¡Perdón!

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¡Perdón!
Se acerca ROSH HASHANÁ.
La morá Malka dijo en la kitá:
-
Este año, como todos los años, vamos a preparar cartisei brajá para
entregar a nuestros amigos.
Rina preguntó: - ¿Cuántos cartisei brajá puede hacer cada uno?
La Morá le contestó: - Dos o tres cartisei brajá. Cada uno tiene que pensar en
hacerle un cartis brajá a sus mejores amigos!
Un silencio especial reinó en la kitá. Todos los ieladim estaban muy
concentrados haciendo sus cartisei brajá.
La morá Malka puso en el centro de la kitá una teivá - un buzón - y dijo:
-
Esta es nuestra teivá de Rosh Hashaná. Acá pondremos todos nuestros
cartisei brajá, y en Rosh Hashaná vamos a abrir nuestra teivá y a
repartir todos los cartisìm que hicimos. ¡Es muy lindo pensar en nuestros
amigos y desearles que tengan un muy buen año, un SHANÁ TOVÁ
UMETUKÁ!
Todos los chicos de la kitá, a medida que iban terminando sus cartisìm,
los colocaban dentro de la teivá.
Llegó el día anterior a ROSH HASHANÁ y en la kitá todos estaban muy
ansiosos por recibir los cartisei brajá de sus amigos... Dorón, el torán del día,
repartió los cartisei brajá como si fuera un cartero de verdad repartiendo las
cartas, uno por uno...
A Iaír le dio 4 cartisei brajá.
Ester recibió 7.
Rina fue la que más tuvo: ¡13 cartisim en total!
También a la morá, Dorón le entergó algunos cartisim.
Pero Ilán no recibió ningún cartís brajá... Ilán se acercó a Dorón y le
preguntó si le había quedado alguno más... Si en el fondo de la teivá, no había
algún cartis escondido... ¡Pero no había más cartisim para repartir!
Ilán se sentó en su lugar. Estaba triste, porque no tenía ningún cartis
brajá para ROSH HASHANÁ.
Entonces, la morá Malka preguntó:
- ¿Chicos, por qué nadie le hizo un cartis a Ilán?”
Nadie contestó. Los ieladim quedaron en silencio, pensando...
La morá volvió a preguntar a los chicos:
- ¿Por qué no le escribieron brajot y buenos deseos a Ilán para este
ROSH HASHANÁ?
Rina dijo: - Porque Ilán no es buen compañero
Nir dijo: - No es buen amigo...
Ester dijo: - Si, es malo!
La morá se sorprendió y preguntó por qué decían esas cosas tan feas
sobre Ilán.
- Es muy feo hablar mal de un amigo. No es justo que lo hagamos
sentir así a Ilán... Yo pienso que es un nene muy bueno! – dijo la morá.
Pero los chicos comenzaron a decir que Ilán nunca quería ir a jugar a sus
casas, después del jardín. También dijeron que no tenía muchas cosas en su
cartuchera, que no traía golosinas para compartir...
-
Además, todos siempre vamos a la casa de Sefi, el nene nuevo que vino
de Rusia, que no sabe mucho ivrit... Y lo ayudamos a entender todo y a
aprender el idioma y el único que nunca lo ayuda es Ilán... – dijo Roni
muy molesto.
-
No tengo tiempo... No puedo... Es lo que siempre dice Ilán.
La morá se quedó muy confundida... No entendía qué era lo que pasaba con
Ilán y los demás ieladim de la kitá... Todo era muy raro. Ilán era un nene muy
bueno. Y no podía entender por qué sucedía todo eso que los chicos
contaban...
Cuando todos los chicos estaban jugando en el patio, la morá se acercó
a Ilán para charlar un rato con él. Le preguntó por qué nunca quería ir a jugar
a la casa de sus amigos, por qué no compartía golosinas con ellos... Incluso,
por qué nunca quería ayudar al nene nuevo que había llegado de otro país...
Finalmente, ella le preguntó:
-
Ilán, ¿qué hacés a la tarde, después del Jardín? ¿Mirás tele en tu casa?
¿Dormís la siesta?
-
No, mora – le contestó Ilán - No duermo la siesta. No miro tele, ni juego
con mis amigos a la tarde. No tengo tiempo… Todas las tardes, ayudo a
Alegra. Alegra es una nena que vive al lado de mi casa. Su familia es
muy pobre y ahora ella está enferma y no puede ir a la escuela.
Entonces, todas las tardes voy a su casa y le presto mis lápices, le doy
los caramelos que me da mi mamá y la ayudo con los trabajitos y tareas
que tiene que hacer en su casa...
La morá se quedó pensando por un momento... y luego le dijo a Ilán:
-
Ilán, debés estar muy cansado... Mañana podés venir más tarde al
jardín, así descansás un rato más a la mañana. Le voy a escribir una
notita a tus papás...
Al día siguiente, Ilán llegó al Jardín a las 10 de la mañana.
Cuando llegó a la kitá, vio a Dorón parado al lado de la teivá.
-
Morá, tengo más cartisei brajá en la teivá!!!!
-
¿Cuántos cartisei brajá hay en la teivá, Dorón? – preguntó la morá.
-
Hay 18.
-
¡Ohhhh!!! ¡Cuántos!!!! ¿Y para quién son???
-
¡Todos son para Ilán!
Ilán sonrió... estaba feliz.
Y sobre el pizarrón, estaba escrito:
¡SLIJÁ, ILÁN!
¡SHANÁ TOVÁ UMETUKÁ!
Extraído de "Hafalotaf"
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