Administración de Riesgos ������������������������ 1 Operaciones con Derivados HERRAMIENTAS PARA MANTENER LA RENTABILIDAD Por: Nicolás Olea, Gerardo McQuade y Hugo Vázquez El valor de las empresas está expuesto a variables operativas y financieras, por lo que cambios inesperados y abruptos en tiempos volátiles en los precios de insumos, tipos de cambio y tasas de interés, representan riesgos que laceran de manera dramática los presupuestos, el capital de trabajo y cualquier plan de expansión contemplado previamente. Cuando no hay un buen Gobierno Corporativo y mecanismos mínimos para administrar estas exposiciones en términos de medición y mecanismos de cobertura, o éstos no tienen la eficacia esperada, la incidencia de estos factores de riesgos sobre los cuales no tenemos control, puede erosionar el valor de las empresas y dañarlas de manera importante, lo cual fue evidente en el último trimestre de 2008. Este entorno llevó a algunas empresas a una situación de Concurso Mercantil que al parecer nadie anticipó, lo que dio como resultado que las acciones de empresas sólidas -con mercados consolidados y operativamente bien administradas- perdieran en algunos casos, más del 50% de su valor en un periodo muy corto de cotización en los mercados en que se encuentran listados. Por esta razón, el reto empresarial en periodos de alta volatilidad consiste en contar con una organización robusta en materia de gestión de riesgos financieros, es decir, que cuente con la capacidad de sortear de manera exitosa los efectos negativos de estas variables, preservando así el valor de la empresa para los accionistas y la confianza del resto de los stakeholders. La adecuada administración de riesgos permite identificar los focos rojos y corregirlos antes de que causen un daño irremediable; asimismo, pueden contratarse soluciones de control, como los instrumentos derivados, que utilizados de manera prudente y con fines de cobertura, permiten que los efectos nocivos en el capital de trabajo no se materialicen. En cualquier caso, la estrategia que se siga debe realizarse con disciplina y tener como objetivo final la preservación del valor de los accionistas. La crisis financiera de los últimos meses que arrasó a Wall Street y ocasionó la quiebra o liquidación de legendarias instituciones financieras, tuvo una consecuencia especial en la economía mexicana. Mientras en Estados Unidos se inició a partir de las llamadas hipotecas subprime y luego se generalizó en otras latitudes, en México la repercusión más dramática fue una repentina devaluación del peso mexicano. Esta devaluación no se materializó debido a concentraciones de vencimientos de deuda soberana o de corporativos mexicanos denominados en dólares, sino que inició de manera simultánea tanto en México como en algunas de las principales economías de la región. Brasil e inclusive Chile experimentaron devaluaciones locales simultáneas por una repatriación de dólares por parte de inversionistas extranjeros (“hot money”) que al evidenciar la caída de los commodities, percibieron que la región ya no mostraba el atractivo original. Lo anterior no habría tenido el efecto cambiario experimentado debido a que los bancos centrales contaban con recursos para enfrentar este éxodo de dólares, sin embargo, múltiples corporativos mexicanos y de otros países afectados, mantenían posiciones especulativas (“cortas” en dólares) o de cobertura basadas en combinaciones de opciones, que automáticamente detonaron las “llamadas de margen” por parte de las áreas de riesgo de crédito de los bancos contraparte de estas operaciones. Esto agudizó la demanda de dólares en el transcurso del día, llevando la paridad a niveles equiparables a los de un evento extremo. Este fenómeno dañó severamente a varias empresas públicas, quedando al descubierto que: • Gran parte de las pérdidas (aunque no en todos los casos), fueron atribuibles a operaciones apalancadas de Tesorería del tipo Target Redemption Notes (TARNs por sus siglas en inglés). • En muchos casos, el Gobierno Corporativo existente (Consejo de Administración, Comité de Auditoría y Prácticas Societarias) nunca intervino en la aprobación de TARNs, o en su caso, éstos fueron contratadas por las Tesorería directamente, con o sin autorización del Director General o el Director de Finanzas, basándose en el confort que la estabilidad cambiaria