ALG UNAS IDEAS EN TORNO AL EM BARAZO ADOLESCENTE: UN EJERCICIO BIO PO LÍTICO Alexandra Quintero Benavides Tes is par a optar al título de Magís ter en Derec ho Isabel Cristina Jaramillo Sierra DIRECTORA UNIV ERSIDAD DE LOS ANDES Facult ad de Derecho Bogotá D.C., Enero de 2008 TABLA DE CONTENIDO 0. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………..…3 1. La sexualidad: el cor azón del concept o de población……………………..9 2. Los saberes expertos y la configuración del embarazo adolescente como “problema”…………………………………………………………………..12 2.1 “La par adoj a de ser m adre antes de s er mujer”: una mirada desde el saber médic o……………………………………………………………………………… .12 2.2 ¿La epidemia del embar azo adol escente?: una mirada desde la demografía y ec onomía. La estadís tica c omo una estr ategi a de la biopolítica…………………..................................................................................22 2.3 El surgimiento de la categoría “adol escente”: un sujeto en transición. El lugar de las políticas públicas de sal ud s exual y repr oducti va de los adolesc entes…………………………………………………………………………29 2.4 “Querida adolesc ente: ser madr e requi ere también una preparaci ón s ocial y emoci onal ”: una mirada desde la psicol ogía………………………………………32 3. Los derechos sexuales y reproductivos como discurso…………………39 31 Hacia l a ins titucionalización de los der echos sexuales y r epr oduc tivos: ¿De políticas demográficas a derec hos humanos? ¿De der echos implícitamente reconocidos a der echos nombrados?................................................................40 3.2 Los derec hos sexuales y reproducti vos y la población adolescente: su marco de r efer enci a y l a c entralidad del princi pio de la “autonomía”………..… 47 3.3 Los der ec hos sexuales y reproducti vos y la pregunta por el embar azo adolesc ente…………………………………………………………………..…….…53 3.4 Los der echos s exuales y reproduc tivos: ¿Una trampa en la c ons tituci ón del sujeto “ adol escente”?.........................................................................................58 4. REFL EXIONES FINALES 5. BIBLIOGRAFÍA 2 0. INTRODUCCIÓN Tr es hechos fuer on fuente de noticia nacional y loc al dur ante el año 2007 respecto al embarazo adolescente. Por un lado, la publicac ión de var ios textos; entre ellos, los res ultados de un es tudio r ealiz ado por Profamilia y el Fondo de Población de las Nac iones Unidas ( UNFPA) , ac erc a de los efectos de algunos factor es demográficos s obr e el bienes tar de las madr es y sus hijos en Colombia, la salud sex ual y reproductiva en el Magdalena Medio y las tendencias en la dinámic a antic onceptiva en Colombia 1. En segundo lugar , la pres entación de un proy ecto de ley por par te del c ongr esis ta Simón Gav iria, que busc a instaurar la educ ación sexual como una materia obligator ia desde el grado pr eescolar. Y, por último, la cifra difundida por la direc tor a ejecutiv a de Pr ofamilia ante un medio escrito de amplia c irculac ión nac ional, s egún la c ual: “El 42 por ci ento de l as adolesc entes, entre 14 y 19 años, embar az adas en el ultimo año en el país, buscaban ese embar azo”2. Las notas per iodísticas , columnas de opinión y editoriales difundidas 3 con oc asión de estos hec hos , coinc idieron en señalar al embar azo adolesc ente como un problema s oc ial y de salud pública que acarrea un alto costo por su incr emento, los efectos que trae para la madre adolesc ente en materia de educ ación, empleo, y en su plan de vida. 1 Otros estudios fueron: uno desarrollado de la Veeduría Distrital y la Asociación A fecto, en el que se hizo un diagnóstico sobre la situación d e la in fancia en la ciudad d e Bogot á; los resultados de la investigación "Efectos en la vida de las mujeres adolescentes como consecuen cia de sus embarazos y partos entre 2002 y 2004 en Medellín y el Ár ea Metropolitana", realizado dentro d el co mponent e de investigación del Proyecto Sol y Luna de la Red de Prev ención del E mbarazo Adolescente, de la Alcaldía de Medellín; y otro realizado por la Unidad de Adol escent es de la Fundación Cardio In fantil y el Celsam (Cent ro Latinoamericano Salud y Mujer). 2 YAMID, Amat, “ 42% de adoles centes embarazadas ¡querían ese embarazo !” en El Tiempo, agosto 19, 2007. 3 Algunos de estos fueron: CASTRO , Cristina, “Sin educación, ni pío” en El Tiempo , febrero 21, 2007; El Ti empo , “2.014 niños de mad res meno res d e 14 años nacieron entre el 2001 y el 2005” febrero 2 de 2007; “ Embarazo adoles cente: la década p erdida” (editorial) febrero 4 de 2007; “22.228 embarazos de adolescent es entre 10 y 19 años se p resent aron en Bogotá durante el 2006” junio 16 de 2007; “ Embarazo de adoles centes es enfrentado por col egios enviándolas , “de oficio”, a estudiar a distan cia” agosto 11 de 2007; “ Una situación embarazosa” noviembre 28 de 2007; THO MAS, Florence, “ Ser madre a los 30” en el Tiempo , febrero 6 , 2007 y “Mi cuerpo es mío” en el Ti empo , septiembre 4, 2007; TRU JILLO, Rocío del Pilar, “ Crónica de un a mamá de 15” en El Tiempo, feb rero 4, 2007; GA RCÍA G ÓME Z, Alejandro, “ Embarazo de adol escent es” en Di ario del Sur, junio 21, 2007; El Mundo, “No al embarazo adolescente” julio 3 de 2007; GÓME Z G ÓME Z, Sonia, “Quinceañera embarazad a?, ¡si no te vi no te conozco! En El Colombiano , junio 21, 2007; YA MID , A mat, “42% de adolescentes embarazadas ¡querían ese embarazo!” en El Ti empo, agosto 19, 2007; G AVIRIA , Alej andro “Extravíos feministas ” en El Espectador, septiembre 8, 2007. 3 Lo anter ior es apenas un reflejo de la extens a carrera que ha hec ho el tema del embarazo adolesc ente en la opinión públic a. Existe una fuerte tendenc ia a cons ider ar al embar azo, y en ese s entido la pater nidad y maternidad en la adolesc encia, como inadec uados y riesgos os. Las palabr as “embar az o” y “adolesc ente” instantáneamente implic an una imagen negativ a, y s e entiende como un pr oblema gr av e que merece opiniones por par te de los médic os, sector educ ativ o, medios de comunicación, planificador es y polític os. Par ecería que preguntar “ ¿por qué el embaraz o adolesc ente c ons tituy e un problema?”, es desafiar al sentido c omún. El embar azo adolesc ente s e pres enta c omo un discurso victimizador , homogenizador y alar mis ta, en el c ual, el evento as ume un c arácter negativ o, dev astador para la vida de la adolesc ente en c ues tión, la de s us familias y la de la sociedad en gener al. La embarazada adolesc ente se configura en una especie de monstruo humano4. Para gobernar, los estados r equier en pensar a los habitantes c omo una población. En el camino de definic ión y gestión de dicha población, participa el estado y otr a s er ie de ins tituciones pr ivadas y públic as , nacionales y pr ivadas, polític os, académic os, y gente del común, que c ontribuyen en la cons trucc ión de un pr oyec to político y s ocial des eado. Para esa compr ens ión es fundamental el es tablec imiento de esquemas homogeniz ados de comportamientos y la definic ión de c ier tas subjetividades. Pr ogr amar a los indiv iduos c omo población es una acc ión polític a por excelenc ia. Es un acto de biopoder en el que juegan las instituciones, el estado, los saber es ex pertos y demás ins tanc ias de la vida s ocial. El ejerc icio del biopoder implic a tr ansfor mar la vida, for ma de pens ar, c ostumbres , c uerpos, mentes y cotidianidad de los individuos. La constituc ión de la poblac ió n se materializa en la c ons trucción de indiv iduos muy es pec íficos , en los cuales se instalan los ideales y nec esidades del estado y la soc iedad. 4 Deno minación us ada por Foucault para referirse a un individuo cuya existencia mis ma y su forma, no sólo es violación a l as leyes de la socied ad, sino también de la misma existencia. Ver FOU CAU LT, Mich el, Los anormal es, Fondo de Cultura E conómi co, México D.F., 2000 . 4 Para que el biopoder despliegue todo s u alc ance, nec es ita ins tituir un s aber sobr e la noc ió n y finalidad de la sexualidad. El disc urs o s obr e el sex o apar ece histór icamente en lugar es deter minados, como el cuerpo del niño, del adolesc ente, el objetivo de la repr oducc ión femenina, en la opor tunidad de prác ticas limitativas de los nacimientos, entre otr os. La s ex ualidad se constituye en objeto primordial de c iertas técnicas de s aber y proc edimientos disc ursiv os. En la sexualidad y la repr oducción, el poder y el saber s e articulan c omo discurso y actúan a tr avés de diferentes estrategias. El inter és por controlar, intervenir y normalizar el embar az o en los adolesc entes, s e localiza en el sur gimiento de c ier tas pr eoc upac iones, en un contexto cronológic o determinado, y en el cr uce de dos saberes . En un pr imer sentido, la pr eoc upac ión por el embarazo adolescente tiene or igen en la década de los s esenta, luego de los c ambios demográfic os, económic os, cultur ales y polític os arrojados por la Segunda Guerra Mundial. A ntes, aunque las c oncepc io nes pr ematrimoniales er an c omunes, no existía preoc upac ión alguna por el embarazo adolescente, siempre y c uando es te se inscribiera dentr o del matrimonio 5. En la década de los sesenta sur gió una fuerte discusión entre la derec ha e izquier da nor teameric anas ac erc a de si las desventajas evidenc iadas en hijos de madres adolescentes se debían a la pobrez a o al nacer fuera de la instituc ión familiar ortodoxa 6. La derec ha ac udió a artic ular la teor ía de la cultura de la pobr ez a, según la c ual, los pobres se car acter izan por un sis tema pobre de v alores que los c ondena a perpetuar su condición, r azón por la cual se inclinan por la asistencia estatal, antes de pr ogr esar por su propia cuenta y debido a ello no posponen la mater nidad. Por s u parte, la iz quierda argumentó que un embr az o en la adolesc enc ia era muy c ostoso para los pobr es y por ello el estado debía brindar ay udas a es e sector poblacional. El debate aumentó en los años posterior es al fortalec erse el sentimiento de que 5 ADASZKO, Ariel, “Perspectivas socio-antropológicas sobre la adolescen cia, la juventud y el embarazo” en Embarazo y maternidad en la adolescencia, Estereotipos, evidencias y propuestas para políticas públicas, GOGNA , Mónica (cord), Centro d e Estudios de Estado y Soci edad (CEDE S), UNICEF, Buenos Aires, 2005 . p. 47 . 6 FURSTENBERG, Frank, “ Teenage childbearing as a public issue and private concern”, en Annual Review of Sociology, Vol . 29 . 2003. p . 26 . 5 los políticos y la soc iedad habían sido muy per mis ivos c on los jóv enes en la década anterior 7. El fenómeno del embar azo adolescente como proble ma, también s e justifica por el entrecr uzamiento de dos disc ursos: los demógr afos y las feminis tas 8. Uno de los temas centr ales que llamaron la atenc ión de estas dos ins tanc ias discursivas y que per mitier on su inters ección fue: la fecundidad adolescente9. El interés demogr áfico por este tema nac ió en la déc ada de los s etentas motivado por dos inquietudes. Por un lado, buscar el equilibrio entre las cons ecuenc ias económic as y sociales negativas que ac arreaba el embar azo adolesc ente. Y por otr o, dar lugar a la idea según la cual, el momento de tener el primer hijo redunda en la fecundidad total, al r epercutir en el comportamiento repr oduc tiv o de las mujeres. Por su par te, la atenc ión que generó en las feministas el tema del embaraz o adolesc ente, radicó en el inter és de problematiz ar el concepto de mujer por la vía de ser madr e y en cons ecuencia, cues tionar la desmes urada fetic hización de la maternidad. Por otro lado, el origen del embarazo adolescente como problema, se puede rastr ear a trav és de la s uper posición de dos identidades : la mujer y el adolesc ente. Estas identidades, los adolesc entes , por ser los futuros ciudadanos , y las mujer es, por su potenc ial r eproductivo, se han conver tido en sujetos objeto de un gran cuidado, control y vigilancia. En virtud de s u c arácter periférico, del gran riesgo que corr en de des enc adenar anormalidades y as í de poner en peligr o el desarr ollo de un pr oyec to polític o y social des eado, los usos que estas identidades hacen de su sex ualidad, son un importante objeto de inter és par a ciertos saberes , disc ursos y políticas es tatales. La sex ualidad adolesc ente y femenina, se convir tier on en una apuesta pública inv estida por 7 Ibíd.., p. 27. Ver. PRE SSER, Harriet B, NU ÑE Z, Rosa Marí a, “ Demografía, feminismo y el nexo entre cien cia y política” en Revista Mexicana de Sociología, Univ ersidad Nacional Autónoma de México, vol. 62, No. 1, Méxi co D.F., 2000. p. 12 . Este texto hace un balance de la inclusión en los estudios demográfi cos de una perspectiva que relacione los sistemas de género con el contexto demográfico. El autor concluy e que existe un v acío crítico porque el lugar que los demógrafos le d an al tema d el empoderami ento de las mujeres y la igu aldad d e género, p ermanece en la periferia, tanto sustancial co mo metodológicamente. 9 Se dice que el otro t ema relevante en dicho cruce es la d emografía de las familias, específicamente lo relacion ado al tema del cuid ado del niño y la manuten ción de los hijos. Ver PRESSE R, Harriet B, NUÑE Z, Rosa María, “ Demografía, feminismo y el nexo entre ciencia y política” en Revista Mexicana de Sociología, Universid ad N acional Autónoma de México, vol. 62, No. 1, México D.F., 2000. p. 12. 8 6 una traba de discurs os, anális is y c onminaciones , a tr avés del embar azo adolesc ente. De es ta for ma, la finalidad de es te texto es realizar un ejerc icio biopolític o s obre la alarma s ocial que s e deriv a del embar azo adolescente. Par a ello, el ámbito en el que se des arrolla, se limita s olamente a lo discurs iv o. Se toman cuatro ejes discurs iv os: la medicina, la psic ología, la demografía y los derec hos humanos . Es indudable la fuerte influencia que han tenido los disc urs os y prác ticas médic as y psic ológicas sobr e los individuos , gener ando en ellos la potencialidad de ev aluar s us comportamientos c omo criterios nor mativ os, aunque éstos se pr es enten inic ialmente c omo téc nicos y neutr ales. Los derec hos humanos por su parte, c ontr ibuy en en la tarea de contr olar y deter minar la pr áctica soc ia l y cr ear s ubjetividades, per o sobre todo, marcan la pauta sobre lo que se debe entender c omo justo, igual, equitativo y univ ersal. El desarr ollo de las ideas plas madas en este texto, c ontó c on la r ev isión de divers os tipos de documentos y tex tos que contribuyen a argumentar al embarazo adolesc ente c omo problema. Así, se r ecurr ió a artículos de prensa, textos nor mativos, jurispr udencia, doc umentos técnicos y especializados producidos por ins tancias de s aber de la medic ina, psicología y demogr afía, manuales de s exualidad adolescente, doc umentos de inves tigación y académicos, planes de desarr oll o, políticas públicas, enc ues tas s obre salud sexual y r eproductiva y documentos pr oduc idos por instanc ias de s aber transnac ional. El tex to esta dividido en cuatr o secc iones. La primer a busca prof undizar un poco sobre la relación entr e la constr ucc ió n de la población, el ejercicio del biopoder y la sex ualidad. La segunda pr etende dar cuenta del lugar que ha tomado la sex ualidad c omo tecnología del yo en la adolescenc ia, y c uyo proy ecto es arduamente buscado por el aparato s ocial y los dispositivos de poder de los s aber es expertos. En dic ho marco, en es ta s ecc ión se plantearán los pr inc ipales referentes a par tir de los cuales s e ha definido el embar azo adolesc ente como problema, en disciplin as c omo la medic ina, la ec onomía, la demografía y la psicología. 7 La última parte busca ex plor ar la dimensión mater ial que enc ierra el c onc epto de s exualidad como agente de contr ol soc ial y for mación de subjetividades, pero a la luz de los denominados derechos sexuales y reproductivos . Para ell o, primero, se realiz a un panorama genealógic o de dichos der echos, intentando seguir las tensiones y alianzas que s e produjer on entre los dis tintos actores sociales implicados en la formación de éstos. Esto par a comprender que el discurso de los derec hos sex uales y r epr oduc tiv os, se ha ali mentado de var ios derr oter os conceptuales marcados por divers os ac tor es sociales, instituciones públic as, pr ivadas y tr as nac ionales ; ev idenc iando así, cómo éste disc urs o no ha s ido homogéneo ni coher ente, sino que por el c ontrario está lleno de matices , variac iones y mir adas diversas. Y , s egundo, s e abor da la pregunta por la adolescenc ia y el embar azo adolesc ente en el discurso de los der ec hos sexuales y r epr oductiv os. 8 1. La sexualidad: el corazón del concept o de población. Una de las herramientas requer id as por el estado moder no par a gobernar la vida de los ciudadanos y encausarlos en un proy ecto soc ial y político espec íf ic o, es la implantación de dispos it ivos de poder y saber que tienen c omo blanco la for ma en que los indiv iduos s e compor tan, piens an e incluso s ienten. Para esto, el estado se v ale de ins tanc ias de pr oducción disc urs iva del poder y del s aber que prov ienen de actores s ociales , instit uciones públic as, pr iv adas y transnac ionales. Michel Fouc ault, a trav és del conc epto de biopolític a, define los dispositivos de poder y del saber que tienen en c uenta los proces os de la v ida humana y la posibilidad de c ontrolarlos y modif icar los. Así, la v ida y lo v iviente se establecen en los objetivos de las luc has polític as y las estr ategias ec onómic as 10. Se inicia la fase de un biopoder, “la viej a potencia de la m uerte, en la c ual se simboliza el poder soberano, se halla ahor a cuidadosamente r ecubier ta por la admi nistraci ón de l os c uer pos y l a ges tión calculadora de la vi da” 11. El conc epto centr al utilizado par a el pr opósito de gobernar la vida, es la “población” , como un pr oblema ec onómic o y polític o. El inter és de los estados no r adic a en los indiv iduos, ni en los sujetos de der echo y sus es pec ificidades, ni s i quier a en el “pueblo”, sino en “una poblac ión” y sus fenómenos partic ular es, s us v ar iables pr opias: natalidad, morbilidad, dur ac ión de la v ida, fecundidad, estado de salud, frec uencia de enfer medades, formas de alimentación y hábitat” 12. Se trata de homogenizar la multiplicidad de c ar acteres propios de los indiv iduos que coexis ten al inter ior del cuer po social, y de unif ic ar s us interes es fundamentales: el progr eso, desarr ollo y or den. Sin embargo, los itinerar ios de dic ho cuerpo s ocial no han s ido los mismos. Para Colombia es impor tante r econocer dos momentos a par tir de las cuales 10 LAZZARATO, Mau ricio, Del biopoder a la biopolítica, en http://www.sindominio.net/arkitzean/otrascosas/lazzarato.ht m#ornot atit 11 FOU CAUL T, Mi chel, Historia de la sexualidad: 1. La voluntad de saber, Siglo XXI editores, Madrid , 2005. p . 148 . 12 Ibíd.., p. 25 9 hubo un cambio fundamental en la or ientac ión de políticas en poblac ión. “Se pasa de tesis masi vamente poblaci onistas de la época mercantil, a tentati vas de r egul ación más finas y calc uladas , que oscilarán s egún los objetivos y las urgencias, hacia una dirección fatalista o antinatalista”13. El estado c olo mbiano inicia el s iglo XX c on la pr esenc ia de las cons ec uenc ias de la guerra: alt as tasas de mortalidad, epidemias , muertos, pobr ez a, poca tecnificac ió n de la mano de obra, inc ompetencia con los mercados inter nacionales, incipiente desarr ollo r ural y el atras o industr ial de allí deriv ado 14. Debido a que se s eñalaba que un país debía estar pobla do para ser r ico y poder oso 15, el estado c olombiano, a inicios del siglo XX se s oportó en la id ea de una poblac ión numerosa, sana y trabajadora que permitier a may ores niveles de producción y en cons ecuencia, de progr eso y r iqueza 16. Así, se desarrollaron acc iones par a incitar el cr ecimiento de las familias, y la distribución de la poblac ión a lar go y ancho del territor io nacional. Por ejemplo, a trav és de decretos, se pr omovió la inmigr ación, la c olonizac ió n y ampliac ión de las fronter as agr ícolas, la retención de nac ionales y el control de la emigr ación. 