No. 29_ Junio 07 de 2011 El Tiempo Editorial: Treinta años de sida • Hoy es evidente que el virus dejó de ser sinónimo de muerte y se convirtió en una condición crónica. 03/06/2011 - En 30 años escasos de historia, la epidemia de sida ha causado 25 millones de muertes e infectado a 60 millones de personas, 52.000 de ellas oficialmente en Colombia. No es gratuito que su aparición haya desatado una revolución sanitaria, social, económica y cultural. El 5 de junio de 1981, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, emitió una alerta sobre "una rara neumonía" que afectó a cinco varones homosexuales. Un mes después, y cuando la misma entidad reportó un extraño cáncer de piel, también entre homosexuales, empezó a hablarse de la enfermedad como el "cáncer gay". La estigmatización no tardó en hacer mella en este grupo poblacional, así como en los drogadictos. Esos hallazgos iniciales acabaron ligando el mal a la "vida desordenada", tanto que el gobierno del entonces presidente Ronald Reagan enfocó la lucha hacia la abstinencia sexual. La falsa sensación de tranquilidad entre los ciudadanos que no clasificaban en el grupo de riesgo llegó a su fin cuando Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier aislaron, en el Instituto Pasteur de París, a mediados de 1983, al agente responsable de la enfermedad: el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). El sida, la fase final de la infección causada por él, había matado a cerca de 35.000 personas hacia fines de 1984. Y no todos eran hombres, homosexuales, negros o adictos. La alarma cundió, así como la discriminación contra los enfermos. La necesidad de encontrar un tratamiento pasó a ser prioritaria, incluso por encima de las campañas de prevención de transmisión del virus. En 1987 se utilizó el primer medicamento específico, la azidotimidina (AZT), todo un hito en el desarrollo de los antivirales. Solo en 1989 empezó a promoverse fuertemente la prevención y se pusieron en marcha campañas globales, gracias a las cuales el mundo comenzó a entender la dimensión del problema. Pese a eso, hoy 33,2 millones de personas viven con VIH. No. 29_ Junio 07 de 2011 El descubrimiento de que la administración, durante el embarazo, de medicación a las madres infectadas y luego a los recién nacidos por un corto periodo disminuía la transmisión del virus marcó, en 1994, un punto de inflexión en la lucha contra el mal. Se entendió que podía controlarse con la aplicación de medidas de salud pública, cuyo éxito dependía del compromiso de los gobiernos. Así que, en otro momento histórico, la Asamblea de las Naciones Unidas dedicó, en junio del 2001, un periodo de sesiones extraordinarias, en las que todos los países se comprometieron, con acciones y recursos, a cambiar el curso de la enfermedad. Una poderosa combinación de ciencia médica, activismo global y política exterior puso el combate contra esta epidemia en los primeros lugares de la agenda exterior. Hoy es claro que cualquier persona, sin importar su orientación sexual, está en riesgo de infectarse. También es evidente que el virus dejó de ser sinónimo de muerte y se convirtió en una condición crónica, gracias a tratamientos más efectivos. No obstante, su elevado costo hace que sigan siendo inaccesibles a los más pobres. Lo anterior explica en parte la tragedia de África, el continente donde más enfermos y muertos cobra esta plaga. El sida es una enfermedad derrotable con el respaldo de los países ricos, cambios en los hábitos sexuales y la inyección de mayores recursos para investigar mejores tratamientos, promover la prevención y alcanzar la anhelada cura. Quienes viven con VIH deben adaptar su vida a este, al que le tomó menos tiempo tocar las puertas de todos que el que se necesitó para que el mundo entendiera el permanente riesgo de contraerlo.