de varios años del peso mexicano brindó y que inclinaba a apostar por la apreciación de éste. • En otros casos, el riesgo cambiario se combinó con el de la caída drástica en los commodities energéticos como el gas natural, en agropecuarios como el maíz y en metalúrgicos como el cobre, de tal manera que las pérdidas por derivados se agudizó y se transformó en un riesgo liquidez, que a la fecha varias empresas afectadas siguen negociando con sus contrapartes para no caer en insolvencia. • La incapacidad de las Tesorerías corporativas para sortear una sesión de alta volatilidad, salvo excepciones, no contaban con las destrezas de negociación que se requieren en sesiones de volatilidad para salir lo menos dañados, y si las tuvieron en su momento, perdieron con los años de estabilidad cambiaria. • La necesidad de que los Consejos de Administración robustezcan la Administración de Riesgos, ya sea a través de un Comité o un Subcomité de Administración de Riesgos que dependa del Comité de Auditoría, y de un Director de Administración de Riesgos (Chief Risk Officer o CRO). La Ley del Mercado de Valores contempla en su Artículo 28 fracción V, que dentro de los asuntos del Consejo de Administración está el “dar seguimiento a los principales riesgos a los que está expuesta la sociedad…”, función que reside en el Comité de Auditoría. La figura del CRO se encuentra muy difundida en empresas públicas en Europa y en Estados Unidos, pero no es usual en México. A pesar de esos desafortunados resultados, es importante destacar que los derivados constituyen la herramienta más eficiente para inmunizar a una entidad de los embates de estas variables y sigue siendo utilizada de manera cotidiana en los grandes mercados del mundo, como una forma de limitar la exposición a los riesgos financieros. ¿PARA QUÉ SIRVE LA ADMINISTRACIÓN DE RIESGOS? Las empresas que hacen una adecuada planeación pueden evitar que los cambios o factores externos afecten sus costos o encarezcan sus compromisos Todos los negocios enfrentan riesgos empresariales de diferente origen y naturaleza: unos pueden ser manejados de manera autónoma, con decisiones propias de cada circunstancia; otros, conocidos como riesgos contextuales o de mercado, impactan sobre variables externas (exógenas) sobre las que no se tiene control. Se puede garantizar la seguridad de un edificio con vigilantes y cámaras de televisión, pero no se puede impedir –a veces ni siquiera anticipar– que suban los precios de los energéticos o el tipo de cambio. Sin embargo, a pesar de que esas variables no se pueden controlar, las empresas que hacen una adecuada planeación pueden evitar que los cambios o factores externos afecten sus costos o encarezcan sus compromisos, es decir afecten su valor y rentabilidad. Un ejemplo es el precio del petróleo, que en el curso de unos pocos meses subió hasta más de 120 dólares/barril y luego cayó vertiginosamente hasta llegar a niveles de 42 dólares/barril. Quien compró combustibles en la parte alta de la curva está obviamente en desventaja respecto de quien lo adquirió en la parte baja o mediante una cobertura de futuros. PRECIO DEL PETRÓLEO-COMPARACIÓN MENSUAL Precio mensual promedio (dólar americano) 150 Precio de la canasta (mensual) 120 90 Fuente: Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), noviembre 2008. Nov-08 Oct-08 Sep-08 Ago-08 Jul-08 Jun-08 May-08 Abr-08 Mar-08 Feb-08 Ene-08 Dic-07 Nov-07 0 Oct-07 60 Oct-07 79.32 Nov-07 88.84 Dic-07 87.05 Ene-08 88.35 Feb-08 90.64 Mar-08 99.03 Abr-08 105.16 May-08 119.39 Jun-08 128.33 Jul-08 131.22 Ago-08 112.41 Sep-08 96.85 Oct-08 69.16 Nov-08 53.26 PRECIO DEL PETRÓLEO-COMPARACIÓN ANUAL Precio anual promedio (dólar americano) 120 Precio de la canasta (anual) 100 80 60 40 20 Fuente: Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), noviembre 2008. 