Excelentísimo Sr. Presidente. Ilustrísimos miembros y compañeros de la Reial Acadèmia. Señoras y Señores. Me corresponde hoy dirigirme a Vds., en nombre de la R.A.C.B.A.S.J., para presentar el homenaje que rinde nuestra entidad al muy querido compositor Joan Guinjoan, con motivo de haber cumplido hace poco tiempo sus 80 años, entidad a la que él mismo pertenece desde el año 1991 como Académico de número. La labor que me ha sido encomendada, también en representación de la Sección de Música de esta Academia, es algo que hago muy gustoso, dada la gran amistad que desde siempre he mantenido con el homenajeado, junto a la gran admiración que, en tanto que colega, le profeso. Es así que, más que un repaso a su brillante y extenso historial, al cual se puede fácilmente acceder hoy en día por diferentes medios, he preferido hacer un acercamiento personal, siempre más cálido e inesperado, así como asumir el riesgo de una valoración, desde mi ángulo, de su lenguaje, estilo y trayectoria. Dado que, después de las palabras va a seguir la música, me permitiré también comentar las obras que escucharemos interpretadas por el pianista José Menor. A fin de hacer más accesible este acercamiento hemos distribuido a la entrada, como habrán visto, algunos libros monográficos de su ya extensa bibliografía, aunque solo sea a título de muestra y por si alguien interesado quisiera tomar alguna referencia. A pesar de que me agradaría en gran manera comentar la importancia de cada uno de estos libros para descubrir mejor el mundo interno y las vicisitudes del compositor, desde aquella iniciática “Ab Origine” del año 1980, hasta la reciente “Carta Blanca” de gran homenaje, con importantes conciertos hechos en Madrid el año pasado; y aunque no quiera extenderme demasiado, decía, sí que les quiero leer un breve párrafo de la publicación recientemente aparecida “Joan Guinjoan, íntim, les arrels del compositor riudomenc” escrito con gran afecto por dos jóvenes de Riudoms: Anton Marc Caparó y Maria Eugènia Perea, para destacar el tono afable y de proximidad en que está escrito. Ya en las notas preliminares se plantean: “Quien es Joan Guinjoan? Qué sabíamos nosotros de él? Le habíamos visto en fotografías en la prensa local y nacional, con sus gruesas gafas de pasta y la pipa en la mano, con una amplia sonrisa característica que transmite afabilidad, y, sobre todo, que hace una música extraña no apta para no iniciados, que recogía numerosos premios por todo el mundo…” Me gustaría citar, justo para comenzar, las palabras con las que Guinjoan inicia su discurso de entrada en la Academia, por cuanto es ya una definición de actitud vital. “Siempre he dicho que aquello que ilusiona constituye un estímulo importante para nuestra existencia porque ayuda a vivir con más intensidad y, por tanto, ayuda a crear, siendo la propia vida, creación”. 1 www.sonograma.org Una tal declaración nos sitúa ante un concepto vitalista y dinámico de la creación, enmarcado por la ilusión como motor de creatividad, y una creatividad que se asienta sobre una base eminentemente humanista. De aquí se desprende toda una ética y autenticidad que dan valor substantivo a su producción, unos valores tan escasos en nuestro mundo de hoy, que destacan por su excepcionalidad. Es esta excepcionalidad ética, esta voluntad de descubrirse a sí mismo, de modo genuino, lo que acaba produciendo su originalidad. De donde provenga esta cualidad del estilo será siempre un misterio, pero a través de la obra nos llegará la fuerza, el desasosiego e inquietud de la búsqueda, el sentido de la dialéctica del contraste, todo aquello que, en un lenguaje severo dentro de los parámetros contemporáneos, es capaz de sacudirnos interiormente y sacarnos de nuestra propia indolencia y pasividad. Lo que más admiro del compositor es su manera de construir, de ver cómo ciertas ideas germinales, aparentemente inocuas, van tomando forma y llegan a crecer de manera coherente. Que en medio del lenguaje actual, en el que cabe tanta experimentación, muy a menudo aburrida e intrascendente, consiga encontrar el sentido de la coherencia y, con ella, formular el valor intrínseco de una obra, es uno de los proyectos más ambiciosos del artista, tanto más cuanto este lenguaje resulta ser abiertamente vanguardista, por no decir, dentro del