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PALMA.—DOMINGO (> ¡)S^: AGOSTO DE 1851.
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ESPÍRITU D E LA P R E Ü S A .
{Del Diario de Barcelona.)
DERROTA DEL ABSOLUTISMO.
Vedle ahí, á esc empeíador de Rusia,
reducido por íin á su veidiidcra espresion!
Al oir á sus aduladores, era la sabiduría,
ia prudencia, el desiulert-s -iiisuio, la fuerza 60 el reposo, pero la fueiza invencible
el dia en que creyese opocluno variar de
aclilud. Cuando ese hombre l'iuncia el ceno,
hacia lemblar á la Europa. A^i es que lodo
aquel que soñaba para su patria la gloria
de la esclavitud volvia sus ojus hária Rusia. No hay entre uo>otros quien no haya
üido este «hosanna* á la aulociacia. líl uno
decia: «lil cañón vendrá de allí para salvarnos!» líi otro esclaiuaba: «El emperador
Nicolás ha ganado el mundo, con su ejemplo, la causa del despotismo.» No faltaba
en Gn, quien, desde lo alto de la tribuna,
medio destrozada á sus propios ííolpes,
feodia hacia el polo sus> brazos suplicantes,
invocando, eo nombre de la lej;ilimidad,
para las uaciooes'^libfes, una invasión moscovita.
Y él, el fuerte enlTfe los fuertes, el seOor
todopoderoso, tomabí por lo serio su papel
de rey de reps, y de maolenedoi armado
del absolutismo.
El habia encadenado á la Polonia, desarmado á la Hungría, hiriéndola por detrás como uo asesino, y siempre que veía
en derredor de sí, no importa dónde, eo
Italia ó en otra parte, que un general habia incendiado una plaza, saqueado un pueblo, subyugado por el hierro ó por el fuego
una nacionalidad, le enviaba por el coneo
una de las setenta órdenes de su invención,
como si tuviera en su mano el mando universal de la contrarevolucion en Europa.
Y de este modo lodos los héroes de los ancianos degollados y las mujeres azotadas,
ostentaban en su pecho, al dia siguiente de
una carnicería,.el «salisfecil» imperial de
la Rusia.
— Ahora, habia dicho sin duda ese griego, ahora puedo desafiar á la forluna; he
rolo cuanto se me resistía; lo he hundido
lentamente hombre por hombre, en un mundo de donde no se vuelve, y lo he dado
á guardar á mi mejor carcelero, al hitdo de
la Sibeiia. Reino en un magnífico E-tado
de un solo pedazo; bien silencioso, bien
sepultado bajo mi dominación, como bajo
las nieves de su clima, donde yo solo me
paseo con la frente erguida, y donde no
üigo oi aun el rumor de mis paso.*. La
Polonia está muerta; locadia sino, y os
convencereis de ello. Tengo el brazo libre
por este lado paia dar un golpe á mi manera. La ocasión no puede ser mas oportuna: debo, si soy de mi raza, aprovecharla;
después dirán lo que quieran. Un emperador como yo está mas alto que la historia.
Por otra parte, mi hora se acerca con una
insolencia verdaderamente democrática, y
10 quiero morir con una ambición ahogada. Tengo uo hijo menor llamado Constantino, muchacho listo, emprendedor, y bajo
«sie punto de vista, mi Benjamín, mi predilecto. Para premiar sus méritos, hay aquí,
^? el mapa, al eslremo de ral dedo, una
ciudad que se llama Coostantinopla. Cons^^otioo, Constanlinopla; es imposible encontrar dos palabras mas semejantes al
'"do, á no añadir eUecho al nombre para
completar la semejanza. Pues bieo,';eso es
lo que voy 4 hacer;, este mismo aíío, SÍQ
ir mas lejos, colocaré en ConslanlinO(>la á choque, aplastaría con su peso al ejéícílo
Constantino cu lugar del Gran Turco, qiio dei Sultán. Y como, á pesar de todo, la
es un Sfñor des'Meido, digno á lo ni.is d^'l vícloria tardaba en llegar, sacó de su retratamiento de «muy sefior mío»; y CDO licario la vieja glwria sepluagcnaria del
e.sta piadosa su4itUiloii d-'l Evangelio al miríscal Paskíewilsch, e' héroe de la Po(iorán e:i la peisona de mí hijo im-iioi-, lonia y de la Hungría, el vencedor á golpe
liabó enconlriulo ailt'más el medio de ser seguro, el Souvarow de! momento. Tolo
eslo se ha sumergido e.'»lrei)itosainenle eo
agr.i.laliie al Scfior.
