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Edición 15
La hegemonía comercial inglesa sobre América Latina
La hegemonía comercial inglesa sobre América
Latina, emancipada del control político de España y
Portugal produjo una nueva dependencia de tipo
semicolonial; tuvo un efecto negativo sobre la
industrialización latinoamericana. Determinados
países, tales como Brasil, se mostraron inclinados
a abrir sus mercados casualmente a la penetración
de las mercancías europeas en tanto que algunos
otros, como el Paraguas del doctor Francia,
adoptaron conductas nacionalistas y provocaron
antagonismos entre sus potencias hegemónicas.
México fue víctima del expansionismo de los
Estados Unidos. Mientras la sociedad mexicana
permaneció estancada y dominada por una
oligarquía terrateniente semifeudal, la nación
norteamericana vivió un dinámico crecimiento
territorial, demográfico, agrícola y manufacturero.
Aunque en la región del sur se consolidó el sistema
esclavista, en su conjunto los Estados Unidos
desarrollaron estructuras burguesas y capitalistas.
El crecimiento capitalista combinado con las
apetencias
territoriales
de
los
grandes
terratenientes del sur, alentó un espíritu
expansionista, que se expresó por la doctrina del
destino manifiesto y se dirigió concretamente hacia
el Caribe y hacia México. La rebelión contra las
autoridades
mexicanas
de
los
núcleos
angloamericanos establecidos en Texas y en
California llevó a una guerra de conquista
estadounidense contra su vecino del sur,
anexándose la potencia norteña, en el año 1848, a
mitad del territorio de México.
La América Central fue objeto, durante el período
que no ocupa, de una pronunciada rivalidad
económica y política entre Inglaterra y los Estados
Unidos.
Dentro del cuadro de esa rivalidad.
Centroamérica se esforzó por establecer y
mantener su unidad nacional basada en la
Capitanía General de Guatemala, que había
abarcado, en la época colonial a todo el istmo,
excepto Panamá. La labor unificada de Francisco
Morazán fracasó ante las fuerzas centrifugas.
Oligarcas feudales y liberales anti centralistas
coincidieron en oponerse a la fórmula defendida
por el héroe hondureño.
Los
“imperialismos
liberales”
inglés
y
norteamericano se aprovecharon de la división
centroamericana para penetrar y captar zonas de
influencia. El motivo más importante de su pugna
lo constituyó la posibilidad de que tanto uno como
otro pudiesen construir en el futuro un canal
interoceánico y controlar el tránsito mundial entre
el Atlántico y el Pacífico.
El tratado
anglonorteamericano Clayton-Bulwer de 1850
produjo cierto alivio en la tensión entre los dos
países, y derivó en un provisional “condominio” o
por lo menos, un equilibrio entre ambos en la
América Central.
Mientras tanto, Cuba fue a su vez objeto de la
codicia expansionista norteamericana e inglesa,
conservando los Estados Unidos una clara ventaja
al respecto. Varias veces se efectuaron intentos
norteamericanos (movilizados sobre todo por la
oligarquía sureña) para apoderarse de la isla. Al
mismo tiempo, Santo Domingo se liberó de la
dominación haitiana bajo la cual había estado
hasta 1844, una vez independizada, vaciló entre
una política exterior pronorteamericana y otra
orientada a buscar nuevamente la tradicional
protección de España.
Bajo el efecto de las fuerzas centrifugas inherente
a una sociedad semifeudal, la Gran Bretaña se
dividió y sus tres países integrantes sufrieron una
creciente dependencia económica y diplomática
ante la Gran Bretaña. España amenazó en ciertos
momentos la soberanía del Ecuador y por ello se
reunieron dos congresos latinoamericanos en
defensa común contra el antiguo colonialismo.
Perú y Bolivia se unieron temporalmente en una
confederación, pero esta modificación del equilibrio
sudamericano provocó la intervención militar en
Chile y Argentina contra los países confederados.
El “imperialismo liberal” británico apoyó a Chile
contra el ensayo confederal. En este lapso, la
Argentina y el Brasil vivieron en aguda rivalidad. El
autoritarismo nacionalista de Juan Manuel de
Rosas estuvo enfrentado al poder imperial
brasileño, que era favorable a los intereses y la
influencia de Inglaterra y Francia. El Uruguay,
dividido entre Colorados y Blancos, constituyó el
principal escenario de esa gran pugna geopolítica.
Finalmente el nacionalismo argentino fue derrotado
y la influencia británica, junto con la del Brasil, se
fortaleció en el Cono Sur.
No obstante su fundamental amistad con los
ingleses, el Brasil tuvo roces con ellos, con motivo
del problema de la trata de esclavos negros.
Dichos desacuerdos y querellas se prolongaron
hasta el año 1850.
En general, se trata de una época la cual
Latinoamérica se divide definitivamente en estados
separados, a la vez que Inglaterra, y en menor
grado Francia, implantan una hegemonía
semicolonial sobre el subcontinente. En el área del
Caribe y de Centroamérica, la dominación
semicolonial británica comienza a ser desafiada
por la nueva potencia de los Estados Unidos, que
inicia su expansión hacia el sur a expensas de
México.
La América Latina, que durante los años de su
combate por la independencia política había sido
un actor dinámico en el escenario internacional, y
vuelve a hundirse en la pasividad frente al mundo
exterior y vive más como objeto que como sujeto
de
la
historia.
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