17 Un segundo mo mento lo marca la tr ans ición de un estado s emirur al y monoproductor, a uno ur banizado y con pretens iones de industr ialización y de inserc ió n a merc ados amplios . Paralelamente a ello , luego del esfuerzo de logr ar aumentar la población y disminuir la mortalidad, el país se v io enfrentado a las consecuencias del crecimiento desenfrenado de la mis ma, y se dio lugar a lo que se conoce como “ explosión demográfica”, la c ual se constituyó en un obstáculo para la moder nizac ión del estado. A hor a, la población numeros a dejó de br in dar los beneficios pas ados, y s e c onstituyó en un límite par a el desarrollo y en una fuente de pobrez a y de menor bienestar para los habitantes. La reducción de la natalid ad ser ía entonces c onsiderada una 13 14 Ibíd.., p. 27. PEDRA ZA G ÓMEZ, Zandra, El Cuerpo y alma: Visiones del progreso y de la felicidad . Universidad de los And es (Departamento de Antropología), Bogotá D.C., 1999. p- 153 . 15 FO UCA UL T, Op Cit., p. 27 16 PEDRA ZA G ÓMEZ, Op Cit., p . 154 17 FE RN ÁNDEZ MO RENO, Sara Yaneth , “ Análisis del concepto d e s alud rep roductiva: un a aproxi mación” en Controversi as en Ginecología y Obstetrici a, Vol. 2 , No . 16 , Bogotá D.C., 1999. p. 49 10 responsabilidad estatal y un instr umento fundamental para lograr may ores niveles de des arrollo. Es to se realizó fundamentalmente a trav és de planes estatales que promovier on la regulac ión de la fecundidad e impulsar on las prác ticas anticonc eptiv as 18. En el c entro del problema de la población s e encuentra la sexualidad. Es a través de la ec onomía polític a de la población, c uando se for ma toda una red de observaciones s obre el s exo 19. El desarrollo, la riqueza, pr ogr eso, ev oluc ión y bienestar de los habitantes de un país depende no sólo del número de sus ciudadanos , ni de las reglas de or ganizac ión de los matrimonios y las familias, sino también, del uso que los indiv iduos hac en de su sexualidad. As í, la conducta sexual de los individuos es tomada como un objeto de análisis, observación y blanco de intervenc ión y conc ertación 20. “Nace el análisis de las conductas sex uales, y de s us determinaciones y efectos, en el límite entr e lo biológico y lo económico” 21. La sex ualidad s e convierte durante la modernidad en el objeto privilegiado de los disc urs os. A tr avés de los efectos de la procr eación, la sex ualidad s e inscr ibe y adquiere eficac ia en amplios pr oc esos biológicos que no concier nen y a al cuerpo del individuo, s ino a aquell a unidad múltiple constituid a por la poblac ión. De esta manera, la sexualidad, a trav és del conc epto de poblac ión, se conv ierte en un discurso que abarc a no sólo una ver dad que debe ser r evelada, sino una tecnología política de la vida. Desde el concepto de población se elaboran políticas sociales que se aplican tanto al indiv iduo como al cuerpo 18 Una condensación de estos argu mentos la brindó Alberto Lleras Camargo, p resident e de Colo mbi a (1958 – 1962): “La amenaza de nuestro pueblo consiste en la explosión demográfica , entre nosotros no es ya una rigurosa hipótesis estadística, sino la realidad que captamos en cada paso cotidiano. Si vamos a tener, como parece s eguro, di ez millones d e colombianos en 1970, no podemos d ejar que lleguen infiltrados como las quintas columnas de la r evolución , no ya a encontrarse con la pobr e condición de nuestros compatriotas presentes, sino obligados a disputarle su pedazo de miseria a la generación actual… Este fabuloso cr ecimiento de la población no puede convertir a los países en América Latina y concretam ente al nuestro, en un afrentoso arrabal de la civilización de Occidente”. Plan G eneral de Desarrollo. Introducción al Plan 1958, Dep artamento de Planeación, 1961 , p. 15, citado por Puyan a, Yolanda, 1992 , Descenso de la fecundidad entre las mujeres de estrato bajo. El caso de Colo mbia, A CEP, Bogotá D.C. 19 FO UCA UL T, Op Cit., p. 27 20 Ibíd.., p. 26. 21 Ibíd.., p. 26. 11 social, y a partir de allí s ur gen fenómenos c omo la s exualiz ación del niño, la hiter iz ación de la mujer y el contr ol de nac imientos. Este es el proy ecto tr azado por Foucault en la Histor ia de la s exualidad en 1977 y que contemporáneamente tiene como blanc o poblacional: los jóvenes o actualmente llamados “adolescentes”. El poder contempor áneo de la sexuali dad toma as í nuev os escenarios, y uno de ellos es el embar azo adolesc ente. 2. Los saberes expertos y la configuración del embarazo adolescente como “ problema” Las c iencias sociales han dado cuenta de la relación ex istente entre el poder y el saber. Ellas ha explicado cómo entr e el c onoc imiento y la realidad social se sitúa no sólo la mediac ión de ciertas categorías, sino de las pr ácticas y las relac iones de poder, las cuales configur an campos epistémicos deter minados 22. 2.1 “La paradoja de ser madre antes de ser mujer” 23: una mirada desde el sa ber m édico. En la modernidad, a las c iencias exac tas , entr e ellas la medic ina, se les otorgó el atributo de irr efutables e inc ues tionables por s u carácter r acional. La centralidad que oc upó el cuerpo y la s alud en la moder nidad le otor gó un lugar privilegiado a la medic ina: el de interv enir en la nor malizac ión de la vida soc ia l. La medic in a se conv irtió as í en un poder / saber que actúa sobr e el c uer po y sobr e la población, sobre el or ganis mo y los pr ocesos biológic os. En cons ecuenc ia la medic ina tiene efectos regulator ios 24. Los médicos se c onstituyer on en actor es orientador es de los estados par a la formulac ión de polític as públic as, y en consejer os de las familias par a el desarrollo de las minuc ias de su cotidianidad. Todos aquellos as pec tos que 22 FOUCA ULT, Michel , Sab er y Verdad, Edi ciones la Piqueta, Mad rid, 1991 . DESCH AMP S, Jean-Pierre, Embarazo y maternidad en la adolescente, Herd er, Barcelona, 1979. p . 9. 24 FOU CAUL T, Michel , “ Del poder de soberaní a al poder sobre la vida” en G enealogía del racismo , Ediciones la Piqueta, Madrid , 1992. p . 261 . 23 12 eran consider ados integr antes de la c ategor ía “salud pública” 25, como la v ida misma de los individuos, la s exualidad y c ier tos fenómenos que er an abarcados por otras disciplinas, fuer on definidos como fenómenos médic os, mediante su carac ter ización como enfer medades o entidades patológicas , o simplemente fueron puestos bajo la mirada médica. Ciertos problemas se configuran c omo propiedad de c iertas disc iplinas que se atr ibuy eron la c apac idad de nombrarlos. La medicina, res paldada por los discursos pr oduc idos por otros saberes expertos y por su car ácter “c ientífico” , se encar gó de definir la nor malidad y de deter minar la anor malid ad. Fr ente a la anor malidad, la medicina implementó medidas correctivas, que les per mitier a a los individuos “anor males” ser útiles, productivos y c ontribuir c on el bienestar de la sociedad. Para llev ar a c abo ese objetivo, la medicina, con fundamento en su sustrato c ientífico, s e enc argó de implementar c ostumbres , c omportamientos e ideologías en los individuos “anor males”, para enc arr ilar los en los c aminos de la pr oductiv idad. De esta maner a, la medicina y disciplinas especializadas y der ivadas de ella como la pediatr ía, ginecología, obs tetricia, ps icología, la medic ina 26 espec ia lizada en la juventud y en la adolesc enc ia , se encar garon de s eñalar al embaraz o adolesc ente como un motivo de preoc upación impor tante por sus implicac iones, lle gando a s eñalarlo como un pr oblema “soc ial” “de salud públic a” “de salud reproductiva” , “familiar” y “pers onal”. Los médicos as umieron a la adolesc ente como un s uje to no pr eparado fisiológicamente par a enfrentar las ex igenc ias del par to y de la maternidad 27. Para des arrollar s u discurso, la medic ina ha producido abundante liter atur a en tor no al riesgo fisiológico del embarazo adolescente. Las pos tur as son 25 OMS. I Seminario – taller de identi ficación de necesidad es de investigación en reprodu cción hu man a en Colo mbia. Cartagena, 1990. 26 Durante las últi mas décadas s e ha vuelto co mún hablar d e la medicin a adolescente. “Esta busca que el adolescent e normal logre su creci miento y desarrollo psicológico y físico máxi mo, y descub rir de manera temprana las en fermed ades crónicas del adulto” Cfr. PRIETO DE SOSA, Rosa, Salud integral del adolescente, Centro Paraguayo de Estudios de Población (CEPEP), Asunción, 1993. p. 25. 27 Para entender la fuert e in fluencia d el saber médico luego d e la década de los setenta, es i mportant e co mp render qu e la disociación de sexualidad y preprodu cción di fundid a por los derechos sexu ales y reprodu ctivos trajo consigo una mayor in fluen cia médica en la vid a sexual y rep roductiva de las mujeres. 13 controvertidas y han atr avesado por cambios importantes a lo largo de las décadas 28. Para la medicina, el adolescente está definido a partir de dos elementos: lo biológico y lo etar io. Des de el punto de vista médico, la adolescencia se as ume como un proceso biológico que inv olucra cambios en la es truc tur a morfológica y fisiológic a corporal, asociado al inicio de func iones or gánicas como la menarquía y la ovulación en el sex o femenino; y la esper matogénes is y eyac ulac ión en el v arón 29. En una declar ación conjunta, la Or ganizac ión Mundial de la Salud (O MS), el Fondo de Nac iones Unidas par a la Infancia ( UNICEF) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), establecier on que la adolesc encia es la etapa de la vida que tr anscurr e entre los 10 y 19 años de edad 30. Con bas e en las definiciones , la literatur a médica tr adic ional nac ional e inter nacional, ha encontrado una relación entr e la edad temprana del embar azo y ciertos efectos adv ersos para la madre y el hijo. Se ha s eñalado que si bien las adolescentes tienen la pos ibilidad biológica de quedar embarazadas , su cuer po aún no tiene la preparac ión ni madurez biológica requer ida par a llevar un embaraz o a feliz tér mino y enfrentar la maternidad 31. La inmadurez se ha fundamentado en tres as pectos. Primer o, s e ha dicho que dependie ndo del nivel nutricional de las pers onas y poblaciones , por lo general, el des arrollo completo del esqueleto se logr a hacia los 18 años y del c anal del nacimiento alr ededor de los 20 o 21 años 32. Segundo, c ons truido la noc ión de “edad ginecológic a joven”, definida c omo la conc epc ión en los dos primer os años después de la menar quía. Y, tercer o, s e han r eferido a dos pr ocesos puntuales que s e presentan en el úter o de la adolescente: “una s uplenc ia s anguínea del 28 COLL, Ana, “E mbarazo en la adolescencia: ¿Cuál es el problema?” en Adolescen cia y Juventud en América Latina, Libro universitario regional, Editorial Tecnológica, Costa Rica, 2001. p. 426. 29 MO NTE RRO SA , Álvaro, “Causas e i mplicaciones médico-soci ales d el embarazo en la adolescencia” en: Revista Colo mbi ana de Obstetricia y Ginecología, vol. 49 , No . 4 , 1998 . 30 MO NTE RRO SA , Álv aro y BELLO, Ana Marí a, “Atención obstétrica en adoles centes menores de 15 años” en: Revista Colombiana de Obstetrici a y Ginecología, vol. 4 , No. 1, 1993. p. 15. 31 PROFA MIIA , “ E mbarazo y Fecundidad en la Adolescen cia”, en Dialoguemos…sobre salud sexual y reproductiva (Boletín d e circulación Nacional), No. 2, Bogotá, 1998. p. 3. 32 Ibíd.., p. 3. 14 útero o del c uello del úter o” 33 y “una defic iente adaptac ión uterina” 34. Sumado a la inmadur ez, la medic ina ha añadido el factor nutr icional. La adolesc ente embarazada debe agr egar a las nec esidades alimenticias pr opias del embarazo, las or iginadas por no c ompletar su des arr ollo, dando lugar a una competencia entr e ella y el feto en des arr ollo por la adquis ición de nutrientes 35. De esta for ma, la práctica e inv estigac ió n médica y epidemiológic a, han reportado que el desarrollo fisiológico inc ompleto genera las siguientes cons ecuenc ias médicas : es trec hez pelv iana, des pr oporc ió n c éfalo pélvica, mayor prevalenc ia de tox emia, hiper tens ión ( prec lamps ia y eclampsia), problemas nutric ionales (sobr e todo anemia y paras itos is), diabetes gestacional, infecciones en el tr acto urinario, dinámica uter ina alter ada, amenaza de parto pr ematuro, alta incidenc ia de operac ión cesár ea, hemorragia ante parto y trabajo de parto obstr uido, enfer medades de transmisión s exual y aumento de pr obabilidad de parto pr olongado, que puede llevar a complicaciones ser ias como la f ístula obstétr ica36. Fr ente al rec ién nac id o de la madr e adolescente, se han señalado las siguientes implicaciones médicas : peso inferior al nor mal para s u edad gestacional, retardo del crec imiento, mayor es dificultades para crec er s ano37, sufrimiento fetal cr ónico, pr oblemas neur ológicos y una may or inc idencia de malformaciones fetales dónde s obr es alen las alter aciones cr omosómic as y del tubo neural 38. La icter icia neonatal, las infecciones y la asfixia también son reportadas como patologías del recién nacido de madres adolescentes. También se han realizado estudios de s eguimiento en los nacidos bajos de peso, llegando a señalar “que al parec er hay un may or ries go de r etardo 33 AMAYA, Jairo, BORRE RO , Claudia y UCRÓS, Santiago, “ Estudio analítico del resultado del embarazo en adoles centes y mujeres de 20 a 29 años en Bogotá” en: Revista Colo mbian a de Obstetricia y Ginecología, vol. 56, No. 3, 2005. 34 MONTE RROSA , Álv aro , Op Cit. 35 RIVAS-PERDO MO, Edg ar; ÁLVARE Z, Ruth y ME JÍA, Glo ria, “ Evaluación nutricion al en un g rupo de adoles centes embarazadas en Cartagena, Colombia. Estudio de corte transv ersal” en: Revista Colombian a de Obstetricia y Gin ecología, vol. 56, No. 4 , 2005. p . 282 . 36 PRO FA MILIA, Op Cit. P. 3. 37 Stev ens Si mon , C.: Cap. 74 “Adolescent pregnancy ” MacAn arney , E: Textbook o f Adol escent . Medi cine. U SA, Saunders, 1992 . 38 AHUED AHUED, Rob erto, PERE IRA, Luis Si món , PLASCENIA , Josefina, “ Embarazo en adolescent es” en Ginecología y obstetricia aplicadas, Editori al El Manual Moderno, México D.F., 2003. p. 569 . 15 mental, parálisis c erebral, epil epsia, c eguer a y sor der a”39. Algunos problemas nutric ionales de los recién nacidos de la madre adolesc ente, se han atr ibuido al hecho de que las madres amamantan de maner a menos frecuente y por periodos más c ortos 40. Con fundamento en lo anter ior, la medicina maternofetal ha planteado formalmente en la lit eratura médic a el ries go r eproductivo 41 tanto ter minológica como c onceptualmente. Con este objetiv o, la medic ina utiliz ó c inco variables: edad, par idad, antec edentes obstétr icos desfavorables y pers onales 42 patológic os, interv alo inter genésic o y condición soc ial . Dentr o de dic hos criterios, los extremos en la edad s e constituyer on en un factor de alto riesgo obstétric o43. Esto es, las mujeres con una edad menor o igual a 19 años y a las de 35 y más años, comparadas con el grupo de 20 a 34 años, quienes repr esentan un gr upo de menor ries go. Se define c omo “r ies go os btétr ico” aquellos cas os que r equieren dec isiones dif íciles y en los que no es extr año que la ev olución fetal o materna s ea desfavorable44. As í, se han creado tablas de potencia que as ignan una puntuac ión arbitrar ia a cada fac tor de ries go. Por ejemplo, en una de ellas, el factor de ries go de edad menor o igual a 19 años está calific ado con una potencia (odds ratio) de 1,245. La importancia de establecer apr iorísticamente este tipo de estándares radica en que con base en ellos se des arrolla el diagnóstic o, y a s u v ez, la eventual terapia, buscando un tipo de as istencia es pec ial y más intens a, y con ello minimiz ar los efec tos negativos sobr e el pr oces o ges tac ional 46. Los factores de r iesgo son establecidos a partir de estudios retros pectivos r ealizados sobre una poblac ión deter minada. 39 MONTE RROSA , Álv aro , Op Cit. BO JANINI, Juan Fernando y GÓME Z, Jo aquín Guillermo , “Resultados obstétricos y perinatales en adolescent es” en: Revista Colombian a de Obstetri cia y Ginecología, vol. 55, No. 2, 2004. 41 Dentro de los riesgos también es frecuente incluir al aborto en condiciones insegu ras. Véas e ZA MU DIO , Lucero, RU BIA NO, Norma, W ARTEN BERG, Lu cy, El aborto inducido en Colombia: Características demográficas y socio culturales, Cu adernos del CIDS, Serie I (3), Centro de Investigaciones sobre la Din ámi ca Social , Universidad Externado de Colo mbi a, Bogotá D .C., 1999 . Este texto mostró que la incidenci a del abo rto en las jóv enes s e h a venido duplicando entre g eneracion es. 42 PRIETO DE SOSA, Rosa, Salud integral del adolescente, Centro Paraguayo de Estudios de Población (CEPEP), Asunción , 1993. p . 264 . 43 GABBE, Stev en, NIE BYL, Jenni fer, SIMPSON, Joe Leigh, Obstetricia, To mo 1, MARBAN , Madrid , 2004 (edición en español de Obstetrics: Normal and Problem Pregnancies ). P. 143 . 44 CA BERO RO URA, Lluis, Riesgo elevado obstétrico, Masson S.A , Barcelona, 1996. p. 3. 45 Ibíd.., p. 4. 46 Ibíd.., p. 3. 40 16 La relación empíric a que tiende ha establecerse entre la edad del embaraz o y los r iegos para la salud que s upuestamente implic a, ha sido sufic iente para justificar que esta asociac ión se consider e c omo una norma, hasta el gr ado de que, por definic ión, c ualquier embaraz o en mujer es menores de 19 años es cons ider ado por el sistema de salud c omo un embar azo de ries go 47. De esta forma, el saber médic o implementó una nueva c otidianidad en los cuer pos que se encargó de identific ar a los indiv iduos según sus condic io nes: edad, estado civil, clas e s oc ial, género. Los indiv iduos s e deben c omportar de acuerdo con lo que le indique su condición, en es te c as o su edad, ya que de lo c ontrar io se conv ertir án en “ anormales”. Se ha creado entonces una r egla según la cual el embarazo no debe oc urrir antes de cier ta edad por r azones biomédicas 48. Las intenciones del discurso médic o frente al embar azo adolescente no se han detendido frente al tema de las consecuenc ias médic as y riesgos obs tétric os. Han ido más allá. Se ha comprendido al embar azo adolescente como uno de los fenómenos que jus tif ic an la mortalidad mater na y neonatal. Se ha enfatizado en la idea de que las adolescentes pres entan may or inc idencia de complicaciones médic as que involucr an tanto a la madre como al niño y que ponen en r ies go sus vidas. La muerte materna se define como la muerte de una mujer dur ante el embaraz o o dentro de los 42 días s iguientes a la ter minac ión del embar azo por c ualquier caus a relacionada o agrav ada por el embarazo, sin tener en cuenta su duración 49. Así, es muy c omún encontrar afirmaciones en texto médicos como “ las mujer es también muer en por tener embarazos y partos estando muy jóvenes” 50, “la pr obabil idad de morir por eventos relacionados c on la r eproducción es dos v eces may or cuando la adolesc ente está entr e los 15 y 19 años, pero es s eis v eces may or cuando es menor de 15 años” 51, y “el rec ié n nacido de una madre adolesc ente tiene mayor 47 STE RN , Claudio, GARCIA Elizabeth, “ Hacia un nu evo en foque en el campo d el embarazo adolescent e” en S exualidad y salud reproductiva: avan ces y retos para la investigación , STERN, Claudio, FIGUE ROA, Ju an Guillermo (cod ), Colegio de México , México D.F., 2001. p .334. 