2008 2007 2006 2005 2004 2003 2002 2001 2000 1999 1998 1997 1996 1995 0 1995 16.86 1996 20.29 1997 18.68 1998 12.28 1999 17.48 2000 27.6 2001 23.12 2002 24.36 2003 28.1 2004 36.05 2005 50.64 2006 61.08 2007 69.08 2008 101.53 RIESGOS FINANCIEROS EN LA ECONOMÍA MEXICANA Los riesgos de mercado que afectan con más frecuencia a las empresas se refieren a productos básicos (commodities) que por su demanda generalizada cotizan y se negocian en bolsas y mercados (exchange). Los commodities más conocidos son los agropecuarios y metalúrgicos (trigo, maíz, algodón, ganado en pie, oro, plata, aluminio, cobre, zinc), y los energéticos (gas, petróleo, turbosina), además de subyacentes financieros como tipos de cambio y tasas de interés. Los riesgos financieros a los que nos referimos pueden estar alojados “on balance”, como por ejemplo un pasivo contratado en dólares, y “off balance”, como cuando se ha emitido una carta de crédito; aunque virtualmente no se debe, es un compromiso asumido o de inminente realización. En ambos casos la empresa podría considerar prudente cubrir sus pasivos expuestos a variaciones en precios de commodities, tipos de cambio o tasas de interés. Una evaluación integral de riesgos debe tomar en cuenta la “ubicación” de éstos en el balance contable y sus efectos en el capital de trabajo y el valor de la empresa. En el caso de México, las empresas afrontan modalidades particulares en materia de riesgos de mercado, porque se trata de una economía tipificada como emergente y en la que las decisiones de las autoridades políticas, económicas, fiscales o de regulación pueden repercutir más que en países más maduros o con menos inestabilidad. Por otro lado hay que aceptar que México tiene un mercado abierto y globalizado, y que los movimientos externos lo afectan de manera directa e inmediata. Salvo en los productos sujetos a subsidios, precios fijos y precios de garantía, los insumos se comercian libremente y están sujetos a la oferta y la demanda. Los riesgos financieros también deben estar considerados en los presupuestos operativos y financieros, es decir en la planeación de los recursos económicos que se deberán utilizar para asegurar la fluidez de los negocios. Para cada ejercicio anual, y en ocasiones para inversiones de mediano plazo y largo plazo, los tesoreros y administradores deben determinar los precios a los que comprarán y venderán productos y materias primas, las tasas de interés que pagarán por los créditos, la paridad a la que comprarán insumos importados o exportarán productos terminados, etc. En un ejercicio de planeación estratégica es importante estimar los flujos y el valor de la empresa con base en variables fijas, pero también tomar en cuenta los escenarios en los cuales dichas variables se “estresan” repercutiendo negativamente sobre los resultados. Después del análisis de los riesgos financieros, una empresa puede contratar derivados de diferente alcance y contenido para dar certidumbre al flujo de dinero y valor de sus proyectos como parte de su giro, ya sea manufactura, comercio, transformación, etc. Una empresa puede contratar derivados de diferente alcance y contenido para dar certidumbre al flujo de dinero y valor de sus proyectos EL IMPACTO DE LOS RIESGOS FINANCIEROS Cuando se materializan, los riesgos financieros erosionan el capital de trabajo y hacen que se requiera más flujo para producir el mismo volumen de ventas. Por eso se considera un ataque directo al valor del negocio y el capital de los socios y accionistas. Una buena planeación de las compras, así como la cobertura de precios futuros, aseguran que los contratos y presupuestos de largo plazo sean rentables aun en el caso de algunos cambios en los mercados. En México, durante la reciente crisis por exposición a derivados, se supo que algunas empresas estimaron que el precio del gas natural podía subir hasta 50%, por lo que cubrieron sus necesidades con futuros. De manera inesperada, y arrastrado por la caída del petróleo, el combustible bajó casi 50% provocándoles graves pérdidas. En un ejemplo simplificado: el gas se vendía a 10 dólares/mmbtu (millar de pies cúbicos) y se estimaba que podía aumentar a 15 dólares; después de hacer una cobertura, el precio no sólo no subió sino que cayó a 7 dólares/mmbtu. La anticipación del riesgo, como se ve, también implica la posibilidad de que la realidad no corresponda con las previsiones. Es un dilema del cual las empresas no pueden escapar, y para compensarlo existen instrumentos “simétricos” que reducen la exposición con protecciones de signo contrario. Obviamente, en la mayor parte de los casos la planeación tiende a dar resultados positivos, y por eso los derivados gozan de buena reputación en los medios financieros, pero también es cierto que, como ya se mencionó, deben tomarse con precaución y conocimientos. A veces, los “correctivos” pueden llevar a la ruina. MECANISMOS PARA MITIGAR