contexto, revolucionario. He de confesar, desde mi perspectiva personal, a una década de distancia entre nuestras edades respectivas, que me ha cabido el privilegio de observar de cerca el quehacer del compositor, haciendo casi un seguimiento de los diferentes estrenos producidos en nuestra ciudad. En los años previos a la democracia, no era fácil descubrir – salvo las técnicas propias del serialismo imperante - el estilo innovador que se producía en las vanguardias Europeas. Fue así como Joan se convirtió para muchos de nosotros en un referente, más aún cuando su accesibilidad humana nos hacía más fácil el contacto. Podría explicar mil anécdotas de aquel período de los años 60, que lastrarían tal vez en exceso este esbozo biográfico, pero recuerdo que cuando Joan estaba poseído por el demonio de la creación, ni que fuera en el lugar más impensado, como entre la gente y el bullicio de una calle comercial, te explicaba caminando, partitura en mano, cantando expansivamente y ajeno a toda otra contingencia, la evolución de aquella célula que irremisiblemente iba tomando forma. Viéndonos desde fuera, podía haber sido una imagen verdaderamente surrealista. Lejos del tono doctoral que parece debería tomar la explicación de una composición de gran calado, esta proximidad y sencillez hacía que te llegara al espíritu, desde lo substancial, y acababa por contagiarte su apasionamiento. Quiero decir con esto que su trabajo laborioso partía del entusiasmo, un estado animoso que, diría, es un factor primordial de su capacidad de comunicación. 2 www.sonograma.org Estos “raptos”, en expresión del mismo Beethoven, son momentos mágicos, cuya enjundia y pulsión queda plasmada en la partitura como un sortilegio, conjuro que incide directamente en el intérprete, siempre que éste, con exquisita sensibilidad lo sepa entender y explicitar. Yo creo que, sea cual sea el estilo que tome la savia esencial de su música, radica, por encima de todo, casi siempre, en un estado de emoción. El gran crescendo formal y emocional que se adivina en muchas de sus obras, “Jondo” entre ellas, o bien “Au revoir Barrocco” son el resultado de una progresiva acumulación de factores congruentes que parecen exigir, a su vez, una multiplicación de las manos del pianista. Su escritura puede pedir frecuentes “clusters” al piano, entendidos como inmensas manchas sonoras, nuevas grafías, flexibilización del tiempo, que se escucha en suspenso y fluctuante, incluso la improvisación en grupo a partir de diferentes formantes que se superponen con vitalidad en la música de cámara, o procedimientos rítmicos de oportuna originalidad; pero estos momentos de aparente libertad interpretativa están ubicados en el lugar preciso, tal vez después del gran esfuerzo de llegada a un punto culminante, porque en la música de Guinjoan encontramos un discurso ilativo, en el que concurren diferentes tipos de puntos álgidos, momentos climáticos a los cuales sabe llegar con estrategia de gran organizador del tiempo, de manera secuencial, acabando de dar sentido a la configuración de la forma. Porque la distribución del tiempo en composición es un asunto capital como, por ejemplo, el de la compresión del ritmo que acelera procesos y crea tensión, un devenir propulsivo, dentro de la construcción orgánica, que no tiene porque ser necesariamente lineal. Toda la obra de piano de Guinjoan es, ya lo hemos dicho, de gran dificultad y envergadura, perfectamente conectada a las nuevas grafías de la vanguardia musical correspondiente a su estética y a su lenguaje. Gran conocedor de la mejor tradición pianística en tanto que buen intérprete de piano que fue en su juventud, ha comprendido el nuevo virtuosismo, si bien anclado todavía en la más noble tradición, que lo impulsa a menudo desde el magma confuso, abstracto, de unas células primigenias al comienzo de una obra, como al principio de “Verbum”, hasta una realización audaz y brillante cuyo impulso te arrastra consigo en su evolución. Bien mirado, entendámonos, el piano se puede decir que es una orquesta! Con la inmensa gama de ataques y la sabia elección de los diferentes registros puede aportar, como ha sabido hacer por ejemplo su admirado Olivier Messiaen, un sentido fascinante del juego de colores. En este sentido, déjenme decir, el piano no es un clavecín, que