Los objetivos de la reforma educativa rionegrina y su lugar en el discurso alfonsinista. Introducción Desde los albores de la modernidad los proyectos educativos han respondido a la exigencia política de crear ciudadanía, transmitiendo a las nuevas generaciones las conductas, las costumbres y los valores considerados socialmente válidos por el Estado. En este sentido, la escuela fue pensada como tecnología para normalizar, mediante la retención de los iniciales en esa comunidad en miniatura 1 que simplifica, purifica y homogeneiza el medio social facilitando la transmisión. Por eso su orientación curricular debe corresponderse con el tipo de subjetividad deseable por el poder para afirmar la cohesión social, inscribiéndose siempre en una identidad nacional que se muestra como prefijada e inmutable y que se afianza a través de actos patrios y símbolos generadores de pertenencia. Pero esta función socializadora de la educación pública complota con los fines de aquellos proyectos políticos que ocupan el Estado y que no solo tienden a cambiar sino que además tienen al cambio como ideal. Resulta necesario entonces replantear la tradicional relación política-educación para analizar aquellos proyectos pedagógicos estatales desplegados por grupos con actitud hegemónica que, en pos de un nuevo ideal, promueven la remoción de los valores y costumbres predominantes por considerarlos anticuados o nocivos. En estos casos se impulsará la re-significación del rol del sistema educativo en general y del esquema escolar en particular que, de seguir cumpliendo una mera función de reproducción del orden vigente, no solo se tornarían obsoletos sino además se erigirían en resabios conspiradores en contra de las nuevas aspiraciones 2. Es en este lugar que ubicamos al proyecto pedagógico democrático que intentó instalar el alfonsinismo en la agenda de la transición argentina y que tomó a la reforma educativa rionegrina como modelo paradigmático en el que depositó sus anhelos de transformación. 1 Expresión adoptada por John Dewey en su libro “Educación y Democracia”. Según Gramsci el Estado no culmina con su dominación en la mera coerción, sino que a esa violencia la reviste con un discurso pedagógico que predica a modo de proyecto de nación con una determinada “dirección intelectual y moral”. Así, el Estado docente sostiene su dominación a partir “todo el conjunto de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino que llega a obtener el consenso de los gobernados” (Gramsci, Antología). 2 La Patagonia, Río Negro, su reforma educativa, constituían aquella tierra prometida del sueño de “La Segunda República” que reavivó al menos por un momento los vientos idílicos de la primavera democrática que habían amainado ante la dura realidad de una “economía de guerra” 3. En este trabajo analizaremos los objetivos provinciales que el gobierno de Álvarez Guerrero demandó a la nueva gestión educativa y el lugar que el incipiente proyecto ocupó en las renovadas aspiraciones refundacionales del alfonsinismo a partir de 1986. Dando cuenta de las fluctuaciones en el escenario nacional y provincial, intentaremos ubicar las causas del fracaso de esta innovación pedagógica más allá del déficit económico; en la vertiginosa caída de aquel proyecto político que la llenaba de sentido. El discurso alfonsinista en la primavera democrática. El escaso margen de maniobra con que contaron los militares tras el colapso de su gobierno luego de la guerra de Malvinas inauguró un excepcional escenario de posibilidades para la transición argentina. La recuperación del espacio público por parte de una ciudadanía que se fue viendo interpelada a participar actuó como forma de romper con tantos años de privatización obligada de la vida y como necesidad casi histérica de correr hacia adelante para dejar atrás un pasado con el que pocos se sentían cómodos. Al anunciarse la salida electoral, hasta los sectores en los que se reconocía cierto grado de complicidad con el régimen le fueron depositando sus demandas particulares (en muchos casos contradictorias) a una democracia que, de esta manera, comenzó a actuar como significante catch all. Lo que otrora no había sido para la gran mayoría de los argentinos mucho más que un simple método electivo, se cargó entonces de todos los anhelos que solo puede otorgar una imaginación colectiva esperanzada y empezó a significar también una forma de vida, una ideología, una actitud y hasta una moda. Un verdadero clima de época inundaba las calles de anhelos que idealizaban la democracia por venir y que hacían olvidar por momentos la dura realidad social y económica. A partir del rechazo a toda forma de violencia fue emergiendo espontáneamente una frontera con el pasado expresada en la antinomia autoritarismo o democracia, consigna que 3 Expresión que manifestó Alfonsín en Abril de 1985 tras anunciar un ajuste para paliar el déficit fiscal. se disputaban los diferentes espacios políticos. El candidato radical Raúl Alfonsín, portador de un exclusivo capital simbólico por su oposición a la guerra de Malvinas y su lucha por los derechos humanos, se mostró como el menos comprometido con aquél pasado y supo apropiarse del nuevo significante sobrecargado al que le adjudicó también la potestad sobre los derechos sociales: “con la democracia no solo se vota, sino también se come, se cura y se educa”. La progresiva apropiación de la frontera a través de maniobras como la denuncia del pacto militar-sindical le permitió a Alfonsín dejar del otro lado al peronismo y a los sectores corporativos (militares-sindicales-eclesiásticos) emparentados con ese pasado reciente que había que dejar atrás. Se ubicaba entonces como el único candidato de la democracia por venir y apelaba así a la racionalidad de una ciudadanía “independiente” con voluntad de cambio a la que convocaba por fuera de sus identidades particulares, evitando toda referencia excluyente. Esta estrategia discursiva sumada a la incorporación de modernas técnicas de marketing y a la crisis interna que vivía el peronismo determinó su holgado triunfo en las elecciones de Octubre. Pero sostener la confrontación con aquel otro autoritario una vez en el gobierno implicaba ciertos riesgos que ninguna otra transición democrática en el mundo se había atrevido a asumir. Sucedía que la demanda que mayor solidez le otorgaba a la frontera era a su vez la más difícil de efectivizar. Ningún gobierno había antes osado investigar los crímenes cometidos por el régimen anterior y, mucho menos, llevar al banquillo a los militares acusados. Por otro lado, una transición pactada y gradual contrastaba con el discurso alfonsinista que había propuesto “ponerle una bisagra a la historia” 4 y pulverizaría las identidades que la frontera con el autoritarismo contenía. El dilema de la transición se jugaba entonces entre la opción de apoyarse en las mayorías civiles para democratizar a los poderes concentrados, a riesgo de poner en peligro la continuidad institucional, o claudicar frente a las corporaciones que había denunciado en la campaña para asegurar la gobernabilidad, resignándose