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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO
Maestría en Derechos Humanos y democracia
V (quinta) promoción
2012-2014
Derechos humanos y fundamentales en la Constitución Mexicana a partir de las
reformas de junio de 2011 y su justiciabilidad mediante el juicio de amparo
Tesis que para obtener el grado de
Maestro en
Derechos Humanos y Democracia
Presenta:
Germán Eduardo Baltazar Robles
Director de tesis: Juan Carlos Arjona Estévez
Línea de investigación: Estado, democracia y Derechos Humanos
México D.F., noviembre 2014
Estudios realizados con beca otorgada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación
i
Resumen
En este trabajo se propone una estructura conceptual para identificar los “derechos
humanos reconocidos como tales” en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, a partir de las reformas publicadas en junio de 2011, y en los tratados
internacionales de los que México es parte; la identificación de los “derechos humanos
reconocidos como tales” se plantea con base en las características que diversos autores,
especialmente Laporta, atribuyen a los derechos humanos desde el punto de vista material:
derivan directamente de la vida y la dignidad humanas, son reconocidos universalmente a
todo ser humano y, en consecuencia, son absolutos pues no admiten excepciones a su
cumplimiento; además, en cuanto al juicio de amparo, se propone precisar distinciones
básicas en el planteamiento de violaciones a derechos humanos, reconocidos como tales en
la Constitución Mexicana, frente a violaciones a otros derechos fundamentales, para poder
aplicar congruentemente las reglas sobre reparación integral al primer tipo de violaciones.
Palabras clave: derechos humanos, derechos humanos reconocidos en la
Constitución y en los tratados, derechos fundamentales, universalidad, absolutos,
reparación integral.
Abstract
This paper proposes a conceptual framework to identify the “human rights
recognized as such” in the Constitution of the Mexican United States, from the reforms
published in June 2011, and the international treaties to which Mexico is a party;
identifying “human rights recognized as such” poses on the thinking of several authors,
especially Laporta, who attributed to “human rights” to be: directly derived from the
human life and dignity, universally recognized throughout humans and therefore, absolute
because no exceptions to compliance are allowed; also, regarding the “amparo trial”, is
proposed to specify basic distinctions in the approach of violations to “human rights
recognized as such by the Mexican Constitution”, against violations of other fundamental
rights, to consistently apply the rules on the integral reparation of human rights violations.
Key Words: human rights, human rights recognized as such in the Constitution of
the Mexican United States and the international treaties, fundamental rights, universality,
absolut, integral reparation.
ii
DEDICATORIAS
A Lupita, mi amada esposa,
quien con amor siempre
me ha apoyado para
cumplir metas y mejorar.
A Germán Eduardo, Octavio Augusto y Arturo Javier,
mis amados hijos, que me permiten ver con esperanza el futuro.
A mis amados padres, Germán y Sylvia,
de quienes tengo el maravilloso ejemplo
del trabajo, el esfuerzo, la dedicación y,
sobre todo, del amor incondicional e indudable.
iii
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a la Suprema Corte de Justicia de la Nación la beca proporcionada por
conducto de la Unidad de Igualdad de Género de la Coordinación de Derechos Humanos y
Asesoría de la Presidencia, para la realización de los estudios de la Maestría en Derechos
Humanos y Democracia en la prestigiada institución Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO), que me ha permitido estudiar más los temas relacionados con las
reformas constitucionales publicadas en junio de 2011 lo que, espero, provoque una mejora
en mi desempeño como miembro del Poder Judicial de la Federación.
Agradezco al Consejo de la Judicatura Federal las licencias otorgadas para
participar en las actividades presenciales que se llevaron a cabo durante la maestría.
A Juan Carlos Arjona Estévez, mi tutor durante casi todos los períodos de la
maestría y, finalmente, mi director de tesis, le agradezco su paciencia a mis comentarios y
propuestas, muchas veces distintas a los planteamientos “generalmente aceptados”, así
como su comprensión y orientación que constituyeron un apoyo indispensable para
terminar esta etapa de preparación académica.
iv
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 1
CAPÍTULO I ........................................................................................................................ 2
LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS ............................................................. 2
1.1 “Derechos humanos” y “derechos fundamentales” ................................................. 2
1.2 Conceptualización y características de los “Derechos Humanos” .......................... 6
1.3 Precisiones terminológicas ..................................................................................... 10
CAPÍTULO II ..................................................................................................................... 12
LOS DERECHOS HUMANOS RECONOCIDOS EN LA CONSTITUCIÓN MEXICANA Y EN LOS
TRATADOS INTERNACIONALES DE LOS QUE EL ESTADO MEXICANO ES PARTE ....................... 12
2.1 Las reformas constitucionales de junio de 2011 ..................................................... 12
2.2 El modelo de identificación de derechos en el texto constitucional vigente ........... 16
2.3 ¿Cuáles son los “Derechos Humanos reconocidos” como tales en la Constitución
Mexicana?................................................................................................................. 19
2.3.1 La nueva trascendencia del artículo 29 Constitucional ............................ 21
2.3.2 Derechos constitucionales que cumplen los requisitos teóricos para ser
considerados “Derechos Humanos” ........................................................... 24
Derecho a la proscripción de la tortura. ...................................................... 25
2.3.3 Ejemplos de derechos previstos en la Constitución que no cumplen con
las características para ser considerado un Derecho Humano reconocido
como tal. ..................................................................................................... 26
2.3.4 Estructura de los derechos constitucionales a partir de las reformas de
junio de 2011 .............................................................................................. 28
2.4 ¿Cuáles son los Derechos Humanos reconocidos como tales en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano es parte?. ....................................... 31
2.4.1 ¿Cuáles son los “Derechos Humanos reconocidos” como tales en tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano es parte ............................. 31
2.4.2 Derechos internacionales que cumplen los requisitos teóricos para ser
considerados “Derechos Humanos” ........................................................... 33
Convención Americana sobre Derechos Humanos .................................... 33
Declaración Universal de los Derechos Humanos ..................................... 36
v
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos .................................. 38
Derecho a manifestar la propia religión ..................................................... 39
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ........ 40
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos ............................................................................................. 40
Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte .............................. 40
2.4.3 Estructura de los derechos derivados de la Carta Internacional de los
Derechos Humanos y de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos ..................................................................................................... 41
CAPÍTULO III ................................................................................................................... 47
EL
JUICIO DE AMPARO COMO INSTRUMENTO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS Y
REPARACIÓN DE SUS VIOLACIONES ........................................................................................ 47
3.1 Identificación de los derechos que pueden invocarse en forma directa en el amparo
y de las que deben invocarse en forma indirecta (a través de la violación al derecho
a la legalidad) ........................................................................................................... 48
3.1.1 Objeto y materia del juicio de amparo a partir de las reformas
constitucionales de junio de 2011 ............................................................... 48
3.1.2 El nuevo concepto de parte agraviada ...................................................... 50
3.1.3 Invocación directa de violaciones a Derechos Humanos en el juicio de
amparo ........................................................................................................ 52
3.1.4 Invocación indirecta de violaciones a derechos fundamentales y/o
“derechos desempacados de Derechos Humanos” en el juicio de amparo. 55
3.2 Efectos de la concesión del amparo ........................................................................ 59
3.2.1 Efectos del amparo respecto a violaciones a Derechos Humanos ............ 60
3.2.2 Efectos del amparo respeto a derechos invocados indirectamente como
violaciones al Derecho Humano a la legalidad .......................................... 65
CONCLUSIONES .............................................................................................................. 67
FUENTES DE INFORMACIÓN ...................................................................................... 70
ANEXOS ............................................................................................................................. 74
ANEXO 1 ................................................................................................................................ 74
vi
ANEXO 2 ................................................................................................................................ 74
ANEXO 3 ................................................................................................................................ 75
ANEXO 4 ................................................................................................................................ 76
ANEXO 5 ................................................................................................................................ 77
ANEXO 6 ................................................................................................................................ 78
ANEXO 7 ................................................................................................................................ 79
ANEXO 8 ................................................................................................................................ 79
ANEXO 9 ................................................................................................................................ 80
ANEXO 10 .............................................................................................................................. 81
ANEXO 11 .............................................................................................................................. 82
ANEXO 12 .............................................................................................................................. 83
ANEXO 13 .............................................................................................................................. 84
ANEXO 14 .............................................................................................................................. 86
1
Introducción
Este trabajo presenta algunas inquietudes sobre la manera en que debe
conceptualizarse la estructura de derechos constitucionales a partir de las reformas
constitucionales de junio de 2011 y sus consecuencias al ser aplicada al (nuevo) juicio de
amparo, considerando la necesidad de precisar, en primer término, cuáles son las
características que permiten identificar un derecho como “derecho humano” para, a partir
de ahí, identificar cuáles son los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y en
los tratados internacionales de los que México es parte, puesto que la respuesta a ese punto
debe determinar el alcance práctico del juicio de amparo como medio jurisdiccional de
protección a los Derechos Humanos y de reparación a sus violaciones.
Después, se examina qué derechos pueden invocarse directamente en un juicio de
amparo así como la manera de invocar los derechos otorgados por el sistema jurídico
mexicano al considerar que su violación actualiza una violación al Derecho Humano a la
legalidad; esto es, partimos de la base de que nuestro juicio de amparo continúa siendo un
instrumento de protección de todos los derechos previstos constitucionalmente, sea que se
trate de derechos fundamentales (en sentido formal) o, además, de derechos humanos (en
sentido material), caso este último en el que la reparación de las violaciones debe ordenarse
como reparación integral en la sentencia que conceda el amparo ya que ello implica
necesariamente la declaración de la existencia de violaciones a los Derechos Humanos,
para lo que se toma como base la Ley General de Víctimas además de las previsiones que,
al respecto, tiene la Ley de Amparo; también se precisa que en caso de violación a derechos
fundamentales, pero no reconocidos como derechos humanos en la Constitución, la
reparación debe hacerse sólo en los términos previstos en la Ley de Amparo.
El objetivo final de este trabajo es aportar elementos que ayuden a lograr una mejor
comprensión de los alcances y efectos del nuevo modelo constitucional de derechos basado
en los “Derechos Humanos”.
México, D.F., noviembre, 2014.
2
Capítulo I
Las características de los Derechos Humanos
1.1 “Derechos humanos” y “derechos fundamentales”
Una primera precisión debe efectuarse respecto al uso de “Derechos Humanos” y
“derechos fundamentales” que, en muchas ocasiones, se usan como sinónimos.
En algunos casos, como en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, se consideran sinónimos; así planteado, la conceptualización o identificación de
características de los Derechos Humanos debería hacerse extensiva o aplicable a los
derechos fundamentales; el problema en el caso mexicano es que la Constitución no usa la
expresión “derechos fundamentales” en el artículo primero y, por tanto, el uso formal del
concepto debe hacerse con la expresión “Derechos Humanos”. Así planteado, el uso de la
expresión “derechos fundamentales” resultaría prácticamente inútil al no diferenciar
esencialmente ningún tipo de derechos1.
1
Algunos autores no consideran que exista una distinción profunda o esencial entre los
objetos denotados por las expresiones “derechos fundamentales” y “derechos humanos”;
por ejemplo, Carbonell (2012), al comentar la reforma constitucional de 2011, indicó: “[…]
La denominación del Capítulo I del Título Primero de la Constitución cambia, dejando
atrás (al menos en parte) el anticuado concepto de “garantías individuales”. A partir de la
reforma se llama “De los derechos humanos y sus garantías”. La expresión derechos
humanos es mucho más moderna que la de garantías individuales y es la que se suele
utilizar en el ámbito del derecho internacional, si bien es cierto que lo más pertinente
desde un punto de vista doctrinal hubiera sido adoptar la denominación de “derechos
fundamentales” […]”, lo que indica que, aunque reconoce que doctrinalmente era más
adecuada la expresión “derechos fundamentales”, acepta que se refiere al mismo objeto que
la expresión “derechos humanos” empleada en la Constitución; sin embargo, para otros
autores sí debe hacerse la diferenciación entre ambos conceptos; al respecto Jorge Carpizo
(2011: 13), indicaba: “[…] 20. Los que actualmente se denominan derechos humanos han
recibido a través del tiempo diversos nombres. Entre algunos de ellos se pueden mencionar
los siguientes: derechos del hombre, garantías individuales o sociales, derechos naturales,
derechos innatos, derechos esenciales, libertades públicas, derechos de la persona
humana, derechos públicos subjetivos y una denominación que se ha extendido es la
derechos fundamentales, a tal grado que existe una importante corriente doctrinal que se
basa en diferenciar éstos de los derechos humanos. Es probable que actualmente esta
3
Al respecto, en el texto constitucional la palabra “fundamental” aparece 2 veces:
1.- En el artículo 2º cuando establece la conciencia de la identidad indígena como el
“criterio fundamental” para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre
pueblos indígenas.
2.- En el artículo 40 cuando se afirma que los principios que rigen la federación son
los establecidos en “esta ley fundamental” (refiriéndose a la propia Constitución).
La palabra “fundamentales” aparece 5 veces en el texto constitucional:
1.- En el artículo 18, al prever el establecimiento de un sistema de justicia para
adolescentes en el que se “[…] garanticen los derechos fundamentales que reconoce esta
Constitución para todo individuo, así como aquellos derechos específicos que por su
condición de personas en desarrollo les han sido reconocidos […]”; sin embargo, esta
mención no puede interpretarse en el sentido de que identifique “derechos fundamentales”
con “derechos humanos” porque el referido texto constitucional corresponde a la reforma
publicada en el Diario Oficial de la Federación el 18 de junio de 2008, por lo que está
última corriente sea predominante […]”; en la obra colectiva Derechos Humanos en la
Constitución (2013:5), coordinada por Eduardo Ferrer McGregor Poissot, José Luis
Caballero Ochoa y Christian Steiner, se afirma: “Los Derechos Humanos son atributos
inherentes a la dignidad humana superiores al poder del Estado. La dignidad de la
persona humana es el origen, la esencia y el fin de todos los derechos humanos u otros
derechos necesarios para que los individuos desarrollen integralmente su personalidad;
reconoce una calidad única y excepcional a todo ser humano que debe ser respetada y
protegida integralmente sin excepción alguna. Los derechos humanos son universales en
tanto son inherentes a todas las personas y conciernen a la comunidad internacional en su
totalidad.– La protección de los derechos humanos son una restricción al ejercicio del
poder estatal. El término “derechos fundamentales” se refiere a los derechos humanos
reconocidos en la Constitución y los tratados internacionales. El término “garantías” se
refiere a los mecanismos formales de protección […]”, lo que también expresa distinción
entre “Derechos Humanos” y “derechos fundamentales”; en lo personal, considero que
debe atenderse al lenguaje usado en la Constitución, que no menciona la expresión
“derechos fundamentales” sino “derechos humanos” y caracterizar éstos en forma
exhaustiva para que puedan ser identificados correctamente y, en consecuencia,
susceptibles de protección adecuada pues no puede protegerse lo que se desconoce.
4
redactado dentro de la estructura conceptual basada en “garantías individuales”, anterior a
la reforma de 2011.
2.- En el artículo 20, apartado A, fracción IX, se prevé que será nula cualquier
prueba obtenida con violación a “derechos fundamentales”, lo que implica que el Estado,
en los juicios penales, sólo puede usar pruebas que se ajusten a las disposiciones
constitucionales pues, en caso de violar cualquier derecho establecido en la Constitución
(que el artículo 40 establece como “ley fundamental”) violaría un “derecho fundamental”
y sería nula. También este texto corresponde a la reforma publicada el 18 de junio de 2008,
dentro del modelo conceptual de garantías individuales.
3.- El artículo 76, fracción VII, habla de “intereses públicos fundamentales” que
resulten perjudicados por faltas u omisiones de servidores públicos y de los que el Senado
conoce como jurado de sentencia.
4.- El artículo 105, fracción II, en un párrafo adicionado en 1996, prevé que las
leyes electorales no deben tener “modificaciones fundamentales” en los 90 días anteriores
al inicio del proceso electoral en que deban aplicarse.
5.- En el artículo 109, fracción I, vuelven a mencionarse los “intereses públicos
fundamentales” al prever la imposición de las sanciones previstas en el artículo 110,
mediante juicio político.
Además, debe considerarse que, a partir de la obra de Alexy (1986), el uso de la
expresión “derechos fundamentales” implica un concepto formal de identificación de
derechos; así, (ídem, p. 47): “[…] Siempre que alguien posee un derecho fundamental,
existe una norma válida de derecho fundamental que le otorga ese derecho […]”; de ahí
podemos identificar como derechos fundamentales todos los derechos que estén regulados
o previstos en una norma de derecho fundamental y atendiendo sólo a ese elemento formal
de identificación; es decir, en nuestro sistema jurídico, todos los derechos previstos en la
Constitución serían los derechos fundamentales al ser la Constitución la norma fundamental
del sistema.
5
Incluso para quienes opinen que los tratados internacionales son normas
fundamentales del sistema al estar incluidos en la enumeración del artículo 133
Constitucional, los derechos previstos en ellos serían derechos fundamentales en el sentido
formal.
Lo anterior permite reservar el concepto “Derecho Humano” a un enfoque material;
es decir, de fondo, partiendo de la concepción que se expresa en casi todos los textos
actuales sobre los Derechos Humanos.
Así, en la página web de la Organización de las Naciones Unidas 2, se expresa lo
siguiente:
“Los Derechos Humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los
mismos Derechos Humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son
interrelacionados, interdependientes e indivisibles.”
Y en la de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos3:
“Los Derechos Humanos son el conjunto de prerrogativas inherentes a la
naturaleza de la persona, cuya realización efectiva resulta indispensable para el
desarrollo integral del individuo que vive en una sociedad jurídicamente
organizada. Estos derechos, establecidos en la Constitución y en las leyes, deben
ser reconocidos y garantizados por el Estado.”
Es decir, el concepto de “Derecho Humano” usado en las descripciones citadas
atiende a las características y origen del derecho al que se hace referencia, por lo que se
trata de un enfoque material; es decir, de fondo o conceptual.
Lo anterior obliga a determinar, como punto de partida de un análisis lógico, las
características de un “derecho humano” que permitan identificarlo y distinguirlo de otros
2
http://www.ohchr.org/SP/Issues/Pages/WhatareHumanRights.aspx consultada el 29 de
junio de 2014.
3
http://www.cndh.org.mx/Que_Son_Derechos_Humanos consultada el 29 de junio de
2014.
6
derechos; esto es, deben determinarse cuáles son las características que permitan considerar
un derecho específico como “derecho humano”4.
1.2 Conceptualización y características de los “Derechos Humanos”
La conceptualización e identificación de las características que tienen los derechos
considerados “derechos humanos” ha ocupado a buena parte de la teoría sobre este tema;
sin embargo, la mayoría parece coincidir en que se deben reconocer a todo ser humano por
el solo hecho de serlo, lo que lleva a considerar, de una u otra forma, la universalidad de los
derechos y, como su complemento, el que no se admitan excepciones en el cumplimiento
de las obligaciones correlativas.
Así, por ejemplo, Laporta (1987) considera que los derechos humanos se
caracterizan por sus pretensiones de ser universales, absolutos e inalienables.
La universalidad se predica, según este autor, desde el punto de vista de la
titularidad de los derechos en el sentido de que los derechos humanos se reconocen a todos
los seres humanos por el solo hecho de ser “seres humanos”.
El carácter absoluto deriva de ser pretensiones morales fuertes o especialmente
justificadas que implican que los obligados a respetarlos no puedan invocar ninguna
excepción a su cumplimiento o respeto; es consecuencia necesaria de la universalidad de
los derechos puesto que sería incongruente que se reconocieran a todo ser humano pero que
hubiera seres humanos a quienes no se les respetaran por estar en los casos de excepción.
Finalmente, la inalienabilidad sería consecuencia de las dos primeras características
y consiste en que no pueden serles retirados o desconocidos a ningún ser humano ni
siquiera por manifestación de voluntad de él mismo; es decir, por derivar de su especial
calidad moral no pueden ser desprendidos de la esencia del ser humano.
4
Después, con base en esa caracterización teórica, se propone identificar cuáles son los
“derechos humanos reconocidos en la Constitución” y en los tratados internacionales. Ver
infra Los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución Mexicana y en los Tratados
Internacionales de los que el Estado Mexicano es parte, p. 14 y sigs.
7
Estas características, aunque con distintas denominaciones o sólo implícitamente,
están presentes en las concepciones que, sobre los derechos humanos, sustentan otros
autores.
Eusebio Fernández (1990) considera que:
“[…] los derechos humanos fundamentales son los derechos morales o
pretensiones humanas legítimas originadas en y conectadas con la idea de
dignidad humana y los valores que la componen (autonomía, seguridad, libertad,
igualdad y solidaridad), y, al mismo tiempo, las condiciones mínimas del
desarrollo de esa idea dé dignidad que, a partir de unos componentes básicos e
imprescindibles, debe interpretarse en clave histórica. La idea universal de
humanidad, por tanto, se traduce inmediatamente en el reconocimiento de un
determinado número de derechos que exigen su incondicional protección por parte
de la sociedad y el poder político […]”
Gregorio Peces Barba (1994) estima necesaria la universalidad de los derechos
humanos, aunque precisa que tiene tres vertientes: la universalidad racional, la temporal y
la espacial; la primera deriva del carácter moral de los derechos que implica la concepción
básica de dignidad humana y los valores de libertad, igualdad, seguridad y solidaridad, en
tanto que la universalidad temporal implica reconocer el carácter histórico de la
conceptualización específica de los derechos y la universalidad espacial es una meta por
alcanzar y que pretende sobrepasar los nacionalismos, los particularismos y las teorías
basadas en las jurisdicciones domésticas de cada país.
Luigi Ferrajoli (2006) precisa que, a la pregunta “¿cuáles son los derechos
fundamentales?” existen tres respuestas posibles:
La respuesta teórico-jurídica los identifica con los derechos que están adscritos a
todos en cuanto personas, seres con capacidad de obrar y, por tanto, indisponibles e
inalienables.
La respuesta jurídico-positiva o dogmática constitucional o internacional los
identifica con los derechos reconocidos en las constituciones nacionales o los instrumentos
internacionales en forma universal e indisponible.
8
Finalmente, la respuesta desde la filosofía política se refiera a la identificación de
cuáles son los derechos que deben ser garantizados como fundamentales.
Aquí debe hacerse la precisión de que lo que Ferrajoli denomina “derechos
fundamentales” coincide con lo que designa la expresión “derechos humanos” en sentido
material o conceptual, puesto que la respuesta que propone desde la teoría jurídica precisa
que se adscriben a todas las personas con capacidad de obrar (seres humanos),
indisponibles e inalienables.
Mónica González Contró (2008, p. 324 a 333) expresa que los Derechos Humanos
se caracterizan por ser absolutos, inalienables y universales; absolutos por ser oponibles
erga omnes y por consistir en exigencias de tal importancia que desplazan a cualquier otro
derecho con el que puedan entrar en conflicto; inalienables en la medida en que no pueden
ser eliminados de la esfera de derechos de su titular y, como consecuencia necesaria de las
dos primeras características, la universalidad consistente en que se reconocen a toda
persona moral (entendida como ser humano en cuanto capaz de conducta moral, no como
persona jurídica colectiva).
Boaventura de Sousa (2002), citando a Panikkar, expresa:
“[…] El concepto de derechos humanos descansa sobre un conjunto bien conocido
de presuposiciones, todas las cuales son indistintamente occidentales, a saber: que
existe una naturaleza humana universal que puede ser conocida por medios
racionales; que la naturaleza humana es esencialmente diferente de y superior al
resto de la realidad; que el individuo tiene una dignidad absoluta e irreducible que
debe ser defendida de la sociedad o del Estado; que la autonomía del individuo
requiere que la sociedad sea organizada de una forma no jerárquica, como una
suma de individuos libres […]”
Sergio García Ramírez (2002, p. 31) expresa terminantemente que los derechos
humanos tienen pretensión de universalidad: “corresponden al ser humano, en su
condición de tal.”
Claudio Nash Rojas (2014) destaca:
“[…] cuatro características que distinguen a los derechos humanos de otros
derechos, a saber, su universalidad, inalienabilidad, interdependencia e
9
indivisibilidad. Que sean universales quiere decir que pertenecen a todos los seres
humanos por igual sin distinción de raza, sexo, etnia, nacionalidad, etc. La
inalienabilidad implica que estos derechos no se pierden bajo ninguna
circunstancia, ni siquiera por la renuncia de su titular (lo que se puede renunciar
es su ejercicio). La interdependencia dice relación con los nexos que existen entre
derechos: en la medida que haya un mayor goce o afectación de un derecho esto
tiene repercusiones en el disfrute de otros derechos. Y finalmente, la indivisibilidad
se refiere a que los derechos humanos forman una unidad enraizada en la idea de
dignidad humana, es decir, todos los derechos humanos derivan de esta propiedad
humana y son necesarios para su protección […]”
Jorge Carpizo (2011), consideró que las características de los Derechos Humanos
eran la universalidad, historicidad, progresividad, aspecto protector, indivisibilidad y
eficacia directa; respecto a la primera, indica que todo ser humano es titular de esos
derechos con independencia del país en que hubiera nacido y que es un asunto que atañe a
la comunidad internacional y no sólo a cada Estado.
