Número - Colegio Mayor Loyola

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Edición y recopilación: Curso 2012-13
Maquetación definitiva: Junio 2013
Impresión: Septiembre 2013
Revista Acequia
2 de septiembre de 2013 Volumen VII
Edita: Colegio Mayor Loyola - Compañía de Jesús Provincia Bética
Director del C.M. Loyola: D. Francisco Rodríguez Sáez
Director de la Revista: J. Federico Moldenhauer G.
Consejo de dirección:
Manuel Campos González
José Miguel Rosado Santiago
Manuel Piné Méndez
Rafael Segura Báez
Maquetación: Federico Moldenhauer Romero
Portada: Federico Moldenhauer Romero
Colaboración en el colegio Mayor Loyola: Kevin Doello
Depósito legal: 878-07
Dirección Postal:
ISSN: 1887-7281
Campus Universitario de Cartuja
ACEQUIA es una publicación de carácter
plural, múltiple, vario. La dirección respeta
la libertad de expresión de sus
colaboradores. Los textos firmados son de la
exclusiva responsabilidad de los firmantHs,
no son, por tanto, opinión oficial de la
revista.
Callejón de Lebrija Nº3
18011 GRANADA
ESPAÑA
Telf: +34 958 160 516
Correo electronico: [email protected]
ACEQUIA agradece públicamente a cuantas
personas han aportado cualquier tipo de
trabajo para la publicación de esta revista.
Web: ZZZFPOR\RODFRP
1
Sumario Revista Acequia
Sumario
1
Editorial
3
Nosotros Los Colegiales
6
Los años vividos casi sin aliento (J.Monzó Seva)
6
Memoria Gráfica
9
In memoriam (J.M. Rosado Santiago)
12
¡Cuán universal tu señoría! (J.F. Moldenhauer)
14
La estación de Madrid, los cuarenta vagones y el ferrocarril
(M. Castro Nogales)
15
Semblanza de D. Pedro Herrera Puga (M. Piné Méndez)
17
Sobre Antonio Martínez (F. Rodríguez Sáez)
21
Nuestro nuevo Papa (J.C. Pérez-Lanzac López)
22
Entrevista con Ignacio Mauri S.J
23
Entrevista con Federico Moldenhauer
25
¿Por qué un Colegio Mayor?
31
Literatura Crítica
33
Crítica Social en “El lazarillo de Tormes” (D. Mesa Muñoz)
Ensayo
33
41
Dos ilustres tuertos frente a frente (M. Piné Méndez)
41
Andalucía y la creación del Derecho Administrativo en
España e Indias. El Exmo. Sr. D. Francisco Javier Burgos
Olmo (R. Pérez Guerra)
47
Rincón poético
51
Luz depositada (R. Segura Báez)
51
Puntos Cardinales (R. Segura Báez)
52
1
Conversaciones de un toro con un gallo
53
Poema
54
Más allá del mar
55
Dos poemas diminutos, indisimulados, tiernos y absurdos
56
Catoblepas
Lejana cercanía
57
A vuela pluma
58
A día de hoy
Viajes
59
Noventa grados norte
Relatos, corto, breve y
lacónico
59
61
Seis sueños
61
Mi árbol. Interdit d’interdire
64
El móvil
65
El ascensor
66
Recuerdos del mandarín
69
Un día glorioso en las cañadas
71
Perfiles
89
Desde el Carmelo
89
Profesor Dr. D. Rafael Vara Thorbeck
92
Ciencia
97
Celulas madre tumorales
Música
97
102
Partitura manuscrita del paso doble “Manuel Piné”
2
102
EDITORIAL
Al remate de 40 años
Era octubre del año 1973 del pasado siglo y comenzaba un nuevo curso académico. El Colegio
Mayor Loyola estrenaba dignatario, D. Carlos Muñiz Romero S.J. que sustituía al indeleble D.
Carlos García Hirschfeld S.J. Yo acababa de leer Un día de la vida de Iván Denísovich por consejo
de mayo Scott
de 2013
Volumen VII
de éste, aún me movía cómodo entre los narradores norteamericanos 15
Faulkner,
Fitzgerald,
London, Henry James, Poe; comenzaba a adentrarme, de forma embarazosa, en la narrativa
sudamericana, con Borges, Octavio Paz, Vargas Llosa, García Márquez; en poesía aún me quedaban
rescoldos de Jorge Guillén, Gerardo Diego, Salinas, Aleixandre y Cernuda y, ya superadas las odas
y la poesía amorosa de Neruda, comenzaba a apreciar los guiños de su Canto General y su Canción
de gesta, mientras me iba atrapando poco a poco César Vallejo con su Cuida España de España y
Huidobro cuando su Altazor se preguntaba “¿por qué un día de repente sentiste el temor de ser?”;
releía Hojas de Hierba pues no había conocido a Pessoa ni a su Libro del Desasosiego y aún no
había acabado de leer a Unamuno. Dejaban este mundo Neruda, Picasso y Casals, también John
Ford. Un desconocido Patrick White recibía el Nobel de literatura, García Blázquez el premio
Nadal por “El rito”, Carlos Rojas el premio Planeta por “Azaña”, un Libro de relatos de Luis Martín
Abril recibía el Premio Nacional de Narrativa Española, Ángel García López el Nacional de Poesía
y el premio Adonáis de poesía de este año fue para José Antonio Moreno Jurado; Boy Casares
publica “Dormir al sol”, Vargas Llosa “Pantaleón y las visitadoras”, y Gala acababa de estrenar en
Madrid “Anillos para una dama”; hace su aparición en el mercado literario Ediciones Cátedra,
mientras yo continuaba adicto a los libros de la Editorial Losada que conseguía en la hoy
desaparecida, como tantas otras, Librería Europa. Pues bien, inmerso en este amalgamado y
personal medio literario, con escasa o ninguna influencia nacional y a un curso de completar mi
primer ciclo universitario, en comunión con un grupo de locos estudiantes universitarios a los que
nos complacía paladear la palabra escrita (Pepe Rosado, Manolo Piné, Jenaro Ruiz Taboada, Arturo
de Francisco, Ramón Fernández-Canivell, Luis Gajate, Antonio Parody, Horacio Arenas, Manolo
Sainz, José María Moreno entre otros ocultos bajo seudónimos) lográbamos poner en los casilleros
de la portería del Colegio Mayor Loyola (fue como ponerla en los kioscos) cinco números de una
presuntuosa revista literaria a la que intitulamos ACEQUIA. Escribía en su Primera Página D.
Carlos Muñiz Romero: Aquí están, no distintas, exactamente en el tono y manera con que las
estábamos esperando, páginas primerizas casi con velo de catecúmenas, leves los finos pasos, con
un cierto pudor de intrusas, en el misterio de lo mágico-poético….
Lo hicimos henchidos de ilusión y con escasos medios (la multicopista, a la que hacía referencia
Manolo Piné en su memorable carta y una vieja máquina de escribir), sin otra pretensión que no
fuera la de dar cabida a quien tuviera algo que decir de forma espontánea en una hoja de papel,
incompatible con la fría norma impuesta por cualquier tipo de poder. No eran tiempos fáciles para
la cultura, siempre intervenida, por tantos menospreciada y nunca rentable. Ahora, 40 años después,
vuelvo a empuntar una revista que se encuentra lejos de aquellos bisoños primeros cinco números;
hoy, la revista ACEQUIA, por tener, tiene hasta ISSN, muchos años y horas de trabajo y sacrificio a
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sus espaldas, y esto no es poco. ACEQUIA se siente agradecida con todos aquellos que han
aportado trabajo, cualquiera que fuere, para que haya seguido teniendo vida, para llegar a la
actualidad; no ha debido de ser fácil.
No son hogaño años mejores para la ilustración, ni la cultura cuenta ahora con más adeptos que
antaño, salvo los parásitos chupones y atarjeas de siempre; tampoco recibe mejor trato por mucho
que los políticos y un grupo de oportunistas que se autoproclaman como intelectuales y únicos
depositarios de la ilustración, quieran hacernos creer que nos encontramos, ahora, en un paraíso
cultural y de libertad (D. Pedro Herrera Puga, inolvidable, diría un paraíso de catetos burgueses), ni
de mayo de 2013 Volumen VII
tampoco con apoyo pese a las subvenciones siempre interesadas y más15
pendientes
de chabacanos
fastos y relumbrones propios de puticlub de carretera, que del fin único de la cultura que debería
estar siempre alejado del mercantilismo, del interés, de la avaricia y del régimen imperante; por
poner un ejemplo de la similitud de la situación entre aquellos años y la actual diré que entonces
algunos libros no se podían comprar porque los prohibía la policía, hoy día los libros no se pueden
comprar porque lo prohíbe su precio; el resultado es el mismo pero sin el morbo de la prohibición
gubernamental. Hoy, en la época que vivimos, nuestro Gobierno (da igual el color) sigue siendo el
mentor, el artista-empresario que ordena, conmina, reivindica, acaudilla y protege a unos pocos de
su cuerda a cambio de unos cuartos; en ocasiones acosa, persigue y castiga por las ideas…
pedagógicas en el caso de nuestro compañero Pepe Rabasco, para quien la justicia, como siempre,
llegó tarde; descansa en paz compañero.
Hemos iniciado esta nueva época sin presupuesto, ni falta que hace; también, es bueno decirlo, sin
cortapisas, imposiciones y sin dirigismo, pero ilusionados y ambiciosos como aquel año de 1973.
Pretendemos ser, nada más y nada menos, como aquel suplemento del Diario La Verdad de Murcia
(Revista de Verso y prosa), que contó con la péñola de Dámaso Alonso, García Lorca, Bergamín,
Alberti, Chagas, Gerardo Diego, Antonio Espina, Jorge Guillén, Jarnés, Pedro Salinas, Aleixandre,
Fernández Almagro, Cossío, Max Aub, Cernuda, y el pincel de Gaya, Hall, Palencia, Dalí, Esteban
Vicente, Gregorio Prieto, Bonafé, Vázquez Díaz, Picasso, Mallo. ACEQUIA quiere contar con la
energía inédita de los actuales residentes de los colegios Jesús-María y Loyola, con la de los
últimos residentes, los anteriores, los que están en la cuarentena, con los cincuentones y sesentones
también y, sin duda alguna, con todos aquellos que tengan algo que decir, contar, opinar, historiar,
sostener, enunciar, dibujar, componer…, aunque no hayan residido en el Colegio. Como dice
nuestro presidente de los Antiguos, Manolo Campos, hemos de caracterizarnos por la
comunicación abierta; nuestra bandera: fronteras abiertas a todos los que respeten y quieran
hacerse conocer o hacerse conocer mejor. Es dura y lenta la captación de autores, pero ilusionante
y gratificante cuando recibe una colaboración; ACEQUIA espera y desea que tras este primer
número se desborde el interés por colaborar en el próximo. ACEQUIA no va a hacer distinción
entre buenos y malos, esto corresponde al lector, pero queremos decir que también nos interesan los
que inventan una forma de ver el mundo, de comunicarse, y que la revista quiere volver a recordar
lo que decía ACEQUIA en 1973 en boca de D. Carlos Muñiz Romero: La obra de arte –se ha
dicho- tiene un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de transpiración, o sea, de
sudor, de trabajo, de técnica estudiada y asimilada, la única capaz de ser un día, si resultara
necesario, revolucionaria. Sólo puede cambiarse lo que se conoce bien. Sólo quien maneja
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certeramente la técnica del verso, puede progresar en un sentido liberador de las formas. Uno
puede romper la andadera cuando ya no se es un niño y sabe caminar por su cuenta; pero para
aprender a caminar ha necesitado de la andadera, no seamos ingenuos…
Hoy, podemos volver a decir aquí estamos, sin la cobija de lo neófito de aquellas primeras páginas
de 1973, pero, en palabras de Pepe Rosado, seguimos teniendo una vocación de continuidad a la
que entregarnos. Revista, según el diccionario de la RAE, significa publicación periódica por
cuadernos, con escritos sobre varias materias; si añadimos a revista el vocablo literaria, estamos
diciendo que los temas tratados son relativos a la literatura, es decir, al arte que emplea como
mayo de 2013 Volumen VII
instrumento la palabra; es sencillo, pues, el objetivo de ACEQUIA y, 15
pordetanto
no necesita más
comentarios. Otra cosa es con qué tipo de contenidos se van a llenar su cuaderno; la intención de la
revista es una que todos conocéis, pero la realidad es la que vosotros, nosotros, todos los que hemos
cintribuido a su creación, hemos sido capaces de aportar, nada más que decir al respecto. Otra cosa
a tener en cuenta es la periodicidad de su publicación y el número de ejemplares; en este tema
tenemos dos factores que va a interferir, uno ya lo conocemos, nuestras artesanas y virtuosas
creaciones, no necesita comentario; el otro factor es el de siempre, el económico, es decir,
patrocinadores; contamos con la generosidad de la Asociación de Antiguos Alumno del Colegio
Mayor Loyola que nos garantiza un número al año y 50 ejemplares por número, si conseguimos
financiación de empresas o particulares podremos aumentar la tirada y acortaremos la periodicidad
de la emisión. Otra posibilidad en cuanto al número de ejemplares sería la siguiente, que previa
reserva de ejemplar y pago a precio de costo nos permita aumentar la tirada.
En este primer número de la V época (esperamos que ya no haya más épocas, sólo continuidad)
hemos contado con 19 firmas, 8 crónicas colegiales y alguna memoria gráfica, tres ensayos, once
poemas, un viaje, siete relatos de desigual extensión, dos perfiles, un artículo científico y una
partitura manuscrita de su autor; más de cien páginas. No ha sido corta la cosecha si no pensamos
en el número de antiguas que somos.
A los lectores os pido atención y benevolencia a la hora de acoger a ACEQUIA y a todos disculpas
porque mi nombre aparezca demasiada veces, será la última vez y si vuestras expectativas se han
visto decepcionadas.
Gracias a todos, a los que nos proporcionáis animo, a los que habéis aportado vuestra savia,
a los que de una u otra formas habéis logrado que hoy se encuentre este ejemplar de ACEQUIA en
la calle, a los que lo habéis intentado y a los que no también. A todos, gracias y, como me consta
que le vino crea buenos lazos, bebo con todos y levanto mi copa ¡por vosotros! ACEQUIA cuenta
con todos para el próximo número.
J. Federico Moldenhauer. Granada, primavera de 2013
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
LOS AÑOS VIVIDOS CASI SIN ALIENTO
Por Javier Monzó Seva (1981-1982)
“Yugoslavo, por tu padre, chuta ya, chuta, que se acaba el tiempo…” El “yugoslavo” era yo,
Javier Monzó, corría noviembre de 1981 y me gritaba estas palabras Pedro Bosch, compañero del
equipo de fútbol sala del Colegio. Estábamos en Madrid, en el Palacio de los Deportes, jugando la
fase final del primer Campeonato de España Universitario.
Habíamos ganado durante el curso anterior el trofeo Rector
obteniendo el derecho de participar en las finales nacionales. Recuerdo
que el Colegio nos compró equipajes nuevos y fue una experiencia
fantástica, desde el viaje en tren metiendo bulla hasta nuestro último
partido y el retorno, mezclado todo ello con la camaradería, el hotel, la
inmensidad del Palacio o nuestra charla en la grada con el periodista
José Ángel de la Casa. Vino a animarnos, y supongo que también a
controlar que no hiciéramos barbaridades, el Padre Maury y llevamos como delegado al “Atún”.
Faltaron por lesión Enrique García y “Falconetti” y, finalmente, creo que quedamos en una digna 5ª
posición.
Todo había empezado para mí 14 meses antes, en septiembre de 1980, cuando llegué al Loyola
como colegial, desde mi Alicante natal, mientras terminaba mi licenciatura. Había estudiado en la
Universidad de Alicante los tres primeros años de Filología y vine para acabar en Granada la
especialidad de Filología Clásica.
Comenzaron entonces dos años frenéticos, repletos de vivencias, dos años vividos casi sin aliento
en compañía de personas entrañables. Muchas veces parece que fue ayer.
Tras pasar las semanas iniciales soportando las reglamentarias bromas de los veteranos (recuerdo
con especial cariño el festival del novato haciendo los coros de “Don Diablo” de M. Bosé), se fue
abriendo ante mí la variopinta galería de personajes que formábamos la familia del Colegio.
Tuve pronto buena relación con los veteranos de la provincia de Alicante como Enrique García, el
“Fotre”, y Rafael Cardenal. Pronto, también, estreché contacto con los veteranos del equipo de
fútbol (Pedro Bosch, Marco, Imbernón …) y con aquellos que organizaban actividades culturales
(Pedro Martín, Carlos Bruzón …) pues siempre tuve presente que la cabra tira al monte.
El mayor número de vivencias y de horas fueron las compartidas con los compañeros que
llegaron conmigo aquel año: Javier Ruíz “Falconetti” (mi adjunto en la cátedra del gol), Gonzalo
García el “Tardío”, Kiko, Palomitas (que en paz descanse, S.T.T.L.), Zacarías, mi compañero de
habitación el canario Cristóbal Cáceres que casi lloraba a causa del frío granadino, Miguel Luque,
el Esponja, Santi Villanueva … Me va fallando la memoria en cuestión de nombres y me disculpo
por no citar a más personas.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
Relacionar todo lo vivido aquellos años me parece tarea casi quimérica y, por ello, voy a mencionar
escuetamente alguno de los episodios más significativos:
*El curso de italiano que nos impartió Antonio Navas, hombre bueno y simpático como pocos.
*Las clases de inglés que nos daba el amigo Pedro Martín, que por entonces preparaba sus
oposiciones.
*Las horas y horas pasadas en la biblioteca por las tardes y noches, interrumpidas apenas por el rato
que le dedicábamos a la cena.
*Las constantes derrotas que sufríamos en balonmano, a pesar de los esfuerzos de un servidor y de
Gonzalo el “Tardío”.
*El seminario de latín que organicé en el Chus para ayudar a las chicas de letras a las que se les
atragantaba nuestra lengua madre.
*La moto de Falconetti, que me salvó de más de un apuro. Me la dejaba con la condición de que le
echase 20 duros de gasolina.
*La mini huelga de comedor en protesta por alguno de los menús diarios habituales.
*El dolor de garganta sobrevenido cada vez que una tuna rival osaba acercarse a las puertas del
Chus.
*Las 24 horas de fútbol sala que conseguimos ganar. Era una cosa de locos: nos tocó jugar una
eliminatoria a las tres de la madrugada en pleno invierno. Yo no reaccionaba y uno de los veteranos,
Pirri, sacó una botella de coñac y me hizo tragarme dos chupitos. En ese instante el frío se me fue
pero dejé de distinguir quiénes eran los míos y quiénes los otros.
*Las tertulias en la habitación de Kiko y Falconetti mientras escuchábamos a Silvio Rodríguez.
*La sala de TV, que terminaba convirtiéndose en campo de batalla cuando los situados en la fila del
fondo sacaban los canutos y los granos de arroz para disparar contra el Capitán Trueno que,
bravamente, se revolvía gritando: dad la cara, no sois hombres.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
*La liga de fútbol sala entreplantas.
*Las conferencias en el salón de actos como la de Federico Mayor Zaragoza o el Padre Pilón. Este
jesuita habló de fenómenos paranormales y nos dio a escuchar una psicofonía, momento en el que
resonaron los gritos y algunas chicas del Chus salieron escopetadas.
*La abundante bollería del desayuno de los domingos.
*El equipo de balonmano que creé y entrené en el Chus. Habiéndome enterado hace poco del
fallecimiento de Maribel Navas (q.e.p.d.), capitana de aquellas chicas, en otro momento dedicaré un
artículo a recordar aquella maravillosa experiencia. Irá por tu memoria, Maribel.
No se me olvida el aplauso que me dedicaron mis compañeros de promoción y las chicas del
equipo de balonmano cuando subí al escenario para recoger mi beca de colegial; acababa el 2º año,
terminé mis estudios y, con ello, terminaba también mi estancia en el Colegio y en Granada..
A lo largo del año siguiente a mi marcha, mientras preparaba las oposiciones, intercambié alguna
carta con el Padre Maury y tuve noticias del Colegio a través de Maribel Navas. Después llegó la
mili, la incorporación al trabajo, las nuevas obligaciones, etc., y el contacto con el Loyola fue
languideciendo, se adormeció pero jamás murió.
Hoy, gracias a internet, a la Asociación de ex colegiales, a Federico Moldenhauer y a Gonzalo
García, el “Tardío”, he podido revivir el espíritu de aquellos años imprescindibles y retomar el
contacto con algunos de los amigos de entonces.
Cuando volvamos a vernos, un abrazo bastará para borrar el paso del tiempo. Mientras tanto, os
dedico a todos estas líneas como modesto homenaje (personalizado en el recuerdo de Palomitas y
de Maribel) a lo que el Colegio significó para mí.
Por cierto, el tiro aquel, segundos antes de que terminara nuestro último partido en Madrid,
ENTRÓ.
Magnum amplexum omnibus uobis, bene ualeatis!
Playa de San Juan (Alicante), enero 2013.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
Memoria Gráfica
Uno de los equipos de Hockey Hierba. 1970
De pie: Miguel A. Hernández, Gonzalo García, Adolfo Gross, Daniel Vicente,
Federico Moldenhauer, Jacinto García Pascual, Antonio Anguiz.
Sentados: José A. Ruiz Ros, Ramón Hidalgo, Rafael González Maldonado,
Manuel Blesa, Paquito Sánchez Prados.
Equipo de Balonmano. 1968
De pie: Cantó, Luis Martínez Meseguer, Federico Moldenhauer, Pérez Briant,
Vicente Delgado, Antonio Vicente.
Agachados: Eduardo Berástegui, Manuel Blesa, José A. Ruiz Ros.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
Equipo de Fútbol Sala. 1982
De pie: Oñín, Pedro Boch, Falconetti, Cardenal y Pirri.
Agachados: Marco, Javier Monzó (quien nos ha proporcionado
la foto), Payo, Imbernón y Palomitas.
Equipo de Rugny. 1994
De pie: Javier López Agredano, José Manuel Domínguez, Arturo González,
Villaca, Sergio Linares, Herman Martínez, Padre Nava, Francisco García,
Guillermo Sierra, Pablo cabrera, Aritz Martínez de Luco, Mariano García
Agachados: Rubén Ruiz, Eugenio Abengózar, Luis Palacios, Álvaro
Domínguez, Kiko Sánchez, Eduardo Martínez, Manuel Castro, Melchor
Lavado, Curro Linares, Miguel Ventura.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
Equipo de Rugny. 1989
De pie: Fresquillo Hidalgo Tallón, Carlos Artacho, Julio Cabellos, Manuel
Castro, Alfonso Artacho, Cabrilla, Luis Utor, José Fernández Bermúdez, Tomás
Carvajal, Luffing Hidalgo Tallón, Fernando Trujillo.
Agachados: Antonio José Díaz B, Gusiluz, Ezequiel Vigo, José María Miralles,
Comunards, Pedro Cerezuela. (Pedimos disculpas por los nombres que nos faltan (la inevitable
desmemoria), y utilizar el nombre de guerra en otros por igual motivo).
El día que Luís Cárdenas acabo derecho
Detrás: Juan Ramos, Máximo Segura, Baltasar González,
Manolo Saenz, Jose Luís Gómez Villagran.
Sentados: Luís Cárdenas, Rafael González, Manolo Piné,
Joaquín Climent, Federico Moldenhauer, Antonio Jimenez
Minaya.
Delante: Arturo de Francisco.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón
Pere Gimferrer
INMEMORIAM
Por José M. Rosado Santiago (1971-1974)
La amable llamada de Federico Moldenhauer para informarme del resurgir de Acequia, me ha
llevado a reflexionar, una vez mas, sobre lo distante que, por circunstancias varias y una cierta
dejadez que me caracteriza, he permanecido de los avatares del Loyola. Y de los que fueron mis
compañeros a lo largo de tres cursos académicos. Ahora de casi todo hace mas de veinte años,
escribía Gil de Biedma. Pero en nuestro caso son casi veinte mas veinte. Para sentir vértigo.
Nunca se olvida aquella etapa en que aprendimos tantas cosas. En la Facultad, unas más útiles que
otras, y mejor o peor enseñadas. Fuera, en el Colegio y en la calle, fue donde se sentaron las bases
de lo que íbamos a ser mas adelante. Y esa formación, la que de verdad importaba, corrió a cargo,
en buena medida, de compañeros que te abrían los ojos a mundos que ignorabas, y que suscitaban
en ti esa curiosidad y esa duda que están en la base de todo aprendizaje.
Con los años, he llegado a la conclusión de que solo conviene el trato con aquellas personas que
puedan enseñarte algo. Y no es elitismo, ya que estoy hablando de, al menos, cuatro quintas partes
de la humanidad (o más, si nos ceñimos a los mayores, especialmente esos abuelos de pueblo a los
que nunca te cansas de escuchar). Del resto, mejor mantenerse alejado, especialmente de los que se
creen en posesión de la verdad. De casi todos aprendemos algo. Pero de unos pocos hemos
aprendido mucho.
Si hoy analizo mi vida en Granada, en el Loyola, he de concluir que tres personas, de entre tantos
compañeros, influyeron en mí de manera muy especial. Y quiero dedicarles un recuerdo cariñoso.
Y triste, a la vez, porque dos de ellos se han marchado antes de tiempo.
Federico Moldenhauer me acogió en la tuna, pese a mis nulas aptitudes musicales. Y esa tuna,
aparte el componente lúdico y festivo, era una muy buena escuela de madurez, algo que, a los
diecisiete años se precisa y se agradece. Luego fueron años de recibir sus sensatos consejos, y de
compartir reflexiones, lecturas e inquietudes que un buen día decidimos concretar en Acequia. Y
exponer a la mirada critica de los demás una serie de textos que nos quemaban por dentro. A
Federico le tocó la mayor parte del peso de coordinación, selección y revisión de textos. Y algo
más. Os revelo un pequeño secreto. A su impronta artística se debe la portada de la revista. Una
mancha de profidén extendida con la punta de un cuchillo sobre una cartulina negra.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
Manolo Gomis consiguió que muchos de nosotros gozásemos por primera vez de la música clásica
o, cuando menos, que aprendiésemos a apreciar sus múltiples facetas. Y lo hacia siempre como sin
querer, suavemente, con un leve empujón, que procedía más del arrobo que mostraba ante las
diferentes piezas, que de un magisterio que se negaba a ejercer, por mas que estuviese plenamente
legitimado para impartirlo.
Pepe Rabasco nos hizo amar el cine. Conocerlo. Trabajar por divulgarlo. Con una mezcla de
modestia e ironía que te llevaba a dedicar el tiempo que fuese necesario para preparar el siguiente
cine forum. Siempre recordaré las horas que pasábamos buceando los Cahiers du cinema para
preparar el siguiente “programa de mano” o ficha. Y luego ciclostilarlo en la vietnamita. No
soñábamos aun con internet ni con las impresoras.
He sabido de las muertes prematuras de Pepe y de Manolo hace apenas unos días. Mi desconexión
con los antiguos compañeros me había ahorrado esas tristes noticias. Pero una especie de desazón, a
la hora de poner por escrito estas ideas, me llevo a indagar en Google y averiguar que había sido de
ellos. Y me tope con sus necrológicas. Y pude saber entonces que Manolo había permanecido hasta
el final fiel a sus dos grandes pasiones, la música y la medicina, y de sus logros en ambas.
Comprobé que Pepe había consagrado, como se preveía, su vida a la enseñanza. Y que esta, o su
administración (mejor con minúsculas) le había pagado su esfuerzo con total ingratitud. Y que, a
titulo póstumo, los tribunales han reparado la injusticia que se había cometido con el. Un recuerdo
agradecido para ambos.
Claro que aprendí de muchos otros, de casi todos, y en la distancia, guardo un entrañable recuerdo
de muchísimos compañeros. Pero he querido simbolizar en ellos esas enseñanzas. Debo, y quiero,
referirme también a Carlos García Hirschfeld, S.J. Dirigió el Loyola con mano firme, enguantada
en el puño de seda de su savoire-faire, y sus toques de ironía. Siempre al corriente de todo lo que
acontecía, su tacto le llevaba a intervenir lo mínimo imprescindible para garantizar la, no siempre
fácil, convivencia de ciento cincuenta postadolescentes. Y, al propio tiempo, el logro por nuestra
parte de unos resultados académicos que justificasen nuestro paso por el Colegio. Y cuando lo
precisabas, siempre estuvo dispuesto a escucharte con respeto y aconsejarte con tino. También he
sabido recientemente de su muerte, y vaya para el también mi respetuoso afecto.
No puedo acabar estas líneas, last but not least, sin una referencia a Ignacio Bertrán. No tenia
noticia de su paso por la dirección del Loyola. Nuevo mea culpa. Pero los que tuvimos la suerte de
estar bajo su tutela en el “Colegio de El Palo”, podemos dar fe de su condición de maestro de
hombres. Siempre próximo y afable, hasta en las inevitable reprimendas. Siempre dispuesto a
regalarnos su escaso tiempo libre para lo que necesitásemos. Seguro que, cuantos habéis transitado
por el Loyola durante los muchos años en que ha sido su director, compartiréis mi respeto y afecto
por el. Un abrazo Ignacio.
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
¡Cuán universal tu señoría!
Por J. Federico Moldenhauer (1968-1974)
Palabras como las de este escrito, que atizan el dolor y nos recuerdan que el destino se
cumple inexorablemente, sirven para insistir en la realidad de nuestra humilde condición, aunque
tratemos de disimularlo tras el ingenio de la palabra. Pero si los hombres buenos no murieran esto
no sería necesario.
En el año 1958, en la antigua Facultad de Teología, existió una revista de poesía, entre
cuyos colaboradores se encontraba D. Carlos García Hirschfeld; el nombre de aquella revista era
AINADAMAR, nombre de la fuente y acequia que regaba la finca que hoy también alberga el
Colegio Mayor Loyola, cuna de la Revista Acequia que por segunda vez (ya lo hizo en el primer
número en 1973), quiere rendir merecida veneración y fidelidad a aquél hombre de Dios. Nos
recuerda y recomienda el Eclesiastés que no alabemos a nadie antes de su muerte, por este motivo,
aprovechando la circunstancia de que D. Carlos ya disfruta la hora de la esperanza y que su sentido
del pudor ya no va a incomodarle, quiero que todas, todas mis palabras, se tornen alabanzas; no son
vocablos exentos de contenido, ni fofos, ni repetidos, (tampoco importa cuando son sentidos), y
aunque la vulgaridad de mi pluma no sea capaz de mostrar otra cara distinta, aquí están.
La imagen que quiero evocar de él no es otra que la que ofrecía desde lo alto del escenario
del Salón de Actos del Colegio Mayor Loyola, desde donde agavillado, enredado a la silla nos
contemplaba con pudor; luego se dirigía a los alumnos lacónicamente, sin temer a su propio
silencio ni tampoco al nuestro, apenas nos había dicho algo ya se lo habíamos entendido todo.
D. Carlos García Hirchfeld, se lo voy a decir ahora, cuando puedo, cuando mi recato no me
lo impide y el suyo no le sonroja: tuve la suerte y el orgullo de haber convivido cinco años bajo el
mismo techo; era tiempo de aprendizaje, durante el cual fui asimilando su prudencia, su austeridad,
su sencillez, su parquedad en palabras, las justas, las adecuadas en cada momento, su respeto para
con ideas y personas. Lástima que mi pudor de existir unido al suyo, hayan tenido un efecto
multiplicador que ha hecho imposible nuestra aproximación, pese a nuestra proximidad física y
deóntica; me arrepentiré toda mi vida, quién sabe si también en la otra.
