TEATRO DE LO ABSURDO Esteban: Hay personas que uno conoce las cuales, manejan el absurdo de una manera cotidiana, habitual, a veces no sabemos si nos están tomando el pelo o dicen en serio lo que están afirmando. Esto mismo pasó con un grupo de escritores, más específicamente pensando en el teatro, que utilizaron el tema de lo absurdo para comunicar sus ideas de manera que chocara, efectuara un efecto bien interesante en la audiencia que asistía a ver sus obras. Esto Salvador, para el momento en que surgió me imagino que habrá conmocionado a toda la gente que estaba acostumbrada a otro tipo de espectáculos. Salvador: Claro, la gente venía acostumbrándose a ir al teatro y tener un planteamiento, un nudo y un desenlace, pero además tener cierta lógica. Si uno iba a ver de Shakespeare “La comedia de las equivocaciones” se esperaba que los personajes se equivocaran y por otro lado, también que tuviera el tono ligero de una comedia, lo mismo sucede con cualquier otra obra. Cuando un autor titula, está dándole una pista al público de lo que va a suceder en la obra. Ahora, hay que ubicar el teatro de lo absurdo con sus exponentes, Eugene Ionesco, Samuel Beckett, Edward Franklin Albee y Arthur Adamov son los hombres que serían los exponentes del teatro de lo absurdo. ¿Pero en qué momento surge todo esto? Exactamente después de la segunda guerra mundial, porque la primera gran obra del teatro del absurdo que es “La cantante calva” de Ionesco, se presenta en 1950. Hay unos antecedentes del teatro pero lo que realmente llamamos teatro de lo absurdo nace con Ionesco. 1950 es un momento crucial, porque si bien terminó la guerra entre el 1939 y el 1945, Francia se está reponiendo de la postguerra. Esteban: Hay una reconstrucción. Salvador: Se dice que la postguerra es peor que la guerra. Las vanguardias pre-guerra habían caducado, entonces surgen un grupo de autores entre los que están Ionesco en Francia por ejemplo, trae un teatro impensado para la postguerra, pero también para el público. ¿Qué sucedió cuando se estrenó “La cantante calva”? La gente que fue a verla se sintió totalmente desorientada, porque no había ninguna cantante, no es calva, hay una cantidad de lugares comunes, parecía que la obra no tenía sentido, que estábamos ante el absurdo total. Entonces quienes fueron a analizar las reacciones de la gente, (porque hay gente que se dedica a eso), se paraban en la entrada, escuchaban los comentarios y eran tremendos contra Ionesco. El sentimiento de la gente era que Ionesco se burlaba de ellos, que les había tomado el pelo al presentar una obra así. Por otro lado, aparece un bombero en la obra y la gente se preguntaba que tiene que ver el bombero y por qué no aparece una cantante sin pelo. En otras palabras, la gente estaba desorientada con el argumento, con el final, con todo. Ionesco había logrado conmocionar a la gente con esa obra. Después la gente comenzó a reaccionar y a decir que es un nuevo estilo de teatro, teatro del absurdo donde nos sorprenden con cosas que no esperábamos. Entonces Ionesco estrena su segunda obra que se llama “La lección”(1950). Ahora los espectadores ya iban preparados para ver cualquier cosa menos una lección. Entonces vieron una lección dada a un oligofrénico, al que no solamente se le daba la lección sino que le hacían hacer un repaso de ésta. Es la desorientación que presenta el teatro del absurdo, es tremenda. Por ejemplo, cuando presenta “Las sillas”(1952) son dos personas mayores que van juntando sillas en una torre esperando que llegue un gran orador que tiene un gran mensaje para la gente y toda la obra se desarrolla mientras ellos van colocando las sillas y hablando, a veces con personajes imaginarios que parecen sentarse en las sillas. Mas tarde, llega el que va a transmitir el gran mensaje pero es sordo mudo, entonces escribe una incongruencia en un pizarrón; es decir que no hay mensaje, ni respuesta, no hay gente, ni público, nada. Ese es el sentimiento que trataban de transmitir, de forma muy divertida, hablaban del vacío, de la absurdidad de la existencia y la vida, que no vale la pena plantearse los grandes temas del teatro clásico. Pensemos que en el teatro clásico siempre se plantea los grandes temas. Si tomamos a un gran dramaturgo como por ejemplo Shakespeare. vemos que se plantea los grandes temas de la condición humana, se plantea el tema de los celos en “Otelo” el problema de las dudas en “Hamlet” el del amor en “Romeo y Julieta” el de la crueldad en “Macbeth”, el de la vejez y la ingratitud en el “Rey Lear”. Están todos los grandes temas, pero en el teatro de lo absurdo ningún autor los trata; incluso Henrik Johan Ibsen, analiza el alma de la mujer, tiene un sentido de investigación. En cambio con estos autores no. Tanto Ionesco como Beckett en “Esperando a Godot”(1952) que es otra gran obra, nos habla de un vacío y de una inactividad del hombre. “Esperando a Godot” es una