, y en p. 55 puede verse una respuesta acerca de la «teología de la
violencia», donde se indica que las condiciones de excepción estipualadas por Pablo VI
para el uso de la violencia se dan en casi todos los países latinoamericanos.
166
Gheerbrant, op. cit. p. 221, nota 12.
165
276
Muchos otros son los que, por su fe cristiana, han decidido intervenir
activamente en la violencia subversiva. En Brasil se conoce el caso del
padre Soligo, sacerdote obrero que pasó seis meses en la cárcel, sin causa, y
que fue torturado. Al salir de la prisión entró en la clandestinidad sin volver a su Orden ni a su parroquia. Junto a él el padre Tito de Alencar pretendió suicidarse, al abrirse las venas, siendo torturado con la picana eléctrica, teniendo que contemplar cómo torturaban a religiosas, en «parodias
obscenas a las que se libraban los policías revestidos de ornamentos sagrados»167. La hermana Maurina Borges de Silveira, superior del Hogar de
Santa Ana, cuenta que en el cuartel de Ribeirao Preto, el 25 de octubre
de 1969, fue torturada con golpes, injurias, blasfemias, y hasta se le dijo:
«Hermanita querida, ¿Puedo llamarte hermanita, verdad? Yo te amo
mucho -decía uno de los ocho agentes de policía civil-. Ven junto a mí,
Me daría mucha pena dejarte desnuda delante de todos toda la noche...
y me tomaba el cuello, intentando acariciarme las manos, de tomarme las
rodillas...»168 Estando presos algunos campesinos junto a los dominicos de
sao Paulo, decían: «Nosotros, trabajadores del campo, pertenecemos a la
clase más explotada de nuestro país... Vemos a Cristo como un hombre que
ha muerto sobre la cruz para librarnos de los regímenes tiránicos... Así,
detrás de las rejas, sentimos vivamente su presencia».
La violencia coercitiva quiere mezclar a la Iglesia en el caos. En Uruguay dos eclesiásticos que pretendieron mediar entre el Gobierno y los Tupamaros fueron acusados después de ser sospechosos. En Argentina se hizo
todo lo posible, sin tener pruebas, de mezclar a los sacerdotes Alberto Carbone y Fulgencio Rojas en el asesinato de Aramburu. La defensa mostró que
todo había sido una injusta treta del confusionismo para culpar al Movimiento de los Sacerdotes para el Tercer Mundo en el caso (el cuerpo, pretendidamente de Aramburu, fue encontrado el 16 de julio de 1970)169.
La situación a la sazón es entonces la siguiente. Las grandes potencias,
países desarrollados y dominadores han entrado en el final de la «guerra
fría», con la coexistencia pacífica (Pax americana). El mismo Krustchev
había enviado a Juan XXIII, con motivo de su 80 aniversario, congratulaciones para que tenga «éxito en la noble aspiración de contribuir a la consolidación de la paz sobre la tierra»170. Mientras los poderosos llegan a la
______________
167
ICI 336 (1970), p. 16.
Este relato de lo que es la violencia coercitiva puede verse en ICI, 1 marzo
1970, pp. 16-17. La religiosa escribió el 17 de diciembre de 1969 al Ministerio de Justicia
acusando a la policía por el trato recibido.
169
Véase en IDOC-Internacional. n. 28, 15 julio-1 agosto 1970, pp. 65ss.
170
L'Osservatore Romano, 17 diciembre 1961, p. 2.
168
277
paz, el obispo de Tacuarembo, Uruguay, decía en una pastoral del año 1961:
«Los animales son mejor tratados que los niños... Esta gente -obreros
del campo- sufren en su carne la injusticia... Debemos recordar que los
principales responsables de los males soportados por los países que han
llegado a ser comunistas son los mismos que mantienen un sistema social que coloca a la gente ante un dilema: elegir el pan sin libertad o la
libertad sin paro»171.
Dom Helder Câmara, en su discurso en la Mutualité de París, el 25 de
abril de 1968, comentaba cómo Asia tiene su Bangkok, África su Argel
y América Latina su Tequendama. Todo ese Tercer Mundo sufre violencia. Existe la violencia de la opresión: dentro de los países desarrollados,
dentro de los países subdesarrollados (con la diferencia de que en éstos las
oligarquías están al servicio del dominador), y la más terrible: la que los
países desarrollados ejercen en los subdesarrollados, oprimidos, dominados. En un documento de sacerdotes y religiosas bolivianas elevado
a Rockefeller cuando visitó Bolivia, se dice: «Según reporta la CEPAL en
su último informe para la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (CECLA), Estados Unidos ganó más de 3.000 millones de dólares
entre 1965 y 1967. No obstante se han reinvertido solamente unos doscientos millones anuales. Lo que es peor, estas ayudas vienen siempre condicionadas por una serie de medidas económicas y políticas... Somos un país no
pobre, sino explotado. Estados Unidos nos compra nuestra materia prima,
como por ejemplo el estaño, a un precio de 0, 10 dólares la hora de trabajohumbre; nosotros, por otra parte, nos vemos obligados a comprar artículos
manufacturados a un precio de 2,00 y 3,00 dólares la hora de trabajohombre»172: violencia dominadora.
La Iglesia hace cada vez más frecuentes sus declaraciones sobre la
cuestión de la violencia, pero parecería que no se ha tomado clara conciencia de que la noción de violencia es equívoca (no sólo análoga)173. Dom
______________
171
ICI 160 (1962), p. 15.
IL ¿PP?, junio 1969, pp. 166-167.
173
Además de las declaraciones citadas en el texto, p. ej. véase la efectuada por el
episcopado ecuatoriano sobre «Reforma social sin castrismo» (Ecclesia, 2o sem. 1961,
p. 1115); la «Carta pastoral del episcopado peruano sobre la actividad social y política en
la hora presente» (CELAM, junio-julio 1963, pp. 245-255); sobre «La caridad debe estar al
servicio del desarrollo» del obispo Enrique Bolañes, de Costa Rica (Eco Católico [Costa
Rica], 2 junio 1968); sobre «La violencia, ¿solución para Latinoamérica?» de monseñor
Román Arrieta (Costa Rica) (Trípode [Caracas] marzo 1969, p. 20); la XII Reunión del
CELAM, en Sâo Paulo, declara por intermedio de monseñor Pironio (Noticias Aliadas
y Criterio [1969], p. 924): «...condenamos la utilización de recursos nacionales y extranjeros para la compra de armas».
172
278
Helder Câmara, junto Con el pastor Ralph David Albernathy, firmó una
«Declaraçao do Recife»174 en la que se defiende la no-violencia, en la línea
del Mahatma Gandhi. Personalmente creemos que éste no es el camino
y diremos por qué. El fondo ontológico y aun teológico de la no-violencia
queda bien expresado en el Bhagavad-Gita o Canto del bienaventurado,
cap. XVIII, 2: «Los sabios llaman renunciamiento exterior al abandono de
las acciones engendradas por el deseo; y llaman renunciamiento interior
al abandono del interés por el fruto de las obras». En la comprensión
ontológica del mundo indoeuropeo, pero especialmente en la India, la
acción positiva, y mucho más la violenta, es intrínsecamente mala porque
se dirige la cumplimiento de un deseo, siendo el deseo lo que nos esclaviza
a la pluralidad y nos impide retornar a la unidad del Brahma. La noviolencia es psicológicamente Como un movimiento masoquista que voluntariamente se hace objeto de un dolor (ayuno, disciplinas, etc.) para, en
su utilización política, llamar la atención de los que ejercen el poder. En
la ontología y la teología judeocristiana la cuestión fue siempre planteada
de otro modo175.
Debemos decir claramente que nunca la Iglesia, ni en el Antiguo ni en
el Nuevo Testamento ni en la tradición, ha condenado la violencia. Lo que
ha condenado es el uso injusto de la violencia. La violencia, como la pasión,
por ejemplo, es actitud mediativa que se justifica por su fundamento.
Cuando violentamente el padre arrebata al hijo el cuchillo con el que éste
quiere herir a su hermanita nadie dirá que ha cometido una falta. «Violencia» viene en el latín de vis (fuerza). La cuestión está en el para qué se
usa la fuerza, y de qué tipo de fuerza se trata. Violenta la tierra el germen
de la semilla cuando en la búsqueda de la luz se abre paso hacia fuera; del
mismo modo «desde los días de Juan el Bautista hasta ahora se hace Violencia el Reino de los Cielos y los violentos se apoderan de él» (Mateo 11, 12)176. El Nuevo Testamento no condena la violencia sino que
propone, como la suprema manera de ser hombre, un tipo de violencia: la
violencia profética177. Esta violencia es del tipo subversivo, pero tiene
modalidades propias. Subversión (del latín subvertere: poner abajo lo
______________
174
Cf. Informativo CIDOC, 70-211, y en Iglesia Viva (España) n. 15-18, p. 257:
«Una revolución del mundo por el camino de la no-violencia». En la XII Asamblea de
la CNBB, del 27 de mayo de 1970, los obispos brasileños, en «Documento pastoral
de Brasilia» (NADOC, Perú, n. 154-170) se encuentran reflexiones sobre la violencia
y las torturas.
175
Véase mi obra El humanismo semita, Eudeba, Buenos Aires 1969, pp. 94ss.
176
Otro texto en Lucas 16,16, y en Hechos 2,2; 5,26; 21,35; 27,41.
177
Eggers Lan, en su libro Violencia y estructuras, nos propone el tema pero no
279
que está arriba y viceversa) es, exactamente, lo que Jesús enuncia cuando
dice: «Bienaventurados los pobres... Malditos vosotros los ricos» (Lucas 6,20-24), o que María canta en el Magnificat: «El ha hecho descender
a los poderosos de sus tronos y ha elevado a los humildes» (Lucas 1,52).
Se coloca abajo (sub-) lo que estaba arriba (-vertere). Es fuerza, es coraje,
es valentía, es incluso audacia decir esto ante el pueblo, ante los poderosos,
ante los romanos, ante el Imperio. Sin embargo, el profeta se compromete
por su vida, por su palabra descubridora de la injusticia, hasta la muerte,
pero sin armas, sin matar, aunque lo maten: «Jerusalén, Jerusalén, tú que
matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados» (Mateo 23,37).
Jesús no quiere entrar en la dialéctica que se aniquila sin superación:
«Envaina tu espada; los que toman la espada morirán por la espada»
(Mateo 26,52). Veamos esto por partes.
Existe primeramente la más inhumana de las violencias, porque destruye millones de hombres, generaciones enteras: la violencia de los opresores, de los dominadores, de los Imperios, que se objetiva en estructuras
injustas y opresoras, que no permiten al hombre ser hombre y, lo que es
peor, hace que los oprimidos en su desesperaci6n sean sus propios e inmediatos verdugos (el capataz sobre el obrero, el policía sobre el pueblo, etcétera). Los responsables históricos ante Dios, en una humanidad como historia de la salvación, son las potencias dominadoras, los países desarrollados
que viven sobre la explotación de los subdesarrollados.
Ante esta situación de violencia opresora se levanta la violencia de
algunos pocos, los que valientemente, desafiando su egoísta conformidad,
arriesgan su comodidad, su vida, para que la dialéctica opresores-oprimidos deje lugar a la conciliación del hermano-hermano. Unos, desesperados o ideológicamente convencidos, toman las armas (violencia subversiva
armada). El cristiano tiene en esto el ejemplo de santos (San Bernardo predica la Cruzada para arrebatar por las armas los Santos Lugares a los
árabes) o de héroes (fray Luis Beltrán OFM fragua los cañones del ejército
de San Martín contra los españoles). La condición para usar la violencia subversiva armada es la que enuncia Pablo VI y Medellín: «Es legítima
en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a
los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente
el bien común del país»178. Con razón el padre Melville decía que «si
esta situación no existe hoy día en Guatemala, en Nicaragua, en Bolivia,
en Brasil, en Panamá y probablemente en todos los países de América
Latina, entonces las posibilidades de que se dé en cualquier lugar son
______________
178
Medellín, 2. Paz 19, p. 78.
280
puramente teóricas»179. Difícil se le haría a un teólogo moralista católico
negar en ese caso la violencia incluso armada. Pero en el crecimiento del
Reino de Dios sería, de todos modos, un signo equívoco. Existe en cambio
otro modo donde el signo es inequívoco, pero es signo si se guardan las
condiciones (de lo contrario son paliativos, excusas).
Ante la situación de violencia opresora del Estado burgués-militarista
neocolonial, la peor, se levanta la violencia subversiva profética, sin armas
agresivas o defensivas, violencia de la «Palabra de Dios» que lleva a los que
la prefieren a la cruz, que levanta en el pueblo oprimido la autoconciencia
de su valor y que lanza el proceso de la liberación. Jesús murió en la cruz,
sin el apoyo ni la defensa de los zelotes (subversivos armados, judíos antiromanos), ante la «buena voluntad» de Pilatos (el Imperio puede darse aún
el lujo de aparecer ante sus víctimas como teniendo compasión, pero siendo
la causa real de las injusticias de los oprimidos), pero acusado efectivamente por los herodianos o sacerdotes (los que oprimen internamente, en
nombre del Imperio, al pueblo humilde; estos últimos son los que usufrutúan «a medias» la violencia opresora -ya que en verdad Roma obtiene
los beneficios mayores-, y los que ejecutan la violencia coercitiva). Jesús,
como los profetas, propone una violencia subversiva profética sin armas;
su método es la «pedagogía del oprimido»180. La violencia subversiva con
armas educa como práctica de la dominación: el dominador será eliminado
y su lugar lo ocupará un nuevo dominador. La violencia subversiva profética educa como práctica de la liberación: el dominador será humanizado
en la liberación del dominado.
Las condiciones de la violencia subversiva profética son distintas que
las de la doctrina de la no-violencia o de la violencia armada. La violencia
subversiva profética es «violenta» (en esto se distingue de la no-violencia),
en cuanto choca, escandaliza, molesta al que vive en la estructura opresora.
El intento es destruir dicha estructura, no para eliminar al opresor, sino
para humanizarlo, para que sea más. Esto significa, por ejemplo, mostrar
el pecado de la fabricación de armas, la falta mortal que significa bajar el
precio internacional de las materias primas, el denunciar la «buena conciencia» de los que roban millones y después devuelven migajas como
«ayuda al Tercer Mundo». Pero además, y por ello mismo, es subversiva:
pone abajo los valores supremos (como el valor dinero, prestigio, el «tener
más») y exalta los valores mínimos (igualdad entre los hombres, justicia,
libertad para todos). Pero la mediación no son las armas de hierro, pólvora
______________
179
180
Víspera 5 (1968), p. 55.
Título de la obra de Paulo Freyre.
281
y uniformes, sino la palabra, la pluma, la vida comprometida. Ambos compromisos pueden tener la muerte por desenlace (Jesús fue a la cruz por
ejercer la violencia subversiva profética, e igualmente Antonio de Valdivieso, obispo de Nicaragua, y el padre Pereira Neto, de Recife) No es lo
mismo la víctima de las Cruzadas contra el árabe en la Edad Media, o Camilo Torres contra el ejército colombiano (héroes de la violencia subversiva armada en la línea de la «guerra santa»), que los mártires de los circos
romanos o Valdivieso o Neto. La muerte del profeta es martirio ( «testimonio» inequívoco que libera al mismo opresor, a la policía y al ejército que
lo asesina). La muerte del héroe por una causa, aun justa, no es la muerte,
sin embargo, del santo. Entre el héroe y el santo está la distancia del signo
equívoco de la lucha que aniquila al dominador, al signo inequívoco de la
lucha que libera al dominador y al dominado en un proceso histórico que,
de todas maneras, se sabe escatológico, porque ninguna etapa histórica será
absoluta, la última, el Reino de los Cielos en la tierra. El tema queda, simplemente, indicado.
Digamos por último: el profeta debe ser pobre, para ser libre con respecto a las estructuras de la violencia como opresión; debe ser sabio, para
abarcar cuanto sea posible la amplitud profunda del pecado de la opresión;
debe ser arrojado, para no temer ser violento; debe ser vivaz, para mostrar
auténticamente lo que descubre y que los opresores quieren encubrir; debe
estar dispuesto a morir, porque la vida (vis, fuerza, y violencia derivan de
la palabra vida), la liberación crece y es regada con «la sangre de los
mártires». Jesús no manchó sus manos con sangre romana; su sangre tampoco manchó a los romanos: los salvó, los liberó, porque «el Hijo del hombre no ha venido para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate
de la multitud (Mateo 20,28); Jesús tuvo una vocación «populista».
d)La Iglesia ante las minorías raciales
En América existe una minoría de raza africana, mayoritaria en ciertos
países como Haití y de gran presencia en el Caribe y Brasil. América
Latina, por otra parte, se hace presente en Estados Unidos por medio de los
chicanos, los latinos, los grupos hispánicos, etc.
aa)La América Latina negra
Desde el siglo XVI se hicieron presentes en nuestro continente numerosos negros, que eran vendidos como esclavos por ingleses y portugueses
-porque los españoles nunca vendieron esclavos-. A fines del siglo XVI,
en el Caribe había ciertas regiones que no tenían población india y sólo tra-
282
bajaban la tierra esclavos negros. En el Sínodo de 1610 el obispo Cristóbal
y Rodríguez y Suárez habla sólo de esclavos negros (y no hay ya constituciones para indios).
En América se introdujeron en la época colonial de seis a doce millones de negros. En el Negro Year Book de 1931-1932 se dan las siguientes
cifras para algunas épocas:
1666-1776
1776-1800
Esclavos vendidos sólo por los ingleses en
las colonias inglesas, españolas y portuguesas ......................................................
Un promedio de 74.000 esclavos por año:
38.000 por los ingleses, 20.000 por los
franceses, 10,000 por los portugueses y
6.000 por otros, en un total de .................
3.000.000
1.850.000
Los esclavos que llevados a las colonias hispanoamericanas provenían
espacialmente del Congo y de Angola181, aunque hay de otras procedencias
(como por ejemplo en Bahía, Brasil, de la costa guineana en el siglo XVI, de
Angola en el siglo XVII, de la costa de Mina en el siglo XVIII, hasta que la
trata pasa a la clandestinidad en el siglo XIX). Los africanos eran por ello
de casi todos los pueblos negros: Wolof, Manding, Bambara, Bisago, Añi,
etcétera. A los recién llegados se les llamaba bossales; a los nacidos en
América, criollos; a los que huían, cimarrones. Se organizaban en «naciones» o cabildos con sus reyes y gobiernos. De sus reuniones y bailes, cultos
religiosos deformados, nacieron las santarias, los candombles y el vodús. En
Brasil «la división de naciones aparecía en los diversos niveles institucionales; en el ejército, donde los soldados de color formaban cuatro batallones separados (minas, ardras, angolas y criollos), o en las cofradías religiosas católicas. En Bahía, por ejemplo, la cofradía de Nuestra Señora del Rosario no acogía más que angolas, mientras que los yorubas se agrupaban en
una iglesia de la parte baja de la ciudad»182. En Haití, las diversas «naciones» se transformaron simbólicamente en dioses o «misterios»: así aparecen
los dioses Congo Mayombé, Congo Mandragues, Ibo, Maki, etc., mezclados
con la religión dahomeyana y subordinada a la cultura fon. En América
Central existe una zona cultural afroamericana sumamente sincretizada. La
______________
181
Roger Bastide, Las Américas negras, Alianza Editorial, Madrid 1969, p. 13.
Bibliografía de pp. 207ss.
182
Ibíd., p. 15.
283
civilización yoruba triunfa en Cuba, en Trinidad y al noreste de Brasil; las
culturas dahomeyana y fon se imponen en Haití y al norte de Brasil; los
kromanti predominan en Jamaica, Barbados, Santa Lucía, etc.
En 1840 había en Cuba más negros que blancos, habiendo hoy sólo un
24 por ciento. En Haití (1950) son casi todos africanos o descendientes. En
la República Dominicana hay un 68 por ciento de mulatos y un 19 por
ciento de negros puros. En Puerto Rico hay un 23 por ciento de mulatos
y un 4 por ciento de negros puros. En Panamá es igualmente mayoritaria
la presencia de negros. En Brasil norte (Acre, Amazonas y Pará) hay más
del 60 por ciento de negros; en el nordeste (de Maranhâo a Alagoas) un
48 por ciento; en el este (de Sergipe al Distrito Federal) un 46 por ciento.
Sólo en el sur (de Sâo Paulo a Río Grande) hay un II por ciento de negros,
mientras que en el centro oeste (Mato Groso y Goiaz) un 35 por ciento.
POBLACIÓN NEGRA Y MULATA EN AMÉRICA LATINA (1940)
_________________________________________________________________________
Negros
%
Mulatos
%
_________________________________________________________________________
México
80.000
0,41
40.000
2,04
Antillas
5.500.000
39,29
3.000.000
21,43
Guatemala
4.011
0,12
2.000
0,06
Honduras Británica
15.000
25,55
20.000
34,03
Honduras
55.275
4,99
10.000
0,90
El Salvador
100
0,0001
100
0,0001
Nicaragua
90.000
6,52
40.000
2,88
Costa Rica
26.900
4,09
20.000
0,14
Colombia
405.076
4,50
2.205.382
24,32
Venezuela
100.000
2,79
1.000.000
27,93
Guayana Británica
100.000
29,30
80.000
23,44
» Holandesa
17.000
9,55
20.000
11,23
»
Francesa
1.000
0,25
1.000
0,25
Ecuador
50.000
2,00
150.000
6,00
Perú
29.054
0,41
80.000
0,71
Bolivia
7.800
0,26
5.000
0,15
Brasil
5.789.924
14,00
8.276.321
20,01
Paraguay
5.000
0,52
5.000
0,52
Uruguay
10.000
0,46
50.000
2,30
Chile
1.000
0,02
3.000
0,006
Argentina
5.000
0,038
10.000
0,076
_________________________________________________________________________
284
El cristianismo ha penetrado profundamente en la conciencia de los
cultos negros, pero como elemento sincrético de sus antiguas tradiciones,
ellas mismas muy deformadas (debido a la opresión que sufrían). Prácticamente fueron sus bailes, permitidos por sus dueños, el punto de apoyo de
sus cultos y tradiciones. Así nacerá igualmente, por ejemplo en la macumba
de Río de Janeiro (superposición gêge Fon, nagô Yoruba, musulmi Islam,
bantú, cambocle Indio más elementos católicos), el espiritismo, culto sincrético sumamente rico en especial en las zonas rurales.
La cultura negra ha tenido igualmente una dimensión propiamente
política. De las numerosas revueltas de esclavos (que se cuentan por centenares; solamente en Santo Domingo en los primeros años de siglo XVI las
hubo en 1523, 1537, 1548, etc.) sólo la de Haití de la noche del 14 de agosto
de 1791 se transformó en un triunfo político; comenzó con una ceremonia
vodú presidida por Boukman en un claro del bosque Caimán y en medio de
una gran tormenta. La negritud (análogamente al indigenismo) ha dado sus
primeros pasos en América Latina a partir de una reflexión sobre el sentido
del vodú mismo. Los intelectuales de las Antillas en especial siguen este
camino, donde no se trata tanto de un «retorno a África» o a la cultura africana como del descubrimiento del honor de ser de color en la conservación
de sus tradiciones culturales y en el descubrimiento de sus compromisos
políticos. La Iglesia en América Latina poco ha hecho en pastoral negra.
bb)América Latina en el catolicismo norteamericano
Más de 15 millones de chicanos o Mexican Americans, a los que hay que
sumar los latinos (puertorriqueños en primer lugar, pero después dominicanos, cubanos, y recientemente de prácticamente todos los países latinoamericanos), constituyen ya el 30 por ciento del catolicismo norteamericano (que desde 1973 escribe sus cartas pastorales de modo bilingüe: en
inglés y castellano). En el año 2000, el 50 por ciento del catolicismo norteamericano será de origen latinoamericano (si se tiene en cuenta el aumento
demográfico por natalidad e inmigración).
Desde 1945, fin de la Segunda Guerra Mundial, y en especial desde
1962, los chicanos toman conciencia de su situación: «I am Joaquín, / lost in
a world of confusion, caught up in the whirl of a / gringo society , / confused
by the rules, / scorned by attitudes, / suppressed by manipulatiorn»183. En el
______________
183
«Yo soy Joaquín, / perdido en un mundo de confusión, / enganchado en el
remolino de una / sociedad gringa, / confundido por las reglas, / despreciado por las actitudes, / sofocado por manipulaciones, / y destrozado por la sociedad moderna» (poesía de
285
286
mismo año del comienzo del Concilio Vaticano II, César Chávez, líder de la
United Farm Workers Organizing Committee (UFWOC), comienza su actuación entre los trabajadores rurales de California. En 1963. Reiess López
Tijeirina funda la Alianza Federal de Mercedes en Nuevo México. Se inicia
así el enfrentamiento de los chicanos contra el poder económico establecido,
y deben sufrir la represión policial, la cárcel y el asesinato de sus líderes.
En 1965 se produce la «long huelga» en California, y se inicia en el valle
de San Joaquín la dramática marcha de 300 millas desde Delano a Sacramento. Aparece, entre otros, Rodolfo Corky González con la Denver' s Crusade for Justice. En 1967 José Angel Gutiérrez con otros activistas funda el
partido político La Raza Unida, en Texas, que moviliza además escuelas,
barrios y universidades y crea la UMAS (United Mexican American Students). Las actuaciones crecen y se extienden. Por último, gracias al nombramiento del obispo auxiliar de San Antonio, monseñor Flores, los chicanos tienen el primer obispo de su raza (el 25 por ciento del catolicismo
norteamericano tiene un obispo, y el 12 por ciento irlandés tiene más del 50
por ciento de dicho obispado). En 1971 se funda en San Antonio -desde
donde escribimos estas líneas- el Mexican American Cultural Center donde se forman los apóstoles de este pueblo. Algo antes había surgido la agrupación de Padres y Hermanas, donde los sacerdotes y religiosas chicanos
comienzan a unificar su pastoral. Se trata de una nación latinoamericana
que va cobrando conciencia de su misión.
e)Apoyo a la reforma agraria
La cuestión de la «reforma agraria» tiene una gran importancia
teológica e histórica en América Latina. No debe olvidarse que en la conquista las tierras se repartieron entre los conquistadores, y los indios fueron encomendados para trabajarla. Los propietarios de las tierras, terratenientes (los que «tienen» la tierra), constituyeron la oligarquía que ejerció
el poder hasta 1929, fecha que, esquemáticamente, se podría indicar como
origen de la burguesía industrial incipiente. Modificar la tenencia de las
tierras es eliminar el poder de la clase oligárquica-agraria. Se trata de una
cuestión política, económica, cultural y religiosa.
______________
Rodolfo González, I am Joaquín / Yo soy Joaquín, Batam, Nueva York 1972, pp. 6-7).
La obra de Armando B, Rendon, Chicano Manifiesto. The history and aspirations of the
second largest minority in America (Mac Millan, Nueva York 1971), fue un momento
importante en la toma de conciencia del chicano.
287
Tomaremos una fecha no demasiado lejana como punto de partida.
En 1961 se supo que el padre Antonio Melo, de veintiocho años, al frente
de dos mil campesinos ocupaba tierras, ayudado por estudiantes de la Universidad Católica en la región brasileña de Pernambuco, siguiendo en parte
el ejemplo del líder Juliao. El Gobierno terminó por entregar las tierras a
los ocupantes184. Dom Helder Camara, en ese entonces secretario del episcopado, firma como miembro de la comisión especial la aprobación del
proyecto de reforma agraria que se discutirá en el Parlamento. El mismo
cardenal de Sâo Paulo, C. C. de Vasconcelos Motta, propone a Goulart una
reunión en el instituto católico Frente Agrario para estudiar la distribución
de tierras a los que no las tienen. El episcopado en «Reforma agraria frente
al comunismo»185 muestra que la reforma es propuesta como dique frente
al avance comunista (se trataría de un modo de adelantarse y plasmar un
modo de propiedad generalizada pero no estatal). Se critica al mismo
tiempo que al comunismo a las clases posesoras porque «sus abusos constituyen una actitud suicida».
Contra el cardenal Motta se levantan monseñor Geraldo de Proenc;a
Sigaud, arzobispo de Diamantina (Minas Gerais), y monseñor Antonio de
Castro Mayer, obispo de Campos (Río), declarando que «las expropiaciones de tierras son ilícitas». Al mismo tiempo, Dom Sigaud publicaba un
«Catecismo anticomunista», en momentos en que el obispo de Santo André,
monseñor Jorge Marcos de Oliviera, defendía a un grupo de huelguistas. El
episcopado, el clero y el laicado, toda la Iglesia, irán adoptando actitudes
diversas y hasta antagónicas ante esta cuestión que nos servirá de signo.
Esto no obsta para que el obispado brasileño lance un mensaje el 3 de abril
de 1963 sobre la necesidad de una triple reforma: agraria, fiscal y electoral, como aplicación de la encíclica Pacem in terris, documento firmado
por los tres cardenales. El Nordeste había sufrido sequías espantosas
en 1953, 1958...; el sertâo era abandonado por un número creciente de
campesinos. En 1955 las Ligas Camponesas de Juliâo lanzaron la consigna
«La tierra al campesino». El 70 por ciento de los habitantes son analfabetos
en esta región con menos de 100 dólares de renta anual por persona.
La derecha católica, infIuenciada por la francesa (por los grupos «Verbe», «La cité catholique», etc.) se hace presente un poco en todas partes en
América Latina. En México, la revista Puño del MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación), bajo la dirección doctrinaria de
______________
184
185
Cf. ICI 160 (1962), pp. 10-15.
Cf. Ecclesia, 15 mayo 1963, pp. 16-18.
288
Víctor Manuel Sánchez, publicó un artículo ultraintegrista del padre Castellanos. Le respondió el padre Allaz OP, quien fue apoyado por el arzobispo
de México, monseñor Miranda, y por la Orden Dominica. Todo esto
en 1963. Aparecen en El Día (México) artículos de González Pedrero
(«Juan XXIII y Primo de Rivera») y otro de López Cámara, profesor de
Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma («Las dos Iglesias»). Las
reacciones son favorables al padre Allaz. Por su parte, el padre Castellanos debe dejar el país, y monseñor Miranda prohíbe el MURO en los
colegios religiosos (en 1964). Justamente reafirmando la posición del
arzobispo, el «Comité de las organizaciones católicas» expide un comunicado donde, por primera vez, muestra el aspecto positivo a los ojos de los
cristianos de la revolución de 1910) en reunión mantenida del 9 al 12 de
octubre de 1964.
Mientras tanto, Brasil ha tenido su golpe militar. Monseñor Padim protesta de que se acuse a la AC de infiltración comunista; «en una época en que
hasta al papa Juan XXIII se le ha llamado comunista, no podemos admirarnos
de que fieles católicos, fieles a su jefe espiritual, reciban tal suerte». Sin
embargo, en Belo Horizonte, numerosos católicos, rosario en mano, marchan públicamente oponiéndose a la reforma agraria; la marcha fue organizada por Lionel Brizzola; Acción Católica desaprueba esa manifestación.
Ya veremos cómo en Chile los cristianos han adoptado una actitud
mucho más positiva, pero existe igualmente en ese país andino un grupo de
laicos vinculados al fundado en Brasil, que se denomina Fiducia, que acusa
a Frei de ser el Kenrensky chileno186, porque propicia un sistema donde la
propiedad privada será suprimida. De la misma manera la revista Cruzada
(de la sociedad argentina defensa de la «Tradición, Familia y Propiedad»,
de origen brasileño y de propagación en Chile, como hemos dicho: Fiducia) lanza en 1965 una compaña contra la CGT: «Queremos saber -dicensi son cristianos y anticomunistas o anticristianos y marxistas», ya que las
reformas propuestas por la CGT coincidirían con el marxismo y al tocar
la propiedad privada se opondrían al catolicismo ya la civilización occidental187. La revista Mensaje escribe que «hace pocos días leíamos en El
Mercurio una inserción pagada del grupo Fiducia que contenía 860 firmas
______________
186
Véase la obra de Fabio da Silveira, Frei, el Kerensky chileno, Ed. Cruzada,
Buenos Aires 1968; Plinio Correa de Oliveira, Transfondo ideológico inadvertido
y diálogo, Ed. Cruzada, Buenos Aires 1966; ídem, Revolución y contrarrevolución,
Ed. TPF, Buenos Aires 1970.