Misión cumplida D. Carlos. Su ejemplo perdurará en mi memoria y en mi corazón. Que
Dios lo tenga a su lado, maestro; hasta pronto.
Hacienda “La Trinidad”, primavera de 2012
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Nosotros los Colegiales
La estación de Madrid, los cuarenta vagones y el
ferrocarril
Por Manuel Castro Nogales (1988-1993)
En casa siempre habíamos sido muy deportistas, como legado de la pasión de mi padre por
el fútbol y también por su afición a otros deportes. De pequeño, había practicado varios y, de un
modo algo más serio, el fútbol-sala.
En consecuencia, en la entrevista de ingreso con el Padre Maury, la única pregunta que mi
timidez me dejó formular fue referente al deporte en el Mayor. Recuerdo que me dijo algo como:
“si eres un Butragueño, enseguida te van a coger”.
De este modo, cuando entré en el Colegio, de lo primero que hice fue interesarme por las
competiciones, por los equipos. Y encontré el rugby. Las únicas referencias que tenía del mismo
eran, como las de muchos otros, las de las transmisiones del UHF narradas por Celso Vázquez.
Recuerdo que, dada mi poca compresión del deporte, entonces acababa por aburrirme. He de decir
que ahora me apasiona. Los terceros tiempos, la violencia controlada, su rudeza, su nobleza me
cautivó. De tal modo que estuve jugando hasta los 38 años, cuando mis responsabilidades
profesionales y familiares me impidieron seguir.
En el Colegio participé en los Trofeos Rector y CCMM de fútbol, fútbol-sala y rugby
durante los cinco años de mi estancia. También lo hice en la liga interna de futbol-sala, que
coorganicé con mi compañero Javier Purón, autor de la idea, durante los tres últimos años.
Asimismo intervine en innumerables pachangas, partiditos, etc. con mis compañeros del Colegio.
Fui delegado de deportes un par de años, creo recordar, y me responsabilicé de algunas
tareas, como la compra de material. Recuerdo haber comprado aquella equipación de rugby, gris y
roja, que mis compañeros no pararon de criticar durante muchos años. Todavía hoy sobrevive. La
cuestión es que bien cara costó: 80.000 pesetas de entonces. Que no me escuche el Hermano
Martínez (q.e.p.d.).
La experiencia del Colegio Mayor supuso un punto de inflexión en mi manera de concebir el
deporte. Era un servidor uno de ésos que sufría por 'su' equipo, fuera el Real Madrid, la selección de
fútbol, etc. Visto en perspectiva, considerar 'tu' equipo a alguien que tan lejano se encuentra, física y
emocionalmente, me parece un ejercicio absurdo. Desde entonces sólo me apasionan los deportes
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Nosotros los Colegiales
en sí, nunca el fervor por las partes intervinientes. En tal sentido, contemplo con bastante
escepticismo el deporte profesional.
Recuerdo aquella vez que nos encontrábamos celebrando un tercer tiempo en mi segundo
año, y José Fernández Bermúdez, más conocido como 'Panocha', nos llevó por ahí a un grupo de
medio novatos, aprendiendo lo que llamamos 'canciones de rugby', que no son más que cánticos,
algo subidos de tono, en los que se entremezclan pasajes de nuestro deporte. Esa noche contemplé,
en los televisores de los bares por los que pasábamos, como el Madrid encajaba una goleada (5-0)
por parte del Milán (¿o era el Inter?). Aquella circunstancia hubiera conllevado mi sufrimiento y
desesperación de aficionado forofo tan sólo un par de años antes. Sin embargo, era observada por
mí con la distancia que provocaban no sólo las cervezas ingeridas, sino el hecho de constatar que yo
tenía más que ver con un grupo de chavales de un modesto e insignificante equipo de Colegio
Mayor en un deporte minoritario, que con cualquier estrella del deporte futbolero. Nunca más volví.
Durante los años del Colegio viví un conjunto de experiencias, pasé buenos y malos
momentos. Sin embargo, la memoria suele seleccionar lo positivo, las enseñanzas y los buenos
recuerdos: como la de aquel partido de semifinales contra Derecho en 1991, el cual siempre
recordamos, que ganamos 'in extremis', y del que salimos muchos emocionados; como la de aquel
sector que jugamos en Almería en 1989 representando a la Universidad de Granada; como, en
definitiva, las de un sinfín de anécdotas, que ahora se han convertido en ”batallitas” que contar a tus
hijos.
El grupo que formamos en aquella época en el equipo de rugby constituye para mí lo que los
anglosajones llaman el 'gold standard'. Me sirve de referencia a la hora de evaluar un grupo o un
ambiente. En la medida en que el mismo se aproxima a los valores de diversión, compañerismo,
respeto y educación que allí viví, la experiencia ha sido tanto más gratificante. Puedo decir que sólo
alguna de las que he tenido se ha acercado o igualado.
El deporte es siempre un medio de socialización. Y el Colegio Mayor como lugar de
participación y convivencia, no puede menos que fomentar dicha actividad entre sus residentes.
Durante los años del Colegio se dice que se crean vínculos que perduran, y puedo decir que al
menos para mí, ello no ha sido un lugar común; en mi caso ha constituido una realidad. Es, quizás,
el motivo por el que llevamos desde 1997 reuniéndonos todos los años para disputar el partido de
las VIEJAS GLORIAS, frente al equipo de rugby integrado por los colegiales del Mayor. Puedo
decir que, por las características y exigencia de nuestro deporte, reunir un grupo de excolegiales
dispuestos no es tarea fácil, a no ser que existan unos lazos, un apego.
También he de señalar que, más allá de los saltos generacionales, los que nos reunimos cada
año, hablamos el mismo idioma, y no me refiero al castellano.
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Nosotros los Colegiales
SEMBLANZA DE D. PEDRO HERRERA PUGA
Por Manuel Piné (1967-1974)
Hacer una semblanza de alguien requiere al menos un gran conocimiento de su persona, así
como al menos haber compartido con él las mismas inquietudes y los mismos objetivos durante
muchos años, para poder transmitir a los demás la realidad de quien fue, sin tener que echar mano
de los tópicos tan manidos como conocidos y aburridos.
El caso es que para nada es esta mi situación: D. Pedro Herrera Puga, o, como era en general
para nosotros, primero alumnos internos en Málaga y después estudiantes en Granada, “El Puga”,
nunca me otorgó ninguna familiaridad, y tampoco recuerdo de él un especial afecto a mi persona ni
compartimos en común ninguna actividad más allá de la estrictamente docente y formativa.
Ni tan siquiera recuerdo haber leído en su momento ninguno de sus excelentes trabajos
sobre la Sociedad española en el Siglo XVI, sus estudios sobre las cárceles y la delincuencia, sobre
todo en Sevilla, siguiendo los “Manuscritos del P. León”, aunque sí me llegaba algún comentario de
quien estaba más al tanto de sus trabajos.
Por el contrario, y no es en modo alguno tópico a recurrir, sí es lo cierto que mucho aprendí
de él y su persona al escucharle. Probablemente bastante más que de las asignaturas que tan
magníficamente nos enseñaba.
Debió ser más o menos en los años del Concilio Vaticano II, cuando conocí al P. D. Pedro
Herrera Puga.
Me encontraba entonces interno en el Colegio de San Estanislao de Kostka en Málaga, y
debió ser en esa época porque recuerdo perfectamente que las misas todavía se decían de cara a
Dios y de espaldas a los feligreses.
Todas las mañanas, una vez limpios, aseados, bien peinados, y repasados por el P. Inspector,
bajábamos los alumnos a la misa diaria en aquella inolvidable capilla, misa que era algo que todos
aceptábamos pues así estábamos formados, pero en el fondo inquietos por el cura que nos pudiera
tocar, por aquello de que hasta después de la celebración no había desayuno, y el conseguir con
prontitud este objetivo dependía y mucho del cura de turno. Tan educados de mente como
estábamos lo que nos costaba realmente a nosotros educar eran las tripas.
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Nosotros los Colegiales
Como entrábamos en dos filas la mar de formales, y nos colocábamos conforme entrábamos,
a mí me tocaba siempre el último del segundo banco de la derecha, justo al lado y bien pegado al
primer altar lateral a la izquierda del Altar Mayor.
La misa empezaba y nadie osaba manifestar ni en voz baja su aprobación o no si se trataba
del P. Félez, P. Maury, el P. Gallego, el P. Tejera, el P. Carbonell, el P. Salgado, el P. Peinado, el P.
Parrado o cualquier otro sacerdote. Así fue siendo durante siete años antes para mí y hasta ocho o
nueve para otros.
Sin embargo en la época a que me refiero había una variación que duró largo tiempo. Justo
en la lectura de la Epístola aparecía por la sacristía camino del altar lateral que quedaba a mi lado el
P. Herrera Puga con un monaguillo y comenzaba su misa diaria él solito.
Y, claro está, con un cura diciendo misa que casi te daba con el manípulo en la cara a poco
que adelantaras la cabeza y otro enfrente más lejos, ambos en lo que para nosotros era, y para mí
sigue siendo, el acto más sublime al que puede asistirse, a ver a quien sigues.
D. Pedro decía su misa diaria posiblemente sin llegar a saber nunca que los que estábamos
tan cerca de él seguíamos la suya, aunque comulgáramos en el Altar Mayor, centrado como estaba
en la más absoluta conexión con algo muy superior a cuanto le rodeara, algo de lo que éramos
testigos y que se respiraba cuando se le veía orar.
Durante años, D. Pedro fue para mí un cura más de los que había en el Colegio, pero que si
en alguna ocasión te cruzabas con él y, sobre todos por las noches, siguiendo las costumbres de la
época besabas su mano, era, de los que transmitían la sensación perseguida de que besabas no la
mano del cura, sino la mano que te bendice.
Poco después, cuando ya en los cursos superiores lo tuve de profesor de Historia del Arte me
tropecé con las facetas del P. Herrera Puga que más recuerdo y que para mí marcaban su
personalidad en aquella época: No admitía bromas con el arte, y cuando creía que tenía razón, era
de los que se subían de las paredes.
De la primera soy testigo y merecida víctima directa. Nos enseñaba las ruinas de Itálica en
Sevilla, dándonos una magistral lección del Arte Romano que seguíamos con no toda la atención
que merecía. De hecho me quedé atrás con mis buenos compañeros de entonces, el recordado
granadino-cordobés Ignacio Cárdenas y el incombustible alpujarreño Elías Moreno, que no éramos
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Nosotros los Colegiales
precisamente la seriedad en bote, cuando se me ocurrió decirles “¡Vamos, esas piedrecitas de
colores dice “El Puga” que llevan ahí 2.500 años! Seguro que las han colocado para los turistas y
las van cambiando de sitio cada vez que viene un grupo”. Pero D. Pedro tenía el oído bastante más
fino de lo que a mí me parecía y tronó su voz con un “Piné: Eres un vicerotónico. Ven para acá y
entérate bien de lo que se te explica”. Tantos años después aún recuerdo el vocablo, pero no tengo
una idea cierta y exacta de lo que me quiso decir, aunque es fácil de imaginar.
De lo segundo éramos testigos todos los alumnos del curso de sus enfrentamientos
dialécticos con el P. Moreno Escribano, gran detractor del arte abstracto y D. Pedro, enorme
defensor de Picasso. El P. Moreno era sin duda un buen hombre. Nos daba idiomas, y se comentaba
que dominaba siete lenguas. Pero la simple e inmadura intuición de adolescentes ya nos conducía
por los caminos que daban la razón a D. Pedro.
Conforme iba pasando el tiempo, el P. Herrera Puga iba creciendo con nosotros y ya en los
últimos años de el Colegio San Estanislao y desde el principio en el Colegio Mayor “Loyola”
fuimos siendo conscientes de su obra, incluso los que no tuvimos con él un trato más allá del afecto
del profesor al alumno y el respeto a la viceversa que otorgan muchos años de conocerse sin tener
jamás un mal encuentro.
Hasta que, como todo en la vida que aparece cuando menos te lo esperas, surgió este mal
encuentro.
El incidente, que hoy día sin duda carecería de importancia, en aquellos días podía alcanzar cotas
inauditas de lo inimaginable. Ocurrió que durante una fiesta en el LOYOLA, a D. Pedro al parecer
por un conducto perfectamente estrangulable, le llegó la información de que alguien había subido
una chica a su habitación.
Aunque las intenciones que conllevaban subir una chica a la habitación en aquel entonces no tienen
nada que ver con las que podemos pensar hoy día que tanto hemos aprendido, afirmo en defensa de
mi generación que, en primer lugar que eran en general muy caballerosas, y en segundo que si
quien no lo hubiera hecho ya a aquellas alturas tuviera que tirar la primera piedra, casi cuarenta
años después aún estaríamos todos en el pasillo mirándonos a la cara con la piedra en la mano.
El hecho cierto fue que repentinamente se abrió la puerta de mi habitación y apareció el Padre
Herrera con una cara que jamás le había visto, bien por lo que esperaba encontrar y por fortuna no
encontró, o bien porque no era aquella la primera puerta que abría aquella noche.
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La situación, por lógica, cuando menos sorprendente, y no solo para mí, fue a continuación
pasando con rapidez por varios escalafones, desde la realmente embarazosa a la nada, puesto que
nada había reprobable, y conforme se iba diluyendo me iba encontrando con un D. Pedro bastante
distinto del que esperaba, porque conocía algo de su carácter y por ello esperaba que la evolución
de los acontecimientos discurriera por derroteros muchos más borrascosos.
He leído, a estas alturas, algunos datos de la vida de D. Pedro, y conocido algunos de sus
problemas personales y familiares, que en todo caso no hacen más que ensalzarle, y que justifican
sobradamente los cambios de humor que le veíamos de vez en cuando y que entonces, como ahora
la mayoría de nosotros, desconocíamos.
En todo caso, aquel suceso fue el que me inspiró el artículo que le dediqué en ACEQUIA sobre la
“Danza del Arlequín de rombos azules sobre un veraniego sol de media noche sobre la tierra helada
y celeste de las colinas de Thule (Recuerdos)”. Escribiéndolo, por primera vez supe acercarme a la
personalidad, como para mí la interpretaba, del Padre D. Pedro Herrera Puga.
Llegados a la vida profesional, puedo añadir, porque me consta, su enorme inquietud hacia los que
sentía como suyos. No me atrevo a relatar cómo consiguió a última hora y casi ya camino de Alcalá
Real llevando a Rafa Pérez Aguilera a celebrar su boda con Conchita, las flores para la Iglesia que
el “Pérez”, como no, había olvidado comprar. Y era día de fiesta, con todo cerrado y sin tiempo casi
para llegar. El ingenio de D. Pedro iba parejo a su inquietud por solucionar los problemas de los que
apreciaba. Y los casó. Y con flores. Y además siguen bien casados casi cuarenta años después, en un
alarde similar al de aquel cura de película que gritaba sobre el matrimonio aquello de que “¡Lo que
yo he unido en la tierra no lo separa ni Dios en el Cielo!”.
Nada volví a saber del P. Herrera Puga, hasta tener noticia de su defunción. Lo supe tarde, como
suele ocurrirnos a los que estamos fuera, pero estoy convencido de que tuvo el entierro cristiano
que se merecía y rodeado de tanta gente que le conocía y quería, de modo que estoy también seguro
de que entró en el Cielo, al lado del Todopoderoso sin manifestar ninguna protesta. Pero también
estoy seguro de que si por algún extraño e inaudito azar hubiera abandonado este mundo en tierra
extraña y entre desconocidos y hubiera debido pasar por los servicios funerarios modernos que
vemos a veces, a la hora del Adagio que siempre suena, habría asomado un poco entre las nubes
para escuchar mejor la música que tanto la gustaba y deleitarse con ese movimiento entre lento y
andante destinado para él. Tan seguro como de que si al continuar la ceremonia, a alguien se le
hubiera ocurrido decir aquello tan manido de que “Pedro: Donde quiera que estés…”, habría
tronado una fuerte y audible voz que viniendo de arriba diría: ¡Eeeeh!, ¡Que estoy aquí!
Murcia, en la Inmaculada Concepción del 2012
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Sobre Antonio Martínez
(Breve pincelada de los años vividos en el Colegio Mayor Loyola)
Por Francisco Rodríguez Sáez (1985-1991)
Conocí al Hermano Martínez cuando apenas cumplía los dieciocho años, iniciando mi
andadura universitaria en el Colegio Mayor Loyola, allá por el año 1985. Su personalidad intensa
no tardó en contagiarme de valores que ya entonces, pero sobre todo ahora, a la vuelta de los años,
entiendo como esenciales para la vida.
El hermano, pues casi nunca le llamábamos por su nombre, era una persona de referencia,
que llenaba con su presencia y sus palabras los espacios que por aquél entonces, joven y
entusiasta, habría de llenar con algo más que clases en la facultad.
El hermano siempre mostró una preocupación sincera por aquellos que como yo,
disponíamos de menos medios económicos, valorándonos por el ser y nunca por el tener. Recuerdo
charlas interminables (que sólo él decidía cuando daban fin), hablando unas veces de cosas sin
importancia, y otras, de auténtica profundidad; tengo recuerdos nítidos de consejos que bien
podrían haber sido de un padre para con sus hijos, de una persona experimentada en los avatares
(no siempre sencillos) vividos.
El Hermano siempre estuvo más cerca de los que más necesitaban, ya fuéramos colegiales,
ya fuera el mismo personal del Colegio, al que supo cohesionar y motivar, todo ello posiblemente
con un estilo particular, muy a su medida (a veces incluso mostrando su lado severo), pero sin lugar
a dudas, desprendido, tolerante y agradecido.
De los años que compartimos en el Mayor, destacaría su estilo paciente de conversar, con
una percepción sui generis del tiempo, sin temor a perderlo, sin horarios que conociéramos, sin más
compromisos que “el compromiso” de estar siempre y en todo momento, dispuesto a ayudar;
incluso algún tiempo, fumando en pipa, con ese aire conciliador y reflexivo con que sabía aderezar
una conversación importante, camuflada hábilmente entre anécdotas y cuestiones intrascendentes.
La amistad que tantos le hemos proferido no ha surgido nunca de manera interesada, sino
que nace naturalmente de ese trato pausado, de esa presencia suya que asemeja a la lluvia
“calabobos”, lenta, llovizna amigable, imperceptible por momentos, pero que acaba por empaparte
hasta el extremo.
Creo que hablo en nombre de muchos al expresar qué ha significado una persona
“necesaria” en nuestra formación de aquellos años, por cuanto tuvo el mérito de convertir su trabajo
en un arte, y a muchas personas, a las que realmente quiso, con el tiempo, en amigos suyos
incondicionales y sobre todo agradecidos.
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NUESTRO NUEVO PAPA
Por Juan Carlos Pérez-Lanzac López (1967-1972)
El papa Francisco I salió por orden del Espíritu Santo el día 13 de marzo de 2013 a las 19,06
horas. Estaba yo en el coche esperando a una buena amiga que había llevado al hospital para una
revisión por parte del traumatólogo.
Al oír que salía humo blanco, mis pabellones auditivos se crecieron y esperaba con
impaciencia su nacionalidad. Creo que pasó más de una hora en conocerse que era Argentino y la
verdad es que me alegré por el hecho de pertenecer al mundo hispano americano, pues es en
Sudamérica donde se encuentran el 42% de los católicos y pensaba que era necesario que saliera el
nuevo Pedro desde estas tierras.
Cuando además oí que era jesuita, mi sorpresa y alegría fue mayor. Era el primer jesuita
sucesor de Pedro y pensé: seguro que se pondrá de nombre Ignacio I, pero no, ha elegido Francisco
que no se por cual de los santos Francisco. Pienso que será por el jesuita San Francisco Javier.
Mi mente se fue situando y aceptando al nuevo papa. Las noticias corrían a velocidad
proporcionando datos sobre su biografía que por lo visto ha sido una carrera religiosa densa y de
gran formación. Mis ojos se volvieron a mis años en el colegio de los jesuitas de Málaga, al Colegio
Mayor de Granada y de Santiago de Compostela, recordando a los jesuitas que estuvieron más
próximos en mi vida y siempre recuerdo la gran formación teológica que tenían a base de largos
años de estudios.
Continué la tarde oyendo la radio mientras llevaba a mi amiga lesionada a su casa a que
descansara y después me recogí en la mía. Conecté el ordenador y el primer mensaje fue el
Federico que me pedía colaboración para el próximo número de ACEQUIA.
Le conteste que no sabía qué tipo de colaboración me solicitaba, pero más tarde me ha
venido la idea de plasmar mis pensamientos en este folio sobre el nuevo Papa, tal y como ha
sucedido en una tarde normal y corriente del mes de marzo. El Espíritu Santo ha querido que sea
jesuita y los Antiguos Alumnos debemos alegrarnos por lo que esta compañía ha significado para
nosotros.
Como es natural yo hubiera aceptado a cualquiera, pero en el nuevo Papa se da la
circunstancia de que es Hispano-americano, hijo de emigrantes italianos y de formación jesuítica.
Ahora nos toca muy especialmente a los Antiguos Alumnos rezar para que le de fuerzas, lo
ilumine en sus decisiones y que sirva para reavivar las vocaciones de los jesuitas.
Desde estas páginas de ACEQUIA, decirle a Francisco I que los Antiguos Alumnos nos
sentimos orgullosos de él y que seguiremos llevando el mensaje de SER HOMBRES PARA LOS
DEMAS.
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Nosotros los Colegiales
Entrevista a Ignacio Maury
Rodríguez-Bolívar s. j.
las calles, quema de Iglesias y de edificios
culturales etc., desembocaron en la Guerra civil. A
uno de mis hermanos le cogió en Madrid, otro
estaba en el frente de voluntario y cayó herido
grave. Cuatro meses después de terminada la
Guerra en España, Alemania e Italia declaran la
Guerra al resto de países de Europa.. Estamos en
septiembre de 1939... Después vendrían años de
hambre y de graves privaciones para muchos
ciudadanos, vida de escasez y de insuficiencia de
alimentos, y así hasta un largo etc.
Breve Biografía
Soy el sexto y último de seis hermanos,
todos ellos varones. Mi padre era de Sevilla y mi
madre de Granada, pero yo nací en Cádiz por orden
ministerial, ya que mi padre era militar y estaba
destinado en aquella bella ciudad. Nací junto a la
también bella bahía, en el Gobierno Militar, hoy
convertido en un Centro cultural.
Junto a tanto desastre social había
organizaciones dinámicas de jóvenes, como los
jóvenes de Acción Católica o las Congregaciones
Marianas que a través de círculos de estudio, de
actividades sociales, de experiencias vitales como
ayudar en los hospitales o en los barrios
deprimidos de la ciudad etc., percibíamos y
aspirábamos a otro mundo mejor organizado y a
valorar lo gratificante que es el servicio y la
generosa entrega a los demás y un largo etc.
Cuando apenas tenía dos años murió mi
padre, víctima de una infección, que según los
galenos, hoy se quita con un antibiótico. Mi madre
se trasladó a Granada a casa de la abuela, cerca del
Arco o Puerta de las Granadas. En el Colegio de los
HH. Maristas cursé mis estudios de primaria y
Bachillerato. Como deportes preferidos practiqué
el senderismo de alta montaña y el futbol. Todo
muy normal.
R A: ¿Cómo supo Vd. Que Dios lo llamaba?
Revista Acequia: ¿Cómo y cuando decidió
dedicarse a Dios y a la Iglesia.
I M: Muchos jóvenes de aquellas generaciones, y
yo entre ellos, pensábamos que se podía trabajar
para hacer un mundo mejor y más ideal que el que
vivíamos y optamos por la vida religiosa o
sacerdotal. La última decisión la tomé en unos
Ejercicios Espirituales en el Edificio donde se
ubica hoy la Facultad de Odontología, Mi madre y
mis hermanos me hablaron con gran cariño de lo
que significaba para mí y para ellos esta decisión.
Pero jamás se opusieron a ella. Respetaron con
gran cariño la opción que libremente elegí.
I. Maury:
A mí me tocó vivir, como a las
personas de mi generación, momentos de dolor, de
incertidumbre y de lo que podríamos decir
brevedad de la vida. Cuando apenas tenía pocos
años ya se estaba hablando en mi casa de la
Guerra de África. En la casa donde vivía estaba
también un hermano de mi madre, comandante de
Estado Mayor con una enfermedad grave
contraída en la guerra de Marruecos. Murió
cuando yo tenía 6 años.
El 29 de septiembre del año 1942 ingresé en
el Noviciado, que tenía la Compañía de Jesús en El
Puerto de Santa María. Fueron 16 años
inolvidables de formación en distintas ciudades
de España. Y después, hasta los 70 años de jesuita
Poco después, el año 1932 se declara en España la
Segunda República. Los graves problemas políticosociales de la época, los incidentes con muertos en
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
que cumplí el pasado 29 de septiembre, los
dediqué principalmente a trabajar o dirigir
centros de enseñanza y durante 30 años en el
Colegio Mayor Loyola de Granada
- No olvidar que este espacio del Mayor
tiene también una dimensión educativa con
mucho trabajo de siembra, de observación, de
aguante y de imaginación, de estudio y de diálogo,
y que por tanto, no pidamos sólo grandes frutos a
corto plazo.
R A: ¿Cómo resumiría su larga experiencia en
el Colegio Mayor?.
-Que no confundamos, en nuestro caso,
oferta cristiana con práctica sacramental.
IM: Yo llegué al Colegio Mayor el curso 76-77
siendo Director el P. Restituto Méndez. Hasta
entonces había estado con cargos de
responsabilidad o de Dirección en dos grandes
Colegios de Enseñanza Primaria y Bachillerato: El
Colegio San Estanislao de Kostka, El Palo, Málaga
12 años. En el Colegio San Ignacio de Loyola en
Las Palmas de Gran Canaria 7 años. Después de
unos meses de descanso me nombraron Director
del Colegio Mayor Loyola, responsabilidad que
duró 16 años, desde el curso 77-78 hasta el 92-93.
R A: Reflexión final
I M: Por aquellos años cayó en mis manos el
libro “Descargo de conciencia” (1976) del
Profesor Pedro Laín Entralgo, antiguo Rector de la
Universidad Complutense de Madrid en el que
resumía su estancia en el Colegio Mayor San Juan
de Ribera de Valencia con estas palabras que
entresaco: “nunca dejó de serme singularmente
grata la estancia en el Colegio de Burjasot...en ese
Colegio fui de veras joven, y entre sus muros recibí
año tras año el regalo impagable de la verdadera
amistad... Intelectual, religiosa y profesionalmente
fueron decisivos para mí esos seis años.. Mis
diversas y ávidas lecturas ... la diaria y animada
conversación con estudiantes de otras disciplinas...
todo ello contribuyó no poco a que en el orden del
pensar y del saber fuese yo luego lo no mucho que
luego he sido” Estas palabras yo se las leía a
muchos colegiales de distintas promociones en los
16 años que estuve de Director del Mayor, unas
veces en el despacho, otras en las Asambleas que
se tenían a principio de cada trimestres.
El Colegio Mayor era una experiencia
nueva para mí, distinta a las experiencias
anteriores. La primera pregunta que yo me hice al
tomar esta responsabilidad es preguntarme: ¿de
qué se trataba?, o ¿qué objetivos pretende un
Colegio Mayor dirigido por la Compañía de Jesús?
La respuesta la fui recibiendo de los mismos
colegiales a través de los dos primeros cursos
observando su comportamiento, sus deseos, sus
problemas, sus posibilidades. etc. La conclusión a
la que llegué con la experiencia y la reflexión fue a
que el Colegio Mayor debía ofrecer al
universitario un espacio donde se pueda convivir
con respeto a los prójimos, donde se valore la
libertad, , la justicia, el pluralismo, el diálogo
interdisciplinar, etc. concretamente los tres
objetivos me marqué fueron:
Ahora, después de muchos años los antiguos me
las recuerdan todavía, en las visitas “románticas”
que hacen al Colegio siempre que vienen a
Granada, porque ese era y ese es el ideal de
“hombre universitario” que debe forjarse en los
privilegiados años que se viven en un Mayor.
- Crear un espacio donde se valore la
libertad, la justicia y el pluralismo.
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Entrevista con Federico
Moldenhauer
Revista Acequia.- Federico: imagínate que vives
en un país donde el precio de los libros no te
prohíbe su compra y que dispones de un buen
número de ellos en tu biblioteca, pero un mal día te
levantas y ves que el populacho (multitud en
revuelta) se dedica a quemar todos los libros, casa
por casa (no sería la primera vez), con ese regusto
con el que lo han hecho en la historia todos los
pirómanos de la cultura ¿Qué libro procurarías
salvar de las llamas?
Federico.- Difícil me lo pones, pues no conozco
placer como los libros, al no existir límite en su
hábito y uso. Habría que salvar, al menos, uno de
cada cultura (las grandes epopeyas Gilgamesh,
Ramáyana, Mjábbarata, La Biblia, El Teche-Ly,
Iliada, Odisa, Eneida, Shahnameh, Heike
monogatan, Popol vuh, Cantar de los Nibelungos,
Farsalia, Tebaida, La Divina Comedia, Cantar de
Roldán, Cantar de Mío Cid, Edda, Epopeya
Sundiate, Os luisiadas, Jerusalén libertada, La
Araucana, El paraíso perdido, Martín Fierro ..);
pero si sólo puedo indultar a uno, yo elijo, sin
temblarme el pulso, dos libros, pues con uno se me
iba a hacer insoportable el resto de años que me
quedaran de vida; aunque el cuerpo, bribón él,
termina por habituarse a todo. Yo salvaría “El libro
del desasosiego” obra ortónima del gran poeta
portugués de los heterónimos, D. Fernando Pessoa;
también indultaría del fuego a las Obras completas
de D. Miguel de Unamuno el hombre angustiado
ante el ser, Dios, la muerte y la inmortalidad del
alma; poeta, dramaturgo, novelista, ensayista y
filósofo. Lo siento por el que tuviera aspiraciones,
no me ha resultado difícil aunque no haya podido
librar de las llamas a muchos y extraordinarios
libros.
RA.- El populacho (una masa de estúpidos
insensible, de agitados agitadores), en su afán
incendiario y contracultural, también arroja las
partituras musicales (papel escrito) en la hoguera
¿Qué obra musical librarías del totalitario, tiránico
e interesado fuego?
(Fundador de la Revista Acequia)
Biografía reducida. Nací en Granada en la mitad
del siglo XX. En la actualidad huérfano de
Francisca y Francisco. Estudié con los Hermanos
Maristas en Murcia (once años) y no he olvidado lo
mucho que allí aprendí. Me licencié en Medicina y
Cirugía en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Granada. Viví seis años en el
Colegio Mayor Loyola de la Compañía de Jesús, la
mejor Universidad, donde, entre otras cosas, fui
cofundador de la Tuna, de la que fui el primer
solista y de la revista Acequia. Doctor por la
universidad de Granada con Premio extraordinario.
Tuve un maestro en medicina, el Profesor Vara
Thorbeck. Soy médico especialista en neurocirugía.
Estoy felizmente casado con Nati (la primera
madrina de nuestra tuna), empresaria y madre de
tres magníficos hijos: Loreto, Natividad y Federico;
tengo un nieto y otro que viene de camino. Disfruto
con mi profesión y con mi tiempo libre bien
aprovechado. He escrito 25 libros, de ellos siete
están publicados. Soy, sin jactancia alguna,
heterosexual y nunca he estado en la cárcel.