así a perder los apoyos de la ciudadanía. Con la fe y la legitimidad que le otorgaba ese 52% de los votos Alfonsín apostaría en el inicio de su gobierno por la primera y más arriesgada opción, sosteniendo la frontera con el 4 Alfonsín, Discurso de asunción del 10 de Diciembre de 1983. autoritarismo a partir de la confrontación con aquel otro que persistía aún en democracia, amparado en resabios culturales caudillistas y corporativistas que impedían la realización plena de un nosotros democrático. En este sentido, podemos descubrir en el discurso alfonsinista dos formas de encarar la lucha contra el autoritarismo. Por un lado, se trataba del enfrentamiento con los poderes fácticos que encarnaban ese pasado inmediato, ejecutores y cómplices de la última dictadura, para subordinarlos al poder civil. La creación de la CONADEP, el proceso a las juntas militares y la ley de reordenamiento sindical (conocida como “Ley Mucci”) fueron los primeros proyectos enviados al parlamento que pretendían materializar este discurso. Pero como el autoritarismo se expresaba también en la apatía y el conformismo del ciudadano promedio que eran el resultado de la eficacia pedagógica de más de cincuenta años de autoritarismo, la lucha también consistía en una reconversión cultural de toda la civilidad en pos del nuevo ideal democrático. El nuevo presidente era consciente de que la reciente voluntad participativa de la ciudadanía implicaba más una vía de escape del terror que una real convicción democrática, y que siete años de la dictadura más represiva dejarían una ciudadanía deficitaria en valores democráticos y en conocimiento de sus reglas de juego. Sin embargo, aprovechando su perfil docente, desplegaba un ecléctico discurso pedagógico en el que predicaba esos valores (participación, diálogo, tolerancia, pluralismo, derechos humanos) al mismo tiempo en que apelaba a ellos como algo ya conquistado por esa voluntad civil supuestamente ya concientizada que los declamaba como algo consagrado. Es que si el programa alfonsinista se apoyaba en un discurso pedagógico duro, que resaltase las falencias democráticas y las actitudes autoritarias de la civilidad, atentaría contra esa insipiente identidad democrática que estaba forjando y debilitaría la frontera con el otro autoritario. Ese otro parecía a los ojos de la ciudadanía estar solamente expresado en las corporaciones militares, sindicales y eclesiásticas que resistían las transformaciones democráticas e impedían la realización plena de aquella teórica voluntad democrática. Estos sectores constituían la fuente del terror en la que el ciudadano promedio lavaba las culpas de haber formado parte de aquél “algo habrán hecho”. Pero es posible suponer que en jóvenes provincias que no percibían en su territorio la fuerza de aquellos sectores como una gran amenaza, este discurso que expresaba la antinomia democracia o autoritarismo como forma de interpelar a una ciudadanía a enfrentar a las corporaciones no haya operado de la misma manera. Quizá por estas mismas razones el discurso del joven gobernador rionegrino Álvarez Guerrero haya otorgado mayor centralidad a la cuestión de la desintegración como forma de explicar la persistencia del autoritarismo en la provincia y haya optado de entrada por una salida pedagógica. Su decisión de realizar una ambiciosa reforma educativa para remover la herencia cultural del autoritarismo y consolidar una identidad rionegrina transformarían a la provincia de Rio Negro en vanguardia de la nación cuando hacia 1986 el presidente relaje la lucha anti corporativa y comience a priorizar las soluciones pedagógicas a los problemas de la transición. El discurso de Álvarez Guerrero y la reforma educativa rionegrina. El flaco Guerrero, como lo llamaban afectuosamente sus correligionarios, expresaba en la provincia la vertiente más socialdemócrata de Renovación y Cambio, corriente interna de la UCR que había creado junto a Raúl Alfonsín y otros dirigentes para disputarle a la ortodoxia balbinista las elecciones de 1973. El golpe del 76´ interrumpió su labor como diputado nacional y lo impulsó a la tarea de defensa de presos políticos, tras padecer él mismo unos días en prisión. Ante su intensa actividad proselitista e intelectual, como militante opositor al proceso y defensor de los derechos humanos, el gobierno provincial de facto lo declaró “persona no grata” e “interlocutor ilegítimo”, prohibiéndole toda aparición pública. Pese a esto, en Julio de 1981 pudo impulsar con éxito la conformación de “La multipartidaria” rionegrina (la primera en el interior), a la que se sumaron desarrollistas, demócratas cristianos y justicialistas en el objetivo común de presionar al gobierno de facto para forzar una salida electoral. A mediados del 82´, tras anunciarse la fecha de los comicios y casi de forma simultánea con la de Alfonsín, A.G anunció su precandidatura a gobernador. Esto despertó el recelo de otros dirigentes de la UCR provincial que consideraron prematura e inconsulta esta decisión, promoviendo una grieta en el partido que trascendería luego a su gobierno. Pero sus destacadas similitudes con el perfil de Alfonsín hicieron que su popularidad en la provincia se vea acrecentada a la par del arrastre alfonsinista en todo el país, lo que lo catapultó como candidato a gobernador tras ganar la interna de la UCR el 19 de Junio de 1983 frente al balbinista Luis Arias. Como intelectual con vocación literaria A.G había publicado varios libros sobre la historia del radicalismo y eran conocidos sus artículos sobre política y cultura general en los diarios Río Negro y La Calle, donde se mostraba como un dirigente preparado política y técnicamente para afrontar los problemas de la provincia. Para dar a conocer sus propuestas preparó una incipiente plataforma de Renovación y Cambio titulada “el sentido de nuestra convocatoria”, en la que reivindicaba la predilección por la educación que caracterizaba la tradición del radicalismo. Allí se expresaba que la etapa crítica que padecía el área en la provincia, provocada por el desdén militar, debía ser superada por un gobierno que haga valer aquel 25% del presupuesto que prevé para la educación la constitución provincial. La renovación alfonsinista que él encarnaba en la provincia tenía como objetivo alejarse de le prédica derrotista de los radicales resignados a negociar con militares antiperonistas, para entonces “Conformar una fuerza política mayoritaria, con profundo sentido federalista, integradora de todas las regiones de la Provincia” 5. Como ocurría a nivel nacional, la fuerza mayoritaria en la provincia hasta entonces había sido el peronismo, que vivenciaba divisiones internas desde la muerte de su líder. En Río Negro, la fractura expresaba por un lado al justicialismo ortodoxo verticalista, que reclamaba un indulto para su líder, el ex gobernador Mario Franco, quien desde el golpe se encontraba inhabilitado para procurar cualquier cargo político. Por otro lado, los militantes peronistas más jóvenes que diez años atrás expresaban la tendencia en la provincia, se habían entonces