187
Véase C. Beccar Varela (ed.) y otros, El nacionalismo, una incógnita en constante evolución, Ed. TPF, Buenos Aires 1970, en especial pp. 239-240.
289
de "campesinos y obreros de Curaví"». Se trata de una expresión de protesta contra «la reforma agraria que no es una ventaja para la clase obrera», y el origen de la cuestión se encontraba en que se había realizado la
expropiación de un feudo perteneciente al presidente de Fiducia. El texto
termina diciendo: «Pedimos que Nuestra Señora libre a Chile del socialismo, que es la muerte de la civilización cristiana»188.
Querríamos ahora proponer algunas reflexiones, como un alto en el
camino. No se puede decir, indiscriminadamente, que la Iglesia defiende la
propiedad privada. Por ejemplo, la propiedad de un bien robado no puede
ser defendida. ¿ Y la herencia de un bien robado? ¿Son hispánicas las tierras
que por violencia armada -se preguntaban los teólogos salmanticenses del
siglo XVI- se arrebataron a los indios americanos? Cuando el general
Roca, en su expedición a la Pampa argentina en el siglo XIX, fue entregando
a sus lugartenientes las tierras que iba expoliando a los indios, ¿poseen
aquéllos realmente una propiedad con más derecho que los primitivos habitantes expulsados violentamente? Además, se piensa que hay un solo tipo de
propiedad. En verdad, en la doctrina secular de la Iglesia, en las Escrituras,
los Padres y la tradición, la propiedad es análoga: en primer lugar, se
encuentra la tenencia o posesión común de la Humanidad sobre todas las
criaturas189: va con respecto a terceros, que es derivada de la anterior por
ser «distinción de las posesiones» comunes190, de derecho natural secundario o que se denominaba tradicionalmente «derecho de gentes»: propiedad
privada191. San Basilio de Cesarea, monje cenobítico, decía que «la comunidad de bienes (practicada por dichos monjes) es una norma de existencia
más adecuada que la propiedad privada, y la sólo -agrega en su sentido
fuerte el santo Padre- conforme a la naturaleza»192.
Alguien puede hoy escandalizarse de tal texto, pero si adopta esa actitud manifiesta, al mismo tiempo, no conocer la «tradición» aunque crea
inspirarse en ella. Pero esto no es todo, porque no toda propiedad privada
es un derecho natural. En un primer sentido, la propiedad privada o privativa puede ser de una persona o un grupo ( en este último caso, una
______________
188
Número 187, marzo 1970, p. 100.
«Communis omnium possesio» (Tomás de Aquino, ST, I-II, q. 94, a. 5, ad. 3).
190
«Distinctio possessionum» (ibíd.).
191
Cf. Santiago Ramírez, El derecho de gentes, Studium, Madrid 1955, en especial p. 192. La escuela moral de Roma, cuyo vocabulario se deja ver en las encíclicas
papales, ha olvidado la doctrina tomista del ius gentium, y se ha inspirado en las doctrinas
modernas (cf. Ranúrez, pp. 189-190, nota 595).
192
Por ejemplo, San Basilio de Cesarea, In Hexam, Hom. VII (Patr. Migne,
Graeca, XXIX, col. 147).
189
290
sociedad anónima, pero igualmente los miembros de un país que tienen
propiedad exclusiva de los bienes del país privativa de los otros países).
En un segundo sentido, la propiedad privada puede ser positiva. En el
ejtfmplo dado arriba, los indios tenían propiedad privada del clan sobre
sus tierras, mientras que los lugartenientes de Roca sólo tuvieron propiedad positiva («por modo de determinación positiva» de la voluntad del
general invasor)193. Dos aclaraciones todavía. Es de propiedad natural
un medio necesario para la vida humana (material, cultural, religiosa), es
decir, hay derecho natural sobre los bienes de los que no puedo privarme;
si esto ocurriera se frustraría mi ser humano. Sobre todos los demás
bie-nes que no son estrictamente necesarios para mi perfección no tengo
derecho natural sino sólo positivo. Es de la más antigua tradición cristiana, y ésta es la segunda aclaración, que «en caso de extrema necesidad
todo es común»194.
A partir de estos principios tradicionales en el catolicismo puede
decirse lo siguiente: la propiedad privada no es ilegítima en principio (por
naturaleza), pero puede serIo de hecho. Puede ser ilegítima la propiedad
lograda por la violencia de las armas (en la conquista o posteriormente por
parte de los ejércitos nacionales en contra del indio y en favor del oligarca), la comprada a demasiado poco precio, o con engaños. Aun en el
caso de que sea legítima, no toda propiedad es de derecho natural, sino la
necesaria para el pleno desenvolvimiento de la persona. No tiene entonces
propiedad por derecho natural (sino sólo positivo) la United Fruit sobre sus
tierras en Centroamérica; tampoco el terrateniente que vive en las grandes
ciudades y que posee centenares de hectáreas que otros trabajan para él.
Él posee por derecho natural lo que necesitaría para vivir honestamente él
y su familia: todo lo demás lo tiene por derecho positivo. Pero todo lo demás es de derecho natural de los trabajadores de su campo, y que no tienen
sin embargo sobre ello derecho positivo. Pero, además, en casi todas nuestras naciones latinoamericanas se encuentra «el caso de extrema necesidad,
donde todo es común». Sobre estos principios tradicionales de teología
escolástica cató1ica, comenzó en Chile una toma de conciencia sobre la
«reforma agraria».
______________
193
«Per modum detenninationis» (Santo Tomás, In X Ethic. Arist. ad Nicom.
expositio, L. V.lect 12, n. 1023).
194
«In extrema necessitate omnia sunt communia» (véase la tesis defendida en la
Gregoriana por Gilles Couvreur, Les pauvres ont-ils des droits? , Univ. Grego, Roma
1961) En Santo Tomás véase II-II, q. 66, a. 3, c.; ibíd., a. 7, c. Huguccio, en su Summa
ad pre. Decr. (APP. 2, pp. 290-291) dice: «Iure naturali omnia sunt communia, id est
tempore necessitatis indigentibus communicanda».
291
Pertenecen entonces a una etapa superada las reclamaciones del obispo
cubano de Matanzas que se opuso en 1959 a la reforma agraria en Cuba195,
y las opiniones vertidas por el cardenal de Bogotá, monseñor Luis Concha, cuando se preguntaba en 1961: ¿Por qué hablar de una reforma
agraria?196 El episcopado chileno, guiado por la clarividente posición de
monseñor Manuel Larraín, dictó una carta pastoral el 11 de marzo de 1962
sobre el hombre de campo chileno que sufre el yugo del liberalismo, por lo
que la Iglesia se compromete a efectuar un plan de reforma de las tierras
que pertenecen a la Iglesia197: «Por nuestra parte, conscientes, como somos,
de la situación del campesinado, y deseosos de colaborar no sólo con la
doctrina fundamental, sino además con el ejemplo de las realizaciones concretas, hemos acordado en la Asamblea Plenaria del presente año encomendar el estudio de una eventual colonización de las propiedades agrícolas que
están en propiedad y libre uso de la Jerarquía»198.
Monseñor Larraín había comenzado en 1961 una experiencia en la
propiedad «Alto Las Cruces» de 342 hectáreas regadas, repartida en 12 familias; el cardenal de Santiago, Silva Henríquez, casi simultáneamente
hacía lo propio con «Las Pataguas», de 1.213 hectáreas, a disposición de
80 familias199. Pronto se creó la INPROA (Instituto de Promoción Agraria), porque nada era dar las tierras sin educar cooperativamente a los
agricultores, capitalizar la cooperativa, tecnificar la explotación, comercializar adecuadamente los productos. Misereor (Alemania) y la comunidad de Taizé posibilitaron la formación del capital inicial de INPROA. En
1965 los jesuitas chilenos ofrecen fincas de 1.128 y de 5.256 hectáreas al
Instituto de Promoción Agraria. Cuando sube al gobierno la Democracia
Cristiana, por el proyecto de reforma del artículo 10, inc. 10 de la Constitución, se piensa realizar una reforma agraria más a fondo. Lo cierto es
que las tierras de la Iglesia son confiscadas para continuar la reforma
comenzada200. Aún en 1997, el obispo de concepción, monseñor Sánchez
Beiuiristain, al dejar su residencia da igualmente a la reforma agraria una
finca de 2.700 hectáreas.
______________
195
Cf. Mensaje (Madrid), junio 1959, p. 3.
Rythme du Monde (París) 4,1961, pp. 212-222.
197
Cf. Criterio, 8 noviembre 1962, pp. 824-827; 22 noviembre 1962, pp. 866-870.
198
Ibíd., p. 870. Sobre la reforma agraria véase Jacques Chonchol, «La reforma
agraria», en Mensaje (Santiago) 123, pp. 563-571, gestor de la reforma agraria en la Iglesia, en la DC y en el gobierno de Allende.
199
Cf. Guillermo Leuta, «Aspectos de la Iglesia chilena», en Marcha 9 (1968),
pp. 80-85, notas 5- 7.
200
En 1965 el cardenal había hablado de que «una reforma agraria justa es indispensable» (Criterio, 27 de enero de 1966, p. 71).
196
292
No sólo la Iglesia chilena ha dado su testimonio. El obispo de Maracaibo, monseñor Domingo Roa, defendió a los indios de la tribu Yupa, cuyo
jefe, Abel Ramírez, fue asesinado el 21 de diciembre de 1961 por hombres
pagados por los propietarios, diciendo: «Tienen derecho a poseer sus tierras». Nosotros diríamos: tienen derecho natural, pero en nombre del derecho positivo se los asesina. Los obispos Pineda, Valdivia, Ortiz y Coronado,
de Huánuco, Huancayo y Huancavélica, en Perú, distribuyeron sus tierras
eclesiales en 1962 entre los campesinos. Este hecho influirá notablemente en
la «toma de las tierras» que se producirá en Perú y Bolivia. En junio del
mismo año 62 los terratenientes acusan en Huancavélica a dos sacerdotes
que trabajan entre indios, primero de robo y después de violar a menores;
se los encarcela. Los obispos los defienden y muestran cómo son vulgares
maledicencias para desautorizar sus trabajos sociales en favor del indio. El
Comercio (diario de Lima) revelan la cuestión y los dos sacerdotes quedan
en libertad, con gran escándalo de los propietarios.
En 1963 el obispo de Cuzco, monseñor Jurgens Byme, distribuye entre
los campesinos las tierras de la Iglesia. Cuando comienzan las ocupaciones
de tierras por parte de los campesinos, el padre Pardo, vicario general del
obispado de Huacho, defiende la reforma agraria, y es violentamente criticado por el diario limeño La Prensa, del 20 de diciembre de 1963. Mientras
tanto los indios siguen ocupando tierras en Cuzco y otras regiones.
Belaúnde nada hace todavía. En 1964, en vista de los resultados, el obispo de
Cuzco entrega las 15.000 últimas hectáreas de la archidiócesis a sus colonos.
Cuando cae Belaúnde, en gran parte por la represión brutal contra los campesinos, y sube la Junta militar, un grupo de sacerdotes del ONIS envían una
declaración al general Velasco Alvarado, presidente de la Junta, sobre la
refoma agraria, el 20 de junio de 1969201, donde se cita de Gaudium et
Spes, n. 69, aquello de que «Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella
contiene para uso de todo el género humano». Cuatro días más tarde, al
anunciar el Presidente el decreto-Iey de reforma agraria, cita el documento
de los sacerdotes del ONIS. Todavía en Perú, en 1970, se acusó en Cajatambo
al cura del lugar, padre Neftalí Niceta, de sublevar a los campesinos. El
padre se explica diciendo: «Soy hijo de campesinos. Conozco este sistema de
opresión. Liberar a mi prójimo es parte de mi sacerdocio»202.
En Ecuador la Iglesia se ha mostrado más bien indiferente a la reforma
agraria, como lo manifiesta la carta pastoral del episcopado sobre el proble______________
201
202
Cf. IL ¿PP? .pp. 333-338.
293
ma agrario, en 1963203. Habrá que esperar hasta 1969, el 13 de marzo, para
que monseñor Proaño, obispo de Riobamba, firmara un acuerdo con la CESA
(Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas) entregando para la reforma la
hacienda «Tepeyac» de 3.000 hectáreas, según un plan financiado por Misereor (de Alemania). El asesoramiento de CESA es apoyado por CEAS (Centro de Estudios y Acción Social) que tiene escuelas radiofónicas populares
y un Instituto de Formación de Líderes Campesinos. Monseñor Proaño ha
sufrido muchas oposiciones, si se tiene en cuenta que casi la tercera parte de
las tierras ecuatorianas pertenecen a la Iglesia (diócesis, órdenes, congregaciones de tradicional raigambre colonial), pero aunque pierda los primeros
puestos en la tierra asciende, en cambio, en los del Reino.
En Argentina, monseñor Iriarte y sus sacerdotes de Reconquista firmaron una declaración en defensa del hombre del campo, mostrando la penuria en la que se encuentra en campesino del nordeste, y en especial de los
«hacheros» del Chaco santafesino. Monseñor Cafferata, de San Luis, después de una visita pastoral de 18 meses, indicaba que «los hombres del
campo están impedidos para acceder a la propiedad (positiva) de la tierra
que trabajan y no se interesan por nada... El liberalismo social y económico ha creado un orden injusto»204. Esto no impide que monseñor Buteler, arzobispo de Mendoza, celebre una misa para la asociación «Familia,
Tradición y Propiedad» y los aliente en el sentido de ser los defensores de
la tradición católica. O que en Colombia se entreguen tierras para la
reforma agraria, 800 hectáreas, en 1967, poco antes de que sean expropiadas por el Gobierno (como le ocurrió a una congregación religiosa), o que
el obispo de Honduras, Marcelo Gerin Boulax, hable de la invasión de tierras criticándola, por no ser el camino adecuado la ocupación violenta205,
olvidando, quizá, la violenta explotación de la opresión que se funda en una
propiedad positiva, mientras que los explotados tienen, sobre las tierras que
tratbajan, derecho natural, sobre todo en Honduras.
B)LOS MINISTERIOS EN LA HORA PRESENTE
a)Actitud de los obispos
La tarea del sociólogo, del historiador se hace más difícil cuando se
trata de indicar el sentido de fenómenos recientes. Se corre el riesgo de
______________
203
Anuario IB, 23 abri11963, pp. 157-152.
Noticias Católicas (Buenos Aires), 4 diciembre 1963.
205
Anuario IB. marzo 1970, p. 10.
204
294
olvidar hechos importantes, dejar sin nombrar personas que han desempeñado funciones especiales. Solamente describiré aquí a algunos obispos,
aquellos de los que el «mundo» habla -sea por noticias periodísticas, por
sus libros, por sus pastorales. Sólo Dios sabe quiénes en verdad labran la
Historia de la Salvación; cuántos serán los que en el humilde cargo de un
lugar de frontera hacen avanzar el Reino más que los que «aparecen». De
todas maneras, es necesario escribir la historia a partir de algunos. Por
otra parte, sería muy conveniente poder indicar diversas actitudes en el
ejercicio del episcopado.
En otro trabajo206, estudiado la visión del obispo en el siglo XVI, siglo
de gran renovación dentro de la cristiandad, en especial en España. Había
un ideal del obispo: pobre (aunque no en Europa), que visitaba su diócesis,
sabio, santo, y en América hispana igualmente misionero (manifestando un
cierto paternalismo sobre el indio, al que se le quería incorporar a la cristiandad). En nuestro siglo XX, desde el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, el ideal del obispo cambia aceleradamente. Unos guardan
todavía el ideal de la cristiandad: obispo padre, que exige obediencia; que
es doctor (en teología escolástica latina); que defiende ante todo las buenas
relaciones con el Estado; que debe defender los derechos de la Iglesia en
cuanto a la enseñanza, el Patronato, el divorcio, las buenas costumbres. Por
lo general es canonista, piensa que el comunismo en lo opuesto al cristianismo (confundiendo éste con la civilizaci6n occidental y cristiana).
Muchos de los obispos latinoamericanos tienen esta actitud. Muy pocos
son consecuentes teológicamente como monseñor Geraldo Sigaud, obispo
de Diamantina, que defiende esta posición en sus actos y en sus escritos
(aunque pueda igualmente denunciar las injusticias que se cometen, por
ejemplo, con las torturas, como lo hizo en julio de 1970 en Roma)207. Muchos de estos obispos se han visto en graves conflictos con sus propios sacerdotes, tales como monseñor Buteler en Mendoza, Bolatti en Rosario, el cardenal Gaggiano en Buenos Aires, el cardenal Concha en Bogotá, el arzobispo Casariego en Guatemala, y muchos otros. Otros, en cambio, han
adoptado una actitud que quiere desprenderse del ideal de cristiandad,
y buscan nuevos caminos para una Iglesia más misionera, no tan a la
defensiva y más atenta a comprender los cambios que se producen en el
mundo. Con respecto a nuestra América Latina significa el descubrimiento
del compromiso de la Iglesia en las estructuras políticas, económicas, cul______________
206
Véase mi obra sobre Les éveques hispano-américains. pp. 1-30. (El episcopado hispanoamericano. t. I, pp. 27-82)
207
Cf. ICI 336 (1970), p. 18.
295
turales de nuestro continente subdesarrollado y oprimido, en la lucha de la
liberación de un pueblo pobre. Estos obispos, así como Bartolomé de las
Casas quería cumplir las Leyes Nuevas, intentan cumplir las constituciones
y decretos del Concilio Vaticano II y las resoluciones de la II Conferencia
General de Medellín.
Tienen además algunos documentos mayores de donde puede partir un
nuevo ideal episcopal: el discurso de Pablo VI del 23 de noviembre de 1965
al episcopado latinoamericano, donde se lee que «no faltan todavía, desgraciadamente, los que permanecen cerrados al soplo renovador de los tiempos»208, o «la Iglesia siempre se ha valido de sus bienes para la comunidad,
y si no, se ha dejado sobrecargar en algunos lugares de bienes temporales
improductivos, especialmente de tierras, que hoy ya no tienen la función de
otro tiempo ya los cuales sería razonable dar un empleo mejor»209. En
segundo lugar, del decreto «Christus Dominus» sobre los deberes pastorales de los obispos, donde se encarece que los obispos «respondan a las
dificultades y problemas que más preocupan y angustian a los hombres...
teniendo cuidado especial de los pobres y de los débiles, a los que el Señor
les envió a evangelizar»210, y que «abracen siempre con caridad especial
a los sacerdotes... y por tanto estén siempre dispuestos a oírlos y, tratando
confidencialmente con ellos, procuren promover la labor pastoral íntegra
de toda la diócesis»211.
En el importantísimo decreto «Ad Gentes» -ya que las misiones son
interiores igualmente- se recuerda a los obispos que «la Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que procede de la misión del
Hijo y de la misión del Espíritu Santo212, y «siendo así que esta misión
continúa y desarrolla a lo largo de la historia la misión del mismo Cristo
que fue enviado a evangelizar a los pobres, la Iglesia debe caminar...por el
camino de la pobreza... Este deber que tiene que cumplir el orden de los
obispos...es único e idéntico en todas las partes y en todas las condiciones»213. «Para conseguir este propósito es necesario que en cada gran territorio sociocultural (como América Latina, agregamos nosotros) se promueva la reflexión teológica...teniendo en cuenta la filosofía y la sabiduría
de los pueblos»214. En América Latina, donde puede observarse genera______________
208
Concilio Vaticano II, Ed. Paulinas, supra, p. 626, 6.
Ibíd., p. 628, 13.
210
Ibíd., p. 337, 13.
211
Ibíd., p. 339, 16.
212
Ibíd., p. 248, 2.
213
Ibíd., p. 252, 5-6.
214
Ibíd., p. 273, 22.
209
296
lizadamente un cierto parcialismo en el ejercicio de la función episcopal
(cada obispo es obispo en su diócesis, y que nadie le moleste en su manera
de actuar), cabe recordar que «todos los obispos, como miembros del
cuerpo episcopal, sucesores del colegio de los apóstoles, están consagrados
no sólo para una diócesis, sino para la salvación de todo el mundo» 215: ésta
es la fundamentación del CELAM, institución providencial en América
Latina. y por último, en dicho Concilio, toda la constitución pastoral
«Gaudium et Spes» sobre la Iglesia y el mundo de hoy, «sobre todo de los
pobres y de toda clase de afligidos» 216.
Por su parte, el saludo de Pablo VI a la Conferencia General sobre
«Presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina»,
que en muy pocas diócesis ha sido estudiado de manera dialogante entre
obispo, sacerdotes y laicos. Todo podría resumirse en aquello de que
«crear un orden social justo, sin el cual la paz es ilusoria, es una tarea eminentemente cristiana. A nosotros, pastores de la Iglesia, nos corresponde
educar las conciencias, inspirar, estimular y ayudar a orientar todas las
iniciativas que contribuyen a la formación del hombre. Nos corresponde
también denunciar todo aquello que, al ir contra la justicia, destruye la
paz» 217. Estos son los principios a partir de los cuales un historiador
puede juzgar la acción de los obispos. Sólo tomaremos unos ejemplos de
aquéllos, a partir de lo que nos es dable conocer, y que han abierto un
camino de compromiso.
Sin lugar a dudas, hoy es Brasil quien cuenta con un grupo de obispos
que han sabido dar un testimonio en la difícil hora que les toca vivir. Allí
están Dom José Távora, de Aracaju; Waldir Calheiros, de Volta Redonda;
Antonio Fragoso, de Crateus; Cándido Padim, de Lorena; Helder Câmara
de Olinda y Recife; Jorge Marcos de Oliveira, de Santo André; Joâo da
Mota e Alburquerque, de Sâo Luis do Maranhao; A velar Brandâo Vilela,
de Teresina; José Pires, de Jofto Ressoa; Aloisio Lorscheider, de Santo
Angelo; David Picâo, de Santos, y tantos otros. Entre todos se distingue el
arzobispo de Recife, Dom Helder, de quien Amoroso Lima decía: «En la
campaña (de difamación)... de la que es víctima entre nosotros (Dom
Helder), veo una señal mucho mayor de su grandeza personal y de su destino que en el renombre internacional que actualmente ha conseguido» 218.
______________
215
Ibíd., p. 284, 38
Ibíd., p. 147, 1.
217
Medellín, supra, p. 79, 20.
218
Mensaje (Santiago) n. 194, noviembre 1970, p. 536.
216
297
En efecto, Dom Helder ha sido marcado desde su niñez, desde su formación, desde sus primeros compromisos sacerdotales y aun posteriores,
por una cierta vocación que, en su momento, se manifestó como la adecuada para ser signo de nuestro tiempo (señal dice Tristâo de Atayde). Su
conducta se acerca a la praxis eclesial que los cristianos y el mundo exigen
a la Iglesia latinoamericana: compromiso profético en favor de un pueblo
oprimido que comienza un proceso de liberación. El mismo Helder tiene
una poesía que dice: «Cuando era niño / ansiaba salir disparando / por
las crestas de las montañas. / Cuando entre dos cimas / había una distancia, / ¿por qué no dar un salto / por encima del abismo? / Por la mano del
ángel / a lo largo de la vida / todo esto acabó sucediendo, / exactamente
así»219. «yo nací el 7 de febrero de 1909 -nos cuenta-, en una escuela
primaria de Fortaleza, capital del Caeara. Mi madre fue maestra nacional»220. Vino entonces al mundo en una pobreza sencilla, en un medio
educativo, en posición abierta al mundo (no es lo mismo ser maestra de un
instituto religioso que de una escuela nacional).
Desde pequeño entró en el seminario. Su formación escolástica clásica
no estaba abierta a la renovación teológica, incluso de esa época. Dom Helder no será un teólogo, será un pastor. «Me ordené el 15 de agosto de 1931.
Tenía veintidós años y medio»221. Va a Fortaleza, la capital, ya poco se
compromete con la Legión de Octubre movimiento de derecha, cooperativo, inspirado en el Salazar portugués. Por orden del obispo aceptó el cargo de secretario de Educación del movimiento en Ceará. Cuando en 1934 su
arzobispo funda la «Liga Electoral», grupo de presión que promocionaba
a los candidatos que aceptaban las exigencias de la Iglesia brasileña, Helder
se transformó en un activísimo propagandista. Poco después fue nombrado
secretario de Educación en el estado de Ceará. En relación con los pedagogos en el orden nacional, pasó después como experto del secretariado de
Educación Federal en Río. Dom Helder, entonces, muy pronto, trabajó
directamente en funciones políticas y administrativas puramente extraeclesiales. La relación Iglesia-mundo, en la línea del Concilio y Medellín,
la experimentaba ya en su vida cotidiana desde 1933.
En 1936 llegaba a Río. «Allí tenía que vivir veintiocho años... Fui
nombrado asistente técnico de la secretaría de Educación de la municipalidad de Río de Janeiro, capital del Brasil... Luego me llamaron a trabajar en
el Instituto de Investigaciones para la Educación, al frente de un servicio
______________
219
José de Broucker, Dom HeIder Câmara, supra, p. 11.
Ibíd., p. 13.
221
Ibíd., p. 24.
220
298
técnico, para redactar los programas y también los test para los alumnos de
las escuelas públicas de Río...cerca de 120.000 alumnos de las escuelas
públicas de la ciudad...»222. Helder, en Río, tuvo el proyecto de fundar la
primera Conferencia episcopal nacional, con un secretariado, expertos,
documentarios, etc. En 1950, en un viaje a Roma, habló con monseñor
Montini, secretario de Estado en el Vaticano, siendo él mismo nombrado
primer secretario general hasta 1964. Fue propuesto por el cardenal Barros Camara como obispo auxiliar (1952) y después como arzobispo auxiliar. Fue el responsable de organizar el Congreso Eucarístico Internacional
de Río y la I Conferencia General Episcopal Latinoamericana en 1955. El
cardenal Gerlier, de Lyon, le dijo, en conversación personal: «¿Por qué no
poner su capacidad al servicio de la solución del problema de las favelas ?»223 A los ojos de la historia, este día fue uno de los más importantes
de la Iglesia latinoamericana: un comprometido profeta europeo de las
cuestiones sociales pasaba la antorcha a un hermano latinoamericano. «Fue,
por tanto, él quien me lanzó en este sentido. Antes yo sentía el problema,
pero sin estar metido en la refriega»224.
Pero, tomada la vía de la protesta y el trabajo social, el diálogo con el
cardenal de Río comenzó a enfriarse. Un día el mismo cardenal le pidió
que se separaran. Era la época del Concilio, y después de pensar enviarlo
a la diócesis de Sâo Luis de Maranhao se le nombró arzobispo de Olinda
y Recife, en marzo de 1964, el mismo mes del golpe de Estado. «El 12 de
abril tomaba yo posesión de la sede de Recife»225.
La polifacética personalidad de Dom Helder es difícil de describir en
pocas líneas. «La mirada de Dom Helder va más allá de los límites de su
experiencia directa. Una mirada de poeta, de profeta, que lee los análisis de
un padre Lebret con los ojos de un padre Teilhard y que traduce las
encíclicas pontificias en la lengua de fuego del apóstol Santiago... Yo no soy
un experto -nos dice- ni en economía, ni en sociología, ni en política.
Yo soy un pastor que está ahí y que ve sufrir a su pueblo»226.
Dom Helder no es un político, y ha rechazado en la profesión política
las candidaturas de diputado y hasta vicepresidente de Brasil, pero tiene
una visión y un compromiso profético-político. Su fe en perspectiva
______________
222
Ibíd., p. 28.
Ibíd., p. 33.
224
Ibíd.
225
Ibíd., p. 36. Hemos copiado la parte del discurso en el punto a) de esta sec.
II, del cap. IV.
226
Ibíd., pp. 136-137.
223
299
política le impulsa a decir que «la revolución social que el mundo necesita
no es un golpe armado -explica en Mar del Plata en 1966-, ni las guerrillas, ni la guerra. Es un cambio profundo y radical...que puede y debe ser
ayudado por la Iglesia en América227. Pero la revolución no se hará ni por
los estudiantes, ni por los sacerdotes, ni por los artistas, ni por los estudiantes, sino por las masas: ellas son las víctimas, las oprimidas»228. «Yo
sueño en una integración (latinoamericana) que no acepte ni imperialismos
externos (como en Mercado Común de América Central), ni imperialismos
internos... Hay que tener por tanto mucho cuidado: integración latinoamericana, sí, pero sin mini-imperialismo, ni brasileño, ni argentino...»229
Percibe claramente la cuestión imperialista: «Terminemos con la ilusión de
que saldremos del subdesarrollo gracias a una ayuda que, como está comprobado, es falaz e incluso antiproductiva: pongámonos resueltamente al
lado de los que exigen una reforma completa del comercio internacional.
Terminemos con la falsa dicotomía capitalismo-comunismo, como si el
hecho de no estar conformes con las soluciones capitalistas implicara una
adhesión al comunismo, y como si criticar a los Estados Unidos fuera sinónimo de conformidad con Rusia o China Roja»230. Se defiende, cuando
dice no ser un hombre politiquero («metido en política»): «¡Yo soy un
hombre de Iglesia... Estoy persuadido de que la Iglesia tiene en América
Latina la posibilidad de ayudar, de servir al pueblo... Porque en este país,
hoy, en las condiciones actuales, un obispo tiene la posibilidad de decir lo
que un estudiante, un trabajador, e incluso un profesor, un intelectual no
podría decir»231. Función entonces profético-política.
Dom Helder no es un economista, pero comprende y predica que
«el mundo subdesarrollado comprueba que su deseo de renovación profunda y rápida de las estructuras socio-económicas que lo mantienen en
la miseria es combatido por uno de los dos bloques por ser subversivo
y comunista (EE.UU) y es explotado por el otro, ávido siempre de nuevos
satélites (Rusia)»232.
Dom Helder no es un intelectual, pero les traza todo un programa, ya
que a los estudiosos del seminario de Camaragibe les propone un «estudio
______________
227
Cit. Ibíd., p. 106.
Ibíd., p. 131.
229
Ibíd., pp. 142-143, Dom Helder comenta el mini-imperialismo de Brasil
sobre Paraguay y Bolivia.
230
Discurso en el Instituto de Investigaciones de la realidad brasileña, el 21 de
junio de 1967 (ibíd., p. 93).
231
Ibíd., p. 101.
232
Ibíd., p. 139.
228
300
de ensayos de un socialismo nuevo»233. Yo creo que nosotros podríamos
aprovecharnos del método marxista234 de análisis, todavía hoy válido,
y, dejando de lado la concepción materialista de la vida y de la historia,
completar el análisis marxista con una verdadera visión cristiana»235.
«¿Por qué no reconocer que no hay un tipo único de socialismo? ¿Por qué
no pedir, para el cristianismo, la liberación de la palabra socialismo a la
que no va siempre vinculada en materialismo?»236 Esto es tanto más importante cuando se comprende que «América es la parte cristiana del
mundo subdesarrollado»237.
Dom Helder, el antiguo experto pedagógico, se pregunta: «¿Existe en
la tierra otro pueblo en vía de alienación de una manera tan completa y en
un dominio tan vital y sagrado como la educación?.. Jamás llegaremos a
ser una civilización armoniosa y solidaria a costa de la aniquilación espiritual de un pueblo ante otro»238, al referirse a las influencias y al control
que en política escolar ejerce Estados Unidos sobre Brasil.
Pero Dom Helder, el pastor, confiesa que «creo que siempre se necesitarán sacerdotes ampliamente preparados, pero, que al mismo tiempo, para
responder a las necesidades de las comunidades, tendremos que imponer las
manos a hombres más sencillos que vayan saliendo de las comunidades de
base. Yo no lo haré jamás sin la aprobación de Roma, aunque buscaré la
manera de dar a entender que no hay otra solución»239.
Dom Helder, el profeta de la no-violencia, lanzó un movimiento mundial en 1968, que debía comenzar el 2 de octubre, para despertar a las
«minorías abrahamánicas», que «esperan contra toda esperanza», a fin de
que por una «presión moral liberadora» puedan concienciarse los pueblos
y las mismas oligarquías opresoras. Cuarenta y tres obispos brasileños
apoyan de inmediato el movimiento. En 1969 se denominará «Acción, justicia y paz». El 21 de marzo de 1970 lanza con Ralph Abernathy la
«Declaración de Recife» por la no-violencia y la lucha contra la injusticia.