48 Ibíd., p . 334 . 49 Family Care International – FCI. Fichas informativas sobre s alud sexu al y reproductiva, 2000. 50 COOK Rebecca, DICKENS Bernard, FATHAL A Mah moud . Salud Reproductiva y Derechos Humanos: Int egración d e la medicina, la ética y el Derecho. O xfo rd University. Traducción al español Profamilia. Bogotá D.C.: 2004. p. 401. 51 BO JANINI, Juan Fernando y G ÓMEZ, Joaquín Guillermo , Op Cit., p.115. 17 riesgo de morir en el primer año” 52. También s e ha llegado a conc luir que la princ ipal causa de defunción a esc ala mundial entr e las jóv enes de 15 a 19 años es el embarazo adolesc ente53. Este tipo de afir maciones evidencian c ómo a trav és de ciertos discursos, el poder ha llegado a inc orpor arse hasta en las conductas más tenues e indiv iduales. En un manual sobre sex ualidad para adolesc entes s e lee: “…hemos rec ogido los temores más frecuentes que las jóvenes ex per imentan:…miedo al s ufrimiento del parto y miedo a mor ir dur ante el parto o después” 54. En una inv estigac ión que buscó indagar por la maternidad adolescente desde la pers pectiva de sus pr otagonistas, las entrevistadas manifestaron s u inquietud por la salud de su hijo por nacer . Sin embargo, también desde el saber médico se han realiz ado v arios es tudios que no han corr obor ado la idea del embaraz o adolescente como un fenómeno generador de complicac iones médic as, y en ese s entido como un riesgo obstétric o. Desde finales de los años 70 exis ten investigaciones inter nacionales 55 y nacionales que ev idenciar on que los r iesgos de s alud para la madr e adolesc ente y el hijo se originaban en parte en la falta de c uidados médic os o al descuido de la propia salud, no er an res ultado de la edad de las madr es en sí mis mas 56.Un sector de la liter atura médic a deter minó que las adolesc entes atendidas en progr amas espec iales, con un buen contr ol prenatal desde el c omienz o del embar azo, pr esentan resultados perinatales iguales o 52 Ibíd., p . 117 . POPLINE, World Population News Service. Edición 2003 sobre el Estado de la Población Mundial. Vol 25, Instituto para la Población. 54 EL E SPECTADO R, PRO FAMILIA, Sexo para Adolescentes , Bogotá D .C. 2006. p. 79. 55 Ver literatura internacion al: Baldwin, W . y V. Cain (1980), “ The children o f teenage parents”, Fa mily Planning Perspectives , vol. 12, Nº 1; Gri ffiths, John (1977), “ Reducing the medical risk of teen age pregnan cy”, Sexual Medicine Today (1990); Hollingsworth, D.R., J.M. Kot chen y M.E. Felice (1982 ), “ Impact o f gyn ecological age on outcome o f adol escent pregnancy”, Premature adolescent pregnancy and parenthood , Elizabeth McAnarney (ed.), Nuev a York, Grune & Stratton; Makinson, C. (1985), “ The health consequ ences o f teen age fertility”, Family Planning P erspectives , vol. 17 , Nº 3; McAn arney, Elizabeth y otros (1978), “ Obstetric, neonatal , and psychological outcome of pregn ant adolescents”, Pediatrics , vol. 61, Nº 2; Menk en, J. (1980), “ The health and d emog raphic cons equences of adol escent pregnan cy and childbearing”, Adolescent pregnancy and childbearing: findings from research , C. Chilman (ed .), Washington, D.C., Dep artamento d e Salud y Servicios Hu manos; Zu ckerman, B (1983 ), “ Neonatal outcome: in adolescent pregnancy a risk factor?” Pedriatrics, Vol 74 No. 4 489 – 494 USA; Perkins, E. (1988) “ Intensive care in adolescent pregnancy” Obstetrics and Gynecology No. 52 No. 2 179 – 188 U SA; entre otros. 56 PAN TELIDE S, Edith y M.S, Cerrutti, “ Conducta reprodu ctiva y embarazo en la adolescenci a”, Cuaderno del CENEP, Nº 47, Centro d e Estudios d e Población/ Fondo de las Naciones Unidas p ara la In fan cia (CENEP/UNICEF), Bu enos Aires, 1992, p. 9. 53 18 mejor es que los de las mujeres a más edad 57. Así, hay literatur a médica que demuestr a los benefic ios de un adecuado control prenatal 58. Es ex tensa la literatur a que ha señalado que muc has de las dific ultades que se menc ionan como propias o debidas a la corta de edad de las madres gestantes tienen más la c ualidad de mitos que se han ido r epitiendo a lo lar go de los años sin demostr ar su ver ac idad 59. Por ejemplo, las c ausas que prov ocan una estr echez en la pelvis son pr opias de la infancia y s e pr esentar án a los largo de toda la v ida, es decir , que afectar án a es a mujer c ualquiera sea la edad en la que quede en embar azo 60. Por lo tanto, han concluido que la edad en s í, no es la respons able de las c omplic aciones 61. Esto ser ía coher ente: s i la mujer adquier e la madur ez reproductiva al fin aliz ar la pubertad ¿por qué v a estar capac it ada para embaraz ars e, pero no para par ir?62 Otra parte de la liter atur a médica se ha inc linado en señalar que si bien un número importante de investigac iones, incluso recientes, enfatiz an sobr e las dificultades y r iesgos que afronta la gestante adolescente y s u hijo, la mayoría de ellas enfocan a las adolescentes como un gr upo homogéneo de ries go y no distinguen entre las diferentes edades mater nas 63 . As í, los autores médicos se han preguntado s i hay razones par a sostener que un embar azo entr e los 15 y 19 años de edad debe constituirse nec esariamente un ries go par a la s alud de la madr e y el niño, y han concluido de nuevo que en condic iones adecuadas de nutric ión, salud y atención prenatal, un embar az o y parto a los 16, 17, 18 o 19 no conlleva mayor es ries gos para la salud mater na y neonatal64. Es ta secc ión de la liter atura también ha r esaltado que la escas a ocurrencia del embaraz o en 57 COLL, Ana, “E mbarazo en la adolescencia: ¿Cuál es el problema?” en Adolescen cia y Juventud en América Latina, Libro universitario regional, Editorial Tecnológica, Costa Rica, 2001. p. 426. 58 COLL, Ana, “Embarazo y p arto en la adoles cenci a” en “ Adolescencia, Familia y Drogadi cción”. FALCE, Germán Osvaldo (ed), Buenos Aires, 1998 . p. 99. 59 LAWLOR, D, SHAW , M, “ Too much too young? Teenage pregnancy is not a public health problem”, en International Jou rnal o f Epidemiology, vol. 31. No. 3. 2003. p.. 552 - 553. 60 CO LL, Ana. Op . Cit, p. 428. 61 Revista colo mbina d e obstetri cia y ginecología: El embarazo en la adolescente es siempre de alto riesgo, embarazo en adolescentes de 11 a 15 años. 62 CO LL, Ana. Op . Cit, p. 427. 63 MA NO TAS, Rafael, CAICED O José, OSORIO, César, G ÓME Z, Luz E, “ El neonato de madre adolescent e. Estudio co mparativo” en Iatreia, Vo. 10 , No. 1, 1997. p. 19. 64 STE RN, Cl audio, “ El embarazo en la adolescencia co mo probl ema público: un a visión crítica” en Salud Pública Méx, Vol . 39 , No. 2 , Cuernavaca, 1997. 19 edades muy tempr anas no tiene c ompar ación con la cantidad de embar azo reportados entr e los 15 y 19 años de edad 65. Por otra parte, una secc ión de la liter atur a médica se ha inc linado en s eñalar que la asoc iación hecha entr e la edad y los efectos en la salud s e debilitan si se toman en cuenta las c ondiciones económicas de las madr es adolescentes. Estudios r ealiz ados s obr e poblac ión adolesc ente embarazada han s eñalado que el embaraz o adolesc ente tiende a concentr arse en los grupos más pobres de la población, que presentan condic iones inadecuadas de salu d y nutr ición66. Así han conc luido que los riesgos obstétr icos y la mortalidad materna y neonatal es una cons ecuencia de la des igualdad s ocial y de la pobr eza en la que se encuentr an ciertos s ectores poblacionales. A lgunos autores han adic ionado a las condiciones económicas, los c ontextos soc iales, c ultur ales y familiares que también pueden llegar a influir negativamente s obre la s alud de las madr es adolesc entes. A niv el nac ional, var ios estudios analíticos que inv estigar on la exis tencia de asoc iación entr e la edad y los efectos adv ersos s obr e la madr e y el rec ién nacido en las adolesc entes embar azadas han c orr oborado la inex istencia de algunas complicac iones. Un es tudio67 conc luy ó que ser adolescente es un factor pr otector para la ter minación del parto por ces ár ea y par a des arrollar preec lamps ia, ya que la inc idencia de estas dos situaciones es baja; y frente a la oc urr enc ia de r upturas pr ematuras de me mbr anas no encontr ó dif erenc ias sustanc iales entre el gr upo de adolesc entes y de adultas 68. Otr os estudio señaló que las hemorr agias de tercer tr imestr e, la diabetes gestacional, la pres encia de enfer medades en el r ecién nacido, par to pr ematuro y la muer te de los r ecién nacidos antes de ser dados de alta, ocurr e más en las mujeres adultas que en adolesc entes 69. Otr o es tudio cuando observ ó las complicaciones del parto y analiz ó los par ámetr os de trabajo pr olongado, despr oporc ión céfalo – pélvica, hemorragia post parto y parto en pelv is; y en 65 STE RN , Claudio, GA RCIA Elizab eth, Op Cit., p.335 . Ibíd.., p. 335. 67 AMAYA , Jairo, BORRERO, Claudia y UCRÓS, Santiago , Op Cit. 68 Ibíd., p . 220 . 69 BO JANINI, Juan Fernando y G ÓMEZ, Joaquín Guillermo , Op Cit. 66 20 cuanto a las complic aciones del neonato analiz ó los parámetr os de prematur idad, síndrome de dificultad respiratoria, infección y hemorragia cerebral, en ambos c asos no se encontr ó diferenc ia estadís tic amente significativa entre las mujer es adultas y las adolescentes 70. Una inv estigac ión realizada sobr e los factores as ociados a la mortalidad materna, confir mó que las adolesc entes no se compor taron como un grupo de alto r iesgo para complicaciones en el embarazo, par to y puer per io. También s e ha afir mado que en las adolesc entes , aún menores de 15 años no es obligator io r ealizar cesár ea 71. Es pos ible que inmediatamente se da la pubertad se presenten cambios en la c ultura pélvic a c on una preparac ión tempr ana par a permitir una gestación y par to pr ecoz. La pelvis de la adolescente suele tener carac ter ísticas parec idas a la de la mujer adulta 72. Fr ente al factor nutr icional también existen investigaciones que han enc ontrado que las adolescentes, a pesar de v ivir en condiciones su- o´ptimas en una comunidad depr imida, no pres entan evidencia de des nutr ición significante, como tampoc o en el pr oducto de la gestación73. Y as í, existen otr o tipo innumerable de inves tigaciones nacionales e inter nac ionales . 2.2 ¿LA EPIDEM IA DEL EM BARAZO ADO LESCENTE? Una mirada desde la demografía y la economía. La estadística como una estrategia de la biopolítica. Cómo se menc ionó, par a que los es tados moder nos se constituyan como tales, es fundamental gober nar la vida. A hor a bien, para lograr esto último, es v it al contabiliz ar, clasificar, agrupar y especificar en for ma cuantitativ a o c ausal a sus habitantes. Es to le per mite al estado moder no dos ganancias: intervenir y normaliz ar los comportamientos de los individuos, e impar tir un disc urso frente 70 LÓPEZ, Luis Vicente y SÁN CHE Z, Jacinto, “ Parto en la adoles cente” en: Revista Colo mbi ana d e Obstetricia y Ginecología, vol. 44, No. 2, 1993. p. 136. 71 Algunos autores justifican la menor ocurren cia de cesáreas en las madres adolescentes por el meno r peso de sus recién nacidos. (revista colombian a de ginecología. Resultados obstétri cos y perinat ales. 72 MONTE RROSA, Álvaro y ARIAS, Merizalde, “Partos vaginales y operación cesárea en adolescentes ” en: Revista Colo mbi ana de Obstetricia y Ginecología, vol. 50 , No . 2 , 1999 . 73 REINA , Julio César; De OROZCO, Betty; DUFOUR, Darna y SPURR, Gerald , “ Adolescentes y embarazo: salud y nutri ción” en: Revista Colo mbiana de Obstetricia y Ginecología, vol. 51 , No. 2000. 21 a la sex ualidad no solamente de moralidad, sino de r acionalid ad74. La poblac ión es el concepto creado par a ejec utar éste objetivo. Uno de los pr imeros mecanis mos instaurados por la biopolítica apunta al establecimiento de pr evisiones, estimaciones , estadísticas y medidas dirigidas a una población global. No s e toma al individuo en detalle. Por el c ontr ario, se actúa por medio de mec anismos generales, para obtener es tados totales de equilibrio y r egularidad75. Se trata de “ una tecnología centrada s obre la v ida, que r ecoge efectos masivos pr opios de una población específ ica y tr ata de controlar la ser ie de acontec imientos aleatorios que se producen en una masa viviente” 76. La generac ión del concepto de población como una entidad natural, introduce la idea abs trac ta de que la vida es un objeto abierto a la medición, c onteo, adminis trac ión y control neutr al a través de las herr amientas que brindan ciertas disc iplinas , como s i se tr atar a de una v ariable endógena77. No obstante, tan pr onto los datos de P=Población, s on tras la dados al c ontexto de la ciencia pura o insertados en modelos de políticas públicas, “ P” adquier e vida pr opia. “ P” deja de reflejar únicamente una c lase de entidades ar bitr ariamente elegidas. “ P” ahora s e r efiere a la c apacidad de contabilizar pers onas r eales y se conv ier te en P=mujer, P=niño, P= adolesc ente embar az ada, y hasta los encuestador es de censos en el sujeto de una or ación cuyo predicado otorgan a “población” la analogía de la reali dad. Las poblaciones se reproduc en, crecen, cons umen, c ontaminan, produc en, neces itan y tienen derec hos . Las poblaciones se convierten en objetos sobr e los cuales s e puede actuar, objetos que por el bien común, demandan c ontr ol 78. Debido a que la población es un c onc epto político y económico, no se puede aprehender por medio de los sentidos, raz ón por la c ual es necesar ia la creac ión de unas var iables acordadas que den c uenta de c iertos proc es os de la 74 FO UCA UL T, Op Cit., p. 24. FO UCA UL T, Gen ealogía del racis mo, Op Cit., p. 255. 76 Ibíd.., p. 258. 77 DUDEN, Bárbara, “Población”, en Diccion ario del Desarrollo: Una guía del conoci miento co mo poder, SACHS W (ed ), Perú , p .236. 78 Ibíd.., p. 236. 75 22 población, c omo s u tamaño, proyecciones, ritmos y estr ucturas a trav és del uso de deter minadas categorías. De esta for ma, s urgen la es tadís tic a y la demografía como saber es expertos. De ésta última se nos enseña que es “ la cienc ia enc argada del estudio de todo lo r elac ionado c on la poblac ión” . La primera se convirtió en una disciplina autónoma dentro de la matemátic a: “Su ter minología rigur osa dev ino en extr aña al discurs o ordinar io” 79. El contenido de dic has c ategor ías ha v ariado según el gr ado de curios idad de los Estados Moder nos respecto a las poblaciones administr adas. Inicialmente los c ens os de poblac ión o empadronamientos se loc aliz ar on en las bases familiares e in dividuales de los impuestos y en la idea s imple del númer o de habitantes que oc upan un terr it orio. Luego, la pr evis ión de la ev oluc ión numérica de la población y de s u c ompos ición s e amplió y s e dio paso a cues tiones que antes no habían sido tenidas en cuenta. As í se c onvierte en un detallado y complejo balanc e del estado y de las tendenc ias de variación de una poblac ión, consideradas en su contexto s oc ial y material: viv ienda, empleo, movilidad, estado civ il, nivel cultur al, pertenenc ia a una c olectiv idad, s ituac ión económica, poses ión y us o del capital, fertilidad, mortalidad, mor bilidad, natalidad, migración80. Las noc iones que subyac en a las categor ías que interpelan a la poblac ión no son simplemente una descripc ión neutral, objetiv a e incauta de las carac ter ísticas , tendencias y pr oyecciones de una poblac ión. La existencia de dichas v ariables ev idencia una jerar quía de los inter eses y prior idades estatales sobr e el control de s us habitantes. La cr eac ión de instituciones especialmente encar gadas de hac er seguimiento a deter minadas v ar iables, la tr ansfor mac ión misma de los s aber es y pr ofesiones encar gadas de calc ular las y la mutac ión de las nociones sobr e los c uales s e fundamentan los var iables, así lo c orroboran. El desarrollo de los conceptos sobr e los c uales s e sustentan las v ariables permite hac er un rastreo a la idea mis ma de poblac ión, y por ese c amino, evidenc iar modif ic aciones en los interes es públic os dónde s e enfoc an las 79 80 Ibíd.., p. 239. GEO RGE , Pierre, Población y Poblamiento, Ediciones Península, Barcelona, 1974. p. 9 – 10. 23 polític as públic as y los pr ogr amas s oc iales, los c uales s e constituy en en for mas de gober nar. Desde los saberes expertos de la demografía81 y la ec onomía también se ha contribuido a s eñalar al embaraz o adolesc ente c omo un pr oblema. En pr imer lugar, s e ha indicado que el embar az o adolesc ente es un fenómeno que se ha incrementado. Si bien entre los años s etenta y mediados de los ochenta se observ ó un desc ens o de la fecundidad adolescente en el país, de acuer do c on las Encuestas Nac ionales de Demogr af ía y Salud ( ENDS) realizadas por Profamilia, se tiene que: La fecundidad adolesc ente en Colombia marcó una dis minución importante en al década de los ochentas. Dur ante el quinquenio 1985 – 1990 el porcentaje de adolescentes embaraz adas de 15 a 19 años que ya son madres pas ó de 14% a 10%. No obstante, es ta inclinac ión no s e mantuv o en la s iguiente déc ada, y entre 1990 y 2000, la tasa de fecundidad adolescente aumentó del 10 % al 15%. De igual for ma la última ENDS señaló que en el 2005 el 16% de las adolesc entes y a eran madres 82. Adic ionalmente, s e ha as oc iado el embarazo adolescente con el alto crecimiento de la poblac ión. Se ha dicho que el aumento de la fec undidad adolesc ente frente a la disminuc ión de la fec undidad total, hace que la primera contribuya c ada vez más a la segunda, lo c ual implic a que la maternidad a edades tempr anas es tá aportando al aumento de la poblac ión de una for ma significativa. De esta for ma, s i bien hace 30 años la tas a de fec undidad 81 Por este campo del conoci mi ento se entiend e al “estudio estadístico y matemático d el tamaño , co mposición y distribución en el espacio de las poblaciones hu manas, y de los cambios producidos en estos aspectos a trav és del tiempo y po r la acción d e cin co procesos: la fecundidad , la mo rtalidad el matri monio, la mig ración y la movilidad social. Si bien se mantiene un análisis descriptivo y comparativo continuo de las tendencias, en cad a uno de estos procesos y en su resultado neto, el objetivo a largo plazo consiste en elaborar un a teo ría qu e explique los aconteci mientos establecidos y comparados”. Ver PRESSER, Harriet B, NU ÑE Z, Rosamaría, “Demog rafí a, feminis mo y el nexo entre ciencia y política” en Revista Mexicana d e So ciología, Universidad Nacional Autóno ma de Méxi co, vol. 62, No. 1 , México D.F., 2000. p. 6. También es i mportante aclarar que me refiero a la demografía co mo un saber “ científico”, co mo así fue definido po r sus principales participantes , pero también entiendo a la demog rafí a co mo un sab er “ político” por su fin alidad de la eugen esia con el obj etivo de “ mejora la calidad”. 82 CUESTA, Laura, Núñez, Jairo , E fectos de algunos Factores Demog ráfi cos sobre el Bienestar de las Madres y sus hijos en Colo mbia: Estudio a p ro fundidad de la EN DS 2005 , PROFAMILIA, Bogotá D.C, 2006. p . 