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Revista Mexicana
Sobre Desarrollo Local
ISSN: 2395-863
PALABRAS DEL EDITOR
La Revista Mexicana sobre Desarrollo Local, que
nace con este número, se presenta como un espacio
de exposición, debate y análisis de las experiencias
de desarrollo local de México e Iberoamérica. Para
las instituciones que desarrollamos este proyecto
editorial es un reto asumir el compromiso de publicar
trabajos que estén en concordancia con la intención
de promover el desarrollo de nuestras regiones
desde una perspectiva paradigmática, que tome
en cuenta algunos elementos que se han venido
introduciendo a la discusión sobre el desarrollo y
que incorporan nuevos rasgos especificantes del
mismo, como su carácter holístico, el territorio
como espacio de interacción de los actores ,
la descentralización institucional, la innovación
endógena, la incorporación de las pequeñas y
medianas empresas y desde luego mercado. Y es
que no siempre se ha entendido así.
Efectivamente, el desarrollo económico se ha
convertido desde hace unas décadas en un área
de intenso debate teórico y empírico en el mundo.
Particularmente la noción de desarrollo como un
fenómeno nacional o regional está en pugna con la
noción de desarrollo económico local y aún con la
de desarrollo local.
El desarrollo como dimensión civilizatoria es
antiquísima. Está en el origen mismo de los pueblos
cuando cada nación vencedora basaba sus victorias
contra sus rivales en la superioridad de su raza, de
su historia y cultura. Pero la noción moderna de
desarrollo está asociada a la discusión teórica sobre
los orígenes mismos del sistema capitalista y la
expansión de los mercados. La teoría del desarrollo
capitalista es un área completa de investigación
y análisis de la Economía Política y de la Teoría
Económica. La teoría y conceptos asociados al
desarrollo han tenido una larga evolución desde que
los economistas clásicos como Adam Smith y David
Ricardo (o Sismondi como contrapunto) definieron
los criterios, o las condiciones necesarias, para la
maduración de las relaciones capitalistas en un
sentido nacional del término, en las sociedades
europeas de entonces. De esta manera, las primeras
teorías sobre el desarrollo capitalista y su evolución
estuvieron ligadas a la lucha de la burguesía en
su ascenso como clase dominante en contra del
sistema feudal.
Para el marxismo el concepto de desarrollo estuvo
vinculado al desenvolvimiento y consolidación
de las relaciones capitalistas de producción. La
dimensión sociológica del marxismo estructuró
las bases históricas del sistema y clasificó las
variedades de desarrollo capitalista (farmer vs
junker) en función de los antecedentes agrarios
de los países, lo que permitió plantear líneas de
investigación sobre los países precapitalistas y su
marcha hacia el desarrollo. Este debate dio pauta
también a la clasificación de los modelos políticos
derivados del desarrollo capitalista (capitalismo
desde abajo vs capitalismo desde arriba, por
ejemplo en Byres, 1996; Moore, 1993). Lenin,
Bujarin y Rosa Luxemburgo estudiaron la evolución
de estas relaciones sociales, el crecimiento de los
monopolios, el capital financiero y su vínculo con
el Estado, el imperialismo, como expresión de la
maduración del capitalismo. Pero al mismo tiempo
esto dio pauta al estudio de la creciente y rápida
integración de las regiones no capitalistas al sistema
económico mundial, lo que derivó en el análisis de
la teoría de la dependencia como explicación de las
relaciones de poder (económico, político y cultural)
entre amplias regiones del mundo en desarrollo y el
sistema capitalista central en base al “intercambio
desigual” (ver Foster, 2015). Las nociones de
periferia, subdesarrollo, tercer mundo, etc., tiene
sus raíces en esta desigualdad en el grado de
desarrollo de los diferentes países que formaban la
estructura capitalista mundial.
En tanto que derivaciones, en parte, de la tradición
Ricardiana algunos estudios sobre el desarrollo y el
Revista Mexicana Sobre Desarrollo Local
subdesarrollo caracterizaron el proceso de desarrollo
capitalista en las economías subdesarrolladas
como un proceso de acumulación dual (Lewis,
1954) lo que marcó una línea de pensamiento
sobre la dualidad de las estructuras productivas y la
incorporación/subordinación/articulación de estas
estructuras menos desarrolladas/no capitalistas
–principalmente rurales— con las empresas
capitalistas más desarrolladas.