______________
233
Ibíd., p. 173.
Debió decir «dialéctico» y no «marxista» (Helder no es un filósofo y por eso
puede aquí cometer una equivocación)
235
Conferencia dictada en Río el 19 de junio de 1967 (ibíd., p. 148).
236
Discurso de la inauguración del Instituto de Teología de Recife, el 7 de marzo
de 1968 (ibíd., p. 152).
237
Discurso sobre «Ciencia y fe en el siglo XX», en la Escuela Politécnica de
Campina Grande, el 17 de diciembre de 1966 (ibíd., p. 153).
238
Discurso en el Instituto de Investigaciones de la realidad brasileña, el21 de
junio de 1967 (ibíd., p. 93).
239
Ibíd., p. 172.
234
301
Poco después es propuesto para el premio Nobel de la Paz, que sin
embargo no le fue concedido en esta ocasión.
Toda su personalidad queda bien reflejada en esta frase: «Yo acuso a
los verdaderos promotores de violencia, a todos los que de derecha a izquierda hieren la justicia e impiden la paz... Personalmente, yo prefiero
mil veces ser matado que matar»240.
Dom Helder no está solo. En una misa pedida por los militares en
recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, el 8 de mayo de 1968, Dom Edmilson da Cruz, obispo auxiliar de Sâo Luis do Maranhao, predicó diciendo: «¿Hay libertad en Brasil? Si la hay, ¿por qué no se permite efectuar
manifestaciones pacíficas?» Los militares se retiraron de inmediato. El
arzobispo da Mota e Alburquerque declaró después: «La Iglesia en el Brasil, en la hora presente, vive profundamente su misión profética al denunciar el error y anunciar la verdad»241.Vozes, la revista cató1ica, deja de
aparecer el 3 de septiembre de 1969, en medio de persecuciones y por
delatar las torturas que se vienen aplicando desde 1968. Por los mismos
motivos monseñor Calheiros es encarcelado con once de sus sacerdotes,
acusado de subversión, por haber dado a conocer una carta pastoral
denunciando las torturas. Días después fue puesto en libertad. El cardenal
Rossi declara que «preferimos hombres que afronten dificultades que significan riesgo y no aquellos que se refugian en una actitud de indiferencia
criminal. El cardenal Barros Camara denuncia igualmente la «guerra lanzada contra la Iglesia», ya en 1970, y ahora el mismo monseñor Sigaud,
que había defendido la revolución en su momento, delata el 6 de octubre
de 1970, las frecuentes torturas. En momentos difíciles, entonces, el episcopado en su conjunto manifiesta unidad, aunque haya dentro de él posiciones muy encontradas.
Desde el siglo XIX el episcopado chileno ha sido un cuerpo de los más
homogéneos de América. Con grandes obispos en la vanguardia social y
eclesial, Chile dio a América Latina uno de sus mejores propulsores: el fallecido obispo de Talca don Manuel Larraín, que nos dejará en un inesperado
accidente de automóvil e122 de junio de 1966. Don Manuel (1900-1966),
junto con el padre Alberto Hurtado (1901-1952), reflejan toda la época
______________
240
Conferencia dada en París el 25 de abril de 1968 (cf. ICI, 15 mayo 1968).
Véase igualmente el tema en José Cayuela, Helder Câmara, Brasil ¿un Vietnam católico?,
Ed. Pomaire, Barcelona 1969.
241
ICI 315 (1968). En esos días el padre Arrupe, general de los jesuitas, en
reunión del 6-14 de mayo de 1968, decide que en Brasil los jesuitas dejarán tareas educativas para ser agentes de integración y acción social.
302
alentada por el ideal de una nueva cristiandad, bajo el signo de la Acción
Católica y de la Democracia Cristiana. Don Manuel estudió en la Universidad Católica, en la Facultad de Derecho. A los veinte años comenzó sus
estudios en el seminario y después fue enviado a la Gregoriana de Roma,
donde alcanzó el doctorado en teología. Fue profesor y director del Instituto de Teología de Santiago. En 1938 se le nombró obispo de Talca, siendo
hasta 1962 asesor nacional de la AC. Fundador, por haberlo ideado y propugnado, del CELAM, murió siendo su presidente. Persona de fino trato,
teólogo de su época, tenía una visión de la Iglesia latinoamericana como
nadie en su momento. De gran influencia sobre Roma y el nuncio, logró que
en el episcopado no hubiera casi ningún obispo de una actitud que mostrara
una división interna. Sin embargo, nunca llegó a cardenal... Por su parte, el
cardenal salesiano Raúl Silva Henríquez es igualmente un ejemplo en su
función. Comenzó en su jurisdicción la reforma agraria, se declaró ante las
cuestiones más difíciles, se adelantó a saludar el primero al presidente socialista Allende. Se podrían nombrar otros obispos chilenos, como Manuel
Sánchez Beguiristain, de Concepción; CarJos González Cruchaga, de Talca,
antiguo director espiritual del seminario de Santiago, y tantos otros.
En Argentina la situación es mucho más compleja. Grandes sacerdotes
parecerían apagar su personalidad al incorporarse al cuerpo episcopal. Por
una parte, se encuentra el cardenal Caggiano, que como se ha dicho más
arriba, refleja al prelado de una época: fundador de Acción Católica, intermediario entre la CGT y el Gobierno en distintos momentos, defensor de la
enseñanza libre242, de la propiedad privada243; pudo alentar a los policías,
en la misa celebratoria de la fundación de la Policía Federal en 1970, en el
cumplimiento de su deber de defensa de nuestra civilización y dique contra
la subversión. Por su parte, un Ildefonso Sansierra, de San Juan, ha afrontado una grave crisis de la Universidad Católica y en su clero; monseñor
Buteler, de la archidiócesis de Mendoza, deberá enfrentarse también
a la primera grave crisis sacerdotal de América; monseñor Vicentín, de
Corrientes, la tendrá igualmente, hasta llegar a la excomunión del padre
Marturet; monseñor Guillermo Bolatti deberá afrontar la crisis de veintisiete sacerdotes en Rosario.
Por el contrario, monseñor Juan Iriarte, de Reconquista, comenzaba
desde antes del Concilio una renovación de su diócesis; monseñor Alberto
______________
242
Consudec, 20 de marzo de 1964.
Cf. AC (Buenos Aires) junio 1965, pp. 187-194, en declaraciones del 1de
mayo, «Fiesta del Trabajo».
243
303
Devoto, de Goya, se adhería el primero al «esquema XIV», en el que se
comprometía a la pobreza y sencillez de vida episcopal, y ha comentado
después la «Declaración de los obispos del Tercer Mundo», además de asumir claras posturas en lo social. Monseñor Angelelli, de la Rioja, llega a
declarar que «estamos cansados de escuchar que toda tentativa de arrancar
al pueblo de situaciones inhumantes es una exclusividad de la izquierda y de
la subversión» -en 1970-. Su pastoral sobre la situación de la provincia
de la Rioja será necesario no olvidarla por mucho tiempo244. Tampoco
debemos olvidar al obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, por su actuación
en las obras de Chocón-Río Colorado; a monseñor Carlos Cafferata, de San
Luis, por su valentía ante el gobernador de su provincia y su posición pastoral ante los pobres; a monseñor Italo Di Stéfano, de Presidente Roque
Sáenz Peña, ni al ex presidente del Departamento de Pastoral del CELAM,
arzobispo de Santa Fe, monseñor Vicente Zazpe, por su pastoral social
a comienzos del año 1971. Cabe recordar al ex obispo de Avellaneda,
monseñor Podestá; a monseñor Brasca, de Rafaela, a monseñor Quarracino, de Nueve de Julio, etc245 .
Para no alargar en demasía nuestra exposición, iremos indicando algunos de los obispos que han protagonizado en los últimos años hechos
sobresalientes en la historia de la Iglesia.
En México, además del cardenal de México, Miguel Darío Miranda
y Gómez, de tantas actuaciones en los últimos tiempos, cabe destacar a
monseñor Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca. Dom Sergio defendió en 1938 una tesis en la Gregoriana de Roma -que yo he debido consultar para defender la mía en 1967-, sobre los obispos americanos en el
siglo XVI. Profesor en el seminario de México, de formación tradicional,
no hubiera parecido la persona de profética renovación. El secreto de su
acción pastoral ha sido ser dúctil a la historia...contemporánea, no la de los
libros sino la historia de la salvación como acontecer. Dom Sergio no tiene
prejuicios sobre la realidad: la deja hablar, expresarse; sabe esperar para
que muestre sus frutos. Por ello, su Misa «Mariachis», la renovación de su
catedral, el que haya permitido crecer y después defender valientemente
al convento benedictino de Dom Lemercier, y al CIDOC de monseñor Ivan
Illich, todo ello es fruto no de un cálculo a priori, ni de una idelogía teológica... sino de un saber acoger lo que la historia le pone a su disposición.
______________
244
Cf. Criterio, 26 febrero 1970, p. 111.
«La fidelidad del obispo al mensaje cristiano no radica precisamente en la fe
personal del obispo». (Declaración publicada en Crónica [Buenos Aires], 6 -1-1971, p. 5.)
245
304
Dom Sergio es un profeta porque es un buen historiador, pero no de los
que se quedan en el pasado por el pasado, sino en el pasado por el futuro,
futuro que Dom Sergio anuncia porque es veraz, porque dice lo que piensa
y piensa bien.
Por su parte, en Santo Domingo, el episcopado supo resistir la difícil
situación de la isla. Las claras posiciones de monseñor Octavio Beras, arzobispo de Santo Domingo; la primera carta pastoral de monseñor Roque
Adames, de Santiago de Caballeros, donde en 1966 decía que «el número de
desocupados es grave e impresionante. El hambre es el pan cotidiano de
muchos y la angustia el patrimonio permanente de todos. Cerca de 30.000
niños están sin escuelas»246. Monseñor Polanco Brito, administrador apostólico, criticado por unos como comunista, presionado por la reacción, era
anunciado por el nuncio como futuro arzobispo titular en 1970.
En Puerto Rico no puede dejarse de nombrar a monseñor Antulio Parrilla Bonilla, obispo sin diócesis territorial, el que en marzo de 1969 decía
que la Iglesia debía «liquidar latifundios instaurando programas no paternalistas de promoción social como medio para ello y aparecer como
Iglesia pobre, para los pobres de Yahvé. Las riquezas de la Iglesia cristiana
son una piedra de escándalo tanto para ricos como para pobres. Tenemos
que desvestirnos del poder, o de la apariencia de él, de los lujos y de los triunfalismos que todavía queden. Tenemos que aparecer como Iglesia pobre,
humilde e indefensa»247. De él hemos hablado en otras partes de este
capítulo. Cabe destacar que monseñor Aponte es el primer arzobispo autóctono de San Juan.
En Panamá, monseñor Marcos McGrath, obispo de Santiago de Veraguas, antiguo director del seminario de Santiago de Chile, ha impulsado
muchas obras latinoamericanas y se encuentra directamente relacionado
con el documento de Buga sobre las universidades. Obispo joven, dinámico, que en su momento propuso el tema de la teología de la violencia y la
revolución, fue vicepresidente del CELAM, y le cupo valiente actitud en el
martirio del padre Héctor Gallego.
En Colombia, uno de los episcopados latinoamericanos más tradicionales, se destacan posiciones a veces encontradas. Desde el cardenal Luis
Concha, ,arzobispo de Bogotá, que tuvo directa relación en la cuestión
Camilo Torres, se podría pasar a un monseñor Tulio Botero Salazar, arzobispo de Medellín, que en 1962 abandonaba su palacio arzobispal para
habitar un barrio obrero (y que declaraba en su momento: «nada más pro______________
246
247
ICI 269 (1966), p. 11.
IL ¿PP?, p. 346.
305
fundamente revolucionario que el Evangelio»)248, hasta monseñor Gerardo
Valencia (muerto en 1971 en un accidente), de Buenaventura, que firmó
con numerosos sacerdotes las conclusiones del II Encuentro del grupo sacerdotal de Golconda. Colombia sufre verdaderos dolores de parto.
En Ecuador cabe destacarse al antiguo presidente del Departamento de
Pastoral del CELAM y obispo de Riobamba, monseñor Leónidas Proaño
Villalba, que además de la reforma agraria ha comenzado una reforma pastoral. El «Plan pastoral de Riobamba» contempla la transformación de las
parroquias en diaconías; desde junio de 1969 se constituyen los sectores
parroquiales (1970-1980); los sacerdotes en equipo trabajarán en diversos
oficios y recibirán donaciones voluntarias de los fieles. Las celebraciones
sacramentales serán por agrupaciones (no individuales). En 1980-1990 desaparecerán los sectores parroquiales que se transformarán en diaconías. En
el mundo rural actuarán apóstoles itinerantes. Se ha construido un «Hogar
de la Santa Cruz» para permitir reunirse, estudiar, discutir, orar. En enero
de 1970 se propone a los sacerdotes dejar sus parroquias y formar comunidades, trabajar entre los vecinos, dividiéndose efectivamente las parroquias
en sectores. La experiencia sólo ha comenzado.
En Perú, el cardenal-arzobispo de Lima, Juan Landázuri Ricketts, ha
mantenido siempre posiciones de apóstol cristiano, desde su actuación en la
II Conferencia General de Medellín hasta el hecho de dejar su palacio arzobispal y trasladarse a una humilde casa en un barrio popular de Vitoria.
Por su parte, el obispo de Cajamarca, monseñor Dammert Bellido, conocido por sus estudios de derecho canónico para el hombre de la Sierra,
admira con sus actitudes. Ya en 1963, en una carta pastoral, agradece el
obispo la donación del Gobierno de un millón de soles para restaurar la
catedral colonial, pero los dona para arreglar la prisión, canalizar el río
San Lucas, arreglar el nuevo hospital y modernizar el antiguo. El templo
puede esperar, pero los pobres no.
En Bolivia, los obispos han ido adoptando cada vez más actitudes claramente proféticas. El arzobispo de La Paz, monseñor Jorge Manrique, ya en
1965 había elevado, junto con sacerdotes y laicos, una petición al presidente Barrientos, el 5 de octubre, para que se contemplara la suerte miserable del minero. El mismo arzobispo, en 1968, condena a los que piensan
quitar a los sindicalistas el derecho de huelga, porque el ministro de Educación había dejado sin empleo a todos los maestros que hacían huelga en
las escuelas nacionales. El cardenal José Maure, de Sucre, lo apoya y eleva
______________
248
ICI 17l (1962), p. 10.
306
igualmente la queja al presidente. Otro signo indicativo: en 1970 el secretariado de estudios sociales del episcopado boliviano aprueba las medidas
tendentes a la nacionalización de la Bolivian Gulf Petroleum Company.
Monseñor Armando Gutiérrez Granier, obispo de Cochabamba, aunque no
aprueba las guerrillas, en su carta pastoral del 3 de agosto de 1967, no por
ello deja de hacer notar las causas que las producen: «Nuestro pueblo vive
en la miseria, con salarios insuficientes para subvenir a las necesidades
humanas...»
En Paraguay, después de largos años de comprometedor silencio, se ha
dejado oír una voz de protesta. Entre todos sobresale monseñor Felipe
Benítez Á valos, obispo de Villarrica, pero el mismo obispo de Coronel
Oviedo, monseñor Gerolamo Pechillo llega a decir que «la Iglesia no puede
callarse ante la violación continua de los derechos del hombre» -véase que
no se dice «derechos de la Iglesia»-, «se prohíbe a los sacerdotes y religiosos de trabajar para ayudar la miseria de la población, para cumplir la
misión de la Iglesia, acusándola de comunista»249.
No queremos dejar de nombrar en Uruguay a monseñor Carlos Parteli,
arzobispo coadjutor de Montevideo, y en Venezuela a monseñor Luis Henríquez Jiménez, auxiliar de Caracas, prelados de amplia influencia en
sus medios250.
Como conclusión podría decirse que, como en el siglo XVI y como en la
época de la independencia, hubo obispos contra las Leyes Nuevas, regalistas
en el siglo XIX y ahora, en el XX, opuestos a las reformas que proponen el
Concilio y Medellín. Oposición existencial, por las conductas más que por
las palabras o la teoría. Y así como antes hubo los que apoyaron las Leyes
Nuevas en defensa del indio, o fueron más americanos que regalistas, así
hoy hay obispos no sólo que se inspiran en el Concilio o en Medellín, sino
que van más allá, que los hacen posibles, que crean proféticamente una
imagen de la Iglesia misionera, la que traspone los estrechos límites de la
cristiandad y extiende la frontera a todos los hombres de buena voluntad,
sean liberales o comunistas, sean anticristianos o ateos, porque todo obispo
debería poder decir que «mi puerta y mi corazón estarán abiertos a todos,
absolutamente a todos: Cristo murió por todos los hombres; a nadie debo
excluir del diálogo fraterno»251.
______________
249
ICI 358 (1970).
Véase de este último: «¿Iglesia de pueblo o secta de escogidos?», en Ecclesia,
14 febrero 1970, pp. 15-17.
251
Dom Helder Câmara, discurso de toma de posesión de su archidiócesis, el 12
de abril de 1964.
250
307
b)Actitud de los sacerdotes
Ninguna institución eclesial recibe tan frontalmente como el presbiterado el choque de la crisis de crecimiento que sufre la Iglesia. Los sacerdotes, en especial cuando «están comprometidos en los puntos claves de la
presente situación de cambio»252, deben vivir la doble pertenencia: hombres de Iglesia y, como misioneros, hombres del mundo. Tradicionalmente
el sacerdote era sólo «hombre de Iglesia», según el esquema del seminario
y el presbiterado de Trento: tenía en la sociedad tipo cristiandad el «oficio»
temporal (como otros el de militar, político, médico, orfebre o campesino)
de «cura» (cura animarum). El derrumbe de la cristiandad viene a situar
socioculturalmente al sacerdote en otra posición. En la comunidad de creyentes es el pastor, profeta y sacerdote, pero en la vida cotidiana de un
mundo no ya en sistema de cristiandad es un cristiano más, como Pedro,
Pablo o los primeros apóstoles en el Imperio. Es entonces la institución que
de manera más directa y dificil253 sobrelleva el peso de «la renovación de
la Iglesia»254. El «clero» es una clase social dentro de la cristiandad. Lo
que contemplamos es la desaparición de una «clase social clerical», no así
de la función eclesial del presbiterado, que se adapta para cumplir más
estrictamente una función dentro de la comunidad cristiana (como pastor
y sacerdote) y fuera de ella (especialmente como profeta). En América
Latina esa función profética concuerda con el Concilio cuando dice que
«los presbíteros tienen encomendados en sí, de una manera especial, a
los pobres y a los más débiles, a quienes el Señor se presenta asociado
(cf. Mt 25,34-35) y cuya evangelización se da como prueba de la obra
mesiánica (cf. Lc 4,18)»255.
Medellín nos toca mucho más de cerca, porque indica aspectos negativos y positivos propios del sacerdote latinoamericano, cuyo punto central
es la «discusión moderna sobre el papel y la figura del sacerdote en la
sociedad» latinoamericana256. En la situación presente, «el mundo latinoamericano se encuentra empeñado en un gigantesco esfuerzo por acelerar
______________
252
Medellín, 11. Sacerdotes, n. 2, p. 175.
En el decreto Presbyterorum ordinis del Concilio Vaticano II, llama la atención la frecuencia de la palabra dificil: «más difícil cada día» (n. 1); «difícil» (n. 4), «las
dificultades en que se ven los presbíteros» (n. 22), y en relación con la particularidad concreta de «estos tiempos» (n. 7), «en las actuales circunstancias del mundo» (n. 4), «en el
mundo moderno» (n. 14).
254
Al comienzo del decreto Presby. ord., n. 1, p. 374.
255
Ibíd., n. 6, p. 383.
256
Medellín, 11. Sacerdotes, n. 9b, p. 179.
253
308
el proceso de desarrollo en el continente... Esto exige en todo sacerdote
una especial solidaridad de servicio humano, que se exprese en una viva
dimensión misionera, que le haga poner sus preocupaciones ministeriales al
servicio del mundo con su grandioso devenir y con sus humillantes pecados... En esta tarea corresponde al sacerdote un papel específico e indispensable»257. La II Conferencia General asigna al sacerdote una función
indirecta, según el ideal de la AC y de la teología de la cristiandad modificada a medias (la «nueva cristiandad»): «para promover el desarrollo integral del hombre formará a los laicos y los animará a participar activamente...; al sacerdote como tal no le incumbe directamente la decisión, ni el
liderazgo, ni tampoco la estructuración de soluciones»258. Esta teología
imposibilita al sacerdote el irrumpir de manera directa, proféticamente, en
la historia. La «mediación» del laico es necesaria porque se considera
todavía al sacerdote como «hombre de Iglesia», como «clase social», como
clero en la cristiandad (¿cómo el médico hará de zapatero?, ¿cómo el clérigo hará de obrero o contable?). En la situación presente de la Iglesia latinoamericana se diría que el orden presbiteral, en especial los más «jóvenes»259, es decir, los que pueden convertirse todavía (porque en muchos
casos, muy frecuentes y mayoritarios, es ya tarde), buscan un camino en el
espíritu del Concilio Vaticano II y de Medellín, pero, para cumplirlo, se
ven obligados, por lo menos en nuestro horizonte sociocultural latinoamericano, a ir más allá de la letra (y de la teología) de esos documentos. El
ver los hechos tal como nos los manifiesta la Historia de la Salvación, como
acontecer concreto y real del pueblo de Dios, nos ayudará a replantear la
cuestión del presbiterado.
Se habla frecuentemente de una Iglesia «rebelde». El secretario general
del CELAM, monseñor Pironio, dice: «No hablaría tanto de sacerdotes
rebeldes como de sacerdotes impacientes, que tienen todo su valor, su autenticidad» -en marzo de 1969-260. En verdad no es ni siquiera impaciencia, sino un irse abriendo a nuevas experiencias de donde surgirá la manera
sacerdotal no clerical de vivir el presbiterado católico en América Latina.
La institución no debe ahogar a la profecía, porque entonces srá una estructura esclerosada. Es interesante indicar que la OCSHA (organismo
español de colaboración) ha enviado, desde 1959 a 1965, 1.016 sacerdotes
españoles a América Latina. Pero -y es un signo alentador para la Iglesia
______________
257
Ibíd., alterando el orden de las proposiciones, n. 17, pp. 182-183.
Ibíd., n. 19, p. 183.
259
Ibíd., n. 1, p. 175.
260
ICI 336 (1969). Cf. Ivan Illich, «Metamorphose du clerc», en Esprit 10 (1967).
258
309
española- estos sacerdotes, en actitud totalmente opuesta a la del sacerdote español tradicional que venía a América Latina, han ocupado los
puestos de vanguardia, se han hecho encarcelar, torturar, expulsar. Es un
testimonio del cambio de época.
aa)Los «Sacerdotes para el Tercer Mundo»
El país latinoamericano donde la cuestión sacerdotal ha cobrado mayor
importancia es Argentina. Se trata del encuentro de dos coordenadas: la alta
formación cultural del clero y la poca orientación pastoral emanada de los
pastores, cuando no del enfrentamiento abierto por falta de diálogo. En
Brasil, los enfrentamientos, salvo excepciones, son con el Gobierno; en
Argentina, en gran parte, con la misma jerarquía. Esto confirma lo dicho
en el apartado anterior261. De todas maneras, el interés de la experiencia
sacerdotal argentina es que «su proceso no respondió a esquemas teóricos
y preestablecidos, sino a la repercusión y vivencias de Dios en los sacerdotes»262: 1a praxis, la existencia cristiana va indicando el camino a la
reflexión (la inversión de los factores ha hecho mucho mal a la Iglesia y la
teología). El punto de partida de la toma de conciencia sacerdotal puede
situarse en el 28 de junio de 1965, cuando ochenta sacerdotes de Buenos
Aires y alrededores, junto con monseñor Podestá, de Avellaneda, y Antonio Quarracino, de 9 de Julio, se reunieron para preguntarse, a la luz del
nuevo espíritu que se dejaba ya sentir desde el Concilio: ¿Qué es Dios para
nosotros? ¿Qué somos en la Iglesia? ¿Qué somos en el mundo? El documento es sumamente valioso como elemento latinoamericano para una teología del sacerdocio263. La experiencia de Dios es dinámica, concreta,
histórica: «Dios es vida: esta realidad debe orientar nuestro propio compromiso con la creación...por el encuentro directo y comprometido con
los hombres, sean o no cristianos»264.
En la Iglesia el sacerdote siente «casi unánimemente la impresión de
orfandad y carencia de respaldo en la reflexión y acción pastoral. Consecuentemente se experimenta una gran sensación de soledad»265. Junto con
______________
261
La publicación sobre Polémica en la Iglesia, supra, está encabezada por el
texto de San Pablo 1 Cor 11,18-19: «He oído decir que hay divisiones entre vosotros...».
262
«Principales coincidencias de la reunión de Quilmes», en IL ¿PP? .28 junio
1968, p. 98.
263
Ibíd., pp. 98-103. Este documento fue seriamente censurado por el cardenal
Caggiano.
264
Ibíd., p. 99. En Medellín se hablará de una relación «indirecta».
265
Ibíd., p. 99.
310
esto se preguntan: «¿El celibato es signo o no? ¿Cuáles son los fundamentos
bíblicos, teológicos e históricos que lo justifican?»266 En el mundo el sacerdote «descubre valores tales como...el cosmos, la técnica, la fraternidad
universal, el matrimonio, la mujer, el trabajo, la socialización...»267. Pero
el sacerdote no puede vivir en función misionera, por la «teología tradicional que no valora el mundo...; por la formación y estilo de vida burguesa del seminario...; por la imposibilidad de vivir la vida común de toda
la gente»268. En la solución de todos estos interrogantes avanzarán los
sacerdotes en la praxis histórica, esperando que los teólogos descubran el
sentido explícito, para lo que es necesario antes que el historiador describa
los acontecimientos ocurridos.
Parecería que, a veces, son los conflictos los que permiten esclarecer
los espíritus y tomar decisiones. El primero de ellos, todavía dentro del
marco tradicional, se produjo en Córdoba. En primer lugar, el padre
Milán Viscovich defendió el «plan de lucha» de la CGT, para después
sumarse a esto tres artículos de los padres Vandagna, Dellaferra y el
mismo Viscovich sobre la cuestión de la enseñanza privada. El obispo
monseñor Filemón Castellanos no admite los términos de las actuaciones.
Entran en la discusión veintiocho sacerdotes, el seminario se ve igualmente
envuelto en la cuestión. Estamos en mayo de 1964, y gracias a las mediaciones de monseñor Angelelli la disputa se aquieta. Pero el primer conflicto de magnitud que registra la historia latinoamericana es el que se produjo en Mendoza, desde comienzos de 1965. Un grupo de jóvenes sacerdotes, incluyendo el director del seminario archidiocesano, en número
de 27, elevan un manifiesto que, enviado al nuncio el4 de agosto, pasa después en noviembre al Vaticano: «A largo tiempo de iniciado el Concilio
sentimos necesidad de descargar nuestras conciencias: en Mendoza no se
vive el espíritu conciliar...»269. El arzobispo no posibilita el diálogo: monseñor Buteler dice: «El Papa me puso esta cruz pectoral en el pecho y nadie
me la quitará»270. Aparece una pastoral para aplicar el Concilio en la
archidiócesis. Entonces comienza una «huelga de brazos caídos» del
grupo de sacerdotes, porque, dicen, la pastoral no indica una conversión
conciliar. La cuestión se agrava porque es nombrado mientras tanto un
______________
266
Ibíd., p. 100.
Ibíd., p. 101. Difícilmente podría reunirse en tan pocas palabras la cuestión
sacerdotal en América Latina.
268
Ibíd., p. 102.
269
Los católicos posconciliares, p. 159.
270
Ibíd., p. 160.
267
311
administrador apostólico. El 21 de enero, la Comisión especial del episcopado argentino emite un comunicado: «Interpretando el pensamiento y voluntad del episcopado argentino deploramos la conducta de estos sacerdotes»271. Los sacerdotes apelan a la Santa Sede, declarando públicamente
que la Comisión del episcopado no los ha escuchado, lo que se acostumbra
a hacer «aun con los peores criminales»272. El conflicto se diluye al no
aceptar la Santa Sede la reclamación de los sacerdotes. De Mendoza es
expulsado, por deseo expreso de Buteler, el padre Viglino, hombre de Dios
que ha dejado en los que lo conocieron un recuerdo imborrable, incomprendido en su propia congregación de la Consolata.
En Avellaneda trabajaba un sacerdote obrero, Paco Huidobro (originariamente de la «Mission de France»), que prestaba servicio en una empresa
de acrílicos de Valentín Alsina (de un católico practicante). Llegado el día
de la asamblea gremial, fue elegido delegado del personal. Paco fue echado
de la fábrica; se hizo huelga; ochenta obreros quedaron en la calle. Sin
embargo, la Iglesia no habló para nada273.
Poco después del golpe militar de Onganía, tres obispos (Devoto Podestá y Quarracino) desolidarizan a la Iglesia del Gobierno. El 19 de
agosto de 1966, en la reunión de Chapadmalal, setenta sacerdotes apoyan el
comunicado de los tres obispos. En septiembre aparece la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan García Elorrio, que marcará rumbos durante algunos meses, hasta que el 12 de diciembre aparezca Tierra
Nueva, que canaliza la opinión de sacerdotes y jóvenes cristianos ante la
revolución del 66.
Mientras tanto en Córdoba había muerto un estudiante, Santiago Pampillón, alcanzado por las balas de la policía en una manifestación estudiantil. Estudiantes y graduados cristianos realizan una huelga de hambre
en la parroquia universitaria Cristo Obrero (en septiembre), como repudio
de la acción policial. Se separa a los padres Nelson Dellaferrera y José
Gaido de la parroquia, y éstos escriben una «última carta a los cristianos de
Cristo Obrero»274.
Por entonces la situación en Tucumán era insoportable. En enero
de 1967 la policía mató a Hilda Guerrero en una manifestación del ingenio
Santa Lucía. El 7 de enero de 1968 el gobernador de Tucumán acusa de
subversivo al sacerdote Rubén Sánchez, que encabeza la manifestación del
______________
271
Ibíd.
ICI 259 (1966), p. 12.
273
Cf. «La Iglesia en la calle», en rev. Juan, 24 mayo 1967.
274
Los católicos posconciliares, pp. 274-279.
272
312
ingenio San Pablo. El vicario capitular de la archidiócesis, Víctor Gómez
Aragón, defiende al sacerdote y responde al gobernador. El sacerdote
inculpado declara: «Lo único que he hecho es aplicar los documentos de la
Iglesia y los conceptos más elementales del Evangelio. Lo que ocurre
es que esos documentos son generales, universales, y cuando se los declara
así, en general, todo el mundo está de acuerdo. Pero cuando se trata de
aplicarlos a la realidad, llaman la atención y se los califica con epítetos
como subversión o perturbación275. Lo cierto es que Gómez Aragón fue
reemplazado por Blas Victorio Conrero, que al llegar dijo: «Desconozco lo
que pasa en Tucumán».
En la diócesis de San Isidro, el padre Fernández Naves, de la OCSHA,
es destituido por «desobediencia eclesiástica», renunciando también los
padres Parajón, Adame y Fernández, que regresan a España en señal de
solidaridad y protesta. El grupo de sacerdotes había tenido enfrentamientos
con el obispo por la orientación pastoral (ellos querían comprometerse
a nivel de sacerdotes obreros). Todo tocó a su fin cuando el 8 de diciembre
de 1967 el intendente quiso realizar como todos los años la procesión en el
Tigre. El párroco Fernández dijo que no habría procesión porque el intendente había dado orden de desalojar un barrio humilde. El obispo Aguirre
dice: «El conflicto con las 300 familias se trata de un problema serio. Pero
no es posible concederle tanta importancia. De lo contrario, la Iglesia nunca
podría estar de fiesta»276. El párroco se mantiene firme hasta que debe
desalojar su parroquia. Ocho sacerdotes obreros argentinos dejan la
diócesis; uno de ellos firmará todavía el documento de Buenaventura del
movimiento sacerdotal colombiano de Golconda.