agrupado en la COI (corriente de opinión interna del justicialismo), que pretendía imponer la candidatura del viedmense Remo Costanzo. Finalmente Franco pudo conseguir el indulto, otorgado por el último gobernador de facto Carlos San Juan, que le permitió erigirse nuevamente en candidato declinando las aspiraciones renovadoras de la COI. Álvarez Guerrero, usufructuando sus antecedentes como opositor a la dictadura pretendió por todos los medios que el peronismo provincial sea relacionado directa o indirectamente con el Proceso, como intentaba hacerlo Alfonsín. En perfecta sintonía con su discurso, repudió las declaraciones de Luder considerando válida la ley de auto-amnistía y reprodujo 5 Plataforma “El sentido de nuestra convocatoria”. la denuncia del pacto entre los militares del proceso y las cúpulas sindicales peronistas. La asistencia de Franco y otros peronistas a diversos actos oficiales como la inauguración del puerto de San Antonio o la cena de agasajo al presidente Reinaldo Bignone, sirvió como argumentó para que A.G denuncie una supuesta expresión provincial de aquel pacto de mutuas conveniencias entre militares y peronistas. De esta manera, al igual que Alfonsín en la Nación, pudo mostrarse como el candidato menos vinculado con El Proceso, dejando al peronismo emparentado con los ribetes del pasado autoritario. Mientras su candidatura despertaba rechazos entre los propios radicales, algunos de quienes lo consideraban un “socialista infiltrado” 6 o un falso “imitador de Alfonsín” 7, su discurso atraía sobre todo a mujeres y a jóvenes, a quienes convocaba de manera independiente para “hacer de Río negro la provincia de las libertades individuales y los derechos humanos” 8. Finalmente, su holgado triunfo en las elecciones del 83´frente al ex gobernador inconcluso se interpretaría como réplica provincial de aquel batacazo alfonsinista que dejara atónitos a candidatos peronistas que se suponían ganadores antes de la contienda. Pero Álvarez Guerrero también había formado parte de un gobierno democrático interrumpido dos décadas atrás cuando, recién llegado a la provincia, había aceptado el cargo de Secretario de Asuntos Sociales que le ofreciera el entonces gobernador Carlos Nielsen. La preocupación y los esfuerzos de aquellos primeros gobiernos constitucionales se habían concentrado en darle sentido de provincia al conjunto de zonas desvinculadas y dispersas en la inmensidad del territorio que se constituyó en provincia por aquella Ley N° 14408 de 1955. Los proyectos de integración productiva, cultural, vial y comunicacional habían estado presentes en las plataformas de todos los partidos y en los planes de las distintas gestiones, empezando por la del radical Edgardo Castello, quien había inaugurado el primer gobierno provincial en 1958. Pero como todos los períodos democráticos se vieron interrumpidos por sucesivas intervenciones federales que desterraban sus proyectos, la cuestión de la integración provincial se había visto postergada y, al llegar 1983, quedaba pendiente como la gran deuda de la democracia. 6 Declaraciones del dirigente del radicalismo “Línea Nacional”, Dr. Tomás Rébora al período “La Calle”, 1° de Mayo de 1983. 7 Declaraciones del dirigente valletano de “Renovación y Cambio”, Dr Julio Dehais al período “La Calle”, 1° de Marzo de 1983. 8 Nota del Diario Río Negro, 7 de Octubre de 1983, pág 13. Al asumir como cuarto gobernador constitucional tras derrotar al peronismo por 13 puntos de ventaja, A.G volvió a poner el foco en la integración como el objetivo prioritario de su gestión: “La integración política, social, cultural y económica de Río Negro constituye el sello que identifica nuestro plan de gobierno” 9. Pretendía inscribirse así en las tradiciones inconclusas de las diferentes experiencias democráticas provinciales más allá de los signos partidarios, identificando a la democracia con su gobierno. Según esta lectura, en Río Negro la herencia del autoritarismo estaba presente sobre todo en su desintegración, provocada por aquellas intervenciones militares enviadas por el poder central que le impidieron superar la etapa de territorio nacional para constituirse en una verdadera provincia. El mandatario refería así al autoritarismo y al centralismo de forma indistinta, depositando en la democracia el deber de concluir de una vez con aquella fundación de la provincia tantas veces interrumpida. Esta equivalencia democracia-provincia (y, por lo tanto, autoritarismo-territorio nacional) se inscribía a su vez en las aspiraciones alfonsinistas de superar el pasado autoritario atacando el centralismo para constituir un régimen verdaderamente federal en el que las provincias tengan peso real. Es que la causa primera de la desintegración estructural de Río Negro era ubicada por el discurso guerrerista justamente en el trazado arbitrario de sus fronteras “desde el ministerio del interior en Buenos Aires” 10 durante el peronismo, con total desconocimiento de las realidades regionales. Sin embargo, esta “defección genética” 11, que había impedido a la provincia de Río Negro llegar a ser del todo una provincia, brindaba en tiempos democráticos la excepcional posibilidad de proyección de una provincia continente: “Estos límites geográficos políticos han encerrado en su dibujo una provincia trazada, aparentemente, de modo arbitrario. Pero esta arbitrariedad que configura un perímetro en cuyo interior se insertan regiones desintegradas, constituye, a mi juicio, un gran desafío, y no un mal irreparable. Hace de nuestra provincia, precisamente, un proyecto más que una realidad: ¡Pero qué proyecto, con qué potencialidad imaginable!” 12 Lejos de motivar el pesimismo, el discurso guerrerista presentaba entonces a la inconclusa provincia como un proyecto más que como una realidad incorregible. Se trataba de una 9 Osvaldo Álvarez Guerrero, Discurso ante la Honorable Asamblea legislativa, 1° de Mayo de 1984. Plataforma del partido radical para el período 1987-1991, página 17. 11 Osvaldo Álvarez Guerrero, Discurso de asunción ante la Asamblea legislativa, 11 de Diciembre de 1983. 