Fidelidad en Mario Vargas Llosa

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Los
hechos y su cisma
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Dentro de la nueva y floreciente narrativa latinaamericana, paulatinamente menos
minoritaria, -buentes, Rulfo, los dos Onetti, el gran Coitd~ar,enraizado entre Uorges y
Lezama Lima, C. García Márquez, con residencia mental en su macondiano estamento,
Cabrera Infante, entre otros- brilla, aun siendo corto su tiempo entre las letras, un joven
literato, profcsor -hasta hace poco en Lonares- ae io que escri'oe - i i l r i d ~ ~ i i d 1iispai~uaiii+ricama-, innovador dentro de esa misma narrativa, progresista en política, como todos ellos,
exilado voluntario -pero menos. .- en Europa, como casi todos. Nos referimos al peman o ivídiiu 'v'aigna iluan, i c ~ i c i i i c a su, :re,n:a 4 c~a:ru uñus, d o c t ~ r u d chace dgú11 tiempe
en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid.
El caso de Mano Vargas Lloia es de una poco común precocidad literaria, máxime
al tratarse de un hispano hablante. Y, aunque su intención fuera exclusivamente escribir,
dedicar todo su tiempo a (la "solitaria", como él mismo gusta de llamar a la creación literaria, diez años le han bastado en suficiencia para acuñar en propiedad un nombre universal entre las letras.
Como la de todos los nuevos valores de la literatura sudamericana, la obra de Vargas Llosa está dominada por la i~nquietudy la potencia~lidadintelectual del "hecho fidelista", la revolución cubana, traída y llevada, pero irrefutable, verdadero generador de la nueva conciencia continental.
Según Vargas Llosa, su pretensihn ha sido siempre la de permanecer fiel a su ideal
y vocación de escritor. Y ha comprendido fácilmente que hoy el1 escritor como tal es voz
y cosa del pueblo, incluso regalando su "lpropiedad intelectual". En este sentido la ética de
Mario Vargas Llosa está salvada sobradamente. Hay que aclarar que Vargas Llosa es un
hombre eminentemente politizado, preocupado en particu'lar por el momento de su nación,
inquieto en general por el presente y el futuro de todo el continente. Su experiencia está
volcada en sus tres libros más importantes hasta ahora publicados.
Los personajes, tírpicos del latinoanlericano, los temas, las situaciones, la e ~ e n a ,
el diálogo, amalgamados con su joven pero fructífero tiempo de vida, manejado5 de priilcipio a fin por un escrú~pulode vdiente autodidacta que sdhc, a ciencia cierta, adónde se dirije, crean un estilo tan desconcertante como insuperable e n el uso continuo de la retardación e intercalamiento de procesos, sin que por ni siquiera un momento abandone las riendas de la narración global de la novela.
Aparte la forma que, como dice María Rosa Alonso, ya estaba ahí, lo realmente interesante de la novelística del peruano es el contenido. el sentido y la profundidad de sus
narraciones, la psicología y trayectoria de sus personajes, la denuncia de la larga etapa de
sojuzgamiento a la que su país, Perú, y toda Hispanoamérica. su tierra, se han visto condenadas secularmente, con las subsiguientes derivaciones sociológicas y de todo tipo.
A sus veintitrés años, un colegio militar -"Leoncio
PradoM- le descubre la capacidad de paciencia y humillación de la que es capaz el ser humano. Su coninoción le produce la ruptura total y brutal con la niñez. Y a sus veintitrés años recuerda y escribe sobre
el "Leoncio Prado": nace el novelista y "La Ciudad y los perros". Todo lo que ha visto,
la mentalidad que inculcan aquellos mandos, la caduca disciplina que proponen para la educación iuvenil, su fidelidad para con el ambiente. un sistema de valores realmente indignantes, crean y "recrean" la anécdota, la narración, la ficción y la realidad, a un n ~ i s m o
tiempo. Porque tanto los personajes como ei "Leoncio Prado" son reflejos de la realidad
peruana.
Existe en Europa un quasi-paralelismo: entre "La Ciudad y los perros" y "Las tribulaciones del estudiante Torless" de Musil, hay una semejanza difícil de pasar desapercibida, rnn bistinte trisfnnde !i!er~rin, p r o sa!tacL~1 p r -=cima de t i e x p ~y e s p z c i ~ ,U n u iUén-
tica situación, personajes y escenografía.
El éxito internacional de la novela -traducida ya a más de trece idiomas- le costó al autor un "incendio cdectivo", un matar sin poder, de su escrito llevado a cabo e n los
patios de los colegios militares peruanos, sobre todo en el protagonista y burgués "Leoncio Prado". En España, sin embargo, recibe en 1962 el premio d e "Biblioteca Breve".
Vargas Llosa n o se conforma con el triunfo, no le basta haber publicado "su" libro
-como le ocurre a tantos y tantos enfermos .'e arterioesclerosis literaria-. Pocos años más
tarde se publica "La Casa Verde", novela más profunda y enraizadamente peruana. Y Vargas Llosa rehace su experiencia e n Piura por un lado, y su recuerdo del Alto Marañón por
otro. La triste realidad del Perú y de toda Sudamérica salpica de tinta nuevamente sus
papeles: los indios, la casa de prostitución, el amor sobre la arena del incipiente desierto, el
rapto que llevan a cabo las monjas de las misiones en las personas de los indios-niños, la
rebeldía y definitiva sumisión de éstos al poder centralizado, el fracaso total de la educación
misional, etc.... consiguen hacer de "La Casa Verde" una de las más fuertes y elevadas novela-ficción-testimonio de los últimos afios e n lengua castellana.