Tampoco tengo cáncer, ni falta que hace. Deseo
seguir ejerciendo mi profesión, leer, escribir, pintar,
disfrutar con la compañía y el amor de mi familia,
amigos y una botella de vino, sin que se dé la
circunstancia de que el camarero tenga que
preguntarme si estoy enfermo porque haya dejado
la botella medio llena… No, no soy un borracho
por que hable mucho del vino, pues son
demasiados en este país los que están siempre
hablando de democracia y no por eso son
demócratas. Yo, como Machado, sigo los aúreos
consejos del vino, que el vino es escala de sueños.
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Nosotros los Colegiales
F.- Toda la música, la mayor expresión del alma
humana (no disponemos de nuestro compañero
Manolo Gomis para que no lo ratifique-R.I.P.-),
especialmente la del romanticismo, es digna de ser
redimida de las despóticas, ignorantes y resentidas
llamas, pero de forma especial la Sonata Kreutzer
de Beethoven; (he dejado a Bellini, Mozzart,
Wagner, Chopin y mucho me duele haberlo hecho).
RA.- Federico, ponte ahora en esta nueva situación:
a alguien se le ha ocurrido (a los políticos se les
puede ocurrir cualquier cosa), que los cuadros que
a lo largo de la historia humana fueron pintados por
seres humanos capaces de sublimar con un pincel
un poco de color sobre un lienzo, van a ser
distribuidos entre la población, dada la soledad que
viven estos en los museos ¿Qué cuadro te gustaría
llevarte?
F.- No tengo ninguna duda a la hora de escoger un
cuadro para mi disfrute: “La Venus del espejo” de
Velázquez o el retrato de la condesa de Chinchón
de Goya, para el salón de mi casa, delante de la TV;
y “El retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa” de
Jan van Eyck, para poder contemplarlo desde mi
cama; este cuadro debería llamarse Retrato de
Jeanne Cenami y su esposo, pues jamás he visto a
una mujer más tiernamente satisfecha porque
acaben de embarazarla; nos lo robaron los ingleses,
pero estoy dispuesto a recuperarlo.
RA.- Imagínate que la tierra ha sido invadida por
extraterrestres (o por políticos que jamás han
ganado en las urnas, que viene ser lo mismo), se
han hecho con el poder y como ha ocurrido siempre
con los imperialismos, totalitarismos y con las
revoluciones, nos quieren imponer su lengua y su
religión para borrar las señas de identidad de
nuestra civilización y, con éstas, también destruyen
nuestras obras arquitectónicas; sólo nos permiten
que una de ellas quede en pie, ¿Cuál elegirías y qué
harías con ella? y en Granada, ¿qué monumento
librarías del pico y de la pala?
F.- La Basílica Papal de San Pedro del Vaticano,
para poder seguir disfrutándola; no he visto tanta
belleza junta bajo el mismo y hermosísimo techo,
ni dentro de la misma y bellísima caja. La Iglesia
Catedral, es sin duda alguna, el edificio más
hermoso con el que cuenta la ciudad de Granada.
Es obvio que no estoy a la moda de los viajeros
románticos, no soy tan chabacano, ordinario, ni tan
vulgar como aquellos; para mí, el romanticismo no
es lo que para la gran mayoría, pues como dijera
Pessoa el romanticismo representa la
verdad
interior de la naturaleza humana, por tanto, no
puede ser algo vulgar.
RA.- Ponte ahora en la misma situación anterior,
los nuevos usurpadores de nuestra tierra quieren
fundir todas las estatuas para hacer encofrados y
utilizar las piedras de las esculturas para cimientos
de sus nuevos edificios: qué escultura salvarías.
F.- Cuanto cafre hay en el mundo y qué capacidad
de destrucción tienen (los hay que dedican toda su
vida a defender a un animal o una planta y no son
capaces de dedicar ni una sola mirada al ser
humano que padece, ni al resultado del alma
humana que también padece, el arte). Voy a salvar
El Perseo de Benvenuto Cellini y pido perdón a
Fidias, Policleto, Michelangelo
Buonarroti,
Vinzenzo Bellini y a la escultural Victoria de
Samotracia.
RA.- Si consideras que el cine es una forma de
arte, nombra una película, un director de cine y un
personaje del mundo del cine que te gustaría
representar en la vida; pero si consideras que el
cine no es el séptimo arte, contesta también.
F.- También contestaré, pero me vas a permitir
elegir tres películas, sabrás por qué: Viaje al centro
de la tierra, la de Henry Levin, (yo tenía 10 años
cuando la vi y no había leído la novela de Verne),
Sibila, de Serge Burguignon (la vi con 17 años) y
Casablanca (no sé cuantas veces he podido verla,
nunca me ha hecho falta oírla; sus primeros planos
sí son una obra de arte). John Ford u Orson Welles,
por decir alguno. El hombre invisible, pero sin sus
miseria; quizás hoy día preferiría ser en la vida
Supermán, ¡lo bien que se lo iba a pasar conmigo
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mi nieto y lo mucho que iba a presumir de abuelo
entre sus amigos!
RA.- Si consideramos que la gastronomía está
llena de obras maestras, efímeras, sí, pero al fin y a
la postre obras de arte, te invito a que elijas un
plato y una bebida para acompañarlo. Buen
provecho.
F.- Una bien cocinada tortilla de patatas con vino
tinto (comida y bebida de gente honrada). Estáis
invitados. A los nuevos ricos, en su mayoría
políticos, les pediré que me inviten a unas ostras de
Marennes-Oléron o de Belon, con una copa de vino
de uva de godello o chardonay, por supuesto sin
salsa de chalota, sólo con una gota de limón.
RA.- ¿En medio de qué jardín levantarías tu casa y
a qué arquitecto se la encargarías?
F.- En medio de los jardines de Bóboli podría mi
casa que le encargaría a
cualquier arquitecto
renacentista; yo pondría algo de mi cosecha, estoy
seguro.
RA.- Nombra a un narrador, un poeta, un
dramaturgo y un ensayista con quien te gustaría
compartir un rato de charla y una botella de vino.
F.- Scott Fitzgerald; Pablo Neruda (si no habla de
política); Pedro Muñoz Seca; Miguel de Unamuno.
RA.- Al taller de qué pintor, escultor y músico
acudirías a encargarle algún trabajo para ti:
F.- A Goya le encargaría que pintara a mi mujer
como lo hizo con la condesa de Chinchón; a
Michelangelo la Piedad de la Basílica de San Pedro
con el rostro de mi madre; a Chopin le volvería a
encargar sus nocturnos y a Bellini todas sus arias.
RA.- Al margen de tu familia, ha existido en tu
vida cotidiana un personaje digno de tener en
cuenta.
F.- Sí, los HH Maristas y los Jesuitas.
RA.- Qué personaje histórico español y mundial de
todas las épocas, te habría gustado suplantar y en
qué circunstancias.
F.- Creo que no ha existido en nuestro país, ningún
personaje histórico digno de ser suplantado por mí
(a los escritores, arquitectos y pintores jamás podré
suplantarlos) y, en el resto del mundo y de la
historia del hombre, por respeto a Jesucristo y lo
que ha representado en mi vida, tampoco.
Pensándolo bien, sí me habría gustado ser el
hipotético médico que hizo abortar (¡cuán
justificados habrían estado estos abortos!) a las
madres de los grandes asesinos que consideraron
que el estado estaba por encima del individuo o que
todo era válido al servicio del estado o de la
revolución; no hace falta recordarlos, además son
demasiados).
RA.- Si alguien te ofreciera aprender en media hora
a tocar con maestría un instrumento musical ¿Qué
instrumento elegirías?
F.- El piano; pero aprovecharía esa gran facultad
para enseñar para que, en media hora más, también
me instruyera en tocar el violín y el chelo.
RA.- Elije un personaje de viñeta o comic que te
hubiera gustado haber creado.
F.- Mafalda, la otra epopeya Argentina además de
Martín Fierro.
RA.- Federico: ¿Te consideras buena persona?
F.- No. No me puedo considerar buena persona.
Quien es tímido y tiene un carácter que tiende a la
bondad (herencia, para Pessoa un capricho
temeperamental), no puede ser buena persona. El
Padre Herrera Puga siempre me decía (hasta pocos
días antes de su fallecimiento) que tenía cara de
buena persona, pero sólo era eso; se equivocaba.
RA.- ¿Eres un ser sociable?
F.- En absoluto y cada año que pasa lo soy menos,
aunque siempre he tenido la virtud de saber
adaptarme a las circunstancias.
RA.- ¿Cuál es el rasgo fundamental de tu
personalidad?
F. - N o s e r e n v i d i o s o , n i c o m p l i c a r m e
innecesariamente la vida, pero sin esconderme.
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Nosotros los Colegiales
RA.- Te encuentras en continuo intercambio,
activo, con el mundo que te rodea?
F.- A duras penas, pero sólo con lo que me interesa,
que es bastante poco en la actualidad. Hay
demasiada vulgaridad en el mundo, cada día más
y, lo que es peor, no existe pudor alguno para
mostrarla, hasta se presume de ella; son muchos los
que lo hacen.
RA.- Federico, ¿te muerdes la lengua?
F.- Cada día menos; es demasiado doloroso.
RA.- ¿Te habría gustado disponer del don de
hacerte visible o invisible a voluntad? ¿por qué?
F.- He soñado siempre con ese don, con un sólo fin:
poder molestar cuanto me fuera posible a todo
aquél que se merezca ser ridiculizado.
RA.- ¿Cuales fueron el mejor y el peor momento
de tu vida? (si consideras íntima la pregunta puedes
dar sólo la fecha).
F.- Considero que mi vida (salvando la
adolescencia que fue corta gracias a Dios) ha sido y
es la de un hombre feliz, no por ser tonto, sino por
haber sabido adaptar el mundo a mi medida. Creo
haber contestado ambas preguntas y acaba de
ocurrírseme la felicitación de año nuevo que voy a
enviar este año.
RA.- ¿A lo largo de tu vida has pretendido
parecerte a alguien? ¿a quién?
F.- Siempre a mi padre en su ética, y aunque me ha
proporcionado numerosos problemas con el
entorno, he seguido fiel a su imagen, y no he
dudado ni en una sola ocasión.
RA.- ¿Desde cuándo pintas? ¿por qué lo haces?
F.- De forma intermitente desde mi más tierna
infancia, con grandes periodos alejados de un
lienzo por estar haciendo otra cosa. Pinto por un
sólo motivo: me divierte. Le preguntaba hace pocos
días a un amigo que cuantos cuadros llevaba
pintados en su vida y me contestó que unos 20; yo
llevo, sólo en el último año, 65; pero que no os
extrañe, Picasso pintaba varios cuadros al día, pero
claro, yo no soy Picasso.
RA.- ¿Cómo te aproximaste a la literatura?
F.- Primero por mi padre, en mi infancia, tras leer
el capítulo VIII “La jubarte” de la novela de Julio
Verne “Un capitán de quince años”, después leí
toda la novela de un tirón, era el día de Reyes, yo
tenía siete años y no hice otra cosa en todo el día;
continué leyendo muchas novelas más de este
autor y de Emilio Salgari. Más tarde, el Hermano
Eugenio (Hermano Marista) me mostró otros
caminos, y el padre Muñiz Romero S.J. acrecentó
mi gusto por escribir.
RA.- Federico, alguien dijo que la constitución
física, el temperamento y la inteligencia son la base
de una personalidad, ¿cuál te ha ayudado más en la
vida?
F.- Ninguna, sólo la picardía de conocer a la gente
y saber adaptar el mundo a mi medida, ya lo he
dicho.
RA.- ¿Qué han aportado los jesuitas a tu vida?
F.- Hicieron que arraigara más en mi el deseo de
respetar a personas e ideas; respetar algunas ideas
me han costado más trabajo, por ser éstas poco
respetables y, digo como Unamuno, si no mostrara
alguna vez mi intolerancia ¿Qué valor tendría mi
tolerancia?
RA.- ¿Qué te llevó a la medicina?
F.- Llegué a elegir la carrera de medicina por
exclusión de las demás; no fue vocacional ni creo
que la vocación exista, salvo en aquellos que
dedican toda su vida a los demás. Me habría
gustado ser arquitecto, pero mi realismo me hizo
ver que mi cabeza no estaba preparada para ser un
técnico, algo, al parecer,
por aquél entonces,
necesario para quien quería llegar a hacer arte con
la arquitectura;
hoy día, creo, que aquella
exigencia técnica en las antiguas Escuelas de
arquitectura, no perseguían otra cosa que evitar la
competencia.
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Nosotros los Colegiales
RA.- De no haber sido médico ¿qué habrías
querido ser de mayor?
F.- Acabo de contestar a esta pregunta: Arquitecto.
RA.- ¿Tuviste en tu profesión un buen maestro?
F.- Sí, tres: mi padre, mi madre a quienes le debo
ir poniendo aquí y allí la mano con ternura sin que
apenas se note, y el profesor Vara Thorbeck al que
elegí por sus obras.
RA.- ¿Por qué elegiste la cirugía para aliviar el
dolor del ser humano?
F.- Porque proporciona soluciones más rápidas y
resolutivas, cuando están indicadas; soy fiel al
principio de Kocher: El cirujano es un médico
capaz de operar, que sabe cuando no debe hacerlo.
RA.- ¿En qué piensas cuando ves al paciente
dormido en la mesa de quirófano y tomas el
bisturí?
F.- Sólo pienso en
que no surja ninguna
complicación. Si no hay complicaciones todo irá
bien; la naturaleza es muy sabia, pese nuestra
necesaria agresividad con el bisturí. Y cuando la
complicación ha surgido, siempre he dado la cara
con la verdad y sin recurrir a razones heteróclitas ni
a explicaciones
propias de los tratados
hipocráticos.
RA.- ¿Qué es para ti lo mejor y lo peor de la
profesión médica?
F.- Lo mejor, unos ojos agradecidos. Lo peor, los
médicos que miran por encima al paciente diciendo
yo sólo puedo cuarte y, la rutina; pues la medicina
no puede ser rutinaria, ni estar basada en la
ignorancia, ni en la ciencia infusa, ni en la cincaficción, ni puede ser obsoleta, ni estar intervenida,
ni debemos exagerar la dolencia buscando un
mayor aplauso; la medicina será mala cuando
trabajemos con casos en lugar de hacerlo con
personas, cuando tratamos de simplificar algo tan
complejo como es el hombre en su enfermedad,
cuando sea mercantilista (que no es lo mismo que
hacer rentable el dinero de los impuestos dedicado
a la asistencia sanitaria) o, para terminar, cuando la
medicina se convierte en artículo de consumo.
RA.- Si pudieras hacerlo ¿qué suprimirías de la
persona-médico?
F.- La soberbia y la ignorancia que suelen ir
unidas. Siempre he dicho que nuestras facultades
son escuelas de necios y soberbios.
RA.- Si tus hijos te plantean ser médicos ¿los
animarías?
F.- Nunca. No deseo darte las razones y me consta
que te gustaría saberlas. No es el momento Lo
cierto es que no sé qué decirte. Pero no animaría a
ninguno de mis hijos a ser médico, no lo he hecho
y hace ya algunos años que acabaron su formación
universitaria.
RA.- Si hubiera que darle un consejo a quien acaba
de alcanzar la licenciatura en medicina, tú cual le
darías.
F.- Que busque un buen maestro, que no olvide
que existen los libros y que los utilice, y por
encima de todo, que no tenga pereza, ni prisa (mas
que la necesaria) para llegar al diagnóstico, y que si
no sabe qué enfermedad tiene su paciente, que se lo
diga y lo envíe a quien pueda saberlo; ante un
enfermo hay que olvidar el prestigio personal (que
no es nada) por el interés del paciente que ha de ser
todo para un médico. No olvidaría decirle: ten en
cuenta que a los médicos nos pagan por estar en el
hospital, el trabajo lo hacemos gratis.
RA.- Aunque tras la entrevista de Hermida al Rey,
ya no quedarán preguntas por hacer, sé peculiar e
insólito y dinos que le preguntarías al Rey.
F.- Majestad, ¿tiene usted el don de la eternidad o
reencernación?
RA.- ¿Qué le aconsejarías al Presidente del
Gobierno? Te pedimos originalidad en tu petición y
sentido del humor..
F.- Señor presidente, llevo ya dos ajustes en la
nómina, he perdido no sé cuantos días sin trabajo,
dos miércoles cada mes contribuyo con ocho horas
gratuitas de trabajo en el quirófano , yo digo que
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Nosotros los Colegiales
nos pagan por estar en el hospital y que el trabajo
lo hacemos gratis; nunca me he manifestado, ni he
protestado por todo lo dicho, ni pienso hacerlo; si
realizamos un trabajo privado nos rebajan del
sueldo una buena cantidad sin disminuir el número
de horas de trabajo por lo de la exclusividad, y no
nos permiten tener más de un sueldo del estado;
todo muy razonable. Señor Presidente del Gobierno
(con esto termino), pídame usted lo que quiera,
pero no suba el precio del vino.
RA.- Hoy, tal y como andan la clase política, si
votar en blanco tuviera como consecuencia que el
número de políticos se redujera en proporción al
número de votos en blanco ¿lo harías?
F.- Rotundamente SÍ. Hay demasiado bribón que
no saben hacer la O con un canuto ni han doblado
el lomo en su vida, viviendo demasiado bien a
costa de los impuestos que pagamos los españoles.
Deberíamos exigir a cualquier individuo que se
acerque a la política, que tenga una profesión
conocida y que sea capaz de ganarse la vida con
ella; con esta exigencia el número de políticos
quedaría muy reducido.
RA.- ¿Qué deberíamos aprender los españoles de
nuestro pasado que no hayamos aprendido?
F.- Nuestra historia sin visiones interesadas, algo
imposible.
P.- Las causas políticas, sociales, territoriales e
ideológicas que nos llevaron a la Guerra Civil ¿se
están dando ahora?
R.- Exactamente las mismas y provocadas por los
mismos, los que sólo pretenden conseguir por otros
medios lo que no son capaces de alcanzar en las
urnas; pero que a pesar de esto, no se les caen de la
boca dos palabras: democracia y progresismo
¡manda huevos su cinismo!
RA.- ¿Cómo contemplas el 2013?
F.- Muy cerca, demasiado, hoy es 30 de diciembre.
F.- Lo que todos queramos y logremos que sea.
RA.- Federico, ¿Qué te queda por hacer?
F.- Todo lo que pueda.
Federico, gracias por haberme dedicado tu tiempo.
(Esta entrevista estaba preparada para nuestro
presidente de la Asociación de Antiguos alumnos
del Loyola, por circunstancias que no vienen al
caso, la redacción de la Revista Acequia cambió el
personaje, sin cambiar las preguntas. La próxima
entrevista será la de Manolo Campos).
RA.- ¿Qué es ACEQUIA?
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Revista Acequia
Nosotros los Colegiales
¿POR QUÉ UN COLEGIO MAYOR HOY
La primera reflexión tras seis meses de Dirección en el Colegio Mayor Loyola ha de ser, por
derecho propio, la percepción de cambio de ciclo hacia una transformación profunda en cuestiones
sensibles de nuestra experiencia global, que hasta hace muy poco dábamos por sólidamente
asentadas en el acervo colectivo.
Son muchas las voces sonoras que surgen desde dentro de una sociedad herida, compleja y
complicada, tristemente indignada, y que cuestionan por fuerza el planteamiento y criterios de una
obra como la nuestra (asentada en valores éticos y solidarios, con un mensaje cristiano que ofrecer),
nuestra posición, opinión y divulgación frente a las familias y también hacia nuestro entorno social
y universitario.
La excelencia académica y profesional
ha pasado de ser un valor opcional para
convertirse en una elección imprescindible, como
único camino para tener posibilidades en el
mercado laboral, entendido como universal,
globalizado y crudamente exigente. Este reto nos
anima a una búsqueda proactiva de recursos
formativos que puedan seducir a una juventud
universitaria que vive tiempos de futuro incierto,
bajo la sombra de un aumento sin pausa del
número de personas sin trabajo en nuestro país.
Las habilidades personales que puedan adquirir
nuestros colegiales, como único y real bagaje que
ofrecer, les permitirán adaptarse a cada nueva
situación, ya sea dentro o fuera de nuestras
fronteras.
Cuando vivimos tiempos en que buena
parte de la confianza en los dirigentes políticos se
ve cuestionada y todo el panorama vital se
encuentra contaminado por la crisis económica,
creemos posible una superación de la mediocridad, obligándonos a un ejercicio de análisis de la
realidad y de una reflexión personal que nos ayude a decidir; decidir fundamentalmente cuestiones
sobre nuestra propia vida, tomando auténtico control sobre la misma, pero también decidir cuánto
de cada uno de nosotros estamos dispuestos a ofrecer a los demás.
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Nosotros los Colegiales
Desde iniciativas dirigidas a jóvenes que vendidas como diversión, los sumergen con
facilidad en espirales de gasto y consumo, hasta actitudes de relativa pasividad en la exigencia
académica y autodisciplina (que no legitiman el esfuerzo cada vez mayor que realizan las familias
para posibilitar los estudios de sus hijos); todo forma parte de las cuestiones en que el Colegio
Mayor debe involucrarse, trasladando al menos la duda razonable. Lo demás consiste en proponer
alternativas, propiciar oportunidades, abrir expectativas, exigir compromisos, ofrecer diálogo (del
trivial y del trascendente; los dos son necesarios), acompañar, en definitiva ayudar a ser.
La opción de vivir en el Colegio Mayor es una más de las posibles; desde nuestro punto de
vista de las que mejor prepara a la persona para progresar en la vida, tanto académica y
profesionalmente como en valores esenciales (tolerancia, solidaridad, esfuerzo, lealtad, liderazgo,
compromiso…), y aunque no es un patrimonio exclusivo, sí existe una apuesta muy decidida para
que estos valores estén presentes en la vida cotidiana de nuestros colegiales. La experiencia colegial
lleva implícita un ejercicio y aprendizaje de la convivencia que no se adquiere en otros contextos y
las acciones formativas y participativas que se ponen en marcha, enriquecen sin duda la experiencia
universitaria y personal de nuestros colegiales.
Como además vivimos en el Colegio Mayor, contamos con instalaciones y servicios
adecuados para dar soporte al proyecto formativo; queremos tener y ofrecer buenos servicios y con
frecuencia lo conseguimos (alojamiento, comida, cafetería, wifi, gimnasio, instalaciones deportivas,
parking para las motos, una pantalla grande para ver los partidos de fútbol, ….), pero estamos
seguros de que éstos no son sino meros medios, sin duda necesarios, al servicio del objetivo
principal de acompañamiento y orientación de nuestros colegiales.
La Compañía de Jesús en España tiene un explícito interés en velar porque esta labor
perdure y se actualice con los nuevos tiempos, en una nueva frontera, manteniendo la esencia y la
enseñanza de San Ignacio de Loyola a la luz del Evangelio.
Francisco Rodríguez
Director Colegio Mayor Loyola
Granada, 1 de Marzo 2013
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Literatura crítica
Crítica social en el “Lazarillo de Tormes”
Por David Mesa Muñoz (2005-2011)
Introducción
Mi objetivo principal es llevar a cabo un estudio de la crítica social que se realiza en la obra
literaria “El Lazarillo de Tormes”. La obra que es objeto del presente estudio se publicó en el año
1554 y se cree que se escribió unos pocos años antes de esta fecha.
Para poder realizar este estudio de la crítica social considero indispensable hacer un repaso
previo del contexto histórico, político y social de la sociedad española de finales del Siglo XV y del
Siglo XVI. En este primer apartado prestaré especial atención a las distintas clases sociales en las
que se dividía España en dicho período, haciendo particular hincapié en el estamento al que
pertenece el clero.
Una vez hecha esta exposición de la situación de la sociedad española, me centraré en la
crítica social que aparece en el libro de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y
adversidades analizando el prólogo y cada tratado del mismo. Para ello escogeré determinados
fragmentos de la obra original y daré mi interpretación particular. Esta crítica social se enfoca
principalmente en el clero y las instituciones políticas y lo podemos comprobar mediante los
distintos amos por los que pasa nuestro protagonista Lázaro.
Para terminar extraeré las conclusiones del presente trabajo donde expresaré mi opinión
sobre la crítica social que se produce y los resultados de mi investigación.
Contexto histórico, político y social en la España de finales del Siglo XV y del Siglo XVI
La sociedad española del siglo XVI no se podría comprender sin hacer un análisis previo del
último cuarto del siglo XV. El año 1492 fue de capital importancia en la historia de España. Entre
otros acontecimientos, se consumó la Reconquista de los territorios conquistados por los árabes con
la toma de Granada. Al mando de los Reinos Cristianos estaban los Reyes Católicos Fernando e
Isabel. Uno de los pilares sobre el cual sustentarían su soberanía fue la religión y para mantener la
unidad de la fe cristiana rápidamente tomaron la medida de prohibir otras manifestaciones
religiosas dando lugar a la expulsión (judíos) o a la conversión (conversos): “With Granada
conquered the Catholic Kings lost no time in promulgating a decree, dated March 31, 1492,
requiring conversion or expulsion, and applicable to both Castille and Aragon” (Chapman 212).
[Traducción mía: “Una vez que se conquistó Granada, los Reyes Católicos no perdieron tiempo en
promulgar un decreto con fecha 31 de mayo de 1492, en el que requerían la conversión o la
expulsión y que fue de aplicación tanto en Castilla como en Arágon”.]
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Revista Acequia
Literatura crítica
Unos años antes, en 1478, se creó la Santa Inquisición para tener un mayor control de la
sociedad: “The Castilian Inquisition, first created in 1478 for specific and temporary objects,
underwent considerable modification when retained as a permanent body to combat heresy in
general.”(Chapman 223). [Traducción mía: La Inquisición en Castilla se creó por primera vez en
1478 para fines específicos y temporales, y sufrió un cambio considerable cuando se convirtió en
una institución permanente para combatir la herejía en general]. En el siglo XVI seguía vigente
dicha institución. Este control se puede observar en la censura de ciertas obras que pudieran
suponer una amenaza para el Estado o para la Iglesia como institución: “More important still, the
censorship of the press was put into the hands of the Inquisition. A Pragmatic Sanction of
September 7th, 1558, ordered the publication of its Index Librorum Prohibitorum.” (Davies 144).
[Traducción mía: Y lo que es más importante aún: la censura de las obras pasó a ser responsabilidad
de la Inquisición. La Pragmática Sanción con fecha 7 de septiembre de 1558 ordenó la publicación
del Index Librorum Prohibitorum.] La obra que es objeto de nuestro estudio no se salvó de esta
censura, debido en gran parte a la crítica social que se realiza en la misma y en particular al
estamento clerical: “The Lazarillo de Tormes, which contained several coarse expletives and jesting
allusions to things sacred, was expurgated” (Davies 145). [Traducción mía: El Lazarillo de Tormes,
que contenía un léxico impropio y algunas alusiones burlescas hacia elementos sagrados, fue
expurgado.] Esta censura y persecución hacia los autores de las obras que no estuvieran en
consonancia con los ideales religiosos del Estado, invita a pensar que el anonimato de El Lazarillo
se podría deber al miedo que tendría el autor por lo que le pudiera ocurrir al hacerse responsable del
contenido del libro.
La creación de la Inquisición pone de manifiesto la estrecha relación que existió en esta
época entre la monarquía y la Iglesia. La Corona poseía todo el poder y constituía la punta de esta
sociedad piramidal. Uno de sus principales aliados para el control de la sociedad fue la Iglesia:
“The influence of the Church owed much of its political value to the fact that the Spanish hierarchy
was almost completely subordinate to the Crown.” (Davies 10). El poder de la Iglesia –gracias al
beneplácito de la Corona- en España era incluso superior al procedente del Papa. “So strong was
the Crown in the support of the clergy that it was able to forbid (1514) the publication of any papal
bull or prescript in Spain without preliminary examination by the Royal Council and without royal
approval” (Davies 10). [Traducción mía: “El apoyo de la Corona al clero era tan fuerte que permitió
prohibir (1514) la publicación de cualquier bula papal o precepto en España sin que hubiera un
examen previo de éste por parte del Consejo Real y la aprobación real.”]
Además del poder que ostentaban el clero y la Iglesia, tenían una gran presencia en la
sociedad de la época: “The power and social influence of the clergy were materially enhanced. The
regular clergy was looked upon with especial favor, with the result that both in riches and in
membership they far surpassed the secular branch”. (Chapman 304). El estamento clerical gozaba
de un alto prestigio social, que no está de acorde con los hechos que se denuncian en el Lazarillo de
Tormes. “The clergy enjoyed the highest social consideration, and intervened in all phases of
Spanish life.” (Chapman 305). Por este, entre otros motivos, considero que El Lazarillo supone una
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Literatura crítica
crítica a la sociedad del momento. No obstante, el estamento clerical no sólo gozaba de prestigio
social, sino que también acumulaba numerosos bienes. A mediados del siglo XVI, el clero poseía la
mitad de la riqueza del Reino: “Toward the middle of the sixteenth century the combined rents of
the clergy amounted to some 5,000,000 ducats ($75,000,000) a year, or half the total for the
kingdom, four-fifths of which amount was paid to the establishments of the regular
clergy.” (Chapman 305).
La participación religiosa de manera activa por parte de la sociedad española del siglo XVI
era una realidad: “Like many Spaniards he [Felipe II] heard Mass every day.” (Davies 131). Todas
las clases sociales estaban en contacto con las doctrinas religiosas y morales que predicaba la
Iglesia, aunque esta moralidad no la cumplieran los mismos clérigos dando muestra de hipocresía y
avaricia. Esta es la gran crítica que desde mi punto de vista se quiere transmitir con la obra de El
Lazarillo de Tormes: “Despite the flourishing condition of the Spanish clergy and their high
standing in the península the state of morality among them left much to be desired. Abundant
evidences on this score are at hand, not only in the form of unsympathetic attacks and satires, but
also in the works of zealous and devout reformers.” (Chapman 305)
El otro grupo que estaba a la cabeza de la sociedad era la nobleza, aunque habían perdido
algunos de los privilegios históricos que tenían durante la Edad Media. Aún así, junto a la Iglesia
conformaban la clase dirigente de la época: “Though with diminished prestige the nobility
continued to be the leading social class in Castile, sharing this honor with the higher officials of the
church.” (Chapman 210). En la nobleza también había grados, que los podemos resumir en los
siguientes, de orden ascendente a descendente: grande; duque; marqués; conde; hidalgo y caballero.
En esta sociedad de clases emergió una nueva: los mercaderes o también conocidos como
burgueses. Aunque cada vez tenían mayor poder económico, nunca llegaron a tener el mismo
prestigio social que la nobleza o el clero. Todavía eran considerados plebeyos.
El estamento más numeroso de la sociedad era el conformado por las personas trabajadoras.
Constituía la gran masa social y casi todos eran pobres ya que trabajaban para miembros de la
nobleza o el clero que recibían los beneficios de su trabajo y además tenían que pagar fuertes
impuestos. Los miembros de la Iglesia, a menudo se aprovechaban de los pobres y les arrebataban
los bienes que poseían: “…los Obispos y presbíteros convirtieron en hacienda y renta suyas lo que
había sido de los pobres”. (Sánchez 144). Este hecho es una constante a lo largo de la vida de
Lázaro y en su relato se aprecia la crítica a este estamento.