12 Ibíd. 10 construcción a llevar a cabo en el largo plazo y su gobierno debía comenzar con la trascendente tarea de diseñar los planos y colocar las primeras piezas 13. Si la provincia de Rio Negro más que una provincia era un proyecto, el tiempo sería su requisito fundamental. De esta manera, los rionegrinos debían postergar sus reclamos mezquinos y evitar sus críticas destructivas para comprometerse en el doble desafío de cuidar la democracia y hacer de la provincia una potencia, aunque los resultados y los beneficios sean gozados recién por las siguientes generaciones. El estilo austero de Alvarez Guerrero, fundamentado en su moral Kraussista, pretendía demostrar que la clase política sería la primera en resignar privilegios. Esto le valió una disputa con los legisladores, la mayoría de ellos de su propio partido, cuando estos rechazaron un recorte en los haberes dispuesto por el gobernador. Pero la verdadera garantía y condición de que ese proyecto prevalezca más allá de aquel gobierno era la permanencia democrática, pues la experiencia había demostrado que sin democracia la provincia de Rio Negro nunca podría ser una realidad. De esta manera, la estrategia guerrerista radicaba en convencer a la opinión pública que el fracaso de su gobierno significaría también el fracaso democrático, lo que implicaría a su vez el regreso a la prehistoria de la provincia. Con estos argumentos llamaba a “cuidar la democracia”, reclamando a la prensa que evite las críticas destructivas y, ante cualquier contrariedad de su gestión, denunciaba intentos desestabilizadores de los enemigos de la democracia y, por tanto, de Río Negro. Si bien la visión romántica e idílica de la democracia que caracterizaba los tiempos de la primavera estaba presente en el discurso guerrerista, este la refería más como una utopía por alcanzar que como un acto ya consagrado. De esta manera, la democracia también era presentada como un proyecto indisociable del proyecto de provincia, en el que la vigencia del Estado de derecho sería su condición primera, pero solo el tramo inicial: “Empezamos recién a andar. Los mecanismos jurídicos, que son siempre formales, están en marcha. Pero todo ello no es más que un medio, no es más que un camino, que un tránsito para que la democracia se 14 despliegue y se enraíce profundamente en todos los cuadros de la sociedad” . 13 Cuando Gramsci analizaba la consolidación de los grupos dominantes en Inglaterra y Alemania había descubierto que la clave de su construcción hegemónica radicaba justamente en esta idea de Estado como proyecto, la que inhibe a muchos de rebelarse e intentar sustituirlo bajo la esperanza de que se concreten tales anhelos: “Ese Estado sólo existe como modelo utópico, pero precisamente su naturaleza de espejismo es lo que le da vigor”. Para iniciar el proceso de democratización era necesario acabar con la estructura centralizada y verticalista, herencia del autoritarismo centralista, que obstaculizaba la toma de decisiones desde las bases. La reforma del Estado que proponía el nuevo gobierno de Álvarez Guerrero preveía así la descentralización de sus instituciones, tomando a los municipios como órganos centrales por su contacto directo con la ciudadanía y pretendía vigorizar las instituciones intermedias para constituir “una democracia que no se agote en lo formal” 15. A su vez, la descentralización de los organismos y ministerios provinciales en las diferentes regiones de acuerdo a sus competencias fomentaría la comunicación y cooperación entre ellas y zanjaría las históricas disputas por el control de la administración pública. Estas políticas eran coronadas con el lema “descentralizar es integrar” 16. Se trataba entonces de hacer del Estado una inmensa ágora en el que los mismos ciudadanos vayan construyendo la provincia por medio del compromiso y la participación, mientras consolidan la democracia. Pese a este horizonte utópico, el gobernador no olvidaba el déficit de una ciudadanía que había vivido tantos años de dictaduras y a la que la democracia le llegó más por descalabro militar que por mérito propio. Para el gobernador, el autoritarismo había logrado afianzarse en el tiempo gracias a la dominación subjetiva que logró por medio de la educación: “Sin duda en la educación y la cultura se ha manifestado con mayor énfasis la acción nefasta de las fuerzas antidemocráticas, mediante la censura, la discriminación ideológica y la represión, buscando de esta manera la formación de una sociedad sumisa, adocenada y predispuesta a la aceptación sin análisis previo de esquemas mentales y formas de vida importadas, opuestas a los valores nacionales. Se ha educado para la antidemocracia, para el autoritarismo, matando la creatividad, la solidaridad y la responsabilidad personal, 17 frente a la idea de comunidad” . El autoritarismo persistía entonces en sus formas culturales que no solo se manifestaban en actitudes antidemocráticas de la civilidad sino también en una deformación de la identidad nacional a partir de la inserción de valores foráneos. El discurso guerrerista tomaba de esta manera tintes anti-imperialistas al denunciar una dependencia de los centros de poder que se expresaba también a nivel nacional con la relación nación-provincia. Si en todo el país el discurso pedagógico de la dictadura había promovido la desintegración debilitando los 14 Discurso de AG en la inauguración del Colegio Nacional de Roca, Diario Río Negro. Álvarez Guerrero, discurso de asunción ante la Asamblea legislativa, 11 de Diciembre de 1983. 16 Ibíd. 17 Ibíd. 15 vínculos identitarios nacionales, en Río Negro había profundizado la carencia de estos vínculos al interrumpir los proyectos pedagógicos de los distintos gobiernos democráticos que buscaban consolidar la identidad rionegrina. Es que aquella desintegración genética territorial producto del arbitrario trazado de las fronteras también se había ido expresando de forma económica y cultural a medida que cada zona fue desarrollando o profundizando un determinado emprendimiento productivo sin relación ni vinculación entre sí: el turismo en la zona andina, la fruticultura en el valle medio, la ganadería en la línea sur, y la administración pública en la Zona atlántica. Estas formas de cohesión social habrían generado una determinada identificación de sus pobladores que no trascendía lo local y que, por lo tanto, impedía su reconocimiento como ciudadanos provinciales, como rionegrinos. Las rencillias y recelos localistas por pujas económicas o políticas como la capitalidad habían potenciado rivalidades y muchos rionegrinos se sentían más cercanos con pobladores de ciudades comarcanas de otras provincias que de la propia. La balcanización cultural de Río Negro era entonces una de las grandes preocupaciones del gobernador: Bariloche y Zona Andina, la línea Sur, la Costa y el Valle Inferior, Río Colorado con el Valle Medio y el Alto Valle son como compartimentos estancos, cada una con sus propios intereses, objetivos y dramas, perspectivas, hábitos e idiosincrasias, esperanzas y desesperanzas. (…) Hay una especie de falta de curiosidad y de indiferencia por enriquecer nuestra vida local con la vida de las demás localidades, nuestra vida individual con la del prójimo y con los problemas y las inquietudes de los demás 18. De esta manera, el esquema centralista autoritario no sólo había creado una provincia con fragmentos disímiles a partir del trazado de fronteras insólitas sino que además, a través de sus interventores, había atentado contra la identidad provincial potenciando las rivalidades locales al transformar al Estado en un botín a disputar: “Durante el gobierno de facto se fomentó el localismo, egoísta y excluyente, creando 37 islas, verdaderas fronteras entre municipios que por sus características zonales, culturales y socio-económicas deberían estar 19 unidas férreamente” . Todos estos factores habrían redundado no solo en la ausencia de una identidad rionegrina sino también en una apatía por buscarla, a la que el gobernador le contrastaba aquel espíritu 18 19 Ibíd. Discurso del gobernador ante la