obra interesantísima que quedó como el arquetipo del absurdo, pero extraña para el teatro clásico. Hay dos personajes centrales Vladimir y Estragón, son casi payasescos; esperan a alguien llamado Godot que no llega. Siempre se nota en estas obras esa imposibilidad, nunca llegar a concretar. En “Las sillas” (1952) el mensaje no llega, en la obra “La cantante calva” la cantante calva no aparece, por tanto, es un teatro que nos deja siempre una frustración. Pero sobre todo en “Esperando a Godot” de Beckett aparecen estos dos personajes hablando, conversando en la esperanza de que Godot de alguna forma aparezca. En ese diálogo ellos permanecen inmóviles, de pronto encuentran una soga para ahorcarse pero no lo hacen y terminan diciendo “nos vamos” pero al final se quedan. Hay un elemento que tenía el teatro clásico que este no, “Esperando a Godot” que es la acción, no hay acción. Los personajes giran sobre si mismos pero no está eso del nudo y desenlace típico del teatro clásico. Pero además reflejan la condición humana, “Esperando a Godot” habla justamente de la angustia del hombre. Es la presencia ausente de Dios, Got es Dios en alemán, Godot es un poco una deformación de eso, esa ausencia que se espera pero que no se sabe si existe o no Godot. Hasta que no encuentran esto, permanecen inmóviles. Creo que esta es una característica que marcó la postguerra y siguió marcando el siglo veinte. Antes de las dos guerras mundiales se había proclamado la separación de la fe y la muerte de Dios con Nietzsche. Y lo único que hizo después la literatura, la pintura, todo el arte fue girar en torno a ese vacío que había quedado, a eso que Nietzsche llamaba el “cataclismo,” por tanto estos personajes giran siempre en torno a esa búsqueda, y sobre si mismos, en un círculo vicioso, no avanzan. Hasta que no se resuelva el problema de este vacío tremendo no avanzan. Este es el testimonio que deja el teatro del absurdo que no avanza, mientras esté ese vació allí y la vida no tenga sentido y estemos hablando de la absurdidad de la existencia. Lo que plantea Ionesco en sus primeras obras es justamente esa absurdidad, por supuesto que su pensamiento va a ir evolucionando y progresando en el tiempo y tiene obras maravillosas, recuerdo haber visto hace muchísimos años su obra “El rinoceronte”(publicada en 1959) donde aparece en un pueblo algo así como una fiebre, donde los hombres se convierten en rinocerontes. Es interesante el animal que elige, porque el rinoceronte se caracteriza por su impermeabilidad por la dureza y la brutalidad y los hombres se van convirtiendo en eso, a pesar de que proclaman la cultura se convierten de todas formas en eso. Queda un personaje que se resiste a convertirse en eso en rinoceronte, resistencia a pesar que todo entra dentro de eso. Es una inmensa parábola de la condición humana muy bien hecha, en algunas puestas de escena que se han hecho casi apocalípticas donde de pronto los rinocerontes invaden todo y el público queda anonadado de la fuerza bruta impermeable que está invadiéndolo todo y cuando uno piensa en “El rinoceronte” dice hasta donde lo que dice Ionesco no es el resultado de segunda la reflexión sobre la segunda guerra mundial. Tiene un obra que me parece sumamente interesante habla de la condición humana, se llama “El nuevo inquilino”(1956) creo que esa obra merece un análisis especial, por el tremendo mensaje que deja y por la gran necesidad de respuesta que significa esto. Pausa… Esteban: El teatro de lo absurdo, que no es tan absurdo en definitiva, está sobre la mesa para ayudarnos a pensar sobre por qué personas se han dedicado en poner ideas argumentos, diálogos, que tal vez mirándolos fríamente nos parecen totalmente una pérdida de tiempo, pero no es tan así, hay toda una puesta en escena, un estudio, una meditación de porqué se ponen esos diálogos de esa manera en un teatro del absurdo y tienen mucho contenido podríamos decir. Salvador: El término “teatro de lo absurdo” creado por la crítica como siempre, fue rechazado por Ionesco. Él dijo en una oportunidad “…en gran medida mi teatro es autobiográfico, cada pieza es el resultado de una experiencia vivida”. Entendamos bien lo que significa autobiográfico, en este no se cuenta una vida, sino las experiencias, el dice “…cada pieza es el resultado de una experiencia vivida o mis sueños, no como ha dicho la crítica teatro de lo absurdo, lo llamaron así porque era algo nuevo y no sabían que nombre darle. La historia de la humanidad siempre nos ha presentado miles de caras de una misma realidad”. Es decir que Ionesco y los seguidores tuvieron detractores, ellos trataban de explicar que querían expresar algo que vivenciaban, sus vivencias puestas allí sobre el escenario. Por eso digo que “El nuevo inquilino” es una pieza de un acto que estrena en París en septiembre del año 1953, inmediatamente después de “La Cantante Calva”, es una pieza que cuenta con