Desde una perspectiva de Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Sandra
Serrano (2010, pp 6-7) considera que:
“[…] Las características de los Derechos Humanos, enunciadas en la primera
parte del párrafo citado, representaron la unificación de las normas de Derechos
Humanos sin que pudiera considerarse, por lo menos en los órganos
internacionales, que unos derechos tienen mayor jerarquía sobre otros. En este
sentido, conviene desarrollar aunque sea de manera breve los rasgos de cada
característica.
a)
Universalidad. Los Derechos Humanos corresponden a todos los seres
humanos con independencia de cualquier contexto temporal, espacial, político o
cultural.
b)
Indivisibilidad. Todos los Derechos Humanos tienen como origen común la
dignidad humana, por lo que no puede existir ninguna jerarquía entre ellos. Esta
característica pone un definitivo fin a la separación entre derechos civiles y
políticos y los derechos económicos sociales y culturales, así como al rechazo que
pesaba sobre éstos últimos por parte de países desarrollados.
c)
Interdependencia. El cumplimiento efectivo de las responsabilidades que
conllevan los derechos civiles y políticos únicamente puede ser realizado si
también se logra la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales.
De ahí que el cumplimiento de unos incide en el cumplimiento de los otros.
10
d)
Integralidad. Los Derechos Humanos son una unidad de derechos, por lo
que la violación a uno incide en la violación de otros. En este sentido, no hay
violaciones aisladas de Derechos Humanos, sino que una violación afecta a
múltiples derechos […]”
La universalidad, entonces, implica que un derecho se reconozca a todos los seres
humanos por el solo hecho de ser “ser humano”; es decir, si atendemos a la estructura
normativa que prevea el derecho, el supuesto jurídico debe limitarse al hecho de la
existencia del ser humano sin adicionar ningún otro elemento.
Además, al reconocerse a todos los seres humanos, no pueden admitirse
excepciones puesto que ello implicaría que habría seres humanos a los que, por estar en el
supuesto de excepción, no se les respetaría un “Derecho Humano” y, por tanto, se violaría
la primera obligación esencial del Estado respecto al mismo; esto es, los derechos
reconocidos como derechos humanos deben tener como característica el estar reconocidos
en términos absolutos, sin excepciones.
1.3 Precisiones terminológicas
Por lo anterior, en este trabajo se utiliza la expresión “derecho fundamental” para
referirse a cualquier derecho previsto en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, por ser la norma fundamental del sistema jurídico mexicano5.
En cambio, se usa la expresión “derecho humano” para referir un derecho que
deriva directamente de la vida o la dignidad humana, universal y absoluto.
Además, la idea de universalidad se utiliza en función de la titularidad del derecho y
en el sentido de que es reconocido a todo ser humano por el solo hecho ser un “ser
humano”; esto es, el supuesto normativo para ser titular se actualiza única y exclusivamente
por la existencia del “ser humano” sin ninguna caracterización adicional.
5
Aun cuando existe la corriente de que los derechos humanos reconocidos en los tratados
son también “fundamentales”, en este trabajo se considera que los tratados son normas
subordinadas a la Constitución y, por tanto, no son “normas fundamentales” sino derivadas;
sin que ello impida que, por disposición constitucional expresa, exista la posibilidad de que
un tratado reconozca “derechos humanos” pero esta última expresión debe entenderse en
sentido material, no formal.
11
En cambio, la idea de que los derechos humanos son absolutos se usa en atención a
que las obligaciones correlativas a tales derechos no tienen previstas excepciones en la
norma que los reconoce.
Por lo anterior, las características de universales y absolutos son complementarias
entre sí y se implican mutuamente debido a que sería ilógico predicar de un derecho
reconocido que es universal (reconocido a todo ser humano) pero, al mismo tiempo,
autorizar excepciones a su cumplimiento pues, en ese caso, la excepción constituiría una
violación del derecho o la prueba de que el derecho no estaría reconocido a todo ser
humano; es decir, la aceptación de excepciones implicaría la destrucción de la
universalidad.
Aquí es importante precisar que no debe confundirse la identificación del contenido
de los derechos con la imposición de limitaciones o restricciones a los mismos. La
identificación de su contenido (a veces llamado contenido esencial) es una precisión
necesaria para la comprensión del significado de cada derecho: así, por ejemplo, el derecho
a la vida implica definir una concepción de “vida” que permita identificar a qué se hace
referencia, pero ello no significa que se establezca una restricción al derecho a la vida; esto
es, una vez definido el concepto de “vida” o “vida humana”, el derecho a la vida debe
predicarse de todo ser humano sin distinciones ni excepciones; el establecimiento de
restricciones implica la aceptación de excepciones, de casos en los cuales un ser humano, a
pesar de predicarse que es titular del derecho a la vida, podría ser privado de ella por algún
motivo; las restricciones así entendidas son incompatibles con la caracterización de
“derechos humanos” y a eso se refiere la afirmación de que son absolutos: no deben
aceptarse casos de excepción en los que los obligados a respetarlos estén autorizados a
dejar de cumplir tal obligación.
12
Capítulo II
Los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución Mexicana y en los Tratados
Internacionales de los que el Estado Mexicano es parte
2.1 Las reformas constitucionales de junio de 2011
En el Diario Oficial de la Federación de fechas 6 y 10 de junio de 2011 se
publicaron dos decretos de reformas a diversos artículos constitucionales relacionados con
los Derechos Humanos y el juicio de amparo.
Tomando en cuenta que la Constitución constituye la norma fundamental de nuestro
sistema jurídico, es necesario determinar los alcances que dichas reformas provocan en el
mismo en tanto que, al reformarse la Constitución, todo el resto del sistema debe ajustarse,
tanto en su concepción como, sobre todo, en su funcionamiento, para cumplir las nuevas
directrices fundamentales expresadas en la misma.
Con motivo de las citadas reformas constitucionales de junio de 2011, se habla en
México de un “cambio de paradigma” en la comprensión y aplicación del Derecho; sin
embargo, el texto constitucional no define expresamente qué debe entenderse por
“Derechos Humanos” ni tampoco enumera específicamente cuáles deben considerarse
“Derechos Humanos reconocidos” por la propia Constitución y los tratados internacionales
en los que el Estado Mexicano es parte6.
De ahí deriva una seria deficiencia de herramientas conceptuales nacionales para
efectuar los análisis de casos conforme a los estándares internacionales sobre Derechos
Humanos y ello puede advertirse del hecho de que, en la práctica y a más de tres años de
vigencia de la reforma publicada el 10 de junio de 2011, muchos tribunales (especialmente
6
Es cierto que puede enlistarse la totalidad de los derechos mencionados en la Constitución
e incluso el artículo 29 Constitucional contiene un listado específico de derechos pero, en
virtud de que no está expreso el concepto de “derechos humanos” que debe usarse como
base, la identificación de los derechos “reconocidos como derechos humanos en la propia
Constitución” no puede considerarse evidente, al menos en principio; en este trabajo se
propone una forma, que intenta ser objetiva, de identificar qué derechos deben considerarse
“reconocidos como derechos humanos por la Constitución” y por los tratados
internacionales.
13
los que conocen del juicio de amparo), siguen trabajando prácticamente de la misma
manera que antes, usando los mismos conceptos de “garantías individuales” para analizar
los actos reclamados y resolviendo, en función de esos mismos conceptos, con idénticos
efectos que antes de las reformas constitucionales.
A eso se agrega que en las tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se
usan indistintamente las expresiones “derechos fundamentales” y “Derechos Humanos”, lo
cual conduce a que, en la práctica judicial federal diaria, no se aplican los principios
relacionados con Derechos Humanos ni se ordena su reparación integral en términos de los
estándares internacionales a pesar de que el 8 de febrero de 2013 entró en vigor la Ley
General de Víctimas que establece expresamente un modelo de reparación integral de
violaciones a Derechos Humanos7.
Otro problema que deriva de la falta de definiciones constitucionales expresas y de
la omisión de los tribunales, incluida la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de precisar
los conceptos de “Derechos Humanos reconocidos en la Constitución” es que de manera
indiscriminada se da tratamiento de “Derecho Humano” a cualquier derecho que le parezca
importante al tribunal que decida un caso, lo que también genera inseguridad en quienes
acuden a los tribunales debido a que un mismo derecho puede ser considerado “Derecho
Humano” en un caso y, por tanto, sujeto a la protección del Estado y, especialmente, al
principio de progresividad y no regresividad, en tanto que, ante otro tribunal, el mismo
derecho puede ser considerado un derecho otorgado y, por tanto, susceptible de ser
disminuido, restringido o acotado por el Estado.
Debe también considerarse que, si todos los derechos fueran considerados
“Derechos Humanos” y, por tanto, protegidos por el principio de progresividad y no
regresividad, el Estado quedaría prácticamente imposibilitado para renovar el sistema
jurídico puesto que cualquier cambio a cualquier derecho podría violar el referido principio;
ello ha llevado a aceptar que todos los derechos tienen límites y excepciones, pero eso lleva
7
Dicha ley se reformó en su integridad mediante decreto publicado en el Diario Oficial de
la Federación el 3 de mayo de 2013 pero se mantiene la regulación de la reparación integral
de las violaciones a Derechos Humanos.
14
a desproteger los verdaderos Derechos Humanos que, así considerados, se ven reducidos a
derechos otorgados y, por tanto, regulados por el Estado, sujetos a las restricciones que éste
establezca, lo que es incompatible con el concepto sustantivo de “Derecho Humano” en
tanto que, si el Estado lo puede restringir, entonces ya no constituye un límite que el
referido Estado no pueda traspasar sino sólo una buena intención que sirve de guía pero no
limitaría realmente la actividad estatal. Al respecto, podemos usar como ejemplo el criterio
sustentado en la tesis 1a. CCXV/2013 (10a.) de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en la que se afirma8:
“[…] Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que no existen
Derechos Humanos absolutos, por ello, conforme al artículo 1o., párrafo primero,
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reformado mediante
decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011,
aquéllos pueden restringirse o suspenderse válidamente en los casos y con las
condiciones que la misma Ley Fundamental establece […]”
Lo aterrador de este criterio es que autoriza el establecimiento de restricciones a
todos los derechos, incluyendo los Derechos Humanos, con la única condición de que el
tribunal constitucional considere “razonable” la restricción; esto es, se omite establecer un
criterio objetivo de identificación de cuáles derechos el Estado no debe tocar ni, menos aún,
restringir o limitar, y se prevé un criterio subjetivo de ponderación que el tribunal se
autoatribuye para decidir, caso por caso, cuándo considera “razonable” la restricción a un
derecho, con lo que de hecho el tribunal se autocoloca por encima del texto constitucional
con base en la sola premisa de que la propia Suprema Corte ya ha sostenido que no hay
derechos absolutos9, lo cual, por cierto, es contrario al texto expreso del artículo 29
Constitucional10 que dispone que el Estado no puede restringir, en ningún caso, un listado
específico de derechos de tal manera que, si bien algunos de esos derechos tienen
restricciones en otras partes del texto Constitucional, hay algunos que no tienen ninguna
8
Ver Anexo 1
Ello actualiza, al menos, dos falacias: argumento de autoridad, al descansar la afirmación
en que la propia Corte ya ha dicho antes lo afirmado por lo que el único fundamento del
argumento es la autoridad del propio tribunal; y petición de principio, al precisar que no
hay Derechos Humanos absolutos porque todos los Derechos Humanos tienen restricciones,
con lo que se usa como solución la premisa de la que se parte.
10
Infra, 2.3.1 La nueva trascendencia del artículo 29 Constitucional, p. 12.
9
15
restricción o excepción constitucional11 y, por tanto, deben considerarse reconocidos en
forma absoluta12.
Esa afirmación es muy similar a la que se hace en la obra colectiva Derechos
Humanos en la Constitución: comentarios de jurisprudencia
constitucional e
interamericana, (Ferrer McGregor Poissot, Eduardo, et. al. 2013:6) en los siguientes
términos:
“[…] Ningún derecho fundamental es absoluto, todos admiten restricciones que de
ninguna manera pueden ser arbitrarias. Para que las restricciones legislativas de
los derechos fundamentales sean válidas, debe analizarse cada una de ellas en lo
particular para ver si cumple con los siguientes requisitos: a) ser admisible dentro
del ámbito constitucional; b) ser necesarias para promover el bienestar general en
una sociedad democrática e idónea (no solamente útil) para asegurar la obtención
de los fines que fundamentan la restricción constitucional y solamente se da [en]
casos en que sea imposible alcanzar razonablemente por otros medios menos
restrictivos de derechos fundamentales; y, c) ser proporcional, entre la
importancia del fin buscado por la ley, y los efectos perjudiciales que produce en
otros derechos e intereses constitucionales […]”; aunque se refiere expresamente
a “derechos fundamentales”, en la misma obra se precisa que éstos son los
Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y los tratados, lo que implica la
propuesta de que el Estado puede, legislativamente al menos, restringir todos los
derechos, incluyendo los Derechos Humanos reconocidos13.
Debe precisarse que, no obstante el criterio anterior, la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación ya reconoció14 la existencia de un derecho establecido en la
Constitución en términos absolutos: la prohibición de tortura; por tanto, debe esperarse que
la afirmación de que no existen derechos absolutos vaya cediendo ante la correcta
identificación de los derechos reconocidos efectivamente como derechos humanos en el
texto constitucional.
11
Debe considerarse que, donde la Constitución dice “en ningún caso”, ningún intérprete
puede concluir, sin violar la norma fundamental, que en “algún caso” sí puede darse lo
prohibido.
12
Más adelante se propone usar esa distinción para identificar qué derechos están
reconocidos en la propia Constitución como derechos absolutos y, si están reconocidos a
todos los seres humanos por el solo hecho de ser seres humanos, sean esos derechos los que
se considere reconocidos como derechos humanos por la Constitución.
13
Ver referencia en nota 1, pp. 11 y sigs.
14
Ver Anexo 2
16
De ahí que la identificación conceptual de “Derechos Humanos” y “Derechos
Humanos reconocidos en la Constitución”, así como la identificación de cuáles son esos
Derechos Humanos reconocidos como tales en nuestro texto constitucional, constituya una
cuestión indispensable para el adecuado funcionamiento de la nueva estructura
constitucional, pues todas las garantías de los Derechos Humanos resultarán inútiles si no
sabemos qué es lo que las mismas deben proteger; de lo contrario, el sistema dependerá
sólo del criterio subjetivo de los jueces y no de elementos objetivos que permitan examinar
incluso la validez lógica y conceptual de las propias sentencias.
El juicio de amparo, a partir de las reformas constitucionales citadas, debe
considerarse un medio jurisdiccional de protección de Derechos Humanos y de reparación
de sus violaciones, atendiendo a lo que ahora establecen los artículos 103, fracción I, y 107,
fracción I, Constitucionales, lo que obliga a usar en dicho juicio los conceptos, categorías y
principios relacionados con los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución lo que
hace necesario distinguir (y justificar la distinción) entre “derechos fundamentales” que
incluyen todos los derechos previstos en normas fundamentales del sistema, y “Derechos
Humanos” que tendrán las características específicas que permitan considerar que el Estado
no los crea sino que los reconoce y, por tanto, queda obligado a promoverlos, garantizarlos
y reparar sus violaciones15, aspecto este último, que merece atención específica en virtud de
que la Ley General de Víctimas regula la estructura de la reparación integral de las
violaciones a los Derechos Humanos, lo que debe aplicarse, también, en el juicio de amparo
para que las sentencias que concedan la protección federal, una vez declarada la existencia
de violaciones a Derechos Humanos, ordenen la reparación integral que permita restituir a
la víctima en el pleno goce del Derecho Humano violado16.
2.2 El modelo de identificación de derechos en el texto constitucional vigente
15
Debe partirse de la base de que no todos los derechos citados en la Constitución o cada
tratado internacional pueden ser considerados “Derechos Humanos” puesto que algunos de
ellos, como por ejemplo, el derecho de los partidos políticos a obtener financiamiento
público o el derecho de los jueces federales a que sus salarios no sean reducidos durante su
encargo, independientemente de su importancia en el sistema jurídico, son contingentes y
difícilmente pueden considerarse indispensables en todos los sistemas democráticos.
16
A este tema se dedica el tercer capítulo de este trabajo; ver p. 66 y sigs.
17
Como se precisó en el primer capítulo de este trabajo, Ferrajoli prevé que la
pregunta “¿cuáles son los derechos fundamentales?” puede responderse desde la teoría
jurídica, desde la dogmática constitucional o internacional y desde la filosofía política con
resultados diversos17.
En este trabajo se presenta una propuesta de respuesta a la pregunta “¿cuáles son los
derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los
que el Estado Mexicano es parte?” en función de la dogmática constitucional a partir de las
reformas constitucionales de junio de 2011.
Por tanto, el análisis propuesto se realiza desde el texto constitucional vigente en
nuestro país sin que sea materia de examen específico qué derechos humanos puedan
identificarse filosóficamente en forma independiente al texto constitucional así como
tampoco se examina el problema de qué derechos deberían reconocerse como derechos
humanos por el Estado Mexicano.
El artículo 1° Constitucional, en su primer párrafo, dispone:
“Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los
derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías
para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en
los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece […]”
Es importante advertir que el texto constitucional dice que gozamos de los
“derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados”, pero no que se
reconozcan todos los derechos humanos que puedan identificarse filosófica o teóricamente;
es decir, nuestra Constitución no se adscribe a un reconocimiento iusnaturalista pleno de los
derechos humanos sino que, recogiendo la tradición de nuestros textos constitucionales,
precisa que es la propia Constitución la que determina, en última instancia, qué derechos
reconoce como derechos humanos.
17
Supra, p. 9.
18
Esta diferenciación entre los derechos humanos o del hombre identificados
filosóficamente y los derechos que son exigibles en nuestro sistema jurídico aparece desde
el acta de reformas constitucionales de 1847:
“Art. 5°. Para asegurar los derechos del hombre que la Constitución reconoce, una
ley fijará las garantías de libertad, seguridad, propiedad é igualdad de que gozan
todos los habitantes de la República, y establecerá los medios de hacerlas
efectivas.”
“Art. 25. Los tribunales de la Federacion ampararán á cualquiera habitante de la
república en el ejercicio y conservacion de los derechos que le concedan esta
Constitucion y las leyes constitucionales, contra todo ataque de los poderes
legislativo y ejecutivo, ya de la Federacion, ya de los Estados; limitándose dichos
tribunales á impartir su proteccion en el caso particular sobre que verse el
proceso, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley ó del acto que lo
motivare.”
Ese mismo modelo se retomó en la Constitución de 1857:
“Art. 1. El pueblo mexicano reconoce, que los derechos del hombre son la base y el
objeto de las instituciones sociales. En consecuencia, declara: que todas las leyes y
todas las autoridades del país, deben respetar y sostener las garantías que otorga
la presente Constitución.”
“101. Los tribunales de la federación resolverán toda controversia que se suscite:
I. Por leyes ó actos de cualquiera autoridad que violen las garantías individuales.
II. Por leyes ó actos de la autoridad federal que vulneren ó restrinjan la soberanía
de los Estados.
III. Por las leyes ó actos de las autoridades de éstos, que invadan la esfera de la
autoridad federal.”
Por tanto, siguiendo a Ferrajoli, debe diferenciarse la respuesta que se dé a la
pregunta “¿cuáles son los derechos humanos?” en función del ámbito desde el cual se
emita:
- Desde la teoría del derecho, podrán identificarse diversos derechos que se estimen
indispensables para el respeto a la dignidad humana, pero no necesariamente todos estarán
reconocidos en el sistema jurídico positivo.
19
- Desde la dogmática constitucional, deberá examinarse el texto de la norma
fundamental para identificar qué derechos tienen las características que permitan
considerarlos reconocidos como derechos humanos.
- Finalmente, desde la filosofía política podrá discutirse qué derechos deben ser
reconocidos como derechos humanos independientemente de que su reconocimiento exista
ya en el texto constitucional o no.
2.3 ¿Cuáles son los “Derechos Humanos reconocidos” como tales en la
Constitución Mexicana?
Como ya se precisó en el capítulo anterior, la expresión “derechos humanos” debe
reservarse a los derechos que satisfacen las características materiales o de fondo de tales
derechos y, en el caso de nuestro sistema jurídico, ello es particularmente relevante si se
atiende a que el texto constitucional prevé que gozamos no de todos los derechos humanos
que filosóficamente puedan identificarse, sino de los “derechos humanos reconocidos por
esta Constitución y los tratados de los que el Estado Mexicano sea parte”; esto es, nuestro
texto constitucional no contiene un reconocimiento genérico de derechos humanos que
permita a los operadores jurídicos decidir libremente cuáles se incluyen en ese apartado
sino que expresamente se indica que es la propia Constitución la que determina qué
derechos reconoce como “derechos humanos” lo que implica, necesariamente, identificar
qué derechos previstos en el texto constitucional satisfacen las características de un
“derecho humano” para poder concluir si se está en presencia de un “derecho humano
reconocido” como tal o de un derecho otorgado por el texto constitucional pero no
reconocido como “derecho humano”.
El artículo primero de nuestra Constitución indica los principios que deben aplicarse
para cumplir las obligaciones derivadas de tales derechos:
“[…] Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la
obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los Derechos Humanos de
conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad
y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar
y reparar las violaciones a los Derechos Humanos, en los términos que establezca
la ley […]”
20
Por tanto, puede ocurrir que existan:
a).– Derechos formalmente fundamentales (regulados en la Constitución) pero que
materialmente no sean Derechos Humanos (como ocurre, por ejemplo, con el derecho de
los partidos políticos al financiamiento público o el derecho de petición).
b).- Derechos formalmente fundamentales (regulados en la Constitución) y
materialmente Derechos Humanos al satisfacer los requisitos o características de los
Derechos Humanos (como ocurre, por ejemplo, con el derecho a la vida o a no ser
torturado).
c).- Derechos formalmente no fundamentales (al no estar regulados en la
Constitución) y materialmente Derechos Humanos (en caso de que existiera algún derecho
que derive de la vida y la dignidad humanas y que debiera reconocerse a todos los seres
humanos por el solo hecho de serlo pero que no estuviera reconocido en la Constitución
como tal).
d).- Derechos que no sean ni formalmente fundamentales ni materialmente
humanos, que sería el caso de todos los derechos otorgados por otras normas del sistema
jurídico inferiores a la Constitución y que, por tanto, están sujetos a las limitaciones que el
propio sistema jurídico establezca.
De ahí deriva la necesidad de reexaminar nuestro texto constitucional para
identificar cuáles de los derechos en ella incluidos (derechos fundamentales por estar
previstos en la Constitución) cumplen los requisitos para ser considerados, además,
“Derechos Humanos” atendiendo especialmente a su universalidad y a la ausencia de
excepciones en el texto constitucional que los reconoce.
En virtud de que nuestra Constitución no proporciona una definición de lo que deba
entenderse por Derechos Humanos, debe efectuarse un análisis conceptual a partir de lo que
se entiende por “Derecho Humano” y, con base en ello, identificar cuáles derechos
previstos en la Constitución satisfacen los requisitos para ser considerados “Derechos
Humanos” y, de esa manera, obtener cuáles son los “Derechos Humanos reconocidos en la
21
Constitución”; para ello nos remitimos a lo expuesto en la primera parte de este trabajo,
recordando que las características generalmente aceptadas de un “derecho humano” 18son:
a).- Deriva de la vida o se relaciona directamente con la vida o la dignidad humana.
b).- Son universales (reconocidos a todo ser humano por ese solo hecho: ser
humano).
c).- Son absolutos (no tienen excepciones en su obligatoriedad).
Al respecto debe tomarse en cuenta, también, que en el proceso de reformas
constitucionales que culminaron con el decreto publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 10 de junio de 2011, se precisó:
“[…] La declaración de los Derechos Humanos, suscrita en 1948, por los entonces
58 Estados miembros de las Naciones Unidas, abarca la gama de derechos
humanos en 30 artículos claros y concisos. Los dos primeros sientan la base
universal de los derechos humanos: los seres humanos son iguales porque
comparten la misma dignidad humana esencial; los derechos humanos son
universales, no a causa de un Estado u organización internacional, sino porque les
pertenecen a la humanidad entera, es decir, son inherentes al ser humano, por el
simple hecho de ser humanos, porque nació con ellos y el Estado lo único que
puede hacer es reconocerlos y, en su caso protegerlos […]”
2.3.1 La nueva trascendencia del artículo 29 Constitucional
Como ya se precisó, nuestro texto constitucional no dice expresamente cuáles sean
los Derechos Humanos que reconoce como tales; incluso, el párrafo primero del artículo 1°
Constitucional expresamente prevé que la Constitución puede restringir o suspender el
ejercicio de todos los derechos, lo que implicaría, si esa disposición estuviera aislada, que
no habría ningún derecho que no tuviera excepciones y, por tanto, ninguno sería universal
lo que implicaría que nuestra Constitución no reconocería ningún derecho con las
18
En este punto usamos como base, fundamentalmente, la caracterización de Laporta, sin
hacer mención expresa de la inalienabilidad de los derechos humanos en tanto que ese
aspecto no aparece mencionado en el texto constitucional y no resulta de utilidad concreta
para identificar qué derechos aparecen como “derechos humanos reconocidos” en la
Constitución.
22
características teóricas que permitieran identificarlo como “derecho humano reconocido”
como tal.
Sin embargo, el propio artículo 1° Constitucional prevé que la restricción o
suspensión al ejercicio de los derechos debe efectuarse, en su caso, en los casos y bajo las
condiciones que la propia Constitución establece; esto implica que las autorizaciones para
restringir los derechos previstos en el texto constitucional deben estar previstas en el propio
texto constitucional, lo que resulta lógico pues, de otra forma, resultaría posible modificar
la constitución sin atender a la limitación prevista en el artículo 135 Constitucional y ello
constituiría una violación a dicha norma fundamental.
Luego, si la Constitución declara que gozamos de los derechos humanos que ella (y
los tratados) reconocen como tales, pero no los enumera expresamente, debe efectuarse el
análisis del texto constitucional para identificar qué derechos previstos en el mismo
satisfacen las características teóricas para ser considerados “derechos humanos” y, por
tanto, constituyen los “derechos humanos reconocidos” en la Constitución como tales.