7 24 adolesc ente apor taba el 7% de la fecundidad total, en 1990 aporta el 12% y en el 2005 el 19%83. Si se observa c uidadosamente la tasa de fer tilidad adolesc ente, por cada año, ya no por rangos de años, se encuentr a que la preocupac ión por el “aumento” más que un ar gumento s e ha c onver tido en un discurso recurr ente 84. En los años en los que no se ev idencia un aumento en las cifras, la liter atura médica, demográfic a, ec onómica y ps icológica sigue incorporando este argumento. Por ejemplo, justo cuando las estadísticas lo mostr aban c omo un suc eso menos ocurr ente, en la déc ada de los noventa - “ya 1990 la ENDS r eporta un desc enso para este gr upo de edad de 70 mil” 85 - se evidenc ia un fuer te impulso de publicac ión de documentos pr eoc upados por el fenómeno del embar azo adolesc ente, en dónde s e incor pora la idea de aumento: “ 1995: Los analis tas nacionales de pr oblemas s ociales v en con pr eoc upación la cada v ez más temprana iniciación sex ual de las adolesc entes y el poco descens o de la fecundidad en este grupo de la población86”; “1994: Los embarazos en las adolesc entes ha aumentado notablemente en épocas r ecientes”; “ 1988: pes e a la dis minuc ión de la tasa, el número de nac imientos oc urr idos entre las adolesc entes subió de unos 123.000 en 1973 a 127.000 en 198687”. Esto recuerda que en el inglés or dinar io el tér mino “poblac ión” ev oca imágenes de una explos ión, pr inc ipalmente de la gente no educ ada del Terc er Mundo. Población también evoc a ir a por la procr eación irr espons able y la insuficiente financ iac ión de los progr amas de c ontr ol de la natalidad 88. Por otro lado, s in apartarnos de la observac ión detallada de las c ifras en los años y no a nivel de rangos o periodos largos, y teniendo en c uenta que a pesar de que en Colombia la tas a global de fec undidad ha dis minuido sustanc ialmente en los últimos 30 años, se ha ar gumentado que el aumento de 83 FLO RE Z, Carmen Elisa, SOTO, Victoria, Salud sexual y reproductiva de las adolescent es. Fondo d e Población de l as Naciones Unidas (UN FPA), Bogotá D.C. 2006. p. 5. 84 STE RN , Claudio, GA RCIA Elizab eth, Op Cit., p.332 . 85 FLO RE Z, Carmen Elisa, SOTO, Op. Cit. 27. 86 PRADA SALAS, Elen a, FLO REZ, Carmen Elisa, MÉNDEZ, Regina, Violencia sexual y embarazo no deseado en la adolescencia: estudio exploratorio para la ciudad de Bogotá D .C, Facultad de Econo mía CEDE , Universidad de los Andes , Bogotá D.C., 1995. p . 2. 87 Adolescentes de hoy , p adres del mañan a 46 . 88 DU DEN, Bárbara, Op Cit., p . 236 . 25 la tasa de fecundad juvenil plantea un retr oc eso social, s e podr ía pr eguntar si ello ¿es una tendenc ia a largo plazo? ¿es un fenómeno reciente? O por el contrario ¿llev a gestándos e durante un tiempo? 89. Teniendo en cuenta lo anter ior, inv estigac iones de la misma disciplina han concluido que a pes ar de la existenc ia de var ios estudios empír icos sobr e el tema de la fec undidad adolesc ente, aún no se c uentan con r azones sólid as que den c uenta del aumento de la tas a de fec undid ad adolesc ente90. Ahor a, s i se asume que los datos pueden evidenc iar un aumento de la fecundidad adolescente dur ante la última década, de acuer do c on la mis ma evidenc ia disponible, no se podría señalar que la fecundidad en Colombia es más frecuente que hace cincuenta o treinta años. También es poc o pr obable que la fecundad adolesc ente vuelva a tener las mis mas proporciones que tuvo a inicios del s iglo. No obstante, estadístic a y demográfic amente el embar azo adolesc ente sigue siendo señalado como un problema. En s egundo lugar , los economis tas , para definir al embaraz o adolesc ente c omo un problema soc ial y justificar la acción pública sobre el mismo, lo han carac ter izado como un mecanismo tr ansmis or de pobr eza a nivel inter generacional. Es to se or igina en la discusión entr e la r elac ión causal existente entre demograf ía y pobreza: ¿Es la pobreza la que causa r esultados demográfic os negativ os? o ¿son los resultados demogr áfic os negativ os los que caus an la pobrez a? Debido a que no hay unidad en la r espuesta a és tas preguntas, se ha argumentado que dic ha r elación puede s er circ ular y los resultados de uno y otr o c oncepto s e pr ofundizan entre sí par a generar tr ampas de pobr eza 91. Por un lado, la pobr eza res tringe el acceso al sistema educativo, obstaculiza el uso de métodos de planific ac ión y aceler a el comienzo de las relac iones sex uales y la pr imera unión, cons ider ados determinantes pr óx imos de la fecundidad adolescente 92. Por otr o lado, la decisión de s er madre 89 BA RRERA, Felipe, HIG UERA, Lucas, Embarazo y fecundidad adolescente, Docu mento d e Trabajo , Fedes arrollo, Bogotá D.C. 2004. p. 3. 90 Ibidem p ag 21 . 91 PROFA MILIA, Efectos de algunos Fa ctores Demográficos sobre el Bienestar de las Madres y sus hijos en Colombia: Estudio a profundidad de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, Bogotá D.C. 2005, p. 3. 92 Ibíd., p . 3 26 adolesc ente gener a des erción esc olar, desacumulac ión de capit al humano, restr icciones a la participación labor al y límites en la gener ación de ingr esos del hogar c ons tituido por la adolesc ente, situaciones que causan pobrez a93. De cara a la anterior situac ión, las familias quedan enganchadas generac ión tras generac ión en un c írculo vic ios o que contr arrestra s us esfuerz os por super ar la situac ión ec onómic a adv ers a. La c onceptualización de la tasa de fertilidad adolesc ente y sus factores deter minantes con base en el supuesto del problema c omo gener ador de pobr eza, se constituy en en v ariables que jus tific an la tar ea del Estado Moderno de diseñar políticas públicas y c analizar r ecursos destinados a programas dir igidos a la atenc ió n en salud y educ ación de los jóvenes y adolescentes. El Estado como un todo obs erv a una modific ac ión notable en su estr uctura demográfic a: el grupo “jóvenes con hijos” es uno de alta inc id encia en pobreza, y por lo tanto un objeto prior it ar io de las polític as soc iales del país 94. Se crea as í la necesidad de c omprender a las adolescentes como un grupo especial en las polític as de salud, educación y panific ación familiar. Adic ionalmente, la conc eptualizac ión de la variable de tasa de fec undad adolesc ente contr ibuy e a car acteriz ar la categoría de sujeto de “adolesc ente embaraza” , y con bas e en s u noción, arriesga un pronóstico s obr e la calidad de vida de la madre adolesc ente y de su descendenc ia. La embaraz ada adolesc ente se pr esenta como un individuo en el c ual, el inicio pr ecoz de su sexuali dad, la lleva constituirse en un sujeto sin educación, desempleada, con propens ión a tener muc hos hijos, sin ingr esos y por lo tanto pobre; y su desc endencia se v e avoc ada a réplic ar la condición de bajos ingres os de sus progenitores. Acá también es importante mencionar que las pos iciones de los economis tas no s on homogéneas . Un sector de la literatur a 95 indic a que dicha ev idencia 93 Ibíd., p . 3 BA RRE RA, Felipe, HIGUERA, Lucas, Op. Cit , p . 3 . 95 LUKER, K., (1997), “ Dubious conceptions”, The politics. Cambridg e y Londres, H arv ard University Press, 1997; GE RONIMUS, A .T. y S. KO REN MA N, “The socioecono mic consequ ences o f teen childbearing reconsidered”, en Quarterly Journal of Economics , vol. 107, Nº 4, 1992,; STE RN, Claudio , 94 27 puede s er leída en forma inversa: es la pobrez a la que per petúa s ituaciones que llev an al embaraz o en la adolesc enc ia. En otr as palabras, las condiciones socio ec onómicas pr eexistentes jus tific arán porqué unas adolescentes se conv ierten en madr e y otr as no 96. En algunos países deber ía c onsiderarse que el contexto de pobreza y de falta de oportunidades es “caus a” del embar azo temprano y de s us consec uenc ias negativ as, y no al revés” 97. También, investigadores escépticos con los nuev os consensos, r econoc en que sin bien existen desv entajas entr e las adolesc entes madr es en comparac ión que otr as que no lo s on per o es tán en igual c ondición económic a, este efecto, al menos al lar go plazo, es mucho menos importante de lo que tradic ionalmente s e había pensado. El tercer lugar , se mencionan c ons ecuenc ias demográficas al considerar que la iniciación sexual temprana implica un per iodo de exposición al ries go de embarazo más prolongado y una may or posibilidad de tener hijos a menor de edad, y c omo c ons ec uencia de ello, las familias pueden s er más numeros as y se acor ta el tiempo entre las generaciones. 2.3 El surgimiento de la categoría “adolescente” : un sujeto en transición: el lugar de las políticas públicas de salud sexual y reproduct iva de los adolescentes. El conc epto y categor ía s oc ial “ adolescencia” c orres ponde a una c ons trucc ión social, histórica, cultural y relac ional, que a tr avés de los diversos pr oc esos histór icos ha ido adquir ie ndo alcances y li mitac iones diferentes 98. Conc eptualmente, la adolesc encia se configura como un espac io de inter és a partir del cr uce de dos campos de conocimiento: la psiquiatría infantil y la psicología evolutiva o del desarrollo. La primer a se or igina en los trabajos de “ El embarazo en la adolescencia como probl ema público: una visión crítica”, Salud Pública de México, vol. 39, Nº 2. 1997. 96 PAN TELIDE S, Edith y M.S, Cerrutti. Op. Cit. p . 12 . 97 STE RN , Claudio, GA RCIA Elizab eth, Op Cit., p.337 . 98 DÁVILA LE ÓN , Oscar, “ Adolescencia y juventud: de las nociones a los abordajes”, en Revista Últi ma Década, Centro de Investigación y Di fusión Poblacional de Achup allas, No . 21, Valparaíso, 2004 . En: http://www.scielo.cl/pd f/udecada/v12n21/art04.pd f. p. 86. 28 Sigmund Freud, quien hacia 1905 con su publicac ión “ Tres ensayos s obr e la sexuali dad” , llamó la atención sobr e aquella etapa vital al car acteriz ar la c omo una fac eta des tinada a completar el desarrollo psic osexual del niño 99. La segunda centr a su foco en el desarrollo y crecimiento de los indiv iduos a tr avés de las distintas etapas de la vida y a partir de allí, busca c ompr ender la manera en que las personas perciben, entienden y actúan en el mundo y cómo esas perc epciones van cambiando de ac uer do c on la edad. Esta contr ibuy ó a cr ear y llenar de c ontenido c ategor ías como la infancia, la puber tad, la adolescencia (temprana, media, tar día), la adultez y la vejez y a seguir su es tudio evolutivo en los distintos periodos del ciclo vital. El psic ólogo nor teamericano Stanley Hall, con la public ación en 1904 de un tr atado s obr e la adolescencia marc ó un momento fundacional en el estudio de la adolesc enc ia ya que influy ó para que la adolescencia s e convir tier a un en capítulo independiente de estudio dentro de la ps icología evolutiv a100. Para Hall, la adolesc encia esta definida como : “una edad es peci almente dramática y torm entosa en l a que se pr oducen innumer ables tensiones, con i nestabilidad, entusiasmo y pasi ón, en l a que el joven se enc uentra di vidi do entr e tendencias opuestas…”. El es tablec imiento de par ámetr os par a comprender a la adolescenc ia a partir de estos dos saberes es tá asociado dir ectamente con la idea que desde la psicología s e hace del embar azo adolesc ente. Se c onsidera al embar azo adolesc ente c omo una interrupción o demora en el des arrollo personal del adolesc ente 101. Sobr e esta bas e, s e acepta que la adolesc enc ia más que una etapa estabiliz ada es un proc eso y des arr ollo” 102, y en ese marco, el embaraz o adolesc ente se pr esenta como “ un riesgo ev olutivo” 103, ya que el adolesc ent e “no sólo debe enfrentar el mundo de los adultos par a lo cual no está prepar ada, 99 TE JEIRO L ÓPE Z, Carlos Enrique, Teoría general de niñez y adoles cencia, Universidad de los And es (Facultad d e D erecho), Bogotá D .C., 2005. p. 97. 100 Ibid., p . 87 . 101 SOBRE VILLA, Luis A ., CÁCE RES, Carlos F., S exualidad humana: manual para educadores y profesionales de la salud, Instituto de Estudios de Población. Li ma, 2002 .p. 131. 102 ABE RASTURY, Arminda, KN OBEL , Mauricio , La adolescencia normal : un enfoque psicoanalítico, Paidós Educador, Madrid, 1989, p. 9 103 PAPALIA, Dian e, Psi cología del desarrollo: de la infancia a la adolescencia . Mcgraw- Hill, Bogotá D.C., 2001, p. 306 . 29 sino que además debe des prenderse de su mundo infantil en el cual y con el cual v iv ía c ómoda y placenter amente” 104. Con fundamento en lo anterior , las acc iones que desde un punto de vista analítico y de política pública se han desarrollado par a fomentar la salud sex ual y reproductiva de los adolescentes, se han basado en deter minadas ideas de lo que es un adolesc ente. La primer a imagen que s urge cuando se habla de adolesc encia tiene que v er con un estado de incompletud e inexpertic ia105. El discurso hegemónico descr ibe a los adolesc entes c omo pers onas c arentes de algo, en metamorfosis , haciendo de la adolescencia una etapa de paso que se carac ter iza por la bús queda de res puestas y for mac ión de una id entidad. Se ha dicho as í que dur ante la adolescencia tienen lugar tres desarrollos (biológico, psicológico, c ognitivo / emocional) : “ el des arrollo biológico pr ogr esa de la apar ición inicial de las car acterís ticas s ex uales s ecundarias a la madurez sexual; los pr oces os psic ológic os y cognitiv os y los patr ones emoc ionales se desarrollan dejando de ser los pr opios de un niño y pasando a ser los de un adulto; ocurre una transición del es tado total de dependenc ia s ocioeconómic a a uno de r elativa independencia” 106 El entender al sujeto “adolescente” como un individuo en défic it ha marc ado las pautas de intervención de las políticas públicas y pr ivadas a favor de acciones encaminadas a br indar herramientas de las que se suponen los adolescentes carec en. Por ello, la may or parte de polít ic as de intervención en lo que atañe al sujeto adolesc ente, s e enfocan en la idea de la “ pr evenc ión” de aquellas situac iones que pueden poner en riesgo s u desarr ollo, esto es embar azo adolesc ente, y trans mis ión de enfer medades de tr ans mis ión sexual 107. 104 ABERA STU RY , Armind a, KNOBEL , Mauricio, Op . Cit. p. 10. RIVE RA A MA RILLO, Claudi a Patricia, “Mesa 3. Jóven es y sexu alidad” en Saber es, culturas y derechos s exuales en Colombia, VIVE ROS VIGOYA, Mara (ed.), Tercer Mundo Editores, CLAM (Cent ro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Hu manos, Universid ad Nacional de Colo mbia (Facultad d e Ciencias Hu manas, Centro de Estudios CE S), Bogotá D.C., 2006 . p. 522. 106 COOK Rebecca, DICKEN S Bernard, FATH ALA Mah moud . Salud Reproductiva y Derechos Humanos: Int egración d e la medicina, la ética y el Derecho. O xfo rd University. Traducción al español Profamilia. Bogotá D.C.: 2004, p. 271. 107 Especí ficamente el gobierno , a través del Ministerio de Protección Social, ha establecido varios convenios con el UNFPA (siglas en inglés del Fondo d e Población de las N aciones Unid as) para desarrollar proyectos de prevención en salud sexual y reproductiva en varias regiones del país. Además el Ministerio de Protección Social , junto con instituciones no gubernamental es desarrolla campañ as para la 105 30 También, dentr o de los diseños de las polític as, s e encuentran estrategias para el cuidado de la pr opia s exualidad que parten del autoconocimiento del s í 108. Esto par a per mitir le al adolescente construir por él mismo c onceptos de los cuales se c ons ider an que está des provisto. En otro nivel, c uando se trata de la atenc ión de madres y padr es adolesc entes, se basan en la idea de “sujetos incompletos a c ar go de otros sujetos incompletos”109. En s egundo lugar, ex iste una insistencia en la educ ac ión de los adolescentes para la formac ión de indiv id uos res ponsables. En ese s entido, se les enseña a los adolesc entes que la s ex ualidad es algo s erio, que tiene que se manejada con madurez y r esponsabilidad 110. Una s egunda imagen de la adolesc encia frente a la sexualid ad y reproducc ión tiene que ver c on la idea de que s us comportamientos s ex uales son amenazantes y riesgosos.111 . Se asume al adolescente c omo un tr ans gresor de nor mas soc ia les, y s u sex ualidad s e entiende “anor mal”. La es trategia desplegada en materia de polític a pública para r es ponder esta imagen se fundamenta en la res puesta que los adultos as umen frente a las actuaciones riesgosas que pueden tomar s us hijos. Ellos v en como única alternativ a la confianza en sus hijos . De ahí que exis tan polític as enfocadas en fortalecer los lazos de unión entre padres e hijos, como una forma de evitar los “típicos” problemas adolesc entes . Por último, otr o de las concepc iones tiene que ver reducción del emb arazo adolescente a través d e co merci ales de televisión, radio y materi al pro mocional de derechos sexu ales y reproductivos. 108 Ejemplo de esto son las acciones recient es adelantadas por el gobierno en materia de edu cación en salud sexual , en marcad as en la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994), la cual indica puntual mente en uno de sus objetivos el “ desarrollar una san a sexualidad y pro mov er el cono ci mi ento de sí mismo y la autoesti ma, la construcción de la identidad sexual dentro del respeto de la equidad de los sexos, la afectividad, el respeto muto y preparars e para una vida familiar armónica y responsabl e” (artículo 23, literal e). 109 Tal es el caso del programa PAMA (Programa de aten ción a madres y pad res adoles centes) desarrollado po r Pro familia. Su objetivo es o frecer atención integral a las adolescentes embarazadas o lactantes, a sus parejas y a sus familias; que se encuentran ante una gestación prematura y, en muchos casos, no plan eada. El programa facilita el proceso de ad aptación de la adolescente y de las personas que la rodean y ayuda a prevenir un segundo e inmedi ato embarazo. Para ello el programa tiene cuatro co mpon entes: médico, educativo, psicológico y socio familiar. Ver http://www.pro familia.o rg.co/jovenes/002_servicios/04pama.ht m 110 Un ejemplo concreto de la idea d e “responsabilidad” fue la camp aña d esarrollada por la Gobernación de Cundinamarca: “ sexo con seso”, la cual va dirigida a jóvenes de 12 a 25 años, quienes voluntariamente participan en t alleres de capacitación y sensibilización. 111 RIVERA A MARILLO, Op Cit., p . 523 . 31 con aquel pos tulado s egún el cual los adolescentes frec uentemente tienen a articular la sex ualidad y la utiliz ación del cuer po sex uado a la reproducción 112. En r azón a esto gran parte de la tarea de las ins tituciones pr ivadas y públicas pres tadoras de servicios de salid han enfocado sus esfuerzos a desgenitalizar la sex ualidad adolescente. 2.4 Querida Adolescente: “Ser madre requiere también una preparación social y emocional”: UNA MIRADA DES DE LA PSICOLOGÍA. En términos gener ales, s e asume a la ps icología como aquella disc iplina que realiza un estudio científic o de la c onducta y la experiencia, de c ómo los s eres humanos , s ienten, piens an y c onoc en, y ela bora pautas para su comprens ión. Así, la psic ología pretende construir el dominio de las subjetiv idades, as ociada a la idea de indiv iduo que demanda el estado moder no. La ps ic ología se ve condenada a ser un disc urs o sobre el sujeto y de la misma for ma, a legitimar un discurso sobre los sujetos 113. Los derr oter os de la psic ología han variado de acuer do c on los inter es es que privilegie el estado moder no par a gobernar la v ida. En los in ic ios del s iglo XX, se c arac ter izó por el interés fundamental del estado de aumentar las tasas de fecundidad, par a así avanz ar en el des arr ollo y pr ogres o del país ; y por la importancia de la idea de cuer po y salud fís ica 114. En ese momento, l a psicología se consideró una herramienta de la medic in a. Luego, desde mediados del s iglo XX, cuando el estado moderno empieza a priv ilegiar otro tipo de valores , como la salud mental, emocional y espir itual 115, la ps ic ología toma fuerz a como un saber experto que contribuy e a la nor malización de los comportamientos humanos. Se pr oduc e entonces una ebullic ión de escuelas, de espec ialidades y la propagac ión de la presencia de la psic ología. La sociedad entera se halla psicologiz ada. 112 Ibíd.., p. 527. BLAN CO Trejo, FLorentino. (2002). “Psicología: la subjetividad disciplinada. En El cultivo de la mente. Un ensayo histórico-crítico sobre la cultura Psicológica. Madrid: Antonio Mach ado. 114 PEDRA ZA GÓMEZ, Zandra, Op . Cit, p . 