muy pocos actores y con un montaje muy especial. Pero tiene al personaje principal alrededor del cual gira la historia, tiene una portera en una casa, dos mozos de mudanza y esos cuatro personajes hacen todo. Comienza con una habitación desnuda sin muebles, con una ventana abierta en el centro y dos puertas a los costados. O sea que es un escenario totalmente desnudo y la portera presenta al nuevo inquilino, ese lugar donde él va a habitar. Toda la obra se desarrolla alrededor de un solo tema, el va haciendo que los mozos vayan poniendo todos sus muebles allí dentro. Durante toda la obra se van acumulando muebles en el lugar, cada vez más. Lógicamente estos mozos al ir trayendo más muebles se va primero ocupando el escenario y luego atiborrando el escenario, llega un momento en que el escenario queda tapado. Aquí hay algunas cosas que han hecho los que produjeron, los que la montaron, a veces se diferenciaron de lo que pedía Ionesco. El pide realmente en la obra, que el personaje principal vaya quedando rodeado de muebles como si fuera una tumba. En la última parte él está allí ahogado en medio de los muebles y los mozos que van trayendo las cosas tienen que subirse con escaleras a la pila de muebles para poder hablar con él. Le piden el sombrero para que no lo tenga en ese momento y pide que le pongan arriba, la imagen es que él se está enterrando en ese momento, entonces los mozos le echan flores y la obra termina en una forma patética porque el mozo le dice al hombre “ya han traído todo señor, esta es su casa” se baja de la escalera, llama al otro mozo, le dicen “ven” y le preguntan “¿no necesita más nada?” a lo él contesta “no necesito más nada, apaguen” y con eso termina la obra. Hace una crítica muy fuerte a lo que es el materialismo, a la vida como una acumulación de cosas que nos van enterrando lentamente porque vamos enterrando la vida a los bienes materiales para que finalmente, formen únicamente nuestra tumba, nos echen flores y nos apaguen la luz. Por tanto, ese final de la obra es un final para la reflexión. Creo que nadie con un poquito de gusto teatral puede dejar de ver esta obra sin sentirse conmocionado por el mensaje dado por Ionesco acerca de la condición humana. Él golpea sobre la realidad de la condición humana; tiene una virtud que tienen los artistas. Ellos penetran la realidad y Ionesco también lo hace, penetra la realidad lo refleja en el teatro, con agudeza y nos hace ver cosas que a veces no vemos. Pienso mucho en esta obra, porque creo que tiene una plena vigencia hoy, si la trasladamos al día de hoy a la sociedad que tenemos, el hombre cree realmente al contrario de lo que enseñó Jesús, que la vida del hombre consiste en la abundancia de bienes que uno posee. Jesús nos advirtió acerca de este peligro y nos dijo que la felicidad del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee sino en la riqueza, sino en ser rico en Dios. Esta realidad de ser rico en Dios y no en los bienes materiales, es la contrapartida de lo que nos ofrece hoy la sociedad donde el hombre es lo que tiene, la cosa le da sentido a la vida, no diferenciamos entre el ser y el tener, los hemos asociado, lo que el hombre tiene es lo que es, si no tiene entonces ese hombre no es. Ionesco denuncia esto. Dice por este camino ¿hacia donde vamos?, ese hombre que tiene, lo único que hace es entregar la vida hacia eso, para terminar en una tumba. Caemos en que la respuesta más acabada al absurdo de la vida es la misma que dio Jesús cuando dijo esa frase. Un hombre fue acumulando riquezas, hasta tal punto que no tenía donde guardarlas y cuando llegó el momento en que estaba atiborrado de cosas, se preguntó que iba a hacer, se propuso derribar los graneros que tenía y hacerlos más grandes para seguir acumulando cosas, le voy a decir a mi alma: “come, bebe regocíjate en todas estas cosas”. Jesús termina la parábola diciendo que esa noche fueron a pedirle su alma. La acumulación de cosas embota al hombre, hasta no saber lo que es su vida espiritual; cree que su alma, su ser espiritual pueden alimentarse con lo material y dentro de ese embotamiento que produce lo material, de esa alienación, el hombre pierde su sensibilidad espiritual no se da cuenta que es un ser temporal y entrega toda su vida a algo que no tiene trascendencia. Por eso creo que la obra de Ionesco es una advertencia a que pensemos muy bien acerca del verdadero sentido de la vida, que salgamos del sentido absurdo que nos destruye para encontrar una explicación. Como todos los grandes autores Ionesco no da respuestas, solo plantea el problema. Nos toca desde la fe responderlo y se responde con aquella palabra de Jesucristo: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee sino en ser rico en Dios.” Si todo son los bienes que poseemos la vida es un absurdo, tiene sentido cuando trascendemos los bienes y nos entendemos como seres espirituales, necesitados de Dios.