RIESGOS DE MERCADO Los derivados son el instrumento más utilizado para mitigar riesgos financieros, y se originaron en el pasado para dar certeza a la comercialización de granos, que tradicionalmente están sujetos a variaciones debido a la estacionalidad y a los dictados de la naturaleza (lluvias, plagas, etc.). Los primeros futuros de la era moderna nacieron, justamente, para reducir el riesgo de los productores del campo con los molineros e industriales de los alimentos. Ambas partes se protegían contra las variaciones indeseables en los precios –al alza o a la baja–, al tiempo que se aseguraban la colocación y el abasto del producto. No han terminado todavía esos problemas, y aún en estos días, cuando los precios no son remunerativos, los productores del campo prefieren regalar o tirar sus productos, o bien no levantar sus cosechas. De los productos agropecuarios se pasó luego a minerales, metales preciosos, energía, crédito, etc. Los primeros futuros de la era moderna nacieron, justamente, para reducir el riesgo de los productores del campo con los molineros e industriales de los alimentos Los derivados, que ahora parecen estar en entredicho, se han utilizado para reducir la incertidumbre de las empresas, y algunas formas estandarizadas se negocian de manera cotidiana en mercados conocidos como cámaras de compensación (clearing houses). El Chicago Mercantile Exchange (CME) es la mayor cámara de compensación de productos derivados del mundo. El Mercado Mexicano de Derivados (MexDer) es donde se listan, cotizan y gestionan futuros y opciones firmados en nuestro país. Otros derivados pueden establecerse de manera privada entre la empresa y su contraparte, por lo general un banco o intermediario financiero, en lo que conoce como el mercado privado u OTC (Over the Counter). El OTC no está regulado y por lo mismo sujeto al riesgo contraparte (que una de las partes se niegue a honrar su compromiso). En cualquier caso las autoridades de la cámara de compensación o los intermediarios financieros establecen las condiciones a que deben sujetarse los contratantes, y determinan las “llamadas de margen” (margin calls), es decir depósitos o garantías para asegurar el cumplimiento de las obligaciones. Algunos analistas han sugerido que los problemas de liquidez que sufrieron algunas empresas mexicanas expuestas a derivados se debieron a su imposibilidad de cubrir las llamadas de margen a que estaban obligadas debido al aumento en el precio del dólar (habían apostado a la estabilidad de la moneda mexicana dejando expuesta a la empresa ante devaluaciones). Los derivados más conocidos son los futuros, forwards, swaps y opciones, y por su frecuente uso se describen como genéricos (“plain vanilla”, en el argot). Bancos e instituciones financieras han construido otros esquemas más elaborados, agresivos pero también riesgosos –a los que se aplican calificativos de “exóticos”--, como los swaptions, snowballs y TARNs. Analistas explican que algunas de las empresas mexicanas que resultaron afectadas por su exposición a derivados pudieron haber contratado instrumentos de alto riesgo como éstos. En su caso, los derivados no fueron útiles sino contraproducentes. Estos resultados no deseados indican que en los fundamentos de la administración de riesgos se debe priorizar el valor de la empresa, y que para ello es importante prescribir prudencia y establecer controles internos adecuados, una comunicación transparente entre los órganos de gobierno (Corporate Governance) y una asesoría que aporte las mejores prácticas y habilidades adecuadas para el manejo de las contingencias. Por lo general, los tesoreros y directores de finanzas son quienes cierran estos contratos, y el consenso general establece que deben ser profesionales que conocen a fondo estos instrumentos, están bien asesorados sobre sus consecuencias, y tienen una adecuada supervisión de la dirección general y el Consejo de Administración. En su libro Options, Futures and Other Derivatives (Prentice Hall), John C. Hull afirma: “La lección que se debe aprender de las pérdidas es la importancia del control interno. La alta dirección debe establecer una política clara y explícita sobre la forma en que son usados los derivados, y la capacidad de los empleados de tomar posiciones en estos mercados. Darle a una o dos personas completa autonomía para negociar con