Además, si sólo se considera en forma aislada el artículo 1° Constitucional, que
prevé que la propia Constitución puede restringir el ejercicio de cualquier derecho, podría
concluirse que no se reconoce realmente ningún derecho como “derecho humano”; sin
embargo, debe tomarse en cuenta que en el mismo precepto se dispone que la única fuente
válida de restricciones al ejercicio de los derechos es la propia Constitución en los casos y
bajo las condiciones que ella misma establece, lo que obliga a examinar el texto
constitucional para identificar qué casos y qué condiciones prevé para la suspensión o
restricción de derechos.
Así, en el texto constitucional encontramos diversas restricciones o casos de
excepción a diversos derechos previstos en nuestra norma fundamental, lo que implica que
esos derechos, restringidos expresamente en la Constitución, no pueden considerarse
“derechos humanos reconocidos” como tales ya que, al tener excepciones constitucionales
no pueden considerarse absolutos ni, en consecuencia, universales; por tanto, son derechos
23
fundamentales desde el punto de vista formal, pero no derechos humanos desde el punto de
vista material19.
Por lo anterior, ahora tiene una trascendencia enorme el artículo 29 Constitucional
puesto que regula constitucionalmente las condiciones para restringir el ejercicio de los
derechos y de las garantías otorgadas para su protección pero, al mismo tiempo, y esto es lo
más importante, enumera los derechos que no pueden ser suspendidos ni restringidos en
ningún caso:
“[…] En los decretos que se expidan, no podrá restringirse ni suspenderse el
ejercicio de los derechos a la no discriminación, al reconocimiento de la
personalidad jurídica, a la vida, a la integridad personal, a la protección a la
familia, al nombre, a la nacionalidad; los derechos de la niñez; los derechos
políticos; las libertades de pensamiento, conciencia y de profesar creencia
religiosa alguna; el principio de legalidad y retroactividad; la prohibición de la
pena de muerte; la prohibición de la esclavitud y la servidumbre; la prohibición de
la desaparición forzada y la tortura; ni las garantías judiciales indispensables para
la protección de tales derechos […]”
Esto permite identificar qué derechos la propia Constitución prevé como intocables
incluso en situaciones de emergencia, por lo que de ese listado podremos obtener cuáles
son los “Derechos Humanos reconocidos” como tales en nuestra Carta Magna si sus
características permiten considerarlos así pues, como se precisó en el capítulo I, los
Derechos Humanos, desde el punto de vista conceptual o de fondo, son aquéllos que:
- Derivan de la naturaleza humana o, al menos están directamente relacionados con
la dignidad humana, entendida ésta, básicamente, como todo lo que intrínsecamente
corresponde a un ser humano o es adecuado para su existencia como ser humano20.
19
Ver 1.3 Precisiones terminológicas, supra, p. 12.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (http://rae.es
consultada el 29 de junio de 2014), dignidad es la cualidad de digno y esta última palabra
significa:
“digno, na.
(Del lat. dignus).
1. adj. Merecedor de algo.
2. adj. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo.
3. adj. Que tiene dignidad o se comporta con ella.
20
24
- Ser universales; es decir, aplicables a todos los seres humanos, sin excepción, por
el solo hecho de ser un “ser humano”.
- Ser absolutos; es decir, no aceptar casos de excepción en los que no se reconozcan
o puedan ser disminuidos o restringidos21.
Si un derecho no satisface estos requisitos, no podría considerarse realmente un
Derecho Humano, puesto que ya no protegería la esencia humana sino algún otro aspecto,
que podría entonces reconocerse a algunos seres humanos y a otros no, o protegerse sólo en
algunos casos y en otros no, lo que implicaría que no estaría realmente en juego la dignidad
humana pues sería un contrasentido aceptar que ésta pudiera dejar de protegerse o
reconocerse en ciertos casos; lo anterior no impide pueda considerarse la existencia de otros
derechos fundamentales o con una protección especial; simplemente se trataría de derechos
muy importantes, fundamentales, pero no Derechos Humanos.
2.3.2 Derechos constitucionales que cumplen los requisitos teóricos para ser
considerados “Derechos Humanos”
De la enumeración incluida en el artículo 29 Constitucional podemos concluir que
son Derechos Humanos reconocidos en la Constitución, los que satisfacen las
características ya citadas, especialmente el estar reconocidos a todos los seres humanos y
no tener excepciones.
4. adj. Dicho de una cosa: Que puede aceptarse o usarse sin desdoro. Salario digno.
Vivienda digna.
5. adj. De calidad aceptable. Una novela muy digna.”
21
La necesidad de que los derechos humanos estén reconocidos en términos absolutos (sin
excepciones) deriva de que, si se aceptan excepciones, se eliminaría la característica de
universalidad puesto que los seres humanos que se ubicaran en los casos de excepción, no
gozarían de esos derechos humanos y eso implicaría su violación respecto de esos seres
humanos. Al respecto, Ferrajoli precisa que los derechos fundamentales son inalienables, lo
que implica que no son disponibles ni por su titular ni, menos aún, por el Estado, lo que
conduce a considerar, también, que no deben admitirse excepciones respecto a la obligación
de este último de respetar y proteger tales derechos. Ver supra 1.2 Conceptualización y
características de los “Derechos Humanos”, p. 9.
25
Debe tomarse en cuenta que el concepto de Derecho Humano implica la
imposibilidad para el Estado de restringirlo precisamente por ser anterior al Estado mismo
y a su orden jurídico, de tal manera que técnicamente no deben considerarse como
Derechos Humanos reconocidos a los demás derechos consignados constitucionalmente
pero que sí pueden ser restringidos o suspendidos; estos últimos son derechos
fundamentales, por estar consignados en el texto constitucional, pero deben estimarse
otorgados por la Constitución, no reconocidos como anteriores a la misma.
Examinemos entonces, por ejemplo, el derecho a no ser torturado, que aparece en el
artículo 29 Constitucional22.
Derecho a la proscripción de la tortura.
El artículo 20, apartado B, fracción II, Constitucional, establece respecto de toda
persona imputada de la comisión de un delito:
“[…] Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación,
intimidación o tortura […]”
Además, el artículo 22 Constitucional prohíbe la marca, los azotes, los palos y el
tormento de cualquier especie.
El artículo 3° de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura define ésta en
los siguientes términos:
“Comete el delito de tortura el servidor público que, con motivo de sus
atribuciones, inflija a una persona dolores o sufrimientos graves, sean físicos o
psíquicos con el fin de obtener, del torturado o de un tercero, información o una
confesión, o castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche ha cometido,
o coaccionarla para que realice o deje de realizar una conducta determinada.
No se considerarán como tortura las molestias o penalidades que sean
consecuencia únicamente de sanciones legales, que sean inherentes o incidentales
a éstas, o derivadas de un acto legítimo de autoridad.”
22
En el Anexo 14 se presenta un análisis de los demás derechos enumerados en el artículo
29 Constitucional.
26
Como ya precisamos23, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
ha reconocido que el derecho a no ser torturado está establecido en términos absolutos en la
Constitución.
Este derecho deriva directamente de la vida humana en tanto que su negación (la
aplicación de tortura) pone en riesgo precisamente la vida de la víctima; por otra parte, su
relación con la dignidad humana deriva del hecho de que, siendo el ser humano un fin en sí
mismo, resulta inaceptable que se use su sufrimiento como herramienta para obtener
información o confesión o la aplicación de un castigo.
La universalidad está expresa en la disposición que prevé la prohibición en todo
caso, lo que es una forma de decir que ningún ser humano puede ser sujeto a tortura.
El carácter absoluto está definido precisamente en el artículo 29 Constitucional, al
disponer que se trata de un derecho que no puede ser suspendido ni restringido en ningún
caso; esto es, la obligación de respetarlo no tiene ninguna excepción autorizada en el propio
texto constitucional.
2.3.3 Ejemplos de derechos previstos en la Constitución que no cumplen con las
características para ser considerado un Derecho Humano reconocido como tal.
El artículo 8° Constitucional prevé el denominado “derecho de petición”:
“Artículo 8o. Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del
derecho de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de manera pacífica y
respetuosa; pero en materia política sólo podrán hacer uso de ese derecho los
ciudadanos de la República.
A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya
dirigido, la cual tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al
peticionario.”
Este derecho es fundamental en la medida en que está previsto en el texto
constitucional (punto de vista formal) pero no satisface los requisitos para ser considerado
un “derecho humano reconocido” como tal (punto de vista material o de fondo).
23
Supra, nota 14, p. 9.
27
En primer lugar, no deriva directamente de la vida o la dignidad humana; esto es, la
realización de peticiones al Estado no constituye una actividad esencial de la vida humana y
puede perfectamente considerarse el caso de un ser humano no haga ninguna petición al
Estado y no por esa circunstancia deje de vivir o de ser reconocido como persona.
Tampoco cumple la característica de estar reconocido a todo ser humano por el solo
hecho de serlo; de hecho el precepto constitucional no limita el derecho a los seres
humanos pues las peticiones pueden formularse por personas jurídicas colectivas.
Finalmente, no puede considerarse un derecho absoluto toda vez que el propio
artículo 8° Constitucional prevé como limitaciones expresas que la petición se formule por
escrito, en forma pacífica y respetuosa, además de lo limita a los ciudadanos de la
República en materia política. Aún más, al no estar incluido en el listado de derechos que el
artículo 29 Constitucional prevé como aquéllos que no pueden ser suspendidos ni
restringidos, el Estado tiene posibilidad de suspender o restringir (adicionalmente a las
restricciones ya previstas en el propio artículo 8°) el referido derecho.
Incluso tratándose de derechos que el artículo 29 Constitucional prevé como no
restringibles ni suspendibles, existen casos en que no se cumplen los requisitos para que
sean considerados “derechos humanos reconocidos” como tales, como por ejemplo el
derecho de los partidos políticos a recibir financiamiento público (artículo 41, fracción II,
Constitucional).
Tal derecho no está reconocido a ningún ser humano, sino a los partidos políticos
que son personas jurídicas colectivas que la propia Constitución define como entidades de
interés público, pero que son distintas a los seres humanos.
Además, no tiene relación directa con la vida humana en tanto que el financiamiento
otorgado a los partidos políticos no está destinado a satisfacer ninguna necesidad
orgánicamente indispensable de los seres humanos, sin que obste que se pueda considerar
que la participación política deriva de la dignidad humana dado que los partidos políticos
no son la única posibilidad de participación política de las personas.
28
Por lo anterior, la circunstancia de que el artículo 29 Constitucional prevea que los
derechos políticos no pueden ser suspendidos ni restringidos, es insuficiente para estimar
este derecho, a pesar de poder considerarse un derecho político, como un “derecho humano
reconocido” como tal, al no cumplir las demás características de los derechos humanos.
2.3.4 Estructura de los derechos constitucionales a partir de las reformas de
junio de 2011
De lo expuesto podemos considerar que todos los derechos previstos en la
Constitución son “derechos fundamentales” de nuestro sistema jurídico por estar
registrados en la norma fundamental del mismo; sin embargo, no todos esos derechos
cumplen los requisitos conceptuales para ser considerados “Derechos Humanos”
reconocidos como tales en el propio texto constitucional, sino sólo algunos de ellos: los que
están vinculados directamente con la vida o la dignidad humana y reconocidos a los seres
humanos por el solo hecho de serlo, sin mayor condición, además de no contar con
excepciones en el propio texto constitucional.
Atendiendo al texto de los artículos 1° y 29 Constitucionales, podemos considerar
como derechos fundamentales de nuestro sistema, en sentido lato o amplio, todos los
previstos en la Constitución, los cuales, a su vez, pueden dividirse en Derechos Humanos
(derivan de la vida y la dignidad humana, universales, sin excepciones, no suspendibles ni
restringibles, reconocidos no otorgados) y derechos fundamentales en sentido estricto
(todos los demás que no cumplen los requisitos para ser Derechos Humanos reconocidos
como tales sino que se trata de derechos otorgados por el Estado). Estos últimos pueden
subdividirse en derechos que son, a su vez, garantías de los Derechos Humanos que
incluyen las garantías judiciales indispensables y las demás garantías otorgadas por la
Constitución; finalmente, todos los demás derechos previstos en la Constitución son
derechos fundamentales pero no Derechos Humanos reconocidos como tales. El esquema
puede formularse como sigue:
29
Por otra parte, atendiendo a los citados artículos 1° y 29 Constitucionales, los
Derechos Humanos reconocidos como tales en el texto de la Constitución quedarían
enumerados como sigue:
- Derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica.
- Derecho a la vida.
- Derecho a la integridad personal.
- Derecho al nombre.
- Derecho a la libertad de pensamiento.
- Derecho a la libertad de conciencia.
- Derecho a la legalidad.
- Derecho a la no imposición de la pena de muerte.
- Derecho a la proscripción de la esclavitud y de la servidumbre.
- Derecho a la proscripción de la desaparición forzada.
- Derecho a la proscripción de la tortura.
Los demás derechos incluidos en el artículo 29 Constitucional son derechos
fundamentales pero otorgados por el Estado y no reconocidos como Derechos Humanos; el
esquema puede formularse como sigue:
30
31
2.4 ¿Cuáles son los Derechos Humanos reconocidos como tales en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano es parte?.
El artículo primero constitucional, a partir de la reforma constitucional publicada el
10 de junio de 2011 (en vigor al día siguiente), prevé que, además de los Derechos
Humanos reconocidos en la propia Constitución, las personas gozarán de los Derechos
Humanos reconocidos en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea
parte.
Esto obliga a considerar que en cualquier tratado internacional suscrito por nuestro
país es posible encontrar Derechos Humanos reconocidos como tales y, por tanto, se
presenta una problemática similar a la que comentamos respecto al texto constitucional:
debemos identificar cuáles son los “Derechos Humanos” reconocidos como tales en los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte.
2.4.1 ¿Cuáles son los “Derechos Humanos reconocidos” como tales en tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano es parte
Tomando en cuenta las características de los Derechos Humanos que ya se han
comentado (supra, p. 2), debe examinarse cada derecho previsto en un tratado internacional
vigente en nuestro país para determinar si tiene las características de derivar directamente
de la vida y la dignidad humanas, precisamente por ello, debe estar reconocido a todos los
seres humanos por el solo hecho de serlo y, en consecuencia, no tener excepciones en la
Constitución o en el propio tratado internacional, de tal manera que los que sí tengan tales
características, podrán ser considerados “Derechos Humanos reconocidos” como tales en
tanto que, si carecen de alguna de ellas, serán sólo derechos previstos en los tratados pero
sujetos a las limitaciones que el Estado Mexicano y/o la comunidad internacional
establezcan a los mismos.
De otra forma, considerar como “Derecho Humano” a cualquier derecho
mencionado en un tratado internacional sobre la materia implicaría usar un criterio
meramente formal, aspecto al que debe referirse la expresión “derecho fundamental” pero
32
no “Derecho Humano” que, como ya se precisó, debe considerarse una categoría que
atiende a características de fondo y no de forma24.
Desde hace casi 30 años, Laporta (1987, p. 23) advirtió de la problemática de
aplicar indiscriminadamente la expresión de “Derechos Humanos” a un gran número de
derechos y que conlleva a disminuir la eficacia de su protección real:
“Empieza a detectarse en la literatura especializada una cierta alarma ante la
creciente abundancia y no infrecuente ligereza de las apelaciones a los derechos
humanos. No sólo se han multiplicado y diversificado hasta grados de concreción
sorprendentes los venerables derechos del hombre y del ciudadano, sino que se dan
por sentado derechos de contenido social y económico cada vez más minucioso y se
anuncia todavía el nacimiento de una nueva “generación” de derechos
relacionados con cosas tales como las nuevas tecnologías o la conservación del
medio ambiente natural. Al mismo tiempo los teóricos más influyentes tienden a
conferir a la idea de derechos humanos una particular fuerza justificatoria o
motivacional, como si se tratara de los escalones últimos y más poderosos de los
sistemas morales y jurídicos, expresión de exigencias éticas y políticas tan
fundamentales que no son susceptibles de negociación o trueque.
La explicación remota de este trabajo, si es que ha de tener alguna, es que intuyo
que ambas cosas tienden a ser incompatibles. Me parece razonable suponer que
cuanto más se multiplique la nómina de los derechos humanos menos fuerza
tendrán como exigencia y cuanto más fuerza moral o jurídica se les suponga más
limitada ha de ser la lista de derechos que la justifiquen adecuadamente.”
En virtud de que nuestro país ha firmado más de 1,500 tratados, es imposible en este
trabajo examinarlos todos; por tanto, sólo examinaremos someramente los derechos
previstos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y los instrumentos que
integran la denominada Carta Internacional de los Derechos Humanos (Declaración
Universal de los Derechos Humanos, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Protocolo Facultativo
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Segundo Protocolo Facultativo
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de
muerte).
24
Ver supra, 1.3 Precisiones terminológicas, p. 12.
33
2.4.2 Derechos internacionales que cumplen los requisitos teóricos para ser
considerados “Derechos Humanos”
Por lo expuesto, consideremos cada instrumento internacional para determinar si los
derechos previstos en el mismo derivan de la vida y la dignidad humana en forma directa o
responden a cuestiones contingentes, si están reconocidos a todo ser humano por el solo
hecho de serlo (universales) y si tienen excepciones o no (supra, p. 10).
Convención Americana sobre Derechos Humanos
En este tratado internacional existe el artículo 27, que prevé la suspensión de las
obligaciones contraídas por el Estado contratante en caso de guerra, peligro público u otra
emergencia que amenace la independencia o la seguridad del Estado.25
Esto indica claramente que, con excepción de los derechos previstos en el punto 2
del artículo, todos los demás previstos en la Convención están subordinados a la existencia,
independencia y seguridad del Estado contratante y, en consecuencia, éste puede
restringirlos para defender tal independencia y seguridad, aunque sea por tiempo limitado;
por ello, sólo podrán cumplir los requisitos para ser considerados “Derechos Humanos
reconocidos” como tales en la Convención, los enumerados en el punto 2 del artículo 27
referido, siempre que la propia Convención no establezca, en otros apartados, restricciones
pues, entonces, al tener excepciones, deberán considerarse sólo derechos otorgados en el
tratado pero no “Derechos Humanos reconocidos” como tales.
Debe recordarse que, si partimos de que los Derechos Humanos son derechos
reconocidos, no otorgados, por el Estado, no puede aceptarse que éste los restrinja en
ningún caso, ni siquiera de manera temporal o delimitado geográficamente o por categoría
de personas, dado que, en ese momento, estaría dejando de cumplir su obligación de
respetarlos. No se puede “respetar” un derecho violándolo; esto es, por ejemplo, si está
reconocido el derecho a la vida como Derecho Humano, ello significa que el Estado no
puede matar a ninguna persona, ni siquiera como medida de defensa de la independencia y
seguridad del propio Estado o invocando que sólo se matará a X persona por representar un
25
Ver Anexo 5
34
grave riesgo para la sociedad puesto que ello conduciría a autorizar al Estado a no respetar
(violar) el Derecho Humano de X; por el contrario, si se acepta que un derecho puede ser
restringido o regulado por el Estado atendiendo a sus necesidades de seguridad, estabilidad
o cualquier otra que resulte razonable, lo que se acepta es que ese derecho no esté
reconocido como Derecho Humano sino que sea un derecho otorgado por el Estado o la
comunidad internacional y, por tanto, sujeto a las limitaciones que éstos establezcan o
califiquen como necesarias o razonables.
Los derechos enumerados en el punto 2 citado son:
Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica.
Derecho a la Vida.
Derecho a la Integridad Personal.
Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre.
Principio de Legalidad y de Retroactividad.
Libertad de Conciencia y de Religión.
Protección a la Familia.
Derecho al Nombre.
Derechos del Niño.
Derecho a la Nacionalidad.
Derechos Políticos.
Todos estos derechos están incluidos en el artículo 29 de nuestra Constitución, en su
texto vigente a partir del 11 de junio de 2011 y, por tanto, respecto a los mismos nos
remitimos a lo ya comentado en el capítulo anterior sobre ellos en términos generales.
Debemos apuntar, sin embargo, diferencias en el tratamiento de algunos de estos
derechos en el tratado internacional:
35
Derecho a la vida
Si partimos de la idea de que un Derecho Humano es un derecho reconocido, no
otorgado, y que, por consecuencia, no puede tener excepciones, debemos concluir que,
desafortunadamente, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el derecho a
la vida no está reconocido como Derecho Humano sino que está previsto y regulado como
un derecho otorgado por el compromiso internacional y sujeto a varias restricciones:
La primera es que la convención autoriza la pena de muerte y, si bien establece
(artículo 4.1) que nadie puede ser privado de la vida “arbitrariamente”, ello implica que sí
puede matarse a un ser humano si se satisfacen los requisitos legales (“no
arbitrariamente”), lo que se refuerza con la autorización expresa de la pena de muerte y, si
bien se excluye de ella a quienes, al momento de cometer un delito, tengan menos de 18
años o más de 70, así como a las mujeres embarazadas, la autorización para ejecutar la pena
de muerte impide considerar que el derecho a la vida esté reconocido a todos los seres
humanos por el sólo hecho de serlo, precisamente porque se permite quitarle la vida a
ciertos seres humanos que se ubiquen en los supuestos de las leyes que prevean la pena de
muerte y que la convención autoriza26.
No es obstáculo a lo anterior el Protocolo a la Convención Americana Sobre
Derechos Humanos relativo a la Abolición de la Pena de Muerte27, puesto que, aunque su
artículo primero prevé que no se aplicará la pena de muerte a ninguna persona bajo la
26
Un problema que deriva de esta circunstancia es el tratamiento al aborto con base en la
Convención, puesto que, al preverse en ésta que puede privarse de la vida a alguien si ello
se hace “no arbitrariamente”, puede concluirse que los Estados tienen autorización para
permitir dicha práctica siempre y cuando ello se regule “razonablemente” y atendiendo a
las necesidades del propio Estado; esto es, la Convención autoriza a los Estados a regular
los abortos y, en consecuencia, en los casos que tales regulaciones lo permitan, se autoriza
privar de la vida a seres humanos en formación precisamente porque, al estar en los
supuestos autorizados, su muerte no sería “arbitraria” sino ajustada al sistema legal. Al
respecto, nuestra Constitución no tiene excepciones en la protección de la vida, por lo que
la conclusión debe ser en el sentido de que no está autorizado matar a ningún ser humano
en ningún caso (y “ningún caso” sólo puede significar “ningún caso”).
27
Aprobado en Asunción, Paraguay, el 8 de junio de 1990, en el vigésimo período
ordinario de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos).
36
jurisdicción en el territorio de los estados miembros, el artículo segundo prevé
expresamente la posibilidad de que se formule reserva para “[…] aplicar la pena de muerte
en tiempo de guerra conforme al derecho internacional por delitos sumamente graves de
carácter militar […]”, por lo que se mantiene el esquema de permitir excepciones.
En cuanto al Protocolo Adicional a la Convención Americana Sobre Derechos
Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales "Protocolo de San
Salvador"28, su artículo 5 prevé que los Estados Partes puedan establecer restricciones y
limitaciones a los derechos establecidos en el protocolo, lo que impide considerarlos
absolutos en los términos ya comentados en este trabajo sin que obste que las limitaciones y
restricciones deban establecerse “[…] mediante leyes promulgadas con el objeto de
preservar el bienestar general dentro de una sociedad democrática, en la medida que no
contradigan el propósito y razón de los […]” derechos citados puesto que no se impide el
establecimiento de restricciones.
Declaración Universal de los Derechos Humanos
Este instrumento internacional no constituye, en sentido estricto, un tratado
internacional, sino una declaración emanada de la Asamblea General de las Naciones
Unidas pero, aunque no es un tratado, debe considerarse obligatoria para nuestro país en la
medida en que México votó aprobándola en la asamblea efectuada el 10 de diciembre de
1948 (México es miembro originario de la ONU y firmó la carta de su fundación el 26 de
junio de 1945).
Al respecto, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha
considerado que la Declaración no es un instrumento obligatorio por no ser un tratado
internacional, agregando29:
“[…] sin
vinculante
principios
principios
28
29
perjuicio de que una norma internacional de derechos humanos
para el Estado Mexicano pueda ser interpretada a la luz de los
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, esto es, los
consagrados en ésta pueden ser invocados por los tribunales para
Adoptado en San Salvador, El Salvador, el 17 de noviembre de 1988.
Ver Anexo 6
37
interpretar los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales
incorporados a nuestro sistema jurídico […]”
De manera similar a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la
Declaración Universal de los Derechos Humanos contiene una previsión que limita de
manera general los derechos previstos en el referido instrumento; el artículo 29 dispone:
“Artículo 29
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella
puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona
estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin
de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los
demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del
bienestar general en una sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en
oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere
derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y
desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de
los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.”
El punto 2 del artículo referido autoriza que la ley establezca limitaciones a todos
los derechos previstos en la declaración y si bien condiciona tales limitaciones a que tengan
como fin asegurar el reconocimiento y el respeto a los derechos y libertades de los demás,
así como a satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar
general en una sociedad democrática, ello impide considerar que los derechos previstos en
la declaración carezcan de excepciones, puesto que su disfrute se condiciona, en todos los
casos, a lo que establezcan las leyes; en consecuencia, si todos los derechos están sujetos a
las limitaciones que establezcan las leyes, debe entenderse que los Estados pueden
restringirlos lo que impide considerar que satisfacen los requisitos para ser “Derechos
Humanos reconocidos” como tales y debe concluirse que se trata de derechos otorgados por
la comunidad internacional y, precisamente por ello, sujetos a las limitaciones que la ley
establezca.