resulta, aunque tenga otras cualidades, más bien de una uniformidad “monocolor”; el piano, en sí mismo, para Guinjoan es un “caleidoscopio de vidrios de color” que ofrece una inmensa variedad de alicientes a quien sabe escuchar, y Joan esto lo sabe muy bien y apuesta fuerte en esta carta. Cada octava del piano, cada 3 www.sonograma.org registro en sí mismo es un nuevo color (cabría pensar quizás, como en la orquesta, en un nuevo instrumento) y desde la combinación y el diálogo de los registros, llega a surgir, tanto en el orquestador del piano como en la paleta de un pintor, una riqueza de timbres diferenciados que, ya desde Beethoven y Liszt, se acercan frecuentemente al sentido plástico de la pintura. Es por esto que la orquesta crece en paralelo con la evolución del piano des del Romanticismo. Se ha hablado muchísimas veces del carácter meridional de la música de Guinjoan y ello se debe al hecho de que la suya es una música caliente, que, como este “Jondo” de hoy, arranca inconfundiblemente de la emoción. Por progresivo, atrevido y complejo que llegue a ser su lenguaje, por avanzado que se muestre tanto técnica como estéticamente, la pulsión emotiva, de una u otra manera, está siempre presente. Y esto explica, en gran parte, que la interpretación de sus obras no deje nunca indiferente al espectador, y no sólo por el virtuosismo que le pueda acompañar, sino por la fuerza rítmica y auténtica visceralidad. No es de extrañar pues que entre su producción figuren títulos tan pasionales, aparte de este “Jondo”, como “Flamenco”, “Homenaje a Carmen Amaya”, para grupo de percusionistas, “Recordando Albéniz”, etc. A pesar de la gran dificultad, siempre compleja, su escritura pianística es la de quien conoce perfectamente los grandes recursos del instrumento. Su intensa experiencia concertística a finales de los 50 del siglo pasado, con más de 250 recitales, según indica la Dra. Rosa María Fernández (“La obra pianística de J. Guinjoan, Ed. Alpuerto), es un factor determinante de su dominio y madurez, una escritura en la que se tienen siempre presentes las capacidades del intérprete y que nos permite hablar de auténtica “humanización instrumental”. En una época mecanizada como la nuestra, en que la fascinación por la informática, o una música procedente de la máquina, ha llevado a muchos compositores a experimentar con la electroacústica y las Nuevas Tecnologías, Guinjoan, a pesar de su atrevida visión estética, no ha perdido nunca el contacto con el intérprete, puesto que la suya es una música pensada y escrita desde el ángulo ejecutivo y, aunque lo que escriba sea de gran envergadura, audaz, arriesgado y hasta quizás temerario, consigue que la interpretación de sus obras, aspecto éste altamente positivo, acaben siendo agradecidas y altamente valoradas por el pianista entregado. Digo esto como gran mérito adquirido, en contraposición a muchos músicos actuales que, sin demasiada preocupación, u oficio, por la parte ejecutiva, presentan obras con una dificultad gratuita, sin correspondencia con los resultados, llegando a crear prevención y desconfianza en el ejecutante, aquel que debiera ser precisamente su principal portavoz. Es por esto que su obra, siempre un reto para el buen pianista, es tomada con gran respeto, entrega y seriedad, pues más 4 www.sonograma.org allá de la gran idoneidad instrumental que estamos comentando, advertimos la substancia auténtica en el sedimento de la composición, tal como hace notar Álvaro Guibert en el espléndido artículo de “La carta blanca” que le dedica con el título “Verdades”. En él se pregunta filosóficamente sobre “qué es la verdad para un artista” y si ésta, ni que sea por contagio o adivinación se hace presente en la interpretación. En su faceta organizativa de conciertos, cuando era el responsable, por ejemplo, de la “Setmana de Música Contemporània de Barcelona”, o bien cuando planteaba el programa de alguno de los conciertos del inolvidable grupo “Diabolus in Musica”, el buenazo de este “diablo musical” te acababa pidiendo una obra nueva, decía, para completar el programa. He de confesar que muchas de mis composiciones deben su existencia a este acto generoso. No es de extrañar pues que el día de mi ingreso en esta Reial Acadèmia, quisiera hacer yo mismo, en aquel momento, mi particular