Estas propuestas comparten con los modelos de
crecimiento neoclásico (Solow, etc.), el supuesto
del desarrollo como un proceso necesariamente
nacional. En estos últimos modelos hay competencia
e información perfecta, los agentes son racionales,
homogéneos en términos generales y se parte de que
las economías de escala constituyen el fundamento
de la lucha competitiva en los mercados de bienes
y servicios. Las innovaciones y el progreso técnico
diferirán en unos y otros, sin embargo.
El Desarrollo Económico Local.
Históricamente el periodo de entre guerras y
particularmente el final de la segunda guerra
mundial ofrecen la pauta para reconsiderar algunos
dogmas de la teoría del desarrollo convencional
debido al desgaste del fordismo-taylorismo en las
economías desarrolladas, particularmente en los
Estados Unidos, así como el redescubrimiento de
los escritos de juventud de A. Marshall (Becattini
). Esto condujo durante los setentas a las tesis
sobre el desarrollo económico local la que se ha
convertido desde hace unas décadas en un área de
intenso debate teórico y empírico en el mundo.
Adam Smith había ejemplificado las ventajas
que surgían de la división del trabajo a nivel
microeconómico lo que permitía generar ventajas
al interior de la fábrica manufacturera, con respecto
al artesanado. Posteriormente Marx en el capítulo
correspondiente a las formas de la manufactura
señaló históricamente dos orígenes y dos formas
del sistema manufacturero, el caso mencionado por
Smith (manufactura orgánica) en su estudio clásico
y la manufactura heterogénea que surge de la
integración de “artesanos diversos e independientes”
(Marx, ) que producen partes de una mercancía
que debe ser ensamblada en espacios primero
manufactureros y luego fabriles.
A pesar de la constatación empírica de la existencia
de un modelo de crecimiento empresarial basado
en pequeños artesanados independientes, la tesis
de la ventaja de las grandes unidades fabriles sobre
las pequeñas dominó el pensamiento económico
hasta que Marshall redescubrió el sistema basado
en pequeñas y medianas empresas a partir de la
experiencia inglesa y lo conceptualizó de manera
independiente como un modelo que podría
corresponderse como parte de propuestas de
política pública (Becattini, 2002)
Con ello sentó las bases para el desarrollo de la
moderna teoría del desarrollo económico local. El
desarrollo regional/local/comarcal, en el sentido
moderno de la palabra está asociado con la
propuesta marshalliana de distrito industrial dice
Vázquez Barquero, (2005), que luego en la época
de la segunda posguerra converge con otros
desarrollos teóricos semejantes para dar nacimiento
a esta nueva propuesta metodológica.
Así pues, frente a la corriente principal de teóricos
que se obstinan en las economías de escala y
el sistema fabril, el distrito industrial se erige con
posibilidades de imponerse como otra opción
de desarrollo económico en ciertas regiones si
se toman en consideración aspectos de oferta y
demanda que pueden sustentarla.
1
Becattini cita a Marshall: «Encontramos que determinadas
ventajas de la división del trabajo sólo se pueden obtener en
las fábricas muy grandes, pero que muchas, más de las que
pueda parecer a simple vista, se pueden obtener de pequeñas
fábricas y talleres, con tal de que exista un número muy elevado en la misma actividad.
La fabricación de un producto, a menudo, se compone de varios estadios distintos, cada uno de los cuales tiene reservado
un espacio separado en la fábrica; sin embargo, si el volumen
global de la producción es muy elevado puede resultar conveniente destinar por separado pequeñas fábricas a cada fase. Si
hay muchas fábricas, grandes y pequeñas, todas dedicadas al
mismo proceso productivo, surgirán industrias auxiliares para
satisfacer sus necesidades particulares (...).
Pero las pequeñas fábricas, sea cual sea su número, se encuentran en clara desventaja respecto a las grandes, a menos
que no tengan una muy alta densidad en el mismo distrito.