derivados, sin un monitoreo estrecho sobre los riesgos que toman, es una receta para el desastre”. Un sondeo realizado por KPMG en México entre la alta dirección de diversas empresas revela que quien se encarga de establecer políticas en materia de coberturas y administración de riesgos financieros en 19% de las compañías es el Comité de Riesgos; 37% es la Tesorería, mientras que 7% es el Comité de Auditoría. ¿Cuál es el organismo corporativo en su compañía a cargo de establecer políticas en materia de coberturas y administración de riesgos financieros? Otro 33% Tesorería 37% Administrador de Riesgos 4% Comité de Auditoría 7% Fuente: Sondeo realizado por KPMG en México, 2008. Comité de Riesgos 19% Los derivados más frecuentes Forwards: es el instrumento derivado más sencillo y establece un compromiso de comprar o vender un activo a determinado precio en una fecha predeterminada. Puesto que el precio está determinado desde el inicio, la contratación de un forward no tiene ningún costo adicional para las contrapartes. Quien compra asume la llamada posición larga porque espera que el precio suba; quien vende adopta la posición corta. Por lo común se firma entre las partes, de manera privada. Futuros: es un acuerdo entre dos partes para comprar o vender activos a un precio y en una fecha prefijada, y que se negocia en un mercado regulado (exchange) como el MexDer o el Chicago Board of Trade. En estos casos no es necesario que las partes se conozcan entre sí, porque el mercado dispone de herramientas para asegurar el cumplimiento del pacto. Estos mismos mercados determinan los precios de los futuros según la oferta y la demanda. Se puede establecer que el contrato se liquide mediante el pago de la diferencia entre el precio pactado y el precio de mercado al vencimiento (pago por diferencias), con lo que no es necesaria la entrega física de los activos. Este tipo de derivado no tiene un costo en sí mismo, salvo las comisiones del mercado. Opciones: una opción establece el derecho de una parte de comprar (call option) o vender (put option) un activo a un precio y fecha prefijados. En algunas variantes de opciones se puede ejercer el derecho en cualquier fecha, a elección del interesado. La gran diferencia de las opciones es que, como su nombre lo sugiere, no es obligatorio comprar o vender, y que el interesado puede desistirse. Por esta misma razón, y por la desventaja en que queda la contraparte, las opciones tienen un costo (prima) para quien las adquiere. También se puede establecer el pago por diferencias. Combinaciones de derivados: partiendo de los derivados más básicos, diferentes combinaciones de derivados se pueden obtener para satisfacer los perfiles de riesgo más exóticos. Combinando opciones, por ejemplo, se puede pactar la compra de un insumo en un rango de precios sin pagar prima inicial y que venza anticipadamente si el nivel de pérdida acumulada alcanza cierto nivel. Las combinaciones de derivados traen consigo un mayor grado de complejidad que requiere cuidado en las decisiones que se toman, los controles que se implantan y la información que se reporta a accionistas. LOS RIESGOS Y LOS BENEFICIOS Existen modelos y métricas para calcular los riesgos de mercado, como es el caso de los análisis de sensibilidad ante los factores de riesgo, a través de los cuales se determina el impacto que tienen los precios de los insumos sobre el flujo y otros parámetros financieros. ¿Cuál es la repercusión de un aumento de 10% en la paridad cambiaria? ¿Cuál de un aumento de 20% en el precio del acero o la energía eléctrica? Se suelen hacer “corridas” o simulaciones informáticas para conocer las consecuencias del aumento en los energéticos, los insumos, las tasas de crédito y dependiendo de la exposición de cada empresa, determinar las áreas sensibles o que demandan una cobertura. Cuando estas mediciones de sensibilidad se acompañan del nivel de confianza (en términos porcentuales), la técnica resulta más útil al establecer la probabilidad con la que puede ocurrir la pérdida. Esta técnica se conoce como Valor en Riesgo o VeR . CUANDO LAS COSAS VAN MAL Muy pocas empresas realizan ejercicios predictivos de rutina o “escenarios de estrés” para conocer su posición actual y el daño que podrían sufrir en condiciones extremas o de alta volatilidad (cartera vencida, devaluación, recesión, etc.). Después de