red de mujeres latinoamericanas y del caribe en gestión de

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RED DE MUJERES LATINOAMERICANAS Y
DEL CARIBE
EN GESTIÓN DE ORGANIZACIONES
PROGRAMA EN GESTIÓN DE
ORGANIZACIONES CON ENFOQUE DE
GÉNERO
MÓDULO I: LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
EN LAS ORGANIZACIONES
EDICIÓN 2005
2
SITUACIÓN DE LA MUJER EN AMÉRICA
LATINA: ALGUNAS EVIDENCIAS.
Este documento se ha realizado en base a los datos, cifras
estadísticas y reflexiones aportados por las participantes en
las dos ediciones del módulo “La perspectiva de Género en las
organizaciones” que el Programa Virtual PROGEO ha
desarrollado durante el año 2005. Agradecemos los aportes de
ambos grupos de estudio.
Es importante aclarar que la información consignada al 2005,
no es exhaustiva ni abarca los mismos aspectos ni todos los
países de la Región, sino que recoge las participaciones
realizadas en uno de los foros dedicado a este tema.
Aportes realizados por:
Muriel Zúñiga (Chile); Silvia Inés Monserrat, Alejandra Vitale, Alcira
Hortensia Cortopasso, Aielet Stolier, Daysi Zoraida María Prieto, María
Alejandra Asensio, Maria Cristina Celesia, Olga Susana Filippini
(Argentina); Yasmina Mata (España), Yolanda Guirola (El Salvador); Aída
Margarita Hernández Rúa, Adriana María Alonso Rozo, Fabiola Amariles,
Ana Milena Yoshioka, Caroline Walter, Érika Eliana Mosquera Echeverry
(Colombia); Corina Yau (Panamá); Diana Aristizabal (comunidad latina en
E.E.U.U); Virginia Vargas Acosta (Costa Rica); Frida Caballero Rico- Anahi
Russo Garrido (México); Raquel Magdalena Aveiro Vargas (Paraguay)
Documento preparado por Claudia Veronelli en base a la información
suministrada por alumnas de PROGEO I
3
SER MUJER EN EL MUNDO PÚBLICO:
GÉNERO Y MERCADO LABORAL
Es interesante comparar y analizar las diferentes realidades con las
que se enfrentan las mujeres en sus respectivos ámbitos laborales y
lo que ocurre a nivel nacional y regional Existen diferencias
específicas de cada país, propias de sus condiciones políticas,
económicas, culturales y sociales; pero se observan situaciones que
se reiteran independientemente del lugar geográfico y laboral de
donde provienen las mujeres. Los datos aportados avalan esta
apreciación y permiten constatar que a pesar del aumento creciente
de las mujeres en el sector educativo y laboral existen limitantes
directos e indirectos para su acceso a posiciones de liderazgo en
diversos sectores: académicos, empresariales, políticos.
Realidades y Mitos de la situación laboral de las mujeres en
América Latina
Existe un aspecto “extensible” a todos los países respecto al
funcionamiento del mercado laboral y su relación con las mujeres: la
división social del trabajo “por género”, la cual establece barreras en
el acceso de las mujeres al trabajo remunerado. Estos obstáculos
tienen su base en características de la oferta de trabajo (las
trabajadoras) vinculadas principalmente al trabajo doméstico que las
mujeres deben realizar al interior de sus hogares. Por otro lado,
desde el punto de vista de la demanda de trabajo (la empresa), se
definen otra serie de obstáculos basados en estereotipos sobre el
papel que la mujer debe cumplir en la sociedad, que influye en la
actitud reticente mostrada por los empresarios respecto a la
contratación de mujeres, pues suponen que ésta elevaría los costos
de producción. En este sentido se suele argumentar que a las
empresas no les conviene contratar mujeres debido a que en el
período de licencia maternal deben buscar reemplazantes. Sin
embargo, diversos estudios han podido demostrar la falta de realismo
de tales opiniones, por ejemplo, el estudio realizado por el Servicio
Nacional de la Mujer (SERNAM, 2003)
En América Latina, las mujeres representan cerca del 35 % de la
fuerza laboral. Asimismo la participación de las mujeres en los cargos
4
políticos de las legislaturas ha crecido un 75 %, sin embargo hay que
destacar que hay pocos países con estudios específicos sobre el rol de
las mujeres en el gerenciamiento de las organizaciones y no hay
ningún estudio que analice la tendencia regional.
Si se analizan estadísticas de las grandes corporaciones de América
Latina sólo un 10% son presidentas o Vicepresidentas de las
corporaciones del negocio farmacéutico por ejemplo, aunque el 60%
de mujeres trabaja en este sector.
Los datos estadísticos sobre el tema son escasos y aunque se ha
comenzado a ver el rol de la mujer en el trabajo y en las más altas
posiciones de jerarquía, existen aún diversidad de sectores dónde
este crecimiento no se ha producido como los de energía,
telecomunicaciones y producción fabril y en funciones como las
financieras, ingenieriles o de operaciones.
¿Qué sucede en algunos países de América Latina con
respecto a diferentes variables vinculadas con la posición y las
posibilidades laborales de las mujeres?
LAS MUJERES EN CHILE
Tipo de ocupaciones
Una de las medidas adoptadas para favorecer la situación de la mujer
en el ámbito laboral es de orden económico y comprende bonos y
aguinaldos, convenios con empresas para adquirir bienes a precios de
descuento, fondos de retiro o préstamos y apoyo al ahorro para la
vivienda. Otra de las medidas altamente valoradas por las mujeres
trabajadoras son las que “reconocen” a la familia como parte de su
realidad, a través de distintos medios tales como el establecimiento
de salas cuna, permisos para amamantar o permisos especiales por
motivos familiares. El SERNAM concluye que en Chile no existen
modelos ni políticas de conciliación de vida laboral y familiar en las
empresas, sino una suma de medidas y prácticas que tiene su origen
en diversas fuentes por lo que no puede afirmarse que existe un
cambio significativo en los roles de género al interior del hogar ni en
la estructura del mundo laboral. Los datos e información cuantitativa
contenida en dicho trabajo corresponden principalmente a la CEPAL
(Comisión Económica para América Latina y El Caribe) obtenidas del
documento “Mujeres en el Mercado Laboral de ALC: “Los
espectaculares años 90” para establecer períodos de comparación, es
decir, la década de los 90’. No cabe duda de que la aceptación de las
mujeres en el mercado del trabajo se da sin mayor dificultad en
5
ocupaciones y oficios que pueden ser considerados como una
extensión de su rol doméstico y suelen considerarse como
“femeninas”. A modo de ejemplo, en 1995, las mujeres en Chile
constituían el 72% de los profesores de educación primaria y el 73%
de los docentes del nivel secundario. Esta información permite
constatar que en el sistema educacional chileno, la división sexual del
trabajo está fuertemente reflejada, mientras que los hombres
predominan en los puestos de dirección y gestión de estos
establecimientos. Por otro lado, para el año 1998 la mayor proporción
de mujeres en cargos directivos era en el Colegio de Sicólogos (56%)
y la menor presencia de ellas era en el Colegio de Médicos e
Ingenieros (8,8% y 9,5% respectivamente).
Participación y Condiciones en el Mercado Laboral
El mayor crecimiento y apertura de oportunidades de empleo se
encuentra en el sector de servicios y muestra su carácter
contradictorio, ya que ofrece oportunidades en los dos extremos de la
escala social y educativa de las mujeres. Por una parte, se ofrecen
puestos mejor remunerados y que demandan niveles de instrucción
muy elevados (sector de servicios financieros) para un grupo
reducido de trabajadoras altamente calificadas. Por otra parte, se
ofrecen oportunidades en el otro extremo de la escala de prestigio,
trabajos precarizados como las pequeñas empresas y actividades en
sectores informales de la economía. La tasa de participación total de
las mujeres chilenas en la actividad económica nacional para el
período 1990 – 1996 creció de un 31% a un 36%, mientras que la de
los hombres aumentó sólo un 1%. Este aumento de la incorporación
de las mujeres al mercado del trabajo fue generalizado en todos los
estratos de ingresos y zonas de residencia. Si bien las tasas de
participación femenina han crecido, ello ha ocurrido por la creciente
incorporación de las más educadas, manteniéndose y ampliándose la
brecha entre éstas y las mujeres con menor educación, lo que
perpetúa la mayor desigualdad social y económica al interior de la
población femenina.