homenaje aportando, como suplemento a mi discurso, una historia fáustica, o cuento musical, titulado precisamente “Diabolus in música, historia de una nota infausta”, que supongo muchos de Vds. recordarán. ----------------------------------------El programa de hoy presenta tres de las obras más destacadas de su catálogo, con el bien entendido que una de ellas es una primicia, partitura que aporta un gran interés por la sorprendente novedad, a un programa ya de por sí muy atractivo. “Verbum” basado en el genoma humano, “Recordant Chopin” última obra escrita para piano solo, y el celebrado “Jondo”, una de sus obras más aplaudidas. “Verbum”, Genoma in música, es una de las últimas y más ambiciosas composiciones para piano de Guinjoan. Encargo de la Residencia de Investigadores a través de su presidente, el Dr. Francesc Ferrer, hace ahora exactamente diez años, trata un tema científico como es el del “gen de la parla”. “En este sentido –indica el propio compositor – he de puntualizar que, por encima de todo, soy músico y, por tanto, la relación del título con el contenido de la composición es de orden poético-musical, ya que el genoma humano me ha servido de estímulo creativo o pretexto para escribir una obra de interés musical en la cual exista el correspondiente equilibrio entre forma y fondo”. Después de escuchar la obra, al estreno de la cual asistí en la Residencia de Investigadores, he de decir que es ésta un composición tremenda, en la que el compositor parece superarse más allá de “Au revoir Barrocco”, tremenda en su duración de casi 17 minutos, completamente desorbitada, sobre todo a lo largo de su primera parte (hacia los cinco primeros minutos). Esta sección quiere ser 5 www.sonograma.org representativa de la descripción del caos producido después de la gran ruptura, inmenso cluster inicial del cual arranca y se genera. Este caos, de ritmo inconcreto, que simboliza los primeros balbuceos, un tanto incoherentes, intenta, desde el titubeo fonético del habla, la articulación sonora. Se hará pues a través de la suspensión sonora, la irregularidad de los eventos que poco a poco irán tomando forma y concreción. De este sonido bruto con el cual se comienza, un estallido mantenido en resonancia durante un larguísimo tiempo, surgirá reminiscente un universo indefinido de notas fluctuantes en suspensión, que ensayarán con esfuerzo la recomposición del orden. Dice todavía el compositor: “Si bien es cierto que el lenguaje musical empleado es variado y ha sido tratado con gran libertad, encontraremos con frecuencia la transcripción de las cuatro letras químicas a base del código genético: adenina (A), timina (T), citosina (C) i guanina (G), traducidas en los sonidos La, Do y Sol. Cabe señalar que, por bien que la letra T nada tiene que ver con el Do, me he permitido repetir este sonido a fin de mantener la célula Do – Sol – La, sin haber de interrumpir el código con sonidos ajenos, ya que las mismas limitaciones de este breve motivo crearon un gran poder de atracción en la idea compositiva que ya me había hecho”. “Recordant Chopin” La ultimísima obra para piano, escrita hace tan solo un año, encargo del Palau de la Música Catalana, y que hoy presentamos como verdadero estreno (recién terminada se hizo una audición privada en homenaje al ilustre mecenas Leopoldo Rodés) es “Recordant Chopìn”. Habiendo ya hablado de la imbricación del lenguaje de Guinjoan con la genuina tradición pianística, el reconocimiento que hace ahora de Chopin muestra abiertamente sus raíces en lo más granado de la mejor técnica pianística. Pero…, porqué Chopin? Si me permiten la auto-cita me remitiré a la breve defensa del pianismo de Chopin y su valor intrínseco que hice en mi discurso de entrada en esta Academia, en relación al Análisis musical, y tras valorar la personal escritura pianística de Robert Schumann, decía lo siguiente: “Acceder, por ejemplo, a Chopin, planteará otro pianismo, otra problemática igualmente fascinante. Para quien quiera profundizar en los secretos del piano, hacer suya la fisionomía del teclado a través del tacto, pero de un teclado trascendente, de gran alcance, Chopin es una experiencia única, irrepetible e inenarrable. No es que acabe siendo importante para los pianistas porque casi no haya escrito más que para piano, no; Chopin es