38
No obsta que se prohíba la supresión de los derechos y libertades proclamados en la
declaración (último párrafo del artículo 29) puesto que la posibilidad de restringir los
derechos autoriza el establecimiento de excepciones a los mismos y eso los ubica como
derechos otorgados y no como derechos “reconocidos”.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
Este tratado internacional incluye el artículo 4:
“Artículo 4
1. En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación y cuya
existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en el presente
Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente limitada a las
exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este
Pacto, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás
obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación
alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u
origen social.
2. La disposición precedente no autoriza suspensión alguna de los artículos 6, 7, 8
(párrafos 1 y 2), 11, 15, 16 y 18.
3. Todo Estado Parte en el presente Pacto que haga uso del derecho de suspensión
deberá informar inmediatamente a los demás Estados Partes en el presente Pacto,
por conducto del Secretario General de las Naciones Unidas, de las disposiciones
cuya aplicación haya suspendido y de los motivos que hayan suscitado la
suspensión. Se hará una nueva comunicación por el mismo conducto en la fecha en
que se haya dado por terminada tal suspensión.”
Luego, todos los derechos previstos en el mismo constituyen derechos otorgados y
sujetos a las limitaciones legales que establezca cada estado miembro, salvo los siguientes:
Derecho a la vida (artículo 6).
Derecho al no sometimiento a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes (artículo 7).
Derecho a no ser sometido a esclavitud o servidumbre (artículo 8, párrafos 1 y 2).
Derecho a no ser encarcelado por el solo hecho de no cumplir una obligación
contractual (artículo 11).
Derecho a la legalidad y a la no retroactividad de las normas penales (artículo 15).
39
Derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica (artículo 16).
Derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión (artículo 18).
No obstante, algunos de los derechos citados tienen restricciones en el propio pacto,
de tal manera que no satisfacen los requisitos para ser considerados “Derechos Humanos
reconocidos” como tales sino que constituyen derechos otorgados sujetos a las restricciones
del propio pacto o de las leyes de cada Estado.
Derecho a la vida
Este derecho tiene como excepción, reconocida y autorizada en el pacto que
comentamos, la pena de muerte, lo que implica que la vida no está reconocida como un
derecho para todos los seres humanos en forma absoluta, puesto que está previsto que se
pueda matar a quienes se ubiquen en los supuestos de las leyes que regulen la imposición
de la pena de muerte. Esto significa que el derecho a la vida no está reconocido a todos los
seres humanos, sino sólo a los que no actualicen los supuestos para la aplicación de la pena
de muerte.
Es cierto que la intención de la comunidad internacional se manifiesta
consistentemente en la propuesta de erradicar la pena de muerte; sin embargo, aquí se está
considerando el texto del pacto como norma internacional y, de su contenido expreso, se
advierte una autorización para aplicar la pena de muerte y, en consecuencia, atendiendo a
las características que teóricamente tiene un Derecho Humano reconocido como tal, debe
concluirse que el pacto referido no reconoce la vida como “Derecho Humano” sino que la
trata como un derecho otorgado por la comunidad internacional sujeto a las condiciones y
regulaciones estatales.
Derecho a manifestar la propia religión
En forma similar que nuestra Constitución, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos prevé que la manifestación de la religión o de las propias creencias está
sujeta a las limitaciones que establezca la ley, necesarias para proteger la seguridad, el
orden, la salud o la moral públicos o los derechos y libertades fundamentales de los demás;
por tanto, la realización de los actos religiosos es un derecho limitado por la legislación de
40
cada Estado y no constituye un “Derecho Humano reconocido” como tal sino sólo un
derecho fundamental sujeto a los límites que los Estados establezcan.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
Este tratado internacional prevé, en su artículo 4:
“Artículo 4
Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que, en ejercicio de los
derechos garantizados conforme al presente Pacto por el Estado, éste podrá
someter tales derechos únicamente a limitaciones determinadas por ley, sólo en la
medida compatible con la naturaleza de esos derechos y con el exclusivo objeto de
promover el bienestar general en una sociedad democrática.”
Lo anterior pone de manifiesto que todos los derechos previstos en el pacto están
sujetos a las restricciones que establezcan los Estados y, por tanto, se trata de derechos
fundamentales otorgados por la convención internacional pero no de “Derechos Humanos
reconocidos” como tales.
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
Este tratado prevé el derecho de los individuos que aleguen ser víctimas de
violaciones a cualquiera de los derechos enunciados en el pacto a someter a consideración
del Comité; tal derecho constituye una garantía para la protección de los derechos previstos
en el pacto pero no tiene las características para ser considerado, en sí mismo, un “Derecho
Humano reconocido” como tal en tanto que se otorga a los seres humanos pero no por ese
solo hecho sino porque aleguen ser víctimas de violación a los derechos previstos en el
pacto y está condicionado, además, a que se agoten primero todos los recursos internos
disponibles así como a que la comunicación no sea anónima y el Comité no la considere un
abuso o sea incompatible con las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos.
Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, destinado a abolir la pena de muerte
Este tratado prevé, en su artículo 1:
41
“Artículo 1
1. No se ejecutará a ninguna persona sometida a la jurisdicción de un Estado Parte
en el presente Protocolo.
2. Cada uno de los Estados Partes adoptará todas las medidas necesarias para
abolir la pena de muerte en su jurisdicción.”
Sin embargo, no puede considerarse que se reconozca el derecho a la vida como un
Derecho Humano (esto es, sin excepciones a todos los seres humanos), en tanto que se
mantiene la autorización a los estados para aplicar la pena de muerte en tiempo de guerra,
sin que obste que se limite a las condenas por “un delito sumamente grave de carácter
militar cometido en tiempo de guerra”, puesto que de todas formas se autoriza a los Estados
miembros a privar de la vida a algunos seres humanos.
2.4.3 Estructura de los derechos derivados de la Carta Internacional de los
Derechos Humanos y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
Además de lo comentado en los puntos que anteceden, debe tomarse en cuenta que
la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que los Derechos Humanos reconocidos
en los tratados internacionales tienen rango constitucional pero que, en caso de
restricciones, prevalecerán las disposiciones constitucionales.
Lo anterior lleva a considerar que el artículo 29 Constitucional permite la restricción
de todos los derechos, estén previstos en la propia Constitución, en tratados internacionales
o en cualquier otra norma de nuestro sistema jurídico, con excepción de los enumerados en
el citado artículo constitucional (supra, p. 21) y, en consecuencia, a que sólo pueden
considerarse inmunes a restricciones los derechos previstos en el artículo 29 Constitucional,
independientemente de que en los tratados estén libres de restricciones o limitaciones30; lo
anterior es una consecuencia de la aplicación del principio de supremacía constitucional en
virtud de que, si la Constitución es la norma superior del sistema y en ella hay limitaciones
30
Aunque, como ya se precisó, en todos los instrumentos internacionales se limitan o
condicionan casi todos los derechos a las disposiciones legales que expida cada estado, por
lo que, para efectos prácticos, la enumeración de Derechos Humanos reconocidos en
nuestro sistema jurídico termina ajustándose a los indicados en el artículo 29
Constitucional.
42
a todos los derechos, excepto a los que ella misma reconoce como no restringibles ni
suspendibles, los derechos previstos en los tratados internaciones quedan sujetos a tales
restricciones, salvo lo que coinciden con los derechos no suspendibles ni restringibles en la
propia Constitución.
Por lo comentado en los apartados anteriores, la estructura de derechos previstos en
los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte (específicamente la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y los instrumentos que integran la Carta
Internacional de los Derechos Humanos), puede representarse como sigue:
43
44
45
De lo anterior puede concluirse que en la enumeración de Derechos Humanos de
nuestro artículo 29 Constitucional están incluidos todos los derechos que pueden
considerarse “reconocidos como Derechos Humanos” en los tratados internacionales
referidos; lo anterior no se desvirtúa con el hecho de que nuestra Constitución no mencione
expresamente los derechos a la honra y la dignidad, así como a no sufrir penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes, previstos ambos en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos puesto que deben considerarse incluidos en el reconocimiento a la
personalidad jurídica (los 2 primeros) y en la integridad personal (el último citado).
La Declaración Universal de Derechos Humanos requiere considerar que no se trata
en sí de un tratado internacional, aunque resulte obligatoria para nuestro país por haberla
aprobado en la sesión correspondiente de las Naciones Unidas; sin embargo, como ya se
precisó, los derechos previstos en la misma están todos, sin excepción, sujetos a las
limitaciones que la ley establezca y, por tanto, está autorizado por el instrumento
internacional el que los Estados regulen restricciones y excepciones a tales derechos que,
por tanto, no pueden considerarse reconocidos sino otorgados con esas limitaciones;
además, todos los derechos incluidos en la referida declaración están reconocidos u
otorgados en diferentes preceptos de nuestra Constitución Federal, de tal manera que, los
que coinciden con los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución como tales,
tienen la protección constitucional correspondiente a ese tipo de derechos y, por lo que hace
a los derechos que coinciden con los otorgados por nuestra Constitución, tienen el carácter
46
de fundamentales en nuestro sistema jurídico y gozan de la protección que deriva de esa
circunstancia.
De lo expuesto podemos recapitular que no todos los derechos previstos en la
Constitución o en los tratados internacionales tienen las características teóricas para ser
considerados “Derechos Humanos” reconocidos como tales, sino sólo los que cumplen los
requisitos de derivar directamente de la vida o la dignidad humanas, estar reconocidos a
todo ser humano por el solo hecho de serlo y no tener excepciones en el propio texto
constitucional o en el de los tratados correspondientes. Todos los demás derechos deben
considerarse derechos otorgados por el Estado o por la comunidad internacional al celebrar
los tratados y, por ser derechos otorgados, su contenido está sujeto a los límites y
condiciones que el Estado o la comunidad internacional establezcan para ellos.
Al respecto, no debe considerarse un problema que el catálogo de derechos
reconocidos como Derechos Humanos sea pequeño, puesto que los Derechos Humanos
reconocidos como tales cumplen la función de servir como límite último y, teóricamente,
infranqueable, para la actividad del Estado, en tanto que la existencia de todos los demás
derechos otorgados constituye regulación para el propio Estado quien los puede limitar o
restringir siempre que actúe razonablemente; la distinción permite mantener un equilibrio
entre lo que el Estado no puede tocar con lo que puede regular atendiendo a sus necesidades
y recursos disponibles en cada momento histórico.
Ahora, ¿qué pasa cuando el Estado transgrede su obligación de respetar un derecho
reconocido como Derecho Humano en la Constitución? Que debe acudirse a las garantías
previstas en el sistema jurídico y el nuestro nos proporciona una institución que sirve como
garantía judicial indispensable de los Derechos Humanos: el juicio de amparo, al que
debemos referirnos a continuación.
47
Capítulo III
El juicio de amparo como instrumento de protección de Derechos Humanos y
reparación de sus violaciones
El 4 de octubre de 2011 entró en vigor la reforma constitucional publicada el 6 de
junio de 2011 y, a partir de ese momento, el juicio de amparo se convirtió, esencialmente,
en un medio jurisdiccional de protección de Derechos Humanos, puesto que el artículo 103,
fracción I, Constitucional reformado prevé expresamente:
“Art. 103.- Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se
suscite
I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los Derechos
Humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta
Constitución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte;
[…]”
En tanto que el artículo 107, fracción I, Constitucional ahora establece que:
“Art. 107.- Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución,
con excepción de aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos
que determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases siguientes:
I.- El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo
tal carácter quien aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo
individual o colectivo, siempre que alegue que el acto reclamado viola los derechos
reconocidos por esta Constitución y con ello se afecte su esfera jurídica, ya sea de
manera directa o en virtud de su especial situación frente al orden jurídico.
Tratándose de actos o resoluciones provenientes de tribunales judiciales,
administrativos o del trabajo, el quejoso deberá aducir ser titular de un derecho
subjetivo que se afecte de manera personal y directa;
[…]”
Lo anterior obliga a reconsiderar los conceptos básicos sobre los que se construyen
las demandas y las sentencias de amparo, pues al haber desaparecido del texto
48
constitucional la expresión “garantías individuales”, ahora todo el sistema jurídico debe
estructurarse con base en el concepto de “Derechos Humanos”.31
3.1 Identificación de los derechos que pueden invocarse en forma directa en el
amparo y de las que deben invocarse en forma indirecta (a través de la violación al
derecho a la legalidad)
Además de la necesidad de precisar cuáles son los “Derechos Humanos
reconocidos en la Constitución”, tema al que ya se ha hecho referencia en este trabajo, es
necesario identificar qué debe entenderse por violaciones a esos derechos como requisito
indispensable para poder determinar cómo deben repararse, una vez que se determine su
existencia.
3.1.1 Objeto y materia del juicio de amparo a partir de las reformas
constitucionales de junio de 2011
El objeto de un juicio es aquello sobre lo que deben producirse los efectos de la
sentencia, en tanto que su materia es el aspecto de ese objeto que se examina o estudia en la
sentencia.32
A partir del 4 de octubre de 2011, el juicio de amparo sigue teniendo, conforme a
las disposiciones constitucionales, como objeto los actos de autoridad, pues así se precisa
en el artículo 103, fracción I, Constitucional; sin embargo, ya no tiene como materia de
análisis la violación a “garantías individuales”, puesto que dicho concepto desapareció de
la Constitución Federal el 11 de junio de 2011, fecha en que entró en vigor la diversa
reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de
31
Debe tomarse en cuenta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha considerado
que una expresión que no existe en la normatividad aplicable impide aplicar el concepto
relativo que debe entenderse ubicado sólo en el ámbito doctrinal, como ocurrió con el
concepto de “anatocismo”, en octubre de 1998. Ver Anexo 7
32
Por ejemplo, si se impugna en apelación una orden de aprehensión, el objeto del recurso
es la orden citada, y su materia se limita (tradicionalmente) al análisis de su legalidad; en
cambio, si la misma orden se impugna en juicio de amparo, aun cuando el objeto sigue
siendo el mismo, la materia de estudio (tradicionalmente) es la constitucionalidad y no la
mera legalidad de la orden. En este ejemplo no se considera el cambio que el ejercicio del
control difuso implica en las consideraciones que deben hacer los tribunales incluso en los
medios ordinarios de defensa de los gobernados.
49
2011; ahora la materia del amparo está referida a la violación a los derechos reconocidos
por la Constitución (Derechos Humanos) pues el artículo 107, fracción I, Constitucional
obliga a la parte quejosa a que invoque violación a tales derechos y afectación a su esfera
jurídica.
Tal disposición se refleja en la Ley de Amparo publicada el 2 de abril de 2013, en
vigor al día siguiente, que precisa lo siguiente:
“1º. El juicio de amparo tiene por objeto resolver toda controversia que se suscite:
I. Por normas generales, actos u omisiones de autoridad que violen los Derechos
Humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como por los tratados
internacionales de los que el Estado mexicano sea parte;
[…]” 33
Además, la propia ley prevé como requisitos de las demandas de amparo indirecto y
directo:
“108. La demanda de amparo indirecto deberá formularse por escrito o por
medios electrónicos en los casos que la ley lo autorice, en la que se expresará:
[…]
VI. Los preceptos que, conforme al artículo 1° de esta ley, contengan los Derechos
Humanos y las garantías cuya violación se reclame;
33
Incluso se agrega la referencia a la violación a Derechos Humanos en los casos de
amparo por “invasión de esferas”, pues las fracciones II y III del artículo 1° de la Ley de
Amparo prevén:
“[…]
II. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad federal que vulneren o
restrinjan la soberanía de los Estados o la esfera de competencias del Distrito Federal,
siempre y cuando se violen los Derechos Humanos reconocidos y las garantías otorgadas
para su protección por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; y
III. Por normas generales, actos u omisiones de las autoridades de los Estados o del
Distrito Federal, que invadan la esfera de competencia de la autoridad federal, siempre y
cuando se violen los Derechos Humanos reconocidos y las garantías otorgadas por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
[…]”
50
[…]”
“175. La demanda de amparo directo deberá formularse por escrito, en el que se
expresarán:
[…]
VI. Los preceptos que, conforme a la fracción I del artículo 1° de esta ley,112
contengan los Derechos Humanos cuya violación se reclame; y
[…]”
La consecuencia directa de los cambios referidos es que la manera de redactar
conceptos de violación en las demandas de juicio de amparo debe ajustarse pues ahora no
será posible invocar directamente cualquier precepto constitucional sino que debe invocarse
expresamente una violación a Derechos Humanos reconocidos como tales en la
Constitución toda vez que, como ya se ha precisado, no todo derecho previsto en la
Constitución reúne los requisitos para ser considerado un Derecho Humano reconocido
como tal.
Tomando en cuenta que la parte quejosa deberá invocar la violación a los Derechos
Humanos reconocidos en la Constitución, deberá primero precisarse qué Derecho Humano,
reconocido en el texto constitucional como tal, se invoca como violado, lo que representa el
problema de identificar cuáles son los Derechos Humanos reconocidos como tales en la
Constitución, aspecto que se ha considerado en los apartados anteriores de este trabajo.
El problema consiguiente será determinar qué es una violación a los Derechos
Humanos reconocidos en la Constitución, a efecto de poder determinar cómo debe hacerse
la reparación de las violaciones que queden demostradas en el juicio de amparo.
3.1.2 El nuevo concepto de parte agraviada
Antes de las reformas de junio de 2011, el texto constitucional sólo indicaba que el
amparo se promovería a instancia de “parte agraviada” sin definir ésta, lo que permitió al
51
legislador ordinario incluir en dicho concepto a las personas morales e incluso al Estado y
demás personas morales oficiales; sin embargo, a partir del 4 de octubre de 2011 el texto
constitucional establece una definición expresa de lo que es “parte agraviada” al disponer,
en su artículo 107, fracción I:
“107. Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con
excepción de aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que
determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases siguientes:
I. El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo
tal carácter quien aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo
individual o colectivo, siempre que alegue que el acto reclamado viola los derechos
reconocidos por esta Constitución y con ello se afecte su esfera jurídica, ya sea de
manera directa o en virtud de su especial situación frente al orden jurídico.
Tratándose de actos o resoluciones provenientes de tribunales judiciales,
administrativos o del trabajo, el quejoso deberá aducir ser titular de un derecho
subjetivo que se afecte de manera personal y directa;
[…]”
Luego, si la Constitución define lo que es “parte agraviada” para efectos del juicio
de amparo, el legislador ordinario ya no tiene facultades para considerar ese concepto de
manera diferente, puesto que la ley reglamentaria debe ajustarse a las bases constitucionales
y no al revés.34
Por tanto, a partir del 4 de octubre de 2011, quien promueva un juicio de amparo, en
general, deberá:
1.- Aducir ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o colectivo;
2.- Alegar que el acto reclamado viola los Derechos Humanos reconocidos por la
Constitución;
34
Sobre la limitación al legislador ordinario para definir conceptos en forma distinta a la
prevista en la Constitución, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sustentó
que, por principio de supremacía constitucional, debe atenderse a las disposiciones de la
Carta Magna. Ver Anexo 8
52
3.- Alegar que con ello se afecta su esfera jurídica, ya sea de manera directa o en
virtud de su especial situación frente al orden jurídico; además, si se desea promover
amparo respecto de actos de tribunales judiciales, administrativos o del trabajo, sea en vía
directa o indirecta, sólo podrá hacerlo quien invoque un derecho subjetivo que se afecte de
manera personal y directa.35
Al respecto, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sustentó
la tesis 2a. XVIII/2013 (10a.)36, en la que prevé como condiciones que debe satisfacer
quien acuda al juicio de amparo como medio de control de la actividad del Estado a partir
de las reformas constitucionales de junio de 2011 los siguientes:
1) Que aduzca ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o
colectivo;
2) Que alegue que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por la propia
Constitución;
3) Que demuestre una afectación a su esfera jurídica de manera directa o en virtud
de su especial situación frente al orden jurídico; y,
4) Que, tratándose de actos o resoluciones provenientes de tribunales judiciales,
administrativos o del trabajo, aduzca la titularidad de un derecho subjetivo que se afecte de
manera personal y directa
3.1.3 Invocación directa de violaciones a Derechos Humanos en el juicio de
amparo
Tomando en cuenta que el texto constitucional indica que la parte agraviada puede
invocar directamente los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución, la forma de
estructurar un concepto de violación en una demanda de amparo debe consistir,
35
Si bien el cambio constitucional introduce el concepto de "interés legítimo", sea
individual o incluso colectivo, dicha ampliación queda limitada al exigir, el propio texto
constitucional, que la parte quejosa alegue que el acto reclamado viola derechos
reconocidos por la Constitución.
36
Ver Anexo 9
53
esencialmente, en identificar qué Derecho Humano se invoca como violado y expresar los
motivos por los cuales se considera que se actualiza tal violación37.
La estructura básica del concepto de violación sería la siguiente:
1.- X es un Derecho Humano reconocido como tal en la Constitución Federal pues
el artículo 29 Constitucional lo prevé como un derecho que no puede ser restringido ni
suprimido, es inherente a la vida o la dignidad humanas y no cuenta con restricciones o
excepciones en el resto del texto constitucional.
2.- El Derecho Humano X implica Y como obligación(es) del Estado.
3.- En el caso, los hechos son ... y la autoridad ha hecho u omitido Z.
4.- Z es incompatible con Y (obligación(es) derivada(s) del Derecho Humano X)
porque …
5.- Por tanto, Z es violatorio de Derechos Humanos.
Al respecto, debe recordarse que el artículo 1° Constitucional establece:
“Artículo 1°. […]
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de
promover, respetar, proteger y garantizar los Derechos Humanos de conformidad
con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y
progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y
reparar las violaciones a los Derechos Humanos, en los términos que establezca la
ley.
[…]”
37
A continuación se presenta un ejemplo (que se completa en el apartado relativo a la
invocación indirecta de violaciones a derechos humanos) que presenté en un artículo
publicado
en
http://amparo-garantias-y-derechoshumanos.coedi.edu.mx/2011/11/estructura-de-un-concepto-de-violacion.html;
también
aparece
publicado
en
https://www.academia.edu/1079029/Estructura_de_un_concepto_de_violacion_en_amparo
_con_base_en_Derechos_Humanos_
54
De donde emerge que, conforme a nuestro texto constitucional, las obligaciones del
Estado, por conducto de todos y cada uno de sus órganos, en el ámbito de sus respectivas
competencias, son:
- Promover los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y los tratados.
- Respetar los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y los tratados.
- Proteger los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y los tratados.
- Garantizar los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y los tratados.
- Prevenir las violaciones a los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y
los tratados.
- Investigar las violaciones a los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución
y los tratados.
- Sancionar las violaciones a los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución
y los tratados.
- Reparar las violaciones a los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución y
los tratados.
Al respecto, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideró
que el respeto a los Derechos Humanos implica el de otros derechos derivados (Tesis: 1a.
XVIII/2012 (9a.)38).
La identificación de los derechos derivados de un Derecho Humano se conoce como
“desempaque” (Serrano, Sandra, 2011, pp. 29 y 30):
“Para trabajar en torno a determinado derecho-principio se requiere previamente
desempacarlo o desenvolverlo considerando los subderechos específicos que
engloba y las obligaciones que conlleva. En este sentido, la metodología que aquí
se propone es un marco analítico que dimensiona los derechos y sus obligaciones
con la finalidad de que puedan ser operacionalizados a nivel estatal para diversos
fines: hacer un análisis de política pública, de violaciones a determinado derecho,
de exigibilidad, de justiciabilidad, etc. La idea central es que primero se debe tener
el marco analítico del derecho en cuestión por medio de su desempaque para,
posteriormente, proceder al análisis que se tenga en mente realizar.”
38
Ver Anexo 10
55
Debe considerarse, sin embargo, que los derechos “desempacados” NO constituyen
Derechos Humanos en sí mismos considerados, sino que se trata de derechos que el Estado
otorga (no reconoce dado que no existen antes de su “desempaque”) como herramientas o
instrumentos para cumplir sus obligaciones de respetar, proteger, garantizar o promover los
Derechos Humanos o incluso sus obligaciones de prevenir, investigar, sancionar y reparar
sus violaciones; los derechos “desempacados” deben ajustarse a las necesidades del Estado
y a los recursos disponibles con los que cuente en cada momento, lo que implica que no se
trata de derechos reconocidos en la Constitución a todo ser humano por el solo hecho de
serlo y sin excepciones, sino de derechos contingentes, otorgados y, por tanto, sujetos a la
regulación y limitaciones que el Estado establezca, sin que obste que deban ser
“razonables” puesto que ello no los convierte en Derechos Humanos reconocidos como
tales.
Al ser derechos otorgados, los derechos “desempacados” como derivados de los
Derechos Humanos, no pueden ser invocados directamente en una demanda de amparo,
precisamente por no ser “Derechos Humanos” reconocidos como tales; sin embargo, sí
pueden invocarse de manera indirecta, como veremos a continuación.
3.1.4 Invocación indirecta de violaciones a derechos fundamentales y/o
“derechos desempacados de Derechos Humanos” en el juicio de amparo
Ya se precisó que la Constitución, además de reconocer algunos derechos como
“Derechos Humanos”, otorga otros derechos que son fundamentales, desde el punto de
vista formal; además, todo el sistema jurídico otorga derechos a las personas e incluso,
algunos de ellos, pueden considerarse derivados directamente de Derechos Humanos a
través del llamado “desempaque”.
Sin embargo, la Constitución define el concepto de parte agraviada y obliga a que la
demanda de amparo invoque directamente “Derechos Humanos” pues éstos son los
“reconocidos” en la Constitución y eso impide invocar de manera directa los demás
derechos otorgados por la Constitución o por cualquier norma del sistema jurídico; sin
embargo, ello no implica que no puedan invocarse en un juicio de amparo sino sólo que su
56
invocación debe efectuarse de manera indirecta, vinculándolos con un Derecho Humano
que resulte violado como consecuencia de la violación al derecho otorgado.