Aún así la situación de los pobres había mejorado levemente con respecto a la Edad Media:
“The masses were poor, as always, but their legal condition, except in Aragon, had been
improved.” (Chapman 275). Muchas personas de esta clase social padecían penurias económicas
que se veían reflejadas en los vagabundos, los mendigos y el hambre que estos pasaban: “Misery,
idleness, and vagabondage were characateristic of Spanish life in the late sixteenth and throughout
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Literatura crítica
the seventeenth century; it has been estimated that there were 150,000 vagabonds at the close of the
sixteenth century whose principal occupations were begging, thieving, and prostitution.” (Chapman
333).
Lázaro y su familia pertenecían a este grupo de la sociedad: “…mi padre, que Dios perdona,
tenía cargo de proveer una molienda de una aceña que está ribera de aquel río, en la cual fue
molinero más de quince años.” (Foster 559)
En el último peldaño de la sociedad se encontraban los esclavos y los negros, quienes
también servían a la nobleza o a la Iglesia. Este estamento está representado en el Lazarillo de
Tormes, mediante su padrastro Zaide, que era un esclavo negro. “The institution of slavery itself
was generally recognized; even charitable and religious establishments possessed slaves. Moslem
prisoners and negroes, together with their children, made up the bulk of this class, although there
were some slaves of white race.” (Chapman 275).
Estas serían las clases sociales en las que se dividía la sociedad española en el siglo XVI.
Como podemos observar se trata de una sociedad piramidal, separada por estratos sociales. En la
cúspide de esta pirámide estaría el monarca; en el siguiente escalón la nobleza y el clero con sus
correspondientes grados; a continuación se situarían los mercaderes y miembros de profesiones
liberales que aunque no gozaban de privilegios, tampoco tenían una condición económica
acuciante; y por último encontramos a la gran masa trabajadora en la que también se encuentran los
vagabundos y los esclavos a la que pertenecen Lázaro y su familia.
Por lo tanto, Lázaro “se encuentra atrapado en una sociedad estática, dentro de la cual
predomina un sistema de castas que juzga a los individuos, tanto por su ascendencia social como
por el tipo de de actividad que realizan.” (Sánchez 145). Para poder sobrevivir a estas dificultades
económicas y escapar de esta precaria situación surgió la figura del pícaro, que se ve reflejada en el
protagonista de la obra.
Crítica social en El Lazarillo de Tormes
Según mi interpretación de la obra, la intención del autor es realizar una crítica de los
estamentos que constituían la sociedad española y que he descrito anteriormente, prestando especial
atención a los quehaceres del clero. Esta idea encuentra apoyo en varios investigadores:
“El Lazarillo puede haber sido resultado de una intención de hacer crítica social (no necesariamente
de España en particular) utilizando medios y perspectiva [sic] novedosos. O puede ser al revés, en
la intención de ensartar una serie de anécdotas entretenidas en una elaborada forma artística
narrativa, el autor vislumbra las posibilidades de hacer crítica social y esto determina su norma al
escoger y engarzar las anécdotas”. (Jaén 134)
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Asimismo, esta crítica que el autor hace a cada uno de los amos por los que pasa Lázaro se
puede extrapolar a toda la clase social a la que ellos pertenecen: “… the careful observers will
discover that Lazarillo’s sardonic humor often transcends the simple reference to an individual
character, aiming at an entire social class, of which they may be members.” (McGrady 557)
Haciendo una lectura y un análisis minucioso y detallado del prólogo considero que el autor
realiza una crítica a las principales instituciones y clases que tenían poder en la sociedad española y
que gracias a la protección y amparo que les otorgaba el sistema se aseguraban la perpetuación de
dicho poder para estas clases en el futuro.
En primer lugar observo una crítica a la Santa Inquisición y a la idea que a ella se asociaba
de pensamiento único cuando el autor expresa que “los gustos no son todos unos, más lo que uno no
come, otro se pierde por ello” y “ para que ninguna cosa se debería [sic] romper, ni echar a mal, si
muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y
pudiendo sacar de ella algún fruto; porque, si así no fuese, muy pocos escribirían para uno
solo.” (Foster 558).
De este modo el autor, sabedor de que su obra levantaría polémica por no encontrarse en
consonancia con los ideales del estado, critica esa falta de libertad para escribir saliéndose de los
terrenos delimitados por la Inquisición. Ante la posibilidad de que el libro fuera expurgado, ya que
temía que lo consideraran como una obra perjudicial, defiende la parte positiva del mismo citando
al escritor romano Plinio: “Y a este propósito, dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que
no tenga alguna cosa buena.” (Foster 558)
En segundo lugar, también manifiesta que las actitudes poco éticas que desarrolla Lázaro no
son distintas a las que practica el resto de la sociedad: “confesando yo no ser más santo que mis
vecinos, de esta nonada...” (Foster 559). Entiendo que con el término sus vecinos no se refiere a las
personas de su misma clase social, sino que quiere hacer alusión a los distintos amos a los que sirve
y a la clase social que éstos pertenecen.
El siguiente elemento que será objeto de la crítica es la Iglesia que se enriquecía con el
trabajo de la clase trabajadora y los pobres arrebatándoles los pocos bienes que estos poseían o
generaban: “Suplico a Vuestra Merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico
si su poder y deseo se conformaran.” (Foster 559) La figura de Vuestra Merced ha generado
bastante controversia y ha sido objeto de estudio por parte de distintos investigadores. No obstante
no hay duda de que se trata de una figura que tiene poder en la sociedad en la que vivía Lázaro y
muy probablemente forma parte del ámbito religioso.
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El prólogo concluye con una crítica a la nobleza y al método por el que heredan los bienes y
patrimonios, dando lugar a una sociedad estática que no deja progresar a las clases más bajas: “…y
también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna
fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña
remando salieron a buen puerto.” (Foster 559) Con esta última alusión se refiere a sí mismo y a la
figura del pícaro en general que se tenía que valer de su ingenio para sobrevivir y prosperar, a
diferencia de los que pertenecían a las clases superiores que sin esfuerzo ya gozaban de privilegios
por el sistema social existente.
En el primer tratado hace alusión a su padrastro, el negro Zaide, y deja patente su baja
condición social y que tenía que robar para poderle dar algo de comida a su concubina, la madre de
Lázaro. No obstante, Lázaro justifica la acción diciendo que “no nos maravillemos de un clérigo ni
fraile porque el uno hurta de los pobres, y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro
tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto” (Foster 561). De nuevo encontramos la
crítica al estamento clerical que roba a los pobres y de este modo, Lázaro justifica la actuación de
Zaide.
Tras la desaparición de su padrastro Zaide, y la imposibilidad de mantenerse con su madre,
Lázaro se ve abocado a irse con su primer amo, el ciego, quien le enseñará todas las artes de la
picaresca: “y siendo ciego me alumbró y adiestró en la carrera de vivir” (Foster 563). En este
tratado se comprueba que la vida religiosa está muy presente en la sociedad de la época ya que el
ciego, se gana la vida recitando oraciones gracias a la limosna que le da el pueblo. Sin embargo, las
oraciones y rezos son sólo el instrumento para sobrevivir y a menudo queda en entredicho su
verdadera actitud ante la religión: “También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no
acababa, porque me tenía mandado que, en yéndose el que la mandaba rezar, le tirase por cabo del
capuz.” (Foster 565). Además, apenas comparte la comida con Lázaro y casi lo mata de hambre y
de maltrato físico, por lo que al final de este primer tratado nuestro protagonista decide abandonarle
y va a parar a manos de un clérigo.
El clérigo es todavía peor que el ciego: “Escapé del trueno y di en el relámpago” y más
avaro todavía: “No digo más sino que toda la laceria del mundo estaba encerrada en éste (no sé si
de su cosecha era o lo había anexado con el hábito de clerecía).” (Foster 574). En esta frase se
realiza una crítica al estamento clerical ya que Lázaro duda sobre si el clérigo es avaro de por sí o
ha sido el clero el que ha influido de manera negativa en él y lo ha convertido en avaro. Además,
cuando el sacerdote le indica que ellos “han de ser muy templados en su comer y beber” Lázaro le
responde que “mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que rezamos, a costa ajena
comía como lobo, y bebía más que un saludador.” (Foster 576). De nuevo observamos la hipocresía
del clero y cómo éste goza de privilegios y come a costa ajena. Durante el desarrollo de este
segundo tratado podemos encontrar numerosos ejemplos de la avaricia del clérigo que poseía
riqueza y comida mientras que Lázaro, su mozo, se moría de hambre. Finalmente Lázaro se ve
obligado a engañar al clérigo y robarle comida para poder sobrevivir. El clérigo tras darse cuenta de
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lo que Lázaro estaba haciendo lo despide y de este modo va a parar a manos de un escudero que es
incluso más pobre que él, aunque esto no lo sabía en un principio.
En este tercer tratado la vida religiosa vuelve a estar presente y se puede observar que el
asistir a la misa forma parte de la vida diaria del escudero y de la sociedad en general. El escudero
pasa tanta hambre como Lázaro y no es avaro como los anteriores amos ya que comparte con él lo
poco que tiene. Sin embargo, a pesar de la pobreza y hambre que experimenta, el escudero no busca
trabajo ya que esta actividad no es propia de su clase social: “En Lazarillo se muestra la honra
como un impedimento social que limita la capacidad de algunas personas para un trabajo. Tal era el
caso del escudero.” (Sánchez 143). De este modo podemos apreciar una nueva crítica a la sociedad
de la época ya que el escudero prefiere pasar hambre a buscar un trabajo para salvaguardar su honor
social. Al final, el escudero perseguido por las deudas tiene que huir y abandona a Lázaro.
Lázaro encuentra a su cuarto amo, un fraile de la Merced a quien describe como “amicísimo de
negocios seglares y visitar” y “gran enemigo del coro y de comer en el convento” (Foster 603). En
este tratado se puede entrever que el fraile pasa bastante tiempo fuera del convento dedicándose a
actividades que se alejan de la vida de oración dentro de la Iglesia, que es lo que se supone que
debería hacer.
En el quinto tratado podemos apreciar una crítica a las instituciones ya que el buldero tiene
un pacto con el alguacil para estafar al pueblo fingiendo la recuperación milagrosa de este último
gracias a la intervención de la bula papal. Esta estafa hará que todo el pueblo y los pueblos cercanos
quieran comprar estas bulas papales propiciando grandes beneficios económicos para ambas
figuras. Por lo tanto observo una doble crítica social: por un lado a las instituciones laicas que son
corruptas y estafan a las clases más bajas, y por otra al pueblo ya que lo describe como ignorante.
Lázaro comenta que esta debe ser una práctica común entre estas instituciones cuando exclama
“¡Cuántas de éstas deben hacer estos burladores entre la inocente gente!” (Foster 611). Esta idea
queda reforzada en la investigación de Sánchez cuando afirma que “la deshonestidad de algunos
oficiales públicos, contemplada desde la dinámica de su época, ofrece ciertos visos de algo
rutinario, o al menos no extraordinario, entre quienes sirven en las instituciones” (144).
El próximo amo de nuestro protagonista será un capellán. La situación de Lázaro ya mejoró
con el servicio al buldero, pero es en este tratado cuando empieza a ganar más dinero para él
mismo. Aún describiéndolo como ventajoso para lo que estaba acostumbrado considero el trato
hecho entre Lázaro y el capellán bastante injusto ya que parafraseando sus palabras “daba cada día
a mi amo treinta maravedís ganados, y los sábados ganaba para mí, y todo lo demás, entre semana,
de treinta maravedís.” (Foster 611). De este modo, el capellán se enriquece a costa del trabajo de
Lázaro quien le tiene que dar casi toda la riqueza que gana. No obstante, gracias a su trabajo, puede
prosperar, aunque decide dejar el oficio de aguador que era a lo que se dedicó en este sexto tratado.
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En el séptimo y último tratado, tras un efímero servicio con un alguacil, Lázaro trabajará
como pregonero de vinos para el arcipreste de San Salvador. Lázaro se casa con una mujer que
dicho arcipreste le recomienda. En el libro se deja entrever cómo era vox populi que su mujer le era
infiel con el arcipreste, pero como a su vez éste era el que le proporcionaba la posibilidad de tener
una vida sin penurias económicas, Lázaro acepta la situación y prefiere mirar hacia otro lado:
“Mas yo de un cabo y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos, que cesó su llanto, con
juramento que le hice de nunca más en mi vida mentalle nada de aquello, y que yo holgaba y había
por bien de que ella entrase y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su
bondad” (Foster 614)
En esta ocasión se critica la falta de moral de los miembros de la Iglesia a la hora de respetar
el celibato y la abstinencia de relaciones con mujeres. Este hecho lo podemos intuir en el tratado en
el que el Lazarillo sirve al fraile y de manera más evidente en este último tratado con la relación
que mantiene el arcipreste con su mujer. “Clerical concubinage had been abolished (1480) under the
most stringent regulations.” (Davies 10).
Y de este modo finaliza la obra de Lazarillo de Tormes, aceptando las infidelidades de su mujer con
el arcipreste, dirigiéndose a Vuestra Merced y encontrándose Lázaro en una posición económica
bastante más cómoda de la que partió, en una sociedad cuya principal característica era el
estaticismo de las clases sociales, las dificultades para prosperar de las clases bajas y la corrupción
que se presentaba en las clases dirigentes.
Conclusiones
Tras finalizar este estudio me refrendo en mi opinión inicial de que el Lazarillo de Tormes
tiene una finalidad crítica y satírica de la sociedad en la que vivía Lázaro. Sin embargo, desde mi
punto de vista y aunque pueda parecer que la obra realiza una fuerte crítica a la religión, la crítica la
hace a la sociedad y a las instituciones religiosas y no a la fe católica. Esta idea encuentra apoyo en
la cita de Chapman donde se afirma que “few periods of history more clearly illustrate the
distinction maintained in Catholic countries between Catholicism as a religious faith and the
Catholic Church as an institution.” (303). De hecho, a lo largo de la obra se aprecia cómo la familia
de Lázaro y él se encomiendan a Dios y a su fe como remedio para sus males.
Bibliografía:
Anónimo. “La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades”. Literatura española: Tomo 1 De los orígenes hasta
1700. Ed. David William Foster. New York: Routledge, 1995. 558-615. Impreso.
Chapman, Charles E. “A History of Spain.” New York: Free Press, 1965. Impreso.
Davies, R. Trevor. “The Golden Century of Spain 1501-1621.” New York: Harper Torchbooks, 1961. Impreso.
Jaén, Didier T. "La ambigüedad moral del Lazarillo de Tormes." PMLA: Publications of the Modern Language Association of
America 83.1 (1968): 130-134. Impreso.
McGrady, Donald. "Social Irony in Lazarillo de Tormes and Its Implications for Authorship." Romance Philology 23 (1970):
557-567. Impreso.
Molinero, Baltasar Fra. "El negro Zaide: Marginación social y textual en El Lazarillo." 76.1 (1993): 20-29. Impreso.
Sánchez, Ángel. "Lázaro y su alternativa a la pobreza." Crítica Hispánica 19.1-2 (1997): 141-150. Impreso
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Ensayo
DOS ILUSTRES TUERTOS FRENTE A FRENTE
Por Manuel Piné Méndez (1967-1974)
Horacio Nelson
Blas de Lezo
Desde muy jóvenes, los que siempre hemos sido aficionados a las cosas de la mar y no nos
hemos perdido ninguna película de “piratas”, hemos visto, hasta el punto de parecernos algo
normal, algún que otro individuo en un barco con un ojo tapado, sin que la merma nos pareciera
algo exagerado.
Tampoco este hecho, era muy valorado en las compensaciones de las hermandades de
piratas, para las que la pérdida de un ojo no era de las más consideradas, a la hora de ser valoradas
económicamente.
Seguramente nos vendría a la mente, o de alguna manera se aceptaría el dicho, tan
absolutamente común como falso, de que con un ojo se ve igual que con dos.
Ello es aún de más importancia se cabe, si nos atenemos a los tiempos en los que transcurre
la historia que nos ocupa, en los que la pérdida de un ojo sí que podría tener capital importancia.
En primer lugar, el funcionamiento conjunto de los dos ojos da lugar a la visión
estereoscópica, gracias a la cual se puede calcular la distancia a que está un objeto. Todos los
animales depredadores la utilizan para saber en qué punto exacto hay que dar el golpe, mientras que
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Ensayo
los animales cuya defensa es la retirada a toda prisa, tienen los ojos lateralizados para así aumentar
el campo visual y tener lo antes posible la información de por donde se acerca el peligro.
En segundo lugar, la pérdida de un ojo disminuye enormemente campo visual bilateral,
reduciéndolo a la mitad al menos, y reincidiendo en lo dicho en el párrafo anterior es una gran
limitación para el posible animal que pudiera ser depredado, que solo podrá ver a un lado de su
cara.
Un ejemplo de adaptación total de la naturaleza a estas circunstancias, la tenemos en el
camaleón, capaz de mover independientemente ambos ojos en busca de insectos o en prevención de
la presencia de enemigos, pero que a la hora de alcanzar la presa, endereza ambos ojos fijándolos
sobre ella, para calcular de forma exacta la distancia a que se encuentra y alcanzarla al primer
intento.
Así pues, estas mermas, ocasionadas por la pérdida de un ojo, que por reiteradamente vistas
en personajes en los que parece que nada se altera en su vida se puede llegar a entender como de
poca importancia, resulta que, en la época en la que situamos esta historia, finales del XVIII, época
en que la lucha cuerpo a cuerpo era muy habitual, podían ser de la mayor importancia, y de hecho
pudieron serlo, según vamos a ver más adelante.
Las Historia nos pone ante nosotros a tuertos ilustres. Recordemos a Blas de Lezo. D. Blas
perdió el ojo izquierdo en 1707 en la defensa del castillo de Santa Catalina, aunque ya antes en
1704 en el combate de Vélez-Málaga había perdido la pierna izquierda siendo guardiamarina
destinado en un buque francés, en una especie de “Beca Erasmus” de la época. Para terminar el
capítulo de ir dejando partes de su cuerpo, en 1712, en el segundo asedio a Barcelona durante la
Guerra Sucesión, perdió el brazo derecho. Todas estas faltas no impidieron a Blas de Lezo disponer
la defensa de Cartagena de Indias cuando en 1739 Inglaterra declaró la guerra a España a raíz del
suceso conocido como “Guerra de la oreja de Jenkins”. Como es de todos conocido Los españoles
infringieron a los ingleses la que posiblemente fue su mayor derrota de la Historia, y, lo más
importante, Blas de Lezo evitó la caída en manos de los británicos la plaza que era la clave para la
victoria que esperaban en aquella guerra según el plan establecido por ellos, en el que el almirante
Vernon atacaría Portobelo, Cartagena de Indias y La Habana, es decir, debía hacerse dueño de todo
el Caribe, el almirante Anson atacaría el tráfico español en las costas del Pacífico de los virreinatos
del Perú, Nueva Granada, y, sobre todo Panamá, mientras el también almirante Haddok se ocuparía
de bloquear las costas españolas cercanas a Cádiz. Todo ello habría colapsado el comercio español
con América y habría supuesto una gran victoria sobre España, que se vio truncada por la tenacidad
de un marino con tantas mermas, que se le llegó a conocer por “medio hombre”, a costa por cierto
de una nueva herida en la mano izquierda, y contraer una enfermedad a consecuencia de la cual
murió pocas semanas después del asedio, el 7 de Septiembre de 1741.
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Ensayo
La sociedad, no siempre justa con sus héroes, ha hecho que aún hoy día no se sepa el lugar
exacto donde está enterrado Blas de Lezo. Sin embargo la Armada nunca le olvidó. Recordemos
como ejemplos la fragata tipo F 100 que hoy día luce en sus aletas su nombre, y el crucero ligero,
gemelo del “Méndez Núñez”, con el que por cierto cambió su nombre poco antes de su botadura en
1922, desgraciadamente perdido por naufragio en 1932, pero del que cabe recordar que formó parte
de la comisión internacional a China en 1927, durante su guerra civil de aquel país, fondeando en el
río Yang-Tse para salvaguardar intereses de los españoles y países aliados en aquellos días.
Entremos ahora a recordar, ya en el tema que nos ocupa, a otro ilustre marino, el Almirante
Horacio Nelson, que, de todos es sabido, era también tuerto, esta vez del ojo derecho, perdido en el
sitio de Calvi, en Julio de 1794, al parecer tras recibir el rebote de una esquirla de piedra tras el
impacto de un disparo de mosquete.
El daño ocasionado en el ojo, aunque se sabe que dio lugar a la pérdida de la visión del
mismo, no parece ser que fuera muy mutilante. El ojo no debió quedar en muy mal estado ya que el
propio Nelson se negó siempre a tapárselo con ningún parche que ocultara la mutilación, a pesar de
que en alguna imagen existente se le representa con un parche sobre el ojo derecho. Posiblemente, a
tenor de la imagen que muestran de él los retratos de la época, la pérdida de visión pudo deberse a
cicatrices corneales por la cicatrización de la herida, lo que se conoce técnicamente como
“Leucoma Corneal”, por lo que en los cuadros se muestra la turbidez típica de la córnea en estos
casos, o bien, por complicaciones posteriores a la lesión inicial que dieran lugar a la presencia de un
Glaucoma traumático, lo que daría lugar a una dilatación pupilar que así se adivina en algún cuadro
del marino británico, como apuntó en su día en un magnífico trabajo comparando la muerte de
Gravina con la de Nelson el traumatólogo murciano y gran aficionado a las cosas de la mar Luis
Carceller, publicado en la Revista General de Marina. Sin embargo, y en contra de esa teoría,
estaría el hecho de que generalmente los glaucomas post-traumáticos suelen acompañarse de
complicaciones que dan lugar a muy altas presiones intraoculares lo que inevitablemente conduce a
grandes dolores, de los que no consta se quejara Nelson, que se permitía hasta el lujo de mofarse de
su ojo, al tiempo que a veces lo hacía de su superior, como ocurrió con el almirante Parker en la
batalla de Copenhague, donde Nelson decidió no obedecer sus órdenes enviadas por señales porque,
según manifestó posteriormente, no las vio, lo que sin duda fue cierto, ya que existen testimonios de
que daba saltos en el alcázar se su barco mientras dirigía el anteojo hacia el buque insignia
poniéndoselo en el ojo tuerto y gritando ¡No veo nada! ¡No veo nada!, en un acto que al menos, de
ser cierto, a nuestro modo de ver no le honraba en absoluto, por más que ganara la batalla.
Como todos sabemos, Nelson combatió en la triste jornada del 14 de Febrero de 1797 en el
enfrentamiento de la escuadra inglesa del Almirante Jervis con la española del Almirante D. José de
Córdova, donde sufrimos una derrota que hizo crecer el ánimo de los ingleses hasta el punto de
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lanzarse posteriormente a la conquista de Cádiz, donde solo esperaba encontrar una escuadra caída
en el desánimo y con poca voluntad de resistencia. Sin embargo los británicos se encontraron
enfrente con unas defensas aguerridas y muy bien organizadas que, al mando de D. José de
Mazarredo y con la excepcional colaboración de D. Antonio Escaño, D. Federico Gravina y D.
Cosme Damián Churruca, organizaron la defensa formando una primera línea con una gran flotilla
de fuerzas sutiles en forma de botes y cañoneras que impidieron el desembarco de los ingleses por
más empeño que pusieron.
Para oponerse a estas flotillas, los ingleses organizaron las suyas propias, utilizando los
botes de sus navíos al mando de sus oficiales, en uno de los cuales embarcó el propio Nelson,
viéndose envuelto en una dura refriega en la noche del 3 de Julio de 1797 enfrentándose a un bote
al mando del marino español D. Miguel de Irigoyen, que resultó herido en la lucha, salvando la vida
el inglés en dos ocasiones, en una de ellas gracias al patrón de su lancha, John Skyes, que se
interpuso entre su superior y un sablazo directo a su cabeza. Cabría preguntarse si Nelson
sencillamente no vio venir el sablazo por la falta de campo visual ocasionada por carecer del campo
visual del ojo derecho, si fue por ese lado por donde le vino el ataque.
Sin la lealtad de aquel patrón, la conjunción de un sablazo bien dirigido y la falta de campo
visual de un ojo lesionado podrían haber cambiado el curso de la Historia ocho años después en
Trafalgar.
Tras el fracaso ante Cádiz, Jervis da orden a Nelson de navegar a Tenerife. La razón, al
parecer, era cierta información llegada a los ingleses de que un navío español procedente de
América, cargado de riquezas y con el Virrey de Nueva España a bordo había fondeado allí, y
apoderarse de él sería un golpe muy espectacular, además de muy productivo dentro de la
mentalidad en la Marina Británica de entonces de que “War is bussines”.
Por otra parte, la noticia tenía muchos visos de verosimilitud. Ningún comandante de un
navío, con la responsabilidad de llevar a bordo no solo un tesoro de su Rey sino además una
personalidad de aquella categoría, se habría aventurado a tratar de forzar un bloqueo típico ingles
para intentar entrar en Cádiz, y no sería nada de extrañar que hubiera optado por dirigirse a las
Canarias en espera de mejores tiempos para intentar fondear en la Península.
Este navío nunca fue localizado por las fragatas inglesas enviadas a localizarlo, a pesar de lo
cual, el 20 de Julio de 1797, Nelson, ya ante Tenerife desde el día 17, da orden de ataque a la
ciudad.
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Posiblemente hay que ver tras este ataque pues, no la búsqueda y captura de un hipotético
navío enemigo, sino la intención por parte de los ingleses de apoderarse de Tenerife como una base
en la ruta hacia las Indias Orientales, al estilo de Gibraltar y Malta en la ruta del Mediterráneo, que
si además tenía éxito, podría extenderse a todas las Canarias como punto de apoyo impagable para
la navegación Atlántica, en las mismas narices de los españoles.
Sin embargo, Tenerife en particular, y las Islas Canarias en general, eran tierras
acostumbradas desde muchos años atrás, incluso siglos, a tener que defenderse de los ataques por
mar, tanto de naciones en guerra con España, como lo fueran en su momento Francia, Inglaterra y
Holanda, como también, y con mucha mayor frecuencia, de todo tipo de piratas más o menos
organizados que asolaron sus tierras, aunque al final siempre se vieran obligados a reembarcar por
la defensa a ultranza de los canarios, de manera que nunca mantuvieron establecimientos fijos y
duraderos en las Islas.
Con este sentimiento por delante, no le fue difícil a D. Antonio Gutiérrez Otero de
Santayana, Capitán General de Canarias, organizar rápidamente una milicia con la que junto a las
fuerzas regulares de que disponía, llevó a cabo una muy eficaz defensa
que terminó con la derrota de Nelson, que, para colmo de males,
perdió el brazo derecho cuando se puso al frente de uno de los grupos
de desembarco.
El brazo le fue amputado al parecer de una forma no muy
correcta, porque Nelson siempre se quejaría desde entonces de dolores
casi permanentes que le acompañaron toda su vida. Esta mutilación se
unía a la que ya padecía de la pérdida del ojo derecho.
Y aquí es donde nos surge la sorpresa: D. Antonio Gutiérrez, el
enemigo que Nelson tenía enfrente, también era tuerto, solo que esta vez lo era del ojo izquierdo.
Así se deduce desde el punto de vista médico de la iconografía en que a este gran militar se
representa.
En todas las que hemos visto que D. Antonio aparece con el ojo izquierdo torcido hacia
afuera, lo que se conoce con el nombre técnico de “Esotropia”, y quien esto padece, aún en el caso
de que el ojo desviado pudiera tener alguna visión, esta sería inútil: La imagen obtenida por el ojo
derecho, el ojo director, en modo alguno coincidiría con la que percibiría el ojo izquierdo si este
está torcido, y el cerebro, incapaz de fusionarlas, para no ver doble, sencillamente inhibe el ojo
torcido que es siempre el que menos ve.
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Esto puede suceder por enfermedad, lesión traumática o cualquier situación que induzca a
que las imágenes que perciben los ojos sean distintas, o bien, aunque sea la misma, tengan una
diferencia de tamaño igual o superior a la que inducen tres dioptrías, que es el máximo aceptable
por el cerebro para poder fusionar ambas imágenes cuando ambos ojos perciben la misma imagen.
D. Antonio Gutiérrez tuvo una vida militar tan intensa como dilatada, que le llevó a
combatir en escenarios tan dispares como Las Malvinas, Italia y el Mediterráneo, Argel, donde por
cierto cayó herido, y el Sitio de Gibraltar.
Sin embargo no sabemos si la pérdida de visión del ojo izquierdo de D. Antonio fue debida a
enfermedad o a herida accidental o de guerra. Bien es posible pues, que la pérdida pudiera ser por
una acción bélica, si bien, si analizamos que en los retratos de D. Antonio el ojo, aún torcido y por
tanto con poca o nula visión mantiene el globo ocular en buen estado anatómico, por lo que cabría
pensar por este dato que se trató de una enfermedad.
Pero el resultado, fuera cual fuera la causa, era el mismo en sus limitaciones: Nos
encontramos con “Dos ilustres tuertos frente a frente”
Quede como final que “Lo tuerto no quita ni lo cortés ni lo valiente”. Del valor de ambos,
no hay quien dude, y de su cortesía quedan amplios testimonio del comportamiento tras la batalla
de ambos líderes entre ellos y, sobre todo, de los dos para los que por ellos y su patria habían
ofrecido su sacrifico y sus vidas, al mejor estilo de la época.
Quede como colofón que, si lo que hoy día se puede considerar cuando menos como algo
desafortunado, en el trabajo que se nos ha ocurrido hacer, no pretendemos sino ensalzar a quienes
aún padeciendo y de algún modo, hasta despreciando, las limitaciones que hemos enumerado, no
hicieron sino superarlas para cumplir sobradamente con su deber.
BIBLIOGRAFÍA
1.- “Antecedentes bélicos de Trafalgar”.
Instituto de Hª y Cultura Naval. Ciclo de Conferencias Octubre 2004.
2.- “El desastre de Nelson en Tenerife”.
Fernando de la Guardia Salvetti. Revista de Historia Naval Nº 65. 1999
3.- “El día que España derrotó a Inglaterra”
Pablo Victoria. Altera 2005
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Ensayo
“ANDALUCÍA Y LA CREACIÓN DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN ESPAÑA E INDIAS: EL EXCMO.
SR. D. FRANCISCO JAVIER DE BURGOS Y
OLMO”
Por Raúl Pérez Guerra (1986-1992)
Es este año 2013 un buen momento para evocar la azarosa vida y fructífera
labor de uno de los protagonistas más relevantes del Derecho Administrativo español, D. Francisco
Xavier de Burgos y Olmo que, curiosamente, recaló en la Almería de la primera década del siglo
XIX como subprefecto durante los años de la Guerra de la Independencia Española. Hay que
reconocer que se trata de un andaluz de los más ilustres de todos los tiempos, pero que ha sido
olvidado injustamente con el paso del tiempo. De Burgos ha pasado a la historia por auspiciar dos
acontecimientos fundamentales: primero, por la creación del Derecho Administrativo Español a
través de sus aportaciones en la Administración Pública; y segundo, por la división de España en
provincias, vigente hasta hoy sin apenas alguna variación.
Sin embargo, este andaluz fue un erudito tardío de la época, un intelectual formado en el
afrancesamiento de finales del siglo XVIII, que no sólo explica su opción a favor de José
Bonaparte, sino también sus criterios estéticos y literarios. En definitiva uno de los primeros
liberales españoles. Supo aunar las cualidades de un poeta -con sus Odas, A la Razón y Al
Porvenir…-, un traductor, un literato, un dramaturgo –en El Heredero, Los Tres iguales, etc…-, un
periodista y un político. En definitiva, un hombre polifacético y prolífico, un verdadero adelantado
a su momento.
En una primera etapa, De Burgos adquiere una sólida formación y da sus primeros pasos en
la Administración.