151. 115 Ibíd., p . 305 . 113 32 Se asume una fuerte influencia de la mente en el desarr ollo de los s eres humanos . Se dice que el des af ío y la r esponsabilidad actual r adic a en “educar a los jóv enes de hoy, adult os del mañana en el uso y la atenc ión adecuado de sus cuer pos y mentes”. Como c ons ec uenc ia , al panorama de salud biológica y fisiológic a se agregó la s alu d mental como elemento. En 1996, la Organizac ión Mundial de la Salud definió s alud como el estado de completo bienestar f ísico, mental y soc ial, y no s olamente la ausenc ia de afecc iones o enfer medades 116. Como es de suponer, a partir de la psic ología también se ha contribuido a justificar al embaraz o adolesc ente como un pr oblema. Se compr ende a la adolesc ente como un individuo sin preparac ión ps icológica, espir itual ni emoc ional para ser madr e. Así por ejemplo, un manual le indic a al adolescente: “Piensa que la función de los padr es no es únic amente cuidar físicamente un bebé. Ser madr e o madr e es hacerse r esponsable de atender las necesidades físicas y emocionales de otr o ser humano que depende de uno para sobrevi vir”117. De esta for ma, a par tir de las transformaciones en el conc epto de salu d, la psicología des arr olló la idea de que la mujer par a s er madr e, además de estar preparada fis iológic amente (c omo lo difundió el disc urso médico) y materialmente (como lo hicieron los demógrafos y economistas), requiere una preparac ión mental y emocional. Además implica tiempo, amor y compr omiso. En es e sentido, la ps icología c ontribuye al establecimiento de nuev os objetos sociales : madurez emocional, crec imiento psicoafectivo, es tabilidad emocional, felicidad 118, autoestima, pr oy ecto de v ida, entre otros. Elementos por supuest o ausentes en las adolescentes. El saber psicológico pres enta la imagen de la adolescente embaraz ada c omo una persona en cr isis, estr esada, triste, deprimida, agobiada por la incertidumbr e de su futuro, culpable, miedos a de contar le a sus padres, con 116 http://www.who.int/governance/eb/who_constitution_sp.pdf RE STREPO, An a Eugenia, RUIZ, Adolfo , “El embarazo: un tema para p ensar”, en S er adolescente: decisiones y sexualidad, Editorial Universidad d e Antioquia, Medellín, 1995, p . 34 . 117 118 CA DENA, Ana María, “Proyecto sociopolíticos, poblaciones y familias: de las políticas de higiene al control a través del afecto. Colo mbia 1900-1999”. Docu mento d el Centro d e Estudios Sociocultural es e Internacionales , universidad d e los Andes, Bogotá D.C. 2004. p. 28. 33 temores sobre su integr idad al momento del par to, con baja autoestima y desv alor izada personalmente. “ Des de el punto de v ista de la adolesc ente, que transita por el difíc il c amino de s er mujer, atrav iesa por su pr imera crisis: el embarazo y lo asume como un evento traumátic o e ines perado”119. “La joven s e ve enfrentada a una sobrecar ga emoc ional, debido a que debe conc iliar dos etapas de su vida: su propia adolescencia y la demanda que le exige la maternidad, en una edad en que todav ía no está madur a ps íquica, emoc ional ni socialmente” 120. También los ps icólogos señalan que hay que tener en cuent a que “ el r iesgo del suicidio entr e las madres adolescentes es mucho más alto que en el ámbito de la población en general”. A in icios del siglo XX, cuando el Estado priv ilegiaba c omo inter és el aumento de la población, se par tía solamente del dato bio lógic o de la capacidad procr eador a de la mujer , y por mucho se apoy aba en la idea de que “cada niño trae su pan bajo el braz o” y en la noc ión del “instituto mater nal”. Ahor a se requieren más capacidades par a ser madr e. Se hac e por ejemplo un fuerte énfas is en los contr oles prenatales por parte de los médicos, y en lo importante que es la preparación emocional para llevar un embar azo feliz y tr anquil o, porque de lo c ontrario ello quedará r eflejado en el r ecién nacido121. De igual for ma, la ps icología c ontribuye a incluir dentr o del panor ama de la adolesc ente, la idea del “ embar azo deseado 122”, adecuado a las proyecciones 119 MONTE RROSA , Álv aro , Op Cit. p. 7. TOLED O, Virginia, LUENG O, Xi mena, COBO S, Lucía, Adoles cencia: tiempo de decisiones . Manual para trabajo con adolescentes. Edicion es Publicación técnicas, Centro d e Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral d el Adolescente (CEMERA), Facultad de Medicina – Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1998. p. 129. 120 121 CA DEN A, Ana María, “Proyecto sociopolíticos, poblaciones y familias: de las políticas de higiene al control a través del afecto. Colo mbia 1900-1999”, Op . Cit, p. 34. 122 Son abund antes las investigaciones psicosocial es desarrolladas con el fin d e cu estionar la id ea d el embarazo adolescente co mo “no deseado ”, a partir de la pregunta ¿Por qué los adoles centes de una co munidad det ermin ada se embarazan y tienen hijo? Las respuestas han sido varias y están atrav esadas por cat egorías d e género , cl ase social, nivel de escolaridad. Las justi ficaciones qu e buscan validar la maternidad a edades tempranas son: la idea de qu e la menor di ferencia d e ed ad entre pad res e hijos hará que las relaciones sean menos di fíciles; la posibilidad de mostrarse co mo individuos autónomos, maduros e incluso adultos; el cumpli miento del ideal socio cultural; situación que les brinda reconoci mi ento, poder y prestigio; necesidad de “ sentar cabeza” y asu mir responsabilidad es; opción de tener un hijo de la persona qu e aman; posibilidad de salir de hog ar (pa) materno. ( Ver: SÁNCHEZ BUITRAGO , Marcel a, Poder de n egociación sexual en la adolescen cia. Profamilia, Espacio Libre, Vol . 1, No. 8 , Bogotá D.C., 2004). 34 de su v ida, y a las circunstanc ias económic as y s ociales que la rodean. La figur a del hijo deseado expr esa la noc ió n de que tener un hijo es una responsabilidad grande que amerita una pr ofunda reflex ión. Se le dice a la adolesc ente: “ El embaraz o, un tema para pensar” 123. Se inv it a a la adolesc ent e a reflexionar s obre la idea de ser madr e: “ ¿Cr ees que este es el momento más adec uado para ser madr e? ¿Crees que c uentas c on las condiciones bás icas de estabili dad afectiv a y económica r equeridas ? ¿Realmente des eas c orrer riesgos que pueden tener cambios tan gr andes y signific ativos en tu educac ión, en tu salud, tu carr er a y tu vida adulta?” 124. La fuerz a que toma la idea del hijo deseado s e afia nza por los mis mos discursos ps ic ológicos y médicos que señalan las c onsec uencias que a largo plaz o traer ía el nacimiento de un hijo no deseado. En ese s entido, indican: “ No existe ninguna duda, por numer osas inv estigac iones realizadas, que la evolución del per iodo infantil (hasta 1 año) del niño nacido de madre adolesc ente frecuentemente se halla perturbada por la inc apacidad psic ológica de la madr e jov en, lo que deter mina a la larga una mayor morbilidad infantil” 125. Además, los psicólogos hacen pr edicciones r especto al tipo de familia que tendr ía la adolesc ente si se lanza a un matr imonio apr esur ado: “por des gr acia, este tipo de matrimonios tie nen muchas pr obabilidades en ter minar en divorcio o abandono de familia” o “es posible que en la familia se pr esenten conflic tos familiares, mar gin aliz ación, amplio númer o de hijos, violenc ia o alcoholis mo de uno de los padres , y pr esenc ia de padr astr o” 126. También los ps ic ólogos s eñalan los riesgos psic osociales que pueden pres entar los hijos de las madres adolescentes por su carác ter indeseado: “pobr e r endimiento escolar, abus o f ísic o, negligencia, delincuencia, ilegitimidad, abandono, inseguridad, res entimiento”127 “este niño ser á de mala calidad, segur amente tr abajar á en la calle” 128 “no hay planes para es te niño que pas ó 123 RE STREPO, Ana Eugenia, RU IZ, Adol fo , Op. Cit. p. 34. Ibíd, p. 37. 125 PRIETO DE SOSA, Rosa, Salud integral del adolescente, Op. Cit, p. 257 . 126 Ibíd., p . 289 . 127 Ibíd., p . 289 . 128 Ibíd., p . 293 . 124 35 meses escondido sin contr ol pr enatal” 129, “los hijos de madres adolescentes obtienen peor es resultados en los test de inteligenc ia y tienen más pr oblemas de c onducta”130. Acá una vez más, la psicología se esfuerza en demostrar cómo estas subjetiv idades y familias anor males son el resultado del poco desarrollo psicológico de la adolesc ente: “en este r etrato ps icomotor, participan las c ondiciones ps icos oc iales postnatales que rodean a la adolesc ente, quien conc iente o inconscientemente, lo manifies ta c on falta de cariño, atención y hasta maltr ato al niño” 131, “esta adolescente está transitando por su pr opi o proc eso de cambio y de madurac ión, y poco pude atender las neces idades psicológicas de su hijo”132. Lo anterior también tiene or igen en la extr ema valor ación médica de la sexuali dad. De ahí la idea médic a s egún la c ual c uando la s exualidad es indisciplinada e irregular, tiene efectos a nivel de la poblac ión. Se pr esume que el desv iado tendrá una descendencia perturbada, por gener aciones y generac iones. En la medida que la sex ualidad c onstituye el núc leo de la degener ación, r epr es enta el punto de artic ulación de lo regulador , del cuer po y la población. Así, se entiende por qué y en qué forma dos s aberes ex per tos como la medic ina y la ps ic ología, s on elementos de extr ema r elev ancia133. El énfas is que la psic ología implantó en la noc ión de pr epar ac ión ps íquic a y social de la mater nidad, dio lugar al es tablecimiento de un modelo biopsicos ocial para la reducción de la mor bilidad y mortalidad materna en Colombia. Lo anter ior fue el r esult ado de una inv estigac ión 134 auspic iada por e l Minister io de Salud. Una vez el Ministerio revis ó los resultados exitosos de la aplicación de la mis ma, as umió aplicar la intervenc ión biopsic osocial c omo modelo nac ional135. También algunas EPS dec idier on implementar el model o 129 130 Ibíd., p . 294 . PAPALIA, Dian e, Op. Cit ., p. 306. 131 PRIETO DE SOSA, Rosa, Salud integral del adolescente, Op. Cit, p. 294 . Ibíd., p . 294 . 133 FO UCA UL T, Genealogía del racis mo , Op Cit., p. 261. 134 Aplicación de un modelo biopsicosocial p ara la reducción d e la Morbilidad y Mortalidad Materna y Perinatal en Colo mbia. (República de Colo mbia, Ministerio de Salud, Julián H errera, Cali 1997, Universidad del Valle. 135 Norma Técnica para la d etección temprana de alteracion es del embarazo, 2000. 132 36 biopsicos ocial par a c ontribuir a la disminuc ió n de las tas as de mortalidad materna y per inatal. 37 3. LOS DERECHOS SEX UALES Y REPRODUCTIV OS COM O DISCURSO. Los der echos humanos pueden ser abordados desde diferentes ejes analític os. Este capítulo intenta pensar a los derechos humanos, y es pec íf icamente a los derec hos s exuales y reproductivos, como una herr amienta discurs iv a que permite el empoderamiento de c ier tos gr upos poblac iones, en contex tos histór icos específic os. Con esto en mente, la intención es dar cuenta de los derec hos s exuales y repr oductiv os como un elemento que moldea, influencia, controla y des arrolla la prác tica soc ia l, y en su camino actúa como un agente creador de identidades. 3.1. Hacia la institucionaliz ación de los DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS: ¿De políticas demográficas a derechos humanos? ¿De derechos implícitamente reconocidos a derechos nombrados? Cuando se habla de der echos sexuales y repr oductiv os, s e señalan dos gr upos de c láus ulas facultativ as interc onectadas. Pr imero, s e dic e que compr enden aquellos der ec hos humanos ya cons agr ados en instr umentos internac ionales aprobados en instancias de las Nac iones Unidas 136. En ese sentido, los derec hos s exuales y repr oductiv os se enc uentr an en la Declaración Universal de Der echos Humanos y los Pactos Inter nacionales de Derechos Civiles y Políticos y de Derec hos Ec onómicos Sociales y Cultur ales , entre otros , los cuales expr esan los derec hos inalienables de los individuos, marc an límites a la actuación del Estado, y definen mecanismos para garantiz ar su cumplimiento y defensa. En s egundo lugar, se habla de un grupo de der echos en desarrollo y de reconocimiento reciente, s urgidos de las complejas negociaciones entre difer entes fuerzas sociales y saber es expertos, que tuvier on lu gar en las Conferencias Inter nac ionales, c onvoc adas por la Organiz ac ión de Naciones Unidas sobr e temas de desarrollo, poblac ión, der ec hos humanos y mujer. 136 Plataforma de Acción de Beijing, p. 95. 38 Siguiendo la s egunda línea, en una primer a instancia, los antec edentes formales de los derechos reproductivos se encuentran en debates inter nacionales, dónde pr edominar on las pos iciones neomalthus ianas sobre la neces id ad de la injer encia del estado par a contr olar el crecimiento demogr áfico en los países poco desarrollados, y hubo una ausenc ia total de las espec if icidades y nec es idades particulares de gr upos poblacionales como las mujer es. Aquí s obres ale la Asamblea Gener al de las Naciones Unidas llev ada a cabo en 1966 en dónde se ex presó que: “ El tamaño de la familia debe s er la libre opci ón de l a familia” 137. Años más tar de, el debate internac ional empiez a a cobr ar complejidad al reconocers e explícitamente las fac ultades de los individuos frente a la repr oducción, bajo la denotac ión de “derechos humanos”. Es ta afir mac ión inicial fue formulada en: La Confer encia Internacional de Derec hos Humanos de Teher án (1968), en dónde se dijo: “Los padr es tienen el Der echo Hum ano fundamental de determinar libremente el númer o y espaciami ento de sus hijos ”138; La Confer enc ia Mundial de Poblac ión de Buc arest (1974), en dónde se r eafir mó el der echo a la decisión repr oductiv a y se amplió para incluir a las parejas y a los indiv iduos; y La Confer encia Inter nacional de Población de Méxic o (1984) , en la c ual se ins istió en la idea de la planificación familiar c omo un derecho humano de todas las par ejas e individuos. Una variante de este derec ho fue r econoc ida en la Convención par a la Eli minación de todas las formas de discr iminación contr a la mujer ( CEDA W, por sus siglas en inglés) 139, la c ual otor ga a hombres y mujer es, el derec ho a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos y el intervalo entr e los nac imiento. El impac to de las políticas de poblac ión, cuya finalid ad principal en ese momento fue la reducción de la fec undidad, se r edujo al desarrollo de serv ic ios 137 ASAMBLEA GENE RAL DE LAS NA CIONE S UNIDAS, Resolución XXI (aprobad a durante el 21° periodo de sesiones ). 1966. 138 NACIONE S UNIDAS. Pro clamación d e la Con feren cia Intern acional de Derechos Hu manos en Teherán. Nu meral 16 . 1968. 139 Aprobada por la As amblea General de las Naciones Unidas en su resolución 34/180 de 18 de diciemb re d e 1979. En Colo mbia fue rati ficada e inco rporad a al ordenami ento jurídico interno mediante la Ley 51 de 1981. Est a fuente internacional es la que o frece el apoyo jurídico más fuerte al derecho a la autono mía rep roductiva. 39 de antic oncepc ión pr estados por agencias públic as o pr ivadas 140. Esto conllev ó a una medic aliz ación de las decisiones s obre la procreación, en un fortalecimiento de las inequidades de género y en una ausencia de la preoc upación por la autonomía de las mujer es y de los derec hos sobre sus cuer pos 141.142 Se dice que durante los años s etenta se acumular on evidenc ias sobr e abus os a los derechos a la libre pr ocreac ión de los in dividuos y las parejas 143. De esta forma, la acelerada dis minución del crec imient o demográfic o, demostr ó el éx ito de ésta campaña, y permitió abr ir la discus ión sobr e la sexualidad y los der echos indiv id uales en años poster ior es. Aquí es interesante pr eguntars e por las raz ones que llev aron a las mujer es a modificar s us hábitos reproductivos. A parentemente se trata de motiv aciones pers onales. En un contexto en el que no es s uficiente s atisfacer las neces id ades básic as par a considerar que una pers ona es feliz y en el que el contraste entr e viv ir y s obreviv ir se hace infranqueable, la pers pectiva de los individuos s e tr ansfor ma. No obstante, es pr ec iso s ituar las decisiones de los individuos en un es pacio social más amplio. Así, las ideas de calidad de vida y equidad que en es e momento regían el mundo s ocial llevó a un cambio en las mentalidades y expectativ as de los individuos 144. En un segundo momento, los antecedentes formales de los derechos s exuales y repr oductivos tienen or igen en dos fenómenos intermitentes, en dónde ahora 140 Evidencia d e esto fu e la creación de Pro familia en 1965, como una entidad privada encargad a de apoyar los esfu erzos estatales en l a reducción del creci miento poblacional; y la adopción o ficial dos años más t arde por parte del Ministerio d e Salud de programas la plani ficación dentro de los servicios de atención materno in fantil. En ese marco, “ el número de mujeres qu e usaba píldoras anticon ceptivas pasó de 30.000 en 1964 a 400.000 dos años más tard e” ( Cfr. PEDRA ZA G ÓMEZ, Zandra, El Cuerpo y alma: Visiones del progreso y de la felicidad. Universidad de los Andes (Departamento de Antropología), Bogotá D.C., 1999 . p .158). 141 SZASZ, Ivonn e, “ Los Derechos Sexuales: una refl exión emergent e en el debat e sobre ética y demog rafí a” en: Estudios Demográficos y Urbanos , Colegio de México, No. 057, México D.F., 2004, p. 287. 142 Otros sectores cuestionaron a las políticas de población co mo metas d emog ráfi cas trazad as por los estados, po r consid erar que éstas eran un a ofensa contra la soberanía n acional , pu esto que detrás de los mismos d escansaban las imposi ciones de los bancos prestat arios norteameri canos qu e exigían a cambio, la redu cción de las tasas d e n atalidad. 143 DE BA RBIE RI, Teresita, “Derechos Reproductivos y Sexu ales. Encru cijada en tiempos distintos” en: Revista Mexican a de Sociología, Universidad Autóno ma d e México , vol. 62 , No . 1, Mexico D .F., 2000. p. 50. Ejemplos de estos abusos fueron: métodos hormon ales recetados sin una valoración míni ma del estado de salud de las usu arias , colocación de dispositivos intrauterinos (DIU) y esterilizaciones definitivas sin el consenti mi ento in fo rmado de l a usuaria, entre otros . 144 CADEN A, Ana Marí a, Op. Cit, p . 69. 