Mientras tanto, en Rosario, el diálogo obispo-sacerdotes había llegado
a su fin: el 18 de octubre de 1968 se generaliza la crisis y cuatro sacerdotes
entregan al arzobispo Bolatti un documento donde se indican las conclusiones de un grupo renovador. Los acontecimientos se precipitan: el 23 de
enero de 1969 aparece en los diarios una llamada a cursillistas («Cursillos
de Cristiandad») en apoyo de monseñor Bolatti. El 15 de marzo, 30 sacerdotes rosarinos presentan su renuncia colectiva; el 10 de abril se adhieren
53 sacerdotes de la archidiócesis y 300 de todo el país; el 29 de junio se
aceptan las renuncias; el mismo día los laicos de una parroquia, Cañada
de Gómez, toman la parroquia en apoyo de su párroco; el 17 de julio, la
toma de posesión del nuevo párroco, fray Montevideo, debe hacerse con
______________
275
276
Ibíd., p. 183.
Ibíd., p. 185.
313
protección policial: se producen disturbios, la policía usa armas de fuego
y quedan heridos de bala cinco laicos y veinte son detenidos. Se trata del
primer acontecimiento de este tipo en la historia de la Iglesia latinoamericana, lo que muestra el estado de los espíritus. El primer caso de ocupación
del templo en defensa del párroco desplazado se dio en la iglesia «Corpus
Domini» de Buenos Aires, el 4 de abril de 1966, cuando una veintena de
laicos mostraron su disconformidad por el alejamiento del padre Néstor
García Morro.
Cabe todavía recordar el conflicto entre el obispo de Corrientes,
monseñor Vicentín, con los sacerdotes comprometidos en los barrios más
populares de la ciudad, cuyo desenlace fue la excomunión del padre Marturet y la separación de muchos sacerdotes de su diócesis. Por su parte, la
reciente diócesis de Neuquén debió afrontar un conflicto de la patronal de
las gigantescas obras del dique de Chocón-Río Colorado, con casi cinco mil
obreros, dada la actitud valiente del sacerdote obrero Pascual Rodríguez,
que, elegido por sus compañeros, dirigió junto con otros trabajadores una
larga huelga que debió ser sofocada por el ejército. El obispo apoyó a su
sacerdote en todo el proceso, ocurrido en el año 1970277. Por último,
el Gobierno quiso comprometer al Movimiento de los Sacerdotes para el
Tercer Mundo en el caso del asesinato del ex presidente Aramburu. Veamos ahora esta cuestión.
Paralelamente a estos momentos conflictivos había ido madurando un
movimiento presbiteral. Hemos visto que se reúnen sacerdotes en Quilmes
en 1965; en 1966 hay una reunión en Chapadmalal sobre «Iglesia y mundo»; el 11 de mayo de 1967 se reúnen intergrupos sacerdotales en el mismo
lugar; el 25 y 26 de mayo se celebra otra reunión en Buenos Aires, sobre el
tema del Tercer Mundo, socialismo y Evangelio; el 15 de agosto se conoce
el «Mensaje de 18 obispos del Tercer Mundo», no siendo ninguno de ellos
argentino; el11 y el 12 de noviembre se reúnen en Santa Fe sacerdotes y
laicos de diversas zonas. En enero de 1968 un grupo de sacerdotes piensa
promover una adhesión a la declaración de los obispos del Tercer Mundo,
y, superando los cálculos más optimistas, firman hasta 320 sacerdotes de
todo el país. El «equipo promotor» convoca una reunión nacional.
El I Encuentro Nacional se Ilevó a cabo en Córdoba el 1 y 2 de mayo
de 1968, teniendo como documento de base la declaración de los obispos
del Tercer Mundo; se estudiaron los problemas de las regiones y se acordó
______________
277
ICI 358 (1970), pp. 17-19. Véase la ya citada obra Sacerdotes para el Tercer
Mundo, en «Sacerdotes de Neuquén», pp. 108-112.
314
publicar una carta sobre la violencia a la II Conferencia General del
CELAM278: «Somos cada día más conscientes de que la causa de los grandes
problemas que padece el continente latinoamericano radica fundamentalmente en el sistema político, económico y social imperante en la casi totalidad de nuestros países»279. Es la toma de conciencia de «lo político», tal
como los obispos lo enunciaban: «La Iglesia no está casada con ningún sistema, cualquiera que éste sea, y menos con el "imperialismo internacional
del dinero" (Populorum progressio), como no lo estaba con la realeza o el
feudalismo del antiguo régimen, y como tampoco lo estará mañana con tal
o cual socialismo»280. El 15 de septiembre de 1968 aparece Enlace, la
publicación periódica del Movimiento. El II Encuentro se llevó a cabo del
1 al 3 de mayo de 1969 en Colonia Caroya (Córdoba), participando como
delegados 80 sacerdotes de 27 diócesis. El III Encuentro tuvo lugar en
Santa Fe del 1 al 2 de mayo de 1970, con 117 participantes. Desde marzo
de 1968 el Movimiento se hace presente en todas las provincias, declarando
su opinión acerca de los más graves problemas sociales y económicos281.
Esta presencia profética molestaba continuamente al gobierno de
fuerza de Onganía, hasta que el secuestro del general Aramburu dio el motivo para «enredar» al Movimiento, hasta prácticamente obligar al episcopado a decir su palabra. La Comisión permanente del episcopado se pronunció el 12 de agosto de 1970 con «Al pueblo de Dios», llamando seriamente la atención al Movimiento acerca del socialismo, la violencia y otros
temas. En octubre se conoció la «Respuesta del Movimiento para el Tercer
Mundo a la Comisión permanente»282, que manifiesta una prolija elaboraci6n y un notable manejo de la cuestión teológica. La respuesta sorprendió
a los obispos por su precisión, ortodoxia, clara defensa de la institución,
pero acertada apertura misionera, todo en un espíritu latinoamericano.
______________
278
Cf. «Le mouvement des prêtres pour le Tiers-Monde en Argentine», en IDOCInternational, n. 33, 1 noviembre 1970, pp. 35- 75; Sacerdotes para el Tercer Mundo, supra.
La carta elevada, que llegó a tener 1.000 firmas de sacerdotes latinoamericanos, procede de
este grupo (IL ¿PP? , pp. 74-78).
279
Carta de 1.000 sacerdotes latinoamericanos a la Asamblea del CELAM.
supra, página 76.
280
«Mensaje de 18 obispos del Tercer Mundo», n. 5 (ed. cit., p. 27).
281
Véanse en Sacerdotes para el Tercer Mundo las declaraciones de sacerdotes de
Reconquista, Corrientes, Capital, Tucumán, San Juan, Nordeste, Santa Fe, 9 de Julio,
Rosario, Mendoza, La Rioja, Neuquén, etc.; sobre cuestiones internas, huelgas, situación
política, ante el secuestro del general Aramburu y la detención del padre Carbone, etc.
282
Polémica en la Iglesia, supra, pp. 41-123, documento firmado en Córdoba
e1 3-4 de octubre de 1970. Véase el comentario de Manuel Ossa, en Mensaje n. 193, octubre 1990, pp. 494-495.
315
Nunca, nadie, había respondido de esta manera. Honestamente, la Comisión
permanente comprendió que se encontraba con un hecho novísimo: los teólogos -si se nos permite- le corregían la plana. Pero, es más, esta respuesta dio al Movimiento una verdadera «Declaración de Principios»,
y hasta el presente no se ha producido otro enfrentamiento de carácter global entre el Movimiento y el episcopado.
Como puede verse, el orden presbiteral tiene ahora, de hecho, instituciones que permiten establecer un diálogo con el episcopado, y declararse
con respecto al mundo de manera propia en cuestiones en que quizá el
mismo episcopado quisiera, pero sobre las que, por tradición o presión, no
puede hacerlo. Se trata de una novedad nacida así, de abajo, del pueblo de
Dios y no ciertamente sin el querer providente del Espíritu. El presbyterium va descubriendo sus mediaciones concretas.
bb)Héroes y mártires en Brasil
En Brasil, gracias a excelentes obispos, los presbíteros han tenido a
quienes seguir. Ya en enero de 1963, antes de la segunda sesión del Concilio, Dom Helder envió a centenares de obispos un documento sobre «La
situación del sacerdote»283. El 2 de mayo de 1965 dio una plática sobre
«Sacerdotes para el desarrollo»284, con ocasión de la inauguración del
Seminario regional del Nordeste, en Camaragibe, y en presencia de monseñor Samoré. En ella se propugna una acción directa en lo temporal por
parte del sacerdote: «Esta casa preparará sacerdotes para evangelizar .Pero
no se evangeliza a seres abstractos, intemporales y viviendo en el vacío...
Querer planear en un nivel de pura evangelización espiritual sería dar la
idea, a breve plazo, de que la religión es una teoría separada de la
vida y sin fuerza para llegar a ella y modificarla en lo que tiene de absurdo y erróneo. Sería incluso dar aparentemente la razón a los que pretenden que la religión es la gran alienada y la gran alienadora, el opio del pueblo... Nosotros, obispos del Nordeste, nos hemos dado cuenta que tenemos
que estimular el sindicalismo rural, único medio práctico para que los trabajadores rurales reivindiquen sus derechos ante los dueños... Estamos
obligados a no dejar buenamente a los seglares una obra que sería, normalmente, de presencia cristiana en lo temporal, porque nos damos cuenta,
ante la ceguera, la frialdad y autoridad abusiva de algunos dueños, de la
______________
283
284
ICI 205 (1963), p. 34.
ICI 264 (1965), pp. 29-31.
316
necesidad de dar un apoyo moral a la defensa elemental de los derechos
humanos»285. El discurso causó tan penosa impresión que el diario O Estado do Sâo Paulo llamó al arzobispo ignorante, demagogo, en especial por
«incorporar al Brasil en el Tercer Mundo».
Hemos ya hablado en otros apartados de la valiente posición de tantos
sacerdotes y religiosos que son encarcelados, torturados, y que sin embargo no abandonan su actitud. No podemos, en otro orden de cosas, dejar
de citar la experiencia de la hermana Irany Bastos que, teniendo responsabilidades parroquiales, en su función diaconal testimonia: «La experiencia
demuestra que las mujeres tienen mucho más éxito que los hombres en los
contactos humanos»286. Es bien posible que este simple hecho haya abierto
un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia.
El 24 de octubre de 1967 apareció una «Carta de sacerdotes brasileños
a sus obispos» -los firmantes ascendían a 300 de diversas diócesis-, en la
que se quiere «informarles de algunas de las serias preocupaciones que
atormentan nuestra conciencia» sacerdotal287. Brasil es «un pueblo asesinado» por la mortalidad infantil, por la falta de pan cotidiano, por los salarios de hambre; es «un pueblo saqueado» por la injusta contribución impositiva y la peor política distributiva (se destinó un presupuesto seis veces
mayor para gastos militares que para la educación, y quince veces mayor
que para la salud pública). La Iglesia mantiene todavía una actitud paternalista y asistencial, una fe que es comercializada, etc. Los sacerdotes «nos
sentimos prisioneros», «lejos de la vida del pueblo», «lejos de las preocupaciones del pueblo», «prisioneros de una máquina pastoral» cuya función
es «sacramentalizar». Desean, en cambio, «...también evangelizar», siendo
«sensibles a los valores del pueblo», a la «misión profética...», «pero el
gesto profético de Cristo, de fidelidad a la verdad, ¿no supone una inevitable implicación política?»288. Concluyen diciendo: «Pedimos con insistencia que sea aceptada la ordenación sacerdotal, en razón de las necesidades
eucarísticas de las comunidades existentes o que sean creadas, de hombres
casados de aquellas comunidades»289.
El 28 de marzo de 1968, estudiantes marchan en Río pidiendo mejoras
en el restaurante universitario. La policía carga; muere Edson Luis de
Lima Soto, de 18 años. Se rezan misas en las catedrales, se producen
______________
285
José de Broucker, op. cit., pp. 89-90.
ICI 282 (1967), p. 9.
287
IL¿PP? p.178.
288
Ibíd., p. 140. Al fin se habla sobre el celibato, p. 192.
289
Ibíd., p. 192.
286
317
arrestos en los templos, y a veces las fuerzas del orden entran en ellos con
caballos. En Sâo Paulo 30 sacerdotes hacen declaraciones; en Belo Horizonte, 37, y así en otras diócesis. En Europa, 40 jesuitas brasileños, que
estudian en el viejo mundo, proponen al padre Arrupe una reforma de los
objetivos de la Orden en Brasil. La propuesta seguirá buen curso y la
reforma avanza en todo el continente.
También ha habido conflictos de importancia. En Botucatu, 23 sacerdotes amenazaron con renunciar antes del 17 de abril de 1968 si no se
revocaba el nombramiento como nuevo obispo de monseñor Zioni, director del seminario de Sâo Paulo, por tener en su pastoral una inspiración
«preconciliar», decían los sacerdotes. Casi 2.000 automóviles de Sâo Paulo
hacen una caravana para apoyar a los sacerdotes. La Santa Sede accedió
a nombrar en lugar del candidato a Dom Romeu Alberti, quien se hizo
cargo el 21 de junio. Se trató, como muchos de los relatados, de un caso sin
precedentes. En agosto, el sacerdote obrero de Sâo Paulo Pierre Wauthiers
es expulsado por participar en una huelga. Uno de tantos sacerdotes europeos que vuelven a Europa expulsados por gobiernos violentos y coordinados por la CIA290. En esos días monseñor Fragoso decía que «la lucha liberadora es un objetivo común a los obispos, sacerdotes y laicos».
En la Asamblea episcopal del 20 al 30 de julio de 1969, en un «Documento de los sacerdotes», no se admite la ordenación de casados. Sin embargo, el cardenal Rossi anuncia el 13 de agosto que el camino no está
cerrado, sino que piensa que es posible que un día se los ordene como en
Oriente, «después de haber probado que los apóstoles laicos y los diáconos
no están en condiciones de resolver ciertas necesidades»291.
Llegamos así al momento clave de la historia del presbiterado latinoamericano: en la noche del 26 al 27 de mayo de 1969, un grupo (¿la policía?) prendió al padre Antonio Henrique Pereira Neto, que hasta las
22.30 horas había estado en una reunión de diálogo entre padres y estudiantes, y fue vilmente asesinado. Apareció al día siguiente amarrado a un
árbol, habiendo sido arrastrado y casi desvestido, y rematado de tres balazos. Tenía 28 años; era capellán de la Juventud Cató1ica (JUC, JEC) de
Recife, secretario de Dom Helder. El propio palacio arzobispal de Manguinhos apareció pintado con carteles alusivos. En la celebración recordatoria del 27 del mismo mes, Dom Helder exclamó: «Que el holocausto del
______________
290
Cf. Monseñor Brandâo Videla: «Los sacerdotes extranjeros en América
Latina», en Mensaje (Madrid) abril 1968, p. 9.
291
ICI 344 (1969), p. 8.
318
padre Antonio Henrique obtenga de Dios la gracia de que se continúe el trabajo por el cual él dio su vida y la conversión de sus verdugos»292. El joven
presbiterado tiene ahora un mártir. «Se trata de la muerte de un sacerdote
que se sabía amenazado de muerte y sin embargo proseguía su vida normal»293. El episcopado sostiene que el padre ha sido torturado y ante su
muerte ha sido abandonado (¿por la policía?). Poco después, el 24 de septiembre, el equipo nacional de la JOC es íntegramente encarcelado.
Los obispos del Nordeste reunidos entre el 25 y el 26 de agosto denuncian las torturas que se vienen aplicando. Ha sido salvajemente torturado
José Antonio Monteiro, y el padre Soares da Amarai ha estado cuatro meses en prisión sin causa. Un día la historia escribirá detalladamente las
atrocidades cometidas en Brasil.
El 5 de enero de 1971, uno de los 70 liberados en Chile, el padre
Tito-de Alencar, dominico, que fuera sometido a torturas en julio de 1969
y tenido en prisión hasta esta fecha, declara en la UPI: «Nosotros nos limitamos a dar apoyo espiritual a los estudiantes que eran perseguidos por el
régimen militar». Tito piensa ahora terminar su doctorado en teología en
Santiago»294.
cc)El grupo «Golconda»
En Colombia, desde 1965, a partir del compromiso del padre Camilo
Torres, la cuestión de la función presbiteral ha producido muchos acontecimientos. Deben recordarse las dificultades de la revista El Catolicismo y
tantos otros ejemplos. Sin embargo, el movimiento nunca llegó a organizarse. Sólo en el mes de julio de 1968 se reunió por primera vez un grupo
de 50 sacerdotes de todo el país en una finca, «Golconda», del municipio de
Viotá (Cundinamarca), para estudiar la encíclica Populorum progressio.
Por el fruto de la primera reunión se pensó organizar un n Encuentro, que
esta vez tuvo por sede Buenaventura, debido a la acogida de monseñor
Gerardo Valencia, del 9 al 13 de diciembre del mismo año, con asistencia
de 53 sacerdotes de todo el país y de tres naciones latinoamericanas.
______________
292
Cf. en Mensaje (Santiago) n. 186, p, 26; Dom Helder Câmara, «El asesinato
del P. Henrique Pereira Neto», en CELAM (Bogotá), junio 1969, p. 10.
293
Buenaventura Pelegrí, «Meditación ante el cadáver del P. Antonio Henrique»,
en Víspera 12, septiembre 1969, p. 3.
294
Alain Gheerbrant, op. cit., pp. 258-280, trae el testimonio de los padres Alipio
de Freitas y Lage Pessoa, dos héroes entre tantos. Véase la declaración de los sacerdotes de
Fortaleza ante el arresto del sacerdote capuchino Geraldo Bonfim (IL ¿PP?, pp. 193-195.
319
Del encuentro emanó el «Documento de Buenaventura»295, que se inspira casi exclusivamente en la constitución Gaudium el Spes (Vaticano II)
y en las conclusiones de Medellín del CELAM. El texto es sumamente respetuoso y consisten, en lo esencial, en citas de la constitución y conclusiones
aludidas. El «análisis de la situación colombiana» puede sintetizarse en
que la posición «trágica de subdesarrollo que sufre nuestro país es un producto histórico de la dependencia económica, política, cultural y social de
los centros extranjeros de poder, que la ejercen a través de nuestras clases
dirigentes (cf. Medellín 2, 9 a)»296. Desde esta situación queda planteada
una «reflexión a la luz del Evangelio» en dos niveles: primeramente, sabiendo incluir «lo temporal en el designio salvífico», y, en segundo lugar, yen
consecuencia, que el sacerdote pueda asumir directamente «tareas y actitudes que permitan colaborar en la formación política de los ciudadanos...
la necesidad de alentar y favorecer todos los esfuerzos del pueblo por crear
y desarrollar sus propias organizaciones de base, la necesidad de una tarea
de concientización y de educación social»297. Las «orientaciones para la
acción» tienen igualmente dos momentos: en cuanto al «campo social, económico y político», fundamentalmente, se dice que es necesario «comprometernos cada vez más en las diversas formas de acción revolucionaria contra el imperialismo y la burguesía neocolonial, evitando caer en actitudes
meramente contemplativas y, por lo tanto, justificadoras», y, en «nuestra
tarea litúrgica, evangelizadora y de conducción eclesial», cumplir la función presbiteral «en el ejercicio del ministerio de la Palabra...la participación en la liturgia por su carácter de anticipo y de manifestación de la
escatología...(todo esto) mediante la unificación de fuerzas y de iniciativas,
que encuentra su máxima expresión cuando se hace colegialmente»298.
Como en otros países, comienza de inmediato la persecución del grupo
de sacerdotes. En 1969 uno de los componentes denuncia este hecho; poco
después cuatro sacerdotes de Golconda son acusados de subversión y al ser
detenidos declaran que el motivo es haberse referido a la «farsa» de las
próximas elecciones, donde los candidatos han sido elegidos previamente
por el Frente Nacional (de liberales y conservadores), sin participación
alguna popular. Monseñor Valencia Cano da a conocer una «Carta abierta
a los sacerdotes»299. Mientras tanto, el arzobispo Uribe Urdaneta, de Cali,
______________
295
IL ¿PP?, pp. 225-235.
Ibíd., p. 227.
297
Ibíd., pp. 229-231.
298
Ibíd., pp. 231-234.
299
ICI 339 (1969), p. 33.
296
320
suspende al padre Manuel Alzate, del grupo de Golconda, «por ofender a la
jerarquía». Mientras que monseñor Valencia Cano, de paso por Nueva
York, declaraba en febrero de 1970: «No podemos permanecer indiferentes ante la estructura capitalista que condena a la población de Colombia
y de América Latina a la más terrible frustración e injusticia... Definitivamente me proclamo socialista y revolucionario» -según nos dicen las
agencias de noticias-300. El mismo administrador apostólico de Bogotá,
monseñor Aníbal Muñoz Duque, refiriéndose a la falsa noticia de que el
padre Gustavo Pérez habría constituido un grupo de «sacerdotes rebeldes»
en Usme, insiste «sobre el deber que tienen los sacerdotes de denunciar las
injurias y formar la conciencia de los fieles, y recuerda -a los medios de
prensa- que los que trabajan en medios pobres en los barrios de Bogotá lo
hacen según sus instrucciones», refutando así los términos del diario progubernamental El Tiempo, del 29 de enero de 1970. Poco después, un
grupo de sacerdotes y laicos reunidos en Villavicencio acusa al ajército de
genocidio de los indios de Guahiba, quienes serían asesinados acusándolos
de guerrilleros, y a quienes se aplican igualmente torturas. En la actualidad
el grupo ha desaparecido prácticamente, pero se organizan nuevas formas
de compromiso sacerdotal (SAL reúne unos trescientos sacerdotes).
dd)El ONIS y otras expresiones sacerdotales
En Perú ha nacido, como en otras naciones, un grupo de sacerdotes que
se denomina ONIS (Oficina Nacional de Investigación Social, organizado en
Lima y por regiones en las provincias), fundado en 1968301. El clero ha
ido tomando cada vez más conciencia de su papel desde hace años. En 1964,
por ejemplo, el viceprovincial los jesuitas de Perú, padre Ricardo Durand, respondía a las acusaciones de infiltración comunista en el clero
explicando que se dice que aceptan la filosofía materialista y atea porque
«se exige más justicia», en ese caso el mismo Evangelio sería comunismo.
«Pareciera que para el Sr. Ravines -el acusador- lo que no es liberal de
derecha es comunismo»302.
En marzo de 1968, 60 sacerdotes firmaron un documento, aprobado
después por el cardenal. En la declaración se muestra cómo «el Perú es una
nación proletaria en el mundo», ya que la renta por persona es sólo de
______________
300
ICI 356 (1970), p. 16.
Cf. IDOC-International, n. 22, 15 abri11970. Por su parte, Gustavo Gutiérrez
ha coleccionado documentos peruanos en Signos de renovación, Lima 1969.
302
ICI 224 (1964), p. 38.
301
321
11.000 soles y en Estados Unidos de 112.000; «pero si el Perú es un proletario, la mayoría de los peruanos son más proletarios aún», porque la renta
nacional se distribuye así: 24.000 peruanos reciben 60 millones de soles,
mientras que 11.900.000 peruanos los restantes 75 millones. Después de un
análisis de las cuestiones más graves desde un punto sociopolítico hay una
petición a la jerarquía para el compromiso, porque ella «será para nosotros
el máximo apoyo frente a quienes deformen nuestra actitud calificándola
de intromisión en lo temporal»303. A los «hermanos sacerdotes» se les pide
que «tomemos muy en serio nuestra obligación de inculcar en los fieles, sin
subterfugios, que no se puede recibir la comunión ni llevar una auténtica
vida cristiana cuando se defraudan los salarios, se evaden los impuestos, se
esclaviza al indígena, se da trato inhumano a la servidumbre o se derrocha
ostentosamente ante un mundo de miseria»304. Al laicado se le pide estar
en un «verdadero estado de guerra contra la miseria, contra la opresión
explotadora. Se trata de una auténtica segunda independencia del Perú, que
emancipe a los hijos de Dios de todas sus servidumbres». «Esta independencia deberá hacerse sin ninguna clase de confesionalismos»305.
En enero de 1969, 330 sacerdotes de todas las diócesis de Perú envían a
la Conferencia episcopal, en su XXXVI reunión, una carta en la que «deseamos presentarles nuestras inquietudes y anhelos en espíritu de diálogo y Colaboración»306. La carta, aunque tiene muchas sugerencias peruanas, posee
extrema actualidad para toda América Latina. Valgan a manera de resumen
los puntos principalmente tratados:
Porque la Iglesia debe liberarse de ataduras comprometedoras, se sugiere «la separación de Iglesia y Estado». Al mismo tiempo debería simplificarse el rostro de la Iglesia: vestidos, ornamentos, títulos, dignidades militares». Por otra parte, «es urgente y necesario integrar de alguna manera
a los superiores mayores de religiosos y de religosas en la reflexión
y decisión de los asuntos eclesiásticos; por el contrario, «consideramos que
la Nunciatura debería tener en nuestra Iglesia un papel mucho menos preponderante». La formación de los seglares es fundamental, porque «nuestra Iglesia es clerical, por eso está tan ausente de la historia del país y tan
silenciosa». En cuanto al clero, debemos indicar que «hay todavía diócesis
donde el aislamiento del clero es grande... Hay que buscar formas distintas
para la sustentación del clero...y trabajar en algo profano podría ser muy
______________
303
IL ¿PP?, p. 295
Ibíd., p. 296
305
Ibíd.
306
Ibíd., p. 314.
304
322
saludable». «Es urgente que la jerarquía denuncie con audacia cualquier
tipo de injusticia... Los problemas por abordarse no son escasos... Debe
estar atenta a los acontecimientos concretos (por ejemplo una huelga)... Se
corre evidentemente el riesgo de ser identificado con tal o cual línea política, pero esto quedará balanceado si sucesivamente se apoyan reclamos justos de diferentes tendencias. Es preciso decir que la abstención tiene ya
un matiz político». Concluyen manifestando que los obispos deben incorporar a los presbíteros «en la preparación de la misión», ya que los tienen
«como necesarios colaboradores y consejeros en el ministerio» (Presb.
Ordinis, n. 7). ¿Por qué no podría haber consejeros presbíteros y laicos en
las Conferencias episcopales como en el Concilio? ¿No se manifestaría así la
plenitud de la Iglesia con mayor unidad y convergencia?307
ee)En otros países
En Chile, la cuestión sacerdotal ha cobrado matices de gravedad creciente. A la ya crónica falta de sacerdotes y el gran porcentaje de presbíteros extranjeros, viene a sumarse la gran cantidad de los nacionales formados en Europa. Todo ello configura un clima de gran tensión y falta, sin
embargo, la adaptación a una realidad muy cambiante, muchas veces extremadamente pobre. Sin embargo, monseñor Gabriel Larraín Valdivieso,
obispo auxiliar de Santiago, pensaba -en una conferencia de prensa- en
noviembre de 1966 que se ordenarían sacerdotes casados en América Latina
después de un largo período de reflexión308. La tensión fue creciendo hasta
que se constituyeron los «consejos diocesanos de sacerdotes», que en el
segundo diálogo sacerdotes-obispos (1968) propusieron las siguientes cuestiones de discusión: «inseguridad doctrinal» desde el Vaticano II, sentido de
las reformas sociales, problemas emocionales provenientes del aislamiento
e insuficiente recurso sacerdotal, cuestión autoridad-obediencia. El obispo
de Temuco, monseñor Bemardino Piñera Carvallo declaró, como vicepresidente de la Conferencia chilena de obispos, que «probablemente todos mis
______________
307
La declaración de 21 sacerdotes de Arequipa (marzo de 1969), sobre el casamiento del obispo Mario Cornejo y la actitud de los sacerdotes de Trujillo, manifiesta la
madurez del clero peruano (ibíd., pp. 327-331). En Trujillo los sacerdotes se enfrentaron
a su obispo Carlos Jurgens Byrne.
308
ICI 277 (1966), p. 9. En sentido contrario se expidieron «220 misioneros,
que se preguntan sobre el sentido de su presencia en Chile» (IL ¿PP? .pp. 198-209),
donde muestran que, ante el callejón sin salida, América Latina tiene la oportunidad
histórica de ordenar hombres casados, y «así la misión de los sacerdotes célibes sería más
clara, por su preparación estarían más dedicados al servicio itinerante» (p. 206).
323
colegas admitirán que los obispos no somos genios, santos y talentosos, poderosos con recursos ilimitados. Realmente el puesto (de obispo) es demasiado grande para nuestras capacidades y somos los primeros en sufrir
debido a los muchos problemas sin resolver».
En este año 1968 se llegó a una generalización del conflicto. Por ejemplo, el padre Ignacio García, reducido después al estado laical, escribía en
agosto en La Nación (Santiago) que «es evidente que por la caducidad casi
global de los esquemas y de las normas de la Iglesia se produce, de hecho,
una crisis tremenda de autoridad, porque en la práctica, para poder vivir, la
gente está actuando bajo su propio criterio al margen de las normas. Esta
situación es evidentemente anárquica... Así, la gran masa simplemente se fue
de la Iglesia, y lo que hemos llamado Iglesia clandestina se toma sus propias
decisiones y elabora propios criterios... El sistema imperial de la Iglesia
sigue intacto en lo profundo. Hay cambios, pero insuficientes. A este ritmo,
la Iglesia será más y más extraña a un mundo disparado a gran velocidad» .
Ante manifestaciones como ésta, muy frecuentes en esos días, el episcopado
hizo una declaración el 4 de octubre, en donde se lee: «Se habla mucho hoy
día de Iglesia de los pobres, de Iglesia de los jóvenes, de Iglesia tradicional,
de Iglesia oficial, de Iglesia clandestina, de Iglesia nueva, como si la única
Iglesia de Cristo se hubiera dividido»309. Sin embargo, la tensión subsiste.
En 1970, el cardenal Silva Henríquez excomulgó a tres sacerdotes españoles
vinculados, se dice, a cultos espiritistas310. La reunión de «Cristianos para
el Socialismo» (1972) y el golpe de Estado (1973) han cambiado radicalmente el sentido de los acontecimientos.
En México ha habido diversas experiencias sacerdotales de importancia. Es bien conocido el caso del convento benedictino fundado por Dom
Gregorio Lemercier (1912-), belga que en 1961 decidió, por su experiencia previa personal, introducir en su convento el psicoanálisis (corrigiendo
la doctrina freudiana). En 1963-1964 el visitador benedictino Dom Benno
Gut aprueba la experiencia. Sin embargo, en 1965 el Santo Oficio, que
había ya tomado nota del asunto, exige a Dom Lemercier retirarse a un
convento de Bélgica. La cuestión se plantea en la cuarta sesión del Concilio.
En 1966 se constituye un tribunal especial. Largos y dolorosos diálogos
concluyen el 18 de mayo de 1967 en el que el tribunal dictamina sobre el
futuro del psicoanálisis entre los monjes: de continuar con su uso se deberá
______________
309
Criterio, 28 noviembre 1968, p. 678.
No tenemos sobre el particular infonnaciones más detalladas. (Cf. ICI 353
[1970], p. 14).
310
324
cerrar el monasterio. El 12 de junio el monasterio se disuelve; el 17 monseñor Méndez Arceo muestra una vez más su inmensa comprensión y apoya
a los monjes en el descubrimiento de su nuevo camino (como laicos, como
sacerdotes en otras diócesis, etc.). El ll de agosto el cardenal primado de
los benedictinos suprime el monasterio. Dom Lemercier, en admirable
y firme posición, declara: «No soy ni un apóstata ni un hereje. Permanezco en la Iglesia. No he desobedecido en nada... Respetaré siempre las
órdenes legítimas, pero no las arbitrarias»311. El historiador, como siempre y por oficio, recuerda...que el 24 de febrero de 1616 el Tribunal de la
Santa Inquisición había igualmente condenado a la «astronomía» en la persona de Galileo, porque, que la tierra se mueva, es «insensato, absurdo en
filosofía y formalmente herético»312; la «filología» fue condenada en la
persona de Richard Simon cuando se puso su libro «Historia crítica del Antiguo Testamento» en el Index en 1678...; ahora era el «psicoanálisis» en la
persona de Dom Lemercier. ¿Es que será necesario que cada ciencia haya
sido primeramente condenada para después ser aceptada? De todas maneras, América Latina entra en la historia condenada de la ciencia universal,
como mediación para su aceptación.