¿En qué trabajan las mujeres chilenas y en qué condiciones?
Para responder esta pregunta, la CEPAL utiliza un Índice de
Segregación por Género que muestra el grado en que la distribución
de los ocupados para cada género se acerca o aleja de la distribución
equitativa. Cuando su valor tiende a 1 significa que la segregación
tiende a desaparecer y que hombres y mujeres se van distribuyendo
de manera similar.
1- Rama de Actividad Económica: En 1990, el 62% de las mujeres se
concentraban en tres ramas de servicios: el comercio minorista,
servicios sociales y comunales y servicios personales de hogares. En
6
la productividad industrial, sólo representaban el 9%. Para el período
1990-1996 el índice de segregación se redujo de 2.10 a 1.93, es
decir, se produjo un mejoramiento distributivo.
2) Ocupaciones: Este índice también mostró un mejoramiento ya que
se redujo de 2.11 en 1990 a 1,94 en 1996 y recoge aspectos
vinculados con la jerarquía de los empleos, distinguiendo entre cargos
directivos, profesionales, técnicos, administrativos y obreros con
diferentes grados de calificación.
3) Categoría ocupacional: La estructura del empleo en Chile muestra
que tanto en 1990 como en 1996, los empleados “dependientes” son
la categoría dominante, beneficiándose principalmente las mujeres,
quienes pasaron del 59% en 1990 a un 65% en 1996. Esta situación
puede verse como positiva para las mujeres pues esta categoría
posee las formas de organización productivas más modernas y puede
significar mayor estabilidad laboral. La categoría de “empleadores”
también tuvo un incremento importante, especialmente significativo
en el caso de las mujeres quienes casi duplicaron su participación en
esta categoría, aunque sigue siendo baja en comparación con la de
los hombres. El grado de desarrollo económico logrado en Chile en los
seis años considerados trajo consigo una apreciable disminución de
los ocupados en actividades de baja productividad, especialmente
para los hombres, quienes redujeron su participación de un 33% en
1990 a un 20% en 1996. En el caso de las mujeres, su alta
participación en ocupaciones de baja productividad (41% en 1996)
está determinada por el empleo doméstico.
Horas Trabajadas y Educación
Por otro lado, existe la creencia que las mujeres dedican menos
tiempo al trabajo remunerado que los hombres, lo que se ha utilizado
para justificar algunas discriminaciones que las afectan, en especial,
la salarial. Sin embargo, tanto en 1990 como en 1996, las mujeres
trabajaban en promedio un tiempo muy similar al de los hombres. Por
cada 100 horas promedio trabajadas por un hombre, las mujeres
trabajaban 95,5 horas. Sí se destaca un fuerte aumento de las horas
promedio trabajadas por las mujeres empresarias, que llegaban a
superar el promedio de los hombres.
En cuanto al nivel de educación, si bien el analfabetismo ha dejado de
ser en Chile un problema grave, así como las oportunidades de
acceso a la educación por género, han aparecido nuevos problemas,
tanto de cobertura en los niveles más avanzados de escolaridad,
como en la calidad de la educación. Diferentes estudios realizados en
el país muestran que los contenidos de la educación formal en los
distintos niveles reproducen las pautas tradicionales sobre la relación
7
entre los géneros, de manera que las niñas terminan su educación
impregnadas de esas pautas que las llevan a elegir con mayor
frecuencia oficios y profesiones consideradas “femeninas”. La
asistencia a establecimientos educacionales correspondientes a
estudios profesionales y técnicos de la población en edades entre 20
y 24 años es bastante baja. Las oportunidades de los jóvenes para
acceder a este tipo de estudios están claramente marcadas por los
ingresos familiares, que en el caso de los más pobres, se dedican a
trabajar para ayudar económicamente a sus hogares. Estos trabajos
siguen una tendencia dominada por el género: los hombres trabajan
remuneradamente y las mujeres realizan trabajo doméstico como
actividad principal. En 1990 el 57% de los jóvenes hombres no
asistían a estudiar para trabajar en el mercado, mientras que el 34%
de las mujeres jóvenes realizaba trabajo doméstico y el 26%
trabajaba para el mercado.
Las tendencias hacia 1996 mantenían la situación, pero aumentó la
proporción de mujeres y hombres en el mercado del trabajo. Entre
1990 y 1996 creció significativamente la proporción de jóvenes entre
20 y 24 años que estudian, pasando del 16% al 26%, situación que
benefició especialmente a las mujeres. En 1990 el promedio de años
de estudio era de 8,7 años para el total de la población. Hacia 1996 el
promedio de años de estudio se elevó a 9,2 años con pequeñas
brechas por razón de género. Sin embargo, los logros educacionales
no se han traducido en una mejor inserción en el mercado laboral ni
en una mayor equidad en la toma de decisiones.
Cargos Directivos
Con respecto a la participación de las mujeres en cargos directivos de
organizaciones empresariales, en el año 1998 no existía la presencia
de mujeres en Agricultura, Asociación de Bancos, Cámara de la
Construcción ni en Minería. Sin embargo, para mediados del 2005 se
presentan dos candidatas a la presidencia de la República y una
Ministra en el Ministerio de Planificación. En Chile, las mujeres
directoras hoy en día se encuentran mayormente en RR.HH,
marketing y Control de Calidad y no están bien representadas en
trabajos relacionados con finanzas y operaciones. Para el período
1990-1998 la presencia de mujeres en el poder ejecutivo aumentó
tanto en Ministerios, en Subsecretarías de Estado y en Gobernaciones
Provinciales. La participación de mujeres en el Poder Legislativo
también aumentó, pero sólo en la Cámara de Diputados (de un 6% a
un 11%), sin embargo, en la Cámara de Senadores la participación
cayó de un 6% a un 4%. En el poder judicial para el período
analizado no existían mujeres, los hombres representaban el 100%.
Sector con más mujeres: Nivel de Ingresos
8
En el curso de la última década, los servicios financieros en Chile han
experimentado importantes transformaciones relacionadas con la
innovación tecnológica, informática y de comunicación, generación de
nuevos productos y servicios, la organización del trabajo y la gestión
empresarial. Como consecuencia de estos cambios, ha aumentado la
demanda de mano de obra más calificada y se han abierto nuevas
oportunidades de trabajo para las mujeres. Según datos de Censos
de Población, en un lapso de 10 años (1990 – 2000), la ocupación en
la actividad financiera creció alrededor del 28%, con un aumento aún
mayor de la participación de las mujeres, que en este sector se
multiplicó con creces: pasó de un 32% a un 51%, sector en el que se
ubica el 9% del total de mujeres empleadas en la economía. Pese a
este incremento, aún encuentran dificultades para acceder a ciertos
cargos de responsabilidad (sólo el 1% de las mujeres ocupa cargos
gerenciales) y para hacer carrera en una entidad, lo que retraduce en
menores remuneraciones, equivalentes al 63% de las percibidas por
los hombres en el mismo sector. El indicador más común de calidad
del empleo para muchos economistas es precisamente el nivel de
ingresos.
También existe una brecha de género importante en este aspecto
para todos los niveles de educación, que se agudiza para las mujeres
con más años de educación. En 1990, los ingresos de las mujeres
eran en promedio un 35% menor que el correspondiente a los
hombres, alcanzando su máxima desigualdad en los niveles de mayor
educación (13 años y más), al recibir un 52% menos que los
hombres. Entre 1990 y 1996 la disparidad de género se redujo en 6
puntos porcentuales promedio para todas las mujeres, situación que
favoreció a las menos educadas pues su brecha se redujo en 21
puntos porcentuales.
Relación Capacitación e Ingresos
Para la categoría de “empleados”, que concentra una alta y creciente
proporción de trabajadores, la desigualdad por género en salarios es
significativamente menor que para otras categorías, reduciéndose la
brecha desde un 15% en 1990 a un 13% en 1996, es decir, las
mujeres “empleadas” ganan sólo un 13% menos que los hombres.
Desde el punto de vista del análisis de género, interesa también
evaluar las tendencias del ingreso per cápita de las mujeres con
respecto a los hombres, es decir, conocer la proporción del ingreso
que le correspondería a cada uno en condiciones de distribución
igualitaria. Para el período 1990-1996, se observa una disminución de
esta desigualdad, es decir, un mejoramiento de la situación
económica de las mujeres. En 1990 el ingreso per cápita de las
mujeres era de un 33% del correspondiente a los hombres y en 1996
era de un 38%.