varios años de estabilidad en las variables macroeconómicas, muchos empresarios mexicanos desestiman el valor de estos ejercicios y olvidan que la economía sigue siendo un fenómeno de gran dinamismo. De hecho, algunas empresas tardaron muchos días en determinar los daños que habían sufrido a raíz de la crisis financiera, y es posible que otras todavía no sepan qué deben hacer para enfrentar un futuro incierto. Ahora más que nunca, las empresas tienen que medir su sensibilidad a los riesgos y determinar, de manera juiciosa, las medidas para mitigarlos. Una decisión razonable, por ejemplo, es crear un Comité de Riesgos y coberturas o un equipo equivalente, que se especialice en el tema y sea el órgano controlador. No es mandatario contratar coberturas si no se considera necesario, pero hay que saber que una posición descubierta (“naked position”), es decir con cero coberturas, también es una forma de decidir. En el sondeo anteriormente mencionado, se les preguntó a los directivos si su Comité de Auditoría cuenta con miembros independientes que conozcan de instrumentos financieros. ¿Cuenta su Comité de Auditoría con miembros independientes que conozcan de instrumentos financieros? Sí 41% No 59% Fuente: Sondeo realizado por KPMG en México, 2008. ¿Cuenta el área de auditoría interna con los conocimientos para auditar derivados e informar al Comité si las directrices de riesgo prescritas se están cumpliendo? Sí 27% No 73% Fuente: Sondeo realizado por KPMG en México, 2008. Historia de Éxito ADMINISTRANDO ADECUADAMENTE LOS RIESGOS FINANCIEROS Recientemente el uso de instrumentos financieros derivados se ha tornado controversial, en especial en el entorno empresarial mexicano, el cual no había visto los graves efectos por pérdidas en estos instrumentos desde su introducción como los conocemos, hace más de diez años. En buena parte, la falta de controles al pactar instrumentos derivados y la desviación de la estrategia respecto al objeto de la empresa, son consecuencias de los problemas que han tenido tanto empresas listadas en bolsa como privadas. Sin embargo, casos como el que se presenta a continuación ejemplifican la administración adecuada de los riesgos financieros cuando se detectan problemas al nivel de transacciones particulares en las áreas de Tesorería o Finanzas. Una empresa privada en el ramo constructor tiene exposiciones a riesgo de mercado por variaciones en diferentes subyacentes, como son la tasa de interés de los préstamos que recibe, el precio de materiales como el acero y el tipo de cambio por las compras de terrenos para desarrollo inmobiliario. Para la administración de estos riesgos, la empresa cuenta con un área de finanzas que se apoya en un tesorero, quien realiza operaciones de cobertura de acuerdo a la estrategia que él mismo propone en el Comité de Finanzas. En el caso particular del tipo de cambio, el tesorero contrató operaciones derivadas que si bien cubrían a la empresa en situaciones “normales”, la dejaban expuesta a la depreciación del peso respecto del dólar. Un análisis de sus posiciones en instrumentos derivados permitió identificar lo anterior y preparar un plan de acción que abordó los siguientes puntos: 1. Identificación de los riesgos en sus posiciones a riesgo en tipo de cambio y aplicación de medidas estadísticas para su medición. 2. Análisis de las coberturas existentes y conclusión sobre su efectividad bajo escenarios normales y de estrés. Este análisis se hizo en los ámbitos económico y contable pues a la empresa le interesa mantener el valor a sus accionistas. 3. Conclusión sobre si era necesario conservar dichos derivados (un tanto complejos) o mejor sustituirlos por otros más adecuados. Siendo el presente un tiempo difícil hablando de volatilidad del tipo de cambio, esta empresa ha mirado hacia atrás y evaluado la pérdida hipotética en que hubiera incurrido de no efectuar su plan de acción: ¡nada menos que 37 millones de dólares! El marco de referencia al cual recurrió la empresa es el del sector financiero, del cual se tomaron las prácticas más relevantes y se adecuaron a su contexto y escala. Hoy esta empresa ha logrado conservar su valor sin distraer recursos de su actividad natural (la construcción). Su nuevo plan a implementar en el 2009 es crear un área que vigile los riesgos financieros y que reporte oportunamente éstos al Consejo de