En Cuernavaca está, igualmente, el Centro de Documentación (CIDOC),
que por monseñor Ivan Illich ha efectuado algunas aportaciones igualmente
universales en la cuestión sacerdotal. En un artículo suyo sobre La otra
cara de la caridad (The Seamy Side of Charity), publicado en la revista
jesuita América, manifiesta una posición crítica ante la ayuda norteamericana a América Latina, posición que es después explicada en ¿Imperialismo
religioso en América Latina? En un segundo artículo, éste sobre Desaparición del clero (The vanishing Clergyman), aparecido primeramente en
Siempre (México) y después modificado en la revista Esprit (París)
en 1977, Illich distingue entre clérigo, ministerios (sacerdote y diácono),
monje y teó1ogo profesional. Indica que el clérigo como estamento sociocultural desaparece y debe desaparecer313. La cuestión ya la hemos planteado más de una vez y es simplemente la siguiente: en la cristiandad
el sacerdocio es una «profesión» temporal; el derrumbamiento de la cristiandad aniquila dicha profesión (que Illich llama con razón «clericatura»).
El actual presbítero toma entonces conciencia de portar diversos carismas
______________
311
ICI 292 (1967), p. 13.
Véase mi artículo sobre «De la secularización al secularismo de la ciencia», en
Concilium 47 (1969) p. 7.
313
Véase R. Laurentin, Flashes sur l' Amérique latine, Seuil, París 1968, páginas 23-28, 110-139, con la carta de Méndez Arceo y el comentario de S. Galilea.
312
325
que deberán ser distinguidos: el pastor y sacerdote liturgicoeucarístico, el
diácono o que sirve a la comunidad, el célibe o monje, el profeta o teólogo.
Esas cuatro dimensiones pueden desempeñarlas cuatro personas diversas.
En América Latina se hace cada día más necesario, conservando, sin embargo, el que reúna las cuatro dimensiones en su persona: sería como un
«periepíscopos» del Oriente primitivo, o el itinerante de la Didajé, plenitud
de todos los carismas junto al obispo, que es en la plenitud misma el signo
de la unidad. Como es frecuente, fue mal vista la experiencia de Illich
y el 8 de enero de 1969, después de un juicio que se hizo público en todo
el mundo, se firma el decreto contra el ClDOC. El 26 de enero aparece una
pastoral de Méndez Arceo, y el 24 de mayo, hecho sin precedentes, desde
Roma se levantan expresamente las restricciones estipuladas en el decreto
del 8 de enero.
Entre las experiencias mexicanas cabe destacar la «declaración de un
equipo de sacerdotes» sobre el trabajo manual, que firman 15 sacerdotes de
la ciudad de México, y donde se estudian las posibilidades concretas, y en
este tiempo de transición, para el compromiso sacerdotal en el mundo
obrero y profesional: «Para muchos esto querrá decir empezar por un horario de trabajo limitado, de manera que no se abandone el ministerio del
que están responsabilizados»314.
En América Central y Caribe se puede contemplar, igualmente, una
toma de conciencia. Puerto Rico ha vivido la experiencia de recibir la
crítica frontal del padre S. Freixedo SJ, asesor de la JOC durante 13 años,
que no es teólogo sino hombre de acción. Su polémica obra ¡Mi Iglesia
duerme!315, censurada de inmediato pero acerca de la cual monseñor Parrilla Bonilla, sin aprobarla, indica que es una ocasión para efectuar un
«concilio nacional», ha sido escrita como «un grito de dolor, nacido de mi
amor a la Iglesia... No quisiera que este libro pudiera interpretarse como
una rebelión contra la Iglesia. Jamás»316. Su crítica abierta debe ser tenida
en cuenta. Sobre los laicos dice que los hay de dos categorías: «unos, que
son niños y duermen; y otros, que son niños, pero no duermen; están
______________
314
IL ¿PP? .p. 272. El sacerdote Manuel Alzate fue suspendido a divinis por criticar al episcopado (1970); pensaba reunir un movimiento sacerdotal. En Cuernavaca,
doce sacerdotes estudian los resultados del PRI en sus cuarenta años de gobierno
(cf. IDOC -International n. 3, I agosto 1969).
315
Ed. Isla, Río Piedras (Puerto Rico).
316
Ibíd., pp. 18-19. La clara crítica nunca deja de tener la palabra justa que indica
su pertenencia fundamental a la Iglesia. ¡Ha dicho muchas cosas que pocos tienen la
valentía de decir!
326
despiertos, van de acá para allá, y hasta son capaces de hacer recados» 317.
La obra es hasta irónica, pero un poco de humor hace también bien entre
los hombres. Por su parte, «el sacerdocio es una víctima de un método, de
una estructura, de una concepción de la Iglesia»318.
En Guatemala, el 1 de marzo de 1970, el cardenal Casariego impone la
censura a todos sus sacerdotes, seculares y religiosos sobre lo que escriban
y hablen. Por su parte, el auxiliar monseñor Pellecer-Samayoa anunció que
el padre Méndez Hidalgo, redactor de El Quijote, había sido suspendido
a divinis por evadir dicha censura. Por otro lado, 94 sacerdotes constituyeron una «Confederación de sacerdotes diocesanos de Guatemala (COSDEGUA)», desde 1969, y se fueron pronunciando frecuentemente sobre los
acontecimientos regionales y nacionales. El diálogo obispos-sacerdotes se
torna a veces áspero.
Desde El Salvador se impugnó el cardenalato de monseñor Casariego
en abril de 1969, y ante las críticas se dio a conocer un documento en el
que se reflexionaba sobre el derecho a opinar319.
Desde Nicaragua, un grupo de sacerdotes da a conocer un comunicado en el cual dice que las «autoridades son sobre todo las que están más
capacitadas para hacer que cese la violencia»320, pero parecería que el
Gobierno de Somoza no oye el llamamiento. En los Lagos de Managua, en
una pequeña isla, junto al pueblo sencillo, se encuentra el monje Ernesto
Cardenal, que ha sabido dar la bella nota poética, digna -y aun superiorde un Rubén Darío, a la Iglesia de la liberación. Sus Salmos, traducidos
a todas las lenguas, son el testimonio de que algo está aconteciendo en
América Latina.
En Costa Rica, la crítica de La Nación (diario local), donde se decía
que la Iglesia no tiene derecho a intervenir en cuestiones políticas y económicas, dio ocasión a que 51 sacerdotes y el obispo Ignacio Trejos, auxiliar de San José, respondieran mediante un documento donde se dice que
«el orden llamado temporal no es indiferente a la redención... Las exigencias de la moral evangélica comportan una dimensión social... Siguiendo
la constante enseñanza de los Soberanos Pontífices enfatizamos que las
______________
317
Ibíd., p. 101.
Ibíd., p. 123. Lo que se dice de los obispos debe ser leído por éstos (pp. 165216). «Hoy, el clero, tan marginado en el derecho canónico, tan marginado en el Concilio
Vaticano II (?), y tan marginado en el corazón de muchos obispos, por más que digan lo
contrario, le hace la misma pregunta a sus pastores: Iglesia mía jerárquica, ¿duermes?»
(p. 265), inspirándose en la pregunta de Jesús a Pedro en Getsemaní.
319
Cf. IL ¿PP? .pp. 265-268.
320
Ibíd., pp. 273-274, en mayo de 1968.
318
327
cuestiones políticas y sociales no son puramente económicas, sino que
implican una cuestión ante todo moral y religiosa»321.
En Panamá se contempló con admiración la obra pastoral del padre
Leo Mahon322 en la barriada de casi 60.000 habitantes de las afueras de
la capital: San Miguelito, que comenzó en 1963. El conjunto de parroquias
llegó a hacer de tal manera vital la vida comunitaria, que los diversos
sectores fueron ofreciendo líderes capaces de ser ordenados diáconos
y aun sacerdotes si hubiera habido posibilidad. La experiencia, única en
América Latina, deberá ser estudiada como un caso piloto. El padre Leo,
desde 1970, queda un tanto ligado al Gobierno dictatorial y se produce
una crisis dentro del cuerpo dirigente. Panamá, entre otros, ha vivido además la experiencia política del padre Carlos Pérez Herrera, detenido
y encarcelado el 23 de octubre de 1968, cuando se presentaba como candidato en las filas del Partido Panameño del doctor Arnulfo Arias. Elegido
por mayoría aplastante, poco duró su triunfo, pues al demandarse la restitución del canal a EE.UU. se produjo el levantamiento de la Guardia Nacional. Por su parte, el padre Luis Medrano SJ, fue expulsado en 1969323.
La muerte del santo sacerdote colombiano Héctor Gallego deberá ocuparnos largamente en el futuro.
En Venezuela, cien sacerdotes se solidarizaban en 1970 con el padre
Wuytack, el 20 de junio, al expulsar a este último el gobierno DC (COPEI)
de Venezuela. Los expulsa por haberse manifestado con otros huelguistas
ante el Congreso Nacional; el padre es obrero, y junto a los 600.000 miserables de Caracas, nos declara: «He tratado de vivir según los principios
y predicar el Evangelio de Jesucristo en Venezuela...»324 Poco después se
comunica a cuatro sacerdotes españoles que no pueden entrar nuevamente
en Venezuela.
En Ecuador, monseñor L. Proaño había hablado ya en 1967 sobre el
compromiso sacerdotal (¿Dudas? ¿Decepciones?)325. Por su parte, 26 sacerdotes de Quito entregaron al arzobispo una carta el 24 de diciembre
de 1968 en la que mostraban cierto malestar por hechos repetidos de autocratismo: se les consulta (al presbyterium constituido) sobre la donación
del edificio del seminario, pero no sobre el nombramiento del obispo
______________
321
Ibíd., pp. 238-239.
Cf. Francisco Bravo, The Parish of San Miguelito. CIDOC, Cuernavaca 1966.
323
En el Boletín-CELAM (Bogotá), abri1 1970, p. 3, se encuentra la alocución de
monseñor Mc Grath en la TV, donde se critica dicha expulsión.
324
ICI 364 (1970), p. 16.
325
Inform. CIDOC, 67-170.
322
328
auxiliar. La carta es respetuosa, pero valiente, clara; un precedente326.
En 1970 es expulsado el padre Hernández, asesor de estudiantes y de gran
actuación en Riobamba, como acto personal del presidente Velasco Ibarra.
El hecho de la expulsión del sacerdote español (el segundo en pocos años)
se transformó en un acontecimiento nacional, signo de una nueva situación.
El Consejo Nacional de Sacerdotes, poco después, pidió al episcopado que
se estudiase la supresión de las nunciaturas, y que las relaciones quedasen
en manos de los obispos residenciales. Con la muerte de Rafael Espín, el
Consejo se fue disolviendo.
En Bolivia, los presbíteros toman cada vez más conciencia: en 1969 seis
sacerdotes fueron encarcelados por el golpe militar del 26 de septiembre,
aunque recuperaron después la libertad. Cuatro sacerdotes obreros criticaron a la Comibol, empresa estatal confiscada en 1952, porque sólo se piensa
en la ganancia y no en la persona de los mineros. En 1970 cuatro sacerdotes, tres de la OCSHA y un pastor protestante, deben dejar Bolivia. Los
estudiantes se manifestaron en su defensa; hubo huelgas de hambre y gran
conmoción en La Paz. Se tomó una catedral sobre cuyo trono se escribió,
por parte de los estudiantes: «Ay de vosotros...» (Mt 23,1-3). Uno de los
sacerdotes españoles de la OCSHA dijo: «Hay una Iglesia de oprimidos
y otra de opresores». Numerosos documentos sacerdotales, desde el 1 de
octubre de 1965, han ido haciendo escuchar la voz del clero327.
En Paraguay, los jesuitas son objeto de crítica por parte del Gobierno
de ser subversivos, a lo que los obispos replican indicando la injusta acusación. Monseñor Aníbal Mena Porta, arzobispo de Asunción, da a conocer
un documento «Sobre la violenta represión a sacerdotes y fieles en
Asunción»328. Por su parte, los sacerdotes de la diócesis de Villarrica,
en número de 75, defienden a su obispo, y «sienten orgullo de desmentir
públicamente la calumnia de que el Señor Obispo de Villarrica sea un agitador e instigador de huelgas. Ahora bien, tanto el Señor Obispo, como su
clero, no pueden menos que mirar con simpatía a todos los que defienden
los derechos de la persona humana»329.
En Uruguay, el padre Juan Carlos Zaffaroni SJ, formado en Lovaina y
París, después de sus experiencias en 1966 y 1967 fue invitado al Congreso
______________
326
IL ¿PP? , pp. 245-249.
El muy valiente sobre los problemas del COMIBOL, del 6 de octubre de 1965;
sobre la Iglesia en proceso de transformación, de febrero de 1968; sobre las reformas que
proponen los sacerdotes en mayo de 1968 (ibíd., pp. 145-164).
328
Criterio, 13 noviembre 1969, po 778, enérgica condena.
329
IL ¿PP? , p. 380.
327
329
Mundial de Cultura de La Habana. De regreso, en febrero de 1968, encabezó una marcha de cortadores de caña de azúcar que recorrió todo Uruguay. Después de una arenga pronunciada en TV fue dada la orden de su
detención, desapareciendo desde ese momento en la clandestinidad. En
mayo de 1968, sacerdotes del norte uruguayo (de Tacuarembo y Melo) y
sus respectivos obispos firman una carta sobre «los sufrimientos, angustias
y esperanzas en los hombres de nuestra zona»330.
Ante tantos testimonios sentimos la tentación de citar unas líneas del
padre brasileño Francisco Lage Pessoa, exiliado en México: «Cuando aparece, por excepción, un verdadero apóstol, que tiene el valor de recordar
lo que es el verdadero cristianismo, es considerado, según los casos, como
un político, un loco, un imprudente, un comunista infiltrado, un subversivo... Y hay que, apresarlo, condenarlo, expulsarlo del país»331.
Sociográficamente, la situación es la siguiente:
NÚMERO DE SACERDOTES Y RELIGIOSAS EN AMÉRICA LATINA EN 1967
_________________________________________________________________________
Nacionales
Extranjeros
Totales
_________________________________________________________________________
Sacerdotes diocesanos
16.300
3.260
19.560
Sacerdotes religiosos
10.908
12.121
23.029
Religiosas
116.102
Religiosas laicales
4.020
_________________________________________________________________________
Boletin del DEVOC (Departamento de Vocaciones) del CELAM, 1970.
Unas últimas palabras sobre los seminarios. El decreto «Optatam totius
Ecclesiae» del Concilio, y la sección 13 (Formación del clero) de las conclusiones de Medellín, se ocupan de la cuestión de los seminarios. Ya
en 1964 monseñor Manuel Larraín había dicho que «todos los Concilios
que se quieren pastorales exigen el renacimiento de los seminarios... Es
necesario que la formación de los futuros sacerdotes sea más abierta al
mundo..., se podrían hacer stages en el curso de los estudios en el mundo
______________
330
Ibíd., p. 380.
La Iglesia y el movimiento revolucionario, Ed. Nuestro Tiempo, México 1968,
página 153.
331
330
obrero»332. En Medellín se ve la dificultad que presenta la juventud actual
a los antiguos moldes y de ahí, por ejemplo, «tensiones entre autoridad
y obediencia», etcétera. Se contempla la posibilidad de reestructurar los
seminarios a «base de equipos y pequeñas comunidades» (13, 6c). Así, poco
a poco, todos los seminarios se han puesto en camino de una reforma fundamental. Tomemos algunos ejemplos. En 1966 se cerraba por poco tiempo
el seminario de Mariana, con 115 seminaristas, «para poder reflexionar,
explicaba monseñor Oscar Oliveira, una reforma a fondo del seminario».
En una encuesta efectuada entre los seminaristas se evidenciaba que la mayoría se oponía al celibato. La cuestión ha sido estudiada en el I Congreso
Continental de Vocaciones, que se celebró en Lima en noviembre de 1966,
presidido por el arzobispo de México, monseñor Miranda.
A veces los acontecimientos se han precipitado y la confrontación ha
sido más dura. En mayo de 1969 el obispo de Trujillo cerró el seminario de
su diócesis y expulsó al cuerpo directivo. Los 26 seminaristas hicieron una
declaración pública el 24 de marzo y defendieron al padre Shanahan, de la
parroquia del Sagrario, que era ocupada por laicos. Por su parte, los seminaristas dijeron: «Ocuparemos por tiempo indeterminado el seminario»333
El seminario de los franciscanos de Lima, desde enero de 1970, se organiza
en pequeñas comunidades: un seminario en contacto con el pueblo. La
misma experiencia es intentada en el Máximo de San Miguel de los Padres
Jesuitas (Buenos Aires), y un poco en todas partes. Pero no siempre todo es
pacífico. En Cochabamba, el episcopado dio en 1965 el seminario mayor a
jóvenes sacerdotes españoles (OCSHA). En 1970 se cierra el seminario y se
envía a los directores del mismo al barrio pobre Villa Bush. Ya en 1966
habían creado pequeñas comunidades en el seminario de Cochabamba, pero
los obispos vieron que los seminaristas se tornaban «arrogantes».
La situación no ha mejorado todavía. En Quito, 43 de 50 seminaristas
abandonaban el seminario, porque «no quieren pertenecer a una Iglesia que
no cambia sus estructuras superadas y no se compromete en favor de los
pobres»334. Los seminarios, igualmente, se encuentran en crisis de crecimiento, que tiende en general a aproximarse a la vida cotidiana del pueblo,
a unificar filosofía, exégesis y teología, a acortar los estudios a unos cinco
o seis años, a permitir sacerdotes aptos para vivir la vida de la Iglesia ante
la nueva situación. Pero la reforma no ha sido comenzada en todas partes,
ni mucho menos.
______________
332
ICI 231 (1964), p. 15.
Cf. IDOC-International, n. 4, 15 junio 1969.
334
ICI 357 (1970), p. 17.
333
331
c)Actitud de los religiosos y religiosas
En este apartado queremos sólo avanzar algunos aspectos del movimiento de renovación que se viene observando en los religiosos de América Latina.
Como resultado de una visión sociográfica sobre el pasado, podríamos
obtener el siguiente cuadro:
FUNDACIONES DE INSTITUCIONES RELIGIOSAS
EN PAÍSES DE AMÉRICA LATINA
_________________________________________________________________________
Fechas
Instituciones
Instituciones
masculinas
femeninas
%
%
_________________________________________________________________________
Siglos XV y XVI
Siglos XVII y XVIII
Siglos XIX
1900 a 1920
1921 a 1945
1946 a 1955
1956 a 1965
1966 a 1971
6,51
3,35
19,01
13,56
20,07
18,31
13,91
5,28
_______
100,00
1,34
4,24
16,50
13,71
20,74
17,28
22,85
3,34
_______
100,00
________________________________________________________________________________________
Fuente: Estudio sociográfico de los religiosos... Perspectivas, CLAR, Bogotá 1971, p. 26.
«La gráfica da idea bien clara de la aglomeración que se ha producido
a partir del siglo XIX en cuanto a las fundaciones. En un principio se
adelantaron los religiosos (siglos XV y XVI) a las religiosas, disminuyendo luego la afluencia a América Latina. En el siglo XIX, dado el florecimiento de congregaciones religiosas, es bien comprensible el aumento
en cuanto a la venida, tanto por parte de religiosos como de religiosas, con
datos muy aproximados. A comienzos del siglo XX continúa el aflujo, que
se acentúa a partir de mitad de siglo, sin duda merced al llamamiento
extraordinario que se ha hecho en la Iglesia a favor de América Latina,
y también parece influir la Segunda Guerra Mundial. Un análisis socio-
332
lógico en profundidad permitiría detectar otras variables que han condicionado esta corriente»335.
En cuanto al número de religiosos, éstos son hoy en America Latina
más numerosos que nunca.
TOTAL DE RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS EN AMÉRICA LATINA (1970)
_________________________________________________________________________
Países
Religiosos
Religiosas
_________________________________________________________________________
Argentina
Bolivia
Brasil
Colombia
Costa Rica
Cuba
Chile
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Haití
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Puerto Rico
Perú
Rep. Dominicana
Uruguay
Venezuela
4.150
14.070
835
1.800
11.524
41.998
4.112
20.780
220
968
2.343
4.924
1.564
4.145
369
818
650
850
420
1.000
116
282
1.909
23.630
265
687
249
410
429
751
599
1.500
2.514
4.581
486
1.285
693
1.592
1.706
4.100
_______
_______
TOTAL:
39.813
130.187
_________________________________________________________________________
Fuente: ibíd., p. 27.
Estos números, sin embargo, poco dicen si no se los compara con la
población total de los países y con el grado de renovación misionera que
poseen las comunidades. Es por ello por lo que la Confederación Latino______________
335
Estudio sociográfico de los religiosos y las religiosas en América Latina,
ed. cit., página 26.
333
americana de Religiosos (CLAR), fundada en 1958, adquiere mucha mayor
significación, al ser el centro autoconsciente continental de dicho proceso
de renovación. La CLAR, que reúne las Conferencias de Superiores Mayores de todos los países latinoamericanos, celebró su primera I Asamblea
General en mayo de 1960 en Lima. En ese entonces eran solamente
113.000 las religiosas y 21.000 los sacerdotes religiosos336.
Gracias a la presencia activa del P. Daniel Baldor SJ, cubano, secretario general de la CLAR, los religiosos transitaron los años anteriores al
Concilio y pudo verse ya en la n Asamblea General de Río, en agosto
de 1963, lo mucho logrado. El «Encuentro de Cuernavaca» del 4 de junio
había preparado el camino. En ese mismo año se elige como presidente de
la Conferencia de Religiosos de Chile al P. Edward, que en 1965 será nombrado presidente de la CLAR. Se establecen contactos con los religiosos de
Canadá, Estados Unidos y Europa, aunque la primera participación del
P. Edward en el CIPOP (Catholic Inter-American Cooperation Program)
será sólo en enero de 1965.
Para el Concilio, la CLAR prepara numerosas encuestas, a las que deben
agregarse reuniones de reflexión como la de Viamao (Porto Alegre), con
la participación de teólogos como Comblin y Daniélou, donde se habla
todavía de una «teología de la pastoral de conjunto». En el Concilio, la participación de los religiosos latinoamericanos se hace sentir y de ahí que los
decretos lleven alguna de sus sugerencias. Un tiempo nuevo ha comenzado,
ya que «la renovación adecuada de la vida religiosa abarca a un tiempo, por
una parte, la vuelta a las fuentes de toda vida cristiana ya la primitiva inspiración de los institutos, y, por otra, una adaptación de los mismos a las
diversas condiciones de los tiempos337.
En todo el continente se vio, inmediatamente finalizado el Concilio,
una innumerable cantidad de experiencias de compromiso, de apostolado,
de organización de la vida religiosa. Incluso la formación en el noviciado y
______________
336
Boletín de la CLAR. III, 1 (1965), p. 1. Como bibliografía mínima para este
tema debe consultarse el citado Boletín. cuyo n. I, 1 es el de enero de 1963; además, la
Colección CLAR. desde el n. 1, Renovación y adaptación de la vida religiosa en América
Latina (51 ed., 1971), que en 1971 había superado ya los 12 libros; y Perspectivas, desde
el n. 1, La pobreza evangélica hoy (1971), que en el mismo año publicó tres libros. Téngase en cuenta para una reflexión, además, el decreto del Concilio Vaticano II Perfectae
caritatis aprobado en el IV período conciliar (28 de octubre de 1965) (cf. Ed. Paulinas,
op. cit., pp. 410ss), y en la II Conferencia General de Medellin el parágrafo 12, Religiosos (ed., cit, pp. 191ss., y también en Misión del religioso en América Latina, Colección CLAR, 5, Bogotá, 59 ed. 1971, pp. 19ss).
337
Perfectae caritatis, n. 2 (ed. cit, p. 411).
334
los estudios cambiaron. En el I Congreso Latinoamericano de Vocaciones,
en noviembre de 1966, pudo sin embargo notarse ya un debilitamiento
generalizado en el número de postulantes, que se irá acentuando en los años
subsiguientes. La III Asamblea de la CLAR, en diciembre de 1966, con
70 delegados marca ya un camino hacia Medellín. Fue elegido como
secretario general el P. Luis Patiño OFM, colombiano, y para las religiosas
la Hna. Agudelo CM, también colombiana. El padre Arrupe SJ se reúne con
la CLAR y efectúa una revisión profunda de la Compañía de Jesús en Río de
Janeiro, concluyendo que se hacen necesarias «transformaciones audaces
que renueven radicalmente las estructuras, como único medio de realización de la paz social [en el continente]»338.
En Medellín, en la II Conferencia General del CELAM, estuvieron
representados de hecho los religiosos por la CLAR, ya que los trece religiosos miembros efectivos eran coordinados por el presidente de la CLAR, el
P. Manuel Edward SS.CC. y por el P. Patiño OFM. Entre los miembros participantes se podían contar además tres religiosas339. El lenguaje y la inspiración del documento final sobre religiosos tiene todavía un sentido
«desarrollista» aunque muy comprometido. «El religioso -se nos diceha de encarnarse en el mundo real y hoy con mayor audacia que en otros
tiempos: no puede considerarse ajeno a los problemas sociales, al sentido
democrático, a la mentalidad pluralista de los hombres que viven a su alrededor»340, principios en consonacia, por ejemplo, con la experiencia chilena de esos tiempos, cuando gobernaba el demócrata-cristiano Eduardo
Frei. Cuando se habla de «Vida religiosa y participación en el desarrollo»
se habla sólo de «desarrollar y profundizar una teología y una espiritualidad de la vida apostólica»341, advirtiendo que «no han de intervenir en la
dirección de lo temporal»342.
En esos días, en Bogotá, del 15 al 25 de agosto de 1968, la Orden más
antigua de América celebró el I Encuentro Franciscano de América Latina,
con asistencia del ministro general Fr. Constantino Koser. Es bello escuchar al comienzo del documento las exigencias que obligan a los franciscanos por su «arraigo en la vida e historia de los pueblos de América, y aun
______________
338
Boletín de la CIAR. VI, 8 (1968), p. 8.
Ibíd., VI, 9-10 (1968). En este número consta el domumento «Misión del
religioso en América Latina», que además fue editado como un librito de la «Colección
CLAR», 5.
340
Documento final de Medellín,l2. Religiosos, 3 (Ed. Paulinas, p. 192).
341
Ibíd., nn. 10-11, p. 196.
342
Ibíd., n. 12, p. 197.
339
335
desde la gestación de su descubrimiento»343, pero más todavía aquello de
que «apoyamos, pues, los ensayos debidamente planificados que se propongan, encaminados a mentalizar a los religiosos y a educar a nuestros
jóvenes en el recto uso de la libertad y de la responsabilidad»344. Después
de un largo estancamiento teológico pastoral, la Orden franciscana está
dando en América Latina importantes signos de una profunda renovación;
y es de esperar todavía mejores frutos, ya que el proyecto de pobreza profética de Francisco de Asís se adecua admirablemente a la realidad actual
latinoamericana.
De igual manera, la segunda Orden en antigüedad en América, la
dominica, realizó un Encuentro de Provinciales y Vicarios Dominicos de
América del Sur, del 30 de junio al 5 de julio de 1969 en La Paz, en cuyas
conclusiones se lee que «la urgencia de los problemas suscitados nos impele
a adecuar nuestra acción con las grandes líneas del Concilio Vaticano II, las
Conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín, y las decisiones del último Capítulo General de la Orden,
expresadas en las nuevas Constituciones, para integrarnos en el mundo
actual»345. Poco a poco, todas las Ordenes y Congregaciones han ido adecuando su vida y proyectos al Concilio y Medellín.
Un tema nuevo ha sido, en esta época, «la valoración de la mujer en la
Iglesia»346, que con el tiempo significará un replanteamiento del sentido de
la mujer y su liberación como consagrada.
La IV Asamblea General de la CLAR se celebró en Santiago de Chile
del 3 al 13 de diciembre de 1969. Se constata ya un nuevo estilo de vida
religiosa que se va abriendo camino. Retorno a pequeñas comunidades en
______________
343
La vida religiosa en América Latina. Respuestas y compromisos, Colección
CLAR 8, Bogotá 1970, p. 23.
344
Ibíd., p. 30.
345
Ibíd., p. II. Véanse en este libro de la «Colección CLAR 8» las conclusiones
de la III Conferencia Latinoamericana de Provinciales de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, las conclusiones del I Encuentro Latinoamericano de Inspectores Salesianos, y
la Carta de los superiores provinciales de la Compañía de Jesús que trabajan en América
Latina, y de esta última en especial cuando dice que «la Compañía de Jesús desea dedicar
más miembros a estas obras, tratando siempre de responsabilizar a los mismos hombres
del pueblo que protagonicen su propia liberación» (ibíd., p. 72).
346
CLAR VII, 9 (1969), pp. 1-2. Véase mi conferencia sobre «La liberación de la
mujer en la Iglesia», en CIDAL (Cuernavaca) III, 3 (1972), pp. 36-44, donde decía en una
frase: «Se consagra la relación erótica varón-mujer y la relación de maternidad fisico-real
para realizar en el nivel pedagógico y político la máxima libertad de la exigencia profética
de la fe» (p. 43). Del 27 de junio al 3 de julio de 1971 se realizó en Bogotá un encuentro
sobre «Problemática de la vida religiosa femenina en América Latina» (cf. CLAR IX, 7
[1971], p. 1).
336
todas partes de América Latina; creciente compromiso político por parte
de los religiosos jóvenes; apertura al mundo de los pobres y cambio de trabajos tradicionales (como las escuelas); etc.
Del 16 al 20 de marzo de 1970 hubo una importante reunión de obispos
y responsables religiosos en América Central y Panamá, donde se pudo
constatar que «faltan vocaciones nacionales para la vida religiosa y las
pocas que hay están en gran número fuera de sus países de origen», por
otra parte, «la mayoría de las congregaciones no tienen superiores a nivel
nacional; esto dificulta la integración de los religiosos en la pastoral
nacional»347.
Del 25 de enero al 26 de marzo de 1972 se celebró en Medellín el
I Curso para Provinciales de América Latina, experiencia que por su
fecundidad se acordó repetir en el futuro. De la misma manera, del 1 al 6
de agosto, tuvo lugar en Guatemala el I Encuentro de Superiores de Religiosos de Centroamérica.
Por último, recuérdese todavía la I Reunión Interamericana de Religiosos de Canadá, Estados Unidos y Latinoamérica, habida del 7 al 12 de
febrero de 1971 en la ciudad de México, donde se comienza a coordinar el
esfuerzo de todo el continente.
Entre los grandes documentos que han movido a la reflexión debe contarse el que bajo el título de «La vida según el Espíritu» ha dado actual inspiración a la tradicionalmente llamada «espiritualidad», conclusión de la
primera etapa de estudio realizada en Buenos Aires entre el 12 y el 19 de
febrero de 1972. El segundo documento, «Vida religiosa y situación sociopolítica en América Latina», fue inicialmente elaborado en mayo de 1972,
en Montevideo, y recibió en noviembre de 1973 su redacción definitiva en
la reunión de Mendoza. El tema de este último documento ha suscitado,
como es de suponer, mayor número de comentarios, ya que entra de lleno
en el compromiso más significativo de los religiosos hoy.
Una descripción destallada de la labor profética realizada por tantos
religiosos latinoamericanos -que los ha llevado a dar la vida por Cristo,
y que como a los dominicos de Sâo Paulo les ha exigido soportar la picana
eléctrica, o la cárcel, como a algunos padres de Maryknoll- será el tema
de futuros trabajos.
En la V Asamblea de la CLAR, celebrada del 17 al 27 de enero de 1973
en Medellín, fue elegido como nuevo presidente el P. Carlos Palmés SJ.
______________
347
CLAR, VII. 3 (1970). pp. 4-5.