9
Interesantes resultados se desprenden de una encuesta internacional
sobre habilidades y destrezas de la población adulta (Second
Internacional Adult Literacy Survey) que midió la relación entre
capacitación e ingresos y el impacto que genera el uso del
computador sobre la productividad y el ingreso de los trabajadores y
en la que participó Chile en el año 1998. Entre los principales
resultados se puede mencionar que el retorno de la capacitación en
términos de ingresos es de un 24%, lo que supera el retorno
promedio de la educación, que solo alcanzó el 13%. Sin embargo, lo
más impactante y significativo es el impacto diferenciado de la
capacitación para hombres y mujeres. Para las mujeres que
realizaron actividades de capacitación, el retorno es de un 33%, es
decir, aumentaron sus salarios en esa proporción, mientras que los
hombres capacitados obtuvieron un retorno menor (24%). Al
distinguir entre “tipos” de capacitación, la que tiene un mayor retorno
para los hombres es la capacitación en negocios, mientras que para
las mujeres es la capacitación en salud, seguida de negocios.
Respecto a los efectos del uso del computador en el trabajo sobre los
ingresos laborales, se concluyó que en Chile existe un premio por el
uso del computador (independiente de otras habilidades y
características del trabajador) y el retorno corresponde al orden de
un 30%, altamente superior al que registran los países desarrollados
(20%). También en este caso, el retorno de las mujeres es superior
al de los hombres.
LAS MUJERES EN LA ARGENTINA
Actividad Laboral
En Argentina se observa un fuerte proceso de expansión de la fuerza
de trabajo femenina, la tasa de actividad de las mujeres, presentaba
en el año 2001 valores que confirman este incremento. En 1990 se
registró una tasa de 27,4, y para el mes de mayo del 2001, la misma
llegó a 33,2 (Fuente: Consejo Nacional de la Mujer)
Educación
En relación a la educación, la tasa de asistencia escolar de las
mujeres es mayor que la de los varones. Por tramo de edad y por
sexo, en los principales aglomerados urbanos es para los/as jóvenes
de 15 a 17 años de 78,6 para los varones y de 84,6 para las mujeres,
en tanto que para el tramo de 18 a 24 años es de 41,5 y 48,6
respectivamente.( Fuente SIEMPRO 1999).
10
Esto significa que hoy por hoy la mujer detenta el mismo grado de
formación académica que el hombre, y tiene una mayor y mejor
tendencia hacia el futuro.
La mujer en los cargos públicos
En función del cupo femenino1 las mujeres pasaron de ocupar sólo el
4.3% de las bancas de diputados nacionales en 1983, al 27% en
1995.
En las legislaturas provinciales la mujer ocupaba en 1995 porcentajes
que varían desde el 2.7% en Tucumán, al 20.8 en Santa Cruz y
Jujuy.
En la Cámara de Senadores el porcentaje nunca ha sido superior al
8,7%.
Desde 1984 a 1994 durante la primera década de democracia,
ninguna mujer ocupó un cargo de ministro. La ocupación de la mujer
en otros cargos superiores del Poder Ejecutivo Nacional nunca superó
un 16% del total en dos décadas de democracia.
En 1998 había una sola mujer con rango de ministro en el Ejecutivo
Nacional, y su participación en los niveles de secretarías o
subsecretarías ministeriales rondaba del 10 al 20%.
En el Poder Judicial la situación tiende a mejorar: la mujer ocupa el
53% de los cargos de juez en el fuero laboral (1999). Sin embargo en
la Justicia Federal (de mayor ingerencia en decisiones judiciales
trascendentes a nivel social o político) la mujer ocupa el 20% de los
puestos a nivel de primera instancia, y el 10% al nivel de cámaras de
apelaciones. Hasta hace poco más de un año, una sola mujer había
ocupado el cargo de ministro de la Corte de Justicia de la Argentina
en toda su historia (150 años): la Dra. Margarita Argüas; en la
actualidad hay dos mujeres detentando el cargo.
En los cargos de jueces provinciales, la situación es muy variable:
oscila del 70% en la Provincia de San Luis al 22% en la de
Catamarca. Sin embargo en las jurisdicciones de mayor envergadura:
Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza oscila del 24 al 37% de
los cargos al nivel de primera instancia. Dichos porcentajes
descienden dramáticamente del 13 al 23% si se analizan los cargos
en las Cámaras de Apelaciones, es decir posiciones de mayor
jerarquía.
1
Por ley 24.012 las mujeres argentinas deben ocupar el tercio de los cargos
electivos políticos.
11
Las mujeres en las empresas privadas
En los niveles gerenciales en empresas privadas argentinas, en 1994,
se observa que:
En el sector industrial, 2 de 83 gerentes generales y 23 de 291
directores de empresas eran mujeres.
En el sector bancario se encontró una presidenta sobre un total de
42, una vicepresidenta de 59 y tres directores generales (Fuente:
Consejo Nacional de la Mujer, 1994).
Sin embargo otros datos aumentan el análisis de la brecha:
De
13.200.000
personas
que
conformaban
la
población
económicamente activa en 1991, 8.423.387 eran hombres, y sólo
4.778.813 mujeres.
Ese dato no se condice con la conformación de la población argentina
para el mismo año 1991, habida cuenta que de los 32.615.628 eran
mujeres 16.677.548, y en consecuencia el índice de masculinidad era
del 95 (por cada 100 mujeres había 95 hombres).
El índice de masculinidad descendió en Argentina del 115.5 en 1914
al 95.2 en el año 2001.
Fuente ( Monserrat –Olivas Luján.- D’Annunzio – Rábago –Lassaga Duffy, Fox,
Gregory, Punnett, Santos ,, 2003)
Situación en las carreras universitarias
Desde hace varios años se sabe que las profesiones "adoptadas" por
las mujeres son las peor remuneradas. Ejemplos como la docencia,
tanto primaria como secundaria, han llevado los sueldos de las
docentes a niveles paupérrimos. Hace muchos años también, se
hablaba de cambios en la distribución por géneros de los estudiantes
universitarios. En la facultad de medicina actualmente más del 50 %
de los estudiantes son mujeres. Pero los cargos de profesores siguen
siendo ocupados por el sexo masculino. Si para entrar a la residencia
es importante el promedio de la carrera y el puntaje del examen, por
lo tanto, las mujeres se encuentran mejor preparadas. Eso no evita
que cuando terminen la residencia sean los varones los primeros en
conseguir trabajo, o que sean elegidos para ser jefes de residentes.
Las mujeres en las ONGs
12
Las mujeres argentinas han asumido un compromiso cada vez mayor
en la vida pública asumiendo roles de mayor responsabilidad .En los
sectores populares, las mujeres se han organizando cada vez más
haciéndole frente a las circunstancias adversas del país en lo
económico y social. Como respuesta a eso, han aparecido variados
ejemplos de liderazgos femeninos en ONG, que promueven el
desarrollo de la mujer desde una mirada integradora propia de su
género. Tal es el caso de las "Warmis", mujeres jujeñas, de la
comunidad indígena. En estas organizaciones, que son verdaderas
transformaciones sociales se juegan muchos aspectos: toma de
conciencia de elementos culturales, condiciones y competencias
laborales, capacitaciones, modos de organización económica de los
emprendimientos, elaboración de proyectos, etc. Referirnos a las
mujeres en su situación laboral en la Argentina pone de manifiesto
las diferencias discriminatorias en las que aún nos encontramos, no
solo con respecto al género sino también frente a las desigualdades
culturales en las que se encuentran las minorías aborígenes.
La situación en los años ´90
En Argentina, en los años ‘90, aumentó la desocupación a cifras que
nunca antes había llegado, en su mayoría los hombres (jefes del
hogar) se quedaban sin trabajo y surgió un fenómeno: las mujeres se
transformaron en jefas del hogar porque su sueldo era el que
sostenía a la familia. Incluso, muchas que no trabajaban, tuvieron
que comenzar a hacerlo. Esta problemática generó cambios de roles,
crisis y conflictos dentro de las estructuras familiares, pero
significativamente, no generó cambios dentro de las organizaciones.
Esta hubiese sido una buena oportunidad para que las mujeres se
posicionaran de otra manera, pero todavía en la Argentina hay
muchos techos de vidrio y paredes de cemento que tirar.