Legislatura, apertura de sesiones ordinarias, 1° de Mayo de 1984. pionero de quienes, como él, habían venido del centro del país en épocas de provincialización para soñar e imaginar lo que podía ser la nueva provincia de Río Negro: Pero hoy por hoy esa imaginación esta como paralizada. Es cierto que los gobiernos militares ni siquiera en intención tuvieron un proyecto para Rio Negro. Pero lo cierto es que existe una laxitud, en el propio conjunto de los rionegrinos, para buscar ese proyecto global, ese sentido único tras lo cual comenzar una marcha nueva hacia la unidad rionegrina, hacia una auténtica integración rionegrina 20. De esta manera la herencia que el centralismo autoritario había dejado en la provincia era fundamentalmente cultural y estaba manifestada no sólo en la ausencia de actitudes democráticas sino también en la ausencia de una identidad rionegrina y el desinterés por constituirla. Pero el principal defecto podía ser visto a su vez como una oportunidad única. Es que, a diferencia de las provincias tradicionales con identidades conservadoras y costumbres condensadas, la joven Río Negro aún contaba con la argamasa cultural para ensayar un proceso refundacional en el que los valores democráticos sean el sustento de su postergada identidad. Se trataba entonces de iniciar un proceso pedagógico que constituya sujetos racionales creativos, pluralistas, participativos, comprometidos y que esas características, sumadas al afianzamiento de las tradiciones provinciales, constituyan la identidad distintiva del rionegrino. De esta manera, la verdadera solución al histórico problema de la integración era pedagógica y el nuevo gobierno democrático, en un contexto de crisis fiscal, haría todos los esfuerzos necesarios para priorizar la inversión educativa. Por eso dentro de la Ley de Ministerios, que descentralizaba los viejos organismos y creaba otros de acuerdo a los objetivos políticos del nuevo gobierno, se encontraba la creación del Ministerio de Educación y Cultura 21. Esta combinación de áreas dentro de un mismo ministerio era innovadora y respondía justamente al desafío de “producir el cambio de orientación que nos permita avisorar la posibilidad de una auténtica cultura popular rionegrina” 22. 20 Ibíd. El concejo provincial de Educación permanecería como brazo técnico del Ministerio y, dentro de su órbita, se hallarían las direcciones de educación primaria, preprimaria, media y superior, las que junto con las direcciones de Escuelas Hogares y Residencias Estudiantiles, Educación Rural, Educación Física y Educación artística conformarían todo el esquema burocrático. 22 Íbid. 21 El nuevo Ministerio fue habilitado para la utilización del 30% de los recursos totales del Estado provincial, ubicándose en el primer lugar dentro del orden de prioridades presupuestarias. Para destrabar conflictos gremiales que se venían suscitando en el gobierno de facto la legislatura declaró de interés público al docente de la provincia, lo que lo hacía merecedor de un aumento de sueldo y de distintos beneficios sociales, como planes de vivienda. En su discurso ante la asamblea legislativa de 1984 el ejecutivo instruyó al Ministerio a partir de once “propósitos inmediatos” para promover la gran transformación educativa: “El sector educativo será, entonces, el instrumento al servicio de la promoción de aquellos aspectos vitales de la provincia que pueden contribuir al desarrollo integral rionegrino y a la conformación de su identidad cultural (…)” 23 Entre los objetivos encargados al ministerio en el mediano plazo se encontraban la redacción de una nueva Ley Orgánica de Educación, la implementación de los Consejos Escolares y la reforma de los diseños curriculares de todos los niveles. Del mismo comenzaban a ensayarse los instrumentos que implementarían en toda la provincia el Plan Nacional de Alfabetización para atacar el índice de analfabetos que superaba considerablemente el promedio nacional. Para hacerse cargo de la cartera fue nombrado el reconocido profesor de historia Nilo Fulvi 24. Las primeras dificultades que tuvo que sortear el nuevo ministro tenían que ver con la preocupación social por la falta de cupos para el ingreso de miles de niños y adolescentes al sistema al iniciarse el ciclo de 1984, a lo que respondió que “los vamos a ubicar buscando una solución heróica” 25. Del mismo modo, los primeros esfuerzos de la gestión se concentraron en paliar la debacle edilicia, la falta de bancos y otros materiales indispensables que constituían la herencia del desahucio militar. Pero hacia mediados de 1984 el ministerio tendría listo un ambicioso y original “Documento base para la Reforma Educativa Provincial” “sin precedentes a nivel nacional” 26 que comenzaba a ponerse a consideración de la comunidad educativa y que se implementaría al año siguiente. En él se configuraba un ideal de hombre nuevo portador de 23 Ibíd. Una década atrás Fulvi había escrito un reconocido libro sobre la historia provincial que fue retirado de las escuelas públicas por parte del gobierno de facto que lo consideró subversivo. 25 Entrevista a Nilo Fulvi. Diario Río Negro, 12 de Febrero de 1984. 26 Discurso de Fulvi en el Documento base para la Reforma Educativa Provincial. 24 múltiples virtudes 27, se proponía la regionalización de los contenidos curriculares para arraigar al sujeto a su medio y se definía sin eufemismos a la educación, como: “un acto político social” 28. En su discurso el ministro Fulvi rescataba el espíritu fundacionalista del proyecto, expresando que “ha comenzado una nueva etapa en la historia de la política educativa provincial” 29. El lugar trascendente de la educación en el romántico discurso del ministro estaba argumentado en la idea de que si la escuela lograba crear verdaderos sujetos democráticos, el cambio sería inevitable y la utopía podría ser alcanzable: “La educación será entonces la matriz que dará a luz a ese nuevo hombre de la libertad, nacido del dolor de la patria avasallada, pero con la alegría y la esperanza de un futuro de justicia e igualdad” 30. La reforma ponía principal interés en el Nivel Medio, al que se lo consideraba en emergencia por la obsolescencia y arbitrariedad de sus contenidos, la persistencia de prácticas autoritarias y los altos niveles de desgranamiento, deserción y expulsión. La nueva experiencia comenzaría a ensayarse en el ciclo de 1985, luego de la sistematización de los aportes que habían realizado docentes, padres y alumnos en jornadas de debate. Las primeras escuelas que se iniciaron en la transformación a modo de “pruebas piloto” despertaron el inmediato interés de la comunidad por la originalidad de su estructura organizativa y sus innovaciones didácticas. De esta manera, la reforma educativa rionegrina no tardaría en trascender y ser motivo de debate en los círculos pedagógicos del orden nacional e internacional. El lugar de la reforma en el discurso alfonsinista de “La segunda República”. En Mayo de 1984, un mes antes de la presentación del plan provincial rionegrino, el Ministerio de Educación y Justicia de la Nación había reconstituido