Por lo tanto, tanto las grandes como las pequeñas empresas
obtienen beneficios (...) (de la ubicación de la industria), pero
estos beneficios son más importantes para las pequeñas empresas porque les evitan muchas de las desventajas que sufrirían al tener que competir con las grandes empresas». Por
último, «en estos distritos se ha desarrollado una posterior
subdivisión de la especialización; además, los intercambios por
separado han buscado localidades separadas (...). Quienes
trabajan la lana generalmente no viven entre los trabajadores
del algodón de Lancashire, sino que se hallan en Yorkshire, y
ellos mismos se dividen en «comercio de la lana cardada» y
«comercio del peinado de la lana» y, a su vez, éstos se subdividen en diferentes ramos, cada uno de los cuales tiene un
distrito favorito».
2
Año 1 No.1
Por el lado de la oferta, dice Becattini (2002),
“a) una complejidad «cultural» hecha de valores,
conocimientos, instituciones y comportamientos
(…) que en otros lugares habían sido marginados
por una cultura genéricamente industrial y
masificadora; b) una estructura productiva formada
al mismo tiempo por fábricas, talleres artesanales,
trabajo a domicilio y autoproducción familiar; c)
una estructura crediticia (…) dispuesta a financiar
las iniciativas más pequeñas y prometedoras, y
que ayuda a la gente a utilizar su cada vez mayor
cantidad de tiempo libre para producir bienes que
pueden ser vendidos como producto estable en el
mercado.”
Por el lado de la demanda Becattini (2002),
“se extiende por parte de amplias capas medias
de muchos países el standard of confort. habitual
(en sus respectivos países); la superación de dicho
estándar crea las condiciones para el nacimiento de
nuevos núcleos de necesidades de alto contenido
social y «cualitativo», que a su vez dan lugar a
demandas muy variables de productos diferenciados
y personalizados.”
Es decir, el distrito industrial requiere ciertas
precondiciones por el lado de la demanda y por el de
la oferta que permiten el desarrollo de mercados de
productos diferenciados y personalizados, en tanto
que los mercados masificados siguen dependiendo
de la estructura empresarial basada en las
economías a escala de las grandes empresas. En
el lado de la oferta las economías de aglomeración
y la densidad de pequeñas y medianas empresas
son esenciales para el desarrollo de un distrito
industrial.
En Estados Unidos el desgaste del modelo FordistaTaylorista, ya mencionado, de producción industrial
dio paso a dos corrientes de pensamiento sobre los
«nuevos espacios industriales» (Becattini, 2002),
y los asociados a la flexibilidad laboral y clusters
con los trabajos de Piore y Sabel (1984), entre otros
(Becattini, 2002).
En los ochentas autores italianos y catalanes
entre otros, reconocen algunas características
ya observadas en centros industriales antes
mencionados y recuperan esta teoría para sobre
ella construir un modelo de políticas públicas que
pudiera permitir el renacimiento de antiguos centros
industriales o el establecimiento de nuevos.
En la actualidad otros fenómenos se han
desenvuelto con suficiente profundad como para
replantear los modelos de desarrollo tradicionales:
la creciente globalización mundial y la revolución
tecnológica asociada a la cultura digital junto al
uso de las telecomunicaciones. Esto ha facilitado la
evolución de una creciente literatura del desarrollo
económico local, particularmente en Latinoamérica.
La globalización como fenómeno generalizado en
los países de esta región del mundo asociada a los
procesos de privatización, desregulación, cambio
estructural y otros, han dejado en claro que no es
únicamente la gestión de una política monetaria
conservadora, y de un proceso de adelgazamiento
del Estado lo que permite que muchas regiones
se integren al proceso internacionalización y
competitividad mundial (Alburquerque, 2004). Al
igual que ocurrió en otros países desarrollados,
la desarticulación productiva que provoca la
competencia internacional y la inversión extranjera
directa, base de la globalización, no puede
presentarse como una opción de desarrollo para
muchos sitios que carecen de una base industrial y
un proceso de “complejidad cultural” como indicara
Marshall, arriba citado, sino que el modelo de distrito
industrial necesita ser adaptado para incorporar
políticas públicas que tomen en cuenta escenarios
con una enorme heterogeneidad cultural, histórica,
económica, geográfica, demográfica, ambiental,
por no decir institucional, etc.