En los años 90 la cultura de la globalización respondía al interés del
mercado o sea producir más barato para generar más ganancias a
ciertos sectores. Como los salarios de las mujeres son más bajos que
los de los hombres se prefiere tomar a una mujer donde antes
trabajaba un hombre, de este modo se especula con el hecho de que
la mujer había pasado a ser único sostén del hogar y por lo tanto
deben soportar dificultades sin hacer reclamo alguno ya que de
hacerlo perderían el magro ingreso que tienen. Una de las razones
por la que no hubo un cambio en el posicionamiento de las mujeres
fue porque el mercado originó el sistema y por lo tanto las mujeres
no tuvieron no solo opinión sino tampoco opción.
Cuando la dificultad de coyuntura nos obliga a insertarnos (como
sucedió en Argentina en la última década), no se ofrece la posibilidad
13
de proponer ningún derecho, sólo de cumplir con las expectativas de
los empleadores sin generar ningún inconveniente.
Las mayores desigualdades se dan en el interior del país y en los
niveles más desprotegidos. Por otro lado, a pesar del incremento de
las mujeres en las organizaciones éstas cada vez se hacen menos
cargo del soporte familiar. Cada vez es menor el número de
guarderías en las empresas o políticas de subsidio a las mismas.
Consecuencias de la crisis
Las mujeres han salido luego de la crisis del 2001 a trabajar fuera de
sus casas o han comenzado pequeños emprendimientos para hacer
frente a las necesidades de la familia ante la desocupación del varón,
Así aparecieron ferias "artesanales" donde venden sus producto, ya
sean comidas, manualidades o souvenir. Por otro lado, las que llegan
a cargos importantes en instituciones o se convirtieron en
empresarias, debieron dejar en el camino aspiraciones personales
como formar o mantener una estructura familiar. Al hombre
argentino le cuesta mucho reconocer la igualdad de género y no
tolera no ser el que más aporta a la economía familiar.
LAS MUJERES EN ESPAÑA
La mujer aún gana menos que sus colegas hombres en el mismo
puesto, hay más mujeres desocupadas que hombres. Los perfiles de
mujeres exitosas, en lo empresarial que se ven en las revistas, aparte
de ser casi inexistente, no son madres o no se menciona eso. El perfil
de empresario exitoso siempre es un hombre y es el que se usa para
vender, las mujeres en la publicidad sencillamente se preocupan por
su belleza y por mostrarse atractivas.
Una de las barreras para no contratar mujeres es que los
empleadores usan la excusa de que la mujer puede quedar
embarazada y tienen que pagar la baja. En las entrevistas de trabajo
a las mujeres les preguntan sobre su situación sentimental y los
planes de tener familia. Para favorecer el empleo femenino gobiernos
anteriores dieron grandes desgravaciones en impuestos por contratar
mujeres, siendo un importante ahorro para las empresas, pero el
desconocimiento de estas medidas hace que se mantengan los
patrones de comportamiento antiguos. El hecho de que el trabajo
temporal sea lo más común permite prescindir de las mujeres en
cuanto quedan embarazadas o en cuanto quieran sustituirlas; están
14
más desprotegidas que los hombres en la misma situación de
contrato temporal.
En política se ven más mujeres aunque siempre hay menos que
hombres (el gobierno actual puso el mismo número de ministros que
de ministras, por cierto ellas tienen ministerios más "bajos" excepto
la vicepresidenta, pero no cumple esta paridad en los demás órganos
de gobierno)
LAS MUJERES EN COLOMBIA
Según una investigación realizada por Amal Kalid, Prensa de
ICONTEC, para el programa Women In Management – Suecia)
aproximadamente el 48% de las microempresas le pertenecen a
mujeres, lo cual representa una gran esperanza en un país como
Colombia, en el que hay tantas mujeres víctimas de la violencia:
algunas desplazadas, otras que esperan a sus esposos secuestrados,
otras que han perdido a sus parejas en combates, otras que fueron
abandonadas.
Otro dato a destacar es que entre 1992 y 2001, la tasa global de
participación (TGP) de las mujeres aumentó del 40% al 50%.
Asimismo, de ser el 37% de la población económicamente activa, las
mujeres pasaron a constituir un 42% de la misma. En las cabeceras
municipales la TGP femenina alcanzó un 53% en 2001, debido
principalmente al desplazamiento rural.
En contraste al crecimiento de la participación de la mujer en el
ámbito económico, se observa que el desempleo ha crecido, de un
12% en 1992, a un 19% en 2001 y a 19.7% en el 2003. Lo cual
puede considerarse como un síntoma de las desigualdades de género
en el campo laboral. Esta situación plantea la necesidad de trabajar
con más intensidad este tema dentro de las organizaciones así como
apuntar a la creación de nuevas áreas laborales que le otorguen a la
mujer mayor independencia.
Debido a la situación de las mujeres que están al frente del hogar y
se encuentran muy limitadas por las normas organizacionales, la
mayoría de las iniciativas de apoyo a la mujer,
tanto a nivel
gubernamental como a nivel privado, están apostando al
fortalecimiento del rol de la mujer como microempresaria, teniendo
en cuenta que de esta manera no sólo adquieren independencia
económica, sino que además tienen más libertad para manejar sus
tiempos y articular el trabajo con la crianza de sus hijos (pues por lo
menos el 43% de las microempresarias actuales no tienen
15
compañero). Aproximadamente el 48%
colombianas, pertenecen hoy a mujeres.
Empleo y
Colombia
desarrollo
empresarial
de
de
las
microempresas
las
mujeres
en
Fuente: Mujeres. Construcción de Paz y Desarrollo. Consejería presidencial para la
equidad para la mujer. Presidencia de la Republica. 2003
Tasa global de participación femenina
Entre 1992 y 2001, la tasa global de participación (TGP) de las
mujeres aumentó del 40% al 50%. De ser el 37% de la población
económicamente activa (PEA), las mujeres pasaron a constituir un
42% de la misma. En las cabeceras municipales la TGP femenina
alcanzó un 53% en 2001, debido principalmente al desplazamiento
rural (2).
Si bien todas las mujeres en edad de trabajar han aumentado su
participación en el mercado laboral, se presentan diferencias
relacionadas con la edad, el nivel educativo y el estado civil.
Las mujeres entre los 24 y los 45 años tuvieron la mayor
participación, a la vez que el grupo de mujeres entre los 46 y los 55
años presentó el mayor nivel de incremento en la participación.
En términos educativos, las mujeres profesionales con estudios
universitarios completos presentaron las tasas más altas de
participación: 90%, en 2001; por su parte, las mujeres con estudios
universitarios incompletos o secundarios completos presentaron una
tasa de participación del 63%, mientras las tasas más bajas
correspondieron a las mujeres con estudios de primaria o secundaria
incompletos (3). Vale la pena anotar que las cifras muestran que las
mujeres ocupadas tienen un nivel educativo superior al de los
hombres ocupados, lo cual significa que a las mujeres se les exige,
comparativamente, un nivel más alto para acceder al empleo (4).
Con relación al estado civil, las mujeres separadas presentaron las
más altas tasas de participación en el mercado laboral, seguidas por
las casadas o en unión libre y las solteras. En las cabeceras
municipales, las mujeres en unión libre presentaron las mayores
tasas de participación, lo que probablemente indica una situación de
mayor pobreza (5).
16
Índices de desempleo
A nivel nacional, la tasa de desempleo femenino aumentó de 12% en
1992 a 19% en 2001. En el mismo lapso, en las cabeceras
municipales el aumento fue de 12% a 20% (6). Para el 2003, la tasa
nacional total de desempleo descendió a 15.2%, 11.9% para los
hombres y 19.7% para las mujeres (cabecera 20.6 y resto 16.1) (7).
Las mujeres solteras y en unión libre presentaron las mayores tasas
de desempleo. Según un informe del Ministerio de Agricultura,
elaborado en 1999, el 68% de desempleadas/os rurales correspondía
a las mujeres (8). La tasa de mujeres rurales desempleadas era de
19.3% mientras que la de los hombres era de 7.3% (9).
El aumento notorio del desempleo femenino puede considerarse como
un síntoma de las desigualdades de género en el campo laboral. Por
su parte, la creciente participación laboral de las mujeres en los
sectores más deprimidos obedece a la necesidad de responder a las
demandas económicas de hogares empobrecidos. En otros sectores,
el desempleo es atribuible a la búsqueda de autonomía, realización
profesional y de promoción económica de las mujeres (10).