Pongamos por ejemplo el derecho de petición previsto en el artículo 8°
Constitucional: Conforme al modelo anterior a las reformas constitucionales de junio de
2011, este derecho era una “garantía individual” y la estructura del concepto de violación
para invocarlo en una demanda de amparo era, básicamente39:
1.- El artículo 8° constitucional establece que a toda petición formulada por escrito,
en forma pacífica y respetuosa, debe recaer un acuerdo escrito que debe notificarse en
breve término al peticionario.
2.- En el caso, la parte quejosa presentó con fecha X una petición por escrito, en
forma pacífica y respetuosa, ante la autoridad Y.
3.- Hasta la fecha de presentación de la demanda de amparo, la autoridad Y ha
omitido dar respuesta a la petición a pesar de que ya transcurrió Z tiempo que excede el
breve término previsto en el artículo 8° Constitucional.
4.- Por lo anterior, la omisión reclamada es violatoria de garantías individuales.
El punto 1 constituye la expresión del fundamento normativo del argumento y, al
invocarse garantías individuales y estar identificadas éstas prácticamente con los preceptos
constitucionales, bastaba invocar directamente el artículo respectivo.
El problema ahora deriva de que lo que hemos considerado “garantías individuales”
no necesariamente constituye en forma directa un Derecho Humano; continuando con el
ejemplo, el derecho de petición ¿es un Derecho Humano?
Si un Derecho Humano es una pretensión que deriva de la vida o la dignidad
humanas y es universal y absoluto, habría que concluir que el derecho de petición NO está
reconocido como Derecho Humano en nuestra Constitución puesto que no está reconocido
como universal ni absoluto al establecer el propio artículo 8° Constitucional que un ser
39
Aquí está la otra parte del ejemplo a que se hizo referencia en la nota anterior.
57
humano no puede ejercer ese derecho en materia política (caso de excepción) si no es
ciudadano de la República (derecho no universal para todo ser humano), además de
condicionarlo a que se haga por escrito, en forma pacífica y respetuosa por lo que se trata
de un derecho otorgado con las limitaciones referidas y no de un derecho “reconocido” por
la Constitución, además de que puede ser restringido o limitado al no estar incluido en la
enumeración del artículo 29 Constitucional de los que no pueden serlo.
Por tanto, no puede invocarse como Derecho Humano en sí mismo el derecho de
petición y, por tanto, conforme al artículo 107, fracción I, Constitucional, no bastaría
invocar violación al artículo 8° Constitucional pues el amparo debe promoverse invocando
e identificando Derechos Humanos.
Incluso si se considera que el artículo 8° Constitucional establece una garantía (ya
no individual, conforme a la reforma constitucional de 10 de junio de 2011), habría que
precisar qué Derecho Humano protegería pues el artículo 103, fracción I, Constitucional se
refiere a las garantías otorgadas para la protección de Derechos Humanos y el artículo 107,
fracción I, exige que el agraviado invoque violación a Derechos Humanos (incluso
aplicando la técnica de “desempaque” debe concluirse que el derecho de petición no es
Derecho Humano reconocido como tal en sí mismo considerado).
Del texto del artículo 29 Constitucional puede concluirse que el derecho a la
legalidad está previsto como uno de los derechos que no pueden suspenderse ni restringirse,
además de que en todo el texto constitucional no tiene prevista ninguna excepción y, por
tanto, habría que concluir que tiene las características de universal y absoluto.
Por otra parte, habría que considerar que el derecho a la legalidad es inherente a la
dignidad humana en tanto que el ser humano se integra a la sociedad y acepta limitaciones
a sus posibilidades de actuar en tanto que la vida en sociedad le garantiza la posibilidad de
su propia subsistencia pero esa integración debe efectuarse con la condición mínima de que
todos respeten las normas establecidas en el propio sistema; si se estima que, respecto de un
ser humano, pueda la autoridad actuar sin sujetarse a las normas válidas del sistema
jurídico, se estaría aceptando que la autoridad afectara a un ser humano sin autorización, lo
58
que colocaría a ese ser humano en una condición de inferioridad respecto de los demás y,
por tanto, afectaría su dignidad humana. Por tanto, debe considerarse que el derecho a la
legalidad está reconocido en nuestra Constitución como Derecho Humano.
La identificación del derecho a la legalidad como Derecho Humano permite
conservar al juicio de amparo su amplia capacidad de protección de casi todos los derechos
otorgados por el sistema jurídico pues, a través del mismo, es posible invocar, aunque sea
indirectamente, los demás derechos; continuando con el ejemplo, la estructura del concepto
de violación debería quedar en los siguientes términos:
1.- El derecho a la legalidad es un Derecho Humano reconocido como tal en la
Constitución Federal pues el artículo 29 Constitucional lo prevé como un derecho que no
puede ser restringido ni suprimido, está reconocido a todas las personas sin excepciones y
deriva directamente de la dignidad humana.
2.- El Derecho Humano a la legalidad implica que todas las autoridades cumplan
correctamente las normas válidas que regulan su actividad y, tratándose de peticiones, el
artículo 8° Constitucional prevé que a toda petición escrita, pacífica y respetuosa, la
autoridad emita una respuesta escrita que se notifique en breve término al peticionario.
3.- En el caso, los hechos son que el quejoso presentó con fecha … una petición
escrita, pacífica y respetuosa a la autoridad …, quien ha omitido emitir la respuesta y
notificarla al quejoso a pesar de que ha transcurrido … tiempo, lo que excede el breve
término previsto en el artículo 8° Constitucional.
4.- La omisión de la autoridad de responder y notificar la respuesta a la petición
viola el artículo 8° Constitucional que es una norma válida del sistema jurídico.
5.- Por tanto, la omisión de responder la petición del quejoso viola el Derecho
Humano a la legalidad porque el Estado deja de cumplir correctamente una norma válida
del sistema jurídico que regula su actividad.
59
Como puede verse, la estructura completa de un concepto de violación basado en
Derechos Humanos es más compleja que la de uno basado en “garantías individuales”,
pero ello no impide que se invoquen y protejan, a través del juicio de amparo, los derechos
otorgados por el sistema jurídico en la medida en que su respeto constituye el cumplimiento
a la obligación de respetar el Derecho Humano a la legalidad reconocido como tal en el
artículo 29 Constitucional.
Existen muchos otros derechos previstos en la Constitución que hemos estado
acostumbrados a manejar como “garantía individual” y, por ello, en los amparos nos
limitamos a invocar el artículo constitucional respectivo y, sobre eso, construir el
argumento que demuestre su violación (como proporcionalidad y equidad tributarias, por
poner otro ejemplo); sin embargo, ahora que el artículo 107, fracción I, Constitucional
exige que se invoque violación a un Derecho Humano, la parte agraviada (quejoso en el
amparo) tendrá la carga adicional de identificar qué Derecho Humano se viole con el
incumplimiento o violación; la invocación al Derecho Humano a la legalidad (sustituto
conceptual de nuestra anterior garantía de legalidad otorgada en los artículos 14 y 16
Constitucionales) nos permite invocar, aunque sea de manera indirecta, la protección
federal en casos en que no se viola directamente ningún otro Derecho Humano (como hasta
antes de las reformas ocurría a través de la invocación a la garantía de legalidad).
3.2 Efectos de la concesión del amparo
Una vez que en un juicio de amparo se determina que está probada una violación a
un Derecho Humano, el tribunal debe conceder la protección federal y determinar los
efectos que tal protección debe producir.
La Ley de Amparo prevé expresamente que:
“77. Los efectos de la concesión del amparo serán:
I. Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo se restituirá al quejoso en el
pleno goce del derecho violado, restableciendo las cosas al estado que guardaban
antes de la violación; y
60
II. Cuando el acto reclamado sea de carácter negativo o implique una omisión,
obligar a la autoridad responsable a respetar el derecho de que se trate y a
cumplir lo que el mismo exija.47
En el último considerando de la sentencia que conceda el amparo, el juzgador
deberá determinar con precisión los efectos del mismo, especificando las medidas
que las autoridades o particulares deban adoptar para asegurar su estricto
cumplimiento y la restitución del quejoso en el goce del derecho.
En asuntos del orden penal en que se reclame una orden de aprehensión o auto de
vinculación a proceso en delitos que la ley no considere como graves, la sentencia
que conceda el amparo surtirá efectos inmediatos, sin perjuicio de que pueda ser
revocada mediante el recurso de revisión; salvo que se reclame el auto de
vinculación a proceso y el amparo se conceda por vicios formales.
En caso de que el efecto de la sentencia sea la libertad del quejoso, ésta se
decretará bajo las medidas de aseguramiento que el órgano jurisdiccional estime
necesarias, a fin de que el quejoso no evada la acción de la justicia.
En todo caso, la sentencia surtirá sus efectos, cuando se declare ejecutoriada o
cause estado por ministerio de ley.”
La redacción del precepto es muy similar a la del artículo 80 de la anterior Ley de
Amparo, por lo que, en la práctica, la mayoría de los tribunales de amparo se siguen
limitando, al conceder la protección federal, a ordenar que las cosas regresen al estado que
guardaban antes de la violación; sin embargo, ello no constituye una reparación integral de
la violación a Derechos Humanos porque, de acuerdo con los principios establecidos por la
Organización de las Naciones Unidas al respecto y que recoge la Ley General de
Víctimas40, la reparación integral comprende más elementos que la sola restitución de las
cosas a un estado anterior a la violación, además de que existen casos en los que tal
restitución resulta, de hecho, imposible, pero ello no debe impedir que se cumplan los
demás elementos de la reparación integral, como se verá a continuación.
3.2.1 Efectos del amparo respecto a violaciones a Derechos Humanos
Ya se indicó que una de las obligaciones del Estado es reparar las violaciones a los
Derechos Humanos, pues así está previsto expresamente en el artículo 1° Constitucional;
40
Infra, nota 42.
61
ahora bien, sobre tal reparación, además de la Ley de Amparo, es aplicable la Ley General
de Víctimas41, cuyo artículo 1° establece:
“Artículo 1. La presente Ley general es de orden público, de interés social y
observancia en todo el territorio nacional, en términos de lo dispuesto por los
artículos 1o., párrafo tercero, 17, y 20 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, Tratados Internacionales celebrados y ratificados por el
Estado Mexicano, y otras leyes en materia de víctimas.
En las normas que protejan a víctimas en las leyes expedidas por el Congreso, se
aplicará siempre la que más favorezca a la persona.
La presente Ley obliga, en sus respectivas competencias, a las autoridades de
todos los ámbitos de gobierno, y de sus poderes constitucionales, así como a
cualquiera de sus oficinas, dependencias, organismos o instituciones públicas o
privadas que velen por la protección de las víctimas, a proporcionar ayuda,
asistencia o reparación integral.
La reparación integral comprende las medidas de restitución, rehabilitación,
compensación, satisfacción y garantías de no repetición, en sus dimensiones
individual, colectiva, material, moral y simbólica. Cada una de estas medidas será
implementada a favor de la víctima teniendo en cuenta la gravedad y magnitud del
hecho victimizante cometido o la gravedad y magnitud de la violación de sus
derechos, así como las circunstancias y características del hecho victimizante.”
De acuerdo con la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las
leyes generales están jerárquicamente por encima de las demás leyes expedidas por el
Congreso de la Unión, lo que implica que la Ley General de Víctimas es de jerarquía
superior incluso a la Ley de Amparo y, por tanto, debe concluirse que, independientemente
de que la Ley de Amparo sólo establezca que la sentencia que concede la protección federal
surta el efecto de regresar las cosas al estado que guardaban antes de la violación (cuando
ésta sea de carácter positivo), conforme a la Ley General de Víctimas los tribunales de
amparo están obligados a ordenar, una vez que declaren probada una violación a Derechos
Humanos, su reparación integral que debe comprender, conforme a las características del
caso concreto, las medidas de restitución, rehabilitación, compensación, satisfacción y
garantías de no repetición.
41
Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 9 de enero de 2013, en vigor el 8
de febrero de 2013 y modificada en su totalidad por decreto publicado el 3 de mayo de
2013, en vigor al día siguiente.
62
Lo anterior obliga a considerar que los efectos de las sentencias de amparo deben
ser mucho más amplios que los que tradicionalmente se han considerado; al respecto, la
Ley General de Víctimas dispone42:
“Artículo 27. Para los efectos de la presente Ley, la reparación integral
comprenderá:
I. La restitución busca devolver a la víctima a la situación anterior a la comisión
del delito o a la violación de sus Derechos Humanos;
II. La rehabilitación busca facilitar a la víctima hacer frente a los efectos sufridos
por causa del hecho punible o de las violaciones de Derechos Humanos;
III. La compensación ha de otorgarse a la víctima de forma apropiada y
proporcional a la gravedad del hecho punible cometido o de la violación de
Derechos Humanos sufrida y teniendo en cuenta las circunstancias de cada caso.
Ésta se otorgará por todos los perjuicios, sufrimientos y pérdidas económicamente
evaluables que sean consecuencia del delito o de la violación de Derechos
Humanos;
IV. La satisfacción busca reconocer y restablecer la dignidad de las víctimas;
V. Las medidas de no repetición buscan que el hecho punible o la violación de
derechos sufrida por la víctima no vuelva a ocurrir;
VI. Para los efectos de la presente Ley, la reparación colectiva se entenderá como
un derecho del que son titulares los grupos, comunidades u organizaciones
sociales que hayan sido afectadas por la violación de los derechos individuales de
los miembros de los colectivos, o cuando el daño comporte un impacto colectivo.
La restitución de los derechos afectados estará orientada a la reconstrucción del
tejido social y cultural colectivo que reconozca la afectación en la capacidad
institucional de garantizar el goce, la protección y la promoción de los derechos en
las comunidades, grupos y pueblos afectados.
Las medidas colectivas que deberán implementarse tenderán al reconocimiento y
dignificación de los sujetos colectivos victimizados; la reconstrucción del proyecto
de vida colectivo, y el tejido social y cultural; la recuperación psicosocial de las
poblaciones y grupos afectados y la promoción de la reconciliación y la cultura de
42
La Ley General de Víctimas introduce expresamente en texto legal los “Principios y
directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de Derechos Humanos y de violaciones graves del derecho
internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”, adoptados por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 60/147, el 16 de diciembre de
2005. http://www2.ohchr.org/spanish/law/reparaciones.htm
63
la protección y promoción de los Derechos Humanos en las comunidades y
colectivos afectados.”
De todas las medidas citadas, a nivel estructural las más importantes son las
medidas de no repetición; sin embargo, tomando en cuenta el principio de relatividad de las
sentencias de amparo, establecido expresamente en el artículo 107 Constitucional, tales
medidas de no repetición no podrían tener efectos generales y, por tanto, a pesar de estar
previstas en la Ley General de Víctimas, es difícil que en la práctica puedan tener efectos
trascendentes de manera directa.
Por otra parte, si bien todas las medidas que deben componer una reparación
integral son importantes, especialmente las medidas de compensación deben traducirse en
beneficios económicamente cuantificables para la víctima de violación a Derechos
Humanos que obtiene sentencia favorable en un juicio de amparo; dichas medidas están
previstas en los artículos 64 y 65 de la Ley General de Víctimas43 e incluyen, como
mínimo, la reparación del daño físico y del daño moral, el pago de los perjuicios o del lucro
cesante así como de salarios o percepciones, pérdida de oportunidades, de daños
patrimoniales, de gastos y costas judiciales si actuó un abogado particular, tratamientos
médicos y gastos de transporte, alojamiento y alimentación, para lo cual se requiere,
esencialmente, que un tribunal nacional o un órgano especializado en Derechos Humanos,
emita resolución declarando la existencia de la violación a los Derechos Humanos y ordene
su reparación integral44.
Como consecuencia de lo anterior, la sentencia de amparo debe fijar, como parte de
los efectos de la concesión de amparo, además de la restitución de las cosas al estado que
guardaban antes de la violación de Derechos Humanos, las medidas de compensación que,
como mínimo, deben incluir el pago de la reparación del daño moral, del resarcimiento de
daños y perjuicios incluyendo el lucro cesante, la pérdida de oportunidades, los gastos y
43
Ver Anexo 11
En el capítulo III, del que forman parte dichos artículos, se incluyen también los números
66 a 72, pero regulan la reparación a víctimas de delitos y la reparación subsidiaria que
aplica cuando el sentenciado penal no puede pagar la reparación a la víctima, por lo que se
trata de un caso distinto a la reparación de violaciones a Derechos Humanos.
44
64
costas del asesor jurídico privado así como los gastos comprobables de transporte,
alojamiento, comunicación o alimentación que le ocasione al quejoso el trasladarse al lugar
del juicio.
Al respecto debe precisarse que la obligación de pagar la compensación corresponde
al Estado Mexicano y debe hacerse por conducto de la autoridad responsable, al ser la
obligada directamente a dar cumplimiento a la sentencia de amparo, sin perjuicio de la
intervención que, al respecto, deban tener otras autoridades con motivo de la aplicación de
recursos públicos.
Lo anterior implica abandonar el criterio de que en el juicio de amparo no existe la
posibilidad de condenar al pago de costas, por ejemplo, que se expresa en la tesis 2a.
XLVIII/2000 de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 45, pues las
reformas constitucionales de junio de 2011 y la Ley General de Víctimas modificaron el
marco normativo que consideró nuestro Máximo Tribunal cuando sustentó ese criterio.
Sobre este punto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación no ha emitido tesis
expresa sobre la aplicación del modelo de reparación integral de la Ley General de
Víctimas en las sentencias de amparo; sin embargo, la Primera Sala, en las tesis 1a.
CXCIV/2012 (10a.), 1a. CXCV/2012 (10a.) y 1a. CXCVI/2012 (10a.) sí ha reconocido que
el derecho a una reparación integral deriva de las reformas constitucionales de junio de
2011 y que con ello se cumple, también, con el artículo 63 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos46.
Finalmente, en este punto, habrá que precisar que la cuantificación de los pagos que
deban hacerse por cada concepto que integra la reparación integral, especialmente las
medidas de compensación, pueden ser determinadas en la propia sentencia de amparo, si se
45
46
Ver Anexo 12
Ver Anexo 13
65
cuenta con elementos suficientes para ello, o en el incidente previsto en el artículo 193,
párrafo cuarto, de la Ley de Amparo47.
Lo anterior debe permitir, incluso, que la cuantificación de las medidas de
compensación se efectúe respecto de sentencias que hayan concedido el amparo sin precisar
expresamente la condena a la reparación integral, puesto que se trata del cumplimiento de
la obligación del Estado Mexicano de reparar las violaciones a los Derechos Humanos,
obligación prevista en el artículo 1° Constitucional.48
3.2.2 Efectos del amparo respeto a derechos invocados indirectamente como
violaciones al Derecho Humano a la legalidad
Un último problema se plantea respecto a la reparación integral en el caso de
amparos concedidos sólo por violación al Derecho Humano a la legalidad puesto que, en
ese supuesto, las violaciones concretas a derechos específicos ocurren respecto de derechos
otorgados como fundamentales o como desempaque de Derechos Humanos o como
derechos ordinarios, lo que podría conducir a considerar que no deben aplicarse todos los
conceptos de reparación indicados en la Ley General de Víctimas.
Sin embargo, debe tomarse en cuenta que la violación a los derechos secundarios es
lo que actualizaría la violación al Derecho Humano a la legalidad y, tomando en cuenta que
la propia Constitución prevé como principios aplicables a los Derechos Humanos la
interdependencia y la indivisibilidad, debe concluirse que no puede aplicarse un modelo de
reparación más restringido a la violación al Derecho Humano a la legalidad que el aplicable
a los demás Derechos Humanos, puesto que entonces se estaría colocando al de legalidad
como un Derecho Humano de segunda categoría.
47
“193. […] En el supuesto de que sea necesario precisar, definir o concretar la forma o
términos del cumplimiento de la ejecutoria, cualquiera de los órganos judiciales
competentes podrá ordenar, de oficio o a petición de parte, que se abra un incidente para
tal efecto […]”
48
La única condición para ello debe ser que la demanda de amparo se haya promovido
después del 4 de octubre de 2011 puesto que, antes de esa fecha, el juicio de amparo no
tenía por materia la protección de Derechos Humanos y, conforme al artículo 29
Constitucional, el derecho a la no retroactividad no puede suspenderse ni restringirse en
ningún caso.
66
Luego, debe concluirse que el modelo de reparación integral previsto en la Ley
General de Víctimas es aplicable incluso cuando el amparo se conceda “sólo” por violación
al Derecho Humano a la legalidad.
67
Conclusiones
Al entrar en vigor las reformas constitucionales de junio de 2011, nuestro sistema
jurídico sufrió un cambio sustancial que obliga a reconsiderar la estructura conceptual con
que lo analizamos y lo aplicamos, precisamente porque cambió la referencia conceptual que
sirve de base a todas las instituciones previstas en la propia Constitución y que deben
permear hacia todo el resto del sistema para convertirse en beneficios reales para los seres
humanos a quienes se pretende proteger al reconocerse los Derechos Humanos y precisarse
las obligaciones del Estado que derivan de ellos.
Atendiendo a un criterio material o de fondo, los Derechos Humanos derivan
directamente de la vida o la dignidad humanas por lo que están reconocidos a todo ser
humano por el solo hecho de serlo y no pueden tener excepciones puesto que, si se aceptan
éstas, habría casos en que se autorizaría violar los Derechos Humanos de quien se ubique
en el caso se excepción, lo que es incompatible con la obligación de respetarlos y
protegerlos; en cambio, la expresión “derechos fundamentales” atiende al criterio formal
del tipo de norma que prevé el derecho: es derecho fundamental el que deriva de una norma
fundamental.
El nuevo texto constitucional obliga a distinguir entre los “Derechos Humanos
reconocidos” en la Constitución y los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano es parte, de los demás “derechos otorgados” por el sistema jurídico, dentro de
los que se incluyen los derechos fundamentales otorgados por la Constitución (pero no
reconocidos como Derechos Humanos al no tener las características teóricas de éstos), así
como otros derechos que derivan de los Derechos Humanos (desempaque de los Derechos
Humanos) e incluso los derechos otorgados por cualquier otra norma secundaria del sistema
jurídico y que no deben confundirse con los Derechos Humanos para no privar a éstos de su
función rectora y limitante de la actividad del Estado pues, si todos los derechos previstos
en la Constitución o en los tratados se consideran Derechos Humanos, fácilmente podría
aceptarse que “todos los derechos tienen restricciones” o excepciones pero ello redundaría
en la desprotección e incluso violación de los derechos que la Constitución sí reconoce
68
como tales y que, por disposición expresa del artículo 29 Constitucional, no deben ser
restringidos ni suspendidos “en ningún caso”.
En el texto constitucional se prevén como derechos que cumplen los requisitos para
ser considerados Derechos Humanos reconocidos como tales los derechos de los seres
humanos al reconocimiento de la personalidad jurídica, a la vida, a la integridad personal,
al nombre, a las libertades de pensamiento y conciencia, a la legalidad, a la prohibición de
la pena de muerte, de la esclavitud y de la servidumbre, de la desaparición forzada y de la
tortura; todos los demás derechos previstos en la Constitución deben considerarse derechos
fundamentales pero otorgados por el Estado y sujetos a los límites y regulaciones que
resulten necesarios y razonables.
La Constitución establece la obligación, para todas las autoridades, de respetar,
proteger, garantizar y promover los Derechos Humanos además de prevenir, investigar,
castigar y reparar las violaciones que lleguen a producirse contra los mismos y, en el propio
texto constitucional, se establece el juicio de amparo que, a partir del 4 de octubre de 2011,
es un medio jurisdiccional de protección de Derechos Humanos y de reparación de sus
violaciones y constituye una garantía judicial indispensable de los Derechos Humanos en
términos del artículo 29 Constitucional.
El nuevo texto del artículo 107, fracción I, Constitucional define que, para ser parte
agraviada en el juicio de amparo, es indispensable invocar violación a los Derechos
Humanos reconocidos en la Constitución, de tal manera que pueden invocarse directamente
violaciones a los Derechos Humanos reconocidos en la Constitución pero, también, de
manera indirecta pueden invocarse violaciones a casi cualquier otro derecho otorgado por el
sistema jurídico, considerando que esas violaciones actualizan, a su vez, violación al
Derecho Humano a la legalidad.
Una vez que, en un juicio de amparo, se declara la existencia de una violación a
Derechos Humanos, el Estado Mexicano debe cumplir su obligación, prevista en el artículo
1° Constitucional, de reparar la violación, por lo que una sentencia que concede el amparo
debe incluir la condena al Estado Mexicano, por conducto de la autoridad responsable y de
69
las autoridades vinculadas al cumplimiento de la ejecutoria de amparo, a una reparación
integral de la violación en términos de la Ley General de Víctimas, independientemente de
que la Ley de Amparo sólo prevea expresamente la restitución de las cosas al estado que
guardaban antes de la violación, tomando en cuenta que la sola restitución no satisface la
reparación integral sino que deben aplicarse todas las medidas previstas en la Ley General
de Víctimas; sólo de esa forma el juicio de amparo cumplirá correctamente su función de
ser garantía judicial indispensable de los Derechos Humanos reconocidos en nuestra
Constitución.
70
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74
Anexos
Anexo 1
Época: Décima Época Registro: 2003975 Instancia: PRIMERA SALA TipoTesis:
Tesis Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación Localización: Libro XXII, Julio
de 2013 Tomo 1 Materia(s): Constitucional Tesis: 1a. CCXV/2013 (10a.) Pag. 653.