Administración. Igualmente está mirando sus otras exposiciones en préstamos a tasa variable y compras de acero con el fin de cubrirlas de acuerdo a nuevas políticas internas que entraron en vigor. CONCLUSIONES Los riesgos financieros son una permanente amenaza para las empresas, su valor de mercado y los intereses de accionistas, trabajadores y stakeholders. Quizá los más dañinos, puesto que son externos y no están bajo el control de la empresa, son los riesgos a consecuencia del cambio imprevisto en los precios de insumos críticos como materias primas, energéticos o tipos de cambio. Los derivados –forwards, futuros, opciones y ciertas combinaciones– son instrumentos útiles para cubrir estos riesgos y dar mayor certidumbre a los presupuestos y a la planeación financiera. Pero estas herramientas también tienen sus propios riesgos, como lo han comprobado las empresas mexicanas que fueron gravemente dañadas debido a la devaluación del peso mexicano. Dado que no es posible cubrir de manera satisfactoria todos los riesgos, cada empresa y grupo de inversionistas debe evaluar su apetito o aversión en esta materia, definir sus áreas críticas, y determinar los costos y repercusiones de esta elección. En este campo no existen reglas fijas, pero sí buenas o malas decisiones. Sobre todo es necesario que la dirección general y el Gobierno Corporativo establezcan políticas claras y sistemas de control para evitar excesos por parte de las personas responsables de comprometer el patrimonio y el futuro de la compañía. El fin último de los negocios es conservar y aumentar el valor de las empresas y sus accionistas, y la administración de riesgos siempre debe estar alineada con ese objetivo. kpmg.com.mx 01 800 292 5764 Sobre los autores: Nicolás Olea es Socio de Administración de Riesgo Financiero, dentro de la Práctica de Asesoría en Riesgos de KPMG en México. Tiene amplia experiencia en la industria de corretaje de derivados listados en Estados Unidos (REFCO-Chicago) y en México (Bolsa Mexicana de Valores y en el Mercado Mexicano de Derivados). Nicolás está a cargo de las revisiones de riesgos en el sector financiero mexicano, en particular, en materia de contabilidad y auditoría de instrumentos financieros primarios y derivados, donde radica su especialidad. Funge como líder de producto de KPMG para Latinoamérica en cuanto a normatividad en materia de contabilización de derivados con fines de cobertura bajo los estándares contables C-10, IAS-39 y SFAS 133/138. Gerardo McQuade es asesor de Administración de Riesgo Financiero, dentro de la Práctica de Asesoría en Riesgos de KPMG en México. Cuenta con diez años de experiencia en el sector financiero y ha participado en proyectos de administración de riesgos, derivados y contabilidad de instrumentos financieros. Ha otorgado servicios a compañías de los sectores financiero, construcción, transportes, minería, petroquímica y energía. Gerardo tiene experiencia en la modelación cuantitativa de problemas, incluyendo técnicas estadísticas paramétricas y métodos numéricos, así como en la programación de modelos matemáticos y en normatividad contable de instrumentos financieros y coberturas. Hugo Vázquez es asesor de la unidad de Riesgos Financieros, dentro de la práctica de Asesoría de Riesgos de KPMG en México. Cuenta con más de 15 años de experiencia en la consultoría referente a la valuación y administración de riesgos financieros. Ha asesorado a empresas de diversos sectores, principalmente: financiero, manufactura, telecomunicaciones, petroquímico e industrial. Hugo cuenta con una larga experiencia en modelación, estructuración y valuación de instrumentos financieros derivados, así como también en la auditoría y asesoría en materia de riesgos financieros y normatividad contable para instrumentos derivados. Si le interesa contactar a los autores de este artículo o desea información adicional, favor de dirigirse al 01 800 292 KPMG, o si lo desea escríbanos a [email protected]. Coordinación General - Mónica Meza Bravo Supervisión - Jessica Alarcón Félix Edición - Berenice García Lozano Diseño - Valeria Gil Cruz La información aquí contenida es de naturaleza general y no tiene el propósito de abordar las circunstancias de ningún individuo o “D.R.” © 2009 KPMG Cárdenas Dosal, S.C. la firma mexicana entidad en particular. 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