Nivel de ingresos y feminización de la pobreza
Una de las principales fuentes de desigualdad de género en el país
está relacionada con los ingresos. En efecto, entre 1992 y 2001, en
las cabeceras municipales el porcentaje de hombres ocupados con
ingresos inferiores a un salario mínimo legal aumentó de 40% a 54%,
en tanto que el de mujeres ocupadas con ingresos por debajo de un
salario mínimo permaneció en 61%. En el resto del país, para el
mismo período, la variación fue de 80% a 85% para los hombres y de
92% a 90% para las mujeres. “Puede decirse que la distancia entre
los sexos se redujo ‘hacia abajo’ al deteriorarse la situación de los
hombres y estancarse relativamente la de las mujeres (...) la brecha
de género sigue siendo muy alta dentro de una creciente desigualdad
social” (11). Como lo señala el Informe de Desarrollo Humano 2003,
en Colombia “las mujeres empiezan el nuevo siglo con unos ingresos
20% menores a los de los hombres, porcentaje igual al de 1995.”
En el periodo comprendido entre 1992 y 2001, la jefatura de hogar
femenina aumentó de 23% a 31% del total de jefes de hogar en las
cabeceras municipales y de 13% a 18% en el resto del país. Las
tasas de desempleo de las jefas de hogar también crecieron en este
lapso, de 5% a 12% en las cabeceras municipales y de 3% a 8% en
el resto del país. Las mujeres jefas de hogar de bajos recursos
aumentaron de 44% en 1992 a 51% en 2001, en tanto que el
porcentaje de hombres jefes de hogar de bajos recursos pasó de 52%
a 54% en el mismo período, lo cual indica un mayor empobrecimiento
17
de las mujeres jefas de hogar. Así mismo, se incrementó el
porcentaje de mujeres jefas de hogar en el sector informal, pasando
de 56% en 1992 a 60% en 2001, en tanto que las cifras para los
hombres jefes de hogar fueron de 50% y 57%, respectivamente.
Estas cifras indican que el mayor aumento en la jefatura de hogar
femenina está asociado con la informalidad y la pobreza (12).
Para abordar esta problemática, se promulgó la Ley 82 de 1993, por
la cual se expidieron normas para favorecer a la mujer cabeza de
familia.
El aumento de la feminización de la pobreza está relacionado con la
ausencia de oportunidades, con la escasa participación de las mujeres
en la toma de decisiones, con los patrones de segmentación
ocupacional en el mercado de trabajo y con la falta de acceso a los
recursos económicos y a la propiedad de la tierra. Hasta el momento
no se ha reconocido plenamente al sector de las mujeres como un
sector productivo, ni se ha incluido dentro de las cuentas nacionales
el trabajo doméstico que redunda en un mejoramiento de la calidad
de vida de muchas familias.
Con respecto a la creación de empresas, puede afirmarse que,
aunque el número de mujeres empresarias ha ido en aumento, su
participación en este campo es aún restringida y enfrenta diversos
obstáculos. En el caso de las pequeñas unidades productivas
gestionadas por mujeres, su situación es similar a la demostrada para
países de América Latina según estudios realizados por Valenzuela y
Venegas (2001), “sus negocios son de menor tamaño (en términos
de número de trabajadoras/es y volúmenes de ventas), cuentan con
menos activos, las ganancias por hora son más bajas y el radio de
acción territorial de sus actividades es mas limitado.” (13)
(2) Universidad Nacional de Colombia, CID, UNICEF, ¿Equidad de género?
¿Equidad social?: Una mirada desde la educación y el trabajo, en Observatorio
de Coyuntura Socioeconómica, Bogotá, núm. 14, diciembre de 2002.
(3) Ibidem.
(4) Ibidem.
(5) Ibidem.
(6) Ibidem
(7) DANE. Dirección de Metodología y Producción Estadística, Documentos Técnicos
sobre Mercado Laboral, Bogotá, 2003.
(8) Ministerio de Agricultura, 1999.
(9) DNP/sisd: 2000.
(10) Universidad Nacional de Colombia, CID, UNICEF, op. cit., págs. 6-8.
(11) Ibidem, págs.12-13.
(12) Ibidem, págs. 18-19.
(13) Abramo L. Notas sobre la incorporación de la dimensión de género a las
políticas de empleo y erradicación de la pobreza en América Latina, OIT, 2003.
18
Participación política
A partir de la Constitución Política de 1991, las mujeres han
incrementado de manera gradual su presencia en los espacios de
elección popular; no obstante, ésta continúa siendo muy baja, como
lo demuestran las siguientes cifras:
Corporación
Nivel nacional
Período
1998- 2002
Período
2002-2006
Senado
12.75%
11.76%
Cámara
11.32%
11.98%
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 2002.
Nivel
regional/ local
Período
1998-2000
Período
2001-2003
Gobernaciones
3.20%
6.25%*
Asambleas
5.26%
13.84%
Alcaldías
5.2%
7.3%
Concejos
10.32%
12.89%
* La Gobernadora de San Andrés fue elegida posteriormente por destitución del
Gobernador anterior.
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 2003.
En materia de cargos directivos en el sector público, las cifras revelan
un sesgo discriminatorio: si bien el 42% del total de empleados/as
públicos/as son mujeres, esta significativa participación no se
traslada a los cargos de dirección, en los cuales la presencia de las
mujeres no pasa del 15%.
El seguimiento realizado al cumplimiento de la Ley de Cuotas (Ley
581 del 2000) muestra que, en muchos casos, ésta no se aplica por
desconocimiento de los funcionarios/as y/o por no reconocer su
importancia como instrumento de equidad.
Esta situación revela la necesidad de divulgar y promocionar esta ley
y de realizar un seguimiento a su aplicación.
19
Por otra parte, en el ejercicio de los derechos políticos, a pesar de la
alta participación de las mujeres como electoras o en las bases de los
partidos políticos, su postulación y elección para cargos públicos y su
presencia en la dirección de los partidos es mínima. Es necesario
entonces promover, por una parte, el acceso de la mujer a dichos
cargos para ampliar su participación en la toma de decisiones del
Estado; y, por otra, impulsar una reforma de los estatutos de los
partidos y movimientos políticos, que garantice más espacios de
participación a las mujeres.
Si bien es cierto que la participación de las mujeres ha sido débil en
los espacios formales de la política, también lo es que ha sido
creciente en los espacios no convencionales.
El importante papel que ha desempeñado el Movimiento Social de
Mujeres, desde sus diversas expresiones, incluidos los movimientos
feministas, ha contribuido a ampliar el horizonte de la política. Este
aporte se expresa en diversas apuestas, como “lo personal es
político”, la construcción de corriente de pensamiento sobre “la
democracia empieza por casa”, y el replanteamiento del ejercicio
mismo de la política y del poder para “recalificar la democracia”,
entre otras.
Todos lo anterior ha permitido reflexionar sobre el acceso de las
mujeres a los espacios de decisión política, así como construir
avances en el ejercicio del poder por parte de las mismas.
Participación de la mujer en las distintas áreas de la sociedad
y el conocimiento
Fuente: Revista Dinero, marzo 2005
Algunos datos
1. Gremios como la Asociación Nacional de Industriales -Andireconocen que en los últimos 30 años se incrementó la participación
de la mujer en el mercado laboral y en el desarrollo productivo del
país. Según su Presidente, la aceptación y el reconocimiento a la
mujer en el trabajo calificado es debido al impacto y los resultados de
su participación en el mercado laboral.
2. La mayor participación de la mujer empresaria en Colombia se da
en la microempresa (el 50%), Algunas han desarrollado industrias y
empresas y son líderes en sus respectivos sectores y dando la talla
entre multinacionales (Laboratorios Vogue y Multinacional Lafrancol).
3. El Presidente Alvaro Uribe, es el que mayor participación ha dado
en sus ministerios a las mujeres: la mitad de su gabinete ministerial
estuvo a cargo de mujeres e incluso, por primera vez, una mujer
20
ocupó el cargo de Ministra de Defensa. Según la ley de cuotas, la
participación femenina en cargos directivos del sector público alcanzó
el 35% en entidades nacionales y el 40% en entes territoriales.
4. Según un estudio del Centro para el Género en las Organizaciones
del Simons College de Boston, las mujeres han fundado el 40% de las
empresas, mientras que hace 10 años fundaban el 30%.
5. En Colombia las mujeres representan el 52% en pregrado y el
53,2% de los posgrados, según el Ministerio de Educación. En los
resultados individuales de las pruebas de estado para universitarios
de 2003, 4 de los 5 mejores puestos en derecho y medicina los
ocuparon mujeres.