DERECHOS HUMANOS. REQUISITOS PARA RESTRINGIRLOS O
SUSPENDERLOS CONFORME A LOS ARTÍCULOS 1O. DE LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS Y 30 DE LA CONVENCIÓN
AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS. Esta Suprema Corte de Justicia de la
Nación ha sostenido que no existen Derechos Humanos absolutos, por ello, conforme al
artículo 1o., párrafo primero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
reformado mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio
de 2011, aquéllos pueden restringirse o suspenderse válidamente en los casos y con las
condiciones que la misma Ley Fundamental establece. En este sentido, el artículo 30 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que las restricciones permitidas
al goce y ejercicio de los derechos y las libertades reconocidas en ésta no pueden aplicarse
sino conforme a las leyes dictadas en razón del interés general y de acuerdo con el
propósito para el cual han sido establecidas. Sin embargo, la regulación normativa que
establezca los supuestos por los cuales se restrinjan o suspendan los Derechos Humanos no
puede ser arbitraria, sino que los límites previstos en los invocados ordenamientos sirven
como elementos que el juez constitucional debe tomar en cuenta para considerarlas válidas.
En ese contexto, de la interpretación armónica y sistemática de los artículos citados se
concluye que los requisitos para considerar válidas las restricciones o la suspensión de
derechos, son: a) que se establezcan en una ley formal y material (principio de reserva de
ley) dictada en razón del interés general o público, en aras de garantizar los diversos
derechos de igualdad y seguridad jurídica (requisitos formales); y, b) que superen un test de
proporcionalidad, esto es, que sean necesarias; que persigan un interés o una finalidad
constitucionalmente legítima y que sean razonables y ponderables en una sociedad
democrática (requisitos materiales). Amparo en revisión 173/2012. 6 de febrero de 2013.
Mayoría de tres votos. Disidentes: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Jorge Mario Pardo
Rebolledo; Arturo Zaldívar Lelo de Larrea reservó su derecho para formular voto
concurrente. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretario: Jorge Jiménez Jiménez.
Anexo 2
Época: Décima Época
Registro: 2006484
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 6, Mayo de 2014, Tomo I
75
Materia(s): Constitucional, Penal
Tesis: 1a. CCVI/2014 (10a.)
Página: 562
TORTURA. SU SENTIDO Y ALCANCE COMO PROHIBICIÓN CONSTITUYE UN
DERECHO ABSOLUTO, MIENTRAS QUE SUS CONSECUENCIAS Y EFECTOS SE
PRODUCEN TANTO EN SU IMPACTO DE VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS
COMO DE DELITO.
Conforme al marco constitucional y convencional, la prohibición de la tortura se reconoce y
protege como derecho absoluto que pertenece al dominio del jus cogens internacional,
mientras que sus consecuencias y efectos impactan en dos vertientes: tanto de violación de
derechos humanos como de delito. En ese orden, esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha sostenido que: 1. Las personas que denuncien actos de tortura
tienen el derecho a que las autoridades intervengan de forma expedita para que su
acusación sea investigada y, en su caso, examinada a través de un juicio penal; en ese
sentido, las autoridades tienen la obligación de investigar la tortura para, en su caso,
esclarecerla como delito, así como de realizar y proseguir de modo diligente las
investigaciones necesarias para deslindar responsabilidades por su comisión. 2. La
obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país y no sólo en
aquellas que deban investigar o juzgar el caso. 3. Atento al principio interpretativo pro
persona, para efectos del mencionado derecho, debe considerarse como denuncia de un acto
de tortura a todo tipo de noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante cualquier
autoridad con motivo de sus funciones. 4. Cuando una persona ha sido sometida a coacción
para quebrantar la expresión espontánea de su voluntad, deben excluirse las pruebas
obtenidas mediante la misma.
Amparo en revisión 703/2012. 6 de noviembre de 2013. Cinco votos por la concesión del
amparo de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo
Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo
Rebolledo. Mayoría de tres votos por el amparo liso y llano de los Ministros Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Olga Sánchez Cordero de García
Villegas. Disidentes: José Ramón Cossío Díaz y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente:
Jorge Mario Pardo Rebolledo. Encargado del engrose: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
Secretario: José Alberto Mosqueda Velázquez.
Esta tesis se publicó el viernes 23 de mayo de 2014 a las 10:06 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Anexo 3
Época: Décima Época Registro: 2000213 Instancia: PRIMERA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Libro V,
Febrero de 2012, Tomo 1 Materia(s): Constitucional Tesis: 1a. XXV/2012 (10a.) Pag. 653.
DERECHO HUMANO AL NOMBRE. SU SENTIDO Y ALCANCE A PARTIR DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS Y A LA LUZ
DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES. Conforme a las obligaciones establecidas
en el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en relación
76
con el numeral 29 del mismo ordenamiento, se advierte que el sentido y alcance del
Derecho Humano al nombre, a partir de su propio contenido y a la luz de los compromisos
internacionales contraídos por el Estado Mexicano en la materia, son el conjunto de signos
que constituyen un elemento básico e indispensable de la identidad de cada persona sin el
cual no puede ser reconocida por la sociedad; este derecho está integrado por el nombre
propio y los apellidos; lo rige el principio de autonomía de la voluntad, pues debe elegirse
libremente por la persona misma, los padres o tutores, según sea el momento del registro; y,
por tanto, no puede existir algún tipo de restricción ilegal o ilegítima al derecho ni
interferencia en la decisión; sin embargo, puede ser objeto de reglamentación estatal,
siempre que ésta no lo prive de su contenido esencial; incluye dos dimensiones, la primera,
relativa a tener un nombre y, la segunda, concerniente al ejercicio de modificar el dado
originalmente por los padres al momento del registro, por lo que, una vez registrada la
persona, debe garantizarse la posibilidad de preservar o modificar el nombre y apellido; y,
es un derecho no suspendible, incluso en tiempos de excepción. Así, la regulación para el
ejercicio del derecho al nombre es constitucional y convencionalmente válida siempre que
esté en ley bajo condiciones dignas y justas, y no para establecer límites que en su
aplicación equivalgan en la realidad a cancelar su contenido esencial. Amparo directo en
revisión 2424/2011. Ma. Guadalupe Ruiz Dena. 18 de enero de 2012. Cinco votos.
Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Teresita del Niño Jesús Lúcia Segovia.
Anexo 4
Registro No. 389755, Quinta Época, Instancia: Pleno, Fuente: Apéndice de 1995, Tomo I,
Parte SCJN, Página: 282, Tesis: 302, Jurisprudencia, Materia(s): Constitucional.
RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS CONSTITUCIONALES NO SON
IMPUGNABLES POR. Las leyes retroactivas, o las dicta el legislador común o las expide
el Constituyente al establecer los preceptos del Código Político. En el primer caso, no se les
podrá dar efecto retroactivo, en perjuicio de alguien, porque lo prohibe la Constitución; en
el segundo, deberán aplicarse retroactivamente, a pesar del artículo 14 constitucional, y sin
que ello importe violación de garantía individual alguna. En la aplicación de los preceptos
constitucionales hay que procurar armonizarlos, y si resultan unos en oposición con otros,
hay que considerar los especiales como excepción de aquellos que establecen principios o
reglas generales. El legislador constituyente, en uso de sus facultades amplísimas, pudo, por
altas razones políticas, sociales o de interés general, establecer casos de excepción al
principio de no retroactividad, y cuando así haya procedido, tales preceptos deberán
aplicarse retroactivamente. Para que una ley sea retroactiva, se requiere que obre sobre el
pasado y que lesione derechos adquiridos bajo el amparo de leyes anteriores, y esta última
circunstancia es esencial. Quinta Epoca: Tomo IX, pág. 432. Amparo en revisión. The
Texas Company of Mexico, S. A. 30 de agosto de 1921. Unanimidad de once votos.
Amparo en revisión 667/20. International Petroleum Company. 8 de mayo de 1922.
Mayoría de nueve votos. Amparo en revisión 7/19. International Petroleum Company. 10
de mayo de 1922. Mayoría de nueve votos. Amparo en revisión 437/20. Tamiahua
Petroleum Company. 12 de mayo de 1922. Mayoría de nueve votos. Amparo en revisión
452/20. Tamiahua Petroleum Company. 12 de mayo de 1922. Mayoría de nueve votos.
77
Este criterio ha sido reiterado más recientemente:
Registro No. 189267, Novena Época, Instancia: Segunda Sala, Fuente: Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, XIV, Julio de 2001, Página: 512, Tesis: 2a. CVI/2001, Tesis
Aislada, Materia(s): Constitucional. REFORMAS CONSTITUCIONALES. CUANDO
RESTRINGEN ALGÚN DERECHO DE LOS GOBERNADOS, LAS AUTORIDADES
CONSTITUIDAS DEBEN APLICARLAS SUJETÁNDOSE AL ÁMBITO TEMPORAL
DE VALIDEZ QUE EL PODER REVISOR LES FIJÓ. Como se reconoció por el Pleno de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la tesis jurisprudencial visible con el número
302 en la página 282 del Tomo I del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación
1917-1995, de rubro: "RETROACTIVIDAD DE LA LEY, PRECEPTOS
CONSTITUCIONALES NO SON IMPUGNABLES POR.", el Poder Revisor de la
Constitución puede imprimir a una reforma constitucional el ámbito temporal de validez
que estime conveniente e, incluso, puede darle efectos retroactivos. En tal virtud, si de la
interpretación de la reforma a un precepto constitucional, mediante la cual se restringe
algún derecho de los gobernados, se advierte que fue voluntad de la expresión soberana
fijarle un específico ámbito temporal de validez, las autoridades constituidas deben
someterse a esa voluntad, con independencia de que ello implique afectar derechos
adquiridos o, en el extremo contrario, respetar meras expectativas de derecho, que a juicio
del referido poder, deben preservarse; todo ello, en aras de respetar el principio de
supremacía constitucional. Inconformidad 357/2001. Juan Carlos Amador Alvarado. 25 de
mayo de 2001. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Juan Díaz Romero. Ponente:
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Secretario: Rafael Coello Cetina.
Anexo 5
CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS
CAPITULO IV
SUSPENSION DE GARANTIAS, INTERPRETACION Y APLICACION
Artículo 27. Suspensión de Garantías
1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la
independencia o seguridad del Estado parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la
medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan
las obligaciones contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones
no sean incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional
y no entrañen discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma,
religión u origen social.
2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados en los
siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica); 4 (Derecho
a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la Esclavitud y
Servidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de Conciencia y
de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al Nombre); 19 (Derechos del
Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos), ni de las garantías
judiciales indispensables para la protección de tales derechos.
78
3. Todo Estado parte que haga uso del derecho de suspensión deberá informar
inmediatamente a los demás Estados Partes en la presente Convención, por conducto del
Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, de las disposiciones
cuya aplicación haya suspendido, de los motivos que hayan suscitado la suspensión y de la
fecha en que haya dado por terminada tal suspensión.
Anexo 6
Época: Décima Época
Registro: 2006533
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 6, Mayo de 2014, Tomo I
Materia(s): Constitucional
Tesis: 1a. CCXVI/2014 (10a.)
Página: 539
DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. SUS
DISPOSICIONES, INVOCADAS AISLADAMENTE, NO PUEDEN SERVIR DE
PARÁMETRO PARA DETERMINAR LA VALIDEZ DE LAS NORMAS DEL ORDEN
JURÍDICO MEXICANO, AL NO CONSTITUIR UN TRATADO INTERNACIONAL
CELEBRADO POR EL EJECUTIVO FEDERAL Y APROBADO POR EL SENADO DE
LA REPÚBLICA.
La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la tesis 1a. CXCVI/2013
(10a.),1 sostuvo que de la interpretación sistemática del artículo 133 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en relación con el numeral 4o. de la Ley sobre la
Celebración de Tratados, se advierte que son de observancia obligatoria para todas las
autoridades del país los derechos humanos reconocidos tanto en la Constitución como en
los tratados internacionales, suscritos y ratificados por nuestro país, al ser normas de la
unidad del Estado Federal. De ahí que, no obstante la importancia histórica y política de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada y proclamada por la Asamblea
General de la Organización de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), de 10 de
diciembre de 1948, y de que sus principios han sido fuente de inspiración e incorporados a
tratados universales y regionales para la protección de los derechos humanos, se concluye
que sus disposiciones, invocadas aisladamente, no pueden servir de parámetro para
determinar la validez de las normas del orden jurídico mexicano, al no constituir un tratado
internacional celebrado por el Ejecutivo Federal y aprobado por el Senado de la República
en términos de los artículos 89, fracción X, y 76, fracción I, de la Constitución Federal; lo
anterior, sin perjuicio de que una norma internacional de derechos humanos vinculante para
el Estado Mexicano pueda ser interpretada a la luz de los principios de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, esto es, los principios consagrados en ésta pueden ser
invocados por los tribunales para interpretar los derechos humanos reconocidos en los
tratados internacionales incorporados a nuestro sistema jurídico.
79
Amparo directo en revisión 4102/2013. BQM Laboratorios, S.A. de C.V. 2 de abril de
2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío
Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge
Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario:
Ricardo Manuel Martínez Estrada.
Esta tesis se publicó el viernes 30 de mayo de 2014 a las 10:40 horas en el Semanario
Judicial de la Federación.
Anexo 7
Novena Época, Instancia: Pleno, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
VIII, Octubre de 1998, Página: 381, Tesis: P. LXVI/98, Tesis Aislada, Materia(s): Civil.
ANATOCISMO. DICHO VOCABLO NO SE ENCUENTRA EN EL SISTEMA
JURÍDICO MEXICANO. Del análisis de las disposiciones que integran el sistema jurídico
mexicano, en especial del Código Civil y del de Comercio, así como de las Leyes de
Instituciones de Crédito y de Títulos y Operaciones de Crédito, relativas a los contratos
civiles, mercantiles y bancarios, se advierte que en ninguna parte hacen referencia expresa
al anatocismo, vocablo que queda comprendido en el campo de la doctrina. El artículo 2397
del Código Civil para el Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en
Materia Federal, ubicado en el título quinto "Del mutuo", capítulo II, "Del mutuo con
interés", establece que "Las partes no pueden, bajo pena de nulidad, convenir de antemano
que los intereses se capitalicen y que produzcan intereses.". El artículo 363 del Código de
Comercio, en el título quinto, capítulo primero, denominado "Del préstamo mercantil en
general", previene que "Los intereses vencidos y no pagados no devengarán intereses" y,
añade, que "Los contratantes podrán, sin embargo, capitalizarlos". Finalmente, las leyes
citadas en último término, que regulan los contratos bancarios, no tienen ninguna
disposición en ese sentido. Por tanto, de acuerdo con el derecho positivo mexicano, no cabe
hablar de anatocismo sino de "intereses sobre intereses", prohibido por ambos preceptos, y
de "capitalización de intereses", expresamente autorizada a condición de que sea pactado
entre las partes, en el primer precepto, con posterioridad a que los intereses se causen; y, en
el segundo, sin hacer manifestación en cuanto a la temporalidad de ese convenio.
Precedentes: Contradicción de tesis 31/98. Entre las sustentadas por el Séptimo Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito y otros y el Primer Tribunal Colegiado en
Materia Civil del Primer Circuito y otros. 7 de octubre de 1998. Mayoría de nueve votos.
Disidentes: Humberto Román Palacios y Juan N. Silva Meza. Ponente: Juventino V. Castro
y Castro. Secretario: Arturo Aquino Espinosa.
Anexo 8
Época: Décima Época, Registro: 2002717, Instancia: PLENO, TipoTesis: Jurisprudencia,
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Localización: Libro XVII,
Febrero de 2013, Tomo 1, Materia(s): Constitucional, Tesis: P./J. 5/2013 (10a.), Pag. 196.
CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR EN LOS ESTADOS. CORRESPONDE A LOS
CONGRESOS LOCALES LEGISLAR SOBRE LOS REQUISITOS QUE DEBEN
80
SATISFACER QUIENES PRETENDAN ACCEDER A AQUÉLLOS. Los artículos 30,
apartado A), 32, párrafo segundo, 115 y 116 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos constituyen las bases constitucionales a las que habrán de sujetarse las
Constituciones de los Estados tratándose de la elección de gobernadores, miembros de las
Legislaturas Locales e integrantes de los Ayuntamientos, por virtud del principio de
supremacía constitucional establecido en el artículo 133 de la Norma Fundamental. Así,
para ocupar el cargo de gobernador se establecen ciertos requisitos esenciales a los que
queda constreñida la legislación local (artículo 116, fracción I), mientras que, tratándose de
los miembros de las Legislaturas Locales e integrantes de los Ayuntamientos, la libertad de
configuración normativa de los legisladores locales es mayor, en la medida en que la
Constitución General de la República sólo establece algunos lineamientos mínimos para su
elección, mas no los requisitos y calidades que deben cubrir. Por tanto, los requisitos que
deben satisfacer quienes pretendan acceder a un cargo de elección popular en los Estados
de la República, tales como diputados o miembros de los Ayuntamientos, constituyen un
aspecto que está dentro del ámbito de la libertad de configuración de los legisladores
locales y, en ese sentido, es válido que las Constituciones y leyes de los Estados
establezcan requisitos variados y diferentes. ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
41/2012 Y SUS ACUMULADAS 42/2012, 43/2012 Y 45/2012. Partidos Políticos
Nacionales de la Revolución Democrática, Movimiento Ciudadano y del Trabajo. 31 de
octubre de 2012. Unanimidad de once votos en relación con el sentido; mayoría de nueve
votos en relación con las consideraciones contenidas en esta tesis; votaron en contra: Jorge
Mario Pardo Rebolledo y Luis María Aguilar Morales. Ponente: José Ramón Cossío Díaz.
Secretarios: Laura Patricia Rojas Zamudio y Raúl Manuel Mejía Garza. El Tribunal Pleno,
el catorce de febrero en curso, aprobó, con el número 5/2013 (10a.), la tesis jurisprudencial
que antecede. México, Distrito Federal, a catorce de febrero de dos mil trece.
Anexo 9
Época: Décima Época Registro: 2003067 Instancia: SEGUNDA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Libro
XVIII, Marzo de 2013, Tomo 2 Materia(s): Común Tesis: 2a. XVIII/2013 (10a.) Pag. 1736.
INTERÉS LEGÍTIMO. ALCANCE DE ESTE CONCEPTO EN EL JUICIO DE
AMPARO. La redacción de la fracción I del artículo 107 de la Constitución Federal,
dispone qué debe entenderse por parte agraviada para efectos del juicio de amparo, y señala
que tendrá tal carácter quien al acudir a este medio de control cumpla con las siguientes
condiciones: 1) aduzca ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o
colectivo; 2) alegue que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por la propia
Constitución; 3) demuestre una afectación a su esfera jurídica de manera directa o en virtud
de su especial situación frente al orden jurídico; y, 4) tratándose de actos o resoluciones
provenientes de tribunales judiciales, administrativos o del trabajo, aduzca la titularidad de
un derecho subjetivo que se afecte de manera personal y directa. Ahora, para explicar el
alcance del concepto "interés legítimo individual o colectivo", ante todo, debe señalarse que
tanto el jurídico como el legítimo suponen que existe una tutela jurídica del interés en que
se apoya la pretensión del promovente, a diferencia del interés simple que no cuenta con
81
esa tutela, en tanto que la ley o acto que reclama no le causa agravio jurídico, aunque le
cause alguno de diversa naturaleza como puede ser, por ejemplo, uno meramente
económico. Por otra parte, debe entenderse que al referirse el precepto constitucional a la
afectación de un derecho, hace alusión a un derecho subjetivo del que es titular el
agraviado, lo cual se confirma con la idea de que en materia de actos de tribunales
necesariamente se requiere que cuente con un derecho subjetivo, es decir, tenga interés
jurídico. Sentado lo anterior, el interés legítimo no supone la existencia de un derecho
subjetivo, aunque sí que la necesaria tutela jurídica corresponda a su "especial situación
frente al orden jurídico", lo que implica que esa especial situación no supone ni un derecho
subjetivo ni la ausencia de tutela jurídica, sino la de alguna norma que establezca un interés
difuso en beneficio de una colectividad, identificada e identificable, lo que supone la
demostración de que el quejoso pertenece a ella. SEGUNDA SALA Amparo en revisión
553/2012. Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, A.C. 14 de noviembre de
2012. Mayoría de tres votos. Disidentes: José Fernando Franco González Salas y Sergio A.
Valls Hernández. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Secretaria: Ma. de la Luz
Pineda Pineda. Amparo en revisión 663/2012. Marco Antonio Tinoco Álvarez. 21 de
noviembre de 2012. Mayoría de tres votos. Disidente: José Fernando Franco González
Salas. Ausente: Sergio A. Valls Hernández. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos.
Secretaria: Ma. de la Luz Pineda Pineda. Solicitud de modificación de jurisprudencia
14/2012. Magistrados Integrantes del Séptimo Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Primer Circuito. 21 de noviembre de 2012. Mayoría de tres votos.
Disidente: José Fernando Franco González Salas. Ausente: Sergio A. Valls Hernández.
Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Secretario: Juan Pablo Rivera Juárez. Nota: Esta
tesis fue objeto de la denuncia relativa a la contradicción de tesis 365/2013, desechada por
acuerdo de 5 de septiembre de 2013.
Anexo 10
Época: Décima Época Registro: 160073 Instancia: PRIMERA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Libro IX,
Junio de 2012, Tomo 1 Materia(s): Constitucional Tesis: 1a. XVIII/2012 (9a.) Pag. 257.
DERECHOS HUMANOS. OBLIGACIONES CONSTITUCIONALES DE LAS
AUTORIDADES EN LA MATERIA. Mediante decreto publicado en el Diario Oficial de
la Federación el 10 de junio de 2011, vigente a partir del día siguiente de su publicación, se
reformó y adicionó el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, para establecer diversas obligaciones a las autoridades, entre ellas, que las
normas relativas a Derechos Humanos se interpretarán conforme a la Constitución y a los
tratados internacionales en la materia, favoreciendo en todo tiempo a las personas la
protección más amplia, es decir, que los Derechos Humanos son los reconocidos por la Ley
Fundamental y los tratados internacionales suscritos por México, y que la interpretación de
aquélla y de las disposiciones de Derechos Humanos contenidas en instrumentos
internacionales y en las leyes, siempre debe ser en las mejores condiciones para las
personas. Asimismo, del párrafo tercero de dicho precepto destaca que todas las
autoridades, en el ámbito de sus competencias, deben promover, respetar, proteger y
82
garantizar los Derechos Humanos, conforme a los principios de universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad, y que, en consecuencia, el Estado debe
prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los Derechos Humanos en los
términos que establezca la ley, lo cual conlleva a que las autoridades actúen atendiendo a
todas las personas por igual, con una visión interdependiente, ya que el ejercicio de un
Derecho Humano implica necesariamente que se respeten y protejan múltiples derechos
vinculados, los cuales no podrán dividirse, y todo habrá de ser de manera progresiva,
prohibiendo cualquier retroceso en los medios establecidos para el ejercicio, tutela,
reparación y efectividad de aquéllos. PRIMERA SALA Amparo en revisión 531/2011. Mie
Nillu Mazateco, A.C. 24 de agosto de 2011. Cinco votos. Ponente: Olga Sánchez Cordero
de García Villegas. Secretario: Ignacio Valdés Barreiro.
Anexo 11
Ley General de Víctimas
“Artículo 64. La compensación se otorgará por todos los perjuicios, sufrimientos y
pérdidas económicamente evaluables que sean consecuencia de la comisión de los delitos a
los que se refiere el artículo 68 de este ordenamiento o de la violación de Derechos
Humanos, incluyendo el error judicial, de conformidad con lo que establece esta Ley y su
Reglamento. Estos perjuicios, sufrimientos y pérdidas incluirán, entre otros y como
mínimo:
I. La reparación del daño sufrido en la integridad física de la víctima;
II. La reparación del daño moral sufrido por la víctima o las personas con derecho a la
reparación integral, entendiendo por éste, aquellos efectos nocivos de los hechos del caso
que no tienen carácter económico o patrimonial y no pueden ser tasados en términos
monetarios. El daño moral comprende tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a
las víctimas directas e indirectas, como el menoscabo de valores muy significativos para
las personas y toda perturbación que no sea susceptible de medición pecuniaria;
III. El resarcimiento de los perjuicios ocasionados o lucro cesante, incluyendo el pago de
los salarios o percepciones correspondientes, cuando por lesiones se cause incapacidad
para trabajar en oficio, arte o profesión;
IV. La pérdida de oportunidades, en particular las de educación y prestaciones sociales;
V. Los daños patrimoniales generados como consecuencia de delitos o violaciones a
Derechos Humanos;
VI. El pago de los gastos y costas judiciales del Asesor Jurídico cuando éste sea privado;
VII. El pago de los tratamientos médicos o terapéuticos que, como consecuencia del delito
o de la violación a los Derechos Humanos, sean necesarios para la recuperación de la
salud psíquica y física de la víctima, y
VIII. Los gastos comprobables de transporte, alojamiento, comunicación o alimentación
que le ocasione trasladarse al lugar del juicio o para asistir a su tratamiento, si la víctima
reside en municipio o delegación distintos al del enjuiciamiento o donde recibe la atención.
Las normas reglamentarias aplicables establecerán el procedimiento y el monto de gasto
comprobable mínimo que no deberá ser mayor al veinticinco por ciento del monto total.
83
La compensación subsidiaria a las víctimas de los delitos señaladas en el artículo 68 de
esta Ley, consistirá en apoyo económico cuya cuantía tomará en cuenta la
proporcionalidad del daño y los montos señalados en el artículo 67 de este ordenamiento.”
“Artículo 65. Todas las víctimas de violaciones a los Derechos Humanos serán
compensadas, en los términos y montos que determine la resolución que emita en su caso:
a) Un órgano jurisdiccional nacional;
b) Un órgano jurisdiccional internacional o reconocido por los Tratados Internacionales
ratificados por México;
c) Un organismo público de protección de los Derechos Humanos;
d) Un organismo internacional de protección de los Derechos Humanos reconocido por los
Tratados Internacionales ratificados por México, cuando su resolución no sea susceptible
de ser sometida a la consideración de un órgano jurisdiccional internacional previsto en el
mismo tratado en el que se encuentre contemplado el organismo en cuestión.