el Consejo Federal de 27 El documento decía que el hombre de la democracia debía ser “Transformador, armónico, creativo y creador, solidario, capaz de amar, hacedor de cosas, para la paz, activo, dialógico, arraigado a su medio, alegre, Latinoamericanista y abierto al mundo, partícipe, con el deseo permanente de ser más, protagonista de la cultura, democrático, respetuoso, racional, pluralista, respetuoso de los DDHH, comprometido, formado integralmente, humilde, científico, cooperativista, fraterno, sujeto de su vida, respetuoso del medio, crítico, libre”. Documento base para la elaboración del plan educativo de la provincia de Río Negro. Viedma, Julio de 1984 28 Ibíd. 29 Ibíd. 30 Ibíd. Educación con el objetivo de concertar políticas educativas entre los ministros de educación de las diferentes provincias. La idea era empezar a delinear un proyecto integral de reforma democrática con especial acento en el nivel medio, cuya mayoría de escuelas aún se encontraban en poder de la Nación 31. La ventaja con la que contaba Río Negro radicaba en que, como joven provincia patagónica, ya contaba con la mayoría de las escuelas secundarias en su dominio, lo que le permitía iniciar un proceso de reforma sin tener que esperar una resolución del Consejo. Pero las provincias gobernadas por el peronismo (que representaban la gran mayoría) se mostraron reticentes a cualquier tipo de acuerdo pedagógico y terminaron paralizando la función del organismo. Si bien se percibía en algunas provincias del norte la influencia de la iglesia católica en el rechazo a una posible reforma que pueda atentar contra la libertad de enseñanza, el principal obstáculo para la conciliación lo constituía el pasado antiperonista del ministro Carlos Alconada Aramburu 32. El Ministerio se había presentado ante la sociedad en un gran acto organizado en el teatro Nacional Cervantes con motivo del centenario de la sanción de la ley 1420 en el que el ministro había expresado que “La ley de enseñanza común y la reforma universitaria, que coronan el proceso institucionalizador iniciado en nuestros albores como nación independiente, son el fundamento directo de nuestro programa de política educativa”. Tiempo atrás, al iniciar su gobierno, el presidente había enviado al parlamento dos proyectos pedagógicos de gran envergadura que pretendían materializar aquellos ideales: la Ley de autonomía universitaria y la convocatoria a un Segundo Congreso Pedagógico Nacional. Ambas generarían la reacción de los círculos católicos más conservadores que en algunas provincias mantenían relaciones de conveniencia con el peronismo. Al tiempo que pretendía desmantelar el esquema autoritario que persistía en el sistema, el Ministerio comenzaba también a discutir la reforma curricular, en especial para el nivel secundario. En noviembre de 1984 se realizaron las jornadas de debate “Hacia la 31 Como uno de los emblemas del nuevo gobierno era la descentralización de las instituciones (políticas en general y educativas en particular), es posible que la idea de reforma de la secundaria apuntara a impulsar su democratización antes de efectivizar dicha transferencia. 32 Se trataba de un histórico dirigente radical que era bien recordado en el ambiente pedagógico por sus méritos como ministro durante el gobierno de Arturo Illia pero que, como previamente había sido funcionario de la Revolución libertadora, sus relaciones con el peronismo eran ásperas transformación del nivel medio”, organizadas por el taller de educación del CPP 33, en las que participaron legisladores del área de educación junto a un panel de especialistas. Las referencias a las reformas que comenzaba a impulsar Rio Negro aparecían una y otra vez en los debates y, en muchos casos, eran señaladas como el nuevo paradigma que debía adoptar todo el sistema. Se trataba de reformas tendientes a democratizar su estructura, lograr una mayor articulación con el nivel primario, tender a la unificación de los contenidos en el ciclo básico (1°, 2° y 3° año) y a una orientación laboral en el ciclo superior (4° y 5°) adaptada a las necesidades de cada región. Las mayores innovaciones pedagógicas eran pensadas para el ciclo básico, al que consideraban que debía tender a la obligatoriedad, para extender así la escolaridad asegurada de siete a diez años. Su importancia en términos políticos radicaba en que comprendía el período de la adolescencia; etapa central en la configuración de la personalidad del educando y donde este define su rol en la sociedad, su carácter de ciudadano. De modo que toda la estructura y pedagogía del ciclo básico debía estar pensado exclusivamente para “la formación de ciudadanos democráticos, participativos y responsables” 34. Era esta una de las discusiones que el gobierno nacional quería instalar en el Congreso Pedagógico, pero para ello sabía que debía enfrentar las resistencias de los sectores privados, en especial la iglesia católica, que se había preparado técnica y políticamente para defender sus posiciones. Pero el fracaso legislativo de la Ley Mucci en el senado el 14 de Marzo había limitado el margen de maniobra del nuevo gobierno, desgastando su poder de iniciativa. Esta derrota implicó en términos simbólicos que el pasado hiciera valer su vigencia y que aquella bisagra de la historia se oxidara e impidiera la rápida vuelta de página que el gobierno pretendía. Se tuvo que reconocer a aquellos viejos líderes sindicales como interlocutores 33 El Centro de Participación Política (CPP) fundado por el Movimiento de Renovación y Cambio en Agosto de 1982 tenía el objetivo de discutir los principales temas de la agenda democrática y fomentar los valores cívicos, en especial entre los jóvenes que se acercaban al partido. Si bien la institución era de por sí pedagógica, hacia fines de 1982 comenzó a funcionar en su seno un taller específico sobre educación, dirigido por quien luego sería secretario de educación, el joven Marcelo Stubrin. Allí se llevaban a cabo estudios de diagnóstico de todos y cada uno de los niveles del sistema y la articulación entre ellos, se gestaban debates invitando a los diferentes actores de la comunidad educativa y se elaboraron propuestas y programas de acción que fueron publicadas en el libro precursor “Educación y Democracia”. 