El ambiente es olaramente "indigenista" a lo que por ello se entiende, pero carece
de todo oscuro provincianismo, como podría tener una obra de Asturias sobre el tema, por
ejemplo. El indio de Vargas, su protagonista verdadero, sobrepasa lns fronteras peruanas para confundirse -mejor, fundirse- con el boliviano, brasileiro, ecuatoriano; es el indio como
raza esclavizada por la élite blanca que la mantiene apartada en estado selvático e ignorante,
gastando su vida e n las márgenes de los ríos, en las altas montañas de los Andes o e n las
lejanas tierras de la Patagonia ... es, el inca, el quetchúa, el aymari, el huambisa, el andino, el mismo indio a quien Atahualpa traza el camino o dedica los sencillos versos
"las penas son de nosotros,
las vaquitas son ajenas".
Seguir la narración de "La Casa Verde" exige del lector algo más que la simple lectura. bxige dura y constante reblexion, idas y venidas a páginas anteriores y posteriores. Es,
en fin, tortuoso, 'porque tortuoso es también el camino de sus personajes; su lectura, una,
dos, tres veces, nos traerá definitivamente el insupergble canto a la libertad del indio sudamericano.
Los dos éxitos obtenidos no calman el ansia de escribir de Vargas Llosa. Ea el año
que corre sale al público su tercera novela imlportante, la más profunda, la más real, la más
autobiográfica, la más lograda.
La subida de Odría al poder, su caída (1948-56), la conoce el autor por propia exjperiencia Testifica la traición de Víctor Raúl Haya de la Torre, la descomposición del Apra,
su partido, que se ha vendido al gran capitalismo internacional-financiero.
El estudiante universitario juega su papel, importante, un papel social, sin percibir
apenas en donde se encuentra o adonde debe dirigirse, el soborno gubernamental y administrativo, el vilipendio, el robo como norma esencial de la vida, la corrupción en todas
las escalas, el chantaje, el asesinato o el destierro obligatorios son cosas comunes del tiempo del dictador Odría. La caída de la alta y media buigueaíd peruana, la ascensión inmoral
de los pdíticos advenedizos que practican la "amistad social", el negro m a t h que se piensa escapado de la garra del lumpe~proletariadod e l que, claro, no puede tener ninguna
. .
rnnri~nri->- y r p e
akinza 2 ce~prenrlerque ha cuide e:: e! &.S
vi! de !os rnvi!ccimientos..
.
Todos estos personajes se entrelazan en las páginas de "Conversación en La Catedral", con la misma magistral estructura literaria que los protagonistas de las dos novelas
citadas antes. Vargas Llosa nos pone ante los ojos de una sociedad cimentalmente frustrada,
inutilizada en sus raíces para cualquier oportuno desarrollo.
La técnica narrativa en todos sus elementos adquiere en "Canversación en La Catedral" una altura difícil de superar y que pocos "consagrados" escritores serían capaces ni
siquiera de plagiar.
El novelista sigue ascendiendo. Unas mil doscientas páginas son suficientes para conocer a un autor de talla "out-stand". Sin embargo, voces reconocidas, sentadas -casi dor- i d a s cn s ~ altus
s
ji!!oiics Uc üiejas -10s ~ : U I I C S sí, c i h 1 1 0 - siguen ciamancio ai cielo contra escritores como éste porque "palabrotean" o inventan términos o "lo que es peor"
cometen faltas de ortografía tales como "exuberancia", "exorbitante", o no se noten en la
escritura las "zetas" o l a i "ces" No ven más allá de sus tristes antiparras porque la "arterioesclerosis" de la que con frecuencia habla Cortázar les está hinohando clínicamente el cerebro.
Consiente o inconscientemente, realidad y anécdota unidas, literatura y psicología,
Mario Vargas Llosa nos ha retratado la vida, la cruz, y, en la mayoría de las veces la muerte del llagado continente sudamericano. Es evidente que existen muchos colegios, regidos
por los mandos que Vargas acusa, a lo largo de toda la geografía latiriodrriericdna, sin distinción de nacionalidades; hay, sin ]lugar a la más mínima duda -muchas
"casas" convertidas en "verdes" por el abuso de81terrateniente- y hace falta ser daltónico para no
darse cuenta; Odría no estuvo solo en el P ~ N ,sino asistido por Trujillo, Pérez Jiménez,
Melgarejo (que llegó a fusilar su camisa porque "no se fiaba de nada"), Rojas Pinilhs, So-
moza, etc...
Como contestación, ha nacido la re,pulsa del intelectual! esa conciencia que vemos
en los papeles del periiann, la misma inquieta 1117 que p.-rcihitnoi en Fiicnte~,en Rarnett,
en G. Mbquez, en Cortázar, etc ... unidos e n la protesta y denuncia en favor de Laiinoamérica.
ivíiiiiu Yiiigas Lima puede eslar -y
segui~ehcri'oienllo para rollos- iranq~iiioe n su
exilio londinense ... o donde quiera. Siempre estarán con 61, hlariátegui y Vallsjo.
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