Lo anterior sin perjuicio de las responsabilidades civiles, penales y administrativas que los
mismos hechos pudieran implicar y conforme lo dispuesto por la presente Ley.
En los casos de víctimas de delitos se estará a lo dispuesto en los montos máximos
previstos en el artículo 67.”
Anexo 12
Época: Novena Época Registro: 191775 Instancia: SEGUNDA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Tomo XI,
Mayo de 2000 Materia(s): Común Tesis: 2a. XLVIII/2000
Pag. 304 [TA]; 9a. Época; 2a.
Sala; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XI, Mayo de 2000; Pág. 304 COSTAS. LA CONDENA A
SU PAGO NO ESTÁ PREVISTA EN EL MARCO JURÍDICO QUE REGULA AL
JUICIO DE AMPARO, SIN QUE SOBRE TAL MATERIA RESULTE APLICABLE
SUPLETORIAMENTE DISPOSICIÓN ALGUNA. Conforme a lo dispuesto en los
artículos 103 y 107 de la Constitución Federal de la República, así como en la Ley de
Amparo, dentro de un juicio de garantías no existe la posibilidad de condenar al pago de
costas a alguna de las partes, es decir, que ninguna de éstas tiene la obligación de retribuir
las erogaciones que alguna o algunas de las mismas hubieren realizado con motivo de la
sustanciación de ese juicio constitucional. En tal virtud, la condena en costas no constituye
una institución que cobre aplicación dentro del juicio de amparo, lo que deriva de la
circunstancia de que la relación procesal que subyace a éste no constituye una contienda
entre particulares, sino una relación entre autoridades y gobernados, que da lugar a un
medio de control de constitucionalidad cuyo objeto fundamental es verificar que los actos
de autoridad respeten lo dispuesto en la Norma Fundamental; de ahí que ni siquiera por
aplicación supletoria de lo dispuesto en el Código Federal de Procedimientos Civiles, sea
válida la condena en costas dentro del juicio de amparo, ya que la ausencia de regulación
que sobre tal materia presenta la referida Ley Reglamentaria de los Artículos 103 y 107
Constitucionales debe entenderse como un silencio del legislador que lleva implícita su
intención de no prever esa institución dentro del marco jurídico en comento. SEGUNDA
SALA Amparo en revisión 3232/98. Socover, S.A. de C.V. y otros. 14 de abril del año
84
2000. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente:
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia. Secretaria: María Elena Rosas López.
Anexo 13
Las 3 tesis derivaron del mismo caso y son como sigue:
Época: Décima Época Registro: 2001744 Instancia: PRIMERA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Libro XII,
Septiembre de 2012, Tomo 1 Materia(s): Constitucional Tesis: 1a. CXCIV/2012 (10a.) Pag.
522. REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO O JUSTA INDEMNIZACIÓN. ESTE
DERECHO FUNDAMENTAL QUEDÓ INCORPORADO AL ORDENAMIENTO
JURÍDICO MEXICANO A RAÍZ DE LA REFORMA AL ARTÍCULO 1o.
CONSTITUCIONAL, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN
EL 10 DE JUNIO DE 2011. El decreto de reformas a la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, publicado en el medio de difusión y fecha referidos, tuvo por
objeto ampliar el marco jurídico en la protección de los derechos fundamentales y obligar a
los órganos del Estado a promoverlos, respetarlos, protegerlos y garantizarlos, para lo cual
se consideró necesario incorporar a la Ley Fundamental los Derechos Humanos previstos
en los tratados internacionales celebrados por el Estado Mexicano, a fin de que trasciendan
y se garantice su aplicación a todo el ordenamiento jurídico, no sólo como normas
secundarias, pues de los procesos legislativos correspondientes se advierte que la intención
del Constituyente Permanente es garantizar que se apliquen eficaz y directamente, así como
incorporar expresamente en el artículo 1o. constitucional el principio de interpretación de
los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, conocido como pro personae
o pro homine, que indica que éstos deben interpretarse favoreciendo la protección más
amplia posible y limitando del modo más estricto posible las normas que los menoscaban.
De conformidad con lo anterior, corresponde al Estado tomar las medidas necesarias para
asegurar que cualquier violación a los derechos fundamentales de los gobernados,
ocasionada por particulares, sea reparada por el causante del daño. Así, a partir de la
entrada en vigor de la citada reforma constitucional, el derecho a una reparación integral o
justa indemnización ante la vulneración de derechos fundamentales, previsto en el artículo
63 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, puede considerarse incorporado
al ordenamiento jurídico mexicano. PRIMERA SALA Amparo directo en revisión
1068/2011. Gastón Ramiro Ortiz Martínez. 19 de octubre de 2011. Cinco votos. Ponente:
Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria: Rosa María Rojas Vértiz Contreras.
Época: Décima Época Registro: 2001626 Instancia: PRIMERA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Libro XII,
Septiembre de 2012, Tomo 1 Materia(s): Constitucional Tesis: 1a. CXCV/2012 (10a.) Pag.
502. DERECHO FUNDAMENTAL A UNA REPARACIÓN INTEGRAL O JUSTA
INDEMNIZACIÓN. CONCEPTO Y ALCANCE. El derecho a una reparación integral o
justa indemnización es un derecho sustantivo cuya extensión debe tutelarse en favor de los
gobernados, y no debe restringirse en forma innecesaria. Atendiendo a los criterios que ha
emitido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el derecho a la reparación integral
85
permite, en la medida de lo posible, anular todas las consecuencias del acto ilícito y
restablecer la situación que debió haber existido con toda probabilidad, si el acto no se
hubiera cometido, y de no ser esto posible, es procedente el pago de una indemnización
justa como medida resarcitoria por los daños ocasionados, lo cual de ninguna manera debe
implicar generar una ganancia a la víctima, sino otorgarle un resarcimiento adecuado. El
derecho moderno de daños mira a la naturaleza y extensión del daño, a las víctimas y no a
los victimarios. El daño causado es el que determina la indemnización. Su naturaleza y su
monto dependen del daño ocasionado, de manera que las reparaciones no pueden implicar
ni enriquecimiento ni empobrecimiento para la víctima o sus sucesores. No se pretende que
la responsabilidad sea excesiva, ya que debe subordinarse a requisitos cualitativos. Una
indemnización será excesiva cuando exceda del monto suficiente para compensar a la
víctima. Sin embargo, limitar la responsabilidad fijando un techo cuantitativo implica
marginar las circunstancias concretas del caso, el valor real de la reparación o de la salud
deteriorada. Una indemnización no es justa cuando se le limita con topes o tarifas, cuando
en lugar de ser el juez quien la cuantifique con base en criterios de razonabilidad, es el
legislador quien, arbitrariamente, fija montos indemnizatorios, al margen del caso y su
realidad. Sólo el juez, que conoce las particularidades del caso, puede cuantificar la
indemnización con justicia y equidad. PRIMERA SALA Amparo directo en revisión
1068/2011. Gastón Ramiro Ortiz Martínez. 19 de octubre de 2011. Cinco votos. Ponente:
Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria: Rosa María Rojas Vértiz Contreras.
Época: Décima Época Registro: 2001745 Instancia: PRIMERA SALA TipoTesis: Tesis
Aislada Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Localización: Libro XII,
Septiembre de 2012, Tomo 1 Materia(s): Constitucional Tesis: 1a. CXCVI/2012 (10a.) Pag.
522. REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO O JUSTA INDEMNIZACIÓN. SU
DETERMINACIÓN JUDICIAL EN CASO DE VULNERACIÓN AL DERECHO A LA
SALUD. El derecho a la salud es una garantía fundamental e indispensable para el ejercicio
de los demás Derechos Humanos, pues una persona que carece de salud, o a quien se le ha
determinado algún tipo de incapacidad -con mayor razón si es total-, difícilmente podrá
acceder a una fuente de trabajo y, por tanto, no puede generar ingresos para atender sus
necesidades y las de su familia, lo que además implica una constante disminución de su
patrimonio por los diversos tratamientos y medicamentos que requiere. Así, una persona
afectada en su salud a raíz de un accidente tiene derecho a una indemnización que la
compense del daño sufrido, y para que ésta sea justa, su determinación depende del daño
ocasionado; en este sentido, el derecho moderno de daños mira a la naturaleza y extensión
del daño, a las víctimas y no a los victimarios, por lo que las reparaciones no deben generar
una ganancia a la víctima, sino otorgarle un resarcimiento adecuado. Ahora bien, limitar la
responsabilidad fijando un techo cuantitativo implica marginar las circunstancias concretas
del caso, el valor real de la reparación o de la salud deteriorada, esto es, una indemnización
es injusta cuando se limita con topes o tarifas, en lugar de ser el juez quien la cuantifique
con base en criterios de razonabilidad, porque sólo él conoce las particularidades del caso y
puede cuantificarla con justicia y equidad, no así el legislador quien, arbitrariamente, fijaría
montos indemnizatorios, al margen del caso y de su realidad. Por tanto, para garantizar que
las indemnizaciones no sean excesivas, la autoridad judicial debe tener la facultad para
determinarlas con base en el principio de reparación integral del daño y en forma
86
individualizada, según las particularidades de cada caso, incluyendo la naturaleza y
extensión de los daños causados, la posibilidad de rehabilitación del accidentado, los gastos
médicos y tratamientos para su curación o rehabilitación, el posible grado de incapacidad,
el grado de responsabilidad de las partes, su situación económica y demás características
particulares, a fin de fijar el pago por un monto suficiente para atender las necesidades de
cada caso en particular. Sin embargo, la indemnización justa no está encaminada a restaurar
el equilibrio patrimonial perdido, pues la reparación se refiere a los bienes de la
personalidad, esto es, persigue una reparación integral, suficiente y justa, para que el
afectado pueda atender todas sus necesidades, lo que le permita llevar una vida digna.
PRIMERA SALA Amparo directo en revisión 1068/2011. Gastón Ramiro Ortiz Martínez.
19 de octubre de 2011. Cinco votos. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria:
Rosa María Rojas Vértiz Contreras.
Anexo 14
En el cuerpo del trabajo se examinó sólo el derecho a no ser torturado, como
ejemplo del análisis de las características de fondo de los derechos humanos reconocidos
como tales en el artículo 29 Constitucional; respecto de los demás derechos que dicho
precepto prevé no pueden ser suspendidos ni restringidos en ningún caso podemos
considerar lo siguiente:
Derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica.
Ningún precepto constitucional establece expresamente la personalidad jurídica del
ser humano pero debe entenderse reconocido tal derecho en la medida en que el artículo 29
dispone que no es susceptible de ser suspendido ni restringido.
Además, está prohibida la esclavitud en el artículo 1°, párrafo cuarto,
Constitucional, que también dispone que cualquier esclavo del extranjero, por el solo hecho
de entrar al territorio nacional, alcanzará su libertad y la protección de las leyes, lo que debe
entenderse como reconocimiento de su personalidad jurídica por el solo hecho de ser un ser
humano; al respecto debe recordarse que el esclavo es un ser humano que es propiedad de
otro, de tal manera que jurídicamente es un objeto de derecho y no un sujeto de derecho49.
49
En Instituta, Libro I, Tit. III, se disponía: “2. Servitus autem est constitutio iuris gentium,
qua quis dominio alieno contra naturam subiicitur.” (2. Mas la esclavitud es una
institución del derecho de gentes, por la que alguien es sometido, contra naturaleza, al
87
La personalidad jurídica es la capacidad para ser titular de derechos y obligaciones
y, en consecuencia, de actuar como sujeto de derecho dentro del sistema jurídico.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha considerado50 que:
“[…] 87. En cuanto a la alegada violación del artículo 3 de la Convención (supra
párrs. 56 y 57), la Corte ha considerado que el contenido propio del derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica es que se reconozca a la persona en
cualquier parte como sujeto de derechos y obligaciones, y a gozar de los derechos
civiles fundamentales[, lo cual] implica la capacidad de ser titular de derechos
(capacidad y goce) y de deberes; la violación de aquel reconocimiento supone
desconocer en términos absolutos la posibilidad de ser titular de [los] derechos y
deberes [civiles y fundamentales]105.
105 Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala. Fondo,supra nota 42, párr. 179. Cfr.
también Caso de las Niñas Yean y Bosico Vs. República Dominicana. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de septiembre de
2005. Serie C No. 130, párr. 176; Caso del Pueblo Saramaka. Vs. Suriname.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de
noviembre de 2007. Serie C No. 172, párr. 166, y Caso Comunidad Indígena
Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de
marzo de 2006. Serie C No. 146, párr. 188. […]”
La personalidad jurídica se manifiesta a través de los denominados atributos de la
personalidad, que son:
- Capacidad jurídica; que se subdivide en capacidad de goce y de ejercicio; la
primera es la aptitud de ser titular de derechos y obligaciones; la segunda, la aptitud para
ejercer o cumplir, por sí mismo, tales derechos y obligaciones.
- Nombre; es la expresión que se usa para identificar e individualizar al ser humano;
las leyes regulan la forma de efectuar la asignación del nombre que, en nuestro país, se
dominio de otro). Consultado en http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/600/5.pdf el 29 de
junio de 2014.
50
Corte IDH. Caso Anzualdo Castro Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 22 de septiembre de 2009. Serie C No. 202, Párrafo 87; consultado
en http://www.bjdh.org.mx/BJDH/busqueda el 14 de julio de 2014.
88
integra por un nombre de pila, un apellido paterno y un apellido materno, lo que permite
identificar, también, la familia a la que pertenezca el individuo51.
- Domicilio; es el lugar donde reside la persona con el propósito de establecerse en
él; los códigos civiles prevén, por regla general que, a falta de éste, se considere domicilio
el lugar del principal asiento de los negocios de la persona o incluso el lugar donde se
encuentre.
- Nacionalidad; es el vínculo de pertenencia a una comunidad política (pueblo o
nación) y, como consecuencia, su inclusión a la población de un Estado; se regula con base
en la filiación y el lugar de nacimiento; la mayoría de los países permite la adopción de su
nacionalidad satisfaciendo ciertos requisitos; nuestra Constitución establece que la ningún
mexicano por nacimiento podrá ser privado de su nacionalidad, aunque sí puede privarse de
la nacionalidad por naturalización (art. 37, inciso A))52.
- Estado civil; es el vínculo que guarde la persona humana con una familia, de tal
manera que, en sentido amplio, el estado civil se integra por el conjunto de relaciones
establecidas con los ascendientes y descendientes, así como con los parientes colaterales;
en la práctica, sin embargo, se asocia el estado civil a la relación que se guarde con la
institución denominada matrimonio; así, cuando se pregunta por el estado civil, se responde
casado o soltero, según se tenga celebrado o no un contrato de matrimonio.
- Patrimonio; es el conjunto de derechos y obligaciones de un persona; en tiempos
antiguos se consideraban sólo los derechos y obligaciones susceptibles de ser apreciados en
dinero, pero se ha reconocido también que existen derechos y obligaciones que no son
susceptibles de valuación económica; en estos casos se habla de patrimonio moral53.
51
Comentaremos más adelante el derecho al nombre como un derecho reconocido en sí
mismo como derecho humano.
52
Más adelante se precisa que, por esa limitación, la nacionalidad en sí no está reconocida
como derecho humano sino sólo como derecho fundamental.
53
No debe confundirse patrimonio con propiedad; el primero es el conjunto de derechos y
obligaciones de una persona, que pueden ser de diferentes tipos, y la propiedad es un
derecho que está sujeto a las limitaciones, formalidades y modalidades que establezca el
89
Todos estos atributos se regulan en diferentes disposiciones legales, casi siempre en
los códigos civiles, aunque también puede haber disposiciones relacionadas en
ordenamientos de otro tipo; por ejemplo, la Ley Federal del Trabajo (artículo 23), reconoce
capacidad de ejercicio a los mayores de 16 años para efectos laborales.
Sin embargo, en ningún caso está autorizado constitucionalmente que a un ser
humano no se le reconozca personalidad jurídica.
Derecho a la vida.
Salvo el artículo 29, ningún precepto constitucional establece expresamente el
derecho a la vida; sin embargo, debe entenderse reconocido tal derecho en la medida en que
el artículo 29 dispone que no es susceptible de ser suspendido ni restringido, además de que
también puede considerarse implícitamente reconocido el derecho a la vida al prohibirse la
pena de muerte (art. 22 Constitucional).
El derecho a la vida puede considerarse el primer Derecho Humano en tanto que, si
no existe, ninguno de los otros derechos puede tener sentido.
El problema es que no hay una definición unánimemente aceptada de lo que
significa “vida” ni, más específicamente, “vida humana”, lo que lleva a profundos
conflictos a la hora de determinar los momentos en que empieza o termina54.
Estado y que, además, puede suspenderse y restringirse, por lo que no está reconocida
como derecho humano en nuestra Constitución, sino sólo está regulada como derecho
fundamental.
54
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en Corte IDH. Caso Artavia Murillo y
otros (Fertilización in vitro) Vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas Sentencia de 28 noviembre de 2012 Serie C No. 257, Párrafo 185,
consideró que: “[…] 185. Por otra parte, respecto a la controversia de cuándo empieza la
vida humana, la Corte considera que se trata de una cuestión valorada de diversas formas
desde una perspectiva biológica, médica, ética, moral, filosófica y religiosa, y coincide con
tribunales internacionales y nacionales[283], en el sentido que no existe una definición
consensuada sobre el inicio de la vida[284]. Sin embargo,para la Corte es claro que hay
concepciones que ven en los óvulos fecundados una vida humana plena. Algunos de estos
planteamientos pueden ser asociados a concepciones que le confieren ciertos atributos
metafísicos a los embriones. Estas concepciones no pueden justificar que se otorgue
90
prevalencia a cierto tipo de literatura científica al momento de interpretar el alcance del
derecho a la vida consagrado en la Convención Americana, pues ello implicaría imponer
un tipo de creencias específicas a otras personas que no las comparten.
[283]Respecto a decisiones de tribunales constitucionales: Corte Suprema de los Estados
Unidos,Caso Roe Vs. Wade, 410 U.S. 115, 157 (1973) ("No necesitamos resolver la difícil
cuestión de cuándo comienza la vida. Si los que están formados en sus respectivas
disciplinas de la medicina, filosofía y teología no logran llegar a consenso alguno, la
judicatura [...] no está en situación de especular una respuesta"). Tribunal Supremo de
Justicia del Reino Unido,Caso Smeaton Vs. The Secretary of State for Health, [2002]
EWHC 610 (Admin), Voto del juez Munby, párr. 54 y 60 ("No es parte de mi función, tal
como lo concibo, determinar el momento en que comienza la vida [...]. Así, aún la biología
y la medicina no pueden decirnos el momento preciso en que "la vida" realmente
empiece").Corte Suprema de Justicia de Irlanda, Caso Roche Vs.Roche & Ors, Sentencia
de 15 de diciembre de 2009, [2009] IESC 82, Voto del juez Murray C.J ("En mi opinión, no
debe ser un tribunal de leyes, confrontado con las opiniones más divergentes, aunque las
más eruditas disponible en las citadas disciplinas, pronunciarse sobre la verdad del
momento preciso cuando comienza la vida humana); Voto del juez Denham J, párr. 46
(Esto no es el arena adecuada para tratar de definir "la vida", "el comienzo de la vida", "el
momento que el alma entra en el feto", "vida en potencia", "la singular vida humana",
cuando comienza la vida, u otros imponderables relacionados con el concepto de la vida.
Esto no es el foro apropiado para decidir principios de la ciencia, la teología o la ética.
Esto es un tribunal de leyes a que se ha sido solicitado interpretar la Constitución y tomar
una decisión jurídica acerca de la interpretación de un artículo de la Constitución.). Corte
Constitucional de Colombia, Sentencia C-355 de 2006 (Considera esta Corporación que
determinar el momento exacto a partir del cual se inicia la vida humana es un problema al
cual se han dado varias respuestas, no sólo desde distintas perspectivas como la genética,
la médica, la religiosa, o la moral, entre otras, sino también en virtud de los diversos
criterios expuestos por cada uno de los respectivos especialistas, y cuya evaluación no le
corresponde a la Corte Constitucional en esta decisión). TEDH, Caso Vo. Vs. Francia,
(No. 53924/00), GC, Sentencia de 8 de julio de 2004, párr. 84.
[284]Cfr. Maureen L. Condic; 'Preimplantation Stages of Human Development: The
Biological and Moral Status of Early Embryos' (expediente de anexos a la contestación de
la demanda, tomo III, folios 6580 a6594). En particular, se indicó que"[h]oy día hay poco
consenso entre científicos, filósofos, eticistas y teólogos acerca del momento en que
comienza la vida humana. Mientras que muchos afirman que la vida comienza en "el
momento de la concepción", no se ha definido rigorosamente precisamente cuando ocurre
este momento. De hecho, los órganos legislativos de diferentes países han definido el
"momento" de concepción de manera muy diferente. Por ejemplo, el Canadá define el
embrión humano como "un organismo humano durante los primeros 56 días de su
desarrollo luego de la fecundación o la creación, que es muy similar a la definición
propuesta en los Estados Unidos de América. Recientes declaraciones de parte de
bioeticistas, políticos y científicos han sugerido que la vida humana comienza aún más
tarde, a la etapa de las ocho células (aproximadamente 3 días después de la fecundación)
(por ejemplo, Peters 2006); cuando el embrión se implanta en el útero (5-6 días después de
91
Quizás el problema de fondo radique en la imposibilidad de definir con exactitud lo
que significa “humano”; incluso la referencia a la estructura genética resulta insuficiente
puesto ningún ser humano tiene exactamente el mismo código genético que los demás.
Derecho a la integridad personal.
La integridad personal es el derecho a conservar todas las partes del cuerpo; en
nuestra Constitución no se define expresamente tal Derecho Humano aunque debe
entenderse reconocido en la medida en que el artículo 29 dispone que no es susceptible de
ser suspendido ni restringido.
Además, también puede considerarse implícitamente reconocido el derecho a la
integridad personal al prohibirse las penas de mutilación (art. 22 Constitucional).
El texto constitucional también hace referencia a la integridad de las mujeres, al
reconocer el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a aplicar sus propios
sistemas normativos en la regulación y solución de sus conflictos internos, con la condición
de que se ajusten a los principios generales de la propia Constitución (art. 2°, apartado A,
fracción II).
Derecho al nombre.
El Derecho Humano al nombre no está definido expresamente en ningún precepto
constitucional pero sí está previsto que no puede ser restringido ni suspendido (art. 29).
Además de lo ya comentado sobre los atributos de la personalidad, habría que
considerar que el derecho al nombre incluye la exigencia de que no sea variado sin el
consentimiento de su titular, así como para que sea protegido del uso indebido por parte de
otros.
la fecundación; Agar (2007), Hatch (2002), o al momento de la formación del estría
primitiva (2 semanas después de la fecundación) […]”, consultado en
http://www.bjdh.org.mx/BJDH/busqueda el 14 de julio de 2014.
92
Este derecho ha sido considerado expresamente como “Derecho Humano” por la
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la tesis 1a. XXV/2012
(10a.)55.
Derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia.
Las ideas que pueda tener una persona no pueden ser limitadas en forma alguna en
tanto existen en el ámbito interno de la mente humana. No puede forzarse a una persona a
aceptar o sostener ideas contra su voluntad así como tampoco puede prohibírsele que piense
de determinada forma.
La libertad de conciencia y de profesar una religión constituye, en sí, una
manifestación del derecho a la libertad de pensamiento pero relativa a un elemento
sociológico e histórico de la mayor importancia: la religión.
La Constitución prohíbe cualquier discriminación con motivo de la religión que se
profese (art. 1°) además de ordenar que el criterio que rija la educación pública tienda a
evitar los privilegios de cualquier religión (art. 3°), pero es esencialmente en el artículo 4°
Constitucional en donde se reconoce este derecho:
“Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y
para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que
no constituyan un delito o falta penados por la ley.
El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohiban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos.
Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley
reglamentaria.”
Debe precisarse que la libertad para profesar cualquier religión incluye la de no
profesar ninguna, puesto que la idea de negar la existencia de uno o varios dioses queda
incluida en el derecho a la libertad de pensamiento.
55
Ver Anexo 3
93
Además, la mera profesión o manifestación de una creencia religiosa no provoca
ninguna limitación al ejercicio de otros derechos, pero el fungir como ministro religioso sí
acarrea algunas limitaciones como, por ejemplo:
- No poder ser diputado o senador federal ni presidente de la república (arts. 55,
fracción VI, 58, y 82, fracción IV, Constitucionales).
- No desempeñar cargos públicos ni ser votados para los mismos (art. 130, inciso d),
Constitucional).
- No poder asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra
de candidato, partido o asociación política alguna, así como tampoco pueden, en reunión
pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter
religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma,
los símbolos patrios (art. 130, inciso e), Constitucional).
- Ser incapaces para heredar por testamento, de las personas a quienes hayan
dirigido o auxiliado espiritualmente y no tengan parentesco dentro del cuarto grado; esta
limitación se extiende a los ascendientes, descendientes, hermanos y cónyuges de los
ministros de culto, así como las asociaciones religiosas a que pertenezcan (art. 130,
antepenúltimo párrafo, Constitucional).
La Constitución reconoce personalidad jurídica a las asociaciones religiosas y les
otorga ciertos derechos y algunas prohibiciones específicas; sin embargo, a diferencia de lo
que ocurre con los partidos políticos , debe concluirse que la afectación a los derechos de
una asociación religiosa no trascendería al Derecho Humano de libertad de religión puesto
que la asociación en sí no es un elemento indispensable para que el ser humano profese su
creencia religiosa, por lo que, en este caso, sólo los derechos individuales serían
susceptibles de protección como Derechos Humanos; las asociaciones religiosas sólo
podrán acudir a medios ordinarios en defensa de sus derechos y no al juicio de amparo.