40 se va a ubic ar el debate en torno al crec imiento poblacional. Por un lado, el renac er de los grupos feministas y por la s alud de las mujer es, lo cual dio lugar a un movimiento que se denominó “ por los der echos reproducti vos de las mujer es” 145. A comienzos de la década de los ochentas en una reunión de mujer es r ealizada en Ams ter dan se constituy ó la Red Mundial por los Derec hos Repr oducti vos. Mientr as, en América Latina se cr eó la Red de Salud de las mujer es en Am érica Lati na y el Caribe. Esta Red vió la nec esidad de cr ear redes r egionales c on el fin de facilitar las acc iones y la informac ión, lo c ual dio origen a la Red Colombiana de Mujer es por los Derec hos Sex ual es y Repr oducti vos en el mes de noviembr e de 1993 146. Estos movimientos siguieron dos líneas de actuación147: una, enc aminada a explorar los pr ocesos de s alud / enfer medad femeninos, la creación de servicios de salud repr oduc tiv a y sex ual y el diseño y des arrollo sobr e el tema en instituciones públic as y priv adas; y otr a, que se encar gó de dar cuer po jur ídic o a la expr esión “ derechos r epr oductiv os”. Por otro lado, en la década de los noventa, se replanteó la discusión al cues tionar la prior izac ión de los pr incipios abstr actos de los natalistas sobr e el bienestar general, s in tomar en cons ider ación las nec esidades de los individuos. Es cuando entonces se reubic a el foco de atención en los derec hos individuales. Los movimientos feministas y defensores de los derec hos humanos localizar on los tér minos de la discusión en el campo de los derec hos humanos , al artic ular el número y momento de las procreaciones c omo un derec ho irrenunciable de las personas: a c ada indiv iduo le corr esponde la decis ión sobre tener o no desc endencia y en qué momento 148. La sexualidad y repr oducción s e conv irtier on en debates públicos articulados a la reivindicac ión de la autonomía y la igualdad en las relac iones entr e géner os. 145 DE BA RBIE RI, Op . Cit, p . 51 . Revista Pro familia, vol 9 , no . 21, junio 1993. 147 DE BA RBIE RI, Op . Cit, p . 51 . 148 En este punto, los movi mientos ecólogos y ecologistas t ambi én tien en su cuota d e participación. Un cruce de estos movi mi entos con las feministas remite a dos reunion es: la Cu mbre de la Tierra en 1992, dónde las mujeres plantearon que “nuestros cuerpos son nuestro pri mer ambiente”; y a la Con feren cia de las Naciones Unidas sobre Medio A mbiente y Desarrollo en 1992 (Rio de Janeiro), dónde se reiteró el derecho a d ecidir el número e intervalo de los hijos e hijas. 146 41 Ahor a bien, para compr ender cómo comenzar on a aparec er los derec hos repr oduc tiv os y en menor medida los der echos s exuales 149 en los documentos inter nacionales de los nov enta, es r elev ante entender v ar ios frentes 150. Pr imero, c onocer la distr ibuc ión inter na del movimiento feminista inter nacional 151, sus alcances par a la r econc eptualizac ión teórica, la táctic a y estr ategia des arr ollada por este movimiento, y s us negoc iac iones c on los sectores neomalthusianos . Segundo, compr ender que el enfoque controlacionista promovido por los demógrafos de cor te neomalthusiano, fue prev alente a lo largo del siglo XX, en el dis eño de políticas de población y retomado por los líder es guber namentales de los países pobr es en los ochenta y noventa, c uando ac tiv amente procur aron disminuir la poblac ió n y establecier on metas al res pecto. Y, terc ero, percatars e de la imper iosa neces id ad de las ins tanc ias que defendían la planificación familiar, de buscar apoy o de las feministas para s ustentar s us pr opuestas en un marco de derec hos humanos. Estos fenómenos dier on lugar a la celebrac ión de tres conferenc ias inter nacionales que c ontribuyer on a dar c ontenido a los derechos sex uales y repr oduc tiv os. Estas fueron: La Conferencia Mundial de Der echos Humanos, celebrada en 1993 en el marco de la Organiz ac ión de las Naciones Unidas en Viena (Austr ia) 152; la Confer enci a Inter nacional sobr e Población y Desarr oll o 153, 149 Una interes ante crítica frente a la concep ción de d erechos hu manos, en relación con la sexualidad abordan Sonia Corrêa y Richard Parker. Sostien en que el cru ce entre estos dos aspectos genera un entramado de teorías que di fieren en aspectos crucial es. Mi entras los derechos humanos , en la medida que privilegian las estructuras normativas para au ment ar la libertad e igualdad , intentan cu mplir las pro mesas de la ilustración para co mpletar el proyecto moderno; las teorías contemporán eas sobre la sexualidad son en fáticamente críticas de los discursos normativos en sus distintas manifestaciones , entre ellas, la jurídica. Ver: CORRÊA , Sonia, PARKER, Richard, “ Sexualidad , Derechos Humanos y Pensamiento Demog ráfi co. Convergenci as y divergen cias en un mundo cambi ante” en: Estudios Demográficos y Urbanos, Colegio de México, No. 057, México D.F., 2004. p. 514. 150 ORTIZ ARTEAGA , Adrian a, “Elementos y obstáculos a tomar en cuenta en la conceptualización y apropiación de los D erechos Sexu ales y Reproductivos” en: Estudios Demográficos y Urb anos, Colegio de México , No. 057, México D.F., 2004. p. 611. 151 Esto permitió que a lo largo de la década de los noventa, el movi miento feminista transitara por el camino de la globalización, y a que l as ONG que actuab an sobretodo en N ew Yo rk, log raron aliars e con las feministas del sur y de ese modo , articularon alianzas relev antes en las que se conjugaron insu mos conceptuales y finan cieros. 152 En esta con ferencia los estados reconocieron sobre la b ase d e iguald ad entre hombres y mujeres, “el derecho de la mujer a ten er acceso a una aten ción de salud adecuada y a la más amplia gama d e servi cios de plani ficación familiar”. 153 Esta con ferenci a incluyó una defini ción explícita de salud y derechos reprodu ctivos en el capítulo VII del Programa de Acción de la Conferencia, la cu al contribuyó a institucionalizar los derechos 42 realizada en el año de 1994 en El Cair o ( Egipto) y la Conferencia Mundial s obre la Mujer 154, llevada a c abo en 1995 en Beijing ( China) 155. Los documentos originados en estas confer encias coinc idieron en inc luir un c apítulo entero relac ionado con la equidad de género e igualdad y empoderamiento de las mujer es, en los cuales se insistió en afir mar que los derechos de las mujeres son par te integrante de los der ec hos humanos , y en rechaz ar la idea de la reducción de la fer tilidad c omo un argumento utilitario pr ovenie nte de los natalistas, sino por el c ontrar io como una manifes tac ión de la emanc ipac ión femenina y de la equidad entre géneros 156. De esta forma, la producc ión discursiva de entes internac io nales, espec ialmente los pertenecientes a las Naciones Unidas, oc upan un lugar centr al en la pr omulgac ión de afir maciones relativ as a la s exualidad y r eproducc ión de los individuos, bajo la fór mula de “der echos” . Si bien en el Cair o los estados acor dar on que el progres o y la protecc ión de los derec hos humanos de las mujer es debían ocupar el lugar centr al de los esfuerzos realiz ados par a abor dar las c ues tiones de poblac ión y des arr ollo, sus reprodu ctivos, dándoles el siguiente alcance: “Los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos ya recono cidos en documentos nacionales e internacionales de derechos humanos, entre ellos: el derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número y el espaciamiento de los hijos y a disponer de la información, la edu cación y los medios para ello; el derecho a alcanzar el mas elevado nivel de salud sexual y reproductiva; el derecho a adoptar decisiones sobre la reprodu cción sin sufrir discriminación co erción ni violencia ”. 154 Esta conferencia le dio un tímido contenido a la catego ría “derechos sexuales”, así: “ Los derechos sexuales inclu yen el derecho humano de la mujer a tener control respecto de su s exualidad, in cluida su salud sexual y reprodu ctiva y a d ecidir libre y responsablemente respecto de esas cuestiones , sin verse sujeta a la coerción , la discriminación y la violen cia”. 155 Estas reuniones dieron co mo resultado los siguientes documentos: el Plan de Acción de la Conferencia sobre Der echos Hu manos de Viena, el Programa de Acción de la Confer encia Mundial de Pobla ción y Desarrollo de El Cairo y la Plataforma de Acción de la Confer encia Mundial sobre la Mujer en Beijing. Lo dos últimos documentos fueron fortal ecidos con revisiones realizad as durant e los cinco años subsiguientes 1999 y 2000, respectivamente. El lugar común que desd e la crítica s e tiende a dar a los derechos sexuales y reproductivos tiene que v er con su estatus jurídico rel ativamente débil. Se dice que a pesar de la extensión de los docu mentos y la reiteración de sus enun ciados, los documentos emanados de las con ferencias internacional es no ostentan la categoría de “tratados de derecho internacion al”, pu esto que se tratan acuerdos sobre planes y plataformas de acción que no obligan a los estados signatarios. Estos documentos al indicar los comp ro misos de los Estados sobre las metas que fijarán y las medidas que to marán, actúan co mo so ft law, es decir, generadores de nuevo d erecho y fu entes h ermen éuticas . 156 Es profusa la literatura encamin ada a discutir los avances normativos, discu rsivos y prácticos alcan zados en estas Con ferencias, la cual s e ha incrementado en el escen ario post erior a El Cairo y Beijing. Aunque esto no es objeto de éste texto, es interesant e el señalamiento que hace Petchesky, según el cu al, p ese a su interés por los d erechos humanos , El Cairo y Beijing terminaron privilegiando la privatización, la refo rma del sector salud y los enfoqu es de mercado, pues los países pobres no fu eron capaces d e articul ar un a propuesta para oponerse al en foqu e de los países ricos y su co mp rensión de desarrollo. 43 progr amas y planes de acción s iguieron des arr ollando conceptos c omo el crecimiento, la es truc tur a y distr ibuc ión de la población, y el des arrollo sostenible. De es ta for ma, aunque la adopción del concepto de der ec hos sexuales y r eproductivos y de s alud s exual r epr oductiv a pr etendió oponers e a las polític as autoritar ias del c ontr ol demográfic o, no exc luy ó el r iesgo político de medidas de contr ol poblacional ajenos a los inter es es de las mujer es. La institucionalizac ión de es tos conceptos tr ajo c ons igo la utilizac ión de una nueva retórica y de un nuev o vocabular io por par te de todos los actor es implic ados en tratar el tradic ional tema de contr ol poblacional 157. Aunque los ar gumentos de los que promueven el control demográfic o, c ambian de acuerdo con los tiempos y las circ unstanc ias, de pala bras y de for mas, para ellos ‘la s oluc ión' siempre es la misma: más contr ol demográfic o. En es e s entido, la salud repr oductiv a y planificación familiar, no obstante estar bajo la categor ía de derec hos humanos, se s iguió abor dando bajo la mir ada en las políticas de contr ol de la población. Se dio lugar a una tr ansfor mac ión conv eniente de tér minos, hac ie ndo cas o a su car ga política, de “reducción de la fertilidad” s e paso a hablar de “ planif icac ión familiar”, de ésta se pas ó a “salud repr oduc tiv a” y de ésta a “derechos reproductiv os”. Los ac uer dos logr ados en los planes de acción de las c onfer encias realizadas en los 90, espec ialmente la del Cairo, reflejan una pos ición cuasifeminista frente a la reproducción y sexuali dad de las mujer es, y de igual for ma r etienen las dir ectr ices hegemónicas de instancias de producción discurs iva del s aber médico158 y demográfic o. El us o del lenguaje de los derec hos humanos para c ompr ender la s exualidad y repr oducción humanas, per mitió contar ahor a con un r eferente étic o, lógico y 157 VIVE ROS VIGOY A, Mara, GIL HERN ÁNDEZ, Franklin, “ De las desigualdades sociales a l as diferen cias cultural es. Género , “ raza” y etnicidad en la Salud Sexual y Rep roductiva en Colo mbi a” en Saberes, culturas y der echos sexuales en Colombia, VIVEROS VIGO YA, Mara (ed.), Tercer Mundo Editores, CLAM (Centro Latinoamericano en Sexu alidad y Derechos Hu manos , Universidad N acional de Colombia (Facultad de Cienci as Humanas, Centro de Estudios CE S), Bogotá D.C., 2006 . p . 90. 158 Una fo rma de eviden ciar esto es la con fusión aparente d e saberes en la qu e actual mente s e incurre al definir salud sexual y reprodu ctiva y derechos sexuales y rep roductivos. Ver la definición de salud sexual y reprodu ctiva que incorpo rada por Programa de Acción de la Conf erencia Mundial de Pobla ción y Desarrollo de El Cairo y la Política Nacional de Salud Sexu al y Reprodu ctiva adoptad a por el Ministerio de Protección Social en feb rero d e 2003. Se trata de defini ciones abigarrad as, repetitivas y en algunos mo mentos tautológicas. 44 polític amente c orr ecto, y as í pla ntear una aparente ruptur a c on el cálc ulo odioso de las políticas de población. La “sociedad de los derechos” per mitió situar la reproducción y sexualid ad femenina en un conjunto coher ente de enunciados y de práctic as rac ionales, neutrales y gar antes de libertad y progr eso humano. Esto coady udó a marcar una pauta más poder os a en el debate polític o159, de la que había r ealizado el saber demógr af o controlacionista, el cual s e estaba v ie ndo ser iamente afec tado con la creciente amenaza prov eniente de los grupos fundamentalistas y conservador es, 160 y por el r econocimiento de las limitaciones inherentes al modelo de planificac ión basado exc lus ivamente en la distribución de antic onceptiv os. El poder de los derec hos humanos, más allá del que irradia c ualquier saber experto, descansa en haberse c onv ertido en el r eferente por excelenc ia de valores c omo la justic ia, igualdad, equidad y univers alidad 161. 159 JA RAMIL LO SIERRA, Isabel Cristina, “ Instrucciones p ara salir del discu rso de los d erechos” en La crítica de los derechos, BROWN, Wendy , WILLIA MS, Patricia, JA RAMILLO SIERRA, Isab el Cristina, Siglo del Homb re Editores, Universidad d e los Andes, Instituto Pensar, Bogotá D.C., 2003. p. 22. 160 PETCHESKY, Rosalinda Pollack , “From Population Control to Rep roductive Rights. Feminist Fault Lines”, en Rep roductive Health Matters, Vo. 3 No. 6, 1995, p. 53 . La pérdida de prot agonis mo de ciertas instancias de plani fi cación familiar, finan ciadas po r Estados Unidos ( que fu e el p aís que durante las décad as de los ses enta, setenta y ochenta canalizó fondos haci a la plani fi cación familiar) tiene orig en en los gobiernos conservadores de ese país, en cabezados por Reagan y luego por Bush (pad re e hijo), quienes dejaron de considerar que la plani fi cación familiar era su princip al instru mento d e policía ext erior, pues asumieron que el d esarrollo económi co era “ el problema” y el creci miento d e la población de era un si mpl e sínto ma. Aquí también es preciso situar el origen de la llamada “ ley mordaza” (Gag Rule). 161 Es interesante observ ar cómo el asu mir a la reproducción y a la sexualidad , co mo campos d e los derechos hu manos , también h a i mplicado una manera d e co mp render a la ciudad anía. Los movimi entos feministas , sobre todo los de tercer mundo, en la últi ma década han insistido en l a idea de los derechos sexuales y rep roductivos co mo un catalógo de libertades que distintos grupos pueden argumentar para poder afirmar sus d emandas de iguald ad respecto al ejercicio d e su ciudadaní a. Con ello se sugiere una redefini ción del conjunto de vinculacion es entre el/la ciudadana, el Estado y el orden social; y la ampliación de l as di mensiones a partir de las cuales s e co mprende a la ciud adanía, no sólo los aspectos civiles y políticas, sino también lo social. Por ello, referi rse a las especi ficidades de la historia del feminis mo latinoamericano , obliga a localizar la problemática de la sexualidad en el ámbito de la construcción de la ciud adanía. Ver: O RTIZ A RTEAGA, Adriana, “ Elementos y obstáculos a tomar en cuenta en la conceptualización y apropiación de los Derechos Sexu ales y Reproductivos” en: Estudios Demog ráfi cos y Urbanos , Colegio de México, No . 057, México D .F., 2004; MARQUES – PERE IRA, Bérengére, Los Der echos Reproductivos como derechos de la ciudadanía, texto que p resentó como ponencia en el XX Congreso Latinoamericano d e So ciología, Méxi co D.F. 1995; MEER, Shami m, SE VE R, Ch arlie, Un nu evo marco para la ciudadanía. En: http://www.bridge.ids.ac.uk/Do cs/En-Brev eCitizenship.doc.; MACHICAO BARBERY, Xi mena, Entre sexuales y r eproductivos: los derechos, un ejercicio de ciudadanía. Cuadernos Mujer y Salud/7, Desafíos y Tareas Pendientes , México D.C. En: http://www.convencion .org.uy/menu8 -067.ht m; CORRÊA, Soni a, “ Los Derechos sexuales y reprodu ctivos en la arena pública” en Apo rtes al debate: Campañ a por la defensa de la salud rep roductiva en Uruguay , Uruguay , 2003; PIMENTEL, Sonia, D erechos reproductivos: avan ces y nudos/retos. Fragmentos de reflexion es, Ponencia pres entada al III Semin ario Regional de CLA DE M – Derechos Reproductivos, Derechos Sexu ales, Derechos Hu manos, Lima, 2001 . Esta nueva comp resión d e la ciudadanía t ambién ha des encadenado dos p ropuestas por p arte de las feministas del sur: la dis cusión acerca de los derechos sexuales y rep roductivos como derechos d e cu arta g eneración de los derechos 45 De es ta for ma, la idea in ic ia l de r eproducción como un deber, s e c onv ierte en el ejerc icio de un der echo humano. As í, s e inc orpor a en los c uer pos y mentalidades de los individuos la idea del poder de dec isión, sumada a la premisa de que no hay que tomar decisiones que afecten negativ amente el bienestar fís ico, mental, s ocial y ec onómic o. A la lista de derechos humanos, se le inc luy e el derec ho a decidir el número de hijos y el es paciamiento entr e ellos. La s exualidad y r epr oducc ión s e c onciben ahor a como un aspecto de libre decis ión y como una cuestión de der ec hos humanos . En este campo, a los individuos no les inter esa las dimens iones poblacionales de su país , ni c ómo ello afecta el pr oducto in terno br uto (PIB) o la tas a de fecundidad total, ex isten condiciones incor poradas en la rutina e indiv idualidad de c ada persona que las lleva a actuar de una for ma determinada, y una de ellas es la idea de igualdad, justic ia y libertad. En r esumen, los individuos ahora moderan s u r eproducción y vigilan el us o de s u sex ualidad por que ello, además de generar bienestar en sus familias , y contr ibuir al pr ogr eso del es tado, implica el ejercicio de un derec ho. 3.2 LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIV OS Y LA POBLACIÓN ADOLESCENT E: su marco de refer encia y la centralidad del principio de la “autonomía”. La constr ucción del niño ( pr evia definición de la categoría “niño” 162 – todos los seres humanos menores de diecioc ho años de edad -) como individuo de inter és s uperior para la s oc iedad reposa en la idea de ser sujeto de der echos. La r enov ada v isión ac erca de la necesidad de proporc ionar a los niños todos los c uid ados y requer imientos exigidos para s u adec uado y c orrecto des arrollo físico y psic ológico, surge con la idea de los der echos de los niños. hu manos; y l a propuesta d e i mpulsar un a Conv ención Interameri cana de los Derechos Sexu ales y Reproductivos. Ver: http://www.conv encion.o rg.uy/. 