337
d)Actitud de los cristianos
No hemos querido hablar de la actitud de los «laicos». Nuestra Iglesia,
tal como es en América Latina (pero igualmente en Europa y en todo el
mundo), es todavía sumamente «clerical» (en el sentido definido de estar
bajo la casi exclusiva dirección del que por «profesión» temporal es clérigo). Paradójicamente, en el Concilio Vaticano II es cuando la influencia
de los laicos, e incluso su presencia numérica, ha sido la más baja en toda la
historia de la Iglesia. Los laicos, en la cristiandad, estaban representados
equívoca pero efecticamente por los emperadores, reyes, delegados de los
gobiernos. En el Vaticano I las representaciones de los Estados europeos
llegaron hasta la redacción de ciertos documentos importantes. La Iglesia
se ha liberado de esa influencia política de los Estados, lo cual es positivo,
pero ha reducido dentro de ella al laicado a ser una masa dócil, a la que se
enseña, que obedece, que colabora. Participan en las reuniones como «observadores» u «oyentes» (y solo los dirigentes de los movimientos de AC
o paralelos), pero los grandes intelectuales cristianos universitarios, los
que están comprometidos, en los niveles más altos de la vida política, etc.,
no llegan a ser parte constitutiva de los organismos ejecutivos de la Iglesia.
Ni el CELAM, ni las Conferencias episcopales nacionales, ni las Facultades
de Teología aceptan en pie de fraternal igualdad al cristiano bautizado
(cuando se trata de teología, filosofía, sociología, y aun interpretación de lo
cotidiano a la luz de la fe). Mucho es lo que se deberá caminar. En verdad
ni el en Vaticano II, ni en Medellín, la hora de los cristianos bautizados ha
llegado todavía348.
aa)Lucha y vida de las comunidades en la base
Influenciado por la costumbre de la época, el cristiano ha perdido su
antigua pasividad (en algunas regiones). Monseñor Raimundo Caramuru,
secretario de la Conferencia de obispos de Brasil, analizando la situación,
indica que «las tensiones entre los grupos de laicos esclarecidos y la jerarquía es cada vez más constante, hoy, y es posible que no se llegue a dominar
______________
348
Véase el decreto Apostolicam actuositatem, del Vaticano II, y la sección 10
(«Movimiento de laicos») de Medellín, que fue aprobada con muchas dificultades. El
CELAM tiene un Departamento del apostolado de los laicos, que se reunió e17-9 de octubre de 1966 en la VI Semana Interamericana de AC (Buenos Aires), y el Congreso
Regional de América Latina, bajo la presidencia de monseñor Dammert Bellido. Las conclusiones de estos encuentros fueron «severas» con respecto a la Iglesia jerárquica.
338
rápidamente este problema. Muchos laicos se declaran escandalizados por
ciertos asepctos institucionales de la Iglesia»349. Frecuentemente hay reuniones de reflexión -como la realizada en Moreno, y cuyo texto final fue
firmado el 28 de agosto de 1966 en Argentina-350, pero muchas veces son
actuaciones directas de protesta.
En Uruguay, por ejemplo, el 20 de junio de 1965 se lleva a cabo una
manifestación de estudiantes cató1icos contra la actuación del nuncio apostólico, monseñor Forni, porque, dicen, «detiene la Iglesia del Uruguay impidiendo que se cumpla el Concilio». El 4 de abril de 1966, en la calle
Albariños 200, en Buenos Aires, un joven grita junto a los barrotes de la
iglesia «Corpus Domini»: «...no pensamos atenuar la lucha por conseguir
aquello que desde el fondo de nuestras conciencias de cristianos nos pide
la Iglesia de Cristo: una Iglesia sin lujos, sin intereses creados, sin hipocresías, sin aburguesamiento; queremos el aggiornamento pedido por
Juan XXIII en Argentina»351. El templo estaba ocupado por una veintena de
laicos, quienes expresaban su disconformidad por el alejamiento del padre
Néstor García Morro. Hay carteles; hay oposición al nombramiento del
nuevo cura que ha sido designado sin consulta previa. Es la primera vez en
la historia de la Iglesia latinoamericana que sucede algo semejante. En
Chile, en Santiago, el 11 de agosto de 1968, unos trescientos laicos y un
grupo de sacerdotes toman la catedral, en nombre de un movimiento de
«Iglesia joven». Piden mayor diálogo y flexibilidad estructural en la
jerarquía352. En México una parroquia, la del Dulce Nombre de María, de
la diócesis de Tlalnepantla, protesta por el cambio de su párroco. El 5 de
enero de 1970, cuando toma posesión el nuevo cura, unos treinta fieles
enlutados se acercan a recibirlo353. En la República Dominicana, en 1969,
obreros de la empresa Metaldom, despedidos, ocuparon pacíficamente la
catedral de Santo Domingo para expresar su protesta y pedir ayuda. En
1970, en Nicaragua, numerosos laicos ocuparon iglesias de la capital para
protestar contra las torturas. En Perú, huelguistas de la fábrica de tejidos
Texoro, apoyados por el obispo y sacerdotes, viven en la iglesia de San
Martín de Porres, de Lima. Por entonces, diciembre de 1969, el cardenal
abandona su palacio para vivir en un barrio humilde y cuatro canónigos de
Trujillo renuncian a su sueldo pagado por el Estado. En Lima siguen las
______________
349
Cf. ICI 285 (1967), p. 7, declaración entre e127 y el 31 de enero de 1967.
Los católicos posconciliares. supra, pp. 269-270.
351
Ibíd., p. 159; ICI 263 (1966), p. 8.
352
ICI 306 (1968).
353
ICI 329 (1970), p. 11.
350
339
ocupaciones pacíficas de iglesias en 1970: ahora son 300 obreros de «Mayólica Nacional», que estando en huelga viven en la iglesia de San Sebastián; 250 de «Fénix» viven en Jesús Obrero354. En Bolivia, numerosos cristianos piden la renuncia del arzobispo y toman la catedral de Cochabamba
el17 de abril de 1970, en defensa de los sacerdotes de la OCSHA. En Guatemala, el 4 de julio del mismo año, se hacen marchas callejeras (de un movimiento de «cristianos de renovación») pidiendo igualmente la partida del
cardenal Casariego (que había sido secuestrado, por otras razones, en
marzo de 1968). Estos ejemplos, entre otros muchos, nos manifiestan un hecho nuevo: los laicos comienzan a expresarse, creando una opinión pública,
haciéndose presentes de manera a veces violenta, otras acogedora; pero, de
todos modos, se los tendrá que tener en cuenta cada vez más.
No se piense que todos los movimientos de fuerza proceden de grupos
que quieren renovación. En la iglesia de Nuestra Señora del Socorro, de La
Plata, (Argentina), el 4 de enero de 1971, un movimiento de laicos impidió
la toma de posesión del nuevo cura por ser tachado de «tercermundista»,
y aunque se hizo presente con un técnico cerrajero no pudo entrar en su
iglesia parroquial. En Colombia, grupos tradicionalistas fundan un movimiento anti-Golconda, dirigido por el padre Jairo Mejía Gómez, secretario
general de la Comisión litúrgica de la diócesis de Medellín355. En Uruguay, en dicho año, grupos de cristianos piden al nuncio que condene todo
tipo de violencia; por su parte, la derecha lanza una campaña contra monseñor Parteli y las críticas surgen de su propia curia y de católicos de
renombre. En 1968 se organizan en Brasil diversos grupos contrarios al
movimiento «Acción, Justicia y Paz» de Dom Helder; distribuyen panfletos. Se piensa que pueden ser incluso sacerdotes de alguna manera relacionados con el concejal de Recife Vanderkok Vanderlei.
Acción Católica, mientras tanto, sufre una crisis profunda y, como el
sacerdocio, deberá redescubrir su función en la situación presente. La llamada AC no especializada o parroquial no logra trascender una función de
cooperador eclesial del culto. En 1965 se reunieron 50 asesores y 40 dirigentes de AC, produciéndose graves discusiones sobre el sentido y destino
de la misma356. En la reunión de julio del mismo año, en Cerro Alegre
(Perú), se llegó a un acuerdo en cuanto a la coordinación de los movimientos laicos, en América Latina357. La AC especializada, en cambio, sopor______________
354
ICI 353-354 (1970).
ICI 359 (1970), p. 19.
356
ICI 241 (1965), p. 23.
357
Directorio, CELAM, 1968, p. 43.
355
340
tando igualmente una profunda crisis, ha encontrado en los compromisos
históricos un camino a seguir. La ACO argentina, por ejemplo, denunciaba
el 20 de marzo de 1967 la actitud antisocial del Gobierno, en Buenos Aires:
«Ante los hechos de un Gobierno que se dice cristiano... nos vemos obligados a declarar que el Gobierno nada tiene que ver, ni con la palabra de
Jesús expresada en el Evangelio, ni con la doctrina de la Iglesia manifestada
recientemente en el Concilio»358. La ACO del Nordeste brasileño delataba
continuamente las injusticias que se cometían en su región.
Por su parte, el sindicalismo cristiano tiende a la desconfesionalización,
y a la radicalización. Las críticas no sólo van contra el imperialismo americano, sino también contra los que se unen a él. Así, por ejemplo, en 1970,
en Santo Domingo, la CASC (Confederación Autónoma de Sindicatos Católicos critica al Vaticano por ayudar a los países subdesarrollados por
intermedio del BID y la OEA (Organización de los Estados Americanos),
porque a su juicio ambos organismos son instrumentos de la dominación
norteamericana que oprime a América Latina. En esa misma línea debe
situarse la carta abierta a Pablo VI en su viaje a Bogotá, escrita por la
CLASC, en reptesentación de los 5 millones de afiliados, el 18 de julio de
1968. En lenguaje obrero, directo y sincero dice en un momento el documento: «Sabemos, hermano Pablo, que todos los obispos de América Latina se van a reunir en Medellín para discutir el papel de la Iglesia en el
mundo latinoamericano de hoy. Nosotros creíamos, en un principio, que en
esta asamblea de todos los príncipes de tu Iglesia, podían participar algunos
laicos comprometidos concretamente en las tareas diarias de promoción
y desarrollo de los pueblos, y que formaran parte al mismo tiempo de
organizaciones de base popular. Cuando algunos dirigentes sindicales fueron a pedir que se invitara a representantes de organizaciones populares,
representativos de obreros y campesinos, tus mismos príncipes eclesiásticos
respondieron que "no querían elementos conflictivos en esa reunión de
Medellín". Y sabes, ellos tienen razón. Somos conflictivos. Profundamente
conflictivos, porque representamos hace mucho tiempo la acción más allá
de las palabras; el compromiso militante y revolucionario más allá del verbalismo»359. «¿Y sabes entonces quiénes van a ir a esta asamblea eclesiástica como laicos? Los técnicos, los profesionales, personalidades de
prestigio, muchos de ellos vinculados, directa o indirectamente a los grupos dominantes... Pero esto es como siempre, y aquí nada ha cambiado en
______________
358
359
ICI 285-286 (1967).
IL ¿PP? .pp. 88-89.
341
la Iglesia... Pareciera que hoy está más de moda estudiar sociología, economía, ideología, ciencias políticas y administrativas, psicología. Como que
se ha olvidado la teología y sobre todo la pastoral popular... Hay muchos
"campeones" ahora en tu Iglesia que quieren la redención social de los trabajadores, aun a pesar de los trabajadores y sin contar con los propios trabajadores»360. Esta carta debe ser tomada muy en serio. Procede de un
grupo de cristianos que hace más de veinte años que lucha día a día por su
fe. Ha sido escrita con amor, con claridad, con valentía, y no es «una carta
más» de las que fueron enviadas al Papa.
Con motivo de la Conferencia de Medellín se reunió en Lima, en julio
de 1968, un Seminario para responsables latinoamericanos de Movimientos
de Apostolado de los laicos, que envió al presidente del CELAM una carta
donde se criticaba el documento de base. Se nos dice que «hay una característica que nos parece esencial dentro de la situación latinoamericana, no
sólo económica sino social y culturalmente, y es la dependencia económica,
política y cultural que nuestros países sufren con respecto a las metrópolis
capitalistas... Nosotros creemos que, sin descuidar los problemas que nacen
del citado fenómeno, es indispensable buscar soluciones fuera de los marcos ideológicos capitalistas»361.
Un signo de la actitud de los cristianos fue la reacción que asumieron
ante la encíclica Humanae vitae. En 1966 se había discutido en un forum en
Perú la posición de los cristianos latinoamericanos ante la regulación de
nacimientos. A la luz de la encíclica, el cardenal chileno Silva Henríquez
se declara sobre la cuestión362. Poco después lo hace el episcopado mexicano363. Por su parte, El Catolicismo (Bogotá) ataca el plan del Gobierno
sobre la regulación de nacimientos, aunque la prensa en general se opone
violentamente a la Iglesia. El cardenal Concha, que primeramente está expectante, termina por condenar el control de la natalidad364; lo que el episcopado colombiano corroborará tiempo después365. En general, la actitud
fue la siguiente: grupos minoritarios de cristianos, con formación más personal, tendió a rechazar las razones morales dadas por el Papa al control de
______________
360
Ibíd., pp. 89-90.
Ibíd., pp. 63-64. Esta claridad no se ve en las conversaciones de Cerro Alegre
(Cañete, Perú) del 6-9 de marzo de 1962 («Encuentro de reflexión»), aunque abrieron
nuevos caminos: «Los marxistas precipitan la revolución desde fuera (de América Latina),
los cristianos la empujan desde dentro» (p. 33).
362
Cf. Mensaje, agosto 1977, pp. 362-363.
363
Cf. Christus (Méx.), octubre 1967, pp. 946-949; enero-junio 1969, pp. 8-11.
364
El Catolicismo (Bogotá), 19 de marzo de 1967.
365
Ibíd., del 10 de noviembre de 1968, p. 21.
361
342
la natalidad (como ocurría en general en Europa). Las masas populares,
que no están instruidas personalmente ni en un catolicismo ilustrado ni en
la regulación de la natalidad, tomaron todo hasta con indiferencia. Ciertos
grupos católicos, que se sintieron obligados por la encíclica pero que no
pensaban poder cumplirla, se alejaron momentáneamente de la Iglesia. La
jerarquía apoyó en general la encíclica por las razones explícitas que ella
daba. Los grupos más concienzados, de orientación populista, apoyaron la
encíclica por su oportunidad política y su importancia histórica: una numerosa población en los países llamados subdesarrollados y efectivamente
dependientes significará la posibilidad de una futura liberación; la estabilización demográfica en estas regiones del globo podría estabilizar definitivamente la situación presente.
Ante la crisis de muchas de las experiencias pastorales de la «nueva
cristiandad», tales como el último intento de evangelización masiva en la
que consistieron las misiones generales de grandes radios urbanos366, que
se efectuaron en muchas regiones latinoamericanas, se ha venido descubriendo desde hace tiempo una forma cristiana de vida en comunidad que
parece llamada a significar un camino con futuro. Las pequeñas comunidades de vida de las religiones no cristianas (por ejemplo, en Brasil, espiritismos, sincretismos de origen africano, etc.) o no católicas (como los grupos pentecostales) venían mostrando que el encuentro de los fieles en
grupos donde las relaciones pueden personalizarse significan una manera
concreta de poder vivir el Evangelio. Así surgió la experiencia católica
pastoral de las «comunidades de base», en Brasil.
El Concilio Vaticano II había, de una manera fundamental, indicado la
cuestión367, pero sólo en Medellín adquiere una formulación explícita: «La
vivencia de la comunión a que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su comunidad de base: es decir, una comunidad local o ambiental
que, corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una
dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros»368. «La comunidad cristiana de base es así el primero y fundamental
núcleo eclesial»369. Cuando monseñor Fragoso nos dice que en su diócesis
del Nordeste brasileño existen diez parroquias que tienen unas 150 comuni______________
366
Por ejemplo, véase la «Carta pastoral sobre la misión general» de monseñor
Emilio Tagle Covarrubias, arzobispo de Valparaíso (en La Revista Católica [Santiago],
mayo-agosto 1963, pp. 3843-3847).
367
Constitución Lumen gentium, nn. 8-14.
368
Medellín, 15. Pastoral de conjunto, III, n. 10 (p. 233).
369
Ibíd.
343
dades en cada una de ellas, es decir, 1.500 en la diócesis, se puede comprender que esta experiencia puede significar la esperanza de la reconstrucción de una mediación entre la comunidad impersonal y anónima
parroquial y el creyente individual370.
Las numerosas experiencias del Nordeste del Brasil, tales como la
parroquia de Ponce Carvalhos del padre Gerardo, o en Colombia, en Girardot gracias al padre Beltrán, o en Panamá, en San Miguelito bajo la inspiración del padre Leo Mahon, o las llevadas a cabo en Santiago de Chile,
u otro tipo de movimientos, como el Familiar Cristiano o el de Educación
de Base (fundamentado por Paulo Freire, que por su parte ha ayudado
a numerosas comunidades de base, como en Santiago de Chile en su
exilio), muestran que en este tiempo auroral no debe pensarse que «todo
está perdido». Las comunidades de base, de tipo desarrollo liberador, de
evangelización o litúrgico, deberían ser objeto de especial ocupación del
Departamento Pastoral del CELAM, de las Iglesias en las respectivas
naciones y en las diócesis. Es en este nivel donde la Iglesia efectuará el paso
de cristiandad a comunidades religiosas en una sociedad pluralista, donde
la fe existencial educará al cristiano cotidiana y prácticamente, donde el
catecumenado recobrará su sentido plenario como en las comunidades
del Imperio romano antes de Constantino. El líder cristiano, el diácono,
nuevos tipos de actividades pastorales (ministerios renovados hasta en
el orden sacerdotal) nacerán ante la vida que surgirá desde abajo: la Iglesia
popular, Pueblo de Dios, pero no ya con el sentido triunfalista y masivo de
la cristiandad.
Ya en 1964, en Río Grande do Norte, en Brasil, se permitió a religiosas, como vicarias generales, dirigir las plegarias, realizar trabajos sociales, catequizar, dirigir el culto. De igual manera, en 1964 el cardenal Silva
Henríquez permitió predicar a los laicos en las misas del domingo. Toda la
gestión económica eclesial deberá ahora cambiar de organización. Por
ejemplo en Chile, en 1970, veinticuatro diócesis del país deciden que la
Iglesia no dependerá sino de donaciones recibidas sistemática y voluntariamente de los fieles. Todos estos son pequeños «retoques» a un cambio de
fondo que sólo las comuidades de base y las nuevas funciones ministeriales
podrán cumplir enteramente.
______________
370
Cf. R. Laurentin, L' Amérique latine a l' heure de l' enfantement. p. 112
(cf. pp. 52ss, 61ss, 69ss). Puede consultarse José Marins, A comunidade eclesial de
base, Sâo Paulo 1967; Antonio Alonso, Comunidades eclesiales de base. Sígueme, Salamanca 1970.
344
bb)El cristiano, su compromiso político y social
En muy pocos años se ha dado una maduración asombrosa. La etapa
anterior (1930-1961) había estado marcada al nivel político por la constitución de la Democracia Cristiana, a partir del desprendimiento de grupos
de jóvenes de los partidos conservadores. Así surgió la DC chilena en la
década 1930-1940 (primero como la Falange), en 1946 aparece el Partido
Social Cristiano COPEI en Venezuela, en 1947 surge la ODCA (Organización
Demócrata Cristiana de América), en 1954 se funda el PDC en Argentina
y el Social Cristiano en Bolivia, en 1956 en Perú y Guatemala. En 1958 el
PDC chileno participa por vez primera en las elecciones nacionales. En 1959
se funda la JUDCA (Juventud Demócrata Cristiana de América). En 1960
se crea el PDC en El Salvador, Paraguay y Panamá; en 1961, en la
República Dominicana (PRSC); en 1962, el PDC uruguayo (de la Unión
Cívica); el PDC brasileño obtiene 2 senadores y 21 diputados; en 1963 aparece el PDC en Costa Rica; en 1964 en Ecuador, y el PSDC en Colombia; en
Bolivia se unifican diferentes partidos en el PDC boliviano. El 4 de septiembre de 1964 gana las elecciones presidenciales en Chile Eduardo Frei,
candidato del PDC, con la consigna «Revolución en libertad».
Los nuevos partidos participan activamente en diversas medidas y actitudes en toda América Latina. En 1968 Rafael Caldera, segundo presidente
latinoamericano democristiano, es elegido en Venezuela con el 29 por
ciento de los votos. El año anterior, 1967, un grupo del PDC chileno, encabezado por Rafael Agustín Gumucio, que logra por un momento el control
de la Comisión directiva, se constituye como un ala rebelde. En 1969 se
produce la separación de PDC, y dicho grupo constituye un nuevo movimiento político: el MAPU, que apoyando la candidatura de Ayende, permitió a éste ganar la presidencia el 4 de septiembre de 1970. La aparición
de la DC desde 1930, como la AC, fue un signo de la «nueva cristiandad»,
originada a partir del grupo conservador. El surgimiento del MAPU, originado ahora de la DC, es signo de un nuevo estado de cosas en el compromiso político del cristiano latinoamericano. Por su parte, debe agregarse la
creciente falta de entendimiento de los partidos democristianos de América
Latina con los de Europa, lo que indica la toma de conciencia de estar
situados en un ámbito colonial (mientras que las DC europeas usufructuarían las ventajas del ámbito metropolitano o imperial)371.
______________
371
Véase la excelente interpretación de A. Methol Ferré y demás colaboradores,
en «La DC ante su crisis», en Víspera 11 (1969), pp. 39-80.
345
Para comprender el proceso proponemos un organigrama, que hemos
modificado, que el Dr. Arturo Fernández, de la Universidad del Salvádor
(Buenos Aires), hiciera de las posiciones políticas argentinas, y que generalizamos aquí para toda América Latina:
_________________________________________________________________________
TIPOLOGÍA DE POSICIONES POLÍTICAS EN AMÉRICA LATINA
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
La DC metropolitana (europea) significó, después de la Segunda Guerra
Mundial, un frente político común contra las democracias populares; unidad que el ecumenismo permitió en el nivel religioso contra el ateísmo de
Estado de los países comunistas.
La DC latinoamericana (dependiente y neocolonial), que se hace posible
por la presencia, aunque agónica, de la cristiandad colonial en el pueblo
latinoamericano; por la vigencia naciente de una nueva clase media (en
relación con el incipiente desarrollo industrial posterior a 1930 ya la
Segunda Guerra Mundial); por la influencia de pensadores europeos, preponderantemente franceses (Maritain, Lebret, Mounier); y por inspiración
de las DC europeas (especialmente italianas y alemanas), se funda un cierto
jusnaturalismo abstracto, internacionalista y tecnócrata (en este último sentido el belga Roger Vekemans, que realizó su primera experiencia en Chile
y luego en Colombia, es el mejor ejemplo). La DC histórica, la primera (I),
es una ideología de minorías, sin adecuada comprensión de lo popular,
centrista (originada en la derecha), reformista y desarrollista (pero no
346
verdaderamente revolucionaria), con un internacionalismo latinoamericano principista no arraigado suficientemente en lo nacional. Ha habido
intentos de modificar, dentro del PDC, esta posición inicial. En Argentina,
Sueldo pretendió constituir la DC en partido popular (¿PDC II?), pero su
fracaso indica algo estructural mente propio de la CD. En Chile alcanzó un
cierto populismo por debilidad del radicalismo; lo mismo en Venezuela.
Desde 1960 se viene gestando una nueva situación que afecta al destino
propio de la DC y al compromiso político de los cristianos. En primer
lugar, el hecho revolucionario de Cuba (1959-), que fue una nueva posibilidad (Frei en Chile intentó otro camino: «Revolución con libertad», pero
sus tibios resultados indican la nueva situación de la que hablamos). Por su
parte, Europa y Estados Unidos, terminando la guerra fría con Rusia,
comienzan una nueva etapa: la Coexistencia Pacífica. El ecumenismo incluye ahora a la Iglesia bizantina-rusa; los tratados comerciales cruzan el
Telón de Acero; el mayor conflicto es ruso-chino y no ruso-europeo (De
Gaulle y Willy Brandt son hombres de la nueva política, iniciada por Kennedy, Krutschev y Juan XXIII; los antiguos DC, los «duros» de posguerra,
fueron De Gasperi, Adenauer y el MRP francés). En la Coexistencia Pacífica hay un diálogo entre cristianismo y marxismo. Por su parte, en
América Latina se produce el fracaso del desarrollismo, se entra en
una etapa de interpretaciones sociopolíticas a partir del análisis económico,
se descubre la dialéctica del imperialismo-colonialismo en todos los
niveles, y aunque el Bandung latinoamericano no ha tenido lugar, se vive
bajo su sombra. Se produce entonces desplazamiento hacia la izquierda. El
caso Camilo Torres, un desarrollista convertido en revolucionario, es
paradigmático.
Ante esta situación la nueva generación cristiana con vocación política,
busca por el camino de los frentes populares el entronque con el populismo
no ya centrista, como el irigoyenismo o el peronismo argentinos, o el varguismo brasileño, sino un populismo de nuevo cuño: revolucionario, afincado en lo nacional pero con vocación principista e internacional. Lo
«nacional» no es ya la «antigua» nación: lo «nacional» es lo latinoamericano con base pluriestatal (muchos organismos estatales: México, Brasil,
Argentina..., pero una sola «nación» latinoamericana). A veces este desplazamiento hacia la izquierda revolucionaria y el populismo producirá la
división de los PDC existentes, otras su aniquilación como partido, otras
la reconversión de su proyecto político; de todas maneras, y es lo que
importa aquí, se constata un claro movimiento de radicalización, de
desprendimiento de la línea conservadora-fascistoide, para asumir la
posición colindante con el «guevarismo» (violencia armada o al menos
347
militantemente revolucionaria), al frente popular con vistas a un populismo
nacional. Todo esto no es sólo un intento. En todos los niveles puede observarse una real apertura y compromiso que se dirige primeramente a la
concienciación del hecho fundamental: somos dependientes, colonias, y tenemos un adversario común: el Imperio del dinero (del dólar).
Todo esto indica que los cristianos han vuelto al centro de la palestra
política latinoamericana con otra modalidad menos equívoca que en el
tiempo de la cristiandad o de la independencia (política de 1808-1925).
Ahora se trata de la independencia económica, cultural, humana de América Latina, no sólo con respecto a Estados Unidos, sino con respecto a
todas las potencias superdesarrolladas. Todo esto supone pensar la posibilidad de un socialismo latinoamericano concordante con la comprensión
existencial cristiana (no hablamos de marxismo) que funde ideológicamente
un proceso político que se una a los pueblos africanos y asiáticos, no ya en
vías de desarrollo sino en el camino de la liberación de la estructura opresores-oprimidos, alertando a los más esclarecidos de los países desarrollados-opresores para que no permitan la organización de la contrarrevolución en nombre de la lucha contra la subversión y la defensa de la civilización occidental y cristiana. Porque son muchos los cristianos que quieren
una humanidad liberada, sin Occidente ni Oriente, sin griegos ni romanos,
sin judíos ni paganos, «puesto que Él es nuestra paz, el que de dos ha hecho
un solo pueblo, destruyendo los muros que los separaban, suprimiendo en
su carne el odio» (Pablo, Efesios 2,14). El texto citado es escatológico,
pero, por eso mismo, se cumple siempre que el Reino se hace un poco más
real, presente, histórico.
cc)El cristianismo como universitario e intelectual
Desde 1962 vienen produciéndose cambios rotundos de orientación en
los universitarios cristianos latinoamericanos372. Para comprender todo su
sentido se nos permitirá un planteamiento más general. El primer modelo
______________
372
De la inmensa bibliografía sobre el tema pueden indicarse: Juventud y cristianismo en América Latina, doc. final del seminario realizado por el Departamento de Educación del CELAM (Bogotá, 18-24 de mayo de 1969); el Documento de Buga, doc. final
del seminario de expertos del Departamento de Educación del CELAM (Buga, 12-18 de
febrero de 1967) (en IL ¿PP?, pp. 41-59); sobre Buga: Víspera 5 (1968), pp. 69-77;
«Introducción a la metodología de los movimientos apostólicos universitarios», MIECJECI, Servicio de documentación, serie 1, doc, 17-18, octubre 1969; IglesiaUniversiad, Centro de doc., MIEC-JECI, 1, 1968; y en general todo lo publicado por este
servicio de documentación MIEC-JECI (Montevideo) y Víspera (por ejemplo, el «Conflicto
y replanteamiento en la universidad católica del Perú», n. 6 [1968], p. 39).
348
fue la «Universidad de cristiandad», colonial y latinoarnericana, que originada en el primer Colegio Mayor fundado en Santo Domingo en 1537 o en
las Universidades de San Marcos de Lima o de México, comenzó su agonía
en el inicio del siglo XIX para recibir el golpe final, por indicar una fecha
simbólica, en la «Reforma universitaria» de 1918, en Córdoba (Argentina), que se extendió por toda América Latina y que tuvo repercusiones
universales373. El segundo modelo, la «Universidad reformista liberal», se
origina con el «Manifiesto de Córdoba» cuando dice: «Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX,
nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica»374.
Sin embargo, aquellos reformistas no eran sino liberales de la pequeña
burguesía, con ideologías intemacionalistas abstractas, ligados al industrialismo incipiente. Hubo grandes pensadores cristianos, como José Vasconcelos en México, o positivistas, como José Ingenieros en Argentina, pero
sólo Haya de la Torre, rector de las Universidades populares del Perú,
logró dar una formulación coherente al movimiento, al lanzar un partido
político (el APRA), de raigambre indoamericana y antiimperialista, que
perderá con el tiempo todo lo mejor de su doctrina. Después de la Segunda
Guerra Mundial, como nos dice Guzmán Carriquiry en su estudio presentado en el Seminario Latinoamericano de Pastoral Universitaria (del 15 al
25 de junio de 1967 en México)375, aparece el tercer modelo: la «Universidad desarrollista». Neocapitalista, en la línea del desarrollo tecnológico;
la universidad debe formar técnicos para que nuestros países alcancen dentro de un mismo esquema, fundamentalmente, el desarrollo integral. El
BID y la CEPAL, por ejemplo, impulsan dicho modelo. Los cristianos, por
su parte, habían respondido al desafío «reformista» con la creación de
movimientos del mismo tipo (el «Humanismo» en Argentina, las juventudes democristianas en otros, la JUC, etc.); en la etapa desarrollista existen
igualmente interpretaciones del desarrollo procedentes, por ejemplo, del
equipo chileno de Vekemans o de «Economía y humanismo».
Sin embargo, se ha ido gestando un cuarto modelo: la «Universidad
crítico-liberadora» -por darle un nombre-. Es ésta una universidad
naciente, colectora de recientes experiencias, crítica ante el hecho de la
opresión o el colonialismo que sufrimos, liberadora como tarea técnico______________
373
Véase Víspera 4, enero 1968, pp. 69-88.
Ibíd., p. 70.
375
Iglesia-Universidad, supra, p. 74; y nuevamente expuesto por C. Aguilar
(pp. 26-28); cf. Rodolph Atcon, «La universidad latinoamericana», en Revista Eco
(Bogotá) 37-39, mayo 1963.
374
349
humanística. Ella deberá usar una «Pedagogía del oprimido» -como se
titula una obra de Paulo Freire-376. Esta nueva universidad que en América Latina surge como proyecto, tiene ya su historia auroral. En un
contexto distinto del latinoamericano se produjo en la Universidad Técnica
de Pekín una experiencia novedosa: los estudiantes primero, los obreros
después, propusieron un nuevo plan de estudios, de administración
y gobierno universitario. El movimiento fue apoyado por el Gobierno y se
transformó en la «Revolución Cultural». Antes todavía, en Cuba, se había
comenzado otra experiencia semejante. Ahora por influencia indirecta de
los acontecimientos latinoamericanos, se produjo después el Mayo de 1968
en París. El artículo de Paul Ricoeur en Esprit sobre «La dialéctica de
la enseñanza» (maestro-alumno) significó un interesante elemento de
reflexión. Los cristianos universitarios latinoamericanos fueron realizando, por su parte, una experiencia paralela que en el presente se vuelca
en el proceso común.
En Brasil se fundó Açâo Popular, que en 1962 publicó una revista del
mismo nombre. Se trata de uno de los compromisos de los universitarios,
que desde el golpe comienzan a defender ciertos principios que son interpretados por los militares como subversivos. Monseñor Vicente Scherer
dio a conocer su posición en «A conferência nacional dos obispos e a Açâo
Popular»377. El movimiento universitario se compromete en una línea revolucionaria. Poco después la JUC y la JEC abandonan el «mandato» y dejan
de ser confesionales, aceptando compromisos temporales, viviendo teologalmente en la Iglesia sin ser ya institución eclesial. El mismo episcopado
brasileño acepta esta posición. La crisis se extiende a toda la AC. El secretariado nacional de la JEC renuncia en pleno el 4 de diciembre de 1966.