34 Procesos de estructuración y definición del currículum para el ciclo básico de la escuela secundaria en la transición democrática argentina (1983-1989), Natalia Diaz, tesis de Maestría. (pág. 76) legítimos y en los sucesivos debates de ley se buscaría la negociación y el acuerdo con el peronismo, resignando en contenidos para ganar en consensos. Por estas razones, si bien la Ley de convocatoria a un Congreso Pedagógico Nacional lograría ser aprobada un mes después, el oficialismo tuvo que realizar demasiadas concesiones para obtener el apoyo del peronismo en el senado y evitar así una nueva derrota legislativa. Como consecuencia se obtuvo una ley muy distinta al proyecto inicial que, entre otras concesiones, perdería gran parte del control de la dirección del Congreso en manos de las provincias, la mayoría de ellas gobernadas por el peronismo y otras con gran influencia de la Iglesia Católica. De esta manera, la Ley con la que Alfonsín pretendía impulsar la gran reforma democrática del sistema educativo había perdido gran parte de sus armas y estaría prácticamente dos años sin ser reglamentada. En un insólito entendimiento con los sindicatos la iglesia se erigiría en oposición al gobierno y las cúpulas conservadoras volverían a apuntar contra la democracia, a la que seguían viendo como la incubadora de “inmoralidades” tales como el consumismo, la sexualidad libre, las drogas, la pornografía. Como si esto fuera poco la estrategia de autodepuración de los militares preferida por Alfonsín para limitar el procesamiento también habría de fracasar a partir de que la justicia castrense considere inocentes a las juntas, dejando la causa en manos de la Justicia Federal, que iniciaría un proceso judicial mucho más amplio que el que el mandatario considerara prudente para la transición. Pero quizá el principal conspirador de esta endeble democracia haya sido una economía indomable acuciada por la inflación, la deuda externa y un desprecio empresarial hacia los intentos keynesianos del ministro Grinspun que hacia 1985 harían proliferar rumores de un nuevo golpe. Pero cuando el éxito del Plan Austral 35 y las condenas ejemplares del juicio a las juntas le otorguen una nueva legitimidad demostrada en las urnas en noviembre del 85, el gobierno se lanzaría a la recuperación de la iniciativa con un discurso reconfigurado. La convocatoria a una “convergencia democrática” en el plenario de la UCR en Parque Norte en Diciembre de 1985 y la cadena nacional del 16 de Abril siguiente en la que el presidente presentaba los proyectos para una “Segunda República”, son los momentos que mejor expresan esta reconfiguración discursiva. 35 35 Plan lanzado en Junio de 1985 por el nuevo ministro de economía Juan Vital Sourrouille para atacar la inflación con una política de “shock” hacia el mercado a partir de una moneda sustituta (el austral) y un congelamiento conjunto de precios, salarios y tarifas. En el discurso de Parque Norte Alfonsín planteará una frontera de más largo alcance que el pasado inmediato y que ubica la raíz del problema del autoritarismo más allá de las corporaciones, en una cultura maniquea que se ha manifestado en toda la historia a través de antinomias insalvables “entre unitarios y federes, entre la causa yrigoyenista y el régimen, entre el conservadurismo restaurado y el radicalismo proscripto y entre el peronismo y el antiperonismo” 36. Las pretensiones hegemonistas y totalizantes de estas manifestaciones políticas habrían postergado indefinidamente la integración política y territorial de la nación, impidiendo en su seno el florecimiento de un régimen pluralista arraigado en valores como la tolerancia, el respeto por las minorías, el diálogo y el consenso. Esta “segunda ruptura” (como la llamaría Aboy Carlés) corría el blanco de las corporaciones y apuntaba a la regeneración de todos los actores políticos (incluidos el propio radicalismo) que debían reconocerse en sus componentes antidemocráticos para iniciar un proceso de aprendizaje hacia la integración nacional. Desde esta nueva perspectiva alfonsinista, al autoritarismo “ya no se lo puede asociar de un modo excluyente con un partido en particular, un sector en particular, una corporación en particular. Podría decirse que ha llegado a ser una enfermedad de la conciencia nacional” 37. Por estos motivos ya no bastaba con la voluntad civil para la democratización, sino que era necesaria una “profunda reforma cultural que remueva el cúmulo de deformaciones asentadas en nuestra mentalidad colectiva” 38 y que haga surgir nuevos sujetos democráticos: ¿Qué es un sujeto democrático? Simplemente aquel que ha interiorizado, hecho suyos, los valores éticos y políticos antes expuestos (…) En un país con arraigadas tradiciones autoritarias, la emergencia de sujetos democráticos no va de suyo; es una tarea, una empresa 39. Fue así como la cuestión de la reforma cultural, que hasta entonces había quedado relegada por la lucha anti-corporativa y el espejismo de la primavera democrática, tomó vigor y fue re-significada por un nuevo escenario en el que se trataba de evitar la confrontación. En 36 Alfonsín, Discurso de Parque Norte. Entrevista de Alfonsín con Pablo Giusani, Julio de 1986. 38 Alfonsín, Discurso de Parque Norte. 39 Ibíd. 37 este contexto, el Estado debía erigirse en un rol docente creando todos los dispositivos para “consolidar y acelerar este aprendizaje” 40 cuyo destinatario sería toda la sociedad. De esta manera, la convocatoria al Congreso Pedagógico Nacional será reinstalada en la agenda y, en su acto inaugural, el presidente llamará a todos los actores a discutir el proyecto educativo democrático para el próximo Siglo. En este proceso la reforma de Nivel Medio impulsada en Río Negro, que a esa altura ya había sido reconocida por la Unesco, obtendrá un rol protagónico. Pero el renovado diagnóstico alfonsinista, en su inventario de causas de la desintegración nacional, referirá también a un sistema por demás presidencialista que relegaba el rol deliberativo del parlamento y a un esquema territorial centralista que engendraba en sí otra antinomia insalvable: porteños-provincianos. Ambos factores sumados a la cuestión cultural hacían proclive a la Nación a recaer en regímenes autoritarios como un vicio recurrente. En Viedma, desde los parques del ministerio de Economía rionegrino, Alfonsín impulsaría en Abril de 1986 la “Segunda República” con el anuncio de la reforma constitucional 41 y el traslado de la capital a la comarca Viedma-Patagones. Se trataba de dar los primeros pasos para la integración, la descentralización y la federalización del país. La joven Provincia de Rio Negro, que ya había comenzado un proceso de integración interna, se vería entonces como protagonista de un proyecto inesperado que tendría a su histórica capital como la capital Federal y a su reforma educativa como referencia insoslayable para el nuevo proyecto educativo democrático. El relevo de Alconada Aramburu por el rionegrino Julio Rajneri como titular de la cartera de educación nacional (tras desestimarse el nombramiento del propio Alvarez Guerrero) y la asunción de Nilo Fulvi al frente de la subsecretaría nacional de educación, demuestran la intención del presidente de que sean los mismos rionegrinos los que impulsen la reforma en todo el país. Del mismo modo, el anuncio del traslado de la capital a Viedma en el contexto del lanzamiento de “La Segunda República” evidencia el protagonismo que la provincia había adquirido y actúa como nuevo insumo que llena de sentido al discurso guerrerista de la 40 41 Ibíd. Por medio de la cual se pasaría a un régimen semi-parlamentario. integración. En 1986, mientras el presidente convocaba a todos los argentinos a "crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío" 42, el gobernador rionegrino aseguraba frente a su legislatura que “somos vanguardia en el país” 43. La caída del proyecto alfonsinista y el