6. Aunque hoy es normal ver mujeres en altas posiciones, todavía
hay espacios para crecer. Forbes revela que solo 22 empresas de su
lista de las 500 más grandes tienen CEO mujer.
Las mujeres en las zonas rurales
En este sector es donde realmente no se ha avanzado y todavía las
mujeres trabajan muy duro, la mayoría de las veces, por lo menos en
Colombia, son cabeza de familia y deben trabajar de sol a sol para
poder mantener a los hijos.
En Colombia existe el problema de la violencia en la zona rural, y las
mujeres en algunos pueblos son las que se han quedado para
mantener la familia trabajando en lo que sea, el campo, pequeñas
microempresas, etc.
Además esta situación prolongada de violencia ha llevado a los
desplazamientos familiares del campo a la ciudad y a que muchas
mujeres se hayan convertido en cabezas de familia, obligándolas a
ingresar al mercado laboral casi sin tener la preparación adecuada,
muchas veces teniendo que acudir al empleo informal para llevar el
sustento a sus hogares
Educación y empleo: recorriendo la historia y analizando el
presente
El acceso a la educación es tal vez el fenómeno que más ha cambiado
la situación de las mujeres en Colombia. Este proceso se ha iniciado
desde los años en que la educación era de tipo religioso y centrado en
la educación de las labores del hogar. Las mujeres del campo no
tenían acceso a la educación. En 1870 las escuelas públicas se
abrieron a niñas y se decreto el carácter gratuito de la misma. A
pesar de esta medida, en los planes de estudio, las niñas seguían
teniendo clases llamadas "útiles para el hogar". Solo en la década de
21
los 20 se creó el primer instituto pedagógico femenino con
orientación científica y técnica. En los años 30 se graduaron las
primeras bachilleres de colegios privados. El acceso a la universidad
fue muy difícil y solo en 1948 la Universidad de los Andes dio acceso
a las mujeres a la universidad. Recién en los 80 se abrieron las
puertas a las ingenierías o llamadas carreras duras.
A pesar de haberse dado un aumento importante en el ingreso de
mujeres a las universidades y su posterior incorporación al mercado
laboral, todavía se da una inserción desigual de mujeres y hombres al
mercado de trabajo, siendo las mujeres perjudicadas por condiciones
de empleo desventajosas. Las cifras de aumento de mujeres en altos
cargos de las empresas son motivadoras, pero aún falta mucho
trecho para que haya igualdad en las condiciones de acceso y
promoción de las mujeres en las organizaciones.
Las mujeres que han tenido acceso a la educación, enfrentan una
gran responsabilidad en el mercado laboral, especialmente cuando
han accedido a puestos de Dirección en las organizaciones, a niveles
de participación en liderazgo y toma de decisiones en las empresas.
Es fundamental que se constituyan en ejemplo y gestoras de
transformación al interior de las mismas para el acceso de otras
mujeres y para propiciar en las organizaciones ambientes de trabajo
que no discriminen contra la mujer. También es responsabilidad de
quienes están vinculadas a los medios de comunicación; este trabajo
de pedagogía y proyección que generan los medios masivos de
comunicación, con enfoque de género es importante: en la medida en
que se generalice el discurso de género, se promueve la ruptura de
estructuras mentales y estereotipos, no como una lucha de género
sino como la promoción del respeto y el valor a la diferencia en todas
las áreas.
LAS MUJERES EN EL SALVADOR
Mujeres microemprendedoras
Las microempresas lideradas por mujeres suelen ser de menor
tamaño y productividad que las de los hombres: las mujeres
representan el 65 % del total de microempresarias/os, el 27% de los
de tamaño pequeño y mediano y únicamente el 10% de los/as de
tamaño grande. Los sectores más precarios están dominados por la
presencia de mujeres, se calcula que la mayoría de las empresas
consideradas de subsistencia no generan ingresos por más de 115
dólares mensuales (equivalente al salario mínimo). El 71.3% de las
mujeres que emprenden una microempresa, deciden hacerlo como un
22
medio de subsistencia. Se debe tomar en cuenta además, que las
mujeres microempresarias no cuentan con seguridad social y que esa
actividad no significa que descuidan sus quehaceres domésticos, los
cuales no tienen remuneración.
Las mujeres en la política
La participación de mujeres en el Congreso es mínima, ya que de 84
diputados solamente 9 son mujeres, o sea el 10.7%. La Junta
Directiva de la Asamblea Legislativa está compuesta por 11 diputados
de los cuales solamente 2 mujeres ocupan cargos. En el Órgano
Ejecutivo, el Consejo de Ministros lo integran 25 personas, solo 3
mujeres es decir el 12%. Las Municipalidades son 262, compuesta
por 17 mujeres, el resto son hombres. Con respecto al Órgano
Judicial, es importante destacar que en los Juzgados de Paz, que son
los de " menor categoría" tienen más participación mujeres Juezas;
sin embargo va disminuyendo en los de Primera Instancia y aún más
en las Cámaras. En la Corte Suprema de Justicia es lamentable como
se evidencia la diferencia de género ya que de 15 Magistrados
solamente 2 son mujeres, esta situación se viene manteniendo desde
hace muchos años, es un pequeño reflejo de como las posiciones de
poder siguen estando predominantemente en manos masculinas.
Educación
La deserción escolar por razones de embarazo o por tener que
contribuir a sostener el hogar, es alta, limitándoles a las niñas y
adolescentes, la posibilidad de elevar su nivel educativo y en
consecuencia el acceso a un trabajo remunerado digno. En la
educación superior ha aumentado el porcentaje de mujeres en
profesiones no tradicionales; sin embargo, los obstáculos para
acceder a becas para cursos fuera del país, son parte de una realidad
que no puede ocultarse ya que influyen factores como son la crianza
de hijas e hijos, el cuidado de una madre o abuela anciana o por ser
el sostén del hogar.
LAS MUJERES EN PANAMÁ
En Panamá, las mujeres representan casi la mitad de la población
desde 1990. Con respecto a su participación en el sector laboral, el
III Informe Nacional "Clara González" del 2000-2001 indica que la
tasa de participación en la actividad económica de 1990 a 2000
registró un incremento de 7 puntos (de 24.6 a 35) mientras que la de
los hombres es de 62.2 a 70.0. Las mujeres se concentran en las
23
ocupaciones de menos prestigio y remuneración y reciben menos
remuneración por el mismo trabajo que los varones, incluso cuando
ellas ostentan mayor nivel educativo.
Con relación al nivel de desocupación por sexo, para los varones es
de 11.1% mientras que para las mujeres es de 16.7%. El informe
señala que históricamente el desempleo femenino es mayor porque
se considera que el hombre es el proveedor por excelencia y porque
los empleadores ven los embarazos y la atención de la familia como
problemas en las mujeres en edad fértil.
Al analizar el ingreso promedio por sexo, tenemos que las mujeres
con educación primaria devengan unos B/.120.60 que representa el
70.7% del ingreso masculino. Si es con educación universitaria, las
mujeres reciben 65.1% del ingreso masculino.
La economía panameña ha estado históricamente ligada al
comercio internacional y al sector servicios.
En el 2003, la participación femenina en el sector terciario es de
88.3% (85.7% en el 2002 y 85.3% en el 2001) mientras que la
masculina es de 53.9% (51.9%, 2002 y 51.6% en el 2001). La
participación masculina es mayor en los otros dos sectores --primario
y secundario con un 23.3% y 22.9%, respectivamente en el 2003 vis
a vis 3.2% y 8.5% de la femenina.
Con relación al ingreso promedio en el sector terciario en el 2003,
para las mujeres es de B/.261.70 y para los hombres de B/.314.30.
De acuerdo con cifras estadísticas del 2003 de la Contraloría General
(www.contraloria.gob.pa), las mujeres ejercen las siguientes
ocupaciones: empleadas de oficina con un 22.8%, profesionales,
científicos y otros intelectuales con 14.3%, vendedoras ambulantes,
trabajadoras en servicios no clasificados en otros grupos con 25% y
trabajadoras de servicios y vendedoras en comercios y mercados con
21.2% --la participación de los hombres es de 5.1%, 6.0%, 16.2% y
14.4%, respectivamente.