Monseñor Scherer, responsable del apostolado de los laicos, comentando
por radio los acontecimientos del 9 de enero de 1967, dice que los jóvenes
pueden renunciar si su conciencia lo exige, y aun deben hacerlo. Acción
Católica sigue siendo considerada subversiva por el Gobierno. La desconfesionalización se extiende a la Legión de María, al Apostolado de la Plegaria, al MEB, dice Tibor Sullik. Los mismos estudiantes de las universidades católicas toman posturas políticas. Son expulsados por la policía de la
Universidad Católica de Sâo Paulo. Aunque protesta el cardenal Rossi,
no logra liberar al asesor de los estudiantes, el padre Talp, en manos del
______________
376
Ed. Tierra Nueva, Montevideo 1970: «Es por eso que sólo los oprimidos,
liberándose, pueden liberar a los opresores. Estos, en tanto clase que oprime, no pueden
liberar ni liberarse» (p. 56).
377
Verbum (Río), mayo-junio 1964, pp. 61-66.
350
DOPS (policía secreta). El 1 de abril de 1965, 700 estudiantes brasileños
critican severamente la revolución, como una persecución política, violenta, que tortura, siendo un terror cultural sin discriminaciones. Amoroso
Lima se declara públicamente: «Con la Populorum progressio la Iglesia
entra en una nueva guerra, no contra los bárbaros o los turcos, sino contra
el hambre, la miseria, la injusticia y la guerra misma»378. En los demás
países latinoamericanos los universitarios desesperan ya de los planes
desarrollistas, de la «Alianza para el Progreso». Así se llega al documento
mayor de esta época, el de Buga.
En Concilio Vaticano II se había referido muy escuetamente a la
cuestión universitaria379. Por su parte, Medellín no hará sino indicar algunos aspectos de lo tratado en el Seminario de Expertos sobre «La misión de
la universidad católica en América Latina», reunido en Buga (Colombia)
del 12 al 18 de febrero de 1967, convocado por el Departamento de Educación del CELAM380. El lenguaje general del documento es «desarrollista», encontrándose, sin embargo, indicaciones importantes para una universidad crítico-liberadora, como cuando se dice que «incumbe a la univetsidad católica como foco de concientización de la realidad histórica...la
desalienación de posturas generadoras de la cultura colonialista» 381. El
desarrollismo de vanguardia se deja ver en el siguiente texto: «Deben éstas
(las ciencias sociales) ayudar a una búsqueda de desarrollo integral y, sin
embargo, se ven amenazadas por la imposición de modelos desvinculados
de la realidad latinoamericana. Aunque las ciencias sociales sean, en ciertos
medios oficiales de América Latina, consideradas como subversivas, corresponde, no obstante, a la universidad católica asegurar un ámbito para
su libre y plena investigación»382. El nivel estrictamente insustituible de
las universidades católicas debe ser el «encuentro entre la Iglesia y el
mundo» como reflexión teológica y humanística, donde por el diálogo
institucionalizado horizontal (entre las disciplinas científicas, la universidad y la sociedad, abierta a los que pretenden entrar en ella) y vertical
(«dando participación en el gobierno de la institución y en la elección de
______________
378
ICI 288 (1967), p. 19.
Declaración «Gravissimum educationis momentum», n. 10 (pp. 4466-467).
380
Cf. Medellin, 4. Educación, nn. 21-24. Con relación a la universidad católica
(páginas 105-106).
381
En IL ¿PP?,p. 54.
382
Ibíd., p. 55. Este documento fue aprobado por el CELAM y la Congregación
romana de universidades y seminarios (cf. Víspera 1, abril 1967); Los cristianos en la universidad, DEC-CELAM, Bogotá 1967.
379
351
sus autoridades a los profesores y alumnos...con representación por parte
de los miembros integrantes; la autonomía universitaria es un requisito indispensable...; el estudio y promoción de la cultura popular...»)383.
Sin embargo, el documento tiene un límite. Aunque se habla al comienzo de la «visión cristiana de la cultura» y se interpreta al hombre en «una
historia que tiende a liberar cada vez más los valores personales y comunitarios», no se habla para nada de la cultura latinoamericana; todas las observaciones permanecen situadas en un nivel abstracto. Pero, y lo que es más
grave, aunque indique que «corresponde también a la universidad, en la
transición del viejo al nuevo régimen latinoamericano, constituirse como
núcleo plasmador de una intelligentzia», no se ve para nada cómo formarla
efectivamente, y no ya a nivel de «estudiante» universitario, sino de
«intelectual» graduado o profesor universitario. En este sentido el MIIC
(Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos) no ha descubierto
todavía su camino en América Latina. Personalmente organizamos en
diciembre de 1964 una «Semana latinoamericana»384 en la que descubrimos
un medio que podría dar grandes resultados: reunir anualmente profesores
universitarios o intelectuales reconocidos y cristianos para tratar (y publicar) acerca de los más discutidos e importantes problemas que inquietan al
continente. Año tras año, la interpretación cristiana, reflexiva, científica, de
alto nivel, vendría no sólo a esclarecer sino a hacer historia.
Conocido el documento de Buga en América Latina, provocó inmediata
reacción. En Valparaíso primero y después en Santiago de Chile, se produjeron enfrentamientos violentos a causa del tipo de elección de las autoridades. Buga hacía participar a los estudiantes en dichas elecciones. Los estudiantes entraron en huelga para modificar los estatutos de las universidades
católicas de ambas ciudades. El obispo de Valparaíso rechazó el ultimátum.
El 19 de junio había empezado la huelga; los estudiantes de Santiago ocuparon los locales. El movimiento termina triunfante el 22 de agosto, cuando
el Vaticano nombra mediador al cardenal Silva Henríquez, de Santiago,
quien conjuntamente con el presidente de la FEUC (Federación de Estudiantes de la Universidad Católica) de Santiago deciden que el 25 de noviembre
de 1967 se convocarán elecciones para constituir un Consejo con el 75 por
ciento de profesores y 20 por ciento de estudiantes, reservándose el Comité
______________
383
IL ¿PP? , pp. 47-48.
Cf. Esprit 7-8 (1965), declaración en pp. 138-139. La conferencia programática (pp. 2-20) ha sido editada en castellano por el IPLA, Quito 1970; cf. ICI 235
(1965), pp. 31-32.
384
352
permanente del episcopado el 5 por ciento restante. La solución parece que
se logró en Valparaíso. Los estatutos fueron reformados.
El movimiento se trasladó, aún con mayor vehemencia, a las universidades nacionales chilenas, y de allí prácticamente a toda América Latina,
con diferencias por zonas. En La Paz, los mismos estudiantes católicos
rechazan el proyecto de monseñor Rocco de fundar una Universidad
católica en 1967. Después, por otros motivos, pero ciertamente teniendo
vinculación con la experiencia china y latinoamericana, como por ejemplo
la reacción universitaria contra Onganía en 1966 en Argentina, irrumpe el
impetuoso Mayo de 1968 en Francia. Vuelve a América Latina el movimiento de descontento estudiantil, y en ningún lugar tan lamentable, por
parte de la policía y el ejército, como en las jornadas mexicanas comenzadas el 26 de julio de 1968 y terminadas sangrientamente con más de
200 muertos en la histórica plaza de las «Tres Culturas» de Tlatelolco, el
2 de octubre, después de varias horas de fuego cruzado sobre miles de
estudiantes indefensos385. El mismo episcopado mexicano debió reaccionar
con un documento donde puntualiza que no debe haber «ni ímpetu destructor ni criminal aprovechamiento»386.
Quizá tanta o mayor significación que los acontecimientos mexicanos
tuvo lo que configuró el hoy llamado «Cordobazo». El 29 de mayo de 1969,
obreros de las plantas industriales vinieron a unirse a estudiantes de la ciudad de Córdoba. Se produjeron conflictos sin precedentes. «Es preciso
retroceder diez años para encontrar un paro nacional de la magnitud del
que sacudió al país el 30 de mayo» -declaraba la CGT de los argentinos-.
Las barricadas aislaron Córdoba; tiroteos por grupos por doquier. «En el
campo universitario los católicos de vanguardia fueron protagonistas principales del proceso. La mayoría de ellos pertenecientes a la Unión Nacional
de Estudiantes»387. El movimiento hizo tambalearse a Onganía, que caería
un año después.
Los universitarios cristianos se hacen cada vez más presentes. Así, se
manifestaron en Santiago de los Caballeros (universitarios, secundarios),
suspendiéndose las clases, porque un profesor de la Universidad Católica
fue ametrallado por la policía y muerto en una manifestación anterior388.
______________
385
Cf. Serv. de doc. MIEC-JECI, Montevideo, serie 3, doc. 11 (1989); y en
CIDOC 69-122.
386
ACM (México) 15 octubre 1968, pp. 4-7.
387
Los católicos posconciliares en Argentina, p. 194. Cf. H. Aguila, «Los cambios no bastan», en Corfirmado (Buenos Aires) 12 junio 1969.
388
ICI 349 (1969), p. 17.
353
Un año después de los trágicos sucesos de Tlatelolco se celebraron misas en
México, pero el único que se declaró en la circunstancia fue monseñor
Méndez Arceo, de Cuernavaca.
Se trata entonces de comprender el paso de una universidad desarrollista hacia una universidad crítico-Iiberadora389, que sea capaz de superar
ideologías parciales, porque «la opción ideológica -nos dice Dom Fragoso
en noviembre de 1969- es partidaria. Puede ser hermosa y generosa, pero
es parcial. Es una perspectiva global del objetivo a alcanzar: la liberación
del hombre, debe completarse con lo que hay de válido en las otras
opciones ideológicas». La liberación final es escatológica; la liberación cultural es, en cambio, la construcción de un hombre histórico nuevo que
supere la alienación del colonialismo opresor.
III.SENTIDO TEOLÓGICO DE LO ACAECIDO (1962-1972)
El capítulo III lo concluimos con la consigna evangélica: «Seguidme,
dejad que los muertos entierren a los muertos» (Mt 8, 22). Diez años ha seguido su Iglesia a Jesús, muchos se han ocupado sólo de enterrar a los muertos, pero -como dice Antonio Machado- «Caminante, no hay camino, se
hace camino al andar», y poco a poco, de tanto ir siguiéndole, el camino se ha
ido formando. La consigna evangélica parecería ahora haber cambiado. Casi
oímos al Señor diciéndonos: «Poneos en pie, levantad la cabeza, pues vuestra liberación está próxima» (Lc 21,28). Ya no es como hace un decenio,
donde el futuro adviniente estaba reservado completamente a lo imprevisible. Ahora se ha bosquejado una senda. Esa senda es la que debemos pensar
teológicamente para temáticamente explicitar su sentido.
Teológicamente América Latina vive la hora de su nacimiento, de su
autonomía.
1.Diversos momentos dialécticos y su correcto planteamiento
Cuando en 1964 enjuiciábamos el catolicismo latinoamericano (véanse
las conclusiones de los capítulos II y III de esta obra, que no hemos modificado porque son un testimonio de la época), desde Alemania efectuábamos
______________
389
Véase la conferencia de Dom Helder sobre «La universalidad y el desarrollo
en América Latina», del 19 de abril de 1969, en CIDOC 69-147, pp. 1-7.
354
una interpretación hoy en parte superada. Superación que no aniquila lo
negado, sino que lo asume. Perteneciente, aun sin saberlo, a una elite cultural, teológica o cristiana europeizada, dicha interpretación contenía una
cierta alienación que debe ahora ser modificada. El sabernos parte de una
cultura dominada (dentro de una dialéctica de dominación) plantea al
teólogo la cuestión crítica de descubrir el nivel de su participación en el
proceso de dominación. En efecto, las elites culturales (lo mismo que las
políticas, económicas, etc.) desempeñan internamente en los países coloniales un papel subalterno de dominación, de domesticación. Ellos son,
inconscientemente, los encargados de hacer de sus respectivos pueblos una
masa dispuesta, resignada, pacífica en la opresión, la injusticia, el hambre.
Las oligarquías se benefician, en parte, de las ventajas de las potencias nordatlánticas (ya sea económica, política o culturalmente). La clase ilustrada
(incluso teológicamente) de los países coloniales es la acrítica «internalización» misma de la opresión; «alojan al opresor en sí»390; son «subopresoras»391. En el mejor de los casos son liberales-progresistas o desarrollistas. La alternativa (en todos los planos) para ellos es la siguiente:
para alcanzar el desarrollo (modelo ideal) de los pueblos nordatlánticos es
necesario aprender todo de ellos para superar nuestro subdesarrollo político, económico, cultural, cristiano. Otros, en cambio, caen en la igualmente falsa dialéctica donde las colonias se levantarán revolucionariamente
para aplastar a los Imperios, ocupando su lugar. Se trataría del «infinito
malo» de Hegel, donde el esclavo es ahora señor; sólo señor; señor que
tiene su esclavo: no hay nada nuevo; hay sólo repetición.
La correcta dialéctica es trinitaria y el tercer momento es novedoso,
creativamente nuevo, imprevisible, nunca dado. No es la repetición o inversión de «lo Mismo», sino la superación histórica que desde «el Otro»
nos abre a una nueva humanidad histórica392. El opresor no es aniquilado
por el oprimido sino que es humanizado en la destrucción de la relación
misma de opresión y en la apertura al tercer momento liberador .
______________
390
Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, p. 41.
Ibíd.
392
Véase la obra de E. Lévinas, Totalité et infini. Nijhoff, La Haya 1968, páginas 269-270: «Dieu sortant de son éternité pour créer... Mais dès lors, autrui, par sa signification, antérieure à mon initiative, ressemble à Dieu... Un principe perce tout ce vestige et tout ce temblement, quand le visage se presénte et reclame: justice».
391
355
Permítasenos una representación esquemática que nos ayudará a resolver
las falsas contradicciones en las que se internan muchos cristianos:
_____________________________________________________
DIALÉCTICA TRIDIMENSIONAL DE LA LIBERACIÓN
_____________________________________________________
_____________________________________________________
a) Dialéctica dominador-dominado.-La relación europeo-moderna
de dominación comienza en el siglo XV, cuando los portugueses conquistan
algunos dominios en el norte de África: es el sistema colonial sobre el qúe
reposa la cultura europea y norteamericana, en cuya estructura se incluye
la colonia (o neocolonia). Los pueblos desarrollados necesitan en su propia
estructura a las colonias, que son subdesarrolladas para siempre, estructuralmente (si no suprimen la relación de dominación). La supresión de la
relación de dominación hace del oprimido un hombre nuevo y humaniza al
propio dominador; de mero aspirante a «tener-más» se pasa al intento
humanista de «ser-más» hombre. La sociedad opulenta no podría, a partir
de su propia estructura, llegar al tipo de humanismo al que deberá lanzarse
necesariamente cuando los pueblos oprimidos hayan suprimido la relación
de dominación. El «nuevo hombre histórico» no es el esclavo hecho señor;
es el esclavo y el señor hechos hermanos. En este sentido el proceso de la
liberación no tiene como su correlato a la «dependencia» del oprimido,
sino a la «conversión» que debe producirse en la sociedad opulenta (que
históricamente no se producirá sino por la rebelión de los oprimidos:
nunca el que come demasiado sacará de sí la fuerza para comer menos;
mientras que el que nada come tiene fuerza suficiente para lanzarse a conseguir de su alimento).
b) Dialéctica profecía-pueblo.-De la misma manera, la dialéctica
profeta-pueblo, dentro de nuestros países «dependientes», que tantas falsas
356
alternativas ha producido, debe ser trinitariamente resuelta. Si el cristianismo es elitista393, se otorgará a las minorías la función esencial del
proceso, del desarrollo394, o del progreso395, o de la íntegra conservación
de la tradición -de los grupos derechistas o tradicionalistas-. Contra el
elitismo europeizante se levanta un reciente populismo que, indicando sus
casos límites, se inclina a tomar a la masa latinoamericana en su espontaneísmo como lo único auténtico, en una actitud acrítica que transforma el
pueblo en un mito. Es decir, el populismo como vicio «habla mucho de
pueblo, le propone símbolos (en general personas) que pretendidamente lo
representan, busca eliminar la dialéctica elite-masa, porque el líder populista o la corriente representativa del pueblo, asume ambas representaciones»396. La superación de la falsa contradicción de elitismo-populismo se
resuelve viendo cómo cumplen sus funciones dialécticas los dos momentos
de la correlación profeta-pueblo: por una parte, el profeta (Jesús profeta de
Galilea) debe comprenderse críticamente en función del pueblo, y en vista
de su papel histórico-popular debe descubrir su sentido; por otra parte, el
pueblo (Jesús que se identifica con los pobres)397, pueblo oprimido, ha
interiorizado en sí al opresor y sin una pedagogía de la liberación (que
necesita maestros: el profeta) no podrá exoyectar la cultura de dominación
que lo constituye como esclavo. El pueblo no es, acríticamente, lo puramente auténtico; el profeta no es lo puramente inútil. La dialéctica elitemasa viene ahora a constituir un nuevo todo que se imbrica mutuamente:
______________
393
Hacia esta posición tienden las primeras obras, tan originales e importantes,
de Luis Segundo, por ejemplo, en: Función de la Iglesia en la realidad rioplatense, Barreiro y Ramos, Montevideo 1962; La cristiandad, ¿una utopía?, 1. Los hechos, 2. Los
principios, CCC, Montevideo 1964, t. I-II: «El cristianismo es, así, el llamado más hondo
al impulso minoritario, o sea, libre y personal, de todo ser humano» (II, p. 92); en Teología abierta para el laico adulto, Lohle, Buenos Aires, t. I, 1968, se advierte ya una evolución; la cuestión de la cultura colonial y nuevas evoluciones se dejan ver en De la sociedad a la teología, ibíd., 1970.
394
Cf., por ejemplo, José Comblin, Cristianismo y desarrollo, IPLA, Quito 1970.
El gran teólogo belga, radicado definitivamente en América, no ha participado todavía en
el diálogo de la teología de la liberación (al menos por sus publicaciones).
395
Un cierto progresismo liberal da igualmente preponderancia a la elite: el
modelo, poscristiandad, es el de un hombre consciente, libre, convertido, en el pluralismo
democrático, profano, liberal. El «modelo» es la sociedad nordatlántica. El grupo Criterio
se habría movido hasta hace poco dentro de esta actitud, y la mayoría de los teólogos de
avanzada en las Facultades de Teología.
396
Hugo Assmann, Teología de la liberación, JECI, Montevideo 1970, pp. 44-45.
397
En 1959-1961, en Israel, dialogábamos con Paul Gauthier la cuestión a la que
después él dio forma escrita en Les pauvres, Jésus et l' Eglise, Ed. Universitaires,
París 1962. Véase el art. De B. Dumas, en Víspera 17, y en Parole et Mission (París) 51
(1970), 293-304, sobre «Los dos rostros de la Iglesia».
357
pueblo que, gracias a los que le muestran el estado de opresión, se constituye en pueblo en marcha a su autenticidad (Iglesia de los pobres).
No se piense que el profeta (grupo cristianamente consciente) realiza
su destino en la contemplación o la acción solitaria; no se piense que el pueblo tiene ya dentro de sí solo la pura autenticidad futura. En Egipto, el
Israel oprimido no estaba en la Tierra Prometida, y Moisés no era profeta
guardando sus ovejas en el desierto. Moisés era profeta: comprometiéndose
en la liberación del pueblo oprimido; el pueblo era auténtico: saliendo de
Egipto y conquistando, como proyecto, su autenticidad que el profeta le
muestra desde dentro (no imponiéndole «modelos» extranjerizantes, sino
des-cubriendo históricamente lo ya-dado, pero germinalmente, no-deltodo-todavía). Sin profetas el pueblo dormirá indefinidamente en la
opresión, la dependencia, la inautenticidad mezclada a la autenticidad popular; sin pueblo el profeta se sectariza, se ilustra alienadamente, se transforma en un subopresor que solidifica el statu quo (la relación antihumana
de dominación).
No es entonces cuestión de que el profeta se haga masa, que la sociedad
opulenta se subdesarrolle (como pretenden ciertos grupos hippies), que
Jesús profeta acalle su voz y sea sólo pobre (como ciertos movimientos
contemplativos europeos). No es tampoco que todo el pueblo sea profeta
(ideal conciencialista ilustrado del progresismo liberal cristiano al final de
la «nueva cristiandad»), que la sociedad subdesarrollada se desarrolle
(desarrollismo), que un Jesús «docto» deje de identificarse con el pueblo
(como ciertos profesores de teología alemanes). Es cuestión de que el profeta lo sea para que un pueblo se libere; de que la relación de dominación
cese para que nazca un nuevo tipo de hombre; de que Jesús profeta, pobre
e Iglesia de pobres signifique la superación de contradicciones falsamente
absolutizantes que inmovilizan el movimiento de la historia santa, en especial en América Latina.
c) Dialéctica pasado-presente-futuro.-Si la dialéctica opresor-oprimido, profeta-pueblo la estudiáramos en el nivel de la temporalidad (con
sus tres instancias: pasado, presente y futuro), podríamos igualmente ver
toda una gama de actitudes que pueden ayudarnos a interpretar la actualidad latinoamericana. En un primer caso, una elite oligárquica de derecha,
integrista, defiende el pasado de la cristiandad como modelo abstracto
ideal. No tiene conciencia crítica con respecto a la relación de Imperiocolonia (lo mismo que los casos que analizaremos a continuación), y por
ello, sin saberlo, sus integrantes son los sub opresores que quieren por la
fuerza (frecuentemente militar) imponer el modelo ideal de la «civilización
358
occidental y cristiana», pero al no contar con la estructura internacional
dominador-oprimido, esa tal civilización es la «burguesa nordatlántica», de
hecho. El integrista es solidarjo de un pasado inauténtico, que en el esquema estaría representado por la flecha 1:
DIFERENTES ACTITUDES ANTE LAS INSTANCIAS TEMPORALES
El integrista de derecha, estático, tiene una tematización a la luz de la
fe: la «teología de la cristiandad» -que no podemos pasar a analizar, pero
sería muy provechoso hacerlo-. En un segundo caso, el opuesto al indicado, se encuentra la actitud del liberal europeísta, el progresista desarrollista y el marxista ortodoxo. Lo que importa ahora es el futuro (pero
futuro desarraigado de un auténtico pasado que se pierde en diversos tipos
abstractos de utopía: la liberal, la progresista, la marxista ortodoxa, positivista y reaccionaria de hecho). Si el integrismo es una mala comprensión
del «Padre», esta posición es un inadecuado planteamiento de la «Encarnación»: siempre cae en un dualismo que lo aleja de la realidad históricopopular. Admiten los integristas por una parte la fe cristiana (que cae
rápidamente en el fideísmo) y por otra un humanismo que no llega a
ensamblarse bien con la fe (positivista, liberal, burguesa o marxista ortodoxa) (flecha 2 del esquema). Todas son elites ilustradas, «salvadoras» de
una masa que poco o nada tiene que aportarles. De hecho son acríticas
con respecto a la dialéctica dominador-dominado (e incluso los marxistas
359
ortodoxos no comprenden la posición de país desarrollado que tiene
Rusia). En un tercer caso, centrista, el pueblo mayoritario, perdido en un
presente abstracto (ya que la «memoria» popular no logra descubrir un sentido que le permita crear un futuro nuevo), es oprimido pero no lo sabe, ya
que ha internalizado al opresor. Es una inadecuada comprensión del «Espíritu Santo», ya que, aunque todos se sienten hermanos, son más bien esclavos juntos que hermanos libres. Ese pueblo oprimido (el de Jesús pobreIglesia mística) no lo es ya-todo-todavía, porque le falta no sólo quien lo
despierte de su postración, sino quien lo fecunde con lo que le es exterior
(el Otro) para crear una nueva etapa histórica.
El correcto planteamiento de dialéctica de las instancias de la temporalidad, dentro de las de dominación y elite-masa, es la del profeta-pueblo:
Moisés-lsrael (Jesús-Iglesia); un Israel no sólo esclavo de Egipto, sino ya
en el camino mismo de la liberación por el desierto que, implantado en un
pasado de esclavitud, se comprende por el futuro de la Tierra Prometida.
El profeta es el que comprende explícitamente (no decimos temáticamente,
porque sería teología) el sentido del presente abierto (no abstracto) al
pasado y al futuro históricos. No niega ninguno de los tres: los asume
sinérgica y simultáneamente. El profeta no ha recibido dicha comprensión
para su propia perfección (Moisés pastor en el desierto), sino para que su
palabra (la dabar creadora de Yahveh) despierte al pueblo oprimido,
sabiendo que en ello va su muerte (el profeta será asesinado por la clase
opresora que vive de los esclavos). No es juego de niños; es una tarea violenta; es una tarea subversiva; es una pedagogía; es un lenguaje que dice el
sentido oculto de la historia, que delata, como punto de partida, la dialéctica de dominación.
La masa esclavizada, esclavizada para siempre si no hay profeta, es
fecundada por la palabra creadora (como la mujer que recibe en su seno
la semilla varonil) y saliendo del presente abstracto, comprende como
pueblo (que ahora nace) el sentido histórico, presente, concreto de su estado de oprimido. Esclarecido por el profeta, rompe primero con la oposición de la dominación (es el momento no ya de reforma o desarrollo: es
la violencia del niño que puja por salir del seno materno; son los dolores
del parto; lo que en lenguaje sociopolítico se llama hoy: revolución). El
profeta conduce después al pueblo al propio proyecto ad-viniente (futuro)
del pueblo; el profeta no inventa o construye un proyecto: lo des-cubre en
lo ya auténtico del pueblo; niega positivamente lo inauténtico; cultiva lo
todavía-no pero que hará ser-más al oprimido. Cuando la comprensión
explícita existencial del profeta es pensada temáticamente tenemos la «teología de la liberación».
360
Tanto la «teología de la cristiandad» (modelo pasado) como la «teología progresista» (europeísta y utópica) son abstractas; la «teología de la
liberación» es pascual, histórica, concreta, teniendo en cuenta el hecho de
la opresión. La fe, popular comprensión existencial equívoca (donde
se mezclan lo auténtico y lo inauténtico), fijada en un presente abstracto, la
del «catolicismo popular», es el punto de partida del proceso liberador
cristiano en América Latina. La «teología progresista», en cambio, aliena
en su tematización la fe existencial del progresista (que era un simple latinoamericano todavía no alienado por su instrucción). La «teología de la
cristiandad» fija todo el proceso y sólo está a la defensiva, salvando al hombre por el bautismo, en un sacramentalismo que se acerca a la magia. El
profeta comprende explícitamente lo que está implícito en la porción de fe
auténtica del pueblo; se trata de clarividencia existencial, confundida indivisiblemente con la praxis, de la que es parte constitutiva. La «teología de
la liberación» (de la cual la «teología de la revolución» estudia su punto de
partida, la «teología política» sus condicionamientos, la «teología de la
esperanza» su futuro, la «teología del cuestionamiento» un aspecto) pretende, simplemente, tematizar científicamente la estructura concreta que se
cumple en la dialéctica profeta-pueblo en su totalidad, lo que dicho de otra
manera es toda la teología tradicional puesta en movimiento páscual desde
la perspectiva de los oprimidos.
Pascua (pesach) es «paso», camino por el desierto de toda la historia
humana, desde la pecabilidad ontológica del hombre sin salvación (pecado
original) hasta la irreversible Salvación en Cristo en el Reino (escatológico). Paso que ocurre en cada hombre, en cada pueblo, en cada época, en
toda la historia humana. Pero paso que se produce de manera privilegiada
en ciertos momentos fuertes de la historia: uno de ellos sería el que le toca
vivir a América Latina, y cuando la liberación total escatológica puede ser
significada, testimoniada o manifestada por los profetas al pueblo en el
compromiso histórico-concreto de la liberación política, económica, cultural de América Latina.
La teología nunca puede pensar actualmente todo lo pensable; piensa
históricamente, en cada época, aquellas cuestiones que mejor le permiten
esclarecer los acontecimientos concretos. Por ello la patrística privilegió
ciertos aspectos, otros la cristiandad medieval y colonial, otros la nueva
teología posterior. Desde América Latina debemos pensar ciertos elementos de la existencia cristiana con mayor detención, profundidad, para que
iluminen la época que acaba de comenzar. Si esta etapa va a ser la de la
liberación de América Latina, es evidente que debe surgir una teología
histórica, concreta, adaptada a la realidad.
361
2.Sobre el nacimiento de la teología latinoamericana
El «nacimiento» de la teología latinoamericana se ha ido gestando
en los últimos tiempos. En primer lugar, gracias al estudio de muchos
profesores de seminarios y Facultades de Teología latinoamericanos en
Europa. Esta primera etapa tenía la desventaja de la imposibilidad de
conectarse continuamente entre los pensadores, lo que los reducía a sólo
poder «repetir» lo estudiado fuera (una teología abstracta aunque procediera de Innsbruck o París). La segunda etapa comienza cuando se organizan cursos bajo la dirección unificante y universalizadora del CELAM, y
que exige a los profesores tener en cuenta todo el continente. Comienza
a gestarse no una teología latinoamericana, pero al menos la teología
abstracta inicia su paso a lo concreto al ir descubriendo el nivel, ahora real,
de lo latinoamericano.
Esa transición no fue primeramente teológica. Sólo la sociología
(a veces sólo la sociografía) pudo avanzar los primeros pasos. De ahí la
importancia de las investigaciones del FERES (bajo la dirección de Houtart), del DESAL (Centro para el Desarrollo Económico y Social de América Latina, 1961) y tiempos después del ILADES (Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales, 1961), ambos en Santiago. Un nuevo
paso significó el descubrimiento de la historia (en la que el presente libro
debió intentar igualmente los primeros pasos sintéticos). De inmediato, la
intención pastoral vino a exigir una actitud más comprensiva y profunda: el
ICLA (Sur [1961] y Norte [1966]) abría nuevos caminos en la catequesis
latinamericana; el Instituto Lastinoamericano de Liturgia Pastoral (1965)
se lanzaba a estudios e investigaciones concretas; el OSLAM organizaba cursos para profesores de seminarios; y, por último, el ISPLA (Instituto que
desde 1968 recibirá el nombre de IPLA: Instituto Pastoral de América Latina), que organizó su primera reunión entre el 10 y el 15 de enero de 1964
en Puerto Rico; la segunda, entre el 6 y el 7 de julio en Uruguay, y la tercera entre el 5 y el 8 de septiembre en Ecuador. En 1965 organiza cursos
en Sâo Paulo (siendo profesores Galilea, Gregory, Comblin); en 1966 continúa siendo equipo itinerante (con Segundo Illich, Boulard, Floristán),
siempre bajo la dirección de monseñor Proaño; hasta que en Quito (1968)
comienza sus cursos semestrales,con la asistencia media de 50 a 60 participantes. Pero se realizan al mismo tiempo muchas otras iniciativas. Por
ejemplo: en Porto Alegre se celebra del 13 al 29 de julio de 1964 un
encuentro teológico en el que dictan cursos Daniélou, Colombo y Roguet,
con más de setenta responsables de América Latina. En abril de 1977 se
362
piensa organizar en México un congreso sobre el tema «Fe y desarrollo»;
en julio de 1968 los trabajos están muy avanzados. El congreso se lleva a
cabo entre el 24 y el 28 de septiembre de 1969, con la asistencia de 24 obispos, 324 sacerdotes y religiosos, 186 laicos. La metodología del congreso
fue muy abierta y permitió la participación de todos. En esta misma línea,
pero con finalidad teológico-científica (ya que se exigía la licenciatura en
teología), se reunió en Córdoba (Argentina) un grupo de teólogos y pocos
obispos en noviembre de 1970. De la reunión nació la idea (lo mismo que
en México) de fundar una «Asociación argentina de teólogos», cuyo centenar de miembros fue ya superado a comienzos de 1971. Sin embargo,
todo esto está todavía como en la segunda etapa.