¿Quién puede poner obstáculos á este bis aguas del Dinuhio. Y durante el deproyecto, madurado mucho lie;i)¡)o en ;.i- sorden de la naturaleza, la civilización iniencío cu el fondo de mi alma, y ai¡nnc,ia(lo (¡uiota contaba las horas, y coa los ojos
anliguameole por uo astrólogo tan iniciado lijos en cada vela que salía del puerto de
co(no puede estado cual(|uiera en los se- Toloí) ó de Dunkerkc, decía para sí;'¿líecretos del poivenii? ¿Seria el Austria? esU garát) á tiempo la Franeiay la Inglaterra?
Y la Inglaterra y la Francia han llegado,
nación tiene todavía aiíiei tas >us sangrienl#s heridas. ¿Seria la Prusia"'* á csla, on mi en efecto, á tiempo; pero es para asistir
calidad de cuñado, la desarmaría con uoa á la retirada de la Rusia, porque con lo ~
sonrisa. ¿Acaso la Inglaterra? ¡!)ah! ella d !s esas masas airojadas las unas tras las
echa .sus miras por otro lado; y en todo otras, con lo Jas sus jactancias, con todas
caso, uo tiene pjéicitoqne poner co batalla sus «Te Dcum» anticíp. dos. ¿sabe»s lo que
á las márgenes del Danubio. ¿Por ventura ha conseguido eu definiliva la Rusia? Ui
la Francia? esa nación no tiene eu la ludia conseguido insurreccionar tal cual aldea
propiedades quií defender |)i)r esta parle griega contra la soberanía del Solían: pordei Asia, y en cuanto á su alianza con la tjne el emperador Nicolás, este Ante-Cristo
Inglaterra, para tener en cuahpiier evento de la revolución, aun de aquella que combala libertad de agitar sus escuadras en el te por la independencia, se ha convertido
Mediterráneo, mí diplomacia, la mejor in- ahora en ageole instigador de la revolución
formada de Europa, me ha asegurado po- misma, en revolucionario como Mazzini,
silivameote que esa aliaoza es imposible no por amor nacional, sino por ambicioo
por esla razón v la otra y la de mas allá, de conquista. Y mañ.ina quizá dará á Gilen fin, por treinta y seis mil razones. La vas, por haber revolucionado la Micedenia,
Europa duerme; yo le he administrado el el misuio cordón que daba ayer á Haynau
opio de mi política; la soi!i!)ra tiende par por halier ahogado la revolución de Huntoda partes su maolo; lié aquí la hora de gría. La moral del despotismo es siempre
Macbel, lomeíaos la espada y marchemos. de doble sentido.
Y entonces, bajo el sutil [¡retostó de
Pero 00 olvidemos la vícloria de la Ruuo protectorado religioso, dijo al Sultán: sia; porque esla grao nación tiene también
— Cédeme la plaza amistosaireüte por una victoria que inscribir eo su panleou
el presente tratado, que me he .servido re- nnpreso, que ella llama el «Inválido.»