Por ello si quisiéramos resumir algunas de los rasgos
específicamente más importantes que destaca este
cuerpo teórico serían los siguientes:
Primero se da crédito a esta evolución descrita
con anterioridad dándole una nueva dimensión al
territorio. Según Vázquez Barquero (2005: 39), “la
reelaboración del concepto de distrito industrial de
A. Marshall (1890), realizada por G. Becattini (1979),
la noción de entorno innovador, llevada a cabo por
los equipos de investigación que componen el
Grupo de Investigación Europea sobre Entornos
Innovadores (GREMI), la conceptualización de la
estrategia de especialización flexible, desarrollada
por Piore y Sabel (1984) y la discusión sobre los
clusters realizada por Porter (1990), son algunos de
los ingredientes que permiten hablar de desarrollo
endógeno e interpretar el desarrollo local desde
una perspectiva territorial”.
2
Porter en una entrevista publicada en 1991, resume la nueva
propuesta: “Competitive advantage in modern sophisticated industries is a combination of the ability ot innovate, to compete
3
Revista Mexicana Sobre Desarrollo Local
de sus supuestos. En primer lugar se entiende
que el desarrollo local no es más un proyecto
estrictamente económico, sino y fundamentalmente
un proceso que involucra un proceso social,
institucional y territorial y en este sentido también
ambiental (Alburquerque, 2004). Esto último lo
vincula directamente a la noción de desarrollo
local de la cual es un ingrediente necesario. Es
decir, el desarrollo local incorpora diferentes
dimensiones en donde los factores económicos
juegan un papel fundamental pero no único de
todo proceso de desarrollo regional. Sólo aquéllos
procesos históricos que involucran la construcción
de localidades y regiones más democráticas, con
mejores niveles educativos y culturales, así como
con mayores niveles de bienestar económico y en un
entorno ambientalmente saludable, puede hablarse
de localidades desarrolladas. El territorio supera la
idea del espacio homogéneo (Alburquerque, 2005);
también, aunque hay diferencias en el acercamiento
al tema muchos de los actuales teóricos del
desarrollo local, hay un énfasis en las MiPyMES, en
lugar de considerar tan sólo a las grandes empresas
transnacionales y monopolios; el progreso técnico
deja de ser una variable exógena, para convertirse
en un elemento dinámico y endógeno muy
importante en los actuales planteamientos.
Por estas razones el estudio del desarrollo local se
ha vuelto una labor interdisciplinaria más allá de
las consideraciones estrictamente economicistas,
pero también horizontal en el sentido de que
involucra el esfuerzo no sólo de la academia, sino
de los gobiernos locales (municipales o estatales),
de las agencias de desarrollo públicas y privadas
y de los mismos grupos sociales involucrados
organizados y coordinados para ser parte activa de
su propio proceso de desarrollo. En otras palabras,
el desarrollo no es tan sólo un aspecto teórico,
sino una cuestión práctica. Tal y como planteara
Alburquerque, la nueva teoría del desarrollo local
involucra una nueva gestión que parte de una nueva
concepción del territorio para potenciar la capacidad
de las organizaciones privadas y públicas en un
enfoque que promueva la consolidación de redes
solidarias.
Las iniciativas de desarrollo económico local
requieren de una política descentralizada de gestión
pública que permita a los liderazgos locales asumir
realmente su proceso de desarrollo, a partir de un
enfoque holístico.
and to improve processes and products” [“La ventajas competitivas en las sofisticadas industrias modernas es una combinación de habilidad para innovar, competir y el mejoramiento
de procesos y productos.”, trad. OWG]. (Porter, M., Alexandra
Guisinger y Bernhardt Nadell (summer 1991), “Competitive
Advantage and Global Trade in the 1990s: An Interview with
Michael Porter”, Harvard International Review, Vol. 13, No. 4,
pp. 12-14.).