Veamos algunos casos concretos. La Autoridad del Canal de Panamá
que tiene 9000 empleados (colaboradores) en su Junta Directiva son
11 hombres, la Junta Asesora con 17 miembros vinculados al sector
marítimo internacional y con experiencia en el tema del canal, todos
hombres. La alta gerencia con 12 personas -- el Administrador y
Subadministrador y los directores de divisiones, solo tiene una mujer
en la Dirección de RR.HH.
En una de las Juntas Directivas de los dos bancos estatales --Banco
Nacional y Caja de Ahorros – hay una mujer. En los dos bancos más
importantes de capital panameño-- Banco General y Banco del Istmo,
las Juntas Directivas son todas masculinas. El primer nivel gerencial
24
en ambos bancos (CEO, CFO, COO) es territorio masculino. En las
áreas de negocios (VP) en el Banco General, de 13 cargos, 4 son
ocupados por mujeres en RR.PP, Mercadeo, Finanzas, Offshore y
Crédito Corporativo.
A nivel de VP Asistentes, de 19 cargos, 10 son ocupados por mujeres
en RR.HH. Riesgo, Asesoría Legal, Arq. e Ingeniería, Recuperación de
Cartera, Banca Privada y Procesos. Lo que se detalla forma la Alta
Gerencia del Banco, de acuerdo a una publicación. Este banco tiene
más de 1400 colaboradores. El Banco del Istmo con 3.000
colaboradores tiene la siguiente estructura: CEO, CFO y COO todos
hombres. Por línea de negocios, en Centro Corporativo de 9 cargos,
solo 1 es ocupado por una mujer. En Banca Internacional los 5 cargos
son ocupados por hombres mientras que en Banca de Empresa de 8
cargos, 3 ocupados por mujeres. En Banca de Personas, los 3 cargos
son ocupados por varones y en Seguros, de 5 cargos, 2 son mujeres.
Según un estudio de la Facultad de Economía de la Universidad de
Panamá junto con el PNUD sobre la participación de la mujer en el
sector bancario, seis de cada 10 empleados son mujeres.
La situación laboral en el Área del Canal de Panamá: algunos
datos
El porcentaje de participación de las mujeres en posiciones
profesionales, gerenciales y ejecutivas en el Canal de Panamá (de
mayor a menor) para el 2003:
Personal de enfermería: 100%
Profesionales del derecho: 77.8%
Archiveros, bibliotecarios, documentalistas y afines: 77.5%
Especialistas en Ciencias Sociales y Humanas: 71.4%
Directores de departamentos de producción y operaciones: 66.7%
Especialistas en Organización y Administración de Empresas: 56.5%
Escritores, artistas creativos y ejecutantes: 50.0%
Físicos, Químicos y afines: 43.8%
Médicos y profesionales afines (excepto enfermería): 33.3%
Gerentes de empresa 29.5%
Profesionales en Ciencias Biológicas y otras disciplinas relacionadas a
los seres orgánicos: 21.7%
Maestros e instructores de enseñanza especial: 18.8%
Otros directores de departamento: 11.1%
Profesionales de la informática: 10%
Arquitectos, ingenieros y afines: 9.6%
25
Cabe destacar que la Autoridad del Canal tiene sus propios
programas de entrenamientos (apprenticeships) donde la cantidad de
mujeres participando ha aumentado a través de los años. La primera
panameña práctica (piloto) del canal pasó por estas escuelas de
entrenamiento, siendo primero capitana de remolcadores.
LAS MUJERES LATINAS EN ESTADOS UNIDOS
El análisis partió de hacer un ligero mapeo del territorio laboral de las
mujeres en USA, sobretodo de las mujeres inmigrantes hispanas
desde la perspectiva de ser propietarias o no de firmas/compañías en
el mercado laboral para el cual se ha tenido en cuenta básicamente
dos componentes: de un lado la demografía como tal y de otro el
subregistro de los datos en las encuestas. Con respecto a las fuentes
de información se utilizaron los datos disponibles en la página Web de
la oficina del censo de los Estados Unidos www.census.gov y los links.
Demografía
La población de origen hispano representa el 12.5% del total de la
población de los Estados Unidos, constituyéndose desde hace unos
meses atrás como la minoría mas grande, seguida por la población
afroamericana la cual representa el 12.3%. Dentro de la
desagregación por raza y origen que hace el censo, de los grupos de
las minorías – en la práctica existe un debate respecto a la utilización
de este término por su connotación excluyente y discriminatoria tenidos en cuenta en la composición demográfica, el grupo de origen
hispano/latino ocupa el primer lugar como grupo en donde más
propietarios de firmas/compañías hay, seguido por el asiático y
nativos de Hawai y otras islas del Pacífico, luego por el afroamericano
y el grupo indio-americano. (Comparison of business ownership by minority
groups/1997).
Ahora bien, desagregados por sexo, dentro de la comunidad de
origen hispano, el porcentaje de firmas/compañías cuyas propietarias
son mujeres es del 28% y de los hombres el 55.6%. El porcentaje
para las mujeres puede ser aumentado un poco dado que en este
porcentaje no están incluidas las mujeres que son propietarias de
firmas/compañías en sociedad con hombres, categoría que además se
ha tomado aparte de la desagregada por sexo. (1997 Economic Census
Surveys of Minority- and Women-Owned Business Enterprises (SMOBE/SWOBE).
Esta encuesta se realiza cada 5 años; la última se realizó en el 2002
pero aún no se han publicado los resultados y análisis para la
población hispana. El reporte utilizado data de julio del 2001.
26
En comparación con los otros grupos raciales minoritarios, las
mujeres hispanas propietarias de negocios representan el segundo
grupo, 28.1%, antecedidas por las mujeres afroamericanas 38% y
seguidas por los otros dos grupos con el 27.2%. En general, en
cuanto a la distribución por sectores de producción, la participación
de mujeres propietarias de negocios está mayormente en el área de
servicios 55%, seguido por el mercado al detal 17% y finanzas y
seguros 9%. Los sectores menos representados por mujeres
propietarias de firmas/compañías, son el de la construcción 3%, el
sector agrícola, forestal y pesca 2% y mercado al por mayor 2%.
www.census.gov/csd/mwb.
Como tendencia general se observa que el rango de las mujeres
propietarias de firmas/compañías para todos los grupos minoritarios
siempre está por lo menos en el 50% por debajo de los hombres, así
mismo lo son las ventas generadas en sus compañías y los ingresos
antes de impuestos, por lo menos hasta 1997. Es muy posible que los
resultados del análisis de la encuesta desarrollada en el 2002,
muestre cambios que darán cuenta, por un lado, de las reformas en
la política interna y externa que se han dado en el país, en donde se
constriñen más las posibilidades de acceso al empleo, se evidencia la
disminución del promedio de ingreso por familia, se aumenta la
pobreza y se disminuye la cobertura y acceso a los servicios de salud
(Income, poverty and health insurance coverage in the United States: 2003,
USCENSUSBUREAU) y del otro, de cierto nivel de apoyo local en algunos
estados a las mujeres que están en el sector de los negocios y que
forman parte de grupos minoritarios. Contraste que queda pendiente
por analizar.
Subregistro de datos y encuestas
De acuerdo a los diferentes estudios realizados, la ligera tendencia al
crecimiento de la participación de la mujer como propietarias de
negocios en la década 1985-1995, comparada con los datos de la
encuesta de 1997, se deja ver en las estadísticas, así como puede
verse comparativamente también, las diferencias originadas por el
sexo, la raza y la edad, que la afectan negativamente, faltando aún
por analizar el componente de educación y estatus legal, que la hacen
mantenerse dentro de esa fuerza de trabajo contingente, en
condiciones desfavorables para ella y su familia.
El subregistro aparece contenido en varios aspectos: a) en lo que
oficialmente no incluyen las estadísticas como son las organizaciones
gubernamentales, el sector agrícola, las organizaciones religiosas y
políticas, así mismo el trabajo doméstico; este último donde las
mujeres hispanas se desempeñan habitualmente y donde la
discriminación y explotación tiene su nicho; b) el mismo subregistro
27
demográfico de la población inmigrante hispana y c) el subregistro de
las mujeres inmigrantes invisibilizadas por no tener documentación
que defina legalmente su estatus migratorio unas; otras, aquellas que
no son inmigrantes, que están temporalmente en el país y cuyo
estatus no les permite la inserción en la sociedad desde la actividad
laboral dada su categoría de “acompañantes del esposo”, cuando este
se encuentra desarrollando una contratación temporal profesional. En
la realidad, muchas de estas mujeres engrosan las filas de trabajo
informal y remunerado “debajo de la mesa”, independiente de sus
habilidades y formación profesional, por lo menos mientras dura su
estadía en el país o mientras logran ingresar al sistema en
condiciones que laboralmente les favorezcan.