Un dia, después de haber solemnemente
dactar de anlenra(ir> para ahoriatle la veflexión, y que vas á firmar ahora mismo. jurado á la faz de Europa, que nunca, bajo
Por lo demás, firma ó no firmes, poco me ningún preteslo, hsria la guerra la primera,
importa, á tu voluntad queda: no ¡lor esO oí dispararía sus cañones sino en el C9so
dejirás de morir dentro de poco. Lo único de ser atacada y solo para rechazar la
que hago es dejarle, por uoa ea'idad„dig- agresión, la Rusia envió secretamente, á
oa de Roma en los tiempos de Tácito, el hurtadillas, una üoU cuatro veces ma.s
derecho de elegir entre el hierro y el ve- numerosa, á sorprender la fióla turca que
neno. ¿Qué quieres? está escrito en mi ca- dormía en una profunda-seguridad bajóla
lendario que Constanlinopla ha de ser du- fe rusa, en la rada de Sínope; la incendió
raiile mi vida la tercera capital de Rusia! sin perdonar un solo navio, co!) una frialiNunca el derecho del mas fuerte en su dad cruel; y como si esla cspedicion noccandor mas brutal, habia hablado aun en tiima 00 bastase á íu gloria, bombardeó
lales términos ante la luz do la civiliza- por casualidad la [loblacion musulmana de
ción. No parece sino que la humanidad ha- Sínope, y por casualidad lami)ien litiró á la
bía relrocedido de pronto ni siglo de Cam- población griega de la carnicería; como
bises. La Turquía respondió noldemenle á para decir á la una: Te he burrado del
aquella orden de suicidio enviada de San mapa, muerel y á la otra: Ven ú mi, yo
Pelersburgo, y no bien habia espedido su te protegeré!
respuesta, cuando la Rusia, en plena paz,
Y después de este acto de-barbarie, tomó
sin previa declaración de guerra, por un á Dios por testigo. Ahora bien, hé a(juí lo
ardid de su imaginación, invadió una parle que Dios le respondió. Pero es ya larde
del terrilorio Unco, no para hacer la guer- por hoy; esperemos á olro dia.
ra al Sultán. Dios era testigo de que no
abrigaba semejinte iuteaelon, sino simplemente para tener uoa prenda en su mano;
una prenda, ya comprendéis, una prcn la
ni mas ni menos. Preciío es confesar que
Valencia 5 i de julio.
en esta ocasión la Rusia empleó una rara
.lUNTA DE GOBIERNO
habilidad en eocontiar un nombre para
de.>»ignar lo que en todas partes se conoce
de la provincia de Valencia
con otro muy distinto. Y en verdad que
Esta junta acsba de reci'ítrel higuienle parle
la diplomacia rusa ensanchó entonces algo tfilográíicü:
libremente el círculo de la sinonimia.
«Madiid 29 de julio dñ lS5i, alas do» y
Cierlamente la Rusia tenia prepprada el media de la tardo.
golpe hacia mucho tiempo, y acuniulado
La junta de «obierno de Madrid á la junta
fuerzas en la frontera de Turquía. Tenía de gobierno de Valencia.
ademas un formidable ejército dispuesto á
El Exmo. Sr. Duque de la Vieioria ha enentrar eo campafia, y otro de reserva, pron- trado hny en esta capital á las^oclio de la
to, en caso de un revés, á volver á em- mañana.»
pezar la partida. Precipitó, pues, esta irValencia 30 dp julio de i85i, á las siete
rupción de hombres á través de la Valaquia, y cuarenta y cinco minutos de la raaúana.—
en la íntima convicción de que, al primer Kl comandante, Pedru Antonio Planeli.
Lo que «e aprefíira e«ta junta á pontr ca
c Dociüiicnte del publico ¡lara <« salisfíiccion.
Vfíioncia ;iO (le juiio d'j 185i. —El prcTJ(leii(-\ José (iiascs.-El secielario, José C.
Süiiií.