Por decenios los debates giraron en torno a
planteamientos macroeconómicos estrictamente
economicistas en que se asumía un territorio
homogéneo, competencia perfecta, perfecta
información y un gobierno centralizado como los
supuestos necesarios para la elaboración de la
modelación matemática. El cuerpo central eran los
grandes agregados (consumo, inversión, ahorro,
familias, empresas, etc.) en modelos altamente
abstractos y en donde el desarrollo tecnológico se
suponía como un parámetro exógeno al sistema,
por ello residual en la función de producción. Estos
modelos conducían a consideraciones de política
económica que difícilmente permitían incorporar
el entorno local de los territorios, y por ello sus
especificidades (Alburquerque, 2005).
Un aspecto que como vimos es central en la
conceptualización del desarrollo económico local
tiene que ver con el hecho de que esta noción está
asociada necesaria e indisolublemente a la creencia
en el poder de la pequeña y mediana empresa como
capaz de competir en circunstancias específicas
a partir de las ventajas de aglomeración y otros
elementos que le dan a una región o regiones ciertas
condiciones para volverse competitivas frente o
paralelamente a los “polos industriales” basados
en las economías de escala y en la gran empresa.
Es esencial considerar las particularidades que
deben cumplirse para que la micro, pequeña y
mediana empresa adquieran una densidad tal que
les permita el desarrollo de productos diferenciados
y competitivos, a la par de la identificación de
mercados con niveles de ingreso suficientes como
para sostener una demanda de mercancías que
puedan personalizarse y “que aporten «sensaciones
nuevas» y prestigio social” como dijera Becattini
(2002).
Las propuesta moderna se aparta de las ideas
que sobre el desarrollo local se elaboraron a partir
de la modelización matemática del crecimiento
económico, sin embargo no parece excluir algunos
4
Año 1 No.1
Al igual que las corrientes de pensamiento antes
señaladas, nuevas corrientes dentro de la Economía
Política han encontrado un cauce que conduce a
nuevas propuestas sobre el desarrollo capitalista a
partir de la teoría de la dependencia, tal es el caso
de Wallerstein (1979), o la emergencia de nuevos
países que han demostrado que el rápido desarrollo
en el Sur permite alcanzar en algún grado al Norte
(Foster, 2015). De acuerdo a este autor (Foster, 2015;
p. 11) la participación del empleo industrial mundial
pasó de ser del 52% en los países emergentes,
en 1980, a 83% en 2013. En 2013, el 61% de los
flujos de inversión extranjera directa mundiales se
dirigieron a países en desarrollo y en transición. Una
nueva realidad y una nueva división internacional
del trabajo se han desarrollado y con ello están
surgiendo nuevas tesis del marxismo con enfoques
más regionales, en donde la variedad de casos de
desarrollo capitalista alimenta la rica experiencia
analítica previa. Por ejemplo, los estudios de Byres
(1996) sobre las nuevas modalidades de desarrollo
capitalista en Asia, en particular (India y Japón,
entre otras), metodológicamente abren un nuevo
horizonte de investigación teórica para países como
los nuestros.
En fin, es este sentido es que la nueva teoría
del desarrollo económico local se ha vuelto
paradigmática y por ello la idea de un debate entre
todos(as) los involucrados(as) en este proceso
histórico debe ser acuerpada en documentos que
sirvan de materia prima a las futuras generaciones de
especialistas. Esperamos que tanto académicos(as),
miembros de instituciones públicas y privadas y
gestores(as) del desarrollo puedan encontrar en
este espacio un sitio para la presentación de sus
ideas, experiencias y aportaciones teóricas; tal
es la objetivo lejano de nuestra revista, y nuestra
meta que las sociedades que constituimos el tejido
de Iberoamérica quedemos libres de desigualdad,
injusticia, pobreza y de la destrucción ambiental
en el corto y mediano plazos. Haber contribuido a
este resultado bien habrá valido la pena.
una serie de ingredientes que deben cumplirse para
poder considerar a un territorio como desarrollado.
Según Carvajal Burbano p. 31, (2011), el desarrollo
local es una noción más amplia que el de desarrollo
económico local, “porque abarca el desarrollo
de una región que involucra desarrollo de las
comunidades, social, ambiental, institucional y otro
tipo de iniciativas locales encaminadas al bienestar
general de la población.”