Comentarios finales
Es de destacar el alcance y la complejidad de la situación laboral de
las mujeres, confrontada aún más por las estadísticas que se
muestran. Y lo
complejo de los ingredientes que hay que
construir/desarrollar/fortalecer para el mejoramiento de la calidad
laboral y de vida de las mujeres en Latinoamérica y además, de las
inmigrantes hispanas en este país, no desde la desesperanza sino
desde los retos que esto convoca para encontrar las vías del
empoderamiento personal, comunitario y organizacional, en donde
confluyan y se integren de una manera sinérgica el ejercicio de los
derechos civiles, los derechos de nosotras las mujeres, la
humanización de la vida y del trabajo, la ética en la gestión de lo
transcultural y lo transcomunicacional y la responsabilidad social que
tenemos como ciudadanas y ciudadanos de este planeta, como
estrategia para lidiar con la situación de discriminación y despoder
que pretende mantener el orden económico mundial.
LAS MUJERES EN COSTA RICA
Se presenta una situación similar que en el resto de Latinoamérica.
Hay incremento en la participación: en 1970 de cada 10 mujeres, 2
trabajaban, en el 2003 sube a 4 de cada 10. Con respecto a las
fuentes estadísticas no se cuenta con suficiente segregación de datos
por sexo para hacer un análisis que refleje más claramente la
desigualdad de géneros. El movimiento de mujeres costarricense
tiene interés de demandar la modificación de las encuestas nacionales
en este sentido.
La tasa general de desempleo es de 7.6%, la más alta en los últimos
20 años; si se desagrega, la de las mujeres es de 8,2%, indicando
28
que en momentos de crisis son las mujeres las que llevan la peor
parte, aunado a la debilidad de estar colocadas mayormente en el
sector servicios; no así los hombres que se colocan en sectores más
fuertes, como transporte, telecomunicación y construcción. Es de
destacar el caso de la industria manufacturera: hace 13 años los
empleados ganaban un 7% más que las empleadas, para el 2003,
ellos ganan un 38% más, esto dentro del marco de la globalización
(maquila, reconversión tecnológica, ISOS); de esto se infiere que las
mujeres han aumentado su participación pero en circunstancias de
marginalidad, explotación, deterioro de la calidad, pues sus salarios
han disminuido.
Mujeres con educación formal
En el informe del PNUD Objetivos del Milenio 2003 para Costa Rica se
indica que los ingresos salariales de las mujeres con preparación son
20% menos que los de los hombres. Otra fuente nacional, Informe
del Estado de la Nación señala que las mujeres con educación formal
y que trabajan, tienen en promedio 4 años más de estudio que los
hombres en los mismos puestos. Estas dos informaciones esclarecen
acerca de la existencia de inequidad en el marco laboral
costarricense. Se destaca un factor de empoderamiento reflejado en
el Índice de desarrollo relativo al género (PNUD, 2000), el cual es de
0.824, y éste representa el puesto 41 en la escala mundial. Parte de
este avance se muestra en el sector público donde se ha logrado, por
decreto, que el 40% de puestos en el congreso deben ser ocupados
por mujeres. No obstante, es preocupante para el movimiento
feminista que este avance sea relativo pues algunas mujeres que
ocupan estos puestos no tienen la menor conciencia, conocimiento y
sensibilidad sobre las cuestiones relativas a las desigualdades entre
los géneros.
LAS MUJERES EN MEXICO
México . Estado de Tamaulipas
Se observan ciertas ventajas por ser un estado fronterizo a EEUU. Las
mujeres se desempeñan en el sector educativo y de servicios. En el
caso de aquellas que no han accedido a la educación, se desempeñan
en un alto porcentaje como maquiladoras. El desarrollo, expectativas
y retos de las mujeres trabajadoras presenta diferentes escenarios:
las que logran un trabajo importante - calidad del trabajo- y las que
realizan un trabajo rutinario. Estas ultimas aceptan "su destino" las
primeras tienen una visión y meta clara de lo que quieren lograr.
Se cuestiona en torno a esto si las que quieren lograr un desarrollo
profesional lo hacen desde una postura individualista ya que lo que se
29
observa es que aquellas mujeres que logran espacios de decisión,
comienzan a apartarse de la problemática de las demás mujeres.
México DC
El análisis se enfoca más al área urbanizada: las cifras revelan que
del 36% al 40% de las personas trabajando en áreas urbanas son
mujeres. Se dice que entre 40 y 50% de los empleos están en el
mercado informal. Más de la mitad de estos empleos están ocupados
por mujeres. Los sectores donde ellas estás más representadas son:
servicios domésticos 86.7%; 64.3% en la educación; 53,9% en el
sector administrativo; 45.9%, comerciantes. Otro dato a destacar es
que el 35.9% de profesionales son mujeres.
En relación al tiempo dedicado se puede señalar que: en el año 2000,
las mujeres hacían 63 horas por semana de trabajo doméstico y extra
doméstico comparativamente a 48 horas para los hombres.
Con respecto al tema salarial: Las mujeres tienen salarios de entre 15
y 30% menos que los hombres aunque los niveles educativos para
ambos géneros ya son casi los mismos. En el caso de las mujeres con
más de 13 años de instrucción ganan el 47% del sueldo de un
hombre con igual nivel de instrucción.
Fuente informativa: Instituto Mexicano de Estadísticas, de “Las condiciones de
trabajo en los años 90 en México” por Mercedes Pedrero Nieto. Revista Mexicana de
Sociología, Año 65, no. 4, oct-dic. 2003. y de CIMAC noticias
LAS MUJERES EN PARAGUAY
En Paraguay, existe una gran brecha de género en todos los ámbitos
y niveles. Al igual que lo que se observa en las cifras a nivel América
Latina, en Paraguay el desempleo afecta con más fuerza a las
mujeres: 9.0%, frente a los hombre con un 6.8%. Si se realiza un
examen preliminar de la situación, con el análisis de datos cruzados
se puede apreciar que esta variable se ve afectada directamente por
el grado de instrucción; la tasa de analfabetismo en las mujeres es
del 9,8% con respecto a los hombres con el 6,9%, y en donde el
porcentaje de deserción escolar es más alto en las mujeres con un
12,4%, frente a los hombres con un 3,7%. Las mujeres se
constituyen en las más pobres entre las pobres, las mujeres con
igualdad en el grado de instrucción con respecto a los hombres, no
participan en cargos de decisión generenciales o directivos, sí en los
cargos subordinados o de menor jerarquía, por supuesto con menor
sueldo que los hombres. Con respecto a las discriminaciones de
género en los ingresos encontramos: a nivel país las mujeres ganan
el 73,1% del ingreso mensual de los hombres. Podemos observar
entonces la siguiente ecuación: Igualdad de condición en el nivel de
30
instrucción y capacidad = menor sueldo + cargos con menos poder
de decisión. Esta discriminación ocurre en cualquier tipo de empleo.
También, se puede hacer mención, a la gran proporción de mujeres
calificadas en las estadísticas, mujeres jefas de hogar, cuyo número
se triplicó en los últimos 20 años. Esta variable se refiere a las
mujeres que se encuentran a cargo de proporcionar sustento a sus
familias. La gran mayoría de estas mujeres trabajan en el ámbito no
formal de la economía, sin un sueldo fijo, seguro médico (para ellas y
sus hijos/as) y sufren las más grandes violaciones a sus Derechos.
Generalmente, estas mujeres se caracterizan por el inicio temprano
de la maternidad. La alta fecundidad en la juventud, se vincula con
una temprana iniciación sexual, y la falta de información y conciencia.
Aquí se puede notar que en las jóvenes con mayor grado de
instrucción es menor la tasa de fecundidad. En el 2003, la tasa de
mortalidad materna fue de 183,5 por 100.000 nacidos vivos. La
mortalidad materna es la primera causa de mortalidad en mujeres de
25 a 29 años. Ocurre entonces que las mujeres que tienen mayor
grado de instrucción son las que tienen menor tasa de fecundidad y
las que acceden en mayor proporción al mundo del trabajo a nivel
formal, siempre teniendo en cuenta las condiciones de discriminación
ya mencionadas anteriormente. (DGEEC - Objetivos de Desarrollo del
Milenio, Informe de Paraguay - MSPBS.)
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