Los perindici's ¡lo Madrid confirman la nolici.i (¡up ditno. iinleayer lehiliva á IK ¡n'hWi
del lieñur S.ilaniaera. Eíle se habia fugado
de Madrí:] v.'sii lo de, sereno, y fué [)re»ri rt-alnifíiltí en Aliac^te <1 dia 2(5 con otro persnn.ije enyo nemioe no suena todavía, á consecuencia de l.-s ordeños ciminnicadas por la
junta siiiciior de la (inivincia. El fiobierno y
'a juida lian di.sj)ues!y (ju^de dctí-nido en la*
Peñas de .San iV'dio liasti la reunión de lai
corles.
Madrid S9 dijulin.
Ayer ^0 rn\. iO la Mili'ia naeienal de Madrid en la plaza de la (lonslitiicion, pasándola
revista el general 0. Evaiiálfi San .Mit^uel.
Nuev») bíit»llones de infanleiia, uno de ariilleiia, y cuatro balerías si» preicntaion, sino
tan numeromis tomo cuando fuerofidiíuelioi,
por las baja» ocurrida» dürant" once años
mucho ma* de loqu" «e espetaba, y en iotafdtíio eslddo do i/i.sttnación.
S. M. la reina y in aiignsio esnuo han <ifr,ifido á la junta Miperior de armamenU) y dwlen*» de Madrid 30,000 reabs ijU'- en su nombre y en el de la Princesa, deben dislrilmir»»
entre ¡OS b«;rii!os eu las iiituna« oeurr(>ucias d«
la rórle , y hao maiiife»rado %ai deseos da
sabur quiénes gnu las viudas y huéifanos qua
lian quedado desvalidos. I'ubliratnos este nuevo rasf;» da la generosidad de S. M. la Reina, cuyo maternal corazón es la mejor garantía para h libertad.
Junfn supnior dt snlvncinrt, nnnamenlo y dijensa de ta provncta de Mudnd.
S. M la U'ina saldrá esia larde á IHS m%
p.ira visilar á su leal pueblo de Madrid. La
junia de ralvacion, ai muñiente y defensa acora[lafiará k la regia persona en loda la carrera
que gnarneceríin la Milicia nurional y el ejército. LH reina leeorrerá asi la plaza de la
Almería, ealle Mayor, Puerta (bd Sel, calla
de Alcalá, Piad", volviendo k palacio por la
Carreía de San (vMonime y calle Mayor. E-to
pa>eo de S. M. di-siues del giave conflicto
poi que ha pasado id pueblo de Madrid, deho
si'r una inai>ife>iittiun de ja alianza que feiiímenie rema enlr« el pu(blo y el trono cons(itueioiíal.
Madrid 27 de julio de 18»i —Evaristo San
Mii^uel, ¡ir.'fideiile.—Aiiod Pernandez de lus
Uiiis, vocal seere'ario. —Francisco Salmerón y
Alonso, vocal seeretaii'».
Hnbúanlet de Madrid y Milicianos A'ocimalet.
lísn pasado los di»» de luidia y de sangre,
y han sucedido la calina y td reimso. Vuestra
sensatez y cordura h'in demostrado-* ^o» enemigos de la libeitad cuan dignus soii de gozar
los derechos de que por tanto tiempo se os ha
prÍTadn. Si la ilustración y el amor a la patria son [iiendas «eguras Je la estabilidad y fip.
meza de las instituciones lib-rales, nadie pu.da
recliimarlas con mas ntzon que vosolrt)s.
Los que crean «I"" "" '^^ merecéis, recnerd( o eíte dia glorioso, en que entregados á las
mas halagüeña» e.sp..rniiza^ habéis visto desQl;ir vuestra Milicia, baluarte inespugnable del
rtrden y *e la libertad. ;Q,ie tiemblen á su TÍ«ta los que abriguen la mas remota esperanza
de reacción! Que no piensen siquiera en la po.
sibilidad de couseguir .sui tenebroso» planea!
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