162 Artículo 1 de la Conv ención sobre los Derechos d el Niño. El Código de l a in fancia y la adolescencia (Articulo 3 de la Ley 1098 de 2006) entiende por “niño” a aquellas personas entre los 0 y 12 años de edad, y po r “adolescente” a las personas entre 12 y 18 años d e ed ad. 46 Luego de deter minar los rangos de edad en los que la identidad adolesc ente fluye en los terrenos de lo jurídico, los der echos humanos también institucionalizan y homogeniz an el disc urs o de lo que s e entiende por “adolesc ente”. Para ello, valid an lo expuesto por saberes expertos c omo la psicología y medicina. En es e s entido, de ac uerdo con el Comité de los Derec hos del Niño: “ la adolescenc ia es un per iodo c arac ter iz ado por r ápidos cambios fís icos, cognoscitivos y s ociales , incluida la madur ez sexual y repr oduc tiv a; la adquisic ión gr adual de la capac idad par a as umir comportamientos y funciones de adultos , que implican nuevas obligaciones y exigen nuevos conocimientos teóric os y pr ácticos”163. La pr egunta por los derechos s exuales y r eproductivos de los niños se puede abor dar en dos niv eles. Están contenidos en nor mas constitucionales, ley es y reglas de jurisprudenc ia que cons agran sus principios, der ec hos y deber es, y dan alc ance a éstos; y en los tr atados, declar aciones y convenios inter nacionales. El derec ho internacional de los derec hos de los niños está contenido pr inc ipalmente en la Conv ención de los Derec hos de los niños. De acuerdo con la Convención de los Der ec hos del Niño, el estado debe garantizar la salud y los derechos sex uales y reproductivos de los adolesc entes, que se refieren entre otr os, al rec onoc imiento y garantía de la no discr iminac ión, a la libertad de expr esión, a la libertad de pensamiento, conc ienc ia y religión, a la pr otección de la vida pr ivada, al acceso a una infor mac ión adecuada, a la educ ac ión y a la prestación de servic ios en mater ia de planificación familiar164. La obligación estatal de asegur ar la intimidad de los niños 165 y gar antizar s u libertad de opinión frente a todos los as untos que l o afectan166 son relevantes par a entender la capac idad de los adolescentes par a deter minar sus pr opias vidas , incluso frente a las decis iones s obre sus proc esos r eproduc tivos 167. 163 Observación gen eral No. 4 d el Co mité de los Derechos del Niño de las N aciones Unid as: Doc. ONU CRC/G C/2003/4 164 Literal f del numeral p ri mero del Artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño. 165 Artículo 16 de la Convención sob re los Derechos del Niño. 166 Artículo 12 de la Convención sob re los Derechos del Niño. 167 CENTRO LEGAL DE DE RECHOS REPRODU CTIVOS Y POLÍTICAS PÚBLICAS (CRLP), Derechos Reprodu ctivos 2000: Ha cia delante. New York , 2001 . p . 64 . 47 Desde otra orilla, las confer enc ias inter nacionales c elebradas en la década de los noventa, generaron una gran atenc ión en el tema de los derechos s exuales y reproduc tivos de los adolesc entes y reafir maron muchos de los derec hos repr oduc tiv os artic ulados en la Convención s obre los Der echos del Niño. Esto lo hic ier on a tr avés de dos mov idas. Primer o, en vir tud de la idea de igualdad, incluyer on a los adolescentes dentr o de los sujetos a quienes s e les aplican sus disposic iones: “todo el mundo tiene el derec ho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental” 168. Esto incluy e el der echo a la s alud repr oduc tiv a definida c omo: “el der echo bás ico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el númer o de hijos , el espac ia miento de los nacimientos y el interv alo entr e éstos y a disponer de la infor mac ión y de los medios para ello y el der echo a alcanzar el niv el más elev ado de salud s exual y repr oductiv a” 169 . También es tablec ieron s u der echo a adoptar dec isiones relativas a la reproducción sin sufrir discr iminac ión, coacc ión ni violencia, de confor midad c on lo establecido en los documentos de derec hos humanos. Segundo, contienen dis posiciones aplicables exclusivamente a la comunidad adolesc ente. A nivel local, los der echos de los niños han s id o desarr ollados desde diversas fuentes. Los artículos 44 (niñez) y 45 (adolescenc ia) constituc ionales permitieron la entr ada en el der echo c olombiano de las nociones de infancia y adolesc encia. Rec ientemente, el Código de la Infancia y la Adolescencia, fundada en el disc urs o de los derechos humanos , per mitió estructur ar a tr avés del c onc epto de pr otección integral y del pr incipio del in terés s uper ior , el reconocimiento de los niños y adolescentes como sujetos de derec hos, la garantía de los mismos, la prev ención de s u vulner ac ión y el es tablecimiento inmediato. Dentro de los der echos y libertades que el código r econoc ió a los niños y adolescentes, sobres ale una norma s egún la cual éstos “…gozan de las libertades consagradas en la Constitución Política y en los tr atados 168 Programa d e A cción CIPD, Principio 8; Véase t ambién la D ecl aración de Beijing y la Platafo rma de Acción, par. 89. 169 Programa de Acción CIPD, par 7 .3. 48 inter nacionales de derechos humanos . For man parte de estas lib ertades : El libre des arr ollo de la personalidad y la autonomía personal…” 170. El Código de la Infanc ia y la Adolesc enc ia, a tr avés de la aplicac ión del princ ipio de c orrespons abilidad, definió las obligac iones de la familia, la sociedad, y el estado, en relación con la protecc ión que cada contex to debe a los niños y adolescentes . En lo que atañe a los ámbitos de la sexualid ad y repr oducción, ésta ley estableció la obligación estatal de dif undir los derec hos sexuales y reproduc tivos 171. Y, en cabeza del sis tema de s eguridad social, cons agró la obligac ión es pec ial de gar antizar el acc eso gr atuito de los adolesc entes a serv icios en salud s exual y repr oductiv a, y des arrollar progr amas par a prevención del embar azo no des eado. La aplic ación del pr incipio de la autonomía reproductiva del adolescente ha sido apoyado enfáticamente por la Corte Constitucional en dos facetas: a favor de la mater nid ad (libertad pr ocr eativ a pos itiv a) y en contra de ésta, una vez ha ocurr ido la concepción ( libertad procreativa negativ a). La primera dimens ió n ha sido aplicada pr incipalmente en situaciones que tuvieron lu gar en el s istema educ ativo172. En s entenc ias en las que s e tuteló el der echo a la educac ión de menores embar az adas a quienes en r azón a su estado, la instituc ión educ ativa les impuso un tr ato discr iminator io , las ex puls ó, s anc ionó o les impidió el c urso normal de ciclo ac adémic o, la Cor te enmarcó la dec isión de una mujer de tr aer un hijo al mundo c omo una faceta v ital pr otegida por el der ec ho fundamental al libre des arrollo de la personalidad, a la educac ión, a la igualdad, al debido proc eso, a la intimidad y a la dignidad humana173. La segunda dimensión tuv o lugar cuando la Corte declar ó inconstituc ional una prov isión del Códig o Penal 170 Articulo 37 de la Ley 1098 de 2006 Nu meral 26, art. 41. 172 El derecho a la no discri minación en las instituciones educativas en razón del emb arazo fue la pri mera situación frente a la que la Corte se p ronunció, en lo que atañ e a la autono mí a reproductiva. Esto lo ha hecho de manera reiterada y profusa. Ha sido el derecho más tutel ado. Ver : Co rte Constitucional Senten cias T- 420 de 1992; T- 079 de 1994; T-292 de 1994 , T- 145 de 1996 , T-211 de 1995; T-377 de 1995, T-442 de 1995 , T- 443 de 1995; T- 543 de 1995; T-145 d e 1996, T-180 d e 1996, T-290 de 1996, T- 393 de 1997 , T- 667 de 1997, T-124 de 1998, T-516 de 1998, T- 580 de 1998, T- 618 de 1998, T-656 de 1998, T- 243 de 1999 , T-772 de 2000, T- 1070 de 2000 , T-1011 de 2001 , T-1531 de 2000, T551 de 2002 y T- 683 d e 2002, entre otras . 173 En un primer periodo, la Cort e Constitucional tutela todos estos derechos , pero en un segundo periodo fo caliza su decisión en el derecho la autono mía rep roductiva. 171 49 que penaliz aba el aborto realiz ado a una menor mujer de 14 años 174, inc lus o contando c on su c ons entimiento. A llí la Corte pr ivilegió el c ons entimiento de las mujer es menor es de edad, por cuando cons id eró que la decisión ac erca de continuar o no con un embaraz o, tiene una tr ascendenc ia pers onal que s ólo puede ser evaluada por la misma mujer 175. A niv el pr áctico, otr o de los llamados a la autonomía r epr oductiva de los adolesc entes se ha or iginado en las instituc iones pr estadoras de serv ic ios de salud sexual y reproduc tiva. Dentr o de la oferta de métodos tempor ales de planificac ió n familiar, exis ten algunos que por las c aracter ístic as del suminis tro de los mis mos, r equieren que la mujer otorgue su cons entimiento informado por escr ito. Este es el caso del dis positivo intr auterino, que se ins erta mediante un pr ocedimiento menor en consultor io y que conllev a unos riesgos que deben ser explicados a la mujer de una for ma sencilla y clar a, para que ella pueda, en el ejerc icio de su autonomía, autor izar la ins erción del método. Igual suc ede con el implante s ub- dér mic o. A quí s e ha sostenido que “en ejerc icio de su autonomía y tomando en consider ación las implicac iones que par a la s alu d de la adolescente tendr ía un embarazo no deseado y que ex isten métodos para prev enir lo, la mujer en el ejercic io de s u autonomía en des arrollo, podr á tomar decis iones sobre métodos de planificación familiar no definitivos” 176 . Es contradictorio exigir la autoriz ac ión de los padres para realizar la aplicac ió n de un método tempor al de planificación. Una de las c onsecuenc ias de enmarcar el s ujeto niño en el dominio los derec hos humanos, implic a una modific ación en su compr ens ión. Ahora, el niño no s e define a partir de sus car enc ias y nec esidades s ino según sus atr ibutos, derec hos y capac idad jur ídica. La infanc ia y a no se entiende en función de la dependenc ia y subor dinación, sino como una fas e de des arrollo pr ogres iv o de 174 Co rte Constitucional, Senten cia C-355 de 2006. Esto lo hizo basada en el fuerte alcance que la Conv ención de los Derechos de los niños da al principio de la autono mía, y en anteriores pronunciami entos en los que reconoció en los menores la titularidad del derecho al libre desarrollo de la personalidad y a la posibilidad de consentir tratamientos e interv enciones sobre su cuerpo, aún cu ando éstos tuvieran un caráct er fuertemente invasivo. 176 Pro familia, Oficina Asesora Derechos Sexuales y Rep roductivos, Capacidad del Menor Adulto para otorgar consentimiento para el acceso a métodos temporales de planificación familiar ,.Bogotá D.C.: 2005. Esta discusión se ha en marcado en la categoría “ menor adulta” (14 a 18 años ). 175 50 la autonomía pers ona, soc ial y jur ídic a177. Aquí el concepto de “ autonomía ” cobr a una notable impor tanc ia178. Ahor a, en lo que le inter es a al discurs o de los derec hos sexuales y repr oduc tiv os, el pr incipio de la autonomía oper a como uno de sus fundamentos mediante el establec imiento del “derecho a la autodeterminac ión repr oduc tiv a”. Por éste último s e entiende aquel der ec ho a planear la familia 179 y estar libr e de interferenc ias en la toma de decisiones r epr oductiv as, as í c omo el derec ho a estar libr es de todas las for mas de violencia y coerción que afecten la v ida s exual y reproduc tiva de la mujer 180. Derecho que se hac e plenamente aplicable a los niños y adolescentes, en v irtud de la aplicac ión de otr o de sus fundamentos: la idea de ig ualdad. En resumen, las normas internacionales y nacionales que han desarr ollado los llamados derec hos s ex uales y repr oductiv os de los adolescentes , s e han encar gado de es tablecer los princ ipios y marc os amplios en los que és tos oper an, y en s u camino han señalado a la autonomía c omo uno de sus ejes de definición. 3.3 Los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes y la pregunta por el embarazo adolescente. Para ras trear el desarrollo y los alc ances mater iales que se le han otorgado a los derec hos s exuales en la poblac ión adolescente, es nec es ario acudir a otras fuentes jur ídic as que s e han enc ar gado de instalar temas generadores de 177 http://www.iin.oea.org/si m/cad/si m/pd f/ mod1/ Texto %203.pd f No obstante la fuerza que cobra la autono mía p ara comprender la in fan cia y adolescen cia, al aplicar esta idea empiezan a surgir las pri meras paradojas . Si bien el niño es sujeto de derechos y se le reconoce capacidad para ejercerlos por sí mis mo, el propio ordenamiento jurídico no le adjudica una autono mía plena, y a qu e qued an rastros de la construcción ju rídica tradicional d e la niñ ez co mo grupo de personas dependientes de sujetos adultos. La Convención de los D erechos d e los niños propone un modo de resolver esta situación fáctica y normativa, al disponer que el ejercicio de los derechos del niño es progresivo en virtud de "la evolución de sus facultades ". Para solucionar esa paradoja el sistema legal colombiano ha reconocido dos catego rías de meno res: “ impúberes” y “ menores adultos”. A los pri meros los recono ce co mo incap aces absolutos y a los segundos como incapaces relativos (art. 1504 Código Civil). 179 La versión d e este enunci ado en los instru mentos internacionales corresponde a: “ determin ar libre y responsablement e, el nú mero e intervalo d e los hijos”. 180 CENTRO LEGAL D E DERE CH OS REPROD UCTIVO S Y POLÍTICA S PÚBLICA S (CRLP), Op. Cit, p . 9 . 178 51 preoc upación e inquietud en la comunidad jur ídica y de derechos humanos 181. La “s ociedad de derec hos” ha c ontribuido a la dinámica de construir pr ácticas en problemas, y éstos en v iolaciones de der ec hos humanos y por lo tanto en blancos de un pr ofundo menospr ecio social. Uno de ellos es el embar azo adolesc ente. A niv el inter nac ional, sobres alen varios frentes . El Pr ograma de Acción de la Conferencia Mundial de Poblac ión y Des arrollo de El Cairo en la base para la acción número 7.41 señaló: “La mater nidad a edad muy temprana entr aña un riesgo de m uerte materna muy s uperior a l a media, y l os hijos de madres jóvenes tienen niveles mas elevados de m orbilidad y mortalidad. El emb araz o a edad tempr ana sigue siendo un impedim ento par a mejor ar la condición educ ati va, económica y social de l a muj er en todas partes del mundo. Sobre todo en el cas o de las jóvenes, el matrimonio y la m aterni dad a edad tempr ana limitan en alto grado las oportunidades de educ ación y em pleo, y es pr obable que produzc an efectos negativos a largo plazo sobre la c alidad de la vida de ellas mismas y de sus hijos”. De igual for ma, los comités de la Or ganizac ión de las Nac iones Unidas enc argados de hacer s eguimiento a los convenios de los derec hos humanos, a tr av és del saber tr asnacional que profesan, s e han encar gado de posic ionar al embar azo adolesc ente como un disc urso devastador y r iesgos o en la vida de la mujer adolesc ente. Tal es el c aso del Comité enc argado de monitorear el c umplimiento de los Der echos del Niño y del Comité para la Eliminac ión de la Discriminac ión contr a la mujer, los cuales en la medida que v igilan, han intervenido en la definic ión de los derec hos 181 Textos que se podrí an etiquetar co mo p erten ecientes a la “doctrina hegemónica de los derechos sexuales y reprodu ctivos”, se h an encargado d e señalar que los problemas más frecuentes qu e sufre la población adoles cente en la practica de su sexualidad y reprodu cción son: acceso a la atención en salud sexual y reproductiva, educación en salud sexual y reprodu ctiva, maternidad temprana, aborto en condiciones de riesgo, VIH/SIDA e ITS, mutilación femenina, matri monios a temp rana edad y violencia sexual. Ver: COOK Rebecca, DICKEN S Bernard, FA THALA Mah moud. Salud Reproductiva y Derechos Humanos: Integra ción de la medicina, la ética y el Derecho. O xford University. Traducción al español Pro familia. Bogot á D.C.: 2004; CEN TRO LE GAL DE DERE CHO S REPRODUCTIVOS Y POLÍTICAS P ÚBLICA S (CRLP), Derechos R eproductivos 2000: Hacia ad elante. New York , 2001. La misma argu mentación ha sido desarrollada por organizacion es transnacion ales como las Naciones Unidas. Ver: ALTO CO MISIONAD O / CEN TRO DE DE RECHO S HUMANO S de la Oficina de las Naciones Unidas, Prácticas tradicionales perjudiciales para la salud de la mujer y el niño, Serie Folletos informativos sobre los derechos hu manos , No . 23, Ginebra, 1997. 52 sexuales y r eproductivos , y han unific ado y determinado las categor ías “niño”, “adolesc ente”182 y “ mujer” 183. 182 Ejemplos concretos de esto son: “El Co mité mani fiesta su preocup ación … por la insuficien cia de servicios de at ención e info rmación en materia d e salud reproductiva p ara adolescentes [en Paraguay] ...[y] acons eja que el Estado Parte pro mueva la salud entre los adol escentes reforzando los servicios en salud reproductiva y planificación familiar para prevenir y co mb atir el VIH/SIDA , otras en fermedades de trans misión sexual y los emb arazos en adolescentes” (Observaciones finales d el Comité d e los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: Paraguay, par. 23, 45 . 18 de junio de 1997. Doc. ONU CRC/C/15/Add .75); "El Co mit é … mani fiest a su preocupación por l a insuficiencia de las medidas to madas para abordar los asuntos de salud para los adolescent es, tales como la salud reprodu ctiva y la incidencia de emb arazos precoces [en Hung ría] ... y reco mienda que ... se refuercen los programas educativos en materia de salud reproductiva y que se pongan en marcha camp añas info rmativas sobre planifi cación familiar y prev ención del VIH/SIDA” (Observaciones finales del Co mité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: Hung ría, par. 21 , 36, 5 d e Junio de1998, Doc. ONU CRC/C/15/Add .87); “A fin de evitar los embarazos p rematuros , el Comité recomi enda que se fort alezca la educación sexu al [en Bulgaria] y que se inicien campañ as de información en relación con la planifi cación familiar” (Observ aciones final es del Co mité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: Bulgari a, p ar. 29, 24 de enero de 1997, Doc. ONU CRC/C/15/Add.66 ); "Al Comité le preo cupa el elevado índice de embarazos tempranos [en Uruguay], que tiene consecu encias negativas en la salud de las mad res y los niños y en el disfrute por parte de la madre de su derecho a la educación, al di ficultar la asistencia a la escu ela y dando lug ar a un número el evado d e abandono d e los estudios ...[y ] recomi enda que se adopten medidas para impartir edu cación familiar y prestar s ervicios adecu ados a los/las jóvenes en la escuel a y en los programas de salud que se llev an a cabo en el país” (Observaciones finales del Co mité de los Derechos del Niño de las N aciones Unidas: Urugu ay, p ar. 12 y 22, 11 de octubre de 1996, Doc. ONU CRC/C/15/Add.62); "El Co mité observ a con preocup ación que sigue habiendo obstáculos para la aplicación efectiva de los programas de educación y planificación familiar en el país, en vista de la falta de mat eriales y servicios de calidad en Cuba." (Observ aciones fin ales del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: Cuba, par. 21, 18 de junio de 1997, Doc. ONU CRC/C/15/Add.72 ); "Al Co mité le preo cupa el índice de mortalidad maternal relativamente elevado, especial ment e porque afecta a las much ach as jóvenes en Nicaragu a. Tambi én observa qu e los abortos clandestinos y los emb arazos de adolescent es parecen constituir un grave p roblema en el país”. (Obs ervaciones fin ales del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: Nicaragua, par. 19, 20 de junio de 1995, Do c. ONU CRC/C/15/Add .36,); "Si bien este Co mité reconoce los esfuerzos realizados por [Guin ea] en el ámbito de la salud para los/las adolescentes, está particularmente preo cupado por la alta tasa, que sigue en aumento, de emb arazos precoces , la elevad a tasa de mo rtalidad deriv ada de la maternidad y la falta de acceso de las adolescent es a la educación y a los servicios en salud reproductiva.” (Observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: Guinea, par. 27, 10 de mayo de 1999, Doc. ONU CRC/C/15/Add .100); "Al Co mité le preocupa la inexistenci a de camp añas a gran escal a de prev ención de embarazos no deseados, enfermedad es de trans misión sexual e in fección por el VIH/SIDA [en Paraguay] ..., dirigidas en particular a niños y adolescentes ." (Obs ervaciones finales del Comité de los Derechos del Niño de l as Naciones Unidas: Paragu ay, par. 23 , 18 de Junio de 1997, Do c ON U CRC/ C/15/Add.75). 