El mismo autor señala que “el desarrollo local es
un proceso de desarrollo integral, que conjuga la
dimensión territorial, la dimensión económica, las
identidades o dimensión cultural, la dimensión
política y la dimensión ambiental. Es una apuesta
a la democratización de las localidades, al
desarrollo sustentable y equitativo repensando las
potencialidades del territorio y la sociedad local.”
Si seguimos a Sforzi (2007) los aspectos que
debemos destacar en esta formulación sobre
el desarrollo local son los siguientes rasgos: la
participación de la sociedad civil, el desarrollo
territorial como vía intermedia entre la orientación
de política territorial y un sistema de gestión de
poder local, “el desarrollo local se acompaña de
iniciativas de descentralización en beneficio de
los gobiernos locales” (p. 31); y, finalmente para
diferenciar el concepto de desarrollo local del
desarrollo económico local hay que considerar que
este último sólo considera el aumento continuo del
ingreso per cápita y la diversificación de bienes
económicos.
En este sentido, el desarrollo local se entiende
como una dimensión amplia con respecto al
desarrollo económico local, al ser el primero de
carácter holístico, multidisciplinario y basado en
una estructura de toma de decisiones públicas
que involucra el consenso social de la población
involucrada.
Bibliografía
Alburquerque, F. (2004), El Enfoque de Desarrollo
Económico Local. Serie: Desarrollo Económico Local y
Empleabilidad. Programa AREA-OIT en Argentina-Italia
Lavoro. Buenos Aires, OIT.
Del Desarrollo Económico Local al El
desarrollo Local
Alburquerque, F. (2005) “Las Iniciativas Locales de
Desarrollo y el Ajuste Estructural”, en Solari Vicente,
Andrés y Martínez Aparicio, Jorge (Comp.) Desarrollo
Local, Textos Cardinales. México: Facultad de Economía
«Vasco de Quiroga»/División de Estudios de Posgrado,
A partir de estas líneas generales surge lo que
debemos considerar como desarrollo local,
caracterización del desarrollo desde una perspectiva
más amplia, en donde la economía es uno más de
5
Año 1 No.1
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pp.
71-91
Becattini, G. (2002) “Del Distrito Industrial Marshalliano
a la «Teoría del Distrito» Contemporánea. Una Breve
Reconstrucción Crítica, en Investigaciones Regionales
(Asociación Española de Ciencia Regional), No. 1
(otoño), pp. 9-32
Byres, T. J. (2006) Capitalism From Above and Capitalism
From Below. An Essay in Comparative Political Economy.
London: Macmillan.
Carvajal Burbano, A. (2011), Desarrollo Local. Manual
Básico para Agentes de Desarrollo Local y Otros Actores.
[libro digital: <eumed.net>], Málaga, España.
Foster, John B (2015), “The New Imperialism of
Globalized Monopoly-Finance Capital. An Introduction.”
Monthly Review, Vol. 67, No. 3 (July-August).
Lewis, A (1954) “Economic Development with Unlimited
Supplies of Labour”. The Manchester School 22: 139–
91.
Moore,Jr., Barrington (1993) [First published 1966].
Social origins of dictatorship and democracy: lord and
peasant in the making of the modern world. Boston:
Beacon Press.
Piore, J. M. Y Charles F. Sabel (1984), The Second
Industrial Divide. Possiblities for Prosperity, USA: Basic
Books.
Sforzi, F. (2007), “Del Distrito Industrial al Desarrollo
Local” en Rosales Ortega, Rocío (Ed.). Desarrollo Local:
Teoría y Prácticas Socioterritoriales. México: UAMIztapalapa, Miguel Ángle Porrúa Librero-Editor. Pp. 2750.
Vázquez Barquero, A. (2005), “Desarrollo Económico
Local y Descentralización”, en Solari Vicente, Andrés y
Martínez Aparicio, Jorge (Comp.) Desarrollo Local, Textos
Cardinales. México: Facultad de Economía «Vasco de
Quiroga»/División de Estudios de Posgrado, Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pp. 35-79
Wallerstein, I. (1979), The Capitalist World-Economy,
Cambrigde: Cambridge University Press.
6
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