La tercera etapa, o el «nacimiento» de la teología no «en» América
Latina ni «sobre» temas sociográficos latinoamericanos, sino teología
«1atinoamericana», sólo adviene cuando se advierte un momento ontológico
hasta ese entonces oculto: la relación política de hombre a hombre en
alguna de sus posibilidades: padre-hijo, hombre-mujer, hermano-hermano
o señor-esclavo (relación de dominador-dominado ): la relación política. La
toma de conciencia de la teología de pertenecer a una cultura oprimida no
fue inmediata. Antes que la teología son los profetas los que existencialmente comienzan el camino; la teología viene después. Así, en Brasil, se
distingue una línea profética, desde 1964, ante el Estado burgués militarista; otra línea se descubre en el paso de la franca condenación a la convivencia y hasta la defensa del movimiento socialista, que tiende a la ruptura
y superación de la dialéctica de dominación, y también ante la cuestión de
la violencia, respecto a la que también de una total condenación se pasa
a su justa comprensión; lo mismo puede decirse de la reforma agraria.
Es decir, la Iglesia ha ido descubriendo, críticamente, la imposibilidad de
ignorar dicha dialéctica dominador-oprimido, y, poco a poco, va mirando
con mejores ojos (de conservadora se transforma en liberal, en el Concilio, francamente desarrollista después, para abrirse por último a la
postura de la liberación)398 la marcha de un pueblo nuevo. La relación
Iglesia-mundo era, en parte, pensada desde la relación hombre-naturaleza
______________
398
El momento desarrollista, además de en alguna obra ya nombrada, queda
expresado, p. ej., en F. Houtart-O. Vetrano, Hacia una teología del desarrollo, Libros
Latinoamericanos, Buenos Aires 1967; o en V. Cosmâo, Signification et théologie du
dévelopement, IRFED, París 1967. La etapa siguiente queda indicada por H. Assmann,
Die Situation der unterentwickelt gehaltenen Länder als Ort einer Theologie der Revolution, en Diskussion zur «Theologie der Revolution», Munich 1969, pp. 218-248.
363
(cualquier hombre y ante la naturaleza como tal: relación abstracta,
económica); el descubrimiento (no presente todavía en el Vaticano II) de
la relación hombre-hombre en sus diversas posibilidades es «lo político»,
y, en nuestro caso, como dominador-dominado. Latinoamérica está en la
posición del Tercer Mundo: dominada, oprimida. La supresión dialéctica
de dicha posición es la puesta en movimiento de la liberación.
El tema de la liberación es propiamente bíblico (p. ej. Ex 3, 7-8: lehatsiló; Lc 21,28: apolytrosis) y atraviesa toda la tradición cristiana. En la
Escuela de Tubinga399 fue un tema preferido y por ello es un momento
esencial de la gnosis hegeliana: «Befreiung» es el movimiento dialéctico que
niega las negaciones del Ser-ahí como lo primeramente ,determinado hasta
concluir en el Absoluto como resultado (Enciclopedia, § 386). La inversión
marxista le da el sentido de «liberación del proletariado». El FLN de Argelia le dará un sentido nacional antiimperial; «liberación» que ya es explícitamente tematizada por Frantz Fanon su obra Les damnés de la terre. Por
su parte, entre otros, Herbert Marcuse trata la cuestión filosóficamente400.
En América Latina se comienza a usar la noción desde 1964, pero sin tomar
conciencia de su pleno sentido político. Paulo Freire y el MEB brasileño la
utilizan como fundamento del método: la concienciación es correlativa a la
liberación; pedagógicamente es una «educación liberadora» o «educación
como práctica de la libertad». Cuando el «Mensaje de los obispos del Tercer
Mundo» (1966) y Medellín (1968) usan la noción y el término en su sentido
político (liberación de la estructura de dominio neocolonial) la cuestión
queda definitivamente planteada. Poco después la usa ya en sus documentos
el episcopado chileno, y se generaliza.
La teología, pensar temático, viene después del compromiso profético,
praxis existencial. Gustavo Gutiérrez, de Perú, que en octubre de 1968
publicaba La pastoral de la Iglesia en América Latina (JECI, Montevideo),
en el que, aunque en el cuarto tipo de pastoral (no ya la de cristiandad,
nueva cristiandad o de la madurez de la fe, sino «pastoral profética»), se
advierte que «la fe personal trata de precisar la situación de la masa en el
diálogo salvador, trata de no descuidarla» (p. 28), no hay todavía una
______________
399
Cf. Paul Asveld, La pensée religieuse du jeune Hegel. Liberté et aliénation,
Univ. Lovaina, Lovaina 1953; Adrien Peperzak, Le jeune Hegel et la vision morale du
monde, Nijhoff, La Haya 1960; Georg Lukács, Ver Junge Hegel un die Probleme der
kapitalistischen Gesellschaft, Aufbau, Berlín 1954.
400
Cf., por ejemplo, la ponencia del congreso de Londres (1967) (The Dialectics
of Liberation, Penguin, Londres 1968), y An Essay on Liberation, Boston 1969. Sartre se ocupa de la cuestión en la introducción al libro de Frantz Fanon Los condenados
de la Tierra.
364
explícita referencia a lo político. Poco después, el mismo teólogo escribe
para el «Servicio de Documentación» de la JECI (Montevideo) su trabajo
sobre Hacia una teología de la liberación (1969)401, donde se critica la
«idea de desarrollo» y se muestra la conveniencia de la noción teológica
y política de «liberación». Gutiérrez cita las obras de Falleto, Dos Santos,
Sunkel, Arroyo y Salazar Bondy (todas de 1968) donde se muestra la
estructura, en diversos niveles, de dominación-dependencia; ahora él la
aplica a la teología. No debe olvidarse, tampoco, el equipo de Víspera
(Montevideo), donde Borrat y Methol Ferré venían elaborando esta cuestión desde tiempo antes (véase, en el número 7 de dicha revista, la interpretación política de la encíclica Humanae vitae, y sobre todo el paradigmático
ensayo teológico de Methol Ferré en «Iglesia y sociedad opulenta. Una
crítica a Suenens desde América Latina», en Víspera 12 (1969), (separata
pp. 1-24), con su programática introducción sobre «la lucha de dos teologías»: «Toda teología implica, de algún modo, una política»; de hecho, en
la Iglesia católica misma hay una «dominación de las Iglesias locales ricas
sobre las pobres».
Todo esto desembocó, todavía tímidamente, en el «Simposio sobre teología de la liberación» que se realizó en Bogotá los días 6 y 7 de marzo de
1970, con la presencia de casi 500 participantes. No se llegó a concretar
todavía la cuestión. En un encuentro posterior, en la misma ciudad, el 24
de julio, el asunto cobró mayor concreción402. En Buenos Aires, en un
encuentro de teólogos latinoamericanos, entre los días 3 y 6 de agosto
de 1970, se debatió sobre «Teología de la liberación»403.
Monseñor Pironio, secretario general del CELAM, ha publicado dos
artículos exegéticos sobre «Teología de la liberación»404, y en sus declaraciones de enero de 1971 en Maryknoll cita el texto central de Isaías 61:
«Nuestra misión, como la de Cristo, consiste en dar la buena nueva a los
______________
401
Casi igual aparece en 1970, mimiografiado en Lima: «Apuntes para una
teología de la liberación» (p. 66), y en IDOC-Internacional n. 30, septiembre 1970,
pp. 54-78: «Notes por une théologie de la liberation».
402
Las dos partes publicadas son: «I. Liberación. Opción de la Iglesia en la
década de170; II. Aportes para la liberación», Ed. Presencia, Bogotá 1970; véase igualmente L. Gera, La Iglesia debe comprometerse en lo político. Serv. de Doc., JECI, Montevideo 1970.
403
El teólogo protestante brasileño Rubem Alves tiene dos aportaciones a la
cuestión: «El pueblo de Dios y la liberación del hombre», en Fichas de ISAL (Montevideo)
III, 26 (1970), pp. 7-12, y su libro Religión: ¿opio o instrumento de liberación?. Tierra
Nueva, Montevideo 1968.
404
En Criterio n. 1607-1608, noviembre 1970, pp. 783-790.
365
pobres, proclamar la liberación a los oprimidos...». La cuestión, entonces,
ha tomado ya carta de ciudadanía y se deberá contar con ella.
Cabe subrayar que la «teología de la liberación» destaca lo político de
otra manera de como lo hace la «teología política» europea405. «Lo político» en Europa de la teología es la consideración de lo social del dogma
(un poco en la línea del Catolicisme de De Lubac) más la dialéctica críticoliberadora, en el plano nacional, de Iglesia-mundo. Sin embargo, no se
ha percibido el sentido de lo político como dialéctica opresor-oprimido
en el nivel internacional, y dentro de esa correlación, ahora sí, la función
profético-crítico-liberadora de la teología con respecto a una masa oprimida (no sólo contra un Estado o instituciones). La «teología política»
europea es abstracta, válida para todos los hombres: es decir, para ninguno
en concreto. «Lo político» de dicha teología, al no estar situada (auk-topos:
utópica), se torna, de hecho, en instrumento del opresor para continuar su
dominio; el opresor no recibe la crítica que lo impulsaría a suprimir la dialéctica de la dominación mundial. La «teología de la liberación» radicaliza
ontológicamente lo político y torna la teología en un pensar concreto,
crítico, subversivo, real.
3.La dialéctica del «fuera-dentro» de la Iglesia
La cuestión fundamental, creemos, es una adecuada formulación eclesiológica, porque es en la historia como Iglesia donde se cumple la economía de la trinidad. Para comprender todas las inadecuadas contradicciones que se vienen formulando con respecto a la Iglesia, sería conveniente
agregar a los momentos dialéticos indicados más arriba uno nuevo: el
«fuera-dentro» de la Iglesia. Se dice que se está fuera del comedor como
habitación cuando se toma como ámbito de referencia el dentro de la casa;
pero si se toma la casa, se dirá que se está dentro de la casa y no todavía
fuera de ella. Entre el fuera y el dentro se establece una «frontera», pero es
fluctuante, ya que se trata del límite del ámbito o mundo que se tenga en
consideración. De todas maneras el «fuera» es correlato dialéctico del «dentro» y son conciliados en una totalidad histórica (por último escatológica)
que los engloba explicándolos. La relación «Iglesia (dentro)-mundo (fuera)»
es fuyente, fluyente, dialéctica, y hay un momento en que se identifican:
______________
405
Por citar sólo un libro, Diskussion zur «politischen theologie», KaiserGrünewal, Munich-Maguncia 1969, en especial la intervención de J. B. Metz, pp. 267ss,
y la bibliografía de W. Darschin, pp. 302 317.
366
la «Iglesia de los pobres» como el ámbito donde «reina» la gracia misteriosa y crística que salva a todo hombre de buena voluntad. En este caso el
«dentro» es la totalidad de la humanidad de una época histórica, el «fuera»
es el futuro: hay siempre un «fuera», una exterioridad, un resto escatológico; jamás el hombre en la historia será una totalidad totalizada406. Yes
«fuera», no sólo como futuro, sino como el misterio siempre inaprensible
del «Otro», como libertad que se expresa en la palabra exigiendo justicia407.
Es decir, todo «dentro» es transparente; es un «fuera» en otro respecto;
y aun en el caso límite de la más íntima estructura personal, el hombre es
un «fuera» ante la Libertad creante, que lo ha puesto en el ser.
No hay, entonces, ningún nivel donde la Iglesia pueda decir: al
fin, ahora estamos «dentro». Porque ese «dentro», como hemos dicho, se
comporta dialécticamente como un «fuera» para un «dentro» más íntimo.
Si además se comprende esta dialéctica (especializante) en relación con la
del profeta-pueblo (socio-temporal), tendremos los elementos hermenéuticos adecuados.
La Iglesia como totalidad desempeña la función «profética» con
respecto al mundo: «pueblo». No hay una sin la otra: no hay Iglesia «dentro», y profética, sin mundo «fuera»: pueblo. Si el mundo dejara de estar
fuera, la Iglesia no sería profética. Claro que en este caso hablamos de Iglesia-institución, visible, a la cual pertenecen con conciencia sus miembros.
Cada «dentro» tiene entonces un modo de «pertenencia»; todo «fuera», un
modo dialéctico de estar «ante». La Iglesia misma, la visible, se comporta
como un pueblo con respecto a sus obispos y presbíteros. Para el obispo
(cuyo «dentro» profético es el cuerpo episcopal en el que se encuentra
in-corporado) su función profética se cumple con diversos niveles de pueblo-fuera: el presbiterado, la comunidad de los cristianos, el mundo no
perteneciente visiblemente a la Iglesia-Institución (pero perteneciente ciertamente a la Iglesia-total o crística). Por su parte, el presbiterado (el «dentro» profético es el presbiterio) cumple su función escatológica con respecto a la comunidad de los fieles y al mundo. El cristiano (cuyo «dentro»
es la Iglesia-visible) cumple su función con respecto al mundo. El mundo
(cuyo «dentro» es la totalidad de la humanidad salvada misteriosa y secretamente por Cristo: «Todo hombre tiene la gracia suficiente para salvarse»)
tiene un fuera: todo lo que le falta crecer en la historia futura, las contra______________
406
Véase sobre esto mi obra Para una ética de la liberación, t. I, § 4-6 (sobre la
comprensión histórica y dialéctica del ser), y en La dialéctica hegeliana, cap. IV.
407
Cf. E. Lévinas, Totalité et infini.
367
dicciones internas que como negatividad frustran sus actuales posibilidades,
la absolutización mítica de lo que considerado como relativo dejaría lugar
para ir más allá.
Justamente, la función de la Iglesia con respecto al mundo como tal es
abrirle siempre un «fuera» por donde pueda transitar hacia la Parusía. El
mundo tiende a cerrarse como totalidad totalizada y a divinizar sus mitos
absolutizados indebidamente. La función política de la fe y la teología vienen, justamente, a producir una crítica que libera al mundo hacia el «fuera»
de sí, que es siempre un hombre nuevo histórico, futuro. En Europa, Estados Unidos y Rusia se tiende a absolutizar como universal y único el estado
de cosas de las sociedades opulentas desarrolladas: se niega la exterioridad,
se detiene el proceso dialéctico histórico, escatológico. Desde el Tercer
Mundo, desde América Latina, mostramos una fisura, un nuevo «fuera»:
más allá de la metafísica del sujeto (que inaugura Descartes con su cogito y
que culmina con Nietzsche en su Voluntad de poder), fundamento de la dialéctica dominador-dominado, se abre la posibilidad de un hombre al que el
ser como Otro se le im-pone (ya que no lo pone él como dominador) exigiendo justicia, y llamando entonces como llama el «hermano».
Desde esta estructura ontológica podremos ahora juzgar las actitudes
históricas adoptadas por obispos, clérigos y cristianos en la hora presente
latinoamericana, y, lo que es más importante, saber discernir nuestra
propia actitud, para que concuerde con la que, descubriendo el sentido,
haga la historia.
En primer lugar, entonces, se establece la dialéctica «Iglesia visiblemundo». La identidad perfecta nunca se podrá producir sino cuando el
Reino sea totalmente de los Cielos. En la historia «Iglesia-mundo» serán
dos momentos, no contrarios, sino correlativos408. El intento de identificar
«Iglesia-mundo» es el de la cristiandad; y como no hay mundo (el «fuera»
de la Iglesia) no hay profecía, no hay misión: pero entonces la Iglesia
pierde su función histórica. En efecto, la función histórica de la Iglesiainstitución o visible, a la que se pertenece con conciencia, voluntad, corporalidad, etc., es profético-mundial. La Iglesia-institución no tendría como
finalidad esencial sólo algo «interno»: por ejemplo, la salvación estática de
______________
408
Se usa y abusa sin conocimiento lógico y ontológico de la noción de
«contradicción» (Widerspruch en alemán). Hegel usa con preferencia «oposición»,
siguiendo la tradición de Fichte y Schelling; pero, aun en ambos casos, nada tiene que ver
con la «contradicción» de la lógica aristotélica. Por ello, en castellano y según su sentido
propio, mejor es usar la noción de «correlación».
368
sus miembros y en tanto forman «parte», meramente, de ella; porque es
bien sabido que, por ella, misteriosamente, también se salvan todos los
hombres de buena voluntad. Ningún don se recibe privatizadamente. El
bautismo, en verdad, no se recibe, sino que por el bautismo se nos recibe
en la Iglesia para cumplir la misión profética de salvar al mundo.
Como puede verse, la dialéctica del «fuera-dentro» no nos permite
jamás fijar o endurecer un «dentro» que se defina por la mera «interioridad» cerrada. La Iglesia-visible como comunidad conduce proféticamente
a los pueblos, a las culturas en que se encuentra, hacia la Parusía: criticando, liberando las puertas que cierran, que alienan, que frustran a dichos
pueblos, culturas nacionales. La crítica se realiza en todos los niveles: políticos, económicos, culturales, espirituales, religiosos. Sin la Iglesia-visible,
catalizador histórico-social, la humanidad iría sin rumbo, perdiéndose en
fatales caminos sin salida donde la acumulación del pecado haría imposible
la maduración de la historia. Por la Iglesia-visible y profética la humanidad
marcha, aunque esta misma no sepa percibirlo, hacia la Parusía.
La Iglesia-visible-comunidad profética tiene la función esencial de salvar a la humanidad como totalidad histórico-concreta. Hemos visto cómo
viene cumpliendo esta función en América Latina. En la medida en que critique proféticamente al mundo (sea como estado burgués o socialista, como
clase social o institución de cualquier tipo) cumplirá su función. En la
medida en que acepte el statu quo por razones humanas de falsa prudencia
(que sólo es inmovilismo, astucia o cobardía), pecará y será obligación del
historiador-teólogo el mostrar ese mal en la Iglesia. En esa crítica de la
Iglesia-visible ante la humanidad latinoamericana como todo, es fundamental hablar, predicar a tiempo y destiempo sobre lo que es primero, fundamental; el mundo latinoamericano es oprimido, y mientras no se destruya
la relación de dominio por parte de los mundos desarrollados, la liberación
crítica profética, violenta porque la oligarquía no quiere escucharla, subversiva contra el orden injusto establecido, viene a colocar a la Iglesiavisible en la situación del profeta, Siervo de Yahveh, martirizado, encarcelado, torturado: víctima propiciatoria. Todas las persecuciones, entonces,
manifiestan que la Iglesia-institución en América Latina ha tomado la senda
auténtica que lleva hacia la cruz: de la predicación en Galilea a la ciudad de
Jerusalén, la que mata a los profetas.
De igual modo podremos juzgar la actitud de los obispos. El obispo es
profeta de su presbiterio, de su comunidad, del mundo. Esta dialéctica, a mi
conocimiento, nunca ha sido entre nosotros mejor expresada que el día de
la toma de posesión del arzobispado de Recife por parte de Dom Helder:
«Un nativo del Nordeste que habla a otros nativos del Nordeste (primer
369
ámbito dialéctico), con los ojos puestos en el Brasil (segundo ámbito), en
América Latina (tercero) y en el mundo (cuarto). Una criatura humana...
Un cristiano... Un obispo...» A lo que agrega: «Mi puerta y mi corazón
están abiertos a todos». En la medida en que el obispo sepa realizar, a partir de su identidad existencial con el pueblo de pobres (mundo), con la dificultad de sus cristianos y clérigos (lo que supone ser el «primer misionero»
de su diócesis y no un enclaustrado en su palacio), la función profética,
crítico-liberadora, será nuevamente el Siervo de Yahveh. Será objeto de las
mayores persecuciones por parte de la oligarquía que domina (como subopresor nacional) al pueblo injustamente. El obispo no debería ser sólo el
padre de sus sacerdotes, sino su profeta: debería ir delante y como Jesús
diciendo a los suyos: «Sígueme». El «cuerpo episcopal» (el «dentro» del
episcopado) debería hacerse transparente, alejándose de todo secretismo,
autoritarismo innecesario e infecundo, para abrirse y permitir que el
«fuera» habite en su interior. La dialéctica «pastor-rebaño» tiene sus vicios:
cuando los pastores forman un cuerpo cerrado se transforman necesariamente en mercenarios.
Los sacerdotes y consagrados son los profetas de la comunidad cristiana y el mundo religioso. La función sacerdotal es correlativa a su comunidad y al mundo; si olvida al mundo, transforma a su comunidad en un
ghetto inútil; si olvida a su comunidad, deja de tener punto de apoyo y su
profetismo se transforma en activismo o militancia social o política. Debe
cumplir su función profética en la comunidad, conduciéndola a la Parusía,
y su función en el mundo y como creyente, como cristiano. No es extraño
que cuando los obispos no cumplen su función profética Dios suscite a sus
sacerdotes y el conflicto sea inevitable. Si todo fuera Iglesia-visible, como
en la cristiandad, el sacerdote cumpliría sólo su función «dentro». Pero
como el «fuera» es inmenso, la función profética en el mundo es más necesaria que nunca.
Lo mismo puede decirse de los cristianos en general, cuya función profética «fuera» supone sin embargo un «dentro» real, histórico, humano (las
«comunidades de base») y no la abstracta, impersonal comunidad parroquial tradicional. Pero sin la insistencia de su función en el mundo, mundo
oprimido latinoamericano, el «dentro» se transforma, como hemos dicho,
en un ghetto. El cristiano no necesita presentarse confesionalmente como
cristiano para conducir a la humanidad a la Parusía. Es necesario que efectivamente sepa cómo efectuar su función crítico-liberadora en concreto,
históricamente, y sin aparecer como cristiano (obrando como contra testimonio, porque el decirse cristiano no significa que la praxis sea cristiana),
cumplirá su función salvífica.
370
4.Diagnóstico sociopolítico de los compromisos cristianos en 1973
En un nivel concreto, en 1973, en la Iglesia Católica latinoamericana al
igual que en las Iglesias protestantes, se puede observar un fenómeno indicador de nuevos aspectos que manifiestan que la situación está cambiando
y que comienza un nuevo proceso.
El proceso tiene diversos momentos, y para clarificar nuestra exposición proponemos el siguiente cuadro esquemático para que nos sirva de
referencia.
_________________________________________________________________________
DIVERSAS ACTITUDES CRISTIANAS DESDE 1970 A 1973
________________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
En el nivel I deben situarse los grupos de cristianos que adoptan todavía hoy una actitud que podríamos generalizar como «preconciliar»;
desde un simple pueblo ancestralmente solidario del «catolicismo popular»
hasta la extrema derecha que defiende todavía el latín o sus prerrogativas
de clase dominadora. Hay un pueblo cristiano, hay oligarquías, hay jerarquía eclesiástica; se trata de la pervivencia de la cristiandad o al menos de
la «nueva cristiandad». El orden vigente no ha sido puesto en cuestión.
Todo ello es anterior entonces a 1962.
En el nivel II se encuentran cristianos con espíritu desarrollista, que
hemos denominado más arriba «progresistas», de tipo ahora conciliar (desde 1962, pero principalmente desde 1965), que se comprometieron con mucho entusiasmo en estos años, a partir de la teología y pastoral europea, como
reforma interna de la Iglesia (litúrgica, bíblica, teológica, catequética, etc.).
Bien pronto esto no fue suficiente, y gracias a Medellín (estamos en el
nivel III desde 1968), comienzan los compromisos en la línea de la liberación
371
no sólo escatológica sino igualmente política, económica, cultural, a partir
de la doctrina de la dependencia. Surge en el plano de la reflexión cristiana
la «teología de la liberación». Se trata de un cristianismo profético de vanguardia. El mismo CELAM (y en las Iglesias protestantes la UNELAM) conduce esta línea, como movimiento de renovación profético.
Desde el fin de la década de los sesenta se producen dos hechos nuevos. Por una parte, entre los grupos proféticos de vanguardia, algunos
adoptan decididamente métodos nuevos (tales como el marxismo en el nivel
de la interpretación teórica o el foquismo o la guerrilla urbana como
método práctico revolucionario). En este sentido Cuba y Chile dan su testimonio, y ciertos grupos católicos (entre los que deben contarse algunos
grupos de «Cristianos para el socialismo») o protestantes (como ciertos
grupos de ISAL) caen en esa tentación. Estas posiciones generan por
reacción la reorganización de los grupos tradicionalistas o de derecha,
desorganizados desde el fin del Concilio Vaticano II (tales como algunos
grupos de «Cursillos de Cristiandad» o la presencia de algunas comunidades del «Opus Dei»). A esto debe agregarse, en el nivel político, los
golpes militares Uruguay, Bolivia, Chile, con intensificación de los trabajos de la CIA, dando un claro panorama de un vuelco hacia la derecha en la
situación latinoamericana.
Todo esto produce un retorno de muchos grupos (y en especial del
CELAM desde noviembre de 1972 en Sucre y de UNELAM desde igual fecha
en Montevideo) hacia la posición anterior a Medellín (nivel II). Ese «paso
atrás» deja de inspirarse en la «teología de la liberación», que se torna
«peligrosa», y la autocensura o la franca persecución se hace presente en
todos los niveles de las Iglesias contra los comprometidos en el nivel III.
De todos los comprometidos en el nivel profético (nivel III) se dice que son
marxistas o guerrilleros (nivel IV). Este confusionismo claramente orquestado permite que el progresismo de tipo europeísta (de vanguardia en 1965,
pero reaccionario en 1973) cobre plena conciencia de su poder, ya que
puede apoyarse en todo el nivel I (la derecha tradicionalista y gran parte de
las estructuras de las instituciones cristianas). La «modernización» teológica y pastoral del grupo progresista, que de hecho no critica el statu quo,
sirve al tradicionalismo para defender sus intereses y tiene cierta estructuración ideológica para oponerse a la «teología de la liberación».
Por desgracia la historia se repite. La extrema izquierda, que se «descuelga del proceso» (como dice la jerga política), hace el juego a la extrema derecha. Los extremos se juntan.
Todo esto nos exige plantear las siguientes preguntas: ¿Logrará el progresismo europeísta en el poder eclesial realizar un pacto con la extrema
372
derecha católica? O, ¿podrá reconciliarse, al menos como táctica negociación, el progresismo con el compromiso popular, político y cristiano de
liberación? Si se unen el nivel I y el II, el próximo futuro será sumanente
duro para la profecía. Si lograran unirse los niveles II y III, sin perderse
contacto con el catolicismo popular, el «paso atrás» actual podría ser un
compás de espera y de maduración para poder dentro de poco dar «dos
pasos adelante». Sin embargo, está última hipótesis parece sumamente difícil, pero no imposible. No se debe ser optimista, pero no se debe perder
tampoco ni la sangre fría ni la esperanza.
5.La unidad trinitaria de la liberación cristiana
Dos objeciones podrían presentarse a la exposición que hemos hecho.
En primer lugar, parecería que una actitud o posición eclesial invalidara a
las demás (por ejemplo, que el profetismo invalida al progresismo o al
tradicionalismo integrista; que la violencia profética aniquilaría a la noviolencia) y que ser cristiano supondría sólo una actitud, sólo una. En segundo lugar, que todos los correlatos dialécticos parecerían ser bipolares,
de dos términos, lo que tendería a simplificar la realidad y, sobre todo,
a exigir una repetición al infinito, sin novedad. Contra las dos objeciones,
que en el fondo son una misma, respondemos como al comienzo de este
apartado III: se trata de una dialéctica tridimensional o trinitaria, y sólo la
unidad de los diversos momentos en la unidad eclesial es fuente segura de
que el movimiento histórico no se cierre, no se acabe409.
La dialéctica pueblos desarrollados, opresores, y pueblos subdesarrollados, oprimidos, tiene como tercer momento la novedad de un tipo fraternal de hombre histórico; la dialéctica profeta y pueblo tiene como tercer
momento un «pueblo nuevo en marcha liberadora» -históricamente, un
nuevo tipo de hombre; escatológicamente, el Reino de Dios-; la dialéctica
entre «integrista-tradicionalista», «progresista» y «populista-extremo» no
viene a ser superada por una cuarta posición, sino por la unidad sinergética
y mutuamente constituyente del profeta-pueblo que asume la totalidad
del pasado abierto al futuro ad-viniente para comprender el presente
con sentido. En unidad de la Iglesia, el Padre no es un padre solo (como en
el paternalismo tradicionalista); el Hijo tiene unidad real (no es dualista
como el del progresismo) como un pueblo que es habitado por el Espíritu
______________
409
Cf. Juan Scannone, «La situación actual de la Iglesia argentina y la imagen de
Dios Trino y Uno», en Estudios (Buenos Aires), octubre 1970, pp. 20-23.
373
fraternal (pero no el de los esclavos, juntos, alienados). Histórica y concretamente esos tres grupos humanos intraeclesiales pueden subsistir; es más,
su perduración produce una permanente correlación que pone a la totalidad
en movimiento. Esto no obsta para que algunos se aproximen más, en su
persona concreta y por sus actitudes, a manifestar en ellos los diversos
momentos dialécticos, que sólo en Cristo se dieron en la perfecta unidad,
y a la que heroicamente los santos fueron aproximándose. Y si nadie puede
decir: mi posición es la adecuada (aunque hay unas más adecuadas que otras
en la medida en que se aproximan al caso límite perfecto e histórico), se
puede en cambio pecar contra la unidad dialogante al absolutizar una posición, al cerrarla a las otras, al impedir que se cumpla el movimiento de la
pericoresis (circumincesión o movimiento interior a la totalidad, donde los
momentos se constituyen mutuamente en la unidad). Todo esto queda bien
expresado en la dialéctica profeta-pueblo ambos en la travesía por el desierto, en movimiento de liberación, de la Iglesia una.
Esto nos lleva a plantear una última cuestión. La Iglesia una tiene una
tradición, sólo una. La tradición no es sino la identidad histórica de la Iglesia consigo misma a través de los siglos y las culturas. Decimos identidad
histórica y no inmóvil. Para el tradicionalista la tradición es un depósito,
íntegro, cuya totalidad pertenece al pasado y que es necesario conservar.
La tradición es una verdad irrespectiva, eterna, absoluta. Para el progresista (liberal, europeizante o marxistoide) la tradición no cuenta sino como
adecuación a una situación futura. La verdad tiende a convertirse en verdad
histórica exclusiva de la situación cerrada. Verdad respectiva a una época,
pero con difícil integración en el del pasado real, nacional, latinoamericano.
Para el populista extremo, la tradición es la «memoria» popular misma, las
costumbres del «catolicismo popular»; lo tenido por el pueblo -sus símbolos, sus caudillos- por verdadero. Es una verdad presente, teóricamente
indiscernible; sólo apresable en la solidaridad existencial. El populista, por
no caer en el conciencialismo explícito de la ilustración del progresista,
pierde el sentido de la revelación eclesial, ya que para él debe ser mediatizada por la «conciencia popular».
Nuevamente, la superación unitaria de los diversos momentos se explica por la comprensión profética de la verdad, una y sin embargo histórica, divina (y por eso eterna), pero comunicada por la economía divina
siempre en alguna situación. La verdad, manifestación de lo que algo es
(revelación cuando se trata de la expresión divina de su ser oculto), siempre viene al encuentro del hombre en su mundo histórico, situado. Nunca
lo que algo es, menos si es persona, menos aún si es Dios, puede absolutamente comunicarse, sin dejar un resto, sin dejar una exterioridad, sin dejar
374
un futuro de manifestación y encuentro. La tradición viva, eclesial,
histórica no es un depósito estático: es la histórica revelación de un Dios
eterno (la verdad eterna) a un hombre en su mundo (progreso de la verdad
divina para el hombre). La manifestación progresa, crece, aumenta, se
explicita en la historia: la manifestación no puede concluirse en la historia,
sería su fin. El profeta comprende la Eternidad en su manifestación
histórico-concreta como signo de Dios. Descubre la relación del presente
con el pasado y el futuro. Porque la verdad o la revelación es histórica,
se manifiesta como Verdad eterna escatológica. Si en Cristo la manifestación fue total, la total comprensión de su manifestación se cumplirá
sólo al final de la historia, y por la maduración misma alcanzada por el
hombre en la historia y conducido por sus profetas. La Verdad eterna
sigue, entonces, manifestándose históricamente en América Latina; el saber
discernir los signos es lo esencial para sabernos conducir en el camino que
se acaba de abrir.
En la unidad trinitaria de la Iglesia cada uno debe sinceramente abrirse
al diálogo en el amor fraternal, iluminado por una comprensión profética
de la le en la esperanza del ad-venimiento de un hombre nuevo. Un hombre
nuevo histórico, más allá de la relación de dominación que oprime a los
pueblos subdesarrollados, más allá de todo hombre histórico: el Reino de
Dios final. La lucha de la liberación, el dejar atrás la tierra de la esclavitud
colonial, es esperanza de la salvación. Todo ello significa una nueva época
y a nosotros nos toca la aventura de vivir su aurora.
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