183 “…Le preocupa también que, a pesar de las medidas adoptadas y la adopción de la Ley de Protección a la Madre Adolescente, continúe el incremento de embarazos adoles centes…” (Obs ervaciones finales del Co mité - CEDAW : Costa Rica. 18/07/2003, A/58/38,paras.31–75); “…La alta tasa d e embarazos de las adolescent es, especialment e en las zonas rural es, siguió constituyendo un motivo para qu e las jóvenes dejaran la es cuela o fu eran expulsadas…”.(Obs ervaciones final es del Co mit é – CEDAW :Ecuado r. 18/07/2003.A/58/38,paras.282–336); “El Comité observa con preocupación la alta tasa de embarazos de adolescentes y el h echo de que un alto porcentaje de esas jóven es sean madr es solteras y que un gran número de ellas está en los primeros años de su adoles cen cia. El Comité obser va qu e un considerable número de los embarazos de adolescentes pueden estar vinculados a actos de violencia sexual contra las jóvenes. Observa también que muchas jóvenes son embarazadas por muchachos adolescentes. Además, el Comité toma nota con preocupación de que únicam ente las adolescentes embarazadas son expulsadas de los establecimientos educacionales privados, en los ciclos secundario y preparatorio”. (Observaciones fin ales del Comité CEDAW: Chile. 25/06/99. A/54/38,p aras .202-235 ). 53 En el terr eno local, en el año 2003, el Minister io de Protecc ión Social expidió la Política Nac ional de Salud Sexual y Repr oduc tiv a para el per iodo 2003 a 2006. En ella se pr etendió materializar la conc eptualizac ión polític a y jur ídica realizada s obr e salud sexual y r epr oductiv a y der echos s exuales y repr oduc tiv os en las confer enc ias internac io nales celebradas en la déc ada de los noventa y por organiz aciones tr asnacionales como la Organización Mundial de la Salud ( OMS), y ac ompas arla a la situac ión colombina. La política giró entor no a seis problemas que se cons ider aron pr ioritar ios para s er interv enidos estatalmente. Uno de ellos fue la “s alud sexual y r eproductiv a de los adolesc entes”. El objetivo de la política fue mejor ar la salud sexual y repr oduc tiv a y pr omov er el ejerc ic io de los der echos sexuales y reproductivos de toda la poblac ión colombiana, c on es pecial énfasis en c iertos grupos con neces id ades es pec íf ic as, entr e los cuales se enc ontr aban los adolesc entes . La Política Nac ional de Salud Sexual y Repr oduc tiv a cr eó la nec es idad de interv enir la vida sexual y reproductiva de las adolescentes y de c omprender las como un grupo privilegiado de políticas de salud, educ ación y planificac ión familiar. Esto lo hiz o con base en los siguie ntes fundamentos: ( i). el repetitivo argumento del aumento estadís tic o del embar az o adolesc ente; (ii), el reconocimiento del embar azo adolescente como un pr oblema que “ tiene grav es c onsec uenc ias sobre la c alidad de vida de los f uturos padres y de los /as hijos/as por nacer: limita las posibili dades de des arrollo pers onal y social de padr es e hijos en la medida en que r educ e las oportunidades de educ ación y, por lo tanto, afecta la calidad del empleo, aumenta el número de personas con dependenc ia económica en una familia que c on frecuencia tiene r ecursos económicos escas os y, en gener al, se c onvierte en un fac tor que afecta la calidad de vida de las personas”, iii. y la idea del embar azo pr ecoz como “un factor que contribuye a per petuar el c írculo de la pobrez a”. Todo con un trasfondo de derechos humanos : los derechos sexuales y r eproductivos de los adolesc entes. De esta for ma, tras el ar gumento del embarazo adolesc ente como un pr oblema de derec hos humanos, aparece una compleja red de interrelaciones en las que interv ienen saberes expertos , políticas públicas e inter eses sociopolíticos. Aquí 54 apar ece el biopoder c on toda s u fuerz a: convertir comportamientos humanos en fuentes de líneas de acc ión estatal y s ocial, par a hacer de ellos bla ncos de un pr oy ecto social y político específico. Todas estas políticas der ivar on en una acción nor mativ a concreta ocurr ida en el año 2007: la expedición del Decr eto 3705, por parte del Ministerio de Pr otección Social, a tr avés del c ual se dec lara el 26 de s eptiembre c omo el “día naci onal de la prevención del emb arazo en adol escentes” 184. Como es predecible, los considerandos c on base en los cuales se expidió tal nor ma radic aron en el rec urr ente aumento de las tasas de fecundidad adolesc ente y en las s upuestas consecuencias negativas que el embar azo adolescente trae en el ámbito personal, familiar y social. A quí también c onfluye el saber experto de los derechos humanos con toda su potenc ia lidad, ya que dos de los fundamentos de este decreto s on el artíc ulo 45 de la Constitución Política y el Código de la inf ancia y la A dolesc enc ia. Este pr onunciamiento es v ital, por que a trav és de él, el gobierno colombiano, en su función legislativ a decide qué entra en el mundo de lo jurídico y qué no, qué merec e el pr onunc iamiento de la ley y qué tiene el s ufic iente peso par a ganarse las pala bras del legislador. Como s e ev idencia, el discurso de los der echos sex uales y reproduc tivos frente al embaraz o adolescente fundamentó sus postulados en ideas provenientes del saber médic o, psicológic o, demógrafo y económico, quienes s e enc argaron de demostr ar las c omplicaciones que desde diversos ordenes acarr ea el embarazo adolesc ente. De esta for ma, los derec hos humanos cumplier on dos funciones frente al embar azo adolescente. Por un lado, “ los derec hos” se integr aron al conjunto de aparatos y saber es, cuy as funciones son princ ipalmente regulador as. La ley al func ionar c omo una nor ma, s e s uma c ada vez más en un contin uum de aparatos ( médic os, psic ológicos…..) c uyas 184 El anteced ente directo d e la expedición de este decreto es el discurso sobre el embarazo adoles cente producido por un agente trasnacional. Se trata d e un a campañ a multinacional cuyo obj etivo es crear concien cia acerca d e la import ancia de la prevención d e embarazos en adolescentes y velar por el cu mpli mi ento de los derechos sexuales y reproductivos de esta población. A nivel latinoamericano, es una propuesta d el Centro L atinoameri cano Salud y Muj er (CELSAM), el cu al opera como una organi zación privada y trasnacion al que di funde las ventajas de la anticoncepción ho rmonal. 55 funciones s on pr incipalmente r egula doras 185.Y, por otro la do, los der echos humanos , v alidaron y posicionar on las ideas difundidas por otr os s aberes frente al embaraz o adolescente en un lugar discursiv o más justo, equitativ o y univ ersal, y por lo tanto más poderoso: el de los derec hos sex uales y repr oduc tiv os. Estas s on las for mas que frente al embar azo adolesc ente hacen del poder un fenómeno esencialmente nor malizador . “La v ida pues , mucho más que el derecho, se volvió entonc es la apuesta de las luc has políticas , inclus o si estas se for mular on a través de afir maciones de “ derec hos” 186. De esta for ma, la s exualidad pr ecoz es pres entada como una amenaza epidémic a c apaz de compr ometer no s ólo salud física y mental de la madr e, y por s upuesto de su hijo, sino además el porvenir de la soc iedad, de una espec ie enter a, y una vulnerac ión flagr ante a los der echos humanos de las adolesc entes. Los der echos s ex uales y reproductivos , c omo subproducto del discurso de los derec hos humanos, per mitieron la organiz ac ión de mas as de poblac ión, c omo los adolescentes , para regular los , funcionando c omo un biopoder 187. Los derec hos humanos aparecen ahor a con s u función de empoder ar y dominar, en articulaciones c ontempor áneas de derec hos, c omo los derechos sex uales y repr oduc tiv os, especialmente persiguiendo sujetos r ecientemente constr uidos a través de discursos regulativ os, como la embaraz ada adolesc ente. En resumen, si bien los médic os, ps icólogos, ginecólogos y demógr afos se habían enc argado de demostr ar las c ons ec uencias negativas que ac arrea el embarazo adolesc ente y en constr uir al embar azo como un proc es o reflexivo, ahor a, a partir del disc urs o de los derechos sex uales y reproduc tivos, s e dio el paso en comprender la mater nidad como una “decisión libr e”, gener ando as í un nuev o proc edimiento par a el ejercic io del biopoder. 185 FO UCA UL T, Michel , Historia de la s exualidad: 1. La voluntad de saber , Op, Cit.. p . 153. Ibíd., p . 155 . 187 , BROWN, Wendy, “Lo que se pierde con los derechos”, en La crítica de los derechos, BROWN, W endy, W ILLIAMS, Patricia, JARA MILLO SIE RRA, Isab el Cristina, Siglo del Ho mbre Editores, Universidad de los Andes , Instituto Pensar, Bogotá D.C., 2003. p. 86. 186 56 3.4 LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIV OS ¿Una trampa en la constit ución del sujeto “ adolescente”? A lo lar go de éste tex to, se intentó c ompr ender al der ec ho c omo un disc urso que produce subjetividades. En es e sentido, los der ec hos s exuales y repr oduc tiv os operan como una práctic a discursiv a soc ial y específ ica que interv iene en la c onfigurac ión del sujeto adolescente, mediante el reconocimiento y negación de deter minadas fac ult ades, la loc aliz ación frente a otr os actor es y la atr ib ución de ciertos comportamientos, atributos, roles y lugares. Estos der echos al c onfigurar un sujeto, s e enc argan de excluir, prohibir o per mitir deter minadas c onductas, y en es e camino r estr ingen o justifican el ejerc icio de la s exualidad adolescente. El infundir temor a las c ons ec uencias de la ac tiv idad sexual, mediante el posicionamiento del embaraz o adolesc ente como problema en el discurso jur ídic o, oper a como una forma de contr olar la sexuali dad adolesc ente. El rec orr ido de los der echos sexuales y r eproductivos c omo agente creador de la identidad “adolescente” permite evidenciar que éstos ac túan a trav és de dos engr anajes . Por un lado, operan s obre la idea de la autonomía repr oduc tiv a. Y por otro la do, posicionan la posibilidad r epr oductiv a de la mujer adolesc ente como un r iesgo, en el que s e sitúa el ejercic io biopolítico. Par ece que el discurso de los der echos le env ía dos tipos de mens ajes a la poblac ión adolesc ente: en una fac eta del discurso, reconoc e al sujeto adolesc ente el derec ho de dec id ir libremente el número, es pac iamiento y momento de tener hijos; y en otr o momento, s itúa al embar azo adolescente como un fenómeno negativo que ac arr ea ries gos de div ers os órdenes. Con esto s e constata en el discurso de los der ec hos s exuales y repr oductiv os una tens ión en la cons tituc ión de la c ategor ía “ adolescente”. La idea del adolescente como un individuo autónomo, es una categor ía que parec e homogeniz ar un mundo de práctic as s exuales y r eproductivas, sin embargo entr aña una ser ie de contradicc iones en la constr ucción de su identidad. El discurs o de los der echos s ex uales y reproduc tivos al v alidar y reforzar el disc urs o médico, psicológico, económico y demográfic o de los usos 57 que debería tener la sex ualidad adolescente, no es capaz de construir nor mas capac es de desarr ollar tal autonomía 188. Es to deriv a en una impos ibilidad de identificación total del adolescente con la idea de un individuo autónomo. Por un lado le dice “er es libr e de tomar decis iones frente a tu capacidad repr oduc tiv a y procr eador a”, pero por otro lado le advier te “s i c aes en embarazo, aún este sea des eado, te ver ás constreñido a enfrentar una exper iencia totalmente negativa par a tu v ida, la de tu hijo, la de tu familia, la de la sociedad y la es pec ie entera”. Entonces ¿qué mar gen de maniobr a le deja el discurso de los derec hos s exuales y r epr oductiv os al adolesc ente frente a su posibilidad r epr oductiv a? La disparidad que ofrecen los der echos s exuales y reproductivos , generan un híbrido de atadur as que el sujeto adolesc ente debe enfrentar, lo cual limita las posibilidades de su empoderamiento y la mater ializ ación de s us derec hos sexuales y r eproductivos 189. Los derec hos le abren una puerta, pero de igua l forma s e la cierr an. Los der echos s ex uales y r eproductivos pr oclaman la autonomía como eje fundamental en la constitución del sujeto adolescente, pero no se hac en c ar go de las condiciones para ejercer dic ha autonomía. Este discurso gener a una ambigüedad incontrovertible, pero prefier e quedars e ahí y no resolver la porque esto le brinda una mejor for ma de manio bra. Para intentar c omprender el funcionamiento dual que traza el discurso de los derec hos sex uales y r epr oductiv os frente a la c onfiguración del sujeto “adolesc ente”, es pos ible proponer dos ejes analític os. En pr imer lugar, el recorr ido de las div ers as tensiones , cruces y alianz as que se pr odujer on entre los actores soc iales involucrados la configur ación de los der echos s exuales y repr oduc tiv os, r ev elan los distintos niveles de conceptualización frente a los 188 Esto podría operar co mo una v ersión de l a crítica realizada por el feminismo cultural o de la diferen cia, según la cu al, la idea de autonomía liberal es el sustento que permit e a la cultura patriarcal excluir al sujeto femenino . Para est a crítica, la idea de autonomí a y de individuo que pro mulga el liberalismo, es el culpable de la subordinación de la mujer. 189 Un ejemplo de esta disparidad es presentada por Alejandro G aviria en una colu mna titulada “ Subsidios y emb arazos”. Gaviria argu menta qu e el populista programa “ Familias en Acción” desarrollado por el gobierno, al otorgar subsidios bimensuales en efectivo por cada niño, podría incrementar las preo cupantes de embarazo adolescente. L a acción social podría llevar a l a multiplicación familiar, y a que si “ el gobierno paga por niño, mu chos niños nacerán , la mayoría con el subsidio bajo el brazo”. En ese s entido “ El dinero alarga las colas, modi fica los comportamientos , distorsiona las prioridades y puede incluso, exacerb ar el problema qu e p retend e resolver”. El Espectador, 18 d e agosto de 2007. 58 temas que s uponen la idea del embar azo adolescente. Esto es, la pregunta por la sex ualidad adolesc ente, por la s exualidad femenina, por la idea de familia y pareja, entr e otr os. De esta for ma, a partir de la histor icidad s e puede tomar el cruce entre los saber es médicos, los poblacionis tas , los de derec hos humanos y las feminis tas , y revisar cómo cada uno de ellos intentó situar sus variables conc eptuales en la constituc ión del embar azo adolescente como pr oblema. De esta for ma se intenta favorec er la multiplicidad de enfoques y mir adas respecto a los der ec hos sexuales y repr oductiv os de los adolesc entes, por que ac erc arse al tema del embaraz o adolesc ente obliga a escuc har las múltiples voces que interv ienen en la definic ión de los der echos s exuales y repr oductiv os. Los derec hos s exuales y r eproduc tivos oper an como un mecanis mo altamente complejo de entrecruz amientos de mandatos de divers os órdenes. Entender a los derechos sexuales y r epr oductivos como discurs o, implic a v er más allá de su limitación nor mativa, para conc ebir lo como una practica s ocial que manifiesta niveles de acuerdo y conflicto propios de la c onfigurac ión his tór ic o – social en dónde se or iginaron. En s egundo lugar, de la mano de Foucault 190, es posible ver ificar c ómo e l dispositiv o de la sexualidad del adolescente se ha c onstr uido sobre la idea de un sexo pr esente, si se atiende a su actividad y anatomía, y aus ente, s i se cons ider a s u fisiología y finalidad reproductora, generando as í los binarios: pres ente/ausente, oc ult o/manifiesto, func ión/instinto, r ealidad/placer, repr esión/liber ación, aceptación/negac ión 191. En es e sentido, la producc ión discursiva del poder pr oveniente de los distintos actores sociales y saberes expertos a trav és del dis positiv o de la sex ualidad logr ó marc ar el límite dónde la instancia de lo biológico no implique neces ariamente su fac eta pr ocreadora, logr ando as í inscr ibir las prácticas de la s exualidad adolescente en el código de 190 FO UCA UL T, Op Cit., p . 163 . Al intentar hacer un entrecruzami ento del discurso de la sexu alidad con la categoría “edad” surg e otro sector poblacional: la vejez (o la actual llamad a “tercera edad ”). Una premisa generalizada en la literatura señala que la sexu alidad de los viejos está marcad a por el “ mito de la vejez asexuada”. De esta forma, curiosamente el dispositivo de la sexualidad no sólo irradia su poder sobre los más jóvenes , sino también sobre los viejos. Ver: BRIGEIRO, Mauro, “ La gerontología como un sab er sobre la sexualidad y las nuevas con figuraciones del curso de vida sexu al” ” en Saberes , culturas y derechos sexuales en Colombia, VIVE RO S VIGO YA, Mara (ed .), Tercer Mundo Editores, CLA M (Centro Latinoamericano en Sexualidad y D erechos Hu manos, Universidad Nacional de Colombia (Facultad de Ci encias Humanas, Centro de Estudios CES), Bogotá D.C., 2006. 191 59 las nor malidades y anor malidades . La negación de la repr oducc ión de los adolesc entes por parte de las ins tanc ias de poder y del saber, sumado a la carac ter ización como indiv iduos inmadur os, que están en un pr oceso de transición y que no pos een c apac idad par a asumir r esponsabilidades, posic ionan a los adolescentes en un escenar io en el cual, si optó por la decis ión de tener relacionas s exuales, no tiene otra opc ión que asumir los riesgos que ello conlleva 192. Entr e ellos el embarazo adolescente. 192 SÁNCHEZ BUITRAGO, Marcela, Poder de negociación sexual en la adoles cencia. Profamilia, Espacio Libre, Vol. 1, No . 8 , Bogotá D.C., 2004 , p . 9. 60 4. REFLEXIONES FINALES Rastrear las funciones atr ibuidas a médicos, ps icólogos y demógr afos, y examinar el rol des plegado por los der ec hos humanos en lo relativo a la interv ención frente al embarazo adolesc ente, per mitió abor dar , des de una pers pectiva, la relación existente entr e la población, los ideales que privilegia una s ociedad y los proy ectos políticos y soc iales de un estado. Con esto, se busc ó br indar una serie de herramientas que per mitan re – pens ar y volver sobr e la id ea del embar azo adolescente, y c on ello gener ar una vis ión cr ítica respecto de ciertos discursos que tr azan nor mas sobr e la idea de lo que es la adolesc encia, la sex ualidad y la familia; y legitiman práctic as concretas de interv ención s obr e s uje tos que difíc ilmente s e adec uan a los estereotipos vigentes en la s oc iedad. Al intentar situar un ejercic io biopolític o en la idea del embraz o adolesc ente como objeto de estudio, no se pretendió llegar a respues tas definitiv as al final de la secuenc ia ar gumentativa. Es te escr ito no busca trascender más allá de ciertas preguntas y ejes c onc eptuales, sobre los cuales es prec iso seguir trabajando. Se trata s olamente de un punto de partida que tendr ía que ser objeto de un anális is más detenido. Queda pendiente la tarea de incor porar con más fuerza, un estudio sobr e el diseño y ejecución de polític as que sobr e el embarazo adolescente s e des pliegan; la apropiac ión que los adolescentes hacen de los derechos sex uales y reproductivos en sus vidas ; la idea de familia, como uno de los elemento táctic os más impor tantes par a comprender el discurso de la sex ualidad; y profundiz ar en los alc ances de los discursos feministas. 61 5. 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