importante porque la impresión teclística que le define, el molde que acaba configurando de la mano y la posición de esta mano sobre las teclas, le pertenecen en exclusiva, de modo que la sensación táctil forma también parte 6 www.sonograma.org específica de su estilo. Es un trazo, un dibujo y una silueta táctil netamente chopiniana y por tanto muy distinta de la de Schumann, o de la de Liszt (otro gigante de vastos horizontes e inmensos recursos originales). Todos ellos, y cada uno por separado, son incuestionablemente, grandes escultores del sonido, y aquí la palabra está empleada en relación al hecho de que la mano, en su configuración educada, se adapta técnicamente a las exigencias del estilo, a la noción física, quironómica si se quiere, de realización escultórica del sonido con las manos. Modelar así una obra musical, sentir la emanación de energía que surge de la mano, conducir reflexivamente el control de esta energía, aplicada además con criterios musicológicos, es una vivencia muy distinta a la del solo hecho de escuchar. La poesía de Chopin, por descontado que es capaz de conmover muchas almas sensibles a la pura y simple audición, es el goce inmenso de los grandes melómanos…(¡), pero aquellos que han podido llegar a interpretar su música, reviviéndola fresca con toda su carga y contenido, esos seres privilegiados, cuando hay plena comprensión y osmosis, que han sido capaces de reseguir las huellas digito-manuales y los perfiles de su configuración formal desde el teclado, interpretando el misterio, orgánicamente, desde todos los ámbitos, puede decirse que han vivido una experiencia inefable, porque han entendido la música “tocándola”, palpándola”, a pesar de su realidad etérea, intangible, y viviéndola, con una participación ontológica, desde otra dimensión”. La obra que ha escrito Guinjoan consta de dos partes. En la primera, según confesaba él mismo, se ha dejado llevar intuitivamente por el espíritu del Nocturno en general, sin hacer referencia a ninguno en concreto, Pero un nocturno con espíritu de hoy. La segunda parte, aunque los movimientos se suceden sin interrupción, está extraída, puede decirse, con su paralelismo octavado en las dos manos, de aquel impresionante final de la Sonata Fúnebre op. 35, una ráfaga de misterio, después de la sentida Marcha Fúnebre, que Alfred Cortot definía como “el vuelo de las hojas muertas en un cementerio desierto”, un destello de genialidad premonitoria de nuevos lenguajes y de una estética futura que Guinjoan recupera para profundizar más, si cabe, en este misterio y nos deja desconcertados en su fantasmagoría sonora. Un unísono, es cierto, pero engrosado a dos manos que, remontando el vuelo, recorre el teclado a toda velocidad, un Presto que deja la sensación de una ráfaga de viento purificador que despeja el espíritu de tensiones y le sirve de catarsis. “Jondo” De las tres obras del programa, “Jondo”, del año 1979, no es que sea de todas la más antigua sino que ya es un cásico dentro de la producción del propio Guinjoan. Obra también de un gran virtuosismo juega con los parámetros de flexibilización del tiempo en la nueva grafía que caracteriza finalmente su escritura. 7 www.sonograma.org La tendencia frecuente de comenzar en el registro oscuro del instrumento (como sucede también en “Au revoir Barrocco”, registro opaco que invita a asociar el color más grave del piano con la expresión de “misterioso”, cosa que hace en esta obra, señala ya un concepto, una tímbrica y un fondo que se escucha en un obstinado indefinido sobre el cual van a surgir pequeños elementos, anodinos en su primera apariencia, pero que son el embrión que, poco a poco, irá tomando cuerpo y dará sentido a la coordinación del organismo. “Jondo” empieza senza rigore en un “ad libitum” que flexibiliza la pulsión temporal, es decir sin el pulso regular del ritmo al que estamos habituados. La escritura pianística puede parecer por tanto irregular. Otro aspecto tal vez pintoresco sea el efecto que produce el impacto de un pequeño cluster que se deshace progresivamente, simulando el quejío del Aaaay! del flamenco andaluz. Es un efecto curioso y muy logrado el de este ataque bruto de varias notas consecutivas, atacadas en bloque y dejadas rápidamente una tras otra, reduciendo el grueso del ataque en un glissando