Por consecuencia, el derecho a profesar una religión, entendido como el derecho a
realizar los actos y/o conductas relativos a la misma, es un derecho fundamental pero no un
94
Derecho Humano en tanto que está restringido en la propia Constitución en los casos ya
citados; por tanto, sólo pueden considerarse “Derechos Humanos reconocidos” como tales
el derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia.
Derecho a la legalidad y retroactividad.
El Derecho Humano a la legalidad consiste en que los seres humanos pueden exigir
que el sistema jurídico se aplique correctamente en su totalidad.
Los Derechos Humanos derivan de la naturaleza humana y, por tanto, su respeto es
exigible al Estado y sus órganos pero, también, a los particulares en tanto que todos,
autoridades y gobernados, son sujetos del sistema jurídico y, por tanto, todos deben cumplir
con las normas que lo constituyen.
Debe tomarse en cuenta que el artículo 17 Constitucional prohíbe a las personas
hacerse justicia por sí mismas y hacer violencia para ejercer sus derechos, lo que obliga a
los particulares a acudir a las instituciones para obtener la protección y, en su caso,
reparación de las violaciones que se produzcan a sus derechos; por tanto, resulta
indispensable que las instituciones funcionen de acuerdo con las leyes que las establezcan
para que los particulares puedan tener la certeza de que sus derechos serán protegidos; tal
expectativa de certeza tiene razón de ser tanto frente a otros particulares como frente a las
autoridades, puesto que la prohibición de hacerse justicia por sí mismo es genérica respecto
de cualquier derecho, oponible a un particular o a un ente público.
Nuestra Constitución ha otorgado siempre la garantía de legalidad (tradicionalmente
referida a actos de molestia y actos de privación), pero ahora debe considerarse un Derecho
Humano en sí mismo.
Legalidad
El Derecho Humano a la legalidad está reconocido en los siguientes preceptos
constitucionales:
95
21, párrafo noveno: “La actuación de las instituciones de seguridad pública se
regirá por los principios de legalidad […]”
29, al incluirlo entre los derechos que no pueden ser suspendidos ni restringidos, así
como entre los principios que deben regir la suspensión o restricción de otros derechos.
31, fracción IV, al prever como obligación de los mexicanos: “Contribuir para los
gastos públicos, así de la Federación, como del Distrito Federal o del Estado y Municipio
en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes.”
41, fracción V, al regular la función estatal de organización de las elecciones: “[…]
En el ejercicio de esta función estatal, la certeza, legalidad, independencia, imparcialidad
y objetividad serán principios rectores.”, y fracción VI, al prever que el sistema de medios
de impugnación en materia electoral tendrá como finalidad garantizar los principios de
constitucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones electorales; respecto a la función
electoral en los estados, el artículo 116, fracción IV, inciso b), establece los mismos
principios y el inciso l) refiere que los sistemas de medios de impugnación electoral
garantizarán que los actos y resoluciones electorales se sujetarán al principio de legalidad.
79, segundo párrafo: “La función de fiscalización será ejercida conforme a los
principios de posterioridad, anualidad, legalidad, definitividad, imparcialidad y
confiabilidad.”; respecto a la fiscalización en las entidades federativas, el artículo 116,
fracción II, párrafo sexto, establece los mismos principios; el artículo 122, Apartado C,
Base Primera, inciso e), los reproduce para el Distrito Federal.
109, fracción III: “Se aplicarán sanciones administrativas a los servidores públicos
por los actos u omisiones que afecten la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y
eficiencia que deban observar en el desempeño de sus empleos, cargos o comisiones.”
113: “Las leyes sobre responsabilidades administrativas de los servidores públicos,
determinarán sus obligaciones a fin de salvaguardar la legalidad, honradez, lealtad,
imparcialidad, y eficiencia en el desempeño de sus funciones, empleos, cargos y comisiones
[…]”
96
115, fracción II, inciso a), al establecer que las leyes estatales relativas a los
municipios tendrán como finalidad establecer:
“Las bases generales de la administración pública municipal y del procedimiento
administrativo, incluyendo los medios de impugnación y los órganos para dirimir
las controversias entre dicha administración y los particulares, con sujeción a los
principios de igualdad, publicidad, audiencia y legalidad […]”
Sin embargo, como ya se comentó, es en los artículos 14, 16 y 17 en que se
reconoce con mayor precisión el principio de legalidad, al establecer:
Artículo 14, párrafos 2, 3 y 4:
“Nadie podrá ser privado de la libertad o de sus propiedades, posesiones o
derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente
establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y
conforme a las Leyes expedidas con anterioridad al hecho.
En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y
aún por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley
exactamente aplicable al delito de que se trata.
En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la letra
o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los principios
generales del derecho.”
Artículo 16, primer párrafo:
“Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o
posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que
funde y motive la causa legal del procedimiento.”
Artículo 17, párrafos 1, 2, 3 y 4:
“Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para
reclamar su derecho.
Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que
estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes,
emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio
será gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales.
El Congreso de la Unión expedirá las leyes que regulen las acciones colectivas.
Tales leyes determinarán las materias de aplicación, los procedimientos judiciales
97
y los mecanismos de reparación del daño. Los jueces federales conocerán de forma
exclusiva sobre estos procedimientos y mecanismos.
Las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de controversias. En la
materia penal regularán su aplicación, asegurarán la reparación del daño y
establecerán los casos en los que se requerirá supervisión judicial.”
El texto constitucional prevé tribunales judiciales, administrativos, agrarios y del
trabajo; los primeros integran el Poder Judicial, tanto federal como en los estados; los
segundos están previstos para resolver controversias entre la administración pública y los
gobernados; lo agrarios están encargados de la justicia agraria (artículo 27 Constitucional) y
los tribunales laborales (juntas de conciliación y arbitraje para trabajo regido por el
apartado A del artículo 123 y los tribunales de arbitraje para servidores públicos.
Retroactividad
El artículo 14, primer párrafo, constitucional, dispone:
“A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna.”
Las leyes (en realidad, todas las normas generales), deben aplicarse a actos y
situaciones posteriores al inicio de su vigencia, precisamente para dar oportunidad a los
destinatarios de las obligaciones que establezcan de conocerlas y, en consecuencia, estar en
aptitud de cumplirlas; igualmente, respecto de los derechos que generen, lo lógico es que
operen con posterioridad a la vigencia de la ley o norma respectiva puesto que, de lo
contrario, sería imposible haberlos ejercido con anticipación a su creación , aunque el
reconocimiento, a posteriori, de derechos, no puede considerarse que produzca perjuicio y,
por tanto, por regla general no se encuentra prohibido; así se desprende del texto
constitucional que indica que la prohibición es a dar efecto retroactivo en perjuicio de
alguna persona, lo que implica que se autoriza el efecto retroactivo si sólo produce
beneficios.
En realidad, el derecho reconocido es a la irretroactividad de la ley, por lo que así
debe entenderse la expresión usada en el artículo 29 Constitucional, al referirse a que no
serán suspendibles ni restringibles el principio de legalidad y retroactividad.
98
Retroactividad de las disposiciones constitucionales
El artículo 14 constitucional reconoce el principio de irretroactividad de la ley
(entendida ésta como norma general secundaria del sistema), sin incluir a las propias
disposiciones constitucionales que, por tal motivo, se ha considerado que sí pueden
aplicarse retroactivamente; al respecto existe jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación desde la Quinta Época del Semanario Judicial56.
Sin embargo, a partir de las reformas de junio de 2011, si consideramos que la teoría
sobre Derechos Humanos plantea que éstos existen antes que el Estado y el sistema jurídico
y, consecuentemente, son anteriores también a la propia Constitución, habría que considerar
que las disposiciones constitucionales (especialmente sus reformas) no deberían ser
aplicadas a hechos y situaciones anteriores a su entrada en vigor, lo que implica una
limitación al ejercicio de la facultad de reformar la Constitución puesto que ya no podrá el
legislador constitucional dar efectos retroactivos a las disposiciones de la Carta Magna
porque ello implicaría violar el Derecho Humano a la no retroactividad al que debe
sujetarse el Estado y todo el sistema jurídico, incluida la Constitución, por ser los Derechos
Humanos anteriores y, por tanto, superiores.
Derecho a la no imposición de la pena de muerte.
El artículo 22 Constitucional prohíbe la aplicación de la pena de muerte, lo que
implica el reconocimiento al Derecho Humano a la vida, como ya comentamos en el
apartado anterior correspondiente.
Derecho a la proscripción de la esclavitud y la servidumbre.
Como ya comentamos al tratar el tema del reconocimiento de la personalidad
jurídica, nuestra Constitución prohíbe la esclavitud y establece que cualquier esclavo
extranjero, por el solo hecho de ingresar al territorio nacional, adquirirá su libertad y el
reconocimiento de sus derechos.
56
Ver Anexo 4
99
La esclavitud también se relaciona con el derecho fundamental a la libertad
personal, entendida como la libertad de trasladarse sin trabas a cualquier lugar, incluso
entrar o salir del país.
La servidumbre es una figura típica del derecho medieval (feudal) que constituye un
estado intermedio entre el esclavo y el hombre libre; el siervo no se considera “cosa”
(objeto) sino persona, pero está obligado a vivir en el lugar de su nacimiento o donde sea
colocado por su señor, sin poder abandonar ese lugar, incluso a veces bajo pena de
muerte57.
La constitución no prohíbe expresamente la servidumbre pero sí incluye su
prohibición dentro de los derechos que no pueden suspenderse.
Derecho a la proscripción de la desaparición forzada.
La desaparición forzada es una figura que no está tipificada en el texto
constitucional; sólo se menciona en el artículo 29 al enumerar los derechos que no son
susceptibles de ser restringidos o suspendidos.
La desaparición forzada está definida en la Convención interamericana sobre
desaparición forzada de personas, aprobada por la Organización de Estados Americanos el
9 de junio de 1994, aprobada por el Senado Mexicano el 10 de diciembre de 2001 y en
vigor a partir del 9 de mayo de 2002, en los siguientes términos:
“Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada la
privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma,
cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen
con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de
información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar
sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos
legales y de las garantías procesales pertinentes.”
57
Carmona, Armando y otra, Sociología I, Colegio de Bachilleres, pp. 9 a 22. Consultado
en
http://www.conevyt.org.mx/bachillerato/material_bachilleres/cb6/5sempdf/sociologia1pdf/s
ociol1_502.pdf el 14 de julio de 2014.
100
2.3.3 Clasificación de los derechos a la no discriminación, a la nacionalidad,
políticos, protección a la familia y derechos de la niñez citados en el artículo 29
Constitucional
El artículo 29 Constitucional enumera, entre los derechos que no pueden ser
restringidos ni suspendidos, los relativos a la no discriminación, a la nacionalidad y los
políticos, lo que apuntaría a considerarlos como Derechos Humanos; sin embargo, estos
derechos tienen restricciones y excepciones previstas en el propio texto constitucional y,
consecuentemente, no cumplen los requisitos de ser universales ni absolutos, por lo que
deben estimarse sólo derechos fundamentales.
Derecho a la no discriminación.
Este derecho está reconocido en los artículos 1°, último párrafo, que establece:
“Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el
género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud,
la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra
que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los
derechos y libertades de las personas.”
También se refiere a él el primer párrafo del apartado B del artículo 2°
Constitucional:
“La Federación, los Estados y los Municipios, para promover la igualdad de
oportunidades de los indígenas y eliminar cualquier práctica discriminatoria,
establecerán las instituciones y determinarán las políticas necesarias para
garantizar la vigencia de los derechos de los indígenas y el desarrollo integral de
sus pueblos y comunidades, las cuales deberán ser diseñadas y operadas
conjuntamente con ellos.”
Además, se incluye como principio que debe regir la restricción o suspensión de
otros derechos, según se precisa en el tercer párrafo del artículo 29 Constitucional:
“La restricción o suspensión del ejercicio de los derechos y garantías debe estar
fundada y motivada en los términos establecidos por esta Constitución y ser
proporcional al peligro a que se hace frente, observando en todo momento los
principios de legalidad, racionalidad, proclamación, publicidad y no
discriminación.”
Respecto al derecho a la no discriminación debe tomarse en cuenta que no toda
distinción lo viola.
101
Discriminar es, fundamentalmente, elegir entre varias opciones, lo que implica que,
cuando elegimos una, dejamos de elegir otra58; por ejemplo, si yo escojo ir al cine en vez de
ir al teatro, discrimino la asistencia a este último lugar; toda la vida humana transcurre, a
cada momento, efectuando elecciones entre las posibilidades de actuación que se nos
presentan; sin embargo, se considera que las elecciones relacionadas con el trato que damos
a otros seres humanos debe regularse para no afectar su dignidad y, entonces, se prohíbe
hacer discriminación (esto es, distinción de trato) a los seres humanos cuando derive de su
origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las
condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil.
El texto constitucional agrega la prohibición a toda discriminación motivada por
cualquier otra circunstancia que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular
o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
No obstante, el mismo texto constitucional prevé algunos sujetos a los que se
restringen ciertos derechos en atención a su origen nacional o a su condición:
- Extranjeros; si bien se prevé que gozan de los Derechos Humanos reconocidos en
la Constitución y sus garantías, tienen limitaciones en su capacidad para ocupar algunos
cargos públicos, para adquirir cierto tipo de bienes inmuebles y para participar en algunas
actividades (reservadas sólo para nacionales), incluso algunas abarcan a los nacionales
mexicanos que adquieran otra nacionalidad; estas limitaciones derivan del origen nacional
de las personas y, por tanto, son excepciones al derecho a no ser discriminado por motivos
de origen nacional, lo que impide considerar este derecho como reconocido en forma
universal y absoluta.
- Indígenas; la Constitución prevé derechos específicos para los miembros de las
comunidades indígenas y ello implica que los demás miembros de la sociedad, por no ser
indígenas, ven reducidos algunos de sus derechos (por ejemplo, el consumo o uso de ciertas
58
En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se define: “discriminar.
(Del lat. discrimināre). 1. tr. Seleccionar excluyendo.2. tr. Dar trato de inferioridad a una
persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”; consultado en
http://rae.es el 29 de junio de 2014.
102
substancias u objetos prohibidos para todos los mexicanos, en general, encontrará
autorización si se trata de indígenas y el consumo o uso de esas sustancias u objetos se
incluye dentro de sus tradiciones ancestrales); tal distinción se motiva en el origen étnico de
las personas y, por tanto, constituye una excepción constitucional a la prohibición de
discriminar por origen étnico, lo que impide considerar este derecho como universal y
absoluto.
- Ministros de culto; el texto constitucional establece limitaciones para ellos pues no
pueden ser votados a cargos públicos, no pueden opinar en público sobre asuntos políticos
del país, no pueden adquirir por herencia de determinadas personas; tales limitaciones
derivan de la condición social y de la religión, por lo que también son excepciones que
impiden considerar este derecho como universal y absoluto.
Independientemente de lo anterior, la no discriminación presenta, a veces, en la
práctica, dificultades serias para la identificación de los casos que la violen; por ejemplo, si
se exhibe una película clasificada como D (muestra explícitamente actos de violencia y
daño a seres humanos), la posibilidad de ingresar a verla en una sala de cine sólo está
autorizada a mayores de 21 años ¿puede alegar una persona de 19 años (mayor de 18 y, por
tanto, con plena capacidad de ejercicio) que se viola en su perjuicio la garantía de no
discriminación por impedírsele ejercer su derecho a ver la película y tal prohibición deriva
de su edad?
Derecho a la nacionalidad.
Como ya comentamos en el apartado de personalidad jurídica, la nacionalidad es el
vínculo que une a una persona con un Estado y lo sujeta a las disposiciones del orden
jurídico correspondiente; nuestra Constitución regula las condiciones para adquirir la
nacionalidad mexicana (por nacimiento o por naturalización), los efectos básicos que
produce así como las causas para perder la adquirida por naturalización (artículos 30, 32 y
37 Constitucionales); por tanto, al permitirse la eliminación de la nacionalidad por
naturalización, nuestro texto constitucional prevé una excepción al derecho a la
nacionalidad que, por tanto, ya no puede considerarse absoluto, lo que impide incluirlo en
103
el catálogo de Derechos Humanos reconocidos por la Constitución y, por tanto, debe
incluirse entre los demás derechos fundamentales.
Derechos políticos.
Los derechos políticos son las facultades para intervenir en la integración de los
órganos públicos y participar en la toma de las decisiones públicas.
Constitucionalmente están reservados a los ciudadanos mexicanos , con exclusión
de los extranjeros y eso impide considerarlos derechos universales, puesto que existen seres
humanos los que no se les reconocen dentro de nuestro sistema; por tanto, los derechos
políticos no deben considerarse Derechos Humanos reconocidos por la Constitución, sino
sólo derechos fundamentales otorgados por el texto constitucional.
Además, tratándose de los mexicanos, no todos ellos gozan de derechos políticos,
puesto que están excluidos los menores de 18 años; además, algunos mexicanos tienen
restricciones a sus derechos políticos, como por ejemplo, los ministros de culto (no pueden
ser votados, no pueden opinar en público sobre asuntos políticos) e incluso quienes
adquieran otra nacionalidad también tienen limitación para ocupar ciertos cargos reservados
para los mexicanos por nacimiento; se trata, pues, de derechos fundamentales pero no
humanos al no ser otorgados de manera universal ni absoluta.
Los derechos políticos se enumeran en el artículo 35 Constitucional como
prerrogativas:
“I.- Votar en las elecciones populares;
II.- Poder ser votado para todos los cargos de elección popular, y nombrado para
cualquier otro empleo o comisión, teniendo las calidades que establezca la ley;
III.- Asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los
asuntos políticos del país;
IV.- Tomar las armas en el Ejército o Guardia Nacional, para la defensa de la
República y de sus instituciones, en los términos que prescriben las leyes; y
V.- Ejercer en toda clase de negocios el derecho de petición.”
104
También debe considerarse como un derecho político el derecho a cumplir las
obligaciones previstas en el artículo 36 Constitucional:
“I.- Inscribirse en el catastro de la municipalidad, manifestando la propiedad que
el mismo ciudadano tenga, la industria, profesión o trabajo de que subsista; así
como también inscribirse en el Registro Nacional de Ciudadanos, en los términos
que determinen las leyes.
La organización y el funcionamiento permanente del Registro Nacional de
Ciudadanos y la expedición del documento que acredite la ciudadanía mexicana
son servicios de interés público, y por tanto, responsabilidad que corresponde al
Estado y a los ciudadanos en los términos que establezca la ley;
II.- Alistarse en la Guardia Nacional;
III.- Votar en las elecciones populares en los términos que señale la ley;
IV.- Desempeñar los cargos de elección popular de la Federación o de los Estados,
que en ningún caso serán gratuitos; y
V.- Desempeñar los cargos concejiles del municipio donde resida, las funciones
electorales y las de jurado.”
El derecho de asociación en materia política se ejerce a través de los partidos
políticos, que cuentan con una regulación específica en diversos preceptos constitucionales
que les otorgan diversos derechos.
Los derechos de los partidos políticos, en sí mismos considerados, tampoco son
Derechos Humanos puesto que sus titulares no son humanos.
Las reformas constitucionales mantienen la exclusión de los asuntos electorales de
la materia de estudio del juicio de amparo (el artículo 107 expresamente prevé que la
regulación que establece es con excepción de aquellas en materia electoral), por lo que la
protección a los derechos políticos se efectúa a través del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación y el sistema de medios de impugnación en materia electoral, que
son las garantías judiciales de dichos derechos.
105
2.3.4 Otros derechos citados en la Constitución (susceptibles de restricción o
suspensión)
Los derechos enumerados en los apartados anteriores tienen todas las características
de Derechos Humanos, especialmente el reconocimiento a que no pueden ser suspendidos
ni restringidos (deben estimarse, entonces, absolutos, pues no admiten excepciones) .
Pero en el texto constitucional existe la referencia a muchos otros derechos que, por
estar en la Constitución, en nuestra terminología anterior llamábamos garantías
individuales; incluso, a pesar de que sólo el capítulo primero del título primero de la Carta
Magna tenía esa denominación, considerábamos garantías individuales todos los derechos
expresados en artículos posteriores al 29; además, existían otros derechos que no se
consideraban garantías individuales pero que también estaban expresamente regulados en el
texto constitucional como, por ejemplo, los derechos políticos y las denominadas garantías
sociales relacionadas con la educación (art. 3°), la propiedad agrícola (art. 27) y la
regulación del trabajo humano (art. 123).
Derecho a la protección a la familia.
Este derecho no puede considerarse como Derecho Humano en tanto que su titular
no es un ser humano sino una estructura social denominada familia que, a su vez tiene
menciones en varias disposiciones constitucionales:
El artículo 4° Constitucional establece:
“El varón y la mujer son iguales ante la ley. Esta protegerá la organización y el
desarrollo de la familia.
[…]
Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La Ley
establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo.
[…]”
El artículo 3°, fracción II, inciso c), Constitucional, prevé que la educación que
imparta el estado se regirá por un criterio que contribuya a robustecer en el educando, entre
otras cosas, el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia.
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El artículo 16 Constitucional prevé que nadie sea molestado en su familia sin
mandamiento escrito de autoridad competente que funde y motive la causa legal del
procedimiento.
El artículo 18 Constitucional prevé que las medidas que se tomen respecto de
adolescentes infractores tengan como fin su reintegración social y familiar.
El artículo 27, fracción XVII, último párrafo, Constitucional, dispone:
“Las leyes locales organizarán el patrimonio de familia, determinando los bienes
que deben constituirlo, sobre la base de que será inalienable y no estará sujeto a
embargo ni a gravamen ninguno.”
Y el artículo 123, Apartado A, fracción XXVIII, Constitucional, sobre el mismo
tema, establece:
“Las leyes determinarán los bienes que constituyan el patrimonio de la familia,
bienes que serán inalienables, no podrán sujetarse a gravámenes reales ni
embargos, y serán transmisibles a título de herencia con simplificación de las
formalidades de los juicios sucesorios.”
El artículo 107, fracción III, inciso a), Constitucional, prevé que no exija que se
agoten los recursos ordinarios cuando se impugnen violaciones procesales en amparo
directo si se afecta el orden o la estabilidad de la familia.
El artículo 123, Apartado A, fracción VI, segundo párrafo, Constitucional, dispone:
“Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las
necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural,
y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.”
La fracción XXIV del artículo 123, Apartado A, Constitucional prohíbe exigir a los
miembros de la familia del trabajador deudas que haya contraído éste con su patrón,
asociados, familiares o dependientes.
La fracción XXV del artículo 123, Apartado A, Constitucional otorga preferencia en
la colocación de trabajadores a los que sean la única fuente de ingresos en su familia;
idéntica disposición de preferencia se otorga a los trabajadores al servicio del Estado,
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tratándose de la aplicación de escalafón, en la fracción VIII del Apartado B del citado
artículo 123 Constitucional.
En cuanto a la seguridad social, se prevé a favor de los familiares del trabajador en
el artículo 123, Apartado A, fracción XXIX, y en los incisos d) y e) de la fracción XI del
apartado B; también se prevé a favor de las familias de los miembros del personal del
Ministerio Público, de las corporaciones policiales y de los servicios periciales, así como,
en idénticas condiciones (lo que incluye a sus familias) de los miembros en el activo del
Ejército, Fuerza Aérea y Armada (fracción XIII).
Sin embargo, como ya se precisó, esta protección debe entenderse como un derecho
fundamental (o mejor, un conjunto de derechos fundamentales) pero no como un Derecho
Humano en sí.
Derechos de la niñez.
Los denominados derechos de la niñez no pueden considerarse un “Derecho
Humano” en virtud de que el supuesto jurídico del que derivan no es la sola existencia de
un ser humano sino, además, la circunstancia de que ese ser humano sea menor de doce
años, lo que implica que se trata de derechos que no cumplen los requisitos de
universalidad e inexistencia de excepciones, por lo que deben considerarse derechos
fundamentales pero no Derechos Humanos reconocidos como tales.
Sobre los derechos de los niños, la Constitución contiene varias disposiciones
expresas:
El artículo 2°, apartado B, fracción VIII, Constitucional obliga a las autoridades
federales, estatales y municipales a:
“[…] apoyar con programas especiales de educación y nutrición a niños y jóvenes
de familias migrantes; velar por el respeto de sus Derechos Humanos y promover
la difusión de sus culturas.”
La parte final del artículo 4° Constitucional dispone:
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“Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de
alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral.
Los ascendientes, tutores y custodios tienen el deber de preservar estos derechos.
El Estado proveerá lo necesario para propiciar el respeto a la dignidad de la niñez
y el ejercicio pleno de sus derechos.
El Estado otorgará facilidades a los particulares para que coadyuven al
cumplimiento de los derechos de la niñez.”
El texto constitucional no define expresamente la edad límite para considerar a una
persona dentro de la etapa de la niñez; sin embargo, el artículo 18 Constitucional sí define
que se considera adolescentes a quienes tengan entre doce años cumplidos y menos de
dieciocho años de edad, por lo que habría que considerar niños a todos los seres humanos
menores de 12 años.
El mismo artículo 18 Constitucional establece que: “Las personas menores de doce
años que hayan realizado una conducta prevista como delito en la ley, solo serán sujetos a
rehabilitación y asistencia social.”
Precisamente la delimitación por edad impide considerar los derechos de la niñez
como derechos reconocidos a todos los seres humanos ya que quedan fuera de su titularidad
los seres humanos de más de 12 años de edad y, por tanto, como ya se precisó, no
satisfacen el requisito de universalidad y falta de excepciones para ser considerados
“Derecho Humano” reconocido como tal en la Constitución.
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