Nace el 22 de octubre de 1778, en el seno de una familia acomodada, en la ciudad granadina
de Motril, inició sus estudios en Granada y en 1798 marchó a Madrid. Es allí donde contacta con
Meléndez Valdés quien lo relaciona con Melchor de Jovellanos, en aquel momento Ministro de
Gracia y Justicia. Su aspiración es contactar con la aristocracia y la Corte de la España de aquella
época, pero la caída de Jovellanos arrastra a Meléndez Valdés, y ello le obliga a volver a su ciudad
natal.
En 1799 es nombrado Regidor Perpetuo y Alguacil Mayor de la Real Justicia de Motril y
Secretario de la Sociedad Económica de Amigos del País de dicha ciudad. Durante esta etapa se
dedicará al estudio de la economía y de la Administración, además de hacer prosperar su patrimonio
personal. En 1806 se casa, por poderes, con María de los Ángeles del Álamo y Algava y participa
en la obra colectiva Memoria presentada a la Sociedad Económica de Amigos del País de la ciudad
de Motril. En ella ofrece algunos apuntes sobre la división territorial, la economía y el papel del
poder político.
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Revista Acequia
Ensayo
Bajo la invasión francesa, opta por las nuevas reformas napoleónicas, y es nombrado capitán
de la sexta compañía del batallón de Milicia honrada de Motril y, más tarde, subprefecto de Almería
en 1810, dependiente de la prefectura de Granada. Es decir, De Burgos se presenta como
subprefecto en una de las actuales capitales andaluzas desempeñando dicho cargo desde el mes de
junio de ese mismo año. Aunque trata de renunciar en varias ocasiones, para continuar su vida en
Granada, realiza algunas actuaciones significativas como la formación de listas de vecindario con
todos los datos de estado, con una distribución equitativa de las contribuciones y con una
reordenación urbanística de la ciudad.
Una segunda etapa, se caracteriza básicamente porque De Burgos se forja como un docto
humanista, que sobresale por una incesante labor literaria y periodística, pero sin abandonar su
floreciente carrera política.
En 1812 se traslada a Granada, donde es nombrado Presidente de la Junta General de
Subsistencias y, poco después, Corregidor Interino. La retirada del ejército francés provoca su
marcha a Francia, pasando así a formar parte de los denominados afrancesados. En el país vecino
visitará las ciudades de Montpellier, Auch y París donde contactará con el pensamiento liberal
europeo de la época.
En 1817 se encuentra de regreso en Jaén, desde donde dedica al Rey Fernando VII la
traducción de las Poesías Completas de Horacio. Con este motivo se inicia el Expediente de
Purificación frente a Javier de Burgos, favorablemente resuelto en noviembre de 1819, debido a los
testimonios que obtiene a su favor por su paso por Almería y Granada, y lo que finalmente le
rehabilita para obtener nuevos destinos bajo el Rey Fernando VII.
En 1818 empieza la publicación de la obra Continuación del Almacén de frutos literarios o
Seminario de obras inéditas que culmina el 5 de julio de 1819. Su contenido consistía en una
colección de obras inéditas de españoles célebres, algunas con notas y comentarios y otras con
biografías. El 1 de diciembre de ese mismo año, comienza la publicación de Miscelánea de
Comercio, Artes y Literatura que, tras la jura del Rey Fernando VII de la Constitución de 1812,
pasa a denominarse Miscelánea de Comercio, Política y Literatura, y que obtiene una gran difusión
hasta la publicación de su último número dos años después. En esas mismas fechas, el andaluz pasó
a dirigir El Imparcial, siendo también redactor junto con Lista, Miñano, Almenara y Hermosilla,
hasta julio de 1822. Es alrededor de este medio informativo donde se reúnen los afrancesados
portadores de las nuevas ideas sobre la Administración, entre las que se distinguen: la organización
de los Ministerios, la creación del Ministerio de lo Interior y, la necesidad de la creación de un
código administrativo. Durante ese tiempo publica también la traducción de las célebres Poesías de
Horacio traducidas en versos Castellanos (su primer tomo aparece en 1820 y el segundo en 1824)
que dedica al monarca y que había realizado durante su exilio en Francia. Tras dejar la labor
periodística reanuda sus tareas literarias con Biografía Universal y Biografía Universal Antigua y
Moderna, escrita en francés bajo la dirección de Augier y que aparece en España en 1822,
aumentada por De Burgos con biografías de personajes españoles.
En 1824, siendo Ministro de Hacienda López Ballesteros, es nombrado Comisionado de la
Real Caja de Amortización en París, con la misión de remover, en esta ciudad, los obstáculos que
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Ensayo
impedían realizar el Empréstito del francés Güebhard, labor que ejecuta con prontitud y a la que
siguen otras de la misma naturaleza. Desde París remite, al monarca español, el documento de la
Exposición dirigida a Su Majestad Fernando VII, desde París el 24 de enero de 1826, por el Excmo.
Señor Don Javier de Burgos sobre los males que aquejaban a España en aquella época y medidas
que debía adoptar el gobierno para remediarlos, aunque no se publicará hasta 1834.
En 1827, regresara a España, y es nombrado individuo de la Junta de Fomento de la Riqueza
del Reino (en la que alcanzó el cargo de Secretario en ese mismo año y ministro cuarto un año
después en la sección de agricultura), Intendente de provincia de primera clase con los honores del
Consejo de Hacienda en 1829, y recibiendo los honores del Consejo Supremo de Hacienda y la cruz
supernumeraria de Carlos III. El 19 de julio de 1827 ingresa en la Real Academia Española en la
plaza de Académico Honorario, y un año después, el 7 de enero de 1830, en la de Académico de
Número. En 1832 es nombrado Secretario del despacho del Ayuntamiento de Madrid. En esa época
hay que reseñar su comedia Los tres iguales, pero sin desdeñar otros menesteres particulares como
la gestión de sus intereses agrícolas y fabriles, hasta el punto de ser uno de los tres empresarios de
las obras del Canal de Castilla.
En una última etapa, la consagración política del motrileño se evidencia con su
nombramiento en las más altas esferas de responsabilidad política, al tiempo que compagina su
faceta en las buenas letras.
En 1832, vuelve a Granada, y en el verano de 1833 Cea Bermúdez, a iniciativa del monarca,
lo llama a la Corte. Tras la muerte de Fernando VII, su viuda, la Reina Regente María Cristina de
Borbón, lo nombra Ministro de Fomento el 22 de octubre de ese año. Un mes después, aunque con
la oposición del Consejo de Gobierno, se publica con la unanimidad del Consejo de Ministros el
Decreto que establecía la división territorial de España en provincias y el Decreto de los
Subdelegados de Fomento. En base a este último, unos días después, se publica la Instrucción para
los Subdelegados de Fomento, a la que acompañan decenas de reales decretos y órdenes.
Durante su etapa de Ministro, en la que es duramente atacado por la oposición, ocupa
interinamente -tan sólo 15 días- el Ministerio de Hacienda. Su último servicio en el Gobierno de
esta etapa fue intervenir en la redacción del Estatuto Real de 1834, considerada como la segunda
Constitución Española. Cesa en su cargo el 19 de abril de 1834 al tiempo que recibe la Real Cruz de
la Real y Distinguida Orden de Carlos III para ser nombrado, poco después, Prócer del Reino.
Tan sólo cinco meses más tarde es acusado de dilapidaciones públicas y culpables manejos
en el empréstito Güebhard. Como defensa de sus actuaciones escribe Observaciones sobre el
empréstito de Güebhard pero, a pesar de todo, es expulsado del Estamento de Próceres en octubre.
Este suceso lleva a De Burgos a marchar nuevamente a París hasta finales de 1835 cuando el
Estamento de Próceres lo rehabilita en su escaño y lo exculpa totalmente. Durante su vuelta a
España, en el verano de 1836, se produce el alzamiento de La Granja que acaba con el procerato, y
el político regresa por cuarta vez a París donde escribe Anales del reinado de doña Isabel II, obra
autobiográfica póstuma, que publicada en la Imprenta de Francisco de Paula y Mellado de Madrid
en 1850, estructurada en VI tomos de los que el último fue escrito por su hijo, Augusto de Burgos.
En esta época De Burgos se mueve en el entorno del pretendiente don Carlos.
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Ensayo
En agosto de 1840 se encuentra felizmente establecido en su querida Granada y realizando
una activa y profusa labor científica-cultural en El Liceo. Es allí en dónde pronuncia varias
conferencias entre 1840 y 1841, entre las que destacan el Discurso sobre el Teatro, las Biografías de
autores dramáticos, el Discurso sobre la Libertad de Comercio y, sobre todo, sus Ideas de
Administración. Estas últimas se publicaron en el diario Alhambra de Granada y, posteriormente,
fueron recopiladas por Manuel Ortíz de Zúñiga en la obra Elementos de Derecho Administrativo, publicada en tres volúmenes, el primero en 1842 y los otros dos en 1843-. Podemos afirmar que
desde un punto de vista formal y literal, ésta sería el primer libro de Derecho Administrativo
español.
Tan sólo pasarán tres años cuando vuelve de nuevo a Madrid para obtener el acta de
diputado. En esta última etapa fueron numerosos los nombramientos: Presidente de la Comisión
formada para el estudio y planteamiento del nuevo sistema tributario, con un papel destacado en la
reforma Mon; nuevamente diputado y Presidente de la Comisión de Presupuestos en 1844; Senador
vitalicio y miembro del Consejo Real ocupando la presidencia de la sección de Hacienda. Por
último, el 16 de marzo de 1846, es nombrado Ministro de la Gobernación en el Gabinete de
Narváez, cargo del que dimitiría en menos de un mes para volver poco tiempo después por un breve
espacio de tiempo.
Finalmente el 22 de enero de 1848 fallece en Madrid, como siempre, trabajando en su
despacho y corrigiendo galeradas de distintas obras que preparaba.
Muchos fueron los autores de la época que supieron reconocer los méritos y logros, tanto
literarios como políticos, alcanzados. Entre otros, para Ramón de Mesoneros Romanos en sus
famosas Memorias, “De Burgos, vence a los dramaturgos y se erige como nuevo licurgo”, o Ángel
Fernández de los Ríos que, en su Álbum Biográfico…, lo calificó como “una de las autoridades
más destacadas de todos los tiempos no sólo de España sino a nivel mundial”. Sepamos nosotros
emularlos y sirvan estas palabras de gratitud a todos aquellos hombres del siglo XIX que como el
Sr. De Burgos, con su buen hacer, contribuyeron a sentar las bases del moderno constitucionalismo
español que hoy celebramos y de manera concreta enaltezcan a los andaluces de aquélla época que
contribuyeron a que los españoles fueran cada vez más libres con el conocimiento de una nueva
ciencia de las más difíciles e importantes “la Administración” o si se prefiere del “Derecho
Administrativo Español”.
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Rincón Poético
“Luz depositada”
Por Rafael Segura Báez (1974-1978)
Durante el verano pasado, un grupo de amigos iniciamos la tarea de promover la rehabilitación, al modo romántico, de una
iglesia en ruinas situada en la zona pasiega de Cantabria. Su techo no existe y algunas paredes están sensiblemente perjudicadas.
Todo el interior es pasto de la maleza y muchas raíces abrazan sus piedras. Pretendemos no ocultar el paso del tiempo, simplemente
retardar su colapso definitivo con el fin de darle un eventual destino cultural. Esto, por otra parte, es un motivo para reunirnos
periódicamente y celebrar la iniciativa. En una reunión que se celebró en las mismas ruinas el pasado mes de noviembre, fue leído
ese poema. En principio no lo había titulado.
Vuelvo al lugar en el que nunca estuve
Cuando cautelosa avanza la claridad
a través de recogidas estancias,
Despertando suavemente los silencios.
Aquellos familiares sonidos
Que siempre acompañaron al hombre
Durante su vigilia y en sus sueños
Vagan esparcidos en el pasado lejano.
El amor de los que se fueron
Alienta pacientemente leves recuerdos
Que estructuran, piedra sobre piedra,
El perfecto desorden del lugar.
Mueren quienes permanecen.
Depósitos de palabras no dichas,
Prestas a ser liberadas algún día
Por manos gentiles y amorosas.
Agitado mar sombrío, rotunda frialdad,
Ajena al mostrar y al decir.
Escombros de consumada alegoría,
Espesas capas de esperanzado sentido.
Acaso el tiempo no impuso tu presencia
Otorgando el más bello ornamento
Al contundente argumento de la ruina.
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Revista Acequia
Rincón Poético
“Puntos cardinales”
Por Rafael Segura Báez (1974-1978)
Es la memoria un espacio salino,
pretendido reflejo, coloreado aroma.
Huye la luz primordial
de la oscuridad primera
y un silencio preciso, vertical,
se expande poderoso
por la densa geometría de la espera.
Funambulista en el imaginario arco
entre el allí y el mañana,
te encaminas sin rumbo
por avenidas sin trazar,
sostenidas por la materia
de la que están hechas
las renovadas ansias,
las ciegas esperanzas.
Obscenos llamamientos a guerrear
disfrazados con vibrantes adornos
inundan el tiempo y su espacio
cuando tus párpados
aciertan a inaugurar
el latir festivo de las cosas.
Nunca antes la rosa fue tal
sin tu presencia.
Nos desean el silencio y su luz
en la contemplación de lo incierto.
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Rincón Poético
“Conversación de un toro con un galgo (cuadernavía)”
Por Manuel Campos (1967-1968; 1972-1973)
¿De dónde vienes Jalapeño con ese pesar?
Triste vengo, Galgo, por lo que te voy a contar,
Pues mucho fue el daño que me hicieron pasar
Dejándome desfallecido y sin ganas de habitar.
Hace siete días me trajeron a Granada
Con cinco hermanos de la misma camada.
Dos bragados, dos berrendos, uno de testuz ojalada.
Cinqueños todos, todos con la misma albarada.
Me encerraron en corral donde no podía caminar,
Ni tampoco en el chiquero pude beber ni rumiar,
Aquí comenzaron mis desdichas sin tiempo para llorar
Cuando a un sol infame y abrasador me obligaron a recalar.
Un extraño muñeco se movía a mí alrededor,
Gritaba ¡toro! ¡eh toro! una y otra vez el toreador
¡Eh toro! ¡a ti te llamo, indolente empitonador!
¡Ven!, ¡arráncate ya!, que pueda lucirse el matador.
Fijamente lo miré ofendido y lo desafié
Él tenía mucho miedo, temor de mí, y yo de él,
Sólo, cuando comencé a envestirlo ceñido a su hiel.
El sudor apareció en su rostro y por mi cobriza piel
Mientras a lo lejos se oía ¡olé! ¡olé toreador!
Con cada acometida controlando mi furor,
Pero con toda la raza que de mi padre fui tomador,
Él, muletazo a muletazo, transformó en placer su sudor.
Que lo indulte, que lo indulte, clamaban todos a una
Aplaudiendo mi marcha altiva, para mí, oportuna.
Ya, acurrucado, comencé a lamer mis heridas una a una,
Y por fin pude llorar, Galgo, por mi marchita fortuna.
A mi buen amigo D. Antonio García, toreador y ganadero por devoción.
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Revista Acequia
Rincón Poético
“*”
Por Sirex Millard (198...)
A veces, tan sólo es el silencio y el tiempo que pasa,
pero siento que tú eres la misma,
escondida tras esa mirada a veces cansada,
… del tiempo, de esa vida ajetreada,
tantas veces urgente, inaplazable,
y tan pocas importante.
Los que éramos, ahora también somos
no como el primer día,
sino más que nunca…. enamorados.
A veces, es tan sólo el silencio y el tiempo que pasa,
porque nos debemos a una promesa, y vivimos para
verla cumplida en cada minuto de tu vida.
“Te prometo que habrá momentos difíciles para olvidar,
pero hagamos nuestros todos los demás”
Love me tender…. Love me sweet”
Por eso quiero hablarte con las palabras de antes,
cuando el universo se terminaba entre tus labios,
cuando las estrellas sólo brillaban con tu luz,
porque esas palabras han de ser las nuestras,
nuestra brújula que siempre apunta al norte.
Quiero quererte más,
porque eres el camino hacia lo que yo quiero más,
porque lo que más nos importa tan sólo es verdad
entre las cosas pequeñas,
entre la intimidad breve de lo que piensas…,
y me gusta estar entre tus cosas.
Déjame que me pierda todas las horas en ti,
déjame estar esperándote,
amarte desde dentro,
quedarme ciego en esa luz inmensa de tus ojos.
Déjame conversar con tu sonrisa,
y descubrirla todos los días,
Porque quiero olvidarme de tus manos
para sentirme poseído con nuevas manos cada mañana.
Déjame olvidarme cada día de que existo sólo para ti.
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Revista Acequia
Rincón Poético
“Más allá del mar”
Por Sirex Millard (198...)
¿Nos olvidarán las estrellas?
Más allá del mar,
El corazón no entiende de distancia,
hay un cielo más azul
ni de continentes.
donde la luna protege las aguas dulces
Sólo tiene razones para la alegría o la tristeza,
del lago del amor.
y quiere estar entre sus cosas,
A este lado del mar, hoy estamos más a
oscuras,
entre sus recuerdos vivos
el brillo limpio de cuatro estrellas
y la mirada perdida.
dan luz al sitio de donde vinieron.
Allí florecerán las nuevas estrellas,
Nos encontraremos al alba,
y se harán soles espléndidos,
de cualquier día inesperado,
e inolvidables.
cuando la luna vista manto de nácar,
a un lado u otro del mar inmenso…,
Y hay un murmullo de aire,
para detener el vendaval de sus ojos tiernos,
inabarcables,
un silencio atrevido,
y fundirnos en el abrazo.
se hace difícil la despedida
y un adiós, mejor un hasta luego.
Cada día me recuerdo
Hoy no nos olvidamos,
que tan sólo necesito mirar dentro de mí,
ni mañana, ni el resto de nuestra vida,
para sentirme a vuestro lado;
de las estrellas,
y agradecer cada minuto de cada día, ese
regalo infinito
de la sonrisa fácil de su gesto, de su ternura,
de su vida entregada,
de mis estrellas bolivianas.
de sus horas, de sus risas, de sus anhelos…
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Revista Acequia
Rincón Poético
“Dos poemas diminutos, indisimulados, tiernos y absurdos”
Por Jenaro Ruiz Taboada (1973-1976)
Podría ser
El pelo de Olimpia
"podría hoy ser miércoles
"nunca vi
si hubiera habido día ayer.
de ternura
morir a un corazón.
hoy podría llover
si el cielo fuera gris
nunca las caricias
y existiera la tierra.
derrumbaron
los viejos edificios
hoy no respiraría
que con crueldad dinamitan.
si hubiera muerto entonces
cuando lo creí.
nunca vi
una herida
pero hoy es hoy,
donde un beso.
y hay un mañana
esperando a la vuelta
nunca una grieta
con dos rosas rojas
bajo una caricia.
a las que amo con espinas"
así son estas cosas delicadas.
pura brisa imposible
de mover tu pelo"
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Revista Acequia
Rincón Poético
Por Jose María García Linares (1995-2002)
El Catoblepas
Lejana Cercanía
Aplastados contra el fango,
No dejas de mirar
nuestro paso perezoso
la hoja cibernética del mundo.
nos define como especie.
Qué esperas, qué buscas, qué añoras.
Agachamos la cabeza
Aguardas a que surjan las palabras
por el peso de lo injusto,
como si de agua milagrosa se tratara.
por el miedo a decir basta,
El tablet, el teléfono, el portátil,
porque somos cobardía,
te avisan de que estoy al otro lado,
conformismo e ignorancia.
lejano en lo cercano de tu mesa.
Sin embargo, nuestros ojos
hierven de ira milenaria,
Faltó que nos habláramos entonces,
del dolor grabado a fuego
que ambos nos dijéramos la vida
por el frío de la historia.
viviendo cara a cara y cuerpo a cuerpo.
Si aprendiéramos a alzarnos,
Ahora lo que escribes es ligero como el ruido,
si pudiésemos mirar
excusas en el código binario del olvido,
cara a cara a la mentira,
metáforas de nuestra soledad,
a la palabra del poder,
del ansia de tener en la pantalla
al exceso de los dioses.
aquello que perdimos con la lluvia,
Si pudieran nuestros ojos arrasar
con la edad, con el descuido.
los embustes del imperio
de la desesperanza.
Así tal vez sea menos doloroso
ir poco a poco disolviéndose,
dejando que el recuerdo se haga foto,
que se abrevien las palabras
y que estar no sea otra cosa que un perfil,
un estado ausente u ocupado,
un icono y una huella digital
de lo perdido una mañana de noviembre.
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Revista Acequia
Rincón Poético
Por José Miguel Rosado Santiago (1971-1974)
A día de hoy
A vuelapluma
Es que tinc com una mica
El escultor tacha, del bloque de granito, lo superfluo.
de olvido acumulado,
de memoria absurda,
El transeúnte ebrio traza eses sobre la acera mojada.
de tristeza.
El abanico multiplica la brisa de poniente.
De razón para callar,
El saxofón imprime al Jazz un velo azul.
de consistencia
La campana resta horas al día.
(en los actos más sublimes),
de quimera
El muro dibuja el contorno de la casa.
El coche copia la prisa del reloj.
Com una conciencia
típica e idéntica
El árbol se conoce la historia de los nidos.
(y aún necrótica)
El orfebre intuye el alma del metal.
del adusto metro que se impone.
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Viajes
Noventa grados norte
Por Santiago Villanueva Serrano (....)
Aquella mañana, el médico asomó la cabeza por tercera vez a través del ábside de la tienda
de campaña de color naranja. El campamento seguía silencioso e inmóvil, medio enterrado en la
nieve, y en la tienda de los pilotos rusos no se apreciaba el menor indicio de vida.
Después de vivir durante diez días en la base derivante de Borneo, echaba de menos las
impresionantes auroras boreales de Khatanga. En la base de Borneo no había auroras boreales en
mayo. Ni siquiera había auroras. El sol giraba alrededor del campamento rodando sobre el
horizonte sin ocultarse durante meses.
Cuatro españoles estaban a punto de poner el pie en el Polo Norte Geográfico, después de
caminar durante 60 días sobre la costra de hielo que flota sobre el Océano Ártico, sufriendo un frío
insoportable y exprimiendo sus fuerzas hasta el límite de la resistencia humana. El cascado
helicóptero ruso debía estar ya volando para rescatarles, y sin embargo permanecía posado junto a
las tiendas, como un insecto disecado y congelado.
Por primera vez desde que comenzara la expedición, Mihail, el piloto jefe, estaba a punto de
faltar a su palabra. Se había comprometido a aterrizar en el Polo Norte pocos minutos después de
que los cuatro caminantes alcanzaran su meta. El grupo español de apoyo y varios reporteros de
televisión vestidos como astronautas, empezaban a ponerse nerviosos.
Pero el médico sabía bien lo que estaba pasando. Wasili, el radio-operador, había cumplido
38 años el día anterior, y toda la tripulación del helicóptero lo había estado celebrando desde la
mañana bebiendo vodka y comiendo estofado de caribú. Por la tarde, algunos estaban tan borrachos
que apenas podían hablar, mientras que otros yacían inconscientes. El médico le había regalado a
Wasili una navaja multiuso, y había levantado su vaso más de una docena de veces en su honor,
pero se las había arreglado para escupir el vodka disimuladamente sobre el suelo helado.
Aquel día, el médico salió de la tienda de los españoles y se dirigió hacia la de los rusos, con
la nieve a la altura de las caderas. Dentro de la tienda de los pilotos, el espectáculo era
indescriptible. Toda la tripulación estaba dormida, o comatosa, en las posturas más inverosímiles,
sentados alrededor de la mesa que ocupaba casi todo el espacio en el interior de la tienda de
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Revista Acequia
Viajes
campaña. Las botellas vacías de vodka se amontonaban por todos los lados. Abriéndose paso entre
los cuerpos, el médico llegó hasta Mihail que roncaba estrepitosamente, con la cabeza apoyada
sobre la mesa. Como no pudo despertarle a empujones, derribó la silla y Mihail cayó sobre el frío
suelo. Eso funcionó. El jefe de los pilotos se despertó, como si volviese del más allá, reconoció al
médico español, miró a su reloj y cayó lentamente en la cuenta de que tenía un trabajo que hacer.
Asintió con la cabeza y prometió estar listo para despegar en dos horas.
Ni siquiera a patadas consiguió el primer piloto despertar más que a cuatro de los siete rusos
que formaban parte de la tripulación del Mi26. Pero cuatro personas eran suficientes para hacer
volar aquel resto de chatarra de la guerra fría.
Algunas horas después, milagrosamente a tiempo, el helicóptero con media tripulación y el
grupo de españoles se posaba sobre el hielo a 90ºN exactos y los extenuados caminantes brindaban
entre lágrimas por la proeza conseguida, y porque había terminado aquel infierno.
En verdad, no hay lugar más extraño que el Polo Norte. Todo es blanco y luminoso hasta
donde alcanza la vista. Cuando pones los pies sobre él, son todas las horas a la vez, y al mismo
tiempo no es ninguna hora, ya que los 24 husos horarios de la tierra confluyen en el mismo punto.
La brújula no apunta hacia el norte, como es su obligación, sino hacia el sur, hacia el Polo Norte
Magnético que se encuentra a mil kilómetros, en la costa de Canadá.
Es el único sitio del planeta en el que vayas a donde vayas, siempre regresas al sur.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Seis Sueños
Por J. Federico Moldenhauer (1967-1974)
Resignar (Sueño I)
Los buenos negocios brotan en el corazón antes que en la cabeza.
“Aire puro”
Jesús López Pacheco
… dirán quienes tienen cubiertas todas sus necesidades con garantías.
Hay que evitar, amigo Sancho, la emulación terrenal y estimular la lucha por la utopía que
no crea competencia alguna ni merma ningún saco repleto, ya que la fantasía, lo imaginativo, lo
ilusorio, lo vano, el sentimiento, ni ocupa lugar, ni tiene precio alguno; por tanto, y con esto
termino, amigo Sancho, sólo es apetecible por quien nada tiene, ni tan siquiera capacidad para
poseer. No somos, por inconcebible y asombroso que parezca, la inmensa mayoría.
Retornar (Sueño II)
-¿Necesitas ayuda?
-Uno que me mate.
“Ayuda”
Enri de Luca
Si necesitas un matador, amigo Sancho, es porque has perdido el fundamental instinto
animal, extravío que te aleja engañosamente de algo que te va a ocurrir con y sin aquél, quieras o
no, lo necesites o no lo requieras. Lo llevas contigo desde que germinó tu exigua vida, por tanto no
precisas quien lo haga por ti, sí, acaso, quien lo utilice en tu nombre o en el de Dios o en el del
Diablo. Tienen muchas caras, tantas como aquellos que están dispuestos a servirse, a beneficiarse.
No olvides, amigo Sancho, y con esto termino, que desde que llegas al mundo la tierra te cautiva, te
atrae sin prisa, en espera de que regreses a sus manos y en su seno te transformes.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Suplicar (Sueño III)
El hombre vive de sueños y con ellos es feliz.
“Bonitos compromisos”
Maguib Mahfuz
-Y aquél que ni sueños tiene ¿de qué vive? -preguntó el bueno de Sancho-Quien ni sueños tiene, -terció don Quijote- ni vive, ni merece vivir; más aún, ni amerita una
mirada de consuelo. Así lo afirmo de rotundo, yo, el Caballero de la Triste Figura que nací de una
sirena y un ahogado. Quiero que vuelva el resucitador de cadáveres, pues me han contado que los
médicos (modernos inquisidores) sólo logran fallidos y persistentes ensayos, mientras nos roban los
sueños a golpe de bisturí, píldoras y abstinencias. Que me devuelvan, amigo Sancho, la última veta
de locura, sólo necesito una pizca de vesania. Que regrese el resucitador que redima nuestras
miserias y memorias aprendidas. Que me dejen soñar. Que son gigante, Sancho, que te lo digo yo.
Agonizar (Sueño IV)
Uno no muere si no está conforme con ello…
“La Muerte”
Thomas Mann
Pregúntaselo a cualquiera de los que se cruzaron en tu camino y hoy son sólo ausencia,
amigo Sancho. Ninguno podrá decirte cosa distinta pese a la variedad de lenguas y lenguajes. Todos
mueren conformes, conocedores de que se le ha acabado el plazo o por suplicar que no le den más
oportunidades. Las combinaciones son infinitas, pero la realidad del momento solo una. Y el
hombre, incluso el que ha perdido el instinto, cobra en ese instante de su vida la mejor de las
razones y la mayor de las sonrisas, aún sin saber si han sido capaces de conquistar el tiempo. Fui D.
Quijote de la Mancha, y ahora soy don Alonso Quijano el Bueno, y nada ni nadie podrán obligarme
a despertar para comenzar, una vez más, mi eterno sueño.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Disfrutar (Sueño V)
La violencia del sufrimiento le insensibiliza.
“El cacique”
Maguib Mahfuz
-¡Ay! Respondió Sancho llorando, no se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi
consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es
dejarse morir sin más ni más, sin que nadie lo mate….
-Señores. Dijo Don Quijote, vamos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay
pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo, el sufrimiento es el final del camino, la cúspide donde
cesa la violencia para dar paso al orgasmo de sensaciones en el límite superlativo del dolor, en una
anatomía de fragilidad humana y ternura de dioses sin necesidad de performance. Como casi todo
en esta vida llega tarde, sin avisar y sin consentimiento previo. Pero llega y hay que estar realmente
loco para no abrirle la puerta de par en par. Disfrutemos, amigo Sancho, el momento que es único,
personal e intransferible.
Apelar (Sueño VI)
No quiero que la rutina y el aburrimiento rocen mis últimos días.
“La muerte”
Thomas Mann
Créeme amigo Sancho: llevo 99 vidas vividas (o 12764, qué importa el número), precedidas
de otras tantas muertes con sus respectivos introitos y epílogos, más o menos prolongados, todos
igualmente tediosos. Por este motivo, Sancho, te pido que me quites la resurrección de esta
quimera, no merece la pena tanta miseria y dolor para finalizar como tela de araña entretejida en
una campana de Gaus en un descuido del sabio, sin una palabra de amor desde la primera
reencarnación. Nací sólo, he vivido sólo y he muerto sólo. El mundo necesita prescindir de mi
presencia para continuar existiendo.
Del libro de relatos “Escudriñando infinitivos”
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Relatos, corto, breve y lacónico
Mi árbol
Por José Miguel Rosado Santiago (1971-1974)
El árbol de mi infancia fue un nogal, no un olmo redivivo a lo Machado (más tarde me
regalaron las Obras escogidas, Colección Crisol; y mucho después lo musicó Serrat). Un árbol
misterioso y sencillo; un nogal de porte medio y piel grisblanquecina, satinada y cálida. Con dos
crucetas robustas y oferentes, que invitaban al ascenso hasta la copa, mi atalaya, desde donde
oteaba sueños y aventuras.
Fue el fortín de cien batallas entre amigos, la santabárbara repleta: bolas de papel rellenas
de barro endurecido, dardos de junco verde, saetas y arcos de avellano. Y cubos de agua (nuestra
pez hirviente) para repeler asaltos; y, siempre al abasto, las nueces inmaduras con su cáscara verde
que amortiguaban el daño.
No pudo envejecer como aquél olmo, para retoñar en primavera: lo talaron un mal día, no sé
aún por qué. Y hoy, después de medio siglo, lo evoco así, casi al desgaire.