fracaso de la reforma educativa. A comienzos de 1987, a menos de un año del lanzamiento de La Segunda República, el contexto político y económico en que aquella utopía se había gestado ya no era el mismo. A un gran rebrote inflacionario que echó por tierra el auspicioso plan Austral se le sumaron las sucesivas claudicaciones del gobierno ante los militares (Ley de Obediencia Debida y Ley de Punto Final) que terminarían por derrumbar la frontera con el autoritarismo que sostenía el éxito del discurso alfonsinista. Río Negro y Córdoba serían las únicas provincias en las que el radicalismo mantendría la gobernación luego de su derrota en las elecciones legislativas de ese año frente al peronismo. La fuerza que el discurso refundacional le había otorgado al proyecto rionegrino lo impulso más allá de su estrepitosa caída y trascendió a los primeros años del nuevo gobierno provincial. El flamante gobernador Horacio Massaccesi, que hasta entonces se había desempeñado como ministro de gobierno, vendría a expresar un tipo de liderazgo carismático-decisionista que contrastaba con el perfil de intelectual seco y austero de Álvarez Guerrero. Con 38 años, se había convertido en el gobernador más joven de la historia de Río Negro y, en el primer año de su gobierno, se llevaría a cabo nada menos que la reforma de la Constitución provincial, la que le permitiría ser reelegido en 1991. En su primera gestión va a consolidarse aquella idea de un “proyecto rionegrino” que concluya con la definitiva integración provincial y en el que la educación sea su pilar esencial. Sin embargo, Massaccesi pretendía autonomizar su discurso del guerrerista a partir de la presencia del significante “acción” que se veía expresado en su slogan “soñar y hacer”. A través de esta consigna el nuevo gobernador parecía hacer de forma simultánea un reconocimiento y una crítica de su antecesor. En primer término sostendría que la gestión de Álvarez Guerrero fue correcta en cuanto al impulso de los valores democráticos y la 42 43 Discurso de Alfonsín en Viedma, Abril de 1986. Discurso del gobernador a la Legislatura Rionegrina en 1986. apertura a los canales de participación que representaron el “sueño” democrático. Pero por otro lado lo definiría como un proceso estancado en el mero diagnóstico y que no estuvo acompañado por verdaderas acciones estatales que efectivicen dichos anhelos: “La filosofía de la acción que pretendemos impregne este periodo constitucional ya está dando sus frutos; nos pusimos en marcha desde el primer día imbuidos de este espíritu que anima no solo al poder ejecutivo… sino también a los miembros de esta legislatura. Debemos profundizar estas metodologías abandonando la tarea fácil e improductiva que se queda en el discurso y olvida la respuesta concreta. Animado más por los 44 hechos que por las palabras. ..Esta filosofía de la acción sólo la concebimos con contenido social” . Aplicando esta tónica de la acción a la reforma educativa, el nuevo gobierno exigió concluir de una vez con el diseño curricular para generalizar la transformación del secundario a toda la provincia, dejando de lado el proceso gradualista y de evaluación permanente originalmente establecido que llevaba a cabo la gestión anterior. Para satisfacer el nivel de infraestructura que la extensión de la reforma demandaba impulsó el plan “una escuela cada 30 días”, que más adelante se tornaría insostenible. A su vez, otorgaría un aumento al sector docente que lo ubicaría con el mejor salario del país, el que se actualizaría cada tres meses según el ritmo inflacionario. La “cláusula gatillo” (como se popularizó la medida) le permitió destrabar conflictos con el gremio UNTER, que venía manteniendo sucesivos paros y protestas desde el final del mandato de Álvarez Guerrero. Pero el nuevo gobernador no tuvo en cuenta que finalizando la década no solo había cambiado el contexto económico, sino también el político. Como podía anticiparse, la implementación fue llevada a cabo a medias y sin las previsiones adecuadas dentro de un contexto nacional de privatizaciones y ajuste fiscal. Mientras los recortes en las inversiones imprescindibles iban aumentando la comunidad educativa iba dejando de creer en una reforma que, llegadas las elecciones de 1995, solo existía de forma legal. Como lo explica Oyola: “La extensión de la Reforma, sin las correlativas previsiones de perfeccionamiento, capacitación docente y mayor financiamiento, crea las condiciones para el inicio de un proceso de pérdida de legitimidad que irá erosionando su viabilidad y empobreciendo su potencial transformador (…)” 45 En los primeros días de su gobierno el nuevo mandatario Pablo Verani decidió formalizar el fin de la experiencia inscribiéndolo en una de las medidas de austeridad necesarias para 44 Discurso de Massaccesi ante la Legislatura, apertura de sesiones ordinarias de Mayo de 1988. Oyola, Carlos (director). Innovaciones educativas. Entre las políticas públicas y la práctica educativa. Un análisis de la Reforma Educativa del Nivel Medio en Río Negro (1986-1996). 45 paliar el déficit fiscal. Esto se llevó a cabo prácticamente sin costos políticos, lo que demuestra el nivel de desprestigio que la reforma tenía para esas alturas. Sin embargo, más allá de la imprudente gestión de Massaccesi y de las limitaciones financieras para solventar tamaño proyecto debemos ubicar entre las razones del fracaso de la reforma educativa a la caída definitiva de aquel discurso refundacional que la había llenado de sentido. Aquella vanguardia de un nuevo paradigma educativo para una nueva Nación que interpelaba a todos los actores del sistema a comprometerse comenzó a ser vista en tiempos del consenso neoliberal como un caro resabio del idealismo fútil de la primavera democrática. Con la derogación de la reforma educativa diez años después de su implementación quedaría definitivamente sepultado aquel “Proyecto Rionegrino” de integración de una provincia que, hasta el día de hoy, sigue padeciendo las desavenencias entre sus diferentes regiones y la ausencia de una identidad integradora. Sin embargo, cada vez que se discuten políticas educativas la referencia a aquel ambicioso proyecto reaparece una y otra vez con la perseverancia de las deudas pendientes, quizá con la misma nostalgia con la que se recuerda al proyecto de la Segunda República, que tendría a Río Negro como protagonista y a su capital como la capital Federal. Bibliografía - Aboy Carlés, Gerardo. “Parque Norte o la doble ruptura alfonsinista”; En “La historia reciente, Argentina en democracia”. Novaro y Palermo compiladores. Ed Edhasa, Buenos Aires, 2004. - Alvarez Guerrero, Osvaldo. Mensajes del gobernador constitucional pronunciados ante la legislatura de la provincia (1983-87). - Aznar, Luis y otros. “Alfonsín: discursos sobre el discurso”. Ed. EUDEBAFUCADE. Buenos Aires, 1986. - Camino Vela, Fransico de Asis. 2011. Tesis doctoral “La dinamica politica en la Provincia de Rio Negro (Argentina) desde mediados del siglo XX. El predominio de la Union Civica Radical”. 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