negativo y que representa, de buen comienzo, el carácter que justifica el título de la pieza y vehicula la imaginación del auditor. Se configuran así dos mundos diversos, dispersos e independientes, que podemos entender como asincrónicos o desconectados. Por un lado el formante de seis sonidos al comenzar, en obstinato rotativo, en ronco murmurio allá abajo que refunfuña suavemente y da sentido de continuidad…, y, por otro, los elementos más o menos dispersos que aparecen en el registro medio del teclado, registro limpio y audible y que en sus escuetos impulsos aislados, destacan fácilmente del fondo. Puede haber una apariencia improvisativa en este comienzo vacilante por mucho que esté todo cuidadosamente escrito. Esta independencia entre las dos manos, esta deliberada asincronía en el fenómeno múltiple es uno de los factores capitales de mucha música contemporánea, una música que se ha liberado de la rigurosa cuadratura rítmica de la música clásica y romántica y se permite vagar, sino divagar, por la fluctuación sonora y temporal en el aparente azar de los acontecimientos. Tal vez el exceso de proximidad no nos deje ser suficientemente objetivos en nuestras apreciaciones pero, para mí, todo este envolvente humano que acompaña al compositor forma parte de su idiosincrasia, de hombre del Mare Nostrum, un compositor capaz, como hemos dicho, de sacudirnos y conmovernos, si es que sabes escucharle, porque su verbo es convincente y el autor del “Trencadís” gaudiniano, sabe jugar con todos los colores sonoros incluso, como veremos hoy mismo, cuando escribe para piano solo. Carles Guinovart i Rubiella 8 www.sonograma.org Addenda. José Menor: La fulgurante carrera que sitúa a José Menor como uno de los grandes valores del pianismo actual, ya se adivinaba desde sus años de formación en el C.S.M.M.de Barcelona. Si bien un exceso de facilidad hacia el piano puede resultar a menudo en detrimento de la cualidad interpretativa, la estricta enseñanza en el Conservatorio a través de su exigente profesora María Jesús Crespo, le dio los medios para un estudio serio y profundo de los diferentes repertorios y la capacidad reflexiva delante de los más diferenciados estilos. Yo mismo, que tuve el privilegio de tenerlo como alumno de composición, puedo hablar de sus inquietudes y de la actitud de querer ir siempre más allá de los resultados adquiridos. Músico completísimo, que también sintió el aguijón de la creatividad compositiva, con más de 20 obras que se requerían para cubrir los cuatro años dedicados a los estudios de composición, escribió partituras de todo tipo con una excelencia que acababa siendo el orgullo de su profesor. Sólo lamento que su tiempo comprimido de intérprete de gran nivel le haya de distraer de una posible dedicación a la composición, materia para la cual tiene grandes aptitudes. Déjenme manifestar todavía que, en la pequeña tesis de investigación o análisis que se exigía como final ce estudios, José preparó un magnífico trabajo sobre la escritura del piano en la música del siglo XX. Cito todo esto como para indicar que José Menor está impregnado de comprensión de los mensajes pianísticos, que se plantea la interpretación racionalmente desde la valoración compositiva, entendiéndola desde su construcción orgánica y, al mismo tiempo, desde la vivencia visceral que reclama, como hemos dicho, la obra pianística de Guinjoan. Con esta potencialidad y elevada calidad (no hay más que leer atentamente su curriculum) no es raro que, en la actualidad, muchas entidades organizativas de conciertos se lo disputen, y que no pare de moverse desde Londres a Nueva York así como por Iberoamérica ------------------------------Me congratulo pues, como decía al principio, de haber podido presentar hoy, en el marco de esta noble Institución, a dos personas muy queridas de éste que os habla: Joan Guinjoan, una de las figuras estelares que honran esta Academia, la presencia de la cual enorgullece también nuestra sección de Música, y la de uno de los intérpretes que mejor pueden vehicular, después de haber grabado la integral de la obra pianística de Guinjoan en dos CDs., su música. Muchas gracias. Carles Guinovart i Rubiella 9 www.sonograma.org (Traducción al castellano del original catalán por el propio signatario del artículo.) 10 www.sonograma.org