Interdit d´interdire
Por José Miguel Rosado Santiago (1971-1974)
“Todo infractor será castigado” reza el aviso que cuelga de la valla. La admonición se
muestra vacía, desnuda de la oración principal que, a buen seguro, arrancaba con “PROHIBIDO” y
que ha sido pacientemente eliminada. A navaja y con esmero, como evocando, o tal vez
invocando,el interdit d´interdire del 68 parisino.
Si la primera vista suena hueca, luego deviene inquietante. Sin el oportuno rol de
infracciones La amenaza de sanción resulta kafkiana. Nada amedrenta tanto como la duda. Si
identificas el fruto prohibido, puedes decidir comerlo, arrostrando la sanción. Pero la amenaza de
una pena que se impondrá, inexorablemente, por no se sabe qué conducta, impide la transgresión
libre y voluntaria y te asoma a un abismo vertiginosos.
Quien enmendó la plana al prohibidor no era consciente de la consecuencia última de su
acto. No supo que estaba abriendo un resquicio a la paranoia.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
El móvil
Por J. Federico Moldenhauer (1967-1974)
-¿Dígame?
-Mire usted, es que me he encontrado una llamada perdida en mi móvil y le llamo para saber qué
desea usted.
-¿Y usted quién es?
-Pues yo me llamo Sebastiana, ¿no me ha llamado usted?, porque su número se ha quedado grabado
en mi móvil por una llamada recibida a las 10 y 27.
-Dice usted que se llama…
-Me llamo Sebastiana, Sebastiana Sánchez. Y usted ¿cómo se llama?
-Mire, señora o señorita, yo por teléfono no tengo la costumbre de dar mi nombre, salvo que sea yo
quien haga la llamada y ahora la que ha llamado ha sido usted, así que usted dirá lo que quiere de
mí.
-No, mire, resulta que, como ya le he dicho, me he encontrado una llamada perdida en mi móvil que
corresponde al número que acabo de marcar ¿es el suyo, verdad?
- ¿Usted a qué número ha llamado, señora?
-Soy señorita.
-Bueno, señorita, le vuelvo a hacer la pregunta: ¿usted a qué número ha llamado?
-Pues ya le he dicho que a un número de una llamada perdida que he encontrado en mi móvil y que
supongo que es el suyo, así que si es usted tan amable ¿me puede decir para qué me ha llamado a
las 10 horas y 27 minutos de esta mañana?
-Escuche señorita, yo a usted no la he llamado, y si ahora estamos hablando entre nosotros es
porque usted ha hecho una llamada.
-Ya lo sé, señor; ahora he sido yo quien ha hecho la llamada, pero esta mañana, a las 10 y 27 usted
ha llamado a mi teléfono, su número y su llamada han quedado registrados en la memoria de mi
móvil, y por este motivo yo le he devuelto la llamada.
-Mire señorita, se lo voy a repetir nuevamente, yo no la he llamado a usted ni a nadie que se llame
Sebastiana Sánchez, es más, no conozco a ninguna Sebastiana o Salustiana Sánchez, o como usted
se llame, y si quiere usted que le aclare otra cosa sobre el móvil, lo haré con mucho gusto.
-Pues hágalo señor, hágalo, por favor.
-Lo que deseo aclararle desde que comenzamos nuestra absurda conversación es, señorita, que ¡yo
no tengo móvil!
Del libro de relatos: “Relatos breves pretéritos indefinidos”
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
El ascensor
Por Ignacio Gil Vallés
Llamé al ascensor mientras repasaba mentalmente los asuntos más urgentes que en unos
minutos ocuparían mi jornada laboral. El ascensor tenía que bajar más de cincuenta pisos, por lo
que aún tenía tiempo para decidir qué asunto debía afrontar en primer lugar, y cuáles en segundo y
en tercer lugar. Normalmente soy bastante impaciente, pero a esas horas de la mañana, cuando
todavía no me he tomado el primer café, no me importa esperar.
A la vez que apretaba el botón con el número 56 que me llevaría hasta mi oficina, entró
apresuradamente una mujer de unos treinta y cinco años.
–¡Buenos días! –me saludó.
–Buenos días –respondí con amabilidad.
La señora se dirigía al piso 57, es decir, justo encima de mí. Todo apuntaba a que era otra
picapleitos más a sueldo de Mc Mullen, Romero y asociados, me dije. La gente de Mc Mullen,
Romero y asociados nunca me había caído bien, tal vez fuera envidia por mi parte, pero a mí me
parecía que todos eran unos prepotentes. Aquella chica, sin ir más lejos, vestida con su traje gris de
ejecutivo y aquél maletín grande y desgastado que parecía que iba a estallar en cualquier momento.
Olía a Chanel nº 5 y tenía el pelo recogido y tirante, de manera que su boca no podía hacer otra cosa
sino sonreír. Seguro que fue la número uno de su promoción.
Estábamos a la altura del piso 20 y el ascensor continuaba subiendo, lento pero seguro. Después de
ese buenos días del principio habíamos permanecido en silencio y empezaba a sentirme incómodo.
Normalmente no hablaba con la gente en el ascensor, pero en ningún caso lo hacía cuando mi
compañero de trayecto era un miembro de Mc Mullen, Romero y asociados. Me estuve
entreteniendo gestionando mi agenda mentalmente, pero al legar al piso 25 ya no tenía dudas de lo
que iba a hacer durante las ocho horas siguientes.
Sin embargo, ella, no había parado de mirarme, más bien con poco disimulo. Nuestras cabezas
distaban la una de la otra menos de medio metro y ella llevaba por lo menos diez pisos
estudiándome como si fuera un tratado de Código Penal. Seguramente se había quedado cegata
durante sus años en la facultad, de tanto estudiar, y desde entonces no podía evitar mirar así a la
gente.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Ante un examen tan detallado, a la vez que descarado, yo no podía evitar ponerme más y más
nervioso. Intenté aflojarme un poco el nudo de la corbata, ya que estaba empezando a sudar. En ese
momento, ella empezó su ataque:
–¡Yo a ti te conozco! Noviembre de 2.000, García de la Quintanilla contra el Estado. ¿Me
equivoco?
Por supuesto que no se equivocaba. Yo no la recordaba, pero sí, en noviembre de 2.000 había
llevado el juicio de García de la Quintanilla contra el Estado. Un juicio aparentemente sencillo, que
inexplicablemente había perdido.
–Creo que se equivoca –mentí. Para mí era una pequeña satisfacción ver ese sentimiento de
frustración en el rostro de un empleado de Mc Mullen, Romero y asociados. Por otro lado, yo que
ya de por sí era poco sociable, no tenía ninguna intención de confraternizar con nadie en ese
ascensor a aquellas horas de la mañana. Y menos aún cuando ese alguien era un picapleitos de Mc
Mullen, Romero y asociados. Ya estábamos en el piso 53. Unos segundos más y las puertas del
ascensor se abrirían dándome paso a un universo en el que no habría cabida para esa mujer. En ese
preciso instante, en el que las puertas iban a abrirse fue cuando ocurrió. Se fue la luz y el ascensor
se quedó parado. Colgado, a doscientos metros de altura con doña perfectita, de Mc Mullen,
Romero y Asociados.
–¡Qué emocionante! –dijo ella al instante–. Nunca me había quedado colgada en un ascensor y
menos aún con un abogado que no sabe mentir y que dice que no me conoce.
¿Será gilipollas?, pensé, aunque la educación que me habían dado mis padres me obligó a decirle:
–La verdad es que es una situación graciosa.
–Fernando. Puedo llamarte Fernando, ¿verdad?
Estaba atónito. Se acordaba de mi nombre y quería tutearme.
–Pues sí, me llamo Fernando. La verdad es que tiene una memoria prodigiosa –no había nada como
usar la tercera persona del singular para tratar de mantener las distancias.
–¡Cómo iba a olvidarte! Cuando lo de García de la Quintanilla yo era abogado del Estado. Gracias a
ese golpe maestro que me llevó a obtener la victoria de mi cliente pude entrar en bufetes de
abogados por la puerta grande. Y todo gracias a ti –rió.
–Me alegro de haberle dado el empujón, pero estoy seguro de que solo era cuestión de tiempo el
que alguna firma grande se fijara en usted –respondí con amabilidad–. Ahora todo cuadraba, ella era
la cabrona que me ganó el juicio y truncó mi carrera. Esa especie de agente Clarece Starling, es
decir, de Jodie Foster en El Silencio de los Corderos, que había supuesto un antes y un después en
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
mi carrera. Y ahora, el destino nos situaba a los dos allí, encerrados en aquel ascensor suspendido a
doscientos metros de altura, en uno de los edificios más emblemáticos de la capital. Yo, que nunca
había creído en las casualidades, tenía que aprovechar esa oportunidad.
–Y, ¿lleva mucho tiempo trabajando para Mc Mullen, Romero y asociados? –pregunté con mi tono
más amable.
–Pues no, la verdad es que soy la nueva. Y, ya se sabe, cuando alguien es nuevo y tiene cierta
responsabilidad… cuesta que la gente te acepte.
–La gente es muy envidiosa –ironicé.
–Desde luego
–Entonces no tendrá inconveniente en comer conmigo hoy. Conozco un restaurante que sirve un
pescado excelente, justo en la esquina de enfrente. Sus compañeros no la echarán en falta, así que
sería una pena que no me acompañara.
En ese momento se encendieron las luces y el ascensor se puso de nuevo en movimiento. Ella me
miraba con esa sonrisa, producto no solo de su pelo recogido y tirante, sino también de una sorpresa
inesperada.
–Por supuesto. Estaré encantada.
–No se hable más, a las dos en punto en el hall. Le tendí la mano con fuerza y le regalé la más falsa
de mis sonrisas, al tiempo que las puertas se abrían.
–Hasta luego.
–Hasta luego.
Tres semanas más tarde la llevé hasta mi casa, después de una cena en la que no faltaron el vino y la
buena comida. Desde entonces ella dejó de acudir al trabajo y no se tienen noticias suyas. Nadie
sabe qué le ha podido ocurrir. ¡Qué lástima!
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Relatos, corto, breve y lacónico
Recuerdos del mandarín
Por Ángel Alfonso Centeno (2008-2011)
Mi tío Guillermo se casó por dinero. No guardo mayor recuerdo de su mujer. Pasó la mayor
parte de su vida postrada en cama. Él era notario. Su nueva posición le permitió despojar de
miserables terruños a humillados labradores descalzos.
Su cuñado, el Cítrico, le cobró el cambio. El Cítrico no estaba bien de la cabeza. Abusaba de la
fortuna familiar en cartas y alcohol. Cuando su propia madre le cerró la cuenta, el Cítrico quiso
aclararle las cosas. Salió de su casa con pistola en mano. La lució por todo el pueblo de camino a
casa de su madre. Entró al salón con la pistola delante, apuntando. Había decidido que era mejor
pasar a la conclusión en vez de a la discusión. Pero la madre de mi tío Guillermo estaba de visita y
se entrometió. La bala en la cabeza le dejó suficiente vida a mi abuela para que caminara un par de
pasos, con la mirada perdida de los fantasmas, antes de desplomarse. El tío Guillermo juró
encerrarlo de por vida. Pero no obtuvo su consuelo. El Cítrico ya había acumulado deudas por su
parte. Antes de empezar el proceso un amante suyo le destajó la cabeza. La muerte de la abuela era
sólo un presagio.
El tiempo pasó y el tío prosperó con triquiñuelas legales de mayor calado. Adquirió casas en la
playa y engordó y se hizo en el pelo largo una larga trenza de mandarín. En una fiesta, en una de
sus casas de playa, la familia escuchó por primera vez mi voz ronca. Solemnemente anuncié que me
convertiría en pianista. Mi madre miró al cielo. Ella quería que fuera administrador o algo parecido.
A mi padre le daba igual. Y el resto de la familia… bueno. Mi tío fue el único que se puso de mi
lado. Llevándome aparte, me dijo que lo importante era que hiciera lo que me gustara. Le tomé
mucho cariño por eso. Como era esférico y pequeño, se me antojó un dios chino de la felicidad con
su sempiterna sonrisa.
El tío Guillermo se enamoró. Cuando hubo alcanzado una posición holgada aflojó el negocio.
Entonces conoció a una abogada. Brillante para ser mujer, decía. Pero tardó poco en dejar de ocultar
su deslumbramiento. Ella escribía libros. Incluso nos la presentó. Hasta le cayó bien a mi madre. Le
regaló un libro dedicado. Sobre derechos de la mujer. Si no hubiera sabido que era la amante, se
habrían hecho amigas. Se llamaba R. M. Cisneros. Por inconfesado cariño la llamábamos la Cisne.
También peleaba con los campesinos por los derechos de sus tierras. En esa época era una
quijotada. Pero la ley debía imperar, decía ella. Supongo que el tío se enamoró primero y luego se
asoció a ella. Lo cierto es que no ganaba nada. Las largas horas de trabajo eran por placer. Hacían
un equipo triunfador. Generalmente él hacía los papeleos y trazaba la estrategia general del juicio, y
ella improvisaba con contundencia y brillantez. Pero seguía siendo una locura. Los antiguos socios
del tío Guillermo le advirtieron una vez. Le advirtieron dos veces. A la tercera, le dieron la espalda.
Una tarde, cuando la Cisne regresaba de asesorar una Cooperativa, la interceptaron los
encapuchados. La bajaron del coche, la hicieron arrodillarse y le descerrajaron la cabeza. Aquella
mente brillante que el tío amaba tanto quedó esparcida entre las piedritas del polvoriento camino. El
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
tío no fue invitado al funeral. Por un lado la familia de la Cisne lo consideraba una ofensa. Por otro
lado, el tío se acobardó. Temía justamente por su vida. Renegó de la Cisne en adelante. El viejo se
recluyó en su soledad.
El tío Guillermo había tenido cuatro hijos con su legítima esposa. Yo los conocía a través de
rumores. Mi madre no quería que nos relacionáramos con ellos. No es gente de bien, bufaba.
El primero era el Exacto. Hacía y corría apuestas. Llevaba un registro pormenorizado de las deudas
de sus clientes. Era fiable con los números. Pero eso no importa si se tiene los clientes equivocados.
Lo cocieron a puñaladas un amanecer. Ni más ni menos setenta y siete, según el parte policial.
El segundo, el Talento, se hizo cura. Un franciscano convencido. Pensaba que la pobreza no era
sólo una vocación, sino la condición natural del ser humano. Explícitamente dejó dicho que lo
enterraran desnudo, tal como había venido al mundo. La familia política de mi tío no lo permitió.
Impotente, vio cómo le quitaban el tosco hábito de monje con el que quería disimular el místico
deseo de su hijo. Y lapidariamente le encorsetaron un traje.
Las historias de las dos hijas pintaban lo más diverso. Pero todas coincidían en el hecho inverosímil
de que habían sido raptadas por gitanos cuando eran niñas. Durante un año entero. Un rumor capaz
de explicar su constatado comportamiento criminal. Porque cuando regresaron a casa por sus
propios pies, no volvieron a ser las niñas que eran. La mayor, la Chuleta, era grande, basta y de
facciones porcinas. Llevaba el pelo rizado y suelto como una maraña. La menor era flaca y daba
mala espina mirarla a los ojos. Tenía poco pelo y se le veía la calva. Como un matojo de hierba seca
en terreno baldío. La llamaban la Bruja. Siempre iban juntas. La Chuleta se dedicaba al fraude. Era
tahúr y hacía chanchullos con cheques en blanco. Se amancebó con un pistolero. La Bruja leía las
cartas y era santera.
Fueron los tiempos en que la fortuna se alejó del tío Guillermo. De tener casas en la playa pasó a
tener cebollas para cenar. El tío acabó arruinado en casa de la Chuleta, arrastrando consigo a su
esposa inválida. Estaba flaco, sin pelo, con un aspecto enfermo, esperando deprimido la muerte. Mi
madre hubiera preferido no visitarlo. Quería evitar un encuentro con la Chuleta, porque entonces
temía que sería capaz de secuestrarme. Pero los protocolos en la familia son tan ineludibles como su
destino. La Chuleta y la Bruja maltrataban al viejo Mandarín. Lo trataban a patadas. Lo agarraban
de los tirantes y le tiraban los cubiertos en la sopa humeante. Fue la última vez que lo vi con vida.
Su mujer lo siguió poco después. Del antiguo aspecto mandarinesco que tenía le quedaban tan solo
unas uñas largas, puntiagudas y agrietadas.
De las hijas no volvimos a saber nada. La brigada Antisecuestro de la policía mató al chulesco
pistolero en un turbio operativo. Poco después les cayó a ambas una orden de captura. Se evadieron.
Se les busca hasta el día de hoy.
Mi histérica madre sigue temiendo un eventual secuestro, aunque yo haya sobrepasado ya la edad
crítica. Pero está contenta porque abandoné la idea del piano. A mi padre le dio igual. El resto de la
familia… bueno. La fortuna dotó mejor al Exacto, pero a mí tampoco se me da mal la contabilidad.
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Relatos, corto, breve y lacónico
Un día glorioso en las Cañadas
Por Manuel Piné Méndez (1967-1974)
Todo comienza con una llamada telefónica. La llamada, siempre en calma y tranquilizadora,
impregna de inmediato la mente y el cuerpo cambiando la actitud que llevas hasta ese momento en el día.
Puedes estar leyendo, descansando, trabajando, haciendo cualquier actividad, que la llamada te transforma,
te enhiesta la mente y despierta tus más primitivos instintos: Matar y comer.
Con la certeza de que lo primero es probable, pero lo segundo al menos es seguro, contestas entusiasmado.
La llamada transcurre más o menos así:
Miguel Ángel: - Manolo, estamos organizando ir esta tarde a la finca. ¿Puedes venir?
Manolo: - Por supuesto
Miguel Ángel: - Perfecto. A mediodía te avisaré de cómo nos organizamos.
A partir de ahí pueden suceder tres situaciones.
A. Que pase Miguel Ángel a recogernos
B. Que Miguel Ángel vaya por delante y Manolo se ponga de acuerdo con Mariano
C. Que Miguel Ángel y Mariano se vayan pronto y que Paco recoja a Manolo y Basilio
Como cada apartado tiene su historia, merece la pena describirlos.
A.- MIGUEL ANGEL PASA A RECOGERNOS
La cosa empieza por Manolo. También se inicia con una llamada de teléfono:
Miguel Ángel: - Manolo, salgo para allá.
Manolo, que ya lo tiene todo preparado, baja a la calle bien cargado. En el ascensor va repasando:
Llevo el arma y la munición
También los permisos pertinentes, la mirilla
La mochila, que pesa un montón
Y cuidado con ella, que dentro va la tortilla.
Cuando llega a la calle, Miguel Ángel ya está aparcado. Lo cargan todo en el coche y arrancan. Apenas
llegados al Arenal, primera llamada:
Miguel Ángel:- Mariano, acabo de recoger a Manolo y vamos a por ti.
No hay respuesta.
Ya en la autovía, segunda llamada:
Miguel Ángel: - Mariano ¿Me oyes? Vamos a recogerte
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
No hay respuesta
Pasando por la Redonda, tercera llamada, mientras recogen a Paco que espera en la esquina del autobús
mochila y rifle listos.
Miguel Ángel:- Mariano te recogemos en tres minutos.
Silencio.
Llegamos a la puerta de casa de Mariano. Nadie. Ni fuera ni en el portón. A continuación, claxon y
llamadas. Nada.
De pronto se abre el portón y sale Mariano disparado
Tan deprisa va que tras de él, hasta la acera arde
Mientras nos azuza, deja en el coche todo su equipo cargado
Al tiempo que entra diciendo: ¡Vamos! ¡Vamos! que llegamos tarde.
Enfilamos hacia Las Cañadas.
B.- MARIANO RECOGE A MANOLO
Mariano sabe que Manolo anda mal de corazón, así que quiere acercarse lo más posible a su portal para que
no ande mucho cargado. Viene por Gran Vía hacia el puente viejo con su bólido “Opel Made” modelo
“Viriato fecit me”. Hay que parar lo más cerca del portal que es la esquina con Madre de Dios. Queda a la
izquierda. Es prohibido.
“Discos rojos a mí”. ¡Y encima a la izquierda!, piensa Mariano, mientras tuerce, como no, a la izquierda y
se queda a medias con el morro del coche en Madre de Dios y el resto en el “Carril Bus”. El autobús se
acerca y se acaba de abrir el semáforo de Madre de Dios-Gran Vía. Se va a liar el “Rocío” pero en tráfico.
Manolo que se da cuenta, intenta con la lengua afuera llegar lo antes posible.
“Mariano dixit”:
Tranquilo Manolo, que te ayudo con todo ese alijo
El capullo del Autobús que se espere y se aguante
Y el que quiera pasar pronto que se toque el pijo
O que hubieran llegado antes.
Cargan todo en el Opel y salen como perseguidos por Ness y sus muchachos. Cambian el coche en Las
Torres por el Patrol verde, y se encaminan hacia las Cañadas.
Manolo dice: -Mariano: Podemos parar para reponer la intendencia. Mira que solo llevo tortilla y tres
bocadillos
Mariano: - No, que llegamos tarde.
Manolo:
Mariano, piénsalo que solo tardamos una mijilla
Que no llevo mejillones
Y que tu sin mejillones y tortilla
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Acabas tocándote los cojones.
Además hay que reponer, que no queda casi nada
Y te causará gran desilusión
No encontrar ninguna mariconada
Y nada, pero nada, de Chinchón.
Mariano cede ante los ruegos y accede a parar cinco minutos en La Parroquia. La intendencia se repone.
Llegamos a la casa. Se inicia el protocolo.
D.- PACO RECOGE A MANOLO Y BASILIO
Como siempre el mismo procedimiento.
Llamada telefónica:
Paco: - Manolo: Salgo para allá.
Paco recoge a Manolo en Mercadona de Gran Vía, y después avanza unos metros hasta la esquina de Jara
Carrillo con El Arenal. Allí tendría que estar Basilio. Nada. Un guardia mira con ojos de “¡Ahí no puede vd.
estacionar!”. Permanecemos con el motor en marcha, silbando, mirando de acá para allá, con un reojo a la
Virgen de los Peligros. Madre mía, y nunca mejor dicho, el guardia acaba de cambiar la mirada por la de
¡”Aquí hay tajo. Voy a hacer una llamadita al de la cámara”!. Nos vamos. Paco con gran habilidad y gran
conocedor de esas callejas, se las apaña para aparcar justo delante de la puerta de Basilio frente a la parada
de Taxis de la Glorieta.
Se baja y le llama por el interfono. Pasa el tiempo. Por fin aparece Basilio. Podría medirse el tiempo como
¡Me han pillado en plena siesta y lo he tenido que preparar todo!
A pesar de ello, baja seguro y sin vacilar. Parece increíble cómo se puede sostener el rifle, cargar la mochila,
llevar la manta, echar al brazo la cazadora, ir encendiendo un cigarrillo y hablándonos, todo al mismo
tiempo. Si no lo conociéramos, pensaríamos que solo una mujer puede hacer tantas cosas a la vez. A todos
nos pasa por la mente lo que sería capaz de llegar a hacer Basilio al mismo tiempo que esta fumando, pero,
claro está, no nos atrevemos a preguntárselo a Isabel, su mujer.
Todo cargado y listo.
Basilio no se sube al coche. Se queda apurando el cigarrillo.
Aguanta un poco hermano
Dice con ojos llenos de brillo
Dejadme acabar el cigarrillo
¿Acaso hay acaso algo más sano?
Al fin se sube. Se anima la conversación. Marchamos. ¡Temblad marranos! ¡Llegan Buffalo Bill y sus
muchachos!
Son las 6 de la tarde. El sol aun está alto, pero a la sombra de los pinos el calor es soportable. El grupo de
atisbados, feroces, y temibles guerreros se acerca. Todavía, según su servicio de información, siempre
eficiente, han de parar en la casa, dejar algunas cosas, sacar el viejo todoterreno del “Ratas´s Room”,
recorrer y cebar los puestos, y distribuirlos después mientras meriéndan. Aún hay tiempo, un par de horas al
menos por delante.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Pero D. Eulogio es marrano prudente, por eso ha llegado a viejo, y ya ha convocado a la tropa, que se va
reuniendo a su alrededor allá muy dentro del bosque y lejos de los caminos, donde los humanos no los ven ni
los oyen, y solo raras veces los huelen sin poder localizarlos.
Acuden todos: Los solitarios guardando las distancias, que D. Eulogio tiene mucha mala uva si interpreta
algo mal. Los primales dándose empujones van por pequeños grupos. Los bermejos, tratando de acercarse a
las enormes marranas madres que andan pegadas a las marranas más jóvenes y los rayones que no hacen más
que dar la lata, como siempre.
-¿Estamos ya todos?, pregunta D. Eulogio mientras con la mirada parece recorrer a todos los presentes.
- No, dice un marrano del fondo. Faltan los de la finca del alemán, los de arriba del todo y los que pasan por
la Zanja.
- Bueno, añade D. Eulogio, peor para ellos y mejor para nosotros. Si no están a tiempo, ya se acordaran de
nosotros cuando escuchen los tiros.
Hoy es día de cuidado para cochinos viejos
Vienen los Cazadores de La Cañada
D. Eulogio nos reúne y nos da consejos
Sabe que no les gusta irse sin nada
Todos deben escuchar atentos a su testa
No sea que como a los tontos de fuera
Nos den un tiro a la primera
Al perderse a la reunión, por no dejar la siesta.
El camino del grupo de Murcia hacia Las Cañadas es ameno. Por fortuna, nadie puede grabar su
conversación en el coche, que haría felices al oírla a mil detectives Colombo, Poirot o policías de homicidios
que hubiera cerca, cuando no a “Jack el Destripador”, si no están informados de adonde va esa tropa.
Los comentarios son algo así como:
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Hoy mato yo.
No, hoy me toca a mi primero.
Como mates tu antes que yo, me das el disgusto
Si tú te duermes y no matas ni a los sordos
Matar lo que se dice matar yo, que ya llevo 15 este año
Pues yo mato poco, paro al que mato, lo mato bien muerto.
Tu al que tienes que matar es al gordo que ronda por tu caseta
Mata también a la zorra rubia que hay por allí que es muy follonera
Pero no la mates pronto, que detrás de una zorra siempre anda un guarro
¿Has visto que chiste te ha salido?
Vale, así mato a dos esta noche.
Con esta charla transcurre el camino por la llanura
Chistes, anécdotas y hablando del mundo entero
Discusiones sí, pero todos de acuerdo sin fisura
A la hora de poner verde a Zapatero.
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Ya llega la tropa a la casa. Se vacían los coches, se desordenan las cosas, dejándolas sobre las ya
desordenadas que hay dentro. Como debe ser. Con ese matiz de desorden desordenado que hace echar de
menos cualquier objeto, rifle, funda, manta, que no se encuentra en su desordenado sitio en un momento
dado.
Ahora, cada cual cumple su misión en silencio. Todos sabemos lo que hay que hacer. Sacar el coche del
cobertizo, preparar la comida de los cochinos, colgar la comida nuestra de la viga, preparar las armas, la
ropa, y todo con un ceremonial de eficacia y exactitud que para sí quisieran los muchachos de la Chacón.
De vez en cuando, sale alguno y la casa queda vacía
Permanecen alejados y de espaldas a los demás
Parecen apaches al horizonte mirando
Allá al fondo, a la tierra labrada y la baldía
Unos tardan menos y otros más
¿Qué es lo que están tramando?
¡Coño!, pero si lo que están es meando!
Este último comentario ha sido de Marranín. Marranón, Marranín y Marranete forman el servicio de
información que D. Eulogio establecido entre Los Pinares y La Cañada. Son los tres bermejos más despiertos
de la finca. Su misión es informar de lo que acontece a la entrada de la Cañada. Otros se encargan de las
demás fincas.
Desde que los cazadores enfilan por delante de Los Pinares los van observando. Se han bañado previamente
para que no los huelan, no hacen ruido y apenas se dejan ver entre las malezas bajas. Su misión principal es
la de informar a D. Eulogio de cuantos son los que vienen, si se quedan, si traen armas para aviar perdices y
conejos o para arreglarlos a ellos. La información más importante sin embargo, es saber quiénes son los que
han venido.
Nunca abandonan la observación. Si la novedad es importante, Marranón, que es el que manda, enviará a
alguno a informar al mando con orden de volver de inmediato, y, aunque tuviera que mandar a los dos, él
permanecería en el puesto hasta la caída del sol o la salida hacia los puestos de los cazadores, momento en
que tiene ordenado reintegrarse al puesto de mando donde ya le tendrán preparado un resumen de las
instrucciones para pasar la noche y comerse lo que pongan sin exponerse demasiado.
Marranón ya ha decidido que la información es suficiente para enviar la novedad a D. Eulogio.
Corre a la reunión, Marranete
Informa a D. Eulogio de la situación, vienen solo
Miguel, Mariano, Paco, Basilio y Manolo
Es decir, esta vez son cinco y no son siete.
Marranete sale disparado, mientras Marranón y Marranín permanecen observando al enemigo. Mantendrán
el contacto hasta poco antes de que se oculte el sol o hasta que vean a los cazadores salir hacia los puestos.
Hasta entonces esperaran a Marranete, pero si no ha vuelto, ellos cumplirán las órdenes y acudirán a dar la
novedad de la salida a los reunidos, recibirán las instrucciones de aquel a quien haya designado D. Eulogio
para ello, y a partir de ahí, dispersión, a comer y que Dios reparta suerte.
Mientras Marranete va a dar la novedad a D. Eulogio, los cazadores salen cargados de almendras y panizo
para preparar los puestos. Después elegirán cada uno el que crea que está más “tocado”, y dejando libres los
que están con toda la comida.
No siguen la sabia regla que dice:
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Relatos, corto, breve y lacónico
Si no lo han tocado, no es por derroche
Que si es que ayer no han entrado
Nada indica hoy que vuelvan y entren esta noche
Y se coman lo que les hemos dejado
El viejo Jeep va dando tumbos. Va cargado con todo lo imaginable. Ha
sta con los cazadores. Hay herramientas, sacos, cubos con panizo, cubos con almendras, baterías, hachas,
azadas y algunos objetos difícilmente clasificables, pero todos serán útiles cuando menos te lo esperas. Y
algunos varias veces.
De puesto en puesto se analiza por los expertos, Miguel y Mariano, dónde han entrado y dónde van a entrar.
Paco escucha, Basilio fuma y Manolo no sabe no contesta. La dura lucha dialéctica es entre los dos primeros.
Paco y Basilio se pondrán donde quieran y Manolo va fijo a la caseta del pino gordo.
De vuelta a la casa, la merienda cena, y allí se deciden los puestos: Miguel arriba del todo, encima de la
escalera. Allí esta tan alto que como los cochinos no pueden levantar la cabeza es difícil que lo vean.
Mariano a su puesto en la ladera del cerro. El puesto es fácil de descubrir. No hay más que seguir la cantidad
de artilugios que ha montado. En todo caso, seguir las cuerdas con panochas atadas de las que jala desde su
sillón, y no hay pérdida. Paco se situará en la caseta pequeña. Cuando sale se transforma igual que los
contorsionistas de circo, pero el puesto es bueno y desde donde esta como le entre alguno lo arregla seguro.
Basilio se va a las Retamas. Allí estará en alto y se cree que echando el humo hacia arriba los cochinos no se
enteran, pero son muy listos, como vamos a ver. Y Manolo, a la caseta del Pino. Que no le entre ninguno
pronto. Porque es el caso que mientras llega, sube, coloca la mochila, prepara el rifle, la linterna, se recoloca,
pone los prismáticos, saca la radio, se pone la sordina y capta una emisora que dé futbol, los marranos ya
han tenido tiempo de entrar jalarse toda la comida, hacer sobremesa, hacer una corta siesta y ponerse de
nuevo en marcha.
A la caza del marrano
Han salido los cinco.
Cual héroes de la Ilíada
Los perseguirán con ahínco
O con golpes mano
Y si es el caso que regresen sin nada
De honor les dará el alma un brinco
Y mandarán los cochinos al guano.
Más ¡Ay de aquel
Que se les cruce por delante!
El recado le llegará certero
Fijaros bien en aquel que,
Que silencioso y artero,
Va y te atiza el tiro con talante.
Marranete ya ha llegado a la reunión, dada la novedad a D. Eulogio, que le manda devuelta con la orden de
regresar a los tres.
D. Eulogio: ¡Orejo! Quedas encargado de comunicar a los informadores las instrucciones para cuando se
reintegren.
Orejo: ¡Sus órdenes mi gran marrano!
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Relatos, corto, breve y lacónico
D. Eulogio: Sin pitorreos Orejo, que te apaño la otra oreja de un mordisco y te dejo guapo.
Orejo calla y otorga. Es cochino viejo y sabe con quién se la juega. A Orejo le pusieron el mote desde que
tuvo un tropiezo con ese al que llaman Paco. Lo sorprendió cuando iba pensando en las musarañas y le arreó
un tiro que le dejó la oreja izquierda abierta como a las vacas marcadas.
Al notar el tiro Orejo se tumbó al suelo como fulminado. Al poco, vio al tal Paco acercarse. No tuvo que
fijarse mucho para darse cuenta que después del tiro el visor laser que llevaba se había descentrado, así que
de repente pegó un brinco y echó a correr cuanto pudo.
Paco, todo sorprendido
Apuntó al cochino de nuevo
Mas el tiro certero y decidido
En vez de en pos del cochino perseguido
Iba errático cual loco chivo
Y por más que repetía la faena
No solo no acertaba al fugitivo
Sino que tras errar el tiro definitivo,
Se quedó con la gana llena
Y desde entonces vive Orejo con media oreja
Adorado por la marrana joven y la vieja
Y con el corazón chulesco y altivo.
D. Eulogio: - ¡Mariconazo! ¿Dónde estás?
Mariconazo:- Aquí al fondo D. Eulogio.
D. Eulogio:- - Bien. Haz un recuento por encima de todos los marranos de Las Cañadas mientras voy
repasando las indicaciones para la noche de hoy.
Mariconazo:- ¡Sus órdenes mi… mi coronel!
D. Eulogio había levantado la mirada, y Mariconazo apenas tuvo tiempo de cambiar el nombramiento de
aquel a cuyas órdenes se ponía, y por muy poco había podido evitar un rápido mordisco del jefe.
Mariconazo se pone a la faena. El curioso nombre que lleva este marrano se lo encasquetó ese al que llaman
Manolo. Fue hace tiempo, en una tarde calurosa. Muy de día aún lo dejaron al borde del camino apenas unos
metros más allá de la casa. Iba sin duda al puesto que hay donde está la gran charca, donde ahora están los
artilugios del tal Mariano. Mariconazo lo vio avanzar por el borde del sembrado recién labrado, con la
mochila a la espalda, la gorra un poco hacia atrás y el rifle al hombro. Vamos, que parecía un guerrillero de
Sierra Maestra. Le faltaba el pañuelo rojo al cuello. Decidió darle un susto que le sirviera de escarmiento.
Mariconazo lo dejó avanzar, hasta que estuvo a su altura, a un par de metros de distancia, él en la espesura y
el tal Manolo al descubierto.
Entonces, el marrano muy diestro
Le dio un rebufo de mandanga
El tal Manolo dio tal salto
Que más parecía un gato kurdo
Y el marrano, que era además zurdo
Culminó el feroz asalto
Con un sonoro corte de manga
Utilizando el brazo siniestro.
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Relatos, corto, breve y lacónico
El tal Manolo no pudo reaccionar ni queriendo, pues para colmo ni el rifle llevaba puesto el cerrojo, de
manera que lo único que hizo fue gritarle al cochino al tiempo que lo veía marcharse, diciéndole
¡Mariconazo!. Como realmente parece una palabra que expresa algo grandioso, al marrano le gustó y desde
entonces todos lo conocen con ese apodo aunque ningún cochino ha sabido explicarle que significa el
epíteto.
D. Eulogio por fin se dirige a la tropa formada.
Vamos a repasar las tres normas fundamentales para la salida nocturna y papeo seguro.
REGLA PRIMERA: DE LA COMIDA
Hay que estar atentos a los puestos en los que se detecte más comida de lo habitual. Recordad la regla del
recluta:
Cuando al guripa le dan de comer
Es que lo van a moler
Y cuanto mayor es la comida
Mayor será la molida
La comida está servida
Mas pensad que quien eso hizo
Con lo mal que anda la vida
No pretende perder ni la almendra ni el panizo
Lo que pretende el muy vivo
Es a ver quién viene y se lo cepilla
Para pillarlo como a un chivo
Y atizarle en todas las cotillas
Así que piensa con inteligencia
Si voy y me lo como
En cuanto vea mi apariencia
El que esté va y me arrea en el lomo.
Cuando se vea un comedero especialmente dispuesto, prosigue D. Eulogio, hay que obrar con cautela
utilizando la táctica más certera a elegir:
-­‐
-­‐
Mandar por delante unos cuantos pequeños. Se pondrán a comer como locos
y, si hay cazador, éste intentará que se vayan gritándoles o tirándole piedras. Ya sabéis entonces que
ahí no se puede entrar, que hay cazador, y los pequeños corren poco riesgo, salvo que esté ese al que
llaman Basilio, que le gustan tiernos para la parrilla.
Asomar el morro lo justito para, mirando hacia arriba lo posible, ver si una figura se enhiesta y
adelanta. Si es así, retroceder de inmediato, y pensar que ya habéis echado la tarde, porque al que le
toque, ese se queda ahí repitiendo la faena y cabreando al cazador, al tiempo de que avisa al que se
acerque del peligro.
Eso, si el que aparece es de La Cañada
Que si se trata de algún chuleta
De esos que vienen de fuera
Que os mira con desprecio como si nada
Y que viene de otra finca a por la papada
Con toda cortesía le cedéis el paso,
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Relatos, corto, breve y lacónico
Con buena y educada manera
Os apartáis por si acaso
Y ya veréis como le ponen la paleta.
Sin embargo, y a pesar de estas normas, debéis utilizar siempre la calma y la inteligencia. Recordad la
historia de Gruñonazo.
Todos recordaban lo que le pasó a ese gran marrano, lo que los cazadores llaman “un tanque”. Era una
noche oscura como boca de lobo. En el sitio que llaman “Las Retamas” estaba Paco en lo alto del andamio.
Un grupo de marranillos andaban comiendo, pero el tal Paco en vez de espantarlos se quedó quieto sin
mostrar indicio alguno de su presencia, así que Gruñonazo, se quedó esperando a pocos metros, hasta que
estimó seguro que no había cazador en el puesto, y se adelantó para espantar a los primales con un buen
bufido y ponerse ciego a continuación de almendras y panizo.
Paco se había armado de paciencia
Es tirador certero y sensato
No es de los que aquí te pillo, aquí te mato
Y supo esperar un cochino con más apariencia.
Gruñonazo pasó junto a la escalera
Paco vio abajo el bulto
Y desde arriba oculto
Apuntó al marrano de fina manera.
Lo tenía en el centro de fuego
Paco iba a dar el disparo certero
El marrano miró hacia lo alto
Paco quedó descubierto, pero avizor
Apretó el gatillo del rifle artero
Más fue el arma la que “luego aluego”
Falló pues que picó en falto
La bala que el avezado cazador
Puesto había en el rifle para hacer fuego
Al oír el ¡Clic! tenebroso,
Gruñonazo puso pies en polvorosa
Y oculto tras una retama hermosa
Con gruñidos gruesos y groseros
Se mantuvo expresando sus deseos más indecorosos
Para quién, si no le llega a fallar la bala
Le deja arreglado su cuerpo hermoso.
Así se pasó tres días del ala
Sin parar de gruñir venablos y tacos
Y algún que otro palabrotazo
Y fue desde entonces que se ganó del tal Paco
El apodo de “Gruñonazo”.
REGLA SEGUNDA: DEL ATAQUE NOCTURNO
Todos conocemos las ventajas e inconvenientes del ataque nocturno.
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Relatos, corto, breve y lacónico
Ventaja del ataque nocturno:
El enemigo no te ve
Inconveniente del ataque nocturno:
Tú no ves al enemigo
Más si la noche es oscura
Como sotana de cura
Y tú no te ves ni el ombligo,
Una ventaja tienes en este turno
Que aunque no os veáis ni a lo corto ni a lo ancho
Tú sí que sabes el momento
En que vas a atacar el rancho
Mientras el que te espera
Puede muy bien estar en la higuera
Y tú, a comer tan pancho.
REGLA TERCERA: DE LA COCINA Y EL CONVENTO
Es de sobra conocido
Que los monjes en el refectorio
Comen agua y migajas de pan cocido
Mientras que la cocina
Del convento, es notorio
Que abundan jamón y chorizo
Amén de un buen puchero
Es decir, la cocina es una mina
Para aquel que bien la hizo
Y que bien organizó el despensero.
¡Muchachos!, dijo D. Eulogio. Como sabéis esto se traduce en que por norma hay que ir a ponerse moraos
de almendra y panizo justo en los puestos que hemos dejado sin tocar en toda la semana, ya que ellos
repondrán bien llenos los que nos hemos “jalado” pensando que vamos a volver, cosa que no haremos hasta
que se hayan ido, por supuesto.
A lo lejos se oye el ruido de los todoterrenos que de vez en cuando se paran. A continuación un leve
murmullo y un portazo. Los cazadores se van colocando.
D. Eulogio continúa.
Como ya sabéis es arriesgado mandar a ninguno a que localice los puestos que quedan cubiertos, ya que aún
es de día, los tíos van armados y todos han mostrado ya en varias ocasiones que vista la pieza esta no se les
escapa. Por eso, como sabemos, gracias al servicio de información quienes han venido, vamos a repasar
como detectarlos. Y vamos a analizarlos por el orden de antigüedad que los conocemos.
MIGUEL ANGEL:
Ojo con ese que es fino. Se suele poner muy en alto, por lo que es difícil sacarlo por el olor. También hace
muy poco ruido y está todo el tiempo quieto y despierto, así que la mejor forma de detectarlo es con la vista,
asociándola al oído.
Si sospechas que está Miguel
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Relatos, corto, breve y lacónico
Asoma el morro solo un poco
Y rápido después, retrocede a la espesura.
Repite la operación ante el puesto, sin entrar en él
De modo que cada vez
El cazador se levante para apuntar un poco.
Así, antes o después
Al darse algo de premura
Algún ruido sonará
Y por el sabrás de buena mano
Que Miguel está en la altura
Y que si te descuidas te arreglará
Tu lindo cuerpo serrano.
Ojo: El que lo detecte ahí se queda, como ya ha sido ordenado, para avisar a los propios y ceder el paso
educadamente a los extraños.
La última vez le tocó el numerito a Rigodón, y cumplió como los buenos avisando a los nuestros y dejando
pasar a un chuleta de Vélez, bien gordo por cierto, al que el tal Miguel lo avió a la primera, y al que tuvieron
que pistear todos los cazadores porque se metió, desconocedor del terreno, en lo más inaccesible de la
espesura. Por cierto, que como acudieron todos a echar una mano, con la tranquilidad de que estaban los
puestos libres, nos fuimos todos los cochinos a los comederos y nos dimos un festín de los de recordar
mientras los cazadores localizaban al de Vélez.
Buen elemento Rigodón. Se ganó el apodo en una apuesta delante de la caseta en la que estaba el tal
Manolo. Todos sabían que el cazador estaba allí, y algunos cochinos aficionados incluso afinaron el oído
para escuchar “Tiempo de Juego”, que era la sintonía que tenía puesta en la radio. Jugaba el Madrid, y no
pudo resistirse a la tentación. Rigodón se apostó a que era capaz de pasar delante del puesto por detrás del
comedero marcándose un trotecito rigodón tres veces. Varios cochinos aceptaron la tentadora apuesta, que
era nada menos que una cita con la marrana “Venpacáqueverascomoteenderezoelrabo”. Rigodón pasó las tres
veces por el puesto, con “paradiha” y todo, entre los aplausos de la marranería presente, y solo fue
descubierto en la última. Estaba en pleno sambeo sabrosón, cuando vio a Manolo asomar el rifle con el
tiempo justito de meterse debajo de una olivera. Se salvó por los pelos. No contó con que el feísimo y largo
morro que tenía por delante y el enorme y negro lomo que tenía por arriba lo hacían especialmente fácil de
detectar, además de que el Madrid iba perdiendo, y el tal Manolo mosqueado se asomó más de la cuenta.
De todas formas, ganó la apuesta.
MARIANO:
Conocer su puesto es fácil. No hay más que seguir los artilugios, relojes, cámaras y panochas volantes que
hay en todo el recinto alrededor de su caseta. Otra cosa es saber si está Mariano para entrar o no a comer.
Repasemos lo que hay que hacer.
Para a Mariano detectar
Tu mejor sentido
Habrás de utilizar
Pues no se habrá movido
En ningún momento
De su esperar
Y con él es peligroso entrar
Si es que el cochino no anda atento.
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Relatos, corto, breve y lacónico
Afina bien el oído
Por si allá en lo alzado
Suena algún leve ronquido
Lo que indicará que está, pero privado.
La vista, poco te ayudará
Solo verás un bulto asomar
Muy quieto mirando
Y saber no podrás
Si está de guardia al velar
O en realidad esta sobando.
Es el olfato quién te salva
Ya que si está de hecho,
En todas las ocasiones
Te vendrá de arriba derecho
Un olor fuerte y a mansalva
A tortilla con mejillones.
Y ojo con Mariano, para no estar perdido
Que con el no vale camuflarse con habilidad
Con ese truco de encogerse hasta la mitad
Para pasar más desapercibido
Eso nos hace parecer más pequeños y gorditos
Como si fuéramos tejones
Y eso despierta en Mariano
Un ímpetu desaforado
Puesto que en cuanto ve un tejón
Sus ojos se clavan en el desafortunado
Y en breve lo deja arreglado
De un disparo certero y atinado
Que es por ello, de buena mano
Que le fue impuesto de modo acertado
El apodo de Mariano García Otero
Alias, “El Tejonero”.
BASILIO:
Basilio, es detectable a distancia
No hay que esperar mucho
Quince o veinte minutos a lo más
Para que se ilumine su rostro ducho
Y en breve después notarás
Del mejor tabaco la gran fragancia.
Por eso es fácil de esquivar
Pero también os hago notar
El cariño que a Basilio todos tenemos
Por lo mucho que nos respeta
Que cuando viene a cazar
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Relatos, corto, breve y lacónico
Y en la casa se ponen a cenar
Desde lejos percibimos con ilusión
Como saca la mejor panceta
La mejor salchicheta
Y el mejor jamón.
Y es que esa es hermano
La mejor forma y manera
Que tiene el ser humano
De mostrar en cada ocasión
El respeto debido a un buen marrano.
Con que ya sabéis muchachos: Si veis luz reiterada y huele luego a tabaco caro ¡Adiós Lucas!, que ya
vendré otro día.
PACO
Ojo con el tal Paco
Que es difícil de sacar
Ni bebe ni fuma tabaco
Y cuesta trabajo poderle engañar.
Además, se mete en la caseta
En alto y casi sin asomar
No se le ve ni la camiseta
Ni se le oye casi respirar.
Pero como todo ser humano
Tiene su debilidad
Y es por ahí hermano
Por donde le podemos pillar.
No hay que entrarle a la primera
Que bien despierto y atento estará
Pero pasada la primera hora
A torrarse comenzará
Agachaos tras el barril, que el mirará
Pero mal calculará vuestro tamaño
Y si piensa que eres pequeño
Apenas abrirá un ojo y para si dirá
Ese es un primal que no merece apaño
Y seguirá después con el sueño.
Así que ojo con Paco: Entrarle tarde y a hurtadillas, agachándoos para que os crea de menor tamaño, y así
escapareis bien de la cena.
MANOLO
El tal Manolo es fácil de detectar si se está atento al parche.
Detectarlo es una papeleta
Cuando Manolo, para meter baza
En lugar de la terraza
Se mete dentro de la caseta
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Revista Acequia
Relatos, corto, breve y lacónico
Ahí, de nada te sirve la vista
Ni el olfato, pues está muy alto
Aquí es el oído el artista
Y es el cochino sordo el que se lleva el sobresalto.
Primero has de estar informado
De si el Murcia o el Madrid están compitiendo
Porque si es así andará anonadado
Pegado el transistor al oído y oyendo.
Puedes así pasar desapercibido
Más no te arriesgues, si no es seguro y lo ves
Que de los que han tenido algún descuido
Estando Manolo en la caseta
Les ha dado la gran pataleta
Atinándoles certero con el exprés
Y dejándolo a la primera fenecido.
La noche es luminosa, serena y plena de susurros y perfume a tierra recién mojada. La luna es casi llena.
Buena para los cazadores que ven muy bien y mala para los cochinos descuidados que se quedan
temerariamente al descubierto.
La larga lucha ha comenzado. Los cazadores tratan de identificar cualquier signo que indique que el
marrano está cerca, al tiempo que se empequeñecen para no descubrirse. Los marranos viejos caminan por la
umbría, donde no se les ve y tampoco se les oye, porque la humedad reinante y las ramas mojadas no hacen
crepitar sus pisadas.
Pase lo que pase, es una noche gloriosa, y el mero hecho de estar allí, en la soledad de una enorme y
silenciosa compañía, ya es suficiente motivo para que haya valido la pena acudir a Las Cañadas.
Algún lejano ladrido de perro que sin duda ha detectado un marrano cerca. Gemidos de una zorra que ha
perdido la presa, que se asemejan al llanto desesperado de un niño pequeño. Pájaros nocturnos que arrullan o
anuncian. Liebres que, inquietas,
juegan alegres sin imaginar que hay dos ojos humanos que las ven divertidos. Y en medio de esta susurrante
algarabía, imposible de sospechar y menos de imaginar sino
se presta atención, un leve gruñido, una rama que cruje, un indicio de marrano gordo, y los sentidos se
agudizan para detectar y no ser detectado.
Y es entonces, en medio de esa noche llena de armonía, cuando suena seco, duro, discordante y fuera de
sentido, el disparo de un rifle.
Miguel Ángel ha oído el disparo. Está en la parte alta y el tiro ha sonado de abajo.
Viene de donde Basilio está
Seguro que al cochino le ha dado
Como lo haya aviado
En casa una semana cochino comerá.
Basilio afina el oído inquieto:
Ese ha sido Paco con uno de sus rifles viejos
El tiro viene de la Olivera
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Relatos, corto, breve y lacónico
Porque si Miguel fuera
El tiro habría sonado más lejos
Paco asoma la cabeza por la caseta:
Vaya, ese tiro del puesto de Manolo viene
Será algún marrano que se me ha escapado a mí.
Vaya suerte que este pendón tiene
O será que en vez de matar un cochino
Lo que ha ocurrido, si mal no atino
Es que ha marcado un gol el Madrí.
Manolo se quita la sordina del transistor y escudriña el horizonte.
Es tiro ha sonado y no sé de donde
Paco no ha sido, que lo tengo cerca
Mariano tampoco, que no ha sonado en la alberca
Como si lo llamo, no me responde
Mejor esperar a la reunión
A ver quien ha sido el matador
O si le falló el disparador
Y el cochino anda ya por La Unión.
Mariano abre un ojo. Medita:
Ese ha sido Miguel que está en lo alto
Y mira que me joroba con ahínco
Que si ha sido él, y yo sigo falto
Con este ya este año me lleva cinco.
Después vuelve a cerrar el ojo, no sin antes anotar la hora a la que ha sonado el tiro, no sea que no pueda
demostrar que estaba despierto en ese momento.
La noche calmada prosigue su impasible marcha. Todo vuelve a lo habitual, salvo que los cazadores están
más atentos y los marranos, más desconfiados y más prudentes si cabe.
Pasa más o menos una hora cuando suena un nuevo disparo. Esta vez no hay duda.
El disparo viene de la altura
Del puesto de Miguel
Y como no hay otro en esa anchura
Tiene que haber sido él.
Ya es hora de recogerse
Los cazadores recogen los aperos
Y como buenos compañeros
Hacia arriba comienzan a moverse.
Miguel no está en su sillón
De él solo se oyen palabros gruesos y algún rebufo
Que vienen lo más espeso y quebrado
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Relatos, corto, breve y lacónico
Y es que pisteando al machón
Se guía más por el tufo
Que por los signos que ha dado.
Todos acuden al grito de ¡A mí la Legión!
Sin amilanarse cuando con tino fino
Se dan cuenta que el gorrino
Es de los que pesa un montón.
Hasta Manolo ayuda a la gente
Iluminando desde el camino
Para que la tropa se oriente
Mientras cargan con el cochino.
Por fin, derrengados y sudorosos
Sacan al camino el marrano
Que es de todo: feo, cara de oso
De todo, menos enano.
Que feo que es, madre mía,
Con ese morro de elefantiario
Y ese lomo de dromedario.
Este no es de Las Cañada
Ni de Murcia tiene nada
Este, seguro, es de Almería.
Mariano, rápido a lo suyo: A por el trofeo.
Esta noche han triunfado, porque si bien es uno quien lo ha cazado, para sacar al bicho de donde se había
metido hizo falta el esfuerzo de todos.
Pero ¿Han triunfado solo los cazadores?
Rigodón estuvo contemplando la escena, hasta el momento en que vio que todos los humanos se metieron
en la maleza, excepto uno, el tal Manolo, que también se encontraba ocupado marcándoles el camino con
una luz.
Escucha claramente conversación del grupo:
-­‐
-­‐
-­‐
-­‐
-­‐
-­‐
No lo veo
Pues por ahí debe andar
Por aquí se huele
Si es que se lavan poco
¡Ay! Que tropiezo.
Cuidado por ahí que hay un pozo.
No quiso esperar más, y en cuanto vio a todos los cazadores ocupados salió disparado al cuartel general para
dar la novedad a D. Eulogio.
Apenas una hora antes, Rigodón había detectado la presencia de Miguel en su puesto, y cumpliendo
instrucciones para mantener al cazador ocupado:
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Relatos, corto, breve y lacónico
Asomaba y se retiraba
Cascaba una rama de vez en cuando
Acompañando a un leve bufido
Todo, para mantener entretenido
Al cazador según se le ordenaba
Y así lo disponía el mando.
Y en estas estaba
Cuando le sorprendió por detrás
El gruñido de un gran marrano
Que además lo miraba
Con cara de ¿Adonde irás
Estando aquí este tirano?
Ni se te ocurra pensar,
Le dijo el mal avenido,
Que de esa almendra vas a probar
Que para jalármela he venido
Y presto voy a empezar
Rigodón, todo educado
Se apartó cediendo el paso al altanero
Diciéndole como muy achantado
Y muy cortés y esmerado
¡Adelante!: Tú primero.
Pasó a comer el de Almería
Mas el cazador ya estaba prevenido
Y con lo claro que se veía
No falló el tiro, y dejó bien cumplido
Al que osó hacer tal villanía.
Al notar el tiro, el marrano huyó despavorido
Y sin conocer por donde andaba
Fue a meterse, con hondura
Y cada vez más penetraba
En medio de la espesura
Sin saber donde se había metido.
Y tras de él se metieron
Todos los cazadores, hasta el más feo
Pisteando todo lo que vieron
En busca del trofeo
Del cochino que hirieron.
Cuando Rigodón llegó ante D. Eulogio, este se incorporó de su cama y dijo:
-­‐
¿Estás seguro de que están los cinco?
-­‐
Sí mi coronel, respondió Rigodón bien cuadrado como mandan las ordenanzas.
87
Revista Acequia
-­‐
Relatos, corto, breve y lacónico
Bueno, pues mientras lo encuentran, lo sacan, obtienen el trofeo, charlan, se cuentan aquello de que
es igualito al cazó no sé quién en no sé qué sitio, les va a dar el Señor. Hay tiempo de sobra, así que:
Adelante: Orden de caza general de todos los comederos.
Rigodón salió disparado comunicando la orden a los enlaces que corrieron raudos por toda La Cañada a dar
la buena nueva, dando paso a lo que los cazadores siempre ignorarán:
Y toda la marranería
Se puso rápido en danza
Para darse a la pitanza
Donde cazadores no había
Se pusieron feos de panizo
Si más ello era posible
Gracias al que el de Almería hizo
Caso del Rigodón tan plausible
Y de todo ello deducimos
Que con marranos listos
Como los de La Cañada
No es previsible nada
Ni tretas, ni cariños, ni mimos
Todo artilugio es cosa vana
Guiados por D. Eulogio o quien se añada
A pesar de nuestro inventos de artistos
Harán siempre lo que les venga en gana.
ACLARACIÓN AL CUENTO:
A. Cualquier parecido entre los hechos descritos y la realidad son ciertos.
B. Todo lo más que admito son algunos adornos, pero pocos, y en lo que atañe a los humanos.
Y ES QUE IGUAL QUE EN LO TAURINO
SE DEFIENDE AL TORERO Y AL TORO,
EN LA CAZA NO TODO LO QUE RELUCE ES ORO
Y HAY QUE DEFENDER TAMBIEN AL COCHINO.
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Revista Acequia
Perfiles
Desde El Carmelo
Por Belén de San José. cd
Escribo desde el Carmelo de Málaga, un convento de monjas “de clausura”. Entro en
territorio de la Compañía de Jesús y les aseguro que me siento en familia. Francisco Rodríguez me
ha pedido una colaboración para su revista y la escribo con gusto. Voy a intentar describirles
nuestra forma de vida, algo de mi vocación y de cómo la vivo.
Todo el mundo nos conoce como Carmelitas Descalzas pero el nombre oficial de nuestra familia
religiosa es el de Monjas descalzas de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte
Carmelo. El tronco primitivo de la Orden nació en Tierra Santa, en las grutas donde vivió San Elías
con la comunidad de profetas en la falda del Monte Carmelo. Fueron Cruzados que decidieron
quedarse en la Tierra de Jesús para vivir como ermitaños y se agruparon en torno a una capilla
dedicada a la Virgen María, su Señora. Circunstancias históricas les obligaron a trasladarse a
Europa y acomodar sus estructuras a las de las Órdenes Mendicantes. Pronto surgió una rama
femenina y fueron abriendo fundaciones. En una de ellas, en Ávila, entró Teresa de Ahumada. Y en
esa tierra fértil del Carmelo plantó ella una viña nueva.
Somos pequeñas comunidades de mujeres que compartimos vocación, llamada interior a vivir en
obsequio de Jesucristo. Nuestra vida es simple y sencilla. Se organiza en torno a dos ejes: la oración
como trato asiduo de amistad con Dios y la relación con las hermanas, conjugando soledad y
encuentro comunitario. Así cada día dedicamos unas cinco horas a orar de forma expresa, bien en la
liturgia, bien en el silencio del corazón. Y tenemos también dos momentos fuertes de encuentro
entre las hermanas. Vivimos en clausura, creando un espacio que haga posible la soledad y el
silencio que favorecen la atención al Dios que nos vive dentro. Si esa atención se da y es verdadera,
la clausura no nos aísla sino que hace de nuestras casas lugares de escucha, acompañamiento e
intercesión. Entonces, como decía Pablo VI, los muros del convento se vuelven de cristal.
Nos ganamos la vida con nuestro trabajo; abastecemos de formas para la Eucaristía a casi toda
nuestra Diócesis, una hermana restaura imágenes y hacemos rosarios, escapularios y pequeñas
labores de sacristía. Realizamos también las tareas propias de una casa grande, algo parecido a una
casa de campo: lavandería, limpieza, enfermería, cocina, jardín, portería, sacristía... La priora
organiza y distribuye los distintos oficios y, salvo en aquellos que requieren una cualificación
especial, vamos rotando cada año y medio o tres años. Nos ayudamos de personal externo para los
trabajos más fuertes.
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Perfiles
Procuramos cuidar el espacio en que habitamos, que termina siendo como un reflejo del espacio
interior que abrimos a la Presencia de Dios. Cuando yo era postulante me encargaron cuidar un
trozo del jardín. Mi Maestra me decía que lo hiciera acordándome de la imagen que utiliza Santa
Teresa en el libro de la Vida al comparar el alma con un huerto: que arrancara las malas hierbas,
moviera la tierra, regara, imaginando que lo hacía conmigo misma para ser tierra buena para el
Señor. Lo hacemos de forma inconsciente, pero siempre me llama la atención la belleza y armonía
que encuentro en nuestros Monasterios a pesar de que suelen ser caserones antiguos y pobres.
Cada uno de nuestros Carmelos es una Comunidad con autonomía jurídica. Cada tres años las
monjas eligen a la priora y a tres consejeras. La priora gobierna la Comunidad en calidad de
superiora mayor. Desde tiempos de Pío XII hemos ido dando tímidos pasos para constituir
Federaciones de Monasterios que nos permitieran ayudarnos y hacernos espaldas a la hora de
afrontar las dificultades y los retos de cada momento y de responder de la mejor manera a lo que el
Señor y el mundo de hoy puedan esperar de nosotras.
Nada de esto sabía yo cuando pisé por primera vez el locutorio de esta casa para pedir una
experiencia. Me llamo Belén Jiménez de los Galanes Gayo, en el Carmelo Belén de San José.
Tengo 49 años y entré en el Carmelo al cumplir los 22. Dos años antes estas monjas me
concedieron vivir una especie de “inmersión” carmelitana. Sólo fueron 10 días porque en mi familia
se produjo todo un terremoto cuando dije que me iba unos días a un convento. Esa experiencia me
tranquilizó y me confirmó en lo que yo creía una llamada de Dios. Me tranquilizó porque yo
siempre tuve la idea de que un convento de clausura era algo triste y oscuro y las monjas eran más
bien “monjitas” cursis cortadas por un mismo patrón, con las manos debajo del escapulario y los
ojos bajos. Terreno vedado para la normalidad y la espontaneidad. Y encontré mujeres alegres, de
trato llano, sin encorsetamientos. El convento me pareció pobre, sencillo en extremo, con las
paredes encaladas y lleno de luz. Se podía respirar hondo. Y me confirmó que este era mi sitio
porque vi un retrato de lo que había leído en Santa Teresa. Una cosa sobre todo me sobrecogió,
sentí como nunca antes y nunca después, una presencia casi física de Jesús, como si anduviera por
los claustros y tránsitos y lo pudiera encontrar de carne y hueso al doblar una esquina. Quedé en
paz, a la espera de que el Señor dijera que era hora de entrar.
Mi vocación no surgió de forma repentina, fue más bien de crecimiento lento, al ritmo de mi
relación con Dios. Yo deseaba ser médico para cuidar a los más necesitados. A la vez en mi
conciencia se abría paso con claridad creciente una atracción a la vida contemplativa en clausura.
Una vida que yo no conocía -no había visto jamás una carmelita- pero que entendía como una
dedicación en exclusiva a Dios, sin otra motivación que Él mismo. Llegó un momento en que
comprendí que tenía que mirarlo de frente y responder. Responder a Dios, porque sabía que era Él
quien me llamaba y que podía decir que sí pero también que no. Que el Señor respetaba mi libertad
y que una negativa por mi parte no acarrearía represalia alguna por la suya. Pero también era una
respuesta a mí misma, porque esa llamada empatizaba con lo más genuino de mi persona y en el
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fondo negarla era negarme. Me decidí a hablarlo con un sacerdote y busqué a un jesuita que era el
único a quien había oído hablar de oración como yo la vivía. Estaba destinado en la Comunidad del
C. M. Loyola. Él me sugirió la idea de la experiencia y me animó a empezar Medicina y seguir mi
vida con toda normalidad, atenta a lo que el Señor fuera haciéndome sentir y dispuesta a dejar todo
si fuera preciso.
Y lo fue, dejé la carrera a la mitad y comencé otra bien distinta. Nunca me he arrepentido. Los años
de vida en el Carmelo han dado para mucho. Hoy ya no puedo decir que camino a oscuras por más
que la fe siempre lo sea, porque sé de quien me he fiado, sé que nunca falta, que siempre me espera,
que cuando alzo mis ojos a mirarle los suyos ya me estaban mirando. He aprendido que la vida de
fe, la vida cristiana es tan fácil que nos resulta muy difícil. Que no consiste en hacer grandes cosas,
ni muchas, consiste en en acoger el regalo que Dios nos hace de sí mismo y así dejarnos despojar de
lo que no es Él. Ahora creo en los milagros porque los veo cada día, cuando un grupo de mujeres de
procedencia y formas de ser tan distintas, a veces tan opuestas, convivimos en un espacio reducido,
sorteando las dificultades de convivencia en un equilibrio que parece imposible. El Señor hace su
obra con lo que somos cada una, sin que nuestros defectos, limitaciones y pecados se lo estorben.
Le basta nuestra buena voluntad.
Santa Teresa siempre quiso a la Compañía de Jesús. No le faltaron motivos, fueron jesuitas los
primeros en entender su alma y asegurarla en las vías del espíritu. Toda su vida les guardó
agradecimiento. Sus hijas no queremos ser menos. Todos ustedes forman parte de alguna manera de
la gran familia que hoy es la Compañía. En Málaga, en el Carmelo de calle Don Rodrigo, tienen su
casa.
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Perfiles
Prof. Dr. D. Rafael Vara Thorbeck
Por J. Federico Moldenhauer (1968-1974)
Fue el 21 de octubre de 1971. Sentado en su despacho de la primera planta del pabellón
quirúrgico, tras una pequeña mesa sobre la que se podían ver algunas revistas médicas, libros, un
cenicero con forma de búho y unas manos, frente a un amplio ventanal que iluminaba su rostro con
la escasa luz de un día gris del recién comenzado otoño granadino, se encontraba el nuevo profesor
de Patología y Clínica Quirúrgicas. Años después, su amplio despacho albergaba en sus paredes
más de 35 años de historia; una fotografía del día de mi investidura como doctor ocupaba un rincón
de la pared a la espalda de su generosa mesa. Vestía una especie de mono blanco donde se podía
leer Prof. R. Vara Thorbeck, y calzaba zuecos igualmente blancos (el verde lo trajeron otros, él
guardó siempre fidelidad al albo). Fumaba un cigarrillo, despacio, parecía, mientras se recreaba e
las volutas de humo, esperar algo importante. Sobre su amplia frente se perfilaba una abundante
cabellera rubia, pobladas cejas, ligera caída de las mejillas en un rostro joven, ojos claros, con
carácter, que disimulaban el cansancio tras una larga mañana de quirófano, precedida por la clase en
la Facultad a las 8 de la mañana. Eran las catorce horas y cuarenta minutos, por fin llovía tras los
cristales. Había finalizado la sesión quirúrgica programada. -Si están dispuestos a trabajar aquí
tendrán todo el trabajo que quieran, pero si no son trabajadores, no pierdan el tiempo ni nos lo
hagan perder a nosotros, aquí trabajamos 24 horas al día-. Fueron las palabras con las que nos
recibió a los nuevos alumnos internos de cuarto curso, de la primera promoción a la que explicó las
tres quirúrgicas. No exageraba lo más mínimo, como hube de comprobar desde el día siguiente. En
ese primer año de trabajo como alumno interno con el Prof. Vara subí a comer al colegio Mayor
Loyola un número de días que se podrían contar con los dedos de una mano, pues tras la jornada
matinal, me encerraba en el antiguo servicio de Rayos (en la planta baja del pabellón de consultas,
debajo del entonces Servicio de Urgencia), para realizar las exploraciones neurorradiológicas:
mielografías, radiculografías, neumoencefalografías, arteriografías, yodoventriculografías; mi
habilidad para realizar punciones lumbares y “cazar” carótidas me permitieron realizar estas
exploraciones, nuevas en Granada, que los radiólogos no hacían por aquel entonces y que en más
de una ocasión me hicieron perder también la cena del colegio. Y por si esto fuera poco, también
hacía guardias. Lo aprendido bien vale las comidas y cenas perdidas e incluso otras renuncias a mis
20 años. No nos engañó cuando nos dijo que se trabajaba 24 horas al día.
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Perfiles
Había escrito Ángel Ganivet que nuestros centros docentes son edificios sin alma: dan, a lo sumo,
el saber; pero no infunden el amor al saber. El profesor Vara Thorbeck vino a Granada (tierra de
aquél) con la idea de romper este maleficio que acompañaba a gran parte de la enseñanza y a tantas
cosas en este país. Para él la enseñanza, la buena enseñanza, es (prefiero hablar en presente)
aquella que capacita a cada uno para que se forme así mismo bajo la batuta del maestro, que no hará
sino ir sembrando entusiasmo, ejemplo, dando la mano al discípulo en los momentos de debilidad y
apartando de su camino la presunción. Por este motivo elegí su escuela.
Miserable cosa es pensar ser maestro el que nunca fue discípulo, nos recordaba Francisco de Rojas
en la Celestina. D. Rafael Vara Thorbeck, discípulo del profesor Vara López, ha escrito: si ante un
padre hay que inclinarse y ante un maestro arrodillarse yo, ante mi padre y maestro me inclino y me
arrodillo, tampoco son vanas estas palabras; huelgan comentarios. Estudió en la Facultad de
Medicina de la Complutense de Madrid, con expediente difícilmente superable, donde se licenció
con matrícula de honor en todas las asignaturas y premio extraordinario fin de carrera. Premio
extraordinario en el doctorado. Profesor adjunto de Patología y Clínica quirúrgica de la Facultad de
Medicina de Madrid, Neurocirujano Adjunto de la Escuela Profesional de Neurocirugía de la
facultad de Medicina de Madrid, y catedrático de Patología y clínica quirúrgicas de la Facultad de
medicina de Granada. Catedrático-Director de las escuelas profesionales de Anestesología y
Reanimación, y de Traumatología y Ortopedia de la facultad de Medicina de Granada. Decano
Comisario de la facultad de Medicina de la Universidad de Málaga y Vice-Rector de la Universidad
de Granada; su camino docente.
La vida de este profesor de cirugía, fue la de un hombre con un proyecto claro y ambicioso (las alas
de las grandes acciones que dijera Goethe), con una voluntad indomable, resuelto a sacarlo adelante
y con una capacidad de trabajo difícil de imaginar, sólo superada por su competencia para
contagiarla. Para conseguir su meta, hubo de luchar contra perezas, inercias, provincianismo,
zafiedad, vanidades, bostezos, zancadillas y complejos de inferioridad, instalados en un hospital
clínico de provincia, con algunos personajes sesteantes, acomodados y remisos a que le
complicaran su cómoda vida, donde tampoco faltaban excepcionales figuras de la medicina
(Carreras, Dulanto y Ciges). Consciente de que el poder humano que no esté sujeto a la pereza es
casi ilimitado, y que si, además, está basado en la confianza se hace incalculable, el profesor Vara
Thorbeck, paso a paso va creando, casi de la nada, la Cátedra de Patología y Clínica Quirúrgicas II
de la facultad de Medicina de Granada; donde partiendo de la cirugía general, van surgiendo las
especialidades de traumatología, neurocirugía, cirugía torácica, cirugía pediátrica, cirugía endocrina
e incluso la cirugía cardiaca, y los cuidados intensivos postquirúrgicos (recuperación). Su fidelidad
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al elemental principio de no operar cuando no debe de hacerse
y el enano y soberbio
provincianismo ante un caso supuestamente quirúrgico, impidieron que la cirugía cardiaca se
desarrollara en el Hospital Clínico, dando pie a que se creara el servicio en el hospital Ruiz de Alda
algunos años más tarde; como siempre el peor enemigo lo tienes en casa y los de fuera sólo tienen
que poner las manos. La cátedra de Patología y Clínica Quirúrgicas II disponía de 40 camas y un
quirófano (por llamarle de alguna forma), cuando el profesor Vara Thorbeck se hizo cargo de la
misma, consiguiendo pocos años después más de 100 camas: 36 de traumatología, 40 de cirugía
general, 18 de neurocirugía y otras 18 de tórax, además de las 15 camas con las que contaba la
recuperación quirúrgica y tres de reanimación, con un laboratorio incluido. Tres quirófanos. Un
cuarto de curas y otro de yesos. Cirugía experimental donde se fraguaron 47 tesis doctorales, amén
de otros muchos trabajos experimentales. Esta fue su aportación en medios materiales, amén de la
continuada modernización de quirófanos y recuperación.
La sutilidad puede, ocasionalmente, conseguir pequeños logros, mientras que un carácter austero y
fuerte consigue lo que quiere, mostrándose su propietario tal y como la empresa emprendida les
exige ser y no como en realidad es, sin necesidad de otros medios, ya que su fuerza está en
“querer”. Sólo así se parte con medio camino andado, sólo de esta forma, ni la vanidad ni la gloria
serán un obstáculo, pues la vanidad es vacio, popularidad entre los necios, un rumor que seduce al
estúpido, una fácil lisonja para quien después pasará factura. No era esta su incomoda meta, que no
fue otra, que el trabajo diario y la satisfacción personal de haber dado un paso más hacia su
destino. El profesor Vara no “desea”, ya que el deseo sólo significa impotencia; el profesor Vara
“quiere” que es donde se encuentra la fuerza. Fiel al principio de Juvenal así lo quiero, así lo
ordeno, valga por razón mi voluntad, va apartando del camino de su proyecto perezas, dudas,
cánticos celestiales, todas aquellas debilidades humanas que podían obstaculizarlo (no todos pueden
comprender esto); nadie lo iba a hacer por él, ni él estaba dispuesto a esperar a que alguien le
prepara el camino, aunque siempre contó con la fidelidad, en el sentido de fe reciproca, convertida
en deber (al hacerlo partícipe de su proyecto), y no en sumisión, de todo aquél que con el trabajo
fue capaz de ganar su confianza. Un carácter digno siempre suscita respeto, admiración y lealtad,
menos para aquél que se encuentre revestido de inútil soberbia, sea presuntuoso, tenga miedo al
trabajo o disponga, como única arma, siempre dispuesta, el fácil aplauso. El desleal siempre mira
desde la soberbia, desde la presunción. No maquines mal alguno contra el amigo que ha puesto en ti
su confianza, nos dice la Biblia; pero no todos lo hemos aprendido, algunos, tarde.
Cuantas veces no hemos oído las quejas de otros compañeros del hospital relativas a la falta de
carácter y de ambición de sus jefes. En cuantas ocasiones tu proyecto personal ha sido víctima de
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la desidia, inoperancia, debilidad, volubilidad, abulia o egoísmo de tus superiores. No fue el caso de
la Cátedra de Patología y Clínica quirúrgicas II de la Facultad de Medicina de Granada dirigida por
el profesor Vara Thorbeck, en cuya Escuela me hice médico neurocirujano, donde tu aspiración
personal tenía tanta importancia como la colectiva, donde con exquisita generosidad obtenías los
medios necesarios, cualesquiera que fueran, sin necesidad de pedirlos. La labor investigadora
llevada a cabo por el prof. Vara, está avalada por 25 memorias de grado de licenciatura, 47 tesis
doctorales todas calificadas con sobresaliente cum laude, de las cuales 15 obtuvieron Premio
Extraordinario. Trescientas veinticinco ponencias y comunicaciones a congresos nacionales y 145 a
congresos internacionales. Cientos de trabajos monográficos publicados en revistas nacionales e
internacionales. Noventa y ocho cursos y seminarios impartidos y 49 recibidos en España y en el
extranjero. Amén de haber organizado y dirigido 20 Jornadas Internacionales de Cirugía.
Su trabajo científico, que sería muy largo pormenorizar, no ha pasado inadvertido ni en nuestro país
ni en el extranjero, prueba de ello han sido los reconocimientos que posee en su haber: Víctor de
plata en 1962, Burgalés del año en 1970, Medalla de Oro de la Real Academia Nacional de
Medicina en 1973, Miembro de número de la Real Academia de Medicina de Granada, Cruz del
Mérito Civil de primera clase (Verdienstkreutz 1 klasse) de la República federal Alemana 1982;
Medalla de plata de la Universidad de Granada 1995, Medalla de la Faculta de Medicina de Málaga
1998, La Orden de “Carlos J. Finlay” otorgado en 1999 . Igualmente avala su talla científica la
pertenencia a los siguiente consejos editoriales: Cirugía Española, Revista Quirúrgica Española,
Revista de Cirugía Osteoarticular, Revista de Cirugía de Urgencia, S.I.L.A.C., World Journald of
Surgery, Zentralblatt für Chirurgie, Seminario Médico del Instituto de estudios Jiennenses, Cirugía
Iberoamericana, Cirugía Laparoscópica y Endoscópica, Special Consultant for Spanissh Abstracts,
miembro del Editorial Board of European Surgical Researche y miembro del Editorial Board World
Journal of Surgery. No me constaban estos datos hasta que alguien me los ha proporcionado. El
insaciable sexto sentido que llamaba a la vanidad Carlyle, no lo he conocido en el profesor Vara,
consciente de que aquella es capaz de deshacer el mayor de los proyectos, él sólo la tiene de sus
discípulos; y si existe en él otra forma de vanidad, lo es en el sentido de tener conciencia de su
obstinación por el trabajo, virtud necesaria para mover el motor de su vida hacia su proyecto. No
era de los que quieren vender todos los días la misma obra, la de un sólo día. A las pruebas me
remito.
Recurrir a la asepsia de las cifras para referir las sociedades a las cuales pertenece sería devaluar
este apartado, donde la calidad prima sobre la cantidad -y esta no es pequeña-, así que me
permitirán, al menos, enumerar las sociedades a las cuales pertenece: Miembro de la Academia de
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Cirugía de Madrid. Miembro de la Asociación Española de cirujanos, Miembro de la Societé
International de Chiruirgie (SIC/ISS), Académico de número de la Real Academia de medicina de
Granada, Miembro de la Sociedad Española de Patología del aparato respiratorio, Socio de Honor
de la Sociedad Médica de Las Palmas, Presidente de la Asociación Cultural Hispano-Alemana de
Granada, Korrespondierender Mitglied der dt. gesellchaft f. Neurochirurgie, Ordentliches Mitglied
der dt. Gesellschaft f. Chirurgische Forschung, Miembro fundador de la Sociedad Española de
Investigaciones Quirúrgicas (SEIQ), Member of the European Surgical Research Society,
Presidente de la S.E.I.Q., Wissenschaftl. Rat. der GÖRRES GESSELLSCHAFT, Sodalem honoris
causa und ehrenmitglied der dt. Gessellschaft f. Chirurgie der D.D.R., Fellow American College of
Surgeons, Korrespondierender Mitglied der dt. Gessellschaft f. Chirurgie, Miembro de honor de la
Sociedad Cubana de Cirugía, Delegado Español de la Sociétè International de Chirurgie, Socio de
Honor de la Sociedad Extremeña de Cirugía, Sodalem honoris causa und ehrenmitglied Societatis
Chir. Bohemoslovacae, Vice-Presidente del 35 Congreso de la Sociétè International de Chirurgie
(SIC/ISS) (1991-1993), Councillor of the Inter-American Medical and Health Association,
Miembro fundador y Presidente de la Inetrnational Association for Surgical Metabolism and
Nutritonial Support (IASMEN), Miembro correspondiente de la Academia Ecuatoriana de
Medicina, Miembro Numerario de la Sociedad de Cirugía del Mediterráneo Latino, Miembro de la
Academia Scientiarum et Artium European y Advisory Board IASMEN.
Conciliar la claridad con la profundidad, hermanar la sencillez con la combinación, conducir por el
camino llano y amaestrar al propio tiempo en andar por senderos escabrosos, mostrando las
angostas y enmarañadas veredas por donde pasaron los primeros inventores, inspirar vivo
entusiasmo, despertar en el talento la conciencia de las propias fuerzas, sin dañarle con temeraria
presunción: he aquí las atribuciones del profesor que considera la enseñanza no como fruto, sino
como semilla. Palabras de Jaime Balmes que, mejor que yo pudiera hacerlo, definen a este hombre,
profesor, cirujano y maestro. La semilla dejada en tantos médicos, desde la Facultad, desde su
departamento de cirugía, desde las escuelas, desde el quirófano, desde tantos foros, fue encontrando
buena tierra en muchos profesionales de la cirugía, que hemos dejado algo de nuestra personalidad
para contagiarnos de la suya, será, sin duda alguna, el mayor mérito que la historia de la medicina
conserve, pues su enseñanza larga y eficaz, siempre con el ejemplo por delante, superará a las
personas y al tiempo. A mí me cabe el orgullo de pertenecer a la escuela quirúrgica de del profesor
Vara Thorbeck, que supo enseñarme a amar al hombre enfermo y a la empresa de cúralo desde el
rigor científico y desde la ética. Espero encontrarlo algún día allí donde él se haya marchado, pues
será prueba de que hasta el último hálito he seguido sus pasos.
Granada 20 de abril de 2012
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Ciencia
Células madre tumorales: ¿posible diana terapéutica para el
tratamiento del cáncer?
Por Kevin Doello González
Estudiante 4º Medicina, colegial C.M. Loyola
¿Por qué fracasan los tratamientos oncológicos en la actualidad? ¿Por qué, a pesar del dinero
y esfuerzos invertidos, algunos tipos de cáncer siguen siendo en la actualidad incurables? ¿Por qué
tras haber sido completamente erradicados, recidivan, es decir, vuelven a aparecer?
Para poder erradicar una enfermedad es necesario atacar a aquello que la origina, tal y como
postulaba la corriente médica etiopatológica de mediados del S.XIX. En el caso del cáncer, la
etiología permanece aún sin ser vislumbrada de forma clara. Sin embargo, desde hace unos pocos
años parece haber llegado una posible respuesta a este problema de la mano de la Biología Celular
y, más concretamente, del paradigma de las células madre, siendo éstas las protagonistas de la
nueva teoría sobre el origen tumoral. Son las conocidas como células madre tumorales o cancer
stem cells (CSCs), en inglés. Según este nuevo modelo, los cánceres funcionarían como cualquier
otro tejido del organismo: un puñado de células con capacidad de crecimiento (self – renewal) y de
diferenciación serían las encargadas del crecimiento de los tumores malignos y de la génesis de los
diferentes tipos celulares, tanto proliferativos como quiescentes, que los constituyen. Sin embargo,
esta nueva teoría no sólo se limita a dar una explicación al origen y crecimiento tumorales sino que
va más allá, exponiendo que el fracaso de los tratamientos oncológicos actuales tendría su origen en
estas células, que se comportarían como poblaciones quimio y radiorresistentes dentro de los
tumores y que sobrevivirían, incluso, a los tratamientos más agresivos. Además, este modelo
expone que los fenómenos de invasión tumoral y metástasis, que tan mal pronóstico tienen para los
pacientes, serían llevados a cabo por estas poblaciones celulares. Incluso, la recurrencia de los
mismos una vez curados se relacionaría también con poblaciones de CSCs que permanecerían
latentes en los tejidos sanos del paciente. Es lógico pensar, que sería interesante focalizar las
investigaciones oncológicas en el conocimiento tanto anatomopatológico como fisiológico de estas
poblaciones celulares, de tal manera que se lograsen tratamientos más eficaces atacando la causa
etiológica que genera los tumores malignos, los hace resistentes a los tratamientos y los convierte
en invasivos y metastásicos.
Pero, ¿qué define a una célula madre tumoral y qué la hace diferente del resto de células que
componen un tumor? He aquí las características fundamentales: 1) capacidad de autorrenovación y
diferenciación hacia estirpes celulares diversas; 2) resistencia a la quimioterapia y radioterapia; 3)
capacidad de invadir, metastatizar y dar lugar a recidivas.
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Ciencia
Sin embargo, lo realmente interesante de las cualidades expuestas es el conocimiento de los
mecanismos bioquímicos y moleculares implicados en cada una de ellas, de tal manera que puedan
sintetizarse fármacos que, actuando en un nivel molecular determinado, sean capaces de atenuar el
fenotipo carcinogénico y de resistencia de estas células a los tratamientos convencionales o de
erradicar estas poblaciones directamente, ya sea mediante su apoptosis o reprogramación celular.
Antes de continuar desvelando las fisiología a nivel molecular de estas poblaciones celulares sería
interesante exponer cuáles son los marcadores a nivel molecular que permiten distinguir a las CSCs
del resto de células dentro de un tumor, es decir, exponer la anatomía patológica de las mismas.
Los marcadores moleculares que caracterizan a estas poblaciones celulares varían en función del
tipo de cáncer estudiado, aunque existen algunos marcadores comunes como tal es el caso de la
enzima ALDH (aldehído deshidrogenasa) o el sistema MDR (Multi - Drug Resistance), este último
constituido por sistemas enzimáticos tales como la Glicoproteína – P. Sin embargo, como se ha
comentado antes, existen marcadores específicos para cada tipo de cáncer. Por ejemplo, para aislar
las CSCs en cáncer de colon se usan los marcadores CD44, CD166 y EpCAM; en glioblastoma,
CD133 y nestina; en cáncer de páncreas, ESA (Epithelial Specific Antigen), CD44 y CD24; en
leucemias, CD34+ y CD38-; y así se podría continuar relatando una lista constituida por un sinfín
de estirpes tumorales y los marcadores específicos para sus CSCs.
Pero, ¿cuáles son los procesos moleculares que subyacen a las características de las CSCs?
Una de ellas, es la capacidad de autorrenovación y de diferenciación, la cual es propia de las células
madre no tumorales tanto adultas como embrionarías. En al caso de las CSCs, la posesión de estas
capacidades se debe a la expresión de los factores de transcripción Nanog, Sox2 y Oct4,
característicos de células madre embrionarias. Este fenotipo embrionario es mantenido gracias a
moléculas de señalización paracrina del entorno tumoral que activan vías de transducción de
señales y expresión génica tales como la vía Wnt, Hedgehog o Notch.
Por otro lado se ha comentado que las CSCs son resistentes a la quimioterapia y la radioterapia,
atribuyéndoseles el fracaso de estos tratamientos y las recidivas tumorales. La quimiorresistencia
está intimamente ligada a la expresión del sistema MDR y más concretamente de la Glicoproteína
P, que actúa como una bomba que expulsa el fármaco del interior de la célula e impide que actúe.
Por otro lado, tanto la quimiorresistencia anteriormente mencionada, como la radiorresistencia, se
relacionan con la expresión de sistemas de reparación del DNA tales como las enzimas ATR, ATM,
Chk1 o PARP. Asimismo, las CSCs expresan factores antiapoptóticos tales como Bcl – 2 o NFkB,
presentando además una expresión reducida de p53, lo que hace a las células tumorales resistentes a
la muerte celular mediada por los tratamientos. Además dentro de las CSCs existen poblaciones que
tienen una velocidad de replicación baja y que exponen poco su material genético a los agentes
genotóxicos, por lo que resisten a los agentes terapéuticos convencionales.
La capacidad de recurrencia tumoral atribuida a las CSCs se relaciona con poblaciones de las
mismas que quedan en tejidos no resecados (es decir, no eliminados quirúrgicamente) y que llevan
a cabo un metabolismo de glucólisis anaeróbica (efecto Warburg), y por consiguiente, poseen una
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Ciencia
baja tasa de replicación. Estas pobaciones son difíciles de eliminar con los tratamientos
convencionales y son, por ello, las responsables de la recidiva.
Por último, cabe destacar que la capacidad metastásica de los tumores, que como se ha comentado,
se atribuye a las CSCs se encuentra íntimamente ligada a un proceso conocido como transición
epitelio – mesénquima (EMT). Éste fenómeno ha sido relacionado con algunos factores de
crecimiento entre los que destaca el TGF – beta, el cual se encarga de reprimir la expresión de
genes epiteliales como la E – cadherina e incrementar la expresión de otros mesenquimales, como
la vimentina o metaloproteinasas que degradan la matriz extracelular, a la vez que confiere a las
células un aspecto mesenquimal. Se cree que este es el proceso mediante el cual las células
tumorales adquieren la capacidad de migrar vía hemática o linfática hacia otros órganos o tejidos
dando lugar a metástasis. Algunos autores se refieren a las células metastásicas que se encuentran
en sangre como cancer circulating cells (CTCs), relacionando la cantidad de las mismas con la
supervivencia de los pacientes.
Una vez descritas las características clínicas y moleculares de las cancer stem cells sería interesante
destacar cuál podría ser el origen de las mismas según los estudios ratificados a día de hoy.
Realmente se conoce bastante poco acerca de este proceso, obteniéndose opiniones diversas al
respecto. La hipótesis genética y mutacional siempre ha estado vigente, según la cual sería la
acumulación de daños en el material genético lo que induciría a las células de un tejido a
convertirse en CSCs e iniciar un tumor maligno. Sin embargo, otros autores, atribuyen la génesis de
las CSCs y, por ello, de los tumores malignos a fenómenos hipóxicos regionales que ocasionarian
una sobreexpresión de factores como el Factor Inducible por Hipoxia (HIF – 1). Éste factor sería el
encargado de la reprogramación de la expresión génica de células sanas hacia el fenotipo de CSCs
al mismo tiempo que induce a las mismas a producir factores angiogénicos como el VEGF que
favorecen la formación de vasos sanguíneos en la región tumoral. Estos, a su vez, producen factores
que mantienen el fenotipo tumoral.
Si se tiene en cuenta todo lo descrito con anterioridad respecto a las cancer stem cells, no sería de
extrañar que pudieran ser consideradas como posibles dianas terapéuticas para el tratamiento del
cáncer, ya que demuestran tener un papel central tanto en el origen como en la resistencia de los
tumores malignos a los tratamientos convencionales, así como en los fenómenos de recidiva
tumoral, invasión y metástasis. Atacar a las células madre tumorales sería como erradicar los
tumores “de raíz” ya que se focalizaría la actividad terapéutica en el germen mismo de la
enfermedad. Aunque aún debe avanzarse mucho en este campo, existen algunas patentes de
posibles fármacos que pretenden tener este abordaje terapético. He aquí algunos de ellos.
Existen fármacos como la amiodarona, el verapamilo o el tracólimo que parecen tener, según
algunos estudios de laboratorio, acción inhibitoria sobre sobre los complejos MDR, que como se
indicó antes, son los encargados de la expulsión de los fármacos del interior de las células
tumorales. Es por ello que se está estudiando la posibilidad de combinar inhibidores del complejo
MDR, ya sean fármacos existentes o de síntesis, con la quimioterapia tradicional.
Otro abordaje sería la inhibición de las vías de señalización celular que mantienen el fenotipo
pluripotencial y de resistencia en las células madre tumorales. Existen compuestos patentados como
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Ciencia
la ciclopamina o el Vismodegib (éste último aprobado por la FDA a principios de 2012), que
inhiben la vía Hedgehog, así como otros inhibidores en el caso de las vías Wnt y Notch. Se propone
la combinación de estos compuestos con la quimioterapia convencional.
También, actualmente, se han postulado inhibidores del factor de transcripción Nanog, presente en
las células madre tumorales y embrionarias, y ausente en el resto de células sanas del organismo.
Algunos autores, incluso, exponen la vacunación frente a Nanog como un posible método de
prevención del cáncer. Otros autores proponen la utilización de anticuerpos monoclonales o
inhibidores de síntesis dirigidos hacia proteínas funcionales específicas de las CSCs.
Además, se han llevado a cabo estudios con el objetivo de diferenciar las células madre tumorales,
intentando así que pierdan su malignidad. A este respecto se han llevado a cabo estudios con líneas
celulares de gliobastoma multiforme (un tumor maligno cerebral) empleando el factor BMP4.
Por último, es interesante mencionar que existen compuestos patentados que actúan como
inhibidores del TGF – beta y que pretenden inhibir el fenómeno de transición epitelio mesénquima
y sus consecuencias, entre ellas la metástasis tumoral.
Estos son sólo algunos de los posibles abordajes terapéuticos que se están estudiando a día de hoy.
Existen muchos más, algunos de ellos en proceso de desarrollo y otros aún por investigar.
Los estudios actuales acerca de las CSCs parecen esperanzadores ya que localizan el fenómeno
tumoral en una población celular concreta que posee características que la distinguen de las células
sanas del organismo y, además, aportan datos de peso acerca del fracaso de las terapias
convencionales y de los mecanismos implicados. Además, las CSCs permiten explicar otros
fenómenos relacionados con la malignidad tumoral, entre ellos, las metástasis y las recidivas. Los
tratamientos centrados en compuestos que ataquen a las células madre tumorales aún son escasos y,
la gran mayoría, no han sido probados en humanos mediante ensayos clínicos controlados. Sólo el
tiempo dirá si todo esto han sido sólo elucubraciones o si empieza una nueva era en el tratamiento
de las neoplasias malignas.
Figura 1.- Características de las cáncer stem cells (CSCa)
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Ciencia
Referencias
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Música
Partitura manuscrita del pasodoble
“Manolo Piné”
Por Manuel Berná García
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Música
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Música
Sobrarían comentarios, pues Manolo Piné es suficientemente conocido por los que
tuvimos la suerte de convivir con él en el Colegio Mayor; pero queremos hacer
una pequeña semblanza del autor de este pasodoble, D. Manuel Berná García,
paisano de nuestro compañero Pepe Cánovas quien, de haberlo localizado, habría
podido hacer mejor esta reseña encomiástica. El gran maestro de la música, como
se le conocía por las tierras bajas del Segura, fue director de la Orquesta Sinfónica
de Cartagena, de la Orquesta Sinfónica de Ceuta y de la Orquesta Sinfónica de
Valladolid, además de haber sido, en su etapa de militar, director de varias bandas
de música militares, también fue director invitado de la Unión Musical de Liria, de la Orquesta
Municipal de Madrid y de la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden. Dejó escritas más de 200 obras,
entre ellas 20 sinfónicas que les proporcionaron numerosos premios y distinciones, y un gran
recuerdo entre sus muchísimos alumnos, por sus generosas enseñanzas y por su gran humanidad.
Esta partitura manuscrita del que fuera conocido en los círculos musicales, como el dominador de
la armonía, que gracias a la generosidad de Manolo Piné ACEQUIA trae como la primera partitura,
consta en la obra de Berná García catalogada con el número 127; sus autoras (Pertusa R. y Giner T.)
la describen así: “con tempo de pasodoble y ritmo marcial comienza esta obra, utilizando muchas
semicorcheas y seisillos de semicorcheas, y con gran lucimiento para las trompetas. Está basada en
la cadencia flamenca.” Estamos convencidos que nuestro compañero Manolo Gomis Gavilán lo
habría hecho mucho mejor.
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Subvencionada por la asociación de AntigXos &ROHJLDOHV del &olegio Mayor Loyola
Con el patrocinio de Herogra Fertilizantes S.A y Hacienda la Trinidad (el aceite de frantoio)
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